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– Por último, ¿Podremos reclamar al auditor de una empresa las pérdidas que hemos
sufrido por confiar en sus informes emitidos negligentemente? (cf. SSTS 9.10.2008
[RJ 2008\6042]; 14.10.2008 [RJ 2008\6913]; 5.3.2009 [RJ 2009\1631]).
La dudas podrían continuar respecto a la responsabilidad, por ejemplo, de la
empresa que hace unas obras que nos obligan a desviarnos de nuestro camino
habitual, o que dificultan el acceso a nuestro local abierto al público, o que nos hacen
levantar dos horas más temprano, o que nos hacen gastar el doble de gasolina en
nuestros desplazamientos, etc.
Para hacer frente a todas esas incertidumbres, el camino que parece más seguro a
primera vista es el alemán: hacemos una lista de intereses protegidos y el que no
esté en la lista no se tutela. La experiencia demuestra, sin embargo, que tarde o
temprano queda sin protección algún interés digno de haber sido tutelado y
entonces los tribunales –que en este sistema no están autorizados a añadir nuevos
supuestos a la lista– tienen que hacer equilibrios malabares, como demuestra la
tortuosa jurisprudencia que tuvo que dictar el Tribunal Supremo Federal alemán a
partir de los años 50 del siglo pasado para poder proteger los llamados "derechos
generales de la personalidad" y que el legislador aún no ha osado incorporar en el
lista en su reforma de 2002.
Tal vez, y quizás por esta razón, el DCFR hace primero un listado de “casos
particulares de daño jurídicamente relevante” (VI.-Sección 2 DCFR), donde
aprovecha para decir también cuál es el alcance de la tutela de estos intereses es
cada caso, es decir, qué daños –en el sentido de “daño consecuencia”– indemnizan.
Aparecen así en la lista "la lesión corporal y los daños que resulta de ella", "los daños
sufridos por terceros como consecuencia de la lesión o muerte de otra persona", "las
lesiones a la dignidad, libertad e intimidad", "el daño resultante de la comunicación
de información incorrecta sobre otra persona", el daño por la infracción de la
confidencialidad, de la propiedad y de la posesión, por la confianza en información o
consejo incorrectos, etc. (Cfr. arts. VI.-2: 201 (1) (a) y VI.-2: 201 a VI.-2: 211 DCFR).
Después, establece una cláusula general de cierre, diciendo que daño jurídicamente
relevante no es sólo el que aparece enumerado sino también el que resulta de la
violación de un derecho conferido por la ley (art. VI.-2: 101 (1) (b) DCFR) o de la
violación de un interés digno de tutela jurídica (violation of an interest worthy of legal
protection, art. VI.-2: 101 (1) (c) DCFR). En resumen: añade nuevos casos a la lista
tradicional y la deja abierta, pero no da ninguna orientación sobre cuándo habrá un
nuevo interés digno de tutela jurídica que, sin embargo, todavía no estaba protegido.
El sistema de los PETL, muy criticado desde la perspectiva germanista, parte de una
cláusula general 1, pero luego, en vez de hacer una enumeración, recurre a la técnica
del sistema móvil (o flexible) (bewegliches System) para rellenar esta cláusula
general. 2 Es decir, intenta dar criterios al operador jurídico –al juez,
fundamentalmente, que es quien al fin y al cabo tendrá la última palabra– para
1 “Art. 2:101. Daño resarcible: El daño requiere un perjuicio material o inmaterial a un interés jurídicamente
protegido”.
2 Vide para una introducción al tema, Bernhard A. Koch, Wilburg's Flexible System in a Nutshell, en: Helmut
Koziol/Barbara C. Steininger (ed.), European Tort Law 2001 (Tort and Insurance Law Yearbook 2002),
Wien/New York, Springer, 2002, p. 545-548.
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determinar si habrá un interés jurídico protegido que requiera la tutela aquiliana, y
por tanto, la entrada en juego de las acciones de responsabilidad extracontractual. 3
No parece adecuado adoptar una lista cerrada de intereses protegidos, ni tampoco
adoptar una lista extensa de supuestos particulares de intereses protegidos con una
cláusula general residual como hace el DCFR. No obstante, debería valorarse si para
dar contenido a la cláusula general pueden ser operativos en la práctica criterios
parecidos a los que emplean los PETL o, si como hacen los franceses, hay que
aprovechar la referencia a los intereses protegidos por aclarar algún caso polémico
(como, por ejemplo, se hace en relación con la “perte d'une chance” 4) o para
resolver algún problema de difícil encaje (como el relativo a las “gastos futuros” 5 o el
ya mencionado de los “gastos preventivos” 6).