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Tendencias oligárquicas de los

partidos políticos locales: el


PVEM en el Estado de México

Autor: Carlos Guadarrama Cruz | guadarramacc91@hotmail.com

Universidad Nacional Autónoma de México

FES Acatlán

Eje Temático 4: Partidos Políticos y Sistema de Partidos

Trabajo preparado para su presentación en el II Congreso Internacional de la


Asociación Mexicana de Ciencias Políticas (AMECIP), organizado en colaboración
con la Universidad Autónoma del Estado de México, en la ciudad de Toluca, 11,
12 y 13 de septiembre de 2014.

Palabras clave: democracia interna, partidos políticos, Estado de México


Tendencias oligárquicas de los partidos políticos locales: el PVEM en el
Estado de México
Carlos Guadarrama Cruz

Resumen
El objetivo del trabajo es analizar al Partido Verde Ecologista de México en el
Estado de México (PVEM-EM), para identificar si existe un comportamiento con
tendencias oligárquicas a nivel local. Se parte de la hipótesis de que las
tendencias oligárquicas que existen en el CEN del PVEM, y que se manifiestan
especialmente en los procedimientos de selección de dirigentes y candidatos a
puestos de elección popular en el nivel nacional, son replicadas en la esfera de
dominio de la organización local del partido en el Estado de México. Por esta
razón, el problema de las tendencias oligárquicas en el PVEM-EM será abordado
a través del estudio de la selección de dirigentes en los procesos internos del
partido en los años 2008 y 2011, así como los procesos de selección de
candidatos a la Cámara de Diputados local durante los procesos electorales de
2009 y 2012.

1. Introducción
Los partidos políticos se han convertido en actores importantes de la vida
democrática a nivel nacional y local, en el marco del cambio político que México
ha experimentado. En el mismo sentido, este cambio ocasiona que los estados de
la república ahora son arenas de competencia política importantes donde resulta
oportuno analizar el comportamiento de los partidos que participan en los
procesos electorales locales para colocar a miembros suyos en puestos de
representación popular.
El objetivo de la ponencia es analizar al Partido Verde Ecologista de México en el
Estado de México (PVEM-EM), para identificar si existe un comportamiento con

Investigación realizada gracias al programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación
Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM-IN307513: “Democracia interna y tendencias oligárquicas de los
partidos políticos en México: Partido Verde Ecologista, Partido del Trabajo, Movimiento Ciudadano
y Nueva Alianza”. Agradezco a la DGAPA-UNAM la beca recibida.

Egresado de la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la FES Acatlán-
UNAM. Correo electrónico: guadarramacc91@hotmail.com. Agradezco los comentarios y
observaciones del Dr. Gabriel Corona Armenta.

1
tendencias oligárquicas a nivel local. En principio se debe entender que el PVEM
es un partido nacional que de acuerdo a la legislación electoral local participa en
las elecciones de la entidad mexiquense; por lo tanto, se habla de él como un
partido local.
En la ponencia se parte de la hipótesis de que las tendencias oligárquicas que
existen en el CEN del PVEM, y que se manifiestan especialmente en los
procedimientos de selección de dirigentes y candidatos a puestos de elección
popular en el nivel nacional, son replicadas en la esfera de dominio de la
organización local del partido en el Estado de México. Para esto se analizan los
procesos de elección del Comité Ejecutivo Estatal en 2008 y 2011; y la selección
de candidatos plurinominales para las elecciones locales de 2009 y 2012.
El contenido del trabajo se divide en cuatro secciones más: en la primera se revisa
la teoría representativa acerca de la organización de los partidos políticos;
posteriormente, aparece un apartado donde se exponen algunos apuntes sobre la
descentralización organizativa de estas instituciones. En la siguiente parte se
aborda el tema de las tendencias oligárquicas y la democracia interna al interior de
los partidos, para dar paso una sección que revisa el comportamiento oligárquico
del PVEM a nivel nacional y local, este último es el eje principal de la ponencia.
Sobra mencionar que al final se comparten algunas reflexiones a manera de
conclusión acerca del fenómeno oligárquico del PVEM en el Estado de México.
2. Los estudios sobre la organización de los partidos
2.1. La oligarquía de Robert Michels
A principios del siglo XX, en su obra Los partidos políticos, Robert Michels
concluye que la organización de los partidos políticos presenta un proceso que
tendía a la oligarquía. Lo anterior en concordancia con los postulados elitistas
referentes a que en cualquier cuerpo social hay una clase dirigente y una dirigida y
resumido en la famosa ley de hierro de las oligarquías de Michels: “la organización
es lo que da origen a la dominación de los elegidos sobre los electores, de los
mandatarios sobre los mandantes, de los delegados sobre los delegadores. Quien
dice organización dice oligarquía”.

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Hay que mencionar que el problema de la oligarquización en los partidos políticos
es consecuencia del desarrollo de liderazgos al interior de ellos. Es así que en las
páginas de su principal obra, Michels señala que el fenómeno de la formación de
liderazgos responde a dos causas: a) cuestiones técnicas y administrativas,
consecuencia del mismo desarrollo de la organización, es decir, a los procesos de
crecimiento que lleva a los dirigentes a especializarse y profesionalizarse en
algunos aspectos importantes de la vida partidista; y b) causas psicológicas que
tienen que ver con el comportamiento de las masas en la vida partidista, pues “en
la vida de los partidos democráticos modernos podemos observar signos de
similar indiferencia. Sólo una minoría participa en las decisiones partidarias, y a
veces esa minoría es de una pequeñez rayana en lo ridículo.” (Michels, 2008, p.
98).1
La misma revisión de Michels sobre el comportamiento de las masas lo llevan a
establecer algunas pautas de comportamiento de éstas en función de los líderes.
Una pauta recurrente es la tendencia a la veneración del líder y a la aprobación de
sus acciones. No obstante, no hay que dejar de lado que los líderes llegan a
desarrollar algunas actitudes y aptitudes por la posición que ocupan, por ejemplo,
la oratoria o factores intelectuales con respecto a los demás miembros.
En resumidas cuentas, como representante de la escuela elitista, Michels lleva los
postulados de esta corriente al estudio de los partidos políticos. Lo cual hace que
su crítica se centra en el desarrollo de la democracia moderna, observando que
uno de sus principales obstáculos es la formación de poderes oligárquicos al
interior de los partidos, de tal manera que la lucha entre fuerzas democratizadoras
y oligárquicas al interior del partido continúe indefinidamente.
2.2. El círculo interior de Maurice Duverger
La obra de Duverger aporta elementos al estudio de la organización de los
partidos políticos sobre el tema de la formación y renovación de las oligarquías
que se forman en los estratos dirigentes. Al respecto menciona que “la dirección
de los partidos –como la de la mayoría de los grupos sociales actuales: sindicatos,

1Opinión semejante a la de Bobbio (2001): “el precio que se debe pagar por el compromiso de
pocos es frecuentemente la indiferencia de muchos.” (p. 33).

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asociaciones, sociedades comerciales, etc.- presenta el doble carácter de una
apariencia democrática y de una realidad oligárquica”. (Duverger, 2012, p. 163).
Para este autor resulta interesante que los partidos políticos adopten estructuras
oligárquicas, en las cuales se distingue entre los dirigentes reales de los dirigentes
aparentes. Los primeros son elegidos y tienen el poder teórico, los segundos son
designados autocráticamente y ejercen el poder de manera práctica o lo
comparten entre ellos. (Duverger, 2012, p. 176).
Por un lado, los jefes reales son aquellos que conservan un margen de maniobra
dentro de la organización y pueden ejercer poder de manera oculta o semioculta.
Mientras que los jefes aparentes son los dirigentes oficiales, aquellas personas
que tienen que mostrar la cara. No obstante, Duverger comenta que en algunos
partidos no hay una clara distinción entre jefes reales y aparentes puesto que en
algunos dirigentes se concentran el poder teórico y práctico. Lo que importa aquí
es que tanto jefes aparentes como reales forman una clase, casta u oligarquía
denominada círculo interior.
Lo anterior establece la pauta para distinguir varios tipos de clases de jefes y de
círculos interiores desde el punto de vista de su formación. De acuerdo con el
autor, existen las camarillas formadas en función de la solidaridad personal entre
sus miembros; los clanes, que operan en torno a un líder; los equipos de dirección,
cuyos miembros no están unidos por lazos personales a un jefe dominante y más
bien tienen lazos horizontales; y la burocracia, que es en todo caso una oligarquía
institucional. (Duverger, 2012, pp. 182-183).
Sobre la formación del círculo interior, Duverger plantea dos problemas: el de la
composición y el de la renovación. El primero tiene que ver con el modo de acceso
a este pequeño y exclusivo grupo, por lo cual, hay dos formas de acceso, la
primera mediante la elección de los dirigentes por la base y la segunda a través de
la designación por métodos autocráticos. Sin embargo, el mismo autor observa
que no importa la forma de acceder al círculo interior, puesto que el
comportamiento de aquellos dirigentes elegidos terminará siendo semejante al de
los dirigentes impuestos.

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El segundo problema respecto a la renovación está ligado de manera indudable a
la preservación del mismo círculo. Pues como Duverger señala toda oligarquía
tiende a envejecer, pero resulta aún más atractivo el hecho de que son las masas
quienes se oponen a la renovación, al imponer una carrera meritocrática para
acceder a los órganos dirigentes.
Para este autor resulta también importante el grado de centralización o de
descentralización del partido, porque la renovación de los cuadros es más fácil en
los partidos centralizados preocupados por establecer un sistema de renovación
de los jefes a través de la formación de cuadros, “ya que la atribución de
responsabilidades a hombres jóvenes supone que han recibido ya una formación
política y técnica apropiada” (Duverger, 2012, p. 193).
Por lo tanto, “la circulación de las élites no es posible más que en los partidos
fuertemente centralizados, donde los dirigentes superiores puedan ´imponer´ a los
jóvenes, o en los partidos débilmente organizados, donde los cuadros subalternos
son poco numerosos y donde la libre competencia puede permitir ´sacudir el
cocotero´ en determinadas circunstancias excepcionales”. (Duverger, 2012, pp.
197-198).
2.3. La coalición dominante de Angelo Panebianco
La contribución de Angelo Panebianco al estudio de los partidos es el concepto de
“coalición dominante”, mismo que desarrolla al entrelazar varias trabajos previos
sobre la organización de los partidos y la teoría de las organizaciones. La obra de
Panebianco permite entender que los partidos políticos se comportan como
burocracias que distribuyen incentivos colectivos o selectivos para la obtención de
sus fines; distribución que descansa en un grupo complejo, una alianza de
alianzas, denominado coalición dominante.
Entre las teorías que Panebianco utiliza está la de Robert Michels. De ella
recupera la idea acerca del partido como instrumento para el mantenimiento o la
ampliación del poder de algunos hombres sobre otros. Al respecto, Panebianco
menciona: “como Michels demostró convincentemente, a menudo el verdadero
objetivo de los dirigentes de las organizaciones no es la consecución de los fines
para los que se constituyó la organización sino, más bien, el mantenimiento de la

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organización misma, la supervivencia organizativa (y con ella, la salvaguardia de
las propias posiciones de poder).” (Panebianco, 2009, p. 36).
En otra parte de su obra, Panebianco escribe que Michels observa como el
crecimiento del partido, la burocratización, la apatía de los afiliados y la voluntad
de los jefes por conservar el poder, son motivos que hacen que el partido cambie
sus intenciones o causas a otra en que el único fin es la conservación misma
(Panebianco, 2009, p. 54).
La segunda teoría empleada por este autor, describe el desarrollo de la
participación política. De acuerdo a Panebianco, ésta se basa “en la distinción
sociológica entre <<sistemas de solidaridad>> y <<sistemas de intereses>>. Los
primeros caracterizados por su condición de <<comunidad>> de iguales en la que
los fines de los participantes coinciden. Mientras que los segundos, por el
contrario, representan una <<sociedad>> en la que los fines de los participantes
son divergentes.” (Panebianco, 2009, p. 55).
Con lo anterior queda claro que Panebianco no niega la dinámica interna del
ejercicio del poder, al contrario en su análisis es fundamental. Para él, el poder en
la organización es “motivo de alianzas y conflictos entre los diversos actores que
la integran”. Sin embargo, es consciente que las organizaciones además de
desarrollar sus actividades, “sirven también para garantizar, perpetuar o
acrecentar el poder de aquellos que la controlan, de las élites más o menos
restringidas que las dirigen”. (Panebianco, 2009, p. 16).
Otro de los términos recurrentes en el trabajo de Panebianco es el de recurso del
poder o área de incertidumbre. Para Panebianco:
Los recursos del poder están ligados al control sobre <<áreas de
incertidumbre organizativa>>, es decir, sobre todos aquellos factores que,
de no ser controlados, amenazarían o podrían amenazar la supervivencia de
la organización y/o la estabilidad de su orden interno. Los líderes son
quienes controlan las áreas de incertidumbre cruciales para la organización
y quienes pueden emplear estos recursos en las negociaciones internas (en
los juegos de poder), desequilibrándolas en su favor. (Panebianco, 2009, p.
65).

De acuerdo con este autor, las áreas de incertidumbre son la competencia, la


gestión de las relaciones con el entorno, las comunicaciones internas, las reglas

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formales, la financiación de la organización y el reclutamiento. Por lo tanto, las
áreas de incertidumbre o recursos del poder son importantes al interior de las
organizaciones y controlados por sólo algunos miembros de éstas.
Así mismo, el autor italiano menciona al respecto que “los recursos del poder son,
tendencialmente, acumulativos: quien controla una cierta zona de incertidumbre
tiene bastantes posibilidades de adquirir el control de las demás. De aquí la
tendencia, propia de todos los partidos, a la concentración de los recursos del
poder en grupos reducidos.” (Panebianco, 2009, p. 88).
Ahora bien, este autor decide llamar coalición dominante a estos grupos porque en
la estructura de la organización aunque exista un solo líder que controle áreas de
incertidumbre esenciales, éste debe negociar con otros actores que controlan
otras áreas. Además, el poder organizativo en un partido no está necesariamente
concentrado en los cargos internos o parlamentarios del propio partido, y a
diferencia de la oligarquía o el círculo interno, la expresión coalición dominante no
implica en absoluto que de tal coalición formen parte solamente los líderes
nacionales del partido, pues ésta puede integrar a un cierto número de líderes
intermedios y/o locales. (Panebianco, 2009, p. 90).
Entonces una coalición dominante es por tanto siempre una construcción
esencialmente precaria, que puede disgregarse ante el choque con fuerzas
externas (las élites minoritarias), cuando demuestra no estar ya en condiciones de
controlar las zonas de incertidumbre organizativa; o bien, que puede disolverse a
causa de sus conflictos internos, debido a cambios en el centro de gravedad del
poder. (Panebianco, 2009 91-92).
3. La descentralización organizativa de los partidos
3.1. Las tendencias de descentralización
Los procesos de descentralización organizativa de los partidos políticos podrían
ser entendidos como una consecuencia del proceso de descentralización política
que “no sólo cambiaba el sistema electoral a escala nacional con el consiguiente
efecto sobre la estructura organizativa partidista, sino que al alterarse el grado de
adecuación de aquél con los sistemas electorales subnacionales y de éstos entre
sí, terminaban proporcionando diferentes incentivos a los partidos en cada una de

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ellas.” (Alcántara, 2006, pp. 215, 217). Pues, como mencionan Montero y Samuel:
“la descentralización política significa que hay elecciones directas para los cargos
estatales y los puestos locales, de modo que quienes los ocupan, en lugar de
burócratas designados, son aquellos políticos cuya carrera depende de las
elecciones.” (cit. por Langston, 2008, p. 464).
A pesar de esta nueva forma de entender a la descentralización, Robert Michels
ve en ella un proceso que sirve únicamente para la conservación de las
oligarquías en los partidos, derivado del proceso de burocratización.
En primer lugar Michels señala que la descentralización no implica un proceso de
democratización de las masas al interior de las organizaciones partidistas en
busca de independencia, como puede pensarse hoy en día. Más bien, la
descentralización es un proceso motivado por las minorías locales, que “obligadas
a subordinarse al ejecutivo central del partido en un todo, prefieren retirarse a sus
propias esferas locales de acción (estado menor, provincia o comuna)” (Michels,
2008, Tomo II, p. 224).
De acuerdo a este autor, la descentralización no está en pugna con el principio de
la oligarquía, porque la minoría dirigente que ha decidido enclavarse en su esfera
de dominio busca convertirse en un poder centralizado libre de restricciones
impuestas por la dirigencia nacional, intentando repartir la autoridad, y dividir las
grandes oligarquías en cierto número de oligarquías menores. (Michels, 2008,
Tomo II, pp. 225-226).
En segundo lugar, Michels encuentra las razones de estos procesos de
descentralización en las diferencias reales e inevitables del medio, es decir, las
diferencias entre los sectores o grupos de militantes por razones geográficas
divididos entre dos bloques, en su momento: norte y sur. Distinción que motiva
diferencias de clase y actitudes ante los procesos políticos. (Michels, 2008, Tomo
II, p. 227-228).
En lo que cabe, Michels no muestra ningún optimismo respecto a la
descentralización porque este proceso busca únicamente la desintegración de una
sola oligarquía nacional en varias, pequeñas e incluso poderosas oligarquías
locales.

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A pesar de la visión michelsiana, Duverger describe la descentralización tomando
en cuenta otros elementos. Para él, la descentralización se entiende como la
repartición de los poderes entre los escalones de dirección, distinguiendo
diferentes formas de centralización y descentralización que son: local, ideológica,
social y federal.
La descentralización local es la que nos interesa para fines de esta ponencia, ya
que Duverger la define como “el hecho de que los dirigentes locales del partido
emanan de la base, que tienen grandes poderes, que el centro conserva poca
acción sobre ellos, que las decisiones fundamentales son tomadas por ellos.”
(Duverger, 2012, p. 83). Aunque parece buena la descentralización local, ésta
provoca en los partidos políticos una actitud política al localismo, es decir, induce a
los partidos a olvidarse de las cuestiones nacionales centrándose en las
regionales. De tal manera, los intereses locales se vuelvan especiales y
desaparece una visión de conjunto sobre los problemas generales de la
organización partidista.
En cuanto a la descentralización ideológica, ésta otorga cierta autonomía a las
diversas “fracciones” o “tendencias” constituidas dentro del partido mediante la
influencia de cada a cada una de ellas en los comités directores. Mientras que la
descentralización social consiste en organizar de manera autónoma, en el seno
del partido, cada categoría económica: clases medias, agricultores, asalariados,
etc., y dar poderes importantes a estas secciones corporativas. Finalmente, la
descentralización federal se parece mucho a la local, pero Duverger hace mención
aparte de ella por su aparición en Estados federados, donde la forma federal del
Estado permite a cada uno de los grupos expresar directamente su originalidad en
los organismos gubernamentales. (Duverger, 2012, p. 83-85).
A pesar de que muchos partidos se nombran descentralizados, la realidad es que
operan en el sentido contrario. Pues, el principio de centralización puede
observarse en varios fenómenos. Por ejemplo, la supervisión de un delegado o
representante de la dirigencia nacional en la escala local; o la responsabilidad que
se establece de los dirigentes locales ante los órganos superiores del partido.

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Por otra parte, Duverger no distingue bien los factores que orillan a los partidos a
adoptar una estructura centralizada o descentralizada, sólo menciona que el
nacimiento de los mismos puede influir en el grado de centralización. Ya que los
partidos de origen electoral y parlamentario tienen estructuras más
descentralizadas en comparación con aquellos que tienen un origen exterior o que
nacen a iniciativa de un centro. (Duverger, 2012, p. 88).
Además, el autor francés apunta que el régimen o sistema electoral tiene
influencia en los procesos de descentralización. Para él, las elecciones bajo el
principio de mayoría tienden a la descentralización porque dan prioridad a los
candidatos locales y sus comités de partidarios, mientras que los regímenes de
representación proporcional al funcionar en un espacio nacional parecen llevar a la
centralización en pocas ocasiones, ya que más bien amplían el marco de la
descentralización. (Duverger, 2012, p. 89).
Por lo tanto, la tendencia a la autonomía de los pequeños grupos locales se ve
atacada por la necesidad de impedir la dispersión de los votos y de asegurar, en
consecuencia, una disciplina rigurosa de las candidaturas, que conduce
naturalmente a constituir partidos bastante fuertemente centralizados. (Duverger,
2012, p. 89-90). Es decir, la descentralización no puede llevarse a cabo porque las
condiciones electorales necesitan de partidos centralizados.
3.2. Los elementos de la descentralización organizativa 2
Se observa que los partidos políticos se han convertido en actores importantes de
la vida política a nivel subnacional, por ser un espacio de toma de decisiones y
competencia políticas. Esto de acuerdo a Van Houten (2009), quien plantea una
relación principal-agente o de delegación. De la cual la dirección nacional puede
obtener beneficios y costos al delegar tareas a una rama regional. Lo anterior
considera el establecimiento de un programa de partido bastante uniforme en todo
el país para evitar conflictos en la relación.
Respecto al concepto de delegación, Van Houten señala que éste no
necesariamente conduce a la abdicación o la transferencia de autoridad, porque

2Los textos consultados para este apartado se encuentran escritos en inglés y aún no hay ninguna
versión en el idioma español. Por lo tanto, las traducciones son responsabilidad mía.

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se pueden establecer mecanismos de control en la selección y detección de
agentes (líderes regionales y candidatos), en los contratos, en las sanciones sobre
la base de informes y en el seguimiento y control institucional.
En lo que respecta a la selección de dirigentes y candidatos, los mecanismos de
control pueden incluir el apoyo público o secreto hacia algún determinado
candidato o la intervención directa del partido nacional. Por su parte, el uso de los
contratos se refiere a las convenciones y normas de obligado cumplimiento en el
comportamiento de los agentes formales e informales. Es decir, el cumplimiento
de los estatutos del partido. (Van Houten, 2009, p. 146).
En cuanto a las sanciones a un agente implican que las actividades de las oficinas
regionales están bajo el escrutinio constante de los miembros del partido, los
medios y los votantes. Además, los partidos pueden exigir a las sucursales
regionales informar a un órgano central del partido a nivel nacional. Por último, los
mecanismos de control de agentes comprenden los controles institucionales,
referentes a las construcciones de organización en el que varios órganos se
encargan de, o que compiten entre sí por, la toma de decisiones. (Van Houten,
2009, p. 147).
Por otro lado, Thorlakson (2009) establece una guía para el análisis de la
descentralización a partir de tres dimensiones que aparecen entre el nivel nacional
y subnacional: la integración vertical, la influencia y la autonomía. De los cuales, el
primero se refiere a la extensión y la intensidad de los vínculos formales e
informales entre los partidos estatales y federales, es decir, partidos en los
ámbitos local y nacional.
La integración vertical puede ser analizada a través de un continuo: cuando no
existe diferenciación entre el nivel federal y estatal (nacional y local) se habla de
un partido unitario; el caso opuesto es el partido truncado, en el que no existe
ninguna contraparte en uno u otro nivel de gobierno; también está el partido
integrado, donde la integración vertical es muy elevada; el partido confederado
donde es mucho menor; y el partido bifurcado, donde los vínculos y la cooperación
son casi inexistentes. (Verge y Barberà, 2009, p. 7).

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En cuanto a la dimensión de influencia, ésta se refiere al grado en que la
organización local es una fuerza importante en la estructura nacional. La influencia
del partido local es más fuerte cuando sus intereses institucionales están
representados en los órganos de gobierno del partido nacional, cuando los
ejecutivos del partido local, en lugar de representantes de distritos electorales o de
nivel de circunscripción, mantienen el equilibrio de poder en los órganos de
gobierno. Es así que un alto grado de influencia de las instancias locales produce
lo que se describe a veces como una estructura "confederal" del partido, donde el
equilibrio de poder del partido radica en las organizaciones locales. (Thorlakson,
2009, p. 162).
La tercera dimensión mide la libertad del nivel local del partido para llevar a cabo
sus asuntos sin interferencia del nivel nacional. Esta dimensión se observa al
medir la intervención del poder legal de la parte nacional en diversos aspectos de
los asuntos locales del partido. La autonomía puede variar en los partidos
integrados, dependiendo del grado de control nacional sobre las organizaciones
locales en asuntos tales como la disciplina, la política, las campañas, la
organización interna, el desarrollo del programa y la selección de líderes y
candidatos. (Thorlakson, 2009, pp. 160-163).
Ahora bien, respecto a la participación del nivel nacional en la selección de
candidatos y líderes, la autonomía se ve limitada si los órganos nacionales juegan
un papel en o ejercen un poder de veto en estos procesos. Además, se habla de
una baja autonomía cuando los estatutos del partido prevén un papel de los
órganos de dirección nacionales en la selección de los dirigentes locales o
candidatos. (Thorlakson, 2009, p. 163).
Finalmente, otro indicador de un nivel bajo de autonomía es la disciplina de partido
y la intervención del nivel nacional en los asuntos del partido local o su disolución
e intervención en la estructura. En caso contrario, la autonomía es alta cuando el
único recurso disciplinario del nivel nacional es la exclusión o expulsión del partido
local de la estructura de la organización nacional o disociación de la parte nacional
del partido a nivel local. (Thorlakson, 2009, p. 163).

12
4. Las tendencias oligárquicas y la democracia interna en los partidos
políticos
4.1. La oligarquía y las tendencias oligárquicas
La existencia de oligarquías y élites se opone a los ideales democráticos de evitar
la concentración de poder en pocas manos; sin embargo, desde la perspectiva
shumpeteriana, la democracia es un conjunto de élites en competencia en la arena
electoral, por lo tanto, las élites son un elemento de la democracia (Bobbio, 2001,
p. 17).
Schumpeter sostiene que la característica principal de la democracia es la
presencia de varias élites que compiten entre ellas por la conquista del voto. No
obstante, el problema radica en la existencia de sólo un grupo de poder que se
renueve por cooptación. En otras palabras, un grupo que concentre la toma de
decisiones caracterizado como oligarquía.
Ahora bien, el concepto de tendencias oligárquicas se deriva del término anterior,
y se emplea para designar toda una gama de fenómenos muy diversos entre sí,
que pueden presentarse en organizaciones de diferentes naturalezas como
partidos políticos y sindicatos. Las tendencias oligárquicas partidistas se
manifiestan en la transformación de los liderazgos en cuerpos burocráticos; en la
centralización de la autoridad; en los cambios en la postura ideológica; en el
distanciamiento entre los líderes mediante la cooptación y sin la influencia de las
bases. (Linz, 1998, pp. 71-72).
Además, se puede entender a la oligarquía a partir de las aportaciones de autores
como Cassinelli y Dahl, que Linz recupera. El primero sostiene que “hay oligarquía
si la actitud del poder ejecutivo y del liderazgo en una organización carecen de
control por parte de otra actividad, si quienes ocupan cargos no pueden ser
controlados por otros que ocupen cargos inferiores.” (Linz, 1998, p. 73).
Mientras que Dahl, de acuerdo a Linz, pretende probar que la existencia de una
élite dominante se da sólo sí: “a) la hipotética élite dominante está constituida por
un grupo bien definido; b) en muchos casos relevantes, las opiniones de la
hipotética élite dominante difieren de las de todos los otros grupos en problemas

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públicos de considerable importancia; c) en estos casos prevalece regularmente la
opinión de la élite”. (Linz, 1998, p. 73).
Cabe mencionar la consideración sobre los diversos grados de democracia y
oligarquía, términos que no son parte de una rigurosa dicotomía, sino los polos de
un continuo dentro del partido, de la sociedad y de otros tipos de organización.
(Linz, 1998, p. 74).
4.2. La democracia interna en los partidos políticos
Otra discusión importante al respecto se da en la frecuente distinción entre
democracia dentro de los partidos y democracia en el plano estatal, a pesar de
esto, no significa que la primera carezca de importancia. Después de todo, como
sostiene Linz: “los procesos mediante los cuales se escoge a los líderes y se
deciden las políticas que habrán de seguirse dentro de los partidos, influyen
mucho en las opciones que posteriormente se propondrán a los electores”. (Linz,
1998, p. 116).
Al respecto, la opinión de Cárdenas sobre el funcionamiento de los partidos
políticos, es la siguiente: los partidos como “instituciones que vinculan el Estado
con la sociedad deben organizarse y funcionar democráticamente porque no
hacerlo sería contradecir el esquema democrático de un Estado y porque
funcionar oligárquicamente implicaría desvirtuar su mismo papel, esto es, el
partido es una parte política que se propone como un todo al resto de la sociedad”.
(Cárdenas, 1992, p. 64).
El tema de la democracia interna en los partidos políticos ha tomado relevancia
porque la ausencia de ésta impide el avance de los sistemas políticos en el mismo
sentido. Al respecto, Corona menciona que “es difícil que pueda crear democracia
un partido que no funciona de forma similar”. (Corona, 2013, p. 321).3 Ya que los
partidos son actores políticos relevantes dentro de los sistemas políticos.

3 Javier Arzuaga (2012) recupera un fragmento de la sentencia del TEPJF SUP-JDC-807-2002 que
bien podría acompañar lo mencionado sobre los partidos: “…no son órganos del Estado, pero
tampoco simples asociaciones civiles, sino entidades de interés público, intermedias entre el
Estado y los ciudadanos […], [que deben] alcanzar la calidad de organizaciones democráticas,
semejantes a la organización de un Estado democrático de derecho, estructura que deben adoptar
por razones de congruencia con dicho Estado en el cual son actores fundamentales, así como en
observancia al principio de legalidad que priva en el mismo.” (p. 77).

14
Para Freidenberg, la democracia interna en un partido supone la adopción de los
principios de este sistema político en el interior de la organización e identificarlos
se logra a través de dis tipos de estudios que pueden ser jurídicos o politológicos,
estos son: 4
“La inclusión del criterio de competencia, adopción de valores
democráticos tales como la libertad de expresión y la libertad de elección
para sus miembros y, por tanto, utilizar mecanismos competitivos en el
proceso de toma de decisiones, la participación del afiliado en la formación
de la voluntad partidista y la existencia de canales que permitan el ejercicio
efectivo del control político.” (Freidenberg, 2006, p. 7).

En México existen interpretaciones jurídicas en la materia electoral que definen a


la democracia interna en función de los elementos mínimos que debe contener.
Estas interpretaciones son las sentencias identificadas con las siglas SUP-JDC-
781-2002 y SUP-JDC-807-2002 del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación (TEPJF). Al respecto, Arzuaga comenta que “la estrategia
argumentativa del TEPJF expresada a través de la primera de las sentencias en
cuestión parte del reconocimiento de la necesidad de definir el concepto de
democracia interna, por tratarse de ´un concepto jurídicamente abierto o
indeterminado´” (2012, p. 73).
De acuerdo con este autor, el TEPJF caracteriza a la democracia interna con
cuatro elementos:
a) Deliberación y participación de los ciudadanos, en el mayor grado posible,
en los procesos de toma de decisiones de manera que éstas respondan a
la voluntad general.
b) Igualdad, eliminando con ello cualquier forma de discriminación o
privilegios.
c) Garantía de ciertos derechos fundamentales.
d) Control de los órganos electos, de modo tal que los ciudadanos puedan, no
sólo elegir, sino también remover a quienes van a estar al frente del

4 De acuerdo con Espejel (20013), los primeros están constituidos por trabajos enfocados a
observar la democracia interna en los estatutos de los partidos políticos, por ejemplo, véase el
trabajo de Scarrow y Ashiagbor (2008). Mientras que los segundos tienden a retomar el aspecto de
las reglas, con cautela y se centran en lo que sucede en los procesos (selección de candidatos y
dirigentes) donde se puede observar la democracia interna, véase Hazan y Rahat (2009).

15
gobierno cuando la gravedad de sus acciones así lo ameriten. (Arzuaga,
2012, p. 74).
De tal forma que los elementos anteriores se relacionan con los mencionados en
la sentencia SUP-JDC-781-2002:
 La asamblea u órgano equivalente, como principal centro decisor del
partido, al representar la voluntad del conjunto de los afiliados.
 La protección de los derechos fundamentales de los afiliados.
 El establecimiento de procesos disciplinarios, con las garantías procesales
mínimas.
 La existencia de procedimientos de elección donde se garantice la igualdad
en el derecho de elegir dirigentes y candidatos, así como la posibilidad de
ser elegidos como tales. Para estos procedimientos se puede optar por el
voto directo o indirecto, pero en ambos casos, se deben prever los
instrumentos jurídicos necesarios para garantizar plenamente la libertad del
voto, resultado indispensable la secrecía de éste en los procesos
democráticos abiertos a toda la membrecía de los partidos, mucho más
cuando rebasan este ámbito.
 Adopción de la regla de la mayoría como criterio básico para la toma de
decisiones dentro del partido.
 Mecanismos de control del poder (Arzuaga, 2012, p. 78).

Por otro lado, el TEPJF ha realizado un esfuerzo muy grande definiendo lo que se
debe entender por “procedimientos democráticos” en el marco del inciso c) del
artículo 27 del COFIPE, lo cual implica observar otros elementos, que son:
1. El establecimiento de la asamblea de afiliados como principal centro decisor del
partido.
2. El derecho a votar y ser votado para la elección de órganos directivos, con las
calidades de igualdad y universalidad, con independencia de que el voto se ejerza
de manera directa o indirecta.
3. El establecimiento de mecanismos de control de los órganos directivos. (TEPJF,
2002, p. 87).

16
Finalmente, a pesar del esfuerzo del TEPJF por interpretar lo que es la
democracia interna, Arzuaga dice que:
“La falta de una conceptualización clara de lo que debe entenderse como
democracia interna en el marco legal/constitucional y la interpretación
forzada del mismo abre un margen para la normatividad interna de los
partidos, misma que debe observar un conjunto de condiciones mínimas
que igualmente los partidos mexicanos habrían estado obligados a cumplir
aún cuando se hubiera olvidado la caracterización de ellos como
democracia interna.” (Arzuaga, 2012, pp. 80-81).

5. Una mirada al comportamiento oligárquico del Partido Verde Ecologista de


México en el Estado de México
5.1. Balance del comportamiento oligárquico del PVEM-Nacional
El Partido Verde Ecologista de México (PVEM) es, junto al PT, uno de los partidos
políticos minoritarios más longevos del sistema de partidos en México. Los
comentarios al respecto de su origen lo ubican como una organización creada bajo
la protección del gobierno federal y encargada a Jorge González Torres. Además,
en sus orígenes está presente el estigma de los partidos minoritarios que le
precedieron: ser una organización bajo los designios del gobierno, al que se
agrega otro más novedoso: ser un negocio familiar. (Reveles, 2012, pp. 189-190).
Las estructuras e ideas de un partido ambientalista surgen en la década de 1970
bajo la denominación de “Brigada de Trabajo Democrático y Social” que
posteriormente se transforma en la “Alianza Ecologista Nacional”. Sin embargo,
los antecedentes como partido aparecen en 1986 con la denominación de Partido
Verde Mexicano (PVM), con la intención de participar en el proceso electoral de
1988. Sin embargo, su intento no prospera y se integra al Frente Democrático
Nacional para apoyar la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas (Navarro, 1997, p.
46).
Dos años después, en 1990, el partido solicita su registro como partido político
nacional con el nombre de Partido Verde Ecologista de México; obteniendo el
registro condicionado en febrero del año siguiente con el nombre de Partido
Ecologista de México (PEM). El PEM participa en los comicios federales de 1991
sin éxito, por lo cual pierde su registro, mismo que recupera hasta 1993 cuando el

17
partido opta por el nombre con el cual se conoce actualmente (Navarro, 1997, p.
46-47).
Desde su origen, el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PVEM ha permanecido
bajo el control de la familia González Torres Martínez. Los primeros diez años bajo
la dirigencia de Jorge González Torres, quien dejo el cargo de presidente del
partido a su hijo Jorge Emilio González Martínez en 2001.
Al igual que su padre, Jorge Emilio se mantiene al frente del partido al resultar
vencedor en diferentes elecciones internas cuestionadas. Pero, abandona la
presidencia en 2011, tras una reforma estatutaria que modifica los órganos de
dirección y concentra el poder en el Consejo Político Nacional (CPN).
Una característica del PVEM son las constantes modificaciones a sus estatutos,
incluso se ha visto obligado por orden del TEPJF. Las modificaciones obligadas
por el Tribunal obedecen a una lucha iniciada a finales de la década de 1990 en
contra del ejercicio del poder de la familia González Torres por un grupo disidente
nombrado “Movimiento Verde Reformista”, encabezado por Miguel Ángel Garza y
Carlos Macías. (Guevara, 1999, p.35).
Por un lado, los estatutos previos a las modificaciones del TEPJF contienen
disposiciones contrarias a valores democráticos, como el excesivo predominio de
la figura ejecutiva en el partido visible en algunos artículos de los estatutos del
partido:
Art. 12, fracción I: “La Asamblea Nacional será convocada por el Presidente
del Partido Verde Ecologista de México…”
Art. 12, fracción II: “Para que la Asamblea se considere legalmente instalada
deberán estar presentes, por lo menos. El Presidente Nacional del Partido
Verde Ecologista de México…”
Art. 12, fracción III: “Para que las resoluciones de la Asamblea nacional sean
válidas, deberá estar presente el Presidente de la Comisión Ejecutiva
Nacional…”
Art. 12, fracción V: “Las resoluciones de la Asamblea podrán ser vetadas por
el Presidente del Partido Verde Ecologista de México…” (Pastrana, 2004, p.
4).

Por otro lado, aunque la evolución estatutaria del partido ha provocado el


debilitamiento de la figura unipersonal del Presidente y ha pretendido reforzar a la
Asamblea Nacional (AN) al quitar facultades al primero para otorgarlas a la
18
segunda, no se han cuidado las atribuciones delegadas al CPN, por ejemplo, la
capacidad de integrar la lista de candidatos a diputados federales.
Después de todo a pesar de que los Torres González no tienen el poder formal,
continúan dentro de la estructura del partido a través del CPN. Esto convierte a la
familia en un factor importante en la toma de decisiones del partido y se debe a
que Jorge González Torres es su fundador. Al fin de cuentas, como muestra la
historia del partido, “en la organización prevalece un fuerte liderazgo centralizado y
la disciplina partidista está por encima de la discusión, el debate e incluso sobre la
posibilidad de crear corrientes internas.” (Cortéz, pp. 347-348).
5.2. La relación del PVEM nacional con las instancias locales
El Partido Verde tiene la apariencia de ser un partido estable y cohesionado por la
relación que hay entre el nivel nacional y los órganos directivos estatales. Esto en
gran medida porque el PVEM “sujeta la estructura interna local a la estructura
nacional, a través de un centralismo en el que la dirigencia nacional tiene las
herramientas para orientar los rumbos locales (…)” (Cortéz, 2011, p. 324).
Para muestra basta con revisar los estatutos del partido para observar la evolución
de la relación que ha existido entre ambas instancias. Por ejemplo, los estatutos
del partido modificados en la AN del 3 de abril de 1998 dicen en su artículo 20:
“Las instancias y órganos directivos del Partido a nivel estatal y local
tendrán en su ámbito territorial, las mismas facultades, atribuciones y
obligaciones, que las correspondientes a nivel nacional. Igualmente
aplicarán en su ámbito territorial, los procedimientos democráticos
definidos para la integración y renovación de los órganos directivos
nacionales, previa información y en coordinación con la instancia nacional,
todo ello, desde luego, cuando no se contraponga con los lineamientos y
estrategias establecidas por los órganos e instancias nacionales.” (PVEM,
1998)
El control del nivel nacional sobre el local queda evidenciado, en el mismo
artículo de dichos estatutos con la aparición explicita de delegados
nombrados por el CEN:
“Para que las Asambleas Estatales sean consideradas válidas, además de
los miembros del partido que tengan derecho a asistir a dichas asambleas,
deberán también estar presentes en el momento de su celebración dos
Delegados nombrados por la CEN, quienes darán fe y legalidad a dichas
asambleas.” (PVEM, 1998).

19
Se resalta el hecho que en el año 1998, únicamente el artículo 20 se refiere
expresamente a las instancias locales. Aunque no se especifica el funcionamiento
de los órganos locales como la Asamblea Estatal o el Comité Directivo Estatal,
situación diferente en subsecuentes estatutos.5
Aunque el PVEM se asemeje a un partido unitario o integrado, esto no ha sido
ningún impedimento para que en su corta historia ya existan algunos conflictos a
nivel local. Uno de ellos sucede con dos asambleístas que obtienen un lugar en la
elección del año 2000. El primero es Santiago León Aveleyra, quien se ve envuelto
en el problema de los “videoescándalos”, donde Jorge Emilio González Martínez
habla sobre permisos para un desarrollo en Cancún, a cambio de estímulos
económicos en dólares. Otro es el de Arnold Ricalde que en septiembre del 2003,
forma un grupo denominado Reflexión Democrática Verde con el fin de discutir la
ideología del partido y de “incidir en la modificación de los estatutos del partido”
(Cortéz, 2011, p.326).
Además está el caso de la dirigente estatal de Querétaro, María de Jesús Ibarra,
quien denunció en 2008 la intervención del senador Arturo Escobar para designar
unilateralmente a un nuevo líder local (Reveles, 2012, p. 203). Una situación que
deja sin posibilidad a los militantes de elegir a sus dirigentes, contraponiéndose a
prácticas democráticas que en teoría el partido ha adoptado supuestamente a
partir de la intervención del TEPJF en su vida interna.
Ese mismo año pero en Baja California Sur, se cuestiona la permanencia
prolongada de Manuel Salgado Amador al frente del partido en su nivel estatal. Sin
embargo, Salgado abandona la dirigencia estatal al ser relevado por el regidor del
Ayuntamiento de Los Cabos, Maximino Fernández Ávila. (Medina, 2008). Que los
dirigentes permanezcan por periodos largos de tiempo al frente es una situación

5 Los estatutos modificados en la Asamblea Nacional del 14 de septiembre de 2011 contienen 15


artículos (artículos 63-77), en los cuales se detallan aspectos de los órganos de la estructura a
nivel estatal como son la Asamblea Estatal, el Consejo Político y Comité Directivo Estatales y la
Comisión de Honor y Justicia de este nivel. Además, desaparece la figura de delegados del CEN.

20
recurrente en el PVEM y desde luego representa una acción antidemocrática,
misma que en la década de 1990 era común en el partido en diferentes estados.6
En suma, el Partido Verde en sus instancias locales a lo largo de su historia está
sujeto a las directrices del nivel nacional aunque hoy a diferencia de los primeros
diez años tiene un margen de maniobra mayor respaldado en la evolución
estatutaria. No obstante, falta revisar de manera más profunda y en un número
mayor de casos, el grado de autonomía e integración del nivel local, así como la
influencia de la esfera nacional sobre la local para conocer el estado actual de la
relación entre niveles.
5.3. Tendencias oligárquicas del PVEM en el Estado de México
Como se puede constatar arriba, las tendencias oligárquicas que existen en el
CEN del PVEM son replicadas e incluso promovidas por él en la instancia local del
partido en los procesos de selección de dirigentes y candidatos.
En el caso del Estado de México, el PVEM es un partido que ha dado muestras
que puede participar en una elección como partido o como acompañante de otros
que se apeguen a sus propuestas, a pesar de una serie de limitaciones impuestas
por el propio sistema político, por ejemplo, un reducido financiamiento público, la
cobertura informativa limitada que los medios de comunicación hacen sobre él y la
dificultad que implica aumentar su base electoral (Sánchez Ramos, et. al., 2012. p.
249).
En esta entidad federativa, el Partido Verde comienza sus actividades en 1986
gracias a la gestión de Blanca Natalia Escudo Barrera. Sin embargo, es hasta
1991 cuando se crea la oficina del entonces PEM, con la integración de un comité
equitativo donde 50% era mujer y el otro 50% hombres, e incluye la participación
de mazahuas y otomíes (Sánchez Ramos, et. al., 2012, p. 254).
Un rasgo interesante a nivel estatal es que no existen corrientes ideológicas al
interior del PVEM-EM. Como Agundis Arias y Neme Sastré sostienen en una
entrevista: “la única corriente a nivel nacional y estatal es la que encabeza el

6 El exmilitante del PVEM, José Luis Amador, evidenció esto en la denuncia presentada y
documentada en el expediente del Juicio para la Protección de los Derechos Político-electorales
SUP-JDC-021-2002. Por mencionar algunos casos: en Colima, Gustavo Mérida Ramírez se
mantiene al frente del PVEM local por 8 años y 5 meses, situación similar en San Luis Potosí
donde Gregoria Catarina, quien lo hace por 8 años y 4 meses (TEPJF, 2002).

21
diputado federal Jorge Emilio González Martínez, dirigente de nuestro instituto
político” (Sánchez Ramos, et. al., 2012, p. 259).
No obstante, los mismos militantes entrevistados apuntan que en el PVEM durante
los procesos de selección de candidatos y en la renovación de dirigentes, los
intereses personales de algunos o de los de grupos se muestran. Pero puntualizan
que al interior del partido se procura dar cabida a las distintas expresiones,
siempre buscando los perfiles que al partido le favorecen (Cedillo, 2012, p. 116).
5.3.1 Selección de dirigencias en 2008 y 2011
El PVEM para controlar las disidencias y evitar conflictos que pongan en riesgo su
estabilidad, integra sus dirigencias estatales con personas fuertemente vinculadas
a los líderes del partido, sobre todo a la familia González Torres Martínez. (Cedillo,
2012, p. 117). Como ejemplo está la relación del presidente del Comité Ejecutivo
Estatal (CEE) reelecto el 6 de julio de 2008 para un segundo periodo de tres años,
Alejandro Agundis Arias.7 Quien aparece en el lugar dos de la lista de candidatos
a la Cámara de Diputados local en la elección de 2012.
En ese mismo CEE aparecen personajes que previamente ocupan cargos de
elección popular locales: Raúl Antonio Nava Vega, secretario de organización es
regidor en el municipio de Atizapán de Zaragoza; Estanislao Souza y Sevilla,
secretario de Asuntos de la juventud es ex regidor de Huixquilucan y ex diputado
local (Barrera, 2006); y por último, Salvador Neme Sastré, secretario de acción
electoral y representante ante el IEEM, y diputado local durante la legislatura LVI
que inicia en 2006.
Por su parte, el proceso de renovación de la dirigencia verde en 2011 se da en el
marco de la elección para gobernador del estado donde PRI, PVEM y Nueva
Alianza apoyan a Eruviel Ávila. La elección de la dirigencia pevemista ocurrió el 10
de mayo, a la sazón de declaraciones de miembros del Movimiento Acción y
Renovación del Verde (MAR) sobre una elección a modo, de la cual fueron

7 Alejandro Agundis Arias es licenciado en derecho por la Universidad Anáhuac, fue asambleísta
(2000-2003) después emigró a la Cámara de Diputados (2003-2006) como suplente de su mamá
María de la Luz Arias que a las pocas semanas de tomar protesta solicitó licencia para que su hijo
llegara al cargo, posteriormente se convirtió en legislador por el Estado de México (2006-2009) ahí
coordinó la bancada de los verdes y continuo su carrera política en la entidad federativa como
dirigente estatal del partido. (Cortéz, 2011, p. 342).

22
excluidos más de la mitad de militantes (Barrera, 2011a). Sin embargo, los
dirigentes del MAR, Pablo Vives Chavarría y Carlos Cadena Corona, en días
posteriores se retractan de sus declaraciones sobre abandonar el partido y se
muestran decididos a apoyar al candidato a gobernador de la coalición “Unidos por
ti” (Huerta, 2011).
Cabe señalar que en sólo 15 minutos el PVEM renueva la dirigencia local con la
asistencia de 359 de los 416 militantes (Barrera, 2011b). Además, en esa misma
reunión del partido se eligen a los 5 miembros de la Comisión de Honor y Justicia
y 11 delegados para la AN. Ahora el líder local del PVEM es Francisco de Paula
Agundis Arias, hermano del depuesto Presidente y entre los secretarios del CEE
que repiten se encuentra Estanislao Souza y Sevilla como Secretario de Asuntos
de la Juventud.
5.3.4 Selección de candidatos a la Cámara de Diputados local en 2009 y 2012
En cuanto a la selección de candidatos para la construcción de la lista de
diputados por representación proporcional a la cámara local, el PVEM-EM celebra
su Consejo Estatal Político (CEP) el 15 de abril de 2009. En el CEP se decide
colocar en las dos primeras posiciones a políticos priistas: el ex alcalde priista de
Huixquilucan, Félix Adrián Fuentes Villalobos; y Miguel Sámano Peralta, quien es
secretario particular del ex gobernador Arturo Montiel.
Lo anterior se da como parte del convenio que el partido realiza con el PRI, al
respecto Rolando Wismayer, secretario de acción electoral verde, sostiene que el
PVEM no pierde al postular a priístas, pues es parte del convenio que realizan. En
otras palabras, "los espacios son parte de los convenios, es parte del grupo, hoy
les toca a ellos, les tocó jugar de este lado de la cancha y mañana a nosotros"
(Huerta, 2009).
Mientras que en subsecuentes posiciones se coloca a pevemistas como el regidor
de Toluca, Daniel Sandoval Jafif, a Liliana Villarreal y al ex diputado local, Carlos
Cadena (Flores, 2009) (Ver tabla 1). Resalta que de la lista plurinominal del
Partido Verde, los candidatos de extracción priista llegaron a ocupar una curul,

23
acompañados del presidente de la Consejo Coordinador Empresarial en la
entidad, Francisco Javier Funtanet.8

Tabla 1. Listas de candidatos a diputados por Representación Proporcional del


PVEM, 2009
Fórmula Propietario Suplente
1 Fuentes Villalobos Félix Adrián Entzana Ramírez José Héctor César
2 Sámano peralta Miguel Cámara Best Lizbeth
3 Sandoval Jafif Daniel Portilla Diéguez Manuel
4 Villarreal Benassini Ileana María Moreno Solano Benito
5 Cadena Corona Carlos Esquivel Blanco Rafael
6 Mena González Enrique Martínez Ruíz Sergio Gerardo
7 Pérez González Horalia Noemi Manilla Toledo Miguel Ángel
8 Perdiz Buceta María del Mar Hernández Flores Abel José
Fuente: IEEM (2009).

Para la elección local en 2012, el PVEM va de la mano del PRI como en el plano
federal. En esta ocasión la lista de plurinominales tiene al frente a José Alberto
Couttolenc Güémez, quien abandona su curul como asambleísta en el Distrito
Federal (y recientemente se ha convertido en suegro de Jorge Emilio González
Martínez) (Méndez, 2014); y en la segunda posición a Alejandro Agundis (ver tabla
2). Ambos llegan a la cámara de diputados acompañados de Alfonso Humberto
Castillejos Cervantes y Fernando García Enríquez, quienes alcanzaron un curul
por el reparto de votos.
En resumen, los primeros puestos de candidatos plurinominales se derivan de
acuerdos político-electorales y son asignados a personajes cercanos a la
dirigencia nacional, como Alejandro Agundis Arias, quien después de permanecer

8 En mayo de 2011, Funtanet Mange se deslindó del PVEM, tras las acusaciones de tener
intenciones de pretender apropiarse de la dirigencia local, en entrevista señaló: "Yo no soy
militante ni seré militante del Partido Verde Ecologista de México, PVEM, ni tengo interés de
ninguna especie en participar en nada que tenga que ver con la dirigencia de ese partido" a lo que
agregó: "ni participo ni tengo que ver con la dirigencia ni tendré que ver ni tengo el más mínimo
interés en hacerlo". (Valenzuela, 2011).

24
por dos periodos al frente del PVEM-EM, llega nuevamente a la cámara de
diputados mexiquense.

Tabla 2. Listas de candidatos a diputados por Representación Proporcional del


PVEM, 2012
Fórmula Propietario Suplente
1 José Alberto Couttolenc Guomez Francisco Javier Couttolenc Guomez
2 Alejandro Agundis Arias Fabiola Perdiz Buceta
3 Susana Asorno Belmont Cristina Albarrán Vergara
4 Magdalena Recillas Rivera Patricia Araceli López Estrada
5 Noemi Almendra Vázquez Pérez María Guadalupe Cano Ortega
6 Miguel Ángel Candenedo Aguirre Iván Cabrera Acosta
7 Carmen Diogelina Campos Catalina Hernández Sánchez
8 Mayra Alonso Mora Silvia Pichardo Estrada
Fuente: IEEM (2012).

6. A modo de salida
En una primera impresión el PVEM-EM guarda una estrecha relación con el nivel
nacional, por lo tanto replica las prácticas oligárquicas que en esa esfera ocurren.
Es decir, una dirigencia con cargos asignados a personajes ligados a los líderes y
fundadores del instituto político, que se ha caracterizado por mantenerse al frente
por largos periodos bajo el cobijo de sus ordenamientos internos y en aparente
orden. No obstante, esta situación parece no ser única en el Estado de México
sino que se repite en otras entidades del país.
A pesar de las críticas a la elección interna de 2011, éstas desaparecen en lo que
podría ser muestra de un mecanismo de cooptación o disciplina partidaria muy
alta. También queda en evidencia que los cargos de elección popular por el
principio de representación proporcional, están en manos de los mismos
dirigentes; en posesión de personas ligadas al líder nacional; o son otorgados a
priistas como en la elección de 2009.
Queda explorar con mayor detenimiento el tipo de relaciones que se establecen
entre dirigentes locales y nacionales por medio de indicadores más claros sobre el

25
nivel de integración vertical, autonomía e influencia entre los dos niveles del
partido. También falta estudiar el comportamiento de los legisladores verdes
mexiquenses y su relación con el partido; así como analizar la composición y
funcionamiento del Consejo Político Estatal, pues en sus manos recae la selección
de candidatos para la Cámara de Diputados local para explorar los intereses que
debe satisfacer y los fines que persiguen.
Finalmente, se presenta la oportunidad de estudiar la organización de los partidos
políticos en ámbitos locales. Lo anterior con miras a profundizar su comprensión y
presentar evidencias de sus prácticas y comportamiento interno, para que partidos
y sociedad planteen acciones que enfrenten el ambiente de crisis y falta de
legitimidad que los acompaña.

26
Fuentes consultadas
Libros

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¿instituciones o máquinas ideológicas? Origen, programa y organización,
México, Gernika.
 Arzuaga Magnoni, Javier (2012), Consideraciones sobre la democracia
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su vida interna en México, México, IEEM-UAEM-Fontamara.
 Bobbio, Norberto (2001), El futuro de la democracia, México, FCE.
 Cárdenas Gracia, Jaime (1992), Crisis de legitimidad y democracia interna
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Capítulos de libros

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27
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