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Nuevas fuentes para la producción

de biodiesel y biogás
Un equipo interdisciplinario de la Facultad de Agronomía
logró producir energías alternativas con materias primas de
origen agropecuario, agroindustrial y desechos orgánicos,
que no implican el uso de elementos potencialmente
consumibles como granos o aceites de maíz o de soja. A
partir de aceites usados se produjo biodiesel, en tanto que
con residuos de distinto origen se generaron combustibles
como bioetanol o biogás.
Un grupo de investigadores trabaja en la obtención de subproductos alternativos para la
generación de energía, cuya fabricación no implique la utilización de áreas con potencial
agrícola. Las materias primas que se utilizan para la producción de biocombustibles son de
origen agropecuario; para el biodiesel se emplea el aceite de cualquier oleaginosa, de
soja, de colza, de maíz; y para el etanol se emplean cultivos como el de caña de azúcar. El
maíz es una fuente para conseguir etanol, pero todos ellos afectan a lo producción de
alimentos.

A partir del uso de cáscaras, spelers de cereales, desechos, aceites usados u otras
materias primas como microalgas, los investigadores consiguieron energías alternativas
sin afectar productos potencialmente consumibles como granos o aceites de maíz o de
soja y la caña de azúcar, para potenciar las naftas y el gasoil.

El trabajo fue realizado con biocombustibles “que en un principio fue el biodiesel -señalan
a InfoUniversidades los investigadores-, y como uno de los subproductos del biodiesel es
la glicerina, al producir biodiesel con aceite se genera glicerina. Como en el mundo creció
la industria del biodiesel, hay mucha glicerina, y una alternativa para darle valor a ese
subproducto era utilizarlo en un biodigestor, que sirve para reemplazar el silaje del maíz y
al resto de los cultivos que se utilizan para conseguir biogás. La glicerina es rica en
energía y optimiza la eficiencia del proceso. La idea fue vincular las dos producciones y
suplantar los cultivos energéticos con un subproducto que también genera energía”.

La producción de biodiesel a grandes escalas hace que la glicerina ya no sólo sea un


subproducto usado en la industria de perfumes y pinturas, sino que también se convierta
en un residuo. Por la ley 26.093 comenzó en el país a incorporarse hasta un 5 por ciento
de biocombustibles -bioetanol y biodiesel-, en las naftas y el gasoil.

La idea para obtener biocombustibles sin afectar alimentos partió de utilizar el tratamiento
de efluentes en los tambos, donde hay piletas para hacer ciertos tratamientos que en
realidad no se hacen, ni para fertilizar. Estas piletas están siempre tapadas, entonces se
pensó en solucionar problemas en los tambos y en otras producciones para reutilizar y dar
valor a esos efluentes. A partir de esa idea surge la de la codigestión, que consiste en
utilizar diferentes materias primas que aumentan la eficiencia del proceso poniendo más
gas o más energía, gracias a materias que no compiten con los alimentos.

Dos de los investigadores, Della Vecchia y Ferrero, se dedicaron a estudiar la producción


de biogás, -compuesto por gas metano, similar al gas natural-, a partir del uso de residuos
orgánicos urbanos y agroindustriales. Ferrero investiga sustancias inhibidoras presentes
en los sólidos provenientes de pilas, baterías y detergentes, para su uso como sustrato en
un biodigestor, mientras que Della Vecchia intenta reemplazar el uso del silo de maíz -un
cultivo energético que compite con los alimentos- para la fabricación de biogás, por medio
de glicerina.

Los investigadores también analizaron el proceso de elaboración del biodiesel a partir del
fruto de una palmera del norte argentino (Copernicia alba), que podría servir como
suplementación animal. La intención pasa por evitar la deforestación de montes nativos y
darle utilidad al fruto como otra fuente alternativa de energía que tampoco conspire contra
la producción de alimentos. Además, avanzan en la factibilidad de la eliminación de la fase
de lavado, disminuyendo así la generación de efluentes líquidos y el consumo de agua.

Juan Manuel Repetto

Universidad de Buenos Aires - Facultad de Agronomía


28 de Marzo de 2011 | 4 ′ 16 ′

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