Vous êtes sur la page 1sur 14

PROBLEMAS EN TORNO A LA AUTENTICIDAD PAULINA DE

LAS CARTAS PASTORALES

I – El asunto a tratar
Ante el conjunto de las Cartas, llamadas “Pastorales”: dos a Timoteo y una a Tito, se acumulan
mayormente los argumentos en contra de su origen paulino. Tanto el vocabulario como el estilo serían
muy diferentes a los usados por Pablo en sus cartas indiscutidamente admitidas como auténticas.
También su actitud es apreciada como poco a tono con el heroísmo del primer cristianismo1,
manifestando además una acentuada preocupación por la ortodoxia, combatiendo errores 2, así como la
organización eclesial (obispos, presbíteros y diáconos, sucesión jerárquica por medio de la imposición
de manos), realidades – sostienen – que serían poco acordes con el espíritu “más carismático” y no tan
formal, que se respiraba en las cartas genuinas de Pablo.
También aquí hemos de repetir que, la autoría paulina o no, en nada comprometería la autoridad
de que estos escritos gozan en la Iglesia y para la teología, dado que todos las admiten en el canon
bíblico.
Sin embargo, el haberlas relegado a épocas pospaulinas, de hecho las ha declasado a los ojos de
muchos. Se va instalando furtivamente Un “canon dentro del canon”, dando preferencia a lo que sería
el cristianismo más primitivo, en desmedro de las evoluciones posteriores, perceptibles aún dentro de
los mismos Libros Sagrados.
Así, por ejemplo, cuando Y. Congar reprochaba a H. Küng3 su menosprecio de los datos
ofrecidos por los Hechos de los Apóstoles y las Cartas Pastorales, a favor de un exagerado

1
Se ha llegado a hablar del “espíritu burgués” de estos escritos. M. Dibelius acuñó tal calificativo, bastante denigrante (Die
Pastoralbriefe, Tübingen – 1931 -, comentando I Tim 2, 2). Católicos como N. Brox (“Cartas Pastorales” en su obra: Cartas a los
Tesalonicenses – Cartas de la Cautividad – Cartas Pastorales, Barcelona /1974: 1ª ed. alemana: 1968/ 459) y R. Schnackenburg,
(Die sittliche Botschaft des Neuen Testaments, Vol II, Freiburg /1988/ 103 y 109. Ed. castellana: El mensaje moral del Nuevo
Testamento, Barcelona /1991/ 120 n. 154) no son tan tajantes, pero (según los refutará M. Reiser): “a fin de cuentas… es aceptada
con aprobación tanto por exégetas católicos como protestantes la característica forjada por Dibelius” (M. Reiser, “Bürgerliches
Christentum in den Pastoralbriefen?” en: Biblica , 74 – I - /1993/ 32 – 33, n. 21).
También J. Sánchez Bosch veía en estos escritos “una Iglesia más institucionalizada, quizás más <aburguesada> (compárese I Tim 3,
1 – 7 con I Co 4, 9 – 13)”. (“Las Cartas Pastorales” en su obra: Nacido a tiempo – Una vida de Pablo, el apóstol, Estella /1994 / 241 –
242). En su publicación, cuatro años posterior, Escritos paulinos, Estella / 1998 /, sosteniendo todavía la inautenticidad de estos
escritos, evitará, con todo, este tipo de devaluación: “El autor de las Pastorales”, 454 – 466. Seguramente, después de haber leído
las agudas críticas de M. Reiser, en 1993, a esta postura.
En efecto, la contraposición, traída a consideración por Sánchez Bosch, entre I Tim 3, 1 – 7 (aprobando el deseo del “episcopado”)
con I Co 4, 9 – 13 (apóstoles vistos como “últimos…, locos, débiles, despreciados”, etc.), como si se tratara de un “far carriera” en el
primer texto y un casi martirio cotidiano en el segundo, se parece a los puntos de vista (pretendidamente) opuestos, que algunos
ven en la “oración por reyes y constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila” (I Tim 2, 1 – 2), pasaje, que
contrastaría con II Cor 11, 23 - 33: el famoso recuento de las fatigas, padecimientos y peligros, que ocasiona la predicación del
Evangelio (Ver: W. Schrage, Ethik des Neuen Testaments, Göttingen – 1989, 2ª ed. 268; M. Dibelius – H. Conzelmann, Die
Pastoralbriefe, Tübingen – 1955, 3ªed. -, 7). A lo cual, muy sensatamente respondía Reiser: “Pero fundamentalmente se debería
comparar sólo lo comparable. I Tim 2, 1 -2 describe un ideal de vida cristiana, mientras que II Cor 11, 22 – 23 es un relato de
acontecimientos experienciales del Apóstol” (ibid., 36). Además: no faltan en II Tim clarísimas alusiones a los sufrimientos
apostólicos de Pablo (Ver: II Tim 2, 8 – 13; 3, 10 – 12; 4, 9 – 18), destacando que, en II Tim 3, 12, se recuerda: “todos los que quieran
vivir devotamente en Cristo Jesús padecerán persecución”.
2
Que creen poder identificar con el “gnosticismo”, herejía posterior a Pablo y, por ende, imposible que él pudiera haberla tenido en
cuenta…
3
En su obra: Strukturen der Kirche, Freiburg – Basel – Wien (1963).
“corintismo”4, el tristemente célebre teólogo de Tübingen le respondía que la dogmática, de ahora en
adelante debería tener en cuenta las adquisiciones de la exégesis histórico – crítica, que, en la
actualidad coloca más tardíamente la redacción de Hechos, después del año 80 y reconoce que las
Pastorales, escritas en torno al año 100, no deben ser más invocadas como testimonios apostólicos, sino
como “documentos relativos a un desarrollo discutible y criticable en más de un aspecto, pero legítimo
en su principio y necesario en la práctica”5.
Este arrinconamiento práctico de las Pastorales en la exégesis y la teología actuales, es
notificado por G. de Virgilio, al pasar revista a los trabajos de un congreso bíblico, desarrollado en el
norte de Italia, a fines de 19976. Comprueba, en efecto: “El corpus pastorale se está liberando
gradualmente de una doble precomprensión, que veía por parte católica las Cartas Pastorales relegadas
a un papel secundario, de carácter espiritual y sea como sea minoritario para la teología y la
eclesiología en comparación con las grandes cartas paulinas de la madurez; por parte protestante parece
que hay un repensar esta precomprensión ligada a la autoridad teológica de las Cartas Pastorales ,
interesadas por la cuestión del <protocatolicismo>”7.

II – Principales objeciones contra la autenticidad paulina de las Pastorales8


El autor que nos sirve de guía (cuyas razones iremos rechazando), confiesa lealmente: “No todo
lo que se ha dicho contra la autenticidad de las Pastorales resulta convincente”9. Y, en una obra
posterior “Es sabido que los problemas en torno a la autenticidad de nuestras cartas empezaron a
plantearse en el s. XVIII10 y todavía no se pueden dar por definitivamente resueltos: hay estudiosos de

4
Ya que Küng oponía la “iglesia carismática”, sin jerarquía, patente (según él) en la correspondencia paulina con los Corintios. Ver: “L’
Église de H. Küng” en: Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques , 53 (1969) 698.
5
H. Küng, “L’Église selon l’Évangile – Réponse à Yves Congar” en: Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques , 55 (1971)
200.
6
Editado en Bologna: A cura di Giuseppe de Virgilio – Il Deposito della Fede – Timoteo e Tito (1998). Si bien los colaboradores de
este estudio no aceptan la autenticidad de las Pastorales, al menos las rescatan del olvido y menosprecio, a que las había
condenado la generalidad de la exegesis, tanto protestante como católica.
7
G. De Virgilio, en: Rivista Biblica Italiana, XLV (1997) 503.
8
Nos guiamos en el planteo de estas dificultades, por J. Sánchez Bosch: “El autor de las Pastorales “, en su obra ya citada: Escritos
paulinos, 454 – 465. Muy honestamente este mismo autor rechaza más de uno de estos reparos, pero no deja de acumular muchos
otros. Ya se había encargado de este asunto en su artículo en catalán: “L’autor de les Cartes Pastorals” en: Revista Catalana de
Teología, 12 (1987) 55 – 95.
9
Nacido a tiempo, 239.
10
Agregamos el dato tomado de C. Spicq. Los principales negadores surgieron del protestantismo: C. Schmidt (1804), F.
Schleiermacher (1807), J. G. Eichhorn (1812), Chr. Baur…, E. Renan, A. Jülicher, A. Von Harnack, H. von Soden, M. Dibelius, A. Loisy,
R. K. Bultmann…
Pero, hace saber también el gran exegeta de l’ Écôle Biblique, que también grandes nombres entre los exégetas independientes
sostienen la paternidad paulina de estas epístolas: J. H. Bernard (1899), Th. Zahn (1906)…, W. M. Ramsay (1909).., J. Jeremias…,
J.N.D. Kelly (1963). Termina su vasta revisión de tantos autores, advirtiendo: “Después de haber leído la casi totalidad de esta
literatura, queda uno desconsolado al constatar la parcialidad de la mayoría de los exegetas: cada uno expone sus argumentos;
algunos están
informados de las razones contrarias; raros son los que toman verdaderamente en consideración las objeciones que se les opone…,y
la verdad no puede surgir de un diálogo de sordos”( de su obra: Saint Paul – Les Épitres Pastorales, Paris – 1969 – Tome I, 158 – 159
y n. 5).
gran categoría que mantienen la autenticidad y no me atrevería a decir que la evolución camine
irreversiblemente en una sola dirección”11 .

III – El favor de la primera Tradición


El mismo Sánchez Bosch, antes de pasar a la exposición de sus reparos, comprueba
honradamente: “En favor de la autenticidad está, en primer lugar, la tradición de tantos siglos, con
testimonios explícitos a partir del siglo II d. C. El argumento vale, por lo menos, para decir que, si las
Pastorales no fueron escritas por el apóstol, debieron ser introducidas en la Iglesia por sus legítimos
herederos: no hubiera sido fácil en comunidades tan compactas (y además perseguidas) aceptar como
apostólico un escrito sin ninguna garantía”12.
Comprobamos lo dicho con algunos testimonios tomados de C. Spicq13. Es posible que ya la IIª
de Pedro, probablemente redactada en Egipto hacia el 98 – 100, contenga una referencia a las
pastorales.

II Pedro, 3, 15 I Tim 1, 15 – 16

Consideren que la paciencia Cristo Jesús vino al mundo para salvar


(makrothymían) de Nuestro Señor, es (sósai) a los pecadores, de los cuales yo
nuestra salvación (soterían), según soy el primero. Pero se compadeció de
les escribió nuestro querido hermano mí para mostrar en mí, el primero, toda
Pablo, según la sabiduría, que le fue la paciencia (makrothymían) de
dada. Jesucristo.

Continúa Spicq, con numerosas citas14, mostrando hasta qué punto los primerísimos Padres de la
Iglesia (Clemente romano15, Ignacio de Antioquía16 Policarpo17, la Carta del (pseudo) Bernabé18: toman
casi al pie de la letra abundantes dichos de las Pastorales.
El sabio dominico, que venimos siguiendo, se pregunta: “¿Cómo estos eminentes testigos de la
ortodoxia habrían concedido crédito a un documento falso, cuando el corpus paulino estaba ya, sin
11
Escritos paulinos, 454.
12
Ibid.
13
Saint Paul – Les Épitres… 160 y ss.
14
Ibid. , pp. 162 – 164.
15
En numerosos pasajes de su Carta a los Corintios (en torno al año 88).
1616
Hacia el 110.
17
En el año 120.
18
Hacia el 135. Pudiéndose agregar: La Carta a Diogneto (año 150), Súplica a favor de los cristianos de Atenágoras (fechada en el
177) y su contemporáneo Teófilo de Antioquía (Ad Autolycum – 138 -).
duda, constituido y cuando discípulos de Timoteo y Tito sobrevivían todavía? Estos últimos no habrían
dejado de protestar contra la valorización de apócrifos”19.
Hacia el 180 el Fragmento de Muratori, declara que estas cartas son admitidas por la
disciplina de la Iglesia católica, insertándolas en el canon en su calidad de paulinas. En la misma época
S. Ireneo abre su obra Adversus haereses citando explícitamente como de S. Pablo a las Pastorales20.
Cual punto final de esta abundante cosecha patrística, Spicq nos deja estas consideraciones:
“Todo bien pesado, Eusebio21, que fue tan atento en señalar las dudas que se levantaron a propósito de
la canonicidad de los Libros Santos, y en el momento mismo en que da cuenta de las dificultades que
suscita la Carta a los Hebreos (ignorada en el Canon de Muratori), no titubea en colocar las tres Cartas
pastorales entre los escritos admitidos sin protestas en la verdadera Iglesia22.
C. Spicq, cierra este importante recorrido a través de la más primitiva Tradición, señalando: “Se
ha de concluir que, en los dos primeros siglos de la Iglesia hay una unanimidad de numerosos y serios
testimonios a favor de la autenticidad de las últimas cartas de S. Pablo. Según las exigencias de la sana
crítica, este <argumento> debe suscitar la adhesión”23.

IV – Razones descartadas por los mismos críticos


Numerosos negadores de la proveniencia paulina de estas tres cartas, insisten en las diferencias,
sea de contenidos teológicos o de estilo, que pueden observarse entre las cartas indiscutidas de Pablo
(homologoúmena) y las que algunos hipercríticos ponen bajo sospecha (antilegómena).
Para ubicarnos acerca del peso discutible de estas impresiones, tengamos en cuenta, que es
posible observar en clásicos autores, que no siempre van por el mismo camino en sus más famosas
obras. Así, tomando a Shakespeare como ejemplo, si nos basáramos sólo en los temas preponderantes
de la mayoría de sus obras, de tono claramente trágico (Macbeth, Hamlet, etc.), ni se podría sospechar
que él mismo fuera el creador de: “Sueño de una noche de verano”, con su ambiente mágico, y
divertido.
En una palabra: no hay motivo alguno para encerrar a un autor dentro de determinados temas o
estilos de expresión. La versatilidad de acentos, con tal que no derive en patentes contradicciones, en
nada afecta al origen de una única pluma como compositora de variados escritos.
Por otra parte la misma situación impone palmarias diferencias, que en nada afectan a que un
mismo autor deba cambiar asuntos y estilo.
Así, por ejemplo, el Apóstol no escribe a comunidades, sino a dos personas, pastores de Iglesias
locales (Timoteo en Éfeso, Tito en Creta).
También se suele hacer notar, que Pablo ya es anciano y se deja entrever esta nueva psicología
en estas cartas24.

19
C. Spicq, ibid. , 166.
20
Adversus haereses, IV, prol. 1. Se puede continuar con Clemente Alejandrino (150 – 211). Tertuliano (160 – 220).
21
El primer gran historiador de la Iglesia (266 – 339).
22
Historia eclesiástica, III, 3, 5; ver: 4,8; II,22, 5 – 6; V 6, 1.
23
C. Spicq, ibid. , 169 – 170.
24
Ver al respecto las certeras y deliciosas consideraciones de C. Spicq: “La psychologie de l’ Auteur des Pastorales”, ibid., 147 – 156.
El paso de los años lleva bastantes variaciones consigo, muchas veces nuevas insistencias, diferentes modos de expresión. Véase lo
Así, antes de proceder a exponer los inconvenientes, que Sánchez Bosch cree encontrar en la
atribución paulina de las Pastorales, con la honestidad, que le venimos reconociendo, aparta de
antemano oposiciones, que muchos acusan, pero que no valen, para establecer una irrefutable
diversidad de autores.
En consecuencia, después de haber aludido al primer punto en favor de la autenticidad,
consistente en la unanimidad de la más antigua tradición cristiana (como la acabamos de repasar),
atiende acto seguido a este punto, advirtiendo: “El análisis de las cartas, en segundo lugar, no se cansa
de encontrar paralelos y coincidencias con las cartas de Pablo: sobre todo si uno compara todo Pablo
con todas las Pastorales y no se empeña en exigirles que traten ciertos temas y usen ciertos términos
que la exégesis posterior ha considerado esenciales25. Planteado seriamente, el problema de encontrar
una persona que recoja tanto material y lo <monte> con la naturalidad con que lo hacen nuestros
escritos es más difícil de lo que parece26.
El lenguaje y el estilo, como hemos dicho, acusan diferencias. Las definiríamos como un paso
más en la línea de <hacerse gentil con los gentiles> (cf. I Cor 9, 21 – 23): usando un lenguaje más
neutro y menos judío, evitando lo que puede ser mal interpretado (como decir que la Ley conduce al
pecado o que se puede ser justo sin obras)27o puede herir al que viene de fuera (como la mención
explícita de la sangre, de la cruz y de la misma muerte)28. De todos modos, no tenemos que suponer
que el apóstol usara siempre un lenguaje teológicamente tan concentrado como el que conocemos por
las cartas: no creemos que fuera tan kerigmático y tan paradójico en su primer contacto con la gente”29.

que observa Gianfranco Ravasi, sobre sus propias obras: “Si yo mismo me remonto a los libros que he escrito hace veinte años,
encuentro en ellos una diferencia de estilo y un uso diverso del léxico respecto al actual; encuentro allí una diferencia de
conocimiento, una aproximación diversa a los problemas afrontados. Existe, pues, una evolución del estilo y del pensamiento y la
evolución no va siempre necesariamente in crescendo. El Pablo que aparece desde las Pastorales, si fuese el Pablo <auténtico>, se
mostraría viejo, viejo no sólo en edad, sino también en cuanto desencantado y ya no más tentado por sus típicas y atrevidísimas
construcciones, catedrales del pensamiento, como la carta a los Romanos” (Lettere a Timoteo e a Tito, Bologna – 1996 – 13).
Entonces, pese a la veneración que me mereció siempre mi maestro, L. Alonso Schökel, me parecen poco atinadas las reservas, que
eleva al respecto. Porque, a su entender: “Las réplicas (contra la inautenticidad) son débiles: ¿cambia un anciano radicalmente de
vocabulario? ¿Se olvida de sus temas favoritos?” (en: “Cartas Pastorales” de su obra: Biblia del Peregrino – Nuevo Testamento –
Edición de Estudio, Estella, Tomo III, 532). Ninguno de los defensores de la “autenticidad” ha sostenido que Pablo ”olvidó sus temas
favoritos”, haciendo notar solamente, que sus preocupaciones y circunstancias vitales lo orientaban a otros asuntos.
25
Nos permitimos aclarar este punto. Es obvio que los temas de Gálatas y Romanos (fe en Cristo y gracia divina como caminos
supremos de justificación y salvación) son la cúspide indiscutida de la teología paulina.
Pero no siempre aparecen o se profundizan tanto en otras de sus cartas (Tesalonicences, Filemón), de cuya autenticidad nadie duda.
26
Entendemos que señala cómo un mero imitador, no obtendría tal sintonía con el Pablo real y que, por tanto, insistir sobre
diferencias, habiendo tanta armonía por otra parte, no constituye un argumento digno de ser tenido en cuenta.
Por otro lado, en el supuesto de una “pseudoepigrafía”, no deja de ser pertinente la observación de W. Barclay: “Es bastante
increíble que un discípulo pusiera en la boca de Pablo la afirmación de ser el primero de los pecadores ( I Tim 1, 15). La tendencia de
un discípulo sería dar énfasis a la santidad de Pablo y no hablar acerca de sus pecados. También es bastante increíble que cualquiera
que escribiera en el nombre de Pablo le diera a Timoteo el consejo simple y cotidiano de beber un poco de vino por causa de su
salud (I Tim 5, 23). II Tim 4 es tan personal y tan lleno de detalles íntimos y cariñosos, que nadie sino Pablo pudo haberlo escrito” (I y
II Timoteo; Tito y Filemón, Ediciones La Aurora – 1987 – 21).
27
No apunta Sánchez Bosch las citas, pero se refiere a frases fuertes de Pablo, que fueron mal interpretadas, por ejemplo por Lutero,
como: “¿Qué decir de la ley? Fue añadida para multiplicar las transgresiones” (Gal 3, 19. Ver: Rom 7, 7 – 23). “Sabiendo que el
hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo” (Gal 2, 16. Ver: Rom 3, 20 – 28).
28
Añadimos, por ejemplo: “Haciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1, 20. Ver: Rom 3, 25; 5, 9). “Fuimos reconciliados con Dios
por la muerte de su Hijo” (Rom 5, 10. Ver: Filip 2, 8).
29
Escritos paulinos, 454 – 455. Termina esta consideración admitiendo que “las diferencias de estilo y de <talante teológico> se han
magnificado hasta el extremo de ver nuestras cartas como del todo punto irreconciliables con el pensamiento del apóstol. El tema
V – Principales reparos contra la autenticidad
Después de descartar pistas inconsistentes, Sánchez Bosch propone sus objeciones, serias según
él, para negar la proveniencia paulina de las Pastorales. Se basan en la cristología, la soteriología y la
eclesiología.
A) “En cuanto a la cristología, se dice, la diferencia estaría en una falta total de una <teología de
la cruz> (cuando Pablo dice que no se quiere gloriar en nada más) y de todo tipo de <cristología
ascendente>: Cristo como <Hijo de Dios> (el título falta en absoluto) y <Señor> a partir de (la muerte
y) la resurrección. Además, contra I Cor 8, 6, Cristo no es <un solo Señor>, pues comparte este título
con el Padre y ni siquiera el Padre es <un solo Dios>, pues también Cristo es <el gran Dios y Señor
nuestro> (Tit 2, 13)”30.
A algunas de estas dificultades podemos replicar, siguiendo a G. W. Knight III 31: “uiós” no es
usado para nada en Filipenses o Filemón y es usado sólo una vez en cada una de las siguientes: II
Corintios, Efesios, Colosenses y Ia. y IIa. Tesalonicenses. En cuanto a “cruz (staurós) se ha de señalar
que tampoco se encuentra en Romanos, II Corintios y Ia. y IIa. Tesalonicenses o Filemón”.
Respecto a que “Cristo no sea un solo Señor, por que comparte este título con el Padre”,
nos preguntamos si esto no sucedía ya en las demás cartas de Pablo, ya que con frecuencia también se
atribuye el título de Señor a Dios (Rom 10, 12,13;11,3.34;12,11;12,19;14,4.6 et passim).
No menos llama la atención que se diga: “Ni siquiera el Padre es <un solo Dios> (según I Cor 8,
6), pues también Cristo es <el gran Dios y Señor nuestro> (Tit 2, 13)”, pues, quien afirmó la divinidad
de Jesucristo, cuando en su preexistencia a la encarnación, lo presentó como “siendo de condición
divina” (Filip 2,6), bien puede también más adelante atribuir semejante título al mismo Señor Jesús.
B) “En cuanto a soteriología – prosigue Sánchez Bosch – los tiros vienen de la doctrina de la
justificación. Las Pastorales no dicen que La ley conduce al pecado, ni que el hombre es justificado
<por la fe> (ek písteos) sin las obras de la Ley, ni hablan de la <justicia de Dios>, sino que presentan
las <buenas obras> y la <piedad> como lo más necesario para la salvación”32.

conserva su importancia…porque, si son irreconciliables en la doctrina, se excluye al mismo tiempo que hayan podido ser escritas
por un redactor con la aprobación del apóstol e incluso que hayan sido escritas por un buen discípulo” (ibid., 455).
Pensamos, además, que si se diera semejante “irreconciabilidad”, la misma Iglesia no habría admitido en el canon de toda la Biblia,
escritos que contradicen claras verdades cristianas, dígalas quien las diga.
Otros ejemplos de falsa oposición aparecen en el uso del término y correspondiente concepto de la “fe”. Según algunos,
en las cartas genuinas, sobre todo en Gálatas y Romanos, es la fe el principio de la justificación, la apertura total a Dios
en Cristo, despojada de méritos, obras o autoglorificación. Lo que en lenguaje más escolástico llamaríamos: “fides qua”.
En cambio (creen poder objetar) “la fe” en las pastorales consiste más bien en las verdades doctrinales del cristianismo:
“fides quae” (I Tim 4, 1; 5, 8; 6, 10; II Tim 3, 8. 10). Pero se ha de notar que lo mismo pasa en I Tes y Filemón. Además en
I Tim 1, 2: “hijo en la fe” indica las dos cosas: la fe compartida (objetiva, diversas verdades) de tal forma personal por
Timoteo que es un verdadero Hijo para Pablo.
Otros, ante la abundancia de la presencia del Espíritu Santo en las genuinas paulinas, ven un indicio de inautenticidad en
que sea recordado sólo 3 veces en las Pastorales (I Tim 3, 16; 4,1; II Tim 1, 14; Tit 3, 5). A lo que se puede responder que
sólo una vez hay referencia al Espíritu Santo en Col 1,8; II Tes 2, 13 y nunca aparece en Filemón.

30
Escritos paulinos, 456.
31
The Pastoral Epistles , Michigan (1992) 33.
32
Escritos paulinos, 456.
Ante todo, nos parece que el mismo Sánchez Bosch hubiera olvidado, lo que admitió y dejó
asentado en la página anterior, cuando presentaba a Pablo: ”Usando un lenguaje más neutro y menos
judío, evitando lo que puede ser mal interpretado (como decir que la Ley conduce al pecado o que se
puede ser justo sin obras)”33.
Además, según bien observa J. N. D. Kelly34, “la ausencia de referencia a doctrinas prominentes
en otras cartas no debería sorprendernos, dado que las Pastorales sólo tocan asuntos doctrinales de
modo incidental. En todo caso Pablo no estaba llamado a desarrollar cada aspecto de su enseñanza en
cada una de sus cartas, y (para tomar sólo un ejemplo), él menciona al Espíritu Santo sólo una vez en
Colosenses, sólo una vez en I Tesalonicenses y para nada en Filemón35.
En relación a “fe y obras”, el mismo Kelly, expone lo siguiente: “Por ejemplo, la actitud para
con la ley implicada en I Tim 1, 7 ss, con una cuidadosa exégesis es vista como en total acuerdo con la
posición paulina, como es revelada en otros lugares. Lo mismo, al exhortar a cumplir obras buenas en
Ibid., I, Tim 5, 10. 25; II Tim 3, 17; Tit 3, 1 (un pedido que concuerda naturalmente con su cometido
práctico), el autor no está pensando en las obras mandadas por la ley mosaica, sino en los frutos
visibles de la vida cristiana de fe y hay paralelos para esto en Pablo (p.e. Rom 2, 7; II Cor 9, 8; Gal 5,
6; II Tes 2, 17)”36.
“Las ilustraciones recién ofrecidas – según Kelly – indican que el abismo teológico entre las
Pastorales y las otras cartas bien que puede ser más limitado y menos significativo, que lo
frecuentemente pretendido. Se debe admitir que, una vez dicho todo esto, queda un número de
peculiaridades, tanto en la teología general como en puntos específicos de la expresión doctrinal. Pero
se puede preguntar atinadamente si ellas no son debidas al mismo Apóstol, cuya teología nunca llegó a
ser estereotipada y que estaba preparado para adaptar su pensamiento a su cambiante ambiente”37.
C) “En cuanto a la eclesiología (retomando el planteo de Sánchez Bosch), se observa un gran
triunfo de la <institución jerárquica> a costa del carisma. Su gran preocupación es el <depósito> y la
<sana doctrina>, pero no aparecen ni profetas, ni don de lenguas, ni asambleas espontáneas en las que
<cada uno tiene un salmo, una enseñanza, una revelación…> (I Cor 14, 26 ). No se descubre más
<carisma> que el que viene <por la imposición de manos> de un jerarca (I Tim 4, 14; II Tim 1, 6).

33
Ibid., 455. Ya notamos , en la nota 28, que el mismo Sánchez Bosch había llamado la atención al respecto.
34
A Commentary on the Pastoral Epistles – I & II Timothy – Titus, London (1978:1ª ed. 1963) 19.
35
Como ya se visto en la nota 21, el Espíritu Santo aparece en las Pastorales sólo en: I Tim 3, 16; II Tim 1, 14: Tit 3, 5.
36
A Commentary…, 20.
Se puede confirmar con el comentario del ya citado Knight: “ Es más bien difícil establecer que las Pastorales omiten conceptos
paulinos básicos que el que deban aparecer, porque, de hecho Pablo no siempre usa en sus cartas aquellos conceptos, que con más
frecuencia son asociados con él. Por ejemplo el verbo <justificar> (dikaióo) se encuentra en Romanos, I Corintios, Gálatas, I Timoteo
y Tito, pero en ningún otro lugar. Easton (The Pastoral Epistles , New York and London – 1948 – 103) objeta que <el uso pleno
paulino de <fe> como principio de justificación está ausente de las pastorales>. Pero, en tal caso, la misma acusación debería ser
levantada contra I Tesalonicenses y Filemón, para no mencionar más que dos cartas paulinas. Tal como está, la afirmación de I Tim 1,
16 acerca de “los que han de creer en él y recibir la vida eterna”, usada en conexión con la afirmación que <Jesús vino al mundo para
salvar a los pecadores>, se refiere a aquella clase de fe (genuinamente paulina), como lo hace la declaración sobre <los que han
confiado en Dios> (Tit 3, 8), que se refiere a los que han sido <justificados por su gracia> (v. 7)”.
37
A Commentary…, 21.
Todo se podría resumir diciendo que las Pastorales serían un ejemplo acabado de
<protocatolicismo>, mientras que Pablo sería el gran modelo del <protoprotestantismo>”38.
Por de pronto no habría que pasar por alto que en las mismas cartas paulinas, Romanos y
Efesios39, cuando presentan sus listas de “carismas”, desaparece el “don de lenguas” (Rom 12, 6 – 8; Ef
4, 11). A mi ver, se puede barruntar que, después de la experiencia de Corinto, con la sobrevaloración
de los carismas más vistosos (don de lenguas, sobre todo), Pablo utilizó el término (járisma) lo menos
posible y hasta llegando a darle un sentido más estable: la imposición de manos (ordenación: I Tim 1,
14: II Tim 1, 6).
Oigamos al propio Sánchez Bosch, ofreciendo prudentes advertencias ante este pretendido
“protocatolicismo” de las pastorales, contrapuesto alardeado “protoprotestantismo” de las
“protopaulinas”.
“Pero es posible que el conflicto (entre <pastorales> y <protopaulinas>) sea mucho más
irreductible por la interpretación que los autores han dado de cada uno de los bloques, que por el
contenido de fondo de los distintos textos. Para empezar tenemos que la Primera a los Tesalonicenses
no contiene ni cristología ascendente, ni eclesiología carismática, ni la doctrina de la justificación por
la fe. Esta última, por otro lado, sólo se encuentra en Gálatas y Romanos y ni siquiera <cubre> todo el
texto. No se trata entonces de negar la aportación específica del <paulinismo puro>, sino de
preguntarnos por su correcta interpretación a la luz de las siete cartas indudables de Pablo en su
totalidad”40
Son también útiles al respecto las observaciones de Knigth: “El corazón del problema aquí es la
idea vastamente aceptada de que Pablo (y el NT en general) se desinteresa de los jefes reconocidos de
la Iglesia y que en el período del la norma son los carismas y no el liderazgo. Varios escritores
caracterizan la época del NT de este modo, indicando también que el reconocimiento de los jerarcas
llegó a la existencia más tarde en la Iglesia, cuando se iba desvaneciendo la vibración de los dones
carismáticos41. Pero Ridderbos ha demostrado que <el contraste entre lo carismático y lo institucional
es en el fondo tan falso como el que se pretende que se da entre ministerios carismáticos y no
carismáticos en la Iglesia>42.
Pastores y maestros, asistencias y administraciones (los charismata de gobierno) se encuentran
en el primer rango de los charismata que Cristo da a su Iglesia (Ef 4, 11; I Cor 12, 28). Así Pablo, en
una de sus primeras cartas, puede hablar de un grupo de jefes que trabajan diligentemente entre los
cristianos de Tesalónica y que “trabajan entre Uds., es decir, con aquellos que los presiden en nombre
del Señor” (I Tes 5, 12). Él encarga a los tesalonicenses que “los estimen altamente con amor a causa

38
Escritos paulinos…, 456.
39
Se debe al mismo Sánchez Bosch una muy documentada defensa de la autenticidad de Colosenses y Efesios (puesta también en
duda por más de un hipercrítico). Ver: “Cartas a los Efesios y a los Colosenses” en su obra: Nacido a tiempo… 248 – 274. No
contento con este extenso capítulo, editó un libro entero dedicado exclusivamente a demostrar el origen paulino de estas dos
cartas: Efesios y Colosenses, ¿dos cartas de Pablo?, Stella (2009).
40
Escritos paulinos…, 456 – 457.
41
Cita aquí a E. Käsemann (Essays on the New Testament Themes, London – 1964 – 88). H. Küng, colega católico de Käsemann en
Tübingen, se vio contagiado de estas mismas hipótesis. En América Latina, fue representante de igual postura, L. Boff, Igreja -
Carisma e poder, Petrópolis (1981).
42
Paul: An Outline of His Theology, Michigan (1975) 444.
de su trabajo” (v. 13). Así vemos que desde sus más tempranos escritos Pablo se interesa acerca de una
especie simple pero definida de orden y autoridad en la Iglesia y sobre aquellos que podemos
correctamente designar como conductores espirituales. Pablo expresaba una preocupación de este estilo
hacia casi cada iglesia, a la que escribía (I Tes 5, 12 – 13; Gal 6, 6; Rom 12, 7 – 8; I Cor 12, 28; 16, 15
– 16; Ef 4, 11 – 12; Filip 1, 1). Sólo la Iglesia de Colosas no está representada aquí. Además de que el
liderazgo está indicado en términos genéricos43 (Gal 6, 6; Rom 12, 7 – 8), está descrito en términos
plurales, indicando que el liderazgo de la Iglesia local era llevado adelante por grupos”44.
Puntualiza el mismo autor: “También puede Pablo hablar por primera vez en las Pastorales de la
imposición de manos sobre los que han sido elegidos para servir, pero haciendo esto, refleja él la
práctica de la Iglesia primera, en la que era reconocida la dirección del Espíritu y el poder habilitante
(cf. Hech 13, 2 – 4)45. Más todavía, las funciones que estos ancianos / obispos han de ejercer en Éfeso
no son diferentes de las ejercidas por el liderazgo de Tesalónica (por ej. proístemi – presidir – es usado
en I Tim 3, 4 – 5: 5, 17 y en I Tes 5, 12; Rom 12, 8). A partir de estas consideraciones parece que no
hay motivo real como para argüir que los dirigentes de las Pastorales son diferentes de lo que uno
encuentra en las cartas primitivas (especialmente, teniendo en cuenta que el único otro lugar del NT
donde aparecen juntos epískopoi y diákonoi es en la carta de Pablo a los Filipenses (1, 1)”46.
VI - ¿Atacan las Pastorales errores posteriores a Pablo, como el gnosticismo del S. II?
Otro argumento en el que basan la imposibilidad de atribuir al mismo Pablo el origen de estos
escritos, lo ven muchos críticos en la naturaleza de los errores que combaten las Cartas a Timoteo y
Tito47.

43
O sea (aclaramos): sin determinar jerarquías: obispo, presbítero, diácono.
44
The Pastoral Epistles…, 29 – 30.
45
No faltará quien ubique a la segunda parte de la obra de Lucas en tiempos “postpaulinos” y como un representante más del
“protocatolicismo”, o sea, de derivaciones espúreas respecto al genuino espíritu del Apóstol. Pero este problema ha de ser aclarado
en el análisis de la fidedignidad histórica de “Los Hechos de los Apóstoles”, para lo cual nos permitimos remitir a: M.A. Barriola,
”Problemas exegéticos en torno a la historicidad, especialmente de los Hechos de los Apóstoles y sus referencias a Pablo”, en:
Jornada Bíblica – Actas – Biblia y Hermenéutica , San Rafael (1998) 27 – 80.
46
The Pastoral Epistles…, 31.
Como se ha notado, todavía en ninguna época del NT, ni en alguno de sus documentos se comprueba el pasaje del ejercicio colectivo
al “monárquico” del episcopado. “Sin embargo - tal como justamente lo percibe F. Prat -, la evolución ulterior, que se realizó muy
rápidamente y en la misma forma en todas partes, con todas las características de los desarrollos legítimos, demuestra que sus
lineamientos generales ya habían sido trazados de antemano por los Apóstoles, conforme a las indicaciones del Señor y bajo el
impulso siempre vigilante del Espíritu Santo” (“Las Pastorales – II - Los dignatarios eclesiásticos” en su obra: La Teología de San
Pablo, México – 1947 – Tomo I, 382). Por de pronto, era más que evidente que el propio Pablo ejercía un régimen personal único
ante sus comunidades y los mismos presidentes de las mismas. Sin duda que de esa práctica apostólica se llegó a la conclusión del
episcopado monárquico. Lo mismo dígase del accionar de Pedro en los primerísimos tiempos de la Iglesia, atestiguados por los
Hechos de los Apóstoles, así como de la preeminencia de Santiago en Jerusalén (Hech 12, 17; 15, 13 – 21; 21, 18; Gal 2, 12).
47
También se ha pretendido que el modo de argüir de Pablo en sus cartas auténticas, donde siempre replica con argumentaciones
bien explanadas, está ausente en las Pastorales. Pero, como lo hace notar Knight: “Cuando, como es usual, Pablo pleitea con los que
corren peligro de verse afectados por falsas doctrinas, él busca realmente persuadirlos contra esas corrientes. Pero cuando él ya se
ocupó de los problemas (en una anterior enseñanza, por ejemplo) y quiere advertir a los cristianos contra falsos maestros, tenidos
como un tercer grupo (explicamos:1º Pablo – 2º Cristianos – 3º Falsos doctores), su método de actuar en las cartas paulinas
primitivas es similar al que encontramos en las Pastorales” (The Pastoral Epistles…, 26. Acto seguido Knight comprueba lo dicho por
medio de Filip 3, 2 – 19, donde, tratando a los adversarios con un lenguaje fuerte, no entra, sin embargo a rebatir sus argumentos).
Pablo en Filip 3, 18, recuerda lo que él ya ha enseñado “muchas veces” y lo mismo supone cuando se dirige a sus asistentes
apostólicos: Timoteo y Tito, al referirse a los falsos maestros como a “terceros grupos”. Sus colegas no se dejan seducir por la falsa
doctrina como lo hicieron muchos cristianos, que fueron el objeto de su preocupación en cartas anteriores. (Ibid. , 26).
Se objeta que la misma falsa doctrina que se refuta en las Pastorales no concuerda con la franja
de tiempo, en que vivió Pablo, sino que surgió en una época posterior.
Hanson, por ejemplo48, observa que el primero y más obvio indicio de ello es el uso de “gnosis”
en I Tim 6, 20, para describir la herejía. El mismo autor asevera que <una característica de la herejía
parece adecuarse al gnosticismo mejor que a ninguna otra y es la referencia a las genealogías en I Tim
1, 4 y Tit 3,9>. Hace él esta conexión, observando que <los gnósticos ofrecían largos cómputos del
origen y jerarquía de los eones, que con frecuencia incluían historias sobre cómo eones masculinos y
femeninos se unían para producir más pequeños o reducidos eones>, concluyendo que esta alternativa
da sentido a estos términos y el significado de los mismos como herejía que “ofrecía una seria amenaza
a la fe”49.
“Pero – responde Knight – es precario pretender demasiado de un único uso paulino de <gnosis>
en las Pastorales, siendo así que él ha empleado la palabra amplia y frecuentemente antes (cerca de 22
veces), sin que esté implicado el gnosticismo, habiendo también advertido de vez en cuando contra una
falsa concepción del significado de <conocimiento> en anteriores contextos (cf. Por ej. I Cor 8, 1 – 2).
Más todavía, el contexto de <mitos y genealogías> en las Pastorales no sugiere eones gnósticos, sino
que condice con las especulaciones judías”50.
Pese a la clara conclusión de N. Brox, ya tenida en cuenta, acerca de la incompatibilidad del
gnosticismo con las herejías combatidas por las Pastorales, admite, sin embargo que, con la doctrina
sobre la resurrección como ya acaecida, fustigada en II Tim 2, 8 “nos hallamos frente a un dogma
teológico fundamental del gnosticismo”51. Pero, señalamos con Knight que “dado que ya en anteriores
cartas paulinas había tenido que encarar errores respecto a la resurrección (I Cor 15) y la forma
(perfecta: <ya Uds.han conseguido el reino> I Cor 4, 8) de existencia, que creían tener algunos
cristianos, no es necesario decir que tal error surgió sólo con los gnósticos”52.
Podemos resumir con Kelly: “Es de hecho poco realista mirar a los bien conocidos sistemas
gnóstico o próximos a él del siglo segundo, para iluminar la docencia que provocó las Pastorales. Todo
sugiere que se trató de algo mucho más elemental…No es necesario mirar fuera del siglo primero o del

Además, Pablo le pide a Timoteo que “predique y arguya” (II Tim 4,2) y a Tito: “Arguye con toda autoridad” (Tit 2, 15). Dirá de la
Escritura inspirada que es “útil para argüir” (II Tim 3, 16).
48
The Pastoral Epistles, London and Grand Rapids (1982) 25.
N. Brox, “La herejía y la lucha contra ella” en su obra: Cartas a los Tesalonicenses… Pastorales, 332 – 342, gran sostenedor de la
inautenticidad de las Pastorales, concederá honestamente, respecto a este argumento: “Los rasgos enumerados hasta aquí (sobre
las herejías combatidas en las Pastorales) son de tal índole que, si no obligan a afirmar, al menos lo permiten, que los herejes a que
se refieren las Pastorales son contemporáneos de Pablo, o a lo más de fines del siglo I. Y en cuanto a la naturaleza de esta primitiva
forma de gnosis cristiana, se puede decir con seguridad que presenta un marcado carácter judeocristiano. Así, pues, si se toma por
base de argumentación la naturaleza de la herejía a que se alude, no hay razón suficiente para situar el origen de las cartas
pastorales en el siglo II”. (Ibid. , 342).
49
Hanson, 25.
50
El mismo Knight, al explicar más adelante el texto de I Tim 1, 4 hace notar, junto con Kelly, que “las fábulas” son caracterizadas
como <judías> en Tit 1, 14, mientras que en Tit 3, 9 las <genealogías> son amontonadas junto con <polémicas sobre la ley>” (Ibid. ,
73).
51
N. Brox, ibid., 339.
52
Knight, ibid., 27.
lapso de vida de Pablo , para encontrar semejante amalgama de Judaísmo y trazos gnósticos en
Occidente”53.
VII – Ubicación cronológica de las Pastorales54
Otra fuente de dificultades contra la proveniencia paulina de las Cartas a Timoteo y Tito surge
de la aceptación o rechazo de los datos a disposición, para ubicar la época en que habrían sido
compuestas.
Se ha de suponer que la prisión romana de dos años, que nos transmiten los Hechos de Lucas
(Hech 28, 16 – 30), que habría terminado en el 63 d. C., fue seguida de nueva actividad apostólica del
Apóstol, acabando por fin en una segunda encarcelación, previa al martirio del Apóstol, durante la
cruel persecución de Nerón. Tales sucesos quedan enmarcados entre los años 63 y 68 (año, este último,
del suicidio de Nerón).
Entre ambas, contamos con testimonios muy cercanos en el tiempo y el espacio, acerca de los
desplazamientos de Pablo. Por lo que iremos comprobando, entre el 63 y el 64 usó Pablo al máximo su
posibilidad de seguir expandiendo el Evangelio. Ya había el expresado, en su carta a los Romanos (15,
24.28), su deseo de llegarse hasta España. Ahora bien, Clemente Romano (a sólo 30 años de
posterioridad a la muerte del Apóstol), documenta que “después de haber instruido al mundo entero en
la justicia, de haber llegado al término del occidente (epí to térma tés dyseos55 elthon), de haber rendido
testimonio ante los jefes, fue retirado de este mundo para ser elevado al lugar de la santidad, llegando a
ser el más alto modelo de constancia”56.
N. Brox critica este dato: “Por parte de Pablo mismo no existe ningún testimonio que haga
pensar en que el plan se llevó a efecto, y por eso más de un autor sospecha que la carta de Clemente,
como el canon de Muratori …, que contiene la misma noticia, no hicieron más que deducir de Rom 15,
24. 28 el viaje a Hispania, presentándolo como un hecho y que por tanto su valor informativo es
nulo”57.
A lo cual replica acertadamente Kelly: “Es poco crítico desechar este testimonio como una glosa
legendaria de Rom XV 24 y 28…Clemente estaba escribiendo a lo más a 30 años después de la muerte
de Pablo, en una Iglesia que tenía total acceso a los hechos y en la cual personas que lo habían
conocido bien (a Pablo) estaban probablemente todavía en vida, como para verificar apreciaciones
sobre él”58.
Después de esta actividad en los confines occidentales del mundo entonces conocido, los datos
geográficos ofrecidos por las mismas Pastorales localizan sobre todo en Oriente, la última actividad

53
Kelly, ibid. , 12.
54
Para lo que sigue, resumimos, con varios agregados, la vasta información de C. Spicq: ”Circonstances et dates de composition des
Pastorales” en su obra: Saint Paul – Les Épitres Pastorales, 121 – 146.
55
Dýo = hundirse, sumergirse. Dýsis = ocaso, occidente. Se ha de recordar que Dysis es con frecuencia sinónimo de Hesperídes, que
para los griegos indicaba a Italia y España, situadas al occidente de su país.
Clemente, que escribe desde la capital de Italia, no puede tener en cuenta más que a España.
También se ha de tener en cuenta que estos viajes eran rápidos: cuatro o cinco días desde Ostia a Tarragona; siete hasta Cádiz.
56
Ad corintios, 5.
57
N. Brox, ibid., 329.
58
J. N. D. Kelly, ibid., 10. El aludido “Código de Muratori” (fines del siglo IIº), que goza de una autoridad en poco inferior a Clemente,
también informa, que “Pablo dejó la ciudad (Roma) hacia España”.
apostólica de Pablo. Pero los itinerarios son confusos y es imposible reconstruir las etapas de estos
viajes y menos de asignarles una fecha precisa. Lo más claro es que el Apóstol hizo de la metrópolis
del Asia Menor (Éfeso: donde residen Timoteo y Trófimo el efesino: Hech 21, 29; II Tim 4, 20) el
centro más fijo, si no permanente de su ministerio59.
Según I Tim 1, 3; 3, 14; 4, 13, es probable que S. Pablo haya redactado su primera carta a
Timoteo durante su permanencia en Macedonia y, algunos días o semanas después, la dirigida a Tito.
Cuando escribe la II Tim, se encuentra en Roma, de nuevo prisionero (ibid., 1, 12. 16 – 17; 2, 9)
y encara su muerte como cercana (4, 17 – 18). ¿Qué pasó entretanto? Nos vemos reducidos a
conjeturas. Probablemente tuvo que suceder en Éfeso el incidente que lo condujo a su nuevo y
definitivo arresto. Efectivamente, contaba Pablo allí con enemigos encarnizados (Hech 19, 23 – 20, 1 –
3; 21 27; II Cor 1,8 (“No queremos que ignoren la tribulación que nos sobrevino en Asia – Éfeso –
“).Entre ellos, Alejandro el Herrero (que Pablo había entregado a Satanás: I Tim 1, 20), andaría
buscando vengarse: “él se ha portado muy mal conmigo” (II Tim 4, 14). De modo que se puede
suponer que intervino la policía local, llegando a ser tal la situación que hasta cristianos amigos
evitaron comprometerse a su favor: “Todos los de Asia me abandonaron” (II Tim 1, 15). Dado que el
Apóstol va a comparecer como “malhechor” (kakoúrgós60: II Tim 2, 9) ante el tribunal imperial, es
preciso que el magistrado de Éfeso haya tenido contra él una acusación particularmente grave. Pero,
pudo también él haber dudado al calificar el delito, como más tarde Plinio el Joven, que pedirá a
Trajano informaciones sobre los procedimientos a llevarse a cabo respecto a los cristianos61. Es posible
que Nerón ya hubiera dictado una prohibición del cristianismo; en todo caso era fácil acusar al Apóstol
de uno u otro de estos crímenes, que la opinión atribuía a los miembros de esa nueva secta62.
Encarcelado, S. Pablo comparece ante sus jueces y desde la primera audiencia (en te-i – próte –i-
mou apología –i-) tuvo la alegría de confesar el nombre de Jesucristo (II Tim 4, 17), pero no abriga
ilusiones sobre el resultado del proceso, avizorando su próxima muerte (ibid., 4, 6 – 8).
VII – Crítica y réplica
Los numerosos exégetas escépticos acerca de la autenticidad paulina de las Pastorales se oponen
vigorosamente a los datos recién ofrecidos63.
“Resulta – según Sánchez Bosch – que Pablo, en los momentos más dramáticos de la
persecución de Nerón, habría recorrido miles de kilómetros por las vías más concurridas del Imperio y
habría escrito dos cartas (Primera a Timoteo y Tito), en las que ni se menciona la persecución”64.

59
Ver: I Tim 1,3; II Tim 1, 18; 4, 12. En II Tim 1, 15, Pablo recuerda apenado que, “todos los de Asia (provincia romana, cuya capital es
Éfeso) me dieron la espalda”
60
No es tanto el “malhechor”, cuanto, más bien, el “perverso”, “alevoso”, que hoy día llamaríamos “gangster”. Bajo esa categoría
caían crímenes como: robo, violencia, corrupción, desenfreno.
61
Cognitionibus de christianis interfui nunquam; ideo nescio quid et quatenus aut puniri soleant aut quaeri” (= Nunca participé en
las encuestas sobre los cristianos; por tanto no sé sobre qué y hasta cuándo se los suele castigar y ser indagados. Epistula X, 96, 1).
62
Seguramente son estas calumnias y equívocos los que explican las exhortaciones de S. Pedro a mostrarse irreprochables ante las
autoridades paganas (I Pedro 2, 12 – 14; 3, 17; 4, 15) y la oración de toda la Iglesia por los reyes y los detentores del poder (I Tim 2,
1- 2).
63
Ha sintetizado los principales reparos, el autor catalán, que hemos venido citando: J. Sánchez Bosch. Nos valemos de las dos obras
suyas, que estamos usando, para exponer los principales reparos.
64
Nacido a tiempo, 243.
Tal vez se pueda considerar, respecto al primer inconveniente, que en la persecución de Decio
(250), S. Cipriano pudo continuar de modo oculto, su labor pastoral para con las comunidades
perseguidas. Tanto, que fue criticado por sacerdotes y diáconos romanos, que se asombraban de la
“fuga” del obispo de Cartago65.
En cuanto a la segunda dificultad, que se extraña de que no se mencione persecución alguna en
las cartas Iª a Timoteo y a Tito, recordemos la nota 61, donde se mencionaron las recomendaciones
tanto de Pedro como de la Iª Tim respecto a las autoridades, justamente para no exacerbarlas ni, pese a
las injustas medidas contra los cristianos, azuzarlas con heroísmos desmedidos.
Por otro lado, en Rom 13, 1- 6, sabiéndose ya quién era el emperador, nada menos que Nerón,
Pablo había recomendado sometimiento a las autoridades superiores. R. Penna, en su gran comentario a
“Romanos”, explica:”El texto de Rm…podría ser considerado a mitad de camino entre lo expresado a
los corintios (I Cor 2, 8 y 6, 1 – 1) en términos negativos y la concesión mucho más optimista que es
posible encontrar en las cartas más tardías, Tt 3, 1(“Recuérdales de someterse a los magistrados y a las
autoridades”) y I Pedro 2,3 – 14…Más todavía, parece que es a éstas (recomendaciones) que es más
cercana Rom 13, 1 – 7”66.
“Por otra parte – observa el mismo Penna – no sería correcto pensar que Pablo en Rm sea
enteramente acrítico frente a las ambiciones imperiales, como si fuera un reaccionario. Ya el amplio
empleo del título cristológico Kyrios (44 veces en Rm), con su alcance evidentemente universal,
implica una toma de distancia respecto a las pretendidas atribuciones de divinidad, a partir de Augusto
(divi filius) hasta toda la dinastía julio – claudiana”67
Continúa viendo inconvenientes Sánchez Bosch, anotando: “Más aún, una vez detenido y
enviado a Roma, le habría sido concedida la más benigna de las prisiones, con idas y venidas de gente
que permanece a su lado y con perspectivas de continuar ejerciendo el ministerio. No creo que éste sea
el trato que, después del año 64, podía esperar uno de los más activos representantes del genus
hominum supertitionis novae et maleficae (= género de hombres de una superstición nueva y maléfica:
Suetonio), quos per flagitia invisos vulgus chrestianos apellabat (= a los cuales, odiados debido a sus
actos ignominiosos, el vulgo llamaba chrestianos: Tácito)68.
Ante todo, pareciera que Sánchez Bosch olvida que Pablo avizora su muerte ya cercana en II
Tim 4, 6, cosa que no habla mucho de “perspectivas de continuar ejerciendo el ministerio”.
Por otro lado, a Ignacio de Antioquía, “encadenado a diez leopardos”69, se le permite, así y todo,
escribir a varias Iglesias en su viaje al martirio en Roma.

65
El santo respondió a aquellas sospechas en su Epistula 20, donde explica que “por el momento me retiré a la soledad, lejos de la
ciudad, buscando así no provocar mayormente con mi presencia – imprudente según ellos – una rebelión, que ya había estallado.
Pero, si bien lejano en el cuerpo, no descuidé el dirigir con escritos y obras a mis hermanos, según mis modestas capacidades”. El
santo obispo de Cartago fue decapitado en la persecución de Valeriano en el 258. (Ver: “Cipriano” en: I. Quasten, Patrologia , Torino
-1967- Vol I, 575 – 576).
66
Lettera ai Romani – III. Rm 12 – 16 – Versione e commento, Bologna (2008) 84.
67
Ibid., 94 – 95.
68
Nacido a tiempo, 243.
69
“Desde Siria hasta Roma vengo luchando con fieras, por tierra y por mar, de noche y de día, atado a diez leopardos, que eso son
los soldados del piquete, los cuales, cuanto más atenciones les tiene uno, peores se vuelven” (Carta a los Romanos, 5 – 6).
Consta, además, por las “Actas de los mártires”, que se las ingeniaban los cristianos, para hacer
llegar a sus hermanos prisioneros “sacerdotes, diáconos y hermanos en la fe que penetraban en las
cárceles para ayudar espiritual y materialmente a los detenidos”70. La mayor parte del relato de su
propia prisión, previa al martirio, la pudo escribir la misma Sta. Perpetua en la cárcel 71. Hasta se daba
el bautismo en la cárcel72.
Por otro lado, recordaba ya G. Ricciotti: “La dureza de trato que Pablo padeció esta vez se
desprende de alguna alusión de II Timoteo. Onesíforo, venido a Roma expresamente para asistirle, no
le halló, sino con grandes dificultades, después de muchas indagaciones (ibid., 1, 17): a Pablo le
hubiera venido bien el abrigo que se dejó en Tróade para el frío de la prisión subterránea, y por esto
pide que se lo traigan, a la vez que sus libros y pergaminos, de los que se veía privado (4, 13)…Sin
embargo, el dinero que distribuían generosamente a la guardia Lucas y otros hermanos, debió hacer que
también los demás discípulos pudieran visitar de cuando en cuando al amado prisionero” 73.
VIII – Concluyendo
Reiterando la cuidadosa advertencia de uno de los negadores de la autenticidad paulina de las
Pastorales74, nos da la impresión, de que tienen más peso y coherencia las respuestas, que se suelen dar
a las objeciones, que estas mismas.
De todos modos, el aporte a la Eclesiología, a la concepción de los ministerios jerárquicos, que
se recaban de estos documentos, no rechinan para nada con el mismo horizonte paulino y se encuentran
en vías de desarrollo armónico hacia lo que será la organización eclesial, ya tan temprano como en
tiempos de Ignacio de Antioquía.

Miguel Antonio Barriola

70
Actas de los Mártires – Texto bilingüe – Introducciones y versión española por Daniel Ruiz Bueno, Madrid (1974) 131.
71
Ibid., 399 – 401.
72
Ibid., 401.
73
Pablo Apóstol – Biografía – Introducción crítica. Ilustraciones, Madrid (1950) 511 – 512.
Es evidente que los trámites pecuniarios, para ablandar a la guardia romana, son una suposición de Ricciotti. Pero no parece tan
lejana de la realidad, habida cuenta de recursos parecidos observables a lo largo de la toda la historia.
74
“Hay estudiosos de gran categoría que mantienen la autenticidad y no me atrevería a decir que la evolución encamine
irreversiblemente en una sola dirección” (J. Sánchez Bosch, Escritos paulinos, 454).

Vous aimerez peut-être aussi