Wilfredo Kapsoli

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YroVndífleníu

dr debates rurales
 En los últimos años, los estudios acerca de las corrientes ideo
lógicas que dominaron la escena política en las tres primeras déca
das de este siglo, y sobretodo entre 1920 y 30, nos han dado nue
vas luces para comprender uno delos principales problemas del es
pectro político y social de nuestro país: el problema indígena. El
contundente interés por el conocimiento del pensamiento socialis
ta de José Carlos Mariátegui y su polémica con el otro gran ideólo
go-político, Víctor Raúl Haya de La Torre, se constituyó en la
puerta de entrada al conocimiento de la historia social de su épo
ca Sin embargo, sólo recientemente los estudios se han despega
do del excesivo recurso a las citas del pensamiento de los actores,
sobre todo de Mariátegui. Ahora, no sólo se trata de hacer decir
al Amauta algo que los autores contemporáneos quieren afirmar,
sino de comprender el pensamiento de Mariátegui, tanto en sí mis
mo como en el contexto del que de manera brillante fue testigo
de causa. Así, en el discurso socialista que Mariátegui resume, la
imbricación entre raza y clase, y la delicada reivindicación de la
nación con el socialismo, han merecido los más polémicos aportes;
enriqueciendo el conocimiento, no sólo del pensamiento mariate-
guista, sino de una de las aristas fundamentales del todo nacional,
que hoy urgentemente tratamos de comprender.
El Centro Bartolomé de las Casas del Cusco quiere entregar
al público interesado, un aporte sustancial en la tarea de desentra
ñar el desarrollo del conocimiento de la realidad indígena. Se tra
ta de un conjunto de materiales organizados por el historiador Wil
fredo Kapsoli, y obtenidos básicamente del órgano de expresión
de la Asociación Pro Indígena, a los cuales se añaden textos de sus
miembros diseminados en otras publicaciones e incluso, testimo
nios inéditos del mayor interés. El lector encontrará entre ellos:
Carátula n Carlos Ruiz Duran - denuncias, alegatos, informaciones, testimonios, tesis ideológicas
y políticas; en resumen, un retrato de la situación indígena de las
Grabado "Varayocc" de José Sabogal dos décadas iniciales del siglo XX. Con ellos se trata de completar
un conjunto de testimonios sobre la situación indígena y agraria,
anteriores a los de 1920-30 resumidos en la revista Amauta. El es
© Centro Las Casas tudio introductorio, de Kapsoli aporta, además de valiosas notas
Cusco 1980 biográficas de los actores, sobre todo de Don Pedro Zulen, hipó
tesis acerca del "pensamiento" de laAsociación Pro Indígena, que
los lectores podrán debatir en base a los materiales que hoy, des
pués de más de cincuenta años de historia, damos a luz nuevamen
te.
 Este esfuerzo editorial quiere contribuir, a través de la difu
sión de mayores elementos contemporáneos a los hechos, a que la
comunidad intelectual y aquel público interesado en reflexionar
nuestra historia y nuestra realidad, tengan las herramientas que
nos acerquen a más sustentadas tesis sobre problemas tan actuales
como el del agro y el de los campesinos, en su mayoría indígenas.
En vista de la trascendencia y contemporaneidad que tienen los he
chos e ideas contenidos en los testimonios que publicamos, pode "La Asociación Pro-Indígena, es una
mos afirmar que no se trata de una mera erudición documental si de las obras de más e/evado aliento
no de una necesidad que sobrepasa lo académico en elconocimien que se ha emprendido en el Perú des
to del Perú. Sin duda el estudio garantizado de Wilfredo Kapsoli, pués de la campaña del inmortal Las
así lo hará comprender. Casas en defensa de la raza del Inca"
Finalmente, el lector encontrará también en estos materiales Dora Mayer, Zulen y Yo, Lima, Imprenta
y en quienes los escribieron, una presencia fundamental en la for Garcilaso, 1925, p. 46.
mación de nuestra identidad nacional, la de las provincias del sur,
básicamente Cusco, Puno y Arequipa. El sur andino hareclamado
siempre renovados esfuerzos para que se integre su aporte al con
junto de la comunidad nacional. Aunque hasta hoy, las voces que
desde el sur y por el sur se han levantado han sido de reclamo y
de protesta, en ellas están la afirmación yel aporte de su población
fundamental, que es la indígena. Desde el Cusco, esta publicación
y las del Centro "Las Casas", quieren ser un canal para aquellas vo
ces que aún hoy, esperan respuesta.

Luis MiguelGlave Testino

Centro Las Casas

Cusco, agosto 1980

 ÍNDICE

INTRODUCCIÓN
1. El Problema
AGRADECIMIENTO
2. Las Fuentes
Este ensayo no hubiera sido posible, sin el concurso de dos
personas: el Si". Juan Salazar y la Sra. Elvira Zulen. Salazar, es I LOS ACTORES
un joven librero-editor, pesquisidor de joyas documentales, él
nos hizo llegar una colección completa de la invalorable revista 1. Semblanza de Don Pedro Zulen
"El Deber Pro-Indígena". La Sra. Elvira es hermana de don Pe: 2. Otras Brevísimas Semblanzas
dro Zulen, ella nos brindó generosamente su amistad y nos per
mitió consultar el archivo de la Asociación que celosamente cui II EL PENSAMIENTO 23
da. Su generosidad ha sido tan grande que, además de compartir
1. El Problema Indígena
largas conversaciones, nos obsequió el periódico "La Autono
mía". Todo ello compromete nuestra eterna gratitud. 2. La Educación Indígena
Garantizadas las fuentes documentales, fue el entusiasmo 3. La Cuestión Agraria
de Guido Delran, el que coronó la ejecución de esta obra. Es 4. La Libertad y la Justicia
pero sin embargo, que sus grandes ojos y su aguda inteligencia
sean tolerantes con las deficiencias y limitaciones inevitables. III NOTAS FINALES 40
A ellos y al resto de mis amigos, que supieron alentarme
en las horas más negras y dolorosas de mi vida, les digo gracias
IV ANEXOS
con toda sinceridad. 43
 Introducción

1. EL PROBLEMA

L a Asociación Pro-Indígena fue una institución polémica. Condenada por el

gamonalismo y la oligarquía; defendida por el pueblo y los amigos del in
dio. Los hacendados, los curas, las autoridades y, en general, los caciques
locales, apostrofaron a sus miembros, ridiculizaron sus ideales y se ensañaron contra
"los mensajeros indígenas" que acudían a la Asociación. Por su parte, jóvenes uni
versitarios, profesionales liberales, dirigentes obreros y artesanos se identificaron
con ella, se sumaron a su causa, le dieron vida entre 1909 y 1917.
Cumplida su labor, la Asociación fue objeto de comentarios y balances. Como
es natural, los primeros en ser convocados fueron sus propios integrantes. José Án
.'-•'Vi gel Escalante, bajo el seudónimo de Juan Situcha, escribió un extenso artículo titu
lado: "La Pro-Indígena, sus delegados, las autoridades, los indios y otras cosas que
-^r^>^í se dirán". En él, Situcha, puntualizó:

"alrededor de la Asociación Pro-Indígena se apiñaron muchas buenas

voluntades en la esperanza de que al fin, y después de centurias de ti
ranía, cuya opresión idiotizó a la raza madre, asomaba la aurora de la
rehabilitación, alumbraba pleno el sol delajusticia" (1).
Más adelante, el mismo autor se preguntaba: ¿ha llenado satisfactoriamente
su objetivo? ¿ha mejorado en algo la condición del indígena?Su respuesta fue afir
mativa para la primera y negativa para la segunda: todos los puntos de su humanita
V? rio programa se han (levado a la práctica pero, la situacióndel indio, no ha mejora
do en nada (2). La intervención de la Pro-Indígena ha sido hasta contraproducente
en algunos casos. Esdecir, una queja del indio contra su opresor,

"ha exacerbado los sentimientos de éste y animó su venganza" (3).

Todo esto, porque la Institgción

"no tiene fuerza, no es eficaz, no es coercitiva; su acción es moral, es

persuasiva. Quisiera corregir los crímenes y prevenirlos porel estímulo
y su medio es la publicidad. ¡Elestímulo para corregir la sociedad! qué
hermosa ideología" (4).
 Situcha se lamentaba de que la Asociación no se haya convertido en un orga
nismo oficial, que no haya tenido personería, ni retribuido los servicios de sus dele
gados quienes quedaron:
"Niagradecidos, nipagados" (5).
Años más tarde, en 1926, Dora Mayer publicó en el primer número de Amau
ta: "Lo que ha significado la Pro-Indígena". Allí señaló que
"ha sido ", experimento de rescate de laatrasada y esclavizada raza in
dígena por medio de un cuerpo protector extraño a ella, que gratuita
mente y por vías legales ha procurado servirle comoabogado ensusre
clamos ante los poderes del Estado " (6).
Además de esta ayuda práctica y legal, la Asociación hizo un llamado a la con
ciencia nacional para sensibilizar a las clases dominantes y afianzar la confianza de
los indígenas:
"se llevó a la conciencia de las clases dirigentes, el sentido de los males
que urge combatir en el país y a laconciencia delapoblación oprimida
ese aliento que otorga el consuelo de un apoyo y una enérgica procla
mación de lajusticia de su causa" (7).
Dora Mayer reconoció, más bien, efectos postumos a la Asociación. Veía, en
el surgimiento del Comité Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo, su más genuina
reencarnación:
"ahora la misma raza ha tomado supropia defensa. Lo que era deseable
que sucediera estaba sucediendo, quelos indígenas mismos, saliendo de
la tutela de las clasesajenas, concibieran los medios de su reinvindica-
ción.
Para esto, el llamamiento estaba hecho, el terreno estaba preparado por
la infatigable labor, la incesante propaganda, la valiente brega de la Ins
titución fundada por Pedro S. Zulen " (8).
En esos mismos años, José Carlos Mariát-egui evaluaba la labor de La Pro-In
dígena:
"sirvió para aportar una serie de fundamentales testimonios al proceso
delgamonalismo, determinando y precisando sus tremendas e impunes
responsabilidades. Sirvió para promover en el Perú costeño una corrien
te pro-indígena que preludió la actitud de las generaciones posteriores
y sirvió, sobre todo para encender una esperanza en la tíniebla andina
agitando laadormecida conciencia indígena" (9).
Su misión fue cumplida cabalmente. Dio todos los frutos que pudo dar. De
mostró que el problema indígena, no puede encontrar su solución en fórmulas hu
manitarias ni filantrópicas y, mucho menos, en una posible reacción de la clase ne
cesariamente mancomunada con el gamonalismo (10).
Pero Mariátegui se contradice, en los "Siete Ensayos":
"La Pro-Indígena no llegó en su tiempo a convertirse en unmovimien
to. Su acción se redujo gradualmente a la acción generosa, abnegada,
nobilísima, personal de Pedro S. Zulen y deDora Mayer. Como experi
mento la Asociación Pro-Indígena sirvió para contrastar, para medir, la
insensibilidad moral deuna generación y de una época" (11).
Los balances y valoraciones de Escalante, Mayer y Mariátegui son iniciativas
que abordan sólo parcialmente el movimiento Pro-Indígena. No lo ubican en las
circunstancias históricas en que le tocó actuar, no mencionan la composición social
de sus miembros, generalizan sobre su acción práctica y hacen abstracción del pen
samiento que sustentó la existencia de la Asociación.
La Asociación Pro-Indígena fue un movimiento reactivo a la agresión teórica
y práctica de la oligarquía y del gamonalismo que, prejuiciado racialmente, deman
daba el exterminio de los indios; que, impulsado por una creciente voracidad eco
nómica, anexaba los bienes comunales a las haciendas; que, irrogándose derechos
feudales, se apropiaba gratuitamente la fuerza de trabajo de los indígenas. Frente a
aquella acción y, en el contexto del populismo de Guillermo Billingursth (1912-
1915); la Asociación se erigió como una voz de la conciencia nacional. Recusó la te
sis del exterminio de los indios considerándola "un suicidio de la nacionalidad pe
ruana": el indio "está encarnado en la entraña misma del organismo nacional". Puso
tjgn debate los puntos esenciales del problema, planteó alternativas y soluciones. En
rostró al gamonalismo en la prensa, las revistas, conferencias, parlamento y en las
investigaciones que sus miembros alentaron. Pedro Zulen/decía a este propósito:
"en las tesis universitarias y en las instituciones, la causa indígena cons
tantemente se discute y el movimiento de ¡deas en favor de nuestra ra
za crece día a día" (12).
El movimiento Pro-Indígena ratificó su espíritu nacional al condenar los es
tragos que el capital imperialista causaba en nuestro país. Vieron en el enganche mi
nero y agrícola no sólo los rezagos de la sociedad colonial, sino la liquidación física
del indio:
"Los indígenas ya no mueren como carne de cañón bajo las órdenes de
los caudillos o generales, sino como carne de máquinas trituradoras al
servicio denegociantes extranjeros" (13).
Es decir, el capital extranjero succiona toda nuestra riqueza "degradando al
elemento dirigente y esclavizando al aborigen". Somos, pues, una colonia que se de
bate en las marañas del sistema feudal de plutócratas y gamonales.
La Asociación Pro-Indígena fue, en esencia, un movimiento democrático y na
cional. Condenó al feudalismo y luchó por las libertades democráticas y por la justi
cia dentro de la ley y el orden burgués. Impulsaba el desarrollo capitalista en manos
de los nacionales, fustigando al dominio extranjero. En suma, impulsó un movi
miento de ¡deas que reflejan los cambios materiales de nuestra sociedad. Sus miem
bros fueron, básicamente, de extracción pequeño burguesa limeña o provinciana y,
excepcionalmente, algunos obreros y artesanos. Estos planteamientos los trataremos
de objetivar y documentar en el presente ensayo.

NOTAS
( 1) SITUCHA, Juan, "La Pro-Indígena, sus delegados, las autoridades,
los indios y otras cosas que se dirán". EN: El Comercio, Cusco, Io
de enero de 1917.
( 2) Ibid.
( 3) Ibid.
( 4) Ibid.
( 5) Ibid.
( 6) MAYER, Dora, "Lo que ha significado la Pro-Indígena'.' EN:
Amauta, Año I. No. 1, Lima, 1926. p. 20.
( 7) Ibid.
( 8) Ibid.
( 9) MARIÁTEGUI, José Carlos, "Aspectos del Problema Indígena".
EN: Peruanicenios al Perú. Lima, Empresa Editora Amauta, 1970.
p.104.
(10) Ibid.
(11) MARIÁTEGUI, José Carlos, 7 ensayos de Interpretación de la
Realidad Peruana. Lima, Empresa Editora Amauta, 1968. p. 41.
(12) ZULEN, Pedro, "Memoria úe la Secretaría General". EN: El Deber
Pro-Indígena. AÑO II. No. 26, Lima, noviembre de 1914. p. 82.
(13) MAYER, Dora, "El Estado de la Causa". EN: El Deber Pro-Indíge
na. Año I. No. 1, Lima, octubre de 1912. p. 3.
2. LAS FUENTES
Existe una asombrosa documentación para reconstruir el pensamiento y la
acción de La Pro-Indígena. Para el presente trabajo hemos utilizado básica
mente: "El Deber Pro-Indígena", órgano oficial de la Asociación. Es una
revista que tenía por finalidad "establecer un vínculo de unión intelectual entre sus
miembros y unificar la parte doctrinaria de la propaganda". El primer número, se
publicó en octubre de 1912 y, el último, en diciembre de 1917. En total, se edita
ron 51 números con una periodicidad mensual y un formato único: 15 por 23 cen
tímetros. De sobria diagramación, en papel rústico y con un promedio de 8 pági
nas por ejemplar.
Si bien las secciones no estaban expresamente separadas, podemos señalar las
siguientes: editorial, que se incluía esporádicamente; colaboraciones, allí se publi
caban artículos firmados por los integrantes de la Asociación y aparecía en todas las
entregas; informaciones, recogía noticias de la acción de los delegados y otros co
mentarios en torno al problema indígena; resumen de sesiones, daba cuenta en for
ma muy somera de las denuncias y los puntos debatidos semanalmente en las reu
niones de la Asociación; el balance anual, constituía la memoria del Secretario Ge
neral, aquí se sintetizaba el estado de los abusos contra el indio, en los casos más
dramáticos se hacía una breve reseña.
El Deber Pro-Indígena publicó, a su vez, dos boletines extraordinarios: el
No. 40 sobre "La situación en Puno" (informe de Francisco Chuquihuanca Ayulo
acerca de la sublevación de Rumi Maqui) y el No. 48-49 referido a "La Historia de
las sublevaciones indígenas en Puno" de Dora Mayer.
Entre los artículos aparecidos en la revista, hemos hecho una selección de
aquéllos que, a nuestro juicio, son los más representativos y nos permiten aproxi
marnos al pensamiento y a las ideas de La Pro-Indígena.
La segunda fuente que hemos utilizado es la correspondencia y los trabajos
inéditos de don Pedro Zulen, el Semanario "La Autonomía" que él dirigió y los
recortes periodísticos que constituían parte del Archivo de la Asociación.
En tercer lugar, hemos consultado los trabajos y las obras de algunos de los
delegados de la Asociación. Lamentamos aquí no haber tenido acceso a la tesis "El
Problema Indígena" de Modesto Málaga, sustentada en la Universidad de Arequipa
en 1915.
En cuarto lugar hemos recurrido a los materiales bibliográficos de segunda
mano que se indican a lo largo del ensayo.
Finalmente, queremos hacer notar que no hemos acotado el análisis de las
fuentes mencionadas. Han quedado prácticamente sin ser abordados temas como:
la situación campesina, el problema del federalismo y la descentralización y la ac
ción de la Pro-Indígena. En otra oportunidad, si las condiciones materiales nos lo
permiten, nos lanzaremos a esta apasionante aventura y rescataremos la labor de
"los calificados defensores de la raza indígena".
 I

Los Actores

edro Zulen, principal artífice del movimiento pro-indígena, consideraba

P que:

"en cada momento histórico de un país debe haber una generación dé

almas nuevas; una juventud que medite sobre lospeligros o bonanzas de
'* la hora presente, una juventud que saltando las vallas de añejas creen
cias, comprenda y sienta la necesidad'de saturarse de ideales nuevos,
que levante los planos deledificio de la regeneración y ejerza sincera
mentepor el sacerdocio de la causa delporvenir" (1).

La prédica de Zulen fue compartida por otros jóvenes que se nuclearon en

torno al "Centro Universitario". En él propiciaron discusiones sobre la educación y
el problema indígena que motivaron lacreación de La Pro-Indígena. La iniciativa de
los estudiantes recibió más de un comentario favorable. Luis Alayza Paz Soldán di
jo:

"El Centro Universitario ha abierto el debate congregando en su seno a

cuantos quieren participar en la obra de educar y encausar al indio en
su amor a la patria y al trabajo. Tal vez los resultados prácticos sean de
escaso valor, pero siempre quedará al Centro lasatisfacción dehaber da
do elpaso más valioso en la formación de la corriente de opinión que
debe preceder a toda reforma" (2).

Por su parte, Horacio Urteaga puntualizó:

"un grupo de espíritus generosos, de un altruismo sublimemente meri

torio han enarbolado valientemente elpendón de la guerra alos expolia
dores del indio, alos infames, alos ladrones de vidas yhaciendas"(3).
Urteaga no exageraba en su valoración. Frente al gamonalismo arrogante y
agresivo no cabía otra actitud. Había que enrostrarlo, denunciarla y documentarlo.
Precisamente los delegados de la Asociación se encargaron de ello.
 El movimiento iniciado en Lima, se extendió rápidamente por el resto del
país. Santiago Giraldo, Clorinda Matto de Turner, dictan conferencias y polemizan.
Surgen otros Centros Universitarios en el Cusco, Arequipa y Trujillo. La Asociación
Universitaria del Cusco edita "La Sierra", en la que revaloriza las riquezas de la re
gión, la historia pre-hispánica y difunde los problemas nacionales. Los principales
gestores del movimiento cusqueño fueron: José Ángel Escalante, "batallador inquie
to, de pluma ligera y combativa", Luis E. Valcarcel, Luis Felipe Aguilar, "a quien
tanto debe y quiere la juventud por el fervor y cariño con que sabe defender la cau
sa de la renovación". Aquella juventud combativa contaba con el apoyo del periódi
co "El Sol" que, a decir de José Gabriel Cosió, se constituyó en "el hogar espiritual
de la generación de 1909".
En Arequipa, otros jóvenes inquietos fundaron "El Centro de Instrucción",
descollando entre ellos: Francisco Mostajo, José Morales y Modesto Málaga.
Sobre el ánimo y la entrega con que se lanzaron los estudiantes a la defensa
indígena, Joaquín Capelo remarcó:
"Losalbores del ideal hicieron nacer El Centro Universitario y al calor
de ese despertar de la juventud, una ola de vida parece que hubiera
inundado el corazón nacional. Efluvios de luz y esperanza han bañado
elespíritu adormecido de una generación entera" (4).
Y al agradecer la confianza que depositaron en él, al nombrarlo Presidente de
la Asociación Pro-Indígena, manifestó:
"no tengo más virtudes que una fe intensa y viva en los ideales dela hu
manidad y un ardoroso sentimiento por la religión del deber. Ysi ha
béis querido que esa fe y esa religión -que son las vuestras porlo mis
mo que sois jóvenes- desplieguen su bandera y tremole ésta en mis ma
nos; permitidme expresaros mi más ardiente gratitud y estad seguros
que seré a vuestro lado compañero inseparable y pondré alservicio de
nuestros comunes ideales cuantas energías me sea dable disponer" (5).
Más adelante, Joaquín Capelo dijo: la labor de la Asociación es hermosa y
grande. Su objetivo compensa con creces todos los esfuerzos y sacrificios:
"convertir en pueblo de hombres libres, conscientes desupersonalidad
y capaces de alcanzar sus destinos, a un pueblo de siervos y deesclavos
sin porvenir y sin ventura, eshacer la más grande obra que pueda hacer
sepor lapatria ypor la humanidad" (6).
Justicia y libertad es el aire que respiran los pueblos avanzados y por ese ca
mino debemos encausarnos:
"demos al indio justicia y libertad y en él renacerá el amor a la vida y
la razón del vivir, extinguida casi por tres largos siglos deuna tiranía in
fame; démosle justicia y libertad y él solo se dará lo demás; será un
buen ciudadano en paz y en la guerra y despertarán a la vida nacional
tres millones de seres, cuya raza formó un gran imperio y que hoy viven
privados de todos los derechos y son víctimas de todas las iniquida
des" (7).
Capelo finalizó su discurso con las siguientes palabras:
"A la obra, pues, jóvenes. En el cielo del ideal, señores, hallaremos la
luz que nos guíe y la energía que nos sostenga en la lucha. El destino y
la luz del progreso harán que alumbren para la raza indígena la aurora
de una nueva vida y el calor deuna Patria nueva" (8).
La Asociación se conformó con un Comité Central en Linia, 3 delegados en
las capitales departamentales y delegaciones personales en ¡as provincias. Fue, en
suma, un organismo de raigambre nacional. Gestada en El Centro Universitario'ad-
quirió su propia autonomía.
Su Directiva estuvo integrada en 1912 por:
Joaquín Capelo Presidente
Pedro S. Zulen Secretario General
Vitaliano Berroa Tesorero
Dora Mayer Publicaciones
Emilio Segui Bibliotecario
Rómulo Cúneo Vidal Vocal
Daniel Alomía Robles Vocal
Abelardo Gamarra Vocal
Constituido el núcleo dirigente, se procedió a incorporar delegados y formar
los comités departamentales y provinciales. El criterio básico para elegir un delega-
* do era tener en cuenta su probada sensibilidad social y su aspiración por una obra
de regeneración indígena.
f Una carta dirigida a los Delegados Púnenos es representativa. Su tenor se re
pite, con ligeras variantes, para las otras elecciones:
"Lima, 10 de abril de 1910.
Sres.
Francisco Chuquihuanca Ayulo, José Antonio Encinas
Puno.—
Estimados señores:
El Comité Ejecutivo de la Asociación Pro-Indígena tenien
do en cuenta la preocupación que siempre ha mostrado Ud. por
los intereses sociales de la raza indígena, ha acordado su nom
bramiento como delegado residente en Puno.
La Asociación no sólo juzgaque no es tarde para comenzar
la obra de regeneración que como civilizados debemos a los abo
rígenes de nuestro suelo, víctimas desde la conquista de las más
crueles expoliaciones y que debe velar porque sean efectivos los
derechos que la Constitución y las leyes les otorga; sino tiene la
firme convicción de que nuestra nacionalidad habrá conseguido
establecerse sobre bases inconmovibles el día en que el indio se
incorpore a ella conscientemente.
Aprovecho la oportunidad para manifestar a ud. las seguri
dades de mi consideración más distinguida.
Fdo. Pedro Zulen" (9).
 Hubo casos en que, la nominación de representantes, se hizo recogiendo la David Dámaso Antúnez Huaraz
opinión de antiguos delegados. Por ejemplo, Manuel Calderón de Cerro de Pasco, Raúl Boza, Leopoldo Medrano '.'.'.'. lea
propuso a Asunción Pérez; Pedro José Núñez '.'.'.'.'. Jauja
Francisco Chuquihuanca Ayulo Lampa
"Es una persona bastante apta que siempre se ha distinguido porsu de Andrés C Vera La ijnión
fensa en favor de los indígenas. Siempre ha hecho campaña contra el Nicolás Vivar Llata
abuso delclew y delgamonalismo" (10). Manuel Escalona Moliendo
Antonio Munguia ' Muqui
Según los estatutos de la Asociación, los delegados tenían atribuciones especí £edr° A; Quintana '.'.'.'.'.'.'. Muquiyauyo
ficas: mantener correspondencia permanente con el Comité Central, informar la si Camilo Astete Ollantaytambo
tuación en que se hallan los indígenas, denunciar los abusos y atropellos, respetar Arturo Delgado Oyón
y acatar las resoluciones de! Comité, propagar las publicaciones que favorezcan al Venacio Jara y Solórzano \\\ Panao
indio y defender los derechos de sus protegidos en la prensa y ante las autoridades Isaac Caparó Fernández Paruro
de la localidad (11). Aurelio Román Piura
Hacia 1912, La Asociación Pro-Indígena, contaba con 65 delegados responsa Manuel A. Quiroga .'." .'!.'.'.'.".' Pomata
bles de la marcha de la Institución. Carlos R. de la Fuente Sandia
Celestino Monteagudo y Enrique Rosel. '.'...'. La Convención
Enrique Rivero Caballero Santa Rosa
Julio Acuno, Maximiliano Miranda Sicuani
José La Madrid, José Castillo Tarma
Juan de la Cruz Flores Urubamba
Daniel López Yanaoca
Gamaniel Ramis Yungay
DELEGADOS • LUGAR

— Ángel Nieto Abancay

— José Ángel Escalante y Juan Crisóstomo Flores Acomayo
FUENTE: El Deber Pro-Indígena, Lima, Año III. Ño. 31, abril de
1915. pp. 126-127
— José Félix del Castillo Anta
— Leandro Atahualpa Espinoza Achoma
NOTA: Algunos delegados no fueron consignados en la relación
— Felipe Santiago Rosas, Manuel Zúñiga y Zúñi- que antecede. Ellos son: Herminio Cisneros por Huaraz
ga Aplao Antonio Guerrero por Huacho, José Gabriel Cosió, Fortu
— Jorge Polar, Carlos Gibson y Francisco Mosta-
nato Herrera y LuisE. Valcarcel por el Cusco.
jo Arequipa
— Juan José del Pino Ayacucho
— Feliciano R. Sánchez Ayaviri
— Modesto Málaga Caylloma
— Manuel María Romero y Jesús Covarrubias. . . Calca
— Ildefonso Alberto Gadea Caraz
— Marco Aurelio Wooleett Castrovirreyna
— Manuel Calderón Gamarra Cerro de Pasco No conocemos la extracción de clase, ocupación e ideología de la mayoría de
— Lucas Raguz Concepción los delegados. Incluso, de aquéllos que más descollaron, tenemos apenas ligeras
— Jorge Arrisueño y Julio Rosas Cotahuasi. apreciaciones de sus contemporáneos. Empero, la Asociación se convirtióen
— Luis Felipe Aguilar, José Coejlo y Carlos Val-
dez de la Torre Cusco "un órgano, un cuerpo, donde antes todo era difuso y vago, un rayo y
— José María Reaño Chiclayo un trueno donde no hubo sino electricidad latente en la atmósfera; una
— Nicanor Berrío Chumbivilcas. . lluvia que alivia la tensión meteorológica y promete la salida del sol"
— José Fernández y Juan Sebastián Chuquibamba 1 (12).
— Ladislao Espinoza Huacrachuco
— Andrés Freyre Huancayo En algún momento, será necesario reconstruir la biografía de los miembros
— Juan Pablo Munarriz Huancapi de la Asociación. Mientras tanto, he aquí la imagen, el pensamiento y la acción de
— Ezequiel Ayllón Huánuco algunos de ellos.

10 11
1. BREVE SEMBLANZA DE DON PEDRO ZULEN
Don Pedro Salvino Zulen nació en Lima, el 12 de octubre de 1889. Fueron
sus padres Don Pedro Francisco Zulen y Doña Petronila Irene Aymar. El un acomo
dado comerciante y ella una distinguida dama limeña. Don Pedro Zulen hizo sus
estudios en el Colegio de Lima y posteriormente en las Universidades de San Marcos
y de Harvard donde obtuvo el doctorado en filosofía. Se desempeñó como docente
universitario dirigiendo las cátedras de psicología y filosofía. Fue Director de la Bi
blioteca Central de San Marcos. Publicó dos libros: "La filosofía de lo inexpresa
ble" y "Del neohegelianismo al neorealismo". Dirigió el combativo periódico "La
Autonomía" y dejó una nutrida producción intelectual totalmente dispersa en re
vistas, periódicos, semanarios. Falleció en Lima el 27 de enero de 1925.
José Carlos Mariátegui, compañero y amigo de Zulen, ha dicho:
"Reinvindiquemos para_ Pedro Zulen, ante todo elhonor y elmérito de
haber salvado su pensamiento y su vida de la influencia de la genera
ción con la cual le tocó convivir en su juventud. Elpasadismo de una
generación conservadora y hasta tradiciona/ista ("futurista ) no logró
depositar su poli/la en la mentalidad de ese hombre bueno e inquieto.
Tampoco lograron seducirlo el decadentismo y el estetismo de la gene
ración "Colónida". Zulen se mantuvo al margen de ambas generacio
nes" (13).
Zulen fue un hombre múltiple. Se interesó por todos los problemasde la hu
manidad. Su cultura fue vasta y su conducta totalmente generosa. El mismo Mariá
tegui,al publicar una colaboración de Zulen en la revista "Claridad", comentó:
"Finamente débil, Pedro Zulen ha consagrado su vida al trabajo inte
lectual. . . sabe prescindir de la erudición y vivir auténticamente su ju
ventud, compartiendo el dolor delospobres" (14).
Zulen con su tenacidad y perseverancia formó discípulos, no tanto en las au
las, sino con el ejemplo, el consejo y la convicción. El solía decir:
"perseverar esluchar y luchar sin doblegarse ante algún contratiempo;
poner toda la energía debida en servicio de una causa determinada;po
seer una fortaleza de espíritu tal para poder avenirse a que el éxito bus
cado, sea, si se halla, leTcoronación final deuna serie dederrotas prece
dentes o de triunfos parciales. La perseverancia es la acción queperdu-
ra y vive en el tiempo..." (15).
Como todo pensador y político Pedro Zulen tuvo un ideal y una meta. Su
ideal fue establecer la justicia social y su meta implantar el socialismo en el Perú. Al
respecto escribió:
"muchos males pululan en elpresente, pero viene el preludio de acon
tecimientos inesperados del futuro y a un ocaso de iniquidad, debe se
guir la aurora de la justicia. Si no tuviéramos esta esperanza, qué nos
fortalecería en la lucha?(16).
12
La justicia en el Perú debía comenzar por reinvindicar al indio. A esta causa
entregó toda su vida, como lo testimonia Mariátegui:
"Zulen dirige su mirada al drama de la raza peruana. Y, con unaabne
gación nobilísima, se consagra a la defensa del indígena. La Secretaría
de la Asociación Pro-Indígena absorbe, consume susenergías La rei
vindicación del indio es su ideal. La causa del indio tiene en Zulen su
principal propugnador" (17).
Para condenar el abuso, encarar al gamonalismo y formar una conciencia na
cional favorable al indio, Zulen escribió manifiestos, memoriales, recursos y se vin
culó con los mismos protagonistas del drama. Los mensajeros indígenas fueron sus
mejores amigos. Con ellos compartió sus problemas y sus alegrías. La señora Elvira
Zulen nos contó, por ejemplo, que le gustaba escuchar la música y las canciones
indígenas. Estas eran el único presente que aceptaba a cambio de su entrega a la lu
cha contra el gamonalismo.
La solución del problema del indio radica en la destrucción del latifundio,
precisó Zulen enfáticamente:
"Una revolución que cambia radicalmente este estado de cosas, tendrá
que ser una revolución agraria que logre la subdivisión de lashaciendas
para que no haya ninguna familia peruana sin su lote deterreno propio,
aunque reducido pero indiviso, inembargable y siempre heredado den
tro de su seno. Así, no faltará nunca, a nadie de lograr su pan. ¡Destru
yamos el latifundio! He aquí un lema dela futura revolución socialpe
ruana"(18).
Zulen fue, pues, un radical como lo califica Jorge Basadre en su obra "La Vi
da y la Historia". Tuvo fe en los hombres de su generación y en la potencialidad
revolucionaria de los propios indios. En su discurso a los comuneros de Chucuito
se lee:
"Seguid adelante. Esta obra de renovamiento continúa con tesón, entu
siasta y poderosa. Eldía de la victoria no está lejano. Si hoy la frase "no
hayjusticia" acude, a cada instante, a vuestros labios, no debéis deses
perar. El día que la libertad y la justicia triunfen veréis a vuestros pies
a los mismos que hoy os vejan, que hoy os arrebatan vuestro patrimo
nio. Ese día este suelo será de nosotrossolos, como lo fue antes... y
entonces todos podremos decir: ¡Viva el Perú regenerado por sus in
dios!" (19).
Su labor fue constante y su filiación a la causa indígena fue plena. Dora Ma
yer nos recuerda: .
"Zulen dio por los indios las primeras energías de su juventud y quizá
los alientosmásgrandes de su corazón" (20).
13
 Incursionó en la prensa dirigiendo el combativo periódico La Autonomía. Sus
23 números los destinó, esencialmente, al debate político en torno al federalismo,
al centralismo y al nacionalismo. El editorial del primer número mostró el derro
tero e ideario que asumió:
"Las provincias comienzan a darse cuenta de la depresión de todo géne
ro en que las han mantenido las oligarquías.. . comienzan a tener con
ciencia de susdestinos, quieren hoy reivindicar porsí y ante sí susdere
chos democráticos que les arrebataron" (21).
La ideología de Zulen evolucionó desde el radicalismo abstracto hasta el so
cialismo científico. Un socialismo que se inspira en el problema nacional, en el pro
blema del indio.
Los propios trabajadores reconocieron su trayectoria y confiaban en él. La
carta de invitación que le cursara la Federación Obrera Regional del Perú, evidencia
nuestra afirmación:
"Lima, 12 de abrü de 1913.
Señor
Pedro S. Zulen
Muy estimado señor:
A iniciativa de esta Federación, la Asamblea General del
lo de Mayo, ha resuelto organizar una conferencia pública pa
ra el miércoles 16 próximo,, 8 y 30 p.m., en la Biblioteca Popu
lar, en muestra de protesta por la horrorosa masacre de nues
tros hermanos obreros, en el valle de Chicama, al sacudirse del
terrible yugo explotador de sus inhumanos patronos.
Y esa Asamblea, representante de muchas instituciones de
trabajadores, en su deseo de que, tan luctuoso acontecimiento,
sea historiado con aquella justicia y sinceridad que reconocemos
en Ud. acordó también solicitar, como solicitamos de udvde su
alto altruismo que tenga la amabilidad de realizar dicha confe
rencia, con su proverbial conocimiento y palabra.
Al anticipar a ud. nuestro reconocimiento permítame que
me suscriba de ud. su^,
Atto. S. y de la R.S.
Fdo. Eulogio Otazú
Secretario" (22).
Su posición se definió con claridad en Jauja ante los obreros y campesinos
de Marco. Estos lo proclaman su líder y le facultaron para que los represente como
candidato en una contienda electoral. Por esta época Zulen dejó un manuscrito
(inédito hasta la fecha) que es definitivo para su ubicación ideológica. En él, se con
firma la pista que dejó Mariátegui: "madura en Zulen lentamente su fe en el socia
lismo". Por la importancia que reviste el documento lo transcribimos íntegramen
te:
14
"Socialistas de nuevo cuño.
Los diarios anuncian la formación de un Partido Socialista Pe-
ruano, de un Partido Obrero con programa socialista y la concu
rrencia de su delegación peruana al Congreso Socialista reunido
hace poco en Buenos Aires.
¡Pobres clases desvalidas! y ¡Pobres convicciones doctrinarias'
decimos nosotros.
En Lima se reúne un grupo de arribistas, redacta un pro
grama de apariencia antiburguesa y se constituye con el nombre
de Partido Socialista. Y esto, en los momentos en que ya se ha
perdido en todas partes la confianza en todos los partidos socia
listas habidos y por haber, cuando el llamado socialismo de esta
do o socialismo parlamentario está en bancarrota y cuando en la
Rusia de Bakunin, de Gorki, de Kropotkin y Tolstoy parece aso
mar el nuevo sol de justicia y libertad, representado en el maxi-
malismo o bolchevismo de Lenin y Trosky.
Y en la misma Lima, ciudad burocrática, centralista y an-
tropofaga, otro grupo de falsos obreros con un programa de vi
sos socialistas forma un "Partido Obrero", cuyo objetivo no es
perseguir el mejoramiento de la clase trabajadora sino el servir
de plataforma a uno de nuestros más petulantes burgueses que,
desde la simple gerencia de ese pulpo llamado "Compañía Re
caudadora de Impuestos", pretende la Presidencia de la Repúbli
ca.
Y en Buenos Aires, hemos visto llevar la palabra de los "so
cialistas" peruanos al ingeniero Carlos E. Velarde que entre no
sotros fue uno de los más implacables tiranos de los operarios
indígenas, al servicio de la "Cerro de Pasco Mining Company"
cuando, los que como el suscrito, combatimos al sistema perua
no de esclavitud, llamado "enganche", el famoso "socialista" de
nuevo cuño salió defendiéndolo.
Y al parecer el público traga el anzuelo. ¡Cerremos el cami
no a los embaucadores!
Jauja, 1919
Fdo. Pedro S. Zulen" (23).
Cuando en 1925, falleció Pedro Zulen, a su sepelio no asistió ningún indio.
Fue más bien, la rancia aristocracia limeña, que se apoderó de sus restos. Los dis
cursos abundaron, las alabanzas menudearon. Nadie valoró su ideal y su lucha por
el indio y por el socialismo. Sin embargo, Dora Mayer hizo notar, posteriormente,
un hecho altamente significativo:
"Sólo uno de la magna causa de la Pro-Indígena se prestó a rendir ho
menaje de solidaridad a Zulen. Pero, ese único doliente no concurrió
alsepelio, porque había tomado otro camino. Era Ezequiel Urviola, el
pobre puneño, casi jorobado, paladín de la redención social, con alma
de maestro rural y calor de apóstol. Urviola fue, en nombre de todos
losindios, alenfierro deZulen y fue hasta el cielo" (24).
15
 Zulen y Urviola fueron amigos y compartieron los mismos ideales, (Urviola
colaboró con la Asociación a través de la delegación puneña). Se conocieron en la
casa del Amauta. Y, por esas ironías de la historia, partieron juntos a la inmortali
dad para reencarnarse en la memoria de nuestro pueblo.
2. OTRAS BREVÍSIMAS SEMBLANZAS
Pedro Zulen, al retornar del sur del país, escribió:
"me ha permitido la ocasión muy grata de conocer personalmente a
muchos de los delegados de la Asociación Pro-Indígena que han izado
la bandera gloriosa de la redención indiana en regiones diversas del te
rritorio nacional. He visto a estos luchadores con sus rostros invívitos
de entusiasmo, de valor, allá en las sierras, en las punas graves e inmen
sas, tristes y solemnes donde dormita una raza fuerte ynoble. Ellos la
bran en silencio el Perú del futuro; ellos combaten gallardamente con- .
tra las tiranías locales, contra las inicuas expoliaciones... He estado, en
tre otros, con Francisco Mostajo, maestro espiritual de generaciones;
con Francisco Chuquihuanca Ayulo, heredero de la tradición y del al
ma de una raza, con Luís Felipe Agu¡lar, intrépido soldado del regiona
lismo; con Modesto Málaga denodado y templado como siempre. He go
zado en compañía de estos valerosos" (25).
Francisco Mostajo, delegado arequipeño, fue más periodista que conductor
político. En 1896 editaba "El Torneo", en 1901 "El Zurriago", en 1902 "El Cama
valón", en 1903 "La Metralleta", en 1910 "La Guerra", en 1911 "El Volcán" y
"El Ariete". Dirigió también dos revistas: "Escocia" y "Derecho". Fue un liberal
y crítico de la sociedad. Se identificó plenamente con la causa indígena. Redactó
artículos, propagandizó el problema y, por encargo de la Asociación, preparó su
tesis: "Algunas Ideas Sobre la Cuestión Obrera" que sirvió como arma de comba
te a favor del indio enganchado.
Pedro Zulen, le dedicó el siguiente epígrafe: "A Francisco Mostajo, el
infatigable y sincero luchador, que sabe del gesto altivo y rebel del
convencido" (26). x
A Francisco Mostajo lo conocemos gracias a la descripción de Ántero Peral
ta:
"de estatura regular, un tanto cargado de hombros, escaso de cuello, al
tivo en su gesto, agresivo de mirada, autoritario y sentencioso. Popula
chero además, en su trato ordinario con las gentes del pueblo; sesentía
ser uno de la masa" (27).
Del delegado puneño Remigio Franco tenemos el testimonio de Alberto
Cuentas:
16
"Frente a los eufemismos mojigatos del caciquismo juleño se levanta un
joven como atalaya de progreso y de civilización, erguido y sereno, a
combatir todas las imposturas, todos los acomodos. Combatió contra
toda tiranía y gamonalismo y desde las páginas de "La Revolución"
abrió un hondo surco a favor del indio en la conciencia colectiva" (28).
Remigio Franco falleció muy joven. En su nota necrológica se remarcó:
"sorprende a la Asociación Pro-Indígena la noticia de la desaparición
de don Remigio Franco. Pierde con él a un delegado quepor susante
cedentes de conducta merecía su mayor confianza y cuyos valiosos in
formes obran en el Archivo de la Secretaría General. Lástima que los
buenos se mueran, aunque hay también buenos que nacen, sin que la
fama los anuncie" (29).
Franco había encontrado en la poesía y creación literaria un soporte para su
propia definición social. Un poema que hemos ubicado, nos muestra la fuerza de.su
ideal:
Corazón
"Corazón huérfano y loco. . .
qué tengo que perdonarte?
Sabes. . . que para matarte,
arrancarte fuera poco.
Tú hiciste que amara el Ideal,
sus sueños vanos, que por él, a mis
hermanos y aun a mi madre olvidara.
Y en premio de sacrificios que el
alma asesinaba mis ojos encontraban
del gólgota los suplicios.
Pero. . . Avante! corazón
no importa que el descontento nuble
ideales, que amé tanto cual se ama
toda ilusión. . .
Juli, abril de 1913" (30).
Del delegado puneño, Francisco Chuquihuanca Ayulo, hemos logrado este
testimonio:
"He aquí otro rebelde. La vida de Chuquihuanca tiene facetas propias.
Orgulloso desu prosapia india, ha hecho desu vida un permanente cal
vario. Deja la abogacía saturado por los formalismos genuflexos. Se re
fugia en la Escuela Normal porque considera al magisterio Institución
revolucionaria por excelencia. En ese ejercicio no caben sino dos extre
mos: el maestro inofensivo, sometido. .. y aquel otro cuya vida está ja
lonada por una lucha permanente contra el poder que abusa, contra el
orden social, símbolo de desigualdad e injusticia" (31).
17
 Chuquihuanca preparó una serie de denuncias al gamonalismo, defendió a los
indios de la localidad. Sufrió atentados que pusieron en peligro su vida en más de
una ocasión. Ideológicamente evolucionó hasta el socialismo. Fue amigo y colabora
dor de José Carlos Mariátegui, fundador de las células comunistas en Puno. De Mo
desto Málaga, delegado arequipeño, sabemos que dirigió el semanario "La Federa
ción", "el pan caliente de los días sábados".
Su periódico se caracterizó por su encendido patriotismo y su bullicioso libe
ralismo. Zulen comentaba la impresión que le causaba la lectura de "La Federa
ción":
"No sabe cuánto me gusta el periódico. ¡Eso se llama escribir con al
ma! Me he entusiasmado tanto que he enviado un artículo a La Pren
sa" (32).
Modesto Málaga fue "un hombre de escasa estatura, pero bien maceteado, de
ñeque. Rubio, de cabeza pegada al tronco y el cabello cortado casi al coco". Era
mal orador, leía sus discursos con rabia y a borbotones. En cambio fue un gran es
critor y consecuente luchador. ¡Con qué facilidad versificaba!, dijo Antero Peral
ta (33).
A Málaga se le consideraba "campeón de la causa pro;indígena". Su tesis "El
problema de la raza indígena" es un alegato de justicia en el que, por igual, condenó
a la escuela, a la iglesia, al cuartel como opresores del indio.
A Málaga se le consideraba "campeón de la causa pro-indígena". Su tesis "El
problema de la raza indígena" es un alegato de justicia en el que, por igual, condenó
a la escuela, a la iglesia, al cuartel como opresores del indio.
Joaquín Capelo, sociólogo, abogado y parlamentario fue el Presidente de la
Asociación Pro-Indígena. Capelo descolló en la defensa del indio en el Parlamento.
Jorge Basadre demanda:
"Algún día será preciso catalogar y clasificar todas lasdenuncias que en
la Cámara de Senadores hizo Joaquín Capelo a favor de los indígenas"
(34).
Capelo escribió, a su vez, una serie de artículos sobre el problema indígena
Su método fue el positivismo. Había que estudiar la realidad a partir de la observa
ción y la experimentación. Comparaba, a menudo, a la sociedad peruana con un or
ganismo enfermo. Habría que buscar antídotos que permitieran desterrar los males.
Recurrió a la literatura, amparándose en un seudónimo, para criticar al poder caci
cal instituido a través de la política criolla. Su obra "Los menguados", es la repre
sentación irónica y caricaturesca de nuestra sociedad enfermiza y genuflexa.
En Amauta No. 19, Mariátegui dijo de Capelo:
"dentro de la atmósfera de pesado personalismo caudillista de su parti
do Demócrata; conservó cierta superioridad ideológica, ciertoestilo per
sonal. . : tuvo el mérito de apreciar a unhombre como Zulen. Más aún,
tuvo el mérito de apreciar sus ideas, sus móviles. Presidió el experimen
to de la Asociación Pro-Indígena. Como Senador por Junín, defendió
a los obreros de la región minera contra sus explotadores".
18
Manuel A. Quiroga, delegado puneño, fue otro de los paladines de la Pro-In
dígena. Su gran sensibilidad social lo llevó a identificarse con la causa del pueblo y
desde muy temprano se lanzó a la lucha contra el gamonalismo. Para documentar
sus argumentos preparó la tesis "Evolución Jurídica de la propiedad Rural en Pu
no", que sustentó en la Universidad de Arequipa. Quiroga demuestra, con elocuen
cia y sobria documentación, que el latifundio puneño creció devorando la propie
dad comunal.
El poeta Alejandro Peralta, le dedica el siguiente verso:
"Te vi siempre de pie Manuel Quiroga
el pecho al frente como un estandarte.
Y te he visto pelear contra inicuo, contra
follones y contra truhanes. . .
Oh, defensor del comunero
hermano
Oh, defensor del pongo
doble hermano" (35).
Marco Aurelio Denegrí, otro delegado de la Pro-Indígena, recibió esta valora-
cion:
"Pleno de fe en los destinos patrios, Denegrí luchó ardorosamente, lo
mismo en el desempeño de cargos públicos que en otras esferas de acti
vidad. . . Hombre de visión; conocedor como pocos, dela realidad na
cional, pensó acaso como nadie que todos nuestros problemas depen
den de la solución de uno sólo que está en el fondo de todos ellos: el
problema agrario" (36).
NOTAS
( 1) ZULEN, Pedro, "Educación y Crítica". EN: Contemporáneos. Li
ma, julio 1909. p. 363.
( 2) ALAYZA PAZ SOLDÁN, Luis, "Comentarios". EN: Contempo
ráneos. Lima, junio de 1909, p. 274.
( 3) URTEAGA, Horacio, "La Asociación Pro-Indígena y la redención
del indio". EN: La Ilustración Peruana, Lima, marzo de 1911.
19
( 4) CAPELO, Joaquín, Discurso en el Centro Universitario. Inédito. (23) ZULEN, Pedro, Socialistas de Nuevo Cuño. Inédito. Archivo Zu
Archivo Zulen. len.

( 5) Ibid. (24) MAYER, Dora, Op. cit. p. 12.

( 6) Ibid. (25) ZULEN, Pedro, "Revolucionarios, sí Revolucionarios". EN: El De

( 7) Ibid.
( 8) Ibid.
( 9) ZULEN, Pedro a CHUQUIHUANCA, Francisco. Carta, Lima, 10
de abril de 1910. Archivo Zulen.
(10) CALDERÓN, Manuel a ZULEN, Pedro. Carta, Cerro de Pasco
1915. Archivo Zulen.
(11) Estatutos de la Asociación Pro-Indígena. Lima, s/f.
(12) MAYER, Dora, "Lo que ha significado la Pro-Indígena". EN:
Amauta, Año I. No. 1, Lima, 1926. p. 26.
(13) MARIÁTEGUI, José Carlos, Peruanicemos al Perú. Empresa Edito
ra Amauta. Lima, 1970. p. 380.
ber Pro-Indígena. Año III. No. 30. Lima, marzo de 1915, p. 116.
(26) Cf. El Deber Pro-Indígena. Año I, No. 1, Lima, 1912. p. 6
(27) PERALTA, Antero, La Faz Oculta de Arequipa. Ed. Talleres Grá
ficos, Arequipa, 1977. p. 182.
(28) CUENTAS, Alberto, Chucuito, Álbum Geográfico-Histórico. Pu
no, 1928. p. 20
(29) Cf. El Deber Pro-Indígena, Año II, No. 16, enero de 1914.
(30) CUENTAS, Alberto, Op. cit., p. 21.
(31) ENCINAS, José Antonio, Un Ensayo de Escuela Nueva en el Perú.
Imprenta Minerva, Lima 1932. pp. 86 y 87.
(32) Cf. Nota de ZULEN, Pedro a MALAGA, Modesto Archivo Zulen.

(14) Cf. Claridad, Año II. No. 7, Lima, 1923. p. 18. (33) PERALTA, Antero, Op. cit. p. 198.

(15) ZULEN, Pedro, "Boceto de la Perseverancia". EN: El Deber Pro- (34) BASADRE, Jorge. Historia de la República del Perú, Tomo XII,
Indígena. Año I. No. 7, Lima, abril. 1913. p. 56. Editorial Universitaria. Lima, 1969, p. 189.

(16) Ibid, "Amar un ideal". EN: El Deber Pro-Indígena. Año II. No. (35) PERALTA, Alejandro, Tierra y Aire. Lima, 1971.
16, Lima, 1913. p. 3.
(36) ZULEN, Pedro, Nota necrológica. Lima, 1922. Archivo Zulen.
(17) MARIÁTEGUI, José Carlos, Op. cit. p 39.
(18) ZULEN, Pedro, "fTestruyamos al Latifundio", EN: Autonomía.
Año I, No. 19. Lima, noviembre de 1915.

(19) Ibid, "Discurso a los indios de Chucuito". EN: La Crónica, Lima,

9 de febrero de 1915.

(20) MAYER, Dora, Zulen y Yo, Imprenta Garcilaso, Lima, 1925, p.12
(21) Cf. Autonomía. Lima, julio de 1915. p. 3.
(22) La Federación Obrera Regional del Perú a ZULEN, Pedro, Carta
del 12 de abril de 1913. Archivo Zulen.

21
20
 II

El Pensamiento

E n las páginas de la revista "El Deber Pro-Indígena" podemos seguir, grosso

modo, el pensamiento que animó a los miembros de la Asociación. Se ob
serva en ellas coincidencias y discrepancias filosóficas y doctrinarias. El hu-
manismo de Dora Mayer, el positivismo de Joaquín Capelo, el liberalismo de Fran
cisco Mostajo y el socialismo de Pedro Zulen. Pero todos los integrantes del movi
miento compartían el ideal común de luchar por el indio. No por simple paterna-
lismo o filantropía sino porque lo consideraban base de nuestra nacionalidad. Dora
Mayer, decía al respecto:

"Los peruanos no adivinan cuánto sufre el indio y esteindio noadivina

que su sufrimiento individual importa la lenta sangría y la muerte dela
nación. ElPerú se muere sin que nadie lo sienta" (1),
Por esta razón, la labor de La Pro-Indígena, se sintetiza en

"poner delante de la vista de lospocosquecreen ser lanación lasuerte

de los muchosque son la nación sin saberlo" (2).

Marco Aurelio Denegrí remarcó, a su vez, que durante la guerra con Chile, los
indios supieron derramar su sangre y demostraron que el poderío nacional no radica
en las fábricas, palacios o plantaciones, sino "en esos semejantes que en la paz la
bran la tierra, construyen las obras y en la guerra pusieron su vida como valla al in
vasor que traspasaba los linderos". Ellos han sido en suma: "los más resueltosforja
dores de la nacionalidad" (3). '
Los luchadores de La Pro-Indígena decidieron, pues, crear una corriente de
opinión, debatir el problema, mostrar la naturaleza de los males, indicar lasalterna
tivas para su solución. Crear, como dijo Dora Mayer, "una cátedra de moralidad y
conciencia pública que garantice la subsistencia de la democracia y de nuestra nacio
nalidad". Haciendo un balance de los temas que más discutieron, podemos señalar
que fueron: el problema del indio, de la educación, de la tierra y de la libertad y
justicia.

22 23

1. EL PROBLEMA INDÍGENA
El indio vive en el más absoluto desamparo. Las leyes lo declaran ciudadano
pero no se cumplen. Le cobran impuestos que no existen, le obligan arealizar traba
jos gratuitos, le arrebatan sus tierras, sus ganados, sus bienes. En uña palabra: "El
indio no puede ni disponer de su persona" (4). El feudalismo es el culpable de estos
males. Un feudalismo basado en la rapiña de la tierra y en la servidumbre como lo
anotara Pedro Z ilen:
"las tierras de las comunidades se vuelven haciendas y ¡os verdaderos
propietarios del suelo se convierten en la indiada del amo usurpador"
(5).
Se han constituido poderes locales y cacicazgos que sustentan su poder en la
explotación del indio:
"existen tiranuelos de provincias completamente desarrollados y tan
firmemente afianzados en su poder, sin que ningún estadista se haya,
atrevido jamás a detener su mano devastadora y a cortar los tentáculos
de su parásito órgano ventral, prendidos como están de las entrañas de
la Patria"(6).
Aquella situación no era reciente. Provenía desde la conquista española que
"derrumbó el rol económico primario del indio". Durante la Colonia se disminuyó,
aún más, su potencialidad productiva. Un sistema pernicioso de explotación estable
cido en las minas, obrajes y haciendas causó incluso una violenta caída de la pobla
ción aborigen. En la República las cosas no mejoraron. Por el contrario, se agrava
ron ostensiblemente al punto que:
"no hay indio Ubre, todos pertenecen a alguno, a cualquier titulo. To
davía se compra un indio como a un buey; todo está en la forma. La
transferencia de dominio del indio es cosa de lo más corrienteentre no
sotros; una finca se vende con tantos bueyes, tantos borregos y tantos
indios. ¡Pobre raza, la majs desdichada de la tierral" (7).
Pero, a pesar de todo, el indio no ha sucumbido. Ha sabido sobreponerse a las
circunstancias. En una palabra: ha resistido.
En la época en que se debatía el problema, la población indígena representaba
el 50o/o y era en buena cuenta "el principal factor social en la formación de nues
tra nacionalidad" (8).
El indio se refugió en el ayllu. En él ha mantenido sus costumbres, usos y vi
vencias del pasado:
"extraños al sentimiento de la libertad personal, durante la colonia y la
república los indios han continuado siendo rebaño, como en eltiempo
de la dinastía de Manco Cápac"(9).
24
Modesto Málaga, encontraba en el ayllu la salvación del indio. Es lo único que
les queda y "alrededor del cual libran sus batallas contra sus opresores asesinos".
En tales condiciones, la redención del indio sólo vendrá desde afuera. De un impul
so externo.
Planteado el problema en los términos indicados, los miembros de la Pro-In
dígena, presentaron la siguiente solución:
"la personalidad del indio casino existe, el Estado debeconsiderarlo en
la condición de menor y ampararlo eficazmente, hasta restituirlo en sus
derechos ciudadanos. Solamente allí está la solución del problema na
cional, político y económico del Perú"(lO).
Los derechos ciudadanos por ios que abogaban eran:
1. Educación gratuita: con esto se buscaba que "el indio que sabe leer y escribir
medite la suerte de su propia raza".
2. Libertad de Asociación: "que se reúnan para defenderse y hagan cumplir las
leyes y la Constitución que los ampara".
3. Libertad de Trabajo: para esto debía prohibirse el enganche y toda forma de
trabajo gratuito.
4. Derecho a la tierra: la posesión se debe reclamar y usufructuar pacíficamente,
"sin bochinche ni escándalo". Así se lograría "la eficacia de la ley" y, a la
postre, la liberación del indio. Entonces, muy pronto volvería el Perú a ser un
país rico y de abundante población (11).
Los delegados Percy Gibson y Pedro Zulen rebasaron aquellos planteamien
tos. Gibson veía una salida en la alternativa capitalista:
"al indio en vez de despojarlo, comencemos por inculcarle la noción de
propiedad. Arrebatándoles a los 'gamonales' el arbitrio de su suerte. A
fin de que sea no un cero, sino unidad en el mercado económico, y par
ticipe y contribuya a los beneficios materia/es de su terruño natal. La
industria que cura la abulia del carácter y educa y forma lossentimien
tos, abrirá los surcos de un terreno inculto pero feraz en el que debe
mos principiar por esparcir la semilla redentora desistemas pedagógicos
congruentes. Las máquinas humanas de potencia muscular aniquilada
por la intensidad de un trabajo brutal y decerebros rutinarios y atrofia
dos por inanición, adquirirán así vigor físico y moral transformándose
en seres conscientes capaces de comprender y amar a laPatria" (12).
Por su lado, Pedro Zulen, se acercó más a la solución integral del problema.
Enérgicamente proclamó:
"¡Destruyamos el Latifundio! ¡He aquí el lema de la futura revolución
socialperuana!" (13).
Zulen comprendió que el poder económico y político del gamonalismo se sus
tenta en la propiedad del latifundio; de la hacienda surgida de las entrañas de la tie
rra y la vida de los indios.
25
 Había que defender al indio por ser "la base de nuestra nacionalidad"; porque
"el sufrimiento del indio significa la lenta sangría y la muerte de la nación". Dora
Mayer precisó con mayor claridad:
"ElPerú se muere sin que nadie lo sienta, puesto que la ¡dea de la na
ción radica sólo en el cerebro de su colectividad, mientras que el gran
cuerpo de la población, en cuyas venas se manifiesta los síntomasde la
agonía, no tiene como comunicarse con el cerebro" (14).
Francisco Mostajo sentenció:
"el indio realiza toda la producción y nutre todos los cuadros de nues
tro ejército. Con lo primero demuestra su capacidad económica y con
lo segundo manifiesta que puede ser el nervio de lanacionalidad" (15).
En líneas generales, el movimiento pro-indígena tenía fe en el futuro del in
dio. Una síntesis de sus ideales fue expuesta por Manuel A. Quiroga:
"Históricamente el indio es una gran voluntad y una pequeña inte/ioen-
cia"(16).
Comentando esta sentencia, Pedro Zulen decía:
"Si el indio no fuera una gran voluntad, no estaría buscando todavía la
solución de sus agravios sociales en una sumisión tenaz ala ley y, sino
fuera una corta inteligencia, no hubiera sido engañado y decepcionado
tan sistemáticamente por esa misma ley, sin que, con raras excepciones,
se le ocurriera resolver por la violencia las cuestiones que, en juicios de
25,50y 100 años deduración, no lograron conquistar" (17).
2. LA EDUCACIÓN INDÍGENA
Zulen y sus compañeros comprendían plenamente el papel que debía jugar la
educación en el desarrollo del país:
"la escuela es integrante del todo social, separable únicamente por abs
tracción de nuestro entendimiento. Losmales de que adolece una colec
tividad tienen que reflejarse necesariamente en todas sus instituciones"
(18).
En el país, la educación no podía estar peor. Faltaban maestros, escuelas, ma
teriales de enseñanza y, más aún, se combatía todo intento qjue partía del pueblo
por mejorar aquella situación. La escuela estaba sumida
en todo unengranaje dementiras, prejuicios y convencionalismos"! 19).
26
Había que educar entonces alos futuros maestros, lograr mejores condiciones
de trabajo yenseñanza. Pero, la misión era delicada, compleja:
"La educación es una función incesante de ¡a vida toda el maestro no
sojo educa desde el pupitre de ¡a escuela, sino de!medio socialmismo"
h , Sr pf.Pel "."servir de 9uía" ydesarrollar el sentimiento afectivo del educan
do. La finalidad directriz de susacerdocio,
"es modelar al hombre que la herencia deposita en sus manos" (21).
Por todo esto, acotaba Dora Mayer:
"cualquier entidad, sea individuo onación, en cuya influencia se baña el
educando, tiene que ser austeramente dueña de sus pasiones para no
enlodar en vez de limpiar la mente ajena"(22).
Pero, el maestro no sólo debía educar su personalidad sino también instruir
se. Armarse de conocimientos, poseer la ciencia. De otra manera no sabría qué en
senar. Ahora, para saber enseñar debía contar con un arte y una didáctica Esto le
permitiría trasmitir con eficacia los conocimientos, la ciencia y la cultura Final-
.fíente, tendría que conocer bien el carácter y la personalidad del educando Dora
Mayer, encontraba en Amiel, el mejor ejemplo de inspiración:
"el niño ve lo que somos, detrás de lo que deseamos ser. De ahí deriva
su reputación como fisonomista. El extiende su poder hasta donde pue
de sobre cada uno de nosotros, éles el más sutil de los diplomáticos El
niñoes una luna deaumento" (23).
Aquí el principio: " ¡Maestro disciplínate a tí mismo! No exageres nada La
TntinhV^T?5 dcebes Pra,cticarla V. ^ fin, no mientas. El caso de la campaña
antialcohólica de los Estados Unidos sirvió para ilustrar aquellas recomendaciones
Al iniciarse la campana en 1896 la población consumía unos 67 millones de galones
de aguardiente yal termino de la misma, en 1913, el consumo era de más ele 140
millones de galones. ¿Qué había pasado? Yes que los textos escolares exageraban
a nota moralizadora con notas horripilantes, con groseras yfatídicas escenas sobre
los bebedores de alcohol. Pero, los alumnos observaban que la realidad era distinta
y en sus propios hogares se libaban licores y no veían aquellas consecuencias Los
alumnos se volvieron escépticos yrenuentes a la campaña antialcohólica" (24) '
Imbuidos de aquellos ideales, los miembros de la Pro-Indígena, propiciaron
ri"L,r?7C°o^SaC,?ne!Jeu t0m° a "La Educ«ióndel Indígena". Durante los
días 7, 14, 17y 24 de julio debatieron el problema, profesionales, intelectuales ar
tesanos y estudiantes desde diversos ángulos .y puntos de vista. El periódico "El In
dio bajo la dirección de Santiago Giraldo, dio cuenta de los planteamientos
significativos. Heaquí las intervenciones:
más
icainiemus mas
Dora Mayer, "la noble y sincera escritora", decía: "los indios se quejan
eternamente iNo hay justicia! Señores: "la justicia es la mejor educación que
se puede dar a un pueblo". La Asociación debe encarar a los gamonales que
27
 son la causa primaria del abatimiento del indio. Cuando vienen a Lima, aquí
debemos hacer que "despierte en los amos la vergüenza de ser convictos de
abusos inhumanos"
Julia Delaway, reclamaba el establecimiento de una cátedra de quechua
para educar al indio en su propio idioma.
Víctor Andrés Belaúnde, profesor de la Facultad de Jurisprudencia,
consideraba necesario crear una legislación tutelar de la raza indígena.
Teodomiro Gutiérrez Cuevas, apoderado de los indígenas de Chucuito,
dijo: "vengo a presentar mis agradecimientos y felicitaciones al Centro Uni
versitario por su interesantísima labor pro-indígena y espero que ella ha de
ser de trascendental y proficua consecuencia". Reseñó las atrocidades del ga
monalismo y pidiósu condena y proscripción.
Federico Ortiz, fue más explícito en su análisis. Puntualizó: "la expe
riencia de la vida, del trabajo, y no la ciencia, me haenseñado que la preten
dida inferioridad de la raza indígena es el resultado de un régimen de explota
ción secular en la que se le mantiene sumida; educadla, desarrollad su carácter
y energía y veréis que el indio puro de nuestras serranías es esencialmente va
leroso". Ortiz intervenía a nombre de la delegación obrera conformada por
Benza, Chumpitasi, Fernández, Portocarrero, Bravo y Rosales.
Juan Bautista Lavalle, Presidente del Centro Universitario, sostuvo:
"es necesario cambiar la orientación para educar al indio. Urge, ante todo, la
formación de autoridades honradas y la creación de escuelas rurales y la res
tricción del alcohol".
Pedro Zulen, entonces estudiante de Letras, solicitó:
"despojad vuestros espíritus de todas las trabas que los prejuicios oponen asu
expansionamiento: la condición principal para asegurar el triunfo es deshacer
nos de nuestra ignorancia. Una defectuosa educación ha impedido hasta hoy
la existencia de juventudes conscientes de sus deberes sociales. La educación
del indio es indiscutible. El indio es uno de los elementos más valiosos para
el progreso nacional. Esa raza es el único almacigo de ciudadanos que tiene
el Perú para conservar su independencia" (25).
Posteriormente el problema de la educación y, de la educación ¡ndígeqa en
particular se discutió en las páginas de la revista "La Escuela Moderna", órgano de
la Escuela de Pedagogía en el que colaboraban asiduamente Mana Alvarado Rivera,
José Antonio Encinas, Francisco Chuquihuanca Ayulo, Julián Palacios y otros de
legados de la Asociación.
Sin embargo fue Modesto Málaga, quien trató el tema con mayor rigor y co
herencia El partía de la tesis de que "la instrucción de la raza indígena, es una de
las condiciones del engrandecimiento nacional. Es básico propiciar el perfecciona
miento de su voluntad, el cultivo de sus facultades físicas, intelectuales y morales
(26)' Pero cómo lograr la educación del indio cuando las bases mismas de la socie
dad atenían contra ella. Sus instituciones se oponían a ella ydesde su punto de vis
ta tenían razón. La educación del indio no les convenía
28
"porque el día que suceda esto, no habrá reparto forzoso y obligatorio
de lanas, no tendrán peones gratuitos para su servicio personal, desapa
recerán los devotos y con las devociones la cosecha de dinero para
párrocos, gamonales y caciques" (27).
Tampoco era posible educar con el ejemplo, cuando justamente los que saben
leer y escribir son quienes más explotan al indio. Lejos de respetar las garantías y
los derechos los pisotean y se ufanan de ello. En suma, decía Málaga, si el indio se
sustrae de la escuela, huye del ejército, odia al Estado y a la civilización, es porque
ese Estado y esa civilización se cruzan de brazos y sirven de cómplice al gamonalis
mo opresor.
El medio ambiente donde habita el indio es igualmente adverso a la educación.
Su incredulidad, su apego a la tradición eran perjudiciales a la civilización. La mise
ría secular obliga al indio a enviar a sus hijos a la labranza, al pastoreo y al trabajo
desde muy temprana edad. Los niños están apegados a la costumbre e idiosincrasia
de sus padres. Y aquéllos que logran ingresar a las escuelas, se encuentran con otras
barreras, como escasez de materiales de enseñanza, pobreza de mobiliarios y, lo que
es más grave, carecen de maestros. Estos son, en su mayor parte, improvisados por
la tarjeta o nombrados por favor, repiten en la escuela textos y conocimientos que
los alumnos deben aprender de memoria y mecánicamente y, en el peor de los ca
sos, que ni siqurera entienden por el freno del idioma.
Pero, no todo estaba perdido, había excepciones y posibilidades. Al margen del
^Estado, por Iniciativa y entrega popular empezaban a surgir verdaderas escuelas de
regeneración indígena. Este es el caso, por ejemplo, de "La Escuela Particular de
Indígenas de la Parcialidad de Platería", ubicada en Chucuito-Puno, fundada en
Junio de 1904. Su gestor y conductor fue Manuel Zuñiga Camacho. Indio y maes
tro por excelencia:
"a sus cualidades excepcionales de poseer el castellano, el quechua y el
aymara y ser maestro en el genuino y elevado sentido de lapalabra, es
algo más queunsimple preceptor corriente, es un verdadero adalid de la
causa de la educación e instrucción de su raza" (28).
La escuela funcionaba con un promedio anual de 60 a 70 alumnos. Podían ma
tricularse no sólo niños de ambos sexos sino, también, adultos atraídos por la pré
dica moral de su director. En la escuela, aparte de enseñar a leer y escribir, se com
batía el alcoholisrrro, cocaísmo, se fomentaba la higiene, la salud, la artesanía y las
técnicas mejoradas de cultivo. Manuel Zuñiga era adventista, razón por la que la
reacción del clero y del gamonalismo no se hizo esperar. En 1908 la escuela fue
clausurada pretextando omisiones administrativas.
Pedro Zulen, al asumir la defensa de la Escuela de Platería, consideró el atrope
llo "como un atentado a la cultura nacional". Luego de un extenso alegato jurídi
co concluía:
"Aquí en nuestro país, se presenta el triste espectáculo de escuelas en
que no se conoce un mapa del Perú, en que el material escolar se redu
ce a unoscuantos adobes, en que verdaderos corrales constituyen sus lo
cales, en que la únicalección que los niñosno olvidan es la que el maes
tro les da, envendóles a comprar alcohol para beber en su delante, en
que muchos niños se quedan sin recibir instrucción alguna, porque hay
29
 que caminar leguas, pasar ríos que no conocen puentes, donde alos pre
ceptores se les paga sueldos miserables. No hay derecho, no hay moral,
no hay lógica para clausurar la Escuela de Platería" (29).
Por su lado, el mismo Zuñiga Camacho puntualizó en un elocuente memo
rial, las razones que alentaban la agresión del gamonalismo. Señaló enfáticamente:
"¡Es porque proclamamos la redención del indio!; porque nos resisti
mos a los servicios gratuitos que todavía intentan perpetuar los gamo
nales; porque nos dedicamos a la lectura del Evangelio, porque nos ne
gamos aconcurir de mojigangas, abailar en las fiestas religiosas... de
fendiendo. .. nuestra salud, delveneno delalcohol... y nuestra merma
da hacienda de las prebendas debidas al cura yal gobernador" (30).
Luego de estos combates, la escuela reanudó sus actividades. Toda la vecindad
estaba identificada con ella. Su dirección impulsó la creación de dos escuelas más:
la de Pallalla a cargo de la maestra Daría López y la de Ccota dirigida por Lino Zo-
lano. Empero, el odio y la violencia declarados por el gamonalismo volvieron con
más fuerza. En 1913 "una multitud de jinetes encabezados por el Obispo Valentín
Ampuero asaltaron las casas ycometieron una serie de actos vandálicos yencarcela
ron a Manuel Zuñiga Camacho" (31). Las gestiones y la defensa del maestro corrie
ron a cargo de Francisco Chuquihuanca "abnegado representante de la raza indíge
na". Manuel Zuñiga dijo esta vez:
"el único delito que hemos cometido es educar el espíritu del indio,
moralizar sus costumbres ycultivar su inteligencia" (32).
De esta manera concluyó un experimento de educación popular. Un movi
miento de aspiraciones que traducía la creatividad campesina, fue cortado, aplasta
do por el clero y el gamonalismp. Inspirado en el adventismo, es cierto, pero iba for
mando un espíritu altanero y de igualdad ante los mistis.
La Asociación Pro-Indígena estableció, siguiendo sus ideales, una "Escuela
Gratuita para Indígenas" en Jauja, en 1910. Su instalación y funcionamiento fueron
promovidos por CarlosValdez déla Torre y Augusto Cazorla. En el diario El Comer
cio de Lima, se inserta la siguiente nota:
"es la primera que se establece en su género en el Perú, recibe alos in
dios de todas las edades. Imparte lecciones de historia, geografía, dere-
chos y obligaciones, educación moral del indio, contra el maltrato de k
mujer y finalmente le inspira confianza, amor al trabajo yala Patria"
(33).
Lamentablemente, no tenemos más información sobre la suerte que siguió la
escuela, instalada y controlada por la Pro-Indígena.
Discutido y planteado el problema de la educación indígena, en los términos
que hemos señalado, los delegados de la Asociación consideraban que el Estado de
bía asumir una solución global. En las alternativas específicas no tenían unanimi
dad de criterios. Llegaron a ser incluso divergentes y hasta contrapuestos. Así, Mo
desto Málaga, demandaba algunas condiciones básicas para educar al indio:
30
Supresión y prohibición radical y absoluta/ de todo servicio gratuito v obliqa-
torio. a
2. Profesores que hablen quechua ysean de aptitud ymoralidad comprobada
3. Exoneración de los pagos prediales y contribuciones a los padres de familia
4. Libre ejercicio de los derechos indígenas, estableciendo severas represiones
contra los tiranos y explotadores (34).
El delegado puneño, Arturo Peralta, enérgicamente clamaba:
¡Educación/, /Educación! He ahí en el horizonte, apuntando ya ¡a
aurora de ¡as verdaderas libertades, he ahí elarma que blandirán los que
anhelamos venganza, he ahila metralleta que extinguiráalos verdugos"
(35).
Joaquín Capelo, Presidente de la Institución^ era más bien escéptico Pero al
mismo tiempo, era el más realista. El postuló dos tesis concluyentes-
a. El indio debe ser educado igual que cualquier otro individuo. No es necesa
ria/una educación suigéneris, especial, como si fueran cretinos o imbéciles La
diferencia de raza no existe.
b.
"En el Perú un indio es un paria y nada más. Cuánto se diga en contrario es
mentira Al paria no se le educa; antes se le liberta, se le vuelve a la condición
de hombre Esa es la primera educación que necesita: el hecho de que se vea
amparado de justicia y libertad" (36).
3. LA CUESTIÓN AGR7VRIA
El movimiento pro-indígena pudo percibir, con cierta claridad, el problema de
la tierra^La situac.on se patentizaba en la concentración latifundista por un lado y
en la reducción alarmante de la propiedad comunal por otro. Joaquín Capelo fue
muy preciso al respecto:
"la propiedad del gamonal ylos grandes latifundios se extienden por
toda, la república, y el pequeño propietario, el comunero, el pastor y
cuantos viven de su trabajo yson los que llenan la ubre de la riqueza na
cional yfiscal todos esos,son despojados por la fuerza, por e/enqaño
por ¡aastucia (37). '
nnr J'„fenómeno seña,ad° P°r CaPel° había sido documentado constantemente
por los propios mensajeros tndigenas en sus memoriales, recursos yquejas traídos
de todas las regiones del país. J "«iuu»
El mismo Capelo concluía:
"la basa económica primitiva sigue sin alteración alguna ycada día se
aseguran más ¡as cuerdas que inmovilizan la acción libre de las energías
sociales (38).
31
 En el Perú, van desapareciendo pueblos, ayllus, y todo cuanto hubo de po
blación y de valores. El malestar económico de lasociedad va en aumento.
Manuel Quiroga, en su tesis Evolución de la propiedad Rural en Puno, soste
nía:
"el comunero que fue independiente gracias a la posesión de la tierra,
va pasando a ¡a condición de colono y de pongo rápidamente y es que
el hacendado ha encontrado en dicho sistema, allado de ¡as ventajas de
la apropiación, la ignorancia del indio" (39).
Abundando en argumentos y constataciones, Quiroga continuaba:
"los grandes dominios crecen y la fase de la feudalización de la propie
dad rural, consecuencia de la conquista, toma relieves más marcados y
espersistente" (40).
Es decir la odiosa centralización de la propiedad territorial en pocas manos,
no es nueva, aunque ahora la situación se agudiza con la penetración del capital ex
tranjero en ía agricultura. El indio peruano muere, ya no como carne de cañón bajo
las órdenes de los caudillos o de los generales, sino como carne de máquinas tritura
doras al servicio de los negociantes extranjeros (41). En general, el Perú desaparece,
pero el imperialismo crece y prepara con la despoblación del territorio vastas zonas
para la inmigración. Para los peruanos no queda más disyuntiva que: o aceptar nues
tra situación de parias otomar la vida de bandoleros en los caminos (42).
Frente al problema agrario, los integrantes de la Pro-Indígena tampoco tuvie
ron alternativa precisa. Tenían, más bien, puntos divergentes: Marco Aurelio Dene
grí abogó por fomentar el colonato en la costa. Si bien, en la costa había escasez de
tierras (limitaciones de la geografía), de agua, debía combatirse el monopolio y la
pauperización creciente de la población costeña. El Estado debía comprar los fun
dos vecinos a las grandes ciudades para desintegrarlos en lotes de 10 o 20 hectáreas
yvenderlos a plazos, tanto la tierra como el control del agua. Esta política "es un
medio de activo robustecimiento moral y económico de nuestra nacionalidad". Ta
rea que no puede encargarse acompañías extranjeras que sólo buscan el lucro capi
talista yson "los usurpadores agrarios" de las comunidades de la costa (43).
Marco Aurelio Denegrí, defendió también a la Comunidad Indígena. Decía
que la usurpación de tierras a los indígenas no sólo perseguía ensanchar el latifun
dio, sino, sobre todo, explotar la fuerza de trabajo del indio desposeído. Cuando
los enganchadores de indios pretendían disolver la comunidad, Denegrí respondió:
"la comunidad constituye a nuestro juicio la más poderosa defensa fi
nanciera y muscular de la propiedad yde la libertad del indígena" (44).
Desde el punto de vista de nuestra nacionalidad, laComunidad
"con sus seculares costumbres y con la amplitud territorial de que dis
fruta pone al indígena a cubierto del pauperismo, garantiza el creci
miento de una población mejor nutrida; y suprime una gran parte del
problema de la democratización de la propiedad" (45).
32
Manuel Quiroga, en la tesis aludida, planteaba como alternativa al problema
agrario:
"la secularización de las haciendas de la Iglesia y queel Estado procure
hacerse cargo de laspropiedades de las comunidades a fin de ser unaba
rrera entre los explotadores pudientes y la humilde población agrícola
a la cualhayqueamparar de unmodo decidido" (46).
Su tesis no fue original sino que recogía, en esencia, el planteamiento de la
Asociación, desarrollado en su circular del 8 de marzo de 1915, repartida a todos
los delegados. El documento fue elaborado por Pedro Zulen.
Zulen, fue finalmente, el único de la Pro-Indígena que llegó a postular un
planteamiento radical para solucionar la cuestión agraria. Simple y llanamente dijo
"Destruyamos el latifundio" para salvar al indio.
4. LA LIBERTAD Y LA JUSTICIA
Los miembros de La Pro-Indígena indicaban que: la libertad y la justicia son
condición de la existencia misma del individuo y déla sociedad. Las relacio
nes entre los hombres no pueden ser normales, duraderas y convenientes sino
cuando se realizan en un ambiente que garantice ambos derechos (47).
Sólo don la premisa anterior es posible el desarrollo de los pueblos y el incre
mento de su población.
Si vivir es ejercer acción en el tiempo y en un lugar determinado,
"todo ser animado lucha por la vida y se defiende de los elementos que
lo combaten, ateniéndose únicamente a ¡as defensas con quela natura
leza ha dotado su organismo. . . Sólo al hombre se han dado dos otras
armas muypoderosas: la razón y lafacultad deasociación. Por ¡arazón
se descubre lasre/aciones de las cosas y porlaasociación se crean laspo
tenciales y las energías, capaces de la ordenación de esas cosas enarmo
nía con esasrelaciones" (48).
La libertad y la justicia son, pues, necesarias para asegurar la vida, la felicidad
y la ventura.
En el Perú, desde la conquista española, desaparecieron casi por completo
aquellos preciosos bienes:
"se ha hecho de pueblos Ubres, simples manadas de enganchados hara
pientos y desnudos que sólo tienen por misión trabajar para susamosy
morirJe accidente o deinanición" (49).
33
 Por esta razón, la despoblación ha sido catastrófica. En 1549, se calcula habi
taban el territorio peruano 8'285,000 habitantes, los mismo que en 1828 se habían
reducido a 1'248,723. De la Independencia a la República nada había cambiado y el
gran pueblo de Atahualpa, va desapareciendo paulatinamente.
Las leyes de la República, que declaran ciudadano al indio, son una burla. Sus
propiedades, sus bienes y aún sus vidas mismas han sido conculcados por la voraci
dad del gamonalismo. Los latifundios "han crecido como gangrenas en forma de
lotes arrebatados por la violencia o por la querella simulada". Este proceso se pro
dujo con laconDiicídad de la autoridad y de la justicia. Así, el tinterillo se ha aliado
con el gobernador, el juez condena al indio cuando reclama justicia y el hacendado
lo esclaviza convirtiéndose en cacique o reyezuelo local o de la provincia (50).
En estas condiciones ¿será posible la redención del indio de tan inauditos abu
sos? El delegado ayacuchano Juan José del Pino era optimista:
"lo último, que pierde el hombre es la esperanza y la ironía de la vida
está precisamente en que los seres más desventurados se hacen la ilu
sión de ver brillar un rayo de consuelo y dejusticia enmedio delatene
brosa noche deexacciones y detiranías" (51).
Joaquín Capelo consideraba que la situación del indio es productodel feuda
lismo y por tanto debemos
"impulsar el capital y el trabajo asociados a la sombra de la libertad y
la justicia. Son todo lo que se necesita para crear la riqueza en propor
ción indefinida y para hacer muy anchos los horizontes delavida. Los
indios son los únicos creadores de la riqueza y nopara ellos porcierto.
Sus amos, sus verdugos son los dueños de esa riqueza como lo son de
suspersonas" (52).
Fomentemos la forja de "braceros libres", jornaleros, altos operarios, cons
cientes de sus derechos como hombres y como ciudadanos. Ellos producirán, enton
ces, eficazmente la riqueza y lograrán urta vida económica y ciudadana amplia, vigo
rosa y, por ende, un pueblo feliz, una nación respetable y respetada. La base econó
mica que el Perú necesita es
"la base del trabajo inteligente y honrado, del trabajo que dignifique y
ennoblezca tanto al obrero como algerente delaempresa" (53).
Pero, mientras llegue este cambio, será preciso
"¡Que los indígenas en cada pueblo del Perú seasocien y sereúnan por
agrupaciones para defenderse de los lobos hambrientos que los devo
ran!" (54).
Es básico, pues, que conozcan a esos lobos. Es vital que desarrollen su solida
ridad de modo que, cuando un indio sufra un atropello, todos se sientan atropella
dos y todos se lancen al desagravio.
34
Para el gamonalismo estos puntos de vista eran ofensivos. Más aún, ellos se
sentían acosados y víctimas de los indios. Francisco Mostajo admitió que el indio
con poder puede cometer excesos:
"el indio abusa en cualquier situación en que se reconoce más fuerte
que el mestizo o blanco ante el que, en las demás situaciones, semues
trasumiso" (55).
Incluso, puede llegar a crímenes execrables o a otras perversidades. Pero, es
que el estado del indio con relación al mestizo o ai blanco, esanormal, es un estado
de guerra generado por el estigma de la explotación secular. En estas condiciones:
"la hostilidad es tanto más natural cuanto que elindio no hace sino de
volver, en ciertas circunstanciare primada, lo que con él se hace con
tinuamente" (56).
Por el contrario, el indio cuando es débil se refugia en la hipocresía y en la
sumisión. No por vocación ni proclividad, sino porque la servidumbre origina alte
raciones del carácter y obliga, sobre todo, a enmascararse. En suma, el indio ha
creado una doble personalidad: una para los suyos y otra para los mestizos y los
blancos.
Aquella dicotomía psicológica se distingue con mayor claridad en la mujer.
Juan José del Pino decía:
"la mansedumbre es su estado natural, la desconfianza su arma de de
fensa, el chisme y la mentira el instrumento de que se vale para ganar
simpatías ysembrar desavenencias que le reportan utilidad. .. la hipo
cresía la máscara de su vileza, la venganza y elcrimen consiguientes asu
depravación" (57).
Como se ve, tratándose de los indios, no hay libertad ni justicia. Al punto que
ellos mismos han perdido conciencia de su personalidad. Frente a toda esta situa
ción, María Alvarado clamaba:
"¡Es preciso que los hombres sanos y los hombres cultos de corazón y
de espíritu despierten. Hay que dejar de explotarle yrobarle para ganar
su confianza; más tarde ensushijos o nietos obtendremos suafecto. Li
bérteseles de la cruef opresión que hoy ¡os abruma y degrada; transfór
mese sumedio, prodigúesele instrucción yjusticia yasíla raza toda cul
minará regenerada!" (58).
También aquí, los planteamientos de la Asociación fueron ambivalentes. Por
un lado, íos propios indios debían lograr su libertad yjusticia através de su propia
organización y lucha. Por otro lado, esta libertad y justicia les debía ser cencecida
por los hombres sanos y buenos de corazón. Obviamente, los límites de la ideolo
gía y de la clase aparecen aquí con toda claridad.
35

NOTAS
( 1) MAYER, Dora, "El Estado de la Causa". EN: El Deber Pro-Indí
gena. Año I. No. 1. Lima, octubre de 1912. p. 4.
( 2) Ibid. pp. 3-5.
( 3) DENEGRÍ, Marco Aurelio, "Meditemos". EN: El Deber Pro-Indí
gena. Año II. No. 15, Lima, diciembre de 1913. pp. 125-128.
( 4) CAPELO, Joaquín, "Será hasta que perezca el último indígena?*
EN: El Deber Pro-Indígena. Año I. No. 12. Lima, setiembre de
1913. p. 95.
( 5) ZULEN, Pedro, "Cómo celebraremos nuestro centenario". EN: El
Deber Pro-Indígena. Año I. No. 1. Lima, octubre de 1912. p. 6.
( 6) MAYER, Dora, "Federalismo y Feudalismo". EN: El Deber Pro-
Indígena. Año II. No. 15, Lima, diciembre 1913, p. 124.
( 7) SITUCHA, Juan, "La Pro-Indígena, sus delegados, las autoridades,
los indios, y otras cosas que se dirán". EN: El Comercio, Cusco, 10
de enero de 1917.
( 8) GIBSON, Percy, "El Indio en la Formación Económica Nacional".
EN: El Deber Pro-Indígena. Año I. No. 9, Lima, junio de 1913. p.
71.
( 9) Ibid.
(10) CAPELO, Joaquín, "Espinas y Abrojos". EN: El Deber Pro-Indí
gena. Año III. No. 36. Lima, setiembre de 1915, p. 161.
(11) Ibid, "El Lobo y sus aullidos". EN: El Deber Pro-Indígena. Año
III. Ño. 34, Lima, julio 1914. p. 147.
(12) GIBSON, Percy, Art. cit. pp. 71-74.
(13) ZULEN, Pedro, "Destruyamos el latifundio". EN La Autonomía"
Año I. No. 16, Lima, 1915. p. 8.
(14) MAYER, Dora, "El Estado de la Causa". EN. El Deber Pro Indíge
na. Año I. No. 1. Lima, octubre 1912. p. 3.
36
(15) MOSTAJO, Francisco, "Contra los malévolos y escepticos", EN:
El Deber Pro-Indígena. Año I. No. 8. Lima mayo 1913 p. 63.
(16) QUIROGA, Manuel, Cf. La Autonomía Año I. No. 23 Lima
1915. p. 1.
(17) Ibid.
(18) ZULEN, Pedro, "Educación y crítica". EN. Contemporáneos Li
ma, 1909. p. 359. (
(19) Ibid.
(20) Ibid. "La ciencia, el arte y el ideal del educador". EN. El Deber
Pro-Indígena. Año II. No. 22. Lima, julio 1914. p 54.
(21) ÍDid.
(22) MAYER, Dora "Secreto de la Educación". EN: El Deber Pro Indí
gena". Año III. No. 30. Lima, marzo de 1915, p. 115.
(23) Ibid.
(24) Ibid. "Manía Educacionista". EN. El Deber Pro Indígena Año III.
No. 28,Lima, enero 1915. p. 99.
(25) Cf. El Indio, Lima, Julio 1909. pp.l 6 (todas las intervenciones).
(26) MALAGA, Modesto, "La educación indígena". EN: El Ariete,
Arequipa, marzo de 1911.
(27) Ibid.
(28) ZULEN, Pedro, Recursos de Defensa de la Escuela de Platería. Li
ma, mayo de 1913. Archivo Zulen.
(29) Ibid.
(30) ZUÑIGA CAMACHO, Manuel, Memorial de Defensa de la Escuela
de Platería. Puno, diciembre de 1908. Archivo Zulen.
(31) ZULEN, Pedro, Recurso citado.
(32) ZUÑIGA CAMACHO, Manuel, Memorial a la cámara de Diputa
dos, julio de 1913.
37
(33) Cf. El Comercio, Lima, 29 de setiembre de 1910.
(34) MALAGA, Modesto, Art. cit.
(35) PERALTA, Arturo, "Arpegios de combate". EN: La voz del obre
ro. Puno, febrero 1915.
(36) CAPELO, Joaquín, "Educación Indígena". EN: El Deber Pro-In
dígena". Año II. No. 27. Lima, diciembre 1914. p. 89.
(37) Ibid, "Bandolerismo y Gamonalismo". EN: El Deber Pro-Indíge
na. Año III. No. 41. Lima, febrero 1916. p. 230.
(52) CAPELO, Joaquín. "Libertad y Justicia". EN: "El Deber Pro-In
dígena. Año II. No. 21. Junio 1914. p. 43.
(53) CAPELO, Joaquín, "El cambio de la base económica". EN: El De
ber Pro-Indígena, Año III, No. 28. Lima, enero 1915. p. 98.
(54) Ibid, "El Lobo y sus Aullidos". Cf. Nota- No. 11.
(55) MOSTAJO, Francisco. "Lds Abusos del Indio". EN: El Deber
Pro-Indígena. Año IV. No. 44, Lima, mayo 1916, p. 254.
(56) Ibid. p. 253.

(38) Ibid. "¿Y cómo cambiaremos la base económica?". EN: El Deber (57) DEL PINO, Juan José, "Psicología de la Mujer India". EN: Con
Pro-Indígena. Año III. No. 29. Lima, febrero 1915. p. 105. temporáneos. Lima, 1909. p. 345.

(39) QUIROGA, Manuel, Evolución Jurídica de la Propiedad Rural en (58) ALVARADO, María, "El Indio". EN: El Comercio. Lima, julio
Puno. Tesis, Universidad de Arequipa, 1915. de 1911.

(40) Ibid.

(41) MAYER, Dora. Cf. la nota No. 14.

(42) CAPELO, Joaquín, Cf. la nota No. 37.

(43) DENEGRÍ, Marco Aurelio, "La Cuestión Agraria", EN: El Deber

Pro Indígena. Año II. No. 20. Lima, marzo 1914. p. 34.

(44) Ibid.

(45) Ibid.

(46) QUIROGA, Manuel, Tesis citada.

(47) CAPELO, Joaquín, "J-ibertad y Justicia". EN: E\ Deber Pro Indí

gena. Año II. No. 19. Lima, abril 1914. p. 25.

(48) Ibid. p. 25.

(49) Ibid. p. 26.

(50) DEL PENO, Juan José, "Pleitomanía Indígena". EN. El Deber Pro-
Indígena. Año I. No. 15. Lima, diciembre 1913. pp. 124-125.

(51) Ibid. EN: El Deber Pro-Indígena. Año I, No. 5, febrero 1913. Li

ma, pp. 42-43.

39
38
 Pero, ¿qué importancia tiene ahora conocer el pensamiento de la Asociación
Pro-Indígena? Creemos que hay dos razones que le confieren especial relieve:
1. Es el movimiento de la pro-indígena, prácticamente el primer intentode par
tido nacional y popular en el Perú. Sus núcleos dirigentes tanto de Lima como
de los departamentos, provincias y distritos, actuaban disciplinadamente. Re
cibían directivas, pero también podían discrepar con ellas de acuerdo a la rea
lidad regional o local. A su vez, alimentaban a los dirigentes nacionales con
puntos y precisiones a partir de sus propias experiencias. Por otro lado, todo
los delegados de la Asociación, tenían reuniones, sesiones, aportaban cotiza
ciones, valoraban la prensa y fundamentalmente la búsqueda de adherentes.
Esencialmente "los mensajeros indígenas" debían ser los primeros incorpora
dos. Además, extendieron la acción del movimiento al apoyo de la claseobre
III ra. Esta, a través de sus líderes anarquistas, saludó con entusiasmo la iniciati
va.

2. Un punto capital en el debate es la defensa del indio. Un indio vilipendiado

Notas Finales y embelecido por la oligarquía y el gamonalismo. Un indio que clamaba jus
ticia, libertad, democracia, encontró en la Asociación su voz de aliento. La
voz se sustentaba en la razón, en la historia: la población indígena constituía
la base de nuestra nacionalidad. La Comunidad indígena es una institución de
mocrática y ha servido de cobertura a la identidad indígena y nacional. Había
que defender al indio y a la comunidad. Los delegados de la Asociación em
prendieron esta tarea. Años más tarde, José Carlos Mariátegui, llamó a sus re-
presentantes más preclaros a su movimiento: Pedro Zulen, Dora Mayer, Luís
Valcarcel, Arturo Peralta, Chuquihuanca Ayulo, Ezequiel Urviola. Incluso to
mó como fuentes y bases documentales algunos puntos germinales de la Aso
E l presente ensayo intenta mostrar un movimiento de ¡deas én torno al pro ciación para convertirlos en ciencia al diseñar la Cuestión Nacional.
blema indígena. Sus principales animadores fueron estudiantes y profesio En la actualidad el problema indígena sigue vigente. Su solución está por con
nales liberales. Sus rostros y biografías están por reconstruirse. Apenas co cretarse. Una vuelta al pasado. Creemos que un mirar y estudiar lo que hicie
nocemos a algunos de ellos. Sólo un largo recorrido, por los departamentos o pio- ron y dijeron "los defensores calificados del indio", es una tarea importante
vincias, entrevistando a los protagonistas, a sus amigos o descendientes, revisando y necesaria.
ias publicaciones y bibliotecas locales, permitirá acercarnos a los hombres que se
sumaron a la causa pro-indígena.
Los delegados de la Asociación actuaron en la acción práctica y en el debate
ideológico. El primer aspecto está por investigar con mayor detalle y precisión. En
el debate ideológico no hemos analizado los planteamientos acerca de la región, del
regionalismo o las discusiones sobre el centralismo o el federalismo. El material al
respecto, es tan abundante que merecería un estudio aparte. Presentamos más bien,
los diversos puntos de vista^que asumieron en torno al problema indígena, a la edu
cación, a la cuestión agraria, a la libertad y la justicia. En la discusión de estos ternas
no hay un pensamiento unitario. No existe una específica posición ideológica o de
clase. Cada delegado expresa sus puntos de vista con cierta espontaneidad. Quizá es
to sea un hecho positivo. Había en el movimiento pro-indígena un juego democráti
co de ideas. Aunque todos tenían una filiación común; la defensa del indio,
sea un hecho positivo. Había en el movimiento pro-indígena un juego democrático
de ideas. Aunque todos tenían una filiación común: la defensa del indio.
Las posiciones más cercanas a la realidad y, por tanto, las alternativas más co
herentes, las plantearon Modesto Málaga, Joaquín Capelo y, especialmente, Pedro
Zulen. Lamentablemente, el socialismo de Zulen era apenas embrionario, germinal.
No pudo entonces cuajar. Hacerse de una audiencia. Aun más, su definición ideoló
gica se concretó cuando el experimento de la Asociación ya había pasado.

40 41
 IV

Anexos

DOCTRINA Y PROGRAMA DE LA ASOCIACIÓN

PRO-INDIGENA

El indígena que se conserva en la República, tiene su suer

te intimamente ligada á la tierra en que vive, sea como comune
ro, con sus derechos y hábitos intactos desde el tiempo del im
perio incaico, o ya como víctima del orden político posterior,
en calidad de yanacón, arrendatario o' subarrendatario, depen
diente de los grandes fundos erigidos sobre las ruinas del anti-
-guo patrimonio de la raza autóctona.
Una faz particular del problema territorial, se ha presenta
do últimamente varias veces, por ejemplo en la hacienda Llau-
can, en el departamento de Cajamarca, y en la hacienda Pillor
en el de Huancavelica. En ambos casos los propietarios han acos
tumbrado sacar á pública subasta la administración del respecti
vo fundo, y en cada oportunidad los nuevos locatorios, habien
do ofrecido una suma mayor que la anterior, por el arriendo,
han aumentado consiguientemente la cuota impuesta á los sub
arrendatarios, que son los indígenas pobres y desvalidos, hasta
hacerles casi imposible la existencia con el afán de echar sobre
elLos, exclusivamente, la carga del subido precio convenido en el
remate.
A extremos tan álgidos han conducido, como es notorio,
estas cuestiones de suyo trascendentes para la vida y bienestar
de la población rural, que la intervención del Estado parece ha
cerse necesaria y urgente. Ante tal perspectiva, corresponde á la
Asociación Pro-Indígena el tomar una actitud firme, unificando
las ideas de todos sus miembros y representantes, á fin de que
trabajen sin perturbadoras divergencias h¡ incertidumbres, en la
consecusión de lo que después de maduro estudio parezca como
el objetivo más adecuado para la solución def mencionado pro
blema.
Las muchas intrigas y asechanzas á que está sujeta la pro
piedad del indio y la deficiente aptitud material y moral que
manifiesta para prevenirse contra ellas, debido á las condiciones

43
desfavorables que lo rodean desde hace varios siglos aconsejan
insistir en que el Estado se constituya en protector y garante es
pecial de la raza indígena contra los proyectos egoístas y atenta
torios de individuos aislados que hasta ahora siguen despojándo
la de sus derechos políticos y humanos. Desde luego, es inconve
niente que el indígena sea poseedor directo y absoluto de tie
rras, porque sus avisados adversarios encontrarían muy pronto
un modo de quitarle su hijuela con engaños y contratos fraudu
lentos y usureros. Más bien, sería bueno que el Estado procura
ra hacerse cargo, en nombre de las conveniencias nacionales y la
paz social, de aquellas propiedades donde, como en Llaucan y
Pillo, el propietario negocia con los arriendos de sus terrenos,
adquiriendo el Gobierno un título legal sobre éstos por compra,
expropiación, arriendo ó en la forma que mejor se recomiende
en cada caso, poniendo asi una barrera entre los explotadores
pudientes y la humilde población agrícola, á la cual hay que am
parar é impulsar de un modo decidido conforme á la ciencia po
lítica y de administración
Dividiendo los terrenos en lotes de una á cinco hectáreas,
según la relación entre el terreno y los pobladores á que debe
atenderse para el uso de cada lote, á cambio de un canon anual
que asegurase la parte proporcional del servicio del capital é in
tereses empleados en la operación, resultaría el indígena con to
das las ventajas del propietario y sin ninguno de los inconvenien
tes en que redundaría su libre disposición sobre las tierras res
pectivas, pues la sustitución de su persona sería prohibida, salvo
que fuese una sucesión por herencia, a causa de muerte en el se
no de su misma familia, y, de otro lado, se constituiría una im
portante obra de educación de su raza, cumpliendo sus compro
misos, reconociendo la obligación preferente de pagar el (.anón
anual como un seguro que le da el Estado de sus derechos de
propiedad y libertad contra el gamonalismo que tiende incesan
temente á despojarlo de sus derechos y reducirlo a la esclavitud,
sin mirar que aniquila y corrompe las energías del poblador pe
ruano con enorme daño para la nación toda.
He aquí brevemente expuesta la doctrina y el programa de
acción á que se dignará Ud. ceñirse en las gestiones que le toque
realizar ante las autoridades públicas y el Supremo Gobierno, y
que hará Ud conocer á los amigos de nuestra causa y a los indi
genas mismos como expresión de nuestro propósito inmediato,
concebido en atención á las circunstancias peculiares del país y
á la necesidad de estrechar los vínculos entre el Estado y la raza
que aún permanece fuera de los beneficios de un régimen de or
den y de ley
Saluda á Ud. muy atentamente, su amigo y S.S
Pedro s Zulen
(irruía/ a loa Delegado* He la Awx'iarión en la Kepultlii-i l.inia. 8 de marzo de 1915
44
EDUCACIÓN Y CRITICA
La información sobre la segunda enseñanza, es el título de
un folleto debido al señor Luís Ego-Aguirre, actual director del
"Instituto Nacional de Enseñanza'. Tengo sobre mi mesa de tra
bajo este folleto que no sé como calificar. Lo he leído y releído
cada vez con mayor placer, me ha agradado tanto, que ya me
parece que al tratar de añadirle un adjetivo voy á caer en un gra
do de apasionamiento ageno á toda crítica científica. Sus pági
nas impregnadas del sabor amargo de nuestras tristes realidades,
contienen un juicio sutil de todo ese engranaje de mentiras, pre
juicios y convencionalismos que aquí se llama la enseñanza pú
blica. Su autor á quien, dicho sea de paso, no tengo la honra
mas que de conocer de nombre ha comprendido sinceramente
el rol social de la juventud, de que habla Rene Bazin. En un país
donde la mayoría de los jóvenes no se proponen mas que aco-
• emodarse al ambiente de inmoralidad que nos rodea, para desgra
cia nuestra, consuela que haya siquiera quienes puedan sustraer
se á la adulación baja, á la mentira sistemática, reinantes en
nuestro medio social. Como todo lo que respira verdad, se ha
hecho al folleto en referencia la conspiración del silencio. Esto
más que todo, porque su autor, como carácter, como espíritu
independiente, no pertenece y este es un mérito - á la asocia
ción tan conocida, del "bombo mutuo" que entre nosotros es
tá caracterizando una literatura en que la simulación constituye
uno de sus más genuinos caracteres
Quien haya leído los volúmenes de la enquéte abierta por
el Ministerio de Instrucción, á fines de 1905, convendrá con no
sotros, que la mayor parte de las respuestas no honrarían ni la
canastilla que se halla al pié del escritorio. Sin embargo el Minis
terio ha hecho un positivo servicio al insertarlas entre las poquí-
mas en que, "en algunas páginas de la información, los espíritus
fuertes han señalado á este pueblo los derroteros de la vida acti
va y fecunda", en las que "se adivina el afán de realzar en la
obra educativa el valor del sentimiento y de la voluntad por una
mejor comprensión de los resortes que mueven el alma del
hombre". Merced á esta enquéte sabemos lo que vale el profeso
rado nacional. Con muchísima razón dice el señor Ego-Aguirre:
"Las opiniones de los informantes, reunidas en dos volúmenes, cons
tituyen un documento que nos da á conocer las ideas imperantes aquí en
educación y en pedagogía. Poco interesante desde el punto de vista técni
co, es. sin embargo, muy valioso desde el ponto de vista psicológico.
45

El extranjero que desee conocernos, puede ahorrarse casi el trabajo
de visitar nuestras ciudades, nuestras aldeas, nuestros campos, nuestras fá
bricas, nuestros institutos docentes, nuestras sociedades sabias, nuestras
oficinas burocráticas, nuestras cámaras legislativas. Le basta recorrer las
814 páginas de la información para sentir las palpitaciones más recónditas
de la vida nacional.
"Si la educación es la preparación para la vida; si un pueblo concibe
y practica la educación de un modo dado, sus movimientos vitales respon
derán á su modalidad educativa; y entonces podremos representarnos có
mo son sus ciudades, cómo sus aldeas, sus campos, sus fábricas, sus institu
ciones docentes, sus sociedades sabias, sus oficinas burocráticas, sus cáma
ras legislativas. Y si el sentido de la educación es acentuadamente intelec-
tualista; si los educadores miden la superioridad humana por la superiori
dad intelectual, y la superioridad intelectual por la superioridad numérica
de las particularidades y pormenores de las cosas y de sus verbales revesti
mientos, entonces podremos asegurar que en las ciudades del país que de
tal modo concibe y realiza la educación, hormiguea una población diplo
mada; que de sus aldeas emigra una población no diplomada; para diplo
marse en las ciudades; que sus campos imploran agua, sofocados por una
sed milenaria; que sus fabricas carecen de dirección científica y de manos
técnicamente habilitadas para el uso de sus máquinas y para el aderezo de
sus manufacturas; que sus institutos docentes son las estaciones iniciales de
la burocracia; que en sus sociedades sabias hay mucho trabajo oficinesco y
poco trabajo científico; que en sus cámaras legislativas se dá muchas dis
pensas de práctica forense; muchas pensiones graciosas, muchas graciosas
condecoraciones y muchas frondosas bachillerías oratorias"
¿Quién, al leer la información ministerial no descubre "que
la mayoría de los informantes se halla atacada de una incurable
miopía mental que solo le permite descubrir el saber en su masa
y nó en sus valores cualitativos"? "Acumular, acumular noticias
y acumularlas á golpe de texto, tal es el eterno trabajo de Danai-
das del profesorado nacional".
"Cegados por el error de lo cuantitativo del saber, confundiendo la
grandeza de la ciencia con sus dimensiones materiales, nuestros educado
res se preocuparon solamente de incrementar el conocimiento amontonan
do noticias y pormenores de toda especie. Así se justifican esa larga excur
sión de seis años y esos programas hipertróficos que cada profesor se esfor
zaba en hinchar más y más, para colocarlos Ó la altura de ¡OS Últimos pro
gresos; programas que hipertrofiaban los cerebros hasta convertirlos en fru
tos cucurbitáceos, repletos de agua y de pepas, pero sin carne nutricia, re
paradora de fuerza y generadora de fuerza '. •*
¿Quién puede decir que el señor Ego Aguirre falta á la .ver
dad cuando describe el mecanismo de nuestra segunda enseñan
za? ¿Quién se atreverá á negar la existencia, entre nosotros, del
profesor del pendingue, del profesor orador -científico, del
profesor orador letrado, del profesor fósil, etc, tipos todos in
capaces de tener conciencia de sus deberes? Miremos un mo
mento al fondo de nuestras conciencias. Cuantos al examinamos
no hemos repetido con aquél Mr. Hoopdier de la novela Ruedas
de Fortuna de Wells "Me pongo malo al recordarlo, al pensar
46
cómo me han engañado. Mi viejo maestro de escuela tendrá su
castigo en el otro mundo. Es un ladrón. Decía que haría de mí
un hombre de provecho, y le robó á mi vida veintitrés años, lle
nando mi cabeza de fragmentos y de cosas incompletas. ¡Y
aquí me tiene usted! No sé nada, no puedo hacer nada y el tiem
po que tenía para aprender voló".
De acuerdo casi por completo, en el fondo, con el señor
Ego Aguirre, no lo estoy en ciertos detalles. Ello lo expondré en
otro artículo, en el próximo número de esta revista. Por lo de
más, vayan mis humildes, pero sinceras felicitaciones, al joven
que acaba de dar la mejor lección educadora que se puede dar
en este ambiente tan falto de voces de intensa verdad.
EDUCACIÓN Y CRITICA
ti
Los resultados del régimen de nuestra enseñanza secunda
ria no pueden estar mejor expresados. Minuciosidad en el aná
lisis, sutileza en la crítica, hé allí los diseñados caracteres del es
tudio del señor Ego-Aguirre. Cuando se examina la actualidad
pedagógica nacional, cuando se dirige la vista á los productos
que sobre la sociedad lanzan estos institutos docentes, el exa
men detenido, invita á preguntarse porqué, aquellos productos,
no han adquirido hábitos capaces de permitirles bastarse á sí
mismos, porqué lejos de desarrollárseles el naciente espíritu de
iniciativa que llevaron á la escuela, se les ha debilitado ó atrofia
do. Sin duda los párrafos siguientes no son, en manera alguna
exagerados:
"El régimen de exasperación intelectualista del colegio peruano no
ha dado ningún fruto utilizable. Después de una excursión tan larga y pe
nosa por el campo de la enciclopedia, el estudiante modelo se encontraba
sin adquisiciones. En vísperas del examen, al practicar la revisión final, las
cosas qjue creía haber incorporado firmemente á su sustancia mental, te co
gían de nuevo. Entonces, en veladas matadoras, que imprimían en tus «íce
las estigmas anatómicos y funcionales indelebles, forzaba lo que Dugas ha
llamado la memoria bruta, encarnizándose con los textos, coa la letra re
belde y fugitiva. No te vayas, parecía decirle en muda plegaria, quédate
conmigo, no me abandone* en b hora de la prueba.
¿Cunto* de esos que pasaron seis años mortales de academismo y
pshacismo, metiéndose en la cabeza todos los periodos de la historia, las
fecha* de todas las batallas,las genealogías de todos lo*soberanos, las suti
lizas y enredijos de la retórica y de la lógica, la* teorías-económicas, las
miriamérrícas inacabables listas de h geografía-catálogo, dela zoología-ca
tálogo, de la botánica-catálogo, de la mineralogía-catálogo; cuántos de esos
que descomponían y recomponían todas las fórmulas de las matemáticas,
todas las representaciones nominales de la química, que se engullían todo
el artículo de laConstitución del estado y pedazos inarticulados delenguas
sabias, cuántos pueden exhibir hoy una parte infinitesimal siquiera debían
estupenda enciclopedia?
47
 Y los pocos, prodigiosos cerebros que escaparon con tantas cosas sa
bias del proceso destructivo del olvido, se están preguntando á la hora pre
sente que es la hora de las dudas, en que aplicaciones prácticas invertirán
su capital enciclopédico".
No se puede expresar mejor la verdad. Pero si es cierto el
hecho de que, "de nuestros colegios no podía salir la originali
dad, el espíritu emprendedor, el deseo viril de pertenecerse, de
afirmar el yo sobre sí mismo," me parece poco exacto limitar
se á añadir exclusivamente:
Quién podía hacer vida propia dentro de la regidez mortal de los sis
temas absolutos? Raseros niveladores mutilaron todas las partes salientes
del espíritu, igualaron lo que la naturaleza hizo desigual y en vez de indi
viduos con diferenciación de cualidades y puntos de vista, resultaron indi
viduos con similaridad de cualidades y visiones.
No hay que atribuir al colegio sólo la culpa de la existen
cia de "la rigidez mortal de los sistemas absolutos", como úni
camente á éstos últimos, la falta de originalidad, la ausencia de
espíritu emprendedor y de confianza en sí mismo. El colegio
como la escuela ó la universidad es parte integrante del todo so
cial, separable únicamente por abstracción de nuestro entendi
miento. Es lugar común, que sin maestros no hay escuelas. Las
instituciones de enseñanza aquí no pueden traer los bienes que
traen en sociedades donde todo se sacrifica por el self-go\rerne-
ment. Omer Buyse que ha estudiado en sus fundamentos la edu
cación yanqui, se admira al constatar la solidaridad entre la es
cuela y la opinión pública en el país de la "vida intensa," contri
buyendo ambas hacia un mismo fin. Pero si allá contribuían el
hogar y la escuela en aras del self govermement, aquí sucede lo
contrario; se lleva á efecto una cooperación entre ambos para
perderlo.
Los males de que adolece una colectividad tienen que refle
jarse necesariamente en todas sus instituciones. Resolver el pro
blema educativo es resolver el problema social. Y ¿qué es la
cuestión social, sino una cuestión moral?
¿Porqué es que "entre los distinguidos y buenos elementos
con que cuentan nuestros colegios, hay número considerable de
universitarios malogrados: médicos sin enfermos, abogados sin
pleitos, ingenieros sin obras, que han estudiado una gran canti
dad de cosas que poco ó nada tienen que ver con las ciencias de
la educación y que han buscado una cátedra como hubieran po
dido solicitar otro empleo cualquiera, imaginándose que el edu
cador es un hombre que no tiene más misión que la decir lo que
sabe, y algunas veces lo que ignora, que es lo más frecuente."?
¿Porqué es que á esa "minoría estudiosa, trabajadora y cons
ciente de su delicada función espiritual, "no se trata de decirle
48
lo que se espera de su esfuerzo, ofrecerle toda la cooperación de
que haya menester y prestársela decidida, sinceramente, sin os
tentación deprimente y ridicula"?
Un país donde no existe el espíritu de nacionalidad, donde
un círculo de audaces ignorantes explota la situación, tiene que
presentar este cuadro. La selección, como observó alguien en
una de las conversaciones sobre la educación nacional, que el
suscrito se honra en haber iniciado en el "Centro Universitario",
se opera al revés. No triunfan los más aptos, los mejor prepara
dos, sino los que solo tienen de humanos la actitud bípeda. Ser
estudioso, saber algo pero bien, tener conciencia plena de sus
deberes y derechos, ser celoso de su integridad moral, tener un
poco de carácter, es, aquí, de poco ó ningún valor. No era, creo,
lo formalista del ambiente, tanto pedagógico como extrapeda-
gógico, causa de la existencia de métodos de enseñanza formalis
tas de que-nos habla el señor Ego-Aguirre; "esos abomínales mé
todos de monólogo, restrictivos, discursivos y conceptuosos,
dogmáticos, sin calor y sin vida." Es la falta de moralidad, el
predominio de la intriga, la que ha conducido á los hombres á
lugares á los cuales sólo deben ir los educadores de verdad. Con
victos de que no hay sanción, estos hombres ¿qué no harán,
rjfues, de la sagrada causade la educación, sino un pandemónium
inconcebible? Creen "que sus deberes se reducen á ir, dos ó tres
veces por semana al colegio; faltar aun número prudente de cla
ses; llegar con frecuencia un poco tarde; repetir durante cin
cuenta minutos lo que dice el texto oficial; agregar algunas ex
plicaciones leídas en otro texto; terminar con un discurso efec
tista; clasificar á unos cuantos alumnos; imponer unas cuantas
penitencias, elegidas del menú reglamentario, según el apetito
del momento y retirarse apresuradamente al terminar la clase
para atender otras ocupaciones" En ellas desmentirá práctica
mente los principios que enseñó en la clase. Es el tipo, en fin,
que repugna. ¡Qué opuesto al verdadero maestro, aquél á quien
con respeto y cariño recurren en sus dificultades los jóvenes es
tudiantes, "verdadero confesor ¡lustrado, ante quien no hay se
cretos y á quien queda vinculado el alumno por toda la vida con
lazos de la más franca amistad"!
La ley de 1902 que venía á trastocar un tradicional orden
de cosas, no podía arrasar con él inmediatamente. Ella no ha da
do todavía los resultados que su racional aplicación inmediata
habría traído, es cierto; pero es prematuro decir que ha fracasa
do ó ha frustrado las espectativas de sus autores. Las leyes co
mienzan por obrar exteriormente, para después penetrar, poco
á poco, de manera lenta, en las partes más recónditas de la orga
nización social. Los efectos no son inmediatos nunca. Induda
blemente que ahora no debemos pensar en reformas de clase al
guna. Si lo que nos falta son maestros, busquémolos. Pero cual-
49
quiera que sea la solución que se adopte, respecto de la forma
ción del profesorado, pidamos á los que han de llevarla á efecto,
sinceridad en los fines. Teniéndola, decía la más profunda de
nuestras escritoras, Dora Mayer, tendremos educación nacional.
Tratemos de abandonar esos hábitos de indignas politiquerías
que todo lo malean y que tanto daño nos han hecho.
Si en cada momento histórico de un país debe haber una
generación de almas nuevas; una juventud que medite sobre los
peligros ó bonanzas de la hora presente; una juventud que sal
tando las vallas de añejas creencias, comprenda y sienta la nece
sidad de saturarse de ideales nuevos; una juventud que no se li
mite á la mera disociación subjetiva de la organización social de
que forma parte, sino que sobre ese balance destructivo que ha
ga, asocie seguidamente bajo nueva forma aquéllos diversos ele
mentos integrantes de la sociedad y levante los planos del edi
ficio de regeneración, despojémonos de los egoísmos estrechos
y ejerzamos sinceramente el sacerdocio de la causa del porvenir
de este suelo. Si las almas serenas que han encanecido en la bre
ga del struggle for Ufe, que ven aproximarse el momento que
Renán como Reclus, esperaron con estoicismo grandioso, con-
suélanse cuando descubren en las nuevas generaciones espíritu
amplio abierto á todas las manifestaciones sanas de la acción,
tratemos de ser siempre jóvenes dignos de tal estima, que luchan
por recuperar su self governement, sí lo perdieron, muriendo an
tes que perderlo, si lo tuvieran.
Pedro Zulen
En: CONTEMPORÁNEOS. Lima, 1909.
¿COMO CELEBRAREMOS NUESTRO CENTENARIO?
A Francisco Mostajo, el infatigable y sincero luchador, que sabe del
gesto altivo y rebelde del convencido.
Faltan nueve años para que sean cien los que el tiempo
marque desde la jura de nuestra independencia, y nadie piensa
seriamente en las responsabilidades que tenemos ante la Histo
ria. Analicemos nuestras instituciones y nuestros hombres, vaya
mos al fondo real de las cosas, á la ¡ntra nacionalidad, y respon
damos si este Perú puede llamarse pueblo libre y consciente por
sus ciudadanos, si no hemos involucrado los fines sociológicos
contenidos en el sueño libertario de los prohombres de 1821.
50
Se aproxima la fecha de nuestro centenario, y todavía te
nemos los yanaconazgos y los enganches, las mayordomías y los
pongajes; las tierras de comunidades se vuelven haciendas y los
verdaderos propietarios del suelo se convierten en la indiada del
amo usurpador; el látigo y la tortura, el hambre y las cárceles só
lo se han hecho para los indios. El feudalismo no hasido deste
rrado todavía de la Humanidad, porque existe en todas las sec
ciones del territorio peruano. He aquí el país de esclavos que se
llama "La República del Perú".
Y ¿es así, con esa exhibición de esclavos, que vamos á re
cibir la fecha dekentenario? ¿No será posible acabar, con tiem
po, con esa explotación tan vergonzosa como inhumana que se
hace del aborigen peruano? ¿No será posible transformar ese es
tado social indigno, sustrayendo á nuestro indígena de la condi
ción servil en que se halla, haciendo ciudadano altivo, conscien
te, de quien hoy es un analfabeta triste y pordiosero?...
He aquí el mejor programa para el centenario. Ño es con
las formas exteriores de las cosas, con exterioridades de escena
rio, como debemos recibirle. No es con meros edificios levanta
dos en Lima y el Callao, como le recibiremos dignamente. ¡Y
pensar que con sólo la buena voluntad se haría todo!
Tenemos nueve años todavía para corregir todos los males
que nos denigran y nos consumen; preparémonos con todo fer
vor, y ofrezcamos ante el mundo el espectáculo, muy hermoso
por cierto, de un país que se dá cuenta de los yerros del pasa
do y se prepara para que no se le pueda decir:
Habéis llegado á los cien años desde que jurasteis al mundo
el culto de la libertad, y no obstante le habéis vilmente engaña
do.
Lima, 2 de octubre de 1912.
Pedro S. Zulen.
En El Deber Pro-Indígena. Lima, Año I. No. 1. Octubre de 1912 pp. 6 y 7
LA CIENCIA. EL ARTE Y EL IDEAL DEL EDUCADOR
Se llama educación la acción directa que el educador ejerce
sobre el educando con un propósito determinado. El educador
es el adulto, el maduro, como diría Bergman; el educando, el
que no ha llegado todavía á la condición de aquél; el propósito
del primero es preparar en el segundo las disposiciones tenden-
51
tes a hacer de él lo que llamamos un hombre maduro; la acción
directa supone necesariamente convenio tácito entre él educa
dor y el educando para producir así el hecho educacional, el
fenómeno pedagógico.
Puesto que el educador actúa sobre la persona del educan
do, y su propósito es un propósito moral, el fenómeno pedagó
gico está vinculado al fenómeno sicológico y al fenómeno éti
co; y si hay una ciencia de los dos últimos fenómenos, debe ha
berla del primero. Porque si la Psicología se ocupa de lo que so
mos, la moral de lo que debemos ser, la Pedagogía trata de có
mo llegaremos á eso que debemos ser. El pedagogo acudirá á la
Psicología para ver las energías que conviene modificar, las aspe
rezas sicológicas, por decirlo así, que deben limarse en el edu
cando; el educador pedirá á la Pedagogía los procedimientos que
debe aplicar, y beberá en la Moral el ideal que debe imbuirle pa
ra constituir su aspiración más elevada en el porvenir de su vida
social.
La Pedagogía, por consiguiente, tiene una parte teórica y
una parte práctica; hay una ciencia y un arte pedagógico, ó co
mo designa Barth, una Pedagogía y una Didáctica. Una funda-
mentación teórica, que lo mismo puede hallarse en el Emilio de
Rousseau ó en La Escuela de.Yasnaía Poliana de Tolstoy, que
en la Pedagogía General deducida del fin de la educación de
Herbart, ó en La Psicología y el Maestro de Münsterberg; y un
arte según el cual el educador ha aplicar esos principios teóri
cos.
Aunque en su sentido más amplio, la educación es una fun
ción incesante de la vida toda, como observaba Flaubert, puesto
que no sólo educa el maestro desde el pupitre de la escuela, sino
el medio social mismo; este sentido amplio trasmonta los límites
de una ciencia propiamente dicha de la educación; porque todo
acto educativo que el individuo recibe de la sociedad en que vi
ve, pertenece más á lo contingente que á lo necesario, y no pue
de caber por lo tanto dentro de las previsiones de lo que se llama
una ciencia. Cuando se habla de una ciencia de la educación, se
entiende no aquél concepto amplísimo, sino otro concepto más
restringido pero más preciso, que la limita á las primeras edades
de la vida: preparar al niño para su existencia de hombre. De
allí, frases como aquella de Guyau: "El porvenires loque noso
tros decidiremos quizás por la manera como habremos educado
á las generaciones nuevas." "The son is the father of man," dice
un proverbio inglés.
Carácter de la ciencia pedagógica es ser general, universal;
carácter del arte pedagógico es ser particular, local. Como apun
ta Roerich, ciertos principios pedagógicos sacados del Emilio de
Rousseau, son unos y pueden aplicarse lo mismo á los pobres
que á los ricos, lo mismo á las escuelas primarías que á los L¡-
52
ceos, y los ingleses como los alemanes los han utilizado. El arte
pedagógico nó; cada educador lo entiende á su manera y depen
de de la sicología particular de sus educandos y de las condicio
nes sociales de las localidades;el arte pedagógico del maestro de
escuela de un apartado villorio de nuestra serranía difiere com
pletamente de uno de Lima, que puede disponer medios más
perfectos de enseñanza y donde la población escolar es socíal-
mente distinta.
Ahora, por lo que respecta al propósito, á la finalidad que
debe llevar en sí la obra del educador, es indudable que debe ser
algo que pueda servir de guía; algo que el educador debe im
pregnar, por así decirlo, en la mente afectiva del educando. En
la mente afectiva, sí, porque el hombre no obra sólo por impul
sos de razón ó por la fuerza de su voluntad, obra por la acción
de su sentimiento. No basta que el hombre conozca los proce
dimientos dialécticos ó las virtudes morales. "Jamás la ciencia
de la Lógica —dice james- ha hecho pensar, bien á un hombre,
ni la ciencia de la Etica le ha hecho conducirse honradamen
te." Es necesario que el sentimiento entre como motor de lasac
ciones humanas.
Pero esta intervención del sentimiento significa una valori
zación que damos b que tiene para nosotros la práctica de los
actos de la vida. Unos actos se harán por el placer ó por la utili
dad que puedan reportar al individuo que los ejecuta. Otros ac
tos se realizarán sin ninguna consideración premeditada ó espe
rada de utilidad ó de placer personal ó de un posible sacrificio
material, pareciendo como que una fé inmanente presidiera su
ejecución; aunque después de realizados puedan producir una
satisfacción espiritual en la persona que los realiza. Estos últi
mos actos tienen mayor significación en la vida, son valores que
la elevan más que los primeros, son los valores ideales de que
habla Münsterberg. "El placer -nos dice aquél sicólogo- pue
de entrar como un elemento en la felicidad y en el amor; justa
mente como una ventaja personal y práctica, puede entrar en
nuestro conocimiento de la verdad; pero la verdad no es ver
dad porque nos proporcione una ventaja, y el amor y la felici
dad no son bellos porque nos produzcan placer. La verdad, la
belleza y la felicidad son perfectas en sí mismas, y esgloriosa la
vida que sirve para su realización."
Es en esos objetivos elevados que van más allá de un mero
acto de placer, es en esos valores ideales de la vida, donde el
educador debe buscar la finalidad directriz de su sacerdocio, el
derrotero de su aspiración modeladora del hombre que la heren
cia deposita en sus manos.
Fedro S. Zulen.
tu V\ Deher Pro-Indígena. Lima, Año II. No. 22. Julio de 1914 pp.53-55
53

BOCETO DE LA PERSEVERANCIA
Así como el Océano es incansable, lanzando sus ondas so
bre las riberas, así es la perseverancia. Así como la inmensa mo
le líquida sigue impertérrita su obra de intraremecimiento mole
cular, los seres humanos dotados de perseverancia llevan adelan
te los planes que se proponen, sin desmayar ante el pensamiento
de la lejanía de un triunfo, sin sobrecogerse ante los peligros es
perados ó inesperados que se hallen en el camino de su consecu
ción. Pero, así como pertenece á un Océano lacapacidad de po
ner en conmoción á las playas de todo un planeta, así solamente
los hombres de carácter, los hombres nacidos para la lucha, los
hombres que llevan en sf el sentimiento de la acción, son capa
ces de la perseverancia. Estos hombres, objetivación de energía,
son como las olas marinas del medio social en que viven, porque
su tendencia es siempre estar sobre su superficie, á la altura ma
yor, en el ramo de la actividad sociológica asumida.
La perseverancia no es cualidad corriente entre los hom
bres, por eso el perseverante siempre llama la atención de sus
semejantes. Porque, perseverar es luchar, y luchar sin doblegarse
ante algún contratiempo, poner toda la energía debida en servi
cio de una causa determinada, poseer una fortaleza de espíritu
tal para poder avenirse á que el éxito buscado, sea, si se halla, la
coronación final de una serie de derrotas precedentes ó de triun
fos parciales. La perseverancia es la acción que perdura y vive
en el tiempo para hacer, dentro del concepto de relatividad de
lo terreno, las cosas más estables de la vida humana.
El esfuerzo del hombre perseverante, así no lograse el fin
propuesto, jamás se pierde, porque sirve de escuela viva, de lec
ción educadora á los demás hombres, estimulándolos hacia la
práctica, hacia la acción, hacia la vida misma.
Hay cosas en la vida social como en la vida individual, que
todos los hombres convienen que deben hacerse, pero que para
lograrse sólo se requiere perseverancia. Nose han hecho de otro
modo las grandes campañas de reforma social de los pueblos?
Roberto Peel, logrando, al frente de su liga, la introducción del
librecambísmo en Inglaterra; Emilio Zola, haciéndose una perso
nalidad literaria con el realismo; he allí dos ejemplos de perseve
rancia en lo social y en lo individual.
Ante aquellos problemas del individuo y de la sociedad,
unos tienen el entusiasmo en el comienzo, pero les falta el entu
siasmo perenne, en otros términos, les falta la condición intrín
seca de la perseverancia. La médula de la perseverancia es, pues,
un sentimiento antes que una convicción de nuestra razón, an
tes que un propósito meramente formal de nuestro Intelecto. El
54
sentimiento de su doctrina, que era el nervio de su perseveran
cia, llevó á Cristo al Calvario; pero su credo se expandió entre
ios hombres, fundando una religión sobre la tierra.
til Chucuito, en una tarde de marzo, mientras por el dorso de la is
la de San Lorenzo, el ocaso se hundía en la penumbra...
Pedro S. Zulen.
En El Deber Pro-Indígena. Lima. Año 1. No. 7 Abril de 1913, pp.56-57
REVOLUCIONARIOS, SI, REVOLUCIONARIOS
El viaje de estudio que acabo de realizar por los departa
mentos del Sur de la República, me ha permitido la ocasión
muy grata de conocer personalmente á muchos de los Delega
dos de la Asociación Pro-Indígena, que han izado la bandera
gloriosa de la redención indiana en regiones diversas del territo
rio nacional.
He visto á estos luchadores con sus rostros invívitos de
entusiasmo, de valor, allá, en las sierras y en las punas graves é
inmensas, tristes y solemnes, donde dormita una raza fuerte y
noble, Ellos laboran en silencio el Perú del futuro; ellos, que
combaten gallardamente contra las tiranías locales, contra las
inicuas expoliaciones, contra los crímenes más inauditos que
impiden que el Perú sea lo que debería ser, un pueblo respeta
do por la realidad de sus instituciones democráticas.
Allí he estado, entre otros con Francisco Mostajo, maestro
espiritual de generaciones; con Francisco Chuquihnanca Ayulo,
heredero de la tradición y del alma de una raza; con Luis Felipe
Aguilar, intrépido soldado del regionalismo; con Modesto Mála
ga, denodado y templado como siempre. He gozado en compa
ñía de estos valerosos. Valerosos, he dicho, porque hay que
comprender que en los lugares donde las garantías se violan á
diario, la acción defensora es más escabrosa, hasta el punto de
ser á veces verdaderamente heroica y por lo tanto más meritoria
todavía. Adalides del pensamiento libre, batalladores del Ideal;
con la tenacidad, el desinterés y la abnegación que requieren las
grandes campañas redentoras; desconecen las cobardías y los
egoísmos. Todos ellos están unidos por un santo objetivo; hacer
nacionalidad y patria, aunque tal labor les atraiga sobre sí la
exasperación de los explotadores y la indiferencia de los men
guados.
55
 Nada detiene su obra. Los escollos pueden presentarse
constantemente, pero el desaliento, jamás. El Delegado sigue
con serenidad su camino; su divisa es luchar con firmeza por el
respeto de los derechos de hombre y de ciudadano de que dia
riamente se despoja al aborigen. No hay resultado hoy; no im
porta, se alcanzará mañana. El ladrido de los perros lo hará más
avisado en su lucha, pero no detendrá por ningún motivo la con-
secusión de sus propósitos sagrados.
Ustedes son unos revolucionarios, se les dice. Sí, revolucio
narios, csponden ellos. Solo que sin veintinueves de mayo, cua
tros de febrero, ni partidos políticos, despertaremos á la raza
adormecida por el abuso; y la despertaremos sin más arma que
nuestra fé arrolladura é invicta.
Lima, Marzo 1915.
Pedro S. Zulen.
En El Deber Pro-Indígena. Lima: Año III. No. 30. Marzo de 1915, p.116.
Reproducido también en EL BIEN PUBLICO. Año II. No. 49, Sechura,
Marzol2.de 1915, p. 2.
LIBERTAD Y JUSTICIA
Cuando el concepto de las cosas es justo y claro, y son co
nocidas las relaciones entre ellas, es posible adoptar procedi
mientos y disposiciones que en armonía con esos conceptos y
relaciones, conduzcan naturalmente á fines de antemano deter
minados.
La civilización humana no estriba en otra cosa, por cierto,
que en la adquisición, por el conocimiento, de esos conceptos y
relaciones, y adopción de los métodos y disposiciones corres
pondientes, que conducen al aprovechamiento, por el hombre,
de todos los recursos con que la naturaleza lo invita al goce de
la vida. De allí que, toda conquista teórica del pensamiento no
tarda en traducirse en hechos prácticos, que significan siempre
nuevos horizontes para la actividad del espíritu y el trabajo me
cánico, nuevos medios para el desarrollo de la riqueza, y del bie-
nestar consiguiente del hombre sobre la tierra.
Entre esos conceptos y relaciones, que Importa conocer,
son los de libertad y justicia los más esenciales, por lo mismo
que la libertad y la justicia son condición de la existencia misma
del individuo y de la sociedad.
tas relaciones entre los hombres no pueden ser normales,
duraderas y convenientes sino cuando se realizan en un ambien
te de libertad y justicia. Solo en él son aprovechables y llevade
ras i su máximo, las energías de todo orden que al hombre es
dado emplear para la producción de la riqueza; y sólo con Hber-
56
tad y justicia es posible el progreso de los pueblos y el incremen
to consiguiente de las poblaciones. Allí donde la libertad y la
justicia escasean, la población disminuye, y poco á poco, en esa
vía, concluye por extinguirse.
En el Perú, desde la conquista de F. Pizarro, desaparecie
ron casi esos preciosos bienes, y por eso ofrecemos el ejemplo
más horroroso en materia de despoblación.
En 1549 habían en lo que hoy es el Perú ocho y cuarto mi
llones de habitantes (8.285.000) y en 1828 á raíz de la indepen
dencia solo teníamos uno y cuarto millones (1.248.723). En
279 anos, muy cerca de tres siglos, habían desaparecido ó no lle
garon á existir los cincuenta millones de habitantes á que con el
crecimiento normal de la población debieron alcanzar los ocho
millones y cuatro del punto de partida. A haber habido libertad
y justicia las cosas hubieran sido muy diferentes. El hecho es
que de la independencia acá, nada ha cambiado y el exterminio
de la población continúa, quizás con mayor rapidez que en la
época final del coloniaje.
La diferencia del grado de civilización de un pueblo á otro,
resulta precisamente de la dosis relativa de libertad y justicia de
que gozan sus habitantes y el único objeto y razón de ser dé los
poderes públicos en la época actual es velar porque esa dosis de
libertad y justicia se conserve y vaya aumentando más y más.
Ese es el tesoro más valioso y más preciado de la sociedad y del
individuo. No es lícito á los dirigentes de la vida nacional, en es
tos tiempos, ignorar estas verdades.
El grado de civilización, que emana de esa dosis disponible
de libertad y justicia, se expresa numéricamente y con toda fide
lidad, por las cifras que arroja la estadística, indicando el incre
mento de la población por cada diez años y por cada millón de
habitantes. En ese número se manifiesta, puede decirse, en sín
tesis admirable, cuanto puede ofrecer en detalle la Historia, la
Legislación, las costumbres y las Instituciones de un pueblo. Es
pues cosa fácil marcar el sitio que en la escala de Ja cultura de
las naciones corresponde á cada una. De otro lado, si la concien
cia nacional se dá cuenta de esta relativa situación y no resulta
siendo satisfactoria, la reacción de los espíritus no tarda en ha
cerse sentir y á su influjo es posible ensanchar los horizontes de
la mentalidad nacional y abrir ancho campo á la producción de
la riqueza, real y efectivamente, y con ello procurar el bienestar
general de manera normal y continua. En ese orden de ¡deas de
seamos cooperar é iniciamos la labor con el presente artículo.
Marzo de 1914.
J. Capelo
En El Deber Pro-Indígena. Lima. Año 11 No. 18. Marzo de 1914, pp. 17-
18
57

LIBERTAD Y IUSTICIA
II
Existir es ejercer acción en tiempo y lugar determinado.
Vivir es ejercer esa acción con organismo propio y con unidad
de plan. El vivir humano, que es el más alto vivir, nosolo com
prende la vida vegetativa y la vida animal, sino que abarca ade
más un modo de vida superior, que se ha dado en llamar vida su-
perorgánica ó sociológica, y que ofrece el triple aspecto econó
mico, político y social propiamente dicho. Estos modos de la vi
da son exclusivos de la especie humana.
Todo ser animado lucha por la vida y se defiende de los
elementos que lo combaten, ateniéndose únicamente á las de
fensas con que la naturaleza ha dotado su organismo, yaprove
chando en cada caso de las circunstancias favorables del medio
en que actúa, del tiempo y del lugar. Sólo al hombre se han da
do dos otras armas, muy poderosas, con las cuales ha hecho la
civilización y se ha colocado por encima de cuanto existe sobre
la tierra. Son esas armas: la razón y la facultad de asociación.
Por la razón se descubre las relaciones de las cosas, y por la aso
ciación se crean las potenciales y las energías, capaces de la or
denación de esas cosas en armonía con esas relaciones. Con el
concurso de ambos factores la civilización se acrece y prospera
y se abren nuevos horizontes á la ventura de la vida humana. Y
así sucede, porque todo descubrimiento científico, industrial ó
artístico, al amparo de la asociación, se traduce en centros de
actividad y provecho para el capital ypara el hombre, yen aba
ratamiento de la vida y multiplicación de medios de goce y sa
tisfacciones honestas; y, por consiguiente, en la reducción ó
aminoramiento de los motivos de lucha, yen la expansión y de
sarrollo de los factores favorables á la concordia y armonía de
la especie humana.
El descubrimiento del molino de pilar, aprovechando la
fuerza del viento, el de la máquina de vapor, y el de los telares,
cada uno en su época, han dejado huella profunda en la historia'
libertaria de siervos y esclavos. Las buenas leyes que sirven la
causa de la libertad o de la justicia, las campañas libertarias de
doctrina, de propaganda ó de fuerza que han asegurado los dere
chos humanos, haciéndolos reconocer en el concepto y respetar
en el hecho, y todos tos progresos de la filosofía y la ciencia, ha
cen día a día su labor libertaria y civilizadora, y á su influjo se
enriquece la humanidad incesantemente con un mundo de ve'r-
58
dades, de nociones, de relaciones, de conceptos, de energías, de
sentimientos, afectos y modalidades, que se han acumulado al
través de los siglos y han hecho del hombre verdaderamente el
señor del globo que habita, y le permiten saborear el néctar del
vivir altruista, sin daño ni sacrificio de sus semejantes.
Libertad y justicia es lo único necesario para asegurar á la
vida facilidades y ventura. Cuando las energías de cada uno se
pueden ejercer libremente, y se distribuye en justicia el fruto
del común esfuerzo, hay para las energías individuales suficien
te estimulo para que, por sí mismas, vuelvan á la acción y sea el
trabajo la ley santa que redime al hombre de las miserias de la
vida y que crea en cada uno la confianza en sí mismo, en sus
propias energías, y el respeto profundo y sincero del ajeno dere
cho y de la personalidad humana.
Los hombres cultos de los modernos tiempos saben todo
ésto, y por lo mismo, cuando constituyen centros dirigentes ó
verdaderos gobiernos, locales ó políticos, como sucede allá, en
Europa y en la América del Norte, con los centros más pobla
dos, la preocupación de esos hombres dirigentes es la de procu
rar la más grande dosis de libertad y justicia á las poblaciones
que gobiernan. Bien saben esos hombres que solamente por la
libertad y la justicia y á su sombra, es serio hablar de finalidad
nacional, de política, de finanzas, de poderío militar, de gran
deza de una nación civilizada. Sólo en la América Española se
habla de esas cosas con absoluta prescindencia de esos dos es
torbos, libertad y justicia, solo en estos países se continua cre
yendo en las ventajas industriales y agrícolas del feudalismo, la
servidumbre, la esclavitud; y sólo entre nuestros magistrados y
legisladores se acepta que es conveniente pasar sobre la consti
tución y las leyes, en cuanto prohiben la cárcel por deuda y la
esclavitud, y solo entre nosotros se llama seguridad lo uno y ri
queza lo otro, y se ha hecho de pueblos libres, simples manadas
de enganchados harapientos y desnudos, que solo tienen por
misión trabajar para sus amos y morir de accidente ó de inani
ción.
En esos países de Europa y Norte América, no es permiti
do nada de eso, y todo allí concurre á dignificar la persona hu
mana y amparar los derechos de cada uno, porque sólo así, se
sabe, puede un pueblo acrecer su población y su riqueza y aspi
rar á grandes destinos. Por eso, allí, no solo es crimen la prisión
por deuda, la servidumbre y la esclavitud, sino que no es permi
tido el trabajo forzado sino para los criminales y no siempre; y
la legislación y los magistrados y losfuncionarios públicos traba
jan de consumo para que la libertad y la justicia amparen á cada
uno, lo más eficazmente y con la menor exigencia de trámites,
tiempo y gastos, por lo mismo que sin libertad y justicia la vida
sociológica es imposible.
59

Entre esos países y los de América Española solo hay una
diferencia. Ellos tienen gobierno; los de acá carecen de ese pode
roso factor de vida sociológica. Allá se gobierna, acá se manda.
No hay país rico ni país pobre; lo que hay es país gobernado y
país sin gobierno.
La falta de gobierno en lascolectividades humanas, equiva
le ala falta de vitalidad en los seres organizados; y así como en
estos viene la putrefacción y el estado cadavérico, así pasa en
los pueblos donde no hay gobierno. Se hace imposible el trabajo
libre por falta de libertad y justicia y entonces viene para el ca
pital el trabajo por monopolios y privilegios, y para los indivi
duos, la empleomania en las clases superiores y la esclavitud en
las inferiores. De ese estado de cosas no tarda en derivar el ma
lestar general, la miseria pública, el envilecimiento social y la ar
bitrariedad del que manda, junto con la ausencia de toda garan
tía individual y todo derecho ciudadano.
I Capelo.
En F,l Dphpr Pro-Indígena. Lima. Año II. No. 19. Abril de 1914, pp.
-27.
LIBERTAD Y [USTICIA
>l>
En vano se cubrirá el suelo de un país de caminos y ferro
carriles, en vano se construirán edificios públicos hermosos, pa
seos, teatros y cuanto pueda halagar la vanidad y el orgullo na
cionales. De nada servirá tampoco, que existan y prosperen
grandes empresas industriales, agrícolas, ganaderas, de minería y
cuantas puedan establecerse y se establecen también en colonias
y pueblos conquistados, para explotarlos y esclavizarlos bajo el
yugo del capital extranjero, y para extraerles las últimas gotas
de su jugo vital, importándoles muy poco a esos negociantes que
la población misma desaparezca.
Cuando no hay libertad ni justicia en la vida de la colecti
vidad, son esas obras públicas tumbas del derecho y las institu
ciones, máquinas de desplazamiento de la propiedad, instrumen
tos de exacción y despojo, que funcionan en provecho de los
menos y en daño de los más; agentes de despoblación y de rui
na. Nada crean; solo sirven para desplazar lo que existe, hacién
dolas pasar de manos de sus dueños á las de los que no loson; y
aunque esos resultados no se ven de momento, el ¡ndice de la
despoblación se encarga de constatarlos en todo tiempo.
60
La riqueza de un pueblo no estriba en las obras materia
les; la riqueza estriba en que esos elementos sean de beneficio
para todos los asociados, y que estos gocen de libertad bastante
para el normal funcionamiento de sus energías individuales y la
consiguiente capacidad y suficiencia para crear la riqueza y el
bienestar de cada uno sin menoscabo de ajeno bien, como suce
de cuando la justicia falta. El capital y el trabajo asociados y á
la sombra de la libertad y la justicia, son todo lo que se necesi
ta para crear la riqueza en proporción indefinida y para hacer
muy anchos los horizontes de la vida.
Error muy grande cometieron los que fundaron en el pro
greso material ó en la cultura literaria y artística, la felicidad de
su pueblo. La tiranía ha conquistado los mejores florones de su
corona por esos medios, y ha forjado las cadenas más resisten
tes y seguras contra la libertad y sus más afiladas armas contra la
justicia. Los pueblos del Asia saben muy bien todo eso, desde
muchos siglos atrás. La Rusia tiene las mejores universidades, los
más largos ferrocarriles y los más hermosos edificios; y á su la
do, la mas brutal y la más tenaz de las tiranías.
25
En un campo de cultivo, pueden ser las tierras de excelente
calidad y muy bien preparadas para el sembrío; pero sí faltan
el agua ó la radiación solar de calor y luz, la esterilidad yel de
sastre serán la única cosecha posible. En la vida de la sociedad
humana acontece cosa muy parecida, respecto de la libertad y la
justicia. Sin su concurso decaen la vida, y el progreso social; el
crecimiento de la población, el incremento real de la riqueza, y
el bienestar de la colectividad, tienden á extinguirse.
Crear en las cosas valor como riqueza, distribuir en justicia
esa riqueza producida, asegurar el ejercicio tranquilo del dere
cho de propiedad: esos son los fines que deben perseguir los go
biernos, en todo pueblo culto y civilizado. A esos fines se llega
siempre que se vive al amparo de la justicia y la libertad; y para
lograrlo es suficiente una mentalidad normal en el cuerpo social
y que la ley sea cumplida honradamente. El orden resulta enton
ces como su derivación natural.
Desgraciadamente en el Perú, nada de eso acontece y muy
al contrario se presentan las cosas. Por eso es permanente la cri
sis económica y política y son escasos los medios de existencia;
y por eso, el cáncer de la empleomanía corroe la sociedad en su
clase media, y hay corrupción y sed insaciable de negociados
condenables en las alturas, y la miseria más horrorosa consume
el hogar del pueblo; y son impotentes todos los esfuerzos del
campesino y del operario para ganar con qué llevar el sustento á
sus familias; hallándose, por lo demás, perpetuamente privado
del derecho de aspirar para los suyos, á satisfacer las otras nece
sidades, las más elementales de la vida, más allá del pasto y el
corral, como son la habitación higiénica, el vestido adecuado, la
61
 educación elemental y la posibilidad del ahorro y de la propie
dad. r
D^-f-ila con<*uista del imperio incaico por Francisco Piza
rra en 1533, se estableció el feudalismo que perdura hasta hoy
por eso, en cerca de cuatro siglos trascurridos, en lugar de cre
cer la población peruana, de los ocho millones que ocupaban en
tonces nuestro actual territorio á cuarenta millones por lo me
nos, como debía haber sucedido, siguiendo las leyes estadísti
cas de los pueblos normales, ha descendido esa población á cua
tro millones escasos, y el sistema sigue, sin embargo, con todos
sus horrores.
De los ocho millones de indígenas apenas hay uno y la
persecución sobre ellos no cesa todavía. Y, son ellos los únicos
creadores de riqueza, y no para ellos por cierto. Sus amos yver
dugo^ son los dueños de esa riqueza como lo son de sus perso
nas. Y, sin embargo, toda esta abominación que lleva cerca de
cuatro siglos de existencia, y que también pesó de modo pare
cido sobre los pueblos de la Europa de la edad media, puede ter
minar aquí como terminó allá, si la luz de la idea se abre paso en
los espíritus, y si la mentalidad nacional se modifica- si nos da
mos cuenta de que faltan la libertad y la justicia,' y de que
sin su protectora sombra, las capas sociales inferiores que
son las mas numerosas y las que más directamente crean la ri
queza con su trabajo diario, esas capas se hacen incapaces de
producirla, de darle circulación, de tomar parte en su distribu
ción, y de consumirla, todo lo que significa que la miseria se
cierne, de todos lados, á la base, y no hay lugar para la forma
ción de una clase media ni de una clase superior dignas de esos
nombres.
Braceros libres, jornales altos, operarios conscientes de sus
derechos como hombres y como ciudadanos ycelosos de lograr
para los suyos la participación debida en los goces de la vida ci
vilizada, es lo único que conduce á la producción eficaz y real
de la riqueza; que solo es tal, cuando i su sombra hay para to
das las clases sociales, vida económica yciudadana, amplia yvi
gorosa, y en consecuencia, pueblo feliz y nación respetable y
respetada.
No vamos á esa meta porque no queremos ir, porque no
procuramos que la libertad y la justicia alumbre siempre y en to
dos los hogares.
Lima, Mayo de 1914.
J. Capelo
En El Deber Pro-Indicena Lim,, Año n No t9 ADTÍjde i9í4
62
¿SERA HASTA QUE PEREZCA EL ULTIMO INDÍGENA 7
Cuando está enferma la mentalidad de un pueblo, las cosas
mas sencillas parecen montañas de altura insalvable. En el siste
ma de explotación del indígena que reina en el Perú y que pare
ce consolidarse más y más cada día; el feudalismo, la esclavitud
y el vasallaje de los países europeos del siglo XV, nada son al la
do de lo que pasa en el Perú del siglo XX. Aquí se siguen esos
procedimientos y agravándolos, todavía, en sus fórmulas más
crueles.
En Europa, cuando existía el feudalismo, nadie lo negaba,
ni las leyes lo condenaban: era una situación de abuso perofran
camente definida; se conocía bien el elemento que aplaudía y el
que combatía ese orden de cosas; no se confundían los comba
tientes, ni el sentido de la lucha. En el Perú del siglo XX, las co
sas pasan de muy distinta manera: la constitución y las leyes
condenan esos estados sociales, y establecen penas para esos de
litos, y funcionarios para perseguirlo; pero esa constitución y
*esas leyes carecen de realidad; son letra muerta; y los que las
violan, están siempre encima de la ley y de los funcionarios en
cargados de vigilar por su cumplimiento. Así vive el indígena en
el más absoluto desamparo: para él sóloexisten, los que no son
indígenas, como el enemigo más implacable de su raza, en per
petuo ataque contra ella y violando á diario, todo derecho que
pudiera respaldar sus intereses ó amparar su persona.
¿Y en tales condiciones, puede llamar la atención que el in
dio sea resabioso, desconfiado y acostumbrado al disimulo?
¡Dadle otros medios de defensa y tendréis el derecho de queja
ros.
Las leyes declaran ciudadano al indígena que cumple la
edad de veintiún años ó toma estado. No se hace ninguna dife
rencia con los demás nacidos en el Perú, y podría decirse que
con eso se le favorece positivamente, y era natural suponerlo
así, pero nada hay más lejos de la realidad. Esa declaración de
ciudadanía no es sino la garra con que se asegura á la víctima
al potro de su tortura: se cobran contribuciones á los indígenas
suponiéndolos capacidad económica, que no tienen, para ser
acotados, y así se le exácciona cruelmente; se les enrola en el
ejército, suponiendo llenadas en él las prescripciones legales, que
absolutamente se han tenido en cuenta para llevarlos á filas; se
les obliga á ir á (os trabajos de los caminos, los puentes y toda
clase de obras públicas, como á losesclavos en la Europa antigua,
se lesocupacomocorreos, como alguaciles y como comisionados
63
de toda clase de mandados y encargos al servicio gratuito de las
autoridades; se les acota con cualquier pretexto, se les multa, se
les apresa, se les tortura, se les confina en fundos y en obrajes,
se les esclaviza y se les despoja de cuanto tienen, por deudas
imaginarias; y todo eso se hace sobre la base de que son ciuda
danos; y precisamente, por la seguridad que se tiene de que en
realidad no lo son, ni pueden serlo, en el absoluto desamparo en
que se les tiene colocados, respecto de las autoridades é institu
ciones que debieran protejerlos y defenderlos y sacarlos de las
garras de sus verdugos y que hacen todo lo contrario.
El indio no puede disponer ni de su persona; y, sin embar
go, aparece firmando contratos y obligaciones que solo han exis
tido en la mente de sus verdugos, y que otros suscriben porque
el obligado es analfabeto; y esos contratos imaginarios, son lle
vados á los tribunales y en nombre de la ley y la justicia, se pri
va al indígena de cuanto posee y se le arroja como animal dañi
no, de sus propias tierras.
Y cuando se propone amparar el derecho de esa raza, expi
diendo leyes apropiadas á la condición de hecho, real y efectiva
en que se encuentra; entonces ioh sarcasmo! se dice: eso sería
negarles á los ciudadanos indios el derecho de contratar, de
comprar y de vender! ¡Eso sería negarles el derecho de obligar
se!
Y así, va desapareciendo esa raza y ese pueblo que en la
época de Átahualpa alcanzaba á doce millones de habitantes y
que en los cuatro siglos casi contados desde entonces, se han re
ducido á un millón apenas, en lugar de haber incrementado á
cuarenta millones, por lo menos, á que hoy alcanzarían si no se
hubiese seguido los torpes, inhumanos y crueles procedimientos
seguidos hasta hoy.
Podrían decirnos los explotadores de los indígenas, los ver
dugos de esa raza, ¿á que altura estaría hoy el Perú como na
ción y como pueblo, si esos métodos jamás se hubieran implan
tado?
¿Se pretende que continúen hasta que expire elúltimode
los indígenas?
¡Nó: es preciso que los hombres sanos y los hombres cuf-
tos de corazón y de espíritu, despierten al clamor de justicia y
libertad que evocan de sus tumbas junto con Átahualpa, treinta
y nueve millón^ de seres humanos sacrificados á la voracidad
de unos cuantos cerdos.
J. Capelo
En: El Deber Pro-Indígena. Luna. Año 1. No.12. Setiembre 1913. pp.95-96
64
¿PUL NO TRABAJAN?
Es muy corriente aquello, cuando se habla de los indios, de
que son ociosos, holgazanes y muy aficionados á embriargarse; y
así se expresan, muy en ello, los que sostienen con sus injustos
procedimientos con los indígenas, la clase de vida á que están
condenados, donde quiera que se encuentren.
Nada es, sin embargo, más calumnioso que la atribución al
indio de esas características. El indio es en esa materia como lo
es todo hombre: acepta gustoso el trabajo, si le trae provecho, y
según sea éste se entusiasma y enardece, poniendo todo empeño
en su mejor ejecución, pero como el trabajo es esfuerzo, no gus
ta de él cuando ese provecho se esfuma ó no corresponde en
justicia. Por supuesto si el trabajo se le demanda por la fuerza y
gratuitamente, como es costumbre, ¿cómo se quiere que lo haga
con gusto; cómo se pretende que por lo menos no ofrezca una
«resistencia pasiva al atropello, y no busque en el licor el consue
lo de sus penas, como lo hacen los desgraciados y lo han hecho
siempre, en todas las zonas y en todos los tiempos, los hombres
de todas las razas y de todas las civilizaciones?
El indio es muy dado á la agricultura, y su inteligencia lo
capacita para toda clase de trabajos industriales, no teniendo en
ese orden nada que envidiar al europeo. Cuando el indio posee
su trozo de tierra, el más difícil de trabajar, muy pronto lo con
vierte en un vergel. Si á los indios se les amparase en la posesión
de tierras, como hacen los americanos en Filipinas, con los natu
rales del lugar, muy pronto volvería el Perú á ser un pats rico y
abundantemente poblado, donde sería barata la subsistencia de
hombres y animales y todo sería prosperidad.
Volvería la abundancia de la época de los incas, cuando es
taban cultivadas hasta las cimas de los cerros y vivían holgada
mente doce millones de hombres, sin que en ese vasto imperio
fuesen conocidas, ni la mendicidad ni la miseria. Hoy con el sis
tema de explotación inicua del indio, sólo se saca que vivan mu
riendo de hambre en este rico país, apenas unos cuatro millones
de seres, sin derechos y sin garantías, incapaces de hallar solu
ción nacional, durante casi un siglo, al problema de darse un
buen gobierno. ¿Ni cómo será posible tenerlo, bajo el sistema
feudal de plutócratas y gamonales, en que vivimos como se vi
viera en Europa el siglo XV?
65
 Mientras ese orden de cosas subsista, no seremos más que
las colonias del Congo, donde el capital extrangero explota y
succiona toda la riqueza del país, degradando al elemento diri
gente y esclavizando al aborigen, todo para mantener en su ex
clusivo provecho vastas negociaciones de caucho, de azúcar, de
algodón, de petróleo... y empresas mineras é industriales, que
dicen que solo pueden subsistir, exoneradas del pago de toda
clase de impuestos y con derechos de vida y hacienda sobre to
dos los bi¿ceros del pais; de este pais donde esos braceros soña
ron un día ser ciudadanos de nación libre, soberana, democráti
ca y republicana, y donde no son, sino pobres parias, sin patria
y sin hogar.
¿Y habrá derecho de hablar de la ebriedad de los indios?
Es preciso que los peruanos despertemos. Es preciso que
los obreros, y el indio especialmente, se den cuenta de su situa
ción, y se convenzan de que su liberación no les vendrá nunca, si
no la buscan por sí mismos.
Basta para ello que hagan uso de las leyes de la República,
que les reconocen todos los derechos que como á hombres les
corresponden; y .se den cuenta de que el abuso de los ejecutores
de esas leyes y la apatía de los que los soportan, su ignorancia y
sus prejuicios, es lo que perpetúa esos abusos y hace preductiva
y holgada la vida de unos cuantos malvados que explotan esa si
tuación con la que se viene matando en el Perú toda fuente de
riqueza y bienestar.
Es preciso que los que saben leer y escribir hagan entender
á los demás estas cosas, y procuren que por lo menos sus hijos
aprendan también á leer y escribir para que hagan lo mismo; y
todos se asocien y concierten en cada localidad para hacer prác
tica la defensa de sus derechos ciudadanos é individuales, hasta
lograr que sean respetadas sus personas y garantido el uso y
ejercicio de sus derechos de propiedad, en armonía con su con
dición de ciudadanos y nuestra constitución y leyes. „ da. Y tan es así, que dejando de lado el aspecto indígena del
Lima, Agosto de 1915.
J. Capelo
n El Deber Pro-Indígena. Lima. Año III. No. 35. Agosto de 1915, pp. 153
154.
66
¿Y, COMO CAMBIAREMOS LA BASE ECONÓMICA?
•*•• •!•••••!•• •• ,. , „iM i . .i , i .. .i..,,— mi ••• .i. • —,a-
Cuando una colectividad está formada, los factores que
han entrado en su constitución y en cierto modo la han creado,
buenos ó malos, tienden á conservarse y consolidarse, por el he
cho^ mismo de existir, como pasa con todo lo que el devenir lle
ga á crear. La sociedad peruana, fundada sobre la base del mo
nopolio en los negocios y el privilegio de clases, y sobre la ex
plotación inhumana de la raza indígena, tiende también á conso
lidar y perpetuar esos sistemas, por mucho que ello signifique el
exterminio de la población y el consiguiente agotamiento de to
das las energías que constituyen la nacionalidad: No es posible
pues, cambiar la base económica, sí no se emprende campaña ac
tiva contra los errores y prejuicios, contra los procedimientos y
sistemas, contra los hábitos y costumbres, contra los sentimien
tos é ideas, contra las leyes y las instituciones y contra la arma
zón toda que se ha venido formando al través de cuatro siglos de
horrores y de un orden de cosas que podríamos calificar de ver
dadero canibalismo, toda vez que como consecuencia del siste
ma no aparecen existiendo los cuarenta ó cincuenta millones de
habitantes á que debería alcanzar hoy, con su crecimiento natu
ral, la población de ocho millones que había en lo correspon
diente al Perú independiente de ahora, cuando el imperio incai
co del infortunado Átahualpa fué conquistado en 1532 por
Francisco Pizarro.
¿Dónde está esa población, y dónde están empleados ó
acumulados los miles de millones de libras, que en riquezas de
todo orden poseía ese imperio, en aquel entonces; y dónde el
trabajo acumulado por esa raza infeliz que ha venido trabajan
do, como trabaja el esclavo, hasta el agotamiento de sus fuer
zas y la extinción de su vida?
Nada de eso existe. Esos hombres y esas riquezas han desa
parecido para siempre. El crimen nada crea; el error nada fecun
problema, y tomándolo solamente desde 1828 en que comenzó
realmente, con el General La Mar, la vida de la República Perua
na, como forma de gobierno, pero sin cambiar un ápice la base
económica de la flamante nacionalidad, volveremos á preguntar:
¿Dónde están los frutos de la República, dónde la pobla
ción que debiéramos tener hoy, después de ochenta y siete años
de haber proclamado la libertad para elmillón y cuarto de habi
tantes, á que se había reducido el próspero imperio de Átahual
pa, y todavía, comprendiendo en esa cifra, á los descendientes
67
de los conquistadores? Lo menos que podríamos exigir sería el
natural doblamiento, dos veces, de la población inicial; estoes,
unos seis millones, desde que entre nosotros ha habido época, la
r ley moral, son mucho más condenables, bajo el aspecto econó
mico. No crean riqueza esos métodos; solo conducen á apropiar
se de la riqueza ajena y extinguir las fuentes de producción y los
del Gran Mariscal Castilla, en que la población crecía á razón del agentes del trabajo. Por eso en el Perú, ha desaparecido cuanto
doble cada 43 años, como pasa en los Estados modernos euro hubo en población y en valores, y por eso cada día el malestar
peos cuando no falta un cierto mínimo de libertad y justicia ciu económico de la sociedad va en aumento y la empleomanía y el
dadanas. funcionarismo amenazan devorarlo todo. Pero así como en Eu
La misma respuesta negativa encontraremos si pregunta ropa, el progreso y la civilización han ido tomando el vuelo gi
mos por las riquezas inmensas que nos diera el guano solamente, gantesco que se ha alcanzado, á medida que esos sistemas y mé
y las que ha debido producir el trabajo esclavo de la raza indíge todos abominables iban cediendo terreno al régimen del trabajo
na, para la cual está muy lejos todavía de alumbrar el sol de la honrado y libre, y la libertad y la justicia se extendían en las re
justicia, y mucho más lejos aún el sol de la libertad. Todo lo ha laciones de los hombres; así también sucederá en el Perú, una
esterilizado el error. Poblaciones enteras antes florecientes han vez que las buenas ¡deas se abran paso yse derrumbe el'viejo
desaparecido enteramente del cuadro político de la República, y castillo del trabajo esclavo y el privilegio y la exacción, como
en cambio figuran como Haciendas de particulares, con unas base económica de la sociedad.
cuantas centenas de esclavos indígenas, cuyos ascendentes fue
ron los propietarios y los pobladores, victimados por las bonda Esa es la fortaleza que debemos demoler y para ello necesi
des del sistema en favor del gamonalismo más torpe y más grose tamos: el concurso de todos los hombres de buena voluntad, la
ro. luz de la ciencia y fé absoluta, en la ley del progreso, en el poder
¿Dónde están esas poblaciones que fueron en Loreto, en la infinito de la mentalidad, y en la posibilidad de producirla y
costa del Norte, en Huánuco, en Huancavelica, en Puno y en ^orientarla en orden á procurar lo verdadero, lo bueno y lo justo,
tantos otros puntos del Perú? ¡Nada es suficiente para saciar la que es lo único que perdura en el mundo. Mantengámonos en
concupiscencia de los que creen lícito el más despiadadode los esas filas yloshombres de corazón estarán con nosotros; y logra
sistemas! remos así el cambio de la base económica del Perú, iAdelante!
¡Si al menos se comprendiera que las riquezas esperadas,
resultan un sueño y que sólo hay de realidad, que la población Febrero de 1915.
desaparece y la nacionalidad se extingue! Pero nada de eso se al
canza todavía, y la ceguera continúa de todos lados. La base J. Capelo
económica primitiva sigue sin alteración alguna y cada día se En El Deber Pro-Indígena. Lima. Año III. No. 29. Febrero de 1915, pp.
aseguran más las cuerdas que inmovilizan la acción libre de las 105 -107
energías sociales, únicas que podrían producir la reacción.
Con todo, en Europa, también hubo un tiempo que suce
día lo mismo, si bien ese tiempo ya pasó, y si hoy no impera, no
ha sido por cierto, en razón de un sentimiento de altruismo ó
cosa parecida; nó. JEse sistema ha desaparecido en Europa como
desaparecerá entre nosotros, por razones de carácter científico v,
económico puramente. Si el trabajo del esclavo en la industria,
y el empleo de medios condenables, como el engaño y la estafa,
en el comercio, fuesen eficaces para aumentar la riqueza públi
ca, esos medios Imperarían todavía en el mundo entero y la Eu
ropa moderna no hubiera salido del régimen romano de las con
quistas, ni de los métodos de expoliación y servidumbre de la
edad media. Todavía habría en el mundo campo amplio para la
piratería y la esclavocracia, sin limitación alguna.
Pero las cosas no han seguido de ese modo, porque esos
métodos, al propio tiempo que son condenables en orden á la

68 69

EL LOBO Y SUS AULLIDOS
En la sociedad humana, los victimarios y sus victimas sólo
se conocen cuando la victimación se realiza; antes no.• pasan
las cosas como si nada tuviesen que temer los unos de los otros.
Hay más todavía: los victimarios procuran disimular sus propó
sitos y sus apetitos, presentándose ante sus víctimas como pro
tectores, como amigos, como compañeros por lo menos. Así la
presa queda mejor asegurada en el momento de asestarle el gol
pe.
Los hombres que explotan á sus semejantes, se cuidan
siempre de ocultar sus propósitos por cuantos medios están á su
alcance. Ninguno de esos medios más adecuado que la palabra:
nada cuesta y siempre está á disposición. Hay frases ya hechas y
basta con repetirlas en ocasiones convenientes. Cuando oímos
decir, tratándose de los indios, cosas como estas: Pobres indios-
¡educación especial necesita el indígena...; hay que perseguir el
alcoholismo que es el enemigo del indio...; necesitamos enseñar
al indio á consumir, á trabajar, á vestirse á la europea...; y tantas
otras frases por el estilo, nos decimos: allí está el lobo; esas fra
ses son sus aullidos; ellas solas, revelan su presencia en el rebaño
humano.
Es entonces que pensamos más hondo en la suerte del in
dígena y nos decimos, apesadumbrados:
¿Será acaso que, en el libro del destino, está definitivamen
te condenada á desaparecer la raza; no habrán en ella, energías
bastantes, para ejercitarlas en su defensa y libertarse de la tira
nía feudal que la oprime y la viene extinguiendo, cuatro siglos
hace, desde la victimación de Átahualpa?
¿No habrá tampoco, en la raza blanca, ni en los que tienen
además sangre india y que ejercen predominio y mando; no ha
brán, decimos, sentimientos elevados, ya altruistas, ya patrióti
cos, capaces de despertar su acción en defensa de una causa que
tanto interesa á la nacionalidad toda; y tanto significa, para su
vitalidad y su porvenir?
Pero esos momentos grises pasan pronto en nuestro espíri
tu, y la fé en el porvenir del Perú, y por consiguiente, en la libe
ración del indígena, vuelve de nuevo; y resurge la confianza en
el éxito, en el mañana de la República. Entonces nos decimos:
sí; más oprimidos estuvieron otros pueblos y otras razas y se sal
varon por sí solos; en lo adecuado de los medios está el proble
ma. Lectura, asociación, seguro, cotización, sanción, son ideas
que vienen á la mente; y luego aparecen como sombras lejanas,
pueblos que hicieron su tarea libertaria: Italia, Irlanda, el
Japón ; y brota el pensamiento como una sugestión; y con
él nos decimos:
70
Sí, es preciso que el indígena que sabe leer yescribir lea y
medite en la suerte de su raza yen el deber que tiene de procu
rar, por sí mismo, su redención. Es preciso que el indígena alfa
beto, en cada población del Perú, se haga cargo de su condición
y sepa que esta en sus manos su propia suerte, que la constitu
ción y las leyes de la República lo amparan igualmente que áto
dos los habitantes del país; yque es preciso, para hacer efectivo
ese amparo, que los indígenas, en cada pueblo del Perú se aso
cien y se reúnan por agrupaciones, para defenderse de los lobos
hambrientos que los devoran; es preciso que aprendan, los indí
genas, a conocer esos lobos, que se revelan en sus aullidos- y que
comprendan de una vez que: cuando un indio sufre cualquier
atropello, en su persona ó en sus derechos, todos los del luqar
deben sentirse atropellados, y todos deben concurrir ala defen
sa del victimado, como si con él formasen una sola persona
Si asi se hiciera en cada población, estén seguros los indíge
nas que serian muy pronto respetados y temidos, y las leyes se
rian, desde entonces, para ellos, lo que deben ser: amparo ypro
tección y no cuerda yguillotina á disposición de sus explotado
res, ibolo son libres los que quieren serlo!
Es preciso defenderse, defenderse siempre; pero siempre
también, sin bochinche, sin escándalo, pero con valor con fir
meza y muy unidos en el ideal de su liberación y en la eficacia
de la ley cuyo cumplimiento debe ser invariablemente exigido
ti éxito final es infalible, cuando se sigue por ese camino.
Julio de 1915.
J. Capelo
En EjJDeber^^hjdígena. Lima, Año III, julio de 1915, pp. 147-148
EL CAMBIO DE LA BASE ECONÓMICA
Es la base económica la que precisa cambiar. La educación
que no tenga ese cambio por objetivo principal está demás En
el Perú, el cambio de la base económica prima sobre todo otro
cambio, porque de allí nace el mal mayor de que padecen aquí
los individuos, las colectividades y la Nación toda. Viene el mal
de muy lejos y sus raices arrancan de muy hondo. La aventura
de fizarro en 1532 y su adueñamiento sin control, del muy vas
to, muy rico y muy poblado imperio que entonces constituía el
Perú, fué el principio del orden de cosas que dló vida yfijó rum
bos a una colectividad heterogénea y aventurera que había de
seguir y que siguió las huellas de Pizarro, y se ha considerado
siempre y se considera todavía, después de cuatro siglos de do
minio, dueño yseñora de hombres ycosas ysolamente encarga-
71
da de distribuirse lo existente, á todo momento, como se distri
buyeron el conquistador y sus huestes, la masa enorme de ocho
millones de hombres libres, cuya personalidad suprimieron y de
cuyos bienes dispusieron por entero. Así desapareció el imperio
incásico, sin igual en la Historia y donde no se conocía ni la
mendicidad ni el ocio. Y así continuando en cuatro siglos de
existencia de la nueva nacionalidad, aquella población, lejos de
crecer, ha venido desapareciendo al punto de que hoy apenas
llega á la mitad de lo que fué entonces el Perú de Átahualpa de
1532; ese Perú que debería ser hoy por lo menos de cincuenta
millones, si se hubiera vivido en él, vida de hombres libres.
Y cuando el horrible cuadro de la despoblación nos de
muestra lo abominable del sistema, hay quien dice: loque falta
es inmigración. ¡Sí! La inmigración hará desaparecer lo que aún
queda, y sobre las ruinas de la patria que fué, hará otra patria,
que será de los inmigrantes, no de nosotros, como fué patria de
los españoles, no de los indios, la patria que fundó Pizarro.
Y así es ya. Todos los centros industriales, mineros, agríco
las, y últimamente también los centros ganaderos, son propieda
des extranjeras en su mayoría, y se alimentan y sostienen con
capital extranjero. Para los peruanos de hoy no hay otro campo
que el de dependientes, agentes ó empleados de esas empresas,
como fueron los indios nobles de la época de Átahualpa respec
to de los conquistadores. Lo propio está pasando ahora con los
herederos de Pizarro y de sus huestes.
En cambio, miremos del lado del Norte y allí, más allá del
Ecuador, contemplemos esa gran nacionalidad americana que
asombra al mundo más que con su riqueza y su grandeza, con
sus métodos, su modo de ser y su modo de actuar y de vivir, en
lo individual y en lo colectivo. Esa nación tiene base económica
enteramente distinta que la del Perú. La fundaron unos cuan
tos hombres libres, que abandonaron la patria europea precisa
mente en busca de libertad y autonomía, y que al fundar la nue
va nacionalidad, pusieron todas sus esperanzas y todas sus espec-
tativas solamentepúnicamente, en el propio é individual esfuer
zo, en su trabajo inteligente y honrado, y en la confianza en^sí
mismos. Por eso han hecho un gran pueblo donde nada había.
Es esa base económica la que el Perú necesita; la base del
trabajo inteligente y honrado, del trabajo que dignifica y enno
blece, tanto al obrero como al gerente de la empresa que crea
la riqueza y la hace brotar de la nada, haciendo el reparto del
esfuerzo como del provecho, á la sombra de la justicia y la li
bertad, no del despojo y del privilegio. Ese trabajo es el que el
Perú necesita, no la maquinación del que á la sombra de formas
legales y malas artes se aprovecha de la propiedad y el trabajo
ageno, para reproducir así, á diario, y en cada choza, en la for-
72
ma y proporción que impone el cambio de tiempos y circuns
tancias, el sombrío é inolvidable cuadro del juicio, la condena
y la ejecución del infortunado Átahualpa.
Enero 3 de 1915.
J. Capelo
En El Deber Pro-Indígena. Lima, Año III. No. 28. Enero de 1915 pp 97
-98.
BANDOLERISMO Y GAMONALISMO
De algunos meses acá se ocupan todos los periódicos del
bandolerismo, y, estando á lo que publican, podría creerse que
la índole nacional ha cambiado por encanto, ó que ya no son los
peruanos los pobladores actuales, ocupando su lugar hombres de
otras razas, de otras nacionalidades. ¿No será el bandolerismo la
obra hecha por el gamonalismo, en sus incesantes despojos al
poblano y al caminero? Nadie se ha hecho esta pregunta, ni aún
se ha dudado de la existencia del bandolerismo, por mucho que
sea bien extraña su aparición brusca y en todas partes, muy es
pecialmente, cerca de los latifundios, donde trabajan por engan
che y vil precio miles de hombres libres, reducidos á la esclavi
tud, por el previo despojo de sus bienes y secuestro de sus perso
nas, que en la sierra realiza á diario el gamonal, y en la costa la
absorbente imposición del gran propietario.
En cuanto al remedio contra el bandolerismo, se ha puesto
en práctica uno muy sencillo: fusilar á todos los que se encuen
tren en el camino; de ello se ha dado ejemplo en el norte, ahora
poco, sin que el caso haya merecido ni siquiera una protesta por
parte de los diarios, que parecen encontrar muy natural el pro
cedimiento. En el fondo, resulta que siempre que habla el inte
rés de los hombres: el fin justifica los medios; y ante ese modo
de pensar: ¿qué importan la constitución y las leyes de la Repú
blica, qué importan lá justicia y la civilización; es preciso salvar
al adinerado, no importa cómo ni de qué manera. Otra cosa se
ría si se tratase del proletario, y mucho peor, si se trata del in
dígena serrano; á esos se les fusila siempre, porque jamás tienen
razón; la perdieron desde que Átahualpa fué ejecutado.
Todo nos acerca rápidamente a la condición de Méjico, so
lo que allí hay todavía quince millones de hombres que defien
den su derecho á poseer tierras en el suelo en que nacieron, y
acá, los dos millones escasos que aún viven y que en demanda de
ese derecho, sólo tienen lamentos y lágrimas, se les mata de
ciento en ciento, cuando alguno se acuerda de que el hombre
debe combatir y no llorar.
73
 La tiranía se cierne por todas partes y los campos del tra
bajo honrado se cierran de todos lados; solo queda sitio para
siervos y esclavos; solo pueden ganar los capitales extranjeros,
como los que actúan en el Congo; así éstos pueden remitir á Eu
ropa sus dividendos y anotar que el derecho acá solo existe para
el adinerado. La propiedad del gamonal y los grandes latifundios
se .extienden por toda la República y el pequeño propietario, el
comunero, el pastor y cuantos viven de su trabajo y son los que
llenan la ubre de la riqueza nacional y fiscal, todos esos, son des
pojados por la fuerza, por el engaño, por la astucia, y por cuan
tos medios pueden inventar la codicia y el egoísmo más refina
do. No hay quien ampare al chacarero humilde, al comunero, al
pequeño ganadero, ni al simple habitante de la puna ó del pobla
cho. Cuando algún adinerado necesita de sus animales, de sus
tierras, de sus cosechas ó también de su mujer y de sus hijas é hi
jos, puede tomarlos sin miedo. Para el paría peruano, no hay pa
trón que proteja su desventura, solo la conoce cuando en su
nombre se le persigue y se le mata.
Con este sistema, poco á poco, día a día, van desaparecien
do los pueblos del Perú. En la sierra y en la costa ahora, como
ayer no más sucedió en Loreto. Donde el censo registraba un
pueblo, hoy solo existe el monte ó la hacienda de un gamonal ó
las haciendas de los grandes sindicatos. Con braceros forzados,
miserablemente retribuidos y que en su mayoría son los deshe
chos de esos que fueron pequeños propietarios, ganaderos, co
muneros, despojados de lo que tenían, ó que el enganche está
reduciendo á igual condición, con esos elementos, el Perú de
saparece, pero el capital extranjero hace grandes ganancias y
prepara con la despoblación del territorio vastas zonas para que
sus inmigrantes traigan razas vigorosas y fuertes que gocen de
este país que otros conquistaron á la vida independíente, pero
que ellos son los que deben aprovechar. Para los peruanos no
queda sino este dilema: ó aceptar la condición de parias y mo
rir en el obraje, en la mina, en el accidente, ó tomar la vida
de bandolero en los caminos, y morir allí, á manos de la policía,
ó fusilado en el fundo más próximo, por quien quiera cometer
el crimen. ""
¿Y no despertarán de su marasmo los que tienen ojos y no
ven; los que deben pensar y no piensan; los que aman su patria
y no la sirven, como lo exige la moral y la justicia?
Febrero de 1916.
J. Capelo
En El Deber Pro-Indígena. Lima. Año IV. No. 41. Febrero de 1916, pp.
230 - 231.
74
LAS ESCUELAS Y NUESTRA BASE ECONÓMICA
La destrucción del analfabetismo de nuestras poblaciones,
fué el fin primordial que informó la ley vigente de instrucción
primaria. Por eso se llamó Escuela Elemental la institución crea
da entonces y no Escuela Primaria, como se denominaba antes,
cuando corría á cargo de los municipios la educación del pue
blo; y, por esa finalidad contemplada por la ley, se cifró en ella
las más halagadoras esperanzas.
Los hechos se han encargado de desvanecer tantas ilusio
nes. La educación popular ha sufrido desde entonces enorme re
troceso. La ley en cuestión fue, desde un principio, falsificada
en su espíritu y violada en su letra, del modo más temerario.
¿Las causas? No es difícil señalarlas. Siempre, en éste co
mo en todos los asuntos del Perú, fue desastrosa y no falló, la
acción perturbadora de la base económica, de monopolio y aco
modo, en que descansa nuestro edificio social y político.
El espíritu que guió al legislador y fué indudablemente
muy noble y elevado: fué de redención para el analfabeto, dán
dole las aptitudes de leer, escribir y contar y con ellas por su
puesto, haciéndole capaz de cambiar su mentalidad adquiriendo
conocimientos é ideas, que la lectura por sí sola trae necesaria
mente y que, en los más capacitados por la Naturaleza, los pue
de llevar y los lleva á las mayores alturas; derivándose necesaria
mente de allí, la grandeza del País y el enriquecimiento de sus
pobladores.
Pues bien, esos mirajes no eran gratos para los hombres del
empleo y del acomodo, como finalidad del Estado; y por eso,
no prevaleció un instante el espíritu de la ley. Los viejos precep
tores, cuya experiencia era su tesoro más valioso que todas las
pedagogías, fueron separados uno á uno de sus puestos, y para
esos humildes educadores del pueblo desapareció toda garantía
de estabilidad en sus cargos y todo estímulo de altivez. Hubo fe
ria de nombramientos y una cadena interminable de destitucio
nes. De nada valió lo preceptuado en contrario por la ley. Para
violarla se crearon Reglamentos, preceptores normalistas, cen
tros escolares, y se dio vida malsana á la abominable creación
de los inspectores de instrucción. La obra demoledora de estos
funcionarios ha sido tan espantosa que al fin provocó una reac
ción incontenible en la opinión pública, y se dio la ley que puso
término á esa calamidad, la más grande que ha pesado sobre la
vitalidad y la moralidad de las Escuelas del Perú. Quiera la provi
dencia que eso haya muerto para siempre.
El hecho es bien triste: la escuelaelemental, puede decirse,
no ha existido un sóio día; la educación del pueblo ha retrocedi-
75
do tanto que hay muchas poblaciones absolutamente sin escuela
alguna; y el número de analfabetos, puede considerarse duplica
do, quizá.
En cambio: se han creado muchos empleos de inspectores,
preceptores normalistas y centros escolares, y muchos funciona
rios burocráticos, que absorben el presupuesto de instrucción y
estimulan día a día la persistencia de base económica de mono
polio y acomodo, cegando más las fuentes de mentalidad y ri
queza que traería al Perú, el despertar de las energías que yacen
dormidas en tanto y tanto hombre de condición humilde; pero
suficientemente capacitado por la naturaleza, para adquirir si
no fuese analfabeto, con la sola lectura y nada más conocimien
tos de ¡deas, y elevar su espíritu á horizontes muy distintos de
los que su ignorancia le impide contemplar.
Pero: ¿Qué importa que se multipliquen los analfabetos,
si se puede aumentar á sus expensas, el número de destinos dis
ponibles? ¡Vivir de momento es lo esencial, y así se vive!
Febrero de 1915.
J. Capelo
En El Deber Pro-Indígena. Lima. Año III. No. 30. Marzo de 1915, pp. 113
-114'
EDUCACIÓN INDÍGENA
No deja de ser ridículo el tema de educar al indígena, so
pretexto de hacer con ello obra de liberación á la raza. Suponen
los que sostienen tal tesis, que los indígenas han menester de
educación sui generis, especial, como si fueran hombres de clase
degenerada, cretinos, imbéciles pro natura, ó quizás ciegos, sor
dos ó algo así.
El indígena es un hombre como cualquiera y la diferencia
por raza, no la sostiene hoy persona alguna de mediana cultura.
Los hombres se distinguen solamente por la dosis de libertad y
justicia que les acuerda la organización social á que pertenecer^.
Todos sabemos que esa dosis de libertad y justicia en el Perú, es
generalmente muy escasa y tanto menor, cuanto sea menor la
significación ó importancia de la situación social y financiera del
individuo.
Respecto de los indígenas, puede afirmarse que esa dosis
de libertad y justicia, es enteramente nula. Lo que en ese orden
llega á amparar al indígena, nose debe ni á las leyes ni al funcio
narismo oficial; se debe al acaso y á la hombría de bien que pu
diera tener la persona con quien el indio trate. En el Perú, un in
dio es un paria y nada más. Cuanto se diga en contrario es men-
76
tira.
Al paria no se le educa, antes se le liberta, se le vuelve á la
condición de hombre. Esa es la primera educación que necesi
ta: el hecho de que se vea amparado de justicia y libertad. Pro
ducir ese hecho es el primero de los deberes, en el Perú, para los
hombres civilizados y patriotas.
Lima, Diciembre de 1914.
J. Capelo
En El Deber Pro-Indígena. Lima. Año II. No. 27. Diciembre de 1914,
p. 89
HACIA LA DEMOCRACIA
—————I II I —— • — I •-!• ••! I—1—»
Todos dicen que la política no debe mezclarse en ninguna
empresa verdaderamente patriótica y progresista que se empren
de en el país y sin embargo, todos hacen política, los políticos
de profesión naturalmente, y el público en general tan luego co
mo se suscita cualquiera disputa entre aquellos.
Asi vemos á los hombres sinceros, los pocos que piensan en
%\ bien de la nación y noexclusivamente en el suyo propio, enro
larse en cualquiera de los partidos militantes, creyendo y soste
niendo que uno es superior al otro. Así ocurre que no se puede
expresar en ningún órgano de publicidad una opinión que no os
tente un tinte marcado de uno ú otro partido. Los escritores
que conservan su imparcialidad absoluta, sean dotados de esca
so talento ó de mucho, no tienen cabida en nuestra prensa, por
que la frialdad de su criterio cae como una gota helada sobre el
apasionamiento inconsciente, involuntario, de los ánimos.
Y sin embargo, en privado, las personas afiliadas en los
bandos opuestos, continúan profesándose una leal y hermosa
amistad, siempre que cuentan con la base moral sagrada del res
peto mutuo.
|:
En la Asociación Pro-Indígena se reúnen tales amigos de
los más distintos colores de la opinión, como prueba de que di
cha institución tiene un carácter verdaderamente nacional. Uno
de nosotros hace artículo de fé de la perfectibilidad del mecanis
mo político tradicional, otro funda sus esperanzas en la capaci
dad personal de un futuro mandatario; otro, en fin, hace abs
tracción completa del elemento político actual en su esbozo de
un porvenir mejor para el Perú.
¿Sería desprenderse de la continuidad de las cosas, ofender
la ley de la naturaleza que no procede á saltos, el crear un nuevo
concepto político independiente de los viejos moldes, del meca
nismo eleccionario harto conocido y de las figuras militantes po
co nuevas?
77
 •Sf'í
La nación no alcanza vida tranquila desde hace ya una serie
de anos. Cas. nunca en los últimos tiempos ha sido posible com
prometer el mteres del gobierno en un verdadero asunto de ad-
mimstrac.on, por absorber la preocupación política, el eterno
problema candente, toda la atención del presidente los minis
tros y los legisladores, y la Redacción de "El Deber Pro-Indíge
na ve con pena que hasta los amigos del indio pierden horas
preciosas en esperarque el olmo dé peras
Finalizando el mandato de Leguía, hubo asaltos yluchas
Lir. ' l" Sd'aS de Bl iin8nurst. Paros yhuelgas inacabables-
hoy el gobierno es prov.sional; mañana, la situación estará irre
suelta. Las elecciones generales, cuyo resultado produce decep
ción en una parte de los ciudadanos, dejan siempre un sedimen-
í?.¿i' h°, sufragio?
ficación del '"r ¿Yf t-anCriSÍS
¿Permitehabrá
acasodenuestro
solucionarse
estadocon la puri
social que
se llenen las condiciones de la legítima elección popular? No
Los que votan con plena conciencia de propósitos son aquellos
que pretenden conseguir algún empleo público ó alguna granje
ria y ellos arrastran á la multitud incauta de personas á las cua
les ni les va ni les viene que sea Aó Bquien ocupa la presiden
cia. La culpa de esa inconsistencia en nuestro cuerpo votante la
tiene, no solamente la poca ilustración de las masas, sino la poca
virtud de los candidatos. Un indígena ilustrado juzga más pron
to que un no ilustrado, que la mayoría de los hacendados ó mi
neros son gamonales.
Comparando á uno de los gobernantes que hemos tenido
con el otro ¿cuál resalta por sus éxitos ó sus fracasos como
mandatario? Ninguno. Todo hombre público ha puesto una pie
dra en el edificio de nuestro progreso, aunque no sea por un mo
tivo mas noble que crearse partido y todos han dejado un déficit
en la vitalidad del país, por sus omisiones forzosas ó voluntarias
¿Que Leguía no continuó las obras de desenvolvimiento nacio
nal principiadas por Pardo? Pues que Pardo no le legó dinero pa
ra hacerlo. ¿Qué el Ejecutivo desacata al Congreso? Pues que el
Congreso desacata la Carta Fundamental, no haciendo más que
labor de obstrucción.
Buena está nuestra historia política para formar temas de,
polémica, pero no para sacar algo de fruto para la reconstitu
ción de las fuerzas nacionales.
Oímos ya hacérsenos la imputación de plantear doctrina
desdemocratizadora. Pero no se ejercita la suprema función ciu
dadana eligiendo presidente, sino orientando al jefe del estado
en cada momento del período de su mandato mediante la clara
expresión de la voluntad pública. Sólo así desaparece el gobier
no personalista para convertirse en gobierno popular. Mientras
este orden de cosas sea irrealizable, por la falta de ilustración
general, habrá que contentarse con salvar las formas democráti-
78
:
cas, pero empleando solicitud para economizar la escasa sangre
del pueblo. No debe conmoverse el fondo con el mero objeto
de conservar, la superficie; al contrario, ésta se compone más
pronto mientras las agitaciones penetran á menor profundidad.
Fuera de lo que hasta ahora se llama el campo de la política
anhelaríamos fundar una cátedra de moralidad yconciencia pú
blica que nos garantice la subsistencia de nuestra democracia, y
nuestra nacionalidad en medio de los azares de la vida colecti
va. Pondremos mano á la obra.
Callao, Abril 1o. de 1914.
Dora Mayer
En El Deber Projndígena. Lima. Año II. No. 19. Abril de 1914, pp 28-29
UN TRIBUTO A LA CAUSA
Sobre el tema del pseudo-contrato del enganche versa la
importante tesis con que el delegado de la Asociación Pro-In
dígena en Arequipa, Señor Francisco Mostajo, optó el grado de
doctor en jurisprudencia. No se olvidó nuestro amigo en tan
trascendental momento de la bandera á que pertenece, y la tre
moló bien alto, haciendo afluir la sangre al corazón y al cerebro.
Conocimiento del país, conocimiento de las autoridades que se
pueden citar para fortificar nobles y reparadoras doctrinas, re
saltan en cada página de la obra, y en el conjunto espárcese el
calor de una emoción que tristemente se extraña en aquellos
autores que escriben solamente para ceñir de laureles sus sienes,
sin preocuparles nada el bien de la colectividad.
Es esta una de las raras veces en que se trata el problema
obrero en relación, no con el jornalero de las ciudades, sino con
el trabajador de los campos, que más abundante razón tiene, por
su número y susagravios, de plantear la cuestión reforma. La té-
sis contempla, con criterio jurídico fundamental, los errores y
las horrendas iniquidades de la legislación respecto á la contrata
ción del trabajo y con criterio sociológico certero los efectos la
mentables del sistema del enganche en el habitante aborigen,
desde el Cerro de Pasco hasta la frontera de Bolivia y desde Chi-
cama hasta Loreto.
53 páginas breves bastan para exponer en un cuadro claro
los hechos que sufren, y demasiado ignorados por los que po
drían remediar ese sufrimiento, aunque sea con el simple empu
je de su voluntad. He aquí una lectura provechosa que apenas
requiere que le consagre una hora quien se interesa por el pro
greso del país.
79
 Mostajo caracteriza en el siguiente párrafo el aspecto que
toma e! problema indígena tratado como cuestión obrera: "En
el Perú la cuestión obrera se complica con un problema de pro
blemas que es asaz arduo; el de la raza indígena, raza que hete-
rogeniza nuestra sociología, impidiendo la suma sintetizadora,
es decir, la compactación del agregado que le dé fuerza de enti
dad entre las otras entidades. Salta á la vista esta complicación,
puesto que las tres cuartas partes de nuestros braceros son abo
rígenes, indios, antropológicas unidades que permanecen her
méticas para nosotros y sin embargo no han parado mientes en
ella ni los agitadores de ideas libertarias, que en el medio nacio
nal aparecen desarraigados, ni los núcleos obreros agitados, que
no tienen determinación de necesidades y menos preparación
cultural para que esas ideas irrumpan en ellos, ni siquiera los
teorizantes que barajan doctrinas como en un briscan. Solamen
te la Asociación Pro-Indígena, cuyaexistencia es ya un remedio,
tuvo el tino de invocar el compañerismo obrero para que se ex
tienda á esa gran mancha de hombres bronceados y silenciosos
y sombríos que contribuyen á la producción nacional ora pas
teando en la puna sus rebaños, cuyas lanas les arrebatara el re
parto, ora labrando sin salario la tierra que el gamonal usurpó
á su comunidad, ora, en fin, extrayendo como antaño, el mine
ral bajo el garfio del enganche, es la moderna mita. Pero por
desgracia las sociedades obreras se mostraron incomprensivas.
En el aspecto jurídico cita el autor al publicista bolivia
no Dr. Bautista Saavedra: "Lo que ha de menester la raza autóc
tona es un sistema de leyes sencillas, de ejecución rápida, de jus
ticia simple, de poco costo, que esté en armonía, por lo que á
sus relaciones civiles se refiere, con sus pequeños intereses ma
teriales, con sus ocupaciones agrícolas, con los escasos recursos
de su economía familiar."
"Pero" concluye Mostajo "tanto en la cuestión obrera co
mo en la cuestión indígena, la estructura de sus soluciones,
cualquiera que sea el aspecto bajo el cual se aborde aquellas, de
be erigirse sobre esta ancha base, sobre este firme suelo: laobra
pedagógica, que culture al obrero y que al indígena redima."
Las tres cosas necesarias son pues: luz intelectual, sobre to
do; solidaridad que integre al indio á la clase obrera, con sus lu
chas y sus conquistas sociales, y justicia, que no sea negocio de
abogados y tinterillos, sino sanción protectora del derecho de
gentes.
Es de congratularse que un talento de buena ley y un espí
ritu batallador haya hecho causa al fin de lo que desde hace
tiempo debió ser un programa principal de nuestros pensado
res.
Dora Mayer. .., „ » . • mío ya ir.
1.1 El Deber Pro-Indígena. Lima. Año 1. No. 9. Jumo de 1913, pp. 74-75
80
LA SÁTIRA LNSU LUGAR
Hemos protestado de algunos comentarios burlescos que
aparecieron en la prensa de Lima sobre la pretendida reconstitu
ción del imperio de Tahuantinsuyo por el general Rumi-maqui;
no porque no sepamos reimos de una broma, sino porque en esa
relación precisa la hallamos inoportuna.
Hay que. hacer primeramente la clasificación de las burlas,
bromas, sátiras, ironías y humorismos. Ciertas bromas, ciertos
humorismos, significan el desbordamiento de una intelectuali
dad exhuberante, qué además de ia severa realidad de las cosas
encuentra en ellas margen todavía para algo que las ilumine con
luces caprichosas y juguetonas. Estos humorismos tienen nada
de forzados y á cada renglón brotan en las obras que compene
tran, ocurrencias noveles y divertidísimas. Asi son, por ejemplo,
en nuestra literatura cuotidiana, las producciones felices de Leó
nidas Yerovi y del autor que en "Variedades" se titula Corrales;
decimos felices porque ambos saben tenerlas infelices a veces,
por las exigencias del periodismo que no dejan tiempo siempre
al desarrollo espontáneo de los frutos del espíritu. Igual riqueza
cerebral revelaban el redactor de "Ecos" en "La Prensa" y "El
señor que lee los cables" en "El Comercio". No demostraban
mezquindad de intención aunque peloteaban en su irresistible
retozo cualquier tema de actualidad grave ó ligero, sagrado ó
profano.
El humorismo procede raras veces de un fondo de alma ale
gre. Pero lo que importa es que surja de una mente sana,
porquesino se convierte en sátira amarga, malévola, cínica; en
enseñanza letal del pesimismo,-en ensañamiento cruel y estéril
con la humanidad. (
Como hemos dicho, en "La Crónica" y "Variedades'en
contramos dos artículos sobre el Neo-Tahuantinsuyo de Rumi-
maqui, que no juzgamos inofensivos. Aquellas ironías, aquellas
bromas, no carecían de tendencia doctrinaria: enseñaban al pú
blico que la raza indígena del Perú es algo tan pobre en su esen
cia, que cuanto hace debe tomarse del lado cómico; enseñaba al
público que la pobreza, el atraso, la impotencia de conquistar
el progreso, son causas de risa y que atribuyendo gratuitamente
aun raído y sucio sujeto sacado de las filas de los comuneros
púnenos, pretensiones á revivir el esplendor de los incas ó á re
medar instituciones diplomáticas modernas, dorándose con el
título de ministro de hacienda, basta para echar abajo los legíti
mos.ensueños políticos de un pueblo humilde, pastor ó agricul
tor, que tiene derecho á la vida y á un porvenir nacional:
81
 Unos humoristas escriben para entretener solamente al pú
blico en general y otros para dar estocadas á alguien. Estos últi
mos son los malévolos, los ponzoñosos de alma, que quisieran
derramar su hiél sobre el mando, á fin de que no se sienta más
feliz que ellos. Suyas son las sátiras inoportunas, irritantes per
sonalistas, sin objeto amplio y moral.
Perdónesenos si calificamos demasiado duramente á los au
tores de los ejemplos concretos que hemos citado. Tal vez sus
trabajos han sido hechos de modo más involuntario de lo que
suponemos. Pero en todo caso, debemos protestar de sus elucu
braciones, ante ellos mismos yel número de sus lectores, porque
guian á nuestro público, ya por sí indiferente hacia los'trascen
dentales problemas patrios, por el camino de una veleidad poco
menos que criminal.
¡Burlarse de la pobreza y desgracia de los indígenas en mo
mentos que más de cien individuos de esta raza yacen víctimas
de cruel é impune asesinato en Azángaro! ¡Burlarse de la mendi
cidad de esta raza que es culpa de los que gobiernan, de los que
piensan en el Perú! ¿Es concebible semejante infamia?
La broma, el humorismo son oportunos en momentos de
expansiva y generosa alegría, ó como un bondadoso paliativo
para los corazones tristes que quieren escapar una hora al re
cuerdo de sus dolores. De este modo son un elixir que un espí
ritu grandiosamente triste sabe preparar para sus condolientes.
También es la sátira la última válvula de escape, cuando las
libertades públicas están completamente cercenadas como en
Rusia y se hace preciso relampaguear verdades de una manera
que las autoridades censoras no puedan cogerlas para ahogarlas.
Rusia, la incubadora por excelencia de la sutil, resbalosa ironía
que caracteriza á todos sus literatos, sirve de maestra á todos los
pueblos que atraviesan períodos de tiranía iguales ó semejantes
a los que en el Imperio Moscovita constituyen aún el estado pe
renne. Ante el despotismo erguido, la burla y la sátira adquieren
proporciones de dignidad y de heroísmo, comparables á un Da
vid que tira la piedra á Goliat.
Esta disertación que hoy publicamos en "El Deber Pro-In
dígena", es una página arrancada á un estudio sobre la moral
que estamos haciendo paulatinamente. Viendo tanto y tanto
desperfecto, por no decir corrupción, en la vida pública y priva
da, interrogamos naturalmente la ciencia moralista para encon
trar un curativo que prevenga una catástrofe, pues no hay duda
de que una catástrofe sería el fin inevitable, si una degeneración
y disolución de los principios continuara tomando su curso,
¿Es eficaz el tono festivo como medio moralizador? nos
preguntamos. Creemos que solo en calidad de último y supremo
recurso contra las mordazas al pronunciamiento de ideas, como
el citado relativo a Rusia. La burla, como la crítica, no constru-
82
ye; señala el mal y no el remedio. Divierte, entretiene muchas
veces, sin hacer pensar seriamente en la necesidad de obrar en
defensa de los principios ultrajados, de iniciar la acción para des
terrar los atentados que se fustigan; habitúa quizá al espectador
á gozarse de la comedia, que sin material diario que la alimenta
se no podría proseguir; connaturaliza á los ciudadanos con los
estados políticos malos, porque les procura una distracción que
no quisieran perder, abriendo ávidos las hojas de las revistas cari
caturistas y las columnas de crónica festiva. ¡Cuánto aman algu
nos pueblos á sus periódicos humorísticos que no seguirían exis
tiendo si no siguieran los vicios administrativos, ni los flacos de
Jos personajes públicos! ¡Como el pan diario esperan la revista
del día y se acomodan á leerla con anhelada fruición! La burla
irrita y nopersuade al bien á los contra quienes se dirige. En la
pedagogía es recurso prohibido, ¿y no está la educación de las
sociedades sujeta a las mismas leyes que la educación de la ju
ventud escolar?
En fin, nos parece, que la sátira está en su lugar, como ar
ma contra los reos de tiranía, que con su poder sofocan los me
dios más benignos y naturales de la crítica purificadora, ycuan
do todo el público siente, no con ánimo de divertirse, sino con
indignación reprimida, es decir, en actitud grave de espíritu, la
necesidad de esta forma de ataque. Y nunca es la burla más anti
pática é inadecuada que cuando se dirige á un ser caído, triste y
afrentado, débil, incapaz de retornar la provocación en términos
de igualdad. La burla que se hace en Lima de los indios no es un
mero incidente sino todo un síntoma de la patología nacional.
Callao, Febrero 2 de 1916.
Dora Mayer.
En EJJÜ£bíl_Pio-IndÍgcna. Lima. Año IV. No. 41. Febrero de 1916, pp.
231-233. vv
MANÍA EDUCACIONISTA
Bajo el lema "Educación" encontramos en el "Survey" de
Nueva York un artículo interesante'sobre la instrucción anti-al-
cohólica en los colegios públicos. Últimamente se había hecho
en los Estados Unidos una propaganda intensiva en favor de
operar sobre el medio infantil y colegial en la campaña pro-tem
perancia. La manera de proceder consistía principalmente en
confeccionar textos de enseñanza para las escuelas en que se
presentaban los efectosdel uso de licor, tabaco y semejantes es
timulantes en la forma más drástica posible. El resultado fué
83
 que los alumnos no tardaron en comprender que esos ejemplos
horripilantes significaban grotescas exageraciones y se pusieron
excépticos respecto á la doctrina entera así sostenida.
Para demostrar el modo cómo la enseñanza doctrinaria de
los colegios se aparta de ¡a verdad exacta, el autor toma un pá
rrafo relativo al alcohol de un texto de enseñanza escolar y otro
de una obra para estudiantes de medicina. Dice el primero:
|'T¡ene el alcohol derecho áser titulado un alimento?
"Es el alcohol un alimento que forma tejidos orgánicos?
A esto hay que contestar indudablemente que No..."
"Es el alcohol un alimento fortificante? A esto hay que,
contestar No..."
Dice el segundo de los párrafos, el destinado á estudiantes
universitarios: "Alcohol... según las circunstancias, el alcohol
puede ser un veneno ó también puede ser útil; en el caso de ser
útil, debe considerársele como un regulador ó generador de
energía."
"Ya que los hechos nos llevan á deducir que, contrario á la
afirmación de los extremistas, el alcohol es hasta cierto punto
un alimento, es sin embargo, un alimento peligroso."
La propaganda puesta en movimiento para hacer obligato
ria la enseñanza anti-alcohólica en las escuelas obtuvo que la le
gislación al respecto se extendiera gradualmente sobre más y
más estados'de la Unión, hasta que ahora sus partidarios se jac
tan de que impera en todo el territorio de la República y toda
dependencia norte-americana, siendo observada con el mayor ri
gor. Todo niño yanqui entre los 6 y 17 años de edad tiene que
dedicar ahora 250 horas de su tiempo de estudio al conocimien
to de la fisiología del alcohol, aunque un sabio profesor, al criti
car este sistema declaró que, tratándose el tema con sincieridad
y conciencia, se agotaría en cinco horas.
Hace treinta años que se ha proseguido en los Estados Uni
dos una legislación activa en pro de la instrucción anti-alcohó
lica,-y el fenómeno social correlativo es éste: que el consumo de
bebidas alcohólicas y tabaco ha aumentado enormemente desde
que se practica la enseñanza científica en sentido contrario. Las
memorias del gobierno demuestran que en 1896, quefuéun pe
ríodo de actividad extraordinaria para impulsar la instrucción
científica anti-alcohólica en las escuelas, el pueblo norte-ameri
cano consumía 67.039.910 galones de aguardiente. Por las mis
mas memorias se sabe que en 1913, cuando cada colegio de los
Estados Unidos enseñaba ya la temperancia, el consumo alcanzó
a 140.418.289 galones, es decir, durante los años de esmerada
instrucción preventiva, se había duplicado la cantidad de alco
hol que se bebía anualmente. En resumen general, cada ciuda
dano norte-americano consume hoy seis veces más de licor que
el ciudadano de ahora 54 años, en 1850. El incremento del uso
84
del tabaco es aún más admirable.
Las memorias oficiales de 1903 hacen constar que el núme
ro de cigarrillos que se habían fumado ascendía á 3000.000.000.
Se sostuvo desde entonces una guerra tenaz contra esta forma
especial de cigarrillos en los textos de enseñanza ¡y en 1912 el
número de cigarrillos que cada uno gastaba era cuatro veces ma
yor que antes! -
Con tales datos, establecidos en categórica forma práctica
yanqui, se adivina que la educación ha de ser otra cosa que una
simple decretación pública de ciertos principios de conducta y
sentimiento, como por ejemplo la temperancia y el patriotismo,
que los gobiernos pretenden infundir en el espíritu de las ma
sas.
Callao, Enero 11 de 1914.
Dora Mayer.
En El IVber-Prn-Indígena. Lima. Año III. No. 28. Enero de 1915, pp
98-99.
EL SECRETO DE LA EDUCACIÓN
Raras como las perlas en la arena de la playa son las frases
que condensan toda una verdad. Un pensador privilegiado,
Amiel, supo decir en pocas palabras dónde se encuentra el se
creto de la educación, que miles buscan y casi nadie descubre.
Gloria á él que nos ha dado la clave de la obra educadora; ense
ñándonos lo siguiente:
"El niño ve lo que somos, detrás de lo que deseamos ser.
De allí se deriva su reputación como fisionomista. El extiende
su poder hasta donde puede sobre cada uno de nosotros; él es
el más sutil de los diplomáticos. Inconscientemente atraviesa la
influencia de cada persona que le rodea y ¡a refleja á la vez qué
la transforma de acuerdo con su propia naturaleza. El niño es
una luna de aumento. Por eso es que el primer principio de la
educación debe ser: "disciplínate á tí mismo", y la primera re
gla que se debe seguir, en el intento de'posesionarse de la volun
tad de un adolescente: "domina tu propia voluntad."
Sí, la mayoría de aquellos que se proponen educar á la hu
manidad, comienzan por educar á los demás y ni siquiera acaban
por educarse á si mismos, porque esta es una tarea que nunca
acometen. Con aire de domines, ó peor todavía, de tiranos, pre
tenden exigir del prójimo lo que ellos mismos no han adquirido:
la aptitud dé progresar por la modificación de sus defectos indi
viduales.
85
 Nosotros tratábamos de coger la precisa expresión de
Amiel cuando escribimos, hace un par de años: "El instrumentó
de la disciplina no es ni el látigo, ni la palabra, sino el espíritu de
los padres que reinan en el corazón sensitivo del infante Siem
pre se ve que el niño obedece, no á las máximas habladas,' sino á
la sugestión involuntaria del maestro, de manera que los padres
no inculcarán jamás en sus hijos una virtud que no hayan con
quistado primero para sí mismos. Aquí se reconoce el estímulo
tan grande para el bien y el progreso que encierra la paternidad
tomada en serio."
Para explicar los fenómenos de la educación habrá que dar
un amplio desarrollo á la filosofía de lo inconsciente. Gran parte
de la vida del educando, que como tal ha de considerarse siem
pre en calidad de un niñc, aunque no ¡osea por su edad perte
nece a lo inconsciente. Según lo afirma Amiel, hay en él niño
una percepción sutil del carácter del educador; él comprende en
el acto las debilidades morales de éste y las aprovecha, con el
objeto de facilitarse el esfuerzo moral que quiere exigírseie- á
el se le revela inmediatamente ¡a discrepancia que existe entre
las doctrinas aprendidas por el maestro para propagarlas y los
?! impulsos naturales de ese mismo maestro, que no han sido ab
sorbidos por aquellas doctrinas. De un modo demasiado rápido
acomoda el niño su actitud á lo que los hechos le indican, para
que haya lugar á que reflexione; él percibe solamente y obra.
Por el otro lado, el educador tampoco se acuerda de su propia
persona al enseñar la doctrina que para su difusión se le ha en
cargado; tampoco es consciente de que él mismo no practica
¡as reglas que recomienda.
He aquí porque es tanto más difícil el ser un educador que
un instructor. La asimilación de la educación es mucho más
compleja que la de ¡a instrucción. Por ejemplo, no basta que el
educador se esplaye sobre las ventajas de una virtud superficial
que posee, si carece tal vez de la cualidad fundamental que e<
madre de las verdaderas virtudes. La verdadera virtud consiste
en tener dominio sobre su propia voluntad; el ser capaz de
no hacer jamas lo que la conciencia prohibe y de hacer siempre
lo que la conciencia aconseja. Un hombre criado en costumbres
de economía, por ejemplo, podría explicar á sus educandos to
das fas ventajas de la economía y todos ¡os métodos para reali
zarla, pero quizá no podría dominar su repulsión áhacer un gas
to cuando la caridad lo exigiera ydesde luego, sería tan incapaz
de corregir su defecto particular, como el pródigo, cuyas ten
dencias censurara. En la instrucción tiene se en mira únicamen
te hechos exactos mientras que en la ciencia educativa hay que
tener conocimiento de las analogías; en el educador vale tan so
lo la aptitud de dominar los defectos suyos como ¡os ajenos"v
no te de enseñar una virtud aislada.
86
Es así que las grandes potencias civilizadas, que se han
arrogado la facultad de conquistar y subyugar á los pueblos que
llaman inferiores, han dejado desapercibidas hasta tal grado su
insuficiencia interna de dominio sobre sí mismas, sobre sus im
pulsos y pasiones, que al fin no aparecerán como moralizado-
ras, sino como desmoralizadoras del mundo, impositoras de sus
formas de virtud, que no representan la virtud substancial con
sistente en la facultad de obrar en cada caso con prescindencia
del propio interés y con obediencia á los principios inmóviles
' de^ la moral absoluta. Cualquiera entidad, sea individuo ó na
ción, en cuya influencia se baña el educando, como dice Amiel,
tiene que ser austeramente dueño de sus pasiones para no enlo
dar en vez de limpiar, la mente ajena. Si la "Moral Educatión
League" de Londres, de cuyas publicaciones tomamos la frase
de Amiel espera llegar á un éxito universal, no debe salirse del
radio de ese excelso lema que cierra el paso á las ineficaces cru
zadas sangrientas de la cultura europea.
Callao, Febrero 28 de 1915.
Dora Mayer. *
En El Deber Pro-Indígena. Lima. Año III. No. 30. Marzo de 1915, pp.
114-115.
LA QUÍMICA SOCIAL
Los ferrocarriles salvarán á la patria, dicen algunos.
La colonización, dicen otros.
Las escuelas, aseguran los terceros.
La moralidad pública, decimos nosotros.
¿Quién tiene razón?
¿No pueden tenerla todos?
Si las substancias en el mundo material no se componen de
uno solo sino de dos, cuatro, cien y mil elementos ¿porqué ha
bría de serconstituido de un solo/elemento la condición del sur
gimiento nacional? El estado es un organismo y un organismo es
un cuerpo complejo y no simple.
Sin embargo parece que aquí se ofendiera un patriota que
.había propuesto el fomento de las escuelas para bien del pais,
con otro que lucha en favor de una forma de adelanto diferente;
lo rebate, se empeña en demostrar la ineficacia de su sistema y
de quitarle los medios necesarios para realizar su idea; es como
si en la construcción de un edificio, todos los operarios deberían
acarrear piedras, y ninguno vigas ó cemento.
87
 J^'
""?£•*
Tratándose de obt^W^afTlcíasdel fisco en beneficio de un
plan de adelanto cualquiera, seria muy hermoso que todos los
autores de proyectos tuviesen bastante respeto mutuo por sus
opiniones para permitir que las sumas disponibles se dividiese en
partes proporcionales entre los varios objetos recomendados,
dando á cada uno la oportunidad de hacer el experimento desea
do, y probando así que ninguno cree ni en su propia infalibili
dad, ni en la inepcia completa del prójimo.
Como para moralizar la administración pública no se nece
sita fijar partida en el presupuesto nacional, esta propaganda es,
sin duda, la más inobjetable, y sin embargo encuentra resisten
cias quizá por un hábito inconsciente de exclusivismo.
Una voz que no podemos desoír nos ha llamado última
mente á emitir conceptos sobre el empleo del sistema de los
boy scouts en la obra de rehabilitación de la raza aborigen. El
entusiasmo, la convicción que animan al autor del artículo que
precede en nuestro húmero actual de "El Deber Pro Indígena"
se comunican involuntariamente al comentador del escrito. Tal
es la fuerza de una idea, concebida para el bien, que es forzoso
abrirlrcampo allá donde no se había pensado en guardarle un
sitio. La fé es capaz de conquistar un triunfo por cualquier me
dio que elija, y hay que saludarla siempre como heralda de una
aurora popular. Es que no importa cual es el modo de operar,
sino cual es el espíritu que opera. En el departamento de Puno
surgió un hombre, llamado Manuel Zuñiga Camacho, que hizo
una obra real en favor de la instrucción y moralización de su ra
za, la india. Y nuestros sectarios en Lima comenzaron á hacer
cuestión religiosa del asunto discutiendo si el catolicismo ó pro
testantismo era más eficaz para regenerar á una porción de seres _
humanos sumidos en el abandono y el vicio. Pero no dependía á
nuestro ver, la practicabilidad de la reforma en el ayllo de la Pía-:
tería, de la virtud superior poseída por una religión ú otra, sino
de la virtud viva inherente en el alma de Camacho. Por no saber
atraerse á ese buen servidor los representantes del catolicismo,
se lo atrajeron los propagandistas del protestantismo.... peor pa
ra aquellos, porque ganándose á Camacho, secundando su santo
empeño, habrían convencido á tos incrédulos del poder regene
rador de ¡a Iglesia Romana.
Desde un punto de vista los indios no necesitan de la disci
plina de ios BOYS SCOUTS, que ha sido ideada para endurecer
á los mimados hijos de las sociedades urbanas en un régimen de
vida que es propio de los habitantes de la puna como condición
natural. Pero el señor Delgado dice que mediante el código de
los boy scouts el muchacho indígena podrá adquirir la confian
za en si mismo, el concepto de la dignidad de su persona y si es
to es verdad, habrá descubierto el medio de verificar el gran
ideal patrio. Al indio no hay necesidad, de enseñarle á obedecer;
88:
tampoco á sufrir los rigores de las tareas rudas; en algunos senti
dos es.un boy scout nato por sus costumbres ingénitas. Pero el
boy scout, según el artículo 3, de su código "es hombre de ini
ciativa", según el 4. "nunca olvida asumir la responsabilidad de
sus actos", ha vencido pues la timidez de carácter que incapaci
ta fatalmente al indio para reaccionar contra su mala suerte; y
se gana el respeto del prójimo, que ama en el fondo de su alma
la energía y la resistencia moral, aunque se aprovecha cuando se
ofrece, de la sumisión de los genios serviles.
El indio se encontraría bien en un cuerpo de verdaderos
boy scouts porque el artículo 5. dice. "El boy scout es leal y
cortés con todo el mundo" y el 6. agrega: "El boy scout estima
como hermanos á los otros boy scouts, sin distingos de clase so
cial" Con los cuatro artículos enunciados bastaría para introdu
cir en el Perú una educación que aproximara entre síá nuestros
diversos elementos de población ennobleciendo á todos. Hasta
aquí vá el análisis somero del proyecto del Sr. Delgado. Pero de
acuerdo con lo que acabamos de exponer en otra página, no nos
interesa tanto analizar los proyectos como á sus autores y ejecu
tores.
Una semilla estéril se parece á una fecunda en el aspecto
exterior. ¡Hemos visto arrojar al surco tantas semillas que resul
taron estériles! ¡Estaríamos desalentados sí no conociéramos la
admirable propagación que puede tener un solo grano fértil que,
llevado entre las plumas de un ave, ha cubierto á veces de bos
ques á solitarios islotes!
Hemos creído percibir en la proposición del Sr. Delgado,
en la semilla que ofrece para gloria y justificación de la Patria,
los síntomas de la existencia de aquel factor, decisivo, esencial,
el dinamismo vital, que constituye la diferencia entre un grano
estéril y otro fecundo; hemos creído sentir el acento de un
hombre que se ha enamorado" de un principio con olvido de su
persona y sus conveniencias inmediatas.... ¿Si algo podrá dar al
indígena la confianza en sí mismo?. ¿Si será el método del
scout?
Los pesimistas fundan su juicio en el orden existente, en la
realidad práctica que observan, y que contradice la posibilidad
de una mejora, y por eso sostienen siempre que cualquier tenta
tiva deteforma es vana esperanza. No cuentan con que el opti
mista posee fuerza creadora, una facultad de evocar lo que no se
ha manifestado todavía y que desde luego, los efectos que es ca
paz de producir se sustraen al cálculo.
En caso de que el éxito nacional fuese cosa ya alcanzada,
podríamos precisar analíticamente los elementos que lo consti
tuían, pero como hasta ahora solo se nos presentan los pretendi
dos elementos de un éxito futuro, seria arriesgado el atribuirles
determinada importancia según la lógica sintética.
89
 Ni el análisis pesimista puede abarcar la potencia evolutiva
del hombre, ni el análisis racionalista la potencia activa del pro
yecto, de que tratamos.
Callao, setiembre 29 de 1913
Dora Mayer.
En El Deber Pro-Indígena. Lima. Año I. No. 13. Octubre de 1913, pp.
104-106.
EL INDIO EN BOLIVIA
Casualmente ha llegado á nuestras manos la revista Actuali
dades, de La Paz, edición extraordinaria del 1o de enero del año
que corre. Su material no deja literariamente satisfecho; pero re
vela empeño en la labor, que es lo que por lo general falta en
nuestras revistas. En el fondo del carácter boliviano nos parece
encontrar seriedad y tesón, que al referirlos á la movilidad crio
lla nos deja adustamente pensativos
Para nosotros no cabe duda que esa seriedad y ese tesón lo
imprimen el medio serrano y la raza aborigen. Ejemplo', nues
tros cuzqueños, gente que aún no ha dado de sí para la patria
todo lo que entraña. Esta observación que de soslayo apunta
mos quiere decir que las cualidades que la sangre india de nues
tras venas nos dá no nos inferiorizan. Ppr el contrario, nos co
munican solidez, prenda de que el costeño carece bajo su ima
ginación graciosa y su cortesanía frivola. Se equivocan, pues los
xviajeros, que como Groussac ó Pinochet Lebrun, juzgan á la pro
genie peruana por sus impresiones del linaje limeño.
Pero nos estamos desviando de nuestro propósito. Estas lí
neas no tienen otro objeto que parar mientes en la atención que
en Bolivia se presta á lacausa indígena, reputándola primordial.
En la revista aludida corre un artículo, Elindio y lacivilización,
del doctor Víctor Muñoz Reyes, miembro del Congreso nacio
nal y publicista de no escaso meollo. Pregúntase el autor en el
primer acápite "¿cuál es la reforma más necesaria en Bolivia?"
y sin vacilar se responde: "la civilización del indio." Hace ver
que éste --el secular paria de nuestra historia- sigue indiferen
te á todos los progresos materiales que en los últimos lustros
ha alcanzado la República. Yconcluye con estos acápites:
"En realidad, los indios de Bolivia hacen para el hombre
blanco el mismo papel que los matabeles de Sud-Africa para los
ingleses ó los indios de Nueva Guinea para los alemanes: se pro
cura hacerlos trabajar lo más que se puede, se les explota y se
les intoxica." "No concibo como puede hablarse de progreso y
de cultura, cuando tres cuartas partes de los habitantes de la na
ción no comprenden el castellano, único idioma en que están
90
escritas nuestras leyes fundamentales y cuando su mentalidad ha
quedado estacionaría desde el día en que llegaron ¡os españoles
á conquistarnos." "Si queremos tener nación, verdadera nación
y no una oligarquía de mestizos, debemos empujar á los indios
al torrente de la verdadera civilización, al de la cultura moral é
intelectual."
Pero el artículo del doctor Muñoz Reyes, que es somerisi-
mo, no es el que más ha atraído nuestro interés. En la misma re
vista se insertan los trabajos que fueron prez intelectual en los
Juegos Florales habidos en la progresista capital del altiplano.
Pues bien, en esos Juegos Florales, que como se sabe, son una
fiesta aristocrática de arte, hecha regia poruña Reina de la Her
mosura y una Corte de Amor, el indio, el.mísero indio, broncea
do, harapiento, menospreciado, abyecto., tuvo su vibrante re
cuerdo en labios del mantenedor, que lo fué el doctor Juan M.
Saracho, brillante personalidad boliviana. ¡Nuestros criollos
-indíoides de la sierra ó negroides de la costa-- hubieran desde-
nado mentar al sudra de los Andes en la real fiesta de Clemen
cia Isaura!
"Nada falta al parecer -dijo el doctor Saracho- en esta
hermosa fiesta para su completo lucimiento y para darle expre
sión de vida nacional. Desde el primer magistrado de la Repúbli
ca que lo honra con su presencia, hasta el más modesto ciudada
no, hállanse reunidos aquí para rendir culto á la belleza yal ar
te. El bello sexo con sus encantos, los hombres de estado y de
ciencia, la juventud entusiasta y pensadora, los abnegados de
fensores de la patria, los huéspedes que visitan ó que han arrai
gado en nuestro suelo, el obrero inteligente con sus ansias de
mejoramiento: todos en fin los que constituyen una parte de
nuestra sociabilidad." "Sólo -exclama- hay un vacío que el pa
triotismo deseara ver colmado. Hace falta algo ó alguien que re-'
presente á la parte más numerosa de nuestra sociabilidad, digna
de nuestro cariño y respeto. No es que yo pretenda que el indio
en su estado actual concurra á fiestas literarias y juegos florales;
pero es justo que lo honremos siquiera con un recuerdo, con un
deseo sincero de verlo incorporado á la vida del espíritu. El ele
mento indígena es una gran fuerza catalítica que es la médula
de nuestra existencia política y debe ser objeto de nuestra cons-
tantepreocupación, hasta por bien entendido egoísmo."
"La educación é instrucción del indio -prosigue- no pue
de ser obra de unos ó de pocos, ni de sólo el Gobierno. Para ser
eficiente y duradera, debe ser obra colectiva, de todos, grandes
y pequeños. ¡Qué hermoso sería que la dama boliviana, asíco
mo tan noble y desinteresamente se asocia para fines de benefi
cencia, para protejer á la infancia, se asociara para aliviar á ese
enfermo del alma, á ese ciego intelectual, á ese compatriota
nuestro que permanece en prolongada instancia! ¡Qué plausible
91
y digno sería que la juventud se decidiera á ejercitar su inteligen
te actividad en ese campo de las ideas y aspiraciones que le son
propias!" "Algo se ha hecho -concluye el orador- por la reden
ción del aborígena; pero falta mucho que hacer, y esta hermosa
fiesta dejaría huella indeleble, sí quedara grabado en nuestra
mente y en vuestra conciencia cívica el propósito indeclinable
de trabajar por la regeneración de ese ser humilde y abnegado
que en este mismo instante guarda fielmente vuestro hogar y
vuestras heredades y os espera siempre sumiso á vuestra volun
tad; que á estas horas en que estamos entregados á estas expan
siones, él cruza entre sombras la soledad inmensa del altiplano
andino, sin más compañía que la llama y el perro, entrete
niendo su medrosa'angustia y su cansancio con la nota lúgubre
de su zampona, semejante á un quejido que recogen las monta
ñas lejanas, melopea que tal vez hace brotar lágrimas que se des
lizan por sus bronceadas mejillas."
Suponemos que ante estas palabras el auditorio evocó la
sombría imagen del descendiente de Manco Capac y Átahualpa.
Y sobre su emoción el orador gritó: "El arte es esencialmente
civilizador y la caridad es amor y redención, ambos universales
y divinos; pero su campo de acción tiene por centro el pabellón
de una patria á la que le debemos cuanto somos, á través de to
das las metamorfosis y renovaciones de los años. Condensemos,
pues, todas nuestras esperanzas y recuerdos en el más compren
sivo concepto y al anticipar nuestro saludo al nuevo año invo
quemos el nombre amado de Bolivia, que como el sol debe ¡lu
minar y hacer fructíferos todos nuestros pensamientos y afec
tos" ¡Hermoso y sentido bolivíanismo que de lección debe ser
vir á nuestros hombres de palabra y de pluma tan exentos de pe
ruanismo!
Ved, pues, que en la República que desde allende el Titica
ca acecha nuestros pasos, el problema indígena preocupa á sus
mentalidades más serias y en todos los momentos, hasta en los
que parecen más refinados y exóticos. ¿Cómo entonces desen
tendernos nosotros de él? ¿olvidamos por ventura que nuestra
población india es la que tiene que oponer el antemural de sus
pechos mañana cuando el aimará, perfectamente disciplinado,
con más espíritu nacional que nosotros, con más tenacidad é
instinto, avance á plantar su bandera en los acantilados que mi
ran al mar Pacífico? Invoquemos el egoísmo del colectivo vivir,
ya que los llamados al impulso generoso no nos mueven. Y pro
curemos todos, todos, como quiere para su patria el distingui
do boliviano, lograr que el indio, hoy ambulante momia de un
pasado legendario, se incorpore en nuestra sociabilidad criolla,
asimilándonoslo, dando asi "expresión de vida nacional" á la in
coherencia de nuestra sociología de híbridos, simulación de lo-
92
do, menos de la fuerza sana fecunda y triunfadora.
Arequipa, 1915.
Francisco Mostajo.
En F.l r>fh<r Prn-Indi'gpna lima Año III. No. 33. Junio de 1915. pp.
139-141
BAJO OTRA FORMA
Concretándonos al punto alrededor del cual escarcean es
tos artículos que venimos publicando, decimos con énfasis que
no idealizamos al indio. Este, como cualquier unidad étnica, es
un producto histórico, y así, en su integridad constitutiva ac
tual, lo contemplamos. Prolijamente anotados tenemos sus de
fectos, que son hondos; y fácil nos sería enumerarlos y reseñar
los; pero ya lo están apotegmáticamente por el P. Larburu ó por
El Lunarejo y más analíticamente por otros escritores, entre
ellos el cuzqueño José A. Escalante (Juan Situcha). Pero, noso
tros no miramos esos defectos con ojos de superhombres, sino
con ojos de prójimos y, con la comprensivídad que de ellos tene
mos, distinguimos acertadamente los que arrancan del fondo'de
la raza —modalidades ínsitas que cada progenie tiene las suyas-
de aquellos que provenientes son ó del dislocamiento del medio
super-orgánico que sufrió el indio con el coloniaje ó del secular
ilotismo á que éste lo redujo y la república —colorete que usa
mos- perpetúa sin columbración de término. Auemás —expre
sándolo con una metáfora- mientras los tiznadores del indio
contemplan solo el hemisferio lóbrego, inaptos para vislumbrar el
luminoso, nosotros abarcamos los dos, con aguda y amplia vi
sión, y sabemos que ahí por lo menos hay una luna, ya que el
criollo megalómano y presuntuoso se arroga el papel de sol.
No es tan inocente como parece el motejamiento que se
nos hace de que idealizamos al indio. Bajo de él, con solapería,
deslízacenos una imputación: se quiere decirnos que somos cré
dulos! Ah, cómo se fruícíonatan los adversarios de la Pro-Indíge
na si no lo fuéramos. Entonces no encontrarían las quejas del in
dio tímpanos que herir ni almas que hacer vibrar ni inteligencias
y voluntades que mover. Pero la credulidad que maliciosamente
se nos atribuye es una especie de disculpa. No existe. Cauta es
la Asociación en sus actitudes y debe de serlo siempre, porque la
condición humana y la nacional así se lo imponen. Y, salvo la
calumnia que siempre fué una gorgona sibilante, nadie, hasta
hoy, puede decir que las denuncias que ha formulado, mesura
das como las sílabas de la verdad, no lleven el sello de la austera
rectitud.
93
 ítem más, para concluir, nosotros no solo comprendemos
al indio, sino también comprendemos al gamonalismo. Y, por
eso, nos explicamos cuales de sus procederes hállanse determina
dos por la constitución social de los pueblos de la sierra ó la
condición misma del indígena ycuales provienen de la pura mal
dad, del afán inmoderado de lucro ó de los desmanes incontení-
dos del poderío. Yconducta diversa observamos para los unos y
páralos otros, pues mientras para los primeros tenemos la tera
péutica del tiempo y de la fuersa expansiva del progreso esti
mulad a ésta por la prédica renovadora de ideas que han de pa
sar á sentimientos, para los segundos acudimos á los poderes pú
blicos en demanda de la acción legal ó á la amplía bocina de la
prensa que, concitando á la opinión, reprime. Y somos equita
tivos y justos. M
Ved pues, adversarios de la Pro-Indígena, que nuestro rea
lismo es de manga más ancha que el vuestro, que hasta aquí ha
mostradose incomprensivo de la hosca intimidad del indígena
de las trascendentales conveniencias colectivas y del espíritu de
justicia que la civilización lleva en sí por sobre todos sus malos
fermentos. No idealizamos, no, al indio. Somos hijos de nuestro
tiempo y tenemos el criterio positivo. Si la fantasía soltara sus
alas, ahí estáis vosotros para hacérselas plegar sobre el pelado
mamelón del prosaísmo. v
Arequipa: 1912.
Francisco Mostajo.
En ELDcber. lVo:Indígena, Lima. Año I. No. 9. Junio de 1913, pp. 75-76
CONTRA UNA ARGUMENTACIÓN TRIVIAL,
Cuando los explotadores del indígena se sienten apretados
por la defensa que de los derechos de éste hace nuestra Asocia
ción, suelen dispararse con un argumento sui generis que ellos
conceptúan capital y que no es siquiera la flecha del partho lan
zada en el momento de la huida. Ese argumento resúmenlo en
esta cascabeleante frasecilla: ustedes no conocen al indio
Ya alguien ha apuntado que en el personal de la Pro-Indí
gena hay entidades que tienen motivos de conocerlo suficiente
mente. Pero démosle de barato á nuestros contradictores el ac
ceder, no a su trivial argumento sino á su radical afirmación Su
pongamos que efectivamente no conocemos al indio ¿En qué
amengua esto la ardorosa defensa en que estamos empeñados?
be necesita pertenecer á edades preteridas yoscuras, como
aquellas en que la esclavitud yel ilotismo se consideraban natu
rales, para sacar de la suposición mencionada argumento contra
94
la altruista defensa del paria nacional. En nuestros tiempos, el
derecho -esa fuerza específica de las sociedades, que dice Ardi-
gó- se defiende aunque no se sepa si el sujeto de él es un antro
tenebroso ó una luminosidad. Y es que la solidaridad humana ha
llegado á ser tan densa y conjuntiva -nada importa que se diga
que sólo lo es teóricamente- que el malestar jurídico de la uni
dad más insignificante repercute nefastamente en todo el orga
nismo moral de las colectividades civilizadas.
Evidéncianlo las escenas ancestrales del Putumayo, que han
hecho correr por el mundo una turbulación concretada al fin en
la fuerte voz de la universal condena. Nada, nada han valido los
velos cohonestadores que á última hora se han dado prisa en ur
dir los patrioteros impúdicos, cuyas peroratas á tal altura tienen
visos de encubrimiento. Yá nadie, ni á esos mismos patrioteros,
se les ha ocurrido la gedeonada de decir que el mundo no cono
ce á los salvajes indios de esa región. Edén de los suplicios que
está aguardando otro Mirabeau.
Pero no generalicemos. En el organismo nacional, so pena
de que lo sustraigamos á la civilización y, lo que es más, de ne
garle su propia condición de organismo, acontece también que
la conculcación del derecho en la persona del indígena turba
nuestra sociología, enredándole un peso muerto que no le deja
libertad de movimientos para el avance solidario y compacto y
para la lucha que ese avance implica. Ciego, más que ciego, to
po en plena luz, hay indudablemente que reputar á quien nos
salga con la antífona de que es menester que aplacemos nuestra
obra neutralizados de esa conculcación hasta después que haya
mos logrado demostrar el mecanismo psicológico del indígena y
conocer, con la exacta prolijidad de peritísimo relojero, sus más
sutiles piezas. Si para allá me la dejas/perdonármela quieres, di
ce el refrán.
Chambón es el juego dé nuestros contradictores, pues de
jan ver sus cartas. Confunden maliciosamente las cuestiones. En
terarse y enterarse al dedillo de la modalidad sociológica del in
dígena y de su constitución psicológica es útil, necesario, im
prescindible para solucionar atinadamente otros muchos proble
mas que se ligan con él; problemas que, por su índole, requieren
para su encaramiento la ancha y firme base de los datos positi
vos que suministran la observación, la experiencia y el estudio.
Pero para la simple defensa del derecho basta saber que se trata
de un ser humano y que la vulneración ha acontecido realmente.
Tal vez partiendo de un preconcepto de inferioridad del
indígena, pudiera quererse formar argumento con la asenderea
da relatividad del derecho. Mucho habría aquí para discutir, pe
ro, prescindiendo por ahora de que esa relatividad tiene más va
lor histórico que actual y de que en nuestras leyes la norma jurí
dica es pareja, resulta de meridiana evidencia que, para que no
95
falte en el cuadro de la defensa pro-indígena tal relatividad, es
suficiente el conocimiento genérico que cualquier habitante del
Perú posee acerca de nuestro aborigen, salvo que á todos se nos
declare romos de perspicacia.
Y la actividad de la Pro-Indígena hasta hoy ha concretádo-
se especialmente á la sostenida defensa de los derechos delIndí
gena conculcados. Solo ha tocado los otros problemas aludidos
cuando, por la concomitancia de'esa defensa con ellos, había
que rozarlos. Pero bajo toda esta limitada actividad úrdese una
labor de preparación vasta, firme y fecunda, en la cual nos estri
baremos el día, no lejano, en que nuestra actitud afronte la
cuestión indígena en toda su arduidad y complejidad.
Por eso, pecan de sobradamente malévolos los que, como
un diputado gamonal, enrostran á la Pro Indígena que su ac:
ción esté reducida al denunciamiento de los excesos de los seño
res gamonales —que son los representativos de la iniquidad que
sobre el indio pesa- y le demandan con oratorios aspavientos,
por todas las obras superfirolíticas (instrucción, higienización,
etc.) que no ha realizado, no obstante de que ellos serían los pri
meros en negarle la coadyuvación de la palanca del Estado que
para todas esas cosas se necesita. Por toda contestación, la Pro-
Indígena, preocupándose apenas de espantar á los tales mosco
nes de la malevolencia, prosigue en su acción defensora del ¡n^
dio, una de cuyas consecuencias más positivas es dar á conocer
como observó una escritora de másculo talento, la realidad na
cional la realidad viva, la realidad que hay que plasmar redento-
ramente so pena de que el Perú sea un agregado sin consistente
personalidad colectiva.
Tenemos dicho que el juego de los contradictores de la
Pró-Indígena es chambón y que se dejan ver lascarlas. En efec
to, su cacareado argumentito de que no conocemos al indio lle
va* en sí dos aseveraciones pro domo sua: que el indígena es un
ser pésimo y como á tal hay que tratarlo y que ellos por cono
cerlo bien proceden como proceden. En verdad que hay para
quedarse boquiabiertos. Ytentados estamos, en nuestro alela-
micnto, de hacerles gracia de esas dos aseveraciones, pues su
reputación, reclama algunas páginas; mas no concluiremos sin
tarjarlas con cuatro palotes.
¿Quién los ha hecho infalible -preguntamos- para asentar
como dogma que el indio es un ser pésimo? ¿Su observación di
recta? Ya, al examinar si realmente conocen al indio, veremos
cual es el valor de ella. Por ahora corno hémosles dado de barato
la suposición de que nosotros no conocemos al indígena, dárnos
les también el que éste es un ser pésimo, aunque estamos con
vencidos de que intrinsecamente no lo es. Mas pésimo es - no
nos lo negarán- un criminal, uno de esos tipos lombrosianos
96
que todas las razas producen. Y sin embargo no pisoteamos los
derechos que como entidad humana tiene y no se le ha ocurrido
á nadie, que sepamos, hacer argumento de esa superlativa pesi-
midad contra una Concepción Arenal, por ejemplo.
Prosiguiendo la consideración que hilvanamos, cualquier
persona ¡lustrada sabe que desde Beccaria acá la legislación pe
nal más férrea deja ver entre sus líneas el respeto á la entidad
jurídica del delincuente; respeto que encuadra mejor la moder
na criminología, inclusive los penalistas que proclaman la elimi
nación para ciertos casos. Entonces, si pasa esto con los seres
eminentemente dañinos, ¿por qué sacar á relucir la pesimidad
supuesta del indígena para deslustrar la alta obra de defensa de
los derechos de éste? ¿Acaso el indígena, que, según Groussac,
soló es la copia borrosa de un buen original perdido, se encuen
tra por bajo de la situación y de la idiosincracia de los hongos
humanos intoxicados de delito? Seguros estamos que protesta
rían indignados nuestros contradictores si les atribuyéramos se
mejante equiparación. Pero á ella conduce su obstinado ¡nvocar
interesadamente la pesimidad antropológica que en el indio ha
llan.
Aquéllo de que al indígena lo tienen ellos bien conocido,
es pura ilusión de su simplismo mental: jactancia. Conocen so
lamente su estampa y creen conocer su alma. Pero conocer su
alma no es percibirla á través de las redes de los múltiples pre
juicios, sino desembarazadamente de ellos; no es tampoco ha
llarse muy al corriente del como esa alma se presenta -el como
es una exterioridad— sino del subterráneo por qué se presenta
así; no es, en fin, formarse empírica ¡dea del bulto de una perso
nalidad, sino desdoblar ésta y sorprender si en sus pliegues es
conde otra. Para tan finas y penetrantes operaciones son los ene
migos del indígena demasiado analfabetos.
Se figuran conocer á éste porque es su siervo, porque se ha
llan en inmediato contacto con el, porque todos los días lo tra
tan; pero no se fijan primero en que al ojo material tienen adhe
rido un prisma, como el cristal de la campoamoriana dolora, y
no se fijan después en que se quedan á ras de los datos de sus
sentidos, sin alturarse á la interpretación intelectual de ellos.
Proceden como el patán que hállase convencido de que las estre
llas son como las ve,cintiiantes tachuelas, sin que pueda caberle
en la mollera que tal vez la estrella qué lo emboba ya no existe
y que solamente percibe un reflejo enviado mil años ha.
Buena es la experiencia para las cosas de percepción inte
gral inmediata; pero para las que no enfocan así menester es que
por sobre la experiencia más aprovechada asome iluminando el
sol del criterio científico. Para no meternos en honduras, lesdi
remos que la psicología del indígena tiene semejanza estructu
ral con la de los tímidos atentamente estudiada por Hartenberg:
97
hay en ella superposiciones y refracciones, que hacen del carác
ter un complejo, complejo que hay que introspeccionar, por de
cirlo así, para que el espejismo no nos dé una noción falsa. De
ahí que, convertido en ignoto el estrato primordial, sea muy
aventurado tomar como ínsita cualquier manfestación, sin an
tes haberse cerciorado de su intrinsequidad.
Baladí es, pues, el argumento que se nos opone y quese re
sume en la cascabeleante frasecilla de que no conocemos al indí
gena. No es necesario conocerlo para avanzar en el estadio de
paladín de su derecho. Y, después de todo, lo conocemos mejor
que vosotros, señores explotadores, puesto que estamos entera
dos de todo lo que sacáis vosotros de sus facultades en acto y sa
bemos además todo lo que puede obtener la nación de sus facul
tades en potencia.
Arequipa: 1912.
Francisco Mostajo.
En El Deber Pro-Indígena. Lima. Año I, No. 4. Enero de 1913, pp. 31
-34.
CONTRA LOS MALÉVOLOS Y ESCEPTICOS
Ya en artículo anterior hemos dejado en trasparencia la
inanidad de aquel argumento que dice que no conocemos al in
dígena. Pero suele presentársenos con forma más bonita. Y en
tonces se nos moteja de que idealizamos al indio, sin fijarse en
que la motejación contraria podríamos aplicarles á los adversa
rios de él.
En verdad que no alcanzamos á descubrir por que han de
implicar una idealización la fervorosa defensa de los derechos
del indígena y la labor en pro de la redención individual y social
de éste. Sostener que no debe vejársele ni explotársele y que si
se debe procurar que sea efectivo su rol de ciudadano y hombre
libre, no es por cierto juzgarle impecable y sin mácula y menos
transformarlo en ángel, como por un fíat divino. Y lo que hay es
que nuestros contradictores, que querrían que el indio no fuera
biológicamente una unidad humana, se enfurruñan de que nos
atrevamos á afirmar que en el indio hay algo bueno. Olvidanse
que los teólogos, acordes en esto con un refrán ó "evangelio chi
co", admiten ese algo bueno hasta en los monstruos de maldad.
Solamente en los enemigos del indio, que no ven en éste
otra cosa que el siervo actual ni son capaces de concebir que él
entrañe facultades más altas que para siervo, explícase que til
den de idealización la labor altruista y patriótica, nacional y hu
mana que nuestra Asociación se ha impuesto. Por lo visto, se pa-
vorizan al imaginarse que enfloren y fructifiquen las semillas
98
que esa labor esparce y que la idea se transubstancie en hecho
y que las aserciones verbales de hoy las demuestre el indio ma
ñana prácticamente.
"Ah! - se dicen sin duda para sus adentros- el día en que
el indio, lleno de su conciencia humana, se irga, acabaráse para
siempre la bestia de trabajo y de carga que en él hoy poseemos,
bestia productora de nuestra fortuna, sin que un céntimo de sa
lario nos cueste, sin que nos demande siquiera manutención".
"Imposible, imposible", deben repetirse á sí mismos, obsesiona
dos por fantasmas de prejuicios. Y^es entonces que se vuelven
contra nosotros y nos destrozarían si su sanchopancismo no
supiera que el resurgimiento del pobre indio, aletargado en la
abyección en que han sumido Io multitud de concausas, no es
cosa de soplar y hacer limetas, sobre todo en un país en'que la
inercia arropa y el Estado es incomprensivo y lene. Condénense,
pues, y se limitan á recojer las piedras de que está llena la histo
ria y arrojárnoslas, que no otra cosa es el motejamiento de
"idealistas". Así, no hay inconveniente en aceptarlo.
Pero que sea idealización que del indio se hace el encontrar
algo bueno en él, no cabe en la sindéresis. "Nuestros indios de la
sierra -ha dicho un escritor de lapidarias frases- son hombres
amodorrados, no estatuas petrificadas". ¿Lo entendéis? ¡Son
hombres! Pero dejémonos de frases. El indio realiza toda la pro
ducción de la sierra.y nutre todos los cuadros de nuestro ejérci
to. Con lo primero, demuestra su capacidad económica, y solo
falta hacerlo dueño de su trabajo y desarrollarle las necesidades
de la civilización. Con lo segundo, manifiesta que puede ser el
nervio de la nacionalidad, y solo le falta que viva la vida de la re
pública y que viviéndola el sentimiento de patria lo turbe y-la
conciencia también de patria lo determine. Ya escuchamos la
observación de que el quid cabalmente está en la parte negativa
de estas proposiciones. Es muy cierto. Pero ello.no quiere decir
que se desconozca el valor de su parte positiva, y no solamente
el valor que está de manifiesto, sino también el valor que entra
ñado contiene.
Aquí, á guisa de paréntesis, podríamos compulsar el méri
to de las individuales dotes del indígena; pero ya esa compulsa
sería abordar un complejo tema que no es el que nos hemos pro
puesto en las líneas que perjeñamos.íbin embargo, apuntaremos
de pasada que la sanidad fisiológica del indígena es proverbial;
que su .inteligencia, aunque produce no sabemos que impresión
de angosto, es realista; que su voluntad asume la forma inhibi
toria que en muchos casos es una buena forma de voluntad; y
que su sentimiento, que se nos presenta con la emocionalidad de
la tristeza, permanece esfíngico para nosotros. Por lo demás, ob
servación vieja es, como lo ha demostrado con citas históricas el
Dr. Urteaga, que si á la costa, faja de los criollos, corresponde la
99
brillantez del talento y el ímpetu en las pasiones, á la sierra, re
gión de los indios, toca la energía moral y física y el tesón en el
obrar. Groussac y Pinochet - Lebrun confirman ésto al juzgar á
los peruanos como los juzgan por la impresión recojida en Lima
sin sospechar que detrás de los Andes hay otra gente, que no
tiene el salero de Andalucía, pero que en su tosca ganga que
chua ó aimará contiene veteaciones de buen metal.
Sin que se lo digan, bien sabe la Asociación Pro-Indígena
que para apreciar la realidad tan perjudiciales son las lentes rosa
das como las negras. Ni pesimismo ni optimismo. Si tenemos és
te, no es, por supuesto á lo Panglós ó su discípulo Cándido, sino
en la forma sana, fecunda y fuerte de la fé en el humano esfuer
zo y en el vasto porvenir. Y si se nos quiere achacar aquel, no se
rá, por supuesto, el del romántico que blasfema ni el del aplana
do que se conforma, sino ese otro que V/agner llama desconten
to de lo presente y de cuyo descontento brota el progreso. So
mos melioristas, en una palabra.
Arequipa, 1913.
Francisco Mostajo.
En El Deber Pro-Indígena. Lima. Año I. No. 8. Mayo de 1913, pp. 63
64.
LOS ABUSOS DEL INDIO
No hace muchos años que un diario de Lima nos habló de
los abusos de los indios y avanzó la peregrina opinión de que
también debía haber una Asociación Pro-gente. Bastaba esta úl
tima palabrita de la denominación para recusar al autor. Quien
estima que el indio no es gente, vaya al Putumayo ó véngase á
Azángaro; pero no meta baza en el debate periodístico de la
gran cuestión. El prejuicio de la inferioridad del indígena inha
bilita, en nuestro concepto, para tratar de la materia. Si no se le
ha estudiado penetrante y concienzudamente ni se ha experi
mentado su desarrollo integral ¿cómo graduar tan infalible y
campantemente su valor psicológico ó antropológico? Por misé
decir que las veces que he intentado hacer esta graduación, me
he desconcertado á la postre y me he quedado hasta hoy en acti
tud dubitativa.
Tema arduo es éste y no es mi ánimo abordarlo en la pre
sente ocasión. Solamente quiero recojer ese dicho de abusos de
los indios, que ya está siendo manejado como argumento desa
fiador. ¿Puede realmente abusar el indio, ese ser resignado del
cual todos abusan? Sin quererlo, es esta pregunta lo primero que
se le ocurre á quien desea dilucidar el punto. Aunque parezca
paradojal, contestamos que si, pues decir lo.contrario equival
dría á rehuir la realidad. Con efecto, el indio abusa en cualquier
100
situación en que se reconoce más fuerte que el mestizo ó blan
co ante el que en las demás situaciones se muestra sumiso. Eví
tame ejemplificar, traer al recuerdo el caso que siempre se cita
del viajero que, en plena inclemencia de la puna, demanda abri
go á una cabana de indígenas, ofreciéndoles longánime remune
ración, y los indígenas, con un desesperante manan, le niegan
incompasivos el abrigo que solicita y solo cambian de resolución
cuando el viajero sustituye á la súplica el rigor.
Perversos, hipócritas, exclamarán los que juzgan simplista-
mente de los actos humanos. Pero quien analice, quien integre y
desintegre el proceso de tal conducta, se explicará los abusos de
los indios, ya que abusos quiere llamárseles, y no los decantará
como argumento contra el aborigen, sino que verá en dichos
abusos uno de los funestos efectos de la secular y dura opresión
que sobre el indio hacen pesar las manchas de criollos que lo
subyugan. La acusación se vuelve, pues, contra el acusador, y es
preciso que éste calle.
El estado del indio con relación al blanco ó mestizo es
anormal: es un estado de guerra. ¿Qué de extraño, pues, que
cuando convicciones circunstanciales le dan á él cierta primacía
se muestre herméticamente hostil? Lo sorprendente sería más
bien lo contrario. Y ese estado de guerra no lo ha creado el in
dio, sino que lo ha generado el blanco ó el mestizo con sus ex
poliaciones cuatro veces seculares. "Por eso (las expoliaciones)
-dice La Tribuna- los individuos de esa raza, los mártires de
siempre, se tornan huraños y esquivos, nos miran como á enemi
gos, con desconfianza y con recelo y en tanto que pueden excu
san su trabajo y su cooperación para la satisfacción de nuestras
necesidades ó para nuestros servicios."
Con el indio y los mestizos ó blancos pasa algo semejante
á lo que pasa en el mundo industrial moderno con el obrero y
el capitalista, cuyas relaciones también, mientras no se cambie
la organización económica de la sociedad, son de guerra. El
obrero, como el indio, cuando se halla en ciertas condiciones
de primacía, _no se detiene en hostilizar a! capitalista, no solo
con la huelga ó el sabotage, sino con'otros modos que no es ne
cesario especializar. Y nadie se hacéicruces, porque, dentro de
los conceptos modernos, más ó menos impregnados de socialis
mo, todos comprenden lo anormal de la situación de obrero y
capitalista.
Con el indio, falta esa comprensividad, porque falta todo
vínculo de solidaridad que nos haga entrar en algo en sus impre
siones y sus sentimientos. Con el obrero, á pesar de la dolorosa
realidad de la lucha de clases,"existen lazos ó intereses que son
comunes á todas las clases dentro de la convivencia social, na-
101
 cional ó humana. De modo que la situación del indio es de gue
rra más absoluta, y sin embargo su hostilidad, que desplegada
no continúa ni sistemáticamente, es la que causa aspavientos á
los que no quieren ver en ella una triste consecuencia de su ne
fanda obra.
Se dirá que el obrero hostiliza al capitalista francamente y
el indio se muestra sumiso siempre y solo abusa cuando sabe
que las circunstancias le dan la primacía. Así pasa con todos los
débiles; pero en el caso del indio, hay que tener en cuenta que
mientras el obrero es-un ser libre, el indio es un ser sometido. Y
de aquí la diferencia: la hipocrecía es una orma para los siervos.
La servidumbre origina desviaciones del carácter y obliga sobre
todo á enmascararse. Podemos observarlo á través de la historia
hasta en el terreno literario: la fábula es hija de la esclavitud.
Una de las criaturas sobre la que se ha hecho pesar más la
servidumbre es la mujer. Y en el carácter femenino el disimulo
es componente, y el disimulo y muchos de los tildes que á ese
carácter se le ponen provienen más que de razones biológicas de
razones sociales. Ya puede colejirse lo que habrá pasado en los
procesos psíquicos del indio. Alguna vez dijimos que éste tenía
dos psicologías: una para los suyos y otra que presentaba al
blanco ó al mestizo. Se engañan los que juzgan intrínsecamente
al indio por esta última, que es superpuesta.
Concluimos repitiendo que la situación del indio respecto
del blanco ó mestizo es de guerra, de guerra declarada ysosteni
da por estos últimos, y que en una situación anormal de esta cla
se la hostilidad es natural, tanto más natural cuanto que el indio
no hace sino devolver en ciertas circunstancias de primacía lo
que con él se hace continuamente, en toda circunstancia. Y esta
devolución, ó sea la hostilidad del indio, es tan pasajera, tan ilu
soria, que los mismos que se la enrostran confiesan que desapa
rece tan luego que á la súplica sustituyen el rigor: esto no haría
el hombre libre, pero lo hace el siervo.
Tales son los abusos del indio. No me he propuesto justifi
carlos, aunque tendría como hacerlo, puesto que laética del in
dígena no es nuestra ética. Solamente he querido explicarlos pa
ra que no se haga tantos aspavientos. Hablar de abusos del indio
es manejar una arma de doble filo: se hiere así mismo el blanco
ó el mestizo que la usa, porque los abusos del indio tienen su
génesis en los seculares abusos que con él se han cometido y se
cometen.
Arequipa - 1916.
Francisco Mostajo.
En El DeberJüp-_lndí£cna. Lima. Año IV. No. 44. Mayo de 1916 pp 253
-255. i.
102
PSICOLOGÍA DE LA MU)ER INDIA
Para "Contemporáneos"
¿Qué peruano no conoce a la perla del Tahuantinsuyo, a la
hija predilecta del sol, a la evocadora de los hechizos y malefi
cios a la musa de la tristísima quena y de los dolorosos yaravíes?
No le conocemos, sin embargo, intimamente. Cada vez que
se reúne entre el polvo de nuestros archivos y bibliotecas el viejo
problema de la redención indígena, como ha sucedido hace po
co en las conversaciones del "Centro Universitario" de Lima
enderezamos discursos más o menos de gentes, más o menos in
directas razonamos su vehemencia apriori sin investigar la psico
logía del indio ni las modalidades de su vida, de donde resulta
que unos polemistas sugestionados por generoso altruismo le
prodigamos virtudes y justificamos ó excusamos sus defectos,
afirmando que constituye la esperanza del Perú, y otros, infa
tuados con nuestra media ciencia, dominados de mil prejuicios
y de un excepticismo demoledor sentenciamos á muerte á la ra
za nativa proclamándola ¡rredenta.
Muy lejos de mí la necia pretensión de enmendar una falta
que es en nosotros orgánica. Somos soñadores por atavismo. Ya
lo dijo un reputado y joven escritor: "la generalización rápida y
falsa es el vicio del peruano", y por lo tanto lo observado á tra
vés del prisma con que miramos nos parece realidad. Sólo quie
ro tratar aunque sea en síntesis de la rehabilitación femenina in
dígena, exclusivamente que en el calor de la dialéctica relativa á
los descendientes de Manco Capac, no se si se ha olvidado ó me
nospreciado.
La primera impresión que produce una india es de pro
fundo disgusto y aún de repugnancia.
El salvajismo se halla retratado en su fisonomía, en su ac
titud recelosa, huraña. No revela inteligencia, ni imaginación,
ni razón, ni siquiera sentido común, sipo tristeza, testarudez. En
su personalidad moral se descubren pronto caries e inmundicias.
La mansedumbre es su estado natural, la desconfianza su arma
de defensa, el chisme, la mentira el instrumento de que se vale
para ganar simpatías y sembrar desavenencias que le reportan
utilidad, la traición y la intriga frutos de su desconfianza, el
hurto, la embriaguez y el libertinaje los entretenimientos que
disipan un tanto su eterna é ingénita melancolía, la mezquin
dad el manto de su pobreza, la hipocresía la máscara de su vi
leza, la venganza y el crimen consiguientes á su depravación.
103
 Los únicos sentimientos que parecen sobrevivir en este horren
do naufragio, son los religiosos, los de familia y el amor al tra
bajo. La india es terriblemente fanática y superticiosa. La aco
meten furores inquisitoriales cuando'se burlan de sus creencias
y abuciones. La campesina sudorosa y jadeante que con el hijo
á las espaldas asciende las cumbres más empinadas, como hace
frente á las fatigas de su labor rural, es la encarnación del amor
maternal; la humilde víctima de un hombre infame que la ultra
ja y vive á sus expensas, es el tipo del amor conyugal; y la robus
ta serrana de tostadas mejillas que con dulzura alivia los sufri
mientos de su anciano padre ó de su inválido abuelo, es la depo
sitaría del amor filial. A diferencia del indio, la india es trabaja
dora, quizá porque conserva el espíritu laborioso de sus padres á
quienes se impuso el trabajo como una obligación, cuyo incum
plimiento era castigado con las penas más atroces.
Se comprende por lo expuesto, que la india no es un ser
inadaptable ni inorganizable.
No se puede desesperar alegando que inexorables leyes de
la naturaleza, de la herencia y del hábito, que es una segunda na
turaleza, han sumido á la india en la postración en que ahora se
encuentra.
^La india es ruda no por constitución sino por falta de edu
cación. Se la mantuvo en la ignorancia por los Incas y por los
conquistadores para que soportara la esclavitud. Hoy también la
india crece en la ignorancia desertándose de la escuela por temor
al tradicional látigo del maestro ó por obediencia á sus padres
que la ordenan la inasistencia predicando la inutilidad de la ins
trucción. La inactividad permanente, claro es que tiene que
atrofiar la inteligencia. Pero la atrofia no es incapacidad absolu
ta. Se la puede contrarrestar educando á la india desde tempra
no. Actualmente es un axioma que la ciencia pedagógica puede
poner dique al fatalismo hereditario, siempre que el educado se
someta á ella en la infancia cuando la flexibilidad de los órganos
y la riqueza vital facilitan la asimilación y el aprendizaje. Con las
cualidades morales sucede lo propio aunque en menor escala.
No se diga que el sentimiento representa á la especie y se trasmi
te íntegramente á través de las generaciones obstaculizando la
labor educativa; porque habría que renunciar al progreso y ce
rrar los ojos á la luz de la experiencia que nos muestra la posibi
lidad de regenerar á los salvajes, y por más que el apasionismo
nos ciegue, no llegaremos hasta el extremo de considerar á los
indios inferiores al habitante de las selvas.
La supervivencia de los sentimientos domésticos es un sín
toma inequívoco de la adaptabilidad de la india.
Quienes conozcan algo el modo de ser de los pueblos que
se llaman adelantados no podrán menos, de congratularse en
presencia del fenómeno que en honor de la verdad anoto. Mien-
104
tras en Francia, en el "cerebro del mundo" como se la bautizó
en su apogeo, las madres no quieren aparecer madres, y si por
medio de abortivos ú otros recursos indignos no logran destruir
el feto, apelan al infanticidio, al filicidio ó, cuando menos, arro
jan los hijos como fardos que estorban en las casas de huérfanos,
mientras las voluptuosas parisienses se castran para evitar la ge
neración y disfrutar impunemente de los placeres sexuales;
mientras los esposos, con artificios y cálculos previsores, detie
nen el libre curso de la naturaleza fecunda, á fin de tener el me
nor número posible de hijos (1); mientras la infidelidad, el mer
cantilismo y la anarquía son monedas corrientes en los matrimo
nios de los hombres civilizados del día; mientras el sentimiento
filial se debilita cada vez más en los países modernos, confir
mando en cierta manera las predicciones de los moralistas, en el
sentido de que á medida que la cultura avanza hay menos amor,
menos respeto por los padres; mientras la vorágine de la perver
sión moral sepulta los afectos más nobles, más santos; todavía la
ignorante, la inculta, la miserable india es buena madre, buena
esposa, buena hija, y, sobre todo, no ahoga la voz de la naturale
za ni contraría sus sabios mandatos aún cuando para encubrir la
falta le sobrarían motivos.
Si "la familia es el cristal de la sociedad" como bien dice
Víctor Hugo, es evidente que una raza en la cual subsisten con
todo su vigor los sentimientos que aseguran la prosperídad-del
orden doméstico, no es un capital nominal improductivo ni im
productible, no es un parásito de la felicidad nacional, n¡ es un
desgraciado optimismo esperar de ella una era de resurgimiento
y bienestar nacionales. (2)
Cuando la reivindicación indígena comience por la mujer,
quizá no aparezca tan abstruso el problema de la "candela" (3)
que hoy va apagándose con el viento de la cordillera, acaso en
cienda los rígidos corazones dé nuestros aborígenes y acaso tam
bién los libre de una muerte segura por el hielo de la barbarie.
Ayacucho, Julio-1909.
J.J. del Pino.
En "Contemporáneos", Lima, 1909.
(1) No es simple, afirmación mía, me atengo a la palabra de Emilio Zola,
uno de los más célebres escritores de Francia.
(2) Exposición del señor Carlos E. Paz Soldán, en el "Centro Universi
(3)
tario" de Lima el 14 de abril de 1909.
Según un novelista argentino "candela" quiere decir india.
105

LA CUESTIÓN AGRARIA
La colonización de la costa
"La posibilidad de los riegos no es por
"sí sola el medio de regeneración para
"nuestros intereses agrarios".
EL REGADÍO DE ESPAÑA
Las investigaciones hidrológicas y territoriales sistemáticas
prolongadas á despecho de los aprioristas que abundan en los
países donde el espíritu científico apenas comienza á tomar
conciencia de su fuerza; la publicidad dada á sus resultados y
sus consecuentes ensayos de síntesis económico sociales, que re
gistran los boletines del Cuerpo de Minas y Aguas, de la Socie
dad de Ingenieros, de los periódicos "El Comercio", "La Pren
sa", "Perú To Day", (números de Marzo y Mayo de 1911) pre
senta hechos, y no ya suposiciones geográficas, que desvanecen
los ensueños de quienes miden el poderío nacional por la rique
za de pocos y la miseria de muchos; esto es, porel exclusivo ren
dimiento financiero de los capitales y no también por un simul
táneo y proporcionado crecimiento del bienestar de la gran ma
yoría de \ospobladores del país; óen otras palabras: por su pro
ducción y no principalmente por sus consumos.
Esa investigación que es tal vez el primer estudio racional
de economía social peruana, que aspira á conocer lo que debe
hacerse por los gobernantes para robustecer al país mejorando la
condición de los pobladores actuales de la costa, ha demostra
do: que de los 300 mil kilómetros cuadrados que mide, apenas
hay 5 mil, esto es, 1.7o/o de tierra arable económicamente cul
tivable, y que de esta extensión, la mitad está ya regada yculti
vada; quedando por regar y cultivar la otra mitad.
Forman el área no cultivable: arenas más o menos delgadas
y sueltas que encubren ásperas superficies rocallosas, apunta
mientos de cerros aislados, cadenitas de montañas marítimas,
contrafuertes andinos continentales, y arenales más ó menos ar
cillosos y más o menos cargados de sales no eliminables econó
micamente.
Son pues circunstancias geográficas no modificables por el
hombre, las que limitan el área cultivable costanera, á las deplo
rables cifras apuntadas, que si no constituyen un máximo defini
tivo, están muy cerca dé'él.
Para regar los 2.500 kilómetros cuadrados de tierras arables
hoy incultas, tenemos sesenta ríos de régimen torrencial, que
después de recoger las aguas pluviales que caen en la vertiente
andina del Pacífico, arrastran en conjunto, en años normales,
106
un caudal de treinta mil millones de metros cúbicos, mas como
la mitad de él aparece en los cortos períodos de las crecientes
fluviales, consecuentes a los máximos de intensidad pluvial de
las serranías, precisaría almacenarlo en lagosartificiales que per
mitieran regular el flujo de los ríos, en armonía con las conve
niencias agrícolas, en el curso del período de escasez; desgracia
damente sus encañonados cauces, angostos y de tortísima pen
diente, no presentan en ellos amplios ensanchamientos alaguna
dos, de menor pendiente; ni depresiones laterales que, cerradas
con diques, formen reservorios capaces de almacenar siquiera
la quinta parte de ese volumen.
Escasa tierra y topografía inadecuada para estancar agua, y
no impotencia de la técnica, son pues las circunstancias de or
den geográfico que se oponen a un notable ensanche de la agri
cultura de la costa; pero no al ensanche posible.
Por otro lado, el desarrollo de la agricultura extensiva, fa
vorecido por cuanto medio socialmente injusto, inconveniente,
ó abusivo, han tenido a la mano nuestros gobernantes, ha impe
dido la abundante subsistencia del iabrador ó campesino inde
pendiente, en la mayoría de los valles costaneros, y con ello ha
estorbado el natural crecimiento de la población, y ha favoreci
do una anemia económica tan larga, que hoy nos preguntamos
¿sobre qué se asentará el porvenir económico de la clase media
ilustrada, que sigue formándose por todos los ámbitos del terri
torio, sin estar creando simultáneamente el colono ó pequeño
cultivador que debe sustentarla?
La creación del colono puede practicarse: ya sea compran
do ó expropiando fundos vecinos á las grandes ciudades, para
desintegrarlos en lotes de diez ó veinte hectáreas, y vendiendo á
plazo, la tierra y su agua, á las familias nacionales ó extranjeras
que sean realmente labradores; ó irrigando tierras nuevas que
sean del Estado, ó que el Estado adquiera, y procediendo con
ellas como en el caso anterior.
¿Por cuál de los dos medios debe iniciarse el proceso colo
nizador? es asunto que requiere que se aprecie detenidamente,
en cada caso, algunas circunstancias: tales como el costo relati
vo de cada uno de los dos procedimientos; la cultura del prole
tariado agrícola ya existente en cada región; el estado jurídico
de la propiedad territorial;la facilidad ¡del tráfico etc. ;
Es indudable que para estudiar estos puntos y llevar á la
práctica el proceso colonizador con toda actividad, precisa crear
dos ó más instituciones independientes y autónomas, netamen
te nacionales, que administren los recursos financieros que el
Estado ponga en sus manos.
Concesiones como las que pretenden obtener algunos mo-
nopolizadores, por las que el Estado da todo: tierra, agua, ga
rantía al capital nominal que se proponen conseguir, y el dere-
107
cho á explotar á los colonos por largo plazo, sin dar ellos nada,
ni siquiera una garantía digna de ser considerada, de su compe
tencia de empresarios de colonización é irrigación; y de su se
riedad y honradez de agentes financieros, son altamente dañinas
á los intereses del Perú.
Solo pueden ocuparse de ellas quienes se figuran que por
no saber ellos ni atar ni desatar en materia de estudios técnicos,
de construcciones, de manejo de persona! profesional, de admi
nistración de finanzas de grandes asuntos de interés nacional, no
hay en el país gentes capaces de hacerlo, y que deben sustituirse
por el primer forastero amanerado que afirme, bajo su sola pala
bra, entender lo que realmente no entiende.
Si siempre hemos de estar con andadores, si siempre hemos
de estar buscando exclusivamente banqueros, grandes propieta
rios ó grandes negociantes para confiarles la creación de las insti
tuciones y la construcción de las obras nacionales, es evidente
que solo en casos excepcionales se acertará, porque siendo ca
racterístico del capitalista la limitación máxima de los prove
chos de todos los que colaboran en su obra, á fin de que la inte
gración de esas reducciones dé provechos individuales, eleven
sus ganancias personales, y siendo la esencia del comercio el
fraude, la colonización de la costa, que es un medio de activo
robustecimiento moral y económico de nuestra nacionalidad,
no puede confiarse ni á extranjeros, ni á los que no tengan más
,que el mísero criterio mercantil de mantener al máximo posible,
los réditos del capital en dinero que se invierta en realizar esc
desiderátum, que interpone un parásito inútil entre el contribu
yente y el colono, fuera del Estado.
A primera vista parece que las ideas adelantadas,.no tengan
conexión alguna con el problema indígena; pero cuando se sabe
que en lacosta existen comunidades más ó menos prósperas, cu
yos terrenos van siendo cada vez más codiciables; cuando se co
noce el criterio reinante para apreciar derechos de propiedad y
la calidad social de ella junto con sus rancias preocupaciones
agrarias y cuando finalmente se conoce que un plano levanta
do con discutible exactitud y más ó menos ocultamente, junto
con algún documento, no proveído, de orden administrativo, y
el trascurso de muchos años constituyen presunción jurídica á
favor de usurpadores agrarios, generalmente poderosos, parape
tados tras rimbombantes títulos de empresas agrícolas, de nom
bre castellano ó forastero, entonces se comprende cuan útil es
que nuestros lectores y delegados reciban algún estímulo perio
dístico oportuno, para pensar en asuntos vitales para la pobla
ción peruana, hoy que la capitalización agraria del-Perú ha cre
cido, y necesita ya más área donde explotar más braceros serra
nos, aniquilando á los campesinos independientes de las comuni-
108
dades agrarias.
M. A. Denegrí
EnELT ' - gena, Lima. Año II. No. 20. Mayo de 1914, pp. 33
-35.
LA CUESTIÓN AGRARIA
La disolución de las Comunidades
Suscitar dudas y sus consecuentes controversias judiciales
sobré ¡a característica fundamental de la propiedad territorial,
que es la ocupación ó como dicen los abogados la posesión, ha
sido en los últimos tiempos la mayor preocupación de los gamo
nales de la sierra ó de la costa; nacionales ó extranjeros; indivi
duales ó colectivos.
Para lograrlo no han retrocedido ante ninguna considera
ción moral. Y los enredos jurídicos destinados á arrancar órde
nes de lanzamiento apoyadas en las gerdarmerías y á quitar la
posesión de sus chacaritas á mansos campesinos, se alternan con
la invención de imaginarias "sublevaciones" para exculpar asesi
natos de menos mansos comuneros agrarios, disfrazándolas de
"represiones militares".
Pero estas usurpaciones de tierras no persiguen principal
mente el ensanche de los latifundios. Nó! El móvil principal es
otro, el de trasformar á los comuneros agrarios independientes,
que así pueden gozar de ese ocio reparador de fuerzas, que to
dos perseguimos, reduciendo necesidades ó aumentando prove
chos, en míseros esclavos, obligados á dejarse expoliar grosera
mente, como jornaleros, en nombre de la salud económica de la
industria agrícola; ó para pagar a! moderno feudatario, un estu
pendo arriendo del propio terruño con la servidumbre más ab
yecta.
Esta ¡nconfesada aspiración la destaca hoy el enganchador
de lunin, discutiendo y recomendando'la conveniencia nacional
(? i) de hacer pasar la propiedad agraria colectiva á la individual,
disolviendo las comunidades de indígenas, que, á nuestro juicio,
constituyen la más poderosa defensa financiera y muscular de la
propiedad y de la libertad del indígena, mientras en su espíritu
no penetre bien, la noción de que la base de todo derecho indi
vidua! es un acto de fuerza oportuno.
-Bajo el punto de vista nacional, la comunidad, con sus se
culares costumbres y con la amplitud territorial de que disfruta,
pone al indígena á cubierto del pauperismo; garantiza el creci
miento de una población mejor nutrida; y suprime una gran par-
109
te del problema de la democratización de la propiedad agraria,
en que están empeñados todos los países civilizados que han le
gislado y legislan para constituir y garantizar la existencia de los
hogares rurales, como medio eficaz de suprimir ese pauperismo
y el consecuente envilecimiento moral del ser humano.
Aun cuando para nosotros las mensuras topográficas, los
registros catastrales, los impuestos territoriales progresivos y
proporcionales á la extensión de los fundos, los fuertes derechos
á las ventas de herencias territoriales, que no se dividan "mate
rialmente" entre los herederos (como lo dispone v.g. la antigua
ley francesa) y cuanta medida tienda á desintegrar la propiedad
agraria é impedir la fácil constitución de los latifundios, es polí
tica nacional y progresiva, creemos: que, dado el actual estado
de cultura del indígena, las medidas para la desintegración de la
propiedad agraria de las comunidades deben postergarse por
unos veinte y cinco años más, á fin de no echar prematuramente
en manos de los enganchadores y sus congéneres, innumerables
propietarios individuales, trasformados por las artes legales quí
ellos conocen, en proletarios destinados á sucumbir trabajando
en climas inadecuados y donde no están protegidos por obras
de higienización.
Sus tierras desiertas en el futuro, ó con escasísimos culti
vadores, perderían de valor en manos de quienes las usurpasen,
porque no podrían contener ellos la emigración de los nuevos
proletarios á donde vislumbrasen mayor salario.
No vemos pues, ni la conveniencia, ni la justicia del proce
so; y en buena lógica no resulta que laconveniencia de unos po
cos, de tener muy baratos braceros y de otros más de lucrar con
el trabajo de estos y con sus tierras, sea nacionalmente oportu
no facilitar con legislación adecuada, la desintegración agraria
de la propiedad comunal, llena de peligros actuales; si es brusca,
que en definitiva significa para el Perú, miseria serrana, incre
mento del proletariado y despoblación á breve plazo.
Si las comunidades indígenas no sacan mayor provecho de
sus tierras, es por falta de garantías al individuo y á su propie
dad, pero esta no se disipa con las desintegraciones agrarias co
munales sino con una administración pública más moral y más
consciente de sus deberes para con los gobernados, que la que
frecuentemente exhibe su incompetencia y su desconocimien
to de nuestra geografía y economía nacionales.
M. A. Denegrí.
Ea El Deber Pro-Indígena. Año II. No. 20. Mayo de 1914, pp. 33 -35.
110
¡EN PLENA ESCLAVITUD!
Para "ElDeber Pro-Indígena"
Escucho en los discursos políticos himnos líricos á la liber
tad; al pueblo se le dice que es libre, que tiene derechos intangi
bles, que es soberano, que las autoridades no son sino simples
ejecutoras de la ley.
Pero si dirigimos una mirada analítica á los hechos de la vi
da diaria, en cualquiera de sus manifestaciones, se descubre fá
cilmente que la libertad no existe sino en la oratoria política,
para sugestionar á las masas intonsas y poderlas oprimir mejor
se descubre que en lugar de la cantada libertad, existe, en todas
las modalidades de la actividad social, la más completa ydepri
mente esclavitud: el pueblo es esclavo de las autoridades, toda
una gerarquía de amos despóticos, que según convenga á sus in
tereses personales, encarcelan, flajelan, asablean y asesinan al
pueblo libre y soberano.
Y ni aun los amos, cuando, por casualidad, tienen concien
cia de la libertad y de los derechos de los ciudadanos, yquieren
gobernar conforme á las leyes, pueden hacerlo; no, tienen que
renunciar á su personalidad independiente y someterse á la secu
lar esclavitud: el gobernador debe esclavizarse al subprefecto, y
éste al prefecto que á su vez se postra ante su omnipotente se
ñor el presidente, que tampoco es libre sino esclavo de las exi
gencias de los prohombres que lo llevaron y lo sostienen en el
poder, y hasta de los grandes sindicatos industriales que exter
minan la raza aborigen, y explotan nuestras riquezas sin ningún
beneficio para el país.
¡Degradante, horriblemente desconsolador es confesarlo-
pero es la verdad! • '
En la Sierra, el indio inculto es esclavo del cura, esclavo del
gobernador y del empresario; y en la costa, el hombre civiliza
do el pseudo-ciudadano, sufre, no la misma, sino peor esclavi
tud aun: la esclavitud voluntaria é ¡lustrada, la que conoce los
bienes benditos de la libertad los tiene á la mano, y en una de
presión indigna del ánimo, en un arraigamiento absurdo á la
tradición, los renuncia con monstruosa estolidez; tiene miedo
hasta de enunciarlos para no disidir dé la sumisión imperante y
cual esos cobardes insectos, de que nos habla Wallace, que sin
aptitudes para afrontar cuerpo á cuerpo la lucha, se adaptan al
medio, hasta el extremo de confundirse con los objetos ypasar
inadvertidos, el hombre civilizado, renuncia á la noble campa
na de reivindicación; renuncia á la libertad, y se aviene al medio
vasallo humildísimo de la tradición, los prejuicios y la rutina. '
La mujer sufre la horrible desgracia de ser esclava del es-
111

clavo, y arrastrar cadenas más pesadas que éste, pues los prejui
cios que pesan sobre ella son mayores: huérfana y soltera no
puede vivir sola sino buscar la tutela de una familia, aunque sea
extraña, y sufrir allí resignada el conocido martirio de vivir en
casa ajena, no puede prescindir de la dirección espiritual; no
puecle desatender las prácticas religiosas; no puede abrir su es
píritu á las revelaciones liberadoras de la ciencia, porque es ana
tematizada, excluida de la consideración de la buena sociedad,
aunque profese la moral más pura.
Ahora bien; ¿adonde iremos á parar bajo el yugo de tal es
clavitud? ¿Los esclavos han salvado alguna vez los pueblos?
No: jamás. Las grandes conquistas de la inteligencia, y el
engrandecimiento de las naciones, han sido siempre obra de
hombres libres!
Grecia y Roma, conquistaron la hegemonía con ciudada
nos libres, y sucumbieron con el incremento de la esclavitud;su
cumbiero.n cuando la educación, las artes y la defensa nacional,
se confiaron al esclavo!
¡Reaccionemos, pues, si no queremos ir á la decadencia, á
la destrucción total de la nacionalidad, con nuestra esclavitud
funesta! ¡Abramos nuestro espíritu á la más amplia libertad,
eduquemos en la libertad y para la libertad; libertemos á la mu
jer que forma al ciudadano; libertemos al indio que forma la ri
queza y constituye nuestro ejército, libertemos el pensamiento
profesemos la más grande tolerancia, unámonos fraternalmen
te bajo la cerúlea bóveda, en el grandioso templo de la Natura
le::ri, á cantar himnos al Trabajo, á la Verdad, y á la Moral; aho
guemos las debilidades todas con la fortaleza del carácter, y re
construyamos la Patria; y que esta viril dignificante reacción,
sea el homenaje sublime que le ofrezcamos en el glorioso día
del centenario de la independencia!
Lima, 6 de enero de 1912.
P,'.:U<¡ J.ü'is Alvara.'to Rivera.
Eu KLL^]iarj>rií:&í>ÍS£ia Lima. Año 1. No. 5. Febrero de 1913, pp. 40-41.
UNA CARTA DE SAMAN
Avelino Sumi, uno de los indígenas mensajeros de Samán
que vino á Lima en 1913 á presentar al Jefe Supremo las quejas
de los graves abusos cometidos en su parcialidad por gamonales
y autoridades, no regresó con sus compañeros en dicho año, te
meroso de la sangrienta venganza jurada por el señor feudal de
su distrito.
112
Lejos de su pueblo y de la familia querida, trabajando en
diversas labores para ganar la subsistencia, ha permanecido Su
mi año y meses en Lima, hasta que no pudiendo resistir ya la
nostalgia del Ayllo y la ausencia de la mujer y los hijos, nos ma
nifestó su resolución de regresar, y entre protestas de gratitud,
promesas de seguir nuestros consejos y de escribirnos se despi
dió suscitando en nuestra mente tristes reflexiones y en nues
tro corazón el dolor y la zozobra: representante de una raza
robusta, viril, inteligente, apta, poseedora de hermosas cuali
dades, tal vez iba á morir al dar el abrazo á la querida compa
ñera, víctima del plomo asesino en castigo del delito de venir á-
Lima á denunciar los crímenes, de que él, sus compañeros y su
raza toda, son víctimas inermes.
Hoy hemos recibido carta de Sumi, fechada en 31 de Di
ciembre, y en ella nos manifiesta que la persecusión á su ayllo
no ha cesado en todo el tiempo de su ausencia, y continúa á su
llegada con mayor encarnizamiento tolerada y hasta encabeza
da por el gobernador y el subpiefecto. En el.pasado mes de oc
tubre han sido destruidas las chozas de tres indígenas á quienes
se les obligó á huir y se les tomó presos cuando fueron á expo
ner sus quejas.
Rafael Medina está condenado por los gamonales á pasar
la mayor parte de su vida en la cárcel, por la suprema voluntad
del reyezuelo de la provincia: ha sido encarcelado sin iniciarle
juicio alguno y puesto en libertad cuando se les ha antojado á
sus enemigos. Más ahora parece que se pretende legalizar y per
petuar su prisión, pues se le acusa de un asesinato perpetrado en
ese lugar en la época en que Medina estuvo en Lima, con la co
misión de indígenas que vino á pedir justicia a! primer magistra
do de la República, el cual los mandó'á su pueblo con el doctor
Cáceres Olazo, nombrado para hacer investigación en el asunto.
También comunica Sumi que el gobernador ha dado un
bando en la plaza pública haciendo saber que tiene autorización
del presidente de la República para hacer matanzas de indios
con las tropas de Arequipa y Cuzco, y que á raíz del bando, go
bernador y comisario con gran séquito de soldados, hicieron una
expedición á los ayllos mandando presos al pueblo á varios indí
genas y maltratando á las mujeres que ^tadas á las cinchas de los
caballos fueron arrastradas media cuadra.
Yo me pregunto: ¿un país en estas condiciones; puede
usar con legítimo derecho el nombre de civilización?—Nó!
Después de cuatro siglos de coloniaje y de casi un siglo de
república, estamos aún en plena época de conquista: hordas de
aventureros en campaña vandálica de destrucción y exterminio
para coger el botin; legiones de soldadotes sin conciencia de sus
deberes, sin sentimientos de humanidad abaleando, al servicio •
113
 de los poderosos, á las masas inermes: y comparsas de figurones
llamados intelectuales repitiendo fonográficamente las teorías
científicas, los principios de justicia, igualdad, libertad, derecho
dignidad humana, en ridicula parodia de cultura, yen la prácti
ca claudicando no solo de estos principios, sino procediendo
hasta contra el sentido común, alentando y perpetrando el cri
men, asaltando los puestos públicos para infatuarse en el colmo
de la ridiculez como el pavo real y llenar la caja de libras á costa
de mezquindades, vilezas y nefandos delitos.
Tal es el deprimente cuadro de la psicología nacional.
Es inútil que el ¡ndio clame incesantemente justicia es inú
til que presente recursos, que acuda donde autoridades políticas
y judiciales.
¡Nada alcanza si no es conseguir que se extreme contra
ellos la hostilidad de los gamonales!
Yá los que nos interesa la oprimida raza indígena/solo nos
queda dar publicidad á los crímenes contra ella cometidos, has
ta levantar una corriente de opinión pública que proteste contra
tanta inmoralidad, contra tan horribles delitos, contra tan afren
toso salvajismo, contra tan burda farsa, haciendo caer á los intri
gantes, castigando á los criminales, elevando el verdadero méri
to, entronizando la justicia que redimirá al indio de la inhumana
esclavitud que lo abate, dignificándole ycapacitándole para que
ocupe el puesto que le corresponde en la vida nacional.
Lima, Enero de 1915.
María Alvarado Rivera.
En ELDeie^Pxojlrjdj^ena. Lima. Año III. No. 29. Febrero de 1915 pp
107-108.
LA PROTESTA
La protesta ha sido siempre una arma poderosa para la
liberación del hombre oprimido, de los pueblos subyugados.
Más ó menos intensa, ya sangrienta, cuando ha sido soste
nida por la fuerza bruta convirtiéndose en rebelión; ya incruen
ta, cuando no ha apelado á la violencia, pero siempre enérgica
mente viril, se ha elevado en todos los siglos de la silenciosa er-
gastula del esclavo, y de la rugiente muchedumbre escarnecida,
conquistando paso á paso los derechos conculcados por la sober
bia y el egoísmo de los déspotas.
La protesta tranquila, pero enérgica de los plebeyos roma
nos en su célebre retirada al Aventino, alcanzó el magno triunfo
de la creación del tribunado que dio al hombre conciencia de su
114
libertad é igualdad; y la protesta sangrienta del pueblo francés
el 1789, la más terrible y formidable que registra la historia,
reinvindicó definitivamente la dignidad y los derechos del hom
bre.
La protesta de las colonias independizó la América del yu
go opresor del conquistador.
La protesta de los sabios contra el dogmatismo, liberó la
conciencia y el pensamiento.
La protesta del proletario en las huelgas va modificando su
condición de bestia de carga inconsciente y abrumada, por la de
inteligente, digno y respetado asociado de su antiguo explota
dor.
Y, finalmente, la altiva protesta del feminismo va liberando
á la mujer de su secular esclavitud, y restituyéndole la dignidad
y autonomía de persona humana.
Cuando un individuo, una familia, un pueblo, sufren una
carga sin protestar, se les impone otra y otra, y cuando ya, al
fin, exacerbados por la opresión, lanzan tardía protesta, sólo re
ciben el sarcasmo cruel, y la ejecución de medidas de fuerza pa
ra hacer imposible la restauración de sus lesionados intereses.
Murmurar en privado de las cargas indebidas, de los abu
sos, arbitrariedades y extorsiones q' se nos infiere, sea por la fa
milia, el superior ó la autoridad, pero seguir siempre sumisos, es
cobarde, indigno y contraproducente.
Cuando creamos vulnerados nuestros intereses particulares,
ó preterido el bien nacional, debemos protestar públicamente
con inquebrantable energía, y entonces sí conseguiremos el re
conocimiento de nuestro derecho, la preeminencia del interés
de la Patria sobre el de la burocracia.
Cuando venían centenares de chinos perjudicando grave
mente al peruano en la pequeña industria y causando otros ma
les de mayor trascendencia 'aun, el descontento era general, se
murmuraba incesantemente... y la raza amarilla seguía invadién
donos.
Un día en una reunión popular un exaltado pronunció un
violento discurso contra la inmigración china... se excandecie
ron los ánimos... hubo choque con )a policía... A poco un de
creto supremo imponía fuerte impuesto al inmigrante chino li
berándonos de su perniciosa invasión.
Si á cada proyecto inconveniente, á cada contrato onero
so, á cada malversación, hubiese un mitin imponente de protes
ta del pueblo todo, sin ningún viso político, indudablemente
que alcanzaríamos evitar muchos males obteniendo en cambio
grandes triunfos nacionales.
Cuando en una provincia, contra la opinión pública, con la
escandalosa intervención de autoridades venales, se mistifica el
sufragio, eligiendo representante á un homicida, á un ladrón, á
115
 un hombre vil, ¿por qué la gente honrada del pueblo no suscri países donde el espíritu científico apenas comienza á tomar
be una acta contra tan inmoral farsa?
conciencia de su fuerza; la publicidad dada á sus resultados y
Los derrotados son los únicos que protestan públicamen sus consecuentes ensayos de síntesis económico sociales, que re
te de la ilegal elección; pero no lo hacen guiados por elevados gistran los boletines del Cuerpo de Minas y Aguas, de la Socie
sentimientos de justicia y patriotismo, pues tal vez tengan los dad de Ingenieros, de los periódicos "El Comercio", "La Pren
mismos o peores precedentes, sino ejerciendo, -como oigo de sa", "Perú To Day", (números de Marzo y Mayo de 1911) pre
cir hoy en política:- "El derecho del pataleo". senta hechos, y no ya suposiciones geográficas, que desvanecen
La obra de la defensa y prosperidad del Perú es ante todo los ensueños de quienes miden el poderío nacional por la rique
obra de moralización; si nuestras clases dirigentes están desmo za de pocos y la miseria de muchos; esto es, por el exclusivo,
ralizadas como lo repiten unánimemente sus mismos miembros rendimiento financiero de los capitales y no también por un si
el resto del país, los particulares alejados de la política desinte multáneo y proporcionado crecimiento del bienestar de la gran
resadamente, sin mas móvil que el bien colectivo y el nacional mayoría de los pobladores del país; ó en otras palabras: por su
sacudamos la apatía, observemos atentos la conducta de los fun- producción y no principalmente por sus consumos.
nmmwV ? ^"empresas, que entre nosotros ejercen Esa investigación que es tal vez el primer estudio racional
on mmodo, poder y a cada acto incorrecto, ácada violación de de economía social peruana, que aspira á conocer lo que debe
•ate opinión
nni'niieVemKrener,g'Ca P?teSta
caer que rePercuta hondamente
social sobre enel
hacerse por los gobernantes para robustecer al país mejorando
publica, hacendó la execración la condición de los pobladores actuales de la costa, ha demos
autor del hecho inmoral.
trado: que de los 300 mil kilómetros cuadrados que mide, ape
nnnH-EJeÍTlpl°
pondiente dC Unasocial,
sanción n°bletenemos
Virii Protesta>
en "Elq^ originará
Libro la corres
Amarillo" sali
nas hay 5 mil, esto es, 1.7o/o de tierra atable económicamen
te cultivable, y que de esta extensión, la mitad está ya regada y
do del seno de una institución particular: Pro-Indígena yescri cultivada; quedando por regar y cultivar la otra mitad.
to por una valiente mujer: Dora Mayer. oyesen Forman el área no cultivable: arenas más ó menos delga
Despertemos del sopor que nos embarga; retemplemos das y sueltas que encubren ásperas superficies rocallosas, apun
tes '°'SP'ntU;
testemos enérgica lrgán?°n0S en nüble
y eficazmente de laSesto de dignidad,Py7ro
inmoralidad de ía buro-
tamientos de cerros aislados, cadenitas de montañas marítimas,
contrafuertes andinos continentales, y arenales más ó menos ar
ISos'de
restos de lab hl? Cünduce,á
herencia ia de™™
grandiosa yconseguiremos salvar los
Huaina-Capac.
cillosos y más ó menos cargados de sales no eliminables econó
micamente.
Son pues circunstancias geográficas no modificables por
Lima, Abril 1913. el hombre, las que limitan el área cultivable costanera, á las de
plorables cifras apuntadas, que si no constituyen un máximo de
María Jesús AJvarado Rivera. finitivo, están muy cerca de él.
En EJ Deber Prp-Iüdígena. Lima. Año 1. No. 8. Mayo de 1913, pp. 64-66. Para regar los 2.500 kilómetros cuadrados de tierras ara
bles hoy incultas, tenemos sesenta ríos de régimen torrencial,
que después de recoger las aguas pluviales que caen en la ver
tiente andina del Pacífico, arrastran en conjunto, en años nor
LA CUESTIÓN AGRARIA
males, un caudal de treinta mil millones de metros cúbicos, mas
La colonización de la costa como la mitad de él aparece en los cortos períodos de las cre
cientes fluviales, consecuentes a los rnaximosde intensidad plu
"La posibilidad de los riegos no es por vial de las serranías, precisaría almacenarlo en lagos artificiales
((si sola el medio de regeneración para que permitieran regular el flujo de los ríos, en armonía con las
nuestros intereses agrarios". conveniencias agrícolas, en el curso del período de escasez;des-
graciadamente sus encañonados cauces, angostos y de fortísima
pendiente, no presentan en ellos amplios ensanchamientos ala
EL REGADÍO DE ESPAÑA gunados, de menor pendiente; ni depresiones laterales que, ce
Las investigaciones hidrológicas y territoriales sislematirac rradas con diques, formen reservorios capaces de almacenar si
prolongadas ádespecho de los Iprioristas que a?un?an en ÍS quiera la quinta parte de ese volumen.

116 117
 Escasa tierra y topografía inadecuada para estancar agua
y no impotencia de la técnica, son pues las circunstancias de or
den geográfico que se oponen a un notable ensanche de la agri
cultura de la costa; pero no al ensanche posible.
Por otro lado, el desarrollo de la agricultura extensiva, fa
vorecido por cuanto medio socialmente injusto, inconveniente,
o abusivo, han tenido a la mano nuestros gobernantes ha impe
dido la abundante subsistencia del labrador ó campesino inde
pendiente, en la mayoría de los valles costaneros, y con ello ha
estorbado el natural crecimiento de la población, y ha favoreci
do una anemia económica tan larga, que hoy nos preguntamos
¿sobre qué se asentará el porvenir económico de la clase media
¡lustrada, que sigue formándose por todos los ámbitos del terri
torio, sin estar creando simultáneamente el colono ó pequeño
cultivador que debe sustentarla?
^La creación del colono puede practicarse: ya sea compran
do o expropiando fundos vecinos á las grandes ciudades para
desintegrarlos en lotes de diez ó veinte hectáreas, yvendiendo á
plazo, la tierra ysu agua, á las familias nacionales óextranjeras
que sean realmente labradores; ó irrigando tierras nuevas que
sean del Estado, ó que el Estado adquiera, y procediendo con
ellas como en el caso anterior.
¿Por cuál de los dos medios debe iniciarse el proceso colo
nizador? es asunto que requiere que se aprecie detenidamente,
en cada caso, algunas circunstancias: tales como el costo relati
vo de cada uno de los dos procedimientos; la cultura del prole
tariado agrícola ya existente en cada región; el estado jurídico
de la propiedad territorial; la facilidad del tráfico etc.
t Es indudable que para estudiar estos puntos y llevar á la
practica el proceso colonizador con toda actividad, precisa crear
dos ó más instituciones independientes yautónomas, netamente
nacionales, que administren los recursos financieros que el Esta
do ponga en sus manos.
Concesiones como las que pretenden obtener algunos mo
nopolizados, por las que el Estado da todo: tierra, agua, ga
rantía al capital nominal que se proponen conseguir, y el dere
cho á explotar á los colonos por largo plazo, sin dar'ellos nada
ni siquiera una garantía digna de ser considerada, de su compe
tencia de empresarios de colonización é irrigación; y de su serie
dad y honradez de agentes financieros, son altamente dañinas á
los intereses del Perú.
Solo pueden ocuparse de ellas quienes se figuran que por
no saber ellos ni atar ni desatar en materia de estudios técnicos,
de construcciones, de manejo de personal profesional, de admi
nistración de finanzas de grandes asuntos de interés nacional, no
hay en el país gentes capaces de hacerlo, y que deben sustituirse
por el primer forastero amanerado que afirme, bajo su sola paia-
118
bra, entender lo que realmente no entiende.
Si siempre hemos de estar con andadores, si siempre hemos
de estar buscando exclusivamente banqueros, grandes propieta
rios ó grandes negociantes para confiarles la creación de las ins
tituciones y la construcción de las obras nacionales, es evidente
que solo en casos excepcionales se acertará, porque siendo ca
racterístico del capitalista la limitación máxima de los prove
chos de todos los que colaboran en su obra, á fin de que la inte
gración de ésas reducciones dé provechos individuales, eleven
sus ganancias personales, y siendo la esencia del comercio el
fraude, la colonización de la costa, que es un medio de activo
robustecimiento moral y económico de nuestra nacionalidad, no
puede confiarse ni áextranjeros, ni á los que no tengan más que
el mísero criterio mercantil de mantener al máximo posible, los
réditos del capital en dinero que se invierta en realizar ese desi
derátum, que interpone un parásito inútil entre el contribuyen
te y el colono, fuera del Estado.
A primera vista parece que las ¡deas adelantadas, no tengan
conexión alguna con el problema indígena; pero cuando se sabe
que en la costa existen comunidades más ó menos prosperas, cu
yos terrenos van siendo cada vez más codiciables; cuando se co
noce el criterio reinante para apreciar derechos de propiedad y
la calidad social de ella junto con sus rancias preocupaciones
agrarias y cuando finalmente se conoce que un plano levantado
con discutible exactitud y más ó menos ocultamente, junto con
algún documento, no proveído, de orden administrativo, y el
transcurso de muchos años constituyen presunción jurídica a
favor de usurpadores agrarios, generalmente poderosos parape
tados tras rimbombantes títulos de empresas agrícolas, de nom
bre castellano ó forastero, entonces se comprende cuan útil es
que nuestros lectores y delegados reciban algún estimulo perio
dístico oportuno, para pensar en asuntos vitales para la pobla
ción peruana, hoy que la capitalización agraria del Perú ha cre
cido y necesita ya más área donde explotar más braceros serra
nos,'aniquilando á los campesinos independientes de las comu
nidades agrarias. ¡
Eii El Dfbefl'roln.lígcna. Lima, Año H, No. 20. Mayo de 1,914, pp. 33
-35
119

LA PLEITOM^NIA INDÍGENA
(Para la revista El Deber Pro-Indígena)
Di'*1
Con los desplantes del amo á quien molestan las rebeldías
del siervo, sueie presentarse al indígena como el tipo del litigan
te por sistema.
Pasa con la pleitomanía lo que con la desconfianza- reco
nocen un mismo origen, desde luego independiente de la raza v
de la voluntad.
El ¡ndio es desconfiado porque mucho se le engañó en
3Ü0 y tantos anos de esclavitud; y acude al tinterillo porque se
le ha hecho entender que es la única manera de librarse del abu
so y del engaño.
Tal vez es fundado el cargo de calumniador que se le enros
tra. No seria extraño. El ejemplo constante de la mala fé yde ¡a
bajeza lo degenera al fin y al cabo.
Si los espíritus que se titulan cultos no le enseñan sino á
mentir y expoliar ¿que le queda al ¡ndio estúpido y analfabeto?
No hemos de exigirle la energía moral que falta á los otros para
sobreponerse á los impulsos del encono.
Las detentaciones de la propiedad indígena, sobre todo de
la rural^ llenan los archivos de los juzgados ylas hojas de los pro
cesos. Hay algo más corriente que apoderarse de terrenos del do
minio indígena, no siquiera de frente con la audacia y la hom
bría del bandolero, sino revistiendo la usurpación de un tinte
jesuítico de legalidad?
Si fuéramos áaveriguar como han extendido en los pueblos
de la sierra, muchos dueños, sus fundos antes misérrimos en
contraríamos la gangrena, ya en forma de lotes arrebatados'con
una querella de despojo é información de testigos siempre fáci
les de encontrar, comprados á espaldas de los propietarios en la
tercera parte de su precio de quienes no lo son y poseídos con
posesión judicial en que ni siquiera se ha citado á los verdaderos
dueños, adjudicados de hecho por supuestas deudas ó primicias
vueltos á vender anulando de un plumazo ventas anteriores yló
que es todavía más innoble, negociados á indios ignorantes pres
cindiendo de ciertas fórmulas establecidas en la ley para después
alegar nulidad y recuperarlos sin tener la caballerosidad de de
volver el dinero recibido.
En esos casos, los rábulas que pululan ámillares yque for
man una plaga endémica, salen al encuentro del indio generosos
y magnánimos.
El aborigen que peí dona los atropellos personales, sin du
da porque el látigo del conquistador hace siglos que lo insensi
bilizo, ama lo suyo y para recobrarlo vá hasta el sacrificio Co-
120
mo jamás fué dueño, á pesar de sus fatigas y sudores, desde el
día que por idealista.declaración de la ley lo es, aunque sea para
ser asaltado al siguiente, no se aviene al sarcasmo del dominio
momentáneo; y se entrega al tinterillo.
Meses ó años después, el noble defensor, si ganó el pleito,
se ha adueñado del terreno y de todos modos, el ¡ndio ha paga
do puntualmente honorarios y se le ha exijido el cariño ó sea°el
regalo de cereales y comestibles. Total: el indígena ha perdido
el terreno disputado, ha trabajado para el lucro del leguleyo y
r puede darse por afortunado si en venganza no le cae un juicio
criminal que le entabla el colitigante ó un servició gratuito y
penoso si este dispone de influencias en la administración.
Se dirá que la culpa la tiene el ¡ndio que en su imbecilidad
no alcanza á comprender todo el mal que representa un pleito.
Es muy cómodo discurrir así lejos de las luchas que sostie
ne el ¡ndio cuerpo á cuerpo con el fuerte y con el blanco.
Lo último que pierde el hombre es la esperanza, y la iro
nía de la vida está precisamente en que los seres más desventu
rados é inermes se hacen la ilusión de ver brillar un rayo de con
suelo y de justicia en medio de la tenebrosa noche de exaccio
nes y de tiranía que no le dejan caminar sino á tientas. El ham
bre no solo empuja al delito; engendra también ilusos. Menos
mal que suceda lo último.
Ayacucho- 1913.
J.J.del Pino.
Delegado de la Asociación Pro-Indígena
En El Deber Pro-Indígena. Lima. Año I. No. 5. Febrero de 1913, pp.42-43
LA PLEITOMANÍA INDÍGENA
II
En el No. 5 de esta revista traté de explicar porqué el in
dígena es tan afecto á los pleitos, y cómo corresponde el tinte
rillo á la confianza que en él se deposita.
Todo aquello es nada. Hay otras armas más ruines y más
insidiosas ya no sólo del amo con nombre de gobernador, de
cura, de juez ó de hacendado sino de consuno con el rábula.
Es una compañía encomandita en que las ganancias son
proporcionales.
Solo citaré tres casos de ese vergonzante negociado que no
le vá en zaga al chantage que tanto asombra en Europa á los ga
cetilleros.
121
 Cuando el tiranuelo del pueblo quiere medrar se aconseja
con el tinterillo quien, muy suelto de huesos, inventa i un indí
gena un robo para luego á ese título arrebatarle su ganado ó sus
prendas, sea valiéndose del gobernador que complaciente le su
ministra los alcaldes de vara para consumar el asalto, ó sea en
cabezando una pandilla de bandoleros.
Si el indígena se queja, sufre sobre la expoliación el cepo,
la captura y todos los tormentos imaginables que recuerdan
tiempos inquisitoriales.
Ya el tinterillo tiene un medio fácil de subsistencia frente
al abuso. El indio implora su defensa y desde luego lo encuentra
á la mano. El juicio dura lo que una obra de romanos y á fin de
cuentas nada ha recuperado el indio y si ha recuperado algo cae
en rehenes del defensor que cobra su servicio, sin que antes yen
el curso de él haya dejado de percibir amplia remuneración.
Con la intervención del juez de paz varía ia industria de as
pecto.
Acontece un robo ó si no acontece se dá por hecho. Tiene
que haber un autor. Si no existe ó si el que existe es un descami
sado, no hay sino averiguar quién puede pagar los platos rotos.
Es un indígena que, víctima de la venganza ó dei lucro, es encar
celado y befado. Para otorgarle la libertad se le exige un docu
mento en que se obligue por el ladrón como fiador aunque no
lo conozca ó á veces directamente como deudor de la suma que
representa la cosa robada, duplicada por supuesto. Amasado el
pastel, cuando el infeliz menos piensa, se le ejecuta con el título
arrancado á su ignorancia hasta obtener el pago de lo que no de
be, ó de rematarle su chácara.
Hay todavía otro medio más infame. Se presta dinero ó se
extiende un documento de mutuo con garantía de una menor ó
de un menor que en'buena cuenta pasa á ser esclavo por com
pra. Ese contrato suigeneris, rezago de la venta de africanos en
el coloniaje y hasta la administración del libertador Castilla,
contiene el pacto ignominioso de no mover al siervo ó siervá
mientras no se pague los gastos de manutención que no es sino
de nombre. Lo que abundan son los palos, el trabajo abrumador
y a la larga el raquitismo ó la prostitución con su cortejo de rui
na moral y física.
Siempre es el tinterillo el áncora de salvación del indígena
como está de acuerdo con el reyezuelo de aldea, si alguna vez
pretende reclamar su hijo dado en prenda, absuelve sus consul
tas desengañándolo poique HAY DOCUMENTO
122
¿Sería posible redimir al indígena de tan inauditos abusos?
Otro artículo ocupará la atención del lector al respecto.
Ayacucho, octubre de 1913.
J.J. del Pino
En El Deber Pro-Indígena. Lima. Año I, No. 15, Diciembre de 1913 pp
124-125.
LA PLEITOMANIA INDÍGENA
III
Antes que instrucción necesita el indígena educación. Y es
to que es un lugar común asi como es tan fácil decirlo en frase
rimbombante y campanuda, no lo han conseguido hasta ahora
todos los gobiernos con excepción del de Castilla á pesar de los
aparatosos planes educativos.
Se señalan como defectos del indígena y como causa de su
atraso, la desconfianza, la hipocresía, la falsedad, la indolencia
.para el trabajo, la falta de aspiraciones, y de energía moral, el
servilismo, llevado hasta el extremo de que solo el látigo puede
impulsar su actividad; pero no se busca la manera de combatir
los, ni de extirparlos.
Combatiéndolos de frente y con paso firme, se lograría
restaurar la libertad indígena de la esclavitud del tinterillo que
es la más odiosa.
Lo primero y lo más elemental es explotar en ninguna for
ma al ¡ndio.
Por una de esas aberraciones de que no hay explicación
sociológica hasta ahora, el ¡ndjo es vicioso y a la vez profunda
mente económico, con economía casi rayana en ¡a avaricia.
De todos ¡os ultrajes el que menos perdona es el que atenta
contra la propiedad y es capaz de ¡r por rescatarla al cadalso.
Ama lo que ha adquirido más que su vida, más que su tranquili
dad, más que su honor y la dignidad de su hogar.
Es raro el indígena que acude al tinterillo por saciar vengan
zas y pasiones de odio. Cuando se decide á promover un pleito,
sin embargo de que sabe sus molestias y sus cuantiosos gastos,
es por que le han arrebatado lo suyo con alguna de las manio
bras de que he tratado en anteriores artículos.
Y ¿quién es el primer explotador? Perplejo se quedaría el
observador más sutil. Solo sabría decir que si los obispos supri
mieran por'honor á la iglesia las innumerables fiestas religiosas,
si los agricultores en vez de cultivar la caña hasta donde no pro
duce, como único negocio, se dedicaran á otros sembríos que
tanta falta hacen para el consumo y para la industria, si los jue-
123
ees de paz fueran rentados, si los gobernadores bribones fueran
castigados por sus abusos con toda energía, si todos los que ocu
pan al indígena para cualquier servicio le remunerasen siquiera
con equidad ya no en la medida de él, tal vez no tendría nece
sidad el indígena de mantener la plaga de tinterillos que le suc
cionan sus ahorros y sus pequeños intereses.
Con solo dejar de explotar ó robar, que es la palabra, se ob
tendría primero su confianza para luego más tarde en sus hijos
ó en sus nietos obtener su afecto.
El ¡ndio no es un ser sin sentimientos para no regenerarse.
Los que creen lo contrario no conocen su historia, no han oído
sus melancólicos yaravíes ni su triste música que parece un la
mento, ni lo han visto en las efervescencias del amor pasional ó
en las intimidades del hogar.
La educación del indio tiene que ser práctica, esencialmen
te intuitiva y ningún medio más apropiado para el efecto que el
cinematógrafo.
Se ha notado con fruición que da esperanzas sobre la suer
te del indio, el interés con que acude á las funciones cinemato
gráficas en todos los lugares de la sierra donde se han dado y
aun cuando el precio no fuese muy cómodo.
Podría el gobierno contratar con una empresa cinemato
gráfica para la preparación de películas de historia nacional,
geografía y ciencias naturales, así como de cuadros de moral
práctica y con solo esto mediante funciones gratuitas en todos
los pueblos y villorios educaríamos al indio. Si la situación fis
cal fuese un pretexto para no emprender estaobra redentora,
suprímase la partida del presupuesto relativa á útiles de escuelas
elementales, etc. y en su lugar coloqúese otra que no contenga
más gasto que los empleados en las lecciones gráficas aludidas.
¿Qué tiene que ver la pleitomanía con los cinematógrafos
ni con la educación, dirá alguien? Sí tiene que ver y mucho.
El día que el ¡ndio esté educado de verdad y no de farsa y en el
papel, no será pleitista ni se entregará al rábula atado de pies y
manos. Sabrá cuándo y porqué debe acudir á la justicia.
Huanta, Febrero de 1914.
J.J. del Pino
En El Deber Prp-Jmtj'gcna_. Lima. Año II. No. 19. Abril de 1914, pp. 27-28.
TIRANÍA DE LAS COSTUMBRES
En la mayor parte de las provincias de la sierra existe la
costumbre tiránica de obligar á los indígenas á aceptar y cumplir
124
los cargos de mayordomo, devoto, altarero, ccapero, etc. para
solemnizar las festividades religiosas; haciéndose la designación
de esos cargos en concurso popular, con intervención de las au
toridades políticas, judiciales y municipales. Por lo general, di
chas autoridades suelen hacer uso del rigor á fin de que los in
dígenas nombrados para todo aquello acepten las designacio
nes. Además de esa clase de cargos de carácter religioso existen
otros muchos de carácter social.
El cumplimiento de esos cargos significa para el indígena
no solo un título de honor y merecimiento individual; significa
también una recomendación segura para merecer el respeto y el
aprecio de sus conciudadanos; para ocupar una posición social
significativa en la comunidad; y aun para tener derecho á soli
citar el agua de regadío para sus chacras. Hay otros cargos de ca
rácter meramente civil. Nos referimos principalmente á los alcal
des ó envarados. Estos no solo se dedican á servir de agentes de
policía en los pueblos. Cumplen también con otra clase de obli
gaciones que les impone la costumbre en cada localidad. Así,
cuando el mayordomo de la chacra perteneciente á algún santo
verifica el sembrío, los alcaldes llevan una cuadrilla de bailarines
que se llaman ccamiles. En los días del carnaval organizan los
bailes de las huifaldas con los jóvenes solteros de ambos sexos.
Los envarados al recibir ó entregar el cargo hacen invitaciones y
celebran fiestas. En algunos pueblos cuándo el párroco ó las au
toridades tienen que sembrar sus chacras acuden con gente y ha
cen gastos en licor y comida.
Demás es decir que el cumplimiento de todas estas obliga
ciones y cargos significa para el indígena el origen de su miseria
económica y de su abyección moral. Por cumplir con las cos
tumbres y cargos derrocha el fruto de su trabajo. Y cuando sus
recursos económicos son insuficientes vende su chacra ó su ga
nado á cualquier precio, para derrochar el dinero que así consi
gue en cumplir con esos cargos, que no significan más que oca
siones en que el ¡ndio satisface sus vanidades y sus vicios, que
dándose en la miseria más absoluta.
Pero no se crea que la supresión de muchas de esas costum
bres desastrosas sea difícil, ni pueda ocasionar perturbaciones
sociales como creen algunos. En la provincia de Cailloma, como
Delegado de la Pro-Indígena he notjado que se podría suprimir
todo aquello si para la supresión hubiera el apoyo de la autori
dad. En el importante distrito de Cabanaconde, donde se ha lo
grado suprimir "la corrida" y "la queda" sin gran dificultad, lo
gramos suprimir los envarados, sin resistencia del pueblo. Pero,
apenas nos alejamos de allí volvieron á restablecerse esos cargos.
En el mismo distrito existe la costumbre de nombrarse á los ca
pitanes de acequia. Para escarbar una acequia de corta exten
sión, cada capitán gasta en invitar al pueblo 400 soles, y como
125
 son cuatro los elegidos, invierten una buena suma en pasar esos
cargos. En el presente año debido á los trabajos de su delegación
solo han cumplido el cargo 3 capitanes; conseguimos convencer
á uno de ellos á no. pasar. Lo estraño es que por pasar esos
cargos ponen gran empeño, aunque les cueste sacrificios. Al no
pasar lo que temen es el desprecio de sus conciudadanos.
Si á estas costumbres se agregan las imposiciones autorita
rias para el servicio gratuito y obligatorio, el excesivo cobro de
¡os derechos parroquiales etc.; se comprenderá el verdadero ori
gen de la miseria material y moral del indígena, cuya regenera
ción se hace imposible en presencia de tales costumbres cuyo
cumplimiento no solo ocasiona la ruina del indígena; aparta
también á sus hijos de las labores escolares; pues, los niños indí
genas acompañan á sus padres en esos festivales, participan de
sus expansiones alcohólicas; y, lo que es peor, hay muchos niños
indígenas que se hacen músicos, en cuyo oficio aprenden des
de muy temprano vicios y costumbres deplorables...
La única manera de arrancar á la raza indígena del imperio
de tan desastrosas costumbres es prohibir la intervención de las
autoridades en esas elecciones forzosas para mayordomos y
devotos, bajo penas muy severas. Así lo tenemos solicitado al
comité central de la Pro-Indígena, la que no solo debe dedicar
se a la labor de protección para el ¡ndio; es necesario también la
labor de redención del imerio de esas costumbres deplorables.
Caylloma, 1912.
Modesto Málaga.
En El Deber Pro-Indígena. Año I, No. 4. Lima, Enero de 1,913, pp. 34-36.
EL INDIO EN LA FORMACIÓN
ECONÓMICA NACIONAI
(Fragmento de un estudio en prepara
ción sobre "El sentido económico de la
evolución nacional")
Nada representan en la balanza económica del estado el te
rritorio y el clima que sumados son el exponente de la riqueza
natural, si prescindimos de la raza. Es necesario, por tanto dete
nerse á contemplar, no solo el movimiento demótico de la
población, sino también su composición étnica.
La Historia de consumo con la Sociología, nos enseñan que
en todas las regiones sometidas los conquistadores consagran su
preponderancia sobre los aborígenes, ya confundiendo su sangre
con la de ¡os naturales ó ya eliminándola por la expoliación yel
126
exterminio. El fenómeno, sin embargo, no se produjo en el Pe
rú. Es cierto que desapareció el rol económico primario yla ca
tegoría social y política del indio al derrumbarse el imperio in
caico y su civilización secular durante la cruenta epopeya del si
glo XVI. Pero, á pesar del desastre, el elemento nativo quedó
flotando en la superficie, por lo que subsistió ysubsiste aún en
la población actual, como factor apreciable, si no por su calidad
al menos por su cantidad. Hoy por hoy, según cómputos dignos
de fe, la raza indígena constituye el cincuenta por ciento de la
población nacional. Ante tan elevado porcentaje, puede desesti
marse el reducido coeficiente que arrojan los demás elementos
componentes de nuestra fisonomía étnica.
_ Con relación al país, no es, en consecuencia, procedente la
tesis de muchos sociólogos americanos que sostienen que el in
dio, que quizás se habría civilizado rápidamente en contacto
con otra raza que no fuera la española de la época de la con
quista, aparece representado apenas por los residuos de tribus
inferiores que debieron la vida á la fuga ó á la sumisión "A la
invasión destructora afirma Gil Fortoul- se sustrajeron solo
las tribus menos belicosas, y esto explica porque los indios so
brevivientes figuraron tan poco en las clases dominantes de la
colonia; sin contar que el régimen de ésta -no obstante ciertas
concesiones humanitarias de las leyes, no bien dictadas en Espa
ña cuando olvidadas ó violadas en América- fué siempre opues
to al mismo nivel social y político del europeo" (1) Reforzan
do estos conceptos añade Ingegnieros que "al principio el indí
gena fue inmolado por la avaricia del conquistador que solo pen
saba en despojarlo ó destruirlo; después surgieron dos tipos eco
nómicamente paralelos: aquí el encomendero de indios y allí el
negrero de esclavos africanos" (2).
No nos parecen ciertas tales aserciones, tanto en lo que res
pecta a la extinción del aborigen, como en lo relativo á la fun
ción económica que le asignan en el periodo colonial, estos y
otros tratadistas del Continente.
Tal vez si el divorcio de blancos, negros é indios que esta
blecieron las leyes y las costumbres del régimen implantado por
la Metrópoli, fué la causa que más contribuyó á que el elemento
nativo haya sido el principal factor social en la formación de
nuestra nacionaljdad. í
En lo que se refiere á su función económica, que es la que
particularmente nos interesa, la única variedad que observamos
es la disminución de la potencialidad productiva, no por elimi
nación ó absorción como se pretende, ni por falta de intensidad
que es signo de debilidad étnica, sino por los efectos de un siste
ma pernicioso é imprevisor de explotación y trabajo, sistema cu
yas consecuencias hubieran sido igualmente funestas aplicado á
la zona más rica y á la raza mejor organizada de la tierra. Si el
127
conquistador hubiera predominado desde el primer instante, el
alejamiento del indio de la industria, las artes mecánicas y el co
mercio no habría determinado la decadencia de tales medios de
riqueza y, dada su supuesta incapacidad, no se le habría destina
do tampoco al laboreo de las minas, al cultivo del suelo y á las
manufacturas ú obrajes, bastándose los europeos para desarro
llar todas esas fuentes de actividad y llenar los vacíos que dejara
la raza extinguida.
Pero precisamente la historia colonial demuestra todo lo
contrario. Recordemos que las reducciones y encomiendas, aun
que aparentemente obedecieron á la necesidad de instruir al
aborigen en la religión católica, en buena cuenta consistieron en
beneficiar su servicio personal, que las minas se trabajaron por el
régimen de las mitas y las fábricas merced á losobrajes y, en fin,
que el tributo de indios y los quintos reales fueron las más sa
neadas rentas del erario español.
En cuanto á la industria propiamente dicha, sabida es la
disposición que tenían los indios para la agricultura, base pri
mordial de la organización política y del credo religioso del go
bierno de los Incas, en tiempo de los que. alcanzó espléndido de
senvolvimiento con la construcción de caminos, acueductos, ho
yas y andenes y con la aplicación de sistemas de regadío y culti
vo; cuya eficacia puede medirse si se consideran que perduran
hasta la fecha. Lo mismo ocurrió con las manufacturas, habien
do sido muy expertos en la fabricación de hilados y tejidos y
en obras de cerámica. "Junto con los negros esclavos —dice Juan
Agustín García— desalojaron al propietario de los oficios agríco-'
las é industriales, obligándolo á vivir de la caridad ó el delito, si
no se arriesgaba á salir á las fronteras en busca de terrenos deso
cupados" (3).
El que los españoles aprovecharan mal de tan singulares ap
titudes y el que, á consecuencia del pernicioso régimen econó
mico que implantaron, disminuyeran sensiblemente tan valiosos
recursos, no es por cierto prueba de la inferioridad ni de la desa
parición de la raza nativa. "Los mismos indios contribuyeron á
mantener su condición social de la época de la colonia con su
trabajo y su paciencia para sobrellevar una vida miserable. Mita
yos y yanacones, encomenderos ó reducidos, bajo la dura mano
del corregidor, su lote fué siempre el mismo: depresión y marti
rio" (4).
Si los conquistadores, en vez de dislocarlo hacia labores
duras, mortíferas, ajenas á su temperamento y disposiciones, hu
bieran continuado ejercitándolo en tareas concordes con su con
dición y cualidades, muy distinto hubiera sido el porvenir eco
nómico de América, porque ni esas industrias hubieran decaído
ni la raza habría perdido sus aptitudes ordinarias.
Pero ni siquiera transformaron al aborigen en arcilla blanda
128
para la modelación en el crisol de la cultura europea, á cuya ac
ción permanece hasta ahora extraño. Acá se ha cumplido la ley
sociológica del misoneísmo, subsistiendo inalterable la fisono
mía primaria de la raza matriz. No obstante el trascurso de las
centurias, perduran latentes sus costumbres sedentarias, sus usos
y tendencias de antaño y son siempre los mismos hombres dóci
les de alma opaca y enervada que soportaron impasibles ¡a Con
quista, abjurando de su tradición de pueblo autónomo. Extra
ños al sentimiento de la libertad personal sobre el que los domi
nadores asentaron su fiera individualidad y á la influencia moral
de estos, los indios, por antítesis, durante la Colonia y la Repú
blica han continuado siendo rebaño, como en tiempo de la di
nastía de Manco Capac.
Y ni la evocación gloriosa de sus progenitores, ni la sumi
sión á sus antiguos ideales, porque hoy carecen de ellos, pueden •
arrancarlos del eterno marasmo, de la invencible apatía que los
domina. El Dr. Carranza atribuye'esa modalidad idiosincrásica á
la índole estática de la raza. "Ella ha sufrido", dice, "profundas
modificaciones en su intelectualidad bajo la influencia de la so
ciedad españolaba olvidado su idioma, que es para un pueblo
como olvidar su conciencia; ha perdido el recuerdo de sus tradi
ciones, de su historia, y con ella toda reminiscencia de su teocra
cia incaica; pero ha seguido con su espíritu supersticioso, con
sus hábitos y costumbres sociales y manteniendo su inteligencia
en el mismo estrecho campo en que se agitó la de sus antepasa
dos" (5).
No es, pues, dable negar la honda participación del elemen
to nativo en la composición étnica del país y en la vida econó
mica, no digamos solo cuando la hegemonía ibérica, sino en el
presente y en el porvenir de nuestra nacionalidad, sobre la que
se ha proyectado la acción funesta de los procedimientos de la
Metrópoli. "El pernicioso sistema económico de-España en el
Perú, según un distinguido publicista, ha producido tan serios
quebrantos que no solo en el orden social y político no conse
guimos aún conjuraren lo menor la grave crisis que nos aqueja,
sino que en el orden psicológico, por la ley de la herencia, paré-
ce que nosotros, como los españoles, estuviéramos desprovistos
de criterio y de hábitos económicos") (6).
En efecto, hoy, como entonces, se le cree al aborigen to
cado de fatales estigmas degenerativos y, salvo los lirismos de
filántropos más ó menos bien intencionados, se le condena de
antemano á perecer obscuramente en el mar de su miseria mo
ral. Penoso es confesar, sin embargo, que equiparado en el Colo
niaje á las bestias de carga, nada se ha hecho después por sus
traerlo á su ruin condición de paria.
No es humano ni razonable proclamar á todos los vientos,
como una verdad inconcusa, la imaginaria decadencia de ese
129
 hombre cobrizo que habita en el riñon de la sierra; de ese ser
sombrío, laborioso y resignado que alienta con el esfuerzo secu
lar de su brazo la agricultura y la ganadería de la región interan
dina. El testimonio elocuente de la experiencia de siglos, ha
puesto al descubierto á los que, convertidos en portavoces'del
desastre, nos hablan de abolición y exterminio, como suprema
medida de regeneración nacional, sin haber intentado siquiera
la involución del aborigen en el mecanismo patrio en el que siem
pre ha representado una rueda olvidada é inútil.
En vez de despojarlo, comencemos por inculcarle la noción
de propiedad, arrebatándoles á los "gamonales" el arbitrio de su
suerte á fin de que sea, no un cero, sino unidad en el mercado
económico y participe y contribuya á ios beneficios materiales
de su terruño natal. La industria que, al decir de las ciencias so
ciales, cura la abulia del carácter y educa y forma los sentimien
tos, el día en que se desarrolle, abrirá los surcos de un terreno
inculto, pero,feraz en el que debemos principiar por esparcir la
semilla redentora de sistemas pedagógicos congruentes. Las má
quinas humanas de potencia muscular aniquilada por la intensi
dad de un trabajo brutal y de cerebros rutinarios y atrofiados
por inanición, adquirirán así vigor físico y moral, transformán
dose en seres conscientes capaces de comprender y amar á la pa
tria. '
Esta es obra imperiosa de humanidad y de engrandecimien
to nacional, porque el problema de la población, que es el más
trascendental de nuestros problemas, se aquilatara en los si
guientes términos: atraer al inmigrante y regenerar al ¡ndio.
Arequipa, 1913.
Carlos Gibson.
Delegado de la Asociación Pro-Indígena.
En ilUdKxLrxdüidígejia. Lima, Año 1. No. 9. Junio de 1913 pp. 71 -74.
(1) Gil Fortoul: "El Hombre y la Historia. Ensayo de Sociología Vene
zolana" pág. 16. París 1896.
(2) José Ingenieros: "La evolución sociológica argentina. De la barbarie
al imperialismo" pág. 53. Buenos Aires 1910.
(3) Juan Agustín García: "La ciudad Indiana" pág. 31. Buenos Aires
1909.
(4) Garda: Obra cit. pág. 31.
(5) Cananza: "Colección de artículos" 2a. serie pág. 53.
(6) Javier Prado Ugarteche: "Estado social del Perú dur
(6) Javier P
(6) Javier Prado Ugarteche: "Estado social del Pero durante la domina
ción española" pág. 51 Lima 1894.
130
NUESTRAS ESPERANZAS
Es un hecho innegable que la casi totalidad de los indios
peruanos, se encuentran en la mayor degeneración, y nadie des
conoce la importancia inaplazable de emprender la obra de re
habilitarlos.
Es un hecho ostensible, que el indígena peruano no ejer
cita libremente ningún derecho, declarado por nuestras leyes y
que soporta todas las cargas que impone el gobierno nacio
nal y todos deseamos cumplir con el deber de incorporar cuanto
antes á esa desgraciada raza al goce de los derechos, que noso
tros disfrutamos.
En esa obra de rehabilitación está empeñada la "Asocia
ción Pro-Indígena", clamando todos los días contra los ultrajes
y las infamias, que contra el indio cometen los propietarios y
los comerciantes, los empresarios de toda nacionalidad, y los
funcionarios peruanos; á cumplir con ese gran deber, de asociar
al indígena á nuestra nacionalidad se consagrará el periódico,
que hoy inicia la campaña mas decidida, ardiente y activa, co
mo lo exigen la cultura social, el patriotismo verdadero y la dig
nidad humana.
Los explotadores del indio, nos reprochan que trabajemos
en favor de una raza, porque asi provocamos la guerra de razas
y la engreímos hasta que intente cobrar venganza contra sus do
minadores. No es que tomen esa venganza, lo que los hace estre
mecer sino que ya-los indios, no servirán de instrumento vil de
producción, de bestias de carga y de máquinas inconscientes.
No tememos puerilmente, que levantando la condición mi
serable de ésta raza, lleguemos á ser sometidos á sus instintos de
incultura: en el desarrollo de las razas; convivientes en una ad-
mósfera de civilización, las aspiraciones de todos los individuos,
se equilibran, como las aguas,-unidos por los vasos comunican
tes del derecho y del deber, hasta llegar al nivel de pureza, de
cuyo fondo no es fácil que surjan los sedimientos de barbarie y
malos instintos.
Los políticos criollos, gamonales y oportunistas en gran
número, nos censuran, que hagamos conocer á los indios las le
yes, que se han dictado para todo ciudadano, y las garantías de
que están rodeados en un país librei aseguran que esas leyes,
aun no son adaptables á su estrecha!cultura y extraviada con
ciencia. Todo esto es cierto, pero no por incapacidad natural,
sino por la estudiada ignorancia, á que se les reduce, con el fin
de que sirvan, como parias y rebaños, y sean el escabel, eterno
para sus pretensiones.
Los intelectuales, alambricadores de un ideal fantástico y
soñadores de un porvenir venturoso, basado en la inmigración
europea, que se cruce con el criollismo, se oponen con su indi-
131
ferencia y quienes con su desprecio, á que levantemos el nivel
moral y social del ¡ndio, que es el único elemento seguro y apto
para formar la raza nacional; y con su complicidad tolerar que
invada todas nuestras clases sociales, esa corriente malsana de
las razas asiáticas, que harán brevemente degenerar el criollismo
y sepultarán el ideal latino, en el sarcófago en el que se han
amontonado millares de hombres, sin dejar huella de civiliza
ción humana.
Los ideales de la "Asociación Pro-Indígena" van á derra
marse, como una luz tenue, por ahora, y seguros estamos de en
contrar Inteligencias despiertas y corazones robustos, que aunen
su actividad y sus esfuerzos, para esta obra patriótica, caritativa
y cristiana, que ha de ser la halagüeña esperanza de bienestar, en
medio de nuestros desaciertos y equivocada organización polí
tica, económica, social y étnica.
En el Perú el contacto de razas no puede producir una ac
ción y una reacción, porque propiamente no son dos razas
adversamente diferentes, como las que se encontraron en la con
quista: hoy en el criollo corre sangre aborijen y su acercamiento
al indio, no es sino la evolución necesaria, para formar la raza
nacional, que sin anarquismos, ni sublevaciones, se apreste á de
fenderse contra el imperialismo de otras razas, que nos harían
retrogradar á la época de la conquista, en la que el cetro de la
dominación incásica, se convirtió en la cadena de la servidum
bre.
Nuestros políticos, funcionarios y gobernantes, pueden ela
borar eficazmente, cumpliendo y haciendo cumplir las leyes,
que á todos alcanzan, sin hacer odiosas excepciones con el in
dio. La mujer peruana, cuya clara inteligencia y gran corazón
tiene conquistada justamente una envidiable fama, no puede de
soír los lamentos de esa raza abatida, perseguida, desgraciada: la
mujer peruana puede formar legiones invencibles para educar y
reabilitar al indígena. Nuestros poetas, dejen ya de pulsar esa li
ra modernista, insustancialmente erótica, para hacerla vibraren
estrofas de energía humana, que despierten el amor de los pe
ruanos hacía esa raza heroica de un pasado grandioso, para en
tonar elegiacos cantos á la ruina de los hijos de Manco. Nuestra
juventud estudiosa, coloque en el programa de sus conferencias
de extensión universitaria, algún tema, para inspirar á las clases
trabajadoras el sentimiento del deber qye tenemos de mejorar la
raza indígena, fuente de nuestro progreso social, político, huma
no.
Lima, Octubre 1912
I. Vitaliano Berroa.
En El Deber Pro-Indígena. Lima, Año I. No. 1. Octubre de 1912, pp. 5-6.
132
LA CUESTIÓN OBRERA Y EL PROBLEMA INDÍGENA
La cuestión obrera es una cuestión social.
Los poderes públicos y las instituciones nacionales, deben
ocuparse de ella, tratando de equilibrar las mutuas exigencias
entre el propietario y el obrero, y orillando sus respectivas ten
dencias por la senda de la libertad y de la reivindicación de los
derechos cohibidos.
Los maestros deben sembrar con ardoroso empeño la semi
lla de la cienciaen el surco abierto por el capital y el trabajo, pa
ra que el campo de la Patria, no se cubra de malezas, que luego
servirían de combustible para reducir á cenizas los frutos de la
actividad humana.
Los periodistas deben templar su pluma en la fragua de la
justicia y de la caridad cristiana, para formar la opinión pública,
de manera que la acción moderadora de ésta, logre evitar, que el
adinerado se harte con un capital amasado, en medio de ham
bres y privaciones del proletario. '
El problema indígena en el Perú, es no solo una cuestión
social. La lucha entre el gamonalismo y el indígena, es más grave
que la que existe entre el capitalista y el obrero.
La cuestión obrera tiene sus defensores ardientes.
Los Congresos dictan leyes protectoras y los gobiernos
multiplican en su favor decretos y reglamentos. Maestros escla
recidos, sociólogos distinguidos, políticos influyentes todos de
consumo, halagan al obrero, estimulando sus aspiraciones, y re
frenan á los patrones, censurando sus concupiscencias.
La prensa diaria llena sus columnas con artículos, discursos
y disertaciones doctrinarias, elogiando incesantemente á las so
ciedades, centros y gremios de obreros, y publica sus acuerdos y
los debates habidos en sussesiones y asambleas. Las corporacio
nes sabias, brindan con entusiasmo sus tribunas á los conleren-
cistas y catedráticos de renombre, para propagar las doctrinas li
bertarias, el derecho de huelga, el aumento a! salario, la emanci
pación del obrero, la extensión universitaria etc., etc.
Todo esto es digno de alabanza. ¡Adelante, obreros de la
santa causa, luchadores por el ideal!!
Pero volvamos la vista al problema de la raza indígena, de
esta raza, antigua señora del territorio y elemento apreciable de
población nacional. Para regenerar esta raza, no hay adalides, no
hay defensores, solo se encuentran explotadores, victimarios é
indolentes.
Los obreros que frecuentan las fábricas, talleres y gremios
en las ciudades, tienen sus defensores, sus admiradores y hasta
sus aduladores, Qlie les reconocen sus derechos, les ofrecen su
protección y los impulsan á la resistencia contra el capital; los
pobres indios, sepultados en las minas, ó enganchados para las
133
labores de haciendas agrícolas y pecuarias, tienen que enfrentar
se con los gamonales y las autoridades de provincia, quienes ago
tando sus energías y explotando su ignorancia, -los reducen á la
esclavitud, á la miseria y á la muerte.
Los "obreros de las ciudades, considerados como músculo
que produce riqueza, son protegidos para que no se aniquile esta
fuente de producción; el indígena es la bestia de carga, á quien
no ampara la ley, y sobre el que pesa el desprecio, el ult'raje, la
infamia, la ruina.
El obrero de los talleres es el padre de familia, á quien se
reconoce el derecho de alimentar y educará su prole; el indíge
na de los campos y haciendas de explotación gamonalista, es el
paria, que debe reproducirse para multiplicar los esclavos, es el
factor vivo, que con el nombre de colono, debe aumentar el ga
nado humano...
El obrero de las ciudades, es conceptuado, como un ciuda
dano, que en los comicios y con su voto, está llamado á organi
zar los poderes públicos, es miembro del pueblo soberano; el
indígena de nuestras aldeas y pueblos andinos, es el analfabeto,
cuyo nombre figura en las ánforas electorales de matones luga
reños y de políticos anodinos, que de ese modo falsifican las
credenciales de su representación ante los cabildos y ¡os parla
mentos.
Los obreros, que viven en los pueblos de la costa, como to
dos los habitantes criollos, son convocados por la iey militar pa
ra organizar'el ejército, y es el indígena, casi exclusivamente, el
que viste la casaca del soldado y empuña el fusil, para marchar á
la vanguardia, defendiendo con su noble pecho, la bandera na
cional, cuando se le lleva camino del triunfo, ó cubriendo con
sus cuerpos tendidos en el campo de batalla, la retirada penosa
después del desastre. Y estos son los que no tienen idea de Pa
tria, y ni conocen el significado de su bandera!...
Los obreros de las fábricas, industrias y talleres, tienen el
simpático derecho de declararse en huelga, ó de ir a! paro gene
ral, cuando se expulsa del trabajo á algunos de sus miembros
motivada ó inmotivadamente, ó se le defrauda su salario; y hasta
los gobiernos amparan estas exigencias y conjuran el conflicto,
restableciendo en su puesto al expulsado, ó haciendo aumentar
el salario ó disminuir las horas de labor.
Los obreros indígenas en las minas y en las haciendas
agrícolas están vedados de reclamar justicia contra sus victima
rios, de sacudirse de! yugo de los enganchadores, de pedir au
mento del ridículo salario, que es el precio de su libertad y su
vida, y ay! si se les ocurre levantar la voz del reclamo, porque
los cañones del ejército apagarán sus protestas, y los sables de
los escuadrones enrojecerán de sangre inocente las ondanadas de
134
ios valles, sin que la vergüenza enrojezca el semblante de los au
tores y cómplices de esas carnicerías, ya se realicen ellas en Chi-
cama ó en Baños.
Así como las opresiones del capitalista, provocan la suble
vación de las masas, haciendo temblar las instituciones y las de
mocracias, el desconocimiento del problema indígena, traerá
consigo la inminencia del más grande desastre para esta Patria de
escasa población, de limitados recursos y de anémica potenciali
dad nacional.
Nuestros indios no son torpes, ni perezosos, ni ¡nadapta-
bles. No son pocos los que han sobresalido por su ingenio y ta
lento; ellos son los domésticos de todos los criollos, ellos son los
policiales de todas las ciudades, ellos son el mayor número entre
los soldados del ejército de la República.
La raza indígena es la llamada al cruzamiento con la raza
latina, porque en su temperamento lleva la condición másapre-
ciable que necesitamos conseguir, que es la persistencia en el ca
rácter. La tenacidad del carácter es uno de los mejores atributos
del indio, como lo ha observado un sicólogo de fama en nuestra
Universidad, en un discurso forense pronunciado últimamente.
El defecto de versatilidad y movilidad del carácter latino,
debe asociarse á la virtud de constancia y permanencia, que dis
tingue á la raza indígena, para formar el producto, netamente
nacional del mestizo selecto.
Los políticos, los maestros, los magistrados, los sacerdotes,
con fé en el porvenir, deben esparcir la semilla de la verdad, de
la justicia, del amor, para regenerar á los indígenas, nuestros
compatriotas, que como hombres son capaces de mejoramiento
y de progreso. Ciertos rayos de luz sideral, han necesitado y ne
cesitan siglos, para llegar hasta nosotros, del mismo modo,
nuestras enseñanzas, nuestros esfuerzos para civilizar al indio,
atravesarán la espesa atmósfera de sus errores y de sus hábitos
degenerados, y al cabo le lucirá la luz de la verdad y respirará el
ambiente del bien.
La condición del indígena peruano, sin exageraciones, ni
fantasías, es cuestión nacional, más importante que la.lucha del
dinero acumulado del capitalista contra el dinero deficiente del
obrero; es lucha de los elementos constitutivos de nuestra en
tidad nacional, que si no se llega al equilibrio, á la armonía, á la
paz, habremos terminado en el suicidio de la Patria.
Lima, agosto.de 1913.
J. Vitaliano Bcrroa.
En ELDeber Projndígena. Lima. Año I. No. 11. Agosto de 1913, pp. 88-90.
135
 LA TESIS DOCTORAL DE MODESTO MALAGA
Nuestro delegado en Caylloma, don Modesto Málaga, doc
tor en ciencias políticas y administrativas, se ha presentado co
mo-campeón de la causa pro indígena al reclamar el título aca
démico ante la facultad de jurisprudencia de Arequipa con su
trabajo "El problema de la raza indígena". Usando de un estilo
enérgico y conciso, revelador de lasinceridad de un hombre que
en vez de escuchar las mezquinas solicitaciones de los apetitos
personales, siente repercutir en su interior las pulsaciones de la
vida grande nacional, traza el autor del folleto que acabamos de
leer con interés y simpatía, la historia moral de la raza autócto
na, historia de una lucha pertinaz de las circunstancias exterio
res contra la salud del alma de un pueblo desgraciado. Las auto
ridades, los leguleyos los curas, los inspectores de instrucción,
los ejecutores del'servicio militar obligatorio, los jefes de cuar
tel, todos desfilan ante nuestra vista como enemigos de la liber
tad é integridad del indígena. Las escuelas que la ley creó para el
fomento de la cultura en apartados rincones de la república, son
locales desiertos, sin útiles de enseñanza, porque hay quien ne
gocia con esto; atendidos con frecuencia hasta por preceptores
analfabetos, porque el dinero de la nación, que alimenta á miles
de fatuos pretenciosos y á engalonados servidores de las causas
personales, se escatima como precio de la ardua labor del magis
terio, única llamada á formar el fundamento de un edificio polí
tico. Los cuarteles son lugares donde los superiores enseñan su
desprecio al soldado raso, donde ningún afecto por lafamilia pe
ruana se siembra en el corazón del conscripto serrano; los tribu
nales son antesalas de las prisiones injustas y del destierro de la
rústica heredad. La iglesia es la receptora del tributo pecuniario,
de las primicias y los derechos eclesiásticos, más bien que el re
gazo del amor divino donde se encuentre consuelo y caridad.
Fácil es señalar un mal que se presenta tan obvio y horrendo co
mo los agravios hechos á la raza autóctona del Perú; difícil es se
ñalar el remedio, antes de que una propaganda calurosa é insis
tente haya despertado en el medio social los impulsos reacciona
rios y fortalecido la voluntad salvadora. ¿Habrá, sin esta condi
ción previa, un funcionario público, del género que recomienda
el autor en la página 22, que intervenga con honradez, premuni
do contra el cohecho, en los contratos sobre venta de tierras de
indígenas? ¿Habrá ejecución de las leyes anti-alcohólicas que se
dicten para conservación misma de la población que da vida á
nuestros campos, sin que cambie moralmente esta sociedad
acostumbrada á eludir todas las leyes?
Llevado el rayo examinador al fondo del alma de la raza
peruana, se encuentra que ella ha acabado por ser una raza sin
esperanza y que por esto no tiene vida ni progreso; lo único que
136
le queda es una cierta organización arraigada tenazmente en sus
hábitos, cuya expresión palpable es el sistema comunal del ayllo
al rededor del cual libra sus batallas contra su opresor asesino.
Si la falta de esperanza en la raza fuera absoluta y definitiva, su
destino estaría sellado; sucumbiría. Pero la esperanza se halla en
un letargo; puede revivir; y no de la raza misma, sino de las cir
cunstancias exteriores, demasiado poderosas para ser dominadas
por e| indio en su actual estado de-debilidad moral, depende que
esto suceda.
Al final de su tesis, Modesto Málaga echa una rápida ojeada
sobre el estado social general del país; una ojeada que ilumina
como el rayo, símbolo de la ¡ra divina, la masa corrompida de
nuestra política cuotidiana. "El utilitarismo ha desterrado al al
truismo", dice. El utilitarismo reinante ¿de dónde nos viene?
Justamente de aquellos pueblos que han llegado á la cúspide del
éxito y con el brillo de sus triunfos nos seducen á imitar sus mé
todos. Esto prueba que solo nuestro utilitarismo es malo, por
que no quedan en él vestigios de capacidad para la abnegación y
el sacrificio oportunos, ni del concepto de las necesidades colec
tivas. Entre ese utilitarismo y ese altruismo de que habla Málaga,
falta un factor, el egoísmo vigoroso de las unidades populares,
que nosotros no tenemos. Cuando con la ayuda del altruismo de
los pocos patriotas verdaderos que aún respiran en esta tierra,
logre habilitarse el egoísmo de los ciudadanos que se hallan de
samparados de ley y justicia lejos de las orgías palaciegas, enton
ces se habrá resuelto el problema que aún permanece insoluto
á la luz de los proyectos de federación, regionalismo, vindica
ción obrera etc.
Esperanza para el ¡ndio; una tremenda sacudida para aque
llos que no piensan más que en "hacer la digestión burocrática
en reposo bizantino", y la Patria renacerá!
En EJ DeJtoEra-Indígena, Lima, Año III. No. 31. Abril de 1915 pp. 1270
128.
IMPETRAN PROTECCIÓN OFICIAUPARA SUS ESCUELAS
PARTICULARES Y GARANTÍAS PARA SUS MAESTROS Y
, ESCOLARES
Excelentísimo Señor Presidente de la República
Manuel Zúniga Camacho, Preceptor, i los que suscriben,
indígenas del Distrito de Chucuito del Cercado de Puno, ante
Vuestra Excelencia, con el mas profundo respeto, decimos:
137
 En nuestro ferviente anhelo de procurar instrucción á nues
tros hijos ¡ hacer de ellos ciudadanos concientes, útiies á la so
ciedad i á la patria; i estimulados por los nobilísimos propósitos
del Supremo Gobierno, que se afana por difundir la enseñanza
elemental en todos los ámbitos de la República, multiplicando
las Escuelas, hemos también querido contribuir á empresa tan
benéfica, fundando con nuestro solo esfuerzo ¡ sosteniendo con
nuestro propio peculio, dos escuelas rurales en las "parcialida
des" de Potojani, Platería i Ccota de nuestro Distrito, regenta
das abnegadamente, i con éxito, por los Preceptores Don Manuel
Zúniga Camacho i Don Lino Solano, respectivamente;funcionan-
do la primera de dichas Escuelas, con toda regularidad i con un
promedio de 50 alumnos de ambos sexos, en local i con útiles
de propiedad del maestro, desde hace cinco años; habiéndose
fundado la 2a. Escuela, poco después.
Pero la inicua persecución secular de que, por parte de los
llamados "mistes", somos pacientes víctimas, ha tomado pretex
to estúpido de nuestra precitada labor de educación, no ya si
quiera para obstruirnos como siempre, con todo género de difi
cultades, el camino de redención que hemos adoptado, sino has
ta maltratándonos de hecho, con castigos infamantes i prisiones
arbitrarias; calumniándonos dé subversivos, porque, concientes
ya de nuestros derechos de ciudadanos libres, nos resistimos a
los servicios gratuitos que todavía intentan perpetuar los gamo
nales; i atribuyéndonos herejía é inmoralidad, porque nos dedi
camos a la lectura del Evangelio, pues una Biblia, anotada aún
según el gusto de ia Iglesia Romana, es laobra que hemos podi
do conseguir para nuestros ejercicios, i porque, temperantes por
convicción i por el conocimiento de los estragos del tóxico alco
hólico, nos negamos á concurrir de mojigangas, á bailar en las
fiestas religiosas ó tituladas de tales; así defendiendo nuestra
dignidad de hombres, del ridículo de histriones; nuestra salud,
del veneno del alcohol i de las consecuencias asquerosas de or
gías inauditas; y nuestra mermada hacienda de las prebendas de
bidas ai Cura por alferazgo i al gobernador por "multas de em
briaguez i desórdenes, intencionalmente fomentados ó inventa-
dos si acaso faltasen.
Como al ocurrir ante la bondad de vuestro paternal Gobier
no, no llevamos Excelentísimo Señor el propósito de acusar á
nadie, no hemos de distraer su benévola atención con la tristísi
ma historia de miserias, abusos i crímenes perpetrados á diario
por nuestros opresores; pues en casos exasperantes, ocurriremos
á las autoridades judiciales ó ante el Señor Prefecto del Departa
mento, como lo hemos hecho recientemente, ya que no para ob
tener cumplida reparación, que jamás alcanzamos, siquiera sea
para recabar alguna providencia paliatoria i que al menos nos
quede la menguada satisfacción de habernos quejado.
138
Acompañamos sí dos recortes del interdiario "El Siglo" de
Puno, i suplicamos á Vuestra Excelencia se digne pasar la vista
por ellos; pues son referentes, el uno á nuestras Escuelas parti
culares, i el otro á alguno de los agravios que se nos infiere.
Con inmenso júbilo, Excelentísimo Señor, hemos llegado
á conocer vuestro sabio programa de gobierno i la enérgica rec
titud i justicia con que lo ha puesto-en práctica inmediata, por
habérnoslo explicado un ciudadano liberal i altruista: aconseja
dos por él mismo i con la esperanza puesta en vuestra magnani
midad.
Rogamos á Vuestra Excelencia se digne acordarnos las si
guientes gracias que, beneficiándonos, á nosotros particularmen
te, han de reflejar en provecho de las comunidades en que vivi
mos i de la querida patria peruana, de la que tenemos la fortuna
de ser sus humildes hijos, en este periodo feliz de rehabilitación
por la paz, el trabajo, el imperio de la ley i la instrucción i edu
cación, que todos anhelamos i que Vuestra Excelencia sostiene,
fomenta i difunde, con excepcional talento i voluntad patrióti
ca, incontrastable:
la.- Módica subvención, mensual ó por una sola vez, según mas
equitativo se juzgue, para nuestras dos Escuelas particula
res referidas; i si el Supremo Gobierno considera mascón-
veniente, que sean declaradas Escuelas fiscales, pero siem
pre bajo la regencia de sus actuales Preceptores Camacho
i Solano, quienes, por vivir en nuestra sociedad i poseer
nuestro idioma aimará, conocen mejor nuestras condicio
nes i alcances intelectuales, ¡ porque, para la instrucción
elemental i enseñanza del castellano usual, mejor que aca
démicos á quienes no comprendemos, se requiere instruc
tores abnegados i de buena voluntad, como aquellos;
2a.- Bancas-carpetas para los alumnos, pupitres para los maes
tros; i para la enseñanza, pizarras, mapas, esferas, carteles
de lectura, de dibujo, de Historia Natural, de Física, de
Geometría, de Industrias, muestras de escritura, compaces,
reglas, lápices, lapiceros, disfuminos, borradores i algunos
textos, especialmente de la Constitución del Estado i Leyes
orgánicas, /
3a.- Prevención á las autoridades departamental i provincial de
Puno i subalternas de Chucuitó, para que no se dificulte el
libre funcionamiento de nuestras Escuelas, reprimiendo á
los obstructores, i para que ni se nos obligue á alterados de
fiestas i bailes, ni menos se nos persiga i castigue por negar
nos á tan inmorales orgías; ¡
4a.- Habiendo Juáñ-Huanca, uno de los recurrentes,ediíicado
en terreno de su propiedad, por suscripción indígena, un
salón espacioso que ha cedido á la Escuela fiscal rural de
139
 "Pallalla", i no habiendo alcanzado sus recursos para pro
veer de puertas i mamparas sus cinco ventanas, ni para su
pavimentación con madera machi-hembrada que sea la Di
rección de Instrucción la que atienda á esos gastos últimos
i necesarios del dicho salón cedido gratuitamente, i á la
construcción de una habitación adyacente para la maestra,
desde que se trata de una Escuela fiscal.
Es protección justa i de conveniencia pública, que espera
mos alcanzar de iá rectitud ¡generosidad de Vuestra Excelencia,
especialmente.
Chucuito, á de Diciembre de 1908.
Joaquín Valdez, Norberto Pauro, Pedro Pauro, Juan Huanca,
Felipa E. Cuibay, Martín F. Huanca, Santos Pauro, Mariano
Huanca, Juan Ritolaza, Máximo Guerraya, Mariano Pauro, Feli
ciano Vetolasa, Pablo Vitulaza, llefonzo Guerraya, Luis E. Pau
ro, Mariano Vetolasa, Manuel Mamani, Miguel Stos Chejo
EDUCACIÓN INDÍGENA
¿Cual es el mejor
modo de extender
la educación elemen
tal á los indígenas
de los más remotos
distritos?
La instrucción de la raza indígena, sin embargo de ser una
de las condiciones del engrandecimiento nacional, hasta hoy, no
está organizada, ni medianamente siquiera entre nosotros. Con
el establecimiento de las escuelas fiscales en las poblaciones de
la sierra no se ha conseguido, por lo general, mas que dar gran
des proporciones á la empleomanía y obsequiar en sueldos una
enorme suma; sin que la instrucción y educación de la raza indí
gena hayan logrado gran ventaja..Es defecto capital entre noso
tros dictar buenas leyes y reglamentos pomposos; pero en la
práctica surgen dificultades enormes, provenientes no solo de la
decidía y negligencia de los funcionarios encargados de darles
cumplimiento; sino también de la uniformidad de deberes que
esas leyes y reglamentos exigen á todos, como si fueran unifor
mes la cultura, costumbres, densidad de la población, condicio
nes étnicas &., de los habitantes de la República.
140
Es una desgracia de un pueblo que tenga sabios idealistas,
pero no sabios prácticos. Lo que falta á nuestros legisladores pe
dagogos es observar antes de legislar. Hemos tenido especial cui
dado en leer: todo lo que nuestros escritores y sociólogos han
dicho respecto á la raza indígena en estos últimos tiempos, y
después de la lectura, el convencimiento que nos ha quedado es
que, en esta materia, unos se copian de otros ytodos conciben
planes y formulan teorías sin observar hechos, sin estudiar a la
raza indígena tal como es individualmente. Hasta en el congre
so nacional, un ¡lustre tribuno hablando en favor de la raza
indígena, invocaba como argumento las grandes energías y las
virtudes que la hicieron grande en las épocas incaicas.
Se declama y se escribe áfavor de la raza indígena, hacien
do votos por lo que debe ser, pero no se exhibe lo que es en la
actualidad- Lanzamos anatemas contra sus verdugos, sus ex
plotadores; nos indignamos al escuchar sus gritos de angustia;-
pero en verdad no hemos podido óquerido averiguar si esa raza
es explotada por los hombres ó por sus propios vicios. Contem
plamos al indígena solo como á una víctima indefensa de gamo
nales, clérigos, sicarios é inquisidores inhumanos; pero hasta hoy
no queremos decir que si el indígena es victima es también el
verdugo de la civilización y de la instrucción.
Al observar y al estudiar á las sociedades, para remediar sus
males, no hay que juzgarlas con prejuicios apasionados. No hay
peor mal que ser injusto en creer siempre inocente al que puede
también ser culpable. A la raza indígena se le suponen virtudes,
pero no se le observan vicios; se invocan para ella amparos pero
no se exigen deberes; la compadecemos por lo que sufre, sin
averiguar que ¡a mayoría de esos sufrimientos puede ser tam
bién por culpa de ella misma; queremos que se ampare a esa ra
za pero no decimos que todo proyecto de amparo, toda iniciati
va de civilización, sucumben ante sus atavismos invencibles, sus
, vicios arraigados, sus costumbres salvajes, sus odios á toda inno
vación progresista y su amor á las supersticiones yá los conven
cionalismos ridículos en sus relaciones sociales. ^
Un buen plan de educación é instrucción de la raza indíge
na, no puede prescindir, sin ir al fracaso, de estudiar previamen
te'aquellas condiciones que forman actualmente la índole mo
ral de la raza indígena.- No siendo la; educación otra cosa, en
resumen que el perfeccionamiento y la dirección de la voluntad
hacia la consecución de los más altos fines individuales y socia
les ¿no es cierto que en sus nociones primordiales, debe tener
por base segura de éxito, en desalojar de la conciencia del indí
gena todas esas costumbres, atavismos y supersticiones que sir
ven de motores de su voluntad? Para los que observamos el fra
caso de las escuelas fiscales en la mayoría de las provincias de
población indígena, nos ha quedado la convicción profunda de
141
que este fracaso se debe, en gran parte, á las resistencias puestas
por el medio ambiente en que vive el indígena. ..
Efectivamente entre todos los agentes de educación, el me
dio ambiente es el enemigo terrible de la educación del ¡ndio.
Desde el hogar hasta el templo; desde el corrillo familiar hasta
la faena laboriosa del trabajo; el indígena, desde que nace ad
quiere antipatías profundas á todo lo que signifique desviación de
su voluntad ó otras ideas y costumbres distintas de las del medio
ambiente. . . En el hogar, oye á sus padres vociferar contra to
da innovación civilizadora; allí se le hace comprender que las
costumbres de la comunidad deben subsistir á pesar de las leyes
y de las innovaciones. Como en la conciencia del indígena toda
aspiración de una vida civilizada ha muerto, distrae sus días de
tristezas y de recelos, en dar satisfacción á sus odios de raza, en
señando á sus hijos que no deben educarse como el miste, y ali
menta así las soberbias de su ignorancia, enseñándoles que no
deben aprender nada de lo que procure una condición distinta
de la de sus padres. -
Quizá todos no saben que la costumbre en el indígena, es
una según la naturaleza cuyas leyes obedece ciegamente. Entre
esas costumbres atávicas, hay muchas que determinan todos los
actos del indígena en la vida social y en la individual; que le sir
ven de oráculo y de guía no solo para ejercitar sus energías
cuando trabaja, sino también para medir sus aspiraciones, y mo
ver su pensamiento y su conciencia, cuando establece un hogar
cultiva su heredad y practica una acción cualquiera en la vida
diaria. Los rezagos del sistema comunista incaico se han mezcla
do con las funciones de esa dictadura de las costumbres en la ra
za indígena. El incondicional y absoluto amor á sus costumbres
hace del indio un ser aislado en medio délas corrientes del pro
greso. La instrucción de los hijos es una pesadilla terrible para
los padres. Antes de pensar y querer que los hijos se eduquen e
instruyan, solo piensan y quieren que cumplan con lo que ellos
han cumplido, que hagan los servicios públicos acostumbrados
por la comunidad; y, sobre todo que sean también devotos, en
las festividades religiosas, y el cumplimiento de estas devociones
es lo que mueve y da vida á la acción del indígena. Para eso tra
baja, se hace deudor, acumula dinero, malversa sus bienes, de
ja sin pan y sin abrigo á su familia; todo para adquirir considera
ción, respeto y homenaje en su comunidad, invocando así la
idea religiosa para entregarse esos días sin recato alguno a la em
briaguez, á la lujuria y al escándalo.
Los hijos acompañan á los padres en los trajines para cum
plir esos cargos, servicios y devociones. Hemos observado que
en la sierra, cuando se aproxima alguna de esas festividades reli
giosas, los.niños indígenas abandonan la escuela, y no hay auto
ridad capaz de conseguir la asistencia de aquellos á las labores
142
escolares durante los días que duran las fiestas. Ellas tienen pa
ra los niños indígenas un atractivo irresistible. Libremente acu
den á las casas de los devotos, siguen las partidas de bailes, ven
y observan las licenciosas liviandades de la embriaguez pública
y privada, en esas orgías de sensualidades y de libertinaje á que
da lugar en los pueblos de la sierra la celebración de las festivi
dades religiosas, las que para el indígena significan el motivo de
su corrupción, miseria y depravación .inevitable.
Las labores agrícolas, el cuidado de los ganados, el servi
cio gratuito y obligatorio & hacen ilusoria la asistencia de los ni
ños á las escuelas; así como la ignorancia invencible de los pa
dres de familia.
La acción de ios otros agentes de educación —el educando,
el educador-- las autoridades y ,1a prensa; —es completamente
nu!a/ actualmente en muchas provincias de la sierra. Ya hemos
visto que el educando o el alumno de las escuelas, dominado por
el imperio de las costumbres de los padres y de la comunidad,
es imposible que pueda contribuir a su educación, a .la que niega
el concurso de la voluntad y de la razón.
En cuanto á los maestros, agentes principales de educación,
dejan, mucho que desear en las provincias de la sierra. Como en
sus nombramientos intervienen mas las condesendcncias del fa
vor que los merecimientos de la aptitud, moralidad y virtud; re
sulta que el alumno indígena en la escuela no es mas que el
agente mecánico de repetición de letras y sílabas y de lecciones
mal dictadas y peor explicadas. Con maestros ó maestras que
apenas saben firmar; que tienen conducta y moralidad dudosas;
que no pueden poner el concurso del buen ejemplo, ni el anhelo
del progreso intelectual del alumno, y que lo que procuran es
cobrar sus sueldos Íntegros al fin de cada mes ¿puede alcanzarse
alguna vez la educación de la raza indígena: puede mostrársele
alguna vez escenas de moral ó bellezas de virtud? Hay maestros
y maestras que dos ó tres días á la semana clausuran la escuela
por dedicarse á sus negocios y que emplean á los alumnos indí
genas en servicio propio; y hay quienes en los partes mensuales
señalan una asistencia numerosa sin que efectivamente haya acu
dido ni una decena.
Las autoridades, en la sierra, |raras veces cumplen con las
obligaciones que tienen para favorecer la instrucción; y hay mu
chas, que no solo no cumplen sino1 que obstaculizan la enseñan
za. Igual resistencia hacen muchos párrocos. La razón de esta
conducta es clara. A los explotadores no les conviene que los ex
plotados se eduquen e instruyan. El día que eso suceda saben,
ellos, que no habrá el reparto forzoso y obligatorio para el nego
cio de lanas; no tendrán peones gratuitos para su servicio perso
nal, desaparecerán los devotos y con las devociones la cosecha
de dinero para párrocos, gamonales y caciques. Por esta razón
143
 rara es la autoridad que contribuye á procurar la asistencia de
los alumnos á las escuelas fiscales.
En cuanto á la prensa su influencia es nula y desconocida
en las poblaciones indígenas.
r La condición moral y social de la raza indígena, su Índole
/supersticiosa, sus egoísmos invencibles, sus recelos y temores
' atávicos, su degeneración física por el alcoholismo, su culto y
' sus costumbres salvajes, la embriaguez, la lujuria, el derroché
con ocasión de sus devociones religiosas, la existencia del servi
cio gratuito y obligatorio, la tiranía explotadora de las autorida
des, párrocos y gamonales, la imprevisión de los gobiernos y las
complacencias de los encargados de vigilar la enseñanza; son
causas que han producido el fracaso de las escuelas fiscales en
muchas provincias de la República.
(Concluirá)
Modesto Málaga.
El Ariete. Arequipa lo. marzo 1911.
EDUCACIÓN INDÍGENA
(Conclusión)
La población indígena, en la sierra está esparcida en distri
tos, en caseríos y estancias.
Los caseríos y estancias se hallan situados en laspunas, en
las altas cordilleras. En estos últimos lugares impera la ignoran
cia más torpe y supersticiosa. Allí suple al maestro el adivino y
el hechisero; el cerro próximo y el ganado son objetos de culto.
Esa vida primitiva de la familia indígena, solo es estorbada
anualmente por las ¡nvaciones de las autoridades políticas, ju
diciales y eclesiásticas del distrito, que van á cobrar deudas y á
explotar indios; y por. los asajtos brutales de los comisionados
del Subprefecto que van á capturar conscriptos y reclutas para el
ejército. Allí la raza indígena solo nota la acción del Estado por
el número de quintales de lana y de pacochas y ovejas que le
exijen las autoridades; por el sablazo con que le azota el gendar
me y el esbirro; y por la' sórdida codicia del cura que le cobra
exccivos derechos de entierros y matrimonios; así como las pri
micias y demás gabelas eclesiásticas. ¿Como se quiere que la ra
za indígena tenga inclinaciones á educarse, cuando los educados
é instruidos, aquellos que como párrocos tienen el deber de ser
buenos y justos; y como autoridades tienen el deber de amparar
derechos y conceder garantías, se convierten en tiranos y verdu-
144
gos?... Si es verdad que la raza indígena tiene sus defectos y sus
vicios; si anidan en su corazón bajas pasiones; si es grosera en sus
costumbres y reincidente en sus vicios de embriaguez; si se sus
trae á la escuela, huye del ejército y odia al estado y ala civili
zación, es quizá porque ese Estado y esa civilización se cruzan
de brazos y sirven de cómplices de esos bandolerismos que con
esa raza comete el clérigo en nombre de la religión y el mandón
en nombre de la ley.
La educación del indígena, es decir el cultivo de sus facul
tades físicas intelectuales y morales, solo puede ser posible
cuando sea posible en el Perú una depuración de los errores y
vicios que aflijen á la administración pública; cuando la previ
sión y el acierto conduzcan la intervención del Estado en esta
materia; cuando nuestra contemporización ó nuestro egoísmo
nos abandonen, convirtiendonos en obreros laboriosos á fin de
acumular la acción común para estirpar esas costumbres que en
cadenan á esa raza, esclavizándola en presencia de hombres é
instituciones que aún no se deciden á hacer labores de justicia
y libertad.
La ley de instrucción vigente da intervención de super vigi
lancia en las escuelas á las autoridades políticas y los munici
pios. Pero, en muchas provincias de la sierra, principalmente las
autoridades distritales son analfabetas; y en cuanto á los munici
pios, se hallan en acefalía continua. Para el que haya estudiado
la vida social en los pueblos de la sierra, donde ni la acción de la
autoridad ni se percibe la influencia de las instituciones que en
centro de cultura, tienen gran importancia; existe una convic
ción profunda: el imperio de la costumbre es predominante, no
porque es imposible y peligroso para el orden público pretenda
suprimir o modificar; sino porque autoridades e instituciones lo
cales, influenciadas por el medio ambiente no quieren ó no tie
nen carácter para intentarlo.
Los males consiguientes á nuestro decadente estado polí
tico y social hacen que el funcionario se convierta en mercader
y la ley en agencia de utilidad y de lucro. De allí que por más
que la raza indígena sienta anhelos de regenación, algunas veces,
y aspire a empapar su conciencia en la, luminosa corriente de las
¡deas y sentimientos del siglo, se encuentra detenido en sus an
helos o aspiraciones por las conveniencias de esa oligarquía de
funcionarios que le envía la Iglesia y el Estado, qúienen vigilan
la conciencia y dominan la voluntad de esa esclava raza indíge
na.
La pedagogía moderna y los reglamentos de instrucción su
primen los rigorismos para los alumnos, suponiendo que el estí
mulo del honor y el atractivo del saber puedan bastar para que
el educando aproveche las enseñanzas de la escuela. Error y gra
ve error es usar de igual conducta en la educación de la raza ¡n-
145
dígepa. Ni estímulos de honor ni atractivos de saber existe en el
indígena, que considera á la instrucción como una amenaza para
la integridad de la familia y la conveniencia del aillo y la comu
nidad. Usar de la fuerza para hacer el bien es aceptable tratándo
se de la educación indígena. Ya decíamos antes que se dictan en
tre nosotros leyes y reglamentos, como si la población nacional
tuviera una misma cultura y estuviera organizada uniformemen
te.
Vamos á poner un ejemplo oportuno. Los indígenas desig
nados por la comunidad para desempeñar los cargos de alcaldes
de vara, pongos, fiscales, devotos de las festividades religiosas,
mayordomos, bailes &, son puntuales y precisos en cumplir esos
cargos por mas que repugnen, porque párrocos, gobernadores y
jueces les intiman y les exijen por la fuerza que los cumplan,
con amenazas de cárcel, multa y aun confiscación de bienes.
Si el rigor y la amenaza surten sus efectos en aquellos ser
vicios y devociones que no hacen mas que empobrecer y envile
cer á la raza indígena ¿porqué no han de usarse para qué ella se
eduque y consiga así su regeneración y bienestar?
Consideramos, pues, que el mejor modo de extender la
educación elemental de la raza indígena en los más remotos dis
tritos, es adoptar un plan que conduzca a hacer prácticas las si
guientes conclusiones:
1a. Supresión y prohibición radical y absoluta de todo ser
vicio gratuito y obligatorio, estableciendo graves penas para las
autoridades que exijan esos servicios;y así como las devociones
impuestas por la fuerza.
2a. Nombrar preceptores que posean el idioma quechua de
aptitud y moralidad comprobadas y suficientemente remune
rados, debiendo ser residentes si han de ser nombrados para los
distritos apartados; y ambulantes para la educación en los case
ríos y punas.
3a. Dar intervención á los Sub prefectos; en vez de los ins
pectores provinciales, en la vigencia de las escuelas y maestros,
con amplias facultades para conseguir coactivamente la asisten
cia de los alumnos á las escuelas; haciendo efectivas las penas
que señala el reglamento á los padres de familia que nocumplen
con mandar á sus hijos á las escuelas.
4a. Exoneración del pago de la contribución industrial á
los padres de familia, cuyos hijos no hayan tenido falta de asis
tencia alguna durante el año escolar; otorgar como premios á los
niños indígenas que hayan sido aprovechados y puntuales en la
asistencia, becas en las escuelas normales de la capital de la Re
pública. De este modo, después de poco tiempo, habrían pre
ceptores normalistas de raza indígena utilizables para ipstruir y
educar á sus conciudadanos.
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5a. Garantizar al libre ejercicio de sus derechos á los indí
genas; estableciendo severas reprensiones, contra los tiranos y
explotadores de que son víctimas en las haciendas de la sierra
donde la inhumanidad de los patrones llega a comprar yvender
familias y niños como cabezas de ganado. Estas son, en nuestro
concepto, sujeto á errores y desconciertos, las condiciones nece
sarias para extender la instrucción á las más apartadas regiones
de la sierra. No puede haber educación verdadera para ningún
ser racional, si el educador y el educando no pueden entenderse
por el vínculo indispensable del lenguaje; si entre ellos no pue
den existir las simpatías y afinidades de raza y aspiraciones y
sentimientos comunes si en ambos no pueden marchar unifor
memente esos fecundos anhelos que tienden á hacer brotar en el
cerebro y en el corazón ideas y afectos levantados, capaces de
colocarlos en el camino de las regeneraciones y los propósitos
progresistas. El cultivo de la inteligencia y del corazón, la edu
cación sólida y fecunda en resultados no puede ser jamás inten
tado, si el educando ha de llegar á la escuela a escuchar un len
guaje que no conoce, si ha de ir con el fiambre de los atavismos
y los prejuicios del hogar y de la familia si entre el que se ense
ña y el que aprende, no ha de existir la convicción de que se
cumple un deber en las tareas escolares.
La educación de la raza indígena es el gran problema que
debe ser resuelto por los que se interesan por el engrandecimien
to de la patria; pero, al resolver ese gran problema, debemos ser
prácticos y no teóricos. El maestro es el que forma la grandeza
de las naciones.
Quizás parecerá estraño á alguien que al tratar de la educa
ción del indígena empecemos por condenar su afección á las de
vociones que se le imponen por la fuerza, y abogar contra el ser
vicio gratuito y obligatorio y la tiranía y explotación de mando
nes, así como contra la existencia de aquellas costumbres. Si así
pensamos, no es porqué pretendamos suprimir el sentimiento
religioso en el indígena; es porqué tenemos el convencimiento
de que jamás puede llamarse religión á esas devociones que no
dejan al ¡ndio ni una lección de moralidad, ni un propósito de
perfección, ni mucho menos un beneficio para el hogar y la vi
da, sino que dan la corrupción de /esa raza, fomentando oca
siones para cebarse en'el vicio alcohólico, arrojando con derro
ches de dinero y de salud el pan y el 'porvenir de la familia.
Y así como en la orgía devota, á la que se quiere llamar
cuito religioso, se envilece y se envicia al indígena, enervando su
voluntad, asi también con el afecto á sus costumbres y el yugo
del servicio gratuito que se le impone, no solo se esclaviza su
actividad individual, alejándola de labores mas provechosas pa
ra él;sino que su carácter tímido por naturaleza se aríula comple
tamente: matando el sentimiento de individualismo. Y allí don-
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de no puede despertarse el carácter, no termina la educación; allí
donde conciencia y voluntad se hallan entregadas al sueño
enervante de convencionalismos tiránicos, no puede abrirse pa
so la vida deí derecho, ni puede formarse la concepción de la
idea del bien y del progreso.
-Pretender educar á la raza indígena sin libertarla, alejarla
de sus costumbres, sus errores sus vicios y sus atavismos, es lo
mismo que pretender que el esclavo encadenado se yerga libre
sin que antes rompamos sus cadenas.
Finalmente siendo tan importante el estudio del mejor
plan de instrucción nacional en cuyo plan debe dedicarse espe
cial estudio á lo que se refiere á la raza indígena; preciso es que
se proyecte un congreso de pedagogos. La educación elemental,
base de la educación facultativa, no puede estar al arbitrio de la
cultura; sino de una buena legislación y amparo Estatal.
Modesto Málaga
El Ariete. Arequipa, lo. de abril de 1911.
EL INDIO
. Descendió ei legendario Manco Capac del ignescente seno
del Sol, trayendo en la mirada los esplendores deslumbrantes'dél
genio, en su verbo la fuerza persuasiva de la elocuencia, en el
ademán, en el continente todo, la majestad subyugante de la so
beranía divina que le confió su padre sideral.
Los candorosos pueblos recibieron reverentes al alto envia
do, se sometieron gustosos á su gobierno y Manco Capac echó
los cimientos del imperio del. Tahuantisuyo, cuya portentosa
organización no tiene parangón en la historia.
Y los aborígenes peruanos, siempre sumisos al hijo del Sol,
se sometieron sin protesta á esta organización que fundada en el
régimen del comunismo, los dejó sin propiedades particulares,
condenados al servil trabajo forzoso, á permanecer secularmen
te en la esfera de sus progenitores, extinguiendo todo ideal de
prosperidad nacional; reducidos á una dependencia ciega y abso
luta, reglamentados todos los actos de su vida, sin libertad ni
aún para amar, pues la autoridad era la que determinaba arbitra
riamente los matrimonios.
Y en esta esclavitud aniquiladora y depresiva, y en la más
funesta ignorancia, vegetó el indio 3 siglos convirtiéndose por la
influencia incontrastable del medio, en una máquina inconscien
te, en un autómata humano de fácil dominio.
Mientras tanto, de la secular Europa, un obscuro marino,
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en prepotente esfuerzo, cruza intrépido los horrísonos ignotos
mares y llega triunfante al Nuevo Mundo que adivinó su excelso
genio clarovidente.
La insólita noticia de este descubrimiento exalta el espíritu
castellano valeroso y aventurero, los abundantes é inagotables
veneros de oro y plata, que es evidente atesoran estas nuevas tie
rras, constituye irresistible estímulo é innúmeras expediciones
de centenares de hombres ansiosos de riquezas y de gloria cru
zan los hasta entonces solitarios mares, para emprender la con
quista de la América.
Francisco Pizarro, soldado sereno y esforzado, pero cruel,
alevoso y vengativo, se propuso la destrucción del poderoso y ri
co imperio de Tahuantisuyo; : invadió las costas peruanas, impu
so admiración y terror á los sencillos indios, estupefactos ante
hombres tan distintos á ellos, le tendió una emboscada innoble
al Inca atacándole de improviso, y tomándole prisionero cuando
éste lo reibía amistosamente; é hizo en los aturdidos soldados
indígenas una horrible matanza.
Preso su Inca, los indios sin iniciativas personales, acostum
brados sólo á obedecer á su monarca, huyeron amedrentados en
la más grande confusión.
Muere Átahualpa sacrificado á la ambición y crueldad de
Pizarro; el Inca Manco pretende reivindicar et trono de sus ma
yores y los indios se agrupan á su alrededor peleando tenazmen
te contra los leones de Castilla, y dando pruebas palmarías de
que también ellos, no obstante su inferioridad, saben llevar el
valor al heroísmo. La superioridad de armamento y la pericia de
los españoles triunfan al fin, y el defensor de la fortaleza de Sac-
sahuaman, el valeroso Cahuide, viendo ya todo perdido como
los antiguos romanos, como los altivos numantinos, no quiere
sobrevivir á la pérdida de la patria y envolviéndose la cabeza en
su manto, se arroja .desde la altura, dándose una muerte glorio
sa.
Desaparece así en horrible hecatombe, el poder incaico y
España consolida su dominio en el Perú, perpetuando de hecho
la esclavitud del ¡ndio.
Esclavitud más cruenta aún, pues si es verdad que el anti
guo gobierno era despótico tenía también mucho de paternal; se
exigía sólo un trabajo moderado y se aseguraba la subsistencia
de cada uno con el usufructo del terreno que se le daba; mien
tras que en el coloniaje se les obliga á pesadas é ímprobas labo
res, que acortaban su existencia diezmándolos rápidamente cual
implacable flagelo, se les sometía á mil penalidades; se les explo
taba vilmente, se les despojaba y ultrajaba con crueldad inaudi
ta; se les redujo á la miserable condición de ilotas.
Y de aquí nació el recelo y la desconfianza, la hipocresía y
la aleve venganza que toman del blanco, y que muchos aprove-
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 chan para denigrarlos, sin reflexionar que esas malas cualidades
no son sino productos naturales de la injusticia, de la inhumani
dad, con que se les trata.
Trascurrieron doscientos ochenta años más en esta cruel
esclavitud.
La grandiosa evolución social y política que los principios
liberales venían preparando desde el Renacimiento en el Viejo
Mundo; la independencia de Estados Unidos, la libertad de
Francia, excitaron intensamente á las jóvenes generaciones de la
América latina, que impulsadas por los más nobles ideales se
lanzaron intrépidas á la conquista de su libertad, consolidándo
la, al fin, en las batallas gloriosas de Junín y de Ayacucho, des
pués de catorce años de titánica lucha.
Las nuevas leyes democráticas abolieron la funesta división
de clases, los injustos privilegios, declarando á todos libres é
¡guales, ciudadanos de estado con acceso á todos los puestos
públicos, cualquiera que fuera su origen, no exigiendo mas títu
lo que competencia y probidad.
Pero á las apartadas regiones andinas á las humildes chozas
de los indios, no llegó la reforma regeneradora de la libertad. Su
esclavitud, que como una funesta herencia indefectible viene es
carneciéndole desde remotos siglos, se perpetúa á través de la
república con su cúmulo obligado de extorsiones inmensamente
dolorosas.
El desgraciado indígena es esclavo del cura, esclavo del go
bernador, esclavo del enganchador;víctima inerme del inhumano
cauchero que lo asesina impune, y del minero ambicioso que
por mezquina economía lo expone criminalmente á la muerte
diciendo con cinismo inaudito: " ¡Qué importa la vida de un in
dio! ¡más vale una muía!"
Lógico sería suponer que en tantas centurias inacabables
de ominosa opresión y forzosa inercia intelectual, las facultades
todas del aborigen-peruano se hubiesen atrofiado ó envilecido
por completo... Pero no; él aún atesorajatentes preciosas dispo
siciones para desarrollar útiles y ennobleccdoras energías y ex
celsas virtudes. Pruebas irrefutables nos ofrece la historia.
En la campaña de la Independencia, dos indios humildes,
María Bellido y José Olaya, prestan importantísimos servicios a
la causa de la libertad ycaídos prisioneros, desprecian altivos las
riquezas ofrecidas sufren serenos pavorosos tormentos y mueven
con sublime entereza sin revelar á los enemigos de la patria eíse
creto que pretendían arrancarles, equiparándose en gloria á los
legendarios héroes que nos muestran las epopeyas del antiguo
oriente.
Y cuando el aleve enemigo invadió la sierra, prosiguiendo
en su ansia de exterminio la obra de vandalismo que ya había
perpetrado en la costa, al verse despojados de sus ganados, que-
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mados sus ranchos, víctimas de los más horrendos crímenes los
mansos ysufridos indios transformados en fieroleones lanzan
?nfeer¡dtn0dad0S ' *'UCha para ^ ,os -grttSiIt^S
Ysabemos de rústicos indígenas, de esos parias desprecia
bes juzgados incapaces de los elevados sentimiento Honor
de dignidad de amor patno, actos heroicos que están en parale
lo con los admirables hechos que dieron gloria eterna álaaí^tiva
«parta: asi un indio que es tomado prisionero en la batalla de
Huamachuco, resiste con indomable valor el suplicio áque la fe
rocidad del jefe chileno lo somete, para que revele la dirección
ornada por el resto del batallón peruano yla anciana madre co
locada, con crueldad inaudita, en su presencia, ahoga sus senti
mientos maternales, alentándole llena de entereza á que prefie
ra ¡a muerte a denunciar á sus compatriotas; la sublime india es
acribillada a puñaladas, y el hijo, en un esfuerzo gigantesco de
desesnerac.on, se liberta de sus verdugos yse precipita al abis-
Este solo hecho, digno de ser cantado en épicas estrofas
rÍpñ^ácPara eV.,dei]clar P°r SI'S0|(>> s¡ no se hubieran realizado
cien mas que el indio no es un ser ininteligente yabyecto inca
paz de cultura, como pretenden sus detractores
Libérteseles de la cruel opresión que hoy abruma ydegra
da, transfórmese su medio, prodigúesele instrucción yjusticia y
níleuT™?
nivel, la raza ttoda
rT*
culminara'^regenerada
eleVad° mUCh°S ÍlldÍ0S
yponiendo en á""'alto
actividad
las energías que en estado de potencialidad guarda latentes será
uno de los importantes elementos constitutivos de la nación
que hoy mas que nunca necesita del concurso unánime de sus
hijos, para salvar su integridad amenazada yalcanzar la prepon-
su'sudo a^ora. ^^ '* ^'^ é¡na*°tjb,cs ri<*"™ que
Lima, junio de 1911.
María Jesús Alvarado Rivera
El Comercio 10VII-1»»11
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