Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Marta Waldegaray
I. A guisa de introducción
I.a) En torno a la legibilidad
Trilce exhibe un corte, una ruptura que hiere tres componentes fundamentales del
sistema poético canónico: la rima, el metro, la estrofa. La irregularidad que estos
poemas ofrecen al lector conmueve en consecuencia las condiciones tradicionales de
legibilidad.
Por “legibilidad” entendemos la condición de lo legible en términos
de entendible, comprensible, esto es: de aquello que se deja leer. Toda declaración
de legibilidad, y por lo tanto también de ilegibilidad de un texto, es un hecho de
consciencia social que instaura o confirma un conjunto de normas literarias.
Entendida la legibilidad como un conjunto de leyes erigidas por el sistema literario
en cierto período histórico, vemos que el trabajo literario de Vallejo
en Trilce consiste en liberarse de ellas (gesto de ruptura que define históricamente a
la vanguardia). Pensamos que dicha liberación funda una legibilidad nueva en la cual
la lectura se revela como un nuevo acto de enunciación, esto es, como una nueva
escritura. Esta re-enunciación sólo posible si se entiende al texto como práctica
significante, como energía siempre puesta en acto, lo multiplica en su diversidad a la
vez que lo protege de la repetición.1
Práctica significante, diversidad: la escritura de Trilce se erige para el lector como el
espacio de una travesía; de una acumulación de lenguaje que invita al lector a
asociar, a diseminar, a escalar el muro de la voz poética (pilar de la enunciación
modernista) para abismarse en las redes de sentido de la letra escrita. De esta
manera Trilce exacerba la condición -inherente por cierto a todo texto- consistente
en la existencia de por lo menos dos instancias de enunciación literarias: la
enunciación de la escritura y la enunciación de la lectura. Una escritura que invita a
apreciar el plural de su producto, el texto. Una lectura que no descifra, sino que
produce.
Cuando la lectura borra el juego de oposición entre la materialidad de los
significantes, erige la propuesta de un sentido trascendental e independiente
llamado mensaje. La legibilidad que Trilce propone es definitivamente otra. Opacar,
borrar, suspender el lugar del origen, el querer decir fundador de la voz, el sentido
que provendría de la consciencia poética, es aplicarle a la lectura un principio de
fuga. Emigrar de la zona fuerte de la voz modernista, de la cadencia de una voz que
nos dice el poema, para posar la mirada en el juego irreverente de la escritura, es
rechazar toda designación de propiedad, y por lo tanto de ganancia didáctica.
La lectura de Trilce es para nosotros una invitación a tocar las fuerzas productivas
del texto y a romper con esa autoridad de la voz, omnipresente, omnipotente. La
voz: lugar desde el cual el sistema poético modernista fundamenta la creencia en un
modelo comunicativo del lenguaje; modelo que propone a la obra2 como transmisora
de un sentido que, situado en una región mental previa (el reino de la intención, de
la idea o del sentimiento autoral), excedería al código porque pre-existe como causa
del texto. La obra es así entendida como un capital de signos definitivos, como
herencia, enseñanza, lección; el lector resultaría su virtual heredero.
Trilce deshereda al lector. La capitalización de sentido no es posible. El beneficio
desaparece. La ilegibilidad de la escritura en Trilce no consiste en la imposibilidad
de decodificar sus textos (criterio que entiende la legibilidad como comprensión, la
escritura como trabajo de transmisión de un mensaje cifrado y la lectura como
trabajo de decodificación), sino en la dificultad de abordarlos como una constelación
de significantes.
Trilce exhibe el compromiso con la errancia del sentido, no con el didactismo. Con la
agitación de la palabra, no con su sosiego. Trilce invita al lector a aceptar que el
sentido no cesa de desplazarse y por lo tanto de desdecirse. Admitir la incertidumbre
que entraña el vértigo del (sin)sentido es adherir a una nueva práctica de la
escritura, tanto como de la lectura. Es en definitiva resignarse a la retirada del
elemento utilitario.
I.b) Trilce
Setenta y siete poemas sin titulación, ordenados mediante números romanos,
componen Trilce (1922). Esta carencia resta información paratextual. Los poemas
evaden la comunicación inicial concerniente a la idea principal, a la anécdota, o bien
a los personajes de la situación poética. Desde el comienzo del libro puede
constatarse entonces una fuga de sentido. La ausencia de titulación pone en
evidencia la función del paratexto como elemento condicionante del sentido del
poema, sentido que, por venirle al poema desde afuera, lo erige como unidad
independiente de los poemas vecinos. La falta de titulación rompe con este
ensimismamiento y evita así que cada poema que compone Trilcesea percibido de
manera autónoma respecto de los otros. La falta de titulación favorece en
consecuencia la percepción del trabajo poético en su conjunto.
Resulta evidente la voluntad creciente de Vallejo por despojar al título de su rol
conductor de sentido. La fuga se inicia ya en Los heraldos negros (1918). Aquí, si bien
los poemas aparecen titulados, la relación entre título y contenido del poema se
abisma, ya que los títulos entregan al lector la situación o anécdota del poema de
manera sumamente cifrada.
Una primera lectura de Trilce permite establecer la existencia de dos tipos de
poemas, según una distinción que contempla tanto el orden de lo temático como su
tratamiento. En primer lugar, aquellos poemas en los que resulta relativamente fácil
identificar una anécdota o un tema, poemas en los cuales el sentido se ofrece de
manera inteligible3. En segundo lugar, aquellos otros en los cuales el sentido se
obscurece como consecuencia del empleo de patrones expresivos (finalmente
dominantes en Trilce) consistentes en irregularidades lógicas, en libertades de
asociación y en la desarticulación del lenguaje, todo lo cual redunda en ambigüedad
y en predominio de lo arbitrario.
Estos segundos poemas (sesenta y cinco) exhiben una percepción de lo real distinta a
los primeros. Si los primeros evocan, con nostalgia, la integridad del pasado infantil,
la protección brindada por el amor materno, o bien la ilusión amorosa de la
juventud, apelando -aunque débilmente- a formas literarias tradicionales como el
metro y la rima, el segundo tipo de poemas se distancia de la coherencia inmediata
de los primeros al incurrir en lo irracional, en lo alógico, en el licenciamiento de las
formas regulares del versificar. El sentido, tanto como la representación poética de
la experiencia, se desintegran. El sentido de la vida ofrecido en los poemas del
primer grupo se desvanece y en consecuencia estos poemas dan cuenta de una
desoladora orfandad, de un sentimiento trágico de la existencia, de una angustia de
vivir que contrasta con aquel sentimiento de amparo depositado en el pasado.
Este trabajo corrosivo que caracteriza a Trilce afecta tres elementos fundamentales
de la prosodia: el metro, la rima, las estrofas, y en ciertas ocasiones también la
sintaxis. De entre los poemas que desisten de los moldes pre-establecidos hemos
elegido dos: el V y el X. Ellos han prescindido de la anécdota con el fin de rendir
tributo a la palabra, no como unidad transparente del lenguaje, sino como materia
prima de la escritura. Ellos evidencian la materialidad de la experiencia poética
de Trilce, experiencia material consistente en rescatar el valor significante que porta
el cuerpo de la palabra tanto en su aspecto sonoro como gráfico, permitiendo así que
el mensaje poético se produzca también en estas otras zonas expresivas del
lenguaje.
Esta materialidad que cobra relieve en Trilce comporta dos aspectos. Por un lado, la
atención innegable que Vallejo presta a la arbitrariedad del signo lingüístico, al
cuerpo de la palabra tanto en su dimensión sonora como plástica, esto es, la atención
brindada por el escritor a la palabra dicha y a la palabra escrita, a la palabra oída y a
la palabra vista4. Por otro lado, el procesamiento que el lenguaje poético vallejeano
hace del cuerpo humano. Saúl Yurkievich señala esta relevancia de lo corporal
respecto de Poemas Humanos. “Contra el exceso de subjetividad ególatra -escribe el
crítico argentino-, Vallejo abunda en referencias a su cuerpo, omnipresente
en Poemas humanos. Las indicaciones somáticas no son las del decible ennoblecedor.
Comportan lo antilírico [...]5.” Este antilirismo somático está presente ya en Trilce.
Los dos poemas que ocuparán nuestro análisis, el V y el X, evidencian ambos
tratamientos: el de la escritura, que sufre un proceso de extrañamiento (gráfico,
sonoro), y el del cuerpo, que sufre un proceso de multiplicación. En ambos poemas
puede leerse que el sentimiento amoroso perturba orgánicamente la integridad del
cuerpo a tal punto que desbarata su integridad y lo multiplica.
IV. Conclusiones
Las armonías basadas preferentemente en la imitación sonora evidencian que la
conveniencia fónica es en Trilce el criterio predilecto de selección y de
ordenamiento del material lingüístico. En Trilce, el trabajo poético no apunta a
esclarecer el concepto de la palabra seleccionada, sino a destacar su presencia
física, sea a través de su aspecto sonoro, sea en su formulación gráfica20 (valoración
material que por otra parte resulta en general propia de las vanguardias). De manera
tal que la vía de acceso a las asociaciones intelectivas del poeta no son los
conceptos, sino las imágenes. Las imágenes fisionan a la vez que fusionan el poema
erigiendo así una textura tensionada. Comparando el poema con un campo
energético en donde diferentes vectores de energía chocan entre sí, atrayéndose y
rechanzándose luego, las palabras actuarían en este campo como aquellos vectores
que en su proceso de interacción producen un sentido intermitente cuyos intervalos
(chispazos de sentido) se ofrecen como vías de acceso al poema. Pequeñas matrices
de relaciones homofónicas gobiernan estas intermitencias. La relación entablada
entre el plano de lo sonoro y el plano de lo conceptual resulta indirectamente
proporcional: la homofonía funda pequeños módulos de homologías que distancian a
las palabras de su sentido social. El lenguaje desbordado hacia esferas semánticas
insólitas, imprevisibles, no acepta detenerse en el conceptismo de imágenes
suntuosas modernistas como tampoco en el ritmo manso de los versos.
Los poemas analizados representan una realidad convulsionada y distorsionada por
efecto de la multiplicidad, fuerza de destrucción concebida como inevitablemente
presente e inconciliablemente hostil. Así como la plenitud del sentido poético se
tensa hasta volverse plural, la integridad del hombre en Vallejo, tironeada por
aquella fuerza adversa, también peligra. El peligro potencial radica en la línea de
filiación que cada hombre puede fundar, ya que la cadena de filiación entraña la
dispersión del ser. El número es en tal sentido el representante de la imposibilidad
de descansar en la unidad; evidencia la dinámica puesta en marcha por una fuerza
centrífuga que arroja al hombre más allá de su unidad original para acercarlo al
cumplimiento de su muerte. No en vano ambos poemas llegan a su fin con la
presencia del tercero ya convertido en individuo, en “1”.
Es evidente que la unidad ocupa en estos poemas un espacio de indeterminación. La
determinación es en ellos el elemento marcado: sea del tiempo, como en el poema V
en el cual la manera de vencer la multiplicidad que el tiempo entraña es la castidad,
sea del espacio, como en el X, verdadero campo de batalla entre contrarios en donde
el número acecha detrás de toda contingencia. Unidad postulada entonces,
presentida, que se deja entrever tanto en el intersticio que los límites dibujan (los
bordes de los dos cotiledones) como en la dispersión que “las juntas de contrarios”
comportan.
La existencia empírica se revela como el imperio de las determinaciones, de los
límites, de los contrarios inconciliables, de los encuentros azarosos. Estas
limitaciones, emparentadas a la idea de multiplicidad (la cual a su vez comporta las
ideas de contingencia y finitud), son puestas en evidencia en el aspecto formal de la
composición poética a través de la fragmentación sintáctica y de las cesuras que
coartan el fluir del verso. La sintaxis se vuelve significante. Fragmentación y cesura
marcan límites a un sentido que a fuerza de chocar con lo elementos internos al
poema se disloca y se vuelve errante, ausente y vacío si como lectores esperamos
que, en tanto presencia plena, emane del espacio aparentemente lineal de la
escritura.
La sexualidad es en los poemas vallejeanos la fuerza centrífuga que promueve y
perpetúa la multiplicidad y la dispersión de la existencia. En tanto principio del
placer el ejercicio de la sexualidad destierra porque concibe, propaga, multiplica,
diferencia, transforma lo simple original y homogéneo en series de complejos
heterogéneos. El amor se ensombrece, ya que el placer lo deporta hacia una angustia
elemental que Vallejo deposita en el amor carnal.
El principio del placer propaga y multiplica también en Vallejo las posibilidades
expresivas de su escritura. Los juegos lingüísticos muestran la arbitrariedad del
signo, multiplican los sentidos, llaman la atención sobre la dimensión significante de
la lengua. Comportan también la ampliación del material lingüístico seleccionado (el
vocabulario) y del universo de lo poéticamente decible. Los poemas incorporan
acciones banales, situaciones domésticas, dificultades cotidianas, referencias
corporales, funciones orgánicas, elementos todos desestimados por el canon literario
precedente. Aunque los poemas V y X no son de los más representativos en este
último sentido, se constata no obstante la alusión al corazón no ya por lo que tenga y
aporte de simbología amorosa, sino por su densidad anatómica. “Cardíaco” acentúa
la dimensión humana, carnal, de la pareja a la cual el poema hace referencia. Del
mismo modo que “pañales”, en el poema X, alude de manera indirecta al aspecto
fisiológico del nuevo ser a través de sus deshechos. La incorporación a la poesía de
estos aspectos de la realidad humana marginados o desestimados por la tradición
lírica, pone de relieve lo corporal en su más carnal y humana realidad. El campo de
lo poéticamente decible sobre el cuerpo -campo limitado anteriormente a
descripciones de lo corporal externo- se amplía. Esta ampliación del vocabulario que
da cuenta de aquellas zonas de la realidad (su cotidianeidad, sus insignificancias, sus
feísmos) tradicionalmente sofocadas, le permiten a Vallejo no sólo tomar distancia
de la fantasía idealista y evasiva que la poesía modernista valoró como condición
artística, sino también emprender una nueva práctica de la escritura con la cual
descubrir la humanidad de / en el lenguaje.
NOTAS
1
“[…] es para mí utópico pensar la escritura como una totalidad separada de la
lectura, por lo tanto como lector en lugar de constituirme de acuerdo con las figuras
del taxonomista y/o del detective que asedian el campo de la letra privilegiando el
cadáver, el fósil y la ruina para poder otorgarles una genealogía causal ordenada que
explique el sentido, intento acercarme a las figuras del vagabundo y/el jugador [...]
de este modo el sentido de la letra se acerca, creo, a la diversidad caleidoscópica
antes que a la linealidad sedante.” Roberto Ferro, «Especulación entre la intención y
el resto. A propósito del comienzo de la escritura», en Hispanista. Revista
electrónica de los hispanista de Brasil. Vol.I, nº2, julio-agosto-septiembre 2000, p.2.
Artículo on line.
Seguimos igualmente a Roland Barthes: «Sobre la lectura», en El susurro del
lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura, Barcelona, Paidós Comunicación,
1994, p.p.39-49.
2
Roland Barthes, «La muerte del autor», en El susurro del lenguaje, op.cit., p.p.65-
71; «De la obra al texto», Ibid, p.p.73-82.
3
Ellos son los doce poemas siguientes: III, XV, XXIII, XXVIIII, XXXV, XXXVI, XLVI, L, LI,
LII, LXI y LXV.
4
Al respecto es particularmente interesante la anécdota que Américo Ferrari cita en
su libro El universo poético de César Vallejo (Caracas, Monte Ávila Editores, 1972,
nota 16, p.p.259): “Vallejo -según testimonio de Ernesto More (O.C. p.21)-, cogía a
veces una palabra cualquiera, y se ponía a repetirla, con insistencia y monotonía, en
todos los tonos, incansable, implacablemente. La palabra, así, se hacía absurda, o
más bien, repitiéndola de manera absurda, el poeta acababa por hacer de esa
palabra un poema: pulverizaba el vocablo a fuerza de martillarlo. “Hacía pensar -nos
escribe la Sra. Georgette Vallejo- en la desintegración del átomo”. ”
5
Saúl Yurkievich, La movediza modernidad, Madrid, Editorial Taurus, 1996, p.165. Y
en 1972 exponía que: “Según la tradición, lo líricamente decible se restringía a lo
externo del cuerpo humano, salvo la lengua y el corazón por su valor simbólico, y a
funciones prestigiosas como algunos aspectos de la nutrición, el sueño y el acto
sexual aludido por eufemismos. Con Vallejo, la anatomía y la fisiología aparecen
íntegramente, incluso la defecación. El cuerpo humano interviene con toda su
concreción, su presencia carnal, sus exigencias, sus perturbaciones.” Saúl Yurkievich:
«Una pauta para Trilce», en Séminaire César Vallejo. Analyses de textes,
Publications du Centre de Recherches Latino-Américaines de l’Université de Poitiers,
octobre 1972, nota 5, p.98.
6
Entre los versos 2, 4 y 6 se esboza cierta asonancia en -a (trinidad -
heterogeneidad - más) que en adelante, versos 8 y 10, se modifica por -
ao (escuchado - colapso). Este principio de identidad es inestable y por lo tanto
efímero. Se desvanece en los siguientes versos.
7
Hacemos uso aquí de la idea -de filiación estructuralista- de núcleo productor, idea
operativa para todo análisis textual, pero aplicada originalmente al análisis del
proceso constructivo de los relatos. Entendemos la noción de núcleo productor o
matriz tal como la explica y define Josefina Ludmer: “La posibilidad de establecer
núcleos productores de un texto es, teóricamente, infinita. En un relato pueden
aislarse matrices situadas en el código de la lengua con la cual está escrito (en una
zona -subcódigo-, en un aspecto de la historia de la lengua, en un grupo de letras, en
una organización lingüística específica, en unidades léxicas determinadas: es decir
matrices fonemáticas, gramaticales, históricas, monemáticas, sintácticas), en el
código del relato [...], pero además matrices numéricas, simbólicas, histórico-
sociales, míticas, ideológicas. Las matrices productoras pueden ser, pues, diversas e
indefinidas.” Finalmente las matrices son “figuras abstractas, tejidas de relaciones
simbólicas, que en cada caso se actualizan con tiempos, modos, pronombres,
sintagmas, situaciones narrativas determinadas.” No pertenecen a la
estructura profunda del texto, ni a la intención autoral, tampoco son la
clave central que permitiría descifrarlo ya que la matriz se distribuye por toda la
superficie textual, ella es en definitiva la construcción resultante de una operación
crítica, operación que pone en evidencia la pluridimensionalidad del texto. Josefina
Ludmer, Onetti. Los procesos de construcción del relato, Buenos Aires, Editorial
Sudamericana, 1977, p.p.148-49.
8
Lo destacado en las citas nos pertenece. En adelante omitiremos esta aclaración.
9
“Petrel”: ave palmípeda marina, propia de los mares fríos que se ve a gran
distancia de las costas. El petrel se caracteriza por su vuelo rasante, desplazamiento
horizontal de connotación negativa en el poema, por cuanto el espacio que acerca la
pareja al tercero no es figurado como elevación en el horizonte mundano a través de
la descendencia, sino como aplastamiento, desaliento o derrota de la idea de
superación.
Diccionario Enciclopédico Larousse, Paris, 1972. Se recurre a la misma obra en
próximas definiciones por lo cual en lo sucesivo se omitirá la referencia bibliográfica.
10
“O” y “a” son fonemas vocálicos fuertes. “O”: vocal posterior intermedia,
semiabierta desplaza su punto de articulación hacia “a”: vocal central abierta baja.
11
Estos sentidos de valor y de garantía no son interferidos por el fonema “i”
aparecido en la formación de participio.
12
Enrique Ballón Aguirre, «Una lectura semiológica del poema V de Trilce de César
Vallejo», en Literatura de la emancipación hispanoamericana y otros ensayos, Lima,
Universidad Mayor de San Marcos, 1972, p.159.
13
Al respecto Américo Ferrari señala que los juegos lingüísticos y formales, la
desestructuración funcional y semántica que Vallejo lleva a cabo en Trilce tienen
como límite el nivel de la sintaxis de la lengua, el cual no resultaría profundamente
afectado. El discurso poético de Trilce manifestaría la tensión que entraña el desafío
emprendido por Vallejo: la destrucción del lenguaje socialmente comprensible invita
al mismo tiempo a destruir toda posibilidad de comunicación y a caer en el dominio
autista del absurdo. Ferrari sostiene que la desmesura de Trilce se encuentra
limitada por las fronteras de la sintaxis contra la cual Vallejo enviste, pero sin que
ésta resulte totalmente dislocada. De esta manera Vallejo trabajaría sobre el filo del
sinsentido rozándolo, pero sin caer totalmente en él. «Trilce: vía de liberación o
callejón sin salida», en El universo poético de César Vallejo, op.cit., p.p. 235-68.
14
Américo Ferrari, El universo poético de César Vallejo, op.cit., p.32.
15
El poema comienza respetando la acentuación del dáctilo, pero este ritmo interno
no llega a constituirse en norma. El aspecto acentual de este primer verso se
inaugura con el ritmo correspondiente a la acentuación de tres dáctilos: “Prís-ti-na y
/ úl-ti-ma / pie-dra - de / infundada”
16
El mismo procedimiento puede observarse en el verso (4): “De tres meses de
ausente y diez de dulce”. La sucesión de sonidos sibilantes conduce suavemente el
verso hacia su fin, arrullo “dulce”que se emparenta con el mundo maternal que la
gravidez connota (verso 3).
17
El diccionario menciona una tercera acepción: el peruanismo “rabadilla de ave”,
pero consideramos que esta acepción no es pertinente en nuestra línea de análisis.
18
“Se dobla así la mala causa, vamos / de tres en tres a la unidad”. César
Vallejo, Poemas humanos, Buenos Aires, Editorial Losada, 1982, p.108.
19
El diccionario ofrece sugerentes acepciones secundarias para “empavonar”.
Sinónimo de “pavonar”: pringar, untar, significa también “dar pavón al hierro y al
acero”; y “pavón”, además de “pavo real”, es el “color azul con que se cubren
objetos de hierro y acero para preservarlos de la oxidación”. Como vemos
“empavonar” comporta la idea de tiempo. Concretamente, de lucha contra sus
efectos destructores. El final del poema entonces alude también al ser que,
heterogéneo, híbrido (“tranquilas misturas”) combate el principio de dispersión y
disolución que el tiempo entraña.
20
Cierto es que en los poemas seleccionados no hay distorsiones gráficas, pero es
fácil encontrar en Trilce este tipo de anomalías que pueden llegar a destruir la
palabra.
BIBLIOGRAFIA CITADA
* BALLÓN AGUIRRE, Enrique: «Una lectura semiológica del poema V de Trilce de
César Vallejo», en Literatura de la emancipación hispanoamericana y otros ensayos,
Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1972, p.p.158-168.
* BARTHES, Roland: «Sobre la lectura», «La muerte del autor» y «De la obra al texto»
en El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y de la escritura, Buenos Aires,
Ediciones Paidós Comunicación, 1994, p.p.39-49, p.p.65-71 y p.p.73-82
respectivamente.
* FERRARI, Américo: El universo poético de César Vallejo, Caracas, Monte Ávila
Editores, 1972. En especial su capítulo III: «Trilce. Vía de liberación o callejón sin
salida», p.p.235-268.
* FERRO, Roberto : «Especulación entre la intención y el resto. A propósito del
comienzo de la escritura», en Hispanista. Revista electrónica de los hispanista de
Brasil. Vol.I, nº2, julio-agosto-septiembre 2000, p.2. Artículo on line.
* LUDMER Josefina, Onetti. Los procesos de construcción del relato, Buenos Aires,
Editorial Sudamericana, 1977, p.p.148-49.
* VALLEJO, César: Trilce, Buenos Aires, Editorial Losada, 1982.
————Poemas humanos, Buenos Aires, Editorial Losada, 1982.
* YURKIEVICH, Saúl: «Una pauta para Trilce», en Séminaire César Vallejo. Analyses
de textes, Publications du Centre de Recherches Latino-Américaines de l’Université
de Poitiers, octobre 1972.
————«Aptitud humorística en Poemas humanos», en La movediza modernidad,
Madrid, Editorial Taurus, 1996, p.p.145-169.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
* BARTHES, Roland: El grano de la voz, México, Siglo XXI Editores, 1985.
————«El grado cero de la escritura», en El grado cero de la escritura (seguido de
nuevos ensayos críticos), México, Siglo XXI Editores, 1987, p.p.11-89.
————El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y de la escritura, Buenos Aires,
Ediciones Paidós, 1994. En particular: «I. De la ciencia a la literatura», p.p.13-61; «II.
De la obra al texto», p.p.65-110; «III. Lenguajes y estilo», p.p.113-159.
* JITRIK, Noé: La selva luminosa. Ensayos críticos 1987-1991, Buenos Aires, Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 1992. En particular: «Otra
vez pobreza y riqueza», p.p.77-80 y «Una sombra se cierne sobre el modernismo»,
p.p.81-89.
* YURKIEVICH, Saúl: La movediza modernidad, Madrid, Editorial Taurus, 1996.
Especialmente: «Moderno/postmoderno: fases y formas de la modernidad», p.p.9-36;
«Modernismo: rte nuevo», p.p.37-46; «El efecto manifestario, una clave de
modernidad», p.p.53-69; «El ser que se disocia», p.p.71-82; «Los avatares de la
vanguardia», p.p.83-104.
————«César Vallejo: tu diamante implacabe, tu tiempo de deshora», en El cristal y
la llama, Caracas, Fundarte, 1995, p.p.49-65.
————«Le saut à travers le chas de l’áiguille (connaissance de et par la poésie)»,
en Littérature latino-américaine: traces et trajets, Folio/Essais, Paris, Gallimard,
1988.
————«Realidad y poesía (Huidobro, Vallejo, Neruda)», en Los vanguardismos en
América Latina, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p.p.211-235.
————Valoración de Vallejo, Resistencia-Chaco, Universidad Nacional del Nordeste,
1958.