Para el propósito de ver el punto de convergencia y mutua relación entre la
Teología y la Comunicación como ciencia, tocamos un poco la identidad y contenido de
la Teología. En la época antigua de los padres griegos identificaban a la Teología con la doctrina de la Trinidad. En la Edad Media en general se identificaba con la sacra doctrina. En la Reforma Protestante del siglo XVI se define como “la revelación de Dios de sí mismo en la cruz de Cristo”. En la época moderna se entiende como la empresa de percibir, comprender y explicar lo que Dios ha revelado en Jesucristo del cual dan testimonio las Sagradas Escrituras.
Creemos que será suficiente anotar aquí dos definiciones fundamentales de
Teología, que a nuestro criterio, son bastante maduras: a) Es una de aquellas empresas humanas tradicionalmente llamadas “ciencias” que buscan percibir un objeto o el ámbito de un objeto por el camino que éste señala como fenómeno, comprenderlo en su significado y enunciarlo en todo el alcance de su existencia. La palabra “Teología” parece indicar que en ella, como en una ciencia especial “muy especial” se trata de percibir a Dios, de comprenderlo y enunciarlo”; b) El fundamento y el centro de la Teología es la revelación de Dios en Jesucristo. Su objetivo particular es la inteligencia crítica del contenido de la fe para que la vida del hombre pueda ser plenamente significativa.
La Teología se ocupa no solamente de Dios, sino de aquellas relaciones entre
Dios y el universo que nos llevan a hablar de creación, providencia y redención. Es una ciencia porque, como cualquier otra ciencia, ella no crea, sino descubre los hechos ya existentes y sus relaciones mutuas, tratando de mostrar su unidad y su armonía en las diferentes partes de un sistema orgánico de verdad. El tema y el contenido de la Teología es, pues, la revelación de Dios. La Teología existe porque tenemos una revelación previa de parte de Dios depositada en el Antiguo y Nuevo Testamentos.
La autocomunicación de Dios es la acción soberana de la libre iniciativa de
Dios de revelarse y comunicarse con los hombres para hacerse encontradizo. En consecuencia, reconocemos la autoridad del texto bíblico como el depositario de la autocomunicación de Dios. La Teología Evangélica trabaja, al menos, con tres suposiciones: a) La existencia humana, b) En forma particular, con la fe de aquellas personas a quienes les ha sido dado y que están dispuestas a reconocer esa autocomunicación de Dios que ha acontecido, c) La capacidad de percibir, discernir y expresar de los que creen en el Dios del Evangelio que se ha autorevelado. El Dios que a pesar de su grandeza, santidad, omnipotencia, omnisciencia, perfección, ha decidido en su libre voluntad, abajarse, anonadarse, y habitar entre los hombres para amarlos, buscarlos y salvarlos.
La Teología de la Comunicación viene a ser una interpretación de la
comunicación en relación con Dios y con la experiencia del hombre. Es un discurso sobre el fenómeno de la comunicación desde la perspectiva de Dios, de la fe, de la revelación. Cuando se habla de una Teología de la comunicación no se excluye la comunicación privada interpersonal, pero se hace referencias especificas a la comunicación de masas a través de los modernos medios de comunicación masivas.
La Teología de la Comunicación cuenta con una larga historia de la revelación
judeocristiana, con una larga experiencia de fe en la Iglesia. Y esta es la base para cualquier reflexión teológica y sobre la comunicación. Son muchos los elementos de la revelación y de la Teología judeocristiana que son fundamentales para interpretar la comunicación humana desde la perspectiva de la fe: La comunicación intratrinitaria, la creación, la revelación de la ley, el contenido revelador y comunicador de Jesucristo, el Reino de Dios, la obra de comunicación del Espíritu, la comunión y misión eclesial.
En el libro de Génesis, la comunicación se nos muestra como un acto divino más
que humano. Es Dios quien se da a conocer a sí mismo. Aunque en el tiempo de los patriarcas no se había definido el concepto de profetas, se registra el hecho de que Dios usaba a ciertos hombres para que estos sirvieran de portavoces de su voluntad divina, por ejemplo: Noé, Abraham, etc., la presencia y la comunicación entre Dios y su pueblo era natural y manifiesta, su comunicación por medio de voz audible y por visiones era continua para con los patriarcas para mostrarles su voluntad.
La comunicación de Dios en el Éxodo varía un tanto en comparación como lo
hizo en el tiempo de los patriarcas. En el periodo patriarcal lo hizo directamente, en el periodo del éxodo a través de figuras, visiones y sueños, aunque Moisés fue la excepción. Las distintas leyes y códigos promulgados por Dios en el Antiguo Testamento son un testimonio de la comunicación de Dios y lo que en esencia quiere enseñar la ley es la santidad, la justicia y el amor de Dios, para que el