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Definiciones

Crónicas 1

La crónica es una narrativa histórica que expone los hechos siguiendo un orden cronológico. La palabra crónica viene
del latín chronica, que a su vez se deriva del griego kronika biblios, es decir, libros que siguen el orden del tiempo,
según el término griego chronos que significa tiempo.

Crónicas 2

La crónica es un género al que es un tanto complicado definir, sin embargo podríamos afirmar que existen dos tipos
de crónica: la periodística y otra literaria. Ambas se caracterizan por relatar sucesos que han sucedido, en el orden en
que lo han hecho. En la primera hay algo que es innegociable, el que no debe contener ni un gramo de fantasía. En la
segunda puede darse el lujo de incluir la ficción. En ambos casos quien se encarga de recopilar y narrar hechos se
conoce como cronista. En este sentido, los cronistas de Indias eran los autores que, tras la llegada europea a América,
se dedicaron a describir las costumbres de los aborígenes que habitaban en el suelo americano.

Crónicas 3

Los hechos se narran según el orden temporal en que ocurrieron, a menudo por testigos presenciales o
contemporáneos, ya sea en primera o en tercera persona. En la crónica se utiliza un lenguaje sencillo, directo, muy
personal y admite un lenguaje literario con uso reiterativo de adjetivos para hacer énfasis en las descripciones. Emplea
verbos de acción y presenta referencias de espacio y tiempo. La crónica lleva cierto distanciamiento temporal a lo que
se le llama escritos históricos. Las crónicas que no tenían un propósito general, sino que se limitaban a reseñar
cronológicamente los acontecimientos destacables de un personaje concreto, reciben a veces el nombre de crónicas
particulares, con lo que se identifican con el género biográfico. Crónica particular es, por ejemplo, la de Pero Niño,
llamada El Victorial (ca. 1463). También una de las múltiples obras sobre el Cid se denomina Crónica particular de el
Cid (1512 y ediciones posteriores).

Descubrimiento 1

Suele llamarse descubrimiento al primer contacto de un pueblo con otra cultura, en un ámbito geográfico diferente al
propio. Los europeos hablan de descubrimiento de América para referirse a la llegada de Cristóbal Colón al continente
en 1492, aunque resulta imposible “descubrir” una nueva tierra que ya estaba habitada desde hacía miles de años. En
realidad, el descubrimiento de América fue una novedad para los europeos que llegaron por primera vez a dichas
tierras, pero ese mismo suelo no presenta nada nuevo para los nativos americanos.

Descubrimiento 2

Un descubrimiento es un hallazgo o el encuentro de algo que era oculto, secreto o desconocido. Se trata de una
observación novedosa de ciertos aspectos de la realidad. Por ejemplo: “El descubrimiento de un dinosaurio de gran
tamaño bajo el centro comercial ha asombrado a los vecinos”, “¿Recién ahora te das cuenta de la situación? Vaya
descubrimiento…”, “Aún no logro entender cómo se produjo el descubrimiento de esa sustancia”.

Descubrimiento 3

El Descubrimiento de América es uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la Humanidad. Significó
el conocimiento casi por completo del globo terráqueo, el encuentro entre dos civilizaciones que habían crecido y
desarrollado sin ningún conocimiento mutuo y la subida del reino de Castilla como primera potencia mundial
extendiendo por todo el mundo su cultura y su idioma.

Conquista 1

Conquista es el acto y el resultado de conquistar: obtener algo a través de la habilidad, el sacrificio o la violencia. Una
conquista es aquello que se consigue después de superar ciertos obstáculos. Por ejemplo: “La conquista del territorio
enemigo nos costó miles de vidas”, “Mañana el equipo paraguayo irá por la conquista más importante de su historia”,
“A dos meses de la conquista del Premio Nobel, el escritor estadounidense ofrecerá una conferencia en nuestro país”.
Conquista 2

En historia, se denomina conquista al proceso mediante el cual, en consecuencia de un conjunto de operaciones


bélicas, un ejército logra someter a la población de un territorio para su dominación política. La historia está plagada
de dinámicas de conquistas, dominaciones y resistencias, de luchas por obtener el control sobre una región o por
repelerlo. Los romanos conquistaron buena parte de Europa, los musulmanes conquistaron una porción importante
de la península ibérica, los europeos conquistaron América, etc.

Conquista 3

Como conquista de América se denomina el proceso de dominación de las poblaciones y civilizaciones indígenas del
continente americano por parte de un conjunto de potencias europeas, principalmente España, Portugal, Gran Bretaña
y Francia, que se inició en el siglo XV, con los viajes de Cristóbal Colón, y que derivaría en el proceso de colonización
del continente, con el consecuente establecimiento de sistemas de dominación colonial, y la implantación de la
religión, la lengua y las instituciones europeas, lo cual, por su parte, derivó en procesos colaterales de genocidio
cultural.

Crónicas del descubrimiento y conquista.


Contexto histórico.
En el siglo X, los normandos o vikingos, eran hábiles marinos que en frágiles embarcaciones llegaron a Islandia y poco
después Groenlandia a partir de los años a las costas actuales de Estados Unidos se establecieron en este sitio creando
pequeñas colonias pero no por mucho tiempo debido a que los indios nativos destruyeron las colonias. América
permaneció ignorada hasta su hallazgo por colon en el año de 1492. Hasta el siglo XV los europeos no estuvieron en
condiciones de realizar con éxito expediciones por el océano. Durante mucho tiempo, se generalizo un sistema de
relaciones sociales llamado feudalismo, durante los siglos XI y XII surge el comercio terrestre y marítimo por el
mediterráneo. España para poder pagar sus deudas, debido a las diversas guerras emprendidas, empezó a pagar de
otra manera y esa fue por el comercio, al momento de que los turcos cerraron las rutas marítimas España tuvo la
necesidad de encontrar otra ruta, fue entonces donde se presentó Cristóbal Colon con su propuesta para encontrar
una nueva ruta por el occidente, fue ignorado por Portugal , le presento su propuesta a los reyes Católicos de España,
estos lo apoyaron, después de dos meses llego a la isla de Guanahani, el 12 de octubre de 1492 Colon había descubierto
el nuevo continente.

Los Viajes
Cristóbal Colón, realizó cuatro famosos viajes desde Europa a América.

El primer viaje o viaje del descubrimiento:

El primero y trascendental de los viajes a América se inició en el puerto de Palos de la Frontera el 3 de agosto de 1492.
La primera etapa terminó en las Islas Canarias donde se hicieron algunas reparaciones y desde donde no partieron las
naves hasta el día 6 de septiembre.

Colón estaba muy equivocado en las distancias (eran mucho mayores) que separaban España de las costas de Asia;
hay que valorar lo que supone en aquellos tiempos navegar por mar abierto, por rutas desconocidas y sin ser capaz de
medir la longitud, ni la latitud con demasiada precisión. Prácticamente el único instrumento del que disponía Colón
era la brújula con el cual se podía sólo fijar el rumbo.

EL SEGUNDO VIAJE: LA COLONIZACION

El 25 de septiembre de 1493 se iniciaba el segundo viaje de Colón. Esta nueva expedición no era ya sólo un viaje de
descubrimiento, sino de conquista: con los marineros iban colonos ansiosos por encontrar las riquezas que había
descrito Colón, religiosos para convertir a los nativos, animales domésticos y plantas para poner aquellas tierras en
producción.
EL TERCER VIAJE:

En mayo de 1496 partió una tercera tentativa de Colón, al mando de una flota de seis barcos, para demostrar que
había llegado a Asia viajando hacia el oeste. Además de encontrarse con que los españoles de América se habían
rebelado contra su autoridad, quizás el mayor descubrimiento de este viaje fuese la desembocadura del río Orinoco.

Este viaje termina sin que el Almirante encuentre Cipango (Japón) ni las costa de China, e incluso ante las noticias de
rebeliones y abusos, los reyes enviarán desde España a poner orden a Francisco de Bobadilla, quien empezó por
retirarle a Colón toda su autoridad en aquellas tierras y terminó por encarcelar a Colón y sus hermanos. De hecho, el
viaje de vuelta a la península en el año 1500 lo hizo Colón preso y encadenado.

CUARTO VIAJE:

Le encargaron un cuarto viaje iniciado en 1502 con el objetivo de descubrir el paso hacia Asia. Colón llegará a tocar
tierra en la zona de Panamá, pero una vez más tuvo que regresar sin cumplir sus objetivos. Morirá en Valladolid en
1506 sin haber conseguido su objetivo, desposeído de sus cargos y sin saber que había descubierto para los europeos
el “Nuevo Mundo”.

Fechas Importantes
En 1486 los Reyes Católicos lo recibieron por primera vez en Alcalá de Henares (Madrid), pero una junta de expertos
rechazó sus proyectos.

En 1492, finalmente, consiguió el apoyo de los reyes de España, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, quienes
aprobaron la organización de la expedición.

El 17 de abril de 1492, mediante las capitulaciones de Santa Fe, se concedió a Colón el título de Almirante de la
expedición, el de Virrey de la tierra que conquistara y el diez por ciento de las riquezas que pudiera llevar a España.

El 3 de agosto de 1492, Colón partió de Puerto de Palos (España) y llega a las islas Canarias para hacer algunas
reparaciones.

El 12 de octubre de ese año desembarcó por primera vez la tripulación en la Isla Guanahaní, rebautizada como San
Salvador.

El 25 de septiembre de 1493 se iniciaba el segundo viaje de Colón por sus deseos de demostrar que había llegado a
Asia. Esta nueva expedición no era ya sólo un viaje de descubrimiento, sino de conquista: con los marineros iban
colonos ansiosos por encontrar las riquezas que había descrito Colón, religiosos para convertir a los nativos, animales
domésticos y plantas para poner aquellas tierras en producción.

En mayo de 1496 partió una tercera tentativa de Colón, al mando de una flota de seis barcos, para demostrar que
había llegado a Asia viajando hacia el oeste, quizás el mayor descubrimiento de este viaje fuese la desembocadura del
río Orinoco. Este viaje termina sin que el Almirante encuentre Cipango (Japón) ni las costas de China, e incluso, los
reyes enviarán desde España a poner orden a Francisco de Bobadilla, quien empezó por retirarle a Colón toda su
autoridad en aquellas tierras y terminó por encarcelar a Colón y sus hermanos. De hecho, el viaje de vuelta a la
península en el año 1500 lo hizo Colón preso y encadenado.

En 1502, realizo su cuarto viaje con el objetivo de descubrir el paso hacia Asia. Colón llegará a tocar tierra en la zona
de Panamá, pero una vez más tuvo que regresar sin cumplir sus objetivos.

En 1506 sin haber conseguido su objetivo, muere Colón, desposeído de sus cargos y sin saber que había descubierto
para los europeos el “Nuevo Mundo”.

El 13 de mayo de 1501, Américo Vespucio estaba plenamente convencido de que el “Nuevo Mundo” (como el mismo
lo llamaba), no era una extensión de las tierras ya conocidas, sino un nuevo continente. Como resultado, empezó a
trabajar en el trazo de nuevas cartas geográficas. No fue sino hasta 1507 cuando el cosmógrafo y cartógrafo alemán,
Martín Waldseemuller, publicó un estilizado y bien elaborado Mapamundi en el que por primera vez se llama
“Américas” al continente descubierto por Colón.
Impacto
En vísperas de la llegada de los españoles, es decir a fines del siglo XV, vivían en América varios millones de personas
(entre 8 y 100 millones para ser más exactos, según los diversos cálculos realizados, y sobre los que volveremos más
adelante), organizadas en distintos grados de complejidad sociocultural, desde simples bandas nómadas hasta
imperios militaristas, pasando por tribus, señoríos y estados.

En síntesis, el continente aparece dividido en tres grandes áreas culturales o superáreas: 1) la América tribal (que
ocupa el tercio septentrional de Norteamérica y el tercio meridional de Suramérica); 2) la América Nuclear (integrada
por los dos grandes focos de civilización en el continente: Mesoamérica y los Andes Centrales), y 3) la América
Intermedia o Area Circuncaribe (Andes Septentrionales, Baja Centroamérica y Caribe).

Entre los pueblos nómadas o seminómadas -muchos de los cuales quedarán fuera de la acción española- estaban los
esquimales, atapascos, algonquinos, iroqueses, semínolas, comanches, siux, apaches, navajos, tupís, guaranís,
patagones, fueguinos...

En las Antillas, escenario privilegiado de los viajes de Colón, vivían los ciboneys (recolectores), arauacos o taínos
(agricultores organizados en cacicazgos o señoríos) y caribes (que dominaban en las Antillas menores y eran muy
temidos por su canibalismo). Mientras, en la región andina de la actual Colombia habitaban los chibchas, verdaderos
maestros en la metalurgia del oro y la tumbaga (aleación de oro y cobre); entre ellos sobresalían los indios de Bogotá
y Tunja, autodenominados muiscas, organizados en dos grandes señoríos cuyos jefes tenían el título de zipa y zaque,
respectivamente.

El sureste de Mesoaméríca, es decir el territorio que hoy forman Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras y los Estados
mexicanos de Chiapas, Tabasco y la península de Yucatán, era a fines del siglo XV -y sigue siéndolo a principios del XXI-
el área maya, integrada entonces por pueblos como los yucatecos, los itzáes en la zona del lago Petén Itzá (Guatemala),
quichés, cakchiqueles y otros en la región meridional. Estos y los demás pueblos de lengua maya han demostrado una
enorme capacidad de adaptación y resistencia a lo largo de su varias veces milenaria historia.

Sin embargo, hacia el año 1500 ya hacía mucho que había pasado el esplendor de la civilización maya (el período
clásico se desarrolla entre el 300 y el 900 de nuestra era, y es seguido de un nuevo período de auge, con
desplazamiento del foco cultural al Yucatán, que dura hasta mediados del siglo XV), y toda la región vivía ahora una
fase de desintegración política (especie de reinos de taifas, se ha dicho), cuando no de abandono de ciudades, o de
violencia y luchas internas. La decadencia maya fue anterior a la llegada de los españoles, que en este caso no la
provocaron, aunque sí contribuyeron a mantenerla.

Literatura de la conquista
La literatura de la conquista de América es aquella que fue producida por los primeros colonizadores europeos que
llegaron a América.

Los diarios de Cristóbal Colón son considerados como la primera obra de literatura de la conquista de la Américas. En
estos se describe esta nueva tierra como un paraíso terrenal lleno de maravillas.

Usualmente las producciones literarias de este periodo eran relatos hechos por los españoles que pisaron suelo
americano.

En estos relatos se menosprecia a los indígenas, se les trataba de ignorantes y paganos. Se puede afirmar que las
apreciaciones de los colonizadores frente a nuevo entorno americano eran altamente críticas y denotaban asombro.

Durante el periodo de la conquista de América fueron registradas numerosas crónicas y cartas donde se manifestaba
el asombro de los españoles frente al descubrimiento de América.

Es así como en territorio europeo comenzaron a circular obras literarias donde se retrataba al nuevo continente como
un territorio mágico, lleno de animales maravillosos y hombres temibles.

América fue descrito en múltiples novelas como un paraíso natural, donde eventos mágicos tenían lugar.
La redacción de estas obras tuvo lugar inicialmente para relatar los hallazgos encontrados y presentarlos a los Reyes
Católicos.

Posteriormente, las cartas escritas sobre América fueron dirigidas a personas del corriente. Usualmente amigos de los
colonizadores (Guía, 2009).

Antecedentes de la literatura de la conquista


Las primeras producciones literarias, consideradas antecedentes de la literatura de la conquista de América, son las
cartas escritas por los primeros colonizadores y cronistas de Indias.

Estas cartas iban dirigidas inicialmente a los Reyes Católicos y en ellas se relataba con ahínco la sorprendente realidad
del nuevo continente.

Estas cartas fueron dirigidas incluso a Carlos V, sucesor de los Reyes Católicos. Posteriormente, muchas de estas
producciones fueron a parar en las manos de los amigos y seres cercanos a los colonizadores.

Se considera que Cristóbal Colón fue el primer colonizador europeo en producir una pieza literaria sobre el
descubrimiento de América.

En sus cartas y diario de viaje se relatan con detalle las observaciones sobre el nuevo continente. Es así como Colón es
señalado como el primer cronista de Indias.

En sus escritos, Colón habla de América como si fuese un paraíso en la tierra. Los ríos, la vegetación, los animales y
todos los eventos naturales son descritos como si se tratase de una visión, donde la belleza del lugar embarga todos
los sentidos.

Se considera que la literatura de la conquista de América nace el 12 de octubre de 1492, fecha en la que llega por
primera vez Cristóbal Colón a suelo americano.

Es importante tener en cuenta que los primeros colonizadores no tenían conocimiento sobre las culturas
precolombinas, y antes de pisar territorio americano, habían hecho numerosas expediciones, ninguna de ellas
exitosa (Morwana, 2017).

Por tanto, cuando los colonizadores llegan a América, comienzan a realizar expediciones de reconocimiento, durante
las cuales deciden imponer su cultura sobre la de los indígenas americanos.

Ante el rechazo de esta iniciativa por parte de los indígenas, los colonos optaron por imponerse con crueldad y
violencia.

Eventualmente, los colonizadores se trasladaron a América, instaurando un proyecto de organización institucional y


orden político. De este modo, fueron definidas estructuras sociales, políticas y económicas.

La corona española se impuso en gran parte del territorio americano y todos los miembros de la sociedad fueron
fusionados y jerarquizados.

Se vivía en un momento histórico donde la religión católica predominaba en gran parte del territorio europeo. Por
tanto, las nuevas ciudades americanas fueron construidas a imagen y semejanza de las europeas, con numerosas y
suntuosas iglesias.

A nivel literario, la corriente del barroco estaba en su apogeo durante el periodo de la conquista. Por tal razón, todas
las obras y producciones artísticas del momento fueron ampliamente influenciadas por este estilo.

La literatura de la conquista de América se compone de todas las crónicas, diarios, cartas y escritos producidos por los
primeros colonizadores europeos que llegaron al nuevo continente, especialmente los españoles.

Cristóbal Colón fue el primer cronista de Indias, con la redacción de su diario que relata en detalle el descubrimiento
de América, desde el momento en el que zarpó del puerto de Palos de la Frontera, hasta pisar por primera vez el
“Nuevo Mundo”.
Otros cronistas y autores importantes de este periodo fueron Garcilaso de la Vega, Álvaro Núñez Cabeza de Vaca,
Bernal Díaz del Castillo, Fray Bartolomé de las Casas, y Felipe Guamán Poma de Ayala.

Se reconocen entre estos principalmente a Álvaro Núñez por su descripción de las Cataratas de Iguazú y a Fray
Bartolomé de las Casas, quien dedicó su obra a abogar por los derechos de los indígenas (Sosa, 2014).

Fray Bartolomé de las Casas fue el fundador de la crónica política de Indias, siempre señalando las atrocidades a las
que fueron sometidos los indígenas por parte de los colonizadores europeos.

Los indígenas en América.


La población aborigen de América fue evidentemente la más afectada por la irrupción europea y el proceso de
conquista.

Incluso su denominación sufrió una deformación que se prolonga hasta nuestros días; ya que los europeos suponían
que habían arribado a las Indias Orientales (Japón, China, India) y llamaron "indios" a sus habitantes. Cuando se
descubrió que se trataba de un continente desconocido hasta entonces para los europeos, se lo denominó Indias
Occidentales para diferenciarlo de las Indias Orientales, pero se mantuvo el vocablo "indio" para referirse a los nativos.

Ello es incorrecto, pues debemos precisar que los indios viven actualmente en la India y que los "indios" de América
se deberían denominar, por lo tanto, según los nombres que ellos mismos se daban o, al generalizar, utilizando
términos como "indígenas", "nativos", aborígenes" o "indoamericanos".

Durante la conquista en el mundo indígena se observó una gran división: se ubicaron por un lado quienes se opusieron
al invasor y por el otro los que colaboraron por diversas razones con los europeos.

La resistencia a la conquista fue un fenómeno muy extendido a lo largo del siglo XVI e involucró a prácticamente todos
los grupos étnicos americanos.

De hecho, las revueltas indígenas , a pesar de ser rápidamente sofocadas, acompañaron al conquistador en todas sus
campañas y constituyen un fenómeno inseparable del proceso de conquista. No obstante, con el pasar del tiempo
poco pudieron hacer los guerreros nativos frente a las armas y, sobre todo, a las enfermedades traídas por los
europeos.

Las jefaturas y noblezas indígenas tuvieron dos opciones; o llegaban a un arreglo con los españoles para mantener
algunos privilegios, o se rebelaban contra el invasor. Esta última alternativa fue la más empleada por las élites nativas
e implicó generalmente la derrota militar indígena, acompañada de la virtual desaparición de la clase dirigente.

De esa manera, las grandes unidades políticas prehispánicas, como por ejemplo los imperios azteca e inca o la
confederación tairona, perdieron su liderazgo y su poder pasó a manos de los españoles. Así, se produjo la decapitación
de la estructura gobernante indígena, aunque en aquellas culturas de menor desarrollo socio-político, como los
mapuches de Chile, los aborígenes pudieron enfrentar con mayor flexibilidad a los peninsulares, pues sus autoridades
eran renovadas continuamente.

Los indígenas que prefirieron colaborar con los forasteros recibieron muy luego el apelativo de "indios amigos". En
primer lugar hay que mencionar a los traductores e intérpretes indígenas, que se transformaron en auxiliares vitales
de las huestes conquistadoras. ¿Qué hubiera hecho Hernán Cortés sin la Malinche o Francisco Pizarro sin el célebre
Felipillo? Probablemente no hubieran podido forjar su estrategia de ataque de la manera que lo hicieron si no hubiesen
contado con la ayuda de quienes conocían las debilidades de sus contrincantes.

Pero también en el combate los indios amigos prestaron una inapreciable asistencia, pues formaron contingentes muy
numerosos que sabían cómo enfrentarse a sus pares que luchaban por la defensa de su territorio. Además aprendieron
a utilizar armas y tácticas españolas y constituyeron la principal fuerza de choque en las batallas.

Frustración Indígena

La pregunta que cabe hacerse es el por qué determinadas parcialidades nativas tuvieron esta actitud colaboracionista
con el invasor.
Los especialistas concuerdan en que gran parte de la explicación hay que buscarla en antiguas rencillas y enemistades
que había en la América Indígena antes de la llegada de Colón.

Estas rivalidades fueron aprovechadas por los peninsulares para sus fines, lo cual les permitió derrotar a un enemigo
mucho más numeroso. Los indios amigos, por su parte, actuaban con la convicción que los españoles habían llegado
para ayudarles y otorgarles la posición que creían merecer.

Además, hubo casos en que grupos de indígenas participaron en las campañas con el objeto de obtener un botín
(mujeres, caballos, artefactos, etc.), privilegios (exención del pago de tributos) u otras recompensas.

También hay que señalar que diversas agrupaciones nativas prestaron su colaboración al español forzadas por la
imposibilidad de resistir y, a menudo, obligadas por los propios invasores, tal como ocurrió por ejemplo en el norte de
Chile con los atacameños y diaguitas.

Finalmente, ni los indígenas que resistieron ni los indios amigos ni la escasa nobleza sobreviviente, lograron insertarse
en la sociedad colonial en condiciones acordes a sus usos y costumbres. En general, permanecieron como un
estamento separado, la llamada "república de los indios", cuyos descendientes engrosaron el bajo pueblo
latinoamericano, junto a mestizos, negros y zambos.

Características de la Literatura de la conquista.


Las piezas literarias escritas durante la conquista de América pertenecieron inicialmente a los primeros colonizadores
que llegaron a América.

Posteriormente, fueron los mismos soldados y misioneros trasladados a suelo americano los encargados de la
producción literaria.

Tanto los misioneros como los soldados fueron los abanderados del movimiento literario novohispano. De esta
manera, los representantes de la iglesia fueron los encargados de evangelizar a los indígenas, y para tal propósito se
valieron de recursos literarios como el teatro (Riveros, 2012).

Una vez los indígenas comenzaron el proceso de mestizaje con los españoles, el pueblo americano tuvo un estilo
narrativo propio, ganando así su voz y tono literario.

Personajes como Juan Ruíz de Alarcón, Sor Juana Inés de la Cruz y Carlos de Sigüenza fueron algunos de los autores
más importantes de este momento.

Actitudes literarias
Durante el periodo de la conquista de América hubo dos vertientes literarias de mayor importancia, una fue la Polar,
centrada en la producción de coplas y romances; y la otra fue la Segunda, encargada de la producción de las crónicas
de Indias (Moreno, 2000).

Sin embargo, el estilo barroco también influenció la producción literaria de la conquista. Es así como las siguientes
actitudes hicieron parte de los relatos de la conquista:

– Hipérbaton: cambio en el orden de las palabras de una oración.

– Retruécano: reproducción de una oración invirtiendo su orden para dar origen a un nuevo significado.

– Antítesis: oposición de ideas en segmentos diferentes del texto.

– Polifonía: uso de diferentes voces, originarias de otros contextos.

Géneros literarios de la conquista


Los géneros literarios más ampliamente utilizados durante la conquista de América fueron los siguientes:

– Diarios: hablan de los sentimientos y emociones de los colonizadores al momento de llegar a América.

– Poemas épicos: narran las hazañas de los héroes de la conquista y las batallas que libraron contra los aborígenes.
– Cartas: son un compendio de noticias enviadas por los colonizadores a España y Portugal sobre el nuevo mundo.

– Dramas: son obras dramáticas que enseñan la doctrina cristiana a los indígenas.

– Crónicas: narración de los principales acontecimientos. Pueden ser españolas, indígenas o mestizas.

Autores
Cristóbal Colón
Descubridor de América (Génova?, 1451 - Valladolid, 1506). El origen de este navegante, probablemente italiano, está
envuelto en el misterio por obra de él mismo y de su primer biógrafo, su hijo Hernando. Parece ser que Cristóbal Colón
empezó como artesano y comerciante modesto y que tomó contacto con el mar a través de la navegación de cabotaje
con fines mercantiles.

En 1476 naufragó la flota genovesa en la que viajaba, al ser atacada por corsarios franceses cerca del cabo de San
Vicente (Portugal); desde entonces Colón se estableció en Lisboa como agente comercial de la casa Centurione, para
la que realizó viajes a Madeira, Guinea, Inglaterra e incluso Islandia (1477).

Luego se dedicó a hacer mapas y a adquirir una formación autodidacta: aprendió las lenguas clásicas que le permitieron
leer los tratados geográficos antiguos (tomando conocimiento de la idea de la esfericidad de la Tierra, defendida por
Aristóteles); y empezó a tomar contacto con los grandes geógrafos de la época (como el florentino Toscanelli).

De unos y otros le vino a Cristóbal Colón la idea de que la Tierra era esférica y de que la costa oriental de Asia podía
alcanzarse fácilmente navegando hacia el oeste (ya que una serie de cálculos erróneos le habían hecho subestimar el
perímetro del Globo y suponer, por tanto, que Japón se encontraba a 2.400 millas marinas de Canarias,
aproximadamente la situación de las Antillas). Marineros portugueses versados en la navegación atlántica le
informaron seguramente de la existencia de islas que permitían hacer escala en la navegación transoceánica; e incluso
es posible que, como aseguran teorías menos contrastadas, tuviera noticia de la existencia de tierras por explorar al
otro lado del Océano, procedentes de marinos portugueses o nórdicos (o de los papeles de su propio suegro,
colonizador de Madeira).

Con todo ello, Colón concibió su proyecto de abrir una ruta naval hacia Asia por el oeste, basado en la acertada
hipótesis de que la Tierra era redonda y en el doble error de suponerla más pequeña de lo que es e ignorar la existencia
del continente americano, que se interponía en la ruta proyectada. El interés económico del proyecto era indudable
en aquella época, ya que el comercio europeo con Extremo Oriente era extremadamente lucrativo, basado en la
importación de especias y productos de lujo; dicho comercio se realizaba por tierra a través de Oriente Medio,
controlado por los árabes; los portugueses llevaban años intentando abrir una ruta marítima a la India bordeando la
costa africana (empresa que culminaría Vasco da Gama en 1498).

Colón ofreció su proyecto al rey Juan II de Portugal, quien lo rechazó asesorado por un comité de expertos. Probó
suerte entonces en España con el duque de Medina Sidonia y con los Reyes Católicos, que lo rechazaron igualmente,
por considerarlo inviable y por las desmedidas pretensiones de Colón.

Finalmente, la reina Isabel aprobó el proyecto de Colón por mediación del tesorero del rey, Luis de Santángel, a raíz
de la toma de Granada, que ponía fin a la reconquista cristiana de la Península frente al Islam (1492). La reina otorgó
las Capitulaciones de Santa Fe, por las que concedía a Colón una serie de privilegios como contrapartida a su arriesgada
empresa; y financió una flotilla de tres carabelas -laPinta, la Niña y la Santa María-, con las que Colón partió de Palos
el 3 de agosto de 1492.

Navegó hasta Canarias y luego hacia el oeste, alcanzando la isla de Guanahaní (San Salvador, en las Bahamas) el 12 de
octubre; en aquel viaje descubrió también Cuba y La Española (Santo Domingo) e incluso construyó allí un primer
establecimiento español con los restos del naufragio de la Santa María (el fuerte Navidad). Persuadido de que había
alcanzado las costas asiáticas, regresó a España con las dos naves restantes en 1493.
Fray Bartolomé de Las Casas
Religioso español, defensor de los derechos de los indígenas en los inicios de la colonización de América (Sevilla, 1474
- Madrid, 1566). Tuvo una formación más bien autodidacta, orientada hacia la Teología, la Filosofía y el Derecho. Pasó
a las Indias diez años después de su descubrimiento, en 1502; en La Española (Santo Domingo) se ordenó sacerdote
en 1512 (fue el primero que lo hizo en el Nuevo Mundo) y un año después marchó como capellán en la expedición que
conquistó Cuba.

Conmovido por los abusos de los colonos españoles hacia los indígenas y por la gradual extinción de éstos, emprendió
desde entonces una campaña para defender los derechos humanos de los indios; para dar ejemplo, empezó por
renunciar él mismo a laencomienda que le había concedido el gobernador de Cuba, denunciando dicha institución
castellana como una forma de esclavitud encubierta de los indios (1514).

Insistiendo en la evangelización como única justificación de la presencia española en América, propuso a la Corona
reformar las Leyes de Indias, que en la práctica se habían demostrado ineficaces para poner coto a los abusos. Las
Casas proponía suprimir la encomienda como forma de premiar a los colonos y replantear la colonización del
continente sobre la base de formar comunidades mixtas de indígenas y campesinos castellanos (hacia una economía
colonial más agrícola que minera); para la isla de La Española, dado el hundimiento de la población indígena y su
supuesta incapacidad para el trabajo, proponía una colonización enteramente castellana, reforzada con la importación
de esclavos negros africanos (cuya explotación consideraba legítima, en un exceso de celo por proteger a los indios).

El acceso al Trono de Carlos I permitió a Las Casas ser escuchado en la corte, de manera que en 1520 la Corona le
encargó un plan de colonización en Tierra Firme según sus propuestas; pero el proyecto fracasó por la resistencia de
los indios, las represalias de los colonizadores y la mala selección del personal (se enrolaron muchos participantes en
el movimiento de las Comunidades de Castilla, huyendo de la persecución consiguiente a su derrota); obligado a
transigir en los principios para obtener apoyos locales, acabó por desistir del empeño en 1522.

Por entonces decidió ingresar en la orden dominicana (1523) por motivos religiosos y estratégicos, pues dicha orden
venía defendiendo la dignidad de los indios desde el comienzo de la conquista, frente a los franciscanos (que sostenían
el punto de vista de los colonizadores). En 1537-38 dirigió otra empresa de colonización en Guatemala, esta vez con
más éxito, pues obtuvo el control del territorio por medios pacíficos y desterró de allí la práctica de la encomienda
(aunque el tributo indígena que implantó en su lugar conducía muchas veces a la servidumbre personal como forma
de pago).

Las ideas de Las Casas tuvieron eco en la metrópoli, donde hacia 1540 se desató el debate sobre los títulos con los que
España ejercía el dominio sobre las Indias. De la misma época data la revisión de la legislación indiana, con la adopción
de las llamadas Leyes Nuevas (1542-43), en las que quedaron reflejados algunos puntos de vista lascasianos: la
consideración de los indios como hombres libres que no podían ser esclavizados ni sometidos a trabajos penosos; y la
prohibición de crear nuevas encomiendas, disolviendo de inmediato las de eclesiásticos y oficiales reales.

En 1543, además, Las Casas fue nombrado obispo de Chiapas (México), aunque la hostilidad de sus feligreses por sus
rigurosas exigencias morales le hizo regresar a Castilla en 1547 para no volver nunca. Una nueva controversia sostenida
con Ginés de Sepúlveda acerca de la licitud de la guerra contra infieles a los que no se hubiera dado a conocer el
Evangelio (1550) se plasmó en las Instrucciones de 1556, que exigieron de los colonizadores españoles una actitud
pacífica y misional hacia los pueblos de América aún no conquistados.

Desde 1551 hasta su muerte, Las Casas fue nombrado procurador de indios, con la misión de transmitir a las
autoridades las quejas de la población indígena de toda la América española. Insatisfecho con lo logrado y dispuesto
a seguir luchando (a pesar de recibir una pensión vitalicia de la Corona), Las Casas publicó en 1552 una serie de escritos
críticos, entre los que se incluía la Brevísima relación de la destrucción de las Indias; en ella denunciaba los abusos de
la colonización española con una amplitud de miras incomprensible para su época, pero con tal acritud que sería
empleada con fines propagandísticos por los enemigos de los Habsburgo, contribuyendo a engrosar la llamada
«leyenda negra».
Alonso de Ercilla
(Madrid, 1533-id., 1594) Poeta español que relató la conquista de Chile en el célebre poema épico La Araucana.
Educado en la corte, donde su madre era dama de la emperatriz, sirvió como paje al príncipe Felipe, futuro Felipe II, y
le acompañó en sus viajes por Flandes e Inglaterra.

Desde Londres partió hacia Chile (1555), donde se habían sublevado los araucanos. Participó en diversas batallas y
empezó a escribir La Araucana, poema épico de exaltación militar en 37 cantos, donde narra los hechos más
significativos de la expedición.

Tras intervenir en unas campañas en Lima y Panamá, regresó a España en 1563, y publicó en 1569 la primera parte de
su gran obra, dedicada a Felipe II. Fue nombrado gentilhombre de la corte y caballero de Santiago, tras lo cual participó
en diversas acciones diplomáticas.

En 1570 contrajo matrimonio con doña María de Bazán, la cual aportó como dote más de ocho millones de maravedíes.
Instalado en Madrid, vivió, según se dice, una existencia feliz y exenta de preocupaciones materiales que le permitió
terminar las partes segunda y tercera de su poema.

La Araucana

En el poema épico La Araucana, escrito en octavas reales y dividido en tres partes (1569, 1578 y 1589), Ercilla relata a
lo largo de treinta y siete cantos las cruentas luchas sostenidas en Chile entre araucanos y españoles. Al parecer, Ercilla
escribió alguna de sus partes directamente en el campo de batalla usando "cuero por falta de papel".

El poema empieza con una amplia descripción geográfica del país y de las costumbres de los araucanos. Éstos se
disponen a resistir a la amenaza de los españoles, pero están muy divididos para elegir un jefe supremo. Por consejo
del cacique Colocolo deciden dar el mando a quien lleve más lejos un grueso tronco sobre sus espaldas y la prueba es
ganada por Caupolicán. Éste ocupa Tucapel para evitar que la ciudad caiga en manos del capitán español Pedro de
Valdivia, quien, derrotado por el cacique Lautaro, es perseguido hasta Santiago dejando en manos de los araucanos la
ciudad de la Concepción, que es saqueada e incendiada.

Mientras los araucanos celebran con grandes fiestas su victoria, Francisco de Villagrán, con nuevas tropas enviadas
entretanto por el marqués de Cañete, ataca al cacique Lautaro cercado en un fuerte y extermina a todos los araucanos,
incluido Lautaro, que se niega a rendirse. Los indios se reúnen en asamblea y surgen diferencias y desafíos entre los
caciques. Los araucanos asaltan el fortín español de Penco y las naves, pero son rechazados y el cacique Tucapel,
herido, huye. Los españoles, habiendo recibido refuerzos, entran en el estado de Arauco y, pese al heroísmo de los
caciques Tucapel, Rengo yGalvarino, a quien los españoles cortan las manos, consiguen vencer en la batalla.

La discordia vuelve a surgir entre los araucanos, y Tucapel y Rengo se desafían a singular combate, hiriéndose ambos;
pero Caupolicán consigue apaciguarles y les lanza imprudentemente al asalto de los españoles, que destrozan al
enemigo y hacen prisionero a Caupolicán, quien, antes de sufrir el suplicio, se hace cristiano. Todos los obstáculos
están removidos ante los conquistadores que se dirigen hacia la nueva tierra sometida al imperio de Felipe II.

El poema trata de combinar, siguiendo las huellas de Ariosto y de Tasso, los elementos históricos y les fantásticos,
pero la fusión no está del todo conseguida y los numerosos episodios novelescos (las historias amorosas del héroe
araucano Lautaro con Guacolda, de Caupolicán y de Fresia, las peripecias de la india Glaura), y las ficciones y los
recuerdos clásicos (el sueño del poeta en la batalla de San Quintín, la visión de la batalla de Lepanto en la gruta del
mago Filón, la historia de Dido tomada del relato virgiliano, la aparición de la Virgen), contrastan con el clima de crónica
de la narración. El propósito de Ercilla de ser historiador además de poeta, que él manifestó muy claramente, da al
poema un carácter más descriptivo que fantástico. Por el contrario tienen mucho relieve cosas y aspectos de la realidad
ambiental, por lo que Ercilla puede considerarse la primera voz poética del alma americana.

La fuerza de la vivencias relatadas hizo pensar a los lectores y críticos posteriores que La Araucana era una auténtica
crónica de la campaña del Arauco. Sin embargo, el gran mérito de este poema es estético y no histórico. Utilizando los
recursos épicos habituales de su tiempo, Ercilla reprodujo muchos de los tópicos del Renacimiento, como aumentar
los méritos del enemigo para engrandecer al vencedor. Esto explica que las figuras más heroicas sean las de los jefes
Caupolicán y Lautaro, porque, lejos de revelar una postura proindigenista, subrayan la naturaleza exótica que da un
carácter excepcional a la epopeya. Frente a los héroes españoles Valdivia, Villagrán, Reinoso, el general García Hurtado
de Mendoza, el soldado Andrés y el mismo poeta, están los indómitos héroes araucanos, adoptando actitudes
nobilísimas, y captados en su psicología de defensores de su tierra.

El tono autobiográfico se combina con frecuentes alusiones cultas que sirven para incrementar la verosimilitud y la
grandeza de una historia cuyos personajes adquieren dimensión clásica. La nobleza de las octavas reales y la
musicalidad de los versos superan otras composiciones contemporáneas: La Jerusalén conquistada de Lope de Vega o
el Bernardode B. de Balbuena. También resultan sorprendentes las glosas en las que reflexiona sobre los hechos
narrados o las interpolaciones que comentan la redacción misma del poema. Ercilla tuvo muchos imitadores, como
el Arauco domado de Pedro de Oña, y una enorme trascendencia en la poesía americana posterior.

Bernal Díaz Del Castillo


Conquistador y cronista español (Medina del Campo, Valladolid, h. 1492 - Guatemala, h. 1585). Desde joven se decidió
por la carrera de las armas y debido a su afán de aventuras, hacia 1514 se embarcó a América viajando sucesivamente
con las expediciones de Pedro Arias de Ávila (a Darién, o sea Centroamérica), Francisco Hernández de Córdoba (a
Yucatán) y Juan de Grijalva (a Tabasco). Casado con Angelina Díaz, tuvo un hijo llamado Diego.

Por tres años estuvo al servicio de Diego Velázquez en Cuba hasta que se le incluyó en la expedición de Hernán Cortés.
Desde el 18 de febrero de 1519 fue soldado de las huestes de Pedro de Alvarado, por lo que participó en la conquista
del imperio mexica. Fue testigo presencial de la prisión y muerte de los tlahtoanis Moctezuma y Cuitláhuac, vivió la
llamada «Noche Triste» y peleó por la toma de México-Tenochtitlán.

Al concluir ésta, se unió a la expedición de Gonzalo de Sandoval hacia Coatzacoalcos y llegó a ser regidor de la villa del
Espíritu Santo. Después participó en la conquista de Chiapas y, en 1524, partió con Hernán Cortés a la conquista de las
Hibueras (Honduras), que resultó un fracaso, por lo que regresó por tierra a la ciudad de México.

Tras una prolongada estancia en esa ciudad, viajó en 1539 a España para reclamar sus derechos por haber participado
en la conquista de México, pero sólo obtuvo un corregimiento en el Soconusco. Inconforme, continuó buscando una
recompensa por parte de la corona española, por lo que hizo varios viajes entre España y América, hasta que decidió
establecerse con su familia definitivamente en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala.

Ahí llegó a sus manos el libro Historia General de las Indias escrito por el capellán de Cortés, Francisco López de
Gómara. Éste, sin haber estado en México, hizo una descripción de la Conquista en la que enaltecía la figura de don
Hernán, a quien le atribuyó todo el mérito de la Conquista. Molesto por esta interpretación, Díaz del Castillo escribió
su propia versión en la crónica titulada Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, en la que, con sencillez,
hizo un extenso relato épico en el que resaltó el papel de los soldados españoles y reconoció con respeto la defensa
heroica de los indígenas. Díaz del Castillo murió en Guatemala en 1585 y su obra no fue publicada hasta 1632.

Hernán Cortés
Conquistador español de México (Medellín, Badajoz, 1485 - Castilleja de la Cuesta, Sevilla, 1547). Procedente de una
familia de hidalgos de Extremadura, Hernán Cortés estudió brevemente en la Universidad de Salamanca. En 1504 pasó
a las Indias recién descubiertas por Colón y se estableció como escribano y terrateniente en La Española (Santo
Domingo). Participó en la expedición a Cuba de 1511 como secretario del gobernador Diego Velázquez, con quien
emparentó al casarse con su cuñada y que le nombró alcalde de la nueva ciudad de Santiago.

En 1518 Diego Velázquez confió a Hernán Cortés el mando de una expedición a Yucatán; sin embargo, el gobernador
desconfiaba de Cortés, a quien ya había encarcelado en una ocasión acusado de conspiración, y decidió relevarle del
encargo antes de partir. Advertido Cortés, aceleró la partida y se hizo a la mar antes de recibir la notificación (1519).

Con once barcos, unos seiscientos hombres, 16 caballos y 14 piezas de artillería, Hernán Cortés navegó desde Santiago
a Cozumel y Tabasco; allí derrotó a los mayas y recibió -entre otros regalos- a la india doña Marina, que le serviría
como amante, consejera e intérprete durante toda la campaña.
Desobedeciendo órdenes expresas del gobernador Velázquez, fundó en la costa del golfo de México la ciudad de Villa
Rica de la Veracruz. Allí tuvo noticias de la existencia del imperio azteca en el interior, cuya capital se decía que
guardaba grandes tesoros, y se aprestó a su conquista.

Para evitar la tentación de regresar que amenazaba a muchos de sus hombres ante la evidente inferioridad numérica,
Hernán Cortés hundió sus naves en Veracruz. Logró la alianza de algunos pueblos indígenas sometidos a los aztecas,
como los toltecas y tlaxcaltecas. Tras saquear Cholula, llegó a la capital azteca, Tenochtitlán, en donde fue recibido
pacíficamente por el emperador Moctezuma, que se declaró vasallo del rey de Castilla. La posible identificación de los
españoles con seres divinos y de Cortés con el anunciado regreso del dios Quetzalcoátl favoreció quizá esta acogida a
unos extranjeros que enseguida se empezaron a comportarse como invasores ambiciosos y violentos.

Entonces tuvo que dejar la ciudad a su lugarteniente Alvarado, para hacer frente a las tropas de Pánfilo de Narváez,
enviadas por el gobernador Velázquez para castigar su rebeldía y devolverle a Cuba; Cortés los derrotó en Cempoala
y consiguió que se uniese a él la mayor parte del contingente (1520). Cuando regresó a Tenochtitlán, encontró una
gran agitación indígena contra los españoles a causa de los ataques realizados a sus creencias y símbolos religiosos y
de la matanza de sus nobles por Alvarado para desbaratar una supuesta conspiración. Hizo prisionero a Moctezuma e
intentó que éste mediara para calmar a su pueblo, sin lograr otra cosa que la muerte del emperador.

Muestras.
Cristóbal Colón
Fragmento del Diario de Navegación de Cristóbal Colón
Jueves 11 de Octubre de 1492

Cristobal Colón navegó al Sudoeste. Tuvieron mucho mar, y más que en todo el viaje habían tenido. Vieron parcelas y
un junco verde junto a la nao. Vieron los de la carabela La Pinta, una caña y un palo y tomaron otro palillo labrado, a
lo que parecía, con hierro, y un pedazo de caña y otra hierba que nace en tierra, y una tablilla. Los de la carabela La
Niña, también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de escaramojos. Con estas señales respiraron y
alegráronse todos. Anduvieron en este día, hasta la puesta del sol, veintisiete leguas.

Después del la puesta del sol, navegó a su primer camino, al Oeste: andarían doce millas cada hora; y hasta dos horas
después de media noche andarían noventa millas, que son veintidós leguas y media. Y porque la carabela La Pinta era
más rápida e iba adelante del Almirante, halló tierra e hizo las señales que el Almirante había mandado. Esta tierra vió
primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana; puesto en el cual el Almirante, a eso de las diez de la noche,
estando en e1 castillo de popa, vió lumbre, aunque fué cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; pero
llamó a Pedro Gutiérrez, repostero de estrados del Rey, y dijo que parecía lumbre que mirase él, y así lo hizo viendola.
Díjole también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que el Rey y la Reina enviaban en la armada proveedor, el cual no vió
nada porque no estaba en lugar donde la pudiese ver. Después que el Almirante lo dijo, se vió una vez ó dos, y era
como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a poco, pareciera ser indicio de tierra. Pero el Almirante
tuvo por cierto estar junto a la tierra. Por lo cual dijeron la Salve, que la acostumbraban decir y cantar a su manera
todos los marineros... y rogó y amonestólos el Almirante que hiciesen buena guarda al castillo de proa y mirasen bien
por la tierra, y que al que dijese primero que veía tierra le daría luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los
Reyes habían prometido, que eran diez mil maravedís de juro, a quien primero la viese.

Aparece la Tierra

Dos horas después de la medianoche (del día 12 de octubre) apareció la tierra, la cual estaría a dos leguas. Amañaron
todas las velas y quedaron con el treo, que es la vela más grande sin bonetas, y pusiéronse a la corda, temporizando
hasta el día viernes, que llegaron a una isleta de los Luchados, que se llamaba en lengua de los indios Guanahani. Luego
vieron gente desnuda, y e1 Almirante salió a tierra en la barca armada, y Martín Alonso Pinzón y Vicente Anes, su
hermano que era capitán de La Niña. Sacó el Almirante la bandera real, y los capitanes con dos banderas de la Cruz
Verde, que llevaba e1 Almirante en todos los navíos por señal, con una F y una Y: encima de cada letra su corona, con
una de un cabo de la t y otra de otro. Puestos en tierra vieron árboles muy verdes, aguas y muchas frutas de diversas
maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escovedo,
escribano de toda la armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio cómo él por ante
todos tomaba, como de hecho toma, posesión de la dicha isla por el Rey y por la Reina, sus señores, haciendo las
protestaciones que se requerían, como más largo se contiene en los testimonios que allí se hicieron por escrito.

Fray Bartolomé de las Casas


Memorial de Fray Bartolomé de las Casas (fragmento)

Obra: Memorial de Fray Bartolomé de las Casas al Consejo de Indias (1562-1563)

Autor: Bartolomé De Las Casas

Tipo de texto: Argumentativo

"Muy poderosos y soberanos señores: el obispo que fue de Chiapas besa á V.A.las manos.

Suplico tenga por bien con atención oír cómo ha muchos años que ando en esta real corte y ante este Real Consejo de
las Indias, negociando y procurando el remedio de las gentes y naturales de las que llamamos Indias, y que cesen los
estragos y matanzas que en ellos se hacen contra toda razón y justicia; y puesto que la voluntad de los reyes ha sido
proveerlos de Justicia y conservarlos en ella, y no consentir que les fuesen hechos daños y agravios y así lo han
mostrado por sus muchas leyes, pero llegadas allí no se han cumplido, porque los unos y los otros siempre han
engañado a los reyes. Dos especies de tiranía con que han asolado aquellas tan innumerables repúblicas: la una en
nuestra primera entrada, que llamaron conquista. La otra fue y es la tiránica gobernación a la que pusieron con nombre
repartimientos o encomiendas, por la cual a los reyes naturales habernos violentamente, contra toda razón y justicia,
despojado a los señores y súbditos de su libertad y de las vidas."

Alonso de Ercilla
La Araucana (fragmento)
"Mancháis la clara estirpe y descendencia,
y engerís en el tronco generoso
una incurable plaga, una dolencia,
un deshonor perpetuo, ignominioso.
Mirad de los contrarios la impotencia,
la falta del aliento y el fogoso
latir de los caballos, las ijadas
llenas de sangre, y de sudor bañadas.

No os desnudéis del hábito y costumbre


que de nuestros abuelos mantenemos,
ni el araucano nombre de la cumbre
a estado tan infame derribemos.
Huid el grave yugo y servidumbre,
al duro hierro osado pecho demos.
¿Por qué mostráis espaldas esforzadas
que son de los peligros reservadas?

Fijad esto que digo en la memoria;


que el ciego y torpe miedo os va turbando:
Dejad de vos al mundo eterna historia,
vuestra sujeta patria libertando.
Volved, no rehuséis tan gran vitoria;
que os está el hado próspero llamando.
A lo menos fijad el pie ligero:
veréis cómo en defensa vuestra muero.

En esto una nervosa y gruesa lanza


contra Valdivia, su señor, blandía;
dando de sí gran muestra y esperanza,
por más los persuadir, arremetía;
y entre el hierro español así se lanza,
como con gran calor en agua fría
se arroja el ciervo en el caliente estío
para templar el sol con algún frío.

De sólo el primer bote uno atraviesa,


otro apunta por medio del costado,
y aunque la dura lanza era muy gruesa,
salió el hierro sangriento al otro lado.
Salta, vuelve, revuelve con gran priesa,
y barrenando el muslo a otro soldado,
en él la fuerte pica fué rompida,
quedando un grueso trozo en la herida.

Rota la fiera asta, luego afierra


del suelo una pesada y dura maza.
Mata, hiere, destronca y echa a tierra,
haciendo en breve espacio larga plaza.
En él se resumió toda la guerra;
cesa el alcance y dan en él la caza.
Mas él aquí y allí va tan liviano,
que hieren, por herirle, el aire vano. "

Bernal Díaz Del Castillo


Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (fragmento)
"Creyendo que era isla, como nos lo certificaba el piloto Antón de Alaminos, íbamos con muy gran tiento, de día
navegando y de noche al reparo, y en quince días que fuimos desta manera vimos desde los navíos un pueblo, y al
parecer algo grande; y había cerca del gran ensenada y bahía; creímos que habría río o arroyo donde pudiésemos
tomar agua, porque teníamos gran falta della, a causa de las pipas y vasijas que traíamos, que no venían estancas,
porque como nuestra armada era de hombres pobres, y no teníamos oro cuanto convenía para comprar buenas vasijas
y cables, faltó el agua, y hobimos de saltar en tierra junto al pueblo, y fue un domingo de Lázaro, y a esta causa posimos
aquel pueblo por nombre Lázaro, y ansí está en las cartas de marear, y el nombre propio de indios se dice Campeche.
Pues para salir todos de una barcada acordamos de ir en el navío más chico y en los tres bateles con nuestras armas,
no nos acacciese como en la Punta de Cotoche. Y porque en aquellos ancones y bahías mengua mucho la mar, y por
esta causa dejamos los navíos anclados más de una legua de tierra y fuimos a desembarcar cerca del pueblo. Y estaba
allí un buen pozo de agua, donde los naturales de aquella población bebían, porque en aquellas tierras, según hemos
visto, no hay ríos, y sacamos las pipas para las henchir de agua y volvernos a los navíos. E ya que estaban llenas y nos
queríamos embarcar, vinieron del pueblo obra de cincuenta indios, con buenas mantas de algodón y de paz y a lo que
parescía debían de ser caciques, y nos dicen por señas que qué buscábamos, y les dimos a entender que tomar agua
e irnos luego a los navíos, y nos señalaron con las manos que si veníamos de donde sale el sol, y decían: «Castilan,
castilan», y no miramos en lo de la plática del «castilan». Y después destas pláticas nos dijeron por señas que fuésemos
con ellos a su pueblo, y estovimos tomando consejo si iríamos o no, y acordamos con buen concierto de ir muy sobre
aviso. Y lleváronnos a unas casas muy grandes, que eran adoratorios de sus ídolos y bien labradas de cal y canto, y
tenían figurado en unas paredes muchos bultos de serpientes y culebras grandes y otras pinturas de ídolos de malas
figuras, y alrededor de uno como altar, lleno de gotas de sangre, y en otra parte de los ídolos tenían unos como a
manera de señales de cruces, y todo pintado, de lo cual nos admiramos como cosa nunca vista ni oída. Y según
paresció, en aquella sazón habían sacrificado a sus ídolos ciertos indios para que les diesen victoria contra nosotros, y
andaban muchas indias riéndose y holgándose, y al parecer muy de paz; y como se juntaban tantos indios, temimos
no hubiese alguna zalagarda como la pasada de Cotoche. Y estando desta manera vinieron otros muchos indios, que
traían muy ruines mantas, cargados de carrizos secos y los pusieron en un llano, y luego, tras éstos, vinieron dos
escuadrones de indios flecheros, con lanzas y rodelas y hondas y piedras, y con sus armas de algodón, y puestos en
concierto, y en cada escuadrón su capitán, los cuales se apartaron poco trecho de nosotros; y luego en aquel instante
salieron de otra casa, que era su adoratorio de ídolos diez indios que traían las ropas de mantas de algodón largas,
que les daban hasta los pies, y eran blancas, y los cabellos muy grandes, llenos de sangre revuelta con ellos, que no se
pueden desparcir ni aun peinar si no se cortan; los cuales indios eran sacerdotes de ídolos que en la Nueva España
comúnmente se llamaban papas, y ansí los nombraré de aquí adelante. "

Hernán Cortés
"Segunda carta de relación" que Hernán Cortés mandó al rey Carlos V de España. El fragmento narra el primer
encuentro entre Cortés y el rey azteca Moctezuma:

Pasada esta puente, nos salió a rescebir aquel Muteeçuma con fasta ducientos señores, todos descalzos y vestidos de
otra librea o manera de ropa ansimismo bien rica a su uso y más que la de los otros. Y venían en dos procesiones muy
arrimados a las paredes de la calle, que es muy ancha y muy fermosa y derecha, que de un cabo se paresce el otro, y
tiene dos tercios de legua y de la una parte y de la otra muy buenas y grandes casas ansí de aposentamientos como
de mezquitas. Y el dicho Muteeçuma venía por medio de la calle con dos señores, el uno a la mano derecha y el otro
a la izquierda, de los cuales el uno era aquel señor grande que dije que me había salido a fablar en las andas y el otro
era su hermano del dicho Muteeçuma, señor de aquella cibdad de Yztapalapa de donde yo aquel día había partido,
todos tres vestidos de una manera, expceto [que] el Muteeçuma iba calzado y los otros dos señores descalzos. Cada
uno le llevaba de su brazo. Y como nos juntamos yo me apeé y le fui a abrazar solo, y aquellos dos señores que con él
iban me detuvieron con las manos para que no le tocase. Y ellos y él ficieron ansimismo cerimonia de besar la tierra,
y hecha, mandó a aquel su hermano que venía con él que se quedase conmigo y me llevase por el brazo, y él con el
otro se iba adelante de mí poquito tercho. Y después de me haber él fablado, vinieron ansimismo a me fablar todos
los otros señores que iban en las dos procesiones en orden uno en pos de otro, y luego se tornaban a su procesión. Y
al tiempo que yo llegué a hablar al dicho Muteeçuma quitéme un collar que llevaba de margaritas y diamantes de
vidrio y se lo eché al cuello. Y después de haber andado la calle adelante, vino un servidor suyo con dos collares de
camarones envueltos en un paño que eran hechos de huesos de caracoles colorados que ellos tienen en mucho. Y de
cada collar colgaban ocho camarones de oro de mucha perfición tan largos casi como un jeme, y como se los trujeron
se volvió a mí y me los echó al cuello. Y tornó a seguir por la calle en la forma ya dicha fasta llegar a una muy grande y
muy hermosa casa que él tenía para nos aposentar bien adreszada, y allí me tomó por la mano y me llevó a una grand
sala que estaba frontero del patio por do entramos y allí me fizo sentar en un estrado muy rico que para él lo tenía
mandado hacer. Y me dijo que le esperase allí y él se fue. Y dende a poco rato, ya que toda la gente de mi compañía
estaba aposentada, volvió con muchas y diversas joyas de oro y plata y plumajes y con fasta cinco o seis mil piezas de
ropa de algodón muy ricas y de diversas maneras tejida y labrada. Y después de me la haber dado, se sentó en otro
estrado que luego le ficieron allí junto con el otro donde yo estaba. Y sentado, prepuso en esta manera:

"Muchos días ha que por nuestras escripturas tenemos de nuestros antepasados noticia que yo ni todos los que en
esta tierra habitamos no somos naturales della, sino estranjeros y venidos a ellas de partes muy estrañas. Y tenemos
ansimesmo que a estas partes trajo nuestra generación un señor cuyos vasallos todos eran, el cual se volvió a su
naturaleza. Y después tornó a venir dende en mucho tiempo, y tanto que ya estaban casados los que habían quedado
con las mujeres naturales de la tierra y tenían mucha generación y fechos pueblos donde vivían. Y queriéndolos llevar
consigo, no quisieron ir ni menos rescebirle por señor, y así se volvió. Y siempre hemos tenido que los que dél
descendiesen habían de venir a sojuzgar esta tierra y a nosotros como a sus vasallos, y segúnd de la parte que vos
decís que venís, que es hacia a do sale el sol, y las cosas que decís dese grand señor o rey que acá os invió, creemos y
tenemos por cierto él ser nuestro señor natural, en especial que nos decís que él ha muchos días que tenía noticia de
nosotros. Y por tanto, vos sed cierto que os obedeceremos y ternemos por señor en lugar dese gran señor que decís,
y que en ello no habrá falta ni engaño alguno. Y bien podéis en toda la tierra, digo que en la que yo en mi señorío
poseo, mandar a vuestra voluntad, porque será obedescido y fecho. Y todo lo que nosotros tenemos es para lo que
vos dello quisiérades disponer. Y pues estáis en vuestra naturaleza y en vuestra casa, holgad y descansad del trabajo
del camino y guerras que habéis tenido, que muy bien sé todos los que se os han ofrecido de Puntunchan acá. Y bien
sé que los de Cempoal y de Tascaltecal os han dicho muchos males de mí. No creáis más de lo que por vuestros ojos
viérdes, en especial de aquéllos que son mis enemigos. Y algunos dellos eran mis vasallos y hánseme rebellado con
vuestra venida y por se favorescer con vos lo dicen, los cuales sé que también os han dicho que yo tenía las casas con
las paredes de oro y que las esteras de mis estrados y otras cosas de mi servicio eran ansimismo de oro y que yo que
era y me facía Dios y otras muchas cosas. Las casas ya las veis que son de piedra y cal y tierra".

Entonces alzó las vestiduras y me mostró el cuerpo diciendo: "a mí veisme aquí que so de carne y hueso como vos y
como cada uno, y que soy mortal y palpable--asiéndose él con sus manos de los brazos y del cuerpo--. Ved cómo os
han mentido. Verdad es que yo tengo algunas cosas de oro que me han quedado de mis ahuelos. Todo lo que yo
tuviere tenéis cada vez que vos lo quisiéredes. Yo me voy a otras casas donde vivo. Aquí seréis proveído de todas las
cosas nescesarias para vos y para vuestra gente. Y no recibáis pena alguna, pues estáis en vuestra casa y naturaleza".

Yo le respondí que a todo lo que me dijo satisfaciendo a aquello que me paresció que convenía, en especial en hacerle
creer que Vuestra Majestad era a quien ellos esperaban, y con esto se dispidió. E ido, fuimos muy bien proveídos de
muchas gallinas y pan y frutas y otras cosas nescesarias, especialmente para el servicio del aposento. Y desta manera
estuve seis días muy bien proveído de todo lo nescesario y vesitado de muchos de aquellos señores.

Cortés, Hernán. Cartas de relación. Ed. Ángel Delgado Gómez. Madrid: Castalia, 1993. 210-12.

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