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Volumen 8 - Nº48 - Septiembre/Octubre 1998

Revista de Divulgación Científica y Tecnológica de la


Asociación Ciencia Hoy

CIENCIA EN EL MUNDO

En busca de la verdadera identidad del tío abuelo N'ba N'ga

EDUARDO D. SPIVAK
Departamento de Biología, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales
Universidad Nacional de Mar del Plata
Hace 370 ,millones de años, a partir de un grupo de peces con aletas lobuladas y pulmones se
originaron los primeros anfibios e, indirectamente, todos los vertebrados terrestres. El estudio
comparado de restos fósiles identificó a los crosopterigios como los peces que lograron la crucial
transición. Sin embargo, cuando se analizaron los ácidos nucleicos de peces y anfibios actuales,
surgieron dudas sobre estos resultados ampliamente aceptados. Ahora se propone a los dipnoos
como nuestros lejanos y escamosos ancestros.

Neoceratodus, dipnoo viviente de Australia

En un rincón alto de mi biblioteca pasa la mayor parte de sus días un fascículo delgado, de tapas
que algún día fueron rosadas. Se trata de Bases biológicas del surgimiento de los vertebrados
terrestres, de I.I. Schmalhausen. El texto mimeografiado posee, para mí, y posiblemente para
muchos de mis contemporáneos, un valór afectivo. Se trata de la traducción del ruso de un artículo
original de 1957, realizada por Paulino González Alberdi con la supervisión del profesor Osvaldo
Reig en 1965. Fue editada e impresa por el Centro de Estudiantes de Ciencias Naturales, de la
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Hoy, en la dirección
que figura al pie de la tapa (Perú 222, Buenos Aires) hay un museo y se encuentra el acceso a los
túneles de la época colonial. Tampoco existe más la Universidad inquieta, brillante y contestataria
de la primera mitad de la década de 1960, que brindó el ambiente en el cual apareció la colección
que incluye a este trabajo. Pero entender cuándo, cómo y por qué se originaron los vertebrados
terrestres sigue siendo un tema de interés permanente para los biólogos.

Y no sólo para ellos. Las descripciones más vividas de la transformación de alguna clase de pez en
un animal terrestre, con cuatro patas con las cuales caminar, provienen de la literatura y del arte.
En una de sus Cosmicómicas, Ítalo Calvino relató con magistral humor las peripecias de un
triángulo amoroso en el cual participan una pareja de jóvenes y "modernos" anfibios y el viejo tío
abuelo N'ba N'ga, aún pez, experimentado y algo sinvergüenza. Por otra parte, el dibujante
humorístico Gary Larson, experto en chistes sobre bichos, creó una escena en la cual un par de
peces suspenden su partido de béisbol, y miran desolados la pelotita que había caído fuera del
agua. Ese cuadrito en blanco y negro, donde Larson sugiere que la voluntad de recuperar la
pelotita fue el verdadero inicio de la conquista de la tierra por los peces del pasado, se intitula:
"Grandes momentos de la evolución".

Los dipnoos sudamericanos pertenecen a una única especie y son llamados loloch o
lepidosirenas (Lepidosiren paradoxa). Habitantes comunes de los esteros en el norte de la
Argentina, obtienen el aire por medio de rápidos ascensos a la superficie y excavan grandes
cuevas donde pasan el verano. Sus aletas son de aspecto filamentoso; los filamentos muy
vascularizados de los machos proporcionan oxígeno a las crías, que ellos cuidan.

La interpretación del pasaje de los vertebrados del agua a la tierra recupera hoy actualidad. Pero
veamos el escenario donde se desarrolló este "drama evolutivo". Hace alrededor de 370.000.000
de años, hubo un grupo de peces que vivían en aguas dulces y poco oxigenadas. Estos peces
dejaron abundantes restos fósiles y llamaron la atención de los paleontólogos, quienes
descubrieron que sus aletas eran diferentes de las de los demás peces. En efecto, las aletas se
insertaban en un lóbulo basal carnoso y cubierto de escamas que se destacaba del cuerpo,
articulaban con la cintura torácica y pélvica de una manera similar a la de los vertebrados terrestres
y poseían un esqueleto interno, que, al decir de Schmalhausen estaba "ricamente articulado,
provisto de musculatura, que se encontraba en los límites de la misma aleta". Además de las aletas
similares a las extremidades de los tetrápodos (vertebrados terrestres que, en general, tienen
cuatro patas), esos peces probablemente tenían pulmones y existía una conexión entre las
cavidades olfativas y la cavidad bucal, tal como ocurre en los anfibios. Con ese bagaje de
"herramientas", es posible que hayan podido sobrevivir por períodos prolongados fuera del agua.

Latimeria, único crosopterigio viviente

Algunos de estos peces fósiles, los llamados crosopterigios, presentaban un cráneo muy similar al
de los anfibios fósiles más antiguos que se conocen como lchthyostega. Estos últimos animales
vivieron un poco después que los crosopterigios y ya caminaban fuera del agua. En consecuencia,
se comenzó a considerar a los crosopterigios como los ancestros de los anfibios actuales (sapos,
ranas y salamandras) y, por lo tanto, de todos los vertebrados terrestres. Esta interpretación es aún
un "dogma" en los textos básicos de biología.

Schmalhausen recreó con elocuencia la probable historia natural de los crosopterigios: "Los más
antiguos habitaron en aguas dulces. En ellas, el contenido de oxígeno decae tanto a altas
temperaturas, que la respiración branquial se hace insuficiente. Los crosopterigios pasaban
entonces a la respiración aérea. Si la putrefacción de las aguas aumentaba, podían salir de ellas
arrastrándose y esconderse en la vegetación de las orillas. En caso de desecación, algunos podían
probablemente enterrarse en el fango, pero puede ser que también emprendiesen la migración
para obtener un nuevo cuerpo de agua, como lo suelen hacer algunos peces modernos".

Hasta 1938 se pensaba que sólo existían crosopterigios fósiles. En esa fecha, pescadores de las
islas Comores, en el océano Índico, encontraron unos extraños peces que fueron identificados
como crosopterigios, los primeros vivientes. La especie fue bautizada por los zoólogos con el
nombre de Latimeria chalumnae. Que el hallazgo se hiciera en las aguas profundas del mar fue
una remarcable paradoja, dada la discrepancia entre los ambientes en que vivían los peces fósiles
y los que habitan los especímenes actuales. Pero esto no hizo sino aumentar su fama.

El reinado estelar de los crosoptengios parece ahora llegar a su final. Su papel clave en la historia
de los vertebrados fue cuestionado a partir de evidencias anatómicas y funcionales y, últimamente,
de datos que provienen de la aplicación de técnicas moleculares. Otros antiguos peces con aletas
lobuladas, denominados peces pulmonados o dipnoos, parecen ser los llamados a ocupar el lugar
de nuestro lejano ancestro. Hoy viven sólo 3 especies de dipnoos en charcos temporarios de agua
dulce de África, Australia y Sudamérica; ellos pueden respirar en el aire. La especie sudamericana,
Lepidosiren paradoxa o loloch, es un habitante común de los esteros en el norte de la Argentina.

Hasta la mitad de este siglo, las hipótesis evolutivas se basaban fundamentalmente en la


comparación de características estructurales entre los organismos vivientes, y entre ellos y los
fósiles. El punto de partida de esta tarea era una premisa simple: la similitud implica parentesco,
cuanto más semejante, más próximos son los parientes (aunque cabe aclarar que era necesaria
mucha cautela para descartar similitudes provenientes de identidad de funciones, sin el requisito de
una herencia común que las explique). Todas las características usadas eran fenotipicas, es decir,
el resultado de la interacción de los genes entre sí y con el ambiente, durante el desarrollo de cada
individuo. Pero ahora la búsqueda de semejanzas es posible por medio de la comparación directa
de los genes, o al menos, de fragmentos de ácidos nucleicos, el material que los constituye.

"Entonces a los peces jóvenes no había quien los contuviera, agitaban las aletas en las
orillas de barro para ver si funcionaban como patas, como había sucedido a los más
dotados. Pero justamente en aquellos tiempos se acentuaban las diferencias entre
nosotros: había la familia que vivía en tierra desde varias generaciones atrás, y en la
que los jóvenes ostentaban maneras que ya no eran ni siquiera de anfibios sino casi
de reptiles; y había quien se demoraba todavía en hacerse el pez, e incluso se volvía
más pez de lo que había sido ser pez en otro tiempo. Nuestra familia, debo decirlo,
con los abuelos a la cabeza, pataleaba en la playa sin faltar uno, como si nunca
hubiéramos conocido otra vocación. De no ser por la obstinación del tío abuelo N'ba
N'ga, los contactos con el mundo acuático se hubieran perdido hacia rato."

Párrafo tomado de Las Cosmicómicas, de Italo Calvino,


1984, Minotauro, Buenos Aires, 3° edición, pp. 89-90.
(Traducción: Aurora Bernárdez)

En estas últimas dos décadas se está trabajando para establecer genealogías sobre la base de las
secuencias de bases de ácidos nucleicos presentes en los ribosomas, las mitocondrias o el núcleo
de las células. Las relaciones cambian, los organismos se reagrupan, los árboles genealógicos ven
caer sus ramas y crecer otras nuevas, todo ello con un dinamismo que hace del estudio de la
filogenia (las relaciones evolutivas entre los organismos) un campo sumamente atractivo para los
zoólogos actuales.

La comparación entre los ácidos nucleicos de anfibios actuales, de Latimeria chalumnae y de las
especies vivientes de dipnoos, no podía tardar en llegar. En 1997, Axel Meyer, de Alemania, y
Rafael Zardoya, de España, comunicaron que el ADN de las mitocondrias de los dipnoos es más
semejante al de los anfibios actuales que el de los crosopterigios. Las mitocondrias, involucradas
en la producción de energía en las células de plantas y animales, llevan sus propios genes que han
mutado a lo largo del tiempo evolutivo. Estos resultados proponen un desafío a las tradiciones y el
derrumbe de un dogma, pero deben ser considerados provisionales. Será necesario esperar que se
realice la comparación de los mucho más complejos genes nucleares de estos animales para
establecer el parentesco con mayor certeza. Recién entonces podremos conocer la verdadera
identidad de nuestro viejo tío abuelo N'ba N'ga.

Lecturas Sugeridas

LARSON G., 1984, The Far Side Gallery, Andrews and McMeel, Universal Press Syndicate
Company, Kansas, USA, p. 145.

ROUSH W., 1997, "Living fossil fish is dethroned", Science 277:1436. SCHMALHAUSEN I.I., 1965,
"Bases biológicas del surgimiento de los vertebrados terrestres", Cuadernos Biológicos 2. Centro
de Estudiantes de Ciencias Naturales, Buenos Aires, p. 36.

ZARDOYA R. Y MEYER A., 1997, "Molecular phylogenetic information on the identity of the closest
living relativa of land vertebrates", Naturwissenschaften 84(9): 389-397.

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