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La memoria, la historia, el olvido – Paul Ricoeur

Seminario de Esteban Lythgoe

Clase I

PARTE I Fenomenología de la Memoria

H, M, O representa un cambio con respecto a TyN (carácter más epistemológico) influido


por el “giro memorial” y los debates de la década de los ’90, como White-Ginzburg

La obra se divide en tres partes: 1) una fenomenología de la memoria, 2) una epistemología de la


historia y 3) una ontología de la condición histórica. Curiosamente, “el olvido” es tratado por
separado de la memoria y está ubicado hacia el final del libro. La obra concluye con un epílogo
sobre “el perdón”.

Relación Historia – Memoria R utiliza los mismos conceptos que en TyN pero cambia los
significados, no se habla de representación en un sentido de referencialidad, no hay una
epistemología. En TyN se discute la continuidad entre Historia y narración, en ella texto y pasado
son análogos. Explica el concepto de triple mímesis.

MÍMESIS I: la prefiguración. Uno no es totalmente ajeno al pasado puesto que el pasado humano
es simbólico per se. Existen mediaciones en el pasado mismo: medios afines que suponen una
mediación conceptual, como normas y códigos.

MÍMESIS II: la configuración. Se trata de la construcción de la narración. Es el libro de historia

MÍMESIS III: la refiguración. Alguien lee el libro y ve el pasado de cierta manera. El pasado “vuelve
al mundo”.

¿Diferencia entre Historia y ficción? Nada distingue el proceso de Mímesis de la construcción de


ficción. Pero, partiendo de la separación entre tiempo interno, subjetivo y tiempo externo u
objetivo, R intenta superar la dicotomía a través del concepto de HUELLA. La huella es el punto de
sutura entre tiempo externo e interno, estableciendo un vínculo necesario entre ella y el pasado.
La huella es la causalidad entre la cosa que marca y la marcada, condensa el pasado y marca la
continuidad con respecto del mismo. Para R, el libro de historia es análogo al pasado. Para marcar
esta relación elabora el concepto de REPRESENTANCIA, es decir, “tomar el lugar de”. La idea de
representancia no es equivalente a la de representación en un sentido político, ojo.

En La marca del pasado, de 1998, R marca un punto de ruptura, comienza a poner en duda la
relación entre la huella y el pasado. Hay dos ejes en este artículo: el eje Historia-Memoria y el de la
marca del pasado. Lo que se cuestiona es la relación entre la marca y el original. Encuentra dos
modelos: el retrato, que muestra una adecuación con respecto al pasado, y el modelo testimonial.
El testimonio marcaría la transición de la memoria a la historia, sustituye el ver por el decir y el
saber por el creer. La pregunta es si el testimonio es fiable y no por la comparación, como en el
caso del retrato. Un retrato no es una copia, está ligado a la búsqueda de la verdad por medio de
la interpretación. En H, M, O aparece la idea de REPRESENTACIÓN, en la que hace descansar toda
la obra. Efectivamente, en H, M, O el problema principal es ético-político: ¿qué hacer con la
memoria traumatizada?

Clase II

En esta primera parte de la obra R parte de la distinción aristotélica entre ANAMNESIS Y MNEME.
Busca replantear esta postura y acercarse a Bergson. Revisita la relación entre memoria e
imaginación. Asegura que no fue un concepto bien tratado por la filosofía puesto que se la colocó
en el lugar más degradado a nivel conocimiento. Kant “imaginación productiva”. Heidegger dice
que Kant dice que la imaginación articula experiencia y entendimiento.

R en los ’60 plantea la idea de la imaginación como constructora Del texto a la acción, “La
imaginación en el discurso y en la acción” cómo la imaginación pasa de lo teórico a la
acción. R argumenta que la imaginación goza d emala reputación debido al empirismo y que
comprender una imagen es producto del lenguaje y no de la percepción. A partir del uso de la
metáfora, y con ella de la imaginación, se reestructuran campos semánticos.

Memoria. R parte del planteo platónico, del Teeteto y la idea de “marca en la cera”: se graba una
imagen y por lo tanto, el olvido es el borramiento del recuerdo. La “marca en la cera” es algo
pasivo y receptivo. La pregunta de R es por la relación entre la marca y el cuño, es decir, el pasado.
En el Sofista, en cambio, Platón parte de la metáfora del pájaro cautivo: el ejercicio de agarrar la
paloma es similar al proceso de recordar, por lo tanto, hay acción.
Para R, Platón está obsesionado en la discusión con los sofistas, quiere descubrir lo verdadero y
esto hace que se desdibuje la relación entre imaginación y memoria.

La segunda idea de la que parte R es la definición de Aristóteles: “la memoria es del pasado”. La
metáfora implícita aquí es la idea de la memoria como pintura, en la que no se resuelve el
problema de la relación con la imaginación. Sin embargo, Aristóteles distingue dos concepciones
de la memoria: MNEME Y ANÁMNESIS, la diferencia entre memoria y rememoración.

R aporta su acercamiento. Se apoya en la idea de RECONOCIMIENTO. Recurre a Bargson que


diferencia entre recuerdo puro y recuerdo-imagen. El reconocimiento implica agrupar un recuerdo
puro con una imagen, si se ajusta, hay recuerdo. Esto implica que el reconocimiento se convierta
en una acción, en un proceso sintético.

La memoria supone una síntesis. El recuerdo es verdadero cuando lo reconozco. No hay relación
causal, si embargo, en el reconocimiento puede haber expectativa de verdad a partir de la idea de
la FIABILIDAD. Esta es la dimensión epistémica de la memoria.

En Sí mismo como otro R trata el problema de la identidad personal. Es un breve tratado de ética
de R. Discute el problema de la verdad y propone una nueva categoría: la atestación ligada a la
fiabilidad. En esta lógica el “creo en” reemplaza al “creo que”. Como contrapartida, la lógica de la
atestación siempre está salpicada de sospecha. No hay adecuación porque no hay preposiciones
(≠ciencia). En el testimonio no hay certeza cartesiana, al contrario, la sospecha es permanente. No
hay verdadero ni falso testigo, el testimonio se mide en términos de fiabilidad. Por lo tanto, la
Memoria no aspira a la verdad sino a lo fiable, y en esto se distingue de la Historia.

R entiende a la MEMORIA COMO CAPACIDAD. Esto se relaciona con su “ontología del hombre
capaz”, ver al ser humano desde el acto y la potencia. Considera entonces a la memoria en su
dimensión pragmática, compuesta por un componente pasivo, el recuerdo puro, y uno activo, el
acto de reconocimiento. El recuerdo puro es un constructo, se encarna en el reconocimiento. Así
se disocia la memoria de la vivencia.

Clase III

“Memoria feliz” (p. 40 y 633) => ver a la memoria no desde sus falencias sino desde sus
capacidades. Se refiere a la efectuación feliz. Esto se relaciona con la Ética Nicómaco de
Aristóteles. El problema de la ética clásica griega se refería al problema de la buena vida, en
cambio, la ética contemporánea piensa sobre todo el problema de la bondad de los actos
humanos. La ética planteada por Aristóteles intenta definir qué es una buena vida, idea que
resume en el concepto de “aspirar a la felicidad” pero ¿es esta una función propia del ser
humano? Lo propio de la humanidad es la racionalidad, por lo tanto una vida feliz es una vida
acorde a la razón.

En cuanto a la idea de “memoria feliz”, R se refiere al cumplimiento del carácter propio de la


memoria, es decir a su función. Una “memoria feliz” es una memoria que puede recordar, no es
una memoria abusada. Los historiadores, que aspiran a la verdad, aspiran a una memoria feliz.
Aquí empieza R a definir el rol del historiador: más que la verdad, sería lograr una “memoria feliz”.

En la obra, memoria y olvido son tratados por separado. En el libro el olvido aparece ligado al
perdón => el perdón se opone a la amnistía, que impone un “deber de olvido”. A R no le interesa
el olvido entendido como “destrucción de huellas” sino que piensa el olvido como latencia, es
decir, aquello que no se puede recordar.

Uso y abuso de la memoria => tres tipos de abusos:

1) La memoria impedida. Retoma el psicoanálisis “Duelo y melancolía” y “Repetición,


repetición, perlaboración”. Si bien, en sus momentos más tempranos, R era medio
reacio a Freud, lentamente le va tomando el gusto, sobre todo por su componente
lingüístico, que logra articular lo pulsional y la lógica simbólica. En la primera parte R
intenta articular los dos textos. En la segunda utiliza directamente el psicoanálisis
directamente a nivel social.
A partir de “Duelo y melancolía” contrapone dos modos en los que el sujeto se
enfrenta a un proceso doloroso: melancolía, que implica una devaluación del sí, una
obsesión por la pérdida, y duelo, mediante el cual se interioriza el objeto perdido.
En “Rememoración, repetición, perlaboración” la pregunta es por cómo pasar al duelo.
La repetición se asocia a la melacolía y se debe romper este vínculo. El trabajo de
memoria aparece como perlaboración del pasado, se trata de recordar para lograr la
instancia de duelo. Aquí el concepto de TRABAJO se vuelve fundamental, puesto que
se articulan el trabajo de duelo y el de memoria.
En la página 568 asocia la repetición al olvido. Retoma a Bergson, para quien lo
olvidado está en el inconsciente, que actúa como depósito. El recuerdo es entonces el
pasaje del inconsciente al consciente. En la página 107 trata el tema del pasaje de lo
individual a lo colectivo. No lo hace solo en forma analógica sino que habla
directamente de TRAUMA SOCIAL y DUELO PÚBLICO.
Al romper el vínculo causal entre huella y pasado, que sí aparece en TyN, R debe
reconstruir el vínculo del historiador con la sociedad y ahí es donde aparece el rol
ético-político relacionado con las memorias.

2) La memoria manipulada: este tipo de abuso se relaciona con el vínculo que la memoria
mantiene con la identidad (p.110) y su fragilidad. Aquí R diferencia entre dos
cuestiones relativas a la identidad entendida como “mismo”: el mismo entendido
como “idem” y el mismo entendido como “ipse”. El primer hace referencia a aquello
que permanece a lo largo del tiempo, a los elementos constantes, mientras que el
segundo se refiere a los elementos que van cambiando, se trata de una identidad
ligada al deseo, a las promesas, a la identidad narrativa. La memoria manipulada se
vincula con el poder en tanto es útil su manipulación para legitimarlo. La manipulación
del pasado y la imposición de un relato hace del historiador un instrumento al servicio
del poder (p. 115). Hace referencia aquí a la violencia fundadora y a la ideología. El
abuso de olvido aparece en la página 572.
3) El deber de memoria: se trata de la memoria obligada. En principio R no lo ve como
algo negativo y lo relaciona a la cuestión del olvido: dónde está el límite entre el uso y
el abuso. R rechaza la imposición de no olvidar (p.119) puesto que siente el deber
como una obligación y relacionado con la idea de justicia. Aquí aparece la idea de
deuda. La deuda tiene que ver con la tradición en un sentido ético, sentirse obligado
para con un grupo. El abuso se da cuando aparece la obsesión: cuando alguien habla
por las víctimas y no es ella misma una víctima o bien cuando se produce la obsesión
conmemorativa. Igualmente, R emprende una lucha contra la amnistía. El olvido no es
una actividad, no puede haber “trabajo de olvido”, por lo tanto obligar a olvidar es
falso y la amnesia obligada tiene efectos negativos a nivel duelo y trabajo de memoria.

Memoria personal y memoria colectiva => Agustín y Locke atan la memoria al individuo. Junto a
estos dos, considera la Quinta meditación cartesiana de Husserl. A estos tres les contrapone la
mirada sociológica de Maurice Hallbwachs. Hallbwachs ataca la idea de recuerdo individual, para
él los recuerdos son siempre representaciones colectivas. Distingue además entre memoria
colectiva y memoria histórica y entre historia enseñada y memoria vivida. A la continuidad de la
memoria se opone la periodización del historiador. R a través de la idea de los allegados (p.171)
critica a Hallbwachs puesto que para él la posibilidad de ser sujeto de recuerdo se mantiene, sino
la sociedad carecería de actores.

Memoria (final del capítulo). Es entendida a partir de dos significados. Como apropiación, a partir
de la capacidad comprensiva y del recuerdo, y como atribución. Este último sentido es
problemático y es lo que le interesa a R. No es lo mismo adscribir un recuerdo a un grupo que a
uno mismo.

Clase IV

PARTE II Epistemología de la Historia

En esta obra, R piensa la Historia de forma distinta a TyN, en H,M,O hay un análisis más amplio
que va desde la declaración del testigo hasta el libro de historia y se enfoca en la operación
historiográfica. Este último concepto lo toma de Michel de Certeau y lo divide en tres fases: 1) fase
documental, 2) fase de explicación/comprensión y 3) fase de representación. Estas fases no son
consecutivas sino más bien circulares o superpuestas. Para de Certeau no se puede borrar el lugar
desde donde se escribe, así pone en relación a la Historia con la práctica y la sociedad. La Historia
es una práctica humana, por eso habla de operación histórica. De Certeau critica al cientificismo,
quitándole a la historia su pretensión de verdad y poniendo como único sistema de referencia a la
subjetividad del autor.

Para R no hay una epistemología de la historia como había en TyN, en este libro se limita al análisis
de un tipo de historia: la historia de las representaciones, que le sirve para definir cuál debe ser la
función del historiador. Comienza el capítulo haciendo referencia al mito de Fedro, que introduce
la separación entre historia y memoria. En relación a este mito, retoma la idea de la historia como
pharmakon, que puede traducirse como “veneno” o como “remedio”. Así, el que cura es el mismo
que manipula la memoria (p.183). El problema de la escritura es que la gente va a olvidar, por lo
tanto el problema no es solo epistemológico sino ético y estético. Se debe exorcizar la idea de que
la historia es un veneno para la memoria.

Memoria archivada (p.207). Para R, el testimonio representa una ruptura con el archivo, es el paso
entre la historia y la memoria. Representa, también, un modelo epistémico distinto del modelo de
la eikon. Contra el planteo reduccionista del testimonio sostenido por Hume, R sostiene la
confianza, a pesar de que habla de una crisis de la creencia. ¿Se puede dudar de todo? El testigo
debe ser acreditado. El testimonio es una “institución natural”, anterior, es una figura inicial que
se autolegitima.

El archivo. En TyN se sostiene el carácter institucional del archivo y en particular de la huella como
“conector” que remite al documento. En H, M, O el archivo no es meramente epistémico sino que
es ontológico, aloja el destino de la huella. Es, además, un lugar social (y en esto retoma a de
Certeau). El archivo rompe con el testimonio oral, la ruptura se produce en el escrito (p. 218).

Historia cultural, mentalidades, representaciones. R va a comentar este recorrido. Asegura que la


noción de mentalidad carece de claridad, ¿por qué se impuso? R prefiere la noción de
representación a la de “mentalidad” porque 1) designa al enigma de la memoria en relación a la
problemática de la eikon y la presencia de lo ausente y 2) se relaciona con la tercera fase de la
operación historiográfica.

En la primera generación de Annales R encuentra que se le da importancia a la noción de


“representación”: hay un desplazamiento de lo político a lo económico y lo social. Febvre acuña el
concepto de “utillaje mental” en sus obras biográficas como la referida a Rabelais. Allí establece
qué puede y qué no puede figurarse sobre el mundo en una época determinada. Bloch en los
Reyes Taumaturgos analiza la fuerza de una estructura mental específica y busca oponerse a la
tradicional historia de las ideas, que está desarraigada de lo social.

En la segunda generación el humanismo de los fundadores deja su lugar a la cuantificación, la


economía y la demografía. El esquema de temporalidad de Braudel combina la larga duración con
la macrohistoria dejando a las mentalidades un lugar similar que a lo económico y social, a partir
de lo cuantificable. En esta etapa la historia serial hace resaltar la imprecisión conceptual. La
desaprobación no se reduce solo a la imprecisión semántica sino también al tratamiento de “lo
mental” como una dimensión más de lo social. Así, la mentalidad se vuelve un principio de
explicación y un rasgo descriptivo. Sirve para describir y explicar las creencias disonantes, “lo
precientífico”

Se le requiere entonces a la historia de las mentalidades un mayor rigor conceptual y la


incorporación de la idea de “juegos de escala” para así asumir la función de concentración del
campo histórico bajo el título de HISTORIA DE LAS REPRESENTACIONES. Desplazando el énfasis a
las estrategias individuales, incorporando las nociones de circulación, negociación, apropiación
para debilitar la oposición entre cultura erudita y cultura popular y, siguiendo a Elias, encontrar los
nexos entre la estructura y los individuos.

Clase V

R en TyN toma directamente la obra histórica para establecer su relación con el pasado. En H, M,
O se afrancesa y afirma que la crítica que se produce en el archivo produce el quiebre. El momento
epistémicamente más fuerte es el del documento, es el momento popperiano: lo único discutible
pero lo más trivial.

Explicación/Comprensión. Toma un cierto tipo de historia porque es la que le sirve a su proyecto:


la historia de las representaciones, por el tipo de vínculo que el historiador establece con la
sociedad. El proyecto que R sostiene en esta obra es político.

R toma distancia de la discusión entre explicación y comprensión. Se trata de hacer explicaciones y


cuando hay una brecha se llena con compresión. Interpretar lo que sucedió requiere de ambas. En
H, M, O la interpretación no aparece en esta fase. La interpretación procede de la reflexión
segunda y reúne todas las fases.

Clase VI

Representación histórica. Tres partes: 1) representación y narración, 2) representación y retórica.


3) representación e imagen.

R afirma que explicar y narrar son dos cosas distintas. La narración no explica y la explicación no es
un género. Son dos formas radicalmente distintas de acercarse al problema. Retoma en la p.317 la
idea de coherencia narrativa de Dilthey ¿qué es lo propio de la narración? Síntesis de lo
heterogéneo: la coordinación entre causas, registros temporales, explicaciones diacrónicas y
sincrónicas. La trama es la forma literaria de esta coordinación, llevada adelante a través de la
imaginación productiva de Kant.

p. 319 Dos ejemplos: coherencia narrativa y conexión causal para solucionar la aporía planteada
por Mink, ¿por qué los historiadores cuentan cosas distintas del mismo acontecimiento?
Recurriendo al concepto de “juegos de escala” y a la idea de narratio elaborada por Ankersmit.
Según Anskermit no interesa el suceso por sí mismo, los historiadores crean entidades llamadas
narratio que tienen atributos analíticos, por ejemplo, la Revolución Francesa, que funcionan como
síntesis de lo heterogéneo. Por otro lado, la idea de acontecimiento (pp. 320-322) que, según R se
vincula con la estructura y la coyuntura a través de la narrativa. Esto lo lleva al problema retórico
del texto: si la narración va a la explicación supone que esta va a algo externo (el documento). Esto
no elimina la sospecha pero la atenúa, porque se vinculan las tres fases de la operación
historiográfica. Muestra una mirada más escéptica que en TyN.

Representación y retórica (p. 325). El objetivo de R es poner de manifiesto de qué manera se


afecta la referencialidad. Esta sospecha que impera sobre el relato histórico es producto, para R de
Saussure. (p. 327) Se debe explicar la especificidad de la referencialidad. La tesis de R es que esta
no aparece solamente en el relato histórico sino que se deben contemplar los tres pasos de la
operación historiográfica. Aquí arremete contra White para quien el relato histórico y el relato de
ficción pertenecen a la misma clase de “ficciones verbales” y para quien no hay diferencia entre
filosofía de la historia y la historia profesional. R marca una diferencia entre el oficio del
historiador y el del filósofo sobre todo en la primera fase de la operación historiográfica, pero
entiende que la separación se desdibuja en la tercera. En la p.332 arremete contra White
argumentando que confunde explicación y narración.

Debate de los historiadores alemanes. Habermas cuestiona a Nolte yHillgruber quienes sostienen
que Auschwitz bloquea la consideración del pasado alemán en términos positivos.

Nolte. Cuestiona la caracterización vigente del Holocausto a partir de la idea de EVENTO


INCOMPRABLE. La memoria convirtió a Auschwitz en un mito intocable, esto lleva a que sea
incognoscible. Nolte sostiene que esto ha llevado a una pérdida de autonomía de la historiografía
ya que si no se puede historiar el hecho recibe injerencias, en particular del mundo de la política.
Además, si es único y sublime hay mayores posibilidades de que sea apropiado para justificar
políticas. Se debe “normalizar” el Holocausto para terminar con la obsesión alemana. Para Nolte,
el genocidio fue el punto cúlmine de una guerra civil europea iniciada en 1917 y Auschwitz no es
más que una copia de la barbarie asiática perpetrada por los rusos. Esto lleva a la conclusión de
que no es una acontecimiento singular sino que es el elemento externo el que trae el mal a
occidente.

Hillgruber. Dos catástrofes. Dos ensayos puestos juntos, el aplastamiento del Reich y el Fin de la
judería europea. Iguala el “judeicidio” y la reeducación y sometimiento de los alemanes en Europa
del Este. Niega la singularidad del Holocausto. Descripción trágica de las últimas resistencias
alemanas en la IIGM.

Límites de la representación. Este análisis está motivado por el silencio epistemológico propuesto
por Elie Wissel, la indecibilidad de la memoria personal y la unicidad del evento. Habermas
interviene en el debate de los historiadores alemanes argumentando en torno al uso público de la
historia. Acusa a los revisionistas de querer relativizar el Holocausto y trivializar la responsabilidad
alemana. Habermas propone construir una narrativa a partir de la herencia del Holocausto
haciéndose cargo.

Clase VII

White se pregunta en el libro de Friedlander si hay algo en el acontecimiento que obligue a


tramarlo de alguna manera. Esto implicaría que algo de la realidad tiene que afectar la manera de
tramar. A este tipo de acontecimiento White lo llama “acontecimiento modernista”. (p. 337) R
dice que “el límite aparece por fuera de la trama”. Habla R de acontecimiento inaceptable cuando
se le quita al ser humano algunas de sus capacidades. ¿Por qué algunos discursos son
inapropiados? Retoma a LaCapra y su introducción del psicoanálisis en el estudio de la Shoá. R se
pregunta si se puede considerar al tratamiento histórico como un “working through”, haciendo un
paralelo entre el historiador y el psicoanalista en su labor de guiar en la reelaboración de un
problema. En la p.340 trata el problema de la articulación entre memoria e historia, R sostiene que
no hay límites “internos” y “externos”, están articuladas.

¿Cuál es el efecto del discurso en el lector, teniendo en cuenta que un texto histórico termina en
mímesis III? La visibilidad de la representación historiadora hace visible una “imagen”: los
personajes y acontecimientos se construyen en la trama. Así se produce un acrecentamiento de la
historia-objeto desde la historia-operación. Si la imaginación se transforma en poder, esta
situación tiene dos posibles salidas: o bien entendida como “veneno”, ligada a la alabanza del
poder (pensando en Ranke, por ejemplo) o bien a partir de la rememoración de los
acontecimientos límite.

Representancia. En esta parte, R incorpora elementos que no están en TyN. Si el historiador usa
herramientas imaginativas, ¿cómo puedo creerle? La sospecha se vuelve constante debido a la
ruptura de la huella y con ella de la relación causal con el pasado. (p.362) coteja elementos a favor
y en contra del realismo. Entiende la relación entre historia y memoria a partir de su vinculación:
la primera ligada a la verdad y la segunda a la continuidad. Así la memoria asegura que algo
efectivamente pasó y la historia asegura su veracidad. (p.368) El historiador reconstruye lo que “ya
no es” y la memoria tiene un vínculo con lo que “ha sido”. Historia y memoria son contrapartes,
una no puede hacer lo que la otra sí.

Pero, afirma R, con la epistemología no alcanza, es necesario un análisis de la CONDICIÓN


HISTÓRICA. La última parte del libro se divide en dos: un análisis crítico en sentido kantiano, que
intenta poner límites a las pretensiones totalizadoras y el análisis de las condiciones de posibilidad
de la condición histórica del ser humano. A esto se le agrega un Epílogo sobre el perdón.

Analiza la propuesta de Koselleck. R critica que los conceptos de espera y expectativa no dan lugar
a la iniciativa del presente. Lo combina con Agustín porque R siempre busca la iniciativa humana
debido a su ética, la acción es central para él. Para R el nacimiento de la Historia es desmesurado
(p.392) porque intenta englobar todo y desde la p.394 pone en duda la idea de historia
cosmopolita.

Clase VIII

Parte III La condición histórica

Busca socavar cualquier intento de totalización de la historia a través de analizar sus límites: la
idea de Historia como singular colectivo (en la clase anterior), el concepto de modernidad, la
relación entre el juez y el historiador y el problema de la subjetividad y la imparcialidad.

“Nuestra modernidad”. R afirma que el concepto de modernidad no es único sino que se ha


repetido a lo largo del tiempo (p.400). Se pregunta acerca de qué es lo propio de “nuestro tiempo”
(p.408). Recurre a Lyotard y su definición de la posmodernidad entendida como pérdida de la
credibilidad de los grandes relatos (p.410) y al malestar generado por el individualismo y la
pérdida de horizontes morales.

El juez y el historiador. (p.412) Compara las dos labores en relación a la historia traumática.
Sostiene que el juez debe “cortar” un debate para decidir quién es culpable mientras que el
historiador no debe tomar posición cerrada. Esta comparación se da en un contexto de
entrecruzamiento de causas judiciales y causas históricas (Nüremberg, Juicio a las Juntas). El
historiador debe abrir lo que los jueces están encargados de “cerrar”, cumpliendo así una función
pedagógica que incide en la identidad nacional. Dice R que al juez solo le interesan los culpables
mientras que el historiador puede hacer lugar para los “polacos” (en tanto que no son culpables
directos). En la p.429 R toma posición en relación a la singularidad del Holocausto. Sostiene tres
tesis: 1) se debe separar la unicidad moral de la idea de silencio, 2) sostiene que el funcionalismo
alivia la responsabilidad moral y 3) la única forma de conocer la particularidad del Holocausto es
comparándolo. A R el pasado le interesa por su proyección a futuro, el acontecimiento es terrible
pero es comparable y, por tanto el objetivo es evitar futuros casos. La figura del “ciudadano”
aparece para R como el árbitro último en estas cuestiones y aquí es donde la historia debe cumplir
su rol pedagógico.

La interpretación (p.434). Presenta la subjetividad del historiador en todas las fases, reconoce el
aporte subjetivo (p.437 “subjetividad buena”). El compromiso del archivista genera una
imposibilidad de distanciamiento, además, si se omiten los prejuicios se actúa peor. La
interpretación es el componente subjetivo de la explicación y se incluye en todas las fases.

Clase IX

En la p.476 se trata la cuestión de la DEUDA y el tratamiento de los muertos. Retoma aquí a de


Certeau y Heidegger, pero muy bien no lo entendí. Para R la deuda es herencia. Está vinculada a la
representancia y la memoria (en TyN en cambio se vincula a la HUELLA). R cambia su noción de
historia: pensar el pasado en base al futuro, el muerto de ayer para pensar la muerte propia: el
SER-CONTRA-LA-MUERTE. En este sentido es necesario pensar el duelo, para enterrar y hacer la
paz con el pasado.

Para R el perdón es integrador, desvincula al acto de quien lo hizo. Se trata de un perdón


meramente moral. La sepultura colabora con la elaboración psicológica. Sepultar es duelar.

R se opone a la amnistía porque no es un trabajo, no requiere acción. Discute explícitamente con


Derrida aunque parte de un acuerdo con él: el perdón, entendido como producto de las religiones
abrhamánicas, se da a quien se arrepiente y promete cambiar. San Pablo, en cambio, habla de un
perdón que excede lo político, lo económico e incluso lo histórico, hace referencia al agapé, el
amor cristiano que implica dar todo por el otro, perdonar lo imperdonable. Para R al no tener la
memoria colectiva un sujeto colectivo que la sustente se habilita el carácter individual del perdón.
Pero para propiciar el perdón se necesitan dos actores dispuestos, el perdón es una relación.

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