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Artemisa café

Israel Terrón Holtzeimer

FondoEditorial Tierra Adentro


Israel Terrón Holtzeimer
N ARTEMISA CAFÉ
o
N

ISRAEL TERRÓN HOLTZEIMER


\Veracruz, 1982). Es licenciado
en pslcoloqta por la Universidad
Autónoma de Ciudad Juárez.
Músico, fotógrafo profesional y
dibujante de cómics. Artemisa
café es su primera novela.

FONDO EDITORIAL TI ERRA ADENTRO 466


.,

Este libro obtuvo el Premio Binacionalde Novela Joven Frontera de Palabras/ • Índice
Border ofWords 2012,convocado por el Consejo Nacional para la Cultura
y las Artes, a través del Programa Cultural Tierra Adentro, y el Centro Cultural
Tijuana. El jurado estuvo integrado por Héctor Anaya,Julián Herbert
y Guadalupe Nettel.

11 l. Colisión de cinco estrellas


IS II. Especie en extinción
.!3 III. Te doy mi brazo
.U IV. Fuera de este mundo
Programa Cultural Tierra Adentro
Fondo Editorial
41 V. Esto es Juárez, amigo
S3 VI. Somos los que nunca duermen
Primera edición, 2012 63 VII. El monstruo de la señora Lammermoor
© Israel Terrón Holtzeimer 75 VIII. Luna versus Diana en las páginas del Cosmopolitan
©Juan Antonio Rodríguez por ilustración de portada 87 IX. Ella, el gélido abismo y mi estómago vacío
107 X. Purgatorio federal
D. R.© 2012, de la presente coedición: 133 XI. Las balas en mi revólver y las ideas en mi cabeza
147 XII. Una caja de zapatos del futuro
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes J 65 XIII. La retribución de Artemisa
Dirección General de Publicaciones
185 XIV. El cielo en los pisos de en medio
Av.Paseo de la Reforma 175,Col. Cuauhtérnoc,
J 97 XV. Lluvia de pólvora sobre mi nariz rota
CP 06500, México D. F.
215 XVI. Daño cerebral
Centro Cultural Tijuana 227 XVII. Expiación desde el fondo de la Tierra
Paseo de los Héroes núm. 9350, Zona Urbana Río,
CP 22010,Tijuana, Baja California

ISBN 978-607-516-097-9

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o total


de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía
y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa
autorización por escrito del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/
Dirección General de Publicaciones

Impreso y hecho en México

7
Mi obra existe porque existe el caos...

[osé Luis Cusvss


1
Colisión de cinco estrellas

1)1cE QUE LA HABITACIÓN es fría, pero yo no la siento. Los


edificios de Polanco lucen tan muertos, parecen cadáveres
que sonríen apilados en una fosa clandestina. Soy como el
café de las mañanas, sólo trato de morir en su pecho antes
que me duela el estómago. En la puerta. Tal vez lo que vea
sea sólo un reflejo, un destello en este cuarto sin luz. El
cigarro se acaba, como la vida; las cenizas caen al suelo,
como mi vida.
Diana está sentada en la fina alfombra de una de las
doscientas noventa y nueve habitaciones del hotel JW
Marriott. A ella parece importarle poco lo que sucede en
la Torre Bicentenario, sólo trata de mantener el equilibrio
de la cuchara sobre el encendedor. Ella está más indi-
ferente que yo, después de todo el amor es sólo para los
tontos.
La adicción de Diana a la heroína es tanta que no pasa-
rá mucho tiempo antes que ésta la mate; pero ella es heroí-
na pura. Esperar que muera por sobredosis sería como ma-
tar a un tiburón blanco ahogándolo en un estanque o de
hipotermia a un oso polar dentro de un refrigerador; pero
nadie permanece tanto debajo del agua ni soporta por mu-
cho tiempo el frío.
Ella me pide un cigarro, reviso mi bolsillo y la cajetilla
está vacía. Me acerco, le ofrezco lo que queda del mío.
Apenas y me reconozco en el reflejo de sus lentes de arma-
zón azul. Voltea a verme, exhala y deja el cigarro sobre la
cama con la ceniza al aire. Desliza su mano por la alfombra
y recoge algunas lunetas para llevarlas a su boca.

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"'

ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

Sumerge la aguja hipodérmica en lo más profundo de iodos los kilómetros de la ciudad serán lo suficientemente
la cuchara, jala con la boca el émbolo hasta asegurarse lejos para no verla.
de que el líquido canela haya quedado dentro del tubo. Diana parece somnolienta. No sé si es el efecto de la
Golpea y las burbujas suben. Aprieta el cinturón con los heroína o si en realidad tiene sueño. Desde que la cono-
dientes como torniquete y palma su brazo, sus venas se l'i he dormido como cuatro horas a su lado. Seguramente
exponen. 1 Jiana no ha dormido nunca, al menos desde que nació de
Entonces introduce la jeringa con delicadeza, tratando 1111cvo. A ella no le gusta soñar lo mismo, por eso llena su
de que duela lo menos posible; pero lo menos posible es sangre con toda la droga del mundo.
casi demasiado. Jala un poco de sangre al interior de la so- lJ n día que me dolía muy fuerte la cabeza tomé diez
lución y después la inyecta, no desperdicia nada. Sus em- aspirinas en menos de una hora; no dormí en toda la noche.
palidecidos labios secan todo lo que pudiera quedar en la !'ara Diana, diez aspirinas son el desayuno de las seis de la
punta de la aguja no esterilizada. mañana. Muchos días sólo la vi alimentarse de lunetas y
En menos de diez segundos la heroína recorrerá todo cocaína. Ahora la miro con su semblante de sueño, distraí-
su torrente sanguíneo hasta llegar a su cerebro, como una da con las partículas de polvo que cruzan su mirada, tan
corriente eléctrica. Balbuceos y ya no puede mantener sus distraída, seguramente pensando en todas las cosas que no
ojos abiertos y se desploma como si en cada brazo sostuvie- 1 iene que pensar.
ra un elefante efervescente. Algunos secuaces se inyectan Trato de comprenderla, siempre: sus locuras, su violen-
en la garganta para reducir el tiempo de efecto, directa- cia, su retorcida visión del mundo, y es que Diana es capaz
mente a la arteria carótida, ¿izquierda o derecha? Es cues- de destruirlo todo. Todo lo que le importa le importa un
tión de ser zurdo o diestro. carajo. Ya ni siquiera sé si eso me importa. Es como amar a
Una vez en el cerebro, la heroína reprime el sistema la persona que más odias, como esa mezcla de resentimien-
nervioso central, inhibiendo el dolor y disminuyendo el rit- to y lástima, de lluvia y lágrimas.
mo respiratorio y la presión arterial. Entonces, aquello que Diana justifica todo con dolor; dice que el dolor lo justi-
tanto le importaba deja de hacerlo: la jeringa rueda vacía fica todo, pero en diez días que he estado a su lado pienso
entre los colores de M&M's regados en la alfombra. Su cu- que se trata de soledad, que siempre fue soledad ...
chara de plata yace en el suelo; después que pasen las bur-
bujas de su euforia se preocupará por ella; pero mientras,
que se vaya al diablo junto con todas las cosas que existen
dentro de esta habitación, incluyéndome como pocas veces
me incluye en sus pensamientos.
No dejo de impresionarme: la bandera del Campo Marte
nunca había ondeado tanto. El águila devora a la serpien-
te entre el verde y el rojo; parece que ondeará para siempre.
El piso veintitrés se incendia, cuando la Torre Bicentena-
rio arda por completo será una postal impresionante. Ni

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Especie en extinción

1h:snE HACE TIEMPO que las personas ignoran todas mis pa-
labras, aseguran que mis recuerdos se distorsionan como
señales análogas en una noche de tormentas eléctricas. Tal
vez sí. Mi memoria es como una vieja cinta VHS arruinada
de tantas veces que he tratado de reproducirla. Por eso no
pensaba despertar; no quería sufrir otra resaca, otra dosis
más de esto en mis negros pulmones:
Ti tititi-ti tititi-ti tititi-ti tititi-ti tititi.
Abrí los ojos, miraba mi cuarto: todo flotaba. Sólo arrojé
al maldito despertador contra la pared.
Tititiuuuoooo.
Las cosas se desplomaron a su lugar de siempre, se des-
plomaron sin moverse. Me sentía ahogado en una ruidosa
marea de emociones grisáceas y sensaciones difusas que
nunca comienzan y nunca se acaban. La sangre coagulada
se caía cuando pasaba mis dedos por la cara, temblaba y mi
cerebro estaba a punto de estallar. Miré en el piso mi san-
gre, sentía mis dedos pegajosos.
Caminé hacia el baño esquivando el vómito y los crista-
les rotos. La presión escasa en la regadera, las ganas de
arrancarme la cabeza y arrojarla por el excusado. Trozos
de pan tostado con mermelada de fresa. La ropa tirada en el
piso. Yame habían sugerido que hiciera algo por mi aparien-
cia personal; poco me importaba. Mi jefe me apreciaba, pen-
saba en mí como alguien inteligente, aunque destructivo.
Era como jugar a la ruleta, me decía; conmigo a veces se
gana'y a veces se pierde. El problema son las rachas, y ésta
era una mala.

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

Comencé desde abajo en la seguridad pública. Era oficial


de la PGJ, patrullaba calles atendiendo chismes de vecinda-
rio. Mi primera compañera fue la oficial Fuentes. En ese La Norma Oficial Mexicana exige que cualquier jugue-
primer día de patrullaje, aparte de fumar y llamar a su no- 1t· q11csea reproducción de arma de fuego debe ser en co-
vio por celular, no hizo otra cosa que hablarme del asco de lores tluorescentes; pero en México es muy difícil seguir
la profesión: combates contra delincuentes, si no los atra- lo1snormas por idiosincrasia. Así que persigues a un tipo
pas no sirves para nada, y si los atrapas tienes que ser ama- que asaltó un minisúper y amenazó violentamente a un
ble con ellos, así que no puedes apagar tu cigarro en sus diente, se esconde en un callejón y te apunta de manera
mejillas porque Aristegui hace un escándalo en la radio. desafiante con un arma. Disparas, cae muerto. Eres encar-
-El principal problema de la institución -me expli- 1'eludo por asesinar a una persona desarmada. Eso le pasó al
có-, es la pésima imagen que las personas tienen de los oficial Tabera, el antiguo compañero de la oficial Fuentes.
oficiales. No confían en nosotros y eso lo complica todo. -Demasiado impulsivo -me decía la oficial-, una
-Tal vez no estamos haciendo las cosas bien -comen- vez estrelló su patrulla contra unos presuntos culpables.
té sin importancia. '1uvirnos que pagar el choque y traje un collarín por días.
-No, no, claro que no -respondió algo indignada-, 1•:11esta vida todos tienen lo que se merecen, llámalo re-
todo esto es culpa de los medios de comunicación: sólo tie- tribución.
nen espacio para la tragedia y parece que tratan de eliminar -¿Retribución? -pregunté.
cualquier resquicio de esperanza a los mexicanos. -Sí -me aseguró-, la retribución nos alcanza tarde
-Tal vez tiene razón, oficial. q 11etemprano ...
-¡Claro que tengo razón! -golpeó el volante con sus A estas fechas el oficial Tabera debe seguir pagando su
manos-. Nos juzgan sin darse cuenta de que son ellos condena. Yo lo suplí por un tiempo, pero no tardaron en
quienes nos exigen ser así. darse cuenta de que las calles no eran para mí.
Me dejó pensando un momento. Mi cabeza era una Llegamos a un incendio, una niña de once años yacía
sopa de letras con palabras de impunidad y corrupción, de muerta en el interior de la casa, calcinada; sólo quedaron sus
represión y abuso. Y fueron muchas las cosas que pensé en huesos. Seguramente una horrible muerte; los vecinos alre-
setenta y un segundos: dedor del siniestro: llorando, gimiendo. La madre aún no
-¿Sabe, oficial? -comenté-. Ahora que recuerdo, en llegaba del trabajo. Bien, miradas en los rostros y en el com-
todo lo que he leído siempre se habla mal de los cuerpos de portamiento de los chismosos. Analiza los rasgos de conduc-
seguridad pública. En verdad nos hace falta un buen publi- ta, tres preguntas, una respuesta incorrecta. En cinco mi-
cista, algo de mercadotecnia. Digo, lo narcotraficantes tie- nutos di con el responsable.
nen sus corridos, los anarquistas a Molotov y las FARC a la Después de una putiza estilo Jalisco lo confesó todo: des-
UNAM, pero nadie habla por nosotros, nadie dice algo bueno de la ventana la veía llegar de la escuela, se masturbaba pen-
sobre nosotros. sando·en ella. La mamá se fue a trabajar, brincó la cerca y la
-Exacto, Rascón, ése es el punto, alguien debería ha- violó, se asustó y la mató, se asustó y prendió fuego a la casa.
blar bien sobre nosotros. Yomismo me encargué de rasurarle la ceja izquierda.

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

En el Reclusorio Oriente lo esperaba el Sietepilas, cuya -He escuchado que sólo con influencias puedes entrar
leyenda entre rejas aseguraba que su miembro era propor- ;1hí -comenté.
cional al de siete pilas alineadas. Cuando una persona "¡Ay!" Alguien volvió a gritar de dolor. La oficial se su-
ingresaba con la ceja rasurada, se sabía que era por viola- lii<'>al tubular.
ción. Lo último que supe del imbécil fue que lo hospitali- -Conozco a personas ... creo que puedo ayudarte con eso.
zaron por una infección masiva en el orto. "¡Ay!" Gritaron de dolor otra vez. Me subí al tubular.
Cuando los padres te dicen llorando que su hijo de cua- -¿De verdad cree que vayan a aceptarme en la "elite"
tro años fue robado, basta hacer unas pequeñas observacio- de la inteligencia federal?
nes, como un colado recién hecho en menos de la mitad "¡Ay!" La oficial ya no subió al tubular, se veía cansada,
del patio. Hablas con las vecinas, platicas con los niños que destapó una botella de agua.
juegan en la calle: descubres que lo hacían lavar su ropa, -Lo difícil es encontrar a alguien inteligente en ese
hacerse de comer y cuidar de su hermano. Cuando algo lugar -se echó agua en el cuello-. No creas en todo lo
salía mal lo castigaban golpeándolo. Así fue hasta que lo que dicen, no todo está tan podrido. He visto lo bueno que
mataron. Después creyeron que el colado de su patio sería eres -tomó más agua, escupió un poco- ... Los robacasas
una tumba digna para su hijo. Estoy seguro de que siguen que agarramos; esa pinche vieja me había convencido con
llorando en prisión; no por el niño, sino por las cucarachas sus lágrimas, pero tú no te dejaste engañar y la hiciste con-
que muerden sus oídos mientras duermen. fesar. En verdad que no sé cómo lo haces.
Una chica aborda su auto, un tipo se acerca, la baña en -No creí que fuera para tanto -dije algo sonrojado-.
gasolina y la prende en fuego. El padre está más preocupa- Hace unos años alguien me dijo que nunca creyera en las
do por hacer válido el seguro del auto; el novio luce inocen- lágrimas de una mujer.
te, tonto más bien, definitivamente enamorado. Qué tal el La oficial encendió un cigarro, después miró al tipo que
ex novio, la hostigó por mucho tiempo al terminar la rela- estaba tirado en la jaula de la camioneta. Mientras me su-
ción. No es normal que las personas tartamudeen para de- bía al tubular de nuevo, la oficial lo tomó del cabello:
cirte "buenas tardes" o que suden como cerdos cuando -Nos vemos mañana; pero en privado -dijo apagando
hablan, mucho menos que se desmayen para explicarte el cigarro en su mejilla.
dónde estaban durante el homicidio. No fue violador, pero "¡Ay!" Gritó por el cigarro.
ya que estaba inconciente aproveché para rasurarle la ceja Yo le caí encima con los pies desde el tubular:
izquierda ... "¡Ay!" Gritó de nuevo ...
-¿Sabes, Rascón? -me decía la oficial Fuentes-.
Creo que tienes condiciones para el Departamento de In-
teligencia de la Policía Federal. Es un desperdicio que es- Ese día llegué tarde, como todo el último año. En la recep-
tés patrullando calles. ción de la oficina central, la linda Lucifer me comunicaba
"¡Ay!" Alguien gritaba de dolor. Después de ayudar a la que el director Anchando quería verme. Admito que lo pri-
oficial a reincorporarse, me subí a las barras tubulares de mero que pensé fue en un viaje a Cancún con el dinero de
la patrulla. mi liquidación; podría acostarme con una puta de acento

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ARTEMISA CAFÉ
Israel Terrón Holtzeirner

diferente cada noche. Pero al estar sentado frente a su es- '1uvimos que tomar sus huellas dactilares para identificarlos
critorio, sólo me habló de los Leopardos. de nuevo, Anchando les había desfigurado la cara.
Hace dos años comenzó esto: un tipo se mató tratando Me dio una caja con toda la información que se había
de explotar las oficinas de la Secretaría de Seguridad Públi- recolectado sobre Artemisa, en realidad sólo eran algunas
ca, pero el artefacto estalló antes de lo previsto: le voló la líneas de investigación con una gran cantidad de produc-
mano y sacó sus vísceras del cuerpo. Tiempo después, un los comerciales sobre ella: videos apócrifos de mala cali-
grupo armado surgió bajo el nombre de los Leopardos. Una dad, cintas distorsionadas de sus incomprensibles discur-
líder, autonombrada Artemisa, se encargó de darles la pro- sos, afiches, pins, playeras, pulseras, figuritas de acción. El
moción y causa de que tanto carecían. Su imagen se comen- movimiento de los Leopardos tenía una dependencia ab-
zó a difundir, todos los diarios la ponían en sus portadas, soluta al liderazgo de Artemisa. Arrojé el contenido de la
todos los noticieros hablaban de ella y en las universidades cija en mi casillero. Llamó mi atención una muñeca que
se discutía sobre su causa. Rápidamente se convirtió en la movía constantemente su cabeza, la puse de pie y la accio-
bandera de un movimiento que puso a la capital de cabeza. né, cerré el casillero.
La PGR había detectado varías células de los Leopardos, El miedo por los Leopardos era justificado, las víctimas
el brazo armado de Artemisa. La investigación pasó al por el movimiento seguían en aumento. Hacía dos días que
Departamento de Investigación e Intervención de la Poli- ( liudad de México estaba paralizada. El Jefe Tirantes ha-
cía Federal. Las órdenes eran encontrar a Artemisa viva o bía tomado medidas drásticas: toque de queda a las nueve
muerta. Ése fue el problema, ya que Artemisa era como un de la noche, el cierre de lugares de aglomeración pública.
fantasma. Todos hablaban de ella, pero nunca alguien la La ciudad estaba militarizada.
había visto.
La paranoia por Artemisa era tanta que aparecía en
Recuerdo su mirada, veía mi estado y se preguntaba si quince lugares diferentes al mismo tiempo; pero encontrar-
estaba cuerdo. Sabía que era capaz de encontrar a Artemi- la en la ciudad más grande del mundo, donde subsisten
sa. Fue como una amenaza: o daba con ella o perdía el em- veinte millones de personas, no sería sencillo. Y es que sa-
pleo. Esa vez fue la última que Anchando me reivindicaría. lir de las oficinas y ver la monstruosidad de la ciudad me
Digamos que me estimaba todavía por haber encontrado a hizo suspirar. No tenía sentido. Encendí mi iPod: "Pobre
su hijo cuando todos lo daban por muerto. Miré el retrato soñador". Encendí un cigarro ...
familiar sobre su escritorio, el director con su uniforme de "No siempre las cosas son como debieran ser. No siem-
gala, su esposa e hijo. Pasó dos semanas en el hospital recu- pre se puede tener la razón."
perándose de la golpiza que recibió. No quiso rendir decla-
ración contra sus captores. Después fue diagnosticado con
el Síndrome de Estocolmo.
Seguramente apreció cuando puse a su hijo en sus bra-
zos; pero más agradeció cuando lo dejé solo con los secues-
tradores en una de las salas de las oficinas centrales. Los até
de pies y manos, los amordacé y me hice el desatendido.

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III
Te doy mi brazo

1'11EDES VAGAR SIN RUMBO por los lugares más absurdos de la


ciudad. Así fui conociendo a gente con pruebas de crimino-
logía que los condenarían de por vida. Pero ellos no me
importaban, sólo pensaba en Artemisa.
Existen mercados que sólo se ponen de noche, los
clientes tienen que llegar con linterna en mano para ver la
mercancía. Otros son laberintos que parecen llevarte a nin-
gún lado. Sótanos, vecindades, azoteas.
Pasaron algunos días entre agujeros y rascacielos, entre
huesos y sombras. Muchas personas decían conocerla, ha-
ber conversado con ella, verla en alguna ocasión; pero todo
era mentira. Jamás entenderían las estupideces que dicen
sólo por sentirse importantes.
Uno de esos domingos, había conseguido una lista de
antros que seguían operando, la mayoría con conocimiento
de la policía. Cuando el Jefe Tirantes cerró los bares, mu-
chos se ampararon, otros acordaron cuotas por ganancias.
Caminé por la Condesa, poco bullicio. La "A" anarquis-
ta estaba pintada por todas las paredes, pero ahora signifi-
caba la "A" de Artemisa. Llegué hasta la Zona Rosa. El
Amberes estaba en la lista, exclusividad sin límites. Dejé caer
mi cigarro al piso.
Y en lugares así la gente siempre parece enemistarte
con la mirada, tratan de escanearte para ver la marca de tu
camisa o la talla de tu calzado. ¿Eres activo o pasivo? Lo
más chic ahora es ser bisexual. Y si ya estás enfermo: bienve-
nido al charcogusarapo. Pero para todo hay niveles, no im-
porta que sea dentro del agua estancada. Si te guiñan el ojo

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

o te murmuran un beso, seguramente te ofrecerán un tra- Le arrebaté el encendedor de las manos y encendí mi
go, pero antes de aceptar, fíjate bien en el llavero de su cigarro.Arrojé el humo entre los dos. Dicen que esto hace
auto. más daño a los no fumadores.
Entre empujones me abrí paso. Llegué hasta la barra de -¿Tienes algo de fragancia?-pregunté con mis ma-
quince metros. Comencé a tomar tratando de pensar en nos en las bolsas.
Artemisa, intentando reflejar su rostro en la superficie de -Claro que sí, señor -se volteó hacia sus cosas-. ¿Al-
mi trago. En ese momento quería ser Artemisa, tal vez por guna en especial que desee, señor? ¿Señor...? ¿Señor...?
eso fui a ese sitio. Regresé a la barra. Quería dejar de sentirme mareado,
Empecé con un trago: los chicos parecían chicas. Tomé pero pedí otro vaso de whisky. En las cantinas le echaba la
otro trago: las chicas eran como los chicos. ¿Ysi Artemisa es culpa a la puta que se sentaba a mi lado a platicarme obsce-
hombre? Ojalá las luces no brillaran tanto, ojalá la música nidades; antes que se vaciara mi cerveza ya me estaba sir-
no estuviera tan alta. No le pongas éter a mis hielos, maldi- viendo otra, pero en esos lugares las putas se habían con-
to chango. vertido en estúpidas mocosasde clase media que buscaban
Fui al baño. Me acerqué al mingitorio, recargué mi ca- a alguien mayor para financiar su consumo de tachas:
beza en la pared, el orinal se sentía como terciopelo. Me -Mejor métete el veneno de ratas con todo y frascopor
miré en el espejo, estaba hinchado como sapo. Medio pei- la garganta -mencioné.
né mi cabello. Abrí la llave del lavabo y un tipo a lado me -Ah, okay. ¡Qué te importa! -me reclamó. Se fue ca-
ofreció jabón líquido antibacterial. Me enjuagué las manos minando golpeando todo a su paso.
y me eché agua en la cara. Entonces me extendió una ser- Recargué mi cara contra mis manos; la música y las lu-
villeta para secarme. La sujeté. Después me señaló su va- ces eran ya insoportables, la gente, un fastidio. Pegué la
sito desechable de propinas: cabeza en la barra. Necesitaba ir al baño de nuevo.
-Con lo que guste cooperar, caballero -me dijo. -Malditos sean mis ojos si esa perra...
Lo miré mientras buscaba en mi bolsillo la moneda de
menor valor.Sólo deseaba que la lámpara de techo se caye-
ra y matara al idiota. Saqué mi cajetilla de cigarros. A la mañana siguiente, el rifle de un policía en mis costillas
-¿Tienes fuego? -pregunté con el cigarro en la boca. me despertaba tirado en el pabellón de la avenida Álvaro
-Lo siento, señor, la Ley Antitabaco prohíbe fumar en Obregón. Un impresionante dolor acompañaba mi males-
espacios cerrados. tar de cabeza y estómago. Tenía sangre en la nariz, un ojo
-No será la única ley que estén violando -comenté morado y el labio reventado. El policía me jaló del brazo,
con poca paciencia. pero mi brazo estaba entumido. Pudo haberlo serruchado y
Con algo de resignación, sacó un encendedor y puso el la sensación sería la misma. Me subieron a una vagoneta.
fuego frente a mí. Sólo pensaba en vomitar.
-Ni que fuera vieja, pendejo -dije retrayéndome. Es ahí cuando, tirado y esposado, reflexionas sobre la
-Lo siento, señor -respondió ya con algo de frus- efectividad de posaren una vitrina de objetos orgullosamen-
tración. te olvidados.Sólo quisiera que en lugar de suero me inyec-

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

taran alcohol. Ni siquiera percibía el vaivén de la camioneta Ahora, cuando despierto y veo a un monstruo encima de mí
por el temblar de mis huesos. Y quisiera que los buitres sa- que me vomita mientras me estrangula, me siento tan in-
caran mis ojos y dejar de ver la maldita luz que se filtraba por defenso, al igual que la alfombra, que absorbía poco a poco
el pequeño enrejado. Y cada rechinido de llantas reventaba los residuos de mi hígado.
mi cabeza. ¡Al carajo con esto! Morderé mis muñecas hasta Aún sigo sin entender por qué Anchondo no me sacó del
desgarrarme las venas. caso. Cuando caminaba entre mis compañeros, nadie se re-
En el Departamento de Inteligencia una estruendosa signaba a saludarme, ni siquiera de lejos. Evitaban verme
reprimenda del director Anchondo casi me saca del caso. distrayéndose con cualquier cosa: leer sus mensajes de tex-
Su voz era tan lejana que apenas y podía escuchar lo que to, platicar sobre la puta de las donas o echarle azúcar a su
decía. Tenía un zumbido en el oído. café era más importante que darme una palmada en la es-
La molestia de Anchondo no era por mi estado, estaba palda o desearme un buen día. Masticaba una goma de mas-
furioso porque los Leopardos dispararon en un antro de la car mientras los miraba, recordando los días en los que yo
Zona Rosa. En las noticias se hablaba de corrupción poli- era la estrella.
cíaca, de ineptitud por parte de las autoridades y de la im- Eran las once de la mañana cuando me bañaba con agua
popularidad del Jefe Tirantes; pero nadie hablaba de un fría en mi departamento. Me había tomado todas las pasti-
policía ebrio disparando. llas detrás del espejo para dejar de temblar. Había decidido
-¡Nadie puede confiar en un alcohólico! -ese día dejar de tomar, pero tener una botella de whisky en lugar
Anchondo me gritó azotando su pisapapeles contra el es- de shampoo en el ordenador de baño no era buen comien-
critorio. zo. Tal vez un poco, sólo un poco. Empinaba la botella y
Tenía una cobija de cuadros alrededor de mis hombros. dejaba entrar agua de la regadera en mi boca.
Apestaba a cigarro, tenía asco, temblaba. Bien, quisiera ha- Café negro sin azúcar y cuatro pastillas de paracetamol.
ber seguido pensando en la noche anterior, pero sólo me Juro que no hay mejor desayuno que pueda pagar el IMSS.
retorcí y vomité la alfombra de la oficina del director. Sólo quería recostarme y ver televisión. Algunos momen-
Mil veces preferiría esa pesadilla donde tratas de correr y tos regresaron incipientemente. Repasé mi mano por la
no puedes, donde algo te persigue y no puedes verlo. Cuan- cara tratando de acordarme, pero estaba en blanco, no así
do era niño, tenía un compañero en la escuela que estaba mi brazo derecho, puntos morados. Me asomé por la venta-
enorme, era muy gordo. Siempre soñaba que íbamos de ex- na con mi taza de café por un tiempo.
cursión a Teotihuacan y que un derrumbe le cortaba la cabe- Los rascacielos de Insurgentes sur eran el paisaje de
za, pero el gordo no moría. Corría detrás de nosotros y, en siempre. Recuerdo a una chica que se aventó desde el sex-
algún momento de mi pesadilla, me quedaba solo escapan- to piso del edificio ovalado. Nunca dejé de verla: cómo se
do de él, corriendo por toda la Calzada de los Muertos. descomponía, cómo se mezclaba con el viento. Era una tar-
Pasé muchas noches sin dormir por su culpa, sin querer de nublada cualquiera, pero ella quedó deshecha en el pa-
estar en mi recámara a obscuras. Mi madre, que todo lo vimento. A veces creo tener todo controlado y no soy más
sabía, me enseñó a rezar con los ojos bien cerrados y los que un pobre diablo. A veces a nada del precipicio, en otras
sueños se fueron. En aquel tiempo era lindo creer en algo. ocasiones colgado del abismo.

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ARTEMISA CAFf: Israel Terrón Holtzeimer

Sin nada qué hacer, decidí recuperar mi memoria de esa sentó mayor dificultad. No así la noche; para armar una
noche. Sujeté mi chaqueta y me bañé en desodorante sa- hora se necesitan sesenta minutos, cada sueño son como
bor chocolate, casi me enveneno. Mis heridas ardieron sesenta segundos. El problema es que las piezas no embo-
como azufre. uan porque el perímetro está desecho. Entonces puedes
Primera estación, semáforo en rojo: el pabellón de Álva- g11iarte por los colores. Todo se complica si tus recuerdos
ro Obregón. Era fácil encontrar el lugar donde los policías son en blanco y negro. No queda nada. Excepto la sangre,
me habían detenido. Sólo tenía que pararme sobre las man- la sangre siempre es roja. Ahí estaban, pequeñas gotas de
chas de sangre que se encontraban en el piso, era como sangre por todo el pabellón. Por supuesto que sonreí, sólo
hallarle formas a las nubes. Me imaginaba en un restau- tenía que seguirlas.
rante de bombillas apagadas, veintiséis cristos en oferta y Con la mirada en el piso, por Tonalá hasta Insurgentes,
caricaturescos retratos fundamentalistas. Cualquiera dimi- así llegué hasta la glorieta: estaba desolada. Seguí mi cami-
tiría: en las calles los cristales rotos maximizando la escena, no por el Andador Génova. La estatua de Tin Tan. Doblé
esperando que de la tierra llana surgieran montañas, que en Hamburgo y llegué hasta Amberes; realmente no me
por cada ideología cercenada, un universo de treinta y dos sorprendió que ahí comenzara todo.
estrellas. Mejor levanté la mirada. Me senté en la acera de enfrente. Encendí otro cigarro;
esperaba que las cosas poco a poco se fueran recuperando
SÁTIRO Y AMOR conforme repasaba los lugares de anoche. El lugar tenía su
Réplica de la escultura realizada por el mexicano Miguel cinta amarilla de PRECAUCIÓN. No pensaría que las cosas
Noreña en 1854, cuyoyeso original se conserva en la Academia fueran así de fácil, sólo que ya me había cansado de espe-
de San Carlos rar, porque un loco que dispara contra personas en un antro
después de todo no está tan loco. Tomé whisky de mi pe-
Cuando los policías me levantaron estaba inconciente queña cantimplora, cada trago me ardía el labio.
enfrente de esa escultura. Me asomé hacia adentro de la Había una página de periódico en el suelo, leí el encabe-
estructura y encontré una peluca abandonada, era de color zado: "Ríos de sangre en la Zona Rosa"; era el artículo que
rosa. La sujeté con algo de asco, el cabello era como un hablaba sobre la masacre en el Amberes. "No estaría mal
entramado de serpientes tratando de morderme. La dejé una pequeña Venecia en la ciudad", me dije en voz baja al
caer. Suspiré, me dolía hasta respirar. tiempo que dejé que se fuera volando. Apagué mi cigarro
Me senté en la base de la escultura. Encendí un cigarro. contra la acera y lo eché en el bolsillo de mi saco. Caminé
No entendí ni una sola palabra. La lente se agudizó, ya ha- hacia el lugar. Antes de cruzar la cinta amarilla, saludé de
bía visto esos cristales antes, pero no les había encontrado lejos a un antiguo compañero de la universidad, se encon-
forma alguna. Comenzaron a arrastrarse hasta que se reor- traba de turno en la PGJ; sólo le sonreí por cortesía.
ganizaron por completo. Definitivamente eran los pedazos Ya en la puerta, me detuve algunos segundos, algo con-
de una jeringa. fundido bajé la mirada: la silueta dibujada de la primera
Desde niño siempre sorprendí por mi gran capacidad víctima estaba a mis pies. Era del tipo que cuidaba la entra-
para armar rompecabezas. Una pequeña jeringa no repre- da. De haber seguido caminando hubiera pisado la zona

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ARTEMISA CAFf: 1srael Terrón Holtzeimer

donde cayó su cuerpo. Seguí sin entender, la profanación todos lados, la guardé en mi bolsillo. Caminé entre las tizas
nunca había carcomido mi conciencia. Mi dolor de cabeza de los cuerpos y los casquillos enumerados con carpetitas
regresó como punzadas electromagnéticas. amarillas.
Ahí seguían los de forense. Sangre por todos lados. Me hinqué frente a la tiza de una chica, el flash de
Las tizas señalaban el lugar donde los cadáveres habían ella dándome un cabezazo me llegó de repente. Toqué
caído. Era como jugar encantados para siempre. Me senté mi nariz, el pequeño dolor que sentí me mostró su ros-
en uno de los bancos de la barra de quince metros, había tro desfigurado. Ahora estaba muerta. Salí del Amberes.
sido el mismo de la noche anterior. Los forenses hacían Caminé rumbo a Paseo de Reforma. Me senté en una
toda la recreación según la colocación de los cuerpos. Pa- banca con forma de serpiente. Me quedé cabizbajo un
recían agentes de aseguranza catalogando los daños de un momento.
vehículo. Un teléfono público de monedas estaba frente a mí.
En su reporte informaron que posiblemente un escua- Estaba destrozado a batazos, lo habían vaciado, tenía pinta-
drón de tres a cuatro personas había entrado por los dife- da la "A" de Artemisa en un costado. Me levanté y descol-
rentes accesos del lugar. Dispararon al azar. Los elementos gué la bocina, al menos tenía línea. Cuando deposité la
balísticos encontrados señalaron tres armas de distintos ca- moneda ésta se cayó a la caja desfondada, sólo la tomé y
libres, un muerto por arma blanca. Una chica ebria que se- la eché en mi bolsillo. Sonó, sonó de nuevo. Me arrepentí,
guía inconciente en el baño. colgué la bocina. ¿Qué diablos? Descolgué, marqué, sonó,
Comencé a golpearme la frente contra la barra de quin- sonó, sonó, so...
ce metros. No recordaba mucho, creo no haberme movido -M ochi, mochi.
de ahí. Traté de cerrar los ojos mientras escuchaba los flas- -¿Diana?
hes de las fotos de archivo: [Flash! Trataba de recordar -Hai.
algo. ¡Flash! Podía imaginarlo. ¡Flash! ¡Flash! ¡Flash! -Hola, qué tal, habla Federico ... el... el chico de ano-
-Malditos sean mis ojos si esa perra no es lo más ... che -mencioné al azar.
Abrí lo ojos. Miraba a la gente muerta bailando. Baila- -¿Federico? Mmmm. ¡Ah, sí! ¡Claro! ¡El chico de ano-
ban con el rostro desfigurado, me sorprendieron, pero no che! -se soltó riendo.
me asustaron. Sólo era eso. Se reían de mí, todos se reían Era Diana, muy risueña, eso parecía. Me quedé ensilen-
de mí. Me miré en el espejo, me imaginé con esa estúpida cio esperando que terminara de reír; no recuerdo el tiempo,
peluca rosa. Sólo sacudí mi cabeza y regresé al presente. pero el tiempo pasó y Diana seguía riendo. Podía seguir en
Suspiré con mis manos en los ojos. Cuando mis manos se línea depositando la misma moneda en el teléfono.
desvanecieron alcancé a ver una servilleta arrugada a un Saqué un cigarro y lo encendí. Estar en Paseo de la Re-
lado de mí. La barra estaba hecha un desorden. Varias per- forma era como estar en Campos Elíseos. Son pocas las co-
sonas se aventaron hacia el interior y muchos vasos se rom- sas que realmente me impresionan. Me imaginaba los pasos
pieron, pero esa servilleta seguía ahí. en un vals para Carmen o paseando en el fastuoso carruaje
Estiré mi brazo y la sujeté. La extendí. Venía un núme- de Carlota, o tal vez sólo disparando contra cada estúpida
ro de celular escrito en ella, también su nombre. Miré a protesta que bloqueaba la avenida.

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ARTEMISA CAFÉ

Finalmente se detuvo, sólo quedaban los espasmos por IV


el desgaste de su risa. Su voz era dulce. Hablamos bastan- Fuera de este mundo
te, nunca creyó que un ridículo como yo la llamara; pero la
forma en la que me insultaba no me molestaba ...

DIANAFUE COMO una revolución para mí, un oasis en medio


del desierto, una señal de radio dentro de la Zona de Silen-
cio. Su risa, su extroversión multicolor, sus lentes obscuros
de armazón azul, como el cielo. Le encantaba acostarse en
el pasto, cantar canciones infantiles, dar vueltas hasta ma-
rearse, hablar con los animales, trepar a los árboles, le gus-
taban los Icees de cereza, siempre tenía los labios y lengua
rojos por ello.
Diana era como regresar a las portadas de 1966: colori-
do, gafas enormes, piernas flacas, flores silvestres dibujadas
en su brazo, vestidos cortos y peinados de raya a lado. Vani-
dosa como Gray y cínica como Wotton, envolvente como el
terciopelo subterráneo, estólida como la noche estrellada,
fría como princesa de un cuento de hadas y lunática como
el Apolo Once.
Conocer a Diana me devolvió la vida. "Ser siempre jo-
ven", Diana decía todo el tiempo. Desde ese momento
fuimos el uno para el otro, un complemento perfecto: ella
lo tenía todo y yo nada ...

-¿Qué opinas de Artemisa?


-Está muy bien, digo, ya era tiempo que alguien .
pues que se enfrentara a nuestros gobernantes corruptos .
ya era justo.
-¿Te identificas con el movimiento, entonces?
-Sí, sí, claro. No mames, güey, hay un chingo de po-
bres en el país, y muy pocos quieren quedarse con todo el
dinero. Que no mamen, güey.

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeirner

-¿Justificas las decenas de muertos en la ciudad? Qué horrible día. Cuando te asomas por la ventana y sólo
-No, güey, o sea, es que se trata de que te hagan caso, piensas en quedarte en cama por el resto de la semana,
cuando haces ... pues, por ejemplo, un movimiento pacífico, viendo películas de terror que no asustan o leyendo el libro
nadie te voltea a ver; puedes desnudarte en medio de Re- menos vendido de la librería, ése del que te enorgulleces de
forma y lo único que consigues es que te saquen a patadas hablar porque nadie más lo conoce. Diana podría contarme
en diez minutos, ¿no? Y así pues está pelón ... y bueno, ese día minuto por minuto, pensamiento por pensamiento.
siempre se han librado batallas por las cosas que uno quiere. Caminaba de la mano con su mamá, iba rumbo a la es-
O sea, mira a Cuba, se fueron a la guerra y ganaron, ahora cuela y el cielo se desplomaba sobre la tierra. La lluvia sua-
mira ... la gente en Cuba es feliz. vizó el pavimento y se tragó a Diana cuando tenía once
-¿Has estado en Cuba? años. En el drenaje pluvial, un marginado la rescató de mo-
-Sí, una vez fui de vacaciones y, güey, o sea, nunca rir ahogada. El tipo sucio que todos evitaban ver, que cau-
había visto a gente tan feliz en mi vida. saba repulsión, que nadie trataba de comprender.
-¿Te gustaría un régimen como el de Cuba en México? El vagabundo la llevó a su madriguera, la limpió, la
-Sí, sí, definitivamente. O sea, México ... México es el secó, la alimentó. La violó doscientas diecinueve veces.
país más desigual del mundo, ¿no? Una forma, pues sería La mantenía dentro de un estrecho pozo bajo tierra, respi-
el comunismo, así como es en Cuba, para que todos tenga- rando un aire contaminado que llegaba por pedazos a través
mos los mismos privilegios. Porque, por ejemplo, una vez de un sucio tubo de PVC. Dime veinte millones de razones
fui con mi novio a Oaxaca, y la gente ahí es muy pobre, o para no fusilarte, para no degollarte, para no desollarte.
sea ... me refiero a que no es justo que haya gente ... como Todas esas primeras noches que no pudo dormir, trata-
por ejemplo en Lomas, ¿no? Ahí la gente vive en un lujo ba de espantar a las ratas con sonidos fuertes, nunca creyó
muy... grande ¿no? Y me ha tocado conocer a indios tam- que fueran tan grandes, podrían comerse a un gato. A veces
bién en Quintana Roo, que viven muy pobres, y no es jus- lo lograba, se lastimaba la mano, pero las ratas se acostum-
to, y esa gente no tiene nada qué comer y vas a Cancún y... braron a ella. Odiaría que se comieran sus zapatos. Intentó
pues te cobran en dólares, y, güey, es una mamada. entablar todos los acuerdos posibles: compartiremos la co-
-¿No has tenido problemas por usar accesorios de Ar- mida, compartiremos el espacio, prometo dormir siempre
temisa, como la playera que vistes, por ejemplo? sentada para que no beses mis labios. Sólo no te comas mis
-Bueno, siempre existe gente cerrada ... que dice puras zapatos.
estupideces, como un tipo que ... por ejemplo, hace unos Con la mugre en sus uñas trazaba elaborados planes en
meses estaba en Starbucks con unos amigos, y un fascis- las paredes sucias de su pozo. Por donde pasaba su dedo,
ta me decía que los Leopardos eran terroristas, que Arte- ella lo recordaba perfectamente. Puedo convertirme en la
misa asesina y cosas así, ¿no? Pero ... pues lo mejor es igno- reina de las alcantarillas, fantaseaba en cada trazo, y que
rar a gente así... Es lo que yo hago, ese día sólo le subí a mi todas las ratas me obedezcan. Sociedades estructuradas y
iPhone y ya, dejé ... dejé de escucharlo ... mejor. ordenadas de peste a mis servicios. Y se lo comerían. Qué
-Bueno, mil gracias por tu tiempo. horrible muerte. Sentir sus dientes masticando tu cuerpo.
-Sí, a ti. Bye... Verlo sufrir, yo reiría demasiado.

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

Sonrió satisfecha, el croquis estaba terminado. Era todo "Sé que no era una mala persona", me contaba, "pero
el pozo un ensamblaje perfecto de piezas incompletas, de hacía feliz a mi madre, yo no quería eso. Sólo quería que
pasos contados al revés, de suposiciones pensadas una y fuera justo".
otra vez. ¿Cada cuánto regresan las ratas? Si cortas su oreja Diana casi no veía a su madre. Habían pasado cerca de
con los dientes y ella regresa, puedo contar los días que tar- tres días desde la última vez que se habían visto, donde
dó en volver. Ellas saben nadar muy bien. Tienes que restar muy apenas y se saludaron con una mirada escondida por
algunas horas si llegan con el pelo húmedo. Hoy hubo un una taza de café y la revista de los corazones rotos. Diana
gran banquete. Me puse en cuclillas y la miré de frente. todavía no cumplía los dieciocho años cuando entró a la ha-
Hoy no tengo hambre, todo el plato, todo es tuyo. Haz lo bitación de su madre. Ésta yacía con los brazos abiertos so-
que quieras, compártelo o muérete de indigestión. Sólo tra- bre la cama y una bolsa de plástico alrededor de su cabeza.
to de compensarte por tu oreja. No sé si estamos a mano, tal Había una mosca adentro, entró por la boca y salió por
vez algún día lo corrija. La verdad, te digo la verdad, no creo la nariz. Ni siquiera sabía si eso era posible. Fueron como
que vuelva a verte ... cinco minutos en los que ella se quedó parada debajo del
Siete meses después Diana regresó a casa. Su familia la marco, viendo su postura: brazos extendidos parecerían no
daba por muerta. Diana no comentó lo que pasó. Esa noche decir suicidio. Diana ni siquiera se lo cuestionó, no le im-
se cortó el cabello frente al espejo de su cuarto. A través del portó, ella estaba muerta y nada más. Sólo cerró la puerta y
espejo se miraba. Pero en el espejo parecía no haber nadie. se fue de casa ...
Cuando sus padres se separaron, su madre se juntó con
un judicial. Tenía dieciséis años cuando Diana encontró un
revólver en uno de los cajones de la alacena. Lo sujetó, lo Finalmente llegaron los bomberos, se escuchan las sirenas
revisó, le dio vueltas al carrusel. Apuntaba hacia las fotos en todo el poniente de la ciudad. El piso treinta y cinco
de la familia en la sala. El judicial la encontró con el arma está ya en llamas y Diana sigue perdida en la euforia de su
en las manos, se la arrebató y la abofeteó con el revés de su heroína. Me pregunto si son estos momentos los que su-
mano. Ella nunca le dirigió la palabra de nuevo. planta por sus sueños, pero sus sueños son pesadillas. Está
"Ese día me senté recargada en la puerta", me decía, tirada en el suelo en uno de los hoteles más lujosos de Po-
"mi mejilla todavía estaba roja. Escuché sus pasos varias lanco. Mira el techo distraída, pero los candelabros no re-
veces. De todas formas nunca pensé en abrirle". presentan las constelaciones que tanto le gustan. He sopor-
Una tarde miraba por la ventana de su cuarto, usaba tado esto todos los días, dosis tras dosis, comprando jeringas
unos lentes de armazón azul. El judicial llegaba a casa y la con mis manos temblorosas. Suspiro, a estas alturas puedo
vio desde la calle. Se escuchó un rechinido de llantas y olvidarme de respirar y ni siquiera así me asfixiaría ...
el sonido silencioso de catorce balas, el judicial quedó casi
desecho sobre la entrada. Diana sólo levantó sus lentes de
armazón. En todo ese tiempo, Diana no lo perdió de vista. La única vez que Diana se enojó estando conmigo fue
La sangre se desbordó de la banqueta. Se imaginó en un cuando creyó haber perdido su cuchara de plata. Una per-
barco de papel navegando a través del Mar Rojo. sona que conoció en Monterrey le dijo que la heroína se

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

cocina mejor en cucharas de plata. Ese día usó una lata; direcciones. Estaba pensando en varias opciones cuando al-
pero estaba enojada. Decía que con una lata se perdía el guien tapó mis ojos con sus manos. Ni siquiera tuve que
glamour de ser adicta. preguntar para saber que se trataba de Diana.
Ese día, que las flores estaban muertas, me dijo que Sin darme cuenta me dormí; estábamos en la cima del
cuando las jacarandas anunciaran la primavera, las buganvi- Cerro de la Estrella. Fue como media hora, tal vez veinte
lias pintarían el cielo de violeta. Con mis manos en las bol- minutos. Desperté en sus piernas, miré sus ojos obscure-
sas me paré en medio del pasillo incrustado entre las rocas cidos por el intencional insomnio. Se había quitado sus
de Ciudad Universitaria. Diana tocó con sus dedos una de lentes de armazón azul, me sonrió apenas perceptiblemen-
las enredaderas, volteó a verme. "¿Eres tan estúpido para te, acarició mi mejilla. Me pregunté si alguna vez había
vivir siempre en la realidad?", me dijo. llorado, si su corazón latía, si su sangre era cálida o si sim-
Antes de poder responder, los botones comenzaron a plemente algo le importaba.
florecer cubriendo por completo al pequeño cerro. El esca- Fueron muchas las cosas que prometí a Diana, como
so cielo azul, entre rayos de sol que se filtraban por la pros- casarnos en la gran Catedral Metropolitana, ella con un
titución de las flores con el viento. Me sentí tan vulnerable, corto vestido blanco y yo con el uniforme militar del ge-
incapaz de calentar al insecto más pequeño. Había que neral Zaragoza; que todo México nos aventaría pétalos y
reinventar a una ciudad que se estaba extinguiendo; ella arroz en una pletórica Plaza de la Constitución; que vivi-
fue perfecta para eso. ríamos en el Castillo de Chapultepec; que legalizaríamos
Diana dijo esa vez que fue su cena más romántica: no las drogas; que descubriríamos Europa; que conquistaría-
había estrellas, el puente no dejaba verlas, el platillo no era mos España; que recuperaríamos los viejos estados del
gourmet, las velas eran focos que colgaban ilegalmente, los Norte, que adoraríamos a nuestros antiguos dioses ... Pero,
manteles eran de papel debajo de cada orden, la música desde el primer momento que cruzamos las miradas, ella
provenía de una vieja radio, el mesero era un tipo sucio con supo que jamás las cumpliría ...
delantal que afilaba su cuchillo. Pero ella era todo lo nece-
sario para hacer de una noche cualquiera algo especial.
En su melancolía, el silencio de Diana era brutal. Trata-
ba de no dormir y a veces dejarla sola; buscaba entretener-
me con lo que fuera.
Una noche se pasó dando vueltas por horas en la Fiesta
de las Tazas; yo combatí contra el hijo de Kriptón, di un
paseo por Ciudad Gótica y convertí a Medusa en piedra no
mirando hacia abajo. En realidad sólo recordaba mi adoles-
cencia, cuando creía que la felicidad se comparaba con dar
vueltas hasta vomitar.
Regresé a la Fiesta de las Tazas, pero Diana ya no estaba
en ellas. Preocupado, me quedé parado buscando en todas

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V
Esto es Juárez, amigo

N1 SIQUIERA RECUERDO el nombre de la pizzería. Eran tres


palabras que parecían un trabalenguas. Era Ciudad Juárez.
Éramos cuatros los agentes federales que nos detuvimos a
comer ahí. Íbamos de civiles. Había más de cuarenta gra-
dos de temperatura.
El agente Guzmán hizo un desastre de la mesa. Nunca
pude explicarme las manchas de pizza en lugares donde
era físicamente imposible, como un pedazo de pepperoni
en su frente. Los agentes Lara y García se doblaban de
la risa.
Estábamos satisfechos, abrí la puerta para que todos sa-
lieran del lugar. Entonces volteé a la mesa, una chica que
trabajaba en la pizzería no sabía por dónde comenzar cuan-
do vio el desastre.
Cruzamos miradas, nunca había visto unos ojos tan lin-
dos en toda mi vida.
Me sentí tan mal que decidí regresar y dejarle propina.
Tal vez sólo quería ver sus ojos de cerca. Buscaba dinero en
mi bolsillo cuando el sonido de AKs 47 me hizo tirar al sue-
lo. Algunos cristales se rompieron, los gritos se escucharon.
Ella también lo hizo, pecho tierra cubriéndose la cabeza con
sus manos. Yotrataba de encontrar mi reflejo en cada cristal
que yacía en el piso. El rechinido de llantas se escuchó, to-
dos respiraron de nuevo, algunos comenzaron a levantarse.
Ella alzó la mirada y sus ojos se cruzaron con los míos.
Tenía que reaccionar, salí. Mis tres compañeros estaban
muertos en el asfalto del estacionamiento. La sangre, los
casquillos, el calor. Parecían jitomates aplastados con sal-

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimcr

monelosis. Guzmán se había manchado de pizza la espalda también andan rifándose en la vida, y... pos' como que de-
también. berían matar a los que tienen la culpa, sí, eso... pos' eso sí
La gente salíaasustada, otros morbosos se acercaban, yo está mal, eso de matar a la raza como que no.
me quedé parado mientras los miraba. Volteé hacia el inte- -¿Denunciarías a Artemisa de saber en dónde está?
rior de la pizzería y crucé la mirada con la chica de los ojos -Estaría chido, el Tirantes ofrece como diez melones
azules. Ella estaba al otro lado de la puerta de cristal, soste- por ella, ¿no?
niendo al mundo sobre sus hombros. No entendí su mira- -¿Lo harías sólo por el dinero?
da, su gesto, no la volví a ver, ni siquiera en la pizzería, a la -Pos' es que, carnal, la neta está cabrón, y una feria no
que volví tres veces tratando de encontrarla... le cae mal a nadie. Y es que esta chava... como que le vale
queso... Si luchara por nosotros, los amolados, chansón y
uno la alivianaba, pos' estaría bien, pero... pos' como que
-¿Qué piensas de Artemisa? anda en otro rollo.
-No ... pos' cada quien su rollo, carnal. -Aquí está bien.
-¿Estás de acuerdo con este movimiento? -¿Aquí mero?
-Pues mira, carnal, la verdad no sé muy bien... pues -Sí, sí, ¿cuánto te debo?
más que nada de qué se trata el pedo, pues como chambeo -Son ciento veinte, carnaval.
todo el día, no tengo tiempo de ver las noticias y... no me -¿Ciento veinte? El taxímetro dice sesenta.
entero ... pues así bien de cómo están las cosas. -¡Oh, carnal! ¿No ve como está la situación?, si todo
-¿No han bajado tus pasajeros por la situación actual sube pos tenemos que subir las tarifas, y pos' también el
de la ciudad? riesgo que uno se toma pa' salir a chambear...
-Al contrario, carnal, como suspendieron el metro y las -Nada más traigo cien.
peceras, pues la raza que se mueve tiene que hacerlo en -Échelos, valedor...
taxi, y... pues como ando en un bocho, la raza sabe que co-
bro menos, y así, pues por ese lado sí me ha ido bien...
sobre todo acá en el sur hay mucha raza que busca taxis. Dos meses después, el agente Aura me preguntaba si Mon-
-¿Tienes hijos? tes Urales era la misma calle que Avenida Jilotepec. Le
-Simón, dos chavos. respondí que de Juárez sólo conocía tres cosas: que la ciu-
-¿Qué piensas de los días que están perdiendo en la dad no necesitaba un transporte semimasivo, que el Cami-
escuela? no Real no servía para nada y que la figura luminosa en el
-¡N' hombre! Esos cabrones están rete contentos, pin- Cerro Bola no era Homero Simpson, sino Benito Juárez. Lo
ches mocosos, na' más andan viendo qué travesura hacer. constató con un payaso vestido de edil que hacía pésimos
-¿Estás de acuerdo con los muertos que ha arrojado malabares en el crucero. Retracé el respaldo de mi asiento
este movimiento? mientras comentaba al agente Aura lo extraño que era que
-No, pues no. No se debe matar a gente así como así... un payaso portara un Nextel en su cinturón. Sólo alzó lo
más que nada... pues que la raza no tiene la culpa, pues hombros.

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

Mientras miraba los faroles que iluminaban la calle, el Después de todo otra persona había sido ejecutada en
sueño comenzó a ganarme. Cerré los ojos un instante, sólo Ciudad Juárez.
fue un instante ... En el hospital contenía la respiración cada que la puerta
Un fuerte sonido me despertó, me encontraba de cabe- se abría. Olía la comida que me daban para revisar si estaba
za. Tenía esquirlas en mi pierna derecha y al agente Aura le envenenada, exigía botellas purificadas selladas. Discutí
faltaba un pedazo de su cráneo. El automóvil estaba destro- fuertemente con el capitán por no dejarme tener una pisto-
zado en el desnivel con Avenida Tecnológico. Una camio- la en la habitación. Acordé con las enfermeras una clave
neta se nos emparejó y disparó haciendo que el agente Aura secreta para tocar la puerta. Atrancaba la cama contra la en-
perdiera el control. Nuestro automóvil se impactó contra el trada por las noches. Escuchaba con un vaso las conversa-
de ellos. ciones por las paredes.
Los pequeños cristales rompieron mi piel. Dolor, eso Estábamos a treinta y seis grados centígrados cuando
era dolor. Me arrastré afuera, salí de entre los hierros retor- esperaba en el Aeropuerto de Ciudad Juárez regresar al
cidos de la unidad; trataba de asegurarme que seguía con Distrito Federal. Pedí whisky en las rocas, conversaba con
vida, de asimilarme mejor. el barman. El tipo estaba indignado por la violencia en
Apenas me liberaba del auto cuando me encontré fren- Ciudad Juárez ese año.
te a frente con uno de los sicarios. También se sorprendió -A mí no me importa que les vendan droga a los ga-
de verme. Estaba más lastimado que yo, éramos los únicos bachos -me decía-, por mí se pueden meter la droga por
sobrevivientes. Era un bastardo que no pasaba de los quin- el culo si quieren. Lo que me encabrona es que estos güe-
ce años. yes crean que la ciudad les pertenece, que se sientan caga-
A esa edad no existe forma de que elijas una vida, simple- dos por Dios.
mente vives la que tienes en las manos. Ahora me pregunta- -Como si Dios cagara esas cosas --comenté en voz
ba si un chico así tenía la culpa de intentar matarme. ¿Hasta baja antes de sorber un trago.
dónde era culpa mía? Pero es que verlo desarmado, más he- -Y para colmo --continuaba el barman-, la policía
rido que yo, me hizo tratar de entender una situación que no trabaja para ellos, los escoltan y les limpian el camino. Y
tenía explicación. uno que quiere trabajar honradamente, ¿hacia dónde se
Sólo tomé mi escuadra nueve milímetros y le metí tres hace? La gente ya no sale a la calle, mi esposa vive encerra-
balazos al pendejo: el primero impactó en su mejilla, su da, ya ni siquiera lleva a mi hija a la escuela desde que
frente azotó contra el asfalto; el segundo le voló la tapa de amenazaron con hacerle daño a los niños si no pagábamos
los sesos; el tercero fue en su hombro, prácticamente inne- cuota; pero en las noticias de la capital no hablan de eso,
cesano. pues qué chingados les va importar.
Me arrastré hasta sentarme contra el borde, prendí un -¿Me sirves otro, por favor?
cigarro, no me importaba la gasolina en el piso. En poco -Aquí tiene, señor -continuaba el barman-... En
tiempo llegaron los municipales a poner sus cintas ama- eso han convertido nuestras ciudades, dentro de poco ya
rillas. Reían, hablaban de su vida como si estuvieran to- no quedará nadie aquí en Juaritos. La gente ve todo eso;
mando el té: sus putas, sus pedas, sus bonos, sus huelgas. ¿pero qué dices? Si dices algo te cochan. ¿De qué nos sirve

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeirner

denunciarlos si es la misma policía quien te pone dedo? Ya 1iiuna parece reaccionar; pero sólo fue un reflejo en su mano
han cerrado la mitad de los negocios por extorsiones y ame- izquierda. Recuerdo la primera vez que toqué sus manos, su
nazas, y luego te reclaman por no querer cooperar con las piel era tan suave, como nieve fina, como algodón de azúcar.
autoridades. Me gustaría pensar que esto no es su culpa, pero pensar con
Miraba cautelosamente a todas las personas del restau- diez días sin dormir es complicado.
ran bar. Para mí todos eran sospechosos, propensos a cargar Me recargo contra la ventana mientras el piso cuarenta
un arma y tratar de vaciármela. Regresé mi mirada a la barra comienza a incendiarse. Las sirenas ya se escuchan en todo
y mi vaso ya estaba vacío. Rasqué mi cabeza. El barman no Polanco. El teléfono suena en la habitación, lo levanto, es
dejaba de hablar. la administración del hotel. Me avisan que cerrarán sus
-Y a huevo, qué chingaos van a hacer diez horas jalando puertas por la posibilidad de un atentado, que pierda cui-
de maqui/ocas. Pos' mejor vendo droga y me la paso chingón, dado, que el hotel cuenta con seguridad privada para pro-
no valen madre. Digo, si los pinches policías no quieren pro- teger nuestra estancia. Me señala un mapa en el cajón del
tegernos, que nos den las armas y nosotros lo hacemos. Es buró donde redacta la forma rápida y segura de ~alir del ho-
más -bajó la voz y se acercó-, hay que organizarnos así tel en caso de una contingencia. "Cualquier pregunta no
como en un comando ciudadano. Uno que sea por Juárez. dude en llamarnos", me dice después de disculparse trece
Con que matemos a un delincuente por día y ya verá si no. veces por las incomodidades producidas. Yo no pronuncio
Hasta podríamos hacer una página de internet pa' que la palabra alguna, sólo dejo caer el teléfono mientras escucho
raza suba sus denuncias, ¿o usted como la ve? su voz aguda por la bocina.
Lo miré, le extendí mi vaso para que me sirviera más Prendo la televisión y en las noticias ya están hablando
whisky. del incendio en la torre. Hablan de un posible atentado de
-Lo siento, señor, ya no puedo servirle más bebidas los Leopardos. ¿Qué demonios nos pasó? ¿De qué se trata
antes de abordar su avión. todo esto? Ocultaron tanta mierda debajo de la alfombra
"Imbécil", pensé. Me di la media vuelta sobre el asien- que ya no se puede ni caminar. Me levanto y veo esas bo-
to, ya no tenía por qué seguir aguantándolo. tellitas de licor en el mueble de televisión: tequila, ron,
En la Terminal 11 del aeropuerto de la Ciudad de Méxi- brandy, aviento las botellas al piso. Whisky finalmente ...
co, las personas se emocionan cuando ven llegar a sus fami-
liares, incluso con regalos. Ese día entendí que me sentía
vacío. Tenía veintiocho años y sentía que nada había suce- Cuando regresé me recibieron como héroe, con una de
dido, que todo eso por lo que me había esforzado no me esas medallas que manchan la camisa si no la quitas a tiem-
recompensaba en nada. La gente pasaba con sus maletas, po. Fue mi justa recompensa por salvar la vida dos veces,
hablando en idiomas que jamás había escuchado. Yo tan era la estrella del Departamento de Inteligencia y el con-
estático como nunca había estado ... sentido de Anchondo.
Decidí que para recuperarme no había mejor lugar que
la casa de mis padres: mi antiguo cuarto y mis antiguos dis-
cos. Caminaba por el barrio donde había crecido. Todo

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

aquello que era inmenso se había vuelto pequeño. La se- Una vez lo acompañé a tomar pulque, siempre me criti-
ñora que atendía la tienda de la esquina no había cambiado caba por tomarlo con avena. "No seas maricón", me decía,
en nada, aun seguía con su proselitismo a favor del PRI e "el pulque se toma natural o no se toma". Se enojaba más
interesada en la vida de todos menos en la suya, que si cuando le echaba canela, casi me desconocía con sus ami-
Lupita se escapó con el novio o si Manuel embarazó a su gos; eso en lugar de enojarme me hacía reír.
pnma. En verdad fue deprimente ver a señoras de cincuenta
Cuando éramos niños no hacíamos otra cosa que jugar años que no podían ni sostenerse en pie tratando de sacar-
futbol en la calle; mochilas como porterías y una botella me a bailar, las mesas desiguales, las cubetas sucias, las pa-
vacía como balón. Por supuesto, todos soñábamos con lle- redes desgastadas. Era como una cueva dónde sólo allí po-
gar al Real Madrid. El sueño duraba hasta que nuestras dían sentirse bien con una vida que se les estaba escurriendo
madres nos gritaban por las ventanas: de las manos. Yo simplemente me quedé en silencio; be-
"¡Juventino, a bañarse!" biendo de manera discreta acompañaba sus hilarantes risas
"[Daniel, ya es muy tarde!" con una mueca disfrazada de sonrisa.
"[Federico, ya métete a hacer la tarea!" Sin darme cuenta comencé a beber más. Compraba las
En aquellos tiempos la colonia brillaba. Las casas bien botellas de whisky y cada vez me duraban menos. Encerra-
pintadas, los árboles cuidados, los parques bien podados. do en mi cuarto, apenas y escuchaba la voz de mamá lla-
Pero después del efecto tequila todo se fue al diablo: el gra- mando del otro lado de la puerta cuando la comida estaba
fiti tapizó las paredes, los columpios se oxidaron, la tierra se lista, pero sólo estiraba mi brazo para buscar un cigarro en-
desbordó a las calles. tre las cosas del buró.
La emotividad de abrazar a mi madre nunca se extin- Me sentaba en medio de la habitación a revisar todas
guió, pero se convirtió en algo nostálgico sentir sus manos las libretas que había utilizado desde la secundaria. Entre
cansadas por todos esos años estancados en lo opaco de sus notas de español y operaciones matemáticas, encontraba
ojos, en su cabello canoso, la pasividad de sus movimien- dibujos que ya había olvidado. El de Rosa, la chica que
tos, los viejos aparatos y las fotografías de revelado. me gustaba en la facultad. Pasaron más de cuatro años y
Desde que mis hermanas se casaron con misioneros ex- nunca pude decirle nada. Siempre llevaba su catálogo
tranjeros de su Iglesia, se fueron a Estados Unidos y no de Avón. Cada mes le compraba un lápiz labial de color
volvieron. En cada abrazo mi madre me agradecía que si- diferente. Le argumentaba que eran para mi madre, pero
guiera cerca. Construyó una enorme casa para todos sus en realidad era la única excusa que tenía para platicar
hijos y nietos, pero estaba sola, ella y el viejo en una casa con ella.
que los mataba lentamente con su obscuridad y silencio. Pasado el tiempo me la encontré en el Metro, estaba
Mi padre, sin dejar de ver la televisión, me exigía a cada embarazada y con un hijo de dos años a su lado. Su belle-
momento una esposa e hijos. Le preocupaba que fueran za se había ido para siempre. Parecía que no le iba nada
a matarme y no quedara nadie a quién heredarle su playera bien, se debió haber enamorado de un imbécil que no tenía
del América firmada por todos los jugadores de la época ni para llevarla a las playas artificiales de chapopote. Lo
dorada de los ochentas. único que pude pensar fue en lo tonto que es el amor.

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

Ni siquiera me tomé la molestia de saludarla. Me bajé en Argumentando mi poca seriedad en la investigación,


la siguiente estación. me relevaron a casos menores. La relevancia de los casos es
Arranqué la hoja del cuaderno y me comí el dibujo a completamente correlaciona! al poder adquisitivo de la víc-
pedazos. Me dejé caer sobre el piso mientras seguía masti- tima. En todos terminé incriminando a gente inocente.
cando. Miré debajo de la cama y recordé el miedo que te- Dejé de ver aquellas cosas que te resuelven la vida, sim-
nía de niño: cerraba los ojos y no los abría hasta la mañana, plemente señalaba a la primera persona sospechosa que
a veces no dormía. Seguí respirando, parecía que mi cuarto encontraba y le rompía los dedos para que confesara. De-
se había encogido. mandas, contrademandas ...
Un día simplemente tomé una cubeta y tiré todas las
libretas. Las rocié con algo de whisky y arrojé un cerillo
adentro. Me quedé hipnotizado con el fuego. Mi madre El cigarro que di a Diana se consumió y no me había per-
preguntó desde la ventana de la cocina: catado. El edredón de la cama se estropeó. Diana movió su
-¿Qué haces, corazón? brazo, como si sujetara a alguien. Me recuesto a un lado de
-Nada, madre ... nada. ella y la tomo de la mano, pego mi cabeza a la suya, pero al
-¿No estarás quemando otro gato, verdad? parecer, las mismas cosas ya no lucen tan interesantes. Aca-
-Madre -volteé a verla- ... ya no tengo diez años. ricio en su brazo las heridas de las agujas y deseo como
En Nochebuena mi madre invitaba a todas las herma- nunca poder sanarla con sólo tocarla.
nas de su Iglesia que no tuvieran dónde pasar Navidad. Puedo experimentar en cada alebrije las mil y una for-
Hacía comida como si fuera a alimentar a todo el Frente mas de curarla, pero con ella todo es inútil, y se duerme, y
Popular Francisco Villa. Durante la larga oración, mi padre ellos vuelven: Camaleón Cósmico, Cocodrilo de la Maña-
era incapaz de bajarle siquiera el volumen al televisor. Yo na, Vigilante de las Montañas, Editor de Sueños, Fundador
sólo cerraba los ojos, pensaba en cualquier tontería. Enton- del Caos. Me enfurezco siempre y los fulmino a todos
ces la escuché pidiendo a Dios por los políticos secuestra- como un jodido androide de Notre Dame, entre sus hue-
dos. Abrí los ojos, la miré, sólo pude pensar que el Reino sos. Pero nada vuelve a la normalidad. Desde hace mucho
de los Cielos tenía que ser de mi madre. tiempo que lo normal me ha convertido en esto.
A.mediados de enero tuve que regresar al Departamento Siempre digo a mis hermanas que Dios no es más que
de Inteligencia de la Policía Federal. Los casos se fueron un niño psicópata jugando con animales torturados, como
amontonando en mi escritorio. En plena expectación por las cuando tomas el martillo y le rompes la cabeza a la rata del
investigaciones de los personajes públicos que estaban sien- laboratorio o simplemente subes los voltios de la jaula has-
do secuestrados y asesinados, comencé a seguir líneas y fui ta que apeste a pollo frito ...
dando con personas que cada vez me acercaban más a los
Leopardos. Encarcelamos a varios funcionarios públicos, pero
de los Leopardos nadie decía saber nada. Fue tan desespe-
rante terminar en algún cementerio de la ciudad siguiéndole
la pista a un muerto. Fui el hazmerreír de la oficina.

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VI
Somos los que nunca duermen

ENTREFINALES DENOVIEMBRE y principios de diciembre de


2008 fueron secuestrados los dirigentes nacionales de los
principales partidos políticos. En plena expectación por el
rescate, el año terminó sin noticia alguna sobre los secues-
tradores.
Un sombrío video fue subido a internet el 6 de enero de
2009 por un usuario que se hizo llamar Artemisa1620 con el
título El infierno de Artemisa. En el video, una chica con boi-
na y vestimenta paramilitar golpea y tortura hasta la muerte
a personas que aparecen atadas de pies y manos.
Antes de destrozar sus caras, enseña sus credenciales
electorales con huellas de sangre donde se perciben los
nombres de los asesinados, quienes son claramente identi-
ficados como los políticos secuestrados. El video, de nueve
minutos y siete segundos de duración, termina con la chica
acercándose a la cámara. Dice susurrando: "Bienvenidos al
infierno de Artemisa, hijos de puta".
Tres bolsas negras fueron abandonadas en las puertas de
la Iglesia de la Concepción, en la Plaza Tlaxcoaque. En
ellas se encontraron los restos descuartizados de los funcio-
narios, con una manta firmada por Artemisa donde citaba:
"Volemos al combate, a la venganza,/ y el que niegue su
pecho a la esperanza,/ hunda en el polvo su cobarde frente".
El movimiento se volvió público y declaró la guerra a la
alta corrupción del país. El brazo armado de Artemisa reci-
bió el nombre de Leopardos por parte de los medios. A lo
largo de 2009, los asesinatos contra distintas figuras siguie-
ron: jueces, secretarios, senadores, diputados, líderes sindi-

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

cales, consejeros, coordinadores, policías. Todos comenza- Desde la Operación limpieza tuve que ocultar varias co-
ron a irse de la capital. Episodio que se conoció como El sas que no podía comprobar con mi salario. Tuve que ir a
éxodo de las ratas. casa de un amigo por mi motocicleta. Quité la sucia lona
En marzo de ese mismo año, Artemisa dio su discurso cubierta de ceniza del Popocatépetl y la piel se me erizó de
más célebre en la Facultad de Ciencias Políticas de la verla. Era acordarme de días que creí que jamás volverían.
UNAM: apareció sin previo aviso, tomó el micrófono,habló y La segunda vez que vi los ojos de Diana fue cuando se
desapareció. El video grabado desde un celular se comer- levantó los lentes de armazón azul al verme sobre mi moto-
cializóen los pasillosde filosofíay en varios puntos de ven- cicleta. Ella traía una paleta en la boca, tragando dulces
tas para personas de izquierda y comunistas. En internet se como siempre.
comenzó a distribuir un ensayo escrito por Artemisa. En el Cruzamos la Ciudad de México entre sonidos de sire-
manuscrito describe las bases para un país utópico y la Teo- nas y calles vacías. Llegamos a la salida, un cerco de segu-
ría de la Raza Comonfort. ridad nos detuvo en el distribuidor vial de La Concordia;
El gobierno del Jefe Tirantes ofreció una recompensa había una fila de carros que trataban de salir y estancaban
paraaquellapersonaque dierainformaciónsobre laubicación el tráfico. Muchos, al no conseguirlo, hacían campamentos
de Artemisa, pero la imagen y causa de ésta subieron como a las orillas de la carretera. Había familias que llevaban una
espuma de cerveza. Grupos similares surgieron en distintas semana ahí varadas. El Jefe Tirantes colocó enormes car-
partes del país. Marchasen contra y a favordel movimiento pas y comedores populares.
fueron tabloides para los noticierospor variosmeses. "Es lo bueno de usar motocicleta", Diana se burlaba
Para principios de 2010, todo parecía haberse tranqui- de todos, "puedes pasar entre los carros mientras éstos te
lizado; el Éxodo de las ratas había calmado la furia de los mientan la madre".
Leopardos, pero sólo fue el ojo del huracán, porque el con- -¿Van a salir los dos?-preguntó uno de los soldados.
traataque de Artemisa sería totalmente desproporcionado... Asenté con la cabeza.
-¿Quién te golpeó, amigo? -preguntó otro soldado
mientras ponía su pie en la salpicadera frontal de mi moto-
Para Diana la vida era simple, sencilla. Las cosas en las que cicleta.
pensaba eran tan ligeras que nunca batalló para elevarse -Mi chica -respondí sin quitarle la vista a su bota en-
con ellas. Era así que a veces me preguntaba si me creía un lodada.
tonto o tal vez sólo enamorado. -¿Tu chica?
-Sí -me dijo-, si el próximo M&M es rojo, iremos a -Sí, tú sabes, me gusta sufrir un poco en el sexo -lo
la playa -estrujó la bolsa cual si fueran dados y dejó caer miré a los ojos.
una luneta en su mano-. ¡Lo sabía! -expresó emociona- -No, amigo, yo no sé nada de eso. Muéstrame una
da-. El color rojo nunca me ha fallado. identificación -bajó su pie.
Miré su blanca mano contrastando con el color rojo del -Sí, claro, ¿por qué no? -contesté con desprecio.
M&M. Lo llevó a su boca. Yotenía tanto sueño... no quería -Rascón ... ¿Taibo...? ¿Jaubert...? ¿Krauze...? -trataba
pensar en un viaje a la playa. de leer mientras sus labios se descomponían por la incapa-

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cidad- ¿Cómo se pronuncia su segundo apellido, amigo? Cuántos barrancos, cuántos acantilados, cuántas notrcias
-preguntó mientras me comparaba con la foto. sobre cerros desgajados y autobuses sin frenos. No digas
-Como se pueda, "amigo" -respondí. que no duele, Diana, tú siempre me dices que todo en esta
-Usted, señorita, quítese los lentes y muéstreme una vida duele.
identificación. Diana estaba algo ansiosa por el viaje. La verdad sólo
Diana tenía esa sonrisa de maniquí de aparador que uti- necesitaba drogarse de nuevo. Nos detuvimos en la ciudad
lizaba con gente extraña. Sacó una identificación y se la de Córdoba para rentar una habitación. Decidí esperarla
mostró, tan cordial como encantadora. afuera mientras fumaba un cigarro. Del cuarto de junto sa-
-¿Indalecia Madero González?... -leyó el soldado, la lió una prostituta tan horrible como vulgar, tras de ella un
miró- ¿Qué hace tan lejos de casa, señorita? chico con una playera del Bayern Müchen. Me vio y me
-Prácticas universitarias en cu -Diana seguía con su saludó. Esbocé una pequeña sonrisa.
sonrisa de fotografíainstantánea. Sacó una credencial de la -Eres contador, ¿cierto? -pregunté fumando mi
Facuitad de Veterinaria. cigarro.
-¿Qué? -preguntó el soldado riendo-. ¿No hay ani- -Sí, bueno, apenas estoy estudiando... -se quedó
males en Coahuila? pensativo un momento- ¿Cómo diablos sabes eso?
-Sí; pero no de tan buena calidad. -Bueno -respondí arrojandola colillade mi cigarro-,
La risa del soldado se detuvo en seco. necesitarías labios mucho más sensuales para estudiar De-
-Le pedí que se quitara los lentes -dijo más serio. recho...
-¿Qué crees que pensaría el general si se enterara de Regresé al cuarto, Diana estaba tendida en el piso, des-
cómo nos estás tratando? -dijo Diana sin perder su son- mayada. Me acosté en la cama mientras la miraba desde la
risa;el soldado volteó a ver a su general, quien cruzaba mi- orilla. En algún momento debí pensar que me acostumbra-
rada con Diana y le sonreía-. Seguramente lo respetas, ría a eso, pero seguido pienso muchas cosas...
¿no? Seguramente le tienes miedo. Cuando te deja sin
agua debajo del sol por horas, cuando te hace correr hasta
vomitar, cuando introduce agua mineral en tu nariz y mete Yme siento tan tonto esperando por ella siempre, mientras
tu cabeza en una cloaca con ratas y excremento. Dime, ¿le la veo entumida; cada que despierta se sorprende de ver-
guardas respeto? me. Soy de lo más patético. Cada que ella sale espera re-
El soldado hizo una mueca tratando que pareciera una gresar y encontrar la casa vacía. Pero ahí está Federico, con
sonrisa; revoloteó su mano en el aire para que nos dejaran la oreja pegada a la puerta tratando de escuchar la cerradu-
pasar. Suspiré de alivio. ra dando vueltas...
Citlaltépetl lucía imponente, como si rasgara el cielo
con su altura. Se necesita tener agallas para ser el cemen-
terio más alto de México. Paraliza con su sonrisa de dien- Veracruz fue tan diferente, el mar tan impresionante, era
tes blancos y eres un fantasma más a quién temerle. La como mirar el cielo de cabeza mientras me sostenía con los
innumerable cantidad de altares a la orilla de la carretera. pies en las barras del parque.

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Diana se divertía como una niña pequeña. Compré glo- -¿Qué te parece Artemisa?
bos que sujetó en su muñeca y hacía burbujas de jabón en -¡Ay ... no!, o sea, nada qué ver con esta tipa.
cada respirar. Cuando llegamos a la playa, se emocionó tan- -¿Estás en desacuerdo con el movimiento?
to que se metió con todo y ropa; tuve que entrar por ella. -O sea, we, sólo míralos, son unos proletariados muertos
Me abrazó mientras recuperaba el aire. Después rió, rió de hambre, ni siquiera saben hacer combinaciones de ropa.
mucho, casi como el día que la esperé por teléfono. Pero la -Más allá de su forma de vestir, ¿qué piensas de su
antítesis de la risa es tan inevitable como la antítesis del lucha?, ¿crees que es justa o está sustentada en algo?
día, y la noche se derrumbó sobre el Golfo de México y -Claro que no, qué oso, nosotros no tenemos la culpa
el mar se polarizó como sus sentimientos. de que estos nacos no puedan ser felices, ¿sí sabes cómo?
Diana no recordaba nada de él, sólo su olor. Cada vez O sea, que lloren con su mami y bye, que no molesten.
que lo escuchaba llegar cerraba sus ojos deseando que no -¿Qué le dirías a Artemisa si la tuvieras enfrente?
le hiciera daño, se hacía la dormida o fingía dolor de estó- -Princesa, ¡helio!O sea, todos tenemos problemas, we,
mago, pero aun así el andrajoso abría sus piernas e introdu- no te claves, sigue adelante, por Dios.
cía su maloliente pene dentro de ella. Siempre permanecía -¿Has escuchado alguno de sus discursos o leído algo
con los ojos cerrados, no lo veía a la cara, pero cuando el de ella?
viejo eyaculaba la jalaba del cabello y la abrazaba contra su -No, no, qué oso, claro que no.
pecho. Su desagradable olor a peste bubónica era lo único -¿Tienes amigos que la apoyen?
que recordaba. -Ay sí, pero son como que ... o sea, los chicos así, equis
Estábamos sobre un rompeolas. De repente comenzó a de la escuela, ¿sí sabes cómo? Y... o sea, sí son así como
vomitar, vomitaba sangre, no había comido nada en todo el amigos; pero no de mis mejores amigos y... nada más ésos sí
día, tampoco el día anterior, ni siquiera recordaba la última llegan con sus cosas de Artemisa y así, pero igual, equis,
vez que la había visto comer algo, sólo tragaba M&M's nada qué ver conmigo.
todo el maldito día. -Gracias por tu tiempo, linda.
Quise acercarme pero se adentró al mar. Diana flotaba -Okay, chiao...
con sus ojos rojos en las estrellas. Sus lentes de armazón
navegaban a unos centímetros de sus pálidos dedos, sus
brazos abiertos, tarareando melodías como canciones de Se supone que soy hombre, y como todo hombre quería
cuna. El mar pletórico. Las olas amuralladas, el glamour hacerle el amor como ningún hombre se lo había hecho:
de la espuma de mar, peces fluorescentes volaban el aire y besarla y compartir mi cigarro. Acomodaría su fleco detrás
gaviotas transparentes nadaban el océano, coronada de de su oreja y enredaría mis dedos en su cabello. Por eso la
húmedos recuerdos, auroras de algas marinas y el sangui- besaba, su oreja, su cuello, no sentía que le importara. Su
nario espectáculo de los opiáceos. blusa, su piel era tan suave, su cabello tan delgado. Quería
Yo podría dejar toda mi vida por Diana. Porque yo era ser el mejor, quería hacerla gemir, hacerla gritar, hacerla
como una roca entre las rocas esperando por ella ... llorar, hacerla arañar mi espalda, hacerla golpear mi pecho,
hacerla pedir clemencia por todos mis pensamientos.

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ARTEMISA
CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

Penetrar a una vaca muerta sería más excitante de lo -¿Estás jodido, verdad? -me dijo en voz baja.
que fue hacerle el amor a Diana. Ni siquiera pude termi- -He tenido días peores -comenté restándole im-
nar, simplemente me hice a un lado para abrazarla y pensar portancia.
que la vida sin sexo a su lado no estaría del todo mal... -¿Sabes, Federico?, la gente siempre se queja del do-
Pero no por mucho tiempo. Ella jugaba con el cuchillo lor. Para muchos la felicidad es equivalente a la ausencia
deportista, pero le pareció pequeño. Sujetó el pescador y de dolor. La verdad es, tonto Federico, que no hay nada
voló la palanca. Entonces me tenía atado en el asiento. más estúpido. ¿Sientes cómo te aniquilo? ¿Cómo nado en
Cuando me llevaba a cortarme el cabello, mi madre siem- tu sangre? Porque el dolor lo justifica todo. Y sin dolor,
pre me sostenía de la mano. nunca sabes cuándo parar. Y si esto no duele, no significa
-Dime -dijo Diana-, ¿por dónde quieres que co- que estés feliz, sino que estás completamente jodido.
mience? -Desensibilización sistemática -trataba de darle la
Pasaba el cuchillo por el cuero afilador. Negué con la última lección de mi vida-; la exposición constante a un
cabeza, obvio. mismo estímulo provoca que el cuerpo deje de percibirlo,
=-Tienes que decidirte- sentenció con un ¡oh! de la definitivamente ésa es una forma de felicidad, Diana.
audiencia. Miró en sus brazos todos esos años de arponazos; la
-Te doy mi brazo -murmuré con resignación. euforia, elevarse y tocar las nubes dejó de ser impresionan-
Aplausos. te. Fue un fastidio, se molestó. Comenzó a destazarme con
-Te dije que algún día te arrancaría el brazo -susurró más violencia. El estudio era verde y yo lo había vuelto
en mi oído para que nadie la escuchara. rojo. Su sonrisa era blanca y yo la convertí en roja.No espe-
Fue como un pinchazo, en realidad no dolió demasiado. res que me ría de esto. Simplemente no puedo correr. Dia-
Me dolía más el estómago. La sangre salpicó en parte al na, empapada, se dio la media vuelta con su sonrisa de pre-
público. Las señoras elegantes reían discretamente. sentadora de televisión, fingida, por supuesto:
-¡Él nunca muere! -Diana gritó levantando mi brazo '
. , -espeto , Diana.
-1El.... .
cercenado. -jNUNCA MUERE!Remató al unísono la aristocrática
Aplausos. multitud de gente estúpida.
Eligió un cuchillo, el de quesos. Esta vez no preguntó. No la perdía de vista, mi cabeza era todo lo que quedaba
Sólo cortó el aire, como si fuera una cuchara de helado, mis sobre esa silla giratoria.Qué diarrea tan sentimental ésta.
vísceras estaban en su mano. Era una de esas pequeñas y Abrí los ojos,otra vez el monstruo en el techo, se aventó
potentes licuadorasdonde preparó un batido en tres segun- contra mí y sujetó mis brazos y piernas. No sé cómo. Trata-
dos con mis intestinos. No era tonta, ella no comía.La gente ba de arrancarme la cabeza, enterraba sus dedos en mi cue-
sorprendida embutía sus dedos en todo lo que fuera gratis. llo, quería comerse mi cabeza. Mi dedo meñique se movió.
Y Diana gritó: El aire regresó. Me enderecé en la azulada obscuridad de
-¡Él nunca muere! la habitación.
Aplausos. Desesperado busqué a Diana en el vacío de la cama. Se
Se acercó con el cuchillo para pan. encontraba de espalda viendo la televisión, cambiaba los

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ARTEMISA CAFÉ

canales constantemente, pero en todos estaban los info- VII


merciales de la noche: un tipo que vendía treinta y dos cu- El monstruo de la señora Lammermoor
chillos de cocina por un precio inigualable, otros promocio-
naban pequeñas licuadoras con gran potencia, una plancha
portátil, una súper aspiradora y todos esos idiotas que se
sorprenden por cada función.
Diana no durmió, había cocaína mal cortada en un pe-
dazo de papel sobre el buró. Por alguna extraña razón son- PARAMEDIADOS DE 2010, el Jefe Tirantes daba discursos
reí mientras la abrazaba. No me abandonó, siempre creí en las plazas y sobre cada reforma constitucional opinaba.
que si dormía ella se iría, pero no lo hizo. El escándalo de venganza contra la corrupción perdía espa-
-Estás temblando -me dijo. cio en los diarios.
-Sólo necesito café -respondí balbuceando ... El 13 de agosto de 2010, a las dieciocho horas con diez
Conté nueve tazas de café en la mesa, estábamos en los minutos, veinte estaciones del Transporte Colectivo Metro
Portales. Diana estaba seria, sin esa sonrisa de figura de explotaron sincronizadamente. Los Leopardos publicaron
cera. Yo vertía alcohol en mi café mientras Diana le daba en su página de internet la autoría de los atentados tres mi-
vueltas al suyo y le echaba más azúcar. Le dio un sorbo nutos con veinte segundos antes de las explosiones. Todo
para esperar que no estuviera tan caliente, entonces me el Sistema Colectivo fue suspendido inmediatamente, mu-
dijo sin voltear a verme: chas personas tuvieron que caminar kilómetros para salir
-Es tiempo de volver a la capital. del subterráneo.
-¿Por qué? ¿No prefieres quedarte aquí? ¿Aunque sea Todas las fuerzas de seguridad pública fueron convo-
unos días? cadas para acudir a las estaciones atentadas. Tardé diez mi-
-No -dijo sin dejar de sorber su café-, tenemos que nutos en llegar a Centro Médico; los agujeros en el piso
volver antes del bicentenario. parecían máquinas de humo. Trataba de bajar por las esca-
-¿Antes del bicentenario? -pregunté extrañado-. leras. La gente salía ensangrentada a un lado de mí, algu-
Todos quieren salir de México por el maldito bicentenario, nos mutilados, otros llorando, algunos las dos cosas.
todos esperan el infierno de Artemisa -sorbí de mi café, Abajo no se distinguía nada. Cubrí mi boca y nariz con
me había pasado de alcohol-. Sería mejor quedarnos aquí un pañuelo para poder respirar. Seguí caminando con cui-
por un tiempo. dado para no tropezar. Entonces alcancé a ver un pequeño
-No me importa -dijo sin mirarme-, México me brazo que salía de entre los escombros de un pilar que se
gusta hasta pa' morirme ... había desmoronado. ¿Una muñeca abandonada? Creo que
no, parecía de carne y hueso, sentí que presionó mi dedo.
Estaba viva. Fue extraño.
Comencé a quitar los escombros. Trataba de no las-
timarme y no respirar, quería mover piedras que pesaban
más que yo. Comencé a acomodarlas en el piso, como tra-

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

tando de armar un rompecabezas, mis dedos comenzaron a cabeza, pero lo que se rompió fue mi cabeza. Me dormí
sangrar. Finalmente la piedra se movió y sujeté el brazo, creyendo que moriría desangrado, pero el maldito desper-
sólo era eso: un brazo, no el resto de su cuerpo. tador sonó:
Con la respiración acelerada y el brazo de un pequeño Ti tititi-ti tititi-ti tititi-titititi-ti tititi-ti titiuuooo ...
desconocido, me quedé en medio del polvo, pero todo era
confuso. Sólo dejé caer el brazo, ni siquiera rebotó.
El Jefe Tirantes despidió a todo su gabinete. La capital Parece que no despertará nunca. Me paro en la ventana y el
se convirtió en un lugar sin ley, la delincuencia se dispa- incendio en la torre arde intensamente. Ya se dieron cuenta
ró, familias enteras comenzaron a abandonar la ciudad. de que hay gente adentro, eso dicen las noticias. Los bom-
Las autopistas estaban saturadas. Explosiones en ferias, beros no pueden llegar hasta lo alto de las llamas. El lugar
universidades, mercados, en estaciones del Metrobús, en está verdaderamente inundando con luces rojas y azules.
autobuses, en televisaras, radiodifusoras, estadios de fut- Es normal que las personas de la Ciudad de México
bol y centros comerciales. odien a los Leopardos, pero el odio de Diana por los Leo-
Se declaró estado de sitio. Estaba en Palacio Nacional. pardos es irracional. He llegado a pensar que sólo odia a
Para el gran comunicado fueron invitadas todas las cor- Artemisa. Me pregunto si piensa en eso. Tal vez las drogas
poraciones de seguridad pública. Por supuesto la Policía son su salvavidas, lo único que pueda protegerla de sus
Federal. Así que ahí estábamos con nuestro espectacular pensamientos ...
armamento.
Aún recuerdo el discurso, el del Jefe Tirantes, diecio-
cho días después del ataque pidió disculpas a familiares de Ver la nube de esmog no me entusiasmó mucho, me detu-
las víctimas por los atentados de los Leopardos. Y es que ve. La fastuosa capital del país, tan cotidiana y predecible.
pude ver su boca moverse, pero sólo eso, hablaba en terce- -Ya estamos en México -le anuncié, inclinó la cabeza.
ra persona para decir lo siento, y sólo porque la Comisión -¿Sabes? -me dijo-, me encanta cuando haces cosas
de Derechos Humanos se lo había recomendado. por mí -me abrazó con fuerza.
Ese día hubiera sido capaz de tomar mi AR-15 y volarle Arranqué de nuevo y ella me sujetó más fuerte, lucía
los sesos; entonces su costoso traje se arruinaría con su feliz. Entonces comentó que quería visitar a alguien, a al-
sangre. Pero una bala no sería tan dolorosa, entonces que guien que no sabía si seguía con vida ...
entrara una turba y lo linchara o que una estampida de ado- -¿Te gustaría morir aquí? -me preguntó en la puerta
lescentes lo aplastara. Ni muriendo quince veces ajustaría del Panteón Dolores.
cuentas. -¿Morir? -encendí un cigarro.
Regresé a mi apartamento y me sentí mal, mucho peor -Me refiero a ser enterrado aquí.
que los días anteriores; todo era una mierda; di vueltas, pa- -¿Por qué no? -exhalé la primera bocanada de humo
recía un león enjaulado, le subí el volumen a la música, mientras apagaba el fósforo agitándolo- ... Sería distintivo.
prendí un cigarro, prendí otro. Cuando empiné la botella y -¿Crees que Artemisa será enterrada aquí cuando
ésta se acabo, la agarré del cuello y la rompí contra mi muera?

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-¿Artemisa? ¿Bromeas? -mencioné con un esbozo extrañada. Desvió su mirada, reflexiva, y siguió mirando
de risa. las tumbas.
Volteó a verme, seria, tan seria como no la había visto. -Solamente pido que se lleven sus recuerdos consigo
-Yo lo haría -comentó dándome la espalda de nuevo. -me dijo con un tono de voz más suave-, eso es todo y
Hacía variasconversaciones tenía la impresión que Dia- eso sería justo.
na estaba ligada en algocon los Leopardos. Tenía miedo de Mientras veía a Diana molesta por nuestra cultura in-
preguntar; pero sabía situaciones que en el Departamento framundista, me preguntaba si los sueños no son como la
de Inteligencia muy apenas y conocíamos. muerte en episodios cortos. Tal vez la muerte sea un sueño
Brincó la reja, suspiré y fui tras de ella. Mis zapatos An- sin final, donde el Infierno sea una larga pesadilla y el Pa-
drea estaban sucios. No quería verme torpe brincando las raíso como dejar de soñar. El cigarro se acababa de nuevo,
rejas de la rotonda;hice mi mejor esfuerzo pero tropecé y caí cada vez más rápido.
como costal. Me levanté en seguida esperando que nadie Y Diana que giraba, que flotaba Sobre las olas de Rosas
me hubiera visto. Mis zapatos Andrea estaban más sucios. marchitas. Y mi juventud que pestañea y se escurre en-
Caminé hacia el interior de la Rotonda de los Hombres tre sus dedos. Y en el mausoleo de Melchor Ocampo yo
Ilustres mientras limpiaba mis manos de la tierra. Diana habría jurado protegerla del mundo, pero ella seguía gi-
paseaba entre las tumbas en silencio, era como verla bailar rando, como si diera vueltas Junto al manantial en un día
con ese tonto vestido de lentejuelas. soleado.
-¿Por qué los mexicanos estamos tan fascinados con la -Creo que quieres preguntarme algo, pero no te atre-
muerte? -preguntó. ves, ¿verdad?-me dijo.
-¿A qué te refieres? Me quedé callado, no quería decir nada, quería que
-Me pregunto si existe otro país en el mundo que ado- todo siguiera igual.
re tanto a la muerte. -Dime, ¿quieres? -insistía-. Prometo decirte la ver-
-¿Eso crees? -pregunté con algo de incredulidad. dad, siempre lo hago, ¿no?
-Bailamos con los muertos, les preparamos comida, No podía morder mis labios para siempre, mis dientes
los adornamos con flores, les pedimos por los nuestros... eran una máquina letal de carne humana.
-¿Y cuál es el problema? -pregunté a la ligera. -¿Sigues a los Leopardos? -pregunté sin rodeos.
-Que es una gran estupidez: los muertos no deberían -¿A los Leopardos?
tener derecho a ser recordados. -Sólo quiero saber si perteneces a los Leopardos de
-No lo sé, Diana, tal vez no te gusta ser mexicana, eso Artemisa.
es todo. -No.
-No es eso, tonto. A mí me gusta ser mexicana -miró -¿No?
las criptas- ... lo que no me gusta es que ellos sean me- -Sí.
xicanos. -¿Sí?
-N adíe puede elegir en qué lado del ríonacer-comen- -¡No!
té con poca importancia, pero Diana me volteó a ver algo -Diana, deja de jugar, ¿quieres?

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

-No estoy jugando, una doble negación es una afirma- años y brillarán por miles más, pero no son más que un
ción. Ésa es una clásica artimaña que utilizan los policías reflejotardío de lo que fueron, ¿nolocrees, Federico?Dime,
para poner nerviosos a los sospechosos que interrogan. ¿qué nos hace pensar que este mundo no desapareció hace
Me quedé en silencio; mi sueño, hambre y ganas de miles de años? Nada, absolutamente nada.
discutir desaparecieron. Miré el cielo, no había estrellas, era de día todavía. Bajé
-¿No vas a confesarme que eres policía?-preguntó. la cabeza y sujeté un puñado de tierra, ésta comenzó a des-
-¿Policía?¿ De qué hablas?¿Porqué lo dices?-comen- vanecerse en mi mano, caía lentamente como un reloj de
té con algo de inquietud. arena. Diana habló sobre los árboles, sobre las rocas, sobre
-Bueno. No todas las personas traen en su billetera el viento, sobre las hormigas.
una credencial acreditada por la Policía Federal. Era como una inyección de adrenalina cuando se levan-
-¿Mi billetera? ¿Revisaste mi billetera? taba y comenzaba a caminar.Caminaba entre los árboles de
-Oye, no esperes que me acueste con alguien sin ver la tercera sección del Bosque de Chapultepec; empezaba a
dentro de su billetera. obscurecer.
-¿Pero cuando la viste? ¿Cuándo revisaste mi...? -Diana -pregunté-, ¿por qué caminas en medio de
-Duermes mucho, la vi cuando dormías. la nada?
-Ni siquiera he dormido en estos días. -¿En medio de la nada? [Estamos en medio de la ciu-
-Media hora ayer, veinte minutos el sábado, treinta y dad más grande del mundo!
cinco el viernes, cuarenta... No dejó de caminar entre la maleza. Yotenía que ir casi
-Olvídalo, ¿quieres? -interrumpí-. Sólo olvídalo. corriendo, ya me estaba cansando, el bosque parecía inter-
Me senté como un niño de preescolar tratando de revi- minable. Yde repente se detuvo, me detuve detrás de ella:
sar mi billetera sin que ella se diera cuenta. No esperaría una enorme casa estaba frente a nosotros.
que faltara algo, sólo que ya no sabía qué esperar de ella. Diana siguió su camino sin decir palabra alguna, se aco-
Cuando levanté la cabeza, Diana ya no estaba en la ro- modó su vestido de lentejuelas y medio peinó su cabello.
tonda, siempre desaparecía. Comencé a caminar por las Guardó sus lentes de armazón azul, eso me sorprendió bas-
avenidas del Panteón Dolores, pero ni siquiera las sombras tante. En la entrada se dispuso a tocar el timbre, esperó
se parecían a ella. algunos minutos, alguien respondió por el interfaz.
Brinqué el enrejado del Cimitero Italiano; como carta -¿Sí? -se escuchó una voz de anciana.
de presentación: la exclusivailápida de Tina Modotti. In- -Hola, buenas tardes -respondió Diana por el inter-
mortalízame instantáneamente por cada flor revolucionaria faz-, quisiera tomar algo de té con leche y mucha miel,
que pise intencionalmente. Por fin la encontré en el Deuts- por favor.
cher Friedhiof: drogada hasta los huesos, pero sus huesos Me quedé con mi mirada de reserva, la puerta se abrió en
no eran anchos. Me senté frente a ella. seguida y Diana entró a la casa. Me quedé con las manos
-¿Sabes? -me dijo algo entumida-, alguna vez escu- en las bolsas; cada vez desconfiaba más que Diana me es-
ché que las estrellas que brillan ahora murieron hace mucho tuviera diciendo la verdad. Y es que un mentiroso sabe
tiempo, algo tonto, ¿no?Han brillado desde hace miles de reconocer a otro mentiroso...

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

Quisiera que pasara algo, lo que fuera, yo siempre quise me miraban fijamente desde el otro extremo de la mesa.
conquistar al mundo, pero siempre estuve a un mundo de Me enderecé en seguida.
hacerlo. Ahora me siento en una vitrina, en una tribuna sin -Holgazán -murmuró Diana sorbiendo su té.
nadie de mi lado. Siguiente expediente: El Pueblo de -¿Y el monstruo, señora Lammermoor? -pregunté
México contra el ciudadano Federico Rascón. Esto ha sido tratando de demostrar que no había dejado de escuchar la
siempre, ¿por qué ahora me siento vulnerable? Deben ser conversación.
lo peores diez días en la historia de México y yo quisiera -Está encerrado -respondió con ese hilo quebradizo
que esto comenzara de nuevo, y verla fresca, como una fru- de su voz.
ta científica en un jardín secreto ... -¿No tiene miedo que se escape?
-Le diré algo, joven --colocó su taza sobre el plato con
su mano temblando-. En esta vida ... sólo tienes que pasar
La señora Lammermoor sirvió a Diana una taza de té con el tiempo necesario para enamorarte ... a veces, el tiempo
leche en la mesa; tenía un elegante recipiente para la miel. necesario son sólo unos cuantos días ... a veces unas horas ... y
Diana se puso el pañuelo como babero y tomaba el té con algunas veces una fulminante mirada es más que suficiente.
una extraña elegancia, como si se burlara de la elegancia Pero si se excede, joven -me miró agudamente-, ese dul-
siendo elegante. ce sentimiento de amor se convertirá en una letal obsesión.
La refinada señora puso una taza de té frente a mí, des- Me quedé confundido, su respuesta no respondía a mi
pués puso varias piezas de pan dulce en el centro y Diana pregunta en lo absoluto. Lo que menos necesitaba era que
comenzó a comer. Pieza tras pieza se acabó el pan ella sola; una anciana solitaria me hablara de amor. Intenté seguir
no la había visto comer así desde el primer día que la lleve con la conversación.
al bufet de la colonia Roma. La señora Lammermoor, que -¿Se enamoró del monstruo, señora Lammermoor?
no dejaba de hablar, puso más piezas de pan y Diana siguió -pregunté con cierto grado de estupidez.
comiendo mientras la escuchaba. La señora Lammermoor y Diana comenzaron a reírse
¿Cuántos metros cúbicos de té con leche puede absorber de mí. Me sentí como una mascota moviendo la cola por un
un panqué? ¿Cuántos una mantecada? La señora Lammer- hueso de plástico. Me levanté y me excusé para ir al baño.
moor contaba historias tan inverosímiles: fantasmas, hom- Caminaba entre todos sus recuerdos, los de la señora
bres lobos, vampiros, momias. Era como transportarnos al Lammermoor: su difunto marido, su difunto hermano. Al
México colonial. parecer descendían de escoceses. Desde que se quedó sola
Comencé a sentir mucho sueño, tenía la cabeza apoya- en el mundo no había vuelto a la ciudad. Vivía encerrada en
da sobre mi mano izquierda y cerré los párpados. A veces esa casa en medio de la tercera sección del bosque.
pensaba en esconderme de Diana, las ondas cerebrales co- Un día, Diana caminaba sin sentido y dio con la man-
menzaban a descender sus hercios. Me sentía tan pesado sión. Desde entonces Diana la visitaba para escuchar sus
que hasta en una servilleta podría sostenerme; sí, sólo de- historias de seres sobrenaturales que rondan el bosque. En
seaba algo de morfina, un poco de MOR, No MOR, alguien cambio, la señora Lammermoor le daría té con leche siem-
fingió toser. Abrí los ojos, Diana y la señora Lammermoor pre que lo quisiera.

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No tardé mucho en encontrar al monstruo de la señora -¿Y bien? -pregunté-. Querías regresar antes del
Lammermoor. Se escucharon varios lamentos por los pasi- bicentenario. Mañana es quince de septiembre, ¿qué
llos de la casa. Rebotaban. Entonces un lamento se escu- sigue?
chó con mucha fuerza; me retraje por la impresión. Co- -¿Qué hora es? -preguntó.
mencé a caminar, los lamentos parecían escucharse en -Las diez, creo son menos de las diez -me extrañé
todos lados. Caminaba tratando de no hacer ruido, pero la un poco-. Nunca te había importado la hora, ¿cuál es el
madera del piso crujía demasiado. problema?
Encontré unas escaleras al sótano. Estaba muy obscuro, -Necesito llegar al hornabeque -respondió sin cam-
encendí una vieja linterna colgada en la baranda de los biar su postura distraída.
escalones. Bajé lentamente abriéndome paso entre las tela- -¿Hornabeque?
rañas. Un elegante vestido de novia colgaba en el aire, -¿Vas a repetir todo lo que digo?-me recriminó.
manchado con sangre. Una carta en el piso, semiarrugada, Me quedé en silencio un momento.
leída tantas veces que perdió el sentido. Había una antigua Ésta es la última estación, Federico -me dijo- ... si no
puerta de madera, tenía una escritura. Reconocí las letras, bajas aquí ya no podrás hacerlo, ya no hasta la terminal.
pero no pude leerlas. De repente la puerta se azotó desde -Quisiera dormir algo, en verdad siento que mi cabeza
el otro lado dándome un susto del carajo. va a explotar.
Recordé la conversación de la señora Lammermoor, No me respondió. No esperaría que hiciera algo dife-
hablaba de haber encerrado a ese monstruo en el sóta- rente por ello, siempre fui como su llavero antiséptico.
no. La puerta se azotaba con violencia mientras alguien -Sólo quiero saber si volveré a verte -pregunté.
sollozaba, como una niña. Con algo de miedo traté de -No soy una caja de zapatos, no esperes que hable del
acercarme. futuro -finalmente movió sus ojos para mirarme-. ¿Crees
-¡Federico! en el futuro, Federico? -me preguntó y caminó hacia la
Abrí los ojos, Diana llamaba desde el otro lado de la puerta de la terraza.
puerta. Me había dormido en el baño, tal vez algunos mi- Antes de cruzar el marco plegó sus hombros para desha-
nutos, tal vez nada. cerse de mi saco; éste cayó al piso. Diana se esfumó entre
Salí y encontré a Diana en la terraza de la mansión; el la obscuridad de la casa y sus muebles anticuados. Desvié
viento sopló levemente y ella cruzó los brazos para prote- mi mirada, no podía imaginar el resto de mi vida sin escu-
gerse del frío; contemplaba la aplastante obscuridad del char el dulce sonido de su voz. Cerré los ojos, diez segun-
bosque. En ese momento lo vi todo a blanco y negro. Sólo dos; mañana serían diez días desde la masacre en el Ambe-
. . res. Abrí los ojos, todo era a color de nuevo. Levanté mi
sus OJOS eran roJOS.
Puse mi saco sobre sus hombros y me paré a un lado saco y corrí tras de Diana...
de ella. Su velada no era romántica, sus estrellas, su luna,
todo era indiferente. No había héroes ni príncipes azules,
sólo estaba yo, que siempre fui el antagónico de cada histo-
ria no publicada.

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VIII
Luna versus Diana en las páginas
del Cosmopolitan

-¿CÓMO VEAARTEMISA?
-¿Y esa quién es o qué?
-La líder de los Leopardos.
-¿Los qué ...?
-Artemisa ha sido la causante de los atentados en la
ciudad.
-Ah, sí, claro... ya sabía quién era, sólo que no me
acordaba.
-Bien, ¿y qué piensa de ella?
-Pos'. .. ¿por qué lo hace o cómo está el rollo?
-Bueno, ella dice que por la dignidad del pueblo, y
que de esta manera piensa erradicar la corrupción en el
país.
-¡Uh! Eso quisiera verlo, pues si las ratas no cambian,
sólo se disfrazan, y por más alas que se pongan, de murcié-
lagos no pasan... pos' si yo aquí lo veo con los pinches poli-
carpios cabrones que na' más andan viendo cómo chingar
a una.
-¿No cree que logre hacerlo, entonces?
-Pos' estaría bien que lo lograra, pero, pos'... estos ti-
pos se la han mascado así siempre.
-¿A usted como le va con el... con el... bueno, usted
sabe?
-¿Con mi qué o qué?
-Discúlpeme, me refería, más que nada, me refiero a
su trabajo... en el sentido de los clientes.
-Pos' mis clientes son fieles.
-¿Sí... sí la han buscado aún con la situación actual?

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

-Pos' hasta eso que sí me han bajado los ingresos, Diana alzó los hombros. La Pecas lucía intangible, con
digo, pero... pos' ahí la llevo, mientras me alcance pa' com- la mirada en otra dimensión. Tenía en su mano una bolsa
prarle su leche a m' hija y unpasecillo pa' mí, no tendría por con mona, la mona los hace felices. En realidad sólo acepta-
qué quejarme ... Digo, pues me ha ido mucho peor en otros bles: los solventes suprimen el hambre y el frío, entonces
tiempos y la he librado. su abrumadora soledad se vuelve alucinante, como luces de
-¿No tiene algún resentimiento por este movimiento? bengala a medianoche. Lamentablemente las bengalas no
-Pos na' más que no me toquen a mi niña y chupare- duran para siempre. Cada día en la vida de la Pecas parecía
mos tranquilos. un fósforo consumiéndose. Se despidió de Diana.
-¿Chup ...? Ah, claro, tomar, beber, ¿verdad? Seguimos caminando, a mí me dolían los pies, pero
-Ay, güerito, cuando quieras, ya sabes. Mis labios es- Diana parecía nunca cansarse. Siempre tenía la impresión
tán bien delineaditos, mira. de que se deslizaba sobre el asfalto como una bruja de Ca-
-No, no, sólo fue una pequeña entrevista... para reco- temaco sobre un cementerio prohibido...
lectar diferentes opiniones sobre los Leopardos... tengo -Nunca menciones que eres policía -me advertía-,
que ... tengo que irme, gracias por todo... si empiezan a destazarte, no moveré un solo dedo.
-Adiós, muñeco, vuelve pronto... -Aunque no lo creas eso ya es ganancia -respondí.
Estábamos sobre el registro de una coladera. Diana
aventó su cigarroy se agachó para mover la tapa.
Era impresionante el dominio que Diana tenía de la ciu- -¿Sabes por qué las tapas de los registros son redon-
dad, era como si toda la metrópolis fuera su vecindario. El das? -preguntó.
miedo, la tristeza, la incertidumbre de cada colonia. Vivir -No, nunca se me había ocurrido preguntarme eso.
en la calle es una opción rentable, las ganancias superan -De esta forma aseguran que la tapa no se vaya hacia
dos veces el salario mínimo. Pero el costo por un pedazo adentro.
propio en la tierra de nadie es tan brutal como denigrante. -Interesante ... por cierto, ¿no se necesita una herra-
Diana conocía a cada niño de la calle, no dudaba que supie- mienta para poder mov...?
ra el apodo de los diez mil que habitaban las coladeras y Diana movió la tapa. Terminé de bajar las pegajosas es-
registros de Ciudad de México. caleras; el lugar apestaba y era obscuro, pero a Diana no le
-¡Dianita! -emocionada la saludó una niña. importaba, más aún con sus lentes de armazón azul, ella
-Qué hay de nuevo, Pecas -contestó Diana. sabía el camino de memoria. Caminábamos por una tubería
-Nada que la salve, apenas ayer me enteré que se car- del sistema del drenaje pluvial, yo tomaba su brazo para no
garon al Caco. perderme, la obscuridad era muy pesada.
-¿Y ése quién es? -preguntó Diana sin dejar de -Este sistema fue comenzado por el gobierno anterior
cammar. -me contaba-; pero el Jefe Tirantes canceló la construc-
-Pues el Caco, dicen que le echaron montón y que le ción argumentando falta de presupuesto.
dieron sus piquetes. -Bueno, nadie notaría un sistema pluvial a cincuenta
metros de profundidad.

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Diana seguía caminando, parecía ir a ningún lugar, pero seguridad entraron, encontraron el cadáver en estado de
con Diana ningún lugar era propio. Era como si los lugares descomposición.
perdieran su identidad para ser identidad de ella. Levantaron el reporte como suicidio, a pesar de que las
Finalmente la obscuridad del drenaje terminó con un evidencias señalaban todo lo contrario. Cuando fueron in-
marco de luz que se dibujaba en la pared. Entramos, todos formados de la existencia de una joven que vivía a su lado,
se nos quedaron viendo. Era el sótano de una casa, una casa la dieron como desaparecida. Cerraron la puerta de la casa
de esas antiguas, era como entrar a un laboratorio en las pe- y clausuraron. Antes de eso se llevaron todas las cosas de
lículas de El Santo: muy improvisado, cintas, televisores, valor que encontraron.
cables, computadoras y demás estupideces tecnológicas. Con el dinero que Diana sacó del dobladillo de la corti-
Ante el silencio y la mirada de todos, Diana caminó en- na, que era donde su madre escondía sus ahorros, tenía
tre ellos y se sentó en una enorme silla imperial, aunque pensado ir hasta Québec, aprender algo de francés y des-
construida con materiales reciclados. Todos me seguían pués embarcarse rumbo a Luxemburgo como polizonte de
mirando y se cuestionaban con los ojos. En realidad sólo un barco de carga. Pero lo que tenía sólo le alcanzó para
_eran seis tipos, tan raros que parecían normales. llegar hasta Monterrey.
-Qué hay -saludé incipientemente, nadie contestó ... Caminaba por la Avenida Miguel Alemán con la intención
de llegar a la frontera de aventón. Con unas monedas en el
bolsillo de su overol, creyó le alcanzaría para comer en un pe-
Un helicóptero de la PGR parece que trata de comunicarse queño restaurante, así que entró y ordenó. Cuando se dieron
con las personas dentro de la torre, los ilumina con su faro. cuenta de que no podía pagar la comida, el tipo que rostizaba
Tal vez comience el rescate; una vez abajo serán arresta- los pollos se ofreció a liquidar la cuenta por ella. Así fue como
dos, entonces hablarán y el movimiento habrá terminado. Diana conoció a Meme; nunca supo su nombre realmente.
Estoy seguro de que la imagen del Jefe Tirantes mejorará Meme tenía casi cincuenta años, un aspecto muy des-
si muestra las cabezas de los Leopardos en la Alhóndiga de alineado, pelo chino algo crecido, bigote mal rasurado, bra-
Granaditas. zos fuertes con tatuajes de mala calidad, panza de cerveza,
El helicóptero pierde altura, sólo fue un destello desde cicatrices por heridas de arma blanca y alguna por arma de
la ventana, se desploma sobre la avenida. Es increíble, mo- fuego; era lo más parecido a un oso que Diana había visto.
rirán antes de ser capturados. Suspiré de incredulidad, En el lugar todos le tenían respeto, más bien miedo.
miro a Diana, parece dormida. No puedo creer que se esté Cuando un borracho se ponía impertinente, le hablaban a
perdiendo esto ... Meme para sacarlo del restaurante. Una vez sacó a tres ti-
pos él solo, otra, le rompió la pierna a un sujeto por haberlo
pisado mientras bajaban las escaleras.
Cuando Diana abandonó su casa después de hallar asuma- Ese día, mientras Meme rostizaba pollos y fumaba ma-
dre muerta, lo hizo sin pensar realmente en lo que seguía rihuana en la cocina del establecimiento, Diana platicó con
por delante. Después de cinco días, los vecinos se quejaron él. A Meme se le hizo gracioso escucharla, hablaba de todo
del olor y llamaron a la policía. Cuando los elementos de sin importancia. Se dio cuenta de que no tenía a nadie ni a

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dónde ir, que sus planes eran muy vagos y que no contaba Meme seguía tratando de aguantar la respiración que
con un solo céntimo. Por eso le ofreció el sofá de la casa de contenía para darse bien el toque. Finalmente Diana per-
su hermano. Y es que Meme vivía con su hermano, quien dió el equilibrio, sacó un cigarro y lo puso en su boca.
ya llevaba meses tratando de echarlo. Antes de poder encontrar el encendedor en su bolsi-
Diana no se separaba de Meme en todo el día. Lo espe- llo, Meme, con todo el pesar de su panza, se levantó del
raba afuera del restaurante; cuando el jefe se iba, entraba y tablón en donde estaba sentado y encendió el cigarro de
lo ayudaba en todo lo que podía; lo acompañaba en la noche Diana.
cuando administraba a las putas que protegía, cuando com- -No entiendo -comentó Diana exhalando la primera
praba y vendía droga. Las primeras noches Diana durmió bocanada de humo-, no te gusta que fume, pero siempre
en el sofá de la sala, después metió el sofá a la recámara de te levantas a encender mi cigarro.
Meme. Se iba con él en la mañana y regresaba con él en la -Ante mi presencia ---contestó Meme mientras se
madrugada. sentaba en su tablón de nuevo-, ninguna reina encenderá
Cuando Meme metía putas a su cuarto, Diana veía la su cigarro, para eso estamos los hombres: para dar fuego.
televisión hasta que éstas se iban. A veces se hacía la dor- Así ha sido desde las cavernas.
mida y Meme la cargaba y acostaba en el sofá: con sus mo- Sin duda a Meme le asombraba la insensibilidad que
vimientos torpes, provocados por tantos años de abusos, Diana mostraba para la violencia, y es que cuando iba a
tardaba hasta diez minutos en colocar el ventilador en la ajustar cuentas con personas endeudadas, Diana podía mi-
posición que más lo convenciera fuera mejor para Diana. rar sin una sola reacción adversa cuando Meme golpeaba a
Meme le enseñó muchas cosas a Diana: le mostró cómo sus clientes para escarmentarlos.
enterrar una navaja de la forma más letal: "Una vez aden- Una vez se le pasó la mano con un tipo al que llamaban
tro, reina", le decía con su voz rasposa, "gírala para que la Rolas. La sangre llegó hasta los pies de Diana.
herida no cicatrice y el infeliz muera desangrado". -¿Está muerto? -preguntó Diana como si preguntara
Puso en sus manos un revólver, y mientras fumaba su por el clima.
churro de marihuana hecho con boletos de autobús, le in- -Sabrá Dios -respondió Meme soltando el cuerpo in-
dicaba cómo dispararle a las latas de cerveza: para los hom- consciente del Rolas-. Mira huerquillo, si no tienes cómo
bres que no le tienen miedo al infierno. Le explicó cómo pagar, mejor no te andes metiendo esta mierda porque aca-
rebajar la cocaína, cómo refinar la heroína. Siempre le dijo barás de la chingada -Rolas ya no podía escuchar a Meme,
que el negocio de las drogas era no ser un drogadicto, que pero a Meme siempre le gustaba dar consejos a personas
por eso no era rico; que el negocio de las putas era no acos- inconscientes.
tarse con ellas, que por eso nunca tenía dinero. -¿Puedo picarlo con una vara? -Diana preguntó con
Diana caminaba equilibrándose sobre el riel del ferro- el asombro de una niña a la que le enseñan un truco de
carril que dividía las colonias Linda Vista y Adolfo Prieto; magia nuevo.
la diferencia entre una y otra era notable. Meme comentó: Meme volteó a verla algo extrañado, encendió un ci-
"Aquí se aplica perfectamente la frase de 'nacer en el lado garro manchado con sangre que sostenía en sus dedos y
equivocado de las vías"'. sonrió exhalando el humo de su boca.

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

-¿Eso te divertiría, reina? -preguntó Meme con su mente, pero era insuficiente para las sulfúricas noches de
voz rasposa. Monterrey. Meme solía levantarse de madrugada y meter-
-No lo sé, pero sería genial. se a la regadera para acostarse mojado; roncaba de nuevo.
Meme se hizo a un lado, Diana se acercó y comenzó a Diana se hacía la dormida, pero apenas escuchaba sus ron-
punzar la cara del Rolas: su mejilla, levantó su labio supe- quidos, abría los ojos.
rior, abrió su parpado izquierdo. Una noche la luna había desaparecido, estaba más obs-
-Qué asco ser un tipo así -dijo Diana dejando la vara cura de lo normal, el farol frente a la casa se había fundido
insertada en la nariz del Rolas. por las altas temperaturas. Era la canícula de agosto. Meme
Después de pensarlo tanto, y con tanta cocaína frente a se extrañó por esa inusual obscuridad, tenía la espalda su-
ella, simplemente enrolló un billete irrompible de veinte dada y pensó en darse otro regaderazo. Simplemente se
pesos e inhaló el polvo. Se quedó un tiempo esperando el enderezó en su cama para levantarse, entonces vio unos
efecto, pero poco lo entendió: sólo comenzó a sentir un ojos rojos dentro de su habitación que escapaban a la obs-
sabor raro en la garganta, pasó su lengua por los labios. "No curidad.
es la gran cosa", comentó. Tomó la navaja de afeitar de -¡Ay, Diosito! -gritó del susto.
nuevo y cortó más. Encendió la lámpara de inmediato. Suspiró aliviado
Cuando Meme estaba demasiado intoxicado, de repen- cuando vio que se trataba de Diana. Sus ojos brillaban como
te le invitaba algo de su marihuana envuelta con papel do- los de un gato a medianoche.
rado de su cajetilla de cigarros. Esa noche Diana se maravi- -Reina -preguntó Meme recuperando el aliento-,
lló con la televisión, con el ecualizador del estéreo, con los ¿no sabes quién se robó la luna?
colores de los discos compactos puestos al revés y con la En la última discusión, Meme golpeó a su hermano y
lámpara de lava que yacía sobre el buró. éste casi le saca los ojos con un tenedor oxidado. Meme
Pasaron los meses bajo el infernal calor de Monterrey. viviría en casa de su hija, que no aceptaría a drogadictas
Los problemas de Meme con su hermano eran insostenibles: bajo su techo, donde muy apenas y aceptó a Meme. Era en
discutían a diario, por la comida, por el olor a marihuana, por la carretera a Cadereyta donde Meme daba a Diana veinte
la luz, por la limpieza del baño y por todas las cosas que fue- dólares para que se embarcara rumbo a Reynosa, donde un
ran pretexto para discutir. Diana sólo escuchaba recargada en amigo suyo le conseguiría trabajo en una maquiladora. Ahí
la puerta. Comenzó a inhalar cocaína con más frecuencia. estaría hasta que juntara el dinero suficiente para llegar a
Ella se encargaba de cocinar la heroína que se inyectaba Québec.
Meme. Una vez pensó que la cuchara estaba demasiado Meme no sabía dónde quedaba Québec, pero Diana
sucia e intentó cambiarla por una limpia del escurridor de había comentado que era hacia el norte, así que se despidió
trastes, pero Meme la detuvo y le comentó que el opio se dándole su bendición. Diana no mencionó palabra alguna,
cocina mejor en cucharas de plata. Viejo secreto de los ca- sólo miraba sus manos torpes tratando de atinarle a la santa
zadores de osos. trinidad por sus parpados hinchados: "En el nombre del
A veces, Diana sólo se quedaba contemplando la venta- padre, del hijo y del espíritu santo, amén". Fue como fue-
na mientras Meme roncaba y el ventilador giraba pávida- go, cada punto en su pecho, sus labios.

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En la orilla de la carretera, sentada sobre una piedra, a -¿Fumas? -Said preguntó sacando una cajetilla de
ninguna persona miraba, ni un carro transitaba. Pasaron al- cigarros.
gunos minutos, Diana no encontraba explicación. Era la Caminaron rumbo al parque donde ya algunas personas
salida de la ciudad más industrializada del norte y sólo ella se ordenaban para dormir en el pasto, otros en las bancas.
seguía sentada bajo el sol que poco a poco comenzaba a Con las mochilas como almohadas, Diana y Said platicaban
debilitarse. Suspiró, pensó en la soledad, en lo ridículo que sobre música, sobre películas, sobre libros. En realidad sólo
sería ser una piedra; pensó en la posibilidad de que toda Said hablaba, Diana muy apenas y escuchaba.
la civilización se hubiese extinguido sin darse cuenta. "Tal -¿Qué disco te gusta más? -preguntó Said- ¿The
vez sea la única sobreviviente", se decía en voz baja, "tal vez Dark Said OfThe Moon o Wish You WereHere?
haya alguien más en el mundo creyendo que es el único -Mientras sea Pink Floyd, para mí es lo mismo.
sobreviviente". -No ~respondió Said-, lo mismo es una enfermedad
En esos días de soledad podría tomar cualquier automó- que te da en el lomo ...
vil y acelerar por las calles, podría dormir en las tiendas Finalmente la cajetilla de cigarros se acabó y Said se
departamentales y ver las enormes televisiones de electró- quedó dormido. Diana se levantó y comenzó a caminar sin
nicos al mismo tiempo. Manejaría hasta Los Cabos para rumbo por el pueblo; el silencio era tan atroz que el canto
presenciar el espectáculo de las ballenas grises y cruzaría a de los grillos era todo lo que se escuchaba de fondo. Las
California para subirse a todos los juegos de Disneylandia. calles ya no eran pavimentadas y se convirtieron en cami-
Cuando levantó la mirada, un autobús estaba estaciona- nos mal trazados de tierra. Por cada paso que daba, era
do frente a ella con la puerta abierta. Sujetó su mochila y como si polvo eléctrico de estrellas saliera de sus botas.
subió. Diana movió su cabeza y vio que el autobús estaba Se encontró de frente con un cerro, pero la luz que bro-
vacío. Caminó entre los asientos. Se sentó. Era la autopista taba de la cúspide era inusual. Pensó en extraterrestres pla-
número cuarenta y empezaba a obscurecer por la ventana neando cómo destruir el mundo. Buscó en el piso una pie-
de Diana; no sabe si parpadeó, si fue un destello o si se dra, un palo, algo con qué atacarlos. Comenzó a subir con
asustó, pero cuando abrió los ojos el autobús se encontraba mucha determinación; escalaba el cerro con las piernas y
varado en China, un pequeño pueblo del estado de Nuevo manos, tropezó dos veces.
León. Bajó, varias personas discutían: el camión se había Ya en la cima se quedó sin palabras; la piedra que había
descompuesto. Se dio cuenta de que iba con sobrecupo. recogido se cayó de su mano. Nunca había visto tanta agua
-Podríamos dormir en el parque -alguien mencionó a en su vida, mucho menos una luna tan inmensa como la de
su lado. esa madrugada.
-¿Y tú quién eres?-preguntó Diana sin voltear a verlo. Había escuchado que la luna se alejaba de la Tierra tres
-Me llamo Said -respondió-. Pero ya nos habíamos centímetros al año, pero acercarse a esa distancia hubiera
presentado, ¿recuerdas? Fui el que te cedió el asiento. sacado de órbita al planeta colisionando en contra de ella.
Diana volteó a verlo, era un tipo muy flaco, cabello muy Entonces pensó que la única forma de seguir viviendo se-
largo y barba crecida, con aretes en las orejas, vestía una ría desapareciendo el pasado, destruyéndolo con sus pro-
playera negra de Pink Floyd. pias manos. Pensó que sería tan difícil como dejar su ima-

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ARTEMISA
CAFÉ

gen plasmada en la luna; pero si la luna fuera ella, no IX


intentarlo sería ocultarse del sol, sabiendo que siempre la Ella, el gélido abismo y mi estómago vacío
encontraría, en algún extraño rincón, escondida detrás de
un farol.
Caminó sobre el agua de la presa hasta que cayó de ro-
dillas, cada lágrima se perdía en la inmensurable cantidad
de agua. Con sus manos golpeaba la superficie, de impo-
tencia, de rabia, pero las lágrimas seguían cayendo y nadie SENTADOEN LAPENUMBRA de un jardín de metal, flotando
se daba cuenta: en agua brillante entre insectos de cobre y partículas de
¿Dónde diablos está lo lejos de aquí? sonido envuelto con suave terciopelo.
¿Ningún lugar es tan lejano como para no sentirse cerca? Diana parecía dormida, como si descansara sobre la at
¿Me escuchas, estúpida luna? ¡Dime que me escuchas! mósfera de Venus, colgada de los anillos de Saturno, prote
Habían pasado algunas estaciones desde que cruzó la gida por las tormentas de Neptuno, simplemente era la
puerta de su casa. Las ventanas estaban rotas, las paredes luna más encantadora de Júpiter, iluminada por el suave
con grafiti, latas aplastadas de cerveza por todo el suelo. De brillo de Urano, rodeada por los volcanes de Marte y des-
todos los muebles que había sólo encontró algunos desva- pertando dos veces en Mercurio. Y yo como Coloso de Ro-
lijados. Subió las escaleras para entrar a su cuarto, el polvo, das a su lado: frío e invisible, cayéndome a pedazos, vigi-
la mugre; sólo se encontraba el tocador sin espejo. Abrió el lándola silenciosa y torpemente.
primer cajón y encontró sus lentes de armazón azul, los Ésa era su habitación por debajo de la tierra; con una
limpió con su playera y se los puso. ligera brisa que nos alimentaba de aire simulaba la estela
Fueron muchas las noches recorriendo los bajos mun- de un cometa. Había rosas de acrílico, libélulas de cobre,
dos del Distrito Federal en busca de su pasado: entre dro- mariposas de tela, nubes de celofán y constelaciones de
gas, alcohol y cigarros; entre sangre, saliva y semen ... grafiti. La cama era de plástico translúcido llenada con gel
de brillantina. La luna estaba a punto de colapsar contra la
Tierra; pero jamás lo haría, era tan estática.
-¿Te quedarás contemplando el cielo para siempre1
-preguntó.
Bajé la mirada, Diana ya había vuelto de su viaje alrede-
dor del Sistema Solar. Seguía acostada en su iluminadi
cama. Yo, con cierta actitud de melancolía, comenté:
-¿Sabes?, la confusión a tu lado es el estado natural de
las personas.
Diana sólo me sonrió y se estiró en su cama de luz opa·
ca. Entonces se sentó frente a mí, me veía con sus ojos ro-
jos. Me dijo:

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

-No puedes reclamarme por nada, te he perdonado a "Heroin, be the death of me ... Heroin, it's my wife and
ti más que a nadie. it's my life ..."
Bajé la mirada y seguí enfrascado en mi guerra contra Nos deslizamos entre el Cinturón de Asteroides, sortea-
la cutícula de mis uñas. Con tanta ansiedad, sin sueño, mos las saturadas órbitas de los gigantes exteriores, asamos
mis dedos sufrían por el filo de mis dientes. Dientes de bombones en la larga estela del cometa Ha/ley. Dijo que
carnicero. Entonces tocó mis manos con las suyas. Sólo llegaríamos hasta el Ojo de Dios, no, hasta el Pilar de la
bastaba eso, sus suaves manos; nunca había sentido algo Creación; pero la Nube de Oort fue tan densa que dimos
tan suave. la vuelta. La vida en armazón. Cruzando el Universo. En el
-¿Puedes ver todo lo que yo veo? -preguntó con su parabrisas rosa, los sueños halados se impactaban impa-
dulce voz. cientemente. Dijo que sacara mi cabeza para reírnos de los
Como si fuera un viejo reloj gigantesco, cuyo obsoleto enanos, desde Haumea hasta Ceres. Lluvia de meteoritos
mecanismo recobrara su funcionalidad con dificultad, las chocando nuestros cascos. Esperamos tanto por una zona
constelaciones y planetas sobre nuestras cabezas comenza- habitable, pero Fobos apareció de repente. Violando su
ron a girar lentamente hasta recobrar su normalidad. Era masa deforme, [qué horror! Reímos ¡Cuánto temor! A car-
como ver el mundo a través de sus ojos, pero no quise im- cajadas. [Hijos de Laputa! ¡Crash! Quedamos esparcidos
presionarme con la rústica ostentación de su universo. La alrededor del Planeta Rojo sin poder poner los pies sobre la
miré de nuevo. Tierra, nunca los pies sobre la Tierra; sólo de rodillas, sólo
-Sólo tenía que helenizarte -comenté. si te atreves a decir lo siento ...
-Hubiera sido sencillo pensarlo, así como se piensa en "Then thank God that I just don't care. And I guess I
una receta de cocina sin apuntar los ingredientes. just don't know ..."
-Yo sólo...
-Soy lo mejor que te ha pasado en la vida, tonto -sen-
tenció-, soy el único pedazo bueno que queda en tu po- El fuego sigue subiendo. Tras el colapso del helicóptero de
drida alma. la PGR, las cosas lucen más precipitadas, y es que ya están
Trataba de ver más allá de su vanidad. Se recostó sobre seguros de que los Leopardos están detrás de todo esto.
su translúcida cama, contemplaba las estrellas artificiales Veo a Diana desmayada en la alfombra de un lujoso hotel
de su cuarto. Yo me rehusaba a verlas, no quería comenzar de Polanco. A veces pienso que mis palabras no dicen nada
a justificarla. y me pregunto qué tanto quiero decir. Suspiro sobre el cris-
-¿Sabes? -me dijo-. Yo puedo darte todo ... sólo no tal de la ventana y pienso en cómo terminará esto ...
me lo pidas.
Me acosté a su lado, la tomé de la mano; una lluvia de
basura espacial parecía apabullarnos y éramos como dos sa- Había amanecido ese 30 de julio cuando el agente Aura
télites artificiales estrellándonos en la estratosfera. De to- tomó la radio, pero antes de poder comunicarse lo detuve:
dos nuestros impulsos sólo prevalecería el más fuerte. -¿No creerás que haremos esto sin refuerzos? -me
Fuerte apreté su mano. Ella reía, y su risa lo era todo. recriminó.

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

-Claro que no -le extendí mi celular-, pero pídelos derramada. El líder, que seguía debajo de mis pies, prolife-
con esto. raba una cantidad innumerable de maldiciones y amenazas.
-¿Estás seguro, Rascón? -me cuestionó-. Nos va- -¡Hijo de tu puta madre! -gritaba mientras force-
mos a echar encima a toda la policía municipal y, si estás jeaba conmigo-. ¡Vasa ver quién manda en esta pinche
mal, será una estupidez que abramos la Caja de Pandora. ciudad, cabrón! ¡Yate cargó la chingada, pendejo!
-No se trata de abrir la Caja de Pandora -recorté car- -¿Quién ordenó la ejecución de los federales hace dos
tucho-, sino de cerrarla de una puta vez. meses? -le pregunté jalándolo del cabello.
Nos bajamos, empuñamos nuestras armas y entramos -¡Cómo quieres que sepa, pendejo! ¡Ejecutamos a
a la casa. Precisamente habían tres sujetos; cuando nos una docena de cabrones al día!
vieron se alarmaron y la situación se volvió caótica. So- -Entonces no habrá evolución para ti esta noche
metí al líder colocándolo boca abajo con mi rodilla en su -crack, rompí su dedo pulgar.
espalda. -¡No mames, cabrón, no mames!
-¡Tranquilo, vato, tranquilo! -me gritaba-. ¡Soy -¡Quién ordenó la ejecución de los federales, cabrón!
policía! -¡Puta madre, cabrón, fue Cabeza de Vaca, él deci-
-¿De verdad? de quién vive y quién muere en todo el pinche estado, no
-¡Puedo probarlo! -me decía desesperado-. ¡Sólo mames!
busca en mi cartera y verás mi identificación oficial! -¿Dónde lo encuentro? -grité estrujándolo.
-¡Ya sé que eres policía, imbécil! -lo sujeté del cabe- -¡No lo sé, cabrón! [Tiene un rancho en Villahumada!
llo-. ¡Ytambién sé en cuántas nóminas aparece tu nom- ¡Eso es todo lo que sé!
bre! -lo azoté contra la alfombra. Azoté su cabeza contra el piso. Seguía proliferando mal-
El agente Aura no sabía a quién apuntar entre los otros diciones por su dedo pulgar. Se escucharon las sirenas de
dos. Cuando uno comenzó a correr disparé a su pierna, refuerzos, luces rojas y azules en la ventana. El agente
exactamente en la rodilla; ésta exploto en mil pedazos. El Aura respiró de nuevo.
que quedaba tomó su pistola y se encañonó mutuamente -¿Eso es cierto? -preguntó Aura algo más tranquilo.
con el agente Aura. -Eso parece -me reincorporé-. Cabeza de Vacacon-
-¡Baja el arma! -exigía Aura-. [Bájala! trola gran parte del norte del país; no me sorprendería que
El tipo se veía tan nervioso que en cualquier momento de él saliera la orden.
dispararía. -No me refiero a Cabeza de Vaca,me refiero a lo de
-¡Hey! -le grité-. ¿Sabes cuál es la diferencia entre punto sesenta y nueve segundos. ¿De verdad somos más
un policía municipal y uno federal? -me miraba nervio- rápidos que ellos?
so-. [Punto sesenta y nueve segundos! -dije disparando -Sabrá la chingada -alcé los hombros-, pero este
en su brazo exactamente punto sesenta y nueve segundos idiota se lo creyó -pateé el brazo del tipo al que había
antes que pudiera jalar del gatillo. disparado.
Soltó el arma y el agente Aura lo sometió con más tran- Saqué mi navaja y comencé a rasurarle la ceja. El agen-
quilidad. La alfombra seguía estropeándose por la sangre te Aura sonrió de resignación. Me levanté, guardé mi nava-

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

ja y fui al refrigerador. Tenían jamón y queso, comencé a -¿A qué te refieres? 11


prepararme un emparedado, destapé una botella de cerve- -Eres el federal que más ha asesinado a delincuentes
za. Mientras mis compañeros subían bruscamente a los po- durante sus operaciones. 11

licías a las camionetas, alguien entró en nuestra frecuencia -Seguramente se lo merecían -comenté sin mucha
de comunicación con acento vulgar: importancia en la plática.
-¡Ey, pinches chotas! Suelten a esos compaz o los ba- -Nadie cuestiona eso, pero deberías ver tu rostro
mos a serposo/e. cuando lo haces -volteé a verlo-, realmente asustas. Tan
El agente Aura volteó a verme. sólo recuerdo cuando fue lo de Ateneo...
-¿Se puede hablar con faltas de ortografía?-preguntó. -¿Ateneo? -interrumpí-. El maldito me arrojó una
Sólo me encogí de hombros y mordí mi emparedado... piedra a la cara. ¿Qué esperabas que hiciera?
-¡Policía come policía!-gritaba el tipo que vendía el -¡Asesinaste a cinco ejidatarios!
Diario de la Tarde en el crucero. -¡El bastardo me arrojó una piedra a la cara! -insis-
Era la portada, la noticia del día. Invité al agente Aura a tí-. [Venían a la guerra y guerra tuvieron! ¿Somos o no
comer pizza en el mismo establecimiento donde mataron autoridad?
a Lara, García y Guzmán. El motivo era celebrar; yo en Aura se quedó un momento en silencio, un minuto tal
realidad me retorcía en mi asiento buscando a la chica de vez, tal vez lo hizo por respeto; su ánimo no daba para más.
los ojos lindos, pero jamás di con ella. El día pasó y, como -De verdad pienso que no es tu culpa -me dijo-, y
todos los días, se hizo de noche. no lo digo porque estés a un lado de mí; si nos agraden te-
-No entiendo por qué no fueron tras de ti cuando ma- nemos que responder. Sólo que a veces envidio la facilidad
taron a Lara -me decía mientras conducía por la Óscar con que superas toda esta mierda.
Flores. -Menos floresy más aeropuertos, es lo que siempre he
-Ya te dije que fue suerte, regresé a dejar propina dicho.
cuando los emboscaron. Aura esbozó una pequeña risa. Finalmente se había re-
-Pero ellos sabían que también formabas parte de la lajado.
investigación, ¿o no? -¿No sabes si Montes Urales es la misma calle que
-No lo sé -le respondí con poco interés-, debieron Avenida Jilotepec? -preguntó checando el mapa.
creer que me asustaría. -De Juárez sólo conozco tres cosas: que la ciudad
-Pues fueron muy pendejos -me dijo en tono de bur- no necesita un transporte semimasivo, que el Camino
la-, si supieran que eres más rencoroso que Chespirito no Real no sirve para nada y que la figura luminosa en el Cerro
te la hubieran perdonado. Bola no es Homero Simpson, sino Benito Juárez...
-¿Sabes?, a veces no entiendo cómo son capaces de
matar a sangre fría-hice el comentario recargadocontra el
cristal de mi puerta. Doscientos años desde que Hidalgo gritó por nuestra inde-
-Por favor -el agente Aura rió un poco-, tú eres la pendencia. Pareciera ser mucho tiempo, pero si lo medimos
persona con más sangre fría que conozco. en generaciones no luce tan lejano. No entendí la brutali-

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

dad de la colonización hasta que vi el mural de Diego Ri- Mi madre siempre me dijo que no hablara con la boca
vera en Palacio Nacional. El gran Elefante de México se llena, así que no contestaba a ninguna de sus preguntas.
sentía ofendido y lo expresó explícitamente en los cuerpos -¿Estás llorando? -preguntó-. ¿Te sientes triste por
de cada indígena torturado, en la cara de los españoles de- las ratas?
formada por la codicia, en los ojos verdes de los hijos -Es la salsa roja -contesté pasando todo por la gar-
de cada indígena violada. Usaba mi más espectacular uni- ganta-, arde como el infierno.
forme y armamento de policíafederal, trescientos mil pesos -¿Y por qué diablos sigues tragando?
sobre mis hombros para proteger alJefe Tirantes durante su -Es cuestión de orgullo-respondí tajantemente.
discurso redentor en los jardines de Palacio Nacional. Esa -¿Alguna vez has llorado de tristeza?
vez recuerdo quitarme el pasamontañas para apreciar mejor -No creo... no que yo recuerde.
y cerrar mi puño con fuerza; fue la única forma en que pude -¿En serio? ¿Nunca? ¿De amor? ¿Jamás?
poner mi coraje a los pies de Cuauhtémoc ... -No -me limpiaba con la manga-. El amor es sólo
para los tontos.
-Eres un cabezadura, ¿losabías?Si yo quisiera te haría
Era una noche tranquila. Diana y yo estábamos sentados llorar como niña.
sobre cajas apiladas de refrescos. Fue una suerte encontrar -Créeme -le dije con una sonrisa-, desde que te co-
un puesto abierto. Diana tomaba mucho refresco, de dos nocí me he preparado para tu abandono.
tacos sólo comió la mitad de uno. Yoestaba en plena guerra -¿Tienes miedo de que te deje? ¿Lo tienes? -pre-
contra la salsa roja. guntó con la emoción de una niña al desenvolver un regalo
-Cuánta tranquilidad -comentó Diana-, finalmente de cumpleaños.
se respira algo de paz en esta ciudad, ¿nolo crees, Federico? La miré algo más serio. No quería verme vulnerable
-El año pasado la ciudad estaba igual de vacía que frente a ella:
ahora, ¿no recuerdas la paranoia de abril? -No es que tenga miedo; pero tarde o temprano lo
-Pues sí, pero en ese entonces no se podía respirar espero.
-cubrió su boca con una servilleta. Reí un poco. Sonrió satisfecha, seguía escuchando. De repente re-
Extraño era que Diana no cantara, sólo escuchaba la flexionaba, de repente preguntaba cosas tristes.
música de la vieja radio que estaba encendida en el puesto. -¿Nunca te has sentido indefenso? ¿Tan incapaz de
Ponía especial atención, ella no ponía atención a nada. hacerle frente a una miserable mosca? -me preguntó
"Alimaña, culebra ponzoñosa, deshecho de la vida, te como si estuviera en otro mundo-. ¿Sabes? Si hubiera
odio y te desprecio." sido fuerte, hubiera podido llorar por mi mamá. Creo que
-¿Has visto a las ratas almorzar por las madrugadas? fue una buena madre. Nunca he tenido otra, pero realmen-
-preguntó-. He escuchado que comen de todo. Pueden te creo que ella fue buena.
comerse tu avena de las mañanas o tus piernas cuando Me quedé contemplando su comentario, esperando
duermes, pero eso no es su culpa. Dicen que son una plaga, una reacción distinta a la acostumbrada, pero Diana era la
pero no tienen que ser malas, ¿o sí? persona menos acostumbrada del mundo. Recordé la ma-

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

ñana que mi madre llamó a las siete de la mañana para de- -Perro come perro --comenté al aire-, eso me re-
cirme que el viejo había muerto. Estaba tan molesto por- cuerda algo.
que tendría que levantarme temprano en un día que no era -¿En nada te dolió la muerte de tu padre? -me pre-
necesario. Con sueño busqué ropa para ponerme. Mi traje guntó.
negro, mi corbata mal anudada. -No lo sé, no creo.
Cuando llegué al velorio, lo único que pude pensar era -Algo tuvo que dolerte. Todo en esta vida duele. Ésa
en el hambre que tenía. Ese día, mientras mi madre derra- es una ley más sólida que la manzana que cayó en la cabeza
maba lágrima tras lágrima, sentí que no lloraba por su au- de Newton.
sencia, puesto que el viejo fue la persona más ausente de -La verdad creo que me dolió más cuando mi madre
la casa. Sentí que sus lágrimas eran por todas las promesas se fue a Estados Unidos con mis hermanas.
que el viejo no cumplió. Tal vez tenía la lejana esperan- -¿Sabes, Federico? -me dijo mientras pateaba al
za que las cumpliría algún día, pero ahora eso se había ido perro para ahuyentarlo-. Ésta es la cena más romántica
al diablo. Apenas me vio parado en la puerta corrió para que he tenido ...
abrazarme; al parecer la estafeta como el hombre de la casa
era ahora mía. Miraba a cada una de las personas que llora-
ban: hermanas de la iglesia, tías, primas, vecinas: Siento que me duele la cabeza, es sólo un remordimiento,
¿Quiénes son ustedes? tal vez un preludio, no lo sé. Detrás del espejo del baño
¿Quiénes se creen para llorar a muertos que no les per- hay algunos analgésicos, cuatro para empezar, dos más,
tenecen? seis aspirinas en total con algo de whisky. Miro a Diana
¿Si el mundo fuera de papel, cuántas lágrimas innecesa- mientras termino de pasarlas por la garganta, sus lindas
rias derramarían? piernas flacas, siempre con banditas en ellas; recuerdo
Vuelos directos desde Salt Lake Ciry salieron rumbo a que fue lo primero que vi aquel día en las escalinatas del
Mexico City. Ahí estaban mis hermanas, gimoteando con Monumento a la Independencia, y recuerdo lo bien que
sus lágrimas de Gatorade sobre mi hombro. No llorar por se veía ...
los muertos es una falta de respeto. Ni siquiera me ofrecí a
ayudar cuando el féretro casi se les caía de las manos a los
cavadores del cementerio. -Qué hay-saludé incipientemente. Nadie respondió.
Cada margarita de la ciudad lloró la partida del viejo, No quería ni siquiera pensar que todos ellos eran una
que se fue sin despedirse, y sin despedirme miraba cada bola de pendejos a los que Diana recolectaba para no
pala de tierra que caía sobre el féretro, mis manos en las aburrirse, y mucho menos que yo sería el nuevo inquili-
bolsas, mi corbata ondeando en el viento. Los hombres no no en el condominio de sus divagaciones.
lloran, lo que siempre me decía fue mi excusa perfecta ... -¿Dónde estabas, Diana? -preguntó uno de ellos
Sin darme cuenta me distraje, fue sólo poco tiempo. aparentando tranquilidad.
Diana estaba alimentando a un perro callejero con las so- -Por ahí... -respondía Diana- en todos lados más
bras de sus tacos. Me quedé mirando contrariado. que en nmguno.

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Israel Terrón Holtzeimer
ARTEMISA CAFÉ

-Más de una semana sin saber de ti -insistía el tipo-, un inmenso abismo, sin color, sólo lo rojo de sus ojos, lo
cínico de su sonrisa, sus uñas pintadas, su universo podrido
¿crees que eso está bien?
Diana lo miró con su sonrisa de muñeca inflable, menos capaz de podrir todas las manzanas de la canasta.
aire esta vez. Sus ojos parecían desbordar sus lentes de ar- -La idea de los fuegos artificiales me parece estupen-
mazón azul para no ocultar la expresión de su mirada. da -decía un tipo con atuendo paramilitar, con esa apa-
-Creer o no creer -dijo-, ésa es la cuestión. riencia de bañarse en un río contaminado con detergente
-¡Sabes todo lo que hemos trabajado! -le reclamaba para platos-, lo que no entiendo es por qué tenemos que
más alterado-. ¡No voy a dejar que todo esto se vaya al hacerlo nosotros mismos.
diablo por tus estúpidas banalidades! -Mi querido Servín -respondía Diana-, es la cereza
-¿Me estás diciendo banal? -preguntó Diana en tono en un pastel de ese rico chantilly que tanto te gusta, no
querrás que alguien más se quede con el crédito, ¿o sí?
de burla.
Un tonto en silencio con una culpa que no le cabía en -¿De qué hablas? -continuaba Servín restándose im-
el pecho. Es como ofrecerle una copa de vino a un alcohó- portancia, como si necesitara la razón de algo que le había
lico. Pero ver mágica a Diana flotando en una sábana de sido negado-. Si quisiéramos presumir este movimiento
fresa sobre su enrizado cabello crespo era algo que hacía -miró lascivamente a Quintino-, no hubiéramos gestio-
para celebrar la estupidez de no saber escuchar la diferen- nado nuestras muertes ...
cia entre la S y la Z. Por eso Rodríguez, que vestía siempre
de negro, se mantenía en silencio, pero no por mucho
-¿Qué pasa contigo, viejo? -preguntó Franco sobre mi
tiempo.
-¿Por qué no te llevaste el celular? ¿Por qué regresas hombro.
hasta ahora? ¿Qué demonios pasa contigo, Diana? -Pediré que exhumen el cadáver para realizarle prue-
-No, no ... no hay por qué enojarse -interrumpió Ro- bas de ADN -respondí sentado sobre una de las tantas crip-
dríguez-, tenemos tiempo suficiente aún, por eso regresó. tas del cementerio.
¿Verdad, Diana?, dile que por eso regresaste. -Estás loco si crees que Anchando aceptará semejante
Quintino, el tipo regordete que reclamaba, se sentó sin estupidez.
dejar de ver despectivamente a Diana, que ni siquiera -¿Por qué no?
cambió su postura ante el reclamo de ese más viejo del -Es la segunda vez que una línea de investigación
tuya nos trae a un cementerio.
círculo.
Yo seguía parado debajo de la puerta, no había dado un -Todo el perfil encaja perfectamente -comenté
solo paso hacia ellos. Miré a Diana sentada en su silla im- arrojando una piedra contra la cruz; ésta rebotó en el epi-
perial reciclada; era como si la distancia entre ella y yo se tafio.
hubiera multiplicado, como si todo lo que nos mantenía -No tienes ni una sola evidencia para que te autoricen
se hubiera devaluado. En esos momentos no quería pensar esta profanación.
nada, porque todo lo que hubiera pensado sería en lasti- -La ausencia de evidencias no es una evidencia de
. .
marla. Era como si sólo quedáramos ella y yo en medio de mocencia.

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

-Debes aprender a ser más humilde, Rascón, y a en- Estaba tragando papas fritas mientras destapaba una lata
tender que no siempre se puede tener la razón -quitó de refresco, tenía mis piernas sobre la mesa de mi escritorio
la piedra del epitafio-, nunca siempre se puede tener la y veía el discurso de la Facultad de Ciencias Políticas en
razón. internet.
-¿Sabes, Franco? Definitivamente este mundo sería -¿Y bien? -preguntó Anchondo-. ¿Qué me pueden
un lugar mucho mejor si los muertos pudieran hablar decir sobre el video?
-balbuceé mordiendo el aire que pasaba. -Hemos contactado a ciento treinta y dos personas que
Suspiré mientras me dejaba caer sobre la tumba con los estuvieron ese día, señor --contestó Huitrón-, no hemos
brazosabiertos. La cruz de cabeza, no, de cabeza yo. Cada podido sacarmucha informaciónsobre la salidade Artemisa
palabra disfrazada era un clavo oxidado que atravesaba mis de Ciudad Universitaria o de su llegada; todos dicen que
manos. Estaba tan acostumbrado a esto que ya ni siquiera cuando se dieron cuenta ya estaba hablando sobre la tarima
sangraba. Entonces leí el epitafio: y que desapareció tan rápido que no pudieron percatarse.
-Tampoco hemos podido conseguir una copia de me-
Hay cosas conocidas y cosas desconocidas. jor calidad para encontrar más datos sobre el video -agre-
Y en el medio están las puertas gó Solís.
Anchondo no tardó en darse cuenta de que en su equi-
En el Departamento de Inteligencia parecían celebrar po faltaba alguien. Buscó en los escritorios y me encontró
cada vez que me equivocaba. Desde ese momento ya cual- tratando de sacar hasta el último pedazo de fritura que se
quiera se creía capaz de contradecirme. A veces me queda- hallaba en el fondo de mi bolsa de papas.
ba parado en medio de la agencia. Los veía a todos hacién- -¡Rascón! -llamó-. ¿Qué demonios estás haciendo?
dose pendejos como siempre. Entendí que las puertas se Algo sorprendido bajé los pies del escritorio y arrojé la
habían escondido de mí desde hacía ya tiempo... bolsa de frituras al cesto.
-Nada, señor-respondí-, sólo analizando el video.
-¿Y bien?
-Sé que esto va a sonar raro -decía Martínez-, pero -Pues, pensándolo un poco, creo que el video es falso,
creo que estoy de acuerdo con Servín. Nunca nos arriesga- señor.
mos tanto, por eso el montaje hasta del tonto discurso en Todos voltearon a verme.
Ciencias Políticas. ¿No lo recuerdan? -¿No escuchaste las entrevistas de los testigos?
-Martínez -respondía Diana-, ¿Cuántos píxeles me- -cuestionó Huitrón algo fastidiado.
nos necesitas para arriesgarte por una solavez en tu vida? -No, no las escuché; pero las leí, hasta la última pala-
Martínez tenía la sangre liviana, el tipo agradaba, era bra -azoté la pila de hojas sobre el escritorio-. Ciento
como el Elmo de Plaza Sésamo, todos quieren a Elmo, lo treinta y dos pendejos diciendo lo mismo, que no hablan
apachurras y se ríe. Creo que por eso le arrojó una sonrisa de nada que no se vea en el video.
pizpireta a Diana, como conformándose a vivir el resto de -¿Y en eso basas tu argumento? -preguntó Silva con
su vida en esa analogía poco argumentada... sarcasmo.

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Israel Terrón Holtzeimer
ARTEMISA CAFÉ

-Bueno, verás -les expliqué con cierto grado de iro- todo su gabinete, pero él no se va, volamosveinte estacio-
nía-, las reacciones deberían tornarse más emotivas en las nes del Metro y ahí sigue.
partes sobresalientes de su discurso, nunca se escucha un -Tal vez necesitábamos volar veintiuna -respondió
solo grito de aliento o a favor de ella. Francamente parece Diana-, tal vez necesitábamos a más idiotas suicidas, tal
que están escuchando un aburrido mensaje del rector Na- vez cualquier cosa...
-Qué tal si mejor intervenimos su línea -argumentó
rro bautizando la explanada de rectoría.
-También pensábamos que los videos de tortura eran Rodríguez, todos voltearon a verlo-. Sí, lo grabamos di-
falsoshasta que llegaron las bolsas con los restos a la Seme- ciendo groserías y contratamos a una mujer para que haga
un escándalo en televisión.
fo --comentó Vela.
-Yo creo que estaban confundidos -dijo Silva-, no -Ésa es una manera muy poco heroica de purificar a
creo que muchos de los que estaban ahí supieran o creye- nuestro gobierno -despreció Servín.
-Bueno -lo increpó Rodríguez-, para barrer el
ran estar enfrente de Artemisa.
-Eso está en el reporte de los testigos -aseguró Hui- aserrín no hace falta ser carpintero...
trón-, la mayoría dijo que no supieron de quién se trataba
hasta que el video fue publicado.
Discretamente me enfadé, incluso hasta golpeé mi es- El Departamento de Inteligencia estaba de cabeza, era
critorio con la pierna, y es que sabía que debí haber com- como si un tsunami de café con leche semidescrema-
da hubiera barrido con los escritorios de todos los agen-
prado la bolsa de papas más grande...
tes. Todos hablaban tan desordenadamente y a mí me
dolía tanto la cabeza que cuatro aspirinas no fueron su-
-Imagínense -Diana hablaba con alquímica fascina- ficientes.
ción-: sólo nosotros celebraremos el bicentenario en la -No hay un patrón coherente de las explosiones -de-
torre más lujosa, en el piso más alto, con el mejor espec- cía Dávalos marcando en el mapa-. Al parecer los Leopar-
táculo de pirotecnia jamás visto en el país. Y lo mejor dos se dividen en varias células que muestran independen-
cia de acción en sus ataques. No están siguiendo objetivos
de todo, pagado por el Jefe Tirantes.
El plomo se había convertido en oro, pero sólo era cues- específicos, ni siquiera claros.
tión de enterrar un poco las uñas para darse cuenta del co- -Hay desde bastardos que se hacen explotar hasta bas-
bre. El Jefe Tirantes había preparado un espectáculo sin tardos que explotan a control remoto -agregaba Landa-,
precedentes para las celebraciones del Bicentenario de la algunos buscan víctimas específicasy otros, masivas. Están
Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana; por todos lados, señor.
pero desde el atentado del 13 de agosto tuvo que cancelar- -Ya capturamos a dos -añadía Silva-, y sólo asegu-
lo, no obstante ya tenía todo listo para la inauguración de la ran ser parte de los Leopardos, pero no hablan de la forma
en que operan o de nombres o... de alguna maldita ubica-
torre más alta de Latinoamérica.
-¿Y crees que con eso el Jefe Tirantes vaya a renun- ción de su centro de mando. Vela casi mató uno a golpes,
ciar?-insistía irónicamente Servín-. Es capaz de correr a pero ni así dijo algo el perro maldito.

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Cuando escuché eso me sorprendí un poco, dirigí mi -¿Por qué mejor no me chupas las bolas, pendejo?
mirada hacia Vela,y es que parecía ser la chica más feliz del -¿Por qué mejor no te rompo la maldita cara de una
mundo. Nunca imaginé que sería capaz de matar a alguien buena vez? -se dio la vuelta.
a golpes; creo que no imagino muchas cosas de todas las -Se te rompen las uñas, maricón.
que pienso. Tal vez era una máquina de sexo. Le guiñé el -¡Suficiente contigo! -Huitrón se balanceó sobre mí
ojo, se quedó algo confundida por ello. para agredirme; algunos agentes lo detuvieron.
-Artemisa los prepara psicológicamente para soportar -¡Cálmate, viejo! ¿Cuál es tu maldito problema? -in-
cualquier clase de tortura o presión -mencionó Dáva- tervino Solís.
los-. Hemos manejado la teoría de que los entrenan en -¿Que cuál es mi maldito problema? -gritaba Hui-
Afganistán antes de formar parte de los Leopardos, señor. trón forcejeando con Solís-. [Este imbécil es mi maldito
-Por favor-no pude aguantar mi silencio. problema! -me señaló-. [Admite que fuiste tú quien en-
-¿Qué sucede, Rascón?-preguntó Anchondo. vió los videos de Cieneguillas al Reforma!
-Imitadores, señor, simples imitadores. -¿Para qué haría eso? ¡No mames! -cuestionó Solís
-¿A qué te refieres?-cuestionó Dávalos. sujetándolo.
-¿Saben la cantidad de personas que andan allá afuera -¡Porque Anchondo me encargó a mí arreglar la maldi-
y que se sienten defraudadas por el gobierno? ¿Saben ta fuga y este hijo de perra sólo quiere joderme!
cuánta gente desea vengarse de esta sociedad tan podrida -Reconoce que la cagaste y ya, pendejo -hice una
que tanto les ha fallado? ¿Lo saben? -continué con mi ar- sonrisa de satisfacciónque sólo Huitrón reconocería.
gumento levantándome de mi asiento-. Explosiones en -¡Ya déjense de mamadas y váyanse a vestir! -ordenó
Ciudad Universitaria, en el Politécnico y en la UAM, ¿saben Anchondo-. ¿Yaolvidaron el discurso del Jefe Tirantes?
cuántos estudiantes fueron rechazados este año? ¿No?Más [Tenernos guardia en Palacio Nacional! ¡Así que muevan
de ciento cincuenta mil. Explosiones en corporaciones y el maldito culo!
bancos, ¿saben la cantidad de personas que son despedidas Todos pasaron a un lado de mí, desviaron su mirada
injustamente? ¿La cantidad de personas que pagan seguros para no verme. Alguien palmeó mi hombro, fue Anchondo;
que los bancos hacen hasta lo imposible para no hacer efec- el viejo todavía confiaba en mí...
tivos? ¿O qué tal todos esos que prometen paraísosfiscales
y que desaparecen sin dejar rastro? ¿Lo saben...?
-¿Crees que somos unos jodidos infelices como tú, -Y además -Diana mencionó sostenida en el aire-, es
Rascón? -apeló Huitrón-. Esas injusticias han sucedido Quintino quien aparece en los créditos finales como idea
siempre, ¿por qué hasta ahora estarían tomando venganza? original. ¿Alguienva a contradecir a Quintino?
-Dime, Huitrón, si fueras una puta, ¿cuántas piedras Era Diana sobre las nubes de Nunca jamás devorando a
necesitaría arrojarte para que todos los misóginos de la ciu- los inútiles niños perdidos, así como Cronos se comió a sus
dad comiencen a apedrearte? hijos. Quintino se sorprendió un poco. Todos lo miraban
-¿Por qué mejor no regresas al cementerio a inculpar a esperando su respuesta.
los muertos? -dijo dándome la espalda.

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-Pues, bueno -hablaba Quintino-, me gustan los X


fuegos artificiales. Purgatorio federal
Diana giró en el aire satisfecha, como si hubiera recupe-
rado su reloj en el estómago de un cocodrilo hambriento.
-Sólo falta una cosa -preguntó Diana-, ¿qué carajos
haremos con Artemisa?
Yo seguía debajo de la puerta. Cuando Diana mencionó
a Artemisa, levanté la mirada, todos voltearon a verme. "CUÁNTOMALDITO RUIDO,cuánta pérdida de tiempo", pen-
Miré a Diana y ella me sonrió con esa sonrisa infantil que a saba con mi manos cubriendo mis oídos. Así que decidí salir
veces amaba y en otras odiaba tanto. de El Clandestino, un foro en el Estado de México. Desde
Sólo trataba de entender la naturaleza del magnetismo, el movimiento, todas las bandas de punk anarquistas usa-
de las energías obscuras, la implosión de los planetas, el ban el nombre de Artemisa para titularse: La Nostalgia de
poder de la antimateria. Sentía como si cayera en un abis- Artemisa, La Furia de Artemisa, Artemisa Movimiento.
mo, sin campo gravitacional, sin oxígeno, sin una sola po- Anchondo me había encargado encontrarla y buscaba en
sibilidad de morir antes de tocar fondo. Comprendí que cualquier lugar por estúpido que pareciera, como leer unfla-
Diana era de nadie, transnacional, sin bandera: el águila yer pegado en un poste donde decía: "Artemisa en El Clan-
devorando a la serpiente, la hoja de Maple, las barras y las destino". En realidad decía: "El Infierno de Artemisa en El
estrellas para ella eran la misma mierda ... Clandestino"; pero parte del flayer estaba desprendido.
Salí y encendí un cigarro. La peste era impresionante.
Caminé por el puente de Río de los Remedios, el desagüe
de la Ciudad de México. A ese río llega la mierda de veinte
millones de capitalinos. Tal vez sólo la mitad; pero la mitad
es bastante cuando hablamos de mierda. Lo miraba tan
caudaloso, a nada del borde. Casas y comercios en las ori-
llas. Se acostumbraron a la peste como se acostumbraron al
matrimonio.
Me quedé a la mitad del puente. Recordé una conver-
sación de mi padre en la mesa, yo acababa de llegar de la
secundaria. En plena comida hablaba de un tipo que se
suicidó aventándose desde ese mismo puente a las aguas
de Río de los Remedios. La muerte fue provocada por
el excremento que encontraron en sus pulmones. Yo ya
no quise comer esa tarde. El tipo había perdido al amor
de su vida, corrió de sus brazos y simplemente no pudo
soportarlo.

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Su ropa rasgada ondeaba en el viento, sus lágrimas caían era tan distinto. Parecía como si hubiera renacido, su dina-
en las aguas negras. El regalo de Dios que echaste a perder. mismo se había acelerado. Por primera vez en mucho tiem-
Sus zapatos rotos envueltos en bolsas de plástico. Parado po la televisión de la sala estaba apagada, y estaba seguro
en el borde, listo para recibir el castigo divino. Me lo diste de que nadie volvería a prenderla.
todo y te fuiste. [Adiós, mundo de mierda! ¡Splash! Nadie Mi madre estaba tan nerviosa, era la primera vez que
puede flotar sobre las aguas negras. iba a subirse a un avión, por fin podría conocer el templo
Me subí a la baranda del puente, abrí mis brazos para más grande que tenía su Iglesia en el mundo. No quería
equilibrarme; el olor insoportable, miraba el agua burbu- olvidar nada mientras mis hermanas la apuraban, yo mismo
jeante. Cerré los ojos, quise pensar por un momento. ¿Qué me encargué de llevar sus maletas hasta el taxi. Con las
sería de mi muerte? Nadie sabe lo que existe después de la prisas ni siquiera le alcanzó el tiempo para despedirse for-
muerte, pero seguro es mejor que ser viejo. malmente de mí, sólo me gritó desde la ventanilla del auto
-¡Oye, primo! -me gritó un viejo que pasaba-. [No mientras ondeaba su mano:"¡Federico, m' hijo! [Renta tu
ensucies más el caño, coño! corazón; pero no lo vendas nunca!".
Bajé mis brazos y abrí los ojos. Siempre dicen que estoy Metí mis manos a las bolsas, fruncí las cejas. Nunca en-
loco, pero eso era demasiado: morir en Río de los Reme- tendí lo que quiso decir ese día. El taxi se fue finalmente y
dios definitivamente no era mi estilo ... yo sería el encargado de cerrar la casa de los viejos para
siempre. Entonces me quedé solo: entré y vi cada uno de
los recuerdos sepultados a propósito: cada grito, cada dis-
Faltan pocos pisos, los bomberos apenas pudieron llegar cusión, cada abrazo, cada pelotazo contra la puerta atorada
hasta el piso veinte. Los Leopardos estarán más allá del del garaje. Bueno, algún día se tenían que ir para siempre.
piso sesenta, están completamente desahuciados. Sorpren- Eso era lo que esperaba desde que crecí.
dido, miro cómo uno de ellos se lanza al vacío. Traté de Encontré sobre la mesa de centro la foto de matri-
tomar el tiempo que demoró en estrellarse contra el piso, monio de los viejos. Mi padre con su camisa a medio
pero me fue imposible. La imagen de su cuerpo en televi- desabrochar y pantalones acampanados, y ella con su cor-
sión es como la de un huevo estrellado con demasiada salsa to vestido blanco y su peinado de los sesentas. La psico-
kétchup. Desearía que Diana lo hubiera visto. Ha pasado delia del pastel se opacó por el poco brillo de las fotogra-
mucho tiempo, me pregunto si se quedó dormida ... fías Kodak. La saqué del marco, la doblé y la puse en mi
billetera ...

Ya le habían advertido al viejo que ni una gota de licor más


o su hígado reventaría como globo de agua. Fue la última -Bueno, licenciado, pues podría decirme todo lo que
noche del 2009 cuando no pudo soportar la tentación de piensa de Artemisa.
un trago. -¿Qué te puedo decir? Es una tontería, comienza un
Habían pasado pocos días en realidad, seguramente fue movimiento por los pobres que lo único que hace es joder
como una semana, pero el brillo en la mirada de mi madre a los pobres. Está sucediendo lo mismo que la revolución

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de hace cien años. Esto lo único que provocará será más Medio Oriente o del Cono Sur, podría pensarse, pero estás
retroceso rumbo a la igualdad y justicia social. hablando de un país cuya ubicación atenta contra la seguri-
-¿De qué manera cree que podría terminar esto? dad de la primera potencia del mundo, más allá de su big
- Te puedo decir que es un movimiento destinado al mac crisis -risas- ...sigue siendo de enorme influencia en
fracaso. Vamos... era mucho más ... o al menos yo considera- todo lo que sucede en México.
ba más peligrosa a la Liga Comunista Veintitrés de Sep- -¿Artemisa será capturada o... asesinada o de pla-
tiembre, con más orden, más presencia a lo largo del país. no se hará legal como en el caso de Marcos y la vere-
Los Leopardos son un problema que yo llamo exclusivo mos desfilando en su caravana por todo el país? ¿Real-
de la capital. En el norte ni les interesa y en el sur ni se mente seguiremos escuchando de Artemisa por mucho
enteran. Y... pues bueno, en aquella, no sé si bien llamada tiempo?
guerra sucia mexicana, terminaron con la Liga Comunista. -No ... mira, es cierto que el mexicano, que los mexica-
La diferencia ahora es que México es un país muy distinto nos somos mucho a perdonar: perdonamos a Mario Marín,
al que era hace cuarenta y tantos años. En aquellos tiempos perdonamos a Ulises Ruiz, bueno, perdonamos hasta a
el Estado era fuerte; ahora, con esa rara idea de la democra- Gloria Trevi -risas- ...Pero no creo que suceda con Arte-
cia, el Estado se encuentra muy débil, por lo que el movi- misa; el movimiento ha sido violento y costoso en extremo.
miento de los Leopardos nos tomó muy mal parados a to- A diferencia del EZLN, Artemisa nunca ha buscado un diá-
dos. En el presidencialismo del PRI, te aseguro que esto no logo o representar a una minoría, nunca ha intentado un
hubiera durado más de tres días. cese al fuego. El Subcomediante Marcos -risas- ...bue-
-Aunando la debilidad del Estado, como usted nos no, no era más que un tipo con pasamontañas que hacía
acaba de mencionar, licenciado, ¿se puede esperar que este comunicados desde un jardín en el Distrito Federal. Pero
movimiento radical se extienda por un tiempo indefinido y, Artemisa, realmente pienso que ha excedido muchos lími-
pues no sé, que pasen los años y sigamos sufriendo de estos tes, tanto así que la gente que la apoyaba, hoy en día le
sangrientos atentados como en el caso de España? tiene miedo. Bueno, puedes verlo hasta en las publicacio-
-No ... la verdad es que México es un país secuestrado nes de Machetearte -risas- ...pues sí, antes la defendían a
por la inversión extranjera. No hay forma de ganarle al papel y tinta y ahora la desaprueban por completo. Creo
mundo hoy en día. Eso de la "soberanía" no es más que que en el mejor de los casos, para ella por supuesto, será
una palabra para adornar la Constitución. La globalización condenada a cincuenta años de prisión, ahí seguirá reci-
no da más para las soberanías, y sobre todo si hablamos de biendo cartas de todo el país de personas que la apoyarán,
países emergentes. ya sabes que nunca faltan los niñatos sin identidad que le
-¿Hay alguna similitud con otros movimientos en el gritan "espurio" al presidente -risas ...
mundo, no sé, como lo es ETA en España o Sendero Lumi- -Bueno, licenciado, creo que las palabras no hacen
noso en Perú? tanto daño como los zapatos.
-No, ninguna, no se trata de ideología o separación, se -No, no ... no lo creas tanto, un zapatazo cualquier dip-
trata de derrocar a un gobierno. Y más que nada, te digo, sómano puede esquivarlo; pero una mala palabra, ni cómo
se trata de México. Fuera un país olvidado de ésos en agachar la cabeza -risas- ...pero bueno, regresando a

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Artemisa, definitivamente pienso que dejará de llamar la -Le gustaba mucho que le dijeran eso -comenté con
atención de los medios. Se escribirán ensayos sobre super- una sonnsa.
sonalidad, se publicarán libros sobre su filosofía,se harán -Son idénticos -seguía sorprendida-, igual de feos
infinidad de reportajes, programas especiales y todo eso los dos.
para conseguir un poco más de rating... Es más, no faltará el Me quedé pensando un momento, no podría ser tan di-
escritor fracasadoque trate de justificarlaescribiendo sobre ferente a él después de todo. Pero decidí relajarme.
su vida -risas. -¿Y así son las ceremonias de la religión esa que dices?
-¿Qué sucederá con el Jefe Tirantes? -preguntó.
-Pues no mucho. No creo que este señor siga siendo -No, en aquel tiempo mi madre todavía era católica.
parte de la vida pública del país... seguramente terminará Bueno -volteé a verla-, aunque ser católico en México
su periodo y seguirá de parásito en su partido. Tal vez ten- es más un topónimo que una religión.
ga un sueldo de cincuenta mil pesos al mes en su cuenta de -¿Y por qué cambió de religión?
Banorte-risas- ...pero... realmente no creo que pase mu- -No lo sé... nunca se lo pregunté realmente.
cho con este señor ya. Estaba boca arribaviendo las nubes entre el espacioque
-Quisiera ponerlo, licenciado, en uno de esos casosex- los árbolesme dejaban; Diana sobre una inmensa rama,boca
traños, y... bueno, no lo sé, pero que sucediera algo extraor- abajo,con lospies colgando.Era el Edén de Ciudad Universi-
dinario y Artemisa ganara y la viéramos entrar a Los Pinos. taria,donde tantas veces me burlé de aquellosidiotasque se
Licenciado, ¿cómose imagina este escenario? acostabanbajola sombrade losárbolesa enamorasemás.Creo
-Bueno ... realmente sería algo difícil de imaginarse... que me habíaconvertidoen un completoidiota,platicandode
pero, bueno, lo que yo vería sería una guerra por el poder películasque nadie conocey consumiendobrownies de mota.
que no tendría final, exactamente lo mismo que pasó cuan- -No creí que fueras tan accesible-me dijo doblando
do los revolucionarios entraron a la capital. Siguió una ola la foto.
de traiciones, de asesinatos, de todo lo más podrido que -¿Por qué lo dices?
puede acarrear la lucha por el poder. Lo más alarmante de -Desde aquella noche, en el Amberes, lo primero que
todo, como lo estamos viendo aquí, sería la fuga del capital pensé fue que eras un borracho homosexual confundido.
extranjero que, como siempre, afectaría a los más pobres. Me refiero a que la gente siempre dice, tú sabes, que la
Nos atrasarían otros cien años y, en esta era globalizada, si primera impresión es la que cuenta; pero... yo siempre he
te atrasas ya no alcanzas a nadie. dicho que es la única. Sin embargo, ahora pienso que eres
-Pues muchas gracias por su tiempo, licenciado. sólo un borracho confundido.
-Para nada, un placer como siempre, camarada... -Dos de tres sigue siendo malo -traté de encontrar-
me en su mirada-. ¿Qué sucedió en el Amberes?
-No lo sé, no recuerdo, no me importa.
-Tu madre era muy bonita -me decía viendo la fotogra- Diana era tan genial, era como un helado de vainilla
fía de boda de los viejos-, muy delgadita... Tu padre se en un día soleado. Pensé si sería ella la que me esperaría en
parecía a Mick Jagger. el aeropuerto cada vez que llegara.

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-¿Piensas en casarte conmigo?-preguntó. en cogerla como puerco. Pensabas en abofetearla mientras


-¿Qué? ¿Porqué lo dices?---comenté algosorprendido. la obligabas a besarte. En su boca. Lo sacudías en su cara.
-Esa cara de estúpido nunca te la había visto. Venirte en su.
-Bueno, no creo... en este momento sería difícil----con- Yo ángel: Tantos pensamientos. Su dulce voz, su risa
testaba tratando de salir ileso-; tal vez, cuando capturen a cínica. El corazón no da para más. La imaginabas flotando
Artemisa y todo vuelva a la normalidad, podría pensarlo. en tela fina. Caramelos y palabras tontas. Eso de enamo-
-¿Cómo van a capturar a alguien que no existe? rarse no es tan tonto después de todo, ¿es lo que piensas
-¿Tú también lo piensas? -pregunté bastante ex- realmente?
trañado. Yodemonio: Embarrar sus lágrimascon tu. Eso querías.
-Quiero vivir en el Castillo de Chapultepec. Excita, ¿no? Que te suplicara. Entonces tú. Duro como
-¿En el Castillo? piedra y te odia. Te pediría perdón por todo y estarías más
-Sí, y que la ceremonia sea en la Catedral Metropoli- duro que una piedra. Que lo hicieras como un animal, que
tana y la fiesta en Bellas Artes. ¿Te imaginas?-se bajó del la trataras como una perra.
árbol-. Salir vestida de blanco hacia la Plaza de la Consti- Yoángel: La mitad del cielo por sus ojos. Y vendiste tu
tución, uno de esos vestidos cortos como el de tu madre. alma. Eres ahora. Y mira. Tan inútil siquiera para hacerle
Sería realmente impresionante, ¿no lo crees? daño. Nunca le harías daño. Así tengas que purgarte. Los
Yosólo sonreía.y la escuchaba hablar, no tenía que decir días y la noche. Espinas inmaculadas. Emasculado antes
nada. Durante sus conversaciones, Diana se preguntaba y de pensar en...
contestaba sola. Mis intervenciones poco le importaban. Agua fría y estas ojeras no se quitan. Diana sigue dormi-
-Sí, yo vestiré con el uniforme de un general mexica- da, parece que dormirá para siempre. Dicen que siempre y
no durante la intervención francesa -comenté. nunca es lo mismo. Todo y nada igual hacen daño...
-No lo hagas -dijo mirándome de frente ...

Caminaba a la oficinadel director Anchondo. Realmente me


Golpeo mi cabeza contra la ventana, la torre arde, quisiera preguntaba qué haríacon el dinero de mi liquidación.Tantas
que Diana despertara. Camino en círculos, azoto la puerta cosasque había hecho me parecían estar cobrando factura.
del mueble donde está la televisión, llevo mis manos a la -Director Anchondo, ¿quería verme?
cabeza, me golpeo contra la alfombra, camino de un lado -Pasa, Rascón, siéntate.
para otro. Odio este cuarto, en verdad lo odio, tengo ganas En realidad se miraba preocupado. Poco podría impor-
de gritar, de maldecir, de romper el cristal y cortarme en tarme de verdad.
pedazos. Odio este país, odio ser mexicano, odio a Diana, -Escuché que dejaste de ir a Alcohólicos Anónimos
la odio tanto, me siento tan enfermo, con tanto sueño, mal -comentó.
en verdad. Diana inconsciente, Diana no consciente. -Sí, verá, los Leopardos explotaron el lugar donde nos
Yodemonio: Puedes hacerlo, lo que quieras. Recuerda reuníamos.
lo puta que era, cuando la viste de rosa. La viste y pensaste -¿De verdad?

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-No -reí un poco-, sólo que ... creo que nunca pude Fue un operativo en una exótica mansión, una narcofiesta,
integrarme. eso fue lo que nos dijeron. Entonces interrumpimos, some-
-Bueno, Rascón, la integración nunca ha sido tu fuerte. timos a todos. Ahí estaba Junior, uno de los más buscados
Creo que reímos, al menos lo aparentábamos. por la SIEDO. Aseguramos todo lo que encontramos: armas,
-Encuentra a Artemisa -me dijo. drogas, animales en peligro de extinción y prostitutas con
-¿Qué? -reaccioné con algo de risa. acento argentino. Después llegó Anchondo con el Zanaho-
-¿Ahora vas a decirme que no eres capaz de hacerlo? rio, su patrón, y la narcofiesta se convirtió en una orgía fede-
-Director, tiene a todo el Departamento de Inteligen- ral con drogas y alcohol.
cia trabajando en ello. Algunos no quisieron participar. Lara hablaba sobre in-
-Por favor -alzó la voz-, esos tipos son tan estúpidos fecciones, García sobre una novia japonesa y Guzmán que
que no encontrarían una cucaracha en su sopa Maruchan. necesitaba de un masaje especial primero. Yono me hubie-
Nos quedamos un poco en silencio, en realidad no po- ra interesado tanto, pero el ganado era muy bueno y esta-
día creer que me estuviera pidiendo eso. En verdad estaba ban asustadas, y eso me echaba a andar como locomotora
desesperado; mientras la ciudad explotaba por todos lados, en el porfiriato.
él buscaba las respuestas del crucigrama del diario de la No cabe duda de que lo mejor de penetrar a una puta por
mañana. atrás es cuando te suplica que dejes de hacerlo; la sujetas
-Trabajarás solo -me decía-, no compañeros, no fuerte del cabello para ver sus lágrimas de rimel barato. Has-
horarios, no informes, no perfiles. Es lo que siempre has ta sólo entonces se vuelve redituable embarrarse de mierda.
deseado, ¿no? Sólo te pido que me traigas a Artemisa, viva No fue fácil encontrar un baño desocupado en esa enor-
o muerta, no me importa. me casa; tuve que caminar por varios pasillos, pero ahí
-Director -comenté a manera de resignación-, estaba finalmente, tratando de lavarme sobre un lavabo
¿sabe?, realmente dudo que Artemisa exista. con acabados de mármol. La voz del Zanahorio se escucha-
Se levantó de su asiento de piel y dejó caer sobre el es- ba alterada, hablaba por teléfono en el pasillo; creía estar
critorio una caja con afiches relacionados con ella. solo. Dejé de hacer ruido y puse especial atención.
-¡Entonces, invéntala y me la traes! -¡Tengo a Junior, güey, no me vas a poner condiciones
Suspiré. "Inventar a un monstruo", pensé, "en eso so- a mí, pendejo! (Inaudible) ¡Pues ya te dije, güey! Sólo
mos los mejores". Sujeté la caja, me levante y me dirigí échale quinientos mil a la cuenta secreta y yo mismo te
hacia la puerta. mando a Junior pa' Bogotá (Inaudible). ¡No te hagas pen-
-Esto será lo último que haga por ti, Rascón -me dijo dejo, güey, ¡dólares! ¿Pa' qué chingaos quiero tus mugres
antes de salir. Sólo me detuve, no lo miré de frente- ... Ya pesos? (Inaudible). Ya sé, güey, que siempre son doscien-
no quiero deberte nada. Encontraste a mi hijo y ahora esta- tos; pero ahora no estoy sólo, me están pidiendo cuentas
mos a mano ... esto es todo, Rascón. (Inaudible). Le voy... no, no, le voy a dejar la mitad a An-
Sólo lo miré por arriba del hombro. Él trataba de encon- chondo ahí pa' que se reparta entre sus muchachos tam-
trar las respuestas a su crucigrama. Salí y caminé por el pa- bién (Inaudible). ¡Pues el aguinaldo, cabrón! Tengo que
sillo con la caja en mis manos ... tener contenta a la perrada si no se me alebrestan (Inaudi-

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ble) Pues tienes dos horas, güey (Inaudible). No, no, aquí na. ¿Desesperado? ¿Alterado? Colgó y arrojó su teléfono.
ni qué la chingada, cabrón: cooperas o cuello. Así de simple Definitivamente frustrado. ¿Casualidad? El tiempo no es
(Inaudible). Órale pues, te espero ... casualidad para nadie.
Tal vez me precipité un poco; pero comencé a imaginar Arrojé mi cigarro al piso, se fue en la corriente de agua
en cómo gastar mi narcoaguinaldo ... pero éste nunca llegó. por la calle. El complejo habitacional tenía vigilancia, así
Creo que nadie tenía por qué saberlo, mucho menos Lara, que entrar sería sencillo. Subí por el ascensor. Decía "No
que no sabía guardar un secreto. fumar", así que encendí un cigarro.
Dos semanas después de que La Jornada publicó en Me abrió la puerta con molestia; sus modales no fueron
primera plana la orgía federal, Anchando recibió una llama- buenos a pesar de ser un niño rico. Yo tenía una sonrisa en
da solicitando doscientos mil dólares por su hijo de dieci- mi rostro, después de todo sólo era el que arreglaba el aire
séis años. Nunca supe si Anchondo en realidad no tenía acondicionado.
para pagar o si simplemente no quiso hacerlo, pero el tiem- -¿Qué coños quieres? -me dijo con cara de arro-
po pasó y los secuestradores se notaban muy impacientes. gancia.
Un mes y para todos él estaba muerto; aseguraban que las Puse el cañón de mi Prieto Beretta en su frente. Él, y
pruebas de vida que seguían mandando eran pregrabadas. el otro chico sentado en la sala, comenzaron a llorar. Los
Anchondo pasó muchos días buscando a su hijo en las amarré como puercos, guardé los cien billetes de a qui-
cajuelas de los autos que encontraba abandonados. En nientos que estaban sobre la mesa; era todo lo que había
aquellas semanas fue ejemplo de integridad como líder de pagado Anchando por su hijo, pero dijeron que no era sufi-
seguridad pública al no ceder ante las demandas de los ciente. Sus berridos comenzaron a fastidiarme, así que
delincuentes. Sólo era cuestión de escuchar las palabras puse un calcetín sucio en sus bocas para dejar de escuchar-
correctas, esas que se esconden entre líneas y que dicen los. Los gritos que todavía se escuchaban me indicaron el
tantas pendejadas que no queremos decir. cuarto en el que se encontraba el plagiado.
El Departamento estaba preparado para combatir con- Abrí la puerta, no se percataba de mí, tenía los audífo-
tra profesionales, por lo que unos principiantes representa- nos de su iPod puestos mientras gritaba cada que acertaba
ban una complejidad mayor. Sólo era cuestión de saber que un golpe en su videojuego. Cerré la puerta con seguro,
en un día seminublado la lluvia no cae en todos lados al pisé el cable de sus auriculares con mis zapatos Andrea.
mismo tiempo. Hasta entonces se dio cuenta de que me encontraba en la
Estaba sentado en el parabús del Centro Comercial habitación.
Santa Fe, mirando los enormes ventanales de los lujosos -¿Qué te pasa, imbécil? ¿Quién chingados eres?
edificios de enfrente. Mi refresco de lata y mi cigarro, la -preguntó doliéndose sus oídos.
lluvia fría me hacía temblar un poco. Digamos que, en cier- No recuerdo en cuál golpe perdió el conocimiento.
ta y extraña manera, me sentía culpable. Cierto es que no me había divertido tanto en mucho tiem-
En la radio escuchaba las negociaciones en vivo y en po, ni siquiera cuando arrojé al perro de mi vecina desde el
directo, mientras que en el penúltimo piso del lujoso edi- cuarto piso. Según yo nada más le había roto tres costillas,
ficio, un chico caminaba de un lado para otro de la venta- no cinco, según yo nada más le había roto un dedo, no todo

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el brazo; pero creo que los doctores saben más de esas co- -¿Ves esta incisión?-le mostré-, el cuchillo no tenía
sas que yo. filo,justo en esta parte se atoró. El tipo sacó la hoja, metió
Puse una cinta en sus bocas para que los otros mocosos el cuchillo en la misma incisión, pero no en la misma direc-
no hablaran; los dejé en un cuarto de las oficinascentrales ción -volteé a verlo-. Eso debió doler.
para que Anchando se encargara de ellos. Después de me- -¡Hey! -dijo Ponce saliendo del laboratorio. Voltea-
dia hora, sus gritos amordazados dejaron de escucharse. mos-. Las células encontradas pertenecen a un tal Daniel
Finalmente salió limpiándose con una toalla la sangre de Ríos Almazán.
sus manos, sólo palmeó mi hombro agradeciéndome por -¿Estás segura?-preguntó Solís algo incrédulo.
todo. Sólo hice un gesto de correspondencia. Estaba a la -Rascón tenía razón -continuaba Ponce-, resultó
mitad del pasillo, entonces se paró y se dio la media vuelta ser agente de la Dirección General de Tránsito; su informa-
para mirarme con agudeza. ción está en la base de datos de la Secretaría de Seguridad
-¿Y mis cincuenta mil pesos? -preguntó. Pública.
-¿Mande? -respondí algo confundido. -Es tan clásico-comentó Solís-, empiezan aceptan-
-Los cincuenta mil pesos que pagué a estos pendejos do mordidas y terminan secuestrando personas.
-se acercó a mí nuevamente-, ¿no estaban en la casa de -Bueno -mencioné despreocupado-, al menos ya
seguridad? tenemos un posible ganador...
-Negativo, jefe. Pasaron dos días. Siempre dicen que preguntando se
-Hijos de puta -expresó molesto y escupió los cuer- llega a Roma, nada que la vecina de la tienda de la esquina
pos inconscientes... no supiera. Estábamos en Ojo de Agua, en el Estado de
México, en la puerta de una casa, no muy ostentosa, una
casa como todas.
Estrellé mi cabeza contra el casillero, parecía ser todo en la -¿Puedes decirme qué demonios hacemos aquí?
vida de un agente de la policía federal. Abrí el casillero -preguntó Solísalgo desesperado.
y arrojé la caja con todos los afiches de Artemisa adentro. -Haciéndolos víctimas de su propia injusticia -co-
Antes de cerrar la puerta, me llamó la atención una muñe- menté en voz baja.
quita de cabeza de globo, la puse de pie y la accioné, esbo- - Tú pagarásla caseta de regreso -me recriminó.
cé una pequeña sonrisa y cerré el casillero... Toqué la puerta, no salió nadie, toqué de nuevo. Se es-
cuchó algo de ruido. Finalmente salió una muchacha, muy
humilde, un niño en brazos y otra niña detrás de su falda.
Otro día miraba con cierto detenimiento ese horrible dedo -Buenos tardes -saludé-. ¿Es usted la señora de
morado: le daba vuelta; vertical, horizontal. La mugre en la Ríos?
uña, no cortarse las uñas podría representar algunas venta- -Sí, ¿qué se les ofrece?
jas a veces. -Bueno, verá -trataba de ser amable con ella...
-¿Estás loco?-preguntó Solís-. Llevas como veinte Estaba sentado en el comedor de la familia Alce, esa
minutos viendo eso. gente en verdad sabíavivir bien. La pura mesa tal vez valía

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más que mi apartamento completo. Por fin sonó el teléfo- -Deberías conservarme en alcohol, Luci, en una linda
no. El señor Alce lo contestó con ímpetu; lo dejé hablar por vitrina.
un tiempo. Yo trataba de hacer una enorme bomba con mi -Ay, Federico, eres la única persona inteligente que
chicle mientras la señora de Alce trataba de seducirme con pertenece a este lugar. Si alguien puede encontrar a esa
su mirada de alquiler. Finalmente me desesperé y le arre- tipa, ése eres tú.
baté el teléfono al señor Alce. Esbocé una sonrisa. Lucifer era linda.
-Éste es el trato, Mochadedos -le dije-: me das a la -Escuché que dejaste de ir a Alcohólicos Anónimos
chica y yo te doy a tu familia, una mujer y dos niños, una -comentó.
ganga, ¿no lo crees? -Sí, los Leopardos explotaron el lugar donde nos re-
En poco más de una hora, la familia Alce tenía a su prin- uníamos.
cesa de nueve dedos de vuelta. Y sus ojos llorosos se pre- -¿En serio?
guntaban sobre todos los que ahí estaban levantándose su -No -sonreí de nuevo-, sólo me dijeron que no po-
sucio cuello blanco para salir en el noticiero de Dóriga. dían ayudarme.
Siempre despotrican por mi aplanamiento emocional, -Lo que necesitas es una mujer que le ponga orden a
me dicen insensible o me dicen inhumano. Pero ver a ese tu vida.
mastodonte que era el señor Alce derrumbarse en lágrimas Volteé a verla. El teléfono sonó y lo atendió. Caminé
al ver la mano gangrenada de su hija me hizo sentir algo de con disimulo hasta la salida. La lluvia se desvanecía lenta-
lástima. Al mismo tiempo que de lejos me miraba y gesti- mente. Encendí un cigarro. Prendí el iPod del hijo de
culaba su agradecimiento en silencio, yo trataba de com- Anchando. En realidad sentí que Artemisa no podría es-
prender las parafilias que me encendían como lapicero de conderse de mí por mucho tiempo ...
luz halógena ... "Tú eres como un sueño y yo tan sólo soy un pobre
soñador..."

Tenía pase libre para hacer lo que quisiera, no había nada


para qué quedarme. En la recepción me encontré a Lucifer Me acerco a Diana y me arrodillo frente a ella, la miro de
algo extrañada. cerca; cual si fuera un famélico perro pego mi frente a la
-¿Qué sucedió?-me preguntó-. ¿Por qué te vas tan suya y la olfateo: huele a madera de pino. Me gustaría saber
pronto? por qué no despierta. Me deslizo hasta su corazón y éste
-Anchando quiere que encuentre a Artemisa, así late, lentamente, su respiración es como un suspiro.
que ... me dio libertad de acción. Me recargo en el buró de la cama y comienzo a encen-
-¿En serio? ¿Y si no la encuentras? der y a apagar la luz de la lámpara. Dejo caer la lámpara del
-Pues creo que será el fin de Federico Rascón en el buró; esperaba que Diana despertara con el ruido, pero no
Departamento de Inteligencia. lo hace. Jalo el edredón de la cama y me tapo por completo.
-Pues en verdad que eres una especie en extinción
-me dijo.

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

Desde que recuerdo me sentaba atrás, desde primaria has- so ser luchador profesional, pero todos sus esfuerzos para
ta universidad. Las voces de los maestros apenas eran per- llegar a la Triple A sólo le alcanzaron para la "doble A".
ceptibles, las lámparas no alumbraban lo suficiente. Así -Pero, cuéntame -me decía palmeando mi rodilla;
que esa ocasión no tendría por qué ser diferente. Ahí esta- era mi turno-, ¿por qué comenzaste a beber en exceso?
ba, hasta el final de la sala, con un enorme gafete donde ¿Cuál fue tu detonante?
tenía que escribir mi nombre. -Trataron de matarme.
Más patético que llevar una vida patética es consolarte -¿En serio?
escuchando vidas patéticas. Uno a uno pasó y contó sus ex- -Dos veces ...
periencias, cómo el alcohol los hizo tocar fondo. Lloraron,
vanagloriaron a sus familias. Era tiempo de la dinámica. Di-
simuladamente traté de escaparme; sólo llevaba once pasos Una espiral de tiempo, flotando en lo más profundo de las
hacia la salida cuando alguien me sujetó del brazo. Grutas de Cacahuamilpa, ahogado en líquido amniótico,
-¿Ya tienes pareja? -miró mi gafete- ¿José Cuervo? estrangulado por el cordón umbilical. Podría llevarme al
¿Yatienes pareja para la dinámica, José? Purgatorio. A la mitad de un túnel obscuro entre el juzgado
-¿Yo? Ah, bueno, es que, verás, tengo algo qué hacer y y el reclusorio. El oxígeno es tan escaso. Una intensa lluvia
no puedo ... de averiguaciones previas, de cuotas por consignación, de
-¿Federico? -me señaló con el dedo-. ¿No eres tú bonos por disposición. Caigo de rodillas y bajo la mirada;
Federico Rascón? no sé decir lo siento, por todas las mujeres que abusé, por
Me quedé sin saber qué contestar. Estaba apunto de todos los que fueron procesados, los que amontoné en una
negarme cuando ... pequeña celda por una motocicleta de marca japonesa,
-Técnica Uno-me decía-, grupo "D". ¿No? cada vez que le guiñé el ojo a un ministerio público para
-Bueno, yo... creo ... creo que sí. ponernos de acuerdo. El túnel es frío y húmedo. Entonces
-Sí, recuerdo que tenías un apellido impronunciable, un punto luminoso me indica el camino, voy a él, como
¿verdad? si estuviera muerto. Mi redención, mi salida, de esas estú-
-Bueno, de hecho todavía lo tengo. pidas cosas que esperas se solucionen sin mover un solo
-¿No te acuerdas de mí? -preguntó extendiendo sus dedo, sin pagar por ello. Pero sólo se trata del agujero que
brazos. dejó el cigarro de Diana en.el edredón, el que abandonó
-Sí, sí, claro, ¿cómo has estado? antes de perderse en la euforia de su inyección. Siento que
No tenía la más puta idea quién diablos era, sólo me el aire se acaba, me destapo, pero ella no despierta ...
dijo que se llamaba Rafael, pero ni siquiera recordé la for-
ma en que habría de torturarlo en mi cuaderno.
Me senté frente a él, tenía que mirarlo a los ojos. En- La oficial Fuentes discutía por celular con su novio, era el
tonces me contó su historia: cómo había acabado en ese tercero consecutivo de menor edad que ella. Cuando estu-
lugar, cómo había tirado su vida a la basura, cómo había vo casada fue maltratada por su esposo, la violó varias veces
alejado a todas las personas que lo amaban de su lado. Qui- estando ebrio. Finalmente, después de años de una turbu-

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lenta relación, lo dejó. Me decía que su ex esposo había nación. Con las manos en las bolsas me paré debajo del
desaparecido. Volteéa verla y me pregunté cuántos metros marco de la puerta. La señora, con toda la cara golpeada y
bajo tierra seguiría desaparecido. Desde entonces sólo se cubierta de sangre, quiso encarar a la oficial, pero ésta de
relacionaba con hombres menores que ella. un codazo la mandó al suelo. El gordo señor sacó un ma-
Acudíamos a un reporte de violencia intrafamiliar y ella chete para hacerle frente y lo zarandeaba tratando de inti-
lucía muy molesta: "¡Es un inmaduro! [No entiende midarla. La oficialsacó su gas pimienta y lo agitó.El regor-
nada!". Me hablaba de su novio después de colgar su celu- dete señor comenzó a burlarse de ella con los brazos
lar. Yosólo la escuchaba en silencio. Por fin llegamos a la abiertos para retarla.
casa, parecía una batalla campal, los trastes se rompían. Va- -¿Qué? -le decía riendo-. ¿Vasa rociarme los ojos,
rias vecinas persignándose. Nos abrimos paso entre ellas perra? ¿Eh?
mientras miraban al cielo agradeciendo a Dios por nuestra La oficial le lanzó el gas, pero con todo y lata. Exacta-
presencia. Yo caminaba con mis manos en las bolsas. La mente en la nariz. Cuando era niña jugaba en las ligas
oficialtocó a la puerta, pero nadie atendía, sólo se escucha- infantiles de béisbol y pitcher era su posición. El señor se
ban los gritos de la señora y varios insultos. La oficial se tiró al suelo del dolor, inmediatamente la oficiallo sometió
asomó por la ventana. y lo esposó, después recogió su gas pimienta y lo colocó en
-¡Es la policía!-les gritaba-. ¡Abranla puerta! su cinturón de nuevo.
El esposo comenzó a insultarnos, yo seguía con las ma- -¡Me rompiste la nariz, maldita perra! -gritaba el se-
nos en las bolsas. La señora, con toda la cara ensangrenta- ñor mientras lo sacaba.
da, se asomó por la ventana. Yosólo me hice a un lado cuando pasaron por la puerta,
-¿Qué chingados quieren? seguía con mis manos en las bolsas. Subió al tipo a la parte
-Señora, recibimos el reporte de que está siendo abu- posterior de la unidad. Siempre que subíamos a delincuen-
sada físicamente, estamos aquí para protegerla. tes a la parte trasera de la camioneta, la oficialFuentes fre-
-¡Qué protegerme ni qué la chingada! -nos gritó. naba y aceleraba violentamente. Los tipos se golpeaban
-Señora, tiene sangre en toda la cara --comenté con contra los tubos de la jaula. Se detuvo en un extenso bal-
mis manos en las bolsas. dío. Bajó de I~unidad y le dio un toletazo al detenido.
-¡Y qué chingados te importa lo que tengo en la cara, -¿Qué sucede? -pregunté contrariado abriendo la
pendejo! -me respondió. puerta de la unidad.
-Su esposo va a matarla, señora -dijo la oficial. -Sube a la parte alta de la jaula y cáele con los pies al
-¡Y qué te importa si me mata, pendeja, para eso es mi pendejo éste -ordenó.
marido! ¡Ala chingada de aquí los dos! -¿Por qué? ¿De qué se trata? -seguía confundido.
-Bueno, allá usted -mencionó la oficial alzando los -¿Quieres que lo llevemos a la jefatura para que rinda
hombros. su declaración? -me recriminaba-. ¿Para que la esposa
Comenzamos a caminar hacia la unidad, pero la oficial no lo denuncie y en menos de cinco horas esté afuera el
sólo estaba tomando distancia, se perfiló contra la puerta y cabronazo éste? -le pellizcó una mejilla-. ¿Yentonces sí
la abrió de una patada. Sólo negué con la cabeza de resig- regrese a matar a la pendeja ésa? ¿Eso es lo que quieres?

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-¿Qué más podemos hacer? -pregunté con algo de que recogía del piso de mi habitación. Al final cayó boca
pesimrsmo. arriba. Con los brazos y piernas extendidas trataba de recu-
-Hacerlos víctimas de su propia injusticia, Rascón. Es perar el aire mirando el techo.
la única forma en la que cabrones como éste aprenderán -¿Qué es eso que tienes sobre la cama? -preguntó
algo realmente -la oficial lo golpeó de nuevo con el quie- mirando de cabeza la pared.
brahuesos que sostenía en sus manos. -¿Eh? Ah, es un atrapasueños.
"¡Ay!". -¿Y qué se supone que hace? -miraba bastante
Suspiré. "Te adaptas o mueres", pensé. Me subí a la extrañada.
parte alta de la jaula tubular, después le caí con los dos pies -Según la leyenda -le platicaba mientras se lo mos-
encima. traba-, sirven para atrapar todos los sueños y los buenos
"¡Ay!" deseos. A través de sus redes se filtra cualquier clase de
energía hostil que quiera hacerte daño -me miraba bas-
tante interesada-. Es un aro fabricado de sauce envuelto
Tal vez sea el frío, tal vez el frío la haya entumido; debo con cuero de animal, tejido a mano con hebra simulando
hacer una fogata para calentarla. Analizo cada uno de los una telaraña, y las plumas que lo adornan deben ser únicas
muebles y pienso en cuál arderá mejor. Una mesita con y obsequiadas por un indio de la tribu de los Ojibwa, entre
vista a la ventana, la volteo y comienzo a despedazarla; es más anciano y más sabio, mucho mejor.
madera comprimida, de poco servirá realmente. La silla, -¿Dónde lo conseguiste? -preguntó sorprendida.
también la destruyo. Comienzo a juntar la madera y la api- -En un mercado de Ciudad Juárez.
lo como si fuera leña. Ahora busco con qué encenderla. En -¿De esos mercados de magia negra? -preguntó casi
la alfombra yace el encendedor de Diana, lo tomo presta- susurrando.
do, trato de encender los muebles destrozados, pero si ella -No -le conté ya sin misticismo-, en un mercado de
lo necesitara y no tuviera gas se enojaría conmigo. curiosidades.
Suspiro, apago el encendedor, pienso que tal vez no sea -¿Y en verdad funcionan? -cuestionó desanimada.
tan buena idea. Me acerco a la ventana, las cortinas son muy Sólo alcé los hombros.
gruesas, muy blancas. Las desprendo, tapo a Diana con En mi cuarto nada estaba en su lugar. Encontré un ras-
ellas. Seguramente la calentarán lo suficiente como para re- trillo oxidado y un pedazo de jabón. Encendí la televisión,
gresar. Podría contarle un cuento para niños, podría leerle quería escuchar noticias, pero sólo encontré una película
un libro, tal vez escribírselo, podría platicarle lo aburrido de Pedro Infante y Tin Tan. No sabía que habían compar-
que estoy sin ella ... tido pantalla.
El baño era tan reconfortante ... perdí la noción del
tiempo. Pasé mi mano por el espejo tratando de limpiarlo,
Era como si quisiera tocar al sol en cada brinco. Me pre- las heridas estaban sanando. Me quedé pensativo, Diana
guntaba si mi cama resistiría, pero era tan flaca que no per- no hacía ruido, sólo se escuchaba la película. Pensé que se
día tiempo en preocuparme. La miraba entre cada camisa había ido. Atrabancadamente me vestí y salí del baño.

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

-¿No te gusta? -preguntó Diana mientras dibujaba Me dejo caer sobre la cama con los brazos abiertos. Co-
más rosas en una esquina. mienzo a cambiar los canales sin sentido, todos hablan del
Me acerqué, una figura de mi misma altura con la cara incendio en la Torre Bicentenario. Aviento el control remo-
rayada. Había dibujado mi rostro, pero lo rayó. Seguía in- to contra el espejo. Los pedazos del espejo hacen mucho
crédulo contemplado la pared, no sabía cómo sentirme. ruido. Miro a Diana a través del espejo, de los pedazos, si-
-Ése eres tú -me dijo. gue sin movimiento. Suspiro...
-¿Por qué rayaste mi rostro?
-Pienso que así te recordaré mejor.
-No tiene sentido, el rostro es lo que más se recuerda
de una persona.
-Pero los rostros envejecen -me decía sin dejar de
dibujar-, también los ojos; entonces sólo recordaré tu for-
ma de vivir el mundo.
Nunca podría enojarme con Diana, y es que siempre
decía las palabras correctas en el momento correcto. Me
senté en el piso, de frente a la pared, esperando que ella
terminara de hacer todo lo que quisiera hacer. Simplemen-
te veía cómo los cascos de lápiz labial vacíos se iban acu-
mulando de manera dispareja en el piso.
Rosas, nubes, el sol sonriendo con lentes de armazón,
yo saludando de frente. No me parecía en lo más mínimo,
pero dicen que el león no es como lo pintan. Me pregunta-
ba si todo lo que se esforzaba en recordarme serviría de
algo realmente. Las neuronas se mueren rápido, Diana,
también las neuronas se pudren y se apestan con los ojos
abiertos. Y si te gastas todas mis infecciones en dibujarme,
moriré como una sirena en un pozo.
Cuando terminó se sentó a mi lado. Aventó el último
casquillo de lápiz labial al piso con un gran suspiro.
-¿Por qué tenías una caja llena de lápiz labial?-pre-
guntó.
-Eran de mi mamá -respondí...

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1

I
XI
Las balas en mi revólver y las ideas
en mi cabeza
1

-¿YA VISTELALISTAde los agentes que enviarán al Opera-


tivo Juárez? -me preguntó Franco recargado sobre el casi-
llero de junto.
i
',]]I
-Hace un momento -contesté mientras me cambiaba
de playera. ;1

-Prácticamente son todos lo que participaron en el 1

operativo de la narcofiesta. 11

-Te equivocas, son todos los que corrieron el rumor de


los quinientos mil dólares en la narcofiesta. 1

-Creí que sólo yo lo había notado -me decía algo más


discreto-. Tal parece que Anchondo ya comenzó con su
persecución.
-Pues la verdad ya se estaba tardando en hacerlo.
Por el pasillo pasó Lara; cuando nos vio se regresó para
saludarnos.
-Oye, Rascón -me dijo-, quería disculparme por
apuntarte con mi rifle el otro día en la Nicolás Romero.
Tenía tiempo que no te veía y no había podido hablar
contigo.
-Descuida, esas cosaspasan---comenté sin importancia.
-¿Ya tienes todo listo para irte a Juárez? -preguntó
Franco a Lara.
-Pues algo, apenas ando viendo qué puedo llevarme.
Lara se despidió y siguió su camino. Franco seguía re-
cargado contra el casillero.
-Nada más los quieren para tomarse la foto en la fron-
tera --comentó Franco.
-Eso parece -mencioné cerrando el casillero.

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ARTEMISA CAFÉ '¡ '
-Escuché que Cara Chueca vendió la p za de Ciudad
Israel Terrón Holtzeimer

maldita explicación; pero sólo encontré ese mensaje en el


Juárez a Cabeza de Vaca,así que el cártel de a Frontera se Cerro de las Letras:
está defendiendo como gato patas pa' arriba.
-El problema es que el pinche gato es la policía muni- Cd. Juárez
cipal -comenté sentándome en los banquillos. la biblia es la verdad
-¿Y qué vas a hacer? léela
-Pues hablaré con Anchondo -lo miré con una sonri-
sa-, después de todo soy su consentido, ¿no?
-Ya empiezo a creer que estás loco de verdad -Fran- -¿A quién buscas?-preguntó Aura.
co se despidió. -¿Eh? No, a nadie-seguía con mi mirada a todos lados.
Knock knock knock. -¿Seguro?
-¡Adelante! -Bueno, a una chica que trabaja aquí, pero creo que no
-Director, ¿está muy ocupado? está en turno.
-¿Qué quieres, Rascón? -¿Una chica? ¿Yqué harás si llega?
-Director -me senté frente a su escritorio-, quiero -No lo sé -contesté ya con poco interés-, pero tú
ofrecerme como voluntario para el Operativo Juárez. comesy te vas.
-¿Estás loco? -¿Y yo por que?-me confrontó con sus cejas.
Las mismas calles, los mismos amigos, los mismos pro- Miraba la pizza, extra queso derramándose por todos la-
blemas, cada principio con su final de siempre. De cierta dos. Se dicen tantas cosas sobre los carbohidratos, sobre las
forma quería estar en otro lugar.Por eso pensaba en irme del calorías.Veíaa la obesa señora de junto reclamando porque
Distrito Federal, quería enfrentarme a otra psicología de el expendio de refresco de dieta estaba vacío;su mesa esta-
delincuentes, quería conocer a otra clase de mexicanos, ese ba repleta de esqueletos de alitas de pollo. En las noticias
país distinto que es México por todos lados. siempre dicen que México es el segundo país más obeso
Pero el sol de Ciudad Juárez es implacable, no se pue- del mundo, sólo después de Estados Unidos. Creo que de-
de estar bajo el sol por mucho tiempo, y mucho tiempo finitivamente faltan más expendios de refrescos de dieta.
son cinco minutos, los mismos que llevaba a un lado de los -No puedo creer que hayamos salido librados de ésta
cadáveres de Lara, García y Guzmán. Parecía que se derre- -Aura me dijo mordiendo su pedazo de pizza.
tían en el pavimento del estacionamiento. Yo pensaba -No le veo lo increíble -comenté.
en tantas cosas, una de ellas era si la chica de los ojos lin- -Me refiero que hasta el alcalde nos respaldó -habla-
dos tendría novio, porque la veía a través del cristal y pen- ba con la boca llena-. Pensé que se iban a deslindar o no
saba en esos momentos pocos oportunos para conocer a sé, pero que aceptaran la corrupción en la policía munici-
alguien. pal, de verdad me sorprendió.
Me acerqué un poco a la espalda de Guzmán, definiti- -Creo que nadie puede defender lo indefendible
vamente esa mancha no era sangre, era salsa de pizza. Co- -hice el comentario desprendiendo el pedazo más grande
mencé a dar vueltas buscando algo, cualquier cosa, una de pizza.

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Israel Terrón Holtzeimer
ARTEMISA CAFÉ
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-No me digas -exclamó irónica. giré el volante ante su asombro. Sólo fueron pocas las mu-
Un burrito de barbacha, una soda helada y cigarrosame- niciones que alcanzaron a dispararnos antes de que la uni-
ricanos. Los elotes en vaso y los doggos gigantes, los lon- dad los impactara de lleno. Ellos chocaron de frente contra
ches de colita de pavo. Menonitas vendiendo queso en las paredes del desnivel después de brincar el pequeño pa-
alemán y rarámuris pidiendo kórima; narcos, cholos y de- bellón, mientras que nosotros nos volteamos con el borde.
portados. Sólo trataba de entenderme en el rostro asustado El monstruo arrancándome la cabeza, ¿no te cansas de
de la gente que miraba por la ventana. joderme? Abrí los ojos ante la desesperación, no podía res-
-Odio que se haga de noche -comentó Aura-, todos pirar. Comencé a enterrarme los dedos, caí de cabeza. Al-
parecen sospechosos. gunos cristales se enterraron en mi antebrazo al tratar de
Lo cierto es que de noche cada automóvil se vuelve enderezarme.
más escurridizo, cada "cuerno de chivo" más fácil de es- -Aura -trataba de llamarlo-. ¿Aura?
conder, pero qué ganaba con estresarme. Sólo quité el se- Entonces pude enfocarlo, la cuarta parte de su cara es-
guro de mi rifle. taba colgando. Una bala calibre treinta y cinco le había ex-
-¿No sabes si Montes Urales es la misma calle que plotado en la cabeza. Me arrastré hacia fuera de la unidad.
Avenida Jilotepec? -preguntó. -Hija de puta -decía en voz alta-, hija de puta.
-De Juárez sólo conozco tres cosas -respondí-: que Alcé un poco la mirada y me encontré de frente con uno
la ciudad no necesita un transporte semimasivo, que el Ca- de los sicarios, tenía como catorce años. Si lo apresaba en
mino Real no sirve para nada y que la figura luminosa en el ese momento, pasaría cuatro años en la correccional para
Cerro Bola no es Homero Simpson, sino Benito Juárez. menores, saldría con licenciatura en delincuencia organiza-
-Déjame le pregunto al payasoéste -detuvo la unidad. da a los dieciocho, que es la edad perfecta para que las co-
-No sé que es más extraño: que el payaso esté vestido sas no tengan el valor que se merecen.
de alcalde o que traiga un Nextel en el cinturón. -¿Sabes? -le dije-, debería arrestarte y llevarte fren-
-Pues francamente se vería más ridículo vestido de te a un juez, pero -saqué mi fusca de nueve milíme-
diputado federal -comentó con ironía. tros- ... esto es Juárez, amigo.
-Touché -pronuncié jalando el respaldo del asiento Desde la Cementera hasta el Mundo Acuático, desde
hacia atrás. Aura me agradaba, tenía siempre esos detalles Lomas de Poleo hasta los Arenales, desde el Umbral del
irónicos de la vida. Milenio hasta el WelcomeTo Mexico. Bang, bang, bang: esto
Casi acostado,miraba los faroles amarillosde la avenida, es Juárez, amigo.
los letreros apagados de los comerciosextorsionados,los ca- Seguí arrastrándome mientras los cristales ensangrenta-
bles de luz, las tímidas estrellas. Cerré los ojos; entonces dos se desprendían de mi brazo. Estaba tan furioso, me
pensé un momento, fue un instante, era la hora de lossustos. sentía ultrajado, traicionado.
-¿Un Nextel?-abrí los ojos-. [Un Nextel! -me re- -¡Hija de su puta madre! -dije bastante alterado
incorporé de inmediato. mientras me recargaba en la pared del desnivel. Saqué un
Vi por el retrovisor las luces de una camioneta encima cigarro que se manchó con mi sangre. Desesperado lo en-
de nosotros. Aura apenas estaba volteando a verme cuando cendí para tratar de calmarme.

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Yono me arrojé al suelo porque escuchara las "cuerno -Ely, señor.


de chivo", me arrojé porque la maldita perra se arrojó.Sólo -¿Tienes Nextel, Ely?
pensaba en encontrarla y sodomizarla brutalmente mien- -No, señor, de todas formas no le puedo dar mi núme-
tras la acuchillaba cuarenta y cuatro veces. Cuando cruza- ro de teléfono, con este botón es más que suficiente. Con
mos las miradas, ella me veía detrás de la puerta de cristal, permiso.
tenía sus manos pegadas a ésta y en una de ellas cargaba un Simplemente no podía dormir; cada ruido, cada paso
Nextel. Miraba a las personas que se asomaban desde el que se escuchaba era sospechoso. Atranqué la cama contra
puente hacia el desnivel. Cada vez eran más. la puerta. Me recosté debajo de la ventana. Apretaba en
-¡Qué chingados miran! -les gritaba-. [Veinte eje- mis manos un tenedor, era todo lo que tenía para defender-
cutados al día y no pueden acostumbrarse! ¡Qué diablos me en ese rincón del mundo. Comencé a desvanecerme,
pasa con ustedes, gente! sacudía mi cabeza para no dormirme; lentamente cerraba
Estaba tan molesto. El lugar era como los restos del In- los ojos y tardaba más en abrirlos...
fierno, llamaradas y trozos ardiendo. Alguien con la camisa
de la Cruz Roja y un maletín en medio de todo eso.
-A ése lo mataste tú, ¿verdad? -comentó desempa- Abrí los ojos, Diana ya no estaba a mi lado, sólo las estrellas
cando sus cosas y mirando al sicario de catorce años-. Po- tan estáticas como siempre, las rosas y todos esos insectos
bre güey, lo hiciste caca. sin movimiento.
-He cagado mejores cosas -respondí sin dejar mi ci- "Taste the whip, in love not given lightly. Taste the
garro, ya llevaba como cinco. whip, now plead for me."
-Te voy a decir cómo puedes salvar una vida -dijo Me levanté y apagué la radio. Salí del cuarto y me en-
quitándome el cigarro de la boca, lo arrojó. contré de frente con Rodríguez. Yosólo pensaba en lo ton-
-¿Cuál es tu nombre? -pregunté sujetándolo de la to que se veía vestido todo de negro. Cuando quise pasar a
camisa. un lado de él me sujetó de la playera y me puso contra la
-Asdrúbal; pero todos me dicen Asdru. pared. El desgraciado tenía mucha fuerza.
-Estrúal, ¿tienes Nextel? -Si rompiste tan sóloel pétalo de una floro el ala de un
-No, señor... sólo celular. insecto -me decía-, te destriparé lentamente antes de
Lo solté de la camisa. Nunca pude perder el cono- asesinarte, ¿entendiste?
cimiento, recuerdo llegar a la habitación del hospital y pa- Tenía que entenderlo si quería respirar de nuevo, así
rarme de mi cama ante la insistencia del doctor de que que asenté con la cabeza. Me bajó poco a poco sin quitar-
permaneciera tranquilo. Revisé cada maldito rincón del me la mirada. Me reajusté la camisa. Entré a la habitación
cuarto, cada ángulo de la ventana. principal, caminé entre ellos, todos ocupados en sus asun-
-Cualquier cosa que necesite sólo oprima este botón y tos. Diana empacaba algunas cosas.
vendré a atenderlo -dijo la enfermera. -Pensé que no despertarías nunca -me dijo.
-¿Cuál es tu nombre? -le pregunté antes que cerrara -¿Por qué? ¿Qué hora es? -busqué dónde ver la hora,
la puerta. había un reloj de Félix El Gato colgado en una de las pare-

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1 Israel Terrón Holtzeimer

des del cuarto-. ¿Veinte minutos? -la miré extrañado-. Asíque caminamos. Las palabrasfueron escasasy las mi-
No fueron ni veinte minutos. radas asesinas. Ellos desconfiabande mí. A mí no me impor-
-El tiempo vale una mierda cuando hablamos en pasa- taba, yo sólomiraba a Diana. El impresionante colosoestaba
do -se quedó algo reflexiva-, de hecho... nunca importa frente a nosotros. Diana sonrió como si estuviera enfrente
el tiempo. de su propio templo, el mismo que destruyó Eróstrato.
-¿A qué te refieres? -No hay una sola alma en este lugar -dijo Ferrer aco-
-La cronología es buena, ¿sabes?;pero a veces es me- modándose sus orejas de zorro.
jor dislocar el tiempo para contar una historia -se mostra- -He pasado varias veces por aquí -aseguró Pania-
ba conforme-. Sí, apunta eso para cuando escribas algo. gua-, nunca hay nadie, ni soldados ni policías.
La miré de arriba abajo. Después de todo no era normal; no creí que hubiera
-Bonito vestido -comenté casi en su oído-. El ama- mucha seguridad, pero ni un solo guardia para proteger
rillo te sienta bien. seiscientos millones de dólares, por supuesto que eso no
-Lleva esto -puso en mis manos una mochila. era normal. Entonces sopló un frío viento que me erizó
-¿Qué es? hasta los huesos, una brisa helada con olor a flores marchi-
-Qué te importa. tas de panteón. Diana volteó a verme, pero sólo yo pude
Coloqué la mochila en mi hombro. Caminé tras de ella. verla. Su sonrisa era tan vacía como el cielo.
Después de todo, era lo que siempre hacía desde que la -Muy bien -dijo Quintino-, contemplar a este
conocí: caminar tras de ella. monstruo embarazado no encenderá los fuegos artificiales.
Martínez sujetó una bandera y se la puso como capa. Entramos, todo parecía funcionar. Rayando lo surreal.
Sin duda era el más decidido en todo eso. Sentía que lo Desde hacía tiempo, con tanto sueño, que sentía como si
hacía por un ideal, no como los demás. esta realidad no fuera mi realidad. Todos estábamos impre-
Caminaba a un lado de Diana. Martínez orgulloso con sionados con el lujo de la torre. Subíamos por los ascenso-
la bandera ondeando hasta el frente, cantaba y marchaba: res y mirábamos con asombro cada piso, cada parque, cada
"Se levanta en el mástil mi bandera, como un sol entre tienda departamental; los restaurantes, las oficinas,los mu-
céfiros y trinos. Muy adentro en el templo de mi venera- seos, los gimnasios, los paneles reflejantes de cristal. Sólo
ción, oigo y siento contento latir mi corazón...". pudimos llegar hasta el piso sesenta y ocho. Ahí se encon-
Finalmente salimos a la superficie. Sentí respirar de traban los controles para activar la pirotecnia. Había una
nuevo. cantidad impresionante de cohetes destinados a la celebra-
-Debe haber demasiada seguridad -mencionó Servín. ción del bicentenario.
-No creo que tanta -comentó Paniagua-, muchos -Con esto podríamos volar toda la maldita atmósfera
policías han renunciado y lo que queda en pie de la fuerza -mencionó Quintino riendo.
pública está destinado a la seguridad del Jefe Tirantes. La Servín comenzó a destapar algunas botellas de cer-
protección de lugares públicos pasó a segundo término. veza y las comenzó a repartir. Por supuesto que yo me
-Si caminan con seguridad no los detendrá nadie, la quedé con la mano extendida. ¿De qué murieron los que-
actitud lo es todo-agregó Diana. mados?

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Sujeté una barra de metal que había en el suelo, era -Diana, ¿dónde? -tragaba saliva-. ¿Dónde...?
de lo más inflexible. Me asomé por la ventana. Ciudad de -¿Dónde qué?
México, una ciudad sobre otra. Ojalá la Noche Triste hu- -¿Dónde conociste a ese... a ese sujeto? ¿Tienes al-
hiera durado para siempre. gún...? ¿Algún...? ¿Algún interés en él? -preguntó con
Rodríguez no me perdía de vista; a veces volteaba a ver- miedo a la respuesta. Diana se levantó y comenzó a cami-
lo, pero ni así dejaba de mirarme. Finalmente se levantó, nar hacia la puerta mientas recitaba:
tomó otra cerveza, la destapó y me la ofreció. La sujeté con -Oiga usted, señor Rodríguez, déjemecuidar su perro. Se lo
cierto recelo. cuido con esmerro y hasta le compro un cenicerro.Se lo lleva-
-¿Y bien?-me dijo. ré para el cerropara que coma su berro, y hasta le arrimo su
-Y bien, ¿qué? jarro para que tome currado. Para que no le agarre elperro, le
-¿Dónde conociste a Diana? asegurose lo amarro. Ya verá, señor Rodríguez, qué seguro está
-¿Por qué no se lo preguntas a ella? -dije dándole un su perro -cerró la puerta ...
sorbo a la cerveza.
-Lo hice.
-¿Y luego? -Y yo ni perro tengo -me dijo Rodríguez algo contra-
-No entendí una sola palabra de lo que dijo... riado.
-Suele pasar-comenté con apatía acabándome casi la
cerveza.
Knock, knock, knock. Diana platicaba discretamente con Quintino; estaban
-Adelante -dijo con pocas ganas Rodríguez. sentados mientras bebían cerveza, recargados en uno de
-¡Konichiwa! -mencionó Diana abriendo la puerta. los pilares.
Rodríguez brincó como resorte. Estaba acostado en su -¿Qué le ves a ese tipo? -preguntó Quintino.
cama, pero al ver a Diana en la puerta trató de acomodar -Lo mismo que le ves tú: una enorme nariz, un cuerpo
su rizado cabello. Fue inútil. escuálido, cabello despeinado.
-¿Estás bien? ¿Necesitas algo?¿Puedo ayudarte? -¿Por qué andas con él? ¿Por qué lo llevaste al horna-
-Sí, sí y sí. beque? Nunca habías llevado a alguien al hornabeque. Sa-
-¿Qué se te ofrece?-Rodríguez preguntaba algotorpe. bes que eso es muy delicado.
-Préstame algunos botes de pinturas, ¿sí? -Creo que me acostumbré a él -Diana alzó sus hom-
-Sí, sí, claro. Los que quieras. bros- ... y huele a chocolate, eso me agrada.
Diana comenzó a agitar las latas. Rodríguez la veía y se -¿Huele a chocolate? -preguntó Quintino incrédu-
ponía rojo de pensar que Diana estaba en su habitación, lo-. ¿Cómo puede alguien oler a chocolate?
porque la quería más que a sus ojos, pero quería más a sus -No lo sé, nunca se lo he preguntado, pero Paniagua
ojos porque sus ojos la vieron entre esa espesa obscuridad huele a sangre y Servín a queso... el queso no me gusta.
del drenaje profundo. Se acercó tímidamente a su espalda Quintino se quedó algo confundido, miraba a Diana de
y le preguntó: reojo mientras tomaba su cerveza. Se daba cuenta de que

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cada vez la comprendía menos, cada vez era más difícil sos- las un poco. A Diana no le importaba el frío. Cantaba como
tener una conversación coherente con ella. si peleara contra el horizonte, desafiando al alba.
-Creo que está de mal humor -divagaba Diana-, Y entonces el amanecer: los rayos del sol atravesaron al
debe tener sueño. El sueño cambia el humor de las perso- cerro. Pero no a Diana, tan imperturbable con sus brazos
nas todo el tiempo, ¿verdad? abiertos. Su enorme sombra cubría de tinieblas toda la Ciu-
-Eso creo... no debería estar aquí, Diana. dad de México; Diana era capaz de ocultar el sol con un
-Sí, tienes razón -Diana empinó la botella mientras dedo. Un eclipse, una parvada de instrumentos de cuerda
se levantó del suelo-. Me desharé de él. surcando el cielo. Ella era el hombre del Cosmovitra!, re-
-¿Qué vas hacer? presentando el día y la noche, la vida y la muerte. Yosólo la
Diana le guiñó el ojo; Quintino la miró con descon- miraba, su linda cara iluminada.
fianza, se recargó aún más en el pilar para tener un mejor Cayó de rodillas, como si estuviera exhausta, derro-
ángulo de ella. Sin duda una muñeca tan siniestra a la que tada. Yo, tan tonto como fui, nunca hubiera resuelto los
él había dado cuerda. Diana se dio cuenta de la aguda tres acertijos para liberarla, salvarla de sí misma. Era ca-
mirada de Quintino. Con una mueca de conformidad lo paz de luchar contra el mundo entero, pero ella me hacía
sentenció: sentir como un insecto. Sólo me tocaba quedarme y ven-
-Oye, pusiste las balas en mi revólver y las ideas en mi der mis sueños. Entonces volteó a verme, se balanceó so-
cabeza, ésta es mi revolución desde ahora, ¿de acuerdo? bre mí y, sin darme cuenta, me arrebató el encendedor de
Quintino siguió tomando de su cerveza mientras veía a las manos.
Diana alejarse. Siempre se mostró cauteloso con ella; era -¡No te acabes el gas, pirómano!
muy inestable, pensaba. Pero a veces lo hacía por miedo... -¿Qué? -pregunté extrañado.
-Si estoy cocinando y se acaba el gas, te haré mucho,
pero mucho daño. ¿Capisci?
Diana saltó sobre mí desde el basamento del Templo del Tronó los dedos frente a mis ojos.
Fuego Nuevo. Sólo sonreía de verla, la sostuve en mis bra- Cuando la privación del sueño es tan extrema, se pue-
zos. Mis movimientos ya eran muy torpes. den presentar alucinaciones y paranoias recurrentes. Tam-
-Estás más dormido que despierto -me dijo. bién la memoria a corto plazo deja de funcionar. A veces
-Para nada -respondí interrumpiendo mi bostezo-, veía telarañas entre mis dedos o gusanos brotando de mi
ya te dije -tallé mis ojos- ... puedo estar más tiempo des- comida. A veces de verdad escuchaba a los animales con-
pierto que tú. versar con Diana. Sacudía mi cabeza. A veces platicaba con
-Recuerda, Federico, si te duermes me voy-senten- ella y me quedaba callado, olvidaba de qué estaba hablan-
ció tan fría como siempre. do. "Suele pasar", me decía todo el tiempo.
Algunos minutos pasaron y Diana comenzó a cantar; era Y suele pasar que los párpados se cierran sin darse cuen-
como una princesa con insomnio. Parecía que no iba a ama- ta; entonces me imagino despierto en mi sueño. Con un
necer nunca. La madrugada fue tan larga.Sentía las manos movimiento ocular rápido mi cabeza se desconecta y la lo-
entumidas por el frío, utilicé el encendedor para calentar- comoción se vuelve imposible. El cerebro no discrimina la

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ARTEMISA
CAFÉ

información que procesa, es incapaz de distinguir entro XII


la realidad y los sueños. Una caja de zapatos del futuro
Entonces me despierto y todas las pesadillas se vuelven
realidad: me aplastan, me asfixian, me hacen pedazos el d(a
sin haber siquiera amanecido. Mi abuela me decía: "Se te
subió el muerto, m' hijo". En realidad se trataba de una
parálisis del sueño. Y es que es desesperante estar despier-
to y no poder moverse, es igual que estar dormido y no po- TANTAS VECESESCUCHÉ:"Si quieres ser alguien en la vida,
der despertar, exactamente como tener sueño y no poder tienes que estudiar". Seguramente tienen toda la boca lle-
dormir. Dormir y no soñar y soñar despierto. Abrí lenta· na de razón. Pero cuando miras esa costosa fotografía don-
mente los ojos; estaba recostado sobre sus piernas, me di la de apareces con una sonrisa fingida, una toga rentada, un
vuelta para verla de frente. No usaba sus lentes de armazón birrete chueca y una banda dorada en la penúltima fila
azul. Sus ojos eran rojos, llenos de planetas poco habitables. de la generación puma, puedes creer que todo lo que sigue
-Te dije que algún día tenías que dormir -sonrió ape- será fácil. Piensas en encontrarte a todos lo perdedores de
nas perceptiblemente. la preparatoria vendiendo chicles en los cruceros mientras
-Pensé que te irías. los saludas desde tu deportivo descapotado.
Acarició mi mejilla ... Entonces te das cuenta de que un payaso de crucero
vestido de edil gana más que un licenciado de oficina. Bue-
no, ahora dicen que ya no es suficiente, que tienes que es-
Acaricio su mejilla. Su sonrisa a veces me derretía y a veces tudiar más. Cerré los ojos, respiré y respiré de nuevo. Abrí
me helaba. Cuánto quisiera verla ahora; pero sigue perdida los ojos, busqué una, busqué dos, ¿por qué no tres? Defini-
en su euforia. Me levanto y miro la torre de nuevo, el in- tivamente mi nombre no aparecía en la lista de aceptados
cendio ya luce espectacular. Miro mis manos: ¿Pirómano? en postgrado.
Recuerdo sus palabras. Volteo a verla, me pregunto si a Me senté en Plaza Loreto. Pensé en entrar al cine, no
esto se refería. Tal vez sólo soy tan predecible ... quería llegar a casa. Revisé mi bolsillo y sólo tenía catorce
pesos y un boleto para el Metro. Tallé mis ojos, jalé mi
cabello.
Alcé la vista, un tipo de la facultad salía del cine. Truncó
en quinto semestre, no había vuelto a saber de él. Bajé la
mirada, no quería que me reconociera, pero sí lo hizo. Se
notaba feliz de verme. Yocon mi sonrisa simulada escucha-
ba su conversación. Me presentaba a su chica, me pregun-
taba por compañeros de la facultad, me hablaba de lo bien
que le iba.
-¿Y a qué te dedicas o qué? -preguntó.

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-¿Yo? Pues... cero, no mucho, sobreviviendo nada más. la situación estaba complicada. "Pues tú dime, ¿cómole ha-
-¿No estás chambeando? cemos?", preguntó mientras se hacía el imbécil.
-No, apenas... apenas ando viendo qué sale. No pude dejar de pensar en cómo descuartizarlo para
-Pos' cáele ahí donde estoy yo, güey. mantenerlo con vida el mayor tiempo posible. Salí de su
-¿De policía? -respondí sorprendido-. No, no creo oficina. Llevaba mis papeles bajo el brazo, ya estaban algo
que eso sea para mí. maltratados. Estaba a punto de dar el primer paso hacia la
-No seas güey, si te pones trucha ahí te alivianas un puerta cuando alguien mencionó mi nombre. Volteé de in-
buen. mediato. Era una maestra de la facultad. Había llevado una
-Me imagino -seguía excusándome-, pero no... la clase con ella. Bastante estricta, nunca creyó en las lágri-
verdad no lo creo. mas de todas sus alumnas que reprobaba.
-Ahí como veas, güey. De todas formas te dejo mi nú- -¿Maestra? -pregunté algo tonto.
mero por si te animas. -Qué milagro verte, muchacho -me dijo.
Me apuntó su número en la parte posterior de su ticket -Sí, bueno -respondí algo sorprendido de verla toda-
para el cine. vía-, es que no soy muy devoto -comenté con mi sonrisa
Pasaron como tres semanas levantándome tarde, el vie- de cortesía.
jo me reclamaba a toda hora que consiguiera un trabajo. -¿Qué haciendo por estos rumbos?
Esa vez comíamos en la mesa cuando me dijo que me lle- -Vine a meter mis papeles para la Policía Federal-le
varía con un amigo suyo a un taller mecánico, que ahora sí contesté-, es que ando ahí en la PGJ y pues acabo de ter-
aprendería a trabajar como los hombres. Yosóloveía la sopa minar el curso de introducción también.
de papas que mamá había preparado, no la probaba. El vie- -¿Y qué tal?
jo seguía hablando, me enseñaba sus manos callosasy con -Pues creo que no hay convocatorias abiertas para el
mugre en las uñas: "Éstas son las manos de un hombre", reclutamiento de agentes.
me decía. -¿Quién te dijo eso?
Mi madre pasó tras de mi asiento, acarició mi cabello, -Un tal Román -le respondí-, ni siquiera recuerdo
puso sobre la mesa las cosas que había encontrado en mi bien su nombre, me dijo que había más de mil doscientos
ropa que acababa de lavar.Ahí estaba el ticket de cine todo aspirantes.
arrugado, estiré mi brazo para alcanzarlo; el viejo seguía -Ese viejo nada más quiere dinero.
hablando... -Eso pensé -comenté sin sorpresa.
Hizo una mirada periférica.
-Deja tus papeles ahí con Rosario-me dijo un poco
Estaba en las oficinas de la Policía Federal; el amigo de la más discreta-, la chica de cola de caballo; deja ver si pue-
oficialFuentes me hizo esperar más de dos horas para aten- do hacer algo.
derme. En su oficinaactuaba con prepotencia. "Demasiado -¿En serio?
ego para alguien tan insignificante", pensé, pero seguido -Sí, pero no te prometo nada.
pienso muchas cosas. Sólo me dijo que iba a ser difícil, que -Está bien, no se preocupe -agradecí algo torpe.

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-Pásame tu teléfono para cualquier cosa. La señorita Salmón leía los reportes de noticias que tenía
-Sí, sí, claro. qué informar; le comunicaron que haría un enlace con
Cualquier cosa era cualquier cosa: tuve que follarla Rico, que ya se encontraba en el lugar del incendio. Le
cuatro veces antes de que hiciera algo realmente. Solloza- señalaban que ya era tiempo de regresar al aire. Cuatro, la
ba como gato a media noche: había leído en sus revistas de señorita Salmón se acomodó en su asiento, tres, arregló un
secretos de mujeres que eso excitaba a los hombres, pero yo poco su blusa, dos:
tenía que disimular la risa cuando la escuchaba. Para tener -Gracias por seguirnos acompañando en esta noche,
una erección con esa mujer desnuda tenía que pensar prácticamente ya madrugada del dieciséis del septiembre.
en una orgía con todas las putas de Televisa y TV Azteca Seguimos con la cobertura del incendio en la todavía no
juntas. inaugurada Torre Bicentenario. Se dicen muchas cosas...
Una de esas noches, mientras roncaba y no me dejaba todo parece indicar que el incendio fue intencional y, bue-
dormir, me levanté y traté de limpiarme en el lavabo del no, tal parece que es un mensaje más por parte de este
baño el asco que sentía. Encendí un cigarroy me senté en movimiento que ... bueno, usted ya sabe, este movimiento
el pequeño escritorio que tenía a un lado de la ventana. que tiene de cabeza a la ciudad. Vamoscon mi compañero,
Hojeaba las revistas: Oosmopolitan y sus mil consejos para Rico, que ... que ya se encuentra en el lugar de los hechos.
el sexo; seguirlos con la chica de la portada debe ser senci- Adelante, Rico, ¿me escuchas...?
llo, porque el principal problema de la realidad es la inefi- -Sí, sí, pues mira, Salmón,me encuentro aquí, desde la
cacia del photoshop en la cama. Zona Cero, prácticamente a los pies de este enorme edificio,
Suspiré. Alcé la mirada hacia la ventana mientras le pues... que precisamente se pensaba inaugurar hoy con un
daba vuelta a la página. No recuerdo haber visto una luna impresionanteespectáculode pirotecniay que, comoya sabe-
tan grande como la de esa noche, parecía impactarse contra mos,fue canceladodespués de... pues del lamentable atenta-
la Tierra. Me quedé observándola, en silencio. Era inmen- do el pasado trece de agosto en el transporte subterráneo.
sa en realidad, pero parecía tan indiferente, como si su Como ya mencionaste,todo parece indicarque se trata de un
pensamiento estuviera en otro lado... atentado más por parte de... pues de los Leopardos,este gru-
po radical,muy radical,liderado por Artemisa,pero, te infor-
mo, Salmón,que esto no se ha corroboradooficialmente.
Siento que Diana está sufriendo, es como un presentimien- -Oye, Rico, se especulaba que podría haber gente
to, tal vez quiere despertar. Me siento a un lado de ella, trato adentro, ¿esto es cierto?
de observar sus reflejos. Paso mis dedos por su piel espe- -Mira, pues... es algo que se trata de confirmar.Preci-
rando una reacción. Su antebrazo, su cara,su linda y maltra- samente en estos momentos un helicóptero de la PGR está
tada cara. Golpeo la alfombra.Me levanto. La Torre Bicen- sobrevolando exactamente encima de nosotros. Están tra-
tenario ya casi arde por completo y siento que Diana arde tando de comunicarse con... pues con quien sea que pudie-
más que el cielo de la Ciudad de México... ra estar adentro del inmueble y así... pues comenzar un
rescate que... te digo la verdad, se ve muy, pero muy com-
plicado en estos momentos.

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-Sí, me imagino. Rico, ¿qué más puedes apreciar ahí? -se acomodabael chícharode nuevo-. No, ¿verdad?Bue-
¿Ha habido arrestados por manifestarse a favor del movi- no, le pedimos disculpas, una pequeña falla con el satélite
miento, así como en pasadas ocasiones? seguramente... Le recuerdo que le estamos transmitiendo
-Eh ... pues mira, este de... hay algunas personas gri- en vivo y en directo para tenerlo lo mejor informado posi-
tando consignas a favor, o más bien, en contra del Jefe Ti- ble, pero, pues a veces algunas cosas se escapan de nuestro
rantes, pero están muy lejos, todos los cuerpos de seguri- control. Iremos a una pausa comercial en lo que tratamos de
dad pública están aquí, la PGR, la PGJ por supuesto, y tienen restablecer nuestro enlace desde la Torre Bicentenario.
acordonada toda la zona y... muy, muy vigilada... Quédese con nosotros, esto es Punto final -golpeó con la
-¿Algo más que quieras agregar, Rico? punta de su pluma el escritorio...
-No, pues nada más invitar a tus televidentes para que
mañana nos sintonicen en un programaespecial que hemos
preparado llamado Artemisa Café. He estado recolectando Caminaba por el borde del segundo piso del Periférico
una serie de testimonios a lo largode la semana y... te puedo con los brazos extendidos para equilibrarse. Yo iba a un
decir que realmente me he sorprendido con la desinforma- lado de ella, por la calle, tratando de estar atento por si
ción que hay sobre el movimiento, hay una... hay una enor- trastabillaba.
me cantidad de verdades a medias y mentiras redondas en -Los Leopardos sólo quieren llamar la atención -le
las que son tan expertos los imbéciles, pero, bueno, tratare- comenté.
mos de ver el movimiento a través de las personas que están -¿No crees que esto cambie al país? -preguntó.
afuera, a través de gente común y corriente, de esa gente Alcé los hombros, seguía atento a su caminar. Yo ya
que formamosla mayoría de los mexicanos... había aprendido a no imponerle nada, ni mi seguridad;
-Sí, sí, claro -risas---'-. ¿Aqué hora, Rico? ¿Aqué hora ése fue el trato, yo nunca le diría qué hacer. Pero para
te vemos? cada locura de Diana, yo encontré algunos límites que
-Sí, mira, es a las... ella no.
Un griterío interrumpió el comentario de Rico,que miró Después de que me detuve, vi que ella seguía su cami-
hacia arriba al ver la alteración de las personas a su alrede- no. Seguí sus pasos, no pudieron ser muchos. Reaccioné de
dor. Antes de que se perdiera la señal en la transmisión, lo inmediato jalándola de su blusa, perdió el equilibrio y cayó
último que se alcanzó a escuchar fue su voz diciendo: encima de mí. Era la primera vez que estaba tan cerca de
-Mierda ... ella, se reincorporó sentándose sobre mis piernas.
Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. -Se trata de que en México haya democracia de ver-
La señal se perdió inmediatamente, sólo se percibía es- dad -me decía-, y no lo que vende el IFE en televisión,
tática en la transmisión. La cámara regresó a pantalla com- ¿no lo crees?
pleta con la señorita Salmón. -La democracia no es del todo buena si la mayoría no
-¿Rico?-llamaba la señorita Salmón reacomodándose está en lo correcto, y en México la mayoría no lo está.
el chícharo en el oído-. ¿Me escuchas? ¿Rico? Bueno, al -Ésa es una tontería -me alegaba-, no puedes espe-
parecer tuvimos un pequeño problema con el enlace, ¿sí? rar que todos piensen igual que tú para poder avanzar.

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-No espero que todos piensen igual, Diana, sólo... que -Sí, somos una especie frágil -encendí mi cigarro
lo hagan con coherencia... sin importar si eres de izquierda acompañando su mirada.
o derecha. -¿Especie? ¿Qué especie somos?-se quedó unos se-
-¿No crees que sería mejor un gobierno de centro? gundos en silencio mirando el humo de mi cigarro; des-
-No lo sé, igual sería la misma mierda de siempre. Por pués me dijo-: Estaría bien una ClasificaciónOrientada al
cierto -le comenté reincorporándome-, qué madrazo te Mejoramiento de Organismos Neonatos a Favor del Orden
hubieras puesto. Racial Transgénico, ¿no lo crees, Federico?
-¿Madrazo?-mencionó confundida. Con la mirada le -No entendí una sola palabra de lo que dijiste.
indiqué que volteara; se hizo a un lado de mí-. [Para de -Suele pasar... ¿Me das un cigarro?
mamar! -gritó sorprendida- ¿Qué le pasó al segundo
piso del Periférico?
-¿No lo habías visto? Comienzo a buscar en el suelo las botellitas de Don Pedro
-¿Cómo iba a verlo? y Bacardi; es lo único que queda en esta fría habitación.
-¿Caminabas con los ojos cerrados? -pregunté in- Empino una, la aviento, empino otra, la aviento. Mataría
crédulo. por algo de mezcal, por ese asqueroso pulque que tomaba
-Pues tendría que ser muy valiente para hacerlo con mi papá, lo que sea. Humedezco un poco los labios de
los ojos abiertos. ¿Por qué se cayó el segundo piso del Peri- Diana, sus labios secos, pálidos. Me rasco la cabeza deses-
férico?-preguntó. peradamente. Reacomodo la cortina que la cubre, la corti-
-Los Leopardos explotaron varias columnas, varias na blanca. Me balanceo de un lado a otro, como si fuera un
partes colapsaron. loco en la esquina del cuarto exigiendo un momento de
-Bueno, de todas formas no iba a durar mucho con la lucidez...
pésima licitación.
Se levantó, comenzó a dar vueltas alrededor de sí. Que-
dó bastante cautivada al ver el caótico paisaje de la ciudad. Tratar de ser una roca entre las rocas fue algo incómodo.
Entonces recitó en voz baja: Me levanté y me recosté en la arena de la playa. Estaba a
-Todo cambia. Algún día no habrá nada ... A partir de hoy punto de quedarme dormido; entonces Diana apareció de
esto ya no se llamará segundopiso, sino Piso cero. Es buena cabeza.
idea, ¿no lo crees, Federico? -¿Qué haremos hoy?-preguntó, tan fresca,como si la
-Como se llame, el tráficoserá terrible. noche no hubiera pasado.
Después se sentó a la orilla de la parte derrumbada, -Lo que quieras -respondí algo contrariado.
abrió una bolsita de M&M's. Me levanté y me senté junto Ese día fue especial. Diana nunca había estado tan feliz.
a ella como si estuviéramos en el borde del fin del mundo, Debía ser la única persona en el mundo que se ve tan genial
donde nuestros pies colgaban a la orilla del vacío. con un overol. El glamour de Diana sobre todas las cosas.
-¿Te has dado cuenta de que cualquier cosa puede Por más que tallaba mis ojos, todo se veía como fotogra-
matarnos?-comentó mirando el vacío. fía polaroid:cada escenario, cada pose; con ese tono sepia y

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líneas de filmación. A todos los lugares donde subía me sa- "[Ahora resulta que tengo la culpa por tener que tra-
ludaba con su globo inflado de helio amarrado en su mu- bajar! ¡Tú ibas con ella! [Tú fuiste la que cruzaste por la
ñeca. Yo no me cansaba de hacer burbujas de jabón para maldita calle! ¡Si tan sólo hubieras respetado los cruces
que ella las reventara. Aunque era lunes, parecía la mañana peatonales!"
de domingo. Diana era como la mañana de domingo, donde Y al día siguiente:
toda la gente está de buenas; pero las mañanas de domingo "Todo esto es por mi culpa, nunca debí soltarla, debí
no son para siempre, ni siquiera para toda la semana. tener la fuerza suficiente para sostenerla."
Estábamos sentados en el borde de la playa. Diana es- "No digas eso, yo les fallé, mi deber era protegerla y no
taba en realidad cansada, nunca la había visto agotarse an- lo hice."
tes. Se dolía de sus pies y se recargaba en mi hombro. Sus- Lo más confuso de la situación era que Diana ya había
piró profundamente. regresado a casa. Cuando la creían muerta nunca se pre-
Sin nada más, sin pensar en otra cosa, la besé. Aire sala- ocuparon por saber de quién era la responsabilidad. Sólo
do. Me dijo que besaba feo; ya estaba acostumbrado a sus compartían el luto y se consolaban. Pero el silencio de Dia-
desplantes, no me importó, sólo la abracé. Dijo que prefe- na los estaba volviendo locos.
riría una cama, así que la levanté para llevarla al hotel. En las mañanas, su madre se pasaba horas preparándo-
La llevé cargando en mi espalda, caminé con ella por la para la escuela. De frente al espejo, trataba de arreglarle
todo el boulevard. Podría llevarla por todo el litoral mexi- el cabello que ella misma se había cortado. Mientras in-
cano con tal de que la noche nunca terminara. Después de tentaba que se viera lo más femenina posible, buscaba mil
todo somos los que nunca duermen. Ella me abrazaba, ella y una formas de preguntarle sobre lo sucedido: ¿Dónde
me sostenía ... había estado? ¿Qué había hecho? Pero Diana simplemen-
te no hablaba.
Un día su madre colapsó, azotó el cepillo contra el piso
Trato de establecer los parámetros de la muerte con una y corrió a su habitación para llorar sobre la cama. La prime-
voz lejana de melancolía. [No camines a la luz! Te prome- ra mañana a su regreso, ella entró a su habitación y encon-
te la vida eterna. Nada más infame. Te juro que no hay tró todo su lindo y largo cabello regado en la alfombra. La
nada más infame, porque cuando hayas cruzado el túnel, sensación que sintió en su pecho fue horrible. Con un
te habrás dado cuenta de que estás más muerta que Pedro nudo en la garganta, y derramando lágrimas discretas, le-
Infante ... vantó todo el cabello y lo guardó en una caja redonda sobre
su clóset antes de que Diana despertara.
Mientras seguía llorando en su cama, a veces tenía la
En la casa de la familia Balbina definitivamente las cosas osadía de pensar que todo estaría mejor si Diana hubie-
ya no eran las mismas: ra muerto, incluso para ella misma, y por ello se castigaba
"[Era tu responsabilidad llevarla ese día! [Pero no, el más. Vio a Diana parada en la puerta de la habitación.
señor tenía una junta muy importante, tenía que llegar "¿Por qué lloras?", dijo Diana inexpresiva. "Si estás llo-
temprano al trabajo!" rando por mí, no te doy ese derecho."

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La madre, bastante molesta, se levantó, sacó la caja y le Como dijo Nervo: "Todas las cosas llegan, le hacen
arrojó su cabello a la cara. Después le cerró la puerta y lloró daño a uno y se van". Así fue para la madre de Diana cono-
más mientras se deslizaba hasta el suelo. Duro y frío suelo cer a su nueva pareja, un judicial que siempre trató de
alfombrado. ¿Qué has hecho? comprenderla y aceptarla. Incluso, entre los dos, planearon
Las discusiones entre sus padres seguían; día con día cómo reintegrar a Diana, cómo hacerla sentir mejor, ser la
Diana las escuchaba detrás de la puerta. Algunas noches niña que se supone debería ser.
pasaron y su padre ya no podía conciliar el sueño. Soñaba Y entonces vivieron juntos:
que Diana le hacía daño, que amanecía y veía su cuerpo Se mudaron a una casa que compraron. Una casa, final-
desmembrado sobre una sucia mesa de cirugía clandestina, mente una casa. Una maleta de promesas y corazones de
su pequeña niña a su lado con un hacha de carnicero para repuesto, fue todo lo que la dulce señora tomó de su anti-
cortarle la cabeza. Se despertaba asustado y miraba debajo guo departamento. Las cortinas, los muebles, los arreglos,
de la cama que ella no estuviese escondida allí. Respira- de arriba abajo, la madre de Diana parecía otra. Sonreía,
ba de nuevo. preparaba la comida, le compraba ropa, salían los domingos
Conducía sin sentido, rentaba a mujeres para conversar, a pasear como una familia normal.
se confesaba con ellas mientras le daban sexo oral. Era recon- Inútiles, tan inútiles fueron esas palabras, todos los re-
fortante que siempre le dieran la razón. Pasaba las noches en galos, todas las comidas. Para Diana, él era como un fantas-
hoteles baratos. Cada vez eran menos los días que llegaba a ma en la casa, muy apenas y lo saludaba cuando se encon-
casa, y cuando lo hacía, todo era discutir casi sin hablar. traban por los pasillos o cuando él llegaba y ella veía
Cada vez que tropezaba con Diana, sentía un gélido va- televisión en la sala. Ya le había mostrado un arma; tan des-
cío. Lo que daría porque ella le gritara reclamándole por esperado por llamar su atención le enseñó todo el mecanis-
todo lo que dejó de hacer como padre, por todo lo que mo de la misma. La guardó en el cajón y le dijo que estaba
pudo lastimarla, por no defenderla, por no enseñarle el prohibido sujetarla si no estaba él presente.
mundo, por nunca decirle que la vida no era fácil. Pero a Había recibido varias amenazas de muerte, quería ser
cambio, ese silencio suyo que le daba escalofríos, esa mira- diferente. Ya había rechazado ofertas de corrupción y eso
da que lo hacía quedarse estático y contener el aire. Sentía enfadaba hasta a sus propios jefes. Estaba perturbado, te-
que tarde o temprano Diana se vengaría de él. nía miedo a la muerte, pero no accedería a ninguna presión
Esa vez que le dijo que se iba, su esposa no salió de la por parte del crimen organizado, algo que su padre le había
habitación para nada, se encerró e inútiles fueron todas las enseñado.
palabras para que abriera. Él había preparado pocas cosas Esa vez llegó nervioso, un tipo se le emparejó y lo asus-
para irse, sólo tenía un par de maletas en la puerta. Trató de tó. Llegó algo alterado a la casa. Cuando entró, vio a Diana
hacer el menor ruido posible, lo más rápido posible. Cuan- sujetando el arma que guardaba en el cajón. Ella lo vio, le
do se disponía a cerrar, alcanzó a ver a Diana parada en el apuntó y simuló disparar. El judicial sostuvo la respiración,
pasillo. Se quedó frío, sin aire, en el inmenso vacío de un se había quedado pasmado. Avanzó rápido, se la arrebató
pequeño departamento semiamueblado. La vio por un ins- de las manos y la abofeteó. Diana corrió a su habitación y
tante, después cerró la puerta lentamente. se encerró. En menos de una hora, fueron cinco las veces

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que el judicial intentó tocar a su puerta para disculparse. ¿Cuántos cabellos sujetas cada vez que deslizas tu
Justamente en la quinta casi lo logra, pero sus nudillos se mano?
quedaron a unos milímetros de la madera. Desde enton- ¿Cuántas veces lo has pensado?
ces, Diana ni siquiera lo saludaba, evitaba verlo desviando Esa mañana, un fuerte zumbido despertó a Diana. Era
su mirada. Miradas que no se cruzan son personas que no un zumbido diferente, como un vuelo de moscardón. Se
existen. Encontrarme contigo es estrellar mi cabeza contra quedó un tiempo estática y siguió escuchando. Se levantó,
la pared. agudizó el oído para seguirlo. Provenía del cuarto de su ma-
Hacía unas horas había capturado a dos hermanos que dre. Tocó la puerta, la tocó de nuevo, después la abrió.
vendían droga en unos condominios de la Guerrero. Llega- Ahí estaba, esa maldita mosca, no soportaba el zumbido
ba agotado, exhausto de tantas presiones. Antes de entrar a de sus alas. Se miraban, tallaba sus manos con un cente-
la casa vio por la ventana a Diana, que usaba unos lentes nar de Dianas en sus ojos cuadriculados. Pensó en matarla,
de armazón azul. Sonrió, esos lentes se los había regalado porque ya era bastante tener que ser una sola Diana, pero
hacía dos años, cuando la llevó a la feria junto con su ma- no supo cómo, no pudo ni siquiera dar un paso hacia ella.
dre. Se los ganó en un concurso de tiro al blanco e inme- Era obvio que la casa era muy pequeña para las dos. Así
diatamente se los había obsequiado. Esperaba que se los que prefirió irse antes que escuchar ese zumbido por el
pusiera en ese momento, pero Diana sólo dijo "gracias" y resto de su vida.
los guardó en su mochila. En todo el día, Diana caminó sin sentido por la ciudad.
Tal vez representaba un acercamiento entre ellos, por- Así llegó hasta la Alameda, donde un tipo vendía abrazos
que quería ayudarla y no sabía cómo. Tal vez era un paso, por un peso; intentó abrazarla, pero Diana se apartó rápida-
un pequeño paso verla con esos, lentes puestos. Alzaba la mente. Siguió su camino por el Centro Histórico. Estatuas
mano para saludarla cuando nueve balas silenciosas atra- de carne y hueso y músicos callejeros. En la Plaza de Ar-
vesaron su cuerpo en un abrir y cerrar de ojos. Su sangre mas se sorprendió con un robot que se ganaba la vida. Se
salpicó las rosas del jardín y desbordó la banqueta. acercó y la asustó; mientras se alejaba, el tipo dijo adiós
Desde entonces el silencio en la casa fue tan brutal mecánicamente.
como las mismas balas. La enfermedad de Diana había con- Siguió caminando y encontró a un tipo vestido todo en
tagiado a su madre. No compartían el almuerzo, no compar- dorado con una capa que lo cubría hasta los pies. En sus
tían los horarios, no se compartían ni las horas de sueño. manos cargaba una caja de zapatos con la palabra futuro es-
Sentada en la orilla de la cama, el camino parece más crita en la tapa. No se movía, parecía inmutable en una
largo y sinuoso de lo normal. Nadie dijo que dolería tanto, ni ciudad que no dejaba de moverse. Diana se le quedó vien-
siquiera se atrevieron a mencionarlo. Cuando la madrugada do de frente.
comienza, los antidepresivos parecen suficientes, pero al No fue hasta que una niña arrojó una moneda dentro de
desfilar las horas por el reloj-despertador, te das cuenta que la lata que yacía a sus pies, entonces el dorado señor brincó
el frasco está vacío. Buscas en la bolsa más pastillas, pero en y abrió la caja de zapatos para que la niña metiera la mano.
la bolsa ya no queda nada, sólo el escaso aire de ésta: El movimiento asustó a Diana que, después de ver a la
¿Cuántas lágrimas pueden secarse consecutivamente? niña, se acercó y echó un vistazo a la lata. Sacó una moneda

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de su bolsa y la depositó. El dorado señor brincó de nuevo algo para ser recordados. Si Ordaz hubiera sido eterno, el
y con el mismo movimiento le abrió la caja de zapatos. Dia- "milagro mexicano" ya nos tendría en el primer mundo.
na metió la mano y sacó un pequeño papel. Lo desdobló, En la facultad existía la leyenda urbana de que yo era
leyó: "este año viajarás mucho". quien aparecía en la portada de la Gaceta de octubre. Du-
Diana lo miró. El tipo era como una enorme galleta de rante la marcha de la Plaza de las Tres Culturas al Zóca-
la suerte. lo, íbamos gritando consignas contra el autoritarismo con
-¿A dónde? -le preguntó. pancartas de: EL 2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA. Yollevaba mi
Pero el dorado señor no se movía, seguía estático. Sacó letrero donde claramente se leía: ASESINOS. Caminaba con
otra moneda y la depositó en la lata. El señor brincó y abrió un antifaz blanco para resaltar lo pacífico del movimiento
la caja de nuevo. Ella metió la mano y sacó otro papel. Lo y una cinta canela que cubría mi boca para reclamar por la
desdobló: "conocerás a muchos amigos". opresión a la libre expresión. Cuando la chica de la Gaceta
-¿Los conoceré aquí o allá donde viaje?-preguntó de se adelantó para tomarnos la foto, al momento del flash yo
nuevo. le di la vuelta a mi letrero para mostrar la parte del reverso.
El señor no decía nada, sólo la miraba de reojo. Final- En la portada de la Gaceta de octubre salía una mu-
mente Diana comenzó a correr. Cruzó toda la Plaza de Ar- chedumbre indignada con pancartas contra el gobierno y
mas, cruzó Circunvalación, San Lázaro, entró a la Tapo gritando estupidez y media y, hasta adelante, un chico
para comprar un boleto de autobús. inexpresivo con un antifaz blanco y una cinta canela en la
-¿A dónde viaja, señorita? -preguntó la señora de la boca sosteniendo un letrero que decía: jSE LO MERECÍAN!
línea de autobuses.
-A Québec, por favor.
-No tenemos boletos internacionales, sólo al interior
de la República.
-¿Y cómo puedo llegar a Québec?
La señora de la línea seguía algo extrañada. Ella pensa-
ba que Québec estaba en Estados Unidos, tal vez en algún
lugar de Texas.
-Bueno, pues... puedes comprar un boleto a Mon-
terrey, de ahí sí salen autobuses para Estados Unidos.
-Está bien -dijo Diana-. Déme un boleto para
Monterrey, por favor...

Yya muerta no haces otra cosa que vigilar a los vivos.Algu-


na vez mencionaste que la eternidad es sólo para los perde-
dores, porque ni con todos esos años de existencia harían

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XIII
La retribución de Artemisa

A PANIAGUA POCO le importaba lo que ellos festejaban, no lo


compartía, se sentía apático. Desde hacía tiempo se cues-
tionaba si lo que estaba haciendo era lo correcto. Estaba
decidido a largarse de la ciudad después de los atentados al
Metro, pero Sonia nunca llegó; la esperó más de cinco ho-
ras, pero nada, Sonia no apareció. Desde ese día no supo
más de ella y se cuestionó hasta el último segundo de su
vida si ella lo odiaba.
Paniagua tenía trece años cuando viajaba en el asiento
posterior del auto de su familia, un Tsuru blanco, bastante
económico. Era tarde, venían de una posada de casa de sus
abuelos. Cuando la luz se puso en verde, su padre avanzó
lentamente. Todavía reían con las cosas que recordaban de
la cena. Entonces una camioneta Hummer los impactó a
más de ciento cincuenta kilómetros por hora.
Mientras le ponían el collarín, escuchó a los paramédi-
cos hablar del milagro que era que siguiera con vida, plati-
caban relajados de ver que la sangre que lo bañaba no era
de él. Estaba lo suficientemente despierto para darse cuen-
ta de las cosas. Una de ellas fue ver al conductor de la
Hummer, un chico como de su edad, tal vez un par de años
más grande. Vio todo, cuando los policías lo tenían bajo
custodia, cuando reían con él, cuando lo dejaron ir en otra
camioneta de lujo que llegó por él.
Al otro día, en el hospital, sus abuelos, sus tíos, todos le
hablaban al mismo tiempo. ¿Sus padres? Una masa deforme
de carne trenzada entre el Tsuru económico y la estatua de
Juan Pablo Segundo. ¿El culpable? Nunca lo encontraron.

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Conoció a Quintino porque trabajaba en el café donde -¡Mierda! -gritó azotando sus manos sobre el cristal
éste rentaba internet. Cuando vio su simpatía para con- de la ventana-. ¿Qué mierda es esto? -gritó mientras to-
seguir amigos en línea se asentó más dentro del grupo. Mu- dos pasaban junto a él para ver el incendio.
chos de esos mamíferos efervescentes que se hacían ex- -¿Qué demonios pasa? -preguntaba Ferrer después
plotar en nombre de Artemisa en realidad ni siquiera la de ver por la ventana-. ¿Qué demonios sucede, Quin tino?
conocían; Paniagua los contactaba con algo de ingeniería Quintino miraba la situación y buscaba mil explicacio-
social, se hacía pasar como seguidor de los Leopardos y los nes distintas para lo que estaba pasando, pero no encontra-
convencía de apoyarlos explotando cualquier cosa, lo que ba ni una sola.
fuera sería bueno. -Hay que hablarle a Diana -comentó Rodríguez mar-
La promesa de Quintino a Paniagua desde un principio cando en su celular ...
fue vengarse de los judiciales. Le habló de reestructurar al Rodríguez tenía dieciocho años cuando fue con su padre a
país desde sus cimientos, de encontrar al conductor de la comprar una camioneta. Había unos tipos que tenían un lote
Hummer. Cada vez que Paniagua dudaba, Quintino se en- y las vendían a precios económicos. Con la compra, el padre
cargaba de abrir más la herida, porque todavía se desperta- de Rodríguez pensaba solventar su posición económica, ya
ba por las noches gritando creyendo que el sudor que lo que tenía varios planes para mejorar sus ingresos con ella.
empapaba era la sangre de sus padres. Brillaba más que cualquier otra. Era la camioneta entre
Entonces conoció a Sonia; eso que sintió cuando la vio las camionetas. Todos sus ahorros por esa preciosa máqui-
no se lo dijo a nadie, pero quería sentirlo siempre. Él no la na. No pasaron ni dos días cuando la policía tocó a su puer-
quería en esto, pero Sonia estaba convencida, unida a una ta para decomisarla. Estaba reportada como robada.
causa que no era su causa, y decidió hacerlo. "Cuando esto La mañana siguiente, el padre de Rodríguez fue a le-
termine te veré en el café y me iré contigo a donde nadie vantar la denuncia. Tenía toda la determinación para meter
nos encuentre", le dijo, y Paniagua estuvo ahí hasta que el a esa gente a prisión y exigir la devolución de su dinero.
café cerró, pero Sonia no llegó ... Presentó todos los papeles legales para que procediera. Esa
Mientras todos chocaban sus botellas de cerveza, Pania- misma tarde, personas encapuchadas entraron a su casa y lo
gua se levantó y miró el paisaje, la interminable Ciudad de sacaron a la fuerza. Rodríguez nunca supo más de él. El
México. "¿Cuántas cosas tuvieron que pasar para terminar lote de autos siguió funcionando.
en esto?", se preguntó. Bajó la mirada y vio el fuego en los Desde entonces, en el mundo sólo estaban él y su ma-
pisos inferiores. El diseño mismo de la torre le daba esa dre. Ella limpiaba casas, lavaba y planchaba ropa. Rodrí-
visión sin ningún problema. guez hacía rosas de acrílico, mariposas de tela e insectos de
-Hey -llamó, pero no lo escucharon-. ¡Hey! -to- cobre, y los vendía en el Tianguis del Chopo. Con eso muy
dos voltearon-. ¡La torre! ¡La torre se está incendiando! apenas y lograban subsistir.
Todos lo miraban incrédulos. No creyeron hasta que Pocos años después su madre se deterioró y murió. Ro-
comenzaron a levantarse uno tras otro. El primero en aso- dríguez siempre creyó que fue de tristeza. Se quedó solo,
marse fue Servín, que desde un principio se mostró en des- no tuvo para pagar la renta en el cuarto donde vivían, así
acuerdo con ir a la torre. que lo echaron. Buscó alojo con sus familiares, pero nadie

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lo recibió. Pasó algunas noches durmiendo en las bancas de Cuando tenía catorce años, Ferrer compartía la habita-
un parque detrás de la casa de Quintino, con una bolsa ción con su hermano mayor. Cómplices hasta la muerte,
donde cargaba rosas de acrílicopara vender, que por el aje- cada travesura desde niños que guardaban en secreto, cada
treo ya estaban muy estropeadas. juego ganado en los tableros del Manga Store: "Si tuviera
Cuando Quintino le ofreció la oportunidad de vengarse, la oportunidad de nacer de nuevo, daría la mitad de mi
Rodríguez no lo pensó dos veces. No tanto por su odio con- vida por estar a tu lado".
tra la policía, sino porque no tenía un centavo en las bolsas. Ese viernes invitarona su hermano a celebrar su cumple-
Quintino le dijo que por dinero dejaría de preocuparse el años.Era el número dieciochoy segurohabríabarralibre.Pero
resto de su vida. Ferrer era menor de edad todavía,así que tuvo que quedarse
Fue Rodríguez quien encontró a Diana en la construc- en casa,sentado en lasescaleras,viéndolocruzarla puerta.
ción olvidada del drenaje profundo. Ella caminaba sin sen- Fueron pocas las cosas que Ferrer supo sobre el inci-
tido. Cuando la llevó al hornabeque, a Quintino casi se le dente. Lo que escuchó, la versión menos oficial de todas,
salen los pulmones del coraje. Apenas estaba pensando fue que los amigos de su hermano rondaron con la chica
qué hacer con ella cuando Diana le demostró que podría equivocada, que resultó ser la puta de un alto judicial.
hacerse cargo de situaciones que él no. Entonces Quintino Cuando salieron de la barra, patrullas los interceptaron, di-
comenzó a pensar como todo un publicista y dejó de ver a jeron algo sobre la prueba del alcoholímetro, sobre una de
Diana como una intrusa... las luces del carro o sobre el engomado ecológico.
-¿Ya lograste comunicarte? -preguntó Quintino. Cuatro días después encontraron sus cuerpos abando-
-No -respondió Rodríguez- Diana no contesta ... nados en el Parque Nacional La Marquesa, el tiro de gracia
-¡Los elevadores no están funcionando! -dijo Servín en la nuca, algunas huellas de tortura. Caso cerrado sin en-
pateando la puerta. contrar responsables; lo que dijeron: ajustes de cuenta del
-Hay que bajar por las escaleras de una vez -ordenó crimen organizado.
Quin tino. Quintino conoció su historia en la iglesia donde iba su
-La puerta está cerrada -comentó Ferrer. madre. Tal vez lo hizo más por compasión, por no dejarlo
-¿Qué? ahí donde siempre se sentaba, en la esquina de ese obscuro
-La puerta que da a las escaleras está cerrada -res- templo. Quintino siempre lo miraba de reojo en lo que es-
pondió Ferrer-, parece que está atrancada desde el otro peraba a que su madre terminara de rezar...
lado. -¿Qué demonios salió mal? ¿Qué? -se preguntaba
-¡Mierda! -Quintino perdió la calma finalmente-. Quintino mirando el incendio de los pisos de abajo. Su
¡Mierda! -pateaba todo lo que encontraba. aliento empañaba el cristal.
Así era como Ferrer miraba el frenesí de Quintino. El Servín llevaba algo de tiempo tratando de abrir la puer-
chico raro, el de las orejas de zorro, pero que en realidad ta que daba a las escaleras. Todos se habían quedado en
eran cuernos de una extraña evolución a la que él era faná- silencio, todavía no creían lo que sucedía.
tico. Desearía unos fuertes brazos para protegerse de su -¡Puta madre! -gritó Servín desatendiéndose de la
realidad. Como caparazón. puerta.

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-Trataré de marcarle a Diana de nuevo --comentó nó a la casa de don Pancho, el señor que vivía a un lado.
Rodríguez marcando su celular. Ahí conoció a Quintino, a quien sorprendió con su visión
-¡Apuesto que fue esa perra! -gritó Servín. Todos revolucionaria. Sin duda Servín era de los que más aporta-
voltearon a verlo-. ¡Estoy seguro de que ella tiene algo ba al movimiento, el más activo. Casi fue él solo quien
qué ver en esto! planeó un primer ataque contra las oficinas de la ssPDF,
-¿Qué estás diciendo? --cuestionaba Rodríguez-. pero fracasó rotundamente. En ese momento, Quintino se
Ella es una de nosotros. molestó bastante por Japrecipitación con que había actua-
-Pues yo no la veo por ninguna parte -recriminó do y discutieron por la forma en que deberían hacerse las
Servín. cosas.
-El tipo ese -decía Paniagua-, el tipo ese con el que Sintió como una traición cuando Quintino decidió que
venía tal vez le hizo algo, a lo mejor por eso no contesta. Diana sería Ja imagen del movimiento. Quintino explicó
-Ese güey nunca me dio confianza-agregó Rodríguez. que una chica como estandarte impactaría mucho más, se
-No tiene sentido que Diana lo haya llevado al horna- ganaría inmediatamente Ja simpatía de Ja gente y el boom
beque -insistía Paniagua. publicitario los haría famosos en todo el mundo. Esto fue
-Díganme algo de Diana que tenga sentido -dijo muy humillante para Servín: habían quedado en que él se-
Quintino. ría la imagen de la revolución. Así que tomó sus cosas y se
Un ruido inusual los hizo voltear hacia los cristales. Era fue del hornabeque.
un helicóptero de la PGR: los iluminaba con su lámpara. Ser- Cuando el movimiento impactó de lleno, Servín se dio
vín se abrió paso entre ellos y suspiró de alivio... cuenta de que irían en serio. Así que regresó. Algunos no
Servín era un tipo sin nada qué perder. Cuando estaba estuvieron de acuerdo, pero Quintino sabía que Servín era
en la universidad era el clásico porro que se vestía siempre de armas tomar, y una persona así siempre habría que te-
como el Che Guevara. Acababa de entrar a la Facultad de nerla en cuenta. Con un apretón de manos le dio la bien-
Filosofíay ya estaba en todos los movimientos, en todas las venida...
propuestas. Siempre hablaba en las tarimas, siempre vien- Servín ondeaba su mano a la par de la luz del helicópte-
do a quién joderle la vida. ro. Su sonrisa de alivio, su esperanza de vida se había esta-
De tanto fastidiar,vio cómo algunos de sus amigos acti- bilizado de nuevo. Les gritaba, pero difícilmente podrían
vistas comenzaron a desaparecer. No lo pensó mucho, de escucharlo.
inmediato se largó del Distrito Federal. Vagópor un tiem- -¡Estamos salvados! -gritaba emocionado-. ¡Esta-
po y sólo veía por donde hacer bulla. Comenzó a envejecer mos salvados!
y a nadie le interesaba. Después de ir sin rumbo por algu- -¡A un lado! -gritó Martínez.
nos años, regresó a la capital. No supo si se sintió tranquilo Mientas Servín miraba incrédulo, Martínez comenzó a
o decepcionado cuando nadie lo tomó en cuenta a su llega- disparar contra el helicóptero, que perdió el control y no
da. Las personas que lo conocían ya no se acordaban de él. pudo corregir el vuelo precipitándose al vacío: [Diosito! La
Vivió algún tiempo en casa de un amigo que le prestó explosión cimbró Jos cristales de todos los edificios del
un colchón y un rincón. Todas las noches iba a jugar domi- Boulevard Adolfo López Mateos.

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-¡Idiota! -reclamaba Servín mientras la onda expan- algunos años y entró a trabajar a unas oficinas en Insurgen-
siva cruzaba el piso sesenta y ocho-. ¡Que hiciste, estúpi- tes sur. Era la nueva asistente del hijo del dueño: el clásico
do! ¡Qué hiciste! imbécil que no sabe nada del negocio. Él intentó acosarla
-De la policía, nada -contestaba Martínez-. Ni la y ella se arrojó por la ventana.
vida ... Cuando Martínez llegó al lugar, ya estaban limpiando
Martínez, que siempre portaba la bandera de México sus restos de la acera. Tallaban duro con sus cepillos para
como capa, era el más patriótico y sincero de los seis. Él no despegar la piel de la banqueta. Le dieron las pertenencias
buscaba popularidad como Servín o poder como Quinti- que quedaron en su pequeño escritorio: sólo era su bolso,
no; él de verdad quería cambiar al país que tanto amaba. en él había un pañuelo blanco, lo único sin valor que nadie
Tenía veinte años cuando el grito de su hermana de quince se molestó en llevarse. El desprecio que tenía por la policía
lo despertó a la mitad de la madrugada. Bajó las escaleras y era el más profundo de los seis. En verdad quería limpiar al
la encontró en la puerta. La ropa que traía estaba rasgada país de escoria como ésa.
y ella lloraba. Pasaron varios días, semanas, para que ella Una tarde de sábado, mientras miraba un partido de
decidiera contarle lo que había sucedido. futbol, platicó con Quintino, que por casualidad se había
Al fin y acabo la adolescente necesitada de dinero para sentado junto a él en el Estadio Azul. Mientras bebían cer-
comprarse la mejor ropa entre todas sus compañeras de es- veza e insultaban al árbitro, hablaron de la mierda que era
cuela. Vio un anuncio en el periódico donde se necesitaban la política y la policía: como mexicanos, deberíamos juntar-
jóvenes presentables para edecanes; la paga era excelente nos y descuartizar a esos hijos de puta, mencionó Martínez
y el trabajo sólo por una noche. Así que dijo a sus padres a Quintino antes de gritar gol. Quintino no festejó, se que-
que dormiría en casa de su mejor amiga, pero se dirigió a la dó pensando en el comentario de Martínez; pero qué po-
dirección que le dieron cuando se comunicó por teléfono. dría hacer un guardia de seguridad como él. Sólo comenzó
Una enorme y lujosa casa que la dejó impresionada. a aplaudir ...
Fue recibida por mayordomos en la puerta, que la pasaron Servín perdió la cordura, no soportaba la idea de la
a una sala donde esperaban ya otras jovencitas. Cuando la muerte. Sus gritos, sus movimientos de reclamo desespera-
fiesta comenzó, fue violada por al menos cuatro personas: ron a Martínez.
"viejos", decía, "viejos horribles". Oral, anal, la mordieron, -¿Por qué volviste, Servín? -preguntó Martínez.
la golpearon, la bañaron en semen: su cara, sus senos, su -¿Qué?
espalda, entre más suplicaba más los excitaba. "Te juro - Te largaste porque estabas en desacuerdo con Diana,
que los perros tratan mejores a las perras", le dijo entre no entiendo por qué decidiste volver si Diana fue siempre
lágrimas. nuestra mejor bandera.
También le dijo que fueron policías quienes la sacaron -¡Porqué tengo ideales que a esa puta le valen madre!
de la casa, ni siquiera la dejaron lavarse. Le dieron un sobre -¡No hables así de ella! -intervino Rodríguez.
con dinero y la amenazaron para que no hablara. Al parecer -¡Yo hablo como se me dé la chingada gana, pendejo!
su vida continuó, de cierta forma trató de olvidar. Decidió -¡Con Diana alcanzamos los objetivos que contigo ja-
que no tendría sexo nunca y así todo sería sencillo. Pasaron más hubiéramos soñado! -insistió Rodríguez.

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-¿Tú qué sabes de mis sueños, Rodríguez? -increpó


Servín-. ¿Crees que una estúpida adicta es capaz de cum-
plir mis sueños?Yosueño con un México de gente honrada,
l
'·y
Israel Terrón Holtzeimer

Difícilmente alguien piensa en morir; aun si las llamas


te están desbaratando la piel, sigues sin pensar en ello.
Y Martínez podría escuchar el final a la par de un toque de
de gente buena, de gente que se preocupe por la gente. silencio. ¿Qué se escribiría sobre él? ¿Quién gastaría su tin-
-Y por eso matamos a gente inocente, ¿verdad? -co- ta? ¿Quién gastaría su aire para sonar la trompeta? ¿Quién
mentó irónicamente Paniagua. izaría la bandera a media asta? Para nada escuchaba la des-
-Todo movimiento representa vidas humanas -excu- esperación de Servín, sus palabras llenas de miedo. Tal vez
só Servín-. No puedes esperar ganar sin dar algo a cambio. sóloveía la masa encefálica saliendo de la cabeza de Ferrer.
-¿Qué tal nuestras vidas?-argumentó Martínez. Todavía miraba en sus ojos el fuego de la pólvora.
-¿De qué servirá esto si estamos muertos? -insistía En trance, sin saber lo que su cuerpo era, sacó un pa-
Servín-. ¡De nada, absolutamente de nada, mierda! ñuelo blanco y lo envolvió en su mano derecha, tomó su
-Es tiempo de héroes, Servín -continuaba Martí- arma, no dejaría ni siquiera una huella digital de su histo-
nez-. México necesita a cien millones de héroes cada mal- ria, y apuntó a Servín en el pecho.
dito día y no a un puñado de delincuentes cada cien años. -Desde que encontré esas cepas de influenza en tu
-No quiero morir quemado -dijo Ferrer hipnotizado, habitación, supe que algún día iba a matarte, hijo de puta
como si fuera un pequeño gatito asustadizo- ... no voy a -le dijo y disparó.
morir quemado, ¿saben?-todos voltearon a verlo-. Yono Servín cayó, sus ojos bien abiertos de incredulidad. Te-
quiero morir así. nía una bala en el pecho, difícilmente hubiera muerto,
Sacó su pistola, la puso en su sien. Todos se quedaron pero el dolor era insoportable.
impresionados, ni siquiera un grito pudieron exclamar por Hipnotizado, Martínez caminó entre todos, que le
él. Entonces jaló del gatillo. Sus sesos salieron volando abrieron paso, igual por respeto, igual por miedo. Bal-
por el otro extremo de su cabeza mientras su cuerpo desva- buceaba tan fuerte que todo el país guardó silencio para
lijado caía al contundente piso. En ese instante alcanzó a escucharlo: "Te prometemos ... ser siempre fieles... a los
ver a todos delante de él, los miraba de lado, pero la visión principios de libertad y de justicia... que hacen de nues-
se volvió borrosa. Sus ojos se opacaron, la sangre inundó el tra patria la nación independiente".
piso sesenta y ocho de la Torre Bicentenario. Uno de sus Se paró en la orilla. Con su mano derecha sujetaba el
cuernos se desprendió cayendo sobre el charco rojo. marco del ventanal. Las puntas de los cristales rotos lo hi-
-Ferrer -murmuró Rodríguez. cieron sangrar, ensuciando el pañuelo blanco de rojo. Al-
Pero Ferrer no lo escucharía de nuevo, porque ese sus- gunas gotas cayeron al vacío, se perdieron, pero no sentía
piro con etiqueta de nombre no era nada para combatir el dolor.
sepulcral silencio que llenó a todos. -Iré por ayuda -miraba distraídamente-, volaré has-
-Esto es tu maldita culpa -increpó Servín a Martí- ta el hornabeque -ciudad inmensa.
nez-. ¿Esto es lo que querías? Dio un paso, el último paso, fue un paso pequeño. Que-
Martínez seguía impactado por lo que había sucedido. rida hermana, cuando olía tu cabello, tu ropa desordenada
Se puede pensar en la palabra culpa por mucho tiempo. en tu cuarto, cuando te abrazaba y no deseaba soltarte. La

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bandera ondeaba muy agitadamente por la fricción del vien- Quintino, sin duda Quintino, el más viejo, el que lleva-
to. La espesa obscuridad de la madrugada no lo dejaría ver ba años planeando eso. El que construyó el hornabeque
por última vez lo impresionante de la Ciudad de México. bajo una vecindad que compró casi en ruinas hasta conver-
Cuando te espiaba por la puerta del baño, cuando te quería tirla en una fortaleza. Cuando era niño, siempre soñó con
para mí y espantaba a todos esos estúpidos mocosos que ser policía. Veía todos los días la película del Patrullero 777,
preguntaban por ti en la puerta. El viento raspaba como lija tenía su estación de policías de Playmobil, le compraban
fina. Entonces entraba de noche a tu habitación y trataba de los carritos Hot Weel's de patrullas. Aun recordaba cuando
tocarte lo más superficialmente posible para no despertarte; en cuarto año de primaria la maestra le preguntó qué quería
tan sólo pensar en tu virginidad me hacía eyacular como ser de grande, y mientras todos sus compañeros respondie-
asno. El viento lo estaba asfixiando. ¿Qué esperabas de mí? ron "futbolistas" y sus compañeras "maestras", él infló el
[Saber que todos esos malditos viejos te hicieron suya! ¡Que pecho y dijo: "[Policía!". La maestra lo felicitó por su de-
no sufrieron nunca por tocarte! ¡Que no te desearon por to- terminación y Quintino infló más el pecho.
dos esos años que yo me pudría en mi cuarto mientras tú A cualquier niño normal se le pasaría llegando a la ado-
estabas del otro lado de la pared! Pero su agonía terminaría lescencia, pero no a Quintino, que siempre que jugaba a
de golpe. No me reclames por todas estas muertes, sólo policías y ladrones quería ser policía. Así fue como metió su
quería que el país sufriera todo lo que yo he sufrido por solicitud para la academia apenas salió de la preparatoria.
ti, que se doliera hasta sus cimientos por tanta indiferencia. Y con tan sólo diecinueve años Quintino ya vestía ese uni-
El suelo impacta, querida hermana, he vuelto a ti así como forme con un descomunal orgullo. Patrullaba las calles y
tú te largaste de mí. por muy pequeña que fuera la infracción, se detenía para
A diferencia de Martínez, Servín no moría. La bala ha- tratar de solucionarla. Inmediatamente en la academia to-
bía atravesado su caja torácica dañando su cavidad pleural, dos lo creían un estúpido por la seriedad con que se tomaba
que se inflaba como calcetín de aire presionando sus pul- el trabajo. Llegaba con su uniforme impecable, sus botas
mones. Seguía con los ojos desorbitados mirando todo lo lustrosas que reflejaban cualquier cosa a dos metros de dis-
que sucedía en el piso sesenta y ocho de la torre. Cada vez tancia. Incapaz de recibir una mordida o de participar en
respiraba con mayor dificultad y su piel se ponía azul, pero actos de corrupción.
se resistía a perder el conocimiento. Patrullaba, era de noche, vio un auto deportivo muy mal
Paniagua y Rodríguez voltearon a ver a Quintino, toda- estacionado afuera de un minisúper. Esperó a que saliera el
vía no asimilaban lo sucedido. Para ellos, Quintino era dueño. Un chico como de dieciséis años. Quintino comenzó
como un Oráculo de Delfos, pero Quintino estaba ya tan a platicarle con detalle la importancia de tener cuidado con
astillado que no supo qué decir. Ahora cuánto daría por es- las reglas viales, pero el joven comenzó a burlarse de él. Le
tar en su cuarto, en casa de su madre, escuchando a Morri- quitó el gorro, se reía en su cara. Quintino no perdía la cal-
son con su uniforme de guardia de seguridad. ma, pero cuando el chico dijo estar harto, lo empujó para
!
-Éste es el final -dijo Quintino cruzándose de bra- subirse a su auto deportivo. Quintino lo sometió inmediata-
zos y bajando la mirada. Él, que juró no bajarla nunca mente y lo arrestó. No tardó en llegar su superior, le pidió
más ... que lo soltara. Enseguida llegó un auto de lujo. Se bajó un

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

fulano de bigote. Muy prepotente. Quintino vio cómo su para escuchar a The Doors. En sus días de descanso se
superior casi se arrodillaba frente a él. Al ver a su hijo dentro la pasaba en el café rentando internet para no sentirse im-
de la patrulla, esposado, el tipo explotó. popular. Todos los martes y sábados iba a la tienda a meter
El superior se desvivía excusándose con Bigotes. Rápi- los números de Melate de su madre, que todas las semanas
do desposó al muchacho; pero Bigotes exigió una disculpa jugaba. Esa tarde, Quintino vio la bolsa acumulada de qui-
de rodillas para su hijo de parte de Quintino a quien, ante nientos millones de pesos; así que tomó una planilla y la
la amenazante situación, no le quedó más que arrodillarse llenó.
y disculparse frente al niño que seguía con su hilarante risa. Nunca había ganado nada, pero ese día fue como si
Le quitó su gorro de nuevo y se lo puso para burlarse de él todos los planetas se hubieran alineado sobre su cabeza,
mientras Quintino seguía de rodillas. pegándole a los seis números. Único ganador. Al momento
Cada palabra que salía de la boca de Quintino sentía que le empezaban a salir amigos y familiares por todos
que le desgarraba el alma, como si alguien le cortara el pe- lados, Quintino alzó su mirada al cielo y agradeció por la
cho con una navaja de afeitar. Quintino nunca olvidó las oportunidad que tenía de hacer las cosas bien. A los pocos
últimas palabras de Bigotes antes de subirse a su automó- meses, una noticia de relleno salía en el periódico: "Gana-
vil. No fueron dirigidas a él, sino a su superior: "Y enséñale dor de Melate fallece por causas no aclaradas. No queda
a ese pendejo quién es el dueño de esta pinche ciudad", rastro de su dinero".
gritó. En su habitación, dentro del hornabeque, Quintino to-
Esa noche Quintino no pudo dormir, lloró del coraje, de davía guardaba el recorte de periódico y el dinero en un
la humillación, de la decepción de un sueño que parecía doble fondo de su cama. Ahora sólo tenía que formar a
lejísimos y que estaba en sus manos. Al día siguiente, su pequeño ejército, así que fue en busca de gente que
Quintino presentó su renuncia. Quintino pasó a ser un don quisiera vengarse de la policía. Quintino no tardó en darse
nadie en la vida, que poco le interesaba. Trabajos tempora- cuenta de que la policía sólo era un síntoma del proble-
les, borracheras cada fin de semana, jugaba dominó en la ma, por lo que pensó en algo más importante: cambiar al
casa de don Pancho todas las noches. país, una revolución. Comenzó a imaginarse gobernando
Una noche estaba en posición fetal en su cama, tenía al país, como una persona rígida y admirada. "Ya me vi", se
treinta y siete años y se dio cuenta de que había tirado su decía, "ya me vi".
juventud a la basura. Era guardia de seguridad en una tien- La idea de Quintino era regresar al caos: dentro del des-
da departamental y se sentía fatal. No tenía familia, seguía orden saldría victorioso a reestructurar a una sociedad po-
viviendo con su madre. Sacó una caja que guardaba de su drida. Tenía toda la puta razón del mundo. Sus ideas eran
infancia y encontró una patrulla de juguete, en el fondo el coherentes y sus intenciones, las mejores.
libro infantil que siempre leía: Mitología griegapara niños. Lo primero que pensaron lo seis en el hornabeque fue
Comenzó a llorar, pidió una oportunidad al cielo, sólo una que México era un país de partidocracia política, así que un
oportunidad para hacer algo bien. golpe seco contra los dirigentes sería bueno como carta de
Desde entonces Quintino se comportaba como un presentación. Nada de acampar en el Zócalo, explotar due-
muerto: trabajaba, comía y vivía, sólo llegaba a su cuarto tos de Pemex o atrincherarse en la selva.

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Se sorprendió lo barato que era pagar a sicarios para se- se desconcertaron bastante por el giro. Pero a esas alturas
cuestrar a personas. Ni siquiera tenía que tratar con ellos. de las profundidades, nadie iba a contradecir la omnipo-
Un auto, unos rifles de alto poder y quinientos dólares para , tencia del mesiánico Quintino ...
que cualquier idiota hiciera el trabajo sucio. Ésa fue la fruc- Se sentaron formando un perfecto triángulo equilátero.
tífera estrategia la primera mitad del año 2009, pero ante la Se miraban, no pronunciaban palabras, sudaban. Sentían
eminente amenaza, las altas esferas triplicaron su seguri- que la temperatura en el piso sesenta y ocho subía. Algunas
dad y ya nadie se ofrecía a realizar el trabajo. El movimien- lágrimas rodaron en las mejillas de Rodríguez. Lo mínimo
to se quedó estancado. que hubiera deseado en su cochina vida era morir con Dia-
Fue de Servín la idea de explotar las estaciones del Me- na a su lado, pero sus artríticos dedos le dolían de tanto
tro. Quintino al principio lo creyó desmedido, así que pidió marcarle.
consejo a Diana; por alguna extraña razón, confiaba mucho Paniagua muy apenas y parpadeaba, como un maniquí.
en ella, la creía muy capaz, de un pensamiento claro y efec- Las únicas ideas que desfilaban entre ellos eran las de la
tivo. Más allá de cualquier otra razón, la veía como su crea- cabeza de Quintino, que no precisamente eran las mejores.
ción. A veces le hablaba sólo para saber hasta dónde lle- Sólo pensaba en dónde estaría Ferrer en esos momentos.
garía su pensamiento revolucionario, pensamiento que él Pensaba en el cielo y el infierno.
había infundado. -Yo tampoco quiero morir quemado -mencionó Quin-
Diana tenía todo el privilegio que Quintino le pudiera tino. Rodríguez y Paniagua lo miraron-. Ferrer tenía razón,
dar a una persona; era su experimento, porque era toda su es una horrible muerte y no estoy dispuesto a rnorir así.
vanidad, su narcisismo exportado. Esperando una respues- -¿Qué vamos a hacer? -preguntó débilmente Ro-
ta de Diana, Quintino se sorprendió: dríguez.
-Eso depende hasta dónde quieres llegar -dijo Diana. Quintino sacó su pistola y la puso en medio de los tres.
Quintino quería llegar lejos, se imaginaba como presi- -Sé que a ti nunca te gustaron las armas -dijo Quin-
dente, después se imaginaba detrás de cada presidente su- tino a Rodríguez-. Y a Paniagua lo creí muy inestable para
cesor. Pensaba en un maximato donde él sería el único jefe una responsabilidad así. Ésta es la mía y con gusto se las
de la nueva revolución, de la nueva Era. Se autonombraría presto. Si lo desean y no se atreven, pueden pedírmelo.
Secretario de Guerra, acabaría con la Iglesia, con cualquier Se estiraba el cuello de su playera, sentía el infierno de-
movimiento insurgente, nadie lo desterraría jamás. Antes bajo, que poco a poco subía y no se atrevía a verificarlo por
de cruzar la puerta, Diana le dirigió la palabra de nuevo: la ventana. Por fin Paniagua salió de su parálisis, rascó con
-Hazlo bien, Johnny, del terrorismo instantáneo sólo desesperación su cabeza con las manos y miró fijamente a
se escribe tres días ... Quin tino.
Quintino lo pensó tanto ... fue una semana sin poder -De una vez -dijo-, por favor, Quintino, hazlo de
conciliar el sueño, con dolores de espalda en las mañanas. una vez.
Recordó el atentado de Morelia, sabía que todas las cosas Quintino sujetó el arma, apuntó a Paniagua. Su mano
se multiplicaban en el Distrito Federal. Así que dio luz temblaba, sudaba como cerdo; Rodríguez tapó sus oídos y
verde al ataque contra el Metro. Excepto Servín, los demás cerró los ojos.

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-Le pido perdón a tus padres por todo el daño que te chorros intermitentes de sangre, Sonia se ahogaba con su
hice -disparó. dedo rasgándole la garganta ...
La bala entra al cuerpo y duele; no se trata del orificio, 18: 09: 59: 99
se trata de la onda de choque, eso es lo que duele como la
muela del juicio. Paniagua todavía se movía en el suelo, Rodríguez se soltó llorando al escuchar los disparos. Quin-
Quintino se levantó y disparó de nuevo, otra vez, una vez tino no sabía qué decir para calmarlo. El calor era inso-
más, un cuarto, no hay quinto malo. Finalmente el último portable.
suspiro de Paniagua estaba fuera de su cuerpo ... -¡Rodríguez! -gritó Quintino.
18:00: 01: 01 Rodríguez reaccionó, no muy bien, pero al menos lo mi-
raba de frente.
Sonia veía a la gente subir y bajar del Metro, era como una -¿Qué quieres hacer? -preguntó Quintino.
caricatura inanimada, a la orilla, como un cortometraje sin -Yo-yo pu-pu ... puedo hacerlo -respondía-. Cu-
reconocimiento. Puedes enamorarte de tantas personas, in- cuando llegue el mo-momento yo-yo lo haré, yo lo haré.
cluso de tantas cosas, ahora se enamoran hasta de las pa- El calor, sentía que su piel se volvía negra. Ahora lo en-
labras que se escriben mal, de una fotografía de perfil reto- tendía. Dicen que nunca es tarde para entender. Quintino
cada en Picture Manager. Sujetaba la mochila contra su puso el cañón en su boca, el metal en su lengua, el sabor
pecho, Paniagua le dijo que la dejara en el andén y se fue- era desagradable. El temblor de su pulso hacía que trona-
ra. El plan perfecto y vivirían felices para siempre. Voy a ra contra sus dientes. Cerró los ojos mientras puso su otra
tener suerte, nitroglicerina bombeando en cada arteria de mano sobre la pistola tratando de estabilizarse. Temblaba
mi corazón descompuesto. más. Lágrimas de lagarto, rey de todos los lagartos incapaz
Sonia Puso la mochila a un lado de sus pies, sobre la línea de gobernar a las tortugas. Respiración acelerada, la respi-
amarilla; no tardaría en caminar hacia la salida, unos cuantos ración se acelera. Abrió los ojos, contuvo la respiración, fi-
minutos, eso es todo, pero su vista se apagó de repente, cayó nalmente. Tres, dos, jaló el gatillo.
a las vías, se convulsionaba, algunas personas gritaron. La bala reventó su boca, la sangre caía como cascada
Uno de esos semidioses callejeros, como un bardo con de sus fosas nasales. La cabeza cayó, algunos destellos de
miles de historias por cantar, bajó a las vías, la sujetó en vida. ¿Conoces el sabor de la pólvora? ¿Has intentado inge-
sus fuertes brazos negros y la subió al andén de nuevo. rir el fuego? Los fusibles del cerebro comienzan a colapsar-
En su muñeca, Sonia llevaba una pulsera fluorescente que se y las luces se apagan.
advertía de ataques epilépticos. Apareció Diamond pi- Entre lágrimas, Rodríguez le escribía un último mensa-
diendo espacio, metió su dedo en la rígida boca de Sonia je a Diana. Fueron como tres páginas. Después escribió
para sujetar su lengua, dijo que sabía lo que hacía, que otro, le deseaba todo lo mejor. Entonces escribió otro, le
estudiaba medicina. habló como si estuviera muerta. No sabía qué había pasado
Bien, esa fue la última estupidez dolorosa que cometió con ella. Su saldo se agotó.
en su vida, porque Sonia le cercenó el dedo con sus dien- El calor era inconcebible, las lágrimas de Rodríguez se
tes. Y mientras Diamond gritaba con su mano expulsando evaporaban antes de llegar al suelo. La sangre en el piso

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ARTEMISA
CAFÉ

era ya una mancha rosada. Servín trataba de retorcerse XIV


como pez recién sacado del agua, y es que se sentía como El cielo en los pisos de en medio
en un sartén sin aceite.
Rodríguez vio finalmente las llamas del infierno. Se
asustó tanto, tomó la pistola y la puso en su sien. No
se atrevió, siempre vestía de negro y no se atrevía. Caían
más lágrimas evaporadas. Trató de respirar el aire caliente,
pero no pudo, es como tratar de tomar café por la nariz. ESTÁBAMOS RESGUARDADOS detrás de tanquetas, miraba a mi
Escuchó los gemidos de Servín, se dio cuenta de que toda- lado la mitad del cadáver de uno de mis compañeros, distraí-
vía no estaba muerto, pero no haría nada por él. Las llamas do un poco en el brillo barato de su anillo de casado en uno
ya habían alcanzado el piso sesenta y ocho. Puso el cañón de los dedos. Automóviles que parecían queso Cheddar, he-
en su boca. Vestía de negro como todos los días, pero no se ridos y policías muertos. Era la salida principal de una finca
atrevía. Su llanto se convirtió en el de un niño que no quie- en la Nicolás Romero. La lluvia de balas parecía no terminar.
re dejar a su madre en las puertas de las guarderías del IMSS. -¡Hijos de puta! -gritaba Lara resguardado apura-
Sus gemidos se escuchaban por toda la ciudad. Fueron damente donde yo estaba-. ¿Con qué mierda nos están
cuarenta y nueve los transeúntes que caminaban por las disparando?
rotas calles. Se detuvieron, trataron de entender de dónde -¡Es una Browning antiaérea calibre cincuenta!
provenía tan lastimoso aullido. -respondí.
-Dianita -pedía- ... Dianita -suplicaba. Violentas ráfagas de película sin trama destrozaron el
El fuego entre sus dedos y todavía no podía creerlo. El árbol que estaba detrás de la tanqueta; éste cayó sobre no-
fuego entres sus costillas y no podía asimilarlo. Quería que sotros. Una gruesa rama golpeó mi cabeza. Lara trataba de
terminara pronto, porque sentía el fuego en todo su cuer- limpiarse todas las hojas que cayeron. Seguramente me do-
po. Quiso tomar el arma de nuevo, pero ardía más que su lería la cabeza en la noche.
mano. No pudo hacerlo. Sus berridos eran horribles, pata- -¿Estás bien?-preguntó.
leaba, se revolcaba. Su piel burbujeaba y se caía a pedazos. -Afortunadamente esos idiotas no saben usarla -co-
Se caía a pedazos hasta que el pedazo fue él. menté mientras reacomodaba mi casco y quitaba las ramas
Servín lo vio todo, hasta cuando la cabeza carbonizada atoradas.
de Rodríguez se deshizo al azotar contra el piso. Fue el -¿No saben usarla? -me reclamaba resguardándose
último en morir, si el incendio hubiera durado doscientos más en la tanqueta-. ¡Nos están haciendo mierda! ¿Qué
años, él los hubiera sufrido ... no ves?
-¡Si supieran ya estaríamos hechos mierda!
-¡Malditos! -Lara trataba de responder con fuego.
Le hice la seña que callara. Comencé a escuchar con
detenimiento. Señalé a mis compañeros que dejaran de
disparar, y cuando lo hicieron, silencio total.

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-¿Qué sucede? -preguntó Lara con la respiración en• Comenzamos a recorrer las habitaciones, íbamos encon-
trecortada todavía-. ¿Se habrán quedado sin municiones] trando cadáveres tirados debajo de las ventanas.
-Eso parece -comenté más relajado y recargando 1111 -¿No hay nadie en casa?-seguí llamando.
rifle. Las opciones se habían acabado.
Comencé a caminar decididamente por el frente. lln1 -Están adentro de este cuarto -susurró Lara.
infinidad de casquillos percutidos se encontraban en la CI• Asenté con la cabeza y nos preparamos para el asalto.
lle y comencé a patearlos. Escupí con todo el derecho da Contamos con la mirada. Uno, dos, tres...
hacerlo, porque soy mexicano, desde mi cabello hasta mil -¡De rodillasy manos a la cabeza! -gritó Lara entran-
pies; y todo esto es mío, desde las chinampas de Texcoco do al cuarto.
hasta las plataformas de Cantare!!. Mexicano de nacimien- Nos quedamos estáticos, sólo nos volteamos a ver. Yo
to, no naturalizado, y mucho menos mojado. Pateé la puer- bajé mi rifle. Sólo quedaban dos tipos y ya se encontraban
ta para que se abriera, sostenía mi AR-15 en los hombros, boca abajo con las manos en la cabeza, lejos de sus armas.
Tal vez hubiera preferido una sierra eléctrica, una muerte Si hubieran tenido grilletes, ellos mismos se hubieran en-
mucho más lenta y dolorosa que una piadosa bala dos pun- cadenado.
to veintitrés. -¡No disparen! -nos decía uno de ellos en el suelo-.
-¿Hay alguien en casa? -pregunté en voz alta-. ¡Yaestuvo, nos rendimos!
¿No? ¡Qué aburrido! Sujeté mi rifle y le volé la tapa de los sesos.
Cada perro que salía probaba la suerte de mis balas, re- -¡Qué demonios haces! -me gritaba Lara-. ¡Yano
carga y dispara. "¡Qué aburridos!", les gritaba explotando era necesario, carajo!
sus cabezas. ¿Yustedes fueron el esperma más rápido? Gri- -¿Eso crees? -le pregunté mientras me acercaba al
taban y los tasajeaba con mi machete de cacha dorada y otro sujeto que temblaba como perro sin dueño.
remaches de plata. Volabanpor la ventana, caían en el piso. -Por favor -me imploraba-, tengo esposa e hijos,
[Me aburro! Todas las metrallas que brotaban de mi brazo por favor,por favor-su lamento se desvanecía por el mie-
giraban despiadadamente. ¡Me aburren! ¡Soycomo la san- do que tenía- ... por favorcito,virgencita de Guadalupe.
gre del cáliz! ¡Soy como el hijo de Dios! Aburrida sensa- Lo sujeté de la camisay lo puse contra la pared, la punta
ción. Lobotomía para un país corrompido hasta la médula. de mi rifle en su garganta. El tipo temblaba como cachorri-
Diálisis para este intoxicado sistema. ¡Tan aburridos que to; sólo decía "por favor" una y otra vez. Comenzó a llorar,
no sirven más que para meterse mierda! Metamorfosis era incapaz de mirarme a los ojos.
completa. ¡Soy la ley! ¿Escucharon, malditos cerdos? Mu- -¡Los hombres no lloran, maricón! -le grité en la cara
tación total ¡Yo soy la liry! y lo aventé al piso.
-¿Está todo bien? -Lara preguntó debajo del marco Aullaba como perro apaleado, estaba en cuatro patas.
de la puerta. -Definitivamente eres un perro -dije pateándole la
-Parece que se esconden como cucarachas -contesté cara.
en medio de esa casa vacía; seguía con mi AR-15 en los Su sangre salpicó la pared, el sonido que se escuchó
hombros. fueron sus dientes rotos rebotando en la repisa. El tipo

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quedó boca abajo, aullaba más. Puse mi bota en su nuca, Yo no sabía qué decir. Me quedé en silencio mientras
Alcé mi pie para aplastar su cabeza. Entonces escuché la la miraba, parecía divagar en su mirada. Era sentirse como
recarga del rifle de Lara. Me apuntaba con su arma. un insecto donde cada gota podría matarte o llenarte de
-Ya ... ya está bien -me decía-. Ya... ya déjalo ... no vida.
vale la pena. No vale la pena que te ensucies con este sujeto, -Cuando estaba en la secundaria -le contaba-, tardé
No podía creer que me estuviera apuntando. Decepcio- como dos semanas en preparar un escenario de cartón, con
nado bajé la pierna. acuarelas y mausoleos, así, hechos con figuritas de jabón ..
-Espósalo y llévalo con el juez Ramírez -dije pasan· Cosas de niños -quise reír y restarle importancia-. Te
do a un lado de él-. En dos semanas ya estará en las calles juro que no recuerdo un día más triste que esa mañana, las
viendo a quién joderle la vida. nubes eran tan espesas, la contaminación tan gris. No había
Salí de la casa, arrojé el pasamontañas al piso, lo pateé visto llover tanto en toda mi vida. Todo mi mundo de car-
molesto. Los policías comenzaron a caminar hacia el inte- tón se caía por pedazos, mi mausoleo de jabón se deshizo ...
rior. "Maldito país de mierda", me dije en voz baja con la Ni siquiera tuve tiempo de mostrárselo a alguien.
respiración acelerada ... -Qué día tan triste -comentó Diana.
Pensé que lo decía de ironía, pero tenía la mirada perdi-
da en la lluvia. No quise alterar su paisaje. La vi, sé que
Me siento como un niño con las piernas cruzadas, mi cabe- podría mirarla para siempre. Pero a veces me sentía tan in-
za recargada en mis manos esperando que Diana despierte. capaz de dirigirme a ella. Comenzó a cantar con su dulce
Tengo tanto sueño que no puedo dormir, pienso en tantas voz de algodón, sin perder de vista cada gota que caía y se
cosas que no puedo pensar. Respiro una, respiro dos. Es desintegraba contra el asfalto.
como si el Imperio Romano hubiese nacido y muerto den-
tro de ella, en su euforia, en los miligramos de una jeringa
desechable usada quince veces antes de oxidarse. Si tuvie- Diana comienza a moverse, pienso que puede despertar.
ra un deseo en estos momentos, sólo pediría que Diana No, no lo hace, sólo se retuerce. ¿Qué puede pasar? Me
despertara ... acerco a ella, me asusta con sus movimientos. Trato de cal-
marla, acaricio su cabello. No sé qué hacer. Entro al baño,
comienzo a buscar entre los botes de pastillas. Azoto la
La lluvia caía, eso siempre la ponía nostálgica. Parecía puerta del espejo y ésta se rompe. Hago compresas con las
hipnotizarse por las gotas. Estábamos parados sobre la toallas, las pongo en su frente. Se las quito, no quiero ha-
banca de un parabús, el agua corría debajo de nosotros. cerle daño ...
Mala planeación en las calles y éstas se convertían en ríos.
Estábamos atrapados al menos que mojáramos nuestros
zapatos. El ascensor bajaba, Diana y yo permanecíamos en silencio.
-¿Nunca has pensado que la lluvia es dolor?-pregun- Tenía un horrible presentimiento de eso. Comencé a des-
tó con melancolía. baratarme, a desmoronarme, y la veo, sus zapatos, y ella ni

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siquiera voltea hacia abajo. ¡Yo sólo quiero estar a tu lado El Honorable Congreso de la Unión rinde un mere-
por el resto de mi vida! ¡Me gustas tanto y a ti te importa cido homenaje al Policía Encubierto que captura a los
un carajo! Leopardos.
Diana era monstruosa en ese pequeño elevador. Sería El Policía Encubierto, responsable de la captura de los
capaz de comerme de un solo bocado. La sentía sobre ml, Leopardos, publica una novela sobre su vida, se espera sea
sus miles de tentáculos, todos sus ojos mirándome, escu- llevada al cine.
piendo gusanos, respirando moscas. Quería devorarme. Yo El Policía Encubierto se casa con Martha Higareda.
me refugiaba en el rincón, me protegía de ella cubriendo El Policía Encubierto gana el Premio Nobel de la Paz.
mi rostro con las manos. Pero ella estaba sobre mí, su saliva El Policía Encubierto se lanza para las elecciones de
goteaba en mi piel. Sentía sus dientes afilados penetrando 2012, es el principal candidato a ocupar la Silla Presidencial...
mi carne. Diana iba a masticarme lentamente. -¡Hey! ¿En qué piensas?-preguntó sujetando lamo-
La puerta se abrió en la intersección del Sky Lobby, en la chila de mis manos.
superposición de las dos pirámides. Ese lugar era de trans- -¿Eh?-me despabilé-. No, en nada.
ferencia y daba acceso a toda la torre. Al piso que fueras, a Comenzó a sacar botes de aerosol que había dentro de
la dirección que necesitaras, desde ahí podrías hacerlo. la mochila. Por un momento pensé que llevaba todo para
Diana salió, yo tras de ella. El lugar era enorme, todo nue- un día de campo, pero sólo aerosol. Comenzó a agitarlas,
vo. La torre era como una ciudad vertical. sacó su encendedor. Me quedé consternado por un mo-
Cuando Nabucodonosor Segundo construyó la Puerta mento, pero reaccioné cuando se acercó a las columnas y
de lstar y los Jardines Colgantes de Babilonia, nunca se comenzó a prenderles fuego.
imaginó que el cielo podría quedar a la mitad de la Torre -¿Qué haces? -me acerqué a ella.
de Babel. -De verdad que no eres muy listo -dijo sin dejar el
-¿Puedes creer que el cielo esté en nuestras manos? aerosol-. Quiero incendiar el cielo, ¿no lo ves?
-preguntó dando vueltas. -¿Por qué harías eso? -seguía tratando de compren-
Rodeaba con mi mirada el lugar, no tenía muchas ganas derla.
de hablar; sabía que el final estaba cerca, imaginaba de qué -No lo sé -me respondió de la manera más desin-
manera sería. Ardería como pan tostado fuera de tiempo. teresada posible- ... creo que sólo me gusta llamar la
Caminaba a unos pasos de ella, mis manos en las bolsas con atención.
una mueca de decepción. Entonces comencé a pensar en Comenzó a dar vueltas, como si girara en un campo de
muchas cosas. Pensé en arrestarla ahí mismo, llamaría al flores. Me quedé en silencio. Ella daba vueltas en medio
Departamento de Inteligencia para que vinieran a la torre de una tormenta de fuego, como si enormes brazos encen-
por los otros. Sin duda aparecería en todos los diarios como didos la protegieran de mí. Cada día que pasaba a su lado
héroe nacional: era una Diana diferente.
Policía encubierto logra la captura de los Leopardos, es "En sangrientos combates los viste por tu amor palpi-
recibido en la Residencia Oficial de los Pinos y condecora- tando sus senos, arrastrar la metralla serenos, y la muerte o
do por el Presidente de la República. la gloria buscar ..." Cantaba como una niña parada en el

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estrado frente a sus alineados compañeros de primaria. -Queríamos un arco y nos construyeron una suavi-
Todos de blanco, pequeños. "¡Guerra, guerra sin tregua al crema. Juvenal ya lo decía: "al pueblo, pan y circo'', pero
que intente de la patria manchar los blasones! ¡Guerra, nuestros políticos se comportan como payasos para robar-
guerra! Los patrios pendones en las olas de sangre empa- se el dinero del circo. Ahora te pregunto, tonto Federico,
pad ...". Una tonadita ondulada que balanceaba el edificio ¿éste es el país que necesitamos, por el que Hidalgo y
elípticamente. Me hubiera encantado leer entre líneas Allende perdieron sus cabezas? Ni siquiera gastes tu vene-
cada una de sus palabras. Parecía mandar mensajes cons- no en contestar, la respuesta es un contundente no.
tantemente, pero tal vez era tan tonto que nunca pude -México no es el país que necesitamos -contesté con
comprender nada. poco entusiasmo-, pero es completamente el que me-
Seguía con mis manos en las bolsas tratando de adivinar recemos.
cada uno de sus pasos. Comenzó a llover dentro de la torre, Se volteó decidida, me miraba de manera despectiva.
eran los rociadores contra incendios colocados en el techo. Me sorprendí, había dicho una de mis tonterías. Pero ella
Sólo fue un momento, el agua dejó de caer. La guerra por el no se enojó por mi comentario.
agua había ahogado a Lomas de Chapultepec desde hacía -¿Por qué diablos tienes la razón siempre? -me recla-
tiempo. Entre todo eso, la risa infantil de Diana rompió con maba-, a veces pienso que eres un maldito extraterrestre
la crujiente armonía. Corrió hacia donde estaba y me jaló que sólo vino aquí para criticar todo lo que somos. Tal vez
del brazo. Decidí no decir palabra alguna, ya estaba har- no vengas de tan lejos. Tu apellido no suena muy mexi-
to de tanto preguntar sin recibir una miserable respuesta. cano. Debes ser un extranjero de mierda capaz de razonar
Así fue desde que salimos de la torre, cruzamos los ár- las incoherencias de nuestra cultura, así, sin ponerte uno
boles. Llegamos al Anillo Periférico, parecía una calle sin de esos estúpidos y enormes sombreros que sólo usamos
sentido. Árboles, la acera de Reforma, el Obelisco de Po- fuera de México. Ésa es la patriotería que nos enseña-
lanco. La bandera del Campo Marte parecía saludarnos, ron; pero tú sólo te la pasas hablando en soliloquios como
ondeando de manera violenta cortaba el viento. Se escu- los británicos o con ese existencialismo francés que a todos
chaba tan fuerte, como si quisiera delatarnos. nos da flojera entender. No haces más que empalmar las
Yo simplemente estaba exhausto. Ya no soportaba mis escenas, las fragmentas o las enredas porque las ideas sim-
pies. Me detuve frente al Auditorio Nacional y me senté plemente se te acabaron. Entonces cortas las oraciones o
en las escalinatas. Dejó de importarme, Diana podía seguir escribes mal las puntuaciones para ocultar tus limitaciones.
caminando, a mí me daba igual. Si se alejaba, si se iba, yo Por supuesto que México no es el país que necesitamos,
ya no iría tras de ella. Pegué mi cabeza a las rodillas mien- pero es completamente el que merecemos. Es todo nues-
tras trataba de frotar la parte posterior de mis piernas. tro y por eso lo regalamos a cualquiera que extienda su
A ese paso, Diana ya debería haber llegado a la Estela mano. De eso se trata la democracia, de darle al pueblo lo
de Luz; posiblemente estaría viendo la forma de echar- que pida, no importa que pida puras pendejadas. Sólo
la abajo con un hacha: Heigh Ho, Heigh Ho. Siempre me de- quiero que seas más humilde, que ya dejes de alucinar
cía que la Estela de Luz era un monumento a la estupidez con tus megalomanías y de poner palabras en mi boca.
de nuestra sociedad mexicanizada: ¿A qué le tiras cuando sueñas, Federico? ¿A que un escritor

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que sólo es conocido entre los escritores te escriba un pró- cabeza. Pero el infierno es ella, también el cielo, también el
logo tratando de explicar los juegos de palabras que a nadie mundo entero. No la había visto moverse así. Parece que
le interesó descifrar? Sabes que no hay nada más patético agoniza. Me acerco a ella y toco su frente, no sé medir la
que escribir en el libro de otro. Pero ya ni eso, tú ni siquie- temperatura, no sé si tiene fiebre. Beso su frente, pero sus
ra recuerdas lo que sueñas, tú dejaste de disparar hace mu- ojos siguen cerrados. Y entonces la calma de nuevo. Esta
cho tiempo. Bajaste los brazos y te tiraste a la sombra del habitación ha perdido por completo el sentido.
árbol; por eso somos lo que somos, tonto Federico, por eso Meto mis manos a las bolsas de mi saco, pero hay algo
y por nada más ... inusual en ellas. Tal vez un insecto muerto. Saco la mano:
Cuando corregí mi postura, me sorprendí de ver a un cigarro a la mitad, un cigarro arrugado. Paso mis manos
Diana sentada a un lado de mí en las escalinatas del Audi- por la alfombra para encontrar el encendedor de Diana. Lo
torio Nacional. Ni siquiera la escuché detener su caminar, sujeto y comienzo a temblar para tratar de encenderlo.
mucho menos acercarse. Parecía estar aburrida. Tampoco Miro a Diana cubierta con esa cortina blanca. Exhalo el
mencionaba palabra alguna, sólo miraba la calle. Respiré humo de mi cigarro. Arrojo la ceniza donde sea, no me im-
hondamente. No pasó mucho tiempo; sólo era ese silencio porta. Sigo sentado a un lado de ella ...
que se sentía como salpullido. Podría chasquear mis dien-
tes, morder mi uñas o tronar mis huesos.
-¿Has estado en un hotel de cinco estrellas? -pregun-
tó mirando al frente.
Nunca había estado en un hotel de cinco estrellas. Entra-
mos a la habitación, me asomé por la ventana y vi el incipien-
te incendio. Sólo me preguntaba por qué las cosas siempre le
salían bien a Diana. Ella se sentó en el piso y se recargó en
la cama: flor de loto. Sacó una bolsa de M&M's, trataba de
abrirla con los dientes. Fuerza excesiva, el empaque se rom-
pió y los M&M's brincaron en todas direcciones, rebotaron
en la alfombra y se esparcieron. Sólo hizo un gesto, recogió
un par de ellas y las llevó a su boca. Me recargué contra la
ventana, suspiré mientras miraba los edificios de Polanco.
-La habitación es fría -comentó resguardándose en
sus brazos.
-Yo no la siento -dije sin dejar de ver por la ventana ...

Diana se convulsiona mucho, es como si despertara y se


arrepintiera. Poseída, parece quisiera sacar el infierno de su

194 195
XV
Lluvia de pólvora sobre mi nariz rota

LE LLAMABAN Cxco; nadie conocía su nombre ni su edad, ni


siquiera él mismo. Estaba tan golpeado, agonizando en
uno de los tantos registros de la ciudad. Pobre Caco, pensa-
ba en la muerte como si fuera un boleto para el circo. Se
metía cualquier cosa: marihuana, pastillas, grapas, piedras,
solventes, gotas oftálmicas, aire comprimido; lo que fuera.
Las noches en la Ciudad de México eran de nadie. Ese
día estaba temblando por el síndrome de abstinencia; des-
de el colapso de la ciudad, conseguir piedra ya no era tan
fácil. Entonces un automóvil deportivo se orilló, le abrió la
puerta y le ofreció cocaína, polvo blanco que brillaba con
la luz de luna. Ni siquiera tuvieron que decirle, se subió al
auto.
Caco dijo que poco recordaba las cosas, sólo que era una
especie de bodega en la Zona Rosa. Dijo que sólo veía cris-
tales obscuros en la fachada. Eso fue suficiente para Diana,
que lo escuchaba agonizando en el registro.
-¿Eres tonto, Caco? ¿Lo eres? -lo regañaba, miraba
las lágrimas de Caco, que parecían aceite de auto al desli-
zarse por su rostro sucio.
-Les dije que sabía de eso -continuaba Caco lloran-
do-, les dije que no había pedo, pero de todas formas me
amarraron, Dianita.
-¿Y que quieres que sienta por ti? -Diana tiró su ci-
garro al piso-. Sé que te ibas con cualquiera.
-Eran como cinco, Dianita, y me echaron piraña.
La sangre de Caco empapaba su pantalón roto. Tenía el
ano reventado, una de sus orejas colgaba, su mano derecha

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

sin movimiento con cada dedo roto, un pezón cercenado, Se la puso y se vio en el espejo por varios minutos; hacía
parte de su cuero cabelludo expuesto, infectándose, negro mucho tiempo que no sentía el cabello en su espalda.
como el cáncer. Sus piernas inertes, quemaduras de cigarro Llegó a la puerta del Amberes, el tipo de la entrada se
en todo su cuerpo rancio. percató de todo el arsenalque llevabaconsigo,pero antes de
-Lo que sea, Dianita, lo que sea que tengas -suplica- que pudiera hacer algo,Diana le encajósu navaja:ya adentro
ba con lágrimas. la giró, esperó un tiempo; sólo vio los ojos desorbitados del
-Tonto Caco, tantos años en las calles, pensé que ya cadenero que no la perdía de vista, sacóla navaja:la sangrey
habías aprendido a cuidarte. órganosse derramaron en el piso como ponche de frutas.
Diana subía las escaleras, Caco se desgarraba la voz. En cada corrosivo paso que daba, sus huellas empapa-
-¡Dianita! -gritaba inútilmente-. ¡Dianita! das ardían como luciérnagas adaptadas a sus puntas frías de
Caco tenía tres opciones: arrojarían su cuerpo a las pro- acero. Entró y todos los reflectores la apuntaban. Se sentó
fundidades del drenaje, lo sepultarían entre basura y pie- en la barra de quince metros junto a un tipo ebrio, parecía
dras o lo incinerarían en cualquier tapia. Mientras Caco más dormido que despierto. Sacó un cigarro, buscaba una
ardía, Diana sintió una lluvia de pólvora incendiándose carterita de cerillos en su bolsa, no la encontraba. El borra-
sobre ella. Regresó al hornabeque y se armó hasta los cho que estaba a su lado reaccionó sacando un encendedor
dientes. para darle fuego. Diana se quedó sin palabras... y lo miró
-Me voy de caza -fue todo lo que respondió a las por un tiempo.
siete preguntas de Rodríguez y a los cuatro reclamos de -Gracias -apenas y balbuceó.
Quintino. -Es lo menos que puedo hacer por una reina -escu-
Rodríguez se puso muy triste. Pero en el pensamiento chó esas palabras tan enredadas que su cabeza viajó al pa-
de Diana el fuego lo era todo. Para purificar al mundo no sado, a uno bueno, de los que había pocos en su vida.
importan los justos caídos, sino los pecadores muertos... El tipo se levantó. Diana no lo perdió de vista, camina-
ba como si no hubiera gravedad en el Amberes. Se dirigía
al baño de nuevo.
Yoestaba nervioso sosteniendo su cuchara de plata; ya me -Malditos sean mis ojos si esa perra no es lo más exci-
había amenazado que si derramaba una sola gota de su azú- tante que he visto en mi vida...
car me clavaría la jeringa en el ojo. La luz que brotaba por
la brillantina de su cama casi no me dejaba verla, pero es-
cuchaba su voz claramente, me contaba todo como si estu- Volteé a verla, casi descuido la cuchara.
viera sentada frente a una fogata... -¿Qué? -me reclamó.
-Ese encendedor es mío -contesté.
Finalmente Diana apagó el encendedor. Se dispuso a
Estaba en ese lugar,el que Caco había descrito, era la Zona analizar lasjeringas que estaban en el buró dentro de vasos
Rosa. Miró atrás y vio una sex shop, violó la cerradura y en- de whisky. Ésta no, decía, ésta tampoco. Encontró la ade-
tró. Lo primero que llamó su atención fue esa peluca rosa. cuada, la sacudió contra el vaso de cristal. Colocó la aguja

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Israel Terrón Holtzeimer
ARTEMISA CAFÉ

dentro del líquido canela de la cuchara y lo absorbió dentro pensar también que con ese cabello rosa se veía tan ardien-
de ésta hasta la última gota de la superficie de plata ... te como el infierno. Sus piernas flacas, sus lindas piernas
flacas.
Entonces ¡bang! Gritos ¡bang! Caos ¡bang! Botellas ro-
-Malditos sean mis ojos si esa perra no es lo más excitante tas ¡bang! Caían como soldaditos de plomo. Puse misma-
que he visto en mi vida. nos sobre la cabeza. El tiempo se suspendió, el silencio se
Volteé enseguida. Era una puta lesbiana. Hablaba de convirtió en zumbido.
Diana, la desnudaba con la mirada. ¿Qué sucedió? ¿Me recuerdas? Afuera nunca pasa nada,
-¿Cuál es tu maldito problema? -le reclamé. pero adentro llueve todo el tiempo: cuando la tormenta es
-Púdrete, animal -me enseñó el dedo de en medio y tan violenta, ¿sabes?, lo que llega no es la calma, sino la so-
se fue. ledad. Sé lo que se siente. No digas ni una maldita palabra.
Cuando regresé a la barra, Diana apuntaba su número Respiraba aceleradamente, sólo sentía el enorme dolor
de teléfono en una servilleta; era la misma chica de cabello en mi nariz. Sacudí mi cabeza y levanté un poco la mirada.
ondulado y pantalones de cuero. Coloqué mi brazo en la Vi sus piernas, las de Diana, en sus manos cargaba una Prie-
barra, en medio de las dos. La chica de cabello ondulado to Beretta. Su respiración era tan profunda que podía escu-
me miró impaciente. charla sobre los gritos de todas las cucarachas que corrían y
-Oye, machorra, ella viene conmigo -le dije con las se escondían.
palabras entrecortadas por el whisky. Entonces pasó sobre mí. Me levanté aturdido y casi res-
Me dio un cabezazo que rompió mi nariz y me hizo caer balo con la sangre en el piso. La chica de cabello ondulado
al suelo. Alrededor comenzaron a reírse, yo estaba en el sue- y pantalones de cuero estaba desecha frente a mí: tenía una
lo y se reían. Mi mausoleo, mi escenario de cartón de huevo bala en su cara, le había explotado en el labio superior
se derrumbaba a pedazos sobre mí. Síndrome de aplasta- y parte de su nariz. En el ambiente, ráfagas encrespadas
miento, hematomas en todo mi cerebro. Me levanté. de su cabello rosa se desvanecían lentamente; los demás se
No sabía si era hombre o mujer. No sabía nada de ella. escondían como insectos debajo de las mesas y detrás de
Su cabello ondulado era como la cabeza de Medusa, ser- cada mueble que encontraban ...
pientes que se arrastraban por todo el piso. Pero algo tenía
claro; enfocada en mis ojos, de poco se hubiera salvado esa
noche. Sólo pasé mis dedos por el rostro para ver la sangre Diana golpeaba con su uña la jeringa para que las gotas
en mis uñas mordisqueadas. Sonreí. subieran, me pidió que amarrara mi cinturón en su brazo.
No recuerdo cuántos golpes impactaron en mi rostro. Me dijo entre dientes: "eso es lo que sucede cuando dos
Recuerdo confusamente cómo miraba las gotas de mi san- personas violentas se conocen en el momento más violento
gre cayendo al piso, gotas que se convirtieron en chorros. de sus vidas".
Alcé un poco la mirada y vi sus botas de militar desabrocha- La miré con recelo, no quería aceptar todo lo que me
das, las de Diana, estaba frente a mí, como si me tuviera decía, La vena se escondía, palmeaba con sus dedos, la
lástima. Quise abrazarme a sus pies, pidiéndole perdón por vena parecía no querer salir de su brazo ...

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

Fui tras de ella. Tratando de seguir sus pasos, tropecé con tancia-. Sólo espero que seas uno amigable, en verdad me
un cadáver a la salida del sitio: era del tipo que cuidaba la dan miedo los fantasmas ...
entrada. Me golpeé tan fuerte que me levanté y lo pateé
molesto, lo insulté y lo escupí. Entonces la vi, caminaba
muy rápido, como si flotara. Corrí tras de ella, se detuvo en -Hay muchas cosas que se pueden hacer con un solo bra-
el borde de la escultura Sátiro y Amor. zo -dije inyectando todo en mi brazo derecho.
-¿Vas a seguirme toda la noche?-me preguntó mien- En realidad no estaba pensando en nada, sólo hacía las
tras se quitaba la peluca y la arrojaba dentro de la estructu- cosas por estupidez crónica. Caí con todo y jeringa. Sus
ra de la estatua. botas desabrochadas era todo lo que veía de nuevo. Todo
-¿Qué ...? -respiraba con dificultad-. ¿Qué has he- comenzó a desvanecerse, ya era incapaz de distinguir cual-
cho? -pregunté. quier cosa.
-No pienses que lo hice por ti-dijo secamente. - Tonto -alcancé a escuchar su voz mientras revisaba
Se sentó en el borde de la escultura y sacó una jeringa. las bolsas de mi saco-, nunca te arponees estando tan
-¿Qué vas a hacer? ebrio ...
-No eres muy listo, ¿verdad? Sentí deformar el cielo, como si flotara. Monstruosa. Fe-
Realmente estaba muy ebrio todavía, confundido. Sin derico, el cielo, Federico, trae un kilo de chuletas de cerdo.
pensar le arrebaté la jeringa. Me miró molesta. Mejor trae pollo, rinde más, un día de caldo, otro de sopa y
-¡Devuélveme eso o te arrancaré el brazo! -me ame- uno de ensalada de novia. No tengo dinero, inútil, que lo
nazó levantándose. apunte a la cuenta. Nunca quieres hacer nada, Federico,
-Hay muchas cosas que se pueden hacer con un solo aprende a tus hermanas, siempre sacan diez en todo. Tú
brazo -le dije tirando la jeringa contra el suelo y pisándola eres el clásico niño de ochos. Te irás al infierno si no me
con mi zapato. Entonces cerré los ojos esperando que me dices la verdad, Federico. Me siento débil. En verdad que
hiciera daño ... no puedes hacer nada bien, Federico. Mamá, no puedo
respirar. Señora, su hijo tiene asma. Falta como un mes a la
escuela. Las noches son largas, muy largas. No puedo res-
-No -me decía-. No tiraste la jeringa al suelo. pirar. Falta de nuevo a la escuela. Cuando el sereno se
-¿No? -pregunté contrariado. vaya, no pasa nada en casa, cuando el sereno de la mañana
- Te arponeaste. se vaya todo volverá a la calma. Mami, tengo frío. ¿Tienes
-¿En serio? fiebre? No, ¡Federico, te orinaste en la cama de nuevo! ¡Ya
-No dejaste ni una sola gota qué lamer de la aguja. no eres un niño! ¡Ahora dormirás con pañal hasta que dejes
-No puedo creerlo. de hacerlo! El maldito gordo sin cabeza. Te juro que no le
-Yo tampoco -se mostraba sorprendida-. La combi- hice nada. ¿Te burlabas de él? ¿Te orinaste de miedo? Es
nación de dos supresores a tan alto grado debió haberte enorme, mamá, su cabeza nunca apareció. Mamá, tengo
matado. No entiendo por qué sigues con vida. Tal vez eres miedo, ¿puedo dormir con la luz encendida? Tonto, Fede-
un fantasma y no me he dado cuenta -comentó sin impor- rico. ¿Dónde dejaste tu brazo? Cierra fuerte los ojos con la

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

cara levantada al cielo. Ese horrible gordo sin cabeza dejará No sabía qué pensar. Miraba las rosas de acrílico, las
de molestarte. [Madre, por ella te doy mi brazo!Te jodiste, estrellas de grafiti, el cielo de celofán, los insectos de cobre.
Federico, de por vida te jodiste... Me quedé a un lado de ella, en medio de ese jardín de
Sentí punzadas en mis costillas, alguien me punzaba metal, esperando que regresara de su viaje alrededor del
las costillas, abrí los ojos con gran pesar, los párpados pe- sistema solar...
saban. Era el rifle de un policía lo que punzaba mis costi-
llas, quería saber si seguía con vida. Cuando se dio cuenta
de que aún respiraba, me sujetó del brazo para subirme a la -No, no por mí, policía, por mi familia, mi familia significa
vagoneta... mucho, es todo lo que tengo en el mundo, policía-su voz
era un nudo de nervios-. Sé que no soy un buen esposo,
ni siquiera un buen padre, sólo les doy dinero, me gusta ver
Diana, algo fastidiada, aflojó el cinturón de su brazo. Co- a mi familia con dinero, que mi hija no sea una muerta de
menzó a buscar la vena en su pierna izquierda, repasaba hambre -yo no mencionaba palabra alguna, sólo lo escu-
sus dedos por sus lindas piernas flacas. Entonces introdujo chaba hablar por la bocina, se notaba algo desesperado por
la jeringa, creo que le dolió más de lo normal; pero lo nor- mi silencio- ... Ella no tiene la culpa, policía, ella siempre
mal cada vez le dolía más. La sangre entró en el líquido me pide que me dedique a otra cosa, que pongamos un
canela; antes de que el líquido canela entrara en su sangre, negocio... no sé, cualquier cosa, pero soy un cobarde que
pregunté: no hago más que preocupada... sólo sé portarme mal, ella no
-¿Por qué no me mataste? tiene la culpa de ello, mucho menos mi niña, mi hijo, tiene
-No se me ocurrió. dos meses, qué puede saber de esto, policía -miré al se-
Lentamente introdujo la heroína en su sangre. Con un ñor Alce, me hacía mil preguntas en cada gesto, pero yo
gesto de dolor,que se volvióplacentero, se desplomó sobre permanecía en silencio-. Traté de ganarme la vida... la
mí como se desploman los ángeles negros. Cuando era vida es difícil, policía, muy difícil. Pero me metí en esto,
niño y los ángeles se caían a pedazos del cielo, siempre me aquí no hay vuelta atrás; la gente cree en mí, sólo he tenido
escondía debajo de la mesa para no escucharlos. Diana era suerte, es como cualquier negocio, a veces las cosas salen
la única persona a quien extendería mi mano a la orilla del bien. Creo que es el destino, no lo sé. Sabía que algún día
abismo. No para salvarla,sino para caer con ella. Alcanzó a me atraparían, así es la vida, a veces se pierde -se deses-
decirme con palabras cada vez menos legibles: peraba más por no escuchar mi respuesta-. No sabes el
-Después que comienza la destrucción-rió mordiéndome vacío que se siente, policía, te juro que no lo sabes. Te la
la oreja-, todo, incluso la regeneración,es movimiento. juegas, te pueden matar y qué chingados, piensas que sólo
Cerré los ojos, la sostuve por un tiempo. La recosté en se trata de adivinar sus movimientos, y entonces sales ile-
su translúcida cama. Me quedé en silencio, saqué la jeringa so, y era chingón, sentía una pinche emoción bien cabro-
de su pierna, limpié el hilo de su sangre con mi saliva, des- na... no lo sé... pero después se volvió normal... todo se fue
pegué la bandita de mi nariz y la puse en su suave y lasti- a la mierda, ya no siento miedo, ni siquiera me preocupa si
mada piel. las cosas salen mal. No importa cuánto los mutile, para mí

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es como si cortara un pedazo de pan. Así me den cien mi- -Pensé que no escucharía tu voz de nuevo -me dice
llones de dólares, ya no, ya no es lo mismo, se volvió estric- apenas perceptiblemente-. Estabas tan molesto que creí
tamente un negocio -comenzó a llorar, gemía, yo seguía que te irías...
en silencio-. No... no seré hipócrita contigo, policía, no Parece que parpadea, no seas tonta, Diana, no seas ton-
me arrepiento de nada, si naciera de nuevo, si regresara al ta. Me inquieta tan sólo escuchar su voz entrecortada por
principio, así fuera millonario, lo haría... No estoy arrepen- sueños sin color, mi corazón entumido. Entonces abre los
tido, no tengo que pedirle perdón a nadie, ni siquiera a ojos, y en la ciudad nadie duerme.
Dios, porque Dios está para eso. No estoy loco, cambio de -Hola, tú -menciono sentado a un lado de ella con
humor, eso hace la gente, no siempre se está de buenas una visible sonrisa retardada.
-estalló en llanto-¿Qué quieres de mí? ¡Yate dije dónde -¿Qué ha pasado? No mucho, espero. Dime que no
está la chica! ¿Qué más quieres? ¿Dinero? Puedo darte di- mucho -pregunta algo aturdida todavía.
nero, ¿eso es lo que quieres, policía?-seguía llorando-. -Sólo el viento -respondo con nostalgia.
Si me la quitas no me dejas nada. Cuando los días son -¿Y las llamas?¿Yaincendiaron el cielo?
horribles, siempre llego a casa y me enredo en sus bra- Alzo lo hombros, por mí el cielo puede irse al carajo.Se
zos, me recuesto en su pecho... cuando escucho su corazón reincorporasentándose donde mismo, parece como recupe-
latir me olvido de todo. Policía, déjala ir y me iré con ella, rarse de una jaqueca. Extrañada hace a un lado la cortina
me largaré con mi familia de la ciudad si quieres. Ella es la blanca, trata de arreglar su cabello, enredada se encuentra
única persona que me quiere, que me espera siempre, no con una luneta azul, la sujeta con sus dedos a la altura de sus
le importa lo que soy,si soy un monstruo, todos dicen que ojos.La hace polvo.Entonces echa un vistazoa la habitación.
soy un monstruo, pero ella siempre está ahí -segundos -¿Qué demonios pasó aquí? -pregunta tocándose la
de silencio, yo sólo escuchaba su decadencia; su voz se cabeza.
convirtió en un susurro de súplica- ... Ella lo es todo, poli- -Estaba algo aburrido -respondo.
cía, la amo -moqueaba-. ¿Sabes lo que es el amor, po- Se levanta y casi tropieza con los trozos de los muebles
licía?Si lo sabes me entenderás perfectamente. que había apilado para hacerle una fogata. Los mira con
-¿Sabes, Daniel? -rompí mi silencio. Cuando escu- desprecio y los patea. Entra al baño.
chó su nombre su corazón se precipitó, sostuvo la respira- -¿Qué le pasó al espejo? -pregunta.
ción-. El amor es sólo para los tontos... -No lo sé, simplemente se rompió... las malas vi-
bras, creo.
Trata de solucionarel rompecabezas acomodando todos
Desprendo la cutícula de mis uñas con los dientes, sin par- los pedazos del espejo en el mosaico.Quiero enterarme de
padear. Me acerco cada vez más a ella. Puedo ver mi respi- todo lo que hace, pero no lo consigo. No puede pasar mu-
ración ahogada por la suya. O sentir mis pensamientos inci- cho tiempo sin mirarse en un espejo. Siempre quiere lucir
nerándose en su sangre. O escuchar mis miradas que se bien. Así que sólo escucho cómo se mueven los cristales,
estrellan contra sus párpados. cómo suenan cuando los arrastra.Sólo espero no se lastime.
-¿Diana?-pregunto suavemente- ... ¿Diana? Pero nunca pasa nada.

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Israel Terrón Holtzeimer

Finalmente sale, fresca, brillante. Ni siquiera pierde Desde hace tiempo dejé de preocuparme; parece que la
tiempo en mí, se asoma por la ventana, ve la torre en lla- muerte simplemente no es para Diana, sino para todas las
mas. Se sorprende. Pega sus manos en el cristal. personas que la rodean.
-Es más hermoso de lo que esperaba -dice en voz Caminamos, reímos. Pienso si Diana finalmente será
baja-. ¿No han hecho nada? sólo para mí. Es tonto pensar en el egoísmo cuando ella es
-Derribaron un helicóptero de la PGR. la persona más egoísta de todas. Camina colgada de mi bra-
-¿En serio? ¿Cómo? zo derecho y me pregunta por cada estrella que atraviesa su
-No lo sé, simplemente vi cuando el helicóptero se mirada llena de galaxias. No sé nada de astronomía e in-
estrelló. vento historias para entretenerla.
-Sorprendente. "Esto no está del todo bien", pienso por un momento.
-También uno de ellos se tiró por la ventana. Cada sonrisa suya es como un gemido de muerto. Quisiera
-Qué valiente. dejar de pensar en todo, pero la luna siempre golpea con
Deja de ver la torre y se recargacontra la ventana: sus piedras perforadas por otras piedras. Y quisiera que el
-Para ti -me dice-, sé que te encanta el fuego -mira país estuviera vacío, y quisiera un nuevo mundo para ella.
de nuevo hacia la ventana-. Ésta es mi retribución. Es lo Yoy mis diez mil excusas para justificarla. Cierro los ojos,
más que he hecho por alguien, ¿sabíaseso, Federico?Apues- quisiera olvidar cada gota de sangre. Si el mundo estuviera
to a que no sabes muchas cosas.No esperes un moño o una vacío sería mucho más sencillo.
tarjeta, no soy tan detallista. Tal parece que los fantasmas nunca se van. Soy capaz
No menciono nada, sólo veo el reflejo del incendio de reconocerlos. ¿Qué puedo decir? ¿Que soy un bastardo?
en sus lentes de armazón azul. Y acompaño su mirada, ¿Un maldito desgraciado? Siempre lo he sido. Lo estable
y el incendio es descomunal. Nunca había sentido tanta de la situación es que siempre es inestable. Si Diana pu-
incertidumbre en mi vida como en este momento. El diera leer mis pensamientos se hubiera desecho de mí
tiempo también se va. A veces no me doy cuenta de las como se deshace de sus recuerdos. Si pudiera dejar de pen-
cosas o simplemente cierro mis ojos con fuerza para sar por un momento y estar a solas con ella. La quisiera
que todo lo que tenga que pasar pase de una buena y jo- colgada de mi brazo derecho para siempre. Quisiera borrar
dida vez. toda la sangre de sus ojos, remediar su universo de agujeros
-Este cuarto me produce escalofrío. Sácame de aquí, negros y enmendarlo con mi magnetismo animal. Harto de
Federico, ¿sí? la inflexibilidad, me siento tan inseguro, como un punto
Abrí los ojos. muerto donde todas las cosas son neutrales ...
-Sí... espera -me acerco al buró y tomo el mapa-: Llegamos hasta el Parque Lincoln. Se para en el borde
podemos salir desde aquí. del espejo de agua. Abre otra bolsa de M&M's. No entien-
-Me encanta que siempre tienes todo controlado. do de dónde diablos las obtiene. Voltea a verme mientras
Sonrío, me encanta cuando dice "me encanta". Baja las lleva varios a su boca y me dice:
escaleras como si jugara, donde cada casilla enumerada -Bienvenido a la terminal, ¿no estás contento, tonto
pareciera ser un escalón. Arroja la piedra y salta por ella. Federico?

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ARTEMISA CAFf: Israel Terrón Holtzeimer

-¿Vas a prenderme en fuego?-pregunté con una lige- nes de azúcar. ¿Por qué lo dices? ¿Puedes leer mis pensa-
ra sonnsa. mientos? Siempre he sido superficial, no digas qué es lo
-No -empieza a caminar por el marco del espejo-, que quiero si no lo pienso. Y si me derrumbo por dentro es
sólo quiero que te vayas. sólo porque tengo sueño, lo sabes, ¿verdad?
De repente siento mi estómago vacío. -¿Así termina esto, Diana? -le digo, inexpresivo, tan
-¿A dónde? inexpresivo como puedo.
-A cualquier lado. No me responde. Hablar con Diana es hablar en círcu-
-Esto es cualquier lado. los, palabras que nunca dicen nada y silencios que lastiman
-A cualquier lado lejos de mí, tonto. como martillazos en la cabeza.
Pensaba en reclamarle tantas cosas y ahora sólo pienso -Por cierto -me pregunta-, ¿cómo se pronuncia tu
en suplicarle, pero ése no es mi estilo. De todas formas no segundo apellido?
sé hacerlo, de todas formas no quiero hacerlo. Sonrío un poco. Incrédulo. ¿Qué es lo que quieres?
-Ni pienses que voy a suplicar-digo con mi pose más Toma la letra de todos mis nombres y hazlo un collar para
segura. perros. Dices que te gustan las alhajas. ¿Ni para eso sir-
-Si lo haces te prendo en fuego -me dice sin tomar- ven mis dientes chuecas? ¡Entonces quédate con cada uno
me en cuenta. de mis huesos!
Con Diana es tan fácil acostumbrarse al infierno que el -La verdad es que mi abuelo nunca lo mencionó
fuego no me asusta. En algunas situaciones me parece bas- -contesto sin mucha importancia.
tante agradable. Quiero pensar en las palabras correctas. ¡Plom! ¡Plum! ¡Plum! ¡Plom!
Pero en su mundo de cartón, las drogas son lo enteramente Miramos arriba. El impresionante espectáculo del Jefe
suficiente para sobrellevar sus pesadillas y dolores de cabe- Tirantes comienza a explotar el cielo de la Ciudad de
za. ¿Yyo? ¿Maldita sea, y yo? México, todos los colores brillan y se apagan. Finalmente
-Me gustaría una... una explicación -le pido con mis el incendio alcanzó el último piso de la Torre Bicentenario.
manos en las bolsas. -Feliz día de la independencia -menciona sin dejar
No la pierdo de vista. Ella ni siquiera se entera. Ella no se de ver el cielo. Es lo más cercano a estar en Disneylandia
entera de nada, la luna podría impactarla Tierra y ella pensa- que jamás había estado.
ría en una resaca.Ycreías que ibas hacerme llorar.¿Eso es lo Festejar la independencia de México en un lugar llama-
que quieres? ¿En dónde diablos dejas mi orgullo?Mi padre do Parque Lincoln me resulta algo obsceno, tan obsceno
siempre me decía que los hombres no lloran. ¿Sabes?A ve- como festejarla el 5 de mayo.
ces el viejo tenía razón. Se da la vuelta y me mira de frente. -¿Qué vas a hacer esta noche? -me pregunta sin dejar
Me sorprendo un poco. Soy tan inexpresivocomo las rocas. de ver las explosiones.
-Tú ya no quieres estar conmigo -me dice-, y yo no La miro por un tiempo, cómo su cara cambia de color
quiero estar con alguien que no quiere estar conmigo. por reflejar la luz pirotécnica. ¿Ahora soy yo quien tiene
Me siento como en una húmeda servilleta incapaz de que hablar del futuro? ¿Crees que soy una caja de zapatos?
sostenerme. Asfixiadoentre montañas de insípidos algodo- ¿Qué chingados piensas, Diana?

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ARTEMISA CAFÉ
,,, Israel Terrón Holtzeimer

-Estoy tan cansado -respondo- ... tan exhausto, po- de sueño que mandé al diablo por estar a tu lado? ¡Todo
dría dormir por mil años. eso vale más que el maldito encendedor, Diana!
No sé mucho del tiempo, sólo sé que pasa sin darnos -No es nada -le digo-, ni siquiera recuerdo dónde
cuenta. Y de repente se escuchan los gritos de un vagabun- lo tomé.
do tirado en el suelo, trata de dormir y no puede por el -Arigato gozaimasu -me dice con su sonrisade muñeca
ruido de las explosiones. de colección y regresa su mirada a los fuegos pirotécnicos.
-¡Ah! -grita- ¡Nos atacan los panistas! ¡Ah!-revo- Hasta para perder hay que hacerlo con estilo. Me doy la
lotea sus brazos para cubrirse. media vuelta y camino de nuevo. Quisiera saber lo que
Volteo. "Maldito loco", pienso. Diana no presta aten- siente. Un corazón roto. Al diablo, yo ni siquiera tengo co-
ción, tan distraída como es, no podría distraerse por algo razón, sólo un enorme hueco en mi pecho. Así puedo cerrar
como eso. Sigue encantada con las luces en el cielo. mis puños sinceramente. Tú y toda la puta ciudad me va-
-Debe ser horrible tenermey despuésperderme -me dice. len madre. Cógete con cada jeringa que encuentres. Sólo
La miro y sé que es todo, definiendo todo como un ente quiero mirarte por última vez y demostrarte que me impor-
de carne, cabello, huesos y pequeños dientes. tas un carajo.
-No te imaginas -digo, tal vez no muy bien. Tal vez Entonces me quedo parado a distancia de ella. Sorpren-
ni lo dije. dido, Diana nunca deja de sorprenderme. Todo es como un
Discretamente alzo la mano para decir adiós; ni siquiera ritual. Los gritos del vagabundo se opacan con el explotar
responde a mi gesto. Doy la media vuelta con las manos en de los fuegos artificiales.Diana lo apuñala sin cesar; chapo-
las bolsasy comienzo a caminar, harto, decepcionado, fasti- teando en sangre vulgar se ensucia sus botas militares y sus
diado, insoportable, nervioso, ansioso, vulnerable, seco, tí- lindas piernas flacas. Lo destaza, inexpresiva.
mido, no sé, soy un maldito mosaico quebradizo. Quiero Deja caer la cabeza flácida del vagabundo sobre las
dejar de pensar ¡Plum! ¡Plom! Se escucha en toda la estú- aguas negras que pasan por la calle. No sé qué pensar con
pida ciudad de mierda. las luces de la gran ciudad encima de mí. Tiene un infierno
-¡Oye! -me grita. dentro de su cabeza; sé que esto no terminará, que sólo es
Por supuesto, no eres tan estable. Soy esa piedra que te el principio de una larga agonía, cuyo final nunca había es-
sostiene, la que te mantiene cuerda, a salvo de ti misma. tado tan lejano...
¡Soytu puerto seguro, perra!
-¿Qué sucede? -pregunto con eso que me queda de
seguridad.
-¿Cuánto te debo por el encendedor? -me lo muestra
en su mano-. Tienes razón... es tuyo.
¿Qué? ¿El maldito encendedor? ¿Te pones a hacer
cuentas y sólo hallas el maldito encendedor? ¿Ymi maldi-
to dinero que despilfarraste en Veracruz?¿Ycada maldito
pensamiento que invertí en ti? ¿Ytodas las malditas horas

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~

XVI
Daño cerebral

LA GLORIETA DELMONUMENTO a la Independencia lucía


tan desierta. Ese día sólo me senté en las escalinatas. Pasa-
ron los minutos. Fui tan tonto, no sé por qué la esperé tan-
to. Miré a través del Paseo de la Reforma, ella me apuntaba
con su arco, La Cazadora. Parecía triste. Protegía la entrada
al Castillo Miravalle del único intruso que la amenazaba.
Suspiré. Soledad en el corazón de México. Cerré los ojos...
y la escuché:
-¿Alguna vez has pensado que la civilización desapa-
rece y que tú eres el único sobreviviente?
Abrí los ojos, sus botas de militar sin anudar. Recordé
haber visto esas botas antes, comencé a escalar su cuerpo:
sus piernas flacas con banditas pegadas, su corta falda, su
blusa de rayas, sus lentes de armazón azul.
-Todo el tiempo -respondí.
Sorbió el popote de su Ieee de cereza. Se agachó para
ponerse a mi nivel, entonces me reflejé en sus lentes.
-Sin sangre en la cara no luces tan mal -dijo despe-
gando una bandita de sus piernas, la pegó en mi nariz.
Me quedé sin palabras, quise decir algo y no dije nada.
- Tengo hambre --comentó sorbiendosu Ieee-. ¿Quie-
res?-me invitó.
-No, gracias, podemos -me despabilé- ... podemos
buscar algún lugar y... comprar algo... si quieres.
-Qué lindo eres.
Me levanté de las escalinatas, comenzamos a caminar.
Ella caminaba en silencio.Yoquería decir algo para conver-
sar, pero no se me ocurría nada.

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ARTEMISA CAFÉ
•• Israel Terrón Holtzeimer

-Me ... me gustan tus lentes -dije tontamente. -¿Mujer? Creo que Antonieta Rivas Mercado. Ella se
-Gracias. Siempre los uso. suicidó en Notre Dame, a eso le llamo morir con estilo.
-¿En serio? Ella rió resignadamente. Caminábamos como si fuéra-
-La primer cosa linda que pasó en mi vida la vi a través mos dentro de una esfera, quizás un globo inflado de ideas
de estos lentes -me dijo con su sonrisa de Have a niceday! estúpidas y frases de dos centavos. Ella sorbía su Ieee; pero
-Debió ser algo muy especial. sólo se escuchaba el sonido del popote vacío.
-No te imaginas -sorbió su Ieee- ... Si fueras un li- -¿Un platillo?
bro, ¿qué libro serías?-preguntó. -Mole.
-¿Eh? ¿Un libro?-pregunté extrañado. -¿Un animal?
-Sí, un libro, la Biblia no cuenta como libro -me ame- -Águila.
nazó con su dedo. -¿Un transporte?
-Eh, Bueno, creo que ... Pedro Páramo. Sí, definitiva- -Definitivamente una motocicleta... me gusta la sole-
mente Pedro Páramo. dad, sabes -le decía con mi mano en la cabeza.
-¿Y si fueras una película? -¿Quién crees que ganaría entre Júpiter y Zeus?
-¿Una película? -pensaba-. No lo sé, cualquiera de -¿Qué no son lo mismo?-pregunté.
Pedro Armendáriz... esa que hizo con María Félix me gusta -Lo mismo es una enfermedad que te da en el lomo:
mucho. lomismo -señaló su lomo con el dedo. Me quedé incrédu-
-¿Y si fueras un actor del cine de ficheras? lo por un tiempo.
-Mauricio Garcés, ¡arrrrozl -mencioné entusias- -Pues no sé quién ganaría -respondí algo indiferen-
mado. Me miró fuera de lugar. Sólo guardé mi sonrisa de te-, pero Huitzilopochtli los haría caca a los dos juntos.
inmediato. -¿Entre Jesucristo y Buda?
-¿Un mandatario? -Por supuesto que Quetzacóatl.
-Porfirio Díaz -respondí rápido. -Sabes -me dijo decepcionada-, cuando está cerca
-¿Una frase célebre? el día de la independencia todos se sienten más mexicanos
-Si el hombre espolvo, esosque andan por el llano son hom- que Monsiváis.
bres -mencioné con orgullo-. Aunque la verdad soy alér- Podría pensar en tantas cosas mejores qué pensar, pero
gico al polvo -metí mis manos a las bolsas. no había nada mejor que pensar. Creo que estaba contento
-¿Una banda de rock? después de todo.
-Pues ... estaría bien El Tri. -¿Si tuvieras un deseo? -preguntó.
-¿Y si fueras una canción? -Fornicar con miss Sinaloa -inmediatamente mordí
-Creo que ... "Cielito lindo". mis labios, todavía seguía pensando en la felicidad. Era
-¿Una pintura? como cerrar un círculo, fui un imbécil.
-¿Pintura? -torcí la boca- ... Pudiera ser... El hombre -Ni siquiera es bonita -contestó algo esquiva.
en llamas. -Es que ella era una vieja fantasía -trataba de compo-
-¿Si fueras una mujer? ner mi deseo-, verla asustada, frente a las cámaras--creo

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

que estaba quedando peor- ... no era que me gustara verla confirmado del todo; pero pareciera indicar que así fue.
asustada, más bien, tenía algo que me... Bueno... hicimos una encuesta desde la mañana en nuestra
-Eres algo tonto -me dijo. página de internet donde le preguntábamos a usted si creía
"Patético", pensé. No quería aburrirla, pero siempre fui que Artemisa habría muerto, y más del noventa por ciento,
aburrido. el noventa y cuatro por ciento expresaron que no... Que no
-Bueno -le decía-, a mi también me gustaría saber... lo creían. Bueno... pues hoy me acompaña aquí en el estu-
-El retrato de Dorian Grey, Forres! Gump, Sasha Mon- dio el licenciado Juan Alberto Quiñones, que es el nuevo
tenegro, Victoria,Paren la Tierra que yo me bajo, The Velvet director del Departamento de Investigación e Interven-
Underground, "Nessun Dorma", La noche estrellada, René ción de la Policía Federal. Muchas gracias por estar aquí,
Magritte, fugu, tiburón blanco, no, mejor un oso polar, director.
transbordador espacial, Júpiter, Buda y que las drogas fue- -Gracias a ti por la invitación.
ran legales. -Director, ¿qué sucede con todas estas especulaciones
Me quedé confuso, tonto más bien. Suspiré. Ella pare- sobre la muerte de Artemisa? ¿Qué es lo que la Policía Fe-
cía genial y yo el tipo más simple de la ciudad. deral nos podría asegurar sobre Artemisa?
-¡Mira, un bufet abierto! -señaló con su dedo. -Pues mira, asegurarte la muerte de una persona sin
-Qué bien -fingí algo de emoción, ése no era yo. encontrar su cuerpo es muy... sería muy aventurado. No
-¡El que llegue al último paga la cuenta! -se echó a podemos hablar de que ella esté muerta, sobre todo cuan-
correr. do al Departamento de Inteligencia nos llegan más de
Comencé a reír, y es que Diana parecía una mujer fue- treinta reportes diarios de gente que asegura haberla visto
ra de este mundo ... o que saben de su paradero. Por supuesto, todas y cada una
de las llamadas han sido atendidas y descartadas en su mo-
mento. Pero, de alguna manera, cada vez esta situación, lo
-A dos semanas del incendio en la Torre Bicentenario, que en sí era este movimiento, está más y más controlado.
el Departamento de Inteligencia de la Policía Federal ha Yapasó casi una semana sin un solo incidente que pudiera
declarado hoy por la mañana que la identidad de las perso- relacionarse con ella, con Artemisa. Te puedo asegurar que
nas que fallecieron aquella noche del 15 de septiembre en si no está muerta, al menos la tenemos acorralada.
ese inmueble; en definitiva se trataba de este grupo radical -Bien ... ¿hayriesgo de que este movimiento pueda to-
conocido como los Leopardos... Pues bueno, esto ha des- mar fuerza nuevamente? ¿Así como sucedió antes? Que
atado una ola de declaraciones por parte de los distintos parecía que ya se había tranquilizado todo y de repente,
actores políticos. Lo cierto es que los ataques han bajado su ¡boom!, vuelan veinte estaciones del Metro.
intensidad desde aquella noche, y su página oficial de in- -Mira, estamos haciendo todo lo posible por tomar
ternet, en donde publicaban todos sus avisos, sigue sin medidas. Te aseguro que cualquier cosa que sucediera, es-
actualización desde entonces ... Al cuestionar sobre si Arte- taremos mejor preparados, mucho mejor preparados. Te
misa también habría muerto en ese incendio, el Depar- puedo decir que ahora sí tenemos capacidad de reacción.
tamento de Inteligencia respondió, pues ... que no se ha Y,bueno ... estamos buscando hasta en el último resquicio

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de la ciudad y te puedo decir que los tenemos cubiertos. dos... que sería... bueno, el asesinato, el horrorosoasesinato
Tanto es así que, como sabrás seguramente, el Jefe Tiran- de los tres dirigentes nacionales, ¿no?
tes reabrirá el Metro mañana mismo... ya... ya está progra- -Sí, sí, claro... ahí comenzó todo.
mado un recorrido con él a bordo para que la gente vea que -Bueno, pues hace dos días publicaron que iban alre-
no hay peligro alguno, que no hay más riesgo de sufrir dedor de quinientas dieciocho muertes, director.
otro... otro atentado, otro ataque de tal magnitud. -No, mira, es algo muy arriesgado, muy sensible po-
-¿Qué sucede con la Policía Federal? En estos días de nerse a hablar de datos muy... muy inflados. En la mayoría
caos, vimos la renuncia de muchos elementos, otros fueron de los atentados, siempre fueron daños a... a construccio-
despedidos. En fin, ¿qué sucede actualmente dentro de la nes, a la infraestructura de la ciudad más que a nada. Fuera
Policía Federal? del ataque contra el Metro, las explosiones fueron sin víc-
-Sí, como dices, hubo una gran cantidad de bajas, pero timas qué lamentar.
precisamente se abrieron convocatoriasy lentamente se es- - Tan sólo me acuerdo del autobús que explotó y en el
tán cubriendo las plazas que quedaron vacantes... bueno, yo que murieron más de quince personas; pero bueno... Di-
mismo me encargué de reintegrar a elementos que ya no rector, ¿qué sigue? ¿Hay algo que se pueda aprender de
estaban siendo consideradosy, bueno, lentamente; pero nos esto?
estamos reorganizando.Le puedo decir a la gente, al pueblo -Sí, sí, claro. Como organización, por supuesto que
de México, que no se preocupe, que seguimos trabajando. aprendimos algo.Como el nuevo director del Departamen-
-¿Cuántas bajas, cuántas pérdidas humanas trajo esta to de Inteligencia, las cosas serán muy diferentes a partir
seudo revolución, director? de ahora. Haremos hasta lo imposible para que nuestros
-Mira, se está trabajando todavía en especificar los da- agentes no caigan en las redes de la delincuencia organiza-
ños, te puedo adelantar que será difícil llegar a un número, da. Ahora sí, como dicen, tuvimos que barrer la casa, prác-
nunca nos pondríamos de acuerdo. ticamente Artemisa nos obligó a barrer la casa, pues hay
-¿Un aproximado, director? que aprovechar esta oportunidad y reinventamos como
-Pues ... mira, un reporte, no oficial todavía, que llegó cuerpo policiaco, como país.
a mi escritorio, contando las muertes desde el atentado al -Completamente de acuerdo... director, muchas gra-
Metro el trece de agosto, calculaban un número entre se- cias por estar aquí.
senta y setenta. No, no más. -No, a ti.
-Con todo respeto, esa cifra a mí me parece una burla, -El director, el nuevo director del Departamento de
director. Investigación e Intervención de la Policía Federal... Pues
-No, no, mira, es algo... es algo no oficial,pero tampo- bueno, seguimos en este recuento de los daños. Llámenos
co hay que ser tan amarillistas en esta clase de cosas, es y díganos que le dejó a usted todo esto, qué conclusiones
algo muy sensible. No te puedes poner a disparar cifras cree que deberían sacarseo qué medidas tomar. Los núme-
estratosféricas sin tener nada confirmado. ros están apareciendo en pantalla ahora mismo, nos interesa
-En Milenio Diario han llevado un recuento muy pun- mucho su opinión. Pues bueno, también nos acompaña hoy
tual desde el primer ataque oficial atribuido a los Leopar- aquí en el estudio el mismo jefe del gobierno capitalino, el

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'T Israel Terrón Holrzeimer

Jefe Tirantes, precisamente para hablarnos más a fondo de -Así es, la número nueve -comenzamos a caminar.
lo que es la situación actual de la ciudad, los planes para la -Así que ya lleva nueve -comenté rascándome un
reconstrucción... en sí, todo lo que es su nueva estrategia poco el cuello.
de gobierno para recuperar la economía, la dañada econo- -Ni siquiera puede tomarse vacaciones el hijo de puta.
mía de la capital mexicana... Y bueno, pues también nos El penetrante olor a formol para desinfectar los cadáve-
hablará de muchas cosas más, entre otras, su posible licen- res se incrementaba. Cubrí mi boca y nariz con un pañuelo.
cia para dedicarse a su candidatura para las elecciones pre- Entramos al anfiteatro, prendió las luces blancas y éstas
sidenciales del dos mil doce... Se ríe, me dice detrás de molestaron mis ojos.
cámaras que no, pero bueno, ya don Contreras, presidente -Franco me dijo que estabas muy metido en tu traba-
de su partido, lo ha destapado como su único contendien- jo, pero no pensé que para tanto -comentó entrando a la
te para las próximas elecciones presidenciales. Así que ... galería.
vamos a un corte comercial y regresamos para platicar con -Sólo me distraigo -comenté sin importancia.
el jefe de Gobierno de la Ciudad de México. No se vaya, -He escuchado que hasta en tu tiempo libre andas de
esto es: Punto Final... patrullaje.
Lo miré, desvié mi mirada.
Cada noche era una noche sin sentido. Miraba la luna.
-De verdad estás loco -comentó Giles con incredulidad Millones de hojas muertas sirven para ocultar el infierno de
-¿Loco? -respondí fuera de foco. vez en cuando. Recorría cada registro, cada coladera, cada
-Sí, tienes un puto daño cerebral, cabrón. ¿No puedes puente, cada casa deshabitada. Hablaba con todos los niños
pasarte la Nochebuena en casa como la gente normal? de la calle, les ofrecía droga para que me contaran lo que
Se levantó para saludarme con un abrazo. Sabía con re- sabían. Vigilaba a cada pordiosero esperando que alguien
signación que no era alguien normal, por eso sonreía de se acercara a descuartizarlo. Me entrevisté con todos los
verme. vendedores de heroína del Distrito Federal, me picaba
-Aunque no lo creas -presumí un poco-, una de las los brazos para que no desconfiaran.
chicas de recepción me invitó a pasar la Nochebuena en su Muchas veces entré a la tercera sección del bosque bus-
casa. cando a la señora Lammermoor, pero nunca pude encon-
-¿De recepción? -se preguntaba deduciendo la res- trar la maldita casa. Me pasaba dando vueltas en la Fiesta
puesta-. Lucía Fernanda, la que vende zapatos por catá- de las Tazas, algunas noches dormía en el Cerro de la Es-
logo, ¿no? trella esperando que el sol se eclipsara con ella. Simple-
-Sí, ella -comenté algo inconforme por lo predecible mente había desaparecido, nadie la conocía, nadie jamás la
de mi situación-. Creo que tengo una fijacióncon las chi- había visto. Ni siquiera un recuerdo de ella pude encontrar
cas de catálogo. en las calles.
L
-¿Y qué chingados andas haciendo aquí, entonces? ''¡ A veces me pasaba horas en el hornabeque, me recosta-
-Escuché que encontraron a otra víctima del asesino 'I',' ba en su translúcida cama esperando que alguien se asoma-
del Cristo Negro. ra. A veces sólo la imaginaba cruzando la puerta, pregun-
1

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ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

tándome algo que sólo a ella se le ocurriríapreguntar. En el -¿La enterró al igual que las otras?-pregunté rascán-
hornabeque todo seguía igual, excepto la cama de Quinti- dome el cuello.
no: estaba vuelta pedazos. Pensaba qué podría haber he- -Sí, por supuesto. A ver, a ver... es éste -volteó a ver-
cho desde entonces: tal vez se fue a Veracruz,tal vez fue en me-. Oye, la chica quedó muy mal.
busca de la tribu de los Ojibwa, tal vez llegó hasta Québec, -¿Crees que voy a desmayarme? -le dije con ironía.
tal vez hasta Luxemburgo. -Después de violarla la destazó, la dejó hecha un ver-
A veces imaginaba que prendía la televisión y que ha- dadero rompecabezas.
blaban de una revuelta en Europa por la discriminación -Sabes, Giles, siempre he sido bueno para los rompe-
contra los turcos, que encontraba mensajes que sólo yo po- cabezas -sonreí sobre su hombro.
dría descifrar para saber que se trataba de ella. -Bueno -arqueó sus cejas-, aquí vamos -jaló el
Otras veces escuchaba su voz a un lado de mí; me ende- cajón.
rezaba en seguida, pero nada: ¿Encefalopatía de Wernicke? Me quedé frío. Abismo gélido, estómago vacío.
¿Psicosisde Korsakoff?Cuando me paraba enfrente de to- -¡Qué pedo! -exclamó Giles sorprendido-. ¿Dónde
dos los alcohólicos anónimos no sabía hablar de otra cosa quedó el rompecabezas?
que no fuera de ella y de lo tanto que hubiera deseado es- Antes que pudiera cerrar el cajón lo detuve del brazo.
tar sobrio los días que estuve a su lado: -¿Qué ... qué le pasó a ella? -pregunté con la voz
"Hola, mi nombre es Federico ... y soy alcohólico." temblando.
Tal parece que en la Ciudad de México nada había -¿A ella? A ver, déjame ver -buscó en sus registros-.
pasado... No, no ha sido identificada. La encontraron muerta, ya sa-
-Creo que sigo en busca de Artemisa -contesté a la bes, sobredosis. Hace como tres días la trajeron -miraba la
ligera. totalidad- ... Yase la habían comenzado a comer las ratas,
-¿De Artemisa? -me miró extrañado-. ¿No crees de suerte la encontraron.
que haya muerto en el incendió de la torre? -¿Suerte? -balbuceé.
-Sólo bromeaba -fingí una sonrisa. -Sí, fue durante los trabajos del drenaje profundo.
Giles buscaba en sus registros el cajón correspondiente. Esos desgraciados, mira -señalaba-, ni siquiera cerraron
-Me da gusto que hayas vuelto al Departamento de sus ojos. Déjame busco en la computadora a la víctima del
Inteligencia -se dio la vuelta para verme- ... tú solo re- Cristo Negro.
suelves más casos que todos los agentes juntos. Extendí mi brazo, como si quisiera tocarla, pero sólo me
-Recuerda que para capturar a un loco hay que estar detuve a unos milímetros de su piel azul, no armazón, re-
más loco que él. corriendo su cuerpo. Parte de su brazo morado, sus piernas
-Ésa es buena -rió ligeramente, se paró y se dirigió flacas mordisqueadas.
hacia los cajones del anfiteatro-. Pues el mismo patrón Comenzó a temblar, desde mi cabeza, el lugar se estre-
-me informaba-: la chica tenía dieciséis años, muy bo- mecía. Me sostuve del cristal con mi mano ensangrentada.
nita. La violó sólo por detrás y después la torturó hasta Tiembla fuerte como cualquier resaca. No dejes de tem-
desmembrarla. blar hasta que la Tierra explote. Sin atmósfera, las cosas

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ARTEMISA CAFÉ

flotan. Los rascacielos colapsan, las calles se hunden, las XVII


ventanas estallan, tiembla más fuerte, tiembla ochenta y Expiación desde el fondo de la Tierra
cinco veces hasta que esto se acabe, hasta que esta ciudad
termine en llamas.
Sentía el adagio en mis oídos. Cada antena análoga me
perforó el pecho como si fueran recuerdos digitales de alta
definición. Las lágrimas en mi mejilla ardían como sosa
cáustica, sentía rota la garganta, una lluvia de lunetas des- -¿QuÉ LES PARECE Artemisa?
truyendo la capital: -¡Wow! ¡Eres una reina, Artemisa! -grita a la cámara.
¿Cuántas malditas felaciones? ¿Cuánto maldito semen? -Por lo que veo están de acuerdo con ella.
¿Crees que soy el hombre fuerte? ¿El cabezadura? ¡Yono -Sí, sí... [Artemisa,tú puedes!
estoy para esto! ¡Dime lo que sea! [Insúltame si te da la -¿Están conscientes de los muertos que ha traído este
puta gana! ¿Crees que va a importarme? [Sabes que nun- movimiento?
ca pude ser la maldita roca entre las rocas! ¡Te juro que no -¡Dales duro, Artemisa! ¡Te amamos! -grita a la
lo entiendo! ¡Tantos corazones rotos! ¡Tantos pensamien- cámara.
tos podridos! Susurra, imbécil, susurra. Morenita, proté- -¿No tienen miedo de sufrir algún atentado?
gela siempre, por lo que más quieras, por lo que menos -No, no, para nada. ¡Artemisa, quiero un hijo tuyo!
odies: el cielo arderá con ella y su silencio apagará el infier- -grita a la cámara.
no. Nunca quise hacerte daño, pero soy tan predecible, tan -¿Qué le dirían a los familiares de las víctimas?
pequeño en esta enorme Ciudad de México. -Mártires, mártires. [Artemisa, Dios te bendiga, rru
Con las tímidas yemas de mis dedos cerré sus parpados. amor! -grita a la cámara.
Te dije que algún día tenías que dormir. Mis piernas deja- -¿Qué mensaje mandarían al Jefe Tirantes?
ron de responder y me desmoroné como una calavera de -¡Tirantes, tu mamá tiene pito! -muestra el dedo a la
azúcar en un Día de Muertos bajo la lluvia... cámara.
-¿Y usted, joven, no quiere opinar algo sobre el movi-
miento?
-No ... no es mi estilo, sabes... quejarme de las cosas.
-¿A favor o en contra?
-Me da igual -el tipo respondía con las manos en las
bolsas- ... por mi Artemisa puede tragarse la ciudad si
quiere.
-De acuerdo, muchas gracias a los dos por su tiempo.
-¡Artemisa -la chica grita y agita la cámara con sus
manos-, dales por el culo!

226 227
....•...
ARTEMISA CAFÉ Israel Terrón Holtzeimer

En un principio su habitación me pareció muerta, como un criminó mirándome a los ojos- ... a alguien que te enseñó
mundo espeso ahogado en su propia atmósfera. Me recar- la maldita diferencia entre el cielo y el infierno -bajó su
gué sobre el buró y vi esa estúpida boina verde en la cabe- mirada.
cera de su cama; la sujeté en mis manos. Era demasiado La gran función en mi cabeza abrió su telón a la par de
grande para ella, por eso tapaba sus ojos cuando la usaba. su molestia. Recordé cada instante: cuando terminaba con
Diana buscaba entre sus cosas su cuchara de plata. Era ca- sangre en las manos, cuando los miraba suplicando, cuando
paz de perforar mi pecho con ella. ponía mis zapatos sobre sus cráneos, cuando sus cuerpos
-Ninguno de esos imbéciles se atrevía -me contaba quedaban sin vida, la emoción que sentía, el placer. Cuan-
deduciendo mi gesto-, sólo se les ocurrió la idea... pero no do me imaginaba descuartizando a cada miembro del sin-
se atrevieron. dicato de la UNAM, cuando dibujaba a personas mutiladas
-Por eso tardaron tanto en publicarte, ¿verdad? en la preparatoria, cuando planeaba vengarme de mis com-
-Ajá, no querían decirme nada -halló su cuchara-, pañeros de secundaria. Cada muñeca de mis hermanas que
pero Rodríguez me contó todo, les dije que podía hacerme enterraba porque siempre fui incapaz de ensamblarlas de
cargo -volteé a verla mientras ella sacaba desde el fondo nuevo.
de su bolsillo una pequeña bolsa con azúcar- ... Cuando Tanto color, tanta estúpida extroversión; no todo puede
comencé a destazarlos, sólo Servín pudo quedarse a seguir ser tan artificial. Estoy seguro de que en ese mundo ideal,
grabando; los demás no soportaron los gritos ni la sangre. que muchos se mueren por describir, Diana sería la perso-
-Y te convertiste en la imagen -sonreí de tanta sim- na más feliz. Pero el mundo ideal no existe, sóloyo: el caos,
plicidad. el tipo al fondo del basurero, no por selección natural, sino
-No lo sé, debe ser. Nunca entiendo las estupideces por elección propia. Abrí los ojos, fue tan lógico,tan obvio:
que me dice Quintino. Ven, sujeta la cuchara, si derramas Diana existe porque existe el caos.
una sola gota te enterraré mi jeringa en el ojo. -Cuando termina, cuando ves que ya no pueden que-
De manera apática regresé la boina a su lugar y sujeté la jarse -pregunté-, ¿no sientes un vacío... mucho... más
cuchara. Diana agitó su encendedor, después lo encendió. grande que al principio?
La temperatura tenía que ser perfecta. Yola miraba y pen- -Es común que te sientas así, tonto -sonrió-. Bue-
saba en tantas cosas; pero seguido pienso muchas cosas. no, eso sólo pasa cuando no conoces al bastardo, de lo con-
-¿Qué sentiste? -pregunté-. ¿En cada golpe, en trario -rascó su cabeza- ... lo más probable es que digas:
cada parte que cercenabas? se lo merecía.
Me miró, con esa mirada de cinismo que la describía a -¿Se lo merecía? -pregunté riendo. De algo tuve que
la perfección. acordarme.
-¿Por qué me lo preguntas?-sonrió despectiva-. Tú -Sí -me dijo algo más relajada-, la fortuna de matar a
sabes perfectamente lo que se siente. un hijo de puta es que si pudiera regresar por dos segundos
-No ... Diana, no creo que tú y yo seamos iguales... a la vida -sonrió- ... sólo lo haría para decirte "gracias".
-Claro que sí -se molestó un poco- ... sólo que tú Aplausos.
tuviste a alguien que te habló del bien y del mal -me re-

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LA CIUDAD DE MÉXICO y CIUDAD JUÁREZ son los escenarios de esta
novela: lugares tristemente célebres por su corrupción y su vio-
lencia. Por un lado, las atrocidades habituales: secuestros, tor-
turas, homicidios. Por otro, el surgimiento de una figura que
pone aún más de cabeza al país: Artemisa, líder del grupo terro-
rista Los Leopardos, de la que todo el mundo habla pero nadie
ha visto nunca. Y mientras las autoridades intentan atrapar a
este esquivo fantasma, conocemos también la historia de Diana
y Federico, dos ángeles caídos, cómplices de sus adicciones y de
una extraña forma de vida, cuyo lema es que el dolor lo justifica
todo. Una metáfora implacable del mundo que nos ha tocado
habitar, donde "para todo hay niveles, no importa que sea dentro
del agua estancada".
Artemisa café obtuvo el Premio Binacional de Novela Joven
Frontera de Palabras/ Border of Words 2012.

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