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Duoc UC

Programa de Formación Cristiana


Capacitación para Principios de la fe cristiana

Trabajo final

Las bienaventuranzas o el estado de la felicidad

Profesor: Ángelo Lagos


Alumna: Catalina Abarca
Fecha: 04.09.2018

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Al escuchar o leer superficialmente los enunciados lingüísticamente contradictorios
de las bienaventuranzas, un lector primerizo en materias de la fe cristiana, podría pensar
que éstas son un premio que algún día se conseguirá, si es que Dios así lo permite. Quizá
continuaría su reflexión cuestionándose quiénes son esos pobres sufrientes y necesitados
que recibirán el premio. Tal vez, incluso antes de todo lo anterior, se preguntaría cómo es
posible que Jesús llame bienaventurado o feliz a quien llora, es perseguido o al que está
sediento de justicia. Por estas posibles elucubraciones ante este fragmento de las Sagradas
Escrituras, se hace necesario ahondar en el sentido de las bienaventuranzas, dada la
importancia que revisten para todo cristiano, como uno de los mensajes centrales
predicados por Jesucristo. Éstas constituyen una forma de estar en el mundo, un modo de
plantearse frente a cada situación a la que nos vemos desafiados los seres humanos.
A continuación, se explicará el significado de la expresión 'Bienaventurados son...',
consecutivamente, se realizará una breve comparación entre las bienaventuranzas expuestas
por Mateo y Lucas, para luego enfocarse en el pasaje de Mateo, profundizando en la
comprensión de cada una de las afirmaciones de Jesús y sus repercusiones prácticas en la
vida del cristiano.
Desde el punto de vista del significado específico de la palabra 'bienaventurado', el
lector puede aproximarse mejor al sentido del Sermón del Monte: "Según la tesis de Janzen
el término se expresa mejor como "envidiable es la situación de" que, según explica, es la
única forma de reproducir el sabor particular de la expresión. Busto Saiz define el
macarisma 1 como "una afirmación acerca de una persona a quien por algún motivo -actual
o próximo- se exalta o cuya condición se afirma como deseable" " (Chuecas, 3). Este sabor
particular de la expresión permite leer las bienaventuranzas en una primera clave
importante para comprenderlas, a saber, la de la esperanza, definida por el Catecismo como

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En la tradición de Mateo los macarismas son expresión de la nueva Torá proclamada por Jesús, como nuevo
Moisés. (…) Analizando la forma como, por lo general, es construido el macarisma en el AT, se constata
que, prácticamente, existen dos maneras para introducir al destinatario de la felicitación, lo que podría ser
indicio de que se trata de dos tipos diversos de formulación. 1) Un primer tipo de fórmula utiliza un sustantivo
en aposición al término y (10), siendo los más comunes aquellos que de una u otra forma son
sinónimos del sustantivo hombre, para formar la frase: "Feliz el hombre" o alguna similar (11). 2) Un segundo
tipo introduce una situación o acción personal, preferentemente utilizando un verbo en participio (12), se
alaba a alguien según su actuar, vale decir, prima la conducta como motivo de la felicitación. Un tercer tipo,
mucho más escaso y de difícil catalogación, pues no sigue el esquema de la frase aposicional, está formado
por el término y acompañado por algún sufijo (13). (Chuecas, 1-3)

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"la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como
felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no
en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo." (1817); asumimos
así que cada una de las situaciones nombradas en forma de macarismas, conducen a un
estado de unión muy particular con Cristo.
Las bienaventuranzas aparecen en dos evangelios, el de Mateo y el de Lucas,
presentando algunas diferencias en cuanto al lugar físico en el cual Jesús las dice, y
respecto del número de macarismas y el orden en que éstos son enunciados. Además, en el
evangelio lucano, después de las bienaventuranzas propiamente tales, el evangelista se
refiere a situaciones que no deberían pasar, con la fórmula "Ay de ustedes...", por ejemplo:
"¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus
padres a los falsos profetas." (Lc 6, 26).
Otra divergencia que existe entre Mateo y Lucas, en este pasaje, se puede atribuir a
la fuente que utilizaron los evangelistas nombrados o al destinatario del evangelio, como
bien lo explica Georges Chevrot en su libro Las Bienaventuranzas (p.12), aludiendo a la
expresión "el Reino de los cielos" en Mateo y "Reino de Dios" en Lucas. Este último
evangelista escribía para los cristianos venidos del paganismo, en contraposición a la
tradición judía, por lo que no tenía escrúpulos en nombrar a Dios; en cambio, Mateo, al
dirigirse a los judíos, con su evangelio, habla de "los cielos" para evitar nombrar a Yahvé.
Entre otros aspectos, Beltrán Villegas SSCC. comenta en cuanto a este tema: "Tanto
Mt como Lc sitúan este texto de manera similar: en ambos viene después de la mención de
una muchedumbre que seguía a Jesús (Mt 4, 24-25; Lc 6, 17-19); y en ambos corresponde
al inicio de un discurso bastante extenso (Mt 5-7; Lc 6, 20-49) y que termina con la misma
doble parábola (Mt 7, 24-27; Lc 6, 47-49). Pero mientras que Lc lo sitúa en una llanura a la
que baja Jesús desde una montaña donde había instituido a los Doce (Lc 6, 12-19), Mt lo
sitúa en la montaña (fijarse en el artículo definido), a la cual Jesús sube para pronunciar su
discurso (Mt 5, 1-2). (Villegas, 606). Podríamos decir que este contraste del lugar físico
donde el Sermón del monte es pronunciado, corresponde también a una diferenciación del
contenido.
Podríamos decir que esta diferenciación de contenido está relacionada con el
enfoque de las perspectivas de los dos evangelistas, Mateo apunta al espíritu "desde el

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monte" y Lucas a la situación concreta de la vida, "desde la llanura": "En cuanto a la índole
global, Mt nos presenta un elenco de actitudes laudables, por lo que la “bienaventuranza”
prometida tiene el carácter de “recompensa”; en cambio, Lc nos presenta un elenco de
“situaciones deplorables”, por lo que la “bienaventuranza” toma el carácter de una
“compensación”. (Villegas 607). Esta relevante diferencia se puede observar por el uso de
los verbos y los adverbios en los macarismas de cada evangelio; a saber, en Mateo el
macarisma "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán
saciados" establece el tiempo verbal presente indicativo 'tienen' en su primera parte y luego,
el verbo futuro 'serán', desde lo cual se desprende que se trata de una especie de
recompensa2, como plantea Villegas. En Lucas, el mismo macarisma "Bienaventurados los
que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados", se distingue por el uso del adverbio
'ahora', que permite hablar de que la promesa de la saciedad es más una compensación 3 por
una situación de necesidad actual, que una recompensa.
Si nos adentramos en las bienaventuranzas expuestas por Mateo, se puede apreciar
el concepto de pobre de espíritu como fundamental para poder comprender a qué se refiere
el evangelista con los macarismas que estableció. El pobre es el ser humano justo, quien se
pone delante de Dios con una disponibilidad completa para hacer su voluntad, lo que no
tiene que ver con que sea precario en sus habilidades y conocimientos: "Viendo a la
muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y, tomando la palabra, les
enseñaba diciendo: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los
Cielos" (Mt 5, 1-3). Esta es una de las claves para comprender el pasaje del evangelio, que se
nos presenta desde el principio, como indicando la tónica de la exégesis que el lector debe
realizar, esto es, tener un espíritu que se reconoce en todo momento como creatura capaz de
recibir la gracia del Señor, para mejor servirlo en su reinado.
Luego, del macarisma que sigue: "Bienaventurados los mansos, porque ellos
poseerán en herencia la tierra." (Mt 5, 4)4, se puede desprender que la característica de la

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La tercera acepción de la palabra 'recompensar' dice: Premiar un beneficio, favor, virtud o mérito.
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La segunda acepción de la palabra 'compensar' dice: Dar algo o hacer un beneficio a alguien en
resarcimiento del daño o disgusto que se ha causado.
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SS. Benedicto XVI habla sobre la mansedumbre de la siguiente manera: "La segunda virtud —veámosla con
más brevedad— es la «dulzura» (Ef 4, 2), dice la traducción italiana. En griego la palabra es praus, es decir,
«manso»; y también esta es una virtud cristológica como la humildad, que consiste en seguir a Cristo por este
camino de la humildad. Así también praus, ser amable, ser manso, es seguir a Cristo que dice: «Aprended de
mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11, 29). Esto no quiere decir debilidad. Cristo también puede

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mansedumbre está relacionada con la humildad, como autenticidad en el marco de la no
violencia, si recordamos otros pasajes bíblicos como Lc 4, 16-30, en el cual Jesús no
responde con agresiones, incluso cuando la asamblea de la sinagoga intenta despeñarlo a la
altura de una escarpada del monte al haber anunciado la verdad. Este modo de actuar de
Jesús, refleja que se sitúa en el lugar justo; es decir, no esconde la verdad de quien es ni de
la realidad, ajustando su reacción a la caridad, al no responder con la misma moneda a
quienes lo agreden. Es así como la mansedumbre está ligada a la humildad, que implica
reconocerse con verdad como hijos del Padre, con un espíritu de pobreza.
Ulteriormente, en "Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados."
(Mt 5, 5), se presenta al lector una situación de padecimiento literal, que conocemos por las
comunes y corrientes lágrimas del llanto, al mismo tiempo, su respectivo alivio.
Posteriormente, en el macarisma "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados." (Mt 5, 6), se observa que el padecimiento corporal del
hambre y la sed, se refiere metafóricamente a la justicia5, como estado virtuoso de las
relaciones humanas.
Por último, en los cuatro macarismas siguientes, se expresa que es feliz aquel que
intenta vivir el Reino de Dios en la tierra y de alguna manera lo logra, viviendo la
misericordia, la pureza, la paz y la justicia: "Bienaventurados los misericordiosos, porque
ellos alcanzarán misericordia. / Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán
a Dios. / Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de
Dios. / Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino

ser duro, si es necesario, pero siempre con un corazón bueno; siempre es visible la bondad, la mansedumbre.
En la Sagrada Escritura, a veces, «los mansos» es simplemente el nombre de los creyentes, del pequeño
rebaño de los pobres que, en todas las pruebas, permanecen humildes y firmes en la comunión del Señor:
buscar esta mansedumbre, que es lo contrario de la violencia. La tercera bienaventuranza, en el Evangelio de
san Mateo, dice: «Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra» (Mt 5, 4). No son los
violentos los que heredan la tierra, al final corresponde a los mansos: ellos tienen la gran promesa, y así
nosotros debemos estar seguros de la promesa de Dios, de que la mansedumbre es más fuerte que la violencia.
En la palabra mansedumbre se oculta el contraste con la violencia: los cristianos son los no violentos, son los
opuestos a la violencia."
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La justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que
les es debido. La justicia para con Dios es llamada “la virtud de la religión”. Para con los hombres, la justicia
dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que
promueve la equidad respecto a las personas y al bien común. El hombre justo, evocado con frecuencia en las
Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo.
“Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tu
prójimo” (Lv 19, 15). “Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que
también vosotros tenéis un Amo en el cielo” (Col 4, 1). (Cateciscmo, 1807).

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de los Cielos." (Mt 5, 7-10). Así, se puede inferir que toda situación de tribulación patente
en la vida de cada bautizado, es oportunidad para poner en práctica la actitud de pobreza de
espíritu ante Dios. Tanto quienes padecen por carencia, como aquellos que padecen debido
a que practican las virtudes necesarias para que el reinado de Dios se haga presente en la
tierra, están llamados a gozar de las bienaventuranzas.
Después de haber analizado los macarismas, se intentará indagar brevemente en el
sentido último que las Bienaventuranzas proponen. Retomando la idea de que sea cual sea la
vicisitud ante la cual se enfrenta el ser humano, es la disposición y actitud de pobreza frente a Dios,
la que permite recibir gratuitamente la gracia de Él -valga la redundancia-, se hace necesario aclarar
sin rodeos, que "las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad;
expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección;
iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas
paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las
bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen
María y de todos los santos." (Catecismo, 1717 ) Esto quiere decir, que el estado actual de
los pobres, los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los
misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos, los
injuriados y calumniados, es bienaventurado, puesto que hacen posible la unión del
cristiano a la Pasión y Resurrección de Cristo. Por consiguiente, puede que nos asalten
algunas dudas ante la magnitud de esta afirmación: ¿Sufrir es ser feliz con Cristo en la
cruz? ¿El sufrimiento es acaso el lugar predilecto de unión a Cristo? Si el padecimiento de
esta vida nos une como bautizados a la Pasión y Resurrección de Jesucristo, ¿significa que
el adelanto de la eternidad es también para los no creyentes?
Las bienaventuranzas proponen un modo de vivir muy distinto al que ofrece el
mundo, donde efectivamente el sufrimiento es camino para la redención. Sin embargo, el rescate
que ofrece Jesucristo a la humanidad, no es sólo futuro, por la Resurrección final además, que
también nos promete, sino que se actualiza en la cotidianidad como un adelanto esperanzador de la
vida eterna. "Todos los reformadores que prometen a los hombres una mejoría de su suerte
la hacen depender de subversiones políticas o de transformaciones sociales. Destruirán para
mejor reconstruir, tras de lo cual el mundo será más dichoso. Jesús procede exactamente a
la inversa. Sus discípulos no serán dichosos...más tarde: lo son desde ahora mismo."
(Chevrot, 29). De esta manera, las bienaventuranzas se comienzan a vivir desde que una

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persona es bautizada, deviniendo aquí y ahora el reinado de Dios, por la unión de los
sarmientos a la Vid. Así, podemos concluir que con las bienaventuranzas no sólo estamos
hablando de compensación o recompensa, sino de la eternidad que se hace patente sólo por
el hecho de padecer en nuestra humanidad unidos a Cristo.
Para terminar, volvamos a la tarea de todo cristiano, a la clave para permitir que el
Señor pueda regalarse con el esplendor de las bienaventuranzas, esto es, la pobreza de
espíritu que nos sitúa en el papel de necesitados, papel que nos corresponde y nos define
desde la creación. Tenemos un Padre Dios que todo lo da, que quiere lo mejor para
nosotros, a quien muchas veces desobedecemos, por lo que nos arrepentimos y volvemos a
reconocer ese lazo de dependencia, a través del sacramento de la reconciliación. Es la
miseria la que propicia reconocernos pobres, creaturas con una misión, vasijas de barro con
el agua viva de haber sido salvados por Cristo.

Bibliografía

Nueva Biblia de Jerusalén. Ed. Desclée.


Catecismo de la Iglesia Católica. www.vatican.va.
Villegas, Beltrán. En busca de Q. La fuente común de Mt y Lc ( pp. 606-609).
Chuecas, Ignacio. "¡Felices aquellos siervos! Lucas 12, 37". Teología y Vida. Vol.
XLVII (2006), (pp. 153 - 189).
Chevrot, Georges. "Paradojas sobre la felicidad". Las Bienaventuranzas. Ed. Rialp
S.A. (Madrid, 2006).
SS. Benedicto XVI. Encuentro del Santo Padre Benedicto XVI con el clero de
Roma por el inicio de la cuaresma, Lectio Divina. Aula Pablo VI (Jueves 23 de
febrero de 2012).

Secuencia didáctica semana 5:


La vida eterna, regalo de Dios y fin último del ser humano
Objetivo de aprendizaje: Comprender la vida eterna como el destino final del hombre y
como profunda relación con Dios para ser luz en el mundo.
Conceptos clave: Bienaventuranzas, felicidad, vida eterna, sentido de la vida.

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Inicio:
El docente, después de saludar y dar algunas informaciones prácticas, invita a los
estudiantes a realizar dos breves ejercicios, escribiendo en su cuaderno sus pensamientos:
1. Alguna situación en la que hayan sufrido por amor.
2. Alguna alegría grande que hayan vivido.
Luego, se los anima a compartir estas experiencias, a los que así lo deseen, para
introducir el tema de la clase que es la vida eterna, felicidad o plenitud que se puede vivir
desde ahora con la mirada esperanzadora de las bienaventuranzas en las situaciones de
alegría y en las situaciones de dolor.
Desarrollo:
El docente realiza una breve comparación entre los diez mandamientos y las
bienaventuranzas, de manera que se comprenda la importancia de éstas como clave
fundamental de la propuesta de la vivencia del cristianismo, explicando ideas como : las
bienaventuranzas están inscritas en el corazón como don de Dios, desde el bautismo;
además, indican el camino hacia el Reino de los Cielos, por medio de la santidad; las
bienaventuranzas son un modo de vivir, a través del cual podemos alcanzar la plenitud, con
la ayuda del Espíritu Santo y los sacramentos; sin embargo, existe el pecado, el infierno y el
purgatorio. Con todo, la virtud de la esperanza es muy importante para permitir que se
adelante la vida eterna para nosotros en algún aspecto.
El docente pregunta si existen dudas y luego de responder las posibles preguntas de
los estudiantes, reparte una de las fichas "Vínculo" de la virtud teologal de la esperanza, a
partir de la cual los estudiantes reflexionan de forma grupal en torno a la pregunta "¿Cómo
cambiarían las distintas situaciones que nos toca enfrentar, desde la perspectiva de la virtud
de la esperanza?". Luego, un representante por grupo le cuenta al resto del curso lo
conversado a partir de la pregunta.
Cierre:
Los estudiantes escuchan y ven el vídeo de la canción del cantante católico
Cristóbal Fones SJ, llamada "Sermón del monte"
(www.youtube.com/watch?v=wHW_22JVrC8). Luego comentan cómo la canción se
relaciona con los contenidos vistos, analizando específicamente el texto con que el
cantautor acompaña las bienaventuranzas mismas.

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