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"Sobre Las Estructuras ClÍnicas"

(*) Intervención En El Foro De Psicoanálisis De La Escuela Freudiana De Buenos Aires El 4 De Mayo De 2010. La Misma
Estuvo Precedida Por Una Invitación A Los Miembros En El Correo De La Escuela.

Ricardo Rodríguez Ponte

Invitación a los miembros de la Escuela:

Mis amigos: este año el Cartel del Foro de Psicoanálisis de la Es¬cuela ha puesto sobre el
tapete un debate que nos debíamos como comunidad de experiencia: se trataría de la
cuestión de la estructura en psicoanálisis en su articulación con la clínica. En la propuesta del
Correo de Abril y en su presentación del ciclo este año, fueron adelantadas algunas líneas del
problema: o una clínica al servicio de los laboratorios farmacéuticos sostenida por los
sucesivos DSM, o el cuasi-continuo clínico de la Escuela Inglesa, o la así llamada “psicosis
ordinaria” de cierto campo del lacanismo, o… “aferrarnos más que nunca” a la tripartición
neurosis psicosis perversión “como resguardo último de la mínima racionalidad analítica para
abordar al sujeto en transferencia”. Se indican también consecuencias de peso: “la dirección
de la cura y la posición ética del analista” debe¬rían ajustarse al “espectro estructural” por el
que se optara.

He aceptado la invitación que me ha hecho el Cartel, y lo he hecho con humildad, sabiendo de


antemano que aportaré al debate más preguntas que respuestas. Adelanto que seguramente
volveré sobre posiciones que sostuve en algunos textos de hace una docena de años,
particularmente, para quien quiera leerlos en la Biblioteca on line, en mis artículos
Transferencia y clínica y Desbordes. De una escritura que no resultaría de una precipitación
del significante, de 1997, y en Psicosis. La cuestión preliminar… y otras cuestiones, seminario
de 1998-1999.

Como contribución que justifique mi presencia en este espacio, tra¬taré de entreabrir una
pequeña puertita a lo que podría ser una pers¬pectiva diferente o suplementaria. Para ello
revisé mi versión bilin¬güe de un escrito de Lacan, Introducción a la edición alemana de un
primer volumen de los Escritos, y traduje la Intervención en el Congreso de la Escuela
Freudiana de París en la Grande-Motte, en la cual Lacan comenta su propio escrito. Ambos

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textos se envían adjuntos a esta invitación.

DIANA RODRÍGUEZ

Hola, buenas tardes, vamos a ir tomando asiento así podemos comenzar, bienve¬nidos. En el
día de hoy hemos invitado al espacio del Foro a que tome la palabra Ricardo Rodríguez Ponte
y les recuerdo que, así como Silvia comentaba, el Foro decidió como eje de trabajo para el
año 2010 revisar detenidamente cuestiones que hacen a la estructura subjetiva en su
profunda implicancia con la dirección de la cura y la posición ética que esto implica y nos
implica como analistas. Bueno, hablé un ratito así que logré que todos se acomodaran y se
callaran, así que le paso la palabra a Ricardo.

RICARDO RODRÍGUEZ PONTE

Buenos días… Ordené lo que tengo para decir en un pocos puntos de manera que no me
disperse, pero eso va a ser inevitable, supongo.

En primer lugar es usual que se agradezca la invitación y yo la agradezco… pero debo


confesar que este agradecimiento es un poco mentiroso, porque en verdad Diana tuvo que
hacer bastante esfuerzo para convencerme de estar acá en este espacio. Había una
resistencia, de mi parte, de la que soy perfectamente conciente. En cuanto a las ra¬zones de
ésta… De eso mismo estaba hablando recién con Eduardo Said, mientras aguardábamos el
comienzo de la reunión: cada vez me resulta menos agradable pasar a este lugar de la
escena, no lo disfruto más, aunque en una época, hace años, lo disfrutaba mucho… En este
momento no lo disfruto, hay razones subjetivas y objetivas, las objeti¬vas nunca alcanzan
para explicar las subjetivas, pero por lo menos pueden ser más fácilmente nombradas;
fundamentalmente, pienso que la dimensión de la escena, por lo menos en mi caso, el hecho
de que tenga que alzar la voz o cuidar que el micrófono no se aleje mucho de mi boca, me
obliga a ser más asertivo de lo que en verdad soy en mi fuero interno. Por eso, últimamente
prefiero el trabajo en pequeños grupos, donde el interlocutor es menos impersonal, lo que
permite que uno piense al mismo tiempo que habla, mientras que esta situación, aquí, invita
más, en general, a que uno se limite a volcar lo que ya pensó en otra parte y en otro
momento.

Esto último tiene que ver con el segundo punto. La reunión pa¬sada Rolando Karothy usó el
apólogo de la primera página que falta en el Talmud de no sé dónde, yo voy a volver sobre
eso pero por otro sesgo.

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Lacan distingue entre la ignorancia docta y la ignorancia co¬mún. La ignorancia docta, es fácil
darse cuenta de qué se trata, es la posición del que se sitúa como sabiendo que no sabe… lo
que es la posición indicada para ponerse a aprender. Ahora bien, la ignorancia común no es
ignorancia, es saber: está constituida por las capas y ca¬pas de saber que se acumulan
interponiéndose entre nosotros y lo que pueda haber de nuevo en un texto o lo que podamos
aportar de nuevo al texto. Cuando señalo esta diferencia, no es para decir que yo estoy en la
ignorancia docta y los demás están en la ignorancia común, quie¬ro decir que yo participo
como todos de la ignorancia común, que ten¬go como todos mi lote renovable de “no quiero
saber nada de eso”, y que justamente mi referencia a la necesidad de trabajar en pequeños
grupos, en dar tiempo para pensar, para no saber, obedece a que esto me parece
fundamental para que uno pueda trabajar constantemente contra la ignorancia común que a
uno lo habita. De ahí que en mi car¬tita de presentación yo decía que iba a aportar acá mas
preguntas que respuestas… en verdad voy a tratar de agitar un poco las aguas de manera que
el movimiento dure un poco antes que el agua vuelva a aquietarse, como inevitablemente va a
suceder, y algún otro retome la posta de reintroducir lo problemático que hay en las
cuestiones que propuso este año el Foro de psicoanálisis.

Cuando leí la invitación del correo, lo que hice después de la in¬vitación de Diana y antes de
aceptarla, en mi primera lectura me pare¬ció que el correo reflejaba lo que podría llamarse
una situación de he¬cho de la cuestión: “más de lo mismo”, me dije. No obstante, me
pu¬sieron la mosca en la oreja dos cosas, la primera, que apareciera la pa¬labra “cuadro”, a
primera vista inesperada, la segunda, que estuvieran ausentes dos palabras muy esperadas.
Eso hizo que leyera nuevamente la propuesta del correo… y ahí realmente lo ví como un
escrito muy meditado, muy inteligente y que podía presentar el problema sin sal¬darlo, mal,
por anticipado. Por lo cual me saco el sombrero ante los re¬dactores y esto, sin ironía, es un
elogio.

Pero de todas maneras, de esa primera, apurada lectura, me que¬dó la idea de buscar un
texto que reflejara, no lo que decimos acerca de la cuestión, sino lo que pensamos en lo que
decimos; y el mejor lu¬gar, me parece, a veces, para poder ver lo que no sabemos pensar, lo
que no sabemos que pensamos, me parece que es ver cómo retorna nuestro mensaje desde
el público al cual nos dirigimos, es decir, cómo somos leídos. Es decir, interrogar lo que un
amigo con el que a veces he discutido llama “el lacanismo portatil”. Fue así que se me ocurrió
un método cuyo carácter científico no defiendo: abrí la computadora, entré a Google y escribí:
síntoma-estructura-Lacan, e imprimí el pri¬mer texto que apareciera. De ese texto, que no voy
a mencionar, ni voy a decir el autor, ni nada por el estilo, porque la idea no es criticar ese texto
ni burlarme del autor, sino, por el contrario, diagnosticar en qué fallamos, simplemente voy a
subrayar un par de cosas que me pa¬rece que reflejan el problema, el problema incluso allí
donde no es enunciado de esta manera, dos parrafitos, nada más.

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El texto se llama Las estructuras clínicas en el psicoanálisis la¬caniano, y comienza diciendo:

La psicopatología psicoanalítica, es decir, el estudio de las enfer¬medades que afectan la


psique de los sujetos, también se puede de¬nominar como el estudio de las estructuras de
subjetivación o cons¬titución subjetivas de un ser humano.

El psicoanálisis tiene, a diferencia de la psiquiatría, una clí¬nica basada en tres grandes


cuadros, que conforman a sus vez las denominadas Estructuras Clínicas.

Ven ustedes que hay aquí una serie de problemas. Nosotros, al estar quizá un poco más
advertidos, no caemos en la ingenuidad de hablar de “enfermedades mentales”, ni de “la
psique de los sujetos”, por ejemplo, y en general Lacan, con sus reiteradas críticas a la idea
del psicoanálisis como antropología, nos curó de referirnos al “ser huma¬no”. Presuntamente
sabemos que la medida de enfermedad mental está asociada inevitablemente a la noción de
norma, y con ésta de normali¬dad, es decir los ideales sociales de las que es sierva la
psicología (1), y que es más que problemático proponer una norma una vez que se ha
planteado que el carozo de la estructura es una desarmonía fundamen¬tal, instaurada por la
castración o por “no hay relación sexual”. (2) No obstante, no hace mucho yo tuve que
discutir con alguien importante de nuestra pequeña comunidad psicoanalítica porteña, por otra
parte el mismo amigo que acabo de mencionar y al que respeto intelectual¬mente, en relación
a la noción de psicopatología. Es que no hay mu¬cha diferencia entre hablar de “enfermedad
mental” y hablar de “psi¬copatología”… y tampoco se trata meramente de cuestionar la
noción de “psicopatología” por lo que conlleva de “enfermedad”, sino que ya hay que tener
en cuenta que la misma palabra psique conlleva necesa¬riamente la idea de patología. La
psique, la realidad psíquica, ya im¬plica en sí misma una topología referida al interjuego entre
“interior” y “exterior”, entre “principio de realidad” y “principio del placer”, y con esto la
necesidad de una “reserva natural” donde hay un lugar re¬servado para la locura. En ese
sentido pienso que, por ejemplo, las no¬ciones de “psique”, de “estructura psíquica”, de
“aparato psíquico”, y de “psicopatología”, por ende, serían de las que valdría la pena
cues¬tionar. (3)

Bueno, lo del “ser humano” me parece que ya es una obviedad, que para nosotros no se trata
de construir una antropología, por lo tan¬to “ser humano” no es un término que pertenezca a
nuestro ámbito conceptual. En otro párrafo, no quiero demorarme en eso, pero que ha¬ce al
problema, dice así:

Las estructuras no se recubren entre ellas. Esto quiere decir que un sujeto neurótico no puede
ser psicótico, y un sujeto con una estruc¬tura perversa no puede pasar a ser un neurótico —no
se enloquece el que quiere sino el que puede—. Tampoco un sujeto neurótico tie¬ne una parte
psicótica y otra parte perversa, como tampoco se trata de convertir a un psicótico en

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neurótico, como si fuese mejor ser neurótico que loco. Las estructuras de subjetivación o
constitución subjetiva de un sujeto, no cambian con el tiempo; son fijas y para toda la vida.
Esto significa, entonces, que un psicótico es incurable, que no puede dejar de ser un loco, así
como un sujeto con una es¬tructura perversa, será perverso toda su vida.

El autor no considera necesario aclarar que en su concepción “un neu¬rótico está condenado
a ser neurótico toda la vida”, lo que refleja cier¬ta idea, no enunciada, que es la de que la
neurosis es la normalidad…

Comentario inaudible.

No, no importa, porque no quiero criticar y tampoco me interesa bur¬larme del autor, creo que
es más bien para preocuparnos, porque mu¬chas de estas propuestas, dichas con un
lenguaje mucho más alambi¬cado, más precavido, también las encontramos sostenidas entre
noso¬tros… y si tenemos esos relictos entre nosotros, conviene exorcizarlos, ponerlos de
manifiesto, para poder, justamente, sacarnos eso de enci¬ma, porque son como lastres que
arrastra nuestro pensamiento. Por ejemplo, esta idea de que sos neurótico, psicótico o
perverso, y si te¬nés suerte sos neurótico y no hay lugar para otra cosa que para la neu¬rosis,
esto me parece una posición, cuestionable, pero que no obstante resulta de cierta manera de
leer a Lacan y a Freud.

Bueno, a propósito de este texto, yo tenía una convicción, pero la ayuda de la informática me
permitió confirmarla, y es la de que La¬can, ni en los Escritos, ni en las 1600 páginas de
documentos inéditos que se encuentran en el Pas-tout Lacan, ni en los seminarios — en es¬ta
última constatación me ayudó Carlos Marcos — pronunció jamás las palabras estructura
clínica. Como en la reunión pasada se habló de algunas palabras que usamos “a falta de algo
mejor”, conviene recor¬dar que Lacan no necesitó suplir “algo mejor” con ese sintagma, por
ejemplo.

Yo tengo en mi casa una… En fin, forma parte de mi diálogo erótico con ella… A mi mujer le
gusta contradecirme, y con tal de contradecirme es capaz de volverse freudiana. Entonces,
cuando en la semana le pregunté: “¿vos sabés que Lacan nunca pronunció ni escri¬bió las
palabras estructura clínica?”, me replicó en seguida: “eso no les impide existir”. Bueno,
efectivamente, eso no les impide existir, es más, nos ocupamos todos los días de eso, lo que
nos ocupa todos los días en nuestros consultorios son todas las cosas a las que eso no les
impide existir, es cierto, pero no obstante, abordamos esas cosas a lo que “eso” no les
impide existir, con “eso”. “Eso” es una estructura conceptual que aspira a ser rigurosa,
además de transmisible, lo que quiere decir que introducir en ella un término nuevo, o sacar
uno ya existente, no es sin efecto, y que en consecuencia tenemos que medir, que cuidar, a
qué términos les damos cabida, y a cuáles no, aunque sea para cambiarlos. Sabemos que

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cuando los cambiemos también va a cambiar todo el conjunto, pero la introducción o la
sustracción tiene estas consecuencias. Por ejemplo, me parece, algo que se transmite en este
fragmento que leí, que es que la estructura clínica sería una espe¬cie de esencia, intemporal,
que caracteriza el ser de alguien.

Paso ahora rápidamente a ocuparme del famoso tríptico. Re¬cuerden ustedes que el planteo,
bien hecho, por la invitación del co¬rreo, era si, frente al peligro introducido por, no sé si
llamarlo clínica, la “clínica de los medicamentos”, que disolvía cualquier apertura al sentido
de los síntomas, a que los síntomas pudieran tener algún senti¬do, o al continuo kileiniano,
que por ahí hoy, yo no sé si hoy se sigue estudiando en la Facultad, pero en mi época sí, uno
escuchaba de sus maestros — porque en esa época me parece que no éramos tan secta¬rios,
teníamos maestros lacanianos, kleinianos y freudianos — enton¬ces algunos planteaban que
por debajo de una neurosis obsesiva había una fobia, y esto al servicio de ocultar una
paranoia o defenderse de una paranoia, había esa idea de continuo… Y entonces la pregunta
es, no si tenemos derecho, si es pertinente hablar de neurosis, psicosis y perversión, me
parece que eso sería tonto que lo cuestionáramos, sino: ¿qué estatuto le damos a estos
nombres? ¿qué tipo de realidad, de existencia les atribuimos? y ¿qué consecuencias tenemos
para la con¬ducción de la cura del tipo de existencia que postulemos para estos nombres?

Antes de pasar a eso, quisiera decir unas palabras sobre el tér¬mino “descompletar”. La idea
sería que, como alternativa a este qui¬lombo conceptual, o a-conceptual en el caso del DSM,
la idea sería aferrarse a un tríptico mas o menos establecido… y luego aparecería una cuarta
cosa, estructura o no se sabe qué, que “descompletaría” ese tríptico. (4) Yo pienso que ahí
hay un juego de palabras: si agregamos un cuarto, eso no descompleta un carajo, eso
completa; pero además, la idea de completar o descompletar evita la pregunta que sería
pertinen¬te a partir de estas cosas que no entran en el tríptico: ¿la lógica que armó el tríptico
es pertinente? — Porque me parece que agregar una cuarta no cuestiona la lógica que armó
los tres, con esa falla que obli¬ga a pensar en una cuarta, y que por ahí lo que haya que
cuestionar no es que haya tres o cuatro o cinco, sino la lógica que armó los tres (5). Voy a
volver sobre eso.

Está claro que estoy haciendo un planteo muy cercano a lo que hoy se conoce en la cuestión
de los discursos de género, es decir, esencialismo o constructivismo. Las neurosis, ¿son una
esencia o una construcción? ¿se trata de un ser o de una construcción, por lo tanto histórica,
cultural, social, etc.? La reunión pasada Rolando recordó lo que podría ser el origen de esto,
entre nosotros. Francamente, yo nun¬ca pude averiguar si esto es una invención de Oscar
Masotta o si él la extrajo de otra parte; yo recuerdo, cuando estudiaba con Oscar Maso¬tta, o
sea que estuve en ese momento, en el momento en que él hacía esta propuesta, él decía que
— esto que recordaba muy bien Rolando — en relación al catálogo de mecanismos de defensa
que proponía Anna Freud en su clásico libro, había que establecer jerarquías, que no todos

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tenían el mismo estatuto, que no se podían poner al mismo nivel la represión y la identificación
con el agresor, por ejemplo. Y enton¬ces, que había que pensar en tres mecanismos a los
cuales él llamaba “modos”, para desmarcarlos de los “mecanismos”, y “constitutivos”, para
subrayar sus efectos estructurales: “modos de defensa constituti¬vos”, este es el punto. No
era que eran meramente más importantes, sino que tenían un alcance estructural, o sea, eran
constitutivos de es¬tructuras (6). Masotta no lo vendía como un invento de él, por eso no sé si
lo inventó él o venía de otra parte, digamos que yo lo aprendí de él pero lo he encontrado en
otros autores que no dependían de él, así que no sé.

Bueno, ustedes saben cuál es el problema con los maestros, los maestros son sumamente
útiles, pero también uno queda pegado a los límites de los maestros, la tarea de uno es poder
hacer algo con eso, es decir, poder cuestionar lo que es transmitido. En verdad, no hay ni en
Freud ni en Lacan manera de defender esta posición. Yo no sé si tengo que argumentarlo
paso a paso, esto lo he trabajado en varios textos hace 15 años… pero puedo repetirlo
nuevamente (7). Freud describe la represión en todos los “cuadros”, en todos los “tipos”:
tanto en la neu¬rosis, como en la psicosis y en la perversión, hay represión. Es más, la
primera vez que la palabra aparece — con la idea de represión prima¬ria — es en el historial de
Schreber. Respecto de la renegación, es el mecanismo que se encuentra en la constitución
del fetichismo, y uno podría presumir que está también en el artículo sobre la “escisión del
yo”, si bien no está mencionada ahí la Verleugnung… pero la Verleug¬nung es lo que
constituye el acceso a la masculinidad: a diferencia de la mujer, que acepta la castración — no
le gusta un carajo, pero la acepta: lo ve, sabe que no lo tiene, quiere tenerlo y chau — el
hom¬bre… sí, sabe que ella no lo tiene, pero aun así… por ahí lo tiene, o lo tiene chiquito, o le
va a crecer, o lo tuvo y se perdió, es decir, hay una renegación que constituye la posición del
hombre. Además, la renega¬ción también la plantea Freud en su artículo Neurosis y psicosis,
como condición de cierta normalidad, algo así como “si no renegamos nos volvemos locos
porque la realidad es muy agobiante”. En cuanto a la Verwerfung, en el sentido que solemos
considerarla, como rechazo, Freud la usa en dos lugares, nada más: Las neuropsicosis de
defensa, el caso ese de la chica que la abandona el novio y se rechaza la repre¬sentación, el
afecto acompañante y un trozo de realidad que va junto con eso; y en el texto sobre El hombre
de los lobos, donde la Verwer¬fung que se dirige a la castración, lo que es rechazado es la
castración. Ahora, fíjense que ya no es exactamente lo mismo, porque la castra¬ción no es
una representación, no es una percepción a secas, es ya toda una construcción, un fantasma,
nadie percibe la castración, se percibe el genital femenino, por ejemplo. Pero ya percibir una
ausencia… no se trata de algo que se hace presente meramente. Luego, Freud no usa la
palabra Verwenfung para la psicosis, en el caso de Schreber — co¬mo lo recordaba Rolando —
usa la palabra Aufhebung, y en general usa más la palabra Verleugnung, para psicosis, que
para perversión. O sea, que creo que en Freud no hay lugar para hacer esta tripartición en
base a “modos de defensa constitutivos”.

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En Lacan el asunto es un poquito más complicado, y creo que conviene puntualizar algunas
cosas, porque en Lacan está lo que él lla¬ma la metáfora paterna, en el texto del ’58, donde
la forclusión… Pri¬mero, en el Seminario 3, Lacan propone “traducir” Verwerfung por
forclusión. Obviamente, Verwerfung no es traducible por forclusión, la forclusión no traduce
Verwerfung, esta llamada “traducción” es una traducción que implica una teoría en juego, es
decir: lo que está en el medio, entre la Verwerfung y la forclusión, es la teoría del significante y
su autonomía, y la posición dentro del orden simbólico de un signifi¬cante particular que es el
significante del Nombre-del-Padre. Enton¬ces, la forclusión va a ser una operación que se
hace sobre un signifi¬cante, donde la lógica es de todo o nada, no hay media forclusión,
por¬que el significante no funciona por partes, hay o no hay, listo. Ahí te¬nemos la forclusión
como una “condición esencial que separa las neu¬rosis de la psicosis”. Dos cosas subrayo
de esta afirmación: que la au¬sencia de metáfora paterna, la forclusión del nombre del padre,
es con¬dición, no causa, de hecho no alcanza para desencadenar una psicosis, hace falta la
aparición contingente de Un-padre; segundo, que separa la pre-psicosis de la neurosis… no de
la normalidad. La metáfora pa¬terna es un mecanismo de constitución de la neurosis, es decir,
no es la última palabra a la cual debemos llegar, hay que operar sobre ella, en todo caso, si
nos quedamos con este esquema del ’58 — que yo creo, además, que no hay que quedarse
con él — pero creo que hay que disolver el primer malentendido, no obstante corriente, que
supo¬ne que la neurosis sería porque algo anuduvo mal en la metáfora pater¬na, que la
metáfora paterna fallida es la neurosis — todo lo contrario, la neurosis es metáfora paterna
exitosa.

Me parece que esta posición del ’58 debe ser complementada con algo radical. Ustedes
saben que Lacan redacta el escrito Una cues¬tión preliminar…, donde introduce la metáfora
paterna, al mismo tiempo que en su Seminario Las formaciones del inconsciente habla de los
tres tiempos del Edipo. A mi modo de ver, esto es una especie de pequeña estafa que hace
Lacan, o, si quieren, una manera de conse¬guir público, sobre todo teniendo en cuenta que
en esa época se trata¬ba de un público de médicos, y había que presentarles las cosas de
ma¬nera que pudieran aceptarlas. ¿Por qué digo esto? Porque habla de los tres tiempos del
Edipo en el mismo momento en que escribe la metá¬fora paterna, la cual liquida los tres
tiempos del Edipo, porque la me¬táfora es sincrónica, no diacrónica, es estructura, no
evolución ni de¬sarrollo, porque la metáfora sustituye los tres tiempos del Edipo. Pero bueno,
en verdad no era esto lo que me interesaba subrayar. Lo que me interesaba subrayar era que
tanto en el Seminario — las clases de Enero — como en el escrito, el Nombre-del-Padre es
posicionando como Otro del Otro, y esto me parece fundamental de explicitar. Lo dice
explícitamente en el Seminario 5, en las clases de Enero, y de una manera un poco más
retorcida, como suele ocurrir en los escritos, cuando define al Nombre-del-Padre como que
“es el significante que en el Otro en tanto que lugar del significante es el significante del Otro
en tanto que lugar de la ley”. Por eso me parece que es muy im¬portante tener en cuenta
que… Hoy hablábamos con Eduardo de que Lacan nunca dice “pienso algo distinto de lo que

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pensaba”, es decir, nunca se contradice, pero muchas veces se contradice, solamente que no
lo dice, o contradice a alguien que no nombra pero que es él. En¬tonces, a mediados del
Seminario 6, El deseo y su interpretación, que es el que sigue, cuando habla de Hamlet dice, y
lo anuncia como con bombos y platillos, para remarcar su importancia: “el gran secreto del
psicoanálisis es que no hay Otro del Otro” — y el primer destinatario de esa afirmación es su
propia afirmación anterior del Nombre-del-Pa¬dre como Otro del Otro. Lo que me parece
evidente es que esto debe reposicionar el valor que le damos al Nombre-del-Padre. Es decir,
que a partir de… Ustedes recuerdan, probablemente, que son tres ocasio¬nes en las que
Lacan revela lo que sería “el gran secreto del psicoaná¬lisis”; las tres comportan tres
afirmaciones de alto valor conceptual: en el Seminario 3, que “no hay psicogénesis”; en el
Seminario 6, que “no hay Otro del Otro”; y en el Seminario de la Lógica del fantasma, que
“no hay relación sexual”.

Entonces, entiendo que esta afirmación: no hay Otro del Otro, instala en el corazón de la
estructura el agujero; y que el Nombre-del-Padre, o los nombres del padre — porque esto me
parece en la línea que va a dar lugar a la pluralización de los nombres del padre — va a ser
ubicable como una respuesta para el enigma comportado por ese agujero, como uno de los
tapones de ese agujero, o, si quieren, como uno de los velos de ese real del agujero en el
Otro. En este sentido, en¬tiendo que cuando en el Seminario El sínthoma, un montón de años
después, y con otro lenguaje, y otro aparataje conceptual, dice que “el Nombre-del-Padre es
un sínthoma”, no hay allí demasiada novedad, la novedad sería el modo en que eso es
presentado y argumentado, su nuevo lazo con el goce.

Permítanme ahora una especie de digresión, pero que creo que está en el hilo de lo que es mi
proposición, que me parece que es evi¬dente: agitar un poco las aguas… (En respuesta a una
observación inaudi¬ble): No, viste que no estoy peleando con nadie, por ahí es por eso que ya
no me gusta estar acá, me volví muy tierno, últimamente… Res¬pecto del “no hay”, me parece
que un punto… lo dije una vez en un encuentro, acá, que me parece que era de Clínica, y
quisiera repetirlo, porque me parece importante. Las afirmaciones, hay afirmaciones que
circulan como saber sabido, cuando digo saber sabido no digo (…), funciona como saber
sabido, por ejemplo, por relación a la psicosis: “no hay deseo en la psicosis”, incluso he
escuchado aquí mismo que “no hay fantasma en la perversión”, etc… No tengo ningún
problema con esas afirmaciones como tales, en principio, porque toda afirma¬ción de
existencia, las que dicen “hay” o “no hay”, son problemáti¬cas, por lo que dije antes: ¿cuál
es el nivel de existencia, qué orden de existencia tienen las cosas de las que hablamos?
Cuando Lacan, en Posición del inconsciente, lo posiciona de entrada mediante la afirma¬ción:
“el inconsciente es un concepto” — no que hay un concepto del inconsciente, sino que el
inconsciente es un concepto — está claro que las cosas de las que hablamos no son de la
realidad natural, no son en¬tes tridimensionales, por decirlo de una manera masiva. Así que
las afirmaciones de existencia o de inexistencia, de “hay” o “no hay”, deben ser relativas al

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nivel, al tipo de existencia que otorgamos a aquellas cosas de las que afirmamos “hay” o “no
hay”. Convendría de¬cir entonces, por ejemplo, no que “no hay fantasma en la psicosis” o
“deseo”, etc., sino decir, en todo caso, que “no es pertinente hablar de fantasma en la
psicosis”. En fin, podría ser, y tampoco tendría incon¬veniente… como decía mi mujer, “eso
no impide que exista”. Es de¬cir, que Lacan hable de fantasma en la psicosis no impide que
alguien diga, “sí, pero yo no estoy de acuerdo”… A ver si queda claro mi planteo, no estoy
defendiendo una ortodoxia de catecismo, de que hay que repetir lo que dice Lacan, y que si
Lacan refiere a la psicosis las nociones de deseo, de fantasma, de inconsciente, etc., su
existencia está asegurada porque Lacan lo dice; lo que digo es que las nociones con las que
trabajamos, los conceptos… en realidad la palabra concep¬to ofrece un problema porque,
como dice el texto que les envié, los conceptos son “toneles”, porque hay cosas que
escapan, el concepto no termina de atrapar la cosa; pero por ahora nos manejamos con
con¬ceptos o algo que aspire a la dignidad conceptual, o por lo menos a significantes que
valen por su valor diferencial, valen por lo que los otros no son. Quiere decir que si yo digo
que no hay fantasma o que no hay inconsciente, transferencia o deseo… o todas las cosas
que se dicen de la psicosis, más allá del problema que es definir a la psicosis deficitariamente
en relación a la neurosis — que ya es un problema en sí mismo — el otro problema es que si no
se discute dentro del campo de la teoría con la que se hace esa afirmación… quiero decir que
si uno es lacaniano, y dice “no hay fantasma en la psicosis”, tiene que discutirlo
lacanianamente… o la otra opción es que al decir eso no se entiende qué es el fantasma para
Lacan, o qué es la psicosis para La¬can. ¿Se entiende lo que digo? Es decir, que no es una
mera cuestión de “yo constato en mi clínica que no hay fantasma en la psicosis” — podría ser,
macanudo, pero en la argumentación tenemos que ver con qué aparato conceptual decimos
eso y las consecuencias que tiene…

Terminé la digresión, y paso a algo que Rolando también trajo, pero yo quiero repetirlo, pero
con un sesgo más fuerte que el que él le dio, porque me parece que él redujo todo a la
cuestión de la estructura del lenguaje, lo que me parece demasiado general.

Bueno, la cuestión de los modos de defensa constitutivos estaba traída en su presentación, no


sé si sostenida por él o haciéndose cargo de algo que circula entre nosotros, por ejemplo
cuando dice que:

…existe siempre algún tipo de negación de la castración, y su con¬sideración es básica, pues


en ella está la razón esencial de la pro¬ducción de lo que llamamos una estructura clínica
específica

Es una perspectiva, entre otras, que permite un acercamiento a la clíni¬ca que no sea la del
déficit, en la medida en que la noción de déficit es incompatible con la noción de sujeto (8). No
nos obliga a definir la psi¬cosis privativamente, como algo que no logró llegar a ser una

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neuro¬sis. Pero me parece que, como dije, acompañar esto de una remisión simple a la
estructura del lenguaje sigue siendo demasiado general. Si la estructura que propone Lacan
es una estructura agujereada, ¿qué es¬pecificaciones podemos hacer? No voy a pretender
que en el par de ci¬tas que voy a hacer lo tengo todo claro, sí que se trata de referencias que
no circulan entre nosotros y que estoy convencido que no convie¬ne pasar por encima. Voy a
leerles un par de fragmentos del Semina¬rio La identificación que sitúan muy bien el
problema. El primer frag¬mento — que es el más largo, el otro es muy cortito — es de la clase
24, del miércoles 13 de julio de 1962; yo les pido que retengan todos los términos:

Es al situar lo que es ? corte de ?, por relación a la defi¬ciencia fundamental del Otro como
lugar de la palabra, por relación a lo que es la única respuesta definitiva en el nivel de la
enuncia¬ción, el significante de ?, el testigo universal en tanto que falta…

en fin, siempre me trae problema la traducción de fait défaut, aquí lo traduje por “falta”, podría
ser “defecciona”, bueno, los argentinos sa¬bemos lo que es el défaut

…y que en un momento dado no tiene más que una función de fal¬so testigo…

es al situar la función del a en ese punto de desfallecimien¬to, al mostrar el soporte que


encuentra el sujeto en ese a que es a lo que apuntamos en el análisis como objeto que no
tienen nada en co¬mún con el objeto del idealismo clásico, que no tiene nada en co¬mún con
el objeto del sujeto hegeliano,

es al articular de manera más precisa ese a en el punto de carencia del Otro, que es también
el punto donde el sujeto recibe de este Otro, como lugar de la palabra, su marca mayor, la del
trazo unario, la que distingue a nuestro sujeto del sujeto de la transparen¬cia conociente del
pensamiento clásico, como un sujeto enteramen¬te adherido al significante en tanto que este
significante es el punto pivote de su rechazo, el de él, el sujeto, fuera de toda realización
significante,

es al mostrar, a partir de la fórmula ??? como estructura del fantasma, la relación de este
objeto a con la carencia del Otro,

… que vemos cómo en un momento todo retrocede, todo se borra en la función significante
ante el ascenso, la irrupción de este objeto.

Ahí está aquello hacia lo cual podemos avanzar, aunque sea la zona más velada, la más difícil
de articular de nuestra experien¬cia. Pues justamente tenemos su control en cuanto que por
unas vías que son las de nuestra experiencia, vías que recorremos más habitualmente, las
del neurótico, tenemos una…

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el subrayado es mío

…una estructura que no se trata de ningún modo de poner así sobre el lomo de chivos
emisarios. A este nivel, el neurótico, como el perverso, como el psicótico mismo, no son mas
que caras de la es¬tructura normal.

En lo que a mí respecta, entiendo que esta estructura normal de la que habla Lacan, es poco
reducirla a no remitir más que a “la estructura del lenguaje”. Es demasiado general. Entiendo
que la estructura nor¬mal en la que Lacan sitúa caras, es ésta que escribe grafo completo,
con toda esta batería de elementos que se fueron mencionando. Este párrafo continúa:

Se me dice a menudo, luego de estas conferencia: cuando usted habla del neurótico y de su
objeto que es la demanda del Otro, a menos que su demanda sea el objeto del Otro,
¡háblenos del deseo normal! Pero justamente, hablo de él todo tiempo.

El neurótico, es el normal en tanto que para él el Otro con una A mayúscula tiene toda la
importancia.

El perverso, es el normal en tanto que para él el falo — el ? mayúscula, que nosotros vamos a
identificar a ese punto que da a la pieza central del plano proyectivo toda su consistencia — el
falo tiene toda la importancia.

Para el psicótico el cuerpo propio, que hay que distinguir en su lugar, en esta estructuración
del deseo, el cuerpo propio tiene to¬da la importancia.

Y no son aquí más que caras donde algo se manifiesta de este elemento de paradoja que es
el que voy a tratar de articular an¬te ustedes en el nivel del deseo.

Y en la clase siguiente del Seminario La identificación, la del 20 de Junio de 1962, leemos:

Es por esto que, antes de alcanzar la clínica, siempre dema¬siado fácil para volvernos a meter
en los caminos trillados de ver¬dades a cuyo estado velado nos acomodamos muy bien, a
saber: ¿qué es el objeto del deseo para el neurótico, o incluso para el per¬verso, o incluso
para el psicótico? No es esto, este muestreo, esta diversidad de los colores que no servirá
nunca más que para hacer¬nos perder algunos mapas que son interesantes…

Deviene lo que eres, dice la fórmula de la tradición clásica. Es posible… voto piadoso. Lo que
es seguro, es que tu devienes lo que desconoces. La manera en la que el sujeto desconoce
los térmi¬nos, los elementos y las funciones entre los cuales se juega la suerte del deseo, en

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tanto precisamente que en alguna parte le aparece del mismo bajo una forma develada uno
de sus términos, es eso por lo cual cada uno de aquellos que hemos nombrado neurótico,
perver¬so y psicótico, es normal.

El psicótico es normal en su psicosis y no en otra parte, por¬que el psicótico en el deseo se


las ve con el cuerpo. El perverso es normal en su perversión, porque se las ve con el falo, y el
neurótico porque se las ve con el Otro, el gran Otro como tal. Es en esto que son normales,
porque son los tres términos normales de la constitu¬ción del deseo.

Bien, se los he leído, y ustedes han escuchado; esto los incitará a leer o volver a leer, espero,
y sacarán sus conclusiones. Por mi parte, no digo que esté todo claro y que a partir de este
texto se nos iluminó y… Por el momento me limito a añadir que ésta es una cita entre muchas
otras que podría haber traído. Por ejemplo, en las clases 20 y 21 del Seminario 6, El deseo y
su interpretación, cuando Lacan aborda en se¬rio la noción de fantasma e introduce los
términos de fantasma funda¬mental, inmediatamente define cuál es el objeto del fantasma
funda¬mental de la psicosis, de modo que esto que les leí del Seminario 9 no es una gran
novedad. Tampoco es la última vez que dice algo en esta línea, volvemos a encontrar el
mismo planteo en el Seminario La an¬gustia, etc.

Insisto, no digo que esto responda a todos los interrogantes, es un punto de apoyo para mí, y
les propongo que pueda serlo para uste¬des, para que podamos posicionarnos ante la clínica
de una manera que no sea por el sesgo del déficit. Neurosis, psicosis y perversión, las tres
responden a un agujero, no al agujero de no ser la otra estructura.

Bien, ahora querría meterme en poco con los textos que envié junto con la invitación, pero
antes, para no perder la oportunidad, quiero comentarles algo que me parece interesante por
lo que nos per¬mite pensar en este campo. En el Seminario 21… En los textos que envié, si
ustedes repararon en las fechas, verán que son textos que vie¬nen inmediatamente después
de Televisión. Lacan acaba de terminar Encore, que para muchos inauguró una especie de
nuevo giro, un nue¬vo clasicismo, dice Jean-Claude Milner, y está a punto de empezar el
primero de sus seminarios nodales, el Seminario 21, Les non dupes errent. Habrán leído en
estos textos la palabra nudo, de una manera casi alusiva, pero está nombrada: “el síntoma es
un nudo de signos”, dice en el texto del ’73. Entonces recordé un párrafo de este Semina¬rio,
que me pareció muy importante por lo opuesto a esta manera de plantear la neurosis, la
perversión y la psicosis como esencias. En la clase del 20 de noviembre Lacan afirma:

Puede plantearse la cuestión, y cómo no se plantearía, si verdadera¬mente la estructura es


puntuada por el deseo del Otro, en tanto que tal, si ya el sujeto nace incluido en el lenguaje,
incluido en el len¬guaje y ya determinado en su inconsciente por el deseo del Otro, ¿por qué
no habría entre todo eso cierta solidaridad? El inconscien¬te no excluye — si el inconsciente es

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esta estructura, esta estructura de lenguaje — el inconsciente no excluye, y esto es por demás
evi¬dente, el inconsciente no excluye el reconocimiento del deseo del Otro como tal, en otros
términos la red, la red de estructura por la que el sujeto es un determinado particular, es
concebible que comu¬nique con otras estructuras: las estructuras de los padres cierta¬mente,
y por qué no dado el caso con esas estructuras que son las de un desconocido, por poco, por
poco, subraya Freud, que su aten¬ción esté, así, un poco en otra parte.

Me parece muy interesante la idea de comunicación, de las redes de estructura, porque esto
nos saca del individuo, con el cual no podemos hacer nada; es decir, nuestra clínica es una
clínica de lazo, de lazo transferencial, no es una clínica de individuo. Digamos, la noción de
trans-indivivualidad es constitutiva de nuestra práctica.

Bien, como una manera de salir un poco de los caminos trilla¬dos, les propuse la lectura de un
par de textos de un momento… de crisis, podríamos decir, de Lacan, que es cuando está por
cambiar al¬go, empieza a introducir los nudos, y se empieza a notar algo muy in¬teresante:
las palabras neurosis, psicosis y perversión casi desaparecen en los seminarios nodales, no
es que estén ausentes, sino que son em¬pleadas cada vez menos. Aparecen en su lugar
otros términos. Si con Freud teníamos lo que él denominaba la elección de neurosis, ahora
con Lacan vemos aparecer la idea de otra elección, entre locura y de¬bilidad mental. En ese
período intermedio entre lo que sería “neurosis, psicosis y perversión” como tipos
establecidos (9) y lo “por venir”, lo que podría abrir como novedad la clínica nodal, tenemos
este texto, este escrito que les envié. Es un texto de pasaje, es un texto que Lacan escribió en
el apuro de… Terminó de redactar Televisión, y ante un pedido se mandó de un saque este
texto, e inmediatamente después, curiosamente, no es algo habitual en él, lo comenta en unas
Jornadas de la Escuela Freudiana de París… El comentario — no sé si alcanza¬ron a leer los
dos textos — no le agrega mucho al texto, más bien lo parafrasea, pero no le agrega muchas
cosas más, no es un verdadero comentario… El contexto doctrinal, digamos, por decirlo de
alguna manera, el contexto doctrinal del texto este es la oposición del sentido del sentido al
signo del signo. Esto lo voy a saltear, porque realmente es muy complicado, y no lo necesito
para lo que quiero ver con uste¬des. Digo simplemente que la “vuelta sobre el signo” no es
para vol¬ver sobre el signo de Peirce, es decir, “lo que representa algo para al¬guien”, sino
que toma una vertiente del signo por la cual el signo se especifica por su carácter de
descifrable, es decir, sustituible. Es decir, que el efecto de sentido no es que esté excluido del
par ciframiento- desciframiento, pero no es lo esencial del signo considerado en este aspecto,
hay como una disociación entre sentido y signo.

En fin, luego de toda una introducción referida a estas cosas que, ya les digo, las voy a dejar
de lado, porque si no no llego a lo más importante por lo cual les propuse este texto —
merecería que se le dedique, este texto, alguna reunión, tratarlo más exhaustivamente,
por¬que creo que introduce cosas muy importantes para nuestro debate — Lacan es como que

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en un momento detiene toda esa disquisición sobre el sentido, el signo, la fuga de sentido, el
ciframiento y el descifra¬miento como operaciones relativas al goce, y de pronto dice:

Pero la cuestión comienza a partir de esto, que hay tipos de sínto¬ma… (10)

e introduce la tipología — no la topología, y el problema es cómo re¬lacionarlas, si fuera


posible. ¿Qué es el tipo? No es la singularidad, ni tampoco la universalidad, es la
particularidad, algo que está entre am¬bas. El tipo habla de la particularidad de cada quien,
pero al mismo tiempo en un nivel de cierta generalidad que permite hablar de él, mientras que
en la singularidad, en cuanto hablamos de ella, la perde¬mos como tal. Entonces, la
particularidad está introducida por la vía del tipo:

Pero la cuestión comienza a partir de esto, que hay tipos de síntoma, que hay una clínica.

Afirmación a la que añade:

Pero vean: ésta es anterior al discurso analítico…

y en su comentario abunda al respecto:

…una clínica que es anterior al discurso analítico, porque el propio Freud la heredó (11).
Vuelvo al escrito: “…y si éste le aporta una luz…” — claro, cómo no podría aportarle una luz, el
discurso analítico, que introduce ¿qué? — la noción de sujeto, las de transferencia, de
inconsciente; alguna luz tenía que introducir en esa vieja clínica heredada de la psiquiatría,
pe¬ro, como sigue diciendo, si el discurso analítico le aporta una luz a esa clínica, “esto es
seguro pero no es cierto” — hay una diferencia entre seguridad y certeza — y:

Ahora bien, nosotros tenemos necesidad de la certeza, porque sólo ella puede transmitirse por
demostrarse.

Es decir, la luz que le aporta el discurso analítico a la vieja clínica, es seguro que existe como
luz, pero, ¿cómo hacemos para la transmi¬sión? — porque la transmisión depende de la
certeza y no de la seguri¬dad. En relación a esta cuestión, Lacan precisa: “Que los tipos
clíni¬cos…” — y en el texto en el que comenta su propio escrito dice qué entiende por tipo
clínico: “histérico y obsesivo según la vieja clínica” —

Que los tipos clínicos resulten de la estructura, eso es lo que ya puede escribirse, aunque no
sin fluctuación. Eso no es cierto y transmisible más que del discurso histérico.

lo que me parece que se presta a esta pregunta: ¿qué? ¿solamente la histeria alcanza esta

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dimensión de la estructura?, o — y ésta es la hi¬pótesis por la que yo me inclino — ¿es porque
los tipos clínicos deben pasar por la histerización del discurso, es decirse anudarse a la
estruc¬tura que comporta el discurso histérico, discurso analizante, que allí alcanzan algo de
lo transmisible?

Pero ven que entonces, ahora, la noción de estructura experi¬mentó un desplazamiento, no


es la estructura del mecanismo de defen¬sa o de lo que sea, la estructura es la estructura del
discurso, la estruc¬tura pasó a ser estructura discursiva.

Bueno, habría mucho más para comentar, pero, francamente, no me da más la voz, y, como
les dije al comienzo, mi intención hoy no es exponer respuestas, que no tengo, sino promover
un poco el diálogo que espero se continúe en otras actividades de la Escuela, y por eso les
pediría, como una contribución a la principal tesis que sostuve hoy por medio de lo que les
dije, que no me hagan preguntas, que no me hagan preguntas por dos razones: una, por lo
que dice Lacan en el texto que les envié, que el que hace preguntas es porque ya tiene las
respuestas, y luego, por sobre todo, porque mi objetivo no es responder sino escu¬char qué
piensan ustedes de todo esto.

DIANA RODRÍGUEZ

Bueno, entonces vamos a abrir un espacio para comentarios, aportes y conclusio¬nes… o


discusiones… A ver, en la propuesta del Foro, yo se lo decía medio en chiste a Silvia,
invitábamos a mover los espíritus inquietos así que… ya tenemos dos, Daniel y después
Eduardo Said.

DANIEL PAOLA

Bueno, entonces, convocado por Ricardo voy a decir lo que pienso sin hacer pre¬guntas tal
cual como el lo propuso. Para mí también la cuestión del signo es un problema a partir de los
significantes del nombre del padre, es un problema por¬que plantea una cuestión diferente en
la transferencia, porque ya no sería el signo de Peirce sino que implicaría que ese signo
podría ser sustituible, con lo cual La¬can crea ahí una cuestión que yo diría que es
“puramente lacaniana” que me ha¬ce problema pero al mismo tiempo me alimenta la
creencia que hay un reservorio en la transferencia que implica la sustitución de signos entre el
analista y el ana¬lizante. Con lo cual cada dirección de la cura analítica sería única porque
depen¬dería de cada analista y del inconsciente de cada analista. Eso plantea también un
problema en la extensión porque al ser tan diferente lo que sería la posición para cada uno, si
es que adherimos a esta teoría de la sustitución de signos, bue¬no, produciríamos tantos

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análisis como analizantes en relación a un analista. Es¬to quiere decir que se abre una nueva
clínica porque se descompleta por comple¬to la psicopatología, esa es mi opinión. Ahora, esto
lo plantea en “Los nombres del padre…”, la cuestión del padre, y dice que “un signo,
sustituido por otro sig¬no, es un significante”, es decir es la sustitución significante, es decir,
se hace una metáfora a partir de la sustitución de signos, este es el primer problema que me
plantea que abre otro campo en la transferencia ¿no?; esto es una de las pri¬meras
cuestiones que me sus¬cita lo que proponía Ricardo. Lo otro es que hay una imposibilidad en
Lacan que nos transmite respecto del psicoanálisis, y es que al meditar sobre los límites de la
metáfora nos plantea, yo creo, un hecho objetivo: ¿Cuál es el alcance del psicoanálisis?. Es
decir, si el alcance del psicoanálisis no se puede extender más alla de la metáfora, podemos
agregar muchas cuestiones, podemos hacer una lógica, pero en última instancia algo se
empantana y esa es para mi la razón del cuarto nudo. Es decir, más allá que el cuarto sea
aquello que legaliza la existencia de los tres registros por otro lado marca su límite, marca la
limitación de la metáfora; con lo cual cuando hablamos de teoría ideológica La¬caniana nos
enfrentamos a un problema de limitación, hay una limitación en el análisis y ese es el punto
que determina el fin. El fin está del lado del límite de la metáfora; Lacan llega hasta cierto
límite, es decir, no se podría decir mucho más allá de lo que él dijo, pero lo que pasa es que él
lleva el límite a una real imposi¬bilidad que seria: si hay forclusión de sentido — ese es el otro
punto que Ricardo tomó — esto quiere decir que el sentido al ser forcluido retorna desde lo real
y eso, por lo tanto, constituiría un universal; y este universal es una contradicción respecto de
lo que ha dicho a lo largo de L’Insu, por ejemplo, donde dice que hay forclusión del original. Si
hay forclusión de sentido y algo retorna desde lo real, bueno, esta bien, mas de ahí no
podemos avanzar, con lo cual ese el problema que se me plantea en el psicoanálisis.
Entonces, si agradezco yo porque es la oportunidad de hacer comentarios y pensar que es lo
que sugiere la pregunta por la estructura que el planteó.

EDUARDO SAID

Bueno, me parece muy propiciatorio como plantea las cuestiones Ricardo, es cierto que
cuando uno hace una pregunta ya tiene un esbozo de respuesta, no mas que eso, también
una potencialidad de respuesta agujereada al estilo de lo que plantea acá Lacan, o de la
misma forma que podemos formular el alcance de un concepto y que no es si no un
acercamiento asintótico que requiere que lo enun¬ciemos, y ahí uno produce siempre un salto
de completamiento que fuerza un po¬co las cosas. En relación al tema del signo yo le
comentaba a Ricardo en una exposición anterior a esta que nos brinda que es notorio, hay
que destacar que Lacan cambia fuertemente su posición porque nosotros seguimos
transmitiendo un psicoanálisis Lacaniano donde tal vez en muchos momentos somos muy
con¬tundentes en términos de diferenciar significante de signo tal como lo tramita a nivel de
los textos escritos de Lacan. Acá el hace un movimiento que nos deja algunos enigmas desde

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ya, a mi ni me resulta tan fácil sostener lo sustituible del signo, me parece que esta poco
argumentado acá por Lacan; y si deja entrever, aunque es notorio la ausencia — o casi
ausencia — porque sobre el final aparece el termino “significante” y sin embargo, en este
mismo seminario, en la clase que vos antes nombraste, Ricardo, Lacan hace una trama donde
trata de precisar la noción de sujeto a partir de un entramado o lo que de un signo puede
llevar a otro signo, pero no sin el significante. Porque no creo que haya posibilidad de pensar
en la sustitución de signos o incluso en la desconfiguracion de signos, como las improntas
fantasmaticas, si no es por la vía del significante; me parece que habría que sostener allí un
trabajo, que es el trabajo del significante sobre el signo, aun entendido en esta dimensión que
intenta procesar Lacan, ese es un punto. Otro, es una dificultad que para mi esta en el texto
de Lacan, que produce un salto; la palabra signo aparece por un lado referida a la cifra, podría
ser des¬cifrable… y por otro lado la palabra cifra remite a signo y también remite a numero. Y
me parece que ahí hay una composición de Lacan donde él o difiere de Freud, o por lo menos
arma un énfasis particular de localización un real por la vía de esta equiparación entre signo y
cifra; si hay cifra — y cifra remite a nume¬ro — parecería que el desciframiento podría servir en
lugar de un real que el numero tipifica. Yo tengo la impresión, por eso lo transmito
simplemente así, que el signo en Freud o lo que cifra, si podemos el inconsciente cifra, cifra
con des¬plazamiento, condensación y figurabilidad, no solamente con cifra real. Y un ter¬cer
comentario, que les diría que se enhebra con lo que fue diciendo Ricardo, que me parece que
es todo un hallazgo y que me parece que vale la pena sostener y abrir, en relación a la rigidez
que toma la noción de estructura, que es eso que formula Lacan acá como tipos clínicos, en
relación a la particularidad. Tendría algunos problemas pero por un lado tendría una
facilitación que permitiría que si uno localiza, verifica particularidades en el discurso, no lleva a
que una particu¬laridad no lleva a que una singularidad se equipare a otra singularidad, no
hay un aplastamiento que derive de lo particular a lo universal y rescate ese lugar intermedio
de lo particular. No deja de generar problemas porque lo particular podría desgranarse en un
índice clasificatorio mas extenso que el DSM-IV, por eso me parece que es valido la acotación
final que hizo Ricardo en relación al te¬ma del discurso y lo que arrastra como desarrollos
dentro de la doxa analítica la noción de histeria y de discurso.

PARTICIPANTE

Tengo dos minutitos pero no quería dejar de intervenir para decirte que me ale¬gro
encontrarme con algunas lecturas tuyas que comparto. Partiría de lo ultimo que señalabas y
era “la estructura es estructura del discurso”, eso es un punto central para mi modo de
pensar la cuestión y digo porque: porque la estructura del discurso no es homogénea,
entonces no solamente esta el significante, no so¬lamente esta el sujeto — estoy hablando del
matema que nos ofrece Lacan — si no que esta el objeto, y eso me parece que es
absolutamente central y creo que mas de una vez — es mi impresión — no recordar esto, no

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poder pensar las cosas por este sesgo nos hace perder el rumbo; perder el rumbo quiere decir
— para mi, lo que pienso — quedarnos, aunque digamos que no, otorgarle al significante una
primacía que borra el valor de los otros elementos, o no poder pensar la es¬tructura, por
ejemplo, en relación al objeto y dejarla exclusivamente del lado del sujeto y del sujeto
representado por un significante para otro. Este es un punto que quería mencionarte, el otro
es en relación a “la instalación del agujero?, di¬jiste; digo lo que para mi escucha de tu
presentación fue revelante, esta instala¬ción del agujero como algo realmente central; pero
ahí me hace problema algo y es, aunque decís que mejor no te hagamos preguntas yo la voy
a dejar igual plan¬teada, y ese es el punto, digamos, pensar… preguntarte Ricardo, porque
estoy to¬talmente de acuerdo con este lugar de la instalación del agujero y de que no
po¬demos pensar la estructura sin entender que es este agujero… pero vos dijiste que los
nombres del padre son tapón, o sea, dejaste del lado del síntoma, que no ha¬bía demasiada
novedad respecto de si el nombre del padre es un síntoma, diga¬mos. ¿Cómo articulas — ahí
va la pregunta — a esta función del agujero con los nombres del padre, si solamente los
nombres del padre son tapón? No se si te escuche bien en tu… tal vez no, pero quería
plantearte esto y agradecerte.

DIANA RODRÍGUEZ

Bueno, le toca intervenir a Ricardo, después esta Eva, Silvia y creo que cierro la lista de
oradores.

RICARDO RODRÍGUEZ PONTE

Bueno, en primer lugar quisiera hacer una aclaración de cómo lo veo yo. Yo no veo lugar para
oponer signo a significante, de la misma ma¬nera que, en otras discusiones, no veo la razón
para oponer letra a sig¬nificante, como si se tratara de especies diferentes. La letra es el
signi¬ficante en tanto que se lee, no es otra especie, no es zapallitos y repa¬sadores, y el
signo no es algo distinto que el significante, me parece a mí, es el significante considerado en
su aspecto de productor de goce, no de sentido, ni como causante del sujeto. Por eso Lacan
hace la acla¬ración, un poco tendenciosa, me parece, al final, cuando introduce la palabra
significante, para devolvérselo a la lingüística; el significante que sólo se define por su
oposición al significado es el significante de la lingüística, que él ya había
recontra-abandonado el 6 de diciembre del ’61, en la cuarta clase del Seminario La
identificación, cuando in¬troduce la fórmula del sujeto definido por el significante; el
significan¬te que representa al sujeto para otro significante ya no es más lingüís¬tico, es
lógico. Pero acá, me parece que el paso de manos que hace La¬can es devolverle el
significante a la lingüística para subrayar más el aspecto de producción de goce que el de

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producción de significado. Pero el signo, ¿qué es? — es un significante, está completamente
des¬pegado del signo en el sentido de Peirce, es decir, de la representa¬ción. Respecto de la
pregunta de… este… qué sé yo, la verdad es que me agarraste en un momento de pasaje de
discurso, cuando yo hablé del tapón del agujero, pensé en el agujero del Seminario 9, y de
pron¬to, efectivamente, yo salté, y salté sin las debidas transiciones, porque ya no se trata del
mismo agujero, ya no se trata del agujero de no hay Otro del Otro cuando digo que es el
agujero de no hay relación se¬xual, entonces, sí, debería haber hecho las necesarias
transiciones por donde el Nombre-del-Padre y el sínthoma aparecerían en su función de
suplencia y de suplemento, más que de tapón. Pero me parece que también a algo referido al
orden del agujero, aunque planteado de ma¬nera diferente.

EVA LERNER

Bueno, me alegro mucho como empezaste esta reunión, sencillito, aunque después te viniste
con… yo también tengo un dialogo amistoso, erótico con vos, como Hil¬da, me gusta
contradecirte, encontrar el punto donde debatir… digo que parte de nuestro dialogo a veces
tiene que ver con contradecirnos… No, te quería decir al¬gunas cositas que pienso, creo que la
renovación es también en la mujer, por lo menos en la histeria, porque de lo que se trata para
ambos — y ya lo señalaba Lacan en el congreso sobre la sexualidad femenina — que es mas
aun en la mu¬jer, desprovista de pene, que la operatoria de la castración allí se subraya; o
sea que también es renegatoria y es algo (…) para la histeria, la feminidad; para avalar un poco
que la renegación también esta, o al modo de la perversión, pero también en la neurosis.
Ahora, como yo últimamente estoy pensando, partiendo de lo ultimo que planteabas, que las
estructuras son estructuras de discurso, que el riesgo es hacer universo ahí, y que finalmente
lo único que importa es el caso por caso, entiendo que hay una dificultad también en nuestros
debates y que no acuerdo con vos del todo cuado decís “cuando se discute hay que discutir
Laca¬nianamente”; ahí digo que es donde mandaste el ladrillo porque yo te podría de¬cir “y
entonces, presenta clínica y vemos como hacemos cada uno”. Ahora voy a lo que quiero
decir, ¿no debiéramos inventar un modo?, no se cual es, pero si dis¬cutiéramos teoría
estamos haciendo encajar algo que no hay relación sexual con la clínica, que no encaja; y si
hacemos presentación clínica a secas y debatimos lo conceptual habría que ver con que
edificio conceptual discutimos ese caso clí¬nico, pero no podemos hacer una generalización.
Y creo que esta es la tensión a mantener en nuestras discusiones y que se esta despejando
algo con el avance de nuestros debates, de los psicoanalistas, de que no se puede discutir
solo teoría y solo clínica.

RICARDO RODRÍGUEZ PONTE

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Creo que vos tocaste el punto vivo del asunto, que yo obvié para no complicar demasiado las
cosas, porque cargué las tintas sobre la cues¬tión de la estructura, y en verdad yo pienso que
el problema es la pa¬labra clínica. La noción de clínica es un relicto del “nacimiento de la
clínica”. La clínica es médica, necesariamente médica, y allí el signo funciona como signo
peirciano, no lacaniano. Es por eso que el debate que se plantea entre teoría y clínica, es un
debate que no tiene sentido, porque no hay teoría del inconsciente, hay teoría de la práctica
psico¬analítica (12). Lacan introduce la palabra práctica no para contraponerla a la “teoría de
la técnica” de los postfreudianos, sino para hacer obstá¬culo a la falsa división teoría/clínica…
Hay clínica en la manera que teorizás, si querés mantener la palabra “clínica”, yo creo que no
hay que mantenerla, directamente.

EVA LERNER (interviene fuera de micrófono, no se escucha)

RICARDO RODRÍGUEZ PONTE

No, no me entendés, yo digo que la palabra práctica viene al lugar de la división teoría/clínica,
no a sustituir la palabra clínica…

SILVIA WAINSZTEIN

Bueno, como ya sabemos que vos sos irreverente, bien, eh, yo no te voy a hacer caso a lo
que vos propusiste, y voy a hacer un comentario pero con una pregunta porque la verdad que
me surgió como pregunta, no es que tenga la respuesta… Bueno, vos lo dijiste, la renegacion
no esta en las mujeres, es cierto eso, y estoy de acuerdo con eso, me encanto como lo dijiste,
es una manera de poner algo mas a las formulas de la sexuacion que escribió Lacan… A mi
me parece que todos los lugares que vos señalaste respecto de lo que es estructura, todos,
aun lo que nom¬braste de Oscar Masotta, tienen que ver con la falta, yo también estudie con
Oscar Masotta, fue mi primer maestro, por suerte. Porque cuando el hablaba de los modos de
defensa, yo tampoco se si era de el o su lectura de Freud, el los transmitía como modos de
defensa en relación a la castración, era la manera de nombrar la falta. El otro lugar donde lo
nombraste es en “No hay Otro del Otro”, es otra manera de conceptualizar la falta, y por
ultimo creo que… bueno, hablas¬te de “no hay relación sexual”, pero hablaste de la estructura
de discurso donde “hay universo de discurso” nos indica de la falta en el discurso. A ver, por
algo vos nombraste tres cosas distintas en relación a como se define la estructura, pero a mi
me parece que en las tres esta jugada la cuestión de la falta, porque creo que es el
fundamento del psicoanálisis; bueno, mi pregunta es ¿Por qué los distinguiste? O si es
simplemente una manera de nombrar distintos momentos en la obra de Lacan — lo que decía

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Oscar Masotta — ¿o vos encontras diferencias?

RICARDO RODRÍGUEZ PONTE

Sí, seguro que hay diferencias, pero me quedo con eso, que todos son relativos a la falta.
Ahora, el punto que yo discutía, no era que el cen¬tro estuviera en la falta, porque esto es lo
que yo sostengo, el punto es que se trate de mecanismos estructurales empleados al servicio
de des¬conocer de una u otra manera esa falta. ¿Por qué? Vos recordarás que el supuesto
básico de Oscar Masotta era el de la célula narcisismo - madre fálica, una especie de fusión
original, de una madre contentísi¬ma con el falo que se había procurado en el niño, con el
niño contentí¬simo con su posición fálica, y en la que el padre, como aguafiestas, pero
además como introductor del sujeto en la historia, la venía a rom¬per; la función paterna, en
esa concepción, era cortar en la célula nar¬cisismo - madre fálica para que el niño pudiera
partir a la búsqueda de sus objetos. El problema es que esa célula es mítica, es inexistente.
¿Dónde encontramos un niño plenamente satisfecho con su madre y la madre plenamente
satisfecha con su niño? Es decir, que esa construc¬ción estaba al servicio de sostener un
mito, porque entonces, si era im¬prescindible la función paterna, porque era la que te salvaba
de la po¬sición de objeto de la madre, e indispensable para que vos tuvieras tus propios
objetos y te convirtieras en sujeto de la historia — estoy repi¬tiendo palabras de él, porque
aprendí tanto de él… y mis primeros alumnos ¿con que los tuve?, con los apuntes de Oscar,
¿no? todos em¬pezamos haciendo eso… — me parece que fue muy iluminador en su
momento, pero también muy introductor del freudolacanismo. Cuando se fue Oscar a Europa
me la pasé un año leyendo kleinianos, para za¬far de ese poderoso discurso, porque era un
discurso poderosamente articulado, y yo creo que arrastramos mucho de eso todavía, nuestro
freudolacanismo vernáculo arrastra mucho de esa enseñanza, en lo bueno y en lo malo,
justamente porque era un maestro.

ELSA CORIAT

Sí, Ricardo yo creo que escucharte siempre me ayuda a decir las cosas mejor y a evitar los
pasajes sin peajes de Freud a Lacan y de una época de Lacan a otra… veo con suerte que
también te pasa a vos a veces, pero esta objeción que hace Hilda que “no le impide de
existir”, tal vez en otros términos, y esto que vos de¬cís: “seria tonto discutir si hablar de
neurosis, psicosis y perversión”, yo creo que permanece esa pregunta; a mi me parece
totalmente pertinente todo lo que vos decís pero permanece esta pregunta ¿en que términos
hablamos de neurosis, psicosis y perversión?, especialmente porque no es la misma manera
de intervenir del analista, por lo menos en psicosis y en neurosis.

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DIANA RODRÍGUEZ

Bueno, hasta el próximo mes, gracias Ricardo.

(Aplausos, fin de la grabación)

NOTAS:

(1) Jacques LACAN, Posición del inconsciente, en Escritos 2.


(2) Jacques LACAN, Seminario 16, De un Otro al otro.
(3) Ricardo E. RODRÍGUEZ PONTE, A Juan Ritvo, sobre la psicopatología, publicado en
Imago Agenda, Nº 76, Verano 03/04, pp. 34-38. También en la Biblioteca on line de la EFBA:
http://www.efba.org/texto.asp?idseccion=4
(4) Así, en ese hilo, en la reunión pasada del Foro, Rolando Karothy se preguntaba: “…si se
puede pensar otra estructura o si se puede pensar otro grupo, otra manera de agrupar, en una
llamada cuarta estructura una vez que en la clínica se demues¬tra que los pacientes, no
siempre los podemos pensar en modo de neurosis, psico¬sis o perversión”.
(5) Ricardo E. RODRÍGUEZ PONTE, Desbordes. De una escritura que no resultaría de una
precipitación del significante, texto presentado en las Cuartas Jornadas de Carteles,
«Encrucijadas de la Clí¬ni¬ca», or¬gani¬za¬das por la Escuela Freudiana de Buenos Aires, el
8 de Noviembre de 1997. En la Biblioteca on line de la EFBA:
http://www.efba.org/texto.asp?idseccion=4
(6) Me remito nuevamente a la presentación de Rolando Karothy en el Foro, de la que extraigo
este párrafo: “…existe siempre algún tipo de negación de la castra¬ción, y su consideración es
básica, pues en ella está la razón esencial de la produc¬ción de lo que llamamos una
estructura clínica específica”, que parece apoyarse en esa concepción. No obstante, un poco
más adelante en su presentación, Rolando Karothy se refiere a “tres estructuras, de este
modo definidas como tres modos di¬ferentes de relación con el goce”, y si bien esto es en él
la base para preguntarse por “una cuarta estructura (…) en torno a eso que se ha denominado
la clínica de bordes”, no quiero desaprovechar la oportunidad de señalar la diferencia notable
entre asentar la “clínica”, digamos, en la defensa promovida por una instancia que no se
podría identificar sin más a un sujeto definido constitutivamente por su divi¬sión, o asentarla
en la elección de goces que dividen al sujeto.
(7) Ricardo E. RODRÍGUEZ PONTE, Clínica de la suplencia generalizada, conferen¬cia en el
Hospital Alejandro Korn de Melchor Romero, La Plata, el 5 de No¬¬viem¬bre de 1994. En la
Biblioteca on line de la EFBA:
http://www.efba.org/texto.asp?idseccion=4

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(8) “La soltura que se permite Freud en este asunto es simple pero decisiva: introdu¬ce en él
al sujeto en tanto tal, lo cual significa no evaluar al loco en términos de déficit y de disociación
de funciones.” — Jacques LACAN, Presentación de la traducción francesa de las Memorias del
Presidente Schreber, en Intervenciones y Textos 2, Manantial.
(9) cf. el final de Televisión.
(10) Jacques LACAN, Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los
Es¬critos (Walter Verlag), traducción de Ricardo E. Rodríguez Ponte para cir¬culación
inter¬na de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.
(11) Jacques LACAN, Intervención en el Congreso de la Escuela Freudiana de París en la
Grande-Motte, traducción de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la
Escuela Freudiana de Buenos Aires.
(12) Jacques LACAN, Seminario 16, De un Otro al otro, sesión del 4 de diciembre de 1968.

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