Manifiesto Russell-Einstein
Comunicado en Londres, el 9 de julio de 1955
EN LA TRAGICA situacion a la que se enfrenta la humanidad,
ereemos que los cientificos deberian reunirse en asamblea pa
ra valorar los peligros que resultan del desarrollo de armas de
destruccién en masa y para discutir una resolucién en el es
piritu del dltimo parrafo de este texto. .
Hablamos en esta ocasién, no como miembros de esta 0
aquella nacién, continente o credo, sino como seres humanos,
miembros de la especie Hombre, cuya existencia continuada
esti en dude, El mundo esti tleno de conflictos; dominando
a todos los demas esti la lucha titénica entre el comunismo y
el anticomunismo.
Casi todos los que son politicamente conscientes tienen
ideas definidas sobre una o varias de estas cuestiones; pero os
rogamos, si podéis, que dejéis de lado esos sentimientos y os
consideréis tan solo como miembros de una especie bioldgi
ca que ha tenido una historia notable y cuya desaparicin na
die desea.
No diremos ni una palabra que apele a un grupo antes
que a otro. Todos estén igualmente en peligro; si se entien
[423]TT a a
de asi, hay esperanza de que entre todos se pueda evitar ese
peligro.
, ‘Tenemos que aprender a pensar de un modo nuevo. No
debemos preguntarnos por las medidas necesarias para dar
la victoria militar a nuestro grupo, pues no existen tales me
didas; la pregunta que debemos hacernos ¢s otra: gqué pasos
pueden darse para evitar una contienda militar cuyo resulta
do seria desastroso para todas las partes?
Ni el piiblico general ni muchas personas en puestos de
autoridad se han dado cuenta de lo que implicaria una gue-
rra con bombas nucleares. La opinién piensa ain en térmi-
nos de destruccién de ciudades. Entiende que las nuevas
bombas son mas potentes que las antiguas y que, si una
bomba A pudo arrasar Hiroshima, una bomba H podria
arrasar las ciudades mayores como Londres, Nueva York 0
Mosct.
No hay duda de que, en una guerra con bombas H,
serian destruidas grandes ciudades. Pero ese es uno de los
desastres menores que deberiamos afrontar. Si todos los ha-
bitantes de Londres, Nueva York o Moscti fuesen extermi-
nados, el mundo podria atin, a lo largo de unos pocos siglos,
recobrarse del golpe. Pero sabemos ahora, en especial desde
4a prucba de Bikini, que las bombas nucleares pueden exten-
der gradualmente su destruccién sobre un rea mucho ma
yor de lo que habiamos supuesto. y
“Se a con base cierta que se puede fabricar hoy una
bomba 2.500 veces mas potente que la que destruy6 Hiro-
shima. Una tal bomba, si explosionase cerca del suelo 0 bajo
el agua, enviaria particulas radiactivas a ja alta atmésfera.
Desde alli cacrian gradualmente a la superficie de la’ Tierra en
forma de polvo 0 lluvia mortifera. Eso fue lo que infect6 a
los pescadores japoneses y a su recogida de peces.
[424]
Apéndices
Nadie sabe hasta donde podrian difiundirse esas letales
Particulas radiactivas, pero los expertos son unanimes en de
cir que una guerra con bombas H podrfa poner fin a la raza
humana. Temen que, si se usasen muchas de ellas, podria re
sultar la muerte universal —répida solo para una minoria, pe-
To una tortura lenta de enfermedad y desintegracion para los
mis—
Eminentes cientificos y expertos en estrategia militar lo
han advertido muchas veces. Nadie puede asegurar que se
Produzcan estos horribles resultados. Lo que dicen es que
308 resultados son posibles y que nadie puede asegurar que
no se produzcan. No hemos encontrado que las opiniones
de esos expertos dependan en modo alguno de sus puntos de
vista o inclinaciones politicas. Dependen solo, segiin revelan
Nuestras investigaciones, del nive! de sus conocimientos.
Hemos comprobado que los mis pesimistas son quienes sa.
ben mis. °
Este es, pues, el problema que os presentamos, escucto,
terrible ¢ inescapable: ;pondremos fin a la raza humana o re.
nunciaremos a la guerra?! La gente no se enfrentaré a esa al-
ternativa pogque es muy dificil abolir la guerra
La abolicién de la guerra exigiré limitaciones poco agra-
dables de la soberania nacional”. Pero lo que impide enten-
der la situacion mas que otra cosa es que la palabra “huma-
nidad” parece vaga y abstracta. Las gentes no se dan cuenta
cn su imaginacién que son ellos y sus hijos y sus nietos quie
hes estén en peligro y no s6lo una humanidad percibida de
modo difuso. Dificilmente comprenden que ellos, indivi
dualmente, y aquellos a quienes aman estan en peligro de pe-
recer de modo angustioso. Y por eso les queda la esperanza
de que quiza pueda continuar la guerra siempre que se
Prohiban las armas modernas.
[4s]Esta esperanza es ilusoria, Cualesquiera que sean los
acuerdos que se firmen en tiempo de paz para no usar bombas
H, no serin considerados obligatorios en tiempo de guerra y
las dos partes empezaran a fabricarlas nada mas empezar un
conflicto pues si uno lo hace y el otro no, el que lo hace sera
inevitablemente el victorioso
‘Aunque un acuerdo de renunciar a las armas nucleares
como parte de una reduccién general de armamentos* no se-
ria la soluci6n definitiva, si serviria para algunos fines impor-
tantes. Primero: cualquier acuerdo entre el Este y el Oeste
es bueno en cuanto tiende a disminuir la tension. Segundo:
la abolicién de las armas termonucleares, si los dos lados se
convenciesen de que el otro es sincero, rebajaria el temor a
tun ataque repentino al estilo de Pearl Harbour, que mantie-
ne hoy a ambas partes en un estado de aprensin nerviosa,
Deberiamos, por tanto, dar la bienvenida a un tal acuerdo,
aunque sélo como un primer paso.
Nuestros sentimientos no son neutrales en la mayoria de
los casos; pero, como seres humanos, debemos recordar que,
si se quiere que los problemas entre el Este y el Oeste se re
suelvan de algiin modo que satisfaga a todos, comunistas 0
anticomunistas, asiaticos, europeos o americanos, blancos 0
negros, esos problemas no pueden resolverse mediante la
guerra. Queremos que esto se entienda bien, tanto en el Este
como en el Oeste.
Ante nosotros esté, si lo elegimos, el progreso continua-
do en felicidad, conocimiento y sabidurfa. @legiremos, en
vez. de ello, la muerte por no poder olvidar nuestras quere-
las? Apelamos, como seres humanos, a los seres humanos:
acordaos de la humanidad y olvidad lo demis. Si lo podéis
hacer, el camino se abre a un nuevo paraiso; si no, tendréis
ante vosotros el riesgo de la muerte universal.
(426)
Apéndices
Resolucién
Invitamos a esta asamblea y, a través de ella, a todos los cien
tificos del mundo y al piblico en general a suscribir la r.
luci6n siguiente
“En vista del hecho de que, en cualquier guerra futura, se
usarin con seguridad armas nucleares y de que tales armas
amenazan la existencia continuada de la humanidad, urgimos
a los gobiernos del mundo a comprender y a reconocer pti
blicamente que sus objetivos no pueden alcanzarse con una
guerra mundial y, por consiguiente, a buscar medios pacifi-
cos para resolver todas sus disputas”.
‘Max Born Frederic Jolio-Curie Joseph Rotblat
Percy W. Bridgman Herman J. Muller Bertrand Russell,
Albert Einstein Linus Pauling Hideki Yukawa
Leopold Infeld Cecil F. Powell
" Bl profesor Joliot-Curie desea afadir las palabras “como medio de
resolver las diferencias entre estados” 7
* El profesor Joliot-Curie desea anadir que esas limitaciones deben ser
acordadas por todos en interés de todos.
> El profesor Muller hace la reserva de que esto debe significar “una
reduccin concomitante y equilibrada de todos los armamentos”
[427]