¿Es la participación pública el pilar fundamental para la adecuada gestión y ordenanza del

territorio?
(ensayo)

La participación pública se entiende como el procedimiento que permite a una sociedad

implicarse en la toma de decisiones sobre políticas, planes o actuaciones que le conciernen. La
necesidad de aumentar la implicación de la población y los actores sociales en la gestión de lo
público se ha convertido en uno de los mayores retos de las sociedades democráticas. Se trata con
ello de incrementar la interacción de los entes públicos con la ciudadanía y lograr reducir la
creciente desafección y falta de implicación política de los vecinos. La gestión del territorio desde
la participación implica que en las políticas territoriales se hace más necesario escuchar todas las
voces, para que no se generen la frustración, la desconfianza y la desafección de los ciudadanos
hacia las decisiones que se han tomado. El fomento de la participación en los procesos de
planificación y gestión espacial es también un desafío para el buen gobierno del territorio. La
participación aumenta asimismo la capacidad de los planes para identificar problemas, y proponer
soluciones eficaces, al incorporar la experiencia y sabiduría de aquellos que viven en el territorio.
Por otra parte, involucrar en la toma de decisiones a los actores sociales de un territorio es también
un método eficaz para prevenir y gestionar conflictos, no porque los elimine, sino porque mejora
los mecanismos para prevenirlos y gestionarlos. Desde el análisis de las políticas públicas, el
término de gobernanza posee grandes expectativas respecto al fortalecimiento de las políticas
cuando de las mismas participa la ciudadanía, mucho más cuando estas refieren a políticas de
integración social dentro de los gobiernos locales. La participación ciudadana genera legítimas
polémicas alrededor de proyectos que deben responder al interés común y que, por tanto, deben
atesorar una combinación de viabilidad económica, social y medioambiental.

Debido a la naturaleza ambivalente del ser humano y a características profundamente

antropocéntricas, la gobernanza requiere de una alta planeación para que vaya de la mano con el
desarrollo social integral, es por esto que cada ente territorial debe adecuar un distinto plan de
ordenamiento-gobernanza y esto se ve reflejado a través de la historia cuando distintos países
alrededor del mundo empezaron a crear modelos de ordenanza acorde a sus necesidades, teniendo
en cuenta distintos conceptos como macro-ordenación, política regional, urbanismo,
administración de conflictos históricos y actuales en el territorio. El ordenamiento u organización
espacial de las dinámicas sociales, la interrelación con las funciones territoriales, los servicios y
equipamientos, teniendo como base las características ecológicas del territorio, los patrones
culturales de la población que lo habita y sus aspiraciones y sueños para vivir en este, se plantea
entonces como un instrumento para alcanzar unas mejores condiciones en la calidad de vida de las
poblaciones y, por ende, como un instrumento para construir "un orden deseado", que es diverso
de acuerdo con los patrones culturales de las poblaciones y sus concepciones acerca del pasado,
del presente y del futuro como sociedad. En este sentido, la ordenación del territorio implica la
obligada consideración de los factores y tendencias que orientan la dinámica de los procesos
sociales y económicos para adecuarlos a los objetivos pretendidos desde el punto de vista
territorial, es decir, si se desea cumplir con los objetivos visionados para una adecuada ordenación
del territorio, resulta necesario tener en cuenta la participación ciudadana, debido a que de esta
manera la gobernanza se sentará sobre la base de las características propias del espacio y de la
sociedad afectados. Esto da un nuevo enfoque al entendimiento y aplicación de las políticas
territoriales, así como al enriquecimiento y la maduración de la “cultura territorial” de las
sociedades, entendiendo al territorio como un espacio geográfico construido y delimitado,
escenario de relaciones sociales y de poder, sobre el cual los individuos y los grupos sociales
buscan ejercer un control tal que les permita desplegar un determinado modo de vida y lograr
metas individuales y colectivas.

Por tanto, cuando se planee hacer una correcta ordenanza del territorio es pilar fundamental
tener el apoyo y la participación pública pues estos serán los mayormente afectados en caso de
toma de decisiones poco acertadas y que no favorezcan el bien común, las cuales se pueden
presentar debido a la falta de un espectro más amplio de los problemas y necesidades actuales y
futuras que se presentan en dicho territorio, por tanto el fomentar la participación pública en la
ordenanza territorial no solo promueve una mejora sustancial en las políticas territoriales si no que
al involucrar a la comunidad se logra un mayor sentido de pertenencia y esto da inicio a que las
políticas tomadas sean acogidas y respetadas de mejor forma previniendo o disminuyendo posibles
conflictos.

Jesús Miguel García Gallego

Javier Salcedo Salgado
Luís Guillermo Zubiría Martínez

Gestión Integral del Recurso Hídrico

Ingeniería Ambiental- Universidad de Córdoba
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