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CUATERNARIO Y ARQUEOLOGÍA:

HOMENAJE A FRANCISCO GILES PACHECO

Grafito Ibérico hallado en el Cerro del Castillo


(Fuengirola, Málaga): nuevos datos sobre la presencia
indígena en los yacimientos fenicios del círculo del Estrecho

Juan Ramón García Carretero y Juan Antonio Martín Ruiz


Arqueólogos.

REsuMEn
Publicamos un grafito ibérico procedente del asentamiento fenicio del Cerro del Castillo de Fuengirola, solar de la antigua Suel, el cual fue realizado sobre una píxide campaniense que puede
fecharse en el siglo I a. C. Su aparición permite estudiar un tema poco tratado como es la presencia de textos en lengua ibérica en contextos fenicios, los cuales avalan la presencia de individuos
indígenas en estos yacimientos.
Palabras clave: Grafitos. Ibérico. Fenicio. Suel. Andalucía.

AbstRACt
We analyse an Iberian graffiti from the Phoenician site of Cerro del Castillo in Fuengirola, the ancient site of Suel. It was made on a Campanean pyxis which can be dated in the 1st century b. C.
This unusual finding lets us deal with the scarcely debated subject of Iberian language texts in Phoenician contexts, supporting the presence of indigenous people in those settlements.
Key words: Graffiti. Iberian. Phoenician. Suel. Andalusia.

IntRoduCCIón ibérica, todavía no exenta de dilemas e incertidumbres


Es una idea muy extendida entre los investigadores a la hora de su lectura e interpretación (Tovar, 1987:
dedicados al estudio del mundo semita colonial que el 39-40).
registro arqueológico que proporcionan los yacimientos Esta circunstancia nos permite abordar un tema de
fenicios existentes en el sur de la Península Ibérica no singular interés como es la presencia de componentes
suele ser muy pródigo a la hora de facilitarnos materiales poblacionales indígenas en los establecimientos fenicios
que muestren textos escritos en lengua fenicia o púnica, del área del Estrecho de Gibraltar durante la segunda
si bien es ésta una cuestión que ha sido puesta en duda mitad del I milenio a. C. Ciertamente este asunto ha
recientemente (Zamora, 2005: 155-170). Sea como merecido menos atención por parte de los investigado-
fuere, lo cierto es que todavía es menos habitual que nos res que la presencia autóctona en los siglos pertenecien-
encontremos ante hallazgos que nos muestren grafías de tes a la primera mitad de dicho milenio, tal vez debido
raigambre ibérica como la que presentamos en las pági- a la trascendencia que se ha otorgado al conocido
nas que siguen. Tal vez contribuyan a ello la dificultad período Orientalizante y, de manera muy particular, a
que en no pocas ocasiones existe para distinguir estos la discusión existencia acerca de si hubo o no un proceso
signos de los fenicios (Ruiz, Mederos, 2002: 89), así de aculturación por parte de los colonizadores hacia los
como la propia problemática que entraña la epigrafía colonizados (Wagner, 1995: 116-122).

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CUATERNARIO Y ARQUEOLOGÍA:
HOMENAJE A FRANCISCO GILES PACHECO

El GRAFIto
Al igual que sucede con otros materiales ya publica-
dos de este asentamiento se conserva en una colección
privada, por lo que carece de un contexto preciso con el
que vincularlo. Aun así, la presencia en él, como deci-
mos, de un grafito realizado en escritura ibérica, el único
constatado hasta el momento de este yacimiento, hace
que su estudio presente cierto interés pues acrecienta el
escaso número de testimonios escritos con esta grafía
aparecidos en contextos coloniales semitas de ambos
lados del Estrecho de Gibraltar.
El grafito en cuestión fue grabado sobre un reci-
piente cerámico (Figuras 1-2). En este caso se trata de
una píxide casi completa de cerámica campaniense, con
un diámetro de 86 mm. en el borde de tendencia exva-
sada, 96 mm. en su base plana y una altura de 63 mm.
en su pared cilíndrica ligeramente curva, pudiendo ads-
cribirse a la forma Lamb. 3 (Lamboglia, 1952: 148), así
como a la serie 7540-7550 de J. P. Morel (1981). La
pasta compacta ofrece una coloración beige rosado en
la que es posible apreciar minúsculas y abundantes in-

Figura 2. Detalle del grafito.


clusiones negras, además de algunas marrones de mayor
tamaño. Cubierta con un barniz negro mate, más espeso
en su base, muestra reflejos metálicos de tonos castaños
en la base externa e interna, los cuales se tornan más cla-
ros y verdosos en las paredes, pudiendo apreciarse cómo
su superficie interior se encuentra muy descascarillada.
Teniendo en cuenta un examen visual de las pastas
y barnices del vaso podríamos inclinarnos en un primer
momento a considerar que se trata de una campaniense
beoide. Ahora bien, lo cierto es que es preciso ser suma-
mente cautos en este sentido puesto que la realización
de análisis de pastas a un grupo de piezas ibéricas y cam-
panienses procedentes del yacimiento ilicitano de La
Alcudia, entre las que se incluyen píxides, ha puesto de
manifiesto la ineficacia de este tipo de observaciones vi-
suales a la hora de establecer grupos, puesto que se de-
tectaron recipientes itálicos e ibéricos que fueron
realizados con las mismas arcillas, de manera que resulta
obligado realizar este tipo de análisis si deseamos estar
plenamente seguros de su carácter de importación (Sala
y Ferrandis, 1997: 229-230).
En su base externa podemos ver una letra que fue es-
crita con posterioridad a su cocción, como es el go, ko
ibérico, letra respecto a la que existe un acuerdo gene-
ralizado entre los investigadores al considerar que no
tiene equivalencia en fenicio ni en griego, tratándose
por tanto de un signo de invención claramente indígena
(Pérez, 1986: 78; Zamora, 2002: 210; Correa, 2005:
Figura 1. Dibujo y fotografía de la píxide.
145-146).

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GRAFITO IBÉRICO HALLADO EN EL CERRO DEL CASTILLO (FUENGI-
ROLA, MÁLAGA): NUEVOS DATOS SOBRE LA PRESENCIA INDÍGENA
EN LOS YACIMIENTOS FENICIOS DEL CÍRCULO DEL ESTRECHO.

El problema surge en este ejemplar suelitano, al igual Otro más ha sido hallado recientemente en las exca-
que sucede en otros casos, a la hora de interpretar este vaciones, todavía en curso de estudio, realizadas en una
signo, pues para los investigadores puede considerarse zona industrial localizada en la calle Granada de Má-
tanto como una marca de propiedad como un signo me- laga2, donde se halló un fondo de terra sigillata itálica
trológico (González de Canales et al., 2004: 136). Sin con la letra go, ko en el fondo externo que también con-
embargo, al tratarse la píxide de un vaso de mesa nos in- sideramos una posible marca de propiedad (Figura 4).
clinamos por el primer supuesto, como por otra parte Además, en él podemos apreciar impresa la marca del
ya se ha indicado también para el escrito sobre el plato alfarero Zoilo, el cual ofrece una cronología algo más
de engobe rojo onubense (Fernández y Correa, 1988- avanzada que la que podemos asignar a la pieza sueli-
89: 127). tana, puesto que puede datarse en la primera mitad del
siglo I d. C. (Pérez-Malumbres y Martín, 2007).
los GRAFItos IbéRICos En ContExtos
FEnICIos
La aparición de cerámicas que muestren en sus su-
perficies grafías ibéricas en contextos coloniales fenicios
es hasta el momento bastante limitada, pues además del
que aquí presentamos solamente se han documentado
tres ejemplares más. Pero inclusive si nos referimos a fe-
chas más antiguas el registro se reduce aún más, ya que
disponemos tan sólo de un texto ejecutado sobre un
fragmento cerámico gris formado por cinco signos y que
procede del yacimiento portugués de Abul, en concreto
de la fase II de Abul A1 (Tavares, 2005: 759) que po-
demos fechar entre finales del siglo VII a. C. y la primera
mitad del VI.

Figura 4. Fotografía del grafito procedente de Malaca (Fuente: A. Pérez-Malumbres).

Un nuevo ejemplar, el último de los documentados


hasta el momento, nos lleva esta vez al otro lado del Es-
trecho de Gibraltar, en concreto a Rusadir, la actual Me-
lilla. Fue aquí donde, en una de las intervenciones
Figura 3. Dibujo del grafito hallado en Gibraltar (Fuente: Francisco Giles).
efectuadas en los Jardines del Gobernador sobre una
El primero de los casos citados nos remite a un con- zona de probable carácter comercial, se encontró un
texto religioso como es la cueva santuario de Gorham fragmento amorfo de un ánfora posiblemente adscribi-
en Gibraltar, santuario que ha sido vinculado con la na- ble al tipo Mañá C2b, el cual puede datarse entre los si-
vegación (Gómez y Vidal, 2000: 113-114) y entre cuyas glos II-I a. C. y en el que se advierte un grafito que sus
ofrendas se localizó buena parte de un cuenco hecho a excavadores publicaron como púnico (Aragón et al.,
torno en cuyo interior se había grabado un grafito inciso 2006: 87 y 89-90). Ahora bien, desde nuestro punto de
integrado por catorce letras, alguna de ellas incompleta vista se trata igualmente de un grafito go, ko como los
en su trazado (Gutiérrez et al., 2001a: 18), cuenco que que venimos estudiando (Figura 5). El hecho de que
puede fecharse entre los siglos IV y II a. C.1 (Figura 3). fuese realizado con anterioridad a su cocción nos ase-
En cuanto al texto en sí, aún no traducido, es muy posi- gura sin ningún género de dudas que fue hecho durante
ble que se trate de una ofrenda propiciatoria o una in- las labores alfareras, ya sea en Gadir al sugerirse éste
vocación a la divinidad. como lugar de origen de estas ánforas (Aragón et al.,
2006: 86), o en la propia Rusadir, extremo que debería
1
Queremos expresar nuestro agradecimiento a D. Francisco Giles y su equipo por su amabilidad al facilitarnos la cronología de esta pieza, así como por proporcionarnos el
dibujo inédito de esta inscripción que publicamos en este artículo.
2
Del mismo modo deseamos mostrar nuestra gratitud a D. Alejandro Pérez-Malumbres por su gentileza al permitirnos reproducir una imagen de este grafito.

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HOMENAJE A FRANCISCO GILES PACHECO

manifiesto igualmente en el tesorillo compuesto por


cerca de una veintena de monedas de Cástulo, fechables
entre los siglos II-I a. C., que se depositó dentro de una
de las sepulturas de este yacimiento almeriense (Alma-
gro, 1986: 333-341). Igualmente cabe valorar el fuerte
peso que tiene el componente turdetano en el caso de
Castillo de Doña Blanca, como se advierte en la evolu-
ción que experimenta el repertorio cerámico aquí exhu-
mado (Ruiz, 1987: 301-310).
Un enclave algo alejado de la zona del Estrecho pero
en directa relación con él es Cartagena, la antigua Car-
tago Nova en la que ha podido comprobarse con mayor
seguridad esta presencia indígena. Así con anterioridad
a su fundación existió un hábitat constituido por caba-
ñas hechas con elementos vegetales, hábitat que puede
Figura 5. Fotografía del grafito procedente de Rusadir (Fuente: Aragón et al.).
datarse con anterioridad a la segunda mitad del siglo III
a. C. y que tendrá continuidad temporal en la ciudad
quedar dilucidado mediante los análisis necesarios. En de los Bárcidas (Marín, 2001-2002: 498-499). Es pues,
cuanto a su interpretación, y dada la naturaleza del re- uno de los pocos puntos donde puede documentarse la
cipiente cerámico, en esta ocasión nos surge la duda de existencia de materiales ibéricos, estructuras domésticas
si se trata de un signo de alfarero o una marca de valor. estables y hasta enterramientos de incineración en urnas
que se datan entre los siglos II-I a.C. (Ros, 1989: 9-18),
IntERpREtACIón hIstóRICA lo que pone de manifiesto que la fundación de la ciudad
Aunque la presencia de componentes poblacionales cartaginesa se llevo a cabo sobre un asentamiento indí-
indígenas es una cuestión que ya había sido planteada gena que podemos rastrear tanto fuera como dentro del
con anterioridad, lo cierto es que la investigación se ha perímetro defensivo erigido por los cartagineses en la
interesado sobre todo por el período anterior al surgi- segunda mitad del siglo III a. C. Marín, 2001-2002:
miento del mundo ibérico y turdetano, momento este 498).
último al que aluden estos textos en lengua indígena y También al otro lado del Estrecho encontramos ma-
que aportan una interesante información escasamente teriales peninsulares, generalmente en lugares próximos
empleada hasta la fecha. a la costa como acontece, además de la propia Rusadir
Hasta el presente son varios los asentamientos y, en (Aragón et al., 2006: 88), en puntos como Ceuta, Lixus,
bastante menor medida necrópolis, que muestran ma- Sidi Abdeslam del Bahar, Volúbilis, Tamuda o Cartago,
teriales cerámicos de procedencia ibérica o turdetana si bien en este último caso parece que se trata de reci-
como podemos apreciar, además del ya citado caso de pientes indígenas, por no citar la supuesta necrópolis
Villaricos, en puntos como Cádiz, Málaga, Jardín, Cerro ibérica de Orán que debemos descartar al tratarse de ob-
del Mar, Morro de Mezquitilla o Almuñécar. Así jetos hallados en la Península Ibérica (Kouici, 2002:
mismo, cabe recordar la aparición de algunas fíbulas en 281-282).
Cádiz, Gibraltar, Puente de Noy y Villaricos, las cuales Aun cuando para algunos autores la importancia de
indudablemente no deben adscribirse al repertorio ma- estos vasos hispanos no es muy considerable desde el
terial semita por cuanto las características de sus vesti- punto de vista cuantitativo, por lo que se ha sugerido
mentas no las hacían necesarias, al contrario de lo que que eran aceptadas como elementos exóticos (Kbiri,
acontece entre los indígenas, por lo que estamos clara- 2007: 205), para otros, en cambio, ya desde el siglo IV
mente ante elementos autóctonos o bien hemos de ad- a. C. y sobre todo durante los siglos III-I a. C. su nú-
mitir la existencia de fenicios que modifican su forma mero se acrecienta, considerando que reflejan intercam-
de vestir (Martín, 1995-96: 82). bio de productos y personas entre ambas orillas (Kouici,
Esta presencia de contingentes poblacionales indí- 2002: 279-283). Por regla general estos hallazgos se re-
genas en la segunda mitad del I milenio a. C. se había ducen a recipientes cerámicos que aparecen tanto en po-
sugerido sobre todo en relación con el yacimiento de Vi- blados como en necrópolis, destacando el kalathos sobre
llaricos (Martín, 1995-96: 82), cuya necrópolis alber- las restantes formas, pero que inclusive fueron fabrica-
gaba enterramientos de esta naturaleza, sobre todo en dos localmente como ponen de manifiesto los hallazgos
el denominado grupo I de M. Astruc (1951: 56-57), in- efectuados en los centros alfareros de Kouass y Banasa
tegrado por una cincuentena tumbas que consciente- (Niveau de Villadary, 1998: 21; Kbiri, 2007: 201-203).
mente procuran diferenciarse del resto de individuos Sin embargo, es preciso reconocer que estos mate-
sepulturas en la necrópolis a fin de preservar su identi- riales no avalan por sí mismos la presencia de individuos
dad ritual (Sala, 2004: 64-65). Esta presencia queda de indígenas, quizás algo más en el caso de las fíbulas, ya

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GRAFITO IBÉRICO HALLADO EN EL CERRO DEL CASTILLO (FUENGI-
ROLA, MÁLAGA): NUEVOS DATOS SOBRE LA PRESENCIA INDÍGENA
EN LOS YACIMIENTOS FENICIOS DEL CÍRCULO DEL ESTRECHO.

que muy bien pudieron haber llegado hasta estos encla- 18), pero no en sus zonas de enterramiento, algo que
ves gracias al comercio, el cual parece que estuvo con- quizás pueda deberse al poco uso que hicieron los feni-
trolado al menos en su mayor parte por comerciantes cios de los vasos foráneos, ya sean éstos griegos o itálicos,
fenicios como pone de manifiesto el caso baleárico en la composición de sus ajuares funerarios.
(Guerrero y Quintana, 2000: 12), cuestión que no acon- Este uso compartido de santuarios, eficacísimo mé-
tece con los que portan un grafito sobre todo si éstos todo de integración, lo encontramos también en Monte
fueron ejecutados después de la cocción. Algaida, en la desembocadura del Guadalquivir, como
Esta presencia directa indígena en enclaves colonia- evidencia la variedad de hallazgos allí realizados, entre
les ha sido constatada en otros centros del Mediterráneo los que podemos destacar, además de los vasos cerámi-
central, como puede ser la isla de Cerdeña, donde cabe cos, la presencia de más de un centenar de fíbulas, ma-
mencionar las necrópolis de San Gorgio o, sobre todo, yoritariamente adscribibles al tipo anular hispánico
Tharros, dado que esta última ha proporcionando ar- (Blanco y Corzo, 1983: 125-126).
mamento de tipología sarda, así como el asentamiento No debemos de olvidar que en estas fechas los con-
de Monte Sirai (Bernardini, 2000: 48-49). tactos entre fenicios e indígenas eran una realidad desde
Estos grafitos se localizan en cierta variedad de reci- hacía varios siglos, así como que el nivel de complejidad
pientes como son los vasos destinados al transporte de social de estos últimos era bastante más elevado que
alimentos (ánforas fenicias), así como sobre vajilla de estos últimos tenían en la etapa precedente dada su or-
mesa ibérica (cuenco) y de filiación romana, como son ganización de carácter estatal (Ruiz y Molinos, 1993:
los productos campanienses (píxide) y las terra sigillatas 247-250). Por ello los mecanismos de integración de
itálicas (páteras). estos individuos, cuya cantidad resulta imposible de
Podemos ver cómo hasta el presente se trata casi cuantificar por el momento, debieron ser varios, entre
siempre de un sólo signo, go, ko, excepto el texto más los que cabría citar los matrimonios mixtos, su papel
largo de Gibraltar, posiblemente debido a su carácter de como mano de obra, en ocasiones incluso tal vez esclava,
ofrenda. En el caso de la vajilla de mesa éstos son reali- o la formación de sociedades comerciales mixtas, as-
zados con posterioridad a la cocción del recipiente ce- pecto este último muy común en la Antigüedad y que
rámico en el que están incisos, por lo que fueron hechos contaba con una larga tradición en Mesopotamia.
no en el momento de su elaboración sino en el instante Es interesante comprobar cómo estos grafitos ibéri-
de su compra, algo que no sucede en el caso de ánfora cos aparecen en fechas relativamente tardías como es la
ya que aquí fue realizado antes de introducirla en el etapa romana republicana y los inicios del Alto Imperio,
horno, lo que podría hablarnos de un ibero que, además algo que en menor medida afecta también al localizado
de vivir en un hábitat fenicio como evidenciaría la tipo- en Gibraltar con la incertidumbre que plantea su mar-
logía del ánfora, se inserta en una de sus actividades eco- gen cronológico. Justamente se trata de un momento
nómicas, en concreto en el envasado de las salazones de en el que el latín comenzaba a imponerse sobre todo
pescado. entre los sectores dominantes (López, 1995: 218-219),
En este sentido no cabe descartar tampoco que al- extremo que podemos hacer extensible tanto al ámbito
guna de estas ánforas de tipología claramente fenicia fenicio como al indígena (Bendala, 1981: 43), y que se
pueda haber sido elaborada en contextos no semitas, documenta muy bien en las transformaciones produci-
como mostraría el caso de un fragmento anfórico ha- das en la onomástica por cuanto ello tenía de ascenso
llado en Cámara (Elda, Alicante), el cual muestra un social para estas elites (González, 2001: 174-177). Sin
signo descrito como un “diábolo” (Mederos y Ruiz, embargo, al mismo tiempo, estos grafitos nos hablan de
2000-2001: 90; Ruiz y Mederos, 2002: 94-95), el cual la perduración que tuvieron ambas lenguas, fenómeno
fue realizado antes de su cocción y para el que incluso de resistencia que, como es lógico pensar, tuvo mayor
se ha propuesto pueda haber sido realizado algún taller incidencia en las áreas rurales que en las urbanas, donde
relacionado con talleres orientales (Poveda, 2000: 1865 residían las elites dirigentes de estas dos sociedades.
y 1873), siendo éste un signo que para nosotros muy ConClusIonEs
bien podría tratarse del go, ko ibérico.
Como hemos podido apreciar, el grafito ibérico que
Por ahora se documentan en zonas de hábitat, según damos a conocer es un breve texto, ya que está formado
acontece en Suel, si bien no debemos olvidar que igno- por un solo signo, el cual podemos fechar en el siglo I a.
ramos el contexto preciso en el que apareció, industria- C., y al que muy posiblemente podamos asignar un
les o relacionadas con ellas, tal y como vemos en los valor de marca de propiedad. Sin embargo, ejemplares
casos de Malaca (Pérez-Malumbres y Martín: 2007) y como el localizado en Malaca ponen de manifiesto que
Rusadir, donde se asociaba a un edificio de cierta enver- la lengua ibérica fue utilizada, al igual que la fenicia, al
gadura vinculable con actividades de índole comercial menos hasta los inicios del Alto Imperio, extremo éste
(Aragón et al., 2006: 89-91), o inclusive en sus santua- que quizás debamos vincular con la pertenencia a un es-
rios, caso de la cueva de Gorham (Gutiérrez et al., 2001: tatus social menos elevado si consideramos el interés de

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las elites, tanto fenicias como ibéricas o turdetanas, por bIblIoGRAFíA


latinizarse. ALMAGRO GORBEA, M. J. (1986): “Un tesorillo de monedas ibéricas y púnicas de la antigua
Baria”, Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, 11: 331-353.
Este grafito nos informa de la existencia de estos in- ARAGÓN GÓMEZ, M., LECHADO GRANADOS, M. C., SÁNCHEZ BANDERA, P. J. y CUM-
dividuos indígenas instalados en Suel en fechas relativa- PIÁN RODRÍGUEZ, A. (2006): “Aportación al conocimiento de la ciudad púnico-rusadi-
tana. Excavaciones en los Jardines del Gobernador. IV fase (Melilla)”, Akros, 5: 81-92.
mente recientes, algo que podemos hacer extensivo a la ASTRUC, M. (1951): La necrópolis de Villaricos, Madrid.
capital malagueña y no sabemos bien si a Rusadir o al BENDALA GALÁN, M. (1981): “La etapa final de la cultura ibero-turdetana y el impacto roma-
centro donde se elaboraron las ánforas Mañá C2b allí nizador”, en La Baja Época de la Cultura Ibérica, Madrid: 33-48.
BERNARDINI, P. (2000): “Fenomeni di interazione tra fenici e indigeni in Sardegna”, Fenicios e
exhumadas, en tanto el caso gibraltareño se explicaría indígenas en el Mediterráneo y Occidente: modelos e interacción, El Puerto de Santa María:
por tratarse de un santuario al que acudirían no sólo fe- 39-98.
nicios, sino también indígenas (Gutiérrez et al., 2001a: BLANCO FREIJERIRO, A. y CORZO SÁNCHEZ, R. (1983): “Monte Algaida. Un santuario pú-
nico en la desembocadura del Guadalquivir”, Historia 16, 87: 123-128.
28). CORREA, J. A. (2005): “Del alfabeto fenicio al semisilabario paleohispánico”, Acta Paleohispánica,
IX: 137-154.
Aunque exiguos en número, estos textos ibéricos vie- FERNÁNDEZ JURADO, J. y CORREA, J. A. (1988-1989): “Nuevos grafitos hallados en Huelva”,
nen a confirmarnos la presencia de unos indígenas que Tartessos y Huelva, Huelva Arqueológica, X-XI, 3, Huelva: 121-142.
saben leer y escribir, los cuales se integran en la vida eco- GÓMEZ BELLARD, C. y VIDAL GONZÁLEZ, P. (2000): “Las cuevas-santuario fenicio-púnicas
y la navegación en el Mediterráneo”, Santuarios fenicio-púnicos en Iberia y su influencia en
nómica de estas comunidades y cuya presencia se suma los cultos indígenas, XIV Jornadas de Arqueología fenicio-púnica, Ibiza: 103-145.
a la de otros materiales, ya sean ibéricos o turdetanos, GONZÁLEZ ROMÁN, C. (2001): “Prosopografía y romanización de las elites: a propósito de
que han ido apareciendo en diversos yacimientos colo- la Hispania meridional en época republicana”, Colonos y comerciantes en el Occidente me-
diterráneo, Almería: 171-188.
niales (Martín, 1995-96: 82). GUERRERO, V. M. y QUINTANA, C. (2000): “Comercio y difusión de ánforas ibéricas en Ba-
leares”, Quaderns de Prehistoria i Arqueología de Castelló, 21: 1-15.
En estos grafitos predominan las marcas de propie- GUTIÉRREZ, J. M., REINOSO, M. C., GILES, F. y FINLAYSON, C. (2001): “Nuevos estudios
dad, como sucede con seguridad en Suel y Malaca, sobre el santuario de Gorham’s Cave (Gibraltar)”, Almoraima, 25: 13-30.
siendo posible que también podamos hacer extensiva KBIRI ALAOUI, M. (2007): Revisando Kouass (Asilah, Marruecos). Talleres cerámicos en un enclave
fenicio, púnico y mauritano, Valencia.
esta cuestión al caso de Rusadir, si bien dadas las carac- KOUICI, N. (2002): “Los contactos entre la Península Ibérica y el norte de África según los datos
terísticas del recipiente en el que aparece, un ánfora, no histórico-arqueológicos de época púnico-romana”, Spal, 11: 277-296.
cabe excluir que pueda tratarse de un signo con valor LAMBOGLIA, N. (1952): “Per una classificazione preliminare della ceramica campana”, Atti del
Iº Congresso Internazionale di Studi Liguri, Bordighera, 139-206.
metrológico. LÓPEZ CASTRO, J. L. (1995): Hispania Poena. Los fenicios en la Hispania romana (206 a. C.-96
d. C.), Barcelona.
Aun cuando los datos con que contamos son en ver- MARÍN BAÑO, C. (2001-2002): “Primeros niveles de ocupación en el solar de la muralla púnica
dad escasos parece que estos indígenas se insertan en el de Cartagena”, El mundo púnico. Religión, Antropología y Cultura Material, Murcia: 495-500.
circuito productivo fenicio, pues estos vasos han apare- MARTÍN RUIZ, J. A. (1995-96): “Indicadores arqueológicos de la presencia indígena en las co-
munidades fenicias de Andalucía”, Mainake, XVII-XVIII: 73-90.
cido en su mayor parte en relación con áreas industria- MEDEROS MARTÍN, A. y RUIZ CABRERO, L. A. (2000-2001): “Transhumancia, sal y comercio
les. Estas relaciones sobrepasan el marco geográfico fenicio en las cuencas de los ríos Vinalopó y Bajo Segura (Alicante)”, Lucentum, XIX-XX:
peninsular para hablarnos de los contactos mantenidos 83-94.
MOREL, J. P. (1981): Ceramique Campanienne: Les formes, vols.I-II, Roma.
con la otra orilla del Estrecho de Gibraltar, en los que, a NIVEAU DE VILLADARY Y MARIÑAS, A. Mª. (1998): “El sur de la Península y el norte de África
pesar de estar bajo control semita, no cabe descartar el durante los siglos IV y III a. C.”, Actas del Congreso El Mediterráneo en la Antigüedad: Oriente
papel que pudieron jugar algunos elementos indígenas. y Occidente, Sapanu, Publicaciones en Internet (http://www.labherm.filol.csic.es): 1-49.
PÉREZ ROJAS, M. (1986): “Epigrafía tartésica”, Tartessos, Revista de Arqueología, Madrid: 74-81.
En definitiva, creemos que estos grafitos nos hablan PÉREZ-MALUMBRES LANDA, A. y MARTÍN RUIZ, J. A. (2007): Informe preliminar de la acti-
vidad arqueológica de control de movimiento de tierras en los inmuebles de calle Granada
de un asunto merecedor de una mayor atención por nº 59 y 61 (Málaga, Casco Histórico), informe depositado en la Delegación Provincial de
parte de los estudiosos, como es la presencia indígena Cultura de la Junta de Andalucía en Málaga, Málaga.
en los asentamientos fenicios durante la segunda mitad POVEDA NAVARRO, A. M. (2000): “Penetración cultural fenicia en el territorio indígena del
valle septentrional del Vinalopó (Alicante), en Actas del IV Congreso Internacional de Estudios
del I milenio a. C. e incluso en los comienzos de nuestra Fenicios y Púnicos, Cádiz, vol.IV: 1963-1874.
Era, en la seguridad de que ésta se desenvuelve bajo unos RODRÍGUEZ RAMOS, J. (2002): “El origen de la escritura sudlusitano-tartesia y la formación
parámetros diferentes a los que marcaron la fase Orien- de alfabetos a partir de alefatos”, Rivista di Studi Fenici, XXX, 2: 187-222.
ROS SALA, M. M. (1989): La pervivencia del elemento indígena: la cerámica ibérica, Murcia.
talizante pero que por el momento prácticamente des- RUIZ CABRERO, L. A. y MEDEROS MARTÍN, A. (2002): “Comercio de ánforas, escritura y
conocemos. presencia fenicia en la Península Ibérica”, Studi Epigrafici e Linguistici, 19: 89-120.
RUIZ MATA, D. (1987): “La formación de la cultura turdetana en la bahía de Cádiz a través del
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