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Kabbalah y Torah

3h·
23 DE TAMMÚZ: HIL´LULÁ DE RABBÍ MOSHÉ KORDOVERO (EL
RAMAK)
Rabbí Moshé Kordovero (1552-1570 era común) de Saféd fue uno de los
más grandes entre todos los cabalistas teóricos y uno de los principales
sistematizadores de su filosofía. Era tan respetado que fue el primer cabalista
en recibir el honor de ser llamado por sus iniciales, e incluso hoy los iniciados
le llaman “el Ramák”, Hasta entonces sólo a los mayores maestros
talmúdicos se les había dado esa distinción, añadiendo el artículo “el” a sus
iniciales para indicar que eran una parte sólida de la tradición. Así, por
ejemplo, Rabbí Moshé ben Maimón (Maimónides) fue conocido como “el
Rambam”, Rabbí Moshé ben Najmán (Najmánides) se convirtió en “el
Ramban”, y Rabbí Shelomó ben Adrét pasó a ser “el Rashba”.
El Ramák nació en Saféd, una ciudad que iba a ser famosa como centro de
Cábala. A una edad muy temprana ya se había ganado una reputación de
genio extraordinario. Además de sus conocimientos de Cábala, poseía una
erudición en Talmúd y filosofía del máximo rango, siendo ampliamente
respetado en ambos campos. Pero su principal interés era la sistematización
de la Cábala, dándole una estructura filosófica, una tarea que ya había sido
empezada por Rabbí Iehudá Jaít (1462-1529) y Rabbí Meír Gabbái (1480-
1547).
Se había aceptado al Zóhar como el fundamento de la Cábala, pero en su
mayoría el sistema aparecía tan complejo y falto de estructura como el de la
Biblia o el Talmúd. Hizo falta un genio de la estatura de Maimónides para
descifrar y sistematizar la estructura filosófica de la Torá y el Talmúd,
delineando claramente los principios organizativos que subyacen al sistema.
El Ramák pretendía hacer para la Cábala lo mismo que el Rambam había
hecho para la tradición más convencional.
Igual que Maimónides, el Ramák defendió su sistema contra sus detractores,
y en la mayoría de los casos sus palabras fueron dirigidas contra los filósofos
que rehusaban aceptar la autoridad de la Cábala. En cierto lugar afirma que
los filósofos sólo pueden deducir lo que existe en el domino metafísico,
mientras que los cabalistas pueden verlo de hecho. Pero además de ser el
filósofo preeminente del mundo cabalístico, el Ramák estaba también
plenamente familiarizado con sus elementos místicos. Era un experto en los
diversos sistemas de la Cábala meditativa y práctica y, aunque raramente
habla de esas áreas, hay lo suficiente en sus escritos como para indicar una
íntima familiaridad. Así, en un lugar cita una larga sección del Ór HaSéjel
de Abulafia. En otros sitios menciona al autor y al libro por su nombre, y
dice que ése es el sistema más importante respecto de la pronunciación del
Nombre Divino.
No siendo un mero teórico, el Ramák estaba activamente implicado en la
meditación cabalística, a través de un método conocido como Guerushín o
“Divorcio”. Sabemos muy poco de él, aunque se escribió todo un folleto,
llamado Séfer Guerushín (El Libro del divorcio), sobre el discernimiento que
el Ramák obtuvo con este método. Lo más probable es que la técnica
consistiera en meditar en una escritura dada, o quizás en repetirla una y otra
vez como un mantra, hasta poder entrar en relación con ella en un alto estado
meditativo. Entonces se llegaría a una comprensión profunda de su sentido
sin tener que analizarla lógicamente.
En este contexto, la palabra guér (divorcio) probablemente significa divorcio
de lo físico, aun cuando también tiene obviamente la connotación de
separación y retiro de lugares habitados. En este respecto es muy parecida al
término Hitbodedút, que se refiere tanto a la reclusión física como mental.
El Ramák fundó una academia de Cábala en Saféd y hasta la llegada del Arí
fue considerado el decano de la escuela de Saféd. Entre sus discípulos se
encontraron muchas de sus luminarias, incluyendo a Rabbí Eliáhu de Vidas,
autor de Reshít Jojmá (el Principio de la Sabiduría) y Rabbí Jaím Vital, el
que luego sería el biógrafo y escriba del Arí. Se cuenta que Elías se reveló al
Ramák y que, al morir éste, el Arí dijo haber visto un pilar de fuego siguiendo
al féretro.
Fue en gran parte debido al liderazgo del Ramák por lo que Saféd se convirtió
en el mayor centro de Cábala que el mundo jamás haya conocido, hasta tal
punto que el propio nombre de Saféd ha llegado a ser sinónimo de Cábala.
En 1541, a la edad de veinte años, el Ramák oyó una voz que lo urgía a
empezar a estudiar Cábala con Rabbí Shelomó Alkabétz. Fue así iniciado en
los misterios del Zóhar, llegando a dominar el texto por completo. Pero esto
no le satisfizo, porque las enseñanzas del Zóhar son a menudo vagas y su
sistema carece de una estructura discernible. Con la intención de clarificarla
en su propia mente, el Ramák empezó a escribir dos libros. El primero que
ha sido publicado recientemente, fue Ór Iakár (la Luz preciada), un enorme
comentario al Zóhar. Fue su segundo libro, sin embargo, el que constituyó
su magnum opus.
Conocido como el Pardés Rimonín (el Huerto de los Granados), o
simplemente como el Pardés, este libro era una sistematización de todo el
pensamiento cabalístico hasta la fecha. Era especialmente importante el
hecho de que el Ramák reconciliaba muchas escuelas antiguas con las
enseñanzas del Zóhar, demostrando la unidad esencial de la Cábala.
Utilizando la misma lógica cerrada que Karo había usado en sus obras
legales, el Ramák mostraba que el sistema cabalístico tenía una base
filosófica autoconsistente. Si no fuera por el hecho de que la filosofía y la
Cábala han sido tradicionalmente consideradas como antagonistas, el Pardés
sería considerado no sólo un clásico de Cábala, sino también de análisis
filosófico.
Pronto tras la terminación del Pardés en 1548, el Ramák empezó, junto con
otros miembros del grupo de Alkabétz, a dedicarse a la meditación
“Guerushín”. Era ése el mismo año en que Rabbí Ioséf Taitatzák completaba
en Jerusalén su She´erit Ioséf. El Ramák estaba familiarizado con los
métodos de Taitatzák, así como con los de Abulafia, pero parece que prefería
un método diferente conocido como Guerushín, y que se piensa que estaba
relacionado con el que se empleaba para evocar un Maggíd.
Un Extracto del MAGGÍD MESHARÍM
[El Maggíd declaró:]
Siempre que te halles en un lugar puro piensa constantemente en la Torá, en
el temor de Di-s y en mi Mishná. No abandones ni siquiera por un segundo
la Torá y el temor, ni siquiera cuando comas o hables. Tu lengua debe ser el
miembro más pesado de tu cuerpo, como ha sido durante estos últimos días.
Todos tus miembros deben estar constantemente unificados en mi servicio,
el temor y la Torá. Recuerda lo que [el Talmúd] dice sobre Rav, que no dijo
ni una palabra ociosa en toda su vida.
Esto es lo que la persona debe hacer: debe integrar todos sus pensamientos
hacia el temor de Di-s y su adoración. Está escrito: «Hijo mío, dame tu
corazón y que tus ojos observen mis caminos.» (Mishlé/Proverbios 23:26).
Esto significa que al guardar un mandamiento o al estudiar Torá, hay que
unificar el corazón hacia Di-s y no hay que pensar en nada más...
Esto ciertamente debe ser así en la oración. Anula todo pensamiento que
entre en tu corazón. [Expulsa] al Ietzer Hará/Impulso al Mal y a sus
multitudes, así como a las fuerzas de Sama´el y de la Serpiente que le
acompañan. Unifica tu corazón constantemente, en todo tiempo, de modo
que en cualquier momento no pienses en otra cosa que en Di-s, su Torá y su
Ävodát (servicio).
Éste es el misterio de la Unidad mediante el que una persona se unifica
literalmente con su Creador. Así el alma se adhiere a Él y se convierte en una
con Él, de modo que el cuerpo se torna morada de la Presencia Divina. Esto
es lo que quiere decir la Torá cuando afirma: “Temerás a Di-s, tu Señor, y a
Él servirás y te adherirás” (Devarím/Deuteronomio 10:20).
Por tanto, hijo mío, completa una unificación perfecta. Si así lo haces,
entonces «yo te haré un lugar para que camines entre los malajím (ángeles)
que aquí se encuentran. Te haré merecedor de la Tierra de Israel y de venir
junto a mi querido Shelomó [Moljó].

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