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en Atenas
Artículo publicado originalmente en Libertarianism.org con el título Ancient Greece’s Legacy for Liberty:
Economic Freedom in Athens
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“Nunca había sentido miedo de hombres tales como éstos, que tienen un lugar
establecido en medio de su ciudad donde todos se reúnen para embaucar y engañarse unos
a otros…” Estas fueron las palabras que Ciro utilizó despectivamente al referirse a los
helenos en general, debido a que ellos tenían mercados donde podían comprar y vender.[3]
En primer lugar, retiró todas las monedas de oro y plata del sistema monetario y
decretó el uso único de las monedas de hierro. Después, devaluó las antiguas monedas; las
cuales, a pesar de la cantidad, pasaron a tener a un valor insignificante. Por lo tanto,
había que ocupar un gran espacio en la casa para reunir el valor de diez minas2 y para
transportarlas era necesario una yunta de bueyes…
En segundo lugar, desterró las artes innecesarias y superfluas. Aunque, incluso sin
ese destierro, la mayor parte de ellas habría desaparecido junto al antiguo sistema
monetario, ya que no había mercado para sus productos. Las monedas de hierro fueron
puestas en ridículo debido a que no se las podía utilizar en el resto de Grecia y tampoco
tenían ningún valor fuera de Esparta. Por lo tanto, no era posible comprar ningún tipo de
mercancía ni chuchería extranjera; ningún marino mercante transportaba cargas a sus
puertos; ningún maestro de retórica, adivino errante, proxeneta, ni forjador de oro o plata
ponía un pie en suelo laconio (espartano) porque allí no había dinero…
1
Soldado griego de infantería que usaba armas pesadas.
2
Unidad de peso, y moneda teórica griega antigua, que equivalía a 100 dracmas.
Licurgo, con el propósito de atacar aún más el lujo y eliminar el afán de riqueza,
estableció la Constitución de Esparta, en la cual se estipulaba que los ricos debían comer
junto a las demás personas, alimentos comunes y específicos, y no podían comer en
casa…Cuando un hombre rico iba a comer con la gente pobre no podía hacer uso de sus
riquezas, ni siquiera podía disfrutar, ver o exhibir sus abundantes recursos. [4]
A pesar de que los atenienses no fueron generosos con la ciudadanía (solo en las
circunstancias más raras los hijos de padres no ciudadanos obtenían la ciudadanía por su
propio mérito), la política de inmigración ateniense fue, generalmente, bastante liberal. De
hecho, entre un tercio y la mitad de la población libre eran metecos (extranjeros que vivían
en las ciudades griegas). Aunque los metecos tuvieron algunos impedimentos legales y
enfrentaron cierto grado de hostilidad social, [7] gozaron de una gran libertad de
participación en la vida económica y social de la ciudad y, en efecto, se les alentó a que lo
hicieran. El historiador Diodoro Sículo (siglo I a. C.) nos cuenta que:
Muchos de los más importantes filósofos eran de origen extranjero, entre ellos,
Anaxágoras, Arístipo, Diógenes, Gorgias, Pródico, Protágoras y, por su puesto, Aristóteles.
Además, los metecos dominaron la industria bancaria (de la cual hablaremos más en una
siguiente oportunidad).
Jenofonte, de manera favorable, se refiere a los metecos como una clase de
residentes autosuficiente, a quienes el estado otorga muchos beneficios [9] y defiende por
medio de reformas legales diseñadas para atraerlos y apoyar su inmigración. Jenofonte,
como una manera de exaltar la inmigración, escribe lo siguiente:
Mientras más creciera la cantidad de gente que emigra a Atenas, ya sea como
visitantes o como residentes, claramente, más crecería la cantidad de importaciones y
exportaciones. En consecuencia, aumentaría tanto la cantidad de bienes enviados desde y
hacia el país, así como la compra y venta de los mismos, lo cual produciría influjo de
dinero en la forma de rentas para los individuos y de tasas y aranceles aduaneros para el
erario público. [10]
Uno supone que Jenofonte no habría sido partidario de los grupos de matones anti-
inmigrantes tipo la orden “Golden Dawn o Aurora Dorada” que hoy rondan por las calles
de su amada ciudad.
Él descubrirá que lo que por aquella época debió haber sido un vasto período de
paz y riqueza acumuladas en la Acrópolis, fue espléndidamente empleado en un período de
guerra posterior…Considerando que, ahora la paz está consolidada a través del mar,
nuestras ganancias se han expandido y los ciudadanos de Atenas tienen en su poder la
oportunidad de aprovecharlas como mejor les plazca. [13]
La independencia de los aliados de Atenas estará asegurada de la mejor forma “no
por el hecho de participar en una guerra, sino por la fuerza moral de las embajadas
distribuidas a lo largo y ancho de la Hélade”, ya que si los atenienses demuestran que están
sinceramente comprometidos con la paz, automáticamente ganarán aliados y todos los
griegos rogarán por la salvación de Atenas”. [14]
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Referencias:
[1] “The Liberty of the Ancients Compared With That of the Moderns” (1819).
[2] For details, see W. G. Forrest, The Emergence of Greek Democracy: 800-400 BC (New
York: McGraw-Hill, 1975).
[3] Herodotus, Histories I.153; George C. Macaulay, trans., The History of Herodotus
(London: Macmillan, 1890).
[4] Plutarch, Life of Lycurgus 9.1-10.3; in Parallel Lives, vol. 1, trans. Bernadotte Perrin
(Cambridge MA: Loeb Classical Library, 1914).
[5] Thucydides, History of the Peloponnesian War, trans. Richard Crawley (London:
Longmans Green, 1874), II.6.
[6] Xenophon, On Revenues 5; in Henry Graham Dakyns, trans., The Works of Xenophon,
vol. 2 (New York: Macmillan, 1893).
[7] For the latter, see Victoria Roeck, “Societal Attitudes Toward Metics in Fifth-Century
Athens Through the Lens of Aeschylus’s Suppliants and Euripides’ Children of Heracles,”
Sunoikisis (3 July 2014).
[8] Diodorus Siculus, Library of History, vol. 4, trans. C. H. Oldfather (Cambridge MA:
Loeb Classical Library, 1946), 11.43.3.
[14] Ibid.