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Adicción y traición

María Eugenia Vargas Sánchez


INSTITUTO POLITÉCNICO LOYOLA

NOMBRE:

María Eugenia Vargas Sánchez

MATRÍCULA:

M15-0230

CURSO:

6°ED-B

CARRERA:

Electrónica Digital y Micro Computación

PROFESORA:

Vivian Matos
Dedicatoria:

Dedico este libro a los adolescentes, mostrando que la


vida no es fácil para nadie, que vean que no son los únicos
que pasan malos tragos. A mis compañeros de clase que
me apoyaron y motivaron a escribirlo. A mis padres a los
que quiero enseñarles que he aprendido bastante dando a
entender que actualmente soy una mujer madura.

Este escrito es dirigido a todas las personas que estuvieron


involucradas a la hora de realizarlo.
Agradecimientos

Primero quiero mencionar que esta obra no hubiera sido


posible sin la asignación de la maestra Vivian Matos,
quien motivó el ingenio y el surgimiento de ideas en los
estudiantes de último año en el IPL.

Sinceramente doy gracias a mis compañeros de clase;


Oliver Féliz, Karisleidy Céspedes, Soraimy Lorenzo, Luis
Bautista, Jahaziel Mateo y Jesús Aquino, por haber creído
y confiado en mí, darme su apoyo incondicional, consejos
y ayudarme en las correcciones del libro para que
estuviera presentable. El amor que me brindaron no tiene
comparación, lo tengo guardado en mi corazón haciendo
que no los olvide nunca.

Agradezco a los directores de las películas, ya que de sus


creaciones aprendemos de manera visual y entretenida,
captando más la atención del público.
Nos ubicamos en la ciudad de Boston. Amy es una chica
de actualmente 26 años, bastante tranquila, tenía baja
estatura, era delgada, pelo castaño, media melena y ojos
comunes. Decidió irse a vivir a Boston, anteriormente
ella vivía con sus padres en California, llevaron a cabo
un trato en familia. Marie y David, padres de Amy,
acordaron con ella que le iban a cubrir todos los gastos a
cambio de que ella estudiara y se hiciera profesional
porque este era el mayor deseo para los dos, ver a su
niña hecha toda una empresaria. Le compraron un
departamento de soltera, pequeño con todo lo necesario,
le consiguieron su matrícula en Boston University y por
último le ingresaron el dinero que habían ahorrado para
su universidad durante años. Casi desde que nació. Con
esto debía administrarse bien para no quedarse en banca
rota en el trayecto a la profesionalidad. Amy eligió
Boston porque quería su independencia, aquella que
ansias cuando cumples 16 años, por consiguiente,
solicitó una beca para ingresar en ella. Escogió la carrera
de publicidad porque era muy creativa.

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Así lo hicieron, de esto ya han habían pasado 2 años.
Cuando la conocí tenía 20 añitos, se convirtió en la chica
a la que le gustaba la fiesta en las noches e ir a la
universidad en las mañanas, vivía una vida monótona
por lo que la mayoría de las veces estaba con un humor
de perros, esta tenía sed de una vida alegre.

Sus padres la enfocaron mucho en que si no se hacía


profesional o si no tenía estudios no eres nadie y no
podría vivir la vida al nivel que ella quisiera, darse lujos
de vez en cuando, viajar…

Pero yo opino que durante el tiempo de preparación a tu


futuro debes también vivir la vida. No tiene por que
existir un antes y un después, de cuando no tienes un
título y cuando ya lo tienes. Para alcanzar a hacer lo que
realmente quieres, debes tomar las riendas de tu vida de
una manera responsable luego de ser encaminada por tus
padres. Esta situación es parecida a aquella etapa de la
niñez en la que te están enseñando a montar en bicicleta
sin rueditas en los laterales, tus padres te empujan, tu
pedaleas y sale la frase: ¨papi no dejes de empujar¨ , pero
sin darte cuenta ya nadie está detrás de ti y es cuando te

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toca pedalear sin importar lo mucho que te estampes
contra un árbol o las veces que te caigas, sin embargo te
vuelves a subir a la bicicleta hasta que te haces experto
en ello.

En el día a día de Amy, ella hablaba con sus amigas por


teléfono sobre chismes los días que en los que en la
noche no salía, veía películas de amor mientras comía
helado o palomitas, luego de esto se arrepentía e iba al
gimnasio a las 6 am antes de ir a la universidad, cosa que
Amy no soportaba porque siempre sentía que no podía
con los ejercicios que le aconsejaban que hiciera y por
ello no acudía muy seguido. A veces iba de compras,
pero se sentía una persona acomplejada porque había
ganado peso conforme a los días que pasaba comiendo
helado de chocolate y palomitas, ella pensaba que no
todo le quedaba bien porque su cuerpo era como la
forma de una manzana y esto no le agradaba, ya que ese
no era el tipo de figura que ella quisiera tener.

Las noches eran de maravilla conocía gente nueva,


bailaba, se tiraba fotos para su Instagram engañando a
todos sus seguidores, de que su vida era divertida,

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fiestera, que disfrutaba de la vida, cosa que no era cierta.
Cuando se pasaba de tragos ella se volvía tenía soltura a
la hora de socializar o se desenvolvía mejor en el
ambiente, hasta se subía a las mesas a bailar en las
discotecas mientras no estaban sus amigas para cuidarla,
en esos momentos ella bebe y bebe para ahogar sus
penas y olvidar por minutos lo triste que era su vida.

Como consecuencia de tanta movida, no podía con los


dolores de cabeza y los mareos que le daban al día
siguiente, se ponía débil porque el alcohol a ella le
sentaba mal, vomitaba cinco veces en el día, la pasaba
durmiendo y no comía nada para desintoxicarse bien y a
la mañana siguiente estar mejor. Ya estaba lista para ir a
la universidad, en perfectas condiciones, como si nada
hubiera pasado. Se mantenía activa en clase con sus
participaciones, todo normal. Llegaba la hora del
almuerzo a las 2 pm, ella siempre compraba algo de
comida allí en las cafeterías y se sentaba con sus amigas
a charlar. Pues un día como otro cualquiera Amy se
sienta con sus amigas a comer, están todas rodeando la
mesa colocada al lado del árbol más grande del todo el

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campus. De la nada, comienzan a hablar de que tienen
que conseguirle un novio a Amy. Así es, ella no tenia
novio y ni se le ocurriría tenerlo porque con los chicos se
volvía una imbécil. En fin… todas con sus celulares en
mamo, menos Amy, empiezan a ver perfiles de chicos en
la Aplicación Match. Todos eran guapísimos pero había
que tener cuidado porque algunos podían ser fake. Amy
callada solo se ponía a pensar como seria su vida con
alguien con quien compartirla siempre, ya que se sentía
sola la mayor parte del tiempo.

—Chicas, no creo que sea necesario, estoy bien así,


enserio. —contesta Amy.

—No. Llevas muchos años sola, nunca has tenido un


novio, tienes 20 años ya, por Dios a que estas esperando
para perder tu virginidad. ¿Cuándo te cases? JAJAJA,
permíteme reírme porque sinceramente no te veo con
esos planes, eso ya no se lleva. —Comenta Luisa, siendo
la primera de la mesa en intentar convencer a Amy.

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— Si, ya lo sé, pero es que… tu sabes cómo soy de torpe
con los chicos, me da miedo meter la pata. — contesta
Amy a Luisa.

—No lo sabrás sino lo intentas preciosa. —le dice Luisa


con todo su carisma.

—Está bien creo que esto me va a pasar factura. Pero


tienes razón. Déjame ver algunos perfiles. — Se anima
Amy dejándose llevar por su amiga. Dejando salir de su
cuerpo un ligero suspiro para luego sonreír expresando
su ilusión en ella.

Todas estaban emocionadas, conmovidas y con una


sonrisa en la cara como locas buscando perfiles ya que
Amy estaba animada y convencida.

— Ahora sí, vamos a darle con todas amigas —dijo


Luisa con voz alta y animada—. Que feliz estoy —
expresa—. Te prometo que no voy a parar hasta
conseguírtelo. —decía mirando a los ojos a Amy
haciendo un gesto con su mano que garantizaba lo que
alegaban sus palabras.

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—Uh! —gritaron las cuatro restantes que estaban en la
mesa también.

En la tarde, camino a su casa en el autobús, Amy


descargó la App Match en su celular, se creó un perfil,
luego de esto se somete a un cuestionario que esta misma
ofrece para saber con certeza que tipo de chico le gusta o
está buscando para presentarle perfiles de hombres
distintos que podían agradarle a la vista, poder chatear
con ellos online y finalmente llegar a conocerse:

—´´Ah me encantarían unas rosas´´. —se dice Amy en


su mente.

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— ´´Sería como un día normal, no voy a estar de plagosa
no quiero parecer atosigante´´. —Piensa haciendo un
corto movimiento circular con sus ojos.

—´´Me encantaría que escogiéramos donde ir, para que


visitemos lugares distintos´´. — comenta a sus
pensamientos para luego seleccionar una de las opciones.

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—´´Todo depende´´. —Asiente con su cabeza para
afirmar su decisión con ella misma.

—´´Claro, no todo va a ser perfecto´´. —Dejó salir por


su boca.

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—´´No sé qué poner ahí, sinceramente´´. —ella prefiere
ser honesta en la prueba para obtener un mejor resultado.

—´´Ninguna me llama la atención, pero, este nombre


suena interesante´´. —piensa Amy con una sonrisa de
que no tiene ni la más mínima idea.

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— ´´ ¡Oh si!, Hugh Jackman en ¨Australia¨ ´´. —
exclama, ya que uno de los países preferidos de Amy era

Australia.

—´´No quiero que sea demasiado dulce, pero tampoco


quiero que sea tan sexualmente activo´´. – reconoce esta.

De repente la App se detiene y aparece un mensaje de


LOADING…

Luego aparece el resultado;

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En instantes, aparecen muchos perfiles de chicos que
viven en la misma zona que Amy, esta comienza a
mirarlos, pero sin darse cuenta el bus se detiene, mira a
su alrededor, no ve a nadie, las personas que se habían
subido con el allá al autobús se esfumaron en segundos
según Amy por haber perdido la noción del tiempo. Con
rara asustada comienza a gritarle al conductor que se
pare. Esta le pide que si la puede dejar en la parada que
ya había pasado. El señor conductor le contesta que no
podía de una manera grosera y le obligó a bajarse en esa
parada porque tenía que seguir trabajando. Amy se bajo
e inmediatamente se cerró la puerta del bus mientras ella
tenía ganas de decirle algo por última vez. Ella espera a
que alguien aparezca para preguntarle a qué hora sale el
otro bus hasta su destino, pero nadie parece prestarle
atención. Se acerca a una chica que parece simpática y le
pregunta, esta última le contesta que el autobús hasta su
casa llega a las 8pm.

Amy no sabe qué hacer hasta esa hora ya que eran las 4
pm, a pesar de todo decide esperar sentada en el banco

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que tiene cada parada de autobuses. Estaba aburrida y no
quería abrir la App de Match porque por su culpa estaba
en un pueblo que no conocía. Se quedo viendo a la gente
pasar, de lado a lado. Recordó que tenía sus libros de la
universidad, saco uno de la mochila, lo abrió y comenzó
a leer, al hacer esto se dio cuenta de que los libros
explican bastante bien los temas sin necesidad de gastar
batería del teléfono y cansar tu vista. En esto dan las
5:30 pm, le dolía el trasero de estar ese tiempo sentada
en ese banquito de metal, decide dar una vuelta para ver
el ambiente de la zona en la que estaba. Tenía miedo de
distraerse de nuevo y quedarse allí más tiempo del que
no debía, pero se dijo para ella: ¿Qué pasaría si me
quedo rondando por aquí unas horas?

Mi vida seguiría transcurriendo igual de aburrida,


ocurriría lo mismo de siempre; ir a la universidad,
comer, ir a casa, eso es todo. —dice esta hacia su
interior.

Se atreve a seguir caminando alejándose de la parada, se


detuvo en frente de una tienda de ropa y miró hacia atrás
fijando sus ojos en el banco de metal de la parada con

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temor, sin embargo colocó una sonrisa en su cara
mientras decide poner su mirada hacia el frente, sigue
caminando con esa hermosa sonrisa, llena de adrenalina
con esa misma sensación que sentía cuando estaba en
una discoteca, dándolo todo en una pista de baile,
sintiendo la música correr por sus venas. Esta vez la
música que ella escuchaba, era su corazón latiendo de
manera acelerada, por el simple hecho de que no sabía
dónde estaba ni como volver a la parada si se desviaba o
se separaba de ella. En ese momento nada le importaba y
eso, le encantaba.

Sintió una sensación a resequedad en el interior de su


boca, esa sensación de sed asique entro en una cafetería
llamada Marie igual que su madre, se sentó en una mesa
y enseguida le atendieron.

—Hola buenas tardes, ¿Que le trae por aquí? —le


pregunta el camarero parado enfrente de Amy.

—Sinceramente estoy viviendo una aventura mientras


caminaba por la calle y sentí la necesidad de beber agua.

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—contesta Amy con la mirada alzada con su cabeza en
dirección al rostro del caballero.

—Que divertido, —comentó él con un tono alegre y


entusiasta—, entonces viene a ordenar un vaso de agua.
—expresa el mesero la suposición que tenía en mente.

—No, realmente vine a conquistar el mundo en unas


horas. —se atreve a decir Amy—. Es una larga historia
—se sincera respirando profundo y el sonido que daba
como resultado, lo confirmaba— y sí, quiero una botella
de agua mineral del tiempo por favor.

Enseguida el camarero le concede su pedido. Amy


agradece su gesto servicial y agradable, por
consiguiente, le pregunta al camarero que le atiende cual
era su nombre, este le responde:

— Alfred y su nombre es… —como con ganas de saber.

Luego de esto Amy se pone nerviosa ya que él mostraba


interés en ella cosa que era normal, porque él estaba
acostumbrado a tratar con personas todo el tiempo, era
parte de su trabajo, pero para Amy era algo nuevo que

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experimentaba. Esta se arriesga a contarle a un
desconocido algo tan personal pero tan público como su
nombre.

—Emilia, pero todos me dicen Amy es como una


contracción en ingles, ya que mi nombre es español. —
dijo con sutileza y explicó.

Alfred con una sonrisa en la cara, le dice que esta


encantadísimo de conocerla y le menciona con gran
confianza las palabras: “estás en tu casa, puedes volver
cuando quieras”.

Amy le devuelve la sonrisa aún con más alegría y le da


las gracias.

Era la primera vez que ella hablaba así de expresiva con


alguien que acababa de conocer del sexo masculino,
fuera de la discoteca y sin una gota de alcohol.

Estaba sorprendida de ella misma.

Tomo su teléfono para llamar a su amiga Luisa y


contarle todo lo le había pasado mientras gozaba de
tranquilidad sentada en la mesa.

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Sin ni si quiera encenderlo este suena con el tono de
llamada del celular, es Luisa.

—Amiga, estaba a punto de llamarte. – dice Amy.

— ¿Dónde estás?, voy a ir a buscarte para ir a la casa


de George, acuérdate que hoy es la fiesta en su casa. –
dice Luisa

Amy no recordaba el evento que tenía pendiente por


estar sintiendo aquello que ella necesita en su vida.
Olvidó la hora, los minutos y los segundos hasta que su
amiga Luisa hizo que volviera a la realidad que
crudamente vivía. La fiesta era a las 8:00 pm, pero ya ni
si quiera tenía planes de ir, era una fiesta normal, común
y corriente, en la que siempre se hacía lo mismo. Amy
sabía al pie de la letra las cosas que podían suceder en
una fiesta incluso la llamaban a veces Gurú, cosa que a
esta le encantaba. Luisa en la llamada le comenta que la
va a pasar a buscar a su casa. Pero Amy no sabía ni qué
tiempo hacia fuera del local en el que estaba, había
perdido la noción de todo.

Sale a la calle, mira a ambos lados y le contesta a Luisa:

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—Creo que ya no veo donde está la parada de autobús.

Luisa finge estar preocupada por su amiga, comienza a


cuestionarla para saber si le pasaba algo.

Amy simplemente le dice que es una larga historia para


estar contándola por teléfono. Sin embargo, no escucha
ninguna respuesta de Luisa.

Se apaga el celular de Amy.

Amy enojada, comienza a pensar que eso de estar en


modo experimentación le ha salido bastante caro. En su
mente afirma que alejarse de la parada fue algo
arriesgado y una muy mala idea también, no obstante su
alma podía al fin recibir un poco de sentimientos
confortables.

Va corriendo a dirigirse a su nuevo conocido Alfred,


pero resultó que su turno ya se había acabado y los
empleados salen por la puerta de atrás por lo que no lo
vio salir de la cafetería.

Claramente había más personas en el local, pero


recordemos que Amy era vergonzosa, esta simple

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conversación que tuvo con el camarero era un
atrevimiento que ya se perdió porque el miedo volvió a
poseerla, ante la situación de que quería volver a casa
para descansar del día tan ajetreado que tuvo, no
obstante, tiene la necesidad de preguntarle a alguien.
Solo de pensar la solución a su problema, le da hambre,
ella se compra un sándwich de jamón y queso, su
preferido, acompañado de un jugo de naranja recién
exprimido, se sienta en una mesa sin olvidar sus
pertenencias y se pone a pensar detenidamente.

—´´Haber Amy piensa que puedes hacer sin tener que


preguntarle a alguien y no molestar para que no te
contesten mal´´. —dice para sí.

Después de 10 minutos, ella no supo qué hacer no le


surgía otra solución más que esa porque su teléfono
estaba muerto y tampoco tenía donde conectarlo para
ponerlo a cargar.

Con el tiempo encima estaba muy calmada, recordó que


el autobús llegaba a la parada a las 8:00 pm, no sabía qué
hora era, pero la última vez que hablo con Luisa, según

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su amiga eran las 7:20, o sea que haciendo cálculos
debían ser las 7:35 pm aproximadamente.

Salió de la cafetería con su mochila, celular y cargador


en mano. Dispuesta a preguntarle a la primera persona
que vea para ayudarla, así sería más rápido ya que no le
sobraba tiempo. Se cruza un señor, lo hizo de la
siguiente manera:

— Hola señor, ¿me regala unos segundos de su tiempo?


—le pregunta Amy con su sonrisa nerviosa que daba
miedo, toda temblorosa.

—Dígame brevemente, que ando apurado. —contesta el


señor con su voz gruesa.

—Muchas gracias, quisiera llegar a Charlestow, estoy


perdida. ¿Sabe dónde está la parada de autobús? —dice
ella con cortesía.

El señor le responde que hay una no muy lejos de allí, —


Siga esta calle todo recto, en la esquina gire a la derecha,
siga recto en la otra esquina, doble a la izquierda, siga
caminando y encontrara la parada. —le indica este.

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—Nuevamente muchas gracias, ha sido un placer para
mí. —dice ella.

El hombre de repente cambia su actitud a una remolona.

—Para mí ha sido un gusto cruzar palabras con usted,


hermosa dama. Sabe, el compromiso lo puedo aplazar, si
quiere, yo puedo llevarla a su casa. —ofrece el hombre.

La chica arruga la cara al ver las intenciones del hombre,


esta le dice que solo con darle las indicaciones para
llegar a su parada era más que suficiente. Este le sigue
insistiendo, incluso con su dedo le señaló donde tenía
aparcado su coche, que estaba al lado de la farola al final
de la calle en la que estaban.

—Le he dicho amablemente que voy a rechazar su oferta


y usted insiste. —Contesta enojada sin perder la
compostura.

—Yo queriéndola ayudar y así es como me paga, sabe,


los favores se devuelven. —dice él todo indignado.

A ella se le ocurre salir corriendo, lo hace, pero el señor


la agarra fuerte del brazo.

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Todo se torno en una escena inolvidable para ella con un
mal sabor de boca, esta intenta soltarle el brazo del
señor, le insulta, grita e incluso lo amenaza con llamar a
la policía, sabiendo que no podía realizar la llamada,
hizo todo lo que estuvo a su alcance para quitarse a ese
viejo de encima.

El hombre la acusa de ser una niña grosera por no


quererle devolver el favor que él le acababa de hacer y le
grita que se esté quieta. Comienza a mencionarle en el
oído que ella se le había cruzado en el camino
intencionalmente para provocarlo. Según él, ella estaba
vestida con una blusa muy escotada, cosa que no era
cierto. Le dijo piropos groseros que para nada se oían
como las palabras que los chicos les dicen a las niñas
que son bonitas para que se sientan más hermosas.

—No, yo no le debo nada, usted lo hizo de manera


voluntaria. —Le comenta ella. ¡AYUDAAA,
AYUDAAAA! —comienza a gritar—.

Algunas personas la miran con cara de preocupación,


miedo y susto sobretodo.

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El viejo sigue agarrándola bien fuerte del brazo,
poniéndole su piel roja y le exige que camine rápido
hasta el auto.

Amy podía sentir la respiración del señor en la nuca, era


agitada pero con respiraciones largas, la estaba oliendo.
Ella no podía parar de pensar que el hombre estaba
enfermo y desquiciado. Se le salen las lágrimas de la
impotencia de no poder salir de aquella trampa
improvisada.

— ¡AYUDA POR FAVOR! —se cansa de gritar con


lágrimas en los ojos—.

Llamar a la policía no era una opción, nadie la ayudaba.


Estaba en modo de desesperación de ahí surgieron las
lagrimas, solo de pensar que era virgen, nadie la había
tocado nunca ni la habían maltratado o abusado tanto
físicamente como verbalmente. Los dos llegan al coche
de color azul marino casi negro por la oscuridad que ya
había presente. El viejo le está abriendo la puerta de la
parte trasera del vehículo para encerrar a Amy dentro ya
que esa puerta contaba con mayor seguridad para los

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niños, solo se quitaba si el conductor desbloqueaba la
puerta para abrirla.

Cuando el señor se iba a subir al auto en la parte de atrás,


de repente llega una patrulla de cinco policías y los
rodean. Amy pudo respirar profundamente y comenzó a
gritar: ¡AYUDAAA, AYUDAAA! Los policías se
dieron cuenta de que estaba dentro del carro, enseguida
salieron de sus autos, todos con pistola en mano para
intimidar. El hombre estaba asustado, sabía que estaba
mal, no era la primera vez que lo hacía. Empezó
alegándole a los policías que ella era su hija y que la
estaba regañando por mentirle sobre la nota de un
examen. Por eso la agarraba del brazo. Se aprovecho de
la situación de la pobre chica desesperada por llegar a su
hogar. Y mira la piedra que le toco tropezarse. Se llevan
al viejo depravado a comisaría para investigar, luego lo
llevarían a la cárcel después de que Amy testificara y
pusiera la denuncia en su contra.

La llevaron a ella a comisaría para contar los hechos y


poner la denuncia, en esto dan 8:40 pm.

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A las 9:00 pm comienza el interrogatorio en la oficina de
la comisaria.

Amy tenía asignada una policía para llevar a cabo el


proceso judicial, llamada Ana. Su deber es sacarle la
mayor información a la testigo y afectada sobre lo
sucedido para luego determinar que hacer con el caso y
se haga justicia como es lo correcto que se debe hacer.

— Hola Amy, mi nombre es Ana y te voy a hacer unas


cuentas preguntas sobre lo sucedido. ¿Estás de acuerdo?
—se presenta Ana la policía y procede con su labor.

—Totalmente. —contesta Amy sin dudar.

— ¿Sabes cómo se llama el señor que intento abusar de


ti? —pregunta Ana.

—No, no tengo idea, ni llegamos a hablar mucho y ya el


estaba insinuándome cosas. —Alega Amy.

— ¿Qué tipo de cosas? —Profundiza Ana.

—Como que yo tenía que devolverme el favor porque él


me había hecho uno a mí. —contesta ella.

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— ¿De qué tipo de favores hablaron? —sigue indagando
Ana.

—Simplemente le pregunte que donde estaba la parada


de autobuses, ya que no vivo en esta zona. Y de repente
comenzó a insinuarme que debo de volverle el favor.
Supongo que de una manera obscena por cómo me
miraba y me agarraba del brazo para que no saliera
corriendo. Me dijo que me llevaría a su auto, de manera
forzada me hizo caminar hasta él. —cuenta Amy.

— ¿Pensó en algún momento llamar a la policía? —


pregunta Ana.

— Por supuesto, es lo primero que todos pensamos


cuando estamos en peligro, no podía llamar porque mi
celular no tiene pila. —explica ella.

—Entonces… si no vives por aquí… ¿Qué andas


haciendo por la zona? —dice Ana —Debo saber todos
los detalles, tengo mucho tiempo, mi turno termina las
5am.Tienes que ser específica para, plantear bien los
hechos y ponerlos en la redacción de la demanda. —le

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explica a Amy —Dime, ¿Has visto a este hombre más
veces? —continúa preguntando.

—No, como le dije es mi primera vez aquí. Yo sé que


tienen que confirmar que estoy diciendo la verdad, pero
puedo asegurarles que en una situación como esta es
fácil descifrar las mentiras, ustedes son expertos. —
Menciona Amy.

—Está bien, ahora cuénteme ¿Qué hace usted por aquí?

Amy le cuenta estaba de camino a su casa, sentada en el


autobús, acababa de salir de la universidad. Iba distraída
con el celular centrada en una aplicación que descargó
ese día, y no se bajo en su parada. Tuvo que mencionar
hasta el nombre de la aplicación, seguir diciendo que no
tenía ningún tipo de relación con el señor y, si deberían
saber algo más, por muy pequeño e insignificante que
fuera para poder ayudarla acertadamente.

Ahí acabo por fin el interrogatorio tan extenso. Ana le


entrega en la mano de Amy los documentos que tenía
que rellenar con sus datos personales y firma para llevar
a cabo el proceso legal. Luego de verificar los

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documentos se le entrega la redacción de la denuncia
para que Amy la firmara y hacerlo una denuncia oficial.
Ana le comenta a Amy que una fuente desconocida
llamo a la comisaria para dar el número de placa del auto
del señor y obtener así los datos personales del hombre
que intento usarla. Cosa que le daría fuerza a la
denuncia. Ya que al inicio se desconocía todo sobre el
señor.

Mientras Amy firma la denuncia le surge una duda. Esta


pregunta:

— ¿Cómo descubrieron que estaba en esa calle y que


estaba en peligro? No vi a nadie llamando y mucho
menos acercándose a mí para llamar a la policía. —
describe.

Ana le comenta que recibieron una llamada de un chico,


pero no podían revelar nada acerca del joven, era
confidencial ya que este lo pidió y la policía es gente de
palabra.

Amy le entrega la hoja firmada en la mano de Ana.

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Luego de esto ella era libre de marcharse.

Ya se había terminado todo el proceso. Amy podía irse


tranquila, sabiendo que la justicia iba a aparecer en
cualquier momento y darle a ese hombre su merecido.
Por último ya, lo único que ella quería era llegar a su
casa. Le recuerda a Ana que no sabía llegar a su casa
porque no era de por allí. La policía llama a su
compañero de trabajo de la misma comisaria, que estaba
dando vueltas rutinarias en función de vigilar las calles
de noche por toda la zona para que hiciera una parada
cuando terminara y llevara a Amy a su casa. Ya que en el
se podía confiar y la iba a mantener a salvo de cualquier
peligro que pudiera ocurrir. Después Ana le ofrece
chocolate o té ya que hacía un poco de fresco a esa hora,
eran las 00:12. Pues Amy no rechaza la oferta y le pide
un chocolate bien caliente para endulzar un poco la
situación vivida. Ana va a la máquina expendedora y
sirve en dos vasos chocolate caliente. Ana le lleva el de
Amy, se sentaron las dos en unos de los sillones doble,
para charlar un poco mientras tomaban, aquí aprovechan
para conocerse un poco y charlar para desconectar,

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haciendo tiempo hasta que llegara el policía que llevaría
a Amy a su casa al fin. Hablaron de los hijos que tenía
Ana, de cómo le encantaba pasar tiempo con esos dos
peques hermosos, aunque no disponía de él lo suficiente,
de su divorcio, de cómo su exmarido contaba con una
familia que no tenía que ver nada con ella en lo absoluto
y por esto, ella explica que decidió convertirse en policía
para tener esa coraza fuerte, defensa y respeto que
representa serlo y no le vieran la cara de tonta.

Ana sigue hablándole de su vida incluyendo sus


sentimientos de que a veces se sentía sola, sin amor, sin
cariño, ya que era muy apegada a él. Con el tiempo se
dio cuenta de que lo que su ex marido le brindaba era
intranquilidad y no felicidad ni paz. Discutían todo el
tiempo por el tema de su infidelidad. Tomo las riendas
de si vida y dijo: ¡HASTA AQUÍ! No podía más con la
situación, se marchó a casa de su madre con los niños,
reflexiono y le presente el divorcio. Gracias a esa
experiencia aprendió que perdió casi la mitad de su vida
con un tonto que le prohibía recrearse, ver las cosas
desde otro punto de vista, salir, lo que más le duele es

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que no vivió como quería hacerlo. Se privaba de cosas
porque él se lo exigía. Cayó en la boca del lobo sin
darse cuenta.

Ana mira a Amy fijamente a los ojos, le agarra la mano


bien firme y con todo su corazón, le dice que le va a dar
un consejo:

``Si quieres besar a alguien, bésalo, si quieres salir con


tus amigas, hazlo, si no te apetece salir, no salgas, pero
no te dejes manipular por nadie, tu vida la diriges a tu
manera, y como quieres. No te pueden juzgar por hacer
lo que te hace feliz, nadie tiene un manual o libro que te
enseñe que cosas puedes o no hacer con tu vida. Tu eres
quién distingue qué está bien o qué está mal’’.

Amy la mira con mucha atención, sabiendo que ella tiene


toda la razón y que debería llevarse de su consejo para
llenar el vacío que lleva dentro.

Comienza a pensar en su mente, que es posible que el


amor no sea duradero, ya que había muchas personas que
se habían divorciado, que ya no buscaban el amor por
miedo o sencillamente no querían algo serio.

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Pero tenía la esperanza de que a ella no le pasara lo
mismo porque sus padres son el vivo ejemplo de que si
realmente amas a la otra persona, pueden pasar vientos,
fuego y marea, que esos sentimientos, siempre van a
perdurar.

Entre charla y charla dan las 00:30 am, llegó el policía a


la comisaria.

Ana se dirige a él, le comenta que le haga el favor a Amy


de llevarla a su departamento. Su compañero de trabajo
no tiene ningún obstáculo para ayudarla y acepta con
sencillez. La mira con simpatía para luego saludarla.

Va hacia la máquina de café y se sirve uno bien cargado,


sopla y lo bebe como método de recargar fuerzas, para
así poder estar alerta en lo que pudiera pasar durante su
turno.

Pasan 10 minutos, el Policía Pedro y Amy salen de la


comisaria para montarse en el vehículo de este.

42
Amy se despide de Ana, levantando sus manos y
mirándola con aprecio porque ella le había enseñado
algo impactante, pero tan cierto en pocos minutos.

Se cerró la puerta de cristal en su cara, se dio media


vuelta, cargó con sus cosas y subió al auto junto con el
policía.

Estos tuvieron un diálogo breve para aclarar donde vive


Amy. Después de eso no volvieron a hablar porque 17
minutos después Amy estaba en una lucha entre el sueño
y el cansancio. Al final estos dos últimos la vencieron, se
quedo dormida durante todo el camino.

Transcurrió una hora, cuando el Policía Pedro detuvo el


vehículo porque ya habían llegado al destino que Amy
esperaba con ansias.

La chica despierta y su actitud es dejada, estilo zombi.


Se bajo del auto, agradeció al policía con cara dormida y
este se marcho.

Amy con todas sus pertenencias encima de ella, las dejo


en el suelo. Dentro de su bolso estaban las llaves que

43
abrían la puerta de entrada al edificio y después subiendo
las escaleras, la puerta a su departamento.

Saco las llaves del bolso, abrió la puerta principal. Entra,


espera el ascensor, se monta, en segundos ya está en la
planta 3, sale de donde está y se dirige a la puerta de su
hogar.

Abre, respira profundo, cierra, deja todo en el suelo,


pone a cargar su celular y vestida con la ropa de aquel
día, se tumbó en su cama como si nada. Cerró sus ojos
que no podían estar más tiempo abiertos y se durmió.
Tuvo un sueño profundo, agradable del que no quería
despertar, estaba tan agotada que decidió tomar la
decisión de no ir a clases porque no iba a prestar la
debida atención.

Además, quería evitar el cuestionamiento de sus amigas,


ni quería oír comentarios de la fiesta que se había
perdido.

Siguió durmiendo, hasta que de repente llaman a su


puerta.

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Tocan el timbre, ella se despierta, se estira en la cama,
abre sus ojos y se levanta a abrir la puerta. Se pone sus
pantuflas de andar por casa que siempre están a un lado
de la cama en el suelo, sin mirarse ni si quiera al espejo,
camina el pasillo y abre su puerta.

Abre, descubre que era su mejor amiga Luisa quien


esperaba detrás de la puerta.

Amy le da la espalda y camina hacia su baño mientras


Luisa cierra la puerta.

Amy le pregunta la hora, toda mal humorada. En lo que


Luisa habla con ella, esta se ducha a gusto con la puerta
cerrada.

Luisa se tumba en la cama de Amy boca abajo con su


celular en la mano, algunas veces dando vueltas en ella.

— ¿Amy que te paso? Pareces una indigente, estas


horrible con esos pelos de loca. Son las 5:25 pm, he
venido a buscarte para que aprovechemos el día juntas,
ya que no dabas señales de vida. Tengo que ponerte al
tanto de lo que paso en la fiesta de anoche. ¿Dónde

45
estabas? Me tenías preocupada porque se cayó la
llamada ayer y luego no pude contactarte más. —dijo su
amiga.

Amy le cuenta que se le acabo la batería del celular,


gritando para que Luisa la escuche desde ahí.

Resentida le narra todo lo que paso; lo de la aplicación,


la parada, la cafetería, lo del viejo, la comisaria, la
denuncia y por último su regreso. Esta acusa a Luisa de
que tiene algo de culpa por haberla involucrado con el
tema de conocer a gente a través de la App Match,
saliendo del baño y caminando con la toalla envuelta en
su cuerpo y otra en la cabeza, buscando su ropa.

La amiga asombrada se levanta de la cama, la mira con


detención:

— ¿Intentaron qué? —pregunta Luisa toda exaltada.

Le da un abrazo a Amy con tristeza añadiéndole


hipocresía. Sintiendo pena por esta, pero como contenta
de que a Amy le hubiera ocurrido eso, tanto que ponía
una sonrisa disimulada en su cara.

46
Amy se da cuenta de esto e intenta decírselo.

Pero la amiga supo cómo disimular lo que realmente


pensaba y le contesta que se alegraba de que estuviera
bien y que no la agredieron. Supuestamente estaba
orgullosa de que su amiga era una mujer fuerte y
luchadora.

Luego comenzaron a hablar de la fiesta y de todo lo


ocurrido. Luisa le cuenta todos los hechos con lujo de
detalle. Diciéndole que Gretel vomito en una habitación
de la casa porque se puso de alcohol hasta las trancas.

A las dos les surge esa risa picarona. En esto, Amy


siente un ligero sonido en su barriga, señal de que tenía
hambre.

Invita a su amiga a la cafetería que esta en frete del


edificio donde vivía, ya que no tenia nada de comida en
su nevera, luego de haberla abierto para confirmar.

Ahí, le surgen ideales de hacer la compra y no volver a


comprar helado, estaba harta de él.

47
Luisa no rechaza su invitación y le expresa que le
apetecía comer churros con chocolate.

Amy queda fascinada con la idea de comerlos, hace


mucho que no los comía.

Luisa agarra su cartera y Amy se coloca unas gafas de


sol en su cara como si estuviera resacada de una noche
de fiesta. Se sentía igual de cansada.

Salen de la casa, Amy con su llave en mano, entre los


dedos, empuja la puerta y se cierra sola.

Bajan las escaleras, hace un sol radiante. Cruzan la calle


y entran al local.

Piden la orden y enseguida se la traen.

Sentadas las dos en la mesa, Luisa le habla del perfil en


Match de Amy.

Amy quejándose, comenta que por culpa de estar


mirando eso le paso lo que me paso. Sinceramente ya no
tenía interés, comenzó muy ilusionada pero ya le daba lo

48
mismo y pensó que debió bajar su teléfono para
desinstalarla.

Posteriormente Luisa le afirma que no va a descansar


hasta conseguirle a su pareja ideal para ayudarla a
conseguir su felicidad. A lo que Amy le pregunta que, si
ella era feliz con su vida, Luisa no se quejaba, pero
tampoco tenía novio.

Haciéndole entender a esta que un novio no la iba a


hacer feliz ni le iba a brindar más tristeza. Pero lo que
Luisa le quería hacer saber que un novio podía cambiarle
la forma de vivir su vida ya que no es lo mismo convivir
solo que acompañado.

De la nada se menciona la palabra padres en la


conversación y Amy se pone estérica porque llevaba un
día entero sin hablar con ellos cosa que los preocuparía.

—¡Mis padres! Deben de estar llamándome como locos,


tengo el teléfono apagado desde ayer. Ni si quiera lo
encendí esta mañana cuando llegaste. Termínate eso
rápido tengo que subir a buscar mi teléfono, se me

49
olvido por completo. Es más, voy a subir por él quédate
aquí. —dijo Amy afectada.

Se levanta de la silla y sube corriendo a su departamento,


abre la puerta, se dirige hacia donde está su teléfono. Lo
prende, espera su tiempo y de repente ve cinco llamadas
perdidas de mamá, dos llamadas pérdidas de papá, tres
mensajes de la tía Lilly y diez mensajes de papá y mamá.

Amy se pasa la mano por la cara.

Llama a su madre Marie con miedo a preocuparla más de


lo que esta. Así que decide escuchar su regaño por
desaparecerse que decirle a su mamá lo que realmente
sucedió.

Se sienta en la cama.

Con el teléfono en la oreja, la madre contesta la llamada.


Ambos padres estaban preocupados de más, y los dos se
ponen en altavoz, realizaron un sinfín de preguntas a las
que Amy respondió con un simple: “estoy viva”, prefirió
no decirles nada de lo sucedido para no aterrarlos porque
estos eran muy drásticos y exagerados.

50
Después de hablar media hora con sus padres, no quería
volver a hablar ni imaginarse de los acontecimientos
pasados. Quería liberarse de tanta tensión vivida en
carne propia por lo que decidió salir para desconectarse
de todo, hacia el parque. Dejo a su amiga sola, nada le
importó, se fue tal cual estaba vestida, casual y
descuidada con un toque atractivo por sus gafas de sol
elegantes, el pelo recogido y zapatillas deportivas. Se
colocó su celular detrás del bolsillo. Camina por la acera
de color rojo gastado, calmada, nadie la esperaba,
algunas chicas la miraban porque pensaban que estaba
ridícula con su atuendo pero, no le prestó atención a eso
y siguió como un rinoceronte persistente, enfocada en su
acción. Llegó al parque como lo tenia previsto, se detuvo
unos segundos en la entrada del parque y observo el
ambiente confortable que habitaba en este. Respiró
profundo el aire de la naturaleza que abundaba, ve a los
niños correr con las sonrisas que reflejaban su libertad y
diversión, los padres corriendo detrás de los niños, los
perros jugando con sus dueños, el cerúleo cielo
despejado, las flores se alzaban con sus vivaces colores
gracias al sol radiante que todavía perduraba y el césped

51
olía a recién cordado después de una breve lluvia. La
hermosa atmosfera del lugar hacia que sus pesados
tormentos se esfumaran por un fugaz momento. Miró
hacia un banco, el que más le llamaba la atención y se
adentró al parque recorriendo un camino de piedras color
blanco hueso, bordeado de verde que conducían hasta él,
tal cual como en el cuento El Mago de Oz. El banco
contaba con pequeñas piezas de madera, patas de metal
que chocaban con el suelo lleno de tierra. Se tornaba
brillante por el barniz, pero se veía opaco por la sombra
que le brindaba un gran roble detrás de este. Finalmente
llegó a sentarse. Una vez allí con su mirada al frente,
perdida, comenzó a reflexionar en lo que su amiga le
trataba de decir sobre el amor.

En su mente pintaba una historia de amor hermosa,


perfecta, pero sobre todo pasional y dulce. Teniendo en
cuenta sus sueños de ser madre, conviviendo de la mejor
manera con su futuro esposo, una boda perfecta en la que
todos sus familiares estén presentes y amigos, una
ceremonia que jamás olvidaría, ser parte de un club de
madres que queden todas las tardes a beber café mientras

52
los hijos se divierten con los otros, consentirse, no
depender de sus padres ni de su esposo sino de ella
misma. Esta era una vida muy distante de su realidad.
Ella quería alcanzarlo con todas sus fuerzas sin embargo
no sabía ni cómo empezar.

Se acordó de las palabras de Ana, de hacer lo que


quisiera cuando quisiera. Le salió una sonrisa nerviosa
en su cara con solo de pensarlo.

Ve que una pelota se acerca hacia ella y se posó justo en


sus pies cuando termina de rodar. Detrás de ella andaba
un niño. Ella le dio la pelota, se la puso en su mano. El
niño muy educado le da las gracias a Amy alagándola
diciéndole que le gustaba su ropa y que estaba bonita.

Amy, simplemente no dijo nada, mostrando los dientes


al sol con una mano en el pecho como muestra de que le
causo sentimiento. El niño se aleja dándole la espalda
jugando con su pelota.

Amy decide mancharse luego de haber pasado un buen


rato en el banco de manera sentada. Se acuerda de que

53
debe de hacer la compra para no derrochar el dinero
comiendo en restaurantes o bares de la zona.

Le quedaba cerca un supermercado, uno de sus


preferidos, por sus bajos preciosas y alta calidad de
productos.

La entrada transparente del lugar se abre al ella acercarse


como si el supermercado la estuviera esperando con
ansias. Coge un carrito de los que están estacionados a la
derecha, ya que pensaba en comprar bastantes cosas que
le hacían falta. Y Comienza a rondar por los pasillos
viendo que podría necesitar.

Compra comida variada y sana como; verduras, frutas,


queso, carne de pollo, yogurt, los cereales y el pan
integrales, muchos paquetes te agua mineral con botellas
de un litro y como un sustituyente de los helados y las
palomitas escogió un paquete de galletas Oreo para
tenerlas de aperitivo sin intención de comérselas
corriendo. También se detuvo a comprar jabón,
desodorante, balsas de basura, productos para limpiar…

54
Con su carrito a rebosar se dirige a la fila de la caja para
pagar, muy contenta ella de hacer cambios que ya no
aguardaban espera. Cuando llega su turno y la cajera le
dice el costo total de su compra, se acuerda que no lleva
dinero por haber salido con ese arranque impulsivo y se
muere de la vergüenza. Pide perdón por hacerle perder el
tiempo a los que esperaban en la fila y a la misma cajera
por haber facturado todo eso.

No sabe qué hacer, se le ocurre llamar a su amiga para


que la rescatara de ese apuro, deja todas las bolsas
apartadas en el suelo, se hace a un lado y llama, por
suerte no se le olvido el celular. Amy comienza a
caminar de un lado a otro reflejando sus nervios e
intranquilidad, se sentía estúpida por no haberlo pensado
antes. En lo que su amiga contaste al teléfono una
señora de la fila, intenta llamar su atención para que la
mirara y mencionarle que ya su cuenta estaba saldada y
que podía llevarse sus bolsas, como todo normal.

Amy se queda sorprendida y anonadada, con la boca


abierta tratando de decir algo, pero no contaba con
palabras en el momento, se quedó atónita, atolondrada y

55
con cara rara. Empieza preguntando pues quien se la
pagó, entre preguntas y exclamo, un joven se acerca a
ella. Es conocido, pero no alcanza a encontrar entre los
recuerdos en su cabeza quien era.

Cuanto más el chico se acercaba, ella lo miraba con


mayor atención. En cuento este le sonríe inmediatamente
lo reconoce y le sale a ella una sonrisa tan nostálgica que
representaba el ritmo de los latidos de su corazón que
aún registraba en su pecho en el instante en el que se
extravió.

Mirándose a los ojos de una manera intensa se dicen:

—Alfred. —menciona Amy sorpresiva con intenciones


de saludarlo.

—Amy. —contesta él con la misma intención.

El joven salió a dar una vuelta como un día cualquiera en


su coche, le gustaba siempre ir a diferentes bares,
pueblos o ciudades el solo para desestresarse un poco de
todo lo ocurrido en la jornada. Por su mente se asoma el
recuerdo de aquella chica bajita, risueña, que demostraba

56
su necesidad de ser alegre. Dando vueltas por la
autopista, decide hacer una parada en un supermercado
que alcanza a ver para comprar algo de comer y beber.

Cuando entró, se topa con la situación de una joven que


tiene a una fila bien larga esperando por ella. A modo de
indagar se acerca y queda maravillado de lo que ve.

En momentos como ese te das cuenta de que la fuerza de


atracción es poderosa, hay que tener cuidado con lo que
se desea.

Segundos después, Amy cae en cuenta de que Alfred fue


quien pagó su compra. Le reclama por ello, con enojo,
dándole a entender que ella era independiente y que tenía
el dinero para pagar todo lo que estaba a su alcance, que
no era necesario hacer ese acto porque a fin de cuentas
ella iba a resolver el problema como sea. Se avergüenza
con la cabeza abajo, mirando a los pies de Alfred.

El chico encantador le dice que, si otro le resolvía los


problemas, era más cómodo. Quería ayudarla.

Se echan a reír los dos sin dejar de mirarse.

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Amy le da las gracias de todo corazón y le promete que
le devolvería su dinero en cuento llegara a su casa con
actitud responsable.

Cosa a la que Alfred se queda callado para que ella lo


olvide y mejor le ayuda a cargar las bolsas. Ente los dos
llevan todas las bolsas de la compra de Amy hacia el
estacionamiento, donde esta aparcado el coche del joven.

Abre el maletero del auto y colocan las fundas.

Amy queda asombrada con el carro, era un descapotable;


un Jaguar F—Type V6 S de color plateado que brillaba,
aunque el cielo estuviera oscuro. En pocas palabras era
magnífico. Pasmada pensaba en como un mesero se
permitía costearse un auto así. No mencionó nada para
no hacer sentir mal al chico o que si lo preguntaba
sonara a interés. Simplemente lo aceptó e hizo un
comentario sobre lo maravilloso que era el auto, como
elogiándolo.

Alfred presentó una risa, dio las gracias por el cumplido


y la invitó a subir al auto mientras él acomodaba las
bolsas en el maletero para que no se rompiera nada. Ahí

58
recordó que la última vez que la intentaron subir a un
coche acabó en la comisaria por caer en las malas
intenciones de una persona. Pero esta vez era diferente,
se inspiraba confianza entre los dos, además era para
llevar las bolsas a su casa, ya que eran bastantes y no
podía sola con ellas. Pero no dejaba de ser un
desconocido para Amy.

Como prevenir es mejor que lamentar, con astucia ella


le cuenta que no era necesario ir en coche, era más sano
caminar un rato ya que su departamento estaba cerca.

A modo de tenerla contenta este acepta, desmonta la


compra y se reparten las bosas entre los dos a la mitad,
sosteniéndolas en las manos con los puños.

Mientras caminan no se dicen nada, Amy aprovecha para


observarlo de arriba a abajo, sacar conclusiones porque
había muchas cosas que no concordaban. Estaba bien
vestido con unos jeans ajustados y un polo muy sutil.
Aunque sus fachas eran lo de menos, ella quería
preguntarle sobre; cómo la encontró, cómo sabía que
estaría allí, de por qué estaba allí y por qué no se

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despidió de ella antes de marcharse de la cafetería la
primera vez que se miraron a los ojos, después que acabó
su turno. Así que se atrevió a preguntar que por qué
estaba por la zona para salir de dudas y terminar con la
intriga.

Él se limitó a decirle que algún día ese tipo de preguntas


que tenía pensadas decirle se las contestaría más adelante
o se daría cuenta de ellas con el tiempo. Y siguió
caminando hacia delante sin saber donde quedaba el
edificio de la chica. Contemplaba el camino con atención
para memorizarlo.

En seguida llegan al edificio donde vive Amy, ella no


quiere que Alfred suba a su departamento por lo que
enuncia que no era necesario que subiera las bolsas,
podía colocarlas todas en el ascensor e iba a ser pan
comido para ella. Posteriormente le agradece por su
ayuda y caballerismo.

Con las bolsas en la entrada del edificio Alfred le


cuestiona cuando la va a volver a ver.

60
A lo que ella le contesta que algún día es posible que
vuelvan a coincidir, tratando de imitar las palabras que el
chico mencionó cuando Amy le hizo la pregunta.

Con un tono de picardía Alfred menciona que ya sabe


donde esta vive y que lo tenga muy presente. Se marcha
por donde vinieron sin mirar hacia atrás para darse
importancia y dar un toque de suspense a la cosa. Acción
que funcionó porque dejo a Amy intrigada.

En el momento en el que ella ve que va lejos recoge sus


bolsas del suelo y las entra en el elevador. Entra a casa y
coloca todo lo que había comprado donde iba como de
costumbre.

Suena su teléfono. Su amiga la llama.

Luisa le reclama por haberla dejado sola en esa cafetería,


enojada le dice que no atendió sus llamadas por hacer
eso.

A lo que Amy reaccionó indignada. No entendió los


motivos reales de su enojo por mas que analizara lo

61
ocurrido. Sin embargo, decidió pedirle perdón y arreglar
todo.

En la conversación telefónica Luisa le expresa a su


amiga que tiene a alguien que presentarle, ella había
organizado una especie de cita a ciegas, cumpliendo lo
prometido. Dando a entender que es una mujer de
palabra.

Pone a Amy en actitud de arreglarse ya que la cita era en


unos horarios de la noche. Se deja llevar y acepta sin
más. Cuelga el teléfono y lo conecta a una bocina para
poner música.

Busca la canción: ‘’This is what you came for’’– de


Rihanna. Y comienza a sonar, ella empieza a bailar.

Abre el armario para ver que se va a poner. Tiene


pensado ponerse algo sexy pero elegante. Se prueba,
vestidos, conjuntos, pantalones y blusas, pero con ningún
outfit se siente una mujer empoderada como le gustaría
dar a reflejar desde que el chico la vea.

Ahí es cuando los pensamientos de duda la dominan.

62
‘’ ¿Y si… el chico no me gusta?’’ ‘’ ¿Y si yo no le
gusto?’’ — en su mente.

Se decide por un vestido verde oscuro con mangas


cortas, holgado, pero a la vez dejaba notar su silueta, con
el telar entrecruzado sujeto por un lazo que logro
hacerse. Se puso unas plataformas marrones parecidas a
unas sandalias. Un pintalabios mate rojo vino era su
maquillaje, porque le gustaba ser transparente por el
intento de aceptarse tal y como es. La sencillez abundaba
en ella, y esto era un agregado a los muchos ingredientes
que formaban su esencia. Como complementos coloca
unas argollas grandes doradas es sus orejas y un reloj a
juego con sus aretes en su muñeca derecha y en la
izquierda varias pulseras de perlas blancas brillantes.
Alrededor de su cuello abrocha una cadena de oro
delgada para no verse tan cargada. Se peina, realiza con
sus manos la técnica de moldear el pelo para que adapte
una forma bonita. Coloca su perfume fuerte primero en
todo el vestido, pues le gustaba oler bien y que al
caminar su aroma la siga detrás dejando rastro, luego en

63
las muñecas y después un poco en el cuello a ambos
lados.

Por último, se mira al espejo, busca defectos en su


vestimenta, sin embargo, no les presta mucha atención y
pasa la mano por su vestido para quitarle arrugas.

¡Lista! – dijo con una sonrisa en el rostro, aprecia el


sentimiento de lo bello.

Le parecía que iba adecuada para la ocasión. Le escribe


un mensaje de texto a Luisa diciendo que ya iba a salir,
que estaba preparada para aceptar lo que fuera y que
estaba nerviosa por afrontarlo.

Coge un bolso pequeño de mano que parece casi una


billetera, de carácter coqueto.

Apago la música, echó su teléfono en el bolso y salió del


departamento.

La cita era en un restaurante no muy alejado de donde


vivía. Aun así, toma la decisión de llamar a un taxi para
llegar al lugar. Como un gesto de que ella no era una
chica fácil e independiente.

64
Entra al restaurante ‘’ Mezzanote’’ con elegancia. Se
registra en la lista de reservaciones, enseguida el señor
que la atiende confirma que está en la lista y la lleva a su
mesa.

Se van acercando a la mesa, el chico ya estaba ahí


sentado esperándola con un vino blanco sobre la mesa,
estaba bien vestido y parecía amable.

Se saludaron con tonalidad amistosa y jovial. Esta se


sienta en la silla con la ayuda del mesero. Al principio la
conversación entre ellos era cortante hasta que ambos
comenzaron ha agarrar confianza, se desenvolvieron. Y
las palabras cada vez eran más fluidas, seguidas,
acompañadas de lo que realmente sentían, pues así
demostraban como eran.

Resultó que se dieron cuenta de que tenían muchas cosas


en común, hicieron una química de la cual salieron
chispas. Se cayeron super bien, ya hasta se trataban
como si se conocieran de antes. Dejaban saber que los
intereses por seguir conociéndose eran mutuo. Por eso
después de la agradable charla y la rica cena, pensaron

65
en ir a un lugar no tan serio sino más desenfadado, un
bar. Bebieron, se divirtieron y entre risa y risa salió
algún que otro piropo.

Dieron las doce y media de la madrugada, ya estaba


bien, se intercambiaron los teléfonos para seguir en
contacto y Amy sale del local para tomar un taxi de
nuevo hasta su casa. El chico la acompaña a la salida y
vigila para asegurarse de que va a llegar bien. Luego él
se marchó.

Kurt, es su nombre, mas o menos tenía la misma edad


de Amy por lo que eran contemporáneos, de clase media
igual que ella, que eligió ese restaurante como un lugar
bonito y adecuado para llevar a una chica, causando
buena vibra a la primera porque como dicen: ‘’ la
primera impresión es la que cuenta’’, era obvio que el no
podía permitirse visitar restaurantes así frecuentemente
porque si no quedaría en la ruina. Trabaja en el área de
mecánica en una empresa que hace barcos de
exportación, el realiza las piezas para después colocarlas
y usarlas en la montura de los barcos. Esa noche se puso

66
elegante, se apreciaba que era limpio con cierta tonalidad
descuidada. No es un Brad Pitt, pero tiene se encanto.

Amy llega a su hogar, recordando lo bien que la paso


con Kurt, se desviste para ponerse el pijama y se acuesta
en la cama a dormir.

Al despertarse lo primero que hace es agarrar su celular


ella esperaba un mensaje de Kurt en su teléfono y
comenzó a desilusionarse porque no llegó ningún
mensaje y si él no le escribía a ella primero, Amy no iba
a ser quien le escribiera primero porque quería darse su
importancia. Cosa que hacen la mayoría de las chicas.

Se levanta de a cama a desayunar y en el momento de


abrir la nevera se da cuenta de que en su casa no hay
electricidad. Lo más probable es que haya ocurrido una
falla técnica que no era frecuente.

Amy entra en cierto grado de estrés, pues tenia tareas


atrasadas de la universidad, varios trabajos que entregar
y correos que responder sobre los pagos que debía
realizar de los que estaba ella desentendida.

67
En vez de enojarse se centró mejor en pensar en una
solución rápida, chasqueó lo dedos en señal de que el
bombillo se le había encendido y que tenía una idea
mientras se comía un sándwich de jamón y queso frio.

Se cambio, se alisto para salir a la calle, recogió sus


cosas incluyendo su laptop y se marchó a una cafetería
en la que trabajaba una amiga suya de la universidad,
contaba con internet.

Caminó hasta el local, entró, por suerte su amiga estaba


allí haciendo su labor de turno. Se saludaron y esta le
facilitó la contraseña del internet del negocio. Ya
conectada, realiza sus deberes como tenía previsto.

Duró horas pegada a esa maquina sin parar de escribir


atacada, ansiosa por terminar. Todavía le quedaba mucho
por hacer, sabia que no lo terminaría enseguida pues era
un oficio de varios días, pero hacia lo posible por
adelantar.

Mientras estaba concentrada al local entra un chico, se le


coloca detrás de ella, ignora este hecho y sigue
trabajando en lo suyo.

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—¡Te encontré! —exclamó Alfred asustado a Amy.

Esta reacciona, tumbó un vaso de jugo de naranja que


estaba al lado suyo encima de su computador, cosa que
al instante se estropeo.

—¡NO! —dijo Amy con enojo, con rabia, con


desesperación.

Estaba enojada con Alfred, por lo que provocó. Su fin


llegó pensó ella.

El muchacho le pide una disculpa, hasta le ofreció


comprarle una nueva para reparar el mal rato. Amy,
enfadada no duda en aceptar la propuesta, pues fue su
culpa.

Andan, llegan al auto del joven que esta vez era diferente
al que conocía, pero ella no lo nota. El es caballeroso por
lo que le abrió la puerta del lado donde se sentaría Amy
y esta se sienta. No habla mucho por el disgusto de haber
perdido todo un tiempo.

—Espero que no me lleves a un lugar raro ni tengas


malos pensamientos en tu mente que te lleven a accionar

69
de una manera no adecuada, se dónde quedan todos los
locales de la zona, si quieres te puedo indicar por donde
es. Ya que no eres de por aquí es posible que quizás no
los conozcas, por lo menos no todos, pues esto no es
muy grande. –le enuncia dirigiéndose a Alfred para que
no sufriera la experiencia pasada entretanto el carro
transita la calle.

Este se ríe. Le comenta que no tiene porque hacerle un


mal, que no era aquel viejo verde que intentó gozar de
ella para saciar sus antojos.

Amy voltea su cara, mirando fijamente a Alfred. Atónita


por lo que acababa de escuchar, pues por dentro la
curiosidad de saber por qué sabio ese detalle la ahogaba,
pero el hecho de que él conociera la ocasión sin ella
citarle una palabra sobre eso la mataba. En un instante
cae en cuenta que la única respuesta lógica a todo eso, es
que el señorito hubiera visto todo y no tuvo el valor de
ayudarla por mucho que gritó.

70
Ante la razón de que estaba convencida de que el
muchacho no conocía a Luisa que fue la única persona
enterada a pequeñas pinceladas.

Sale de su boca un porqué manifestado.

Alfred intuía por donde iba la cosa, era predecible, aun


así, decidió preguntarle.

—¿Qué? —dijo con una mano en la boca, otra en el


volante, haciendo miradas breves al rostro de la chica.

Esta explota como una bomba todos sus sentimientos; de


ira, resentimiento, frustración, y sorpresa frente a tal
disgusto, por sus labios, le reclama la ausencia de
haberla auxiliado cuando estaba en peligro.

El muchacho intenta calmarla sin quitarle la mirada al


frente y no provocar otro accidente, tomándola de la
mano, sin embargo, ella rechaza este acto con furia como
era de esperarse.

—Está bien mira, te voy a contar la verdad, creo que es


momento. Fui yo quien llamó a la policía aquella noche
justo antes de que sucediera lo peor. No quería

71
exponerme ante el hombre para que no se escapara, la
astucia me dominó, rápidamente le tiré una foto a la
matrícula de su vehículo y la envié a comisaría. –Explica
él en calma.

En la cabeza de Amy recuerda que la mujer que la


atendió en comisaria mencionó que una fuente de la cual
no se podía revelar quien era, facilitó el número de placa
del coche del señor. Lo que hizo creer su relato.

Es decir, si ayudó, si estuvo ahí. Al notarlo la joven le


pide perdón por sus berrinches y reclamos. Realmente
estaba agradecida por haber evitado que sucedieran
acciones mayores.

Su enojo no era tan fuerte, pero seguía presente por su


ordenador dañado.

Se detienen y se desmontan del carro. Están rondando la


tienda para comprar la PC, escogen una que acababa de
salir a la venta. Era bastante cara, Amy no se podía
permitir algo como ese maquinón. Alfred tenía el dinero
suficiente para pagar eso y más, no le pesaba, pues sabía
que era para sacarla de aprietos y disminuir su enfado.

72
La compran y salen del negocio. La invitó a tomar un
helado y seguir charlando con ella. Era momento de que
le contara los detalles que quería saber, así agarrarían
confianza.

Amy en forma de agradecimiento, opta por seguir


hablando con él, ya que le había comprado la
computadora, por lo que accede a ir.

Subieron al auto, en el camino ven un tumulto de gente


en una plaza, por uno de los pasillos amplios que a
ambos lados están arropados de puestos y pequeños
negocios diferentes. Anocheciendo estaba cuando
cayeron en cuenta que habían puesto una feria en la que
vendían comida para recolectar fondos y donar lo
recaudado a los niños pobres en África. Todo era por una
buena causa. Se les ocurrió bajarse a ver los detalles, las
decoraciones, la comida que ofrecían y las diferentes
actividades recreativas puestas. Paseando contemplan su
alrededor con entusiasmo, miran hacia arriba y observan
que hay banderas pequeñas de distintos colores de forma
triangular que cuelgan colocados de extremo a extremo.
Hacen parada en uno de los puestos que vendían helados

73
comunes; chocolate, fresa y vainilla. Escogen los dos
helados de vainilla, buscan un lugar tranquilo y cómodo
donde poder charlar a gusto.

Sentados en un banco de madera inicia la conversación


entre ellos. Alfred desembucha. Comienza diciendo que
deseaba tanto volver a ver a Amy que la encontró de
sorpresa, le contó su plan de ayudarla con la policía de
manera amplia y los detalles sobre el día del
supermercado que fue pura coincidencia. Aun existía un
cabo suelto que la chica no lograba colocarlo en su lugar.
¿Cómo es que siendo un simple mesero en una cafetería
pequeña puede pagar aparatos caros, tener carros lujosos,
vestir bien y por encima de eso ser amable actuando
como si el dinero siempre le sobrara?

—Pero… ¿Por qué compras cosas tan caras? Vas a


quedar en quiebra. — le contesta a Alfred sobre pasando
lo que él había dicho anteriormente durante la charla
mientras saborea su helado.

Alfred se ríe a carcajadas, ese tema no le gusta tratarlo


con los demás ya que varias personas que han pasado por

74
su vida se han aprovechado de él. Esta ocasión era
diferente, pues este sentía la necesidad de que se lo
debía. Le expresa que su padre tiene diferentes
sucursales repartidas en el mundo, a veces Alfred ayuda
a su papa a dirigir las empresas que están a su alcance,
las que están en el país. Quería ir más allá, no depender
siempre de su padre así que está abriendo varias
cafeterías en puntos estratégicos de manera pausada, ya
tenía 4 montadas y que funcionaban a la perfección. No
abundo mucho sobre el asunto, dejo todo como era y lo
justo.

El día que se conocieron este suplantaba a un empleado


que estaba retirado. Es un muchacho involucrado en los
negocios desde pequeño, tiene dominio de lo que hace.
De ahí su riqueza.

Amy queda impresionada sobre las cosas que ese chico


escondía, era como una caja de sorpresas. Poniéndose a
reflexionar, ese chico estuvo en las cuestiones difíciles
de ella.

75
—Has sido un ángel de la guarda para mí, estabas
presente ante la violación, en el supermercado y ahora
con el ordenador. No sé a quién agradecerle, si a Dios, a
Luisa o al conductor del autobús por haberme
encaminado hasta ti. Agradecerte es lo único que se me
ocurre ahora mismo y me encantaría que siguiéramos en
contacto de verdad, has hecho tantas cosas buenas por mi
sin conocerme de nada y eso es algo que yo valoro con el
alma. — sale por la boca las sinceras palabras de Amy.

Alfred con emoción al ver el interés de esta por seguir en


contacto se le cruza por su mente intercambiarse los
teléfonos. Así podrían hablar más seguido y saber cuales
son los paisajes que cada uno guarda en su corazón.

Se hizo oscuro y toman la decisión de marcharse, Alfred


lleva a su casa a la chica, le hace entrega de su
computador y se despiden con unas buenas noches.

Amy llega a su alojamiento, enciende su celular para


escribirle un mensaje a Alfred cuando de repente aparece
de la nada un mensaje de Kurt, no era un texto llamativo,
era simple, de esos que se le escriben a la gran mayoría.

76
Un hola de él fue suficiente para llamar su atención, pues
ella esperaba una muestra de interés desde temprano.
Posteriormente ella le contesta con el mismo mensaje y
paso a ser de una conversación vacía a una instantánea
con la misma conexión que cuando se vieron.

Ella no quiere demorarse mucho hablando porque tiene


cosas pendientes por lo que le dice adiós a Kurt y hola a
las tareas atrasadas. Se pone a trabajar y por suerte ya
había entregado varias asignaciones por correo antes del
accidente acuoso.

Logró acabar con los pendientes a pesar de las malas


noches, pero ya estaba libre y esa sensación de paz no se
la quitaba nadie.

Como otro día cualquiera va a la universidad y a su casa.


Se acabaron las salidas frecuentes, no porque ella no
quisiera sino porque desplazaba lo que era su prioridad
que tanto sus padres le recalcaban.

Pasaron semanas así, las conversaciones con Kurt y


Alfred eran constantes, estaba descubriendo los colores

77
que conforman el arcoíris de las entrañas de ambos para
saber cuales combinan con los de ella.

Desde un principio Amy identificaba el panorama de


Alfred como el indicado. Pero luego llegaba Kurt y lo
rompía cambiando la perspectiva.

Empezó a salir con los dos por separado como buenos


amigos solo para seguir conociéndose, la chica trataba de
no involucrar besos, ni caricias, ni nada para no
confundirse. Únicamente dejaba pasar las palabras y
sentir las emociones.

Luisa estaba al tanto de la situación de Amy con Kurt no


por que su amiga sino porque mantenía contacto con
Kurt para saber ya que eran amigos desde pequeños y lo
conocía muy bien.

La querida Luisa pensó que la parejita no avanzaba por


lo que le escribe un mensaje a Kurt dándole un
ultimátum:

Kurt, mi amiga me ha contado que no hay chispa entre


los dos, que no la atiendes como es debido, que no le

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prestas atención. No se siente querida contigo, estas muy
lento, pero aquí estoy yo para enmendarlo. Lo único que
tienes que hacer es decirle que la amas, que quieres que
sean novios de una vez y vivir juntos. A eso se le llama
interés, caerá redonda ante ti y si no lo hace es porque
tiene otras opciones en mente. Tú siempre consigues la
que quieres, que esta no te sea la excepción. Quiero
hacer feliz a mi amiga, lo dejo en tus manos.

Kurt ante este texto tan inspirador se motiva y queda con


Amy para hablar de asuntos muy serios. Su encuentro
fue frente a una laguna de patos dentro del parque.
Parados y apoyados en la barandilla blanca de hierro
inician sus planes de futuro. Kurt se va por la línea de
Luisa, pero a la chica le parece algo pronto y alocado
hacerse pareja cuando todavía no encontraba los tonos
que pegaban con su paletilla de colores. El chico ve su
reacción y automáticamente piensa en lo que su amiga
Luisa le dijo de que quizás estuviera revisando otras
opciones en las que él no aparecía.

—¿Acaso no sientes lo mismo que yo? — cuestiona


Kurt.

79
—Si, pero hay que pensar las cosas bien, los pasos
precipitados a veces no son buenos. —contesta ella con
actitud madura.

—No hay tantas cosas que pensar cuando los


sentimientos están aquí, déjate llevar. No te
decepcionaré, lo juro. — expresa él su forma de ver las
cosas, con la mano en el pecho apuntando al corazón,
mientras con la otra mano tomaba la muñeca de Amy.

La chica con lágrimas en los ojos estaba harta de siempre


analizarlo todo para no fallar, eso fue lo que la convenció
a decirle que sí.

Se acercan los dos cuerpos, juntan sus labios y causan un


beso de amor.

De esta suerte es como Amy cae en las garras


despiadadas de Kurt que aún no sobresalían.

Con el pasó el tiempo y su relación cada vez era más


seria. Amy decide terminar todo tipo de apego hacia
Alfred para ser fiel a su pareja hasta con el pensamiento.

80
Lo bloquea de WhatsApp y no vuelve a quedar con él.
Porque para mantener la esencia de su amor por Kurt
debía hacer las cosas de manera correcta. Cuando Alfred
estaba empezando a mostrar las mariposas que tenia en
su interior, a estas le cortan las alas al Amy desaparecer
de su vida de esa forma repentina.

Los meses iban viento en popa que hasta ya estaban


pensando en irse a vivir juntos en un departamento
distinto al que los dos tenían. Dejarían la comodidad de
sus hogares por una convivencia juntos en un
departamento que ya no era único sino de los dos.

Tras semanas de búsqueda por los pueblos e incluso


ciudades, encontraron una casa pequeña pero no era un
departamento era una casa de verdad con dos platas. Los
dormitorios estaban en la parte de arriba, contaba con
dos habitaciones, el cuarto de ellos y otro cuarto pequeño
por si tomaban la decisión de crear una familia. Ambas
habitaciones tenían en su interior sus respectivos cuartos
de baño. Bajando las escaleras de madera clara, pasando
por el pasillo, estaba el salón, el comedor y el
desayunador. Al lado de este se encontraba la cocina, era

81
moderna de esas como las que tenían las personas
poderosas. En el exterior de la casa habitaba

Se miraron a los ojos, era un símbolo de que se


quedarían con la casa, pues era perfecta. Un hogar para
ellos solos como sus padres cuando comenzaron a tener
planes de futuro y los formaron como un rompecabezas
gigante.

Amy va a su apartamento y hace la mudanza, Kurt hizo


lo mismo.

Mediante un intercambio de palabras que mostraban


acciones futuras, determinaron que Amy dejaría la
universidad para dedicarse a la casa, Kurt trabajaría para
pagar la casa y los demás gastos. A este no se le podía
contradecir en sus ideas ya que empezaba a demostrar
episodios agresivos leves.

Se mudaron a su humilde morada de forma apresurada.


Cada uno cumplió con lo acordado. Amy no asistía a la
universidad se quedaba e la casa limpiando, cocinando y
planchando hasta que su enamorado llegara en la noche
para hacerle la cena y pasar un tiempo juntos. Ella ya se

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había acostumbrado a su nuevo estilo de vida. Esto se
convirtió en una rutina. Su vida era un bucle como al
principio de la que ella tanto se quejaba. Lo toma como
una aceptación por los sentimientos que sentía hacia él.
Por su amor por él. Por no rendirse a mitad de camino y
tratar de luchar por mantener viva la llama de los
recuerdos que habitaban en su mente de los momentos
hermosos que pasaron. Aquellos momentos de alegría
donde la hacía olvidar esa monotonía que a duras veras
volvía cada mañana.

Estaba dispuesta a permanecer en esa relación a pesar de


que sus padres no estaban de acuerdo, veían a Kurt como
una mala influencia para ella. Lo intuían, sentían esa
sensación de peligro que devoraba su niña y por mas que
intentaban abrirle los ojos, su hija colocaba una venda.
Simplemente la realidad era que el tipo de chico que era
no encajaba con la personalidad de la joven. Tenía algo
oculto, de aspecto extraño, muy profundo, que se
asomaba, pero no se lograba identificar.

“¿Qué clase de persona le exige a tu pareja que abandone


todo para dedicarse a una casa solitaria casi todo el día?”

83
Eran pensamientos que los perseguían de manera
continua. Le carcomía la cabeza con tan solo la idea de
que su hija echara su vida a perder por un muchacho
conformista.

Al ver la insistencia de sus padres ante no aceptar a Kurt


como su pareja, Amy empieza a dudar de su relación.

Había notado un comportamiento bastante peculiar en él.

Pues llegaba a la casa, la saludaba, se sentaba a cenar


con ella y después de todo eso se encerraba en el baño
durante horas.

Kurt enuncia que dura tanto en la bañera para darse un


baño relajante, liberar estrés y dormir mejor.

A partir de cierto punto de confianza este daba a


demostrar sus defectos que son siempre expuestos y
liberados en la convivencia.

Olía a cigarrillos o a veces apestaba a alcohol, pero en


otras ocasiones su olor era extraño. Su olfato no lograba
descifrar que era porque cuando lo intentaba pasaba por
breves estados de mareo.

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Se vio obligada a investigar lo que ocurría con su novio,
actuaba como un desconocido para ella.

Hacerse pasar por una detective era lo que tenia


planeado. Dejaría sus que haceres del hogar aburridos,
Kurt no se enteraría de que si la casa estaba limpia o no,
porque había cosas más importantes para él. La casa
siempre estaba organizada por lo que no existía
problema.

El primer día de acoso hacia su pareja, en la mañana


esperó a que saliera por la puerta para salir a trabajar,
ella ya estaba en la cocina lavando los trastes del
desayuno que le hacia todos los días como de costumbre
por lo que estaba cambiada para salir siempre. Corre la
cortina para mirar por la ventana y confirmar que Kurt
está en el coche a punto de arrancar, la tenía la mañana
de esperar unos minutos en el auto para calentarlo
mientras pasaba ese tiempo, Amy lo aprovechaba para
llamar a la central de taxis, así llegaría rápido y no se
perdería detalles.

85
En cuanto oye el carro en marcha dando pista de que
estaba circulando en la calle, esta recoge todas sus cosas;
las llaves, el abrigo, gafas de sol para estar en cubierto,
el dinero que todos los días Kurt le dejaba sobre la mesa
del comedor y su teléfono. Justo cuando repasa a ver si
no le falta nada, llega el vehículo que pidió. Sale
deprisa.

Al subirse al coche no le dio tiempo a saludar, ella


simplemente dijo al chofer que la llevara a la compañía
Metal Ship.

—Marchando. — contesta el señor conductor.

Van rápido y se topan con el carro de Kurt, estaba


aparcado en frente de su trabajo, era algo normal.

Ella quería saber si lo de que estaba en el trabajo era


cierto, se bajo del auto, le pagó al taxista y se quedó ahí.

Exactamente en frente había un café, del cual podría ver


perfecto si su novio salía o entraba y con quien. Entra y
pide algo para no levantar sospechas, brecha por el
ventanal con disimulo, pero no nota lo inadecuado. A las

86
tres horas lo ve salir, era la hora de su receso, se dirigía
justo al mismo local en el que Amy estaba sentada. Al
ver esto la chica se mueve rápidamente tapándose la cara
con un periódico sutilmente a una mesa del fondo,
dejando libre la suya. Kurt se sienta en el espacio que
ella había abandonado. Le hace gestos al mesero para
que le tome la orden. Le traen lo que pidió para comer,
algo ligero ya que era una cafetería, después de
comérselo reposa.

—Ojalá que no se le ocurra llamarme. — se dice Amy


para sí, toda asustada.

No sucedió el caso. Si es verdad que tenía el teléfono en


su mano, pero no llamaba a nadie, sino que más bien
chateaba con alguien.

Se levantó de la mesa sin pagar y volvió a sus labores de


empleado.

Tal perece que va muy seguido a ese lugar y tiene una


cuenta abierta que se fue como si fuera el dueño de ese
negocio.

87
Luego de pasar la mañana y la tarde en espionaje, piensa
en irse a casa. De repente sale Kurt dando voces en el
celular, enfadado con un toque de necesidad y
desesperación. Cosa que llamo la atención de Amy
enseguida. Estaba oscureciendo por lo que era mas
sencillo ocultarse. La joven toma la decisión de
perseguirlo de forma inmediata. Desde que él se subió al
carro ella pidió un taxi apresuradamente. De casualidad
pasaba uno libre y se detuvo de inmediato.

—Siga a ese Mercedes blanco, no lo pierda de vista. —


daba indicaciones Amy.

Kurt llega a su destino.

—Párese por aquí. —expresa ella. Lejos del auto de su


novio.

El chico entra por un callejón oscuro, no estaba solitario,


estaban esperándolo al parecer.

Amy espera al final del callejón, silenciosa se pega de la


pared encementada de esa manera escucharía todo. No se
atrevía a echar un vistazo por miedo a que la

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reconocieran o pensaran que era una policía o se dieran
cuenta de la verdad; que alguien los espiaba.

Esta solo escucha palabras cortas.

—Toma. — alcanza a escuchar la voz de Kurt.

—Es un placer hacer negocios contigo, eres un cliente


fiel por eso te esperé. — dice la voz desconocida.

La chica no entiende ni papa de lo que escuchaba, oye


pasos y se queda en una posición recta, conteniendo el
aliento inmóvil, sin despegarse de la pared.

Kurt pasa por su lado sin darse cuenta de que su novia


estaba presente.

Cuando su pareja se aleja, ella vuelve al taxi se dirige a


la casa por si acaso Kurt llegaba y no la encontraba allí.

Entra la puesta de su casa, actuando nerviosa empieza a


buscar ollas, sartenes y otros utensilios de cocina para
iniciar la cena como siempre.

Hace algo rápido, una sopa de fideos calentita.

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A la hora suena el cerrojo de la puerta cuando se esta
moviendo desde fuera, señalizando que alguien esta
entrando.

Su novio desconocido era. Esta vez estaba normal, no


olía extraño y consciente.

Se sentaron en la mesa para cenar y hablaron de lo que


hicieron en el día.

—Estuvo todo tranquilo cariño. ¿Y ti cómo te fue en el


trabajo? — cuestiona Amy con interés, con la segunda
intención de cambiar el tema.

—Pues lo normal amor, veo que la casa está muy limpia


hoy. Te esfuerzas demasiado cielo. — alaga Kurt a su
novia sin dar detalles de lo ocurrido en su día.

Seguidamente se para de la mesa porque terminó su sopa


y procedía a darse una ducha.

Se enceró en el baño durante dos horas. La novia se


preocupa y va a ver si esta todo en orden.

Le toca la puerta, este no responde.

90
Ella toca y toca, sin respuesta alguna.

Agachada en el suelo, usando la puerta del baño como su


apoyo se pone a pensar que hacer y lo que era peor, ¿Qué
acontecía ahí dentro?

Amy se queda dormida en esa posición. De forma


repentina se cae de culo porque Kurt al fin abrió la
puerta.

Salió como un zombi, se dirigió a la habitación para


acostarse en la cama sin decir media palabra.

Esta lo observa por unos segundos, ve que esta sobre la


cama y entra al baño para ver si encuentra rastros de lo
que este realizaba durante su tiempo encerrado.

Rebusca y rebusca. Mira el lavamanos, el vaso para


poner los cepillos de dientas acompañados de la pasta
dental, revisa los cajones que están debajo del
lavamanos, examina su toalla, observa el estante colgado
en la pared moviendo las cosas, descartando opciones,
repasa la bañera, estaba todo normal hasta que de reojo
alcanza a reconocer un pequeño tubo delgado con una

91
aguja alargada. Se encontraba al lado del váter alejado de
lo visible. Con cara de asombro, curiosidad y extrañez
sujeta el objeto, era una jeringuilla usada, se notaba que
Kurt le había dado uso porque dentro contaba con una
sustancia al descuido. Olvidó una pieza importante que
examinar, el cubo de basura que se situaba al costado de
la escobilla.

Dentro, este solo contaba con un elástico blanco casi


negro ya que su apariencia era sucia. Y en la alfombra de
color aguamarina suave, se encontraba un pedazo de
papel aluminio. Parece que de ahí sacó la sustancia
desconocida para ella.

Su intención no era quedarse callada, deseaba con ansias


escuchar explicaciones de la persona con la que
convivía. En su cabeza comenzaban a manifestarse los
comentarios de sus padres y de algunos amigos,
negativos hacia su enamorado.

Camina hasta llegar al dormitorio con todas las pruebas


en mano para que Kurt no tenga más remedio que
declarar la verdad. Hace una parada en el marco de la

92
puerta de la habitación y enciende la luz dándole al
interruptor, no le importaba si la luz del bombillo lo
molestaba porque estaba durmiendo, en su interior
experimentaba rabia y coraje.

Su propósito de espabilar al chico se dio. Lo primero que


hace Kurt es reírse. En 1,2,3 inician las querellas de
Amy agregando sentimientos de; culpa, desesperación,
disgusto y sobre todo decepción.

—¿Qué es esto, me lo puedes explicar? — expresa Amy.

Kurt se despertó muy contento, risueño sin quitar la


sonrisa de la cara, pero estaba consciente de lo que le
interrogaban.

—Es mi felicidad. La que tú no me das. — dice


quejándose el caballero, añadiendo risas burlonas.

En segundos el rompecabezas se armó solo en la mente


de la chica. El joven estaba usando alucinógenos era
imposible discutir con él en ese estado. Que desilusión
para Amy su vida daba marcha atrás sin saber donde iba
a parar o si volvería a nacer. Sentada en el borde de la

93
cama, tira todas las cosas al suelo que sostenía y se
coloca las manos en su rostro por el que deslizaban
lágrimas originarias de sus ojos, como si fueran nubes
oscuras.

El sueño era ausente en ella, pues este se marchó en


cuanto entendió la situación; el callejón, las demoras en
el cuarto de baño, la risa…Repetía las cosas una y otra
vez llamándose tonta.

Baja las escaleras con desánimo, se adentra en la cocina


y prepara un café mirando al frente, sin prestar atención
a lo que estaba haciendo. Toma asiento en una de las
sillas de la mesa de la cocina, no mira para ningún lago,
fija su mirada en la pared blanca.

Oye sonar la cafetera la deja sonar y sonar. Merodea la


voz de Kurt en su mente diciéndole que no era feliz, algo
que compartían además de la casa. Surgió el interés de
saber por qué se sentía de esa manera, volvió a su
realidad y apagó la estufa.

Tomando café amaneció ella en la cocina, ya era sábado


y Kurt no trabajaba pues los fines de semana libraba.

94
Este se levanta, baja las escaleras y la ve toda
atolondrada. Entra en la cocina a prepararse un café bien
cargado, no le dirige la palabra ni siquiera unos buenos
días le dice a su enamorada porque la vergüenza de que
hallara su secreto, le quitó lo valiente.

Ella tampoco tenia muchas ganas de dirigirle la palabra,


ahora solo le interesaba sabes quién era la persona con la
que vivía.

Mientras el señorito prepara su café, Amy pregunta:

—¿Por qué no eres feliz? Dime la razón por la que


consumes…

Él la observa y sin rodeos le expresa su realidad.

—Nuestra vida es aburrida, hacemos lo mismo todo el


tiempo, no hemos intimado desde que nos conocemos,
siempre tienes algo. Sigo contigo porque tengo
esperanza de que esto se arregle. — gritando, dando un
golpe a la mesa.

Amy llora.

95
—Me pintaste un mundo lleno de hermosas flores
regadas en un grande prado, que brillaban no por el sol,
sino por las ilusiones y sueños que agregaste con
promesas que salieron de tu boca y no con acciones
mientras giraban sin parar las manecillas del reloj. Y yo
de imbécil te creí. Confié en ti. Fuimos muy rápido te lo
dije. —enuncia Amy dando voces también.

—Hice el intento y la única salida que encontré al final


de este túnel solitario es la H. —explica él.

—Se me acaba de ocurrir una idea brillante. —dice Kurt


en voz alta con actitud de genio.

Los ideales de Kurt eran alocados por eso Amy se


enamoro de él, por vivir el momento y ser espontaneo.

Le habla de que los dos consumieran juntos y sentir esas


sensaciones nuevas. Las reacciones de su cuerpo, la
adrenalina, los latidos fuertes del corazón, los colores,
las cosas deformes y todo eso que se ve cuando ingieres.

Para Amy eso era demasiado descabellado, no se


atrevería a hacerlo, se niega rotundamente.

96
Kurt le dice que lo piense bien, es una forma distinta de
no estar solos cada uno contemplando su entorno. Esta
vez contemplarían lo mismo. Persuadir es un don que
sale por los poros del chico, era experto en eso.

—Quiero que sientas lo que yo cuando estoy en


“momento happy”. — le expresa el joven a su
compañera.

Amy termina aceptando, estaba claro que su compañero


Kurt podía manejarla como una marioneta.

Como era fin de semana ninguno tenía plan de salir de


casa. Por lo que deciden actuar de una vez. Con los
pijamas puestos, estaban sin bañar ni comer.

Kurt busca sus útiles, prepara en su totalidad la cuestión


como un experto en materia. Lleva las cosas al baño y su
acompañante Amy sube con él. Encontraban el servicio
como el lugar ideal. Entraron y juntaron la puerta.
Sentados en la alfombra, mirándose como la primera vez
que se hicieron amigos, reviviendo las risas nerviosas e
intensas que ya no se presenciaban en los últimos
acontecimientos. Entre tanto Kurt le coloca un elástico a

97
Amy en su brazo izquierdo haciendo el papel de una
enfermera cuando le ponen la vacuna a un niño pequeño
dada su experiencia.

La chica se echa hacia atrás, con nauseas, una sensación


horrible, la misma que sentía al estar borracha. No le
gusto para nada ese efecto. Quedó a disgusto quería
marcharse, pero Kurt la agarró de la mano deteniéndola,
animándola a quedarse con él.

El muchacho se practica su propia vacuna y libera un


suspiro de placer, satisfacción se llamaba ese instante.

Amy envidió el hecho de que Kurt si lo disfrutara y ella


no. Por lo que se pincha ella misma y esta vez, un
inmenso placer sale a relucir.

Los dos en el piso, cantan, bailan, se besan, encuentran


la paz como si todos los problemas que los rodeaban
desaparecieron en un santiamén sin haber hecho
esfuerzo, la casa era bella, el amor se hacia notar, las
personas que miraban por la ventanilla del baño se
convirtieron en agradables, los malos pensamientos ya
no eran malos, las tonalidades de sus pieles eran algo

98
asombroso, las caricias intensas y los abrazos se sentían
interminables. Todo junto daba como resultado risas,
carcajadas… Felicidad.

A la mañana siguiente se levantaron normal, como si


nada hubiera ocurrido, sin remordimientos ni resacas.

Pasaron los meses y esa práctica se volvió un diario vivir


de los dos, esa sustancia superaba el beber agua, era
barata y no dejaba secuelas al día siguiente. Y si la
tomabas a la hora de ir al trabajo tu labor dejaba de ser
un deber a un pasatiempo alegre.

No le basto a Amy. ella se quedaba con ganas de más y


más. La necesidad de probar algo fuerte, no sentía
sensación de a brumación con la H. Deseaba que la
felicidad fuera interminable o que por lo menos durara
mucho tiempo. Compartió sus necesidades con Kurt, este
no dejó que Amy ensuciara todavía más su cuerpo, pues
se negó a abundar en ese tema tan peligroso. Hasta pasó
por su mente los remordimientos de que fue mala idea
invitarla a eso.

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En cierto modo le prohibió probar ninguna sustancia sin
su consentimiento.

Sin hacerle caso a su novio pese a que sus ansias de


querer algo mas fuerte aumentaban con un notable
descontrol, la idea de obtener, a escondidas, la forma de
adquirir aquella sustancia que diluía su monotonía a
pesar de ser una vil mentira invadió su mente.

Deseosa y desesperada, crea un plan malévolo para


contactar, de alguna forma, la persona que le facilitaba
los alucinógenos a Kurt.

Su teléfono estaba encima de la mesa de noche al lado de


la cama, él estaba abajo así que debía actuar de manera
apresurada para que este no sospechara de sus impulsos.
Lo tomó, por suerte no contaba con contraseña, entra en
el registro de las llamadas del celular, ella esperaba
encontrar un nombre o un numero extraño, pero no.
Había números registrados pero conocidos, entra a
WhatsApp, revisa las conversaciones hasta que halló la
interesada. Era un dialogo breve con texto clave como;
si, no, está listo, ya… Memorizó las terminaciones del

100
número telefónico del camello para llamarlo desde el
celular de Kurt, esa era la manera en la que este
atendería la llamada, lo procesaría como reconocido.
Realiza la llamada, suena y suena hasta que se oye la
voz, arreglada por un programa, de un señor, era notable
cualquiera se daría cuenta.

Ella solo se limitó a decir:

—Nos juntamos esta tarde a las 5:00 pm donde siempre.

—Ok. —dijo la voz.

Perfecto, fue más sencillo de lo que pensaba Amy


conseguir las cosas por su cuenta, ya faltaba borrar la
llamada hecha en el registro para que el dueño del móvil
no la viera.

La excusa que pondría la chica para escaparse de la casa


era que iba a salir a comprar unos instrumentos de
limpieza que ya hacían falta en el hogar.

Kurt no le interesaría y pasaría por desapercibida.

101
De forma natural le dice la mentira a Kurt y no falla.
Enfrente de la puerta por la que salía a unos pocos
metros estaba el vehículo que la iba a transportar hasta el
callejón. El sol estaba afuera, vería quien es la persona
incógnita.

Baja del taxi, habían llegado, sin miedo Amy camina,


aprecia que el hombre asistió no se andaba con tonterías.

El desconocido en ese momento no contaba con la H


sino con MDMA. Parecida a una pastilla corriente para
aliviar dolores, pero en ver de aliviarla la llevaría a otro
espacio hecho por su imaginación. Eso fue como una
bendición caída del cielo, la tapadera para ingerir
tranquilamente sin tener que esconderse de Kurt estaba
en sus manos, le diría que son multivitaminas para
mejorar su aspecto corporal tanto dentro como por fuera,
JA, maravilloso el mundo conspiraba a su favor. Por lo
menos esa era su opinión, pero la verdad es que estaba
cavando su propia tumba.

Pasa el tiempo y esta sigue tomando las vitaminas que


según sus mentiras había comprado en la farmacia, ya no

102
probaba ninguna sustancia ilícita. Lo cierto es que ahora
si veía alucinaciones, amaba las imperfecciones del
mundo, de todo, sufriendo las consecuencias de que a la
mañana siguiente estaba destrozada, rota, deshecha y
volvía al entraba en el círculo vicioso para calmarse.

Kurt comenzaba a sospechar pues ella llego a una


determinada situación en la que cuando la luz inundaba
la habitación, esta se tapaba la cara por la molestia. No
se levantaba de la cama por las náuseas.

Revisa el organizador de pastillas en las que


supuestamente se encontraban las vitaminas, las abre y
se derrama el polvo de color. Con su dedo pulgar
arrastrándolo para que se pegue el polvo en su huella,
llevándoselo a la boca, lo saborea y analiza, luego cae en
cuenta de que no son multivitaminas como ella alegaba.
Cada vez los momentos iban a peor,

Tuvieron una fuerte discusión por las calumnias de Amy,


no le importaba lo mucho que Kurt le gritara porque lo
único que le apetecía era MDMA.

103
—Dame dinero, tengo los bolsillos vacíos. — con voz
reseca, exige Amy.

A Kurt no le sorprendía que estuviera a dos velas, se


notaba que la ambición se adueñó de ella enseguida. La
amaba aún y tenía que cuidarla por lo que se opone a
darle efectivo.

El aspecto de Amy cambió por completo, sus dientes


estaban amarillos, pelo descuidado y sucio, su cara
contenía ojeras y con presencia de cansancio, bajo de
peso porque ya no le interesaba comer, su piel pálida y
sus ganas de vivir escasas. Descuidó sus amistades y la
relación con sus padres. Olvidó por completos sus metas
e incluso el camino que debería tomar para llegar a la
felicidad.

Los sucesos ocurrieron, con tono inesperado.

Se comportaba como una adolescente rebelde. Paso se


ser duela del hogar a convivir con la calle, pues su novio
nunca la encontraba en la casa y no tenia forma de
comunicarse con ella, dejaba su celular precisamente
para que nadie la interrumpiera de sus placeres.

104
Haciéndose amiga de la pandilla conseguía lo que
anhelaba, llegó un momento en que la deuda que debía
Amy en la calle era incontable, hasta que tocó día que
decidieron, ellos, aprovecharse de la joven para así
saldar sus apuros. Estaba feliz en su máxima expresión,
no sentía, no oía, a todo decía que sí.

Se hace de noche y quedan Amy y uno de los integrantes


de la pandilla solos, cabe mencionar que esa gente tenía
todo premeditado. Con astucia y sin remordimientos le
quitan el tesoro que la chica escondía entre sus piernas.
No tuvo la oportunidad de darle de manera voluntaria
dicha fortuna a Kurt. Entregarse en cuerpo y alma ya no
era una opción. Mencionado acto estaba en boca de todos
en el barrio del callejón tan famoso ya. Era cuestión de
tiempo de que Kurt se enterara de que Amy ya no era
virgen. En el barrio a ella la conocían como "la niña"
dada su inexperiencia en el tema, que esa comunidad
dominaban o estaban empapados de él.

Kurt al saber la situación se llena de rabia, pues su


oportunidad nunca llegó por estar pensando más en él
que en ella, como lo estaba haciendo ahora para

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protegerla del mal pero que como quiera la rodeaba. Su
corazón se terminó de quebrar, la noticia le cayó como
un disparo al pecho. Creyó que hacer justicia por su
cuenta era lo más conveniente yendo por el camino de lo
legal ante la ley.

Es lo menos que podía hacer por Amy, acusar a esos


pandilleros con la policía. Esto se volvió una realidad y
hoy en día, los integrantes de esa pandilla llamada
"camellos" están pagando en la cárcel por sus delitos
cometidos. Luego de esto, Kurt se hace reconocido en el
barrio como “El sapo”. Por delatar a esos delincuentes,
seguidores de Los camellos le caen encima, como en
manadas a darle golpes al chico que solo quería defender
a su chica, por poco y lo matan.

A partir de ese suceso, esto se convirtió en una práctica


común para ella, de manera consciente y voluntaria en
las tardes se cambiaba la ropa vagabunda a una
provocativa, en eso comenzaba a oscurecer y salía de la
casa.

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Kurt la vigilaba todo el tiempo, tanto que hasta el mango
de la puerta cambió, quedándose con una sola copia de la
llave, que solo poseía él. Resultó el esfuerzo en vano ya
que ella buscó la manera de salir por la puerta de atrás.
Ya en la calle se colocaba en la tercera esquina cercana
al callejón. Total, no tenía ya nada que perder. Su futuro,
su familia, amigos, el amor, los estudios, la timidez, su
dulzura, sus deseos, sueños, su recorrido por la vida se
rompieron en mil pedazos y ya no existía forma de
pegarlos para volver a ser lo que eran.

La función de estar en la esquina era intentar llamar la


atención de los vehículos que pasarán por allí. En
especial a hombres que necesitaban caricias, ternura y
amor al igual que la chica. Ella ofrecía un trueque que
consistía en irse con ellos a cambio de billetes. Una
manera sencilla de obtener dinero independientemente y
rápida. Así gastaría en sus vicios.

Una de esas noches en ese ángulo de la calle, pasa en su


coche muy casual el señorito Alfred, acababa de salir de
la casa de su abuela que lo había invitado a cenar, pues
tenían tiempo de no verse y de casualidad vivía por esa

107
zona. Este ve a una chica en la esquina, no le toma
mucha atención, pero cuando está le hace señas el vuelve
a mirar, entonces ahí se da cuenta de que es Amy, la
chica de la que él estaba todavía recordando su sonrisa
sin parar, pero con deterioro. Alfred es un ángel, como
Amy mencionaba en días anteriores cuando tenía
conversaciones fluidas con él. Fue enviado por Dios para
rescatar a la princesa del daño. Sin darse a conocer ante
Amy le abre la puerta del coche para que se subiera.

Ella como ya tenía costumbre, saluda a su cliente, en


cuento este voltea la cara hacia ella, se le hace conocido
su rostro, hasta que Alfred le dice:

—¡Amy!
—¡Alfred! — exclama esta extrañada, con cara rara.
Alfred comienza a indagar sobre por qué Amy realizaba
tal atrocidad para ganar dinero.
En lo que Amy reaccionaba la observa y nota que está
algo atolondrada, haciendo movimientos aturdidos,
medio confusa, alelada. Esta solo contesta tonterías que
suelen decir la gente borracha, pero ella no apestaba a
alcohol. Ella le pide dinero, le pide que la ayude como
cuando estaba en apuros. Explicándole que necesitaba
comprar felicidad.
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Alfred entendió enseguida a lo que se refería y le
puntualiza lo siguiente, aunque Amy no lo comprendiera
en el momento:
—No te voy a dar efectivo, me estas pidiendo que te
ayude, si no te doy lo que me estas ordenando es porque
todavía te quiero e incluso creo que te amo. Tu simpatía,
carisma, actitud, es lo que pude apreciar en el poco
tiempo que decidiste tratarme, hicieron que cayera en tus
redes como una presa fácil para ti. Mis intenciones eran:
cuidarte, protegerte, respetarte, mimarte y adorarte,
dártelo todo lo que estuviera a mi alcance, hasta que te
cansaras de mí. Lo que ven mis ojos actualmente no es lo
que yo recordaba, no eres tú y si estás ahí en ese cuerpo,
estas muy en el fondo, pues ni la sombra se revela. —la
mira con tristeza de no haber cumplido sus
pensamientos.
Mediante estas palabras Amy queda inconsciente,
simplemente se desmaya y Alfred se dio cuenta
enseguida. Aumenta le velocidad de su automóvil con
precaución, llevándola al hospital más cercano.
Una vez en el centro médico colocan a Amy en una
camilla y la trasladan a la sala de emergencias, donde
intentan hacer todo lo posible, pero… Ya era demasiado
tarde.
Resulta que minutos antes de que Alfred la acogiera, esta
se había tomado cinco pastillas de la felicidad con el
deseo de acabar con sus obstáculos a los que no se quería
enfrentar. En un breve periodo su corazón se convirtió en
el destino de una bomba, ¡BOM!, explotó. Sufrió de un

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paro cardiaco permanente a casusa de la ingesta,
dejándola en un profundo sueño del que jamás volverá a
despertar.
A la edad de 23 años, a las 1:36 am, en el hospital Royal,
día 25 de octubre, murió la joven.
Todos sufrimos esa pérdida como si la viviéramos en
carne propia. Los padres de Amy sufrieron y sufrieron
bastante.
Esa madrugada se juntaron los padres de la chica, Kurt y
Alfred en el hospital, ahí salieron reproches a la luz
buscando culpable.
Kurt y Alfred coincidían en que esa situación se veía
venir, pero no esperaban que ocurriera de forma tan
repentina
¿Y cómo me siento yo? Pues causante y culpable de
dicha muerte. Siendo sincera y sin rodeos, levantando mi
mano derecha digo:
—Yo soy la causante de la muerte de la chica.
Pues tenía un plan para acabarla. Hasta hice una lista:
EL PLAN:
 Hacerme su amiga incondicional.
 Hacerla ver que quiero lo mejor para ella.
 Le doy en su punto mas débil, la necesidad de
amar y ser amada.
 Conseguirle a mi amigo Kurt, el drogata.
 Destruirle la vida.

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 Hacer que estos se enamoren perdidamente.
 Convencer a Kurt de que formalice las cosas con
ella.
 No verla más.
En realidad, no quería desaparecerla si no que entendiera
que su vida era perfecta así.
Desde que tengo uso de razón he sido huérfana, hija de
la calle, hija del mundo. Vivía en un centro de acogida
donde era permitido la adopción. Cuando cumplí 15
años una familia me adoptó, cosa que me puso muy
contenta, pues soñaba con tener un padre y una madre
que me dieran el cariño del que yo carecí desde siempre,
que me llevaran a comer helado, a salir, me dieran
atención, me compraran juguetes e incluso que me
matricularan en una escuela. Mis ilusiones se
desprendieron de mi cabeza en cuanto llegué a esa casa
como a una rosa cuando le arrancas los pétalos.
Mi papá adoptivo era un borracho que cuando llegaba a
la casa en las noches le pegaba a mi mamá adoptiva sin
motivos, solo lo hacia para liberar el estrés y la ira que
tenía dentro por las deudas sin saldar pendientes.
Mientras me quedaba con mi hermano pequeño
calmándolo, ya que esa pareja disfuncional contaba con
un hijo varón. En ese hogar no se me trataba como a una
hija sino como una sirvienta.
Desde que me levantaba de la cama, iba a la cocina a
ayudar a mi mama con el desayuno del señor antes de
irse a trabajar, luego fregar, barrer toda la casa, fregar el

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suelo, despolvar, limpiar el baño, lavar… en fin, un sin
número de cosas. Esa familia era chapada a la antigua.
Un día las cosas se extremaron y el hombre fue dispuesto
a matar a esa mujer con toda su fuerza nata. Se
desconocía la razón, pero ese episodio de mi vida no lo
borrare nunca de mi mente, me marcó, me acuerdo
perfecto.
Había gritos por ambas partes, ellos y nosotros que
presenciábamos todo. Padre golpeó a madre en la
cabeza, la sangre se derramo en el suelo y mi hermanito
lloraba desesperado, agarré un teléfono y tomé al
pequeño de la mano, salimos corriendo de ese lugar tan
horrendo.
Volví al centro de acogida y el niño ingresó conmigo.
Yo salí a los 17 años del centro, estaba en mi etapa
rebelde, de desacato, agradecida con ellos por haberme
mantenido todos esos años, pero me harté. Y ahí es
cuando conozco a Kurt, compartíamos intereses. Él
prácticamente era un realengo, hijo de la calle también.
Conocía todos y cada uno de los rincones que
merodeábamos. Desde pequeño el ingiere sustancias
toxicas para la salud, es un experto, no iba a la escuela y
la pasaba bebiendo. No es mala persona, sin embargo, si
es una mala influencia no conocía otra cosa que la mala
vida, ¿Qué iba a enseñar el pobre?, supo enderezarse,
aunque siga torcido. Nunca perdimos el contacto, somos
compas. Por eso lo involucre en mi planeación lo
conocía muy bien. Y sabía que acabaría manipulando y
engatusando a Amy de cierto modo.

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Ella y yo nos conocimos dos grados antes de comenzar
la universidad, éramos uña y mugre. De lo que me quejo
es que Amy casi siempre estaba anunciando que su vida
era un asco, que se sentía asfixiada, se la pasaba triste y
deprimida, mientras que yo la animaba, le brindaba mis
abrazos y hombro, su paño de lagrimas y mi vida si era
miserable.
Conseguí un sugar daddy que me pago la universidad
hasta que terminé, trabajaba pagando así mis cuentas y
subía mi autoestima al cien para que nadie me pisara.
Fui a terapia para superar la muerte de mi madre
adoptiva, fue algo traumático, pero no me deje
convencer por ningún psicólogo, actuaba con madurez y
así ni se daban cuenta de lo que en mi interior escondía,
que era maldad.
Quería hacer ver a Amy que lo que yo sentía no se
comparaba con lo suyo. Se me salió de control. La
envidiaba no lo voy a negar, tan bonita, doña casa
perfecta, adorada por sus viejos.
Mis deseos de que le fuera mal en la vida se cumplieron.
Ahora sufro las consecuencias, pido perdón si sirve de
algo.
Lo menos que merezco es que me maten a mí también.
Decidí escribir esta historia a modo de desahogo, he
vuelto al psicólogo, y me aconsejaron que escribiera para
desprender mis pensamientos de lo que causé. Me puse
en contacto con Alfred y Kurt para obtener los detalles
de los que no me percaté. La depresión aumenta, tengo

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tiempo que nadie me busca. Estoy más sola que la una,
supongo que debo enfrentar las consecuencias.
Esto es terrible.
¿Qué quien soy? Seguro ya te disté cuenta, en la historia
me hago llamar Luisa, en realidad ese no es mi
verdadero nombre.

FIN.

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Autor

María Eugenia Vargas Sánchez nació en Santo Domingo,


el 16 de abril del 2001, hija de Yuri Vargas y Juana
Sánchez. Cuenta con una hermana mayor, Anabel Viñas.
Desde pequeña sus intereses por el arte, la pintura y moda
eran notorios.

A los 4 años emigró con su madre y hermana a España,


regresó al país cuando tocaba cursar séptimo grado, en la
Escuela Parroquial Santa Rita. Actualmente vive en San
Cristóbal y estudia en el Instituto Politécnico Loyola,
donde se prepara en la carrera de Electrónica Digital,
terminando su último año.

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