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Ciclo de Formación Integral

Filósofos Itinerantes de los Estados Combatientes

Como hemos visto, el período más creativo y fructífero de la filosofía china fue el
correspondiente a la dinastía Zhou en su última etapa, históricamente conocido como
período de Primavera y Otoño y el de los Reinos Combatientes.

El clan dinástico de la región de Zhou estaba perdiendo poder, y varias decenas de reinos
fueron surgiendo y luchando por la supervivencia y la dominación. Los gobernantes
querían saber qué hacer, cuál era la mejor manera de gobernar sus reinos, y cómo
sobrevivir en los tiempos peligrosos. Cometer un error podía significar la muerte o la
destrucción de su reino. Los profesores viajaron a encontrar pistas o gobernantes que los
contratasen a ellos para enseñarles la filosofía y la religión o para trabajar como
funcionarios. A ésta época se la llamó la época de los "Ciento una escuelas del
pensamiento." Las escuelas filosóficas como las de Confucionismo, Legalismo, Moísmo y
Taoísmo han perdurado durante muchos siglos, aunque en aquel período hubo tantas
divergencias entre ellas que llegó a crearse la denominación de las Cien escuelas de
Pensamiento.

Excepto los taoístas, varias teorías filosóficas fueron presentadas a los señores feudales
por los eruditos itinerantes con el deseo de ser asignados a altos cargos de la gobernación.
Algunos señores feudales mantenían, en efecto, cortes en las que vivían centenares de
eruditos letrados. Así cada feudo desarrolló un sistema filosófico representativo.

 Los seguidores de Confucio aceptaron las doctrinas de su fundador, basadas en el


acatamiento de los ritos y la práctica de la benevolencia. Estas doctrinas ponían de
ejemplo a la dinastía Zhou Occidental, considerada como la edad de oro, y
mediante su imitación, un gobernante podría intentar restablecer aquella utopía.
 Los legalistas, desde el estado Qin, predicaban que los intereses de los
gobernantes son supremos, preeminentes, y que el Estado se regiría mejor bajo
reglamentos y leyes duras y rigurosos, bajo un control policial férreo, calificable de
sistema totalitario.
 Sin embargo, los taoístas desterraron las ambiciones terrenales y se concentraron
en conseguir la armonía con la naturaleza, viviendo en ocasiones como ermitaños
en zonas despobladas e inhóspitas.

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Desde el establecimiento de la dinastía Qin por el primer emperador chino Qinshi


Huangdi, en el año 221 a.C., se fomentó la victoria de los seguidores del Legalismo. La
quema de libros ocurrida en el año 213 a.C., en la que se destruyeron todos los textos
confucionistas así como los relacionados con ellos, fue ordenado por el emperador, fiel
seguidor de aquella doctrina.

Pero la dinastía Han efectuó un cambio de dirección, y el confucionismo se convirtió en la


doctrina filosófica oficial, aunque muchas de las prácticas administrativas vigentes
procedían de las de los legalistas, como se apuntaba más atrás. La restauración de los
textos de Confucio estaba basada en los pocos que habían sido salvados del fuego, y
conservados ocultos, junto a otros que fueron recreados por los letrados confucionistas
que los habían memorizado. Mientras que ello sirvió para preservar las enseñanzas de
Confucio, muchos de los argumentos esenciales de otras escuelas filosóficas, únicamente
conservados en textos escritos, se perdieron irremediablemente, por lo que pocos de ellos
pudieron llegar hasta la era contemporánea.

El Confucionismo se convirtió así en la ideología oficial de la dinastía Han, sirviendo para la


elaboración de los temas principales para los exámenes de selección de los nuevos
funcionarios, elementos clave en la gobernación del Estado.

Pero volvamos a la época de los Estados Combatientes

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Confucionismo
Confucio (Kung-Tse o Gong Tse) nació en el final del Período de Primavera y Otoño. En
éste Período y en el Período de los Reinos Combatientes (475-221a.C), se originaron la
mayor parte del pensamiento religioso y filosófico de los indígenas de China. Confucio
puede ser el más popular de todos los antiguos maestros. Él era un maestro itinerante en
un momento en que muchas escuelas de pensamiento y las cortes estaban abiertas a la
contratación de eruditos y aprender de ellos. Se dice que nunca inventó nada de su
filosofía. Fue sólo la transmisión de los conocimientos de los antiguos a sus discípulos.

Nació en el pueblo de Qufu, en el antiguo reino de Lu —actual provincia de Shandong—,


en el seno de una familia de terratenientes descendientes de la familia real de la dinastía
Shang (1600-1046 a.C.), el clan de los Kong, durante el Periodo Primaveras y Otoños (770-
475 a.C.). Su padre murió cuando Confucio tenía tres años y dejó a la familia en la
pobreza. Confucio, a pesar de ello, recibió una esmerada educación hasta que su madre
falleció cuando él contaba con 17 años de edad, quedando huérfano de padre y madre
siendo muy joven, lo que le llevó a pasar una adolescencia llena de penurias y tristezas.

Confucio lamentaba el desorden característico de sus tiempos, así como la ausencia de


modelos morales que revirtieran tal situación. Por ello, llegó a la conclusión de que el
único remedio era recuperar y difundir entre la población los principios y preceptos de los
sabios de la antigüedad.

Con 20 años, trabajó en los graneros estatales y como pastor cuidando de cabras
mientras compaginaba sus estudios, hábito que no le abandonaría en toda su vida. Ya de
adulto, trabajó para la administración del Estado de Lu como educador y político, llegando
a alcanzar el rango de Ministro de Justicia a los 52 años. Durante este periodo, Confucio
estableció numerosas reformas que condujeron a una administración de justicia
caracterizada por su imparcialidad y por la práctica erradicación del crimen.

Sin embargo, dimitió del cargo años más tarde, ya que no estaba de acuerdo con la
política que seguía el príncipe, y se dedicó en pleno a la enseñanza y sin llegar a poner
nunca en marcha los ideales políticos que tanto anhelaba. Así, viajaba solo de un lado a
otro instruyendo a los contados discípulos que se reunían en torno a él. Su fama como
hombre de saber y carácter, con gran veneración hacia las ideas y costumbres
tradicionales, pronto se propagó por el reino de Lu y luego a toda China.

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En su travesía dio a conocer su pensamiento, especialmente en forma de aforismos. Su


influencia fue tan grande, que pronto comenzó a llenar plazas e incluso políticos y
hombres de poder tomaron para sí sus reflexiones.

Además de enseñar, Confucio catalogó y ordenó los poemas, la historia, los rituales y la
música de la dinastía Zhou (1046-256 a.C.). Estos documentos se convertirían más tarde
en obras clásicas y en material de enseñanza fundamental para la educación política. Hay
templos dedicados a Confucio por toda China. Pero la mayoría de los sitios históricos
relacionados con Confucio, están situados en Qufu de la Provincia Shandong.

Obras de Confucio

I Ching:

Como vimos el Libro de los Cambios proviene, según la tradición general de la que no
tenemos ninguna razón para dudar, del rey Wen Zhou, ancestro de la dinastía Zhou (entre
-1046 y -771 a.J.C.). Él agrega breves comentarios a los hexagramas cuando estuvo
prisionero del tirano Zhou Si. Pero el texto extendido a todos los hexagramas proviene de
su hijo Wu, el duque de Zhou. Esta obra fue utilizada como libro de oráculos durante toda
la época de los Zhou bajo el título de Zhou Yi (las Transformaciones o los Cambios de
Zhou), lo que puede ser probado históricamente gracias a la ayuda de testimonios de la
antigüedad.”

El aporte de Confucio:

Tal era el estado del Libro de los Cambios cuando fue descubierto por Confucio (-551, -
479 a. J.C.) Confucio consagra al I Ching un estudio asiduo hasta su vejez y es muy posible
que sea él mismo quien haya compuesto el Tuan Chouan (“Comentario sobre las
decisiones”). El Siang Chouan (“Comentario sobre las imágenes”) ha sido también
compuesto por Confucio, aunque de una manera menos inmediata. Por el contrario, los
comentarios sobre los diferentes trazos, de gran interés y bien detallado, fue realizado por
sus discípulos o por sus sucesores bajo la forma de preguntas y respuestas, de los cuales
solo quedan fragmentos en el Ta Chuan o Tsi Hi(“Gran Comentario”) y en el Wen Yen
(“Comentario sobre las palabras del texto”)

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Anales de primavera y otoño:

Es uno de los más antiguos textos históricos chinos, atribuidos tradicionalmente


a Confucio Se trata de una relación de acontecimientos que recoge el reinado de los doce
duques del estado de Lu, del 722 al 481 a.C., ordenados por estaciones (de ahí su
nombre). Confucio reunió sistemáticamente todos los registros históricos sueltos,
comenzando por el año 722 a. C. (año en que comenzó el duque Yin de Lu) hasta el 481 a.
C. (décimo cuarto año del reino del duque Ai de Lu). La crónica da nombre a todo el
periodo cubierto por los años que registra, todavía bajo la soberanía de la dinastía Zhou, y
consiste en una anotación minuciosa de nacimientos, matrimonios y muertes, sucesión de
gobernantes, victorias y derrotas,

Los Cuatro Libros del confucionismo

Son los textos de la literatura clásica china seleccionados por Zhu Xi (erudito neo
confucionista de la dinastía Song, como textos de introducción al confucianismo. Los
Cuatro Libros son: Gran Saber, Doctrina del Medio, Analectas de Confucio y Mencio.

El confucionismo o “Escuela de los Letrados” -como se reconoce a la corriente que se


formó a lo largo de diversas épocas del siglo VII al III a. C. en torno a las ideas de Confucio
y sus discípulos- se divulga a través de los tiempos en torno a sus cuatro libros, donde
asistimos a la formación de un pensamiento que cobra la forma de un sistema, si bien es
formado siempre a través de breves parábolas y experiencias que el propio Confucio vivió
con sus discípulos.

1. Primer Libro Clásico (Ta-Hio o Gran Saber) atribuido al nieto de Confucio está
dedicado a los conocimientos propios de la madurez.
2. Segundo Libro Clásico (Chung-Yung o Doctrina del Medio) trata de las reglas de
conducta humana, del ejemplo de los buenos monarcas y la justicia de los
gobiernos.
3. Tercer Libro Clásico (Lun-Yu o Comentarios filosóficos) conocido como Analectas,
resume de forma dialogada lo esencial de la doctrina de Confucio.
4. Cuarto Libro Clásico (Meng-Tse o Libro de Mencio) compuesto por su seguidor, que
vivió entre los años 371 y 289 a. C

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Primer Libro: El Gran Saber. La armonía universal y la jerarquía como determinismo.

Tanto para éstos como para el maestro, el universo ha de ser considerado como un todo
del que los seres humanos tan sólo componemos una mínima parte. De manera similar a
los estoicos en Grecia, el confuciano parte de la concepción de una armonía
preestablecida en el cosmos, de la que el hombre ha de cobrar consciencia, así como
conservarla y contribuir a su desarrollo. Lograr un estado de equilibrio y perfeccionar
nuestra propia moralidad para que sea un reflejo del Tao.

La diferencia fundamental que observamos entre el confucionismo y el taoísmo es que


aquellos primeros creen firmemente en la rectitud del ser humano inserto en una
sociedad: quien ejerce la justicia y la bondad, sea donde sea, nunca puede ser infeliz,
desdichado. El camino del Tao (de corte más rousseauniano), sin embargo, pone en
cuestión la pertinencia de la sociedad a la hora de adoptar y desarrollar la virtud. Es por
eso que, a ojos de Confucio, los gobernantes han de rodearse de los mejores, de jefes y
generales ilustrados, así como de funcionarios responsables, para ejercer el poder con la
adecuada rectitud.

Según Confucio, el destino del hombre está determinado por el “cielo” y no es posible
modificar el hecho de que las personas se dividan en “nobles” e inferiores”. El joven debe
subordinarse sin la menor protesta al de mayor edad, el que ocupa una posición inferior,
al que ocupa otra superior.

“El Tao de la Gran Enseñanza consiste en abrillantar la luminosa virtud, renovar a los
hombres y alcanzar la más alta excelencia. Conociendo a dónde se debe tender, se
determina el objeto a alcanzar. Habiéndolo determinado se puede conseguir la
tranquilidad; tras la tranquilidad se puede obtener la paz y, obtenida ésta, la deliberación
es posible. La deliberación es seguida por la consecución del objeto que alcanzar.
Sabiendo lo que está antes y lo que está después, se está cerca del Tao”

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Las cinco relaciones cardinales

1. De soberano a súbdito: benevolencia, que incluye espíritu público y piedad filial.

2. De padre a hijo: rectitud, que comprende valor, fraternidad, integridad y pureza.

3. De hermano mayor a hermano menor: corrección, que abarca respeto, solicitud,


humildad y deferencia.

4. De esposo a esposa: conocimiento, que incluye conocimiento de la naturaleza humana,


de la Naturaleza en sí y del destino.

5. De amigo a amigo: buena fe, que comprende verdad, sencillez, sinceridad y honestidad.

El estado imperial pretendía reforzar los tres lazos de la sociedad: paterno-filial,


matrimonial y la relación de poder entre gobernante y gobernado. Se enfatizaba así un
hogar tranquilo y un Estado ordenado.

Mencio (Men-tsé), eminente seguidor de Confucio, hacía depender de la “voluntad del


cielo” la desigualdad social.

Otro partidario de Confucio, Siun-tsé (298-238 a.n.e.) estableció una teoría materialista
según la cual el cielo constituye una parte de la naturaleza y carece de conciencia.

El hombre, cuando conoce las leyes (tao) de las cosas –decía Siun-tsé–, ha de
aprovecharlas en su propio interés. Sin embargo, la orientación principal del
confucianismo justificaba el dominio de las clases privilegiadas y exaltaba la “voluntad
celestial” lo que sirvió de base a Tun Chun-Shu (siglo II a.n.e.) para elaborar la doctrina
confucianista ortodoxa.

En los siglos XI-XII, Chu Si y otros dan al confucianismo una fundamentación filosófica
propia del denominado neoconfucianismo; según ella, en las cosas existen dos principios:
el li, que es la fuerza racional creadora, y el tsi, que es la materia pasiva. El primero forma
en el hombre una cualidad positiva, la tendencia al bien; el segundo, una cualidad
negativa, la subordinación a las tentaciones de los sentidos. Van Yan Min (1472-1528) dio
al confucianisino una interpretación idealista subjetiva.

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Fragmentos del Primer Libro:

Lo que desapruebes de tus superiores, no lo prácticas con tus subordinados, ni lo que desapruebes
de tus subordinados debes practicarlo con tus superiores. Lo que desapruebes de quienes te han
precedido no lo practiques con los que te siguen, y lo que desapruebes de quienes te siguen no lo
hagas a los que están delante de ti.

No dar importancia a lo principal, es decir, al cultivo de la inteligencia y del carácter, y buscar sólo
lo accesorio, es decir, las riquezas, sólo puede dar lugar a la perversión de los sentimientos del
pueblo, el cual también valorara únicamente las riquezas y se entregará sin freno al robo y al
saqueo.

Si el príncipe utiliza las rentas públicas para aumentar su riqueza personal, el pueblo imitará este
ejemplo y dará rienda suelta a sus más perversas inclinaciones; si, por el contrario, el príncipe
utiliza las rentas públicas para el bien del pueblo, éste se le mostrará sumiso y se mantendrá en
orden.

Si el príncipe o los magistrados promulgan leyes o decretos injustos, el pueblo no los cumplirá y se
opondrá a su ejecución por medios violentos y también injustos. Quienes adquieran riquezas por
medios violentos e injustos del mismo modo las perderán por medios violentos e injustos.

Segundo Libro. Doctrina del Medio. La Medianía

El llamado “hombre superior”, para los confucianos, permanece siempre en el Justo


Medio (en contraposición a los plebeyos o villanos, llamados shumin, que se dejan llevar
por juicios y actitudes ajenos):

“son villanos todos aquellos que esperan a un rey Wen que les impulse; los caballeros
valiosos y distinguidos se impulsan a sí mismos, aunque no haya un rey Wen”.

La primera tesis de Tsze Sze:

“Lo que el cielo ha dispuesto y sellado se llama la naturaleza innata. La realización de esta
naturaleza se llama el proceso. La aclaración de este proceso [de la comprensión o la toma
de inteligible de este proceso] se llama la educación”

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Influencia social: En la China anterior al siglo XX la Doctrina de la medianía estaba


integrada en el sistema educativo de todo el estado. La ética confuciana se basa en el
áureo medio (la dorada armonía), en el equilibrio y armonización interior, que se verán
reflejados en el hombre de bien (jen) a través de una conducta moderada que evite los
extremos; no apasionarse, no exagerar, no tener ímpetus y no tener arranques
emocionales.

Confucio nos enseña que el universo sigue un orden, una armonía –a la que denomina “el
camino del centro” (chung)–, en cuya dirección debe también marchar el hombre. Esta ley
cósmica es también reguladora del comportamiento humano. Es decir, no solo nos indica
el sendero que debemos seguir, sino que también ajusta nuestras acciones a sus
designios.

“El camino recto del universo, el centro; la armonía es su ley universal y constante”.

“La virtud consiste, por lo tanto, en mantenerse con perseverancia en el centro (chung)”.

“Cuando el centro y la armonía han alcanzado su máximo grado de perfección, la paz y el


orden reinan en el cielo y la tierra, y todos los seres alcanzan su total desarrollo”.

El hombre alcanza la felicidad a través de la perfección interior, de la paz y serenidad


inalterables. El hombre debe meditar y penetrar en la esencia de todas las cosas, dedicar
toda su vida con diligencia y perseverancia al descubrimiento del bien y la verdad.

El bien es el camino del centro, el equilibrio, la vibración en armonía con el universo. El


mal es artificial, antinatural; el hombre es arrastrado al mal por un error de juicio, por el
predominio de la pasión sobre la razón.

Fragmentos del Segundo Libro:

La situación en que nos hayamos cuando todavía no se han desarrollado en nuestro ánimo la
alegría, el placer, la cólera o la tristeza, se denomina "centro". En cuanto empiezan a desarrollarse
tales pasiones sin sobrepasar cierto límite, nos hallamos en un estado denominado "armónico" o
"equilibrado". El camino recto del universo es el centro, la armonía es su ley universal y constante.

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Cuando el centro y la armonía han alcanzado su máximo grado de perfección, la paz y el orden
reinan en el cielo y en la tierra, y todos los seres alcanzan su total desarrollo.

El hombre noble, cualesquiera que sean las circunstancias en que se encuentre se adapta a ellas
con tal de mantenerse siempre en el centro. En cuanto conseguía una nueva virtud, se apegaba a
ella, la perfeccionaba en su interior y ya no la abandonaba en toda la vida.

Mucho más excelente es la virtud del que permanece fiel a la práctica del bien, aunque el país se
hay carente de leyes y sufra una deficiente administración.

Todos los seres participan en la vida universal, y no se perjudican unos a otros. Todas las leyes de
los cuerpos celestes y las que regulan las estaciones se cumplen simultáneamente sin interferirse
entre sí. Las fuerzas de la naturaleza se manifiestan tanto haciendo deslizar un débil arroyo como
desplegando descomunales energías capaces de transformar a todos los seres, y en esto consiste
precisamente la grandeza del cielo y de la tierra.

El sabio pretende que sus acciones virtuosas pasen desapercibidas a los hombres, pero día por día
se revelan con mayor resplandor; contrariamente, el hombre inferior realiza con ostentación las
acciones virtuosas, pero se desvanecen rápidamente. La conducta del sabio es como el agua:
carece de sabor, pero a todos complace; carece de color, pero es bella y cautivadora; carece de
forma, pero se adapta con sencillez y orden a las más variadas figuras.

Tercer Libro. Las Analectas. El Ren, el li y el Tao. El hombre superior.

El poco legado escrito que Confucio dejó, las Analectas, es una colección de
conversaciones con sus discípulos, basa toda su filosofía moral en una enseñanza central:
el “ren” que es la virtud de la humanidad y a su vez está basada en la benevolencia, la
lealtad, el respeto y la reciprocidad. Estos valores de Confucio son imprescindibles en las
relaciones humanas.

Es el Ren, o suma virtud, lo que importa acoger a ojos de Confucio: guardar y practicar
buenos sentimientos hacia los demás hombres, lo que podríamos traducir como
benevolencia, acompañada de fidelidad y compasión. A fin de cuentas, el confuciano
pretende ser consciente del camino que sigue (a través del cultivo espiritual y de la
introspección) para ayudarnos mutuamente y alcanzar, así, el mayor grado de perfección.

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Sociedad y ser humano, lo colectivo y lo individual, forman en definitiva una unidad


indisoluble para buscar y propagar las virtudes cívicas.

“Zizhang preguntó a Confucio acerca de la benevolencia. Confucio le dijo: “Si eres capaz
de poner en práctica cinco cosas, serás considerado benevolente en todo el ancho espacio
bajo el Cielo”. Zizhang le rogó que le dijera en qué consistían estas cinco coas y Confucio le
respondió: “Cortesía, generosidad, sinceridad, diligencia y amabilidad. Si eres cortés no te
insultarán, si eres generoso te ganarás a todos, si eres sincero los demás te darán su
confianza, si eres diligente conseguirás muchas cosas y si eres amable tendrás lo que hace
falta para dar encargos a las demás personas”.

Es así como se constituye la moralidad, ley moral o rectitud en la conducta (Li). El propio
Confucio emplea también la palabra Tao para referirse a este singular transitar virtuoso
del ser humano por la tierra, aunque prescinde, en todo caso, del sentido trascendente o
incluso sagrado que de él hace el taoísmo. Todos albergamos, por el hecho de nuestra
condición humana, el deber de mejorarnos y corregir nuestro ser, pues “el
perfeccionamiento de uno mismo es la base de todo progreso y desarrollo moral”, nota
que de nuevo diferencia a Confucio del taoísmo: mientras éste haría más hincapié en un
perfeccionamiento autoinfligido, los confucianos sí creen en el poder doctrinal de las
máximas, enseñanzas y pensamientos expresados y transmitidos por un maestro.

La virtud de la Humanidad (rén)

Rén es la virtud central del pensamiento confuciano y ha sido traducida como “naturaleza
humana verdadera” (Lin Yutang), “humanidad verdadera” (Legge), “humanidad perfecta”
(P. Do-Dinh), “benevolencia” (Pérez Arroyo), “amor al prójimo” y “bondad” (R. Wilhelm).
Estas traducciones aparentemente distintas tienen una explicación. El término chino está
compuesto por dos palabras: “dos” y “hombre”, por lo tanto hace referencia a la relación
entre dos seres humanos, caracterizada por el amor y la bondad. En otras palabras, no es
posible la práctica de la virtud de la humanidad sin el amor al prójimo.

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El Hombre Superior confuciano no es aquel individuo que busca realizar lo que lo


diferencia de los demás, sino aquel que desarrolla su verdadero ser en la relación con el
otro que aunque distinto también tiene una naturaleza común.

El otro presupuesto del rén confuciano es la bondad natural del ser humano, dado que su
ser es expresión celestial. El hombre debe realizar lo mejor de su ser para ser expresión
del orden natural. El hombre ha nacido para la rectitud y depende de ella.

Rén, por ser la principal virtud, es difícil de practicarla (VI,20). Por tenerla como virtud
perfecta y completa, el maestro hablaba raramente de ella (IX, 1), además porque su
interés principal era realizarla y que se expresará en la vida diaria.

Y como la naturaleza humana es buena, los discípulos sacaron la conclusión: todos los
hombres deben ser tratados como hermanos (XII, 5). La visión naturalista del maestro le
permitía pensar que por nuestra naturaleza o esencia, los hombres estamos próximos,
pero nuestras costumbres, educación y cultura nos separan (XVII, 2). Si somos semejantes
por naturaleza, entonces ¿por qué he de hacer sufrir al otro? Todos padecemos hambre,
nos dolemos de la muerte de un ser querido, sufrimos por las enfermedades, tememos a
la muerte. Sobre esta base se sustenta el principio de reciprocidad (shu), que es central en
la práctica de la virtud de la Humanidad. Por eso, quien pone en acción la virtud del rén,
no hará sino influir en los demás.

“El hombre que posee las virtudes humanitarias en su más alto grado, al querer afirmarse
él mismo afirma a los demás, y al querer ensancharse él mismo ensancha a los demás.”
(VI, 28)

Por autodominio hay que entender la idea de superarnos a nosotros mismos, de simple
arcilla hacernos una obra de arte, mediante el aprendizaje constante, la práctica de las
normas, el uso de su capacidad cuestionadora y el amor al prójimo. ¿Dominar qué? Desde
la perspectiva confuciana, dominar nuestras emociones desordenadas, nuestra actitud de
hacer las cosas sin meditar y nuestra falta de respeto hacia los otros seres humanos. El
maestro insistía que rén implica una relación fraternal y respetuosa.

Fácilmente podemos apreciar la conexión de la virtud más alta con el amor. No hay virtud
de la humanidad sin amor al prójimo. Fá Chín le preguntó sobre la virtud fundamental, es
decir, sobre el rén, a lo que Confucio respondió:

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“La benevolencia (rén) consiste en amar a los hombres.” (XII, 22)

También puede traducirse como “la naturaleza humana verdadera consiste en amar a los
hombres”, de ese modo podemos ver el valor de los sentimientos en el pensamiento
confuciano y no sólo de las virtudes intelectivas o morales. Sobre éstas últimas, el maestro
considera que la benevolencia requiere la práctica de los ritos (lí), no hacer nada contrario
a los ritos que, como veremos, no se refieren solamente a reglas de cortesía y urbanidad,
sino a reglas morales objetivas.

La “naturaleza humana verdadera” es una virtud completa, porque abarca todas las
demás virtudes. Es como el tronco que sostiene el gran árbol de la vida humana, por eso
tiene muchas ramificaciones. O como el mismo maestro Kong sostenía, la virtud necesita
de vecinos (IV,25). Por ser virtud completa, cada vez que le preguntaban por ella, él
respondía de acuerdo al interlocutor, no según un sistema teórico. Las “ramificaciones”
hacen referencia a esas circunstancias en las cuales tenemos que expresar el rén.

Por ejemplo, a veces sostiene que rén consiste en la práctica de las cinco cosas: respeto a
sí mismo y a los demás, la magnanimidad o generosidad, la lealtad o la fidelidad, la
diligencia o la aplicación al bien y la benevolencia o el hacer el bien a los demás (XVII, 6).

Otra ramificación es la mesura al hablar o la sobriedad en las palabras ( XII, 3). Luego dice
en otra parte que la práctica del rén lleva al hombre a una cierta ecuanimidad, a un justo
medio como diría el estagirita, sin esta virtud, el hombre no sabe mantenerse virtuoso ni
en la pobreza ni en la riqueza (IV, 2). Todo ello puede parecer un conjunto desordenado
de prescripciones, pero deben ser interpretados en función de las situaciones y de las
personas. Confucio no formulada un sistema teórico ni preceptos formales, sino posibles
rumbos de acción.

Pero, ¿cómo saber si un curso de acción es correcto? Para eso está ren que, siguiendo a
Hansen, es el “sentido moral universal que tiene por objeto orientar la interpretación” es
nuestra capacidad interpretativa de nuestros códigos morales (lí) según las personas y
situaciones. Es como el músico y la partitura: no basta la partitura (que sería el li) para
hacer buena música, se requiere de alguien que tenga capacidad de interpretarla. Dicha
interpretación depende del estudio, la reflexión y la práctica. Entonces, no resulta lo
mismo la capacidad interpretativa (rén) y el código de conducta (lí).

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Es en el encuentro con el otro que podemos reflexionar y examinarnos a nosotros


mismos. Reflexionar y examinar, actividades racionales que se dan también en relación
con los otros. No es posible encontrar en Confucio una ética racional formal y autónoma.
En síntesis, el maestro no pensaba en un trabajo individual de introspección para realizar
nuestra naturaleza verdadera.

No usamos arbitrariamente el término virtud que es traducción del chino te, porque
expresa al ser humano que ha alcanzado excelencia, perfección, por lo tanto un hombre
realizado. Rén es pues la Humanidad realizada en un hombre, por eso se convierte en
Hombre Superior (junzi).

El orden social ideal (lí)

El término lí es de difícil traducción, tanto por su antigüedad como por su extensión


semántica. Lin Yutang sostiene que significa tanto “ritual”, “propiedad”, como “buenas
maneras”, pero su sentido filosófico sería “orden social ideal”. Kaltenmark lo traduce
como “normas racionales de conducta”. Hansen como “código de conducta social”. Por
eso, el orden social al cual se refiere lí no es un simple orden ceremonial, sino “un orden
sociopolítico”, que “envuelve jerarquía, autoridad y poder” (Schwartz, Op. cit., p. 68. Creel
sostiene que el sentido originario del ideograma lí era “sacrificar, ampliando luego su
significado a rito y ceremonia, incluyendo “cortesia”. Cfr. Creel, Op. cit.., p.43). Lin Yutang
agrega: “Confucio trataba de restaurar un orden social basado en el amor al prójimo y el
respeto a la autoridad, cuyos símbolos externos deben ser los ritos sociales del culto
público y las festividades en el ritual y la música” (Lin Yutang. La sabiduría de Confucio.
Buenos Aires: Siglo Veinte. 1978, p. 17). Así, en Confucio, lí tiene una “connotación moral”
(Creel), lo cual permite una mayor cohesión entre las distintas normas y prescripciones.

El orden social no está sostenido por leyes divinas sino por la propia naturaleza humana,
por eso es que el orden social ideal está sostenido en los principios de la razón, que ya
habían sido realizados en el pasado y que pueden ser reactualizados. Dicho orden se
explicita en leyes religiosas y civiles, rituales del culto, jerarquía social, reglas de
ceremonia, la conducta de los padres e hijos, etc.

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Como sostiene Hansen: “Para Confucio, el código de ritual consistía en nombres y


descripciones de roles. Sus pronunciamientos no incluían enunciados de deber como
prescripciones explícitas.

Confucio no dividió el Li en normas semejantes a oraciones que generan deberes.”


(Hansen, Op. cit., p. 116) Es decir, el maestro chino no elaboró un conjunto de normas
morales al margen de sus prácticas y relaciones sociales, sino que las normas de conducta
social (lí) hacen referencia a los roles que desempeñan las personas. Su universalidad no
está en la moral sino en su humanismo.

Realizar nuestra propia naturaleza, es decir, cultivar la virtud de la humanidad (rén), se da


en relación con el orden ideal (lí), ambos conceptos están enlazados en el pensamiento de
Confucio:

“Si un hombre no tiene benevolencia (rén) ¿de qué le sirven las ceremonias (lí)?” (III, 3)

En otras palabras, si el hombre no realiza su verdadero ser, no tiene sentido las normas de
conducta. Subordinación de lí a rén, de la moral al humanismo. Sobre ese fondo (rén) es
que Confucio pide practicar los rituales religiosos o civiles. No se trata el frío cumplimiento
de los ritos prescritos, sino una participación activa y afectiva en lo que se realiza (III, 4,
12), guardando armonía entre el exterior y el interior del ser humano. Es decir, lí
sustentado en rén. Por esa armonía que guarda la practica del lí es que Confucio estimaba
la música. La música es el ejemplo perfecto para exponer el lí, porque requiere estar
instruido y practicar hasta conseguir la armonía. El orden significa que cada cosa tiene un
lugar desde el cual se puede desarrollar, salir de ello es causar desgracia:

“¿Cómo podría yo tener contemplaciones con los que ocupan elevadas posiciones sin la
menor generosidad, con los ritos realizados sin respeto o con los funerales sin sentimiento
de duelo?” (III, 26)

Tenemos una naturaleza racional y buena, pero eso no garantiza que nos comportemos de
esa manera. Necesitamos cultivar nuestra naturaleza mediante la educación. Naturaleza y
educación forman al hombre superior (VI, 16). Su firme creencia en ese orden natural
ocasionaba su extrañeza ante las acciones contrarias a la razón:

“¿Quién puede salir por otro sitio que no sea la puerta? ¿Por qué será que los hombres no
andan a lo largo del verdadero camino?” (VI, 15)

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Confucio y sus discípulos tenían la firme creencia de que no podemos conocer al ser
humano sin conocer el cielo, es decir, la ley eterna inscrita en nuestra naturaleza racional.

Por lo anterior, es posible comprender porqué las enseñanzas de Confucio fueron


denominadas la “religión del lí” y, bien entendido, la filosofía de Confucio consiste en no
hacer nada contrario a los ritos (lí), el orden natural establecido (XII, 1). En ese sentido es
que también puede decirse conservador al pensamiento del maestro Kong, aunque mejor
es sostener -como sostiene Ware- que él jugó un rol conservador e innovador.
Conservador porque invitó a mantener las prácticas religiosas del viejo estado oficial,
trabajó para recuperar los libros antiguos, afirmó el culto a los antepasados. Innovador
porque les enseñó a sus discípulos la dignidad que tiene todo ser humano, que no puede
ser removida por ningún poder humano arbitrario (J. R. Ware. Introducción a The Sayings
of Confucius. New York: Mentor Books. 1955, p. 8. Doeblin también sostiene que la
enseñanza de Confucio es el orden y la estabilidad. The Living Thoughts of Confucius. New
York: Fawcett Publications. 1965.). Además, la necesidad de estabilidad es comprensible
en una sociedad que sufría constantes conflictos que no permitían tranquilidad necesaria
para prosperar. Este doble carácter del pensamiento confuciano ha permitido que algunos
relacionen el confucianismo con los derechos humanos, mientras otros con la justificación
de los gobiernos autoritarios y benévolos.

El Tao

El gran tema taoísta, el tao, también orientó el pensamiento de Confucio. El maestro decía
a sus discípulos: “Establece tu corazón en el Tao.” (VII, 6)

Pero mientras en Lao Tzu es una vuelta a la vida natural, para ser nutrido por el Tao
mismo, en Confucio es realizar un camino correcto para hacernos en una forma de vida
más alta, natural pero más elevada, debido al estudio, la sabiduría, las experiencias, las
normas morales y la práctica de las virtudes. Esa forma de vida más elevada requiere de
aprendizaje permanente. El uso del término tao está asociado con las prácticas correctas,
por lo tanto con una forma de vida correcta. Veamos el siguiente texto:

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“Un letrado puede tener su voluntad puesta en la práctica del buen Tao pero, si se
avergüenza de la mala ropa y de la mala comida, no será lo bastante bueno como para
discutir con él.” (IV, 9. Ver además IV, 5)

Es como decir que si alguien quiere seguir el buen Camino pero siente y hace otra cosa, en
realidad no ha avanzado nada. Claro que la voluntad debe dirigirse hacia el tao (VII, 6),
pero el tao sólo se realiza caminando. ¿Cuándo sabemos que el camino es el correcto? Es
ahí donde tenemos que reconocer su indesligable conexión con el ren y li. No hay modo
de realizar nuestra verdadera humanidad si nuestras acciones y nuestra forma de vida no
están orientadas por las normas, que a su vez tienen sentido por la finalidad última. La
perfección humana se hace en el camino, no por la simple creencia en un ideal. Por eso
sostiene que el “objetivo del hombre superior es el Camino” (XV, 31).

Y dado que la realización del rén está ligado al tao, llega a decir que quien habiendo
escuchado al tao en la mañana, puede morir tranquilamente en la tarde (IV,8). Tao,
Camino que hay que aprender viviendo, por lo tanto muy cercano (IX, 30). En palabras de
Granet, “En el pensamiento confuciano, el Tao-tö tiende a confundirse con un ideal de
perfección obtenido por la práctica de virtudes puramente humanas: son el jen y el yi,
virtudes que no pueden cultivarse más que al contacto con otros hombres y en una
sociedad más refinada” (Granet, Op. cit., p. 336). Es clara la relación del tao con las
prácticas y formas de vida cuando nos dice:

“Es el hombre el que ensancha el camino y no el camino el que ensancha al hombre.” (XV,
28)

Sin duda, también aquí encontramos diferencia con la forma de entender el Tao del
taoísmo. Lao Tzu y Chuang Tzu muy bien hubiesen sostenido lo contrario, es decir, que es
el Tao el que engrandece o ensancha la vida del hombre. Mientras que Confucio y sus
discípulos, al ligar el Tao a las prácticas humanas, sostuvieron que el Camino sólo
encuentra plenitud (se ensancha) cuando el hombre lo recorre.

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El hombre superior (junzi)

¿Qué resulta de esa interrelación de rén, lí y tao? No es otra cosa que un hombre superior.
Frente al clima social inestable en el que vivió Confucio, el filósofo encontró una salida a la
crisis moral de su tiempo proponiendo un ideal de ser humano, que él y sus discípulos
quisieron alcanzar para dar ejemplo al pueblo: junzi, traducido como “hombre superior”,
“hombre noble”, “caballero”, “sabio”, que si bien es cierto al principio hacía referencia a la
clase social, con Confucio hace referencia al hombre que ha realizado lo mejor de sí
mismo, que ha alcanzado su plenitud, que se distingue por su calidad intelectual y moral,
es decir, adquiere una connotación antropológica y ética.

El maestro chino propone pues un Hombre Superior o Gran Hombre, que sirviese como
modelo de hombre. No se trata de ser intencionalmente un ejemplo para otros, sino que
el hombre que trabaja por perfeccionar su ser no puede menos que influenciar en la
sociedad en la que vive. En el Lun yu compara al hombre superior gobernante con una
estrella polar (II,1), porque sus acciones virtuosas orientan a los que están a su alrededor.
En la obra de los discípulos, El Justo Medio, se llega a comparar al sabio gobernante con el
Cielo y la Tierra, porque sostiene la sociedad y establece principios y prácticas a seguir
(Zhong Yong, XXIX).

Por ser el ideal de ser humano, Confucio le dota de un amor por la sabiduría, que hay que
entenderla como el estudio de los principios de la recta razón (XVII,4). Este Hombre
Superior debe conocer todas las materias posibles: estudiar literatura, arte de hablar,
ritos, formas de comportamiento, música, tiro con arco, además del oráculo, etc. Sin
embargo, este hombre culto tenía el mismo déficit del ideal griego: no le interesó ni el
comercio ni la artesanía.

Una tercera característica de este ideal de hombre superior es que representa tanto un
hombre santo como un buen político gobernante. Nos dice al respecto Do-Dinh: “Del
mismo modo, la palabra que traducimos por santidad (cheng) hace alusión, no sólo al
cumplimiento interior, sino a una especie de potencia exterior mágica sobre los hombres y
las cosas. Se habla de los santos reyes, que aseguran no solamente el orden de la
sociedad, sino en el universo, los cuales no forman dos reinos separados”. (13) (Pierre Do-
Dinh. Op. cit., p. 114)

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El ideal de hombre realizado, podía quedar como propuesta teórica. Confucio y sus
discípulos se encaminaron conscientemente a ese ideal, lo cual implica esforzarse
constantemente en “autoperfeccionarse” (XIV, 45), trabajar su inteligencia, buscar la
verdad y seguir los principios de la recta razón. El primer deber que tiene el ser humano
consiste en perfeccionar su ser, realizarse a sí mismo. Así lo dice Confucio:

“Desde el emperador hasta el último vasallo, todos deben tener el cultivo de sí mismos
como fundamento, puesto que si lo principal está en desorden, lo que en ello se apoya no
puede estar ordenado. Trivializar lo importante y hacer de lo importante algo trivial es
absurdo.” (Ta-Hio. 7)

Confucio valoraba en el ser humano su virtud, tanto de su inteligencia como de su bondad


natural. Por eso no juzgaba a un hombre según las clases sociales, sino por el logro de esa
virtud. No es posible ser Hombre Superior por la clase social, sino por el cultivo del
carácter moral. El mismo acogió entre sus discípulos a gentes de distintos sectores
sociales, dando así un ejemplo como maestro y político.

El filósofo consideró que la mejor preparación para una vida buena y el servicio público
era lograr un estándar moral óptimo, lo cual estaba representado en el ideal de Hombre
Superior. Ser dueños de nosotros mismos siguiendo un camino ético: cultivar la sabiduría
y practicar las virtudes. Y es que no existe sabiduría perfecta sin la práctica de las virtudes
de la humanidad. El cultivo de nuestra naturaleza racional tiene que ir parejo al cultivo de
nuestra naturaleza moral, los dos componentes del rén o virtud de la humanidad.

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El pensamiento de Confucio gira alrededor de la educación, como fuente de virtud. Buena


parte de la filosofía de Confucio está dedicada a ofrecer cápsulas de sabiduría sobre la
manera de vivir provechosamente y de alcanzar la virtud.

Pregona principalmente 3 virtudes fundamentales:

1. BONDAD, que genera alegría y paz interior;


2. CIENCIA, que permite disipar las dudas;
3. VALENTÍA, que ahuyenta toda forma de miedo.

Para Confucio la filosofía seria básicamente el arte y capacidad para cuestionarse cómo
puede el hombre, en sociedad vivir en armonía. La pregunta que busca resolver el
maestro Kong es básicamente como encontrar el equilibrio social en que todos puedan
vivir en tranquilidad y paz. Mientras mucho abordan la filosofía desde un ámbito y
perspectiva individual, Confucio utiliza la sociedad y su conjunto para responderse las
preguntas del ser. El objetivo de la filosofía para el seria encontrar la manera de que todo
hombre que vive en una determinada sociedad pudiese alcanzar su fin último que es
según él, la felicidad.

Un gran elemento distintivo de lo que es por ejemplo el feudalismo, es que el menor debe
lealtad y respeto no así obediencia. Confucio cree en la autoridad y en los lideres sin
embargo este debe tener una serie de características que legitimen su autoridad. Confucio
no niega la posibilidad de rebelión frente a un gobierno abusador. Para Confucio vivir,
significa estar relacionado y la clave para poder alcanzar la vida plena, es vivir en
relaciones Jen. Jen: Para Confucio esto significa la relación ideal entre dos personas en que
ambas esten en armonía y su relación sea basada tanto en el respeto mutuo, el equilibrio
de relaciones (mayor a menor) y por sobre todo EMPATÍA

“Cuando tenía 15 años, puse mi corazón en el aprendizaje; a los 30, estaba firmemente
establecido; a los 40 no tenía más dudas; a los 50 sabía el designio del Cielo; a los 60
estaba dispuesto a escucharlo; a los 70 podía seguir lo que mi corazón me indicaba sin
transgredir lo que es correcto.”

Si nadie cree, ni respeta a las autoridades, según Confucio probablemente es que se a roto
la relación entre el gobernador y gobernado. Si el gobernador no es un ejemplo moral, no

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tiene una base argumentativa y ética de liderazgo y tampoco entre protección al pueblo,
entonces podemos entender fácilmente porque nos sorprendemos cada día del
comportamiento de ciertas personas dentro de la sociedad. Confucio gráfica esta relación
muy claramente en las Analectas "El gobierno es sinónimo de rectitud. Si el reyes recto,
¿cómo podría atreverse nadie a ser deshonesto?".

Sin duda hay un gran símil entre Confucio y otros grandes personajes del mundo
occidental que también no pueden ser obviados. Confucio tiene muchas similitudes con
Sócrates, no dejo legado escrito su mayor enseñanza a sido a través de una escuela una
forma de pensar transmitida oralmente. El deseo de cuestionarse y de establecer un
dialogo con otros sabios constituyen una de las mayores similitudes entre ambos filósofos.
Es también muy similar la relación que tiene el confucionismo con el cristianismo. Ambas
reinaron la manera de pensar de millones por mucho tiempo y lo siguen haciendo.
Entregan valores y una forma de pensar impregnada en sus seguidores que a veces sin
darse cuenta son el fiel reflejo de una cultura dominada por alguna de estas dos filosofías.

Cuarto Libro. Mencio.

Legado

Sus discípulos fueron recorriendo los Estados Combatientes y difundieron sus enseñanzas.
Las Analectas de Confucio es un libro de frases concisas que se atribuyen a Confucio y
registradas por sus discípulos.

Después de su muerte, dos filósofos fueron Mencio (371-289 a.C) y Xun Zi (c300-237 a.C).
Ellos introdujeron algunas ideas nuevas y conflictivas que no está registrado que Confucio
las enseñase a ellos.

Mencio se dice que es el escritor del texto confuciano llamado a Mencio, que es una
importante colección de diálogos filosóficos. Él pudo haber sido un discípulo del nieto de
Confucio. Una de sus enseñanzas básicas era que la naturaleza humana es básicamente
buena, pero necesita formación y entrenamiento, basa gran parte de su teoría filosófica
en este axioma. Esta variedad de la filosofía de Confucio fue más aceptada en épocas
posteriores y por neo-confucianos. Xun Zi enseñó que la naturaleza humana es mala, y es
la antítesis.

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Durante la dinastía Han y luego otra vez en la dinastía Song, las enseñanzas de Confucio
pasaron por períodos de codificación y reinterpretación y se mezclaron con el legalismo y
el budismo. Sus enseñanzas fueron la base para los exámenes imperiales que pusieron a
prueba los candidatos a cargos dirigentes en el conocimiento de los textos confucianos, la
alfabetización de la lengua clásica, la caligrafía y otros temas.

Durante la Era Song, una filosofía llamada Neo-Confucianismo surgió. La superación del
examen imperial requería que casi todos los gobernantes burocráticos necesitaran
conocer de memoria las obras clásicas de los Neo-confucianos que fueron escritas en el
difícil lenguaje literario clásico.

Los clásicos Neo-confucianos fueron cuatro Libros y los Cinco Clásicos que contenían la
filosofía política de Confucio y otros. Estos nueve libros fueron compilados y codificados
en la Era Song. Tradicionalmente, los Cinco Clásicos se cree que fueron escritos por
Confucio y los Cuatro Libros se cree que contienen material relacionado con la escuela
confuciana. Sin embargo, los eruditos modernos dudan de que cualquier material pueda
ser descrito sin duda como escrito por Confucio.

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