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REZO DEL ÁNGELUS

El Ángel del Señor anuncio a María;


Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María......

Aquí está la esclava del Señor;


Hágase en mi según tu palabra.
Dios te salve, María ......

Y el Hijo de Dios se hizo hombre;


Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María ......

Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.


Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Dios te salve, María.....

Oración: Derrama, Señor, tu gracia sobre


nosotros, que, por el anuncio del Ángel,
hemos conocido la encarnación de tu Hijo,
para que lleguemos, por su pasión y su cruz,
y con la intercesión de la Virgen María, a la
gloria de la resurrección.

Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.


SANTO ROSARIO
1. MODO DE REZARLO

Modo de rezarlo

Oraciones del rosario

Misterios

MODO DE REZARLO
1. Hacer el signo de la cruz y rezar el símbolo de los
apóstoles o el acto de contrición

2. Rezar el Padrenuestro

3. Rezar 3 Avemarías y Gloria.

4. Anunciar el primer misterio. Rezar el


Padrenuestro.

5. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.

6. Anunciar el segundo misterio. Rezar


el Padrenuestro.

7. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.

8. Anunciar el tercer misterio. Rezar


el Padrenuestro.

9. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.

10. Anunciar el cuarto misterio. Rezar


el Padrenuestro.

11. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.

12. Anunciar el quinto misterio. Rezar


el Padrenuestro.

13. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.


14. Rezar la Salve.

ORACIONES DEL ROSARIO

SEÑAL DE LA CRUZ
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios
nuestro. +En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES


Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en
Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia
del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio
Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer
día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha
de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el
perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor
mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las
cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque
podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia,
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que
me fuere impuesta. Amén.

PADRENUESTRO
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy
nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos
del mal. Amén.

AVEMARÍA
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María,
Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.

GLORIA
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS
Puede usarse una de estas dos:

 María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros


enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
 Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno
y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan
más de tu misericordia. (Oración de Fátima).

SALVE
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza
nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti
suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora,
abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después
de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh
clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oración. Omnipotente y sempiterno Dios, que con la cooperación del Espíritu


Santo, preparaste el cuerpo y el alma de la gloriosa Virgen y Madre María para
que fuese merecedora de ser digna morada de tu Hijo; concédenos que, pues
celebramos con alegría su conmemoración, por su piadosa intercesión seamos
liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo
nuestro Señor. Amén.

MISTERIOS DEL ROSARIO

MISTERIOS GOZOSOS (lunes y MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles y


sábado) domingo)
1. La Encarnación del Hijo de Dios. 1. La Resurrección del Señor.
2. La Visitación de Nuestra Señora a 2. La Ascensión del Señor.
Santa Isabel. 3. La Venida del Espíritu Santo.
3. El Nacimiento del Hijo de Dios. 4. La Asunción de Nuestra Señora a los
4. La Purificación de la Virgen Cielos.
Santísima. 5. La Coronación de la Santísima
5. La Pérdida del Niño Jesús y su Virgen.
hallazgo en el templo.

MISTERIOS LUMINOSOS (jueves) [1]


MISTERIOS DOLOROSOS (martes 1. El Bautismo de Jesús en el Jordán.
y viernes) 2. La Autorrevelación de Jesús en las
1. La Oración de Nuestro Señor en bodas de Caná.
el Huerto. 3. El anuncio del Reino de Dios
2. La Flagelación del Señor. invitando a la conversión.
3. La Coronación de espinas. 4. La Transfiguración.
4. El Camino del Monte Calvario. 5. La institución de la Eucaristía.
5. La Crucifixión y Muerte de
Nuestro Señor.

1. Nuevos misterios propuestos por Juan Pablo II a la contemplación de los


creyentes en la Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae" (16-10-2002.) Se
llaman misterios de luz o misterios luminosos porque en su vida pública Cristo
se manifiesta como misterio de luz: "Mientras estoy en el mundo, soy luz del
mundo" (Jn 9, 5). Estos nuevos misterios se rezan el jueves, pasando la
segunda contemplación de los misterios gozosos al sábado.

Cuando recéis el Rosario, decid después de cada


misterio:
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del
fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
La Virgen en Fátima, tercera aparición

Oración de Fátima
Latín

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del


fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia.

LA SALVE

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,


vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Biografía de San Pedro

Su verdadero nombre es Simón (Shimón Barioná), hijo de Jonás. Toma el


nombre Pedroporque Jesús lo llama así.

Hijo de un pescador, Pedro nace en Betsaida, junto al lago de Tiberíades y trasladándose


luego a Cafarnaum, donde contrae matrimonio con una mujer del lugar.
Con Juan ySantiago, los hijos del Zebedeo, se dedicaba a la pesca.

Existe evidencia para suponer que Andrés(el hermano de Pedro), y posiblemente también
el mismo Pedro, fueron seguidores de Juan Bautista, y por lo tanto se habrían preparado
para recibir al Mesías en sus corazones.

Esperaba (con su hermano) la redención de Israel; cuando aparece Juan Bautista, lo


escuchan, se bautizan y lo siguen con avidez.

Como todo galileo, tenía un fuerte amor a la independencia, era intrépido, franco, abierto,
generoso y espontáneo. Era impetuoso, ardiente, sencillo y obstinado.

Un día, mientras Jesucristo caminaba por la orilla del lago de Galilea, vio a dos
hermanos,Simón Pedro y Andrés, echar la red al agua. Y los llamó diciendo: "Seguidme,
y yo los haré pescadores de hombres" (Mateo 4,19). Inmediatamente abandonaron sus
redes y lo siguieron. Un poco después, visitaron la casa en la que estaba la suegra
de Pedro sufriendo de una fiebre la cual fue curada por Jesús. Esta fue la primera
curación atestiguada porPedro, quien presenciará muchos milagros más durante los tres
años de ministerio del hijo de Dios, siempre escuchando, observando, preguntando,
aprendiendo.

Pedro fue el más entusiasta de los discípulos de Cristo, el capitán de los Doce, el hombre
de las iniciativas, el que habla en nombre de sus compañeros, el que transmite los recados
del Maestro y camina siempre a su lado, orgulloso de aparecer junto al hombre del día,
cuyo trato le enaltece, cuya amistad le promete el más halagüeño porvenir.

Cuando Jesús es apresado, Pedro se asusta y lo niega tres veces; en aquel mismo
momento, cantó el gallo por segunda vez y Pedro empezó a llorar. Ahora el apóstol es un
pecador arrepentido. Cristo lo perdona y confirma su elección. Desde los momentos
siguientes a la ascensión preside la Iglesia. Pedro fue el primer Papa ya que recibió la
suprema potestad pontificia del mismo Jesucristo.

La esparción del cristianismo atrajo persecuciones pero los Apóstoles permanecieron


firmes en Jerusalén donde los líderes judíos eran sus peores perseguidores. Pedro decidió
predicar en las aldeas circundantes y cada vez mas lejos. En Samaria donde predicó y
realizó milagros; dos veces los jefes de los sacerdotes lo mandaron arrestar, pero según
las Escrituras, fue milagrosamente desencadenado y librado de la prisión.

Fue obispo de Antioquía y después pasó a ser obispo de Roma donde fue martirizado
durante el reinado de Nerón alrededor del año 67, el mismo año que San Pablo. San
Pedromurió crucificado. El no se consideraba digno de morir en la forma de su Señor y por
eso lo crucificaron con la cabeza hacia abajo. El lugar exacto de su crucifixión fue
guardado por la tradición. Muy cerca del circo de Nerón, los cristianos enterraron a San
Pedro.

Sus restos son sepultados en la colina vaticana. Hoy descansan sus huesos en la basílica
de San Pedro, y su cabeza y la de San Pablo en la de San Juan de Letrán en Roma.
San Pablo de Tarso
(Saulo de Tarso, también llamado San Pablo Apóstol; Tarso, Cilicia, h.
4/15 - Roma?, h. 64/68) Apóstol del cristianismo. Tras haber destacado
como furibundo fustigador de la secta cristiana en su juventud, una
milagrosa aparición de Jesús convirtió a San Pablo en el más ardiente
propagandista del cristianismo, que extendió con sus predicaciones más
allá del pueblo judío, entre los gentiles: viajó como misionero por Grecia,
Asia Menor, Siria y Palestina y escribió misivas (lasEpístolas) a diversos
pueblos del entorno mediterráneo. Los esfuerzos de San Pablo para llevar
a buen fin su visión de una iglesia mundial fueron decisivos en la rápida
difusión del cristianismo y en su posterior consolidación como una religión
universal. Ninguno de los seguidores de Jesucristo contribuyó tanto como
él a establecer los fundamentos de la doctrina y la práctica cristianas.

San Pablo (óleo de El Greco)

Biografía
Las fuentes fundamentales acerca de la vida de San Pablo pertenecen
todas al Nuevo Testamento: los Hechos de los Apóstoles y las
catorce Epístolas que se le atribuyen, dirigidas a diversas comunidades
cristianas. De ellas, diversos sectores de la crítica bíblica han puesto en
duda la autoría paulina de las llamadas cartas pastorales (la primera y
segunda Epístola a Timoteo y la Epístola a Tito), en tanto que existe una
práctica unanimidad en considerar la Epístola a los hebreos como escrita por
un autor diferente. Pese a la disponibilidad de tales fuentes, los datos
cronológicos de las mismas resultan vagos, y cuando existen divergencias
entre losHechos y las Epístolas se suele dar preferencia a estas últimas.

Saulo (tal era su nombre hebreo) nació en el seno de una familia


acomodada de artesanos, judíos fariseos de cultura helenística que
poseían el estatuto jurídico de ciudadanos romanos. Después de los
estudios habituales en la comunidad hebraica del lugar, Saulo fue enviado
a Jerusalén para continuarlos en la escuela de los mejores doctores de la
Ley, en especial en la del famoso rabino Gamaliel. Adquirió así una sólida
formación teológica, filosófica, jurídica, mercantil y lingüística (hablaba
griego, latín, hebreo y arameo).

No debía, sin embargo, residir en Jerusalén el año 30, en el momento de


la crucifixión de Jesús; pero habitaba en la ciudad santa seguramente
cuando, en el año 36, fue lapidado el diácono Esteban, mártir de su fe. En
concordancia con la educación que había recibido, presidida por la más
rígida observancia de las tradiciones farisaicas, Saulo se significó por
aquellos años como acérrimo perseguidor del cristianismo, considerado
entonces una secta herética del judaísmo. Inflexiblemente ortodoxo, el
joven Saulo de Tarso estuvo presente no sólo en la lapidación de Esteban,
sino que se ofreció además a vigilar los vestidos de los asesinos.
La conversión
Los jefes de los sacerdotes de Israel le confiaron la misión de buscar y
hacer detener a los partidarios de Jesús en Damasco. Pero de camino a
esta ciudad, Saulo fue objeto de un modo inesperado de una
manifestación prodigiosa del poder divino: deslumbrado por una
misteriosa luz, arrojado a tierra y cegado, se volvió a levantar convertido
ya a la fe de Jesucristo (36 d. C.). Según el relato de los Hechos de los
Apóstoles y de varias de las epístolas del propio Pablo, el mismo Jesús se le
apareció, le reprochó su conducta y lo llamó a convertirse en el apóstol de
los gentiles (es decir, de los no judíos) y a predicar entre ellos su palabra.
La conversión de San Pablo (óleo de Caravaggio, c. 1600)

Tras una estancia en Damasco (donde, después de haber recuperado la


vista, se puso en contacto con el pequeño núcleo de seguidores de la
nueva religión), se retiró algunos meses al desierto (no se sabe
exactamente adónde), haciendo así más firmes y profundos, en el silencio
y la soledad, los cimientos de su creencia. Vuelto a Damasco, y
violentamente atacado por los judíos fanáticos, en el año 39 hubo de
abandonar clandestinamente la ciudad descolgándose en un gran cesto
desde lo alto de sus murallas.

Aprovechó la ocasión para marchar a Jerusalén y ponerse en contacto con


los jefes de la Iglesia, San Pedro y los demás apóstoles, no sin dificultades,
porque estaba todavía muy vivo en la Ciudad Santa el recuerdo de sus
actividades como perseguidor. Le avaló en el seno de la comunidad
cristiana San Bernabé, que lo conocía bien y quizá era pariente suyo.
Regresó después a su ciudad natal de Tarso, en cuya región residió y
predicó hasta que hacia el año 43 vino a buscarlo Bernabé. A consecuencia
de una carestía que atacó duramente a Palestina, Pablo y Bernabé fueron
enviados a Antioquía (Siria), ciudad cosmopolita donde eran numerosos
los seguidores de Jesús (allí se les había dado por primera vez el
sobrenombre de "cristianos"), para llevar la ayuda fraternal de la
comunidad de Antioquía a la de Jerusalén.
El apóstol de los gentiles
En compañía de San Bernabé, San Pablo inició desde Antioquía el primero
de sus viajes misioneros, que lo llevó en el año 46 a Chipre y luego a
diversas localidades del Asia Menor. En Chipre, donde obtuvieron los
primeros frutos de su trabajo, abandonó Saulo definitivamente su nombre
hebreo para adoptar el cognomen latino de Paulus, que llevaba
probablemente desde niño como segundo apellido. Su romanidad podía
parecer oportuna para el desarrollo de la misión que el apóstol se proponía
llevar a cabo en los ambientes gentiles. En adelante, sería él quien llevaría
la palabra del Evangelio al mundo pagano; con Pablo, el mensaje de Jesús
saldría del marco judaico, palestiniano, para convertirse en universal.

A lo largo de su predicación, San Pablo iba presentándose sucesivamente


en las sinagogas de las diversas comunidades judaicas; pero esta
presentación terminaba casi siempre en un fracaso. Bien pocos fueron los
hebreos que abrazaron el cristianismo por obra suya. Mucho más eficaz
caía su palabra entre los gentiles y entre los indiferentes que nada sabían
de la religión monoteísta hebraica. En este primer viaje recorrió, además
de Chipre, algunas regiones apartadas del Asia Menor. Creó centros
cristianos en Perge (Panfília), en Antioquía de Pysidia, en Listra, Iconio y
Derbe de Licaonia. El éxito fue notable; pero también fueron numerosas
las dificultades. En Listra escapó de la muerte sólo porque sus lapidadores
creyeron erróneamente que ya había muerto.
San Pablo curando a un lisiado en Listra (óleo de Karel Dujardin, 1663)

Entre el primer y el segundo viaje, San Pablo residió algún tiempo en


Antioquía (49-50 d. C.), desde donde marchó a Jerusalén para asistir al
llamado "Concilio de los Apóstoles". Las cuestiones que iban a tratarse en
el concilio eran de una gravedad difícilmente concebible en nuestros días.
Había que dilucidar la licitud de bautizar a los paganos (algunos judeo-
cristianos se oponían aún a tal iniciativa), y, sobre todo, establecer o
rechazar la obligatoriedad de los preceptos judíos para los conversos que
procedían del paganismo. El éxito de su labor evangelizadora permitió a
San Pablo imponer la tesis de que los cristianos gentiles debían tener la
misma consideración que los judíos; profundo expositor del valor de la
Ley mosaica y de su importancia histórica, San Pablo defendió que la
redención operada por Cristo marcaba el definitivo ocaso de dicha ley y
rechazó la obligatoriedad de numerosas prácticas judaicas.

El segundo viaje evangélico (50-53) comprendió la visita a las


comunidades cristianas de Anatolia, fundadas unos años antes; luego fue
recorriendo parte de la Galatia propiamente dicha, visitó algunas ciudades
del Asia proconsular y marchó después a Macedonia y Acaya. La
evangelización se hizo particularmente patente en Filippos, Tesalónica,
Berea y Corinto. También Atenas fue visitada por San Pablo, quien
pronunció allí el famoso discurso del Areópago, en el que combatió la
filosofía estoica. El resultado, desde el punto de vista evangelizador, fue
más bien exiguo. Durante su estancia en Corinto, donde estuvo en
contacto con el gobernador de la provincia, Gallón (hermano de Séneca),
inició al parecer San Pablo su actividad como escritor, enviando la primera
y segunda Epístola a los tesalonicenses, en las que ilustra a los fieles acerca de
la parusía o segunda venida de Cristo y de la resurrección de la carne.

El tercer viaje (53-54-58) se inició con la visita a las comunidades del Asia
Menor y continuó también por Macedonia y Acaya, donde San Pablo
Apóstol estuvo tres meses. Pero como centro principal fue escogida la gran
ciudad de Éfeso. Allí permaneció durante casi tres años, trabajando con
un grupo de colaboradores en la ciudad y su región, especialmente en las
localidades del valle del Lico. Fue un apostolado muy provechoso, pero
también lleno de fatigas para San Pablo: culminaron éstas con el tumulto
de Éfeso, provocado por Demetrio, representante de los numerosos
comerciantes que explotaban la venta de las estatuillas-recuerdo de
Artemisa. San Pablo, refiriéndose a un episodio anterior, habla de una
lucha con las fieras; es casi seguro que la expresión es metafórica, pero
convergen muchos indicios en favor de la hipótesis de una auténtica
prisión.

San Pablo Apóstol (detalle de un retrato de Rubens, c. 1611)


Desde Éfeso escribió la primera Epístola a los corintios, en la que se
transparentan muy bien las dificultades encontradas por el cristianismo
en un ambiente licencioso y frívolo como era el de la ciudad del Istmo.
Probablemente se sitúa en la misma ciudad la redacción de la Epístola a los
gálatas y la Epístola a los filipenses, en tanto que la segunda Epístola a los
corintios fue escrita poco después en Macedonia. Desde Corinto envió el
apóstol la importante Epístola a los romanos, en la que trata a fondo la
relación entre la fe y las obras respecto a la salvación. Con ello pretendía
preparar su próxima visita a la capital del imperio.
Últimos años
Sin embargo, los hechos se desarrollaron de un modo distinto. Habiéndose
dirigido Pablo a Jerusalén para entregar una cuantiosa colecta a aquella
pobre iglesia, fue encarcelado por el quiliarca Lisia, quien lo envió al
procónsul romano Félix de Cesarea. Allí pasó el apóstol dos años bajo
custodia militar. Decidieron embarcarlo, fuertemente custodiado, con
destino a Roma, donde los tribunales de Neróndecidirían sobre él. El viaje
marítimo fue, por otra parte, fecundo en episodios pintorescos (como el
del naufragio y la salvación milagrosa), y durante el mismo el prestigio
del apóstol se impuso al fin a sus guardianes (invierno de 60-61).
De los años 61 a 63 vivió San Pablo en Roma, parte en prisión y parte en
una especie de libertad condicional y vigilada, en una casa particular. En
el transcurso de este primer cautiverio romano escribió por lo menos tres
de sus cartas: la Epístola a los efesios, la Epístola a los colosenses y la Epístola a
Filemón.

San Pablo escribiendo sus epístolas (óleo atribuido a Valentin de Boulogne, c. 1619)
Puesto en libertad, ya que los tribunales imperiales no habían considerado
consistente ninguna de las acusaciones hechas contra él, reanudó su
ministerio; pero a partir de este momento la historia no es tan precisa.
Falta para este período la ayuda preciosa de los Hechos de los Apóstoles, que
se interrumpen con su llegada a Roma. San Pablo anduvo por Creta, Iliria
y Acaya; con mucha probabilidad estuvo también en España. De este
período datarían dos cartas de discutida atribución, la primera Epístola a
Timoteo y la Epístola a Tito; también por entonces habría compuesto
la Epístola a los hebreos. Se percibe en ellas una intensa actividad
organizadora de la Iglesia.
En el año 66, cuando se encontraba probablemente en la Tréade, San
Pablo fue nuevamente detenido por denuncia de un falso hermano. Desde
Roma escribió la más conmovedora de sus cartas, la segunda Epístola a
Timoteo, en la que expresa su único deseo: sufrir por Cristo y dar junto a
Él su vida por la Iglesia. Encerrado en horrenda cárcel, vivió los últimos
meses de su existencia iluminado solamente por esta esperanza
sobrenatural. Se sintió humanamente abandonado por todos. En
circunstancias que han quedado bastante oscuras, fue condenado a
muerte; según la tradición, como era ciudadano romano, fue decapitado
con la espada. Ello ocurrió probablemente en el año 67 d. C., no lejos de
la carretera que conduce de Roma a Ostia. Según una tradición atendible,
la abadía de las Tres Fontanas ocupa exactamente el lugar de la
decapitación.
El pensamiento paulino

De forma imprudente se ha exagerado en ocasiones la significación de la


obra de San Pablo: algunos lo consideraron como el auténtico fundador
del cristianismo; otros lo acusaron de ser el primer mixtificador del
mensaje de Jesús. Es cierto que trabajó más que los demás apóstoles y
que, en sus cartas, sentó las bases del desarrollo doctrinal y teológico del
cristianismo. Pero su realmente meritoria labor, de la que él mismo se
sentía con razón orgulloso, reside en el hecho de haber sido intérprete e
incansable propagandista del mensaje de Jesús.

A San Pablo se debe, más que a los otros apóstoles, la oportuna y neta
separación entre cristianismo y judaísmo; y es falso que tal separación se
alcanzara mediante la creación de un sistema religioso especial, que
habría sido elaborado bajo la influencia de la filosofía griega, del
sincretismo cultural o de las numerosas religiones de misterios. En el curso
de sus viajes evangelizadores, San Pablo propagó su concepción teológica
del cristianismo, cuyo punto central era la universalidad de la redención y
la nueva alianza establecida por Cristo, que superaba y abolía la vieja
legislación mosaica. La Iglesia, formada por todos los cristianos,
constituye la imagen del cuerpo de Cristo y debe permanecer unida y
extender la palabra de Dios por todo el mundo.

El vigor y la riqueza de su palabra están atestiguados por las catorce


epístolas que de él se conservan. Dirigidas a comunidades o a particulares,
tienen todos los caracteres de los escritos ocasionales. En ningún caso
pretenden ser textos exhaustivos, pero siempre son una poderosa síntesis
de la enseñanza evangélica expresada en sus más claras verdades y hasta
sus últimas consecuencias. Desde el punto de vista literario, debe
reconocérsele el mérito de haber sometido por primera vez la lengua
griega al peso de las nuevas ideas. Su educación dialéctica asoma en
algunas de sus argumentaciones, y su temperamento místico se eleva
hasta la contemplación y alcanza las cumbres de la lírica en el famoso
himno a la caridad de la primera Epístola a los corintios.
Los escritos de San Pablo adaptaron el mensaje de Jesús a la cultura
helenística imperante en el mundo mediterráneo, facilitando su extensión
fuera del ámbito cultural hebreo en donde había nacido. Al mismo tiempo,
esos escritos constituyen una de las primeras interpretaciones del
mensaje de Jesús, razón por la que contribuyeron de manera decisiva al
desarrollo teológico del cristianismo (debido a la inclusión de sus Epístolas,
se atribuyen a San Pablo más de la mitad de los libros del Nuevo Testamento).

Proceden de la interpretación de San Pablo ideas tan relevantes para la


posteridad como la del pecado original; la de que Cristo murió en la cruz
por los pecados de los hombres y que su sufrimiento puede redimir a la
humanidad; o la de que Jesucristo era el mismo Dios y no solamente un
profeta. Según San Pablo, Dios concibió desde la eternidad el designio de
salvar a todos los hombres sin distinción de raza. Los hombres descienden
de Adán, de quien heredaron un cuerpo corruptible, el pecado y la muerte;
pero todos los hombres, en el nuevo Adán que es Cristo, son regenerados
y recibirán, en la resurrección, un cuerpo incorruptible y glorioso, y, en
esta vida, la liberación del pecado, la victoria sobre la muerte amarga y la
certeza de una futura vida feliz y eterna. También introdujo en la doctrina
cristiana el rechazo de la sexualidad y la subordinación de la mujer, ideas
que no habían aparecido en las predicaciones de Jesucristo.

En llamativo contraste con su juventud de fariseo intransigente, cerrado


a toda amplia visión religiosa y celoso de las prerrogativas espirituales de
su pueblo, San Pablo dedicaría toda su vida a "derribar el muro" que
separaba a los gentiles de los judíos. En su esfuerzo por hacer universal
el mensaje de Jesús, San Pablo lo desligó de la tradición judía, insistiendo
en que el cumplimiento de la ley de Moisés (los mandatos bíblicos) no es
lo que salva al hombre de sus pecados, sino la fe en Cristo; en
consecuencia, polemizó con otros apóstoles hasta liberar a los gentiles de
las obligaciones rituales y alimenticias del judaísmo (incluida la
circuncisión).

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