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PATRÍSTICA

CONSULTAS Y SÍNTESIS DE CLASES

EDISON ESTEBAN DEJOY MONTILLA


TERCER SEMESTRE DE TEOLOGÍA | UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA
PATRÍSTICA

Patrología.

Se define patrología como la ciencia que estudia a los padres de la Iglesia, y estos
son aquellos autores Cristianos de la historia antigua que escribieron sobre temas
teológicos .En occidente, comprenderá a todos los autores hasta el siglo el siglo VII
con Gregorio Magno (604) o Isidoro de Sevilla (636) o algunos lo prolongarán hasta
Veda el venerable, y en oriente hasta mediados del siglo VIII Juan Damasceno
(749), pero es un dato significativo que estén en la época de los siete primeros
concilios ecuménicos. Aunque se ocupa con preferencia de los padres y doctores
de la Iglesia, quienes representan la doctrina tradicional, no deja de lado a los
escritores heterodoxos.

Como termino dentro de la rama de la teología es reciente y se usó por primera vez
en el siglo XVII por Juan Gerhard quien empleo la palabra patrología para llamar así
a una de sus obras. Pero el tratar temas teológicos dentro de la literatura cristiana
no es reciente, por el contrario, se encuentran a autores como Eusebio y San
Jerónimo, quienes desde su tiempo compusieron la primera literatura teológica
cristiana. Desde este punto se fue realizando una recopilación de la historia de la
literatura cristiana cada vez más vasta y precisa, como el catálogo de autores
eclesiásticos del escritor Ebed-jesu bar Berika, compuesto hacia el año 1318.

Con el humanismo se renovó el interés por la literatura cristiana y se lograron las


primeras grandes colecciones de textos patrísticos, una compuesta por el cardenal
Belarmino y las otras de los franceses Le nain de Tillemont y R. Ceillier. En el siglo
XIX con los nuevos descubrimientos de textos orientales la literatura patrística creció
aun más. Ya en el siglo XX la preocupación se ha centrado en la historia de las
ideas y los conceptos de la literatura cristiana y de la doctrina e los autores
eclesiásticos.

Patrística.

La patrística es todo el conjunto de escritos doctrinales de los padres de la Iglesia


de los primeros siglos del cristianismo, de quienes deriva su nombre, cuyo fin fue la
definición de una creencia (dogma) que unificara todas las distintas interpretaciones
del cristianismo y que produjera una única doctrina. El lenguaje filosófico fue
predominante con el fin de hacerla aceptable a las clases que pertenecían al mundo
grecorromano.

La patrística se ocupara sobre todo de la defensa del cristianismo o apología frente


a todas aquellas interpretaciones no ortodoxas que darán paso posteriormente a las
herejías.
Cristianismo antiguo.

El cristianismo antiguo nace con el anuncio que los discípulos hacen de la muerte y
resurrección de Jesucristo y como un grupo apocalíptico dentro del judaísmo, es
decir, el judeocristianismo. Los primeros cristianos que aparecen en el libro de los
Hechos de los Apóstoles eran judíos que habían aceptado el mensaje de cristo y
estaban bajo la guía de los discípulos. Con el tiempo y en especial con Pablo el
cristianismo se extendería a los gentiles.

Al final del primer siglo el cristianismo que en un principio no se diferenciaba


totalmente del judaísmo comenzó a ser reconocido como una religión diferente. Con
el desarrollo de los textos del Nuevo Testamento que iban siendo reconocidos como
escritura sagrada se estableció un nuevo pensamiento (teología) basada en Cristo
y con la cual la nueva Iglesia se guiaba.

En los siglos II y III se evidencia la persecución del cristianismo por parte del imperio
romano, pero poco más tarde con Constantino en el siglo IV lo vemos triunfante y
como la nueva religión imperial. Esto le confirió un nuevo compromiso político aparte
del religioso y debido a su expansión tan abrupta no logró salir bien librada de tintes
paganos del imperio que se fueron colando dentro de ella. Por lo anterior, muchos
autores Cristianos que en gran medida son conocidos como padres de la Iglesia se
dedicaron a establecer una doctrina ortodoxa que fuera fiel al primer anuncio de los
apóstoles. Como consecuencia se realizaran los concilios ecuménicos en los que
se definirán aquellos dogmas que la Iglesia tendrá por sana doctrina.

Así, como cristianismo antiguo se tendrá al periodo comprendido entre el primer


anuncio apostólico en el siglo primero, hasta aproximadamente el siglo VII, con el
cristianismo dentro del imperio Bizantino en la antigüedad tardía.

Los padres de la Iglesia.

Se considera como padres de la Iglesia a aquellos autores cristianos que tuvieron


una doctrina ortodoxa, santidad de vida, que han sido aprobados eclesiásticamente
y por su antigüedad. Todos los demás que no reúnen las anteriores condiciones son
considerados escritores eclesiásticos. Ser Doctor de la Iglesia tampoco es sinónimo
de ser padre de la Iglesia, pues a algunos de los primeros no son tan antiguos como
el título de padre requiere, sin embargo, existen padres de la Iglesia que también
son doctores, como es el caso de Ambrosio, jerónimo y Agustín, entre otros.

Los padres de la Iglesia tienen autoridad dentro de la Iglesia católica porque su


doctrina, lo que ellos enseñaban da testimonio de la fe que profesaban todos los
cristianos de su tiempo, ellos se consideraban los hijos de los apóstoles, y crearon
un lenguaje para hacer comprensible el mensaje que llevaban a un mundo que
desconocía el cristianismo. Su doctrina basada en las escrituras logró adquirir un
carácter universal y así se considera ahora una gran verdad y fuente de fe.

Por otro lado, remontando en la historia se encuentra que la palabra “Padre” en la


Biblia y en el antiguo cristianismo era aplicada a los maestros que eran
considerados padres de sus discípulos. En el cristianismo primitivo eran los obispos
quienes tenían el papel de enseñar, por lo que eran considerados padres, pero las
controversias que se generaron en el siglo IV motivaron a que este uso cambiara y
se desarrollara. La extensión de la palabra creció y fue aplicada también a aquellos
escritores eclesiásticos que eran reconocidos por la tradición de la Iglesia, como fue
el caso del ya mencionado San Agustina y Jerónimo.

Herejías patrísticas.

Entre las principales herejías antiguas se encuentran:

 Adopcionismo: se le atribuye a Pablo de Samosata en el siglo III y Fotino


de Sirmio en el siglo IV. Según esta herejía Jesús fue solamente un hombre
que fue adoptado por Dios en el momento del bautismo y así fue habitado
por el Verbo.
 Anhomeísmo: es un arrianismo radical del siglo IV sostenido por Aecio y
Eunomio. Según este, el Hijo no es semejante al padre, porque al ser
engendrado ha sido creado.
 Arrianismo: es la herejía de Arrio, en la que se niega la divinidad de Cristo
y se dice que Jesús es una creatura de Dios.
 Docetismo: es la doctrina en la que se afirma que la humanidad e Cristo es
aparente y que en el momento de la cruz fue sustituido por cualquier otro.
 Donatismo: un cisma creado por Donato en Cartago, en el que aseguraba
que los pecadores no podían ser miembros de la Iglesia y por tanto
rechazaba a todos los que habían fallado en el momento de la persecución.
 Gnosticismo: es el sistema que pondera la salvación por medio de la
“ciencia” revelada que solo es reservada para algunos. Profesan un dualismo
radical entre un mundo bueno que parte de Dios y uno malo que parte de la
materia.
 Iconoclasia: movimiento religioso que destruía las imágenes porque según
su pensamiento Dios no podía ser representado ni por una imagen ni por un
icono.
 Marcionismo: es la doctrina de Marción en la que opone al Dios del Antiguo
Testamento (demiurgo) con el Dios bueno del Nuevo Testamento revelado
por Cristo, y como consecuencia solo acepta el evangelio de Lucas y algunas
cartas de Pablo.
 Mesalianos: monjes de oriente del siglo IV que consideraban que la
salvación esta solo en la oración y en consecuencia no le dan importancia
alguna a la Iglesia y el Bautismo.
 Modalismo: es la herejía en la que las tres personas de la Trinidad no son
distintas, sino tres modos distintos de la acción del mismo Dios.
 Monofisismo: profesada por el monje de Constantinopla del siglo IV,
Eutiques, quien solo admite la naturaleza Divina de Cristo, siendo la humana
completamente absorbida por esta.
 Nestorianismo: atribuida a Nestorio, quien distingue la naturaleza humana
y divina de Cristo hasta tal punto que ve en el a dos personas.
 Pelagianismo: atribuida a Pelagio en el siglo IV. Según él, el hombre libre
del pecado original puede salvarse a sí mismo sin la necesidad de Cristo.
 Pneumatómicos: herejía del siglo IV que negaba la divinidad del Espíritu
Santo.
 Sabelianismo: doctrina herética de Sabelino en el siglo IV, que a semejanza
del modalismo no encuentra distinción entre el Padre y el Hijo.
 Subordinacionismo: toda teología que afirma que el Hijo es Inferior al Padre
y está subordinado a él. Entre ellas se encuentra el arrianismo.
 Teopasquismo: doctrina del siglo V que afirma la “muerte de Dios”. aplica el
sufrimiento en la carne a la naturaleza divina de toda la trinidad y no solo a
la persona del Hijo.

BIBLIOGRAFÍA

HAMMAN, Adalbert-G. para leer los padres de la Iglesia. Bilbao: Desclee de


Brouwer,2009.
QUASTEN, Joannes. PATROLOGÍA I. Hasta el concilio de Nicea (Sexta Edición
ed., Vol. I). Madrid, España: Biblioteca de autores crisitanos.
SOTOMAYOR, Manuel & FERNÁNDEZ, José. Historia del cristianismo I. El mundo
antiguo. Madrid: editorial Trotta, 2003.
TREVIJANO, Ramón. PATROLOGÍA. Madrid: Biblioteca de Autores
Cristianos,1994.
PATROLOGÍA
CLAUDIO MORESCHINI Y ENRICO NORELLI.

Esta obra se puede considerar una historia de la literatura cristiana producida en la


antigüedad grecolatina. Metodológicamente el punto de partida será el hecho
literario que se verá enriquecido con distintas referencias a la historia de la teología
y la historia de las instituciones.

Adentrándose un poco más en la literatura cristiana antigua se ve como esta no


cuenta con una lengua propia. Existen escritos en griego, latín, que son los más
comunes, pero además de estos se tiene el copto, el siriaco, el armenio, georgiano,
etíope, entre otros. Este libro se limitará a las dos lenguas clásicas.

Los cristianos se valieron de la lengua que se hablaba en su momento, y por esta


razón se verá como el griego y el latín influyen en el lenguaje bíblico aumentando
su léxico, gramática y sintaxis.

Ahora, para hablar de una historia de la literatura cristiana antigua es necesario


tener en cuenta aspectos lingüísticos. En un principio se encuentra una literatura
que se caracteriza por su tradición religiosa centrada en Jesús el Cristo. Sin
embargo, son distintas las formas en que se refieren a él, tanto por la misma
tradición como por las áreas geográficas y el cambio del tiempo, logrando
transformaciones profundas.

Los textos cristianos presentan diferentes imágenes de Jesús, de sus doctrinas, de


las comunidades que se remiten a él, e incluso del mismo Dios. Pero el criterio que
define la literatura cristiana antigua es el punto antes del triunfo social del
cristianismo, este será el límite de referencia para finalizar la antigüedad.

Conocer la esencia y particularidad de la fe religiosa permite ver más allá de la


superficialidad de los problemas. En efecto, ver las formas y modos literarios, poder
reconocer las coincidencias que existe entre el escrito cristiano antiguo y las lenguas
clásicas da pie para comprender como las lenguas se van transformando y
adaptando al nuevo contexto espiritual.

En este tema de la literatura cristiana antigua es aconsejable seguir la evolución de


las formas y géneros, teniendo en cuenta la exigencia de comunicación de las
comunidades, como su entorno, las áreas geográficas y culturales, esto permitirá
comprender como el lenguaje utilizado se va adaptando, tomando nuevos
significados y recibiendo un nuevo léxico que lo alimente.
Para finalizar, este tratado no está organizado en la distinción entre
neotestamentarios, apócrifos, heréticos, etc. sino que toma todo en conjunto en
tanto se encuentre dentro de la época antigua e la literatura cristiana.

 Los autores dejan en claro que el enfoque del escrito es literario y proponen
como límite de la antigüedad el siglo VI con exegetas griegos menores.

BIBLIOGRAFÍA

MORESCHINI , Claudio, & NORELLI, Enrico. PATROLOGÍA. Manual de la


literatura cristiana griega y latina . Salamanca : Ediciones sígueme,2009.

PATROLOGÍA
JOHANNES QUASTEN

Se entiende como patrología a aquella parte de historia de la literatura cristiana que


trata de los autores de la antigüedad que escribieron sobre temas teológicos.
Aunque se ocupa preferentemente de los llamados “Padres de la Iglesia” no deja de
lado a los escritores heterodoxos. Se tendrá como autores antiguos a todos los que
van hasta Gregorio Magno (604) o Isidoro de Sevilla en Occidente, y hasta Juan
Damasceno (749) en Oriente.

Como rama de la teología el nombre es reciente y el primero en usar la palabra


patrología fue Juan Gerhard en 1653. Sin embargo, la idea de una historia de la
literatura cristiana antigua en la que predomine el punto de vista teológico es antigua
y comenzó con Eusebio. Él hace una enumeración de todos los escritores y escritos
que conoce y cita pasajes de la mayor parte de ellos. Pero fue San Jerónimo el
primero en componer una historia de la literatura teológica cristiana como tal. En su
libro “Dei veris illustribus” responde a los paganos que se burlaban de la
mediocridad intelectual de los cristianos enumerando a los escritores que han
honrado esta literatura.

Después de otros cuantos aportes no hubo ningún otro intento nuevo hasta finales
del siglo XI. Fue el cronista benedictino Sigiberto Gembloux (1112) intentó poner al
día la historia de la literatura Cristiana. En Oriente, es Focio quien recolecta una
gran fuente de datos de casi 280 obras entre paganas y cristianas.

Con el humanismo se dio origen a un periodo renovado de la literatura cristiana


antigua. Gracias al interés que tomó la iglesia con respecto al tema y las decisiones
a las que se llegó en el concilio de Trento, fueron escritas las primeras grandes
colecciones de textos patrísticos que aparecieron en los siglos XVI y XVII. En el
siglo XIX, este campo se amplió aún más por los nuevos descubrimientos, sobre
todo de textos orientales y se vio la necesidad de nuevas ediciones críticas. Ya en
el siglo XX la preocupación se ha centrado sobre todo en la historia de las ideas,
conceptos y términos de la literatura cristiana y de la doctrina de los autores
eclesiásticos.

Los “Padres de la Iglesia”.

Se suele llamar “Padres de la Iglesia” a los primeros escritores cristianos. En la


antigüedad la palabra “Padre” era aplicada al maestro que impartía enseñanza a los
alumnos, por esta razón el título de padre fue aplicado en primer lugar a los obispos
quienes tenían el oficio de enseñar. Después, el uso de la palabra se extendió a los
escritores eclesiásticos, siempre y cuando fueran reconocidos como representantes
de la tradición de la Iglesia. En el día de hoy se considera “Padre de la Iglesia”
solamente a lo que reúnen las condiciones de ortodoxia de doctrina, santidad de
vida, aprobación eclesiástica y antigüedad. Todos los demás escritores son
conocidos como escritores eclesiásticos.

Ser “Doctor de la Iglesia” no es lo mismo que ser Padre, ya que algunos de los
Doctores no cumplen el requisito de antigüedad, pero en cambio tiene los requisitos
de: erudito eminente y declaración expresa de la Iglesia.

La autoridad de los Padres de la Iglesia brota de la doctrina que tienen sus escritos
ya que para la iglesia la Tradición es fuente de fe. Cuando estos autores hablan de
doctrinas lo hacen de las universalmente admitidas.

Las enseñanzas de los Padres han contribuido en gran medida al desarrollo de la


doctrina de la Iglesia y jugaron un papel importante en las controversias que darían
paso a la definición de los dogmas.

Analizando el punto de vista lingüístico se tiene que el cristianismo fue un


movimiento griego hasta finales del siglo II, por esta razón el griego debe
considerarse como la lengua original de la literatura patrística. En Oriente esta
lengua sería suplantada parcialmente por el siriaco, el copto y el armenio; y en
Occidente, completamente por el latín. Cabe resaltar que ni los autores del Nuevo
Testamento ni los padres griegos escribieron en griego clásico, sino que lo hicieron
en la koiné, que se puede definir como una mezcla del lenguaje clásico y del
lenguaje popular, que llegó al ser la lengua del mundo helénico desde el siglo III
antes de Cristo hasta el fin de la antigüedad cristiana a principios del siglo VI
después de Cristo.

 El autor quiere dar a su escrito un enfoque teológico utilizando los escritos y


sus contextos para poderla entender. Su objetivo es comprender las
creencias de los primeros cristianos y así lo deja entender a los largo de la
introducción. En cuanto al límite del fin de la antigüedad cristiana coloca dos
puntos, al inicio de la introducción dirá que va hasta el siglo VII en Occidente
y VIII en Oriente, con respecto a los últimos autores de lugar; y al final de la
introducción dirá que la antigüedad cristiana irá hasta principios del siglo VI.
BIBLIOGRAFÍA

QUASTEN , Johannes. PATROLOGÍA I. Hasta el concilio de Nicea (Sexta Edición


ed., Vol. I). Madrid, España: Biblioteca de autores crisitanos.

PATROLOGÍA
DOMINGO RAMOS – LISSÓN

Patrología es la ciencia que estudia a los Padres de la Iglesia. Se deriva de la


etimología de dos palabras griegas: patér (padre) y logós (ciencia). Esta se distingue
de la patrística que trata del pensamiento teológico de los padres, y la literatura
cristiana antigua que es una disciplina no teológica y más bien literaria.

Este manual es propiamente patrológico aunque tiene aspectos de la patrística.

Concepto de “Padre de la Iglesia”.

Como primera significación de “Padre” se encuentra el ser dador de vida y cabeza


de familia. Con el paso del tiempo su significado se extendió hacia quienes ejercen
la formación intelectual y espiritual, por lo que se encuentra aplicado este término
en el primer siglo a los Apóstoles y los Obispos. Pero se llamará propiamente Padre
de la Iglesia a aquel escritor eclesiástico que cumple los siguientes requisitos: tener
una doctrina ortodoxa fiel a la Iglesia, tener reconocimiento de santidad de vida,
tener aprobación eclesiástica, y por último, una antigüedad reconocida que esté
dentro del siglo I hasta mediados del VIII de la era cristiana.

Por otro lado, es importante recalcar la importancia de los Padres dentro de la


teología pues estos son considerados los hijos de los apóstoles y su doctrina es fiel
a la vivencia de fe que tenían las primeras comunidades cristianas.

Es conveniente distinguir a los “Padres de la Iglesia” de los “Doctores de la Iglesia”


para evitar confusiones terminológicas. Doctor es un título dado por la Iglesia a
todos aquellos hombres y mujeres que se han distinguido por su doctrina ilustre, sin
importar la época. Por lo anterior, es frecuente encontrar Padres de la Iglesia que
también son Doctores, pero no todo Doctor es Padre.

Con respecto a la autoridad de los padres se la debe considerar en doble ámbito:


primero como testigos de la tradición, y segundo por su aporte a una opción
teológica determinada.
Los Padres como modelos de inculturación cristiana.

Los padres tenían la firme convicción que la enseñanza cristiana contiene un núcleo
de verdades reveladas que constituyen la norma para juzgar la sabiduría humana y
distinguirla del error. Esto explica por qué algunos padres rechazaron algunas
sabidurías paganas, sin querer decir con esto que no tomaran de pensadores
filosóficos muchos conceptos que no contradicen la fe. Así, el proceso de
inculturación se desarrolla en un doble proceso: la asimilación de muchos aportes
filosóficos grecolatinos que fueran compatibles con la fe cristiana, y la
desasimilación de los errores de aquellas filosofías que eran incompatibles, como
resultado, muchos términos fueron introducidos a la teología y han servido para
plasmar algunas formulaciones dogmáticas.

Los Padres y la finalidad espiritual de la teología.

Su enseñanza deja traslucir una grana familiaridad con Dios, una profunda
experiencia del misterio de Cristo y de la Iglesia, por lo que su teología fue ese
esfuerzo intelectual por comprender su fe. Su vida además tiene comportamiento
de orden moral, de manera que, es guía para alcanzar una rica vida espiritual. Por
consiguiente, entrar en contacto con la vida y obra de los Padres es una herramienta
que facilita a los cristianos de nuestro tiempo el acceso a una valiosa metodóloga
teológica, pero además de esto le posibilita alcanzar metas muy ricas en vida
espiritual.

Sobre la historia de la patrología se dirá que como tal se empezará a estudiar desde
el siglo XIX en adelante, tiempo en el que esta disciplina académica logrará grandes
e importantes realizaciones, como la creación de cátedras de patrología en algunas
universidades europeas y la preocupación de la Iglesia por crear centros de
formación e investigación patrística, y no se puede pasar por alto que fue el Concilio
Vaticano II quien dio un nuevo impulso a esta disciplina, dándole gran importancia
dentro de la formación de los seminarios y otorgando una metodología practica para
su estudio a través de la Congragación para la Educación Católica.

 Se logra percibir como el autor pretende dar un enfoque teológico a su


obra puesto que quiere prestar mayor atención a la doctrina y
espiritualidad de los Padres que a la misma biografía. En cuanto al límite
de la época patrística para este autor será mediados del siglo VIII.

BIBLIOGRAFÍA

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.
MANUAL DE PATROLOGÍA
HUBERTUS R. DROBNER.

El concepto de patrología proviene de dos palabras griegas: patér que significa


padre, y logós que significa doctrina. Por lo tanto, etimológicamente significaría
doctrina de los Padres.

El título de Padre que la Iglesia concede a algunos ilustres cristianos de la época


antigua, tiene antecedentes que con el tiempo han ido evolucionando hasta llegar a
la concepción que se tiene de este ahora. La primera significación es la de ser
procreador y cabeza de familia, aquel que es maestro sobre todo en la fe. En el
pensamiento veterotestamentario se le llamaba Padre al patriarca depositario de la
promesa. Este concepto se extendió para llamar Padre a aquellos maestros
intelectuales y espirituales, aquí encontramos a los Apóstoles y los obispos.
Posteriormente, hasta a partir del siglo V, se extendió este título a los sacerdotes y
diáconos.

Ahora bien, el concepto de “Padre de la Iglesia” subraya un aspecto complejo de la


concepción de padre. Por un lado presenta al obispo que es transmisor garante de
la fe verdadera en comunión con la Iglesia, es el maestro fiable al que se puede
recurrir, teniendo así autoridad en lo que dice. También se atiene a las Sagradas
Escrituras y como regla de tal fe. Por su importancia como testigos privilegiados de
la tradición viva de la Iglesia, los padres son definidos bajo cuatro criterios: una
doctrina ortodoxa, santidad de vida considera ejemplar por el pueblo fiel, la
aprobación eclesial, y la antigüedad eclesiástica.

Los Doctores de la Iglesia se destacan y son honrados por su extraordinaria


importancia como transmisores sobresalientes de la fe y la doctrina de la Iglesia.
Aquí entran los escritores cristianos sin la restricción de la antigüedad, y con esto
se entiende por que existen Padres de la Iglesia que también son Doctores. Por otra
parte, todos aquellos cristianos antiguos que no cumplen uno o varios de los
anteriores criterios pero que pertenecen a la Iglesia católica son denominados
“escritores eclesiásticos”.

La restricción de la antigüedad ha creado gran controversia, pero este manual como


otros delimitan el cierre, en Occidente con Isidoro de Sevilla (636) y en Oriente con
Juan Damasco (750).

En el trascurso de la historia también tres designaciones distintas que es necesario


tener calaras: patrología, patrística y literatura cristiana antigua. Por patrología se
entenderá a las obras y vidas de los Padres de la Iglesia primitiva en el sentido
histórico y literario. La patrística, por su lado, tratará el pensamiento teológico de los
Padres teniendo en cuenta la doctrina y la dogmática. Y por último, la literatura
cristiana antigua es aquella disciplina no teológica que estudia los aspectos
estilísticos y filológicos de los escritos cristianos antiguos. Pero en general, hoy se
utilizan estos términos de un modo más o menos indiferenciado. Esta obra solo
utilizará los términos patrística y patrología.

 El autor delimitará la época patrística desde el siglo I hasta mediados del


VIII, y se puede decir que su preocupación y la forma como abordará su
estudio será desde el punto de vista histórico, tal como lo expresa el
término, patrología, porque se tomará a los autores cristianos tomando en
cuenta su vida, su contexto y su pensamiento desde la historia.

BIBLIOGRAFÍA

DROBNER, Hubertus R. Manual de Patrología . Herder: Barcelona, 1999. p. 614.


ISBN: 84-254-2022-9.
LOS APÓCRIFOS BÍBLICOS
HUBERTUS R. DROBNER

INTRODUCCIÓN: LA FORMACIÓN DEL CANON BÍBLICO.

Nuevo Testamento: El canon de la Iglesia reconoce 27 escritos de la literatura


cristiana antigua como las obras que conforman el Nuevo Testamento, pero para
llegar hasta este punto fueron necesarios algunos siglos. Los primeros cinco siglos
produjeron una gran cantidad obras cuya intensión fue fijar por escrito la auténtica
doctrina de Cristo. No todos los escritos que aparecieron tenían la misma calidad y
fiabilidad por lo que las primeras comunidades cristianas reconocieron solo algunos
de estos como Sagradas Escrituras. Pero sería solo hasta el siglo II donde se haría
un primer consenso que según la tradición fijaría el canon del Nuevo Testamento.

Posteriormente, debido a que corrientes gnósticas comenzaron a escribir y venerar


libros como si fuesen sagrados y colocándolos bajo la autoridad apostólica, forzó a
la Iglesia a dejar fijos y claros aquellos escritos que contenían la verdad autentica
de la fe y, por lo tanto, podían ser venerados oficialmente. Uno de los testimonios
más antiguos del canon lo da Ludovico Muratori antes de 1740, que descubrió una
lista realizada alrededor de laño 200 en roma y que contiene 22 de los 27 libros de
los que están contemplados actualmente. Pero será en el año 367 y gracias a la
trigésimo novena carta pascual de Atanasio donde se encuentre la forma definitiva
del canon.

Ahora bien, todas las obras restantes que por su forma, título y contenido, pudiesen
tener la misma autoridad con relación a los libros del Nuevo Testamento pero no
pertenecen al canon la Iglesia les llamará “apócrifos”. Este término fue tomado de
la gnosis y las religiones esotéricas de la antigüedad, su significado es “secreto”
porque solo algunos miembros privilegiados de tales organizaciones podían tener
el conocimiento que se encontraba en esos escritos, pero la Iglesia utilizará este
término para combatir a la gnosis y tomará el sentido de “falso, herético, o
reprochable”. Desde un punto de vista objetivo, los libros considerados apócrifos
contienen fundamentos teológicos y espirituales íntegros, y para la patrología serán
importantes para su estudio.

Los libros que nacerían después de la fijación del canon tendrán una intensión
distinta a lo que fueron escritos anteriormente. Estos según su contenido y forma se
pueden dividir en tres grupos: libros sobre los evangelios y hechos de los apóstoles,
que quieren llenar las lagunas que se presentan en los canónicos; las obras que
quieren legitimar opiniones doctrinales diferentes y rivalizan con los canónicos; y
finalmente, un grupo de escritos tardíos que pretende resolver los problemas
teológicos y apologéticos actuales.

Para Schnemelcher los apócrifos neotestamentarios son escritos que nacieron en


los primeros siglos de la historia de la Iglesia y se caracterizan porque quieren tener
el mismo rango que los evangelios que son catalogados como canónicos o de algún
modo quieren complementar dichos textos. Así se encuentran las cartas
pseudoepigráficas, los distintos hechos de los apóstoles, y los apocalipsis.

Antiguo Testamento: El canon hebreo se fijó a finales del siglo I, un tiempo en el


que seguía distanciándose el cristianismo del judaísmo. Los cristianos del siglo II
utilizaban como texto del Antiguo Testamenta la traducción griega de la
“Septuaginta” que a raíz de que el canon hebreo aún no se encontraba cerrado
contiene una serie de libros que se conocen con el nombre de deuterocanónicos.
Los protestantes llaman a estos, libros apócrifos por no encontrarse en lengua
hebrea sino en griego.

EVANGELIOS.

Género literario: Se definen al igual que los evangelios canónicos, por su forma y
contenido. Aunque el término como tal significa sólo mensaje, con el pasar del
tiempo se comenzó a llamar así a todos los libros que contenían el mensaje. Como
tal no existe un género exclusivo que se llame evangelios apócrifos, porque todos
los libros que se encuentran bajo el nombre “evangelio” contienen la vida y obra de
Jesús. Sin embargo, bajo algunos criterios se pueden encontrar: los más cercanos
a los tres sinópticos, los evangelios judeocristianos, los evangelios heterodoxos, y
lo que tienen por intensión complementar los evangelios canónicos.

La mayoría de estos textos tienen por temas la prehistoria del nacimiento de Jesús
y su infancia, pero ninguno de los evangelios sobrepasa la barrera de los doce años
de Jesús. Los que por su parte, pretende completar la historia de la paseo son muy
pocos, porque los evangelios canónicos hablan de este hecho con mucho detalle.
También están los quieren completar la información de las instrucciones de Jesús
a sus discípulos después de la resurrección, y por último, se encuentran unos
fragmentos que se escapan de toda clasificación.

El protoevangelio de Santiago: Pertenece al grupo de los evangelios de la infancia


de Jesús. Fue redactado en la segunda mitad del siglo II y fue rechazado como
apócrifo por la Iglesia occidental través del Decretum gelasianum. La obra se divide
en tres partes y narra la ascendencia, nacimiento y la infancia de María hasta que
concibe a Jesús. En cuento a su forma literaria se encuentra que es una colección
de leyendas personales que se encuentran inspiradas en modelos
veterotestamentarios como el nacimiento de Samuel y Sansón.

El evangelio copto de Tomás: Se encuentra completo en el Códice II/2 de Nag


Hammadi en su versión copta. Consta de 114 dichos del Señor en distintos tipos
literarios, donde la mitad concuerdan con los evangelios sinópticos. Su importancia
reside en que se trata de una colección de dichos, gracias a los cuales la fuente Q
corroboraría la existencia de este género.

Epistula apostolorum: Pertenece al género de las conversaciones de Jesús


resucitado con sus discípulos. En esta se defiende la verdadera divinidad de Cristo,
la verdad de su encarnación y resurrección, así como su descenso al Hades para
redimir a los justos de la Antigua Alianza. Desde el punto de vista literario, se trata
de un compuesto entre relato evangélico y carta, por otra parte contiene el
testimonio más antiguo que existe de la celebración de la pascua cristiana y de la
parusía del Señor.

Evangelio de Nicodemo: Consta de dos partes: las actas de Pilato y el descenso


de Cristo al infierno, por lo que forma parte de los evangelios que completan ña
historia de la pasión de Jesús. La redacción final de la obra es del 425 aunque se
compone de material más antiguo. En el plano teológico pretende defender el
nacimiento virginal de Jesús, su poder divino y su inocencia. La presentación de la
bajada de Cristo al Hades fue transmitida en toda la Edad Media hasta la Moderna.

HECHOS APÓCRIFOS DE LOS APÓSTOLES.

Género literario: En su mayoría están conservados en forma fragmentaria. Datan


del siglo II y III, y todos tienen por tema común la persona, vida y doctrina de uno o
varios de los apóstoles. Hasta la actualidad no ha sido posible definir un género
común para todos porque sus estilos son muy diversos, pero con probabilidad
pueden ser catalogados dentro del ámbito de la antigua novela.

los Hechos de Pedro: Son los Hechos apócrifos más antiguos que se conservan,
fueron escritos aproximadamente entre los años 180 y 190 en Asia Menor o en
Roma. Se divide en tres partes. La primera parte, se desarrolla en Jerusalén; la
segunda parte habla del viaje de pedro a Roma por orden directa de Dios; y en la
parte final se describe su martirio, de donde se tiene la tradición de mostrar la
crucifixión de pedro pero con la cabeza hacia abajo. En el plano literario, el escrito
pretende mostrar los milagros de Pedro como crédito de la fuerza de dios que es
superior al mal.

Los Hechos de Pablo: Fueron escritos entre los años 185 y 195 por un presbítero
del Asia Menor y en este escrito se narran los viajes de Pablo. Como la mayoría de
los Hechos este se encuentra incompleto, pero partiendo de las piezas que se
tienen, Schneemelcher, reconstruyó la historia original en la medida de las
posibilidades. El autor pretende con la obra entretener y edificar a la comunidad,
tomando como temas principales la resurrección y la continencia. Aquí se encuentra
una estrecha relación evangélica entre Pablo y la virgen tecla.

LAS CARTAS.

Género literario: No son un número grande y tampoco resultan de gran importancia


para la teología ni para la literatura antigua. Todas están dentro de la literatura
epistolar de ficción y en muchos casos se encuentran dentro de obras mayores.
Carta de Bernabé: Se suele encasillar esta carta entre los “Padres Apostólicos”
pero <Eusebio y Jerónimo la colocaron dentro de los apócrifos. Su género está
dentro del marco de las epístolas pero de una manera incompleta pues falta el
nombre del remitente, del destinatario y el motivo de la carta. Aunque el autor nunca
menciona su nombre, la tradición se la ha atribuido a Bernabé, compañero de Pablo,
pero lo más probable es que Bernabé haya muerto antes de que la carta fuera
escrita. Según Wengst, esta fue redactada entre los años 130 y 132 en Alejandría,
hoy se sostiene que fue en el Asia menor. Su importancia teológica radica en ver el
Antiguo Testamento como como una profecía referida Cristo y al modo de vida
cristiano aunque de una forma radical.

APOCALIPSIS.

Género literario: El género como tal proviene del judaísmo. Las apocalipsis
cristianas imitan las formas judías dándoles un contenido de la propia escatología.
Los elementos estilísticos comunes son: estar bajo el seudónimo de un hombre
importante del pasado para conferir autoridad a la obra; el mensaje es recibido en
forma de visión en estado de éxtasis o sueños, y son referidas todas al tiempo final;
todas las visiones aparecen en forma de imágenes; y todas tiene como finalidad
fortalecer y guiar al creyente para que superé las dificultades.

Las apocalipsis cristianas nacen a partir del siglo II y el tema central es la explicación
del retraso de la parusía. En el siglo IV, el interés se desplaza a describir el cielo y
el infierno con el fin de fortalecer la moral de los cristianos. Entre los apocalipsis
más importantes se encuentran en el Pedro, el de Pablo, el de Tomás y la
“ascensión de Isaías”.

El Pastor de Hermas: fue el escrito más apreciado en los primeros siglos del
Cristianismo, en algunos lugares fue tenido como canónico. El autor pequeño
comerciante liberto llamado Hermas cuyo nacimiento está entre los años 130 y 140.
El nombre “pastor” hace referencia a la segunda persona más importante dentro del
escrito. La obra se divide en cinco visiones, doce mandamientos y diez semejanzas.
Su forma literaria es un apocalipsis que sigue la tradición judía, pero que sin
embargo tiene modelos romanos de literatura hermética. La importancia del escrito
reside en su doctrina sobre la penitencia, anunciando la posibilidad de un único
perdón de los pecados después del bautismo. Posteriormente la historia de la Iglesia
mostrará como tal penitencia que era pública podía tener renuncias severas o
aplazarse hasta el final de la vida. Será a partir del siglo V cuando los irlandeses
comenzaran la evolución hacia una penitencia privada y repetida de modo ilimitado.

Los Sibilinos Cristianos: son una forma específica de escritura apocalíptica, cuyo
origen se remonta al siglo VII antes de Cristo. Sibila fue una profetisa mítica de edad
supra humana de origen oriental. Sus oráculos circularon por Grecia cuyo contenido
eran amenazas de desgracias y el anuncio de un nuevo reino que vendría después
de la liberación de la opresión actual. Estos oráculos apuntan a la propaganda y a
la defensa, y será después del siglo II que los cristianos tomaran este género
literario que les era propicio para la lucha y la autoafirmación frente al exterior.
La colección de Oráculos Sibilinos de 12 libros que se conoce nació en el año 180
antes de Cristo y se extendió hasta el siglo III de la era cristiana. Aquí se encuentra
el famoso acróstico ΙΧΘΥΣ, que será encontrará citado por el emperador
Constantino y San Agustín. Muchos de los Padre de la Iglesia citarán los Oráculos
Sibilinos, cuya influencia ira hasta la Edad Media.

BIBLIOGRAFÍA

DROBNER, Hubertus R. Manual de Patrología. Herder: Barcelona, 1999. ISBN 84-


254-2022-9.

PADRES APOSTÓLICOS
CLEMENTE DE ROMA A LOS CORINTIOS

Clemente inicia con el saludo desde Roma a la Iglesia de Corinto. Inmediatamente


expone que el motivo del escrito se debe a las disputas y sediciones que se han
generado dentro de la comunidad debido a desviaciones por parte de algunos en
temas de la fe. Reprocha que por este motivo una comunidad que ha sido firme y
motivo de ejemplo sea ahora motivo de división y conflicto.

El problema se presenta por motivos de poder pues olvidados de la humildad y la


sencillez, ahora algunos buscan la sumisión de los otros y buscan algún tipo de
beneficio por el servir. Se ha producido un cisma y donde algunos ya no tienen el
deseo de hacer el bien y no transgredir al prójimo. A continuación clemente recuerda
la gloria prosperidad de la que gozaba esta comunidad y como a raíz de esto
entraron los celos, la envidia la discordia, las divisiones y la guerra, colocando a
unos contra otros. Ya no caminan tras los pasos de Cristo, sino de sus propios
vicios. Ayudado de las Escrituras expone ejemplos de cómo los hombres han
ofendido a Dios a causa de los celos que han derribado grandes ciudades y
desarraigado grandes naciones.

Dejar los pensamientos vanos y ociosos, y volver a la vida agradable y aceptable a


Cristo, mostrando arrepentimiento es la vía que devuelve al hombre al camino de la
salvación. Así lo ha mostrado Dios con Noé y Jonás. Ser obedientes a la voluntad
divina alcanza la misericordia y gracia de Dios, y así indica el ejemplo que han
dejado todos aquellos que han sido fieles como Abrahán quien recibió la promesa
de la alianza. Por eso, el humilde que ha dejado de lado la arrogancia y el
engreimiento, y ha buscado la justicia de Dios obtendrá la misericordia y el perdón,
porque solo se recibe de aquello que se da.

Continuar con los celos y seguir aquellos que los promueven trae consigo un gran
peligro, muchas contiendas y divisiones. Pero según esta escrito solo los inocentes
habitaran la tierra mientras que los transgresores serán cortados. Solo quienes
practican la paz tendrán gozo eterno.

Clemente continúa diciendo que el Señor está del lado de los humildes de corazón
a quienes protege de todos aquellos que viven en la arrogancia y en el orgullo,
porque el mismo cuando se hizo hombre dejó el ejemplo de tal humildad,
entregando su vida para la salvación. Así mismo, muchos siguiéndolo consiguieron
buen nombre y fueron constructores de paz. Por eso, exhorta a todos a volverse al
Señor, creador de todo, conocedor de todo, quien lee cada corazón y sus deseos,
para que así siendo justos sean librados de la angustia y el dolor que le espera al
que ha pecado.

Con la resurrección explica como la luz sale victoria después de la sombra y como
solo la buena semilla que dio fruto no será extirpada, de modo que, todo aquel que
quiera vivir en la plenitud de Cristo debe acogerse a él en obediencia y humildad.
Arrogancia y la audacia son para los que son malditos de Dios; pero la paciencia y
la humildad y la bondad convienen a los que son benditos de Dios, y todo bendito
es justificado y colmado con grandes dones.

Abandonar el amor es dejar de hacer el bien, y Dios por medio de la creación enseña
que los justos gozan con su vida haciendo cosas buenas con toda su fuerza, así
como el creador no descansa de favorecer todo lo que Él creó. Cumplir su voluntad
es obrar como ÉL y ser celoso en el buen hacer porque de Él son todas las cosas
y su paga corresponde al trabajo que se ha hecho. Por el contrario, el inicuo, el
avaro, el engañoso, el que murmura y el arrogante es aborrecido por Dios y si no
se arrepiente no gozará de la salvación.

La salvación solo se obtiene por Jesucristo, adhiriéndose a él y por tal motivo todos
deben estar atentos y vigilantes en sus mandatos, sabiendo que todos son
necesarios grandes y pequeños, sometiéndose los unos a los otros, porque a
semejanza del cuerpo todos son necesarios, tanto el pie como la cabeza, y ninguna
parte se salva por sí sola sino toco el cuerpo en conjunto. Los necios e ignorantes
son aquellos que perecerán porque desprecian al otro y no poseen la sabiduría de
aquel que se supo acoger a Dios y cumplió su voluntad.
Jesucristo enviado de Dios y cumpliendo su voluntad dio el evangelio a sus
apóstoles y estos a su vez guiados por la seguridad del Espíritu Santo designaron
a algunos de los que creyeron la predicación para que fuesen obispos y otros
diáconos. Pero estos sabiendo que por tales nombramientos se crearían disputas
aprobaron que quienes los sucedieran en el servicio fueran hombres de buena
reputación, con consentimiento de toda la Iglesia, humildes, pacíficos y modestos
de corazón asegurándose de esta manera que no existieran disputas por el poder.
.
Los que se adhieren a los santos serán santificados, porque sufriendo con
paciencia, conciencia y vida intachable heredarán la gloria y el honor para siempre.

Clemente dice a los Corintos que es motivo es vergüenza e indignidad que por
causa de algunos pocos se comience un alzamiento contra los presbíteros y sobre
todo en una Iglesia tan firme como esta lo era, motivo de orgullo por su gran
conducta, por esto pide que abandonen pronto tal conducta y se vuelvan a Dios
para que su dignidad sea restaurada y vuelva el amor y la justicia entre hermanos.
El que ama a cristo debe cumplir sus mandatos, sobre todo el amor que es lo que
une a la persona con Dios, esto los hace perfectos y agradables a su presencia.

Con respecto a las transgresiones cometidas por la cizaña engañosa del adversario
pueden ser perdonadas si se pide perdón, porque el arrepentimiento es la base de
la esperanza de aquellos que andan en el temor de Dios y prefieren ser los
transgredidos antes que endurecer el corazón. El Señor, no tiene necesidad de
nada, Él no desea nada de hombre alguno, sino que se confiese su Nombre. Pero
no se debe dejar de interceder por aquellos que cometen alguna transgresión para
que se les conceda la mansedumbre y la humildad y así se sometan a la voluntad
de Dios.

Finaliza el escrito haciendo una oración pidiendo por los transgresores y para que
la Iglesia de Corinto vuelva a la voluntad de Dios y aclara que ha dejado muchos
elementos útiles para poder llevar una vida virtuosa en santidad, justicia, paz y
verdad

Organización eclesial.

El texto no es muy claro mostrando la organización de la Iglesia en la época, pero


se puede notar la existencia de los Obispos y los presbíteros, una sucesión
apostólica fiel a la doctrina de Cristo. También se puede decir que las iglesias se
comunican entre ellas y que internamente comienzas las disputas por poder. En
cuanto a las celebraciones no se encuentra nada concreto pero si se puede decir
que las comunidades se guían en gran medida por las instituciones del Antiguo
Testamento y por tanto, aun guardan conexión con el judaísmo de su tiempo.
Algunos textos del Nuevo testamento son nombrados pero no en gran medida.

Idea de cristianismo que presenta el texto

Se tiene la creencia de Jesús como Señor y por tanto como Dios, quien es el
salvador a través del sacrificio de la cruz. Se mencionan las tres personas de la
trinidad. Se tiene claro que la encarnación del Hijo del Hombre es plena y se puede
notar una creencia de retribución según las acciones. Por la gran influencia del
antiguo Testamento se puede ver la creencia de un Dios castigador.

BIBLIOGRAFÍA.

LIGHTFOOT, J. B. Los Padres Apostólicos. Editorial CLIE. En:


www.primeroscristianos.com. 22-02-2017-

PADRES APOSTÓLICOS
IGNACIO A LOS EFESIOS

Ignacio escribe a la Iglesia de Éfeso en Asia, de gran reputación y tenida como


bienaventurada y querida de Dios por ser fieles imitadores de Cristo en la fe y la
caridad. Agradece la visita que los efesios le hicieron y pide a la comunidad que
ame a su Obispo Onésimo que les ha sido dado por gracia de Jesucristo.

Exhorta nuevamente a los efesios a permanecer obedientemente en unidad con su


Obispo y presbítero para que así sean santificados completamente. En el capítulo
III, Ignacio habla de su situación de prisionero y de la fuerza espiritual que espera
recibir de la comunidad a la que escribe, pero en seguida prosigue con el tema
central diciendo que Cristo es el centro de toda unidad que procede del pensamiento
de Dios, y que por tanto, los obispos que están en su pensamiento son la expresión
de su sentir aquí en la tierra.

Proseguirá en el capítulo IV diciendo a los fieles que les es conveniente caminar de


acuerdo al pensamiento del Obispo y hace la comparación a la armonía perfecta
que se produce en un coro donde todos cantan a una sola voz. Con esto resalta que
quienes están en unidad irreprochable son siempre participes de Dios. En el capítulo
V relaciona la unidad del Obispo con el pueblo, con la unidad que tiene Cristo con
su Iglesia y con el Padre. Posteriormente hace entender que la unidad de todo
cristiano se encuentra fundamentada en la Eucaristía.

San Ignacio continúa diciendo que el Obispo es un enviado de Dios y que hay que
considerarlo como si fuera el Señor. Con esto pide a la comunidad de los efesios
que evite a todos aquellos que realizan cosas indignas de Dios y que son como
perros rabiosos. A esto agrega un texto sobre la humanidad y divinidad de
Jesucristo.

En el capítulo VIII señala que no se deja engañar quien es por completo de Dios y
añade que todo aquel que es de la carne no puede obrar espiritualmente ni ser fiel.
Alaba a los efesios por no haberse dejado engañar ni dejado sembrar la mala
doctrina y los llama piedras vivas elevadas por la Cruz de Jesucristo con la ayuda
del Espíritu Santo hacia Dios, siendo la fe la cuerda y la caridad el camino.
En el capítulo X invita a todos a orar por lo demás sin cesar, y contrapone el
comportamiento pagano de odio y desenfreno; con el cristiano que es de
mansedumbre, humildad, oración, firmeza en la fe y búsqueda de la paz. Dice
después que todas las enseñanzas erradas provienen del diablo y son mala hierba
que ha sido arrancada por la salvación dada en Cristo.

Habla después de los últimos dias y pide a todos se avergüencen y con


arrepentimiento y oración se vuelvan a Dios. Exhorta a todos a colocar mayor
empeño en la frecuencia con que se realiza la acción de gracias y la alabanza Dios,
porque esta es la única manera de derribar la potencia de Satanás que se ve
derribado por la fe. Así todo aquel que tiene fe y amor no peca ni odia y es
proclamado de Cristo.

Habla de la coherencia que tiene que existir entre el decir y el hacer, y el valor del
silencio de quien realiza todo dando testimonio que Dios habita en él. Por lo tanto,
no se deben dejar engañar por lo corruptores de la familia, porque todos los que
corrompen la fe en Dios con una mala doctrina merecen la muerte y los prisioneros
de estos por haberse dejado engañar están lejos de vivir el verdadero carisma que
envió el Señor.

En el capítulo XVIII y XIX habla del misterio de la encarnación, el nacimiento, el


bautismo, y la pasión, y de cómo la economía de la salvación se cumple en estos
hechos silencios de Dios. Se despide pidiendo que obedezcan al Obispo y al
presbítero con sintonía de pensamiento y en celebrando una misma Eucaristía, para
no morir y vivir en Cristo por siempre, y finalmente se despide rogándoles oren por
la Iglesia Siria, de la que fue aprisionado para ser llevado a Roma.
Organización eclesial.

El escrito de Ignacio deja claro que la Iglesia de la época se encuentra precedida


por el Obispo, el presbítero y los diáconos. Recalca la obediencia al Obispo como
cabeza de la comunidad, pero no menciona la responsabilidad ni del presbítero
como del diacono. Se puede decir que es una comunidad cristiana bien estructurada
que ya se ha separado del judaísmo y de las reuniones en la sinagoga, pues deja
en claro que el centro de la su unidad se encuentra en la celebración de la
Eucaristía.

También es claro que las comunidades cristianas de los distintos lugares mantenían
comunicación constante y se ayudaban mutuamente, esto se prueba con la
Iniciativa de Ignacio para escribir a una comunidad que no es la suya pero de la que
sabe su forma de vida y dificultades. Se puede decir también que ya contaban con
textos comunes de los que posteriormente conformarán el Nuevo Testamento, pues
en el escrito se realizan varias menciones a textos de Pablo, como las virtudes
teologales, y también a los evangelios, en lo referente a los temas de la encarnación,
el bautismo y la pasión.

Idea de cristianismo que presenta el texto.

Ignacio presenta un cristianismo que se basa en la idea de unidad Entre Cristo y el


Padre, donde todo el actuar de los creyentes se debe guiar imitando tal unidad. Se
puede notar un claro seguimiento a la cruz de Cristo y un fundamento de vida
cristiana basado en la caridad y la fe. Se busca que todos sean portadores de Cristo,
trabajando unidos guiados por el Espíritu Santo, practicando las obras espirituales
y huyendo de las carnales. Se encuentra una fe firme en Jesucristo Dios y hombre,
que es del linaje de David, que se encarnó en María, fue bautizado y murió
verdaderamente en la cruz para la salvación de la humanidad.se tiene la celebración
Eucarística como el centro de la vida comunitaria, representa la unidad entre los
creyentes y con Dios (trinitario pues todo aquel que participe de la fracción del pan
no muere sino que vive en Jesucristo para siempre.

BIBLIOGRAFÍA.

BERLANGA López, José. Padres Apostólicos II. Cartas de san Ignacio de Antioquia,
carta y martirio de san Policarpo, carta a Diogneto. Editorial apostolado mariano:
Sevilla, 1991. p. 50. ISBN: 84-7770-209-8.
LA “DIDACHÉ” O “DOCTRINA DE LOS APÓSTOLES”

La Doctrina del Señor a las naciones dada por medio de los apóstoles.

Los dos caminos.

Existen dos caminos, uno de la vida y otro de la muerte, y existe gran diferencia
entre estos dos. El primer camino consiste en cumplir el mandamiento del amor:
amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Sin embargo, esta
vía no se agota ahí, su culmen se encuentra en amar a quienes son considerados
como enemigos.

El camino de la vida busca la perfección desechando todo aquello que impide llegar
a amar. Así, es necesario apartarse de los deseos carnales que impiden dar más
de lo que se le es pedido, y procurar retribución por un daño hecho. Esto implica,
desprendimiento y donación, pues Dios padre quiere que se dé a todos de los
propios dones, siendo así bienaventurados a sus ojos.

El segundo mandamiento de la Doctrina, se encuentra enmarcado dentro de la ley


mosaica. El no matar, no cometer adulterio, el no robar, ni codiciar los bienes del
prójimo, entre otros, son luces y guías que permiten dirigirse hacia ese gran primer
mandamiento del amor, cuidando de no ofender a Dios ni al prójimo. Por otra parte,
todos están llamados a hacer el bien, a ser mansos y compasivos, humildes y
agradecidos, porque esto lleva a ser bienaventurado.

Todo lo anterior desemboca en practicar voluntariamente los deberes para con la


comunidad cristiana, la familia. De este modo, hay que procurar honrar al Señor
buscando la paz, juzgando rectamente, extendiendo la mano al necesitado,
evitando la murmuración, enseñando a los hijos el temor del Señor, gobernando el
hogar con amor, rechazando la hipocresía, observando siempre los mandamientos
y confesando los pecados para escapar de una conciencia mala.

El camino de la muerte es el siguiente: maldición, fornicación, adulterio, codicia,


robo, idolatría, magia, hipocresía, soberbia, todo aquello a lo que se llega cuando el
hombre es arrastrado por las pasiones carnales. Por aquí caminan los
perseguidores de los buenos, aquellos que aman la injusticia y la mentira, la vanidad
y el propio bien, lo que son de corazón duro y no miran el sufrimiento del otro, todos
estos corrompen la imagen de Dios.
Por eso, la vigilancia es importante para que nadie se pierda de la buena Doctrina,
porque el que sabe llevar el yugo del Señor según sus posibilidades se dirige hacia
la perfección.

El bautismo.

El bautismo se debe hacer en el nombre de las tres personas de la Trinidad,


utilizando agua viva, y si no es posible, se puede utilizar otra agua, caliente o fría,
si no se tiene otra opción se debe derramar agua en la cabeza tres veces. Antes del
bautismo el bautizante, el buatizando y algunos otros deben ayunar.

Aquí el ayuno cristiano se hace el día cuarto y el de la preparación, no como los


hipócritas que ayunan el segundo y el quinto día de la semana.

La oración cristiana.

La oración de los cristianos no es como la de los hipócritas, sino como el Señor


enseñó en su Evangelio: el Padre nuestro. Se orará así tres veces al día.

La Eucaristía.

Con respecto a su celebración se hará de la siguiente manera:

En la antecomunión se realizará la acción de gracias primero sobre el cáliz y luego


sobre la fracción del pan. Después se hará la oración por la Iglesia, pidiendo por su
unión. La acción de gracias no puede ser consumida por nadie que no esté
bautizado, y finalmente se realizará la oración de poscomunión dando gracias por
lo que se acaba de celebrar, pidiendo por la perfección de la Iglesia.

Apóstoles y profetas.

Todo el que enseñe lo que se mencionó anteriormente y busque acercarlos a Dios


que sea bien recibido, por el contrario, si enseña algo contrario para causar división
no debe ser escuchado.

Los apóstoles y los profetas deben obrar según la doctrina del Evangelio, y deben
ser acogidos como si lo hicieran con el Señor, sin embargo este no debe pasar en
el lugar más que un solo día, de no ser así, es un falso profeta. En su salida que no
lleve nada consigo, solo pan, y si pide dinero que sea tratado como un falso profeta.
No se juzgue al profeta que habla desde el espíritu, que se reconocerá por
verdadero si tiene las costumbres del Señor, de lo contrario se discernirá que es
falso. Además se reconocerá a los falsos profetas si enseñan la verdad y no la
practican, esto es de gran importancia.

Peregrinos y vagos.

Todo el que llegue en el nombre del Señor sea acogido y si es caminante que sea
ayudado en cuanto sea posible, pero sin que permanezca más de tres días. Por el
contrario, si quiere quedar establecido dentro de la comunidad, debe tener un
trabajo para que se sostenga y alimente, de modo que no viva como un ocioso.

Sustento de profetas y maestros.

Todo profeta y maestro verdadero que more en la comunidad tiene derecho como
todo trabajador a su sustento, por lo que las primicias del trabajo y de lo que posee
de cada quien deben ser ofrecidas a ellos, y si no los tienen que las primicias sean
dadas a los pobres.

La celebración del día del Señor.

Se reunirán todos cada día del Señor, y después de haber confesado los pecados
partirán el pan y darán gracias, de modo que el sacrificio sea verdaderamente puro.
Si existe contienda con alguno primero debe reconciliarse antes de participar en el
sacrificio.

Elección de obispos y diáconos.

Deben ser elegidos aquellos hombres que sean dignos ministros del Señor,
personas humildes, mansas y que verdaderamente hayan sido probados.

En cuanto a la corrección fraterna que se haga los uno con los otros, con
sentimientos de paz y no hable nadie con quien se encuentre enemistado hasta que
este se arrepienta.

El fin de los tiempos.

Que se vigile cada vida y se esté siempre preparados, porque no se sabe el


momento en que el Señor haga su venida. Por eso, que todos se reúnan
frecuentemente y cultiven todo lo que sea preciso para llegar a la perfección en la
fe. Por en los últimos días todos los que son falsos testigos aparecerán y el odio y
la desigualdad reinará sobre los hombres, los justos serán perseguidos mientras
que el diablo reinará sobre la tierra; esta será la prueba y muchos caerán, pero
quienes se mantengan en la fe serán salvados en la venida del Señor.

COMUNIDAD CRISTIANA A LA QUE ESTÁ DIRIGIDA.

Aunque el escrito no especifica el tipo de comunidad a la que se dirige se puede


decir que se trata de un grupo no pequeño conformado por judíos conversos, que
están bien organizados y cuentan con una forma ritual para sus celebraciones, una
doctrina clara y una forma de vida que ya se ha separado de las celebraciones con
los judíos dentro de las sinagogas.

Se puede decir que se dirige a un grupo de judíos conversos porque en el texto se


menciona la ley mosaica que era bien conocida por estos, en cambio que los
paganos no sabrían a que hace referencia. Esta se verá completada por el mensaje
evangélico.

En cuanto a la estructura de la comunidad se puede notar la presencia de una


jerarquía, puesto que se menciona la elección y acogida del obispo, de los diáconos,
de los profetas y los maestros. Por otra parte, ya cuentan con un rito concreto para
la celebración de la acción de gracias y la fracción del pan, por lo que no son una
comunidad naciente, sino por el contrario bien constituida.

Por último, se encuentran muchas referencias a los evangelios y a las cartas de


Pablo, lo que permite decir que la Didaché está dirigida a una comunidad de finales
del siglo I o bien del siglo II.

BIBLIOGRAFÍA.

DE LA CRUZ, Ramón. Padres apostólicos y apologistas griegos (S.II). La “Didache”


o “doctrina de los doce apóstoles”. BAC: Madrid, 2002.p 81-93. ISBN: 84-7914-623-
0.
SOBRE LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
ATENÁGORAS.

De toda gran verdad nace también una mentira y esta generada por aquellos que a
propósito procuran buscar una divergencia para adulterar la verdad. Por eso a
continuación, en este tratado sobre la resurrección se defenderá su verdad y se
responderán todas aquellas objeciones que ante ella se ponen, que sin duda son
una falsedad.

El primer argumento que se presenta en contra de la resurrección es decir que el


origen del hombre no depende de ninguna causa, y si es atribuido a Dios solo es
visto en cuanto a principio, por lo que nada asegura que la resurrección tenga
garantía de verdad después de la muerte. Pero esta blasfemia es fácilmente
refutable.

Para Dios nada es imposible y nada desconoce de los cuerpos que han de ser
resucitados, por tanto, no resulta imposible para él volver a unir y juntar los cuerpos
muertos para volver a constituir los mismos hombres. El poder de Dios es suficiente
y prueba de esto es la misma creación. Aun así, objetan los incrédulos que la
resurrección es imposible cuando los cuerpos han sufrido desintegración por
distintas causas, y por tanto, no se pueden unir las partes del hombre pasado y si
así ocurriere este quedaría defectuoso.

En cuanto a lo anterior, suponiendo que el hombre murió en un naufragio y fue presa


de los peces, es bien sabido que ningún ser asimila lo que no fue hecho para su
cuerpo, antes bien lo que no es para si causa malestar y tiende a ser eliminado. Si
por alguna razón este pez llega a ser consumido por otro hombre, es bueno saber
que la persona no puede ser asimilada como alimento por otra, porque el creador
hace de esto algo contra naturaleza, por tanto, por la misma sabiduría divina las
pastes del hombre serán desechas pudiendo así volver a formar parte de aquel que
puede resucitar.

Ahora bien, si lo anterior demuestra que los cuerpos están en disposición de volver
a unirse gracias al poder infinito de Dios, también objetan que no es su deseo
hacerlo. El punto para aprobar o desmontar este razonamiento está en considerar
si el hombre fue hecho como un ser vano, o si por el contrario, fue hecho para
permanecer según su naturaleza o para utilidad de alguien.

Con respecto a lo dicho, ningún ser con juicio de la razón hace algo vano y sin
ningún propósito. Lo que mueve el obrar es la propia utilidad de lo que se hace ya
sea para sí o para alguien más y se busca que la cosa sea ben hecha ya por el
impulso natural y el amor. Así, Dios no hizo en vano al hombre, y en su sabiduría
no cabe obra vana, y tampoco lo hizo por necesidad, pues Él nada necesita. Dios
hizo al hombre por motivo de él mismo y por pura bondad, como se contempla en
toda la creación, y no fue creado para vivir un momento y luego extinguirse, sino
que por su naturaleza le corresponden ciertas transformaciones donde la
resurrección es la última.

El creador de todo hizo al hombre para que participara de la vida racional y para
que permaneciera siempre en esta contemplación, por naturaleza fue hecho para
permanecer y esto solo es posible por la resurrección.

La resurrección de la carne se la puede confirmar por las razones de la providencia,


es decir, por el premio y castigo que cada hombre merece conforme al justo juicio y
por el fin de la vida. Bien, se sabe que todos los hombres han de resucitar pero no
todos serán juzgados, pero si se considera el juicio como argumento se puede decir
que este se debe realizar sobre la integridad del humano, cuerpo y alma. Esta
armonía no se puede separar y juzgar solo una, porque si se considera que el
cuerpo es la causa del pecado y este una vez ocurre la muerte, no puede el alma
ser juzgada por pasiones que ella de hecho no puede sentir al no poseer
sensaciones, por el contrario, si gracias al cuerpo el alma logró obtener mayor
perfección no se puede solo otorgar el premio a esta y desconocer al primero. Sin
embargo, el alma no es solamente la inmortal y no solo a ella se le otorgó la
inteligencia, esta se ha dado al hombre entero para que permanezca para siempre.

Si no existiese la resurrección es imposible que el hombre permanezca para


siempre y en vano el alma se ajustó a las necesidades y sufrimiento del cuerpo; y
en vano el cuerpo se vio privado de sus instintos bajo los frenos del alma. Por eso,
Dios hizo al alma imperecedera para que permanezca para siempre junto al cuerpo
y formen una sola naturaleza.

Los hombres si bien gozan desde la creación de un alma inmortal, el cuerpo la recibe
por transformación que es lo que exige la resurrección. Así, aunque se espera que
el cuerpo se disuelva por la corrupción, también se aguarda la permanencia de
incorrupción, para así no igualar la existencia racional con la delos irracionales.

Se puede decir con lo anterior que, admitiendo a Dios como creador y sabiendo que
quiere la permanencia de sus fieles ya por su naturaleza como por el deseo divino,
y sabiendo que el juicio de las obras se realizará sobre el hombre, compuesto por
alma y cuerpo, es preciso que tal cuerpo se revista de incorrupción para que
después de la muerte en el momento de la resurrección se unifique lo que fue
separado y así reciba lo que merece según haya actuado bien o mal. Con esto se
entiende como los buenos no reciben en vida el premio por sus actos ni los malos
el castigo por los suyos.

Para finalizar, solo queda decir que es absurdo pensar que el castigo o premio se
realice solo sobre el alma sabiendo que los actos fueron realizados por el hombre
en su unión (cuerpo y alma), por lo tanto la felicidad el hombre no está solo en una
de sus partes sino en su integridad, por eso es necesario que se de la resurrección
de los cuerpos muertos (los mismos cuerpos que fueron en vida) para que el hombre
se reconstruya y se cumpla el designio de Dios.

TEMA CENTRAL.

El autor, Atenágoras, defiende la resurrección de quienes la niegan argumentando


la imposibilidad de la incorruptibilidad del cuerpo y con menor fuerza el deseo de
Dios con respecto a la permanencia eterna del hombre. Aunque no se encuentre en
ningún momento explicito, este tema es de vital importancia para el cristianismo,
pues este tiene por creencia irrefutable la resurrección, es más, si esta se negará
todo el hecho salvífico de Cristo a través de su muerte en la cruz quedaría
desmontado. Por otra parte, es esperanza de los creyentes resucitar para volver
junto a Dios, y en un contexto donde la palabra suena como una imposibilidad de
hecho, era necesario comprobar su verdad.

TEMAS TEOLÓGICOS.

El principal tema que se defiende es la antropología del hombre entendida como


unidad. Aunque se tiene la concepción de cuerpo y alma, el autor sostiene que el
hombre solo es hombre en la unión de las dos partes. De aquí se desprende que el
juicio no se realiza en vida, pues al tener el cuerpo la posibilidad de ser incorruptible,
su premio o castigo se definirá en la eternidad.

También se encuentra presente el tema de Dios como creador, donde se deja en


claro que todo cuanto fue creado tiene una razón de ser y que así como Él dio
principio a todo, de la misma manera se encarga de mantenerlo. En un breve
espacio deja en claro que toda la creación fue hecha por bondad y amor y no por
necesidad, de tal manera que, la resurrección también es un deseo de la voluntad
divina.

Finalmente y como consecuencia de todo lo dicho se tiene que con respecto a la


muerte, no es entendida como el final de todo, en un sin sentido, sino que por el
contrario es el paso a una nueva transformación del hombre.
BIBLIOGRAFÍA.

DE LA CRUZ, Ramón. Padres apostólicos y apologistas griegos (S.II). Sobre la


resurrección de los muertos. BAC: Madrid, 2002.p 1389-1415. ISBN: 84-7914-623-
0.

GNOSTICISMO

El gnosticismo procede del griego “gnosis” que significa conocimiento, y sin


embargo resulta difícil dar una definición precisa debido a que su contenido adopto
muchas formas distintas en el ambiente sincrético de los siglo I y II.

En el tiempo del cristianismo es considerado un movimiento heterodoxo que tiene


influjos de pensamientos filosóficos, religiosos y judíos. Además, posee un carácter
sectario al tratarse de grupos reducidos que se forman alrededor de una persona,
motivo por el cual se hace difícil hacer una síntesis del movimiento como tal.

El primer rasgo general que se puede distinguir de los distintos grupos gnósticos es
su intento por dar respuesta a los grandes interrogantes que se ha planteado el
hombre sobre su sí mismo: origen, destino, identidad. Aquí también se puede
señalar su intento de explicar el mal del mundo a través del dualismo, basados
probablemente en la antigua religión iránica.

La “gnosis” seria en este caso un saber para la salvación del hombre que se basa
en un Dios totalmente trascendente a la creación y que no tiene que ver nada con
ella. El mundo sería creado por un demiurgo, que apartado de Dios, se vuelve el
Dios que se menciona en el A.T. de aquí que todo lo creado sea malo por naturaleza.
El hombre por su parte, al tener un cuerpo material busca liberarse de él para volver
al Dios verdadero, y esto solo es posible por medio del conocimiento que es
reservado para algunos elegidos.

Junto a esta generalidad se encuentran muchas otras más específicas que


corresponden a cada uno de los grupos que se denominas gnósticos. Algunos
colocan como cabeza de la lista a Simón el mago, pero al no estar clara su
pertenencia a este pensamiento, se ha catalogado como un gnóstico pre cristiano.
Otros nombres destacados son Basílides y Valentín, y de menos renombre:
Ptolomeo, Heracleón Florino, Teodoto, Epífanes, etc.
Las primeras noticias que se tiene del gnosticismo aparecen con los autores
cristianos que quisieron combatir esta herejía desde el siglo II hasta el siglo IV, y no
solo se puede encontrar en sus escritos las descripciones del pensamiento gnóstico,
sino que también algunas veces reprodujeron fragmentos de sus obras. En el siglo
XX, con el descubrimiento de la biblioteca de Nag-Hammadi el conocimiento que se
tiene sobre el gnosticismo creció, al encontrarse entre los códices 52 de sus obras.
Entre ellas las más relevantes son: el evangelio de la verdad, el evangelio copto de
Tomás, el apócrifo de Juan, entre otros.

Las actuales investigaciones han permitido conocer cada vez más el gnosticismo y
con el hallazgo del siglo pasado se han podido encontrar textos de este tipo tanto
cristianos como no cristianos. Solo queda esperar para comprender si existe
influencia de los unos sobre los otros.

BIBLIOGRAFÍA

MONTSERRAT, José. Los Gnósticos I. Editorial Gredos S.A: Madrid, 1983. p 290.
ISBN: 84-249-0884-8.

RAMOS, Domingo. Patrología. EUNSA S.A: Navarra, 2005. p 525. ISBN: 84-313-
2297-7.

LITERATURA APÓCRIFA

La palabra apócrifo es de origen griego y generalmente es traducida como


“escondido” o “secreto”. Este término como tal fue utilizado por las religiones
mistéricas antiguas y por los gnósticos, pues llamaban libros “secretos” a aquellos
que solo conocían quienes eran iniciados dentro de tales cultos. El sentido de
“falso”, “herético” e “ilegitimo” será una aplicación que dará la Iglesia a ciertos
escritos después de haber definido aquellos que conforman el canon de las
Sagradas Escrituras.

Para entender el origen de la literatura apócrifa es necesario remitirse al origen del


canon Bíblico. Como se dijo en un principio el apócrifo tenía un carácter sagrado y
misterioso y solo podían tener acceso a ellos quienes eran iniciados dentro de sus
cultos privados. A fin de ser aceptados tales libros fueron colocados bajo el nombre
de algún apóstol o un fiel seguidor de Jesús. Muchos piadosos al mirar la poca
información sobre la infancia de del Cristo, sobre su vida, la vida y muerte de su
madre, las misiones de los apóstoles, entre otra, con ayuda de la imaginación
intentaron aportar aquellos detalles que faltaban, así se crearon distintas leyendas.
Los herejes por su parte, vieron en esto la oportunidad para recurrir a las
narraciones de los evangelios para apoyar sus doctrinas, entre estos encontramos
a los gnósticos en el siglo II y los maniqueos en el siglo III.

La Iglesia primitiva al observar estos hechos y para cuidar la Tradición junto con la
fe verdadera, comenzó un proceso para dejar establecidos aquellos escritos
auténticos y que por lo tanto, podían ser venerados por todos los cristianos con firme
confianza, este fue el principio de la conformación del canon de las Sagradas
Escrituras, proceso que tardaría algún tiempo en finiquitarse.

Ahora bien, todos aquellos textos que quedaron fuera ya sea por su falsedad o por
su redacción posterior al canon, fueron conocidos como literatura apócrifa y aunque
muchos tienen grandes elementos fantasiosos, no por ellos dejan de tener valor
literario, histórico y teológico, pues algunos de ellos intentan explicar a través de
dichos escritos sus creencias. Así, ya desde el siglo II es posible distinguir dos tipos
principales de apócrifos: evangelios y hechos de los apóstoles que tratan de
complementar o suplir algunas lagunas que dejan los libros canónicos y que tienen
en sí un fin edificante; y obras de origen gnóstico que buscan un apoyo seudo-
bíblico para dar firmeza a su doctrina que se encuentra fuera de la ortodoxia eclesial.

Al igual que la división de los escritos del Nuevo Testamento, los apócrifos se suelen
dividir en cuatro clases: evangelios, hechos de los apóstoles, cartas y apocalipsis.
Dado esto no es de extrañar que algunas comunidades cristianas primitivas hayan
tenido como canónicos algunos de estos textos antes de la fijación del canon.

El interés por este tipo de literatura creció en los últimos tiempos debido al
descubrimiento de nuevos documentos entre los que resaltan los códices de Nag-
Hammadi. Además es de gran interés y valor histórico el saber que algunos de estos
apócrifos son de redacción muy temprana casi del mismo tiempo que los textos
neotestamentarios lo que les confiere un gran valor al momento de reconstruir el
origen de las primitivas comunidades cristianas.

BIBLIOGRAFÍA

DROBNER, R., Hubertus. Manual de Patrología . Herder:Barcelona, 1999. ISBN


84-254-2022-9 .
PRANA. Los Evangelios Apócrifos. Buenos Aires : Editorial Lectorum, S.A, 2009.
QUASTEN , Johannes. PATROLOGÍA I. Hasta el concilio de Nicea (Sexta Edición
ed., Vol. I). Madrid, España: Biblioteca de autores crisitanos.
RAMOS - Lissón, Domingo. patrología. Pamplona : Ediciones Universidad de
Navarra S.A, 2005. 525p. ISBN 84-313-2297-7

ESCUELA ALEJANDRINA – MONARQUIANISMO.

En la antigüedad se pueden distinguir dos tipos de escuela: una entendida como


centro docente y otra como una doctrina común. En el sistema de enseñanza
romano existían tres etapas. La primera era una enseñanza particular de lectura y
escritura impartida por un maestro en casa, después la educación continuaba en un
centro de docencia común donde un gramático y maestro continuaban con la
enseñanza de las llamadas “artes liberales” dialéctica, retorica, música, aritmética,
geometría y astronomía. En la última etapa o escuela superior el centro era la
comprensión del mundo y la filosofía jugó un papel importante.

A lo largo del siglo III los cristianos empezaron a crear centros docentes para instruir
a los catecúmenos en las cuestiones básicas de la fe. En el año 217, se tiene el
primer centro dirigido por Orígenes. Tuvieron una importancia especial las “escuelas
de filósofos” cristianas, donde se reunían un buen número de cristianos instruidos y
contaban para el estudio con grandes biblioteca, entre estas está la escuela de
Alejandría.

Escuela de Alejandría.

Alejandría junto con Antioquía y Atenas fueron grandes centros intelectuales de la


cultura helénica en los primeros siglos, y el pensamiento cristiano floreció de gran
manera especialmente en Alejandría. Esta ciudad fundada por Alejandro Magno ara
famosa por su museo y su imponente biblioteca, convirtiéndose en centro de
actividades culturales. En este lugar se encontraba una numerosa colonia de judíos
y esto explica en parte, por qué en este lugar se llevaría a cabo la traducción de los
LXX. En cuanto al comienzo de la evangelización en este lugar no se tienen muchos
datos, y solo a partir del siglo II se encuentran grandes figuras como Panteno,
Clemente Orígenes, Dionisio, Pierio, Pedro, Atanasio, Dídimo y Cirilo, y junto con
ellos la aparición de la escuela de Alejandría.

Las características más sobresalientes de la escuela de Alejandría son: su


preferencia por la filosofía platónica, la interpretación alegórica del Antiguo
Testamento tal como lo hicieron los antiguos filósofos con los mitos de los dioses y
las fábulas. El descubrir en los textos bíblicos un sentido oculto más profundo iba
bien con la valoración que tenían los cristianos con ser la “gnosis verdadera”:

Monarquianismo.

Se dice de los que defendían la existencia de una “monarchia” en Dios, frente a las
concepciones gnósticas que postulaban la tesis de dos divinidades. En la actualidad
se utiliza este mismo término para nombrar a los adopcionistas, promovidos por
Teodoto de Bizancio, en el Silgo II, y quienes creen que Jesús fue solamente un
hombre que fue adoptado por Dios en el momento del bautismo y así fue habitado
por el Verbo.

Históricamente el monarquianismo admite dos formulaciones principales, la


adopcionista, mencionada anteriormente, y el patripasianismo o modalismo. La
segunda fue iniciada por Noeto de Esmirna a comienzos del siglo III. Este
movimiento cree que es el Padre quien padece en la cruz bajo la figura de Cristo,
por lo que Pare y el Hijo solo son modos distintos de una misma manifestación.
Algunos de sus representantes son Sabelio y Praxeas.

BIBLIOGRAFÍA:

DROBNER, Hubertus R. Manual de Patrología. Herder: Barcelona, 1999. p. 614.


ISBN: 84-254-2022-9.

TEOLOGÍA DE CLEMENTE, ORÍGENES Y ARRIO.

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA.

Es considerado el fundador de la teología especulativa. Inició una escuela que se


propuso proteger y profundizar la fe mediante el uso de la filosofía. Contra la gnosis
herética propuso una gnosis cristiana verdadera. Mientras los heréticos enseñaban
que no era posible armonizar fe y la gnosis porque son contradictorias entre sí,
Clemente trató de probar que son afines y armónicas. La filosofía y la fe van a ser
las herramientas del cristiano para explicar en lo que creen.

Dentro de la doctrina de Clemente se encuentra:


La doctrina del Logos. Este es el principio supremo para la explicación religiosa del
mundo. Este es el creador del universo y fue quien reveló a Dios en la ley del Antiguo
Testamento, el a filosofía y en la plenitud de los tiempos con su encarnación. Junto
con el Padre y es Espíritu forman la trinidad, y solo es posible conocer al Padre
mediante el Logos, pues demostrar el principio que no encaja en ninguna categoría
finita es prácticamente imposible. Solo a través del verbo que procede Dios Padre
y de la gracia podemos conocer al desconocido.

El Logos es la razón divina y por esencia es el maestro del mundo y el legislador de


la humanidad. Además es el salvador de los hombres y el fundador de una nueva
vida que tiene por base los fundamentos de la fe, pero que avanza hacia la ciencia
y la contemplación. Por el amor y la caridad el logos conduce al hombre a la
inmortalidad y a la deificación. Cristo por ser el verbo encarnado es Dios y hombre
y por el ser humano ha sido elevado a la vida divina.

El Logos es el centro del pensamiento teológico de Clemente, pero deja claro que
el centro del pensamiento cristiano no es la idea del Logos, sino la de Dios.

En el tema eclesiológico, Clemente está convencido que hay una sola Iglesia
universal así como solo existe un Dios trinitario, a esta la llama la virgen madre que
alienta a sus hijos con leche del Verbo. Ella atrae hacia sí a sus hijos y los hijos la
buscan. Allí enseña Jesús, su esposo. Lo que distingue a la Iglesia de las sectas
heréticas es su unidad y su antigüedad. La Iglesia es una porque participa de la
naturaleza de Dios que también es uno, por lo tanto es la verdadera y la que tiene
la única fe. A los herejes que nunca serán iglesia verdadera y tampoco tienen la
verdad, porque la tergiversan utilizando las Escrituras a su manera, deben volver a
la unidad de la única Iglesia portadora de la fe plena.

En cuanto a la jerarquía de la Iglesia se divide en tres grandes grupos: episcopado,


presbiterado y diaconado, siendo una imitación de la jerarquía angélica.

El bautismo, también es importante dentro de la doctrina de Clemente. Para él,


Logos y sacramento “mysterion” son los polos alrededor de los cuales gira su
cristología y eclesiología. Considera al bautismo como un renacimiento y una
regeneración, pues su deseo es que por la conversión, siendo nuevamente como
niños, se reconozca a Dios como verdadero Padre. En el bautismo somos
iluminados y eso nos confiere la dignidad de hijos, al mismo tiempo nos hace
perfectos y así mismo inmortales.

Clemente reconoce por otro lado a la Eucaristía como sacrificio y al mismo tiempo
alimento de los creyentes. Al recibir a Cristo, alimento nuevo, queda guardado en
nuestras almas. La sangre Eucarística, mezcla de bebida y Logos, produce en el
hombre el afecto santificador de su cuerpo y alma, cuando es recibida con fe.
La teología del pecado, por otro lado, consiste en rehusarse ser educado por Dios,
esto ha sido heredado de Adán no por generación sino a causa del mal ejemplo.
Así, solo un acto personal puede manchar el alma. Esta manera de pensar de
Clemente, es posiblemente una reacción contra los gnósticos que sostenían que el
mal es causado por la materia que en sí es mala. En cuanto a los castigos de Dios
opina, siguiendo el pensamiento platónico, que tienen solamente un carácter
purgativo, sin embargo para el infierno no aplica esta interpretación.

Para Clemente, solamente debe haber una sola penitencia en la vida de un cristiano,
la que precede al bautismo, pero que Dios, viendo la flaqueza humana y por su
misericordia ha concedido una segunda penitencia, que no se podrá obtener más
que una vez, porque pedir perdón frecuentemente por los pecados que se comete
a menudo, es tan solo una apariencia de arrepentimiento y no un arrepentimiento
verdadero.

El matrimonio, por su parte, es defendido por Clemente contra todos los intentos
gnósticos que intentan desacreditarlo y rechazarlo. Lo recomienda por razones de
orden moral, lo considera un bienestar de la patria, un bien para la sucesión familiar
y para la perfección del mundo. El fin del matrimonio es la procreación de los hijos,
es una cooperación con el Creador, donde le hombre se convierte en imagen de
Dios en la medida que coopera en la creación del hombre. Pero este no es el único
fin, también está el amor mutuo, la ayuda y asistencia que se prestan en uno al otro,
con lazos eternos. El matrimonio está por encima de una mera unión sexual, lo más
importante es la unión espiritual y religiosa que existe entre el marido la mujer. Para
Clemente el estado del matrimonio es sagrado y ni siquiera la muerte llega a disolver
completamente esta unión, esta es la razón por la que se opone a las segundas
nupcias.

ORÍGENES DE ALEJANDRÍA.

Orígenes no comete el error de Clemente al tomar al Logos como el fundamento de


su teología, más bien, su punto de partida es la idea de Dios. Su tratado teológico
más importante “De principiis” habla que Dios es espíritu y luz, y que está libre de
toda materia. Dios no puede ser imaginado como si fuera un cuerpo, sino como una
naturaleza espiritual simple, así no admite composición de ninguna clase. Él es
también mente y fuente de donde toman su origen todas las naturalezas
espirituales. Al ser el principio absoluto del mundo es personalmente activo, porque
Él lo ha creado todo, lo conserva y lo gobierna.

Dios padre como principio absoluto es incomprensible, pero por medio del Logos,
que es Cristo, que es sustancialmente Dios, se le puede comprender. También se
puede conocer a Dios por medio sus creaturas, del mismo modo que se conoce el
sol por sus rayos.

Orígenes pone sumo cuidado en no atribuir a la Divinidad rasgos antropomórficos.


Defiende la inmutabilidad de Dios, especialmente contra las nociones panteísta y
dualista de los estoicos, gnósticos y maniqueos.

El término trinidad es frecuente en este auto. Refuta y rechaza la negación modalista


de la distinción de las tres personas divinas. Según Orígenes, el Hijo procede del
Padre, pero no por un proceso de división, sino de la misma manera en que la
voluntad procede de la razón, así la imagen del Padre se halla formada en el Hijo,
que ha nacido de Él a manera de un acto de voluntad que procede de su inteligencia.
El Hijo al ser engendrado como imagen del Padre también es invisible y no se debe
pensar que en él exista algo que pueda ser percibido por los sentidos. El Hijo es
Verbo y es sabiduría, y en la sabiduría no cabe nada corpóreo. Respecto del Padre
es la verdad; respecto de los hombres, es la imagen que lleva al conocimiento del
Padre, a quien nadie conoce excepto el Hijo, y aquel a quien el Hijo quiere
revelárselo.

Orígenes aunque admite la divinidad del Logos, dice que el Hijo es imagen del Padre
y por tanto no es más poderoso que Él. ). El Hijo y el Espíritu Santo son
intermediarios entre el Padre y las criaturas. Esto hace comprender por qué
Orígenes fue acusado de subordinacionismo, colocando un orden jerárquico dentro
de la trinidad.

En la cristología que desarrolla relaciona su doctrina del Logos con la del Jesús
encarnado en los Evangelios. Introduce el concepto del alma de Jesús y ve en esta
alma preexistente el lazo de unión entre el Logos infinito y el cuerpo infinito de Cristo.
Orígenes es el primero en usar la expresión Dios-Hombre. El Alma de Cristo era en
efecto racional y humana pero nunca pecó porque por su unión con el Logos la
naturaleza que le permite elegir entre bien y mal quedó truncada por la fuerza de
una larga costumbre. Es mérito de Orígenes haber enriquesido la crsitologia girega
con las palabras “physis”, “hypostasis”, “ousia”, “homousios”, “theanthropos”.

En cuanto a María, Origenes aplico a ella el título de “Teotokos” y enseña su


maternidad universal.

A la Iglesia la ve como el Cuerpo místico de Cristo y es el primer oen declararla


como la ciudad de Dios sobre la tierra. La Iglesia es un estado dentro de otro estado,
pero el poder del Logos que opera dentro de ella terminará imponiéndose sobre
cualquier otro poder. Iluminada por el Logos, la Iglesia se convierte en el mundo de
los mundos, así fuera de ella no puede haber salvación.
Orígenes es un testigo de la doctrina del pecado original y de la práctica del
bautismo de los párvulos. Todo ser humano nace en pecado. Por eso la tradición
apostólica ordena bautizar a los recién nacidos, porque si en ellos no hubiera nada
que requiriera la remisión y el perdón, la gracia del bautismo parecería innecesaria.
La Iglesia ha recibido de los Apóstoles la costumbre de administrar el bautismo
incluso a los niños. Pues aquellos a quienes fueron confiados los secretos de los
misterios divinos sabían muy bien que todos llevan la mancha del pecado original,
que debe ser lavado por el agua y el espíritu.

El perdón de los pecados solo puede ser dado una vez y este es otorgado en el
bautismo. Este da la fuerza y la gracia para dominar las pasiones pecaminosas, sin
embargo, existen medios para obtener el perdón de los pecados cometidos después
del bautismo: el martirio, la limosna, el perdón de las ofensas, la conversión de un
pecador, la caridad y la confesión ante un sacerdote. Para Orígenes los pecados
capitales no pueden ser perdonados con la sola oración y sin que el pecador haya
sufrido antes la pena de excomunión y de larga duración.

Orígenes llama al pan eucarístico un cuerpo sagrado y también cuerpo del Señor, y
está convencido del carácter sacrificial y expiatorio de la Eucaristía. En algunos
escritos le otorga un carácter alegórico diciendo que el pan es el Verbo de Dios que
sacia los corazones de quienes lo consumen. El pan y el vino en tal caso son la
Palabra que alimenta los corazones, y no tanto la comida visible. Él otorga tanto el
significado literal como simbólico a la Eucaristía diciendo que la primera es la
manera de concebir de las almas simples, mientras que la segunda es más digna
de Dios y es la que profesan los doctos.

Lo más típico, sin duda, de la especulación teológica de Orígenes es su doctrina de


la apocatástasis ο restauración universal de todas las cosas en su estado original,
puramente espiritual. Es una visión grandiosa, según la cual las almas de los que
hayan cometido pecados aquí en la tierra serán sometidos a un fuego purificador
después de su muerte, al paso que las almas de los buenos entrarán en el paraíso,
en una especie de escuela en la que Dios resolverá todos los problemas del mundo.
Orígenes no conoce un fuego eterno o el castigo del infierno. Todos los pecadores
se salvarán; aun los demonios y el mismo Satanás serán purificados por el Logos.
Cuando esto se haya realizado, ocurrirán la segunda venida de Cristo y la
resurrección de todos los hombres, no en cuerpos materiales, sino espirituales, y
Dios será todo en todos: El fin del mundo y la consumación final serán cuando cada
cual reciba el castigo que merecen sus pecados; ese momento, en el que Dios dará
a cada uno lo que se merece, sólo Él lo conoce. Nosotros, por cierto, creemos que
la bondad de Dios, por medio de su Cristo, llamará a todas sus criaturas a un solo
fin, aun a sus mismos enemigos, después de haberlos conquistado y sometido
Sobre la preexistencia de las almas hace una relación con su idea de la restauración
universal. Las almas humanas preexistentes son espíritus que se separaron de Dios
en el mundo anterior y por eso se encuentran encerrados en cuerpos materiales.
Este mundo visible le precedió otro. Las almas humanas preexistentes son espíritus
que se separaron de Dios en el mundo anterior y, como consecuencia, se
encuentran ahora encerrados en cuerpos materiales. Los pecados cometidos por el
alma en el mundo precedente explican la diferente medida de gracias que Dios
concede a cada uno y la diversidad de los nombres aquí abajo.

Finalmente para Orígenes, la Biblia es un tratado reflejo del mundo invisible. En


principio la Biblia es la Palabra de Dios, una palabra viva que si dirige a los hombres
del tiempo actual. El Nuevo Testamento ilumina al Antiguo y gracias a este puede
revelar toda su profundidad. Para él, la inteligencia de las Escrituras es una gracia,
porque además del sentido obvio posee otro escondido donde están los misterios y
la imagen de cosas divinas. Este segundo sentido solo puede ser entendido por
aquellos a quienes ha sido concedida la gracia del Espíritu Santo en la palabra de
sabiduría y de ciencia. La Escritura además tiene tres sentidos: uno histórico, otro
místico y uno moral, y cada uno corresponde a las tres partes del ser humano: el
cuerpo, el alma y el espíritu.

ARRIO.

Arrio (256 – 336) fue originario de Libia aunque su formación teológica tiene raíces
Antiquenas. Vivió en Alejandría y allí fue ordenado presbítero. Siendo nombrado
pastor de la Iglesia de Baucalis mostró su gran celo por las almas.

Su planteamiento teológico acerca del Logos parte desde unas bases platónicas.
Para Platón solo existe una causa primera del ser, que es la única que tiene
sustancia y no tiene principio. Este pensamiento Arrio lo aplicó a la figura de Dios
Padre, por esto solo tiene el atributo de divinidad el Padre y no el Hijo. Pensaba que
Dios era increado y también ingenito, por eso había que entender al Hijo
engendrado como una criatura, y por tanto, pensar que hubo un tiempo el que el
Hijo de Dios no existía.

Arrio consideró al Logos como un demiurgo, un ser intermedio entre Dios y toda la
creación, así sostuvo que él fue creado antes de todo los tiempos y todo lo demás
fue creado por medio de Él. El Logos es Dios no por su naturaleza sino por la gracia.
Este pensamiento trajo muchas controversias, tanto así que en el concilio de
Alejandría en el año 323 fue condenado de hereje y fue excomulgado.
BIBLIOGRAFÍA.

QUASTEN, Joannes. PATROLOGÍA I. Hasta el concilio de Nicea (Sexta Edición


ed., Vol. I). Madrid, España: Biblioteca de autores crisitanos.
RAMOS - Lissón, Domingo. patrología. Pamplona : Ediciones Universidad de
Navarra S.A., 2005.

DEMOSTRACIÓN DE LA PREDICACIÓN APOSTÓLICA (EPIDEIXIS)


IRINEO DE LION

PRÓLOGO:

Escrito de Irineo a su amigo Marciano en el que quiere exponer de forma breve la


predicación de la verdadera fe, sus puntos fundamentales, las pruebas de las
realidades divinas, con el fin de que sean útiles para caminar hacia la salvación por
el camino de la fe y desmentir a aquellos que defienden falsas opiniones y se
desvían de la recta dirección.

El conocimiento de la verdad se encuentra en la pureza del cuerpo y del alma, dos


elementos que existen unidos en todo hombre. Abstenerse, rehuir de toda cosa
impura y de toda acción injusta, es propio del que busca la verdad; pero también le
es propio conservar la fe intacta en Dios para evitar todo engaño y mancha. Un
hombre que no encuentre equilibrio y se deje llevar al error es, por tanto, pecador
tanto si es víctima del placer carnal como del engaño de doctrinas falsas y
perversas. El que es así no puede conocer la verdad porque con sus acciones le
huye.

Así, para evitar tal cosa despreciable, como es vivir en el engaño, se debe mantener
inalterada la regla de la fe en el cumplimiento de los mandamientos de Dios, porque
la verdad solo es concedida a quienes tienen fe. Ahora bien, como la fe es el sostén
de nuestra salvación, esta nos invita a rememorar el perdón, sello de la vida eterna,
que se ha recibido en el bautismo, en el nombre de las tres personas de la Trinidad.

CATEQUESIS APOSTÓLICA:

Todas las cosas creadas tienen un principio más grande, y este es Dios. No existe
nadie antes de Él pues es origen, y sin embargo, no creó nada solo sino que lo hizo
por medio del Verbo y con el Espíritu todo lo dispuso. El Verbo es el Hijo y el Espíritu
es Sabiduría de Dios. Así, el fundamento de la fe y la base de todo conducta es
creer en Dios padre, creador del universo; en el Verbo de Dios, su hijo, Jesucristo
nuestro señor, que se apareció a los profetas; y en el Espíritu Santo por quien se
han hecho las profecías y las instrucciones que conciernen a Dios.
Por lo anterior, el bautismo tiene lugar, como el renacimiento que concede Dios
Padre por medio de su hijo en el Espíritu Santo. Ese padre creador de todo y
omnipotente es justo y mira a los fieles como gentiles. Así, este mundo se encuentra
rodeado de siete cielos, que son la presencia del espíritu de Dios, que el profeta
Isaías los enumera en siete formas, y que se posaron en el Hijo cuando se encarnó:
Sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor e Dios.

De toda la creación el hombre fue plasmado a imagen de Dios y para que pudiera
vivir fue infundido sobre él el halito. Y creado libre y señor de sí fue destinado a ser
rey de todos los seres del cosmos, su regidor y cabeza. Pero como era inmaduro
aun como un niño fue puesto en un sitio preparado para que se alimentará y
desarrollara con gozo, este fue el paraíso. El Verbo frecuentaba al hombre y
paseaba con él. Pero el hombre como era como niño y no tenía pleno uso de razón
era fácil de engañarle y esto lo supo el seductor. Eva la mujer fue creada como
complemento del varón para que fuese su ayuda. Los dos estaban desnudos y no
sentían vergüenza porque su mentalidad era inocente y en ellos no existía la maldad
ni el engaño.

Dios previendo que el hombre no engendrara pensamientos de soberbia y orgullo,


le dio una ley para que reconociera al Señor de todo, pero al fin no cumplió el
mandato, y guiados por el ángel celoso fueron conducidos a la ruina. El ángel
convertido en jefe del pecado fue llamado satán, es decir, apostata. Fueron
desterrados entonces Adán y Eva del jardín de Edén y empezaron a padecer las
miserias de un mundo lleno de tristeza, fatigas y lamentos. Tuvieron dos hijos, Caín
y Abel, y el mismo ángel tentador al mayor a cometer fratricidio, sin duda esto sería
un signo futuro de quienes serían perseguidos y martirizados por ser justos.

La maldad se expendió sobre la tierra y se borró la poca justicia que quedaba en


ella. Con esto vino el diluvio de Dios como su juicio, y solo Noé por ser justo y su
familia, junto con dos animales de cada especie, fueron salvos para que repoblaran
la tierra. Dios bendijo a Sem y Jafet, y estableció un pacto de alianza con el mundo,
donde no volverá a enviar un diluvio sobre la tierra. Dio orden de comer carne y los
bendijo para que se multiplicaran y crecieran.

Como todos tenían una sola lengua y se entendían se colocaron de acuerdo para
construir una torre que buscaban que llegue hasta el cielo, pretendiendo dejar un
memorial las futuras generaciones. Pero para que esta obra no llegara su culmen,
Dios dividió las lenguas de ellos para que no se entendiesen y de este modo se
dispersaron y ocuparon toda la tierra.

Diez generaciones después del diluvio aparece Abrahán, un hombre que buscaba
a Dios como un corazón ardiente y se preguntaba donde estaba. Dios tuvo piedad
y se manifestó por medio del Verbo en forma de un rayo de sol. Le pidió salir de sus
tierras e hizo una alianza de tierra y descendencia. Fruto de ello será Isaac y su hijo
Jacob. En el tiempo del destierro en Egipto, Dios se valió de Moisés y de Aarón para
salvar a sus hijos de Israel. Envió diez plagas y para verse libre el pueblo escogido
de la última plaga sacrificó un cordero inmolado y utilizaron su sangre como garantía
de inmunidad, esto es prefiguración del misterio de la Pasión de Cristo.

Ya en el desierto, Moisés recibió la ley de parte de Dios y constituyó sacerdotes a


Aarón y sus hijos. Cuanto estuvieron cerca de la tierra prometida, Dios reveló el
nombre del único que los podía salvar. Así, Moisés cambió el nombre de Oseas,
hijo de Navé, y le puso por nombre Jesús. Este fue enviado junto con otros once a
explorar la tierra de la promesa y al volver alguno de los doce exploradores
atemorizó al pueblo relatando cosas alarmantes resquebrajando así la fe en Dios.
Por esta incredulidad y flaqueza del pueblo, Dios desvió y cambio su itinerario
haciéndolos vagar por el desierto 40 años. Transcurrido este tiempo y cerca
nuevamente de la tierra Moisés impuso una nueva legislación a la que llamó
Deuteronomio, en la que están escritas muchas profecías referentes a Jesucristo,
al pueblo, a la vocación de los gentiles y el Reino. Aniquilados finalmente los siete
pueblos que ocupaban la tierra prometida, fue dividida entre ellos.

A Jerusalén fueron enviados por medio del Espíritu Santo, los profetas que
aconsejaban al pueblo para que se convirtiesen a Dios y como mensajeros de la
revelación de Jesucristo, quien unió al hombre con Dios y a Dios con el hombre. El
verbo se hizo carne para destruir el pecado que por obra de esta había adquirido
poder y el dominio sobre nosotros.

El Verbo proviene de la voluntad de Dios y nació de una virgen, al igual que Adán
que provino de la voluntad de Dios y de la tierra aun virgen. Y como por Eva el
hombre cayó herido, por una virgen que obedeció la palabra de Dios el hombre fue
reavivado. La cruz, el madero que destruyó la desobediencia cometida en el primer
árbol fue asumida voluntariamente por el Hijo para que así todas las cosas volvieran
al cause inicial de su creación.

Jesucristo, el Hijo de Dios, es el cumplimiento de la promesa que Dios hizo a David,


suscitar del fruto de su reino un Rey eterno, cuyo reino no tendría ocaso. El Verbo
se hizo carne en el seno de una virgen para liberar al hombre del pecado y vivificarlo.
Resucitando se convirtió en el primogénito de entre los muertos y levantó a todos
los hombres que habían caído por tierra para que puedan subir al cielo.

Existen algunos que niegan la encarnación y la muerte del Verbo y si eso fuese
cierto la redención de Dios no hubiese sido posible. No creer en la resurrección del
Hijo es no creer en Dios, pero el Verbo no obstante, tiene el primado de todas las
cosas y es consejero de Dios, pues en el momento de la creación fue por medio de
él como todo comenzó a existir y después de esto se comunicó continuamente con
el hombre hasta que se encarnó en el seno de una virgen.

Los apóstoles comunicaron al igual que los profetas, la salvación de Dios y por
medio de palabras de verdad y bañándolos con el agua del bautismo exhortaron a
los gentiles a guardar su cuerpo sin mancha a fin de poder ser resucitados y su alma
se vea libre de corrupción.

LA DEMOSTRACIÓN PROFÉTICA.

En los creyentes habita el Espíritu de Dios recibido en el bautismo y es el mismo


Espíritu quien hace posible la resurrección al acoger nuevamente cuerpo y alma y
conducir al hombre hacia el Reino.

El Hijo de Dios es el primogénito e toda creación, el Verbo que ha existido siempre


junto al Padre, siendo Palabra se acercó y se comunicó con Abrahán en forma de
Ángel en la encina de Mambré y dejó ver cómo había recibido de Dios el poder para
castigar a los habitantes de Sodoma. Esto es una imagen del futuro, donde le Hijo
de Dios bajo forma humana, conversaría con los hombres, comería con ellos y luego
ejercería el juicio de Juez. Jacob y también Moisés conversaron con el Verbo y Él
les mostraba anticipadamente visiones de las cosas futuras.

David y los profetas hablan del Verbo continuamente en sus escritos. En estos se
ve como el Hijo también es Dios junto con el Padre y al tiempo es sacerdote eterno
y rey universal. Por su obediencia el mismo se auto denomina siervo del Padre. Así
mismo es el Cristo y el Salvador, el Emmanuel, el Dios destinado a esta rentre los
hombres, el que establece su dominio y una paz sin límites.

Y no solamente fue predicha su misión, sino también el lugar donde habría de nacer
y darse a conocer. Saldría de la tribu de Judá, nacerá en Belén y purificará a todos
con su sangre. Será anunciado su nacimiento por una estrella y será descendiente
de Abrahán y de David. Cristo era el vástago del tronco de Jesé. Será un juez justo
y lleno de misericordia, el que trae consigo la concordia y la paz, y llevará consigo
a cuantos creen en Él. Y como reinó desde la eternidad después de su muerte y
resurrección volverá al Reino. Dirá Isaías que entrará triunfaste a Jerusalén sentado
sobre un burro y que la gente le hará alfombra con sus mantos para que pase por
encima.
Los profetas anunciaban que el Hijo de Dios había de nacer, cómo y dónde había
de hacerlo y quién es Cristo, el único rey eterno. Predijeron que una vez hecho
hombre, había de curar a los que curó, de resucitar a los muertos que ha resucitado,
que había de ser odiado, despreciado, torturado, matado y crucificado, tal como fue
odiado, despreciado y matado.

Los profetas dicen que cristo seria despreciado, torturado y finalmente matado. Que
voluntariamente por nuestras culpas aceptaría la muerte en cruz y gracias a esta, la
salvación llegaría hacia nosotros. Hecho hombre humilló su cuerpo para revelar la
gloria del Espíritu. Y de este modo, el justo murió, descendió a los infiernos
acordándose de los suyos, y con este acto el sueño se convirtió en vida. Finalmente
ascendería a los cielos y entraría triunfante como el rey de la gloria.

Los apóstoles, como los mensajeros del hijo de Dios se encargarán de anunciar la
Buena Nueva, del Hijo de Dios que vino a los hombres, que sufrió, murió y resucitó
para la salvación de todos. Infundidos con el Espíritu serán parte de la alianza y la
ley quedara grabada, ya no en piedra, sino en los corazones. Estos son los
miembros de la Iglesia, todos aquellos que se saben salvos y ya no viven con la ley
de la sinagoga del pasado, sino que construyen el pueblo de Cristo del futuro.

CONCLUSIÓN

El Hijo es el autor de la verdad e imagen del salvador, que es Dios al igual que el
Padre y el Espíritu, que vino al mundo para romper con los lazos de la muerte e
implantar así una economía salvífica. Esta es la verdad de nuestra fe.

 Cristianos a quien se dirige.

Es una comunidad bien constituida que tiene conocimiento de los libros del AT, por
lo que posiblemente tenga gran presencia de judíos conversos, sin embargo, el texto
menciona la universalidad de la salvación dando a entender que también hay
presencia de antiguos gentiles. La mención de la separación de la Iglesia con la
sinagoga deja claro es esta es una comunidad que se ha separado del culto judío y
posiblemente tenga ritos “bien” estructurados.
Al ser una exposición de la verdad de la fe se puede decir que ya se encontraban
vigentes algunos pensamientos divergentes que no iban del todo con lo que los
cristianos querían enseñar, y por tanto, se ve la necesidad de aclarar los temas de
la fe. Entre estos se puede destacar la trinidad de Dios, el acto salvífico de Jesucristo
y la acción del Espíritu Santo.

 Relación con el gnosticismo.

Los Gnosticos tenían dentro de sus finalidades dar respuesta a los grandes
interrogantes de los hombres y dentro de la Epideixis se puede notar este deseo de
encontrar la verdad sobre el hombre y lo que lo trasciende. En cuanto a la
abstinencia del cuerpo y del alma también se puede encontrar cierta similitud,
puesto que para los gnósticos la única manera de conseguir la verdad es
mortificando el cuerpo y disciplinándolo.

 Verdades centrales del texto.

Entre las principales verdades se encuentran: Dios es Trinitario, el Hijo de Dios se


encarnó, murió y resucitó para nuestra salvación. La salvación es universal y no
solamente se encuentra reservada para los judíos. Cristo es el nuevo Adán y la
María la nueva Eva. La historia es salvífica desde el principio. El pecado consiste
en la desobediencia a Dios y por este entró al mundo la muerte y el sufrimiento. El
bautismo como nueva alianza.

 Uso de la Sagrada Escritura.

Tiene dos usos principales. El primero es justificar todas las verdades expuestas
desde los escritores sagrados; y la segunda, es mostrar el sentido cristológico de la
historia de la salvación, pues todo lo dicho desde la creación hasta los profetas es
un anticipo de la encarnación del Verbo, hijo de Dios y su acción redentora.

BIBLIOGRAFÍA.

IRINEO DE LION. Demostración de la predicación apostólica, Epideixis. Consultado


en: www.camino-neocatecumenal.org. 07 de marzo de 2017.
ATANASIO DE ALEJANDRÍA – CONCILIO DE NICEA

ATANASIO DE ALEJANDRÍA.

Nace en Alejandría en el año 295, hijo de padres paganos. Como diacono fue
secretario del obispo de Alejandría en el concilio de Nicea (325). Fue muy combativo
contra las tesis de Arrio. En el año 328, tras la muerte de Alejandro, fue consagrado
obispo de Alejandría. Ya en este cargo se mostró contrario a los intentos de
Constantino para reconciliar a Arrio con la Iglesia, manifestando que era imposible
volver a incorporar a alguien que persistía en su posición herética.

Al parecer se excedió a través de procesos violentos en su afán de restablecer la


unidad dentro de la Iglesia y con severa disciplina quiso hacer frente a los problemas
que se presentaban con el cisma integrista de los melecianos y con los arrianos que
no querían acogerse a lo acordado en el concilio de Nicea.

Lo anterior dio pie a una serie de calumnias que terminaron siendo acusaciones
formales en el sínodo de Tiro en el año 335, donde se decidió deponerle del
episcopado. Constantino apoyó esta decisión y deportó a Atanasio a Tréveris de las
Galias. Al morir Constantino, obtuvo de Constantino II el permiso para reintegrarse
a su sede. Sin embargo, sus adversarios de oriente liderados por Eusebio de
Nicomedia colocaron un obispo intruso en la ciudad en el año 339. En los años 340
y 341, tras sínodos en Roma y Antioquía, las Iglesia de Occidente y Oriente se
separan condenando por un lado a Marcelo de Ancyra, y por otro a Atanasio.

Después de muchos años de disputas, contrariedades y destierros, Atanasio


comprende que muchos de los semiarrianos de Oriente lo eran, no por dogma, sino
por falta de unidad de términos entre “ousia e hypostasis”. Comprendió que algunos
de los orientales tenían mucho cuidado al usar el término “homousius”, y por esta
razón en el sínodo de Alejandría en el 362 Atanasio logró conciliar a los
homousianos y nicenos, con la fórmula que se convertiría en la bandera de la
ortodoxia: una “ousia” y tres “hypostasis”.

Obras: su producción escrita es fiel reflejo de su vida como pastor y defensor de la


fe que se proclamó en el concilio de Nicea. Con esto se entenderá el carácter
polémico de algunos de sus textos.

Antes del año 337 escribe dos obras de carácter apologético: “contra gentes” y “De
incarnatione Verbi”. La primera arremetiendo contra los paganos y la segunda en
defensa de la encarnación del Verbo divino. También escribe “Orationes contra
Arianos”, donde prescinde de las especulaciones filosóficas que tantos problemas
han traído condicionando las tesis arrianas. En esta afirma la divinidad el Verbo y
también la unidad sustancial de este con el Padre. Enseña sobre la eternidad del
Hijo.

De sus textos exegéticos solo se conservan fragmentos que se han recogido en las
“catenea” y la mayoría corresponde a explicaciones de los salmos. De esto se puede
apreciar que la preferencia de la exegesis de Atanasio era de carácter alegórico y
tipológico. Entre las obras ascéticas se encuentra la “Vita Antonii” compuesta en el
357, por pedido de los monjes de Egipto que querían conocer la ascética de
Atanasio, fundador del eremitismo. Con este libro inaugura la modalidad literaria:
hagiografía monástica.

Su correspondencia epistolar es digna de ser recordada, fueron de gran aprecio las


llamadas cartas “festales”. Estas eran enviadas por los obispos de Alejandría a los
obispos dependientes en tiempo de cuaresma para señalar la fecha exacta de la
Pascua.

Doctrina: Atanasio contribuye de gran manera a enriquecer la doctrina sobre Dios.


Se encuentra dentro de la tradición platónica y alejandrina. Describe a Dios en
términos negativos como un ser inmortal (aúlos) e incorpóreo (asomatos), eterno
(aídios) e inmutable (átreptos), realidad perfecta, simple, sin accidentes. Considera
a Dios incomprensible y trascendente a toda categoría del pensamiento humano,
pero de Él se pueden hacer descripciones metafóricas. Así emplea los términos de
luz, Espíritu y Entendimiento, los dos últimos muy rara vez.

Su exposición del dogma trinitario ha sido muy aclarador. En la polémica contra los
arrianos que entendían a Dios como un ser esencialmente trascendente e
incomunicable, que necesitaba de un ser intermediario para la creación del mundo,
el “Logos”. Atanasio defiende la existencia de “logos” junto al Padre independiente
de la creación del universo. Esto no implica que Dios no haya creado el mundo a
través del Logos, pero esta acción no es explicación de subordinación. Por otra
parte, Cristo es verdadero Hijo de Dios, generado del Padre por naturaleza y
participación.

Los arrianos pensaban que toda generación comportaba una división o alteración
de quien lo generaba, pero Atanasio dice que la generación del Hijo es eterna, pues
en Dios no existe un antes ni un después, por lo tanto, no se puede equiparar la
generación con la de tipo humano. Frente a la objeción arriana que dice que todo lo
que se genera se da por voluntad o necesidad y si se impone esto a Dios significa
colocar algunos limites, el obispo de Alejandría responde que la generación el Hijo
está por encima de estas dos pues se realiza por naturaleza.
En cuanto al Espíritu dice, en “Epistulae ad Serapionem”, que procede del Padre
por el Hijo, y también dirá que el Espíritu es dado por Cristo a la Iglesia. La divinidad
del Espíritu será argumentada desdela divinización del hombre.

Por último, en su cristología habla de la unidad personal de Cristo que ha asumido


una carne consiente. Gracias a la encarnación del Verbo es posible la salvación y
cuando el Logos asumió la naturaleza humana deifico la humanidad. Así dice que
la encarnación es en sí misma un acto salvífico, pues cuando Cristo asumió la carne
la purifico y la santificó haciendo que el hombre vuelva a Dios. La redención
obtenida por Cristo es el triunfo sobre la muerte.

CONCILIO DE NICEA.

Nicea es el primer concilio ecuménico realzado el 20 de mayo del año 325 d.C, fue
la primera vez que la Iglesia se pronunció universalmente ante un problema que
afectaba a todos, el arrianismo. Fue inaugurado por Constantino quien intervino en
el debate y pidió que se incluyera al “homousius, que significa consustancial, en la
profesión de fe. En este concilio quedan fijadas la divinidad de Cristo y si filiación
eterna con Dios, se precisa un credo bautismal local como regla de fe contra el
arrianismo, de aquí la frase: “Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios
verdadero, Engendrado no creado, de la misma sustancia del Padre, por quien todo
fue hecho. Con esto se excluyó a la Iglesia de toda equivocación en su credo y
anuncio.

El concilio excomulgó a Arrio y su corriente de pensamiento y todos los que


apoyaban esta forma de pensar fueron desterrados por el emperador. En el 327
hubo una nueva sesión en Nicea, donde Arrio tras una presentación de fe evasiva
ante el emperador, fue reintegrado junto con aquellos que lo seguían, todo esto
gracias al afán pacificador que tenía la política imperial. En teoría todos aceptaban
el Niceno pero el gran problema fue que todos lo interpretaban bajo su propia teoría.

El concilio no modificó la teoría subordinacioncita de la mayoría de los obispos


orientales y los términos “ousia” e “hypostasis” traían consigo equívocos en su
interpretación conceptual, porque Nicea los trataba como sinónimos.

Del niceno no se tiene ningún acta pero por fuentes indirectas se sabe cuáles fueron
sus decisiones conciliares. El símbolo o “regula fidei” tendría gran importancia en la
profesión ortodoxa de fe de todo el imperio. Antes de Nicea los “símbolos” que se
profesaban en las liturgias era de carácter particular, pero después de este se creó
uno de carácter más general y obligatorio.
Analizando el credo del niceno se puede observar que una parte está compuesto
del antiguo “Symbolo” que se utilizaba en la liturgia bautismal de Cesarea y otra que
son alcalraciones sobre todo de la divinidad del Hijo (Logos), donde se utiliza el
término “ousios” para hablar de la consustancialidad con el Padre.

El decreto sobre la celebración de la pascua deja finalmente señalado que esta se


celebraría el domingo siguiente al 14 de Nisán, y con esto se puso fin a la polémica
que existía desde el siglo II entre las Iglesias de Asia Menor y las de Alejandría y
Roma.

Los veinte cánones finales se centran en el clero, sobre todo en su disciplina. Se les
prohíbe que convivan con mujeres que no sean de su familia o ben que estén libres
de sospecha, para la consagración de un obispo se exige que por lo menos
intervengan tres obispos más, y se les prohíbe a los diáconos dar la comunión a los
clérigos.

Al finalizar el concilio, como ya se dijo, quedó clara la postura mayoritaria a favor de


la fe ortodoxa y una minoría de arrio y sus adeptos, como Eusebio, que se negaron
a aceptar las actas conciliares, esto hizo que la época del postconcilio contemplara
diversas posiciones entre seguidores y adversarios del niceno: anhomeos, homeos,
homeousianos, homousianos.

BIBLIOGRAFÍA

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.

TREVIJANO, Ramón. PATROLOGÍA. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos,


1994.

CONCILIO DE CONSTANTINOPLA 381.

Con la subida del emperador Teodosio en el año 379 la totalidad del imperio tuvo
que acogerse a la profesión de fe dada en el concilio de Nicea. Para el 27 de febrero
del 380 todos habían acogido el niceno y el patriarca arriano de Constantinopla,
Demófilo, fue sustituido por Gregorio de Nacianzo. La lucha por la acogida de la
“fides” Naciancena duró algo más de medio siglo, pero al final salió victoriosa. Pero
a pesar que el emperador había fijado las normas validas de fe para la Iglesia
universal, solo podía ser totalmente auténtica si era fijada por un concilio
“ecuménico”, lo más general posible.

Sin embargo, confirmar el Símbolo del Naciaceno después de 55 años no serviría


de nada, pues en este laxo de tiempo la situación política eclesiástica como la
teología, habían experimentado in desarrollo muy grande. Ahora era necesario
enfrentar al arrianismo en su versión eunomiana, también debía solucionarse el
cisma meleciano de Antioquía, y aclarar los problemas teológicos en la doctrina
sobre la trinidad y algunos de tipo cristológico: las dos naturalezas en Cristo y la
cuestión de la divinidad del Espíritu.

Por estas razones el emperador Teodosio, poco después de haber entrado a


Constantinopla, convocó para finales del 380 y principios del 381 un sínodo que iría
desde mayo a julio del año 381. En este participaron 150 obispos, todos de la Iglesia
oriental, entre ellos, Melecio de Antioquia, Gregorio de Nacianzo, Gregorio de Nisa,
Pedro de Sebaste, Cirilo de Jerusalén y Diodoro de Tarso.

El “Symbolo” del concilio de Constantinopla obliga a todas las Iglesias cristianas a


acoger el credo Niceno-Constantinopolitano, que es el Símbolo completado del
concilio de Nicea del año 325. Las actas de este concilio no se conservan, pero el
Símbolo se transmitió de forma oficial en las actas del concilio de Calcedonia en el
451. Algunos estudios presumen que el concilio de Constantinopla no decidió el
Símbolo oficial, pero que si deliberó y formuló el texto que se dio a conocer en el
concilio de Calcedonia.

Tres pasajes del nuevo Símbolo amplían claramente la fe en Cristo, uno con
respecto al papel del Espíritu y de María en la encarnación, otro con respecto al
realidad e historicidad de su pasión y muerte, y otro con respecto s su función
escatológica como señor y juez. La parte pneumatológica fue reformulada,
equiparando al Espíritu Santo, con el padre y el Hijo. También se agregaron como
nuevos los artículos eclesiológicos y escatológicos.

El concilio no dejó ningún Símbolo, pero sí dejó una declaración o “Tomus” y cuatro
cánones, en los que se condenaron las posturas heréticas que eran actuales. El
“Tomus” se perdió, pero se sabe que el concilio reafirmó la validez integra de la
“fides Nicaena”, la unidad entre Padre, Hijo y Espíritu, en cuanto la “oúsia”, se
rechazó la postura sabeliana de solo una hipóstasis. Se condenaron a los
eunomianos, arrianos o eudoxianos, neumatómacos, sabelianos, a los seguidores
de Marcelo y de Fotino y a los de Apolinar.

En cuanto a los cánones, estos tuvieron efectos trascendentales para la Iglesia. El


canon tres asignó a Constantinopla, como la “nueva Roma”, es decir, le dio una
posición honorifica, después del Obispo de Roma. En los canon dos se realiza una
determinación administrativa, donde los obispos no se podían entrometer en otras
provincias eclesiásticas, esto a raíz los egipcios habían consagrado Máximo como
obispo de Constantinopla. El canon cuatro invalido la consagración. Con la
limitación del ámbito de competencia de los obispos regionales y la vinculación con
las regiones estatales, en oriente se fue creando una conciencia en la que no podían
aceptar un primado jurisdiccional del obispo de Roma, esta es una de las raíces de
la división de la Iglesia que se dará siglos más tarde.

BIBLIOGRAFÍA:

DROBNER, Hubertus R. Manual de Patrología. Herder: Barcelona, 1999. p. 614.


ISBN: 84-254-2022-9.

APOLINAR DE LAODICEA – NESTORIO – CIRILO DE ALEJANDRÍA –


CONCILIO DE ÉFESO

APOLINAR DE LAODICEA

Nacido en el 315 y muerto en el 395. Frente a la cuestión cristológica acerca de la


unidad divina y human de Cristo, que se suscitó después de definir el dogma
trinitario, el obispo Apolinar de Laodicea hizo el primer intento para responder esta
cuestión, pro la Iglesia no aceptó esta concepción y su doctrina pasó a la historia
como una herejía, el apolinarismo.

Fue firme en su creencia al niceno y su teología está muy apegada es este. Él se


consideraba sucesor teológico de Atanasio en las cuestiones cristológicas, así
constituye un ejemplo paradigmático de un obispo y teólogo ortodoxo estricto que
abordó los problemas de su tiempo, los profundizó e intentó presentarla de manera
comprensible, principalmente la Trinidad y la cristología. El apolinarismo no nació
como corriente heterodoxa, sino como intento teológico de llevar adelante la
ortodoxia, pero la Iglesia no aceptó este intento y lo condeno de hereje.

En las continuas disputas del arrianismo, el partido niceno nombró a Apolinar como
obispo de Laodicea, mientras que Acacio de Cesarea, líder principal homiano, hacia
lo mismo con Pelagio en el 360. Las raíces de su cristología se remontan al sino de
Alejandría del 362.

Escribió numerosas obras exegéticas y teológicas pero de ellas se ha conservado


muy poco, y mucho de esto son fragmentos. Su error cristológico partió de no
entender muy bien la expresión evangélica “el Verbo se hizo cerne” (Jn 1,14), pues
él pensaba que “Sarx” no solo significaba carne, sino la totalidad del hombre, y
consideraba al hombre compuesto de cuerpo, alma irracional y alma espiritual o
mente, esto siguiendo la antropología platónica. Así entendió que la humanidad del
Señor solo estaba compuesta de carne y de alma irracional, y no de alma espiritual
puesto que estas funciones eran realizadas por el “Lógos” divino. Con esto se debe
entender la expresión “Mia Fisis tou Logou sesarkomene” (la única naturaleza del
Logos hecha carne).

NESTORIO

Nació en el año 381 en la Germanicia siria, posiblemente fue discípulo de Teodoro


de Mopsuestia. Fue monje y sacerdote en Antioquía y tuvo gran fama de santidad y
elocuencia, por esta razón fue elegido como obispo de Constantinopla el 10 de abril
del año 428, esta sede tenía gran importancia política y eclesiástica.

Tuvo gran celo por mantener la fe pura y por este motivo chocó con el término
“Madre de Dios” (Teotókos) que para su época era popular y ya se venía utilizando
por numerosos e importantes Padres de la Iglesia. La oposición a este título fue por
motivos cristológicos. En la cristología antioquena existía una distinción entre las
naturalezas humana y divina de Cristo, y de igual manera de los atributos que le
corresponden a cada una de ellas. Así el que nace no es Dios sino el hombre
llamado Jesús, de aquí que a María se la debe llamar la madre de Jesús.

Nestorio, sin embargo, no desconocía la unidad intima que existe entre las dos
naturalezas de Cristo, por lo que, no quiso llamar a María la “Madre de Hombre”
(antropotokos), sino que propuso una vía media y le dio el título de “Receptora de
Dios” (Teodokos) o “Madre de Cristo” (Cristotokos). Con esto pretendió hacer una
distinción clara de los atributos de ambas naturalezas y así indicar que el hombre
Jesús nacido de María, estaba íntimamente unido con Dios.

La teología antioquena tendía a referir el término “Hipostasis” en sentido de una


realidad concreta, a la naturaleza, y entendía el término “prósopon” como la suma y
el sujeto de todas las manifestaciones de la naturaleza. Así para Nestorio ambas
naturalezas (humana y divina) tienen su propio “prósopon”. Cristo tiene dos
personas, pero mediante la unión en un sujeto se convierte en un solo “prósopon”,
que se asemeja a una sola persona pero que no es idéntica a ella. Nestorio definió
esa clase de unidad como “Kat` eudoxían” (a gusto, en virtud de la voluntad), con
esto no confundió la plenitud y autonomía de ambas naturalezas de Cristo.
CIRILO DE ALEJANDRÍA

Nació en Alejandría entre los años 370 y 380. Fue sobrino del patriarca Teófilo; fue
clérigo y monje por algún tiempo. Fue acompañante de su tío en el sínodo de la
Encina en el 403, donde se destituyo a Juan Crisóstomo y este le sucedió en la sede
de Alejandría en el 412. Tuvo una actitud radical frente a los paganos, judíos y
heréticos, desencadenando persecuciones contra los novacianos y que en el 415
llevó al asesinato de la filósofa Hipatia.

En la historia se ha tratado de reducir a motivos políticos eclesiásticos los motivos


para atacar a Nestorio. Se sabe que Alejandría fue descendida al tercer puesto
jerárquico detrás de Roma y Constantinopla, tras la celebración el concilio que se
celebró en esta última ciudad. Ante esto Cirilo quiso robustecer su autoridad. Pero
este no es el único motivo por el que arremetió contra el patriarca de Constantinopla,
pues también contaba con un pretexto dogmático, y este le sirvió como detonante
para lograr sus metas político – eclesiásticas.

En la tradición de Alejandría se subraya con mayor profundidad que en la de


Antioquía, las dos naturalezas de Cristo. En el año 429 Cirilo escribió una carta a
Nestorio pidiendo que le dé información de su cristología, cosa que el patriarca de
Constantinopla lo hizo con mucha precisión. Al año siguiente Cirilo expuso su propia
cristología e invitó a Nestorio a que aceptara el título de “teotokos” para María. Por
este motivo ambas partes pidieron apoyo a Roma y el Papa Celestino tras celebrar
un sínodo en este misma ciudad en agosto del 430, se inclinó por el lado de Cirilo y
así pidió por medio de este que Nestorio se retractara de su postura.

Cirilo tras este hecho celebró un sínodo en Alejandría y noviembre del 430 y fruto
fe este resultó una carta con doce anatemas donde se presentaba de una forma tan
radical la cristología alejandrina que resultaba inaceptable para un antioqueno. En
la carta se exigía no solo la aceptación del titilo de “teotokos” para María, sino
tambien la definición de la unidad de ambas naturalezas de Cristo. Este conflicto no
se solucionó en ese estadio y Nestorio pidió al emperador Teodosio II que
convocara a un concilio que resolviera la cuestión en disputa. El 19 de noviembre
del 430 el emperador invitó a los obispos de las diócesis del imperio oriental, al Papa
Celestino y a Agustin de Hipona para que se reunieran en Éfeso del día de
pentecostés del año 431.

La amplia literatura de Cirilo se divide en dos periodos separados por el inicio de la


controversia nestoriana. En el primer periodo se dedicó a la exégesis y refutar el
arrianismo. En sus obras sobre el Antiguo Testamento se ve como este lo refiere
tipológicamente a Cristo, pero no en la misma medida que Orígenes. Su doctrina
católica de la Trinidad sigue la línea de los Capadocios y del concilio de
Constantinopla. En su segundo periodo, en el año 430 redactó los “libri V contra
Nestorium” que son una refutación detallada de la cristología nestoriana

CONCILIO DE ÉFESO

La apertura del concilio demoró más de la fecha indicada del día 7 de Junio del
años 431, pues para entonces todavía no habían llegado, Juan, el patriarca de
Antioquía, ni los delegados del Papa, ni la mayoría de los obispos sirios y palestinos.
Para la fecha Agustín ya había fallecido sin que la corte imperial se enterara.

Cirilo en contra de la propuesta del comisario imperial, Candidiano, que pedía


esperar abrió el concilio el 22 de junio con 154 obispos de su partido. Se dio lectura
a la segunda carta de Basilio a Nestorio, y se convino que la carta de Cirilo coincidía
con la “fides Nicena”, por lo que tras oír otros testigos, se condenó y se depuso a
Nesorio. Aquellas decisiones que posteriormente aparecerían como decretos
conciliares dotados de validez ecuménica, no versaron ni sobre el título de la
“Teotokos” ni definió la heregias condenadas, sino que solo se limitó a aceptar la
Cristología alejandrina de Cirilo.

El 26 de Junio llegó Juan de Antioquía, quien no reconoció la sesión celebrada por


Cirilo y abrió de inmediato el concilio con la participación de unos 50 obispos y de
Cadidiano. Estos condenaron a Cirilo y sus secuaces y los amenazaron de
excomunión si no se alejaban de los doce anatemas dados por Cirilo. A finales de
junio el emperador pidió que se abriera nuevamente el concilio con la participación
de las dos partes, pero Cirilo y los suyos se opusieron teniendo el apoyo de los
legados pontificios, quienes desde Roma tenían la orden de apoyarlo, así se
confirmaron los decretos de la sesión del 22 de junio.

En un primer instante el emperador Teodosio reconoció las decisiones de ambos


bandos y ordenó que nadie saliera de Éfeso hasta aclarar la situación. En agosto el
nuevo comisario de nombre Juan ejecutó la decisión de ambos sínodos y arrestó a
Cirilo, a Nestorio y a Menón, obispo de Éfeso. En decisiones posteriores en las
cuales Cirilo no se cansó de enviar presentar a la corte del imperio, se terminó el
11 de septiembre con la deposición de Nestorio, que se retiró a un monasterio cerca
de Antioquia. El emperador Teodosio dio por terminado el concilio y permitió que los
participantes regresaran a sus casas.

Las actas del concilio de Éfeso (431) son las primeras que se conservan, mientras
que los documentos de todos los sínodos precedentes fueron transmitidos en
lugares dispersos. Las actas que se tienen de Éfeso son colecciones posteriores de
textos realizadas por diversos compiladores y con distintas intensiones.
BIBLIOGRAFÍA:

DROBNER, Hubertus R. Manual de Patrología. Herder: Barcelona, 1999. p. 614.


ISBN: 84-254-2022-9.

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.

PADRES CAPADOCIOS Y SU IMPORTANCIA TEOLÓGICA

Los tres grandes capadocios son Basilio el Grande, su hermano menor Gregorio de
Nisa y Gregorio de Nacianzo, quienes recibieron su título honorifico por su gran
importancia teológica y para la Iglesia. Los tres pertenecen a una clase dirigente
eclesiástica que emergió con gran fuerza en el siglo IV, después del llamado “giro
constantiniano”. Esta nueva clase se nutrió de familias que no solo profesaban la fe
cristiana, sino que participaban de manera activa en la configuración de la vida
eclesiástica. Todos pertenecían a las clases altas y acomodadas, con una fuerte
influencia social y que disfrutaban de una formación académica que iba acorde con
su nivel económico y social. Por esta razón los tres grandes capadocios estaban
predestinados desde sus raíces a ser grandes oradores, abogados u hombres de
Estado.

En las familias de los tres se encuentran rastros de santidad y vida dedicada a la


Iglesia de la que sin duda cada uno de ellos aprendió. Los capadocios abandonaron
sus carreras civiles para dedicarse al seguimiento radical de Cristo en una vida
ascética de soledad, mas no pensaron en la carrera eclesiástica. Sin embargo los
tres fueron llamados al ministerio episcopal por su ascendencia y su formación, ya
que gracias a lo que sabían estaban capacitados no solo para asumir cargos civiles
sino también eclesiásticos, recordando que para la época los obispos asumieron en
alto grado tares de administración pública. Así los tres alcanzarán su importancia:
Basilio político eclesiástico, Gregorio de Nacianzo como maestro de retórica y
teólogo, y Gregorio de Nisa como pensador filosófico.

BASILIO EL GRANDE.

Fue el hijo mayor de diez hermanos, nació en Cesarea de Capadocia en el año 329.
Sus primeras enseñanzas las recibió de sus padre y de su abuela Macrina que fue
discípula de Gregorio Taumaturgo, entre los dos sembraron en Basilio los
fundamentos de la teología alejandrina, la de Orígenes. Aunque aprendió los
rudimentos de la fe no recibió los sacramentos de iniciación cristiana sino hasta la
edad adulta. En la escuela retórica de Cesarea conoció a Gregorio de Nacianzo.
Por su posición social y económica estuvo con los maestros y docentes más
famosos de su tiempo. En el 356 estando en Atenas enseña retorica en Cesarea
durante algún tiempo, pero abandonó esta actividad para dedicarse por completo a
una radical vida de ascética cristiana. Por este tiempo recibió el bautismo, fue lector,
vendió todo lo que tenía y todos los fondos que recaudó los utilizó para ayudar a los
pobres. La preocupación por los más pequeños, sobre todo en sus relaciones con
los estamentos públicos, será durante toda su vida uno de sus principales objetivos
y campos de actividad.

Por influencia de amigos y familiares, quienes necesitaban eclesiásticos altamente


cualificados e influyentes, Basilio cedió y recibió la ordenación sacerdotal en
Cesarea (Capadocia) hasta este entonces ya había participado en el sínodo de
Constantinopla del 359/360. Por su convicción teológica, él perteneció en un
principio a los homoiusianos, que eran proclives al Niceno, pero que rechazaban
rotundamente la confesión homoiana del emperador.

Como sacerdote asumió la dirección del obispado en el 370 sustituyendo al obispo


Eusebio que no estaba a la altura de la situación política y eclesiástica del momento.
Desde aquel momento sus objetivos principales fueron: la lucha contra la política
estatal homoiana y la reconciliación de la Iglesias orientales, que eran
homoiusianas, con el Niceno y con Roma. Tras la muerte de Atanasio en el 373, se
dedicó a fortalecer la comunión eclesial con Roma, en especial mediante la
finalización del cisma antioqueno. Al morir en el año 379 sus esfuerzos no habían
conseguido un éxito total, sin embargo en sus años como obispo hizo grandes
aportes esencialmente para la solución político – eclesiástica y teológica que
después de la muerte del emperador Valente comenzó a tomar mayor fuerza.

En sus obras se puede ver claramente su posición teológica y como clarifico temas
oscuros para la época. Entre los años 360-361 Eunomio de Cícico defendía su
teología “anomea” sobre la trinidad. Ante esto Basilio que sabía de tal obra llamada
“Apologie” vio la necesidad de dar una respuesta muy cuidadosa, así en los años
363-364 escribió los tres libros “contra Eunomio”, cada uno de estos habla sobre
una persona de la trinidad. En el libro primero rechaza la tesis básica de que el
“àgénnetos”, atributo del Padre, se refiere a su substancia y, por lo tanto, el Hijo
tiene que ser distinto a la sustancia del Padre. Sin embargo, Basilio dice que la
coeternidad de Padre e Hijo indican las contradicciones de la doctrina de Eunimio
donde él mismo afirma que el Hijo es creatura engendrada antes del tiempo. En el
libro segundo continua diciendo que la Generación no significa que hubo un tiempo
en que le Hijo no existía, ni que esto tampoco implique que Dios mute. Por tanto,
tampoco se puede concebir al Espíritu Santo como criatura del Hijo. En el libro
tercero discierne las diferencias de las tres personas divinas en el plano de la
secuencia y de la gloria, pero no de la substancia. Del Espíritu Santo dirá que sus
nombres “Espíritu Santo” y “paráclito” hacen patente su naturaleza divina.
A finales del 374, 10 años después de los tres libros, escribe una obra específica
sobre el Espíritu Santo que va dirigida a Anfiloquio. El libro no se desarrolla de
manera sistemática, sino más bien espiritual. En el texto se dice que el Espíritu
comparte igual gloria que el Padre y el Hijo, por lo que es consustancial a ellos.
Basándose en el testimonio de la Sagrada Escritura, de la formula bautismal y de la
participación del Espíritu Santo en la creación, fundamenta la doctrina de las tres
hipostasis en un mismo plano, y por consiguiente, la unidad de naturaleza con el
Padre y el Hijo justifica dispensar al Espíritu los mismos títulos y honores

Su teología sobre la trinidad llevó a que muchos semi-arrianos aceptaran el Niceno,


así esclareció la utilización de dos términos el de “Ousía” y el de “hypóstasis”
demostrando que no son equivalentes. De este modo se entiende bien la fórmula:
“mía ousía kaì treis hypostáseis”, es decir, una esencia y tres personas. Cada una
de las tres hipostasis tienen sus características respectivas, el Padre por la
“agenesía”, el Hijo por la “genesía”, y el Espíritu Santo por la “hagiasmós”, estas
particularidades constituyen lo propio de la cada persona, pues en todo lo demás
hay una igualdad. En cuanto al Espíritu Santo, Basilio defiende su posición como la
tercera persona y recurre a las Sagradas Escrituras para señalar una perfecta
igualdad con el Padre y el Hijo. Dice que si se percibe en las tres personas una
misma operación, que no presenta ninguna diferencia o diversidad, por lo tanto, por
fuerza se deduce que tienen una misma naturaleza.

GREGORIO DE NISA.

Nació entre los años 335 y 340 y a diferencia de su hermano no asistió a ninguna
de las escuelas famosas de Cesarea, Constantinopla o Atenas, sin embargo, por
sus obras se puede saber que tenía profundos conocimientos de retórica, filosofía
y del saber común de su tiempo. En sus escritos se puede observar el preciso
conocimiento que tiene de su entorno y de los comportamientos humanos, también
se delata en los el profundo conocimiento que tenia de las ciencias naturales, sobre
todo de la medicina.

En el año 372 fue dividida la provincia de Capadocia que era presidida por su
hermano Basilio, por este motivo el obispo nombró a Gregorio y otros amigos como
obispos para evitar el debilitamiento que sufría la provincia prima. Gregorio ocupará
la sede episcopal de Nisa, una localidad poco importante, situada en el camino de
Ccesarea de Ancira. Los siete primeros años de su episcopado tuvieron siempre
algún tipo de dificultades. Su hermano Basilio lo consideraba ingenuo e inexperto
en asuntos políticos y eclesiásticos, y eso se ve reflejado en que en el año 376 la
oposición homoiana logró deponerlo y desterrarlo acusándolo de malversación de
bienes eclesiásticos y de irregularidades en su elección como obispo. Solo tras la
muerte del emperador Valente pudo regresar en el año 378.

A partir del 379 se vuelve un influyente político eclesiástico y también como gran
teólogo de problemas dogmáticos, destacó de igual forma como orador, predicador,
exegeta. Fue uno de los participantes más destacado del sínodo de Antioquía del
370 y de los que se celebraron en Constantinopla en los años 381, 382, 383 y 394.

Sus obras son numerosas y variadas tanto en filosofía como en teología y se pueden
dividir en siete categorías: tratados sobre problemas trinitarios y cristológicos,
tratados exegéticos y homilías, escritos ascéticos y espirituales, obras
hagiográficas, homilías y discursos para fiestas importantes, un compendio de las
enseñanzas de la fe cristiana, y cartas.

La filosofía de Gregorio está influida por el neoplatonismo y esto se puede ver en


su texto, “de anima et resurrectione” aquí remodela el platonismo con el fin de
poderlo aplicar al cristianismo. En cuanto a su teología esta se basa en la tradición
alejandrina de Filón y de Orígenes, de este último tomará la doctrina de la
“àpokatástasis”, que consiste en la restauración de todas las cosas al final de los
tiempos, en el estado original, incluyendo al diablo y sus demonios. El segundo
concilio de Constantinopla en el 553 condenó a Orígenes en sus anatemas, pero no
a Gregorio de Nisa.

Su pensamiento partiendo de la del presupuesto platónico que dice que solo lo


universal es real, realiza su argumentación contra el triteismo que proponía
Eunomio. Para el la palabra hombre designaba la naturaleza y no al individuo, así
para el Niceno la distinción de las tres personas consiste exclusivamente a sus
relaciones mutuas inmanentes, de aquí que la actividad externa de los tres sea solo
una y común. En relación con el Espíritu Santo dice que este procede del Padre a
través del Hijo.

En su cristología enseña la unidad entre las dos naturalezas de Cristo y aunque


haya un intercambio de atributos entre ellas, ambas permanecen inconfundibles, a
esto se le denominará con el termino técnico “comunicatio dominica”

En escatología toma la concepción del Niceno sobre la doctrina de la


“apocatástasis” o restauración de todas las cosas, a su estado original al final de los
tiempos.

En la Iglesia occidental no tuvo la misma reputación que su hermano Basilio y


Gregorio de Nacianzo, sin embargo el gran número de manuscritos conservados
dan a conocer el gran aprecio que tenían por su ideario. En la historia ha pasado a
ser uno de los Padres de la Iglesia más estudiados.
GREGORIO DE NACIANZO.

Nació en Nacianzo donde su padre Gregorio el Mayor fue obispo durante 45 años.
Gregorio gozó de una gran formación académica como la de Basilio, primero en
Cesarea de Capadocia, luego en Cesarea de Palestina, después en Alejandría y
por último en la Academia de Atenas. En el 356 regresó a su patria para enseñar
retórica, pero luego influido por su amigo Basilio se entregó a la vida ascética y
convivió con él en la comunidad de Annisi, donde recopilaron juntos la “Philocalia”,
extrayendo los textos de las obras de Orígenes. De su padre recibió el bautismo y
este mismo lo ordenó sacerdote en el 361para que le ayudara en el trabajo de la
diócesis. Aquí descubriría sus grandes habilidades para la retórica y el estudio, tanto
así que no tuvo rival entre los Padres de la Iglesia griegos del siglo IV.

Cuando Valente dividió en dos la provincia de civil de Capadocia, Basilio que quería
aumentar el número de sedes episcopales para fortalecer el partido niceno, nombró
a Gregorio obispo de la ciudad de Sásima, sin embargo, se rehusó a tomar posesión
del obispado. Tras la muerte del emperador Valente en el 378, le llegó el
llamamiento para dirigir la comunidad nicena de Constantinopla, pero como en esta
la gran mayoría de los cristianos eran de confesión arriana dirigidos por el obispo
Demófilo, Gregorio residió en una casa privada, futura iglesia de la resurrección,
desde aquel lugar pronunció en el 380 los “cinco discursos sobre la divinidad del
Logos”, en los que expuso la postura nicena sobre la Trinidad y gracias a los cuales
ganó el título honorifico de “El Teólogo”. En tal mismo año el emperador Teodosio
obligó a demófilo a abandonar la ciudad e introdujo a Gregorio como obispo de la
metrópoli. Durante el concilio de Constantinopla fue blanco de muchas ataques lo
que lo llevó a dejar el cargo de obispo de la metrópoli, después regresaría a su tierra
y terminaría su vida como obispo de esta en el año 390.

En cuanto a su obra literaria, Gregorio de Nazancio revisitó de poemas su material


teológico y temas cristianos. Con este estilo tratará temas dogmáticos, morales,
autobiográficos y líricos, pues pensaba que de esta manera hacia más agradable el
mensaje cristiano.

En su exposición del misterio de la trinidad explica la doctrina de Nicea y propone


formulaciones como la de “precesión” (ekporeusis) del Espíritu Santo, que se
diferencia perfectamente de la “generación” (génnesis) del Hijo. La palabra
procesión será utilizada de aquí en adelante tanto en oriente como en occidente
para explicar la relación del Espíritu con el Padre. Gregorio también será el primero
en utilizar la palabra “consustancial” (homoousios) al Espíritu Santo.
En su cristología defiende, contra Apolinar, la naturaleza perfecta de cristo que se
encuentra compuesta de cuerpo y alma. Dirá que las dos naturalezas de Cristo son
una por combinación, habiéndose hecho la divinidad hombre y quedando la
humanidad divinizada.

BIBLIOGRAFÍA:

DROBNER, Hubertus R. Manual de Patrología. Herder: Barcelona, 1999. p. 614.


ISBN: 84-254-2022-9.

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.

TEOLOGÍA DE JUAN CRISÓSTOMO

Nace en Antioquía en el año 350. Su formación literaria fue de gran calidad


frecuentando la escuela del famoso Libanio. Entre sus discípulos esta Teodoro de
Mopsuestia. Recibió el bautismo en el año 369 a la edad de 18 años, y bajo la
dirección de Diodoro de Tarso comenzó la vida monástica y la exégesis bíblica con
las orientaciones de la escuela de Antioquía. Intentó llevar una vida eremítica pero
por su delicada salud tuvo que regresar a Antioquía. Melecio lo ordena diacono en
el 381 y en el 386 recibe la ordenación presbiteral de Flaviano quien fue sucesor de
Melecio. Destacó como predicador sobre todo en la preparación de catecúmenos al
bautismo. En el siglo V recibiría el apodo de Crisóstomo (boca de oro) por sus dotes
de orador. Fue consagrado obispo de Constantinopla el 26 de febrero del 398 por
Teófilo de Alejandría.

El número de sus escritos es considerable sobre todo en el campo de la homotética.


Cabe decir que se conservan muchas de sus obras. Sus homilías comentan casi
todos los libros de la Biblia. Entre as más dogmáticas o polémicas se puede citar
“De in Conprehensibile Dei natura” que son doce predicaciones donde se refuta la
posición de Eunomio, quien dice que el hombre está en condiciones de conocer a
Dios tal y como Él se conoce, Juan dirá por su parte que Dios es inefable e
incomprehensible.

Otras homilías sobre temáticas diversas son las “ocho Orationes adversus Iudaeos”
y las veintidós predicaciones “Ad populum Antiochenum de statius”. Las primeras
homilías están enmarcadas dentro de las controversias judeo-cristianas, en la que
previene a los cristianos de no frecuentar las fiestas de los judíos, porque estos
habían desconocido al Mesías.
De su epistolario se conservan unas 240 cartas, la mayoría de ellas pertenecientes
a la segunda parte de su exilio. Estas están dirigidas a sus amigos que se han
mantenido fieles a la hora del destierro.

Crisóstomo basa su pensamiento y su predicación en la Sagrada Escritura. Sus


exegesis siguen los pasos de la escuela Antioquena, y sus comentarios bíblicos
están llenos de reflexiones y digresiones que no siguen una exposición lineal de
corte moral como si tratase de aplicar prácticas en beneficio de sus oyentes.

No fue un teólogo que destacará por su originalidad de aportes, pero si fue muy
destacado por su brillante exposición. En la cuestión trinitaria permaneció fiel a la
doctrina Nicena, utilizó la expresión “homoousios” para significar la relación del Hijo
con el padre. Su cristología por su parte es muy equilibrada defendiendo la divinidad
perfecta de Cristo, contra los arrianos, al igual que su humanidad perfecta.

Es destacable también su espiritualidad sacerdotal, que la deja ver en su tratado


“De sacerdotio”. En esta integra la vida monástica con la experiencia sacerdotal,
formando así una visión integradora. A los sacerdotes los exhorta a guardar virtudes
propias de los monjes, pero adaptadas a la forma de vida secular.

BIBLIOGRAFÍA:

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.

TEODORO DE MOPSUESTIA

Nació en Antioquia alrededor del año 350, estudió retórica y literatura con el célebre
Libanio, en esa escuela conoció a Juan Crisóstomo con quien tuvo una buena
amistad. Alrededor de los veinte años entró al monasterio que era dirigido por
Diodoro de Tarso. A los tres meses abandono esa vida monástica para ser abogado
y contraer matrimonio, pero las exhortaciones de Crisóstomo hicieron que cambiara
de parecer y volviera a la vida monástica. Se ordenó sacerdote alrededor del 383 y
en el 392 fue consagrado obispo de Mopsuestia, en Cilicia. Tomó parte en las
controversias teológicas contra los pneumatómakos, defendiendo la divinidad del
Espíritu Santo. Murió en el 428 poco antes de la controversia nestoriana.

De la escuela antioquena es un gran representante. Hizo comentarios a gran parte


de los libros de las Sagradas Escrituras, su método era predominantemente
filológico e histórico. Sus “Commentarii in psalmos” fueron la primera obra y en ella
reconoce que los salmos se deben leer con un fondo histórico. Entre otras obras se
encuentran: “commentarius in XII prophetas menores”, “commmentarii in Iohannem,
“De incarnatione”, “Contra Eunomium”, “De perfectione regiminis”, entre otras.

Tras su muerte su ortodoxia fue puesta en duda después del concilio de Éfeso del
431, donde se lo acusaba de nestorianismo, sin embargo, estas acusaciones
estaban basadas en extractos de obras de Teodoro tomadas de florilegio hostil y
falsificado. En sus “Homiliae catecheticae” muestra una concepción cristológica en
la que las dos naturalezas de Cristo se distinguen perfectamente, pero sin que
constituyan dos personas diferentes, como los decían los nestorianos, sino un solo
“prosopón”. Es conveniente aclarar que en su teología se encuentran exageraciones
y omisiones, faltándole una concepción correcta de la inmutabilidad de Cristo y de
la comunicación de idiomas. En positivo, supera la concepción de Apolinar de
Laodicea, de “Logos – Sarx”, sustituyéndola por la de “Logos – Anthropos”.

Tiene interés por la antropología. Frente a los alejandrinos que centraban la imagen
de Dios exclusivamente en el alma, los teólogos antioquenos, entre ellos, Juan
Crisóstomo, Diodoro y Teodoreto de Ciro, consideran que la imagen de Dios
consiste en el dominio del hombre sobre el resto de la creación. Teodoro de
mopsuestia, tiene la misma percepción pero la matiza al considerar al hombre como
un representante de Dios en el mundo. El hombre como imagen y lugar de Dios es
el punto hacia el cual convergen todas las criaturas: él es el centro del cosmos.

Es necesario decir que la controversia nestoriana perjudicó la memoria de Teodoro,


pues Cirilo de Alejandría lo consideró junto a Diodoro, como los inspiradores de
Nestorio, en cuanto a entender mal el error de la unión hipostática y la afirmación
de dos personas de Cristo. Actualmente se ha reivindicado su ortodoxia, gracias al
descubrimiento y estudio de sus “homiliae catecheticae”, donde se demuestra la
falsedad de la acusación de nestorianismo que se aplicaba contra él.

BIBLIOGRAFÍA:

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TEODORETO DE CIRO

Nació en Antioquia en el 393 en una familia de abolengo cristiano, donde recibió


una buena formación académica. Cuando murieron sus padres se retiró al
monasterio de Nikertia, en Siria. En el año 423 fue elegido obispo de Ciro y durante
los primeros años se dedicó a combatir a los herejes de su diócesis. En el concilio
de Éfeso del 421 formó parte de la delegación de Antioquía y rechazó la condena
de Nestrio, aunque después la aceptó, cuando Cirilo en el 428 atacó a Diodoro y a
Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto salió en su defensa.

Su producción literaria sufrió mucho los efectos negativos de la condena de los “tres
capítulos” y como consecuencia de esto se perdieron algunas de sus obras, pero
aun así se conservan gran parte de sus escritos. Entre sus obras exegéticas se
encuentran los comentarios al cantar de los cantares, Daniel, Ezequiel, los profetas
menores, Salmos Isaías, Jeremías, y las epístolas de san Pablo. Se le considera el
mejor biblista de la escuela antioquena porque su estudio parte de un análisis
detallado de las Escrituras en sus distintas versiones, aclarando con esto las
cuestiones literarias de autenticidad, autoría, datación, etc. A parte del terreno
histórico, también incursionó en la alegoría. En sus obras de carácter apologético
se encuentran la “Graecarum affectionum curatio” (curación de las enfermedades
helénicas) que es una de las mejores apologías cristianas frente al paganismo.

Sus tratados teológicos y polémicos están compuestos en torno al concilio de Éfeso


(431), como “Impugnatio XII anathematismorum Cyrilli”, “pentalogus contra Cyrillum
et Concilium Ephesinum”. “De theologia sanctae et de economia” sobrevivió gracias
a que fue transmitida bajo el nombre de Cirilo de Alejandría y con el título “De sancta
trinitate” y “De incarnatione”.

Escribió tres obras históricas. La historia religiosa entre ell 444 – 449, la
continuación de la “historia acclesiastica” de Eusebio de Cesarea entre el 449 – 450,
y el “Heraeticarum fabularum compendium” en el 453. De su numeroso epistolario
solo se conservan alrededor de 250 cartas.

Su teología tuvo mucho tinte e sospecha debido a la condena de sus escritos


anticirilianos en el concilio de Constantinopla del 553, pero actualmente se está
reivindicando su pensamiento puesto que sus planteamientos doctrinales van
acorde con la época. A la “énosis katá physin” o “énosis kat`hypostásin” de Cirilo,
contrapuso el concepto de unión mediante la recepción de la naturaleza humana
por la naturaleza divina. Despues de la unión actuante, sigue existiendo un solo
sujeto actuante “prosopón”, es decir, Cristo conservando sus dos naturalezas con
sus respectivas propiedades. Por esta misma proposición arremeterá contra los
nestorianos y monofisitas, quienes separaban en dos partes a Jesucristo y también
de quienes unian laas dos naturalezas, humana y divina, en una sola.

BIBLIOGRAFÍA:

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CONCILIO DE CALCEDONIA (451)

El concilio de Calcedonia y sus Símbolo cierran en gran medida una época de la


historia de la Iglesia. Desde el punto de vita teológico es un punto decisivo donde
se cierran las controversias sobre la unidad de las dos naturalezas de Cristo. Esto
fue una disputa contra Nestorio que comenzaría en el año 418.

Inicialmente el concilio fue convocado en Nicea el 1 de septiembre del 451, pero


debido a una serie de factores políticos fue trasladado a Calcedonia. En este lugar
el concilio fue inaugurado el 8 de octubre del mismo año y fue el que tuvo mayor
asistencia de toda la antigüedad cristiana, asistiendo alrededor de 450 obispos.

Las seis primeras sesiones estuvieron dedicadas a cuestiones dogmáticas y se


redactó una nueva profesión de fe en la que se definió la doctrina cristológica acerca
delos puntos que habían sido objeto de controversia, tanto por el nestorianismo,
como por el monofisismo.

El Símbolo es un punto de convergencia de varias tradiciones teológicas. Su


definición dogmática se dividió en tres partes: La primera es un proemio extenso
que expone el por qué se celebra el concilio, luego hace referencia a los credos
vigentes de Nicea y Constantinopla, y a las cartas sinodales de Cirilo; de igual
manera señala los errores rechazables, como negar o rehusar a usar el título de
Theotocos fundamentándose en la doctrina de los dos hijos (Nestorio); y la mezcla
de ambas naturalezas de Cristo (Eutiques). En la segunda parte se hace la
definición cristológica propiamente dicha, que alude expresamente a la tradición de
los Padres. En el tercer punto, se definen los anatemas y con esto se concluye.

El Símbolo de Calcedonia se debe considerar como el punto final de la confluencia


de la cristología alejandrina y antioquena, sobre todo en cuanto a la clarificación de
terminología. En cuanto a sus cánones, el número 28, es decir el último, no está
transmitido en las actas conciliares, y en este se da a Constantinopla iguales
derechos que a la sede de Roma, lo que equivaldría a considerarla una segunda
sede principal y al mismo tiempo recortar los derechos de patriarcado de Alejandría
y Antioquia. De estos hechos se puede deducir que fueron otro punto de fricción
para la separación de la Iglesia de Oriente de la de Occidente.

El monofisismo no desapareció inmediatamente después del concilio, es más, en


provincias importantes de las regiones de oriente esta doctrina tenia raíces
profundas y muy bien arraigadas. En Egipto, especialmente los monjes hicieron del
monofisismo su bandera político – religiosa con una fuerte carga nacionalista.
Cuando los patriarcas de Alejandría condenaron a Dióscoro, consideraron este
hecho como un ataque directo a la Iglesia de Oriente y a sus tradiciones, de aquí
resultaría una actitud antibizantina y antimperial, que condujo desde mediados del
siglo VI a que en Alejandría existan dos patriarcados, uno monofisita y otro fiel a
Calcedonia y al Imperio.

BIBLIOGRAFÍA:

DROBNER, Hubertus R. Manual de Patrología. Herder: Barcelona, 1999. p. 614.


ISBN: 84-254-2022-9.

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MÁXIMO EL CONFESOR

Aunque no se sabe bien de sus orígenes se puede situar su nacimiento alrededor


del año 580. Después del año 626, Máximo se traslada al África escapando de la
persecución persa y musulmana, que hacían incursión por el imperio bizantino. En
varios sínodos africanos que contaron con su presencia se pudo rechazar el
monotelismo, pero será en el concilio de Letrán en el 649, convocado por el papa
Martín I, donde se condene esta doctrina. Al fracasar en los años siguientes los
esfuerzos del emperador por conseguir el apoyo del papa a su política religiosa,
ordenó su detención y la de Máximo en Roma en el 653, siendo conducidos a
Constantinopla para ser juzgados por alta traición. El proceso de Máximo terminó
en el 655 siendo desterrado a Bicia, en Tracia. Posteriormente, fue desterrado a
Lazika donde murió el 13 de agosto de 662, víctima de los padecimientos sufridos.
Años más tarde, en el III Concilio de Constantinopla se rehabilitó su memoria y
ratificó su teología.

Su producción literaria es muy extensa y abarca diversos temas: dogmáticos,


ascéticos, exegéticos y litúrgicos, además de 45 cartas. Dentro de los dogmáticos
es destacable la obra “opuscula theologica et polémica” que está dirigida para
combatir los errores monotelistas. Entre sus obras ascéticas la más difundida es
“Capita et caritate” que son cuatro series de sentencias ascéticas y panegíricos.
Otra obra dedicada a Elpidio es el “Logos asketikós” que tiene una estructura
dialógica destinada a indicar el camino que ha de seguir quien quiera llevar una vida
ascética. Entre los escritos exegéticos destacan las “Quaestiones ad Thalasium”
que intenta ayudar a resolver las dificultades interpretativas de algunos lugares
bíblicos.
La doctrina de Máximo realiza una síntesis teológica siguiendo el pensamiento de
autores cristianos que le presidieron, como Orígenes, Gregorio de Nisa, Gregorio
Nacianceno, Evagrio Póntico y Pseudo–Dionicio Aeropagita. En consonancia con la
doctrina del concilio de Calcedonia muestra la perfección de las dos naturalezas de
Cristo, donde las dos voluntades cooperaron en él de una manera tan singular que
su voluntad humana auto determinante asumió tanto la voluntad divina como las
pasiones humanas. Máximo pensaba que la voluntad divina de Cristo determinaba
su conducta y gracias a ella dirigía la voluntad humana apartándola del error y del
pecado. Por contraste, el hombre después del pecado original es de naturaleza
mudable y está sometido a las pasiones “pathé” y tiene dificultades para cumplir la
voluntad de Dios. Pero ahora bien, el hombre puede ascender de nuevo al
conocimiento “gnosis” de Dios, combatiendo, de esta manera, las paciones con la
virtud, gracias a que Cristo abrió ese camino con sus padecimientos.

Máximo establece una relación entre el misterio de Cristo y la divinización del


hombre. Son dos momentos de un único movimiento. El descenso y la “kenosis” de
la condescendencia de Dios produce por sí el ascenso divinizante del hombre. De
esto resulta que la causa última de la divinización del hombre es la encarnación de
Dios, y el motor de todo este movimiento en dos momentos es el amor, la
“philantropía” divina.

BIBLIOGRAFÍA:

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.

JUAN DE DAMASCO

Nace alrededor del año 650en Damasco, su familia árabe-cristiana era oriunda de
Mansur. Los musulmanes habían conquistado Damasco en el 635, pero los
primeros califas llevaron una política tolerante con los cristianos. Juan recibió una
excelente formación clásica a través de un muy buen profesor de griego. Ocupó
grandes cargos en la corte califal, como anteriormente habían hecho su abuelo y su
padre. Le solían decir como apodo el de Mansur, que significa victorioso. Uno de
sus cargos fue ser exactor general de cuentas de Damasco, por lo que tenía que
cobrar los impuestos a los cristianos de Siria y velar por el respeto de sus derechos.
Cuando los califas Abd-el-Malek y posteriormente Al-Walid subieron al poder, las
cosas cambiaron para los cristianos empezando a ser perseguidos tanto en Siria
como Palestina. Con este panorama Juan opto por retirarse al monasterio de San
Sabas de Jerusalén, donde vivió el resto de su vida. El patriarca Juan IV de
Jerusalén lo ordenó presbítero y le pidió que interviniese con sus escritos en la
defensa de la ortodoxia frente a la iconoclastia. También por orden del patriarca se
le encomendó predicar en las principales solemnidades que se celebraban en los
principales templos de Jerusalén. Su doctrina y elocuencia fueron muy valoradas
por sus oyentes. Finalmente murió después de una larga vida en el 749. El papa
León XIII lev le declaró doctor de la Iglesia universal en 1890.

Sus escritos son bastantes e importantes. Su obra dogmática “Fons scientae”


(fuente del conocimiento), que está compuesta por tres capítulos, es un compendio
sobre la fe ortodoxa. En sus “Orationes de imaginabus” expone su rechazo a la
iconoclastia. Tiene muchas homilías de carácter solemne y otras polémicas, como
“Contra jacobitas” y “De dabus in Christo voluntativus”

A Juan Damasceno se le ha reprochado que sus obras teológicas son poco


originales, pero la mayoría de estudiosos piensan que no solamente fue un
excelente compilador que recopiló textos de sus predecesores, sino que además se
puede descubrir en él una gran personalidad teológica de gran fuerza creadora, que
innova sobra la tradición recibida. Su mayor aportación teológica fue respecto a la
disputa de las imágenes, se puede decir que su clarificación conceptual de “eikón”
y de “proskynesis” tuvo una importancia decisiva para asentar la doctrina
proclamada en el II concilio de Nicea en el 787.

Juan de Damasco dice que un “eikón” (imagen) es siempre la copia “antitypos” de


un original “prototipos”, semejante a este pero necesariamente distinto, pues de lo
contrario se diría identidad. A la prohibición veterotestamentaria de fabricar
imágenes de Dios, hace la justificación de la representación gráfica de Cristo, como
un efecto derivado de la encarnación del “Logos” divino.

Él supo distinguir bien el término “proskynesis” (veneración), que es que conviene y


se utiliza con las criaturas, del término “latreía” (adoración) que solo se atribuye a
Dios. Por otro lado la veneración que se le da a las imágenes de Dios y de los santos
nunca se dirige a la materia en sí, sino a la persona representada, que según una
antigua tradición ella sigue presente de alguna manera en la representación de la
imagen. Solo en virtud de la presencia del Espíritu de Dios pueden las imágenes
facilitar la gracia y la energía.

Por otra parte, cuenta con una mariología muy rica basada en la maternidad divina
de María, así expone la doctrina de la “Theotókos de manera muy precisa. En su
homiletica tienen especial relevancia las predicaciones dedicadas a considerar los
misterios de la vida de la Virgen, que se celebran en el calendario litúrgico de
Jerusalén, especialmente las referidas a su natividad, en algunas se comienzan a
dar algunos conceptos característicos de la doctrina de la inmaculada concepción,
que siglos después se desarrollará.
BIBLIOGRAFÍA:

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.

LAS DIPUTAS ORIGENISTAS

A finales del siglo IV comenzaron unas controversias en torno a la teología de


Orígenes. Su iniciador fue Epifanio, el obispo de Constancia (Salamina). Él había
metido a Orígenes en su obra “panarion”, redactada entre los años 347 a 377, donde
hacia una recopilación de todas las herejías existentes hasta entonces. En el año
393, en una homilía con motivo de la fiesta de la consagración de una iglesia de
Jerusalén, acusó de origenismo a Juan, obispo del lugar, y le reconvino a que
condenara el origenismo. Poco después Atarbio recorrió los monasterios de
Palestina para recabar apoyos para la mencionada condena. Fue recibido por
Jerónimo con benevolencia, pero Rufino lo despachó sin más. Este es el punto de
inicio de la controversia origenista entre Epifanio, Jerónimo y Teófilo de Antioquia
por un lado y Rufino y Juan de Jerusalén por el otro. La disputa se centró
principalmente en torno a la teología sostenida en “De principiis”.

Orígenes en su obra plantea una “theologumena” que fu considerada poco ortodoxa.


Por ejemplo, su doctrina sobre la Trinidad es subordinacionista, en cuanto que, si
bien realiza una distinción entre Padre e Hijo, ve al segundo con una fuerza que se
subordina al Primero. En cuanto a la prexistencia de las almas, sostiene que las
almas de los hombres fueron creadas antes que el mundo; y que al haberse
apartado ellas de Dios junto con los ángeles caídos se enfriaron y fueron
desterradas a un cuerpo. Finalmente, en la doctrina de la “àpokatástasis” dice que
la acción redentora del Hijo conduce al final de todo al estado bienaventurado
original de todo lo que existe, incluso Satanás.

Las controversias basadas en tal teología alcanzaron su apogeo y su final en el siglo


VI cuando los monjes de ambos monasterios se dividieron en dos bandos a causa
del pensamiento de Orígenes. El emperador Justiniano promulgó en el año 543 un
edicto antiorigenista al que ni el papa ni los patriarcas se opusieron. Después de
esto, la policía imperial confiscó y destruyó todos los escritos originales que lograron
requisar.
Es necesario subrayar que el segundo concilio de Constantinopla en el 553 incluyó
a Orígenes en el canon 11entre los herejes, pero es cierto que ni en el esbozo del
emperador ni en la carta del papa Vigilio, con la que se aprueba el concilio, se
menciona el nombre de Orígenes. Por esto hay que dar por sentado que el concilio
no condenó a Orígenes ni califico de herética su teología.

BIBLIOGRAFÍA:

DROBNER, Hubertus R. Manual de Patrología. Herder: Barcelona, 1999. p. 614.


ISBN: 84-254-2022-9.

IBAS DE EDESA

Fue obispo de Edesa en el año 439 siendo sucesor de Rábulas, uno de los
seguidores más fervientes de Cirilo de Alejandría. A diferencia de su antecesor, su
inclinación doctrinal fue hacia Teodoro de Mopsuestia y debido a esto su episcopado
sufrió de mucha perturbación. Dioscoro a través de protestas logró que Ibas fuera
depuesto en la celebración del concilio de Éfeso en el 449, sin embargo, fue
reinstalado en su sede por el concilio de Calcedonia en el 451.

Ibas tiene un lugar muy importante en la historia del dogma, pero de toda su
producción textual solo ha llegado hasta nosotros su carta “a Maris” que fue motivo
de grandes discusiones. Los monofisitas lo acusaron de nestorianismo y no se
puede negar que tenía simpatía con la escuela teológica de Antioquia, donde
estaban Diodoro de tarso, Teodoro de Mopsuestia y Teodoreto de Ciro.

Durante muchos años enseñó en la “Escuela Persa” de Edesa donde tuvo como
discípulos a muchos futuros obispos de la Iglesia persa. Él, inspirado por la teología
de Teodoro de Mopsuestia tradujo las obras de este e hiso que sus discípulos
también lo hicieran, de manera que los nestorianos de Siria llamaron al obispo
Teodoro, por grandiosidad, el intérprete. Ibas protestó afirmando que el obispo de
Mopsuestia nunca aprobó al patriarca Nestorio cuando este negó a María el título
de la “Teotókos” (madre de Dios), lo único que hiso fue criticar los métodos usados
por Cirilo para procurar la condenación de Nestorio, todo esto lo declaró en su carta
“a Maris”.

Ya en el concilio de Calcedonia condenó a Nestorio de forma escrita y oral. Repudió


indignado ciertas afirmaciones que le atribuían sus adversarios, como la de “yo no
envidio a Cristo el que sea Dios porque yo puedo ser Dios tanto como Él”. Ibas, para
evitar las sospechas del monofisismo, donde fusionaban la naturaleza humana y
divina de Cristo, no admitió la llamada “communicatio idiomatum”, es decir, la
atribución de los atributos de la naturaleza humana a la persona divina y viceversa.
Estas no fueron razones suficientes para impugnar de heterodoxa su teoría, pues
para su tiempo el problema cristológico estaba muy lejos de estar completo y
claramente expuesto. En calcedonia, el patriarca Máximo de Antioquia y los
delegados de Roma declararon que su teología expresada en la carta “a Maris” era
ortodoxa, sin embargo, no todos los padres adoptaron esta decisión de forma
unánime.

En los famosos “Tres Capítulos”, cien años más tarde, la carta de Ibas fue
condenada y esto quedo consignado en las actas del segundo concilio de
Constantinopla en el 553, por incitación de Justiniano I. algunos de los teólogos que
participaron en el concilio, entre ellos los de Occidente, pensaron que condenar los
escritos de Ibas era equivalente a condenar el concilio de Calcedonia, quien los
había rehabilitad, y esto significaba aprobar a los monofisitas. Otros, que tenían las
esperanza de reconciliar a los monofisitas que se conocían como severinos,
pensaron que también era necesario condenar todos los escritos que se inclinaban
hacia el nestorianismo, además pensaban que la carta de ibas era impía y
calumniaba a Cirilo, porque criticaba los procedimientos del concilio de Éfeso y
parecía justificar a Nestorio y a los nestorianos; otros por su parte afirmaban que la
carta era apócrifa. El segundo concilio de Constantinopla en su octava sesión
anatemizó a todos quienes defiendan la carta y la encuentren total o parcialmente
correcta.

BIBLIOGRAFÍA

Ibas de Edesa (On line). Visto el 9 de mayo del 2017. Disponible en:
http://ec.aciprensa.com/wiki/Ibas.
Ibas de Edesa (On line). Visto el 9 de mayo del 2017. Disponible en:
https://es.wikipedia.org/wiki/Ibas_de_Edesa.

SEGUNDO CONCILIO DE CONSTANTINOPLA (553)

El concilio de Calcedonia en el 451 no había logrado eliminar el nestorianismo y


tampoco había satisfecho a los monofisitas. Por si fuera poco había sembrado la
discordia entre los calcedonenses con la rehabilitación de Teodoreto de Ciro y con
la incorporación de la llamada carta “a Mari” de Ibas de Edesa. Además el concilio
tampoco logró el propósito político ya que las provincias meridionales del imperio
bizantino, es decir, Egipto, Siria, Palestina, seguían estando bajo el dominio
monofisita.

Justino I quiso solucionar el problema ya que esto podía terminar con un cisma en
el seno de la Iglesia con problemas relativos a la independencia política de un
territorio que formaba parte del imperio. En el 543, intentó traer de vuelta a los
monofisitas con el edicto de “Los tres Capítulos” en el que se condenaba los escritos
de los obispos Nestorio, Teodoro de Mopsuesta, Teodoro de Ciro e Ibas de Edesa.
Sin embargo, el papa Vigilio rechazó la condena por lo que el emperador lo llamó
para que acudiera a Constantinopla para lograr una solución. Así, el 11 de abril de
548 se firmó el “Indicatum” en el que se aprobó la condena que había sido expuesta
en los Tres capítulos. Pero esta aprobación antes de apaciguar los ánimos produjo
un fuerte rechazo en occidente, lo que llevó al papa y al emperador a acordar la
celebración de un concilio ecuménico con el fin de tomar medidas unilaterales.

Vigilio tuvo disposición para el concilio pero propuso que ete se celebrará en Italia
o Sicilia, con el fin de asegurar la atención y participación de los obispos
occidentales. Justino no estuvo de acurdo con tal propuesta y propuso una comisión
especial conformada por delegados de cada uno de los grandes patriarcados. A
esto Vigilio sugirió que se escogiese un número igual de delegados de Oriente y
Occidente, lo que no fue aceptado por Justino quien abriría el concilio bajo su propia
autoridad. El papa rehusó participar teniendo en cuenta su desventaja dada la gran
cantidad de obispos orientales y también por miedo a la violencia. Con esta
convicción dijo que daría juicio independiente sobre todas las materias propuestas.

El acuerdo entre Justino y Vigilio fue roto por este primero ya que en el año 551
mediante el decreto “Homologia tes pisteos” reafirmó la condena de los Tres
Capítulos. Vigilio manifestó su protesta amenazando con excomulgar a quienes
apoyasen la condena. El emperador comprendió que no debía mantener su postura
si quería mantener la unidad de la Iglesia así que cedió convocando al concilio que
había de celebrarse en Constantinopla.

El concilio fue inaugurado el 5 de mayo de 553 donde asistieron 166 obispos de los
que solo 12 pertenecían a las diócesis occidentales y con la presencia del propio
emperador. Aquí se condenó el nestorianismo mediante la ratificación de la condena
de los “Tres capítulos” y se promulgaron catorce cánones. Esta asamblea fue la
última fase del largo y violento conflicto que comenzó conel edicto de Justino en el
543 contra el origenismo.

Las decisiones del concilio se ejecutaron violentamente y la reconciliación con los


monofisitas no se logró. Vigilio junto con otros oponentes de la decisión del
emperador, según los registros, al parecer fueron desterrados. En la séptima sesión
del concilio, Justino hiso que el nombre de Vigilio fuese eliminado de los dípticos,
pero pronto el clero de Roma y la gente pedirían al emperador que deje volver al
papa, lo cual aceptó con la condición que debía reconocer el concilio.

Para finalizar, este concilio adquirió gradualmente y con el tiempo su carácter


ecuménico. Las provincias del norte de Italia entre ellas Milán y Aquilesa rompieron
comunicaciones con la sede apostólica. El papa siempre estuvo en lo correcto en lo
que ha doctrina corresponde pero cedió para asegurar la paz. Ya para el conclio de
Calcedonia deliberaría del peligro de las maquinaciones monofisitas. Las actas en
griego original se perdieron, pero aún quedan versiones latinas muy antiguas.

BIBLIOGRAFÍA:

ALBERIGO, Giuseppe. Historia de los concilios ecuménicos. Ediciones Sígueme:


Salamanca, 1993. p. 397.

Segundo concilio de Constantinopla. Consultado el 8 de mayo de 2017 (on line).


Disponible en: http://ec.aciprensa.com/wiki/Segundo_Concilio_de_Constantinopla.

TERCER CONCILIO DE CONSTANTINOPLA 680 – 681

El monofisismo se refugió en Siria y Egipto después de la muerte de Justino.


Teodosio de Alejandría y Jacobo Baradeo organizaron la Iglesia monofisita con
bases sólidas. En la actualidad la Iglesia de Egipto se conoce como copta, mientras
que la de Siria lleva el nombre de jacobita.

Los sucesores de Justino no tuvieron el mismo interés que tuvo él en las cuestiones
dogmáticas y agregado a esto las guerras en el oriente con los persas, los
longobardos, los ávaros, los eslavos, entre otros, hicieron inútil que se colocaran en
cuestión las decisiones del concilio del 553 realizado en Constantinopla. Con la
subida del emperador Mauricio en el año 583 hubo una paz religiosa y una
coexistencia pacífica. Pero este escenario se vio turbio por Focas quien después de
derrocar a Mauricio en el 602 estableció su propia ortodoxia, empezando a perseguir
a los monofisitas de Siria y de Egipto. Los monofisitas seguían siendo sospechosos
de ser poco fieles al imperio y al trono, motivo por el cual Constantinopla era hostil
contra ellos.

En el 610 Heraclio derribó a Focas y con su ortodoxia y dominado con la idea de la


universalidad del imperio no pudo permanecer indiferente ante el peligro separatista
que representaban los monofisitas. En el año 628 logró restablecer la autoridad
bizantina en Siria y en Egipto, pero la situación había evolucionado hasta tal punto
que Heraclio se vio obligado a tomar ciertas decisiones. Quiso buscar una fórmula
para reunir a todos los cristianos para que se rehaga la unidad del mundo greco-
romano, y para esto a la sabiduría y al sentido político del patriarca de
Constantinopla, Sergio, quien sabía que no había que atacar la autoridad del
concilio de Calcedonia, ya que en ese caso Roma declararía la guerra. Así,
partiendo de un principio en el que la acción no es una propiedad de la naturaleza
sino de la persona, dijo que en Cristo había una sola acción (energeia). Esta
concepción ya había sido aceptada por el patriarca monofisita, Severo de Antioquia,
y también por la Iglesia monofisita de Alejandría.

Eulogio, el patriarca ortodoxo de Constantinopla, había rechazado la concepción de


Sergio como herética, pero nadie hizo caso a esta acusación. Esto dio pie al
patriarca Sergio para consultar como se encontraba el ambiente con el fin de lanzar
su idea. El ortodoxo Jorge Arsas que vivía en Egipto le envió un documento llamado
el “Libellus” del patriarca Mena, en el que se exponía que solo había una energía
en cristo. Con esto Sergio se dio cuenta que su idea podía dar buenos resultados y
en el año 630, el patriarca junto con el emperador lanzaron el plan para la
reunificación de todos los cristianos.

En el 633 la Iglesia armenia, reunida en el sínodo de Teodosiópolis, declaró su unión


con la Iglesia ortodoxia. En ese mismo año el patriarca ortodoxo de Alejandría, Ciro
de Fasi, llegó a un acuerdo con los coptos y su jerarquía, y en el sínodo que
celebraron se redactó un texto de unión en el que se admitía en el “monoenergismo”.

Sergio viendo el éxito de su fórmula escribió al papa Honorio I en el año 634 y le


explicó la situación. Honorio acepto las explicaciones pero pidió a Sergio que no
introdujera un nuevo dogma sin un concilio ecuménico. Sin embargo, algunos
extremistas, los ultramonofisitas vieron insuficiente la fórmula de Sergio. En este
mismo año Sofrino fue elegido Patriarca de Jerusalén y en su carta de entronización
condenó el monoenergismo y además propuso que había que reconocer dos
energías en Cristo. Frente a esta nueva situación Heraclio pidió a Sergio que
formulará una nueva proposición para formar un frente único, así con la
colaboración del higumeno Pirro, redactó un texto en el que abandonaba el
monoenergismo y proponía una sola voluntad (thelesis). El papa Honorio aprobó el
texto.

Roma rechazó el monotelismo. En el 641 el papa Juan IV convocó un sínodo donde


condenó el monotelismo. Posteriormente, el nuevo papa Teodoro sostenia que el
papado es la cabeza de la Iglesia y por consiguiente podía intervenir en los asuntos
internos de las demás Iglesias. Constantinopla y Jerusalén, reaccionaron a tal
pensamiento y esto hizo que la unidad cristiana se vea cada vez más entorpecida.
Con la subida de Constante II, fue convocado un sínodo africano encabezado por
Máximo en el 646 donde se atacó el monotelismo. En el 649, a pesar de tantas
dificultades y enemistades entre el papa y el emperador, Máximo convocó un sínodo
en la iglesia de Cristo Salvador en el Laterano, donde el monotelismo fue condenado
nuevamente y los patriarcas Sergio y Pablo de Constantinopla fueron
anatemizados.

En el año 678 Constantino IV quiso restablecer la ortodoxia, por lo que pidió al papa
Domno que enviara tres representantes suyos para organizar un concilio
ecuménico, pero como este había muerto fue el papa Agatón quien recibiría la
petición. En Roma fue convocado en sínodo para el año 680, donde participaron
125 obispos y posteriormente los representantes del papa como del emperador
llegaron a Constantinopla el 10 de septiembre del año 680. Constantino estuvo
presente en las primeras 11 sesiones y estuvo en la última para firmas decisiones.
Hay que indicar que es la primera vez que un emperador había firmados decisiones
conciliares.

El concilio proclamó la ortodoxia propuesta según la teología de Máximo y en


términos generales admitió dos voluntades en Cristo, pero reconociendo que la
voluntad divina está sometida a la voluntad humana. El monotelismo había sido
abandonado antes del concilio y, por lo tanto, las decisiones no encontraron ninguna
oposición. Fueron condenados aquí el papa Honorio, los patriarcas Sergio, Ciro de
Alejandría, el obispo Teodoro de Farán, entre otros.

El concilio del 680-681 restableció la unidad doctrinal entre oriente y occidente, y


solamente los maronitas con Macario siguieron fieles al monotelismo, aunque
también ellos como los monofisitas habían dejado de formar parte del imperio
romano y cristiano. En el plano político el poder imperial salió victorioso y reforzado.

BIBLIOGRAFÍA:

ALBERIGO, Giuseppe. Historia de los concilios ecuménicos. Ediciones Sígueme:


Salamanca, 1993. p. 397.

TERTULIANO DE CARTAGO

Quinto Septimio Florencio Tertuliano nació en Cartago alrededor de laño 160. Fue
hijo de un centurión consular pagano, sin embargo, se sabe muy poco de su vida.
Tuvo una muy buena educación que se vio reflejada en su manejo de la retórica,
dominio de las ciencias jurídicas y de la lengua griega. Su conversión tuvo lugar
antes del 197. Después de vivir un tiempo en Roma regresó a Cartago y vivió allí
hasta su muerte. No está claro si fue ordenado, pero si se sabe que contrajo
matrimonio con una cristiana. Fue un hombre de carácter extremo y vehemente,
partidario de un ascetismo riguroso, y que se adhirió al montanismo de la cual hizo
una secta especial llamada de los “tertulianistas”.

Es el primer escritor cristiano de lengua latina y se puede ver en sus obras una
excelente combinación de conocimientos de retórica latina y griega, además de un
bien bagaje filósofo y jurídico. Se puede decir que todos sus escritos son polémicos.
Su producción literaria es considerable tanto por el número como por la excelente
calidad. Es considerado uno de los autores literarios latinos que han dejado mayor
huella en la teología occidental, especialmente por ser un innovador al utilizar el
latín cristiano en el campo teológico.

Los 31 escritos de Tertuliano pueden ser agrupados según dos grandes etapas de
su vida. Los primeros que son escritos de del periodo católico y los segundos de su
etapa montanista. Tradicionalmente también se los puede dividir en apologéticos,
polémicos-doctrinales y morales.

Como ya se dijo, se considera a Tertuliano el iniciador de la teología latina, pues es


el primero en utilizar la lengua latina como soporte expresivo de la teología cristiana.
Centrándose en los conceptos se puede percibir su falta de sistemática, tanto así
que algunas veces llegó a incurrir en contradicciones y radicalismos inmoderados.

Su teología es claramente controversial y esto se puede ver claramente en sus


aportaciones a la teología trinitaria. El término “trinitas” es aplicado a las tres
personas divinas: “Trinitas unius divinitatis, Pater et Filius et Stpiritus Sanctus”
(trinidad de una divinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo), con esto afirma que hay
una sola sustancia en los tres que están unidos entre sí. También será el primero
en utilizar el término “persona” que posteriormente se volverá imprescindible en la
teología. Esta expresión tiene cabida no solo en la explicación trinitaria, sino
también en la cristológica, así se puede ver el doble estado no mesclado, sino unido
a una sola persona, a Dios y al hombre Jesús. La afirmación hecha por Tertuliano
será más tarde la formulada por el concilio de Calcedonia en el 451. El plan salvífico
es presentado desde los presupuestos teológicos de Irineo de Lyon. Según
Tertuliano, este plan de Padre es llevado a cabo por el Salvador que se presenta
como mediador de ambas naturalezas, sin embargo al intentar subrayar la
naturaleza humana de Cristo frente a las herejías gnósticas que la negaban, incurre
en la negación de la virginidad de María.

A él se le debe reconocer ser el primero en darle a la Iglesia el título de “Madre”


pues la denomina “Domina mater ecclesia”. La iglesia es quien ha recibido la fe y
debe salvaguardar la revelación. Solo la Iglesia posee las Escrituras, a las que los
herejes no pueden apelar. Esta visión de Iglesia se verá alterada solo cuando se
vuelva parte del montanismo dando preponderancia a la Iglesia espiritual sobre la
Iglesia organizada.

Finalmente, en cuanto a la virginidad hace la primera sistematización de la


terminología sistemática relativa a tal forma de vida cristiana. Afirma el valor de la
castidad perfecta como manifestación de la superioridad de los cristianos sobre la
corrupta sociedad pagana. Dentro de la comunidad cristina establece una jerarquía
de estados de vida: vírgenes, viudas, y casados.

BIBLIOGRAFÍA:

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.

CIPRIANO DE CARTAGO

“Caecilianus Cyprianus Thasius” nació en Cartago a principios del siglo III dentro de
una familia pagana de elevada posición económica. Tuvo una buena formación en
retórica y literatura,algunos dicen que orientó sus pasos a la realización del “cursus
honorum”, pero al parecer el ideal de su vida era ser maestro de retórica. Su
acercamiento al cristianismo fue debido a la acción del presbítero Ceciliano de
Cartago. Su conversión se sitúa alrededor del 246, poco después fue ordenado
presbítero y en el 249 fue elegido como obispo de la sede cartaginesa. En el 250 se
desencadenó la persecución de Decio, y debido a esto Cipriano por inspiración
divina decide ocultarse fuera de la ciudad, aunque mantuvo siempre contacto con
su grey a través de algunos presbíteros y mediante cartas.

Cuando regresa a Cartago en el 251 se encuentra con el problema de la readmisión


de los caídos que habían apostatado de su fe. Estos buscaron el apoyo de algunos
“confessores”, que eran cristianos que habían confesado la fe durante la
persecución, y con cierta autoridad pedían a los obispos su inmediata readmisión a
la Iglesia. Como Cipriano no cedió a sus pretensiones, el diacono Felicísimo junto
con un grupo que no estaban de acuerdo con la posición del obispo hicieron que
este convocará un sínodo en Cartago en el mismo año para determinar la conducta
a seguir con los caídos “lapsi”. En este sínodo se dijo que todos aquellos que
hubieran hecho sacrificio a los dioses debían hacer renitencia y ser absueltos a la
hora de la muerte. Pero a los que no realizaron el acto cultual de sacrificio podían
ser readmitidos sin ninguna prórroga.

Los últimos años de su vida se vieron afectados por la controversia en torno al


bautismo conferido por herejes y cismáticos. Los norteafricanos rechazaron la
validez de tales ritos bautismales y Cipriano tomando esta posición reunió dos
sínodos en Cartago en los años 255 y 256 en los que se reafirmó tal postura. Sin
embargo, Esteban, obispo de Roma, declaró que la validez del bautismo dependía
de la administración correcta del mismo y de la recta intensión del quien bautiza.
Estas posturas no llevaron al cisma.

Sus obras están determinadas por los ires y venires de su propia vida, tienen un
carácter predominante pastoral y suelen distribuirse en dos grupos: los tratados y el
epistolario. Su primer tratado escrito es el “Ad Donatum” en el 246, que es una
autobiografía donde relata los hechos de su conversión. En el 249 escribió
“Testimonia ad Quirinum”, que son tres libros de citas bíblicas. “Ad Demetrianum”
es una obra escrita en el 252 cuyo contenido apologético responde a las falsas
acusaciones contra los cristianos por los paganos ante las calamidades acontecidas
en el imperio romano. Los tratados más importantes fueron compuestos para
intentar resolver la crisis planteada en su Iglesia a raíz de la persecución de Decio.
Se encuentras aquí el “De lapsis” y el “De ecclesiae unitate” publicados en el 251.

Las cartas que componen su epistolario son en total 81, que son fuente de un gran
valor para conocer los sucesos de la vida de Cipriano, y también para comprender
múltiples aspectos de la historia de la Iglesia del siglo III, como fue la actividad
conciliar de la iglesia de Cartago de su tiempo.

Su pensamiento teológico no responde a un desarrollo sistemático, sino que se


conforma de acuerdo a las necesidades pastorales en las que se ve envuelto. La
índole intraeclesial del pensamiento de Ciprino hace que su aporte sea
principalmente en el campo de la eclesiología. Modernamente se le llama “doctor
de la colegialidad episcopal”, por la gran formulación que hace de esta cuestión. Él
muestra la clara concepción que tenía acerca del tema de la unidad de la Iglesia,
como reflejo de la de la Trinidad. Desde esta concepción dirá que la Iglesia es como
un “pueblo reunido en el virtud del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, así la unidad
de esta abarca la unidad de los fieles con los obispos, de estos entre sí, de manera
que se forme una “communio” que estará muy presente en sus actuaciones con
motivo del cisma de Novaciano.

Cipriano reconoce a Roma como la “Ecclesia principales” de la que emerge la


unidad episcopal, y esto es así porque Roma es la Iglesia de Pedro, y como todas
las Iglesias están fundadas sobre él, Roma es la heredera del “munus” petrino y
como tal entre sus funciones está la de manifestar la unicidad de la Iglesia.

En cuanto a la teología sacramentaria se muestra contrario a aceptar el bautismo


conferido por un hereje o por un cismático. Detrás de esta concepción errónea está
la praxis de las Iglesias del norte de África y del Asia Menor, hecho que es
confirmado por los sínodos de Cartago de 255 y 256. El error de Cipriano radica en
considerar que no podían conferir el Espíritu Santo quienes lo habían perdido,
siguiendo el principio que “nadie da de los que no tiene”. Contrario a este
pensamiento, el papa Esteban I considera validos los bautismos afirmando que no
era procedente la práctica de rebautizar a los ya bautizados, puesto que la validez
del bautismo es independiente de la santidad del ministro, como se ve atestiguado
en otras tradiciones eclesiales. Estas divergencias dañaron las relaciones del
Cipriano con Esteban, y si no se llegó a una ruptura fue por la persecución de
Valeriano, donde Cipriano y Esteban murieron mártires.

BIBLIOGRAFÍA:

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.

NOVACIANO

Nació en Roma a comienzos del siglo III, fue bautizado cuando estaba gravemente
enfermo, pero nunca recibió la confirmación. Este hecho fue un motivo fuerte por el
cual tuvo oposición por parte del clero y laicos de la comunidad cristiana de Roma
para que fuese ordenado presbítero. Tras la muerte como mártir del papa Fabián
en el 250, él ocupo un puesto preminente entre el clero de la Urbe y escribió tres
cartas a Cipriano de Cartago, apoyando la postura más benigna de este último con
relación a los “lapsi”. Sin embargo, en el 251 cuando es elegido Cornelio para la
sede romana, Novaciano fue elegido líder de la facción “rigorista” en la
reconciliación e los “lapsi” y se enfrentó a Cornelio que defendía las posiciones más
moderadas. Novaciano se hizo consagras obispo por tres obispos italianos y se
convirtió así en antipapa. Él defendía el ideal de una Iglesia “pura” (coetus
sanctorum), compuesta por cristianos puros.

El cisma de Novaciano contó inicialmente con cinco presbíteros romanos, pero con
el tiempo llegó a reunir un número considerable de seguidores. Después de las
grandes apostasías que trajo consigo la persecución de Decio, hizo que muchos
fieles se preocuparan por la santidad de los cristianos, y por este motivo muchos se
adhirieron como partidarios de las posturas rigoristas. El novacianismo perdurará
durante casi tres siglos en algunas comunidades de Italia, Galias, Hispania, África,
Egipto y Asia. Todavía en el concilio de Constantinopla del 381 se les permitió tener
iglesias propias, hasta que Nestorio los expulsó de la ciudad en el 428.
Sus obras muestran un excelente dominio de la retórica. “De cibis iudaicis” es un
escrito a favor de la libertad cristiana en cuanto a temas de comidas, frente a las
prohibiciones judías. Su obra más importante será “De Trinitate” escrita en el año
240. En esta, expone la doctrian de la “Regula fidei” de Dionicio de Roma,
defendiendo la identidad del Dios Padre con el Creador del mundo, contra el
gnosticismo. Contra los marcionitas defiende que Cristo es el verdadero Hijo de Dios
creador. Frente a los decetas afirma la encarnación del Verbo. Contra los
adopcionistas defiende su divinidad. Frente a los modalistas defiende que Jesús es
distinto del Padre. También le dedica un capítulo al Espíritu Santo. No se lo
menciona como la “Tercera Persona”, pero este es un dato poco relevante, ya que
será con Basilio en el siglo IV cuando se llegue a formulaciones más precisas sobre
Él.

En la argumentación teológica que presenta se muestran vestigios estoicos y


aristotélicos y sobre todo platónicos. Su teología trinitaria sigue la tradición marcada
por Justino, Teófilo, Irineo, Hipólito y Tertuliano. Tiene gran interés en subrayar la
unidad entre el Padre y el Hijo, de cara a los ataques herejes de la época que se
oponían a dicha unidad, sin embargo cae en cierto subordinacionismo. En cuanto al
Espíritu Santo si trata de Él, no establece relación con el Padre y el Hijo, pero son
interesantes las afirmaciones que hace sobre el vínculo que existe entre el Espíritu
Santo y la Iglesia, dice que Este es el autor de nuestro nuevo nacimiento en el
bautismo.

El tratado “De Trintate” tiene un gran valor teológico ya que presenta formulas muy
precisas a la hora de hablar de la humanidad y de la divinidad de Cristo, sin limitarse
a acuñar la terminología asumida por Tertuliano.

BIBLIOGRAFÍA:

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.

DONATISMO

Es una de las versiones del cristianismo del siglo IV, considerada herética por la
Iglesia de Roma, he inspirada por el obispo de Cartago, Donato. Para él la
efectividad de los sacramentos depende del carácter moral del ministro, de manera
que, si uno de ellos se encuentra involucrado en un pecado serio y bautiza a una
persona, ese sacramento será considerado inválido.
El donatismo fue el resultado de la persecución de los cristianos ordenada por
Diocleciano en el 303, donde todas las Iglesias y Sagradas Escrituras fueron
destruidas. En el edicto del 304 se ordenó que se quemara incienso a los dioses
ídolos del imperio Romano, orden que los cristianos rehusaron cumplir. Una gran
cantidad de cristianos entregaron los textos sagrados y muchas cosas más de culto
a sus perseguidores, traicionando así su creencia y a otros cristianos, dejando todo
en manos de los romanos. Estas personas fueron conocidas como “traidores”
cristianos que traicionaban a otros cristianos.

Cuando Ceciliano de Cartago fe consagrado obispo en el 311, Félix uno de los tres
obispos de Aptunga que ayudó en sus consagración, había dado copias de la Biblia
a los perseguidores romanos, gracias a esto un grupo de 70 obispos formaron un
sínodo donde declararon que la consagración de Ceciliano era invalida. Aquí
comenzó a levantarse un gran debate con relación a la validez de los sacramentos,
debido a que uno de ellos había pecado gravemente contra los otros cristianos.

Después de la muerte de Ceciliano, Aelio Donato el grande se convirtió en obispo


de Cartago y debido a su nombre el movimiento es llamado donatismo. Los
donatistas estaban ganando “convertidos” a su causa y una fuerte división se estaba
levantando dentro de la Iglesia Católica. Estos comenzaron a rebautizar a sus
“Convertidos”, hecho que fue un punto problemático para la Iglesia que estaba
perdiendo su autoridad. Tal forma de actuar fue condenada en el Sínodo de Arles
en el 314.

El tema del donatismo se extendió por muchos concilios ecuménicos y finalmente


fue sometido al emperador Constantino en el 316. En cada uno de los casos
expuestos, la consagración del obispo Ceciliano fue defendida. Sin embargo, el
movimiento para este tiempo había ganado tanta fuerza, teniendo entre los suyos
a muchos convertidos y un número considerable de la Iglesia Ortodoxa de África
BILde san Agustín donde el asunto de un giro drástico contra el movimiento
donatista el cual se vería muerto para el siguiente siglo.

El pensamiento ortodoxo de la Iglesia llevó a reconocer que la efectividad del


bautismo o la administración de la Cena del Señor (Eucaristía) no se pierden si el
carácter moral del ministro está cuestionado o si se demuestra que es culpable. Más
bien, los sacramentos son efectivos por lo que son: representaciones visibles de
realidades espirituales; de modo que, no están limitados (y tampoco dios que obra
a atreves de ellos) por el estado moral de quien los administra.

BIBLIOGRAFÍA:

DONATISMO (On line). 16 de mayo de 2017. Disponible en:


http://www.miapic.com/donatismo.
DONATISMO (On line). 16 de mayo de 2017. Disponible en:
http://www.webdianoia.com/glosario/display.php?action=view&id=375&from=action
=search%7Cby=D.

SAN AMBROSIO DE MILÁN

Nació en Tréveris hacia el año 340, siendo hijo de un alto funcionario del Imperio.
Al morir su padre se trasladó a Roma en el 354 en compañía de su madre y su
hermano. Recibió una muy buena educación humana y cristiana, estudió retórica y
ejerció como abogado en Sirmio. Siguiendo el “cursus honorum” fue nombrado
gobernador de Liguria y de la Emilia en el 370. Se vio obligado a intervenir en la
elección del sucesor del obispo arriano Auxencio, tal elección se presentaba difícil
debido a la división entre arrianos y católicos, que había causado algunos tumultos
populares. Estuvo presente en el momento de la elección, en el 374, que por
sorpresa recayó en él, al oírse gritar a un niño “Ambrosius episcopus”, y ser
aclamado por el resto de los asistentes. Esto ocurrió cuando Ambrosio era aún un
catecúmeno. Recibió el bautismo el 24 de noviembre, y fue consagrado obispo el 7
de diciembre del mismo año. La rapidez de su elección episcopal lo hace consciente
de su necesidad de una profundización teológica. Alcanzará una alta cualificación
doctrinal estudiando sistemáticamente la Biblia y leyendo a autores como Orígenes,
S. Cipriano, S. Atanasio, Dídimo de Alejandría, los Capadocios, S. Cirilo de
Jerusalén, y autores paganos como Plotino, y judíos como Filón.

Como Milán era la sede del emperador, Ambrosio pudo entablar amistad con ellos.
La mayor parte de sus dificultades en la gestión pastoral vinieron del campo arriano.
Ya en los años 376-377 tuvo que clamar la agitación causada por el sacerdote
arriano Julián. Por esas mismas fechas tuvo que intervenir en Sirmio para que se
realizase la elección canónica del obispo Anemio, fiel a la ortodoxia nicena, frente a
las pretensiones filoarrianas de la emperatriz Justina. Con la ascensión de Teodosio
al poder imperial las relaciones con el obispo de Milán mejoraron pero esto duró así
hasta el año 390, donde las relaciones se deterioraron por el incidente de
Tesalónica, que inicia una rebelión contra el emperador, matando al gobernador de
Iliria. Después de todo este conflicto, en la navidad del mismo año las los ánimos
se calmarían y el emperador Teodosio se reconciliaría con la Iglesia. Como un gran
pastor murió el 4 de abril del 397.

Sus escritos se pueden clasificar en: exegéticos, morales, catequéticos,


dogmáticos, cartas e himnos. Las obras de tipo exegético componen casi la mitad
de toda su producción literaria, y esto no es de extrañar pues era un pastor celoso
de la palabra y se esforzó para que la grey tuviera un bien conocimiento de las
Sagradas Escrituras. En este tema seguirá los modelos de interpretación alegórica
y moral de los alejandrinos Filón y Orígenes. El “Hexaemeron” es una obra inspirada
en San Basilio, son holinias en las que comenta los seis días de la creación. En “De
paradiso” hace un comentario a la narración del Génesis sobre el paraíso terrenal y
el pecado original. La “Expositio Psalmi CXVIII” son 22 homilías en las que comenta
el salmo 118. Ambrosio valiéndose de una exegesis moral, hace una propuesta a
los fieles para que alcancen la perfección cristiana. La “Expositio evangelii
secundum Lacum” es la única obra en la que comenta un libro del Nuevo
Testamento. En toda la obra se preocupa por excluir los errores que en aquel
momento rondaban la teología trinitaria y cristológica.

Sus obras morales y ascéticas también ocupan un lugar importante. Dedica cinco
tratados a las vírgenes cristianas: “De virginibus”, “De viduis”, “De virginitate”, “De
institutione virginis” y “Exhotatio virginitatis”. Su primer tratado de moral cristiana
que fue dirigido a los clérigos teniendo una clara orientación escatológica se llama
“De oficciis ministrorum”.

Los escritos catequéticos son el resultado del gran celo pastoral de Ambrosio para
formar buenos candidatos para la recepción del bautismo. Los tres fundamentales
son: “Explanatio symboli”, “De sacramentis” y “De Mysteriis”. Por otro lado, de las
obras dogmáticas la más antigua es el tratado “De fide ad Gratianum”, donde
responde en cinco libros acerca de la herejía arriana, refutando los planteamientos
heréticos con argumentos apoyados en Atanasio y los Capadocios. En “De Spiritu
Sancto” muestra la divinidad de la Tercera Persona de la Trinidad. Finalmente, de
su epistolario se tiene noticia de un total de 91 cartas en las que se puede conocer
el perfil biográfico del autor, así como de los ires y venires de su relación con los
emperadores y los problemas suscitados por el arrianismo y otros errores
cristológicos en el Occidente latino.

Su doctrina se basa en la exegesis de la Sagrada Escritura y la hace siguiendo el


ejemplo de Filón de Alejandría y de Orígenes, como ya se había dicho
anteriormente. Siguiendo la exegesis alegórica centrará su hermenéutica en los
textos veterotestamentarios. Los comentarios que hará facilitarán una mejor
compresión de la Escritura, sobre todo para aquellos cristianos que provienen de
ámbitos donde predomina la interpretación literal.

Su teología en el campo trinitario se debe a los Capadocios, pero le imprime un


carácter personal al saberla enlazar con el pensamiento latino de Tertuliano y
Novaciano. Utilizará la formula “una Substantia, tres Personae”. Presenta primero
al Padre como como principio de las otras dos personas, y subraya la divinidad del
Espíritu Santo con la expresión “Spiritus Sanctus procedit at Patre et Filio”
entendiendo esta no como una misión “ad extra” sino como una fórmula de la
consustancialidad del Espíritu con los otros dos. En su obra “De incarnationis
dominicae sacramento” desarrolla una teología de la humanidad perfecta de Cristo
y da una base de sus dos naturalezas, para hacer frente a las posiciones arrianas
que lo negaban. En las dos naturalezas hay “Uno” perfecto.

En su mariología trata con gran altura los temas tradicionales, como la exención de
todo pecado en María, su perpetua virginidad y su papel de corredentora de la
humanidad.

En la antropología ambrosiana el concepto de hombre es muy importante y en su


obra “De Isaac et anima” se puede ver que para el autor la esencia del hombre la
constituye el alma, y el cuerpo es como un vestido del alma. Tendrá de igual manera
una clara conciencia del pecado original heredado, lo que llevará consigo a la
necesidad de bautizar a los niños.

La teología sacramentaria está muy centrada en los sacramentos de iniciación


cristiana. Para argumentar la conversión del pan y el vino en cuerpo y sangre del
Señor recurre a la omnipotencia de Dios, que ha sido capaz de crear el mundo de
la nada. En el sacramento de la reconciliación recomendará la praxis de la
penitencia pública, tal como se hacía en la Iglesia antigua para conseguir el perdón
de las faltas graves. También tratará otro tipo de penitencia como reparación de las
faltas leves, para la que no se necesita mediación sacramental, sino la realización
de buenas obras.

La eclesiología de Ambrosio subraya un profundo sentido de unidad que tiene por


centro la sede de Pedro, dice así: “Ubi ergo Petrus, ibi eclesia). De aquí se deduce
que la ortodoxia de la doctrina católica se funda en permanecer en comunión con la
Iglesia de Roma, de la cual nacen los derechos de comunión con todas las Iglesias.

Su espiritualidad tiene como máximo la virginidad por el Reino de los Cielos, sin que
esto signifique un abandono de las tareas humanas que acontecen en el presente.
La ascética cristiana permite a la vida eterna incorporarse en la vida presente. Así,
la virginidad es un don eclesial, esta viene de lo alto, de la misma Trinidad, con el
Hijo de Dios que se hace hombre. De esto se dice que la virginidad pertenece a
Cristo y no Cristo a la virginidad (de María). La virgen consagrada a Cristo participa
de la fecundidad sobrenatural que le pertenece a toda la Iglesia.

Finalmente, en Ambrosio se encuentra una gran humanidad y delicadeza, que se


ven manifiestas en muchos de sus comentarios bíblicos. Él hace compatible el rigor
y las exigencias de la ascesis con la dulzura propia de las buenas maneras
cristianas del comportamiento social.
BIBLIOGRAFÍA:

DROBNER, Hubertus R. Manual de Patrología. Herder: Barcelona, 1999. p. 614.


ISBN: 84-254-2022-9.

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.

SAN JERÓNIMO

Nació en la primera mitad del siglo IV en el seno de una familia rica de Estridon. En
el año 360 llega a Roma para proseguir con sus estudios. Fue un apasionado por la
literatura latina, especialmente de Virgilio y Cicerón. Estudió con el famoso
gramático Aelius Donatus. En sus años de estudiante se dejó llevar por una vida
disipada, pero al final de sus estudios recibió el bautismo de manos del papa Liberio.
Será en traveris donde se entusiasmará con el ideal monástico, que Atanasio había
comenzado a difundir durante su exilio en Occidente. Después de un intento de vivir
en el estilo monacal en el año 373, Jerónimo se traslada a Antioquia para llevar una
vida eremítica en el desierto de Calcis. Durante su estancia en la metrópoli oriental
se sumergió en el estudio de los autores cristianos sin renunciar a la lectura de los
autores clásicos latinos.

En Antioquia se hospeda en casa de Evagrio y estudia la lógica de Aristóteles,


siguiendo con las clases apologéticas de Apolinar de Laodicea, que era un gran
conocedor de la Biblia, aunque no llegó a ser tan bueno como teólogo. En un primer
momento Jerónimo se alinia con la escuela antioquena sobre la aproximación
histórica al texto bíblico, pero más tarde influido por el alegorismo de Orígenes,
alternará ambas formas de hacer exegesis.

En un día de cuaresma cayó gravemente enfermo y tuvo una visión que aparece
narrada en una carta. En esta es juzgado por Dios por seguir leyendo literatura
pagana (la de Cicerón) y fruto de esto él decide no volver a leer autores paganos
durante aproximadamente unos quince años, en este tiempo se dedicó
exclusivamente a los estudios bíblicos. En el desierto de Calcis, percibiendo la
diferencia entre el hebreo de la biblia y las versiones latinas de la misma. Las
controversias trinitarias con los monjes vecinos le disgustaran hasta el extremo de
abandonar tales tierras para volver a Antioquia.

Jerónimo consigue ganar la confianza del papa Dámaso y se queda en Roma siendo
su secretario. El papa le confía la revisión del texto de la “Vetus Latina”. Mientras
tanto en su actividad pastoral se centra en difundir el ascetismo en los ambientes
aristocráticos. En el año 392 se vio envuelto en la polémica origenista,
protagonizada por Epifanio de Salamina y el obispo Juan de Jerusalén. Jerónimo
falleció el 30 de septiembre del 419.

Él ha paso a la historia por sus grandes cualidades de traductor. Destaca por sobre
todo su versión latina de la Biblia, que con el paso del tiempo recibió el nombre de
“Vulgata”. Pero en su haber también están consignadas las traducciones de
muchas obras patrísticas. Jerónimo comenzó a trabajar en su traducción de la Biblia
durante su estadía en Roma entre el 382 – 385. Primero realizó una revisión del
texto latino de los evangelios, después preparó dos traducciones del Antiguo
Testamento. La primera tomando como base las “Hexapla de Orígenes”.

El comentario bíblico también es utilizado por el santo, como hiciera orígenes


siguiendo tres formulaciones: los “excerpta” (notas breves sobre un pasaje); las
“homiliae” que tienen un contexto litúrgico, y los “tomoi” o “volumina” que son
comentarios para dilucidar algún pasaje de la Escritura. En el 386 comenta la
epístola a los Gálatas, Efesios, Tito y Filemón. Del 388 al 419 se ocupará de muchos
textos del Antiguo Testamento, principalmente los profetas.

De su labor de traductor del griego al latín se tienen los textos patrísticos de la


“Chronica” y el “Onomasticón” de Eusebio de Cesarea, traducidos en el 380 y 390
respectivamente. En su obra “De viris illustribus” da noticia de 135 autores
cristianos, desde San Pablo has él mismo. También tradujo varias obras de
Orígenes, sobre todo las homilías.

Con motivo de las polémicas en las que se vio envuelto escribió una serie de obras
como: “De Mariae virginitate perpetua” contra Helvidio en 383 que negaba la
virginidad de María después del parto; y “Adversus Jovinianum” en donde se
atacaba la postura de Javiniano contra la vida ascética. En la última fase de la
controversia arriana redactará “Altercatio Luciferiani et Orthodoxi”. En el 415 su
enfrentamiento contra Pelagio lo llevaría a escribir sus tres diálogos “Contra
Pelagianos”.

En cuanto a su doctrina su principal aporte se ubica en el campo de la traducción y


dentro de ella la versión latina de las Sagradas Escrituras. Su método de revisión y
traducción toma como punto de partida el de Orígenes, considerar la escritura como
como signo o misterio del universo creado y de la redención, por lo que constituye
un misterio que hay que descifrar y el que hay que comunicar. Jerónimo sitúa el
“Mysterion” en cada una de las palabras, pero sobre todo en el conjunto del
discurso. No se trata de traducir palabra por palabra, sino el sentido por el sentido.
En su criterio para la traducción del salterio hebreo quiso conservar la elegancia del
estilo latino, pero solo donde no hay un cambio de sentido. Esto mismo aplicará en
las traducciones de los demás autores. Lo importante para Jerónimo es entender el
sentido del texto y serle fiel.

Para Jerónimo el lector de la Biblia no se puede asimilar al lector de cualquier otro


texto literario. El su “Comentario a Mateo” dice que le lector bíblico no solamente
desempeña una función mecánica de leer en voz alta, porque es el encargado de
transmitir el mensaje de boca del autor al oído del discípulo. Para ejercer este oficio
es necesario ser prudente, diligente, cuidadoso, celoso, e informado o erudito. Así,
la prudencia ayuda al lector a no hacer modificaciones al texto sagrado. El dialogo
del lector con las paginas puede resumirse en un dialogo del lector con Cristo,
porque todas las escrituras hablan de Él. De aquí que la Biblia sea un lugar
privilegiado para el encuentro con Cristo es el gran “sacramentum” para nuestro
Salvador, de ahí que ignorarlas es ignorarlo a Él. La finalidad de la lectura consiste
en llegar a ser discípulos del Señor, adecuando la palabra de la Escritura a la propia
vida. Dirá el autor que para leer las Escrituras un primer paso es purificar la mente
y el corazón de las pasiones terrenas.

Como hombre espiritual refleja una profunda vida ascética de corte monástico. Para
él el monje debe ser un intelectual que considere cada día comprender mejor la ley
de Dios. La ciencia de las Escrituras será su ciencia preferida y el desierto será su
destino ideal. El mayor aporte de que hace Jerónimo a la vida monástica es mostrar
que el biblismo la nutre como un alimento objetivo que no se puede encontrar sin
un esfuerzo intelectual riguroso.

BIBLIOGRAFÍA:

DROBNER, Hubertus R. Manual de Patrología. Herder: Barcelona, 1999. p. 614.


ISBN: 84-254-2022-9.

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.

SAN AGUSTÍN DE HIPONA

Aurelio Agustín nació en Tagaste, África, en el 354. Su padre era un pagano (que al
final de su vida se convirtió al Cristianismo) pequeño propietario de tierras. Su madre
Mónica era una ferviente cristina. Agustín frecuentó las escuelas de Tagaste y
después pudo trasladarse a Cartago, gracias a la ayuda de un amigo de su padre,
para estudiar retórica. Su formación fue totalmente en lengua latina y con base en
autores latinos (se acercó a los autores griegos superficialmente y con poco gusto).
Cicerón fue por un largo tiempo su modelo y punto de referencia esencial.

En el 374, Agustín se dedica a la enseñanza en su tierra y del 375 al 383 en Cartago.


Pero debido a la turbulencia de los estudiantes cartagineses se transfirió a Roma
en el 384. En el mismo año pasó a Milán donde tuvo el cargo de profesor oficial de
retórica de la ciudad. Él había llegado a esta ciudad con ayuda de los maniqueos
con los que siguió por algún tiempo. Sin embargo, en este lugar tuvo profundas
angustias espirituales que maduró terminando en su conversión al cristianismo.
Posterior a esto, abandonó su puesto como profesor oficial y se retiró a Cassiciaco,
una villa campestre donde vivió comunitariamente con sus amigos, su madre, su
hermano y su hijo Adeodato.

En el 387 recibió el bautismo de manos del obispo Ambrosio, quien había jugado un
papel importante en su conversión, y dejó Milán para regresar al África. De regreso,
su madre Mónica muere en Ostia, y solo hasta el 388 Agustín logra retornar a su
destino. Finalmente en Tagaste, vendió todos sus bienes y formó una comunidad
religiosa, en la que adquirió una gran notoriedad de santidad en vida. En el 391,
mientras se encontraba en Hipona fue ordenado sacerdote por el obispo Valerio,
por presión de los fieles. En el 395 fue consagrado obispo y al año siguiente, muerto
Valerio, quedó como el obispo efectivo de Hipona.

Agustín condujo grandes batallas contra los cismáticos y heréticos, y desde aquella
localidad africana determinó un cambio decisivo en la historia de la Iglesia y del
pensamiento occidental. Murió en el año 430 mientras los vándalos asediaban la
ciudad.

Fue un gran escritor con una gran cantidad de obras, un total de treinta mil números
entre libros, cartas y tratados. La mayor parte de su actividad literaria estuvo
motivada por peticiones de amigos y conocidos, sin olvidar las obras que respondían
a los planteamientos polémicos en los que se vio envuelto. Su escrito autobiográfico
más conocido son las “Confessiones”. Fue escrita desde el 397 hasta el 402. Está
dividida en dos partes: la primera, que es un relato de su vida hasta el momento de
la muerte de su madre; y la segunda es una alabanza a Dios y a su obra creadora.

Entre sus escritos filosóficos se encuentran: “Contra accademicos”, donde combate


el escepticismo de la nueva academia y declara que el hombre puede llegar con
certeza al conocimiento de la verdad. En “De beata vita”, escrita en el 386,
demuestra que la felicidad del hombre está en el verdadero conocimiento de Dios.
En los “Soliloquia” habla acerca de la búsqueda de Dios y la inmortalidad del alma.
En “De libero albitrio” plantea temas como el origen del mal, la libertad, la existencia
de Dios y su presencia.
Entre sus escritos exegéticos se encuentra el tratado de “Doctrina christiana” que
consta de cuatro libros: el primero dedicado a las verdades dogmáticas que hay que
conocer para hacer una verdadera hermenéutica de las Sagradas Escrituras; el
segundo que trata de las tres virtudes que configuran la vida teologal; el tercero que
está destinado a formular los principios fundamentales de la exegesis; y el cuarto
en el que expone las verdades encontradas, basándose en la retórica, la literatura
profana y la buena preparación del predicador.

Agustín también realizó diversos comentarios al Antiguo Testamento. El Génesis le


mereció una especial atención, así se encuentra “De Genesi adversus Manicheos”,
donde hace una interpretación alegórica; De Genesi ad litteram liber imperfectus”,
que es el primer intento de interpretación literal realizado por el Santo. Otras obras
de carácter más puntual serán las “Adnotationes ad Iob” y “De octo quaestionibus
ex Veteri Testamento”

Con relación al Nuevo Testamento se encuentran los comentarios “De sermone


Domini in monte”, donde hace una exposición sintética de las bienaventuranzas y
los dones del Espíritu Santo; “expositio quarundam propositionum ex epistola Pauli
ad Romanos” y “epistolae ad Romanos inchoata expositio”, son otras obras que
ofrecen una interpretación literal de las cartas paulinas. “De consensu
evangelistarum” es una respuesta que intenta salir al paso de las aparentes
contradicciones que hay en los relatos evangélicos.

Entre los escritos apologéticos uno de los más conocidos es “De Civitate Dei”,
motivada por las acusaciones de los paganos contra los cristianos, a Raíz de la
conquista y del saqueo de Roma en el 410, llevada a cabo por los Godos. También
se encuentran muchos escritos contra los maniqueos, secta que conoció muy bien
porque perteneció a estos por un periodo de aproximadamente nueve años.
Sabiendo de sus engaños se sintió obligado a desenmascaras sus errores, así
nacen obras como: “De moribus Ecclesiae catholicae et de moribus Manichaeorum”;
“De dabus animis” escrita en el 392, donde sale al paso de la tesis maniquea sobre
las dos almas en el hombre, una de principio bueno y otra de principio malo. “De
natura boni” redactada en el 399, es una argumentación a favor de la bondad
natural de las cosas creadas frente al dualismo maniqueo , así como la
consideración del mal como simple privación del bien.

Entre los escritos antidonatistas se tiene “Psalmus contra partem Donati” que es
una narración de la historia del donatismo y sus errores, donde animaba a la unión
con los católicos. “Contra epistolam Parmeniani” escrita en el 400, es una defensa
de la unidad de la Iglesia, donde se dice que esta no puede perecer aunque en su
interior existan hijos indignos. En “De baptismo” demuestra la validez del bautismo
administrado por los herejes, señalando con claridad que es Cristo el administrador
del sacramento, aunque se realice a través de sus ministros. “De unitate ecclesiae”
afirma la universalidad de la verdadera Iglesia de Cristo, combatiendo la eclesiología
donatista, que sustentaba la nota de la santidad de la Iglesia en que sólo
pertenecían a ella los santos, distinguiendo entre la santidad fundamental de la
Iglesia como cuerpo de Cristo y los miembros de su cuerpo que es compuesto por
justos y pecadores.

Los escritos antipelagianos van en contra de los errores que se centraban en la


hipervaloración de la naturaleza humana, sosteniendo que el hombre puede vivir sin
pecado por la sola fuerza de su voluntad, puesto que el pecado de Adán no se
transmitía a sus descendientes, y en consecuencia la práctica del bautismo
resultaba superflua. Así en el tratado “De peccatorum meritis et remissione et de
baptismo parvulorum ad Marcellinum”, postula la necesidad del bautismo y de la
gracia para poder observar los mandamientos. “De natura et gratia” escrita en el
415 es una respuesta a Pelagio, donde Agustín afirma que naturaleza y gracia no
se contraponen entre sí, sino que la gracia libera y sana la naturaleza. En “De gratia
et libero adbitrio” y “De correptione et gratia”, demuestra la necesidad de la gracia
para hacer actos buenos y como esta precede a la decisión de la voluntad, sin que
la gracia impida el ejercicio del libre albedrio. También defiende la utilidad de la
corrección fraterna, distinguiendo la eficacia de la gracia y la libertad humana antes
y después del pecado original.

Dentro de la doctrina de Agustín se encuentran las fuentes del conocimiento de la


revelación, estas son: la sagrada escritura, que para él no puede tener ningún error;
la tradición, que viene de los apóstoles y que nos transmite enseñanzas y usos que
se mantienen en la Iglesia; la autoridad de la Iglesia, que es la poseedora de la
suprema regla de la fe; y el papel de la razón.

En cuanto a la doctrina sobre Dios, empieza hablando de su existencia como una


verdad que nadie puede ignorar, sin decir que es un objeto de nuestra intuición
directa e inmediata. Después habla de la Trinidad y dice de esta que es una
naturaleza divina subsistente en tres personas. Las realidades de las tres personas
divinas tan iguales y distintas se expresa en la teoría de las relaciones. Por otro
lado, el dogma cristológico lo explica de manera muy certera como: “Homo verus,
Deus verus; Deus et homo totus Christus; hoc est catholica fides. De la unión de
naturalezas en la Persona del Verbo resulta la comunicación de idiomas, y por tanto,
Dios es hombre, y el hombre es Dios.

En continuidad con su cristología, declara la maternidad divina de María al decir que


“Dios ha nacido de una mujer”. La razón profunda de este hecho es que Dios ha
querido la concepción del salvador por medio de María precisamente para que
concurriera a la salvación de la humanidad, Adán y Eva la perdieron, Jesús y María
la salvaron. En cuanto a su virginidad perpetua, María representa el ideal cristiano
de la virginidad, iniciando este tipo de vida antes de la anunciación. Con motivo de
la polémica con los pelagianos subraya ya en María la inmunidad de todo pecado.
Agustín, también consideró a María la madre de la Iglesia, por haber cooperado con
la caridad a que los fieles naciesen de la Iglesia.

En su pensamiento soteriológico, la venida de Cristo a la tierra tenía un objetivo


específico, el rescate del hombre caído y su liberación del pecado, y esta mediación
se puede llevar a cabo precisamente porque Jesucristo se hizo hombre. Cristo,
hombre Dios, es el mediador de la libertad, vida, unidad y salvación para todos los
hombres.

En cuanto la antropología sobrenatural comienza hablando del pecado original. Este


se puede considerar bajo dos aspectos: la existencia del mismo y su naturaleza. Su
existencia es innegable y la Iglesia lo ha dicho desde sus inicios. Así, confrontando
a los pelagianos dice, utilizando las Sagradas Escrituras en Romanos 5, 12-19, que
el pecado no se propagó por medio de imitación del mal ejemplo Adán, como
afirman los seguidores de Pelagio, sino que es en realidad una transmisión. Así
subraya la necesidad del bautismo para obtener la vida eterna. La segunda prueba
en contra la saca de los Padres de la Iglesia (Cipriano, Hilario, Ambrosio, Jerónimo,
los Capadocios y Juan Crisóstomo) que se fundamenta en el bautismo de los niños,
dando por hecho que el pecado original existe en los niños, de lo contrario tales ritos
serian actos sin sentido. El pecado también se puede explicar por el estado físico y
moral del hombre donde el niño a pesar de su corta edad, padece el dolor, la
enfermedad, la muerte, etc.

Con lo anterior, Agustín enseña la justificación, o doctrina sobre la gracia, en la que


el bautismo borra verdaderamente el pecado, aunque subsista la concupiscencia,
que no es propiamente pecado. En cuanto a la debilidad de la naturaleza caída, no
es más que un efecto del pecado que desaparecerá poco a poco. Así el pecado es
destruido por la justificación que es una realidad inherente al alma. El santo de
Hipona la concebía como una adopción divina o como una divinización del alma y
también como una participación en la justicia de Dios y en su santidad.

El término gracia se entiende como auxilio divino que se da por cumplir lo que la ley
manda, para obtener la justificación y perseverar en ella. Su eficacia se debe a la
soberanía de Dios sobre la voluntad, y la libertad del hombre que conciliándose bajo
el gobierno divino hace que este se incline hacia el misterio de Dios.

Los conflictos con el donatismo hicieron que el obispo de Hipona profundizara en la


naturaleza y misterio de la Iglesia. En su cristología la idea principal es que la Iglesia
está unida con Cristo, que es su cabeza. Cristo obra en la Iglesia como lo hace en
su cuerpo. El Espíritu Santo es también el alma de la Iglesia, siendo este el principio
de comunión que constituye la unidad. La Iglesia es por otro lado, la Madre Virgen
de los cristianos de la que no debemos separarnos, como tampoco de Cristo. La
Iglesia además es el reino de Dios en la tierra, esta posee una dimensión
escatológica y tiende a la eternidad, aunque encuentre dificultades en su caminar
terreno. Según Agustín, la Iglesia está fundada sobre la fe que profesa y sostenida
por la caridad.

Por otra parte, la santidad de la Iglesia, dado que es un ente social, no consiste en
que cada uno de sus miembros sean santos, sino que su doctrina, sacramentos,
ministerio, y su misma existencia tengan por objeto la santificación de las almas, por
la difusión de la verdad y la transformación de las costumbres. Así, todo lo que hay
de santo en la tierra viene de la Iglesia y pertenece a ella. A este pensamiento
agrega que los pecadores no pertenecen al “corpus” aunque participen de los
sacramentos.

Los donatistas acusaban a los católicos de tener una Iglesia para los justos y otra
para los pecadores, pero Agustín rechaza esta acusación pues él dice que solo hay
un cuerpo de Cristo “verum adque permixtum”, sin embargo admite una separación
espiritual entre buenos y malos, pero que este no es el motivo para concluir que hay
dos Iglesias.

La controversia donatista no solo afectó los aspectos constitutivos de la Iglesia, sino


que se extendió también a las condiciones de validez de los sacramentos. Con esto
la teología sacramentaria de Agustín, comienza afirmado que sacramento es el
“signo de una cosa divina”. Los donatistas pusieron en entre dicho, sobretodo, los
sacramentos del bautismo y el Orden, ya que según ellos los administradores de
estos deben tener la fe y la santidad sin mancha. El obispo de Hipona distingue
entre la validez del sacramento y su eficacia o fruto. Los dos sacramentos no se
pueden reiterar porque imprimen un carácter indeleble, de modo que, un hereje que
se reintegra a la Iglesia después del cisma no debe ser bautizado nuevamente.

Pasando a otro tema, la espiritualidad de Agustín es muy basta. Él desde los


comienzos de su vida espiritual intentó alcanzar el misterio de Dios, empleando el
método dialógico. Siguiendo en un principio el pensamiento de los neoplatónicos
concebía que dentro del hombre ya se encuentra la verdad, posteriormente dirá que
tal verdad es Dios. Así, descubrir su parte interior fue un paso importante dentro de
su espiritualidad, este proceso viene descritos en sus Confesiones. A partir del 391
hasta su muerte, comienza un proceso de madurez espiritual en el que hay un
predominio de la caridad (en lo personal, eclesial y social), colocándose en el centro
y convirtiéndose en la medida de la perfección. Con esto se puede decir que la
espiritualidad es la búsqueda de Dios, como actividad progresiva del alma. Dirá que
la primacía del amor de Dios, es la primordial y la única necesaria, no solo para
amor al prójimo, sino también para amarnos a nosotros mismos. El proceso
evolutivo de la espiritualidad agustiniana seguirá un camino de superación de las
categorías, así: “homo interior” – “homo exterior” hasta llegar al “homo spiritualis”,
como resultado de la espiritualidad de la libertad fruto de la gracia de Dios.

Por último, la oración según San Agustín debe hundir sus raíces en la conversión
de corazón. La finalidad de la oración es disponer el corazón para recibir los dones
de Dios. De aquí que es necesario que esté unida a la gracia, porque “Dios dispuso
que en el combate espiritual luchemos más con las oraciones que con nuestras
fuerzas. La oración del obispo de Hipona es eminentemente cristológica, pues es
Cristo quien ora por nosotros. Toda oración debe culminar en la contemplación de
Dios.

BIBLIOGRAFÍA:

DROBNER, Hubertus R. Manual de Patrología. Herder: Barcelona, 1999. p. 614.


ISBN: 84-254-2022-9.

RAMOS - Lissón, Domingo. Patrología. Pamplona: Ediciones Universidad de


Navarra S.A., 2005.
REALE, Giovanni; ANTÍSERI, Dario. Historia de la filosofía II. Patrística y
escolástica. San Pablo: Bogotá, 2011. p. 500. ISBN: 978-958-715-000-1.

EL PELAGIANISMO

En el 380 el cristianismo se elevó hasta convertirse en la religión estatal y debido a


este suceso mucha gente decidió formar parte de ella. La conversión significaba
tener mayores posibilidades de hacer carrera dentro del Imperio, y como
consecuencia de esto la Iglesia logró un crecimiento repentino y una rápida
expansión, sin embargo, el nivel de exigencia para sus fieles se vio cada vez más
trastocado y aquellos nuevos admitidos a la fe cristiana no tenían la misma
convicción y fervor que sus antecesores.

En el mismo siglo IV se presenta el auge del monacato con su deseo de buscar la


autenticidad del ser cristiano. Es aquí cuando un monje de la Britania de nombre
Pelagio desarrolla su teología, siendo sumamente popular en los círculos ascéticos.
Y es que en el fondo, su doctrina no es más que un intento de respuesta y una
reacción optimista a todas las tendencias superficiales y laxas que se observaban
en el cristianismo, y que habían sido provocadas por su desmedido incremento de
fieles, quienes aportaban gran negligencia, por su carente adhesión y poco
conocimiento de la fe.
Pelagio era muy estimado en Roma y cabe resaltar que en un principio su doctrina
no fue tomada por herética pues no afectaba de manera estricta la teología acerca
de la cuestión de Dios. En sus escritos se puede percibir la buena intensión que
tenía para dar respuesta a los problemas de su tiempo. En su carta a Demetríade
resalta la bondad de la naturaleza humana, por el hecho de ser un don de Dios, que
entendida como libertad puede aceptar o negar la oferta de salvación, así la ruptura
con lo mundano es el camino para la perfección. Y en su texto “De vita Chistiana”
señala el hecho que llamarse cristiano implica asimismo ser cristiano, es decir, no
se es cristiano de palabra sino de acto, esto exige una entrega radical y no una a
medias.

El monje no hizo otra cosa que buscar en todos los cristianos un fervor que los
conduzca a comportarse verdaderamente como lo que son. Para lograr este objetivo
destacó la gran importancia de la decisión de la voluntad del hombre en favor del
bien y de su actuación. Así, para Pelagio, el hombre posee por naturaleza, como
creación a imagen de Dios (concepción tomada del Gn 1,26s), la gracia y la
capacidad para decidir libremente por Dios y para observar sus mandamientos,
siguiendo a Cristo como ejemplo perfecto de vida cristiana, y de esta manera
obtener la salvación. Como consecuencia de este pensamiento, el pecado de Adán,
no es el pecado original que se transmite entre las generaciones, sino más bien es
solo una culpa personal, a la que es posible evitar y no imitar haciendo uso de la
firme voluntad. A demás, añadía que la gracia de Dios se recibe por los méritos
propios, y no en virtud de la recepción de los sacramentos. Por tal motivo, es
incensario bautizar a los niños, puesto que estos no nacen con ningún pecado de
origen.

Tal pensamiento de fue difundiendo logrando que muchos lo compartieran. Uno de


sus seguidores fue el abogado italiano de nombre Celestio, quien fue el propagador
de las ideas de su maestro provocando un fuerte escándalo, esta fue la primera
fase. Él enseñó que el primer hombre habría muerto de todas formas, hubiese
pecado o no; que su pecado solo le perjudicó a él y no a todo el género humano;
que la ley tenía la misma capacidad de llevar al cielo al igual que el evangelio; que
antes de Cristo pudo haber hombres sin pecado y que los niños recién nacidos se
hallan en las mismas condiciones de Adán antes de su pecado; y finalmente que, el
hombre no muere a causa del pecado de Adán y tampoco que resucite en virtud de
la resurrección de Cristo.

Posteriormente, el semipelagianismo predicaría que, aunque el hombre por sí solo


no podía merecer la salvación, podía en algún sentido merecer la gracia por medio
de sus buenas obras naturales. Y agregaba que una vez alcanzado un estado de
salvación, el hombre podía alcanzar asimismo una perseverancia final sin ninguna
gracia especial gratuita de Dios.
Toda esta doctrina que encontró una rápida difusión se extendió hasta llegar a los
oídos del Obispo de Hipona, Agustín, quien desarrollando su teología de la gracia
juega un papel importante en la condenación del pelagianismo como herejía, y
estableciendo una doctrina ortodoxa para la iglesia.

BIBLIOGRAFÍA

LAMBERIGGTS, Mathijs. El pelagianismo: de movimiento ético-religioso a herejía y


viceversa. En: revista internacional de Teología Concilium. Junio, 2007, no. 301., p.
383-392.

RONDET, Henri. Historia del dogma. Editorial Herder: Barcelona, 1972. p. 314.
Depósito legal: 12-421-1972.
PATRÍSTICA GENERALIDADES

Se entiende por patrística a la literatura doctrinal de los Padre de la Iglesia de los


primeros siglos del cristianismo, de aquí deriva su nombre. Su primera finalidad fue
la definición de una creencia o un dogma que unificara las distintas interpretaciones
del cristianismo que existían en la época para que se produjera una única doctrina .

El objetivo de la patrística es épocal, esto quiere decir que se centrará en la época


precisa en la que se encuentran los Padres de la Iglesia y otros tantos autores, y se
dirá por tanto que abarca desde el siglo primero hasta el siglo VII aproximadamente:
con Gregorio Magno (604) o Isidoro de Sevilla (636) en Occidente, y en Oriente
hasta mediados del siglo VIII Juan Damasceno (749).

A diferencia de la patrología que es de tipo manualista y pretende un estudio


sistemático y cronológico de los Padres y demás autores, la patrística se interesa
por la teología que surge a raíz de las experiencias de las primeras comunidades y
de la cuales se escribirá. La historia aunque suele presentar datos objetivos se ve
enriquecida por las memorias subjetivas, y estas son precisamente las que se
encuentran sobre los primeros cristianos. La teología que se encontrará aquí, por
tanto, se basa en aquellos escritos en los que algunos expresaron las creencias de
las primeras comunidades, esto dará pie a decir que a raíz de la existencia de
diversos cristianismos las teologías que aquí se encuentran también son diversas.

El lenguaje filosófico jugó un papel importante en los primeros años del cristianismo,
pues a través de este se hizo comprensible a todas aquellas clases que pertenecían
al mundo grecoromano. Al tomar el pensamiento griego y su estructura se puede
decir que se da inicio a una teología rudimentaria, pues la patrística se ocupará, con
todos sus pensadores, de la defensa del cristianismo frente a todas aquellas
interpretaciones poco ortodoxas.

En nuestra época el estudio de la patrística es importante, pues nos permite


entender las creencias de los primeros cristianos y los contextos que los que se fue
desarrollando la concepción del cristianismo. Al reconocer las memorias de las
primeras comunidades y sus creencias se pueden establecer bases más sólidas en
el entendimiento de nuestra fe.

El estudio de la patrística para ser más completo se dará bajo los pilares de la
historia, la literatura y la teología.
OCCIDENTALIZACIÓN DEL CRISTIANISMO (S. I-IV) Y CRISTIANIZACIÓN DE
OCCIDENTE (S. IV-VII)

El cristianismo se originó en el Medio Oriente, en el Asia Menor, con el anuncio que


hacían los discípulos sobre la muerte y resurrección de Jesucristo. En un principio
los cristianos aparecían como un grupo judío apocalíptico, dejando a la vista que
sus primeros integrantes eran judíos que habían aceptado el mensaje de Cristo y
se encontraban bajo la guía de los discípulos. Posteriormente, con la llegada de
Pablo el cristianismo se empezaría a extender hacia los gentiles, sobre todo, a
aquellos que se encontraban hacia la parte occidente, es decir, Seleucia, Atalia,
Perge, Antioquía de Pisidia, Efeso, Corinto, Tesalonica, Filipos, etc. El Oriente fue
un lugar infranqueable por la presencia del imperio Persa y los límites geográficos
de la península arábica que eran difíciles de sobrepasar.

Por otra parte, la cultura griega permitió el desarrollo de distintos pensamientos y


esto permitió que el cristianismo se pudiera expandir dentro de este contexto. Así,
alrededor del año 30 dc, poco a poco fue asumiendo los modos de la cultura
grecoromana, su cultura, su lenguaje, su forma de vida, su pensamiento (filosófico),
y esto no tiene punto de duda porque al estar dentro del imperio, este le dio un límite
sobre el cual desarrollarse.

El cristianismo finalmente asumiría el griego como su lengua y con esto su teología


se empezaría a construir bojo tal formato. Las formas de discurso y como era
entendido el mundo por los griegos fue asimilado por los primeros cristianos. A
finales del siglo III el cristianismo llega a Roma, y comienza a expandir poco a poco
su pensamiento. Aunque la base religiosa era semita, los términos en que se explicó
la creencia fue la griega. Se verá como el cristianismo heredó una concepción
dualista del mundo proveniente de la filosofía, la comprendió adoptó y sistematizó.
A esto se conoce como occidentalización del cristianismo.

Cuando el cristianismo se hace latino, comienza una división entre Occidente y el


Oriente griego por motivos políticos y de concepciones teológicas. Bajo el mandato
del emperador Teodosio, el cristianismo dejó de ser perseguido y pudo proclamar
su fe libremente, esto provocó una gran expansión haciendo que la totalidad del
Imperio Romano se convirtiera al cristianismo. A inicios del siglo IV, entre los años
311-312, el edicto de Milán permitió la vida pública del cristianismo y aunque este
ya se encontraba por todas partes, ahora podía dar culto sin ocultarse y además
podía asumir posturas de defensa de sus creencias más firmemente, este será el
siglo de oro de la patrística donde aparecerán pensadores como: Atanasio, Basilio,
Ambrosio, Agustín, Gregorio. Antes de la llegada de Constantino el imperio era
totalmente cristiano, sus formas, las leyes, las costumbre, etc. Y cuando este sube
al poder hace del cristianismo la religión imperial, y fue en este punto donde
Occidente se hizo netamente cristiano. A partir de aquí, los cristianos se volverán
los perseguidores de los no cristianos y a medida que este crecía la cultura clásica
disminuía, el mundo se cristianizó, se sacralizó espacio-temporalmente.

CRISTIANISMOS, TEOLOGÍAS E IGLESIAS

El cristianismo desde sus inicios no fue concéntrico, sino que se originó en diversos
puntos del Asia Menor manteniendo cierto tipo de comunicación, cosa que se puede
evidenciar por la existencia de cartas, pero de hecho, el estar distantes y por decirlo
así mantener independencia unas comunidades de las otras hizo que su desarrollo
no fuera homogéneo y que por el contrario, sus experiencias, textos, formas de
celebrar y pensarse como cristianos, eran relativamente distintas. A partir de esto,
no se puede hablar de un solo cristianismo sino de varias expresiones, que con el
tiempo y por la necesidad de unificar los criterios de fe se irán consolidando en
cuanto a pensar, celebrar y vivir a través de los concilios. Lo mismo se puede decir
de las teologías y los tipos de Iglesias, pues todas eran distintas de algún modo, ya
que todas compartían un punto de fe común en Jesucristo.

A partir del siglo III, IV y V, se tienen evidencias de pequeños cristianismos que


surgieron la margen del cristianismo de la tradición grecoromana, estos son: el
Copto; el Nubico; el Etiope; todos ellos con su propia literatura; el Árabe; el Siriaco,
en Ur de Calde; el Arménico; el Georgiano, ortodoxo de raíces patrióticas; el Eslavo,
donde se puede encontrar a Cirilo y Metodio; el Gótico, de los Godos, los Unos,
Astrogodos; y el Celta.

LITERATURA CRISTIANA

Las evidencias que tenemos del cristianismo antiguo son sus distintas literaturas y
son la única fuente que tenemos de acceder a él. Toda la memoria fundamental y
lo necesaria para la implantación del cristianismo se encontrará aquí. La literatura
cristiana está ordenada bajo cierta estructura según los corpus temáticos, estos son:

Literatura Bíblica: constituida por los libros del Nuevo Testamento y la literatura
apócrifa, que son aquellos libros que quedaron fuera del canon bíblico ya sea por
su falsedad o redacción posterior, sin embargo, para los estudios patrísticos son
una gran fuente de conocimiento. A partir del siglo III, el Antiguo Testamento fue
utilizado de forma alegórica como prólogo del Nuevo Testamento.

Literatura exegética y homilética: conformada por comentarios a la Sagrada


Escritura, sermones, entre otros. Esta tiene su desarrollo entre el siglo I hasta el
siglo VII. La literatura exegética muestra los diferentes modos en que los primeros
cristianos aprendieron a leer la Biblia. Aquí se encuentran cuatro tendencias: la
Alejandrina, con Clemente y Orígenes; la Antioquena, con Juan Crisóstomo y
Teodoro; La Capadocia, con Gregorio de Nisa, Gregorio de Nacianzo y Basilio; y la
Occidental, con Agustín, Ambrosio, etc.

Literatura apostólica: son los textos tempranos del cristianismo. Aquí se


encontrarán las cartas de Clemente, el martirio de Justino, el Pastor de Hermas, la
Didaché, las cartas de Ignacio, de Policarpo, etc.

Literatura apologética: se extiende desde el siglo II hasta el siglo IV. A partir del
año 100 y 120 los cristianos tuvieron la necesidad de explicar su identidad, esto les
hizo crear un discurso convincente que iba dirigido especialmente a la élite de la
época para defenderse de las erradas creencias que tenían de ellos. Utilizaron la
filosofía para persuadir y convencer, este será un primer intento de teología. Entre
sus exponentes están: Orígenes, Tertuliano, Atenágoras, Hernias, Taziano, Justino,
entre otros.

Literatura martirial: se extendió desde el siglo I hasta el siglo III. Esta relata las
historias de los cristianos perseguidos y su proceso de martirio. Los testigos del
martirio narran como fueron las pasiones. Estas biografías hicieron que los mártires
tomaran igual o más importancia que los mismos apóstoles. Aquí comenzó la
relación entre el seguimiento de Jesús y el martirio.

Literatura canónica – litúrgica: no es temprana y surge a raíz de que las


comunidades vivían de la improvisación. Progresivamente por esta necesidad se
fueron creando textos fijos. Nacieron así las ocupaciones dentro de las
comunidades y los trabajos que tenían que realizar. Aquí se encuentran las
constituciones apostólicas (indicaciones con lo disciplinar y la rúbrica), los
sacramentarios, el martirologio romano.

Literatura historiográfica: desde muy temprano se encuentra la necesidad de


narrarse históricamente. Se encuentra aquí el género literario de historias
eclesiásticas, como la que escribe Eusebio de Cesarea.

Literatura hagiográfica: se relaciona con el reconocimiento público de la divinidad.


Aquí se muestra el modo en que los cristianos comenzaron a reconocer la santidad
de sus antecesores. Tiene que ver con el recuerdo de las vidas ejemplares en la
historia. Posteriormente se comenzará a constituir el santoral con las vidas de los
santos, discursos funerarios, vidas de los mártires, todo con un sentido escatológico.

Literatura monástica: se encuentra a finales del siglo III hasta el siglo V. trata de
la vida ascética común, sobre todo de los monjes. Aquí se pueden encontrar las
reglas o las normas de vida, reglas morales, todo desde la experiencia y no desde
concepciones académicas. Se puede encontrar en esta literatura comentarios a la
biblia e historia.

Literatura polémica – doctrinal: son respuestas específicas a las controversias


teológicas entre cristianos, por lo tanto, es una literatura intracristiana. Se
encuentran aquí textos como: las cartas de Arrio, De Trinitate, Adversus ereses, De
unitate eclesiae, entre otros.

Literatura catequética práctica: se presenta como itinerarios formativos. Son


escritos pastorales, sobre los sacramentos, moral, catequesis mistagógicas, de
bautismo, entre otros.

Literatura epistolar: son cartas sobre temas doctrinales, litúrgicos, morales,


pastorales. Son escritos de inmensa riqueza. También se encuentran temas
litúrgicos y sobre los mártires.

Literatura lírica: se encuentran salmos, odas, libros y poesías, de la experiencia


de los cristianos.

De la literatura, actualmente, se tienen copias que a partir del siglo XV


aproximadamente han ido apareciendo como versiones incunables o impresos. Por
tal diversidad, hoy en día existe una ciencia llamada ecdótica que se encarga de
reconstruir de manera crítica un texto para llegar a la forma más original posible,
esto se debe a que con el tiempo la traducción sufrió contaminaciones.

Del siglo XV al XVIII, se tienen “editio prínceps” de cada libro y posteriormente


publicaciones comparadas, pero será solo hasta el siglo XIX cuando aparezcan las
primeras colecciones patrísticas, como: la patrología latina (PL), la patrología griega
(PG) y la patrología oriental (PO). En el siglo XX aparecerán textos mejor
reconstruidos, que por medio de la crítica hacen la propuesta de una obra, este es
el caso de la “Monumenta Histórica Germánica”. En la primera mitad del siglo se
pueden ver obras como: el corpus christianorum series Latina (CCSL), el corpus
christianorum series Greca (CCSG), y el corpus christianorum series Oriental
(CCSO); en la segunda mitad del siglo el latindejó de ser tan utilizado y comenzaron
a aparecer algunas traducciones en lenguas vernáculas como: la biblioteca
patrística, fuentes patrísticas, biblioteca apócrifa, estudios patrísticos, diccionario de
patrología y antigüedad cristiana, entre otras.
PRIMERAS LITERATURAS CRISTIANAS

Literatura apostólica

Estos textos de tipo discursivo aparecen con el fin de responder a los problemas
concretos que vivían las primeras comunidades cristianas, es decir, todas las obras
que aquí se presentan son de carácter intraeclesial. Los temas que desarrollan los
escritos apostólicos son diversos abarcando la moral, la muerte, la resurrección, la
prevención contra los falsos profetas, pero todo con un tinte escatológico cercano,
pues tenían en su concepción que la segunda venida de Cristo no tardaría mucho
tiempo.

El lenguaje que maneja esta literatura es el discursivo, el enunciativo, el logístico, el


comunicativo, desde la perspectiva de la revelación. Enfrenta problemas concretos,
actuales, como las persecuciones, los diferentes tipos de cristianismo, los diferentes
modelos de comprensión entre ellos el gnosticismo, las tendencias espiritualistas
que no aceptan la corporeidad de Cristo, la parusía, Dios creador, la jerarquía de la
Iglesia, entre otros.

Son textos de escaso valor histórico y más bien cuentan con una gran riqueza
teológica, como es el caso de la Didache, que siendo un texto complejo cuanta con
rubricas, dinámicas del aspecto celebrativo, temas de fe, dogmática, moral y
litúrgica. También se encuentran textos como el Pastor de Hermas y las cartas de
Ignacio.

Uno de los problemas de finales del Siglo I y principios del II fue el de la parusía.
Para las primeras comunidades la segunda venida era un tema inminente, cercano,
y por lo tanto, creaba una gran tensión, tenían una concepción de espera temporal,
pero con el pasar de los años se dieron cuenta que tal venida no se iba a dar en esa
espera. Comenzaron a comprender que la parusía [παρα (cerca de) – ούσια (lo que
es)] era una espera no temporal, una espera continua, un estado meta histórico,
entendieron que era una espera escatológica que significaba seguir viviendo
después de morir.

Las cartas tienen un tono eclesial profundamente comunitario, pues la Iglesia es


cuerpo de Cristo. Muchas de estas llevan el nombre de los apóstoles, y no porque
ellos las hayan escrito, sino más bien, cumplen sus nombres una finalidad literaria,
pues de esta manera se podía decir que tales textos se enganchaban y tenían
continuidad con el principio del cristianismo.
Literatura apologética

Estos textos aparecen para dar razón de la fe, de las prácticas y comportamientos,
a un mundo ajeno al cristianismo, es decir, son escritos de tipo extra eclesial. Las
creencias discursivas son más complejas y tienen un tono defensivo y explicativo.
El lenguaje y razonamiento utilizado es ajeno al que se tiene por la óptica de la
revelación, por lo que estas reflexiones son realizadas por los cristianos de la elite
intelectual.

La palabra cristiano fue aplicada a muchos grupos por equivoco o tal vez por
desconocimiento, el hecho es que se utilizaba la palabra cristiano para nombrar al
conjunto de lo raro y desconocido. Frente a esto surgió la necesidad de explicarse
para darse y a conocer y aclarar aquello que era tan confuso y velado para quienes
observaban desde fuera.

Se creía que los cristianos eran antropófagos, gente baja y mujeres crédulas,
personas que se burlan de los cultos, necios, que desprecian los tormentos
presentes, peor que le temen a los tormentos del porvenir. No temen morir de
presente, pero si después de la muerte, creen en la resurrección. Mutuamente se
aman, casi antes de conocerse, se dan el nombre de hermanos y hermanas. Esto
aparece en una carta del romano Cecilio.

Por los judíos, Cristo era llamado el hijo de la prostituta de Sion, decían que
adoraban a los criminales de la cruz, agregaban que no tenían templo porque no
tenían un culto claro, ordenado, y además, creían en un Dios curioso que estaba en
todas partes y no solo en el templo.

Frente a tales acusaciones cristianos como Atenágoras, Justino, Orígenes, Teófilo,


empezaron a construir un discurso para explicar el cristianismo, donde el
razonamiento desde la perspectiva de la revelación fue cambiado por el discurso
filosófico.

Así, aparecen los textos apologéticos que enfrentan problemas como: el


desconocimiento del cristianismo, problemas de identidad de creencias, la
resurrección, los ritos, las prácticas y comportamientos, que eran desconocidos para
quienes no pertenecían a las comunidades cristianas. Los destinatarios fueron los
judíos, los filósofos, los emperadores, la elite del momento.

Otro motivo del surgimiento de la literatura apologética es que los cristianos


intentaban deconstruir el fundamento de los dioses romanos y con esto la
conformación del estado, puesto que el imperio guiaba su vida social y política, por
una realidad religiosa. Por lo tanto, una ruptura religiosa implicaba una ruptura social
y de estabilidad, dando paso para la instauración de una sociedad de tipo cristiano.
Estos escritos tienen un gran valor teológico y explicativo, que parten de premisas.
Tienen una de sus bases en la teodicea y el lenguaje filosófico es el utilizado como
herramienta de comunicación. En esta literatura se encuentran las apologías de
Justino, el escarnio a los filósofos, sobre la resurrección de los muertos, etc.

La apología duró hasta que el cristianismo se volvió público y aceptado.

GNOSTICISMO Y MANIQUEÍSMO

La regula fidei del cristianismo está conformada por una “lex credendi” (lo que se
cree) y una “lex orandi” (lo que se celebra), esto conforma un patrimonio inteligible
basado en la oralidad. Los límites interpretativos de los primeros cristianos en
cuanto a los elementos de fe se encontraban en las escrituras y una tradición oral
que cobijaba todo aquello que se creía.

En las primeras comunidades se puede percibir un constante reclamo de la tradición


apostólica que en un principio fue transmitida por enseñanzas orales, este factor es
muy fuerte y más si se tiene en cuenta que muchos delos primeros cristianos eran
de tradición judía y sinagogal, donde le valor de la tradición oral y la memoria para
transmitir las creencias era bastante importante. Los cánones que se encuentran en
la base del cristianismo aunque no se encuentran formulados en principio bajo la
escritura, tienen un gran peso y valor, puesto que la forma oral era la manera de
conservación del conocimiento.

Los presbíteros cumplían la función de los ancianos pues ellos anunciaban lo que
habían heredado y guardaban en sus mentes, alrededor de ellos se reunían los
demás para aprender con gran respeto, aquí nace el cristianismo.

Desde el siglo I al III, se fueron manifestando de forma progresiva los textos escritos,
sobre todo de aquello que tenía que comunicarse de manera más fija y menos
cambiante, su finalidad era catequética. Esto explica la carencia de escritos durante
el siglo I.

Por otra parte, el mundo antiguo era una sociedad religiosa, donde el hombre
explicaba la vida cotidiana por una interacción con el mundo divino. Esta sociedad
era permeable a los distintos movimientos religiosos, y dentro de los que más
destacaron se encuentran aquellos de tipo religioso-filosóficos, que postulaban
plataformas desde la episteme para explicar la realidad, la humanidad, el bien, el
mal, etc. Dentro de estos se encuentra el gnosticismo, como un sistema altamente
especulativo y que pulularon por toda la geografía romana.
Gnosticismo:

Fue un movimiento filosófico-religioso del mundo antiguo muy versátil pues se


acomodaba a las distintas creencias acomodándolas a su sistema de pensamiento.
El cristianismo no fue la excepción, siendo interpretado de diferentes formas según
la lengua y población.

Dentro de sus postulados comunes como intento de explicar el cristianismo se


encuentran: que el mundo es producto de una contingencia negativa, razón por la
cual está mal hecho y es caduco; sostienen que el principio de la realidad recae en
el mundo de lo divino, y argumentan que el hombre en cuanto materia es malo, pero
que la subsistencia de lo espiritual lo hace bueno. Se concluye de lo anterior que la
naturaleza mundana es mala y corrupta, y por el contrario, la espiritual es buena y
perfecta.

Para el gnosticismo el hombre se encuentra entre los divino y lo material, afirmando


que para poderse salvar debe abandonar la materia. De esto también se desprende
el desprecio que tenían por asuntos terrenos como la política, lo social, lo material,
la comida, etc.

La mentalidad dualista del gnosticismo está guiada al más allá, para ellos es
deseado el fin de los tiempos pues en este el hombre se desprenderá de la materia
y del mal. De igual manera, la idea gnóstica de Cristo niega su encarnación,
argumentando que su venida fue espiritual donde enseñó al hombre el camino para
la salvación, que es la muerte.

Maniqueísmo:

Fue un movimiento filosófico-religioso del siglo III fundado por manes de Persia,
cuya base doctrinal es dualista: el bien y el mal. Para el maniqueísmo de la unión
accidental del bien y del mal se originó la realidad, y como tal unión es accidental
todo cuando existe en el mundo tiene un fin. Sin embargo, los elementos mal y bien
son prexistentes y pos existentes, por lo tanto son igualmente absolutos.

El maniqueísmo como un tipo de gnosticismo, hizo de su plataforma espiritual y


trascendental algo profundamente mimético, haciendo que tome muchas formas
entre ellas la del cristianismo. Así, con su sistema de oposiciones dieron explicación
de la humanidad, intentando liberar y separar la luz de las tinieblas. Esto hizo que
acuñaran formas de comportamiento para vivir en el mundo: una ética, una base
religiosa, una liturgia, etc.
En el ambiente popular el maniqueísmo cristiano se confundió con el cristianismo,
dando a todo una sobrevaloración del mundo espiritual y trascendental, mientras se
despreciaba el material. Así varias teologías convivieron en el mundo antiguo.

A raíz de tal confusión los teólogos cristianos con la regula fidei se empezaron a dar
cuenta de la peligrosidad de las creencias que emanan de otras fuentes como el
maniqueísmo, y así empezaron a crear elementos diferenciadores para poder
educar a los creyentes cristianos. Se puede ver en el transcurso de los siglos I, II y
III, la formación las gnosis de Irineo, Clemente, Orígenes, que toman elementos de
la episteme de la cultura filosófica antigua

En el siglo IV la gnosis y el maniqueísmo lograron una fuerte expansión


mimetizándose con el cristianismo, y es aquí donde aparece Agustín de Hipona para
desmontar epistemológicamente su estructura y base doctrinal. En de “Natura Boni”
(sobre la naturaleza del bien) habla sobre la naturaleza del bien y la inexistencia
ontológica de un principio como el mal, para Agustín solo existe Dios que es en sí
mismo bueno, y no como lo planteó la gnosis donde el Dios del Antiguo Testamento
era malo al haber creado el mundo (corruptible). En “De duabus animus” desmonta
la idea de la existencia de dos almas, la del bien y la del mal, puesto que el principio
del mal es inexistente.

No obstante, es necesario reconocer que gracias a los elementos fundamentales


del gnosticismo (y aquí también el maniqueísmo) el cristianismo se enriqueció con
una concepción metafísica, antropológica, cristológica, eclesiológica. Pensadores
como Orígenes, Clemente, Irineo, Agustín, contribuyeron a construir las bases de
una teología sólida, sintetizando la metafísica cristiana y haciendo de la fe una
filosofía cristiana que es capaz de contarse y diferenciarse de los elementos de otros
sistemas de pensamiento y creencias.

MONARQUIANISMO TEOLOGÍA DEL LOGOS

Así como existían polémicas al exterior del cristianismo en las que tenía que
defender sus creencias, internamente también surgieron tensiones frente a la
concepción de diversos temas, uno de los más importantes y el principal fue la
concepción de Dios.

La tendencia judía creía en un Dios único “μονος” y en esta concepción era


imposible pensar en otro ser divino que sea igual a él. Dentro de este formato,
pensar en el Λογος-Hijo como Dios era inconcebible. Aquí comienza la disputa entre
las comunidades judías y las helénicas (con tendencias menos judaizantes), pues
era necesario aclarar y entender si el “Logos” era o no era Dios igual al padre.
En el prólogo del evangelio de Juan se encuentra: “ἑν α̕ργη̕ ὁ Λόγος ην̔̑ καί ὁ Λόγος
προς τον Θεον ην̔̑ καί ὁ Λόγος Θεος ἡ̑ν” donde se dice que el “Logos” (inteligencia
ordenadora del cosmos) es Dios. En las teologías monarquianas basadas en el
“μονος” o Dios como monada, hablar del “Logos” como un Igual al Padre
contradecía todo lo que se podía decir de Dios.

Consecuencia de esto la teología trinitaria se empezó a entender en términos


modalistas de un mismo Dios, es decir, es el mismo Dios quien asume distintos
modos de actuar dentro de la historia de salvación. Con Pablo de Samosata y Fotino
de Sirmio aparece el adopcionismo, donde Cristo es adoptado por Dios y el “Logos”
es otra de las diferentes formas de entender la monada, es decir, es el mismo Dios.

El Asia menor con el monarquianismo, donde el “Logos” es una facultad del Padre;
y Alejandría con la doctrina del Logos, donde se presenciará una teología
subordinacionista, serán las dos líneas de pensamiento que se enfrentarán en esta
controversia.

El contexto histórico entra en esta parte de la historia del cristianismo a jugar un


papel importante pues en el siglo IV se alteran substancialmente las condiciones en
las que estos vivían. Con el emperador Constantino termina la persecución y el
cristianismo es tolerado. Por otra parte, los Cristianos empiezan a asumir roles
políticos y sociales, y los obispos se convirtieron en los garantes del derecho
romano. El emperador será juez absoluto (Pontifex) y al convertirse el cristianismo
en la religión imperial tuvo que jugar un papel de cohesión para todo el pueblo. De
aquí la importancia de tener una unidad de creencias internas, porque de lo contrario
la división significaría el debilitamiento del imperio.

Por esto el siglo IV constituye el siglo de oro del cristianismo antiguo (de la
patrística), pues como tal la Iglesia para este entonces se había constituido como
un movimiento cultural, histórico, político, bien constituido, y es aquí donde se
intentará dar solución al problema de la teología del Logos.

Retomando. Para la época coexistían, la teología asiática (occidental) monarquiana;


la teología oriental (alejandrina) subordinacionista; los gnósticos y los
Judeocristianos en menor medida. Como representante del monarquianismo se
encuentra Marcelo de Ancira, y de la teologia del Logos, Atanasio de Alejandría y la
figura de Arrio. Este último fue un presbítero con gran celo por las almas, pero su
planteamiento teológico acerca del Logos sería a tal extremo subordinacionista que
desataría la controversia arriana siendo condenado en los posteriores concilios.
Arrianismo:

La teología de Arrio parte de bases platónicas donde solo existe una causa primera
del ser, siendo la única con sustancia y sin principio. Aplicada esta concepción a la
figura de Dios Padre se dirá que solo este tiene el atributo de divinidad en tanto que
el Logos-Hijo no. Dios es increado y también ingenito, por eso al decir que el Hijo
es engendrado como un criatura hay que pensar que hubo un tiempo en el que el
Hijo de Dios no existía.

El Logos es la “μονογενη” (única generación) de Dios, pero no de su propia


naturaleza como si fuera “γενναω” sino que fue creado de la nada “πικτω”, de aquí
que el Logos es una criatura de Dios, la primera, y por tanto, totalmente diferente al
Padre. Una vez creado el Logos todo los demás fue creado “ποιεω” por el él,
haciendo las veces de un demiurgo, un ser intermediario entre Dios y la creación.
Con esta afirmación Arrio sostuvo que el Logos fue creado antes de todos los
tiempos y que todo lo demás fue creado por medio de él. El Logos es dios no por
su naturaleza sino por la gracia.

La teología arriana generó mucha controversia donde se ponían en juego por un


lado la concepción del monarquianismo, defendido por Alejandro de Alejandría y
Clemente, y por otro lado la concepción Oriental donde se encontraba Arrio. La
polémica se desarrollará en tres fases: el concilio de Nicea, los sínodos, y
finalmente, la teología de los padres capadocios que desembocará en el concilio de
Constantinopla del año 381.

Los concilios para este tiempo tenían una pretensión ecuménica, donde se
convocaban a todos los cristianos (representados por obispos y presbiterios) para
llegar a un acuerdo en cuanto a los temas de fe. El emperador será quien sancione
los concilios y declare la ley. Hay que tener en cuenta que en este tiempo mantener
la unidad de los cristianos significaba sostener la unidad política y social del imperio.
De los acuerdos se formularan “Symbolos” o credos, que formarán parte de la “lex
credendi”, de la “regula fidei”, haciéndose discurso determinado a resolver las
diferencias disciplinares, a regular la fe, la moral, la vida eclesial, de todos los
órdenes de la Iglesia.

El concilio de Nicea será el primer concilio ecuménico, y fue la primera vez en que
la Iglesia se pronunció universalmente ante el arrianismo, que era un problema que
afectaba a todos. Fue inaugurado por el emperador romano Constantino quien
intervino en el debate pidiendo que se incluyera al “homousius” (consustancial) en
la profesión de fe. Al final de este concilio quedó fijada la divinidad de Cristo y su
filiación eterna con Dios y así se excluyó de la Iglesia toda equivocación en su credo
y anuncio. Arrio fue excomulgado junto con todos aquellos que apoyaban su
pensamiento, siendo desterrados por el emperador. En el año 327 Arrio fue
reintegrado, todo por el afán pacificador que tenía la política imperial. En teoría
todos aceptaban el Niceno pero el gran problema es que todos lo interpretaban bajo
su forma de pensar.

El concilio no logró modificar la teoría subordinacionista de la mayoría de los obispos


de Oriente, puesto que no aclaró los términos “ousia” e “hypostasis” que traían
consigo confusión en su interpretación conceptual dado que eran tratados como
sinónimos.

La controversia no paró con el concilio y tras este diversas posiciones del tipo
arriano siguieron proclamándose. Para el Niceno el Logos es “γεννηθεντα” generado
del Padre antes del tiempo, siendo así coeterno a Él, de aquí el “homousios”. Para
los orientales Hijo y Padre eran dos “υποστασεος” lo que significaban también que
eran diferentes en naturaleza., esto hizo que no aceptaran el Niceno, porque tenía
sabor a monarquianismo.

La segunda fase del arrianismo es la de los sínodos cuya discusión fue meramente
teológica y de intereses políticos. En estos cada parte reafirmó lo propio, tanto así
que en el año 343 se reunieron ambas partes, unos en Cérdica y otros en Filipopolis,
y se excomulgaron unos a otros. Los sínodos fueron en: Tiro (335), Roma (340),
Antioquía (342), Cérdica-Filipopolis (343), Milán (345), Sirmio (347, 349, 351),
Ancira (353), Paris (355), Ancira-Sirmio (357), Seleucia-Rimini (359),
Constantinopla (360).

Para el año 360 existían cinco posturas claras: la veteronicena con el “ομοουσος”
(consustancial); los anomianos (desemejante) de Eunomio; los homeos de Aecio,
que defendían que el Hijo era semejante al Padre según las escrituras “ομοιός κατά
τάς γραφας”; los Neo nicenos, que decían que el Hijo era semejante al Padre “ομοιός
κατά ουσιαν”; y finalmente la monárquica de Marcelo de Ancira y Fotino de Sirmio.

En el 362 inicia el gobierno de Valerio y con este la tercera fase arriana. En este
mismo año aparece la polémica del Espíritu Santo, que en la lex orandi ya era creída
(el Espiritu Santo es Dios). Serán los padres Capadocios Gregorio de Niza, Gregorio
de Nacianzo, y Basilio de Cesarea, quienes den grandes aportes que aclararán las
polémicas sobre el Dios trinitario, y que se verán concretamente en el concilio de
Constantinopla del 381.

Padres Capadocios:

La principal contribución fue la distinción de los términos “ουσια” e “υποσταασευς”,


dando al primero un concepto de totalidad, de generalidad, de esencia; en tanto que
al segundo un concepto de individualidad de funciones, de sujeto, de persona. Así
es posible entender la fórmula de Basiliio “mía ousía kaì treis hypostáseis”, que
quiere decir, una esencia y tres personas, donde cada una de las tres hipostasis
tienen sus características respectivas, el Padre por la “agenesía”, el Hijo por la
“genesía”, y el Espíritu Santo por la “hagiasmós”, estas particularidades constituyen
lo propio de la cada persona, pero en todo lo demás hay una igualdad.

El tema cristológico también será esclarecedor en estos autores. Gregorio de


Nacianzo dirá que la naturaleza de Cristo es perfecta pues se encuentra compuesta
de cuerpo y alma. Las dos naturalezas de Cristo son una por combinación, la
divinidad se hizo hombre y la humanidad se divinizó. Gregorio de Nisa agregará
que aunque haya un intercambio de atributos en las dos naturalezas de Cristo,
ambas permanecen inconfundibles, a esto se le llamará “comunicatio dominica”.

En el concilio de Constantinopla del 381 aparte de incluir la formula sobre la


divinidad del Espíritu Santo en el Symbolo, aseguró que de las personas de la
Trinidad se puede predicar la misma “ousia”, pero no la misma “Hypostasis”.

POLÉMICA CRISTOLÓGICA

Posterior al problema acerca de Dios nace otro centrado en la problemática del Hijo
y es sobre sus dos naturalezas, dado que en las Escrituras en algunas partes se le
llama Hijo de Dios y en otras Hijo del hombre.

Apolinar de Laodicea será el primero en intentar una formulación conciliadora y dirá


que el Hijo es la naturaleza de Logos-Dios encarnado “μια φισις τού Λοογου Θεου
σεσαρκομενη”, y a partir de su pensamiento los autores cristianos intentarán aclarar
dicha polémica.

Nuevamente aparecen las dos grandes líneas teológicas. Por un lado la cristología
alejandrina de tipo espiritualizante, alegórica, tipológica, que intenta explicar la
humanidad de Cristo con el “Logos-Sarx”, privilegiando la divinidad del Logos; y la
cristología Antioquena de corte histórico, materialista, antropocéntrico
(constantinopolitana) que la quiere explicar con el binomio “Logos-antropos”.

Las tendencias se encontraban divididas. Los alejandrino-romanos afirmaban que


Cristo era la unión del cuerpo concebido por María y el alma que es el mismo Logos,
dejando en evidencia que en Cristo solo existe una naturaleza y esa es la divina
“μονος φυσις”. Los antioquenos por su parte hablan de un cuerpo y alma humanos,
una entidad humanamente perfecta donde habita inexplicablemente el Logos “δυό
φύσεως”.
Como ya se había mencionado los padres capadocios habían realizado aportes a
la cristología apoyando en gran medida la existencia de las dos naturalezas en
Cristo. Con estas concepciones el concilio de Constantinopla del 381 condenó la
teología de Apolinar de Laodicea de la “μια φυσις” y junto con ello la teología
alejandrina. Pero el problema no terminó ahí. En el año 428 un monje antioqueno,
patriarca de Constantinopla de nombre Nestorio refuerza la gravedad de la
polémica.

Nestorianismo:

En la tradición de los primeros cristianos, en la lex credendi, se sostenía que María


era la madre de Dios “ϴεοτοκος”, pero para Nestorio esto no era aceptable. Según
él, María puede ser la “Ιεσουτοκς” o la “ανθροποτοκος”, pero no podía ser la
“ϴεοτοκος”. Esto no significa que desconocía la unidad íntima que existía entre las
dos naturalezas de Cristo, pero al no llamar a María la “ϴεοτοκος” pretendió hacer
una distinción clara entre los atributos de ambas naturalezas (humana y divina) y
así indicar que el hombre Jesús nacido de María estaba íntimamente relacionado
con Dios.

En el concilio de Éfeso Nestorio será condenado y depuesto. No hay que olvidar


que en trasfondo de cada controversia se encuentran intereses personales y
políticos, en este caso se tiene a Constantinopla con el deseo de ser la nueva Roma
y el centro del cristianismo.

Cirilo de Alejandría dirá que las dos naturalezas de Cristo se juntan y se hacen una
nueva, pero esto no quiere decir que las dos naturalezas se destruyan, solo que en
Cristo, el Señor, existe una unión confusa “συγκρεια”. En el 443 él se reúne con los
obispos de la Iglesia antioquena y definen que Cristo es Dios perfecto “ϴεον τελειόν”
y hombre perfecto “α̏νθρωπου τελειου”, con alma racional y cuerpo, donde su alma
no es el Logos encarnado, sino que es el alma de un hombre real. Que el Logos,
engendrado del Padre, en los últimos días se hizo consustancial al hombre en su
humanidad, y así se unieron las dos naturalezas en una “ένωσις” (comunicatio
idiomatum). Según esto la naturalezas se comunican pero no se pierden la una en
la otra, de la unión de las dos aparece una persona. En María se dio la “ένωσις” por
lo que ella es en sí la madre de Dios. Antes de Cirilo la “ϴεοτοκος” era un cuerpo
humano más el alma que era el Logos.

Con la muerte de Cirilo y la subida del Obispo Dioscoro que era más de tendencia
política, dejó toda aquella nueva concepción atrás y volvió al monofisismo,
reivindicando también al obispo Euclides.
Concilio de Calcedonia (451):

En este concilio estuvo presente Roma, una parte de Alejandría, una parte de Siria
y Constantinopla. En este reinaba la idea teológica que decía que Cristo era “una
persona, con una hipostasis y dos naturalezas”. Gracias a esta concepción se
condenó a Dioscoro y a los monofisitas, que junto con los sirios no aceptaron el
concilio.

Por otra parte, el concilio refirmó como ortodoxa la fe de Nicea y Constantinopla,


confirmo igualmente la naturaleza divina del Espíritu Santo. Homologó la teología a
una profesión de fe haciendo que empezaran a desaparecer muchas teologías de
tipo subjetivo.

La fe difisita de Calcedonia se extenderá hasta el II y III concilio de Constantinopla.


En Occidente se puede observar, bajo el patriarcado de Roma, un teología más
compacta que en Oriente.

Cuarta fase arriana (monofisita)

En la plenitud del siglo V el imperio Romano se desmoronó bajo la invasión


germánica, el obispo de Roma sostiene lo poco que queda y el centro de la jerarquía
eclesial, el primado, pasa a Oriente, a Constantinopla, estos dirán miren como Dios
quita su mirada de Occidente. Durante esta época el obispo de Roma comienza a
asumir un roll político y desde este entonces se puede empezar a hablar
estrictamente de la figura del Papa.

Agustiniano logró unir por un tiempo nuevamente el imperio, pero no logró unir a los
cristianos. Por este motivo en el año 553 convoca el II concilio de Constantinopla,
donde se condena a Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto de Ciro, Ibas de Edesa,
Arrio, Eunomio, Apolinar, Nestorio, Eutique y Orígenes. El intento para hablar sobre
la unidad de la fe, terminó por no poder acercarse a los monofisitas y reafirmar a
Calcedonia.

En la quinta fase arriana se pasó al monotelismo y al monoenergetismo. Para este


entonces Roma y Constantinopla eras totalmente Calcedoniana, pero el resto de
Oriente estaba muy fragmentado. El patriarca de Constantinopla aceptaba las dos
naturalezas en una sola persona, pero decía que solo debe reinar una única
voluntad “Telema”, después se dirá que solo debe reinar un solo principio de acción
(energía).
Por esta época el avance islámico era muy fuerte y por lo tanto se buscaba la unión
cristiana. En Roma, el Papa Honorio, junto con algunos obispos entre ellos unos de
Constantinopla, piden al emperador hacer un concilio. Así en el año 681 se celebra
el III concilio de Constantinopla. Para este tiempo desaparece cada vez más el dato
bíblico exegético y prevalece el dato apostólico, patrístico. En este concilio se
rechazó el monotelismo y el monoenergetismo. Este concilio se puede considerar
el último de la época patrística.

En el 642 se celebra un concilio conocido como Quinsexto, pues completa el quinto


y le sexto pro no es el séptimo. En este se aprueba el matrimonio para los
presbíteros, pero no para los obispos y los monjes. Estas decisiones tomas hicieron
que Occidente y Oriente tomaran más distancia.

Cabe decir que el problema cristológico nunca se cerró. En Oriente, exactamente


en Bizancio se da el ocaso de la Patrística oriental, aquí se encuentran: Máximo el
confesor y Juan Damasceno, como sus últimos representantes, para este entonces
el resto del oriente ya es del Islam.

En Occidente el Papa fue la cabeza y tuvo el patriarcado total del cristianismo, su


presencia llegó a ser incluso más representativa que la de los mismos emperadores.

OCCIDENTE (lengua latina)

El cristianismo llega a occidente en el siglo I pero estas comunidades son de origen


griego. Como tal el cristianismo occidental de lengua latina aparece en el siglo III,
con la primera “Vetus latina” o primeras versiones antiguas de las Sagradas
Escrituras. Aquí aparecen figuras sobresalientes como Tertuliano, Cipriano,
Novaciano, Lactancio. Su peculiaridad es que asumen teólogas propias
independientes de todo lo que pasa en Oriente.

El eco de las controversias orientales llegaron inevitablemente a Occidente pero de


forma tardía, y por lo tanto, se entenderán distinto y se respondieron en lengua
latina.

En África, precisamente en Cartago que era la segunda ciudad más importante


después de Roma y sede por excelencia de los romanos, aqui se fueron
congregando los cristianos alrededor del obispo y cuando los vándalos llegaron al
África en el siglo V se hicieron cristianos.
Teología traduccionista:

Tertuliano teólogo apologista y del Logos afirma que Adán representa la humanidad
y que por lo tanto, el pecado que cometió el manchó a todo el genero humano. Con
esto afirma que el hombre necesita del bautismo para redimirse.

A diferencia de los Orientales, los Occidentales por medio de su teología intentaron


arreglar temas más de tipo práctico. Así, se puede ver como Cipriano enfrenta el
tema de los “lapsus” que surgió a raíz de la persecución de Decio. La cuestión
rondaba sobre qué hacer con aquellos que no fueron martirizados o negaron el
martirio. Para Cipriano “De lapsi” debían ser aceptados nuevamente después de un
tiempo de penitencia. Pero junto con esta concepción aparecieron otras de tinte más
rigorista que pensaban que todos los “lapsi” debían ser rebautizaos. Estas
polémicas de tipo antropológico serán los temas a discutir dentro de la teología
occidental.

Donatismo:

El donatismo surge como controversia, los seguidores de esta corriente de


pensamiento criticaban y rechazaban a los “lapsi”, pues en su sentido puritanista,
riguroso y observante, todos aquellos que no abrazaron el martirio durante la
persecución ya no contaban con la gracia, razón por la cual todos los sacramentos
que practicaban o celebraban eran inválidos. Gracias a esto se creó un cisma
disciplinar dentro de la Iglesia donde estaban los “fieles” y los “traidores”.

En el año 411 es convocado el concilio de Cartago para solucionar este


inconveniente. En él se concluye que la Iglesia es el cuerpo de Cristo y este cuerpo
solo es uno. En ella crecen los santos y los pecadores, y nadie puede estar fuera
de ella, porque “fuera de la Iglesia no hay salvación”. Es por la virtud del bautismo
que se está dentro de la Iglesia y no por el mérito propio realizado, además es Cristo
quien bautiza y sin importar el estado de gracia del ministro el sacramento celebrado
es válido. Frente a los que negaban el pecado original, el concilio dice que el hombre
es heredero de la condición adánica por naturaleza, y que por esto necesita del
bautismo. Como consecuencia de este concilio nace el bautismo de los niños.

Maniqueismo:

Fue una religión Persa-Oriental camaleónica que convivió con el cristianismo y creó
gran confusión en occidente. Dentro de su estructura contaba con un Canon propio,
sus propios ritos y jerarquía (obispos). Agustín de Hipona fue maniqueo por
aproximadamente nueve años, en principio por convicción, pero después de
descubrir sus engaños quiso eliminarla y desenmascarar su falsedad. En cuanto a
su teología es un tipo de gnosticismo que funda todo en el principio dualista del bien
y el mal. El hombre dentro de este sistema se encuentra conformado por los dos
principios, y así es posible explicar la maldad que se encuentra dentro de la
naturaleza del hombre (al poseer cuerpo).

Agustín desmantelará tal farsa con su teología. En principio dirá que el mal no existe
como una fuerza contraria igual al bien, sino que esta representa la ausencia del
mismo bien, y que por lo tanto, el mal carece de naturaleza. Para él solo existe un
principio y este es el bien (Dios), de Él surge toda idea de bondad, belleza, en menor
o mayor grado de perfección.

Pelagianismo:

Nace de la concepción de un moje de Britania de nombre Pelagio, es una corriente


profundamente antropológica que quiere responder a las consecuencias de un
ambiente profundamente pesimista y desconsolador para el hombre, donde este no
era capaz del bien. Para Pelagio el hombre, a pesar de la tristeza, puede ser feliz
por sus méritos, pues Dios nos ha hecho con la capacidad para ser felices. Los
buenos se justifican automáticamente y no necesitan de una gracia más para
poderlo ser. El pecado original no fue transmitido como una mancha, pues fue el
pecado personal de Adán. Como consecuencia de esto no es necesario el bautismo
y tampoco la reconciliación, pues el hombre por sus propios méritos, al ser imagen
de Dios, puede salvarse.

Agustín al enterarse del error de Arrio dice en principio que el hombre nace con una
mancha indeleble consecuencia del pecado adánico, de esto que el hombre sea
“natura damnata” naturaleza dañada. Este solo puede justificarse por la ayuda de la
gracia que viene de Dios, porque el hombre por sí solo peca. Por la gracia es capaz
de hacer cosas buenas y es la Iglesia, cuerpo de Cristo, la dispensadora de tal
gracia. En “De natura et gracia” afirma que solo Dios sabe quiénes se salvan,
quienes están predestinados para esto, y no es el hombre quien alcanza la salvación
por sus buenas obras.

En el año 418 en el “concilio de Cartago” que más bien fue solo una declaración se
condena al pelagianismo y se excomulga a Arrio y sus seguidores, dejando como
correcta la doctrina de Agustín obispo de Hipona.

Con Julián de Eclana comienza la segunda fase del pelagianismo y se centra en


una serie de disputas a través de cartas con el obispo de Hipona, con el asunto de
la gracia y todas las consecuencias que afirmarla o negarla pueda tener. De esto no
se tiene mucha información.

La teología de Agustín llega al norte de África, a los monjes de Adrometo, quienes


confundidos por la teología de la gracia y la justificación se preguntan el porqué de
los votos y su forma de vida, puesto que el esfuerzo no es tan necesario si al fin de
cuentas no contribuye en gran medida a la salvación. Esta concepción será de corte
semipelagiana. A esta percepción responde Agustín que hacer el bien es fruto del
amor, amar implica desear el bien para el otro y de ahí se tiene que su forma de
vida es justificada y tiene sentido. Luego dirá el obispo de Hipona, ama y has lo que
quieras.

El pelagianismo se condenará finalmente en el concilio de Orange en el año 526.

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