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2018
LA CHAKANA DEL CORAZONAR
Desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
© Patricio Guerrero Arias
ISBN: 978-9978-10-328-9
El texto original de este ensayo fue realizado para la obtención del título de doctor en el Programa
de Doctorado en Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad Andina Simón Bolívar,
sede Ecuador.
Senderos
Sendero primero
YACHAY: un horizonte civilizatorio y de existencia “otro”
requiere más sabiduría que epistemología
Sendero segundo
MUNAY: El lugar del corazón desde las sabidurías insurgentes
Sendero Tercero
USHUAY: lo que la espiritualidad del sendero del yachak nos enseña
Sendero cuarto
RURAY: corazonando una metodosabiduría desde
las cosmoexistencias andinas
Mujer medicina, que ahora camina por las estrellas, por enseñar-
me la belleza del sendero de las y los yachak; por mostrarme que todo
tiene espíritu y corazón, que el amor y la ternura son las fuerzas más
poderosas del bioverso; por enseñarme que la espiritualidad no es un
camino hacia la pasividad ni el encierro en nosotros mismos, sino un
sendero para abrirnos desde el corazón al encuentro con todos los seres
donde palpita la vida, un sendero para la acción transformadora de la
existencia. Gracias infinitas porque la sabiduría y la ternura de su pala-
bra, y la impecabilidad de su vivir, han transformado mi vida.
Por ser mis Saywas, mis pilares de energía para tejer la vida, gra-
cias por su amor, por haber estado siempre a mi lado en los momentos
más difíciles y por haber comprendido mis ausencias durante todo este
proceso; pero sobre todo gracias por haberme siempre recordado, que
la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos no es un títu-
lo ni un doctorado, sino los principios y la dignidad. Gracias porque a
pesar de mis contradicciones, su amor, su alegría y su ternura han sido
las fuerzas que me han impulsado a seguir caminando por el sendero
del corazonar.
Dando gracias desde el corazón
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1 Abya Yala, es el nombre dado por el pueblo Kuna (Panamá) a nuestro continente
y significa “tierra en plena madurez”, “tierra en pleno florecimiento”, “tierra de
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sangre vital”. Abya Yala es esa territorialidad material, simbólica y política, desde
donde se habla, se sueña, se lucha y se teje la vida, desde donde los pueblos runas
están sembrando su espiritualidad y su sabiduría, corazonando sus luchas por una
geopolítica distinta no solo del conocimiento, sino del vivir.
2 Pachakutik viene de Pacha: espacio-tiempo-sentido y Kutik: voltear o transformar.
El término hace referencia en las profecías andinas, a los procesos de transformación
cósmica, del tiempo, del espacio y del sentido del vivir que se da cada 500 años.
Corazonamientos para empezar el viaje: El horizonte por donde hemos transitado
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El poder siempre supo que estas han sido las fuerzas primordiales
desde las cuales la humanidad, desde lo más ancestral del tiempo, ha
tejido la vida, y por eso mismo, ha buscado colonizarlas, para ejercer
el dominio de la totalidad de la existencia. Había que colonizar la afec-
tividad, el Munay, pues para ejercer la dominación de la naturaleza o
de los seres humanos es imposible sentir, no puede haber ternura en el
corazón. Era necesario colonizar la dimensión espiritual y sagrada de la
vida, el Ushuay, puesto que desde una razón sin alma todo el orden cós-
mico de la existencia, la naturaleza, la sociedad y los seres humanos, se
cosifica, se vuelven objetos, mercancías, recursos, bienes para la acumu-
lación de ganancias, rompiendo así el lazo sagrado que nos unía con el
bioverso, provocando una dolorosa orfandad cósmica que es la causa de
los conflictos y sufrimientos que ahora enfrentamos. Había que coloni-
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Vale dejar claro que esta investigación no hace del pueblo Kitu
Kara ni de las y los yachaks sus “objetos” o “sujetos” de “estudio”, pues
eso desde una perspectiva ética y política sería un acto colonial y colo-
nizador, ya que los seres humanos y las sociedades no pueden ser redu-
cidos a meros objetos o sujetos a ser estudiados para poder justificar la
mirada positivista de la objetividad científica. Lo que aquí nos interesa
es corazonar, es decir, hacer un ejercicio de sensibilidad reflexiva y una
reflexión desde la afectividad, que nos permita no solo analizar o estu-
diar a la gente, sino comprender cómo la gente teje las tramas de sentido
que modelan su existencia, su vivir y su luchar, y comprender el lugar
que en esas luchas y vidas tienen los Saywas.
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latidos, unos latidos que están en los corazones y las experiencias vitales
de seres humanos concretos, que son quienes dan sentido a esa realidad.
Por tanto, hay que empezar a escuchar lo que ellas y ellos desde su cora-
zón tienen que decirnos.
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lizar la Chakana del corazonar. Por eso nos hemos preguntado cuál es el
sentido que tiene para sus vidas la vivencia de la espiritualidad, la dimen-
sión sagrada y femenina de la existencia, la cuestión de la afectividad, el
lugar del corazón, el corazonar y la sabiduría y qué es lo que estas nos es-
tán ofreciendo para un proceso de decolonización y de sanación del saber,
del ser y de la vida; que son a su vez el horizonte por el que transitamos en
este trabajo y el que orienta la estructura del mismo.
• ¿Es posible ir más allá de la razón y qué aporta a eso las sabidu-
rías insurgentes?
• ¿Debemos “epistemologizar” las sabidurías o dar sabiduría a
las epistemologías?
• ¿Qué horizontes de sentido nos plantean la epistemología y
la sabiduría?
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colonialidad del saber y del ser, el Munay (la afectividad). Las preguntas
que guían el caminar por este sendero son:
• ¿Qué nos enseña la Rueda Medicinal de los Cuatro Vientos, del sen-
dero de las y los yachak para criar una metodosabiduría de vida?
Corazonamientos para empezar el viaje: El horizonte por donde hemos transitado
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Aprendiendo de la sabiduría
Corazonamos que si queremos comprender los mundos de vida
de Abya Yala, debemos hacerlo desde las vivencias y voces de las actoras
y actores que cotidianamente tejen el vivir y que están más cercanos
a su cosmoexistencia; por eso, lo que se prioriza en esta investigación
son las voces de la propia gente, de taitas, mamas, yachaks, compañeras
y compañeros de camino, sean de la academia o de las luchas por la
vida, pues ellos son el horizonte desde el que tejemos este hilvanado
de corazonamientos.
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6 Nos referimos a occidente, no tanto como un lugar geográfico, sino como un lugar
imaginario constitutivo de un modelo civilizatorio que ha marcado la historia de
la dominación, pues al decir de Glissant: “Occidente no está en occidente. Es un
proyecto no un lugar”. De igual manera, Trouillot, ve que “occidente es, siempre
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que buscan mostrar que poetizar la teoría puede ser una forma de deco-
lonizar el saber hegemónico, de ahí que diversos textos teórico-poéticos
y políticos que han ido emergiendo durante este tiempo en que hemos
estado buscando comprender el sentido del corazonar —puesto que la
vida y las luchas por su transformación, son fuente vital para la creación
estética— han generado posibilidades para estos corazonamientos, que
han nacido durante el trabajo de investigación. Es por eso que conside-
ramos importante que sean parte del cuerpo discursivo de este trabajo.
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que ellas nos ofrecen horizontes para liberarnos de la tiranía del logos y
del espistemocentrismo en el que sigue atrapada la academia. Veremos
que un acto razonable de la razón sería empezar a reconocer sus límites;
analizaremos el proceso de insurgencia de las sabidurías insurgentes;
miraremos por qué se hace necesario empezar a aprender de las sabidu-
rías del corazón y la existencia; conversaremos sobre las implicaciones
que tiene el epistemologizar las sabidurías o el nutrir de sabiduría a las
epistemologías; discutiremos que las sabidurías y la epistemología son
escenarios de luchas de sentido; finalmente, veremos sus diferenciacio-
nes, escuchando la propia palabra de actoras y actores sociales que tejen
esa sabiduría desde sus cotidianos territorios del vivir y del luchar.
*
Supimos tejer los sueños, en los telares de Nazca,
bordamos nuestros misterios, en los tapices Paracas,
y aún hablan las piedras, de Olmecas y en Pascua.
*
Pero un día oscureció, el sol en mitad del día,
y los amos del poder, colonizaron la vida,
nos robaron tierra y oro, no el amor ni la alegría.
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*
Pero ahora estamos viviendo, lo que está en las profecías,
en mitad de las tinieblas, ha empezado a amanecer,
son tiempos de Pachakutik, tiempos para renacer.
[…] una cosa que los abuelos ya anunciaban en las profecías, chawpi
punchapi tutayarka, “anocheció en la mitad del día”, que significa eso
que cuando llegaron los europeos, estábamos en la plenitud y anoche-
ció, se cortó eso, pero se guardó en los corazones de los sabios, de las
comunidades invisibles, se guardó toda esa sabiduría, se guardó esto
para este tiempo del Pachakutik (Taxo, marzo 2010).
Asimismo, desde la palabra sabia del taita Alberto Taxo, ya las pro-
fecías amáwticas de los Andes anunciaban un tiempo en que llegaría “la
noche en la mitad del día”. Este tiempo de obscuridad que se instaura
desde el momento mismo de la Conquista con el arribo de Cristóbal Co-
lón, es el tiempo de la llegada de la colon-ialidad, que en términos ma-
teriales y simbólicos, hace posible la planetarización de la dominación,
pues la colonialidad y la modernidad que emergen de dicho proceso y
que se sustentan en la implementación de una matriz colonial-imperial
de poder, le posibilita a Occidente instaurar por primera vez en la historia
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8 Para ampliar la discusión teórica y política sobre cómo opera la colonialidad del
poder, del saber y del ser, véase nuestro trabajo “Corazonar desde las sabidurías
insurgentes para combatir la colonialidad del poder, del saber y del ser” en Corazonar
una antropología comprometida con la vida (Abya-Yala/UPS, Quito, 2010).
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Es por ello que se hace necesario mirar con mayor sentido crítico,
que la colonialidad es una realidad cotidiana que no está solo afuera de
nosotros que teorizamos sobre ella, sino que también atraviesa —cons-
ciente o inconscientemente— nuestros imaginarios, discursos y praxis.
De ahí que corazonamos que la primera acción decolonial empieza por la
decolonización de nuestras propias existencias. Por eso resulta contradic-
torio que nos llenemos de discursos decoloniales mientras en la vida co-
tidiana reproducimos la colonialidad a la que combatimos teóricamente;
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la espiritualidad y la sabiduría han sido los poderes, las fuerzas, que les
ha permitido reconstituir su ser y continuar la lucha por seguir siendo.
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tanto sentido, ahora le estamos dando sentido y ahí fue la irrupción con
Occidente la matemática maya, la matemática andina, la arquitectura, la
astronomía empezó a tener sentido (Ramírez, noviembre 2007).
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nador erigido como único, como discurso de verdad universal. Debe ser
posible que se expresen —con todo su potencial epistémico y político,
desde los intersticios, desde los espacios fronterizos y desde los actores
subalternizados por el poder— otras sabidurías, otras prácticas, saberes
y mundos de vida, otros sujetos y subjetividades, otras espacialidades
y temporalidades, en las que podamos encontrar no solo posibilidades
para una reconstrucción radical del conocimiento, que enfrente la colo-
nialidad del poder, sino también espacios de sentido para la decoloniza-
ción del saber y del ser y, lo más importante, para la sanación de la vida.
Otro ejemplo de esta actitud del saber académico, que si bien dis-
cursivamente combate la colonialidad del saber y el disciplinamiento de
YACHAY: un horizonte civilizatorio y de existencia “otro” requiere más sabiduría que epistemología
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las ciencias sociales, pero en la praxis termina teniendo una actitud co-
lonizadora y disciplinaria, es lo que se evidencia en el texto Indisciplinar
las ciencias sociales: geopolíticas del conocimiento y colonialdad del poder.
Perspectivas desde lo andino, donde se señala que: “Este libro parte de
una visión distinta. Indaga las posibilidades de descolonizar la produc-
ción de conocimiento, de encontrar la manera como el episteme mo-
derno, puede ser enriquecido por los conocimientos subalternizados”
(Walsh et al., 2002, p. 8).
Lo que nosotros nos preguntamos es: ¿Se podrá dar una real de-
colonización del saber, si solo aspiramos a enriquecer el episteme mo-
derno? ¿No se reproduce así otra forma de colonialidad del saber? ¿No
quedan así los cosmocimientos subalternizados como meros auxiliares
para la resemantización del episteme racionalista moderno dominante
en el que se sustentó la colonialidad del saber? Pues así como el trabajo,
el sudor y la sangre de los pueblos subalternizados enriquecieron los
imperios, ¿también ahora, sus cosmocimientos, deben enriquecer los
epistemes del reino de la academia? Entonces, ¿no será necesario deco-
lonizar ese episteme moderno colonial y colonizador, a partir de una
desestructuración radical del mismo? ¿No deberíamos hacer que esos
cosmocimientos hablen desde sus propias voces, palabras, actores y ho-
rizontes de existencia?
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vida para que sea útil al capital y al mercado. Esa imposibilidad de salvar la
vida desde la perspectiva epistémica la señala así Carlos Villareal:
Nada que ver la posibilidad digo yo incluso medio de forma radical de
definitivamente entender y comprender las cosas que están pasando
ahora con el planeta, no pasa en definitiva por la epistemología, pues
al episteme, casi, como te digo no niego, no digo que no es importante,
hay que desarrollarle, etc. pero radicalmente una comprensión pro-
funda de lo que puede significar cualquier cosa, pasa necesariamente
por el sentimiento, por el corazón, incluso por la crisis momentánea
y catártica en este sentido de reparación, que los seres tenemos sobre
todo los elementos de la vida, porque lo que hacemos con la tierra nos
hacemos a nosotros mismos le hacemos con nuestros hijos, le hacemos
con el vecino, le hacemos con la ciudad y le hacemos con la nación, le
hacemos con el mundo (Villareal, diciembre 2009).
-No señor, que también será eso, yo sólo conozco el lenguaje del agua
–respondió el barquero con humildad.
-No señor, yo sólo conozco el lenguaje de las plantas –le respondió con
tranquilidad el barquero.
-Qué terrible, qué es lo que has hecho todo este tiempo que has estado
tan alejado de la ciencia, no te das cuenta que has perdido tres cuartos
de tu vida –respondió riendo sarcásticamente el científico.
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¿Epistemologizar la sabiduría
o nutrir de sabiduría a la epistemología?
Boaventura de Sousa Santos, al hablar de las epistemologías del
sur, dice acertadamente:
Estamos de nuevo colocados en la necesidad de preguntar por la
relaciones entre la ciencia y la virtud, por el valor del conocimiento
llamado ordinario o vulgar, que nosotros sujetos individuales o colec-
tivos, creamos y usamos para dar sentido a nuestras prácticas y que la
ciencia se obstina en considerar irrelevante, ilusorio y falso; y tenemos,
finalmente, que preguntar por el papel de todo el conocimiento cien-
tífico acumulado en el enriquecimiento o empobrecimiento práctico
de nuestras vidas, o sea por la contribución positiva o negativa de la
ciencia a nuestra felicidad (De Sousa Santos, 2009, p. 20).
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propia palabra llama sabiduría, tienen muy claro que lo que ahora está
en juego y que podemos perder es la propia vida.
Una dificultad real para que ese desprendimiento y para que una
real decolonización del saber sea posible, la cual evidencia el peso que
aún tiene el epistemocentrismo de la academia, es que si bien se recono-
ce la existencia de esas sabidurías, persiste la tendencia de buscar episte-
mologizar las sabidurías. Es decir, para que estas puedan ser reconocidas
y legitimadas, deben perder su estatuto como sabiduría y pasar a ser
nombradas según el canon académico dominante como epistemologías.
Todavía seguimos pensando y hablando solo en términos de epistemes,
aunque a esos otros conocimientos les llamemos “epistemologías otras”
(Walsh), “epistemologías del sur” (De Sousa Santos), “epistemologías
fronterizas” (Mignolo), “epistemologías indígenas” (Ramírez, 2009, p.
8) o “epistemologías afro” (Chalá). Esto que implica que se caracteriza
YACHAY: un horizonte civilizatorio y de existencia “otro” requiere más sabiduría que epistemología
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Con este antecedente nos preguntamos: ¿No será acaso toda for-
ma de exclusión y subordinación un acto de colonialidad del saber?
Continuando con Morin:
Es el paradigma el que otorga el privilegio a ciertas operaciones lógicas
a expensas de otras como la disyunción, en detrimento de la conjun-
ción. Por eso mismo da a los discursos y a las teorías que controlan las
características de necesidad y verdad (2003, p. 28).
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“yachak” con k, puesto que desde la palabra de las mamas y taitas de la Asociación
de Yachaks de Pichincha, escribir “yachak” con k implica darle mayor poder,
mayor energía y fuerza (Herrera y Guerrero, 2011, p. 27).
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logía, son sabiduría, y ella no puede ser nombrada como episteme, sino
como lo que es: sabiduría.
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amurallan en las fortalezas de las academias para alejarse cada vez más de
la vida y dedicarse a teorizar sobre ella. Es por esto la necesidad que ahora
expresan los científicos críticos de crear una distinta visión del mundo,
para lo cual ya no podemos continuar transitando solo por los caminos
de la razón y los epistemes impuestos por Occidente.
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16 Se podría pensar que esto invalidaría el conocimiento científico, cosa que no es así.
La ciencia, al erigirse como forma suprema de conocimiento, se vuelve arrogante,
sinónimo de verdad uni-versal y de conocimiento absoluto, por ello desprecia
otras formas de conocer y conocimientos, pero cada vez más los propios cien-
tíficos están demostrando su sentido parcial y fragmentado. De ahí la necesidad
que la ciencia tenga una actitud más humilde, que reconozca sus propios límites y
muestre que solo es una forma más de acercarse al conocimiento del mundo y de
la vida, como lo es también la sabiduría.
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interesa solo conocer, sino cosmoser, es decir, ser con todo el cosmos
(Karal, abril 2011).
—Toma buen hombre, te regalo estas dos monedas, y espero que sepas
emplearlas con sabiduría.
—Dime, ¿qué has hecho con las dos monedas que te regalé, las utilizas-
te sabiamente?
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como todo tiene vida, todo tiene corazón, shunku, entonces, todo tiene
sabiduría, solo por ponerte un ejemplo, el aire tiene la sabiduría de la
vida, el aire es la fuerza que nos hace vivir, es el sami, el sinchi, la energía
vital, porque si no respiramos no podemos vivir, voz puedes pasarte
varios días sin comer, sin beber, sin dormir y podrías aguantar, claro no
mucho, pero sin respirar no puedes estar si no un ratito, sino te mueres,
en el aire está el corazón de la vida. O ve la sabiduría de la tierra, de la
montaña, de la agüita, de las plantitas, es su sabiduría la que nos cura.
Todo tiene sabiduría, por eso nosotros los yachaks buscamos aprender
de toda esa sabiduría conversando, conviviendo con la naturaleza. En
cambio, ustedes creen que solo se puede aprender leyendo libros, pero
digamos que el libro que no han leído es el de la naturaleza, que debe-
rían leer, porque harta falta les hace (Taco, marzo 2009).
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mundo escudriña con los ojos, analiza con la cabeza, razona y piensa,
quedándose sin tiempo para sentir, para aprender, para vivir. Hace
pocas lunas que el hombre olvidó vivir y se convirtió no solo en verdu-
go de su vida, sino en destructor de toda forma de vida sobre la tierra;
el árbol de la verdad y la belleza ha sido cortado. ¿Bajo qué sombra se
cobijará ahora el hombre moderno? (Chamalú, 1994, pp. 15-16).
amor, amor a la vida, amor a la naturaleza y a sus espíritus que nos están
siempre guiando, mostrándonos el camino, amor a todo ser humano,
amor a todo lo que vive, sean plantitas, animalitos, piedritas, ríos, casca-
das, amor a todo, a todo, esa es la sabiduría (Fichamba, octubre 2008).
En ese mismo horizonte, la sabiduría de Nelly Guevara nos dice:
“La sabiduría es la unión entre el conocimiento y el amor, o es un cono-
cimiento con amor y desde el amor, que nos ayuda a encontrar la belleza
de la vida” (Guevara, junio 2009).
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“Atahualpa Yupanqui”
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que está mucho más allá, puede encontrarse con la poética del vivir, de
ahí que si “la ciencia es la estética de la inteligencia” (Bachelard, 1995, p.
33), entonces corazonamos que la sabiduría es la estética de la existencia.
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no solo habita la sabiduría, sino que este mismo posee su propia sabi-
duría ancestral.
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(Primera versión)
Pasaron los años y ya cuando el águila había envejecido sin salir del
gallinero, un día alzó su mirada al cielo y vio a una majestuosa ave que
volaba impetuosa y libre desplegando sus poderosas alas, cosa que le
impresionó profundamente.
—Quién es esa ave de tan hermoso y libre vuelo que está surcando el
cielo? —le preguntó a una de sus compañeras del gallinero.
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(Segunda versión)
Pero un día pasaba por ahí un viejo sabio que se sorprendió al ver que
el águila se encontraba entre las gallinas.
Alzando al águila sobre su cabeza la lanzó hacia arriba para que volase,
pero el águila no movió sus alas y cayó pesadamente al suelo.
El viejo sabio tomó al águila entre sus manos y lo llevó hasta la parte
más elevada del tejado y le dijo.
El águila abrió sus alas las movió pesadamente y volvió a caer nueva-
mente sobre el suelo.
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—Ja, ja, ja. No ve, qué le dije señor, pierde su tiempo —insistió burlo-
namente el granjero— ya no hay remedio, le ganó el gallinero y su vida
no será otra que la de una simple gallina, nunca volará se lo aseguro, yo
conozco bien de gallinas y sé lo que les hace el gallinero.
—Mira —le dijo una vez que llegaron a la cima— desde aquí puedes
mirar mejor el horizonte, surcarlo libre desde el poder de tu vuelo es
tu destino, solo si miras profundamente dentro de ti, y si descubres y
despiertas el poder de águila que guardas en lo más profundo de tu
corazón, podrás volar en libertad y dejaras de ser gallina, tú tienes cora-
zón de águila, y siempre serás un águila, estas diseñada para la libertad,
para surcar amplios horizontes, para mirar desde las alturas la belleza
y la profundidad de la lejanía y descubrir esas cosas secretas que solo
pueden ser percibidas desde el poder de tu visión; por ello, escucha a tu
corazón de águila que te grita que no puedes acostumbrarte a vivir en
un gallinero como una simple gallina, y que debes revitalizar la fuerza
de tu espíritu de guerrero del cielo y señor de la libertad.
—Mira la luz del sol que está naciendo, ella te llama, ilumina con su fuego
tu corazón, para que renazca el águila que dentro de ti ha adormecido el
gallinero —le dijo el sabio mientras le alzaba para que el águila mire la luz
resplandeciente que empezaba a despuntar en el horizonte.
El águila al mirar la luz del sol, sintió que esa luz le despertaba por
dentro inundando su corazón con aquella fuerza que había estado por
tanto tiempo adormecida por haberse acostumbrado al gallinero, ahora
empezaba a comprender que no tenía corazón de gallina, que el suyo
era un corazón de águila, que le otorgaba el poder para alzarse siempre
libre al sagrado vuelo de la vida. Entonces el águila extendió sus alas y
se elevó a la libertad del vuelo, sabiendo que nunca más un gallinero,
ni ningún granjero aprisionarían el poder de su corazón de águila que
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Por un lado, “eco” como lo que esa sabiduría nos trae desde atrás
del tiempo, desde raíces de ancestralidad para iluminar los tiempos pre-
sentes y en los procesos de lucha hacer parir tiempos distintos, eco como
voz, como latido, como sonido, como murmullo que resuena en nuestro
corazón, para abrirnos a una memoria cósmica, espiritual afectiva del
pasado, que nos permita recuperar el tiempo natural del que habla el
pueblo Kitu Kara, para andar, para corazonar desde esa misma afectivi-
dad, desde esos ecos el presente.
Pero por otro lado, corazonamos que eco, tiene otro sentido que
quizá lo comprendamos mejor con este hermoso relato:
El eco y la vida
- ¡Te amo! Grito otra vez con fuerza el padre ¡Te amo! Le respondió el eco.
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mente aquello que tú le has dado, si has sido capaz de ofrecer felicidad y
has sido generoso, la vida será generosa contigo y te dará felicidad; si no
has sabido ser honesto y le has mentido, la vida te devolverá esas men-
tiras y esa deshonestidad con creces; así es la vida hijito mío, como un
eco pues como tú la llames así te responderá, pídele lo mejor y la vida
te ofrecerá lo mejor, pídele lo peor y la vida te devolverá lo peor, el eco
de la vida nos devuelve lo que hemos sido capaces de darle o de negarle,
pues en la vida cosecharemos solo aquello que hemos sido capaces de
sembrar. (Guerrero, 2009a, p. 134)
Por otro lado, “eco” debe ser sentido como aquello que nos de-
vuelve lo que nosotros mismos hemos sido capaces de sembrar, de sen-
tir, de pensar, de hacer y de decir y por lo tanto tiene consecuencias en
lo que cosecharemos, y por lo mismo, nos vuelve responsables de las se-
millas que generamos con nuestras palabras, con nuestros silencios, con
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Una evidencia de ese eco que debe remover nuestro espíritu y que
vale volver a recordar, nos ofrece la sabiduría del jefe Seatle que advertía:
“Todas las cosas están relacionadas. Todo lo que le hiera a la tierra, tam-
bién herirá a los hijos de la tierra” (Seatle, 1998, p. 25).
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del dolor lo da Javier Herrera cuando uno de los cerros sagrados para
el pueblo Kitu Kara fue profanado, cortado para que puedan pasar los
aviones, entonces, tomándose el corazón y llorando con la ternura de un
niño, con profundo sentimiento nos dice:
Es por eso que les digo a mis compañeros del pueblo Kitu Kara, al
Consejo de Gobierno si es la gente, si son los niños pero es el sitio el
que llama el que necesita que le ayuden de que se le apoye, voz has visto
el cerro Cóndor Cocha es un cerro que está aplanado, es como que le
hubieran ultrajado, yo pensaba que el cerro se había aplanado en la
época pre incásica pero no, recién ahora nos enteramos que han sido
por las antenas, por el hito de los aviones que le han pasado una máqui-
na y le han quitado la punta, como no nos va a doler el corazón por esa
barbaridad que han hecho [se toma el corazón y llora amargamente
por un buen rato]. Los militares han profanado este cerro que para
nosotros es sagrado, le han cortado la cabeza para que pasen los aviones,
imagínate, que dolor, cortarle la punta al cerro, quitar el pajonal, como
no nos va a doler eso, [continua llorando] por eso cuando le vemos al
Cóndor Cocha, sentimos que es el cerro el que pide ayuda imagínate
porque le quitaron la punta es como si te quitaran la cabeza, o sea es
terrible lo que pasó y que te quiten el pajonal, pero ellos no sienten que
eso es una autodestrucción, porque le quitamos la cabeza para lo de los
aviones, le quitamos el pajonal, le ultrajamos, y así estamos matando el
espíritu del agua, acaso el agüita es solo para nosotros, es para todos,
pero eso no ven por la ambición de ganar más plata, nos quitan el agua
que nos daba, nos quitan y nos quitan (Herrera, septiembre 2010).
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Nunca como ahora la tierra está tan amenazada. Os pido que nos ayu-
déis a preservar estos lugares con toda la energía que encierran. Que
nos ayudéis a conservar el agua en su pureza, porque el agua contiene
un poder de curación. El agua clama porque sufre a causa de todas las
impurezas que se vierten sobre ella, los árboles también sufren al ser
abatidos […]. Que nuestros corazones se abran para escuchar lo que
las plantas y los animales, desde su profundo dolor quieren decirnos
(Cartier y Cartier, 1995, p. 20).
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propia palabra las nombra y la vive, las llamamos sabidurías insurgentes, del
corazón y la existencia, porque contribuyen a la reafirmación de la vida, a
la decolonización del poder, del saber y del ser, y sobre todo a la sanación
de la existencia. Hoy asistimos a una encrucijada, pues para salvar la vida
necesitamos más que la epistemología, la espiritualidad de la sabiduría. No
olvidemos lo que las profecías de Abya Yala, al igual que las de la nación
Hopi, ya anunciaban, como Dan Evehema nos demuestra:
Como dice nuestra profecía, debe ser la gente de buenos corazones puros
la que no debe temer ayudarnos a cumplir nuestro destino de paz para este
mundo. Ahora estamos en una encrucijada que puede llevarnos a una vida
perdurable, o a la destrucción total (en Grimber, 1999, p. 145).
169
Por ello, ¿cómo explicar lo del corazonar y todo lo que las espiri-
tualidades y las sabidurías del corazón y la existencia aportan al sentido
del vivir, no tanto a las y los académicos, sino a mi propio hijo, a las
niñas y niños, a las y los jóvenes?, ¿cómo hablarles del potencial de las
sabidurías insurgentes y de las profundas lecciones de vida que estas
nos ofrecen? Nuevamente se evidencia que resulta insuficiente hacerlo
desde la epistemología y por ello, para concluir esta parte del caminar,
he querido hacerlo desde la fuerza de la poética de la misma sabiduría.
Ojalá esta sea una forma de mostrar que poetizar la teoría puede ser un
ejercicio concreto para la decolonización del saber, para responder a esa
tenaz interrogante y para evidenciar que es necesario, urgente y posible
corazonar desde la espiritualidad, la afectividad y la dimensión matrís-
tica de las sabidurías insurgentes, del corazón y la existencia, no solo a la
academia o a las epistemologías, sino sobre todo a la propia vida.
“Corazonando para mi hijo”
Hijo mío:
Tanto tiempo sin mirar la vida, sin escuchar lo que nos busca enseñar,
ciegos a la sabiduría que nuestra arrogancia no permite hallar.
Tanto tiempo sólo viendo y oyendo, lo que nos impone la tira-
na razón,
ya es hora de volar a la vida y abrir las puertas del corazón.
La sabiduría no está en la razón, al corazón hay que dejar hablar,
ya es tiempo de empezar hijo mío, desde la ternura a CORAZONAR.
YACHAY: un horizonte civilizatorio y de existencia “otro” requiere más sabiduría que epistemología
171
Aprende pues,
a mirar lo que la vida enseña,
escucha ya,
la sabiduría que en ella se encierra.
Aprende pues…
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
172
Aprende pues…
Aprende pues,
a mirar lo que la vida enseña,
escucha ya,
la sabiduría que en ella se encierra.
Sendero segundo
MUNAY: El lugar del corazón
desde las sabidurías insurgentes
Los humanos discutieron mucho, pero les era muy difícil el poder llegar
a acuerdos, los hombres dijeron que la raíz del coraje y la fuerza estaba
en la cabeza, en su razón, que era solo eso lo que les permitía compren-
der el mundo y la vida. Las mujeres y los niños en cambio dijeron que
no, que la raíz estaba en el corazón y que era desde el poder del amor
que se podía tejer la vida, ya que el amor es la fuerza más poderosa del
infinito cosmos. Los hombres se burlaron de las mujeres y los niños y
les dijeron que estaban locos y que por eso eran tan débiles; a la final, los
hombres impusieron su parecer, entonces su gran jefe dijo:
175
—Quizás nadie como nosotras sabe de lo vital que resulta tener raíces,
pues en ellas está lo que nos sostiene para poder llegar a ser lo que somos
y lo que queremos seguir siendo, por ello, nosotras no tenemos duda
alguna de que la raíz de nuestra fuerza y de nuestro coraje, está en el
corazón, por eso amamos y porque amamos podemos darnos sin miedo
a los otros, y gustosos estamos dispuestos a ofrecer nuestra propia vida,
para que todos podamos ser felices, es el poder del corazón lo que hace
que podamos soportar los vendavales y las tempestades, que podamos
perdurar a lo largo de los siglos, que ofrezcamos abrigo y cobijo bajo
nuestras ramas, y que siempre podamos continuar creciendo hacia la luz.
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necesario ser, juzgue que podía tomar como regla general que las cosas
que concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas, y que
solamente hay alguna dificultad en advertir bien cuáles son las que en
realidad concebimos distintamente (p. 73).
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Para nosotros, en el principio fue el ser y solo más tarde fue el pensar.
Y para nosotros ahora que llegamos al mundo, y nos desarrollamos,
seguimos empezando con el ser y solo más tarde pensamos. Somos, y
después pensamos, y solo pensamos en la medida en que somos, puesto
que el pensamiento está en realidad causado por las estructuras y las
operaciones del ser (Damasio, 2009, pp. 284-285).
185
Es por eso que no podemos olvidar que antes que empiece a ope-
rar la dicotomía cartesiana entre el ego, el “yo pensante” (res cogitans)
y la materia (res extensa) —en que se fundamenta la dicotomía mente/
cuerpo, razón/afectividad—, la modernidad se constituye a partir de un
“yo conquistador”, una subjetividad dominadora que Dussel caracteri-
zó como el ego conquiro: “el ‘yo conquistador’ es la protohistoria de la
constitución el ego cogito, se ha llegado en un momento decisivo en su
subjetividad, como ‘voluntad de poder’” (Dussel, 1994, p. 59). Un ego
conquiro, una subjetividad violenta, codiciosa, guerrerista que legitima
esa voluntad de poder en la razón cartesiana, en el ego cogito que le dará
el fundamento práctico para su ejercicio y para la legitimación científica
del racismo y la racialización, los cuales facilitaron la conquista de los
sujetos colonizados y la negación del otro y de su humanidad. Como
dice Dussel:
La conquista es un proceso militar práctico, violento que incluye dia-
lécticamente al otro, como “lo Mismo”. El Otro en su distinción es
negado como Otro y es obligado subsumido, alienado e incorporado a
la totalidad dominadora, como cosa, como instrumento, como oprimi-
do, como “encomendado”, como “asalariado” (en las futuras haciendas),
o como africano esclavo (en los ingenios de azúcar u otros productos
tropicales) (1994, p. 52).
Descartes, al hacer del pensar la esencia del ser y del ego, no come-
te un error como sostiene Damasio (2009, p. 285), por el contrario, tiene
el acierto de proporcionar los fundamentos científicos y el método para
legitimar la colonialidad del saber y sobre todo del ser, pues el cogito ergo
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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corazón, que debía negar la afectividad como constitutiva del ser. Por
el contrario, desde la perspectiva de la experiencia vivida de los colo-
nizados, como mostró Fanon, no puede olvidarse que la lucha por la
recuperación del ser y de la humanidad negada, por la recuperación de
la vida, es también una lucha por tejer una trama distinta de alteridad
que nos permita crear “el mundo del tú” siempre unido al mundo del
nosotros, como nos enseña la sabiduría andina, en donde podamos sen-
tir al otro en nosotros mismos y abrazar desde la ternura a la diferencia;
pues la lucha decolonial, en definitiva, es una lucha por el amor. Como
dice Maldonado Torres:
Fanon estaba haciendo una guerra contra la guerra, orientada por el
“amor”, entendido aquí como el deseo de restaurar la ética, eliminar
la diferencia sub-ontológica, y darle un lugar humano a las diferencias
ontológicas y trans-ontológicas […]. ¿Por qué no intentar, sencillamente,
la prueba de tocar al otro, sentir al otro, revelarme al otro? ¿Acaso no me
ha sido dada mi libertad para edificar el mundo del Tú? (2008, p. 155).
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María Patricia Pérez, del pueblo Maya Tseltal, explica las dificul-
tades que encontró en la academia para que la cuestión del corazón pue-
da ser considerada en su trabajo de tesis de la Maestría en Antropología,
pues para los académicos ese resultaba un tema muy subjetivo como
MUNAY: El lugar del corazón desde las sabidurías insurgentes
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las mujeres, los locos, los poetas y las niñas y niños. La razón ha tenido y
tiene lugar, color (Chukwudi Eze, 2001, p. 201) y género, pues era y sigue
siendo euro-gringo-céntrica, blanca y masculina. Así, no podían poseerla
las mujeres, las niñas, los niños y menos aún las culturas y sociedades
consideradas “primitivas” como los “negros” y los “indios”, a quienes se les
negó la posibilidad de pensar, sentir, ser y decir, se les negó su condición
de humanidad como la forma más perversa de la colonialidad del ser.
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que nos mutilaron una fuente de energía necesaria para nuestra realiza-
ción plena. Irónicamente, los seres racionales en el cotidiano vivir:
En realidad no pensamos; reaccionamos emocionalmente sin darnos
cuenta. El ser racional que creemos ser se transforma, de forma sola-
pada, en un haz de emociones mal conducidas. Por eso las relaciones,
tanto en casa como en el trabajo, son a veces tan complicadas y la vida
tan difícil. Al dar la supremacía a esa parte de la mente, se despojaba al
ser humano de una potente fuente de energía, la de las emociones, y se
le desvinculaba de una fuente de inteligencia y de inspiración trascen-
dente mucho más elevada (Marquier, 2010, p. 15).
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Largo ha sido el camino que han tenido que transitar las emocio-
nes para poder ser visibilizadas y escuchadas, sin embargo, ahora ya no
dudamos —como nos muestran los trabajos desde la neurobiología—
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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Los miedos, las dudas, todas las enfermedades parten de esa memoria
del corazón, entonces, el corazón emite esa vibración, esa sintonía, ese
estímulo al cerebro, el cerebro los capta, los abre en el entendimiento de
los sentidos y los pone en función al órgano que corresponde, hacia al
hígado, al riñón y al entendimiento que procede el cuerpo físicamente
también a la memoria a la parte del espíritu. Entonces la base de todo
ese trabajo debe ser el corazón, luego la mente, una vez que le tiene
claro, despejado esa situación, ese aspecto, ese conflicto o el valor que
busca, esa luz que buscamos, esa fuerza de la mente reparte, adminis-
tra por todos los órganos, por todos los sentidos de tal manera que el
corazón y la mente juntos, la mente como administrador, como progra-
mador, como ordenador, como canalizador le lleva todas esas fuerzas y
luego también envía al corazón y el corazón analiza todos esos procesos
y va desarrollando por eso dice el enindeimsata es tomar atención desde
el corazón con tu mente y con todo tus sentidos (Chiriap, agosto 2008).
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las emociones y casi nunca con la inteligencia; es por eso que a partir de
los avances de la neurobiología y de la física cuántica se tiene ahora una
perspectiva distinta y que confirma algo que las sabidurías ancestrales
nos han estado enseñando desde hace milenios: que la inteligencia y
sobre todo la conciencia no es un patrimonio exclusivo del cerebro ni
se origina únicamente en este, sino que existen diversas inteligencias
corporales y que el corazón juega un papel particularmente significativo
en este proceso. La conciencia emerge del corazón, del cerebro y todo el
cuerpo actuando juntos, por lo que podríamos decir que la conciencia
es el resultado del corazonar de la sabiduría del cuerpo.
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gía del cerebro. A esta sutil danza de energías los científicos la han bau-
tizado como “coherencia”, de ahí que se habla de “coherencia cardiaca”.
Mientras que las y los amawtas y yachaks siempre la han llamado “im-
pecabilidad”. Coherencia, impecabilidad que solo será posible —aunque
la ciencia no lo llame así— desde el corazonar, es decir, en el abrazo
armonioso entre el corazón y el cerebro. Al respecto señala Álvaro:
El abrazo armónico entre corazón y cerebro genera ese estado de
bienestar propicio a la maravilla del amar y ser amado, o simplemente
sentirse bien. Es unir la energía de la tierra con la del cielo, y encontrar-
se en el medio en ese potente nudo de marinero, que se encarna en el
músculo cardiaco y reparte energía, sonido, vibración y luz gratis para
todo el organismo. Gratitud hasta el punto de darlo todo y no quedarse
con nada. Gratuidad hasta vaciarse del todo en cada latido, tal vez al
comprender que sin su entrega total sus días o sus horas estarían conta-
das. Es de esa entrega generosa precisamente de donde nace su máxima
potencia, es la entrega en cada latido del momento presente, el único
instante existente en el universo del tiempo (2016, p. 23).
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—Deben saber mis pequeños y amados niños, que todos los días, se da
una fiera lucha en el interior de nuestro espíritu, de nuestro corazón, es
una lucha encarnizada entre dos lobos.
—Pero saben mis pequeños niños, esta pelea está ocurriendo siempre
todos los días en el corazón de todos nosotros, de todos ustedes, como
también dentro de todos los seres humanos que habitan la tierra.
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—Pero abuelo podrías decirnos entonces ¿cuál de los dos lobos ganará
la batalla dentro del corazón del ser humano?
—El que tú decidas alimentar todos los días hijo mío, el que tu decidas
alimentar, con lo que pienses, sientas, digas y hagas con tu vida, el que
tú decidas que habite en tu corazón.
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espacio, a la que nos acostumbró nuestra mente racional. Por ello, las
y los yachaks siempre hablaron de la sabiduría del cuerpo y que en este
existen campos de energía que permiten a las sanadoras y sanadores co-
nectarse con dimensiones ocultas, invisibles de la vida, pero innegables.
Los investigadores médicos empezaron a aceptar este hecho a mediados
de los años 80. Anteriormente se consideraba que la capacidad de inte-
ligencia era exclusiva del cerebro, pero la misma ciencia ha descubierto
indicios de inteligencia en el corazón, a la que las y los yachaks siempre
llamaron sabiduría del corazón, una inteligencia que está presente en el
sistema inmunológico y en la totalidad del cuerpo.
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para que podamos comprender que no todo tiene por qué ser racional,
por eso ustedes son tan aburridos y se complican con todo, se pasan solo
pensando y pensando, ya es hora de que hagan despertar la alegría y la
sabiduría del corazón (Toctaguano, marzo 2007).
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barriendo el tonal del exceso de razón que lo tiene encadenado, para li-
berar y acrecentar el camino hacia la conciencia; un trabajo que requiere
de profunda sensibilidad, de ahí que el nahual es el camino del guerrero
del corazón (Marín, 1999, pp. 57-61)
22 A los queros se les conoce como los nietos del Inkarri. Son los guardianes de
la sabiduría y espiritualidad inca. Debido a que viven donde nacen las nubes y
las lluvias, donde habitan los pumas, a más de 4 400 msnm, pudieron preservar
mucho de su ancestral sabiduría, ya que se empezó a tener noticias de su existencia
recién a mediados del siglo XX.
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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23 “Pacos” son las mujeres y hombres de sabiduría del pueblo Quero, en Perú, considera-
dos los últimos herederos de la sabiduría inca, que conocen el poder de la naturaleza
y pueden conversar con sus espíritus y pedirles que les otorguen poder para curar.
24 El alto misayoc es el grado más elevado al que puede acceder una o un paco, una
mujer o un hombre de sabiduría entre los quero.
MUNAY: El lugar del corazón desde las sabidurías insurgentes
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Una de las tareas para la decolonización del saber, desde esta perspec-
tiva de las sabidurías andinas, está en la necesidad de hacer posible el diálo-
go de los dos hemisferios del cerebro en la construcción del cosmocimiento,
a fin de romper con la fragmentación de nuestra condición de humanidad
que hizo el racionalismo cartesiano y poder mostrar que, como lo anuncian
las profecías, en estos tiempos es posible corazonar. Es decir que:
Esto del águila y el cóndor es muy importante, porque en este momento
en esta época que estamos viviendo, donde la razón, la lógica, del hemis-
ferio derecho tiene que conjugarse, el águila tiene que volar junto con
el cóndor, o sea con la intuición, con la percepción, con la sabiduría del
corazón, con los sentidos más allá de los cinco, entonces ahí si vamos a ser
completos, ya no solamente priorizar la razón como es en la educación
occidental escolástica que usa solamente un hemisferio, pero cuando el
águila y el cóndor, la razón y el corazón vuelen juntos en un mismo cielo,
eso dice la profecía, seremos completos (Taxo, marzo 2010).
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terremoto —que como hemos dicho antes, bien podría ser la metáfora
de la Conquista, el inicio de la colonialidad— que fracturó la unidad que
habían tenido los pueblos y los obligó a seguir distintos caminos:
El camino de la gente del continente de América del sur, llamado el
Pueblo del Cóndor, representa el corazón, la intuición y el misticismo.
El pueblo de América del norte, representa el cerebro, la mente racional
y los mundos materiales (Schaefer, 2009, p. 182).
nidad y para que esta encuentre los senderos que le permitan sanar la
vida, entonces, podemos ver que el corazonar como propuesta espiri-
tual y política que está llevando adelante el pueblo Kitu Kara ha estado
presente —aunque no la hayan llamado de esa forma— en todos los
pueblos que han tejido la vida desde la sabiduría del corazón. Como nos
dice mama María Sandovalín:
Verá compañerito, el corazonar no es que sea solo nuestro, el corazonar
no tiene dueño, no es de nadie, o mejor dicho el corazonar ha sido
siempre de todos, porque nada podemos hacer si no le ponemos cora-
zón. No ve que en el shunku está la fuerza de nuestro espíritu. Yo creo
que todos los pueblos siempre hemos estado corazonando, pero no se lo
ha dicho, porque antes daba como un poco de vergüenza hablar de eso,
pero nosotros sí lo estamos haciendo (Sandovalín, septiembre 2009).
245
Una posibilidad para hacer que la afectividad sea una fuerza in-
surgente para la decolonización del ser no va a venir del mismo pen-
samiento que niega la afectividad, de las frialdad de los epistemes, del
método y la teoría, que han sido instrumentos del poder, sino del calor
de las sabidurías insurgentes que cotidianamente hicieron de la afectivi-
dad un horizonte del vivir.
Si un centro hegemónico de la dominación ha sido siempre la
razón, que no solo desplazó, sino que redujo lo afectivo a los territorios
de la animalidad y la irracionalidad, ya que el poder siempre supo que
la afectividad ha sido una de las fuerzas a través de las cuales la huma-
nidad tejió la vida, entonces, se hace necesario empezar a considerar
la dimensión política insurgente que han tenido las afectividades en la
lucha por la existencia de los pueblos sometidos a la colonialidad. Si
un rasgo de esa colonialidad del saber presente en la academia es haber
quedado presa en la matriz logocéntrica y epistemocéntrica, entonces,
¿no es imprescindible recuperar la afectividad y empezar a corazonar las
epistemologías hegemónicas, como un acto de insurgencia decolonial?
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Hay gente que solamente piensa y no siente, y otras personas que sola-
mente sienten y no piensan. Desde pequeños se les enseña a los niños,
que lo que piensan lo tienen que sentir, y que lo que sienten lo tienen
que pensar (Schaefer, 2009, p. 79).
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Para los tushuks —los danzantes yumbos del pueblo Kitu Kara
que se definen como “guerreros del corazón”— la danza hace posible el
encuentro con los espíritus de las montañas, para que ellos les otorguen
la energía para seguir danzando y así pedir con cada paso que el semen
de la lluvia caiga del cielo para que fertilice el vientre de la Madre Tierra
y la vida siga. Su danza tiene un sentido espiritual, pues frente al sufri-
miento de la Pacha Mama, ellos danzan, además, para poder curar sus
heridas, y eso solo lo pueden hacer desde la fuerza del corazonar. Así lo
testimonia Javier Herrera Taruka cuando dice:
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Es, según las Trece Abuelas, desde la fuerza del amor que esos co-
razones despertarán a una nueva forma espiritual de consciencia cósmi-
ca y podrán “regenerar la conciencia una de nuestra existencia” (p. 43).
Según el Consejo, hay algo que todos los pueblos indígenas del
planeta tienen en común: su profundo sentido espiritual, la forma de
acercarse al espíritu de la naturaleza desde el corazón, y es ese sentido
espiritual que les permite sentir que todos los seres y todas las cosas tie-
nen espíritu y que “el espíritu es algo que está en su corazón” y que es ahí
donde está la fuerza vital de su existencia. El propósito de la espirituali-
dad, por tanto, es “acercarnos al gran misterio”, el mismo que solo puede
ser percibido desde “la sabiduría del corazón”, pues la razón nos impide
acércanos a la espiritualidad de la naturaleza, en cambio, “el corazón
nos acerca a nuestro espíritu interno, al espíritu de todas las cosas”, al
espíritu del cosmos y a sus profundos misterios (pp. 26-27).
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Todos estos son actos de amor, del Munay andino, son formas
—las sentimos nosotros— del corazonar la vida. Por eso la importan-
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Una noche derribaron los tapiales, y entre todos y todas y con los más
pequeños y pequeñas empezaron a sembrarla. El encariñarse con la
tierra, les dio ánimo para luchar y recuperar la tierra. Después de años
de luchar la tierra y el territorio es de ellos. En estos dos últimos años,
el gobierno en la panamericana norte se encuentra ampliando la vía. El
“progreso” y el “desarrollo” pasan tractor por encima de tolas ancestra-
les, y se aplanan la memoria de los muertos.
Muchas veces dejamos que esto suceda porque hemos dejado de sentir.
Por eso cuentan en las comunidades, que los mayores insistían mucho
en la ritualidad, este era un espacio para enseñar a la comunidad a con-
versar con los demás seres. La enseñanza de los Pastos de sentir la tierra,
encariñarse con ella, latir y criar vida con ella, de encariñar los sueños
son importantes para construir mundos distintos. La religiosidad, la
afectividad y comunicación con otros seres que son iguales a nosotros,
desde la vivencia de estos pueblos, es algo que fue menospreciado por
la izquierda y por el conocimiento racional de occidente. Demandar la
tierra, va más allá del acto de conciencia, es también sentir y latir con
los otros seres para que la vida crie.
MUNAY: El lugar del corazón desde las sabidurías insurgentes
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El tiksi, el tinkuy, el sapi y el runa kawsay son las fuerzas bajo los
cuales se constituye el saber ser de las cosmunidades, de los runas kichwas.
Son fuerzas que hacen que el cosmocimiento kichwa se preserve en el co-
razón de la memoria colectiva. Un saber ser que, si bien ha sido trastocado
por la colonialidad, ha logrado mantenerse vigente en el vivir cotidiano
de las cosmunidades gracias a la fuerza cultural que habita en su corazón.
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El pueblo Kitu Kara, sin renunciar a la lucha por los derechos ma-
teriales que siguen siendo necesarios e irrenunciables, comprende que
“estamos viviendo el ocaso de la vida que conocemos. Estamos viviendo
el nacimiento de un nuevo tiempo” (como reza su invitación a cora-
zonar) y que se hace necesario transformar también las estrategias de
lucha. Por ello se plantea, además, luchar por los derechos invisibles que
tienen que ver sobre todo con el ser, desde el potencial de esos Saywas,
de esas fuerzas cósmicas primales que, como antes decíamos, han sido
ignoradas y menospreciadas por aquella militancia de izquierda que sin
desprenderse de la fría razón cartesiana, han teorizado la lucha social,
mas no así por quienes desde el corazón las han llevado históricamente
adelante y en donde han estado constantemente presentes y sin cuya
fuerza son imposibles esas luchas: la afectividad, la espiritualidad y la
sabiduría. En ellas encontramos ese “poder dentro de” (Lao-Montes), el
“sami, el tiksi, el tinkuy, el runa kawsay” (Ariruma Kowi) y las “suficien-
cias íntimas” (Santiago Arboleda) que nos impulsan a seguir corazo-
nando la lucha por la vida. Como dice Javier Herrera:
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Sin embargo, dicha raíz originaria ha sido uno de los temas más
polémicos de nuestra historia. Cuando el padre Juan de Velasco escribió
en el siglo XVIII su obra Historia de Reino de Quito en la América Meri-
dional (Velasco, 1978), estaba sentando las bases de la discusión no solo
sobre el origen de los kitus, sino sobre todo de un proyecto germinal
para la constitución de la nacionalidad ecuatoriana. Así, es muy eviden-
te que el padre Velasco hace una lectura desde parámetros occidentales,
al plantear la existencia del Reino como forma de organización política
unitaria que abarcaba todo el Ecuador, cuando hoy sabemos, por los
aportes de la investigación arqueológica e histórica, que en realidad tal
Reino no existió.
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Hoy sabemos que el Reino de Quito fue una falacia que solo
existió en el imaginario del poder, pues no hay evidencia material ni
simbólica de su existencia. Por ello, Ernesto Salazar, desde una mira-
da arqueológica, se pregunta cómo es posible que el Reino Shyri, que
supuestamente alcanzó un nivel de desarrollo impresionante, no haya
dejado evidencia material de su presencia en el territorio que se dice
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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ocupó, en el que no queda nada “ni para remedio”; mientras que de los
pobladores más tempranos que se asentaron en el valle de El Inga hace
12 000 años quedan abundantes huellas culturales de su presencia. Esto
deja claro que existe una clara instrumentalización ideológica por parte
de quienes quieren justificar un pasado que los haga sentirse herederos
de un reino militarista que alcanzó un nivel de desarrollo tan alto como
los incas, nuestros históricos enemigos, y si ellos tuvieron un imperio,
nosotros no podemos ser menos, también debíamos tener un reino (Sa-
lazar, 1995, pp. 54-55).
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que morían sí pero no por guerras, sino por causas asociadas al rigor de
la sobrevivencia. Hay evidencia de su presencia en todo el valle de Quito
(Mendizabal, 2012, pp. 3-4).
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tituyen como tal. Es por ello que se han propuesto continuar haciendo
del corazonar el eje diferenciador de su propuesta espiritual y política,
y han continuado invitando al Ecuador a seguir corazonando la vida,
como dice Manuel Gómez:
Ahora la Constitución te plantea de que puedes auto determinarte si
tú te auto determinas tiene que haber un espacio donde que tú puedas
poner también tu palabra, y eso es el corazonar el espacio para que ande
la palabra con intención desde el corazón, para que puedas también
auto determinarte, eso tiene que ser el pueblo Kitu Kara eso tiene que
convertirse cualquier organización Kitu Kara un espacio donde que la
gente que se auto determina y que está viviendo estas prácticas, que
está en estas búsquedas pueda poner su palabra, entonces eso tiene ver
mucho con lo Kitu Kara (Gómez, septiembre 2009).
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Este panorama hace que el pueblo Kitu Kara adopte esta autode-
finición también como una estrategia política para la construcción de
la interculturalidad, pues como ellos mismos dicen: “En este contexto,
venimos haciendo diversos esfuerzos por afirmarnos y crecer, al calor
de la interculturalidad como pauta de convivencia, procurando contri-
buir a resolver las contradicciones estructurales que hieren a la sociedad
ecuatoriana de la cual formamos parte” (2012, p. 5).
29 En este apartado hacemos referencia a las propuestas del Consejo de Gobierno del
Pueblo Kitu Kara (2009) que está llevando adelante el corazonar, sin embargo, los
referentes relacionados con la identidad kitu kara resultan válidos para compren-
derlos más allá de sus diferencias.
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como indígenas urbanos, pues como ellos mismo dicen: “Estamos ma-
yoritariamente en las áreas urbanas, periurbanas y rurales del Distrito
Metropolitano de Quito, y de la provincia de Pichincha” (2012, p. 5). En
consecuencia, si bien este territorio en el que están asentados les per-
tenece por derecho ancestral, la violencia ejercida sobre sus territorios
de vida ha sido tan brutal que se les ha despojado de su territorio, y lo
irónico es que tienen que habitar como extraños en su propia tierra
para hacer posible su sobrevivencia: “Somos la mano de obra calificada
y no calificada que capta la ciudad. Que conservamos prácticas espiri-
tuales y culturales como también rasgos comunitarios como estrategia
de sobrevivencia” (p. 5). Y es desde esta espiritualidad para seguir “sin-
tiendo, siendo, haciendo” que han hecho de las pocas tierras que poseen
las cosmunidades y las que tienen en los espacios urbanos que habitan,
“territorios de vida y esperanza”, para desde esos territorios cotidianos
del vivir seguir corazonando la lucha por la vida.
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31 La cosmología está marcada por la mirada del logos (cosmo-logia), donde el cos-
mos es entendido racionalmente; de ahí que su percepción racionalista muestra
un límite para la comprensión de todos sus misterios. Por ello las sabidurías han
hablado de cosmogonía o de sabiduría del cosmos, para poder comprenderlo en
todas sus diversas dimensiones, como lo propone con la noción de bioverso del
pueblo Kitu Kara.
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Esa dimensión cósmica que nos hace parte del bioverso no es una
categoría conceptual como las se postulan en las cosmologías occiden-
tales, sino que desde el pueblo Kitu Kara esta se encarna en el ser y en
el cuerpo, que es el territorio desde donde se teje la vida y se corazona.
Es desde ahí desde donde debemos mirar a la totalidad y a las partes, y
desde donde se forjan los compromisos para cambiar desde las partes la
totalidad de nuestro ser y el ser de la vida. Por ello dicen:
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natural”, que hará posible volver a sentir “el pulsar de la vida en todas
las direcciones”. Conciencia sentida del tiempo natural que ha estado
presente entre los pueblos de Abya Yala y otras sabidurías del planeta
que tuvieron la capacidad de percibir la fuerza vital del bioverso, y por
ello fueron capaces de conversar con las estrellas, de observar y medir
los ritmos cósmicos, de leer los sistemas estelares, de aprender que la
energía de la vida danza al ritmo del sol, de la luna y de las estrellas por
eso “dedicaron sus esfuerzos a registrar y comprender los ritmos de la
vida, es decir el tiempo natural” (p. 6).
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los antiguos lanzaron una piedra desde Cochasquí y donde esta cayó se
fundó Kitwa, Kitu (Quito), la tierra del sol recto, la tierra de la mitad.
Se cuenta en la antigua sabiduría Kitu Kara, que un día los dioses deci-
dieron bajar a visitar la tierra, para ver cómo estaban sus criaturas.
Los dioses estaban muy contentos con su visita, pues veían que sus cria-
turas estaban agradecidas por el don de la vida y les llenaba de alegría
ver el esfuerzo que cada criatura hacía por agradecerles.
El conejo sonriendo les pidió que se sentaran alrededor del fuego y que
descansaran pues les tenía preparado una sorpresa.
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Desde entonces, el conejo tiene las orejas largas, y cuando sale la luna llena,
si se la mira con el corazón, se puede encontrar a un conejo saltando, recor-
dándonos para siempre, que el amor debe ser incondicional y que la expre-
sión más elevada de ese amor, es la generosidad (Guerrero, 2009a, p. 122).
Entre los principios éticos de los kitu kara es muy interesante que
ellos, cuando muestran en el corazonar la conjunción entre el sentir,
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33 Es importante aclarar que los miembros del Consejo de Gobierno con los que
hemos conversado pertenecen a las nuevas generaciones de kitu karas, cuyas
edades fluctúan entre los 30 y 40 años, y que por haber estado insertados en pro-
cesos académicos, ahora cuestionan desde el corazonar su sentido disciplinario y
carente de afectividad y espiritualidad.
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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Hay una cuestión que es más poderoso que cualquier cosa: es el sueño.
Vos puedes soñar despierto, puedes soñar dormido, solo basta con tener la
intención de acercarte a esa puerta y abrir, y no solo abrir, sino atravesar a
esa puerta, eso me parece muy importante. Ahora más que nunca se hace
necesario redescubrir el camino del sueño (Gómez, septiembre 2009).
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vidas y sobre la situación del barrio, de la ciudad, del país, del mundo.
Al respecto, Manuel Gómez nos dice:
El corazonar es un método para vivir, porque ¿qué te plantea?, vas a
limpiar el corazón para que puedas poner tu palabra, sino, no puedes
poner tu palabra si no puedes limpiar tú corazón, no puedes poner
tu palabra, no puedo decir algo de voz si yo voy a actuar con ira, con
rencor, por eso para poder hablar sobre algo que queremos cambiar,
primero debemos tener limpio el corazón, así sí, estamos seguros que
se podrá cambiar, y eso es lo que busca el corazonar […] corazonar es
poner la palabra con el corazón limpio, no es solo la cuestión de pensar,
sino de pensar con el corazón, es la cuestión de sentir más que nada
(Gómez, septiembre 2009).
Este método para vivir, propuesto por el pueblo Kitu Kara a tra-
vés del corazonar, tiene como fundamento trabajar con la fuerza cósmi-
ca de los espíritus fundantes de la vida, los mismos que están presentes
en todos los seres y las cosas que habitan el bioverso y que forman parte
—según la sabiduría shamánica de muchos pueblos de Abya Yala— de
la “Rueda Medicinal de los Cuatro Vientos”. Por eso estos espíritus no
pueden dejar de estar en sus mesas de sanación, en donde se convocan
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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a caminar por los senderos del agua, de la tierra, del fuego y del aire,
senderos que es necesario transitar para sanar la existencia. Así, cada
corazonar, como veremos posteriormente, se hace llamando al poder de
estos espíritus para que alivien el corazón y para que la palabra pueda
fluir desde su interior. Sobre esto, Manuel Gómez nos dice:
Si nos ponemos a hablar de la metodología, ahí tenemos los elementos
haciendo su trabajo, sanando, limpiando, aliviando el corazón. Tienes el
fuego haciendo su trabajo, el agua haciendo su trabajo, el viento hacien-
do su trabajo, la tierra haciendo su trabajo (Gómez, septiembre 2009).
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Mauricio Ushiña dice que este método para vivir “se aplica en luna
creciente o llena durante 9 días, las 24 horas, en lugares que constituyen
puertas dimensionales o sitios sagrados” (Ushiña, 2013, p. 7). Pero tam-
bién se puede corazonar en nuestros territorios cotidianos del vivir, pues se
busca que esta sea una metodosabiduría de vida que pueda ser sentida, vi-
vida y trabajada en la cotidianidad. Lo importante es “sentir y conectarnos
con nuestro centro” de energía interna. De lo que se trata es de aprender a
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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descubrir nuestro propio Yata Pajtá interior. Desde su propia palabra, así
opera esta metodosabiduría que nos lleva al corazón de nuestro ser:
Busco un sitio tranquilo, imito a animalitos que merodean y se tumban
a descansar. Encuentro las cruces en la tierra que me potencian. Observo
comparo. En el hogar, en un parque, en la montaña, en la cascada, en un
sendero. Un poco de agua un fuego, así sea tenue como una vela, un soni-
do que retumbe en mí con agrado y que me ayude en la atención. Papel,
lápiz y algo en que asentar. Son testigos de mi intención, de mi voluntad
(Consejo de Gobierno del Pueblo Kitu Kara, 2012, p. 11).
El corazonar kitu kara hace de su preocupación central, el ser,
pues no podemos sanar las heridas de nuestra Madre Tierra y de la vida
si tenemos enfermo el espíritu, y eso es lo que el corazonar busca sanar
primero: nuestros dolores y sufrimientos. Para ello se hace necesario
mirar hacia la profundidad de nuestras subjetividades, para develar lo
que nos está causando esas angustias, pero no solo para quedarnos en
la reflexión sobre ellas, sino para que mediante nuestras decisiones y
acciones podamos transformarlas poniendo intención y voluntad.
Enlisto mis penas, lo que me entristece, lo que no me deja respirar. No dejo
afuera nada, no descalifico, no censuro. Escucho. Siento. Suspiro. Lloro. Rio.
Quemo mi lista, el fuego consume tantas y tantas penas.
Anoto mis sueños, mis pedidos, mis perdones. Puede ser una carta, un
dibujo, una pintura, un tejido… le pongo intención.
Al agua le pido que me lo cuide y me lo crie. El agua lo hará. No hay
dudas, lo hará.
Ahora estoy como debo estar para pensar con claridad.
Pregunto. No me conformo con lo que sé y no sé. La respuesta llega ese
rato u otro día y de muchas maneras: una palabra, una acción, un dolor,
una idea afuera de mí, dentro de mí.
Anoto la respuesta.
Reflexiono. Siento. Decido.
Actúo (2012, p. 11).
MUNAY: El lugar del corazón desde las sabidurías insurgentes
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Estación 1
HERMANA LUNA. Tú eres medida del tiempo, indicio, ritmo, com-
pañera de viaje cumpliendo tu parte, te hacemos el pedido ahora que
estas creciendo, ayúdanos a salir del nudo, el enredo el desencuentro,
ayúdanos a despertar siguiendo tus pasos.
34 Lo que sigue es una invitación a caminar por los senderos del corazonar.
MUNAY: El lugar del corazón desde las sabidurías insurgentes
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Estación 2
HERMANA AGUA. Te llamamos y viniste, desde entonces estás aquí
paciente, indicando, renovando, lleva nuestros mensajes desde el
poniente al naciente, desde el naciente al poniente, son palabras since-
ras, son vida, limpia, alivia, sana y cría.
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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Estación 3
Estación 4
Estación 5
Estación 6
Estación 7
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Agradecimiento
dor, ha sido convocado para que estén presentes y sean las fuerzas espiri-
tuales que guíen el corazonar. Mauricio Ushiña continúa corazonando:
En la experiencia Kitu Kara, la interacción no se queda en lo social, sino
que tiene además una profunda dimensión espiritual, que se expresa
en la posibilidad de entrar en comunicación con el cosmos, con la
naturaleza, pues entendemos que en el mundo andino —y en varias
culturas— todo es vivo, todo siente, piensa y habla, igual que nosotros
(Ushiña, 2013, p. 3).
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La lucha del pueblo Kitu Kara por la defensa del espíritu de Mama
Yaku, la agüita de las vertientes, pogllos, cascadas y demás lugares sagra-
dos donde la agüita fluye… ha sido parte fundamental de sus propues-
tas, pues saben que el capitalismo no solo se está apropiando de glacia-
res, ríos y fuentes para tener el control absoluto de la vida, sino que en su
voracidad está matando uno de los centros vitales para la continuidad
de la existencia: el espíritu del agua. Por ello han realizado, a más del
corazonar, varias movilizaciones con las organizaciones defensoras de la
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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Nota: Traer agua del pogyo de su zona, semillas y flores silvestres (no
semillas domesticadas), piedras pequeñas del cerro más próximo que
les cuida. Pediremos la presencia de los mayores telúricos para que nos
acompañen durante todo el tiempo que corazonemos.
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Si bien los Kitu Kara se autodefinen como runas, tienen una mi-
rada autocrítica de su propia situación, a fin de superar las visiones idea-
lizadas que sobre los indígenas se han construido desde afuera y tam-
bién desde el propio movimiento. Por ello, su propuesta tiene la valentía
de cuestionar las manipulaciones de la cual el movimiento indígena ha
sido objeto por parte de algunas direcciones que han actuado sobrepo-
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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Estaremos en el Yata Pajtá del Itchimbía la próxima Luna llena, desde las
00h00 del miércoles 23 hasta las 13h00 del día jueves 30 de septiembre
del 2010. Les esperamos.
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de sus vidas, pero muy poco se hablaba de luchar por hacer del trabajo
una “fuente de satisfacción existencial”, lo que implicaba satisfacer las
necesidades espirituales, que son las que dan dignidad a nuestras condi-
ciones laborales. Frente a esto los kitu kara señalan:
La noción del trabajo ligada a la estabilidad laboral como el único
mecanismo para garantizar la satisfacción de las necesidades vitales
personales y familiares, atrapa a infinidad de personas a pesar de que
tienen que sobrellevar condiciones de trabajo adversas a su realización
existencial, e incluso vital […]. Es necesario implementar una política
transversal que afirme la noción y la realidad del trabajo como fuente
fecunda de realización existencial; hay que reorganizar la jornada labo-
ral, de modo tal que los trabajadores que ahora están trabajando ocho,
nueve, doce y más horas puedan destinar diariamente un tiempo para
cuidar de sí mismos, de su familia, de los silenciados y de los más débi-
les, y, para que quienes están sin trabajo, soportando la angustia por la
supervivencia, puedan producir, crear, contribuir y sostenerse (p. 18).
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consulta previa que se había visto obligado a tener que discutir el poder
debido a la presión de diversas organizaciones sociales. Los Kitu Kara,
como seguidores del camino de la agüita, saben que esta es impresci-
dible para la vida y por tanto le compete al conjunto de la sociedad, en
consecuencia, todas y todos debemos poner nuestra palabra. Por ello
se planteó que la consulta fuese extendida a la totalidad de la sociedad
ecuatoriana, pues lo que está en juego con la agua es el presente y futuro
de la propia vida:
Finalmente, debemos insistir en la necesidad urgente de la aprobación
de la nueva Ley de Aguas y Recursos Hídricos. Cada día que pasa sin ella
se perpetúan las condiciones abusivas en el manejo del agua. Es nece-
sario que se realice una consulta universal a los ecuatorianos, porque el
agua es un asunto de todos, que resuelva poderosamente la resistencia
de sectores que se ven afectados en sus intereses egoístas y codiciosos, y
supere el tema de la consulta a las nacionalidades y pueblos indígenas.
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entre los partidarios del Gobierno que salieron a defenderlo y los di-
versos sectores de la oposición que salieron, en algunos casos, a querer
pescar en río revuelto.35 Frente a esta situación, el pueblo Kitu Kara,
escuchando el sentir de su corazón y del corazón de los que estábamos
danzando, tomó como decisión no tomar partido para defender al po-
der establecido ni tampoco para ser instrumentalizados por sectores
reaccionarios que estaban alimentando los conflictos. De ahí que, res-
pondiendo a su sentido espiritual, decidieron continuar danzando para
pedir a los espíritus generadores de la vida, del agua, la tierra, el fuego
y el aire, que ayuden a que se restablezca el equilibrio, pues se estaba
causando mucho dolor al país.
Decía nuestro corazón con angustia que se tejía lo que está ocurriendo
en estas horas, con los hilos de la ignorancia, del egoísmo, la mentira,
“el derecho” adquirido a costa del sufrimiento y el abuso al más débil y
la violencia. […]
Procurando encontrar el lazo que nos une a la vida desde nuestro cen-
tro, cuidando lo nuevo que está naciendo.
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pada y la cruz aún siguen aliadas al poder, se habló del dolor que deja la
violencia contra los niños y niñas, el femicidio, se hablaron de las vio-
lencias silenciosas que vivimos en la cotidianidad de las familias, se ha-
bló por tanta muerte que genera el capitalismo, que hace de todo —has-
ta del cuerpo y los espíritus— mercancías, se sintió el dolor y el horror
que implica la venta de órganos, de seres humanos, del tráfico sexual. Se
habló de las violencias visibles e invisibles que generan las ideologías,
las creencias y dogmatismos religiosos y políticos que al encerrarse en
sus verdades terminan negando al otro, una evidencia de aquello se dijo
fue el dolor causado por el nazismo, los campos de concentración, pues
cuando se quiere defender una verdad a costa de la vida de los otros
siempre se abre caminos al extermino genocida; se corazonó sobre lo
que ha implicado las masacres por el irrespeto a la diferencia en África o
en los Balcanes; se sintió el horror del 11 de septiembre, de marzo en Es-
paña, causado por el terrorismo, pero también se sintió como el imperio
en nombre de justificar la lucha contra el terrorismo, ha hecho del terror
una eficiente política imperial con alcances planetarios.
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leza; se habló de cómo se está matando el espíritu del agua, de los océanos
y los ríos contaminados, como se arrasa en nombre del desarrollo con los
sitios sagrados, del tráfico de especies; se habló sobre el ecocido que ha
generado el extractivismo, los monocultivos, y sobre la amenaza a la vida
que ahora enfrentan los pueblos asentados y en el Yasuní; pero sobre todo
se corazonó, sobre la contaminación más terrible que ahora vivimos, la
contaminación del espíritu, la contaminación del corazón, de la situación
irónica que ahora la colonialidad ha creado, pues hoy mientras el calen-
tamiento global quema el planeta, el corazón del ser humano se congela.
dad de más de doce mil años de historia, que muy pocos conocen y reivin-
dican (Consejo de Gobierno del Pueblo Kitu Kara, 2012, p. 3).
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Pasaba por el lugar un hombre muy rico, que se detuvo para poder
beber un poco de agua fresca y dar de beber también a sus camellos, y
vio al anciano que estaba cavando en la arena.
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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—Pero, dime, buen hombre, qué es lo que estás haciendo con seme-
jante calor.
—Estoy sembrado dátiles, como los que están aquí —dijo señalando a
su alrededor el palmar.
—No sé, debo estar cerca de los noventa, pero eso qué importa.
—Claro que importa noble anciano, porque debes saber, que los dati-
leros tardan 50 años en crecer y solo después que son palmeras adultas,
estas pueden dar frutos. Y perdona no quiero ser irrespetuoso, pero tú
ya tienes 90 años, no es que te desee la muerte, pero creo que andas muy
cerca de ir a caminar por las estrellas, y por más que vivas más allá de los
100, no vas a poder cosechar ni disfrutar los frutos que ahora estas sem-
brando, por lo tanto todo tu trabajo de ahora es inútil. Así que deja de
hacer esfuerzos que no servirán para nada, y ven, vamos a tomar algo.
MUNAY: El lugar del corazón desde las sabidurías insurgentes
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—Qué triste que pienses así amigo mío —respondió el anciano miran-
do con tristeza al joven viajero— pero eres tú el que no comprende, si
hubiese habido en el pasado gente que piense como tú, nunca hubiése-
mos podido disfrutar de la delicia de los dátiles, pues yo y tú y mucho
otros, hemos comido los dátiles que otros sembraron, y que sabían que
quizás ellos, no iban a poder probar esos frutos, pero eso no les impor-
tó, pues soñaban, que serían otros los que saborearían los frutos de su
esfuerzo y eso es lo importante.
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Procurando encontrar el lazo que nos une a la vida desde nuestro centro.
La lucha del pueblo Kitu Kara está así iluminando caminos pre-
sentes, y como locas y locos arqueros de la luna y sembradoras y sem-
bradores de dátiles, están sembrando para tiempos que vendrán; ellos
están siguiendo las huellas espirituales que dejaron abuelas y abuelos, de
ancestros como mama Tránsito Amaguaña que desde su sabia palabra
nos decía: “Después de mi tiempo, otro tiempo vendrá, y ustedes coge-
rán leña de otro tiempo” (Miño, 2006, p. 264).
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Por ello, para concluir este caminar, queremos dejar como testi-
monio de lo que la fuerza espiritual del corazonar nos dejó en el cora-
zón, este yumbo que nació desde el Yata Pajtá del Itchimbía, durante las
jornadas para corazonar la vida convocadas por el pueblo Kitu Kara y
en donde tuvimos la inmensa alegría de danzar junto con ellas y ellos, al
ritmo del latido del corazón:
“Yumbo del Pueblo Kitu Kara”
36 En la perspectiva de decolonizar las políticas del nombrar que han sido impuestas
por Occidente y de hacerlo desde los propios territorios del vivir, desde las propias
geografías del decir y desde la propia palabra de los pueblos runas, no hablaremos
de “shamanes”, sino de “yachaks”, “taitas”, “mamas”, etc., puesto que el shamán es
una denominación que viene desde Siberia y que ha sido impuesta uni-versalmen-
te por la academia para referirse a las mujeres y hombres de sabiduría que tienen
la capacidad de conversar con los espíritus de la tierra y el cosmos, es decir, tienen
la misma función espiritual, simbólica y política que la o el yachak, pero prefe-
rimos nombrarlos como ellas y ellos mismos lo hacen en el mundo andino: “En
nuestra lengua kichwa aún persiste la palabra yachak como equivalente de hombre
o mujer sabio, sanador, sacerdote y místico, personaje que es la guía espiritual de
nuestros pueblos” (Cachiguango, 2008, p. 65).
USHUAY: lo que la espiritualidad del sendero del yachak nos enseña
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Para las sabidurías, “el ser humano, es sobre todo, cosmos” (Pa-
nikkar, 1993, p. 308), pues no solo forma parte de la materialidad del
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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mundo, del orden de la biología, del cuerpo y de psichê, está más allá de
los órdenes sociales establecidos. El runa en los Andes forma parte de un
infinito cosmos dentro del cual teje la vida, un cosmos que tiene nuna
aya (espíritu), lo que los aymaras llaman ajayu, que es una expresión
elevada de la energía del Pacha; por ello es vista como “alma, animo,
valor, energía”, pues el espíritu es el “principio de la Vida” que está pre-
sente no solo en los seres humanos, sino en todos los seres y en todas las
dimensiones visibles e invisibles que habitan el bioverso. Así:
Etimológicamente el concepto Ajayu “a” relación contraria; “ja” vienen
de jaka (vida), “todo lo material”; “yu” significa lo profundo. Dando al
Ajayu significado de lo profundo y contrario a la vida material, ligado a
lo permanente, por eso en el marco del pensar en complementariedad
del Pa (uno y otro) es evidente del Ajayu la relacionalidad de opuestos
en la vida (Vargas, 2012, p. 28).
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Esta visión abarca a los seres humanos y a la Madre Tierra, que la sabi-
duría indígena reconoce como ser vivo, y al Universo en general.
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sea muy racional para algunos, pero sabemos que curan. Por eso, hasta
los científicos vienen a visitarme aunque calladito, para hacerse curar
alguna dolencia que ya no puede sanar el doctorcito en las ciudades
(Toctaguano, marzo 2007).
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Para las sabias y sabios que transitan por el sendero de las y los
yachaks, de igual manera no podemos confundir espiritualidad con reli-
gión, pues la forma cómo se mira la relación con el bioverso es diferente,
así como las posibilidades que nos ofrecen estos dos caminos. Mama
Nicolasa Toctaguano es muy clara al respecto:
Nosotros seguimos un camino espiritual no religioso, la espiritualidad
que nosotros practicamos no tiene nada que ver con la religión, noso-
tros no queremos imponerle dogmas a nadie, no queremos infundirles
miedos para que se porten bien y no pequen porque si no se van a que-
mar en la quinta paila del infierno, nosotros no le ofrecemos una mejor
vida en el más allá lejano, sino que buscamos que vivamos la belleza
de una buena vida aquí, en este Pacha, en este tiempo, en este espacio
[…]. Nosotros no vivimos de creencias, no nos movemos por lo que
nos impone el papa, nosotros escuchamos lo que nos dice la Mamita
Tierra y según eso hacemos las cosas. Nosotros hacemos ceremonias
para conectarnos con lo sagrado, que no está metido en los templos,
sino en toda la belleza de la naturaleza y en todo los seres. La religión
divide, no ve siempre que se discute sobre religión la gente se pelea, la
espiritualidad une, hermana, nos hace completos; nosotros no vemos
la vida como sufrimiento, como valle de lágrimas, como enseña la reli-
gión, sino como una fiesta sagrada por la que debemos agradecer todos
los días con las ceremonias, no hacemos como en las misas: para, sienta,
para, sienta… y no te dice nada y solo el ratito de la hostia, de la comu-
nión te haces el buenito y después sigues lo mismo, nuestras ceremonias
son para dejar algo al corazón, para que cambie el corazón. La religión
aprisiona, enferma, la espiritualidad libera, transforma, sana. Por eso
lo nuestro es espiritualidad no es religión (Toctaguano, marzo 2007).
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religión la que nos salva del sufrimiento, que es algo que está al alcance
de todos, mientras que la espiritualidad es solo un patrimonio de pocos
elegidos, que se llega a poseer solo a través de grandes sacrificios, ayu-
nos, flagelaciones, negación del cuerpo, del placer o con el aislamiento
social, mientras olvidamos que vivimos en un mundo en el que existe
dominación, miseria, exclusión, violencia y muerte, un mundo que debe
ser transformado y que requiere de la fuerza de la espiritualidad para su
liberación plena. Como nos recuerda Kumar:
Gandhi dice que no vale que hayan personas que renuncien al mundo y
se encierren en una orden monástica, que otros se vayan a los Himalaya
a vivir en una cueva, en ambos casos persiguiendo la búsqueda de Dios,
pensando que el mundo es una trampa, un lugar sucio, un lugar de
pecado, y que solo escapándose de él se puede hallar la salvación, mien-
tras al mismo tiempo existen masas de personas ordinarias que viven en
el mundo y piensan que la espiritualidad solo vale para los santos […].
Necesitamos liberar la espiritualidad de los monasterios, de las cuevas y
de las instituciones religiosas, y llevarla a toda la gente. La espiritualidad
necesita ser parte de la vida cotidiana (Kumar, 2006, p. 77).
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¿Sabes qué es la quimbilla? Es una planta bien amarga. Hay una enfer-
medad que te empieza a dar sueño y no es porque te da sueño sino
porque tu cuerpo está bien desbalanceado, te puedes dejar ir, viene a ser
algo como el estrés imagino. Entonces, lo que tienes que hacer es pegar-
le un sacudón para que te recargues de la energía que ya está equilibrán-
dose, pon un poco de quimbilla y de una, ya estás bien. La espiritualidad
es como la quimbilla, nos sacude la vida. Creo que la espiritualidad y la
sabiduría están permanentemente en todo (Gómez, septiembre 2009).
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mismo, algo que te conecta a todo y a todos, que te hace ver a todos los
seres humanos como hermanos y al planeta como la casa común que
tenemos que cuidar. Esta definición incluye “el arte de vivir” (espiri-
tualidad) y el “arte de convivir” (política). Todos somos uno, todas y
todos somos hermanos, ese es el gran cambio, la conciencia planetaria
(Cervantes, 2011, p. 11).
Si la política, en su sentido más amplio, es toda acción individual
y colectiva que busca transformar la vida para sembrar una convivencia
en la belleza, la felicidad, la libertad y la paz, entonces, la espiritualidad
tiene una clara dimensión política. Esto se expresa en el hecho de que
nos da una sensibilidad distinta frente a la vida y la fuerza para poder
comprometernos con ella y luchar por transformarla. La política se tor-
na espiritual en la medida en que hace de la existencia su horizonte y
plantea la liberación y transformación social y estructural del mundo,
así como la transformación y liberación de nuestros mundos interiores,
de nuestras subjetividades, de nuestro ser… sin lo cual es imposible lle-
var adelante ninguna lucha social y política. Kumar señala al respecto:
“Krishnamurti enfatizaba la necesidad de la libertad. Uno necesita es-
tar libre del miedo y del condicionamiento de la mente antes de poder
ofrecer cualquier servicio significativo. La libertad interna es el requisito
previo de la libertad social y política” (Kumar, 2006, p. 106). Esa necesi-
dad de una transformación que no se quede solo en cambios estructura-
les es igualmente sentida por el maestro zen Dokusho Villalba:
La mera transformación de las estructuras económicas y políticas
externas, sin la imprescindible transformación de los individuos. Solo
conduce a cambios de decorado. Las revoluciones sociales que han
priorizado la transformación de los marcos políticos y económicos
exclusivamente han terminado en fracaso (Villalba, 2011, p. 219).
No debemos olvidar que el horizonte que ha guiado el sentido
del vivir de todas las sociedades y culturas de tradición —especialmente
de aquellas que han sufrido la dominación— ha sido la lucha por la
preservación de la vida; dichas luchas no podrían haberse hecho fuera
de dimensiones espirituales, pues, como dice Antonio D’Agostini, la es-
piritualidad es semilla de esperanza y de vida.
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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¿En donde está la fuerza que hace posible que los pueblos so-
metidos a la dominación sigan luchando? En la espiritualidad. Manuel
Gómez, del pueblo Kitu Kara, nos responde desde su sabiduría: “La es-
piritualidad es la fuerza que nos ha permitido seguir sintiendo, siendo,
haciendo, la que nos ha ayudado a que continuemos luchando por la
vida” (Gómez, septiembre 2009).
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ción que quiere decir que debe venir de una fuerza superior de luz, una
fuerza suprema despertada en el corazón, en el interior del ser humano y
que le ilumina y esa fuerza espiritual puede transformarla. Esa es la revolu-
ción de la que no se ha hablado, no se practica y no se vive; una revolución
sin odio, una revolución del corazón, sin fuerza física, una revolución
espiritual que no mata a nadie, sino construye, levanta, nos despierta y
nos anima para invocarnos al gran camino, a la vida más grande que todo
hombre, porque todo ser humano en esta tierra aspira a la felicidad y al
amor […]. Este tiempo necesitamos nosotros una inspiración espiritual
de los seres, de los hombres y las mujeres, sobre todo una inspiración
espiritual, del corazón grande de hombres y mujeres, para alimentar a su
gente, no solamente de los alimentos materiales sino de un cuidado social,
cultural basado fundamentalmente en el alimento espiritual porque espi-
ritualidad no es una práctica rudimentaria, es una práctica permanente
de transformación. Una lucha espiritual o una “vivenciación” espiritual,
un encariñamiento espiritual, le da otro sentido a la lucha por la vida, y lo
hacemos no por luchar, sino por amar (Chiriap, agosto 2008).
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Así, desde el poder del corazón, como siempre nos han dicho
las sabidurías insurgentes, podremos sembrar en la política semillas de
espiritualidad que nos permitan sentir y pensar, es decir, corazonar la
situación de deterioro de la vida que actualmente enfrenta el planeta,
pues eso nos plantea urgente e inevitablemente la necesidad de escoger
entre dos caminos, tal como enseñaba la sabiduría del abuelo yachak:
En estos tiempos el hombre necesariamente tiene que escoger entre dos
caminos. Uno de ellos es el de la ambición y de la tecnología sin sabiduría,
ni respeto a la vida. Este camino representa un pasaje hacia la destrucción,
estoy de acuerdo con la tecnología y el adelanto, porque también debe
haber evolución; pero sin respetar a la vida y a la naturaleza, de nada sirve
la tecnología ni el progreso. La otra vía es la espiritualidad, un camino
más lento, implicando el respeto por todos los seres vivos que habitamos
este planeta: Si nos decidimos por el sendero espiritual, todavía podremos
encender nuestro fuego interno, el calor del amor y empezar un largo
periodo de armonía con el entorno (Lligalo, 2010, p. 65).
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propia pasión, sobre el propio deseo, sobre el propio placer, pues el cuerpo
y su “eroticidad” ha sido siempre territorio para la liberación del ser.
423
lo que sabes, lo que sientes en tu corazón que tienes que hacer; no sé, o
sea si te explicara no habría palabras, pero lo que sí sé, es que se trata de
sentir (Herrera, septiembre 2010).
Para las sabidurías insurgentes existe una realidad que va más allá
de los objetos y que construye el espíritu de la vida, existe una dimen-
sión invisible, profunda y trascendente. Por ello la espiritualidad no es
solo lo que nos permite hablar de la trascendencia, sino todo aquello
que nos trasciende. La espiritualidad, como el amor o la esperanza, no
es algo que pueda conceptualizarse racionalmente, epistémicamente,
debe ser vivida desde la profundidad del corazón, lo cual no implica la
negación de la razón, sino que las dos vuelen juntas como el cóndor y el
águila, pues para salvar la vida se necesita dar ternura a la inteligencia.
Al respecto, Satish Kumar afirma:
El racionalismo puro es en sí violencia mental. El racionalismo por
naturaleza, rompe, separa, divide, aísla. Con esto no quiero decir que
la racionalidad no deba tener lugar en nuestras vidas. Lo tiene. Pero se
debe mantener en su sitio, y no se le debe dar un status exagerado, en
nuestra sociedad. La racionalidad suavizada con los sentimientos y la
intuición del corazón, en equilibrio yin-yang, puede crear una cultura
de no-violencia, de integridad y compasión, mientras que el racionalis-
mo puro crea una cultura de violencia (Kumar, 2006, p. 127).
425
es también una fuerza espiritual para el despertar; es por ello que debería-
mos escuchar con más atención que la inocencia nos está invitando a:
Descubrir el sentido de la vida en las alegrías, en las penas en las pasiones
y, en lugar de lamentar que la vida no sea fácil —dejando para un día
que no llega nunca el momento de gozar profundamente de esta misma
vida—, encontrar su sentido en cada instante […] “mirar los lirios del
campo; no acumuléis, no tengáis cuenta bancaria, vivid, sed felices y si
os piden que deis mil pasos, dadlos […]. La espiritualidad contempo-
ránea debería aprender de Esaú ese querer vivir feliz, gustando la dicha
a cada instante; y como al fin y al cabo son hermanos gemelos, ambos
podrían ser para occidente el símbolo y el estímulo de su espiritualidad;
de una espiritualidad para nuestro tiempo (1993, p. 318).
427
todo es natural, por eso si algo buscamos las yachaks, es que ojalá todos
podamos volver a ser como niños (Toctaguano, marzo 2007).
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Está claro que el carácter opresivo del poder tiene raíces patriar-
cales, pues ahí están también las raíces de los fundamentalismos que
ahora en tiempos de globalización enfrentamos, tiempos donde la vi-
sión patriarcal de la vida se sigue recreando de múltiples formas. Al res-
pecto, Vandana Shiva afirma:
La religión y el capitalismo tienen raíces comunes en el patriarcado.
Convencionalmente han sido consideradas fuerzas opuestas al enten-
derse que el patriarcado religioso defiende las tradiciones, mientras
que el patriarcado capitalista, presiona a favor del progreso y la moder-
nidad. De ahí que el surgimiento de un orden mundial —la globali-
zación— impulsado por el capital global, haya sido visto a menudo
como una forma de socavación del patriarcado religioso, y por lo tanto
como un fenómeno liberador para las mujeres. Lo cierto es que en el
momento actual, no estamos asistiendo a la contienda alguna entre el
patriarcado religioso y el capitalista, sino más bien a una confluencia
entre ambos materializada en forma de un fundamentalismo religioso
y de un fundamentalismo del mercado […]. El patriarcado capitalista
y el religioso comparten los aspectos siguientes: la dominación de unos
hombres dotados de poder religioso o económico sobre los demás seres
humanos y sobre la Tierra; la devaluación de las mujeres, de los traba-
jadores y de otros seres, y la desconexión con la tierra y con las culturas
y las economías vivas (Shiva, 2005, pp. 159-161).
435
no, sino de que como el águila y el cóndor volando juntos, así también
tiene que volar las mujeres junto a los hombres, a la misma visión, hom-
bre y mujer caminando a la misma dirección, que bonito, que lindo que
encontremos una pareja águila y cóndor (Taxo, marzo 2010).
Nosotros estamos luchando por nuestra tierra, por nuestra selva, que
está sin contaminar. No queremos que contaminen nuestro territorio.
Estamos luchando por nuestros hijos que hemos venido dejando en la casa
y estamos luchando por la tierra que nuestros abuelos han dejado. Como
mujeres amazónicas, nosotras estamos presentes aquí en Quito para defen-
der nuestro territorio. No queremos que se explote nuestro territorio.41
437
para que nuestras hijas tenga un lugar tranquilo donde puedan soñar
mañana, […] la explotación podría significar el “exterminio” de los
pueblos indígenas, por sacar petróleo, van a matar la vida, los hermanos
huaoranis, tagaeris y taromenanis y todas las nacionalidades vamos a
empezar a desaparecer […] con las petroleras así ¡qué va a haber Sumak
Kawsay!, ¡qué va a haber Buen Vivir!, lo que van a dejar es destrucción
y muerte como ya han dejado; nosotras las mujeres que siempre hemos
estado sintiendo la vida, sabemos que la vida está amenazada con lo
que quiere hacer este gobierno que dice defender los derechos de la
naturaleza, luchamos por nuestros hijos, por eso venimos marchando
y seguiremos luchando, pero esta no debería ser solo una lucha de las
mujeres, sino de todos, porque a todos ahora nos amenaza la muerte.42
agua, la dignidad y la vida, que no son sino luchas marcadas por la fuer-
za del amor, la espiritualidad y la sabiduría.
Vienen marchando por la vida
439
El venado habló con más serenidad, y propuso otra solución para resol-
ver tan grave problema, y esto dijeron: “A nosotros también nos indigna
la insensata actitud de los seres humanos, pero creemos que vengar una
vida con otra vida no es la solución, pues eso alteraría más el orden cós-
mico; todos estamos de acuerdo en que hay que dar a los humanos una
severa lección, para que aprendan a tener más humildad, por ello trae-
remos la enfermedad al mundo, ojala así aprendan algo sobre su fragili-
dad. Cada uno de nosotros en consecuencia, se responsabilizará de una
enfermedad distinta, los humanos conocerán la enfermedad, cuando se
alejen de la naturaleza y olviden la dimensión espiritual, sagrada de la
vida, cuando dejen de agradecer a la madre tierra por el alimento que
nos brinda generosa, cuando ensucien e intoxiquen sus cuerpos, sus
USHUAY: lo que la espiritualidad del sendero del yachak nos enseña
441
Dicho esto y para dar ejemplo, los venados convocaron a las reumas y a
la artritis; y de igual modo, cada animal decidió llamar a una enferme-
dad distinta. Las tórtolas que estaban muy atentas, dijeron en cambio,
que ellas se encargarían de anunciar con su canto, el advenimiento de
la enfermedad y la muerte.
Los seres que habitan los mundos de abajo, las rocas y los minerales, que
son amigos cercanos a la cosmunidad del mundo vegetal dijeron que
ellos también querían ayudar a las plantas en su generosa tarea, hacer
que los seres humanos recuperen la energía, el equilibrio, la fuerza; para
ello, cada mineral aportaría también con su poder espiritual, con su sin-
chi, su energía, para que los seres humanos puedan recuperar su salud.
El jefe de los minerales el cuarzo abrazó a su hermano el tabaquito y
le dijo: “Yo seré el mineral sagrado, aportaré también a sanar el cora-
zón, la mente, el cuerpo y el espíritu, yo ayudaré a nuestros hermanos
humanos a descubrir el origen, las causas de su enfermedades, a traer
sabiduría y luz a través de sus sueños y de sus ceremonias, de modo que
si miran en mi corazón, ellos podrán recuperar la espiritualidad perdi-
da, saber su origen y encontrar el camino por donde tiene que caminar
para reencontrarse consigo mismos, con los otros y con el espíritu de la
vida, de la naturaleza y el cosmos”.
USHUAY: lo que la espiritualidad del sendero del yachak nos enseña
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sutil movido por la energía del Kawsay: la vida, y que el mundo con-
ceptual de la razón resulta insuficiente para explicarlo y comprenderlo.
Incluso para la física cuántica, que está descubriendo otras dimensiones
de realidad que los ancestrales amawtas conocían desde hace milenios,
existen niveles de realidad y de misterio que aún no puede comprender.
Como se pregunta el yachak Antonio Morales:
¿Cómo se aplica la mecánica cuántica en la vida cotidiana? ¿Acaso la
teoría cuántica le enseña a caminar sobre la tierra? ¿A cambiar el clima?
¿A identificarse con el principio creativo, con la naturaleza, con lo divi-
no? No. Teoría. Lógica. Conceptualizaciones. Juegos para distraernos
con algo que trasciende toda investigación humana y todo pensamiento
consiente (Villoldo y Jenderson, 1992, p. 249).
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La sabiduría y la espiritualidad
hay que sembrarlas en el corazón
Los profetas andinos y sus revelaciones,
nos anuncian que no podemos acceder
al conocimiento ancestral, si no es por
medio de la vía del corazón (Monachesi,
2008, p. 31).
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será porque me sigue atrás, ahora sé que han sido señales, que la misma
Pacha Mamita me daba señales que me anunciaban que yo también iba
a aprender a traer la luz, que tenía que aprender a sembrar la sabiduría
(Chiluisa, septiembre 2009).
entregan igual a todos enfermos y tú sin nada más que tú mismo, sin
herramientas de nada, sino solo con tu corazón, y con lo que sabes
que has aprendido desde tu corazón, y con lo que hay en la naturale-
za, tienes que restablecer la sanación de esa persona. Unos utilizan el
canto, otros utilizan los soplos, otros sus manos, otros las piedras, otros
recogen semillas, otros traen agua y a través de eso entonces cuando
cada uno se encuentra en el silencio de su propio ser y el encuentro con
la otra parte, digamos con lo sagrado, encuentra cada uno también su
camino de sanador y cuál es la energía que se adapta más a su proceso
de ser sanador, a su habilidad de sanar, y es por eso que uno sana con
el viento, otros con las velas, otras con el fuego, otros con las plantas y
otros hacen de todo, pero el asunto es que si el don de la sanación está
activada dentro de ti, dentro de tu corazón, tú puedes curar a esa per-
sona, y si no está activado por más que utilices diez mil elementos esa
persona no se va a curar (Guevara, junio 2009).
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las energías, porque todo es la energía del amor y ese amor lleva a la luz,
y eso a la sanación (Guevara, junio 2009).
44 Este fue el consenso de mamas y taitas que asistieron al taller con las y los yachaks
de Pichincha, en Quito, en julio de 2009 (cf. Herrera y Guerrero, 2011, p. 27).
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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Así nacieron Llipiyak (el rayo) y Kulun (el trueno) que iluminaron y
retumbaron en el infinito. En cada rayo y trueno “arriba” nacieron Inty-
Yaya (Padre Sol) y Killa-Mama (Madre Luna), Chaska (los planetas) y
Kuyllur (las estrellas).
51 Relato basado en un mito narrado por el taita Rafael Bautista, yachak, agricultor y
limpiador de mal vientos, de la comunidad Kotama (en Cachiguango, 2008, p. 124).
USHUAY: lo que la espiritualidad del sendero del yachak nos enseña
455
Pacha equivale a cosmos y ser, pues Pacha es todo lo que es, ya que
en la sabiduría andina se manifiesta como un principio de totalidad que
nos dice que todo el cosmos es el cosmos. En el Pacha se condesa recíproca-
mente la energía criadora del tiempo y del espacio, además, si el Pacha es el
escenario en donde se teje al Kawsay, la vida, las y los runas dan sentido ñan
a ese vivir, están en la espiral cósmica de la vida por algo, de ahí que cora-
zonamos que se hace necesario empezar a mirar esta dimensión de sentido
con relación al Pacha, pues si este es la fuente de la existencia, también tiene
ñan, tiene sentido, todo lo existente tiene un sentido dentro del Pacha.
Es la casa grande del nido de la vida donde el espíritu nos hace vivir en
armonía.
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Por ello, para las y los yachaks, el Kawsay es también una actitud
perceptual, podríamos decir es una isotopía o eje energético de senti-
do que permite tejer el orden del vivir. La mirada que tienen las y los
amawtas sobre el Kawsay explica desde una dimensión no solo racio-
nalizante, sino energética y cósmica, aquello que la antropología ha ex-
plicado solo epistémicamente; pues para tejer la trama del sentido de
la vida, para construir imaginarios, discursos y prácticas, necesitamos
de una fuerza energética que los haga posibles. Esa fuerza que viene del
cosmos es el Kawsay, sin la cual no es posible corazonar, sentipensar,
hablar ni hacer, de ahí la profunda articulación y reciprocidad entre
ellas para tener un buen vivir, pues forma parte de los pilares cósmicos
de totalidad, complementariedad y reciprocidad que también cruzan la
construcción del sentido.
463
Tenemos que aprender a reconocer que todas las cosas no son solo cosas
o sea que las piedras no solo son piedras, las piedras están incorpora-
dos de una energía pero extraordinariamente valiosa para la vida, […]
entonces yo siento que un punto de partida para un camino espiritual
es ese reconocimiento de que el choclo es más que choclo, de que los
chochitos que uno come es más que chochitos que son habitantes de
las estrellas que nos están acompañando aquí, regalándonos su energía
para que podamos seguir viviendo (Yamberla, julio 2009).
y estamos hermanados con todas las otras formas de existencia que con-
forman la espiral de la existencia, con ríos, plantas, animales, minerales.
El taita Carlos Fichamba nos dice sobre cómo esos seres y poderes están
presentes en nuestros propios cuerpos:
En nosotros están todos los poderes de los espíritus, de los seres con
los que la Pacha Mamita nos crió, está el agua en nuestra sangre, está
la tierra en nuestro cuerpo, está el fuego prendidito en nuestro corazón
y, está el aire en nuestros pulmones, en nuestro espíritu (Fichamba,
octubre 2008).
465
es una energía que une todos los seres que habitan este infinito cosmos
y que da sentido a la existencia. Como dice Alonso del Río:
Hablar de la sagrada Unidad de todo lo que existe es abrirse al incon-
mensurable amor que es el sustento de toda la existencia […]. La verdad
final, el propósito de la vida es sencillamente el amor. Tenemos que con-
fiar en que el propósito de la vida es el amor. Todo lo que existe, existe
por el amor y para el amor (Del Río, 2013, pp. 18-37).
“somos estrellas con corazón y con conciencia”. Es por eso que el Munay
es la energía que hace posible el corazonar, pues nos da “la capacidad de
pensar con el corazón” (Amawtay Wasi, 2005, p. 184).
Mama Nicolasa Toctaguano nos habla del amor como una de las
matrices cósmicas que hace posible el poder espiritual de la vida:
No sé si se llamarán principios, para nosotros son matrices cósmicas
que debemos seguir desde el corazón, y esas matrices nos dicen prime-
rito, que todo está vivo, que todo es sagrado, que todo tiene espíritu,
y ese espíritu refleja el espíritu de la vida, que el espíritu de la vida se
manifiesta en la diversidad, en lo diferente, porque vea en la madre
naturaleza, nada es igualito, homogéneo, toda la vida se enriquece con
lo diferente, toda la vida se autorregula a sí misma, se auto organiza,
se va haciendo y deshaciendo a sí misma, porque nacemos y morimos,
venimos y nos vamos, porque la vida sigue independientemente que
estemos o no aquí […] pero hay algo que es bien importante, todo lo
que vive, todo lo sagrado también refleja el espíritu del amor de la vida,
porque sin amor no es posible toda esta belleza, por eso el amor hace
posible la solidaridad, la reciprocidad entre todos los seres, tenemos
que amar todo y amarnos entre todos; pero para poder sentir el poder
espiritual de la vida y su amorosa presencia, se necesita que tengamos
sabiduría en el corazón […]. Mi abuelita me sabia decir que aprenda
a respetar y a honrar todo como sagrado, porque todo lo que mis ojos
miran es una manifestación de la energía de la Gran Madre y del Gran
Padre, una manifestación del amor de su corazón, por eso me decía
todo tiene espíritu, corazón, vida, y por eso debemos ser cariñosos,
respetuosos con las plantitas, los animalitos, las piedritas, con todo, y
claro también con las personas, pero para eso hay que tener bondad en
el corazón (Toctaguano, marzo 2007).
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energía del sendero de las y los yachaks, solo puede ser alcanzado como
resultado de haber primero sentido la intención en el corazón para en-
cender la pasión, el Munay que nos lleve al Ruray, al hacer a través de la
experiencia personal directa, a la vivencia profunda que le va otorgando
Yachay, sabiduría; y en ese proceso, la acción ceremonial es un cami-
no para que desde esa sabiduría alcanzada, pueda acercarse al misterio,
para despertar un poder espiritual (Ushuay), que les permite hablar el
lenguaje del cosmos e interrelacionarse con este y su energía; poder es-
piritual que los lleva más allá de sus propios límites, para enfrentar el
miedo y la muerte simbólica y adquirir la fuerza energética para su labor
(Ruray), sanar la vida, que como vimos no es sino un acto supremo de
amor (Munay) y de sabiduría (Yachay) y a su vez la forma más alta de
poder espiritual Ushuay; esto que podría parecer reiterativo, repetitivo,
tautológico, no hace sino mostramos, como se da la danza de la espiral
de energía de esos cuatro Saywas presentes en el sendero de las y los ya-
chaks, que no es sino un camino hacia el poder y de poder.
Entre las características del poder que manejan las mamas y los
taitas podemos encontrar las siguientes:54
54 Las características del poder manifestadas por las mamas y taitas andinos en los
talleres trabajados con ellas y ellos en Quito, entre agosto y septiembre de 2009,
coincide en muchos aspectos con la tipología planteada por Sharon Douglas en El
chamán de los cuatro vientos (2004, pp. 73-74), por ello nos referimos a las dos.
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55 Todos los referentes a los sitios de poder, fueron los señalados por las mamas y
taitas de la Asociación de Yachaks del Distrito Metropolitano de Quito, en los
talleres trabajados entre julio y septiembre de 2009.
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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por eso mismo la misma tierra nos da su poder, su sabiduría, por eso los
yachaks somos como cualquier otra persona, agricultores, sembradores,
ustedes tienen un título y ya se creen mejor que otros, nosotros no,
nosotros somos agradecidos que la Madre Tierra nos ha dado sabiduría
para curar, pero eso tiene que servir a la comunidad, no para estar por
encima de los demás; el poder que nos entrega la Madre Tierra tiene
que ser devuelto, sirviéndole a la misma Pacha Mamita y sirviendo para
que podamos ayudar a los demás (Sandovalín, septiembre 2009).
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56 Esta propuesta que nos hace la mama, corazonamos, constituye una profunda
ruptura en las formas de nombrar impuestas por Occidente y la academia, y es
a la vez una semilla para ir sembrando políticas del decir otras desde su propia
palabra. Por eso, a pesar de que en la mayoría de textos y cuando se habla de este
tema se habla de “principios” o “leyes” del mundo andino, nosotros hablaremos
de matrices, por el sentido poético y político que tiene.
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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Pacha, para los andinos, como reflejo de la matriz cósmica del ya-
nantin, se refiere también a la complementariedad del espacio y el tiempo.
Los amawtas andinos siempre han sabido que la vida no sería posible sin
la unión amorosa (Munay) de la paridad de energías fundantes de la vida,
USHUAY: lo que la espiritualidad del sendero del yachak nos enseña
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es decir, del amor entre la Pacha Mama o la Gran Madre Cosmos, feme-
nina, criadora y hacedora del espacio, con Pacha Taita o Padre Cosmos o
Pacha Kamak, que tiene a fuerza espiritual de lo masculino y es el criador
hacedor del tiempo. Como nos recuerda el yachak Alonso del Río:
Los antiguos sabios andinos crearon una religión natural por analo-
gía: “como es abajo es arriba”. Al ver que en la naturaleza casi todo
tiene padre y madre, entendieron que el universo no podía escapar a
este principio. Al gran padre lo llamaron Pachakamaq, el hacedor del
Tiempo, y a la gran madre Pachamama, la madre del Espacio […]. El
vocablo Pacha en runashimi podía significar ambas cosas; a veces era
“espacio”, a veces “tiempo”, a veces “espacio-tiempo” […]. Los seres
humanos nos reconocemos como hijos del amor entre el Espacio y el
Tiempo (Del Río, 2013, p. 46).
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De igual manera, las montañas, los volcanes y los cerros son feme-
ninas y masculinos, como lo son también los espíritus tutelares, los apus
que los protegen y tienen las mismas características humanas: sienten, son
amorosas, enamoradizas, se ponen tristes, celosas, se enojan, en definitiva,
tienen espíritu y vida. En las cascadas se expresa también esa paridad: las
aguas cálidas y dulces son femeninas, las aguas saladas y frías son mascu-
linas. En las piedras con las que se hacen sus curaciones también existen
“piedras hembras” y “piedras machos”, cuyas energías femeninas o mas-
culinas son trabajadas por las y los yachaks de acuerdo a su complemen-
tariedad; estas están presentes en el espacio de su mesa ceremonial, en la
que se reproduce la misma paridad y complementariedad. Igualmente, las
plantas para la curación responden a la matriz de paridad y complemen-
tariedad entre la energía femenina y la energía masculina que tienen, pues
de ese equilibrio depende la salud. Esa misma polaridad está presente en
las enfermedades y lo que las y los yachaks hacen es equilibrar esas ener-
gías, como dice mama Nicolasa Toctaguano:
Yo trabajo con plantitas hembras y machos, porque también las enfer-
medades son igualito, hay unos males que son de los hombres y otros
de las mujeres, lo que se hace ahí es emplear las plantitas que devuelvan
el equilibrio energético para que se dé la sanación, si la enfermedad es
macho se usa planta hembras, y si la enfermedad es hembra, se aplica
USHUAY: lo que la espiritualidad del sendero del yachak nos enseña
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vincularidad del todo, dado que en el bioverso todo está relacionado con
todo, de ahí que la relacionalidad se manifiesta a través de dos matrices
cósmicas: complementariedad y correspondencia (Estermann, 2014, p.
67), las cuales van a estar presentes en la cruz andina, que emerge de ese
punto de encuentro cuatripartito formado por las dos diagonales que se
entrecruzan entre un eje horizontal con un vertical que dan como resul-
tado cuatro cuadrantes, el eje vertical que es el de la complementariedad
de los opuestos armónicos entre la paridad de lo femenino y lo masculino;
el eje horizontal que es el de la correspondencia primordial entre los di-
versos mundos y espacios, entre lo grande makron y lo pequeño mikron,
entre el macrocosmos y el microcosmos, entre el arriba y abajo; mientras
que los ejes transversales hacen referencia a la reciprocidad y proporcio-
nalidad (Amawtay Wasi, 2005, p. 181; Medina, 2006, p. 89).
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58 Es importante no olvidar que esta visión tawaléctica que toma la Chakana como
símbolo mayor de su cosmoexistencia —en la cual centraremos nuestros corazo-
namientos— no anula otras perspectivas que han sido planteadas también en el
mundo andino y que hacen referencia a la importancia, en unos casos, del cinco,
como señala Kowi: “Según los relatos de origen recopilados en hombres y dioses de
Huarochirí, por lo general nombran al cinco, también está el cuatro, pero prevalece
el cinco, el mismo mito del Pachakutik hace referencia al cinco” (notas a la lectura
de este trabajo, Quito, febrero, 2015). En otros casos, se considera también la impor-
tancia del tres como número místico (cf. Del Río, 2013). Lo que sí resulta innegable
es la importancia espiritual, simbólica y política que se le ha dado a la Chakana en
los últimos procesos de insurgencia de la sabiduría y la espiritualidad andina.
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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Dado que las y los runas son seres relacionales, no pueden estar wak-
chas, solos, pues su vida depende de su complementariedad y reciprocidad
con otros seres, de ahí que el ñukanchik expresa la matriz de la vincularidad
por la que todos se sienten familia. Así, todo lo que le ocurre a una familia,
le ocurre a las demás, pues todos estamos hermanados por la vida. Cuatro
son las familias o cosmunidades a las que las y los runas se encuentran in-
terrelacionados: la familia o cosmunidad humana, para tejer relaciones de
alteridad de amor y respeto con otros seres humanos de distintos pueblos
y culturas que habitan en el Allpa Mama. La familia o cosmunidad natural,
que cría relaciones con todos los ayas o espíritus vitales y los seres de la
naturaleza móviles o inmóviles: con las plantas, los animales, los minerales,
con los espíritus de las montañas o apus, con los serenos o espíritus de la
música. La familia cósmica es la cosmunidad espiritual superior, donde
habitan las divinidades. Y la familia o cosmunidad de las ancestras y ances-
tros que continúan viviendo en otra dimensión espacio-temporal, por eso
se dice que cuando han cumplido su transitar por la espiral del Kawsay, se
van a caminar por las estrellas, y es por ello que siguen iluminando nuestro
caminar por la vida (Cachiguango, 2008, pp. 21-22).
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wawas, para pedir que ese fuego sagrado ilumine el corazón y el hogar
de las cosmunidades. Luego, está la fiesta del Kuya Raymi del equinoccio
del 23 de septiembre que corresponde al tarpuy pacha u otoño, en el que
concluye el tiempo masculino y es el inicio del tiempo femenino y del
nuevo ciclo agro-astronómico y espiritual de maíz. Es un tiempo para
celebrar y agradecer a la Pacha Mama y al agua, para preparar las siem-
bras, para compartir, como dice el yachak Katza Cachiguango, la chicha
del yamor, que es la bebida sagrada hecha con diversas clases de maíz
y que el poder vía usurpación simbólica, la está convirtiendo en una
simple manifestación folklórica que está desplazando, empobreciendo
y degradando su sentido espiritual y sagrado (Chalán et al., 2014, p. 66).
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Cuatro son las estaciones, que si bien no las vivimos en los Andes, sí es-
tán en la realidad espiritual interna, como nos dice mama Rosario Fichamba:
Cierto es que nosotros no tenemos las cuatro estaciones como en otras
partes, pero igual no ha visto aquí en Quito se pueden dar todas en un
mismo día, que lindo que es, ese es un regalo de la Pacha Mama que
otros no tienen. Pero aunque no tengamos las cuatro estaciones, estas se
viven internamente, por ejemplo, el tiempo del invierno es el del dolor,
del sufrimiento; el tiempo del otoño en que caen las hojas de los árbo-
les, así también decae nuestra energía, decae la fuerza, no tenemos ganas
de hacer nada y a veces no sabemos por qué; el tiempo de primavera
podría ser el tiempo de la esperanza, del florecimiento de algo nuevo; y
el tiempo del verano es el tiempo de la luz, el tiempo de las cosechas y
para agradecer lo que nos da la Madre Tierra, por eso es el tiempo para
celebrar el hatun puncha, para bailar bonito como en el Inti Raymi, la
fiesta del Padre Sol (Fichamba, marzo 2010).
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Es por ello que para las y los runas, la dimensión cíclica, espiral,
del tiempo se nombra con relación al orden del Pacha y al Kawsay, a la
vida y a lo vivido; por eso el pasado no está detrás ni el futuro adelante
como en Occidente, ni tampoco estos están separados del presente. Para
USHUAY: lo que la espiritualidad del sendero del yachak nos enseña
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Es por ello que para las y los runas, ñawpa y cunan son tiempos en
crecimiento continuo wiñari, que sirven para pensar el caya o el shamuk
puncha, el día venidero, puesto que es en el presente como Chakana
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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el que contiene todos los tiempos, es ahí en donde todos los pasados
vividos son recordados, recreados y rememorados, y donde todos los
futuros imaginados que aún no vivimos, si luchamos por ellos, se hacen
posibles. Por eso la sabiduría aymara nos enseña que “mirando atrás y
adelante debemos caminar” (Vargas, 2012, p. 24). Para las y los yachaks,
se siente y vive la espiral del tiempo como totalidad, en su vincularidad,
en su complementariedad, en su interrelacionalidad, de ahí que ñawpa
desde la palabra del yachak Katza Cachiguango implica:
“Tiempo adelante” y designa los orígenes como también el final. El
pasado es el tiempo que está delante de nosotros porque ya le conoce-
mos, y el futuro está detrás de nosotros porque aún no le conocemos.
El pasado y el futuro se unen para iniciar todo lo nuevo (Cachiguango,
2008, p. 24).
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Es por todo esto que el ser del runa se constituye en ser estando-
sintiendo-haciendo-ocurriendo, es decir, en el constante movimiento,
en la danza por la espiral del tiempo que está en un eterno ir y venir en
la ciclicidad de la vida. Lajo nos dice al respecto:
El “ser” es más un siendo, y más aún un haciendo, en nuestra cultura no
hay un “ser” estático, no puede existir algo sin movimiento, sin tiempo,
porque este es un hacerse del mundo. Y el tiempo fluye de adentro hacia
afuera, pero regresa según ciclos permanentes. Los círculos concéntri-
cos en movimiento, son un símbolo dinámico que expresa la ley general
del movimiento y del tiempo. El tiempo fluye desde adentro y hacia
afuera y regresa de afuera hacia adentro, en ciclos permanentes. No hay
nada estático; nada “es” porque todo se “está haciendo”, porque nada
está quieto, nada esta “siendo”, no existe nada inmóvil, no hay algo sin
“hacer nada”; nada va y viene solamente “siendo”, todo está “haciéndose
y deshaciéndose”, transformándose, yendo o viniendo, nada comienza
y nada termina, todo se recrea, no hay “Ser” ni “Siendo”...todo es un
“hacer y deshacer” de los “pares en oposición y complemento”. No hay
SER... todo es un A-SER, o mejor dicho: un HACER (p. 150).
59 El conocimiento sobre el Código civil, penal y militar del Inca Pachakutik Yupanqui,
escrito como si se tratara de un cantar kechua, se dio gracias al descubrimiento de
la totalidad de la crónica de Juan Diez de Betanzos: Suma y narración de los incas,
por la española María del Carmen Martín Rubio, en 1987. En dicho documento
histórico se puede apreciar la dimensión ética y política que los incas daban a
su legislación para la regulación social interna, rasgo claro del nivel civilizatorio
alcanzado, pero que fuera negado por los conquistadores, al mirarlos como salva-
jes, primitivos y bárbaros, a fin de imponerles a través de la violencia y el despojo
USHUAY: lo que la espiritualidad del sendero del yachak nos enseña
521
Es por ello que frente al ama shua que nos impone el no robar,
sería más importante sembrar la conciencia de la honestidad, se trataría
entonces de “sé honesto”; frente al ama quella, que nos exige no ser ocio-
sos, sería vital sembrar la conciencia del amor al trabajo como fuerza
transformadora de la vida, o sea el “sé laborioso”; y frente al ama llulla
que nos dice no mentir, quizá un valor más importante sea cultivar la
verdad como principio de la conducta, el “sé verás”.
Junto con los dos Saywas pilares del vivir armonioso de la sabi-
duría andina, el Munay amor y el Yachak sabiduría, emerge otro que se
complementan con estos: En el mismo amor Shukla Munay; en la mis-
ma sabiduría Shukla Yachak; y en la misma labor Shukla Llantay. Ma-
trices que las abuelas y abuelos han hecho horizonte de sus luchas. Por
eso mama Tránsito Amaguaña, desde su sabiduría espiritual, arengaba
USHUAY: lo que la espiritualidad del sendero del yachak nos enseña
523
durante sus jornadas de lucha por la vida esas matrices vitales insurgen-
tes que les ha permitido seguir sintiendo, haciendo, siendo runas, como
las recoge el poeta kichwa Ariruma Kowi:
Shuk Shunkula, un solo corazón
shuk makilla, una sola mano,
shuk yuyaylla, un solo pensamiento,
shuk shimilla, una sola palabra,
runa kashpaka, siempre somos runas,
kana kanchi, debemos ser así,
karaku, carajo.
525
tizar la sabiduría que durante los diálogos con las y los sanadores man-
tuvimos, aprendiendo lo que nos enseña el sendero de las y los yachaks,
el sendero de la Chakana, de la rueda medicinal de los cuatro vientos:
“Por los senderos de las y los Yachak”
Yo tenía un caminito
Yo tenía un caminito
Y el viento lo borro.
Yo tenía un caminito
Yo tenía un caminito
Y el agua lo inundo
Ya no tengo caminito,
Ya no tengo caminito
Pero llego a donde voy
Los Gambino
que vivido, de ahí el peso que siguen teniendo las metodologías como
expresión de su visión cognitiva. Desde el Ruray, como siempre nos
han estado enseñando las y los yachaks, el cosmocimiento solo puede
emerger de procesos vividos, sentidos y no solo pensados, que pasan por
nuestras corporalidades y sensaciones; por ello nos hablan de la fuerza
criadora del hacer en el cosmocimiento y de sus posibilidades terapéu-
ticas y sanadoras. De ahí que las y los runas andinos no se consideran
solo constructores o creadores, sino fundamentalmente talpuys, es de-
cir, sembradores, criadores de vida. Desde este horizonte, el Ruray abre
puertas para sembrar una metodosabiduría sensitiva, una enseñanza
que puede transformar la aridez de la academia, puesto que se hace ne-
cesario una academia sensual (Ferraro) que se sostenga en el cosmoci-
miento vivido y práctico, en el corazonar, que rompa la dicotomía entre
el sentir y el pensar y que nos haga recuperar el cuerpo como territorio
no solo para pensar, sino para tejer desde la pasión y el hacer “criativo”,
la totalidad de nuestra existencia.
529
de sentido del otro, así como con nuestros propios cosmos de sentido,
para posteriormente a través de un diálogo-dialogal que tenga como
horizonte siempre la vida, podamos sembrar puentes de encuentro, de
hermanamiento, para la paz en la cosmovivencia. Se trata, por tanto, no
solo de metodología, sino que “se trata de una sabiduría”, pues a la final,
como nos enseña la sabiduría andina, “conocer es amar, en definitiva es:
criar la vida” (Medina, 2006, pp. 46, 49).
531
Marcos nos muestra cómo para poder salir de esa difícil situa-
ción, recurrimos con arrogancia a la técnica y la ciencia, como si fueran
las únicas respuestas posibles para conocer la vida:
61 Todas las referencias de esta historia están en: Desde las montañas del sureste mexi-
cano: cuentos, leyendas y otras posdatas del Sub. Marcos (Marcos, 2000, pp. 67-75)
y también en Guerrero (2010, pp. 489-496).
RURAY: corazonando una metodosabiduría desde las cosmoexistencias andinas
533
535
lo que nos permita mirar los caminos que no hemos sabido construir
bien, evaluar nuestros errores para seguir andando, luchando, sembrando
y construyendo. Por ello la sabiduría aymara nos recuerda que: “Es nece-
sario recordar el pasado, antes de avanzar al futuro” (Milla, 1992, p. 273).
—Pero ¿por qué me dijiste que cuando uno no sabe que es lo que sigue
hay que mirar atrás? —pregunto.
537
Otra vez Marcos nos relata lo que la sabiduría del Viejo Antonio
le ha enseñado y que muy bien puede servirnos como otro horizonte
para sembrar una metodosabiduría otra, un yachay ñan:
Mira —me dice el Viejo Antonio, y tiende su mano hacia una estrella,
que apenas se asoma detrás de las cortinas que las nubes hacen en occi-
dente. Yo miro la estrella y siento no sé qué pesar en el pecho. Algo así
como una soledad triste y amarga […]—. Me estaba acordando de un
proverbio que dice más o menos así: “Cuando el dedo señala el sol, el
tonto mira el dedo”.
539
En un lejano pueblo vivían juntos seis sabios, pero todos estaban ciegos.
En cierta ocasión les llegó la noticia que el más hermoso de los elefantes
sagrados de la región había sido traído al pueblo y que todos estaban
ansiosos por reverenciarlo.
—¿Y ahora que podremos hacer para conocer sobre la verdad del ser del
elefante?, —dijo uno de los sabios ciegos.
Pidieron ser llevados ante el elefante y los seis sabios ciegos, empezaron
a tocarlo.
—Ya sé, amigos míos, ya he descubierto la verdad del ser del elefante,
este es como un gran ventilador.
—Lamento mucho deciros que los dos estáis equivocados —dijo burlo-
namente el tercer sabio ciego que había tocado su trompa— el elefante,
en verdad es como una enorme serpiente.
—Que absurdo —dijo el cuarto, que había tocado la cola del gigante
paquidermo— no tenéis ni idea de la verdad sobre elefante, pues este es
en realidad como una cuerda.
Y así cada uno le gritaba al otro y decía que era el único que tenía la
razón, que poseía la verdad; así pasaron todo el día, cada uno aferrado a
lo que creía era su verdad, y cuestionando la falsedad de los otros, hasta
que finalmente terminaron por caerse a golpes.
Al igual que los ciegos de este hermoso relato, una de las preten-
siones de la racionalización del pensamiento cientificista occidental, es
la de creer que tiene la posesión de la verdad, y que esta es patrimonio
de quien la enuncia. Para ello, el sujeto cartesiano hace que la razón este
por encima de un “uni-verso” poblado de objetos que puede clasificar,
cuantificar, descomponer, analizar, racionalizar y transformarlo en ley
RURAY: corazonando una metodosabiduría desde las cosmoexistencias andinas
541
Este saberse parte vital del bioverso, hace que no se tenga una mi-
rada objetivante sobre la realidad, pues esta y los seres que la habitan no
son vistos como meros objetos de estudio, separados, desarticulados del
sujeto, que busca cosmoser la realidad. Para la sabiduría andina no hay
tal separación, para la y el runa, la realidad es una sola, es el Pacha, pero
se expresa en la riqueza de la pluridiversalidad de la diferencia de ma-
nifestaciones y representaciones, que solo siendo y sintiéndonos parte
vivencial activa de ese mismo Pacha podremos llegar a comprender. Así,
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
542
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En los principios del tiempo cuando Pacha Mama y Pacha Taita junta-
ron el Ushuay (poder) de sus corazones y sus espíritus llenos de Munay
(amor) y Yachay (sabiduría) para empezar a Ruray (hacer), tejer la sagra-
da trama del Kawsay (la vida), y a inundar de luz las tinieblas con su Nina
Nayra (ojo de fuego), todo el poder constructor de su Ñawpa Rimay
(palabra criadora), se puso a Sácala Jalí (transitar por el aire), a danzar
con la vida, para ir dando existencia y sentido a todo lo que nombraba.
545
pues esta como puente cósmico, une los diversos mundos energéticos
que constituyen la pluridiversalidad del Pacha. La Chakana para los y
las yachaks “es el símbolo del antiguo ojo de poder andino para la sa-
nación” (Guevara, junio 2009). Recorrerlo implica un caminar por las
cuatro direcciones del viento donde habita la energía espiritual de los
seres y poderes primordiales que hicieron posible la danza de la vida:
el agua, la tierra, el fuego y el aire. En ellos late la energía de los Saywas
cósmicos que hacen posible el Kawsay, el Ushuay, el Ruray, el Munay y
el yachak. En este caminar, cada dirección sagrada nos llevará por un
sendero espiritual para encontrarnos con el poder y la sabiduría de esas
fuerzas criadoras de la existencia y con su energía cósmica sanadora;
por eso tienen que ser convocadas y saludadas cuando se realizan las
ceremonias de sanación. Sobre esto, el taita Carlos Fichamba nos dice:
Lo primero que hacemos al comenzar una ceremonia, es saludar a los
espíritus de las cuatro direcciones, para agradecerles por la vida que
cada una de ellas nos da, para pedirles que nos den su poder, su energía
para poder estar en equilibrio, porque si el yachak no está en equilibrio
con las cuatro direcciones, no tenemos el poder para curar; por eso
saludamos también al padre sol, que es fuente de vida, saludamos a la
Madre Tierra, al espíritu de nuestros apus, de nuestras montañas de los
volcanes, saludamos al espíritu de la agüita, al espíritu del abuelo fuego,
al espíritu del aire, saludamos al espíritu de las montañas y volcanes, al
espíritu de todo el cosmos, y le pedimos a todos esos poderes que nos
regalen un poquito de ese poder para ayudar a sanar, para que bendigan
a todos los que participan de la ceremonia (Fichamba, octubre 2008).
547
tiene también poder espiritual, por eso de ley tienen que estar en la mesa,
y en las ceremonia, les pedimos a los animales de poder que cuidan cada
dirección, que nos regalen un poquito de ese poder también para poder
curar (Fichamba, marzo 2010).
Cada etapa de este viaje por las cuatro direcciones de la espiral
cósmica, corresponde a una etapa de nuestro propio viaje por la vida.
Es la búsqueda para reencuentros espirituales que hemos perdido, para
el reencuentro con la energía criadora del bioverso, con la sabiduría y
con el despertar espiritual; es un viaje para el reencuentro con nosotros
mismos y con los otros; es una invitación para reencontrar desde la sa-
biduría del corazón, el camino que nos lleve de regreso al corazón de
la vida. Se trata de una sabiduría espiritual que ha estado presente en
todos los pueblos originarios de Abya Yala, como nos recuerda el yachak
Alonso del Río:
Entre los pueblos nativoamericanos, no solo existe el conocimiento de
las cuatro regiones que forman el universo y de los grandes poderes que
moran en cada una de ellas, sino que estas cuatro direcciones, al girar,
crean la rueda de medicina que permite que todo se cure y sea renovado
(Del Río, 2013, p. 157).
62 Si bien la ubicación de las cuatro direcciones del viento, de los Saywas primordia-
les y de los animales de poder en la Chakana a veces varía entre los y las yachaks,
sin embargo, todos y todas convocan su presencia en las ceremonias y son infal-
tables en su mesa de sanación. Las referencias que hacemos aquí sobre el poder
espiritual de las cuatro direcciones de la rueda medicinal y sobre la sabiduría de las
fuerzas generadoras de la vida y de los animales de poder, fueron trabajados con
la Asociación de Yachaks de Pichincha, en Quito, en el taller de julio-septiembre
2009, aunque tomamos nota de cómo miran la rueda medicinal otras sabidurías.
RURAY: corazonando una metodosabiduría desde las cosmoexistencias andinas
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zar junto con los otros. Por eso el pueblo Kitu Kara dice que sigue el
camino de la Madre Agua, pues “la agua limpia el camino del corazón,
para que podamos corazonar con transparencia” (Herrera, septiembre
2010). Y es en esa capacidad de hermanarse con las energías de las y los
otros, en donde está su verdadero poder, pues el agua si bien nace de una
pequeña gotita que se desprende del cielo o de la nieve de los volcanes
taitas, pero que al juntarse con otras se hace arroyo, al unirse con más
se hace riachuelo, y continua hermanándose, fluyendo, creciendo hasta
hacerse río, mar, poderoso e infinito océano; por ello, la sabiduría del
agua le enseña al ser humano, que nuestro destino es aprender a fluir
juntos, entre todos, hacia la grandeza.
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Introdúceme en tu cuerpo
desde allí yo te hablaré.
Introdúceme en tu mente,
desde allí te alumbraré.
Introdúceme en tu corazón,
desde allí te daré calor.
Oirás mí voz de serpiente
deslizarse en tu oído.
Verás mi luz sin verla
a través de los sentidos…
y mí calor te seguirá
más allá del frío.
Y seré parte de ti
tierra lanzada al infinito…
Mi voz te susurrará
cosas que crees no saber.
Dentro de ti vas a encontrar.
La respuesta a tu ser.
Ocho (8), doble circulo fecundo
dos serpientes enroscadas,
que te hablan sin decir…
que te dicen sin hablar NADA.
Soy la energía en ti dormida.
Despiértame ya.
Quiero ascender, reptar de una vez.
Cruzar el cero (O) ya,
cerrar el círculo aquel,
donde la flor duerme en la cruz…
Cuando el azul llegue a tu cara
y la luna a tu cabeza,
a su encuentro yo iré,
serpiente roja, desde la base,
a fundirme con el sol…
Y mi voz te guiará a través del agua
con el color del amor… (Giove, 1992, p. 14).
561
Ábrete corazón
ábrete sentimiento
ábrete entendimiento
deja a un lado la razón
y deja brillar al sol
escondido en tu interior.
Es tiempo ya…
Ya es la hora…
ábrete corazón y recuerda
como el espíritu cura,
como el amor sana.
Como el árbol florece,
y la vida perdura,
que para llegar a Dios,
hay que aprender a ser humanos.
Ábrete corazón (Giove, 1993, p. 27).
la realidad astronómica del hemisferio austral, que tiene el sur arriba del cenit, ya
que como consecuencia de la tremenda aceleración y atracción que ejerce el Gran
Atractor, el Sol sobre el planeta, y dado que la Tierra es un geo-magneto cuya masa
se ubica en el hemisferio boreal o norte, que viene a ser su polo negativo y por lo
tanto está atrás o abajo; mientras que el hemisferio austral es el polo positivo y por
eso está orientado hacia el sur que es hacia donde avanza nuestra Galaxia la Vía
Láctea, y es por ello que el sur se ubica adelante, arriba; cosa que ya era conocida
por los ancestrales amawtas, como lo evidencia el gráfico sobre el Coricancha
dejado por el amawta Santa Cruz Yamqui Pachakuti Salcamayhua, y que consti-
tuye un verdadero mapa del paisaje estelar que sintetiza toda la riqueza simbólica
de la cosmoexistencia de los runas andinos expresada en la Chakana que refleja las
dimensiones espacio temporales y de sentido que se manifiestan en el orden del
Pacha. La ubicación del norte en la parte superior, corresponde a una necesidad
geopolítica para el ejercicio de la colonialidad, que ha sido uni-versalizada por
Occidente (Milla, 2003, pp. 138-139 y 1992, p. 230).
RURAY: corazonando una metodosabiduría desde las cosmoexistencias andinas
563
corazón generoso para todos, pero los hijos son los mal agradecidos,
que se olvidan de eso y le tratan mal, le están matando, no se dan cuenta
de que nosotros no podremos vivir sin ella, pero ella en cambio, si va a
seguir viviendo sin nosotros (Simba, septiembre 2009).
565
para que luego sean otras manos, las del panadero las que lo amasen,
las metan al horno, y nosotros después de toda esa espiral de vida, de
esfuerzo, de trabajo podamos comerlo. Mire compañero, qué grandiosa
es la Madre Tierra, que hermoso milagro, que bello regalo, todo eso en
un pequeño pan, pero que triste que de eso la gente ya no se dé cuenta;
por eso debemos enseñarles a los wawas, desde muy chiquitos, que
aprendan a descubrir que los milagros están en esas cosas sencillitas,
que aprendan como es el milagro de la vida, pero sobre todo, que apren-
dan a tener gratitud, a ser agradecidos con la vida, eso es importante,
que tengan gratitud y agradezcan, por los bienes que todos los días con
generosidad nos regala la Madre Tierra (Toctaguano, marzo 2007).
hacer, por eso es el sendero del Ruray del hacer, de la fuerza autopoiética,
sembradora y constructora, pues sin esa fuerza no puede llegar a ser. El
jaguar sabe que de esa actitud depende su sobrevivencia, está tomando
constantemente decisiones para la acción, conoce su pasado pero no se
queda prisionero del mismo, pues lo ha superado y está atento para vivir
el presente; vive con intensidad el aquí y el ahora, se ha desprendido de
la vieja piel como la serpiente, ha dejado de arrastrarse y ha empezado
a levantarse, a caminar firmemente con sus propios pies sobre la tierra.
567
vida, que ha aprisionado los sueños y la ternura. Este camino implica ma-
tar esa razón sin alma para ir sembrando una razón que empiece a nutrir-
se de sensibilidad, para que empiece a transitar también por los senderos
del corazón, para que así la humanidad pueda corazonar como posibili-
dad de sanar la existencia. Implica vencer la muerte de lo que hemos sido,
para liberarnos de las viejas pieles de un pasado del que no aprendimos
sus lecciones y que nos inmovilizar en el lamento y la autocompasión.
Implica liberarnos de un futuro que aún no nace y que, sin embargo, nos
aprisiona. Es empezar a devenir presente, a saborear la sagrada fiesta de la
vida en el aquí y el ahora, comenzar a descubrir que podemos conocer la
eternidad en la vivencia intensa de la plenitud del instante.
El fuego es el que tiene que dar la fuerza, por eso para llamarlo tocamos
el churo, el pututo, la bocina, es el que convoca a toda esa energía cós-
mica, para que se prenda todo ese fuego interno, para tener esa fuerza y
seguir luchando, seguir viviendo (Karal, abril 2011).
569
Nada en la naturaleza existe sin el fuego sagrado […]. Cada uno tene-
mos ese fuego adentro. Debemos agradecer por esto, dar gracias por la
luz que recibimos todos los días, agradecer la presencia del sol. Porque
con su ayuda podemos transformar cosas y eliminar otras cosas que ya
no necesitamos para nuestra vida. Esta época, es la época de la mujer
y ella es la única que puede usar de mejor manera el fuego sagrado. La
mujer ilumina el camino con el fuego (en Noriega, 2015, pp. 157-159).
571
Pero sobre todo, el sendero del este es el camino del fuego y la sabidu-
ría del colibrí y del dragón que nos enseña que nunca debemos dejar
que se apague el fuego de la magia de los sueños, de las esperanzas y
las utopías, ese fuego debemos tenerlo siempre encendido, iluminán-
donos y abrigándonos el corazón. Ricardo Taco nos dice:
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Si bien las mamas yachaks trabajan con la Pacha Mama y los taitas
yachaks con los apus, cumpliendo la ley de paridad y complementariedad
cósmica; una o un yachak con verdadero poder trabaja con los dos lados
de la mesa, convocan tanto las energías masculinas y femeninas, por ello
trabajan con la intuición y a la lógica, con el eros y con el logos, con el
corazón y la razón, y emplean sus potencialidades, pues lo que se trata es
de unificar esas energías en un ayni cósmico (Parisi, 2000, p. 141), es decir,
buscar la complementariedad y reciprocidad de esas fuerzas constitutivas
de nuestra energía vital o Kawsay, que es lo que sería el corazonar, pues
es ahí cuando una o un yachak adquiere más poder para la sanación y la
maestría para manejar la energía, la fuerza vital del cosmos.
581
fuerza sanadora de los cuatro cuerpos de los que nos hablaba mama
Nicolasa Toctaguano. Al respecto, ella nos sigue enseñando:
Cuando hacemos las ceremonias de sanación, les convocamos a los
Saywas de la vida para que se encarguen de curar cada cuerpo, el espí-
ritu de la Madre Tierra actúa sobre el cuerpo físico, porque nuestro
cuerpo también es tierra; para curar el cuerpo emocional, le pedimos al
espíritu del fuego, para que siempre este ardiendo en el corazón; para el
cuerpo mental, le pedimos al aire que le de sabiduría para que no esté
sufriendo con tantos pensamientos; y para sanar el cuerpo espiritual, le
pedimos al espíritu del agua que siempre le tenga cristalino, transpa-
rente; estas fuerzas espirituales no actúan por separado, sino que todas
juntas van curando, limpiando nuestros cuatro cuerpos y ahí se hace
posible el equilibrio, la sanación (Toctaguano, marzo 2007).
En las mesas de los taitas y las mamas con mayor poder se pueden
encontrar plantas que limpian la energía densa (como la sábila) y plantas
de poder o plantas maestras como la Mama Coca, la ayahuasca, el guanto,
el Sampedro, que no todas y todos las emplean, sino solo aquellas que han
llegado a un nivel de maestría para el manejo del poder que esas plantas
sagradas tienen y transmiten. Mama Nicolasa Toctaguano nos dice:
Yo trabajo sobre todo con el agua kollita, con el abuelito San Pedrito
que tiene unos poderes bien fuertes para curar, especialmente si tienen
cuatro cuerdas que son los de los cuatro vientos, ese es el más podero-
so para limpiar el espíritu, nos ayuda a despertar el corazón para que
podamos ir a andar por los mundos de arriba o de abajo; nos enseña a
escuchar el canto de la agüita, la voz de los abuelos que ya andan por
las estrellas, a mirar lo profundo, la transparencia y la luz que hay en
todo, para que podamos tener otros sentires, otros soñares, para que lo
mejor de nuestro corazón florezca. […]. Un compañero yatiri boliviano
que estuvo un tiempo compartiendo la sabiduría por aquí, me enseñó
a leer las hojas de la Mama Coca, que es una planta sagrada, no aluci-
nógena como dicen, es sagrada, de poder, la cocaína es alucinógeno te
hace tener delirios, alucinaciones, te enferma, te lleva a la locura y la
muerte; eso es profanar el poder espiritual sagrado que tiene la coca
para hacerle un buen negocio que te da mucho dinero pero a costa de
intoxicar las almas de los jóvenes y niños; la Mama Coca es sagrada,
espiritual te da visión, te cura, te fortalece, sana tu vida; si se leer, pero
mi planta guía es el agua kollita, que se la mescla con la ayahuasca que es
una planta hermana de poder, siempre hay que pedir la colaboración de
otras plantitas, a la ayahuasca le tengo mucho respeto, es muy poderosa,
un abuelo Shuar me enseño algo de sus secretos, pero hay que tener
respeto, saber con qué planta nos podemos conectar mejor para poder
curar mejor, y yo sé que el abuelito San Pedro es mi plantita maestra
(Toctaguano, marzo 2007).
583
generacional, pues en las mesas de las abuelas y los abuelos yachaks, se en-
cuentran símbolos religiosos cristianos, imágenes de Cristo y la Virgen, de
quienes también convocan su poder para que les ayuden en la sanación.
585
El Saywa de la totalidad
Uno de los Saywas o de las matrices fundantes del mundo andino,
como hemos visto, es el Kawsay, la vida, el vivir, la existencia. El escena-
rio desde donde el runa teje la vida, donde se vive y se lucha, es el Pacha,
en el que se expresa las dimensiones de totalidad cósmica espacial, tem-
poral y de sentido (Guerrero, 2010, p. 480).
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64 Para ampliar este punto véase nuestro trabajo “Corazonando los latidos de la
ciudad”, que plantea una propuesta de metodosabiduría para acercarnos a sentir
y escuchar lo que el corazón de la ciudad nos está diciendo, donde —mientras
recorremos y vivimos la ciudad— vamos trabajando mapas afectivos y cartogra-
fías emocionales (Ferraro et al., 2016).
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
590
como algo que todavía aún no es pero que tenemos la terca seguridad
de que será, porque estamos luchando en este presente para que sea,
para materializarla.
591
to, que no retorna al principio, sino que siempre estará un poco más allá
de ese principio y por lo tanto será diferente.
593
mos está articulado, ningún ser, hecho, proceso o fenómeno puede ser
mirado en forma fragmentada, sino en sus interrelaciones e interdepen-
dencias múltiples, en su profunda complejidad y complementariedad,
en su multicausalidad.
65 Sobre este punto véase el texto Catzuqui de Velasco, Cultura, identidad y memorias
vivas: etnografiando con niñas y niños (Guerrero, 2017), que muestra los resultados
de una investigación trabajada en su totalidad por niñas y niños de esa cosmunidad,
desde el horizonte de una antropología del corazonar comprometida con la vida.
RURAY: corazonando una metodosabiduría desde las cosmoexistencias andinas
595
597
Es por ello que para finalizar este viaje, este caminar —porque eso
ha sido este trabajo— queremos presentar unos corazonamientos fina-
les, pero apartándonos del modelo formal que tienen muchos trabajos
académicos, en los que, como conclusiones se repite parte de lo anterior-
mente trabajado. Hemos considerado que quizá puede resultar más im-
portante que tratemos de mostrar cómo se están dando las irradiaciones
del corazonar, luego de los llamados del pueblo Kitu Kara a sus diferentes
corazonares, cómo estos se han ido irradiando a diferentes ámbitos y te-
rritorialidades —como los de la estética, de la medicina, de los derechos
humanos, de la educación—, a cuyas irradiaciones nos aproximaremos
en esta parte final, y en los que podremos mirar cómo se van concretando,
poquito a poco, aquellos Saywas vitales en los que se sostiene la Chakana
del corazonar: la afectividad, la espiritualidad, la dimensión femenina y la
sabiduría, que hemos trabajado en los senderos anteriores.
601
kichwas para corazonar una estética runa que pinte con los colores del
corazón y con cromáticas propias. Para Yaury Muenala, este encuen-
tro implicó:
Hablar sobre el verdadero Sumak Ruray, es necesario hablar de las for-
mas del sentir, del corazonar, caminar hacia el horizonte de la autoesti-
ma y reconocimiento de la diversidad cultural, el Sumak Ruray se refie-
re a lo sublime, tierno y mágico de sus manifestaciones, a la estética de
los runas con rostro propio. Una de las sabidurías que permiten trans-
formar la estrecha relación que el ser humano ha tenido con su sentido
espiritual y fraterno es la de corazonar y esto significa que el sentido
de existencia de las comunidades y pueblos andinos parten del espacio
fraterno, afectivo del ser, y esto permite una comprensión de la realidad
integral. El corazonar amplía el horizonte de existencia, por el mismo
hecho de incluir en las relaciones interculturales, inter-subjetivas la
ternura y las sensibilidades, permitiendo ampliar el dialogo tangible y
racional a un dialogo espiritual intra-cultural (Muenala, marzo 2012).
través del sentido espiritual del corazón; es así que en minga colectiva
con lazos de afectividad, los artistas kichwas posibilitaron una primera
experiencia para construir estrategias conceptuales y prácticas de la
estética kichwa, desde nuestras propias experiencias y desde nuestros
propios colores. Pintar desde el corazón, con la paleta de la diversidad,
no implica tan solo el uso de la razón, sino también de las relaciones
afectivas y espirituales que el runa tiene con la naturaleza y el cosmos,
para hacerlo visible de forma ceremonial en los rituales de la vida, com-
prender esta relación es de vital importancia para confrontar la visión
elitista del arte, que segrega y minimiza las representaciones de nues-
tros pueblos. Romper de raíz esas miras dominantes y colonizantes del
entendimiento del arte por parte de una civilización auto denominada
como universal, es tener una postura política desde las representaciones
estéticas kichwas (Muenala, marzo 2012).
603
El sumak ruray como una estética insurgente, busca dar luz y co-
lor a su memoria ancestral, a su cultura, para sembrar una estética espi-
ritual y política que responda a las demandas de la vida.
Tomando en cuenta primeramente nuestra antigua cultura ancestral
indígena, solamente así podremos comprender nuestra propia identi-
dad, que somos hijos de la Pacha Mama y herederos del cosmos. Sin
pasado no hay presente ni futuro. Estos tres elementos forman una
unidad intrínseca que es nuestro destino. Con nuestros pies arraigados
en el pasado indígena tenemos que vislumbrar con un nuevo pensa-
miento y con nuevas ideas el devenir del mundo. El arte es el espíritu
del tiempo cabalgando con la Pacha Mama en la conciencia integral del
mundo. El arte es una premonición del futuro. El arte tiene que salir a
las calles, tiene que gritar, patalear, ayunar y rezar. La creación al poder
(Cholango, marzo 2012).
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sentir y hacer nos está enloqueciendo, de alguna manera, hay que volver
a retomar el sentir, porque desde las propuestas racionalistas es como
si nos hubiésemos olvidado del sentir, no creo que sea posible; por eso
necesitamos una propuesta urgente como el corazonar: sentir y pensar,
hacer uniendo estas dos dimensiones para que la acción y la relación
sea más integral y humana. Es ahí donde la danza primal es una herra-
mienta sencilla, entre otras, que nos permite corazonar desde el cuerpo.
Sentir desde nuestro cuerpo, sentir desde nuestra corporalidad más allá
de la razón, eso propicia la danza primal. corazonar es un latido, un
latido es un sonido, un sonido, es un movimiento, un movimiento, es
una vibración y eso está en nuestros cuerpos (Valarezo, marzo 2010).
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rarnos, como nos enseña la sabiduría, que somos parte de una pari-
dad complementaria:
La danza primal hace posible la integración del sentido femenino, a tra-
vés de movimientos primordiales que tienen que ver con esta energía.
He visto en mis talleres que muchos hombres, en un inicio se niegan,
pero cuando se permiten pueden elegir a eros y no ha thanatos, sin
necesidad de desvalorizar la fuerza masculina que es importante para
la vida, para todos, para hombres y mujeres. Lo femenino permite sua-
vizar, si se quiere un adjetivo, permite las redes. Permite, en el cuerpo,
la constatación de la energía femenina que viene de la pelvis, y desde
ahí contactar con lo lúdico y creativo que nos propicia lo femenino, la
sombra, la noche, el nido (Valarezo, marzo 2010).
sabiduría espiritual de los y las yachak, la fuerza del Munay, el amor. Por
eso, la danza primal aporta al despertar de la conciencia y al crecimiento
junto con los otros, con la alteridad:
El lenguaje del amor traspasa, cultura, estatus. El amor también nos
enfrenta a nuestros límites, a veces sabemos que no podemos ir más
allá, entender que amar también es entender la libertad del otro. Amar
también es desprendernos de nuestros apegos, en muchos casos es
doloroso, pero necesitamos, en el caso de los hijos, desprendernos
para ellos puedan volar […]. Los más profundos despertares siempre
han sido desde la interacción con los seres humanos con quienes me
encontré, sin el otro, otra, no es posible el crecimiento. Es más allá de la
palabra, sentía en el vínculo que había hecho, la vibración del corazón,
sentí que hay algo mucho más valioso que solo lo tangible, lo concreto,
me cambió la mirada de la vida, me ha permitido desarrollar una capa-
cidad de comunicarme desde el corazón, de establecer vínculos amo-
rosos donde la diferencia no es un impedimento para relacionarnos y
aprender mutuamente, y sentir un vínculo profundamente amoroso.
La esencia de la vida está en los vínculos, en la calidad de las relacio-
nes, como nos conectamos y cómo compartimos y cómo ahí aprendes
(Berni, marzo 2010).
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cómo la vida se manifiesta y que logramos. Por eso es que lo del pueblo
Kitu Kara del corazonar, me parece importante, porque no podemos
continuar manteniendo la separación perversa entre el corazón y la
razón, tenemos como dicen ellos que corazonar, y eso me ha servido
a mí para el trabajo médico, si somos capaces de corazonar, se abren
también mayores posibilidades para la sanación, porque desde el cora-
zón me conecto con el dolor de los pacientes, desde el corazón siento
que mi diagnóstico, el tratamiento que les envió, no es una imposición,
sino que resulta del dialogo, de que entienda que no soy yo el que le va
a curar, sino que empiece a escuchar su propio cuerpo, que este algo le
está diciendo, y si lo escucha desde el corazón, será el mismo el que se
estará curando (Aguilera, julio 2008).
Para las terapias del corazonar, el corazón deja de ser visto solo
como un simple órgano —como lo estudia la ciencia médica hegemó-
nica— para ser mirado como una fuente de vida, de energía espiritual y
sanadora profunda, que nos ofrece la posibilidad de superar la arrogan-
cia cientificista para abrirnos y escuchar con humildad desde la intui-
ción, lo que nos dice el cuerpo y la vida de los otros:
Cuando uno se encuentra o va tras el lenguaje de los símbolos, lo
único que aprendes es a intuir cosas, a hacerle más caso al corazón, a
esa intuición que te viene y te dice haz o no haz, a ser más humilde, lo
que sí creo que enseña es a no creer que vos sabes todo, ni te enseña a
creer que vos no eres absolutamente nada, sino simplemente vos puedes
preguntar a través de otras formas, si la vida es capaz de seguir adelan-
te en esa otra persona. Yo no sé cómo desde la ciencia médica hemos
pasado tanto tiempo ignorando que es posible curar desde el corazón
(Aguilera, julio 2008).
613
cosas a la vez, somos yin y yan, pero no unas veces yin y otras veces yan,
sino yin y yan en este mismo momento, tenemos afectos, tristezas, ale-
grías, odios y todo es bueno y todo es necesario para seguir cambiando,
el asunto es que la razón nos dijo que no, que esto es lo que nos puede
estorbar, lo que nos pesa, lo que nos arrastra como seres humanos, y
tenemos que tener solo razón, lo que negó a los afectos, entonces el que
razona no siente, simplemente piensa, y piensa lógicamente; pero ahora
hay que volver al corazón, hay que corazonar, hay que sentir y razonar,
pero hay que volver los ojos a la vida, y entonces nunca estuvo separado,
dicotomizado, lo que estuvo es invisibilizado (Aguilera, julio 2008).
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Dussel, que tiene que ver con ese proceso que tiende a la transforma-
ción del ser y que posibilita el paso de la antigua pedagogía disciplinaria
a una pedagógica de la erótica de la libertad:
La pedagógica no debe confundirse con la pedagogía. Esta última es la
ciencia de la enseñanza o aprendizaje. La pedagógica en cambio es la
parte de la filosofía que piensa la relación cara-a-cara del padre-hijo,
maestro-discípulo, médico psicólogo-enfermo, filósofo-no filósofo,
político-ciudadano, etc. Es decir, lo pedagógico en este caso tiene una
amplia significación de todo tipo de “disciplina” (lo que se recibe de
otro) en oposición a “invención” (lo que se descubre por sí mismo). La
pedagógica, además tiene la particularidad de ser el punto de conver-
gencia y pasaje mutuo de la erótica a la política (Dussel, 1991, p. 11).
de quienes somos entonces para no ser parte del maltrato nos hemos
desapegado de quiénes somos y eso no es, primerito es la identidad
con nosotros y en la escuela lamentablemente es donde quiebra esa
parte; por eso nosotros en cambio priorizamos lo de sentir, hay que dar
espacio al corazón, a lo que se siente, eso le insistimos a nuestros niños,
que aprendan desde el corazón, también desde la cabeza, pero sobre
todo desde el corazón, por eso hablamos de corazonar la educación. La
escuela no debe ser un espacio rígido, sino que tiene que ser una familia,
ya que en familia aprendemos mejor a que desde el corazón, sigamos
caminando (Gómez, julio 2009).
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conectarse también a nuestro mundo, a nuestro ser, que sepan que el sol
se halla formado por un montón de gases, pero también que entiendan
que el sol es dador de vida, que si no hay sol no hay vida. Entonces yo
converso con mis niños de que el agua está formado por hidrógeno y
por oxígeno, se les indica esa parte, pero también la otra parte espiritual,
porque el agua es importante y todos dicen porque es dador de vida, sí,
pero ¿por qué es dador de vida? Entonces les hacemos sentir desde lo
espiritual que en el bioverso todo está vivo, que todo tiene energía, espí-
ritu, pero que para comprender eso tienen que aprender a corazonar.
Entonces todas esas cosas uno se va complementando, uno ha hecho
ese trabajo con los wawas y es un trabajo muy fuerte porque hay que
investigar, hay que conversar con nuestras mamas, taitas, conversar con
las tías, con nuestros tíos que están viejitos y hay que ir conectando y
obviamente hay que ir sabiendo (Gómez, julio 2009).
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respeto y sobre todo que se sientan orgullosos de ser quienes son, de ser
seres cósmicos primerito, y que son seres humanos, una vez que ellos
sienten eso, entonces quieren ser tratados como eso, y ellos están en la
plena capacidad de hacer las cosas (Gómez, julio 2009).
Trabajamos con el sonido, antes se llamaba el área del sonido del cuer-
po, porque aquí los niños venían a cantar, entonces cantábamos pero
descubriendo tu propio sonido y tu propia vibración. También trabaja-
mos con el cuento, es decir, voz les dices a los guaguas como tener una
vivencia a través del cuento, cómo lo cuentas; relatas de acuerdo a lo
que dicen los personajes, y les pones música y los guaguas desarrollan
su cuento, de acuerdo a la música que les vayas poniendo, pero con la
visión de que el niño aprenda a visualizar con los ojos cerrados, a mirar
dentro de su corazón lo que está escuchando de la historia, a dejar ahí
las enseñanzas que le dejan los cuentos, pues trabajamos con cuentos
que transmiten enseñanzas para la vida, no es cualquier cuento, no es
la Caperucita Roja, Blanca Nieves, no, son relatos de la sabiduría de las
abuelas y abuelos, trabajamos con tu libro Cuentos para despertar a mi
hijo y otros que se refieren a nuestra propia sabiduría y que tienen sen-
tido espiritual, para poder ir sembrando en los niños valores, por decir
de alguna manera […]. Entonces, como ves, desde la sabiduría de la
palabra, de los cuentos estamos trabajando espiritualidad, afectividad,
sensibilidad, valores, equidad de género, respeto, amor, sabiduría, etc.,
etc. Y conversamos que si bien este es el mundo en que están viviendo
cotidianamente: gritos, maltratos, peleas entre los papás, pero también
les mostramos, que hay ternura, que hay amor, que hay otras posibili-
dades (Gómez, julio 2009).
625
aprender a entender que nuestro cuerpo está formado de dos partes con
el movimiento, por ejemplo ahorita con los niños tenemos problemas
de lateralidad, entonces a los niños les vamos a hacer sentir la diferencia
entre el lado derecho y el lado izquierdo y acostados sobre su espalda los
niños van a hacer movimientos que le permitan expandir más su lado
derecho o su lado izquierdo, para que sean conscientes cual es el lado
derecho, les decimos que ahí está el sentido de la intuición, de la creati-
vidad, de la pasión, que es el lado del corazón, y que en lado izquierdo
del cerebro, es el de la razón, de la lógica, del cálculo matemático, y que
lo que se trata es que desarrollen los dos lados, el lado del corazón junto
con el de la razón, es decir que corazonen, pues eso es el corazonar,
entonces es lo que yo hago básicamente con todo lo que vienen hacien-
do los compañeros en este año (Gómez, julio 2009).
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eso, para andar ligerito, no hay que llenarse de muchas cosas, porque
todos estamos solo de paso en este mundo, cuando te mueras nada te
has de poder llevar, por eso, mientras menos cosas te estorben, mientras
menos peso, más rápido podrás llegar y disfrutar del camino, porque si
no, vas a estar preocupado de esas cosas, de que te van a robar o arre-
pintiéndote del haberlas traído porque te pesan, si vas con lo necesario,
podrás disfrutar de lo lindo. Así, sin tanta teoría, les enseñamos a los
niños, la humildad, la sencillez, el no apego a lo material para que pue-
dan ser libres, porque si te apegas, si te encadenas, a las cosas materiales,
tu espíritu no podrá volar (Arias, agosto 2009).
sobre todo de los wawas, porque ellos serán los únicos que podrán sal-
var la Madre Tierra, y si no hay un despertar espiritual y del corazón, no
podremos salvarnos, eso me han dicho en mis sueños, y lo que yo hago
es solo cumplir, nada más (Fichamba, marzo 2010).
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forma de decirles gracias por todo lo que nos han enseñado con su tra-
bajo de investigación desde las culturas, identidades y memorias vivas
de su pueblo. Es una canción en la que corazonamos, además, la in-
terrelación entre el trabajo espiritual como camino para recuperar la
inocencia y la ternura que habita en el corazón, a fin de que podamos
volver a ser como niñas y niños:
“Tenemos que volver a ser como niñas y niños”
***
***
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este corazonar y segundo que hay una gran cantera, una gran tierra
fértil, como decir, me da la idea, como de un bello cantico donde están
todas las ideas hasta que pueden salir, hasta que se concretan en cosmos,
hasta que se concretan en estrellas, hasta que se concretan en vida, ahí
está (Villareal, diciembre 2009).
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que es nuestro corazón, y ahí está nuestra esencia, nuestro ser, nuestra
nota, por un lado, eso nos ayuda muchísimo a saber, que en nosotros
mismos, en todos están las respuestas a muchas cosas sobre toda tu
vida, tu sendero, a tu caminar, por un lado, y por otro lado, la necesi-
dad del reencuentro entre las gentes, los hermanos, me ha enseñado esa
certeza interna que solo en el encuentro con hermanos humanos y no
humanos, solo en el encuentro, está la posibilidad de seguir avanzando
(Villareal, diciembre 2009).
***
La cabeza, es su morada, por eso nos da Su morada es el corazón, por eso nos
una imagen de la realidad. acerca al corazón de la vida.
Es conocimiento distante, alejado de la Es cosmocimiento, se aprende en inte-
totalidad cósmica. rrelación con todo el bioverso.
Busca solo conocer, describir, expli- Busca cosmoser, ser en la totalidad e
car, cuantificar. interrelacionalidad con el cosmos.
Habita los áridos y abstractos territorios Habita los fértiles y concretos territo-
de la academia. rios cotidianos del vivir.
Conocimiento ventrílocuo, que solo Cosmocimiento con corazón, rostro y
repite, mero eco de otras voces. palabra propia.
Conocimiento de la realidad y la vida Cosmocimiento vivido, es experiencia
solo pensado, teorizado. plena de vida.
Ofrece solamente información, datos, Ofrece referentes de sentido para ilu-
cifras, números. minar la existencia.
Ayuda a ganarnos la vida. Nos da un sentido para poder vivirla.
La totalidad del sentido del Ser está
La totalidad del sentido está solo en el
en el sentir, el pensar, el decir y el
pensar, en lo cognitivo que se confunde
hacer (amo, siento, vivo, sueño, luego
con el ser (“pienso luego existo”).
existo).
Genera un proceso de acumulación de Proceso de acumulación de sentido, de
conocimientos como capitales. significados para el vivir.
Conocimiento prisionero de su propio Impulsan el “despertar” de la sensibili-
sueño que lo confunde con la realidad. dad y la conciencia del vivir.
El cosmocimiento está también en
El conocimiento está en la externalidad,
nuestra interioridad, hay que buscarlo
lo buscamos fuera de nosotros.
en nosotros mismos.
El episteme busca explicar, analizar, La sabiduría busca comprender vi-
hipotetizar teorizando. viendo, por eso nos transforma.
Conocimiento que ha estado al servicio Cosmocimiento como poder para
del poder. el servicio.
Aporta a la decolonización del poder,
Ha legitimado la colonialidad del poder,
del saber y del ser, sobre todo a la
del saber y del ser.
sanación de la vida.
Arrogancia, vanidad. Sencillez, humildad.
Anexo
651
Nos deja con la cabeza hirviendo y con Nos deja con la cabeza fresca y con el
el corazón frío. corazón calientito.
Habla sobre la vida, teoriza sobre y Habla desde la propia vida y articulada
fuera de la realidad y la vida. vivencialmente a ella.
Aprende solamente leyendo muchos Aprende leyendo también el libro de
libros de texto, y enciclopedias. sabiduría de la naturaleza y la vida.
Cree tener el monopolio exclusivo de la Hace ciencia de otro modo, desde
propiedad de la ciencia. otras miradas y desde otros lugares.
Tan solo alcanza a explicar la materia- Hace visible los rostros de lo invisible,
lidad del mundo y la vida, no abarca explica lo inexplicable, está abierta
el misterio. al misterio.
Es multidireccional, multicau-
Es unidireccional, monocausal, unívoco.
sal, multívoco.
La razón como el pensamiento concep- La sabiduría como la vida, es irradian-
tual, es lineal, nos muestra un mundo te, nos dice que más allá de la razón
sin colores. hay un mundo de colores.
Muy poco ha hecho para curar las en- Tiene una dimensión terapéutica,
fermedades sociales y menos las subjeti- sana las heridas y las enfermedades del
vas y las de la vida. alma, del ser y la vida.
Tiene la arrogancia de la universalidad, Se sostiene en la pluridiversalidad, está
sentido monocultural que se impone a abierto a la diversidad y la diferencia
otras culturas diferentes. que habita en la propia vida.
La transmisión del conocimiento
La transmisión del cosmocimiento es
es formal, a través de las institucio-
generacional y articulada al trabajo.
nes educativas.
Es un conocimiento disciplinador de los Es un cosmocimiento liberador de los
cuerpos y las subjetividades. cuerpos y las subjetividades.
Conocimiento carente de una dimen- Se nutre de la dimensión estética
sión estética. del vivir.
La ciencia es la estética de La sabiduría es la estética y poética de
la inteligencia. la existencia.
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
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Textos con los que hemos conversado
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Gualinga, José, yachak, hombre medicina, líder espiritual del pueblo Kichwa
de la Amazonía, entrevista de Patricio Guerrero. Sarayaku, (octubre
de 2005).
Guevara, Nelly, yachak, mujer sanadora de profunda espiritualidad y sabidu-
ría; además como antropóloga se encuentra trabajando en el diálogo
intercultural entre la medicina ancestral y la medicina occidental, en-
trevista de Patricio Guerrero. Quito, (junio de 2009).
Haro, Anita, está siguiendo el sendero del yachak de su abuelita mama Ma-
ría Simba, entrevista de Patricio Guerrero. Alangasí, (septiembre de
2009).
Herrera, Taruka Javier, tushuk, danzante, guerrero yumbo, artista, pintor, tea-
trero, provocador cultural, miembro del Consejo de Gobierno del
Pueblo Kitu Kara, entrevista de Patricio Guerrero. Quito, (septiembre
de 2010).
Karal, Irpa Néstor, yachak kichwa-aymara, músico, pintor, está trabajando en la
sanación desde la energía espiritual de la música, entrevista de Patri-
cio Guerrero. Quito, (abril de 2011).
Lema, Segundo, taita, sanador, miembro de la Asociación de Shamanes Natu-
ristas de Pichincha, entrevista de Patricio Guerrero. Quito, (septiem-
bre de 2009)
Morales, Segundo, taita, gobernador, cabecilla de la Yumbada de Cotocollao,
que ahora danza por las estrellas, venía trabajando en la siembra de la
sabiduría y la espiritualidad en el corazón de niñas y niños a través de
la Yumbada (marzo 2008).
Muenala, Yauri, pintor kichwa, fundador del Movimiento Artístico Kichwa Su-
mak Ruray, entrevista de Patricio Guerrero. Otavalo, (marzo de 2012).
Ospina, Adriana, cantautora y teatrera colombiana, viene trabajando en proce-
sos de sanación de la memoria desde la fuerza de la afectividad, de la
música y el teatro, entrevista de Patricio Guerrero. Rumicucho, (junio
de 2012).
Pérez, Patricia, educadora y dirigente del pueblo Maya Tseltal de Bachajón,
Chiapas, México, entrevista de Patricio Guerrero. Quito, (agosto de
2011).
Quilumba, Francisco, yachak, miembro de la Asociación de Shamanes Naturis-
tas de Pichincha, entrevista de Patricio Guerrero. Quito, (septiembre
de 2009)
La chakana del corazonar: desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala
670
Ramírez, Ángel, educador runa del pueblo Palta, está trabajando en la revita-
lización de las ciencias ancestrales, entrevista de Patricio Guerrero.
Quito, (noviembre de 2007).
Rodríguez, Germán, médico, viene trabajando desde hace mucho tiempo, en la
revitalización de la sabiduría médica de mamas y taitas, para mostrar
al mundo occidental “la faz oculta de la medicina andina”, son muy
importantes sus trabajos junto con el taita Alberto Taxo, entrevista de
Patricio Guerrero. Quito, (abril de 2008).
Salgado, Judith, maestra de yoga, defensora y militante de los derechos huma-
nos; maestra universitaria, entrevista de Patricio Guerrero. Quito, (fe-
brero de 2007).
Salgado, Samir, poeta imbabureño, militante por la defensa de los derechos hu-
manos, ha trabajado por muchos años caminando y luchando junto a
organizaciones indígenas y afrodescendientes, estudiante del doctora-
do de Estudios Culturales de la UASB, entrevista de Patricio Guerrero.
Ibarra, (agosto de 2011).
Sandovalín, María, mama, mujer medicina, yachak, partera; miembro del Con-
sejo de Gobierno del Pueblo Kitu Kara, entrevista de Patricio Guerre-
ro. Ilaló, (septiembre de 2009).
Simba, María, yachak, partera, mujer de sabiduría, miembro de la Asociación
de Shamanes Naturistas de Pichincha entrevista de Patricio Guerrero.
Alangasí, (septiembre de 2009).
Taco, Ricardo, yachak, músico, pintor kitu, está trabajando en la revitalización
del katekillado, las ancestrales casas de formación espiritual, para que
niñas y niños puedan formarse como guerreras y guerreros de la tierra
y de la vida, entrevista de Patricio Guerrero. Quito, (marzo de 2009).
Taxo, Alberto, taita, amawta, yachak, líder espiritual y político del movimiento
Runa del Cotopaxi, donde lideró el levantamiento indígena de 1990,
entrevista de Patricio Guerrero. Kilajaló, (marzo de 2010).
Toaquiza, Gustavo, yachak, miembro de la Asociación de Shamanes Naturis-
tas de Pichincha, entrevista de Patricio Guerrero. Otavalo, (marzo de
2012).
Toctaguano, Nicolasa, mama, yachak, mujer medicina, sanadora, de palabra sa-
bia y poética, que ahora camina por las estrellas, entrevista de Patricio
Guerrero. Salache, (marzo de 2007).
Valarezo, Cristina, maestra de danza primal, viene trabajando en la sanación
del espíritu y del cuerpo a través de la danza, entrevista de Patricio
Guerrero. Quito, (marzo de 2010).
Textos con los que hemos conversado
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