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Edmundo Chiriboga
Ensayo
Chiriboga González
Regresando atrás en el tiempo, casi exactamente hace 100 años nació un personaje célebre
de la historia. Por su heroico desempeño al defender a la nación que lo vio nacer, entregó
su vida como ofrenda de una lucha que quedará grabada hacia la posteridad. En la
actualidad, como homenaje a toda labor realizada por él, podemos encontrar en su ciudad
natal a un gran establecimiento educativo que lo eligió como patrono. Este personaje es el
Capitán César Edmundo Chiriboga González, por lo que el objetivo del presente ensayo es
conmemorar los hechos sucedidos en su vida que lo hicieron merecedor de sus
reconocimientos.
Nacido de una familia natural de Riobamba, ciudad que cobijó su natalicio el 17 de agosto
de 1917, fue hijo del Sr. César Augusto Chiriboga y de la Sra. Romelia María González
(Avilés Pino). Ellos eligieron que los primeros pasos que él realice en el campo educativo
sean en la Escuela Nicanor Larrea desde los seis años de edad, donde se preparó
eficazmente, que incluso tuvo el honor de ser designado por su buen comportamiento a
representar al general Abdón Calderón en una obra de teatro realizada por su institución
debido a las conmemoraciones de la Batalla del Pichincha.
Habiendo culminado su educación primaria, llega al colegio San Felipe Neri, controlado
por los padres de la orden de los jesuitas, aunque decide no terminar su educación
preparatoria en este establecimiento para luego cambiarse al colegio Pedro Vicente
Maldonado, donde alcanza su título de bachiller en el área de Humanidades Modernas en el
año de 1935.
Con el sentimiento de llevar su vida al estilo militar, se traslada a la ciudad de Quito para
poder ingresar al Colegio Militar Eloy Alfaro, donde empezó como cadete en 1936,
pasando luego a Brigadier y posteriormente a Alférez de Infantería. A la final lo nombraron
subteniente para formar parte del Batallón “Andinos Cayambe”.
Desde el día 23 hasta el 25 de Julio del 41, Chiriboga y el pelotón a su cargo trataron
heroicamente de defender el territorio de su patria. El 24 las cosas parecían ir del lado
Ecuatoriano, ya que a pesar de su debilidad en armamento y número de hombres, fueron
capaces de resistir el ataque enemigo con decisión y coraje enardecido. El general Utera y el
comandante Odría tuvieron que retroceder sus tropas sin comprender como un ejército
escaso de poder estaba logrando ganarles con tanto heroísmo.
Sin embargo, el día 25 llegó lo peor para los soldados ecuatorianos, su única ametralladora
se quedó sin municiones ante el acto suicida en el que se sumergieron él y sus tropas, al
conocer que no existía ninguna posibilidad de recibir mayor ayuda.
Dándose cuenta de la situación, uno de los Capitanes Peruanos gritó: “Rendirse todos,
entreguen sus fusiles y griten Viva el Perú” (Pérez Pimentel). Con actitud heroica Chiriboga
le contestó: “Soy ecuatoriano y no me rindo. Viva el Ecuador”. Enojado por la
contestación recibida, el mismo Capitán ordenó que trajeran uno de los tanques pequeños y
lo pusieran frente al pelotón de Chiriboga, y les dijo “Si no quieren que este tanque los
mate, griten Viva el Perú”. Comprendiendo que no quedaba nada más que se pueda hacer,
Chiriboga exclamó su frase célebre “Un ecuatoriano no da vivas al usurpador”.
Los segundos que toman tres pasos bastaron para que las ametralladoras silenciaran las
voces de estos héroes nacionales que dieron su vida exclamando su último saludo a la patria
“¡Viva el Ecuador!”.
El entonces Teniente Edmundo Chiriboga y sus hombres fueron enterrados en una fosa
común por los mismos soldados que los acribillaron, ya que hasta ellos reconocieron su
bravura y heroísmo, rindiéndoles así honores militares.
Se reconocieron sus restos gracias a la medalla que poseía regalo de su madre. Durante el
acto estudiantes de la Escuela Fiscal No.35 de Huaquillas juraron vengar algún día el honor
nacional.
Todo hubiese tenido un rumbo distinto si el Cap. Chiriboga no tomaba la actitud heroica
que tuvo el valor de pronunciarse ante los atacantes, y ser capaz de ofrecer su vida con tal
de no tener que postrarse ante la nación al que él mismo denominó como “usurpadora”,
debido a todos los territorios que esta le ha venido arrebatando al suelo ecuatoriano, y de
los cuales nunca se ha tenido compensación alguna, sin tomar en cuenta a la milla cuadrada
cedida en la selva en el tratado de paz de 1997, al cual el historiador Pérez Pimentel
cataloga como una “Burla Sangrienta”.
La vida de este honroso ecuatoriano es sin duda motivo de remembranza y homenaje hacia
su persona y también hacia los otros 25 soldados que murieron junto a él en heroico
sacrificio por la patria, motivo por el cual es un honor para nuestro colegio poder tener
como patrono a este digno personaje de admiración en toda la nación. Es por eso que
todos los alumnos que pasamos por esta prestigiosa institución debemos rendirle un grato
homenaje a quien dio la inspiración para pronunciar nuestro lema:
Pérez Pimentel, R. (s.f.). Diccionario Biográfico del Ecuador. Recuperado el 13 de Junio de 2017, de
http://www.diccionariobiograficoecuador.com/tomos/tomo21/c6.htm