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2
Staff
Moderador de Traducción:
Majo
Traductores:
America_12 Majo
Daniel Mariela
Emmie NataliCQ
Hailo0 Sofy Gutz
Jane
Moderador de Corrección:
Deniis :)
Correctores: 3
Ariz Herondale Mariela
Annabrch Lucero Rangel
Deniis :) Esperanza
Emmie Pagan
Esperanza
Revisión:
Mariela
Diseño:
StephannyAl
Índice
Staff Veintidós
Sinopsis Veintitrés
Uno Veinticuatro
Dos Veinticinco
Tres Veintiséis
Cuatro Veintisiete
Cinco Veintiocho
Seis Veintinueve
Siete Treinta
Ocho Treinta y uno
Nueve Treinta y dos
Diez Treinta y tres
Once Treinta y cuatro
Doce Treinta y cinco 4
Trece Treinta y seis
Catorce Treinta y siete
Quince Treinta y ocho
Dieciséis Treinta y nueve
Diecisiete Cuarenta
Dieciocho Cuarenta y uno
Diecinueve Cuarenta y dos
Veinte Cuarenta y tres
Veintiuno
Sinopsis
Richard Anderson fue la última persona que vio con vida a su amiga Melanie. Ella
desapareció cuando ellos tenían seis años y mientras que la policía nunca encontró a
Melanie, una parte de ella permaneció atrás… una sombra viviente la cual es ahora la
mejor amiga de Richard.
5
Uno
Traducido por Jane
Corregido por Deniis :)
Yo.
***
—Yo, Richard James Harrison, juro decir la verdad, toda la verdad y nada más que
la verdad. Que Dios me ayude.
Nunca me perdonaré por ser la última persona que la vio con vida. No puedo
recordar lo que vi. 6
Recuerdo lo que tomé en el desayuno, avena de maple y azúcar morena. Y jugo de
naranja. Recuerdo lo que ella llevaba puesto, medias de color rosa y una falda púrpura
pálida y una camisa blanca en la que había derramado soda. Un pasador brillante en
su largo y castaño cabello.
Nunca la encontré.
Teníamos seis años, juntos como siempre. Me acuerdo de todo: un perro ladrando,
autos pasando, el olor de la hierba recién cortada. Conté hasta cien y luego me di la
vuelta.
Traté de recordar más, pero cada vez que cerraba los ojos, terminaba de contar y
daba la vuelta y ella se había ido. Cerraba los ojos y daba la vuelta y daba la vuelta y
gritaba su nombre. El perro ladró. Un coche tocó la bocina. Conté hasta cien y me di
vuelta, pero nunca la encontré.
Y ahora, años después, sigo dando la vuelta, con la esperanza de verla a ella. Sólo
que no hay nada, excepto el perro, el auto y el olor de la hierba recién cortada.
***
Ellos me preguntaron acerca de la última vez que había visto a mi mejor amiga,
sobre lo que pasó en aquel terrible y solitario día. Puse mi mano sobre la Biblia. Juré
decir la verdad. Toda la verdad. Nada más que la verdad. Que Dios me ayude.
Pero mentí.
No, en esa excusa miserable de funeral. O la noche después de que conté hasta
cien. Después me di la vuelta y nunca la encontré. Esa terrible noche solitaria encontré
el fantasma de mi mejor amiga.
Tiré de la manta más arriba para protegerme, pero mis dedos estaban curvados
fuera de las sábanas, y con un aumento final la sombra se proyectó sobre mi piel.
Pero a pesar de todo, a través del ardor, los bramidos, el calor, el fuego y las llamas,
sentí el amor de Melanie por mí y sabía sin duda, sin pregunta, sin temor a una simple
verdad: que mi mejor amiga había muerto.
***
En la mañana mis sábanas estaban empapadas de sudor y mis padres me dieron
medicina para la fiebre. Me dolía todo, los músculos, la cabeza y el corazón. Me
dieron más píldoras y besos de buenas noches y me dejaron dormir mientras se
formaban grupos de búsqueda, mientras que los extraños eran llevados para ser
interrogados, mientras se emitían Alertas Amber1. El día después de su desaparición
fue una pesadilla de la que no podía despertar.
La noche cayó como un manto oscuro sobre el mundo y una vez más la sombra se
movió.
Estaba preparado para ello esta vez, sentado en la cama, acurrucado dentro de las
sábanas. La observé fluir a través del suelo, llegando hacia mí, y me deslicé de vuelta a
la esquina, enredándome más fuerte en una bola. No dejé nada de mi piel expuesta;
sólo dos ojos asomándose.
La sombra llegó sobre las sábanas, en busca de una abertura. Calentando a fuego 9
lento la oscuridad, que irradiaba en oleadas. Tenía miedo de parpadear, miedo de
moverme. Mi corazón retumbaba en mis oídos y debajo de las sábanas se volvía más y
más caluroso. Las sábanas estaban húmedas, el sudor empapaba la tela.
La parte superior de la sombra se veía casi como una cabeza, con tentáculos oscuros
como cabellos. Se movió a un lado como si me estudiara. Los hombros se encogieron
y luego se alejó lo suficiente para que el calor desapareciera.
Esto señaló la cama y dibujó una línea imaginaria entre nosotros. Inclinó la cabeza
y luego cruzó la línea.
1
Alerta Amber: Sistema de notificación de menores de edad desaparecidos, implementado en varios
países desde 1996. AMBER es un retroacrónimo en inglés de America's Missing: Broadcasting
Emergency Response pero que originalmente hace referencia a Amber Hagerman, niña que fue
secuestrada y días después localizada sin vida.
Dos brazos se extendieron, sin cruzar la línea, y luego se agitaron. Debajo de las
cubiertas, luché contra la tentación de devolverle el saludo. La puerta de mi habitación
se abrió y la luz de la habitación se encendió de nuevo, la sombra huyó, dejándome
solo, acurrucado en la esquina de mi cama.
—Bien —le dije, pero no era cierto. No en ese momento. Ahora no.
La última vez que estuve “bien” fue en el desayuno de avena de arce y azúcar
morena. No podía poner en palabras lo que me pasaba, lo que le había sucedido a
Melanie, pero había una tristeza creciente dentro de mí, inmensa y completa, llenando
el vacío que había dejado atrás.
Y yo estaba tan desesperado por llenar ese hueco. Tan desesperado como para
añorar el simple acto de una sombra saludando.
10
Lo suficientemente desesperado como para arder por la oportunidad de escuchar
sus gritos dentro de mí otra vez.
***
Mis padres me dijeron “buenas noches” y me dejaron a solas con la luz de noche y
la luna fuera de la ventana. Me senté en un rincón, observando las sombras
moviéndose, y luego aparté las sábanas. La piel pálida brillaba en la luz de la luna y
saludé con la mano a la luz de noche y la luna. En respuesta, la sombra se deslizó
sobre el borde de la cama, aproximándose a la línea imaginaria que había dibujado.
Levanté la mano, la palma hacia ella. Un brazo gris se levantó, y cuando nos
tocamos, mi piel se estremeció, el dolor más soportable que la noche anterior, el calor
disminuyó. La sombra estaba más tranquila, casi apagada, y yo sentí la disculpa en la
acogedora calidez sutil. Por encima de todo, la sentía. Melanie estaba allí, dentro de
mí, y estaba completo otra vez.
11
Tres
Traducido por Jane
Corregido por Deniis :)
Abrí mi cuaderno como si fuera a tomar notas, dando golpecitos con el lápiz hasta
que todo lo principal se esparciera, dándome algo que hacer, al juntarlo de nuevo. Por
otra parte, cada día era más o menos así.
Volví hacia mi sol y dibujé un árbol alto con grietas en la corteza que llegaban hasta
el suelo y ramas delgadas extendiéndose hasta el cielo. Debajo, añadí hierba, pero algo
faltaba. Siempre algo faltaba. Así que añadí lo que siempre hacía, todo lo que había
dibujado siempre. El arte que me ganó mi aceptación en el Savannah Arts Academy,
las pinturas con las que había cubierto mi habitación. Junto al árbol sin hojas, bajo un
sol brillante, dibujé una lápida rota. Y saliendo de la tierra de la tumba, una mano
esquelética se levantaba, una vibrante, atemorizante, sombra femenina.
Esa mano esquelética se acercó a mí, siempre lo hacía y, sin pensarlo, añadí su
nombre a la tumba de piedra.
Ella nunca estaba muy lejos, siempre lo suficientemente cerca como para quemar, 13
retorciéndose a mi alrededor hasta que nos quedábamos solos y ella podría hundirse en
mí y volver a casa.
Borré su nombre, la mancha quedó hasta que sombreé la lápida un poco más,
cubriendo las letras con tinieblas. En la esquina, las sombras retrocedieron, a pesar de
que yo no estaba mirando, sabía que ella estaba agitada.
Max sacudió su pelo en mi dirección para llamar mi atención, el arco iris de los
tintes se arremolinaron en todas direcciones. Tratando de hacerme reír. Hacía eso
desde que nos conocimos. No es que fuéramos amigos; más bien conocidos que
hablaban en la escuela, de algún modo.
Caitlin miró como yo estaba viendo Max. Ella sonrió a través de la caída de su
cabello, pero no devolví la sonrisa. Nunca lo hacía. Valía la pena sonreírle, pero había
cometido el error de devolver esa sonrisa una vez. Esa noche, la sombra ardió.
Más caliente que el infierno, las llamas se arrastraron sobre mi cuerpo cuando
levanté la manta para exponer mi piel. Ella gimió, ensordecedoramente, y debajo de la
agonía podía sentir su odio, sus celos.
Había vivido así durante diez años. Cada día y cada noche desde que Melanie
desapareció. Desde que enterramos su vestido. Desde que sus padres se mudaron,
incapaz de hacer frente al misterio y la depresión. La sombra de Melanie llenaba el
agujero dentro de mí y yo podía vivir sin sonrisas.
El director asomó la cabeza y asintió a la señora Pierce antes de abrir más la puerta 14
y entrar. Una niña pequeña lo siguió, el pelo largo ocultaba su rostro. Ella sostenía una
mochila frente a ella como una armadura, como si se protegiera de nuestro escrutinio.
Todos los ojos en la sala miraban como el director hablaba con la profesora.
—Clase —dijo la señora Pierce, pasando a estar más cerca de la chica y bloqueando
los reflejos de cobre brillando en las sombras de su cabello—. Tenemos una nueva
estudiante con nosotros.
Apoyó la mano sobre el hombro de la chica y la condujo hacia una mesa vacía en la
primera fila. Mientras caminaban, la nueva chica miró a su alrededor. Por un
momento nuestros ojos se encontraron y sin razón alguna me encontré a mí mismo
sonriendo.
La señora Pierce sacó la silla para ella. —Puedes sentarte aquí, Melanie.
15
Cuatro
Traducido por Majo
Corregido por Deniis :)
El linóleo estaba frío contra mi piel cuando abrí un ojo borroso, mi visión
negándose a enfocar. Voces caían unas sobre otras a mí alrededor y en algún lugar
lejano había un ardiente dolor lejano, pero, incluso mientras me concentraba en el
suelo, el calor desaparecía. Todo dolía pero nada tenía sentido. Alguien cerca de mí
estaba diciendo algo y me tomo demasiado tiempo para darme cuenta de que era mi
nombre.
—¿Richard?
—Despierta —dijo Logan, de rodillas para mirarme a la cara, sus ojos sin
parpadear—. Maldita sea, estás vivo. —Sonrió él, pero era más fría que el suelo—.
¿Dónde está el drama en eso? —Max tiró del hombro de Logan, empujándolo fuera del
camino.
Parpadeé hacia ella para enfocarme y me senté. El cuarto se inclino un poco, pero
aparte de eso todo funcionaba. —Estoy bien, supongo.
—Llamé a tus padres para que vengan a recogerte —dijo la enfermera, escribiendo
mi temperatura perfecta en sus notas. 17
—Estoy bien —le dije—. Sólo me gustaría volver a clase.
Por el otro lado del pasillo, un piano corrió a través de una escala y luego se hizo el
silencio. Con la sombra marcando a lo largo, me asomé por la ventana. Un profesor
tocó y luego asintió con la cabeza.
Una voz dulce corrió a través de la misma escala, nota tras nota, una octava más
alta y luego más alto. Estiré el cuello para ver más de la habitación. La luz del sol
entraba por las ventanas en la esquina, dando el aspecto de luces en su cabello
mientras Melanie cantaba.
Ella cantó más alto, calentando. La sombra se retorcía, extendiéndose hacia fuera,
cubriendo mis brazos. Yo no quería dejar de ver, pero la sombra no me dejó otra
opción, hirviendo caliente y más caliente hasta que tuve que moverme. Huir hasta que
ya no pudiera oír la voz de Melanie. Sólo entonces la sombra me dejó ir, empapado en 18
sudor y jadeando en el pasillo vacío.
Me desplomé contra una fila de armarios con una explosión metálica y me deslicé
hasta el suelo. La enfermera y mis padres me encontraron allí algún tiempo después.
Una vez más, la enfermera me tomó la temperatura y, una vez más, era perfectamente
normal.
Yo había escuchado esa voz por primera vez la noche en que Melanie desapareció y
aparecía con una regularidad deprimente cada vez que quería decirme algo, pero temía
el cómo iba a reaccionar.
***
Encendí la ducha tan caliente como pude, cerrando la puerta para atrapar el vapor.
Cerré los ojos y dejé correr el agua por mi cara, tratando de recordar la forma en que la
luz del sol jugaba con el cabello de la nueva Melanie mientras cantaba.
Para recordar cómo la luz del sol jugaba con el pelo de mi Melanie justo antes de
que yo contara hasta cien, me diera la vuelta y nunca la encontrara. 19
Ella se había ido, siendo reemplazada por su fantasma, y ahora otra chica llamada
Melanie había llegado a mi vida y a la sombra no le gustaba.
Negué con la cabeza, las gotas de agua cayendo de mi cabello, y suspiré. Yo había
hecho mi elección hace mucho tiempo. La primera y última vez que sonreí a Caitlin.
Esa noche, elegí a la sombra. Siempre elegí a la sombra. Yo siempre elegiré a mi
Melanie.
Pero no esta noche. Esta noche, ella me quemó. Esta noche, ella gritó. Esta noche,
ella se retorcía y hervía y rugía mientras ella se hundía en mí.
Mi brazo se movió. Mis dedos se movieron. El calor se encendió más caliente hasta
que me rendí. Sus celos me consumían mientras mi mano se movía a través del espejo.
Yo
Soy
Melanie
20
Cinco
Traducido por Mariela
Corregido por Deniis :)
Yo
Soy
Melanie
Me quedé mirando a los numerosos papeles cortados y las manchas de tinta que la
sombra había dejado en mis manos. No había recuerdo para ser hallado de la escritura
o la destrucción.
Situado en el parque Ardsley, rodeado por las casas majestuosas y parques que le
dan a la cuidad su encanto, el Savannah Arts Academy es una institución de una
cuadra y tres pisos, que desde afuera, tiene poco de ese encanto majestuoso. Una
escuela de clase media luchando por mantener vivas las artes en la educación pública,
no es mucho lo que puede hacer al edificio señorial o encantador. Pero gracias a su
reputación, Savannah Arts señaló el talento y creatividad de todo el sureste de
Georgia, creando una comunidad prospera de artistas adolescentes estudiando de todo
desde danza hasta teatro, de artes plásticas a música.
La cafetería era una cuestión común, aparte del arte cubriendo las paredes. Parte de
los decorados de teatro disfrazaban de arte mientras el arte actual era usado como 22
posters para promocionar actuaciones y otros eventos. Dispersos en torno a intervalos
aleatorios fueron enmarcadas pinturas de alumnos y ex alumnos.
En la pared del fondo, cerca de donde estaba sentado, un voluminoso marco que
sostenía una acuarela que yo había ingresado en un concurso en mi primer año. Un
campo cubierto de hierba, verde claro, cada hoja aparentemente moviéndose con el
viento invisible. Una alfombra de flores silvestres igualmente suave.
La obra completa se sentía delicada, como una caricia. Incluso la mano huesuda
extendiéndose hacia las flores, agarrando por algo justo fuera de su alcance del dibujo.
***
—¿Está ocupado este lugar? —preguntó Melanie, sosteniendo una bolsa de papel
marrón para el lonche. La mesa estaba vacía, y ella caminó alrededor para deslizarse
en el asiento enfrente de mí antes de que pudiera contestar.
Su cabello estaba atado arriba, exponiendo su largo cuello pálido y orejas casi de
duende con pequeños aros de plata colgando de ellas.
La luz del sol se filtró a través de las ventanas bien altas, brillando sobre su piel y
proyectando una delgada sombra a través de la mesa.
El calor chamuscó mientras se enterró dentro de mi piel. A través del fuego pude
sentir los celos de la sombra, su ira, y me encontré escribiendo letras sobre la mesa y
sabía, sin mirar, que tres palabras la sombra estaba forzándome a deletrear.
—¿Porqué ellos te llaman Casper? —preguntó Melanie antes de tomar una mordida
de su sándwich.
Adrenalina me inundó, la urgencia de huir tan fuerte que mis pies me habían
empujado lejos de la mesa antes de poder detenerme.
—Mi nombre es Richard. —Las palabras salieron recortadas, con los dientes
apretados.
La sombra gritó para despertar a los muertos. Presioné mi dedo índice a mi muñeca,
contando cada latido de mi corazón. Conté hasta diez, luego veinte, respiraciones
profundas cada cinco, orando sólo para soportar el ruido. Nada funcionó y para el
momento que llegué a cien todo pensamiento se había derretido por el calor.
Cuando miré hacia arriba a sus ojos, un tono de azul más oscuro de lo que creía
posible, ella parpadeo lejos una lágrima.
Después de diez largos, solitarios años me sentí completo sin la sombra dentro de
mí.
—En la primaria —dije, viendo lejos—, antes de que mi mejor amiga muriera, le
dije a todos que ella estaba todavía allí. Que yo todavía jugaba con ella. Los niños son
crueles, ellos me llamaban Casper por tener un fantasma por amiga. Supongo que
nunca superé el nombre.
Por mucho tiempo ella estuvo en silencio, tanto que me pregunté si ella incluso
estaba poniendo atención. Cuando la miré a ella, lágrimas habían dibujado caminos
por sus mejillas, mojando sus labios.
24
—Te extrañé —dijo ella, las palabras muy suaves. Y luego incluso más despacio—.
Lo siento tanto, Richard. Hay mucho que decirte.
Seis
Traducido por Mariela
Corregido por Deniis :)
Estaba a punto de hablar, decirle algo, cualquier cosa. Negar su existencia, para
protestar su pretensión de ser mi amiga, pero la campana sonó, inundando la
habitación de ruido. Melanie se estremeció ante el sonido y rápidamente se limpió las
lágrimas.
—Tengo que llegar a clase —dijo ella antes de levantarse tan de repente que su silla
se cayó al suelo con un fuerte sonido de metal chocando. Ella se estremeció de nuevo y
luego corrió de la cafetería antes de que me hubiera incluso levantado.
Era difícil enfocarse en cualquier imagen mientras el linóleo pasaba debajo de mis
pies. Me encontré al azar chocando con los estudiantes pero no sentí nada hasta que 25
me detuve en medio del pasillo mientras los compañeros de clases vagaron. Debería
haber parpadeado. Tal vez no. Sólo me quedé mirando, sin ver nada, más allá de los
cientos de estudiantes. Viendo solamente dentro del pasado.
Pero, incluso ahora, no había nada que ver. Conté hasta cien. Me volteé. Ella se
había ido.
***
Después de la escuela, me senté en mi Neón, dije una pequeña oración “a los dioses
de los coches cayendo a pedazos” que el viejo Dodge pudiera encender, y, una vez que
lo hizo, di para arriba al aire acondicionado soplando mucho más que aire caliente
sobre mí. Seguro, el coche era poco fiable y tenía la tendencia a estancarse cuando va
cuesta arriba, pero yo vivía en Savannah y las únicas colinas eran las rampas para la
carretera.
Desde hace mucho tiempo aprendí el evitar la 95 y la mayor parte de las veces, si el
coche encendió una vez, se quedaría hasta que llegase a cualquier lugar al que iba.
Podría ser peor, supongo, podría tener que ir en el autobús escolar.
Visitábamos cada sitio, permaneciendo fuera pasado el toque de queda así que
estaríamos allí en el filo de la medianoche o despertándonos demasiado temprano para
poder ver el amanecer sobre el río.
A los dieciséis, el mejor trabajo en que podía pensar era el de guías de fantasmas.
No era todavía un guía, sólo trabajo en la caja registradora, pero amaba la atmosfera,
el buscar por algo más, el deseo de experimentar lo inexplicable. Los turistas siempre
estaban con hambre de creer, desesperados por pruebas de algo en lo que querían creer
que era cierto.
El tour sería la luz en una noche de escuela a menos que pudiera reunir algunos
negocios en la calle River. Además, era una hermosa noche, y si ahí estaba un asiento
libre podría ir adelante en el paseo.
Cerré mis ojos para bloquear la vista del cabello de Melanie atrapando el sol pero no
estaba seguro si se trataba de un acto voluntario o no.
Cuando mire hacia atrás al rio, ella no estaba en ningún lugar para ser vista, y la
sombra lentamente me dejo. Parpadeé, ridículamente feliz de ser capaz de controlar
mis propios parpados nuevamente.
***
Era realmente más un carro glorificado que un autobús, con asientos duros de 27
madera y grandes ventanas. Para el momento de nuestro primer tour de la noche, sólo
estaba medio lleno, turistas de buen humor, riendo mientras tomaban fotos cliché de
cada uno. El guía me saludo mientras yo tomaba una banca vacía y descansé mi
cabeza contra el respaldo, mirando hacia el techo. Él comenzó su pre-paseo mientras
un último grupo de turistas llegó. Ellos resonaron a bordo y tomaron la mayoría de los
asientos restantes, entonces una última persona subió. Su cabello atrapando los últimos
rayos desvaneciéndose de la puesta de sol, la piel brillante con el resto de luz en contra
de esta, de todos lados a la vez, la sombra me rodeo.
Calor floreció, empujándome de vuelta contra la banca, pero si alguien más notaba
nada más que no sea una calidez inusual, ellos no lo mostraron. La sombra se
oscureció, llenando el asiento, pero no había nada que hacer mientras Melanie se
sentó.
—¿Siempre esta tan caliente en estas cosas? —preguntó, atando su cabello en una
cola de caballo.
Negué con mi cabeza, luchando por hablar mientras la sombra se hundió en mí.
—No. —Me las arregle para decir—. El aire acondicionado no debe estar
trabajando.
—No —dije, luchando con la sombra para que me dejase sacar una palabra.
—¿Te gustan los fantasmas? —me preguntó con una sonrisa—. ¿O es más de esa
cosa de Casper?
—Una vez tuve una amiga llamada Melanie —dije, incapaz de verla. En su lugar,
mire hacia afuera de la ventana mientras pasaba el parque de Savannah—. Ella murió.
La narración del guía continuó pero no lo estaba escuchando. No había nada nuevo
para escuchar nada más la respiración tranquila de la chica sentada junto a mí.
—No, Richard. —Ella me jaló del brazo para lograr que la viera a la cara pero no
me moví—. Hay mucho por decirte. Tanto que nunca supiste. Tanto que nunca supe.
Por favor, mírame. ¿Por favor?
—¿Esa amiga invisible? —dije, volteando para enfrentarla pero sin enfocar en nada
mas allá de la sombra rodeándonos—. Era mi única amiga después de que ella murió.
Todavía lo es. Sé que eres nueva en la ciudad. —Me volteé lejos de ella nuevamente—.
Estoy seguro que Logan o alguien más te puso aquí para arruinarme. ¿Qué más es
nuevo? Ya estoy acostumbrado para ahora.
Él sabía que su nombre era “Melanie”. Él debe haber pensado que era demasiado
bueno para dejarlo pasar.
Detrás de mí su aliento se detuvo en un sollozo y cerré mis ojos por ninguna otra 29
razón que ya no quería ver nada. La sombra me mantuvo cálido, la sombra cantó su
canción sin palabras dentro de mi cabeza, la sombra me lleno mientras Melanie lloró
silenciosamente.
Siete
Traducido por Emmie
Corregido por Mariela
Cuando Melanie habló, su voz era áspera sin nada de la música que había
escuchado en la escuela cuando ella cantaba. Ahora estaba llena de lágrimas y
recuerdos.
No había ningún sitio donde ir, ningún lugar para esconderse. Perdido en el abrazo
de la sombra, no tenía nada que hacer más que escuchar.
—Richard —dijo ella, en voz muy baja—. Había una caja en mi habitación. Bajo mi
cama, ¿recuerdas? —Una vez más, sollozó, hablando a través del nudo en su
garganta—. Por favor, Richard. ¿Te acuerdas de eso?
Casi un tronco, con un broche de metal abollado. Su madre me gritó la única vez
que lo saqué de su escondite. Nunca lo intenté de nuevo. Era un recuerdo
insignificante que nunca había compartido. Con nadie. Sólo Melanie podría saberlo.
—Ese día te diste la vuelta para contar —dijo Melanie, su voz viniendo de muy
lejos, baja y difícil de escuchar—. Me sentí tan asustada y sola. Infiernos, no sé lo que
sentí. Hay tanto que todavía no tiene sentido. Sólo tenía que correr. Correr y seguir
corriendo y nunca parar, ¿puedes entender eso?
—Por último, un auto se detuvo. La mujer me tuvo que arrastrar para llevarme
dentro. Ella me dio algo de beber y luego debo haberme quedado dormida en el auto
rumbo a su casa. Ella me vendó, alimentó y luego dormí en su sala de estar, con todas
estas fotos de la familia en la pared mirándome, protegiéndome. Estaba tan cansada,
no podía ni siquiera decirle mi nombre. Pero no importaba. Ella había visto las
noticias, sabía quién era yo. Así que, mientras estaba durmiendo, llamó a mis padres.
—Mira, Richard —dijo Melanie, su voz llena de lágrimas recogiendo cierta
apariencia de vida cuando se volvió a mirarme con los ojos rojos inyectados de
sangre—. Yo iba a casa, de vuelta a mi familia. Devuelta a ti.
—Mi mamá contestó —dijo ella—. Supongo que todo habría sido diferente si
alguien más hubiera contestado. Mi papá o la policía, cualquiera. Habría vuelto a casa
y nada hubiera cambiado. En cambio, unas horas más tarde, mi tío llegó. Dio las
gracias a la mujer y luego me llevó a su casa.
—Mi mamá llegó tarde esa noche, una vez que ella fue capaz de alejarse de todo el
mundo. Tomó años para que yo encajara todo esto junto, hasta que comprendí incluso
esto. —Ella negó con la cabeza, el movimiento causando que mechones de cabello se
peguen a su piel llena de lágrimas—. La caja, Richard. ¿Te acuerdas de la caja? Por
favor, necesito saber.
La sombra apretó su abrazo pero luché con el dolor, con los dientes apretados, y 32
forzando a salir las palabras. —Recuerdo.
—Era para mí —susurró—. Esa caja. Si yo era mala, o ruidosa, o mi padre estaba
enojado.
La sombra estalló en llamas, explotando como para despertar a los fantasmas de las
casas encantadas hacia las que estábamos manejando.
Gritó y gritó hasta que no había otro lugar para ellos excepto ir por mí. Cada cabeza
en el carro se volvió para mirar y tragué el grito que escapó a medias. Miré por la
ventana, lejos de los ojos curiosos y el recorrido continuó con algunas risas nerviosas y
una broma del guía.
Las lágrimas que rodaban por mis mejillas se sentían como si estuvieran a punto de
convertirse en vapor. Y entonces Melanie se acercó a mí y la sombra huyó de su toque,
y me dejó en una bendecida paz gloriosa.
—Mi mamá le dijo a mi tío todo cuando llegó a su casa —dijo Melanie—. Acerca
de mi padre encerrándome en la caja. Acerca de las palizas, las contusiones. Todo. —
Ella se estremeció, apretándome—. Él quería matar a mi padre. Quería que mi madre
se quedase allí y nunca volviera a casa, pero no pudo. Ella lo amaba tanto. Ella sólo
quería lo mejor para mí, sin importar qué. Entonces, ella me dio un beso de despedida
y nunca la volví a ver.
Melanie tomó una respiración profunda, dejó que se fuera en un largo suspiro. Se
frotó las palmas de sus manos en los ojos y luego se volvió para mirarme.
Con la sombra desaparecida, cubrí su mano con la mía, la fusión de los dedos con
una profunda necesidad primordial.
—Hace unos meses, mi padre apareció en su puerta. Les dijo que me había estado
buscando durante años. Él había traído al sheriff con él. No tenían otra opción. Él dice
que ha cambiado. —Ella se encogió de hombros—. Hasta el momento, le creo,
supongo. —Su voz se desvaneció en el silencio y cerró los ojos. Melanie sollozó una
vez, limpiándose la mano libre sobre su nariz. Cuando por fin volvió a hablar, su voz
fue un suave susurro—. Me habló sobre mi mamá —dijo y luego abrió los ojos—. Que
ella murió.
Tragué lo que había estado a punto de decir, que yo lo sabía. Que yo había visto
desde el otro lado del cementerio cómo su padre había orado delante de las dos
lápidas, la de Melanie y la de su madre. Que nadie se había presentado en el funeral.
Ni siquiera la sombra, sólo su padre y yo.
A mi lado, ella siguió hablando, pero yo ya no podía oír su voz sobre el llanto de la
sombra. No había nada más que ruido imposible, el calor increíble, y dolor 34
indescriptible hasta que no había nada en absoluto.
Ocho
Traducido por Emmie
Corregido por Pagan
Cuando abrí mis ojos, Melanie estaba llamándome y el guía de la excursión estaba
sacudiendo mi hombro con una mirada muy extraña en sus ojos.
—El recorrido está a punto de terminar, Richard —dijo—, ¿crees que puedes
hacerlo?
Asentí con la cabeza y sonrió antes de volver a los turistas, bromeando con ellos
mientras se dirigía a la parte delantera del carro y comenzó el recorrido de nuevo.
Haciendo caso omiso de las miradas furtivas de todos los demás en el autobús del
tour, mantuve los ojos pegados a la vista que pasaba por fuera de las ventanas sin ver
nada. No había nada por ahí que no hubiera visto antes, pero no pude encontrar la
energía o fuerza para girar y hacerle frente a Melanie.
De vez en cuando la oí llorar, y si cerraba los ojos me podía imaginar esas lágrimas
deslizándose por su rostro hasta que llegaran a descansar en los labios demasiado
rosados que brillan en la luz parpadeante del carro.
Apreté los ojos con más fuerza, bloqueando la imagen, pero ya era demasiado tarde.
La sombra derritió la memoria en cenizas, dejando nada más que oscuridad detrás
antes de enviar un rugido dentro.
***
El recorrido llegó a su fin y me tropecé con el carro yendo a mi coche, fingiendo no
escuchar a Melanie siguiéndome detrás. Cuando abrí la puerta, ella se acercó y me dio
la vuelta, enviando la sombra más profundamente a ocultarse.
—Por favor, habla conmigo. —Hubo una extraña y reacia expresión a las palabras,
casi suplicante. Infinitamente vulnerables.
—Entra. —Me las arreglé para decir, obligando a las palabras. Me planté allí,
esperando ver qué iba a hacer ella, una gran parte de mí esperando que ella se
marchara.
Llamó a su padre mientras nos íbamos, su voz tranquila mientras le decía que
estaba estudiando en la biblioteca en la calle Bull. No tengo ni idea de si él le creyó.
No importaba de todos modos.
Nos dirigimos al este, desde la calle President hasta Penn y luego a Bonaventure
hasta que llegamos al cementerio. El sol poniente proyectaba largas sombras a través
de las vallas de hierro negro, las lápidas y estatuas, y los árboles cubiertos de musgo
español, llegando a las pocas personas que deambulan hacia sus destinos esta tarde.
Había algo especial, espectral, hacia la calidad de la luz que me habló con susurros y
tremendo calor.
Me dirigí hacia la nueva sección del cementerio, mucho menos concurrida que las
secciones turísticas góticas. Melanie siguió a mi lado o detrás de mí; no estaba
prestando mucha atención a todo lo que ella hacía mientras caminábamos. Las
sombras cubriendo el cementerio me cautivaron, me llamaron, me hablaron, y la
sombra dentro respondió con gritos por su cuenta. Hubo una empatía allí, una
perforada compasión.
Esto sucedía cada vez que venía, y siempre estaba de visita con mi bloc de dibujo.
Muchos dibujos, no podía posiblemente recordarlos todos.
Amada Hija
En el silencio, podía oír a Melanie llorando, pero estaba demasiado cansado como
para voltear a ella. Hubo un letargo que todo lo consumió difundiéndose a través de
mí, como si yo fuera mayor de dieciséis años. Más cerca de la muerte que de su
nacimiento.
Con la brisa fresca de Savannah que sopla a través de los árboles solitarios, levanté
la luz de mi teléfono a la lápida más grande junto a Melanie.
—Mami —dijo ella, llevando esos delicados dedos hasta la lápida. La pálida luz de
la luna captó el movimiento, proyectando una sombra débil sobre la tumba, y lo único
que podía pensar era la frecuencia con la que había dibujado la escena frente a mí.
Cerré los ojos, imaginando a la niña de seis años de edad, con la que había crecido.
Recordándola sólo a ella. Tratando de olvidar los diez años que pasé con un fantasma
como mi única amiga. Haciendo caso omiso del peso de todas las tumbas que me
rodean, las historias contenidas dentro de ellas. Los cuentos tristes, tristes que cada
uno podría contar si sólo alguien como yo les dejara salir.
La sombra estaba en silencio mientras cerraba la distancia entre nosotros, entre una
chica llamada Melanie que apenas conocía y una chica llamada Melanie que nunca
había olvidado. En el borde de su tumba, me detuve, incapaz de cerrar la brecha más
cerca. Demasiado nos separó, años y secretos, y el fantasma de mi mejor amiga.
Me di la vuelta y me alejé, de nuevo al coche, tranquilo mientras ella corría hacia
mí, en silencio mientras me hablaba, no pude oírla sobre el suave susurro de la sombra
despierta entre nosotros.
39
Nueve
Traducido por Daniel
Corregido por Pagan
Después de diez años, me di cuenta de que mis padres merecían saber la verdad.
Cuando no respondí, soltó un sollozo y no dijo nada más hasta que me bajé del
coche con un suspiro. La esperé para recorrer el camino de ladrillos en ruinas y
sostengo la puerta abierta para ella. Mis padres veían la televisión en la sala de estar y
levantaron la mirada cuando asome mi cabeza. Algunas palabras se estaban formando,
desagradables a juzgar por lo perturbado de sus rostros. Era bastante tarde para una
noche de escuela, después de todo.
Pero cualquier cosa que estuvieran a punto de decir desapareció cuando vieron que
tenía compañía conmigo.
Su hijo solitario que no había llevado a nadie a casa en más de una década no
estaba solo. Y si la noche no fuera tan abrumadoramente deprimente, me habría reído
de la mirada de asombro en sus rostros. Y me hubiera reído por bastante tiempo.
—Mamá, Papá —dije, parado delante de ellos sintiéndome como si me hubiera
caído en una madriguera de conejo—, ella es Melanie.
Una lágrima bajaba por su rostro cuando caminaba hacia el sofá. Ella se sienta en el
borde del asiento como si tuviera miedo de hacerle algo a la tela.
Mis padres estaban en silencio mientras Melanie les conto una versión corta de la
historia que me había dicho en el autobús turístico. Mi padre se acercó a mi madre a
mitad de la historia, pero no interrumpieron.
Abrí la puerta del Neón para Melanie, esperando a que se desenredara un poco por
si misma de mis padres. Luego, silencio otra vez, me dirigí de vuelta al río, la lleve de
nuevo al río hasta su coche y mire hasta que se fue. Me senté allí mucho más tiempo
de lo que había planeado. Sentado en un coche vacío en un estacionamiento vacío,
mirando a la nada y preguntándome donde estaba la sombra.
Me quede allí, soportando todo su solidario análisis y trague todo lo que había
pensado mientras conducía a casa. Me tragué las dudas, las preguntas, las agonías, los
recuerdos y enfrenté las lágrimas de mis padres yo solo.
***
Con mis ojos cerrados, la blancura que abarca todo el lienzo adquirió vida propia,
creciendo hasta que fue lo único que pude ver. Burlándose de mí, esa inexpresividad,
burlándose de mi incapacidad de crear.
Una lágrima solitaria humedeció mi mejilla, y la limpié, mi brazo lanzo una larga
sombra sobre el lienzo.
La sombra hervía mientras se arrastraba por mi piel, fluyendo como la pintura que
se deslizó del pincel en mis dedos.
La sombra lloró cuando mi brocha llenó el lienzo en blanco con luz y oscuridad que
contenía una intensidad de pasión más allá de lo que jamás habría sido capaz sin ella.
Pinté mucho después de que el dolor se hizo insoportable, mucho después de que
apenas podía estar de pie, hasta que la pintura estuvo completa.
Apenas podía levantar mi brazo pero me las arreglé para posar mis dedos en su 43
palma, la pintura es sólo un poco pegajosa a mi tacto, como si no quisiera volver a
dejarme ir.
La sombra se deslizó dentro de mi corazón cuando toque la pintura, sólo que esta
vez, en lugar de gritos, risas amargas de una niña, me lleno de un dolor amargo.
Diez
Traducido por NataliCQ
Corregido por Pagan
A pesar de lo tarde que era, cuando Melanie se volvió hacia su calle se iluminó
brillante como el día. Camionetas de noticias se alineaban en la carretera, algunas de
ellas estacionadas en las aceras y el césped, mientras extraños miraban por las ventanas
de metal en el jardín de antenas brotadas. Focos iluminan la multitud de reporteros y
camarógrafos que rodeaban su casa. Apretó los frenos antes de que nadie se diera
cuenta de que estaba allí y se agachó debajo del volante.
Se quedó sin aliento mientras se mordía el labio y cerraba los ojos, luchando contra
las lágrimas. Cuando se asomó por encima del volante todavía estaban allí, decenas de
lentes frente a su puerta. Podía ver a su padre paseando a través de ventana de la sala,
su sombra errante de ida y vuelta contra las cortinas y de vez en cuando se deslizaba a
44
un lado y miraba hacia afuera, flashes estallando ante el movimiento.
Melanie negó con la cabeza, frotándose las palmas de las manos por la cara con un
suspiro. Mientras lentamente como pudo, retrocedió el coche y volvió a la calle en que
había empezado y sólo entonces empezó a temblar. Sus dedos se aferraron en el
volante, agarrándolo con tanta fuerza que era imposible conducir y ella sólo permitió
que el coche se acercara a una parada en el medio de la carretera. Profundas y
jadeantes respiraciones no hicieron nada para detener los latidos de su corazón o los
batidos febriles que tenían todo su cuerpo tembloroso. Aún así, ella seguía respirando,
con los ojos cerrados mientras estacionaba el coche y se dejaba caer en el asiento.
Alguien tocó la bocina y la asustó tanto que se golpeó la cabeza contra el volante.
Cuando por fin levantó la mirada había alguien detrás de ella tratando de pasarla y ella
puso el coche en marcha y se puso a un lado de la carretera. El conductor le silbó al
pasarla pero ella no podía encontrar la energía para interesarse.
Tomando una respiración profunda, encendió la radio, explorando las estaciones
hasta que encontró uno cubriendo las noticias.
Su propio nombre fue lo primero que oyó. Con los ojos cerrados, se recostó en el
asiento para escuchar.
En el coche, Melanie tragó sus lágrimas, lavando su cara con la parte inferior de su
camisa antes de apagar la radio. No estaba muy segura de cómo la noticia había salido,
pero entiende el atractivo de su regreso en un mundo de noticias 24/7. Ella
simplemente no tenía ganas de caminar a través de las multitudes y tener todos sus
movimientos filmados. Por un breve momento, consideró regresar a la casa de
Richard, pero sabía que tenía que ir a casa. 45
Puso el coche en marcha y se dirigió de nuevo a su calle, aparcando lejos de la
cuadra. En frente de su casa, la multitud no se había movido. En todo caso, había
crecido a medida que más organizaciones de noticias se enteraron de lo que estaba
pasando en un pequeño barrio en Savannah. Iba a tomar algo aún más interesante que
la reaparición de una niña desaparecida para sacarlos de su césped y Melanie sabía que
eso no iba a suceder en poco tiempo. Tendría que lidiar con ellos, finalmente, pero no
esta noche.
Fijó su maquillaje, tan bien como pudo en el espejo retrovisor, limpiando los restos
desvanecidos de las lágrimas. Entonces, practicó una sonrisa, pegándola en su rostro a
pesar de los sollozos todavía amenazando con estallar fuera de ella. Tal vez, en la luz
parpadeante, estaba más cerca de una mueca, pero tendría que servir. Cerró los ojos,
respiró hondo, y luego salió del auto, obligando a sus pies a hacer el menor ruido
posible mientras se deslizaba detrás de la casa en la que se había estacionado enfrente.
Como un ladrón, tenía que escalar un par de vallas, raspando sus palmas en una puerta
de metal oxidada antes de que finalmente lo hiciera en su propio patio.
Tenía que llamar desde la puerta trasera que estaba cerrada y cuando su padre
respondió su sombra se extendía, cubriéndola completamente. La casa era demasiado
pequeña incluso para ellos, no como la casa en la que había crecido en Alabama. Allí,
los sonidos de los niños eran una presencia constante. Aquí, el lugar siempre estaba
demasiado tranquilo, demasiado triste para la risa.
Sus dedos se apretaron, pero no gritó. Ella podía ver la ira justo debajo de la
superficie, había conocido los factores desencadenantes toda su vida, pudo reconocer
los signos, incluso en la tenue luz. Pero él tomó dos respiraciones duras, irregulares.
Profundo, extendiendo sus hombros hasta que parecían tocar cada borde del marco de
la puerta, esas respiraciones le agrandaron de alguna manera.
46
—Es tarde —dijo él finalmente, su voz tranquila pero teñida de algo más oscuro—.
Es una noche de escuela.
—Lo sé —dijo Melanie—. Tuvimos que hacer algunos deberes, era más fácil en la
biblioteca.
Él levantó la mano para mirar su reloj y luego estudió el rostro de ella. Cuando el
aliento dejó su cuerpo, pareció encogerse mientras dio un paso hacia ella, su mano
todavía levantada y ella se estremeció de nuevo sin pensar.
—Inteligente —dijo—, usando la puerta de atrás. Ellos han estado aquí durante
horas, se presentaron inmediatamente después de llegar a casa desde el trabajo.
—Tú. —Él se encogió de hombros, y luego intentó una sonrisa que no funcionó—.
Has regresado de entre los muertos.
Ella cerró los ojos, mordiéndose con la repentina urgencia de comenzar a
estremecerse de nuevo—. Diles que se me vayan.
—Llamé al 911 —dijo él—. Están en propiedad pública, no están violando la ley.
La policía también quiere hablar contigo, dijeron que habían enviado a alguien pero
nadie se ha mostrado todavía. No hay nada más que podamos hacer. —Él negó con la
cabeza y luego se dio la vuelta, hasta que sólo su sombra se quedó en la habitación con
ella.
—Ha sido un largo tiempo, Melanie —dijo él, el tinte de oscuridad acercándose—.
La gente cambia. Lo siento. —Durante un tiempo se quedó allí viéndola llorar, hasta
que finalmente cerró la puerta y la dejó sola.
47
Ella se deslizó hasta el suelo y sacó un estuche de guitarra maltratada desde debajo
de la cama. Entreteniéndose en la esquina con el instrumento, pulsaba los pocos
acordes que sabía y luego suavemente se puso a cantar.
Las palabras eran apenas más que un susurro, tristes y llenas de nostalgia. Era todo
lo que podía recordar de la canción de cuna que su madre había cantado con ella por
todas esas noches dentro de la caja.
Aparte de la canción, no había ruido hasta que la marcha de los pies de su padre
arrastrando una vez más se acercó a su puerta por el pasillo de madera. Ella levantó la
vista, esperando a que él irrumpiera de nuevo, su ira finalmente desatada, pero la
puerta permaneció cerrada.
Continuó cantando en voz baja hasta que oyó el chasquido de bloqueo de la casa en
la parte exterior de su puerta.
Once
Traducido por NataliCQ
Corregido por Pagan
Había sido demasiado temprano cuando mis padres me despertaron para ver la
televisión. Los informes se habían reproducido a través de la noche en todos los
canales locales, transmitiendo imágenes estáticas de la parte delantera de su casa.
Ninguna nueva información había sido dada, nada más allá de su supuesto regreso,
aún no reconocido oficialmente. Si un delito se había cometido la policía se había
48
involucrado, pero después de escuchar a Melanie, no estaba seguro de lo que podría
ser el crimen. En un momento dado, un intrépido reportero había incluso incluido una
fotografía de su lápida, muy probablemente tomada en algún momento después de que
Melanie y yo habíamos dejado el cementerio. Sólo el sonido de la campana hizo que
los periodistas se dieran vuelta lejos de la escuela, pero se quedaron fuera, esperando a
que ella apareciera finalmente.
—Uno de estos días —dijo él, torciendo la cara en una mueca fruncida—, vas a
sucumbir a mi encanto.
Melanie miró atrás una vez, pero no le devolví la sonrisa, aunque Logan lo hizo,
corriendo los dedos por su pelo todo americano mientras la miró fijamente.
Max tamborileó sobre el escritorio, el ritmo que lleva a través de la sala en una
corriente subterránea de una canción, y un número de estudiantes tocó sus pies al
ritmo con él. 49
Caitlin tachó una página entera de palabras bien escritas, el sonido del lápiz
añadiendo un sutil contrapunto a la percusión mientras la señora Pierce divagaba.
—Rápido. —Ella hizo un gesto hacia la pared opuesta, tan lejos de la puerta como
fuera posible.
Nadie se movió durante un largo rato, y entonces todos se pusieron de pie al mismo
tiempo, estrellándose con escritorios y unos a otros cuando nos apresuramos a
acurrucarnos en la base de la pared.
—En silencio —dijo ella, arrastrándose por debajo de la ventana de la puerta hasta
que llegó el resto de nosotros y contó a cada estudiante.
Él se empujó contra mí para que me moviera, pero no había ningún lugar para ir.
Me doblé pero nadie había visto su acción, y la señora Pierce sólo me dijo que me
callara cuando gemí de dolor.
Me encogí de hombros, con miedo de hacer un sonido cuando la señora Pierce miró
hacia mí.
—Perdieron un niño —dijo una chica por la ventana—. No es un tiroteo.
—Hay un bloqueo para todo —dijo Max—. El director de mi última escuela estaba
teniendo un mal día y todos teníamos que ser revisados en busca de armas para entrar
en el edificio.
Una vez más, la señora Pierce nos dijo que nos calláramos, pero a medida que más
teléfonos celulares salieron, la atmósfera cambió con informes dispersos que no era un
tiroteo.
—Una de tercer grado llamada Sue, creo —dijo una de las chicas.
Todos negaron con la cabeza, e incluso la señora Pierce dejó escapar un suspiro.
Nos sentamos allí, acurrucados en el fondo de la sala, hasta que todo aclarado
51
sonaba en el sistema de megafonía, todo el mundo difundiendo rumores medio oídos
sobre la chica desaparecida. La noticia se limitaba a las cuentas de segunda mano
desordenadas de otros estudiantes en todo el distrito, y había poco sentido.
Fuera de las ventanas, vi como una tras otra todas las camionetas de noticias
empacaron sus equipos y salieron corriendo al estacionamiento. La historia del regreso
de una niña desaparecida se reemplazó rápidamente en el ciclo de noticias por el
bloqueo de las escuelas en todo el condado.
Negué con la cabeza. —Pinto —le dije—. Estoy aquí para Bellas Artes, diseño y
esas cosas. ¿Tú?
—¿Cuál es la diferencia?
Su risa contenía música dentro de ella, recordándome la escala que había cantado
en el piano. —Probablemente, la misma diferencia entre un buen pintor y un gran
pintor.
Asentí con la cabeza. —Estoy bastante seguro de que soy ambas cosas.
—¿Ambas?
—A veces, no puedo pintar en absoluto —le dije, luchando para sacar las palabras
más allá de las llamas repentinas de la sombra interior.
—No puedo cantar —dijo Melanie—. Bueno, puedo pero se siente como que
siempre hay algo que falta. Karaoke, me gusta llamarlo. Justo lo suficientemente
bueno, supongo.
—Lo siento —le dije, porque no había otra cosa que se me ocurrió decir.
Ella se encogió de hombros otra vez. —Tenía un entrenador vocal una vez que
pensó que tal vez necesitaba experimentar más, lo que sea que signifique. Entonces él
me dijo que era porque soy virgen —dijo con una risa amarga—. Puedes adivinar cuál
era su solución para eso. Ni que decir, terminé con un nuevo entrenador.
Traté de coincidir con su sonrisa, traté de devolver su risa, pero la sombra ahogó mi
diversión en el silencio.
Cada pocos minutos, podíamos oír los nombres siendo llamados mientras los padres
llegaron a recoger a sus hijos. Me incliné hacia delante y empujé la cortina a un lado
sólo lo suficientemente lejos para echar un vistazo rápido en el auditorio. Junto a mí,
Melanie se acercó más, así que pudimos ver ambos. La mayoría de los estudiantes ya 53
se habían ido, pero el lugar estaba todavía lleno.
—Ahí está Max —dijo Melanie. Fue bastante imposible pasar por alto el pelo de
colores. Junto a él, su padre apoyó su mano en el hombro de Max.
—Y Logan —le dije, mientras se alejaba de nosotros por el pasillo central, su madre
sosteniendo su mano y tirando de él detrás de ella. Él se soltó y luego miró hacia atrás
mientras dejaba caer rápidamente la cortina de nuevo en su lugar, con la certeza de
que él nos había visto.
—¿Cómo te va? —le pregunté a medida que se alejó de espiar a todo el mundo—.
Las noticias mostraron el circo fuera de tu casa ayer por la noche.
—Está bien, supongo —dijo ella—. Prefiero que sólo se vayan, sin embargo.
—La chica perdida regresa, la película a las once —le dije—. Es una gran historia.
—Lo sé, sólo que en realidad no quiero ser una historia. —Ella sacudió la cabeza
con una sonrisa—. Mi padre llamó a la policía diciendo sobre ellos. No ayudó, tuve
que colarme por la puerta trasera esta mañana para llegar a la escuela.
—Me di cuenta.
—Se han ido, sin embargo —le dije—. Justo después del bloqueo.
—No es realmente la razón que quería para que me dejaran en paz, ¿sabes? —Ella
suspiró mientras corría su palma hasta mi codo y luego de vuelta a mi muñeca—.
¿Estás siempre caliente?
Se volvió entonces hacia mí, rompiendo el contacto sólo el tiempo suficiente para
descansar la palma de su mano en mi frente. 54
—Se siente cálido —dijo ella.
Asintió con la cabeza, pero no dijo nada cuando me levanté y me asomé a través de
las cortinas. El auditorio estaba casi vacío de nuevo, sólo un puñado de estudiantes
permaneciendo en sus asientos.
Melanie me siguió hasta que pudimos entrar en el teatro desde la zona de estar, ya
que me di cuenta que aparecer de repente de detrás del escenario podría causar una
conmoción. Habían llamado a mi nombre por tercera vez en el momento en que
llegamos a mi mamá.
Ella se encogió de hombros. —Él viaja —dijo ella—. Trabaja fuera cerca de Metter,
creo. No estoy segura de cuánto tiempo le va a tomar para que consiga regresar.
Mientras mi mamá fue a hablar con el director, Melanie me sonrió, pero no pude
encontrar la alegría dentro para devolverle la sonrisa. Tantas emociones se habían
marchitado lejos de la nada en los últimos años.
Luché por sonreír, pero los músculos no se movieron, mis dientes no se aflojaron, y
en el fondo, donde partes de mí se marchitaron en las llamas, la suave sombra susurró
ahogados recuerdos de sus ojos.
55
Doce
Traducido por Daniel
Corregido por Pagan
Ella lucho para abrir sus ojos, estaban pesados. Muy pesados.
Pesados y cargados abajo con algo húmedo, algo que olía abrumadoramente repugnante. Olía
a sudor y algo echado a perder y podrido, y a algo más que no podía nombrar.
No quería nombrarlo.
En algún lugar muy profundo. Pero todos los pensamientos y todos los nombres y todas las
palabras flotaban, deslizándose lejos mientras trataba de llegar a ellas en la oscuridad. No había
nada más que esos parpados pesados y humedad presionando sobre ellos, y la oscuridad, y los 56
pensamientos flotantes. Flotando libres.
Ella lucho para moverse pero nada funciono, nada se movía. Un dedo, sólo un dedo. Muévete,
por favor, sólo por un momento, un instante, algo, en cualquier lugar. Pero nada se movió.
Tan pesado. Húmedo. Se esforzó para abrir sus ojos, para recordar su nombre, para moverse,
no había nada. En ninguna parte. Su lengua descansaba contra sus dientes, con sabor a metal y
tela, y sin importar lo mucho que luchó no pudo mover su lengua.
Una voz habló en algún lugar en la oscuridad, en algún lugar en lo profundo de las sombras.
Podría haber sido una palabra, pudo haber sido un nombre. La voz era suave y dura, lejana y
cercana, y no había nada más que la palabra y la palabra no tenía sentido. Ella luchó por abrir
los ojos, y sus parpados muy pesados.
Se esforzó en recordar su nombre, pero su nombre no podía ser la palabra que había dicho la
voz. Y no podía responder, ni moverse, y no podía seguir las vías aleatorias que sus pensamientos
seguían en la oscuridad que presionaba sobre ella. Demasiado pesados.
Y no había otra cosa que hacer, sólo rezar para alejar la pesadilla.
57
Trece
Traducido por Sofy Gutz
Corregido por Ariz Herondale
Me encogí de hombros mientras ella daba la vuelta para estudiar las obras de arte 58
que cubrían las paredes. Innumerables fotos de manos esqueléticas con sombras
vibrantes, viciosas, femeninas. Innumerables tumbas y la misma niña en numerosas
poses nebulosas.
—Bueno, obviamente no eres virgen —dijo ella con una risa malvada antes de
sentarse en mi escritorio.
—Lo siento. —dijo ella, con esa misma risa musical—. Estoy fuera de práctica en
todo éste asunto de ser amigos.
—¿Famosa?
—Sólo es un dibujo —dije, girándome lejos de ella para mirar las sonrisas
torcidas de las niñas devolviéndome la mirada desde las paredes.
La sombra cubrió mi rostro con un cálido abrazo y, por un momento que podría
haber durado una eternidad, mis labios eran la única parte de mí ardiendo.
Me volví para enfrentar a Melanie. —Tenía nueve —dije—, la primera vez que
les hablé a mis padres sobre ella.
—¿Ella?
Les dije todo. Que estabas sentada en la mesa del almuerzo, comiendo conmigo,
haciéndome compañía. Que siempre estabas ahí. Siempre conmigo.
No pude mirarla por más tiempo así que dejé que mis ojos se cerraran, dejando a la
sombra oscurecer mi visión hasta que no hubo nada que ver, ninguna soledad para
enfrentarla solo.
—¿El día que desapareciste? Esa noche, tú volviste a mí. Incluso ahora se siente
como si nunca te hubieras ido.
Las ruedas de mi silla chirriaron pero mantuve los ojos cerrados. Aún cuando la
cama se movió mientras Melanie se sentaba a mi lado, continué sin mirarla. Y
entonces, ella apoyó sus largos, casi esqueléticos, dedos en mi cara, dejando un rastro 60
diferente de calor a través de mi mejilla. La sombra suspiró, el fuego se apagó el
tiempo suficiente para que abriera los ojos.
—No lo sabía —dijo ella, tan cerca que su aliento era un suave y dulce beso en mi
piel. Ella olía a vainilla, crema, menta y todo lo que había imaginado que ella olería, y
cuanto más profundo respiraba, más de ella inhalaba, hasta que no había más espacio
dentro de mí para que la sombra habitara.
Intenté cubrirme los oídos con las manos, pero mis brazos no se movían. Traté
de dejar el rostro de Melanie, pero mis dedos sólo se apretaron sobre su piel. Luché
para cerrar mis ojos, para bloquear la oleada de miedo que se apoderó de aquellos
hermosos ojos en los que había estado a punto de ahogarme.
Mis manos se cerraron con más fuerza, deslizándose para descansar en su largo y
pálido cuello, su pulso atronador donde golpea debajo de mi pulgar. Apretando,
apretando hasta borrar la sonrisa de sus pálidos labios rosados.
61
La sombra rugió y quemó y lo único que podía hacer era mirar como Melanie
luchaba por respirar, luchando por vivir.
—Melanie, tu papá está aquí —dijo en voz alta mientras caminaba por el pasillo
para responder al timbre.
Podía sentir las lágrimas que salían de mis ojos, de la misma manera en que
todavía podría sentir los latidos de su vida en mis manos.
—Oh, Dios —dije, áspero y desigual, en control de mi propia voz una vez más—Lo
siento tanto. — Pero cuando me acerqué a ella, se apartó.
Melanie se empujó fuera de la cama, hacia donde su mochila yacía casi debajo de
mi escritorio. Ella mantuvo sus ojos en mí, mientras la pateaba hacia fuera, golpeando
mi bote de basura con el movimiento. Cientos de trozos de papel cayeron fuera,
cubriendo el suelo.
Yo
Soy
Melanie
Yo
Soy
Melanie
Me quedé mirando las tres palabras, cada letra garabateada en oscuras líneas
maliciosas, y luego observé como mi mano se movía a través del papel.
Vamos
Yo no tenía idea de adónde iba, donde estaba siendo llevado, pero cualquier
lugar tenía que ser mejor que donde estaba, así que me colé por la puerta trasera,
evitando a mis padres.
Mis dedos sangraron en el pequeño orificio que había creado en la base del árbol
mientras que la luna brillaba, proyectando sombras pálidas alrededor del pequeño
cráneo humano mirándome.
64
Catorce
Traducido por Sofy Gutz
Corregido por Ariz Herondale
El cráneo me devolvió la mirada, las cuencas vacías de sus ojos viendo todos mis
movimientos. La sombra se acercó con una gracia fluida, casi una caricia,
delicadamente trazando patrones en el pálido hueso.
Traté de empujarme sobre mis pies, luchando por levantarme, pero no llegué
muy lejos antes de que la sombra me atrapara, envolviendo mis antebrazos 65
desnudos con una fuerza inmensa, mucho más fuerte que nunca. La sombra me
arrastró hacia el cráneo, hasta que estuve lo suficientemente cerca para extender la
mano y tocarlo.
Sólo tuve tiempo suficiente para pensar en cuan pequeña era antes de que la
sombra explotara.
En mis rodillas, yo aullaba a la luna. Grité hasta que mi voz se fue, y luego rugí
aún más, dolorido por la necesidad de dar voz al silencioso cráneo que sostenía.
Acuné los huesos frágiles hasta que los gritos se agotaron y las llamas me
consumieron. El cráneo cayó al suelo mientras yo caía en el agujero que había cavado,
cavado, otro hueso punzando en mi mejilla cómo un beso.
En el suelo, mi dedo se abrió paso entre la suciedad, dejando una palabra detrás.
Yo
Conté hasta diez, y luego seguí contando, tratando de calmar el latido frenético de
mi corazón. Nada funcionó mientras empujaba a través de la tierra, exponiendo más
huesos.
Soy
Traté de cerrar los ojos, tratando de luchar contra la presión que me obligaba a
mirar el cráneo situado en el agujero. Era muy pequeña, una cosita tan preciosa, tan
perdida y sola aquí en el desierto, sin nombre, sin alguien para contar la historia del
terrible hecho y la horrible muerte que debió haber pasado para que éste delicado
66
cráneo terminara aquí.
Melanie
Me hundí hasta las rodillas para volver a llenar el agujero, colocando el cráneo
con reverencia en la parte inferior. Estudié el árbol mientras llenaba la tumba, las
grietas en la corteza que había dibujado tantas veces, las delgadas ramas meciéndose
en el viento de la noche de otoño. Di unas palmaditas bajo las hojas y el abono en el
agujero y me levanté con mis piernas temblando.
Una vez más, di vuelta a la llave, y en el cuarto intento empecé a toser antes de
que los chisporroteos volvieran.
La risa se marchitó y murió, dejándome deprimido por fuera y vació por dentro.
La sombra arrastró una delicada caricia sobre mí, jugando con el calor a través de
mi piel hasta que cubrió mis labios con un beso sutil. Mis ojos se cerraron por su
propia voluntad y me ahogué en el recuerdo de aquellos ojos azules tan cerca y sin
embargo tan lejos. El beso continuó, el calor surgiendo a través de mí con una
pasión que nunca había conocido mientras la sombra entraba en mi boca, entraba
en mí, con un tranquilo y suave susurro.
68
Quince
Traducido por Sofy Gutz
Corregido por Esperanza
—¿Richard?
—No sé lo que estoy buscando —le dije—, pero te haré saber si lo encuentro.
***
En mi habitación, preparé otro lienzo blanco, pero no importaba cuanto tiempo lo
miré, no había nada para pintar.
A pesar de que la sombra estaba tranquila, de presencia gentil, me sentí más solo de
lo que me había sentido en años.
Habían pasado diez años desde que me visitó por primera vez, diez años de mi vida
con ella a mi lado. Diez años desde aquel día en que me di la vuelta y conté hasta cien
y todo cambió. Durante diez años había sido mi única amiga, creciendo conmigo,
experimentando todo lo que la vida tenía por ofrecer, desde la escuela primaria a la
pubertad en el Savannah Arts Academy. Habíamos sobrevivido, habíamos crecido, y
ahora parecía estar escondida, huyendo cuando yo la necesitaba más.
Cerré mis ojos, llegando a ella de la misma manera en que ella llegaba a mí. Las
noches de soledad en las que fue mi compañera constante y los terribles días creciendo
solos a pesar de que su sombra no estaba tan lejos.
Más de ciento cincuenta millones de accesos, que van desde Trinity College de
Dublin, a Dublin, Ohio, hasta una serie de actrices de las que nunca oí hablar.
Allí, casi perdida en medio de los millones de accesos, docenas del periódico The
Courier-Herlad de Dublin, Georgia apareció. Reportes de una niña de siete años de
edad que desapareció de un programa de cuidado en la Iglesia Metodista local antes de
que yo naciera. A pesar de una búsqueda masiva de hombres y un número de
búsquedas inútiles, Melanie Elizabeth Bellemeade nunca más volvió a ser vista.
***
Me volví a mirar las obras de arte en mis paredes. El cabello era diferente en mis
dibujos, más oscuro, mas como el que Melanie había perdido cuando tenía seis, pero la
sonrisa era toda de Melanie Elizabeth.
La sombra era toda una caricia tierna, envolviéndose a mi alrededor desde que dije
su nombre en voz alta, y sólo cuando me besó dejé de hablar.
***
—Tu madre podría querer saber —le dije, mi voz entrecortada por el mal uso.
La sombra giraba a mí alrededor, presionando contra mi piel expuesta con un
abrazo silencioso.
—La policía también —le dije—. Ellos pueden decirle a tus padres dónde fuiste
enterrada.
La sombra me besó, iluminando mis labios con fuego hasta que mi reloj despertador
sonó y ella huyó en los recovecos de mi habitación.
No
72
Dieciséis
Traducido por Sofy Gutz
Corregido por Deniis :)
En el almuerzo, estaba listo para sentarme en mi mesa solo y comer por mí mismo,
justo cómo había hecho casi toda mi vida, pero al cruzar la cafetería llena de gente, vi
a Melanie sentada sola. Viré a la izquierda, acercándome a ella desde el otro lado. El
polo azul que llevaba puesto hacía juego con sus ojos y estaba abotonada hasta arriba,
cubriendo la mayor parte de su cuello. Un indicio de una contusión asomó por encima
del cuello, y me tropecé con una silla vacía cuando la vi.
Melanie levantó la vista, me vio y luego miró hacia otro lado, tomando un bocado
de su sándwich mientras estudiaba la multitud a nuestro alrededor. Me quedé allí,
observándola masticar. Los hematomas eran más oscuros de cerca a pesar de la capa
de maquillaje que había usado para ocultarlos. Eran como un par de chupones a juego,
73
una a cada lado del cuello, cerca del tamaño de los dedos y el pulgar.
—Lo siento —dije, forzando las palabras a salir. Si me escuchó, no dio muestras.
Ella se echó a reír, un sonido claro y brillante que llevó a la sombra a la cólera. O tal
vez la rabia era toda mía.
—Melanie —dijo Logan, inclinándose hacia adelante para que pudiera llegar a sus
manos, descansado junto a ellas sus dedos.
—¡Qué hermoso nombre! —Ella me pudo haber mirado por un momento, pero no
se alejó de él—. He oído que cantas, estaba pensando en cortar el almuerzo para
practicar; ¿interesada?
Corrí de la cafetería antes de que pudiera oír su respuesta, tropezando contra las
sillas y mesas en mi camino, empujando a la gente a un lado. Por los pasillos de la
escuela, con la esperanza de desaparecer, fundirme en las sombras y ser olvidado como
los huesos en el bosque.
74
La sombra estaba tranquila y calmada mientras yo corría, y seguí corriendo hasta
llegar al otro lado del edificio. Sin lugar para salir a la calle o en el interior. Apoyé la
mano en la barra de salida de emergencia pensando que iría al árbol y visitaría aquellos
huesos, y estaba a punto de irme cuando Max me alcanzó.
—¿Qué?
—¿Con?
—Bueno, ya que dudo que tengas alguna información útil sobre el estudiante de
tercer grado que falta, ¿vamos a ir con lo que pasó contigo y la chica nueva?
—No. —Max negó con la cabeza—. Logan me contó cuando empecé aquí. Me dijo
que tu nombre era Casper. Ya que es un año por delante de nosotros, pensé que sabía
de lo que hablaba.
Negué con la cabeza. —Los periodistas perdieron interés en el momento en que Sue
Chapman desapareció, supongo. Además no creo que su padre quiera hacer un gran
asunto —le dije—, tampoco Melanie.
—Es un gran asunto. Vieja historia ahora, pero sigue siendo bastante grande.
Entonces, ¿Qué pasó? —preguntó.
—¿Larga historia?
Traté de sonreír de nuevo, pero no sirvió de nada, la capacidad se había ido tan
rápido como había aparecido. Con una inclinación de cabeza, me di la vuelta y caminé
por el pasillo. Podía oír a Max caminando detrás de mí, pero pronto abandonó y se fue
por su camino. Seguí adelante, más allá de la cafetería, hasta que llegué a las salas de
ensayo, atraído por sonidos débiles de canto, en busca de algo para calmar la bestia
dentro.
Corrí hacia la puerta principal para que la alarma no se activara, corriendo por el
estacionamiento hasta mi coche. El Neón encendió inmediatamente, incluso me
bendijo un poco de aire acondicionado mientras conducía desde Savannah, bajo la 17,
de vuelta al pequeño campamento en Fort McAllister en la isla Savage.
76
Max llamó mientras estaba conduciendo, pero deje al buzón de voz contestar. No
había nada que decir, ninguna necesidad real de escucharlo tratar de animarme en
vano cuando no sentía nada, mucho menos alegre.
A la luz del sol toda el área se veía diferente, más calmada, más segura. La
deslumbrante luz del sol brillaba sobre Redbird Creek mientras vagaba por el bosque,
la sombra llevándome directamente al gran roble. El claro era muy tranquilo durante el
día, los sonidos de la naturaleza llamándome a sentarme bajo la cubierta del follaje,
dejando caer mi mochila a un lado.
Nada parecía haber sido perturbado y no había ninguna razón real para desenterrar
el cráneo de nuevo. La sombra llenándome de respetuosa armonía mientras el sol
proyectaba sombras brillantes alrededor del claro, congregándose alrededor de la
tumba.
Oré a todos los Dioses en los que había pensado alguna vez creer. Oré en silencio y,
cuando nada pasó, oré en voz alta. Una ferviente oración llena de todas las emociones
que había conocido jamás. Oré por mí mismo, por Melanie, por la sombra. Oré hasta
que las lágrimas se secaron. Y luego recé un poco más. A pesar de todo, la sombra
reposó un toque reconfortante y caliente sobre mí, su susurro sin palabras una
presencia constante, añadiendo sus propias oraciones a las mías.
Cogí mi mochila y saqué el bloc de dibujo fuera, sentado contra el árbol, encontré
un lápiz. La sombra se deslizó sobre mí hasta que el calor floreció contra mis labios y,
juntos, dibujamos.
El esquema fue primero, los matices de una figura pequeña, delicada, de espaldas a
mí. Tenía la cabeza tan ladeada, mirando detrás de ella, fuera del dibujo, con grandes 77
ojos, tan atemorizados y asustados. Las líneas del lápiz sangraron en la página,
añadiendo profundidad a la turbulencia de su cabello, rizos volando en todas
direcciones. Sutiles diferencias en el sombreado hacían parecer como si estuviera
corriendo, el cabello rebotando con cada paso.
Luego descansé la punta del lápiz en el borde exterior de la página, donde sus ojos
miraban con miedo.
Un solo trazo grueso dejó una línea dura, gruesa a través del papel. Luego otro, casi
en paralelo. Una media luna de grafito conectando las líneas. Los ojos asustados de la
niña miraban, viéndome dibujar. Dos medias lunas más duras casi tocando su hombro.
El lápiz voló sobre el papel cuando dibujé el resto de su brazo, alcanzándola, casi lo
suficientemente cerca para tocarla.
La sombra ardía dentro como los asustados ojos de la niña que miraba con terror a
la mano a punto de enterrarla y por primera vez me di cuenta de algo que nunca me
había permitido a mí mismo considerar.
78
Diecisiete
Traducido por Sofy Gutz
Corregido por Deniis :)
Cuando la música terminó, cerró los ojos, escuchando los ecos finales de las notas
persistentes en el aire. Una vez más, Logan se apretó contra su hombro, una fuerte
presencia demasiado cerca, y ella contuvo el estremecimiento que la recorrió. Los
moretones en su cuello habían sido un dolor distante débil mientras había cantado,
79
forzando las palabras a través de su abusada garganta. Un recordatorio casi constante
de ese momento en el que había estado tan cerca de perderse a sí misma en los
cambiantes ojos de Richard sólo para verlos cambiar. El cambio tan sutil que no estaba
segura de haberlo visto en absoluto mientras desaparecía dentro de sí mismo, mientras
sus dedos se apretaban alrededor de su cuello, mientras ella luchaba por respirar.
El temblor se fue de todos modos, sacudiéndose contra Logan mientras corría sus
manos arriba y abajo las teclas de un piano, no tanto tocando la música como sólo
jugando. Como si la música fuera un juego y él estuviera ganando.
Ella abrió los ojos y se volvió hacia él solo para descubrir su cara a pocos
centímetros de distancia, como si hubiera estado estudiándola mientras sus ojos
estaban cerrados. Melanie se echó hacia atrás, casi cayéndose del banco hasta que
Logan la agarró por los brazos, acercándola más, su agarré un poco demasiado
apretado.
—Ten cuidado —dijo—, que podrías hacerte daño —sonrió él, casi, pero no del
todo una sonrisa burlona, y sólo después de que ella le devolvió la sonrisa la soltó.
—Gracias —dijo ella, deslizándose un poco más lejos en el banco del piano.
—¿De nuevo?
Él empezó a cantar, las palabras descansando ligeramente sobre las notas del piano.
Como el buen cantante que era, era un mejor pianista, y lo demostraba. Suavemente,
ella se unió a él, perdiéndose en la canción para alejarse de pensar cualquiera de los
pensamientos que insistían en ser pensados.
—No —dijo él, y de nuevo—, no. —Presionó las teclas interrumpiendo la canción.
Se giró hacia ella, su sonrisa sólo un recuerdo—. El Sr. Reynolds nunca dejará de dar
sermones si no se detiene a enseñarte. “Desde aquí” decía. —Logan presionó su palma
contra su camisa, justo debajo de sus costillas—. “No desde aquí”. Bueno, tal vez no 80
debería tocarte en realidad, pero, ¿dónde está la diversión en eso? —Sus dedos se
deslizaron hacia arriba, entre sus pechos a descansar sobre sus pulmones.
La presión era fuerte contra su piel, empujando el cierre del sujetador más
profundamente en su carne. Su pulgar descansó debajo de su seno derecho y el dedo
meñique sobre su izquierda.
—Enseño a niños de 10 años que saben mucho —dijo Logan—. Desde aquí. —Él
deslizó su mano hasta su estómago.
—No aquí. —Y de nuevo, devuelta entre los pechos, luego más arriba, hacia su
cuello. Empujó la parte superior de su polo hacia abajo lo suficiente para exponer los
moretones y ella se apartó de su toque—. No ayuda que estés herida.
Él se encogió de hombros, y extendió la mano para dejar sus dedos deslizarse por su
cuello, adaptándose a las contusiones con una sonrisa.
—Quienquiera que ye haya hecho eso tiene manos más pequeñas que las mías —
dijo—. No dejes que ninguno de los profesores lo vean, tienen que informar de ello.
Sus manos se movieron por sus brazos, deslizándose por su piel hasta que la había
acercado aún más a él.
—Una vez más —dijo cuando estaba a sólo unos centímetros de distancia.
—Detente, sólo detente. Estás matando al Sr. Reynolds y ni siquiera está aquí ahora
—dijo, interrumpiéndola a mitad del camino—. Claro, las notas están arriba, pero,
¿nunca nadie te enseño más de las técnicas de canto? Es como si algo se hubiera roto
dentro de ti.
—Lo sé —dijo ella, dejando caer la cabeza hacia abajo para mirar la mano de él.
Era pesada contra su camisa y le costó mucho respirar.
Melanie se sentó en el banco y jugó con las teclas, no presionando lo suficiente para
hacer ruido.
—Es una especie de desperdicio, ¿no te parece? —Él se unió a ella, acercándose a
ella hasta descansar sus labios en su oreja mientras le susurraba.
Una vez más, ella lo rechazó, pero él era demasiado fuerte y había muy pocas ganas
de luchar dentro de ella. Cualquier pelea que ella pudiera haber presentado había
desaparecido cuando él había expuesto las contusiones. Había desvanecido el recuerdo
de Richard sosteniendo su vida en sus manos. Ahora, todo lo que quedaba era una 82
niña pequeña, obligada a quedarse dormida en una pequeña caja debajo de su cama
mientras escuchaba una canción de cuna que no recordaba completamente.
Los agrietados labios de Logan contra los de ella, duros e implacables, pero sus ojos
se cerraron y ella le devolvió el beso. Él sabía a refresco y papas fritas rancias del
dispensador de aperitivos, nada como lo que siempre había imaginado que sería su
primer beso.
Cuando la soltó las sombras desaparecieron en cualquier alucinación que las había
creado. —¿Estás libre el próximo viernes por la noche? —dijo, las palabras
acompañadas de pequeños besos sobre su piel.
Ella se encogió de hombros contra él, mirando hacia arriba lo suficiente para ver la
sonrisa que era casi una mueca cruzando su rostro.
Él la beso en el cuello para descansar sobre las contusiones antes de girarse y salir de
la habitación mientras sonaba la campana de clase.
Ella luchó por abrir los ojos, sus párpados estaban muy pesados. La humedad había
desaparecido, el peso disminuyó a pesar de que la densa oscuridad era tan completa.
Su respiración sonaba áspera y débil y áspera en sus oídos y cuando ella abrió los ojos, no había
nada que ver. Su cabeza se hundió de lado a lado como si fuera una parte separada de su cuerpo y
no tenía control sobre él en absoluto. El movimiento vino de muy lejos, muy lejos, y le pertenecía
a otra persona, y al que sea que le perteneciera parecía estar riéndose de ella.
Sus ojos parpadearon abiertos. Su cabeza se desplomó una vez más contra el suelo y pudo ver
las barras de metal duro debajo de ella, sosteniéndola. Cuando sus ojos se acostumbraron a la
oscuridad, las sombras se movieron, retorciéndose de ida y vuelta. Ella luchó para hablar, pero su
lengua se sentó en su boca, sin responder, sintiéndose como un peso muerto y degustando 84
débilmente el metal.
Vio las sombras debajo de ella, a través de las barras sobre las que ella descansaba, luchando
para ver, el cabello caía en frente de sus ojos.
Las sombras tenían una vida propia, retorciéndose debajo de ella, pero era tan difícil pensar,
de entender lo que estaba viendo. Sus pensamientos corrían en círculos mientras se esforzaba por
moverse y por hablar.
Sus ojos se cerraron y ella luchó para abrirlos, empujando contra el peso que la presionaba
hacia abajo, comprimiéndola y haciéndole difícil respirar. Ella trató de darle sentido a las
sombras moviéndose debajo de ella, pero nada había tenido sentido durante mucho tiempo ahora.
Ella trató de recordar su nombre, pero allí no había nada que recordar.
Su cabeza se hundió una vez más mientras parpadeaba y, después de mucho tiempo, mientras
sus ojos fallaban, sufriendo bajo el peso presionado sobre ellos, las sombras cambiaron por última
vez. Hubo un ruido lejano y demasiado cerca, un ruido que podría haber sido una palabra o que
podría haber sido un suspiro o que podría haber sido un gemido, pero no tenía sentido para ella.
Todo lo que tenía sentido era el único, eterno momento en que la sombra debajo de ella, al otro
lado de los barrotes, parpadeó y abrió sus propios ojos y le devolvió la mirada, tratando de hablar
o moverse y fallando.
Todo eso tuvo sentido, mientras su cabeza caía al otro lado una vez más, fue cuando otra
sombra junto a ella parpadeó, así como en las profundidades de la oscuridad, ella era capaz de ver
a todos los cuerpos que la rodeaban, observándola, atrapados con ella, en sus propias jaulas,
parpadeando y luchando a través de una bruma de drogas.
Ellas lucharon por moverse, lucharon por hablar, lucharon, sobre todo, para pedir ayuda. Pero
el silencio, como la oscuridad, era un peso pesado presionando sobre ellas. Presionando hacia
abajo y presionando hacia abajo y cuando la voz vino una vez más, vinieron de muy lejos,
llamando a todos y cada uno de ellas por el mismo nombre.
Pero no era su nombre, nunca había sido su nombre y cuando se enfrentaron contra el hedor, 85
el peso y la presión implacable de las drogas, lucharon para recordar cuáles habían sido una vez
sus nombres. Pero no había nada allí.
Nada más que una sombra, parpadeando hacia ellas fuera de los ojos consumidos por el
miedo.
Diecinueve
Traducido por Majo
Corregido por Mariela
Una ligera lluvia cayó sobre Savannah mientras conducía al trabajo, el tipo de
respiro, una ducha tardía que sirvió para limpiar el aire y dejar atrás una gloriosa
puesta de sol. Las calles brillaban, las reflexiones de las farolas y los faros combinando
con casas históricas y altísimos robles para crear algo ligeramente mágico mientras yo
entraba en el estacionamiento cerca de la calle River.
Incluso con la lluvia y el ligero frío en el aire, los turistas estaban fuera de casa,
acurrucados bajo paraguas. Ellos esperaron para cubriese, carros tirados por caballos y
carros variados gracias a una serie de restaurantes locales que ofrecen ofertas en la
cena y una paseo.
86
Había suficiente espacio en el tour de fantasmas para escabullirme hacia la parte
posterior. Siempre me pareció algo terapéutico el ver mi ciudad deslizarse en la lluvia,
escuchando el golpeteo constante contra el techo mientras el guía decía cuentos de La
Savannah Embrujada. En la tenue luz, del Cementerio Colonial Park contenía una
multitud de sombras, tinieblas y fantasmas, estirándose hacia mí, y me encontré
saludando mientras nos deteníamos para dejar que los turistas tomaran sus fotos y
pasearan durante unos minutos.
Yo no tenía un paraguas, así que simplemente dejé que el agua se vertiera sobre mí,
pegando el cabello a mi piel mientras andaba los caminos familiares, leyendo las
lápidas familiares, llegando al mármol mojado de la estatua familiar. La sombra me
mantuvo caliente, hirviendo muy adentro, mientras vagaba, manteniéndome lejos de
los turistas, hasta que llegó la hora de subir de nuevo en el carro para continuar el
recorrido.
Apoyé la cabeza hacia atrás mientras nos encaminábamos hasta el río. Acabábamos
de cruzar en la calle Broughton, detrás de un coche de caballos que llevaba a una
pareja de risueños en un romántico paseo en la suave lluvia después de la cena, cuando
los primeros débiles ecos de sirenas de la policía cortaron a través de la tormenta.
Por la ventana trasera, las luces intermitentes azules y rojas atrapadas en el carro,
sirenas sonando primero uno y luego otro coche policial pasaron acelerados cerca de
nosotros, salpicando agua al carruaje. El coche de policía dio un medio giro,
bloqueando Broughton un centenar de metros más delante. Los turistas salieron de sus
asientos mientras el autobús turístico se detenía, clamando por una mejor visión de lo
que estaba sucediendo. Más coches de policía llegaron desde el otro lado de
Broughton, y luego aún más de Drayton, hasta que toda la zona era una masa de luces
a través de la lluvia.
Durante un tiempo, nadie habló, todo el mundo viendo la actividad, pero había
poco que ver. El guía volvió al sistema de sonido. —Bueno —dijo, de alguna manera
tratando de encontrar un tono alegre—, parece que este recorrido podría tomar un 87
poco más de tiempo de lo habitual. Sin cargo.
Unas pocas personas se echaron a reír, pero era una risa nerviosa con poco de
humor real en ella. A mi alrededor, los turistas sacaron los teléfonos celulares para ver
las noticias, pero si alguien encontró algo no lo compartió.
Todo el mundo se volvió hacia mí, mientras hacia mi camino hacia adelante. Claro,
que había jugado un poco con el sistema de sonido cuando no había nadie en el carro,
incluso fingiendo que estaba llevando mi propio tour, pero esta era la primera vez.
—Hola —dije con un gesto torpe, antes de que el guía señalara que el botón en el
micrófono tenía que ser presionado. Lo cual sabía. Con un movimiento de mi cabeza,
esperaba no estar sonrojando. Entonces presioné el botón—. Hola, soy Richard —les
dije—, y creo que voy a ser su guía por un tiempo. —Sonreí, viendo todos los grandes
ojos mirando hacia mí, y la sombra sonrió conmigo mientras señalaba—. A su
izquierda está la Casa Marshall, el hotel más antiguo de Savannah. Que una vez fue
utilizado como hospital por la Unión para los soldados heridos durante la Guerra
Civil. Muchos de esos soldados murieron allí. Soldados jóvenes.
—Uno de ellos era un fotógrafo quien me dijo lo que pasó la primera noche que se
alojaron todos en el hotel.
Todos los ojos estaban sobre mí, incluso el guía detrás del volante. La lluvia tenía 88
un ritmo suave que nos rodea, creando armonía con mi historia. —Sí, ellos pasaron la
noche en lo que creían era un hotel embrujado. Caminaron a través del edificio,
hablando con los fantasmas de los soldados de la Unión muertos hacia casi 150 años,
diciéndoles que no quería hacerles daño. En el momento en que el sol se alzó, todos
estaban convencidos de que cualquiera que fuera la energía que merodeaba por la Casa
Marshall era amistosa. Sólo niños, como de mi edad. Se dice que los asustados
soldados solitarios, todavía están dando vueltas, escondiéndose en las zonas tranquilas
de la Casa Marshall, viendo la vida que nunca llegaron a vivir.
Apenas me había sentado cuando un turista colocó su teléfono hacia arriba. —Están
diciendo que alguien llamó, que encontraron un cuerpo, ellos bloquearon un par de
calles. Sin embargo parece que era sólo un animal.
Después de eso, no pasó mucho tiempo para que los coches de policía se alejan,
dejándonos seguir nuestro recorrido mientras que la lluvia se detuvo. A pesar de la
interrupción, todo el mundo estaba de buen humor, los turistas hablan con extraños
todo el tiempo mientras el guía les dijo sus bromas habituales.
Para el momento en que llegué a casa, mi cabello y la ropa estaban casi secos. Abrí
un sitio web local para leer las noticias sobre la falsa alarma. Resultó ser un perro
callejero que había sido atropellado, lo que es bastante deprimente, pero el aviso había
llegado a decir en que podría ser humano, que podría ser una niña. Sue Chapman
había estado desaparecida durante poco menos de una semana, y a pesar de que la
recompensa por información había crecido, no había nada nuevo en el caso.
Leí los últimos artículos, entonces abrí los viejos informes sobre Melanie Elizabeth
Bellemeade. Otra niña que había desaparecido sin dejar rastro. Abrí el sitio web de
SavannahNow, para el Morning News Savannah, y busqué sus archivos de artículos
sobre Melanie en 1998. Ni siquiera una breve mención. La desaparición fue sólo una
historia local centrada en Dublin, Georgia. 89
Estaba a punto de apagar la computadora cuando mi dedo índice comenzó a
calentarse, escribiendo su nombre una y otra vez en el cuadro de búsqueda, una letra a
la vez.
Con un movimiento de cabeza apoyé la otra mano en el dedo que siguió escribiendo
hasta que se detuvo. —Melanie —le dije—, la policía necesita saber. Pueden encontrar
al que te hizo esto.
Pero la sombra se disipó, derritiéndose en la brillante luz del monitor hasta que no
había nadie en la habitación, más que yo. A través de los ojos borrosos, leí la página
principal de SavannahNow, explorando a través del artículo sobre Sue y la búsqueda
desesperada pasando en el bosque de Windsor. También encontré un pequeño artículo
sobre el regreso de Melanie Robins a Savannah, pero no había nada de ella, sólo un
reporte de que no habían cargos pendientes en la misteriosa desaparición.
Cuando terminé, borre la cadena de Melanies en el cuadro de búsqueda y lo
reemplace con „1998, niña desaparecida‟ para ver si eso traía algo. Más de un centenar
de historias aparecieron, la mayoría de los cuales no eran de ningún interés.
Me desplacé a través de parte de los tres millones de visitas sin realmente verlos.
Nombre tras nombre, país tras país, estado tras estado, ciudad tras ciudad, un rio de
asesinatos y secuestros y violaciones en todo el mundo para un solo año. Sólo entonces
vienen las lágrimas.
Tantos nombres.
Tantas historias.
Tantas sombras.
Hice clic en algunos de los artículos de Dublín sobre Melanie Elizabeth Bellemeade. 90
Desafortunadamente, la mayoría de ellos fueron archivados y no estaba disponible en
línea. Leí uno viejo, una entrevista con la madre de Melanie, una veterinaria local
desesperada por encontrar a su hija. Su angustia era obvia, preguntándose dónde
estaba su hija; sólo queriendo, necesitando una cierta apariencia de paz, algún tipo de
cierre.
—Melanie —dije, casi sin hablar en voz alta—. Tu madre todavía te está buscando.
Han pasado dieciocho años.
Mi voz se quebró en las palabras, saliendo como poco más que un sollozo. —Por
favor.
La sombra no se veía por ningún lado, y una búsqueda rápida en internet me dio la
dirección que yo estaba buscando.
Cuando llegué finalmente, un par de chicos estaban jugando con tiza arco iris en la
acera, mientras que su madre está deshierbando al lado de ellos. Un hombre que
llevaba calcetines oscuros con sandalias estaba cortando el césped, pero la casa de
Melanie estaba en silencio.
Mil disculpas corrían por mi mente, las palabras tropezando entre sí. Me mordí el
labio, forzando un pie delante del otro, sabiendo, nada más, que yo por lo menos le
debía mucho a ella.
El timbre de la puerta no produce ningún ruido, no importa lo mucho que lo
presioné así que golpeé tan fuerte como pude. El sonido resonó por toda la calle, y yo
estaba a punto de dar la vuelta y regresar a mi coche cuando la puerta se abrió.
Melanie se quedó allí y no dijo nada, sólo me miró, miró a través de mí.
—Hola —dije, intentando una sonrisa que no sentía como si comprendiera cual era mi
intensión.
Aparté la vista, miré al suelo, miré a cualquier lugar, pero no a las marcas que había
dejado en ella, a cualquier lugar, menos a su mirada hostil y sus labios sin sonreír.
—Lo siento —dije con toda la sinceridad que pude manejar—. Dijiste que había
tantas cosas que no sabía, ¿verdad? —Las palabras seguían saliendo de mí, cualquier
cosa para evitar que ella cerrara la puerta en mi cara—. Bueno, hay tantas cosas que no 92
sabes, Melanie. Por favor.
Cerró los ojos y se apartó de mí. —Siempre me sentí segura en tu casa —dijo ella—.
Segura. ¿Sabes lo que eso significa para mí? ¿Lo sabes? —Sus ojos, cuando los abrió,
estaban rojos y duros, y di un paso hacia atrás forzado por ellos mientras la puerta se
cerró de golpe.
Toda la fuerza drenada fuera de mí con el eco de ese portazo. Pensé simplemente en
ir a casa, pero no había nada para mí allí, nada para mí en cualquier otro lugar.
El camino a mi coche pareció una eternidad y, cuando llegué allí, no hice más que
descansar mi cabeza en el volante. Finalmente, sin otro lugar a donde ir, ningún otro
lugar donde estar, me dirigí hacia el río, para sentarme en un banco y ver el flujo del
agua, como yo había querido hacer con Melanie. Para decirle acerca de la sombra.
Acerca de los huesos. Sobre todo. Acerca de la Melanie en mi vida. Acerca de Melanie
Elizabeth Bellemeade y el hombre que creo que ella observaba matarla. Había tantas
cosas que contar, pero nadie estaba escuchando.
Miré a mi alrededor en todos los lugares donde el sol proyectaba sombras a lo largo
de la calle River, pero no pude encontrar a la sombra con la que había crecido. Vi a los
turistas caminando; los botes en el agua y los globos coloridos en niños que llevaban
atados con correas de colores. Un músico tocó delante de un público agradecido,
llenando la calle con música, aplausos y risas. Pero las sombras quedaron en sombras,
siguiendo las leyes de la naturaleza en lugar de las leyes Melanie Elizabeth que siempre
había roto a venir a mí todos los días.
—Estás aquí —dije, pero no estaba seguro de a cual Melanie le estaba hablando.
Ella asintió con la cabeza. —No sé por qué. Mi padre apareció y estar aquí parecía
el mejor lugar para estar. —Ella se quedó mirando los botes en el río—. Él comenzó a
beber de nuevo. Esa fue la cosa más grande, cuando me dijo que había cambiado. Dijo
que había estado sobrio por un tiempo, buscándome. Ahora, ¿últimamente? No sé. —
Ella sacudió la cabeza, enviando hebras largas hacia mí—. Por lo menos estoy
demasiado grande para la caja. —Su risa era una pálida imitación de alegría e hizo
poco para disipar la oscuridad—. Ahora sólo me quedo en mi habitación.
—Yo…
—No —dijo ella, girando para mirarme—. No quiero escuchar un „lo siento‟ por
una maldita vez más. Nunca más, ¿de acuerdo? Has cambiado, Richard. Justo en
frente de mí. Desapareciste. Por un momento pensé „él va a besarme‟ y luego, con la
misma rapidez, „él va a matarme‟. Así que ¿cuál es?
Tranquila y en voz alta, perfora en mis oídos como los gritos de la sombra. —¿O
soy sólo yo? ¿Hay algo de mí, algo malo en mí, que dice „soy una víctima, lastímame‟?
¿Eso es todo?
Todas las disculpas desaparecieron, con las palabras que había practicado.
No había nada y todo que decir, pero yo no podía pensar en cómo hablar. Cómo
abrir la boca y producir sonidos. El río brillaba a la luz del sol, toda la ciudad tan viva
y vibrante. Los turistas deambulaban, los niños riendo y jugaban con el sol caliente de
la mañana.
94
—Melanie —dije, su nombre en el aire, su sabor en mis labios como una nube
flotando en frente del sol y me cubría en la sombra. Sus ojos brillaban con lágrimas
contenidas y aún ahora, rodeados de gente, una pizca de miedo se escondía aquí.
—No hay nada malo en ti —le dije, llegando a ella a pesar de la sombra que me
retenía. Antes de que yo la tocara, sin embargo, ella se alejó, deslizándose por el banco
hasta que estuvo fuera de alcance. Dejé caer mi mano en el asiento, recogiendo la
pintura verde desprendiéndose del metal.
Una vez más, quería disculparme, pero no creo que alguna vez mereciera perdón.
En su lugar, levanté mi brazo hacia arriba, proyectando una larga sombra delgada a lo
largo del suelo. —Solían conectarme a esta máquina, para medir mis ondas cerebrales.
Para ver si estaba en mi sano juicio, creo. —Moví mi brazo hacia atrás y hacia
adelante, por lo que la sombra bailó a lo largo de la acera en frente de nosotros—.
Hace un par de años, yo estaba tan cansado. —Cerré los ojos, bloqueando el mundo—
. Todo era imposible, supongo. Yo tenía una amiga, y nadie me creyó. Nadie entendía.
A nadie le importaba.
Tomé una respiración profunda y luego abrí los ojos. La sombra acurrucada a mí
alrededor, corriendo sus tibios caminos sobre mis brazos en un intento desolado de un
abrazo. —Pensé que, si ella no podía estar conmigo, tal vez yo podría estar con ella.
Tú eras la única cosa en mi vida por la que vale la pena vivir y estabas muerta.
—Ella no me dejaría —dije, mi voz igual de suave—. Ella se negó a dejarme morir.
—No podía dejar de gritar, pero no podía moverme. —La sombra acurrucada con
más fuerza a mi alrededor; cálida, reconfortante y segura—. Mis padres me
encontraron así, gimiendo en el suelo de mi habitación. Los médicos dijeron que
estaba teniendo un ataque de ansiedad, que nada estaba mal conmigo. Desde entonces,
han tratado de entender. Ellos no lo hacen —dije—. No pueden, pero lo intentan.
—¿Entender qué? 95
—Todo. Desmayo o estallidos aleatorios, los médicos no tienen realmente un
nombre para ello. Mis padres dejaron de cuestionarme y yo dejé de hablar de una
amiga invisible, sobre el fantasma de ti. —La miré, y luego traje mi mano hasta que se
proyectara en una sombra sobre su rostro. La franja de oscuridad corría por su piel, un
ojo más brillante en el sol y el otro a la sombra y escondido. La mitad de sus labios
brillaban y lo otro estaba silenciado.
—Tu sombra —le dije, y luego cae mi mano a mi lado. Profundamente dentro,
donde partes de mí siempre se sintieron como si estuvieran desaparecidas, la sombra
quemó y lloró y me quemó y lloré con ella.
—Ella está aquí, ahora —dije—. Dentro de mí. Al lado de ti. En todas partes.
Melanie retrocedió un poco más, hasta que ella estaba en el extremo del banco, y
luego miró a nuestro alrededor.
—No la ves, ¿verdad? —le pregunté mientras sus ojos se sacudieron bien abiertos—.
Siempre pensé que el fantasma eras tú. Te fuiste, ella estaba allí. Yo tenía seis años de
edad y solo. ¿Entiendes eso? Y ahora estás aquí —dije, mirando de nuevo al río.
Durante mucho tiempo no hice más que ver los botes flotar, escuchar la risa de los
niños viendo a los músicos callejeros.
—No eres una víctima —dije—. Y nunca ha habido nada malo contigo. ¿Por qué lo
preguntas?
—¿Todo?
Ella negó con la cabeza. —Nada que no pueda manejar —dijo ella, agitando el
pensamiento lejos—. No pasó nada. Sigo siendo virgen, todavía sólo una cantante
decente. —Ella se echó a reír, dura y quebradiza—. Mira, puedo hacer bromas al
respecto.
Me reí con ella, pero, en todo caso, mi risa era aún más frágil que la de ella.
—Si ella no soy yo —preguntó Melanie después de que su risa se apagó—, ¿quién es
ella?
Cuando ella no se movió más lejos, descansé mis dedos tan suavemente como pude
en su brazo. La sombra fluyó a través de mí hasta que se centró en el punto de
contacto entre nosotros.
—¿Caliente? —le pregunté y sonreí cuando ella asintió con la cabeza.
—Ella me quema. Y ella grita, dentro de mi cabeza. Para eso eran todas esas
pruebas. —Cerré los ojos, incapaz de verla mirándome—. Pensé que eras tú, todos
esos años. Cada noche hasta que aprendió a no quemarme vivo. No ensordecerme. Y
entonces viniste a casa.
—Richard —dijo mi nombre en voz tan baja que abrí los ojos sólo para ver sus
labios moverse.
El aliento de Melanie atrapado en lo que ella iba a decir. Se llevó la mano al cuello,
a donde los moretones habían casi desaparecido, pero no del todo. —Ella me odia —
dijo ella—, ¿no? 97
—No sé —le dije—. Hay tantas cosas que no sé. Últimamente, ella ha estado
probando sus límites, viendo lo que ella puede hacer.
Asentí con la cabeza. —No creo que ella te odie. Creo que ella esta celosa.
—¿De mí? —preguntó Melanie, volviéndose hacia mí—. Ella ha pasado los últimos
diez años contigo. En todo caso, yo estoy celosa de ella.
Las nubes se separaron, dejando que el sol golpee a nuestro alrededor. Brasas de
cobre brillaban en su cabello como las llamas, y al mirar alrededor, no hay nada en
River Street, nada en el agua, ninguna de las personas que caminan proyectaban
sombras en absoluto. Moví la mano, pero nada devolvía el saludo.
—¿Te das cuenta? —le pregunté, mirando a Melanie pero tenía los ojos cerrados,
una lágrima o dos se deslizaron libres.
Dentro, la sombra no estaba por ningún lado. No quemar, ni gritos. Sólo un silencio
sagrado infinito.
98
Veintiuno
Traducción por America_12
Corregido por Deniis :)
—Pasé toda mi infancia tratando de convencer a todos de que estabas allí —le
dije—. Otros niños se burlaban de mí; durante un tiempo, gracias a Harry Potter, en
lugar de Casper, me llamaron Nick Casi Decapitado. Mis padres me llevaron a
especialistas y terapeutas y me dieron todo tipo de medicamentos. Así que cuando dejé
de hablar de ti, dijeron que las píldoras debieron de haber trabajado. —Sonreí a pesar
99
de que ella no estaba mirando hacia mí, a pesar de que todavía no estaba
acostumbrado a sonreír.
—Durante mucho tiempo he soñado con ser capaz de demostrarle a todos que la
sombra era real.
—A mí también. —Me reí, un rápido estallido de sonido que hizo poco para aclarar
el estado de ánimo, pero era algo, al menos.
Tomé una respiración profunda, tragando mil cosas que quería decirle. —¿Confías
en mí? —le pregunté—. A pesar de todo, ¿verdad?
Melanie negó con la cabeza. Melanie asintió. Melanie no se movió en absoluto, sólo
me miró con esos ojos de color azul oscuro. —No —dijo ella, poco más que un
susurro. Y luego—: no lo sé, Richard. ¿Tal vez?
Estaba a punto de decir “lo siento” una vez más cuando ella siguió hablando.
—Quiero hacerlo —dijo—. Todavía hay mucho que no sabemos el uno del otro, tanto
tiempo que perdimos. —Sus labios, brillantes y de color rosa y gloriosos, se curvaron
en una sonrisa—. Sí —dijo ella finalmente, la sonrisa persistente—. Te he echado de
menos durante tanto tiempo, he querido nada más que estar aquí en Savannah contigo.
—Un buen lugar para volcar un cuerpo —dijo, tratando de hacer una broma de ella,
pero la tensión era evidente en su voz.
—Más de lo que sabes —dije, sin reír cuando cogí mi mochila del asiento trasero y
inicié la marcha por el bosque. El sol era cálido y luminoso, y yo no podía imaginar
haciendo esto por la noche de nuevo.
Me senté frente al árbol, amortiguado por la pesada capa de hojas esparcidas por el
suelo y observé a Melanie explorar el claro. Ella apoyó los dedos en la corteza del
árbol mientras se apoyó en ella, mirándome, y cuando el viento soplaba una brisa
cálida en toda la isla, que sacudió las ramas y proyectó innumerables sombras bailando
a nuestro alrededor.
Ella me miró a la vez que las sombras fluían a través del claro. La sombra, dulce
como la miel, se fundió en mí.
—Ella está aquí —dijo Melanie, mirando a su alrededor—. ¿No lo está? 101
—Sí —le dije. Agarré mi cuaderno de bocetos de la mochila y toqué con la punta de
un lápiz a la página en blanco—. Creo que ella vio a su asesino.
—¿Qué?
Me quedé mirando las sombras que nos rodeaban. —Por favor, Melanie.
Susurré—: Muéstrame.
—No —dijo, su voz pequeña y distante—. Pero yo les he visto. Con Logan.
—¿Qué?
—Cuando él me dio un beso —dijo—. Las sombras se movían. Pensé que me estaba
imaginando cosas.
—La sombra me trajo hasta aquí —le dije. Ajusté el cráneo en la palma de mi mano
102
cuando lo saque y le mostré—. Creo que esto es Melanie.
Ella gritó, el sonido haciendo eco a través del claro, y cayó hacia atrás, luchando
por distancia. Sus ojos estaban muy abiertos y asustados, mirando el aspecto que
tenían cuando mis manos se habían envuelto alrededor de su garganta, y todo lo que
podía recordar era lo suave su piel había estado por debajo de mi tacto como cuando la
sombra intentó matarla.
Durante mucho tiempo, ella estaba en silencio, mirando el cráneo en mis manos.
Ella se estremeció, y luego se alejó de mí.
Ella se dio la vuelta y se dio la vuelta y nunca miró hacia atrás, corriendo por el
camino hacia el coche. Después de llenar el agujero nuevamente, agarrando el cráneo
en mis brazos, me apresuré a ponerme al día con ella. Ella estaba esperando en el
coche y nos dirigimos a casa en silencio, el cráneo envuelto en una camisa en mi
mochila. Melanie me hizo una promesa que no estaba seguro de que sería capaz de
mantener, que iría a la policía, que yo les diría todo. Pero no estaba seguro de lo que
era “todo”, no estaba seguro de cómo explicar cómo me encontré con un cráneo en
medio de una isla al sur de Savannah con ellos bloqueándome la de salida.
103
Veintidós
Traducido por Jane
Corregido por Deniis :)
Con una respiración áspera, corrió a través de la pequeña casa hasta que llegó a su
habitación, cerrando la puerta también. Encendió todas las luces, quitando la sombra
de la lámpara de pie para desterrar las sombras. El brillo hería sus ojos, pero cuando se
acurrucó en un rincón de la cama, mirando a la nada, casi se sintió segura.
No duró.
Ella se echó hacia atrás, alejándose de su forma proyectada por la sombra. Él dejó
de caminar, balanceándose en sus pies, haciendo que su sombra se deslizara a través de
sus sabanas, de ida y vuelta, más cerca de ella, y ella levantó las rodillas apretándolas
en su pecho, tratando de ocultarlas.
—Te pareces a ella —dijo, sólo algunas palabras mal articuladas. Cada sílaba lanzó
oleadas de aliento alcoholizado a través de la habitación—. Tan hermosa. —Se secó
los ojos y luego cayó al suelo, aterrizando casi de rodillas, enviando su sombra lejos de
ella. Melanie soltó el aliento que había estado conteniendo y relajó sus piernas lo
suficiente como para sentirse más cómoda, sin dejar de mirar la pálida sombra de su
padre echado en el suelo.
Él apoyó las dos palmas de sus manos sobre el borde de su colchón, el peso de ellos
moviéndolo por debajo de ella, y luego se deslizó el resto del camino hasta el suelo. Él
se echó hacia atrás con un suspiro débil, mirándola con los ojos inyectados en sangre.
—Nunca me di por vencido —dijo—. No creo que lo supieras, que me casé antes
de tu madre. Ella era un poco mayor que yo, con un bebé. Nos casamos y creí que era
feliz. Todo cambió, sin embargo, cuando su hija murió. Ella cambió. Luego, después
del divorcio, yo estaba tan perdido. Hasta que tu madre me encontró y me enseñó lo
que realmente era la felicidad el día en que naciste. Me dio una hija propia. Nunca creí
que estuvieras muerta, no podía pasar por eso otra vez. —Se pasó las palmas de las
manos por la cara y luego extendió la mano hacia ella, cayendo justo antes de su pie
mientras se deslizaba de vuelta a la esquina. Su sombra se extendía casi hasta el tobillo
de ella.
—Todos esos años, tu madre guardó ese secreto. —Con un movimiento repentino,
él cogió el dobladillo de sus vaqueros en su puño, tirando de ella lejos de la esquina—
. Luego murió. 105
Melanie se apartó, pero su padre la llevó dentro de sus brazos, abrazándola con
tanta fuerza que apenas podía respirar mientras sollozaba contra su hombro. Grandes
sollozos que amenazaban con aplastar sus costillas. Sus brazos envueltos alrededor
suyo con más fuerza, agarrándose a ella mientras lloraba.
Él sonrió y luego la apretó con más fuerza. —Justo donde siempre perteneciste.
Pero aun cuando él se disculpó, la sombra pareció echarse sobre ella, ahogándola
con su presencia.
Ella asintió, pero él no estaba prestando atención. La soltó sólo el tiempo suficiente
para apartar el pelo de su cara. —Igual que ella, ¿sabes? Siempre tan hermosa.
Luego, sonrió, una gran sonrisa, de oreja a oreja, dejando al descubierto los dientes
y las encías mientras la miraba con ojos inyectados en sangre. Una nube de aliento de
alcohol contaminada pasó por su cara mientras hablaba.
106
—Este año fue diferente —dijo—. En tu cumpleaños, tuve que hornear el pastel yo
solo. No sabía muy bueno. No como el de ella. Después, miré todas tus viejas
fotos. No era suficiente, quería más de ti. Lo necesitaba. Entonces, saqué todo lo de tu
madre. Todas las cosas que había empacado después de tu muerte.
Se inclinó más cerca, su sombra cubriéndola, y ella se echó hacia atrás en su abrazo,
apenas dejándole espacio para respirar mientras descansaba su cabeza sobre su hombro
y continuaba hablando.
Miró hacia arriba, limpiándose la nariz con la manga. —Era como si estuviera
hablándote, a la espera de tu respuesta —dijo.
—Entonces empecé a borrar todos los mensajes de correo electrónico al azar. Fue
entonces cuando lo encontré. —Sus ojos se volvieron frágiles y él aumentó la presión
sobre ella—. Un correo, todo lo que decía era „MOK. —Al igual que la palabra
simulacro sin una c.
Las sombras giraban a su alrededor, danzando con los mechones de su pelo y ella
cerró los ojos para bloquear la vista de su danza. La voz de su padre raspó sus oídos, el
ebrio murmullo más oscuro y más pesado ahora mientras sollozaba y continuaba.
—Me quedé mirando, pensando que tenía que ser correo no deseado, ¿no? No tenía 107
sentido, así que pensé en eliminarlo y seguir adelante. —Él se rió, un sonido aterrador
que la hizo estremecerse mientras él apretaba mucho más fuerte—. Entonces lo dije en
voz alta. Vamos, Melanie, mi amor, dilo en voz alta.
Ella abrió los ojos, apartándose cuando se dio cuenta de que él la miraba fijamente,
con el rostro descubierto centímetros de distancia, lo suficientemente cerca para que
contara los pelos grises individuales en su barbilla. Su cálido aliento se apoderó de ella,
y por un momento le preocupó que alcoholismo pasivo de la misma manera que el
tabaquismo pasivo fuera tan peligroso.
Ella respiró hondo. Tenía la boca tan seca, sin importar lo mucho que ella se
lamiera los labios no servía de nada. Después de otra respiración profunda, ella tragó y
luego trató de hablar. —Mok.
—No, deletréalo.
—M —dijo, y luego—. O, K.
—Quería ir hacia ti. Sabía que eras tú, te pareces mucho a ella. —Se inclinó,
apoyando su peso sobre el borde del colchón mientras le acariciaba el pelo, hebras
sueltas volando en todas direcciones, enviando sombras bailando contra las
sábanas. Sus dedos se deslizaron hacia abajo, deteniéndose en sus mejillas—. Tal piel
pálida, nunca podría dejar de tocarla y esos labios brillantes que nunca sonreían con la
suficiente frecuencia. Ella era tan hermosa.
Cerró los ojos, perdido en sus recuerdos y luego la envolvió en sus brazos,
abrazándola con tanta fuerza que le era casi imposible respirar. Las sombras se
acercaron a ella, pero cuando retrocedieron, resultaron ser sólo sombras normales,
nada más que un truco de la luz.
Veintitrés
Traducido por Jane
Corregido por Deniis :)
Miré hacia arriba mientras Max se sentaba con su almuerzo. En el otro lado de la
habitación, Melanie se dio la vuelta y volví a mirar a la mesa para bloquear la vista.
—No se supone que debas estar leyendo —dijo ella, cubriendo la página con sus
brazos.
—No estaba mirando a la poesía. —Él sonrió, luego se sentó con su bolsa de 109
almuerzo.
Aparté la vista antes de que ella me pillara mirando, y me giré hacia las esquinas de
la cafetería donde las sombras se fundían en torno a los numerosos estudiantes de
secundaria vagando a través de ellas.
—¿Qué?
—Dije, ¿haces algo el fin de semana? —Él sonrió, inclinándose hacia adelante para
tratar de echar un vistazo al papel delante de ella.
Caitlin lo cubrió antes de contestar. —Hilton Head con mis padres y Wanda —dijo
ella.
Caitlin golpeteó su lápiz contra sus dientes. —Cuando vi la tele, decían que una
niña se perdió en Bluffton la semana pasada, también. —Ella se estremeció una vez, y
luego escribió algo en su cuaderno.
—Con esas son tres —dijo Max, contando con los dedos—. Sue Chapman aquí en
Savannah. Ellen Marie cualquiera que sea su nombre, cerca de donde vivo. —Miró a
Caitlin con un encogimiento de hombros.
—No estoy segura —dijo ella, igualando su encogimiento de hombros con uno
propio—. Eran vacaciones, no prestaba mucha atención a las noticias.
Por un momento, las sombras cambiaron a mí alrededor, las luces fluorescentes que
parpadearon encima de la sala. —Cuatro —dije, mirando hacia atrás y hacia delante
de Max a Caitlin—. Oí hablar a alguien que una Alerta Amber fue emitida por
Waycross.
No estaba seguro quien era la cuarta, pero serían cuatro. —Puede que no todos
estén relacionados —dijo Max—. Mi papá hablaba con uno de los policías. Él le dijo
que buscaban un “varón sospechoso.” —Hizo comillas en el aire alrededor de las
palabras con un movimiento de cabeza.
—No dejes que te afecte —me dijo Max mientras lo veía sentarse junto a Melanie.
—Él es un idiota —dijo Caitlin antes de volverse hacia su cuaderno y dejar que su
cabello cayera a su alrededor.
Negué con la cabeza, pero se las arregló para sacarme una sonrisa.
Entonces vi a Melanie y Logan en mi visión periférica, sus brazos tocándose a través
de la mesa, los dedos tocando un piano imaginario sobre la piel de ella.
Negué con la cabeza, sus dedos agarraron con más fuerza. —Lo prometiste —dijo
ella.
Logan se acercó a nosotros, rompiendo su agarre al caminar directamente.
Ella se volvió hacia él, mostrando una breve sonrisa. —Voy a estar allí.
Él me miró, luego se apartó sin decir una palabra. —No es lo que piensas —dijo
ella, mirando a Logan de pie.
Negué con la cabeza. —No tienes idea de lo que pienso —dije, luchando por evitar
que el dolor se notara en mi voz y fallando miserablemente.
Algunos incluso me tomaron una foto o me pidieron que posara con ellos. Nadie
estaba hablando de niñas desaparecidas o bloqueos policiales, y resultó ser un
recorrido tranquilo, buscando en La Savannah Embrujada una pista de un fantasma.
Mientras hablaba, no dejaba de observar la ventana, emitiendo mi propio baile de
sombra a través de los turistas, pero si alguien sintió algo no lo mencionó.
Cuando terminó el recorrido, salí disparado al Neón, hacia el sur, de vuelta a Fort
McAllister, de vuelta a la isla Savage, de vuelta a los huesos. El sol se estaba poniendo, 113
proyectando sombras que parpadeaban a mi alrededor como la fría brisa que soplaba
desde el océano.
El olor de los pantanos era fuerte con sal y un trasfondo sutil de agua estancada.
Una vez más, saqué mi cuaderno de bocetos, invitando a la sombra para dibujar
conmigo, pero incluso cada pulgada de piel expuesta quemó y los gritos me hicieron
arrodillar, el papel permaneció en blanco.
Sin la sombra como una guía, dibujé de todos modos. Un esbozo de una tumba, un
cráneo que le faltaba pasión y parecía desconectado de la escena cliché de alrededor.
Dibujé una niña, de rodillas en oración al lado de un agujero vacío, y esperé a que se
diera la vuelta, para mirarme, para que reconozca mi presencia de alguna manera.
Busqué en las llamas, luchando por encontrar algo en el fuego que estuviera
clamando dentro, algo parecido a la comunicación como las brasas que se alejaron
flotando. Pero yo estaba condenado. Siempre me habían condenado. Y hace tiempo
que había renunciado a cualquier esperanza del cielo.
Metí la mano en mi mochila, más allá de los libros de texto y los lápices, para sacar
la camiseta amontonada en la parte inferior. Con cuidado de retirar el tejido, sostuve el
diminuto cráneo en mis palmas, mirando profundamente dentro de esas cuencas
vacías. Me sequé los ojos y luego froté mis lágrimas sobre el hueso. Una brisa silbaba a
través, creando un siseo del cráneo, y me lo acerqué a la cara, lo suficientemente cerca
como para oler la suciedad que se aferró a él. Y luego, más cerca todavía, por lo que
mis labios descansaron en su frente por un instante, nada más, saboreando el suelo de
Savannah.
114
Por un momento me imaginé que podía oír la risa de una niña pequeña, pero el
constante bramido ahogaba cada sonido. Me quedé mirando el cráneo, tan pequeño y
delicado en mi palma, y hablé tan silenciosamente como pude, ni siquiera un susurro,
no más que una oración a medio formar.
La luna brillaba, enviando pálidas sombras de las desnudas ramas alrededor del
claro. Tantas sombras, bailando en la brisa. Una docena de ellas o más, girando a mi
alrededor, silenciosas y frías y dolorosamente hermosas.
—Es hora de saber quién te mató —dije, levantando el lápiz una vez más y girando
a una página en blanco en mi cuaderno de bocetos.
Una nube pasó por delante de la luna, dejando destellos de luz en la oscuridad antes
de continuar su camino, y las sombras reaparecieron, bailando y rotando. Me
rodearon, me abrazaron, pero se mantuvieron tranquilas y frescas como mi mano voló
sobre el papel. Un enorme árbol cubría casi toda la página, roto y agonizante y triste.
Las ramas colgaban hasta el suelo, el árbol apenas lo suficientemente fuerte como para
mantenerse en pie.
Pero no había nada que yo pudiera hacer así que los dibujé, a cada uno, cada cara 115
de melancolía en cada precioso ángel en cada lápida en ruinas. Mis lágrimas rodaban
hacia abajo en mi cuaderno de bocetos, mojando el papel, creando pequeños charcos
de distorsión en la imagen. Seguí dibujando a través de la penumbra, sombreando los
ángeles por lo que vivieron y respiraron casi a pesar de sus heridas.
Delante de cada lápida rodeando al árbol moribundo, una pequeña mano, los
huesos de manera muy delicada, llegaron para mí mientras repartía vibrantes, viciosas,
sombras femeninas por el suelo.
Por un breve instante, mis ojos se cerraron, bloqueando la visión de lo que había
dibujado, negando la existencia de todos esos ángeles rotos, y el claro aún estaba
quieto y silencioso.
116
Veinticinco
Traducido por Hailo0
Corregido por Deniis :)
El edificio fue eclipsado por un gran roble detrás de un musgo español, sombras
flotaban en la brisa.
Para encontrar a su asesino, para vengar la muerte de mi mejor amiga. Para hacer
algo, cualquier cosa. Durante mucho tiempo había estado indefenso, impotente. Yo
tenía seis años de edad. ¿Qué podría haber hecho? Le di la espalda. Había contado
hasta cien. Pero aparte de eso, no había hecho nada. Durante años, no hice nada.
Incluso cuando le dije a la gente, pidiéndoles que creyeran que Melanie estaba ahí,
conmigo, pero nunca nadie escuchó. No mis padres, no mis compañeros de clase,
nadie. El día que cumplí los trece años, mi madre me hizo invitar a toda mi clase a una
fiesta en mi casa. Compró invitaciones infantiles y me obligó a entregarlas, cubierto de
globos de colores.
El día después de que les entregué, encontré una pila en el cubo de la basura en la
biblioteca de la escuela. Tenían caras dibujadas sobre todo los globos, convirtiéndolos
en personajes de dibujos animados, burlándose de mí. Ellos los habían convertidos en
fantasmas.
Esa noche, horas después de que mis padres me pusieran en la cama, escuché el
grito de sombra hasta que no pude soportarlo más. Fui de puntillas por las escaleras, a
la cocina y cogí el teléfono. La noche en que cumplí trece años llamé al 911 para
decirle a la policía la verdad.
“Una terrible tragedia” dijeron. “La vida mejora” y “estamos aquí para ti.” Pero era 118
más que una tragedia y, a veces la vida tiene maneras divertidas de mejorar y sólo la
sombra estuvo siempre allí para mí. No Melanie, no mis padres, nadie más que la
sombra.
***
Crucé la calle, viendo la maraña de musgo español en las ramas. A pesar de las
sombras que fluían a lo largo de la acera, no estaba sorprendido al ver que no divisé a
ninguna sombra. Para esto, por ahora, estaba solo.
—Quería hablar con alguien acerca de algunos huesos —le dije, las palabras se
dispararon sobre sí mismas en su prisa por salir—. Yo los descubrí cerca de Fort
McAllister.
Ella sonrió un poco más y me dio uno de los gestos de "sólo un minuto," mientras
que ella tomaba el teléfono en su escritorio. —Detective —dijo—, hay un hombre
joven aquí para ti.
—Por aquí, Richard. —Se dio la vuelta, sus zapatos rechinando en las baldosas
mientras él me llevaba a través de un laberinto de escritorios de metal viejo. Un par de
oficiales me miraron mientras caminábamos, pero aparte de eso nadie nos prestó
mucha atención. Cuando llegamos a un escritorio que sólo tenía una mesa removida
para tener parte de una vista de la ventana, el detective sacó una silla y la arrastró otra
vez, e hizo un gesto para que me sentara mientras él se sentó a mi lado.
Pasó una libreta la cual ya estaba abierta en una página vacía y escribió mi nombre
en la parte superior. Entonces, él me miraba con los mismos aburridos ojos que el
oficial que había venido a mi casa en mi decimotercer cumpleaños. —¿Dirección? —
preguntó, anotando la respuesta por debajo de mi nombre.
—¿Teléfono?
Todo el tiempo su cabeza cabeceaba hacia arriba y hacia abajo, como si esto fuera la
octava vez en el día que le había dado este discurso. A juzgar por el bloqueo en la calle
Broughton la otra noche durante el tour de fantasmas sólo podría haber sido así.
Se quedó mirando el cráneo y luego, lentamente, muy lentamente, levantó los ojos
intensos, brillantes, perforaron en mí por un momento muy largo. Luego de vuelta en
el cráneo, mientras llegaba al teléfono sin mirar. Los ruidos de fondo a nuestro
alrededor comenzaron a desvanecerse mientras uno después de que las otras personas
empezaron a notar el cráneo que estaba sosteniendo.
Todos los ojos se volvieron desde el cráneo hacia mí, sus miradas me presionaban
de nuevo hasta que sentí como si estuviera cayendo desde una gran altura. Negué con
la cabeza. —Vi eso y no parecía que hubiera otra cosa.
—Documéntalo, luego llévalo al centro, voy a contactar con ellos antes de llegar
allí. —Luego se volvió hacia el detective McGuire—. ¿Por qué están ustedes dos 122
todavía aquí? —preguntó, asintiendo en mi dirección. El detective McGuire me
miró—. ¿Tienes un coche aquí?
—¿A dónde vamos? —le pregunté, pero incluso cuando las palabras estaban en
camino a salir de mi boca yo sabía que era una de las preguntas más estúpidas que
alguna vez había dicho. El detective McGuire también lo sabía. Él negó con la cabeza
y no respondió cuando entramos por la puerta.
Levanté las manos, cubriendo mis ojos, proyectando una sombra en mi propia cara.
El calor se quedó en mi piel, corriendo sobre mis labios.
—Pensé que debía —le dije—, en caso de que más animales estuvieran alrededor.
Negué con la cabeza, pero él no me estaba mirando. —No —le dije—. Yo sólo
quería hacer lo correcto.
123
—Lo hiciste —dijo, y luego se inclinó hacia delante, la linterna brillando en el suelo
otra vez—. ¿Aquí?
El detective McGuire sacó una pequeña cámara y tomó un par de fotos antes de
volverse hacia mí.
—Gracias, Richard —dijo, poniéndose de pie, con suciedad en sus rodillas—. Voy a
hacer una llamada y conseguir a un equipo para que venga aquí. Espere a que pase por
su casa al día siguiente o dos. —Él me dio una extraña sonrisa y luego, casi de
disculpa—. Voy a tener más preguntas. Por ahora, su pequeño claro pintoresco sólo se
convirtió en una escena del crimen, así que voy a sugerir que se vaya a casa, ¿de
acuerdo?
Asentí con la cabeza, teniendo una última mirada de las sombras que bailaban
alrededor de nosotros, fluyendo con la brisa fresca del océano.
—Lo hiciste bien, Richard —dijo, estirando su mano una vez más.
Su agarre era tan firme como lo había sido la primera vez, aunque no tan brusco.
—Gracias a ti —dijo mientras miraba hacia arriba, mirando a las ramas del árbol,
su linterna alumbrando en la corteza rota y agrietada.
124
Veintiséis
Traducido por Majo
Corregido por Deniis :)
—Allí hay otra —dijo Max, deslizando su bandeja a lo largo de la mesa para llegar
a una parada frente a su asiento.
Miré hacia arriba justo cuando él llegó y Caitlin se sentó frente a nosotros.
—De Richmond Hill —dijo Max—. En segundo grado. —Él negó con la cabeza,
todo su cuerpo temblaba con el movimiento. 125
—¿Esa es qué? —preguntó Caitlin—. ¿La quinta?
—Aunque sólo tres de ellos son locales. Podría ser sólo un imitador.
—No importa, todavía tengo que recoger a Wanda después de la escuela todos los
días ahora —dijo Caitlin—. Mi mamá está un poco asustada.
—Creo que todo el mundo está un poco asustado —dijo Max—. Si quieres, voy
contigo.
Ella inclinó la cabeza hacia un lado, lo suficiente para que el cabello se deslizara
fuera de su cara, dejando al descubierto una sonrisa mientras asentía.
Un par de mesas más allá, Logan miró, su mirada en blanco nunca nos dejaba. Me
aparté de él, lejos de ella, y me levanté, haciendo mi camino a través de la cafetería
llena de gente, sabiendo que ella estaba siguiéndome. Los pasillos estaban desiertos
pero prometían un poco de privacidad, por lo que nos lleve a una escalera, sentándome
en la esquina y esperando a que se ella se uniera a mí.
Se puso de pie en el extremo opuesto del escalón, sin tomar asiento. — ¿Y bien? —
preguntó de nuevo.
—Fui —le dije, sin mirarla—. Incluso les lleve hasta el claro.
Oí el suspiro saliendo de ella y miré hacia arriba mientras ella se deslizaba por la 126
pared hasta sentarse en el borde del escalón. —¿Estás bien? —preguntó ella.
—¿Les dijiste sobre...? —Sus palabras se silenciaron antes de que ella terminara
tranquilamente—. ¿Mí?
Negué con la cabeza. —No —le dije—. Sólo les dije que había estado caminando
por allí.
—Ellos todavía quieren hablar conmigo —dijo ella—. Sobre toda la cosa de “volver
de entre los muertos.” —Su risa era débil y de corta duración, pero era algo por lo
menos—. Yo ni siquiera sé qué decirles. ¿La verdad? ¿Que mi padre me encerró en una
caja? ¿Que mi madre tenía tanto miedo de que me hubiese hecho daño que me
escondió en Alabama? —Ella negó con la cabeza—. ¿A lo mejor simplemente se
olvidan de mí?
—Tal vez —le dije—. Incluso la gente de las noticias parecen haber seguido
adelante. Eso es una buena cosa, ¿verdad?
Ella trató de sonreír, sucedió a la mitad, siquiera eso. —No pienso creer en “cosas
buenas” por más tiempo. Creo que dejé de creer hace mucho tiempo.
Cerré los ojos, tratando de pensar en algo que decir, pero no había nada más que un
inmenso vacío tragándome, hueco y solitario.
—No quiero saber —le dije, interrumpiéndola antes de que dijera nada más. Miré
127
hacia el suelo, contando las baldosas.
A lo largo de los bordes del linóleo, las sombras fluían de las esquinas, extendiendo
un abrazo de bienvenida a mí alrededor.
—Yo también.
Y luego ella se fue, caminando fuera de la escalera y dejándome solo con la sombra,
abrasando mis labios con un beso.
***
—¿Otra vez? —preguntó Logan, escogiendo una simple melodía en las teclas.
La puerta estaba cerrada, pero los sonidos débiles de la escuela lograban filtrarse a
través del cristal. Ella respiró hondo, otro, antes de que Logan comenzara a tocar.
Las notas llegaron con tanta facilidad, que flotaban en el aire, pero había algo
mecánico sobre todo eso. No importa lo mucho que ella se relacionara con la canción,
amando las letras y sintiendo cada una y cada pieza de la música, siempre había algo
que se estaba perdiendo. Algo que ella no podía definir lo suficiente. En el piano,
Logan se mantenía sacudiendo la cabeza, diciendo: 'No' bajo su aliento mientras
tocaba. —Tú nunca dejaras el coro así —dijo—. Tal vez el segundo por la izquierda en
el conjunto, si por la ruta teatral.
Se acercó a ella y se sentó en el suelo. Ella se escabulló un poco más lejos y él sonrió
al movimiento.
—No —dijo ella, pero no se movió más cerca—. Quería decirte que mi papá dijo
“no” a ir a una cita, sin embargo.
—Él se da cuenta de que estamos más solos aquí que si fuéramos a ver película,
¿no? —dijo, doblándose lo suficiente a su lado para chocar su hombro con el de ella—.
¿Quieres intentarlo de nuevo?
Melanie negó con la cabeza. —No tiene sentido —dijo—. Nunca hay una razón
para ello.
—No —dijo ella—. Un poco de guitarra, eso es todo. Yo comencé cantando cuando
tenía siete años o así, sólo que nunca se sintió bien tocar un instrumento.
—Yo empecé cuando nací, me parece. Después de que mi papá se fue, yo estaba
más o menos por mí mismo, así que era sólo yo y nuestro roto piano.
Ella se cubrió el cuello expuesto pero mantuvo sus dedos allí el tiempo suficiente
para darle un beso en la base de su garganta donde los moretones habían estado. —
¿Cuál es el trato con Casper? —preguntó, el aliento de él era cálido en su piel.
Melanie se deslizó lejos, lo suficiente para que ella pudiera envolver sus brazos
alrededor de ella misma. —Nada —dijo—, e incluso si hubiese algo, mi padre sigue
diciendo 'no'. No era sólo que no puedo salir en citas.
—Creo que hay algo allí. —Se puso de pie y volvió al banco del piano, golpeando a
un ritmo duro que dominó la pequeña sala de ensayo. —Ahora, canta — dijo el sobre
la música.
Y cantó. Y de nuevo, el sacudió la cabeza hasta ella no pudo soportarlo más y salió
corriendo de la habitación. El continuó tocando, su gloriosa música siguiéndola a lo
largo del pasillo, burlándose de ella.
130
Veintisiete
Traducido por NataliCQ
Corregido por Deniis :)
En algún lugar, la música sonó. Una canción de cuna repitiéndose una y otra vez, tan lejos
que hizo eco en la oscuridad.
—Es la hora del té —dijo una voz, interrumpiendo brevemente la música con su artificial
discurso mecánico.
Ella luchó para abrir sus ojos mientras las pesadas y húmedas telas se levantaban a lo lejos,
parpadeando contra la luz brillante de las velas que la rodeaban. Nada estaba enfocado, poco
tenía sentido, sólo sombras parpadeando dentro y fuera de su vista con cada parpadeo.
Se esforzó por secarse los ojos, pero sus manos no se movieron y cuando ella se movió, los dedos
no se movieron. Su cabeza se desplomó hacia un lado, tratando de ver sus brazos. No eran más
131
que delgadas y pálidas formas en la distancia. Parpadeó y sus manos entraron en foco.
La cuerda envuelta alrededor de sus muñecas, arrastrándola hacia el techo, mucho más allá
del alcance de la luz de las velas. Volvió a parpadear, hasta que la mesa delante de ella entró en el
foco también. Una sola taza de porcelana en un plato pequeño se asentaba frente a ella. Algo que
podría haber sido un suspiro hizo eco, y ella luchó para girar la cabeza lo suficiente a un lado
para ver más de la mesa.
Cuatro tazas más sobre cuatro platos más rodearon las velas en el medio, y mientras
parpadeaba vio a las otras chicas de las jaulas. Cuatro chicas más, todas con el cabello largo
marrón, por lo que podrían haber sido hermanas. Cuatro pares de ojos marrones parpadearon
hacia ella desde los embrujados y demacrados rostros. Cuatro pares de manos atadas a cuatro
pares de cuerdas arrastrándose hasta el techo.
Cuatro chicas más disfrazadas en unos bonitos vestidos sucios. Cuatro cabezas más agitándose
hacia atrás y adelante, luchando por escapar y fallando.
—Hora del té. —La voz llegó de nuevo, pero por mucho que intentó parpadear para perforar
la oscuridad que les rodeaba, no había nada que ver en las sombras.
A medida que las cuerdas se tensaron, su mano derecha se levantó frente a ella, los dedos
caídos abajo como peso muerto. Los chillidos y chirridos de la polea de metal encima de ella
tronaron a través de la habitación mientras las cuerdas levantaron su brazo hacia arriba,
lentamente moviéndolo hasta que sus dedos chocaron contra la taza. El líquido se derramó sobre
el borde pero no podía sentir la quemadura. No podía sentir nada.
Sólo podía ver los jirones de vapor flotando lejos de la taza, hasta el techo, donde las cuerdas
desaparecieron en las sombras y las poleas oxidadas chillaban de dolor mientras la misma
canción de cuna sonó una vez más. Sólo se podía ver la totalidad de sus manos rebotando varias
veces fuera de sus tasas, derramando el té y enviando sombras parpadeantes bailando alrededor de
la habitación.
132
Veintiocho
Traducido por Majo
Corregido por Deniis :)
“Cuando él me besó.”
133
Era imposible escapar de la imagen de Logan besando a Melanie. Me escuece
cualquier otra emoción, cualquier otro pensamiento hasta que todo lo que quedaba era
un lienzo en blanco.
***
Me quedé allí, mirando, horas más tarde, después de que mi madre llegó a casa del
trabajo, y sonó el timbre. Cuando ella me llamó por mi nombre supe, sin lugar a
dudas, que Melanie estaba allí. Me equivoqué.
—Perdone que le moleste, señora —dijo, inclinando la cabeza hacia ella antes de
mirarme—. ¿Espero no haber llegado en un mal momento?
—Yo iba a decirte —dije, sentándome tan lejos de ella como pude y aun así estar en
la misma habitación.
—Richard —dijo él, una vez más sacando su cuaderno y sentándose—. Tal vez sea
mejor comenzar desde el principio.
La sombra se acurrucó en mí, escondiéndose lejos del mundo sin hacer ruido. —
Voy a Savannah Arts Academy —dije, mirando al detective, así no tendría que
enfrentarme a mi madre—. Me gusta ir de excursión con mi cuaderno de bocetos. A
cualquier parte, Tybee, la calle River. Donde sea. Últimamente he estado yendo a la
Fortaleza, deambulando. Buscando cosas que dibujar. —Me encogí de hombros,
pensando en todo lo que ya había ensayado que decir—. La otra noche fui un poco 134
tarde. Estaba oscuro y muchos más animales estaban alrededor. Fue entonces cuando
me encontré con el claro.
El detective McGuire se echó hacia atrás y miró a mi madre por un largo momento.
—¿Y los huesos?
—Sólo un cráneo —le dije, como si eso hiciera todo mejor. Lo cual, por supuesto,
no lo hizo.
—¿Un cráneo?
Suave y tierno, las sombras envolvieron a mí alrededor con una calidez tranquila, y
luego con un final, beso ardiente, me dejaron ir. 135
Mis ojos parpadearon abiertos, tratando de concentrarse. El detective McGuire
estaba sentado en el suelo junto a mí, mi mamá en el teléfono con mi padre, diciéndole
que volviera a casa desde el trabajo inmediatamente. —¿Estás bien? —preguntó el
detective mientras él me daba un vaso de agua.
Asentí con la cabeza, inclinándome lo suficiente hacia arriba para tomar un sorbo.
—Está bien, sólo un poco abrumador —le dije—. Yo quería saber. Todavía quiero
saber.
—Eso es casi todo lo que sabemos hasta el momento —dijo—. Las pruebas de ADN
tomarán un tiempo. Sólo quería darle las gracias de nuevo por su ayuda. Y quería que
lo escuches de mí antes de que lo vieras en las noticias.
Se volvió hacia mí, mirando mis dedos que descansaban en su brazo. Durante un
largo momento miró a mi madre y luego descansó el dorso de su mano en mi frente.
—Estás ardiendo —dijo—. ¿Seguro que estás bien? Puedo llamar a una ambulancia.
—Estoy bien.
—Su temperatura normalmente es alta —dijo mi madre, una vez más con su voz
materna—. Nos hemos acostumbrado a ella. 136
El detective asintió. —¿Había algo más, Richard?
—Los otros huesos —le dije, corriendo las palabras—. ¿Son nuevos?
Él negó con la cabeza. —No. Por lo menos por lo que yo puedo decir, todos
parecen ser viejo, pero como he dicho, voy a tomar algún tiempo para resolverlo todo.
Gracias por todo. Si tienes más preguntas… —Le da a mi mamá su tarjeta de
presentación, me dio la mano y se fue.
Cerré los ojos mientras estábamos en la sala de estar, y durante mucho tiempo mi
madre, me dejó estar allí de pie. Las sombras estaban tranquilas, esperando algo, pero
no tenía ni idea de lo que podrían estar esperando.
Antes de que mi madre pudiera decir algo más, me dirigí a mi habitación, saqué mi
teléfono y llamé a Melanie.
La sombra acariciaba mis brazos y mi cara y cada otro centímetro de piel expuesta,
arrastrando besos prolongados mientras yo estaba hablando por teléfono.
—Hola.
—¿Estás ocupada?
—¿Puedes venir?
—Ella no te hará daño —le dije, mis labios en el fuego de su beso—, lo prometo.
—Voy a estar allí. —Y entonces ella se había ido, y la sombra y yo estábamos solos
una vez más.
Veintinueve
Traducido por Majo
Corregido por Lucero Rangel
Encendí todas las luces de mi habitación, dando brillo en cada esquina para
expulsar a cada sombra. Creo que sólo entonces Melanie se sentiría segura, o espero
que se sentiría lo suficiente segura al menos.
Cuando sonó el timbre de la puerta, yo le dejé entrar y la llevé al final del pasillo, la
luz brillante saliendo de debajo de mi puerta, casi cegadora mientras entramos y
cerraba la puerta detrás de nosotros.
—Estamos bien, si eso es lo que estas preguntando —dijo—. Supongo. —Me senté
en el borde de la cama, frente a ella. Mechones de cabello largo dispararon chispas de
cobre bajo el resplandor de todas esas luces, enrollándose alrededor de su cuello, y
haciendo difícil apartar los ojos de las curvas de su cuello o en su forma de moverse
con cada respiración que daba.
—Catorce.
—¿Catorce?
Asentí con la cabeza, inclinándome hacia adelante para llegar a ella, pero la sombra
afloro, cerrando mis brazos a mi lado. —¿Las niñas desaparecidas? —preguntó.
—No. —Negué con la cabeza—. Ellos piensan que todos han estado allí por un
buen rato.
—¿Y Melanie?
—Están haciendo pruebas de ADN —le dije—. No hay nombres hasta ahora.
—Por ir a la policía. —Pasó las palmas de las manos sobre su cara, secándose las
lágrimas con un soplido de nariz—. Por todo.
Su risa era poco más que un suspiro, pero cuando miró hacia mí, había por lo
menos la indirecta más desnuda de una sonrisa. —Esto no fue como pensé que sería
nuestra reunión, ya sabes.
—Lo sé.
Ella deslizó la silla un poco más cerca de la cama, lo suficientemente cerca como
para tocar. —No estoy segura de que alguna vez me acostumbraré a lo caliente que
eres —dijo ella, arrastrando sus dedos en mi brazo—. Ella está aquí, ¿verdad?
—Siempre pensé que seríamos sólo tú y yo, juntos, la forma en que era antes de
irme. —Sus hombros caídos y su mano se deslizó a descansar contra el colchón.
—Soñé que lo retomaríamos justo donde lo dejamos, jugando al escondite, pero esta
vez he dejado que me encontraras. Yo siempre querría que me encuentres.
—¿Creías que yo todavía tendría seis? —le pregunté, luchando por mantener el
calor de la sombra fuera de mi voz—. ¿Que todavía estaría allí de pie con los ojos
cerrados, contando hasta cien?
Melanie cerró los ojos, dándose la vuelta. —No —dijo ella, tan tranquila que apenas
podía oír la palabra—. Sólo quería que siguiéramos teniendo seis. Para seguir jugando 140
al escondite en mi patio trasero. Para seguir siendo los mejores amigos.
—Lo sé. —Miró entonces, las lágrimas dibujaron pistas pálidas por sus mejillas—.
Pero puedo desearlo, ¿o no?
—¿Para qué?
Me deslicé fuera del borde del colchón, aterrizando de rodillas frente a ella. Los
dedos de Melanie temblaban mientras corría mi pulgar sobre su palma. —Te he
deseado a ti —le dije—. Nunca he dejado de desearte.
Cerré la distancia entre nosotros hasta que estuvo tan cerca que casi podía oír su
corazón latiendo a la par del mío. Podía sentir su aliento frío contra mi piel demasiado
caliente.
Podía oler la frescura de la crema de vainilla de su champú, la nítida menta con
canela de su pasta de dientes. Podía sentir el latido de su pulso en mis pulgares que se
posaron en sus muñecas. Casi podía saborear la suavidad de sus labios de fresa.
Bajo mis manos, sin embargo, la piel de Melanie se había convertido en hielo, más
frío que eso, más frío que todo lo que había imaginado.
Sus ojos se abrieron de golpe, los ojos muy abiertos en el miedo, en estado de shock,
en súbita agonía aplastante. Ella trató de hablar, su susurro comenzando como un
suspiro, un gemido y luego convirtiéndose en algo más, algo sagrado y profano, tanto
una maldición como una oración. Ella gritó y gritó y siguió gritando mucho después
de que tomé su congelado cuerpo en mis brazos y le tape la boca con las manos para
bajar el volumen. 141
Mis padres se apresuraron en mi habitación mientras Melanie gritaba y se congeló
en mis brazos mientras las sombras me dejaban y desaparecían dentro de ella.
Treinta
Traducido por Majo
Corregido por Lucero Rangel
—¡Llama a una ambulancia! —gritó mi madre para hacerse oír por encima del
ruido pero me acerqué a mi padre para que no se hiciera la llamada.
—Está helada —mi madre dijo, apoyando una mano en la frente de Melanie.
—No —le dije, una y otra vez. Sólo una sola palabra.
—No.
—No —le dije—. Ella va a estar bien. Por favor, ella va a estar bien. —Corrí mis
inestables dedos por su pelo, moviéndolo de la cara y luego quitando sus lágrimas—.
Sshhh, Melanie —le susurré mientras rugía de nuevo hacia mí en un grito mudo. Vertí
todo lo que tenía en su nombre, llamándola a ella y a las sombras dentro.
—Confía en mí —le dije, mirando a mis padres—. Ella va a estar bien. Sólo tomará
tiempo.
—Ella me necesita —le dije—. Por favor, sólo vayanse. Ella va a estar bien, lo
prometo.
El brillo cegador de la habitación golpeó contra mis ojos y me extendía hasta donde
fuera capaz y accione el interruptor para apagar la luz del techo. Entonces arranque el
cable de la pared para desenchufar mi lámpara de escritorio y sumir a la habitación en
la oscuridad.
Mientras la acostaba tan suavemente como pude en el suelo y la cubría con las
sábanas de mi cama. Me senté allí, sosteniendo sus congelados dedos, tratando de 143
mantenerla caliente, esperando a que se despertara. Observé su sueño, vi cada
respiración mover su cuerpo, de arriba abajo, una y otra vez, verificando que aún vivía.
Estaba tan tranquila, su profunda, respiración jadeante era el único sonido mientras
que me mecía a su lado, rezando una oración sin palabras para que ella volviera, para
que ella abriera los ojos y sonriera. Alrededor del cuarto, un sinnúmero de dibujos y
pinturas nos miraban como a una audiencia de ángeles, extendiendo la mano para
abrazarnos con brazos esqueléticos.
Finalmente, sus ojos se abrieron, mirando al techo sin parecer que lo viera. Y luego
se cerraron una vez más mientras ella comenzaba a respirar por fin.
—¿Richard? —Su voz era un coro, una sinfonía, un coro. Capas ricas y haciéndose
eco de sí misma. Era su voz, y era algo más, algo más, algo sombrío.
—Richard —dijo de nuevo, pasando sus manos por su cara como si fuera algo que
nunca había hecho antes.
—Richard —dijo. Mi nombre era una caricia como un coro de voces llamándome.
Y le contesté. Me arrastré por el suelo con ella mientras se arrastraba por el suelo
hacia mí. 144
Ella extendió los brazos, me envolvió en su abrazo, aferrándose con tanta fuerza
como ella podía mientras encajaba su cuerpo al mío cuando nos arrodillamos en el
medio de mi habitación a oscuras, custodiado por ángeles esqueléticos que se esconden
en las sombras.
Sus labios eran tan suaves como la nieve bajo los míos, su piel helada al tacto. El
frío puro de ella bajando mientras se aferraba a mí tan desesperadamente, como si
fuera un salvavidas salvándola de ahogarse, y tal vez yo lo era. Tal vez yo era su
salvación, o ella era la mía. Salvador o santo o pecador o tal vez simplemente estaba
ahogando con ella, hundiéndome bajo las olas y respirándola.
Cuando abrí los ojos estaba mirando de vuelta hacia mí, sus oscuros, oscuros ojos
tan distintos de aquel azul oscuro en el que siempre me había ahogado. Me encontré
de nuevo, cayendo al suelo y empujándome a mí mismo lejos de ella mientras ella se
sacudía, tambaleándose y luchando por permanecer en posición vertical. Ella sonrió y
luego, se arrastro detrás de mí. Todo lo que podía hacer era mirar mientras se
acercaba, fluyendo a través del piso. No podía respirar, no podía parpadear. Sólo podía
mirar como extendía su mano.
—¿Quién eres tú? —le pregunté mientras miraba a través de mí con esos ojos
oscuros. Sonrió y cuando me besó una vez más, el dulce frío de sus labios eclipsó las
estrellas.
—Yo soy Melanie —dijo ella, tantas voces contenidas en las palabras, pronunciadas
en voz alta al final—. Yo soy Melanie. —Y entonces esos ojos oscuros cambiaron. Se
estremeció contra mí, jadeando profundamente, luchando por aire mientras su sonrisa
se desvanecía, siendo reemplazada por algo más cercano a la confusión que la pasión.
Su voz, cuando se encontró una vez más, había cambiado así, ya no era un coro,
ahora era sólo una voz solitaria en el desierto, indecisa y tímida y más que un poco
asustada. —Me acuerdo de esto —dijo ella, un pálido eco de la inmensidad de la
sinfonía que había hablado antes—. Esto es por lo que corrí.
Ella me miró, las lágrimas deslizándose por su hermoso rostro. —Me acuerdo de
esto —dijo de nuevo—. El frío. Sólo seguí corriendo, tratando de mantener el calor.
Los gritos, eran tan altos que no podía entender las palabras. —Melanie secó mis
lágrimas antes de limpiar las suyas—. Ella estaba allí, Richard. Ella me hizo correr.
Ella me llevó lejos de ti.
146
Treinta y uno
Traducido por NataliCQ
Corregido por Annabrch
—Estoy bien —dijo Melanie, dándole a mi madre una brillante sonrisa, su voz una
vez más no era la suya—. Yo también —añadí.
147
—Si necesitas algo... —dijo mi madre mientras se alejaba, dejando la puerta
abierta—. Bueno —dije, sacando el pie para hacer cerrar la puerta—. Eso fue
incómodo.
Melanie dio una risa brillante que trajo más luz a la habitación que todas las
lámparas combinadas. —Eso fue maravilloso —dijo ella, su voz resonó con una
multitud de “maravillosos” mientras se metió en mi regazo y me envolvió en su ártico
abrazo.
—Melanie —susurré.
—Lo sé —dije, pasando mis manos por su espalda, sintiendo las curvas donde sus
omóplatos se sumergían, trazando el contorno de su tirante del sujetador a través de su
blusa.
La sombra ronroneó dentro cuando Melanie ronroneó contra mí, sus labios
arrastrándose hacia arriba, hasta que me encontré perdido en su beso. En algún lugar
profundo, la sombra suspiró, y luego, en el espacio entre los latidos del corazón, se
encrespó de ida y vuelta entre nosotros, llenando la habitación con vapor mientras nos
ahogamos en un único, compartido, grito eterno.
—No sé qué sucede después —dijo con una pequeña sonrisa y un encogimiento de
hombros—. Mi padre ya me dijo no para salir con Logan.
—¿No qué?
—No te preocupes sobre Logan —dijo ella—. O cualquier otra persona. —Me besó,
muy suavemente y luego dijo—: Nunca. —Antes de besarme una vez más.
—Dudo que me deje salir contigo, o cualquiera, sin embargo. Todavía no, al
menos. Creo que está mejor esta vez, realmente lo está, incluso si está bebiendo de
nuevo. —Cerró los ojos—. Pero él está mejor, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
—Pero realmente debería volver a casa. —Se levantó, sus manos presionando
contra mi pecho hasta que se agachó para ayudar a tirar de mí con ella. Nos pusimos
de pie en el medio de mi habitación, las sombras girando alrededor y dentro de
nosotros.
—Esto va a tomar algún tiempo para acostumbrarme —dijo con una leve sonrisa, y
luego se dirigió a su coche, saludando a mis padres en el camino para salir de mi casa.
Sostuve la puerta abierta para ella, la cerré después y me quedé en la calle, las sombras
y yo, mientras veíamos su coche alejarse.
***
Melanie miró en el espejo retrovisor, luego hacia arriba y abajo en la calle de nuevo,
pero no vio a nadie. Tan silenciosamente como pudo, se bajó del coche. Ella sólo
había tomado un par de pasos cuando la puerta de su casa se cerró de golpe, el golpe
repentino haciendo eco a través del aire como un disparo. —¿Dónde está ella? —Una
voz femenina gritó desde el interior de la casa.
A través de la ventana, captó sólo un vistazo de pelo largo con su padre justo detrás.
Una vez más, una voz de mujer gritó—: ¿Dónde está ella?
Si él dijo algo en respuesta Melanie no pudo oírlo, pero oyó que algo se rompía,
como cristal explotando, seguido de un chillido agudo. Luego, se hizo el silencio.
Melanie volvió de nuevo al coche, vertiendo su bolso en el asiento delantero en la
prisa por encontrar sus llaves. Golpeó el coche en marcha, disparándose por la calle.
En el espejo retrovisor vio a alguien salir por la puerta principal de su casa justo antes
de doblar la esquina. Siguió su camino, volando a través de las señales de alto y
semáforos en rojo hasta que su corazón se estabilizó. Lágrimas jugaban con su visión y
las limpió con la palma de la mano sobre sus ojos con el fin de centrarse en la
carretera. Finalmente, se detuvo en una esquina vacía del estacionamiento del centro
comercial de Savannah, su respiración demasiado ruidosa en el coche.
Ella revisó dos veces las cerraduras y luego cerró los ojos, tratando de calmarse. El
olor y el tacto de Richard quedándose en su piel, el sabor de él en sus labios. Pero el
grito desesperado de la mujer: "¿Dónde está ella?" se entrometía, haciendo eco con cada
latido de su corazón.
Ella parpadeó contra el puntito de luz brillante cortando a través de la oscuridad, presionando
la espalda contra los barrotes de su jaula. A lo lejos, alguien se quejó. Podría haber sido ella.
Cada respiración trajo nuevas fuentes de dolor. Sus pulmones capturados en un ataque de tos,
causando que su cabeza golpeara atrás y adelante contra los barrotes. Pero al menos estaba
moviéndose, sus ojos parpadeando, abriéndose a su propio mando.
La voz estaba más cerca ahora, ecos y ecos de la misma, mientras ella observaba la pequeña
luz arriba y abajo, cortando a través de la oscuridad. Entonces, por un momento que no duró más
de un parpadeo, la linterna brilló en otra jaula, otra chica, arrojando una violenta sombra a
través del cuarto.
151
—Deja de retorcerte —dijo alguien mientras llegaba a su interior. Parpadeó, pero todo estaba
fuera de foco, su cabeza flotando a un lado con otra tos, y la luz de la linterna rebotó y brilló en su
visión—. Mantente quieta —dijo alguien más, la nueva voz también flotando en la oscuridad,
viniendo de las sombras para llegar a ella—. Calla, pequeña, esto nos dañará a todos.
Y luego las voces quedaron en silencio por un parpadeo, antes de que la chica en la otra jaula
gritara una vez y se quedara en silencio. Cerró los ojos cuando la luz de la linterna barrió
pasando, los pasos cada vez más cerca, viniendo por ella. La puerta se abrió con un duro chirrido
metálico y demasiadas manos entraron.
—Hora de tu medicina —dijo la voz. Se retorció lejos, pateando, pero la patada tenía poca
fuerza detrás de esta. Era demasiado débil, demasiado enferma, demasiado pequeña en
comparación con esas manos gigantes agarrando sus tobillos, tirando de ella fuera de la jaula
hacia el punto de plata afilada que capturó el resplandor de la luz de la linterna. Un golpe débil
de su brazo tiró la linterna al suelo, enviando sombras perversas girando a su alrededor.
Los rostros de las otras chicas le devolvieron la mirada desde detrás de sus barras, los
medicamentos ya estaban teniendo efecto en ellas. Gritó mientras recogía la linterna y la arrastró
el resto del camino para salir de la jaula, barras de metal raspando con fuerza contra su carne, lo
suficientemente profundo para extraer sangre.
Tenía tiempo para un último pensamiento lúcido, el tiempo suficiente para pensar "Mi
nombre es Sue” antes de que la aguja atravesara su piel, robando sus recuerdos y su voluntad
lejos.
152
Treinta y tres
Traducido por Majo
Corregido por Pagan
—Acerca de Casper —dijo, volviendo los dedos a las teclas y comenzando una
nueva canción, más duro y más rápido que antes—. Los vi cogidos de la mano esta
mañana.
153
Durante un largo rato, Melanie se quedó en silencio. —Eso simplemente como que
pasó —dijo.
—Lo estamos. —Logan se volvió hacia ella de nuevo, su mueca levantando las
comisuras de su boca en una parodia de una sonrisa—. ¿Le dijiste a Casper de mí?
—No hay nada que contar. —Logan siguió tocando con su mano izquierda,
escogiendo la mitad de una canción, mientras su mano derecha se extendió hacia ella,
trazando su mejilla hacia abajo a la garganta donde los recuerdos de moretones se
demoraron.
Logan dejó de tocar con un movimiento de cabeza. —Tú no crees eso, ¿verdad?
Una vez más, se encogió de hombros. —No importa lo que yo crea —dijo ella—. Es
lo que es.
Él se echó a reír, y luego se apartó de las teclas y caminó hasta donde se encontraba
junto a la puerta, la mano aún apoyada en el pomo. Puso su mano sobre su estómago.
—Desde aquí —dijo él. Ella lo rechazó y giró el pomo—. ¿Qué pasa si ser tocada te
hace mejor? —preguntó él, su voz un susurro duro contra su piel—. ¿Qué pasa si
entregarte a mí te hace mejor? Algo tiene que hacerlo. Déjame ser yo, Melanie.
Ella negó con la cabeza, mirando alrededor de la habitación en las sombras y la luz 154
y el piano, en todas partes menos a Logan.
Una vez más, él se acercó, deslizando su palma hacia arriba a la línea entre sus
pechos. —Déjame ayudarte —susurró.
—Canta para mí. —Ella parpadeó y las luces fluorescentes enviaron a las sombras a
bailar alrededor de la habitación. Su mano era un peso pesado en contra de ella, pero
era distante y sin sentido mientras observaba las sombras fluir por el suelo, en las
paredes de espuma onduladas y los azulejos blancos acústicos del techo. Melanie
sonrió.
Logan llevó a arriba su mano libre, encajando sus dedos pulgares allí en donde los
moretones habían estado. Ella estiró los brazos hacia fuera, las mangas tirando hacia
arriba exponiendo su piel. Las sombras se arrastraban por sus piernas, el frio entrando
en ella, saliendo de ella mientras daba un bendito y profundo grito.
—Canta —susurró Logan, presionando cada vez más, el broche de su sujetador
excavando una vez más en su pecho. Melanie apoyó su mano en la mejilla de él,
deslizando un frío toque por el cuello hasta descansar en la base de la garganta de él.
Girando alrededor, empujó a Logan contra la pared, lo levantó hasta que sus pies ya
no tocaban el piso. Con un coro de sombras dentro de ella, ella se apoyó en él.
Melanie cerró los ojos, estirando sus brazos hacia fuera con las sombras bailando a
su alrededor, abrazando la tormenta de nieve en el interior, y cantó.
Sinfonías de sombras, coros de ángeles, Melanie libero un grito tan grande como un
edificio. La ventana de la puerta tembló, vibrando mientras cada nota se hacía eco y se
elevaba hasta que el panel se destrozó, llenando el suelo con los pedazos de vidrio.
Ella cantó.
Y fue glorioso.
Ella cantó. La canción llenó la escuela, etéreo, asombroso y hermoso más allá de las
palabras, convirtiendo el edificio de ladrillo normal en su propia catedral. La pasión de
las sombras surgió a través de ella, conduciéndola hacia la sala, regocijándose en la
canción. Cantó, y el eco de su voz vagaba por los pasillos como un silencio santificado
llenando la escuela.
***
Corrí por los callados pasillos, los estudiantes y maestros silenciosos y cautivados,
llorando y sonriendo y escuchando.
Finalmente, allí estaba yo, mirando a través de la ventana de cristal rota esparcida
por la sala, un Logan temblando en la esquina.
—Melanie —le dije, acariciando su fría piel. Ella sonrió, besándome una vez más.
—Todo —dijo ella y luego la sombra fluyó de nuevo hacia mí con rapidez, un suave
suspiro, y Melanie se derrumbó en mis brazos.
157
Treinta y cuatro
Traducido por Majo
Corregido por Pagan
Se sentía tan ligera mientras la recogía, llevándola a través de los vidrios y la puerta
rota. Caminé por el pasillo hasta llegar a mi coche y tuve que maniobrar con mis
manos alrededor para deslizarla en el asiento delantero. Después de meterla dentro,
miré por el espejo retrovisor hacia la escuela y luego nos saque del estacionamiento.
Las calles estaban tranquilas en la mitad del día, y manejar no tomo mucho tiempo.
Seguí deteniéndome en cada signo de parada y la luz del tráfico para comprobar a
Melanie, para asegurarme que respiraba. Pensé en volver a casa pero era un día
demasiado hermoso para estar en el interior. En lugar de un parque, sin embargo, me
dirigí a Bonaventure. Al cementerio, la tomé en mis brazos otra vez, caminando por
los senderos sombreados en la brisa fría y escalofriante hasta que llegamos a su tumba.
158
Me hundí en el suelo, acostándola a mi lado en el césped, pasando mis manos por
su cabello.
—Melanie —le susurré, una y otra vez. La esencia de musgo español envió a las
sombras que bailan alrededor de nosotros y coloqué un rápido beso en su fría piel. Con
mi toque, sus ojos se abrieron.
—Buenos días.
Melanie sonrió, su rostro perdido en las sombras. —Ella me está besando. —Sus
dedos acariciaron sus propios labios—. Y tú —dijo antes de inclinarse hacia arriba,
añadiendo sus labios en el beso de la sombra.
Durante mucho tiempo el único sonido era el suspiro del viento, a través de los
árboles, los latidos de mi corazón al compás del de Melanie, la tierna melodía suave de
nuestro beso uniendo fuego y hielo entre nosotros.
—Podría acostumbrarme a esto —dijo ella, mirándome con esos ojos de color azul
oscuro.
—Yo también. —Me reí, el sonido tan fuera de lugar en el cementerio y a la vez tan
perfectamente como en casa—. Tenemos un montón de tiempo para compensar, ya
sabes.
Melanie asintió con una sonrisa, haciendo juego con mi risa. —Lo sé.
—Así que —dije, trazando las líneas de las sombras en su rostro—. ¿Qué recuerdas?
Ella dio un beso en la punta de mi dedo antes de mirar hacia las ramas por encima
de nosotros. —Le dije a Logan sobre nosotros —dijo—. Melanie estaba allí, en todas
partes donde mirara, y me enoje con él. Era extraño, cuan enojada estaba por nada. 159
Ella se volvió hacia mí, mirándome fijamente. —Nunca me enojo, tal vez eso es
parte de por qué nunca pude realmente cantar. Pero me enojé hoy. Luego las sombras
estaban dentro de mí y estaba ahogando a Logan, y supongo que pronto comprendí
mejor acerca de lo que hiciste ese día. Cuando lo dejé ir, él me miró como si hubiera
perdido mi cabeza. —Se encogió de hombros—. Lo qué, me hace pensar, que
probablemente la perdí. Entonces él me dijo que cantara. Así que yo canté.
Asentí con la cabeza mientras las sombras bailaban por mis brazos, arrastrándose a
través de mis labios.
—Y entonces me desperté aquí, contigo. —Ella sonrió, inclinándose por otro beso
eterno—. ¿No vamos a tener problemas por saltarnos la escuela?
—Está bien —le dije, apretándole con más fuerza—. Mañana vamos a permanecer
en la escuela. Sólo trata de no romper ninguna otra ventana o desmayarte, ¿de
acuerdo? 160
—Trato.
Durante un tiempo solamente veíamos como las sombras bailaban alrededor del
cementerio, escuchando la brisa soplar a través de los árboles.
Asentí con la cabeza. —Más bien como hacerla añicos. Por lo menos creo que fuiste
tú —le dije—. Había cristales por todas partes.
—No me acuerdo de esa parte. —Ella se dio la vuelta para subir a mi regazo,
quedando entre sus piernas y envolviendo sus brazos alrededor de mí—. ¿Crees que me
vayan a cobrar por eso?
Podía sentir el pulso constante por debajo de la palma de mi mano, pero era casi
nada comparado con la sutil curva de su pecho que se sentía a través de su blusa. Ella
sonrió mientras mi pulgar temblaba, deslizándose lejos a lo largo del borde de encaje
de su sostén. 161
Luego las sombras estaban en todas partes mientras sus labios encontraron los míos,
mientras mi mano abarcaba su pecho. El vapor se arremolinó a nuestro alrededor hasta
que nos perdimos en nuestro propio mundo privado.
Ella se retorció en mi contra y la apreté sólo que mucho más duro, tirando de ella
más profundamente en el beso mientras se estremecía. Suspiró. Y entonces sonrió,
rompiendo el beso mientras mis manos se deslizaron libres.
Por un momento, los únicos sonidos eran sus cortas respiraciones jadeantes
mientras envolvía sus brazos alrededor de mí. —Sí —susurró contra mi cuello—.
Podría acostumbrarme a eso. —Su risa llenó el cementerio mientras las sombras
bailaban sobre su tumba a la música de su risa y suavemente, con ternura, Melanie
cantó una vez más.
Treinta y cinco
Traducido por Majo
Corregido por Pagan
—El detective McGuire te llamó. Dijo que le llamaras a su celular cuando tuvieras
un momento. —Mientras se daba la vuelta para salir se detuvo con la mano en el
pomo—. Esta puerta permanece abierta. —Ella sonrió, pero no se movió—.
¿Entendido, ustedes dos?
—Sí, Sra. Harrison —dijo Melanie antes de caminar y darle a mi madre un abrazo.
—Estoy contenta de que estés de vuelta —dijo mi mamá—, todos lo estamos. Pero
son adolescentes y, bien, la puerta permanece abierta.
162
—Sí, mamá —le dije, en mi mejor voz de “estoy bien, sí, mamá” pero ella no me
estaba prestando mucha atención.
—Hola, es Richard Harrison, mi mamá dijo que le llamara. —Me deje caer de
nuevo en la silla de mi escritorio, girando a su alrededor para descansar los codos sobre
el escritorio.
—También pensé que te gustaría saber que todos estamos por salir de la isla. El
lugar volvió a ser algo de lo que era antes; no estaba seguro de si quieres volver a pintar
allí o no, pero me di cuenta de que merecías saber que ya puedes. De todos modos,
tienes mi número si se te ocurre algo más, Richard —dijo—. ¿Está bien?
163
Y entonces él se había ido y yo estaba solo, las sombras estaban quietas y en
silencio. Abrí el sitio web de noticias locales y allí estaba, la historia principal. Una
fosa común encontrada cerca de Fort McAllister. Catorce esqueletos. Catorce nombres
debajo de catorce fotografías. Catorce chicas perdidas, identificadas por el ADN de
alrededor de los Estados Unidos.
La sombra arañó su camino fuera de mí, rugiendo tan fuerte que nunca la había
oído, rasgando mi propio grito fuera de mí. En un segundo Melanie y mi madre
estaban allí, hablándome, pero no podía oírlas. Los brazos de Melanie eran hielo, los
que se envolvieron a mí alrededor, envolviendome en su invierno.
—Estoy bien —le dije, aunque sabía que no lo estaba—. Sólo ha sido ese tipo de
día.
Asentí con la cabeza. —Cada día —dije, aunque no creía que ayudaran en algo.
—¿Puedes darme más agua, por favor? —pregunté, simplemente para sacarla de la
habitación.
Ella miró a Melanie. —¿Quieres más tu también, supongo? —preguntó ella, pero no 164
esperó una respuesta antes de irse.
—Espera —dijo ella, apoyando los dedos en la pantalla—. ¿Dónde está Melanie?
Negué con la cabeza, las sombras tronando todavía. —No sé —dije—. No lo sé.
Después de que mi madre nos trajo agua, ella nos dejó solos, y Melanie y yo leímos
a través de los otros informes de prensa. Nada cambió en ninguno de ellos. Había un
total de catorce esqueletos encontrados. Los catorce habían sido identificados. Los
padres de todo el país estaban volando hacia Savannah para reclamar a sus hijas
desaparecidas y tener una especie de cierre.
—Pregúntale a ella —dijo Melanie.
—¿A quién?
—Melanie —dijo—. Si ella está dentro de mí, pregúntale. Ella ha tenido una especie
de conversación contigo antes.
—Soy yo todavía —dijo con una risa que era casi un suspiro—. Puedo oírla sin
embargo, si eso significa algo.
—¿Qué significa todo esto? —pregunté—. Tal vez necesitamos una tabla de Ouija.
Las sombras oscuras se arrastraron por mi brazo, seguido por el dedo de Melanie 165
trazando el mismo camino, el toque crudo de hielo para adormecer la piel.
—Por favor —dije de nuevo—. Dime lo que pasó contigo. —la sombra llegó a la
manga de mi camisa y se detuvo, dibujando una línea alrededor de mi bíceps hasta que
las manos de Melanie se agacharon y tiró de la camisa sobre mi cabeza.
—Puedo sentir sus manos —respondió ella al fin, mil voces susurrando, haciéndose
eco de la gaita—. Puedo sentirlas, alrededor de mi cuello.
—Hay alguien que nos mira, viéndolo matarme. Viéndome morir —susurró en un
coro de voces y luego la multitud se había ido y sus ojos eran sólo de color azul oscuro
de nuevo.
Durante un largo momento ninguno de los dos se movió, mi piel escocia donde
Melanie había arañado mi piel, sus lágrimas mojando mi hombro mientras nos
sosteníamos el uno al otro apoyándonos.
—Esto es por eso que quiero la puerta abierta —dijo mi madre, entrando en la
habitación.
—Mi culpa —dijo Melanie—. Estaba llorando en su hombro y su camisa se mojó 166
toda.
Mi mamá fue hacia un cajón y me tiró otra y me quedé con mi espalda contra la
pared hasta que fui capaz de colocarme la nueva camisa.
—Lo sé.
—No después de eso —le dije, señalando la pantalla. Ella asintió, me besó en la
mejilla, y me acompañó de vuelta a Melanie—. ¿Están ustedes bien? —preguntó mi
madre.
—Sé bueno con ella —dijo ella, mirándome antes de que nos empujara hacia la
puerta.
—Sí —dijo Melanie mientras nos alejábamos, tomando mi mano y aferrándose con
fuerza—, se bueno conmigo.
167
Treinta y seis
Traducido por Majo
Corregido por Annabrch
Cuando entré en el ala de artes escénicas al día siguiente, había una gran pieza de
cartón sobre el conducto, colocado sobre la ventana rota. La puerta estaba abierta y
Melanie estaba sentada en el banco del piano, pasando sus manos perezosamente
sobre las teclas, tarareando en voz baja para sí misma.
—Plano es una buena palabra para ello —dije—. Para los que yo hice por mí
mismo. La palabra trabaja para las pinturas también.
—¿Qué crees que le pasó? —preguntó ella—. ¿A ella? —Me encogí de hombros,
colocando mi mano sobre las teclas y haciendo lo único que sabía hacer con un piano,
aplastar la misma tecla una y otra vez hasta que me aburría y me movía a otra tecla,
después haciendo lo mismo allí.
Melanie golpeo la mano sobre mi dedo. —No más —dijo con una sonrisa—. Eso es
más allá de molesto.
Ella apoyó la cabeza en mi hombro, arropándome con su pelo, y unió sus dedos con
los míos.
—No lo sé —dije—, sobre lo que le pasó. Ella me llevó a esos huesos, ¿tal vez
estuvo allí una vez? —Me encogí de hombros.
—¿Alguien la movió?
—No. —Me volví hacia ella, apoyando mi frente en la suya—. Nada ayuda. Me 169
imaginé que la habían identificado y así, después de eso, ella estaría en paz o algo así.
—Tú pensaste que ella iba a dejarte, ¿no? Es por eso que no querías ir a la policía.
—Ella me besó por un momento mientras las sombras corrían alrededor de la
habitación.
—Lo sé.
—Creo que a ella le gusta cuando nos besamos —dijo Melanie, rozando sus labios
polares sobre mi piel.
—Y cantamos —dije—. Y pintamos. Pero sobre todo esto —dije, poniendo mis
manos en llamas sobre sus mejillas heladas, llevándola a un beso humeante.
***
En la cafetería, Max se acercó a la mesa con dos bandejas y Caitlin detrás de él.
Llevaba el pelo recogido en un moño arremolinado, hilos sueltos de rubio y rizado
pelo alrededor de su cara, enmarcando una sonrisa. Brillantes ojos verdes que
resplandecían en dirección a Max mientras él bajaba su bandeja, saco su asiento y
luego se sentó a su lado.
Max sonrió, con esa tonta sonrisa que ocupaba la mayor parte de su rostro. —Nada
—dijo—, nada en absoluto. —Y entonces se extendió y tomó la mano de Caitlin en la
suya—. ¿Por qué? ¿Qué hay de nuevo contigo?
—Oh, bien —dijo Melanie, y tomó mi mano—. ¿Vamos a empezar a salir en citas
dobles?
—Somos un grupo —dijo con una sonrisa malvada—. Eso está permitido.
—Él dijo que te desmayaste —dijo Caitlin, mirándonos. Iba a tomar mucho tiempo
acostumbrarse a ver su cara cuando hablaba. Antes de hoy no estaba seguro de que
había visto todo eso a la vez.
—Larga historia —dijo Melanie—. Pero estoy bien.
Melanie negó con la cabeza, un rubor extendiendose sobre su piel. —No quería
hacer eso.
Ella me miró, con los ojos rojos parpadeando las lágrimas—. Estaban las dos
cantando, sí, pero eras tú.
—Entonces —dijo ella—. ¿Te refieres a que estás bien con que ella nos deje y ser
sólo un artista común?
Era imposible procesar el pensamiento de mi vida sin la sombra en ella. El vacío
que siempre había estado allí desde que Melanie había desaparecido por primera vez
creció, amenazando con tragarme por completo. Tomé una respiración profunda, otra,
mientras Melanie se estremecía contra mí.
La sonrisa de Melanie era suave, dulce y gloriosa. Las sombras estaban tranquilas y
cálidas, suaves y tiernas, y en algún lugar en los ecos una disculpa demoró junto con
un toque sutil de los celos mientras Melanie asentía y luego me besó.
Asentí y la sombra explotó a la vida. —Sí —dije, forzando la voz a través de los
dientes apretados—. Ella se ha ganado su descanso, se merece estar en paz. No puedo
evitar eso sólo porque la vaya a echar de menos. 172
Melanie sonrió, acariciando con sus dedos helados mi cara. —Tan cálido —dijo con
una sonrisa.
—¿Ahora qué?
—Lo sé —dije—. Sólo siento como que es lo correcto por hacer para ayudarla a
encontrar su camino a casa.
—Yo también voy a extrañarla, sabes —dijo Melanie, su sonrisa triste y hermosa.
—Gracias —dije.
—¿Por qué?
—Por todo.
—Todo está recién comenzando —dijo ella, besándome una vez más, la sombra
perforándonos a los dos.
173
Treinta y siete
Traducido por NataliCQ
Corregido por Emmie
Mi madre, siempre servicial, llamó a un amigo suyo que arregla coches antes de que
tuviera la oportunidad de llamar a Melanie para que viniera a recogerme. Para el
momento en que me encontré con ella, era más tarde de lo que hubiéramos querido
irnos.
174
—Podemos ir mañana —le dije, con la esperanza de mantener la frustración de mi
voz.
—Mi padre está libre mañana —dijo—. Está bien, espera por el mecánico. Voy a
conducir, ir a la biblioteca y hacer copias de todo.
***
El GPS dirigió a Melanie al oeste de Savannah, un poco menos de dos horas de
conducción, hasta que llegó al edificio de ladrillo en la calle Elm, en la pequeña ciudad
de Dublin, Georgia.
—Y todavía estoy aquí, esperando a este chico, se suponía que estaría aquí hace un
tiempo.
—Eso espero —dijo ella—. Estoy buscando los archivos de The Courier-Herald,
alrededor de 1998. —Él se dio la vuelta en su silla y comenzó a caminar hacia la parte 175
posterior del edificio.
Él esperó a que ella saliera del ascensor y luego siguió caminando por el pasillo—.
No son demasiados los niños perdidos por aquí —dijo él encogiéndose de hombros—.
Por supuesto, yo vivía en Madison atrás en el 98, por lo que no estaba prestando
mucha atención.
Ignorando las señales contra el uso de un teléfono celular, fotografió cada artículo
como aparecía, enviándoselos a Richard mientras se acercaban.
—El mecánico está aquí, aprecio eso. —Él se rió, pero no duró mucho—.
¿Encontraste algo más? —Sentándose frente a la máquina, Melanie se encogió de
hombros.
—No mucho. La mayoría de estos son sólo información general. Su mamá y esas
cosas. Hay un poco aquí acerca de su padre. Fue un divorcio complicado, por lo que la 176
policía lo localizó en Nevada. De todos modos, lo borraron y casi nunca lo
mencionaron de nuevo.
—Aquí también —dijo Richard—. El chico acaba de salir; les costó a mis padres un
par de cientos, pero el coche funciona de nuevo.
—Cierto.
—El Courier-Herald no tenía mucho —dijo ella—. La única cosa que he aprendido 177
es que su mamá todavía vive en la misma casa en las afueras de Dublín, no es que eso
ayude mucho.
—¿Y su padre?
—Aún en Nevada, en la medida de lo que puedo decir. Debe estar en la cuarta foto
que te envié.
Durante un largo momento Melanie sólo miró por la ventana, observando las
sombras proyectadas a través de los árboles que rodean la biblioteca. Por el viento, las
ramas se agitaron justo lo suficiente para enviarlas vacilando a su alrededor. Ella negó
con la cabeza, aunque no podía verla. —No —dijo—. Creo que voy a conducir por la
vieja casa de Melanie. Sólo quiero verla, ver donde creció. ¿Tiene sentido?
—Sí —dijo él—. Lo tiene. Toma algunas fotos para mí, por favor.
Para el momento en que Melanie llegó a la carretera Claxton Dairy, el sol se
acercaba al horizonte en la fría tarde de otoño. Era una tranquila y sencilla casa, con
una mecedora rota en un porche, casi atractiva a pesar de lo poco deteriorado y natural
de todo. La pintura estaba despegándose de las escaleras, a pesar de que parecía que
una vez había sido pintada con amor en un brillante y alegre color se había
desvanecido, como la propia casa, con los años.
Probablemente, ya que su hija había desaparecido, pensó Melanie. La casa entera parecía
estar de luto, todavía respirando, pero no viviendo verdaderamente.
178
Treinta y ocho
Traducido por Majo
Corregido por Emmie
Melanie se tomó su tiempo caminando por la acera agrietada, mirando hacia arriba
y abajo por la calle. Las otras casas estaban alejadas entre sí y parecían deshabitadas,
todas deterioradas y desiertas. En la puerta, dudó por un largo momento antes de
llamar, ignorando el aviso de “No solicitudes” que también se había desvanecido con
el tiempo. A través de la ventana, podía ver una pared de fotografías, que se extiende
desde el techo hacia el piso, mirando hacia abajo en la sala de estar. Ella se estremeció
una vez cuando una brisa fría sopló de pasada, y luego volvió a llamar, los ruidos
sordos profundos huecos eran el único sonido.
Oyó pasos y las tablas del suelo crujiendo detrás de la puerta, y luego se abrió con
un chirrido de goznes oxidados. Una mujer se quedó allí en jeans azules y una franela
179
mal abotonada, con el pelo canoso mojado como si hubiera sólo saltado fuera de la
ducha.
—Está bien —dijo la mujer—. No necesito perder toda esa agua de todos modos.
¿Puedo ayudarte en algo?
—¿Dónde están mis modales? —dijo la mujer, una repentina sonrisa transformando
su rostro, dándole un aspecto más joven—. Por favor, entra.
Melanie miró a su alrededor y luego dio un paso a través de la puerta. Una sola
lámpara iluminaba la habitación con la luz amarillenta, que brilla en cientos de
fotografías enmarcadas y sin enmarcar cubriendo las paredes de la sala de estar.
Muebles dilapidados tan amarillos como la luz, los patrones descoloridos ocultos tras
capas de polvo. Melanie siguió a la mujer a la cocina, disfrutando de la luz brillante,
fluorescente después de la oscuridad en el resto de la casa.
En la cocina, las paredes estaban cubiertas con aún más fotografías. Una niña joven
sonriente, de no más de seis o siete años, en todos y cada uno de ellos. Retratos
escolares y casuales fotos de la familia, miles de fotos de Melanie Elizabeth
Bellemeade empapelaban las paredes.
—Mi hija —dijo la mujer, apuntando hacia las imágenes—. Su nombre era Melanie
también.
—Lo sé —dijo Melanie, girando en un círculo lento para mirar a todos ellos—. Es
por eso que estoy aquí. Soy nueva en la ciudad, estaba haciendo una investigación para 180
un proyecto escolar y... —Su voz se corrió en seco cuando la mujer la miró fijamente.
Tragó saliva—. Y yo quería conocerte, supongo. Lo siento, por su pérdida me refiero.
Y por haberte molestado. Debería haber llamado primero.
La mujer negó con la cabeza, su pelo gris húmedo iba de ida y vuelta con el
movimiento. —Tonterías —dijo—. Me alegro de que estés aquí. No hablo de mi
Melanie lo suficiente. Nadie quiere escuchar a una anciana senil, ¿sabes?
—Soy Jessica, por cierto —dijo ella—. Jessica Bellemeade. Ha pasado un largo
tiempo desde que he tenido compañía, Melanie. Así que, dime, ¿qué tipo de
investigación estás haciendo?
—Se supone que es una lección de historia en nuestro nombre —dijo—. Entonces
empecé a buscar “Melanie” y bueno, aquí estoy. Supongo que sólo quería saber si
alguna vez la encontraron.
Jessica sacudió la cabeza, sus hombros se hundieron otra vez. —No —dijo, un leve
temblor en la sola palabra—. Ella nunca fue encontrada. —Con un suspiro cruzó la
cocina hacia la estufa—. ¿Té? —preguntó y al visto bueno de Melanie se volvió para
encender la estufa, llamas azules crepitaban a la vida.
***
Luego de haber leído todos los artículos y mirado las fotos de la vieja casa de la que
Melanie me había enviado mensajes de texto, la llamé pero iba directo hacia su buzón
de voz. No había mucha información nueva en los informes archivados, nada de lo
que yo no supiera en su mayor parte. Llamé a su teléfono una vez más pero aún no
había respuesta.
***
Jessica se quedó en silencio durante un largo rato hasta que cogió la tetera silbando
y se la llevó al mostrador, tomando dos tazas. —Es mi propia mezcla —dijo ella—.
Uno de los beneficios de ser propietaria de una granja, incluso si ya no soy una 181
agricultora, por lo menos no desde que mi marido se fue. —Ella trajo una bandeja a la
mesa, con cubos de azúcar—. Por favor, Melanie, siéntate.
—Gracias.
Mientras Jessica agitaba su propio té, ella seguía mirando las fotos en la pared. —
Yo la quería mucho —dijo—, ella era una niña increíble. Siempre llena de risas,
llenaba la casa de alegría. —Miró al techo, con los ojos humedecidos—. No ha habido
risas en este lugar desde hace mucho tiempo. —Ella se quedó en silencio por un largo
rato, y luego volvió a mirar a Melanie—. ¿Cómo está el té?
Jessica sonrió, las líneas de expresión que parecía desvanecerse. —Es posible
necesitaras sólo un cubo entonces, supongo. —Ella agito su té un poco más, volviendo
a las fotos de su hija—. Su padre solía fingir que era un fotógrafo, siempre tenía una
cámara en sus manos. Cada vez que Melanie sonreía él tomaría otra imagen.
Después de un largo momento, Melanie asintió. —Sí —dijo ella—. ¿Puedo tener
otra taza, por favor?
Jessica sonrió de nuevo. —Oh, yo no creo que sea la mejor idea —dijo ella,
poniéndose de pie para llevar tanto la taza vacía de Melanie y la suya llena al
fregadero, arrojando su propio té por el desagüe. Cuando ella se dio la vuelta, su
sonrisa estaba muy lejos y olvidada—. No te ves como si te sintieras muy bien,
Melanie, quizás ¿deberías acostarte y tomar una siesta antes de conducir a casa?
Melanie se volvió hacia ella, pero el movimiento nunca se detuvo, como si estuviera
viendo de repente el mundo a través de una lente panorámica. La habitación entera
flotaba hacia atrás y adelante, y de lado a lado. Su cabeza se dejó caer sobre sus 182
hombros.
Jessica se rió, una especie distante de risa, y sacudió la cabeza. —No cariño —dijo
ella—, por supuesto que no. Te ves como tu madre.
183
Treinta y nueve
Traducido por Mariela
Corregido por Annabrch
Ella luchó por abrir sus ojos, los parpados tan pesados. Demasiado pesados.
Pesados y cargando hacia abajo con algo húmedo, algo que olía abrumadoramente
sucio. Olía a sudor y algo podrido y algo más que no podía nombrar. No quería
nombrarlo.
Luchó por recordar su nombre. Ahí estaba, en algún lugar. Algún lugar muy
profundo dentro. Pero todos los pensamientos y todos los nombres y todas las palabras
estaban flotando, deslizándose a la distancia cuando llegó hacia ellos en la oscuridad.
No había nada más que esos pesados parpados y la humedad presionando sobre ellos y
la oscuridad y los pensamientos flotando.
184
Flotando libres.
Ella luchó para moverse, pero nada funcionaba, nada se movía. Un dedo, sólo un
dedo. Muévete, por favor, sólo por un momento, un instante, nada, en ningún lugar.
Pero nada se movió. Tan pesado. Húmedo. Ella se esforzó para abrir sus ojos, para
recordar su nombre, para moverse, pero no había nada.
***
Después de tomar un aperitivo, llamé a Melanie nuevamente, escuchando su buzón
de mensaje, dejando mensajes cada vez más preocupados mientras la sombra aulló,
frenética con algo que no podía nombrar, cerniéndose sobre fotos borrosas de su
antigua casa.
***
Melanie parpadeó, luchando para mover su lengua lo suficiente para hablar pero
ningún sonido salió.
—Tengo un regalo para ti, Melanie —dijo Jessica, caminando dentro de las sombras
en la habitación—. Todos estos años, lo guardé justos para ti.
Melanie trató de ver a través de las drogas y la oscuridad, pero la luz no penetraba
muy lejos. Un sonido áspero raspante hizo eco a todo su alrededor, como algo pesado
siendo arrastrado hasta que Jessica reapareció, tarareando una canción de cuna medio
olvidada mientras tira un tronco largo plano por el suelo.
Incluso a través de las drogas Melanie rabió dentro mientras miraba a su caja.
—Tienes que entender —dijo Jessica, su voz un poco más que un sonido
quebrado—, sabía todos sus secretos, pero después de que desapareciste cambió, pensé
que estaba enamorado de ella otra vez.
—Claro querida —dijo ella—, creo que sólo la conocí una vez. La vez que ella
murió. —Una carcajada frágil se disparó a través de la habitación, haciendo eco en las
sombras—. Me tomó años para encontrarlos nuevamente, para encontrarlo.
—Nuestro marido, por supuesto —dijo ella—, bueno, no en realidad. Ella nunca lo
supo, la chica tonta, tratando de alejarlo de mí. Había mucho más que ella nunca
supo. 186
***
Tomó mucho tiempo llegar a Dublin; el sol ya se había puesto mientras vagaba por
todas las granjas rurales buscando la carretera Claxton Dairy. Cuando llegué, una
solitaria luz estaba encendida en la casa Bellemeade. Corrí por las escaleras del porche,
golpeando la puerta principal. La sombra se retorcía y se retorcía en un frenesí de
actividad, sin detenerse a descansar durante más de un momento.
***
Por un momento, nada más, Melanie vio hacia arriba justo cuando su cuerpo se
columpiaba alrededor. Una pequeña mesa redonda, un set de té, parpadeaba fuera de
las sombras, y, más allá de eso, las filas de jaulas para animales, apiladas una encima
de la otra, con unos cinco solitarios, asustados pares de ojos que miran su bamboleo. Y
luego las cuerdas retorcidas a su alrededor y la imagen se hundieron en las sombras.
Jessica se acercó a Melanie, agarrando su cabello para tirar hacia sí. —Melanie
entró en él —dijo ella, siseando las palabra—. Jugando con uno de sus juguetes. Ella
sabía que no debía hacer demasiado ruido, pero lo hizo. Ella comenzó gritando
cuando él no quería dejarla jugar con la pequeña niña, también. Todavía estaría viva si
sólo hubiera aprendido como estar callada. A él siempre le gustó tranquilo, ¿sabes?
—Todo fue culpa de ella —dijo Jesica—. Ella no le dejó opción. Él mató a mi hija,
mi Melanie. Me hizo ver. Me sonrió mientras ella se volvió azul. —Una risa cruel
estalló de nuevo—. Así que maté a su esposa. Hice que él viera mientras ella se puso
roja.
La risa de Jessica hizo eco a través de las sombras. A partir de las jaulas que les
rodean, voces asustadas gritaron en respuestas. 187
—Él incluso te llamó Melanie por mí —dijo ella—, porque yo se lo pedí, porque lo
amenacé con llevarte lejos de él si no lo hacía. Él fue siempre tan agradable para mí,
cuidándome. Él me llevaría al claro, a la tumba de Melanie, y sostendría mi mano
mientras yo lloraba. —Ella sollozó, secándose con sus palmas de las manos en sus
ojos. Ella se quedó mirando las lágrimas y luego la lamió—. Y luego él se mudó de
vuelta aquí, contigo, y no vino por mí. Me dejó aquí. Me mantuvo alejada. No me dijo
dónde estabas. Tuve que encontrar otras Melanies. Pero siempre había algo
equivocado con ellas. Ellas nunca funcionaron del todo bien. Y ahora tú estás aquí,
otra Melanie, sólo para mí.
Melanie gritó cuando las cuerdas se torcían y giraban. Se dio la vuelta y se dio la
vuelta, pero no había nadie allí, nadie más que las cinco chicas aterrorizadas en sus
jaulas sucias, mirándola con ojos horrorizados.
***
Saqué mi teléfono, marcando y escuchandolo nuevamente sonar, y luego escuché la
voz de Melanie preguntando si quería dejar un mensaje. Estaba a punto de renunciar a
que cualquiera abriera la puerta y volver al coche para manejar alrededor de Dublin y
buscarla, pero toque por última vez. Una voz acosadora habló desde el otro lado.
—Sólo un momento —dijo una mujer, abriendo la puerta sólo lo suficiente para
mirar a través. Apenas pude ver el cabello gris y un perforante ojo negro viendo hacia
mí, pero fue suficiente. La sombra se coló a través de la apertura, la difusión de salir a
explorar a casa.
—Hola —dije, sosteniendo mi brazo fuera para que la sombra se arrastrara de 188
vuelta a través de mi piel. —Una amiga me dijo que ella se detendría aquí y ya que ella
no está contestando su teléfono, pensé en conducir por aquí.
—Oh —dijo ella—, debes referirte a Melanie. —Ella abrió más la puerta—. Por
favor, entra.
La sombra era un infierno, rugiendo demasiado fuerte para mí para poder ver
derecho, y terminé golpeando los frenos antes de haber llegado al final del camino.
Descansé mi frente en el volante, una vez más marcado el teléfono de Melanie,
escuchando el mismo mensaje, su voz llenando el coche. Todo quemó, tan brillante,
cegándome, ensordeciéndome. Y luego la sombra calló en silencio, y sólo mi brazo
izquierdo se quemó, el calor aumentando hasta que se movió, por sí sólo para
descansar en la manija de la puerta.
Caminé tan silenciosamente como pude, empujándome sobre la punta de mis pies 189
para tratar de ver dentro, asomándome entre las tablas sobre la ventana más cercana,
pero no había nada que ver, sin luz que llegara al interior.
Estaba a punto de sacar mi teléfono para utilizar la linterna cuando algo frío y
metálico se presionó contra mi cuello, sujetándome contra el granero rosa desteñido.
—No deberías estar aquí — dijo una voz masculina, agarrándome por el cuello,
manteniendo el cañón de la pistola contra mi hombro mientras me empuja hacia
adelante, en el granero. Encendió una sola luz, iluminando a Melanie donde colgaba
en el techo, crucificada por las cuerdas que cuelgan a su alrededor.
Por un momento, un instante, ella levantó la vista mientras dije su nombre pero no
pudo verme en las sombras. El cañón de la pistola cayó sobre el lado de mi cabeza y no
podía respirar, no podía moverme, no podía pensar, y todo se volvió negro y todo
cambió y todo desapareció y todo lo que sabía era dolor. Continúo dolor, interminable.
Cuarenta
Traducido por Hailo0
Corregido por Annabrch
Luché para abrir los ojos, los párpados estaban muy pesados. Demasiado pesados.
Nada funcionó bien y opresión irradiaba en oleadas desde la base de mi cráneo.
Debajo de mi mejilla, el piso de madera dura apuñaló astillas en mi piel y parpadeé
contra la luz. Todo estaba de lado, la inclinación, la caída. Traté de levantarme, pero
mis manos no se movían, algo las tenía bien atadas, cortando la circulación.
Hubo un grito en algún lugar demasiado cerca y parpadeé ante el sonido. Sombras
me rodeaban, pero no podía oír sus gritos o sentir su calor o recordar por qué eso
importaba. En el borde de mi visión un muro de barras de metal se cernía sobre mí,
viéndose como si estuvieran a punto de caer y aplastarme. De entre el conjunto más
cerca de las barras, un pequeño pálido brazo extendido casi lo suficiente para alcanzar
190
mi cara, un dedo delgado señalando al otro lado de la habitación.
Ojos asustados se asomaban desde las sombras detrás de los barrotes, mirando por
encima de mí. Tomé una respiración tan profunda como pude y dejé caer mi cabeza
lejos de los ojos aterrorizados. El movimiento me hirió más allá que las palabras,
disparando agonía a través de mí, pero incluso el dolor estaba muy lejos, como si le
estuviera sucediendo a otra persona. Mis ojos se cerraron contra la agonía y luego
parpadearon.
—Va a estar bien —dijo la mujer, su voz tarareando una canción de cuna retorcida.
La bombilla fluorescente colgada junto a Melanie titiló enviando sombras que se
retorcían alrededor de la habitación, su pelo colgando en mechones gruesos alrededor
de su inmóvil cara.
La sombra fluyó a través de mí. Envolvió mis manos, tragando las cuerdas, pero a
pesar de que el calor me envolvía como si estuviera en llamas, no pasó nada, el dolor
era un dolor lejano, silenciado e incompleto.
—Shhh, niño —dijo ella, poniéndose de pie para tomar a Melanie en sus brazos, el
cuerpo balanceándose con un chirrido de poleas oxidadas. —Mamá está aquí. Yo
siempre he estado aquí, velando por ti, cuidando de ti. —La mujer jaló a Melanie 191
cerca, envolviendo los brazos a su alrededor y sólo entonces Melanie levantó la
mirada, viendo de Jessica a su hijo.
—No —dijo Melanie, la palabra arrancada de su garganta, haciendo eco a través del
granero.
Detrás de mí, un grito ansioso escapó de las jaulas. Mas lo seguí y cuando miré
hacia atrás, vi delgados brazos estirándose de entre las barras, llegando a las cuerdas
atadas alrededor de mis muñecas.
Con una respiración profunda, empujé mi cuerpo hacia atrás, lo suficiente para
golpear mi espalda contra las barras. Algo húmedo y frío se deslizó por mi piel y a
través de la confusión de las drogas supe que sangre fresca se estaba derramando de los
arañazos recientemente cicatrizados en mi espalda que Melanie había dejado.
—Te vigilé, Melanie. —La mujer continuaba su canción de cuna, añadiendo
palabras a la tranquila melodía—. Siempre vigilándote. Te vigilé a ti y al niño pequeño
cuando jugaban a las escondidas. Te vi corriendo dentro del bosque. —Ella la empujó
lejos y Melanie se fue volando por el aire, con los brazos estirados, casi salidos de su
cuerpo.
—Madre —dijo su hijo, llegando a ella, pero ella lo abofeteó, el golpe resonó en el
granero.
—¡No! —gritó ella—. No, ella nunca apareció y te llevo lejos de mí. Se llevaron a
mi Melanie lejos y yo no podía decirle a papá, no, yo no podía decirle. Él me hubiese 192
dejado si él sabía que tenía a su hija y la dejé escapar.
Las sombras corrían por mi piel, más cerca ahora y cualquier droga que me habían
dado poco a poco desapareció. Gritos se burlaron en el borde de mi oído, la
quemadura en el borde del fuego como manos lanzadas sobre mis muñecas, tirando de
las cuerdas.
—¿Dónde?
Su hijo se acercó, colocando una mano sobre su hombro. —Ya te lo dije —dijo—,
ellos encontraron a las otras.
—Shhh, Melanie. —La mujer continuó susurrando su canción de cuna, pero nadie
le prestaba atención—. Mamá está aquí ahora.
—Ayúdame —dijo ella de nuevo, antes de dejar caer su cabeza hacia abajo,
luchando contra la fuerza de gravedad.
Pequeños dedos recorrían mis muñecas, frenéticamente tratando de aflojar las
cuerdas. El calor de la sombra estaba más cerca, pero aún tan lejos, las drogas
retrocedían, poco a poco trayendo el mundo a foco.
—No te puedo ayudar —dijo, extendiendo sus manos para tratar de detener el
balanceo de Melanie pero sólo la hizo girar otra vez.
Las cuerdas alrededor de mis muñecas cayeron libres, la sangre volvió de nuevo a 194
mis dedos con prisa, alfileres y agujas golpeando en ellos, pero libres, libre y despierto.
La sombra irrumpió a través de mí como una ola rompiendo en la orilla, llenándome
de fuego necesario e ira vengativa mientras me empujó hacia arriba, tropezando una
vez y luego tambaleándome hacia adelante y me disparó derecho hacia Logan tan
pronto como él apretó el gatillo. El trueno del disparo me ensordeció y sentí algo
desgarrado en mi hombro.
La escopeta salió volando cuando me estrellé contra él y, a pesar de que era más
grande que yo, no importaba. Nada importaba. Nada más que la necesidad de la
sombra de herir, matar. El hambre de las llamas, la necesidad de los condenados por la
salvación. Y la liberación estaba aquí.
***
Vapor se levantó de las sogas atadas alrededor de Melanie, sus oscuros ojos
brillantes en las sombras. Su cuerpo se retorció, girando en el aire cuando las cuerdas
se convirtieron en hielo, dividiéndose en piezas y cayendo al suelo como la nieve. A
medida que las drogas se desvanecieron, las voces de las sombras tronaron a través de
ella. Melanie lloró mientras caía al suelo junto a los pies de Jessica, las cuerdas nada
más que charcos. Todo dolía, pero la sombra hervía por dentro, poniéndola de pie,
empujándola hacia delante, tirando de su cuerpo hacia arriba, obligándola a moverse,
exigiendo que se mueva. Y Melanie se movió. Un paso lento a la vez. Ella se movió.
—Melanie —dijo Jessica—. Mamá está aquí, estás a salvo, estás en casa.
Las sombras envolvieron sus largos y delicados dedos casi esqueléticos alrededor del
cuello de Jessica y apretaron, levantándola del suelo hasta que el brazo de Melanie
apuntaba directamente hacia arriba, colgando a Jessica Bellemeade en el aire.
***
—Ella es mía —dijo Logan mientras golpeaba su bota en mi costado, me balanceó 195
hacia atrás con el golpe, pero las sombras estaban por todas partes, fluyendo alrededor
de mí, fluyendo a través de mí, sus gritos una fuente de poder sin palabras. Agarré sus
piernas y cayó sobre mí, su peso sacando aire de mis pulmones.
Rodamos una y otra vez a través del piso de madera dura del antiguo granero hasta
que nos detuvimos contra las jaulas.
Delgados dedos se asomaban por entre los barrotes, apuñalándolo con uñas
rasgadas, arañándolo y desgarrando algo de lo que pudieran agarrarse, arrancando el
pelo, rastrillando su piel.
***
—Melanie. —Jessica se ahogó, luchando por aire, luchando por respirar—. Mamá
está aquí.
Melanie luchó contra la sombra, luchando por encontrar su propia voz. —Tú —
susurró entre dientes, luchando contra la tormenta dentro de ella—. Tú mataste…
El grito retumbó más fuerte, rabiando dentro y todavía luchaba para encontrarse a sí
misma.
Melanie apretó con más fuerza, apretó y apretó hasta que la canción de cuna
finalmente se desvaneció.
***
Desde algún lugar en la oscuridad, la anciana voló por el aire y aterrizó con un
golpe en la base de las jaulas. Las chicas gritaban y por un momento, por un instante,
por un segundo, Logan observaba el vuelo de su madre a través del aire.
Su peso se movió mientras ella aterrizaba contra las jaulas y la escopeta estaba en
mi mano en un santiamén. La explosión hizo eco por toda la eternidad, ensordeciendo
cuando Logan voló hacia atrás para aterrizar en una pila junto a su madre.
***
Melanie se derrumbó contra mí, sangrando de innumerables cortes. O tal vez era mi
sangre. Estaba demasiado oscuro para estar seguro. Tomé jadeando una profunda
respiración, tratando de evitar que mi cabeza gire. La sombra había huido, los gritos
fueron sustituidos por los gritos de las chicas en sus jaulas.
Del bolsillo de Logan saqué mi celular y tan cuidadosamente como mis manos
temblorosas podrían marcar, llamé a la policía.
—Es Richard Harrison —dije, las palabras duras y ásperas, forzadas a través de mi
garganta abusada. 197
—Es tarde, ¿todo está bien?
Llamé a mis padres, pero ellos ya lo habían oído del detective y estaban en camino a
198
Dublín. Hice una mueca de dolor cuando un corte particularmente profundo fue
cocido junto de nuevo.
—Por cierto, hablé con tus padres, Richard, deberían estar aquí en cualquier
momento —dijo el detective McGuire caminando de nuevo hacia nosotros, y luego se
volvió a Melanie—. Tu padre no estaba en casa cuando la policía llegó allí. ¿Alguna
idea de dónde puede estar?
Ella negó con la cabeza, pero se quedó en silencio mientras escuchábamos a mis
padres llamándonos desde el otro lado de la cinta de la escena del crimen. Sus palabras
eran un murmullo cuando nos envolvieron a Melanie y a mí en su abrazo, brazos
fuertes tragándonos.
—¿Quieres que te lleve? —preguntó mi padre, sin soltarnos del abrazo—. Puedo
llevar tu auto de vuelta y tú puedes ir con tu mamá.
Melanie bostezó mientras entraba. Bostecé de vuelta con una sonrisa. —¿Estás bien?
—No —dijo ella, su voz llena de sueño—. ¿Tal vez? Pregúntamelo de nuevo en un
mes. Es sólo que todo es tan...
—Lo sé.
Para el momento que pensé una respuesta, Melanie estaba dormida, dejándome
solo, la sombra no se encontraba por ninguna parte y, oré, para que estuviera
finalmente en paz.
***
Era cerca de la una de la mañana, casi una hora fuera de Savannah, cuando sonó mi
teléfono celular, despertando a Melanie.
—¿Cómo lo llevan?
Las sombras presionan hacia abajo en mi pie, obligando al Neón a atravesar unas
cien millas por hora. El coche tembló, el volante aún con vida y luchando contra mí.
—¿Hola?
—Nos veremos en la casa, ¿de acuerdo? —dije, mis nudillos poniéndose blancos por
apretar el volante.
—La policía ya está en tu casa —dije. —Eso realmente sólo deja un solo lugar.
Mi pie se estremeció en el calor, al pulsar el coche para ir aún más rápido. Ciento
cinco. Ciento diez. 95 al Sur. Pasado Richmond Hill y fuera de la carretera, aún
rompiendo el límite de velocidad en el camino bajando de la carretera Bryan Neck a
Fort McAllister y a la isla Savage mientras la barra de madera bloqueando la entrada a
la isla vino a la vista de los faros.
—¡Agachate!
—¿Estás bien? —pregunté, pero Melanie ya estaba luchando por salir del coche.
El viejo camino de los ciervos se había ampliado por todo el tráfico de la policía
usándolo últimamente, y la luz de la luna pálida que era fácil de seguir. Melanie y yo
corrimos a través de los árboles, haciendo caso omiso del frío de la noche y el viento
amargo. Los sonidos de la isla eran apagados, como si los animales estuvieran todos
dormidos, teniendo pesadillas con depredadores sueltos entre ellos.
Llegamos al claro, la suciedad y las hojas todas mescladas, llenando el aire con el
olor de la tierra recién excavada y, debajo de todo, un perfume sutil de corrupción y
decadencia.
Melanie ahogó un grito y el hombre miró hacia el sonido, dejando que sus manos se
deslizan por el árbol, dejando huellas sangrientas detrás.
—¿Papá?
Se dio la vuelta y todo cambió y de repente había sombras por todas partes. Ellas
eran una oscuridad naciendo a la vida, un ser vivo bramando en el borde del infierno,
atronando con mil voces, con la voz de Melanie, con la mía. Un coro de los
condenados, de los muertos inocentes asesinados. Un susurro, una oración, una
maldición.
Los arañazos goteaban sangre bajo su rostro mientras nos miraba con ojos
salvajes. Por un momento, nadie se movió, y luego Melanie y yo entramos en el claro,
nuestras sombras casi llegando a su padre. Dio un paso atrás y luego agarró a la
hermana de Caitlin. Wanda gimió de dolor, pero no se despertó cuando él la detuvo y
la sangre fresca latía de una profunda herida en su costado.
Cuando llegué a Melanie, su piel era de hielo, viva con furia apenas contenida como
un volcán a punto de estallar.
—Te ves como ella —dijo su padre, las palabras siseadas y duras mientras conducía
la hoja más arriba hasta que Wanda miró directamente a la luna. Se agachó para
colocar un solo beso en la frente de la joven sin apartar la vista de Melanie. —Ella se 203
parece a ti. Todas se veían sólo como tú.
—Recuerdo...
Las sombras cruzaron el claro en un latido del corazón, bloqueando la luz de la luna
como una cortina de oscuridad cayendo sobre el mundo.
—Yo te recuerdo —Melanie y yo hicimos eco con las palabras, en nombre de los
muertos cuando la sangre goteaba en la garganta de Wanda.
Él estaba tan lejos. Las ramas desnudas de los árboles llegaban al cielo, proyectando
sombras viciosas alrededor del claro. No había forma posible de llegar a ella en el
tiempo en el que él apuñaló el cuchillo más profundamente en su carne. Tropecé
cuando salté a través del claro, corriendo tan fuerte como pude, negándome a
retirarme y verla morir.
Yo era demasiado lento para salvarla, pero no importaba. Las sombras llegaron
primero.
El humo brotaba de su piel como sudor, y sus ojos brillaban como ascuas chispas de
una fogata. Gritó. Y fue una alegre y santa bendita oración. Él ardió. Y fue un glorioso
y sagrado fuego santificado. Él rugió su desafío, su voz áspera y dura, llena de humo y
vapor mientras la sangre hervía en sus venas. Se tambaleó por el claro, llamas
lamiendo su piel. Agarró a Melanie y ella tropezó hacia atrás, cayendo al suelo como 204
una pelota a los pies de su padre.
—Nunca debí haberte dejado salir de tu caja —dijo, su voz con un gruñido roto. Se
destacaba por encima de ella, proyectando una sombra cegadora contra su piel. Las
sombras se retorcían, envolviéndose en ella y su oscuro alrededor, ojos oscuros
brillaban en su abrazo.
Melanie se empujó hacia arriba, luchando contra los recuerdos, el pasado y el calor
implacable de pie erguido frente a su padre.
Melanie dio un paso para estar a mi lado y se enfrentó a su padre. —Nunca más —
dijo, antes de empujarlo lejos de nosotros.
Él se tambaleó al suelo, su rugido desafiante desvaneciendo. Las sombras rugían a
su alrededor mientras pedazos de su carne caían al suelo como brillantes brasas.
Había una sutil belleza en la música de las llamas, cantando una canción de
apocalipsis, salvación y redención.
205
Cuarenta y tres
Traducido por NataliCQ
Corregido por Mariela
Una vez más, llamé al detective McGuire, y una vez más corrió a través del sur de Georgia,
llegando a la isla Savage mientras el primer indicio del sol se asomaba por encima del
Atlántico. Los paramédicos ya habían tomado a Caitlin y a su hermana lejos, prometiéndonos
que cuidarían muy bien de ellas.
La policía quería mantenernos allí, haciendo las mismas preguntas una y otra vez, pero el
detective McGuire los miró hacia abajo.
Cuando llegamos allí, mis padres salieron corriendo de la casa, abrazando a Melanie y a mí
en un revoltijo de brazos mientras el detective se marchaba. Caminamos dentro sin decir una
palabra, donde dejaron que Melanie se metiera en la cama conmigo. Mi mamá se quedó allí
después de apagar la luz, las sombras en la habitación eran simplemente sombras.
—Ella puede quedarse aquí todo el tiempo que quiera —dijo ella, mirando por encima del
hombro a mi padre.
—En su propia habitación —dijo él, mientras cerraron la puerta y nos dejaron dormir.
Algún tiempo después, mientras el sol poniente brillaba a través de la ventana, Melanie
levantó la vista de donde su cabeza descansaba sobre mi pecho.
—La extraño —dijo, mirando alrededor de la habitación a todos los dibujos de Melanie
Elizabeth Bellemeade, buscando en las esquinas, buscando por las sombras.
—Lo sé —dije, acariciando su caliente piel, extrañando el hielo de la sombra interior.
—Quiero cantar. —Sonrió, pero era poco más que una sombra de una sonrisa—. ¿No
quieres pintar?
—Puedes cantar.
—No, gracias —dije, mientras ambos sacudíamos la cabeza. Esta vez, cuando se fue, la
puerta quedó abierta.
—El detective McGuire llamó, mientras dormías. —Me senté, tirando de ella conmigo—.
Él dijo que todos vamos a estar bien.
—Él todavía tiene un montón de preguntas para nosotros, cuando estemos listos. —Sonreí
por un breve momento antes de que se desvaneciera.
—Estoy bastante seguro de que quería decir mañana. —Me levanté y me dirigí a mi
escritorio, arrastrando los pies a través de diferentes pinturas, dibujos y garabatos hasta que
tuve toda una pila de imágenes similares y las metí en mi mochila. Miré a Melanie donde
estaba sentada en los tenues rayos de la puesta del sol que entraba por la ventana. Incluso
habiendo apenas despertado y después de correr a través de toda Georgia, cubierta de arañazos
y vendajes, era hermosa.
Estaba viva y aquí, y el desesperado anhelo y la soledad sin fondo estaban completos y yo
estaba finalmente completo de nuevo.
***
Tuve que pedir prestado el coche de mi madre, ya que el Neón se descompuso en la isla y el
coche de Melanie seguía perdido en Dublín en alguna parte. En perfecto silencio, sostuve su
mano por toda la carretera a Bonaventure.
Caminamos a través del alargamiento de sombras sobre el cementerio, la puesta del sol
ardiendo naranja y rojo fuego sobre las antiguas lápidas y estatuas hasta que la noche
finalmente cayó. En el borde de su tumba, vimos sombras iluminadas por la luna jugando a
nuestro alrededor, en silencio en el aire frío del otoño.
—Solía venir aquí todo el tiempo —dije, deslizando mi mochila fuera. Uno por uno, saqué
los dibujos, entregándoselos a Melanie—. Siempre dibujé la misma cosa. —Dirigí mi linterna
hacia la tumba de su madre y luego a las pinturas, mostrándole las similitudes. Mostrando su
larga, delicada, casi esquelética mano arañando fuera de la tierra.
—Creo que la enterró aquí. —Me arrodillé y puse mis dedos en la suave, delicada hierba de
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la tumba de su madre—. Después de que él la trasladó desde el claro. Debe de haberlas
enterrado juntas, a tu mamá y a Melanie. Ella siempre estaba muy feliz aquí.
A mi lado, un sollozo se escapó, las lágrimas deslizándose de sus oscuros ojos. La luna
proyecto sombras alrededor de nosotros, y cuando llegué a Melanie, su ártica piel era suave y
acogedora mientras me quemaba con un fuego eterno infinito. La sombra de un beso trazó mis
labios con un grito en voz baja, y mientras ella sonreía lo supe, sin duda, sin preguntas, sin
temor, que mi mejor amiga estaba afortunadamente, gloriosamente en casa.
Juré decir la verdad. El toque de Melanie era una caricia suave, temblando a través de mí
mientras las tomaba en mis brazos, envuelto en un abrazo interminable. Toda la verdad.
Juntos, siempre, gritamos tan dulcemente mientras las sombras bailaban, giraban y
cantaban dentro de un eterno beso sagrado. Nada más que la verdad.
FIN
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