Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
© UNESCO 2018
© Secretaría de Desarrollo Social de la Ciudad de México
ISBN: 978-607-95419-4-1
Este documento está disponible en acceso abierto bajo la licencia Attribution-ShareAlike 3.0 IGO (CC-BY-SA
3.0 IGO) (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/igo/). Al utilizar el contenido de la presente publica-
ción, los usuarios aceptan las condiciones de utilización del Repositorio UNESCO de acceso abierto (www.
unesco.org/open-access/terms-use-ccbysa-sp).
Los términos empleados en este documento y la presentación de los datos que en él aparecen no implican
toma alguna de posición de parte de la UNESCO en cuanto al estatuto jurídico de los países, territorios, ciuda-
des o regiones ni respecto de sus autoridades, fronteras o límites.
Las ideas y opiniones expresadas en este documento corresponden a los autores; no son necesariamente las
de la UNESCO y no comprometen a la Organización.
Este proyecto fue concebido, desarrollado, coordinado y editado en su totalidad por la Oficina de la UNESCO en
México:
Desarrollo editorial:
Inti Muñoz, Oficina de la UNESCO en México
José Pulido Mata, Oficina de la UNESCO
Maquetación:
Vianney González Luna
La Oficina de la UNESCO en México agradece profundamente todo el apoyo brindado por el Gobierno de la
Ciudad de México a través de la Secretaría de Desarrollo Social, la Secretaría de Finanzas y la Secretaría de
Cultura. Asimismo, extiende el agradecimiento de manera especial por su apoyo y aportaciones a José Ramón
Amieva, Martha Laura Almaraz y a todos los promotores de participación ciudadana de la Ciudad de México,
así como a Alejandra Trejo, Alejandro Mercado Celis, Pedro Ortíz Antoranz, Federico Restrepo, Maximiliano
González, Luis Megan Santiago, Julieta González, Steffany Campins y Santiago Arau. De igual manera, agra-
decemos a todos los participantes del Foro Internacional “La Periferia como Patrimonio Cultural Urbano”, del
17 al 19 de agosto del 2016, por su comprimiso y su activa participación.
La periferia
como Patrimonio
Cultural Urbano
Prólogos
Miguel Ángel Mancera, Jefe de Gobierno de la Ciudad de México 9
José Ramón Amieva Gálvez, Secretario de Desarrollo Social 11
PRIMERA PARTE
II) Memoria del Foro Internacional “La Periferia como Patrimonio Cultural Urbano” 33
SEGUNDA PARTE
TERCERA PARTE
© Santiago Arau
CAPÍTULO 1 / 7
Prólogo
Miguel Ángel Mancera
Jefe de Gobierno de la Ciudad de México
La Ciudad de México es una de las pocas ciudades en el mundo que alberga una historia
de más de 600 años, llena de riquezas naturales, culturales y sociales, además de sus
múltiples contrastes; erigida sobre las ruinas de México Tenochtitlan, la capital del país es
hoy en día una de las ciudades más pobladas del mundo, tiene 3.4 veces más pobladores
que la ciudad de Roma en Italia.
A lo largo de nuestra historia ha quedado claro que hemos sabido combinar la tradición con
innovación. Ejemplo de esto es Xochimilco y sus chinampas creadas en la época de los
aztecas, la Catedral Metropolitana del siglo XIX, el Palacio de Bellas Artes del siglo XX y
las grandes edificaciones arquitectónicas del siglo XXI.
A través de la historia hemos ido integrando a nuestra cultura las innovaciones y aprendi-
zajes de todas y todos, pues encontramos en esos saberes un elemento que ha contribui-
do para fortalecer el tejido social de nuestra capital.
La trascendencia y legado de nuestra ciudad han sido aspectos reconocidos por organis-
mos internacionales como UNESCO, que en 1987 declaró Patrimonio de la Humanidad
al Centro Histórico y a la Zona Lacustre de Xochimilco, dando fe de que la herencia de la
humanidad está en el centro y en sus alrededores.
La diversidad ha sido un factor clave para el desarrollo, es lo que hace que esta ciudad
sea el corazón del país, no sólo porque está ubicada en el centro, sino porque el corazón
está conformado por los latidos de todas y todos, los que nacimos aquí, los que vivimos
aquí, los que la visitamos, y los que han llegado y han hecho de ésta su casa, en cualquier
colonia, barrio y pueblo.
9
Prólogo
El libro que hoy tienes en tus manos presenta la forma en qué Gobierno y sociedad hemos
consolidado a la Capital Social del país, mediante la inclusión y participación. Este material
fue posible gracias al proyecto colaborativo entre UNESCO y el Gobierno de la CDMX,
cuyo objetivo era ampliar e innovar el conocimiento sobre los barrios urbanos de la Ciudad
de México, su cultura, historia tradiciones, resistencia y resiliencia.
El análisis de la periferia como parte de la ciudad es cada vez más importante ya que hoy
es menos visible su delimitación territorial física. Además, con esto la CDMX se alinea a la
Agenda 2030, en el Objetivo 11 del Desarrollo Sostenible para aumentar la urbanización
inclusiva y sostenible y al redoblar los esfuerzos para proteger y salvaguardar su patrimo-
nio cultural y natural.
Para nuestra Ciudad el estudio y análisis de la periferia ha sido recurrente ya que desde
hace años es una muestra clara del crecimiento demográfico y social de la Capital Social
del país, además es un fenómeno característico de las grandes ciudades. Sabemos y
reconocemos la importancia histórica y cultural de la periferia, ya que ahí habitan personas
de diversos orígenes que consolidan una nueva cultura e identidad, es decir, un patrimonio
digno de ser reconocido, valorado y preservado.
10
Prólogo
José Ramón Amieva Gálvez
Secretario de Desarrollo Social
Nuestra querida Ciudad de México, corazón de la nación mexicana, ha sido por más de
seis siglos el centro político, económico y cultural más importante de la región. En ella vivi-
mos más de 8.9 millones de habitantes y recibimos cada día la visita de más de 4 millones
de personas.
Con sus mil 485 km2, esta gran ciudad alberga una buena parte del patrimonio cultural
del país. La “Ciudad de los Palacios” resguarda además algunas de las edificaciones más
antiguas, una parte importante del patrimonio cultural inmaterial de México.
Nuestra cultura capitalina con rasgos materiales, intelectuales y afectivos únicos que
nos caracterizan y que se manifiestan en las artes, las letras, las tradiciones y creencias,
atesoran pueblos y barrios, incluso algunos con raíces anteriores a la colonia, que hoy
en día conservan usos y costumbres, formas de propiedad y de organización comunitaria
específica. El patrimonio inmaterial de la CDMX se compone principalmente de valores,
expresiones e identidades de las comunidades que se reconocen a sí mismas como parte
del legado cultural y que lo transmiten de generación en generación.
Es así que todos los que habitamos esta Ciudad, debemos velar por la preservación y
la defensa de la identidad cultural, sobre todo de la de cada uno de nuestros pueblos
originarios, cuyas prácticas socioculturales los distinguen claramente del resto de barrios y
comunidades de la Ciudad por el vínculo ancestral indígena que está presente tanto en su
organización social comunitaria como en su patrimonio a través de la propiedad comunal.
El trabajo que se presenta en esta obra es resultado de la sinergia institucional que inició
con la realización de un Foro Internacional sobre el tema de La periferia como Patrimonio
Cultural Urbano en agosto de 2016; así como una serie de trabajos de campo efectuados
en cinco barrios y pueblos, para contar con un diagnóstico del patrimonio urbano ubicado
en los límites geográficos de la Ciudad y mayor información que facilitara al Gobierno de la
CDMX fortalecer el desarrollo en las comunidades y la consolidación de espacios públicos
seguros para la convivencia.
11
Prólogo
De esta manera, en la primera parte de este libro se muestran las participaciones del
encuentro del Foro que tuvo como principal objetivo, analizar diversas nociones de algu-
nos de los barrios populares periféricos tanto de la CDMX como de otras ciudades en el
mundo, en tres dimensiones, cultural, económica y social, incluyendo reflexiones sobre el
contexto del paisaje urbano histórico de nuestro tiempo.
En la segunda, se muestran los resultados de las visitas de campo, dividida en dos seccio-
nes, una que incluye a los pueblos originarios de San Miguel Topilejo, Tlalpan, San Mateo
Tlaltenango, Cuajimalpa, y Santiago Tepalcatlalpan en Xochimilco, y la otra que incorpora
los barrios de autoconstrucción de vivienda popular; la colonia Miravalle ubicada en la dele-
gación Iztapalapa, y las colonias La Cruz y Cuautepec Barrio Bajo, ambas en la delegación
Gustavo A. Madero.
Esta muestra de algunos de los barrios más emblemáticos de la Ciudad tuvo como criterio
de selección el que contaran con dos características primordiales: 1) ser lugares en donde
tradicionalmente operan los programas de la Secretaría de Desarrollo Social, específica-
mente el Programa de Mejoramiento Barrial y Comunitario y el Programa de Comedores
Comunitarios, ambos destinados a contribuir entre otros derechos, al fortalecimiento del
tejido y la cohesión social; y 2) que estos barrios reflejaran dos tipos de desarrollo urbano
de la periferia de la Ciudad de México, localidades de reciente formación producto de la
ocupación de zonas previamente no habitacionales, con autoconstrucción en territorio frac-
cionado y lotificado, fraccionamientos con desarrollos inmobiliarios públicos y privados; y
periferias producto del crecimiento de pueblos originarios, con invasión y autoconstrucción
en áreas de preservación ecológica y antiguas zonas agrícolas.
Tal y como los autores lo refieren en el texto, la riqueza de la información recabada es tal
que sin duda esta publicación será la primera de muchas más concernientes al tema del
patrimonio cultural urbano. Las aportaciones más relevantes de este estudio invitan a que
las autoridades y especialistas continúen con el desarrollo de las investigaciones en torno
a la periferia de las grandes urbes en el mundo.
12
Como resultado preliminar del análisis de las cinco comunidades, destaca la confirmación
de que los pueblos originarios conservan su identidad debido a un fuerte apego a sus
tradiciones y su organización comunitaria y ejidal que les da cohesión; mientras que en los
barrios de reciente surgimiento la organización comunitaria genera identidad y sentido de
pertenencia, lo que impulsa la mejora de éstos.
13
© Santiago Arau
Primera parte
© Santiago Arau
Desplazando el centro:
la periferia como Patrimonio
Cultural Urbano
Nuria Sanz
Directora y Representante
de la UNESCO en México
En el caso de Ciudad de México, sus periferias han sido ambientes urbanos durante más
de ocho siglos. Esta acumulación de experiencia urbana y de movilidad espacial necesita
ser tratada como merece; toda una trama de núcleos fueron componiendo centros de
dinámicas territoriales que enseñan a entender un complejo y sofisticado patrón de asen-
tamientos humanos sitos en el gran paisaje histórico lacustre de Tenochtitlán.
PRIMERA PARTE / 17
Desplazando el centro: la periferia como patrimonio cultural urbano
igualmente urgente generar lecturas antropológicas que inviten al respeto social y cultu-
ral por la mal llamada informalidad urbana, con el fin de reunir lecturas más respetuosas
de la precariedad y poder extraer de ellas lecciones de solidaridad familiar o comunal.
Esta necesidad obliga a abandonar formas planeación urbana al servicio de las necesi-
dades de la reproducción del capital inmobiliario. El costo no se equipara al capital social
del suelo urbano. Este trabajo trata de capitalizar la densidad de experiencia urbana de
forma más humanista.
18
El siglo XX y sus formas de industrialización fueron fragmentando el tejido social del
barrio, acumulando contradicciones vertiginosamente. A medida que nos acercábamos
al siglo XXI, las ciudades compiten por ser más inteligentes tecnológicamente, sin
haber escuchado atenta y suficientemente el sentir de sus habitantes. Al iniciar estos
trabajos pensaba en el film La Sociología en un deporte de combate, en el que el gran
antropólogo Pierre Bourdieu se enfrentaba a las opiniones y demandas ciudadanas de
los miembros de la Comuna de París. En este film-documento se achicaba la soberbia
de la academia frente a la reclamación colectiva de los derechos ciudadanos. A las
doctrinas urbanas patrimoniales les faltó durante décadas enfrentarse a la mirada de
los habitantes. Hoy es urgente acabar con la falsa suficiencia del planificador urbano.
Por razones de respeto y de inteligencia social, esta contribución cree poder empezar
a saldar esa deuda.
Hoy, las migraciones del campo a la ciudad y de los países y regiones menos desarrolla-
dos a las zonas de mayor crecimiento económico han adquirido dimensiones y velocida-
des sin precedentes. Se trata de un fenómeno mundial del cual se desprenden hechos
y estadísticas cada vez más dramáticas. Como fruto de esos flujos multidireccionales la
mayor parte del crecimiento demográfico de nuestros tiempos ocurre en asentamientos
urbanos periféricos, de alta marginalidad económica, en buena medida aislados por la
carencia de sistemas públicos de movilidad eficaz y desvinculados de la ciudad planifica-
da en el siglo pasado.
Los llamados barrios marginales, favelas, slums o villas miseria son escenarios que nos
obligan con la misma prisa y escala a acercar la mirada a realidades urbanas de enorme
complejidad social. La tecnocracia de la distribución de usos del suelo resulta inoperante
ante tamaño escenario.
PRIMERA PARTE / 19
Desplazando el centro: la periferia como patrimonio cultural urbano
impostergables que no sabemos cómo resolver y para los que las tomas de decisiones
técnicas y políticas no son suficientes. Si no erradicamos la exclusión social y la segre-
gación espacial en los asentamientos humanos, difícilmente podremos apostar por el
combate a la degradación ambiental, garantizar el equilibrio hídrico del orbe, generar
alternativas económicas de largo plazo o concebir un mundo sin violencia. Está claro en-
tonces que debemos aprender a construir y leer en otras formas de la centralidad, formas
en las que la cooperación ciudadana colegiada puede generar estrategias de planifica-
ción que atiendan a demandas formuladas de forma más cooperativa. En un contexto
internacional que es política y económicamente cada vez más incierto, resulta exigencia
construir un marco de análisis riguroso y a la altura del reto urbano, con la convicción de
que es desde la ciudad, con todas sus partes, desde donde la cooperación internacional
puede devolver al barrio su centralidad en la reflexión.
Como se explica en esta publicación, para la UNESCO el paisaje urbano histórico es en-
tendido hoy como un tejido multidimensional en el que la idea tradicional del patrimonio
cultural –centralizado, edificado y fundamentalmente monumental- debe abrir paso a una
concepción en que la ciudad toda es resultado de formas de acumular memorias, diver-
sas y plurales, que siempre se construye desde aspiraciones compartidas. Y en ello, las
centralidades se multiplican. Lo marginal, parafraseando a Carlos Monsiváis, reinventa el
centro y viceversa. Hoy en la gran urbe mexicana por antonomasia, nos encontrarnos en
una renovada escena policéntrica, polifónica, que se interroga por las mejores formas de
gestionar su diversidad desde el recientemente estrenado texto de su Constitución.
El otro prisma que hemos propuesto utilizar en el presente trabajo de análisis es el que
parte de la doctrina histórica internacional sobre el patrimonio y la diversidad cultural y
ver hasta dónde puede sernos útil, desde la Carta de Venecia hasta los últimos acuerdos
20
y convenciones. De manera especial, en estas páginas podrán advertirse enfoques que
ponen a prueba en el campo los postulados de las Convenciones de 1972, 2003 y 2005
sobre el patrimonio cultural tangible e inmaterial, sobre la diversidad de las expresiones
culturales y, de manera transversal, del documento Cultura, futuro urbano, una reflexión
global realizada por la UNESCO en el 2015 que concluye en que la cultura debe ser el
andamiaje y principal engrane del conjunto de las políticas públicas municipales. Cultura
para innovar en la cultura institucional pública.
Las actividades y metodología que aquí se presentan nos han permitido observar con
nitidez que los procesos comunitarios de los barrios periféricos son un vasto, complejo y
diverso proceso cultural que se reorganiza en permanencia. Se trata de todo un universo
en el que la vida cotidiana se nutre de encuentros, de manifestaciones de la memoria, de
mecanismos de colaboración, de creación de soluciones, de renovación de las expresio-
nes festivas y comunicacionales, un proceso del cual forman parte mujeres y hombres,
niños, jóvenes y ancianos, nativos y migrantes. Una construcción social urbana que
proponemos entender como escenario de análisis universal, resultado de una acelera-
ción de la/su historia.
Para llegar al resultado que aquí se presenta, fue necesario recorrer colectivamente
un camino en el que participaron el Gobierno de la Ciudad de México, a través de la
Secretaría de Desarrollo Social, nuestra Oficina en México, junto a decenas de académi-
cos y expertos nacionales e internacionales, cuyas reflexiones expuestas en las distintas
mesas del Foro Internacional “La periferia como Patrimonio Cultural Urbano” también se
incluyen en este libro.
Hemos confirmado al final, qué tanto necesitamos del aprendizaje continuo y multidimen-
sional, que los barrios nos dan lecciones de vida y que existen muchas formas urbanas
donde la innovación cultural es posible en la adversidad, en el conveniente de que,
PRIMERA PARTE / 21
Desplazando el centro: la periferia como patrimonio cultural urbano
Con esas miras y propósito iniciamos este amplio estudio de caso basado en la Ciudad
de México, del cual pudieran desprenderse conclusiones y propuestas. Elegimos seis ba-
rrios de la periferia de la Ciudad de México en los que durante varios meses se desarro-
llaron decenas de recorridos, entrevistas, reuniones vecinales y con funcionarios, a fin de
ubicar, a partir de la interlocución directa, el conjunto de valores comunitarios, culturales,
medioambientales y económicos que los propios actores locales consideran como su
patrimonio cultural. Así, atendiendo la diversidad cultural y territorial de la megalópolis
capitalina, el estudio incluyó los pueblos originarios semirrurales sureños de San Miguel
Topilejo (Tlalpan) y Santiago Tepalcatlalpan (Xochimilco), el pueblo de San Mateo Tlalte-
nango (al poniente, en Cuajimalpa) y los barrios de autoconstrucción de vivienda popular
de Miravalle (al oriente, en Iztapalapa), La Cruz y Cuautepec barrio bajo (ambos al norte,
en Gustavo A. Madero).
En esta publicación se dan a conocer las recomendaciones específicas tanto para los
pueblos como para los barrios de nueva conformación, a través del reconocimiento, la
gestión y el desarrollo de nuevas herramientas. Particularmente hemos planteado la
creación de una “Plataforma digital de saberes y prácticas comunitarias para la partici-
pación y colaboración de las comunidades de la periferia de la Ciudad de México”: una
estrategia digital para compartir saberes y coordinar acciones entre las comunidades de
22
© Santiago Arau
PRIMERA PARTE / 23
© Santiago Arau
I) Discutir la periferia.
Un esfuerzo en construcción
En el marco del Convenio de Colaboración firmado en mayo del año 2016 entre la
Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de México y la Oficina de la
UNESCO en México, y de cara a la discusión global que propició la Tercera Conferencia
Mundial de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible,
Habitat III, ambos organismos iniciaron un proceso de reflexión transversal, institucional,
académica y ciudadana. El objetivo fue ampliar e innovar el conocimiento existente sobre
los barrios marginales urbanos como espacios de construcción permanente de formas
de organización comunitaria y reinvención del tejido social a partir de la cultura, las tradi-
ciones, la resistencia y la resiliencia en un contexto cada vez más complejo, determinado
por la exclusión, la dificultad económica y las nuevas dimensiones de los retos territo-
riales en las grandes ciudades. Además del objetivo citado, la UNESCO en México y el
Gobierno de la Ciudad pusieron en perspectiva y bajo la lupa los efectos producidos por
la política social de la capital mexicana, con el objetivo de fortalecer su incidencia como
factor de integración para una mejor calidad de vida, ello a partir de recomendaciones
especializadas y propuestas de nuevas y mejores herramientas de gestión pública.
En el encuentro se tuvo como objetivo principal analizar diversas nociones de los barrios
populares periféricos, tanto en sus dimensiones culturales, económicas y sociales como
en el contexto del paisaje urbano histórico de nuestro tiempo. Ello representó una tarea
fundamental para entender la vida en la ciudad de una manera holística e incluyente, que
pudiera producir alternativas para una mejor calidad de vida a partir de las formas comu-
nitarias y productivas, las dificultades y los desafíos del mundo en desarrollo.
La UNESCO considera que esta forma de abordar la dinámica de los barrios populares
debe ser la base para reforzar nuevos enfoques en las políticas públicas, en el marco
de la importancia de lo urbano-local en las problemáticas del mundo contemporáneo. El
PRIMERA PARTE / 25
Discutir la periferia. Un esfuerzo en construcción
Foro confirmó que sistematizar, difundir y compartir estos conocimientos será importante
para extraer respuestas sociales y mejorar la convivencia social en esos entornos urba-
nos donde hoy habitan miles de millones de personas.
El Foro produjo un importante conjunto de reflexiones sobre los retos de los barrios mar-
ginales y periféricos, válido para la Zona Metropolitana del Valle de México y el conjunto
de metrópolis del mundo en desarrollo. Las ponencias presentadas y las conclusiones de
los diversos grupos temáticos se han sistematizado en esta publicación, además de ser
presentadas por el Gobierno de la Ciudad en la Reunión Mundial Habitat III. Estos docu-
mentos aportaron líneas estratégicas que definieron importantes contenidos y enfoques
para las siguientes fases del proyecto, desarrollados entre los años 2016 y 2017.
Más adelante, se definió un esquema de trabajo de campo que comprendió cinco barrios
populares ubicados en zonas urbanas de la Ciudad de México, en las que se concen-
tran las poblaciones con más alto grado de marginación. Estos territorios fueron la base
para una lectura antropológica que sirvió como principal referencia para el diseño de
un conjunto de recomendaciones concretas para el Gobierno de la Ciudad de México y
que aquí se dan a conocer. Para ello, la Oficina de la UNESCO en México conformó un
equipo de expertos que se dio a la tarea de trabajar en un diagnóstico y en el diseño de
las conclusiones. Una vez conformado el informe general con los resultados del Foro
Internacional “La periferia como Patrimonio Cultural Urbano”, inició el proceso para dise-
ñar una publicación de amplia divulgación. El equipo de expertos de la UNESCO trabajó
en el diagnóstico las zonas barriales de acuerdo con las metodologías aplicables de las
Naciones Unidas.
Los resultados de esta iniciativa llevada a cabo en la Ciudad de México, una de las
megalópolis más grandes y complejas del planeta, pueden ser un importante aporte en el
fortalecimiento y la aplicación de la Nueva Agenda Urbana de las Naciones Unidas: una
mirada desde la diversidad, desde el territorio y las comunidades que luchan cada día
por construir un mundo mejor en las condiciones más difíciles.
26
Objetivos generales del proceso:
la ciudad, la cultura y el desarrollo sostenible
Los procesos de transformación de la urbanización mundial han tomado un ritmo verti-
ginoso en lo territorial, lo económico y lo cultural. La escala de esta forma del desarrollo
humano es tal que impacta en todos los planos de nuestra vida en sociedad, modificando
tanto lo local y nacional como lo regional y lo internacional.
En este contexto, entre oportunidades y contradicciones, nuestras urbes están más vivas
y son más dinámicas que nunca. Ello hace necesario que entendamos el momento y sus
complejidades a partir del diálogo y la construcción de nuevas lecturas desde los ámbitos
de la comunidad y el espacio público. Una forma de comprensión que nos lleve a repen-
sar todos los mecanismos de gestión y las estrategias para la planeación institucional y
la interacción con la ciudadanía.
Para la Organización de las Naciones Unidas, las apuestas por el desarrollo sostenible
deben contemplar al derecho a la ciudad como uno de sus cimientos, y al paisaje urbano
—entendido como un entramado multidimensional de lo físico, lo cultural, lo ambiental
y lo humano— como el andamiaje sobre el que transcurre la vida en sociedad. Esto ha
quedado plasmado ya en diversos lineamientos de política internacional. En 2015, la
Asamblea General de la ONU adoptó una agenda de 17 Objetivos para el Desarrollo
Sostenible (ODS) que deberán ser cumplidos por sus Estados Miembros hacia 2030.
Uno de esos objetivos es “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean
inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles” (ODS 11), partiendo de la convicción de
que “los problemas que enfrentan las ciudades se pueden vencer de manera que les per-
mita seguir prosperando y creciendo, y al mismo tiempo aprovechar mejor los recursos y
reducir la contaminación y la pobreza” (ODS 11).
Las Naciones Unidas se han propuesto un futuro con “ciudades de oportunidades, con
acceso a servicios básicos, energía, vivienda, transporte y más facilidades para todos”
(ODS 11), tomando en cuenta que casi mil millones de personas viven hoy en barrios
urbanos marginales, que 95% de la futura expansión urbana tendrá lugar en el mundo
en desarrollo y que se estima que, en el 2030, aproximadamente 60% de la población
mundial habitará en las urbes. Asimismo, es importante visualizar que las ciudades, ocu-
pando 3% del territorio planetario, producen entre 60 y 80% del consumo de energía, y
75% de las emisiones de carbono. La rápida urbanización está ejerciendo presión sobre
el abastecimiento de agua, las aguas residuales, los medios de vida y la salud pública;
sin embargo, la densidad relativamente alta del ámbito urbano puede generar una mejor
eficiencia, formas de innovación tecnológica y, al mismo tiempo, reducir el consumo de
recursos y de energía.
PRIMERA PARTE / 27
© Santiago Arau
28
Como lo señala la UNESCO en la Recomendación sobre el Paisaje Urbano Histórico
aprobada en 2011, el paisaje urbano de hoy es un gran tejido histórico hecho de diversidad
cultural que debe conservarse y evolucionar al mismo tiempo. Ni una ni otra tarea serán
sencillas si antes no nos proponemos conocer sus formas de evolución, sus carencias y
retos, las voces que le dan vida. El paisaje urbano está hecho de tránsitos, usos y lugares;
de barrios, infraestructuras y monumentos; de tradiciones e instituciones; sin embargo, el
paisaje urbano del siglo XXI es, en primer término, uno que ha sido construido por la gente
en la brega cotidiana y colectiva, a menudo a contracorriente: el escenario de nuestras
identidades culturales, nuestras navegaciones y nuestras ideas de futuro.
La Recomendación citada señala entre sus fundamentos que “el desarrollo rápido y
a menudo incontrolado está trasformando las zonas urbanas y sus entornos, lo que
puede fragmentar y deteriorar el patrimonio urbano afectando profundamente los valores
comunitarios en todo el mundo” (UNESCO, 2011). Asimismo, afirma que “los cambios
demográficos, la liberalización y la descentralización del mercado mundial y el turismo
de masas, la explotación comercial del patrimonio y el cambio climático han acarreado
un cambio de condiciones y que las ciudades estén sometidas a presiones y problemas
asociados al desarrollo […]. En nuestra época asistimos a la mayor migración humana
de la historia. En la actualidad, más de la mitad de la población mundial vive en zonas
urbanas. Estas zonas son cada vez más importantes en cuanto motores de crecimiento
y centros de innovación y creatividad; ofrecen posibilidades de empleo y educación y
responden a la evolución de las necesidades y las aspiraciones humanas” (UNESCO,
2011). Dichas presiones y condiciones cambiantes no existían cuando se aprobaron las
primeras resoluciones sobre la evolución urbana y el patrimonio hace cuatro décadas.
Desde entonces, las nociones sobre cultura y patrimonio, así como las formas de gestión
de todo ello han evolucionado como fruto de las iniciativas desarrolladas en el ámbito
local y la cooperación internacional; sin embargo, hay mucho por hacer.
Por ello, frente a los retos que enfrentan las ciudades y en el marco de su creciente im-
portancia para el desarrollo sostenible, las Naciones Unidas consideran como una tarea
global de primer orden ubicar, estudiar, visibilizar y compartir aquellas experiencias que
desde la comunidad y la cultura están generando alternativas económicas y de solidari-
dad en los barrios urbanos marginales.
PRIMERA PARTE / 29
Discutir la periferia. Un esfuerzo en construcción
En esta aspiración se reúne un conjunto adicional de metas incluidas en los ODS. Así,
es necesaria la reflexión sobre la posibilidad de “Poner fin a la pobreza en todas sus
formas en todo el mundo” (ODS 1), tomando en cuenta que una de cada cinco perso-
nas de los países en desarrollo vive con cerca de 1.25 dólares al día y que el riesgo de
mayor pobreza es creciente. Esta condición afecta a las ciudades e incluye el hambre, el
acceso limitado a la educación y a los servicios básicos, la discriminación social y la falta
de incidencia ciudadana en las decisiones ciudadanas.
Partiendo de una noción que postula que el paisaje urbano histórico es el resultado de
la estratificación e imbricación de valores culturales a lo largo del tiempo, más allá de la
idea de “centro histórico”, la UNESCO reivindica que este paisaje es también “el contexto
urbano en sentido amplio y su marco geográfico” (UNESCO, 2013, p. 12). Construir la
noción de la periferia urbana como patrimonio cultural es una tarea fundamental para
entender la vida en la ciudad, sus formas comunitarias, económicas y culturales de una
manera holística e incluyente. Esta noción debe ser la base para reforzar nuevos enfo-
30
ques en las políticas públicas locales en el marco de la importancia de lo urbano-local
en las problemáticas del mundo contemporáneo. Sistematizar, difundir y compartir este
conocimiento será importante para extraer respuestas sociales y mejorar la convivencia
en la Ciudad de México y en otras ciudades.
Objetivos específicos
d) Ubicar las tensiones existentes en materia territorial, así como de movilidad espa-
cial y social, entre las centralidades urbanas y la periferia.
El planteamiento del paisaje urbano histórico interpreta la ciudad como un continuo espa-
cial y temporal, en el que, hoy como ayer, incontables grupos de población han plasmado
su huella. Este enfoque considera la diversidad cultural y la creatividad como activos
cruciales para el desarrollo humano, social y económico. Ello representa una alternativa
frente la desmembración de la ciudad en zonas de conservación separadas, que pasan a
PRIMERA PARTE / 31
Discutir la periferia. Un esfuerzo en construcción
32
II) Memoria del Foro
Internacional “La periferia
como Patrimonio Cultural
Urbano”
Reconoció que desde hace 10 años la Ciudad de México cuenta con las características
que la convierten en una megalópolis, de acuerdo con los estándares emitidos por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU). Al multiplicar su extensión y su población
“la Ciudad de México ya cumple con esas características; los números verdaderamente
son increíbles, somos una ciudad de ya casi 9 millones de habitantes, en donde a ciertas
horas del día se duplica la cantidad, alcanzando casi los 18 millones”, dijo.
“Todo esto implica que el reconocimiento de la periferia debe tomar en cuenta esta
inercia de crecimiento, atender la realidad que se da en la zona periférica y ofrecer
PRIMERA PARTE / 33
Resumen del Foro Internacional “La periferia como Patrimonio Cultural Urbano”
también lo que ahora han denominado soluciones locales, esta parte de la localidad para
problemas globales, como es precisamente garantizar un estado de bienestar para las
personas que viven en la periferia.”
En su intervención como ponente inaugural, Nuria Sanz expuso una relación de las
formas en que la idea de periferia había ampliado paulatinamente su presencia como un
componente de la comprensión del paisaje urbano histórico a lo largo de la conformación
de los instrumentos, acuerdos, recomendaciones y convenciones relativas al patrimonio
cultural. Así mismo señaló: “Hoy, casi un 60% de la población mundial vive en ciudades.
Actualmente, las zonas urbanas son una combinación viva de la historia, la civilización,
la diversidad y la cultura. La urbanización ha sido una fuerza que ha cambiado casi
todo: las formas de pensar y de actuar, formas de utilizar el espacio, estilos de vida, las
relaciones sociales y económicas, y patrones de consumo y producción. [...] Las ciuda-
des, como espacios de innovación económica y productiva, proporcionan oportunidades
para mejorar el acceso a los recursos y servicios, así como las opciones en los campos
sociales, jurídicos, económicos, culturales y ambientales. [...] Sin embargo, las ciudades
son también espacios donde la pobreza multidimensional, la degradación ambiental y la
vulnerabilidad a los desastres y el impacto del cambio climático están presentes. Hoy en
día, más de dos tercios de la población mundial vive en ciudades con mayores niveles de
desigualdad que hace 20 años. Por lo anterior, la Tercera Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Desarrollo Sostenible y Vivienda, Hábitat III, en octubre de 2016 será una
oportunidad única para repensar la política urbana y para que todos construyamos un
nuevo modelo de desarrollo urbano capaz de integrar todas las facetas del desarrollo
sostenible, la equidad, el bienestar y la prosperidad compartida”.
La primera mesa de trabajo fue dedicada al tema “Nuevas geografías: periferia y metró-
poli en la globalización”. En su intervención, el urbanista mexicano Roberto Eibenschutz
abordó la tensión existente en los territorios urbanos debido al crecimiento de la espe-
culación urbana y las formas en que ello genera desplazamientos de las personas más
pobres a los barrios degradados periféricos. Asimismo, abundó en la necesidad de cons-
truir un nuevo paradigma urbano fundado en la justicia social y la intervención pública a
fin de producir una ciudad densa, diversa y humana. En el mismo sentido, la académica
del Colegio de México Clara Salazar señaló el conjunto de fricciones existentes entre las
34
© Gabriela Velázquez /
UNESCO México
comunidades auto organizadas y el poder inmobiliario. Una tensión que se vuelve global
y que suele contar con el poder político como actor que favorece a la iniciativa privada y
no a las poblaciones
El arquitecto catalán radicado en México y director de la revista Arquine, Miquel Adriá se-
ñaló que “la ciudad y la metrópolis sigue siendo el lugar en el que los humanos seguimos
queriendo vivir. La sufrimos eventualmente, pero sólo desde una lectura que trate de leer
a fondo todo ese código genético, sin tratar de simplificarlo en posiciones antagónicas y
simples podremos imaginar y crear una ciudad mejor”.
PRIMERA PARTE / 35
Resumen del Foro Internacional “La periferia como Patrimonio Cultural Urbano”
De esta manera, se vuelven centrales en la agenda urbana temas hoy en día marginales,
como la desigualdad y la pobreza, la inclusión social y la participación en el proceso de
toma de decisiones, la recalificación ambiental, asegurar viviendas dignas y servicios
básicos para todos”.
Durante la tarde se reanudó el Foro con la mesa “Los barrios periféricos: identidad y
diversidad cultural”. En ella, la antropóloga mexicana de la UNAM Paula López Caballero
expuso las experiencias de gestión colectiva estudiadas en la zona rural de la Ciudad de
México, particularmente en el Barrio de Milpa Alta. Consideró de interés para la reflexión
las formas de organización en los pueblos originarios indígenas del Valle de México y
los mecanismos de ciudadanía construidos en la zona. Ello ha llevado a la comunidad
a incidir en las decisiones de gobierno, en las políticas públicas y en la legislación de la
capital mexicana.
36
Por su parte, la antropóloga de la Universidad Autónoma Metropolitana Ángela Giglia
expuso que “el sentido de lo local, el arraigo y el pertenecer a una localidad, no tienen
que ver necesariamente con la cultura tradicional y comunitaria, sino también con la
globalización, la movilidad y las elecciones individuales. En ambos casos lo local no se
encuentra contrapuesto a lo global, ni tampoco se define a partir de éste. Existen como
es sabido redes globales abocadas a la reproducción de identidades tradicionales, y
existen arraigos locales electivos de sujetos cosmopolitas y modernos que muy poco to-
man en cuenta la realidad global como algo que tenga que ver con sus vidas cotidianas.
Le relación entre practicas urbanas y espacios materiales sigue siendo importante, en la
medida en que nos permite aprender la metrópoli de manera diferencial y darle sentido a
la experiencia urbana concreta y cotidiana”.
En su turno, la politóloga y artista visual mexicana Sandra Calvo presentó una muestra
de su trabajo interdisciplinario “Arquitectura sin arquitectos”, desarrollado en Bogotá
Colombia entre los años 2012 y 2014, expuesto en diversas ciudades. Calvo destacó el
valor de la autoconstrucción como forma de reconocimiento de la comunidad y alternati-
va para hacer ciudad. Finalmente, José Paredes Pacho, historiador y director del Museo
del Chopo de la UNAM, hizo una relación histórica de las expresiones culturales juveniles
surgidas en la Ciudad de México en los últimos 35 años, así como una descripción de la
manera en que éstas han trascendido la marginalidad para insertarse en las vanguardias
cultura de la juventud urbana. Cuestionó que se considerara a la periferia como una
“anomalía” y exhortó al entendimiento de las formas solidarias, creativas y cooperativas
que el arte urbano ha producido en los barrios periféricos como forma de convivencia.
PRIMERA PARTE / 37
Resumen del Foro Internacional “La periferia como Patrimonio Cultural Urbano”
Tras realizar un recorrido por los canales y la zona de agricultura basada en las “chinam-
pas”, los participantes visitaron uno de los barrios del pueblo de Xochimilco. Ahí constataron
la manera en que interactúan la autoconstrucción, el medio ambiente que resiste diversas
formas de contaminación y las alternativas locales de economía productiva basadas en la
agricultura tradicional que incorpora distintas formas de innovación.
Por la tarde se llevó a cabo la segunda mesa de trabajo, que tuvo como título “Periferia, es-
pacio público y forma urbana”. El arquitecto portugués Tiago Mota y la arquitecta mexicana
38
39
/
PRIMERA PARTE
© Gabriela Velázquez / UNESCO México © Gabriela Velázquez / UNESCO México
© Gabriela Velázquez / UNESCO México
40
Rozana Montiel expusieron diversos proyectos realizados de vivienda social en el ámbito
local periférico y marginal. En ellos, las dinámicas participativas y sociales fueron un factor
que logró transformar espacios degradados y fragmentados en mejores lugares para vivir y
disfrutar del espacio público, lo cual abona en la certeza de que una arquitectura participati-
va puede ser factor de una mejor calidad de vida en el contexto de la exclusión y la pobreza
urbanas. Por su parte, la arquitecta y editora salvadoreña Ethel Baraona quien dedicó su
ponencia a “el arte de leer las ciudades” como un requisito para apostar por formas urbanas
y espacios públicos más incluyentes y justos, tomado en cuenta el reto descrito por Iván
Illich “Cada ciudad tiene su historia y su cultura, sin embargo, hoy en día cada paisaje urba-
no sufre la misma degradación. Todas las autovías, todos los hospitales, todas las aulas de
clase, todas las oficinas, todos los grandes complejos y todos los supermercados se pare-
cen [...] A menos que reformemos la sociedad, no escaparemos a la progresiva homogeni-
zación de todos, al desarraigo cultural y la estandarización de las relaciones personales”.
Finalmente, el politólogo y curador Pedro Ortíz Antoranz describió las maneras en que la
informalidad en la Ciudad de México ha producido formas culturales y económicas en el
espacio público de las que es posible aprender. Al apuntalar la idea de una “informalidad
positiva”, destacó la necesidad de un nuevo paradigma dónde la “globalización desde abajo”
y la “ingeniería popular” se incorporen a las formas de hacer una ciudad más habitable.
El tercer día de trabajo tuvo lugar en la “Fábrica de Artes y Oficios de Oriente” (FARO),
espacio gestionado por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México en la Delegación Iz-
tapalapa, una de las zonas barriales periféricas más pobladas del mundo. La quinta y última
mesa temática tuvo el título “Ciudad, comunidad y periferia: los retos de la integración social”.
PRIMERA PARTE / 41
Resumen del Foro Internacional “La periferia como Patrimonio Cultural Urbano”
Tras esta mesa, el conjunto de los ponentes trabajaron tres grupos temáticos separa-
dos para reflexionar en torno a dos grandes preguntas planteadas por la Directora de la
UNESCO en México, Nuria Sanz: ¿por qué podemos considerar a la periferia como patri-
monio cultural?, y ¿cuáles son las recomendaciones que podemos hacer a la Secretaría
de Desarrollo Social de la Ciudad de México para la creación de un Observatorio de la
Política Social en el marco de la discusión sobre la Constitución de la Ciudad de México?
El Foro Internacional “La periferia como Patrimonio Cultural” terminó con la ceremonia
encabezada por el Secretario de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez
Martín, funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Social y Nuria Sanz de la UNESCO.
En ella fueron leídas las conclusiones del Foro.
Vivimos una crisis global determinada por retos y condiciones tales como la explosión de
adelantos tecnológicos que tiene consecuencias importantes y permanentes en nuestras
vidas, la crisis económica cuyo principal efecto es la caída interminable del empleo
formal y la crisis ambiental, cuya principal expresión es el calentamiento global. Esta
crisis ha sido generada en buena parte por los mecanismos dominantes en la evolución
urbana. En este marco estamos frente a la urgencia de construir soluciones locales.
Estas soluciones hoy se construyen desde abajo y desde los barrios urbanos. Las perife-
rias son el producto de un esfuerzo social colectivo legítimo, una epopeya de la población
originaria, migrante y marginada que es un espejo de las dinámicas sociales, identitarias
y económicas que conciernen a la mayoría de la población. Las periferias son el principal
escenario de la producción social del hábitat, de la diversidad cultural y de la solidaridad
comunitaria. La creatividad y el conocimiento producidos en las periferias se han traduci-
do en formas urbanas, espaciales y de convivencia que son el núcleo del paisaje urbano
histórico vigente y futuro.
42
© Gabriela Velázquez / UNESCO México
En los barrios periféricos persiste una apuesta por la dignidad de sus pobladores, por el
sentido de lo colectivo en el que se da valor y respeto a lo establecido y construido por
ellos mismos: el espacio público como sitio de encuentro ciudadano, de visibilidad, de
intercambio de conocimiento, de aprendizaje, sitios para fortalecer la convivencia y para
romper el aislamiento. Esto crea o provoca una centralidad dentro de la periferia, dentro
de su propio entorno. Para los habitantes de las urbes, es importante hacer sentir a los
pobladores de la periferia ‘“más ciudadanos” o tan ciudadanos como los demás.
Es fundamental preservar los saberes prácticos de las poblaciones locales como lo son
las tradiciones artesanales. La periferia es un sustrato. En México hay una periferia
PRIMERA PARTE / 43
Resumen del Foro Internacional “La periferia como Patrimonio Cultural Urbano”
de 600 años que subyace en la historia de las ciudades de hoy. Los sustratos pueden
leerse sin importar su antigüedad: una transferencia de conocimientos que permanece y
evoluciona.
Debemos conocer el origen de la periferia. ¿De dónde viene la población? Los conoci-
mientos y tradiciones viajan con la gente, se mezclan y se comparten para luego tradu-
cirse en múltiples formas de enraizamiento. Así podremos comprender mejor por qué en
la periferia existe un ejercicio pleno de la ciudadanía que bien puede aportar lecciones
a los retos urbanos de nuestra era. Es ahí donde se visibiliza que no hay ciudadanos de
primera y segunda clase. En la periferia urbana es posible entender el patrimonio como
aprendizaje.
44
Recomendaciones a la SEDESO para
la creación de un Observatorio de la Política
Social en el marco de la discusión sobre
la Constitución de la Ciudad de México
Contexto
De acuerdo con las carencias y prioridades de cada comunidad, hay que invertir en
infraestructura básica, espacio público y servicios. Es necesario apoyar, legitimar y dar
asistencia pública a la iniciativa de los ciudadanos en la cultura de la autoconstrucción
y a su capacidad de encontrar soluciones innovadoras y creativas a sus carencias, así
como implementar políticas para mejorar la calidad y la habitabilidad de las viviendas y
del espacio público, minimizando los riesgos de los asentamientos.
Las formas contemporáneas de dar visibilidad y circular los valores del patrimonio cultural
deben cambiar y democratizarse. Es necesario impulsar estrategias y definir mecanismos
para poner en evidencia y socializar la producción y valor cultural de las periferias. Se
propone fortalecer la estructura organizativa y capacidad de decisión de las comunidades,
que deben ser consultadas e involucradas activamente en cualquier acción de gobierno en
el ámbito de sus territorios. Por ello es necesario elaborar un diagnóstico de vulnerabilida-
des y carencias en cada comunidad, generando indicadores cuantitativos y cualitativos que
permitan soportar y priorizar las políticas públicas urbanas.
Las leyes deben modificar la desigualdad y las actuales condiciones en que habitan las
poblaciones urbanas empobrecidas desde una perspectiva de derecho a la producción
social del hábitat, a la libertad creativa y al más amplio libre albedrío individual y colectivo
en la tarea de edificar y hacer ciudad.
PRIMERA PARTE / 45
Resumen del Foro Internacional “La periferia como Patrimonio Cultural Urbano”
Metodologías y procesos
Un Observatorio de la Política Social debe ser una herramienta ciudadana para la trans-
parencia y la democracia. Para ello el primer paso es identificar a todos los actores que
hacen cotidianamente la ciudad: todos los actores de la sociedad civil, las iniciativas y
organizaciones sociales de base y las diversas comunidades. Es necesario geo referen-
ciar la desigualdad, las inversiones públicas y los impactos de las políticas económicas a
través de indicadores e índices inclusivos
46
47
/
PRIMERA PARTE
© Gabriela Velázquez / UNESCO México
© Gabriela Velázquez / UNESCO México
Resumen del Foro Internacional “La periferia como Patrimonio Cultural Urbano”
Sólo al entender la importancia de medir los procesos sociales sabremos cuáles son los
retos a enfrentar. Ello implica identificar las procedencias, hábitos, culturas, demografías
que determinan la vida urbana. La tarea debe tener como objetivo encontrar parámetros
e indicadores que se conviertan en herramientas de gestión adaptables en la forma de
un sistema transferible.
Las estadísticas tradicionales deben ser una parte del proceso; sin embargo, a éstas debe
sumarse el análisis de las subjetividades individuales y colectivas, acercarse a lo social
desde el entendimiento desde lo interpersonal y no sólo lo interprofesional. Para ello es
deseable una mirada interdisciplinaria que incluya a los pobladores, las profesiones y las
instituciones para la creación de sinergias, permeabilidades y voluntades políticas.
Información y datos:
• Los instrumentos de medición deben ser permeables y transferibles.
• La construcción de un banco de datos debe incluir las miradas ciudadanas.
Aspectos políticos:
• Debe asegurarse la interdisciplinaridad y un modelo horizontal de trabajo.
• Procurar la mayor diversidad posible de interlocutores, más allá de sus afinidades y
pertenencias políticas.
• La planificación debe fortalecer los procesos ciudadanos y ser una herramienta de
resolución de problemas.
• Debe tenerse como base una visión geográfica transmetropolitana.
Aspectos técnicos:
• Respeto a los conocimientos especializados.
• Tener en cuenta a la academia para crear sinergias.
48
© Santiago Arau
Aspectos legislativos:
• Fortalecer la relación entre la academia y las políticas públicas. Acercar el conoci-
miento al sistema legislativo.
• Procurar que la legislación tome en cuenta el conocimiento producido por la academia.
Educación:
• Evitar la compartimentación del conocimiento.
• Construir un “Banco de los saberes ciudadanos” acerca de la Ciudad de México.
PRIMERA PARTE / 49
Resumen del Foro Internacional “La periferia como Patrimonio Cultural Urbano”
Logísitica:
• Crear una o varias sedes físicas permanentes del Observatorio.
• Crear una oficina móvil, que funcione como un ágora.
• Asegurar que se exprese la diversidad urbana.
• Procurar la multifuncionalidad.
• Crear sistemas de interoperabilidad.
• Crear un archivo de información especializada y abierta.
Sobre la gestión:
• Quienes participen deben tener capacidad de gestión comunitaria
• Asegurar que en los equipos de trabajo exista experiencia en la gestión de sistemas
académicos, políticos y económicos.
• Incluir perfiles locales y de especialistas mexicanos que comprendan y actúen dentro
de las complejidades de la Ciudad de México.
• Debe contarse con un equipo suficiente y especializado, reglas de operación, meca-
nismos de rendición de cuentas y espacios de decisión colegiada y consulta.
Comunicación:
• El observatorio deberá contar con campañas y plataformas permanentes de comuni-
cación social en plataformas digitales, redes sociales, medios escritos y electrónicos.
50
¿Cómo llegamos a
la periferia? Ciudad, diversidad
y sociedad en el entramado
doctrinal histórico
del patrimonio cultural
En la actualidad, es cada vez más claro que hablar del patrimonio ya no significa hablar
sólo de los monumentos edificados y, menos aún, sólo de los centros históricos de las
ciudades o de las centralidades culturales determinadas por el poder político, económico
o religioso. Si bien las obras maestras construidas y los principales espacios simbólicos
fundacionales de las comunidades humanas han concentrado la atención de Estados y
gobiernos con la aplicación de medidas y recursos para la conservación patrimonial en
todo el mundo, el conjunto de reflexiones y acuerdos internacionales relativos a la nece-
sidad de proteger nuestros legados y bienes comunes siempre ha contenido ―explícita
o contextualmente― la importancia de entender lo patrimonial como el desarrollo de un
entramado que da cuenta de nuestra cultura: un tejido social en evolución conformado
por centralidades y ámbitos considerados, acaso injustamente, como periféricos.
A ello hay que agregar que en el siglo XXI los procesos de transformación de la urbaniza-
ción mundial han tomado un ritmo vertiginoso en lo territorial, económico y lo cultural.
La escala de esta forma del desarrollo humano es tal que impacta en todos los planos
de nuestra vida en sociedad, modificando tanto lo local y nacional como lo regional y
lo internacional. En tal contexto, entre oportunidades y contradicciones, nuestras urbes
están más vivas y son más dinámicas que nunca, siendo el paisaje cultural un campo en
evolución cada vez más amplio. Ello hace necesario que entendamos el momento y sus
complejidades a partir del diálogo y la construcción de nuevas lecturas desde los ámbitos
de la comunidad y el espacio público. Una forma de comprensión del patrimonio que nos
lleve a repensar los todos los mecanismos de gestión y las estrategias para la planeación
institucional y la interacción con la ciudadanía.
Para la Organización de las Naciones Unidas las apuestas por el desarrollo sostenible
deben contemplar al derecho a la ciudad como uno de sus cimientos y al paisaje urbano
—entendido como un entramado multidimensional que implica lo físico, lo cultural, lo am-
biental, lo político y lo económico— como el andamiaje sobre el que transcurre la vida en
sociedad. Esto ha quedado plasmado ya en diversos lineamientos de política internacional.
PRIMERA PARTE / 51
© Santiago Arau
52
En 2015, la Asamblea General de la ONU adoptó una agenda de 17 Objetivos para el
Desarrollo Sostenible (ODS) que deberán ser cumplidos por sus Estados parte hacia
2030. Uno de esos objetivos es “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos
sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”, partiendo de la convicción de que “los
problemas que enfrentan las ciudades se pueden vencer de manera que les permita se-
guir prosperando y creciendo, y al mismo tiempo aprovechar mejor los recursos y reducir
la contaminación y la pobreza” (ONU, 2015).
Las Naciones Unidas se han propuesto un futuro con “ciudades de oportunidades, con
acceso a servicios básicos, energía, vivienda, transporte y más facilidades para todos”
(ONU, 2015), tomando en cuenta que casi mil millones de personas viven hoy en barrios
urbanos marginales, que 95% de la futura expansión urbana tendrá lugar en el mundo
en desarrollo y que se estima que 2030 aproximadamente 70% de la población mundial
habitará en las urbes. Asimismo, es importante visualizar que las ciudades, ocupando 3%
del territorio planetario, producen entre 60 y 80% del consumo de energía y 75% de las
emisiones de carbono. La rápida urbanización está ejerciendo presión sobre el abasteci-
miento de agua, las aguas residuales, los medios de vida y la salud pública; sin embargo,
la densidad relativamente alta del ámbito urbano puede generar una mejor eficiencia,
formas de innovación tecnológica y al mismo tiempo reducir el consumo de recursos y de
energía.
La Recomendación señala entre sus fundamentos que “el desarrollo rápido y a menudo
incontrolado está trasformando las zonas urbanas y sus entornos, lo que puede fragmen-
tar y deteriorar el patrimonio urbano afectando profundamente los valores comunitarios
en todo el mundo” (UNESCO, 2011). Asimismo, que “los cambios demográficos, la libera-
lización y la descentralización del mercado mundial y el turismo de masas, la explotación
comercial del patrimonio y el cambio climático han acarreado un cambio de condiciones
y que las ciudades estén sometidas a presiones y problemas asociados al desarrollo. [...]
PRIMERA PARTE / 53
¿Cómo llegamos a la periferia?
Desde entonces, las nociones sobre cultura y patrimonio, así como las formas de gestión de
todo ello han evolucionado como fruto de las iniciativas desarrolladas en el ámbito local y la
cooperación internacional; sin embargo, hay mucho por hacer. Por ello, ante a los retos que
enfrentan las ciudades y en el marco de su creciente importancia para el desarrollo sosteni-
ble, Naciones Unidas considera como una tarea global de primer orden el ubicar, estudiar,
visibilizar y compartir aquellas experiencias que desde la comunidad y la cultura están gene-
rando alternativas económicas y de solidaridad en los barrios urbanos marginales.
54
sus efectos; promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible,
facilitar el acceso a la justicia para todos, creando instituciones eficaces, responsables e
inclusivas a todos los niveles; así como fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la
Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible (ONU, 2015).
Por todo lo anterior, hoy es importante como nunca antes hacer un recuento que arroje
luz sobre las formas en que las dimensiones de lo urbano y lo social se incorporaron a
lo largo del tiempo en la doctrina internacional de la conservación y preservación de lo
histórico-patrimonial. Una nueva lectura que nos ayude a comprender que, en adelan-
te, el patrimonio cultural estará cada vez más determinado por las nuevas formas de
convivencia humana a través de inéditos flujos y relaciones complejas, muchas veces
disímbolas y no homogéneas. Relaciones en las que, a su vez, podremos encontrar
claves transversales y sostenibles para un futuro mejor. Para ello, mirar en el espejo de
la historia debe ser un punto de partida.
Los primeros años de la década de los 30 del siglo XX eran un momento marcado por los
estragos de la Primera Guerra Mundial, aunque también por los avances de la ciencia y
el creciente papel del progreso industrial como el motor económico del planeta. Pareciera
que desde entonces la idea misma de modernidad acompañará tanto la reflexión teórica
como el derecho aplicable al patrimonio cultural; lo hará, a un tiempo, como tensión y
polémica, como derrotero y como aparente condena. Nada más propio de la modernidad.
Esto queda claro cuando la misma Carta de Atenas hace referencias al conflicto entre lo
público y lo privado, al papel del Estado y las instituciones, a la necesidad de construir
consensos sobre aquello que deben ser las tareas comunes.
PRIMERA PARTE / 55
¿Cómo llegamos a la periferia?
las instituciones públicas”, haciendo, a su vez, votos para que la niñez y la juventud sean
educadas en el “entendimiento del significado” y en el interés “en la protección de los
testimonios de todas las civilizaciones” (CIC, 1931).
La Carta de Atenas produciría una larga y decisiva influencia, así como debates y polé-
micas, otras cartas y posteriores manifiestos, una marea teórica y práctica en torno al
patrimonio que se vería interrumpida por la más cruenta de las contradicciones moder-
nas imaginables en la época: la Segunda Guerra Mundial.
Tras este trauma planetario, la posguerra produciría nuevas instituciones y órdenes eco-
nómicos y políticos. En esa misma coyuntura se dará la fundación de la Organización de
la Naciones Unidas, en 1945, y, sólo un año después, la creación de su primer organismo
especializado: la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO). Aquel sería un nuevo punto de partida en el que ―transversalmente
a las batallas diplomáticas por la paz mundial― la cooperación y el diálogo internacional
producirían el más vasto conocimiento sistemático existente hasta hoy en materia de
políticas públicas y retos del desarrollo. Esto iría sumando nuevas comprensiones sobre
la vastedad y diversidad del patrimonio cultural, pero también, y de forma cada vez más
poliédrica e incluyente, el entendimiento de lo urbano.
en todas las épocas, la acción del hombre ha causado a veces daño a la belleza y al
carácter de lugares y paisajes que constituyen el ambiente natural de su existencia,
empobreciendo de esta suerte el patrimonio cultural y estético e incluso vital de
regiones enteras en todas las partes del mundo”, para luego llamar a la acción con-
siderando que “por su belleza y carácter, la protección de paisajes y lugares […] es
56
necesaria para la vida del hombre, para el que son un poderoso regenerador físico,
moral y espiritual y contribuyen a la vida artística y cultural de los pueblos como lo
muestran muchos ejemplos universalmente conocidos. (UNESCO, 1962)
PRIMERA PARTE / 57
¿Cómo llegamos a la periferia?
Al insistir en el contexto humano y territorial que irá determinando las nociones sobre
el patrimonio, la Carta de Venecia señala, con mayor énfasis que cualquier convención
previa, que “el monumento es inseparable de la historia de que es testigo y del lugar
en el que está ubicado” (ICOMOS, 1964) y reitera la importancia de la interdisciplina
en toda tarea restauradora. Así, la investigación histórica, la arqueología y la antro-
pología acompañarán de manera indeclinable el trabajo que antes correspondía casi
únicamente a arquitectos y restauradores. Esta visión inclusiva de todas las ciencias,
de las técnicas modernas y las artes, luego se irá ampliando, como veremos más ade-
lante. Irá, asimismo, conformando la convicción de que los legados culturales no son
unívocos y que la conservación es una empresa en que la primera responsabilidad es
comprender la superposición de valores históricos y etapas ―tanto relacionados como,
en ocasiones, disímbolos― del devenir humano. Al tener conciencia de las huellas
diversas que nos ha dejado el pasado y su impronta en el presente, se hará posible
evitar la falsificación o la impostura.
58
© Santiago Arau
El texto de 1968 apuesta por la necesidad de que las sociedades comprendan su diver-
sidad para, así, fortalecer la conciencia de su propia dignidad. Era claro entonces que
desde el ámbito de la cooperación internacional se construía, paso a paso, un consen-
so —frecuentemente a contracorriente del poder económico dominante— en el que
bienestar de la población dependía de que la vida comunitaria se desenvolviera dentro
de un medio habitable y armónico con la conservación del patrimonio que debía incluir ya
no sólo a las construcciones relevantes, sino también a los “conjuntos de edificios tradi-
PRIMERA PARTE / 59
cionales” y a “los barrios históricos de zonas urbanas y rurales urbanizadas” (UNESCO,
¿Cómo llegamos a la periferia?
60
De la misma manera que anteriores documentos y resoluciones de Naciones Unidas,
la Convención del 72 subraya la persistencia y el aumento de las presiones y tensiones
que las formas del desarrollo mundial producían en la vida social y, particularmente, en
el medio ambiente y el patrimonio cultural. Ante esta situación, la UNESCO haría un en-
fático llamado a que los Estados tomaran medidas y a que, ahí donde estos no pudieran
hacerse cargo de la totalidad de las tareas, la comunidad internacional asumiera la tarea
de completar el esfuerzo a través de la cooperación.
La Convención representa, así mismo, el punto de inflexión donde el marco legal interna-
cional establecería criterios jurídicos y definiciones científicas de largo aliento, vigentes
hasta hoy. Esto se expresa al señalarse en ella que “es indispensable adoptar nuevas
disposiciones convencionales que establezcan un sistema eficaz de protección colectiva
del patrimonio cultural y natural de valor excepcional organizada de una manera perma-
nente, y según métodos científicos y modernos” (UNESCO, 1972a). Lo anterior quedaría
plasmado en su primer capítulo de la siguiente forma:
PRIMERA PARTE / 61
¿Cómo llegamos a la periferia?
Sólo cuatro años después y en consonancia con el pulso constante que la reflexión lo
cultural y lo urbano arrojaba, en 1976 la Conferencia General de la UNESCO, en su 19.a
reunión celebrada en Nairobi, consideró necesario adoptar la “Recomendación relativa
a la Salvaguardia de los Conjuntos Históricos y su Función en la Vida Contemporánea”
(1976). La Recomendación del 76 vuelve a ensanchar el debate y los alcances que
debían caracterizar al andamiaje conceptual sobre el patrimonio, en una época dónde los
fenómenos evolucionaban más rápidamente y muchas de las estructuras para el desa-
rrollo concebidas durante la segunda mitad del siglo XX mostraban fisuras e insuficien-
cias. El texto inicia hablando de ello:
Los conjuntos históricos forman parte del medio cotidiano de los seres humanos en
todos los países, [...] constituyen la presencia viva del pasado que los ha plasmado y
[...] garantizan al marco de vida la variedad necesaria para responder a la diversidad
de la sociedad y […], por ello mismo, adquieren una dimensión y un valor humano
suplementarios; [...] ofrecen a través de las edades los testimonios más tangibles de
la riqueza y de la diversidad de las creaciones culturales, religiosas y sociales de la
humanidad, y [...] su salvaguardia y su integración en la vida de la sociedad contem-
poránea es un factor básico del urbanismo y la ordenación del territorio. [...] Frente
a los peligros de uniformización y de despersonalización que se manifiestan con fre-
cuencia en nuestra época, esos testimonios vivos [...]adquieren importancia vital para
los hombres y para las naciones, que encuentran en ellos la expresión de su cultura y,
al mismo tiempo, uno de les fundamentos de su identidad. (UNESCO, 1976)
62
En sus recomendaciones concretas, el texto de 1976 plantea que los Estados parte
deben actuar para revalorar los conjuntos urbanos en toda su amplitud adoptando
urgentemente una política global de revitalización del tejido urbano en el contexto de
la planificación nacional, regional y local. Un proceso que sólo será posible al resolver
la carencia mayoritaria en el nivel nacional de “una legislación suficientemente eficaz y
flexible sobre el patrimonio arquitectónico y sus relaciones con el acondicionamiento del
territorio” (UNESCO, 1976). Una vez más, surgen nuevas configuraciones de la política
sobre el patrimonio: el escenario es multidimensional, va de lo global a lo local a través
de la planeación y se extiende a una red de conjuntos urbanos que pueden ser conside-
rados históricos. Un paso transformador que surtiría efectos en las siguientes décadas.
Ante los aires del fin del siglo y entre la tensión por el por el cambio en ciernes de los
modelos económicos, reunida en la Ciudad de México en el verano de 1982, la Con-
ferencia General de la UNESCO adoptó un marco que daría sentido plural, integral y
democrático a la política cultural concebida durante más 35 años de experiencia en el
diálogo y la cooperación. Fiel a su espíritu crítico, la “Declaración de México sobre las
Políticas Culturales” (UNESCO, 1982) del organismo parte de un diagnóstico incisivo que
se propone cambiar las cosas. Un marco que comienza por poner al día una definición
conceptual consensual y contemporánea de la cultura:
PRIMERA PARTE / 63
Discutir la periferia. Un esfuerzo en construcción
64
© Santiago Arau
PRIMERA PARTE / 65
¿Cómo llegamos a la periferia?
66
democracia cultural supone la más amplia participación del individuo y la sociedad
en el proceso de creación de bienes culturales [y] en la toma de decisiones que
conciernen a la vida cultural. (UNESCO, 1982)
ICOMOS afirma así que más allá de su utilidad como “documentos históricos”, los
referidos núcleos son expresión de los valores de las civilizaciones urbanas tradicionales
y contemporáneas. Lugares usados y habitados por las sociedades del mundo que se
hallan amenazados por la degradación, el deterioro y por “la destrucción provocada por
una forma de desarrollo urbano surgida de la era industrial que afecta a todas las socie-
dades” (ICOMOS, 1987).
Durante los siguientes años el debate continuó intensamente. En 1994 ICOMOS apro-
baría el Documento de Nara sobre Autenticidad. Este nuevo instrumento –redactado
en Japón por un importante grupo de expertos mundiales de la conservación, expre-
samente preocupados por los efectos que venían de la mano de los nuevos modelos
económicos y del desarrollo en el marco de la globalización- plantea como preámbulo
“desafiar el pensamiento convencional en el ámbito de la preservación, así como debatir
medios y maneras de ampliar nuestros horizontes para aportar un mayor respeto hacia la
diversidad cultural y patrimonial en la práctica de la preservación” (ICOMOS 1994). Los
redactores de Nara se propusieron poner al día los postulados del anterior documento
PRIMERA PARTE / 67
¿Cómo llegamos a la periferia?
rector de los criterios de ICOMOS: la Carta de Venecia de 1964. Ello queda claro en el
refrendo y abundamiento en torno a las dimensiones histórica y social del patrimonio, a la
apuesta por el diálogo interdisciplinar y al papel de las comunidades en un entorno que
se reconoce diverso y dinámico. Así, el texto de Nara reivindica que
Todas las culturas y las sociedades están enraizadas en formas y medios parti-
culares de expresión tangibles e intangibles que constituyen su patrimonio y que
deberían ser respetados. [...] La responsabilidad para con el patrimonio cultural y su
gestión corresponde, en primer lugar, a la comunidad cultural que lo ha generado, y
después a la que se preocupa por el mismo. (ICOMOS 1994)
68
entonces nuevas geografías y en ellas hay centralidades múltiples y por tanto múltiples
periferias que dialogan y se interconectan en el espacio y el tiempo.
En 1996 se llevaría a cabo la Segunda Conferencia de las Naciones Unidas sobre los
Asentamientos Humanos en Estambul (Habitat II) con el objeto de evaluar el progreso al-
canzado por los Estados miembros para enfrentar cuestiones sobre urbanización desde
la Declaración de Vancouver (Hábitat I) adoptada 20 años antes. Durante la conferencia
los gobiernos participantes reconocieron un deterioro mundial de los asentamientos y de
las condiciones de vida que alcanzaba dimensiones críticas en las naciones en vías de
desarrollo. La urgencia de una acción inmediata dio como resultado la proclamación un
plan estratégico en el que se afirmó que “las ciudades deben ser lugares donde las per-
sonas puedan vivir con dignidad, buena salud, felicidad y esperanza” y que eran tareas
impostergables “asegurar vivienda adecuada para todos y garantizar el desarrollo ade-
cuado de los asentamientos humanos en un mundo urbanizado” (ONU-Habitat, 1996).
La llamada “Agenda Hábitat” –nombre que se dio a dicho plan estratégico- reivindicó la
necesidad apremiante de fortalecer las capacidades financieras de las autoridades loca-
les, lo cual sería una vía para buscar soluciones a los desafíos del crecimiento sin freno
de las ciudades. Asimismo, se reiteró que la iniciativa privada empresarial debía asumir
más responsabilidades para ayudar a enfrentar los problemas de los asentamientos hu-
manos, correspondiendo al esfuerzo desarrollado en los ámbitos públicos y ciudadanos.
En este sentido, la Declaración de Estambul sobre los Asentamientos Humanos afirmó:
Una cuarta parte de la población mundial de las zonas urbanas vive por debajo del
umbral de la pobreza. Muchas ciudades, con problemas ambientales, un crecimiento
rápido y un desarrollo económico lento, no han logrado generar suficiente empleo,
proporcionar vivienda adecuada ni satisfacer las necesidades básicas de los ciu-
dadanos […]. En las ciudades y los pueblos radica la posibilidad de aprovechar al
máximo los beneficios de la mundialización y paliar sus consecuencias negativas.
La buena gestión de las ciudades puede brindar un entorno económico capaz de ge-
nerar oportunidades de empleo y de ofrecer distintos bienes y servicios. [...] [sin em-
bargo] Uno de los factores críticos es que la mayor parte de las personas que viven
en condiciones de pobreza todavía carecen de seguridad jurídica en la tenencia de
sus viviendas y que otras carecen incluso de una vivienda básica. Por tanto, existen
aún graves impedimentos al desarrollo sostenible de los asentamientos humanos.
[...] Reconocemos que las graves limitaciones financieras originan serios problemas
en relación con una vivienda adecuada, la disponibilidad de vivienda y los asenta-
mientos humanos en los países que reciben corrientes de refugiados que huyen
de países vecinos a causa de conflictos, desastres naturales o causados por el ser
humano, y otras calamidades.
PRIMERA PARTE / 69
¿Cómo llegamos a la periferia?
De esta manera, Habitat II trazaría con nitidez el difícil horizonte que las ciudades tenían
por delante en vísperas del nuevo siglo: un escenario de inciertos retos económicos; una
creciente desigualdad que afectaba más duramente a las mujeres y los excluidos; un
inminente desequilibrio ambiental. Todo este panorama se asentaba en primer lugar en
las ciudades que crecían sin un sostén productivo, servicios ni planeación en los albores
del debilitamiento de las funciones sociales del Estado que ha caracterizado al siglo XXI.
La ciudad y sus periferias urbanas volvían a aparecer como receptáculos de las nuevas
contradicciones modernas, aunque también como entramados humanos que podían ser
fuentes de alternativas.
70
Los Gobiernos están obligados a crear las condiciones necesarias para el pleno
goce de este derecho de conformidad con el Artículo 27 de la Declaración Universal
de Derechos Humanos; la finalidad principal de las políticas culturales es fijar los ob-
jetivos, crear las estructuras y obtener los recursos adecuados para crear un medio
humano favorable. El diálogo entre las culturas se presenta como uno de los prin-
cipales desafíos culturales y políticos del mundo actual y constituye una condición
indispensable para la coexistencia pacífica. La creatividad cultural es la fuente de
progreso humano y de diversidad cultural; al ser un tesoro de la humanidad resulta
esencial para el desarrollo. Las tendencias que emergen en la actualidad, sobre
todo la globalización, vinculan más aún a las culturas y enriquecen la interacción en-
tre ellas pero podría igualmente ser contraproducente a nuestra diversidad creativa
y pluralismo cultural. La aceptación de la diversidad cultural contribuye a identificar
y consolidar los lazos entre las comunidades que están arraigadas en valores que
pueden ser compartidos por los diferentes componentes socioeconómicos de la
sociedad nacional. (UNESCO, 1998)
La Declaración aprobada entonces determinó que las políticas culturales debían “tener en
cuenta el conjunto de elementos que determinan la vida cultural: la creación, la conser-
vación y la difusión del patrimonio cultural” (UNESCO, 1998). Para ello, era necesario
equilibrar sinérgicamente esos factores en términos de la eficacia de su aplicación, lo cual
requería un marco legislativo y una política pública fuertes. Esta tarea debía inscribirse en
el trabajo para hacer posible una participación plural en la vida cultural, lo que implicaba
PRIMERA PARTE / 71
© Santiago Arau
tratar con igual respeto a todos los sectores sociales dando “especial importancia a las
iniciativas locales que reflejen la diversidad de los perfiles culturales” (UNESCO, 1998).
De manera relevante, la Conferencia referida pondría por primera vez en la mesa global
de la política cultural la dimensión urbana y sus complejidades al propugnar en sus ob-
jetivos por el establecimiento de “políticas urbanas culturales” encaminadas al desarrollo
de una “vida cultural local, creativa y participativa” en el contexto del conocimiento y la
comprensión de la diversidad y “fortaleciendo el contenido cultural en la educación formal
y no formal” (UNESCO, 1998). A ello se agregó el acuerdo de reestructurar las políticas y
las prácticas a fin de conservar y acentuar la importancia del patrimonio tangible e intan-
gible y promover las industrias culturales, en un marco de renovación y aplicación de los
convenios y recomendaciones de la UNESCO referentes a la conservación la protección
de la cultura tradicional y popular.
72
Es importante anotar que otros objetivos asumidos fueron “incluir y asegurar la pro-
tección de edificios, sitios, conjuntos y paisajes de valor cultural en planos urbanos y
regionales de desarrollo, programas y políticas; lograr una participación directa de los
ciudadanos y las comunidades locales en los programas de conservación del patrimonio
y establecer una lista de las mejores prácticas para las políticas de patrimonio” (UNES-
CO, 1998). En ese sentido, también se plantearía como objetivo mundial renovar la
definición tradicional de patrimonio, a fin de que este fuera
Al hacer un recuento de las conclusiones asumidas por la UNESCO y sus Estados miem-
bros en Estocolmo, podemos ubicar con claridad que, además de posicionar a la política
cultural como prioridad de las naciones, aparecen en ello –con más precisión que nunca- lo
urbano y su diversidad, lo formal y lo informal como formas paralelas de la vida social y el
territorio en tanto espacios de memoria y evolución cultural permanente, factores y concep-
tos que comenzaban a afianzarse decididamente en la agenda mundial del desarrollo.
PRIMERA PARTE / 73
¿Cómo llegamos a la periferia?
La cultura adquiere formas diversas a través del tiempo y del espacio. Esta diversi-
dad se manifiesta en la originalidad y la pluralidad de las identidades que caracte-
rizan a los grupos y las sociedades que componen la humanidad. Fuente de inter-
cambios, de innovación y de creatividad, la diversidad cultural es tan necesaria para
el género humano como la diversidad biológica para los organismos vivos. En este
sentido, constituye el patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y
consolidada en beneficio de las generaciones presentes y futuras” [...] Resulta indis-
pensable garantizar una interacción armoniosa y una voluntad de convivir de perso-
nas y grupos con identidades culturales a un tiempo plurales, variadas y dinámicas.
Las políticas que favorecen la integración y la participación de todos los ciudadanos
garantizan la cohesión social, la vitalidad de la sociedad civil y la paz. Definido de
esta manera, el pluralismo cultural constituye la respuesta política al hecho de la
diversidad cultural. Inseparable de un contexto democrático, el pluralismo cultural es
propicio para los intercambios culturales y el desarrollo de las capacidades creado-
ras que alimentan la vida pública. [...] La diversidad cultural amplía las posibilidades
de elección que se brindan a todos; es una de las fuentes del desarrollo, entendido
no solamente en términos de crecimiento económico, sino también como medio de
acceso a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactoria. [...] Los
derechos culturales son parte integrante de los derechos humanos, que son univer-
sales, indisociables e interdependientes. El desarrollo de una diversidad creativa
exige la plena realización de los derechos culturales. (UNESCO, 2001)
74
que los procesos de mundialización y de transformación social por un lado crean las
condiciones propicias para un diálogo renovado entre las comunidades, pero por el otro,
también traen consigo fenómenos de intolerancia, graves riesgos de deterioro, desapa-
rición y destrucción del patrimonio cultural inmaterial, debido en particular a la falta de
recursos para salvaguardarlo. En la Convención de 2003 se entiende por “salvaguardia”
las medidas encaminadas a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial,
“comprendidas la identificación, documentación, investigación, preservación, protección,
promoción, valorización, transmisión -básicamente a través de la enseñanza formal y no
formal- y revitalización de este patrimonio en sus distintos aspectos”. Así, el entramado
doctrinal sobre lo patrimonial –que es diverso, material e inmaterial, ancestral y moderno;
rural, ambiental y urbano- se densifica y se amplía una vez más.
PRIMERA PARTE / 75
¿Cómo llegamos a la periferia?
En esta misma línea, en Xi’an se apostó por que los instrumentos de planeamiento
urbanístico incluyeran medidas de control del impacto de los cambios rápidos o progresi-
vos del entorno: las siluetas, las vistas y las distancias adecuadas entre cualquier nuevo
proyecto público o privado y las estructuras, los sitios y las áreas patrimoniales, “factores
fundamentales a tener en cuenta para evitar las distorsiones visuales y espaciales o los
usos inadecuados en un entorno cargado de significado” (ICOMOS, 2005). Así, el desa-
rrollo dentro del entorno de las estructuras, los sitios y las áreas patrimoniales deberían
contribuir a interpretar positivamente su significado y su carácter distintivo. Finalmente,
en esta nueva declaración, ICOMOS definía dos conceptos cardinales a) que “gestionar
el cambio del entorno de las estructuras, los sitios y las áreas de valor patrimonial no
significa necesariamente evitar u obstaculizar el cambio” y b) la necesidad ineludible de
“trabajar con las comunidades locales, interdisciplinarias e internacionales e internacio-
nales para la cooperación y el fomento de la conciencia social sobre la conservación y la
gestión del entorno” (ICOMOS, 2005).
76
humanidad, [...] un patrimonio común que debe valorarse y preservarse en provecho de
todos, [...] y constituye, por lo tanto, uno de los principales motores del desarrollo sos-
tenible de las comunidades, los pueblos y las naciones”. En este nuevo instrumento se
establece que la diversidad cultural debe prosperar en un contexto democrático y justo
como factor de la paz, el desarrollo, la erradicación de la pobreza y el cumplimiento de
los derechos humanos, afirmando que “la cultura adquiere formas diversas a través del
tiempo y el espacio y que esta diversidad se manifiesta en la originalidad y la pluralidad
de las identidades y en las expresiones culturales de los pueblos y sociedades que for-
man la humanidad” y reconociendo “la importancia de los conocimientos tradicionales
como fuente de riqueza inmaterial y material, en particular los sistemas de conoci-
miento de los pueblos autóctonos y su contribución positiva al desarrollo sostenible”
(UNESCO, 2005).
A partir de la preocupación por las múltiples dificultades que enfrentan las Ciudades del
Patrimonio Mundial en la tarea de conciliar la conservación y el desarrollo, el Comité del
Patrimonio Mundial en su 29ª reunión en Durban, África del Sur (julio de 2005) solicitó la
creación de un nuevo instrumento normativo para proporcionar directrices actualizadas
para integrar mejor la conservación del patrimonio urbano en las estrategias de desarro-
llo socioeconómico.
PRIMERA PARTE / 77
¿Cómo llegamos a la periferia?
En ella, se recomienda, además, que los Estados miembros y las autoridades locales
determinen los pasos críticos para aplicar el enfoque del Paisaje urbano Histórico a partir
de las siguientes acciones: llevar a cabo estudios amplios y nuevas cartografía de los
recursos naturales, culturales y humanos de la ciudad; integrar los valores del patrimo-
nio urbano y su estado de vulnerabilidad en un marco más amplio del desarrollo de la
ciudad, el cual debe proporcionar diversos indicadores de áreas sensibles del patrimonio
cultural que requieran de mejores formas de gestión y planeación, así como Priorizar
acciones para la conservación y el desarrollo.
En resumen, esta nueva mirada define al Paisaje Urbano Histórico como la totalidad
del territorio de las ciudades: un tejido cultural en movimiento; un entramado de valores
y conocimiento del que forman parte todas las comunidades humanas. Actualmente la
UNESCO trabaja arduamente en la aplicación de la Recomendación sobre el Paisaje
Urbano Histórico y en el seguimiento de las Directrices Prácticas de la Convención del
Patrimonio Mundial a través de diagnósticos permanentes, desarrollo de indicadores,
acciones educativas y de cooperación.
A finales de 2015 se llevó a cabo la Conferencia Internacional “Cultura para las ciudades
sostenibles” en Hangzhou, China. Esta fue una plataforma para compartir experiencias
y proponer estrategias para fortalecer las iniciativas de desarrollo urbano basadas en la
cultura, de lo local a lo global. Ahí se aprobaron propuestas para ser incorporadas en la
”Nueva Agenda Urbana”, en el contexto de la aplicación de la Agenda 2030 para el De-
sarrollo Sostenible y de cara Conferencia Hábitat - III ( Quito , Ecuador, 2016) . En 2015
la Asamblea General de la ONU aprobó Agenda 2030 de Objetivos para el Desarrollo
Sostenible. La UNESCO tiene el mandato de trabajar en los 17 Objetivos. El Objetivo
11 define a las ciudades y su devenir como el cruce de caminos más importante para la
construcción de un mejor futuro.
78
Hoy, casi 60% de la población mundial vive en ciudades. Actualmente, las zonas urbanas
son una combinación viva de la historia, la civilización, la diversidad y la cultura. La
urbanización ha sido una fuerza que ha cambiado casi todo: las formas de pensar y de
actuar, formas de utilizar el espacio, estilos de vida, las relaciones sociales y económi-
cas, y patrones de consumo y producción. Las ciudades, como espacios de innovación
económica y productiva, proporcionan oportunidades para mejorar el acceso a los recur-
sos y servicios, así como las opciones en los campos sociales, jurídicos, económicos,
culturales y ambientales.
En 2016, de 1052 Sitios inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial, 280 son o están en
ciudades. En estos entornos urbanos habitan casi 200 millones de personas. Todo el
Sistema de Naciones Unidas trabaja permanentemente en la construcción de soluciones
contemporáneas para los retos urbanos del planeta. El marco en el que la UNESCO
pone en práctica su mandato en materia cultural, educativa, científica y de preservación
del patrimonio histórico y natural, tangible e intangible es un vasto cuerpo del derecho
internacional.
Desde hace varios años, el Programa Mundial de Ciudades Patrimonio es uno de los
seis programas temáticos aprobados y supervisados por el Comité del Patrimonio
Mundial de la UNESCO. Su objetivo es ayudar a los Estados Partes en los desafíos de
la protección y la gestión de su patrimonio urbano. El Programa está estructurado en un
proceso de dos vías: el desarrollo de un marco teórico para la conservación del patrimo-
nio urbano, y la prestación de asistencia técnica a los Estados Partes para la aplicación
de nuevos enfoques y esquemas.
Sin embargo, las ciudades son también espacios donde la pobreza multidimensional,
la degradación ambiental y la vulnerabilidad a los desastres y el impacto del cambio
climático están presentes. Hoy en día, más de dos tercios de la población mundial vive
en ciudades con mayores niveles de desigualdad que hace 20 años. Por lo anterior, la
Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible y Vivienda,
Hábitat III, en octubre de 2016 ha sido una oportunidad única para repensar la política
urbana y para que todos construyamos un nuevo modelo de desarrollo urbano capaz de
integrar todas las facetas del desarrollo sostenible, la equidad, el bienestar y la prosperi-
dad compartida.
PRIMERA PARTE / 79
Bibliografía
¿Cómo llegamos a la periferia?
——. Declaración de Xi’an sobre la Conservación del Entorno de las Estructuras, Sitios y
Áreas Patrimoniales, 2005, en http://www.icomos.org/xian2005/xian-declaration-sp.htm
ONU-HÁBITAT, State of the World’s Cities 2010/2011: Bridging the Urban Divide. Londres,
Earthscan, 2010.
——. Habitat III Issue Papers 10 – Urban-rural linkages. Nueva York, ONU-Hábitat, 2015
http://unhabitat.org/wpcontent/uploads/2015/04/Habitat-III-Issue-Paper-10 _Urban-Ru-
ral-Linkages-2.0.pdf
——. Habitat III Issue Papers 6 – Urban Governance. Nueva York, ONU-Hábitat, 2015.
——. Habitat III Issue Papers 21 – Smart Cities. Nueva York, ONU-Hábitat, 2015.
——. An Urbanizing World: Global Report on Human Settlements, Oxford, Oxford Universi-
ty Press, 1996.
——. Planning Sustainable Cities. Global Report on Human Settlements. Londres, Earths-
can, 2009.
80
——. Declaración de Toluca para Habitat III. Reunión Regional de América Latina y el Cari-
be, 2016, en http://habitat3.org/wp-content/uploads/Toluca-Declaration-S.pdf
Sanz, Nuria, Delmont, Felipe y Panero, Angel; La Ciudad de los caminos cortos: Puebla en
su paisaje urbano histórico, Oficina de la UNESCO en México, 2017.
——. Igualdad de Género: Patrimonio y Creatividad. París, UNESCO. 2014. Disponible en:
http://www.unesco.org/culture/Gender-Equality-andCulture/flipbook/es/
——. La cultura como elemento clave para una transición satisfactoria hacia los objetivos
de desarrollo sostenible. Comunicado de prensa, 10.07.2015. París, 2015.
——. Política de la UNESCO para incorporar la perspectiva del desarrollo sostenible en los
procesos de la Convención del Patrimonio Mundial, 2015
——. Nueva vida para las ciudades. El planteamiento de los paisajes urbanos históricos.
París, UNESCO, 2013. https://goo.gl/43EQ7Z
PRIMERA PARTE / 81
¿Cómo llegamos a la periferia?
——. Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural (1972),en
http://whc.unesco.org/archive/convention-es.pdf
——. Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, 2003, en http://
www.unesco.org/culture/ich/es/convenci%C3%B3n
——. Vienna Memorandum, adopted by the International Conference “World Heritage and
Contemporary Architecture - Managing the Historic Urban Landscape”, 2005.
82
——. Marco para Estadísticas Culturales de la UNESCO. Montreal, UNESCO-UIS, 2009.
UNESCO, UNDP. Informe sobre la economía creativa, 2013, Edición especial: ampliar los
cauces de desarrollo local. México, 2014.
UNISDR. Cómo desarrollar ciudades más resilientes: Un Manual para líderes de los gobier-
nos locales. Ginebra, 2012.
UNU-GCM. Building City Identities in Contexts of Diversity. Policy Brief for the Mayoral
Forum on Mobility, Migration and Development, Barcelona, España, 19-20 June 2014.
Oficina de la UNESCO en México, UNFPA, UNDP, Diálogos Post-2015 sobre la Cultura y
el Desarrollo, 2016.
PRIMERA PARTE / 83
Segunda parte
© Santiago Arau
La periferia como Patrimonio
Cultural Urbano: la experiencia
de Medellín, Colombia
Federico Restrepo Posada
Exdirector de Planeación de Medellín
Resumen
SEGUNDA PARTE / 87
La periferia como patrimonio cultural urbano: la experiencia de Medellín, Colombia
tro ciudadano. Que focaliza sus actuaciones donde están los problemas sin privilegiar
bastiones electorales. Todo ello a partir del rigor en la identificación de los problemas,
de planificar para no improvisar, de apelar a la transparencia y a la rendición pública de
cuentas y al manejo incorruptible de los dineros públicos, de promover la asociación y el
sentido de lo colectivo a través de procesos de planeación y presupuesto participativos.
Son estas intervenciones que denominamos PUI, las que han permitido que barriadas
como las de la periferia de una Medellín otrora violenta y amedrantada, que castraba su
futuro y se ensimismaba en sus tragedias, hayan resurgido de sus temores y frustracio-
nes para engendrar su propio futuro y pasar “del miedo a la esperanza”.
Los problemas
La transformación política
Es sobre este ambiente en el que hace 17 años un grupo de personas, independientes y
ajenas a la actividad política, que nunca habíamos participado en la gestión de lo público
y conscientes de que son los políticos quienes toman las decisiones más trascendentales
en una sociedad, propone un nuevo modelo de gestión, un Modelo Ciudadano del Poder,
en el que se aplicarán con rigor los principios éticos y se priorizara la inversión pública
en las zonas más vulnerables, cuantificados mediante índices de desarrollo y de calidad
de vida más precarios, en clara contraposición a un Modelo Clientelista del Poder, que
buscando perpetuarse en el mismo, focaliza la inversión sobre la base de alimentar
bastiones electorales y de satisfacer intereses particulares y oscuros que año tras año,
contribuían a no solo a lograr su propósito, si no a aumentar las inmensas brechas socia-
les de la ciudad, sumida en un caos sin futuro aparente y sin solución factible. Ello nos
permitió además, en medio de este proceso de transformación de la Política, proponer
88
el fortalecimiento la de ciudadanía, apostándole al talento de las personas a través de
la educación, al orgullo y a la recuperación de la autoestima de las comunidades más
excluidas y al fortalecimiento de la institucionalidad, de la política y de la gestión pública.
Son todos éstos los elementos esenciales de esa nueva propuesta de gestión de lo públi-
co y de esa transformación de la política.1
La transformación urbana
Al focalizar las inversiones en la periferia entendiendo y pretendiendo resolver los proble-
mas en aquellas comunidades que llegaron a ocupar espacios imposibles, que pagaban
el precio del desarraigo que produce la ruptura de sus raíces familiares y culturales, que
inducía desde el principio, en sus procesos de adaptación y consolidación, inmensos
problemas de convivencia y de violencias urbanas, de hacinamientos y carencias de
servicios, de equipamientos sociales y de espacios públicos, y sometidos además, a
1
Véanse los siguientes enlaces: <https://bit.ly/1QrK5Fb> y <https://bit.ly/1ThVkl4>.
SEGUNDA PARTE / 89
La periferia como patrimonio cultural urbano: la experiencia de Medellín, Colombia
Panorámica del Parque Biblioteca España en la Comuna Nororiental de Medellín. Foto: Alcaldía de Medellín
La transformación económica
La ausencia de oportunidades de empleo, de trabajo decentes, sometidos por un lado a
la demanda de la economía criminal asociada al micro tráfico y a la micro extorsión que
agobiaba sus espacios y por el otro, al cambio de la vocación económica en una ciudad
mediterránea, que con la globalización, se vio obligada a reinventarse, a pasar de una
industria basada en la manufactura pesada y contaminante, a una basada en el cono-
90
Centro de desarrollo en Ciencia y Tecnología Ruta N. Foto: Alcaldía de Medellín
cimiento y en el alto valor agregado de sus productos. Ello condujo entonces a plantear
nuevos procesos de formación con énfasis en la capacitación para el trabajo, a potenciar
competencias en las nuevas áreas del conocimiento, a incentivar el emprendimiento en
todas las escalas de la economía con la creación de los Centros de Desarrollo Em-
presarial Zonal – CEDEZO, para dinamizar la economía barrial y dar oportunidad a las
nuevas generaciones de esos entornos y evitar la posibilidad de que estos sectores de la
población le apostasen a la ilegalidad como alternativa de vida. Un reto que también pro-
mueve la innovación y el desarrollo de la tecnología como nuevos vehículos para hacer
de Medellín una ciudad más competitiva, más innovadora y comprometida a resolver sus
propios problemas con la creatividad desarrollada.
La transformación social
Desde lo social, hay que atender inmensas carencias en los sectores de la salud, la
educación, la seguridad y la convivencia ciudadanas mediante programas integrales,
como el de “Buen Comienzo”,2 que provee el suplemento alimenticio balanceado a los
2
El documento “Medellín una ciudad para los niños y las niñas” puede verse en el siguiente enlace:
<https://bit.ly/2HDRmFm>.
SEGUNDA PARTE / 91
La periferia como patrimonio cultural urbano: la experiencia de Medellín, Colombia
niños y jóvenes desde la edad gestante hasta el fin del ciclo de educación básica. Como
el programa “Mínimo Vital del Agua”,3 que le da acceso a ese líquido esencial a las
comunidades en pobreza extrema en convenio con Fundación EPM, su empresa insignia
de servicios públicos. Así también es necesario adoptar una política pública de Educa-
ción,4 que recoge programas como los de “Jóvenes con Futuro”, el “Fondo EPM para la
Educación Superior”, programas de calidad, con alto impacto en las comunidades más
vulnerables.
3
Véase el siguiente enlace: <https://bit.ly/2HfXOPb>.
4
Véase el siguiente enlace: <https://bit.ly/2etCrB2>.
92
Priorización de la Inversión en la periferia de Medellín. Fuente: Alcaldía de Medellín
Desarrollo Humano,5 en los que existiera una intervención desarticulada del Estado, una
baja calidad y un alto déficit de vivienda, unas condiciones precarias y bajos estándares
del espacio público y un deterioro del medio ambiente natural.
Para ello, se propusieron los Proyectos Urbanos Integrales (PUI) como instrumentos de
intervención urbana multidimensional en lo físico, económico, social e institucional, con
objetivos asociados con la articulación de las acciones de parte de todos los órganos
de intervención de la municipalidad, como las secretarías sectoriales y las gerencias de
los institutos y empresas descentralizadas, y mediante alianzas, con las organizaciones
comunitarias, el sector privado, las ONG y organismos nacionales e internacionales.
Son necesarias la construcción y la adecuación del espacio público y los equipamientos
sociales de acuerdo con las necesidades, así como la promoción de programas habita-
cionales en las zonas de alto riesgo recuperables mediante intervenciones estéticas y de
calidad.
5
Véanse los siguientes enlaces: <https://bit.ly/2etCrB2> y <https://bit.ly/2K4ElmI>.
SEGUNDA PARTE / 93
El oriente de la Ciudad de
México. La periferia al centro
Juan Carlos Cano
Cano / Vera Arquitectura
Desde hace ya tiempo, sabemos que la cantidad de personas que viven en las ciuda-
des ha superado a la cantidad de personas que viven en el campo. También, sabemos
que este proceso es irreversible, a menos que suceda una catástrofe, y que nuestro
futuro es eminentemente urbano. Las ciudades atraen, las condiciones económicas
prevalecientes hacen que las oportunidades se multipliquen en sitios donde la densi-
dad de población es más alta y que la producción de muchas zonas rurales dependa
de la demanda urbana.
Tanto el crecimiento desbordado de las ciudades como el abandono del campo han sido
ampliamente estudiados y, en tiempos recientes, el énfasis ha estado en atender lo que
sucede en el mundo rural contemporáneo. Rem Koolhaas, por ejemplo, que se ha ca-
racterizado por su actitud pragmática ante el fenómeno de la creación de las megaurbes
globales, ha insistido que la clave para el crecimiento futuro de las ciudades se encuen-
tra en el crecimiento sistematizado de las zonas rurales. La organización sustentable
de los recursos generados en el campo y el desarrollo de nuevas tecnologías, tanto de
producción como de comunicación, transformarán de manera radical las relaciones entre
lo urbano y lo rural, entre la densidad agobiante y el lento pero constante abandono hu-
mano, y quizá ésta sea una vía para proponer soluciones que puedan mantener estable
el frágil equilibrio ecológico actual.
Entre estos dos polos complementarios, ha surgido una condición de habitabilidad huma-
na, el entramado de crecimientos desordenados que conforma las periferias urbanas de
las megalópolis. Bordes indecisos y cambiantes, espacios intrigantes que ya no constitu-
yen solamente una frontera entre lo urbano y lo rural, es más, quizá ya ni siquiera estas
categorías sirvan para nombrar a estas periferias suburbanas que se forman mediante
fragmentos sumados en ocasiones con cierta lógica pero también de manera aleatoria y
disruptiva.
Si entendemos hoy en día el fenómeno demográfico como las tensiones entre lo urbano
y lo rural, como los flujos cada vez más constantes de una hipermovilidad poblacional,
podríamos pensar que la periferia es una condición temporal que muta conforme a sus
SEGUNDA PARTE / 95
El oriente de la Ciudad de México. La periferia al centro
96
© Santiago Arau
SEGUNDA PARTE / 97
Trabajando con el 99%
Tiago Mota
Ateliermob
Durante el régimen de austeridad, las medidas del Gobierno de Portugal llevaron a cambios
drásticos en el entorno construido de todo el territorio del país. En 2013, la tasa de desem-
pleo alcanzó el 16,2% y dos años más tarde el número de familias en incumplimiento de
pagos de vivienda llegó a 154,000, a un ritmo de 71 nuevos casos por día.1
Aunque no por las mejores razones, las familias comenzaron a mudarse. El estallido de la
burbuja del mercado de la construcción y el creciente número de edificios abandonados y
ruinas provocaron entonces una importante reorganización de la propiedad inmobiliaria en
Portugal. Hoy, los centros históricos de la mayoría de las ciudades del interior están vacíos,
a la venta, y en Lisboa y Oporto, el pico turístico y el vórtice de alquiler a corto plazo -que
aún permiten a muchos sobrevivir a la crisis- están estrangulando el mercado de alquiler.
Con el mercado inmobiliario en ebullición y el territorio atravesando por cambios tan pro-
fundos, es falso y descuidado declarar, aunque muchos lo han hecho, que no hay trabajo
arquitectónico en Portugal. El problema no es la falta de trabajo, sino los medios para
pagar el trabajo de un profesional calificado. Esta fue nuestra declaración desencadenan-
te. Los arquitectos deben jugar un papel más importante en la vida de las personas. Los
arquitectos deben verse como una herramienta para mejorar las condiciones de vida de las
personas.
¿Cómo pueden los arquitectos trabajar con personas que no tienen, ni lo tendrán en un futuro
cercano, dinero para pagar por nuestro trabajo? Esa fue la pregunta emergente durante los
últimos años. Creemos que los profesionales de la arquitectura deberían tener un rol central
en el proceso, organizando y administrando aplicaciones financieras y financiamiento.
1
“Crédito à habitação: 154 mil famílias em incumprimento em Março”, Idealista/News, ht-
tps://www.idealista.pt/news/financas/credito-a-habitacao/2015/05/13/27353-credito-a-habita-
cao-154-mil-familias-em-incumprimento-em-marco (octubre 27 de 2016).
SEGUNDA PARTE / 99
El proceso de construcción convencional dicta una relación entre tres partes: propietario,
Trabajando con el 99%
Estos son los fundamentos del programa “Trabajando con el 99%”, que ha sido desarrolla-
do por Ateliermob durante los últimos 5 años. Desde entonces, iniciamos un programa de
arquitectura social con la intención de proporcionar servicios arquitectónicos a personas de
bajos recursos. Para ello, preparamos solicitudes para obtener financiamiento nacional y de
la Unión Europea y trabajamos para atraer diferentes redes de patrocinio. También hemos
fundado una cooperativa con la misma designación. El primer estudio de caso “Trabajando
con el 99%” fue el trabajo que desarrollamos en el barrio de Prodac en Lisboa.
En 1971, el gobierno local cedió a la cooperativa un terreno, acordando que las personas
(más o menos 600 familias) de tres barrios marginales de la clase trabajadora, ubicados
alrededor de la estación principal de trenes, podrían construir sus propias casas a cambio
del pago de una renta mensual. Durante las últimas cuatro décadas, los habitantes lucharon
por el derecho a ser reconocidos como dueños legítimos de las casas. Trabajando estre-
chamente con la Asociación de Vecinos y la Municipalidad, desde 2012, ateliermob jugó un
papel para superar este desafío, desarrollando aplicaciones de financiación, produciendo
procesos de licencia y mediando la relación entre la comunidad y las autoridades.
Los permisos de Prodac North (72 casas unifamiliares) comenzaron a emitirse y el proceso
de Prodac South (458 viviendas) aún está en curso. Este proceso fue reconocido con el
premio Future Cities durante la 13ª Bienal Internacional de Arquitectura de Venecia, en
2012. En una segunda fase, ateliermob produjo cuatro solicitudes de financiamiento exito-
sas para continuar trabajando en ambos vecindarios, pero esta vez en el espacio público.
El financiamiento hoy se está aplicando en un conjunto de mejoras del espacio público,
definidas en un proceso participativo, y mediante el ensamblaje de una Unidad de Trabajo
de Habitantes, que pone en práctica estos cambios utilizando sus conocimientos de cons-
trucción y obteniendo un ingreso adicional.
Otros proyectos como Terras da Costa Community Kitchen (2012-14) —con Colectivo Ware-
house— surgen de esta experiencia. Después de dos años trabajando con la comunidad, las
autoridades locales y socios de financiamiento privado, la cocina de la comunidad, una idea
surgida de un proceso ascendente, hizo posible la muy necesaria llegada de agua corriente al
100
vecindario. Hoy en día, el proceso de realojamiento se está diseñando y discutiendo de forma
inclusiva y participativa, considerando un proceso de autoconstrucción parcialmente asistido.
Esperamos que la construcción del nuevo barrio comience el próximo año.
Esta experiencia nos ha llevado a creer que ambos equipos, por la diversidad de sus com-
ponentes, son extremadamente necesarios y deben ser igualmente desarrollados. También
en el marco jurídico, Ateliermob ha estado investigando sobre el tema de la autoconstruc-
ción y sus contornos legales. ¿Cómo se puede redefinir y enmarcar la autoconstrucción
como un potenciador de la calidad de vida —con técnicos locales que guían y apoyan a la
102
Respondiendo a los retos
de la integración social:
sociabilidades subterráneas
en favelas de Río de Janeiro*
Sandra Jovchelovitch
London School of Economics
Jacqueline Priego-Hernández
Bournemouth University
* Este capítulo es una versión abreviada de publicaciones previas de las autoras (Jovchelovitch &
Priego-Hernández, 2013, 2015).
El contexto
104
con alternativas que vayan más allá de la violencia y el crimen. Estas organizaciones
movilizan a la comunidad en acciones de mejoramiento colectivo de la ciudad en faenas
comunitarias, les proveen de clases e iniciativas vocacionales, artísticas y deportivas, y
les ofrecen redes alrededor de Brasil y conexiones con el mundo en términos materiales
y simbólicos. No podemos clasificarles solamente como “organizaciones no guberna-
mentales”, porque no son sólo eso, ya que tienen un fuerte componente de activismo, así
como un agresivo abordaje mediático y de mercado.
Los hallazgos
La sistematización de los datos arrojó tres hallazgos principales que apuntan al proceso
por medio del cual AfroReggae y CUFA contribuyen a la transformación social en contex-
tos urbanos, así como su influencia en derribar fronteras físicas y simbólicas dentro de la
ciudad, viabilizando la integración social de estas comunidades. Los hallazgos de la in-
vestigación indican que las intervenciones estudiadas tienen el potencial de ser utilizadas
en otros contextos porque se basan en elementos universales de la experiencia humana
que van más allá de dar atención a las necesidades básicas. Estos elementos son el ser
humano como protagonista, el poder de la imaginación y el valor del diálogo como una
herramienta para abordar las diferencias y el conflicto (Jovchelovitch & Priego-Hernán-
dez, 2015). El enfoque basado en estos elementos permite entonces un abordaje del
desarrollo social de modo ‘humanizado’ (Clammer, 2014), buscando no sólo coadyuvar a
la sobrevivencia sino a vivir y vivir bien, con posibilidades de desarrollar a las personas al
máximo de su potencial.
A nivel social, las tecnologías sociales que estas organizaciones implementan fomentan
el capital social (Putnam, 2006) y la resiliencia (Coutu, 2000), coadyuvando a la positiva
inserción de los habitantes de favelas en los proyectos urbanos actuales, ofreciéndoles
oportunidades de desarrollo artístico, formación de competencias y capacitación para el
empleo. Estas organizaciones trabajan a nivel social y, simultáneamente, se enfocan en
las personas, en el individuo y su valor, así como su potencial para ser protagonista de
su propia historia.
106
Encontramos cuatro puntos en los que concretamente se manifiestan los andamios psi-
cosociales en las dinámicas de intervención de estas organizaciones:
1. Los líderes y activistas mantienen una relación de padre y madre sustitutos con las
comunidades, ofreciéndoles apoyo emocional y cuidados, además de enseñar a la
juventud reglas y restricciones.
2. Las organizaciones invierten mucho en la capacitación de jóvenes que, futura-
mente, actuarán como andamios de otros jóvenes en situaciones similares en la
comunidad.
3. Los miembros de la comunidad identifican personas clave dentro de las organizacio-
nes locales –aquel que les dio apoyo, orientación, estímulo y, cuando es necesario,
les enseñó reglas básicas de comportamiento.
4. Los líderes y activistas reintroducen la confianza en el otro y ofrecen modelos de
identificación para miembros de la comunidad que muchas veces no experimenta-
ron relaciones familiares estables y que frecuentemente sienten enojo, desespera-
ción y desilusión.
El poder de la imaginación
Nos referimos aquí a la imaginación como la capacidad humana de ir más allá del
presente inmediato y jugar con posibles realidades. La imaginación involucra la proyec-
ción de esperanza y anticipación de un futuro que responda a los retos del presente, así
como la configuración de elementos de nuestra vida en ese futuro. Dado que el arte y
la creatividad constituyen un componente crucial para la regeneración en las favelas, la
imaginación es un concepto central para quien quiera implementar el modelo de interven-
ción de estas organizaciones.
Del mismo modo, estas organizaciones utilizan la imaginación al mandar mensajes sobre
quiénes son, literalmente de la favela para el mundo. ‘Yo cuento mi propia historia’, nos
dijeron en las entrevistas. Esta historia es contada a través de los medios de comunica-
ción masiva y redes sociales, donde estos activistas retan de frente los estereotipos y
prejuicios frecuentemente ligados a ser favelado, como peyorativamente se designa a
residentes de la favela.
La imaginación es estimulada, por ejemplo, por medio del proyecto Rapensando, imple-
mentado por CUFA, en el que se invita a los participantes a repensar, por medio del rap,
el papel de la juventud en la sociedad, valiéndose de los recursos que se encuentran en
su propia cultura. Del mismo modo, con el patrocinio de entidades como Petrobras, ofre-
cen a la juventud un espacio para practicar ejercicio físico, expresar sus ideas y conocer
nuevas personas. Por su parte AfroCirco, implementado por AfroReggae, surgió como
una asociación entre ellos y Cirque du Soleil. Los miembros de la comunidad reciben
entrenamiento en ballet, percusión y movimientos acrobáticos, a los que ahora les han
colocado su impronta, que les distingue y les ha permitido presentarse tanto en Brasil
como internacionalmente. De esta manera, ofrecen a los jóvenes de la favela oportunida-
des para expandir sus redes y cruzar fronteras tanto simbólicas como materiales.
El tercer elemento es el valor del diálogo, entendido en un sentido muy amplio. Como
parte del paquete de apoyo psicosocial implementado por las organizaciones de base en
Río de Janeiro, el escuchar y dar voz a las ideas es una constante. La comunicación de
manera física, simbólica y urbana es una de las estrategias para resolver los conflictos.
Las organizaciones de base trabajan para derribar barreras y establecer el diálogo entre
diferentes actores. Por ejemplo, han implementado programas para reunir en un mismo
lugar a agentes de la policía y a habitantes de la comunidad, dos grupos que históricamen-
te han estado en conflicto. En estos programas se trabaja aproximando a los dos grupos
de manera que se involucren uno con el otro, entendiendo y valorando sus diferencias.
De manera importante para los objetivos de este capítulo, las organizaciones de base
en las favelas promueven también el diálogo a nivel geográfico, buscando mejorar la
comunicación entre la ciudad y la favela. Los residentes de las comunidades estudiadas
108
están conscientes de las barreras materiales y simbólicas que les separan de la ciudad
como un todo. Estas organizaciones se basan en el derecho a la ciudad (Harvey, 2003)
para reclamar espacios de comunicación entre las periferias y la ciudad como un todo,
evitando la formación de guetos y ofreciendo oportunidades de movilidad y esparcimiento
a habitantes de comunidades marginalizadas.
En el caso de las favelas estudiadas, encontramos que las barreras entre la ciudad y la
comunidad pueden ser más o menos porosas dependiendo de un número de factores,
que son:
las personas evitaban, ocupada por traficantes y usuarios de drogas, a un amplio espa-
cio de encuentro, abierto tanto a la comunidad como a la ciudad en general. Aquí CUFA
desarrolla una amplia variedad de actividades y talleres. El centro cultural Waly Salomão,
por su parte, es el centro principal de las acciones culturales de AfroReggae. Dentro de
este centro, en particular, se encuentra una plaza llamada Tropicalismo, donde se ofrece
un programa de educación, cultura y esparcimiento tanto a la favela como a la ciudad.
Por medio de la danza, el teatro, la música y el cine, la favela se produce, reinventa y
presenta al mundo. Este importante conector urbano ha sido visitado por figuras como
Madonna, Caetano Veloso y Mitch Winehouse.
Consideraciones finales
En este trabajo presentamos algunos de los más importantes resultados de nuestro estu-
dio en las favelas de Río de Janeiro. Sus conclusiones centrales muestran que:
1. Factores sociales e individuales interactúan para dar forma a las elecciones y toma
de decisiones en las rutas de socialización. Nuestros hallazgos muestran de ma-
nera decisiva, sumándose a un creciente cuerpo de evidencia en psicología, salud
pública, neurociencias y ciencias sociales, que el contexto social da forma a los
resultados individuales. Las trayectorias individuales no son algo que los individuos
deciden por sí solos. Por lo tanto, ubicar las causas de la pobreza y la margina-
ción en los pobres y los excluidos es profundamente equivocado. La evidencia de
una amplia gama de disciplinas, desde las ciencias sociales al desarrollo social y
la neuropsicología, muestra que los contextos pueden viabilizar o imposibilitar las
trayectorias de vida. En vista de esta evidencia, las políticas públicas importan y son
esenciales en la construcción de ambientes de apoyo, teniendo el poder de cambiar
vidas individuales para mejor.
2. Los andamios psicosociales, tradicionalmente considerados como provistos por las
familias nucleares, pueden ser proporcionados por una variedad de instituciones
sociales y ONG. Son las acciones y las estructuras de apoyo que sostienen al ser
humano como una fuerza para la integración individual y social. Los andamios psi-
cosociales son al mismo tiempo una fuente de resiliencia y de protección de las tra-
yectorias de vida. Hemos encontrado que la presencia o ausencia de andamios psi-
cosociales es el principal predictor de resultados conductuales en las favelas de Río
de Janeiro. Organizaciones como AfroReggae y CUFA proporcionan estas acciones
y estructuras de apoyo psicosocial: trabajan como padres sustitutos, ayudando a las
familias, educando y apoyando a las niñas y las mujeres, así como desarrollando
una identificación positiva, fortaleciendo modelos masculinos y la figura del padre, y
empujando al sector público a actuar. Al hacerlo, aportan a la estructura de la socie-
110
dad y a las acciones del Estado la voz innovadora y crucialmente importante de un
sector de la sociedad civil que ha sido históricamente excluido y marginado.
3. Las organizaciones de desarrollo social de base y los movimientos sociales ofrecen
lecciones y direcciones a las cuales vale la pena prestar atención, ya que ellos
juegan un papel único en el desarrollo social y deben ser colaboradores activos
en el diseño e implementación de políticas sociales. Esta es una lección central de
nuestro trabajo, la cual guía el esfuerzo de sistematización expresado en nuestra
investigación sobre el trabajo de las organizaciones de las favelas. Por medio de la
combinación de una profunda conexión con sus comunidades de origen, una capa-
cidad audaz y poco convencional para la creación de programas para el desarrollo
social y el deseo de actuar políticamente en el ámbito público, las organizaciones
de la favela demuestran la importancia de combinar las experiencias de la sociedad
civil con la voluntad política de la Estado.
Proponemos aumentar la exposición, descripción, estudio y elaboración del poder
de influencia de las organizaciones de base que hemos estudiado porque estamos
convencidos de que la incorporación de sus experiencias y lecciones produce políti-
cas públicas “inteligentes” y reduce las posibilidades de fracaso. Usando metodolo-
gías innovadoras y contextualizadas que se basan en la identidad y el conocimiento
local, la atención a nivel individual y las colaboraciones no convencionales, las
organizaciones de base ofrecen información, vías de contacto con poblaciones de
difícil acceso y un historial de entrega eficiente de resultados. Asimismo, se oponen
al estigma y las representaciones sociales más amplias de personas que viven en
condiciones de pobreza y marginación.
El poder generador de estos movimientos de desarrollo social de base y ONG pro-
viene de las comunidades de las que forman parte y representan. Este poder basa
su eficacia en el capital social y la sabiduría de personas que tienen que vivir una
vida difícil, enfrentando pobreza y violencia, y sin embargo siguen con resistencia,
resiliencia y esperanza acerca sí mismos, sus comunidades y su futuro.
4. Por último, el estudio de los resultados del comportamiento en contextos de
privación muestra que las sociabilidades subterráneas son móviles y con agencia;
el estudio del desarrollo humano y el comportamiento en condiciones de privación
pone en evidencia que:
Brasil, en la misma medida que la ciudad de Río de Janeiro, sigue siendo una sociedad
dividida: las desigualdades sociales son muy amplias y resuenan altamente en las fave-
las. A pesar del impresionante progreso, los indicadores continúan contando una historia
Referencias
Cavallieri, F., & Peres Lopes, G. (2008). Índice de desenvolvimento social – IDS: com-
parando as realidades microurbanas da cidade do Rio de Janeiro. Río de Janeiro: IPP/
Prefeitura da Cidade do Rio de Janeiro.
Clammer, J. (2014). Art, Culture and International Development: Humanizing social trans-
formation. Abingdon, Oxon ; New York, NY: Routledge.
Coutu, D. L. (2002). How resilience works. Harvard Business Review, 80(5), 46–56.
Harvey, D. (2003). The right to the city. International Journal of Urban and Regional Re-
search, 27(4), 939–941. http://doi.org/10.1111/j.0309-1317.2003.00492.x
112
Jovchelovitch, S., & Priego Hernández, J. (2013). Underground sociabilities: identity, cul-
ture and resistance in Rio de Janeiro’s favelas. Brasilia: UNESCO. ISBN: 978-85-7652-
180-8 (inglés); 978-85-7652-179-2 (portugués).
Marmot, M., Allen, J., Bell, R., & Goldblatt, P. (2012). Building of the global movement for
health equity: from Santiago to Rio and beyond. The Lancet,379(9811), 181-188.
Putnam, R. D. (2000). Bowling alone: The collapse and revival of American Community.
Nueva York: Simon and Schuster.
Resumen
Este documento tiene por objetivo exponer y discutir tendencias urbanas recientes en las
ciudades mexicanas —particularmente en la Ciudad de México—. Desde la perspectiva
del mercado laboral urbano se identifica un número de tensiones en materia territorial
entre las centralidades urbanas y la periferia. Además de evidenciar que ocurren una se-
rie de fenómenos y de que toman lugar distintos procesos urbanos que tienden a restar
atributos a las periferias, el trabajo explora la existencia de elementos que le asignen a
la(s) periferia(s) una condición de patrimonio urbano.
Introducción
El papel que juegan las periferias urbanas, como partes constitutivas de las ciudades,
en la definición del patrimonio urbano merece una reflexión cuidadosa por parte de
académicos, planeadores, hacedores de políticas públicas, entre otros. Este documento
tiene por objetivo, en primer lugar, exponer y discutir tendencias urbanas recientes en las
ciudades mexicanas —particularmente en la Ciudad de México—. En segundo término,
desde la perspectiva del mercado laboral urbano, se identifica un número de tensiones
en materia territorial entre las centralidades urbanas y la periferia. Además de evidenciar
que ocurren una serie de fenómenos y de que toman lugar distintos procesos urbanos
116
que tienden a restar atributos a las periferias, el trabajo explora finalmente la existencia
de elementos que le asignen a la(s) periferia(s) una condición de patrimonio urbano. Se
sugiere que es posible identificar rasgos de la periferia como patrimonio urbano en su
carácter intangible y técnico, a traves de las habilitades y cualidades de las que es porta-
dora la población y fuerza laboral que reside en ella.
A través del sistema urbano, desde luego, se presentan variaciones en el grado y carac-
terísticas de la urbanización. Históricamente, la urbanización y el sistema urbano se han
caracterizado por la alta primacía de la ciudad principal - la Ciudad de México.
El origen del fenómeno metropolitano en México data de la década de 1940 periodo que
marca el arranque del mayor impulso industrializador. La expansión física de las ciuda-
des comenzó a superar sus límites administrativos alcanzando dos o más municipios o
estados y resultando en la conformación y crecimiento de las áreas metropolitanas. En
ese momento, las ciudades de México, Monterrey, Torreón, Tampico y Orizaba presen-
taban ya indicios de la expansión metropolitana (SEDESOL, et al. 2007; Moreno 2005).
En 2012, de acuerdo con la delimitación oficial basada en datos censales de 2010, había
cincuenta y nueve zonas metropolitanas en el país. El conjunto metropolitano consta de
un total de 367 municipios, representa el 8 por ciento de la superficie del país, da cabida
a casi 64 millones de habitante (57 por ciento de la población total) y genera cerca de
tres cuartas partes de la producción nacional (SEDESOL, et al. 2012). A la metropoliza-
ción se agrega el desarrollo de una megalópolis en el sub-sistema urbano en el centro
del país, a saber, la unión del área de influencia de dos o más zonas metropolitanas, en
este caso la Ciudad de México, Toluca, Puebla, Cuernavaca, Querétaro y Pachuca.
118
El mercado de trabajo urbano: centralidad
económica y periferia
El mercado de trabajo tiene un ámbito espacial que se relaciona con múltiples aspec-
tos de la ciudad: su estructura demográfica, la localización residencial y la distribución
espacial y sectorial de la actividad económica. Todos estos elementos son definitorios de
la centralidad urbana (Isunza y Soriano 2008).
les en varias delegaciones del Distrito Federal y municipios colindantes del Estado de
México. Asimismo, la población de menores recursos buscando vivienda en territorios de
bajo costo tendió a alejarse del centro de la Ciudad de México, particularmente al oriente
en Chimalhuacán (que posteriormente se dividió para la creación del municipio de Ne-
zahualcóyotl) y al norte de la ciudad en Ecatepec, mientras que la población de mayores
ingresos accedió a nuevos proyectos habitacionales en la Ciudad Satélite (Naucalpan)
que se conectó a través del Anillo Periférico con el centro de la ciudad.
Por otro lado, ¿se puede entender la periferia más allá de considerarse como una
condición de la expansión urbana y centralidades económicas? Desde una perspectiva
temporal se aprecia una evolución en el entendimiento de la periferia: de la periferia
entendida como la confluencia entre periferia física y económica (lejanía física más dis-
tancia económica) a la periferia concebida en su carácter social (segregación y exclusión
social de barrios y distritos). La periferia social designa sectores donde, aunque se haya
difuminado el alejamiento en el espacio, se ha ampliado el alejamiento en la estructura
social. Existen barrios que se convierten en enclaves desconectados; casos donde el
mantenimiento o desarrollo de tejidos empresariales locales, básicos para la dotación de
empleo y ambientes productivos, se truncan. De ahí que socialmente hay más de una
periferia, aquellos espacios en los que tienen lugar la diferenciación social y económica
independientemente de su localización dentro de la ciudad, es decir, pueden tener una
localización geográfica central o periférica. Sin embargo, las periferias de localización pe-
riférica muestran una sumatoria de contradicciones y barreras, donde se acumulan todos
aquellos elementos –sociales, económicos y espaciales- no deseables (Alguacil, 2000).
120
Fraccionamiento “La Trinidad” Zumpango, Estado de México. © Mariscotti Medina
El problema del mercado laboral de las periferias, además del tipo de actividades econó-
micas en las que se especializan tales espacios (comercio minorista principalmente), es
la escasez de empleos que faciliten la cercanía desde los lugares de residencia. La leja-
nía a los empleos provoca elevadas necesidades de movilidad la cual se ve limitada por
la pobre infraestructura, altos costo de pasajes y tiempos de viajes. La importancia de la
movilidad en la estructuración de la ciudad y en el funcionamiento diario de las ciudades
y de la vida cotidiana de las personas forma parte de la complejidad de los espacios
urbanos que hoy día habitamos.
122
La fuerza laboral en las periferias como
patrimonio urbano intangible
El precepto de patrimonio urbano ha cobrado gran fuerza en las políticas públicas de
muchas ciudades. En la Ciudad de México las políticas públicas comienzan a reivindicar
de manera sistemática la recuperación del patrimonio urbano como elemento de interés
público. En una definición general pero completa y dinámica el patrimonio urbano se
conceptualiza como el conjunto de elementos presentes en la ciudad procedente de ge-
neraciones anteriores y en los que cada sociedad reconoce un valor cultural o emocional,
físico o intangible, histórico o técnico (ICOMOS, 1965, citado en Antequera, 2015). Dado
el contexto descrito ¿es posible pensar en una periferia como territorio de oportunidad
y como patrimonio urbano? En realidad, la construcción del concepto de periferia como
patrimonio urbano se vuelve una tarea problemática.
Las periferias de las grandes ciudades son vistas en el imaginario colectivo como lugares
con pobreza, grises, indiferenciados, y como un mosaico de problemas (Figura 6). Desde
la Administración Pública se tiende a perpetuar esta idea al minusvalorar, ignorar o debili-
tar la presencia de patrimonio urbano en la periferia, bien por omisión o por conveniencia
tácita (o incluso activa) de intereses específicos, por ejemplo, el de inmobiliarias y espe-
culadores que operan en las periferias donde es más fácil obtener mayores beneficios en
menor tiempo que en los siempre restrictivos centros históricos por sus normativas, nive-
les de protección, o por la presión de la opinión pública (Antequera, 2015). De tal forma
que los elementos protegidos del patrimonio urbano siguen centrándose primordialmente
en aspectos visuales, estéticos o artísticos (de tipo tangible) usualmente ubicado en el
centro histórico, menospreciando aquellos aspectos simbólicos o identitarios, vinculados
a la memoria colectiva y la vida cotidiana de la población local (intangibles).
Esta lectura de la fuerza trabajadora como patrimonio merece una exploración más profun-
da a la luz de los fenómenos urbanos tan peculiares en desarrollo que han llevado a este
posicionamiento de importantes masas de población en las periferias de las ciudades.
Comentarios finales
El patrimonio urbano como una categoría inclusiva que involucra aspectos materiales y
elementos intangibles bajo la mirada del mercado laboral posibilita su gestión y protec-
ción a través de una doble vía: un impulso el desarrollo humano que fomente y refuerce
las capacidades cognitivas y técnicas de los trabajadores que viven en la periferia; el
impulso de empleos locales que generen riqueza y refuercen las capacidades de la fuer-
za laboral. Ambas vertientes son susceptibles de incorporarse como parte de las políticas
de desarrollo local. En la perspectiva expuesta en este documento se proponen algunas
alternativas tendientes a guiar acciones de conservación y valoración del patrimonio
intangible en las llamadas periferias urbanas:
124
• Fortalecer los esquemas de coordinación metropolitana entre los tres niveles de
gobierno, pero sobre todo entre municipios del Estado de México y la Ciudad de
México.
• Medidas de fomento económico que conformen mercados locales de trabajo.
• Diversificación de actividades de alto valor económico o cultural.
• En general incentivar cualquier medida que fortalezca las estrategias de sobrevivien-
cia económica
• Apoyar los vínculos económicos, sociales y ambientales positivos entre las zonas
urbanas, periurbanas y rurales mediante el fortalecimiento de la planificación del
desarrollo nacional y regional.
• Por último, propugnar por el derecho a la no movilidad cotidiana refiriéndose a que la
movilidad cotidiana por motivos de trabajo debe ser una elección no una necesidad;
con ello, acercar los empleos a la población trabajadora.
Referencias
Alguacil, Julio (2000). Calidad de vida y praxis urbana: nuevas iniciativas de gestión
ciudadana en la periferia social de Madrid. Centro de Investigaciones Sociológicas, Co-
lección monografías, 179. http://habitat.aq.upm.es/cvpu/acvpu.pdf
Antequera Delgado, Antonio Jesús (2015). La situación del patrimonio urbano en la peri-
feria de la gran ciudad: patrimonio oficial versus patrimonio identitario. El caso de Cara-
banchel Alto (Madrid). http://upcommons.upc.edu/bitstream/handle/2117/79072/47BCN_
Antequera_Antonio.pdf
Douay, Nicolas. 2008. ‘From Urban Corridor to Megalopolis: the Taiwanese Metropoliza-
tion’. 5th Congress of the European Association of Taiwan Studies, Prague, April 18-20th
2008.
Isunza Vizuet, Georgina y Vladimir Soriano Cruz. 2008. Mercado de trabajo y movilidad
en la ciudad de México (Artículos y Miscelánea). Mundo Siglo XXI. Revista del Centro de
Investigaciones Económicas, Administrativas y Sociales del Instituto Politécnico Nacional,
11: 45-56.
126
SEDESOL, CONAPO, & INEGI.2007. ‘Delimitación de las Zonas Metropolitanas de
México, 2005’. Secretaría de Desarrollo Social. Consejo Nacional de Población. Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática.
Trejo Nieto, Alejandra y Paola Domínguez Paniagua (2014). Localization and concentra-
tion in urban labour markets and submarkets in the metropolitan areas in central Mexico.
Ponencia presentada en la Regional Studies Association, RSA Global Conference 2014.
27 al 30 de abril de 2014. Fortaleza, Brasil.
1
Jacobs, Jane (1961). The Death and Life of Great American Cities. (Edición original publicada por
Random House, Inc., Nueva York. Traducción española de Ángel Abad, Muerte y vida de las grandes
ciudades. 2. edición 1973 (1. ed. 1967), ) Ediciones Península, Madrid.
2
Françoise Choay / ISBN : 2213662541 / Éditeur : FAYARD (2011).
En la oportunidad de una visita, hace 10 años, es decir 20 años después, pude evaluar la
evolución de los dos asentamientos.
130
talleres mecánicos, herrerías, carpinterías… por “generación espontánea”. Una econo-
mía “tradicional” que, desde la periferia, se conecta con la ciudad, pero también con el
territorio que la provee. Son su razón de ser. Sus formas urbanas son ricas, productivas
y originales, sobretodo porque son mixtas en sus actividades y población. Son células
generadoras de urbanidad. Una microeconomía sin la que no hay macroeconomía, se-
gún acertadamente sostiene el economista insigne de la economía liberal, Robert Lucas,
premio Nobel para más señas.
El proyecto sin embargo, no trascendió más allá del papel. Luego de largas e intensas
lluvias la montaña se vino abajo. Sucedió la tragedia de una avalancha general de tierra
y rocas sobre el litoral caraqueño, que dejó más de 20.000 muertos. Ante la urgencia, las
autoridades nos solicitaron ir a trabajar en la zona devastada, que, por cierto, poco afectó
los cerros de las barriadas, sino la planicie aluvional de la costa, ocupada por urbaniza-
ciones formales con frente al mar y la playa.
132
y servicios. Cada propuesta o contrapropuesta fue discutida y aprobada en asambleas
generales, abiertas y multitudinarias. Mientras tanto, un pequeño grupo de vecinos, más
motivados que los demás, se reunía todas las tardes por su cuenta en nuestra oficina.
Preguntaban mucho y se impacientaban ante la lentitud del proyecto. Les propuse que
buscaran su propia solución a los problemas más urgentes. Así podíamos trabajar más
tranquilos nosotros también, sin interrupciones. Teníamos la compleja tarea de elaborar
un proyecto de habilitación radical y completa del barrio: atendiendo vialidad, servicios de
infraestructura y superestructura, rehabilitación de edificaciones, y el proyecto de nuevas
casas que elaboramos según el modelo local de la casa rural tradicional, de probado
buen manejo del clima y el entorno. Finalmente dibujamos una plaza central que acogía
un centro comunal. Una plaza tropical con servicios cívicos flotando a 4 metros de altura
entre pasarelas, pues en Maracaibo la temperatura promedio de los registros históricos
es de casi 30 grados.
El éxito de sus logros y gestión fue tan rotundo que, no sólo los mantuvo muy ocupa-
dos, sino cada vez más desinteresados en nuestro proyecto habilitador y oficial. Esto no
impidió que termináramos el proyecto. Sin embargo, hoy duerme un sueño profundo, en
alguna gaveta del INAVI, el Instituto Nacional de la Vivienda. Nunca se realizó. El progra-
ma de habilitación de barrios quedó suspendido. El gobierno súbitamente decidió volver
a la producción industrial de viviendas y de votos, en la abierta periferia de las ciudades.
A pesar de todo pero gracias al emprendimiento de su gente y a la mínima disponibilidad
en el terreno de un puñado de profesionales, Rafael Urdaneta dispone todavía hoy de
un servicio público de agua y gas que aunque precario, tiene mucho futuro. Resultó inevi-
table hacerme de nuevas convicciones luego de esta experiencia.
Por eso y más que nunca, es imperativo disponer de un marco normativo y jurídico que
facilite la capacidad de emprender, edificar, resolver y crear del habitante, como persona
corporal. Un marco hoy en día secuestrado so pretexto de reducir el riesgo o de proteger
al ciudadano. Porque a fuerza de normas se coarta al ciudadano de toda iniciativa. Con
requerimiento de títulos, diplomas, o licencias, papelería burocrática para autorizaciones,
“permisos” y financiamientos, ajustados a normas caducas o innecesarias y, cada vez
más, exigiendo o imponiendo costosos seguros, se cercena su iniciativa y creatividad
alejándolo cada vez más de la ciudad.
134
simbolizada en la sombrilla blanca que los cobija. Plaza pequeña y vacía en medio de
dos grandes ríos, el Mekong y el Nam Khan.
Allí, el príncipe que no quería ser gobernado, reinó gracias a sus buenas relaciones con
multitud de jefes locales. No podía el príncipe gobernar de otra manera en esa acci-
dentada geografía, refugio de pueblos diversos. Carecía de los arrozales propios de
tierras planas con que acumular riqueza y alimentar un ejército para unificar los pueblos
convirtiéndolos en uno solo. De suerte que fue su espíritu libre y tolerante lo que le valió
el respeto de sus vecinos de ZOMIA. Lo adoptaron como digno representante de su
diferencia, independencia y libertad.
Su Palacio era el sitio de todos y de nadie. “La sombrilla blanca” abrigaba la confluencia
de los ríos y su gente que intercambiaba productos y opiniones, compartía sus maneras
o simplemente se mezclaba, como las aguas. Luang Prabang se hizo el lugar donde se
aglomeraban los pueblos diversos en barrios llamados Bans: la ciudad de todos, ciudad
sin el poder, Ciudad de los Caminos Cortos. Mal podía la frágil sombrilla erigirse como
símbolo de conquista, explotación o dominación, ni siquiera de desarrollo.
Tiempo después, engolosinado con el poder, el príncipe decidió trasladarse a una región
más dócil y productiva, la llanura de Vientiane, hoy capital del país. Los Lao Lum dueños
de los arrozales, le dieron el poder de reunir un ejército que pronto aunque brevemen-
te, dominó los pueblos expuestos en la llanura, aguas abajo en la ribera izquierda del
Mekong, al pie del altiplano inexpugnable de ZOMIA. Al millón de elefantes ya no los co-
ronaba aquella simple sombrilla blanca, dulce símbolo de amparo y confort. Un déspota
ambicioso y armado, posado sobre los elefantes y bajo la sombrilla, simbolizaba ahora
su creciente poder. Imagen ya no de la ciudad de nadie y de todos, al servicio sostenible
de un paisaje de múltiples terruños, sino de una capital pretenciosa, aunque obediente
y sumisa, edificada como instrumento de explotación insostenible de los recursos de
un país que ya no era paisaje sino un ambicioso siempre más y más allá. Sin embargo,
Luang Prabang siguió siendo de nadie y de todos. En su emblema, la silla sobre los
elefantes permaneció vacía bajo la sombrilla blanca, erecta en el perfecto equilibrio que
le daba la voluntad de sus pueblos/elefantes de compartir un reino con la naturaleza.
Más tarde sobrevino el “protectorado” francés que en el siglo XIX le otorgó corte y pro-
tocolo a un rey, invento de L’Ecole des Beaux Arts de Paris, con Palacio, historia, trajes
y símbolos, escuela y casa para el maestro, prisión para los malos y hospital para los
enfermos. Mucho esfuerzo y dinero, urbanismo y edificaciones para una colonia francesa
que ingenuamente creía gobernar con sólo una docena de funcionarios. Nunca hicieron
falta porque en realidad, Luang Prabang y su paisaje se seguían gobernando solos. En
orden y sin poder, gentes diversas seguían habitando la ciudad. Embajadoras respe-
tuosas y libres, de un amplio territorio de donde provenían sus distintas economías y
patrimonio, lenguas y culturas, historias y saberes, creencias y diferencias.
Lo había entendido casi medio siglo antes, el antropólogo francés Pierre Clastres: “Lo
que nos muestran los salvajes, es el esfuerzo permanente por impedir a los jefes, ser je-
fes. Es el rechazo de la unificación. Es el trabajo de conjuración del todos somos uno, del
Estado. La historia de los pueblos que tienen una historia es, como se dice, la historia de
la lucha de clases. La historia de los pueblos sin historia es, como se dirá con la misma
verdad, la historia de su lucha contra el Estado”. Llama Clastres, “pueblos sin historia”,
a estos pueblos rebeldes y prófugos, en contraposición a los “pueblos con historia”, que
son los pueblos del poder “civilizador” y coercitivo.
Esta suerte de aldeas, también llamadas Ban, pasa raramente de 200 hogares, en cuyo caso
se subdivide para formar otra aldea. Preservando siempre la tierra que lo sustenta. El Ban
constituye la unidad base del sistema de ocupación del territorio, estrechamente ligado a una
economía rural. Cada Ban tiene una junta de jefes elegida por sufragio universal. Ejercen una
democracia directa en asambleas abiertas, donde discuten problemas comunes.
En Laos no existe palabra para decir “ciudad”. Lo que mas se le acerca es Meuang que
significa dominio o poder, y por extensión, gobierno o Estado. El Meuang es entonces
la pretensión de gobernar una casual concentración de Bans/barrios que en realidad con-
servan individualmente, en el campo como en la ciudad, la estructura urbana y política
que les confiere autonomía en su relación con el territorio. Cada barrio-Ban es ciudad y
campo en la ciudad. Un “orden fuera del poder” que tanto han cultivado los habitantes de
ZOMIA. Por eso la Ciudad/Meuang no pierde su escala humana.
3
The Art of Not Being Governed: An Anarchist History of Upland Southeast Asia. Yale University
Press, 2009.
136
Ciudad de los Caminos Cortos : Todo en todas partes está cerca: el goce, el trabajo y
el descanso, generalmente a distancia de la sola fuerza muscular. Los flujos se apaci-
guan entonces. Y, sin su violencia, la calle recupera su industriosidad y convivialidad.
La ciudad es toda centro, en una compacta y homogénea heterogeneidad. Vive de su
campiña, bosques y ríos y por lo tanto los respeta . Por eso Luang Prabang no tiene peri-
feria urbana. Cada Ban en la ciudad es el alter ego de un pueblo, un elefante de los que
se cobijan bajo la sombrilla blanca de su emblema. Un mundo urbano que es espejo de
un mundo rural: el adentro en sinergia con el afuera claramente delimitados. Un Paisaje
Urbano Histórico que los contiene a ambos, conformando en su geografía un “país”, en el
sentido mas antiguo de la palabra: como ecosistema de vida, economía local, sostenible
a escala humana.
I
A diferencia de la vivienda formalizada, que suele cumplir con un programa de cierta lineali-
dad y predictibilidad: primero planeo, luego construyo y luego habito, en el caso de la vivien-
da de invasión u ocupación informal sucede una virtual simultaneidad de todas las etapas de
su ciclo de vida: “Ocupo, mientras habito, mientras resisto, mientras me desalojan”.
Este motto o lema es la piedra angular del presente proyecto y trata de sintetizar dicha
concurrencia, que se traduce en un estado de crisis permanente de la vivienda, mismo
que convive muy de cerca y de manera simultánea con el acentuado arraigo y profundo
sentido del habitar de estas familias.
Contexto
Villa Gloria
Ciudad Bolivar, Bogotá, Colombia
Villa Gloria, Ciudad Bolívar es un barrio ubicado al sur de Bogotá, Colombia. Al igual que
muchos barrios periféricos en Latinoamérica es parte de un asentamiento que ha sufrido
un crecimiento desmesurado e irregular. Las viviendas están construidas en terrenos ines-
tables que no están habilitados: no cuentan con luz, agua y drenaje, y mucho menos con
servicios escolares, médicos o culturales. Este tipo de asentamientos se gestan paralela-
mente a las grandes aglomeraciones urbanas; aquí, las familias son quienes autoconstru-
yen sus hogares, pavimentan sus aceras, colocan su alumbrado. Son familias pioneras,
que sin tener consciencia de ello, llevan a cabo una tarea que requiere de un conocimiento
especializado. La improvisación es, sin duda, el impulso que les permite generar edificacio-
nes que —en muchas ocasiones— son precariamente habitables o de existencia efímera.
A esto debemos sumar que en estos barrios hay pocas garantías legales, y los permisos
para la construcción y las escrituras son casi inexistentes. La corrupción y la extorsión por
parte de los funcionarios públicos está presente en cada uno de los momentos de la cons-
trucción de la vivienda, se vive al margen de las reglas. De ahí que sus habitantes vivan la
zozobra permanente de ser expulsados de sus propias casas. La oportunidad de una propie-
dad legal o formal es casi imposible, la mayoría de los predios permanecen en una especie
de obra negra, a medio construir, en un estado de “ruina futura” o de apuntalamiento.
III
140
La primera práctica colaborativa fue la sustitución de un techo de lámina por un techo de
concreto o fundición de la losa donde no sólo colaboró la familia que habitaría la casa,
sino también familiares, amigos y vecinos. Esta es la fase más importante de la auto-
construcción a la que se le conoce con el nombre de “echar la losa o levantar la cruz”,
momento fundacional en la autoconstrucción: se retiran las láminas o las lonas que han
servido de techo temporal y se sustituyen por una placa de concreto sólida que le da ca-
rácter de estabilidad, de pertenencia, de asentamiento “fijo” a la vivienda. Se genera una
estructura participativa, un tequio1 —carga de materiales, mezcla del concreto, nivelación
del terreno, colocación de malla y ladrillos, préstamo de herramientas, preparación de los
alimentos, etcétera— y, en último término, la celebración de la finalización del techo.
IV
Sobre la afectividad y el intercambio mutuo
Tengo un regalo hermoso en mi casa hecho por ellos. Una ventana de hierro firmada por
la familia con una dedicatoria: “Que sea lo primero que coloque cuando tenga una casa”.
1
En México se conoce como tequio a la faena o trabajo colectivo que todo vecino de un pueblo debe
a su comunidad.
La casa de hilo
Una vez construido el techo, le propuse a la familia la proyección del segundo nivel toda-
vía por construir. Ideamos un método para tomar las decisiones del crecimiento de ésta
y, con hilos de algodón se proyectaron los espacios futuros.
Utilizamos un código para dividir los futuros espacios domésticos: con hilo negro traza-
mos los espacios consensuados por la familia y en hilo rojo los espacios en discordia.
El resultado fue una casa en hilo a escala 1:1 a la manera de un autocad en vivo, que
sugirió la ubicación y tamaño de cada parte de la casa que se pretendía construir.
Esta suerte de escultura flexible, que invitaba a ser transitada, permitió la circulación
en torno a cada sección, y propició diversas lecturas que desbordaron la mera finalidad
práctica de la proyección arquitectónica. La casa de hilos atrapa el espacio, desmateria-
liza lo físico, es un cruce entre dibujo y escultura: el trazo más el dibujo nos da el esbozo
y el plano arquitectónico. La idea de elaborar una escultura sin peso y resuelta en el
campo visual genera sutileza, espacios atrapados en negativo. Es a la vez un dibujo, una
escultura y un hacer arquitectónico. Trazo, espacio y habitáculo.
Al mismo tiempo, los hilos en el aire tenían otro significado; muestran una obra en estado
de apuntalamiento, un gesto escultórico en equilibrio infinito e inestable. En ella se puede
percibir metafóricamente la fragilidad de la casa al ser transitada, la vibración de sus
paredes, ventanas, escaleras y altos techos de hilo. La etérea estructura —de alguna
forma— simboliza la esperanza y la fragilidad de sus sueños, lo que está en juego, vidas
enteras de esfuerzo.
Los hilos de algodón también pueden ser leídos como los hilos que unen a las personas;
representan los vínculos afectivos que se van generando entre los familiares, los amigos
y los vecinos que participaron en la fundición del techo de concreto.
142
Esta instalación in situ y de naturaleza efímera servía como una guía para una futura
construcción sólida, pero modelar en hilo y a escala natural no tuvo por objeto producir
una arquitectura “real” sino un simulacro o proyección de una visión sobre el habitar de la
familia que se vería acompañada y enriquecida por sus relatos y testimonios.
VI
Leyenda local
En este sentido, Arquitectura sin arquitectos hace eco, como sugiere el politólogo James
C. Scott, del papel de la inteligencia práctica, la intuición, la metis, en la esfera de la eco-
nomía informal. En ésta última se da forma a objetos y espacios por medio de una suerte
de ingeniería inversa o ingeniería popular, que atiende —mediante adhoquismos— pro-
blemas que no pueden resolverse con la aplicación de rutinas rígidas y preestablecidas.
Tal es el caso de los fenómenos de la vivienda informal, la autoconstrucción de vivienda
popular y asentamientos irregulares, que se mantienen en permanente apertura, entre un
estado de inicio y otro de abandono o incompletitud. En éstas subsiste una lógica de los
pequeños pasos, abierta a la sorpresa y a la inventiva, reversible y revisable. Arquitec-
tura sin arquitectos es una obra en estado de apuntalamiento perpetuo, en estado de
equilibrio inestable.
El propósito de este escrito es contribuir a la reflexión sobre la periferia como parte del
patrimonio cultural urbano. Para empezar, es importante precisar a cuál periferia nos
estamos refiriendo. Cuando hablamos de barrios periféricos, como los que se mencionan
en la convocatoria de nuestra reunión, nos referimos generalmente a los barrios carac-
terísticos del llamado urbanismo popular, el cual es una forma de producir la ciudad por
parte de la población de menores recursos, y mediante procesos colectivos que están
al margen o afuera de la legalidad, en territorios que por sus características jurídicas,
físicas o geográficas no resultan adecuados para construir. En estos asentamientos
coexisten identidad y diversidad, en combinaciones variables. Identidad porque todos
comparten un proceso de producción parecido aracterizado por la ausencia de urbaniza-
ción previa y la irregularidad jurídica en el proceso de urbanización. Diversidad porque
los resultados finales del proceso pueden variar enormemente dependiendo de las
características geomorfológicas del lugar y de los actores y los recursos involucrados en
el proceso de urbanización. Se tiene que resaltar al respecto un dato que a menudo se
pasa por alto, es decir que la producción irregular e informal del hábitat en la Ciudad de
México no es una característica exclusiva de los sectores populares, sino que la llevan
a cabo también los sectores medios y altos. Lo que denominamos como ciudad informal
no es privativa de los sectores populares sino también de sectores de mayores recursos,
quienes de manera análoga a lo que hacen los pobres, emprenden la construcción de
una casa en un terreno alejado de la ciudad central en ausencia de la infraestructura pre-
via y en ausencia de autorización formal para construir. La extensión de la urbanización
informal a todos los sectores sociales nos muestra que esta forma de producir la ciudad
es muy reconocida y practicada en México, al grado de ser vista para muchos como la
forma más usual de hacerse de una vivienda.
Esta precisión sobre el carácter interclasista del urbanismo informal sirve para destacar
que en las páginas que siguen nos ocuparemos especialmente de aquel urbanismo infor-
mal que es protagonizado por los pobres urbanos, ya sea aquellos recién inmigrados del
campo a la ciudad ya sea aquellos que forman parte de la población trabajadora urbana
en busca de un techo donde vivir. A este urbanismo le denominamos urbanismo popular
y sus productos son los barrios periféricos asentados en muchas partes de la metrópoli
de México, de cuyo panorama constituyen un elemento característico.
Antes de contestar la pregunta sobre el porqué el urbanismo popular debe ser consi-
derado como parte del patrimonio cultural urbano, es oportuno también que definir lo
que entendemos con patrimonio cultural. Estarán de acuerdo si digo que se trata de un
conjunto de bienes a los cuales se reconoce un valor colectivo y que por lo tanto hay que
preservar y cuidar. Su valor colectivo deriva de que estos bienes son importantes para
representar lo que somos como sociedad, es decir de qué estamos hechos y de dónde
venimos, como sociedad y como ciudad. Son una parte de nuestra memoria colectiva y
una base para nuestro futuro, de allí la necesidad de cuidarlos y de tenerlos presentes,
en lugar de olvidarlos o negarlos. Me inclino por una idea de patrimonio como algo vivo
que no sólo tiene que ser preservado, sino también tiene que ser mantenido en relación
con el resto de la sociedad. El patrimonio cultural tangible no debería estar separado de
la vida cotidiana de una sociedad, sino vinculado con ella y puesto en condición de durar,
es decir proyectado hacia un futuro posible.
146
dominante en el panorama urbano. Este hecho cuantitativo es el resultado de un desa-
rrollo histórico de nuestra metrópoli en el cual el hábitat popular es el tipo de espacio que
resulta como ganador, imponiendo su lógica de producción y su morfología a lo largo y
ancho del territorio metropolitano. Esto quiere decir que sus características distintivas im-
pregnan todo el espacio metropolitano, inclusive el que no ha sido construido de manera
informal, sino que deriva de procesos de planificación y diseño urbano.
Cuando irrumpe a mediados del siglo pasado como un fenómeno incontrolable y dis-
ruptivo con respecto a la ciudad moderna que se pretendía construir, el hábitat infor-
mal es leído inicialmente a partir de una visión dicotómica, que oponía el orden de la
ciudad moderna planificada al desorden de matriz rural que caracterizaría la manera
de asentarse de los pobladores pobres procedentes del campo (Connolly 2013: 525).
Sin embargo, después de más de cinco décadas de haberse iniciado ese proceso, hoy
podemos decir que este urbanismo ha permeado el conjunto de la ciudad y es hoy en día
el urbanismo dominante no solo en términos cuantitativos sino cualitativos, en el sentido
de que su manera de funcionar permea las practicas socio-espaciales propias de otros
tipos de hábitat imponiendo su cultura al conjunto del espacio urbano. Esto tiene que ver
sobre todo con la manera como se organizan las relaciones entre el espacio privado y el
espacio público, dos tipos de espacio que en el urbanismo popular no tienen el mismo
significado ni la misma constitución histórica que en el urbanismo de la ciudad moderna,
diseñada desde la iniciativa y desde la visión de lo público. La prevalencia cuantitativa
del urbanismo popular en la ciudad, genera como resultado que no exista en la memo-
ria colectiva urbana la idea de las instituciones como promotoras e impulsoras de la
producción del espacio urbano (ibid., 505). Lo que encontramos en la memoria colectiva
son más bien los esfuerzos de los pobladores por producir la ciudad desde abajo con sus
propios recursos. La intervención de las instituciones para proveer a los barrios de los
servicios más básicos es aleatoria, como una intervención posterior que no es ni prede-
cible ni automática, sino que necesita de largos procesos de negociación y movilización
para llevarse a cabo.
En el urbanismo popular la ausencia de planeación del espacio urbano hace que esta
distinción entre lo público y lo privado, entre la calle y las casas y entre lo que se puede
y se debe hacer en estos dos tipos de espacios, sea relativamente fluida o más compleja
que en los espacios definidos desde la planeación arquitectónica funcionalista. Esto se
observa a simple vista caminando por las calles de los barrios periféricos, en donde las
banquetas frente a las casas son usadas de múltiples maneras por los habitantes. Se
pueden dejar allí todo tipo de materiales, fabricar jardineras y sembrar las plantas que
se prefieren, inclusive utilizar ese espacio para sepultar a las mascotas de la casa. Este
modo de usar la acera en frente de la casa particular, a la manera de una extensión de
esta última, no es privativo de los barrios populares sino que tiende a ser el modo do-
148
de espacios públicos mediante la realización de grafiti en donde el graffiti, como medio
de expresión surgido de manera alternativa en los barrios marginales se convierte en una
estrategia para la recuperación de los espacios públicos reconocida y apoyada desde las
autoridades de gobierno.
Baste recordar al respecto que desde hace varias décadas las colonias populares han
sido objeto de diversos intentos de control, encauzamiento y regularización en los cuales
lo que está en juego es la relación política de las autoridades con sus pobladores. Estos
habitantes son reconocidos en su derecho a tener un techo y un patrimonio heredable.
Pero son reconocidos más aun dentro de una relación de tipo clientelar, como votantes a
los cuales pedir que cambien por su voto los servicios y apoyos recibidos en el trans-
curso del largo proceso de urbanización de los barrios. Desde la época de las llamadas
“colonias proletarias” surgidas a partir de los años treinta del siglo pasado, el intento del
gobierno por encauzar y normar el fenómeno del urbanismo popular ha estado presente.
La interlocución con los pobladores fue planteada desde ese entonces como un hecho
colectivo dentro del marco del estado corporativo, en el cual el reconocimiento como po-
bladores individuales era imposible y tenía que pasar a la fuerza por las Asociaciones pro
mejoramiento (Azuela – Cruz Rodríguez 1989). En otras palabras, coherentemente con
la estructura corporativa del estado mexicano, desde sus orígenes los pobladores fueron
tratados como grupos de habitantes y sus derechos no fueron reconocidos en términos
individuales.
El que se trate de un fenómeno social implica que el proceso de construcción de los ba-
rrios periféricos no tiene casi nada de casual o de espontaneo – como se escucha decir
a veces por ejemplo cuando se evoca la imagen de los pobladores como “paracaidistas”
es decir personas que aterrizaron en un lugar por azar, sin poder determinar exactamen-
te su ubicación - sino que se trata de un fenómeno que responde a patrones repetitivos
que a su vez remiten a necesidades colectivas de grandes masas de población, que se
encontraban empujadas por las mismas fuerzas sociales hacia las mismas soluciones. A
este respecto, la imagen menos adecuada para describir el poblamiento popular es justo
la de los paracaidistas. Mientras que estos no pueden prever donde van a ir a parar, en
el caso de los pobladores populares su llegada masiva en ciertos días a cierto predios
situados en cierta localidad, no era nunca el resultado del azar y no sucedía de manera
espontánea o casual, sino que era posible sólo después de un proceso de organización
150
que involucraba a centenares de familias y no hubiera podido llevarse a cabo si organi-
zación y sin liderazgos efectivo y una estructura de organización vertical, especialmente
en una época en la que no había teléfonos celulares ni otras formas de comunicación
rápida como para improvisar la llegada de centenares de familias a una misma zona.
El caso tal vez más importante de esta manera de asentarse es el de la zona de los
pedregales de Santo Domingo en Coyoacán. Se trata de familias organizadas a las que
los líderes enviaban a ciertos predios sobre la base de una noción bastante clara de lo
que se encontrarían y en algunos casos con la anuencia de los dueños de los predios.
La invasión de predios previamente visualizados es uno de estos patrones recurrente
que implicaba un conjunto de arreglos previos a la invasión con diversas instancias de la
autoridad local. Otro patrón recurrente que todavía se practica hoy en día, aunque ya de
manera muy escasa, es el de la compra de lotes sin fraccionar o fraccionados de manera
irregular en terrenos que no estaban destinados a ser urbanizados, como en el caso muy
sonado de ciudad Nezahualcoyotl y que luego se ha reproducido en otros municipios del
oriente cada vez más alejados.
De las muchas maneras en que los seres humanos habitan el planeta, la que consiste en
ir a fincar en un terreno que dista muchos kilómetros de la ciudad y que se encuentra en
condiciones de irregularidad y de peligrosidad en cuanto a sus características geomor-
fológicas no tiene por qué ser considerada como la más normal. ¿Qué es lo que mueve
millones de pobladores para ir a establecerse en lugares tan alejados? Por supuesto está
la necesidad y la estructura del mercado del suelo que no les permite adquirir otro tipo de
vivienda en otra ubicación. Pero existe también en el fondo de la colonización popular del
espacio una suerte de inquebrantable confianza en el progreso de la urbanización, ade-
más de algunas nociones compartidas entorno a la construcción de un mundo común. Se
trata de producir un barrio, mediante un proceso de construcción permanente, en el cual
la edificación del espacio va de la mano de la creación de un tejido de redes de relacio-
nes extremadamente densas y capilares, capaces de renovarse y de generar y regenerar
un cierto orden socio-espacial, y con éste también una definición del ámbito local y un
152
sentido de pertenencia al territorio, una cierta idea del “nosotros” que no siempre está
presente en otros tipos de espacios pero que ha sido colectivamente producida en el
caso de mucho barrios periféricos de autoconstrucción.
Mientras que la ciudad contemporánea tiende cada vez más a organizarse en torno al
desempeño de una sola función y a partir de una lógica fragmentada y defensiva, la
ciudad informal popular que surge de los procesos de autoconstrucción suele ser la más
heterogénea en cuanto a la procedencia y las características de sus habitantes, y suele
presentar en sus espacios una flexibilidad y una mezcla de funciones - residenciales,
comerciales, recreativas, productivas – que la convierten en un tipo de orden urbano ca-
paz de evolucionar y adaptarse al cambio, siempre y cuando su localización no sea muy
alejada y su proceso de consolidación haya podido realizarse de manera razonablemen-
te exitosa. No sucede lo mismo en otros contextos urbanos los cuales tienden cumplir
un ciclo y a deteriorarse de manera casi irreparable, como es el caso de los grandes
conjuntos de vivienda masiva de interés social. En cambio, el urbanismo popular se de-
fine como “progresivo” justamente por esta capacidad de mejora y de progreso que lleva
implícita en su lógica constitutiva. A este respecto dos autores que vale la pena recordar
aquí por sus estudios sobre el valle de Chalco Lindon y Hiernaux hablan de los idearios
de progreso de los pobladores del oriente del área metropolitana. Con este término se
refieren al impulso por ir a colonizar, considerando que el asentamiento en un nuevo
territorio no es sólo una manera de hacer un hogar, sino una oportunidad de emprender
un negocio - generalmente una tiendita u otra actividad comercial en la propia vivienda.
Esta oportunidad micro-empresarial existe justamente porque el espacio es nuevo y por
lo tanto necesita de muchos pequeños negocios para llegar a ser una ciudad.
En estos barrios además desde su fundación las mujeres tienen derecho a estar – distin-
to a lo que sucede en otros tipos de espacios públicos - porque de lo que se trata es de
construir el barrio para la familia. Espacios donde la conjunción de necesidades primarias
que tienen que ser resueltas de forma colectiva y la no separación tajante entre los espa-
cios público, privado y doméstico, propicia una situación en la cual las mujeres no están
recluidas en sus casas (las cuales en los primeros años son sólo pequeños refugios)
sino que se ven proyectadas casi automáticamente al espacio social ya sea en forma de
la participación en las movilizaciones para conseguir los servicios, ya sea simplemente
en la forma de una frecuentación cotidiana del espacio común y colectivo en el cual se
tejen una gran cantidad de redes de apoyo. Estas redes sociales, junto con el proceso de
acondicionamiento del espacio tanto familiar como barrial, son las que definen la confor-
mación de un territorio y de un sentido de pertenencia al territorio, como pilares básicos
de la estructura social urbana.
154
Giglia 2008) – si la colonia es céntrica y bien comunicada, un porcentaje alto de habitan-
tes contesta que sí, después de todo lo que pasó para llegar a ser lo que es, la colonia
es céntrica. Una respuesta que es también una manera de decir que la colonia (el barrio)
se ha vuelto un centro para sus habitantes. Se trata en suma de uno de los contextos
urbanos en donde más fuertemente se produce y se reproduce el sentido de pertenencia
y el arraigo local y su puesta en relación con otros mundos, si es cierto que lo local solo
es definible en relación con un conjunto de otros espacios en la metrópoli.
Considero que estas razones, a las que seguramente se podrán añadir otras, son más
que suficientes para considerar a los barrios populares como patrimonio de la huma-
nidad. Me atrevo a sostener que tendríamos que repartir del urbanismo popular si se
quiere repensar la habitabilidad de la ciudad. En otros términos, repartir de un uso
flexible y compartido de los espacios urbanos en oposición a las tendencias hacia la pri-
vatización y separación de los espacios. Repartir de los usos intensivos de la calle como
espacio donde transitar a pie, y del vecindario como espacio donde se pueden resolver
las necesidades básicas de la vida cotidiana sin tener que desplazarse en un vehículo
privado. Repartir de la pluralidad de funciones del espacio urbano y de la capacidad para
negociar los usos compartidos y los usos exclusivos a lo largo del espacio y del tiempo
de la metrópoli. Repartir también de los barrios como lugares de sociabilidad y de memo-
ria colectiva sin las cuales no puede haber ciudad.
Referencias
Duhau Emilio y Giglia Angela (2008) Las reglas del desorden. Habitar la metrópoli, Siglo
XXI.
Low, Setha and Zuñiga Locating culture. The anthropology of space and place.
construcción de las identidades vecinales en Coyoacán, D.F., Miguel Angel Porrúa- CIE-
SAS -UAM Iztapalapa, México.
Castells, Manuel (1999), La era de la información, v. II: El poder de la identidad, Siglo XXI
Editores, México.
Borja, Jordi y Manuel Castells (1997). Local y global. La gestión de las ciudades en la era
de la información, Taurus, Barcelona.
Bourdin, Alan (2005). Lá métropole des individus, Édition de l’Aube, Le Château du Molin,
La Tour des Aiguës, 250 pp.
Bourdieu, Pierre (2001). Efectos de lugar, en Id. (coord.) La miseria del mundo, FCE,
Buenos Aires, pp. 119-24.
Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc (1995). Respuestas: por una antropología reflexiva,
Grijalbo, México.
Portal, María Ana (1999). La multiculturalidad urbana en México o las diversas formas de
apropiarse de la ciudad, en Rubens Bayardo y Monica Lacarrieu (coords.), La dinámica
global / local, Ediciones Ciccus-LaCRujía, Buenos Aires.
Savage, Mike – Gaynor Bagnall y Brian Longhurst (2005), Globalization and belonging,
Sage, Londres.
156
Hacer ciudad es darle voz al
espacio público
Rozana Montiel
Rozana Montiel | Estudio de Arquitectura
Hacer ciudad depende mucho de nuestra voluntad de darle voz al espacio público. El
mayor reto que tenemos como arquitectos es aprender a diseñar con la comunidad y no
sólo para la comunidad. En mi experiencia, el patrimonio intangible que hay que rescatar
en la periferia urbana son las prácticas sociales del espacio público. Un espacio público
activo es la clave para hacer ciudad.
Hablaré de cuatro de mis proyectos para ilustrar esta idea. Dos de ellos fueron comisio-
nados desde la institución y otros dos se hicieron desde la comunidad. Los cuatro tienen
en común la problematización del rol y función del arquitecto.
Xalpa
Las imágenes que ven aquí son de la Unidad Habitacional Xalpa, en la zona periférica de
CDMX, en Azcapotzalco.
Las rejas, muros y barreras son la constante más conspicua que he descubierto en mi
trabajo de investigación con unidades habitacionales. Desde la perspectiva del diseño
puro está claro que los enrejados fragmentan las áreas comunes, interrumpen los flujos
del espacio público, degeneran en espacios subutilizados y abandonados, y sin embar-
go, son la inercia más fuerte en el contexto de la vivienda social.
Fue todo un proceso descubrir que estas rejas, en realidad, son la esperanza en la
rehabilitación del espacio público. Digo esperanza porque, en su forma más cruda, las
barreras son un intento desesperado de apropiación del espacio público: los residentes
ponen rejas en su declaración de civilidad. El espacio público no son sólo áreas comunes
marginales entre edificios; se construye con prácticas cívicas cotidianas al centro de una
comunidad. A falta del hábito de la convivencia pública, los habitantes colocan rejas y
letreros para demarcar líneas de respeto.
En las intervenciones que realizamos en Xalpa logramos que los habitantes voluntaria-
mente renunciaran al 90% de los enrejados que habían colocado a lo largo de los años.
Sin duda ese fue el logro más grande, pero no hubiera sido posible si, como arquitectos y
La labor de mi despacho fue, primero que nada, escuchar las necesidades de los habi-
tantes, observar y entender su logística y problemáticas, y después idear herramientas
de diseño que facilitaran la organización comunitaria y pusieran la satisfacción de sus
necesidades en un primer plano.
La constante fue ver un deseo general de áreas recreativas que permitieran la conviven-
cia adecuada de los diferentes segmentos de la población. A menudo veíamos toldos
improvisados para extender el espacio público hacia las áreas comunes, con motivo de
fiestas y reuniones.
Seguimos esa veta y nuestra estrategia de diseño principal fue transformar la vertical por
la horizontal; cambiar las barreras por techos que “empacan” mucho programa, atractivo
para diferentes segmentos de edad a lo largo de todo el día. Con materiales sencillos re-
significamos el espacio. Así, el espacio privado se convirtió en una extensión del espacio
público.
“El Saloncito”
Un encuentro afortunado en Xalpa fue el de una covacha de lámina que ya era empleada
como cobertizo por algunos de los residentes para dar clases de regularización escolar,
un club de tejido etc. A pesar de las goteras, el sotechado había mantenido vivo un nú-
cleo de actividades comunitarias que valía la pena rescatar. Reemplazamos la covacha
158
por un saloncito cálido e iluminado que ampliara el potencial de esa iniciativa, como sala
de lectura y biblioteca. Conseguimos que el Fondo de Cultura Económica (FCE) donara
una colección de libros infantiles para echarlo a andar. Muy pronto ese espacio, en con-
junción con el techo del área común, se convirtió en un pequeño centro cultural comuni-
tario al interior de la unidad habitacional.
Nuevamente, el logro más importante a nivel de diseño fue el efecto poderosísimo que esta
intervención tuvo en la gente: los vecinos vieron con claridad la razón de cuidar su espacio.
Las mujeres se levantan temprano a barrer, algunos vecinos han organizado sesiones de
cine al aire libre. Los niños llegan a jugar a una hora y los jóvenes a hacer ejercicio a otra,
mientras que los adultos mayores se reúnen en diferentes clubes por la mañana.
Así que mis primeras observaciones para repensar los mecanismos de gestión urba-
na son:
1. No pelear con las barreras, sino trabajar con ellas para permitirle hablar al espacio
público.
2. Reutilizar lo que hay, escuchar el azar, y estudiar el carácter del sitio
Cancha, Veracruz
Cancha fue la rehabilitación de un espacio público para una unidad habitacional de apro-
ximadamente 25,000 habitantes, ubicada a las afueras del puerto de Veracruz. La unidad
cuenta con numerosos espacios abiertos que nunca fueron pensados como espacio
público y se convirtieron en espacios residuales.
Uno de estos espacios disponía de una cancha que permanecía en desuso por no estar
protegida del sol, la lluvia y las altas temperaturas propias del sitio. El objetivo del pro-
yecto fue introducir una cubierta habitable para reactivar la cancha y su entorno.
El resultado ha sido un modelo estructural replicable que responde al uso deportivo, pero
también a usos alternos: recreativo, educativo, religioso y contemplativo. La cancha es
un lugar de encuentro e interacción entre vecinos para usos diversos que funciona como
centro comunitario.
Los niños que antes vagaban solos, sin lugar a donde ir, por la unidad habitacional fue-
ron los primeros en hacer suya la cancha, jugando futbol, basquetbol, yo-yo, ocupando
la sala de lectura. Cuando les preguntamos qué les gustaba del sitio su respuesta fue
unánime “Al fin hay un lugar dónde estar”.
160
1. Un espacio ambientalmente congruente genera conciencia ambiental por sí solo.
2. Resignificar materiales sencillos puede crear un sentido de pertenencia al lugar.
Miravalle
Lo primero que llamó nuestra atención es que, aunque la comunidad vive en las faldas
del volcán de Guadalupe, la gente le había dado completamente la espalda al mundo
natural circundante. Así que nuestro primer paso fue organizar una SITUACCIÓN que
convocó a la comunidad de Miravalle a hacer una caminata a la cumbre del volcán. La
acción urbana fue contundente: por primera vez —relataron los líderes comunitarios—
miraron su hogar desde la perspectiva del volcán y nos dieron las gracias por devolverle
el valle y la mirada a Miravalle. La caminata al volcán fue el punto de partida para el
redescubrimiento de la comunidad pero también para encontrar soluciones creativas al
problema del agua. El cambio empezó con un cambio de percepción.
Junto con la comunidad nos dimos cuenta de un domo subutilizado que techaba un área
pública flanqueada por un comedor comunitario, un centro de salud y una biblioteca. Por
medio de una intervención de bajo costo, reciclamos el domo como una estructura para
recolectar agua de lluvia. El domo fue diseñado con una disposición pedagógica que
demuestra el proceso de filtración por el cual se abastece de agua potable al comedor
comunitario, a la vez que invita al público en general a pedalear en una bicimáquina para
bombear el líquido a una toma de agua potable pública.
Conclusión
El arquitecto inevitablemente funge como una figura mediadora entre institución y comu-
nidad. Este es un trabajo para el que, quizás, profesionalmente no se nos ha preparado.
Los obstáculos con los que nos hemos enfrentado provienen de ambos frentes, el institu-
cional y el comunitario, top-down y bottom-up.
162
A veces los vacíos y absurdos legales dejan en el limbo proyectos comunitarios, en
otras, se vuelve difícil la transmisibilidad de las herramientas de diseño con las que
podemos contribuir a una comunidad. La creencia general es que el diseño es superfluo
e innecesario en lugar de pensarlo como parte integral de la función que desempeña en
el mejoramiento de la calidad de vida. Trabajar con comunidad también rompe con la
lógica económica de la autoría arquitectónica; al final del día, el diseño no es algo que un
arquitecto se pueda adjudicar fácilmente. De este proceso surgen dos preguntas:
1. ¿Cómo podemos hacer evidente, como dice el artista Theaster Gates, que la belle-
za no es un lujo sino un servicio básico?
2. ¿Es necesario cambiar el énfasis del arquitecto-autor al arquitecto-facilitador para
poder trabajar con comunidad?
Nuestro trabajo como arquitectos o urbanistas es lograr que el espacio público hable por
sí mismo, darle voz a la comunidad para la que diseñamos. No imponemos soluciones
las descubrimos junto con la gente para la cual trabajamos.
Introducción
Según los datos de Naciones Unidas, la población mundial en el 1950 era solamente
30% urbana. Éste porcentaje subió hasta llegar a 54% en el 2014. Estos datos nos
indican que en los últimos 60 años hubo un proceso de urbanización masivo a escala
mundial que, según las proyecciones de las Naciones Unidas, seguirá aumentando. Este
proceso de urbanización afecta principalmente las ciudades de Asia, América Latina y
África, mientras en otras partes del mundo parece haberse estabilizado.
Dentro de este marco, la presente contribución al tema del Foro “La periferia como patri-
monio cultural urbano” se ha estructurado básicamente en tres puntos:
166
modo, la migración rural-urbana y la transferencia de mano de obra de la agricultura rural
a la industria urbana fue percibido como un proceso positivo. La idea central de esta
teoría es que las ciudades muy grandes ayudan a una nación a concentrar sus escasos
recursos financieros de manera eficiente. En una segunda etapa del proceso de moderni-
zación, la riqueza resultante de esta estrategia tendría automáticamente que extender los
beneficios del desarrollo también fuera de las grandes áreas metropolitanas a través de
los así definidos “trickle-down effects”, efectos en cascada. De esta manera, se hubiera
invertido la polarización espacial y aliviado los efectos del inevitable “desarrollo desigual”
y los desequilibrios sociales inevitables producidos por la primera fase (Wheaton and
Shusido, 1981). Se esperaba una convergencia del Primer y del Tercer Mundo, de acuer-
do con una perspectiva etnocéntrica, centrada en el mundo y la cultura occidental.
En primer lugar la urbanización en Asia, África y América Latina se caracteriza por la pri-
macía urbana, “urban primacy”, que ha sido definida como una condición en la que una
sola ciudad domina otras ciudades dentro del sistema urbano intranational.
Por otra parte, las ciudades se van fusionando entre sí y crean regiones metropolita-
nas extendidas. Estas nuevas configuraciones toman la forma de mega-city regions y
corredores urbanos, que son, generalmente, las partes más dinámicas de cada sistema
nacional. Las “mega-city regions” son agrupaciones urbanas policéntricas rodeadas por
las periferias, zonas de influencia de baja densidad. Son unidades económicas naturales
que resultan del crecimiento, la convergencia y la extensión espacial de áreas metropoli-
tanas y otras aglomeraciones geográficamente conectadas (UN-Hábitat, 2008). En estos
nuevos patrones de urbanización, el desarrollo urbano y regional se funden. La distinción
168
características muy diferentes, espacialmente separados dentro de las metrópolis, pero
íntimamente relacionados y interdependientes (Amin, 1976).
El último efecto negativo relacionado con el crecimiento urbano acelerado de las megaló-
polis se refiere a la exclusión social y política de una parte relevante de la población. En
todos los países del mundo, el acceso a la “ventaja urbana” (urban advantage), o sea a
los beneficios relacionados en términos de oportunidades, empleo y servicios ofrecidos
por la ciudad, está determinado por diversas organizaciones e instituciones. El problema
en los países en desarrollo es que la mayoría de estas instituciones son débiles o disfun-
cionales, exponiéndose a la influencia indebida de intereses particulares, nacionales o
extranjeros. En algunas ciudades, faltan las instituciones públicas, necesarias para priori-
zar los intereses de la sociedad en general, en cuyo caso los intereses privados llenan el
vacío y actúan como sustitutos de las instituciones. Como resultado, hay en las mega-
lópolis un gran número de personas que no se benefician plenamente de la “ventaja
urbana”, no participan en la toma de decisiones y no gozan de los derechos y libertades
fundamentales mientras que otros viven en lugares decentes y saludables, con pleno
ejercicio de su ciudadanía. Los habitantes de barrios pobres no sólo son grupos urbanos
más vulnerables, excluidos de los procesos de toma de decisiones, sino que a menudo
se convierten abiertamente en “targets”. Su marginación se incrementa por el estigma
social relacionado al lugar en que viven, así como por la persistencia de legislación dis-
criminatoria, como las leyes contra la vagancia y contra la mendicidad, en combinación
con otros métodos de interpretación sesgada de la ley penal, leyes anti-squatting, abuso
de leyes anti-terroristas, nuevas estrategias de vigilancia y políticas de “cero tolerancia”
(UN-Habitat, 2008).
Según las proyecciones de las Naciones Unidas, más de mil millones de personas se
desplazarán de áreas rurales a las ciudades del Tercer Mundo para el 2030. Más del
40% de este crecimiento urbano será en los centros urbanos pequeños e intermedios
con población de menos de 500.000 personas. Asistimos, entonces, a una inversión del
trend de polarización y a la difusión de la urbanización dentro de los sistemas urbanos
nacionales.
Esto pasa por algunos procesos globales que están cambiando profundamente la orga-
nización de los sistemas urbanos nacionales. La modernización de las infraestructuras
de transporte y comunicaciones, la globalización y la reestructuración de las economías
nacionales en la forma neoliberal y la descentralización administrativa, son solo algunos
de los procesos que están fomentando el crecimiento de los centros urbanos intermedios
y, al mismo tiempo, imponen la adopción de nuevos paradigmas de interpretación para
ellos. La vieja jerarquización entre ciudades primarias, secundarias y terciarias, propues-
ta por la “central places theory” por Christaller (1933), teoría que ha dominado a lo largo
de todo el siglo XX, está superada por el paradigma de las “ciudades como nodos de sis-
temas urbanos reticulares”, (città come nodi di reti) propuesta por el geógrafo De Matteis
(1997), que explica mejor la nueva tendencia de los centros urbanos a organizarse en
redes multidireccionales, de una manera más fluida y no jerárquica.
170
Los centros urbanos intermedios están menos preparados para gestionar el rápido cre-
cimiento urbano, porque – en comparación con los centros urbanos principales - tienen
menos recursos financieros, menos servicios e infraestructura urbana, el nivel técnico
de las oficinas de planificación urbana locales es generalmente más bajo, la capacidad
administrativa insuficiente y los sistemas de recolección y gestión de datos no existen o
están incompletos, casi siempre no digitalizados (UN-Habitat, 2003). Además, investiga-
ciones recientes muestran que los fenómenos antes analizados con respecto al creci-
miento urbano de las megalópolis (dualismo urbano, favelización, degradación ambiental,
exclusión social y política), aun a escala reducida, se producen también en las ciudades
intermedias y van aumentando con la progresión de la urbanización (Nicchia, 2011).
Cabe destacar que, hasta ahora, la investigación y los proyectos de desarrollo urbano
se han centrado principalmente en las metrópolis, mientras que las ciudades intermedias
carecen casi por completo de investigación, planificación y proyectos. Por otro lado, en
estos contextos estamos, probablemente, a tiempo para experimentar formas de organi-
zación socioespacial más justas, formas innovadoras de gobernanza y de participación
de la sociedad civil y una relación más sostenible con la tierra y los recursos naturales.
Después del resumen de los principales procesos de urbanización que se están llevando
a cabo hoy en día a una escala global, así como de los principales efectos de estos
procesos en los sistemas urbanos locales, se proponen algunos puntos de discusión y
algunas propuestas de acción para los técnicos, que actúan a diferentes niveles en la
planificación y gestión urbana.
A nivel nacional, necesitamos construir sistemas urbanos más equilibrados, a través del
fortalecimiento de las redes de ciudades intermedias. Esta estrategia tiene como objetivo
promover el crecimiento económico junto con la equidad social y revertir la tendencia de
polarización de las principales ciudades. La investigación académica empezó reciente-
mente a enfocarse en este asunto. También algunas políticas se van difundiendo inter-
nacionalmente, por ejemplo, el proceso de descentralización administrativa, que están
transfiriendo autonomía política y administrativa a las ciudades intermedias, aunque este
proceso debería ser acompañado por la transferencia necesaria de recursos financieros
y capacidad técnica, sin los cuales el riesgo es la parálisis de los gobiernos locales.
172
participación en el proceso de toma de decisiones, la recalificación ambiental, asegurar
viviendas dignas y servicios básicos para todos. Con referencia a este punto, la “Ley
de Vivienda” del Distrito Federal y los programas de vivienda y de mejoramiento barrial
fomentados por el Gobierno de la Ciudad de México representan una buena práctica
de gobernanza inclusiva. Ellos reconocen y apoyan lo que está definido de una manera
muy elocuente como el “Proceso de Producción Social del Hábitat”, y son el espejo de
una administración que se abre a las reivindicaciones de los movimientos urbanos po-
pulares y que sabe valorar el trabajo de las ONG y de los técnicos locales socialmente
involucrados.
Referencias
Aguilar, A.G. and Ward, P.M. (2003), “Globalization, Regional Development, and Me-
ga-City Expansion in Latin America: Analyzing Mexico City‘s Peri-Urban Hinterland”,
Cities, Vol. 20, pp. 3-21.
Bairoch, P. (1988), “Cities and Economic Development from the dawn of history to the
present”, Univ. Chicago Press, Chicago.
Dematteis, G. (1997), “Le città come nodi di reti: la transizione urbana in una prospettiva
spaziale”, in Dematteis G. and P. Bonavero (eds.), Il sistema urbano italiano nello spazio
unificato europeo, il Mulino, Bologna.
Douglas, I. (1986), “Urban Geomorphology”, in Fookes P.G. and P.R. Vaughan (eds.),
A Handbook of Engineering Geomorphology, Surrey University Press (Blackie & Son),
Glasgow, pp.270-283.
Lipton, M. (1977), “Why poor stay poor: urban bias in world development”, Harvard Univ.
Press, Cambridge.
Llop Torné, J.M. (2010), “Base Plan. Tool for sustainable development of intermédiate
cities”, Proceedings of the 46th ISOCARP Congress 2010, Nairobi.
Mera, K. (1973), “On the urban agglomeration and economic efficiency”, Econ. Dev. Cult.
Change, Vol. 22, pp. 309-24.
Nicchia R. (2011), “Planning African rural towns”, LAP- LAMBERT Academic Publishing,
Saarbrücken.
174
Globalización, ciudad
y periferias*
Roberto Eibenschutz
Exdirector General del Fondo Nacional de Habitaciones Populares y Exsecretario de
Desarrollo Urbano y Vivienda en el Gobierno del Distrito Federal
Son dos elementos que están íntimamente ligados, no solamente en términos físicos,
geométricos, que existen y que son importantes, estos espacios físicos adaptados que
corresponden a una dimensión muy concreta, pero también este espacio es el vínculo en
donde se dan las relaciones entre actividades y flujos, entre espacio periférico y centro.
Son espacios que están relacionados y determinados uno por el otro, lo que sucede en
la periferia no podemos entenderlo si no entendemos cómo está funcionando el centro, y
cuando hablo del centro en este esquema, el gran tema para el que hemos sido convo-
cados es el de la periferia en la metrópoli y en la globalización.
* Transcripción de la ponencia presentada durante el Foro “La periferia como Patrimonio Cultural Urbano.
diales, globales y lo que pasa en estos espacios periféricos que son nuestros territorios
de países subordinados y nuestras metrópolis del subdesarrollo.
Es importante tener presente este vínculo y entender que estamos hablando de algo
que no se puede separar ni el centro de la periferia, ni la escala global de la local, ni
la dimensión física que es la dimensión tangible, concreta cuantificable, de la dimen-
sión intangible, que comprende lo social, lo cultural, y lo político; pero es importante
también que hablemos de las distintas dimensiones de la periferia, no podemos
hablar de la periferia como si habláramos de una dimensión única y homogénea,
tendríamos que hablar de las periferias en plural como dimensiones distintas que
podemos caracterizar y yo hablaría por lo menos de dos grandes dimensiones que
pudiéramos identificar y que se han mencionado en la literatura, que son por una par-
te lo que se denomina la rur-urbanización y por otra parte la sub-urbanización, o sea,
la primera hablando del medio rural, de la vida rural, de la cultura rural que afecta al
centro, y por la otra parte, la vida urbana en la gran ciudad que invade el medio rural;
son dos corrientes que se dan de manera simultánea que tienen distintas manifes-
taciones y que ocupan espacios, en ocasiones diferenciados, pero en ocasiones
espacios comunes que se yuxtaponen y que generan periferias muy complejas, muy
diversas y que podemos observar.
Se pueden citar algunos ejemplos que ilustran esta situación: Viniendo simplemente a
Santa Fe podemos observar como hay espacios donde aparecen de repente barrancas
donde hay zonas rurales y después grandes edificios, en fin; son mezclas de manifesta-
ciones urbanas con manifestaciones rurales que tienen distintos orígenes y comparten el
mismo espacio.
176
son profesores en alguna escuela y combinan su actividad urbana con su actividad ru-
ral, y esto les permite una vida más o menos equilibrada en términos económicos pero
también en términos culturales.
Este tipo de combinación de vida es muy especial y muy distinto por ejemplo a lo que se da
en otra manifestación de la sub-urbanización como pueden ser los grandes conjuntos urba-
nos que se están dando en el medio rural y que aparecen como hongos; es decir, conjun-
tos amurallados, cerrados, de en ocasiones miles de viviendas que son solamente vivien-
das que generalmente están hechos para gente que no vive en el campo, que no vive del
campo, que no tiene actividades primarias y que se desplaza cotidianamente a la ciudad
para resolver el acceso a servicios, educación, salud, trabajo, abasto, etc. Esta situación -
la ocupación de espacios rurales con actividades urbanas, está destruyendo la naturaleza,
está expandiendo innecesariamente a las ciudades, está atomizando el crecimiento urbano
y generando espacios muy difíciles de estructurar, muy difíciles de dotar de equipamiento,
sin estructura y con altísimos costos para la gente que vive en estos lugares.
Hay zonas de transición donde se dan mezclas de unas y otras formas de ocupación,
en que la población dependiendo de sus características y de su economía puede vivir
en mejores o peores condiciones. Podemos hablar incluso de algo que estamos muy
acostumbrados a ver en los espacios urbanos, que es el fenómeno de la gentrificación:
algunos barrios que ven desplazada su población original por población de mayores
ingresos que ocupa los espacios y aprovecha la buena localización; ahora resulta que
estamos también gentrificando el campo, es decir, aparecen clubs de golf, clubs cam-
pestre, clubs exclusivos con grandes residencias con todos los servicios, pero que tienen
una vida urbana y que están generando una periferia distinta, novedosa que goza de
todas las ventajas urbanas que por supuesto se mueve en automóvil y que colabora a la
congestión de las vialidades y a la contaminación de nuestras ciudades.
En conclusión yo podría decir que el modelo que hemos adoptado, este modelo globali-
zado es un modelo inequitativo, injusto, que incrementa la desigualdad y los costos del
desarrollo y que no esta dando opciones para la población de menores recursos.
Sí, tiene algunos aspectos positivos, aporta conocimiento, aporta tecnologías, reduce
los tiempos y la comunicación es enormemente mejor de lo que era antes, pero los
costos de la globalización son enormes y están siendo pagados por la población más
desfavorecida.
Finalmente quiero señalar algunas líneas de solución. ¿Qué hacer para enfrentar estas
situaciones? Yo diría que necesitamos plantear una nueva política de suelo. Este viernes
Clara nos está invitando a un seminario en el Colegio de México donde platicaremos más
de estas cosas, pero yo apuntaría cuatro líneas que me parece son importantes para
construir una nueva política de suelo que nos permita tratar de manera distinta a estas
periferias:
178
La periferia urbana en la
globalización. Reflexiones
desde la Geografía Económica
y Política
Clara E. Salazar Cruz
Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA),
El Colegio de México
Introducción
En este contexto, la periferia aparece como un concepto polisémico, que al ser observa-
do genera reflexiones y percepciones muy diferentes. Estas pueden ir desde la explica-
ción del orden mundial caracterizado por relaciones de hegemonía y subordinación entre
un centro industrial y una periferia agrícola subordinada (Wallerstein, 1993), hasta la
construcción de imaginarios colectivos que se desplazan desde el entusiasmo y la ideali-
zación, hasta la hostilidad absoluta, o el temor movilizado por la diferencia y la diversidad
Lo que quiero destacar entonces, son algunas ideas de cómo la periferia urbana queda
inserta en los nuevos comportamientos mercantiles del capitalismo avanzado (Pírez,
2014; Salazar, 2016) y algunos de los riesgos que ello representa. Así, en este capítulo
presentamos algunas reflexiones sobre las trasformaciones a las que está expuesto el
recurso tierra localizado en la periferia urbana, en el contexto de una economía global,
así como la significancia que esto tiene para millones de pobladores de escasos recursos
que en México se insertan en la vida urbana ocupando ese territorio.
Con el ánimo de caracterizar lo que entiendo por contexto global desde la Geografía
Económica (relativa al funcionamiento del mercado) y la Geografía Política (entendida
como las relaciones de poder alrededor de la distribución y acceso a los bienes y recur-
sos), he organizado esta presentación en dos momentos:
180
Sanabria, 2012). En el segundo acápite, quisiera puntualizar en los procesos instituciona-
les formales que posibilitan un proceso de expoliación de la periferia emprendido por el
funcionamiento del mercado de tierras.
Para mediados de los ochentas, y en la medida en que el suelo urbano se hace escaso, la
periferia, empieza a ser dotada también de bienes y servicios para las élites; su presencia
empieza a imponerse allí mediante la conformación de espacios cerrados, que impactan
la geografía social del lugar, profundizando la segregación espacial. Para los noventa,
esa periferia es colonizada también por conjuntos habitacionales, mal identificados como
“vivienda social”.1 Ya no se trata entonces de una periferia en relación con el centro. Ahora
esa periferia ha perdido su carácter homogéneo. Por un lado, se introducen en ella, islas
de riqueza y exclusión que rompen la continuidad de ese tejido social mediante el cual la
población excluida por el mercado del centro de la ciudad había buscado superar la pre-
cariedad de las condiciones de vida. Por otro lado, se enclavan allí más vivienda precaria,
sólo que en esta ocasión, se trata de grandes superficies de vivienda cerrada por muros
producida por el sector inmobiliario formal. Con un agravante: financiada por el Estado.
1
La vivienda social remite a vivienda de rentas bajas producidas, por el Estado u organizaciones sin
fines de lucro, para un usuario no solvente para adquirir un lugar para habitar.
de esta periferia expresa nuevas asimetrías de poder y los desbalances que, a través de
la inversión económica selectiva, impiden su integración.
Tal disparidad excluye a la población local de menores recursos de participar en los es-
pacios de las élites. Los nuevos emprendimientos cerrados, los lujosos centros comercia-
les, los grandes corporativos con calles privatizadas, imposibilitan la diversidad cultural,
y antes que contribuir a la interacción de todas las poblaciones del lugar, desarticulan la
periferia. Tal como lo señala Haesbaert (2011:52),
son los propios circuitos de la globalización capitalista los que promueven, muchas
veces, la exacerbación de las diferencias, buscando también alimentar nuevos
nichos de mercado y, en el caso de las identidades más estrictamente territoriales,
“vender” el propio espacio, a través del marketing de paisajes
Esto significa que cuando las élites irrumpen en la periferia, presentan prácticas de con-
sumo que no están al alcance de los pobladores de ese territorio, y por lo tanto no logran
constituir “culturas híbridas” en el sentido de García Canclini (1997). Cuando las élites
penetran en esta periferia urbana, lo hacen negando, invisibilizando y excluyendo al otro.
Esto a pesar de que la población que habita esa periferia no es poca, ni es inocua, pero
parafraseando a Bartra (2013:14), “su poder simbólico es mucho mayor que su fuerza
táctica para dominar el territorio”.
Retomando la escala global, quisiera anotar además, que la producción de esta periferia
urbana se inserta hoy en lo que Sassen ha llamado las “complejas capacidades organi-
zacionales de nuestro siglo” (Sassen, 2015:14). Una de las innovaciones señalada por
la autora, se produce en plano económico: la financiarización. Este creativo y complejo
mecanismo económico permite incrementar de manera exorbitante los márgenes de
ganancia de los inversionistas, sin que estos tengan que enfrentar ningún principio de
responsabilidad (Jonas, 1995).
Hay que decir que parte de la superficie rural que se ha transformado en “vivienda social”
en la periferia de nuestra metrópoli, desencadenó una crisis habitacional mayúscula
cuyos mayores perdedores han sido los sectores de ingreso moderado que confiaron sus
ahorros a las vivienderas. La falta de regulación por parte del Estado en la producción
de vivienda, y la entrada de promotores del negocio inmobiliario al mercado bursátil,
contribuyó a que los constructores de vivienda entregaran a los usuarios finales una
mercancía desvalorizada, y a que los promotores financieros convirtieran más tarde las
hipotecas en acciones. En estos casos, la ganancia obtenida mediante la transformación
de la superficie rural a urbana, en la periferia de la ciudad se compuso de dos partes: la
primera provino de la plusvalía generada por la urbanización; la segunda, emanó por la
vía financiera, y devino de bursatilizar la deuda de los compradores de vivienda.
182
Para concluir este punto, quiero llamar la atención sobre dos aspectos. El primero es
que, en el nuevo circuito económico global, el sistema financiero no permanece subordi-
nado a la creación de valor en la periferia urbana. A través de la financiarización el capital
desarrolla la capacidad de convertir la tierra en acciones, poniéndolo a su servicio para
transformarla cada vez más en objeto de especulación financiera (Pírez y Salazar, 2016).
El segundo aspecto es que la especulación con la tierra de la periferia urbana no se pro-
duce en el vacío. Para que el capital logre apropiarse del recurso tierra a bajo precio, re-
quiere de un marco jurídico que apuntale sus negocios. Esto me lleva al segundo acápite
de este trabajo: a presentar algunos mecanismos jurídicos que facilitan el funcionamiento
de un mercado de tierra en la periferia urbana en México.
En las primeras ventas de tierra, los promotores inmobiliarios pagan por ella a los campesi-
nos, el mismo precio que pagan los pobladores de menores ingresos. Esto porque la tierra
es vendida en su condición rural, sin inversión en capital y trabajo. Es sólo después de que
el inversionista ha urbanizado la periferia urbana, es decir cuando ha hecho una inversión in-
tensiva de capital, que el precio de la tierra rural que queda se incrementa. En consecuencia,
sólo cuando los sujetos agrarios logran realizar una segunda venta de tierra, logran obtener
un sobreprecio por ella.
Al respecto podría pensarse que los sujetos agrarios actúan libremente ante el mercado.
Pero ellos actúan en función de la lógica de la necesidad (Abramo, 20110). Simplemente
necesitan el dinero porque no tienen recursos para invertir en la productividad de la tie-
rra. Vender una hectárea puede ser considerada una medida individual. Pero esa acción
repetida hasta sumar miles de hectáreas, se convierte en un comportamiento social.
Por ejemplo, el pueblo indígena Otomí de San Francisco Magú, con apenas 15,000 habi-
tantes, localizado en el municipio Nicolás Romero en la ZMCM, ha presentado denuncias
en contra de una constructora que llegó a limpiar un terreno colindante con el pueblo,
184
con la finalidad de desarrollar un proyecto inmobiliario de 10,000 viviendas. La disputa,
más allá de la apropiación por la tierra, implica la desposesión de bienes comunes a
la comunidad. El predio en cuestión alberga una presa que ha abastecido de agua al
pueblo por generaciones, y en él se producen plantas alimenticias y medicinales de uso
ancestral que forman parte de la herencia cultural del pueblo.
Lo que se quiere destacar aquí es que una vez permitido el establecimiento de una
dinámica de expoliación de la periferia urbana, los pobladores de ella quedan expuestos
a perder los recursos naturales que siembran y que al ser consumidos directamente de
la tierra, y no a través del mercado, les permite aumentar su solvencia. También quiero
puntualizar que los pequeños propietarios de la tierra en la periferia urbana se ven forza-
dos a entrar en procesos de negociación y a aceptar bajas compensaciones económicas
por sus tierras. Lo más grave es que este principio de acumulación por desposesión ha
quedado establecido firmemente en la tercera reforma a la que haré referencia: la Ley de
Hidrocarburos, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 11 de agosto de 2014.
Lo expresado en los artículos 100 a 107 de la citada ley, obliga a los campesinos a
aceptar la explotación de hidrocarburos en su propiedad. El rechazo a la explotación de
hidrocarburos no está contemplada en la ley; no hay defensa ante ello. De acuerdo a
esta ley, los propietarios de la tierra “negociarán con quienes deseen explotar los recur-
sos energéticos de su terreno’ y, … ‘en caso de que no se concrete un acuerdo entre las
partes, el asignatario o contratista podrá promover ante el juez de distrito o tribunal agra-
rio competente la constitución de la “servidumbre legal de hidrocarburos”. En caso de
que el acuerdo no se resuelva en estas instancias, la Secretaría de Desarrollo Agrario,
Territorial y Urbano, SEDATU, puede ordenar los pagos al propietario de la tierra a través
de una servidumbre legal (art. 107). Tratándose de propiedad privada puede convenirse
además, la adquisición de la tierra2 (art. 101).
2
Al efecto, podrán emplearse las figuras de arrendamiento, servidumbre voluntaria, ocupación super-
ficial, ocupación temporal, compraventa, permuta y cualquier otra que no contravenga la ley.
y que los derechos de propiedad bien definidos serían el incentivo para la inversión y
acumulación de su riqueza. La paradoja radica en que la inversión y la acumulación
de riqueza empobrecerá a los propietarios de la tierra. La nueva Ley de Hidrocarburos
muestra otra realidad: haber regularizado el 96% de la propiedad social en el país, no
ha sido una condición suficiente para evitar que los actores poderosos del mercado
logren impulsar por las vías jurídicas, la acumulación por desposesión a las comunidades
agrarias.
Lo expuesto significa que este mercado virtual de tierras, las áreas periféricas a los
centros urbanos, no son objeto del desarrollo urbano. Son objeto única y exclusivamen-
te de la especulación. Para este mercado, la naturaleza del suelo adquiere una nueva
dimensión. Utilizando la metáfora propuesta por Bauman (2003), se trata de un mercado
líquido que expresa la transitoriedad, la desregulación y la liberalización. Un mercado
3
A esta reforma se suma, la ya existente posibilidad de que los extranjeros adquieran amplias super-
ficies de tierra al interior de la república con fines inmobiliarios.
4
Tal como ha documentado Sassen la posibilidad de que gobiernos y empresas privadas compren
tierra en otros países representa una tendencia de larga duración que se convierte en un indicador de
un cambio sistémico mayor, un cambio que va más allá de los viejos patrones de adquisición de tierra
establecidos (Sassen, 2015: 95).
186
que no requiere de vínculos humanos. Las nuevas formas de comunicación que asume
el mercado no necesita interlocutores directos. Tampoco requiere de autoridades locales.
Para establecer una relación comercial alrededor del suelo nacional es suficiente el ros-
tro de la web. Y en ésta, todo puede suceder: desde la conformación de una estructura
de negocios altamente redituable para “inversionistas” experimentados, hasta la probabi-
lidad de una estafa, para individuos sin experiencia.
En resumen, el nuevo mercado de tierras que involucra las periferias urbanas, utiliza
las tecnologías de comunicación, es decir el internet, sin ningún pudor, para vender las
playas de México como modelo de negocio. Y este modelo de mercado facilita la expan-
sión de las inversiones multimillonarias en las mejores playas. Los mexicanos quedan
excluidos poco a poco de ellas.
venta de artesanías locales, sino también el riesgo de no poder controlar el origen legal
del dinero.5 Las inversiones realizadas para el mencionado proyecto han sido asociadas
a versiones tan disímiles como el lavado de dinero, la participación del gobierno chino y
también la participación, en un 90%, de empresarios mexicanos. Lo que se quiere desta-
car es que la flexibilización del mercado de tierras y la ausencia de control por parte del
Estado nos lleva a vivir en un estadio de incertidumbre.
Antes de pasar a unas reflexiones finales, quisiera alertar que la normatividad urbana no
parece contribuir con su papel regulador en este contexto. Ha sido más bien, a través
de la aplicación de la legislación ambiental, que se ha logrado poner freno a los abusos
del mercado en las tierras que desean ser incorporadas a las áreas urbanas. En 2014,
la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), impuso una multa de $7
millones 233 mil 675 pesos al proyecto Dragon Mart, por remoción de vegetación, y abrió
una investigación a los funcionarios que ejecutaron las autorizaciones estatales y munici-
pales. Hasta el momento, no se ha podido constatar que se hayan fincado responsabili-
dades, pero el proyecto sigue siendo promovido por internet.
5
Véase: <http://eleconomista.com.mx/estados/2015/06/30/proyecto-dragon-mart-no-muerto>.
188
agentes gozan de la misma protección. Obligar a los propietarios de la tierra a rentarla o
enajenarla, es desconocerlos como actores sociales y políticos para la construcción de
un modelo de desarrollo incluyente, que permita avanzar en la redistribución equitativa
de los beneficios económicos.
La naturaleza del mercado de tierra rural con fines urbanos se ha venido transformado
en las últimas décadas. Por una parte, debido a que los mecanismos de la nueva confi-
guración económica aseguran al inversionista mayor rentabilidad en el sistema financiero
que en el productivo. Por otra, al papel que juega el Estado en ello. En un contexto en el
que la tierra rural se convertirse cada vez más en objeto de especulación del mercado,
la urbanización planificada no cumple, en la periferia de las ciudades, su función de fluir
progresivamente hacia la construcción de un territorio incluyente. Es decir, la planifica-
ción deja de ser sólo un recurso para sustentar la vida urbana y se transforma en un
instrumento para incrementar el margen de ganancia de quienes se lo pueden apropiar
sin hacer cumplir la función social del suelo.
Referencias
Bartra, Roger (2013) Territorios del terro y la otredad. Fonde de cultura Económica.
Calderón, F.J. (2008) “Nota sobre el Concepto “Periferia”, Contribuciones a las Ciencias
Sociales, junio, www.eumed.net/rev/cccss
Duhau, Emilio (1994), “Hábitat popular y reforma del artículo 27”, en El artículo 27 y el
desarrollo urbano, México, Cámara de Diputados, 65-68.
Haesbaert, Rogerio. (2011) “Viviendo en el límite: los dilemas del hibridismo y de la multi/
transterritorialidad” en: Zusman. P, Haesbaert, R; Castro, H. y Adamo, S. (ed.) Geogra-
fías Culturales. Aproximaciones, intersecciones y desafíos, Editorial de la Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires; 49-75.
Hiernaux, Daniel (2012) “Los imaginarios urbanos: una aproximación desde la geografía ur-
bana y los estilos de vida”, en: A. Lindón y D. Hiernaux (coord) Geografías de lo imaginario,
Barcelona: Anthropos; México: Universidad Autónoma Metropolitana. Iztapalapa, 88-107.
Jonas, Hans (1995). El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civiliza-
ción tecnológica. Editorial Herder.
Ramírez, Blanca y Emilio Pradilla, Teorías sobre la ciudad latinoamericana. Vol ii, Univer-
sidad Autónoma Metropolitana, pp. 505-560
Schteingart, Martha (1989) Los productores del espacio habitable: estado, empresa y
sociedad en la Ciudad de México, México, El Colegio de México.
Salazar, Clara (2014), “El puño invisible de la privatización” en Territorios Estudios Terri-
toriales, Universidad del Rosario, Colombia. vol. 30, enero-junio, 2014, pp. 69-90 http://
www.redalyc.org/articulo.oa?id=35731003004
Scott, Allen (2001) (ed.) Global city regions: trend, theory. Oxford University Press
Wallerstein, Inmanuel. (2005) Análisis de Sistemas-Mundo. Una introducción. México, D.
F., Siglo Veintiuno Editores.
190
El equilibrio de lo cotidiano.
Las Periferias Patrimonio
Cultural Urbano*
Ángel Panero Pardo
Arquitecto y urbanista, consultor UNESCO
Llevo más de veinte años trabajando como arquitecto vinculado a un área geográfica
muy concreta de la ciudad de Santiago de Compostela, que es el centro, el centro históri-
co. Podríamos decir que mi labor se desarrolla esencialmente por tanto en la antítesis ur-
bana de la periferia. Santiago de Compostela es una ciudad patrimonio de la humanidad
desde 1985, con una serie de peculiaridades que no voy a extenderme ahora explicando.
Estas peculiaridades son muy específicas, pero en el fondo, desde el punto de vista de la
gestión urbana, creo que existe un extraordinario paralelismo con la gestión de cualquier
otra parte de cualquier ciudad; y por tanto también la periferia.
Partiendo de esta tesis, puntualmente iré exponiendo algunas ideas que no me dará
tiempo a desarrollar con la precisión requerida, pero que luego podremos entrar a con-
trastar. Tengo que decir que me cuesta mucho hablar en público -aunque pueda parecer
que no es así porque hablo de cuestiones que me generan una extraordinaria pasión- así
que, normalmente, cuando me indican que me reducen el tiempo de exposición, me llevo
cierta alegría y aguardo con expectación el turno de preguntas en el que son ustedes
quienes deben tomar la palabra, y eso es siempre muy productivo.
* Transcripción de la ponencia presentada durante el Foro “La periferia como Patrimonio Cultural Urbano.
En esta ocasión me ocurre lo contrario, realmente hoy me gustaría hacer una disertación
improvisada de 4 o 5 horas, contándoles mi experiencia en un lugar tan aparentemente
ajeno al que es motivo de nuestro encuentro, y con el que creo les podría convencer de
que hay muchas similitudes. Intentaré hacerlo con cierta rapidez.
Cuando vemos una imagen aérea del centro histórico de la ciudad de Santiago de
Compostela, podemos observar la plaza principal, la plaza del Obradoiro con la catedral
encarada a poniente, en la que está el sepulcro del apóstol Santiago. Esa es la sintética
expresión urbana del final del Camino de Santiago. Aquí tuve yo la suerte de empezar
a trabajar en una estructura de gestión urbana muy bien organizada, muy bien estruc-
turada con la ambición de cambiar el destino de una ciudad en un momento especial y
muy significativo en su historia. Pero lo que quiero destacar es que yo llegué como un
paracaidista, un joven paracaidista con apenas 4 o 5 años de experiencia profesional, un
paracaidista que quería vincular su carrera profesional con la conservación del patrimo-
nio, y la ciudad de Santiago y su contexto en ese momento, sin duda parecía el destino
apropiado. Lo más reseñable de dicho contexto es que estaba extraordinariamente bien
estructurado desde el punto de vista político, es decir, había un motor político con un
rumbo perfectamente definido y había un proyecto político y un proyecto urbano para la
ciudad perfectamente diseñado, y esto resulta esencial, porque hoy estoy firmemente
convencido de que el destino de las ciudades depende de la voluntad colectiva de sus
habitantes, y esa decisión colectiva sólo se puede materializar en el proyecto político de
los representantes políticos que las gobiernan. Digo esto porque, a veces, los técnicos
192
tenemos la tentación de pensar que el destino de las ciudades depende de nuestra pra-
xis o de nuestro ingenio, y creo que no es así. Por eso hacen falta políticos con capaci-
dad y compromiso suficiente, no sólo para producir proyectos para la ciudad, sino para
soportarlos en el tiempo. Soportarlos y defenderlos en el tiempo, la experiencia demues-
tra que es casi más difícil que producirlos. Los proyectos de ciudad requieren tiempo.
estoy hablando de viviendas, edificios, calles, barrios y ciudades, todos lugares con esa
complejidad del uso que todos ustedes conocen. En efecto, el concepto de patrimonio
que nos enseñaron es absolutamente insuficiente para entender la ciudad, porque el
patrimonio urbano es anónimo, es un resultado inconsciente e inevitable de la vida ciuda-
dana, se produce queramos o no. Nos puede gustar más o menos, pero las ciudades lo
generan como consecuencia inseparable de las actividades de quienes las habitan, y es
el fruto de cualquier actividad humana con repercusión y permanente transformación en
el paisaje, en el paisaje urbano histórico si me permiten usar terminología UNESCO.
Esto significaba que los asuntos de la ciudad, parece una evidencia, pero realmente en
la vida real no está tan claro, definitivamente tienen que ver con los ciudadanos. Natural-
mente, si estamos hablando de la ciudad, debemos admitir que las ciudades son lo que
son sus habitantes y si queremos actuar sobre las ciudades, tenemos que romper ciertas
barreras intelectuales para intentar aproximarnos a la realidad cotidiana de sus habitan-
tes, a la forma en la que viven y a los problemas que tienen con el ánimo de resolverlos;
esta consideración de la realidad cotidiana de las personas no está metodológicamente
prevista en el cuerpo teórico del urbanismo, no sabemos cómo se puede manejar. Yo
tampoco tengo respuesta, ojalá pudiera darla hoy aquí, pero en su aparente complejidad,
intuyo que es bastante más fácil de lo que parece, porque la realidad cotidiana de nues-
tras vidas es bastante previsible. Por ejemplo: yo camino mucho porque voy caminado
a trabajar, y cada día me cruzo con las mismas personas, año tras año. Cuando cambio
la ruta comienzo a cruzarme con otras personas, y vuelvo a empezar en esa especie de
confluencia cotidiana. Esto significa que, en el fondo, nuestras vidas son bastante senci-
llas, bastante previsibles, es decir, aquello que puede parecer inabordable, cómo gestio-
namos la vida cotidiana de cientos, millones de personas, pues es posible que no lo sea
tanto, y, sobre todo, es posible que no lo sea en un mundo como en el que estamos, en
el que hemos sido capaces de producir herramientas de gestión de datos diversos muy
poderosas. En mi experiencia, esta mecánica de aproximación a lo cotidiano, solamente
tenía un camino, que es el camino de la proximidad y el contacto personal. En realidad,
mi experiencia al servicio de la administración pública durante esos primeros 10 años de
trabajo, consistía en entrar todos los días en 5 o en 6, a veces 10 viviendas, día a día, y
entrevistarme con sus habitantes, tomando nota de sus problemas con un objetivo muy
importante: ganar su confianza. Primero hay que ganar su confianza, este era nuestro
objetivo, y la confianza no se gana cuando entra uno en casa de alguien y le dice “tiene
usted aquí en la cocina un capitel que no puede tocar”, o “este tabique es importantísimo
en la definición tipológica de la vivienda, y por tanto nunca podrá moverlo”. La siguien-
te cuestión es que cuando uno entra en estas casas, tiene que romper con otra de las
directrices que están genéricamente establecidas en los mecanismos de protección del
patrimonio desde la administración pública; no se entra a establecer límites y cautelas,
se tiene que entrar a dar respuestas, hay que dar soluciones; no podemos limitarnos a
enumerar aspectos legales o normativos, no podemos limitarnos simplemente a decir
194
“no se puede, no se puede”. Tenemos que dar soluciones para conquistar esa confianza,
tenemos que ser capaces de resolver los problemas de los habitantes.
Me resulta difícil acreditar ahora una conexión lógica entre lo que estoy diciendo y las
formas de ciudad en la periferia, pero espero convencerles antes de acabar de que
esa conexión existe, y existe especialmente en las periferias que podríamos denominar
precipitadas. En todo caso, creo que lo que resulta evidente es que es necesaria una
reforma radical en la forma de hacer ciudad y de gestionarla y por tanto de la forma en la
que se manifiesta o en la que se hace presente la administración pública en los entornos
urbanos. Porque al final la administración pública es el principal agente responsable del
cómo se hace ciudad.
Las periferias, como los centros históricos o cualquier otra área urbana, lejos de ser
analizadas con el prejuicio de sus problemas y conflictos, tienen que ser analizadas
como una realidad en la que debemos encontrar las claves para impulsar fórmulas de
gestión eficientes en el contexto de la ciudad completa. Yo creo que, tanto en el centro
como en la periferia, debemos deshacernos de la tiranía que impone la realidad física de
su apariencia, para concentrarnos en la realidad cotidiana de las personas que habitan,
producen o transforman esas partes de la ciudad.
Lo importante, desde mi experiencia, es que las ciudades históricas como en la que yo tra-
bajo, son ciudades con contrastada capacidad para transformarse y albergar la diversidad
con éxito a lo largo del tiempo. La reflexión que realizo cuando miro hacia las periferias es
que, sin dejar de ser la genuina expresión de nuestra cultura urbana contemporánea, son
expresiones de ciudad con graves carencias. Desde mi punto de vista, lo que estamos
produciendo, porque no estamos dejando que pueda suceder otra cosa, son embolsa-
mientos urbanos con grandes déficits, deliberadamente estigmatizados y condenados a la
marginalidad. Creo que esto es muy importante reconocerlo antes de continuar.
196
Yo vengo de una ciudad que tiene apenas 100 mil habitantes, en el centro histórico ha-
bitan 11 o 12 mil, un pueblito pequeño, lo que me obliga a realizar un esfuerzo tremendo
para cambiar la escala y encontrar equivalencia de ideas entre el centro que yo conozco
y las periferias de las megaciudades a las que nos estamos refiriendo aquí. Pero es
un ejercicio estimulante y quiero creer que conceptualmente posible. Por ejemplo, en
mi pequeña ciudad hace tiempo que pensamos que hay que eliminar las delimitacio-
nes, debemos difuminar los límites que tanto les gusta dibujar a los urbanistas en las
ciudades, tenemos que obligarnos a hablar de ciudades completas, tal y como hemos
venido diciendo estos días, tenemos que hablar no de áreas metropolitanas, tenemos
que hablar de regiones urbanas. Estamos en un cambio de escala extraordinario, en un
proceso vertiginoso de urbanización del mundo, y por tanto, desde mi punto de vista es
muy importante ser capaz de trascender de esas delimitaciones que se hacen en los
tableros con el AutoCAD cuando hacemos urbanismo.
El tercer enfoque sería el que se produce desde la cultura y el patrimonio, que es muy
amplio, muy diverso, pero que es el más fácilmente reconocible y en el que no merece la
pena extenderse mucho.
198
brados a manejar en términos patrimoniales. En efecto, normalmente nos fijamos en lo
construido en ambas imágenes y como corresponde en una ciudad que es Patrimonio de
la Humanidad, hay una evidente permanencia en lo construido. Pero me gustaría llamar
su atención, porque es muy importante, sobre la también evidente permanencia de lo no
construido, es decir en la relación de la ciudad con el territorio, que es un valor tras-
cendental, porque de él depende que podamos impulsar en el futuro políticas urbanas
eficaces. En el caso de Santiago, si se fijan ustedes, en el sur, se produjo el ensanche de
los años 70, un ensanche desarrollista –al punto que se le llama en lugar de ensanche,
“estreche”, porque son bloques de 7 u 8 plantas sobre calles de apenas 15 metros- que
vino a destruir la relación de la ciudad con el territorio en ese punto sur. Créanme si les
digo que los problemas de la Ciudad de Santiago de Compostela están más vinculados
con ese ensanche que con la ciudad histórica, por cuestiones que hoy no tengo tiempo
de desarrollar. Lo importante es concluir que tenemos que ser capaces de alejarnos y
empezar a hablar de ciudad y de territorio, esto está ya generalizadamente admitido y es
inseparable de cualquier objetivo en el proceso de manejo y gestión de la ciudad.
En la perspectiva de la ciudad de Santiago del año 1832, realizada por un pintor paisajista,
sorprende que renunciando a recrearse en las escenografías barrocas características de
la ciudad, el artista haya decidido dejar que la ciudad se insinué al fondo, en la nebulosa
y en un muy intencionado segundo plano. Yo creo que es evidente que el artista nos está
hablando de ciudad y territorio, casi ilustrando el moderno concepto de huella ecológica al
introducir los campos de cultivo de la periferia, o las canteras de las que se extrae la piedra
con la que se construye o transforma la ciudad. Se trata en verdad de una auténtica repre-
sentación del Paisaje Urbano Histórico de Santiago de Compostela en 1832.
sor Alfonso Álvarez Mora, y “la ciudad de la reproducción social”. No hay más remedio que
elegir entre ambos modelos y de ello depende nuestra esperanza de conseguir una ciudad
mejor para todos. Lo que hay detrás de lo que vemos, en el centro y en la periferia, no es
más que la expresión del predominio de “la ciudad de la renta”. “La ciudad de la renta” es un
espejismo que solamente pueden ver quiénes son propietarios y la única forma de combatir-
lo, desde mi punto de vista, es aniquilar la expectativa de renta, que en ocasiones depende
de decisiones extraordinariamente arbitrarias y ajenas a la realidad de la ciudad.
200
Estamos hablando del derecho a la ciudad, que obliga necesariamente a revisar el con-
cepto de función social de la propiedad. Que requiere también la consideración y respeto
a un principio general de austeridad en la administración pública con el objetivo del bien
común, y que debe comprometerse con el combate contra el despilfarro de ciudad y del
territorio.
En el fondo, lo que yo creo que falta en la ciudad, tanto para gestionar el centro histórico
como las periferias, es algo que se echa de menos en todas partes hoy en día, que es el
reconocimiento de la ciudad como lugar de solidaridad. Yo veo en las periferias solidari-
dad, como la he reconocido en los centros históricos entre los ancianos y las personas
que no pudieron irse y se inventaron sus estrategias para sobrevivir. A mí me gusta
pensar que la ciudad histórica de Santiago que hoy es patrimonio de la humanidad, algún
día no fue más que un aluvión de peregrinos, de comerciantes, instalados en torno a un
sepulcro al que la gente llegaba caminando. Y la evolución de ese conflicto sociológico y
territorial, acabó teniendo como resultado lo que la ciudad de Santiago es hoy en día.
Para acabar quiero decir que ésta, mal que nos pese, es la expresión de nuestra cultura
urbana dominante, la ciudad de los nadie a la intemperie -me gusta especialmente esta
terminología- en la que hay déficit de implantación, de construcción, de infraestructura,
de urbanismo. ¿Porque hay déficit de implantación?, pues porque son literalmente los
nadie, no nos importa que se asienten donde puedan. También es la ciudad del déficit de
construcción, llama la atención que se haga todo con hormigón y ladrillo, precariamente
construido, en situación muchas veces de riesgo físico por implantación o construcción,
y los que pagan las consecuencias son siempre los mismos. Déficit de infraestructura,
de urbanismo, estamos ante el riesgo de la no ciudad. Ese sería el gran desafío y yo
propongo para acabar que seamos capaces de impulsar una economía de la recupera-
ción urbana, que es el mayor desafío que tenemos por delante, que es capaz de generar
empleo y que yo creo que es capaz de generar beneficios y generar plusvalías; tenemos
que convencer al mercado de que la opción por los pobres es rentable, así de claro lo
digo, tiene que ser rentable. Me gustaría terminar recordando al profesor Campos Venuti
y sus salvaguardias imprescindibles de la ciudad; para que haya ciudad tiene que haber
una salvaguardia pública, que significa el predominio de lo público sobre lo privado, una
salvaguardia social que reivindica el urbanismo y la gestión urbana como herramienta de
re-equilibrio y combate de las desigualdades sociales, la salvaguarda productiva, porque
la periferia, aparte de servir para vivir tiene que producir, la salvaguarda ambiental, aten-
ta a la ocupación del territorio y la salvaguarda programática, que reivindica un plan para
la ciudad completa, yo diría para la región en este caso.
Y a pesar de todo, creo que debemos ser optimistas, comprometernos y trabajar intensa-
mente, porque, en el fondo, la ciudad es un arma cargada de futuro.
1
La ciudad radiante surgió de esta nueva concepción de la autoridad capitalista y de una pseu-
do-apreciación de las libertades individuales de los trabajadores. Corbusier ocupa gran parte del ma-
nifiesto de la Ciudad Radiante, elaborando los servicios disponibles para los residentes. Sin embargo,
no han considerado que las llamadas libertades individuales que promovía Corbusier no eran en
absoluto libertades. A los individuos de Corbusier no se les permitía tener voz en el gobierno de sus
vidas; son capaces de comportarse, pero no de actuar. Además, no hay espacio en la Ciudad Radian-
te para que las personas actúen de manera no racional. El tiempo libre defendido por Corbusier es
uno lleno de actividades saludables “de día”. No puede haber extravagancia ni exceso caótico. Así, la
visión de Corbusier sufre de una ingenua concepción de la naturaleza humana. Le Corbusier trabaja-
ba hacia una representación tecnicista, científica e intelectualizada del espacio (Lefevre, 1984: 36).
Estos modelos urbanísticos creados a principios del siglo XX para la nueva sociedad
de masas se llevaron a la práctica, con mayor o menor extensión o éxito. La Brasilia
de Lucio Costa y Oscar Niemeyer, el Chandigarh de Edwin Fry, o el Tlatelolco de Mario
Pani, los desarrollos habitacionales y fabriles de los países de la Europa comunista, la
Unidad Habitacional en Marsella de Le Corbusier, y el desarrollo habitacional Pruitt-Igoe
de Minoru Yamasaki en la ciudad Saint Louis se convirtieron en emblemas del modelo
urbanístico de tabula rasa.4
2
El concepto de ciudad jardín, está relacionado con la actividad de carácter colectivo, y se refiere a la
construcción de barrios con casas individuales y jardines familiares, y la proyección de grandes espa-
cios verdes. Este modelo fue propuesto como reacción a la falta de vivienda obrera y a la necesidad
de establecer un nuevo concepto de ciudad con un sistema organizativo diferente. Como muchas
utopías, acabó desvirtuándose la idea de ciudad-jardín, convirtiéndose éstas en ciudades satélite.
3
Ciudad de Broadacre era la antítesis de una ciudad y la apoteosis de los suburbios recién nacidos
formados a través de la visión particular de Wright. Como argumenta Lefebvre: “Se puede argumen-
tar, por ejemplo, que Frank Lloyd Wright apoyó un espacio comunitario de representación derivado de
una tradición bíblica y protestante” (Lefevre, 1984: 36).
4
El modelo de tabula rasa consiste en trazar la cuadrícula urbana desde sus inicios, planteando así
un modelo eficiente, racional y seguro de la ciudad. Es un modelo urbanístico que parte necesa-
riamente del control estricto de las poblaciones, de los espacios y de las dinámicas sociales. Estos
modelos son inherentemente verticales.
204
muy especialmente en los núcleos urbanos del llamado Sur Global.5 El fracaso de las
utopías urbanísticas de la modernidad es precipitado por las migraciones masivas del
campo a la ciudad; la aparición de ciudades satélites y cinturones de miseria, el acre-
centamiento de las diferencias sociales; la expansión y reordenación de las ciudades
a partir de la sumisión a una lógica del coche privado, la progresiva destrucción de la
vida barrial, la saturación y descuido de los bienes y servicios públicos, así como la
corrupción urbanística.
5
El Sur Global es un término que está surgiendo en los estudios transnacionales y postcoloniales
para referirse a lo que solía llamarse el “Tercer Mundo” (es decir, países de África, Asia, América Lati-
na), “países en desarrollo”, “países menos desarrollados y “regiones menos desarrolladas”. También
puede incluir las regiones “meridionales” más pobres de los “países ricos” del norte “. El Sur Global
va más allá de una “metáfora para los países subdesarrollados”. En general, se refiere a las “historias
interconectadas de colonialismo, neoimperialismo y cambio económico y social diferenciados de
estos países a través de los cuales se mantienen las grandes desigualdades en los niveles de vida, la
esperanza de vida y el acceso a los recursos.” (Global South, s.f.)
6
Las ciudades han absorbido casi dos tercios de la explosión de la población mundial desde 1950 y
actualmente están creciendo con un millón de recién nacidos y migrantes cada semana. La población
urbana actual (3,2 mil millones) es más grande que la población total del mundo en 1960. Mientras
tanto, la parte global del país ha alcanzado su población máxima (3,2 mil millones) y comenzará a
reducirse después de 2020. Como resultado, las ciudades representan todo el futuro crecimiento de la
población mundial, que se espera que llegue a los 10.000 millones en 2050. El 95 por ciento de esta
reconstrucción final de la humanidad se producirá en las zonas urbanas de los países en desarrollo,
cuya población se duplicará a casi 4 mil millones la próxima generación. (De hecho, la población
urbana combinada de China, India y Brasil ya equivale aproximadamente a la de Europa más América
del Norte). El resultado más célebre será el surgimiento de nuevas megaciudades con poblaciones
de más de 8 millones de habitantes, y aún más espectacularmente, las hiperciudades Con más de 20
millones de habitantes (la población urbana estimada del mundo en la época de la Revolución Fran-
cesa). En 1995 sólo Tokio había alcanzado incontestablemente ese umbral. Para el 2025, según Asia
Oriental, sólo Asia podría tener diez u once conurbaciones tan grandes como Yakarta (24,9 millones),
finales del siglo XX emerge una noción de espacio público distópica, tendente -especial-
mente en las grandes urbes del planeta- a un pronunciado malestar de la experiencia
urbana, a una percepción negativa, conflictiva y violenta del mismo y su devenir.
A pesar de estas visiones críticas, la mayor parte de los planes de desarrollo urbanístico
han continuado proyectando una idea neutra, racional y aparentemente eficiente de la
noción de ciudad y de su desarrollo. Esto, aunque estos modelos difirieran progresiva-
mente de la realidad compleja, orgánica y caótica del espacio urbano. Este espacio abs-
tracto de arquitectos y planificadores urbanos tiende a convertirse en un mero simulacro
del espacio real que experimentamos a diario. Como escribe el sociólogo Henri Lefevre:
“El espacio del usuario es vivido, no representado (o concebido). Comparado con el
espacio abstracto de los expertos (arquitectos, urbanistas, planificadores), el espacio
de las actividades cotidianas de los usuarios es concreto, es decir, subjetivo” (Lefevre,
1984:63). Es deseable que el análisis del espacio público de la ciudad contemporánea,
así, tenga en cuenta la experiencia de las personas que lo habitan, en especial aquella
que nos comunica el malestar y la incertidumbre sobre el mismo.
La discusión sobre la división entre esfera pública y esfera privada y, con ella, la dis-
tinción de las actividades y actitudes asociadas a cada una de éstas, se asocia, por lo
menos en sus orígenes, a las teorías contractualistas de los siglos XVII y XVIII. Teóricos
políticos como Locke y Hobbes —aunque ofreciendo soluciones distintas al problema
común de “vivir sin un juez en la tierra” o bien en un estado en el cual lo cotidiano es la
“guerra de todos contra todos”— construyeron una narrativa mediante la cual el espacio
social se divide en dos, la esfera de lo público y la esfera de lo privado, la esfera en la
que los individuos persiguen sus propios fines de forma racional y egoísta, libre de toda
Dhaka (25 millones) y Karachi (26,5 millones). Shanghai, cuyo crecimiento fue congelado durante
décadas por políticas maoístas de deliberada suburbanización, podría tener hasta 27 millones de
residentes en su enorme región metropolitana de estuario. Se prevé que Mumbai (Bombay) alcance
una población de 33 millones de habitantes, Aunque nadie sabe si tales gigantescas concentraciones
de población son biológica o ecológicamente sostenibles. (Davis, 2004:5-6)
206
interferencia estatal, y el ámbito en el que las decisiones que afectan a la ciudadanía se
toman y se ejercen. Para asegurar la legitimidad del arreglo social, esta división se da
por medio del consentimiento libre de los ciudadanos. El espacio público, de esta forma,
se convierte en uno de los mecanismos por medio del cual el consentimiento de los
ciudadanos se expresa. Sin embargo, para la tradición liberal, el espacio de lo privado es
el verdadero espacio de la libertad; es decir, el ámbito en el que los ciudadanos pueden
actuar sin interferencia del Estado (Ripstein,1997: 204).
la economía verbal. Esta economía valoriza ciertas relaciones entre las personas en
lugares particulares (tiendas, cafés, cines, etc.), y da lugar a discursos connotativos
sobre estos lugares; éstos a su vez generan “consensos” o convenciones según los
cuales, por ejemplo, tal y tal lugar se supone que está libre de problemas, una zona
tranquila donde la gente va pacíficamente a pasar un buen rato, y así sucesivamen-
te (Lefevre, 1984: 56-57).
Esto recalca la visión de que en el espacio público debe reinar el acuerdo entre los ciu-
dadanos. Axiomáticamente, a partir de esta discusión, podemos entonces substraer que
la noción armónica del espacio público consiste en que: el espacio público es de todos,
por lo tanto no es de nadie. De aquí se derivan los siguientes corolarios:
No olvidemos que el espacio público es una idea, una convención ideológica -no una
entidad material- surgida de la tradición liberal a finales del XVIII y principios del siglo
XIX. En el transcurso del el siglo XX, el funcionalismo arquitectónico, el industrialismo ,
la masificación de las ciudades, la banalización de la esfera pública por la sociedad de
consumo, así como la invasión de los espacios urbanos por el tránsito rodado, arrasaron
con el trasfondo democrático de la idea liberal de espacio público. La ciudad de Brasilia
proyectada por el arquitecto Lucio Costa es el culmen de este proyecto de derribo de la
idea moderna y liberal de espacio público.
No será hasta principios del siglo XXI, cuando la recuperación de la vida de calle y la
preservación de los barrios propuesta de manera seminal por la activista y teórica del
urbanismo Jean Jacobs a inicios de los años 60 del siglo pasado, empezarán finalmen-
te a hacerse eco en las políticas de desarrollo urbano y las prácticas arquitectónicas,
convirtiendo en prioritaria la revitalización de los espacios públicos urbanos y la recupe-
ración de la peatonalidad. El camino a recorrer es largo, hemos cedido buena parte de
los espacios disponibles de las ciudades a la construcción masiva y los automóviles, el
espacio público ideal, el lugar de deliberación colectiva y de encuentro entre ciudadanos
en igualdad de condiciones raramente tiene lugar, salvo en contadas excepciones, en la
ciudad contemporánea, .
208
Adicionalmente, el modelo armónico del espacio público no facilita una lectura y análisis
adecuados de los fenómenos de calle en ciudades con otros parámetros sociales y
culturales, como en el caso de la Ciudad de México y otras tantas ciudades Latinoameri-
canas. El espacio público en su versión democrático liberal (legalista) no existe como tal
en la Ciudad de México, donde adopta una naturaleza abierta, precaria, cambiante y con-
flictiva a causa de las distintas prácticas de apropiación del llamado comercio informal, o
más apropiadamente no regulados o autogestivo. En este caso, el modelo cultural subya-
cente no es armónico: “el espacio público es de todos, por lo tanto, no es de nadie” sino
más bien antagonista: “el espacio público es de todos, por lo tanto es mío”.
Así, en contraste con la visión armónica del espacio público, una visión antagonista del
mismo puede abordar con mayor claridad y potencia explicativa fenómenos que tienen
lugar en lo urbano -en los intersticios de lo pactado- sea por imposición/exclusión,
apropiación, u ocupación del espacio público, tales como el ambulantaje, la urbanización
“privativa”, o el paracaidismo. Esto es especialmente cierto en aquellos contextos urba-
nos marcados por espacios sin codificación formal y fronteras de una definición difusa,
superposición de usos y funciones formales (o más precisamente: reguladas) e informa-
les (no reguladas o autogestivas) múltiples capas de significados sociales y culturales
habitualmente en conflicto.
La noción del espacio público como lugar del consenso, donde la deliberación racional
de sujetos informados es la herramienta definitoria de los asuntos públicos, omite la
distribución inequitativa de la facultad de hablar y ser escuchado, atribución marcada
por diferencias de roles y posiciones en una sociedad desigual. Existe una concepción
ideal o armónica del espacio público como espacio de todos, así como una concepción
210
antagonista de los espacios públicos como espacios de diversidad en negociación,
apropiación y disputa continuada. El antropólogo Manuel Delgado nos ofrece una atinada
descripción sobre la concepción armónica o ideal de espacio público:
Sin negar que hay aspectos de verdad en esta visión negativa, su principal problema
reside en que reproduce la misma realidad que critica. A partir del paradigma negativo,
se promueven políticas públicas persecutorias y prohibicionistas de la apropiación infor-
mal (no regulada o autogestiva) de los espacios públicos, que agravan el problema de la
lumpenización social y económica de los trabajadores de calle y elevan los incentivos a
la corrupción de los poderes públicos locales.
Según la nueva mirada o paradigma, las economías no reguladas pueden ser un genuino
motor económico que tiene sus pilares en las actividades derivadas del ambulantaje y
pequeñas unidades productivas no registradas. En dichas actividades también se dan
oportunidades para la innovación y se gestan modelos de economía popular que deben
ser entendidos y reivindicados a partir de la observación de campo y los testimonios de
los mismos comerciantes. De esta manera, desde un nuevo paradigma del comercio
informal en los espacios públicos de la Ciudad de México podríamos sostener que:
212
• El comercio de banqueta en los espacios públicos se adapta perfectamente a los
flujos urbanos, responde a una versión más móvil y flexible de los espacios compar-
tidos. Con la presencia del comercio ambulante el espacio público es más orgánico
y atomizado pero no por eso deja de existir. Los espacios públicos se integran de
manera muy orgánica a la trama urbana.
• La actividad comercial de banqueta en las calles de la ciudad fomenta la vitalidad
empresarial de la clase popular, mediante la creación de un entramado de micro
empresas, turas comerciales y mercados ambulantes.
• El ambulantaje dinamiza con mucha fuerza la economía de los barrios, impulsa la au-
togestión y la autonomía económica, mediante una variedad de pequeños negocios
que refuerzan tanto el consumo, como en el empleo.
• Las mujeres tienen una alta participación en la economía ambulante, les proporciona
la flexibilidad horaria y la libertad necesaria para atender a sus hijos que no obtienen
de los empleos formales.
• Los mercados ambulantes conectan a las clases desfavorecidas con los flujos globales
de bienes y servicios, en ellos encuentran bienes y servicios más baratos que resuel-
ven necesidades básicas de gran parte de la población urbana, como vestir o comer.
• Existe innovación en la economía no regulada o autogestiva, e incentivo de la inge-
niería popular, un uso abierto —open source— y autodidacta —DIY— de mercan-
cías, infraestructuras y tecnologías.
• Se produce innovación cultural en el ambulantaje, en la invención de nuevos modos
de producción, distribución y recepción de los bienes culturales.
• El comercio de banqueta genera redes de solidaridad y protección socioeconómica
mutua en un contexto de precarización del trabajo.
vo paradigma que nos permita pensar la apropiación informal del espacio público de la
ciudad de una forma mucho más esperanzadora.
La consolidación de una nueva mirada sobre el espacio público haría posible hallar
modelos explicativos verosímiles y acciones transformativas eficaces para muchos de los
fenómenos de apropiación que ocurren en las calles de nuestra ciudad, especialmente,
cuando entre los propios comerciantes ambulantes existe la conciencia de que el actual
modo de relación con el espacio público está agotado.
214
Referencias
Alba Vega, Carlos; Lins Ribeiro, Gustavo (2016). Globalización desde abajo: La otra
economía mundial. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.
Delgado, Manuel (2006) . Apropiaciones inapropiadas. Usos insolentes del espacio pú-
blico en Barcelona. Ciutats Ocasionals. Recuperado el 20 de julio de 2017 en http://www.
ciutatsocasionals.net/textos/textosprincipalcast/delgado.htm
Gustavo Lins Ribeiro. Carlos Alba Vega, Gustavo Lins Ribeiro y Gordon Mathews
(coords.) (2015). La globalización desde abajo. La otra economía mundial. Ciudad de
México: FCE
Harvey, David (2003). “The Right to the City“ en International Journal of Urban and Re-
gional Research, volumen 27, issue 4.
Habermas, Jurgen (1989). The Structural Transformation of the Public Sphere, Boston:
MIT Press.
Larkin, Brian (2008). Signal and Noise: Media, Infrastructure, and Urban Culture in Nige-
ria. Durham: Duke University Press.
Lefevre, Henri (1984). The Production of Space. New Yersey: Blackwell Publishing,
Neuwirth, Robert.
—— (2011). Stealth of Nations: The Global Rise of the Informal Economy. New York:
Knopf Doubleday Publishing Group.
—— (2016). Shadow Cities: A Billion Squatters, a New Urban World. Abingdon: Routledge.
Ortíz Antoranz, Pedro (2016). Entrevistas para la muestra un Mundo en común. Ex Tere-
sa Arte Actual. Ciudad de México. Recuperado de
http://www.unmundoencomun.com/archivo.html
Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (2003). The Cha-
llenge of Slums. Global Report on Human Settlements
Ripstein, Arthur (1997). Political Philosophy”, History of Philosophy, New York: Routledge,
204-206.
Sundaram, Ravi (2010). Pirate Modenity: Delhis’s Media Urbanism. Abingdong: Routlegde.
© Santiago Arau
216
SEGUNDA PARTE / 217
© Santiago Arau
Tercera parte
Cinco barrios de la Ciudad
de México. Una investigación
de campo
Alejandro Mercado
Pedro Ortíz Antoranz
Alejandra Trejo
Introducción
El presente trabajo tiene como punto de partida el foro sobre La periferia como patri-
monio cultural urbano organizado por la UNESCO y la Secretaría de Desarrollo Social
(SEDESO) del Gobierno de la Ciudad de México en agosto de 2016. El propósito com-
partido tanto del foro como del presente estudio es generar una definición más amplia de
la noción de patrimonio cultural urbano aplicada a la periferia que rompa con la predo-
minante visión estigmatizada y de una percibida irrelevancia con respecto a la ciudad
central e histórica.
Los esfuerzos por encontrar una definición de patrimonio más acorde con el verdade-
ro potencial de la periferia urbana está en sintonía con el objetivo 11 de la agenda de
Objetivos para Desarrollo Sostenible (ODS) de la Asamblea General de la ONU: “lograr
que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y
sostenibles” (ONU, 2015, ODS 11), en el entendido que “los problemas que enfrentan las
ciudades se pueden vencer de manera que les permita seguir prosperando y creciendo,
y al mismo tiempo aprovechar mejor los recursos y reducir la contaminación y la pobre-
za”. La expansión de los barrios urbanos marginales en el mundo en desarrollo vuelve
prioritaria la tarea de hacer visible las expresiones culturales y comunitarias que están
generando alternativas de vida en los mismos.
222
inmigrante, que se constituye como uno de los escenarios principales de la producción
social del hábitat, de la diversidad cultural y sobre todo de la solidaridad comunitaria. En
la periferia urbana es posible entender el patrimonio como aprendizaje multidimensional,
donde la creatividad, conocimiento y habilidades sociales de sus pobladores cristalizan
en formas urbanas, espaciales y de convivencia como son los mercados, las fiestas
barriales, los espacios públicos espontáneos, la música o la gastronomía. Identificar los
valores y rasgos del patrimonio cultural urbano en la periferia pasa por reconocer el tejido
de sus formas comunitarias y productivas, los actores sociales que lo integran y sus
relaciones de reciprocidad.
El equipo que elabora ese proyecto propone construir y comprender nuevas nociones
para la valoración de las periferias, con el propósito de alcanzar una comprensión menos
sesgada y más constructiva de las mismas. En suma y a modo de preceptos generales
que orientan la elaboración del presente trabajo, consideramos que:
Esta aproximación se contrapone al estigma que pesa sobre estos espacios asignándo-
les atributos y connotaciones generalmente negativas en las que las periferias urbanas
son vistas en el imaginario colectivo como lugares con pobreza, grises, indiferenciados y
como un mosaico de problemas. Donde se destaca especialmente la debilidad tanto de las
relaciones sociales, como de las capacidades económicas y productivas como de su pro-
ducción y reproducción artística y cultural que llevan a considerarlos como lugares donde
se acumulan desventajas (Aguilar y López, 2016). Propiciando lugares comunes, prácticas
científicas sesgadas y acciones de política con orientación generalmente asistencialista.
Por último, un propósito adicional del presente trabajo es dar pie a una plataforma para la
activación, promoción e intercambio de las mejores prácticas que suceden en la periferia
de la ciudad, abogando por una noción viva y ampliada del patrimonio cultural urbano, que
incorpore su entramado socio comunitario, los proyectos de mejoramiento barrial, de preser-
vación ecológica, de economía autogestiva y local, de los pueblos y barrios de la periferia. La
finalidad de la plataforma es cruzar y difundir experiencias y soluciones locales, empoderar y
fomentar el aprendizaje horizontalmente entre comunidades locales de la Ciudad de México.
224
los casos de estudio. Así como, de manera preliminar, mapear las redes barriales que
originan y sustentan dicho patrimonio en cada unidad de análisis.
Con este propósito se busca identificar y entrevistar a un grupo de actores sociales que
tengan influencia sobre la vida de sus barrios, para seleccionar y definir aquellas prácti-
cas, proyectos, espacios, infraestructuras y redes comunitarias que puedan considerarse
patrimonio cultural urbano. Consideramos formas patrimoniales tanto las expresiones
culturales y sociales tangibles como intangibles, el mejoramiento urbano de los barrios,
los proyectos ecológicos, artísticos y educativos, así como formas de economía local y
autogestiva. Pero de manera destacada nos interesa reconocer la organización social
comunitaria y solidaria como una forma de patrimonio central en la periferia urbana de la
Ciudad de México.
Para la selección de los barrios a estudiarse el primer criterio fue que participaran al
menos en los dos programas claves de la Secretaría de Desarrollo Social de la Ciudad
de México. Estos programas son el Programa de Mejoramiento Barrial y Comunitario y
el programa de Comedores Comunitarios. Estos programas son claves porque requieren
que cada barrio presente iniciativas por parte de grupos de vecinos.
Otro criterio fue que los barrios seleccionados reflejaran dos tipos de desarrollo urbano
de la periferia de la Ciudad de México que producen formas nítidamente diferenciadas de
patrimonio cultural urbano: un primer modo referente a localidades de reciente formación
producto de la ocupación de zonas previamente no habitacionales —ecológicas, agríco-
las o industriales— donde pueden concurrir: a) autoconstrucción en territorio fraccionado
y lotificado, b) invasión y autoconstrucción en cerros y áreas de conservación, c) frac-
cionamientos con desarrollos inmobiliarios públicos y privados; y un segundo modo que
consiste en las periferias producto de la absorción y crecimiento de pueblos originarios,
en las que tiene lugar: a) integración de los pueblos a la traza de la ciudad; b) fracciona-
miento para uso habitacional de tierras de cultivo ejidales; c) invasión y autoconstrucción
en áreas de preservación ecológica y antiguas zonas agrícolas.
cada barrio. Antes se presenta el marco y la estrategia de trabajo que sustenta dichos
resultados.
Aunque se ha ido consolidando una tradición de los estudios acerca de las periferias
urbanas, especialmente con los trabajos de observación sistemática del crecimiento y
expansión territorial de las ciudades, uno de los problemas para su análisis ha sido el
déficit de información de base local, o la falta de sistematización de está. Generalmente,
existe información socioeconómica suministrada por las oficinas de estadística de los
gobiernos, pero no es suficiente o resulta limitada porque los datos se han recogido a un
nivel excesivamente agregado.
Esta investigación se basa en definir un esquema de trabajo barrial de índole mixto pero
que enfatizará los aspectos cualitativos y su carácter esencialmente exploratorio. Debido
a lo limitado de la información documental, a ésta debe sumarse el análisis de las sub-
jetividades individuales y colectivas, acercarse a lo social desde el entendimiento desde
lo personal y lo colectivo a través de entrevistas, charlas y observación en campo. Se
buscó tener una mirada interdisciplinaria y participativa.
De tal forma, previo al trabajo de campo en cada barrio llevamos a cabo una investiga-
ción documental y hemerográfica para reconstruir el contexto socioeconómico y cultural
de cada lugar. El trabajo de campo consistió en entrevistas a actores vecinales y comu-
nitarios de cada barrio: impulsores de proyectos sociales; fundadores de las colonias;
creadores y promotores culturales; cronistas locales, así como vecinos que hubieran
impulsado proyectos de tipo de autogestivo. En las visitas condujimos entrevistas indivi-
duales y en grupo. En todas las colonias se produjo además la participación espontanea
de vecinos que se agregaban a las mesas de conversación o que durante los recorridos
se abría la oportunidad de platicar con ellos.
El trabajo de campo se complementó con recorridos visuales en los que fueron visitados
los espacios públicos, las viviendas, los proyectos de mejoramiento barrial y comedores
colectivos, los espacios de preservación ecológica, y una diversidad de proyectos colec-
tivos de corte productivo, social y educativo. En las entrevistas con los vecinos pudimos
adentrarnos en los pormenores de la vida familiar y vecinal, de las festividades y otros
eventos culturales relevantes de los barrios.
226
Otro elemento importante del trabajo de campo fue sostener entrevistas grupales e individua-
les con los promotores —trabajadores sociales— de la Secretaría de Desarrollo Social en
cada barrio. Los promotores recorren cotidianamente los barrios más necesitados de la ciu-
dad, detectando problemáticas, cubriendo necesidades básicas, asistiendo en las emergen-
cias y asesorando a los vecinos, lo que les permite tener una relación directa y personal con
los habitantes. Los promotores, que en muchas ocasiones también son pobladores de los ba-
rrios, cuentan con información de primera mano sobre su actividad social y cultural, además
de tener una perspectiva personal especialmente relevante y razonada sobre su devenir.
Sin establecer una categorización de formas patrimoniales a priori, los resultados del
trabajo de campo fundamentan en gran medida la evaluación expuesta a continuación.
Trabajo de gabinete
San Miguel Topilejo (Tlalpan), San Mateo Tlaltenango y Santiago Tepacaltlalpan (Xochi-
milco), son tres pueblos originarios de la periferia de la Ciudad de México, forman parte
de una franja rural-urbana que va desde Cuajimalpa hasta Milpa Alta compuesta por
una gran diversidad de pueblos, tierras de cultivo y parajes naturales que están siendo
progresivamente asimilados por el crecimiento de la mancha urbana. Dichos pueblos,
tienen raíces anteriores a la colonia y conservan todavía usos y costumbres, formas
de propiedad y de organización comunitaria específica, así como una intensa actividad
festivo-religiosa, es decir, en ellos subsisten prácticas culturales diferenciadas del resto
de la ciudad y, en consecuencia, podemos hablar de un patrimonio cultural singular de
los pueblos originarios de la periferia.
228
Sin embargo, la situación presente de dichos pueblos, en un contexto de urbanización
acelerada, está desbordando el marco originario de tradiciones, de usos y costumbres y
organización comunitaria.
• Muchas tierras se han dejado de cultivar, y las generaciones más jóvenes no quieren
dedicarse al campo, se debilitan los nexos con el campo y también la estructura de
propiedad comunera y ejidal que la sostiene.
• La propiedad ejidal se ha vendido en parte o en su totalidad; se ha cambiado el
uso de suelo de propiedades comunales, facilitando la lotificación y la aparición de
asentamientos irregulares, pero también de desarrollos inmobiliarios y propiedades
de población muy afluente.
• La población avecindada llegada de otras partes de la ciudad u otros estados, y que
en su mayor parte pueblan los crecientes asentamientos irregulares colindantes a los
pueblos, genera otro tipo de legitimidades y lideratos vecinales que difieren, cuando
no se enfrentan directamente, con los de la población originaria.
• La vida comunitaria se reduce en muchos casos a la celebración de ritos y fiestas
patronales, y dejan de realizarse las faenas y los trabajos por la comunidad, y otras
prácticas sociales cohesivas. Aunado a la renuencia de los comuneros a ceder
terrenos para el bien colectivo: escuelas; centros de salud, instalaciones deportivas y
otros servicios públicos.
• El orden político administrativo vigente en la Ciudad de México margina y debilita
la representación comunitaria en favor de figuras dependientes de las delegacio-
nes (Mora Olivares, 2010) a pesar de los intentos por corregirlo a partir de la nueva
Constitución Política
• La aparición de otros patrones de ocio-consumo y trabajo facilitados por la conexión
con la gran mancha urbana.
De acuerdo con Portal (2013, p. 53): “La historia de los pueblos de la cuenca se entreteje
inexorablemente con la historia de la Ciudad de México. De origen prehispánico, pero
reconstituidos y refundados durante el periodo colonial, a lo largo del tiempo han tenido
una gran presencia en la configuración socioterritorial de la urbe”.
San Mateo Tlaltenango, San Miguel Topilejo y Santiago Tepalcatlalpan tienen como ca-
racterística común ser pueblos originarios que en mayor o menor grado han experimen-
tado su incorporación a la mancha urbana. Este es un rasgo fundamental en la definición
e identificación del patrimonio urbano de estos sitios. En la Ciudad de México habita una
cantidad considerable de población originaria que, si bien no es indígena, es heredera de
ciertas formas de vida, sistemas simbólicos y rituales practicados en la antigua Cuenca
de México. Esos elementos han subsistido en interacción, conflicto y adaptación con los
provenientes de otras culturas (Pérez Ruíz, 2009). A su vez, los rasgos culturales y de
identidad originaria determina en muchos aspectos las lógicas económicas y políticas de
esto pueblos y sus formas de cimentar su pertenencia a la urbe (Portal, 2013).
230
relación religiosa, política y comercial con Xochimilco. En Topilejo se han encontrado 23
de los 43 sitios arqueológicos de la zona (Rodríguez y Rodríguez, 1984). Después de
la conquista, la población del área quedo concentrada en los pueblos fundados por los
colonizadores y que aparecen representados en los mapas de la época en el siglo XVII
(Delegación del Departamento del Distrito Federal en Tlalpan, 1994).
De los tres pueblos originarios visitados, San Mateo Tlaltenango Y Santiago Tepacalt-
lalpan son los más integrados a la mancha urbana, y San Miguel Topilejo el que menos.
San Mateo Tlaltenango se comporta como un apéndice de la zona comercial y financiera
de Santa Fe, arrinconado por los desarrollos inmobiliarios de lujo; la llegada de nuevos
habitantes muy afluentes a la zona; la instalación en la zona de colegios exclusivos; y la
construcción de ejes viales; de esta forma su traza está haciendo modificada y desarticu-
lada por el contacto con Santa Fe y sin embargo todavía tiene en su demarcación exten-
sas áreas del bosque del Desierto los Leones de propiedad comunera, que constituyen
un “pulmón verde” y un captador natural de agua para la zona de Cuajimalpa. Es quizás
de los tres el pueblo más amenazado por la mancha urbana, ya que el crecimiento de
Santa Fe sucede de una forma mucho más agresiva y anuladora, con peor pronóstico,
los intereses inmobiliarios son más poderosos, y el choque de clases sociales y estilos
de vida ocurre de manera mucho más perturbadora.
Santiago Tepacaltlalpan forma parte ya del continuo urbano conectado con Tepepan y el
centro de Xochimilco, y los ejes viales Prolongación División del Norte-Periférico-Calzada
de Tlalpan, y la presencia notoria de la Facultad de Artes y Diseño (FAD) de la UNAM.
Sin embargo, todavía conserva su traza original, donde el atrio con su iglesia ocupa el
lugar central; el pueblo está flanqueado por una herradura de montes y tierras de cultivo,
232
algunas ya en desuso, por donde inicia el camino a Chalma; en estos montes son comu-
nes los asentamientos irregulares. Nunca hubo ejido pero sí existe organización comu-
nal, y su influencia es muy notoria en el manejo del pueblo, especialmente su panteón,
algunos campesinos todavía trabajan las tierras en los cerros colindantes.
De acuerdo con la síntesis elaborada por Soini et al. (2012) los estudios en esta área
han identificado los siguientes elementos constitutivos del sentido de lugar: (a) Apego al
Lugar (Jorgensen, B. y Stedman, R. (2006)) que se puede leer como una “liga emocional
234
positiva con el lugar”. (b) Satisfacción con el Lugar. Este componente se refiere al valor
utilitario de un lugar en relación a la satisfacción de necesidades sociales y de habitabi-
lidad (Stedman, 2002). (c) Dependencia del Lugar. Con base a las actividades que una
persona considera importantes, qué tanto un lugar comparado con otros ofrece mejores
condiciones para realizarlas (Brown y Raymond, 2007). (d) Identidad del Lugar. “Involu-
cra las dimensiones del yo que definen la identidad de un individuo o de una comunidad
en relación con el ambiente físico por medio de un patrón complejo de ideas, creencias,
preferencias, sentimientos, valores, metas y tendencias conductuales y habilidades
relevantes, conscientes e inconscientes. (Sioni, et al 2012: p 125, con base en Brown y
Raymond, 2007; Proshansky, Fabian y Kaminoff, 1983)”. (e) Adaptabilidad al Lugar. Se
refiere a los habitantes que migran a un lugar y desarrollan un vínculo con sus caracterís-
ticas (Soini, et al 2012). La acción conjunta de estos componentes como constitutivos del
apego a un lugar puede generar efectos positivos en el involucramiento de los habitantes
en la protección y mantenimiento del medioambiente social y natural.
Sin embargo, para evitar el riesgo de disolución de las comunidades ante el avance de la
mancha urbana es necesario apoyar aquellos patrimonios que sostienen la interface rural
urbana en los pueblos, es decir: La estructura socio comunitaria que se deprende de la
propiedad comunitaria y ejidal de propiedad, que si bien todavía en pie, está muy afec-
tada por el abandono de las labores agrícolas y la fuerza de los intereses inmobiliarios;
las prácticas de conservación, restauración y explotación sustentable del medio natural;
y las prácticas sustentables de economía local a partir de productos y procesos autócto-
nos. Muy especialmente, las dos últimas suceden de forma mucho más precaria, frágil y
descontinuada, por lo que requieren de un reconocimiento y un apoyo más urgente.
Apego al lugar Satisfacción con el lugar Dependencia del lugar Identidad del lugar Adaptabilidad al lugar
Sería muy conveniente considerar a la propia interface rural urbana que va del Ajusco
a Tláhuac —una franja verde de contención urbana— como patrimonio crítico para la
Ciudad de México: un tejido de enclaves semirrurales, redes sociocomunitarias, prácticas
culturales, modos de vida y medio natural que es el freno más eficaz a la extensión de
su mancha urbana; se trata de una categoría nueva de patrimonio urbano, aquella que
reconoce la función de contención de las áreas rural-urbanas, y que desborda los marcos
definitorios de patrimonio cultural inmaterial y de paisaje cultural.
236
Aquí los aspectos intangibles son más importantes que los tangibles, es decir, tiene menos
peso el patrimonio monumental y la memoria histórica, y son mucho más determinantes las
prácticas culturales relacionadas con la tradición festiva, el entorno natural, las prácticas de
economía local —modos de vida—, y las redes socio comunitarias que le dan sustento.
Por último, esta nueva forma de patrimonio urbano integra diversas formas convencio-
nales o reconocidas de patrimonio: cultural (material e inmaterial), natural, arqueológico,
arquitectónico, y otras no convencionales: socio comunitario y modos de vida. Todas
ellas deben entenderse de forma interconectada, de manera sistémica, para la compren-
sión adecuada y profunda de las implicaciones de las prácticas culturales observadas.
Es el caso de la recolección de hongos silvestres comestibles en los pueblos del Ajusco
y del sur de la ciudad, se trata de una práctica cultural ancestral heredada de padres e
hijos, que requiere de una gran especialización y conocimiento experto, que constituye,
si se practica adecuadamente, una fuente de ingresos respetuosa con el bosque, y que
además tiene derivaciones gastronómicas relevantes, siendo los hongos silvestres consi-
derados un alimento gourmet en muchos mercados y restaurantes de la ciudad.
Los vecinos de los pueblos originarios participan de manera intensa en los preparativos
de las fiestas patronales (fiesta mayor y fiesta chica), danzas, carnavales y otras fiestas
del calendario religioso, al respecto comenta Mora Vázquez que los pueblos origina-
rios de la periferia: “conservan una estructura sociocultural compuesta por un conjunto
de rituales tradicionales, tanto familiares como propios de los diferentes ámbitos de la
cotidianidad social. Para la organización de estos últimos, ya sean políticos, culturales
o religiosos, los vecinos nombran algunos mayordomos o comisionados o autoridades,
quienes se hacen acreedores al reconocimiento y prestigio por el buen desempeño de
sus encargo” (Mora Vázquez, 2007). Los mayordomos gozan de un gran prestigio y po-
der en las comunidades originarias rivalizando incluso con los subdelegados o coordina-
dores, y hasta con los párrocos.
Es mucho más interesante, para una noción contemporánea patrimonio cultural inma-
terial, un retrato de tradiciones que innovan, que mutan de forma, de manera fluida, en
diáspora con las migraciones regionales y continentales, mirada que favorece una com-
prensión no estática ni idealizada de las mismas, y revela rutas de una diáspora cultural
que no pasan necesariamente por la ciudad central.
238
Chinelos en San Mateo Tlaltenango. Fuente: trabajo de campo
Patrimonio natural
Tlalpan es una delegación que cuenta con cinco Áreas Naturales Protegidas (ANP)
distribuidas en dos parques nacionales (ubicados en zona urbana), una zona sujeta a
conservación ecológica, y una fracción de superficie del Corredor Biológico Ajusco-Chi-
chinautzin, decretada en 1988, con la categoría de área de protección de flora y fauna
silvestre. Topilejo cuenta con parte de este corredor cuya altimetría favorece una gran
Por su parte, una superficie de 150 hectáreas de Santiago Tepalcatlalpan fue declarada
Área Comunitaria de Conservación Ecológica por el Gobierno del Distrito Federal en
septiembre de 2013 con el objetivo de conservar la diversidad y riqueza biológica local.
Las Reservas Ecológicas Comunitarias o Áreas Comunitarias de Conservación Ecoló-
gica se establecieron como una categoría de las Área Natural Protegida, por parte del
gobierno de la Ciudad de México para preservar aquellas zonas, de propiedad comunal
o ejidal, que conservan reservan naturales. La declaratoria no compromete los derechos
de propiedad del ejido o comunidad, ni se modifica el régimen de propiedad.
De igual manera 80% del territorio de San Mateo Tlaltenango es el Desierto de los
Leones que es un ANP en la categoría de parque nacional. En el área se han identificado
más de 100 especies de hongos silvestres. Se encuentran bosques de pino, oyamel y
mixto (oyamel, pino y encino) y otras plantas como la perlilla, la zarzamora, el capulín, el
aretillo y varias especies de líquenes, por mencionar algunos. Entre la fauna destaca el
venado cola blanca, el tlacuache, conejos, tuza, mapache, coyote y zorra gris.
240
vez se enfrentan a patrones cambiantes en el uso del suelo y la intensiva mezcla de usos
agrícolas y no agrícolas (derivados de los cambiantes usos del suelo) (Rakodi, 1999;
Tacoli, 1999; Marshall et al, 2009). En ellos, se intensifica una competencia entre usos
del suelo tradicionales asociados a lo rural y usos modernos urbanos (Rakodi, 1999; Ta-
coli, 1999; Mandere et al 2010). En consecuencia, las actividades agrícolas tradicionales
entran en conflicto con intereses alternativos como los usos residenciales o industriales.
En los casos analizados, el manejo y conservación de los recursos naturales —del patri-
monio natural— es de gran importancia para determinar el sustento de sus habitantes y
también puede ser crucial incluso para los hogares urbanos. Ahí coexisten procesos de
cambio económico y ambiental los cuales inciden en las oportunidades y obstáculos que
enfrentan diversos grupos en su acceso y manejo de recursos o activos y por lo tanto
en la construcción de sus estrategias de vida. Tacolli (1999) considera que los indivi-
duos y los hogares que habitan este tipo de periferias suelen cubrir sus necesidades
básicas mediante una compleja combinación de actividades, habilidades, capacidades y
recursos (naturales, materiales y sociales). Esta población desarrolla también diferentes
estrategias generadoras de ingresos y de soporte colectivo las cuales dependen de la
disponibilidad de tales recursos. La noción de modos de vida o estrategias de vida se
puede entender como las capacidades, los activos (materiales y sociales) y las activi-
dades requeridas para el sustento de determinadas poblaciones (Tacoli, 1999) y que se
aprecian por su alto valor patrimonial.
El esquema de los modos de vida es útil para analizar toda la diversidad de procesos y
ensamblajes bajo los cuales se construyen las estrategias de generación de ingreso en el
contexto periurbano. La tendencia a la diversificación es la característica más típica de las
242
En cuanto a la producción agrícola en las zonas periurbanas se ha mostrado que estas
actividades tienen o pueden tener un papel muy importante en el aprovisionamiento
de alimentos para las ciudades. El sostenimiento de la actividad agrícola además de
generar ingresos y evitar que se busque empleo fuera de los pueblos, soporta una serie
de procesos socio-culturales que fortalece la identidad y vínculo con el espacio habita-
do. Se han identificado tres elementos que contribuyen a que los pobladores en zonas
periurbanas no abandonen sus actividades agrícolas frente a la presión por el cambio en
el uso del suelo: (a) como medida de reducción de riesgo frente a incertidumbres sobre
las fuentes de ingreso familiares, (b) por la respuesta ante la creciente demanda de
alimentos dentro de la misma ciudad de la que forman parte y (c) por ser una manera en
la que se reproducen prácticas culturales, identitarias y de tradiciones asociadas con la
producción agrícola en la zona (Lerner, 2011).
En el Centro de México y a las orillas de la Ciudad de México la cultura del maíz per-
siste frente a las ondas expansivas de las ciudades (para el caso de Toluca ver: A. Ler-
ner, Sweeney y Eakin, 2014). De los pueblos estudiados resalta Topilejo que tiene una
intensa conexión con este cultivo. La vida cotidiana del pueblo se ve mezclada con la
venta del elote y de productos derivados. Otros cultivos relevantes en estos pueblos y
que forman parte de su identidad son sobresalientemente el maguey pulquero, los hon-
gos silvestres y algunas hortalizas y legumbres (rábano, habas, flor de calabaza entre
otros). También se encontraron esfuerzos por introducir nuevas actividades agrícolas
o transformaciones técnicas a las ya existentes. Resalta el caso de la producción del
gusano de Maguey en San Mateo. Aunque este proyecto se encuentra en una etapa
inicial es relevante porque potencialmente conecta la tradición de producción pulque-
ra del lugar con un mercado gastronómico cada vez más importante en la Ciudad de
México que demanda productos muy especializados como lo es el Chinicuil o gusano
de maguey.
colmenares de traspatio, entre otros muchos proyectos de sus alumnos, que ha sido
acreedores de premios nacionales internacionales.
244
otro lado, la organización comunera puede ser muy cerrada con respecto a los llegados
de afuera, considerándolos habitantes con menos legitimidad o derecho.
Las colonias Miravalle y La Cruz empezaron a poblarse en los años ochenta, se cons-
truyeron desde cero en lo que fueron terrenos de propiedad ejidal, zonas escarpadas,
montes y pedregales de difícil habitabilidad. El tercer caso, el barrio de Coatepec (en el
extremo de la delegación Gustavo A. Madero que colinda con Ecatepec y Tlalnepantla)
creció asimilando y diluyendo a un pueblo originario del que apenas queda traza —una
iglesia, su atrio y algunas casas rústicas— y se extendió por los cerros colindantes de la
Sierra de Guadalupe hasta alcanzar los 350.000 habitantes, análoga en su morfología y
sus problemas a los asentamientos irregulares de nueva creación. Los tres enclaves se
han convertido en ciudades dormitorio de vivienda autoconstruida.
Para Duhau son tres las principales modalidades de construcción de este hábitat en
Latinoamérica, y en particular en la Ciudad de México: 1) la invasión de terrenos, 2) el
fraccionamiento fraudulento de lotes y 3) la ocupación de terrenos mediante el pago
de una renta al propietario. Según el mismo autor, el fraccionamiento irregular es el
mecanismo preponderante en este tipo de urbanización. Tal fraccionamiento es realizado
por personas que muchas veces se ostentan como propietarios de los terrenos, aunque
no pueden comprobar legalmente tal posesión. Este fraccionamiento irregular ha sido
tolerado e incluso efectuado por funcionarios públicos. La ciudad popular se autocons-
truye pues en la zona híbrida formada por la borrosa dicotomía de lo formal y lo informal
(Duhau, 1998: 130).
246
El fraccionamiento y venta irregular de territorios ejidales ha sido una práctica habitual en
la segunda mitad del siglo XX, tolerada e incluso auspiciada por el poder político local y
federal, como en el caso de la conocida invasión masiva —cerca de 20 mil personas—
en septiembre de 1971 que dio lugar a la colonia del Pedregal de Santo Domingo en la
delegación Coyoacán (Tomas, 1996). La venta irregular por parte de intermediarios o los
propios ejidatarios contó con la aquiescencia cuando no con la cobertura y la promoción
directa del poder político tanto federal como local, convirtiéndose en un recurso fácil
—aunque altamente problemático— mediante el que brindar vivienda barata a las clases
populares, y a la par tejer un entramado de intereses políticos clientelares en las nuevas
poblaciones. Con la reforma del artículo 27 de la Constitución realizada por el presidente
Salinas de Gortari el 6 de enero de 1992, que liberalizaba la propiedad ejidal y permitía
su enajenación de forma abierta y legal, se intensificó la expansión urbana en el valle de
México, las ventas irregulares encontraron un cauce para su legalización y se multiplica-
ron los incentivos para la urbanización de nuevas tierras ejidales.
La liberalización tácita del ejido en primer lugar o de iure posteriormente explica en bue-
na medida urbana acelerada del paisaje de rancherías y montes de la Sierra de Guadalu-
pe y de Santa Catarina en los años ochenta y noventa. Los pobladores recién llegados
pasaron a engrosar las bolsas de pobreza urbana en la periferia de la Ciudad de México
en colindancia con el Estado de México, asentándose en territorios rústicos sin conexión
con la ciudad y sin servicios de ningún tipo.
La todavía breve historia de los asentamientos visitados se puede dividir en dos grandes
etapas. La primera, se desarrolla entre las décadas de los ochenta y los noventa, y co-
rresponde a lucha por la estabilización de los nuevos asentamientos. Durante la misma,
se consolida una organización comunitaria con capacidad de movilización y trabajo
colectivo; las viviendas van adquiriendo solidez tanto constructiva cómo legal, y van ob-
teniéndose los servicios básicos que han de hacer habitable el lugar. La segunda etapa,
que inicia en los 2000 y todavía está en desarrollo, corresponde a la consolidación y
mejoramiento de los asentamientos ya reconocidos como colonias o barrios de la ciudad;
los pobladores aspiran a una mayor calidad de vida, salud, educación cultura, y bienes-
tar. Durante la misma se buscan recursos para la mejora de la vivienda y las condiciones
de habitabilidad del mismo barrio; se integra la acción vecinal con los servicios sociales y
los programas de mejoramiento urbano del gobierno de la Ciudad; se gestan nuevas for-
mas de organización y participación vecinal que hagan posible elevar la calidad de vida.
Las mujeres siempre han tenido un papel principal en la defensa de estos colonias de
nueva creación, al estar al cargo de los hijos y del hogar, han sufrido de manera más
directa la precariedad de la vivienda y sus vecindarios, tienen por lo tanto una mayor
disposición para participar en la movilización vecinal. Ahora bien, en esta etapa tanto
en Miravalle como en la Cruz dominan los liderazgos masculinos, y aunque las mujeres
conformen el grueso de la fuerza de movilización, es habitual que sean marginadas a la
hora de la toma de decisiones, y la distribución de los recursos obtenidos.
248
de terrenos y trazado de caminos marcan el inicio de la cooperación vecinal. Por lo
general, el mismo poder político local que en un inicio intenta desalojar a los pobla-
dores de un asentamiento irregular y les niega los servicios básicos, no tarda mucho
en reconocer la legalidad y viabilidad del mismo, es una cuestión de tiempo.
Las obras realizadas a partir de faenas colectivas conectan la calle con el propio hogar,
que se encuentra en una transición entre la lámina, la lona y el cartón hacia estructuras
más sólidas, que se afianzan con la llegada de la luz, el agua, y los techos de concreto.
En esta primera fase hay una constitución muy pareja entre el afuera —los espacios
comunes, el barrio— y el adentro —la vivienda—, y una conciencia de interdependen-
cia entre ambos espacios, que es la base de la organización vecinal. En palabras de
Pérez-Ramírez:
250
A diferencia de la experiencia cerrada y acabada de la ciudad habitual en las clases
medias, en los asentamientos regulares se produce una experiencia integral, desde cero,
de la fundación de una ciudad. En los barrios de autoconstrucción de vivienda popular
se experimenta la arquitectura abierta, en flujo, nunca terminada: “La imagen de la casa
como refugio, como protección contra el medio ambiente o como una seguridad para
el futuro de los hijos, pugna a diario por ajustar la realidad, por acercarla un poco cada
vez, de modo que la vivienda final cumpla con las expectativas de la gente. Sin embar-
go, la casa final es inalcanzable, puesto que está en construcción permanente” (Pérez
Ramírez, 1999).
Puede considerarse que una segunda etapa del crecimiento tanto de Miravalle como de
La Cruz y Cuautepec inicia a mitades del 2000 en adelante, cuando ya se han integrado
a la ciudad como barrios de pleno derecho, la mayor parte de la propiedad ha sido legali-
zada, y los servicios básicos han sido instalados extensivamente en los mismos. En esta
etapa los asentamientos han alcanzado, en ocasiones rebasado, los lindes que delimitan
las zonas de preservación ecológica, se han conectado con otros barrios colindantes en
una sola trama urbana de una alta densidad constructiva y por ende de población. Los
lotes disponibles para nueva vivienda empiezan a escasear, las familias construyen un
segundo, o hasta tercer nivel a sus viviendas para acomodar a las familias de sus hijos, o
para obtener una renta extra del arriendo de habitaciones.
Los problemas más acuciantes durante esta segunda etapa del desarrollo de los barrios
visitados derivan de: una planificación urbana deficiente; la precariedad de buena parte
de la vivienda construida; la dificultad para generar iniciativas productivas más allá del
pequeño comercio o el transporte local; el empleo precario a horas de traslado diario; la
inseguridad creciente en las calles; la ausencia de instituciones educativas a nivel secun-
daria y preparatoria; la carencia de una oferta cultural y deportiva que brinde alternativas
a la gente joven; la degradación de los espacios públicos; los continuados tandeos del
servicio de agua corriente; los problemas de salud creciente —obesidad y diabetes—
como consecuencia de malos hábitos alimenticios.
En este contexto cabe destacar el papel catalizador de los cambios que ha desempe-
ñado el Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial (PCMB). Inició su andadura en
el 2007 por parte de la Secretaria de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de
México. En la marca del mismo se han desplegado proyectos de intervención urbana
llevados a cabo por grupos de vecinos, desde la creación de plazas, quioscos, centros
de cultura, a la mejora de calles, sistemas de drenaje, escaleras y fachadas, entre
otros; los proyectos de mejoramiento han tenido un enorme impacto tanto en la colonia
Miravalle, como en el barrio de La Cruz, siendo respectivamente reconocidos con el
premio Urban Age del Deutsche Bank, y la distinción Best Practices de UN-Habitat. A
partir de los proyectos de mejoramiento se han fomentado colaboraciones con univer-
sidades, empresas y organizaciones no gubernamentales para fomentar la innovación
social tanto en el área productiva, educativa, cultural, constructiva/urbanística o de
medio ambiente.
252
Los asentamientos populares, así sean asentamientos originalmente precarios, no se
encuentran siempre en el campo de la marginalidad. El hábitat popular no es necesa-
riamente sinónimo de pobreza ni de confrontación con el Estado, Robert Neuwirth llega
incluso a reconocer a los asentamientos populares de los países en desarrollo como las
“ciudades del futuro”, dado que en ellos se desarrollan estrategias para la mejora de las
condiciones de habitabilidad, así como prácticas políticas diversas. Es en estos asenta-
mientos donde las comunidades organizadas pueden lograr mejoras en la vida colectiva,
convirtiendo a los asentamientos populares en agentes de cambio de la ciudad, actores
primordiales de las nuevas formas urbanas del siglo XXI (Neuwirth, 2007: 79).
Una cuestión pertinente es cómo los nuevos tipos de organización vecinal y comunitaria
habrán de sobrevivir más allá del Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial, y man-
tener su autonomía frente a las presiones clientelares del poder político local; si podrán
conciliar su defensa del derecho a la vivienda para los más pobres con la defensa de las
zonas de preservación ecológica con las que colindan, con qué argumentos podrán dete-
ner nuevas ocupaciones de territorio; si podrán gestionar con consistencia y persistencia
agendas educativas y culturales (bibliotecas, foros, centros culturales y deportivos, progra-
mas de actividades al aire libre) que den alternativas a los más jóvenes; si podrán sostener
a largo plazo los mejoramientos barriales logrados en los últimos años. Debemos tomar en
cuenta que estas organizaciones luchan de manera muy adversa, en primer lugar, contra el
declive de sus barrios, muy afectados por la lumpenización y la criminalidad creciente, y en
segundo lugar, contra la hostilidad cuando no el boicot directo por parte de las autoridades
delegacionales, y la lógica clientelar de los partidos políticos. En muchos sentidos, las de-
legaciones se han convertido en un obstáculo para el desarrollo de los barrios de la Ciudad
de México, cada vez menos reconocidas y legitimadas por la población, no parecen encon-
trar acomodo en una situación en que la organización vecinal y comunitaria en barrios y
pueblos originarios cobra un mayor protagonismo social y político.
Por último, a diferencia de los pueblos originarios visitados en las franja surponiente de
la ciudad, con su entramado comunitario sustentado en la organización consuetudinaria
del ejido y la tierra comunal, así como en la fuerza cohesiva de sus tradiciones festivas y
mayordomías, las colonias Miravalle, La Cruz o Cuautepec, han creado su identidad con
relación a su propia construcción desde cero. Es de destacar el potencial asociativo latente
en los asentamientos más recientes, todavía más cuando se considera que se constituyen
a partir de una base de población heterogénea, proveniente de diversas partes del país,
que con el propósito de encontrar vivienda acaban fundando un nuevo barrio.
La colonia Miravalle se ocupó, en su mayoría, por migrantes del sur del país provenien-
tes, principalmente, de Guerrero, Oaxaca, de Puebla, y el Estado de México, una base
heterogénea de pobladores que tuvo que ponerse de acuerdo para la fundación de un
nuevo barrio. Ante la carencia de servicios, infraestructura, caminos y comercios la po-
blación tuvo la urgencia de actuar, asociarse y organizarse.
Si los elementos de valor patrimonial en la colonia Miravalle tuvieran que ser jerarquiza-
dos, el primer lugar lo ocuparía la organización de base comunitaria que integra desde su
fundación a un conjunto de actores locales con capacidad de movilización, autogestión y
trabajo colectivo, cuyas acciones han conseguido que Miravalle pase de la estigmatiza-
ción social al orgullo barrial.
254
Organización comunitaria de Miravalle
La organización vecinal histórica en Miravalle debe considerarse como una forma de pa-
trimonio urbano de alto valor. A principios de la década de los noventa comenzó su lucha
por servicios y bienes urbanos, con liderazgos naturales como el que asumió don Benito
Ávila Hernández, proveniente del estado de Hidalgo, fue de los primeros habitantes que
llegó a vivir en pleno monte, a los ejidos conocidos entonces bajo el nombre de Corrales,
en compañía de su esposa e hijos, bajo una lona y poco más. Benito narra y muestra
archivos documentales y fotográficos relacionados con el trabajo, lucha y vivencias que,
con otros miembros fundadores de la colonia, experimentaron desde 1990 para obtener
acceso a servicios (luz, agua, drenaje y pavimentación) y la primera escuela primaria.
Así, durante esta primera etapa de conformación del barrio, los servicios e infraestructura
básica se consiguieron gracias a la lucha colectiva, la presión política y las faenas. La
permanencia y desarrollo del asentamiento se detona a partir del liderazgo de vecinos,
que, como Don Benito, negociaron insistentemente con la delegación y los gobiernos
locales y federales. El trabajo comunitario consistió en la organización de faenas y la
provisión de mano de obra en las tareas básicas. En los años iniciales de la colonia, des-
tacaba la figura del jefe de manzana, encargado de solicitar y recibir las pipas de agua,
así como de convocar y organizar a sus vecinos para reuniones, solicitudes y las faenas
requeridas. Así, históricamente, los jefes de manzana tuvieron un papel principal en la
consecución de los servicios para la colonia.
Desde estos momentos fundacionales del barrio se consolidó una importante hábito de
organización vecinal, el propio Benito Ávila, cuenta no sin cierta resonancia épica, la
combinación de persistencia, valentía y habilidad, con que él y un ejército de vecinas
lograron ganarle el pulso a la autoridad delegacional en cada una de las batallas por
los servicios básicos, sobreponiéndose a desvelos, amenazas, operativos e intentos
de aprehensión. La narrativa del pionero y la fundación del espacio urbano está muy
presente en los recuentos de estos primeros pobladores, y forma parte indiscutible de
un patrimonio cultural en forma de memoria oral y fotográfica que debe ser recogido
urgentemente.
Estos primeros liderazgos, como el de Don Benito, van perdiendo fuerza a medida que
la población crece, se van consiguiendo los servicios básicos y la escrituración de sus
propiedades. En cierto modo su misión está más que cumplida, y así lo sienten y lo
expresan con orgullo, y también ven el momento de abrir el paso a nuevas generaciones
y modos de la organización comunitaria a los que están menos adaptados, como por
ejemplo la gestión de los proyectos de mejoramiento barrial.
De este modo, tras la obtención de los servicios básicos en la década de los noventas, el
desarrollo urbano de esta periferia empieza a plantear nuevas problemáticas y desafíos.
Ante el panorama de persistente marginación y honda lumpenización del barrio, a partir
del 2000, y muy especialmente desde el 2007, comenzó a conformarse un entramado de
nuevos actores instituciones y colectivos que en forma de asamblea comunitaria busca
detener las disfuncionalidades producto del rápido desarrollo urbano, y avanzar en la
elevación de la calidad de vida en la colonia, creando nuevos servicios como: el comedor
comunitario, una biblioteca pública, la ludoteca, aula digital, foro cultural, centro de salud,
centro ecológico, foro abierto, entre otros (Arias, 2015).
2013
Mejores prácticas
Dubái HABITAT-ONU
Línea de tiempo trabajo comunitario en Miravalle. Fuente: elaboración propia con base
en García (ND).
256
La organización dentro de la ACM se caracteriza por su horizontalidad, sin jefes ni es-
tructura formal; está abierta al diálogo con actores, públicos o privados; es una organiza-
ción viva e incluyente. La asamblea está conformada por El Colegio Miravalles (Marista),
el Centro Educativo Cultural y de Servicios, el Centro de Educación Preescolar Comuni-
taria, la Coordinadora Comunitaria de Miravalle (COCOMI), el Comedor Comunitario, el
Foro Juvenil la Bomba, CULTI-Vamos-JUNTOS, el Comité Vecinal, una representación
popular, Integrantes del Taller Hannes Meyer de Arquitectura de la UNAM, la Asamblea
de Profesores y estudiantes de la preparatoria Iztapalapa 3 Miravalle del Instituto de
Educación Media Superior y la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México,
Zona Oriente. Es decir, es un esquema que abarca a diversos actores tanto de la colonia
como de la ciudad.
Es importante reconocer que muchos de los elementos de valor cultural, artístico, lúdico
y educativo en Miravalle están ligados a los proyectos y actividades de la ACM. Esta
organización ha servido como eje articulador de distintas dimensiones de la vida cotidia-
na en este espacio de la periferia urbana. Los principales proyectos de trabajo comuni-
tario bajo el resguardo de la asamblea han sido en las áreas de la cultura, la salud, la
educación y el mejoramiento urbano y sostenibilidad mediante: comedor comunitario
(Tlacoalcalli), el Centro Cultural Calmecac, la biblioteca comunitaria Amoxcalli, ludoteca y
sala de lectura, el teatro al aire libre, el centro de salud comunitario (Cocomi) y el centro
ecológico CECEAMI.
El complejo cultural tiene una coordinación común e incluye el foro abierto, salón de
usos múltiples, el comedor comunitario, el espacio ecológico, la ludoteca, la biblioteca,
el centro de salud, el centro cultural, un cyber café y aula digital. Entre las actividades
culturales se implementan talleres de baile, pintura, cartonería, música, artes marciales,
entre muchas otras.
258
En la primera etapa se llevó a cabo la rehabilitación completa del terreno con la
construcción de una plaza pública con un parque infantil, un gazebo, el estanque li-
terario y el foro (un espacio abierto donde se organizan varias actividades), y de dos
edificios. El cargo por estos servicios es de 0,08 dólares estadounidenses, una parte
de los cuales se destina al salario de los empleados y otra al mantenimiento de
dichos espacios. La segunda fase supuso la construcción del espacio CALMECA,
un centro de formación para jóvenes y adolescentes compuesto por una escuela de
artes y un espacio de ocio. Además, como parte de la segunda fase se lanzaron dos
proyectos: un centro de reciclaje de papel, plástico y contenedores y el proyecto de
granja-escuela, que incluye dos invernaderos en los que se producen vegetales que
después se consumen en el comedor comunitario. (UN-Habitat, 2012)
260
una alternativa pedagógica como la Freinet en una colonia popular, sino por la provisión de
servicios que remedian o cubren aquellos inexistentes y que el estado debiera ofrecer, y
por su integración con la estrategia de trabajo de la asamblea comunitaria.
Actualmente laboran 10 profesoras. La aportación es de 120 pesos por semana para los
servicios educativos y para el comedor. El pago a docentes es simbólico y se financia
mediante las aportaciones semanales de los padres de los estudiantes. El espacio
educativo fue construido con aportaciones de la delegación. Hay un foro abierto que
se financio con dinero del JP Morgan Bank y los jueguitos se compraron por medio de
donaciones. Tienen vinculaciones con la red internacional de profesores Freinet y el Mo-
vimiento Cooperativo de Educación Popular. De esa manera han concretado pequeños
apoyos financieros desde Japón en 1998 y de Italia en 2014.
La escuela se caracteriza por funcionar mediante asambleas y por mantener una fuerte
relación con la comunidad para crear conciencia de sus problemáticas y sus necesidades
para darles solución. Se crean comisiones en distintas esferas por la vía de la elección:
“La escuela se organiza por comisiones de 25 niños que debe realizar horas de trabajo
comunitaria cada semana (por ejemplo, instalar botes de basura en el parque, recoger
basura en las áreas comunes.” Esto le brinda un elemento democrático participativo en
el que intervienen estudiantes, profesores, padres y comunidad en general. Su visión
social comienza con el cobro de cuotas accesibles. Es una escuela inclusiva que tiene
programas de integración e inclusión de alumnos con discapacidad. Han impulsado un
parlamento infantil en tres ocasiones para el avance en el tema de los derechos de los
niños. Las iniciativas se llevaron a la asamblea constituyente de la ciudad.
Actividades económicas
Hay además un elevado desempleo que afecta principalmente a la gente joven. De ahí que
los proyectos comunitarios de la ACM tengan explícita o implícitamente una importancia
central en la generación de empleos de calidad especialmente para los jóvenes. El come-
dor, la biblioteca, el centro de salud y el centro ecológico ocupa de manera permanente o
eventual a miembros de la comunidad. De manera principal, las actividades productivas de
la Asamblea Comunitaria se enmarcan en buena medida en el centro ecológico (CECEA-
MI, Centro de Capacitación y Educación Ambiental Miravalle): “El CECEAMI es un espacio
comunitario y centro educativo dedicado a solucionar problemas comunitarios, educativos
y ambientales; estudiantes y profesores de la Universidad Miravalle, con apoyo de padres
de familia, jóvenes por el servicio y comisiones de alumnos (as) de la Escuela Miravalles
262
Marista, participan en los distintos proyectos desarrollados en el Centro de Capacitación y
Educación Ambiental Miravalle (CECEAMI)”. Desarrolla actividades con rasgos económi-
cos, culturales, innovadores y de cualidades sustentables y ecológica como:
• Acuaponia
• Talleres de lombricultura
• Granja cunícula
• Siembra a cielo abierto
• Taller de reciclado de PET (taller de termofusión)
• Bicibombas
• Reforestación
• Compostador
• Abastecimiento de verdura orgánica para el comedor comunitario
Patrimonio natural
La sierra de Santa Catarina es un Área Natural Protegida declarada como tal el 3 de no-
viembre de 1994 según se publicó en el Diario Oficial de la Federación en el decreto pre-
sidencial por el cual se creó como zona sujeta a Conservación Ecológica (ZSCE), esto
es, como un área que requiere de protección, conservación, mejoramiento y restauración
de sus condiciones ambientales. El Volcan Tetlalmanche es un volcán inactivo que se
localiza en la Sierra de Santa Catarina y ocupa parte de los territorios de Iztapalapa y
Tláhuac. La fauna no es muy variada y se pueden hallar mamíferos, réptiles, insectos y
aves (entre ellas águilas). Se considera que la vegetación de la zona está significativa-
mente alterada por el hombre, pero todavía existen pastizales, cactus y una variedad de
plantas medicinales (gordolobo, árnica, igerilla, estafiata, tabaquillo, maruvis, epazote de
zorrillo, chicalote, zompantle y malva). Las características de este espacio hacen que se
puedan desarrollar actividades económicas como la extracción de grava y el aprovecha-
miento de plantas medicinales.
264
la virgen del Rosario y la Virgen del Carmen. En contraste con las fiestas patronales de
los pueblos originarios, estas manifestaciones de festividad religiosa surgen de manera
reciente con cierta fuerza y con el objeto de reivindicar identidades plurales en la comu-
nidad. En ellas suelen usarse los trajes típicos de los estados de origen de los habitantes
de la colonia. También se celebra el día de Corpus Cristi y la procesión del silencio en
semana santa, así como el día de muertos. Éstas últimas son celebraciones generaliza-
das en el país, pero hay otras son de creación local y de reciente data como la fiesta de
las madrinas candentes. Por parte de la asamblea se promueven otro tipo de celebracio-
nes como las callejoneadas, encuentros de estudiantinas, rondallas y tunas.
Otra característica importante es que la colonia no tiene espacios públicos fuera de los
callejones y las calles, lo que dificulta la reunión comunitaria y el emprendimiento de
actividades culturales y de entretenimiento. En los años 90 se construyó con fondos del
Banco Mundial el muro de contención ecológica que proteje la sierra de Guadalupe, que
ha detenido en seco el crecimiento del Barrio de Santa Cruz, como en el caso de otros
barrios colindantes.
En el caso de la colonia la Cruz, los líderes iniciales fueron todos hombres, con el paso del
tiempo los nuevos liderazgos se han transformado y son ahora mujeres quienes dirigen
los esfuerzos colectivos para la mejora de su colonia. El cambio de liderazgo refleja la
transformación de los objetivos de lucha comunitaria de la obtención de servicios básicos a
la búsqueda de un mejoramiento social y de los espacios públicos. Los nuevos objetivos de
mejoramiento fueron impulsados por las mujeres y enfrentaron una posición machista que
les negó en un inicio su derecho a participar políticamente en la comunidad y a establecer
estrategias de acción distintas a las que acostumbraban los hombres. De acuerdo con la
explicación de las líderes actuales, los hombres finalmente cedieron ante el avance y con-
secución de proyectos para la mejora de la colonia que fueron obteniendo las mujeres.
266
barrios. En el caso de la Cruz, una ONG denominada Alternativas Comunitarias para el
Desarrollo, A.C. con respaldo de la fundación alemana Rosa Luxemburgo, apoyó a las
mujeres dándoles talleres de formación de líderes comunitarias. El taller otorga herra-
mientas políticas y culturales importantes para el empoderamiento de las mujeres, los
temas que se tocan son: La construcción social del género, la sensibilización del trabajo
de la mujer, la participación comunitaria de las mujeres, construcción del liderazgo
femenino, técnicas para ejercer un liderazgo eficaz, el trabajo comunitario y organizativo
y redes de mujeres. Es claro que el impacto de este apoyo redundó en la capacidad de
las nuevas líderes en impulsar los proyectos barriales que transformaron la colonia. El
activismo comunitario abre el panorama vital de las mujeres, las hace estar menos aisla-
das, se vuelven más empoderadas y seguras, y emprenden cambios significativos tanto
en lo personal —ejercer sus derechos, terminar los estudios—, como en lo familiar-lograr
que los hijos estudien, mejorar la habitabilidad de la casa- y en lo social —contribuir a la
mejora del barrio; cambiar estilos de organización y liderazgo comunitario—.
El mayor logro de las líderes de la colonia La Cruz fue la obtención en diferentes oca-
siones de fondos provenientes del Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial del
Gobierno de la Ciudad de México. Bajo el proyecto denominado “Nueva Imagen Urbana
y Cambio Social” se construyeron escalinatas en los accesos a la colonia y en su interior,
se pusieron barandales, se mejoraron las fachadas y el acceso a las viviendas y se pavi-
mentaron e iluminaron los callejones y se finalizó la construcción del drenaje. La transfor-
mación de estas intervenciones no es menor ya que las condiciones que se tenían antes
eran no sólo precarias sino insalubres y peligrosas.
Por otra parte, la mejora de fachadas y callejones ofrece un espacio público, aunque
limitado, utilizable para el juego de los niños y para reuniones de los vecinos, incluso se
han ofrecido cursos y talleres en los callejones. Además de la mejora física, las líderes
lograron que en la construcción de estas obras se contratara a jóvenes de la colonia
—albañiles, acarreadores, herreros y electricistas, distribuidores locales de materiales,
preparación de comida— lo que incrementó la derrama económica y creó una experien-
cia positiva comunitaria para los jóvenes. La derrama económica del programa de Mejo-
ramiento Barrial es un punto que se puede fortalecer, hay que revisar las condiciones del
programa para estimular y facilitar esta derrama colateral.
El proyecto de mejoramiento barrial “Nueva imagen urbana y cambio social” fue pos-
tulado para el premio Internacional de la ONU. Este premio consiste en que con una
periodicidad bianual, los Emiratos Árabes Unidos y ONU convocan al Premio Interna-
cional de Dubái a las Buenas Prácticas, que contribuyan a mejorar las condiciones de
vida de la gente. “Las propuestas deben tener impacto en mejorar la calidad de vida de
las personas; que sean resultado de un trabajo en conjunto entre los sectores públicos,
privados y cívicos, así como que sean social, cultural, económica y ambientalmente sos-
Los pobladores iniciales tienen un muy bajo nivel educativo, pero hay que destacar que
la segunda generación ha logrado acceder a estudios superiores. El caso de la líder
Alejandrina Trejo Domínguez (promovente del proyecto de mejora barrial), muestra la
posibilidad de mejoramiento social vía la educación formal. Alejandrina es una trabaja-
dora de limpieza, sus tres hijos estudian en la Universidad Autónoma de la Ciudad de
México carreras que tienen que ver con las industrias creativas; Diseño, Historia del
Arte y patrimonio cultural. Alejandrina misma está cursando está ultima licenciatura, los
conocimientos que ha adquirido le han ayudado a entender la importancia de su trabajo
comunitario y la existencia de patrimonio intangible en su colonia.
268
responder a demandas de clientes de productos publicitarios. El joven de 30 años nos
informó que otos residentes del barrio, también de su generación, tienen pequeños
negocios operando en la colonia algunos dedicados a la producción de ropa tejida. Por
otra parte, la red de mujeres de la colonia ha intentado implementar proyectos producti-
vos, en particular constatamos pequeños intentos por hacer funcionar huertos urbanos.
También se nos comentó de intentos vía producción de objetos sencillos de decoración.
Ninguno de los experimentos productivos ha tenido éxito. La implementación de estra-
tegias productivas es un punto urgente a atender. Los habitantes y en particular la red
comunitaria de mujeres requieren de estrategias educativas y de seguimiento para poder
aprovechar los recursos disponibles que ofrece el gobierno de la Ciudad de México para
iniciar pequeñas empresas.
Los problemas detectados y que requieren atención por parte de los habitantes, de las
organizaciones civiles y del gobierno son los siguientes: Mejoramiento de la vivienda,
falta de espacios públicos, infraestructura cultural, proyectos productivos y culturales,
delincuencia e inseguridad, vínculo de la comunidad con el área de conservación.
Cuautepec
En la zona de Cuautepec que se visitó, el terreno es escarpado y hay avenidas de agua flu-
vial entre cañones repletos de vivienda. Los vecinos son una combinación de residentes que
construyeron sus casas hasta nuevos residentes que alquilan cuartos en donde se hacinan
familias completas. La diferenciación social entre los vecinos es perceptible visualmente, en
una misma calle se pueden apreciar grandes construcciones de tres pisos o más con buenos
acabados y a la vez casas muy modestas, y construcciones muy básicas para rentar cuartos.
Al igual que en La Cruz, los proyectos de mejoramiento barrial han sido la vía más impor-
tante por las cual la organización vecinal ha concretado acciones y proyectos. Éstos han
consistido en la mejora y pavimentamiento de las calles y callejones, la construcción de
fachadas de las casas. Uno de los líderes de estos proyectos, jefe de una familia Triqui,
se muestra orgulloso de los logros de su acción pero se queja del poco apoyo de los
vecinos y de la falta de interés por participar en nuevas iniciativas. En general la zona
deja la impresión de tener una capacidad de organización reducida y que se poya en la
dinámica partidista a una escala mayor a la barrial.
Cuautepec tiene una larga historia que inicia como uno de los primeros asentamien-
tos en el Valle de México, y continua en la etapa Colonial, Independiente y moder-
na. Cada una de estas etapas aporta patrimonio intangible y tangible. Entre lo más
relevante podemos mencionar el templo conocido como “preciosa sangre de Cristo”
y que data del año 1777. Esta iglesia y el pueblo de Cuautepec figuran también en la
cultura popular mexicana por su conexión con el cine mexicano en su etapa de “oro”
por haber sido el escenario de películas icónicas como los “Tres Huastecos”, “La Ove-
ja Negra”, “Las Mujeres de mi general”, “No desearas la Mujer de tu Hijo”. Cuautepec
reclama ser el lugar de residencia de Juventino Rosas, y el lugar donde escribió el
vals “Sobre las Olas” importante obra de popularidad internacional. En Cuatutepec
existe un monumento y parque en su memoria y se constituye como un símbolo de
orgullo del pueblo. La conexión con un pasado musical se manifiesta en la organiza-
270
Mejoramiento barrial, Cuautepec. Fuente: trabajo de campo
ción basada en Cuautepec “Jóvenes Orquestas” quien tiene como objetivo “Ofrecer
alternativa cultural a la comunidad para el desarrollo humano a través del arte en este
caso la música y brindar un oficio como constructores de instrumentos musicales”
(http://jovenesorquestas.org.mx.).
El reto de está zona es recuperar o construir una historia común que integre el pasado
originario y la diversidad social y cultural que actualmente la define. Dado el tamaño de
la población y su extensión territorial implica animar la participación social a una escala
menor y de ahí crecer en red hacia una organización del pueblo en su totalidad.
272
una cultura popular vibrante, con variar un poco nuestros parámetros sobre lo que
constituye una manifestación cultural relevante empezamos a detectar una multitud
de innovaciones culturales que ameritan ser reivindicadas. Además esos modos de
cultura local están mucho más conectados de lo que pensamos y resultan a la postre
más adecuados para comunicar y enfrentar las problemática de la periferia.
• Organización comunitaria y asociativa: barrios que tuvieron que luchar activamente
por su constitución y permanencia conservan una gran capacidad de acción colecti-
vo, de resistencia y resiliencia. Las redes de solidaridad barrial, los pueden poten-
ciarse y convertirse en un entorno ideal para el desarrollo de la agencia política; los
proyectos de mejoramiento barrial autogestivos también son inmejorable oportunidad
para construir una cultura asociativa más autónoma y menos clientelar.
• Vivienda y prácticas de construcción: Existen prácticas auto constructivas de vivien-
da popular que deben estudiarse como buenas soluciones adaptativas, que son
significativas para los propios habitantes, y además activan procesos de solidaridad
mutua en las comunidades que se pueden sustentar procesos de mejoramiento ba-
rrial. La soluciones a los problemas de la vivienda en estos asentamientos están en
gran parte ya formuladas sobre el terreno, y deben conocerse a partir del testimonio
de sus propios habitantes.
Con respecto al segundo modelo, hay que señalar que los barrios de nueva creación
han sido fundados durante los últimos cuarenta años por poblaciones formadas por una
diversidad de migrantes de diferentes estados de la república, grupos étnicos y creencias
religiosas. La propia historia fundacional y la organización vecinal surgida de la misma,
así como sus proyectos de mejoramiento barrial se constituyen en su principal patrimonio
cultural urbano. Es de destacar que no tienen menos capacidad que los pueblos origina-
rios para organizarse y emprender proyectos que requieren de acción colectiva. El caso
de Miravalle es ejemplar en cuanto a la capacidad que estos barrios pueden tener para
generar proyectos comunitarios exitosos. El principal reto de estos barrios es sostener y
alimentar una identidad común, capaz de incorporar a las nuevas generaciones y abrir
oportunidades educativas y productivas.
274
cuentan con información de primera mano sobre su actividad social y cultural, además de
tener una perspectiva personal especialmente relevante y razonada sobre su devenir.
Referencias
Allen, Adriana (2003). “Environmental Planning and Management of the Peri-Urban Interface:
Perspectives on an Emerging Field.” Environment and Urbanization 15 (1): 135–148.
Antequera Delgado, Antonio Jesús (2015). La situación del patrimonio urbano en la periferia de
la gran ciudad: patrimonio oficial versus patrimonio identitario. El caso de Carabanchel Alto (Ma-
drid). http://upcommons.upc.edu/bitstream/handle/2117/79072/47BCN_Antequera_Antonio.pdf
Arias González, S. B. (2015). “El patrimonio como turismo en la sierra de Santa Catarina: tres
ejes a través del tiempo.” Ponencia presentada en el Segundo encuentro nacional de gestión
cultural, Diversidad, tradición e innovación en la gestión cultural. Tlaquepaque, Jalisco. Octu-
bre 14-17 2015.
Di Virgilio, María Mercedes et. al. (2012) “Accidentes, decisiones y sorpresas: Un relato acer-
ca de cómo es posible abordar las transformaciones de urbanizaciones populares en el Área
Metropolitana de Buenos Aires” en: Revista Latinoamericana de Metodología de la Investiga-
ción Social, No 3, año 2, abril-septiembre, Argentina, pp. 20-34.
Duhau, E. (1998). Hábitat popular y política urbana. UAM-A/ Miguel Ángel Porrúa, México.
Galeana Pizaña, José Mauricio y Jiménez Ortega, Aldo Daniel (2017). “Tendencia dominante
en la funcionalidad del espacio urbano-rural en la cuenca de México”. Tendencias territoriales
determinantes del futuro de la Ciudad de México, pp.291.310.
Galindo, Carlos y Javier Delgado (2006). “Los Espacios Emergentes de La Dinámica Ru-
ral-Urbana.” Problemas Del Desarrollo 37 (147): 187–216.
García Vázquez, M. (ND), “Programa de Mejoramiento Barrial del GDF, el caso de la colonia
Miravalle, Iztapalapa”. Seminario pobreza y políticas sociales urbanas. Hacia la construcción
de una nueva agenda. Ponencia.
Lerner, Amy M., and Hallie Eakin. 2011. “An Obsolete Dichotomy? Rethinking the Rural–urban
Interface in Terms of Food Security and Production in the Global South.”The Geographical
Journal 177 (4): 311–320.
Lerner, Amy, Stuart Sweeney, and Hallie Eakin. 2014. “Growing Buildings in Corn Fields: Ur-
ban Expansion and the Persistence of Maize in the Toluca Metropolitan Area, Mexico.” Urban
Studies 51 (10): 2185–2201.
Mandere, Nicodemus Mandere, Barry Ness y Stefan Anderberg (2010). Peri-urban develop-
ment, livelihood change and household income. A case study of peri-urban Nyahururu, Kenya.
Journal of Agricultural Extension and Rural Development, 2(5): 73-83.
Mohar Ponce (Coord. )(2017). Tendencias territoriales determinantes del futuro de la Ciudad
de México. México: Consejo Económico y social de la Ciudad de México. Consultado en http://
cescdmx.gob.mx/wp-content/uploads/2016/09/TendenciasDeterminantes.pdf el 1/12/2017
276
Mora Vázquez, Teresa (2007). “Los pueblos originarios en los albores del siglo XXI en Teresa
Mora Vázquez (coordinadora) “Los pueblos originarios de la Ciudad de México: Atlas etnográ-
fico”. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia. Cap. 1, pp 23-42.
Neuwirth, R. (2007), “Squatters and the cities of tomorrow” en: City, vol. 11, núm. 1, abril, pp.
71-80.
Nuñez, Juan Manuel; Romero, Marisol (2017). Imperativos para una ciudad sustentable:
área”s arboladas y planeación territorial. Tendencias territoriales determinantes del futuro de la
Ciudad de México, pp.311-340.
ONU (2015). Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030. 17 objetivos para transformar nuestro
mundo. http://goo.gl/J30pP7
Ortega Olivares, Mario (2010). “Pueblos originarios, autoridades locales y autonomía al sur
del Distrito Federal”. Nueva Antropología, vol. 23, no.73.
PAOT (2009). “Estudio sobre la superficie ocupada en áreas naturales protegidas del Distrito
Federal”. Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial del D.F. México, D.F.
Pérez Ramírez, S. (1999). “El uso y construcción del espacio en la vivienda popular” en Gaze-
ta de Antropología, 15, artículo 07.
Pérez Ruiz, Maya Lorena (2009). Conflicto y diálogo cultural: la Ciudad de México. Portugal:
Janus Anuário. https://www.janusonline.pt/arquivo/2009/2009_3_3_11.html.
Portal, Ana María (2013). “El desarrollo urbano y su impacto en los pueblos originarios en la
Ciudad de México.” Alteridades 23(46): 53-64.
Rakodi, Carole (1999). Poverty and wellbeing in the periurban interface of developing country
cities: a review. A report on research carried out on behalf of the UK Department for International
Development Natural Resource Systems Research Programme. Final report, 24th February, 1999.
Simon, David (2008). “Urban Environments: Issues on the Peri-Urban Fringe.” Annual Review
of Environment and Resources 33. http://www.annualreviews.org/eprint/hbBcgEktT3ANEi-
yUAWse/full/10.1146/annurev.environ.33.021407.093240.
Soini, Katriina, Hanne Vaarala, and Eija Pouta (2012. “Residents’ Sense of Place and Landsca-
pe Perceptions at the Rural–urban Interface.” Landscape and Urban Planning 104 (1): 124–134.
Soto-Cortés, Juan José (2015). “El crecimiento urbano de las ciudades: enfoques desarrollis-
ta, autoritario, neoliberal y sustentable”. Paradigma económico, Año 7, núm. 1, pp. 127-149.
Tacoli, Cecilia (1998). “Rural-Urban Interactions: A Guide to the Literature.” Environment and
Urbanization 10 (1): 147–166.
Tacoli, Cecilia (1999). Understanding the opportunities and constrains for low-income groups
in the periurban interface: the contribution of livelihood frameworks. Draft for discussion. Stra-
tegic Environmental Planning and Management for the Peri-urban Interface Research Project.
July, 1999.
Tacoli, Cecilia (2007). Poverty, Inequality and the Underestimation of Rural-urban Linkages.
Development, 50(2): 90-95.
278
Tomas, F. (1996). “Los asentamientos populares irregulares en las periferias urbanas de
América Latina” en: El acceso de los pobres al suelo urbano [en línea]. México: Centro de
estudios mexicanos y centroamericanos, (generado el 21 septiembre 2017). Disponible en
Internet: <http://books.openedition.org/cemca/921>. ISBN: 9782821828124. DOI: 10.4000/
books.cemca.921.
UAM (2015). Memorias del poniente: historias de sus pueblos, barrios y colonias. Ciudad de
México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
UNESCO (2016). La periferia como patrimonio cultural urbano. Foro Internacional. 17-19
agosto de 2016, Ciudad de México. UNESCO Oficina en México.
Velásquez Inclán, Beatriz (2008). San Miguel Topilejo. Memoria viva de un pueblo rural,
Ciudad de México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Antecedentes
Esta investigación tuvo lugar entre los meses de abril y agosto del 2017 en seis barrios
de la periferia de la Ciudad de México. La metodología del estudio preponderó herra-
mientas cualitativas y participativas que se tradujeron en recorridos, entrevistas, charlas
grupales con actores locales, con el fin de perfilar a partir del diálogo aquellos atributos
económicos, socio comunitarios, artístico-culturales y medioambientales que consideran
parte de su patrimonio cultural urbano.
Uno de los propósitos del estudio fue proponer una concepción ampliada de patrimonio cul-
tural urbano que fuera sensible con las singularidades y los valores específicos de la periferia
de la Ciudad de México y que consiguiera romper con la predominante visión dicotómica,
En la parte final del informe se despliega la propuesta para una plataforma social-digital-par-
ticipativa a la que denominamos “Plataforma de saberes y prácticas comunitarias”, y que
es una extensión del modelo de conocimiento de las periferias urbanas, y es entendida no
como repositorio de información sino como un plataforma abierta y dinámica, que combina
interacción online y encuentros presenciales, para la construcción de casos y proyectos a
nivel comunitario e intercambio de prácticas de éxito entre los pobladores de la periferia.
284
urbanización. Las dos formas periféricas urbanas que se han estudiado durante el trabajo
de campo corresponden, por un lado, a periferias en pueblos antiguos y originarios en zonas
de transición entre la ruralidad y lo urbano que han sido alcanzados por la expansión urbana
y, por otro, a periferias en barrios de más reciente creación producto de olas migratorias de
distintos estados del país y de la autoconstrucción no regulada de vivienda popular.
Pueblos originarios
Así, en los pueblos originarios se llevan a cabo prácticas que reproducen su identidad y
su sentido de pertenencia a la comunidad y al territorio. Las expresiones culturales más
comunes son: el sistema de cargos y autoridades tradicionales, el ciclo festivo-religioso
(que incluye las fiestas patronales), las peregrinaciones, los intercambios con otros pue-
blos, la defensa del territorio y de sus recursos naturales.
En los pueblos menos integrados a la mancha urbana existe actividad agrícola y agrope-
cuaria ligada a la cultura alimentaria, formas de sustento mediante autoconsumo y con
frecuencia a una vinculación comercial, pero de baja escala. Son todavía productores de
un buen rango de bienes agroalimentarios, son además depositarios de un invaluable
acervo vinculado al ecosistema y de tierras de cultivo que generan un cinturón verde
periurbano fundamental para la Ciudad de México. Persiste, en buena parte de la pobla-
ción, la defensa de su integridad territorial y una resistencia a la expansión de la mancha
urbana, a la especulación inmobiliaria, a la lotificación de tierras ejidales y comunales y a
los cambios ilegales en el uso del suelo. Aunque mantienen como expresión comunitaria
la defensa de la tierra y los recursos naturales, en la definición de su identidad pesa más
la celebración de las fiestas patronales.
De esta manera, en los pueblos originarios visitados se observan cuatro tipos principales
de patrimonio que fomentan el sentido de lugar y previenen la disolución de la interfase
rural urbana: el primero es el sociocomunitario que se desprende del régimen comune-
ro y ejidatario de propiedad de la tierra; el segundo es la tradición festiva, las prácticas
culturales heredadas y el patrimonio tangible; el tercero es el patrimonio asociado a las
prácticas de economía local y a los modos de vida; y el cuarto es el patrimonio vincula-
do al medio natural. Sin descartar su importante presencia, los aspectos tangibles son
menos importantes que los intangibles, es decir, tiene menos peso el patrimonio monu-
mental y son mucho más determinantes las prácticas culturales, el entorno natural, las
prácticas de economía local, y las redes socio comunitarias.
En cuanto al segundo tipo de periferia son barrios y colonias cuyo entramado comunita-
rio se ha gestado a partir de la lucha por la obtención de vivienda y de servicios básicos
para hacer habitables los asentamientos. Su urbanización progresiva se desarrolla y con-
solida en el transcurrir de la lucha de los habitantes por crear, transformar y mejorar y dar
forma a su hábitat. Especialmente en estas colonias, en las que predomina la vivienda de
autoconstrucción, se plasma la noción de arquitectura abierta debido a los estilos cons-
tructivos de la vivienda popular, funcionales pero inacabados. Son barrios que presentan
una estructura de población muy joven, alto peso de la inmigración de otros estados del
país y un alto porcentaje de sus habitantes ocupados en el sector terciario.
286
Las organizaciones comunitarias y vecinales han servido como eje articulador de
distintas dimensiones de la vida cotidiana en estos espacios de la periferia urbana. Han
emprendido importantes proyectos de transformación de la fisonomía de la comunidad,
enfocando buena parte de los esfuerzos en el cambio en los espacios físicos a partir del
Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial. Asimismo, la organización comunitaria
tiene, en ocasiones, una importancia vital en la gestación de proyectos productivos y en
la generación de empleos, especialmente para los jóvenes.
Las periferias son el producto de un esfuerzo social colectivo, tanto de la población origi-
naria como de la inmigrante, mediante dinámicas sociales, culturales y económicas que
conciernen a la mayoría de la población (UNESCO, 2016). Las periferias se constituyen
como uno de los escenarios principales de la producción social del hábitat, de la diversi-
Prácticas
Ya sean tradicionales o de nuevo cuño, las prácticas sociales y comunitarias tienen como
función la conformación y preservación de la identidad local, así como reforzar la cohesión
social y la interrelación con otros barrios y pueblos. Por ejemplo, éstas pueden incluir a
las expresiones musicales y dancísticas, las lúdicas, festivas y religiosas, así como los
proyectos artísticos, recreativos o culturales. También incluyen las prácticas gastronómicas,
o las prácticas y remedios de la medicina tradicional, sin dejar de mencionar las prácticas
productivas o las de emprendimiento económico y comunitario, entre otras.
288
cho; preservación e innovación de sistemas de cultivos y ganadería tradicionales;
cooperativas de productos artesanales; proyectos de innovación para el fomento de
las economías de traspatio y la seguridad alimentaria de los pobladores.
2. Proyectos de mejoramiento barrial: atañe a las iniciativas vecinales de recupera-
ción de espacios públicos en declive o para la conformación de nuevos espacios
públicos, sean drenajes, banquetas, luminarias, sistemas de escaleras, fachadas,
plazas, parques infantiles y jardines, así como para la construcción de espacios
culturales, comunitarios, deportivos o recreativos. También refiere a los proyectos
de mejora de la vivienda y de las técnicas constructivas.
3. Proyectos educativos integrados con la localidad: corresponde a las iniciativas
de instituciones educativas locales que ligan su programa de estudios a la reso-
lución de problemas, la innovación y el planteamiento de propuestas de impacto
local —sean de tipo económico-social, tecnológicas o medio ambientales— y que,
a su vez, sostengan una notoria interrelación con el contexto y las comunidades
locales. Por ejemplo, proyectos educativos para el sostenimiento de la agricultura
urbana y economías de traspatio; proyectos de investigación para el uso eficiente y
aprovechamiento del agua; proyectos de agricultura sostenible y gastronomía con
productos locales.
4. Proyectos de recuperación y preservación medioambiental: refiere a las iniciativas
vecinales para la salvaguarda de los espacios naturales de la localidad y su biodi-
versidad —bosques, ríos y otras fuentes de agua, flora y fauna—; así como a la pre-
servación e innovación de actividades agropecuarias sostenibles. También refiere a
la actividades dirigidas a fomentar la integración e interrelación de la comunidad de
pobladores con su medio ambiente.
5. Prácticas comunitarias y asociativas: alude a las formas de organización social y otras
prácticas colectivas ya sean tradicionales o de nuevo cuño, que contribuyen a la cohe-
sión, resiliencia y seguridad económico-social de una localidad. Estas prácticas asocia-
tivas son la que dan soporte a los proyectos de mejoramiento barrial, a la preservación
de las prácticas culturales identitarias, y a la protección del patrimonio medioambiental
y agropecuario de la localidad. Por ejemplo, la acción colectiva organizada y sostenida
en el tiempo que da lugar a comisariados ejidales y de bienes comunales; asambleas
comunitarias, tequios y faenas, mayordomías y otras formas de reciprocidad social.
Redes de actores
La periferia no es únicamente una entidad o noción de tipo territorial también puede ser
considerada a partir de las relaciones que establecen sus pobladores vinculados a través
de lazos directos o en redes sociales. Estas redes son concebibles como una nueva
forma de institucionalidad, además de ser el semillero de movimientos sociales y de labor
comunitaria muy importantes para la constitución e integración social de los barrios.
Podemos denominar a este entramado como Red de Solidaridad Barrial (RSB), en refe-
rencia a una red de actores —individuos, asociaciones, instituciones— que contribuyen a
la mejora de las condiciones de vida de un barrio. Una RSB se nutre principalmente de la
labor directa, persistente y recíproca de los residentes y las asociaciones locales, auna-
dos a las iniciativas o programas de gobierno que refuerzan la solidaridad y el bienestar
a nivel barrial.
Individuos
• Ejidatarios y comuneros
• Líderes sociales/vecinales
• Vecinos adscritos a redes comunitarias
• Promotores de la Secretaría de Desarrollo Social
• Trabajadores sociales y educadores
• Cronistas
• Animadores culturales y artistas locales
• Emprendedores locales
290
• Mayordomías
• Organizaciones de defensa de la vivienda
• Organizaciones para la recuperación y preservación medioambiental.
• Organización vecinal para el mejoramiento barrial
• Centros de salud comunitarios
• Comedores comunitarios
Instituciones
• Escuelas y universidades
• Espacios culturales
• Secretarías locales
• Secretarías federales
• Asociaciones civiles
• Organizaciones no gubernamentales
Los atributos identificables de los actores que constituyen redes son los siguientes:
• Capacidad de convocatoria y de movilización
• Capacidad de mediación, negociación y organización
• Conocimiento local
• Activación de redes y solidaridad
• Capacidad de comunicación y difusión
• Disponibilidad de trabajo voluntario
• Prestigio y reconocimiento en el barrio
• Capacidad de innovación social
• Acceso a colectivos vulnerables
• Acceso a infraestructura, recursos materiales y financieros
Espacios e infraestructuras
En las periferias tiene menos peso el patrimonio tangible de tipo histórico y monumental,
y cobra más relevancia el patrimonio vivo ligado a las prácticas culturales intangibles y
las redes de reciprocidad de sus pobladores. Los aspectos intangibles del patrimonio de
la periferia están estrechamente ligados a las prácticas culturales y a las redes de reci-
procidad social, y en ningún caso pueden comprenderse correctamente si los separamos
de las mismas.
Las tres categorías descritas permiten identificar elementos patrimoniales en las peri-
ferias y generar un conocimiento acerca de las mismas de una forma más o menos si
operativa.
292
• Apoyar la formación de nuevos faros y centros culturales, generar programación
cultural itinerante que le dé variedad y continuidad a las actividades de los mismos.
• Abrir espacios de participación a los jóvenes que incluyan actividades culturales,
educativas y productivas. La experiencia temprana de creación permite iniciar trayec-
torias a futuro con alto impacto local.
• Dar visibilidad a las expresiones de la periferia en los foros y eventos culturales de
la Ciudad de México. Una buena difusión de las actividades culturales en la periferia
permite atraer públicos, generar una imagen diferente de los barrios en el imaginario
colectivo de la ciudad y elevar la autoestima de sus habitantes.
• Apostar por el rol de las redes de actores locales de los pueblos y barrios de la
periferia para contener el crecimiento de la ciudad, así como para la custodia de las
zonas de conservación y preservación ambiental.
• Desatacar aquellos proyectos de innovación que surgen en la periferia y que ensa-
yan soluciones a los problemas que experimenta la ciudad no regulada, en temas
de transporte, espacios públicos, vivienda, medio ambiente , manejo del agua (hay
que tomar en cuenta que allí donde se presentan los problemas más desafiantes y
acuciantes se dan las soluciones culturales más interesantes).
• Apoyar las centralidades productivas, sociales y culturales generadas en la periferia,
que no siempre son sostenibles por falta de recursos financieros, capacidades técni-
cas, canales de vinculación, etc.
• Identificar proyectos locales que tengan demanda potencial y apoyar institucio-
nalmente la apertura de canales de comercialización para crear mecanismos de
inserción al mercado.
• Capacitar a actores locales que se especialicen en gestionar la conexión entre los
esfuerzos productivos locales y los mercados externos. Una política de desarrollo
local requiere de la creación de empresas pero también de la especialización y
aprendizaje de otros actores en la vinculación con redes de comercialización.
• Definir mapas de vocaciones productivo-culturales de los habitantes de la periferia.
• Apoyar los proyectos educativos enraizados en la comunidad que orientan sus pro-
gramas de estudio a la innovación y resolución de problemas con impacto local.
• Vincular las escuelas primarias, secundarias y profesionales de la localidad con pro-
yectos de recuperación de espacios ecológicos, de aprovechamiento del agua pluvial,
de agricultura urbana y de economías de traspatio, reciclaje, mejoramiento barrial.
• Integrar proyectos educativos y productivos que trabajen con innovación y aprove-
chamiento sustentable de recursos a escala local.
• Potenciar las economías de traspatio y la agricultura urbana cómo formas de amorti-
guamiento económico y seguridad alimentaria.
• Impulsar proyectos productivos vinculados con las industrias creativas y cultura-
les. La producción de objetos y servicios con un alto contenido simbólico y estético
puede aumentar el valor agregado localmente de forma importante. Por ejemplo, en
los pueblos originarios puede ser a través de artesanías o productos agropecuarios
294
Recomendaciones específicas
296
• Establecer mecanismos de vinculación entre los centros culturales y las instituciones
educativas locales.
• Atender la carencia de alimentos frescos y los malos hábitos alimenticios en los
barrios de la periferia.
• Generar condiciones de seguridad ciudadana en los espacios públicos de los barrios
para que los proyectos de mejoramiento barrial no decaigan con el tiempo, y no se
desanime la acción colectiva comunitaria.
• Respaldar la actividad de los centros culturales dirigida a la atención de la población
joven en situación de vulnerabilidad y riesgo.
• Fomentar una cultura de custodia de los espacios naturales colindantes a los barrios
de nueva conformación.
• Facilitar el desarrollo de pequeñas unidades productivas —carpinteros, herreros,
albañiles, electricistas, otros— que den una variedad de servicios al mismo barrio.
Podría estimularse la demanda de los mismos servicios a partir de los programas de
mejoramiento barrial y mejora de vivienda.
Por otra parte, es fundamental ofrecer un espacio que mediante el uso de tecnologías de
comunicación virtuales se comunique de forma escrita, visual y audiovisual. La informa-
ción multimedia ayuda a transferir información tácita que tiene un gran valor estratégico,
Esquema de los principales componentes de la plataforma y sus objetivos. Fuente: elaboración propia
los manuales y evaluaciones de experiencias difícilmente pueden registrar esta parte del
conocimiento que se genera en la experiencia práctica comunitaria.
Objetivos
298
2. Difundir las mejores prácticas
Una plataforma digital permite generar líneas de comunicación directa entre los miem-
bros de diferentes comunidades sin mediaciones de otras organizaciones. El dialogo
entre pares es importante para la construcción de relaciones solidarias. La oferta de
líneas de comunicación directa entre los usuarios de la plataforma debe de ser apoyada
estableciendo chats individuales o colectivos para la comunicación instantánea.
Así como la comunicación directa y cerrada entre individuos es relevante para la difusión
de conocimiento, también lo es la posibilidad de establecer espacios de participación
abiertos. La Plataforma de saberes y prácticas comunitarias debe brindar la posibilidad
de que cualquier usuario de la plataforma inicie foros temáticos de discusión. Si bien los
foros deben hospedar conferencias y presentaciones por parte de expertos en el tema
del desarrollo comunitario, debe ser objetivo de la plataforma estimular la puesta en prác-
tica de charlas y tertulias entre los miembros de las comunidades y los representantes de
organizaciones barriales.
6. Visualizar el conocimiento
Los sistemas de información geográfica colaborativos para cada barrio y pueblo ayudan
a administrar proyectos, a promover nuevas ideas y convocar a la participación y como
instrumentos estratégicos frente a otras dependencias gubernamentales y no guber-
300
namentales. Es importante resaltar que estos sistemas permiten mantener los acervos
abiertos y ser editados constantemente.
La cartografía temática ofrece una base para proponer proyectos, ordenar información,
localizar lugares a intervenir, mostrar la distribución de las actividades y usos dentro
del barrio. También permite analizar las condiciones del barrio y planear intervenciones
estratégicas en su espacio. En términos tácticos, las comunidades al contar con datos
propios frente a la información de agencias gubernamentales pueden enfrentar y nego-
ciar desiciones tomadas fuera de la comunidad. Los sistemas de información geográfica
permiten utilizar la información para convencer a otras organizaciones sobre nuevas
propuestas, para buscar grupos de apoyo y para informar al público en general sobre
asuntos de relevancia para el barrio o pueblo. También se puede utilizar para movilizar
a los residentes e involucrarlos en las acciones comunitarias, para presentar escenarios
posibles, para iniciar discusiones con otros residentes, reunir experiencias sobre lugares
en particular, localizar problemas, identificar áreas de impacto inmediato, etc. (Rambaldi,
et al. 2004).
La plataforma debe buscar que los habitantes de los barrios generen una identificación
positiva con sus espacios de residencia, para que se involucren y participen en acciones
colectivas. Los habitantes de los barrios y pueblos podrán encontrar en la plataforma el
reconocimiento público a su trabajo y logros.
El Gobierno local en sus diferentes niveles e instancias debe tener un espacio dentro de
la plataforma para comunicar, difundir programas e interactuar con las comunidades para
resolver y apoyar los procesos de solicitud, administración y evaluación de los proyectos.
Si bien existen mecanismos ya establecidos que atienden este objetivo, la plataforma
ofrece la posibilidad de que el encuentro se dé en un contexto no asimétrico entre las
comunidades y las agencias gubernamentales.
Promover la acción colectiva más allá de formas de participación tradicionales. Las co-
munidades participan de forma pasiva cuando sólo son fuentes de información, cuando
se les pregunta su opinión sobre planes y programas ya establecidos o cuando se agru-
pan en asambleas para cumplir con requisitos establecidos en programas que otorgan
recursos directos. Una participación activa se da cuando los miembros de una comuni-
dad colaboran en el análisis de información, participan en la decisión de planeación y se
forman estructuras de acción colectiva resilientes (Pretty, J.N. 1995). Las herramientas
que incluimos en esta plataforma para la colaboración en la producción de información,
visualización y análisis, buscan facilitar una acción colectiva activa y duradera.
302
La plataforma de saberes y prácticas comunitarias contará con los siguientes componentes:
Referencias
Díaz Orueta, Fernando (2012). Periferias urbanas y reconfiguración de las políticas urba-
nas en España. Gestión y Política Pública, Volumen temático, pp. 41-81.
Pretty, J.N. (1995). Regenerating Agriculture: Policies and Practice for Sustainability and
Self-Reliance. Earthscan, London; National Academy Press, Washington – adapted from
Adnan et al. 1992
Rambaldi G., McCall M., Weiner D., Mbile P. and Kyem P. (2004). Overview: Mapping for
Change – the emergence of a new practice, PLA 54, IIED, UK
Rojas, Angela (2014). La modestia como paradigma. En López Morales, Francisco Javier
y Vidargas, Francisco (eds.). Los nuevos paradigmas de la conservación del patrimonio
cultural. Instituto Nacional de Antropología e Historia. Pp. 205-225.
304
© Santiago Arau
306
© Santiago Arau