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La verdad del sexo al menos en cuanto a lo esencial, ha sido presa durante siglo de
esa forma discursiva, y no de la enseñanza (la educación sexual se limitará a los
principios generales y a las reglas de prudencia, ni de la iniciación.
Mucho mas que un mecanismo negativo de exclusion o rechazo, se trata del escendido
de una red sutil de discursos, de saberes, de placeres, de poderes; no se trata de un
movimiento que se obstinaría en rechazar el sexo salvaje hacia alguna region oscura e
inaccesible, sino, por el contrario, de procesos que lo diseminan en la superficie de las
cosas y los cuerpos, que lo excitan, lo manifiestan y lo hacen hablar, lo implantan en
lo real y lo conminan a decir la verdad: toda una titilación visible de los sexual que
emana de la multiplicidad de los discursos, de la obstinación de los poderes y de los
juegos del saber con el placer.
La sexualidad no debe ser entendida solo como impulso que las fuerzas sociales deben
Susan Sontag comentó en una ocasión que desde que el cristianismo centró su
atención "en la conducta sexual como fuente de la virtud, todo lo relacionado con el
sexo se ha convertido en ‘caso especial' en nuestra cultura" 38.Las leyes sobre el sexo
han incorporado la actitud religiosa de que el sexo erótico es un pecado especialmente
atroz, que merece los castigos más duros. Durante gran parte de la historia europea y
americana, un simple acto voluntario de penetración anal era motivo de ejecución. En
algunos estados la sodomía todavía hoy supone condenas de 20 años de prisión.
Fuera del terreno legal, el sexo es también una categoría marcada. Las pequeñas
diferencias en valores o en conducta se contemplan a menudo como amenazas
cósmicas.
Las sociedades occidentales modernas evalúan los actos sexuales según un
sistema jerárquico de valor sexual. En la cima de la pirámide erótica están solamente
los heterosexuales reproductores casados. Justo debajo están los heterosexuales
monógamos no casados y agrupados en parejas, seguidos de la mayor parte de los
demás heterosexuales. El sexo solitario flota ambiguamente. El poderoso estigma que
pesaba sobre la masturbación en el siglo XIX aún permanece en formas modificadas
más débiles, tales como la idea de que la masturbación es una especie de sustituto
inferior de los encuentros en pareja. Las parejas estables de lesbianas y gays están en
el borde de la respetabilidad, pero los homosexuales y lesbianas promiscuos
revolotean justo por encima de los grupos situados en el fondo mismo de la pirámide.
Las castas sexuales más despreciadas incluyen normalmente a los transexuales,
travestís, fetichistas, sadomasoquistas, trabajadores del sexo, tales como los
prostitutos, las prostitutas y quienes trabajan como modelos en la pornografía y la
más baja de todas, aquellos cuyo erotismo transgrede las fronteras generacionales.
Además, los términos psicológicos empleados vinculan las dificultades de
funcionamiento psicodinámico con diversas formas de conducta erótica. Igualan el
masoquismo sexual a los caracteres de la personalidad autodestructiva, el sadismo
sexual con la agresión emocional y el homoerotismo con la inmadurez. Estos revoltijos
terminológicos se han convertido en poderosos estereotipos que se aplican
indiscriminadamente a los individuos en base a su orientación sexual.
Por ejemplo los encuentros heterosexuales pueden ser sublimes o
desagradables, libres o forzados, curativos o destructivos, románticos o mercenarios.
Mientras no viole otras reglas, se le concede a la heterosexualidad la plena riqueza de
la experiencia humana. Por el contrario todos los actos sexuales del lado malo son
contemplados como repulsivos y carentes de cualquier matiz emocional. Cuanto más
separado esté el acto de la frontera más regularmente se le muestra como una
experiencia mala.
Es difícil desarrollar una ética sexual pluralista sin un concepto de variedad
sexual benigna. La variedad es una propiedad fundamental de toda forma de vida,
desde los organismos biológicos más simples hasta las formaciones sociales humanas
más complejas y, sin embargo, se supone que la sexualidad debe adaptarse a un
modelo único. Una de las ideas más tenaces sobre el sexo es que hay una forma de
hacerlo mejor que todas las demás, y que todo el mundo debería practicarlo en dicha
forma.
"Según los antiguos códigos civiles y canónicos, la sodomía era una categoría de
actos prohibidos, por tanto el que la perpetraba no era más que el sujeto jurídico de éstos.
El homosexual del siglo XIX se convertía en un personaje, un pasado, un caso y una
infancia, además de ser un tipo de vida, una forma de vida y una morfología de indiscreta
anatomía y posiblemente misteriosa fisiología... El sodomita había sido una aberración
temporal, el homosexual era ahora una especie."
Michel Foucault44.
En las ciencias sociales cuestiona la idea de que exista un discurso científico objetivo
sobre la sexualidad que sea libre de valores. Desde el punto de vista de las ciencias
sociales todo discurso esta cargado de valores especialmente se le asocia
repetidamente con enfermedad o con moralidad.
Un comportamiento, un deseo o una fantasía se vuelve sexual a partir de significados
socialmente construidos lo que es sexual en una cultura o en un momento histérico,
no lo es en otros.
Con base en los sistemas de género, las cuestiones de elección son complejos pues
actividades aparentemente voluntarios pueden estar condicionados por construcciones
culturales sobre el deber ser o por dependencias familiares, requerimientos
económicos, temor a la violencia o miedo al abandono.
Las ciencias sociales al ocuparse de las sexualidades como objeto de estudio ponen el
acento en los distintos escenarios culturales, las normas y criterios para el
emparejamiento sexual, las relaciones de poder, las desigualdades, las redes de
sociabilidad, el papel de las instituciones como la familia y el parentesco en la
reproducción social, las categorías y clasificaciones, la estructura y los mecanismos de
distribución de la riqueza y los privilegios sociales, los dispositivos de control, el
potencial de validación y censura que el mundo social ejerce sobre cada sujeto y el
potencial de transformación de los actores sociales.
En cuanto a los sentimientos, si bien en todas las sociedades y culturas existe
potencialidad para los sentimientos amorosos y su relación con el erotismo, este
potencial se inscribe de manera diferente en las distintas culturas y dimensiones de
las estructuras sociales.
Estas relaciones definen características diferentes para las sexualidades femeninas y
masculinas, en las que aparece un predominio de amor- pasión como característica
masculina y un lazo mayor de la sexualidad femenina con el amor romántico.
Identidades sexuales
La cuestión de identidades no debe confundirse con los comportamientos. La relación
entre como una persona se identifica y es lo que hace sexualmente, opera de manera
diferente en distintos contextos socio- culturales
La sexualidad constituye un campo de acción política, en tanto constituye un espacio
de acciones y reacciones en el cual las relaciones de poder afectan profundamente las
normas, las clasificaciones, los significados y las posibilidades de libertad y de
ejercicio de derechos.