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ÍCARO
DEPORTES EXTREMOS 1

Deporte extremo navarra

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EL VIGOR EN EL ESQUÍ

EL FANATISMO EN LA ESCALADA

LA EMOCIÓN EN EL PARAPENTE

LA EMOCIÓN EN EL ALPINISMO
LA DEVOCIÓN EN
MONT
 DEPORTES EXTREMOS 3

CUANDO VOLAR NOS NACE

“Si te elevas, el fuego abrasará tus plumas”. Con
esta sentencia, recogida en la Metamorfosis de Ovi-
dio, advertía Dédalo a su hijo Ícaro, antes de que
saltara al vacío para huir de la celda en la que es-
taban presos. Pero Ícaro, “arrastrado por el deseo
de cielo”, voló cada vez más alto. Y por desear más,
por desafiar los límites, por estar sediento de aven-
tura, por no conformarse y buscar sentirse más
vivo que nunca, el calor del sol derritió la cera de
sus alas. Cayó al vació ante los ojos de su padre.
Esta historia refleja una condición común a todos los
hombres: el deseo. El anhelo de ser libres y eternos,
de autoconocerse y retarse, de buscar una novedad
que supere la monotonía. Estas aspiraciones suelen
impulsar a las personas a querer vivir experiencias
que les saquen de su zona de confort; viajar es un
buen ejemplo de ello. Pero, si hay una actividad que
sea radical en esta búsqueda es el deporte extremo,
porque se hace uso de lo más inmediato del hombre
para exprimir la vida: los sentidos. Decía Aristóte-
les que mediante ellos conocemos el mundo. El co-
razón de un barranquista late fuerte cuando el agua
fría de una cascada impacta en su piel; el aliento se
corta al caer al vacío haciendo puenting; en un des-
censo, los ciclistas de bbt sienten cómo cada uno de
sus músculos se tensa, al igual que en un ascenso,
un escalador siente cada milímetro de su mano en
la hendidura de una roca. El éter es el medio de las
aves, pero también el de los hombres desde que lo
sobrevuelan en parapente. Y también la nieve ha pa-
sado a ser una aliada, convirtiéndose en un medio
de superación tanto para esquiadores de alto rendi-
miento como para alpinistas sedientos de cumbres
remotas. El hombre, además, también se ha apa-
sionado por las entrañas de la tierra. Nadie conoce
mejor el silencio y la oscuridad que los espeleólogos.
Hemos querido transmitir esa emoción dando voz a
decenas de personas que practican estas ocho moda-
lidades deportivas en Navarra. Ocho formas de vivir
el riesgo, mayor o menor, distribuidas de manera cí-
clica, siguiendo el recorrido del sol. Porque tanto el sol
como los deportes mencionados actúan de la misma
manera: ascienden, llegan al cenit, y descienden. En
esta línea, también es significativa la paleta elegida
para la revista, porque el rojo, el amarillo y el naran-
ja caracterizan el sol, la tierra y la orografía navarra.
En definitiva, hemos recogido en esta revis-
ta ese deseo de querer vivir, a través de per-
sonas concretas que buscan, mediante el de-
porte, “volar” y alcanzar el sol. Como Ícaro.
BEATRIZ JIMÉNEZ

LOS LÍMITES DEL PUENTING

LA ADRENALINA EN EL
BARRANQUISMO

REDACCIÓN:
María Febrer
DIRECCIÓN: Enrique Ovejas
Beatriz Jiménez Blanca Basanta
Beatriz Jiménez
DISEÑO: Josetxo Durán
Magalí Ortiz Iñaki Sangrador
N EL CICLISMO DE Jorge Pellejero
TAÑA EDICIÓN FOTOGRAFÍA: Rafael Amann
Jimena Zalba Jesús Nicolás
EL SILENCIO EN LA ESPELEOLOGÍA José Manuel Navarro
Magalí Ortiz

AGRADECIMIENTOS: Muy especialmente, a Miguel Ángel Jimeno, Carlos Martínez y Zuriñe Lafón.
También a todas las personas e instituciones que han querido colaborar con nuestro proyecto:
José Mari Azpiazu, Patxi Quintana, Javier Arrieta,. Íñigo Redín, Cursillistas de Paramotor, Josetxo Im-
buluzqueta, Imanol Iraceburu, Jesus María Ayucar, T. L , GREIM de Navarra, Alfredo Rodríguez Calvo,
Zuriñe Otxola, Iñaki Arbizu, Oscar Sicilia, Inguru Abentura, Irrisarri Land, Asociación Ibili y Martín
Montañes.
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“La montaña es
mi mundo. No
me veo en otro
sitio. Ahora con
la edad ya solo
hago lo que pue-
do, pero mi sitio
es el monte”
Gregorio Ariz

“El montañismo
para mí es vida,
porque me lo
da todo. Allí en
el monte, sen-
cillamente, soy
feliz”
Nerea López

“En una salida

de montaña a
Marruecos vimos
como una chica
se fue a sacar
un ‘selfie’ en la
cima, se resbaló,
y se mató”
Jabier Ibañez

“El día que me-

nos te lo esperas
resbalas en Peña
Unzúe con el hie-
lo y te vas”
Txema Arizaleta LA MUTACIÓN DEL ALPI
“El ser humano
no está prepara-
do para vivir en
las grandes altu-
ras, ya que, cada
hora que pasa, el
cuerpo se va des-
gastando”.

Josetxo Imbuluzqueta, periodista del Diario de Navarra. Gregorio Ariz, posando tras la entrevista en su casa de Nerea López, en la cima de
JOSÉ M. NAVARRO Azpilagaña. JOSÉ M. NAVARRO a su casa de Ib
 DEPORTES EXTREMOS ALPINISMO 5

Zonas donde se practica parapente en

Navarra
Pamplona es la ciudad donde más socioa
sdkjashd jkahsg dkjahsgdkjaghsd

dellautatet rat ipist, solupta tquiandi aborum

quid quis si sequi dolorem acculpa pro et dis
event et quiam resequi odit quunda pro iu-
rem quam volorehenim ea et is venecum nam,
cum rehenti umquatquata comnienia verem
consequatus, ommo dolum, quoste exerempos
volupta temolup tatiunt exceaqu ibearch illan-
dus dellores volore por solut aut es dus aut
por maios et voluptas nimi, comnis modi dem
rem soloruptata et odit quis peliquatatur aut
alit, core dolectiusdae volluptatas aut es do-
lorem peritat temolup tatiunt exceaqu ibearch
illandus dellores volore por solut aut es dus
aut por maios et voluptas nimi, comnis modi

“Superar tus fuerzas”, “hacer una
conquista personal”, “sobrevi-
vir a la montaña”, “motivación”,
“adrenalina”, “autosatisfacción”,
“libertad”, “contemplación”... Re-
sulta difícil definir el alpinismo.
Hay casi tantas palabras como
personas en el mundo para defi-
nir el alpinismo. Lo que no cabe
duda es que no es un deporte
cualquiera. De entrada, es uno de
presidente del Club Pirineos del
Roncal y también del 53, no opina
muy distinto a su coetáneo: “Vas
al monte, llegas a una cima, lue-
go vuelves y te quedas cansado
a poco que la salida tenga algo
de nivel. Pero llegas arriba, te
echas una cerveza, estás con los
amigos en un paraje de la leche…
has disfrutado. Eso es un placer.
Te ha costado, y eso le añade a

INISMO
el monte Etxauri, cercano Txema Arizaleta en la plaza del Coso, centro de la
bero. JOSÉ M. NAVARRO
Javier Ibáñez sonríe frente al rocódromo de An-
vida social de Los Arcos. JOSÉ M. NAVARRO soáin. JOSÉ M. NAVARRO
los deportes más populares. Según
Martín Montañés, presidente de la
Federación Navarra de Deportes
de Montaña y Escalada, de sus
10.360 federados, aproximada-
mente ocho mil federados prac-
tican alpinismo. A eso hay que
sumar los socios de los clubes de
montaña que no están federados
(en Los Arcos, por ejemplo, sólo un
tercio de los socios están federa-
dos) y otro buen número de afi-
cionados que suben el monte sin
federarse y por su propia cuenta.
Otra cosa indudable: es un de-
porte muy adictivo. Así lo ha sido
para Gregorio Ariz. El alpinista
pamplonés, director de la expe-
dición que abrió el capítulo de
los ochomiles en el libro del alpi-
nismo navarro, sigue gozando, a
sus 65 años y otras tantas cimas
en el extranjero, de montes como
el San Donato o el San Cristóbal:
“Disfruto exactamente igual que
cuando empecé. Mañana mismo, si
no llueve, me voy a una excursión
por la Cuenca de Pamplona, por
la Sierra de Alaiz, el Adi... Hago
una expedición de cuatro horas y
disfruto de verdad”. Carlos Anaut,
ese placer de estar en la cima”.
Para Nerea López, estudiante de
22 años y monitora de monta-
ña, no es simplemente subir a
una montaña: “Cuando llego a
la cima me siento muy realizada,
me da una felicidad muy fuerte”.
Esa realización plena, añadida al
esfuerzo, y esa rara mezcolanza
entre adrenalina, contempla-
ción y paz, puede llegar hasta
una autosatisfacción de límites
insospechados según explica Ja-
vier Ibáñez, presidente de la Ant-
soaingo Mendi Eskola: “Muchas
veces me digo: ‘joder, es que me
echaría un polvo a mí mismo’”.
La definición que aporta Monta-
ñés, no muy lejana a la de Ibáñez:
“¡Qué jodido que lo he pasado,
pero qué satisfacción!”. Respuesta
simple y necesitada de un contex-
to. “Hay que reconocer que muchas
veces en la montaña sufrimos, no
creo que te lo niegue nadie, pero
una vez que llegas a la cima la
satisfacción del esfuerzo que te
ha costado subir es increíble. Yo
definiría el alpinismo así”, afirma.
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“Cuando éramos
jóvenes les de-
cíamos a nues-
tros padres que
nos íbamos a
dormir al mon-
te y no lo veían
como algo nega-
tivo”
Josean Pérez

“En el valle te
las ves y te las
deseas para que
los proyectos
tengan continui-
dad. A mí lo que
me preocupa es
el relevo genera-
cional”.
Carlos Anaut

EL RIESGO EN EL ALPINISMO
En cualquier caso, lo que sí que
tiene el alpinismo es peligro. Prac-
ticar un deporte, sea o no de ries-
go, siempre implica la posibilidad
de tener una lesión, a pesar de
ejecutar anteriormente un calen-
tamiento adecuado. Cada persona
es propensa a tener las mismas
lesiones ―musculares u óseas― de-
pendiendo del deporte que reali-
za. Todos hemos escuchado hablar
del codo de tenista o de la rodilla
del corredor, así como hemos vis-
to a muchos futbolistas desplo-
mados en el terreno de juego por
culpa de calambres musculares.
El deporte puede acabar en ac-
cidente mortal; sobre todo en
un deporte como el alpinismo.
Con todo, es más probable su-
frir una fractura ósea jugan-
do un partido de baloncesto
Son muchos los que han perdido
la vida en el monte; sin embar-
go, es importante señalar que
muchas veces la fatalidad vie-
ne auspiciada por la impruden-
cia de montañeros inexpertos.
No experta pero sí aficionada al
mundo de la montaña es Nerea
López, que cuando estudiaba en
el colegio Larraona de Pamplona
era monitora de un grupo de mon-
taña: “Era una gran responsabili-
dad, porque había gente con asma
o con mal de altura, y siempre
procuraba que quien tuviera esos
problemas se sintiera cómodo. Yo
siempre me vestía de amarillo fos-
forito para que los niños me pu-
diesen ver los días de niebla. Una
vez nos pasó que fuimos al Piri-
neo, se nos echó la niebla encima
y no veíamos ni al que teníamos
al lado, aunque estuviese a diez
centímetros. Nos tuvimos que ba-
jar por seguridad, si no se puede
llegar a la cima pues no se pue-
de. Primero es la seguridad, hay
mucha gente que no tiene cabeza”.
Alfredo Redín, presidente del Club
de Montaña de Noáin, también
cuenta con niños en su asociación.
A pesar de que organiza salidas a
montes cercanos con los peque-
ños, descarta por ahora organi-
zar ninguna excursión de deporte
extremo: “Si yo voy con críos a
un monte peligroso y pasa algo,
tienes toda la responsabilidad,
aunque vayas con toda tu buena
voluntad. Hay un accidente gra-
ve y puedes acabar en la cárcel”.
La precaución en el monte es una
virtud que todo montañero debe de
tener. Josetxo Imbuluzqueta, res-
ponsable de la sección de monta-
ña en el Diario de Navarra, afirma
que “el ser humano no está prepa-
rado para vivir en las grandes al-
turas, ya que, cada hora que pasa,
el cuerpo se va desgastando”. “No
estamos hechos para andar por la
nieve tranquilamente —afirma—,
un accidente leve como romperte
un tobillo a ocho mil metros puede
suponerte la vida, porque no hay
ningún helicóptero capaz de res-
catar a alguien a más de siete mil
metros”. Carlos Anaut coincide con
el periodista en que “es importan-
Nerea López durante una de sus salidas montañeras. NEREA LÓPEZ
te saber evaluar las condiciones y
no lanzarse a lo loco a la monta-
ña”. “Las montañas del Roncal no
tienen muchas dificultades, pero sí
que se han dado casos de chavales
que han muerto por impruden-
cias, ya sean por culpa de aludes
o por hipotermias. Recuerdo haber
sacado en el Pirineo a jóvenes en-
terrados en la nieve. Fue una au-
téntica tragedia”, afirma Anaut.
Imbuluzqueta, como experto en
montaña, explica que se dan
más casos de montañeros muer-
tos por aludes cuando el nivel de
riesgo es intermedio que cuando
es alto: “Cuando hay un nivel de
alerta alto en montaña la gen-
te no va; sin embargo; cuando
el riesgo es intermedio se cree
que no va a pasar nada y es
cuando suceden las desgracias”.
Alfredo Redín cuenta con mucha
lástima que algunos de sus ami-
gos han muerto a causa de una hi-
potermia: “Hay mucha gente que
hace expediciones a montes con
gran altitud y sabe que puede mo-
rir a causa de una hipotermia o por
un alud. Un socio del club murió en
el Dhaulagiri por una avalancha”.
Gregorio Ariz ratifica que cual-
quier persona que practique el al-
pinismo de nivel sabe que puede
morir en una montaña: “Lo de las
tragedias en las montañas forma
parte de ellas. Quizás lo que más
le preocupa a un alpinista no es
que vaya a morir en el monte, por-
que en el fondo sabe que es una
“Para mi que
haya un ac-
cidente en
montaña me
enerva, la se-
guridad es muy
importante”.
posibilidad. Lo más dramático es
lo que dejas atrás, mujer, amigos, Martín Montañés
hijos. Al final el montañero que
hace ochomiles piensa más en su
familia que en él”, opina Redín.
ANTE TODO, PRECAUCIÓN “El día que me-
Diego Blasco, colaborador del club
de montaña Gardatxo, de los Ar- nos te lo esperas
cos, cree que se está produciendo
una minusvaloración continua resbalas en Peña
de este deporte: “La mayoría de
los accidentes los sufre la gente Unzúe con el hie-
que va a la montaña con menos
frecuencia, los que tienen me- lo y te vas”
nos costumbre de ir. La gente no
termina de evaluar los riesgos”. Txema Arizaleta
José Antonio Pérez Aguirre, pro-
fesor de Periodismo en la Univer-
sidad de Navarra y amante de la Cuando yo era
montaña, critica que la gente se
lance a montañas con gran alti- joven existía la
tud cuando muchas veces están
por encima de sus posibilidades Organización
físicas y mentales: “La primera
vez que alcancé una cima de tres
de Juventudes
mil metros tenía veintiún años.
Hoy hay mucha gente que piensa
Españolas y los
que, como han competido en ca-
rreras de montaña, pueden subir
boy-scout. Yo, en
montañas de tres mil metros sin
ninguna experiencia previa. Cuan-
el fondo, me reía
do veo eso pienso: ‘ojalá te vaya
bien y no te caigas por un barran-
un poco de am-
co o te toque un día de tormenta’. bos grupos”.
A pesar de que durante toda su ju- Ignacio Ordovás
ventud la montaña formó parte de
su estilo de vida, él nunca pondría
en riesgo su vida en la montaña:
“Yo lo tengo clarísimo. No arries-

Josean Pérez en la UNAV. JOSÉ M. NAVARRO
garía mi vida por alcanzar una
cima donde vea que hay un riesgo.
Durante muchos años he querido
subir un ochomil, pero ahora no
tengo ningún interés. Cuando pien-
so en una gran montaña visualizo
un seismil, porque sé que un seis-
mil es el límite al que puedo llegar
sin oxígeno”. Seguro que tampoco
quiso jugarse la vida Ignacio Or-
dovás, pero el capellán de la UNAV
narra que una vez en la montaña
sí que puso su vida en peligro:
“Estábamos haciendo una pared
congelada, se desgajó el hielo de
la pared y no me maté de milagro.
Pero me rompí bastantes cosas”.
Nerea López recuerda con mucho
cariño una ocasión en la que tra-
bajando como monitora, los niños
de los que cuidaba le salvaron de
un pequeño accidente: “Fuimos
a Lakartxela, que está al lado de
Belagua. Yo iba de responsable de
treinta niños, nos perdimos y cami-
namos por un desfiladero. Estaba
nevando. Yo me resbalé y los niños
hicieron una cadena humana para
sujetarme, cosa que yo les había
explicado cómo hacer en caso de
emergencia. Me emocionó mucho
porque les reñía bastante; y sin
embargo, me ayudaron. El monte
te enseña, sobre todo, el valor del
compañerismo y de la amistad”.
Ignacio Ordovás en la UNAV. JOSÉ M. NAVARRO
Javier Ibáñez, de acuerdo con
Nerea, reconoce que la monta-
ña le ha hecho ser mejor perso-
na. Sin embargo, muchas veces
se arrepiente de haber acudido
a alguna montaña con un gra-
do elevado de dificultad: “Hay
momento en los que piensas:
¿qué coño hago yo aquí cuando
podría estar tranquilamente en
casa tomándome una cerveza?”.
CONOCERSE BIEN Y FORMARSE
El riesgo en la montaña se redu-
ce considerablemente si se siguen
consejos de organismos como la
Federación Navarra de Deportes
de Montaña y Escalada. Su presi-
dente, Martín Montañés, asegura
que “podemos hacer peligrosa la
montaña nosotros mismos”. “Lo
más importante es conocer tus po-
sibilidades. Hay mucha gente que
va a San Donato pensando que no
tiene ninguna dificultad técnica y
no miran ni la meteorología. En
ese monte si hay un poco de nie-
bla y no tienes unos conocimien-
tos un poco básicos de orientación
es muy fácil que te pierdas. Si no
tienes formación te puedes des-
orientar y sufrir una hipotermia”,
explica Martín. El pico de San Do-
nato, macizo situado en la parte
norte de la Sierra de Andía, es uno
de esos lugares en los que todo
navarro amante de la montaña
Pedro Anaut en el frontón de Urkainki. JOSÉ M.
ha estado alguna vez. Sin embar-
go, han sido varias las personas
que han perdido la vida en este
monte, situado entre las locali-
dades de Uharte-Arakil y Unanua.
Diego Blasco recuerda cómo una
vez en San Donato lo pasó real-
mente mal: “Me desorienté en
julio bajando el San Donato. Te
agobias bastante porque pasas
muchas horas buscando el cami-
no. Yo me perdí entonces, cuando
hacía buen tiempo, pero ahora en
invierno hace frío y se hace muy
pronto de noche”. Diego coincide
con Martín en que, aunque vayas
a la montaña en verano, siempre
se debe llevar ropa: “En vera-
no hace frío y la gente no lleva
ropa; hay que llevarla, porque
nunca sabes qué te puede pasar
en la montaña. Yo he estado en
montes cercanos a Los Arcos en
verano y he pasado frío en ju-
lio. Ya he aprendido la lección”.
En el Pirineo se localizan las mon-
tañas más altas y difíciles de subir
en la Comunidad Foral. Por la al-
tura de sus picos y el flujo cons-
tante de masas de aire, acudir a
esta cordillera sin el material im-
prescindible es una imprudencia
que puede llegar incluso a cos-
tarte la vida. Martín recuerda con
impotencia cómo hace cuatro años
DEPORTES
NAVARRO
dos personas fallecieron en el Anie
por hipotermia en pleno verano:
“Fueron por la mañana sin más
ropa que una camiseta de tirantes
y en pantalón corto. La previsión
meteorológica preveía tormentas
para la tarde. Se les echó la nie-
bla encima, se perdieron, y mu-
rieron por hipotermia a finales
de agosto. En el Pirineo cuando
hay una tormenta la temperatura
baja drásticamente en minutos.
En verano hay mucha gente que
va al monte y lleva lo justo: el
picoteo, un poco de agua y nada
más. En agosto muchas veces ha
acabado nevando en el Pirineo”.
CUANDO EL ACCIDENTE OCURRE
A pesar de que alcanzar una cima
y poder otear el horizonte des-
de arriba es una de las mejores
sensaciones para un montañero,
siempre se debe andar con mucho
cuidado, ya que siempre se pueden
producir muchas complicaciones
a una altura determinada. Pablo
Eguaras, monitor de la escuela de
montaña de Ansoain, Antsoaingo
Mendi Eskola recuerda que hace
cinco años una persona de su gru-
po perdió la vida el monte: “Tuvi-
mos un fallecido en el grupo hace
unos años cuando fuimos a los
Pirineos. Tuvo la mala suerte de
tropezar y se cayó”. Pablo confiesa
que este mismo verano, tuvieron
Vistas desde el refugio de Belagua. JOSÉ M. NAVARRO
EXTREMOS ALPINISMO 7
Diego Blasco en la plaza de Los Arcos. JOSÉ M.
NAVARRO
que acudir los servicios de resca-
te en busca de otro montañero de
la Antsoaingo Mendi Eskola. No
obstante, recuerda que cuando él
era más joven y jugaba a fútbol
sufría muchas más lesiones que
ahora, que practica el alpinismo:
“Desde el club organizamos dos
salidas al mes y he estado muchas
veces en montañas de un grado
considerable de dificultad, y pese
a eso, no he tenido nunca ninguna
lesión importante. Cuando jugaba
a fútbol sufría muchos esguinces”.
Javier Ibañez, presidente de la
Organización, recuerda también
cómo en una de sus salidas a
Marruecos una chica de 23 años
falleció en la cima de una forma
absurda: “Fue a sacarse un selfie,
se resbaló, y se mató. Había mu-
cha gente en la cima que le po-
día haber sacado una foto, pero
no quiso decirle a nadie”. Txema
Arizaleta, presidente del Club de
Montaña Gardatxo, de Los Arcos,
asegura que pese a su amor por
este deporte, el alpinismo tiene
sus riesgos: “El día que menos te
lo esperas resbalas en Peña Un-
zúe con el hielo y te vas. Pero no
hace falta que te resbales con el
hielo. Basta con que un día suba la
niebla y te pierdas. Para eso tam-
bién está el club, siempre solemos
llevar a alguien que ha hecho ese
8
monte o que domina bien los GPS”.
Por su parte, Martín Montañés,
cree que todo aficionado a la mon-
taña debería saber cómo orien-
tarse sin GPS: “El teléfono móvil
se puede quedar sin cobertura o
el GPS se te puede mojar con la
humedad y fallarte. Para mí que
haya un accidente en montaña me
enerva, la seguridad en montaña
es muy importante. Podemos obte-
ner buenos resultados en campeo-
natos de escalada o en esquí, pero
que no sucedan accidentes creo
que es uno de los mayores logros.
Nosotros hemos reducido este año
el Índice de Siniestralidad en la
Federación, y es el primer año en
muchos años que lo bajamos. Eso
sí, estamos todo el día con cam-
pañas en seguridad en montaña,
impartiendo cursos y seminarios
de prevención en accidentes en
montaña, e intentando que la
gente se acerque a la montaña
con conocimiento y formación”.
Diego Blasco, organizador del Club
de Montaña Gardatxo, de Los Ar-
cos, cuenta que desde el club tam-
bién se realizan prácticas de pri-
meros auxilios en montaña y otras
actividades: “En el club no sólo se
promociona el monte en sí, sino
que también se procura transmitir
la importancia de ir seguro. Algu-
na vez ha salido la idea de ense-
ñar orientación, pero no la hemos
hecho todavía en el club. Nosotros
siempre intentamos que todo el
que vaya a hacer monte se fede-
re”. “Sí, porque un día vas a una
montaña un poco más complica-
da, te haces un esguince arriba, y
solo eso es un lío tremendo”, aña-
de Irati Abascal, colaboradora del
Club de Montaña Gardatxo. Como
presidente del club, Txema Arizale-
ta considera fundamental el tener
recursos para la formación de los
componentes del club: “Si vamos
algún día al monte y pasa algo
grave, la culpa siempre será mía”.
Es precisamente esa siniestrali-
dad la que también presenta un
debate en profundidad en torno
al deporte: cómo cubrir adecuada-
mente los accidentes en montaña.
Una de las quejas habituales de la
gente del deporte es que el des-
conocimiento en profundidad de
los hechos hace a los periodistas
caer en el sensacionalismo. Desde
la Federación, se habla de irres-
ponsabilidad a la hora de definir
el grado de experiencia monta-
ñera: “A mí me hace mucha gra-
cia cuando sucede un accidente lo
primero que recalcan es que son
expertos montañeros. Hace cua-
tro años hubo dos muertos en el
Anie. A la mañana había un día
espectacular, pero la previsión
meteorológica era de tormentas
a la tarde. Un experto montañe-
ro, para empezar, debe saber eso.
Y sabiéndolo no va al monte a las
12 del mediodía en pantaloneta
y tirantes. Luego vino el marrón:
se perdieron con la niebla y casi
a final de agosto murieron por
hipotermia. Esos no son expertos
montañeros”, explica Montañés.
No lo ve así Josetxo Imbuluzqueta,
periodista de montañismo del Dia-
rio de Navarra, que opina que en
su casa se está informando ade-
cuadamente: “Siempre van a decir
que el periodista que informa está
cayendo en el amarillismo. Ahora,
si hay un accidente hay que infor-
mar. Un Iñaki Ochoa que muere en
el Annapurna claro que es un ex-
perto. ¿pero, un señor que se cae
y se mata y lleva veinte años ha-
ciendo montaña es o no es un ex-
perto? A lo mejor no ha hecho nin-
gún ocho mil, pero es un experto
tanto en alta como en baja mon-
taña. Yo no soy de calificar a la
gente e intento ir a los datos, ser
respetuoso y no caer en el morbo.
Yo intento ser respetuoso y obje-
tivo porque al final puedes plan-
tearte que puede ser tu padre o
un amigo. Pero hay que informar”.
LOS RETOS DEL ALPINISMO
En estos tiempos en los que la
gente de ciudad prefiere hacer
todo por su cuenta y de forma in-
dividual, el alpinismo comienza a
perder su carácter grupal. Anaut
ve con cierto peligro esa falta de
interés que también se da entre los
jóvenes roncaleses: “La gente de
atrás no viene empujando, pasa
del club. Hay gente joven que va
al monte, pero va a su bola. Los jó-
venes de ahora no tienen el espíri-
tu de asociacionismo que tenía mi
generación. Nosotros veníamos de
un contexto de dictadura en el que
no se podía hacer nada, todo esta-
ba prohibido. Cuando cayó el régi-
men hubo un boom y todos que-
ríamos juntarnos para hacer cosas
juntos. No sé si esa es una moda o
si esto se ha ido para no volver”.
Sin embargo, hay quienes piensan
que el asociacionismo del monte
siempre ha estado en conviven-
cia con el individualismo, como
es el caso de D. Ignacio Ordovás:
“Yo nunca he estado en ningún
grupo de montañismo; es más,
siempre los he rechazado un poco.
Cuando yo era un chaval estaban
los restos del franquismo, con la
OJE (Organización de Juventudes
Españolas) y los boy-scout. Yo,
en el fondo, me reía un poco de
ambos grupos, porque para mí la
montaña era irme con mis amigos
a hacer lo que quería. Era como
libertad absoluta, y eso a mí me
contrastaba mucho con esta gen-
te, que iba con sus monitores,
con todo muy organizado… Ellos
iban con su rollo y yo con el mío”.
Pérez Aguirre, coincide con Ordo-
vás. Él tampoco participaba en
las actividades de los clubes, sino
que con el visto bueno de sus pa-
dres, aquel niño donostiarra de
10 años, cogía un autobús o un
cercanías y se iba a andar solo
por el monte. “La montaña —ex-
plica— nos daba mucha libertad,
podríamos decir que nos vamos
a ir a dormir al monte, acampar
en cualquier sitio y los padres no
veían eso como algo negativo”.
Es el propio Pérez el que nos indica
otro de los problemas que presenta
el alpinismo de nuestros días: “En
la adolescencia mucha gente se
aparta de la montaña por muchas
tentaciones. En mi caso yo reafir-
me mi afición a la montaña y qui-
zás esto es muy vasco o navarro,
pero yo también conozco a mucha
gente que le pasó lo mismo. Esto
no ocurre ahora porque la gente se
aparta de la montaña cuando las
generaciones anteriores se vincu-
lan mucho más durante esos años”.
La montaña, según cuentan mu-
chos de los ahora presidentes de
clubes de montaña, ayudaron a
mucha gente a dejar de lado las
oscuras ofertas de los años 80
para sus jóvenes. Sin embargo,
hoy es difícil que un adolescente
suba al monte y pueda disfrutar
de él contemplándolo como an-
taño se hacía: “Hay un alpinismo
tradicional que es el que nace en
los Alpes. Ese alpinismo ‘román-
tico’ de conquista personal, de
exploración del esfuerzo de uno
mismo. De ese alpinismo sólo que-
dan vestigios”. Alfredo Redín lo ve
exactamente igual desde el Club
de Montaña de Noáin: “La filoso-
fía del montañismo ha cambiado”.
Con todo, hay quienes se resisten
a que el deporte reniegue de sus
raíces. Pérez recalca que aún se
puede educar a las nuevas gene-
raciones en esa contemplación de
la belleza que tiene el alpinismo,
pero que antes es necesaria una
experiencia que sólo la da pasar
tiempo en la montaña: “Para ser
un buen montañero —indica— hay
que haberse perdido muchas ve-
ces, hay que haberse dado muchas
veces la vuelta sin haber hecho la
cima, hay que haberse hecho una
sopa bajo la lluvia…”. Para ello,
el profesor donostiarra incide en
la importancia de plantear la ba-
talla de las narrativas, en contar
buenas historias de ese alpinis-
mo, quizá retomando el espíritu
de novelistas de aventuras como
Emilio Salgari. Al mismo tiempo,
es necesario educar a los niños
a ver la belleza más allá del Hi-
malaya, de ver cosas más allá de
las aristas de nieve y que también
están en el Ori o en el Mendaur.
“En definitiva, a disfrutar dentro
de una medida de tu propia hu-
manidad; sin depender de que al-
guien te lleve la mochila, de que
tengas unas cuerdas…”, sentencia.
Un cambio que ha desencadenado
precisamente la falta de la con-
templación es la llegada del trail
y otras modalidades que han he-
cho del montañismo un deporte
de competición, algo que no lo
era antes. ¿Es un problema tener
a tanta gente corriendo por el
monte más allá de la contempla-
ción? Entre los veteranos reina la
confusión sobre si esto es mon-
tañismo o no. Carlos Anaut, por
ejemplo, afirma no entenderlo:
“A mí las carreras de montaña no
me gustan. ¿Correr? Yo no lo en-
tiendo. Yo voy al monte a andar.
A mí me duelen las rodillas sólo
de verlos. Yo estoy operado de la
rodilla y no he hecho esas barbari-
dades. Ojalá que no les pase nada,
pero les puede pasar. Estas prue-
bas ultras de 24 horas corriendo,
una semana, un mes… Yo así no
concibo ni el deporte ni la monta-
ña. Parece que la gente sólo sabe
disfrutar si hace competición”.
Redín comparte la visión de
Anaut: “Antes estábamos espe-
rando el fin de semana para ir el
monte. Con las carreras de monta-
ña lo que esperan es bajar cuanto
antes, es una contradicción”. Sin
embargo, reconoce que, como pre-
sidente del club, debe responder a
esas demandas porque así se las
hacen llegar sus socios: “Yo en el
club al final tengo que responder
a las demandas de la gente que
quiere competir en carreras de
montaña. Entonces esa gente va a
dejarse la piel, pero también hay
mucha otra gente que va a dis-
frutar. Al mismo tiempo, procuro
aprovechar la competición para
que la gente se anime a apuntar-
se el club y que si no, no iría a la
montaña. De todas formas, pienso
que todo el mundo tiene su punto
competitivo. Yo voy a la Higa de
Monreal y me entra la curiosidad

Sobre las alturas. FABIO PURROY
DEPORTES EXTREMOS
de mirar el crono para ver si tar-
do menos en subir hasta arriba”.
Pablo Eguaras, desde su experien-
cia en el Antsoaingo Mendi Esko-
la, ve también el peligro que re-
presentan estas carreras para los
caminos del monte: “A mí no me
preocupan tanto que corran como
que luego no recogen la basura
que dejan por ahí durante la carre-
ra y, especialmente, en los avitua-
llamientos. Además, también ge-
neran problemas por los caminos,
porque se confunden los caminos
de las carreras con los recorridos
habituales”. A su lado, Javier Ibá-
ñez, presidente del club ansoain-
darra, completa la reflexión con
una proyección de futuro: “En los
años 70 estaba de moda hacer
ochomiles; ahora se lleva correr
y dentro unos años se subirá con
patinete eléctrico a la montaña”.
Con todo, las generaciones más
mayores recalcan su respeto a
esta nueva forma de entender la
montaña. Ignacio Ordovás apun-
ta que la competitividad excesiva
puede hacer que la obsesión por
la cima haga más peligroso el de-
porte porque se pierde la sensatez.
No obstante, fuera de eso, no ve
ningún problema en la conviven-
cia entre el senderista más domin-
guero y el elitista del ultra trail:
“El trail no desvirtúa el sentido
del montañismo; simplemente
añade una cosa más. ¿Que hay
personas que les gusta correr y
competir por la montaña? Muy
bien, por mi parte no hay proble-
ma; eso no tiene por qué matar
el montañismo más tradicional”.
Gregorio Ariz ve las cosas de un
modo similar al de Ordovás: “Lo
del cronómetro tiene distintos
puntos de vista. Yo respeto a la
gente que quiere plantearse esto
de forma competitiva. Yo soy
de los otros, pero entiendo está
muy bien y que se puede dis-
frutar de ello. Y yo no soy quién
para prohibirle nada a nadie”.
Junto a ese pacto por la convi-
vencia pese a la diferencia de
opiniones también se encuentran
historias de gente joven que sube
al monte como antaño y disfru-
tan mucho de ello. En Los Arcos,
la mayoría de esos noventa va-
lientes que pretenden revivir el
pueblo son jóvenes, como expli-
ca el propio Arizaleta: “Somos
muchos jóvenes. De hecho, casi
todos nos movemos en el mismo
ambiente. Hay muy pocos socios
mayores en el club; la media de
edad estará en torno a los 30-
35 años. Hay gente muy joven”.
Aunque quizá más ejemplar es
el caso de Nerea López. La joven
madrileña vive en Ibero desde
hace quince años y es una de ese
pequeño grupo de jóvenes que si-
guen haciendo las cosas como sus
padres y abuelos. “Yo no voy al
monte por el tema físico. Yo voy
porque me gusta; porque cuando
estoy agobiada voy y me desestre-
so. Cuando llego a las cimas, miro,
y muchas veces pienso: ‘Dios, me
gustaría ser como un pájaro’. Es
muy bonito ver las cosas desde
arriba. Desde las cimas me sien-
to super pequeña”, argumenta.
EL ALPINISMO TE CAMBIA LA
VIDA
En cualquier caso, y ya fuera de
polémicas, la coincidencia entre
todos se da a la hora de explicar lo
ALPINISMO 9
que ha supuesto el alpinismo para
ellos. Desde historias colectivas
hasta historias más personales.
Las colectivas muestran al monte
como uno de los motores de una
vida social que languidece en al-
gunos pueblos. Carlos Anaut, des-
de su despacho en Urzainqui, es
precisamente a eso a lo que tiene
pánico: “En el valle te las ves y te
las deseas para que los proyectos
tengan continuidad. A mí lo que
me preocupa es el relevo genera-
cional, porque el monte nos per-
mite hacer muchas cosas juntos.
Asociarse nos permite hacer mu-
chas cosas que de otra forma no
se podrían hacer. En el club nece-
sitamos un relevo generacional,
porque es bueno para nosotros ,
que llevamos ya nueve años en
la directiva. También es bueno
para los jóvenes, que suelen venir
con nuevas ideas; y bueno para
el club, que si no desaparecerá”.
En Los Arcos, con sus noventa so-
cios, el Club Gardatxo también es
esencial para la vida del pueblo
y valorado como tal por los ar-
queños: “Hay unos pocos socios
que ni siquiera han pisado un
monte en su vida, pero colaboran
con el club y aprecian el esfuerzo
de hacer una iniciativa así en un
pueblo tan pequeño. Otros socios
vienen a una salida al año como
mucho, pero pagan su cuota por-
que ven que es una forma de co-
laborar con las iniciativas que
pretenden darle vida al pueblo”,
afirma su presidente Arizaleta.
¿Qué sería de la vida de Gre-
gorio Ariz sin el alpinismo? “La
montaña es mi mundo. No me
veo en otro sitio. Ahora con la
edad ya sólo hago lo que puedo,
pero mi sitio es el monte; no me
imagino mi vida de otra forma”.
Nerea López, con solo 22 años,
ya empieza a reconocer el legado
que está recibiendo del monte:
“El montañismo para mí es vida,
porque me lo da todo. Allí en el
monte, sencillamente, soy feliz”.
Javier Ibáñez también habla cla-
ro de lo que significa para él la
montaña: “Para mí lo más impor-
tante es el placer de superarme
a mí mismo. Eso no tiene precio.
No tiene por qué ser superación
en el sentido de más difícil o más
largo. El gusto de estar fuera, ha-
ciendo lo que me gusta… Es poder
estar a tu aire, desconectado…”
De entre todas las explicaciones
para entender el deporte proba-
blemente la mejor es que la que
aporta Alfredo Redín. Él ha visto
cómo el monte le ha robado a su
mejor amigo hace cinco años, pero
sabe que sigue en deuda con un
montañismo al que aún adora:
“Mira, si te soy sincero, la mayoría
de los que formamos parte del club
hace unos cuantos años éramos
adictos tanto al alcohol como a las
drogas. Muchos, con el objetivo de
salir de la mala vida, empezamos
a salir el sábado al monte para
desintoxicarnos de alguna forma.
Poco a poco extendimos esta ruti-
na de hacer excursiones los fines
de semana porque estábamos muy
agusto: entendimos que la monta-
ña era todo, motivación, conocer
gente, el ambiente era genial… Con
el tiempo y muchas salidas de
por medio, te das cuenta de que
tus verdaderos amigos son aque-
llos con los que vas al monte y
de que la montaña es tu mundo”.
10

EL
FANATISMO
EN LA ESCALADA
Un escalador utiliza 43 músculos de media para la forma si lo dejas unos días es
peor”, comenta Bea, pamplonesa de extracción. Todo el rocódromo
subir una pared. Aunque, como decía Wolfgang de 40 años, que lleva quince es- se construye con una normativa
Güllich, el más importante es el cerebro. Sin su calando. La mayoría de los socios marcada a nivel mundial para
definen la escalada como una garantizar su seguridad. Gon-
control, nunca hubiera logrado escalar en solo competición contra uno mismo, zalez aclaraba que “la escala-
integral (sin cuerda) la “Separate Reallity”, una en la que el miedo no debe ven- da deportiva bien practicada es
cer nunca. Y por eso conviene te- muy segura, y que a no ser que
pared horizontal a doscientos metros de altura. ner una preparación psicológica. coloques mal un mosquetón,
La preparación física es tan importante como la es imposible que suceda nada.
Aunque los rocódromos son tan- Hay muchos seguros. Puedes
mental, porque es el único modo de relativizar la to masculinos como femeninos, tener algún accidente si tienes
altura. la verdad es que sigue siendo algún despiste, pero eso te pue-
un deporte de hombres. “Cuan- de pasar también con el coche”.
do empezamos, solamente el Navarra es uno de los lugares
8% eran chicas. Ahora está cer- más importantes a nivel nacional
Los espacios interiores para es- tando en la vanguardia total”, ca del 20%”, celebra el director en cuanto a escalada, tanto “in-
calar tienen mucho éxito en Na- comenta Javier González, el ac- de Rocópolis. También, al ser un door” (dentro) como “outdoor”
varra, y es que al fanatismo que tual propietario. Además, cabe deporte adaptado, está abierto (fuera). De hecho, entre las fe-
sienten los navarros por el depor- remarcar que desde 2016 la es- para personas discapacitadas. deraciones del norte de España,
te se une el característico clima calada ha pasado a ser deporte González explica que hace unas la navarra y la vasca son las más
lluvioso de la comunidad. Para olímpico y en 2020 estará pre- semanas Rocópolis acogió el importantes, ya que cuentan con
superar este inconveniente y po- sente en Tokyo. González cree campeonato de España de velo- 36.000 y 11.000 federados res-
der entrenar en algún espacio sin que es importante darle una co- cidad, dificultad y paraescalada, pectivamente, aunque hay que
perder el ritmo, los escaladores bertura profesional y olímpica, en la que estuvo Urko Carmona, tener en cuenta que mucha gen-
cuentan con varias instalaciones aunque reconoce que está sien- campeón del mundo de paraesca- te que escala no está federada.
como “Rocópolis”. Un rocódromo do difícil amortizar este espacio. lada al que le falta una pierna. Además, para mantener esa
situado en Barrioplano (Pamplo- Estuvieron también invidentes, cantera navarra, el rocódromo
na) que presume de ser el cuar- EL PERFIL DEL ESCALADOR personas sin brazos, otras con diseña actividades que tratan la
to de europa y el undécimo del Los socios del rocódromo son movilidad reducida… fue espec- educación en la escalada. Cuen-
mundo. Gracias a la gestión de unos fanáticos de la escalada. To- tacular. “El momento realmente tan con una escuela no oficial con
la Federación Navarra de Esca- dos coinciden en que es un depor- emocionante fue cuando empezó más de 3000 niños. Iñigo Nagore
lada y de su presidente, Martín te que les engancha de tal forma a escalar Javier, un chico invi- y Jabier Berasaluze son dos de
Montañés, este año Rocópolis ha que cada vez quieren superarse dente. Le pusieron un pinganillo los monitores que se encargan
sido elegido como la sede de di- más y no pueden dejar de practi- y el lazarillo estaba abajo indi- de transmitir la misma pasión
versos campeonatos nacionales. carlo. Lo entienden como una for- cándole ‘¡a la izquierda Javier!, que ellos sienten por la escalada
“Desde su inauguración como ma de vida y sacan el tiempo de ¡a la derecha!’ Todo el mundo es- a los más pequeños. A los más
proyecto futurista, ya han trans- donde sea para poder ir a practi- taba callado para que Javier pu- hábiles les animan a competir en
currido quince años. Y sigue es- car. “Lo importante es no perder diera escuchar las indicaciones”. los campeonatos tanto locales
La disciplina tiene todas las como los nacionales. Este es el
garantías de protección. Las pre- caso de Aitor, de 11 años, quien
sas están soldadas con un panel hace dos años empezó a escalar
Zonas para escalar en Navarra de resistencia de un punto de por falta de niños en su equipo
anclaje que supera los 500 kg de fútbol y ahora entrena tres
veces por semana y se está pre-
parando junto con su hermano
Imanol, de 15 años, para parti-
“Cuando cipar por fin en competiciones.
empezamos, UNA AFICIÓN QUE VALE LA PENA
solamente el 8% Los aficionados consideran
eran chicas. Ahora que la escalada es un deporte
de superación y que entre sus
son cerca del 20%” atractivos destaca que es muy
completo desde el punto de
vista físico. Dentro de ella,
Navarra es uno de se distinguen dos actitudes:
los lugares más quien se lo toma como ocio, o
quien lo desarrolla de manera
importantes a nivel profesional. También es un buen
nacional en cuanto complemento para las personas
que practican alpinismo, ya
Rocódromos a escalada, tanto que la base del mismo es la
Paredes exteriores “indoor” (interior) escalada. “Antes los escaladores
como “outdoor” éramos también alpinistas, no se
entendía lo uno sin lo otro, ahora
(exterior) ya no es así”, concreta Berasaluze.
 DEPORTES EXTREMOS
Aitor, 11 años
2 años escalando
“Empecé a escalar con mi hermano y
me encantó. Este año he empezado a
competir”.
David, 35 años
1 año y 3 meses escalando
“Me apunté a un cursillo de escalada
y ahora me apasiona. Voy muy a
menudo”.
Ana, 42 años
7 años escalando
“Me gusta escalar en el monte y
moverme por ahí. Me da mucho
subidón. Vengo aquí a practicar”.
Fran, 27 años
10 años escalando
“Amo escalar pero no me gusta com-
petir. Me gusta escalar en exterior
pero también en interior”.
Saioa, 23 años
5 años escalando
“Me gusta el reto, la aventura y la
adrenalina. La escalada es un deport
muy estético y muy completo. Me
ayuda a desconectar”.
Camila, 20 años
1 año escalando
“Empecé porque mi novio también
escala y me enganchó. Ahora me
Una de las paredes del Rocódromo “Rocopolis”. MAGALÍ ORTIZ encanta y me gustaría competir en
un futuro”.
ESCALADA 11
Imanol, 15 años
5 años escalando
“Me gustan las alturas y escalar me
engancha. Compito en los campeo-
natos de España”.
Luis Javier, 41 años
28 años escalando
“Para mi escalar es una forma de
vida. Me apasiona”.
Bea, 40 años
15 años escalando
“Empecé a escalar en el monte y me
encantó. Vengo aquí cuando hace
mal tiempo, pero me gusta más el
exterior”.
Iñigo, 37 años
12 años escalando
“Soy monitor de escalada. Me en-
gancha y me da mucha adrenalina.
Me ayuda a librarme del estrés del
día a día”.
Mikel, 28 años
1 años escalando
“Empecé a escalar por mi hermano
y me enganchó. Me gusta porque
puedo superarme a mi mismo”.
Jabier, 50 años
35 años escalando
“Creo que escalar es estar presente
en el mundo, con conciencia y aten-
ción. Es mi forma de vida”.
12
UN DÍA EN ETXAURI
Jabier Berasaluce preparandose para escalar en Etxauri. JOSÉ MANUEL NAVARRO
Jabier Berasaluce escalando en Etxauri. JOSÉ MANUEL NAVARRO
En la cara sur de la Sierra de Sarbil,
Jabier Berasaluce y Ana Sanz dis-
frutan de una tarde calurosa para
ser mediados de noviembre. Des-
de el sector Peña de las Trampas,
uno de los sectores de Etxauri, las
vistas a los valles de Goñi y Valdi-
zarbe son increíbles, a pesar de que
el cielo está parcialmente cubierto.
“Hoy hace un día estupendo para
escalar, ni la roca quema, ni está
mojada. Esta es una escuela de in-
vierno y hay días en los que puedes
estar escalando en camiseta. Para
escalar lo mejor es el frío con sol,
y sin aire, porque hace como un
efecto espejo en la roca y se está
muy caliente ahí arriba”, dice Ana.
Ésta es una de las mejores escue-
las de Navarra para escalar, se-
gún Jabier, la mejor: “Será una de
las mejores zonas de escalada del
Estado, e incluso del mundo. En
Navarra el espacio es precioso y el
equipamiento es buenísimo, Ana y
yo vivimos aquí por eso. Nosotros
no somos de aquí y llevamos mu-
cho tiempo residiendo en Etxauri”.
Jabier, vizcaíno de nacimiento y
Ana, natural de Burgos, creen que
la escalada es un atractivo turísti-
co para Etxauri; y no es para me-
nos, ya que, gracias a gente como
ellos, esta pequeña localidad de
poco más de seiscientos habitan-
tes se ha visto beneficiada por el
comercio. “Vivimos en el paraí-
so de la escalada, aquí la gente
tiene el cuidado de no manchar.
Nosotros a veces hacemos jorna-
das de limpieza y venimos por
aquí a sanear, pero encontramos
muy poca basura”, dice Jabier.
Sin embargo, al igual que en la
escuela de San Fausto, en Urbasa,
Etxauri no escapa de las restric-
ciones legales. Navarra es uno de
los territorios con más limitaciones
para escalar y hay zonas prohi-
bidas. Desde la asociación DENA
(Diversidad y Escalada en Nava-
rra), en la que participan Jabier
y Ana, se intenta negociar con el
Departamento de Desarrollo Rural
y Medio Ambiente del Gobierno de
Navarra el establecimiento de es-
tas regulaciones. “Desde nuestro
punto de vista de escaladores, no
estamos de acuerdo con la legisla-
ción vigente -indica Jabier-; esta-
mos en una mesa de trabajo donde
también está la Federación, lo que
pasa es que no nos suelen escu-
char. Con todo, normalmente no se
escala, y la regulación se cumple”.
LUGAR DE CONVIVENCIA
Etxauri, cuenta con cuarenta sec-
tores –tramos divisorios— y en
cada uno de ellos existen una gran
cantidad de vías, cada una con un
nombre particular. Por ejemplo, en
el sector del “Espolón del Indio”
algunas vías se llaman “Di tantas
vueltas que perdí el rumbo”, “He-
rejía”, o “Por un mundo sin muje-
res insatisfechas”. Todas ellas las
escalan de septiembre a enero -fe-
chas de libre escalada- navarros y
gente de todo el país. En muchas
vías -áreas donde hay anclajes
que marcan el camino de la ascen-
sión- de vez en cuando se escuchan
gritos en alemán y en francés de
escaladores que están aseguran-
do la cuerda a sus compañeros.
Jabier, está acostumbrado a ver por
aquí gente de otros países: “Eso es
pasión. Muchas veces he pasado
doce horas en un coche para escalar
y volverme a casa. Hace unos años,
Ana vivía en Madrid y quedábamos
en Cuenca o en Valencia para esca-
lar un fin de semana y luego nos
volvíamos”. Ana también defiende
este modo de vida: “Los escalado-
res viajamos mucho. Los lugares
más masificados están en Lleida,
Tarragona o Huesca; aunque tam-
bién hay otros lugares como los Pi-
cos de Europa que para escalar son
espectaculares”. Mientras Ana co-
mienza a escalar, numerosas aves
sobrevuelan Etxauri. Jabier expli-
ca que a veces vuelan cerca de su
cabeza cuando escala, pero que al
final se acaba acostumbrando. “Te-
nemos una convivencia muy habi-
tual, sobre todo con el buitre leona-
do, que ya veis que está por todos
lados. No nos afecta para nada”.
La mayoría de gente que escala en
la cara sur de Sarbil calienta ha-
ciendo una vía sencilla y luego va
subiendo poco a poco el nivel de di-
ficultad. Jabier, explica que calien-
ta en casa antes de venir: “Caliento
todo, pero especialmente las zonas
de tendones como los dedos, zonas
musculares, hombros o brazos”.
“Entre transporte Etxauri cuenta con más de 800
vías donde escalar. La Federación
y alimentación es de Montañismo y Escalada in-
probable que gaste- vierte una cantidad considerable
de dinero para equipar cada una
mos más de la mitad de estas vías; sin embargo, gran
de nuestro dinero en parte del equipamiento viene del
bolsillo de gente como Jabier y
la escalada. Pero no Ana: “Los anclajes los ponemos
nos importa”. gente que equipamos vías. La Fe-
deración apoya mucho el tema de
Jabier Beraslauce la escalada, pero hay mucho ma-
terial invertido de nuestro propio
“Para escalar en bolsillo, y es una pasta”, explica el
hielo hace falta vizcaíno. A medida que Ana esca-
la verticalmente, va colocando sus
estar muy bien diferentes mosquetones en cada
preparado. La gen- uno de los anclajes y va pasando
una cuerda por cada uno de ellos,
te que se mueve en para en caso de una posible caí-
ese mundo es por- da, no precipitarse hasta al suelo.
que en roca tiene Sin embargo, Jabier advierte que
muy buen nivel” siempre se pueden producir ries-
gos: “Normalmente si has hecho
Jaime Sola las cosas bien y la persona que
asegura está atenta, caes de for-
“Para venir a escalar ma segura. Pero siempre te pue-
des golpear mal y hacerte mucho
hace falta un arnés, daño o incluso en el peor de los
unos pies de gato, casos caer al suelo”. Cuando Ana
termina de escalar, desciende lim-
cintas expreses, una piando la vía en la que están si-
cuerda, un casco, y tuados con un cepillo. “Es algo
que deberíamos hacer todos”, sos-
sobre todo ganas. tiene Jabier mientras enrolla la
Paciencia y muchas cuerda que estaba utilizando Ana.
ganas” Ambos cuentan que han tenido
más de un susto escalando, pero
Iosu Calderón que no por ello piensan que hay
que tenerle miedo a este deporte.

Ana postula: “La gente identifi-
ca escalada con peligro y no lo es
tanto. Los accidentes vienen por
despistes, imprudencias o errores
humanos. Luego siempre hay al-
gún momento de mala suerte, pero
es muy raro. Sé de un famoso es-
calador que ha perdido su vida en
la carretera. También puedes morir
si te cae de un balcón una maceta
mientras caminas por la calle y no
por ello vamos a dejar de salir de
casa. Hay un pequeño riesgo: so-
brestimar tus capacidades y no ha-
cer en las cosas bien. La seguridad
es lo primero”. Los 22 años que lle-
va escalando casi se quedan cortos
con los 35 que lleva Jabier. “Ade-
más de ser una actividad física, es
un estilo de vida. Nosotros vivimos
en función de la escalada. Todos
los fines de semana nos informa-
mos el tiempo que va a hacer, y si
es posible viajamos y conocemos
los lugares escalando. La mayoría
de nuestros nuevos amigos son
escaladores, porque los que no lo
son no los ves tanto”, explica Jabier.
PEREGRINAJE DE LOS ESCALADORES
No es muy complicado hacer ami-
gos escaladores cuando sale un
día como estos. Bordeando toda la
cara sur de la Sierra de Sarbil, hay
gente de lugares muy dispares que
vienen hasta Etxauri para escalar.
Paska Vázquez viene de Tolosa solo
para ello: “Nos desplazamos has-
ta Etxauri porque es un sitio muy
bueno para escalar”. Mikel Zabala,
también tolosarra, cree que la es-
DEPORTES EXTREMOS ESCALADA 13
Escalador en Etxauri. JOSÉ MANUEL NAVARRO
calada es adictiva: “Me gusta tan-
to que gasto mi tiempo en currar y “Me gusta tanto
escalar, muchas veces descuidando
mi vida social”. Iosu Calderón, de
que gasto mi
Pamplona, lleva viviendo a Etxauri tiempo en currar
más de once años. “Para venir a es-
calar hace falta un arnés, unos pies
y escalar, muchas
de gato, cintas expreses, una cuer- veces descuidando
da, un casco, y sobre todo ganas. mi vida social”
Paciencia y muchas ganas. Cuando
hace un día bueno es una gozada Mikel Zabalza
venir a escalar porque influye mu-
cho el clima. Notas que la roca está
más seca o más húmeda”, asegura.
Carlos Goñi y Jaime Sola, ambos “La gente identifica
también de Pamplona, comenzaron escalada con peli-
a venir por su cuenta y nunca acu-
dieron a una escuela de escalada.
gro y no lo es tanto.
“Vinimos hace cuatro años aquí por Los accidentes vie-
primera vez, compramos cuerdas y
probamos”, dice Carlos. Nunca han
nen por despistes,
tenido ninguna lesión importante, imprudencias o
pero Jaime, se abstiene de momen-
to de escalar en hielo: “La gente
errores humanos”.
que se mueve en hielo es porque Ana Sanz
en roca tiene muy buen nivel. Hay
que estar muy bien preparado”.
La escalada es la prioridad de Ja-
bier y Ana. Destinan la mayor
parte de sus ingresos a disfrutar
“Muchas veces he
del mundo de la escalada. “Si con- pasado doce horas
tamos transporte y alimentación,
–declara Jabier–, es probable que
en un coche para ir
gastemos más de la mitad de nues- a escalar un fin de
tro dinero en esto, pero no importa semana y luego me
porque es algo que nos apasiona.
Yo soy vizcaíno, ahí llueve mucho, volvía a casa”,
y siempre me tenía que desplazar Jabier Bersaluce.
para escalar. Poder disfrutar de
Etxauri es un lujo, una maravilla”. Ana Sanz en Etxauri. JOSÉ MANUEL NAVARRO
14

Estaciones de esquí en Navarra

EL VIGOR
EN EL ESQUÍ

dellautatet rat ipist, solupta tquiandi aborum

quid quis si sequi dolorem acculpa pro et dis
event et quiam resequi odit quunda pro iu-
rem quam volorehenim ea et is venecum nam,
cum rehenti umquatquata comnienia verem
consequatus, ommo dolum, quoste exerempos
volupta temolup tatiunt exceaqu ibearch illan-
dus dellores volore por solut aut es dus aut por
maios et voluptas nimi, comnis modi dem rem
soloruptata et odit quis peliquatatur aut alit,
core dolectiusdae volluptatas aut es dolorem
peritat temolup tatiunt exceaqu ibearch illan-

EL VIGOR DEL ESQUÍ
El esquí nunca ha sido un deporte
para españoles. Los Pirineos y sus
montes, cada vez menos blancos
para desgracia nuestra, no han
sido la cuna de grandes esquiado-
res. El único atisbo de gloria fue
el de Juanito Mühlegg, un esquia-
dor alemán nacionalizado espa-
ñol que sorprendió con tres oros
en Salt Lake que hicieron soñar
a España para ver después como
el dopaje tumbaba ese espejismo
dorado del esquí español. Fuera de
eso, el oro de Francisco Fernández
Ochoa y el bronce de su hermana
Blanca, con veinte años de dife-
rencia entre cada uno. Más allá
de eso, en unos Juegos Olímpicos
de Invierno, el esquí español sólo
acumula polvo en su medallero.
Sin embargo, cabría preguntarse
como Goscinny y Uderzo en As-
térix: ¿acaso no hay esquiadores
en España y en Navarra? ¡Sí! Una
comunidad poblada por unos po-
cos valientes resiste, todavía y
como siempre, a la desaparición
del esquí en la comunidad foral.
Quizá, no podemos hablar de al-
deas como las de esos galos del
cómic, pero sí tenemos tres clu-
bes de esquí (Uharte, Irrintzi y
Pirineos del Roncal) que luchan
a brazo partido por darle vigor
al esquí foral. Sea como sea, el
esquí está muy vivo en Navarra.
Tras el silencio de las grandes his-
torias se esconde cerca de un mi-
llar de personas involucradas en
este deporte. Parte de ese millar
viaja fuera de las fronteras fora-
les para hacer esquí alpino. Otra
prefiere no salir y quedarse con el
esquí de fondo y de travesía. Des-
de los neófitos en el deporte hasta
aquellos a quienes la edad ya les
permite hacer lo justito, el esquí
navarro tienen tantas caras y per-
files como la propia comunidad.
Entre las caras más nuevas están
Itzaro y Nerea. Desde pequeñas
han vivido en la misma calle del
barrio pamplonés de la Rochapea.
Como buenas amigas, empezaron
a hacer deporte juntas. Inicialmen-
te, la disciplina de sus amores fue
la gimnasia rítmica, “pero pron-
to nos aburrió y nuestras amigas
de la Peña Irrintzi nos dijeron que
iban a sacar un equipo de esquí de
fondo y nos convencieron”. Y así
fue como pronto los aros, las ma-
zas y las cuerdas cedieron su hue-
co del armario a un par de esquís.
Aunque estas adolescentes de
15 y 16 años entrenan tres veces
con el resto del equipo de esquí
del Club Irrintzi, ellas mismas re-
conocen que cuando llegan las
carreras aún no llegan con nivel,
pero se lo pasan bien. Los entre-
namientos, dicen ellas, “también
nos ayudan a desconectar del día”.
¿Y no hay otras formas de desco-
nectar? “Sí, pero tú estás esquian-
do y la adrenalina y la motivación
que te da eso al lado de tu amiga
es increíble” En opinión de las chi-
cas, el sacrificio del deporte mere-
ce la pena independientemente del
éxito, porque aunque es cierto que
cuando les sale bien una carrera la
alegría es mayor, “lo más impor-
tante del deporte es que hacemos
equipo y nos lo pasamos bien”.
Dejar el hogar por el esqui
Pese a que, más allá del diverti-
mento, sus recién estrenadas ca-
rreras empiezan a cosecha éxitos,
Lander Navarro e Irati Cuadrado,
con 17 años, comparten la visión
de Itzaro y Nerea. Coinciden en
que “competir no lo es todo”, que
la amistad y la deportividad tam-
bién forman parte de la ecuación
que hace que levantarse cada ma-
ñana a entrenar merezca la pena.
Quizá es, en parte, porque sus co-
mienzos tampoco fueron fáciles.
Aunque Lander no lo mencione
cuando se presenta, su entrenador
Haritz nos cuenta de él que “era el
malo hasta hace dos años; el pe-
núltimo le sacaba ocho minutos
pero a él le encantaba esquiar. Él
se veía las copas del mundo y se
sabía los nombres de la selección
sueca”. Fue su tesón, su empeño y
su vigor los que le cambiaron por
completo hace dos años. Aquel
niño que con un lustro de edad
paseaba con sus esquís de plástico
por las campas de Beorburu ca-
yéndose constantemente ahora se
pasa la mitad del día entrenando
en el Centro Especializado de Tec-
nificación Deportiva de Deportes
de Invierno, en Jaca. Esta institu-
ción, bajo el amparo del Consejo
Superior de Deportes, promueve
el desarrollo de los jóvenes talen-
tos españoles en estas disciplinas.
Como uña y carne, Lander pasa
todo el día con Irati. Esta joven
pamplonesa, al igual que su com-
pañero de piso, de deporte, de
clase y de todo, metió su mono
del Club Irrintzi en la maleta y
se vino a Jaca. A diferencia de su
doble, sus comienzos con el esquí
fueron menos asilvestrados: “ve-
nía algunos fines de semana con
mis padres en Somport y poco
a poco le fui cogiendo el gusto”.
Al igual que Itzaro y Nerea, Lander
e Irati acabaron en el Club Irrintzi
por cuestión de amigos. Él, fuera
de algo de experiencia previa con
sus padres en Belagua, comenzó
por una amistad de los padres.
Ella, por su parte, comenzó yendo
a acompañar a una amiga, pero su
andadura empezó en el Club Huar-
te, donde se inició en la disciplina.
Cuando llegó la época de competir,
cambió de el mono rojinegro por
el rosa “en buena parte, porque
conocía gente dentro del club”.
Fue cuando llegó a Irrintzi que es-
tos dos chicos se conocieron. Para
cuando Irati estaba entrando en el
club, Lander llevaba ya dos años.
Allí ambos empezaron a conocerse
entrenando “en el grupo de los ma-
los” con Haritz: “al principio, nos
enseñaban el estilo y a deslizar; es
difícil al principio”. Mientras, “el
grupo de los buenos, como ya sa-
bían patinar, empezaban a apren-
der técnicas de esquí”. Durante
el invierno, fuese quien fuese,
todos iban cada dos fines de se-
mana a Belagua a esquiar juntos.
Más tarde, empezaron a deslizarse
con cierto nivel y después comen-
zaron a patinar. Poco a poco fue-
ron cogiendo el nivel, pero ningu-
no de los dos recordará su primera
competición por sus éxitos. Irati se
estrenó en el Trofeo Apertura del
Club Mayencos, en Somport. Para
hacer dos kilómetros empleó más
de media hora y llegó a siete mi-
nutos del penúltimo. Fueron a bus-
carlas pensando que se había per-
dido. No fue mucho mejor el debut
de Lander, que quedó penúltimo
en la Marcha Blanca de Belagua
y no supo hasta el mismo día de
la carrera que estaba apuntado.
DEPORTES EXTREMOS ESQUÍ 15
“Cuando éramos
jóvenes les de-
cíamos a nues-
tros padres que
nos íbamos a
dormir al mon-
te y no lo veían
como algo nega-
tivo”
Josean Pérez
“En el valle te
las ves y te las
deseas para que
los proyectos
tengan continui-
dad. A mí lo que
me preocupa es
el relevo genera-
cional”.
Carlos Anaut
“Para mi que
haya un ac-
cidente en
montaña me
Pese a todo, el esfuerzo de estos bien qué íbamos a hacer aquí. Me enerva, la se-
jóvenes fue superando las dificul-
tades. Y así, los chicos que con 13
costó mucho decidirme, pero hasta
mis propias amigas me animaron;
guridad es muy
años cerraban las clasificaciones
pasaron a abrirlas con 16 años.
me dijeron que era una oportuni-
dad que no debía dejar escapar”.
importante”.
La primera victoria llegó para Martín Montañés
ambos en Somport. Para Irati, cu- A partir de ahí ha comenzado la
yas experiencias hasta entonces pelea por llegar a la élite del de-
no habían sido dulces en el pue- porte. Cada día, de la mano de su
blo aragonés, supuso desquitarse entrenador Eduardo Pubill, de-
miedos, etiquetas y complejos: dican sus mañanas a prepararse
“Dejé a todos boquiabiertos. Yo para hacer realidad ese sueño. “El día que me-
competía en la liga de carreras De vez en cuando hacen viajes al
de allí y hasta entonces había extranjero en búsqueda de nieve. nos te lo esperas
hecho muy malas carreras. Fue Todo esto, junto al planning de
ganar y desde entonces empecé entrenamiento, la ropa y el en- resbalas en Peña
a progresar a mucha velocidad”. trenador van incluidos dentro de
Lander también ganó en Som- una cuota que pagan al centro Unzúe con el hie-
port. No tiró cohetes, pero algo de tecnificación para prepararse.
cambió desde ese momento: “Fue lo y te vas”
hace dos años. Ni lo celebramos: Sin embargo, cabe preguntarse
me dieron la enhorabuena y nos para qué sirve todo ese esfuerzo. Txema Arizaleta
fuimos. Ahí fue cuando mejoré”. ¿De verdad pueden conseguir dar
Tras un par de inviernos exitosos el salto al plano internacional?
(Irati acabó como subcampeona de Es aquí cuando a Irati se le borra
España en patinador; Lander con- la sonrisa: “No. Fuera el nivel es Cuando yo era
siguió un tercer puesto en la Copa mucho mayor. España, para que
de España en la prueba de sprint), te hagas una idea, está al nivel joven existía la
ambos decidieron apuntarse a
las pruebas del Centro Especiali-
de países como Rumanía o Croa-
cia. Es difícil que le podamos dar Organización
zado de Tecnificación Deportiva
de Deportes de Invierno de Jaca.
la vuelta; no hay tradición de de-
portes de invierno”. ¿Y para qué de Juventudes
Más que nada por ver al resto de
competidores y darse a conocer un
sirve este tiempo en Jaca? Lan-
der, pensativo, responde: “Para Españolas y los
poco. Aquellos niños del grupo de
los malos, pese a sus trofeos, no
disfrutar de la experiencia. Si
quieres estar en la selección de- boy-scout. Yo, en
terminaban de creerse hasta dón-
de iba a llegar su aventura. Cuan-
bes estar aquí. Nosotros hemos
venido a aprovechar la oportu- el fondo, me reía
do les llamaron para decirles que
les habían cogido, ninguno de los
nidad, a comprobar lo que es el
deporte y a lo mejor, con suerte, un poco de am-
dos se lo esperaba. Ni ellos ni sus
familias. En casa de los Cuadra-
la selección española se fija en ti”.
bos grupos”.
do la decisión no fue tan sencilla,
explica Irati: “A mi madre le daba
EL ESQUIADOR ADULTO Ignacio Ordovás
un poco de miedo que me fuera A sus 33 años y tras mucho esfuer-
a Jaca y yo tampoco lo tenía del zo y dedicación, Haritz Pascual
todo claro, porque no sabía muy coordina las actividades del Club
16

“uiaera plitassita con-

secatur as ut arundu-
sam quiatur? Qui int
et quide soluptatinus
modigen dendam qui
con essi remperf erchi-
llam esedit”

“Ita illabor erspisci-

llis cus volorrum illab
is et raturio rernati
ostem. Ut mi, volut
plicae volumquam,
volorem rem non eost
que pa nonsequ istium
natius do”

“Et remporu ptatem

consed mo qui venia
que nus samus ducia
sum ipsandam aliquo-
di blab id et, occum
est resedig nimilit
atiuntum re dolent pronto me di cuenta de que el esquí te per- Irrintzi. Razquin pone en valor su trabajo
Irrintzi y entrena tres veces a la semana a mitía pues hacer muchos otros deportes defendiendo que más allá de los cursos,
fugitaquam” los futuros Lander e Irati. Pascual no fue para entrenar el tuyo. En su día competí lo que capacita para hacer que los niños
muy aficionado al fútbol, pero siempre le en ciclismo algún año; en verano alpinis- aprendan a esquiar: “Existe una formación
gustó mucho el atletismo y el ciclismo. Sin mo, natación y rollerski complementa. El reglada que se realiza para ser técnico de

“voloremquia non eos- embargo, las temporadas de este deporte

coinciden lejos del ajetreo invernal del es-
sequ iatusdae disint quí, lo que le permitió dedicarse a ambos
deporte sin problemas de compatibilización.
et volest aut rate ex- Quinto del entrenador pamplonés, Alejan-
plaut facepel iquatur, dro Razquin también coordina las activi-
dades del Club Uharte y, desde este último
vendebis doluptatem año, entrena a los equipos de la entidad.
¿Por qué empezó él con el esquí? Por unas
untiis dipientis mo- razones no muy lejanas a las de Pascual:
“Porque me gustaba mucho y me junté con
dion rempore” gente muy maja. Eso cuando era pequeño;
esquí de fondo es un deporte muy com-
plejo, que trabaja muchas distintas partes
esquí de fondo pero eso no es suficien-
te. Para poder ser entrenador de esquí lo
del cuerpo y permite la introducción de
muchos otros deportes para entrenarlo”.
que verdaderamente te capacita es estar
muchos años esquiando, tener técnica,
Pese a que Razquin acaba de empezar
conocer los conceptos básicos en esquí
y el perfeccionamiento de la técnica”.
como entrenador, Pascual lleva ya mu-
chos años instruyendo a sus pupilos del Aparte de estas capacidades, hace fal-
Irrintzi. Tras el fin de los años dorados
de Juanito Mühlegg; este periodista pam-
ta entender que el entrenamiento de
aquellos años 90 no es el mismo que el
plonés se sentía en deuda con el depor-
te, pero vio un cambio en la filosofía del
de estos tiempos: “Hemos mejorado en
técnica y tecnología. Ahora grabamos
Club Uharte que le llevó a fundar el Club mucho a los corredores para luego mejo-

“od ut illesedis molup-

tat dolorrum aut qua-
tus dolorer speribus,
suntior sequati officto
venim velluptatum
ratquo e”

rar in situ. Antes era más engorroso hacer
eso. Hoy en día a los chavales les grabo
con la tablet y les indico, viendo el vídeo
aquí, mismo aspectos deben mejorar y se
corrigen al momento. Los materiales son
muchos más ligeros. El modelo de esquia-
dor también ha cambiado: antes era una
persona super fina y ahora tiene que ha-
cer mucha musculación”, afirma Pascual.
Este tipo de entrenamiento, exige un com-
promiso que Razquin echa en falta en la ge-
neración actual. En el Irrintzi “Ahora cuesta
encontrar compromiso. Hay gente que te
desaparece a mitad de temporada, que se
cansa. Las nuevas tecnologías también han
influido: si antes me tenía que organizar
la semana para entrenar y estudiar, ahora
también hay que publicar en Instagram.
Nosotros intentamos lidiar eso con más mo-
tivación, buscando que haya mucha siner-
gia entre los grupos, que haya actividades
extra fuera del esquí para que pasen tiempo
juntos. En verano, por ejemplo, montamos
un campamento o vamos a la playa. El
buen ambiente motiva a los chavales a se-
guir viniendo a entrenar”, concluye Pascual.
Otra de las innovaciones que ha empren-
dido Irrintzi y que le distingue del resto de
clubes navarros es la preparación psicológi-
ca que trabajan con los jóvenes esquiado-
res. De la mano de la psicóloga madrileña
Alba Villamediana preparan a sus pupilos
“para mentalizarse de cara a una carrera,
gestionar sus fuerzas, manejar sus frus-
DEPORTES
traciones cuando salen las cosas mal”. Las
técnicas son sencillas y permiten al depor-
tista conocerse mejor y poner en común con
el resto del equipo sus mejoras y empeora-
mientos: “Trabajamos muchas cosas con las
chavales. Hacemos ejercicios para hacerles
visualizar sus carencias y errores, de modo
que sean conscientes de ellos y los mejoren
para la próxima carreras. Antes de la carrera
enfocamos cómo queremos hacerla y en la
reunión post-carrera se felicita al que haya
que hacerlo, se consuela a quien no ha teni-
do un buen día y analizamos los resultados.
En España, se recela de los nórdicos con
una tradición de esquí más asentada. Allí
sí es posible posible vivir de la competición
e incluso ser una estrella. Los dos entre-
EXTREMOS 17
nadores coinciden en que es difícil que un
deporte “minoritario entre los minoritarios”
pueda tener salidas profesionales fuera del
mismo deporte: “Se puede vivir de ser en-
trenador o monitor, de la competición no
se puede vivir. Los únicos que se dedican
aquí a esto son la Guardia Civil, no obs-
tante lo pueden hacer porque son funcio-
narios y cuando se les acabe el físico van
a poder tener una profesión”, dice Pascual.
Pascual y Razquin coincidieron en el Uhar-
te hasta que Haritz abandonó el club para
marcharse a Irrintzi. Así reivindica los va-
lores de su actual club: “Nosotros mima-
mos mucho la técnica, nos gustan los viajes
colectivos para fomentar la sintonía entre
los corredores”. A pesar de que el derbi en
Pamplona es entre Uharte e Irrintzi, asegu-
ra que hay una competitividad sana: “los
viernes hacemos los dos equipos rollerski
y entrenamos ahi -el unico sitio donde se
puede-. Cuando llegas al campeonato de
España no juegas como club, sino como na-
varro”. De todos modos, lejos de antiguas
tensiones entre las viejas guardias, Uharte
también busca inculcar valores similares en
el esquí como son “el amor al deporte, el
compañerismo”, y aprovecha para quitar-
le hierro al asunto: “Hay competitividad
dentro de las carreras pero tenemos una
muy buena relación con Irrintzi, organiza-
mos la carrera los dos el mismo fin de se-
mana y hacemos actividades conjuntas”.
Retos y logros
Un gran mérito de los clubes ha sido po-
ner a Navarra en el mapa del esquí nacio-
nal: Eso es un mérito de los clubes, fruto
del trabajo de muchos años”, comenta
Razquin. Más todavía si tenemos en cuen-
ta que “las estructuras federativas están
pensadas para que Aragón y Cataluña sean
líderes del esquí en España. Estadística-
mente navarros ha habido muy pocos en
la selección española”, sentencia Pascual.
Razquin se queja, además, de la inacción de
la federación navarra y su funcionamiento.
Reivindica que la Semana Blanca vuelva a
ser `La Masia` del esquí navarro: “No hay
seguimiento a los cientos y cientos de niños
que pasan todos los años por las estaciones
de esquí durante la Semana Blanca. Antes,
cuando era pequeño, los monitores hacían
informes para ver el nivel, y se hacía una
pequeña selección y se le ofrecía el contacto
de los clubes para que se pudieran seguir
desarrollando ahí. Hoy en dia, todo eso no
existe, ahora es una semana donde unos ni-
ños hacen esquí de fondo y se olvidan de
él”. Esto es solo una muestra de un proble-
ma sistémico en el gobierno de este deporte
en Navarra: “No es solo que no llegan sub-
venciones, tampoco se ha buscado una for-
ma alternativa de obtener fondos o realizar
cosas que no tengan que suponer un gas-
to. No es una queja, es la constatación de
una realidad. Es una federación inactiva”.
El esquí es un deporte que exige un esfuerzo
físico intenso, “es la agonía en carrera”, y al
mismo tiempo exige sacrificio, “subimos to-
dos los fines de semana a esquiar porque los
pocos que hay nieve hay que aprovechar-
los”, defiende Haritz. Por ejemplo, un aspecto
a lidiar es la soledad: “La forma tradicional
de correr en esquí de fondo es la contrarre-
loj individual. Cuando hay salida en masa
te picas con el de al lado pero cuando vas
solo es un agobio. Con los pequeños lo que
hay que trabajar es que no se les olvide que
están en carrera y no se duerman”, recalca.
Las esperanzas en el futuro del deporte de-
jan no obstante un sabor agridulce: “Me
preocupa que en 30 años no va a haber nie-
ve en el pirineo. Cada vez la temporada em-
pieza más tarde”, dice Pascual. Esto nunca
ha hecho perder a los dos su vocación por
transmitir su pasión por la nieve. Así ha-
blan del día a día con sus pupilos. “Verles
que les ilusiona, que les mando video y
me preguntan, poder transmitir lo que he
aprendido a los chavales tengan ganas de
aprender” es lo que mueve a Razquin. Pas-
18
cual valora mucho la motivación
que le genera ser entrenador:
“Esto es vocacional, en ninguno
de los clubes hay entrenadores o
preparadores profesionales, todos
tenemos nuestro trabajo a parte.
Pero si les gusta el deporte, te lo
agradecen y te lo devuelven, eso
te gratifica. No voy a decir que sea
su padre pero guardo mucha con-
fianza y afinidad con ellos, los he
visto crecer”. Por suerte, pese a los
difíciles retos que plantea el futu-
ro, el esquí en Navarra continúa
vivo y creciendo, en gran medida
gracias a esa pieza fundamental
del puzle que es el entrenador.
LA VOZ DE LA EXPERIENCIA
Como una hoja que cae del árbol,
su tiempo verde pasó y ahora
amarillea esperando su caída. No
en vano, su descomposición ser-
virá para alimentar de minerales
el suelo del bosque una vez sea
enterrada por la nieve del invier-
no. Así también es la retirada de
un gran deportista. Una decisión
que ya ha tomado Íñigo Aldaz,
quizá el campeón de esquí nava-
rro más veterano sobre la pista.
Él otea el paisaje caduco de los
bosques de Roncal desde la ven-
tana de su casa, consciente de que
ya ha cumplido su misión. Aho-
ra, como esa hoja, baja a tierra
para dejar brotar nuevas hojas,
o dicho de otra forma, nuevas
promesas y futuro para el esquí.
Una decisión que prepara tam-
bién Luis Alberto Hernando, que
atraviesa la recta final de su ca-
rrera deportiva a sus 41 años.
Aldaz, campeón de España a los 35
años y campeón navarro hasta en
20 ocasiones, y Hernando, oro en
los Juegos Militares de Invierno de
Sochi en 2017 comparten vidas pa-
ralelas pero de orígenes divergen-
tes. Uno, del barrio obrero de la
Rochapea; el otro, burgalés e hijo
de padres que emigraron de sus
pueblos. De la depauperada situa-
ción familiar de los Aldaz surgió
la pasión de Íñigo por la nieve:
“Todo empezó unas Navidades
en las que a mi padre le despidie-
ron del trabajo y mi madre dijo:
‘estos Reyes va a haber solo un
regalo para todos’ y compró unos
esquís para mi y para mi herma-
na”. Ese mismo invierno se fue
con sus padres a San Miguel de
Aralar a probar esos esquís. Her-
nando, por su parte, esboza su
infancia como la de “unos niños
embrutecidos que derribaban las
vigas de las casas abandonadas”
durante sus visitas a Cubillo del
Campo, el pueblo de su madre.
Al contrario que Aldaz, Hernando
no entró en el esquí hasta mucho
más tarde. Durante su infancia,
el deporte que más le entusias-
maba era el atletismo. Empezó
junto a su hermano, pero sus pa-
dres acabaron uniéndose. Tanto
le picó a su padre, que incluso
acabó siendo Campeón del Mun-
do de Maratón Veterano en dos
ocasiones. Desde ese momento,
su padre siempre fue un mode-
lo para él. Entre tanto, Aldaz se
apuntó a la Semana Blanca, un
evento histórico en Navarra que
concentra a multitud de escola-
res para aprender a esquiar cada
año en Belagua. Allí los instruc-
tores se fijaron en él y le selec-
cionaron. “Hice un cursillo con el
Club Deportivo Navarra, que hice
durante tres días. Había un cam-
peonato navarro en Belagua y mi
monitor me apuntó. Al cuarto día
de esquí, ya era campeón nava-
rro con 12 años”, relata orgulloso
desde el sofá de su apartamento.
Las vicisitudes de la adolescencia
no acompañaron de igual mane-
ra a los dos. Hernando asegura
que apenas tuvo “oportunidad
de descarriarse”, pues el deporte,
la familia y su colegio fomenta-
ron un buen ambiente para cre-
cer, a pesar de que nunca fue un
gran estudiante. A pesar de que
le apasionaba la mecánica y el
mundo del motor, al ver que su
hermano era llamado a filas, de-
cidió encaminar su futuro hacia
la carrera militar. La tentación de
descarriarse sí picó a la puerta de
Aldaz, que a pesar de todo, trató
de mantener una posición equi-
distante con los miembros de su
cuadrilla. “Mi entorno era más
adicto a otras cosas. Menos mal
que yo me centré en el deporte. Si
no, no sé dónde habría acabado”,
recuerda. “Hasta los 20 años po-
dría haber rendido infinitamente
más, me gustaba mucho la juerga
con mis colegas. Por suerte, el de-
porte me puso en mi sitio”, afirma.
Y es que los años pasan factura:
“Cuando eres más joven, asimi-
las mejor el trabajo y te recupe-
ras mucho mejor”, se lamenta.
El esquiador nómada
Ambos se han mantenido en la
competición a pesar de pasar por
multitud de sitios y empleos. Al-
daz dejó Pamplona y se marchó a
Uztárroz para estar más cerca de la
nieve. Desde entonces ha sido mo-
nitor de esquí, entrenador y ahora
bombero en Navascués. “Yo me
veía que andaba muy bien, pero
me hacían falta más horas de es-
quí. Me ofrecieron trabajar aquí de
monitor de esquí. Con 19 años ya
me vine a vivir aquí y me he queda-
do. Empecé a poder esquiar todos
los días y mejoré mi nivel”, narra.
Más tarde, le ofrecieron ser el
entrenador del Club Pirineos del
Roncal, del que guarda buenos
recuerdos. Su filosofía, según ex-
plica, es que los chavales más que
competir, se enganchen al depor-
te. “No me vale de nada un cha-
val de 12 años que gane todas las
carreras y luego a los 18 se frus-
tre y lo deje. Eso me sienta peor
como entrenador. Me siento más
orgulloso de uno que aunque la
vida le lleve a la universidad o a
trabajar, le pida el cuerpo hacer
deporte”, sentencia. Él lo compa-
ra con la competitividad desme-
dida de sus inicios: “He sido tan
competitivo que la presión ya
me la ponía yo, quizá demasia-
da. De crío podía perder una ca-
rrera e irme a la cama y ponerme
enfermo. Tampoco he tenido un
entrenador que me presionara a
ganar, pero entonces casi que me
hubiera gustado tenerlo”, bromea.
Hernando, como soldado en Va-
lencia, aprovechó su estancia fue-
ra “para aprender a salir de casa,
compartir piso y pagar el alquiler
con nuestras 83.000 ‘pelas’. En el
Ejército aprendí a ser autónomo, a
gestionar mi dinero y a gestionar-
me a mí mismo”. Allí también pudo
continuar cultivando el atletismo
en el club Terra i mar. Sin embargo,
su tiempo como soldado se acaba-
ba y tenía que buscar alternati-
vas: “La Guardia Civil me cuadra-
ba más y ya desde entonces pensé
en el Seprona, en alguna unidad
más relacionada con la montaña”.
Así fue como recayó en la Acade-
mia de la Benemérita (Baeza), y
tras pasar por Castro Urdiales,
Medina de Pomar, Burgos o Ron-
cal, ahora es miembro activo del
Grupo de Rescate e Intervención en
Montaña (GREIM) y del equipo de
competición del instituto armado.
Jaca fue ese lugar idóneo donde
pudo desarrollarse en el deporte
de montaña. Gracias a la forma-
ción que recibió pudo formar parte
de la selección española de esquí
de fondo y biatlón. Unos depor-
tes a priori más asequibles que el
atletismo, “donde había mil fases

clasificatorias y mucha criba. Yo
aquí tenía que pelearme con muy
poca gente. Casi cabemos aquí”,
espeta sentado frente a una mesa
de la cantina de la casa-cuartel.
Una gran ventaja para cumplir
su sueño: ser olímpico. “Me vine
arriba y conseguí ser campeón de
España e ir a la Copa del Mundo
en 2005. Después de clasificar a
España entre los 27 mejores del
mundo para ir a los Juegos”. Sin
embargo, a pesar de que suele lu-
cir más la participación de un de-
portista en unos Juegos Olímpicos,
él lo recuerda como un trauma en
su carrera. Partían de la base de
que éramos los peores: “cuando
le dices a la gente que vas a que-
dar último te preguntan que si es
que venía a esquiar gratis. Eso me
pilló joven y me afectó. Tampoco
nos llegaron las maletas a Turín,
me perdieron las botas, la ropa,
los esquís y todo el equipamien-
to. Pagué una factura de 304€ de
teléfono de tantas llamadas con
este asunto. Había muchos ner-
vios y mucha presión. La propia
federación tampoco nos tomó muy
en serio; parecía que casi hubiesen
preferido no enviarnos. De he-
cho, no nos dejó ni quedarnos en
la Villa Olímpica hasta el final de
los Juegos. Me sentí apaleado por
todos lados; nadie me apoyaba”.
Ninguno de los dos ha nacido en el
sitio más privilegiado para romper
los esquemas. “Aquí no hay tra-
dición, es mucho más complica-
do encontrar el material, dar con
gente que te enseñe y en verano
estamos obligados a ir al extran-
jero”, comenta el agente. En ese
mismo sentido se manifiesta Al-
daz: “Ser español es desventaja;
da igual que seas navarro, catalán
o vasco. Si es cierto que Navarra
va un poco detrás de Cataluña y
Aragón porque tienen pistas más
accesibles y mejores estaciones.
Actualmente, sólo dos personas
en España viven únicamente del
esquí”. No obstante, aunque la si-
tuación del país en comparación
con otros no es para tirar cohe-
tes, siempre es mejor ver el vaso
medio lleno: “También tenemos la
ventaja de que luego sólo hay que
competir con otros 50. Para ir a las
Olimpiadas basta con ser el mejor
de esos; mientras que en Alema-
nia o Italia tienes que ser el me-
jor entre miles. Yo diría que tiene
más ventajas que desventajas ser
español, aunque luego nos que-
jemos mucho”. Así mismo se ex-
playa Aldaz: “No somos nórdicos,
pero solamente en Navarra habrá
mucho mejor nivel ciclista que en
toda Escandinavia. En deportes
de resistencia somos muy bue-
nos, en comparación con Europa”.
Mente fria
Fuera de los éxitos, ¿es peligroso
el esquí? “El esquí de fondo no
tiene tanto peligro, porque son en
una zona de seguridad cercanas
a las pistas. El que sí es peligro-
so es el esquí de montaña”, ase-
gura Hernando. El esquí de fondo
es un deporte muy plausible para
la competición, la travesía es para
valientes. “Abrirse una grieta por
delante del esquí, que te caiga un
bloque de hielo, peligro de aludes”
son algunos de los peligros que
enumera Aldaz. Para Hernando,
que ahora compite en esquí de
travesía asegura que “es impo-
sible no estar en riesgo, bajamos
muy rápido y esto no es como en
una estación, que está todo des-
pejado; aquí se baja entre árbo-
les y piedras. Para este deporte
DEPORTES EXTREMOS ESQUÍ 19
es necesario tener cabeza fría, no
lanzarse a lo loco y no agotarse a
las primeras de cambio”. “Te tienes “uiaera plitassita
que anticipar todo el rato, las de-
cisiones no tienen vuelta de hoja, consecatur as ut
hay que interpretar cómo se va a
comportar la montaña”, asevera el arundusam quia-
pamplonés. Tanto es así, que Her-
nando algunas caídas le han he- tur? Qui int et
cho al guardia civil pasar por un
TAC o incluso tirarse un día sin po- quide soluptati-
der levantar la cabeza, mareado
y con vértigos. Aldaz recuerda el nus modigen den-
angustioso momento en que tuvo
que rescatar a un compañero en dam qui con essi
la montaña de morir de hipoter-
mia tras “una mala decisión”: “Un remperf erchillam
compañero mío no la cascó de mi-
lagro, entró en una placa de hielo esedit”
sin ponerse crampones y cayó por
un barranco. Se rompió el codo, la
cadera, la nariz y se quedó meti-
do en el agua hasta al cuello. Le
“Ita illabor ers-
tuve que sacar rápido y esperar
un helicóptero para evacuarle”.
piscillis cus vo-
A pesar de los riesgos a asumir, la
lorrum illab is et
pasión por el deporte es lo que les
mueve a continuar. “A mí la labor
raturio rernati
de los equipos de rescate me cau-
tivó. En la escuela de montaña,
ostem. Ut mi,
aprendí un montón y el trabajo
de rescate me encantó”. Del mis-
volut plicae vo-
mo modo, llega un momento en
que este deporte te motiva tanto
lumquam, volo-
que el esfuerzo es lo de menos,
dice Aldaz: “Si lo haces por con-
rem rem non eost
seguir un objetivo, por ejemplo,
adelgazar, no va a ningún lado,
que pa nonsequ
es un esfuerzo, es un coñazo. istium natius do”
Pero si realmente lo mamas y lo
vives, es otra movida, estás en-
ganchado. A otro le puede parecer
un cansancio físico, pero mental- “Et remporu pta-
mente te despeja, te regenera”.
tem consed mo
Todo lo anterior no sería posible
sin un apoyo incondicional detrás, qui venia que nus
el de la familia. Por ejemplo, el
deporte es una afición comparti- samus ducia sum
da en el cuartel de Jaca: “Mi mu-
jer también escala, esquía, corre y ipsandam ali-
siempre me ha apoyado. La fami-
lia para mí ha sido un pilar fun- quodi blab id et,
damental. Pero del mismo modo
que ha sido el tener mi trabajo ga- occum est resedig
rantizado en la Guardia Civil. Sin
esas estabilidad, no me habría po- nimilit atiuntum
dido dedicar al 100% a entrenar”.
Luis Alberto Hernando prepara su re dolent fugita-
retirada satisfecho de los logros
conseguidos: ”Lo tengo muy claro. quam”
Tengo 41 años y sí, sigo ganando,
pero cada vez me cuesta más, cada
vez termino peor las carreras. De
todos modos, mi trabajo me llena, “voloremquia non
no necesito competir ni entrenar a
nivel de competición para ser feliz. eossequ iatusdae
Así que trabajaré y me dedicaré a
mi familia y ya está; no voy a ne- disint et volest
cesitar buscar cosas extraordina-
rias para sentirme realizado”. Una aut rate explaut
vuelta a la vida corriente y humil-
de, alejado de los focos. Llega el fi-
facepel iquatur,
nal de la entrevista. Aldaz se pone
el mono y el casco. Le está espe-
vendebis dolup-
rando un amigo para ir a correr
con la bici. En su salón los jugue-
tatem untiis di-
tes ocupan una discreta esquina.
Sólo una pregunta más: ¿piensas
pientis modion
inculcar los valores del deporte en
tus hijos? “Si yo soy su padre, no
rempore”
les queda otra”, dice entre risas.
“od ut illesedis
moluptat dolo-
rrum aut quatus
dolorer speribus,
suntior sequati
officto venim ve-
20

En 1965 a Lee Guilfoyle se le ocurrió bajar de los

Alpes usando la vela de un barco como paracaí-
das en lo que fue el primer vuelo en parapente.
Mucho ha cambiado en 53 años, algunos incluso
le han añadido un motor. Pero poder volar con el
equipo mínimo sigue siendo un sueño realizado
para muchos.

LA
EMOCIÓN
EN EL PARAPENTE

Legarda, un pueblecito situado
en el valle de Valdizarbe, apenas
supera el centenar de habitantes.
Por eso, cualquier persona que
llega nueva es una primicia. A las
ocho de la mañana del 4 de no-
viembre, en uno de los barbechos
que rodean la villa, no apareció
una persona, sino una veintena.
Todas reunidas para disfrutar
de una mañana de paramo-
tor de mano de la federación
Navarra de deportes aéreos.
Nada más llegar, en la zona
donde tenían aparcados los ve-
hículos y a pocos metros de la
pista de despegue improvisada,
varias personas habían montan-
do lo que parecía ser un muñe-
co de hojalata con un motor a
la espalda. Era un memorial a
un amigo, Emilio Calvo, un apa-
sionado del paramotor que tuvo
un accidente fatal causado por
un problema técnico en el aire.
Entre el ir y venir de las personas
preparando motores o expandien-
do las velas de vuelo se encon-
traba Amaia cuyo marido, Íñigo,
entonces en el aire, tenía 25 años
de recorrido haciendo parapente.
Siempre han compartido su tiem-
po libre y ella le ha acompañado
a este tipo de concentraciones,
incluso ha ido de acompañante
en biplazas, tanto en parapente
como en ultraligero, pero nun-
Persona practicando parapente. JAVIER ARRIETA
Memorial a un compañero fallecido mientras practicaba paramotor. MARÍA FEBRER
DEPORTES EXTREMOS
ca en paramotor. Sin embargo,
ella no ha pilotado ni tiene in-
tención de hacerlo. Prefiere que-
darse “con los pies en la tierra”.
¿EN QUÉ CONSISTE EL PARAPENTE?
Se trata de un deporte en el cual
desciendes de una colina con un
paracaídas (también llamado
ala). Tiene un hermano peque-
ño, el paramotor, que incorpora
un pequeño motor al ala por lo
que te permite ser independien-
te de colinas y corrientes tér-
micas; espirales de aire caliente
que surgen del suelo debido al
calor que produce la luz solar
en este y que los pilotos de pa-
rapente usan para ganar altura.
La mayoría de las personas se
encontraban ya en el aire, pero
quedaban unas pocas en tierra,
entre ellas Miquea, Ignacio y Cé-
sar, tres cursillistas que aún no
pueden volar sin la supervisión
y permiso de su instructor. Mi-
quea, que ya había practicado
parapente antes y ahora esta-
ba aprendiendo paramotor; Ig-
nacio con el ala delta y César,
que además, padece de vértigo,
pero dice que volar en parapen-
te se siente como ir sentado en
un sofá y que no le da miedo.
¿Cómo empieza alguien en el pa-
rapente y el paramotor o en cual-
PARAPENTE 21
quier deporte similar, como el ala
delta? Cada uno tenía su historia,
siempre hay un familiar o un co-
nocido que te introduce a ello y
poco a poco, te vas enganchando.
A otros, en cambio, siempre les
llamó volar y en cuanto vieron
el parapente sintieron la necesi-
dad de aprender. “A todo el mun-
do le gusta, pero a la hora de la
verdad nadie se atreve” comen-
ta Ignacio. En ese instante en la
radio del instructor Javier Arrieta
se escucha a una de las personas
que están en las alturas. Cuenta
que se le había apagado el motor.
Pero nadie permanece alarmarse
al oír la noticia. El propio Igna-
cio remarca que esa era una de
las razones por las que prefería
el paramotor ya que si dejaba
de funcionar el motor simple-
mente seguías planeando. Todos
llevan gps, así que no importa
demasiado donde caigas. Como
el vehículo solo tiene un ratio de
caída de un metro por cada siete
que avanzas, es fácil encontrar
un sitio donde aterrizar sin pro-
blemas y que uno de tus compa-
ñeros pase a buscarte en coche
Un casco, radio, motor, vela y
tu teléfono móvil es todo lo que
se necesita para poder volar en
paramotor, a parte del entrena-
miento. Todo resulta tan sencillo,
que por eso muchos eligen la sim-
plicidad el paramotor frente a pa-
rapente, donde se requiere subir
una montaña para poder volar.
Javier Arrieta es uno de los gran-
des del paramotor en Navarra:
lleva volando 35 años. Hace 26
empezó con el parapente y ha vo-
lado en paramotor durante quin-
ce años. Ha competido a nivel
regional y nacional e internacio-
nal. Actualmente, tiene su pro-
pia escuela: Paramotor Navarra.
Empezó a dar clase cuando vio
que existía demanda de gente
que quería aprender y veía cómo
la gente daba cursos sin aprender
a enseñar. Y añade: “Siempre digo
que mis hobbies son el kitesurf y
la bici y que mi trabajo es éste”.
En su casa han sufrido siempre su
afición. “Es algo en lo que toda
la familia tiene que involucrar-
22

“uiaera plitassita se; si no, es incompatible”. El es

el único que práctica y los cam-
consecatur as ut peonatos solían implicar viajes
al extranjero. Desde que dejó
arundusam quia- de competir puede estar más
cerca de su casa y de su hija.
tur? Qui int et
quide soluptati- Normalmente, las competiciones
consisten en hacer una distancia;
nus modigen den- ida o ida y vuelta. Él prefiere las
triangulaciones, donde se utilizan
dam qui con essi una serie de elementos geográfi-
cos como puntos de referencia
remperf erchillam para completar un recorrido. Pero
la competición es algo más propio
esedit” del parapente que del paramotor
cuya naturaleza es más libre.

SENSACIONES
“Ita illabor erspis- Pero... ¿cómo se siente uno?,
¿cómo es volar en paramotor o
cillis cus volorrum parapente? Las mayoría de los
pilotos da respuestas muy va-
illab is et raturio gas. Repetían que no era una
cuestión de adrenalina. Por su-
rernati ostem. Ut puesto que tenía su papel, espe-
cialmente en los primeros vue-
mi, volut plicae los, pero no era lo que les hacía
volver una y otra vez. Se pue-
volumquam, volo- de suponer que la gente tendría
una sensación de libertad, pero
rem rem non eost tampoco era eso. “No se siente
nada especial” confiesa Arrieta.
que pa nonsequ Para ellos la palabra clave era
emoción. Cada uno lo siente de
istium natius do” una manera. Pero todos coinci-
den en que es algo muy perso-
nal que solo descubres cuando
estás ahí arriba. Arrieta explica-
“Et remporu pta- ba que cuando hace biplazas no
busca dar el típico viaje bucóli-
tem consed mo co. Quiere que, cuando acabe el
viaje, su acompañante baje y le
qui venia que nus de un abrazo “Vendo emociones
y no soy barato”, sentenciaba.
samus ducia sum
En la concentración se encon-
ipsandam aliquo- traba también, a pesar de que
no pilota paramotor, Íñigo Re-
di blab id et, oc- dín, presidente de la Federa-
ción Navarra de Deportes Aé-
cum est resedig reos, que fue instruido hace ya
26 años por el propio Arrieta.
nimilit atiuntum Redín explicó que la federación
engloba varios deportes: para-
re dolent fugita- pente, paramotor, vuelo vela, ala
delta, globo e incluso aeromode-
quam” lismo. A pesar de ello, en la fede-
ración no superan los 140 miem-
bros de los cuales la mayoría
“voloremquia non practican parapente, paramotor o
aeromodelismo, por lo que no se
eossequ iatusdae trata de una federación grande.
El mismo se presentó a presi-
disint et volest dente porque “nadie más que-
ría”. En todos los años que lleva
aut rate explaut como presidente, solo ha habido
un candidato así que continúa
facepel iquatur, presentándose porque le da pena
que desaparezca la federación.
vendebis dolupta- También admitió que en Navarra
hay nivel, pero varios problemas,
tem untiis dipien- sobre todo con el espacio aéreo.
Por ejemplo hace varios años
accidentado. Mientras, el piloto
se levanta, abriéndose paso en-
que antes”. De hecho, uno de sus
hijos está en la concentración.
nivel nacional e incluso a hacerse
con algún récord como permane-
tis modion rempo- les vetaron volar cerca del mon-
te del Perdón debido a que se
tre los hilos y la tela de la vela,
que se había posado sobre él.
Sin embargo, a pesar de que sus
hijos han volado como pasajeros,
cer en el aire durante cinco horas
y media. “Me gusta experimen-
re” endurecieron las restricciones a
causa de las ampliaciones reali-
Para evitar que las hierbas se
cuelen en el motor tienen por cos-
nunca ha querido insistirles de-
masiado en el parapente. “Si les
tar sensaciones”, confiesa. por
ello sigue practicando deportes
zadas en el aeropuerto de Pam- tumbre colocar una tela de plásti- interesa, pues que les interese”. como el buceo o el tiro con arco.
plona, que esperaba acomodar co encima del barbecho, pero está Él tiene claro que lo suyo es el
“od ut illesedis mayor tráfico de aviones con
mayor tamaño. Actualmente, es-
misma tela tiende a esconder los
desniveles del terreno, por ello
Aunque no esté en Legarda, escri-
bir sobre el parapente en Navarra
vuelo libre y aunque, en gene-
ral, prefiere el ala delta, sue-
moluptat dolo- tán en negociaciones con el ae-
ropuerto y la aeronáutica para
hay veces en los que los pilotos no
llegan a ver agujeros y vuelcan,
sin mencionar a Patxi Quintana
sería dejarse algo sin importar que
le volar en parapente. Para él,
lo más bonito del vuelo libre es
rrum aut quatus intentar lidiar con el problema.
No cree que los deportes aéreos
como acababa de ocurrir. Se tra-
ta de un tipo de accidente común
no estuviera en la concentración.
Es el instructor de la escuela
que no hay dos vuelos iguales.
También vuela por las sensa-
dolorer speribus, vayan a desaparecer en Na-
varra, pero si no se llega a un
que suele saldarse con un susto.
Redín continúa contando su expe-
Ametsa, la cual hace la doble
función de su casa en Montreal,
ciones y no le importa hacerlo
acompañado de aves salvajes
suntior sequati acuerdo que les tenga en cuenta
no se atreve a aventurar nada.
riencia personal. También compi-
te y cree que es la mejor manera
otro pueblecito de Navarra.
Empezó a volar en Ala delta de-
que le ayuden a encontrar las
corrientes térmicas. Los pájaros
officto venim ve- Un fuerte sonido interrumpe la
explicación de Redín; uno de los
de aprender. Ha llegado a compe-
ticiones internacionales, pero úl-
bido a unos problemas de espal-
da, que le obligaron a dejar otros
las usan para poder ganar altura
sin cansarse, de esa manera un
lluptatum ratquo pilotos que estaba aterrizando timamente se ha limitado al ám- deportes como la escalada o el piloto puede usarlos como guía,
ha volcado. Tanto Arrieta como bito regional debido a que ahora ciclismo. Aunque eso no ha im- en especial los buitres, que dada
e” Redín corren hacia el vehículo tiene hijos y “ya no es lo mismo pedido que llegara a competir a su gran envergadura prefieren

Cursillista practicando paramotor en Legarda. MARÍA FEBRER
planear buscando esa fuerza de
empuje. Mientras que estas co-
rrientes son muy buscadas en pa-
rapente porque te permiten ganar
altura, los pilotos de paramotor
prefieren evitarlas, ya que les
pueden hacer perder el control,
por ello el mejor momento para
paramotor son los meses fríos
por la mañana y para parapen-
te los meses cálidos por la tarde.
Aunque haya participado en tor-
neos, no se ve a sí mismo como
alguien competitivo. Dice que en
las competiciones hay gente que
va para ganar y gente que va a
disfrutar del vuelo y que él es de
las segundas. “Lo que quiero de-
mostrar es esa sensación de paz,
de gozo, de sueño que es el volar.
Sentir esa paz... te sientes grande
y a la vez pequeño. Grande por-
que estás muy alto y pequeño
DEPORTES EXTREMOS PARAPENTE 23
tras el cierre de la escuela “Alas
de Leyre”. En aquel entonces
solo había dos escuelas y la otra
también lo había dejado, así que
cuando le propusieron dar clases
se puso a ello. “Me metí a este de-
porte para que no se perdiera. Me
dicen que soy muy nostálgico.“
El día de la convivencia fue un
poco accidentado; hubo un me-
morial, a alguien dejó de fun-
cionarle el motor y otro tuvo un
aterrizaje accidentado así que
es momento de tocar la cues-
tión ¿son el parapente y el pa-
ramotor deportes peligrosos?
Iñigo Redín cuenta que: “Solo se
conocen los accidentes, los pro-
blemas y tal. La parte positiva no
se conoce, eso es lo malo. Nadie
sabe que en parapente se vuelan Biplaza con paramotor estacionado. JAVIER ARRIETA
560 km en libre, sin motor, en lí-
nea recta, que en motor se han
hecho 1300 km de una tirada, no
sé, records y datos interesantes;
muchas cosas que sería intere-
sante que la gente conociera. No
negamos que es más peligroso
que no hacer nada eso está cla-
ro. No es como salir a pasear
pero tampoco es tan tan terrible
como la gente piensa”. La pareja
que ostenta el récord mundial de
permanencia en el aire con para-
motor llegó a pasar once horas
en el aire, alimentándose a base
de barritas energéticas. Horacio
Llorens en parapente acrobático
llegó a girar sobre sí mismo 568
veces consecutivas haciendo loo-
pings y en 2017 Bay Olmos fue de
Candelario (Salamanca) a Villa-
sayas (Soria) con su parapente,
en un vuelo que duró ocho horas.
Concentración de paramotor en Legarda. MARÍA FEBRER
El parapente y el paramotor son
deportes de emoción, donde la
adrenalina, si bien puede estar
presente en los primeros vuelos,
no es el principal atractivo. Lo
que buscan es algo más personal;
una emoción que algunos en-
cuentran al recortar colinas, vo-
lar junto a los animales o planear
de una corriente térmica a otra.
Al acabar la mañana los pi-
lotos se reunieron bajo unas
tiendas improvisadas, habían
traído leños y comida para pre-
parar una parrillada, a medida
que habían avanzado las ho-
ras más familiares habían lle-
gado a la concentración. Todo
el mundo se conocía. “Al final
—sentencia Redín— lo mejor es
estar aquí, con la gente, contan-
do nuestras batallitas aéreas”.
Cursillista de paramotor en Legarda. MARÍA FEBRER
porque eres un punto en tanta
inmensidad. Y eso es lo que me
gusta transmitir a la gente. Cuan-
do practicas el parapente tus pro-
blemas se quedan en el suelo”.
MATERIAL
En lo que respecta al material,
el parapente es muy similar al
paramotor. Tan solo hay que
cambiar el motor por paracaídas
de emergencia y, además, cabe
todo en una mochila fácilmente
transportable. En cuanto al ala
delta, se puede recoger en cua-
tro metros y volver a montar en
el destino. Otro factor a tener en
cuenta es que a la hora de fac-
turar, dependiendo de la com-
pañía aérea, te dejan empaque-
tar o no y por ello, mucha gente
suele ir en coches o furgonetas. Preparación durante la concentración de Legarda. MARÍA FEBRER
Quintana empezó a dar clase
24
 DEPORTES EXTREMOS 25

“Al final de nuestros días sólo nos

arrepentiremos de aquello que no
intentamos.”

Sebastián Álvaro
26

LA
dellautatet rat ipist, solupta tquiandi aborum
quid quis si sequi dolorem acculpa pro et dis
event et quiam resequi odit quunda pro iurem

DEVOCIÓN
quam volorehenim ea et is venecum nam,
cum rehenti umquatquata comnienia verem
consequatus, ommo dolum, quoste exerem-
pos volupta temolup tatiunt exceaqu ibearch
illandus dellores volore por solut aut es dus

EN EL CICLISMO D
aut por maios et voluptas nimi, comnis modi
dem rem soloruptata et odit quis peliquata-
tur aut alit, core dolectiusdae volluptatas aut
es dolorem peritat temolup tatiunt exceaqu

“El ciclismo de montaña me ha
aportado muchísimo. Gracias a él
soy quien soy”, afirma sonriente
Iñigo Astarriaga. Tiene 21 años y
empezó a andar en bici con trece
junto a su padre: “Fue el prime-
ro que me enseñó a bajar por los
senderos de los alrededores de
Estella”, asegura orgulloso. En
2010 jugaba al fútbol, pero “era
bastante malo”, por lo que se iba
por las tardes a andar en bici. Le
encantaba recorrer los senderos
“de casa”, pero nunca se había
planteado competir, ni sabía de la
existencia de tantas carreras de
btt en Navarra. De hecho, según la
Federación Navarra de Ciclismo, la
comunidad posee en torno a veinte
pruebas competitivas de btt al año.
Jorge López, un compañero de clase
de Iñigo, competía en ciclismo de
montaña con un equipo. Este, tras
enterarse del interés de Astarriaga
por el btt, le comentó la posibilidad
de correr ese mismo fin de semana
la última carrera del Open Diario
de Navarra en Estella. “Yo no tenía
ropa de ciclismo, ni sabía dónde te-
nía que apuntarme; fue mi amigo
el que me explico todo”, ríe Asta-
rriaga. A pesar de ello, no pudo co-
rrer porque se apuntó tarde, se ha-
bía pasado el plazo. Se quedó con
tantas ganas, que el siguiente año
dejó el fútbol, se compró ropa de ci-
clismo, una bici y se unió a un equi-
po. “Aquí empezó todo”, asegura.
Toda su cuadrilla jugaba a fútbol
o a baloncesto, era el único que
hacía btt y todos le decían que es-
taba loco. “Cuando vieron que es-
taba muy motivado y además me
iba bien, me empezaron a apoyar e
incluso venían a las carreras”, ase-
gura Iñigo. Iosu Costa, entrenador
del Club Ciclista Berritxaco, apunta
que la mayoría de los jóvenes que
se inician en el ciclismo a edades
tempranas suele ser porque lo han
probado y les ha gustado mucho o
porque sus padres practican ciclis-
mo. Comenta que la dinámica de
apuntarse “por el amigo” no se da
mucho porque a los niños que hacen
ciclismo se les ve como bichos raros.
Actualmente el CC.Berritxaco,
asentado en Artica, entrena en
torno a 30 chavales de entre 5 y
15 años en varias modalidades de
ciclismo: carretera, pista y btt. Iosu
trata de enseñarles todas las mo-
dalidades para que después cada
uno elija la que mejor le vaya. Cree
que es muy importante empezar
desde pequeños, ya que la técnica
DE MONTAÑA
que se adquiere a esas edades es
mucho más difícil conseguirla en
la madurez: “Soltar la bici cuan-
do te caes se aprende de pequeño,
luego cuesta mucho más”. Ade-
más, destaca la importancia y los
beneficios de las gymkanas en el
DEPORTES EXTREMOS BTT 27
“uiaera plitas-
sita consecatur
as ut arundusam
quiatur? Qui int
et quide solup-
tatinus modigen
dendam qui con
essi remperf er-
chillam esedit”
“Ita illabor ers-
piscillis cus vo-
ciclismo y especialmente en el btt.
Piensa que los clubes tienen una
lorrum illab is et
gran responsabilidad e importan-
cia en el fomento de esta moda-
raturio rernati
lidad ciclista, sobre todo entre la
juventud. De hecho, Navarra posee
ostem. Ut mi,
siete clubes ciclistas infantiles de
btt: Iturrotz, Atalaya, Tex, Gamen,
volut plicae vo-
Txirrinta, Sparta y Berritxaco. A
pesar de ello, Iñigo confiesa que
lumquam, volo-
cuesta que los patrocinadores se rem rem non eost
fijen en los jóvenes, porque tien-
den a apoyar a adultos ganadores. que pa nonsequ
Sin embargo, son muchos los que
empiezan desde pequeños. Unai istium natius do”
y Julen, de 9 años, participan en
carreras desde hace un año y no
creen que sea un deporte peligro-
so. Arkaitz, de 12 años, en cambio, “Et remporu pta-
a veces ve algo de peligro en las
bajadas. Astarriaga, como ellos, tem consed mo
empezó a correr en primer año de
infantiles en el equipo del pueblo. qui venia que
En las últimas carreras de infanti-
les ya empezaba a situarse en los nus samus ducia
primeros puestos, pero no sería
hasta cadetes cuando conseguiría sum ipsandam
subirse al primer podio. A partir de
aquí ya empezó a destacar y en las aliquodi blab
últimas carreras de cadetes logró
diversas victorias, como el Cam- id et, occum est
peonato de Euskadi. En el paso a
juveniles empezó a competir fue- resedig nimilit
ra de Navarra y Euskadi. Corrió
Copa Catalana y Copas de España atiuntum re do-
quedando en primeras posicio-
nes, y también corrió tres Copas lent fugitaquam”
del Mundo en Alemania y Austria.
Después de todo este recorrido, re-
conoce estar especialmente orgu-
lloso de saber que gracias al mtb y “voloremquia
a los viajes que realizó durante esta
época conoció muchísima gente e non eossequ ia-
hizo muchos amigos. “Me encanta
saber que vaya a donde vaya sé
tusdae disint et
que voy a tener amigos”, afirma
sonriente y señala que el btt apor-
volest aut rate
ta valores muy buenos, como el
respeto o la competitividad sana,
explaut facepel
que de no ser por este deporte ja-
más hubiera logrado. “Si no hubie-
iquatur, vendebis
se tomado aquella decisión cuando
era niño de querer apuntarme a
doluptatem un-
esa carrera, yo creo que mi vida
hubiese sido totalmente diferente a
tiis dipientis mo-
lo que es ahora”, relata el estellés.
El paso a Sub23 fue más duro, logró
dion rempore”
victorias sueltas en su categoría y
algún cuarto puesto general en Eli-
te. A comienzos de 2018 logró vencer
como Sub23 en la primera carrera
“od ut illesedis
de la temporada en Unzué, y des-
pués tuvo que abandonar las com-
moluptat dolo-
peticiones por problemas de salud. rrum aut quatus
HORAS DE ENTRENAMIENTO dolorer speribus,
El salto de la categoría de juveniles
a Sub23 es un gran salto, quizás el suntior sequa-
más duro en lo referido al ciclismo
de montaña. Esta dureza -unida al ti officto venim
inicio de la universidad y a la apa-
rición de nuevos intereses como el velluptatum rat-
querer salir de fiesta con los ami-
28
gos- provoca que el número de
practicantes disminuya muchísimo
entre los 18 y los 25 años. En este
sentido Javier Palacin, de 19 años
y excorredor de btt, comenta que
el mundo del ciclismo es muy duro
en comparación con otros deportes.
Comenta que se entrenan muchas
horas, hay que invertir bastan-
te dinero en la bici a causa de las
averías, madrugar, sacar tiempo de
donde no hay y quitar tiempo de
estar con los amigos... “para des-
pués no ganar nada porque siempre
hay gente mejor que tú”, ríe Javier.
Dice que todo eso al final cansa,
y que en el paso a la universidad
muchos lo dejan. Como él. Comenta
que “es mucho más cómodo meter-
se al gimnasio, ponerse fuerte; salir
de fiesta con los amigos cuando se
quiera; no llegar a esos límites de
cansancio; ni pasarse todo el invier-
no entrenando bajo lluvia, entre
barro, o encima del rodillo”. A pesar
de ello, Palacin apunta que el btt
también le dio cosas muy buenas;
cree que tiene algo que engancha
y no descarta volver en un futuro.
Razones similares da Asier Rodrí-
guez, de 21 años y estudiante de
Ingeniería Industrial, que tras una
reflexión decidió cambiar comple-
tamente la visión que tenía sobre
el ciclismo de montaña. Cuando
estaba en el instituto competía
en natación y lo combinaba con
la btt, pero cuando pasó a la uni-
versidad decidió dejar la natación
y centrarse únicamente en entre-
nar y competir en btt. Asegura
que a menudo primaba los entre-
namientos a sus resultados acadé-
micos, y relata que únicamente se
dedicaba a entrenar y a estudiar,
apenas salía con los amigos. “Sa-
bía que podía sacar mejores notas
que lo que sacaba, pero la bici me
quitaba mucho tiempo”. Finalmen-
te, decidió dejar la competición.
Ahora, utiliza la bici para disfrutar
y despejarse aunque no descar-
ta, en un futuro, volver a com-
petir cuando tenga más tiempo.
Iñigo Astarriaga comenta que has-
ta juveniles de segundo año com-
paginaba bastante bien ciclismo y
estudios, pero dice que luego “la
cosa se complicó”. Confiesa que es-
taba tan motivado y le iba todo tan
bien con el ciclismo que dejó bas-
tante de lado los estudios. Iba a
clase, pero lo primero que hacía al
llegar a casa era entrenar. Apunta
que el ciclismo si se quiere hacer
bien supone bastante sacrificio en
cuanto a tiempo y explica: “Llegas
de clase a las 15h, te vistes, vas a
entrenar un par de horas, llegas a
casa cansado, tienes que duchar-
te, lavar la bici, lavar la ropa, es-
tirar, prepararte la comida para
seguir la dieta, poner piernas en
alto…”. Cree que son detalles que
hay que hacer si verdaderamente
se quiere competir bien o mejo-
rar. A consecuencia de todo esto,
Astarriaga repitió curso, y no se
arrepiente de nada ya que como
bien apunta: “Justo ese año fue
el que más disfrute del ciclismo.
Al final es un año que repites de
curso, pero son otras muchas ex-
periencias y amigos que te llevas”.
En lo referido al entrenamiento en
la btt, Tim Roig, entrenador perso-
nal, explica que las horas de entre-
namiento de cualquier modalidad
deportiva van asociadas al tipo de
competición que se quiere prepa-
rar y al resultado que se pretende
obtener. En ese sentido apunta que
no es lo mismo plantear el entrena-
“uiaera plitas- miento para alguien que participe
en pruebas de XCO (Cross Country
sita consecatur Olympics) btt en donde compites en
un rango de 1h:30’-2h, que para al-
as ut arundusam guien que esté preparando pruebas
de XCM (Cross Country Marathon)
quiatur? Qui int como lo puede ser por ejemplo la
“Tierra Estella Epic” con más de
et quide solup- 5h de duración. Por otro lado, Tim
explica que juega un papel funda-
tatinus modigen mental la intensidad a la que se en-
trena en cada una de las sesiones.
dendam qui con Teniendo en cuenta esos dos apar-
tados, Tim aclara que la btt por
essi remperf er- lo general no requiere de tantas
horas de entrenamiento como lo
chillam esedit” puede ser por ejemplo en el ci-
clismo en ruta precisamente por-
que en proporción cada hora de
entrenamiento “cunde” más. Ha-
“Ita illabor ers- blando en términos de la semana,
entorno a 10h de entrenamiento
piscillis cus vo- serían suficientes para competir a
un buen nivel sin ser profesional.
lorrum illab is et En cuanto a la importancia de
descansar, en el caso de un depor-
raturio rernati tista profesional, el descanso es
fundamental para poder afrontar
ostem. Ut mi, todas las duras sesiones de entre-
namiento. Por lo que hay que decir
volut plicae vo- que en un deportista “amateur” el
descanso es vital. Tim apunta que
lumquam, volo- muchos son los deportistas aficio-
nados que casi entrenan como un
rem rem non eost profesional en largas y muy duras
sesiones de entrenamiento. Pero
que pa nonsequ no son conscientes que, a diferen-
cia del profesional, ellos luego tie-
istium natius do” nen su trabajo y las obligaciones
cotidianas que les hacen descui-
dar el descanso y la recuperación.
Por ello, el descanso, tanto o más
“Et remporu pta- que el propio entrenamiento, es
lo que permite asimilar adecua-
tem consed mo damente la sesión realizada y
mejorar a partir de ella. A veces,
y como dice el dicho “menos es
más”, conviene restarle tiempo al
entrenamiento con el fin de ga-
nar tiempo de descanso que a
la larga permitirá mejorar más
de lo que haría cualquier sesión.
En relación con lo que apunta Tim
sobre el descanso y los deportistas
amateur, se podría hablar del caso
de Carlos Martins, ciclista de mon-
taña Master 40. Empezó a hacer
btt con 23 años tras abandonar el
futbol por problemas en la espal-
da. El ciclismo le permitía hacer
deporte sin tener mucha molestia,
se enganchó y ahora lo sigue prac-
ticando. Explica que compaginaba
los entrenamientos y el trabajo
bastante bien, aunque trabajase
de mañanas, de tardes o de noches
siempre tenía algo de tiempo para
la bici. Todo esto cambió cuando
nació su hija, que coincidió con el
inicio del trabajo en turno de no-
che. Dormía poco y se levantaba
pronto para salir a entrenar hasta
que tenía que ir a recoger a su hija
a la guardería. Apunta que compa-
ginaba como podía, ya que, “sarna
con gusto no pica”, explica entre
risas. A pesar de ello, confiesa que
“el tema de ir con la hora pegada
al culo, compaginando ciclismo,
trabajo y familia, a veces es muy
estresante y sufres de ansiedad”.
En aquella época Carlos trabajaba
como eventual y tenía muchas ga-
nas de competir en XCO, pero no lo
hacía porque era un riesgo, en esas
carreras se va al límite y si se caía
podía destrozar su futuro profesio-
nal. Ahora ya ha conseguido ser
fijo, pero ya no le apetece competir,
y explica: “Estoy mayor, con esta
edad no me apetece forzar la pa-
tata”. Corre en marchas populares
 DEPORTES EXTREMOS BTT 29

de maratón varios fines de semana

al año, pero explica que intenta no ir
a todas porque “la familia es impor-
tante y hay que cuidarla”. Ahora que “TE DEJAS DINERO”
su hija ha crecido, tiene más tiempo
para andar en bici y sale todo lo que
puede. Intenta inculcarle a su hija el Mintxo Larequi, respon-
gusto por la bici pero a ella “no le sable de la tienda Larequi
gusta, prefiere hacer taekwondo”. Bike, explica que las bici-
cletas de btt oscilan entre
OCULTARLO EN EL CURRÍCULUM los 500 euros, en el caso de
Iñaki Hernando de 38 años está en bicis de principiante; y los
una situación parecida. Tiene dos hijos 10 mil euros, en el caso de
de 5 años y de 8 meses, es camionero y las mejores bicis. Aunque
practica enduro. Explica que no compi- apunta que para resistir con
te, pero anda todos los fines de sema- garantías las exigencias de
na con KEA, el club más numeroso de la competición, la fiabili-
Navarra con cerca de 180 socios, entre dad se encuentra en bicis
20 y 79 años. Quedan todos los do- superiores a 2500 euros.
mingos en el Bosquecillo de Pamplona
entre 8:30-9h donde se juntan más de En lo que respecta a las bi-
sesenta personas. Estos se dividen en cis de los más pequeños,
3 grupos: btt normal, btt de veteranos Iosu Costa, entrenador del
(rutas menos exigentes) y carretera. Berritxaco y propietario de
Explica que cada fin de semana pre-
Rotxabikes, comenta: “Es
para un socio la ruta y están abier-
más fácil empezar a com-
tos a todo el que quiera ir con ellos.
petir en btt porque por 200
“Nos juntamos gente de todo tipo con
ideas políticas, oficios, y familias muy euros ya hay bicis y casi
distintas, pero a todos nos une el btt; todos los chavales tienen
que nos hace olvidarnos de todos los alguna bici de montaña en
problemas mientras disfrutamos de casa. La bici de carretera tie-
la naturaleza”, confiesa con agrado. ne componentes más caros y
En Navarra hay muchos clubes como ya te vas a los 500 euros”.
KEA, prácticamente casi todas las po- Mintxo piensa que el ciclis-
blaciones con un número considera- mo de montaña no es caro,
ble de habitantes poseen uno de btt. apunta que lo más caro de
Iñaki anda en bici desde que era joven, la bici es empezar, com-
pero explica que desde que está con prarse la bici y la equipa-
KEA anda mucho más. Además, des- ción. La práctica de btt es
taca la importancia de ir acompañado mucho más cara que la de
a la hora de hacer enduro, ya que las ciclismo de ruta, ya que el
caídas en esta modalidad de btt son uso de la bici en terrenos
muy habituales. De hecho, en el club accidentados, entre ba-
todos están federados y más de una rro, agua y nieve, provoca
vez han tenido que evacuar a alguno que haya muchas averías.
en ambulancia o helicóptero. A pesar
de ello, cree que hoy en día los medios Aclara que un ciclista
técnicos son muy superiores a los que que anda con cierta ha-
había cuando empezó a andar en bici: bitualidad en btt, gasta
“Antes todas las bicis de btt eran igua- un mínimo de 500 euros
les, ahora los distintos tipos de bicis te anuales en reparaciones.
permiten bajar muy rápido sin que se
En esta línea Pablo Echaniz,
desmonte por el camino”. Además, a
de 20 años y practicante de
Iñaki le encanta bajar rápido, pero cree
enduro, apunta la impor-
que arriesga demasiado, ya que según
tancia de aprender a bajar
dice, baja por encima de su nivel. Si
sufre una caída podría repercutir en su rápido sin romper nada,
trabajo, necesita la fuerza física para lo cual considera “todo un
repartir con el camión. Por ello expli- arte”. Piensa que tener un
ca: “En las entrevistas de trabajo no peso ligero es una venta-
digo que hago btt, digo que hago bici ja en este aspecto, ya que,
y ya; porque si se piensan que haces contra más peso, más im-
un deporte de riesgo no te cogen. Es pactos sufre la bici bajando,
un riesgo a la hora de contratarte”. lo que provoca más averías.
Iñaki dice que su mujer está encan-
tada de que tenga una afición, pero Aduce que la alimentación
confiesa que no le gusta tanto el gasto es esencial en el ciclismo de
económico que este requiere: “Las bi- montaña, tanto para subir
cis son caras, si quieres que te aguan- más rápido como de cara a
te el trote tienes que gastarte más de bajar. En esta línea, Iñigo
3000 euros y en el enduro las averías Astarriaga cuenta que a él le
son muy habituales, por lo que me gusta comer bien, por lo que
dejo seguro otros 100 euros cada mes”. cuidar la alimentación no le
En este sentido Iñigo Astarriaga cree supone un gran sacrificio.
que lo de que es un deporte caro es Aun así, relata: “Sí que es
relativo, ya que depende de lo que verdad que hay días que te
se quiera gastar cada uno: “Te pue- apetece comerte dos sánd-
des comprar una bici normalita o wich de Nutella y una Co-
la misma bici que usan los profesio- ca-Cola, y da rabia tener que
nales”. Aunque piensa que “una vez comerte dos manzanas y un
que entras en el mundo del ciclismo
sándwich de pan integral con
y ves que te gusta, te empiezas a in-
pavo. Pero al final son mo-
formar de las nuevas bicis que salen
mentos puntuales”. Piensa
y al final sí que te dejas dinero”. Sin
embargo, lo considera una inversión, que, si se quiere andar bien,
ya que lo que le aporta la bici es hay que cuidar la alimenta-
más valioso que el dinero que paga. ción: “todo es cuestión de
vatios” ríe. Para ello, confie-
sa que todo es saber buscar
trucos para llevarlo mejor.
30

“uiaera plitas- CAÍDAS PELIGROSAS didas correctas en la bici dependen

En lo que respecta a las averías,
sita consecatur Iosu Gil, mecánico de bicicletas, co-
menta que lo que más reparan son
as ut arundusam ruedas y cambios debido a caídas e
impactos, y piezas desgastadas de-
quiatur? Qui int bido al uso y al barro. Además, Iosu
practica enduro y algo de descenso,
et quide solup- que dice aportarle muchísima adre-
nalina y satisfacción. “Bajo bas-
tatinus modigen tante a lo loco, hago saltos; pero
no llevo rodilleras ni protecciones
dendam qui con similares”, comenta sonriente que
no le da miedo caerse. “A veces
essi remperf er- bajo tan al límite que siento eso
de la morfología de cada persona y
de la geometría de cada bicicleta.
Respecto a las lesiones derivadas
de una mala posición, David ha-
bla de que la más típica es la de la
“pata de ganso”, consecuencia de
llevar el sillín alto; que afecta a los
isquiotibiales, e incluso al glúteo,
piramidal y ciática. También dice
que se ve mucho adormecimiento
de manos, si hay mucha distancia
entre sillín y manillar; ya que casi
todo el peso cae sobre las manos.
Llevar el sillín bajo casi siempre
padres. A veces dan más proble-
mas los padres que los propios hi-
jos. Hace unos años este tema era
más fácil, ahora se ha complicado”.
Cristina, madre de un corredor de
btt, explica que le gusta que su
hijo tenga una afición tan sana y
practique deporte, pero confiesa:
“Cuando lo veo competir siento
respeto al ver por donde baja, me
da miedo que se caiga”. En este
sentido, Astarriaga explica orgu-
lloso que su familia siempre lo ha
acompañado a todas las carreras:
haya pocas mujeres. Además, con-
sidera que muchas chicas lo ven
como un deporte muy técnico, por
lo que cree que habría que impartir
más cursos de técnica y organizar
rutas mixtas a lugares llamativos.
Edurne Izcue corre como cadete en
XCO y también piensa que hay po-
cas chicas porque parece un depor-
te muy duro y declara: “Ver alguna
carrera suele impresionar más de
lo que verdaderamente es. Cuando
pruebas te das cuenta de que real-
mente no es tan difícil, todo se basa

chillam esedit” de: ¿y si me mato que pasa? Si me

mato, me mato; solo se vive una
vez”. La única lesión grave que ha
tenido fue una rotura de clavícula.
“Ita illabor ers- Carlos Etxeberria, fisioterapeuta
y osteópata en Bru Health Center,
piscillis cus vo- explica que en las caídas de btt
suelen afectarse mayoritariamente
lorrum illab is et las extremidades superiores: mu-
ñeca, brazo, hombro y clavícula,
raturio rernati principalmente esta última, siendo
la más afectada en la mayor par-
ostem. Ut mi, te de las caídas. Sin embargo, cree
que no hay que olvidar las lesio-
volut plicae vo- nes por impacto en la caja torácica
(costillas), cadera, rodilla o tobillo;
lumquam, volo- aunque estas en menor incidencia.
Además, aclara que también exis-
rem rem non eost ten lesiones musculares por sobre-
carga, debido a la fatiga o a una
que pa nonsequ mala capacitación muscular para
sobrellevar el esfuerzo. Esta sobre-
istium natius do” carga en la mayoría de los casos se
dará en la musculatura del cuádri-
ceps provocando lesiones mayores
como tendinitis rotuliana o inesta-
“Et remporu pta- bilidad de rodilla. A pesar de ello,
Carlos cree que es esencial tener
tem consed mo una posición adecuada en la bici-
cleta, ya que asegura evitar mu-
qui venia que chas lesiones; por lo que recomien-
da hacerse un estudio biomecánico.
nus samus ducia Por otro lado, David Hermoso de
Mendoza, biomecánico de Po-
sum ipsandam doactiva Pamplona, explica que
el ciclismo de por si no es lesivo,
aliquodi blab siempre y cuando no haya caídas y
la posición en la bicicleta sea la co-
id et, occum est rrecta. Argumenta que todo se tra-
ta de buscar el adecuado reparto
resedig nimilit de pesos (60% detrás y 40% delan-
te) que permita encontrar el equili-
atiuntum re do- brio entre aerodinámica, eficiencia
y confort, de una manera natural.
lent fugitaquam” “Hoy, gracias a la biomecánica,
un ciclista puede hacer 30.000
km al año y no tener ningún tipo
de dolor, más allá del propio dolor
“voloremquia de piernas derivado de entrenar a
altas intensidades”, aclara David,
non eossequ ia- que además explica que la bio-
mecánica ha avanzado muchísimo
tusdae disint et en los últimos quince años. Antes
provoca sobrecarga en el cuádri-
ceps, con una mala transmisión
“Me han ayudado siempre, en los
momentos buenos y en los malos”.
en entrenar técnica y mejorar poco
a poco”. Cree que los medios de co-
vatios y tendinitis en el rotuliano; MÁS CHICOS QUE CHICAS municación deberían dar mayor vi-
pero esto dice no ser tan típico. Iosu Costa cuenta lo siguiente: “He sibilidad al btt femenino, ya que es
Asimismo, concluye que la bici es
muy sorda, ya que el cuerpo se va
tenido casos en los que la madre le
deja a su hijo hacer btt, aunque le
un gran desconocido. Edurne con-
fiesa que el btt le aporta libertad
adaptando, compensando; y tras
llevar 6-7 meses aparentemente
de miedo, pero no deja a su hija que
haga. Todavía hay muchos prejui-
y mucha adrenalina. Sin embargo,
menciona que entrenar en época de
bien, empiezan a salir las moles-
tias. “La lesión se produce sin que
cios con el tema de las chicas”. De
hecho, la mayor parte de corredores
estudios y en días fríos de invier-
no le supone un cierto sacrificio.
te genere a ti ninguna molestia,
hasta que ya es tarde”, razona Da-
y practicantes de btt son hombres.
Así lo confirma Itziar, corredora de
Iñigo Astarriaga también piensa
que la clave es entrenar la técnica,
vid. Aun así, es optimista ya que
“la gente está más concienciada
11 años, a la que le encanta hacer btt
porque le aporta mucha emoción.
probando nuevas bajadas y mayor
velocidad poco a poco. Cree que
sobre la importancia de la biome-
cánica. Hay gente que se gasta
Estibaliz Sagardoy, corredora ju-
nior de XCO, cree que hay pocas
cada uno sabe dónde está su lími-
te de velocidad y que bajar rápido
7000 u 8000 euros en una bici, y al
final gastarse 200 euros más para
chicas que compiten porque pa-
rece un deporte muy duro y com-
es relativo, ya que todo se trata de
bajar controlando la bici. Admite
ponerla a tu medida no es mucho”.
Iñigo Astarriaga comenta que nun-
plicado. Además, piensa que no
se fomenta el ciclismo femenino,
que a veces compitiendo llega al
punto donde deja de controlar la
ca ha tenido lesiones muy graves
por consecuencia directa de la bi-
y menos en btt. Declara que la
solución es crear más escuelas de
bici y es la bici la que le controla
a él, pero aclara: “Son momentos
cicleta, ya que siempre ha estado
rodeado de gente que le ha podido
ciclismo donde se trate igual a los
chicos y a las chicas. Estibaliz em-
puntuales en los que clavas freno
y vuelves a tu nivel. También es
asesorar bien. Respecto a caídas, pezó a practicar btt con seis años verdad que, si no intentas llegar
dice haber tenido muchas, pero sin en la escuela de su pueblo y cuenta a ese límite, no mejoras; por eso
grandes consecuencias; se ha ser-
vido de los remedios básicos: hielo,
que el ciclismo de montaña le ha
aportado amistades, capacidad de
muchas veces tienes que intentar
que la bici te controle por unos mo-
descanso o masajista. Cuenta que
la caída más “fea” que ha tenido
superación, diversión y disciplina.
Blanca, practicante de enduro de
mentos, para saber manejar el mo-
mento y controlar la bici después”.
fue en 2014 durante los Campeo-
natos de España, donde se hizo un
51 años, explica que el esfuerzo y
la cantidad de tiempo que supone
A pesar de todo, no ha sido una
caída lo que ha provocado la reti-
esguince de clavícula. A pesar de
todo, cree que la btt no es peligro-
el btt a veces es difícil de compagi-
nar con la familia, por lo que cree
rada de Iñigo de la competición y
del ciclismo de montaña en gene-
sa: “El peligro lo pone cada uno. Si que es una de las razones de que ral. A principios de la temporada
que es verdad que si no entrenas
sobre una técnica como la que te
vas a encontrar en los circuitos que
compites, te va a parecer peligro-
so; pero eres tú el que decide no
estar preparado para poder com-
petir al nivel al que te enfrentas”.
Afirma que cada uno ya sabe por
qué sitios puede bajar y por qué si-
tios no, y donde puede bajar más
rápido y donde más despacio. Por
ello, concluye: “Creo que es un de-
porte que no es sencillo, pero no
peligroso”. Javier Guillorme, corre-
dor btt Sub23, piensa también que
no es un deporte de riesgo como tal
y añade: “Es verdad que en las ca-
rreras hay zonas técnicas en las que

volest aut rate había mucha desinformación y se

llevaban unos patrones de posición
puedes sufrir una caída, pero nadie
te obliga a pasar montado, en caso

explaut facepel muy diferentes (sillín muy alto y

atrás, manillar bajo, ir muy estira-
de no verlo claro siempre puedes
bajarte. Creo que el riesgo lo pue-
iquatur, vendebis do, etc.). Ahora estos patrones se
han dejado de lado, gracias a los
des controlar tú mismo; sin embar-
go, en otros deportes hay muchas
doluptatem un- estudios que a permitido hacer el
avance de la tecnología. Antigua-
cosas que no puedes controlar”.
Iosu Pinillos, corredor Sub23, tam-
tiis dipientis mo- mente se ponía la bici en un rodillo
y con unas herramientas rudimen-
bién piensa que el btt no es ex-
cesivamente peligroso y explica:
dion rempore” tarias, como la plomada, y algu-
nas reglas básicas, se conseguía
“Creo que es mucho más peligroso
el ciclismo de carretera, tanto por
ajustar alguna cosa. Actualmente, la magnitud de las caídas que pue-
en cambio, la tecnología permite des sufrir a 60 km/h, como por el
“od ut illesedis mover el sillín unos milímetros y
ver qué mejoras ha habido en el
peligro de atropello que tiene el
entrenar siempre entre coches”.
moluptat dolo- pedaleo. Para ello, David destaca
la importancia de las mantas de
De hecho, Astarriaga sufrió un
accidente entrenando con la bici
rrum aut quatus presión, que tienen una serie de
sensores, los cuales se ponen en el
de carretera y relata: “Una mu-
jer me atropelló, no fue un golpe
dolorer speribus, sillín y al pedalear se ve como es
el apoyo de la cadera en este. En
muy aparatoso, pero me desmayé
y tuve que estar unos días en el
suntior sequa- base a esto se van adaptando las
medidas y se va viendo qué cam-
hospital recuperándome”. De he-
cho, Iosu Costa, comenta que a los
ti officto venim bios sufre el cuerpo, hasta que se
consigue la mejor postura. Según
padres les da mucho más miedo
que sus hijos hagan carretera que
velluptatum rat- explica David, el estudio completo
son en torno a dos horas y las me-
btt, y aclara: “Los clubes tienen
que educar a los chavales y a los

de 2018, unos problemas de salud
en el corazón, externos a la prácti-
ca de la btt, provocaron que Iñigo
tuviese que dejar su pasión de lado
durante 7 meses. Ahora, ya recu-
perado, mira con esperanzas hacia
la temporada 2019 en la que dice
intentara competir de una manera
más “light”, participando en prue-
bas salteadas cuando quiera y don-
de quiera. “Me voy a preparar bien
para estar en un buen estado de
forma, pero no me voy a exprimir
como me exprimía hace 2 años”.
Lo cierto es que el ciclismo de mon-
taña no entiende de edades, ya
que Pablo Sesma, socio de KEA de
68 años sigue practicando btt 3 ve-
ces a la semana. Empezó a practi-
carlo bastante tarde, con 45 años.
“Yo hacía caza y pesca desde joven,
pero necesitaba buscar un deporte
que me llenase más”, recuerda Pa-
blo, que explica que consiguió su
primera bici de montaña gracias a
unos puntos que le dieron por in-
gresar un dinero fijo en el banco.
Empezó andando solo, hasta que
encontró al club KEA, que reconoce
haber sido todo un descubrimiento,
ya que considera un valor añadi-
do disfrutar de la bici acompaña-
do. Trabajaba mañana y tarde, y
muchas veces los sábados; por lo
que solo salía en bici los domingos
con el club. Ahora está jubilado y
sale 3 veces a la semana: los do-
mingos, los martes y los viernes.
Explica que es bastante lanza-
do bajando, pero que si ve que el
paso es muy difícil se baja. “Aho-
ra me voy a comprar unas rodille-
ras y unas coderas por seguridad.
Aunque eso tiene el riesgo de que
como sabes que las llevas, arries-
gas más”, dice entre risas. Ha teni-
do bastantes caídas durante estos
años, la mayoría sin consecuen-
cias. Relata que la única grave que
sufrió fue haciendo la Ruta de la
DEPORTES EXTREMOS
Plata con 63 años en una senda
oscura, donde se rompió la clavícu-
la. Le costó bastante tiempo recu-
perarse, pero no le cogió miedo al
btt. “La gente ve lo que hago con la
edad que tengo y piensa que estoy
loco”. Sin embargo, su familia ya
tiene asimilado lo que hace, aun-
que confiesa: “Yo creo que hay ve-
ces que no saben lo que hacemos”.
Pablo se ha recorrido con la bici
todas las montañas de Navarra
varias veces en estos años, y no
se ha aburrido jamás. Sin embar-
go, explica que hace pocos años
tuvo un “bajón” porque seguía
haciendo las rutas del club con su
bici convencional y notaba que le
faltaba algo. “La edad no perdona,
y me daba temor porque acababa
las rutas muy cansado”. Admite
que ha sido la bici eléctrica lo que
lo ha salvado. Fue de los primeros
en comprarla y le ha dado otra di-
mensión, ha vuelto a disfrutar de
las rutas: “A partir de cierta edad
la bici eléctrica te permite hacer las
rutas que hacías antes sin sufrir de-
masiado subiendo”. Pablo reconoce
que la bicicleta de montaña le da
unas sensaciones y una adrenalina
que no consigue con otros depor-
tes. Añade que seguirá practicando
btt todo lo que pueda mientras la
salud se lo permita y espera que
sea dentro de bastante tiempo, ya
que uno de sus amigos de KEA si-
gue andando en bici con 79 años.
En este sentido, Iñigo Astarriaga
también mantiene que seguirá en-
trenando y compitiendo hasta que
tenga que dejarlo, pero que si lo
deja no será por voluntad propia.
“Al final, el ciclismo me ha cam-
biado como persona”, concluye.
BTT 31
CAÍDAS PELIGROSAS
En lo que respecta a las averías,
Iosu Gil, mecánico de bicicletas,
comenta que lo que más repa-
ran son ruedas y cambios debi-
do a caídas e impactos, y piezas
desgastadas debido al uso y al
barro. Además, Iosu practica en-
duro y algo de descenso, que dice
aportarle muchísima adrenalina
y satisfacción. “Bajo bastante a
lo loco, hago saltos; pero no llevo
rodilleras ni protecciones simila-
res”, comenta sonriente que no
le da miedo caerse. “A veces bajo
tan al límite que siento eso de: ¿y
si me mato que pasa? Si me mato,
me mato; solo se vive una vez”.
La única lesión grave que ha te-
nido fue una rotura de clavícula.
Carlos Etxeberria, fisioterapeuta
y osteópata en Bru Health Cen-
ter, explica que en las caídas de
btt suelen afectarse mayorita-
riamente las extremidades supe-
riores: muñeca, brazo, hombro y
clavícula, principalmente esta
última, siendo la más afectada
en la mayor parte de las caídas.
Sin embargo, cree que no hay que
olvidar las lesiones por impac-
to en la caja torácica (costillas),
cadera, rodilla o tobillo; aunque
estas en menor incidencia. Ade-
más, aclara que también exis-
ten lesiones musculares por so-
brecarga, debido a la fatiga o a
una mala capacitación muscular
para sobrellevar el esfuerzo. Esta
sobrecarga en la mayoría de los
casos se dará en la musculatura
del cuádriceps provocando le-
siones mayores como tendinitis
rotuliana o inestabilidad de ro-
dilla. A pesar de ello, Carlos cree
32
DEPORTES EXTREMOS BARRANQUÍSMO 33
34

Las zonas de salto en Navarra

Salto de péndulo
Salto de puenting
LOS LÍ

Los rocódromos de Navarra

Un
 DEPORTES EXTREMOS PUENTING 35

ÍMITES DEL PUENTING

El puenting es uno de los deportes que más adrenalina genera, lo que le da
su atractivo. Solo unos segundos para superar tus límites, un miedo al que
imponerse para ser recompensado con una gran y única sensación de supe-
ración para quienes lo prueban, incluso personas con movilidad reducida.
No obstante, los involucrados coinciden en que nunca debería ser un salto
al vacío legal.

Los varones de la tribu Bunlap en
el Pacífico Sur se tiraban con una
cuerda desde un árbol para demos-
trar su hombría en una ceremonia
en la que si sobrevivían lograban
el reconocimiento social. En 1973,
en el sur francés, un escalador sui-
zo llamado Helmut Kiene paso a
la historia cuando ató una cuer-
da a un puente sobre el río Les
Usses. Contaría su experiencia a
otros escaladores de la zona. Unos
años más tarde quién lo lleva a
otro nivel y populariza fue el es-
tadounidense Dan Osman, falleci-
do en 1998 tras fallar una cuerda
mientras practicaba en la Leaning
Tower, California. ¿Pero qué lleva a
los navarros a hacer lo mismo? En
los años posteriores al salto del sui-
zo, el puenting llega a la frontera
pirenaica. Cataluña fue la pione-
ra, pero Navarra no iba a la zaga.
Son muchas las razones que lleva-
ron a su práctica aunque el prin-
cipal motivo era su relación con la
montaña. Durante muchos años fue
una actividad muy típica entre los
escaladores, quienes estaban en-
ganchados a “volar”. Cogían sus
propias cuerdas y arneses e iban
buscando los puentes donde poder
realizar este deporte de riesgo. Pero
poco a poco fue dejando de hacerse
de esa manera, estando hoy bajo
la ubicua mirada de las empresas
de aventura. “Hoy ver a cualquiera
hacer puenting por su propia cuen-
ta parecería algo loco, había otra
mentalidad aunque la actividad
era más peligrosa.” cuenta Álex
Ule, gerente de Inguru Abentura,
una de las principales empresas
que ofrece la actividad en Navarra
Otra cosa es: ¿Cuánta gente está
dispuesta a correr este riesgo en
Navarra? “Su comercialización le
otorgó cierta notoriedad, al princi-
pio lógicamente la actividad tenía
muy pocos adeptos pues era vista
como un disparate” comenta Alex
Ule. Si bien tras el auge inicial, él
cree que sigue manteniendo un in-
terés por aquellos atrevidos que se
pirran por las nuevas emociones.
Para Joxe Elgorriaga, gerente del
parque de Irrisarri Land, tanto por
el atractivo de la actividad como
por la difusión de la redes sociales
“cada año ha ido incrementando el
número de personas, podemos de-
cir que la actividad está en auge”.
En otro nivel, Aitor Romaneda,
monitor de la actividad con In-
guru Abentura, dice que podrían
ser más, pero “hay muchas fake
news respecto al tema” y tienen
“una cuenta pendiente de informar
más sobre su seguridad a la gente”.
En lo que respecta a las condicio-
nes de los saltadores, puede hacer-
lo cualquier persona, desde niños
pequeños a personas mayores. Es
un deporte abierto a todas las eda-
des. Sin embargo, a pesar de que
cualquiera de estos grupos pue-
de hacerlo, la media de edad está
entre los 20-50 años, equilibrada
entre hombres y mujeres. La acti-
vidad no requiere de una condición
física específica salvo que tengan
alguna enfermedad cardiovascu-
lar o algún tipo de lesión que les
limite en el desarrollo de la misma.

PUENTING

El salto de puenting consiste en un salto

al vacío desde un puente mientras se tiene
puesto un arnés. Se atan a un extremo dos
cuerdas dinámicas de escalada y al lado
contrario se ata a la persona que va a
saltar. Cuando salta, hace un columpio por
debajo del puente.

PÉNDULO

El salto en péndulo consiste en un salto al

vacío desde una plataforma colgante con
uno de sus extremos en tierra firme y el otro
a la altura de la plataforma, los saltadores
se lanzan amarrados con un arnes del mis-
mo lugar para realizar varias oscilaciones
hacia delante en forma de péndulo.
n aficionado salta en el Péndulo de Igantzi. IRRISARRI LAND
36
SUPERANDO LOS LÍMITES
LOS LIMITES FÍSICOS
Una persona salta y cae. Cual-
quiera diría que la física básica del
puenting es evidente. La principal
fuerza es la gravedad y su acelera-
ción. Un físico, como el americano
Paul Menz, le pondría más épica
diciendo que es una “dramática de-
mostración de la conservación de
la energía”. No obstante lo que uno
imagina y lo que ocurre no es lo
mismo. Durante la caída, mientras
la cuerda está estática se piensa
que uno está en caída libre, pero la
experiencia ocurrida es contraria a
la habitual. Aunque se parezcan, la
caída libre y el puenting son dife-
rentes, si bien ambos tienen en co-
mún la locura que pueden parecer
en el sentido de que los seres hu-
manos somos frágiles ante la natu-
raleza. Así lo primero que hace Alex
Ule es aconsejar: “El salto correcto
es lo más lejos posible del puente”.
No obstante, dice que no conoce que
nadie haya resultado herido por un
salto incorrecto. Aun cayendo en
plomo -que es cuando se podría
recibir un impacto mayor- no es
suficiente para causar una lesión.
“Aunque nos pese, el 95% de los
errores son humanos. No hay quizá
ninguna otra actividad de riesgo en
el que el papel del monitor sea tan
importante”, dice Ule. Primeramen-
te por el propio límite de la reali-
dad física. Un desajuste entre la
masa del puente, la altura del sal-
to y el cable o el cálculo incorrecto
de tensiones, pueden llevar a serios
problemas. Otros incidentes ocurri-
dos en Navarra han sido por el an-
claje incorrecto de los materiales,
como en el caso del accidente de
2015 en el Baztan Abentura Park.
También pueden ocurrir por la fal-
ta de comunicación entre el técnico
y el saltador. Relata su desafor-
tunada experiencia Elena Kaygo-
rodova, saltadora rusa afincada
en Pamplona: “A mí no me expli-
caron nada, salté a plomo y sen-
tí un crack. Acabé con la espalda
contracturada y con tirones. Pensé
que se me pasaría, pero tras una
semana con dolor tuve que ir a un
fisioterapeuta”. Errores como es-
tos han llevado a las empresas a
tomar medidas, así, por ejemplo,
Irrisarri Land ha comunicado que
sacará en los próximos años for-
mularios obligatorios en los que
los saltadores informen a los mo-
nitores si tienen condiciones que
haya que tratar de forma específi-
ca (lesiones, enfermedades cardia-
cas, problemas de movilidad, etc.).
Por último, mientras los mate-
riales estén homologados y su
cambio sea regular, es raro que
haya un accidente por la rotura
de material. “Economizamos como
todo el mundo pero en material
no, prefiero ganar 100 euros me-
nos y comprar buen material. En
el mundo de la aventura, si crees
que algo va a salir mal, seguro que
sale mal”, afirma Romaneda. Pero
comparado con otras actividades
con muchos factores externos, eso
en el puenting no ocurre. El úni-
co factor a tener en cuenta es el
viento. Por eso, los responsablen
la defienden como la más segu-
ra entre las actividades de riesgo.
LOS LIMITES PSICOLÓGICOS
El puenting engancha. Para Sa-
grario Sola, psicóloga experta en
acrofobia, el miedo que es una
emoción humana omnipresente en
nuestras vidas es paradójicamen-
te también uno de los principales
atractivos del deporte de riesgo.
No se podría hablar del puenting
sin citar esta fobia aunque es en-
tendible como patología pero en
cierto modo se podría entender así
la situación específica que pue-
de ocurrir puntualmente cuando
pensamos en saltar por un puen-
te, aunque sea con una cuerda.
“El miedo del puenting es evolu-
tivo, desde cuando uno empieza a
gatear, se retira al ver una altura
pues no está hecho para volar”.
Para monitores, aficionados y ex-
pertos esta actividad puede ayu-
dar a liberar estrés. “Toda esa
energía mala y agobio que carga-
mos en esos esos segundos de cada
salto se libera.”, apunta el monitor
Aitor Romaneda. Pero no solo eso,
en palabras de Sola, quien lo hace
se satisface por sentirse capaz,
mejorando su autoestima. Si bien
esta sensación tiene trampa. Mu-
chos saltadores actúan demasiado
confiados y tropiezan con el ries-
go. Aunque la adrenalina no cau-
sa necesariamente una adicción,
puede hacerlo, así requiriendo de
estimulos cada vez más fuertes
“Vemos en las redes personas que
lo han llevado a niveles peligro-
sos”, asevera Alex Ule, gerente
de Inguru Abentura. ”Tienen mu-
cha suerte”, concluye Romaneda.
“El vacío en el puenting es un estí-
mulo generador de pánico que apa-
rece cuando la emoción se apodera
de la razón”, apunta la doctora. “Es
una batalla interna entre lo que
quiere tu cuerpo y lo que dice tu ce-
rebro”, al menos para Aitor. El mie-
do es una sensación que evoluciona
de distinta manera según la perso-
na. En este sentido, distingue entre
miedo y respeto, que diferencia de
la siguiente forma: “el primero no
te deja pensar y el segundo sí”. Si
bien es cierto coincidiendo con mu-
chos saltadores en que “si te paras
a pensar no saltas”. Obviando he-
chos objetivos como su maxima se-
guridad y minima accidentalidad.
De este modo, es inevitable que
los propios monitores terminen
actuando como psicólogos pues
para convencer a una persona de
que salte al abismo se requiere
de un gran esfuerzo. “Analizar rá-
pidamente a la persona, darle la
seguridad que necesita, que con-
fíe y salte”, en palabras del propio
monitor. Pero al final, hay que ser
comprensivo con el saltador prime-
rizo, pues “para su mente es como
un suicidio”. En esa tesitura el ce-
rebro equipara tirarse con la muer-
te. Por esto es importante, como
determina Sola, derribar nuestro
concepto de peligrosidad y racio-
nalizar esas emociones. Si se hace
esto, el disfrute de la actividad es
único en su especie. En cuanto a
su valor terapéutico, la doctora no
recomienda acudir de primeras al
puenting como terapia de choque
para atajar la acrofobia aunque
“no se puede negar que sea la mejor
para algunos tipos de pacientes”.
Un saltador practicando la actividad en el Puente de Arquijas. INGURU ABENTURA
 DEPORTES EXTREMOS PUENTING 37

En los años pos-

teriores al sal- UNA ACTIVIDAD EN EL AIRE
to del suizo, el
puenting llega a “El puenting es de las actividades “En los últimos años, los incidentes pedir permiso, las trabas legales

la frontera pire- más seguras. Nunca he dejado de

creer que es más peligroso el via-
naica. Cataluña je hasta allí que la actividad en
sí”. Esta frase la repiten muchos
fue la pionera, monitores de la disciplina. “Si
hay algún incidente, será por no-
pero Navarra no sotros. Las personas están bajo
el control literal de los técnicos.
iba a la zaga. De ellos depende seguir los pro-
tocolos establecidos para que
no haya accidentes”, dice Alex
Ule, gerente de Inguru Abentura.
“Cada año ha ido EL ESTIGMA DEL BAZTÁN
incrementando el Hasta ahora, la disciplina tiene
en su historial un solo accidente
número de per- mortal. El 29 de agosto de 2015,
un saltador vizcaíno de 40 años,
sonas, podemos Diego Lastra, murió al caer ante
una multitud de testigos de una
decir que la ac- plataforma colgante a un vacío de
100 metros sobre un valle por don-
tividad está en de pasa la regata Beartzun. Diego
no estaba amarrado a la cuerda
auge” que unía a la plataforma aunque
si a la que le suspendía en el aire
Joxe Elgorriaga antes de tirarse. Por eso mismo,
la caída de Lastra fue en picado
cuando en teoría a 50 metros, la
cuerda se tensa y comienza el ba-
“Aunque nos lanceo. Se realizó una llamada a
SOS Navarra, no obstante, el viz-
pese, el 95% de caíno murió en el impacto por lo
que no se pudo hacer nada. En la
los errores son resolución judicial, se llegó a un
acuerdo previo al juicio entre la
humanos. No hay familia de la víctima y el aboga-
do del monitor que resultó en una
quizá ninguna condena de 2 años de prisión, a la
que no entró por no tener antece-
otra actividad dentes. Si bien, fue inhabilitado
para los próximos tres años como
de riesgo en el monitor de actividades de riesgo.
La familia además fue indeminiza-
que el papel del da con 170000 euros por el acusa-
do y la aseguradora de la empresa.
monitor sea tan DEFINIR RESPONSABILIDADES
ocurridos han sido por hacerse las
cosas mal, pero más de una vez”,
rememora Aitor Romaneda. Los
materiales hoy en día están du-
plicados para que, si falla algo, el
error sea soportado por una red de
apoyo. “Faltaría mas que si alguien
te privilegia con su vida sin cono-
certe le faltaras al respeto. Tienes
que ser profesional y decirles que
les vas a recompensar y eso se ve
después. Si tienes algún accidente
en la empresa, mejor cierra, coge
unas esposas y vete para prisión”,
dice tajante el monitor de Inguru
Abentura. Pero eso es complicado
cuando el puenting se encuentra
en un abismo jurídico que dificulta
la atribución de responsabilidades.
También el debate respecto a su
regulación genera preocupación y
descontento. La actividad no tie-
ne una normativa decretada, ni
material o titulación específica.
Además no hay cifras oficiales del
número de empresas que realizan
la actividad debido la inexisten-
cia de asociaciones o federaciones.
Pese a todos estos elementos, la
actividad está cubierta por las ase-
guradoras, que se justifican en que
su índice de siniestralidad es muy
bajo en comparación con otras. Pri-
mero, con un seguro de responsabi-
lidad civil, que se da por hecho que
tienen todas las empresas aunque
su comprobación es potencialmen-
te difícil por la ausencia de regis-
tros. La responsabilidad civil cubre
legalmente los daños que se pue-
dan ocasionar a terceros. Segundo,
normalmente también se tiene un
seguro de asistencia sanitaria. “Así,
en caso de que ocurra algo durante
la actividad, al menos que tenga un
tratamiento lo más rápido posible”.
“ESTAMOS PREOCUPADOS”
“A día de hoy cualquier persona
serán imposibles y seguramente se
dirá que no. Para algunas empre-
podría realizar puenting”, dice
Alex refiriéndose al intrusismo y
sas quizá es mejor no preguntar”,
señala el gerente de Inguru Aben-
la mala praxis laboral. El hecho de
que no haya una titulación espe-
tura. Y sigue: “Yo creo que debería
regularse y crear algún curso ofi-
cífica hace que no se pueda saber
siempre hasta qué nivel el técnico
cial para poder realizar este tipo de
actividades” A lo que Romaneda
está preparado. Alex continua: “Al
final, cuanta más titulación y ma-
añade: “Si yo cumplo con todos
los requisitos técnicos, legales y
nejo de cuerdas tengas -nosotros fiscales que hay que cumplir para
buscamos una base en escalada o poder trabajar de esto, exijo que
parecido-, más fácil será demostrar
las cosas en caso de tener que di-
los demás también lo hagan”. Para
Bárbara Berango, una aficionada,
rimir responsabilidades”. Los técni-
cos de puenting se preparan en las
el puenting se encuentra en una
situación peculiar: “Si la empre-
empresas. Pero Álex Ule comenta
que: “sólo puede serlo el que tiene
sa está registrada, los materiales
están homologados aún para otra
las capacidades adecuadas”. En el
proceso hay una variedad de posi-
actividad y los monitores están
federados en disciplinas como la
ciones, una persona que está con
los saltadores y otra a cargo de
escalada, ¿eso debería ser legal,
no?, faltaría regular lo que es la
las cuerdas. Alex añade que “son
muy conscientes del compromi-
actividad, porque todo lo que está
dentro de ella ya está cubierto”.
so de la actividad. No todos han
querido ponerse a la cabeza por “Las instituciones en vez de coger y
la tortura que puede llegar a ser decir aquí no se salta, tendrían que
la responsabilidad moral que con- preocuparse y sacar normativas
lleva. Es un deporte que desgasta y titulaciones asequibles. Estaría
por la tensión, el estrés y la energía bien que se involucren a que tenga
que se transmite con los clientes”. una reputación y respeto”, apunta
Aitor, que resignado se queja: “si
SIN PERMISO PARA SALTAR fueran bancos hacia mucho que se
“Al final, los accidentes nos reper- habría hecho”. Presuntamente a
cuten a todos. Hoy está complica- partir de 2021 se empezarán a to-
do pedir permiso. Hay muy pocos mar medidas. A Bárbara esa fecha
puentes donde se pueda hacer y le parece tarde e incluso ante la in-
nos pasa factura”, dice Romaneda. fluencia que ha tenido esta activi-
La empresa para la que trabaja, In- dad en su vida se hace candidata a
guru Abentura, tiene permiso para “recoger firmas para que se regule”.
acceder al puente de Arquijas por-
que accede con vehículos en una
zona en la que no están permitidos
pero para hacer puenting como tal
no hay permiso en Navarra. “Re-
sulta un poco delicado este limbo
jurídico, si cualquier empresa va a

importante”
Alex Ule

“Toda esa ener-

gía mala y ago-
bio que cargamos
en esos esos se-
gundos de cada
salto se libera”
Aitor Romaneda

El debate res-
pecto a su re-
gulación genera
preocupación y
descontento. La
actividad no tie-
ne una normati-
va decretada, ni
material o titu-
lación específica.
Monitor controlando la seguridad en el Péndulo de Igantzi. IRRISARRI LAND
38
UN VOLCÁN DE EMOCIONES
El puenting es una experiencia ex-
cepcional para cada persona. Pero
un momento tan intenso como caer
al vacío desde varias decenas de
metros a casi cien kilómetros por
hora no genera los mismos deseos
en todos los saltadores. No obs-
tante, este puede reunir ciertas
características comunes, para la
mayoría es una experiencia úni-
ca en su vida que además “ quita
por un momento todos los pro-
blemas del mundo”. Otra cosa en
común son los nervios, así todo el
mundo suele hacer una y otra vez
la misma pregunta, si está todo
bien atado, la respuesta usual no
suele ser otra que bromear como:
“ah, no sé, yo ayer trabajaba en el
McDonalds”. Pese a su atractivo,
es cierto que hoy en día sólo uno
de cada cinco personas repiten, no
es para todo el mundo, solo en-
gancha a las personas que buscan
emociones fuertes, según Alex Ule.
Se podría decir que existen varios
grupos:
LOS INDECISOS
Aquellos que no saben si lo van
a realizar y cuando llegan se lan-
zan. Este es el caso de Álex Ule,
Explosivo
Andoni Senosiain,
saltador con lesión
medular y miembro
de la asociación Ibili
Andoni Senosiain llegó a Irri-
sarri Land sin conocer apenas
nada y sin intención de tirarse.
Fue su carácter más “lanzado”
el que le animó a ser quien
abriera la veda. “Lo sentí como
compromiso, un reto. Lo que
más impresión me causó fue
el clack de cuando te sueltan”,
apunta. Como a cualquier otro
discapacitado físico le preocu-
paba que el fuerte rebote y la
tensión súbita de las cuerdas
fuera poco aconsejable para
su columna. No escatima en
detalles cuando transmite la
forma en que una persona
en silla de ruedas siente esa
caída: “No conseguía ubicar
mis piernas, pensaba que iba a
caer de cabeza”. El tirón no le
causó ningún daño. Quizá por
eso anima a otros a probar. En
la asociación, ha habido otras
intentonas. y aunque la idea
perdió brevemente su momen-
to tras el accidente en el que
un saltador, también discapa-
citado, falleció en el Péndulo
de Elizondo. Hoy día están dis-
puestos a repetir la iniciativa.
En el caso de Andoni, asegura
que no influyó negativamente
en su decisión. Para evitar este
problema, Senosiain critica la
falta de preparación sanitaria
que durante su etapa de apren-
dizaje en el mundillo de los de-
portes de aventura debía saltar
para optar al puesto de monitor,
cosa que no hizo. “Consideraba
que no iba conmigo, lo he traba-
jado durante muchos años pero
es una forma de disfrutar de la
naturaleza que no me convence.
Para mi primera vez hubo de pa-
sar un par de años hasta que me
vi con ganas. Desde entonces,
he saltado cuatro veces”, relata.
LOS SATISFECHOS
También está el que queda com-
placido pero no lo volvería a
hacer. Elena Kaygorodova hizo
puenting “por probar algo nuevo
y por la búsqueda de adrenali-
na” y en parte para descargarse
de estrés. Destaca el miedo pre-
vio, lo describe como “un salto a
lo desconocido”, un momento en
el que la incertidumbre se apo-
dera de tu mente. Lo que ella no
se esperaba era la lesión de es-
palda que le iba acarrear des-
pués, principal motivo por el
que no repetirá la experiencia.
Andoni Senosiain (izquierda) y Alberto del Pozo (derecha) antes del salto. ALBERTO DEL POZO
LOS AVENTUREROS
Por otra parte, se asimila que
aquellas personas con un carác-
ter más inquieto, menos teme-
roso, son las que “gozan” en el
riesgo y repetirían sin dudar. Un
ejemplo es Javier Chocarro, trans-
portista villavés. Su salto fue un
regalo de su hija. Ella sabía que
su padre adora la adrenalina.
Chocarro comenta que “un dia
de estos me mato pero me sigo
queriendo tirar”. Y añade que la
sensación más satisfactoria es
“lo relajado que te quedas, como
si te hubieran hecho un masaje”.
La misma filosofía se podría decir
que tuvo el joven estudiante Iñigo
Beruete, que saltó desde el pén-
dulo del Baztan Abentura Park:
“Me pareció muy seguro en todo
momento, fuimos aprovechando
un bono descuento junto a un
grupo de amigos”. No lo pensó
dos veces pero sí se llevó algunas
anécdotas de los técnicos: “hay
algunos que se cagan y echan
atrás y muchos que pretenden
tirarse de formas muy atrevidas
pero acaban lanzándose de pali-
Para la mayoría, llo”. Quizá fue esto lo que le paso
a Fátima Amann, que tuvo que ser
es una experien- convencida durante largo rato para
conseguir tirarse: “Me tiré 25 minu-
cia única en su tos diciéndole al señor que me ex-
plicara una y otra vez todas las me-
vida que “quita didas de seguridad, que me jurara
que no iba a pasar nada, incluso
por un momento quería confesarme antes de saltar”.
todos los proble- LOS DESENCANTADOS
Los casos mas infrecuentes y lla-
mas del mundo” mativos son los de los veteranos,
cuyo numero, huelga decir, es el
menor en la actividad. En general,
Pese a su atrac- llega un momento en el que tras
una larga experiencia se acaban
tivo, hoy día sólo cansando de la actividad y pue-
den ocurrir dos cosas. El primer
una de cada cin- caso queda representado por las
circunstancias de Aitor Romaneda,
co personas repi- el técnico deportivo de puenting
en Inguru Abentura quien expli-
te, sólo engancha ca: “Tengo que decir que me gusta
menos saltar que hace años y eso
a las personas que habré hecho cientos de sal-
tos. Hoy prefiero ver la fiesta que
que buscan emo- se monta arriba en el puente que
saltar. Cuanto más pasa el tiempo,
ciones fuertes.
Excitante
Alberto del Pozo, sal-
tador con lesión me-
dular y miembro de la
asociación Ibili
El puenting como disciplina
tiene la ventaja de que es uno
de los pocos deportes adapta-
dos a personas con movilidad
reducida. Alberto del Pozo,
padece una lesión medular y,
para superar las limitaciones de
su paraplejia, practica algunos
deportes gracias a la colabora-
ción de la Asociación Ibili, orga-
nizacion nacida en 2006 a partir
de la escision de la Asociacion
Coordinadora de Personas con
Discapacidad física de Navarra
(ACODIFNA) para centrarse en
el deporte. Uno de ellos, fue el
salto en péndulo. “Llegamos allí
y no pudimos evitarlo, quería
sentir algo diferente”, explica.
Ni siquiera tuvo tiempo para ex-
plicarle a su familia. Así relata
la impresión “excitante” que le
causó estar al pie de la platafor-
ma: “Al principio, con tanta gen-
te y anclajes, dices: ¿donde me
he metido?; sin embargo, no se
me pasó por la cabeza rajarme”.
De toda la experiencia se queda-
ría con “el después”, pero, que
ahora que lo ha probado, no lo
volvería a hacer. Aun así, insiste
en que su voluntad de no repetir
la experiencia no es por cuestión
de falta de seguridad: “pasamos
más miedo subiendo hasta allí
que en el péndulo”, bromea.
 DEPORTES EXTREMOS PUENTING 39

Fotomontaje de uno de los saltos en el Péndulo del Baztan Abentura Park. NAVARRA AVENTURA
40
LA
ADRENALINA
EN EL BARRANQUISMO
VOLVER PARA ENCONTRARSE
“Volveré cuando vuelvan las
aguas”, sentencia Tomás, mien-
tras toma un sorbo de Coca-co-
la. Son las seis en un bar de
Artica, suena la vie en rose de
fondo y hace mucho frío fuera.
Perdió a un buen amigo este año
mientras hacían barranquismo
en Artazul (Sierra de Goñi, Na-
varra). Iban tres, era enero, y el
caudal del cañón llevaba muchí-
sima agua. “Nos salió todo bien.
Nos felicitamos. Igual levantamos
un poco la guardia. Y entonces
tuvimos el accidente. A cuatro
pozas del final”. Su amigo, Qui-
que, iba el primero, y al saltar en
una poza se vio atrapado por un
remolino de agua. Tomás intentó
llegar a él por un lateral “pero el
agua tenía mucha fuerza”. Des-
pués de intentar llamar varias
veces a emergencias, lograron dar
con unos segundos sin cortes. En
media hora aparecieron los he-
licópteros. “Media hora mortal”.
Hace una pausa, toma otro trago
de Coca-cola y argumenta: “Nos
alternábamos él y yo a la cabeza
del grupo. Podría haber saltado yo
en esa poza. Podría haber sido yo”.
Desde entonces, ha hecho unos 20
barrancos, y ya está esperando a
que vuelvan las aguas a Artazul
para volver a descender. Aunque
ya no es el mismo. “Voy con mu-
chísimo cuidado, miro todo dos ve-
ces, y más de una vez he pensado
que, si no hubiera pasado aquello,
me hubiera metido en tal o cual
sitio”. Lleva ocho años haciendo
barranquismo desde que un cu-
ñado suyo le animó y dice que es
una actividad que le ha cambiado.
“Estás en pleno contacto con la
naturaleza, es pura adrenalina”.
Jesús María Ayucar, barranquista
estellés con 28 años de experien-
cia, también cree que el medio es
el requisito que engancha en este
deporte. “El paisaje es precioso,
ves zonas de agua únicas”, afirma.
Participó en 2010 en un viaje ba-
rranquista a isla Reunión, al lado
de Madagascar. Ahí pudo aplicar
las habilidades que había ido desa-
rrollando, porque asegura que “el
saber no ocupa lugar, lo que mar-
ca es la experiencia. Los barrancos
de isla Reunión son selectivos, te
encuentras con rápeles – descen-
der verticalmente una pared– de
300 metros. Las cascadas están
fraccionadas y tienes que variar el
uso de la cuerda”. Defiende que la
técnica más efectiva es el sentido
DESCUBRIENDO LUGARES IMPOSIBLES
común y estar tranquilo. “En los
barrancos más verticales conviene
tener la cabeza fría. Por ejemplo,
en una cascada, para evitar tragar
agua, lo mejor es bajar la cabeza,
hacer burbuja de aire, e ir com-
probando el estado de la cuerdas.
Pero hay que tener la técnica”.
Uno de los navarros más expertos
en técnica es Imanol Iraceburu,
miembro del Comité Navarro de
Descenso de Cañones. Coincidió
con Ayucar en el viaje a Isla Re-
unión, donde estuvieron “vein-
titrés días, descendiendo catorce
barrancos. Uno de ellos de dos
días”. Lleva más de una década
deslizándose por todo tipo de ba-
rrancos, y tiene el título técnico
por la Escuela de Benasque, una
“zona puntera en formación”. Ex-
plica que lo que más engancha
son “las sensaciones que da el
contacto con el medio acuático.
Sentir las vibraciones de un río
que esté potente en primavera,
que la paredes se muevan, escu-
char el ruido del agua, y que ruja
la poza. Es energía y movimiento”.
MURPHY ESTÁ EN EL AGUA
Iraceburu cree que el caudal es lo
que marca la diferencia. “Es el ma-
tiz que da la vuelta a la tortilla.
Nunca hay que perderle el respe-
to al caudal”. Hacía hincapié en
su impredecibilidad, porque de la
noche a la mañana, por un deshie-
lo o tormenta, puede haber una
variación en el río. “Por eso, es
esencial que un buen barranquis-
ta sepa leer el cañón. Saber leer,
explicaba Ayucar, si hay rebufos
–rodillo de agua que puede girar
en diferentes sentidos–, conviene
colocar un sistema de cuerdas que
permitan la salida si hay compli-
caciones, o si puede haber una
piedra en el fondo de una poza y
es mejor ser precavido en el salto.
Tomás aclaraba que normalmente
“el primero baja lento y comprue-
ba la profundidad para que los
demás salten. Si no, se salta de
una altura de diez metros y, por
un tronco arrastrado la noche an-
terior, uno se rompe las piernas”.
Y no solo hay que tener en cuenta
estas cosas, sino conocer la clase
de barrancos ya que, dependien-
do de la roca o pendiente, el agua
puede actuar de diferente forma.
Iraceburu, conocedor de la geolo-
gía de los cañones, explicaba que
“en Huesca, los caudales son más
potentes, y provocan un corte más
sinuoso, las paredes son más altas
y las pozas más largas. Aquí los ba-
rrancos son más verticales, no hay
que nadar tanto. Lo cual no quiere
decir que dejen de tener caudal”.
Pero a pesar de las precauciones
y la técnica, tiene claro que lo más
arriesgado de este deporte son las
personas y el límite de confianza
que se ponen. Hablando de él mis-
mo: “Soy peleón, me gusta forzar-
me, pero hay ciertos componentes
que se pueden juntar, y cuanto
más juegues con ellos, más posi-
bilidades hay de que te pase algo.
Por eso, hay que ejercitar mucho
la empatía con uno mismo”. El
último susto lo tuvo hace un año,
cuando el anclaje que había hecho
a la rama de un árbol cedió, y
cayó de una altura de quince me-
tros. “La tensión del nudo no fue
la correcta, hubo un exceso de
confianza”. Sufrió serias fracturas
en la cara, estuvo varios meses
en quirófano y comiendo papillas.
Sin embargo, nunca ha dejado de
hacer barranquismo. Vuelve a los
barrancos como vuelve Tomás,
porque es algo que se necesita.
“Al final se trata de escapar para
encontrarse con uno mismo; algo
que no sucede en el día a día”.
Además de enseñar y ser guía de
barranquismo, Iraceburu, junto
con los otros cinco miembros del
Comité Navarro de Descenso de
Cañones, re-equipa barrancos.
Entre todos, quitan anclajes oxi-
dados y los reemplazan, adecúan
las instalaciones y, si es necesa-
rio, instalan pasamanos –cuerdas
de paso a las que poder colgarse–.
De alguna forma, se encargan de
poner los recursos necesarios para
que el barranco sea más seguro,
aunque insiste: ”Si uno quiere ha-
cer aguas bravas, que haga pira-
güismo. Es intenso dejarse llevar
por un cauce pero nunca se podrá
jugar como lo hace un piragüista”.
Por eso, supone un dilema decidir
qué equipamiento poner, porque
no quieren invitar a que la gente
arriesgue. “Empiezas a poner se-
guridad y te preguntas: ‘¿Dónde
paro?’, por eso mi conclusión vuel-
ve a ser una: no forzar el caudal”.
Conoce bien los accidentes mor-
tales que ha habido en Artazul,
el primero en 2013 y el último en
enero de este año. Asegura que
estas desgracias han hecho que se
esmere en los equipamientos. Por
ejemplo, explica que el año pasa-
do estuvo consultando opiniones y
finalmente puso un anclaje inter-
medio de seguridad en un tobogán
que hay al final de Artazul, en una
zona ajena a los dos accidentes
mortales. Deriva en un pasama-
nos para salir de la poza. “Es una
actuación que no me gusta, por-
que la gente se puede confiar. Pero
en un momento dado te puede
salvar de un buen susto”. Y es que
el barranquismo es el tercer de-
porte con más rescates (11%), des-
pués de la progresión por terreno
abrupto (13%) y el senderismo
(44%), según el último informe
de la FEDME (Federación Española
de Deportes de Montaña y Esca-
lada). Al final–asegura el técni-
co– sabes que a la gente le gusta
entrar con caudal. Lo que me de-
muestra esto es que si no pasa en
un sitio pasa en otro. Murphy está
en todos lados, y no conoce de
prevención de riesgos laborales”.
UN GRAN CONSEJO
Sergio Rodríguez conoce bien Ar-
tazul. Participó en el rescate de
enero del año pasado, en el que
estaba implicado Tomás. Des-
pués de un rescate nunca espera
un gracias. Para él, el éxito de una
misión lo mide el informe del fis-
cal. Tiene cuarenta y nueve años
y trabaja desde hace veinticinco
como jefe de los Grupos de Rescate
Especial de Intervención en Mon-
taña (GREIM) en Navarra, cuerpo
que surgió en los años 60 con el
aumento de participantes en de-
portes de montaña y aire libre.
Empezó en esto porque un amigo
le animó a presentarse a las prue-
bas de acceso. No le gustaba la
montaña, pero le interesaba el cui-
dado de otras personas. Comenzó
las pruebas como un mero trámite,
como quien hace un cursillo espe-
rando terminar pronto y no salir
elegido. De los quinientos, que-
daron ocho y él fue uno de ellos.
“Mi intención era otra. En el plano
profesional, buscaba otras sali-
das. Fui a las pruebas y lo que me
llevo de estos años es el trato con
las personas a nivel profesional”.
Para Sergio, la experiencia, la vo-
cación y el protocolo es lo que le ha
ayudado a hacer mejor su trabajo:
“Cuando actúas en una situación
de emergencia lo correcto es tra-
bajar con distintos protocolos.
 DEPORTES EXTREMOS 41

Los barranquistas son recolectores de tesoros. De joyas de

la naturaleza a las que solo ellos tienen acceso. La única
forma de llegar a ellas es descendiendo por cañones. Aso-
marse entre paredes de roca que suben hasta el cielo y
observar las nubes desde el agua. Pero este descenso supo-
ne un riesgo. Un riesgo que a veces se paga con la vida. En
datos, el barranquismo es el tercer deporte con más resca-
tes.
42

“Para escalar en hielo “Para escalar en hielo “Para escalar en hielo “Para escalar en hielo
hace falta estar muy hace falta estar muy hace falta estar muy hace falta estar muy
bien preparado. La gen- bien preparado. La gen- bien preparado. La gen- bien preparado. La gen-
te que se mueve en ese te que se mueve en ese te que se mueve en ese te que se mueve en ese
mundo es porque en mundo es porque en roca mundo es porque en roca mundo es porque en roca
roca tiene muy buen tiene muy buen nivel” tiene muy buen nivel” tiene muy buen nivel”
nivel” Jaime Sola Jaime Sola Jaime Sola
Jaime Sola

Tenemos de descenso en barran-
cos, de vuelo con el helicóptero…
Distintos según la situación”. En
estos protocolos sirven para de-
terminar acciones y tareas de cada
uno de los miembros que actúan
en un rescate. Uno de los pasos
fundamentales en este movimien-
to es el contacto con la persona:
“Tenemos que tener en cuenta que
la persona puede estar muy tensa
y hay que buscar la mejor mane-
ra de llegar a él para que siga tus
instrucciones”. Eso sí, aclara que
hay que entrar en confianza pero
sin generar un vínculo personal.
Es muy exigente con su trabajo y
pone mucha atención a todos y
cada uno de los pasos del resca-
te. Concretamente, centra el foco
en la comunicación con el grupo
de socorro, ya que a veces el 112
no comunica a tiempo: “Es muy
importante que se pre-alerte al
grupo de socorro en el momento
en el que se produce la llamada de
aviso a emergencias. Hemos teni-
do nuestra diferencias, porque en
ocasiones el 112 ha decidido comu-
nicarlo ‘un poquito más tarde’ y
para nosotros puede ser mucha la
diferencia”. Ese flujo de informa-
ción también es importante a la
hora de rescatar. Explica que es el
requisito indispensable para que el
grupo no se desorganice y empiece
a improvisar. “Tiene que estar todo
dirigido. Antes de entrar en acción
damos una vuelta en helicópte-
ro y analizamos la situación. En
base a eso tomamos una decisión”.
Fue lo que hicieron en el rescate
de Artazul. Lo primero que vieron
fue una gran cascada de agua,
y “entraron en situación”, luego
empezaron a seguir el barranco
para buscar a los accidentados.
En cuanto los vieron dieron una
vuelta en el aire y analizaron
las condiciones metereológicas:
lo mejor era que los rescatistas
descendieran desde una ladera al
barranco. Por encima sobrevolaba
otro helicóptero, el sanitario. “En
Navarra, cuando hay una alerta,
flotan dos helicópteros, el de soco-
rro y el medicalizado. En Huesca,
hay un médico integrado en la ca-
bina”, explica. De lo que está más
pendiente durante el rescate es en
el traspaso de peso al helicópte-
ro, porque es el momento de más
riesgo. Estar en constante tensión
deja secuelas: “Han fallecido com-
pañeros en helicópteros, y yo me
he llevado un par de sustos. Hay
veces que me cuesta desconectar
varios días sí, por un golpe de
viento, la máquina ha estado a
punto de chocar contra la pared”.
Navarra no es la comunidad con
más rescates, porque tiene pocos
barrancos en comparación con
Aragón. Pero las intervenciones
que se han producido han sido de
bastante riesgo. Sergio hace me-
moria y concluye: “En los últimos
diez años habremos ido cinco ve-
ces a Artazul, y de esos cinco res-
cates, dos han sido mortales”. De-
“Para escalar en hielo “Para escalar en hielo “Para escalar en hielo “Para escalar en hielo
hace falta estar muy hace falta estar muy
bien preparado. La gen- bien preparado. La gen- bien preparado. La gen- bien preparado. La gen-
te que se mueve en ese te que se mueve en ese te que se mueve en ese te que se mueve en ese
mundo es porque en roca mundo es porque en roca mundo es porque en roca mundo es porque en roca
tiene muy buen nivel” tiene muy buen nivel” tiene muy buen nivel” tiene muy buen nivel”
Jaime Sola
DEPORTES EXTREMOS BARRANQUÍSMO 43
fiende que legalmente tienen que
empezar a implantarse medidas
para responsabilizar a las perso-
nas accidentadas, siempre que se
demuestre una irresponsabilidad.
En Huesca, se está empezando a
implantar un sistema de medido-
res vinculados a una página web
para conocer el grado de peligro-
sidad de un cañón. De esta forma,
la persona está informada de las
condiciones puntuales de un ba-
rranco, y es plenamente respon-
sable de su decisión. “En Francia
–apuntaba Tomás—, cuando el flu-
jo de agua sobrepasa el número
legal está prohibido pasar. Si te
metes, te puede caer una multa”.
Después de haber asistido a dece-
nas de personas, con fracturas de
pelvis, peroné, o hipotermia, Sergio
lanza un consejo: “La vida es muy
bonita. Merece la pena superarse
pero con seguridad. En la monta-
ña, somos una pulguita al lado de
las condiciones metereológicas,
por muchos cursillos que des, o
conocimientos que tengas, al final
si la naturaleza te caza, te caza”.
Zuriñe Fernández tiene 30 años y desde hace ocho practica ba-
ABRIENDO rranquismo y espeleología en el Club Otxola. Dice que disfruta las
dos actividades por igual, pero que el barranquismo es más ac-
cesible de cara al público. “A la gente le suena más por vídeos,
CAMINO
y en Decathlon está todo el material expuesto”. No es la única
chica que hace barranquismo en el club. Su presidente, Sergio
Martínez, asegura entre risas: “Cuando nos ven aparecer todos di-
cen ‘mira, ahí vienen los de Otxola, que son todo chicas’. Todos los
años, en los cursos que lanzamos, se quedan más chicas que chicos”.
Una de las cosas que más disfruta Zuriñe, además de los saltos y
rápeles, son las aperturas de vías. “Es muy emocionante. Cuando
voy quito lo justo para poder pasar y procuro dejar el barranco
como estaba”. Recuerda que una vez iba con dos amigos buscando
un barranco cuando se encontraron a un hombre que se asombró al
verla. “Me preguntó si yo también iba al barranco”. A la vuelta, se
lo volvieron a encontrar y le pidieron agua. “Cuando nos vio llenos
de barro me preguntó si yo también había bajado por las cuerdas.
Al final uno de mis amigos dijo: ‘ella era la guía, era la que ponía
las cuerdas’. Al final sigue habiendo machismo”. Pero lo fundamen-
tal para descender nuevos cañones es calcular bien el material. No
se sabe el tamaño que tiene, y está todo por descubrir. A veces
les ha pasado de llevarse un taladro que solo da para hacer ocho
agujeros, y cuando llevaban seis aún les quedaba mucha caída.
Iraceburu también suele abrir vías con otros técnicos. “A quien le
gusta esta actividad siempre busca dar mejor información. Siempre
le queda ilusión de descubrir esos rinconcillos por el pirineo navarro”.
hace falta estar muy hace falta estar muy
Jaime Sola Jaime Sola Jaime Sola
44

Suele asociarse la espeleología con imágenes de paredes que

se estrechan y la claustrofobia. Es cierto que todas las cuevas
contienen en algunos de sus tramos zonas en las que el espa-
cio se acorta, pero uno de los elementos más llamativos en la
práctica de este deporte es el silencio y la oscuridad. Dos ele-
mentos que al conjugarse multiplican la sensación de soledad,
individualidad y riesgo, porque el deportista debe enfrentarse
cuerpo a cuerpo con elementos de la naturaleza que sólo él,
con técnica y mucha paciencia, debe llevar a cabo.

EL
SILENCIO
EN LA ESPELEOLOGÍA
 DEPORTES EXTREMOS ESPEOLOGÍA 45

Ignacio Sangrador Beatriz Jiménez José Manuel Navarro Blanca Basanta

21 años 22 años 21 años 20 años

“Somos muy pequeños en
el mundo. A veces que nos
creemos el centro del uni-
verso con cualquiera de
nuestros problemas. Esa
cueva llevaba ahí quieta,
con su oscuridad y silencio,
muchísimo tiempo. En la
profundidad de la oscuridad
puedes meditar y pensar
en tus cosas sin estímulos
externos de ningún tipo”.
“Después de entrar en la
cueva entiendo lo que es el
vientre de la tierra. Una ca-
tedral de Gaudí emergiendo
de una gruta. Las cuevas
no se pueden admirar a no
ser que haya luz. Una cueva
en realidad no está pensa-
da para que el ojo humano
la vea, es oscura. Es como
si un artista dejase su me-
jor cuadro en el desván”.
“Desde pequeño he teni-
do la ilusión de descubrir
cómo es vivir en la oscuri-
dad. Prefería tener la luz
apagada para enfrentarme
a ese miedo. Cuando sal-
go al monte pienso ‘¿Qué
habrá debajo de mis pies?’.
Debajo no hay un montón
de tierra compacta, si no un
poquito de tierra y ensegui-
da unas cuevas gigantes”.
“Después de esta experien-
cia si camino sola y miro al
suelo imagino que tengo
cuevas debajo de mis pies.
Agujeros en los que el tiem-
po no existe. He aprendido
que el mundo no es sólo lo
que vemos. Igual que en la
vida, hay mucho escondidos
de lo que no somos cons-
cientes. Al salir el mun-
do se me hizo inmenso”.

7:00 EL DESPERTAR
Blanca: Me vestí envuelta por el
frío de la mañana y la oscuridad
de las calles. Era sábado y fuera
sólo podía intuir puntos de luz, de
farolas que aún alumbraban y de
ventanas en las que se iban a ir a
dormir. Al pensar en cuevas me vi-
nieron a la mente las noticias más
recientes de los últimos meses: los
12 niños atrapados durante dos
semanas en la cueva Tham Luang
de Taite, en Tailandia. ¿Cómo tiene
que ser vivir en el silencio, vivir en
la oscuridad? ¿Cómo deben ver los
ojos cuando no hay luz? ¿Miedo?
Todavía no sentía el miedo porque
era muy pronto, porque era esa
expectación, o el descubrimiento
de lo desconocido, lo que nos iba
a llevar hasta la cueva de Akuan-
di, en la Sierra de Urbasa. Volvían
a mi mente los niños de Tailandia:
necesitaba pensar en alguien con
quien pudiera sentirme identifica-
da. Necesitaba hacer ese ejercicio
hizo vibrar de la emoción, lo apa-
gué rápidamente y de un salto me
levanté de la cama. No todos los
días me adentraba en las profun-
didades oscuras de unas cuevas
para ver el espectáculo de la na-
turaleza en su máximo esplendor.
Un contundente desayuno y un
café. La rutina, lo de siempre, no
quería salirme de ella en las pe-
queñas cosas. Saber que vas a
vivir una experiencia que nunca
antes has disfrutado te hace ver
el día de otra manera, como cuan-
do te ponen por primera vez una
canción y sabes desde el principio
que la melodía va a tardar mu-
cho tiempo en salir de tu cabeza.
El sol aún no había salido del todo
cuando me fui de casa cargando
el equipo de cámaras. Al salir del
portal quise disfrutar del silencio.
Me hice la pregunta de si el silencio
que estaba “escuchando”, en el ba-
rrio de Iturrama, iba a ser el mismo
que me iba a encontrar en la cueva
de Akuandi. Pude ver algún alma
solitaria volviendo de fiesta con la
mirada distraída, el sonido de un
ménez y José Manuel Navarro. Nos
envolvía una emoción infantil,
como la del que va a una fiesta por
primera vez. O el que se enfrenta
al primer trago de cerveza de su
vida, con una chulería que tras-
ciende la mirada y la seguridad
del que sabe que va a salir invic-
to. Reina la música en el coche, con
nuestras palabras en inglés mal
pronunciadas. Un par de cigarros
apresurados. Matábamos el nervio
que no queríamos mostrar. Fumar
en los viajes te ayuda a entender
que dejar las manos quietas es
más laborioso de lo que se piensa,
y como resultado solo las puedes
tener ocupadas en cigarros o to-
queteando a cada minuto el botón
para subir y bajar las ventanas.
De fondo nos perseguía el paisaje
navarro. Cuando es otoño en la Co-
munidad Foral y las montañas se
visten de naranja, marrón y amari-
llo. Para los que no conocemos otra
cosa que el paisaje de costa, posar
los ojos en las montañas significa
protagonizar un relato de Thoreau.
Adentrarse en la naturaleza salvaje.

mental para ponerme en la piel de
otro. “¿Qué harías si te quedaras
atrapada?”,le pregunto a la taza.
“¿Alguien nos echaría de menos?”,
pienso con la cuchara dentro de la
boca. “¿A quién llamaría primero al
salir?”, me interrogé mientras metía
en el lavavajillas los platos y tazas
9:00
coche que probablemente estaría
recorriendo por primera vez la ca-
lle, el sonido del roce de los cables
de una farola rota... Por primera
vez en mucho tiempo entendí la
importancia del silencio para po- EN LA CARRETERA
der pensar realmente en las cosas
que valen la pena. Y la alegría.

sucias. En el fondo de mi conciencia
podía oír una voz que decía algo
La última comprobación del total de cuevas en Navarra data de 1992 así: “¿Quién te ha mandado hacer
(Catálogo Espeleológico). Ahora mismo se estima que haya 3.000 esto?” No era mi voz, lo sabía. Ví la
cuevas, todas abiertas al público, excepto 5. Es el Departamento de imagen de mi madre con los dedos
Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local de Nava- de las manos sujetándose la fren-
te y que me interrogaba: “¿Quién
rra quien se encarga de conservar las cuevas que están en reservas
te ha mandado hacer esto?”.
naturales. Estas sí están más limitadas al público. Cualquiera puede
entrar en las cuevas que están abiertas, excepto las que han cerrado. Ignacio: El simple sonido del des-
Lo que es ilegal es el guía que te cobra y no tenga el título. pertador a las 7 de la mañana me
8:00
EL DESPERTAR
Habíamos quedado en el aparca-
miento de Azpilagaña con otros
dos compañeros que se quisieron
sumar a la expedición, Beatriz Ji-
Por carreteras curvas y de asfal-
to gastado, bajo un cielo gris que
amenazaba lluvia, crecía la ex-
pectación. Si alguna vez me pi-
diesen materializar la melancolía
en algo concreto me vendrían a
la cabeza los pueblos de Alsasua,
Larraona o Lakuntza, de casas
pegadas calentando el invierno.
El calor y la seguridad del co-
che. Pequeñas manchas blancas
46

de las primeras nevadas del año. dado. No le gusta que la gente leza. Nosotros somos una parte de Miramos a ambos lados del ca-

Una idea que persigue: “¿Cómo será
volver a la luz? ¿Cómo será volver
a la superficie después de horas
bajo tierra?”. Mientras, reverbera-
ba en los altavoces del coche “El
Pozo” del grupo navarro IZAL, “he
despertado / en el fondo de este
pozo sin saber quién soy / cómo he
llegado / lleno de barro / con al-
gunos huesos rotos y la piel color /
papel quemado”. Risas sordas. Son-
risas compartidas con la mirada a
través de los retrovisores. La sen-
9:45
CONOCER ES EL PRIMER PASO
Mugitu -la empresa con la que
vamos- tiene apenas siete años.
Nuestro guía la formó con cin-
co amigos de su cuadrilla. Todos
amantes de la naturaleza. Ha-
blaba de Mugitu como un pro-
yecto o sueño. Una manera de
contamine o saqueé de ningún
modo el campo. Le debe todo a
la naturaleza. Se puede notar
por la manera en la que habla-
ba de esta, su espacio vital, y su
forma de ser feliz en ella. Cuenta
sin pudor que los hombres somos
idiotas. Utilizamos mucho más de
lo que necesitamos. Cuenta sin
vergüenza que en el campo aho-
rras mucho: todos los productos
dermatológicos, cosméticos, higié-
nicos… dejan de tener importancia.
ella y como animales tenemos que
guiarnos por los signos que nos
ofrece, por el instinto que tene-
mos”. No vocifera en esta defensa
de la vida animal y del ecosiste-
ma. Dirigía la vista al suelo mien-
tras camina y, de vez en cuando,
giraba la cabeza para cerciorarse
que escuchábamos una declara-
ción que para él era importante:
“Yo vivo de una manera muy aus-
tera”. Y es cierto. Tiene un sueldo
de 600 euros mensuales, con los
que se paga el alquiler del piso y
mino, esperando encontrar una
gruta, o una pared de tierra en la
que se abriese un agujero. Pero a
ambos lados el espacio está des-
pejado de cualquier elemento. Ni
árboles, ni elevaciones, ni rocas.
“La cueva está allí delan-
te”, señala Iñaki. Apresura-
mos el paso al mismo ritmo al
que se nos acelera el corazón.
Iñaki ató a la rama de un árbol
dos cuerdas mientras nos enseña-
ba la técnica del rápel y nos avisó
de las normas dentro de la cueva:

sación de peligro se mitiga cuando
vas con más personas. La imagina-
ción nos llevó al abismo. La carre-
tera nos condujo a la experiencia.
10:00
vida que le permite llegar a los las comidas: “No me doy grandes “Tocad lo mínimo posible, salvo
lugares más perdidos del mun- manjares, me limito en los exce- que os diga lo contrario. Tenéis
do, adentrarse en la naturaleza sos”. No es tampoco una persona que pensar que el aliento, el oxí-
y vivir a su servicio. No le gusta que viva oprimida, bajo las nor- geno y el tacto del hombre es lo

9:40
EL DESPERTAR
Navarros recogiendo setas a lo lar-
go de la carretera, pequeños gru-
pos dispersos inmiscuidos en el
bosque… ¡En esta temporada reco-
ger setas debería ser declarado de-
porte foral! Llegamos al pueblo de
Larraona, donde habíamos queda-
do con Iñaki Arbizu, nuestro guía.
Sergio Martínez, presidente de la
Federación Navarra de Espeleolo-
gía desde el 2016, explicó que en
Navarra hay menos de 100 espe-
leólogos, con solo 30 de ellos en ac-
tivo. Además, para ser espeleólogo
solo se requiere pasar un curso de
iniciación, posteriormente otro de
perfeccionamiento y pagar la cuota
del club con el que se haga el curso.
Una casa solitaria. Dos furgonetas
viejas, desgastadas por el tiempo.
Junto a ellas, una enorme barbacoa
sucia y desteñida por el carbón,
como todo lo que no es de la na-
turaleza y se somete a su dureza.
En la barandilla de la terraza que
tiene la cabaña estaba apoyado
Iñaki Arbizu nuestro espeleólogo.
Lo primero que llamó nuestra
atención fue su mirada. Unos ojos
apáticos, probablemente por lle-
gar diez minutos tarde, como si
estuviera dictando en su mente la
cantidad de prejuicios que nos de-
finían: jóvenes descuidados, con
ganas de romperse la cabeza, de-
jarse los dientes y volver con sus
amigos para contarles hazañas
de grandeza. Iñaki destaca por su
corta estatura. Tiene una barba
castaña descuidada, de un tono
más claro que el pelo. Unas en-
tradas muy marcadas empiezan a
marcarle los primeros espacios de
calva. Lleva dos pendientes de aro
en cada oreja. Su tono navarro,
que forzaba los acentos de las pa-
labras, más bien cerrado y de pala-
bras que terminan en “u”, le delata
como autóctono. Cuando sonríe se
le marcan unos hoyuelos en la co-
misura de las mejillas, a la altura
de sus labios. Su vestimenta es
austera: unas botas, un chaleco y
un abrigo para protegerse del frío.
Cogemos el equipo y me meto
con vosotros en el coche para lle-
gar hasta la boca de la cueva.
No hay discusión. El jefe man-
da y nos ponemos a sus servicio.
¿Sabes por qué estamos aquí Iñaki?
No - tampoco espera ser sorprendido.
Queremos hacer este deporte
para poder documentar un re-
portaje sobre la espeleología.
Y con esa sonrisa con la que se
presenta la gente ante quien
que le concede sus oídos para es-
cucharle, comienza a abrirse.
definirla como empresa, ya que mas que él mismo se ha impuesto que más deteriora la cueva”. Una
no quiere dañar la idea de este
EN LA BOCA DEL LOBO y sin permitirse una mínima flexi- orgía de sentimientos nos recorrió
trabajo con una posible asocia- Aparcamos el coche en un descam- bilidad. “Solo vivo sin todos esos la mente en ese momento. El frío
ción con lo capitalista, el ánimo pado. Armados con el casco y el lujos que ahora vemos imprescin- por la lluvia que nos estaba mo-
de lucro o el beneficio económico. arnés la lluvia empezó a caer con dibles. Yo no tengo que darme un jando, la emoción por entrar en la
fuerza. Caminos embarrados y lle- baño de burbujas con jabones de cueva, la adrenalina por empezar
Nos repartió a cada uno un casco, nos de hojas. Árboles desnudos y olor a flores para vivir bien. In- a poner en práctica todo lo que
un frontal (una pequeña linterna un Iñaki que relataba su visión del cluso pienso que no hace falta du- Iñaki nos había explicado, la se-
para colocar alrededor del casco), mundo : “A mi me fastidia mucho charse todos los días. Lo único que guridad de contar con un profesio-
mosquetones y arneses. Cada pro- cuando la gente no respeta la na- importa es la conexión de alma y nal que iba a velar por nosotros.
fesión requiere para su servicio de turaleza. Si hago esto, si esto me cuerpo con lo salvaje y agreste”. Seguíamos sin ver la entrada. Las
una serie de “armas” que la dife- gusta, es porque aquí, en la natu- Bueno Iñaki, una cosa es ser mo- hojas de los árboles, que nos cu-
rencian de las demás. Utensilios raleza, no necesito nada más. Vivi- desto y otra falta de higiene. brían del cielo con sus ramas, esta-
que ayudan a enfrentarnos a la mos en una sociedad que es exce- ¿Pero por qué? Cuando estuve en ban desperdigadas. Una alfombra
realidad de la mejor forma posible. sivamente consumista. Abusamos Nepal abriendo vías en las monta- verde y castaña hacía imposible
de la naturaleza y solo queremos ñas no me duchaba todos los días. comprender el espesor del suelo.
El coche nos llevaba por cami- tener y tener”. Poco a poco va in- Porque en la monta- Nos metimos en un foso rodeado
nos de piedra y cantos rodados sinuando cómo entiende él su pa- ña tampoco hay ducha. por rocas, hojas y musgo. Como
mientras Iñaki nos alecciona: “En pel en la sociedad: “Yo no creo que Yo pude pasar así va- si llevase ahí miles de años, como
Navarra tenemos hasta 272 cue- la naturaleza esté al servicio del rios días y mira, sigo vivo. realmente llevaba, impasible y
vas catalogadas. Esta zona en la hombre. ¡Al revés! Es el hombre El camino se estrechaba y subía menuda, oscura y escondida, pe-
que nos encontramos es de piedra quien tiene que servir a la natura- en pendiente de manera ligera. queña y humilde: la boca del lobo.
caliza, que es el material del que
están formadas las cuevas. ¿Sa-
béis lo que significa?” Silencio.
Con esa emoción de quien se sabe
escuchado continúa: “La roca ca-
liza se forma por la acumulación
de sedimentos y por los restos
de animales muertos. De cierta
manera estos materiales se van
acumulando, descomponiendo y
compactando hasta llegar al pun-
to de convertirse en un mineral.”
- ¿Iñaki, estudiaste Geografía o
Biología?
- No, yo no.
- ¿Y cómo sabes todo esto?
- Me gusta.
Se cruzaron caballos en nuestro
camino. “Es el burguete navarro,
y si veis alguna oveja de cabe-
za negra, sabed que son propias
de esta zona de Urbasa”, añade.
La naturaleza se abría a nuestro
paso, un universo que nunca an-
tes habíamos observado con ojos
de expertos. En su tono suave y
continuado Iñaki guía nuestro
descubrimiento, nuestra sorpresa,
y es capaz de pasar de los caba-
llos a la vida: “Aquellos terrenos
que veis cercados con piedras son
antiguos patatales. Aquí fue muy
dura la vida y había que buscar el
pan hasta debajo de las piedras.
Ahora ya no se usan, tampoco hay
quien quiera hacerlo”. Lo dice con
una lentitud dramática, llamando
la atención del éxodo rural por
parte de las generaciones más jó-
venes. Llama la atención que él,
de solo 30 años y que lleva de-
dicándose a la vida en la monta-
ña desde que tiene uso de razón,
hable con esa pena que es más
propia de los aldeanos de 60 años
cuando se refieren a la despobla-
ción de los pueblos en España.
En esta zona hay numerosas fa-
milias de hongos y perrechicos.
Muchas mafias de rumanos que
vienen a recogerlos de forma ile-
gal para después vender el kilo
hasta por 50 euros. Casi enfa-

10:17
DENTRO DE LA CUEVA
La entrada a la cueva era un agu-
jero de no más de metro y medio
de alto, que aparecía entre dos
rocas de gran tamaño. Parecía la
entrada a una casa de hobbits. La
apertura descendía directamente
desde el suelo hasta una profun-
da oscuridad. Difícil caminar sin
ir a tientas. Había que apoyar el
culo en el suelo para meterse, no-
tar cómo las piedras rasgaban los
pantalones y colocar las manos
donde bien se pudiese para no
acelerarse en el descenso porque
el suelo resbala. El aire dentro
era cálido. La piedra conserva-
ba el calor. Bajando la cuesta se
veía un pequeño foco de luz que,
a medida que nos íbamos aden-
trando se apagaba a nuestras
espaldas. Sin casi percatarnos
pasamos de verlo todo claro a ver
pequeños puntos de luz sobre las
cabezas de nuestros compañeros
que iban unos metros por delan-
te. Éramos linternas andantes.
Los techos se elevaban, como en
una iglesia gótica, que ascienden
hasta el cielo buscando la gloria.
Con la luz del frontal no se alcan-
zaba ver donde acababa la cueva.
Era monstruosa. Grande, oscura,
silenciosa. Del suelo, techo y pa-
redes sobresalían grandes rocas
con sus estalactitas y estalagmi-
tas. Oscuras, frías, imponentes:
parecía que nos estaban espe-
rando. Iñaki nos explicó que las
estalagmitas salen del suelo de
forma ascendente y constante.
“Por aquí antes, mucho antes,
pasaba un río, y todo lo que hay
ahora es el rastro que queda de
ese río”. Elevó la mano al aire para
señalar el techo: “Caminaremos
entre mucha roca grande. Son tro-
zos de piedra que se desprenden
del techo y quedan postrados en
el suelo”. Elevamos la mirada ha-
cia arriba, aprendiendo a dirigir la
luz de nuestras linternas al lugar
exacto que queríamos observar, y
un escalofrío recorrió nuestra es-
palda, pensando en la posibilidad
de morir aplastados por un des-
prendimiento de roca. “Tranquilos,
esto es seguro y no va a caernos
nada encima”, nos tranquiliza,
consciente del pensamiento que
acaba de venir a nuestras cabezas.
Cinco pasos lentos, al borde de
un precipicio subterráneo y una
roca ennegrecida es iluminada
por una linterna. “¡Joder! Son
huesos”, grito. En los momentos
de pánico contenido es imposi-
ble expresarse cumpliendo las
normas del protocolo y bienestar
del lenguaje. Iñaki no le presta
la atención, por eso incidimos:
¿Pero son huesos de personas?
Puede ser. Sí, esto es muy normal.
Hay gente que entra a hacer cosas
extrañas en estas cuevas - nos ex-
plicó que una vez se encontró alre-
dedor de veinte personas haciendo
espiritismo. - Yo respeto todo, pero
que no lo hagan en las cuevas, solo
les pido eso, porque no es lugar
para hacer estas cosas, esto se de-
teriora. Si fuera por mí, yo no deja-
ba que nadie viniese a las cuevas.
Le molestaba que esos huesos
no eran de la cueva, un ejemplo,
según indicó, de cómo se altera
el orden al meter objetos del ex-
terior en el interior de la cueva.
Parecíamos hormigas siguiendo
el pequeño patrón de estar una
delante de otra, en fila india, mo-
viéndonos sin saber por dónde nos
llevaba Iñaki. Llovía fuera y el te-
cho goteaba. Parecía irónico estar
cubiertos por una oscuridad que
abrazaba, por un techo que soste-
nía el peso del mundo y que so-
bre nuestros hombros cayesen sin
descanso gotas de agua, filtrada
por el suelo de la superficie, que
recorrían sin descanso por las es-
talactitas. Se oían las caídas de las
gotas, cómo se estrellaban contra
el suelo y el hilo de humedad que
dejaban a su paso por el aire. Los
frontales iluminaban hacia el infi-
nito, tan alargado el fondo que no
llegaba a posarse la luz sobre nin-
guna de las paredes. El ojo humano
no es capaz de percibir la inmensi-
dad de espacio y roca que le rodea
al rodearse de poca luminosidad.
Nos adentramos pegados a la
pared y nos arrastramos por un
suelo resbaladizo, que más que
estar mojado por el agua que le
caía encima, parecía que él mismo
emanaba agua. Avanzando por la
izquierda de la sala en la que nos
habíamos introducido llegamos
hasta la roca en la que empezaba
el rápel. A dos metros de donde
estábamos, en el lado izquier-
do, había un barranco de varios
metros de profundidad. Iñaki se
colocó en una posición peligro-
sa, casi colgante, y se mantuvo
suspendido en el aire, sostenido
solo por las cuerdas y apoyan-
do la punta de las botas sobre la
roca que colgaba. Se nos vino a
la mente el pensamiento de que
probablemente Iñaki tenía uno
de los mejores trabajos del mun-
do. ¿Quién podía meterse todas
las veces que quisiera a observar
la grandeza y la belleza de las
cuevas? ¿Quién no desearía ence-
rrarse del mundo, allí donde na-
die pudiera encontrarle? Lleva 17
años haciendo expediciones y no
estaba cansado. Se emocionaba
cada vez que su emoción era com-
partida, y aumentaba su alegría
cuando quienes le acompañaban
se maravillaban como él la pri-
mera vez. Miraba nuestras caras,
reconociendo en ellas la experien-
cia que una vez fue única para él.
10:20 10:40
RÁPEL EN LA OSCURIDAD
Blanca: La primera en rapelar fue
Bea. A penas le costó llegar al
suelo. Le seguí yo, atada con unas
cuerdas que se deslizan entre los
mosquetones de mi arnés y las
anillas sujetas a la piedra. Bajé con
cierta torpeza. Me balanceé en el
aire, sosteniendo con una mano el
cabo con el que tenía que descen-
der y con la otra una cuerda que
me ataba de la cintura. Solo siete
metros de bajada, pero la irregu-
laridad de la pared y la oscuridad
del foso hacia el que me dirigía
multiplicaba la distancia. Incons-
ciente del espacio. No hay límites
que me frenen, porque no puedo
ver lo que me rodea. Pienso que, si
en ese momento abriese las manos
y dejase las cuerdas, sería capaz
de volar o de estamparme contra
el suelo. La tentación por sentir-
me libre me sugería soltarme, la
cordura por no acabar muerta
me llevó a fiarme de las cuerdas.
Como en la vida, en los momen-
tos de dolor surge la disyun-
tiva entre arrasar o confiar en
quien te acompaña en el caminar.
Iñaki: Llegó mi turno. Iñaki me re-
cordó: la mano izquierda se queda
en el mosquetón, donde pasará
la cuerda amarilla, prohibida to-
car. Si la tocase, me estaría expo-
niendo a que los dedos se que-
daran pillados con el descensor.
Es una sensación rara. Estás de-
jando caer todo tu cuerpo sobre
ti mismo. Sabes que si falla, te
vas al suelo desde una altura de
DEPORTES EXTREMOS ESPEOLOGÍA 47
“uiaera plitas-
sita consecatur
as ut arundusam
quiatur? Qui int
et quide solup-
tatinus modigen
dendam qui con
essi remperf er-
chillam esedit”
“Ita illabor ers-
piscillis cus vo-
lorrum illab is et
raturio rernati
ostem. Ut mi,
volut plicae vo-
lumquam, volo-
siete metros. Pero confías. No te
queda otra. Con pequeños pasi-
tos, inseguros, muy medidos, muy rem rem non eost
marcados… empiezas a descender.
Empecé hacer más largos los pa- que pa nonsequ
sos descendientes. Aguanté un
par de segundos más la distancia istium natius do”
entre la separación de la cuerda
de mi mano con la cadera. Dejé
caer todo el peso sobre el arnés,
dejando de hacer fuerzas en las “Et remporu pta-
piernas. La percepción de estar
cayendo, durante no más de 3 tem consed mo
segundos, mientras que mar-
cas profundamente los pasos en qui venia que
la pared completamente verti-
cal, es una sensación de júbilo y nus samus ducia
satisfacción, difícil de explicar.
sum ipsandam
aliquodi blab
id et, occum est
EN LA OSCURIDAD
resedig nimilit
Avanzamos sorprendidos a cada
paso por las estelas de estalactitas atiuntum re do-
que caían del techo. Algunas rec-
tas, fieles a la ley de la gravedad; lent fugitaquam”
otras más retorcidas, como la ove-
ja negra de la familia; solo unas
pocas, las más bellas de observar,
unen sus partes, como todos aque-
“voloremquia
llas personas que lucen magnáni-
mas después de luchar y vencer
non eossequ ia-
juntos contra el mal, y forman lo
que se conoce como “banderas”.
tusdae disint et
Caen como cortinas sobre nuestras
cabezas y, amenazantes, vigilan
volest aut rate
sin descanso nuestro recorrido. La
superioridad de estas creaciones
explaut facepel
de la naturaleza es más que física.
“Cada centímetro de estalactita
iquatur, vendebis
tarda cien años en formarse”. Por
la unión de estas gotas de agua
doluptatem un-
(precipitación química) y con la
conjugación de los minerales, van
tiis dipientis mo-
ganando masa hasta que se unen
con las estalactitas. Las estalac-
dion rempore”
titas tienen la misma forma y
composición, aunque son un poco
más pequeñas, pero su diferencia
con las estalagmitas es que estas
empiezan desde el techo. Una vez
que las dos se unen, lo único que
ocurre es que empiezan a ganar
mucha más masa. Comprendíamos
la monstruosidad de la naturale-
za. Imponente, bella, peligrosa,
impredecible. Estando quietos, ob-
servando todo, no corríamos nin-
gún peligro, pero un simple paso
en falso, una pisada mal realizada,
dos segundos de no fijarnos bien,
podría llevar a torcernos un tobillo
48
o caerse de bruces contra el suelo.
Iñaki señaló un conjunto de es-
talactitas, algunas de poca lon-
gitud. “Podéis ver cómo al final
de cada una de ellas cuelga una
gotita, gracias a esa gota se van
acumulando muy lentamente
los minerales y se va alargan-
do”. Bea aproximó la mano hacia
una de las estalactitas y antes de
que pudiera llegar a tocarla Iña-
ki le avisó: “¡No! Ni se te ocurra.
Cada vez que tocas una de las
gotas, una estalactita muere. Así
estarías frenando su crecimientos
e impidiendo que los materiales
se fuesen a colocar en la punta”.
Avanzamos por un suelo más
embarrado. “Es arcilla eso que
parece barro. De la más pura
que hayáis visto”, explica Iñaki.
Y entiendo que la arcilla tam-
poco la podemos tocar o coger.
Sí. Con eso no pasa nada. Hace
unas semanas vine con una chi-
ca que se llevó un par de bolsas
llenas para usar como cosmético.
¿Pero eso no sería alterar el
estado de la cueva, Iñaki?
En este caso el impacto es
menor, la cantidad de arci-
lla que hay es incalculable.
Del suelo crecían estalagmitas,
como edificios que se elevaban,
como árboles sin ramas que pun-
tiagudas ascendían hacia la os-
curidad de la cueva. Avanzamos
hacia una sala más amplia en la
que encontramos pedazos de roca
muy grandes. “A esta parte le lla-
mamos el ‘caos de los bloques’,
porque las piedras están caídas
del techo sin ton ni son”, Iñaki ríe
con la confianza de quien ya está
entre amigos. Pronuncia su co-
nocimiento, orgulloso de formar
parte de aquellos que tienen el
suficiente conocimiento del lugar
en el que están y se pueden per-
mitir el lujo de bautizar los do-
minios de la naturaleza. Nos va
señalando el techo, del que cuel-
gan más estalactitas. La distancia
que nos separa es de 15 metros.
11:00 11:15
UNA PROPUESTA
Las más pequeñas de las estalacti-
tas, finas, huecas y transparentes,
Iñaki las bautiza como “macarro-
nes”. Algunas de ellas se han caí-
do, otras han sido arrancadas. En
la cara de Iñaki, alumbrada por
nuestras luces, se muestra la des-
esperación: “Es que la gente no en-
tiende que esto no se puede arran-
car”. Hay personas que al moverse
por la cueva y asombrarse, en un
afán coleccionista, arranca las es-
talactitas y se las lleva a casa. “Se
están cargando años de historia,
años de trabajo y evolución. Es di-
fícil luchar contra este desgaste”.
En el suelo se forman pequeños y
diminutos lagos de agua crista-
lina, llamados “gurs”, que son el
nacimiento de futuras estalagmi-
tas. En las paredes de estos pe-
queños lagos se van depositando
sedimentos hasta que las orillas
se unen y empiezan a crecer hacia
arriba, todo debido a la función de
una gota constante y persistente
que cae sin descanso y tranquila
en el mismo lugar durante años.
El agua es cristalina, casi azul. “Al
final de la cueva hay una sala,
que es la más antigua de todas.
En ella hay una estalactita que
gotea un hilo de agua muy flui-
do”. Frena el paso y nos pregunta
cuánto tiempo llevamos viviendo
en Navarra y si bebemos el agua
del grifo. Testificamos como los
acusados en el banquillo y satis-
fecho con la respuesta nos sugie-
re:“¿Queréis beber de este agua?”.
EN EL SPA
Por momentos el silencio y la oscu-
ridad se nos olvidan. Empezamos
a formar parte del ambiente, parte
de las rocas. Incluso dejan de sor-
prender los grupos de estalactitas
que crecen a nuestro alrededor.
Aumenta el tono de nuestra voz.
Si ahora el mundo gritase al uní-
sono, seríamos ajenos al sonido. El
suelo es suave, no hay rocas obs-
taculizando el paso. Mullido. Un
lago que está seco. Nuestro guía
nos cuenta que este es el primer
lago: “La primavera pasada vine
con unos amigos y estaba lleno. Es
el único de esta cueva que se seca
y se vuelve a llenar, depende de
las estaciones, lo que haya llovido
o nevado”. Como una pista de bai-
le que se extiende. Apuntamos con
los frontales a las paredes, nos
acercamos a lo límites en los que
se unen pared y suelo. Por primera
vez no es una ilusión el espacio.
Objetivamente, podemos medir,
recorrer y trasladarnos sin mie-
do a pisar, tocar o romper nada.
Caminamos sobre capas y capas
de arcilla. Iñaki la toma del sue-
lo, se la restriega entre las manos
y la cara. Como hijos que imitan
a su padre copiamos sus gestos.
Queremos fundirnos en la cueva.
Formar parte de ella. Notar la
humedad, el agua, el tacto com-
pacto, suave y de grumos de la
arcilla en nuestras manos y rostro.
11:30
AGUA VIRGEN
Aminoramos la zancada. Esta-
mos cerca del final. Después de
esto solo toca volver, recorrer
lo caminado, arrastrarse entre
paredes estrechas, sudar al su-
perar bloques de piedra, ama-
rrarse a una cuerda lateral y
dejar atrás un mundo nuevo.
Antes de retroceder llegamos a la
sala final por una vía estrecha y
que se cierra. Frenamos. Nos que-
damos admirados ante la inmen-
sidad de las aguas cristalinas del
lago de la cueva. El agua no tenía
más profundidad que un brazo. De
ella emergen pequeños islotes de
estalagmitas repartidos de una
forma desarreglada. Nos queda-
mos en silencio admirando esa be-
lleza inconmensurable. Teníamos
delante un lago pequeño dentro de
la tierra. No había plantas acuáti-
cas ni peces de ningún tipo. El agua
estaba quieta. Demasiado quieta.
En paz, en calma. Sabías que el
agua estaba ahí, gracias al reflejo
de la luz de los frontales. Tocamos
el agua, muy fría, tres grados.
Nos habíamos quedado solos,
ya que la otra parte de la expe-
dición había seguido avanzando
para probar el agua que caía de
la estalactita. Con pasos rápidos y
largos, y sobre un camino bastan-
te estrecho, nos apresuramos por
alcanzarles. Hubo un trecho por el
que tuvimos que meter el pie en el
agua, ya que si no, no habría for-
ma de pasar de una roca a otra. El
simple roce de pequeños granitos
de arena con el agua era suficien-
te para crear enormes ondas ex-
pansivas que iban agrandándose
hasta volver a la calma absoluta.
El agua cayó torpe en la boca. Se
escurría entre las comisuras de los
labios y se metía por dentro de la
ropa, mojando el cuerpo. No esta-
ba salada, no sabía dulce, no era
caliente, fría, pero no congelada.
Era pura. Agua filtrada por capas
de tierra. Gotas que nacían en el
cielo y acaban en estalagmitas.
Agua limpia que venía de un mun-
do en movimiento para llegar has-
ta una sala en calma. Caía ligera
como una fuente en vertical. En
nuestra boca, en nuestros labios
saciaba y no dejaba ningún gusto.
Que el agua es incolora, inodora e
insípida no lo aprendes en el cole-
gio, lo aprendes después de cami-
nar hacia el lugar en el que reposa
durante años en paz, y la bebes.
11:40
LOS LATIDOS DE LA TIERRA
Recorrimos lo andado y como ofre-
ciendo un regalo Iñaki nos pidió si-
lencio, sentarnos y apagar las luces.
Nada. El mundo está hecho de la
nada. Gotas y gotas que caen. Un
río corre sobre la cabeza. Un pie-
dra que se mueve. Un dedo que
roza tu mano. En la oscuridad no
hay miedo si se le concede aten-
ción al silencio. Tres minutos en
los que el cuerpo se balancea muy
sutilmente con el pulso del cora-

“uiaera plitassita zón. Ojos abiertos y rodeados de
oscuridad. Intuyes el techo, intu-
consecatur as ut yes cómo las paredes empiezan
a encerrarte. Intuyes como viene
arundusam quia- sobre ti un peso que quiere des-
cargarse. Concedes un espacio a
tur? Qui int et la calma. Ahora es el corazón lo
que escuchas. El aire entrando en
quide soluptati- los pulmones. Nadie se mueve.
Todo se acerca y todo se aleja. Mi-
nus modigen den- rar con los ojos el mundo reduce
el sonido de lo que percibimos.
dam qui con essi
- ¿Qué frontal de los que lleváis
remperf erchillam alumbraba menos?
- El mío
esedit” - Enciéndelo
Sol. El Sol había entrado en la cue-
va. Todo se veía, más que antes,
“Ita illabor erspis- mejor que nunca. En el punto más
cillis cus volorrum alejado de la cueva un solo grifo
de luz pudo alumbrar el camino
illab is et raturio que nos quedaba de vuelta a casa.
Al final, no necesitamos nada. Este
rernati ostem. Ut silencio te empequeñece y te vuel-
ve poca cosa. El mundo es dema-
mi, volut plicae siado grande, el universo queda
muy lejos. La paz es perfecta donde
volumquam, volo- no alcanza la maldad del hombre.
13:15
rem rem non eost
que pa nonsequ
istium natius do” EL CUARTEL GENERAL
Cuando sales a la superficie des-
pués de horas bajo tierra, ad-
“Et remporu pta- miras lo maravillosa que es la
luz del sol y te preguntas si en
tem consed mo todo este tiempo el mundo tam-
bién ha notado tu ausencia.
qui venia que nus Volvimos a la cabaña. Fue-
ra los calcetines mojados y
samus ducia sum las zapatillas llenas de barro.
Iñaki nos ofreció unas cerve-
ipsandam aliquodi za. Él invitaba. Cuando alguien
te enseña su vida, su lugar y su
blab id et, occum mundo y lo recoges con cuidado,
esmero y atención, la persona
est resedig nimilit es capaz de darse incluso más,
como en son de agradecimiento.
atiuntum re do- Recogía los materiales. Todo bien
ordenado en el almacén: cuerdas
lent fugitaquam” que formaban un batiburrillo de
colores, cascos y arneses. La casa
es pequeña, con colores apagados.
En el recibidor cuenta con un pe-
“voloremquia non queño stand donde recoge infor-
mación acerca de Mugitu. Fotos,
eossequ iatusdae tarjetas de visita, horarios, precios,
una barra de bar, un baño y un
disint et volest pequeño comedor donde las me-
sas y las sillas estaban plegadas.
aut rate explaut
Terminamos hablando de pasio-
facepel iquatur, nes, montañas, viajes, política,
Navarra, tolerancia. Mientras el
vendebis dolupta- humo gris de su cigarro ascendía
formando pequeñas espirales,
tem untiis dipien- perdiéndose en el techo alto del
salón, pudimos notar como su co-
tis modion rempo- razón se estaba abriendo. Sus ojos
re” se posaron fijos en los nuestros. En
esa mirada estaba la satisfacción
de una vida entera. No es lo mis-
mo hablar con alguien a oscuras,
“od ut illesedis enfocando la cara con una linter-
na, en parajes que sabes que no
moluptat dolo- te pertenecen, que entablar una
conversación con una cerveza y
rrum aut quatus un cigarro en la mano a la luz del
Sol. En la oscuridad las palabras
dolorer speribus, no temen salir. Los manifiestos
son más humanos. Las preguntas
suntior sequati más certeras. El lenguaje habla
porque no se puede percibir lo
officto venim ve- que el cuerpo manifiesta. El inter-
cambio es sincero, quizás, porque
lluptatum ratquo aunque ansiamos el silencio, en la
soledad apreciamos la necesidad
e” de alguien con quien compartir.
Fomentar la pasión por la
ciencia, la naturaleza o el ejer-
cicio del deporte es una tarea
ante la que muchos maestros
se preguntan cómo transmitir
a los niños. En el club Sakon
de Zulueta han encontrado
la manera de contagiarles
las ganas de por la aventu-
ra, la agilidad y exploración
a través de la espeleología.
En la planta baja del Ayun-
tamiento de Zulueta una pe-
queña sala, de no más de 25
metros cuadrados, guarda un
rocódromo. Desde septiembre
de este año todos los martes
y jueves, de cinco a ocho de
la tarde, se dan cita niños de
6 a 15 años. Guiados por dos
supervisores, Oscar Sicilia y
Lorena Ugal, los pequeños
aprenden el arte de la esca-
lada con el club Sakon, que
significa “hondo”. El club sur-
gió hace cinco años, cuando
un grupo de amigos fanáticos
de la espeleología y el ba-
rranquismo decidieron dar a
conocer su práctica a los más
pequeños. Uno de los que ini-
ció este proyecto fue Oscar,
quien empezó introduciéndo-
se en el ámbito culinario para
intentar conseguir alguna Es-
trella Michelín, sueño que no
cumplió porque el nacimiento
de los hijos le hizo plantearse
el futuro. Ahora trabaja como
cocinero en la Clínica Psiquiá-
trica Mennin, pero donde real-
mente se cuece la vida para
Oscar es en esa reducida sala
y debajo de la tierra. Todos
los martes y jueves acude a
este bajo para colocar entre
cuerdas y arneses a los niños,
pero sobre todo para hablarles
de ciencia y de la vida animal
que se esconde en las cuevas.
Oscar hacía barranquismo,
hasta que se aburrió: “Te can-
sas, llega un momento en el
que hacer barrancos te cansa.
O vas con otras personas a las
que les puedas enseñar los ca-
ñones, o la actividad es la mis-
ma todo el rato. Si conoces un
barranco y vuelves a él repeti-
das veces, ya no queda nada
por descubrir”. Precisamente
ese instinto de explorador fue
lo que le llevó a decantarse
por la espeleología, actividad
en la que conjuga deporte con
su su inquietud por la ciencia.
Explica que realmente Sakon
no es una escuela, porque
cada uno de los adultos que
acuden para estar con los ni-
ños solo son aficionados, con
muchos años de experiencia,
pero sin un título que les ava-
le como guías. Los tutores no
reciben ningún sueldo, sino
que desempeñan este servi-
cio por amor al deporte y con
una intención divulgativa. Os-
car no ha estudiado nada que
tenga que ver con la Ciencia,
solo tiene mucha pasión y un
ojo muy educado a la vida ani-
mal subterránea después de
años moviéndose bajo tierra.
La otra pata del club que ins-
truye a los pequeños es Lore-
na. Ella es quien se encarga de
la parte más deportiva. Quién
prepara los ejercicios para
los chicos en el rocódromo,
DEPORTES EXTREMOS
FOMENTAR LA PASIÓN
les enseña movimientos y les
ayuda a seguir ejercitándose.
LOS NIÑOS SON PROTAGONISTAS
Varias veces al mes realizan
salidas durante los fines de
semana. Han explorado simas
como la de Tximua, en la sierra
de Andía-Urbasa, cuevas como
la de Aribe, Marko o Askondo.
También se han deslizado bajo
el río Erro y entre las cavidades
que ofrece este raudal con el
objetivo de catalogar su morfo-
logía. Todo lo que hacen es por
y para los chicos: “Lo que yo es-
pero de los chavales es que se
vayan satisfechos. Los padres
nos lo agradecen y yo también
lo veo. Por otro lado, soy feliz
haciendo esto por lo conten-
tos que llegan. Vienen a mo-
verse, son 15 niños de edades
distintos y entre ellos no hay
competitividad. Solo crecen”.
También los niños participan
en algunas de estas salidas.
De todos los chicos que acuden
al club quien lleva más tiem-
po practicando espeleología es
Brais, hijo de Oscar. Con solo
tres meses de vida bajó una
cueva, sujeto en un portabe-
bés, a las espaldas de su padre.
Claro que no lo recuerda, pero
se enorgullece por esta haza-
ña que le vino dada. Todavía
no ha conseguido que ninguno
de sus compañeros del colegio
vaya, al menos, a probar el
rocódromo. Mientras ellos pe-
gan patadas al balón, con solo
12 años Brais baja entre caño-
nes, simas y se arrastra bajo
las cuevas hasta embarrarse,
que es lo que más le gusta.
Cuando salen con los niños
realizan actividades de reco-
lección de insectos, fósiles,
analizan los materiales y la
tierra. Esto que toman de las
cuevas no lo hacen solo por di-
versión, por curiosidad o para
aprender. Trabajan de manera
conjunta con dos científicos:
el biólogo Carlos Prieto (de la
Universidad Pública del País
Vasco) y con el doctorando
en Diptera Jorge Menderos. A
ellos les envían muestras o
los ejemplares que consiguen
cazar. Siempre con un sentido
respetuoso, clarifica Oscar: “No
vamos a una cueva para arra-
sar el ecosistema. Somos cons-
cientes de que si cazamos un
mosquito le estamos quitando
su comida a un murciélago.
Por ello contabilizamos la can-
tidad de bichos que cogemos”.
Oscar fascina solo con oirle,
porque habla desde el cora-
zón, porque le apasionan las
cuevas: “Estoy muy compro-
metido con esto, sí. Pero para
mí es el más maravilloso de los
hobbies”. Esa misma pasión es
la que intenta transmitirles a
los niños, y no decae, sino que
se exalta más cuando cuenta
que investigadores de la NASA
están estudiando las condicio-
nes de vida de los organismos
que viven en las cavidades
subterráneas para compararlo
con una vida sin sol en Marte.
Le brillan los ojos cada vez
que habla de las excursiones
con los niños. Sube el tono y
relata y cuenta y señaliza los
puntos clave de las aventu-
ra, las sonrisas que ponen,
ESPEOLOGÍA 49
también aquellos que muestras
más reticencia o los que ni pi-
den permiso para adentrarse.
DESEMPOLVANDO LA HISTORIA
Son los espeleólogos quienes
abren la vía a los científicos para
que puedan estudiar el interior
de las cuevas. Por lo general,
siempre llega primero un de-
portista que observa, se mueve
y visiona elementos de interés.
Este mismo es quien realiza una
posterior llamada a geólogos y
geógrafos para dejar constancia
de lo que han visto. Así le ocu-
rrió a Oscar, cuando se topó con
el descubrimiento de la primera
y única cueva con arte rupestre
y restos de cerámica datados de
la Edad del Bronce en Navarra.
Una investigación en la que cola-
boraron prestigiosos científicos
como Diego Gárate, arqueólogo
especializado en arte rupestre.
Hace tres años un grupo de espe-
leólogos avanzaba por una cue-
va en la Foz de Arbaiun cuando
encontraron una pared con una
estrecha entrada. “Siempre que
consideramos que al otro lado
puede haber una cavidad, pica-
mos ligeramente la pared para
ampliar la entrada y así poder
pasar”, cuenta Oscar mientras
gesticula como si estuviese sos-
teniendo un pico en la mano. Los
compañeros entraron en la cue-
va y observaron que había una
serie de tizas en las paredes.
Oscar no iba en esta primera
incursión, pero como apasiona-
do de todo lo que tenga que ver
con la historia y la evolución,
entró a los pocos días con una
compañera para poder obser-
var. Pasaron más de cinco horas,
alumbrados por velas, sentados
delante de lo que parecían unas
pinturas. Una mañana entera
para observar, imaginar, pen-
sar y descubrir qué sentido te-
nía aquello que estaban viendo.
“Una vez que nos fijamos en un
detalle, empezamos a ver lo que
teníamos delante: un cuerpo,
unas patas, unas pezuñas. El su-
bidón que te viene no se puede
explicar”, recuerda Oscar. Pero
ese estado de ánimo pletórico
pronto bajó. Al dar parte a los
arqueólogos navarros, no ob-
tuvieron respuesta y el desáni-
mo creció ligeramente. Pasó un
tiempo hasta que Diego Gárate
comenzó a interesarse, él contac-
tó con los arqueólogos navarros
y les avisó de la importancia que
tenía. “También hay que enten-
der que en Navarra solo hay dos
arqueólogos para toda la comu-
nidad. Reciben muchos correos
y los nuestros se perdían entre
otros tantos”, perdona Oscar.
Mientras los niños corren, su-
ben, se atan de las cuerdas y
caen sobre las colchonetas, sue-
na la radio de fondo. Vienen
unos y se van otros, ya que la
hora de entrada y salida es li-
bre. Cada cual puede estar el
tiempo que quiera. En este club
cada tarde es distinta. Ven do-
cumentales, leen sobre cuevas,
aprenden a manejar mosque-
tones y cabos, dibujan sobre lo
que les sugieren las pinturas
rupestres y, sobre todo, com-
parten una pasión que está cre-
ciendo en ellos: la espeleología.