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El Chapo, fetiche de la corrupción oficial


POR OSWALDO ZAVALA , 4 FEBRERO, 2016 REPORTA JE ESPECIAL

REPORTE ESPECIAL
" ! +1K '0
1 marzo, 2016

Al comparar datos que los órganos de seguridad y la prensa difundieron sobre la recaptura de El Chapo Guzmán, el
Emma Coronel: su vida con
investigador Oswaldo Zavala encuentra que la figura del capo sinaloense se ha mitificado en gran medida como una
estrategia del Estado para imponer en los medios ese fetiche e incluso condicionar las formas de imaginar el narcotráfico.
Joaquín Guzmán

CIUDAD DE MÉXICO, (Proceso).- En una de las tantas escenas legendarias de El Padrino III, Vince Corleone
(interpretado por Andy García) se encuentra con Don Luchessi, uno de los oscuros gángsteres que acechan a su tío
Michael Corleone (Al Pacino) en la última parte de la célebre trilogía de Francis Ford Coppola. Cuando Vince admite
no entender de política y finanzas, Don Luchessi emplea una metáfora elocuente para educar a un hombre
impulsivo y visceral que sólo sabe de violencia: “Tú entiendes de armas. Las finanzas son un arma. La política es
saber cuándo apretar el gatillo”.

Anabel Hernández
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Se encontró con él fortuitamente a mitad de una
Las traiciones a Kate del Castillo pista de baile en un pueblo de Durango. Ella tenía
Imposible comprar una “Casa Blanca” con sueldos de Televisa: Kate del Castillo 17 años; él, 35 más. En ese momento se marcó la
Giran orden de presentación contra Kate del Castillo
vida de Emma Coronel Aispuro, ahora esposa de
Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, el preso más
El gobierno y el miedo a que Kate del Castillo cuente su versión
célebre de México. En entrevista con Proceso, la
Convendría recordar esas líneas que apuntan hacia una reflexión más aguda y productiva de lo que hasta ahora se joven
ha comentado en torno a la reciente recaptura de Joaquín El Chapo Guzmán, preso por tercera vez después de
Leer más
fugarse en dos ocasiones de penales de máxima seguridad. Aunque al parecer se ha pensado la caída del capo en
términos políticos y policiales, los análisis más atendidos han reiterado la absurda mitología que
contradictoriamente convierte a El Chapo en el mayor criminal de la historia occidental aun después de ser LO MÁS LEÍDO
humillado y exhibido por el Estado mexicano con su tercera captura. A esto se ha sumado el artículo publicado el 9
de enero —un día después de la detención de El Chapo— por el actor estadunidense Sean Penn en la revista Rolling
4 MARZO, 2016
Stone sobre el encuentro que él y la actriz mexicana Kate del Castillo sostuvieron con el traficante en Sinaloa el 2 de
Habla la hija mayor del Chapo
octubre. El texto de Penn ha sido menospreciado y condenado por numerosos narradores, periodistas y
Guzmán: “A mi padre lo
académicos como un riesgoso ejercicio de egocentrismo y una oportunidad periodística supuestamente
traicionaron políticos y narcos”
desperdiciada.

3 MARZO, 2016

“La Nueva Familia Michoacana”


Contra esas opiniones, propongo discutir la captura de El Chapo y la crónica de su entrevista con Sean Penn y Kate coloca narcomantas en Lázaro
del Castillo como eventos significativos que permiten un acercamiento inusual a la realidad del narcotráfico y que Cárdenas
plantea ciertas interrogantes sobre el operativo mismo de captura y el papel que la revista Rolling Stone tuvo en
este incidente. Más allá de la superficial lectura que se ha hecho de ambos episodios, considero la detención del 3 MARZO, 2016
traficante y su encuentro con los actores como singulares avistamientos del crimen organizado en México. “Robots cibernéticos” tumbaron al
peso: Carstens
Consideremos la secuencia temporal en la que ocurrieron. El gobierno de Peña Nieto no sólo admitió haber
monitoreado el viaje clandestino de los actores, sino que, según información confiable, el gobierno federal también 3 MARZO, 2016
habría sabido con antelación la fecha precisa de la publicación de “El Chapo habla”, el artículo escrito por Penn para Error en cirugía y falta de atención
Rolling Stone. La insólita proximidad entre el operativo militar para recapturar a El Chapo la madrugada del 8 de causa muerte a mujer en el IMSS de
enero —el presidente Enrique Peña Nieto anunció la captura en su cuenta de Twitter a las 10:19 am— y la Sonora
publicación del artículo un día después, suponen dos posibilidades: o bien el gobierno federal tuvo la intención,
entre otros objetivos, de controlar el contexto en el que se publicaría el artículo de Penn, o bien el artículo se 2 MARZO, 2016

publicó como contrapunto mediático para acompañar la captura, lo cual supondría un cierto nivel de coordinación Ejecutan a cuatro personas en el
entre el Estado y la propia revista estadunidense. Es importante subrayar que el ar​tículo de Rolling Stone, fechado Estado de México

en su sitio web el 9 de enero y adelantado ese mismo día incluso por una nota en el sitio del New York Times, ya
menciona la recaptura del Chapo. En otras palabras, los editores incluyeron esa información menos de 24 horas 3 MARZO, 2016
antes de enviar la revista a imprimir. No queda claro qué día exactamente se publicó la revista en papel —varios Peña, víctima de su éxito con El
sitios de noticias indican que se imprimió entre el 9 y 10 de enero—, pero ese proceso normalmente requiere de Chapo
por lo menos un día de anticipación. El ar​tículo incluso se permite concluir vaticinando con ironía la probable
extradición del traficante: “No pasará mucho tiempo, estoy seguro, antes de que el próximo cargamento del cártel 4 MARZO, 2016
de Sinaloa hacia los Estados Unidos sea el hombre (El Chapo) mismo”, escribe Penn al final de su texto. (En un video “Travieso” Arce intentó suicidarse,
oficial difundido por la PGR el 27 de enero incluso se afirma que el operativo de recaptura de El Chapo ocurrió “la revela su hermano
madrugada del 9 de enero”, es decir, cuando el artículo de Rolling Stone ya se había impreso y el New York Times ya lo
había adelantado en su sitio de internet.) En cualquiera de los escenarios sobre ese cerrado timing, concebir la
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posibilidad de una simple coincidencia entre la captura y la publicación del artículo de Penn resultaría ingenuo e
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implicaría desestimar la estrategia mediática del Estado.

Al recapturar a El Chapo antes de su aparición en Rolling Stone, el Estado siguió un orden mediático inverso al de la
4 MARZO, 2016
segunda captura del traficante hace casi dos años. Como se recordará, el presidente Barack Obama sostuvo a
Inician huelga de hambre en el
principios de 2014 un encuentro privado con Peña Nieto durante la Cumbre de Líderes de América del Norte. En Altiplano; acusan trato inhumano a
una rueda de prensa conjunta el 19 de febrero de ese año, Obama elogió al gobierno de Peña Nieto haciendo eco El Chapo
del encabezado “Saving Mexico” que la revista Time había dedicado al presidente mexicano en su polémico
reportaje de portada seis días antes. Apenas tres días después de ese encuentro, la mañana del 22 de febrero, 4 MARZO, 2016
marinos de la Armada de México y agentes de la Policía Federal detuvieron a El Chapo sin un solo disparo. Con un Tarde y a la baja en publicidad y
orden distinto de los factores pero obteniendo el mismo producto, el gobierno mexicano reactivó su soberanía audiencias, Televisa pretende
recapturando a El Chapo por tercera ocasión antes del artículo de Rolling Stone. Ambas capturas han sido competir en el mercado de
streaming
complementadas simbólicamente por las revistas estadunidenses. Time pareció preparar el triunfo del gobierno
federal, mientras que Rolling Stone sin duda explica retroactivamente la derrota de El Chapo.

La magistral jugada del gobierno federal se confirma con las revelaciones que hace el propio traficante en la
entrevista con Penn. El Chapo dista aquí de ser el brillante genio criminal que en su momento reportaron
periodistas como Anabel Hernández, Diego Osorno o Alejandro Almazán. Joaquín Guzmán aparece en el texto de
Penn más bien como un parco e ignorante delincuente rodeado de un acotado grupo de colaboradores que pese a
su desmesurada fortuna y su supuesta presencia delictiva en más de 50 países no cuenta con un solo intérprete del
inglés que traduzca las preguntas del actor ni con la tecnología mínima para hacerle llegar por internet un simple
video con sus declaraciones tomado con un teléfono celular. Por otro lado, la captura misma puso en evidencia las
escasas opciones de supervivencia del capo. Según el gobierno federal, se confirmó su presencia en la casa de
seguridad donde fue localizado luego de que un emisario suyo comprara una gran orden de tacos para llevar.
Finalmente, al igual que Jean Valjean, el protagonista de la novela Los miserables, El Chapo optó por embarrarse de
mierda literalmente al intentar un último escape a través de un desagüe de drenaje antes de ser capturado en la
calle.

Es sorprendente que ciertos análisis pasen por alto estos datos. Están quienes ven la captura del Chapo y el artículo
de Rolling Stone como un juego de simulaciones que sólo revela el supuesto fracaso del Estado mexicano. La
antropóloga Natalia Mendoza, por ejemplo, afirmó en un artículo en Milenio el 18 de enero pasado que el texto de
Penn y su entrevista a El Chapo “son irrelevantes desde el punto de vista de la investigación judicial y de los estudios
de seguridad”. En la misma línea, Jorge Quintana Navarrete afirma en un texto publicado el 21 de enero en el sitio
Horizontal.mx: “Los performances de soberanía del Estado moderno, con sus alardes de fuerza y eficiencia, revelan
paradójicamente la verdadera impotencia y debilidad del propio Estado, su incapacidad constitutiva para garantizar
la estabilidad del pacto social”. Finalmente, el texto de Francisco Goldman del 14 de enero en The New Yorker
resume la opinión popular más prevalente al considerar la captura como una “gringada” de Hollywood que lo único
que logró “fue recordar cómo El Chapo había humillado al gobierno escapando la última vez”.

Resulta curioso observar, en este punto, cómo esas opiniones coinciden con ciertos análisis que buscan enfatizar la
supuesta crisis de seguridad nacional del actual gobierno. Según Guillermo Valdés Castellanos, exdirector del Cisen
durante la presidencia de Felipe Calderón, la caída de El Chapo debe acreditarse como resultado de la “guerra contra
las drogas” que inició en la presidencia anterior. Valdés explica: “La época dorada de los narcos, cuando podían vivir
sin esconderse, aparecer en las secciones de sociales de los periódicos y ser consejeros de bancos, como era el caso
de Miguel Ángel Félix Gallardo todavía en los 80, esa época se acabó. La presión de EU primero, y la persecución del
gobierno mexicano a partir de 2006, los obligó a la clandestinidad”. Valdés pasa por alto, sin embargo, que durante
décadas el PRI mantuvo al crimen organizado sometido y marginado del poder político utilizando un violento
sistema policial represor, como ha demostrado el sociólogo Luis Astorga. El gobierno de Peña Nieto igualmente ha
detenido o asesinado a los mayores jefes del crimen organizado en contextos políticos significativos. La
neutralización de Los Zetas y el reciente conflicto en Tierra Caliente deben entenderse en esa clave. Heriberto
Lazcano, el sanguinario jefe de Los Zetas, fue asesinado en octubre de 2012 mientras disfrutaba de un juego de
beisbol en compañía de un guardaespaldas. En Michoacán, los usos políticos, documentados por reporteros como
José Gil Olmos, que el gobierno federal hizo de las autodefensas para diezmar los poderes locales aglutinados bajo
el supuesto grupo criminal de Los Templarios, convalida una significativa portada de la revista Proceso, fechada el
18 de mayo de 2014, que resume elocuentemente la conclusión de este episodio a sólo 15 meses de haberse
iniciado: “Las autodefensas domesticadas”.

Más recientemente, nuestro mejor periodismo indica cada vez con mayor claridad que las fuerzas del Estado —
desde la Policía Federal hasta el Ejército— cargan con gran responsabilidad en la desaparición de los 43 normalistas
en el estado de Guerrero. Ahora se dice rápido, pero hasta la irrupción del reclamo nacional de justicia por
Ayotzinapa, la presidencia de Peña Nieto había reconfigurado con éxito los parámetros de la agenda de seguridad
nacional. Así, es una abdicación intelectual y crítica asumir de entrada que las fugas y los arrestos del Chapo son
indicativas de un Estado rebasado por el crimen organizado. Por el contrario, al detentar el monopolio sobre la
violencia legítima, como explicó en su momento Max Weber, el Estado es la principal condición de posibilidad del
crimen organizado en México, ya sea gestionando o destruyendo al crimen organizado de acuerdo con necesidades
políticas contingentes.

Como con la célebre entrevista que Ismael El Mayo Zambada concedió en 2010 al periodista Julio Scherer, El Chapo
dejó entrever el verdadero tamaño de su poder. Así lo anota Juan Villoro en un artículo publicado el 15 de enero en
Reforma: “Cuesta trabajo ver a El Chapo como responsable de tramas de lavado de dinero que pasan por la banca
de Londres, van a los paraísos off shore en el Caribe y regresan a México gracias a empresas aparentemente
legales. Si controlara esta red, sería el narco más poderoso de todos los tiempos. Más bien parece estar al servicio
de esa red”. Esa red, me parece innegable a estas alturas, remite una y otra vez al Estado. Asumir que hombres
como El Chapo ocupan posiciones de verdadero poder es subestimar la capacidad del Estado de excepción y la
capacidad de nuestro actual gobierno de ejercer en la ilegalidad.
En estos días de importantes preguntas sobre nuestro oscuro sistema político, recordé mi lectura de la novela
Cuatro muertos por capítulo (2013) del autor sinaloense César López Cuadras. Se trata de una joven estadunidense
que viaja a Sinaloa para entrevistar a Pancho Caldera, quien en otro tiempo fue el chofer de la familia Simental, un
poderoso clan de narcotraficantes. La estadunidense se propone escribir un guión cinematográfico para narrar la
épica caída de la familia. Con cada capítulo, sin embargo, Pancho Caldera desmitifica el poder de los traficantes y
advierte los límites políticos del crimen organizado. Hacia el final de la novela, alecciona para una mejor
comprensión del narco: 1) “ya no es posible distinguir entre buenos y malos” pues narcos y policías trabajan en
“franca asociación”; 2) los supuestos “cárteles” no tienen el poder internacional que se les atribuye y ninguno
“ejerce, ni en espacios reducidos, un control absoluto del mercado”; y 3) “todos los traficantes pierden, desde los
más pequeños hasta los más grandes, sea porque caen en prisión, los maten o los desplacen desde los verdaderos
centros del poder”.

La ironía de la novela llega a su clímax cuando el jefe de la familia, Emanuel Simental, lee en un periódico que se le
acusa de encabezar un “cártel”. A punto de ser asesinado, Simental reflexiona: “Un cártel, dicen los periódicos, eso
voy a construir”. La caída del Chapo se acerca a la novela de López Cuadras. Más humilde y consciente de sus
límites que el personaje de Emanuel Simental, sin embargo, El Chapo responde con sencillez cuando Penn le
pregunta si considera que su organización es “un cártel”: “No señor, para nada. Porque la gente que dedica sus
vidas a esta actividad no depende de mí”. Sin un verdadero cártel a su mando, El Chapo simplemente quería una
película que realizara la imposible fantasía de ser el “jefe de jefes” que promovió el Estado.

En la captura o en la fuga, El Chapo es el fetiche de la corrupción oficial, pero también del asombroso poder
simbólico del Estado que ha conseguido imponer su verdad sobre el narcotráfico. El periodista Ignacio Alvarado,
acaso uno de los más agudos investigadores y expertos en el tema, me explicó este fenómeno como la “conquista
mediática del Estado” que limita el entendimiento de periodistas, novelistas y académicos sobre el narco y que
establece las coordenadas epistemológicas que condicionan la manera en la que incluso imaginamos el narco. Es
preciso, entonces, comprender la violencia del narco menos como un ciclo interminable de vendettas personales
entre sicópatas, sino como el frío cálculo geopolítico entre los estados de excepción de nuestro hemisferio. No es
personal, es business insisten los capos de la trilogía de El Padrino. Y para situar el ascenso y caída de El Chapo en el
contexto correcto, es imprescindible aceptar, como pediría Don Luchessi, que la política del Estado —las más
poderosa forma de política en la sociedad— consiste en el arte de determinar cuándo, por fin, apretar el gatillo.

*Oswaldo Zavala es narrador, periodista y profesor investigador de literatura latinoamericana en el College of


Staten Island y en The Graduate Center de la City University of New York (CUNY). Se especializa en narrativa
fronteriza y representaciones culturales del narcotráfico en México y Estados Unidos. Actualmente prepara un
estudio académico sobre la dimensión política de las narconarrativas de los últimos 20 años.

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