Vous êtes sur la page 1sur 12

EL FEUDALISMO

http://www.monografias.com/trabajos4/feudal/feudal.shtml

Feudalismo

Sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza de


Europa occidental durante la alta edad media. El feudalismo se caracterizó por la concesión de
feudos (casi siempre en forma de tierras y trabajo) a cambio de una prestación política y militar,
contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad. Pero tanto el señor como el vasallo
eran hombres libres, por lo que no debe ser confundido con el régimen señorial, sistema
contemporáneo de aquél, que regulaba las relaciones entre los señores y sus campesinos. El
feudalismo unía la prestación política y militar a la posesión de tierras con el propósito de
preservar a la Europa medieval de su desintegración en innumerables señoríos independientes
tras el hundimiento del Imperio Carolingio.

Orígenes

Cuando los pueblos germanos conquistaron en el siglo V el Imperio romano de Occidente


pusieron también fin al ejército profesional romano y lo sustituyeron por los suyos propios,
formados con guerreros que servían a sus caudillos por razones de honor y obtención de un
botín. Vivían de la tierra y combatían a pie ya que, como luchaban cuerpo a cuerpo, no
necesitaban emplear la caballería. Pero cuando los musulmanes, vikingos y magiares
invadieron Europa en los siglos VIII, IX y X, los germanos se vieron incapaces de enfrentarse
con unos ejércitos que se desplazaban con suma rapidez. Primero Carlos Martel en la Galia,
después el rey Alfredo el Grande en Inglaterra y por último Enrique el Pajarero de Germania,
cedieron caballos a algunos de sus soldados para repeler las incursiones sobre sus tierras. No
parece que estas tropas combatieran a caballo; más bien tenían la posibilidad de perseguir a
sus enemigos con mayor rapidez que a pie. No obstante, es probable que se produjeran
acciones de caballería en este mismo periodo, al introducirse el uso de los estribos. Con total
seguridad esto ocurrió en el siglo XI. Véase Orden de caballería.

Origen del sistema

Los caballos de guerra eran costosos y su adiestramiento para emplearlos militarmente exigía
años de práctica. Carlos Martel, con el fin de ayudar a su tropa de caballería, le otorgó fincas
(explotadas por braceros) que tomó de las posesiones de la Iglesia. Estas tierras, denominadas
‘beneficios’, eran cedidas mientras durara la prestación de los soldados. Éstos, a su vez, fueron
llamados ‘vasallos’ (término derivado de una palabra gaélica que significaba sirviente). Sin
embargo, los vasallos, soldados selectos de los que los gobernantes Carolingios se rodeaban,
se convirtieron en modelos para aquellos nobles que seguían a la corte. Con la desintegración
del Imperio Carolingio en el siglo IX muchos personajes poderosos se esforzaron por constituir
sus propios grupos de vasallos dotados de montura, a los que ofrecían beneficios a cambio de
su servicio. Algunos de los hacendados más pobres se vieron obligados a aceptar el vasallaje y
ceder sus tierras al señorío de los más poderosos, recibiendo a cambio los beneficios feudales.
Se esperaba que los grandes señores protegieran a los vasallos de la misma forma que se
esperaba que los vasallos sirvieran a sus señores.

Feudalismo clásico

Esta relación de carácter militar que se estableció en los siglos VIII y IX a veces es denominada
feudalismo Carolingio, pero carecía aún de uno de los rasgos esenciales del feudalismo clásico
desarrollado plenamente desde el siglo X. Fue sólo hacia el año 1000 cuando el término ‘feudo’
comenzó a emplearse en sustitución de ‘beneficio’ este cambio de términos refleja una
evolución en la institución. A partir de este momento se aceptaba de forma unánime que las
tierras entregadas al vasallo eran hereditarias, con tal de que el heredero que las recibiera
fuera grato al señor y pagara un impuesto de herencia llamado ‘socorro’. El vasallo no sólo
prestaba el obligado juramento de fidelidad a su señor, sino también un juramento especial de
homenaje al señor feudal, el cual, a su vez, le investía con un feudo. De este modo, el
feudalismo se convirtió en una institución tanto política como militar, basada en una relación
contractual entre dos personas individuales, las cuales mantenían sus respectivos derechos
sobre el feudo.

Causas de la aparición del sistema feudal

La guerra fue endémica durante toda la época feudal, pero el feudalismo no provocó esta
situación; al contrario, la guerra originó el feudalismo. Tampoco el feudalismo fue responsable
del colapso del Imperio Carolingio, más bien el fracaso de éste hizo necesaria la existencia del
régimen feudal. El Imperio Carolingio se hundió porque estaba basado en la autoridad de una
sola persona y no estaba dotado de instituciones lo suficientemente desarrolladas. La
desaparición del Imperio amenazó con sumir a Europa en una situación de anarquía: cientos de
señores individuales gobernaban a sus pueblos con completa independencia respecto de
cualquier autoridad soberana. Los vínculos feudales devolvieron cierta unidad, dentro de la cual
los señores renunciaban a parte de su libertad, lo que era necesario para lograr una
cooperación eficaz. Bajo la dirección de sus señores feudales, los vasallos pudieron defenderse
de sus enemigos, y más tarde crear principados feudales de cierta importancia y complejidad.
Una vez que el feudalismo demostró su utilidad local reyes y emperadores lo adoptaron para
fortalecer sus monarquías.

( para entender a Los Francos)


El reino de los francos, ubicado en Galia, fue uno de los más estables. Alcanzó su
mayor esplendor con el rey Carlomagno (768 - 814), quien se propuso restaurar
el Imperio romano de occidente. Para lograrlo, realizó grandes campañas militares
y peleó contra lombardos, sajones y musulmanes. Finalmente, creó un gran
Imperio que alcanzaba desde el río Elba al océano Atlántico, y desde el mar Báltico
hasta Italia.

En la Navidad del año 800 d.C., el Papa León III coronó a Carlomagno como
emperador. El Imperio carolingio se sentía profundamente romano y cristiano, pero
su modelo de administración era germano. A la cabeza del estado estaba el rey. El
reino estaba dividido en condados, administrados por los condes, que tenían poder
civil, militar y judicial. Los condados fronterizos se llamaban marcas, gobernados
por los marqueses, que tenían un gran poder militar para defender las fronteras del
reino.

Con la muerte de Carlomagno, comenzó a debilitarse el Imperio, ya que sus


sucesores no fueron capaces de administrarlo. Durante el siglo IX, occidente volvió
a sufrir invasiones (de los pueblos normandos, magiares y sarracenos). Por esto,
los reyes dejaron en manos de los condes y marqueses la defensa de sus
territorios. La población asustada vio que estos nobles eran su única protección, y
no el rey, que estaba muy lejos.

El Feudalismo

La época conocida como feudalismo tiene como característica fundamental, el


contrato feudal, es decir el fuerte vínculo personal entre los hombres. En este
contrato, un hombre libre, el vasallo, entraba al servicio de otro hombre libre más
poderoso, el señor. El vasallo juraba fidelidad a su señor, y éste le juraba
protección en una ceremonia llamada homenaje.
Debido a la poca circulación de la moneda en esta época, los reyes y señores más
poderosos pagaban con tierras los servicios que recibían. A esto se llamó beneficio
o feudo. Así fue como se formó una cadena de dependencia, en la que el noble de
menor rango servía al de rango superior, y así sucesivamente hasta llegar al rey,
que era señor de todos los vasallos.

El feudo era el lugar donde el señor feudal ejercía su poder. Normalmente era un
lote de tierra dado en usufructo, pero también podía ser un castillo, una abadía o
un determinado cargo que se le concedía.

La sociedad feudal

La sociedad feudal se dividía en grupos sociales muy diferenciados: nobleza, clero y


campesinos.

 La nobleza estaba compuesta por el rey, los señores y sus vasallos; su


función era la guerra, que derivaba de la mentalidad de los germanos, y
cuya finalidad era obtener fama y buenas recompensas.
 El clero cumplía funciones religiosas y culturales, pues era el encargado de
la educación.
 Los campesinos formaban la mayor parte de la población. Muy pocos
mantenían su libertad; la mayoría eran siervos que, por nacimiento o
herencia, dependían de algún señor.

(Cierra el paréntesis)

Plenitud

El feudalismo alcanzó su madurez en el siglo XI y tuvo su máximo apogeo en los siglos XII y
XIII. Su cuna fue la región comprendida entre los ríos Rin y Loira, dominada por el ducado de
Normandía. Al conquistar sus soberanos, a fines del siglo XI, el sur de Italia, Sicilia e Inglaterra
y ocupar Tierra Santa en la primera Cruzada, establecieron en todas estas zonas las
instituciones feudales. España también adoptó un cierto tipo de feudalismo en el siglo XII, al
igual que el sur de Francia, el norte de Italia y los territorios alemanes. Incluso Europa central y
oriental conoció el sistema feudal durante un cierto tiempo y en grado limitado, sobre todo
cuando el Imperio bizantino se feudalizó tras la cuarta Cruzada. Los llamados feudalismos del
antiguo Egipto y de Persia, o de China y Japón, no guardan relación alguna con el feudalismo
europeo, y sólo son superficialmente similares. Quizá fueran los samurais japoneses los que
más se asemejaron a los caballeros medievales, en particular los shoguns de la familia
Ashikaga; pero las relaciones entre señores y vasallos en Japón eran diferentes a las del
feudalismo de Europa occidental.

Características

En su forma más clásica, el feudalismo occidental asumía que casi toda la tierra pertenecía al
príncipe soberano —bien el rey, el duque, el marqués o el conde— que la recibía "de nadie sino
de Dios". El príncipe cedía los feudos a sus barones, los cuales le rendían el obligado
juramento de homenaje y fidelidad por el que prestaban su ayuda política y militar, según los
términos de la cesión. Los nobles podían ceder parte de sus feudos a caballeros que le
rindieran, a su vez, homenaje y fidelidad y les sirvieran de acuerdo a la extensión de las tierras
concedidas. De este modo si un monarca otorgaba un feudo de doce señoríos a un noble y a
cambio exigía el servicio de diez caballeros, el noble podía ceder a su vez diez de los señoríos
recibidos a otros tantos caballeros, con lo que podía cumplir la prestación requerida por el rey.
Un noble podía conservar la totalidad de sus feudos bajo su dominio personal y mantener a sus
caballeros en su señorío, alimentados y armados, todo ello a costa de sufragar las prestaciones
debidas a su señor a partir de su propio patrimonio y sin establecer relaciones feudales con
inferiores, pero esto era raro que sucediera ya que los caballeros deseaban tener sus propios
señoríos. Los caballeros podían adquirir dos o más feudos y eran proclives a ceder, a su vez,
parte de esas posesiones en la medida necesaria para obtener el servicio al que estaban
obligados con su superior. Mediante este subenfeudamiento se creó una pirámide feudal, con el
monarca en la cúspide, unos señores intermedios por debajo y un grupo de caballeros feudales
para servir a la convocatoria real.

Los problemas surgían cuando un caballero aceptaba feudos de más de un señor, para lo cual
se creó la institución del homenaje feudatario, que permitía al caballero proclamar a uno de sus
señores como su señor feudal, al que serviría personalmente, en tanto que enviaría a sus
vasallos a servir a sus otros señores. Esto quedaba reflejado en la máxima francesa de que "el
señor de mi señor no es mi señor" de ahí que no se considerara rebelde al subvasallo que
combatía contra el señor de su señor. Sin embargo, en Inglaterra, Guillermo I el Conquistador y
sus sucesores exigieron a los vasallos de sus vasallos que les prestaran juramento de fidelidad.

Obligaciones del vasallo

La prestación militar era fundamental en el feudalismo, pero estaba lejos de ser la única
obligación del vasallo para con su señor. Cuando el señor era propietario de un castillo, podía
exigir a sus vasallos que lo guarnecieran, en una prestación denominada ‘custodia del castillo’.
El señor también esperaba de sus vasallos que le atendieran en su corte, con objeto de
aconsejarle y de participar en juicios que afectaban a otros vasallos. Si el señor necesitaba
dinero, podía esperar que sus vasallos le ofrecieran ayuda financiera. A lo largo de los siglos XII
y XIII estallaron muchos conflictos entre los señores y sus vasallos por los servicios que estos
últimos debían prestar. En Inglaterra, la Carta Magna definió las obligaciones de los vasallos
del rey; por ejemplo, no era obligatorio procurar ayuda económica al monarca salvo en tres
ocasiones: en el matrimonio de su hija mayor, en el nombramiento como caballero de su
primogénito y para el pago del rescate del propio rey. En Francia fue frecuente un cuarto motivo
para este tipo de ayuda extraordinaria: la financiación de una Cruzada organizada por el
monarca. El hecho de actuar como consejeros condujo a los vasallos a exigir que se obtuviera
su beneplácito en las decisiones del señor que les afectaran en cuestiones militares, alianzas
matrimoniales, creación de impuestos o juicios legales.

Herencia y tutela

Otro aspecto del feudalismo que requirió una regulación fue la sucesión de los feudos. Cuando
éstos se hicieron hereditarios, el señor estableció un impuesto de herencia llamado ‘socorro’.
Su cuantía fue en ocasiones motivo de conflictos. La Carta Magna estableció el socorro en 100
libras por barón y 5 libras por caballero; en todo caso, la tasa varió según el feudo. Los señores
se reservaron el derecho de asegurarse que el propietario del feudo fuese leal y cumplidor de
sus obligaciones. Si un vasallo moría y dejaba a un heredero mayor de edad y buen caballero,
el señor no tenía por qué objetar su sucesión. Sin embargo, si el hijo era menor de edad o si el
heredero era mujer, el señor podía asumir el control del feudo hasta que el heredero alcanzara
la mayoría de edad o la heredera se casara con un hombre que tuviera su aprobación. De este
modo surgió el derecho señorial de tutela de los herederos menores de edad o de las
herederas y el derecho de vigilar sobre el matrimonio de éstas, lo que en ciertos casos supuso
que el señor se eligiera a sí mismo como marido. La viuda de un vasallo tenía derecho a una
pensión de por vida sobre el feudo de su marido (por lo general un tercio de su valor) lo que
también llevaba a provocar el interés del señor por que la viuda contrajera nuevas nupcias. En
algunos feudos el señor tenía pleno derecho para controlar estas segundas nupcias. En el caso
de muerte de un vasallo sin sucesores directos, la relación de los herederos con el señor
variaban: los hermanos fueron normalmente aceptados como herederos, no así los primos. Si
los herederos no eran aceptados por el señor, la propiedad del feudo revertía en éste, que así
recuperaba el pleno control sobre el feudo; entonces podía quedárselo para su dominio directo
o cederlo a cualquier caballero en un nuevo vasallaje.
Ruptura del contrato

Dado el carácter contractual de las relaciones feudales cualquier acción irregular cometida por
las partes podía originar la ruptura del contrato. Cuando el vasallo no llevaba a cabo las
prestaciones exigidas, el señor podía acusarle, en su corte, ante sus otros vasallos y si éstos
encontraban culpable a su par, entonces el señor tenía la facultad de confiscar su feudo, que
pasaba de nuevo a su control directo. Si el vasallo intentaba defender su tierra, el señor podía
declararle la guerra para recuperar el control del feudo confiscado. El hecho de que los pares
del vasallo le declararan culpable implicaba que moral y legalmente estaban obligados a
cumplir su juramento y pocos vasallos podían mantener una guerra contra su señor y todos sus
pares. En el caso contrario, si el vasallo consideraba que su señor no cumplía con sus
obligaciones, podía desafiarle —esto es, romper formalmente su confianza— y declarar que no
le consideraría por más tiempo como su señor, si bien podía seguir conservando el feudo como
dominio propio o convertirse en vasallo de otro señor. Puesto que en ocasiones el señor
consideraba el desafío como una rebelión, los vasallos desafiantes debían contar con fuertes
apoyos o estar preparados para una guerra que podían perder.

Autoridad real

Los monarcas, durante toda la época feudal, tenían otras fuentes de autoridad además de su
señorío feudal. El renacimiento del saber clásico supuso el resurgimiento del Derecho romano,
con su tradición de poderosos gobernantes y de la administración territorial. La Iglesia
consideraba que los gobernantes lo eran por la gracia de Dios y estaban revestidos de un
derecho sagrado. El florecimiento del comercio y de la industria dio lugar al desarrollo de las
ciudades y a la aparición de una incipiente burguesía, la cual exigió a los príncipes que
mantuvieran la libertad y el orden necesarios para el desarrollo de la actividad comercial. Esa
población urbana también demandó un papel en el gobierno de las ciudades para mantener su
riqueza. En Italia se organizaron comunidades que arrebataron el control del país a la nobleza
feudal que incluso fue forzada a residir en algunas de las urbes. Las ciudades situadas al norte
de los Alpes enviaron representantes a los consejos reales y desarrollaron instituciones
parlamentarias para conseguir voz en las cuestiones de gobierno, al igual que la nobleza
feudal. Con los impuestos que obtuvieron de las ciudades, los príncipes pudieron contratar
sirvientes civiles y soldados profesionales. De este modo pudieron imponer su voluntad sobre
el feudo y hacerse más independientes del servicio de sus vasallos.

Decadencia

El feudalismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo en el siglo XIII; a partir de entonces


inició su decadencia. El subenfeudamiento llegó a tal punto que los señores tuvieron problemas
para obtener las prestaciones que debían recibir. Los vasallos prefirieron realizar pagos en
metálico (scutagium, ‘tasas por escudo’) a cambio de la ayuda militar debida a sus señores; a
su vez éstos tendieron a preferir el dinero, que les permitía contratar tropas profesionales que
en muchas ocasiones estaban mejor entrenadas y eran más disciplinadas que los vasallos.
Además, el resurgimiento de las tácticas de infantería y la introducción de nuevas armas, como
el arco y la pica, hicieron que la caballería no fuera ya un factor decisivo para la guerra. La
decadencia del feudalismo se aceleró en los siglos XIV y XV. Durante la guerra de los Cien
Años, las caballerías francesa e inglesa combatieron duramente, pero las batallas se ganaron
en gran medida por los soldados profesionales y en especial por los arqueros de a pie. Los
soldados profesionales combatieron en unidades cuyos jefes habían prestado juramento de
homenaje y fidelidad a un príncipe, pero con contratos no hereditarios y que normalmente
tenían una duración de meses o años. Este ‘feudalismo bastardo’ estaba a un paso del sistema
de mercenarios, que ya había triunfado en la Italia de los condotieros renacentistas.

Su papel en el desarrollo político

La figura jurídica del feudo estaba contenida en el derecho consuetudinario de Europa


occidental y en aspectos feudales como la tutela y el matrimonio, la revertibilidad y la
confiscación, que continuaron en vigor después de que la prestación militar hubiera
desaparecido. En Inglaterra las posesiones feudales fueron abolidas por ley en 1660, pero se
prolongaron en algunas zonas de Europa hasta que el derecho consuetudinario fue sustituido
por el Derecho romano, proceso concluido por el emperador Napoleón a principios del siglo
XIX.

Trabajo enviado por:


Carlos Derij

La transición del feudalismo al capitalismo

http://www.monografias.com/trabajos7/trafe/trafe.shtml

Indice
1. Transición Del Feudalismo Al Capitalismo
2. Los Cambios En La Superestructura

1. Transición Del Feudalismo Al Capitalismo

Hacia mediados del siglo XV el Sistema Feudal gozaba de buena salud, había sorteado con
relativo éxito la terrible peste negra del siglo anterior (1348) que había diezmado los campos de
mano de obra servil y las ciudades se fueron recuperando poco a poco. Pero hacia 1543 los
Turcos tomaron definitivamente Constantinopla y avanzaron sobre Europa oriental con lo que
cortaron todo el comercio terrestre con el Asia y amenazaron a Europa con invasiones
permanentes. Esto significó prácticamente el bloqueo Europeo, ya no llegaron más las
especias ni el metal precioso ni las sedas, para colmo el Mediterráneo inmediatamente se
infestó de piratería musulmana.

El respiro para la crisis económica que se produjo vino de manos de portugueses, primero, y
españoles, luego. Pero en el descubrimiento de América y en las ingentes cantidades de metal
precioso estaría el germen de la destrucción del sistema feudal que tardaría al menos 200 años
en producirse.

La acumulación originaria del Capital:


Las grandes travesías y expediciones de los siglos XV y XVI reforzaron las tendencias del
intercambio y fomentaron el comercio, ya que se creo un enorme circuito comercial que abarco
a casi todo el globo terrestre. Además el descubrimiento del Nuevo Mundo y la entrada en
Europa de enormes cantidades de metales preciosos provenientes de aquellas tierras
produjeron un trastocamiento de las relaciones feudales puesto que el orden económico
resultante de estos acontecimientos fue un sistema en el que predominaba lo comercial o
mercantil, es decir, cuyo objetivo principal consistía en intercambiar bienes. Con lo que la
producción eminentemente rural, patrimonio de los señores feudales, paso a segundo plano.
Este proceso fue capitalizado por la burguesía, la que al aumentar su poder económico (La
clase social que encabezó la revolución comercial) y al acumular riquezas, estuvo dispuesta a
eliminar a sus principales opositores: los Señores Feudales y a manejar los resortes de la
economía.

Pronto se hizo necesario, para abastecer al mercado mundial, ingentes cantidades de


mercancías que el sistema tradicional de producción industrial, es decir los Gremios, no podía
satisfacer por sus rígidas y costosas estructuras de producción. El antiguo sistema fue
lentamente reemplazado por Sistemas de producción de manufacturas artesanales listas para
entrar en el mercado de la Economía–Mundo, aprovechando el abaratamiento del costo de la
moneda, que hacía que los costos de producción fuesen accesibles.

El Sistema Doméstico: Este sistema de producción de usó predominantemente en Inglaterra a


partir de mediados del siglo XVII y consistía, básicamente, en la elaboración de manufacturas
artesanales en los hogares campesinos: en sus tiempos libres y con toda la familia, el
campesino recibía materia prima de manos de comerciantes de la ciudad y la transformaba
usando herramientas artesanales. El pago era en función de la cantidad de mercadería
manufacturada que el comerciante recibía, al que se le descontaba el costo de la materia
prima. Este sistema permitió lanzar al mercado importante volúmenes de mercadería y además
permitir una entrada extra de dinero para el campesino, que pronto se dedicaría a esto,
abandonando la actividad rural.

Los Talleres Manufactureros: este sistema de producción se dio principalmente en Francia:


Fueron el antecedente de la fábrica, entendida como lugar de producción y ensamblado de
piezas. Lejos de la moderna línea de montaje, en estos talleres diversos especialistas
construían las manufacturas requeridas por el mercado y cada uno de ellos elaboraban una
parte de dicho producto, cada especialista tenía a su cargo uno o varios obreros a los que
dirigía.

Estos cambios en la producción de mercaderías no hubiesen sido posibles si no hubiese


existido una CLASE SOCIAL, la burguesía, que acumuló fortunas producto del inmenso tráfico
comercial que unió a todo el mundo desde el siglo XVI y que usaría esa fortuna como capital
para nuevas experiencias económicas.

Las transformaciones en el campo


Gracias a su enorme poder económico, la Burguesía no tardo en buscar nuevas inversiones y
si bien el trabajo rural había pasado a segundo plano, todavía era necesario para alimentar a
las grandes urbes de la época. Por lo que comenzó a invertir en la compra de tierras,
favorecida por el abaratamiento general de los precios de los campos y de los productos
agrícolas. Esta inyección de dinero en las áreas rurales implicó una importante concentración
de la propiedad terrateniente, la burguesía pudo adquirir las tierras porque se las compró,
generalmente a los pequeños propietarios y a los arrendatarios que en gran número poblaban
el espacio rural, entrando en franca competencia con los Señoríos nobiliarios que todavía eran
los principales productores agrícolas. No solamente se compro tierras sino que además se las
cercó, expulsando a los habitantes de esos solares que en su gran mayoría arrendaban las
tierras, se trataba de pequeños productores y de aquellos que se dedicaban al sistema de
producción doméstico de manufacturas; que tuvieron que ir a vivir a las ciudades. Esa mano de
obra fue reemplazada por peones asalariados disminuyendo sensiblemente los costos de la
producción. Los expulsados pasaron a integrar esta nueva especialidad de mano de obra o se
convirtieron en indigentes que engrosaron las filas de los desocupados en las grandes
ciudades de la época y se les tendría reservado un lugar en la historia económica y social de la
humanidad.

La Revolución Industrial
La primera Revolución Industrial tuvo lugar en Reino Unido a finales del siglo XVIII; supuso una
profunda transformación en la economía y sociedad británicas. Los cambios más inmediatos se
produjeron en los procesos de producción: qué, cómo y dónde se producía. El trabajo se
trasladó de la fabricación de productos primarios a la de bienes manufacturados y servicios. El
número de productos manufacturados creció de forma espectacular gracias al aumento de la
eficacia técnica y el uso de mano de obra asalariada reclutada entre los miles de indigentes
que poblaban las ciudades. En parte, el crecimiento de la productividad se produjo por la
aplicación sistemática de nuevos conocimientos tecnológicos a partir del uso masivo de la
máquina a vapor, la mayor explotación de la mano de obra asalariada y gracias a una mayor
experiencia productiva, que también favoreció la creación de grandes empresas en unas áreas
geográficas reducidas. Así, la Revolución Industrial tuvo como consecuencia una mayor
urbanización.
Se puede afirmar que los cambios más importantes afectaron a la organización del proceso
productivo. Las fábricas aumentaron en tamaño y modificaron su estructura organizativa y
aumentó la especialización laboral. Su desarrollo dependía de una utilización intensiva del
capital, de mano de obra, de las fábricas y de nuevas máquinas y herramientas. Esto permitió
que los trabajadores produjeran más bienes que antes y que la experiencia adquirida, utilizando
una máquina o herramienta, aumentara la productividad y la tendencia hacia una mayor
especialización en un proceso acumulativo. Todo lo anterior sentó las bases económicas del
Sistema Capitalista.

La mayor especialización y la aplicación de bienes de capital a la producción industrial creó


nuevas clases sociales en función de quien contratara y tuviera la propiedad sobre los medios
de producción y de quien los usara. Los individuos propietarios de los medios de producción en
los que invertían capital propio se denominaron empresarios o capitalistas o lo que es lo
mismo, la burguesía industrial, que no era otra que la heredera de aquella que había iniciado el
proceso de disgregación del Sistema Feudal. Pero también aquellos expulsados del campo en
virtud del proceso de cercamiento pasaron a desempeñarse como mano de obra para la
industria a cambio del pago de un salario. Cambiando, por ende, la especialidad de mano de
obra de las nuevas Fuerzas Productivas, lo que significa la aparición de otra nueva clase social
denominada clase obrera o proletario; produciéndose una profunda reforma en las Relaciones
Sociales de Producción establecida hasta entonces y por ende la base social de un nuevo
modo de producción o F.E.S.

Como la Revolución Industrial se produjo por primera vez en Gran Bretaña, este país se
convirtió durante mucho tiempo en el primer productor de bienes industriales del mundo.
Durante gran parte del siglo XVIII Londres fue el centro de una compleja red comercial
internacional que constituía la base de un creciente comercio exportador fomentado por la
industrialización. El resto de los países europeos iban a tardar medio siglo más en generalizar
la nueva F.E.S, dependiendo de las condiciones sociales y materiales de cada uno de ellos.

2. Los Cambios En La Superestructura

El primer gran paso para los cambios en la superestructura Jurídica Política e ideológica lo dio
Europa a caballo de las transformaciones económicas del siglo XVI. Los descubrimientos
geográficos, el aumento en el volumen de los negocios y sobre todo el metal precioso que
inundaba las arcas de los ricos de entonces; hizo ver a las débiles monarquías europeas la
necesidad de disputar el poder político a los grandes señores feudales. Para ello debieron
modificar las relaciones sociales derivadas del esquema feudal que diluía y descentralizaba la
toma de decisiones, era necesario concentrar el poder y darle su fundamento político e
ideológico: nace el absolutismo monárquico.

Este sistema de dominio político se baso en cinco pilares básicos: la burocratización del
estado, la creación de los ejércitos nacionales, la cooptación de la iglesia, el mantenimiento de
las relaciones sociales de producción feudales y el uso de un "nuevo" sistema de orden
jurídico. Cabe aclarar que estos cambios trajeron aparejados grandes conflictos sociales y
guerras civiles puesto que los grandes señores no estuvieron dispuestos, fácilmente, a perder
poder.

La burocratización del Estado: Para concentrar el poder bajo el mando de un monarca y,


controlar y manejar no solo a los Señores Feudales, sino también la enorme masa de recursos
proveniente de las nuevas actividades económicas; se necesitó de un Estado con un aparato
administrativo y burocrático complejo. Este fue construido sobre la base de la creación de
cargos, instituciones, oficinas, etc. que cubrían todas las áreas de la administración pública.
Estos puestos eran ocupados por nobles pobres formados en las universidades de la época y
por clérigos menores de diversas órdenes religiosas; contra lo que se podría pensar estos
puestos no eran remunerados con salarios, sino más bien eran cargos que el Estado (o sea el
monarca) vendía a precios que variaban según la importancia de cargos, para usar un lenguaje
cotidiano diríamos que eran privatizados o concesionados, el ingreso que estos obtenían era
producto de cobranzas de impuestos, tasas y sellados propios de cada cargo. El monarca
fomentaba la creación de cargos porque el poder económico, la influencia política y el prestigio
social que le acarreaba a esa nueva nobleza, conocida con el nombre de Nobleza de Toga,
ocupar esos puestos; servía de freno a la vieja nobleza señorial, porque el rey conseguía
aliados más fiables y así mismo más dependientes de sus dádivas.

La creación de los ejércitos del rey: Estos sirvieron no solo para la guerra entre países sino
también para controlar a la vieja nobleza que no perdió nunca las apetencias de poder y de
paso para ayudar a la misma nobleza a controlar y a reprimir los múltiples levantamientos
campesinos que se produjeron al ver los enfrentamientos entre nobles y reyes. De esta manera
el Rey le quitaba poder político a la nobleza pero le aseguraba el poder económico al mantener
sus privilegios y sus relaciones sociales de producción, es decir el Estado se transformo en un
"aparato potenciado de dominación feudal". Ejércitos de mercenarios dependientes del poder
central, sustituyeron a los ejércitos de "vasallos y peones" que eran la base del sistema feudal.

La Iglesia y el Estado. La iglesia católica fue incorporada a este nuevo proceso de la misma
forma que la nobleza feudal. Los reyes absolutista se apoyaron en, las nuevas órdenes
religiosas nacidas al calor del descubrimiento de América que desplazaron a aquellas que, con
el correr de los siglos, se convirtieron en uno de los más poderosos Señores feudales. La
reforma encarnada a través de Martín Lutero provocó un duro golpe a la iglesia tradicional, su
cuestionamiento hacia la corrupción, la venta de indulgencias (lugar asegurado en el cielo, para
aquellos que dieran jugosas limosnas) y la poca predisposición para dejar las cómodas
catedrales para predicar; dieron origen al poderoso movimiento de la Contrarreforma, y su
instrumento la inquisición, que fue utilizado como arma para control social e ideológico de
aquellos que se opusieran a los designios de la Corona. Monjes, curas, canónigos y hasta
cardenales, fueron incorporados al aparato del Estado como funcionarios o como intelectuales
al servicio del rey.

Aunque resulte contradictorio, estos cambios producidos en el seno de la superestructura, no


solo tenían como función controlar y restar poder político a los antiguos señores, sino también
contribuir a mantener su estructura y su poder económico; después de todo el rey era tan noble
como los demás. Además la principal fuente de riquezas seguía siendo la producción de la
tierra y hubiese sido imposible mantener el sistema económico si se cambiaban las relaciones
sociales de producción existentes. Es por ello que la corona reprimió con más énfasis a los
levantamientos campesinos que a los Señores díscolos.

El "nuevo" orden jurídico. Era necesario, luego de tantos cambios, que se estableciera un
sistema jurídico que pudiera contenerlos y justificarlos, sobre todo a esta idea del "El Estado
soy yo". El recurso, vino de manos de la iglesia, curiosamente, porque uno de los poderes a
incorporar y dominar era, precisamente, "la casa de Dios" católico. Durante siglos los monjes
habían conservado en las bibliotecas de los monasterios gran cantidad de documentación
perteneciente al antiguo Imperio Romano y sobre todo del complejo sistema judicial y
administrativo que sustentó el vasto y complejo estado imperial, este material en mano de los
reyes y sus asesores (la mayoría de ellos clérigos) fue convenientemente utilizado para darle
entidad jurídica al nuevo Estado absoluto. Tan importante fue este rescate que aún hoy
sustenta gran parte del sistema jurídico actual.

La Revolución Francesa
Indudablemente la Burguesía, como clase social revolucionaria, iba a reclamar un lugar dentro
de esta nueva superestructura. Lamentablemente (para la monarquía) ésta era considerada
plebeya carente de sangre nobiliaria e inculta, que realizaba actividades viles como la de
comerciar, actividad que significaba una inmoralidad para los nobles; y por lo tanto no
merecedora de pertenecer a la corte. Independientemente de consideraciones prejuiciosas, los
burgueses representaban una incómoda competencia contra los nobles y la corona no tenía
intenciones de perjudicar la frágil relación que la unía al estado noble. Por lo tanto no quiso o
no pudo darle lugar en la toma de decisiones políticas. Como clase social revolucionaria, no se
iba a quedar con un no como respuesta, lo único que le faltaba para completar su imparable
ascenso era tener poder político, así fue que se lanzo en su búsqueda y produjo lo que se
considera el acto fundacional de la modernidad: La Revolución Francesa.
Más de un siglo antes de que Luis XVI ascendiera al trono (1774), el Estado francés había
sufrido periódicas crisis económicas motivadas por las largas guerras emprendidas durante el
reinado de Luis XIV, la mala administración de los asuntos nacionales en el reinado de Luis XV,
las cuantiosas pérdidas que acarreó la Guerra Francesa e India (1754-1763) y el aumento de la
deuda generado por los préstamos a las colonias británicas de Norteamérica durante la guerra
de la Independencia estadounidense (1775-1783). Los defensores de la aplicación de reformas
fiscales, sociales y políticas comenzaron a reclamar con insistencia la satisfacción de sus
reivindicaciones durante el reinado de Luis XVI. . Además el pueblo exigía la convocatoria de
los Estados Generales (una asamblea formada por representantes del clero, la nobleza y el
Tercer estado, es decir lo que en ese entonces se consideraba el pueblo y que en realidad era
la burguesía), cuya última reunión se había producido en 1614, y el rey Luis XVI accedió
finalmente a celebrar unas elecciones nacionales en 1788.

A pesar de que los tres estados estaban de acuerdo en que la estabilidad de la nación requería
una transformación fundamental de la situación, los antagonismos estamentales imposibilitaron
la unidad de acción en los Estados Generales, que se reunieron en Versalles el 5 de mayo de
1789. Las delegaciones que representaban a los estamentos privilegiados de la sociedad
francesa se enfrentaron inmediatamente a la cámara rechazando los nuevos métodos de
votación presentados. El objetivo de tales propuestas era conseguir el voto por individuo y no
por estamento, con lo que el tercer estado, que disponía del mayor número de representantes,
podría controlar los Estados Generales. Las discusiones relativas al procedimiento se
prolongaron durante seis semanas, hasta que el grupo dirigido por Emmanuel Joseph Sieyès y
el conde de Mirabeau se constituyó en Asamblea Nacional el 17 de junio. Este abierto desafío
al gobierno monárquico, que había apoyado al clero y la nobleza, fue seguido de la aprobación
de una medida que otorgaba únicamente a la Asamblea Nacional el poder de legislar en
materia fiscal y se comprometía a no disolverse hasta que se hubiera redactado una
constitución para Francia. En ese momento, las profundas disensiones existentes en los dos
estamentos superiores provocaron una ruptura en sus filas, y numerosos representantes del
bajo clero y algunos nobles liberales abandonaron sus respectivos estamentos para integrarse
en la Asamblea Nacional.

El rey se vio obligado a ceder ante la continua oposición a los decretos reales y la
predisposición al amotinamiento del propio Ejército real. El 27 de junio ordenó a la nobleza y al
clero que se unieran a la autoproclamada Asamblea Nacional Constituyente. Luis XVI dio
instrucciones para que varios regimientos extranjeros leales se concentraran en París y
Versalles. El pueblo de París respondió con la insurrección ante estos actos de provocación; los
disturbios comenzaron el 12 de julio, y las multitudes asaltaron y tomaron La Bastilla —una
prisión real que simbolizaba el despotismo de los Borbones— el 14 de julio.

Antes de que estallara la revolución en París, ya se habían producido en muchos lugares de


Francia esporádicos y violentos disturbios locales y revueltas campesinas contra los nobles
opresores La burguesía parisina, temerosa de que la muchedumbre de la ciudad aprovechara
el derrumbamiento del antiguo sistema de gobierno y recurriera a la acción directa, se apresuró
a establecer un gobierno provisional local y organizó una milicia popular, denominada
oficialmente Guardia Nacional. El estandarte de los Borbones fue sustituido por la escarapela
tricolor (azul, blanca y roja), símbolo de los revolucionarios que pasó a ser la bandera nacional.
No tardaron en constituirse en toda Francia gobiernos provisionales locales y unidades de la
milicia. El mando de la Guardia Nacional se le entregó al marqués de La Fayette, héroe de la
guerra de la Independencia estadounidense. Luis XVI, incapaz de contener la corriente
revolucionaria, legalizó oficialmente las medidas adoptadas por la Asamblea y los diversos
gobiernos provisionales de las provincias.

La Asamblea Nacional Constituyente comenzó su actividad movida por los desórdenes y


disturbios que estaban produciéndose en las provincias (el periodo del 'Gran Miedo'). El clero y
la nobleza hubieron de renunciar a sus privilegios en la sesión celebrada durante la noche del 4
de agosto de 1789; la Asamblea aprobó una legislación por la que quedaba abolido el régimen
feudal y señorial y se suprimía el diezmo, aunque se otorgaban compensaciones en ciertos
casos. En otras leyes se prohibía la venta de cargos públicos y la exención tributaria de los
estamentos privilegiados. A continuación, la Asamblea Nacional Constituyente se dispuso a
comenzar su principal tarea, la redacción de una Constitución. En el preámbulo, denominado
Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano, los delegados formularon los ideales
de la Revolución, sintetizados más tarde en tres principios, "Libertad, Igualdad, Fraternidad".
Mientras la Asamblea deliberaba, la hambrienta población de París, irritada por los rumores de
conspiraciones monárquicas, reclamaba alimentos y soluciones. El radicalismo se apoderó de
la cámara, pero el objetivo original, la implantación de una monarquía constitucional como
régimen político, aún se mantenía.

El primer borrador de la Constitución recibió la aprobación del monarca francés en unas


fastuosas ceremonias, a las que acudieron delegados de todos los lugares del país, el 14 de
julio de 1790. Este documento suprimía la división provincial de Francia y establecía un sistema
administrativo cuyas unidades eran los departamentos, que dispondrían de organismos locales
elegibles. Se ilegalizaron los títulos hereditarios, se crearon los juicios con jurado en las causas
penales y se propuso una modificación fundamental de la legislación francesa. Con respecto a
la institución que establecía requisitos de propiedad para acceder al voto, la Constitución
disponía que el electorado quedara limitado a las clases alta y media. El nuevo estatuto
confería el poder legislativo a la Asamblea Nacional, compuesta por 745 miembros elegidos por
un sistema de votación indirecto. Aunque el rey seguía ejerciendo el poder ejecutivo, se le
impusieron estrictas limitaciones. Su poder de veto tenía un carácter meramente suspensivo, y
era la Asamblea quien tenía el control efectivo de la dirección de la política exterior. Se
impusieron importantes restricciones al poder de la Iglesia católica mediante una serie de
artículos denominados Constitución civil del Clero, el más importante de los cuales suponía la
confiscación de los bienes eclesiásticos. A fin de aliviar la crisis financiera, se permitió al Estado
emitir un nuevo tipo de papel moneda, los asignados, garantizado por las tierras confiscadas.
Asimismo, la Constitución estipulaba que los sacerdotes y obispos fueran elegidos por los
votantes, recibieran una remuneración del Estado, prestaran un juramento de lealtad al Estado
y las órdenes monásticas fueran disueltas.

Durante los quince meses que transcurrieron entre la aprobación del primer borrador
constitucional por parte de Luis XVI y la redacción del documento definitivo, las relaciones entre
las fuerzas de la Francia revolucionaria experimentaron profundas transformaciones. Éstas
fueron motivadas, en primer lugar, por el resentimiento y el descontento del grupo de
ciudadanos que había quedado excluido del electorado. Las clases sociales que carecían de
propiedades deseaban acceder al voto y liberarse de la miseria económica y social, y no
tardaron en adoptar posiciones radicales. Este proceso, que se extendió rápidamente por toda
Francia gracias a los clubes de los jacobinos, y de los cordeliers, adquirió gran impulso cuando
se supo que María Antonieta estaba en constante comunicación con su hermano Leopoldo II,
emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Al igual que la mayoría de los monarcas
europeos, Leopoldo había dado refugio a gran número de émigrés y no había ocultado su
oposición a los acontecimientos revolucionarios que se habían producido en Francia. El recelo
popular con respecto a las actividades de la reina y la complicidad de Luis XVI quedó
confirmado cuando la familia real fue detenida mientras intentaba huir de Francia en un
carruaje con destino a Varennes el 21 de junio. Los sucesos posteriores serán motivo de otro
trabajo, pero para completar la visión de esta revolución diremos que el 21 de setiembre de
1792 se proclamó la república y se abolió la monarquía y el 21 de enero de 1793 Luis XVI fue
guillotinado.

Los sucesos internacionales posteriores mostraron una clara y fuerte tendencia a tomar el
legado de la revolución francesa cuyas ideas se volcaron a todo el mundo y sirvieron de
bandera a las burguesías europeas y a los hombres que iniciaron los proceso independentistas
en América latina y si bien la revolución terminó con el ascenso de Napoleon al poder en
Francia; el proceso, histórico, político y social, iniciado con ésta fue imparable al igual que la
instalación del sistema capitalista.

Para concluir este larguísimo texto diremos que el período histórico que estamos reseñando,
significó para el hombre el camino más directo a la actualidad, y es muy importante entender lo
que pasó porque muchas de las cosas que hoy vivimos son producto de esa historia, más aun,
los noventa son el inicio de otra nueva etapa para la humanidad, la posmodernidad, y nos será
imposible entender lo que nos pasa si no aprendemos de nuestro pasado.
Trabajo enviado por:
Luis Maria Unsain
lunsain@infovia.com.ar
Profesor De Historia

Vous aimerez peut-être aussi