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C. ¿Quién es, en realidad, este recién nacido? La respuesta a esta pregunta, T. Levantamos nuestras manos en adoración y búsqueda de tu gracia:
fundamental para la historia del mundo y de la humanidad, la da proféticamente el haz que nuestros corazones inquietos te encuentren siempre.
anciano Simeón, quien, estrechando al Niño entre los brazos, ve e intuye en El “la C. En la Eucaristía, te das como alimento de vida eterna
salvación” de Dios, la “luz para alumbrar a las naciones”, la “gloria” del pueblo de y nos unes a tu inmenso amor: te alabamos y te adoramos.
Israel, la “ruina y la resurrección de muchos en Israel”, el “signo de contradicción”.
Todo esto es ese Niño, que, aun siendo “Rey de la gloria”, “Señor del templo”, T. En tu presencia santa te experimentamos cercano y te adoramos con fe.
entra allí por vez primera, en silencio, en ocultamiento y en fragilidad de naturaleza C. Ilumina con tu Luz nuestros ojos, purifica nuestras mentes y corazones y
humana.” (San JPII, 2 de febrero de 1981). haznos instrumentos de tu paz, en un mundo dividido por las guerras y los odios.
4 “Jesús, en Ti confío” “Jesús, en Ti confío” 9
y allí se encuentra con la Luz en sus brazos. El Espíritu Santo es Amigo, Guía, L. «El Pueblo de Dios es invitado en cada época histórica a contemplar esta
Maestro, Amor de la Trinidad, Luz de Luz, Fuego de Fuego, Sabiduría de Amor. luz. Luz que quiere iluminar a las naciones. Así, lleno de júbilo, lo expresaba el
Simeón ya puede descansar en paz. Por mucho que tarden, las promesas del anciano Simeón. Luz que quiere llegar a cada rincón de esta ciudad, a nuestros
Señor, siempre llegan. Y Dios le premia con la sonrisa de Dios-Niño y la luz de su conciudadanos, a cada espacio de nuestra vida.
mirada que ilumina el sentido de todas las cosas. Ya puede morir en
paz. Paciencia, pues, todo lo alcanza. (Sta. Teresa de Jesús). C. “El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz”. Una de las
particularidades del pueblo creyente pasa por su capacidad de ver, de contemplar
L. Ahora si ha llegado Simeón a la plenitud, ya se encontró con el Salvador. en medio de sus “oscuridades” la luz que Cristo viene a traer. Ese pueblo creyente
Todo lo demás sobra. La esperanza ha sido cumplida, satisfecha. Fue una que sabe mirar, que saber discernir, que sabe contemplar la presencia viva de
mañana gloriosa para Simeón y para Ana, ellos comprenden que finalmente ha Dios en medio de su vida, en medio de su ciudad. Con el profeta hoy podemos
llegado el momento y, confortados por ese encuentro, pueden afrontar con paz en decir: el pueblo que camina, respira, vive entre el “smog”, ha visto una gran luz, ha
el corazón la última parte de su vida. La llegada del Mesías no ha pasado experimentado un aire de vida.” [...] (Homilía de S.S. Francisco, 2015).
desapercibida. Ha sido reconocida por la mirada penetrante de la fe. (San JPII).
T. «“Corramos todos al encuentro del Señor, los que con fe celebramos y
T. No sé, oh Señor, a qué hora vendrás, veneramos su misterio, vayamos todos con alma bien dispuesta. Nadie deje de
Por eso vigilo continuamente y presto atención, participar en este encuentro, nadie deje de llevar su luz. Llevemos en nuestras
Porque sé que te gusta venir inadvertidamente, manos cirios encendidos, ya para significar el resplandor divino de aquel que
Pero el corazón puro desde lejos te sentirá, Señor. viene a nosotros —el cual hace que todo resplandezca y, expulsando las negras
tinieblas, lo ilumina todo con la abundancia de la luz eterna—, ya, sobre todo, para
Te espero, Señor, entre la quietud y el silencio, manifestar el resplandor con que nuestras almas han de salir al encuentro de
Con gran añoranza en el corazón, con un deseo irresistible. Cristo.
Siento que mi amor hacia ti se vuelve fuego
Y como una llama ascenderá al cielo al final de la vida C. En efecto, del mismo modo que la Virgen Madre de Dios tomó en sus
Y entonces se realizarán todos mis deseos. (cfr. D. 1589). brazos la luz verdadera y la comunicó a los que yacían en tinieblas, así también
nosotros, iluminados por él y llevando en nuestras manos una luz visible para
SUMERGETE EN EL MAR DE MI MISERICORDIA todos, apresurémonos a salir al encuentro de aquel que es la luz
SUMERGETE EN EL MAR Con la confianza de un niño verdadera.”» (San Sofronio, Obispo).
DE MI MISERICORDIA, DICE EL SEÑOR. me arrojo en Tus brazos yo,
Y ASÍ PODRÁS CANTAR para compensar así, Señor, Canto. VINE A ADORARTE
ETERNAMENTE, QUE DIOS ES AMOR (2) la desconfianza del hombre de hoy. Tú eres la luz que brilló en las tinieblas,
Abriste mis ojos, pude ver.
Mis fuerzas débiles son,
Mi corazón adora tu hermosura,
no valen nada sin Tí.
Esperanza de vida eres Tú.
No te ocultes ante mí, Señor,
yo no podria vivir, sin Tí. VINE ADORARTE, VINE A POSTRARME
VINE A DECIR QUE ERES MI DIOS,
«ALMAS SACERDOTALES» SOLO TÚ ERES GRANDE,
SOLO TÚ ERES DIGNO
G. Al presentar a Jesús en el templo, la Madre de Dios ejerce su «alma ERES ASOMBROSO PARA MÍ (2)
sacerdotal», o, si se prefiere, el sacerdocio real, común a todos los fieles por el
Bautismo y la Confirmación, que ha de hallarse ciertamente en María en modo Tú eres el Rey, grandemente exaltado,
eminente: ofrece a Jesús al Padre y Ella se ofrece entera con El, haciéndose un Glorioso por siempre, Señor.
solo corazón, un solo espíritu con su Hijo. Al mundo que creaste humilde viniste,
pobre te hiciste por Amor.