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GUÍA DE ESTUDIOS DEL DIPLOMADO


METODOLOGÍA
Para que usted pueda realizar su formación en condiciones de flexibilidad y calidad.
Una solución formativa que fusiona las posibilidades tecnológicas del momento con
los métodos tradicionales de aprendizaje:

Total libertad, para realizar sus estudios en cualquier lugar, en cualquier


momento, dedicando el tiempo que estime necesario para cada sesión de
autoestudio.

Una nueva forma de “aprender haciendo”. Nuestra metodología es un proceso


donde los participantes, desde una posición activa, estudiando los contenidos de los
módulos analizando la propia experiencia laboral, desarrollando las evaluaciones
correspondientes a cada tema, de manera individual o grupal -con participantes del
mismo Diploma-, buscando información complementaria en la Web, que formará
parte del entorno de aprendizaje donde el alumno es el centro de una nueva forma
de aprender.

COORDINACIÓN ACADÉMICA
La coordinación Académica proporcionará los elementos necesarios para el buen
desarrollo del Diplomado o Curso de Especialización constituyéndose como referencia y
nexo entre la institución, el equipo tutor y el alumnado. Para lo cual se comunicará
usted vía telefónica (al telf.: 424-2018/ 3320407) o vía Email a
coordinadordiplomado@gmail.com

La asesoría será para el mejor desarrollo de las evaluaciones así como para encaminar al
alumno en el planteamiento, desarrollo, presentación y aprobación final de la Monografía
previa a la obtención del respectivo Diploma expedido por la Facultad de Pedagogía y
Cultura Física de la Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle”.

EVALUACIONES
La calificación final del curso se realizará a través de un proceso de evaluación continua.
Donde el peso de cada actividad será como sigue:

 Desarrollo de Evaluaciones que aparecen al final de cada módulo 50%


 Planteamiento, Desarrollo, Presentación de la Monografía 50%

MÓDULO. PSICOLOGÍA DEL NIÑO Y EL ADOLESCENTE


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CAPÍTULO 1
El Desarrollo Humano
Desde Diferentes Perspectivas
El Desarrollo es un tema que ha generado bastante interés tanto entre la sociedad científica como en la no
científica, es por esto que actualmente existen muchísimos estudios sistemáticos referentes al Desarrollo,
que van desde experimentaciones que se han hecho con seres humanos desde el nacimiento hasta la
creación de extensas teorías que tratan de explicarlo.

El interés que existe por este tema no es un asunto actual, este surgió desde la antigüedad. Los registros
escritos de este interés se remontan desde los primeros días de la historia escrita y continua hasta nuestros
días surgiendo un sin número de estudios y teorías sobre el desarrollo, elaboradas por psicólogos, biólogos,
educadores, médicos entre otros. El interés en este tema surge precisamente en el intento de describir y
explicar los cambios que ocurren en el hombre durante toda su vida.

Sin embargo, cada una de las teorías dedicadas al Desarrollo ha planteado una definición diferente de éste,
basándose en la percepción que tienen y enfocándose en ciertas áreas que integran al ser humano, pues el
Desarrollo no alude a una dimensión exclusivamente, sino que es integral, pues afecta a todas y cada una de
las dimensiones que conforman al ser humano. Es por esto que al estudiar cada una de estas teorías, se
pueden encontrar diferencias entre las definiciones o planteamientos, pero también convergencias entre
estos. Lo cierto es que lo expuesto por cada uno es muy válido y es de gran importancia a la hora de
elaborar una mirada histórica de la evolución del concepto de Desarrollo.

En realidad lo que nos interesa resaltar en este documento son aquellas teorías del Desarrollo en las que
dan gran importancia al aspecto social. Por tanto hemos reunido una serie de planteamientos que incluyen
lo social como factor fundamental en el Desarrollo humano: Teoría Sociocultural del Desarrollo
desarrollada por Vygotsky; Teoría Psicosocial del Desarrollo propuesta por Erikson; Teoría de la
Ontogénesis del comportamiento desde la Etología humana de Eibl-Eibesfeldt; El enfoque de los sistemas
ecológicos de Bronfenbrenner y La Propuesta de Desarrollo a Escala Humana de Max-neef. Claro está que
aunque cada uno de los autores mencionados incluye en sus teorías y propuestas sobre el Desarrollo la
dimensión social, cabe destacar que exponen sus postulados desde diferentes perspectivas, por lo cual
difieren en algunos puntos de sus planteamientos mientras en otros convergen, esto será examinado
durante el documento.

Como se planteó anteriormente lo que se realizará a lo largo de este documento, además de exponer a
grosso modo algunas Teorías sociales del Desarrollo, es tratar de describir cual ha sido la evolución del
concepto de Desarrollo a lo largo de la historia resaltando los aportes de cada teoría.

TEORÍA SOCIOCULTURAL DE LEV VYGOTSKY


Construida sobre la premisa de que los procesos psicológicos superiores han aparecido y evolucionado en
el ser humano debido a la participación de este en las actividades compartidas con otros, es decir que el
origen de estos procesos es de carácter eminentemente social. Esta teoría propone además, analizar el
desarrollo de los procesos psicológicos superiores (entre ellos el aprendizaje) a partir de la internalización
de prácticas sociales específicas, ya que, según Vygotsky, estos procesos son asimilaciones de acciones
externas, interiorizaciones desarrolladas a través del lenguaje.

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Algunas de las Principales características de los Procesos Psicológicos Superiores señaladas por este teórico
son: que están constituidos en la vida social y son específicos de los seres humanos; regulan la acción en
función de un control voluntario, superando su dependencia y control por parte del entorno; están
regulados concientemente o la necesitaron en algún momento de su constitución (pueden haberse
automatizado); utilizaron durante su organización, formas de mediación, particularmente, mediación
semiótica.

Se debe tener en cuenta que Vigotsky llama internalización a la reconstrucción interna de una operación
externa. Este proceso de internalización supone que los procesos psicológicos que inicialmente representan
operaciones interpersonales, es decir externas, se convierten posteriormente procesos intrapersonales,
representando operaciones internas. Entonces, un proceso interpersonal queda transformado en otro
intrapersonal; es por esto que esta teoría argumenta que en el desarrollo cultural del niño toda función
aparece dos veces: la primera a nivel social (interpsicológica) y luego en el interior del propio niño
(intrapsicológica).

Otra premisa de gran importancia planteada por Vygotsky es que en el ciclo de la actividad se distinguen
dos tipos de mediadores: Las herramientas que actúan directamente sobre los estímulos, modificándolos y
los signos, que modifican al propio sujeto y a través de éste a los estímulos. Estos instrumentos de
mediación son proporcionados por la cultura y por el medio social. Si bien para Vigostky los significados
provienen del medio social externo, éstos deben ser asimilados e interiorizados por cada niño concreto.

Planteamiento pilar de esta teoría es también, es la relación inseparable entre aprendizaje y desarrollo;
llegando a afirmar que es el desarrollo el que sigue al aprendizaje. Para ello diferencia entre nivel de
desarrollo efectivo, determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema sin ayuda
de nadie; y nivel de desarrollo potencial, determinado por la capacidad de resolver problemas bajo la guía o
colaboración de otra persona.

La zona delimitada por estos dos niveles es denominada por Vigotsky como Zona de Desarrollo Próximo,
es precisamente en esta zona donde debe incidir el docente para que el alumno, con la colaboración de
otros alumnos o del profesor pueda efectuar aprendizajes que hagan avanzar el nivel de desarrollo efectivo
y potencial.

Realmente en este documento están expuestos solamente algunos de los planteamientos Vygotskyanos, y
aunque se dice que su teoría quedó inconclusa debido a su muerte prematura, sus planteamientos son
abundantes y de gran riqueza para la psicología y para las demás ciencias interesadas en el desarrollo.

Vygotsky ofreció una nueva manera de concebir el desarrollo, pues se constituye como uno de los primeros
teóricos que tuvo en cuenta la dimensión social a hablar de conceptos como: procesos psicológicos
superiores, aprendizaje y por supuesto desarrollo.

Para él La cultura, las creencias, valores, tradiciones y habilidades del grupo social tienen un papel de gran
importancia en el desarrollo de las conductas de los seres humanos y en el desarrollo de su pensamiento;
viendo el crecimiento cognoscitivo como una actividad socialmente transmitida en la que los niños
adquieren en forma gradual esas nuevas formas de pensamiento y comportamientos por medio de diálogos
compartidos con miembros más informados de la sociedad. Por lo tanto sus ideas conceptúales son un
marco adecuado para desarrollar modelos integradores y no dicotómicos.

TEORÍA PSICOSOCIAL DEL DESARROLLO PLANTEADA POR ERIK ERIKSON (1950)


Este teórico posee orientaciones psicoanalíticas, a pesar de esto está bastante orientado hacia la sociedad y
la cultura, prácticamente, desplaza en sus teorías a los instintos y al inconsciente. En sus supuestos establece
que el desarrollo funciona a partir de un principio epigenético: existen ocho estadios de desarrollo que se
extienden a lo largo de todo el ciclo vital. Los progresos a través de cada estadio están determinados en
parte por los éxitos o por los fracasos en los estadios precedentes. Cada fase comprende ciertas tareas o
funciones que son psicosociales por naturaleza, y el no poder resolverlas adecuadamente produce ciertos

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conflictos, Erikson les llama crisis por seguir la tradición freudiana, aunque este término es muy amplio y
menos específico.

Erikson establece muy claramente que se debe aprender que existe un balance, cada fase tiene un tiempo
óptimo también. Es inútil empujar demasiado rápido a un niño a la adultez, cosa muy común entre
personas obsesionadas con el éxito. No es posible bajar el ritmo o intentar protegerse a si mismos o a otros
de las demandas de la vida. Existe un tiempo para cada función. Si se atraviesa bien por estadio, se
adquieren ciertas virtudes o fuerzas psicosociales que ayudarán en el resto de los estadios que se presenten
en la vida.

Por el contrario, si no se resuelven satisfactoriamente, se pueden desarrollar mal adaptaciones o


malignidades, así como poner en peligro el desarrollo faltante. De las dos, la malignidad es la peor, ya que
comprende mucho de los aspectos negativos de la tarea o función y muy poco de los aspectos positivos de
la misma, tal y como se presentan en las personas desconfiadas. La mal adaptación no es tan mala y
comprende más aspectos positivos que negativos de la tarea, como las personas que confían demasiado.
Estas son las etapas:

1. Confianza frente a desconfianza, hasta el año de edad la confianza la da la madre, la crisis aparece en el destete. Si
no se da desde un primer momento la confianza el niño se opone totalmente (desconfianza).
2. Autonomía frente vergüenza y duda: del año a los tres, el niño hace muchas actividades si son independientes,
hablamos de una autonomía, si se siente criticado o duda siente la vergüenza y la duda.
3. Iniciativa frente a culpa: Entre los 3 y los 6 años, los niños hacen muchas actividades con iniciativa, si tienen que
contradecir a los padres les aparece la culpa.
4. Laboriosidad frente a inferioridad: desde los 7 a los 11, se refiere en trabajo si se siente muy aplicado (juego o
trabajo) o si en cambio tiene una falta de reconocimiento, inferioridad.
5. Identidad frente a confusión. Los adolescentes intentan averiguar su identidad, pero a veces puede haber una
confusión de roles.
6. Intimidad frente aislamiento: principio edad adulta, la posibilidad de vivir y crear una familia alcanzando la
intimidad, pero si no se consigue puede llegar el aislamiento.
7. Generatividad frente a estancamiento. Alrededor de los 40 años, todo lo relacionado con el cuidado de los demás,
la productividad, y la creatividad, si no se da así existe un estancamiento.
8. Integridad del yo frente a desesperación: Se da hacia el final de la vida, aceptar si la vida como ha pasado ha sido
buena será integridad en cambio si uno sigue en lucha consigo mismo se da la desesperación.

La teoría propuesta por Erikson Modifica y amplía la teoría freudiana. Sostiene que la búsqueda de la
identidad es el tema más importante a través de la vida. Él pensaba que la teoría freudiana subestimaba la
influencia de la sociedad en el desarrollo de la personalidad, mientras conceptuaba a la sociedad como una
fuerza positiva que ayudaba a moldear el desarrollo del ego o el yo.

La teoría del desarrollo psicosocial divide en ocho períodos de edad la vida humana. Cada etapa representa
una crisis en la personalidad que implica un conflicto diferente y cada vez mayor. Cada crisis es un
momento crucial para la resolución de aspectos importantes; éstas se manifiestan en momentos
determinados según el nivel de madurez de la persona. Si el individuo se adapta a las exigencias de cada
crisis el ego continuará su desarrollo hasta la siguiente etapa; si la crisis no se resuelve de manera
satisfactoria, su presencia continua interferirá el desarrollo sano del ego. La solución satisfactoria de cada
una de las ocho crisis requiere que un rasgo positivo se equilibre con uno negativo.

Lo cierto es que muchas personas prefieren la teoría de Erikson a la de Freud porque simplemente se
rehúsan a creer que los seres humanos están dominados por instintos sexuales. Un analista como Erikson,
quien destaca nuestra naturaleza racional adaptativa, es mucho más fácil de aceptar. Erikson parece haber
captado muchos de los problemas centrales de la vida mediante sus ocho etapas psicosociales como el
desarrollo emocional de los bebés, el crecimiento del autoconcepto en la infancia y los problemas de
identidad que enfrentan los adolescentes y la influencia de los amigos y compañeros del juego en el
desarrollo social.
TEORÍA DE LA ONTOGÉNESIS DEL COMPORTAMIENTO DESDE LA ETOLOGÍA HUMANA
DE EIBL-EIBESFELDT

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Aunque sus orígenes se remontan hacia los estudios de Darwin, como disciplina se puede catalogar como
dentro del periodo moderno. Esta corresponde al estudio comparado del comportamiento natural de las
especies animales, estableciendo las características distintivas de un grupo determinado y cómo estas
evolucionan para la supervivencia del mismo.

Aunque en un principio la Etología realizó este tipo de estudios exclusivamente con los animales, tiempo
después, en 1977, empezó a surgir un interés de aplicar estos estudios a los seres humanos, naciendo así la
Etología Humana cuyos propósitos de investigación están enfocados hacia: El esclarecimiento de los
mecanismos fisiológicos que fundamentan un comportamiento, el descubrimiento de las funciones
desempeñadas por éste, el Desarrollo del comportamiento (ontogénesis), la filogénesis (evolución de la
especie) y la historia de la cultura.

Se cree generalmente que los etólogos humanos solo se ocupan de las estructuras fisiológicas que subyacen
al comportamiento; pero en realidad los etólogos realizan investigaciones de cuestiones sobre la función y
génesis de comportamiento tanto a nivel filogenético como a nivel cultural, tanto así que ha surgido el
concepto de etología cultural haciendo referencia al estudio biológico del comportamiento cultural. Por
tanto se puede decir que los etólogos además de estudiar el comportamiento desde una perspectiva
fisiológica, también estudian las interacciones entre personas y grupos de personas, lo que los coloca a un
nivel de integración más alto que los fisiólogos, que se ocupan de los fenómenos vitales elementales.

La Etología ha realizado varios estudios sobre diferentes aspectos concernientes a los seres humanos, pero en
cuanto a su teoría sobre el desarrollo del comportamiento (ontogénesis), basada principalmente en el estudio
de los primeros años de vida del ser humano, argumentan que el recién nacido es capaz no solo de mamar,
respirar, buscar el pecho con movimientos automáticos, aferrarse con las manos y gatear; sino que posee
también un rico repertorio de movimientos para proteger su cuerpo (reflejos), dispone de expresiones fónicas
para comunicarse con su madre; reacciona también a estímulos visuales, acústicos, y olfativos.

Habilidades que presuponen la existencia de estructuras bastante complicadas en calidad de adaptaciones


filogenéticas; por lo tanto, según la etología, se puede afirmar que el lactante humano está dotado de una
serie de programas de comportamientos que se pueden calificar de adaptaciones filogenéticas, claro está,
que necesitan el apoyo de su madre para desarrollarse a diferencia de otras crías de primates. Lo
importante que debemos resaltar de estos planteamientos, es que al declarar que el recién nacido dispone
de expresiones fónicas para comunicarse con su madre, se está reconociendo a éste como un ser social con
intenciones de comunicarse desde el mismo momento de su nacimiento.

Lo cierto es que aunque se cree que los etólogos excluyen la dimensión social de su concepto de hombre,
estos critican en gran manera aquellas teorías que consideran a un niño como alguien socialmente
incompetente, incapaz de percibir las necesidades y sentimientos de los demás y que creen que hasta
concluir su primer año de vida, tratan a los otros niños como objetos impersonales. Por el contrario ellos
reconocen que desde los dos meses de vida los niños pueden transmitir mensajes emocionales mediante la
expresión del rostro, la emisión de sonidos y los gestos y entrar en interacción afectiva con la madre.

Para ellos los niños exploran mucho en el ámbito social, se hacen ofrecimientos amistosos, luego
importunan a su compañero y aprenden de sus reacciones y, con comportamientos exploratorios y
agresivos indagan su campo social de acción. Aun más, están de acuerdo con las teorías del aprendizaje que
argumentan que el lactante está expuesto desde muy pronto a influencias educativas. Los etólogos son
consientes que aunque muchos de los comportamientos de este son producto de programas y de
maduración, el aprendizaje tiene una importancia decisiva en su desarrollo.

En cuanto al Comportamiento Social, los instrumentos de este así como algunas reglas fundamentales del
trato social, les vienen dados en parte de forma innata, pero las habilidades sociales son objeto de
aprendizaje, es decir, la programación filogenética prepara al niño de tal manera que puede interactuar con
sus prójimos sin esfuerzo ni demasiados conflictos. En esta interacción aprende a diversificar
progresivamente su comportamiento, en especial a lo referente a las formas específicas de su cultura, al

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trato con los demás y a los ritos cotidianos. Finalmente a partir de la reacciones de sus interlocutores acaba
por saber que es lo a estos les gusta o que rechazan

Por todo lo anterior se puede concluir con respecto a la teoría Etológica que su definen el Desarrollo como
el resultado de maduración y de un aprendizaje individual, es decir, el niño viene dotado de una serie de
comportamientos programados filogenéticamente, pero pueden ser transformados a través del aprendizaje
y las experiencias individuales.

El principal aporte que ha hecho la Etología a la concepción del Desarrollo humano, es la inclusión tanto
de factores biológicos programados filogenéticamente como el reconocimiento de la dimensión social y el
aprendizaje en el Desarrollo ontogenético.

ENFOQUE DE LOS SISTEMAS ECOLÓGICOS, PROPUESTA POR BRONFENBRENNER


Otra de las teorías a la que hacemos referencia es El Enfoque de Los Sistemas Ecológicos, propuesta por
Bronfenbrenner. Según este teórico (1979, 1989, 1993) “la ecología del desarrollo humano comprende el
estudio científico de la progresiva acomodación mutua entre un ser humano activo, en desarrollo, y las
propiedades cambiantes de los entornos inmediatos en los que vive la persona en desarrollo, en cuanto este
proceso se ve afectado por las relaciones que se establecen entre estos entornos y por los contextos mas
grandes en que están incluidos los entornos”.

Mediante el desglose de esta definición se establecen los elementos fundamentales de la teoría: el entorno,
la persona, los niveles ecológicos y como investigar desde esta posición ecológica.

1. La relación entre el individuo y el ambiente (“acomodación mutua entre un ser humano activo, en
desarrollo y los entornos cambiantes”).
2. La definición de persona (“una persona en desarrollo”)
3. La creación de un modelo ecológico de niveles contextuales (“las relaciones entre estos entornos y los
contextos más grandes en que se encuentran incluidos estos entornos”).
4. La investigación ecológica (“el estudio científico”)

Los postulados de Bronfenbrenner están basados en cómo está estructurado el ambiente o contexto:
- Microsistema (familia, escuela, grupos de pares) “patrón de actividades, roles y relaciones
interpersonales, que la persona en desarrollo experimenta en un entorno determinado, con
características físicas y materiales particulares (1987, p.41).
- Mesosistema: (relación familia-trabajo-grupo social) conjunto de interrelaciones de dos o más entornos,
en los que la persona en desarrollo participa activamente” (1987, p.44).
- Exosistema (trabajo de los padres, grupo de amigos de la familia) “uno o dos entornos que no incluyen
a la persona como participante activo, pero en los cuales se producen muchos hechos que afectan a lo
que ocurre en el entorno que comprende a la persona en desarrollo, o que se ven afectados por lo que
ocurre en ese entorno” (1987, p46).
- Macrosistema (creencias, actitudes, valores, leyes): “se refiere a las correspondencias, en forma y
contenido, de los sistemas de menor orden micro, meso, ecosistemas, que existen o podría existir al
nivel de la subcultura o de la cultura en su totalidad, junto con cualquier sistema de creencias o
ideología que sustente esta correspondencia” (1987, p45).

Su definición de desarrollo es entonces, la de un proceso complejo en el que se ponen en juego cantidad


de factores que no pueden ser reducidos o parcializados. Las interacciones son bidireccionales y afectadas
desde múltiples entornos. Estas interacciones bidireccionales se dan entre el individuo, visto como ser
activo, proposicional, y su entorno, un espacio que se encuentra sometido a continua transformación.

Esta es una teoría que apareció con fuerza en los años 60 y que introduce una perspectiva diferente del
concepto de contexto y de su valor en el desarrollo. Por ejemplo Bronfenbrenner critica los excesivos
estudios que hay con respecto a los niños, y los pocos que hay con respecto a su contexto y como los
influyen (Bronfenbrenner, 1985).

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Su importancia radica en que aporta una ecología del contexto rigurosa, basada en el análisis sistémico del
contexto. También se destaca esta teoría por sus aportaciones al diagnóstico y a la intervención dentro de la
psicología evolutiva; y la creación y explicación para estructurar el contexto en diferentes niveles, de gran
importancia para la psicología cultural y el ámbito psicopedagógico.

DESARROLLO A ESCALA HUMANA PROPUESTA POR MANFRED MAX-NEEF


Existe también una propuesta muy interesante planteada desde el campo de la economía sobre el
desarrollo, el cual no es abordado desde una perspectiva ontogenética, sino entendido como el progreso y
crecimiento económico, social, cultural y político de las sociedades. Este es el Desarrollo a Escala Humana
un modelo alternativo de desarrollo universal; que más que una teoría es una propuesta sobre cómo
debería ser entendido y abordado el desarrollo, expuesta por Manfred Max-Neef.

Esta propuesta es incluida en este documento porque aunque es mostrada desde la disciplina económica,
va mucho más allá del tratamiento de factores de este tipo, pues ofrece una ampliación del concepto de
desarrollo, el cual adquiere la connotación de desarrollo integral siendo en él de gran importancia los
factores sociales. Este desarrollo tiene que ver con las personas y no con los objetos, y por lo tanto es de
índole altamente social. Teniendo en cuenta lo anterior serán expuestos los principales fundamentos que
sustentan esta propuesta.

Max-neef plantea una teoría de desarrollo a Escala Humana orientada principalmente hacia la satisfacción
de las necesidades fundamentales de la sociedad. Este autor critica los modelos de desarrollo que hasta hoy
se han empleado en la mayoría de los países por que giran en torno de la economía y su única
preocupación son los problemas económicos dejando de lado, lo que para él es realmente importante, la
sociedad y la satisfacción de sus necesidades fundamentales.

Realmente el trabajo de este economista está enfocado en ofrecer una nueva alternativa de contextualizar el
desarrollo orientándolo hacia la satisfacción de las necesidades humanas, las cuales determinan la calidad
de vida de las personas. Por tanto es un proceso de desarrollo efectivo aquel que le garantice esto a la
sociedad. Max-Neef expone que estas necesidades son finitas, pocas y clasificables, son un sistema en que
las mismas se relacionan e interactúan entre sí y son iguales en todas las culturas y en todos los periodos
históricos; según él, esto se debe a que “están imbricadas en la evolución de la especie, pues algunas de
estas necesidades (subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio y creación) estuvieron
presentes desde los orígenes del “homo habilis” y sin duda, desde la aparición del “homo sapiens.

Probablemente en un estadio evolutivo posterior surgieron las otras necesidades (identidad, libertad)” esto
las hace universales y estáticas; lo único que cambia es la forma y los medios utilizados para su satisfacción.

Basado en estos postulados ha hecho una interesante clasificación de las necesidades: según categorías
existenciales y según categorías axiológicas. Las categorías existenciales hacen referencia a las necesidades
de ser, tener, hacer o estar; y la axiológicas a nueve necesidades que, tal como ya hemos indicado, son
comunes a toda la especie humana, a todas las culturas, épocas y grupos: necesidad de subsistencia, de
protección, de afecto, de entendimiento, de participación, de ocio, de creación, de identidad y de libertad.

Ésta clasificación lleva a repensar el contexto social de las necesidades humanas, pues ya no se trata de
relacionar necesidades solamente con bienes y servicios que presuntamente las satisfacen, sino de
relacionarlas además con prácticas sociales, formas de organización, modelos políticos y valores que
repercuten sobre las formas en que se expresan necesidades. En este paradigma de desarrollo alternativo se
considera que cada necesidad no satisfecha es un indicador de pobreza, mientras que las satisfechas
constituyen riquezas.

Como se dijo anteriormente es desde la disciplina económica de donde son lanzados estos planteamientos.
A pesar de esto, una política de desarrollo orientada a la satisfacción de necesidades humanas trasciende la
disciplina económica porque compromete al ser humano en su totalidad, es un asunto que compete a la
sociedad en general. Por tanto la ejecución de un modelo de desarrollo que apunte a la satisfacción de las
necesidades humanas, según el mismo autor, “no puede sustentarse en ninguna disciplina particular,

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porque la nueva realidad y los nuevos desafíos obligan ineludiblemente a una transdisciplinariedad”, Max-
neef (1986), en la que tiene una importante función la Psicología, porque se trata de problemas sociales no
revelados como problemas específicos, sino como problemáticas complejas que aluden no explicaciones
exclusivas, sino de carácter holístico siendo de suma importancia el papel del hombre dentro de la sociedad
y la sociedad misma.

Esta propuesta planteada por Manfred Max-Neef es de sumo interés para el estudio de las teorías sociales
del desarrollo, aunque en su explicación no se hacer referencia a un desarrollo ontogénico como la mayoría
de las teorías planteadas en este documento, sí ofrece una mirada social del desarrollo, cuyo propósito
esencial es el postular un modelo de desarrollo que procura la adecuada satisfacción de las necesidades
humanas fundamentales de la sociedad. En este orden de ideas, en estos postulados se vislumbra un arduo
interés por un desarrollo social, y es en este pensamiento que reposa el objetivo de este documento:
estudiar diferentes perspectivas propuestas sobre teorías sociales del desarrollo.

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CAPÍTULO 2
Psicología
del Niño
En el presente capítulo nos daremos cuenta de que estamos entrando a un mundo nuevo, probablemente
desconocido por muchos hasta ahora. Estamos seguros que si muchos tutores hubiesen poseído los
conocimientos que en este trabajo se podrán apreciar muchos problemas que actualmente se ven habrían sido
solucionados sin mayores problemas; ya sean conflictos y sufrimiento tanto de niños como adolescentes.

Lo plasmado en estas páginas son los diversos trastornos que cualquier ser humano no está libre de tener,
en este caso niños y adolescentes (que pueden persistir hasta la edad adulta). Informamos el origen de ellos,
sus causas y en algunos casos pequeñas indicaciones que nos ayudarán a ver las cosas de otro modo,
estando en mejores condiciones para resolver los problemas que se plantean en el desarrollo de niños y
adolescentes.

En este trabajo queremos dar cuenta de lo peligroso que prescindir de los conocimientos de la psicología,
pues el sólo hecho de pensar que se trata nada menos de construir todo el bienestar futuro de nuestros
hijos, hermanos, primos a personas a quien tanto amamos. Con la ayuda de estos conocimientos podemos
lograr mejores resultados con menos equivocaciones y esfuerzos.

De este modo no sólo los niños y adolescentes tendrán un mejor desarrollo sino también que lo tendrá la
familia, bien unida, como una piedra fundamental en la sociedad; una familia más perfecta, más feliz; en la
cual daremos bien empleado todos nuestros esfuerzos.

Cada niño nace en el centro del seno de su familia. El íntimo contacto precoz entre la madre y el niño,
inmediatamente después de su crecimiento tendrá un elevado significado emocional para la necesidad
mutua de intercambio.

La madre tocas las manos y el cuerpo de su hijo recién nacido, acaricia cariñosamente la cara del neonato.
De cierta manera mantiene una conversación directa con su hijo cara a cara. Por su parte el niño respira
una sensación visible de tranquilidad cuando capta sobre el pecho de su madre el latido cardiaco y la voz,
que le resulta sumamente familiar por su experiencia prenatal.

Está etapa esta comprendida entre los 3 años (primera infancia) hasta los 10 años (infancia tardía – edad
escolar básica) en la cual el niño vivirá miles de experiencias en al interior del hogar, escuela y comunidad.

En la cumbre mundial de la UNICEF, en septiembre de 1990, más de 60 jefes de estado y de gobierno


hicieron la solemne promesa de instaurar, desde su ámbito de responsabilidad, las medidas necesarias y
oportunas para erradicar la desnutrición masiva, enfermedades evitables y el analfabetismo hasta el año
2000. El programa unificado será inspeccionado por la Naciones Unidas y se controlará regularmente, un
signo de esperanza para los niños de la tierra.

Los niños no son pequeños adultos sin embargo, necesitan la relación con personas adultas que
comprendiendo su condición de niños, les acompañen y ofrezcan cuidados, seguridad y estimulación
efectiva. El nacimiento de un niño supone simultáneamente el nacimiento de una familia.

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ENFOQUE DE LOS TRASTORNOS PSICOLÓGICOS


El estudio de trastornos psicológicos es el estudio de problemas de la vida y dicho con sencillez,
comprende el estudio de patrones de conducta que en la sociedad se consideran como “anormales”.
El funcionamiento humano eficiente o “normal” es en parte la ausencia de patrones anormales de acción,
conocimiento y emoción.

Trastornos del Sueño

De 0 a 12 meses
Cada niño posee un ritmo propio de sueño que, habitualmente, no coincide con el requerido por la madre
o por los hábitos sociales. El niño tiene sus propios métodos para realizar el tránsito del estado de vigilia al
de sueño, por ejemplo mediante actividades autoeróticas. Sin embargo el desconocimiento de las
necesidades naturales del bebé puede crear las primeras dificultades con el funcionamiento normal de los
procesos de satisfacción de los impulsos y/o necesidades.

Antes del año, el bebé una vez satisfechas sus necesidades corporales y cuando no interfieren otros
problemas, puede quedarse rápidamente dormido, ya que el sueño va íntimamente ligado a la impresión de
saciedad. Durante los primeros meses, el despertar está estrechamente vinculado a la sensación de hambre,
y el adormecimiento a la de satisfacción. A fines del primer año los estados de vigilia son frecuentes ya que
se amplían los intereses de los niños, quien se torna cada vez más activo.

Se entiende que los trastornos del ritmo habitual del sueño suelen estar relacionados con dificultades en la
alimentación o con trastornos de relación. Durante el primer trimestre de vida, pueden darse dificultades
en conciliar el sueño a causa de varios factores:

- Inadecuada aplicación del régimen alimentario


- Rigidez en los horarios
- Tomas mal compaginadas con las necesidades del niño
- Falta de estimulación en general.

También puede darse una sobreestimulación que provoque en el bebé un estado de hiperexcitabilidad que
le impida dormir. Una ausencia del contacto incidirá igualmente en el trastorno. Algunos niños, sobre todo
los hiperactivos, tienen más dificultad que otros para conciliar el sueño, y necesitan, por ello, y ambiente
más acogedor y tranquilizante, pero con todo debe tenerse en cuenta los factores anteriormente citados.
A partir del tercer mes la falta de estimulación general y de contacto afectivo se convierten en causa
primordial de los trastornos del sueño.

De 12 A 24 Meses
Independientemente de que durante el primer año de vida el bebé haya establecido un buen ritmo de
sueño producido sin problemas, a lo largo del segundo año aparecerán dificultades para conciliar el mismo.
El niño suele estar excitado ante el nuevo campo de posibilidades que le ofrecen sus recientes
adquisiciones, sobre todo las relativas al dominio de la marcha: surgen también inquietudes relacionadas
con la problemática de la individuación. Ante este estado de cosas, dormir ya no es la solamente la
respuesta automática a una necesidad corporal, sino que el niño precisa abstraerse de sus intereses para
conciliar el sueño. Como esto no es fácil y produce un grado importante de ansiedad, el niño trata de
mantenerse despierto utilizando todos los medios a su alcance.

La incapacidad para soportar el comienzo de la autonomía, por lo que ésta supone la separación de la
madre, hacen que las llamadas de atención hacia ésta sean continuas mediante múltiples medios que
provoquen su presencia: lloros, ritos, utilización de rituales (que pueden llegar a constituir auténticos
ceremoniales), etc. Estos rituales se manifiestan de distintas formas, por ejemplo, exigiendo que la madre se
quede en determinado lugar, que se quede un rato junto a él después de apagar la luz, que le acunen, que le
cuenten historias, etc. Hay otro tipo de rituales, que ejecuta el niño en el modo de acostar, arropar y hacer
dormir a todos sus muñecos como acto previo a su propio descanso.

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Otros medios a los que recurre el niño de esta edad para conciliar el sueño, algunas de las cuales son una
continuación de la etapa anterior (mecerse, balancearse, succionarse el pulgar, masturbarse, etc.), todo lo
cual le permite dormirse el recurso a los “objetos transicionales” –osos de peluche, muñecos, mantas– es
otra forma de conjurar la angustia y posibilitar la transición del estado de vigilia al sueño.

Hay una serie de factores de carácter externo que provocan ansiedad y perturban el sueño. Entre ellos
pueden citarse los horarios irregulares, un ambiente ruidoso y agitado, y la sobreestimulación del niño por
parte de los padres. Otro factor ansiógeno se añade cuando el niño duerme en la habitación de los padres.
Igualmente las imposiciones excesivas en el terreno educativo respecto a la motricidad, el lenguaje y la
limpieza producen fuerte ansiedad, que repercute en ansiedades para dormir.

De 2 A 5 Años
Durante la fase de sueño hay una ruptura con el mundo exterior y una disminución de las funciones
vegetativas y de relación. La cantidad de horas que duerme el niño, así como la profundidad de su sueño y
su distribución durante las 24 horas del día, depende de las diferentes etapas del desarrollo, ya que la
evolución del sueño es paralela al proceso de maduración orgánico-funcional.

Las muestras de ansiedad, relacionadas con el sueño durante el segundo año, se dan en forma de dificultad
para irse a la cama, porque ello supone separarse de la madre. Si la estimulación durante la vigilia no es
adecuada, y no va acompañada de una buena relación, el sueño se verá interrumpido y aparecerán diversos
trastornos. Entre los 3 y 5 años, el sueño tiende generalmente a normalizarse, aunque pueden continuar
algunas dificultades, tales como despertarse varias veces durante la noche, llamar a la madre, padecer
sueños desagradables, etc. A estas edades los niños se niegan a hacer la siesta.

Los trastornos que pueden aparecer en ésta época son:


- Miedos
- Rituales y Automatismos
- Pesadillas
- Terrores Nocturnos.

Miedos
El niño experimenta el miedo y la angustia en forma combinada. Los miedos suelen ser bastante frecuente
s entre los dos y dos años y medio, los niños tienen miedo a la oscuridad y a estar solos, piden la luz de la
habitación o del pasillo encendidas, el interruptor cerca, y requieren a menudo la presencia de la madre
para tranquilizarlos y conciliar el sueño.

Hacia los tres años y medio. Los miedos se concentran en los pequeños animales (bichitos en la cama).
Por el contrario, a los cinco años los temores se centran en los grandes animales (bestias salvajes). Estos
miedos sueles calmarse con la presencia de los padres y acostumbran a desaparecer sin llegar a constituir
un problema importante, siempre que los progenitores traten de comprenderlos y tranquilizar al niño para
que éste pueda sentirse protegido. Cuando las pesadillas son muy frecuentes y muy terroríficas, y los
miedos van en aumento, son síntomas de un trastorno de la personalidad del niño.

Rituales y Automatismos
Los rituales a la hora de acostarse se dan frecuentemente entre los dos y tres años y medio, y sirven al niño
para tranquilizarse y calmar su angustia, permitiéndole conciliar el sueño. El niño, a estas edades, tiene
miedo a la oscuridad y a la soledad, y por lo tanto puede pedir (o exigir) a la madre que se quede un rato
con él, que le cuente historias antes de acostarse o que lo acaricie y acune.

Algunos niños se succionan el pulgar, hacen ruidos moviendo repetidamente la lengua, los labios y se
acarician el cabello, las orejas o la mejilla con la mano. Otros sólo pueden dormirse con un trozo de tela,
una almohada o cualquier otro objeto, que siempre debe ser el mismo y cuenta con características
determinadas, con el que el niño se frota la cara, lo aprieta entre las manos o simplemente duerme con él al
lado. Es frecuente también que el niño necesite tener a su lado para dormir un muñeco o su animal
preferido. Por lo que éste se convierte en su compañero inseparable, a la hora de acostarse.

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Los automatismos son ruidos o movimientos persistentes, tales como el rechinar o entrechocar los dientes.
Antes de los 3 años puede observarse SOMNILOQUÍA, que es la expresión de algunas palabras sueltas
emitidas por el niño mientras está dormido, puede persistir hasta edades escolares, y está relacionado con
la ansiedad.

Pesadillas
Las pesadillas constituyen otro frecuente trastorno del sueño. Durante las mismas el niño se mueve, gime y
se despierta. La pesadilla es una forma de expresión de la ansiedad que se concreta en imágenes durante
los sueños que el niño siente como reales.

Paralelamente a las pesadillas, pueden darse también rituales en el presueño y miedos durante la noche.
A estas edades, el niño tal vez explica lo que le ha pasado; llora porque ha tenido una pesadilla, y cuando
acude a la madre, le dice que tiene miedo y que no quiere estar solo sin que sepa explicar la naturaleza de
su sueño terrorífico.

Terrores Nocturnos
En los episodios de terrores nocturnos, el niño, a las 3 ó 4 horas aproximadamente de haberse dormido,
comienza a gritar, gesticula y se agita pidiendo auxilio, como si tratara de apartar de él fantasmas que lo
atacan. Cuando los padres acuden, le encuentran sentado en la cama o levantado, visiblemente angustiado y
con expresión de terror, diciendo cosas que no siempre son comprensibles. No reconoce a las personas
que están con él, ni suele contestar coherentemente a las preguntas que se le hacen. Sin alcanzar a
despertarse totalmente, se va tranquilizando y vuelve a quedarse dormido. Estos episodios suelen repetirse
durante varias jornadas una vez por noche, generalmente a horario fijo.

Si estas crisis son frecuentes, el niño se siente más cansado de lo normal durante el día. Algunos niños que
no presentan grandes dificultades sufren algunas crisis ocasionales de terror nocturno. Pero este fenómeno
aislado y esporádico suele obedecer a un momento de angustia en él, y remitirá en cuanto esta desaparezca,
pero su reiteración es evidentemente, patológica. Las pesadillas son más frecuentes que los terrores
nocturnos, aunque las primeras suelen darse más tarde, entre los 8 ó 10 años, mientras que los terrores
nocturnos se sitúan entre los 3 ó 4 y 7 años.

De 5 A 10 Años

Sonambulismo
El niño sonámbulo se levanta durante la primera parte de la noche, actuando, automáticamente, con los
ojos abiertos, la mirada fija y movimientos inseguros. Después de deambular por unos minutos, durante los
que puede realizar diferentes acciones, sean o no coherentes, tengan o no algún sentido lógico, vuelve a la
cama o se deja llevar fácilmente por cualquier persona. Al despertar no recuerda lo ocurrido. La edad de
aparición se da entre los 7 y 8 años, con más frecuencia en los varones. Mediante la exploración de la
mentalidad del sonámbulo, se ha observado que lleva consigo componentes ansiosos o depresivos.

Insomnio
La dificultad de conciliar el sueño, o el despertarse frecuentemente de forma prolongada durante la noche,
son síntomas que obedecen a conflictos propios del niño o a una perturbación de la vida familiar.
A partir de los 5 años estas anormalidades, si se presentan de forma persistente, son, síntoma de una
perturbación de la personalidad, cuyo significado será distinto según el niño, por lo que deberá estudiarse
cada caso en particular.

Las Pesadillas
Las pesadillas son otro de los trastorno del sueño: el niño se mueve, gime, y termina por despertarse,
explicando a los padres los terribles sueños que ha tenido. Se deja tranquilizar seguidamente con facilidad,
aunque algunas veces tiene miedo de volverse a dormir, pues cree que se repetirán los sueños
desagradables. Las pesadillas siguen siendo, a esta edad, la expresión de la ansiedad, concretada en
imágenes de los sueños que el niño vive como reales.

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Trastornos de la Alimentación
En el primer año, las separaciones traumáticas son seguidas, a menudo, de rechazo de alimento; pero
también puede suceder todo lo contrario, es decir, que el niño muestre una excesiva necesidad de
alimento; en este último caso, la comida cumple la función de sustituto materno. Los primeros trastornos
de alimentación aparecen en relación con la lactancia. Algunos niños ya en las primeras semanas de vida,
rechazan el pecho o el biberón.

Al principio muestran pasividad ante la comida, no realizan los movimientos de succión y, al cabo de un
tiempo, se niegan a comer. Las dificultades pueden ser fisiológicas (reflejo de succión demorado, poca
necesidad de alimento) o psicológicas; en este caso, como reacción negativa automática ante la ansiedad de
la madre. Por parte de ésta, los obstáculos relaciona dos con el flujo de la leche o la forma del pezón, o los
factores psicológicos, como una respuesta ambivalente y ansiosa del amamantar a su hijo, son también
causa de rechazo temprano.

Un trastorno frecuente es el rechazo de alimentos en el período del destete. El bebé puede reaccionar con
pasividad, sin cooperación, o bien con un rechazo abierto, oponiéndose a ingerir la comida con llanto,
agitación o vómitos. Estas dificultades pueden prevenirse si el destete se lleva a cabo en forma gradual,
teniendo en cuenta lo que ello supone para el bebé.

Una adecuada información hacia la madre por parte de los ginecólogos y de los pediatras puede ser de gran
utilidad en relación con ello. Cuando estos trastornos no son excesivos, se traducen en desagrado hacia
ciertas comidas, inapetencia, aversión por consistencias y sabores nuevos, o en ausencia de placer en la
esfera oral. En ocasiones ocurre lo opuesto dando paso a una excesiva voracidad.

Cualquiera que sea la actitud dominante en los procesos de la alimentación, ésta también ejerce
importantes influencias sobre otros campos del desarrollo. La relación comida-madre, propia de los
primeros meses, fundamente la convicción subjetiva de la madre de que el rechazo del niño hacia las
comidas expresa también el rechazo de su atención y cuidados, lo cual origina una hipersensibilidad
durante los procesos alimentarios. Son importantes las reacciones de los padres respecto a estas
dificultades, puesto que, si la madre tiende a preocuparse o a forzar con extrema rigidez la alimentación, se
crean círculos viciosos en que la hostilidad y tensión habrán de predominar, convirtiendo los verdaderos
actos de comer en verdaderas luchas entre la madre por conseguir, cada uno, sus objetivos.

Más adelante estos trastornos se pueden generalizar en dificultades para incorporar alimentos o adquirir
nuevos conocimientos y aprendizajes. A menudo estos trastornos son pasajeros, pero pueden dejar secuelas
que pueden complicarse posteriormente.

Regurgitación o Rumiación
Una dificultad muy seria en el proceso alimentario, que comienza entre los tres y seis meses de edad y
puede persistir durante mucho tiempo. El lactante devuelve a la boca, voluntariamente, parte de su
contenido gástrico, masticándolo con fuerza antes de volverlo a tragar.

La regurgitación o rumiación se produce en cualquier momento, entre dos tomas de alimento, siempre que
el niño se encuentre solo y no haya ninguna persona que le dedique su atención. Por esta razón
difícilmente puede observarse como lleva a cabo el acto en sí. El bebé permanece quieto y hace muecas,
frunce el ceño, dobla el labio inferior, saca la lengua y proyecta la mandíbula hacia delante. Asimismo
arquea la espalda y contrae los músculos abdominales, efectuando, al mismo tiempo, movimientos rítmicos
de masticación hasta que el alimento retorne a la boca. Algunos niños se ayudan introduciendo sus dedos u
otros objetos en la boca. Parte de este material es vuelto a tragar de nuevo, mientras que el resto se escupe
sin esfuerzo.

A pesar de que son lactantes habitualmente quietos, tristes, y que yace inmóviles durante horas,
experimentan con la rumiación u extremado placer y pueden continuar haciendo movimientos de succión
como si buscarán la obtención de una satisfacción oral que no pueden obtener por otras causas.

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Cuando este acto de rumiar se regulariza, conlleva pérdida de peso, crecimiento deficiente, distrofia grave y
deshidratación. En casos extremos, si no se resuelve a tiempo, pueden llevar a la muerte por inanición.
Las investigaciones al respecto muestran que hoy no hay ningún tipo de anomalía orgánica
anatomofisiológica. Los factores etiológicos del síndrome de la rumiación corresponden a las dificultades
graves, o a la carencia de relaciones entre la madre y el lactante.

Los estímulos externos no atraen su atención ni modifican su actitud. Su estado es de completa pasividad, pero la
mirada es extremadamente expresiva e intensa, a pesar de la triste expresión facial y el aspecto demacrado.
Paralelamente a lo descrito, suelen darse otros trastornos de carácter más o menos grave. Richmond describe
rasgos neuróticos, características autistas, juegos con materias fecales y balanceos del cuerpo.

Aunque se puede evitar el acto de rumiación mediante constante atención y distrayendo al niño, una
mejoría importante sólo puede darse merced al restablecimiento de una buena relación entre la madre y el
niño. En ocasiones la regurgitación puede confundirse con los vómitos, pero cabe diferenciar que éstos son
involuntarios, se realizan con esfuerzo, y el bebé expulsa al exterior todo el material gástrico.

Los Vómitos
En los vómitos, la fuerza es proporcionada por fuertes contracciones de la musculatura abdominal, y
pueden tener una gran variedad de causas: trastorno de tipo digestivo causados por un exceso de alimento y
favorecidos, en ocasiones, por una demanda excesiva por parte del bebé, actitudes sobreprotectoras por
parte de la madre, etc.

El origen, sin embargo, puede residir en una falta de atención por las necesidades del alimento. En el
período neonatal, el vómito también puede ser causado por material irritante deglutido durante el
nacimiento. La aerofagia o absorción de aire excesiva entre las tomas de alimento es otra de las causas. No
obstante, los vómitos se deben con harta frecuencia a dificultades emocionales que el niño experimenta, y
deben entenderse como una llamada de atención equivalente a una protesta, en la mayoría de estos casos,
los aspectos emocionales que van ligados a la reacción de vómito de resumen en un miedo a la pérdida de
la madre y en sentimientos de abandono.

A partir del segundo año de vida, madre y alimento se separan en la mente consciente del niño, pero la
identidad de las dos imágenes persiste en el inconsciente; la manifestación de trastornos en el proceso
alimenticio está en relación con las emociones conflictivas hacia la madre, emociones que se transfieren al
alimento como símbolo de ésta. Cuando un niño se opone a la madre y la rechaza, puede manifestarlo a
través de la lucha, contra el alimento que ella le ofrece. Algunas madres parecen entender esto cuando, al
consultar por un niño que presenta problemas de alimentación, lo hacen con las expresiones del tipo: “mi
niño no me come”.

Así, las madres, aun cuando no sean las responsables directas de las perturbaciones alimenticias de sus
hijos, puede adoptar un comportamiento que agrave la situación, actuar como vínculo entre el niño y el
alimento mucho más allá de lo que es necesario; por ejemplo, al impedir el acceso directo del niño a la
comida y las manipulaciones que esto puede conllevar.

El niño expresa su ambivalencia hacia la madre de forma fluctuante, que comprende desde un ingestión
excesiva hasta el rechazo del alimento. Los trastornos de alimentación van unidos en esta edad, además, a
las fases del desarrollo, de manera que se encuentren alteraciones en relación con la fase anal y con el
manejo de la agresión. El niño puede inhibir el apetito y negarse a morder, a masticar o a tragar los
alimentos, y todo esto, precisamente, en un momento en que los alimentos sólidos constituyen la base de
su dieta. En este período, el acto de morder desempeña la función de expresar la agresión.

Si hay una inhibición y se niega a morder, esto quiere decir que le niño experimenta una fuerte ansiedad
respecto a las agresiones orales, que, a su vez, puede afectar al placer de comer durante toda la infancia e
incluso al de su vida adulta. En esta época, los niños utilizan el alimento no sólo como tal, sino también con
finalidades placenteras; así, les gusta jugar con a comida, manipularla, untarse con ella, etc.

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Trastornos Esfinterianos y de Evacuación


Todos los niños carecen de control vesical voluntaria durante el primero y segundo año de vida. El control
diurno se adquiere antes que el nocturno. Es hacia los 3 ó 4 años cuando la mayoría de los niños alcanzan
control total. El hecho de que el niño acceda a dicho control depende de varios factores: Adiestramiento,
capacidad de aprendizaje, maduración anatomofisiológica, y todo ello a su vez está condicionado por el
desarrollo afectivo del niño, o sea del nivel de la comunicación alcanzado en la relación madre-hijo. Según
sea ese nivel el niño puede utilizarlo de modo inconsciente para su propia satisfacción o en oposición a los
deseos de la madre.

Durante el día, normalmente hacia los dos o dos años y medio, el niño controlará sus esfínteres,
presentándose antes el control anal que el vesical. El control nocturno se adquiere entre los dos y tres años
y medio, aunque a veces la madre tenga que intervenir, despertándole para que no “moje” la cama. Esto
puede prolongarse hasta los 4 ó 5 años, sin que sea considerado como patológico.

Cuando el niño dispone a su arbitro de los mecanismos de retención y expulsión, como forma de rebelión,
expresa así sus sentimientos de la madre, a la que obliga en cierta forma, a que lo siga atendiendo y
limpiando como a una bebé, con resultado placentero para él. Los trastornos referentes a esta adquisición
son la enuresis y la encopresis.

Enuresis
La enuresis es la falta de control en la emisión de la orina, con micciones completas que pueden aparecer
durante el día o la noche de forma inconsciente e involuntaria, y que se mantienen o aparecen pasada la
edad de adquisición normal. Se da más frecuentemente en niños que en niñas.

La enuresis puede ser primaria o secundaria. El niño padece enuresis primaria cuando nunca ha
conseguido alcanzar el control, y enuresis secundaria si, después de adquirir un control prolongado
(próximo a un año), vuelve a dejar de controlar. Las causas pueden ser múltiples, y tienen que ser vistas en
relación con cada niño, según su personalidad y trastornos afectivos. No obstante, en cualquier caso está
anunciando, a modo de síntoma, que algo no funciona bien y que cl niño necesita ayuda. La frecuencia
puede ser diaria, como ocurre en la enuresis primaria, o intermitente, según suele darse en la secundaria.

La enuresis es el síntoma, o sea la forma inconsciente, que utiliza el niño para reclamar la atención y
mostrar la necesidad de ayuda. El síntoma enurótico no siempre obedece a un mismo tipo de trastorno
emocional, sino que pueden ser distintos conflictos internos los que lo hagan aparecer. Lo frecuente es que
el síntoma revele un conflicto emocional más o menos serio que es, en definitiva, lo que deberá resolverse.
En el niño de dos años, la enuresis Puede coincidir con el despertar de los intereses sexuales, con una
separación importante, con el nacimiento de un hermano, o con algún problema familiar grave ante el cual
el niño reacciona de forma regresiva.

No debe confundirse la enuresis con la incontinencia de la erina de origen orgánico, ya que ésta, aunque
sea un trastorno involuntario, se sitúa al nivel consciente, y el niño se esfuerza por retener sin conseguirlo.
Tampoco cabe confundirla con otras manifestaciones de naturaleza urológica, renal o del metabolismo.
A continuación un ejemplo de la enuresis como testimonio de un drama:

Encopresis
La encopresis es la evacuación intestinal parcial o total que tiene lugar pasada la edad normal de control,
siempre que no sea debida a algún tipo de afección orgánica.
Al igual que la enuresis, la encopresis es más frecuente en los niños que en las niñas; además el encoprético
es (o ha sido) también enurético.

Paralelamente pueden presentarse estreñimiento, diarreas, o ambos a la vez, alternando periódicamente.


En su forma primaria, el niño nunca ha dejado de ensuciarse, al menos por un tiempo suficientemente
largo como para que pueda considerarse que ha alcanzado un control. En la secundaria, aparece una
encopresis que coincide, a menudo, con un factor desencadenante: alejamiento de la madre, operaciones o
internamientos del niño o de uno de los padres, modificaciones de la estructura familiar (muertes o

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nacimiento de un hermano, entrada en la escuela, etc.

A veces, la encopresis parece, la encopresis parece remitir al abrigo de unas circunstancias ambientales muy
favorables para el niño, pero puede reaparecer fácilmente. Los niños encopréticos padecen en general un
tipo de trastorno de la personalidad con características comunes a todos ellos. Presentan dificultades en el
manejo de la agresión, son muy dependientes y toleran mal las frustraciones.

Acostumbran ser ansiosos e indecisos, y presentan dificultades de relación con los demás, especialmente
con la madre. A menudo se infravaloran, no confían en sus capacidades primitivas y experimentan un cons-
tante sentimiento de fracaso. Aunque no debe soslayarse la importancia de la época y la forma en que se
realizó el aprendizaje, tampoco se puede atribuir a éste el origen, ya que no todos los niños reaccionan de
igual modo ante un mismo método de adiestramiento, ya sea coercitivo o dejado al azar.

El niño puede mostrarse reacio a regular la evacuación intestinal por diversos motivos: oposicionismo,
comportamiento de tipo regresivo, reafirmación de su agresividad, etcétera. Hay algunos niños que
experimentan un gran placer con la retención y la excreción de materias fecales, y utilizan estos
mecanismos inconscientemente como una forma de autoerotismo. La evolución de dicho trastorno no
depende de la edad de aparición ni del momento en que se instaura, sino de la gravedad del conflicto que
lo provoca y del mantenimiento del síntoma que lo encubre.

Normalmente, la encopresis no se presenta como un síntoma aislado, sino que va acompañada de otras
manifestaciones, aunque éstas no sean tan espectaculares ni, posiblemente, tan molestas. Una buena
evolución tal vez pudiera facilitarla una modificación de la actitud de la madre, o del sustituto materno, para
crear un mejor contacto madre-hijo. En el seno de estas relaciones, en las que reinan simultáneamente la
dependencia y la hostilidad, el síntoma actúa como una forma de búsqueda de atención y, a la vez, como
un modo de relación hostil.

Constipación
La constipación es la retención fecal cuando no existen anomalías anatómicas ni causas dietéticas
especiales. Aparentemente, no es un problema importante, pero a la larga suele convertirse en un trastorno
crónico y difícilmente reversible. Se considera también como una forma de manipular sus excrementos por
parte del niño, quien hace uso de la retención por oposicionismo o negativismo.

El hecho de que el niño no pueda defecar, o no quiera cuando le correspondería o los padres creen que le
convendría, despierta en éstos mucha ansiedad, especialmente durante su aprendizaje. También puede dar
lugar a que este estreñimiento se convierta en el centro de interés de los padres, y, de esta forma, el niño
pasa a convertirse en objeto de observación y atención.

La constipación suele instaurarse durante las épocas en que el niño comienza el control del esfínter anal,
aunque pueda darse ya anteriormente. En los casos de adiestramiento extremadamente rígido o temprano,
aparecen estreñimientos que, posteriormente, pasarán a convertirse en encopresis secundarias. Al igual que
en los casos anteriores, la retención fecal tiene sus orígenes en causas de tipo psicológico.

Diarrea
Las diarreas se incluyen entre los trastornos gastrointestinales cuyo origen es la ansiedad, exceptuando las
causadas por una posible acción de agentes infecciosos o alergias alimenticias; pero no hay que olvidar que,
en un gran número de casos, intervienen los factores psicológicos. Los bebés que padecen este trastorno, se
afirma, suelen ser pasivos. Los factores psicosociales implicados en el inicio de este proceso son la pérdida
real, o amenaza de pérdida, de la figura clave, de la que el bebé es muy dependiente. Todo ello comporta
en él estados de ansiedad que, al no poder ser elaborada, se traducirán en diarreas.

Trastornos de la Actividad
Balanceos
El recién nacido comienza la vida con sus reacciones gobernadas por un principio interno, de acuerdo con

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el cual disfruta las experiencias placenteras, rechaza el displacer y lucha por reducir la tensión. Esto es
logrado, en ocasiones, a través de las actividades autoeróticas encaminadas a producir satisfacción, que se
expresan en forma de descargas motoras que comprenden los balanceos, la succión del pulgar y la
exploración del propio cuerpo, según las características propias de cada bebé.

Estas descargas motoras son frecuentes en el niño normal, y tienden a desaparecer hacia los tres años.
Cuando la relación entre la madre y el lactante se ve perturbada, estas actividades autoeróticas tienden a
disminuir, y el bebé pierde entonces el interés por su propio cuerpo, o bien se incrementan notoriamente.
Se han descrito algunos desórdenes del sistema motor por hiper o hipomotilidad (aumento o disminución
de las actividades motrices). En algunas ocasiones, y más frecuentemente cuando el niño está en un medio
institucional, se manifiesta un balanceo exagerado que, en el desarrollo normal, aparece de un modo
transitorio. Cuando el balanceo llega a convertirse en una actividad exagerada, sustituyendo a la mayor parte
de las otras actividades normales, entonces se lo considera patológico.

Por lo general, tiene lugar más frecuentemente entre los niños hipertónicos, cuyas madres parecen adoptar
actitudes que oscilan entre los mimos exagerados y la hostilidad manifiesta. Este fenómeno se caracteriza
por la frecuencia y violencia con que se realizan los movimientos del balanceo, pues el niño desarrolla un
comportamiento motor mucho más activo que aquel que correspondería a su edad. En los bebés menores
de 6 meses, el balanceo suele llevarse a cabo en postura de estar tendido sobre la espalda.

Después de los 10 meses, no es extraño observarlo en posición erecta. Son característicos, en el cuadro
clínico, la hipermotilidad y el retraso en los sectores del dominio social, puesto que no se ha lo grado
establecer relaciones libidinales consistentes. En el orden manipulativo, se observa un retardo en el uso de
los juguetes y otros objetos.

En los niños que manifiestan esta hipermotilidad oscilante, se evidencia un trastorno de las primeras
relaciones objetales. Con el balanceo, estos niños encuentran un objeto sustituto: El del impulso narcisista
primario, es decir, su propio cuerpo. Una característica especial dentro de los balanceos es la que tienen
algunos niños de autoagredirse.

El head banging u offensa capitis se caracteriza por un amplio balanceo, generalmente anteroposterior, con
golpes, en ocasiones muy violentos, de la cabeza contra la cuna o contra cualquier otra superficie a su
alcance. Suele producirse por las noches, durante 15 o 20 minutos, y puede ir acompañado de otras
ritmias, especialmente la del acunamiento. El bebé alcanza de este modo la satisfacción autoerótica
inmediata dirigiendo contra sí mismo la agresividad. Los golpes en la cabeza desaparecen hacia los cuatro
años y son sustituidos por otro tipo de descargas motoras. En algunos niños pueden persistir hasta los 10
años, aunque con distinto significado.

Trastornos de la Marcha
Con la adquisición de la marcha, el terreno de la exploración del bebé se amplía enormemente, sus
posibilidades manipulativas se enriquecen, y ya no depende exclusivamente de la madre o del sustituto
materno para desplazarse de un lugar a otro o coger las cosas que desea. Si el niño no puede mantener a la
madre en su mente, no podrá separarse de ella, porque implicaría perderla. Esto puede ocasionar un
retardo en la deambulación o una inestabilidad motriz (inseguridad, caídas constantes, llanto ante el miedo
a desplazarse, etcétera), lo que conduce a que sea la madre quien lo acompañe en sus desplazamientos y,
de no hacerlo, el niño se verá incapacitado para probarlo por sí mismo.

Esta actitud muestra cómo el niño es aún muy dependiente de la madre y cómo no puede abandonar esa
dependencia. Las consecuencias de lo anterior pueden conducir al niño a un retraso más general en otras
áreas, dado que la exploración de lo que le rodea queda muy limitada y, consecuentemente, también sus
intereses, que se concentrarán en controlar a la madre y en hacer que ésta le atienda, reclamando su
atención a causa de su pasividad y el poco interés ante aquello que le rodea.

El retraso en la adquisición de la marcha —ya sea por causas de tipo físico, o por las de tipo psíquico
mencionadas afecta a la personalidad global del niño. La falta de exploración del medio conlleva una

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limitación en cuanto a la percepción del espacio, y el conocimiento del propio esquema corporal será más
deficiente de lo que corresponde a su edad. En consecuencia, también queda reducida toda el área del
conocimiento y puede retardarse la capacidad de verbalizar.

Con el inicio de la deambulación, y vinculados a ella, pueden aparecer trastornos de la conducta diferentes
a los señalados hasta ahora, trastornos que se manifiestan más directamente que los anteriores, en la
medida que el niño tiene mayor capacidad de comunicación. Son los que hacen referencia a conductas de
tipo desordenado y destructivo, en relación con la fase anal y, en especial, con el nivel del sadismo anal.
Este tipo de conductas tiende a desaparecer o a disminuir cuando el niño encuentra nuevas vías de descarga
distintas de las motrices, sobre todo aquellas relacionadas con la adquisición del lenguaje.

Hiperquinesia
Hiperquinesia es un término usado años atrás para designar sencillamente conductas caracterizadas por un
exceso de actividad, inquietud e impulsividad en niños a los que se suponía afectados por algún daño
cerebral orgánico’. Con el tiempo, y en la medida que fue imposible demostrar ese supuesto mal, fue
sustituido por el de “daño cerebral leve” y, por último, quedó en pie algo tan vago como disfunción
cerebral mínima.

Actualmente, la definición de hiperquinesia, según la Organización Mundial de la Salud, debe ser aplicada
para aquellos trastornos en que la extrema hiperactividad, pobremente organizada y regulada, la
distraíbilidad y la impulsividad son sus más importantes características. El trastorno no es secundario, en
forma clara, a ningún otro síndrome psiquiátrico. La agresión y las marcadas fluctuaciones de los estados de
ánimo son también síntomas comunes a ella.

Es así que. una última revisión de esta afección, considera que un rasgo esencial, unido a la hiperactividad,
es la manifiesta dificultad que presentan todos estos niños para mantener la atención. De tal modo que se
ha propuesto un nuevo término para categorizarlo, poniendo énfasis en el trastorno de la atención, a saber
trastorno con déficit de la atención e hiperactividad.

Se inicia el mismo, por lo general, alrededor de los dos o los tres años e incluso antes, pero resulta
incómodo y manifiesto al comienzo de la escolaridad. La descripción de estas conductas es bastante
característica. El niño “no está un momento quieto”, “no puede quedarse sentado”, y la actividad —que es
extrema— no parece guardar un propósito determinado. No es rara la destructividad, y, en cuanto a la
escuela, es imposible su adaptación a ningún tipo de disciplina. Hay un constante tocar y manipular objetos
que, al fin, terminan rotos. El niño se distrae con cualquier tipo de impresión por irrelevante que sea, y es
casi imposible hacerle mantener la atención. Consecuencia lógica, la escolaridad y el aprendizaje se
resienten seriamente.

Es importante consignar que la gran mayoría de estos niños no presentan trastornos neurológicos
conocidos, aunque pueda haber disfunciones perceptuales y motoras. El problema máximo de diagnóstico
se presenta al tratar de diferenciarla del exceso de actividad secundaría a la ansiedad o a la depresión. En
este último caso, va acompañada generalmente de miedos, preocupaciones, trastornos del sueño o
pesadillas. Con todo, es imposible asegurar que la ansiedad no sea el verdadero motor de la hiperquinesia.
Tanto es así que Melanie Klein ha sugerido cierta similitud con la esquizofrenia.

No es claro el futuro de estos niños librados de esta suerte a sus propios recursos. Lo cierto es que la
hiperquinesia acarrea en potencia la posibilidad de serias consecuencias respecto al desarrollo de la
personalidad, aunque antiguamente se creyese que esas manifestaciones decrecían con el transcurso del
tiempo hasta desaparecer completamente en la adolescencia.

Los Tics
Los tics consisten en la repentina, imperiosa e involuntaria ejecución, a intervalos irregulares, pero
relacionados, de movimientos sencillos, aislados o unidos, que, objetivamente, parecerían tender a un
objetivo concreto.

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Meige dice que su ejecución va precedida, con frecuencia, de una necesidad que, si se reprime, produce
malestar. La voluntad y la distracción pueden suspenderlos, así como pueden desaparecer al dormir. El tic
transitorio también se manifiesta con movimientos motrices, recurrentes, involuntarios, repetitivos, rápidos
y sin propósito. Su comienzo tiene lugar durante la infancia o la adolescencia, y su duración mínima es de
un mes, pero de no más de un año. Desaparece durante el sueño.

El tic más común es un parpadeo o un movimiento facial, aunque también pueden verse afectados toda la
cabeza, el torso o las extremidades. Una persona puede tener varios tics simultáneamente o en momentos
distintos. Su comienzo puede ser tan temprano como a la edad de los dos años, pero es más normal en el
periodo de latencia, y aunque es un trastorno que no incapacita, puede llevar al individuo a una disfunción
severa y a dificultades en sus relaciones sociales.

Este trastorno es tres veces más frecuente en los varones que en las niñas, y aparece a menudo en familias
en que alguno de sus miembros presenta el mismo síntoma. El tic crónico consiste en movimientos
motrices recurrentes, involuntarios, repetitivos, rápidos y sin propósito que afecten a no más de tres grupos
musculares al mismo tiempo. La intensidad del síntoma es constante durante semanas o meses, y los
movimientos pueden ser suprimidos voluntariamente durante minutos u horas. Su duración mínima es de
un año, y el comienzo, por lo general, se presenta en la infancia.

Los tics vocales se dan pocas veces. Son gruñidos u otros ruidos causados por contracciones torácicas,
abdominales o diafragmáticas. Aunque no conlleve incapacidad, el tic crónico puede conducir a un
trastorno severo y a un rechazo de la integración social. No se debe confundir con el tic transitorio, ya que
la duración de éste es de menos de un ano.

La Enfermedad Tourette
Consiste en movimientos motrices recurrentes, involuntarios, repetitivos y rápidos, con el agregado de
muchos tics vocales. Los movimientos pueden ser suprimidos durante minutos u horas, y su intensidad es
variable. Afectan generalmente a la cabeza, como también a otras partes del cuerpo, torso y extremidades
superiores e inferiores. Los tics vocales incluyen varios sonidos complicados, palabras o coprolalia (manía
blasfematoria). Desaparecen durante el sueño y se atenúan mediante actividades absorbentes. Con
esfuerzo, se suprimen temporalmente.

Esta afección puede ir acompañada de otros sintomas, como ecoquinesia (imitación de movimientos de
alguien que está siendo observado), palilalia (repetición de los últimos sonidos o palabras de las frases),
coprolalia mental (pensamientos de palabras groseras, pensamientos obsesivos de dudas y pensamientos
compulsivos de tocar). También presentan anomalías encefalográficas no específicas, signos neurológicos
leves e hiperactividad manifiesta ya durante la infancia.

Los tics pueden aparecer tempranamente, a los dos años, pero casi siempre antes de los trece. La
enfermedad es, por lo general, permanente, con períodos de remisión o disminución espontánea que
fluctuaría en intensidad y forma. Su desfavorable repercusión en la relación social y laboral se debe a la
vergüenza que produce ante las reacciones ajenas. Es más frecuente en varones que en niñas y entre las
familias que ya lo han padecido.

Melanie Klein señala que hay una estrecha conexión del tic con la personalidad total del paciente, con su
sexualidad y con su neurosis, pues, cuando la lucha del niño ante la masturbación fracasa, pueden surgir
como sustitutivos otras descargas motoras, como es el caso de los tics. Así, pues, el tic es un derivativo, con
fantasías masturbatorias ligadas a él; la sublimación de dichas fantasías puede, en consecuencia, hacerlo
desaparecer. Es frecuente que, en el período de latencia (hacia los siete años, aproximadamente), aparezcan
tics transitorios. Posteriormente, si se dan interferencias o experiencias traumáticas, sobre todo en la
pubertad, pueden convertirse en tics permanentes.

Trastornos del Lenguaje


El término "trastornos del lenguaje" es utilizado para diagnosticar a niños que desarrollan aspectos selectivos
en su lenguaje nativo en una forma lenta, limitada o de manera desviada, cuyo origen no se debe a la

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presencia de causas físicas o neurológicas demostrables, problemas de audición, trastornos generalizados


del desarrollo ni a retraso mental. Los distintos tipos de trastornos del lenguaje a menudo se presentan
simultáneamente. También se asocian con un déficit con el rendimiento académico durante la etapa
escolar, problemas de enuresis funcional, trastornos del desarrollo de la coordinación, con problemas
emocionales, conductuales y sociales (Dabbah, 1994).

Dislalia
Una forma de lenguaje aniñado” son las dislalias, es decir, alteraciones de la pronunciación de las palabras,
que adquieren corrientemente un carácter fijo y que recaen sobre una o varias consonantes. Las dislalias se
consideran normales en los primeros estadios del desarrollo del lenguaje. Algunas de ellas son muy persis-
tentes y no constituyen un obstáculo real, como, por ejemplo, la sustitución de la s por la z.

Hay padres que al hablar con sus hijos utilizan también este tipo de lenguaje porque les hace gracia, por
tratar de identificarse con el niño o por el deseo inconsciente de mantenerlos pequeños. A veces, los niños
se acompañan de un lenguaje gestual, y, al sentirse comprendidos e imitados, no hacen ningún esfuerzo por
cambiar, hasta que más adelante, al relacionarse con otras personas, comprueban que no se les entiende,
como puede suceder al ingresar en la escuela.

Este retraso debe considerarse de carácter afectivo, ya que implica un cambio de la articulación y de la
tonalidad, que conserva un matiz demasiado infantil sin que por ello se produzca una especial distorsión.
La mayoria de niños con retrasos simples, es decir que no obedecen a fallo de la inteligencia ni a trastornos
orgánicos, a los cinco años pueden haber adquirido un lenguaje normal, aunque un examen minucioso del
mismo quizás mostrase dificultades que se revelarán más tarde con los primeros aprendizajes escolares.

De acuerdo a su etiología la dislalia puede ser clasificada en:

- Dislalia evolutiva. Son anomalías articulatorias que se presentan en las primeras etapas del desarrollo
del habla y son consideradas normales, ya que el niño está en pleno proceso de adquisición del
lenguaje.
- Dislalia funcional. Son aquellas donde no se presenta ningún trastorno físico u orgánico que justifique
la dislalia. Son denominados por algunos autores desórdenes fonológicos, ya que los niños habrían
organizado su sistema fonológico de manera distinta a la habitual. Los errores de dicción suelen ser
parecidos a los que producen los niños durante las etapas de adquisición del lenguaje.
- Dislalia audiógena. Los problemas de articulación son producidos por deficiencias auditivas, ya que
niño no puede reconocer de manera adecuada sonidos semejantes. La gravedad de la dislalia estará en
relación al grado de hipoacusia y entre las medidas a tomar se encuentra el uso de prótesis auditivas y
la intervención pedagógica para desarrollar la discriminación auditiva, enseñar articulaciones ausentes,
lectura labial, etc.
- Dislalia orgánica. Son los trastornos de articulación motivados por alteraciones orgánicas. Cuando la
alteración afecta a los órganos del habla ya sea como anomalías anatómicas o malformaciones, se
denomina disglosia.

Disartria
Son "los problemas de articulación del habla a consecuencia de una lesión cerebral (quedan dañados los
nervios craneales) produciendo una parálisis o ataxia de los músculos de los órganos fonatorios." (Serón y
Aguilar, 1992, p.290). Además de los problemas fonatorios, el niño con disartria presenta dificultades para
mover los músculos bucales en otros tipos de actividades, como masticar o deglutir. El caso extremo es la
anartria, en la cual el niño no puede emitir correctamente ningún fonema. La etiología debe buscarse en las
posibles causas capaces de dañar el sistema nervioso, como puede ser un trauma craneo-cervical, un tumor
del cerebro o cerebelo y enfermedades infecciosas o degenerativas el sistema nervioso.

Disfemia
La disfemia es "una disfluencia o dificultad en el flujo normal del habla. Ocasiona repeticiones de sílabas o
palabras o paros espasmódicos que interrumpen la fluidez verbal", (Serón y Aguilar, 1992, p.294); a las
alteraciones del habla se le suman, generalmente, manifestaciones de tensión muscular como movimientos

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de manos, cierre de ojos, gesticulación facial y movimientos corporales. Suele aparecer a edad temprana (el
88% de ellas se presenta antes de los 7 años) y es más común en los hombres.

Para objetos de diagnóstico temprano, se debe distinguir entre la disfluencia, característica de la tartamudez,
y la afluencia o no afluencia, la cual es normal en el desarrollo de los niños. La primera se referiría a la
repetición de sonidos y sílabas y a prolongaciones de ellos; la segunda, a la repetición de frases y palabras y
la revisión de frases e interjecciones.

Afasia
Se puede definir como "una alteración del lenguaje debido a lesiones cerebrales producidas después de la
adquisición del lenguaje o en el transcurso del mismo."(Serón y Aguilar, 1992, p.337). Es posible señalar
distintos tipos de afasia, de acuerdo a la modalidad de expresión afectada, las cuales casi nunca se
encuentran en forma pura: oral, escrita, gestual y de recepción.

Para efectos de diferenciar la afasia de otros trastornos, es preciso que exista una lesión del sistema nervioso
central que afecte al lenguaje, la cual se produce generalmente en las áreas fronto-temporo-parietales del
hemisferio dominante- normalmente el izquierdo -, por una encefalopatía, un accidente cardio-vascular, un
TEC o un tumor. Se considera afasia, con más claridad, cuando se produce a partir de los 3 años de edad,
aproximadamente. La pérdida de lenguaje es brusca y consecutiva a un periodo de coma. En los primeros
momentos el niño puede permanece mudo, o emitir apenas algunas palabras. (Aidex, 2000a).

"La afasia infantil es un trastorno del aspecto emisor del lenguaje. Para llegar a una mejor clarificación, la
afasia infantil ADQUIRIDA se sitúa entre el trastorno denominado disfasia (anteriormente descrito) y un
trastorno específico del lenguaje. En el primero, el déficit es en la estructuración del lenguaje, en el
segundo, la perturbación se produce en el inicio y en la elaboración del lenguaje. "Esta afasia infantil
adquirida es la resultante de la aparición de una lesión cerebral entre los dos - tres primeros años de vida."
(Serón y Aguilar, 1992, p.341). Se diferencia de la afasia adulta por el tipo de desórdenes que produce y no
tanto por la lesión en sí, ya que en el niño (dependiendo de la edad), al no estar totalmente elaborados los
esquemas neuro-lingüísticos, la lesión no produce tanta alteración como en el adulto.

Tartamudeo
Otros trastornos referentes al lenguaje que pueden aparecer en esta edad son el tartamudeo y el mutismo.
Se llama tartamudeo a la repetición o prolongación de sonidos, sílabas o palabras, o bien dudas no usuales
y pausas, que rompen la fluidez rítmica del lenguaje. En ocasiones puede ir acompañado de tensiones
visibles en la cara o en todo el cuerpo, como parpadeo ocular, temblores de los labios o de la mandíbula,
tics y movimientos de cabeza.

Existen dos tipos de tartamudez: la clónica y la tónica. La tartamudez clónica tiene por característica la
repetición de fonemas, especialmente la del primero emitido, e incluso a veces la repetición de un fonema
parásito. La tartamudez tónica se caracteriza por un paro en la emisión acompañado de movimientos y de
reacciones emocionales. Los tartamudos pueden disponer de un lenguaje muy rápido o muy lento, cambios
en la vocalización, inflexión inapropiada ó falta de variación en el tono.

Es de resaltar que el tartamudeo no se suele producir cuando el niño canta o habla con objetos inanimados
o animales, y que a veces sólo se da con determinadas personas, lo que indicaría las dificultades
emocionales de relación del niño con dichas personas.

La edad de aparición es variada, pero hay edades cruciales como a los tres años y medio y entre los cinco-
siete años, pero casi siempre antes de los doce años. Su comienzo suele ser gradual o a través de
dificultades ocasionales, cuya causa puede encontrarse en una exigencia de comunicación inicial o cambios
importantes en la vida del niño (nacimiento de un hermano, separaciones, entrada en la escuela, etcétera).

En un principio, el niño puede no percatarse de su tartamudeo, pero a medida que éste progresa las
repeticiones se hacen más crónicas y alcanza a la mayoría de las palabras. Así es como el niño toma
conciencia de sus dificultades para hablar en situaciones específicas; es entonces cuando empieza a asociar

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sus dificultades con palabras, frases o situaciones concretas que tratará de evitar, ya que le pueden acarrear
complicaciones de tipo social o de conducta, tales como convertirse en objeto de burla, lo que dificultará su
relación con los demás. No obstante, se trataría de casos severos en los que el niño vive con mucha angustia
la posibilidad de tartamudear.

La tartamudez es un trastorno más frecuente en los varones que en las niñas con incremento de la
incidencia de tartamudos entre familiares próximos. El psicoanálisis explica las causas psicológicas de este
síntoma relacionándolas con el momento evolutivo del niño.

Hacia el tercer año, el niño se hace muchas preguntas, una de las cuales es la diferencia de sexos. La
adquisición del lenguaje le ha de permitir la posibilidad de contestar a sus preguntas, y esta adquisición
dependerá, a su vez, de las primeras respuestas que le hayan dado las personas interrogadas.

Guy Rosolato dice al respecto: La determinación sexual corre paralela con lo prohibido, con la prohibición
del incesto. Esta prohibición pertenece al área simbólica, pone la sexualidad bajo su índice. En este sentido,
toda satisfacción se halla ligada a la negación (el “no” de la prohibición) y al sistema de lenguaje que
prevalece en la relación con los padres. La época del “no” del niño pequeño señala que éste ha integrado la
prohibición del incesto; sin embargo, el niño tartamudo choca con esta negación y su deseo inconsciente no
lo admite.

Las palabras se convierten, para el tartamudo, en objetos destructores, cargados de agresividad. Hablar es
nombrar su deseo, y debe defenderse de él ante cualquiera que le escuche. Así, el tartamudo se siente
desdichado por el hecho de no poder expresar aquello que querría tener derecho a decir, pero, al mismo
tiempo, su tartamudez lo tranquiliza, lo que explica que muchos tartamudos se aferren a su síntoma, pues,
como dice Fenichel, la meta es impedir la manifestación directa de la agresividad por medio de las palabras,
a las que dan un valor mágico.

Melanie Klein afirma que la tartamudez es una prolongada lucha entre las posiciones pregenital y genital de
la libido. Esta lucha, que se da entre el tercer y el quinto año de vida, aparece como manifestación del
complejo de Edipo. El tartamudo no escapa nunca a esa contienda: está encerrado en ella y se desvía hacia
posiciones obsesivas que le permiten superar la angustia. La madre del tartamudo quiere, a nivel
inconsciente, mantener al niño en dependencia total respecto a ella; teme la autonomía del niño tanto física
como psíquicamente, ya que la vive como una gran pérdida.

Una característica de los tartamudos es su pasividad externa, entregados como están a racionalizar todos sus
movimientos interiores. No se debe confundir el tartamudeo con la disfonía espástica, que es un trastorno
de la voz, ni con el farfulleo, que se caracteriza por un ritmo tan rápido del lenguaje que rompe su fluidez.
Según la severidad del síntoma, puede darse una curación espontánea, especialmente en los pequeños y en
aquellos casos en que su aparición viene dada por un momento muy angustioso del niño que encuentra
solución. En otros casos, requiere ayuda específica, ya que es un trastorno acompañado de mucha ansiedad
y que está actuando como síntoma de situaciones inconscientes. Para su resolución, es necesario que el
niño pueda conectar con su angustia primitiva a fin de que supere el tartamudeo como síntoma desplazado
de la verdadera causa.

Mutismo
Se considera que un niño está afectado de mutismo, cuando, después de haber adquirido la capacidad de
hablar, según corresponde a su edad evolutiva, deja de hacerlo. Así, pues, no se considerarán afectados de
mutismo aquellos niños que nunca hayan emitido sonido alguno o que no hayan desarrollado un lenguaje
de acuerdo con su edad. Pueden distinguirse dos tipos de mutismo: el total y el electivo.

- El mutismo total puede ser un síntoma pre-psicótico o psicótico y, por lo tanto, será una manifestación más de la
patología de esta personalidad.
- El mutismo electivo consiste en un rechazo persistente a hablar en determinadas situaciones (escolares, sociales...).
Estos mismos niños pueden hablar con amigos o personas escogidas. Comprenden todo lo que se les dice y sus
esquemas de lenguaje son normales, aunque algunos de ellos presentan anomalías de articulación y retraso en el
desarrollo del lenguaje. Pueden sustituir el lenguaje hablado por movimientos de cabeza, gestos, monosílabos o

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expresiones cortas y monótonas.

Sin embargo, debe quedar claro que su mutismo no se debe a insuficiencias orgánicas ligadas a la emisión
del habla. Este tipo de trastorno se suele dar en niños muy tímidos y susceptibles, a quienes les gusta
aislarse. También presentan dificultades de separación de la madre, lo que puede dar lugar, al ingresar en la
escuela, a una fobia o a un rechazo escolar, ya que allí se verá instado constantemente a hablar.

Hay otros trastornos que pueden acompañar a los niños afectados de mutismo, como son enuresis,
encopresis, rasgos compulsivos exagerados, negativismo, rabietas y otras conductas de carácter oposicional y
controladoras. Este tipo de comportamientos se suelen dar en casa. Generalmente, la edad de comienzo
del mutismo es antes de los cinco años, y normalmente se identifica como tal cuando el niño acude a la
escuela. Hay una variable, sin embargo, que tiene lugar en la adolescencia.

Aunque es un trastorno raro, se ha señalado que es más frecuente en hembras que en varones. Por lo
general no se da en hijos únicos o en el primer hijo, y los hermanos están raramente afectados. Su
frecuencia es mayor entre familias inmigrantes, sobre todo cuando se trasladan a un lugar de lengua
diferente y la madre se queda en casa y está aislada. Esto puede acarrear mutismo al niño, señal de que no
ha podido elaborar el cambio y que no se siente suficientemente independiente de la madre.

Otros factores susceptibles de conducir al niño al mutismo electivo son traumas físicos o emocionales
precoces en relación con la boca, así como hospitalización precoz, desavenencias familiares mientras el
niño está más unido a uno de los padres, (generalmente, la madre), etcétera.

Una relación sobreprotectora y ambivalente por parte de la madre conduce al niño a una dependencia
alimentaria y a una necesidad de control materno, mientras que el padre puede mostrarse pasivo o carente
de interés. Cuando la familia utiliza el silencio como signo hostil y de control, el niño es entonces la
muestra de esa incomunicación familiar. Este trastorno llega a combinarse con perturbaciones de otras
áreas no verbales, en las que es necesaria la espontaneidad, como lo es el juego.

No se debe confundir el mutismo electivo con trastornos de lenguaje por retardo mental o cualquier otra
anomalía física. Tampoco se considerarán mutismo aquellos casos en que haya un estado depresivo grave,
problemas de ansiedad, de adaptación, etcétera. Aunque en todos estos casos pueda darse mutismo, éste
será consecuencia de otros problemas y se presentará como un síntoma más, en tanto que el mutismo
propiamente dicho es la persistencia del rechazo al habla. Así, pues, el mutismo es una reacción defensiva o
agresiva, o de temor en los niños tímidos, ante ciertas personas.

No hay que olvidar que, detrás de este síntoma, se halla una personalidad extremadamente trastornada no
sólo en los casos de mutismo psícótico, sino también en determinadas modalidades de mutismo electivo
que pueden ocultar una organización neurótica.

Trastornos de la Sexualidad
Autoerotismo
Entre el primer y el segundo año de vida del niño, el orificio anal, y el consiguiente interés por lo que
contienen los intestinos, aparece como el núcleo de la gratificación erótica. Gratificación que viene
determinada por la evacuación de los contenidos intestinales y por la excitación de la mucosa anal. Otro
momento, posterior a éste, pero dentro del segundo año, es el de la retención de las materias fecales, que
produce placer por cuanto tiene de control, por parte del niño, de lo que considera sus posesiones.

También en esta edad los contactos con la piel, las fricciones y las cosquillas provocan en el niño
sensaciones eróticas. Hay toda una serie de factores que pueden interferir en el desarrollo de las actividades
autoeróticas, haciendo que se mantengan mucho más tiempo del habitual, que no se avance hacia nuevas
formas de gratificación o que se retroceda a formas anteriores y más primitivas. Tales factores serian, entre
otros, una hospitalización, la separación de los padres, el nacimiento de un hermano, etcétera.

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Masturbación Compulsiva
La masturbación es, en el niño, una actividad normal que puede comenzar tempranamente, en tanto
funciona como descarga de la ansiedad. En el niño pequeño es, a menudo, inconsciente, sobre todo entre
las niñas. El agobiante sentimiento de culpa que experimenta el niño frente a sus actividades masturbatorias
explica las tendencias destructivas —en el terreno de las fantasías— que pueden acompañar a la mastur-
bación. Esto hace que, en muchos casos, el niño abandone totalmente dicha práctica; si es así, puede
aparecer una fobia, o un sustituto motor, como es el caso de los tics.

La masturbación compulsiva es, en cambio, una manifestación de conflicto, cuya seriedad está determinada
por la intensidad y el tipo de ansiedad que la motivan. Generalmente, es un síntoma más de la neurosis
obsesivo-compulsiva, pero puede haber un fondo psicótico en el niño que presenta este trastorno. En todo
caso, la masturbación compulsiva va acompañada de intenso sufrimiento mental y de acusados sentimientos
de culpa que significan —a cualquier edad que suceda— un grave impedimento del desarrollo de la
personalidad.

Trastornos de la Afectividad
Niños Indiferentes al Afecto
Son niños que al parecer, no se impresionan por nada. No hacen caso de las advertencias o consejos de sus
padres y educadores. Incluso los castigos les son indiferentes. Parece como si no tuviera el sentido de la
obediencia, del amor propio o la responsabilidad.

Se diría que son insensibles pero no es así. Lo que ocurre es que la personalidad del niño ha formado una
especie de coraza protectora de insensibilidad, que es una defensa para no sufrir, para no darse cuenta del
miedo y la inseguridad que sienten en lo profundo del alma. Como causa de este trastorno encontraremos
que siempre que el niño se siente o se ha sentido incomprendido, o bien que ha sufrido malos tratos por
parte de sus padres, tutores, maestros u otras personas, especialmente padrastros o maestros.

Una vez formada esa coraza de insensibilidad cuesta librar al pequeño de ella. Hay que tratarlo con
comprensión ya amor durante bastante tiempo, par que de nuevo su personalidad se vaya abriendo poco a
poco a las palabras y afecto de cuantos lo rodean. Pero mientras el niño no esté completamente libre de
inseguridad y miedo tendrá nuevamente tendencia a encerrarse en sí mismo y parecer insensible.

Timidez en los Niños


Son los niños encantadores, trabajadores, pero que cuando vienen visitas a casa no saben donde meterse.
Utiliza mil excusas para no salir a saludar y cuando no le queda más remedio que hacerlo, tiembla como un
flan actúa torpemente y se queda parado en un rincón sin abrir la boca. En el colegio le ocurre lo mismo
incluso llega a no decir la lección al profesor, por vergüenza. Otros chicos hablan entre sí en el recreo, el
prefiere observar sin atreverse a participar, aunque confiesa que le gustaría hacerlo.

Los síntomas más frecuentes cada vez que estos niños hablan con otras personas son:
- Enrojecimiento facial
- Temblor de manos
- Palpitaciones
- Sudoraciones
- Tartamudeo
- Sale corriendo en cuanto puede, etc.

Causas
Las causas más comunes pueden ser:
- Falta de confianza en uno mismo
- Puede proceder también de un complejo de inferioridad debido a un defecto real o imaginario
- Puede aprenderse de los padres.

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Celos en los Niños


Los celos aparecen en los niños sobretodo cuando creen perder el cariño de uno de sus seres queridos,
mediante la aparición de terceras personas, animales o cosas. Estos casos suelen darse cuando hay hijos
únicos y se da la llegada de un hermanito. Los celos pueden manifestarse de diferentes formas en los niños.
Así tenemos:

- Los efectos de unos celos mal reprimidos, pueden llegar a ser nocivos, dando a relucir ciertos rasgos
temperamentales como: egoísmo, ambición, codicia, envidia, etc. Como consecuencia de celos y a su
vez perjudiciales para ellos mismos.
- Otros niños demuestran directamente sus celos atacando por ejemplo a su hermanito, ya sea tirándoles
los juguetes u otros objetos.
- Otros en cambio se pegan virtualmente a la falda de la madre como en un intento de no perderla.
- Hay niños que también toman actitud rencorosa con su ser querido reprochándole haber centrado su
atención y cariño en otras personas que no sean ellos.
- No es raro ver también síntomas como chuparse el dedo u orinarse en la cama a niños ya mayorcitos
demostrando de alguna manera sus celos o desagrado con el recién llegado.

Cómo corregirlo:

- Quizás con un poco de tacto y atención al niño podamos resolver bien y fácilmente este problema.
- No dar demasiada preferencia visible a otros niños, para tratar de no seguir difundiendo celos.
- No regañar, ni decirle al niño celoso que es malo o que debiera avergonzarse de su conducta, pues esta
actitud solo dará como resultado un acentuamiento de sus celos.

Niños Egocéntricos
Son niños que se consideran el centro del mundo, de quien todos deberían estar pendientes. Por eso cree
merecer más atenciones que los demás y procura lograrlas del modo que sea, incluso a veces fingiendo
estar enfermo, y así logra que los demás se ocupen de él. Estos niños solo miran su propia conveniencia, y
suelen estar alegres cuando les dedican todas las atenciones. Cuando algo les sale mal o los demás se
olvidan de ellos enseguida se enfadan o entristecen, de aquí que cambian a menudo de humor ya que
siempre están pendientes de los demás y de las cosas exteriores.

Causas
Esto suele presentarse en hijos únicos, ya que ellos son atendidos con mucho cuidado, sobretodo cuando
su concepción ha estado sujeta a miles de tratamientos, pues suelen brindarles las mayores atenciones.
También es una causa la mala educación impartida por sus padres, al enseñarles a ser egoístas y no
compartir sus cosas con los demás. Los niños adoptados por matrimonios que debido a esterilidad no
pueden concebir hijos y sus cuidados se centran en el hijo enseñándoles que todo lo que les rodea está
dirigido hacia ellos.

Niños Tercos y Caprichosos


Son especialmente frecuentes entre los dos y los cinco años, pero pueden presentarse también en otras
épocas. Se presenta en niños que no están bien educados, en los cuales es fácil que en ciertos momentos en
que se les contradice o algo no le sale como el quiere, tenga accesos de furia, rabietas que son como crisis
de gran excitación nerviosa. Con estas crisis el niño pretende en muchas ocasiones asustar un poco a los
padres para que les concedan lo ellos desean. Otras veces son simplemente señal de protesta contra el
mundo que le rodea porque no consigue sus objetivos más o menos egoístas.

Los niños propensos a estas crisis suelen ser de carácter egoísta y más o menos histéricos, con defectos de
educación. También los niños bien educados pueden tener excepcionalmente alguna rabieta. Entonces
suelen ser debidas a alguna indisposición que les produce una mayor irritabilidad nerviosa, por no haber
dormido bien o por estar muy cansadas, etc.
Durante las rabietas los niños suelen gritar y llorar con fuerza. Pueden llegar incluso a intentar pegar a sus
padres o superiores. Es frecuente que tiren objetos al suelo, otras veces desahogan rompiendo a puntapiés
un juguete que se le había regalado recientemente. Si el niño ha sido bien educado y excepcionalmente

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tiene rabietas, debemos limitarnos a tranquilizarlo con palabras suaves y cariñosas intentando convencerlo
que aquello que le ha pasado no tiene importancia y se puede arreglar.

Pero si el niño repite la crisis muy a menudo y dura bastante rato es mejor consultar a un médico, pues
puede ser que algo o alguna enfermedad esté excitando sus nervios. No es recomendable castigar al niño
durante la crisis pues así no resolveríamos nada. Lo correcto es averiguar la causa de la excitación nerviosa
y suprimirla.

Niños Insolentes y Agresivos


Son niños con impulsos destructores, por lo general rompen todo lo que cae en sus manos: juguetes,
papeles, cuadernos, etc. Cuando no son observados rayan, los muebles, insultan a conocidos y
desconocidos y hasta a sus propios padres. Cuando estos se enfadan su agresividad se vuelve aún más
violenta, se han visto casos de que los hijos han sido regañados por uno de sus padres y han intentado hasta
de responderles.

Los casos expuestos son bastante frecuentes algunos de estos niños padecen de cierto retraso mental y por
ello ven mas que sus propias ideas perturbadoras de agresividad. Estos niños están predispuestos a
enfermedades que perjudican los nervios irritándolos y debilitándolos, como infecciones, meningitis,
envenenamiento, etc.

Causas
Una de las causas principales de este trastorno es que los niños se desarrollan en un ambiente donde la
violencia es algo cotidiano o una forma de autodefensa. También la causa radica en la inseguridad que
determina el miedo que conduce al niño a una actitud de defensa exagerada que aboca al odio y
agresividad. Pues el niño siente la necesidad y defenderse atacando es como un instinto que le induce a
destruir todo y cuanto hay a su alrededor para conseguir una sensación de seguridad y poder. Por ello en
muchas ocasiones se hace indispensable la consulta psicológica.

Ataques Premeditados – Niños Crueles


Son impulsos agresivos crueles y egoístas que van unidos al placer y la satisfacción. Este caso puede
presentarse a partir de los 4 años, en la cual el niño busca sensaciones nuevas, satisfacer sus deseos. Por lo
general son chicos carentes de afecto por lo cual es la principal causa de que ellos se formen así, ya que
provocan una desconfianza de tipo paranoide, enojo, rechazo materno o paterno, ya que siente que ha sido
olvidado o sacado del ambiente familiar. La explosión destructora y agresiva se calmarán cuando el niño
puede conectar su agresión con la persona que siente lo ha frustrado.

Trastornos del Estado de Ánimo


Niños Irritables
Son niños que se enfadan de sobremanera cuando se le priva de cualquier cosa aunque tal privación esté
plenamente justificada. Por cualquier contrariedad grita y llora de un modo desproporcionado a la causa.
Cambia de humor sin suficientes motivos y no tiene el menor control sobre sus nervios. Le cuesta mucho
dormirse. Sufre con frecuencia sueños intranquilos, pesadillas, sobresaltos y terrores nocturnos. Los
pequeños con este trastorno se hacen más irritables de lo normal y disminuye el poder de control de la
voluntad sobre las emociones.

Causas
- La debilidad del sistema nervioso obedece a una mala constitución heredada en cuyos casos se tiene
desde el nacimiento.
- En otros casos la debilidad nerviosa se adquiere por falta de una alimentación sana y suficiente.
- Por enfermedades pasadas que han perjudicado sus sistema nervioso.
- También un niño puede volverse irritable a causa de una mala educación, ya que muchas veces la
excitación exagerada del niño es provocada o mantenida sin darse cuenta, por los mismo padres o
familiares, que tienen el mismo trastorno y contagian al pequeño.

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Por ejemplo: Veamos lo que le sucedió al niño Pepito, cuando se acuesta y no logra conciliar el sueño. Al
cabo de un rato entra su madre y al ver que aún no se ha dormido le dice enfadada: “¿Cómo, todavía sin
dormir? ¿Qué estás esperando para hacerlo? ¡Duérmete enseguida!”. Estas palabras son perjudiciales, pues
hace que el niño fije aún más su atención en el hecho de no dormir, aumentando su excitación y dificultad
de conciliar el sueño.

Por eso tanto a este trastorno como a muchos trastornos nerviosos, no hay que darle importancia delante
del niño, de lo contrario constituirían un nuevo motivo de preocupación para él, aumentando su inquietud
y lo que se busca es difundirle la tranquilidad para que puede normalizarse.

Niños Tristes
Son niños que apenas ríen. No tienen alegría natural tan propia de la infancia. Buscan la soledad, y si son
regañados por sus padres lloran desconsoladamente durante mucho rato. Todo esto sucede debido a que el
niño se siente desamparado, tiene poca seguridad y confianza en sí mismo. Apenas juega con otros niños, es
miedoso, pesimista, parece preocupado. Es tímido y apocado. Les falta la alegría de vivir. No olvidemos que el
niño sano tiene que ser alegre, riendo con facilidad y expresando toda la poderosa energía vital que encierran.

Causas
- Una de las causas de este trastorno es la falta de la presencia materna o paterna en los hogares.
- Se ve con mayor frecuencia en niños abandonados o huérfanos ya que no tienen a una persona mayor
cercana a ellos que les brinden los cuidados que un niño necesita, si no que son ellos los encargados de
resolver sus propios problemas.

Así pues la presencia de una persona que le brinde amor, confianza y tranquilidad es indispensables para
poder superar este trastorno.

Depresión en los Niños


“Nadie me quiere”, es una queja común en la niñez intermedia, pero la falta de amigos es sólo una señal de
la depresión infantil. Otros síntomas son la incapacidad para divertirse y concentrarse, fatiga, actividad
extrema o apatía, llanto problemas de sueño, sensación de menosprecio, cambio de peso, afecciones físicas
o pensamientos frecuentes acercad e la muerte.

La persistencia de cualquiera de los síntomas por más de dos semanas puede indicar depresión. De ser así
el niño debe recibir ayuda psicológica, no sólo en busca de alivio sino porque con frecuencia la depresión
infantil es el comienzo de un problema que persiste hasta la edad adulta. Este problema es relativamente
raro entre los niños, y cuando se han presentado lo hacen generalmente en edad escolar.

Causas
Su causa es que lo más probable existan antecedentes familiares depresivos.

Tratamiento
- Es preciso valorar el ambiente familiar, no olvidando también la escuela a la que van, ya que van a ser
los dos lugares donde el niño se va a desarrollar.
- Hay que reforzar la autoestima, y dejar que expresen sus sentimientos.
- Recibir como premio elogios en cada buena acción realizada.

Intento de Suicidio en los Niños


El suicidio ha aumentado en la infancia al menos con los varones. Con frecuencia los suicidios están
precedidos por trastornos recientes en la conducta del paciente, por ejemplo: alteraciones del humor, bajo
nivel de autoestima, trastornos del sueño y apetito, faltas escolares repetidas, depresión, etc. Así pueden
deben considerarse posibles indicaciones de un futuro intento de suicidio en frases como: “Desearía no
haber nacido” o “Me gustaría dormir y no despertar jamás”.
Causas
Entre los factores predisponentes del suicidio destacan:
- Antecedentes de suicidio en los familiares o en algún amigo íntimo.

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- Antecedentes de muerte de algún familiar, entre otros.

Entre los factores desencadenantes del suicidio destacan las pérdidas:


- Pérdidas de autoestima, por discusiones familiares.
- Episodios disciplinarios humillantes.
- Embarazo
- Fracaso escolar
- Cambio de domicilio, y otros.

Todas éstas son algunas de las causas que llevan al paciente a sufrir una sensación fulminante de falta de
dirección en la vida. Por eso el médico o parientes cercanos al niño con este trastorno nunca deben intentar
animar al paciente antes de comprender las circunstancias que han contribuido a originar la situación, pues
ello minaría su credibilidad. Una de las respuestas negativas o de poca ayuda por parte de los padres del
paciente son respuestas humillantes o repulsivas pues solo causarían más daño que restaurar su equilibrio
emocional desde el seno de la familia.

Angustia y Ansiedad en los Niños

Trastornos de angustia por separación


Los niños hasta una cierta edad (8 meses) es fácil dejarlo al cuidado de un conocido o de una nueva niñera.
Pero pasado este tiempo el niño se queja cuando no ve a sus padres o seres más cercanos. Ésta angustia es
considerada un aspecto fundamental en las áreas emocionales y cognoscitivas. Sin embargo una
investigación reciente sugiere que este fenómeno depende principalmente del temperamento del bebé y las
circunstancias de la vida. Entonces podemos decir que la ansiedad por separación es la incomodidad que
manifiesta un infante cuando alguien conocido y a cargo de su cuidado, lo deja.

También podemos observar este trastorno en el momento en que los niños ingresan por primera vez a la
escuela o nido, ellos sienten esta angustia al ver que son alejados de sus padres para ser puestos en un grupo
de niños y personas que el desconoce. Esta condición afecta a casi el 4% de los niños y puede persistir hasta la
época de estudios superiores, cuando esa etapa en su vida deja una marcada huella en ellos.

Ansiedad antes extraños


Cuando la edad del niño comprende 3-9 meses es fácil acercársele pues ve a todas las personas amigables,
sonríe y hasta se deja tocar por personas no tan cercanas a él. Sin embargo pasada esta edad cambian
pareciendo un bebé diferente. Ahora si una persona extraña se acerca, este se queda quieto y rompe en
llanto. Estas actitudes del niño reflejan el reconocimiento y vínculo afectivo con la madre o familiares de su
entorno. Según últimas investigaciones revelan que estas actitudes son variables ya que si observamos a
niños que se desarrollan en un ambiente donde por lo general circulan muchas personas desconocidas, el
niño empezará a habituarse más que otros. Un factor que afecta la reacción de un bebé ante un extraño es
la manera de actuar de quien lo cuida ante la nueva persona.

Por ejemplo: cuando la madre de Ellen los visitó después de no haber visto a la familia durante 7 meses,
Ellen estaba deseosa de saludarla. Resultó evidente que el bebé decidió que esta extraña era una persona en
la que podía confiar y pronto quiso estar en los brazos de su abuela.

Miedo en los Niños


Los orígenes del miedo infantil son numerosos, entre los cuales recitaremos los principales:

1. Las amenazas o castigos inapropiados.- hacen actuar al niño como autómata perjudicándole y en el desarrollo
de sus facultades y lesionando su carácter tal vez para siempre.
Es un sistema pésimo amenazar al niño cada vez que no entiende, debemos recordar que el pequeño
obedece a su padre cuando lo considera el modelo de hombre que él quisiera llegar a ser cuando sea mayor.
Obedece a la madre cuando nota que ella lo comprende. Es importante los mecanismos de la personalidad
infantil. Si el miedo llega a invadir toda la personalidad puede empezar que el niño tenga miedo al “lobo
feroz” o al “coco” y de mayor sienta miedo inmotivado al trabajo, compañeros, mujeres, etc. el miedo puede

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servir para domar animales que carecen de razón, aunque podamos encontrar animales que no necesiten de
este método.
2. Miedo que sientan los padres o personas que rodean al niño.- el miedo es contagioso. Se transmite de una
persona a otra. Solo una personalidad muy firme y con unos nervios muy templados es capaz de no dejarse
influir por el miedo de los demás. Así se transmiten algunos miedos absurdos, como el de las mujeres a los
ratones. Igual el niño puede temer por los chillidos que hace la madre al ver a estos diminutos roedores.
Los padres representan para el niño su protección y seguridad. Si ve que ellos sienten miedo el pequeño cree
entonces que está indefenso frente a los peligros. Esta sensación de inseguridad queda registrada en el
subconsciente y puede persistir incluso hasta que la persona es mayor, haciéndola temerosa e insegura, por
ejemplo en el porvenir económico.
Hay casos de negociantes que debido a su inseguridad se dedican a acumular riquezas con el objetivo de no
morirse de hambre mientras que el problema radica en el interior de él, y lo único que gana es perjudicar su
salud y envejecimiento prematuro.
3. Lecturas y películas productoras de miedo.- es lamentable que numerosas historietas para niños contengan
abundantes elementos productores del miedo como delitos, crímenes, monstruos, vampiros, etc. Y ni que
decir en cuanto al cine, donde la oscuridad favorecen aún más a que las impresiones queden bien grabadas
en la mente del infante, algunos pequeños rompen a veces a llorar. Y entonces se les trata de dar
explicaciones inútiles e incluso contraproducentes para el niño: ¡Qué tonto eres! ¿no ves que sólo es una
película?, el pequeño no comprende la diferencia entre la ficción y la realidad y es casi frecuente ver que por
la noche no logran conciliar el sueño o tienen pesadillas. Aquellas malas impresiones surgirán del
inconsciente produciendo trastornos nerviosos.
4. Exceso de cuidados mal aplicados.- hay padres que perjudican la educación del niño por exceso de tutela ya
que para librarlos del peligro están continuamente vigilándolos para que no se hagan daño. Es cierto que los
libran de algunos contratiempos pero el niño se da cuenta del temor de los padres y el también se siente
inseguro.
Por eso es recomendable hacerles sentir que están seguros pero a la vez que tienen libertad. En consecuencia
el desarrollo del niño se retrasa ya que no aprende ciertas cosas por miedo a hacerse daño.
5. Desengaños sufridos con los demás.- la traición o el abandono de un amigo, la volubilidad de una persona,
etc. Son sucesos desagradables que provocan desconfianza exagerada frente a todo .
Entonces le domina la idea inconscientemente de que los demás son falsos, de que no se puede confiar en
nadie y es más, que la amistad no existe. Tales reacciones las vemos con frecuencia en las personas que
sufren desengaños amorosos, los cuales los deja resentidos para toda la vida.
Temerosos de sufrir un nuevo desengaño cada vez que alguien se les acera. Estas actitudes tienen malas
consecuencias. La persona se encierra en sí misma, vive amargada y deprimida. Por su mismo temor pierde
oportunidades de conocer excelentes personas que podrían dar otro rumbo a su existencia.
Ciertamente es difícil que una persona encerrada en tal vínculo se recupere por sí sola o recupere la
confianza en los demás y en sí misma y por eso necesitará la ayuda de un especialista. El niño es un ser
indefenso y no conoce la malacia de algunos humanos. Así pues se pueden formar los chicos huraños que
temen a las personas, que se esconden tras la falda de su madre al ver a un desconocido y se apartan cuando
éste intenta hacerles algunas caricias.
6. Educación demasiado severa.- una educación demasiado severa puede volver a los niños tristes, deprimidos,
dejándolos inseguros por muchos años. El castigar y golpear al niño por cualquier motivo sólo consigue que
le pequeño se vuelva temeroso y se encierre en sí mismo.
Hay niños víctimas de malos tratos que cada vez que ven a alguien acercándoseles huyen o adoptan una
actitud defensiva. Aconsejamos entonces a todos a nunca dejarse llevar por la irritación cada vez que un niño
se porta mal. Debemos pensar que la mayoría de travesuras las hacen inocentemente sin darse cuenta de que
molestan a los demás.

Conclusión
El miedo constituye una sensación natural en todo niño que crece y se desarrolla. Ahora bien lo que si
puede conseguirse es evitar que el niño crezca exageradamente miedoso y que sienta miedo por cosas que
no tienen por qué infundir temor al pequeño.
Otra medida de excelentes resultados es proporcionarles siempre confianza a los pequeños adoptando una
actitud seguridad y protección frente a ellos.

Fobias en los niños


Las fobias son el temor en exceso que tienen algunos niños por algún animal, objeto, persona, etc. En la
mayoría de los casos es debido a las malas experiencias tenidos con ellos, también en otras oportunidad son
fobias causadas por padres inconscientes quienes le infunden miedo para que de alguna manera “puedan
manejarlos” o “poder corregirlos”. Por eso es frecuente en muchas familias escuchar frases como: “No

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llores porque viene un ratón y te come”. “La bruja te está mirando si sales a la calle” o “ese viejito que carga
costales se lleva a los niños traviesos”.

Estas son circunstancias que en algunos niños con sensibilidad excesiva o muy emotivos suelen crear en sus
mentes las fobias o terror en exceso de algunas cosas. Las obsesiones son impulsos o ideas irresistibles más
fuertes que la voluntad y la razón. Es decir son ideas perturbadoras que obligan a la persona a hacer algo
que ellos no quisieran. Ejemplos de obsesiones frecuentes son:

- La necesidad que tienen algunas personas de lavarse las manos muy a menudo como si quisieran purificarlas.
- La necesidad de comprobar varias veces si se ha cerrado la puerta, o el cajón de la mesa o el grifo del agua.
- El deseo incontrolable de tocar los postes de la luz, etc.

Hay muchos grados de obsesión desde los casos ligeros hasta los más graves en que el niño se siente
impulsado de modo irresistible a robar, a escaparse de la casa, a martirizar a los animales, etc.
Estos son problemas es los cuales se necesitaría la asistencia de un psicólogo para que nos brinde la ayuda
correspondiente para la solución a estos casos.

Abulia
Son niños sensibles e inteligentes, pero cuya conducta no siguen la línea determinada, ya que se deja
arrastrar por impulsos momentáneos. Una de las manifestaciones es ver a un niño que emprende un juego
o trabajo y lo dejan al poco rato sin terminar, para comenzar otra cosa. Son inconstantes y variables. No
perseveran en nada. Nunca están seguros de lo que quieren o deben hacer. Se distraen enseguida. Les falta
voluntad para cumplir lo que se les ordena.

Los niños con este problema son criaturas con un sistema nervioso débil o quizá que la educación que le da
sus padres no es la apropiada, y aunque parezca no de mucha importancia, son experiencias que poco a
poco van dañando su desarrollo, por lo cual son motivos para ver en un futuro a jóvenes sin trabajo estable
o no llegan a terminar ni siquiera carreras técnicas.

Trastornos del Aprendizaje Escolar


Niños Distraídos
Si nuestro niño fuera distraído no deberíamos limitarnos a la conformidad diciendo: Cuando sea mayor ya
se fijará tiene pájaros en la cabeza o sólo piensa en jugar estas y otras frases por el estilo que nada resuelven
Lo primero que debemos de hacer es saber ¿por qué nuestro hijo es distraído tal vez porque su desarrollo
mental está algo retrasado ya que la atención se va desarrollando gradualmente y al compás de la
inteligencia recordemos que el súper dotado también puede ser causa de distracción para algunas cosas.
Conocemos casos de niños que son verdaderos artistas precoces, pero para las cosas de la vida diaria tiene
muy poca memoria, no saben qué día es, olvidan la hora de comer, etc. Las malas condiciones externas
también es un motivo por el cual el niño puede ser distraído ya que para él, mas que el adulto, necesita un
mínimo de comodidades para encontrarse bien y aprender con gusto.

Defectos de la Vista
Es una causa bastante frecuente, pues el niño un rato hace que lee otro mira la pizarra y se queja de dolores
de cabeza y ojos. Afortunadamente hoy en día pueden corregirse perfectamente los defectos de la vista.

No Hallarse en la Clase
Que le corresponde ya que la escuela es el lugar donde se nota la distracción. Observamos en niños que no
asisten a la clase que le corresponde según su desarrollo intelectual niños van demasiado adelantado y
suelen distraerse porque no entienden bien lo que se les explica en clase. Otros niños asisten a una clase
demasiada atrasada para ellos y también suelen distraerse porque saben ya lo que se les explica y se
aburren al oírlo repetidamente.

El Exceso de Tareas

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Se muestran distraídos cuando los profesores los llenan de tareas pues comienza a presentarse el cansancio
mental. Así pues si el niño es distraído, debemos de averiguar si las tareas que les imponen en la escuela
son excesivas para sus facultades y actitudes.

Falta de Juego y Distracciones Sanas


Son muchos los niños que no juegan lo suficiente ya sea porque tienen que trabajar, ayudar en casa, cuidar
al hermano menor, etc. Esto se hace que no haya un equilibrio entre el estudio y los juegos, por eso suelen
distraerse cuando están en clase, cuando comen, etc.

Las Discusiones entre Padres


Hace que el niño a menudo se sienta inseguro y temeroso por lo que pueda estar pasando en su casa, o si
papá vendrá molesto del trabajo, o si mamá se irá de nuevo donde la abuela. Todos estos hechos distraen su
atención ya sea en la escuela, hogar o comunidad. Estos son unos de los tantos motivos que por lo general
causan la distracción no sólo en niños sino también en adolescentes y porque no, también en adultos.

Niños Perezosos
El niño perezoso es aquel que manifiesta una incapacidad o una resistencia frente a los casos normales que
se exigen de él. Al decir normales queremos significar que son cosas que, generalmente, no ofrecen
dificultad para los demás niños de la misma edad. El chico sano y bien formado es muy activo, y le atrae
toda actividad que signifique un ejercicio de sus facultades en desarrollo. La pereza es, por lo tanto un
trastorno cuyas causas hay que descubrir para poder suprimirlas.

Primera hay que fijarnos en una cosa ¿es el niño perezoso para todo o sólo para ciertas cosas? Pues puede
que esté presto para jugar y correr es, en cambio, perezoso para los deberes escolares. Esto es lo más
frecuente. Si nos preguntamos ¿a qué se debe? Puede ser que la enseñanza no se le haga interesante, le
aburre o la encuentra pesada y desagradable.

Todo esto debido a que quizá la enseñanza que recibe no sea la más adecuada para la mentalidad del niño,
ya que son muchos los profesores que logran hacer que la enseñanza sea eficaz y agradable al mismo
tiempo, sobretodo en pequeños que necesitan escuchar algo que les ayude a recordar con facilidad y
sobretodo con mucho gusto la clase enseñada.

- Otras veces la pereza del niño representa una reacción de defensa provocada por un sentimiento de inferioridad o
se inseguridad.

Por ejemplo: Pedrito es un niño inseguro y temeroso, sus padres en lugar de animarlo y alentarlo cometen
el error de desanimarlo poniéndolo en ridículo cada vez que hace algo mal. El niño o sufre cuando se
equivoca y para evitar esos sufrimientos se volviendo cada vez más perezoso, como un mecanismo de
defensa para no sufrir. Lo regañará por perezoso pero no le podrán decir que es tonto, que es lo que más
hiere su sensibilidad.

- Otras veces la pereza es una manifestación del egocentrismo del niño o sea de su afán de hacerse valer o de
implantar su voluntad por encima de la de sus padres o educadores.
- Otra clase de pereza es la de los niños de temperamento variable.
- También podría ser la falta de cariño por parte de los padres o ambiente familiar, como también los celos
inconscientes.

Sólo nos queda averiguar la causa de la pereza. Si es causada por enfermedades hay que hacerle ver con
especialistas, y se debe a cambio que se operan en el niño, durante el crecimiento y tendremos que respetar
es esfuerzo del organismo.

Rechazo Escolar
Este sucede cuando el problema radica en la escuela pues puede presentarse un maestro sarcástico, una
niña en el patio de juegos, demasiado trabajo o abuso de niños mayores. En este caso puede ser necesario
un cambio de ambiente. Los niños que tienen este desorden tienden a ser estudiantes promedios o buenos.

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Así que es mejor conversar con el niño o maestros para ver cuál es la causa de su rechazo ya que su
conducta parece normal.

Fobia Escolar
La fobia de los niños parece relacionarse más con el miedo de los niños por dejar a la madre que por el
miedo a la escuela. Este caso puede manifestarse cuando el niño despierta por la mañana quejándose de
náuseas, dolor de estómago de cabeza. Poco después de haber recibido autorización para quedarse en casa,
los síntomas desaparecen. El problema en sí, es cuando el niño aumenta su inasistencia a la escuela, se
vuelve tímido e introvertido por no desarrollarse normalmente con niños de su misma edad. En este caso,
es mejor consultar con un especialista para ver la manera de cómo ayudar a disminuir este temor.

Niños Indisciplinados
Son casos producidos por una mala educación por exceso de severidad y malos tratos o por el efecto
contrario (exceso de mimos). Hay también en la actualidad personas que fueron educados desde niños con
ese rigor excesivo y cuando han tenido que educar a sus hijos han caído en la formación de niños
excesivamente bruscos, irrespetuosos y groseros en pocas palabras: niños mal educados. Entonces debemos
tener en cuenta que el exceso de modales como su falta perjudica al niño.

La mejor forma de enseñar los buenos modales a los niños es comenzar a respetar a los demás para que
sean respetuosos con nosotros mismos es recomendable que si el niño comete alguna indisciplina, no
dramaticemos por ello y menos en presencia de otras personas. Hay que limitarnos a dirigir una mirada de
desaprobación o unas breves palabras. Luego cuando se esté solo con el niño decirle que su
comportamiento fue algo desagradable pero nunca decirle que fue malo, todo esto debe hacerse sin
resentimiento. Ayuda mucho al niño ir de visita con los padres, visitar jardines de infancia, quedarse solo en
una casa extraña, fiestas infantiles etc. Todo esto con el objetivo de preparar al niño para el trato con los
demás, sin tener o causar conflictos o problemas.

Trastornos de las Relaciones Sociales


Niños Introvertidos
El niño introvertido tiene pocos deseos de relación social, gusta de la soledad y prefiere de la compañía de
otro más pequeño o menos dotado. Tiene una apariencia fría y distante, y no le preocupa su aislamiento.
Siente con frecuencia, atracción hacia un adulto y evita generalmente las actividades competitivas como los
deportes. A veces se muestra irritable, sobre todo cuando se le exige una relación social. Es sensible a la
crítica y puede tener botes de conducta extraña o agresiva.

Aunque no pierde la capacidad de reconocer la realidad puede mostrar preocupaciones poco comunes,
como la violencia o los fenómenos sobrenaturales.
El curso de a enfermedad no es claro. Unos progresaron hacia la socialización al llegar a la adolescencia,
mientras que en otros puede persistir el aislamiento y retraimiento. Debido a este carácter, es posible que
presente problemas en el aprendizaje escolar. Se admite que la introversión es más frecuente en el varón y
generalmente no se manifiesta con claridad hasta los 5 años.

No se debe confundir con la timidez, ya que ésta se manipula deseos de participación social.

Niños Extrovertidos
Son niños muy comunicativos, tienen facilidad para expresar o que sienten. Les gusta estar siempre dentro
de grupos, pues siempre están en busca de compañía, detesta la soledad. Participa en cada actividad que se
presente sobretodo en la escuela, siempre están dispuestos a prestar ayuda en lo que puedan. Expresan sus
ideas sin temor a equivocarse, ya que son seguros de lo que piensan. Suelen enfadarse como todos los
niños tal vez gritando, pero pronto se les pasa el enfado y vuelven a ser como antes. Son niños muy activos
y por lo general más despiertos que otros niños de su misma edad.

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Niños Víctima de los Demás


Son aquellos niños que son tomados como puntos de burla, explotación, corrupción, etc. Este trastorno se
debe a que el niño presenta baja autoestima o quiere integrar un grupo en el cual no es aceptado, pueden
ser niños abandonados que no tienen donde ir y se integran a pandillas con el propósito de subsistir.

También observamos casos en que el niño es utilizado para cometer fechorías y actos corruptos como la
venta y distribución de drogas, robos, etc. La causa de este trastorno se debe al hecho de depender de
personas mayores, y son ellos quienes dirigen sus actos y se aprovechan de sus condiciones para explotarlos
a cambio de un plato de comida o un techo donde vivir.

Otro caso es el de los niños explotados quienes son llevados a trabajar a las minas aprovechando su potencial
de energía pero sin las retribuciones que merecían por tan ardua y dura labor. La explotación en niños la
podemos ver en miles de casos, pues también debemos mencionar a niños que mantienen sus hogares
vendiendo golosinas, mientras que sus padres se encuentran dedicándose a un vicio o simplemente vagando.

Trastornos que Infringen las Leyes Sociales


Niños Mentirosos
Son niños que por lo general no hacen caso en nada. Cuando se cree que se han corregido y dicen la
verdad se enteran de que les han dicho una mentira mayor que las anteriores. La mentira es sumamente
frecuente y no sólo en niños sino que también vemos casos en adultos; llevando siempre a la confusión,
causando perjuicios a nuestros semejantes.

Observemos el caso de una niño mentiroso:


Un día visitaron a sus papás un matrimonio conocido, la señora visitante preguntó al niño ¿me quieres
Pedrito? Y Pedrito respondió: No señora, porque mis papás dicen que ustedes son egoístas y aburridos y
además nos deben dinero. El niño había dicho la verdad, pero se ganó un fuerte castigo. Desde entonces
comenzó a mentir ocasionalmente y vio que generalmente le iba mejor que cuando decía la verdad.
Cuando sus padres se dieron cuenta que mentía comenzaron a castigarlo cada vez que lo descubrían.

El niño en vez de dejar de mentir comenzó a hacerlo más. Sus padres no comprendían por qué. Pedrito
comenzó a sentir una profunda antipatía por sus padres pues no comprendía que unas veces lo castigaran
por decir la verdad y otras por mentir. Para él los castigos sólo le servían para confirmar lo malos que son
los mayores y pensaba vengarse de ellos ¿cómo? diciéndoles mentiras. Se sabía entonces que el niño no
miente porque quiere sino que obedece a algún impulso.

Los niños de 3 años no pueden decirse que mientan porque no distinguen claramente la verdad de la
mentira. Hay que tener en cuenta que la imaginación del niño es muy viva y sueña estando despierto.
Muchas personas se preguntaron ¿por qué mienten los niños? Aquí algunas causas que los impulsan a
ocultar la verdad:
- Para librarse de sospechas por algo malo que han hecho
- Para no contrariar a los mayores con algo que supone les desagradará.
- Por amistad, o sea para hacer un favor a otro niño amigo suyo.
- Para procurar algún placer o golosina.
- Para darse importancia.
- Por último, la mentira que sólo sirve para perjudicar a otro, saciando su afán de odio y venganza.

Lo más recomendable en estos casos es averiguar el motivo por el que mintió el niño, darle tranquilidad,
confianza en sí mismo, ánimo. Hay que desvanecer el miedo por decir la verdad. Enseñarle a nuestros hijos
a reconocer sus fallas y errores aceptando con responsabilidad sus propios actos, pero sobretodo actuando
como ejemplo frente a ellos.

Maltrato Infantil
El abuso físico no es el único maltrato que reciben los niños. El abuso emocional puede incluir rechazo,
terror, aislamiento, explotación, ridiculización o corrupción. Cualquiera de estas formas pueden tener

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graves consecuencias tanto en la niñez como en la edad adulta. Pues forma a niños con perturbaciones
psicológicas, antisociales, bajas en autoestima y con deficiente, por eso es que muchos niños suelen cometer
abusos con niños más pequeños. Éstos chicos tienen más probabilidades de ser hiperactivos, presentar
retraso mental o discapacidades físicas.

Ellos descargan todas las emociones reprimidas y que han sido descargadas por sus padres; saben que no
pueden enfrentarse a ellos por eso es que lo hacen con los más débiles. Por lo general son irritables y utilizan
la violencia como un medio de autodefensa ya que siempre están ala expectativa por si alguien quiere causarle
más daño aún. Si no tienen un tratamiento psicológico a tiempo estos niños repiten la misma cadena, que
guiará a sus futuros hijos igual como lo hicieron sus padres, formando una línea violenta, agresiva, donde los
valores de respeto, confianza y calor de hogar no están presentes de ninguna forma.

Drogadicción y Alcoholismo en los Infantes


La droga cotidiana más frecuente es el alcohol, desempeña un papel importante en los niños a partir de los
12 años. Habitualmente el momento en que los niños empiezan a fumar también se da en esta edad. Las
drogas se entienden por toda sustancia que tras su consumo producen alteración de determinadas
funciones o que puedan inhibirlos; no sólo las sustancias que se fuman sino también las tóxicas y los
fármacos se han considerado drogas.

La causa de su uso en niños es debido al entorno social en el cual se desarrollan. Quizás provengan de
padres alcohólicos o drogadictos, ya que el ver a sus padres drogarse es muy cotidiano en sus familias.
Una de las causas es también cuando el niño quiere ser aceptado en un determinado grupo y toma esas
costumbres para no ser excluidos de él.

Uno de los ejemplos reales es ver como el número de los llamados “pirañitas” van en aumento y la
dificultad reside en los problemas familiares los cuales hacen que éstos niños tomen esta opción de vivir;
robando, drogándose y hasta muchas veces siendo víctimas o los causantes de los abusos sexuales de
menores de edad.

Trastornos Psicovegetativos
Para el niño los pequeños problemas también pueden originar grandes conflictos a los que reaccionan con
fiebre, dolores abdominales y vómitos. Los padres deben en serio los problemas de sus hijos y abordarlos
con comprensión. El dolor puede limitar considerablemente al niño, la mayor parte de los estados
dolorosos están relacionados con un desequilibrio emocional. Una vez descartadas las causas orgánicas se
puede considerar que el dolor es de origen psíquico.

Los datos que indicarán la existencia de un trastorno emocional pueden consistir en estados de miedo,
dificultades en la alimentación, trastornos del sueño, etc. Este trastorno puede presentar los siguientes síntomas:
- Dolores de cabeza
- Dolor de vientre
- Facilidad para vómitos y mareos (se presenta con mayor frecuencia en niños histéricos e irritables).
- Espasmos del sollozo
- Ataque convulsivos por fiebre
- Asma, alergias, úlceras.
- Trastornos endocrinológicos y maduración genital
- Exceso de enfermedades
- Defecto de nutrición y de crecimiento

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CAPÍTULO 3
Psicología
del Adolescente
La adolescencia es el ciclo en la vida del hombre que continua a la pubescencia y la pubertad. Se inicia
entre los 12 o 14 años y culmina con la madurez, (18 a 20 años). No solo es la fase de mayores cambios
psicológicos, sino que también está lleno de cambios físicos. En esta etapa se toman grandes decisiones que
marcaran a los jóvenes para siempre. Es el momento de poner a prueba todas las enseñanzas de nuestros
padres, puesto que es la época de cuestionamientos.

Precisamente por las enseñanzas recibidas estamos en condiciones de ejercer con plenitud todas nuestras
libertades interiores y decidir progresivamente en la formación de nuestra personalidad. La aparente
despreocupación, que percibe la sociedad, de los adolescentes, no es tal, ya que los jóvenes viven por
dentro un conflicto interior. A pesar de ser una etapa de alegría, los adolescentes pasan rápidamente de la
euforia al bajón, del entusiasmo al desinterés, presentando conductas que lo ayudan a encontrar su propio
equilibrio y le permitan emprender el camino hacia un futuro venturoso.

Es importante, en esta etapa de cambios, la presencia de los padres, estos deben actuar estableciendo
límites apropiados para que todo no sea un desparramo, pero deben comprender que sus esfuerzos por
cuidarlo y protegerlo, serán rechazados y cuestionados. La indiferencia y la rebeldía del joven se harán
presentes, y ante cualquier pregunta se sentirán invadidos, con miedo a defraudarlos y con el objeto de
evitar cualquier pelea que pueda poner en juego sus salidas, las respuestas serán cortantes.

PERSONALIDAD E IDENTIDAD
Una de las etapas más importantes en la formación y maduración de la persona se da en la adolescencia, en
ella distinguimos estos dos aspectos íntimamente relacionados:

- La persona se reconoce como un sujeto con deberes y derechos


- La persona es consciente de pertenecer a una comunidad a la que aporta realidad individual y donde
comparte valores y proyectos con quienes la integran.

Psicológicamente el adolescente “siente que debe independizarse” aunque persiste la unión física con
vecinos, padres, hijos, hermanos, y amigos. Estos gérmenes de separación lo llevan a adoptar decisiones y a
tener comportamientos nuevos, a asumir responsabilidades ante sí mismo, afrontar el esfuerzo que le exige
el estudio y comprenderán la realidad económica de su familia.

En cuanto a la inserción social, el factor pertenencia debe acompañar a la formación de la personalidad, así
lo destacan psicólogos y sociólogos, al destacar la importancia de las ideas y conductas de quienes forman el
entorno del adolescente. Y subrayan de modo particular la influencia de los modelos proporcionados por
la comunidad, que brindan al joven marcos de referencia y orientación, es decir modelos válidos.

Pero la sociedad moderna, sus problemas e inestabilidad, hacen que la escala de valores de muchos
sectores sociales a menudo coloquen a los adolescentes frente a caminos de rumbos dudosos, la
delincuencia, los vicios, etc. Dada esta falta de ideas claras, el adolescente no puede reconocer los límites
entre lo bueno y lo malo. Por efecto muchas veces el joven es blanco de críticas.
El papel de la educación es muy importante, ellos de algún modo actúan como detectores de los conflictos
psicológicos y sociales en los que se pueda encontrar el adolescente. Si bien el joven concurre a la escuela

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con deseos de progreso intelectual, muchas veces llega con la carga de problemas familiares que lo
preocupan y lo agobian. De allí la responsabilidad de la escuela de proponer valores y formar a los
adolescentes para una adecuada inserción social.

Otro factor importante que incide fuertemente en la introducción social del adolescente son los medios de
comunicación. Esto se debe al debilitamiento de la influencia de la escuela y la familia sobre el joven, lo
que da lugar a que estas muchas veces impulsan a los jóvenes a comportamientos críticos. Y hasta en
algunos medios se da la existencia de programas frívolos y mensajes de una publicidad comercial
irresponsable que promueven pautas de conducta, que muchas veces son mal juzgadas por los adultos.

CAMBIOS PSICOLÓGICOS E INSEGURIDAD


El adolescente además de vivir cambios físicos y en la sociedad en que vive, se le suma también cambios
psicológicos. Muchas veces el adolescente se muestra decidido y resuelto, pero en el fondo está latente la
inseguridad que los cambios ocasionan. Su indefinición puede notarse en sus pautas de conducta, no sabe
si la independencia que pretende debe ser total o con un control paterno, o si en ciertos casos tienen que
decidir individualmente o consultar con un mayor.

En épocas anteriores todo estaba ya diagramado, existía la autoridad indiscutidas de los adultos, que a veces
era ejercidas de manera arbitraria. Cuando este esquema comenzó a desmoronarse, la desorientación que
produjo se fue haciendo notoria la falta de identidad en el adolescente. Los valores y normas de
comportamiento que haya incorporado el adolescente a su YO, marcaran su identidad, servirá de brújula
en su conducta social y permitirá adquirir una identidad sólida. Para que esto suceda, necesita que sus
éxitos y rendimientos sean reconocidos porque son parte del proceso de maduración. Cuestionarlos es
aumentar su desorientación. El adolescente debe saber quién es y quien quiere llegar a ser, de lo contrario
sus decisiones no serán acertadas.

Los adolescentes no aceptan marcos de referencia, las actitudes de indiferencias y rebeldía aparecen como
elementos naturales de la adolescencia, la huida frente a los conflictos interiores y problemas con el mundo
que son canalizadas mediante el ruido y aturdimiento. Para demostrar disconformidad se adoptan pautas y
gustos estandarizados alejados de lo que piensan y desea la sociedad. Pero esto tipo de “Personalidad
Estándar” impuesto por un sector no puedo considerarse el ideal de identidad personal del adolescente.

LA RELACIÓN CON LOS PARES


Los amigos/as son para el adolescente su lugar de su actividad, de donde surge su iniciativa, su espíritu
aventurero y en donde comienzan a surgir las necesidades románticas.
En esta etapa, los adolescentes comienzan a reducir la cantidad de personas en sus contactos grupales.
Su capacidad de entablar nuevas relaciones y la tendencia a la intimación, quitan superficialidad y la amistad
juguetona de la a niñez. Formándose así, las amistades de toda la vida, poniéndose de relieve, la seriedad en
el contacto entre ambos sexos. Lo que indica un buen índice de maduración.
La tendencia a reducir los contactos, hace que el YO se aísle conscientemente y quede en soledad. El
joven vivencia la soledad, como pena, pero no obstante como una necesidad. A ello se opone el constante
deseo de contacto, el lamento por el amigo/a o por un ser a quien se puede decir todo lo que uno mismo
no puede resolver.

CAMBIOS FÍSICOS
El tema central de la adolescencia es el de la identidad, el llegar a saber quién es uno mismo, cuáles son sus
creencias y sus valores, que quiere realizar en la vida y obtener de ella. El adolescente además debe
habituarse a un cuerpo renovado, con nuevas capacidades para la sensación y la acción, alterando la
imagen de uno mismo en consonancia con ello. Para muchos de ellos el mundo se libidiniza, se sexualiza,
hasta el punto que los hechos más innocuos pueden adquirir cierto erotismo. Pero existe una gran
diferencia entre el desarrollo físico y los cambios psicológicos que pueda sufrir el adolescente, por eso
debemos aclarar 3 términos antes de empezar a hablar de los cambios físicos:
Pubescencia: es el periodo aproximadamente de 1 año que acontece a la pubertad, el término se refiere
también a cambios físicos que tienen lugar en este periodo y que culminan en la pubertad. El comienzo de
la pubescencia se caracteriza por una aceleración en el ritmo de crecimiento físico y por el término de

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latencia de crecimiento. Junto a este proceso de aceleración se producen cambios en las proporciones
faciales y corporales, la maduración de los caracteres sexuales primarios y secundarios

Pubertad: momento en la vida, en el que comienza a manifestarse la madurez sexual, en las niñas con la
aparición del primer ciclo menstrual o menarquía y en los varones por diversos signos, quizás el más
confiable sea la presencia de espermatozoides en la orina. La pubertad no tiene límites claros, ni en
varones, ni en mujeres.

Al principio la menstruación es escasa e irregular y a veces pasan meses entre un flujo y otro. Es posible
que los varones no puedan todavía eyacular, aunque hayan descubierto que la proximidad femenina es un
fuerte estímulo para la erección. Generalmente se establece como edad de la pubertad los 12 años para las
mujeres y los 14 años para los varones. Pero no tiene sentido hablar de promedios. Pues son muy amplias
las diferencias individuales entre los diferentes grupos, debidas posiblemente a la alimentación, el estado de
salud, la exposición al estímulo sexual, y muchos otros factores desconocidos. Pero se tiende a decir que los
varones llegan 2 años después que las mujeres a la pubertad.

Adolescencia: Aplicado al desarrollo físico se refiere al periodo que comienza con el rápido crecimiento de
la pubertad y termina cuando alcanza la plena madurez física. Esta definición es ambigua pues no se sabe
con exactitud lo que es “la plena madurez física”. La adolescencia es un periodo de cambio continuo y será
necesario distinguirla en: “primera fase: es el periodo que va desde la pubescencia hasta alrededor de un
año después de la pubertad, momento en el que las nuevas pautas fisiológicas ya han estabilizado bastante
“Fase final” es el periodo restante, hasta el comienzo de la edad adulta.

En general los jóvenes se desarrollan aceleradamente en los 2 años antes a la pubertad, y especialmente en
el año antes a ella, conocido como la edad de crecimiento máximo. Después el ritmo de crecimiento se
vuelve más lento, las jóvenes alcanzan su altura definitiva alrededor de los 19 años y los varones a los 21
o22 años. Durante la adolescencia física la altura del niño aumenta en un 25% y su peso se duplica.
Durante el periodo de latencia los niños aumentan poco más de 5cm. De altura por año y alrededor de 2
kilos de peso. En el pico del crecimiento adolescente las niñas crecen unos 9 cm en un año y aumentan 5
kilos de peso y los varones crecen unos 11 cm y aumentan alrededor de 6 kilos en el mismo periodo.

Pero observemos que hay quienes maduran más tardíamente y un número casi infinitas de pautas de
crecimiento individuales. Los varones son más grandes que las niñas, excepto en el periodo entre los 11 y
14 años cuando estas últimas maduran antes y sobrepasan a sus pares del otro sexo. En ambos sexos las
extremidades y el cuello crecen más rápido que la cabeza y el tronco durante la pubescencia. En los
varones de produce un notorio ensanchamiento de la espalda, se vuelven más delgados, más angulosos y
más musculosos. En las niñas se dilata la pelvis, cambian las proporciones faciales, la nariz y la barbilla se
hacen más prominentes.

Desarrollo de los caracteres sexuales secundarios:


Tanto a los varones como a las mujeres, les crece el vello púbico, como por ejemplo el de las axilas. En los
varones el crecimiento del vello facial, se produce antes de que aparezca el vello en las axilas. El vello del
pecho aparece recién al final de la adolescencia y sigue creciendo durante la edad adulta. A las niñas les
suele aparecer un poco de vello en la cara y alrededor de los pezones, sin que esto contradiga su
femineidad. El vello púbico se extiende hasta rodear la zona genital y en el curso de este proceso se vuelve
más oscuro, largo y áspero.

Tanto en los varones como en las niñas, la piel se vuelve más basta, sus poros se dilatan y las glándulas sebáceas
se vuelven más activas, produciendo una secreción aceitosa. En consecuencia la apariencia de espinillas y de acné
se vuelve frecuente y el sudor cobra un olor más fuerte. El cambio en la organización fisiológica se refleja también
en el incremento de la presión sanguínea, el pulso y la tasa del metabolismo basal.
Los órganos genitales externos, se hacen más grande, esto es más notable en el caso del hombre. A medida
que los testículos y el escroto aumentan su tamaño, se colocan en suspensión. El tranco del pene se alarga
y se ensancha, la cabeza del pene se desarrolla hasta que en algunos casos emerge completamente del
prepucio y el pene queda colgante. En el momento de la pubertad, el pene comenzara a tener erecciones

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con facilidad, sea espontanea o en respuesta a algún estimulo sexual de cualquier índole, y esa erección será
acompañada por fuertes deseos de eyacular.

El rasgo sexual secundario más ostensible en el hombre, sea el cambio de voz. También las niñas sufren un
cambio de voz pero menos marcado. Sus voces se hacen más llenas y algo más profundas. En las niñas el
primer signo de la pubescencia puede ser la aparición de vello púbico o el aumento en el tamaño de los
pechos. Uno de los rasgos típicos del desarrollo físico es la asincronía en el ritmo de desarrollo, en todo
sentido, de las partes.

SUS PADRES
En la adolescencia el joven trata de independizare en nuevos aspectos de su vida, creencias religiosas,
salidas con miembros de sexo opuesto, quiere más privilegios, más libertad, y disminuir las restricciones
para seguir a la “pandilla”. El joven se preocupa por la posición que adquiere frente a sus compañeros
inmediatos, se esfuerza por parecerse a ellos. Por eso se deduce que tiene que romper lazo con su familia,
basados en la autoridad, el afecto, la responsabilidad, el respeto, el trato íntimo, el dinero y los bienes
materiales, la inmadurez etc.

Hay que observar que en muchos casos los adolescentes durante su desarrollo prácticamente ningún
conflicto con sus familias, este es el caso de la familia del adolescente que lo deja independizarse sin
dificultad, segura de que este no se alejara afectivamente y de que tiene la fuerza para abrirse camino
propio. Pero la regla general es que el ad se aleja de su familia, tanto espiritual como físicamente, a tal
punto en que el hogar llega a convertirse poco más que una pensión donde come, duerme, deja caer las
ropas para que las recojan y las laven, mira T.V., donde recibe y hace llamadas telefónicas. El baño y su
cuarto son dos lugares que el joven elige como refugio, donde puede estudiar y registrar su crecimiento y
donde puede delante del espejo, ensayar, practicar y perfeccionar sus mascara, los estilos e imágenes que
quiere exhibir.

En las familias que comen juntas, las horas de las comidas son quizás las únicas ocasiones que quedan para
un verdadero intercambio entre el adolescente y la familia. Una parte sustancial del tiempo que el
adolescente pasa con su familia estará marcada por sentimientos de frustración, indignación, resentimientos
y dramática. Pero estos sentimientos son muchas veces resultados de no sabe si actuar como un niño o un
adulto, o sea tiende a repudiar su yo infantil, pero no con seguridad.

Por eso sigue siendo la responsabilidad de los padres, proveer orientación, señalar límites y proponer
valores, y si el hijo los combate eso también tiene importancia para el desarrollo. Pues es posible que para
encontrar un conjunto de valores adecuados, el joven tenga que empezar impugnando los valores ya
establecidos por la familia. Y si estos que el joven los escuche no tiene que dejarse llevar por la indignación
moral en sus acciones.

Es cierto que los padres alientan al joven para que llegue a edad adulta, pero a menudo dan la impresión
que esa meta está en un futuro muy lejano. Suele decirse que un joven está preparado para entrar en la
edad adulta 1 o 2 años después de lo que el mismo pretende y unos 2 años ante de lo que los están
dispuestos a admitir los padres. Con frecuencia estos retardan el desarrollo, aunque no lo manifiesten
abiertamente. En conclusión, la persona joven no puede compartir su limitada experiencia con la
perspectiva de quienes han vivido 25 ó 30 años más que ella, y más en una época en que los cambios
suceden tan rápido.

LA SEXUALIDAD
Iniciado el periodo de la pubertad se acentúan los caracteres físicos, el despertar sexual y el comienzo de la
genitalidad adulta son una parte importante de la autoconciencia del adolescente. A pesar de que este
proceso se presente emocionalmente confuso para sí mismo.
A esto contribuyen las novedades fisiológicas y psicológicas de la evolución propia de la edad, el
descubrimiento del placer en el trato y frecuentación con personas del otro sexo. La tarea de esta edad es
dominar “las ganas” de experimentar la sexualidad poniéndola al servicio del amor maduro, una
experiencia colectiva que la adolescencia exige imperiosamente. A pesar de que la iniciación sexual del

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joven dependerá de la influencia de la familia y el ambiente, del grado de evolución de la propia


personalidad, del “grupo de pares”, de la influencia de las normas morales, de carácter religioso, etc.

La sexualidad no es lo mismo para ambos sexos. Y varias veces dependerá de la maduración psicológica de
cada uno de los individuos. En los varones el deseo sexual está centrado claramente en el pene, lo excitan
diversos estímulos externos. O sea, que busca en el deseo sexual, una inmediata descarga de tensiones
mediante el orgasmo.

Algunas niñas, experimentan el deseo de sexualidad del mismo modo que el hombre y unas pocas tiene el
deseo de una constante experiencia sexual que se ajusta al cuadro clínico de la ninfomanía. Muchas otras
posiblemente no conozcan un apetito sexual directo sino hasta en una época posterior de la vida. En el caso
de la mayoría de las adolescentes no sería correcto hablar de “apetito sexual”, sino de “inquietudes
sexuales” que todavía no están claramente diferenciadas de otros sentimientos como los anhelos
románticos, una leve embriaguez, los sentimientos maternales, etc. Por lo común se puede ocasionar
excitación en la mujer directamente en las zonas erógenas.

El hecho de que en los varones el deseo sexual sea claramente reconocible y difícil de confundir con otros
sentimientos, no debe hacernos suponer, que no se mezcla con otros sentimientos. Algo muy fácil de
suponer hoy, donde últimamente se ha instalado una “nueva moral” que se caracteriza por:

- La iniciación sexual temprana


- Rechazo de la virginidad como valor, incluso en las mujeres
- Rotación de compañeros sexuales
- Difusión amplia del tema, a través de los medios de comunicación.
- Auge de la pornografía
- Aumento de la prostitución, etc.

En fin, podemos decir que el adolescente transita en esta etapa de la vida un periodo de autoconocimiento,
que le permite construir una personalidad firme. Luego de estudiar el tema se puede decir que, la gran
inestabilidad emocional, los diferentes cambios físicos y psicológicos que en él se producen, más la gran
inseguridad a la hora de tomar decisiones y sus constantes cuestionamiento, lo llevan a que se produzcan
conflictos con sus padres, producto de la búsqueda de más libertades y con uno mismo debido al gran
desequilibrio en el que se encuentra.

El inicio de la etapa sexual y las relaciones con pares del sexo opuesto, son una de las consecuencias de este
desequilibrio. El sostén de los adolescentes, son sus mismos compañeros y amigos, según ellos “los únicos
que los entienden”. En este periodo, el joven se relaciona con un gran número de gente, de todas las
edades y clases sociales, fruto de sus salidas. Pero también comienza a diferenciar a sus verdaderas
amistades, fortaleciendo su contacto con aquellos que considere que serán “para toda la vida”. “Si le
sacamos a la adolescencia su capacidad de denuncia, de irreverencia ¿le dejamos la capacidad de pensar en
un mundo diferente?” (José Ingenieros)

TRASTORNOS DE LA ADOLESCENCIA
Éste es un período particularmente complejo, que comprende la transición entre el fin de la latencia y el
comienzo de la adolescencia. En este camino, el niño ha de pasar por la revolución puberal, con la
transformación corporal y la definición psicosexual consiguientes, ya que la primera menstruación, en la
niña, y la primera polución, en el varón, ponen fin a las fantasías de bisexualidad. Al mismo tiempo el niño
necesita encontrar vías de acceso a su integración en el mundo de los adultos. Todo ello implica para el
individuo una profunda crisis que compromete las diversas áreas de su vida. Se reactivan en esta etapa
todos los conflictos infantiles: los derivados de la evolución psicosexual, de la lucha por la progresiva
independización respecto a los padres y de las vicisitudes de la inserción en grupos sociales nuevos y cada
vez más amplios. Esto supone un cierto grado de desorganización de las estructuras previas de la
personalidad, que hace vivir al sujeto períodos de confusión, inestabilidad emocional y conductas
contradictorias. El sentimiento de identidad es altamente fluctuante, y sólo se consolidará a través de una
reelaboración de tales conflictos previos.

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Estos difíciles procesos de cambio pueden dar lugar a manifestaciones patológicas específicamente
relacionadas con ellos. Las dificultades pueden afectar a las tres áreas fundamentales en que se desarrolla la
vida del individuo psico-biológico: el área mental, el área del cuerpo y el área de la relación con el mundo
externo. Así, las complicaciones podrán expresarse a través de una problemática vinculada con el estudio
(dificultades de concentración, dispersión, apatía), de trastornos relacionados con el esquema del cuerpo y
sus funciones (anorexia-bulimia, masturbación compulsiva, indefinición sexual y perversiones) o
perturbaciones en la relación con el medio (conductas antisociales, delincuencia, toxicomanías). Se entien-
de, de todos modos, que, aunque las dificultades se manifiesten predominantemente en una de las áreas,
siempre están todas implicadas.

Anorexia Mental
La anorexia mental es un trastorno que presenta una relación muy específica con la adolescencia. La edad
más frecuente de aparición se sitúa entre los doce y los dieciocho años, con gran predominio entre el sexo
femenino. Fue descrita clínicamente, hace más de un siglo, por Gull y Lassegue, y caracterizada como
enfermedad propia de las jóvenes. Sin embargo, su ubicación nosológica no fue suficientemente aclarada, y
continúa, en la actualidad, siendo motivo de discusión.

El síntoma más destacado de la anorexia mental es el despliegue, por parte del enfermo, de una serie de
conductas destinadas a la pérdida de peso, con el consiguiente adelgazamiento, que puede, en ocasiones,
llegar a la caquexia (alteración profunda de la nutrición). Este comportamiento se acompaña de un
trastorno de la imagen corporal, una manipulación del ambiente en lo referente a la alimentación,
hiperactividad y, en las mujeres, amenorrea (supresión morbosa del flujo menstrual).

Conviene destacar que la denominación de anorexia es, en cierto sentido, inapropiada, dado que no existe,
por lo general, pérdida del apetito, o ésta se limita a las etapas más avanzadas de la enfermedad. En este
sentido, la denominación alemana de la enfermedad (delgadez puberal) describe más acertadamente el
cuadro que ésta presenta. Es frecuente que el trastorno se presente en adolescentes que fueron obesos en la
infancia. El inicio de los síntomas puede asociarse a situaciones emocional-mente conflictivas.

El rechazo de alimentos suele comenzar de forma moderada y respaldado por alguna justificación racional,
como el propósito de hacer un régimen por obesidad o alegando trastornos digestivos. También puede
limitarse, en los comienzos, a una minuciosa selección de los alimentos siguiendo diversos criterios, o
experimentar náuseas ante determinadas comidas. El trastorno suele avanzar hacia una generalización de
estas conductas y, por consiguiente, a un incremento de la restricción alimenticia. Dado que el anoréxico
típico es una adolescente que vive con sus padres, se crea frecuentemente una situación de conflicto
familiar. Los padres presionan a su hija anoréxica para que coma, y ésta responde con un comportamiento
hostil, con retraimiento o con engaños: no es raro que mienta sobre sus comidas o sobre su peso.

Dado que persevera en su voluntad de adelgazar, a pesar de las evidencias racionales que pudieran
desaconsejarlo, la anoréxica desarrolla distintas actividades para lograr este fin. Para resistir el hambre,
puede recurrir a distintas maniobras que logren distraerla, o desplazar el deseo de comer dedicándose a
cocinar para los demás miembros de la familia y, por lo general, en cantidades excesivas.

Comer poco no es el único mecanismo utilizado: muchos anoréxicos acostumbran provocarse vómitos, o
ingerir cotidianamente laxantes, diuréticos o anorexígenos. Estos procedimientos suelen ponerse en
práctica en las fases de bulimia (apetito excesivo y voraz) que algunos enfermos alternan con las de
anorexia. El anoréxico puede persistir en el empeño de adelgazar a pesar de encontrarse sumamente
delgado, y mostrar un inexplicable temor a perder el control y engordar.

De continuar en esta línea, la enfermedad evoluciona hacia un cuadro de caquexia con pérdida de peso del
20 al 50%, trastornos de la piel y diversas alteraciones metabólicas y digestivas. El trastorno básico que
permite este adelgazamiento es una seria perturbación de la imagen del propio cuerpo y del
reconocimiento de las sensaciones provenientes de éste. El empeño por lograr un estricto control sobre el
cuerpo y sus funciones lleva a la negación tanto del hambre como de los instintos sexuales y otras

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necesidades corporales. Se observa en la anorexia un empobrecimiento de la vida afectiva y erótica. La


distorsión de la imagen corporal puede, en algunos casos, ser tan marcada que se convierte en una visión
delirante del cuerpo real, llegando los enfermos de extremada delgadez a verse como obesos.

En este sentido, muchos autores destacan los rasgos psicóticos involucrados en la alienada relación que
mantiene el anoréxico con su cuerpo y con la comida. La amenorrea está presente en la mayoría de los
casos, hasta el punto de ser considerada por algunos un signo indispensable para el diagnóstico de anorexia.
El hecho de que aparezcan entre los síntomas iniciales parecería indicar que no se trata de un trastorno
secundario a las alteraciones metabólicas producidas por el adelgazamiento, sino más bien un apoyo a las
teorías que le atribuyen un origen psicógeno.

Psicopatología de la Anorexia
Existen diversas interpretaciones del cuadro anoréxico. Desde su formulación original, por Lassegue, como
una forma de histeria, fue clasificado sucesivamente entre las fobias, las psicosis, o como entidad
psicopatológica específica. En el estudio de la anorexia mental, algunos autores han puesto el acento en la
falta de apetito o deterioro cualitativo de éste. Otros, desde una perspectiva biológica, contemplan los
aspectos fisiopatológicos derivados de la mala nutrición. Los trabajos psicodinámicos toman en considera-
ción los conflictos propios de la pubertad, que podrían estar manifestándose con carácter patológico en los
síntomas anoréxicos. Son numerosas las aportaciones sobre el tema, y no siempre coincidentes.

Thomas plantea que la personalidad anoréxica estaría influida por una relación con la madre en la que
predominaría la ambivalencia de tipo oral. A nivel somático, esta ambivalencia se expresaría como una
oposición entre una imagen ideal del cuerpo, asexuado y ascético, y el cuerpo real, que resulta inaceptable.
En la rebelión del anoréxico contra la dependencia hacia su propio cuerpo, se vería una forma desesperada
de resistencia al desarrollo sexual, que lo llevaría a una madurez no deseada.

M. Selvini sostiene que la anoréxica estaría marcada, en su desarrollo, por una madre sobreprotectora y
excesivamente controladora, lo cual tendría como consecuencia el establecimiento de un Yo débil y
dependiente. En la pubertad, el cuerpo sería vivido como algo hostil, y este débil Yo buscaría su afirmación
en el enfrentamiento con dicho cuerpo, al ser incapaz de hacerlo en las relaciones interpersonales.
Rechazando sus necesidades alimenticias, sentiría la ilusión de ser autónoma y de haber alcanzado por fin
el control de su propio Yo.

H. Bruch, desde un vértice evolutivo, considera que el origen del problema radicaría en el fracaso del
proceso del aprendizaje que lleva, en el bebé, a integrar el hambre con su posterior gratificación. Si una
madre responde siempre contradictoriamente a los requerimientos alimenticios de su hijo, confundiendo
sus mensajes, éste será luego incapaz de alcanzar un correcto conocimiento de sus funciones corporales.
Tendrá perturbada la capacidad de discriminación de los estímulos de su cuerpo y se habituará a responder
a las necesidades de su madre más que a las propias. La consecuencia de este desarrollo sería la distorsión
del esquema corporal y la indiferencia hacia el propio cuerpo que experimenta el anoréxico.

La personalidad anoréxica estaría caracterizada por una profunda regresión, manifestada a nivel corporal,
como expresión del conflicto producido por las dificultades en aceptar las transformaciones ocurridas
en la pubertad. Las fantasías implicadas en el síntoma pueden ser diversas, tales como la negación de
la feminidad, el autocastigo, la purificación, la evitación del crecimiento y de la definición sexual.
Existe acuerdo generalizado en relacionar el origen de la anorexia mental con situaciones conflictivas
de gran trascendencia para el desarrollo, tales como las que se producen en los períodos puberal y
adolescente. La pubertad implica cambios corporales, impulsos sexuales y crisis de identidad, lo que
puede favorecer la reactivación de conflictos primitivos y dar por resultado respuestas inadaptadas que
configuran el cuadro anoréxico.
Bulimia
Bajo esta denominación se suelen incluir cuadros episódicos de alimentación incontrolada. Es frecuente
que dichos episodios sean seguidos de sentimientos depresivos y de culpabilidad. Se trata de un trastorno
típico del comienzo de la adolescencia, con predominio en el sexo femenino. Las características de la

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bulimia no sólo se refieren a la cantidad excesiva de alimento consumido, sino también a la forma en que
se desarrolla la alimentación. Por lo general, la ingestión es rápida, compulsiva, con escasa masticación.

Si bien el comer resulta placentero al sujeto, los episodios de alimentación abusiva suelen tener
consecuencias penosas para él. Por una parte, se pueden presentar problemas digestivos, tales como
dolores abdominales o vómitos (éstos, en algunos casos, provocados). Por otra parte, surgen sentimientos
de autorreproche, angustia o depresión, por no haber sido capaz de controlar los impulsos alimenticios,
dado que se tiene clara consciencia del problema. En este sentido, es corriente que se realicen diversas
tentativas de reducción de peso mediante la dieta.

Este trastorno se relaciona directamente con la obesidad. Algunos autores, como Klotz y Balier, distinguen
dos tipos de obesidad: una, constitucional, y otra por polifagia (aumento exagerado de la sensación de
hambre), que se produciría en determinadas situaciones psicológicas. Se acepta, generalmente, la existencia
de una predisposición constitucional a la obesidad, así como hacia muchos otros síntomas, entendiendo
esta predisposición como un dato que ayuda a explicar la forma específica de expresarse un problema y no
como la causa de éste.

H. Bruch, al estudiar la hiperfagia (exceso de comida), señala que ésta sería la expresión de una alteración
subyacente. Sin embargo, la obesidad en los niños, aun considerada como síntoma secundario, sería la
consecuencia principal de una mala adaptación social. Como grupo, serían emocionalmente inmaduros,
excesivamente dependientes de sus madres, inseguros. Con respecto a la pareja paren-tal, destaca el papel
preponderante de la madre, quien se relacionaría con su hijo de forma sobreprotectora y excluyente.

Se trata de madres muy ansiosas, que colman a sus hijos de cuidados y de alimentos por encima de sus
necesidades. En estas condiciones, el alimento adquiere connotaciones afectivas importantes, se transforma
en un equivalente del amor que la madre es incapaz de expresar por otros medios. Se plantea también la
existencia (encubierta por la sobreprotección) de tendencias hostiles hacia los hijos y un intento de evitar
que crezcan.

Toxicomanía
El consumo de drogas se ha convertido en los últimos años en un tema de máxima preocupación. No se
trata, sin embargo, de un hecho nuevo, dado que la utilización de este tipo de sustancias constituye, desde
tiempos remotos, una práctica culturalmente aceptada en numerosos pueblos.

La gravedad de la situación actual se debe a que el uso de drogas ha adquirido características totalmente
nuevas, tanto en lo que se refiere a la población afectada como al tipo de la variedad de los productos
utilizados. En cuanto a su difusión, se observa cómo el hábito de drogarse se ha extendido a sectores más
amplios de la población, y de forma muy especial a la juventud.

La relación entre toxicomanía y adolescencia no es meramente estadística; las particularidades psicológicas


de este período de la vida hacen del adolescente un ser no sólo más proclive a la adicción, sino también
más vulnerable a los efectos de ésta en el desarrollo de la personalidad. Antes de abordar este problema es
conveniente hacer mención de algunos conceptos generales de la toxicomanía.

Existe cierta confusión en el uso del término fármaco o droga, ya que designa, a la vez, sustancias con valor
terapéutico y aquellas otras que no lo tienen. El problema estriba en el hecho de que muchas sustancias
pueden tener función terapéutica, en determinados casos, a dosis adecuadas, y producir efectos tóxicos
cuando su uso es indebido. La OMS define fármaco o droga como toda sustancia que, introducida en el
organismo, puede modificar una o más funciones de éste. En los fenómenos de toxicomanía estarían
involucradas sustancias definidas como drogas causantes de dependencia. La dependencia respecto a una
droga puede ser física, psíquica o de ambos tipos. Se ha pretendido distinguirlas mediante dos términos:
toxicomanía, reservado para la dependencia física, y habituación para la psíquica. La OMS recomienda usar
fármaco-dependencia como término general que caracterizaría la presencia de modificaciones del com-
portamiento y otras reacciones, que comprenden siempre un impulso irreprimible a tomar el fármaco de
forma continua o periódica. La dependencia puede acompañarse de tolerancia, que es la necesidad de

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aumentar progresivamente las dosis de una droga para obtener los mismos efectos farmacológicos.
Determinadas drogas producen, al suspender bruscamente su administración, el llamado síndrome de
abstinencia, que consiste en una serie de síntomas psíquicos y físicos característicos de cada tipo de
sustancia, pudiendo alcanzar en algunos casos extrema gravedad.

Se han realizado numerosas clasificaciones de las drogas atendiendo a diversos criterios, tales como su
situación legal, su capacidad para producir dependencia o tolerancia, o su acción farmacológica. La OMS
reconoce seis tipos: 1) morfina y opiáceos; 2) barbitúricos, alcohol y otros sedantes; 3) anfetaminas; 4)
cocaína; 5) alucinógenos (LSD y similares); 6) cannabis (marihuana y hachís, entre otros).

Una droga tiene características propias que plantean diferentes tipos de adicción. Por otra parte, cada sujeto
puede relacionarse con la droga mediante distintos grados de dependencia. Cada drogadicto es un caso
particular; sin embargo, no puede dejarse de lado el contexto familiar y social que lo rodea, así como, en el
caso del adolescente toxicómano, la singularidad del momento vital que atraviesa.

Personalidad y medio en el toxicómano

1. El toxicómano es inmaduro, de carácter inestable, y presenta tendencias narcisistas y autodestructivas. La


imposibilidad de enfrentarse a realidades frustrantes lo lleva a recurrir a mecanismos omnipotentes y de
idealización que le permitan negar la angustia y crear la ilusión de seguridad y plenitud. La droga simboliza, para
ellos, el objeto ideal que debe protegerles contra toda frustración y ansiedad.
2. La dependencia de drogas se puede comparar al hambre infantil y a la perentoria necesidad de ingerir alimento que
la aplaque. Tal dimensión e importancia que pone en peligro la salud y la existencia en la sociedad en millones de
personas; afectan principalmente a los adolescentes y niños ya que buscan una salida fácil a los problemas
familiares u otros motivos.
3. En este sentido, se habla, respecto a las toxicomanías, de una regresión a la etapa oral del desarrollo psicosexual.
En el toxicómano prevalece una forma de relacionarse con la realidad que tiene un origen precoz y que constituye un
tipo de vínculo de adicción. Ello consiste en la búsqueda imperiosa de una actividad que proporcione de forma
inmediata la ilusión de satisfacción ante la imposibilidad de hacer frente a los sufrimientos y angustias reales.
4. La droga brinda al toxicómano sensaciones de euforia y bienestar, pero, tal como señala Savitt, sus acciones se
dirigen tanto hacia la finalidad de alcanzar un objetivo gratificante, cuanto a librarse de un dolor no tolerado.
Una tesis altamente aceptada es la que define a la droga-dependencia, como la necesidad irresistibles del consumo
continuo de droga con el fin de alcanzar un determinado grado de placer para evitar sensaciones desagradables
5. Al mismo tiempo la droga actúa como un objeto que frustra permanentemente; pasado su efecto, el sufrimiento se
hace más insoportable. La depresión y la ansiedad consiguientes aumentan la necesidad de recurrir nuevamente a
ella, lo cual, sumado a la dependencia farmacológica, aferra al sujeto a la relación adictiva.

La importancia del componente oral en el desarrollo de las toxicomanías ha sido puesta de manifiesto por
numerosos autores. Rosenfeld, entre otros, llama la atención sobre los procesos de incorporación y destete
que se reproducen en las conductas de aspirar, inhalar o ingerir, involucrados en las distintas toxicomanías.
Savitt señala que, en el uso de drogas inyectables, se regresaría a un estado preoral, buscando, en el sistema
vascular, un equivalente al vínculo fetal con la madre. Ello reflejaría la abrumadora necesidad psíquica, en
estos individuos, de fusión total con la madre.

Por lo general, se trata de familias desunidas o inestables, que produjeron carencias afectivas difíciles de
superar. Podría tratarse de padres despreocupados o castigadores, o, por el contrario, excesivamente
indulgentes. La muerte o ausencia de uno de los padres puede constituir un factor desencadenante. Los
padres, aun estando presentes, pueden estar de hecho ausentes en sus funciones con respecto al hijo, al ser
incapaces de poner límites y poder pasar de la indiferencia al castigo sin solución de continuidad. Suelen
ser padres incongruentes, que descargan sobre sus hijos sus frustraciones y conflictos. A menudo, su
conducta contradice sus palabras; es frecuente encontrar algún tipo de adicción, como el alcoholismo, en
uno de los padres.

Perversiones
Las perversiones son comportamientos sexuales regresivos en los cuales hay una sustitución parcial o total
de la sexualidad adulta por componentes de la sexualidad infantil. Las perversiones sexuales no se han

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considerado en todos los casos como enfermedades. Representan una desviación de lo que en la sociedad
se considera generalmente normal, y sólo hay que tratarlas cuando afectan o hieren a otras personas en su
dignidad y en su integridad física o mental.

El punto de partida para su comprensión es el descubrimiento, por Freud, de la sexualidad infantil, y la


comparación por él establecida entre los fines sexuales del niño y los del perverso. Las perturbaciones de la
organización sexual en el púber y adolescente están caracterizadas por un exagerado fortalecimiento de una
pulsión parcial o por una regresión a un estadio anterior. Se explican estas alteraciones por la eclosión de la
sexualidad, superado el período de latencia, y por la reactivación de la conflictividad edípica.

Hasta que el púber pueda elaborar sus distintas ansiedades y fantasías, relacionadas con los cambios
ocurridos en su cuerpo, y asumir una identidad sexual definida, habrá de pasar inevitablemente por
perturbaciones de su sexualidad que, de alcanzar una intensidad y una persistencia exageradas, se
constituirán en verdaderos síntomas de perversión. Sobre el origen de las perversiones existen diferentes
formulaciones. Se acepta, generalmente, que constituyen regresiones de conductas y deseos sexuales a
modos infantiles. Las teorías dinámicas agregan el carácter de defensas patológicas contra angustias
primitivas. En este sentido, se atribuye el rechazo de la sexualidad adulta, y el apego a la infantil, a la
angustia de castración.

La perversión puede surgir, en el púber, de la relación con una madre que le ha hecho creer que puede ser
su pareja y que no necesita crecer ni tener que envidiar al padre. Así, el deseo de ser adulto estaría ausente,
y se evitaría, de este modo, la conflictividad edifica. Se pueden clasificar las perversiones en dos categorías:
respecto al objeto sexual y respecto al fin sexual. La primera incluye homosexualidad, fetichismo, zoofilia,
autoerotismo, travestismo, etcétera. Pertenecen a la segunda el sadismo, el masoquismo, el exhibicionismo
y el voyeurismo.

Homosexualidad
Es un trastorno donde el adolescente posee intereses sexuales por otros del mismo sexo. Al igual que otras
perversiones, la homosexualidad no tiene el mismo valor en niños que en adultos. Durante el período de
latencia y en la pubertad, es frecuente que los niños rechacen a sus coetáneos del sexo opuesto y formen
grupos de amigos, separadamente, los varones y las niñas. El período de doce a catorce años fase del
“grupo homosexual”, altamente variable según las épocas y costumbres de los distintos medios sociales. Lo
importante es destacar que el alejamiento y el menosprecio del sexo contrario son comunes en estas
edades, y pueden considerarse como una fase normal de la evolución hacia la heterosexualidad, que
comenzará a definirse plenamente en la pubertad.

Anna Freud destaca que es un hecho frecuente la aparición en la preadolescencia, y aun en la adolescencia,
de episodios homosexuales alternados con otros heterosexuales, en los que es sumamente difícil
pronosticar su repercusión futura. Muchas conductas, tales como los contactos homosexuales de distinto
tipo, o los comportamientos propios del sexo contrario, deben valorarse según su frecuencia e intensidad,
así como la edad en la que se produzcan.

Una franca homosexualidad después de la pubertad constituiría una perversión propiamente dicha, si bien
pueden existir, más precozmente, tendencias en este sentido que, cualitativa o cuantitativamente, se aparten
de la normalidad. Numerosos estudios realizados entre homosexuales adultos muestran que las primeras
manifestaciones desviadas comenzaron, en la mayoría de los casos, antes de la edad puberal. Partiendo de
la existencia de tendencias bisexuales innatas, se puede entender la homosexualidad como el resultado de
diversas interferencias en el desarrollo psicosexual que determinarían el predominio del componente
homosexual sobre el heterosexual. Los factores que pueden intervenir en este sentido son muy diversos:

 Rechazo por el progenitor del sexo opuesto


 Estimulación psíquica y física excesiva del progenitor del mismo sexo
 Seducciones homosexuales por parte de niños mayores o adultos
 Carencia de contacto con personas del sexo opuesto.

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La relación con los padres y, en particular, su papel en el establecimiento de las primeras identificaciones,
así como la forma en que se desarrolle la conflictividad edípica, son elementos de fundamental importancia
para la futura definición sexual.

Los principales psicodinamismos implicados en la homosexualidad masculina serían los siguientes:


1) Identificación con una imagen femenina por ausencia del padre o dominio de la madre en la pareja parental
2) Fracaso de la identificación con la imagen masculina por miedo u odio a un padre sádico o autoritario
3) Predominio de la fijación libidinosa hacia el padre por ausencia de la madre
4) Defensa contra la agresividad dirigida hacia el padre
5) Fijación en impulsos pre-genitales.

En la homosexualidad femenina serían los siguientes:


1) Resentimiento y frustración con el padre
2) Identificación con el padre para poder amar a la madre
3) Fijación a la madre idealizada como necesidad de retenerla, aunque, a veces, la identificación encubra un odio
profundo.

Aproximadamente 5 de cada 100 individuos presentan esta tendencia homosexual, en una sociedad abierta
deberían tener las mismas posibilidades educacionales y laborales. Muchas parejas del mismo sexo
desearían documentar su convivencia mediante una unión similar al matrimonio, también en el plano
social, hasta hoy no tienen ese derecho

Fetichismo
Es el apego emocional o excesivo o el impulso sexual dirigido a un objeto inanimado. Puede tratarse de
prendas femeninas, muñecos, trozos de tejidos u objetos de diversa índole. También puede referirse a una
sobrevaloración erótica de una parte del cuerpo humano, como cabellos, el pie, etcétera.
Freud señala como elementos comunes, entre el niño y el adulto fetichistas, la fuerte carga libidinal
depositada en un objeto. En el adulto, el objeto fetiche es necesario para la excitación sexual, En la
pubertad o la adolescencia, el fetichismo puede convertirse en perversión, en la que el objeto fetiche sirve
de vía de descarga principal de las mayores excitaciones sexuales. En la adolescencia, se agudiza la angustia
de castración, y el fetiche sería una defensa contra tal temor al negar esta castración. Para Freud, el fetiche
representa el pene de la madre, es decir, la negación de la ausencia de pene en la mujer.

Exhibicionismo
El exhibicionismo como perversión consiste en la exhibición morbosa de los órganos genitales como medio
de obtener excitación sexual. En el perverso, la exhibición genital .tiene el carácter de instinto parcial para
superar el temor a la castración. El sujeto busca provocar una reacción en los demás como prueba de su
posesión de pene. Existiría la fantasía subyacente de que la mujer le exhibiera el suyo.

A partir de la adolescencia, el exhibicionismo puede tener las mismas características de perversión que en
los adultos. Autores como Basquin y Trystram encontraron que, en los adolescentes, el exhibicionismo no
se producía como un núcleo perverso aislado, sino asociado a otras manifestaciones como masturbación y
agresiones.
El exhibicionismo genital es un trastorno que se presenta en los hombres. En las mujeres suele desplazarse
a todo el cuerpo, es decir, reemplazando el deseo infantil de exponer los genitales por el de exhibir el
cuerpo con excepción de los genitales. A menudo se da en personas con una personalidad insegura.

Voyeurismo
Es una desviación consistente en la desviación de gratificación sexual mirando aspectos del cuerpo
especialmente relacionados con las zonas erógenas. Como perversión adulta se define como la excitación y
satisfacción sexuales mediante la observación de los genitales de otras personas, de sus cuerpos desnudos, o de
la realización del acto sexual. En la pubertad, reaparecerá con gran intensidad el deseo y la atracción hacia la
contemplación de los genitales. Frecuentemente, es motivo de sentimientos de culpabilidad y vergüenza.

La interpretación psicoanalítica de esta perversión, tal como la refiere Fenichel, se relaciona con fijaciones a
experiencias infantiles provocadoras de angustia de castración, tales como la contemplación de genitales

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adultos o de la relación sexual entre los padres. En algunos casos, el acto voyeurista puede adquirir
connotaciones sádicas, cuando predomina la fantasía inconsciente de destruir al cuerpo o a la pareja
espiados. Las tendencias voyeuristas perduran normalmente en la sexualidad adulta como componente
infantil integrado en la genitalidad y forman parte, muchas veces, de los preliminares del coito. En la
perversión voyeurista, se trata de la forma dominante o exclusiva de expresión sexual.

Travestismo
Consiste en el hecho de vestirse con ropas del sexo contrario y adoptar actitudes de dicho sexo. Es
frecuente en los niños pequeños y, sobre todo, en las niñas, disfrazarse con ropas de hermanos o adultos
del sexo opuesto. Se convierte en patológico cuando se vuelve hábito o necesidad. Freud sugiere, entre
otras las siguientes posibilidades: vestirse de mujer puede significar, para algunos, la búsqueda del amor
materno, al negar la virilidad que, real o imaginariamente, entiende como mal vista por su madre.

En otros casos, la rivalidad fraterna puede llevar a tomar la apariencia del hermano de sexo opuesto, al que
se considera el preferido. Señala dicha autora, asimismo, que sólo cuando el disfrazarse vaya acompañado
de muestras de excitación sexual puede considerarse indicativo de perversión en el adulto. El travesti, al
igual que el fetichista, se niega a aceptar la carencia de pene en la mujer; lo particular de esta última
perversión es que el sujeto se identifica con la mujer fálica inconscientemente fantaseada.

Masturbación Compulsiva
Es la palpación ansiosa y morbosa de los órganos sexuales. Existe un sentimiento de culpabilidad y un
temor al castigo muy intensos. El sujeto desea interrumpir esta práctica, pero le resulta imposible hacerlo.
La masturbación compulsiva puede ser la expresión de impulsos pregenitales sádicos. Revela conflictos
centrados principalmente alrededor de la hostilidad y la agresividad, así como también de la expectativa de
castigo correspondiente.

La agresión puede estar dirigida contra una figura parental, a la que se ataca por sentimientos de odio y
exclusión, o hacia el propio Yo del masturbador, implicando tendencias autodestructivas. A veces, la
masturbación compulsiva constituye la expresión de sentimientos omnipotentes que manifiestan fantasías
de autoabastecimiento, en el sentido de poder prescindir del entorno. Junto con otros síntomas puede
denotar un peligro alejamiento de la realidad. Se puede mantener en el adulto como práctica patológica,
con características adictivas, y excluyendo la actividad sexual normal.

Sadismo
Se refiere a la obtención de placer mediante la tortura de otros. Éstas personas consiguen el orgasmo
cuando tienen la posibilidad de provocar dolor, heridas o también humillaciones a su pareja. Con
frecuencia estas personas son incapaces de mantener una relación sexual normal.

La delincuencia
Los factores psicológicos y sociales previos
La delincuencia juvenil es un tema de innegable trascendencia, tanto por sus aspectos sociales como por los
de tipo psicológico. Desde el punto de vista sociológico, la delincuencia se refiere a la transgresión de
normas y reglas, que son altamente variables en las distintas épocas y de un país a otro. Las edades en las
que se puede aplicar la noción de delincuencia juvenil están, en gran parte, en función del ordenamiento
jurídico de cada sociedad.

Desde un punto de vista psicológico, la valoración de un hecho como delictivo debe basarse más en sus
motivaciones que en criterios externos. Se puede considerar la delincuencia juvenil determinada por la
superposición de tres tipos de factores. El primero se relaciona con una predisposición particular de la
personalidad, que corresponde al “carácter antisocial” o a la “delincuencia latente”. Este tipo de
personalidad se gestaría en las primeras relaciones e identificaciones infantiles con sus padres y su medio.
Interviene, como segundo factor, la gravitación de las influencias sociales y familiares durante el período de
latencia y adolescencia, capaces de transformar la delincuencia latente en delincuencia manifiesta.

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Por último, la delincuencia juvenil puede considerarse como un fenómeno directamente ligado a la
adolescencia, no solamente por la edad en que se manifiesta, sino también porque en ella se expresan
muchos de los conflictos típicos de este período, si bien emergiendo de forma patológica. Los problemas
psicológicos por los que atraviesa el adolescente pueden hacerlo más vulnerable a las conductas delictivas.
En la génesis de la delincuencia juvenil incidirían, pues, factores psicológicos y sociales, pudiendo variar la
importancia relativa de éstos en cada caso.

Entre los factores primarios que condicionarán en el niño pequeño la formación de un carácter antisocial,
destaca la importancia de los vínculos conflictivos que haya podido tener con la madre, y más tarde con el
padre, así como los problemas existentes en la pareja parental. Sin duda, las personalidades perturbadas de
los progenitores, las separaciones, las enfermedades, la extremada pobreza, etcétera, pueden despertar gran
ansiedad en el niño e interferir negativamente en su desarrollo emocional. Numerosos estudios han
comprobado la trascendencia de la pérdida de uno de los padres por abandono o muerte, señalando la
evidencia de la relación entre hogares deshechos y delincuencia juvenil.

Teorías psicoanalíticas
Desde un punto de vista psicoanalítico, se han formulado distintas interpretaciones de los psicodinamismos
implicados en esta temprana etapa del desarrollo de las personalidades antisociales. Fenichel encuentra en
los delincuentes juveniles un Superyó incompleto o patológico, atribuido, en gran parte, a la imposibilidad
de establecer relaciones duraderas e identificaciones estables con la figura parental. Friedlander atribuye la
formación caracterológica antisocial a la no resolución del conflicto edípico y a una insuficiente
interiorización de la figura paterna, lo que impide al niño aceptar una disciplina y reprimir sus impulsos. En
este sentido, afirma dicho autor: los deseos instintivos no se han modificado y aparecen por eso con toda su
fuerza. El Yo, dominado por el principio del placer, y falto del apoyo de un Superyó independiente, es
demasiado débil para gobernar los deseos que se despiertan en el Ello.

Melanie Klein afirma que su tendencia agresiva los impulsa a atacar los objetos que les rodean, incre-
mentando un cúmulo de ansiedad difícil de tolerar. Esta ansiedad determina, junto con la culpa, la creación
de un círculo vicioso que los lleva a la repetición de los actos destructivos no sólo como descarga, sino
también como búsqueda inconsciente de castigo que alivie su tensión interna.

Factores ambientales
El vagabundeo, la desocupación, la desmembración familiar, el entorno delictivo son algunos de los agentes
mencionados en este sentido. Muchos de estos puntos cobran especial vigencia en la actualidad. El
delincuente juvenil suele ser exponente de las ansiedades y tensiones del ambiente social patógeno que le
rodea. Uno de los problemas más graves es el desempleo juvenil.

Al margen de las privaciones económicas que puede ocasionar, significa para el joven una marginación y un
rechazo por parte de la sociedad, que, al reducirlo a la inactividad, le hará sentirse frustrado en sus
iniciativas, culpable por ser una carga familiar y resentido frente a su entorno. Por otra parte, el ambiente en
que se desarrolla la vida de numerosos adolescentes en las zonas más pobres presenta características
sumamente opresivas. Las viviendas de pequeñas dimensiones, en las que ha de convivir un grupo familiar
generalmente numeroso, pueden generar un clima de encierro, falta de intimidad, promiscuidad, etcétera,
que llevan al joven a desarrollar gran parte de su vida en la calle. En estas condiciones, el medio le
proporcionará abundantes modelos de identificación y numerosos caminos para acceder a la conducta
delictiva.

Adolescencia, delincuencia juvenil


La delincuencia juvenil es, esencialmente, adolescente, porque se manifiestan en ella, de forma acentuada,
la mayor parte de los problemas que se reactivan en esta etapa de la vida. Las crisis emocionales que se
producen por los inevitables cambios corporales y psicológicos pueden llegar a crear serias alteraciones en
el sentimiento de identidad y desencadenar trastornos de conducta que constituyen defensas contra estas
crisis. La actitud psicopática caracterizada por el comportamiento versátil, la falta de responsabilidad y la
necesidad de satisfacción inmediata de todos sus deseos, sin soportar postergación, es una de las respuestas
ante estas crisis, que se pueden transformar en actos delictivos.

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Los estados de confusión y los fenómenos de despersonalización, provocados por el desarrollo


psicobiológico y aumentados cuando el grupo familiar y el social han fracasado en su rol de continente, se
reflejan en la búsqueda desesperada por “instalarse” en un grupo que confiera cierta solidez a su
tambaleante identidad. El grupo ofrece la ventaja de ser depositario de las ansiedades del joven; también
puede proyectar en sus integrantes los aspectos más conflictivos y rechazados de su propia personalidad. En
ciertos casos, los grupos podrán caracterizarse por ser una banda de homosexuales, de drogadictos, o
eminentemente delictiva.

El adolescente que ya venga cargado con su predisposición antisocial, incrementada por la influencia de
factores familiares y sociales adversos y una personalidad insegura, se incorporará a dichas bandas con la
finalidad de encontrar un grupo de pertenencia que lo contenga y le confiera alguna forma de identidad,
aunque se trate, de una “identidad negativa”, para éstos jóvenes es preferible ser alguien perverso,
indeseable a no ser nada.

Estos jóvenes son incapaces de instrumentar el pensamiento racional y de ponerlo al servicio de un


planeamiento anticipatorio, con ausencia de previsión sobre la consecuencia de sus propios actos. Estos
muchachos utilizan el lenguaje verbal como técnica de inducción sobre las personas; son rápidos para
percibir las debilidades de los demás y aprovecharlas en beneficio propio. En sus relaciones personales,
tienden a cosificar los vínculos, tratando a quienes los rodean como instrumentos y objetos para sus fines.
No pueden establecer lazos afectivos, y padecen grandes dificultades para amar y tener amigos. Tienden,
por lo general, a la mentira y al engaño de forma crónica, así como a la provocación e intimidación de
compañeros y extraños.

Suelen actuar como líderes psicopáticos de pandillas, sometiendo a los integrantes a sus mandatos y
caprichos. Es frecuente que recurran a las fugas repetidas de casa, robo, vandalismo, al vagabundeo, y, en
ocasiones, al abandono definitivo del hogar. En definitiva, la típica conducta desaprensiva, y a veces
delictiva, de estos jóvenes es el resultado de su imposibilidad de elaborar adecuadamente las vicisitudes de
su propio crecimiento y las relaciones conflictivas con sus padres y con el ambiente social, vivido como
amenazador y frustrante.

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EVALUACIÓN
1. ¿Comente la Teoría Psicosocial del Desarrollo planteada por Erik Erikson.
2. ¿De qué manera considera usted que los trastornos psicológicos influyen en el
rendimiento del niño en su actividad de aprendizaje? Mencione y analice algunos de
ellos.
3. Desarrolle un breve ensayo sobre la personalidad e identidad del adolescente.
4. Comente dos trastornos en la adolescencia.

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