Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
vida y universidad
Luis Porter
Dr. Eduardo Abel Peñalosa Castro Amada Pérez
Rector General Gloria Fuentes
Corrección
Dr. José Antonio de Los Reyes Heredia
Secretario General Amada Pérez
Diseño, formación y portada
Dra. Patricia E. Alfaro Salazar
Rectora de la Unidad Xochimilco Margarita Galetar
Imagen de portada y viñetas
Lic. Guillermo J. Jiménez Mercado
Secretario de la Unidad Xochimilco
ISBN 978-607-28-1222-2
La uam es una institución de educación pública que hace crítica e investigación científica, literaria,
tecnológica o artística como parte de sus funciones sustantivas y sin fines de lucro.
Con base en el artículo 148 de la Ley Federal del Derecho de Autor, las imágenes reproducidas
en este libro son utilizadas para fines de investigación científica, sin alteración de la obra y citando
la fuente.
Se prohíbe la reproducción total o parcial por cualquier medio sin el consentimiento escrito de
los titulares de los derechos.
11. Prólogos
13. Universidad: del espacio ocupado al lugar habitado
Arturo Guillaumín
22. Entre canales y ahuejotes
Dino César Mureddu
25. Una canción brasileña para Luis
Ana Angélica Albano
28. Introducción
34. El libro como nave, reloj o molino de viento
37. Los períodos sabáticos como andamiaje de la vida académica
39. Docencia e investigación, una unidad
42. La red internacional “Cero-Veinte”
46. De la planeación educativa al arte de educar
58. El fantasma de la deserción
148. ¿Cómo llegué a ser lo que soy? Relación entre investigación, docencia y vida
personal
152. Ejercicio: “cápsulas poéticas”
159. Significaciones de recordar la niñez
162. Buscando una metodología del recuerdo
167. El diario de Mabel: un ejemplo singular sobre el mundo del estudiante
176. Otros ejemplos de diarios académicos
187. Ilustración pedagógica: Cuando los padres dan clase”
190. Conclusiones de la cuarta parte
193 Quinta Parte. Sobre la vejez
242. Epílogo
248. Bibliografía
Prólogos
Figura 1. Aerofoto del Canal de Cuemanco. Fuente: Fundación ica (abril, 1968). Se observa el Canal de
Cuemanco con la pista olímpica de remo y canotaje Virgilio Uribe en construcción, y en esa misma
dirección continúa el cauce a través del Canal Nacional cruzando Anillo Periférico y continuando
en dirección del Cerro de la Estrella y Calzada de la Viga. Tomado de: https://www.flickr.com/
photos/clubdepatos/6014915788
Prólogos 11
Universidad: del espacio ocupado
al lugar habitado
Conocí a Luis Porter a principios de 1978. Recuerdo bien el año porque re-
cién había terminado una maestría en Desarrollo Regional en la Universidad
Veracruzana (uv). También acababa de conseguir un empleo en la Dirección
General de Asentamientos Humanos y Obras Públicas del estado de Veracruz,
en el Departamento de Planeación. Allí formaba parte de un equipo de trabajo
que elaboraría el Plan Estatal de Desarrollo Urbano y Rural. Luis era miembro
de un pequeño grupo de urbanistas asesores que venía de la Ciudad de Méxi-
co, entre los que se encontraba el conocido investigador del Colegio de México,
Luis Unikel Spector, quien había publicado uno de los libros más relevantes de
la época sobre urbanización y demografía: El desarrollo urbano de México: diag-
nósticos e implicaciones futuras. El tiempo ha borrado por completo el recuer-
do del contenido de aquellas reuniones con ellos, excepto la percepción de
que me parecían buenos tipos, y que al concluir los asuntos técnicos solíamos
ir a comer o cenar. Eran tiempos de gran crecimiento industrial y urbano, de
auge petrolero, de expansión exponencial de la matrícula universitaria (masi-
ficación, si se quiere) y de una enorme fe en la planeación social y económica.
Terminamos el plan al año, que se concretó en 12 enormes “ladrillos”, lle-
nos de datos, gráficas, proyecciones, metas y buenas intenciones. Las asesorías
llegaron a su fin y así los viajes esporádicos de Luis a Xalapa, que a veces apro-
vechaba para extenderlos al puerto de Veracruz. Yo había solicitado entonces
una beca para estudiar un posgrado en Escocia (más planeación). Recuerdo
que llegué con mucha anticipación a mi entrevista matutina que se llevaría
a cabo en la emblemática Torre de Tlatelolco de la Ciudad de México, sede
de Relaciones Exteriores (actualmente Centro Cultural Universitario de la
unam). Después de una larga espera, entré a una sala que me pareció excesi-
Prólogos 13
vamente grande y con mucho mármol. Ocupé la silla que estaba situada en el
centro, iluminada por una luz cenital justo sobre mi cabeza que daba un acento
dramático al ambiente. En el fondo, un poco en la penumbra, había una mesa
con las cuatro personas que me entrevistarían. Parecía más la escena de un
interrogatorio policíaco que de un asunto académico. Fue cuando pude reco-
nocer que entre los miembros del panel estaba Luis Porter. Tuve que reprimir
un “¡Hola Luis!” en beneficio de un ambiente aséptico y neutral en la reunión,
cosa que él también hizo. Fue un suceso extraño, ciertamente, pero el comienzo
de una trayectoria de encuentros inesperados, participaciones conjuntas y una
amistad de casi cuarenta años. Por cierto, sí obtuve la beca.
Si bien nuestra amistad ha sido permanente, las ocasiones que hemos
compartido juntos han sido más bien intermitentes. En ocasiones han trans-
currido varios años sin vernos. Esas ausencias físicas las hemos sustituido en
parte mediante el correo electrónico. Es aquí donde el intercambio epistolar,
si es que se puede usar esa vieja expresión, ha sido bastante curiosa: hemos
desarrollado un lenguajeo para recurrir a este concepto de Humberto Matu-
rana (1995), lleno de disparates, expresiones surrealistas, sospechosas citas
eruditas y un extraño humor que, a pesar de todo (o quizá gracias a ello),
está lleno de sentido. Hemos participado en eventos académicos. He presen-
tado algunos de sus libros en la uv, como La universidad de papel y Entrada al
diseño. Juventud y Universidad. Me ha invitado a formar parte en encuentros
sobre educación superior, como el de Re-conociendo a la Universidad, sus
transformaciones y su porvenir, que culminó con una serie de libros con el
mismo título. En ellos tuve el privilegio de conocer y tratar a Eduardo Ibarra
Colado y a Daniel Cazés Menache, queridos amigos y colegas de Luis, ambos
ya ausentes, y quienes junto con él impulsaron valiosos proyectos para cono-
cer y transformar la educación universitaria en México. Hace unos cuantos
años tuve la oportunidad de participar en una iniciativa Porter-Ibarra, con
otros cinco investigadores mexicanos, en un libro escrito a ocho manos: El
libro de la universidad imaginada. Por otra parte, diversos artículos de Luis han
servido de material de lectura y reflexión para mis estudiantes de licenciatura
y posgrado, dentro y fuera de la uv. Lo que quiero decir con todo esto, es que
14 Prólogos
la influencia de Luis en mi experiencia y formación académicas ha ocupado
un lugar significativo.
Y así llegamos a Lecciones a mí mismo, el libro por el que estoy aquí, frente
a la computadora, tratando de discernir cómo voy a emprender este prólogo.
Hay algo de dificultad en este asunto. No me resulta fácil decidir acerca de
aquello que voy a traer a un primer plano de mi experiencia como lector, sobre
todo ¿qué dejar fuera de un libro que contiene tantas ideas, laberintos y pistas
para quienes exploramos los temas educativos? Debo vencer la tentación de
querer abarcarlo todo, como si el prólogo se tratara del Aleph de Borges. Pero
hay algo que debo decir respecto al libro de Porter: el todo no es mayor que al-
guna de sus partes. Mi lectura siempre estuvo acompañada por un pensamiento
que por momentos (a veces largos) se apartaba del texto, imaginando otros
contextos, nuevas bifurcaciones… y regresaba de nuevo a la senda de la letra
impresa. Se trata de esa complejidad rizomática1 difícil de encontrar en los li-
bros sobre educación, más en los de pedagogía.2 Una de las cosas que descubrí
es que cada tema se abre hacia las hebras de un gran entramado de conceptos e
ideas que se extienden hacia todas direcciones, cruzando impunemente (¿im-
púdicamente?) las bien resguardadas fronteras entre las disciplinas. Estamos
frente a un libro indisciplinado, como el autor.
Las circunstancias que rodean la redacción de este libro no es asunto me-
nor: ocurre como actividad principal de un período sabático. Pero no se trata
de un proyecto convencional, atrapado en la colosal fuerza gravitacional de la
institución, donde se aprovecha un poco de tiempo desprogramado para orga-
1. Así como este libro remite a ideas e informaciones contenidas en la bibliografía de Luis, mi lectura
ha sido una constante interacción con mi bibliografía, que en conjunto conforman una nueva red.
Es lo que los filósofos franceses Deleuze y Guattari llaman rizoma: ideas que no siguen un orden
jerárquico sino relacional y que se extienden constantemente hacia todas partes. Deleuze, Giles y
Felix Guattari (2003). Rizoma. Introducción. Valencia: Pre-Textos.
2. A este respecto, la investigadora y educadora española, María Acaso, se pregunta por qué los libros
de pedagogía son tan feos, tan escasos de elementos que provoquen la imaginación de los lectores.
Acaso, María (2015). Reduvolution. Hacer la revolución en la educación. Barcelona: Paidós Contextos.
Prólogos 15
nizar o actualizar los asuntos académicos. Asistimos a un proceso de transfor-
mación personal. Nada que pueda ser resumido satisfactoriamente en un reporte
semestral. El libro es una ventana que nos permite asomarnos a la reflexión en
movimiento del autor. Porter, con su escritura fluida e incluso poética, libre de
efectos academicistas, nos hace partícipes, en ese pensar en voz alta, acerca
de sus percepciones y visiones de una educación regeneradora (que es lo que
necesitamos, después de tanta crítica vertida durante tanto tiempo). El autor
nos dice: “La academia es una maquinaria que nos atrapa en un constante que-
hacer, donde paradójicamente, queda poco tiempo para reflexionar y menos
aún para decidir cambios”. Pero Luis descubre en el año sabático, ese invento
del siglo xix (él mismo nos lo revela), el lugar ideal para escapar de las inercias
institucionales y el programa prescriptivo para convertir la acumulación de
tiempo, lo que solemos llamar “antigüedad”, en experiencia: las acciones que
han pasado por el tamiz de la reflexión a partir de la cual se deciden los cam-
bios necesarios a la vida para que siga teniendo sentido. Sí, estamos hablando
de sabiduría.
¿De qué trata el libro de Porter? Buena pregunta. La mejor manera de res-
ponderla que se me ocurre es: sobre la universidad, en especial la UAM Xochi-
milco. Aunque en verdad trata sobre las universidades públicas de México, pues
algo de fractal u hologramático hay en nuestra realidad universitaria mexicana.
Escribe sobre la universidad de carne y hueso, literalmente, no aquella que
se suele describir en los discursos de los funcionarios, informes de labores,
folletos de promoción o en los reportes para las altas burocracias de la sep.
Habla, en cambio, de una universidad viva, que respira, se transforma, sobre-
vive, sufre. Luis habla de dos extremos que se tocan: el ingreso de los nuevos
estudiantes a la universidad y la última etapa del ciclo vital del académico en
la institución. Entrada y salida. Dos momentos primordiales del metabolismo
de la universidad para que pueda permanecer y evolucionar. Aspectos que, sin
embargo, no han sido abordados con la seriedad ni la profundidad necesarias
por las administraciones, que siguen con la mirada fija en las estadísticas del
aparato educativo-productivo.
16 Prólogos
Lecciones a mí mismo nos muestra que los profesores solemos entretener-
nos con lo menos importante. Nos quedamos en la superficie del programa, del
plan de clase, los contenidos, los horarios y las evaluaciones. Estas últimas con
la pretensión de dar cuenta objetiva de las capacidades de los estudiantes, de si
tienen o no lo que se requiere para permanecer en un medio que suele presen-
társeles entre hostil y desconectado de sus vidas, de sus experiencias: la cultu-
ra universitaria. A Porter no sólo le preocupa que una significativa proporción
de estudiantes deserte durante su primer año de estancia en la universidad,
sino que se ocupa de ello. Nos muestra que, detrás de toda la parafernalia aca-
démica, con todos sus ritos y burocracias, hay una universidad invisible para
la mayoría de los académicos, aquella que Eduardo Ibarra le ha mencionado a
Luis en una carta: “…me percato que existe otra universidad si bien oculta y si-
lenciada, más humana y más viva, que tiene que ver con lo profundo de la vida
y el sentir de las personas”. Un día, Luis Porter decidió traspasar ese invisible
muro de plexiglás que separa al profesor de sus alumnos: el mismo día que
decidió acompañarlos y hacerse su amigo.
Hace años, Luis me dijo algo como: “No puedo decir que conozco a un
estudiante hasta que conozco la mesa en que trabaja en su casa”. Entonces me
pareció una atractiva e interesante metáfora. Después de leer su libro, me doy
cuenta de que no lo era. En un proyecto denominado “Cero-Veinte: presencia
de la educación inicial en la formación de la identidad personal y profesional del
estudiante universitario”, Porter se ha involucrado, junto con investigadores
de otros países, en ese acercamiento con los estudiantes. Estos, mediante pro-
cesos de narrativa introspectiva, retrospectiva e incluso prospectiva, no sólo
llegan a conocerse mejor e identificar aquellos momentos tempranos de su
vida que han influido en lo que son: también reconocen y valoran el bagaje
cultural que traen consigo (y que a la universidad no le interesa), que está ins-
crito en sus mentes y en sus cuerpos. Porter nos revela: “Nuestra identidad es
un producto literario”. En verdad, aún desconocemos el papel que juega la na-
rrativa en nuestras vidas. No sólo participamos en historias, sino que también
las contamos y las inventamos como parte de nuestras estrategias cotidianas
Prólogos 17
para acondicionar nuestro mundo, construir nuestra identidad individual y
compartir nuestras emociones y pasiones.3
Es mediante la narrativa que los estudiantes traen a la memoria su niñez,
su formación familiar, los contextos de sus vidas y las influencias tempranas.
El trabajo de Porter en la UAM Xochimilco ha consistido en permitir que sus
estudiantes transformen paulatinamente el espacio universitario en un lugar.
Que de ser ocupantes, se conviertan en habitantes de la universidad, donde en-
cuentren un medio donde ejerzan y pongan en juego sus conocimientos, cuerpos,
habilidades, intencionalidades y creatividad que la institución ha despreciado
sistemáticamente. El espacio es un concepto abstracto: todos ocupamos un espa-
cio. Pero lo que comienza como un espacio indiferenciado puede convertirse
en lugar, conforme los estudiantes lo conocen mejor, lo adaptan, le dan valor
y lo llenan de significado.4 Es decir, un lugar donde se sienten bien, porque sa-
ben que les pertenece y que no son meros ocupantes temporales. Dejan huella.
Poco a poco, van tejiendo una trama, una red de historias y movimientos que
une sus pueblos, colonias, casas y familias con el campus universitario (y el
resto de la ciudad) en un continuum que se convierte en su territorio. Una de
las alumnas de Porter dice lo siguiente:
Una de las necesidades del ser humano es la de poseer, aunque sea temporalmente, un
techo bajo el cual vivir, un sitio que sirva de protección, que sienta suyo, y al que sienta
que pertenece. En el competido y tumultuoso mundo en que vivimos no es sencillo
encontrar lugares así, que sintamos nuestros. Quizás ésta sea una de las razones por las
que al caminar por la universidad, busquemos en sus pasillos y salones aliados en esta
búsqueda de protección.
3. En un brillante ensayo, Jorge Volpi nos muestra cómo la literatura y la ficción, más que ser puro
entretenimiento, han sido esenciales para la evolución de la especie humana. Volpi, Jorge (2011).
Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción. México: Alfaguara.
4. En este tema es muy interesante el libro de un conocido geógrafo chino-estadounidense. Tuan, Yi-Fu
(1977). Space and Place. The Perspective of Experience. Minneapolis: University of Minnesota Press.
18 Prólogos
En el otro extremo del proceso, Porter nos habla de los académicos que se
encuentran en la última etapa de su ciclo académico, en la fase en la que él
mismo se encuentra. En la que yo también me encuentro. En una especie de
manifiesto, como el autor califica su texto, nos dice: “pienso en mis colegas
de la uam, y a través de ellos en los de todas las universidades públicas, con la
esperanza de que asuman una actitud activa frente a la negligencia y descuido
con el que nuestras autoridades y nosotros mismos nos hemos tratado”. Re-
sulta inconcebible, en medio de tantos “logros sindicales”, que nuestra propia
Alma Mater (la madre que alimenta) castigue a sus académicos al final de sus
carreras con un cheque disminuido, cuando no incierto, anule todas sus pres-
taciones (cuando más se necesitan) y les excluya de cualquier participación
en un proyecto remunerado. El mensaje es claro: el fin de la relación laboral
significa la muerte de la vida intelectual del académico, que es uno de los prin-
cipales soportes de la vida biológica.
No obstante, Porter no nos convoca a participar en marchas y protes-
tas, sino a hacer lo que mejor sabemos hacer: poner en juego nuestra razón,
experiencia e imaginación para pensar y diseñar otros futuros dentro de la
universidad. Dice: “Continuar fragmentados y aislados entre sí, sin esgrimir
ante la ignorancia el poco de sabiduría que acumulamos en tantos años de
academia, sin contraponer propuestas inteligentes a las imposiciones estúpi-
das, es claudicar parapetados en los cubículos y áreas de trabajo”. Nos ofrece
algunos ejemplos de lo que se ha hecho en otras universidades, como las de
Buenos Aires y Toronto, en las que se ofrece un retiro gradual, en etapas, sin
perder ninguna de las prestaciones, o bien, la creación de centros universita-
rios donde los académicos retirados pueden participar en proyectos interdis-
ciplinarios. La cuestión es ¿qué podemos hacer en las universidades públicas
mexicanas? Porter nos exhorta a elaborar un “Plan B”, con el que podamos de-
sarrollar nuestro sentido del placer, no sólo intelectual, sino también estético,
relacionado con las artes; nos comprometamos con el conocimiento adquirido
y producido que se ha decantado en saber; darle rienda a nuestra curiosidad y
seguir aprendiendo otras habilidades y una inteligencia general que abreve de
Prólogos 19
cualquier campo de conocimientos; y construir una visión sistémica y comple-
ja de la realidad. Crecer en lugar de detenernos.
La lectura de Lecciones a mí mismo me ha provocado el recuerdo de otro
buen amigo, extraordinario profesor e innovador de la sociología en la Univer-
sidad Iberoamericana: Alfredo Gutiérrez Gómez. Él encontró en Edgar Morin
no sólo una cercana amistad, sino también una rica fuente de inspiración para
su labor académica. El libro de Porter me ha regresado a la lectura de un libro
que no fue escrito por Alfredo, sino por sus ex estudiantes y colegas suyos,
después de su muerte. En él se incluyó un e-mail que Alfredo circuló entre
ellos el día que entregó sus documentos de jubilación a la institución. Este es
un pequeño fragmento:
Sé cumplir mis promesas. Estoy acabando de hacer mis maletas. He demorado lo más
que pude antes de echarles cerrojo. Todo debe quedar en orden. Salvo las ideas, que
viven de mantenerse al límite de la temperatura original de mi ignorancia, tan querida.
Mis traumas deben también remozarse; la vida no ha concluido, y mis mejores defectos
pueden dar aún más de sí. Mis dos neuronas irán bien acomodaditas en esta cajita rellena
de algodones. No quiero dejar mucho detrás. Me llevo mis recuerdos, el rostro de ustedes
y de los que se han marchado antes. He aprendido a dejar, a soltar parte de mí mismo: eso
se lo fueron llevando, desde endenantes, todos los que pude detener un rato en su cami-
no. Me hubiera gustado saber y sentir mucho más, para que todos los que pasaron por
aquí fueran mejores. Nunca dejé de ser un aprendiz de profesor; un bárbaro de aquellas
legiones donde la tierra yerma le enseñó a uno lo primero, y lo primero era vivir de la
vida misma. La esperaré hasta el final, pero la ortografía, como la filosofía, no se me dio.
Tampoco la poesía. He sido un profesional del asombro y un asombro extraviado en la
incompletud. He preferido la composición de los paisajes a la obsesión del dato solitario.
Soy un admirador irredento del “continuo de las diferencias”; en todo lo que no sé ha ra-
dicado mi ciencia. Ésta (pequeña travesura iletrada), no es sino un licuado de la infancia
adulta, compuesto de frágil fortaleza e inocencia poderosa, sea esto lo que pueda ser.5
5. Este extraordinario libro es Delgado Ballesteros, César (ed.) (2005). Pensar y enseñar desde la com-
plejidad. El oficio y el estilo del maestro Alfredo Gutiérrez Gómez. México: Universidad Iberoamericana.
20 Prólogos
Así es quizá como deberíamos salir de la última escena de esa gran obra que
ha sido nuestra vida académica: con satisfacción, envueltos por el afecto de
nuestros estudiantes y compañeros y, sobre todo, con la convicción de que aún
queda una vida plena y digna por vivir fuera de la institución y, ¿por qué no?,
tomar rumbo por la vereda tropical, que siempre ha estado ahí.
Prologar un texto que he leído con tanto placer es una empresa igualmen-
te placentera. Y no se trata de un pacto de no agresión mutua que hayamos
acordado entre Luis y yo, como a veces hemos bromeado en las presenta-
ciones. Haciendo a un lado la amistad que nos une, si es que eso es posible,
se trata de un acto elemental de reconocer las fuentes de inspiración para
el ejercicio de mi quehacer académico. El libro que el lector, la lectora, tie-
ne en sus manos, es sin duda producto de la generosidad de Luis, quien con
este libro nos ha compartido no sólo sus hallazgos intelectuales y académicos,
sino también sus dudas, temores e incertidumbres. Su lectura tendrá que ser
lenta, como la mía, para ir descubriendo poco a poco sus secretos que se van
revelando poco a poco, sin prisas, para dejar que los “veintes vayan cayendo”
y descubrir que en realidad somos afortunados por habernos dedicado a la
academia. Quizá lo único que podría agregar es un pequeño recordatorio: Luis,
tenemos pendiente una conferencia de imposturas intelectuales y una exposi-
ción fotográfica. Que conste.
Prólogos 21
Entre canales y ahuejotes
No hace falta mucho más que poner algo de atención para prologar un libro.
Se trata de leer atentamente la introducción, se coteja el índice y se va a la
última página para ver en qué medida las expectativas planteadas al inicio se
pudieron llegar a plasmar al final. Se analiza la coherencia del escrito como un
todo y se hacen las acotaciones y anotaciones sobre los pasajes más represen-
tativos. Casi, casi como una buena reseña, que invita, amablemente, al lector
a introducirse y enfrascarse en la lectura de un promisorio y bello encuentro.
Qué tarea tan distinta me encomendaste mi querido y estimado amigo, cuando
me invitaste (y yo acepté) a prologar no un libro, sino un viaje, el tuyo, como me
resonó en palabras escritas por ti:
22 Prólogos
Hablas de tantas cosas que vivimos y dejaste de decir tantas cosas de las
que hablamos, que al leerte llegó un momento en que no distinguía si el que
hablaba eras tú escribiendo o era yo recordando, pero no desde 1998, sino
desde 1975 o 76. Como cuando desde el tercer piso del edificio central en al-
gún momento dijiste algo así: “Qué pasará cuando desde aquí ya no se puedan
ver los volcanes…”
Recodos de un camino que pasa por valles y colinas, que une destinos y pro-
picia desarrollos como cuando en tu inquietud sobre el diseño de la carrera de
Asentamientos Humanos, traslucías lo que la Conferencia Internacional res-
pecto a este tema había recientemente planteado, en aquel entonces; o como
cuando a la experiencia de años de docencia uniste tu deseo de completar tu
propia formación en las cuestiones educativas y tuviste que aprovechar esos
intersticios clandestinos del tiempo y te fuiste a Harvard, de donde volviste ya
plenamente incorporado a esa ruta que has llevado desde 1998.
Inquietudes compartidas que me permiten mirar más allá de lo que el texto
indica. Que me permiten recordar al leer el triste escenario que para el acadé-
mico de la uam significa enfrentar el mentado trance de una “jubilación digna”,
cuando la calidad docente mengua en la institución y no hay poder humano que
permita recuperar o sistematizar la experiencia de muchos, y de muchos años.
Lecciones a mí mismo ha sido el título que ideaste para identificar esta
aventura, no me queda duda alguna de la justeza de lo que el título enuncia:
pero justo por ser lecciones para ti pueden, de sobra, ser útiles también para
todos aquellos que compartimos la experiencia de pertenecer a una institu-
ción pública de educación superior y dedicar nuestras vidas a la formación de
las nuevas generaciones. En cada página resuenan los ideales, las propuestas,
los logros y también los errores y fracasos que acompañan a esta noble labor.
Resulta particularmente interesante el que hayas tratado de sintetizar el
esfuerzo enorme que significó dar respuesta al reto de una innovación edu-
cativa, como la planteada por Xochimilco, desde los problemas particulares
que implica la docencia en el ámbito del diseño, como práctica derivada de la
arquitectura. Queda claro en lo que dices, lo que supuso para quienes lo vivi-
Prólogos 23
mos, el tratar de trasvasar un planteamiento genérico de docencia, en los re-
querimientos específicos de una actividad cuyo quehacer se aprende haciendo.
Noches de discusión y desvelo; días interminables de reflexión, formas espe-
cíficas que iban surgiendo como otras tantas aproximaciones sucesivas, como
las hiladas de ladrillos de un nuevo y desconocido edificio, cuyo diseño se iba
realizando conforme se generaba.
Lo que has añadido después de esos primeros años es invaluable. La pre-
ocupación fundamental que, desde siempre nos guió y nos ha guiado, la for-
mación cada vez más plena y completa de los alumnos te ha llevado a experi-
mentar, tanto en licenciatura como en posgrado, formas de recuperación del
potencial humano con que cuentan los estudiantes. Lo que ideaste con Tedesco
y la Red que de ahí derivó, propone pautas y acciones de indagación que pue-
den propiciar nuevos enfoques pedagógicos y nuevas aproximaciones en la
generación cognitiva en el ámbito de la educación superior.
Sin embargo, lo que a mí, personalmente, me sorprendió, fue el encon-
trarme como actor en tu discurso, el compartir con Eduardo, cual si estuviese
entre nosotros, las reflexiones sobre una universidad que vive más allá de la
universidad con prisa. Compartir contigo y con él la convicción de que el an-
dar lento es propio del académico viejo. De aquél que era motivo del dicho
vigente en la Salamanca medieval: “El maestro joven enseña más de lo que
sabe; el maestro maduro enseña justo lo que sabe; el maestro viejo enseña
menos de lo que sabe…”
Termino con esta frase estrictamente académica la difícil labor que me
encomendaste. Espero con ello contribuir a que muchos académicos, jóvenes,
maduros y viejos te lean con el mismo placer con que yo te leí. Espero con ello
contribuir, también, a que otros lectores de los sectores más diversos, no sólo
el ligado a la educación, gocen de tu ligera y alegre prosa.
En Cuernavaca, en los últimos días del invierno del año 2017, a cuatro
años de mi retiro de la uam, no de la vida.
24 Prólogos
Una canción brasileña para Luis
Prólogos 25
En Lecciones a mí mismo, Luis es la primera voz, que nos guía en un viaje
que no es sólo suyo, sino que incluye a muchos otros: colegas, estudiantes,
amigos, todos socios de su ciranda.7
Leyendo sus lecciones, nos vemos envueltos en una cadencia donde lo
académico y lo poético se confunden, se complementan, llevándonos a com-
prender que para Luis, no hay separación entre investigación académica y vida
cotidiana. No hay un Luis que investiga en su oficina, en su aula y otro que
camina por la vida. Porque tanto en el aula como en los paseos por valles y
colinas, ríos conocidos y mares nunca antes navegados,8 Luis aprende y enseña,
y enseña al mismo tiempo que aprende.
Él dice que este libro se puede leer “como si se tratara de una obra de teatro
cuya escenografía se compone de un aula, un pasillo, y el fragmento de un jar-
dín de una universidad pública mexicana”. Sin embargo, la obra se desarrolla
en un escenario mucho más amplio, cinematográfico, que incluye la bahía de
Vancouver, el sol de Salvador, el mar de Florianópolis, el imaginado interior
agreste de Bahía, la sala de danza de Unicamp, las calles de Buenos Aires y de
Sao Paulo, una mesa de café en Niteroi, la nieve de Toronto... sólo por men-
cionar algunos de las muchos paisajes que compartimos juntos, participando
en congresos y seminarios, aquellos que Luis reconoce como los buenos con-
gresos (que no son un supermercado o un tianguis); los que permiten que los
académicos realmente compartan sus ideas, se emocionen y regresen a sus
universidades inspirados para iniciar nuevos proyectos.
Durante la lectura nos sorprenden personajes de diferentes edades y pro-
cedencias que acompañamos a través del risueño laberinto de lecciones eternas,
de las que Luis nos hace cómplices y de las que salimos como él, generosos y
libres; pudiendo escuchar la lluvia, ruidos y canciones llegando desde lejos, ecos
traídos por la brisa.
7. Se denomina “ciranda” a un baile popular del Noreste del Brasil (Pernambuco) que se danza en
círculo, como una ronda.
8. Luis de Camões: Lusíadas.
26 Prólogos
Al cerrar el libro, desfilan, ante mis ojos, once años de encuentros y traba-
jo conjunto en Canadá, Brasil, México y Argentina, y la canción brasileña que
escucho, por casualidad o por destino, es la Canción de América:9
Prólogos 27
Introducción
Este libro se puede leer como si se tratara de una obra de teatro cuya esceno-
grafía se compone de un aula, un pasillo y el fragmento de un jardín de una
universidad pública mexicana. El protagonista principal es un profesor inves-
tigador que reflexiona sobre las diversas tareas, ideas y actividades que con-
formaron su vida académica. El relato se centra en las dos últimas décadas, de
las cuatro que el protagonista dedicó a su institución. Aunque no hay un cartel
que lo ostente, la institución es la UAM Xochimilco, cuya peculiaridad fue la
implantación de un proyecto pedagógico original y avanzado, conocido como
el Sistema Modular. Este pormenor es importante, porque cambió la vida de
muchos de los que lo impulsaron, universitarios que creyeron firmemente en
él, y de generaciones enteras de estudiantes que se formaron bajo las diversas
interpretaciones del sistema y sus modalidades. También constituyó un golpe
de timón que le dio un nuevo curso al destino de dicho profesor que es quien
esto escribe. Por ello, el tema central de este libro es la educación, y sus prin-
cipales actores son los estudiantes y los docentes, que encontraron en sus salo-
nes, pasillos y jardines, un nuevo espíritu que modeló y fortaleció su identidad.
A juzgar por el índice, esta obra pudiera entenderse como una serie de
vínculos que forman los eslabones de la biografía laboral de un maestro, sin
embargo, no es esa la principal intención del texto, aunque todo lo que uno
escriba sea en gran medida autobiográfico. La idea de una autobiografía no es
más que una excusa, como quien escoge un género para contar algo. La gente
es curiosa y gusta de las confesiones, de las revelaciones. En realidad poco im-
porta la vida de un profesor investigador, es decir, mi vida, sólo como soporte
de mensajes que sí me interesa dar como maestro, y como un maestro que se
28 Introducción
retira; el tiempo juega un papel principal y nos remite a la trayectoria de vida,
aunque no es lo importante. Ubicada en la línea del Comité Editorial de Libros
de Preservación y Difusión de la Cultura, y no como producto de una investi-
gación (científica), el libro se organiza como una secuencia de diálogos que
no se detienen, sino que buscan continuar cada vez que un ejemplar de este
libro se abra, como ocurre en este momento en el que Ud. lector, se dispone a
dialogar con él. Intenta ser entonces una amable invitación a conversar, hecha
desde la generosidad que inspira un país sensible y artístico como el nuestro,
poseedor de un alma ancestral, que se asoma por los ojos del joven que lee, o
del maestro que, al acompañarlo, también me acompaña. Si quisiéramos re-
presentar este libro con una figura, sería más parecida a un espiral que a una
línea recta, a una figura que no posee una lógica angulosa, y se parece más
a una secuencia de arcos, cuyas curvas perfilan saltos que antes de tocar el
piso, se resuelven en un nuevo giro. La razón, o la circunstancia que decidió
que este libro se escribiera de esta forma, está directamente relacionada con
situaciones cotidianas, de tipo práctico, que, sin embargo, no están exentas de
emoción: por una parte, la conclusión de una trilogía de investigaciones: “Arte
y literatura en los jóvenes estudiantes universitarios”; “Cero-veinte: presencia de
la educación inicial en la formación de la identidad personal y profesional
del estudiante universitario” y “Prácticas artístico corporales de la juventud
actual y su repercusión en el arraigo a la universidad”, tres proyectos dedica-
dos a conocer a nuestros alumnos, con el principal objetivo de estimularlos
y motivarlos a ser autodidactas y no abandonar sus estudios; por otra parte,
se encuentra el momento en la vida del que esto escribe; al ir cerrando un
prolongado ciclo lectivo, que abarca más de cuatro décadas, y despedirse de la
institución que le sirvió de base, cobijo y estímulo. La renuncia a un vínculo
vocacional como el que la universidad implica, hace de la jubilación un acto
de arrojo, una decisión difícil, que requiere de preparación emocional y psico-
lógica previa. De tal manera que un balance de lo vivido siempre será útil para
llegar a dicha decisión con convencimiento y alegría. Mirar hacia el pasado de
un universitario, es como dibujar la línea de un camino que baja y sube entre
Introducción 29
valles y colinas de un paisaje inabarcable. Detenerse en un recodo del camino,
sacar papel y lápices de colores para plasmar algunos apuntes nacidos de lo
que todavía alcanzamos a ver, es una tarea que busca hacer evidente lo que de
otra manera se perdería en el olvido.
Al levantarse el telón, se lee una fecha, que bien podría ser enero de 1975,
cualquier octubre o un año que termina con el número 8: 1938, 1958, 1988,
2018. El espectador que observa la escena lee la fecha que allí aparece e inme-
diatamente piensa en el presente, que no es otro que el año, mes, día y hora, que
corresponde a este momento en que usted está frente a esta página y la lee. Hace
cuentas y se dispone a comparar lo que espera leer con lo que pudiera escribir.
Aunque el resto del público está expectante esperando la primera escena que da
inicio a la obra, el lector, al haber hecho conciencia de su tiempo, siente en su
propio cuerpo el imparable “ir siendo” que no se detiene, como si se tratara del
silencioso mecanismo de un reloj, cuyo péndulo palpita como un corazón. Esta
extraña sensación, no de estar vivo, sino de estar viviendo, es como un texto en
movimiento, donde las letras corren como si fueran segundos. Contrariamente
a lo que se pudiera esperar, la acción no ocurre en la pantalla de una tableta o
dispositivo móvil, ni tampoco sobre el escenario, sino por los entretelones de
la vida que se va mostrando en cualquier parte y en cualquier orden, entre los
intersticios de la sala, o del libro. El teatro no es otra cosa que una escenogra-
fía literaria, en la que una platea sin techumbre deja ver un amplio cielo azul
profundo. En esa pantalla sideral se refleja el callado paisaje de Xochimilco,
último reducto de la enorme zona lacustre que fue el valle de Anáhuac, con
su enjambre de ríos, canales, lagos y chinampas. Hacia el fondo se deslizan las
sombras de unas trajineras, en las que reconocemos la silueta del remero hun-
diendo la pértiga en el fondo de la masa de agua. Ese remero es el portador de
una cultura ancestral que poco o nada hace dentro de la universidad, a pesar
de que cada estudiante es como un pedazo de mineral en el que se fundió la
historia. Estos pasajes se proyectan como ecos del imaginario de los que ha-
bitan esa universidad cercana-lejana, que por factores exógenos y endógenos,
de políticas y política, decidió no incluir en su paisaje, ni en su concepción, los
30 Introducción
vestigios de 11 siglos de interacción entre la comunidad local y la naturaleza,
que se plasma en la chinampa y su habitante, como símbolos vivientes.
La universidad separada de su entorno y de su cultura, prefirió ignorar al
Huey Apantli (la Gran Acequia), un cauce artificial de agua a cielo abierto que
fue construido en la época prehispánica y todavía está allí, sin que le hagamos
caso. Ese cauce, siglos atrás, se abastecía de los escurrimientos del volcán Popo-
catépetl conducidos por el río Ameca, el lago de Chalco y los distintos ojos de
agua de Xochimilco y Tláhuac. Cuando estaba completa, esta misma vía acuá-
tica guiaba el transporte de productos agrícolas hasta el céntrico embarcadero
de La Merced. Hoy, el que fue el más importante camino de agua prehispánico
construido en toda la historia del valle de Anáhuac, ha sido degradado hasta
convertirse en un marginado desagüe. Los reflejos del cielo en sus aguas quietas
y la hilera de altos eucaliptos que lo flanquean son tan sólo imágenes de un
recuerdo. Entre un despliegue de verdes y de sombras destacan hileras de esos
árboles altos y espigados, primos del sauce llorón, que se llaman ahuejotes. Por
allí, apenas unos cuantos metros hacia el poniente, en una angosta franja de
terreno fértil, de una ex hacienda de Coapa, se erigen los edificios grises de la
universidad, cuya fisonomía no parece haberse inspirado en la alegría floral que
la circunda. Para imaginar su pasado no tan lejano, podemos observar las foto-
grafías aéreas de finales de los sesenta, cuando se construyó la adyacente pista
de canotaje de Cuemanco. Es notable y sobrecogedor ver en esta foto, relativa-
mente reciente, los vastos campos agrícolas, hoy cubiertos por una densa geo-
metría habitacional, que nos remite a su común origen: las olimpiadas del 68.
Al apagarse la diapositiva del canal de Cuemanco, también se apagan las
luces de la sala y se encienden los reflectores que iluminan a un grupo de
jóvenes actores que irrumpen en el escenario por el lado derecho, animados
y ruidosos, sorteando una serie de pupitres dados vuelta y en desorden. La
mayoría hace mutis por el lado izquierdo, algunos se quedan. Durante su bre-
ve recorrido, esquivaron con cuidado al maestro, sentado en el piso, al centro
del salón, con la espalda apoyada en su escritorio puesto de canto, para que
le sirva de respaldo. El actor que hace de maestro, se dirige al público y dice:
Introducción 31
— Este grupo que acaba de cruzar el escenario son mis alumnos del trimes-
tre. Juntos estamos intentando subvertir el orden que se nos impone en cada
período. Pusimos boca abajo los muebles, descolgamos el pizarrón y abrimos
la ventana para dejar entrar el aire y la luz natural. Ampliamos el aula, utili-
zando la ventana como el foro de un teatro guiñol, los alumnos que quieren
decir o contar algo, lo hacen desde afuera. Conversamos sobre el significado
de darle vuelta a los pupitres para poder vernos de cuerpo entero. También
hablamos de abolir el pizarrón, de la inutilidad de tomar apuntes y acerca de la
reivindicación de la ventana. Tuvimos que romper el candado, y cuando vino
el supervisor le dijimos mentiras.
— ¿Qué es esto? –nos preguntó Bryan, el alumno bien peinado que vieron
ustedes pasar con su camisa blanca almidonada (le inculcaron no mentir nunca).
— Son estrategias que utilizo para implementar lo que considero un cam-
bio –le respondí.
— Pero maestro, ¿usted piensa hacer una revolución educativa?
— Sí, eso quiero que hagamos, pero todos juntos… es una decisión política
que deriva de mi posición ética –agregué–, seguiremos discutiendo, porque
toda decisión ética requiere de un proceso ético, en el que todos debemos par-
ticipar.
— Entonces maestro, ¿usted puede conseguir que nos doten de computa-
doras?
— No, Bryan, no necesitamos computadoras, lo que necesitamos es hablar
en voz alta como amigos.
— Pero maestro, yo vine a aprender diseño –continuó el necio de Bryan.
— Muy bien, y eso requiere aprender a pensar bien y a vivir mejor. Y para
ello tendremos que ejercer el sistema modular como una educación disrrup-
tiva, con ese sentido fue creada… y podemos comenzar por cualquier parte,
no hay apuro. El primer ejercicio será identificar en nuestro espacio, aquellos
elementos de diseño que influyen en la distribución de poder en el aula. Ha-
gámonos algunas preguntas: ¿por qué tenemos que esconder nuestros cuerpos
debajo de un pupitre?, ¿por qué hay que mantener cerrada con un candado
(del que no se nos da la llave) la única ventana?, ¿qué significa que continue-
32 Introducción
mos con la tecnología del gis y el pizarrón?… querido Bryan, intentemos una
primera redistribución del poder en éste que convertiremos en un salón de
reuniones para que deje de ser un salón de clases. Aprender diseño será un
instrumento para cambiar la distribución social dentro y fuera del aula. Aun-
que, te aclaro, si estuviéramos en la Facultad de Química, sería la química el
instrumento para cambiar el balance de nuestra relación y hacerla más hori-
zontal, pareja y accesible a los cinco sentidos. No hace falta ser artista para
relacionar arte con educación.
Bryan se me quedó mirando.
Introducción 33
entero, concibe la docencia como una labor de colaboración no desprendida
de la investigación. Cada escena de este libro quiere jugar el papel de un mó-
dulo, cuyo guión permite múltiples interpretaciones que pueden tomar dife-
rentes formas, dependiendo del momento en que el espectador o los actores
llegan al teatro y se disponen a leer, que equivale a subirse al escenario.
34 Introducción
Se trata de un material importante que alimenta el proyecto de la División y, a
su vez, el proyecto general de la universidad. Se verifica si contribuye a la buena
marcha de la institución, al mejoramiento de la docencia y a la contribución
de conocimiento nuevo. La relación investigación y docencia (teoría y prác-
tica) es esencial para la salud educativa. Los reportes pueden sumarse a otras
iniciativas e intereses individuales y de grupo, y de esa manera dar contenido
y vida a un proyecto divisional colectivo. Formar parte de un proyecto de in-
vestigación, de docencia o difusión, de servicio a la comunidad, es la manera
más sana y natural de ser académico, porque gira alrededor del conocimiento.
En la academia hay una sola forma legítima y auténtica de generar respeto, y
es la que proviene de nuestra contribución a sus funciones sustantivas. En la
universidad, la energía y el talento existen y allí están, no siempre como un co-
lectivo, más comúnmente como individuos. Cuando el profesor logra conso-
lidar su prestigio, es porque ya forma parte de grupos, asociaciones artísticas,
científicas, sociales, etc., lo que da a su vida universitaria un gran potencial y
un contenido que puede ser muy rico. Para romper la tendencia al aislamiento,
el investigador dedicado, es decir, apasionado por sus temas, sus proyectos o su
trabajo docente, recurre a sus amigos. Curiosamente, la constitución de redes o
de “cuerpos académicos” no ocurren por coincidir en temáticas o marcos teó-
ricos; estos cuerpos académicos naturales se forman por afinidades, simpatías,
admiración y respeto hacia la obra del otro. Es más sano y normal acercarnos
a los colegas que nos valoran, con los que debatimos sin llegar a la polémica o a
la agresión, y en los que confiamos sin necesidad de hacer pactos de ningún tipo.
Esto ocurre particularmente cuando leemos y conocemos las obras de dichos co-
legas, que sumado a la convivencia, puede dar fruto a una amistad sincera: “Por
sus obras los conoceréis”, dice sabiamente La Biblia (Mateo 7:15-20). Gracias a
las nuevas tecnologías también se tejen amistades profundas a la distancia, en la
comunicación virtual, por medio de ideas, aspiraciones y sueños. Hay en las
amistades académicas un afecto intelectual, que tiene mucho de admiración y
de conciencia del momento histórico que se vive; una certeza de que estamos
haciendo historia, que formamos parte de una época, vista desde nuestras dife-
rentes edades y diferentes culturas, cualidades que dan dimensión, presencia
Introducción 35
y contenido a este tipo de relaciones. Los principales estímulos que recibimos
cuando hemos tenido la fortuna de crear este tipo de entorno, pueden tener
la forma de críticas o de consejos, aprobaciones o confrontaciones, debate,
inquietud, encuentro, no importa, porque el hilo afectivo estará por encima
de cualquier diferencia de pensamiento. En este clima argumentativo, alimen-
tador, constructivo, el investigador va concibiendo a su propia institución como
un puerto de entrada y de salida, una especie de plataforma de aterrizaje y de
despegue, de donde parte hacia caminos que recorre como si él mismo fuera
una maceta itinerante (con raíces que no lo atan ni inmovilizan). En la casa del
saber, como en el hogar, estamos obligados a rendir cuentas, a llenar reportes, a
cumplir con rituales y procedimientos. En los múltiples lugares donde vamos
a esparcir nuestra semilla, dejamos una estela de diálogos y discusiones, frutos
y promesas, textos, publicaciones, memorias. Los reportes son como la estela
que la nave dibuja en la superficie del mar, y este libro no es otra cosa que una
versión revisada de ese reporte final que, al correr de la pluma, fue tomando la
forma de lecciones: las lecciones que se da a sí mismo un autodidacta, a la ma-
nera de un diario o un cuaderno de bitácora, no diferente al de los navegantes.
El trabajo paulatino del docente-investigador va llegando a puertos, a es-
taciones, a lugares en que echa anclas para bajar a tierra firme, caminar por el
muelle e integrar lo escrito en una sola historia hecha de múltiples historias.
Contar es una forma de difundir lo vivido, de compartir lo hecho, sólo que
en lugar de resumirlo en el breve tiempo de una ponencia o conferencia para
ser presentada en un congreso, a veces, tiene el suficiente peso como para ser
sometido a la laboriosa tarea de transformarse en libro, una tarea compleja
y sagrada, que no ha podido ni podrá ser simplificada por la tecnología. Re-
querirá siempre de múltiples revisiones artesanales, por mil razones, una de
las principales es que el lenguaje es un ser vivo, que juega sin ser un juego,
que improvisa sin ser superficial, que no permite violaciones ni acosos y que
demanda estudio; una herramienta que todos los académicos deberíamos do-
minar y manejar como el concertista maneja el teclado o el atleta maneja su
cuerpo, sin embargo, no ocurre así. A pesar de nuestra continua producción
de textos, seguimos requiriendo de ayuda, por eso les rindo homenaje y consi-
36 Introducción
deración a los equipos editoriales, desde los que deciden si el manuscrito me-
rece ser publicado, hasta los que leen el texto palabra por palabra, dedicando
todo su celo y conocimiento para que cumpla con todas las reglas. Al hacer-
lo, también les rindo homenaje a mis ancestros dedicados a las artes gráficas:
componedores, tipógrafos, los que tienen que ver con la tinta y con los pliegos
del papel, con las librerías y los lectores, las ferias y las promociones, los que
los envuelven en paquetes y los llevan al salón donde serán presentados, a los
que los reseñan, a los que lo compran y lo leen, los que lo guardan con cuidado
en un estante de su biblioteca, a los que lo llevan al aula para ilustrar sus cla-
ses, etcétera. El libro requiere la labor de un relojero, que ajusta tornillos bajo
la carátula redonda del reloj, oyéndolo latir en su leve tic-tac, ese sonido del
tiempo, minuciosamente medido por delgadas manecillas, números romanos
y un péndulo, que mientras haya cuerda, seguirá meciéndose con un vaivén
parecido a la de una nave posada sobre el agua. Fieles a su maquinaria hecha
de palabras, nos dejaremos atrapar entre las velas del molino de viento que
gira como las manecillas, y nos invita a subir a lo alto del mástil, como lecto-
res-vigías, atentos a descubrir las maravillas o los peligros que esperan en el
horizonte.
Introducción 37
derna más importante de todos los tiempos. La consolidación de su proyecto
obligó a Eliot, quien tenía al iniciar su rectorado apenas 35 años de edad y era
el primer científico que asumía este cargo (hasta ese momento en manos de
clérigos), a no dejarse desviar por el antagonismo entre las humanidades y las
ciencias, álgido en aquellos tiempos (y que injustificadamente prosigue vivo
hasta la fecha) y promovió, en cambio, planes de estudios flexibles y nuevos
métodos pedagógicos, basados en el respeto y reconocimiento a la diversidad
de ideas y formaciones. Esto ocurría en Cambridge, Massachusetts, en 1869,
Eliot se mantuvo indeclinable y creciendo durante las siguientes cuatro déca-
das que duró su rectorado, logrando la metamorfosis de una escuela anclada
en el pasado, hacia otra asombrosamente mejor, situada en el futuro.10 Dete-
nernos a precisar el origen y dar crédito al creador del sabático no es un desvío
erudito, sino la sencilla intención de dar énfasis a la importancia y utilidad del
sabático como elemento compensador y estructurador de la vida académica y,
de paso, de esta obra teatral que aquí presentamos, que en lugar de actos, está
estructurada por los intervalos que son los sabáticos.
Si nos remitimos a La Biblia, consejo siempre constructivo, Eliot no inventó
la idea del sabático, sino que lo adaptó del mandato escrito en el Génesis 2, que
dice lo siguiente: “Así terminó Dios, la creación del cielo y de la tierra, y de todo
cuanto existe, y el séptimo día descansó, Dios bendijo ese día y lo apartó”. El
sábado es un día de guardar para nosotros, y lo es también para la agricultura.
El mandato era dejar de trabajar la tierra en el séptimo año, para que recu-
perara los nutrientes por medio de su descanso, es decir, del ocio, que es tan
bueno como necesario, no olvidemos que la palabra escuela. Skholè (σχολή)
significa ocio, porque el tiempo de ocio equivale al tiempo de reflexión, y no
de de holgazanería como se ha intentado depreciarla. El período sabático, un
buen sueldo y la obligación de hacer investigación y no tan sólo docencia, son
parte de las extraordinarias ventajas que ofreció la uam, desde su inicio, a los
profesores de tiempo completo. Fue una inteligente política para atraernos a
38 Introducción
la uam, dada su insuficiencia y escasez a mediados de los setenta. El sabático,
en cualquiera de sus modalidades, tiene la generosa particularidad de alejar-
nos de las inercias propias de las instituciones, permitiendo que el profesor se
desprenda de ataduras, se desentienda de obligaciones y se descomprima de
tensiones, después de haber dedicado largos años a una actividad tan deman-
dante como es la de formarse y formar a sus semejantes.
Introducción 39
En estos tiempos en que se insiste en transformar a la universidad en una
empresa productiva, en la que ya se acostumbra bautizar como “clientes” a los
estudiantes y como “productos” a los egresados, bien vale pensar en cómo sería
una universidad administrada como una empresa. Si eso ocurriera, alguna ins-
tancia trabajaría en términos de control de calidad, de mediciones costo-bene-
ficio, de eficacia y eficiencia, buscando la correcta sistematización que permita
conocer el cumplimiento que los empleados logran acerca de los compromi-
sos adquiridos al firmar su contrato. Esto nos lleva a pensar en los efectos que
tendría una verdadera autoevaluación de este tipo, si la ratificación periódica
de las plazas de tiempo completo estuviera sujeta al desempeño demostrado
durante determinado período de tiempo, donde obtener “capacidad de voto”
pasara al último lugar de la escala. El sabático tendría una mayor utilidad si de
esa autoevaluación dependiera nuestra recontratación, en vez de permanecer
complacidos y apoltronados en la seguridad de una plaza definitiva. Las evi-
dencias o huellas del trabajo académico, que incluye cientos de estudiantes
atendidos, deberían conocerse, discutirse, no sólo para afinar las políticas ins-
titucionales, incluyendo las formas de evaluación externa, sino como parte de
los mecanismos de gobierno universitario, eficaces y eficientes en cualquiera
de sus niveles.
Las historias de los académicos que investigan son diferentes de las histo-
rias de los académicos que enseñan. Predominan en nuestro mundo, y en par-
ticular en el de los diseñadores11 (entendiendo por diseños las distintas ramas
que se derivan de la arquitectura), académicos que educan, pero no investigan.
No está de más recordar lo que Mario Bunge tan bien sintetizó: “Los que saben
enseñan, y los que saben que no saben, investigan” (Bunge, 2011: 65). Esto es
explicable porque se trata de campos del conocimiento en donde la práctica
creativa está por encima de la producción teórica, y no siempre se encuentran
en sincronía. Existe investigación que alimenta al diseño, como la que realiza
el Instituto de Investigaciones Estéticas, que se preocupa por las artes y el
pensamiento artístico, o la Coordinación de Ingeniería Estructural, o la in-
11. Este libro surge de un profesor que es arquitecto y está adscrito al área de Diseño (cyad-uam-x).
40 Introducción
vestigación de materiales en Ingeniería, también las ciencias sociales estudian
cuestiones urbanas, o la psicología estudia espacios y conducta, etc. Nuestra
investigación se ubica en el campo de las ciencias sociales, en particular en el
de la educación, en este caso para el diseño. Por su carácter esencialmente in-
terdisciplinario, el diseño se alimenta del conocimiento que surge a su alrededor,
esto lo demuestra el hecho de que hasta hace muy poco, las escuelas y facultades
de arquitectura no habían instaurado doctorados en diseño. Un diseñador que
quiere ser doctor tendrá que serlo en las ciencias sociales, no en el campo del
diseño. En lo que se refiere al oficio de diseñar, como es algo que se aprende
en la práctica y no en un salón de clases, la universidad sólo puede ofrecer un
tramo parcial de la formación y, siguiendo las reglas de juego impuestas por
las profesiones, una credencial que sirve como salvoconducto para la práctica
posterior y estudios de posgrado, lamentablemente. Debería ser ilegal emitir
una “cédula profesional” a un egresado universitario que no ha llegado a cubrir
lo mínimo que se requiere para ejercer su profesión. También es poco ético e
incorrecto que no se les informe a los estudiantes que al terminar sus cuatro
años de carrera, la cédula que expide la sep y que les da derecho a ejercer,
no es más que un símbolo, ya que todavía necesitarán, al menos (como ocurre
en otros países), cuatro años extra de entrenamiento práctico en una oficina o
constructora para poder llegar a ejercer su profesión en calidad de principiantes.
Tarde o temprano veremos que esto sucederá. La universidad que ya utili-
za el lenguaje empresarial (excelencia, calidad, competencias, etc.) terminará
asumiéndose como tal, y las evaluaciones periódicas, los reportes, los expe-
dientes con la suma de los “productos” anuales, formarán parte de un diálogo
vivo, por encima de los procedimientos burocráticos para que se haga un uso
práctico de ellas, un seguimiento real de la trayectoria de los miembros de la
planta académica y un estudio fehaciente de sus efectos en el estudiantado.
Con información leída y discutida de quiénes somos y qué hacemos, se podrá
dirigir a la institución con más conocimiento de causa, implantar procesos
que disminuyan la deserción, aumenten la eficiencia terminal y garanticen
una mayor calidad educativa. No tengamos miedo de ver a la institución uni-
versidad como una empresa productiva, sólo recordemos que para ello hay que
Introducción 41
implementar, entre todos nosotros, mecanismos de diálogo cualitativo que re-
sulten en una imagen con una gama amplia entre el negro y el blanco, más
inclusiva, de mayor aceptación de las iniciativas que surgen de la base por gru-
pos comprometidos, para ello, se requiere conocer más a fondo lo que ocurre
abajo. Los congresos, los coloquios, los encuentros son clave para unirnos en
una serie de conversaciones que nos permita mostrar lo que hacemos. ¿Quién
le da rumbo hoy en día a la universidad? Lo hacen las excepciones, aquellos
que saben que la universidad no es una institución “de producción”, sino una
institución “de existencia”,12 y que en lugar de procesos meramente produc-
tivos, opera procesos orientados hacia dos objetivos principales: enseñarle al
joven los aspectos fundamentales del buen vivir y las capacidades básicas del
pensar bien. Esto está íntimamente relacionado con la ética. En la turbulencia
social y política que México vive, estamos conminados cada día a asumir una
posición ética, de esa posición dependen nuestras conductas a seguir.
42 Introducción
que consagró C. P. Snow en su libro (1959).13 El origen de este proyecto nace
de una larga conversación con el destacado educador Juan Carlos Tedesco,14
en ella afirmó que para poder conocer al joven universitario, era imprescin-
dible tener una idea de cómo fueron sus primeros seis años de vida. Con esa
premisa, por cierto desafiante –debido a que en nuestra fracturada forma de
conocer, ser un “experto” en educación superior implica no serlo en el res-
to de los niveles–, se hizo necesario dedicar un buen tiempo a estudiar las
experiencias más aventajadas y didácticas de la educación inicial (0-4) (que
se resume en la Segunda Parte) para poder intercalarlas, más tarde, en el tra-
bajo docente universitario con jóvenes de primer año de licenciatura (de 18-21
años, en los cursos de introducción titulados Tronco Divisional), empleando
ejercicios de reflexión sobre sus primeros seis años de vida. El trabajo de al-
gunos estudiantes aventajados del posgrado a quienes tuve la oportunidad de
dirigir sus tesis, ayudó a que pudiéramos construir puentes entre niveles (pri-
maria-secundaria-preparatoria-universidad) para poder llegar a hablar con
cierta autoridad del proceso en su conjunto, y no tan sólo de sus partes. Esto
confirma que los trabajos transversales, aunque no son comunes dada la frag-
mentación arbitraria, pero usual, del conocimiento, sí son muy necesarios. A
nuestra investigación sobre la niñez, se sumaron diferentes trabajos en curso
de otras universidades de México y el extranjero,15 en donde se han inaugu-
rado importantes esfuerzos encaminados hacia la necesaria revolución educa-
13 “The two cultures” es un ensayo breve basado en la conferencia (Rede Lecture) que el químico,
novelista y divulgador Charles Percy Snow ofreció en la Universidad de Cambridge el 7 de mayo de
1959.
14. Juan Carlos Tedesco (1944-2017) fue un educador y pedagogo argentino que se desempeñó
como Ministro de Educación de Argentina. Con él tuve el gusto de conversar largamente a partir
de un encuentro en el Congreso de Educación, en Xalapa, Veracruz, en 2003. Su intervención se
puede consultar en los Anales de la Facultad de Educación de la uv. El diálogo ha salido publicado
(Tedesco-Porter, 2006).
15. Desde 2006 hasta el 16 de mayo de 2017 estuvo activa la Red Internacional de Investigadores
“Cero-Veinte” (RII-0/20), grupo integrado por investigadores de CyAD-UAM-X; Facultad de Psicolo-
gía-Universidad Autónoma de Colima; Posgrado de Ciencias Sociales-Universidad de Sonora (Uni-
son); Facultad de Educación-Universidad de Campinas (Unicamp); Unidad de Ciclo Básico-Univer-
sidad de Buenos Aires (uba).
Introducción 43
tiva. Así, nos fuimos entramando en una serie de conversaciones que se tra-
ducían en textos que presentamos en seminarios, encuentros e interacciones
virtuales. En nuestros proyectos de estudio de la juventud actual, de nuestros
alumnos más jóvenes, pusimos especial celo en reconocer que el conocimiento
que buscábamos sólo sería válido como resultado de búsquedas que lograran
situar determinada problemática en un espacio de trabajo, que pasa del aula
al taller y del taller al laboratorio. Allí se validan y constatan los datos y los
hechos con evidencias que confirman, corrigen o refutan las hipótesis plan-
teadas. Este proceso está íntimamente ligado con el uso de la palabra rigor en
la academia. Ser estricto en toda investigación es fundamental porque obliga
a compartir las preguntas base de investigación y hacer explícito lo que se in-
tenta demostrar, buscar y entender, de las muchas incógnitas que acompañan
a los profesores que trabajan con estudiantes recién llegados a la universidad.
Sin embargo, nosotros sostenemos que el rigor no es tan importante en el
método ni en los cánones, sino en el cuestionamiento a un sistema de valores
en el que vivimos, y donde nuestro trabajo se situará: o bien cuestionándolo, o
bien supeditándose a sus reglas. Riguroso ha de ser entonces, el que sostiene
una toma de posición basado en su ética y que cuestiona el estado de las cosas.
Nuestras preguntas de investigación fueron: ¿Cómo podemos identificar
los valores surgidos, vividos y aprendidos en la etapa 0-6 en el estudiante de
primer ingreso a la universidad, fundamento de su ética de conducta?, ¿qué
efecto tiene su nivel de conciencia en su desempeño escolar y qué caracterís-
ticas los definen?, ¿es posible que al reflexionar acerca de sus primeros años de
vida, el joven amplíe la visión que tiene de sí mismo, fortaleciendo su identi-
dad?, ¿es cierto que un ejercicio retrospectivo que ponga atención en concep-
tos, visiones y valores le permite al joven un mejor desempeño como univer-
sitario? Respondimos a estas preguntas llevando a cabo una forma de conocer
que no se detiene en el saber inductivo (el de las ciencias positivas, base de
las ciencias occidentales), reconociendo el mundo de las cosas que ocurren, y
que nos permiten captar, sin intermediarios, el qué de las cosas, es decir, sus
esencias y sus valores. Lo que, aclaramos, no necesariamente es producto de la
razón lógica. La reflexión sobre su pasado, hecha por el mismo estudiante, no
44 Introducción
es como un ejercicio documental de historia, es también, y puede llegar a ser
en su totalidad, un ejercicio de ficción que pone en marcha su imaginación y
le permite volverse a ver a sí mismo con otros ojos. La reinvención de la iden-
tidad del estudiante, su reafirmación por medio de un ejercicio introspectivo
que lo empuja hacia un viaje retrospectivo, le permite regresar al presente con
nuevas fuerzas y claridad para idear, delinear, imaginar y confrontar su futuro.
La reconciliación consigo mismo promueve la dimensión afectiva, al entender
que lo racional no excluye lo sensible. Es posible que muchos de estos pasos los
hayamos dado sin darnos cuenta, al formar parte de un cambio de paradigma
hacia una epistemología cuyo principal ingrediente es la sensibilidad, el cuida-
do por el otro, el interés por nosotros mismos, que de inmediato se proyecta
sobre los demás, lo que nos remite indefectiblemente al amor.16 La fuerza de un
sentimiento que ante los hechos cotidianos se hace particularmente necesario.
Este abordaje, sin embargo, se inscribe dentro de un sistema educativo que ya
ha demostrado su incapacidad para educar. No mencionar este hecho, o no
detenernos aunque fuera brevemente en la necesidad de una revolución edu-
cativa, sería soslayar el contexto negativo de donde surgen estas acciones que
buscan el cambio y que identificamos, siguiendo a investigadores como los
que promueve la Fundación Telefónica, en su Escuela de Educación Disrup-
tiva, a la que asisten educadores como Luis Camnitzer y Alejandro Piscitelli,
ente otros. Más los ejemplos de redes y emprendedurías como el “Colectivo
pedagogías invisibles punto com”, la “Reduevolution”, “TedX”, más la labor
educativa de filósofos como Walter Kohan o Alberto Rojo, o educadoras como
Elizabeth Ellsworth, en eua, todos ellos contribuyendo a la inminente, por
urgente, revolución educativa.
16. En el amor, lo micro refleja lo macro. En el famoso relato “El zorro y el erizo”, de Isaiah Berlin (o
en el cuento “El Aleph”, de Borges), se resume el hecho de que “el alma humana puede ser todas
las cosas”, como decía Aristóteles. Pensamos en ese niño, hoy convertido en joven universitario,
como alguien que sabe que forma parte y participa de la totalidad. Por eso estudia y aprende para
salvarse, es decir, para elevarse hacia algo mayor.
Introducción 45
De la planeación educativa al arte de educar
17. Es herencia del sistema modular, donde la docencia debía ser impartida por un equipo interdis-
ciplinario, compartida en equipos de dos. Dentro de esta modalidad, se asignan pares para cada
curso o módulo trimestral. Como la docencia es parte de mi investigación, comento cada curso
en documentos diversos, mismos que se convierten en artículos, capítulos u otras publicaciones.
En ocasiones, realizo con mi par un proceso conjunto para comentar y revisar estos borradores,
cuando esto sucede, considero a mi par docente como coautor; así nació la ponencia para este
encuentro y otros textos compartidos.
18. 4th International Conference on Imagination and Education, julio 12 de 2015-2006, Vancouver,
British Columbia, Canada. En http://www.ierg.net/confs/
46 Introducción
camente correctas. En este caso, los protagonistas eran maestros críticos e
idealistas, fuertemente involucrados en su tarea, acostumbrados a la acción y a
la transgresión, dispuestos a compartir sus experiencias sobre nuevas formas
de educar para cambiar los usos e inercias existentes. Fue en esta ocasión que
tuve la fortuna de conocer a la Dra. Ana Angélica Albano (Nana), de la Escuela
de Educación de la Universidad de Campinas, Brasil (Unicamp).19 Desde el
primer momento se generó entre nosotros una buena corriente de armonía
que nos ha mantenido unidos en colaboración académica, profesional y amis-
tosa, hasta el día de hoy.
Para entender mi curriculum debo referirme a mi pasaje de la arquitectu-
ra, al campo de la educación. El entrenamiento que recibimos en uam-x sobre
el sistema modular, tocó la vena pedagógica que había dejado interrumpida
cuando pasé de la Normal Mariano Acosta (Bs. As.) a la Escuela de Arquitectu-
ra en la unam. Cuando llegó mi primer sabático (1980), una beca de Conacyt
me dio la oportunidad de hacer un posgrado en el mit, entonces escogí la
planeación, especialidad que en aquellos tiempos iba de la mano de la arqui-
tectura, más tarde, cuando tuve oportunidad de hacer un doctorado, aban-
doné el campo de la arquitectura y el urbanismo para dedicarme de lleno al
de la educación; 14 años más tarde, retomé el hilo interrumpido al salir de la
Normal, inscribiéndome en el programa apsp (Administración, Planeación y
Políticas Sociales), de la hgse,20 que fue el primer eje de mi formación. A mi
regreso a la uam, hubiera debido trasladarme a la División de Ciencias Socia-
les, pero la complicación que ello implicaba, en términos burocráticos, me
mantuvo dentro del diseño, con extensiones a sociales, y más tarde a muchas
otras universidades donde he ejercido mi experiencia en planeación educativa.
Ello me asoció con especialistas dedicados al análisis institucional, el gobierno
19. Según QS World University Rankings® 2016-2017. Unicamp está considerada, en orden de impor-
tancia, como la segunda universidad de Brasil, después de la de Sao Paulo, y una de las cinco prime-
ras en América Latina. Brasil es campeona en Educación Superior por el número de universidades
consideradas en el ranking, dejando atrás a Argentina y a México.
20. Harvard Graduate School of Education. En http://www.gse.harvard.edu
Introducción 47
y la administración. Como la investigación para mi tesis fue financiada por
anuies, bajo el tema de la planeación y el gobierno de las universidades públi-
cas, continué vinculado a la sesic21 como asesor. Para el 2000, ya llevaba años
transitando por el camino de las políticas públicas educativas, esto me permitió
conocer a políticos y expertos, y de paso a todas las universidades públicas de
México. Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, la ya compleja red
de colegas se consolidó e incluso amplió significativamente cuando en una de
ellas (Grudeo22), entablé una amistad virtual, que luego se hizo muy real, con
el destacado investigador y académico Eduardo Ibarra Colado. Esa amistad fue
decisiva para activar mi producción escrita y publicar con mayor asiduidad.
Con Eduardo establecimos un diálogo, donde nuestros vocabularios probaron
ser no sólo complementarios, sino que muy compatibles. Así, se abrió una eta-
pa de reflexión y elaboración de programas y acciones que se convirtieron en
textos. Durante la década de 2000 a 2010, Eduardo y yo habíamos constituido
una sociedad que creció súbitamente cuando el Dr. Daniel Cazés Menache,
director del ceiich (Centro de Investigación Interdisciplinaria en Ciencias y
Humanidades), fundado por González Casanova en 1986, nos invitara a hacer-
nos cargo de la línea de investigación sobre educación superior. El ceiich está
situado en un sitio clave de la Ciudad Universitaria: la Ex Torre de Ciencias
(el primer edificio que se construyó en la unam, en 195223). En el cuarto piso
estaban las amplias oficinas centrales del ceiich, que ahora ocupaba Daniel
Cazés, quien generosamente hizo un lugar para Eduardo y para mí. La Torre de
Humanidades, con su privilegiada ubicación, dejaba ver la gran perspectiva
de conjunto del campus central. La mirada se perdía en el estadio olímpico
y aún más allá por la serranía del Ajusco. Para cualquier universitario, esa to-
rre simboliza el más alto nivel de estatus académico. La unam se encontraba
reabriendo sus puertas después de una larga huelga que la cimbró hasta los
21. Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica, hoy ses, Subsecretaría de Edu-
cación Superior a secas.
22. Grupo de Estudios Organizacionales.
23. Diseñado por Raúl Cacho, Eugenio Peschard y Félix Sánchez Baylón, es la primera torre de esa
altura (15 pisos) en México, cuya estructura es de hormigón armado en su totalidad.
48 Introducción
cimientos (unam 1999-200024). Más de una vez, habíamos hablado de los pe-
ligros que se cernían sobre la unam, pero no se tomaban muy seriamente las
amenazas que se cernían sobre la universidad pública, una actitud de negación
que se mantiene hasta el día de hoy. En aquel momento, el Dr. Juan Ramón de
la Fuente llegaba a la rectoría para recuperarla, invitaba a Daniel Cazés a susti-
tuir a don Pablo, y él nos invitaba a nosotros a trabajar sobre educación superior.
Así fue como nos instalamos en ese emblemático lugar.
Sin buscarlo, de pronto formábamos parte de un proyecto que se pro-
ponía fortalecer y reivindicar a la máxima casa de estudios. En esa dirección,
Cazés abrió una nueva línea de investigación que se dispuso a coordinar, junto
con Eduardo Ibarra Colado y yo. Desde la primera reunión nos quedó claro que
Cazés buscaba implantar un ambicioso conjunto de proyectos que reivindicaran
a la universidad como objeto de estudio. Así, creamos el Programa de Investi-
gaciones sobre Educación Superior en México (2000-2004) y el Programa de
Investigación “La Educación Superior Pública en el Siglo xxi” (2004-2008). A
lo largo de esos primeros años llevamos a cabo tres congresos (con invitados
de otros países), que contaron con la participación de un nutrido grupo de
investigadores de instituciones de todo el país y dieron lugar a la publicación
de siete libros (Cazés, Ibarra y Porter 2000a, b, cuatro tomos, 2003, 2004;
Cazés et al., 2007).25 Cabe señalar aquí que la organización y eficiencia del
ceiich permitía convocar, recibir, procesar y publicar los pormenores de los
congresos, en un proceso ágil, fluido y altamente profesional, que había sido
armado durante años por un equipo de trabajo del más alto nivel. Esta capa-
cidad permitió que, en 2003, el ceiich publicara mi libro La Universidad de
Papel, que presenté y distribuí en bibliotecas, con docentes y estudiantes de 27
instituciones de México y el extranjero. A ese libro se le sumaron muchas
publicaciones más en el marco del proyecto “Auto-estudios institucionales”.
Introducción 49
A partir del 2006, nos abocamos al tema del futuro de la educación. Gracias
al apoyo financiero del Conacyt, iniciamos, en 2007, el proyecto Memorias,
presentes y utopías mexicanas para la recreación de la Universidad en el siglo xxi:
reconocimiento de su entramado institucional y simbólico. Este proyecto realizó
importantes aportes teóricos para la interpretación de la conformación históri-
ca del Sistema Universitario Mexicano, y el análisis de su situación actual y sus
perspectivas de desarrollo a futuro. Habiendo analizado pasado y presente desde
la unam y ante la descorazonadora situación política del momento (Josefi-
na Vázquez Mota al frente de la sep), se integró el Grupo Interinstitucional
de Estudios sobre el Futuro de la Universidad (giesfu). En marzo de 2007,
organizamos el seminario preparatorio titulado “Imaginación rigurosa: una
metodología para visualizar escenarios futuros de la Universidad”, al que in-
vitamos al futurólogo Riel Miller, de la ocde con sede en París. Al concluir el
seminario, presentamos una convocatoria para plasmar una propuesta sobre
la universidad del futuro. Solicitamos hacerla olvidando el pasado y el presen-
te, es decir, evitando los datos y las consecuentes e inútiles proyecciones. La
idea era dejar que nuestra imaginación volara para soñar con una universidad
ideal, que no se pareciera ni a una fábrica ni a un hospital, que no ofreciera
carreras, ni tuviera salones alineados en pasillos, cuyo resultado fueran los
edificios rígidos y tristes como los que nos legó el Comité Administrador del
Programa Federal de Construcción de Escuelas, Capfce (que hoy, lógicamente
tendrá otro nombre26). La respuesta fue significativa: los miembros del semi-
nario presentaron sus amables excusas y declinaron nuestra amable invitación.
Decidimos entonces ampliar el ángulo e invitar a esos otros colegas que todos
tenemos, y que se caracterizan por entender que lo cuantitativo es sólo una
parte importante de la investigación, que la ciencias incluyen al arte y vice-
versa, y que la pura razón no es nada sin la sensibilidad y viceversa. En suma,
aquellos poseedores de un perfil sensible, humanista y artístico. Concebimos
26. Exactamente, ya no existe como tal. Durante el período de Felipe Calderón, el Congreso aprobó
la Ley General de la Infraestructura Física Educativa, misma que transformó el Capfce en el actual
Instituto Federal de Infraestructura Física Educativa, conocido como Inifed.
50 Introducción
nuestro método de trabajo como un esfuerzo colectivo que partiría de la labor
individual de cada invitado.
El primer paso fue un borrador que le presenté a Eduardo, donde se re-
sumía lo más destacado del mencionado seminario, incluyendo sus propias
ideas, que eran fantásticas. Ese documento me lo regresó Eduardo corregido y
ampliado, y fue el que le enviamos a nuestro primer invitado con la consigna
de aceptarlo como un regalo, de cuyas palabras e ideas debía apropiarse para
desecharlas y escribir encima de ellas las suyas propias. Una vez que el invitado
nos regresó el nuevo borrador, cuyas cuartillas iban creciendo, lo pusimos en
manos del siguiente integrante, con la misma consigna de ejercer su imagina-
ción con plena libertad, modificando, agregando, borrando, rectificando o re-
saltando cualquiera de los elementos expuestos. Así, linealmente, de mano en
mano, se fue construyendo en varias rondas un texto colectivo, en el que todos
fueron libres de apropiarse de las palabras de los otros, pues éstas no eran ya de
nadie en particular, sino de todos. Gracias a que los invitados eran personas que
usaban primero la imaginación y después la razón, El libro de universidad imagi-
nada, como titulamos el resultado, fue una creación de todos y de ninguno, un
octeto autoproclamado como el “Grupo Utópico”,27 unidos y hermanados hasta
la fecha. El proceso fue como esperábamos y queríamos, muy lento; el libro
salió publicado por Juan Pablos y la UAM Cuajimalpa, hasta el 2012; como
experiencia del proyecto, pudimos reafirmar nuestra convicción de que el co-
nocimiento es propiedad colectiva. En su índice circular, el primero de su tipo
que sabemos que exista, y sus secciones, nadie podría rastrear la frontera en-
tre las intervenciones de cada uno de los “escribanos” o “dialogantes”. Contra-
riamente a La Universidad de Papel, El libro de la universidad imaginada no llegó
a tener las presentaciones que merecía debido a la pena y el luto que provocó
la inesperada muerte de Daniel Cazés en diciembre de 2012, y la prematura
muerte de Eduardo Ibarra, menos de seis meses más tarde, en mayo de 2013.
El libro no tuvo el espaldarazo que el trío que formábamos pudo haberle dado.
27. Conformado por Lilian Álvarez, Raquel Glazman, Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara, Javier Ortíz,
Arturo Guillaumín, Eduardo Ibarra, Daniel Cazés y el que esto escribe.
Introducción 51
Por inercia sigue todavía en circulación, posiblemente algunos ejemplares si-
gan todavía en los anaqueles de la librería Tinta Roja, allá en Coyoacán, aunque
ambos están accesibles sin condiciones en internet.28
En 2010, al finalizar el segundo período de la gestión de Daniel Cazés
frente al ceiich, Ibarra Colado había conceptualizado, diseñado y puesto en
operación el Laboratorio de Análisis Institucional del Sistema Universitario
Mexicano (laisum), que se instaló en la Unidad Xochimilco de la uam. Nues-
tro regreso a la uam fue corto. En pleno arranque del nuevo proyecto apoyado
por Conacyt (2012-2014), titulado “Efectos de las Políticas Gubernamentales
en las Universidades Públicas Mexicanas (1989-2009): análisis institucional
comparativo de su diversidad y complejidad”, le descubrieron a Ibarra Colado
la enfermedad que se lo llevaría de un momento a otro. Sin Ibarra Colado en la
uam el proyecto, junto con laisum quedó en manos de su equipo de colabora-
dores, coordinado por Angélica Buendía. Para mí fue el final de un ciclo, que
constituyó un parteaguas en mi trayectoria académica. Parecía que el destino
corroboraba mi decisión de apartarme de la línea de estudios sobre la univer-
sidad (apsp del hgse), para dedicarme de lleno al papel del arte y la creativi-
dad en la educación, al “filin art”,29 y otros temas puntuales de la docencia y la
juventud universitaria. Esto me acercó con más fuerza a la red de investigado-
res nacida en Vancouver en julio del 2006, bajo el liderazgo de Ana Angélica
Albano de Unicamp, quien desde aquellas fechas ha sido un estímulo con gran
capacidad de entusiasmo e inspiración.
Al final de agosto de 2010, el grupo Laborarte de Unicamp30 organizó el
2o. Seminario Internacional de Educación Estética: Entrelugares del cuerpo y
del arte. Fui invitado a dar la conferencia de apertura. La Revista Pro-posicoes
publicó con anticipación una versión extensa de lo que sería mi tema a expo-
52 Introducción
ner, el artículo titulado “La palabra corporizada”.31 En ese escrito relacionaba
nuestra labor educativa con los avances del neurolingüista George Lakoff, y
su contribución de las neuronas espejo en un cerebro recipiente de infinitas
metáforas acumuladas a lo largo de la vida. Ese 25 de agosto, mi llegada al
lobby del gran auditorio coincidió con el ingreso, por la puerta opuesta, de un
conjunto musical conducido por el popular cantor Sapopemba.32 Ellos tocaban
una danza típica de Pernambuco llamada “Ciranda”, para mí desconocida. Lue-
go aprendí, leyendo la tesis de Luciana Ostetto (por cierto, dirigida por Nana
Albano), que la ronda es una danza sagrada llena de simbolismo, útil también
para comprender los caminos de la formación académica. Es una forma de
oponerse al racionalismo preponderante, introduciendo el lenguaje corpo-
ral en el adulto educador. La danza circular sagrada es una puerta de entrada
al ser mismo de la poesía, un camino nuevo para recuperar el arquetipo del
maestro-aprendiz, que acepta en silencio la acogida en un círculo-mandala,
símbolo catalizador e integrador de la educación. Entrelazar las manos en un
círculo danzante reafirma el alma y la belleza, es el otro lado de la racionali-
dad. Es así, como lenta y espontáneamente, todos los presentes en el vestíbulo
fueron alineándose en dos anillos concéntricos cogidos de la mano. Pronto
nos vimos envueltos en una danza suave, con los músicos guiándonos, y así en-
tramos al gran auditorio, acompañados por la música. Todavía con los acordes
flotando en el aire, muy sensibilizado, inicié mi charla. Ese sencillo ritual nos
había unido en un invisible instante. Al final del evento, al regresar a la “Casa
del profesor visitante”, como le llaman al hotel-residencia de Unicamp, no pude
dejar de pensar en el contraste de culturas: Brasil no era Argentina, y menos
México. Ni rigor, ni solemnidad, sino alegría; una alegría nostálgica y cadenciosa,
una alegría brasileña que nos hermanó a todos en un solo abrazo.
Introducción 53
De São Paulo partí hacia el Congreso Iberoamericano de Educación, “Me-
tas 2021”, en Buenos Aires. El lema del congreso era: “La educación que que-
remos para la generación de los Bicentenarios”, impulsado por la Organización
de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (oei),
el Ministerio de Educación de la Nación Argentina y la Secretaría General Ibe-
roamericana (segib), etc., se trataba de un congreso oficial y multitudinario al
que asistirían los secretarios de educación del área. Organizado desde el poder,
lo mejor del programa fueron los invitados gancho: la conferencia del poeta
colombiano William Ospina y el concierto de Joan Manuel Serrat. Estábamos
a mediados de septiembre. De la ronda-ciranda había pasado a los pasos-perdi-
dos de una aglomeración de más de 3 300 asistentes. Pronto me di cuenta que
estaba en uno de esos congresos inabarcables, tipo tianguis, convocados para
dar línea y legitimar acuerdos y documentos previamente elaborados. Daba
igual dar o no dar mi ponencia. Saludé a los colegas mexicanos que encon-
tré a mi paso y me escabullí de regreso a Sao Paulo para presentar el tema
“Autobiografía y autorretrato”, en una reunión con los profesores y asesora-
dos de Laborarte. Fue un momento clave, el mundo del gobierno y la política
educativa contra el mundo del arte de educar. La decisión estaba tomada, esa
política no me interesaba. Allí, convenimos en integrar la Red Internacional
de Investigación, Cero-Veinte (RII-0-20), como plataforma de un nuevo pro-
yecto conjunto que giraría alrededor del arte. A partir de allí, hasta hoy, no ha
pasado año sin tener una reunión presencial con miembros de la red, siempre
cerca de Nana Albano y Laborarte.
Si fuéramos relatando por años consecutivos tendríamos una idea de los
highlights (momentos culminantes) de esta década. Hagamos un recuento cro-
nológico:
En 2011, participamos en un taller para los asesorados de Laborarte,
buscando conocer experiencias en la enseñanza del arte; se presentó el libro
Entrelugares do corpo e da arte. En ese mismo año, con Nana Albano, fuimos
invitados a dar, el 22 de junio, conferencias en el Segundo Encuentro Ibe-
roamericano de Educación “El valor de educar en el siglo xxi”, organizado
54 Introducción
por la Secretaría de Educación del estado de Chiapas, que se convertiría en el
artículo, “Didáctica de la razón poética”.
En 2012, nos reunimos en Unitref (la Universidad Tres de Febrero, Bue-
nos Aires) con miembros de Unicamp y profesores de la uba (Viviana Miglioli,
Flavia Goldenstein), que se sumaron al proyecto cero-veinte para participar
en un seminario dedicado a analizar dicho proyecto, por un grupo de psicólo-
gos y pedagogos argentinos. El evento se llamó “Determinantes biográficos del
ingreso, permanencia y éxito en los estudios universitarios. Una aproximación
desde diferentes perspectivas y resultados de investigación”. Fue un seminario
de tres días en la Sede de Posgrados, de Unitref, Bs. As., Argentina, bajo el
Programa de Intercambios Académicos, coordinado por la licenciada Lidia M.
Fernández y el Dr. Norberto Fernández Lamarra, director del posgrado.33 En
ese mismo año, divulgamos nuestro trabajo en una intervención titulada: “Cero
a veinte en un Xochimilco Imaginado: nuestra experiencia modular”, presenta-
da en el Seminario de Investigación Punto de Encuentro, Identidad, Cultura y
Educación, del Departamento de Síntesis Creativa de CyAD de la uam-x.
En el año 2013, se cumplieron diez años de la primera edición del libro
de mi autoría La Universidad de Papel. Fue una oportunidad para reescribirlo,
invitando al Grupo Utópico34 a comentar cada capítulo que fue añadido en
la versión titulada La Universidad de Papel, diez años después, publicada ese
mismo año. En mayo de ese año, con motivo del inicio de la construcción del
Museo de Arte en Unicamp35 (pensado en principio para albergar la extensa
colección de obras de Unicamp), y siendo nombrada como su directora Nana
Albano, ideamos celebrar y dar a conocer la obra a construirse con un semi-
nario que titulamos “Eros y la educación”. Este título muy sugestivo, buscaba
expresar que, mientras la razón prevalecía en el conjunto de las carreras uni-
33. En http://www.ffyh.unc.edu.ar/posgrado/wp-content/uploads/2011/10/CV-Lidia-Fernández-para-
difundir.pdf; http://idiiei.org/index.php/miembros/item/norberto-fernandez-lamarra
34. Conformado por Lilian Álvarez, Raquel Glazman, Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara, Javier Ortíz,
Arturo Guillaumín, Eduardo Ibarra, Daniel Cazés y el que esto escribe.
35. En http://www.mav.unicamp.br/seminarioeros.html
Introducción 55
versitarias, el Museo se agregaba a la universidad como símbolo de la sensibi-
lidad, el afecto y el amor. El congreso se tituló: “Museos de Arte universitarios
y educación, interdisciplina y participación colectiva”. En esta reunión tuve la
satisfacción de compartir el programa con mi hija menor, la diseñadora indus-
trial, residente en Nueva York, Natalia Porter Bolland; ella presentó un proyecto
realizado en ny en 2011, que vinculamos con el grupo del td2-cyad-uam-x
como ejercicio modular (que describimos con más detalle en el final de la Ter-
cera Parte). El proyecto original se llamó “Agua, aire y eros: Trajinera Xóchitl”,
se trataba de un proyecto interdisciplinario, asociado con el consulado mexica-
no y el Queens Museum of Art, New York. Natalia construyó, a escala real, en
Manhattan y siguiendo las especificaciones de los artesanos de Xochimilco, la
trajinera “Xóchitl”. Resultó notable la presencia de una trajinera mexicana a
todo color en Nueva York, pensando el objeto artístico como punto de reu-
nión: agua, aire y sensualidad. En ny resultó en una serie de performances en
el que participaron mexicanos inmigrantes, al igual que de otros sitios: niños,
estudiantes, público, invitados, todo alrededor de la trajinera (el barco de Xo-
chimilco). El barco como palco y como objeto fue presentado en Unicamp con
imágenes, video y maquetas, el resto del programa fue espectacular.
56 Introducción
En diciembre del 2014, presentamos avances del “Cero-Veinte” en el
XVIII Encuentro internacional de investigación educativa, infancia(s), edu-
cación y subjetividad, en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Hu-
manidades, de la Universidad de Guadalajara, en el marco de la fil (Feria
Internacional del Libro).
En octubre del 2015, presentamos “Diálogos Internacionales. Museo de Ar-
tes Visuales: La convivencia por medio del arte y la poesía”. Ese año también
presentamos la ponencia “Nuevas intervenciones pedagógicas en la operación
modular” en el Seminario de Investigación Punto de Encuentro del Departa-
mento de Síntesis Creativa de CyAD, de la uam-x. Además publicamos “Infancia
y consumo cultural como factores de integración a la vida universitaria” en
el Semanario del Laboratorio de Análisis Institucional del Sistema Universitario
Mexicano (laisum), y reunimos a profesores de la Universidad de Buenos Ai-
res con quien coordinamos impartir en conjunto, utilizando el Skype, nuestro
td y su curso básico de introducción, en un evento que titulamos “El diseño
por primera vez”, con Carlos Arozamena, Viviana Miglioli y Gabriela Squassini,
publicado en las Memorias del Primer Foro Internacional Diseño, Pedagogía y
Conocimiento: Retos y Realidades (uam-x).
En julio de 2016, en el Coloquio Ciranda de Narrativas hablamos sobre for-
mación, educación y arte en el programa de Posgraduados en Educación de la
Universidad Federal Fluminense uff, en Niteroi, Río de Janeiro, Brasil y en el
Simposio “Hecho a mano, educación estética y narrativas en la formación de
profesores” en el VII Congreso Internacional de Pesquisa (Auto) Biográfica,
organizado por la Asociación Brasileña de Investigación Auto-biográfica, en la
Universidad Federal de Mato Grosso. La relación con la Universidad de Cam-
pinas, a través del grupo de investigación (o cuerpo académico) Laborarte,36
nos dio acceso a formadores de formadores, especializados en el manejo de
lenguajes artísticos en los niveles de educación inicial y primaria. Con ello
enriquecimos nuestro trabajo a través de la introspección autobiográfica para
36. El grupo Laborarte sigue vigente en 2017, con sede en la U de Campinas, Brasil, como puede verse
en http://www.unicamp.br/unicamp/eventos/2015/07/28/pesquisas-do-laborarte
Introducción 57
los estudiantes, pasando por varias etapas, hasta la más reciente que aborda
el papel que juega el cuerpo en estos procesos de adaptación, permanencia y
titulación en la universidad (Cruz, 2015).
El 18 y 19 de mayo de 2017, en un encuentro en el crifpe, en la Universi-
dad de Montreal, Canadá,37 algunos de los miembros de Laborarte (Campinas)
y Ana Angélica Albano, presentamos una serie de ponencias con las que dimos
oficialmente por concluido el proyecto Cero-Veinte.
El fantasma de la deserción
58 Introducción
del mayor interés para nuestros propósitos. Pudimos conocer a estudiantes
que desde la niñez han experimentado y por lo tanto acumulado o recopilado
en su memoria corporal una serie de técnicas, habilidades motrices, destrezas
y plasticidades que conforman un capital corporal que es una materia prima
de gran riqueza para incorporarla en las prácticas escolares formales. Fue de
gran ayuda encontrar en el espacio virtual el trabajo de investigadores de la
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) de la Universi-
dad Nacional de La Plata (Cachorro, 2013), lo que nos permitió aguzar nuestra
mirada e identificar las manifestaciones de la cultura corporal juvenil que tam-
bién sucede en nuestro medio (sur-poniente de la cdmx), y el valor material
y simbólico que poseen grupos sociales con sus particulares condiciones de
vida. Ubicamos así prácticas que no son deportivas, dentro de la tradicional
concepción (fútbol, basquet, gimnásticas, etc.), ni tampoco inscritas dentro
de las Bellas Artes (danza, teatro, etc.), sino ubicadas en espacios de transición
o intermedios y que requieren de menos recursos. Este tipo de actividades
corporales se distinguen de otras porque tienen un ingrediente de arte y por
tanto de creatividad, sufren constantes cambios, novedades, y transformacio-
nes, y se prestan a su articulación con los contenidos propios de la introduc-
ción al diseño. Dotan a sus practicantes de cualidades importantes para su per-
manencia en medio ambientes extraños o inhibidos, como es la universidad.
Es así que incorporamos a la universidad aquellas actividades que tendemos a
calificar como “distracciones” o inclusive “pérdida de tiempo”, como el uso de
la patineta, o del dispositivo móvil, cuando en realidad son actividades con
un fuerte contenido de consumo cultural, y práctica espontánea de capaci-
dades especiales y distintas. De allí en adelante, esa juventud que vemos en
representaciones callejeras en los semáforos y cuyos espectáculos tendemos
a subestimar e incluso descalificar, comenzó a formar parte de nuestro plan
de trabajo.
Estas investigaciones, que se inician formalmente en 2013 (Arozame-
na-Porter, 2013), posaron su mirada en tres puntos o ejes: 1) el que se ubica
en el instante en que el estudiante ingresa al primer año de universidad y
comienza a transitar por sus aulas y pasillos; 2) el que se ubica en el instante
Introducción 59
del nacimiento del futuro estudiante para continuar con lo que ya comenzó
a comprender en el seno materno y 3) el que rompe las fronteras entre la
educación formal escolar y el consumo y creación cultural callejera, creando
nexos que facilitan una visión totalizadora del mundo. Cuando una investi-
gación tiende puentes entre diferentes espacios, generalmente segregados, y
en diferentes etapas de la vida, artificialmente fragmentadas, entonces estos
puentes permiten ubicar a nuestro alumno en el contexto de su vida, y a ellos,
como alumnos, verse a sí mismos en un constante movimiento de transición,
dentro de una concepción del tiempo en que nuestra cultura ancestral, más
cercana a la oriental, y la grecolatina se articulan: El Cronos que es el tiempo
del calendario o el reloj que nos devora (el tiempo es oro-el tiempo del negocio)
y Aión, que es el otro tiempo, el que no pasa, o pasa a diferentes velocidades, el
tiempo que se conforma con el hoy (el tiempo es vida-el tiempo es ocio39), al
que se agrega el Kairós, que es el tiempo imprevisto, la sorpresa o la oportuni-
dad. Mientras que el calendario escolar reclama una visión cronológica propia
del mundo de los negocios, que nunca es suficiente, el tiempo encapsulado
en nuestras raíces culturales es el tiempo aioico, del caminar lento, que deja
huella y le da sentido al día, como el poema dice: “caminante no hay camino,
se hace camino al andar”.
Por encima de la imposición racional basada en el curriculum, los docen-
tes-investigadores encontramos día tras día, en nuestra interacción con los
estudiantes, muestras claras de su gran potencial, mismas que no se explican
como producto de la educación formal. Este estudiante, poco acostumbrado a
leer, con débiles hábitos de estudio, frágil disciplina, se transforma cuando
lo ubicamos en su elemento, mostrando un fuerte apego a su entorno y a su
familia. Entonces recurre al repertorio de recursos que el legado popular le ha
otorgado, por encima del rechazo que la escuela se supo ganar. Es así como
este estudiante, cuya visión de futuro es prácticamente nula y cuya cultura
de la sobrevivencia es la que practica y conoce (baste al día su afán), cuando
39. Etimología de negocio: niega el ocio (tiempo que no da tregua); etimología de ocio: escuela (tiem-
po de crecimiento y conocer, por medio de la reflexión).
60 Introducción
logramos que se relaje, que entre en el tiempo lento, que se comunique, nos
sorprende con sus respuestas y su alto grado de originalidad y autenticidad.
En lugar de recurrir a una cultura libresca (que debemos de inculcar) explore-
mos sus fuentes subconscientes, lo que sabe sin poderlo explicar. No es aven-
turado, esotérico, ni excéntrico, atribuírselas al hecho irrebatible de nuestros
miles de años de historia. La neurociencia cognitiva, las neuronas-espejo, ya
se están ocupando de ello y estamos confirmando o por confirmar, que hay,
en la genética del ser mexicano, un valioso material que los docentes no po-
demos dejar de reconocer y aprovechar. Este es un tema que requiere especial
atención: la relación de las raíces étnicas con la idiosincracia y capacidad estu-
diantil, así como la relación que existe entre nuestras culturas prehispánicas y
las del oriente, la filosofía griega y principalmente la china. Basados en estudios
hechos por sinólogos relevantes, como Françoise Jullien (1951)40 de Francia,
es que buscamos adentrarnos en una concepción del tiempo distinta, que re-
chaza la idea de que las cosas “son o no son”, y acepta la idea de que “van
siendo”: por una parte un sentido estático del tiempo; por el otro, una concep-
ción de un tiempo que devora y, finalmente, el tiempo como una transición
continua donde no es necesario caminar rápido para darle sentido al día. Ello
aplica asimismo a la comunicación entre estudiosos que dejan de estar sumer-
gidos en su personal y estático pozo de tiempo, para emerger a una superficie
activa en donde dialogamos en movimiento. La línea de continuidad entre las
dos puntas obliga a abrir perspectivas, ampliar el horizonte y ver al estudiante
como un todo, entre su más temprana niñez y su juventud cuando arriba a la
universidad, donde tenemos la oportunidad de ayudarlo e instarlo a reconsti-
tuir la identidad que le robó tantos años de escolaridad. Conscientes de la caja
negra a la que llegan los resultados de nuestra investigación y centrados en
los distintos procesos de socialización que el estudiante experimenta durante
su vida, se entienden como diferentes dinámicas de consumo cultural y de
actividades corporales, procesos sujetos a contextos que tienen un potencial
40. En https://es.wikipedia.org/wiki/François_Jullien
Introducción 61
reconstitutivo capaz de dar nuevo sentido a su relación con el saber. Las partes
del presente volumen: juventud, niñez; relación niñez-juventud, que incluye
testimonios de los jóvenes, y vejez, intentan encerrar en un círculo temporal
nuestro trabajo de muchos años y, de esta manera, dar por terminado un ciclo
hilvanado por la red interinstitucional de investigación cero-veinte, que nos
mantuvo unidos durante los últimos 10 años y posiblemente lo siga haciendo
por unos años más.
62 Introducción
PRIMERA PARTE
Sobre la juventud
Marco de conocimiento
Sobre la juventud 63
nuestro cuidado, ejercicios y sesiones que permitieran ilustrar, vía la docu-
mentación y el recuerdo, el dibujo y el relato, su más temprana etapa de vida,
como hilo conductor del plan de estudios aprobado.
Durante los primeros años de esta investigación, cuyo método siguió las
consignas de investigación-acción de Gary Anderson (2007) y la “reflexión
en la acción” sugerida por Donald Schön (1992), pedimos la asesoría de maes-
tras de educación inicial, así como de investigadores, estudiando el triángulo
niños-familia-maestras. Desde el principio, la construcción del marco teórico
(siempre en proceso) nos introdujo al tema de la “pedagogía de la crianza”.
Lo hicimos a través de experiencias vividas por investigadores argentinos en
zonas pobres de Buenos Aires (Violante, 2008), con investigadores brasileños
del Laboratorio de Estudios sobre Arte, Cuerpo y Educación (Laborarte), de
la Facultad de Educación, de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp),
y con la experiencia de sei años (2000-2006) de una maestra de bebés, traba-
jando en una colonia marginada de Coyoacán, la Carmen Serdán, colindante
con la uam-x, aplicando el Programa Crianza promovido por el Departamento
del Distrito Federal. En una segunda etapa (2010-2014), la red se siguió am-
pliando con maestros, académicos e investigadores de instituciones mexica-
nas1 (Colima, Sonora, Tabasco y la misma uam-x). El proyecto se protocoliza a
partir de 2010. Los estudiantes de la uam-x provienen de hogares de baja esco-
laridad, no-universitaria (80%). Aunque es posible percibir la heterogeneidad
en sus modos de comportamiento, se pueden identificar también diferentes
códigos culturales que aplican en sus procesos de socialización y prácticas de
consumo cultural. Dichas prácticas reflejan el contraste y la articulación entre
los escenarios escolares y el ámbito extraescolar, mismos que muestran y expli-
can sus capacidades y disposiciones hacia las prácticas culturales. Aun siendo
habitantes de una mega-metrópoli como es la capital de México, cuya oferta
cultural es muy amplia y variada (y sigue creciendo), es común que muchos
estudiantes desconozcan áreas claves de su ciudad, incluyendo los circuitos
1. Hoy, en abril de 2017, el proyecto se mantiene vigente y activo. Se dio oficialmente por terminado
en 2015 en CyAD-UAM-X para cumplir con plazos fijados por los reglamentos correspondientes.
64 Primera parte
culturales, turísticos, con sus centros más significativos; mientras que otros
muestran mejores disposiciones como resultado de capacidades sociales que
han sido adquiridas gracias a un cuidado en las acciones iniciales.
Encontramos con sorpresa que muchos estudiantes de primer ingreso
jamás han ido al Palacio de Bellas Artes, o desconocen el área cultural de la
Ciudad Universitaria, así como barrios emblemáticos como el centro de San
Ángel o Coyoacán, sin embargo, frecuentan otros centros culturales locales,
que pueden estar situados en Amecameca, Culhuacán o Milpa Alta,2 mismos que
nosotros, sus profesores, desconocemos sin que nos tilden de analfabetas. Hay
que mencionar que los circuitos turísticos difieren de los espacios comunita-
rios locales; esta aclaración cabe cuando lo mexicano se confunde con símbolos
propios de regiones que de ninguna manera representan lo nacional mexicano.
Sin embargo, la cultura popular de la población más desposeída, en términos
de estabilidad laboral, estatus social y oportunidades, tiene una particular ri-
queza que se comprueba al conocer las prácticas de consumo cultural en los
estudiantes universitarios de primer ingreso. El estudiante recurre a adquisi-
ciones previas, intervenciones de familia y maestros que han sabido remar-
car, a su debido tiempo, aquello considerado como valioso. Cabe señalar que
esta riqueza no es percibida de la misma forma por muchos colegas, que con
frecuencia desvalorizan lo que no corresponde a lo que producen los círculos
intelectuales y técnico-científicos legitimados por lo convencional. Una prueba
contundente de los estereotipos considerados ejemplos de lo mexicano se vio
durante la visita del Papa Francisco (febrero 2016), en donde ”lo mexicano” se
redujo a los sitios convencionales propios de los circuitos turísticos, dejando
afuera lo realmente significativo. No nos sorprende este manejo de símbolos
que pone de manifiesto la incultura oficial o los efectos de muchas décadas de
turismo.
2. Pensemos en los Faros (Fábricas de Artes y Oficios) como el recientemente ampliado y establecido
en San Jerónimo Miacatlán, en Milpa Alta, que reproduce al que, ya hace muchos años, funciona en
San Antonio Tecómitl, íntimamente vinculado con las tradiciones y múltiples celebraciones anti-
guas de esta zona rural (La Jornada, 15 de febrero de 2017, sección Cultura).
Sobre la juventud 65
Estos pasos preliminares nos permitieron confirmar el hecho de la im-
portancia que tiene la socialización inicial del individuo, lo que nos quedaría
muy claro si leemos a Berger y Luckman en La construcción social de la rea-
lidad (1972), a Max Scheler, en Conocimiento y Trabajo (1926), y a Larissa
Lomnitz en Cómo sobreviven los marginados (1976); al extremo de que una
vez entendidos los valores que, por sobre las limitaciones materiales, logra la
familia con ayuda de programas de apoyo docente, este mirar a los estudiantes
con nuevos ojos nos lleva a sentirnos “entre héroes, genios y santos”, como
diría Max Scheler (1926). La construcción social de la realidad de los indivi-
duos es producto de la actividad humana (trabajo) y de las relaciones sociales
producidas por dicha actividad. Muy temprano, el niño se da cuenta que está
inmerso en una realidad significativa y social, y al hacerlo, capta e internaliza
acontecimientos entendiendo que sus significados son una manifestación de
los procesos subjetivos de otros. El niño vive y comprende el mundo, enten-
diendo que es también el mundo de los otros. Esta internalización, lo hace ca-
paz de entender que está compartiendo con los demás un mismo mundo, que
juntos van definiendo recíprocamente. Es así como los individuos construyen
el sentido social del mundo en el contexto de la socialización primaria, la que
se enfoca en las primeras prácticas culturales de la primera niñez. Muy pronto,
entran en contacto con un contexto estructurado, institucional, donde nuevos
sujetos les ayudan a adquirir una socialización secundaria. La socialización
primaria es la educación informal que algunos definen poéticamente como
la “escuela de la vida”, una educación no escolarizada, donde se observan los
valores esenciales, su asiduidad y profundidad. Al entrar a la escuela formal,
comienza la socialización secundaria en nuevos espacios, cuya producción cul-
tural se inculca y se asimila dentro de un nuevo sentido del ser y del tiempo. Lo
notable en estos procesos es entender la manera en que la escuela de la vida
y la escuela formal interactúan, complementándose, excluyéndose, entrando
en conflicto o resolviéndose en algún tipo de armonía. En la amplia gama del
magisterio conviven los prejuicios de los que desdeñan, subestiman y combaten
la presencia de la escuela de la vida, frente a la formalidad de los conocimien-
tos dosificados en la currícula. Existen, aunque en menor escala, los que saben
66 Primera parte
que la materia prima es la que traen de sus vivencias 0-6, y que con ella de-
berán intercalar, fortalecer y nutrir lo que ya han percibido y aprendido en la
práctica cotidiana.
El eje constitutivo del capital cultural comienza con la familia, es en el
seno familiar donde se constituye el desempeño que los estudiantes tendrán
más tarde en la universidad. Un primer sentido del tiempo se hace evidente
ante la presencia del abuelo, el padre y el hijo, y sus posiciones sociales respec-
to de las generaciones familiares anteriores. También, contribuye la existencia
de proyectos y de representaciones sociales de los roles que juega cada miem-
bro de la familia. Sin embargo, el estudio se desviaría o caería en los errores
comunes de siempre, si otorgamos al origen social y a la posición económica
un papel preeminente para explicar los desempeños de los estudiantes dentro
del espacio escolar. Origen social no es destino, sin embargo, consumo cultu-
ral primario, sí lo es. El ambiente escolar y las prácticas culturales secundarias
también tendrán influencia en el comportamiento estudiantil. Las dinámicas
de socialización de los estudiantes dentro de la universidad son un continuo que
explicará la manera en que el estudiante sabe aprovechar los elementos que de-
finen su orientación en la apropiación de las oportunidades que la institución
ofrece, por encima de las diferencias en la conducta de los docentes. El punto
principal se centra en cómo participa y se involucra el alumno, según su tradi-
ción familiar, y sus primeros años de vida que definen su condición social. Nos
adentramos entonces en la diferencia que se vive en la universidad, dentro de
una sociedad en la que la clase media es prácticamente inexistente como tal, y
el estudiante como un ser que llega cada vez más de áreas rururbanas (Bailly,
1992, Lindón 1999),3 o bien, en su condición de hijos de migrantes, que en su
3. Para Antoine Bailly, una zona “rururbana” o “rurbain” es aquel territorio que originalmente solía ser
rural, pero que en la actualidad se dedica a usos industriales y/o urbanos. También pueden verse
como espacios no urbanos, en los cuales se han establecido migrantes, venidos del campo, para
asentarse sobre campos de cultivo agrícola, o al lado de instalaciones industriales. La universidad
suburbana, como lo fue en su origen la uam-x, recibe de estos nuevos microespacios represen-
tantes de una nueva cultura, en cuanto a la relación que los individuos mantienen con el nuevo
territorio conquistado, y los significados que le otorgan (véase Lindón, 1999).
Sobre la juventud 67
proceso de adaptación a las nuevas condiciones, construye una nueva identi-
dad en la que conservarán y transformarán sus tradiciones.
Hasta mediados del siglo pasado, la mayoría de familias mexicanas tenían
su principal fuente de recursos en la agricultura, la ganadería y los talleres de
producción artesanal. Desde siempre, la forma de vida mexicana se ha basado
en el núcleo familiar que facilita la transmisión de valores culturales, cívicos,
éticos y morales, indispensables en la vida de todo ser humano. La cooperación
en redes de sobrevivencia (Adler-Lomnitz, 1981), la labor cotidiana, el trabajo
en un ambiente de respeto, aunque autoritario, aferrado a mitos y costumbres
sin cuestionar, han sido parámetros, heredados de generación en generación, en
el marco de un ambiente familiar de mutua dependencia y de establecimiento
de roles de cada miembro de la familia, donde servidores sociales, como el del
maestro, están bien definidos. Mucho de esto sobrevive, aunque el modelo de
familia se haya transformado y muchos de sus papeles también, sin embargo,
esto no indica que se haya desintegrado, roto o deformado; se reconforma en
el espíritu de la sobrevivencia, cuya pedagogía recurre constantemente a la
creatividad, la habilidad, la sensibilidad y múltiples formas que son, por na-
turaleza, artísticas. México es un pueblo artesano y, por lo tanto, artístico, lo
vemos a cada paso, por encima de su pobreza económica encuentra la riqueza
artística que embellece la vida. Basta transitar por la ciudad para entender
que vivimos en un país de constantes movimientos: familias que se recompo-
nen, situaciones nuevas, ajuste de patrones del comportamiento familiar que
se adapta dramáticamente a las nuevas realidades y estilos de vida, en una
sociedad con una informe clase media, donde la concentración de la rique-
za en pocas manos ha anulado la conciencia social de la clase dominante, y
ha afectado la conciencia social de la clase pobre, empujada ideológicamente
hacia la fantasía estimulada por los medios masivos, que los lleva a fantasear
con una “ideología de élite”, olvidando que están estructuralmente excluidos
de ella. Esta falta de percepción de la injusticia podrá ser un mecanismo de
defensa frente a la desesperanza de un grupo al que se le ha quitado la posi-
bilidad de un futuro, que termina favoreciendo a la verdadera élite, que ven
cómo, paradójicamente, sus víctimas los defienden e imitan, con la ilusión de
68 Primera parte
formar una asociación o cercanía inexistente e imposible. El imaginario social
percibe a los gobernantes como individuos o grupos aparentemente cercanos,
sin imaginar ni ver que, tanto la clase rica como la política, se encuentran a
una inconmensurable distancia social, económica, ideológica, moral y cultural.
Lo que antes fue un sitio de trabajo familiar, ahora se ha trasladado a empresas
y centros de trabajo donde los padres, en el mejor de los casos, se han conver-
tido en asalariados, subordinados a reglas del trabajo y horarios que los alejan
de los hijos. Estas condiciones, más el aumento en los niveles de pobreza, la
falta de seguridad y servicios sociales, han llevado a que la mujer comparta
con el hombre tareas que generen recursos, además de dedicarse a las activida-
des propias del hogar. La mujer se incorpora así al mercado laboral, y además
asume el cuidado de los hijos, la administración de lo cotidiano, muchas veces
sola, pocas veces con la presencia y la respuesta paterna en el sostenimiento
del hogar o en el cuidado de los hijos. Esto es parte de la doble explotación
propia del capitalismo, tanto del obrero activo, como de la figura de la mujer
como responsable de casa e hijos (Bailleres, 1999). El trabajo reproductivo
no remunerado se convierte así en un instrumento de la valorización de capi-
tal. Para empeorar esta situación, con el tiempo, los hijos, apenas adultos, aún
adolescentes o inclusive niños, ven transferirse, como un mecanismo nuevo de
sobrevivencia, estas responsabilidades a sus tiernos y jóvenes hombros. Los
hijos, como precoces generadores de ingresos, asumen un sentido de indepen-
dencia, sin estar realmente preparados para enfrentarlo. De estos sectores y de
estas familias rururbanas es de donde logra salir una buena porción de los jó-
venes, buscando un lugar en las universidades públicas gratuitas, en particular
las construidas en los años setenta en las zonas del margen, que han ayudado
a promover uno de los mayores asentamientos urbanos de la periferia metro-
politana de la Ciudad de México. En el caso UAM Xochimilco, la zona oriente
del valle, desde Texcoco hasta Tláhuac y Milpa Alta ha dado lugar a que los
investigadores aborden la temática de lo cotidiano, a partir de un sinnúmero de
detalles que lo conforman, y que constituyen la base de su estructura social. Se
trata de zonas populares que se han vuelto altamente dinámicas y que resultan
“...interesantes por sus aspectos demográficos, la migración, y la construcción
Sobre la juventud 69
de un modo de vida urbano a partir de la intersubjetividad que plantean las
relaciones sociales en el ámbito de lo cotidiano, y no sólo con asuntos urbanos
como la dotación de servicios” (Lindón, 1999).
Nos detenemos en lo que ha sido llamado “la vida urbana”, otras veces “la
cultura urbana”, o “los modos de vida urbanos” que se vinculan con fenómenos
económicos de la ciudad, así como con dimensiones culturales. Desde la univer-
sidad, no podemos dejar de preguntarnos ¿cómo se viven esos espacios urba-
nos? Los procesos sociales que preocupaban a la sociología de fin del siglo xix se
han revertido, y hoy nos preguntamos si las grandes megalópolis están haciendo
evidente un tránsito hacia formas comunitarias, lo que podría significar grandes
transformaciones en las formas sociales más básicas. Este tipo de procesos están
dando otros contenidos a la vida diaria metropolitana, por ello la investigadora
de la UAM Iztapalapa, Alicia Lindón, juzga como prioritario retornar sobre la
dimensión cultural y subjetiva de la vida en las situaciones micro que ocurren
en estas áreas periféricas. La multiplicidad actual parece indicar que no hay un
modo de vida urbano, sino múltiples que, no obstante, siempre suponen formas
de proceder y de pensar, más o menos articuladas, y que la sociología de la vida
cotidiana denomina prácticas sociales. El estudio de Lindón busca el conoci-
miento de la vida común, en la que recupera la subjetividad como intersticio
olvidado de la sociología y que, en la construcción de lo social, son las minucias
diarias y hasta rutinarias permeadas de subjetividad, en el filo del presente, las
que estructuran lo social, instituido o no. Lo visible de Valle de Chalco esta ahí,
pero lo más importante de trabajos como éste, es cómo se nos devela y nos des-
cubre la interioridad de sus hacedores de la vida común y social en sí.
La educación superior, cuya expansión, después del 68, iba de la mano de
un proyecto desarrollista-excelentista, abrió las puertas a un conglomerado
de profesores jóvenes que hoy rebasan, en promedio, los 60 años,4 y que sin es-
70 Primera parte
tímulos para su retiro, se mantienen asidos a sus plazas definitivas, sin opción
o alternativa que les haga pensar en retirarse. Las condiciones de la economía
en México, expoliada por sus propios dirigentes, sujeto a devaluaciones y sin
acceso a préstamos que permitan cierta acumulación de capital, en cuestiones
básicas como la vivienda, etc., sitúan al profesor universitario en una condición
siempre dependiente de su salario. De esta manera, somos testigos de nuestro
propio proceso de envejecimiento en la universidad (que debiera ser un tema
de investigación prioritario, por su efecto en los estudiantes), y del proceso de
vida de nuestros colegas, muchos de ellos muertos en acción, es decir, falleci-
dos al pie del pizarrón. Por otra parte, la universidad misma se ha visto cada vez
más poblada por un contingente de origen cada vez más precario, que pareciera
buscar o guardar esperanzas de hacer efectiva la promesa de una “universidad
social”, desconocida para los que nos educamos hace más de 40 años. Nuestro
país, luego de décadas de nulo crecimiento económico, sufre las consecuen-
cias de una administración arbitraria de nulo beneficio social, donde una masa
importante de estudiantes, desplazada por el hecho evidente de la creciente
polarización en el acceso a los recursos, logra a duras penas, y en diminuta
minoría, ingresar a la educación superior, con fundamentada desconfianza del
discurso técnico-científico que se reproduce en ella, con poca credibilidad in-
clusive del papel que presuponen los docentes deben jugar. La ideología de
élite es también parte del discurso del profesorado, que conscientemente, o
no, reproduce el orden imperante... la actitud crítica es sustituida por una en-
señanza a la adaptación a las circunstancias, en donde México juega el papel
de maquilador, ofreciendo mano de obra barata entrenada en el orden de las
“competencias”. El hecho es que la planta docente envejecida y, por ende, con
una particular, si no limitada, visión del futuro y de expectativas, ve ingresar,
no sin cierto horror, a este tipo de estudiante para ellos desconocido, que por el
hecho de no entenderlos, ni de poder identificarse con la nueva alfabetización
surgida y apoyada por una tecnología que no ha aprendido a manejar, tilda de
ignorante. Por su parte, los estudiantes, aunque orgullosos de haber ingresado a
la institución y de ser universitarios, muestran baja confianza en el aparato ins-
titucional, sospechando de un sistema que ha mostrado una nula preocupación
Sobre la juventud 71
por beneficiar a la sociedad excluida, marginada, informal, de la que provienen.
Es así como al interior de la universidad pueden observarse dos tipos de ma-
nifestaciones culturales que se oponen a la cultura de élite: la cultura popular
ancestral heredada y la nueva cultura de masas.
La cultura popular clásica es la del mexicano que hereda tradiciones, fren-
te a las que muestra ambivalencia; por un lado, se siente orgulloso de ellas; por
el otro, busca cubrirlas en intentos de “modernización” sin poder ocultar sus
raíces rurales, ubicadas en regiones de los estados de la república, ciudades
medianas o pequeñas y pueblos y rancherías, que sus padres o abuelos dejaron
atrás, pero traen consigo. En el caso de México, país con gran diversidad de
culturas, lenguas y costumbres, estos rasgos tienen un carácter positivo en la
medida en que enaltecen las cualidades y los valores del ser mexicano a tra-
vés de su historia. Si bien, nuestra tradición cultural contemporánea enfatiza
la influencia europea, y hoy se sigue identificando con valores provenientes
del final del siglo xix (como lo es la Francia del Art Deco, tan admirada por
Porfirio Díaz y presente en barrios de la cdmx como la Colonia Condesa o la
Roma), además de estar ligada a los ideales del romanticismo europeo, aún
conserva una subjetividad mucho más cercana a la filosofía china, que sigue
el Confucianismo, o filósofos como Mencio que, aunque el estudiante no co-
nozca ni tenga conciencia de ello, constituye una característica y, por lo tanto,
una opción para este joven de vestigios rurales que transita un promedio de
cuatro horas diarias para ir y venir de su casa a la universidad. Vemos así al
estudiante que desde su origen y condición popular, con vestigios orientales
en forma y contenido, incorpora y sigue distintas modas occidentales, parte
de una cultura de masas, misma que toma de los estándares propagados por los
medios y el Internet. El estudiante se encuentra así entre diversas influencias
caracterizadas por la parte negativa de una cultura artificial, que lo aleja de sus
tradiciones y lo hace presa de la manipulación que promueve la ideología de la
globalización. El docente atento será aquel que identifica los valores que el jo-
ven conserva de su más temprana niñez, para diferenciarlos de los productos
culturales que consume, y estudiar la relación entre las prácticas culturales de
72 Primera parte
los estudiantes, su capital cultural, la incorporación de nuevos valores o desva-
lorizaciones, en el marco de las disciplinas a las que se incorporan.
La forma en que el estudiante se acomoda en el espacio universitario de-
pende de dos vectores principales de influencia: el primero, será la socializa-
ción primaria (0-6) y sus condiciones de origen y sus prácticas, es decir, el
capital que ha incorporado a su identidad, desde las relaciones establecidas en
la familia; y en segundo término, la socialización secundaria, el contexto de las
relaciones que los sujetos establecen más allá de la familia y que, en este caso,
están representadas por el sistema escolar, hasta llegar a la universidad. La
universidad, como continuidad de la escuela, se funda en la socialización pri-
maria, sin embargo, ya dentro de la universidad, esta conducta variará en fun-
ción del campo de conocimiento escogido, de la disciplina a la que accede. La
disciplina es el contexto, y se diferencian unas de otras, siguiendo jerarquías
heredadas, como lo sigue representando, desafortunadamente, la acepción de
ciencias duras contra las consideradas blandas (por no científicas). De esta
manera, enfundada en preconcepciones y prejuicios, cada campo esgrime sus
valores, costumbres y rituales que imponen abismos para la pretendida inter-
disciplina. En el caso uam, la división del conocimiento ha definido la forma
en que cada Unidad se constituyó, decidida por balances geométricos organi-
zacionales, condiciones estructurales de gestión, equilibrios políticos, etc. que
pesan sobre la producción de conocimiento y la enseñanza misma. Aunque
es frecuente escuchar intentos de integración disciplinar, como parte de un
discurso idealizado, las estructuras disciplinarias plantean fronteras estrictas,
con líneas y lenguajes bien demarcados que dificultan y atentan contra cruces,
saltos o fundiciones. Por un lado, tenemos a las artes y las humanidades que
definen un tipo de perfil docente y de estudio, etc., mientras que las ciencias
entendidas como propiamente dichas, esgrimen otros. Perfiles, aspiraciones,
rituales, participación y peso, dependerán del campo y, dentro del campo, de
la carrera; y dentro de la carrera, de las variantes en los docentes que confor-
man la planta académica. El estudiante lo ignora, la planta docente se distribu-
ye en diferentes tribus que entran en conflicto, tensión o tienden a ignorarse
Sobre la juventud 73
entre sí. La universidad se va pulverizando en un archipiélago de islotes, poco
o nada relacionados entre sí, sobre los que los estudiantes fincarán su resi-
dencia, sin otra conciencia que su herencia cultural en la que poco o nada han
reflexionado, pero que les permitirá determinadas prácticas de consumo cul-
tural, que tendrán alto impacto en su permanencia y éxito institucional.
El docente avezado, atento, alerta, que conoce a la universidad porque la
ha estudiado, sabe de este choque de mundos que toma lugar en el territorio
cultural del estudiante, y debe saber también que su intervención en ese pri-
mer año de estudios es clave en la medida en que puede orientar, corregir e in-
tensificar las orientaciones del estudiante en cuanto al consumo cultural y sus
contenidos. Para ello, cada materia o actividad del programa de estudios debe-
ría dar espacio para estas intervenciones, proveyendo y previendo tiempos y
ritmos que permitan al docente conocer a su estudiante, tomar contacto con él
o ella, es decir, comunicarse y así intervenir. Si la disciplina es demandante y
aplica unas reglas de juego rígidas y estrictas, el desarrollo del consumo cultu-
ral será menor, mientras que en disciplinas que se prestan para la reflexión y la
comunicación personal, ocurrirá lo contrario. A mayor especialización, mayor
alienación. No se trata de un problema totalmente interno, la disciplina abrirá
o posee puertas o interacciones con el exterior por medio de redes estableci-
das, foros, actividades que complementan el trabajo del estudiante dentro de
la universidad. Esto ocurre desde el primer día de ingreso, y por ello el primer
año es el espacio social donde deben cuidarse y observarse tales cambios en la
dirección del consumo cultural. Es un año crucial porque en él se puede cono-
cer lo que traen los estudiantes de su primera etapa, se puede conocer cómo
vivieron su escolarización, generalmente desigual y muchas veces contradic-
toria, y se puede actuar sobre el proceso de transición hacia su consolidación
como estudiante universitario. Esta realidad no es obvia ni se lee a primera
vista, hay que estar apercibido y presto para captar a los estudiantes de opor-
tunidad, identificar a los de riesgo, y saber qué hacer con los más difíciles, que
son los que flotan en un vaivén lleno de zozobra, y por eso peligroso: entre
quedarse o irse. Hay que recordar que el abandono universitario es el más alto
en este primer año, cerca de 50%, lo cual cercena y debilita el sentido de la
74 Primera parte
universidad y el esfuerzo de su existencia (Tinto, 1987). Es notorio que estas
estadísticas no se hagan públicas ni se discutan porque resumen, en dos líneas,
el fracaso de la educación del sistema educativo en México. Es importante
sacar a la luz las cifras, hacer un seguimiento y observar lo que ocurre por
medio de indicadores o referentes actualizados periódicamente, dentro de un
fuerte marco teórico. Es obvio que el consumo cultural tiene una propiedad
integradora al medio escolar en la medida en que aquellos que muestran un
alto nivel de prácticas de consumo cultural, tendrán una probabilidad mayor
de integrarse al medio académico y social de una institución y permanecer en
ella hasta obtener su grado.
Según las estadísticas y estudios hechos por las instancias adecuadas5 (Cona-
fe, 2008), una mayoría de los estudiantes que ingresan a la educación superior
y, por ende a la uam, vienen de familias que no solamente no pasaron por
la universidad, sino que viven una vida constreñida en términos de recursos
económicos. La composición de la población universitaria ha cambiado en las
cuatro décadas que lleva la uam de establecida. En su primera etapa, 1975-
1985, los alumnos de la universidad no eran diferentes a los hijos de los pro-
fesores que conformábamos la planta docente, es decir, pertenecían a nuestra
misma escala social y reproducían o eran semejantes a los que ingresaban a
la unam, aunque hay que aclarar que a partir de 1954, con la inauguración de la
Ciudad Universitaria, la universidad pública mexicana comenzó a dejar paula-
tinamente de ser elitista y se abrió a una comunidad más plural. No obstante,
también cabe aclarar que, en términos numéricos y debido al crecimiento
demográfico de México, la universidad pública continúa dando cabida a una
ínfima minoría de los que están en edad y en condiciones de recibirla. Veinte
Sobre la juventud 75
años después, ya en la década de los ochenta, el país comenzó a sufrir una po-
larización social que pronto se reflejó en la composición estudiantil: una clase
media en reducción y la predominancia de estudiantes de bajos recursos, suma-
do a un incremento en la presencia femenina. Hoy esta población, particular-
mente en el caso uam (con sus diferentes campus ubicados en lo que alguna
vez fue la periferia metropolitana), se ha transformado hasta estar conformada
por una juventud cuya identidad ha sido objeto de estudios antropológicos
interesantes y profundos, como los realizados por Néstor García Canclini o
por Adrián de Garay (2001, 2004a, b, 2006). Cuando el profesor se relaciona
con sus estudiantes con una mínima o nula base de conocimiento formal sobre
ellos, le será más difícil interpretar sus conductas y actitudes y, por lo tanto
aceptarlos. Perderá terreno frente a su estrategia didáctica, al centrarse más
en su materia que en sus estudiantes como personas. Leer a García Canclini y
a De Garay es altamente gratificante para el profesor universitario. Nosotros,
Uamitas, contamos con la ventaja de que son colegas de nuestra misma insti-
tución y que podemos consultar directamente. Los estudiantes de hoy no son
como fueron de jóvenes nuestros hijos, ni son como los hijos de nuestros ve-
cinos, ni tampoco como los hijos de los que habitan a lo largo de la trayectoria
que nos lleva desde nuestro domicilio a la universidad. Son otros. Conocerlos,
conocer su origen y procedencia, sus trayectorias urbanas, sus vínculos socia-
les, sus actividades y capacidades extraescolares, su apropiación y consumo
de bienes simbólicos y materiales de la cultura popular, el uso que hacen de
sus dispositivos móviles, su uso del lenguaje, del cuerpo, entre otros rasgos,
nos ha permitido ejercer con mayor sentido nuestra tarea docente. La base
de datos de nuestros estudiantes de td, que crece permanentemente, hoy nos
permite afirmar (y no suponer) que en todos y cada grupo del Tronco Divisio-
nal existen, al menos, tres tipos de alumnos:
1. los alumnos sobresalientes o “de excepción”, que traen consigo los su-
ficientes recursos para atravesar los módulos con menos problemas;
2. los alumnos que exhiben recursos potenciales, que llamamos alumnos
“de oportunidad”, porque están esperando y dispuestos a formarse, y
76 Primera parte
3. los alumnos que carecen de recursos escolares, con claras limitantes
en su conducta, que llamamos alumnos “de riesgo”, que oponen ba-
rreras y resistencias en su adaptación a la universidad.
Esta tipología, muy general, no intenta ocultar el hecho de que cada es-
tudiante es un caso en particular, no siempre susceptible de ser catalogado
en un conjunto y que debemos tratar individualmente. Sin embargo, nos ha
permitido detectar mecanismos o círculos viciosos que se repiten, orientando,
y a veces condenando, a una alta proporción de ellos, en especial los alumnos
de oportunidad y de riesgo, hacia dos salidas: un prematuro abandono de sus
estudios, o una artificiosa permanencia en la universidad para egresar con
carencias y graves fallas en su preparación.
Sin importar quién es la mayoría y quiénes son la minoría, el estudiante de
riesgo que más necesita de nuestro apoyo no es el que viene de familias más o
menos estructuradas que ejercen cierto control o guía sobre sus hijos jóvenes,
sino aquellos que transitan largas trayectorias y llegan llenos de dudas a tratar
de incorporarse a la universidad, sin que ello signifique que no hayan recibido
atención de su familia. No sin razón, el porcentaje de deserción continúa siendo
alarmante y las explicaciones dadas por los investigadores no logran convencer
por su carácter cuantitativo y general, es necesario profundizar y correr por
otros derroteros para explicar el abandono de la universidad que recibe a tan
pocos y a la que tanto trabajo cuesta llegar. Aun con los filtros que responden
a procesos poco adecuados de evaluación, y que promueve una indignante
discriminación que nutre el inmenso grupo de los rechazados, una cantidad
significativa de los alumnos de hoy provienen de áreas suburbanas alejadas y
para los cuales la UAM Xochimilco se ubica en un punto estratégico –si no-
tamos en una aerofoto, nuestra ubicación inmediata a la cuña triangular rural,
por despoblada, parte de los vasos reguladores de importancia ecológica (aun-
que aparentemente abandonados) que conforma un espacio pantanoso, aunque
verde–, enclavado en una zona de alta densidad poblacional, con construccio-
nes formando ejércitos de casitas, aplastantes en su carácter multitudinario,
infames en lo que representan como negociados de los especuladores de la
Sobre la juventud 77
tierra, listos para borrar a Xochimilco del mapa. La ciudad rodeó la zona chi-
nampera, la estrangula día a día, y sigue presionando a las históricas parcelas
agrícolas prehispánicas, sus acuíferos y vasos reguladores, que sobreviven más
por las contenciones comunitarias que oscilan entre ser cómplices o resistirse
a la urbanización, frente al descuido o laxitudes propias de las autoridades.
Xochimilco, nombrada por la unesco como zona patrimonio de la humanidad,
continúa siendo afectada por la urbanización hormiga, amparada por políticos
y líderes influyentes, que acentúa día a día el deterioro del manto freático y
que afecta la salud ecológica del valle.6 Razones políticas frenan a los intere-
ses inmobiliarios, cuyo acoso no cesa y que han acabado con una gran parte
de las mejores tierras de labranza con regadío natural y cultura agronómica
ancestral del valle de México, y ejemplo mundial. Los que vimos construir la
UAM Xochimilco somos testigos de las tierras fértiles y la presencia del agua,
que quedó definitivamente abolida bajo el concreto gris de sus antiestéticos
edificios con sus siniestros sótanos. Internet muestra, con crudeza, a través
de fotos satelitales, la pulverización provocada por asentamientos habitaciona-
les que no sólo barrieron con las haciendas y terrenos de cultivo, sino que han
arrinconado al área de Xochimilco, hoy atravesada por torres de alta tensión,
vías de múltiples carriles, fraccionamientos aledaños y por la comercialización
turística y la indiferencia social. Pensamos que la uam-x debería demandar del
gobierno federal y de la cdmx la ampliación de su patrimonio territorial, asu-
mir el cuidado de toda el área y educar a la juventud que reside en estas áreas
históricas para lograr, de esa manera, dar honor a su nombre, sus funciones y
su vocación. Si la reducida uam-x de hoy creciera hasta tener la misma área de
la unam7 estaríamos integrando un conjunto diverso, con áreas de reflexión y
6. Al momento de revisar este manuscrito (enero de 2017), una grieta se abrió en el canal del em-
barcadero de Zacapa, Xochimilco. El agua que antes bajaba de los volcanes, hoy entra a través
de plantas de tratamiento, particularmente del Cerro de la Estrella. Al haber sobre explotado el
acuífero, lo que ha sucedido es que en las zonas donde salía el agua, ahora es donde drena. El nivel
ha ido bajando y mientras más se seque más se agrietará, dicen los expertos.
7. Es esclarecedor en este punto, ver la imagen de satélite y constatar que ambas universidades están
sobre el mismo eje, facilitando la comparación de sus extremas desigualdades territoriales.
78 Primera parte
recreación como no se conoce en la ciudad. Si pintáramos de color la multipli-
cación de centros comerciales (ubicados en los lugares más inconvenientes), y
con otro color las universidades públicas y sus adiciones, nos daríamos cuenta
de la inequidad entre comercio y educación, y el potencial que nuestra uam-x
posee. Lamentamos que terrenos clave para la expansión espacial de la uam se
encuentren ocupados por oficinas de la cdmx, conjuntos habitacionales para
no universitarios, gasolineras, hoteles de paso y otras áreas ocupadas, muchas
ambiguas o inexplicables, que serían óptimas para convertir a la uam en una
universidad completa. Lógicamente habría que respetar los terrenos ancestra-
les dedicados a la agricultura, pero, si observamos con detenimiento, veremos
que hay espacio suficiente para diseñar además uno o más parques maravi-
llosos, sin afectar al Xochimilco antiguo, y también para ubicar, en donde no
constituya una amenaza para la ecología, las nuevas instalaciones que tanto
echamos de menos: auditorios, centros de seminarios, un centro cultural ade-
cuado, un hotel-casa para el profesor visitante, museos, restoranes y cafeterías,
habitación a estudiantes foráneos y locales, todo integrado con la tecnología
de la comunicación que facilite su mejor uso y permita conexiones en un radio
virtual sin límites. Esto haría de nuestra universidad la extensión del hogar de
todos y cada uno, porque sabemos que el mejor futuro posible para la univer-
sidad pública es la universidad de masas, comunitaria, co-gobernada, dedicada
a resolver proyectos sociales, a dar servicio de todo tipo a los muchos que lo
necesitan y requieren. Que vaya a ser densamente poblada es algo que no debe
de asustar a nadie; la universidad social no puede parecerse a la universidad
elitista que hoy seguimos teniendo. La universidad social será expansiva y go-
bernada por los mismos estudiantes, como ocurre en otras instituciones de
América Latina, en países mucho menos poblados y complejos que el nuestro.
Hoy no tenemos ninguna duda de que toda el área ecológica y chinampera
de Xochimilco debería formar parte de la uam, corrigiendo lo que no se hizo
en el momento de su fundación. Quisiéramos ver a la uam como cuidadora,
protectora y vigilante del ámbito rural del que forma parte. Nosotros, la comu-
nidad uam, somos, simbólicamente, los hermanos profesionales, estudiosos y
colaboradores de esa población ancestral que hereda una riqueza cuyo valor
Sobre la juventud 79
ha sido reconocido por el mundo, representado por la unesco. En un futuro
posible, cuando existan gobiernos creativos, la uam-x se expandirá al área de
los vasos reguladores adyacentes, convertidos en parques, envolviendo bajo
su cuidado al mercado de flores, sus embarcaderos, los lagos, sus caminos de
agua y sus ancestrales chinampas, sin invadir ni construir donde no se debe,
al contrario, trasladando a los actuales invasores a otros sitios; abriremos lu-
gar a una nueva concepción espacial universitaria, una versión cibernética y
tecnológicamente revolucionaria de la ejemplar Ciudad Universitaria, hoy pul-
món y reserva ecológica de un valle arrasado por la urbanización salvaje. Cabe
rendir homenaje a los arquitectos y urbanistas que lograron materializar la
megalomanía de los presidentes de entonces, transformando su pensamiento
grandilocuente (que generó otros proyectos asombrosos como el del Museo
de Antropología) en utopías posibles.
Regresando a la magra escala en la que nos desempeñamos, si queremos
atender a la población en edad universitaria del área de influencia de la uni-
versidad, tendríamos que prepararnos para ello, y eso no ha ocurrido. El que
esto lee podrá decir: todo esto está muy lejos de que alguna vez ocurra, o
podrá ser más tajante y afirmar que esto jamás sucederá, o incluso haber sido
absorbido por la lógica imperante y asegurar que no conviene que eso suceda.
A lo que nosotros respondemos: los ideales factibles, como las visiones más
desorbitadas, nos han sostenido porque son sanadoras, son terapéuticas. En
una sociedad plagada de patología, que atenta contra todo optimismo y toda
esperanza, imaginar un futuro mejor tiene un efecto inmediato. No hay que
esperar que los resultados vendrán alguna vez, pensar bien tiene un efecto
curativo hoy y ahora, en el mismo momento en que imaginamos un Xochi-
milco limpio y respetado, que haya recobrado su estado natural, con lo cual
nuestra alma descansa. Eso hicimos en más de un ejercicio con los estudiantes,
cuando construimos la trajinera “Xóchitl” con la participación de mi hija me-
nor, egresada de la uam-x. No solamente imaginar, sino construir una inmensa
maqueta sobre una maravillosa reproducción de satélite a todo color, donde
dibujamos y modelamos una uam realmente Xochimilca. Aquellos estudiantes,
llegan cada día a una universidad sobre la que –en su mirada– se sobreponen
80 Primera parte
los colores y las formas, la vegetación y los canales de agua, que ellos mismos
idearon y dibujaron como algo posible de hacer. Todos aquellos símbolos que
creamos, aquellas vistas que plasmamos en planos y perspectivas, sembraron
en cada uno de ellos, la esperanza de un mundo mejor.
Entre los cambios que estamos viviendo, es un hecho que una proporción
sustancial de nuestro alumnado proviene de familias donde los que sostienen
la economía son empleadas de servicio doméstico, enfermeras, comerciantes
ambulantes, albañiles, choferes, empleados públicos, dueñas de misceláneas,
obreros, herreros, esteticistas, etc., ninguno de los cuales ha tenido acceso a
una universidad. En ese marco social y cultural, el maestro debe responder
al desafío de hacerse entender, de convencer y transformar. Nuestra expe-
riencia docente, sostenida por la investigación, arroja resultados alentadores
al constatar lo que nos adelantaba Bernard Charlot (en su libro de 2006 sobre
la relación con el saber y en conferencias que se encuentran accesibles en
internet), que el “fracaso escolar” es una etiqueta engañadora y falsa, porque
por encima de su origen, falta de recursos, de que sus padres no hayan ido a la
universidad y pertenezcan a un sector marginado, etc., se ha demostrado que
no es la posición socioeconómica, ni la pobreza de recursos materiales de los
alumnos los que impiden que el estudiante muestre virtudes que les permiten
integrarse paulatinamente al ambiente universitario, sino entender sus reglas
y saber transitar por ellas. Entonces ¿qué es lo que se atraviesa en el camino
del estudiante hacia el éxito?, ¿qué es lo que los lleva a abandonar sus estudios?
Por encima de los factores macro, los elementos negativos pueden enumerarse
de la siguiente manera: 1) el desconocimiento de la juventud actual que preva-
lece entre la planta de docentes, 2) la consecuente subestimación del maestro
hacia su alumno, 3) la prevalencia de modelos educativos arcaicos, basados en
el autoritarismo y 4) lo más importante, la falta de afecto hacia el estudiante, la
incapacidad del maestro y su institución de brindarle una bienvenida verda-
dera (no de cartel) desde el primer día; acompañarlos, trabajar junto a ellos,
no encima de ellos. ¿Qué tipo de riqueza posee el estudiante que no se deja
ver en las encuestas orientadas a obtener justificaciones al fracaso basado en
datos socioeconómicos? La juventud, además de ser portadora de valores y
Sobre la juventud 81
tradiciones características de la familia mexicana, como la solidaridad, la ca-
pacidad de enfrentar y resolver conflictos, el ingenio, el humor, el sentimiento
positivo y de orgullo hacia sus raíces y tradiciones, ha creado formas de vida,
de recreación y autoconocimiento, alternativas que merecen la atención del
investigador porque pueden estar jugando un papel importante en la decisión
de permanecer en la institución educativa hasta titularse o abandonarla. Nos
referimos a las capacidades que devienen de su consumo cultural popular: mú-
sica, modas, corrientes en boga, valores, que se expresan en sus actividades
corporales, urbanas, que tienen más de un ingrediente de creatividad y entre-
ga, de regulación y destreza, y que terminan ayudándolo a subir paso a paso,
peldaño a peldaño por la escala social, propiciadoras de entender y aceptar los
estándares de habilidades fundamentales escolares, como la lectura y la escri-
tura. La capacidad de resiliencia del joven mexicano, su insistencia y tesón por
superarse dan cuenta de otras habilidades laterales, más sutiles, que aunque no
hayan sido observadas y estudiadas por los investigadores, están presentes, es-
perando a la lupa que se pose sobre ellas para conocerlas mejor. Lejos de aque-
llos que pretenden explicarlo todo con estadísticas y perfiles socioeconómicos,
la pregunta es: a pesar de adicciones, abuso sexual infantil, desarreglos en sus
hábitos alimenticios, confusión y soledad, lejanía y aislamiento, ¿de dónde sacan
fuerzas los jóvenes para lograr ingresar a la universidad y permanecer en ella?
8. En este apartado se toman referencias del trabajo de investigación, realizado bajo mi dirección, por
la Mtra. Janeth González Martínez (2016), la Mtra. Jessika Lizbeth Cruz Martínez (2015) y la Mtra.
María Gracia Castillo (s/f).
82 Primera parte
del lenguaje y uso del cuerpo difiere del típico estudiante de clase media, ha-
bitante de colonias arquetípicas de un Distrito Federal homogéneo que ya no
existe (Coyoacán, Colonia del Valle, Narvarte, etc.). La universidad ha conti-
nuado trabajando con la misma oferta, la misma planta académica que sigue
activa y envejeciendo ante la carencia de opciones dignas de retiro. Nuestra
planta de profesores es tradicional, vieja, pero también antigua: no se ha actua-
lizado, ha preferido burocratizarse y, por lo tanto, continúa poniendo énfasis
en la mente-cabeza del estudiante, soslayando su cuerpo, que queda relegado,
en el mejor de los casos, a los instantes de recreo ubicados en el área deporti-
va. Mientras tanto, el estudiante llega a la universidad a veces caminando, en
bicicleta, a veces montado en su patineta, muchas otras después de largas y
lentas trayectorias en transporte público. En los tiempos libres, y aprovechan-
do rincones perdidos o subutilizados, los estudiantes ejercitan su cuerpo y
desarrollan nuevas capacidades, lo hacen fuera del curriculum, a espaldas de
su formación formal, por su cuenta. Entendiendo por actividades corporales,
desde las destrezas de los “sonideros”,9 hasta los malabarismos, danza, perfor-
mances, destrezas que nos dejan asombrados cuando nos fijamos en ellas. Pen-
semos, por ejemplo, en la danza aérea, que comienza a tomar uso en nuestro
medio, veremos que es un tipo de coreografía alejada del suelo, donde se crean
y aplican destrezas de escalada; en ella confluye una combinación de danza
contemporánea con las artes circenses, las acrobacias e inclusive el teatro. Hay
que entender que estas prácticas novedosas se difunden a partir de los medios,
pero también por las visitas de compañías de espectáculos con múltiples re-
cursos que llegan a teatros de México, o se pueden ver en los dispositivos mó-
viles. Los jóvenes que ponen atención en estos espectáculos siguen el ejemplo
de lo que ven e incorporan, con sus recursos, nuevos elementos como la tela
acrobática, de la que se suspenden realizando sus movimientos a lo largo de
ella. Existen otros géneros, como la danza vertical, que puede emplear como
9. Los sonideros son los antiguos Disk Jockeys que, con el avance de la tecnología y de su preparación,
hoy son arreglistas, compositores y creativos en la mezcla y curaduría de la música popular, Ángel
Vargas, en La Jornada del domingo 19 de febrero de 2017.
Sobre la juventud 83
escenario una pared o la fachada de un edificio, donde los bailarines permane-
cen colgados de una cuerda o anclados al extremo de la misma con un arnés.
Son tipos de danza urbana, donde el peso de la dimensión simbólica en el
cuerpo es contundente. El imaginario social de los practicantes del cuerpo
surge así, informalmente, en espacios barriales, en centros que operan como
clubes, que le dan identidad a los que se adscriben. Las posibilidades de par-
ticipación configuran un marco y una lista de actividades que se mantendrá
dinámica y cambiante, traslapándose con otras formas tradicionales que no
son las que nos interesan en este estudio. Otro aspecto que surge de la inves-
tigación es que estas expresiones corporales están íntimamente ligadas con la
ciudad, con los casi invisibles espacios utilizables escondidos entre su paisaje,
entre la estructura de la vialidad urbana, resquicios, desbordes, intersticios
y espacios ganados, que son los que condicionarán la incorporación de un
acervo de experiencias corporales. Así también los Foros y Focos culturales,
promovidos por el gobierno, que son espacios de oportunidad donde pasan
cosas que la universidad no debería soslayar o ignorar.10 Es así como vemos
que cuerpo y ciudad se enlazan, logrando la aparición de prácticas corporales
de acuerdo con la composición de una geografía específica en el tiempo y el
espacio, que combina las propiedades de lo terrestre, lo acuático y lo aéreo,
generando paisajes distintivos.
Lo interesante de tomar en cuenta, es que los jóvenes que participan en es-
tas experiencias se han acostumbrado a una socialización secundaria que desa-
rrolla en ellos nuevas habilidades. Dejan de sentirse individuos aislados o mar-
ginados, y pueden dejar de ser estudiantes de riesgo al comenzar a formar parte
de una masa que genera circuitos de tránsito, tanto para artistas como para
espectadores. Las distancias se reducen: “Hay diferentes circuitos: el de los
que pintan murales, el de los que andamos en nuestros vehículos navegando,
los circuitos de los grupos ‘under’, incluso espacios propios de la contracultura”,
nos dice Lisa Vargas, alumna del td, y agrega que “algunos son abiertos, otros
84 Primera parte
se cierran, hay algunos organizados con individuos capaces de gestionar even-
tos y hasta espectáculos informales, incluso hay quienes se acercan a esos cen-
tros culturales que dan facilidades y aceptan los requisitos y los aprovechan”.
Nos hemos detenido a auscultar la mente de los jóvenes que ingresan a
la universidad, y en nuestra indagación nos hemos acercado, cuando fue po-
sible, y resultó natural, a miembros de sus familias en sus sitios de residencia
con el propósito de completar, visual y cualitativamente, los datos, al conocer
de cerca su contexto hogareño. En el estado del arte, hemos puesto atención
en los hábitos de consumo de cultural popular, y al hacerlo nos hemos dado
cuenta que poco o nada sabemos de lo que ha quedado “grabado en sus cuer-
pos” como resultado de su participación en la vida de la ciudad. La relación
joven-urbe, la forma en que usa y se apropia de su entorno de sus trayectorias,
forman parte de la construcción de su propia historia personal, que es parte
de la historia colectiva de los grupos sociales juveniles. En un contexto de
desposeimiento, los jóvenes reconocen “su cuerpo” como su principal patri-
monio. Anotamos declaraciones tales como: “al menos tengo mi cuerpo, que
es mío”11 o “mi cuerpo es un mecanismo que he aprendido a manejar”.12 Este
tipo de declaraciones, que Adrián de Garay ha registrado al detalle en su traba-
jo,13 son evidencias de la importancia del cuerpo como representación social
y como patrimonio del yo juvenil. El cuerpo experimentado no sólo establece
habilidades, sino también sensaciones y sentimientos que se acumulan en la
memoria corporal. Para estudiantes como Miriam,14 correr en su patineta por
la ciudad, es: “… motivo de enorme gusto, una forma en la que me siento yo, y
forma parte de lo que soy…”, agregando, “yo veo al grupo con el que salimos
a correr y montar la patineta como artistas… me siento como si formáramos
parte de una troupe, de una compañía de saltimbanquis […] la calle es para
nosotros el escenario donde nuestros cuerpos se expresan”.
Sobre la juventud 85
El joven transita por sus propios programas informales que los reúne, y
esto va generando una memoria en el cuerpo. La memoria del cuerpo significa
y resulta de un tipo de elaboración reflexiva de los episodios de su vida social.
Entonces, el joven vive procesos de incorporación de la cultura al formar parte
de un despliegue de prácticas, que implica inventar conocimientos, generar
saberes, ejercer la autodidaxia corporal; aprender a base de práctica, de atrevi-
miento, de valor, ejercicios que se van configurando en capital corporal. No es
difícil imaginar a los jóvenes sumando presencias, haciéndose compañía alre-
dedor de prácticas corporales que requieren habilidad, entrenamiento, dedica-
ción, todas experiencias que tejen un entramado de vínculos, atravesadas por
las emociones que se viven cuando se toman riesgos, se superan miedos, se
construyen confianzas que forman un marco específico para el protagonismo,
que sitúa al cuerpo en el contexto de la ciudad de la cual la universidad forma
parte. ¿Cómo no vincular estas experiencias con la capacidad que mostrarán
ya en la universidad, para sobrevivir al cambio y adaptarse a las nuevas de-
mandas? El hecho es que las tendencias corporales de las nuevas generaciones
de jóvenes se expresan en formas que van cambiando, renovándose, buscando
en la ciudad sus espacios adecuados, utilizando nuevos implementos o acce-
sorios del cuerpo: patinetas, calzados especiales, protectores corporales, ta-
blas, etc. Y estas actividades, en lugar de quedar fuera del ámbito universidad,
en lugar de establecerse como clandestinas, complementarias o subterráneas
(underground), deberían ser reconocidas por la universidad, conocidas por la
planta académica, y aprovechadas en el beneficio del desarrollo intelectual del
joven y en favor de su permanencia en la institución.
Lo que quisimos hacer explícito en la línea tres de estudio sobre lo cor-
poral, es la relación que encontramos entre los performances que algunos se
dedican a desarrollar en los lugares en que residen o a los que se trasladan, y su
impacto o influencia en el desempeño como estudiantes universitarios en el
primer año de cursos. Sostenemos que la memoria del cuerpo que se construye
en las posibles realidades corporales que día a día se tejen en cada intersticio
de la ciudad, asegura la incorporación a grupos universitarios de diferente ín-
dole, entrada a cofradías, anecdotarios de situaciones corporales y motrices,
86 Primera parte
como si se agregaran al ya existente patrimonio corporal de cada sujeto. Por
eso, tomando en cuenta la memoria del cuerpo, es importante que la educa-
ción superior incorpore en sus propuestas educativas, actividades donde se
involucre al cuerpo como instrumento creativo-expresivo, además y aparte
de la promoción de los deportes tradicionales, que son otro ámbito de uso del
cuerpo que tiene características y sentidos diferentes, donde predomina la
competencia y se han establecido valores que tocan otras áreas de la epider-
mis juvenil. La forma en que se conocen y actúan entre sí, cada individuo de
un grupo de estudiantes, al salir al aire libre y realizar actividades corporales
creativas, tiene la ventaja de crear dinámicas de grupo constructivas que con-
tribuyen a una mejor armonía del grupo, así como una mejor comunicación,
capacidad de iniciativa y autogestión. Si la ciudad ya actúa como provocadora
para el cuerpo de los ciudadanos, la universidad debe desempeñar el mismo pa-
pel con sus jóvenes. Como dice Cachorro (2013), no debemos perder de vista
que existen distintas formas de vivir el amplio espectro de propuestas corpora-
les disponibles en la cultura, en apropiaciones que son relacionales y subjetivas.
La construcción de la propia historia del sujeto pasa por el cuerpo. Per-
cepciones, sensaciones y emociones constituyen un trípode que permite en-
tender dónde se fundan las sensibilidades. Los individuos conocen el mundo
a través de sus cuerpos, por medio de un conjunto de impresiones que im-
pactan en las formas de intercambio con el contexto socioambiental. Dichas
impresiones de objetos, fenómenos, procesos y otros agentes estructuran las
percepciones que los sujetos acumulan y reproducen. La internalización del
bagaje de experiencias corporales y motrices excede la mera ejercitación física
que se da en el deporte. En el caso de las actividades corporales-creativas, el
papel que juegan los sentimientos en sus movimientos corporales y gestos mo-
trices es mayor que cuando el individuo simplemente automatiza técnicas. En
el caso de la expresión corporal, con sus movimientos, en un performance o
en un simple trayecto en patineta, está mediada por amores, odios, sufrimien-
tos, dolores, goces, placeres, es decir, cuestiones de la subjetividad en cons-
tante interacción con las redes de relaciones sociales y el contexto donde se
ubica el sujeto. La mente reflexiona, y con ella ocurre una reflexión corporal
Sobre la juventud 87
cuando situamos al cuerpo en un nuevo contexto, como puede ser la univer-
sidad. Vivir la universidad no es tan sólo conocer el camino hacia el salón o
hacia la biblioteca, también incluye encontrar lugares de comodidad, refugios,
rincones de reunión o de meditación, sitios de identidad, de pertenencia, lo
que implica una selección espacial, un manejo del lugar, paralelo a la configu-
ración del grupo de amigos, que se convierte en clan y no difiere tanto de ser
otra forma de pertenecer a una manada. Ser universitario es como ser ciuda-
dano, construir ciudadanía, construir la pertenencia a la universidad se hace
movilizando prácticas corporales.
Cuando vemos pasar a nuestro lado a un estudiante en su patineta, lle-
gando en bicicleta, desplazándose corriendo, trotando, estamos siendo tes-
tigos y podemos imaginar las sensaciones kinestésicas de esos movimientos,
ligadas a la exploraciones de formas de desplazamiento, que al apoyarse en
accesorios suplementarios, experimentan una vivencia corporal a partir de
establecer nuevos patrones en el movimiento motriz. La irrupción de la téc-
nica establece nuevos procesos de sensibilidad del cuerpo, si combinamos esto
con el uso de nuevos elementos de la información y la comunicación podemos
comenzar a entender los ritmos nuevos, la capacidad de estar en varios luga-
res a la vez, de medir las distancias de otra manera. El estudiante que amplía
su radio de acción utilizando estos complementos, se siente orgulloso y pleno
en ese instante, vive nuevos placeres corporales en lo que hace a las sensa-
ciones coordinativas, neuromusculares, complejizadas por objetos materiales
que constituyen prolongaciones del cuerpo (una patineta, un aro, una tela, una
tornamesa, etc.). Experimentar este tipo de actividades, hacer ejercicios, tareas
motrices, establece otras formas de las prácticas y del saber corporal. Las emo-
ciones corporales se producen también con el uso de las nuevas tecnologías de
la comunicación e información, construyendo otro tipo de exploraciones cor-
porales que el estudiante, más tarde, verbalizará en sus temas de conversación.
El estudiante que rompe su aislamiento, que se dispone a entrar en contacto
con los demás, lo hace porque puede manejar sus inseguridades, que se trans-
forman en emociones como el vértigo, que forma parte del miedo. Este tipo
de experiencia, el lidiar con sus emociones, nos lleva a pensar que los estu-
88 Primera parte
diantes que las viven son los que se han ido educando, aprendiendo a observar,
interpretar, lo que los lleva a adquirir estéticas de la mirada que les permiten
contemplar y distinguir variaciones en la gama de alternativas corporales que
van adquiriendo. Al avanzar en la comprensión del conocimiento del cuerpo,
pueden hacerse más sensibles, y pueden construir estas emociones porque
son competentes para leer y entender juegos, deportes, gimnasias, bailes, ha-
bilidades, etc. La temeridad, como parte importante de las emociones corpo-
rales, incluye los riesgos que se asumen al lesionarse, lastimarse gravemente, e
incluso morir. Ello produce una vibración emocional en la subjetividad de los
practicantes, asociada con la seducción que atrapa al sujeto y le hace exponer
el cuerpo, como enfrentando al mundo en el cual lo que está en juego es inten-
sificar la vida por medio de la autosuperación y realización personal. Correr
riesgos confirma la osadía, la audacia, la valentía como propiedades simbóli-
cas de los que responden al desafío. La incorporación de técnicas corporales,
saberes corporales, gestualidades motrices, expresividades, está reguladas por
intensidades afectivas que también buscan cobijo en las particularidades que
pueda ofrecer la universidad. El aprendizaje corporal y motriz se hace en me-
diaciones que posee la cultura, con miedos, seguridades, incertidumbres, con-
fianzas. El estudiante toma conciencia de que lo traspasan diversas emociones,
a veces contradictorias, no siempre de inhibición, no siempre de valentía. Al
conocerse a sí mismo, por medio de su cuerpo, puede entender mejor y llegar
a dominar su conducta en el salón de clases. El estudiante sabe que su cuer-
po posee su archivo de memoria en donde esperan tanto la seguridad, como
la timidez, tanto la creatividad, como la estática. Su capacidad de exponerse
en clase, de participar activamente, está relacionada con su experiencia en la
exposición de performances corporales, que mantiene una estrecha relación
con el manejo idóneo o la pericia para desenvolverse con fluidez en los distin-
tos casilleros de la vida social, incluyendo ahora a la institución universidad.
Existe en el joven un activo de seguridad, una reserva de confianza que se
fundamenta en el conocimiento y el manejo del saber corporal. Este saber
corporal permite desplegar una práctica social con manifestaciones más flui-
das y eficaces.
Sobre la juventud 89
Ilustración pedagógica: los viernes corporales
Una vez por semana, los viernes, los dedicamos a poner en acción y movi-
miento al cuerpo del grupo y de nosotros, los docentes. Identificamos entre
los estudiantes, aquellos que han desarrollado prácticas corporales creativas,
entendiendo por ellas: danza contemporánea, habilidades acrobáticas, arre-
glo personal, vestido, tatuaje, piercing, artes marciales, performance, hip-hop
callejero, patineta, hula-hula, bailes típicos, ciclismo, graffiti y muralismo calle-
jero, destrezas circenses, acrobacias, malabares, sonidismo, y todo aquello que
podamos considerar como “proyecto artístico emergente popular”, de los
que se presentan en casas de la cultura de barrios y colonias. No considera-
mos las propuestas corporales deportivas tradicionales que impliquen “com-
petencias atléticas” (fútbol, basket, etc.). Los voluntarios nos dan una clase
introductoria, de una hora aproximadamente. También invitamos a maestros
externos. Además de la práctica que ejercemos al aire libre, en la zona de can-
chas, regresamos al salón a tener una conversación sobre lo experimentado y
dedicamos otra hora a dibujar esta experiencia. De esta manera, abordamos
el cuerpo como objeto de conocimiento, realizando ejercicios que involucren
movimiento y actividad corporal al aire libre, y una reflexión escrita, hablada
y dibujada sobre lo vivido. Los objetivos son los siguientes:
90 Primera parte
entendiendo que una transformación en nuestro lenguaje corporal, pro-
voca cambios de percepción y abre nuestra sensibilidad.
4) Reflexionar sobre la importancia de cada parte del cuerpo en el con-
texto de la unidad que conforman.
5) Utilizar otros lenguajes para comunicarnos y conocernos.
Incorporamos a los módulos del td, el “viernes corporal” para dedicar un corto
tiempo al conocimiento y la estimulación de cuerpo y espíritu, complemento
necesario a la estimulación intelectual (la discusión filosófica en torno al dise-
ño). Incorporamos el cuerpo a los temas de diseño a partir de sus capacidades
corporales y sus destrezas para que identifiquen en sí mismos, sus dimensiones
estéticas y artístico-expresivas, como portador de lenguajes, como generador de
comunicación-regeneración. Allí reside su relación con el diseño. Quisiéramos
que todos los estudiantes utilizaran su cuerpo, realizando cotidianamente Ac-
tividades Corporales Artístico-Creativas (aca).
Sobre la juventud 91
• Nos interesa compartir ejercicios isotónicos, aprovechando sus bene-
ficios aeróbicos de oxigenación del cuerpo, de alineamiento de ener-
gías, de experimentación con posturas, para desatar vibraciones y
crear imágenes personales que sirven para regenerarnos sin-palabras
entre nosotros.
92 Primera parte
ocurre en el silencio, no necesariamente te distrae, sino que te ubica en una
actitud de meditación.
La belleza del cuerpo humano no estriba en su forma, que puede ser va-
riada e infinita, sino en su salud y capacidad de regenerarse, expresarse y ser;
es decir, en su capacidad de mantener un orden, gracias al control del que
conoce y ama a su propio cuerpo. La búsqueda principal del diseñador es la
de encontrar un orden. El concepto de orden lleva necesariamente a elemen-
tos como espacio, volumen, límites, estructura, dirección, línea, círculo, ritmo,
intervalos, gravedad, simetría, composición, vacío, plenitud, etc. Hay que de-
tenerse en cada uno de estos conceptos, pues son la materia prima de su labor
como diseñadores. El concepto de orden, la búsqueda de un orden, es lo que
caracteriza la labor del diseñador. Existe belleza en cada uno de nosotros; el
ejercicio corporal compartido, el hablar con nuestros compañeros a través de
nuestro cuerpo, la hace evidente. No como ocurre en un desfile de modas, que
es la antítesis de este ejercicio, sino en un desfile de movimientos y expre-
siones, en las que van a destacar sus partes: espalda, cintura, caderas, piernas,
brazos, dedos, rostro, en cada parte del cuerpo brilla su propia belleza, que no
es otra cosa que la belleza de la vida. Sesiones corporales para la vida, desde
el punto de vista del futuro diseñador, que se va a dibujar a sí mismo sin una
cámara o un lápiz, sino con su respiración y sus movimientos; sin acuarela,
sino con el agua que forma parte de su constitución; sin cartulina o papel, sino
con la piel donde su alma toma cuerpo. Expresión corporal para diseñadores y
arquitectos, planificadores regionales, hacedores de objetos industriales, grá-
ficos, todas ellas creaciones que hablan el mismo lenguaje del cuerpo, ritmo,
equilibrio, balances y des-balances dinámicos, inclinaciones pendulares, ten-
siones energéticas, presiones que se resuelven en un suspiro o una respiración
profunda. Al igual que cuando nos sentamos a diseñar, los viernes lo hacemos
con el cuerpo, guiados por la sabiduría de aquellos que saben lo suficiente para
entrenarnos y ejercer nuestra capacidad de entrega, concentración, relaja-
miento y control de su ser. ¡Qué ejemplo de diseño es nuestro cuerpo!... cada
órgano en sí, forma parte de un todo; la Naturaleza, esa gran diseñadora, nos
Sobre la juventud 93
envolvió en una forma perfecta: el cuerpo con las sustancias que le dan a la
piel su tonalidad, su textura y olor, y el conjunto de elementos y proporciones
que definen la belleza humana… mirarnos al espejo es la mejor manera de
comenzar a estudiar diseño.
94 Primera parte
alteración de los circuitos por la ciudad, las alteraciones del paisaje, los hitos y
referentes, que son propiedad de las ciudades y tienen efectos sobre la forma
en que el joven percibe y se integra a su entorno. La participación corporal
juvenil se activa, la vida empieza a cobrar sentido, justamente porque la vida
pasa por el cuerpo, y cuando la universidad enriquece y fortalece el patrimo-
nio corporal y motriz, la memoria llena al cuerpo de anécdotas inolvidables,
donde las prácticas y los haceres corporales se tornan significativos. Ello faci-
lita la relación con los compañeros y los docentes, superando el aislamiento, la
des-comunicación, la inacción paralizadora, y catapultando el movimiento en
todos los sentidos: mente y cuerpo en acción.
Sobre la juventud 95
SEGUNDA PARTE
Sobre la niñez1
1. En este capítulo se reproducen párrafos, referencias y hallazgos del trabajo de investigación, rea-
lizado junto con la Mtra. Braulia Audelia Chacón Moreno, durante la elaboración de su tesis, bajo
mi tutoría, titulada “La educación durante los primeros años de vida, relatos de la aplicación del
Programa Crianza en la colonia Carmen Serdán de la Ciudad de México”, la tesis puede consultarse
en deaplaed, dscsh-uamx, junio 2011.
Sobre la niñez 97
– actividades creativo-corporales
– inclusión de la familia al salón de clases o “aula-taller”.
98 Segunda parte
está tan lejos y que pudo haberla vivido bien. Hay padres, no importa su grado
de alfabetización ni de urbanización, que, intuitiva e instintivamente, buscan una
comunicación emocional con sus niños en sus primeros meses de vida. Asimismo,
debemos considerar que hay padres que entienden o saben, por tradición y por-
que tuvieron esa suerte, que es muy útil y necesario establecer una relación física
adecuada con sus hijos. Existen también, en las zonas marginadas, programas del
gobierno, como el llamado Crianza, inspirados en experiencias vividas en otras
realidades (en este caso, en Brasil), en las que se imparten diferentes técnicas de
acercamiento físico al bebé, es decir, hay padres que aprenden. Una técnica son los
masajes cuyo arte puede aprenderse consultando diferentes escuelas, por ejemplo
lo escrito por Pier Campadello en sus publicaciones sobre el papel del tacto en el
despertar corporal-emocional del niño. Una de las técnicas efectivas y compro-
badas proviene de la India, cuyas prácticas fueron documentadas por el médico
pediatra francés Fredrick Leboyer, en 1976; este médico observó cómo una mujer,
de nombre Shantala, daba masajes a su bebé y entendiendo sus objetivos y sus
resultados decidió propagar la trascendente lección que implicaba en la educación
temprana: ternura, cariño, apertura y respeto, atributos que al conocerlos desde
su infancia, el niño incorpora a la vida adulta. Estos masajes tienen como objetivo
reafirmar los lazos emotivos del bebé, así como desarrollar destrezas básicas en el
campo sensorial. Siguiendo diferentes posiciones, utilizando aceite vegetal para
un mejor deslizamiento de las manos, acompañado por palabras o canciones di-
chas por la persona que aplica el masaje, generalmente la madre, el bebé toma
conciencia de su propia corporeidad y finitud, es decir que aprende a diferenciar
su cuerpo del de su madre, estableciendo con ella una relación más sana e íntima.
El masaje corporal abre un diálogo desde el instante en que la madre se aproxima
al bebé y le pide permiso para tocarlo, entonces dos energías establecen contacto a
través del cariño y amor que lleva una clara intencionalidad, que es la comunica-
ción con su bebé. Éste, a su vez, con su balbuceo le responde a su mamá. Esto hace
que se reafirmen los lazos familiares entre mamá y bebé, a la vez que el niño inicia
el camino hacia su individualidad. Así, algunos estudiantes han tenido la ventaja de
iniciarse en lo sensorial a través de los cinco sentidos: el tacto, el oído, la vista, el
olfato, y la boca, como símbolo de la comunicación emocional. Esto reafirma y
Sobre la niñez 99
orienta hacia la humanización, la socialización y la singularización del niño. Quie-
re decir entonces, que los padres realizan actividades dentro de la casa, a puerta
cerrada, tan simples como los masajes.
Muchas madres trabajan y están largo tiempo lejos de sus niños, pero en el
tiempo posible trabajan con sus hijos poniéndolos en movimiento y desarrollando
con juegos sus sentidos del tacto y el oído. Para el niño la voz de la mamá dicién-
dole todo lo que lo quiere y siente, en un pequeño instante, equivale a una comu-
nicación, un diálogo interesante e intenso entre ellos, en el que se manifiestan
emociones y sentimientos que forman lazos de comunicación sensible. Estos acer-
camientos no son raros, como se puede constatar cuando uno habla con padres
de estudiantes de primer año, preocupados por sus hijos. Este tipo de madres y
también de padres, suelen no solamente inventar juegos con sus hijos, sino añadir
música, repetir alguna canción que aprendieron ellos mismos de niños o simple-
mente encender algún dispositivo que emita sonidos. Los ejercicios para su desa-
rrollo físico, para sus capacidades motoras, como movimiento de brazos y piernas,
son también comunes en los primeros años de vida del niño. Cuando los padres
establecen una comunicación física con sus hijos están teniendo una conversación
con su bebé apenas nacido, con sus manos le hablan y el bebé, aún sin palabras, les
contesta. Lo que cuentan las madres, es que en ese silencio elocuente es el cuerpo
el que se expresa, es un momento crucial, el clímax del ejercicio, entonces guardan
silencio para observar al bebé. Sobreviene así un instante único, cuando en el silen-
cio se escucha tan sólo el balbuceo, el lenguaje de los bebés estimulados y relajados
por los masajes, por los ejercicios, las canciones y las palabras de sus padres. Es
un diálogo intenso que sólo ocurre como parte de un sistema de relaciones que,
al ponerse a funcionar, llama a la empatía, recurre a la singularidad de cada ser,
buscando humanizar y socializar por medio de una red de vínculos emocionales
que nos conecta y hermana a todos los que estamos presentes. Indudablemente, el
estudiante que tuvo esa experiencia de niño estará más preparado para responder
a las demandas de la universidad. Tampoco hay duda de la responsabilidad que tie-
ne el docente de educación superior, cuando están a su cargo estudiantes que han
tenido este inicio en sus 0-6.
El juego es algo muy significativo en los primeros años de vida del niño. Es un
importante vehículo de socialización. El juego surge y se organiza en torno a cual-
quier estímulo y puede convertirse en un medio para profundizar conocimientos,
encontrar soluciones, crear situaciones imaginarias, divertirse, encontrar consuelo
si es necesario e incluso es efectivo para desarrollar sus capacidades motoras finas y
gruesas. En este sentido, el juego cumple una labor de suma importancia, más allá
de la diversión que pueda experimentar el niño con su mamá o papá; al interactuar
juntos y con los otros compañeritos, el juego hace a los niños más sociables. La
meta es que aprendan algo y también que desarrollen sus capacidades motoras; en-
tonces el juego encierra esta triple finalidad: socializar, aprender y desarrollar sus
capacidades motoras. Cuando el niño aprende algo donde están involucradas las
emociones, es como un sello indeleble, el juego produce una satisfacción y alegría
imborrables. En un testimonio se lee: “Dice mi abuela que de niña enseguida me
aprendí la rutina, me acostaba rapidísimo en la colchoneta y empezaba a contar y
a mover primero mis brazos y después las piernas. Pronto ya pude contar hasta el
número diez de corridito. Mi mamá contenta y hasta orgullosa de que su chiquita
¡ya sabe contar!…” Copiando del diario de un alumno:
Recuerdo que lo que estábamos haciendo era jugar, divertirnos, escuchar, observar,
tocar, probar, oler, sin que nadie explicara, sin la idea de que se aprende por medio de
explicaciones. De niño, como de grande, hay saberes que son inexplicables… ¿quién
es capaz de “explicar” el color rojo? [...] recuerdo que mi madre nos ponía a dibujar
sobre papeles de envolver, con crayolas baratas. Dibujábamos con lentitud, con tran-
quilidad, sin apuros, de manera suave y cariñosa, y la actividad terminaba cuando nos
aburríamos.
¿Qué buscamos en los recuerdos de los primeros seis años a cargo de los estudian-
tes? Buscamos identificar de qué manera su familia, a veces con ayuda de progra-
mas sociales, promovió las capacidades necesarias que, al ser inculcadas en los
primeros años de vida, tuvieron fuerza estructuradora para el resto de su vida. Si
bien el sistema escolarizado no logra educar a los alumnos en lo que se refiere a
las capacidades básicas de la alfabetización, la familia en sus primeros años de vida
debe dotarlos, y eso es lo básico que se espera de ellos, de tres capacidades: 1)
libertad, 2) identidad, 3) socialización.
1) Libertad. El grado de libertad, en una sociedad autoritaria como la nuestra,
proviene de un sentido de igualdad que si bien no es explícito, termina siendo
implícito en una sociedad cuyas carencias obligan a los padres a depositar en sus
hijos pequeños un sentido de independencia obligado, no se puede dar al infante el
lugar de adulto que se tiende a aplicar en la clase media, donde los hijos no pasan
por el deseo de lograr algo, en la medida en que se le ofrece antes de que lo pidan.
Se trata de una libertad obligada que vemos plenamente ilustrada en situaciones
extremas, pero accesibles al automovilista de clase media, en su interacción con
niños que viven en la calle. En este caso, son niños que asumen responsabilidades
“prematuramente” de la misma manera que en otras culturas, donde no existe la
adolescencia ni el sentido del tiempo y que arrincona a los niños en diferentes
casilleros, artificialmente creados.
2) Identidad. Entendemos como identidad, la no discriminación de ningún tipo
como resguardo del fortalecimiento de su personalidad, es decir, familias en las
que el hijo o la hija son vistos como parte de un núcleo comunitario, que hereda
una estirpe, un linaje, continuidad de un pasado ancestral, del que se tiene cons-
ciencia o que yace vivo en el inconsciente.
3) Socialización. Entendemos por socialización la comunicación, es decir, la
importancia de mantener vinculado y relacionado al niño con su entorno y sus se-
mejantes. Algo que ocurre vivamente en las familias tradicionales mexicanas y que
se ha perdido en los esquemas burgueses de la clase media, en la que la sobrevi-
vencia depende de redes de apoyo mutuo (véase Lomnitz, 1976). La balcanización
2. Este libro es de alta accesibilidad a través de Google, donde se puede descargar de diferentes sitios.
Una traducción al español está publicada por Libros del Zorzal (2007). Buenos Aires, Argentina.
3. La Observación General n.º 7 (OG7) del Comité de Derechos del Niño (2005) reconoce que la
aplicación de muchos de los derechos contenidos en la Convención sobre los Derechos del Niño
(cdn) es difícil de interpretar cuando se trata de niños pequeños. Feigelson (2010) señala que el
niño más pequeño, concebido por la cdn también como “participante social activo”, no impide que
“la discriminación por edad sea una práctica común”.
El diario académico se redacta como una bitácora acerca de lo que el día de hoy
nos evoca del ayer. El diario se establece como una forma de contar nuestra vida
a partir del hoy, incluyendo tres elementos: lugares, personajes y metáforas. El
diario académico es un diálogo permanente con el docente (a través de la platafor-
ma electrónica) que se alimenta de todas las actividades y lecturas programadas
durante el curso. Dichas lecturas se centran en dos temáticas principales: a) pro-
blemas propios del estudiante frente a la demanda de confrontar y confrontarse
creativamente, y b) textos que ubican al estudiante en el debate actual (estado
del arte) de la profesión que escogieron. Es un tipo de ejercicio que mantenemos
en un ámbito privado, y a la vez es un ejercicio que se socializa de común acuer-
do. Lakoff (2001), prestigioso lingüista cognitivo y constructivista, nos hace notar
que lo subjetivo que logre expresarse en el “diario”, como ocurre en los sueños,
forma parte del proceso natural a través del cual se expresan los miedos, deseos
y experiencias cargadas emotivamente, por medio de representaciones metafóri-
cas. Por eso la “metáfora” es uno de los elementos autobiográficos centrales. En la
4. El objetivo de la “lentitud”, la educación lenta, siguiendo el movimiento “slow food” (comida lenta),
iniciado por Carlo Petrini, en Italia, aunque no se logra aplicarlo fehacientemente en la operación
del curso, insistimos en que el estudiante no debe trabajar sometido a presiones. No compartimos
la pedagogía basada en la presión y los plazos, pensamos que el estudiante debe tener tiempo libre
para descansar, realizar actividades culturales, extracurriculares, dentro de una educación que fa-
vorezca la distensión y la meditación reflexiva.
Veamos en cada estudiante joven al niño que fue, y pensemos en él o ella como
quien piensa en un milagro de la naturaleza. El nacimiento de cada día vuelve a
cumplir con el milagro de un nuevo ciclo. Repetición que constituye la vida, la
mañana, la tarde, y la noche. En cada página, en cada libro que abrimos, volvemos
a nacer, formamos parte de una biblioteca hecha tan sólo de nuestras palabras y de
aquel conjunto limitado de libros y autores con quienes nos cruzamos. De la misma
manera que la ciudad es infinita e interminable, siempre creciendo, la nuestra sólo
se compone de las pocas calles que recorrimos, de los pocos barrios que visitamos,
encontramos en ellos todo lo que no llegamos a ver ni a tocar. Es poco y corto lo
que abarcamos físicamente, pero la imaginación, la poesía que nos habita, abarca
Creemos que servirá de buena ilustración la siguiente paráfrasis del Nuevo tes-
tamento (San Juan 2: 13-19), tomándonos la libertad de resignificar sus palabras:
Otra línea de investigación que concurre a la trilogía de los proyectos “Arte y Lite-
ratura”, “Cero-Veinte” y “Cultura corporal”, tres estudios que nos conducen por las
características del alumno de la uam de hoy, con miras a prever sus posibles derro-
teros, es justamente la investigación dedicada al futuro de la universidad pública,
a partir de los profundos cambios de contexto en los que se encuentra inmersa. El
proyecto ya mencionado, titulado “Futuros de la universidad pública mexicana” que
coordinamos en ceiich-unam, con Eduardo Ibarra y Daniel Cazés, produjo, entre
otras publicaciones, un libro de 567 páginas, titulado Las Universidades Públicas
mexicanas en el año 2030: examinando presentes, imaginando futuros (2010). En
las contribuciones que conforman el libro se abordan, por un lado, el impacto que
provoca en la docencia el desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación,
frente al atraso que significan las políticas neoliberales promotoras del individua-
lismo, entre otros males, y que han detenido en demasía su funcionamiento. Por
otro lado, se asume que la universidad pública, tal como la conocimos los que
estudiamos nuestra licenciatura en México en la década de los sesenta, es una
institución que ya no existe. Esta aseveración nos puede ayudar a entender que las
universidades no son organizaciones estáticas; al contrario, aunque den la impre-
sión de inmovilidad, cambian constantemente, día a día, lo hacen paulatinamente,
en ciclos de dos tipos: los ciclos de integración y reforma y los ciclos de dispersión
y conflicto. Al igual que los glaciares van dejando huella a su paso, y de esa forma
crean nuevos paisajes. Si la universidad tiene un proyecto directivo empujado por
un rector-líder, capaz de negociación en los mandos medios con los proyectos que
surgen desde la base, podrá decidir prioridades y cursos de acción que le darán
identidad y sentido a la institución. Una universidad no puede ir hacia todos lados,
ofrecer todo y ser buena en todo; tendrá que decidirse por líneas y temas, campos
¿Qué hacer ante este panorama desalentador al que debemos someternos cada
mañana cuando llegamos a la institución, y circulamos entre un enjambre de anti-
patías? Un factor que encauza nuestra energía hacia algo útil y sirve de terapia es
preguntarse a uno mismo qué es posible hacer para contribuir con una mejora en
lugar de insistir en el análisis que denuncia, de por sí antipático. Después es la bús-
queda de mejora y cambio a partir de conocer mejor a esa juventud que nos espera
(a la defensiva y al ataque) en el salón. Conocer sus estilos de consumo cultural, su
articulación a lo que pasa en la gran urbe, el acervo con el que llegan a la educación
superior, nos ayuda a quererlos y esto nos permite imaginar un futuro mejor, por
el camino de las potencialidades que puede ofrecer la institución universitaria. El
[...] cuya huella sobrevive en el artículo 3, II. Allí son visibles los grandes objetivos de
la educación pública: justicia, solidaridad, laicidad, creación de nación, progreso cien-
tífico, comprensión de la problemática del país, democracia como sistema de vida fun-
dado en el mejoramiento económico y social del pueblo, búsqueda de la independencia
económica y la continuidad, así como acrecentamiento de nuestra cultura y respeto a
la diversidad y prioridad por el interés general” (Aboites, 2017).
Estos son los principios que se hicieron ley mucho tiempo atrás, y que debemos
mantener vivos y presentes en épocas de crisis como la que vivimos. En esta tra-
dición se inscribió el proyecto del Sistema Modular que caracteriza a Xochimilco.
En los años setenta, la UAM Xochimilco abrió una opción educativa sin prece-
dentes, que muchos conocimos bien, y que aún mantiene su halo y su espíritu. Sin
embargo, desde la década de los años ochenta, el gobierno ha afectado esta filosofía
educativa con el modelo neoliberal que incluye en su discurso términos como glo-
balización, mercado, internacionalización, libre comercio, privatización, competi-
tividad, inversión extranjera y, por supuesto, esos vocablos ambiguos y abstractos
provenientes de la administración de empresas, como son “competencias”, “calidad”,
“equidad”, etc., que muchos repiten sin saber con quién se alinean al hacerlo. La
política de la evaluación, la de medir nuestra “producción” por puntos, la de asig-
narnos niveles, confirma estas políticas. En un país de licenciados, mucho mejor
hubiera sido mejorar la calidad del nivel licenciatura que crear posgrados y mistifi-
car el doctorado, cuando no existen las condiciones para hacerlo, ni es esa nuestra
cultura educativa. El hecho es que hoy, los que trabajamos en la UAM Xochimilco
nos encontramos en el centro de la tensión entre el proyecto neoliberal, promo-
vido por el orden establecido, y la defensa de nuestros principios, cuyo discurso
habla de valores, de construcción de nación y, principalmente, de la formación de
Hoy, en 2017, se hace claro que la educación que necesita nuestra juventud es otra,
y esto queda aún más claro frente a la crisis del modelo maquilador de país que están
provocando los cambios políticos de estos días. Cambios que llevarán a que incluso
las universidades tecnológicas y politécnicas, que hacen énfasis en competencias
básicas para crear operadores eficientes, vayan perdiendo su sentido. ¿Qué pasos
hay que dar para promover un debate vivo, y no teórico, sobre la educación futura
que necesita el país? Es una pregunta cuyas respuestas deben darlas los múltiples
1. Esto no quiere decir que no nos alegremos cuando alguno de nuestros egresados encuentra tra-
bajo en donde sea, incluso una transnacional. No buscamos formar sacerdotes o idealistas, sino
profesionales capaces, pero no enajenados o insensibles a las reales necesidades de su sociedad.
Uno de los ejercicios que hemos ideado para aplicar a los estudiantes de primer
año, ha sido el de imaginar una uam realmente Xochimilca. Con ese propósito in-
vitamos a mi hija, Natalia Porter, egresada de la carrera de Diseño Industrial de la
a) diseñadores y arquitectos dan clases, sin ejercer o sin nunca haber ejercido,
b) diseñadores y arquitectos dan clases siguiendo el modelo tradicional
“maestro-aprendiz”, donde el alumno debe someterse a las “correcciones”
y juicios del maestro, para lo cual se necesita que cuente con trayectoria y
experiencia práctica.
Tal vez algún día tú también escribirás una historia de cómo fue que llegaste a ser lo
que eres ahora. La historia podría llamarse “La auto-educación de Luis Porter” porque
la mayor parte, sino toda esta transformación, vino por la fuerza de tu estudio, de tu
trabajo duro, antes que en forma de perlas de sabiduría dadas por otros. Como proceso
de auto-educación, es más accesible que ese aprendizaje que viene solamente de los
demás, de allí la importancia de lo que has hecho.
Este breve párrafo tiene múltiples significados para mí, es un elogio, pero más que
nada, anticipa y justifica plenamente el título de este libro. En ese sentido, Noel
llegó a cerrar un ciclo formativo de dos décadas, que había iniciado en 1970, con
otro de mis grandes maestros y tutores, el Dr. Salvador Roquet. Ambos, uno al
principio y el otro al final, llevaron a que me preguntara acerca de mi trayectoria
de vida. Éstas fueron las principales motivaciones por las que dediqué mi sabático
2013-2014, a escribir mi autobiografía. Para ello, tuve que inventar una metodolo-
gía del recuerdo, que apliqué y me llevó hasta el Capítulo 4. Ya familiarizado con
el método, hice un alto al manuscrito en ciernes y lo apliqué al presente “reporte
Ésta es una de las modalidades de participación que creamos para facilitar el diálo-
go y evitar preparaciones especiales. Se trata de cápsulas-instantes, que pueden ser
narrativas, poesía, imágenes, testimonios, documentos, videos, puestas en escena,
fotografía, etc. Aquí transcribiremos algunos textos que sirven de ilustración de
estos proyectos paralelos de los participantes que alimentan al “Cero-Veinte”.
La vecina del lado derecho de la calle, sabía leer y escribir. Estudió en una escuela no
reconocida por las abejas. Se permitía distribuir sus disimuladas verdades más allá de
las fiestas de las ventanas. No soportaba una contestación. Todo le servía para el consu-
mo externo. Citaba normas, en lengua afilada, burlándose de la razón de los demás. Sus
palabras eran descarnadas y no filtradas por zánganos ni reinas. También, en el panal,
las palabras nacían y morían en la boca. Mi madre afirmaba que muchos pasaban por la
escuela, pero la escuela no pasaba por ellos.
Este estudio de investigación está anclado en el deseo de una escuela que sea reco-
nocida por las abejas. Una escuela que pase por el interior de los alumnos, ayudándolos
LILIAN VILLELA:
Mi proyecto se basa en memorias (las mías) y cómo transformarlas en creaciones
que despierten y se relacionen con otras memorias (de alumnos, por ejemplo). Bus-
camos lograr pequeñas “cápsulas” de “historias vividas”, articuladas entre memo-
ria-ficción, narración-imaginación, señales-danza, convergencias. La memoria que
pierde-encuentra (en el juego del anillo) es el inicio de una historia. Luego la vamos
desarrollando.
Enseguida, un texto:
Dicen que nací con los ojos abiertos. En el instante que reposé por primera vez en los
brazos de mi madre la miré, con los ojos curiosos de quien avizora uno o millares de
nuevos descubrimientos. Fui por algunos días, el único bebé de la maternidad que le
daba la bienvenida con los ojos abiertos a todos aquellos que se apoyaban en el vidrio y
se quedaban buscando a sus respectivos bebés. A veces exclamaban: “¡Mira esa niñita,
nos está mirando!, mi abuela dijo, “tiene ojos azules”, delicadamente mi madre res-
pondió: “La Sra. se volvió loca”, y mi tía concluyó: “Tiene ojos almendrados”. No pasó
mucho tiempo para que la subasta comenzara: ¿Ojos? ¡míos!, ¿Boca? ¡mía!.. Hasta los
dientes son míos! ¿Cabello? Hum... ¿podemos mejor, repartirnos los rasgos? Ojos del
padre, sonrisa de la madre. Pero... ¿vida de quién? ¿Qué será en la vida, qué le gustará?...
Ella tomó sin querer un atajo del camino y se encontró con un teatro. Habrá sido por ese
poco de nada que la habitaba, y ese poco de mucho con que soñaba. Se perdió por otras
calles. ¡Se divirtió! Lloró, ¡rió, rió, rió! tanto que hasta le dolió el estómago. Se fue hacia
la izquierda y encontró una atmósfera que le era familiar, personas nuevas con caras
de amigas de la infancia. No era como revivir momentos pasados, era como nacer nue-
vamente con los ojos abiertos, ojos que pueden esperar pequeñas sutilezas y grandes
crecimientos. Ojos que están agradecidos por haber, de pronto, tomado un atajo.
El niño que fui llora en el camino / Lo dejé allí, para llegar a ser quien soy: /
Pero hoy en día, viendo que no soy nada, / quiero buscar quien fui, donde quedé
(Fernando Pessoa).
El poeta nos dice que hay un niño llorando en el camino, que lo dejaron allí, abandonado,
para que el adulto llegara a ser quien fue. Sus versos también indican la necesidad de
buscar a ese niño perdido, sin el cual el adulto no es nada. La misma intención tiene la
declaración de Jung: “En los adultos se esconde un niño, un niño eterno, todavía en for-
mación que nunca llegará a completarse, que va a necesitar de cuidado permanente, de
atención y educación.” Los niños nos rodean y nos llaman. Dice una conocida canción
brasileña: “Hay un niño, hay un chavito / viviendo siempre en mi corazón / Cada vez
que el adulto tropieza / viene a darme la mano” (Fernando Brant y Milton Nascimen-
to). Hay que aprender a oír a este niño, como cuando nos encontramos con un desco-
nocido: dejarlo venir y abrirnos a sus señales (Ostetto). Desde la perspectiva de Jung, y
retomando los supuestos que permearon la investigación llevada a cabo con estudian-
tes de la Facultad de Educación y profesores de educación básica, resultó mi tesis doc-
toral (Ostetto), voy esbozando este camino de búsqueda para integrarme al proyecto
Cero-Veinte: desarrollar “talleres biográficos” (Christine Delory-Momberger), “bailar
y bordar” con estudiantes de la Facultad de Educación (fase inicial), centrándonos en
la memoria y activando la sensibilidad que pueda conducir a ella.
2. En http://www.scielo.br/pdf/ccedes/v30n80/v30n80a06.pdf
3. La casa Via Magia es una de las escuelas más sobresalientes de Salvador, Bahía, en http://www.
viamagia.org/escola/
4. And touch who have no longer hands to feel / And see no longer blinded by our eyes. Es un fragmento
del Soneto escrito en 1913, e incluido en el libro The South Seas.
Entonces ¿cuál es el método, el camino por el que podemos dibujar este círculo,
el mismo círculo de la “ciranda brasilera”, quizás la más simple de las danzas bra-
sileras que invita a bailar hasta al más tímido? Un círculo que nos lleva desde el
presente hacia un pasado, para seguir girando hacia el futuro en el que espera la
vejez. Un círculo que nos vuelve a unir con nosotros mismos (reunir, es la base de
la palabra religión). Algo que nos conecta con todo y con todos para lograr una con-
5. Kieran Egan (1997) señala cinco: somática, mítica, romántica, filosófica e irónica, en la historia
cultural y en el proceso de la educación.
...Una cosa en la que he estado pensando y más bien sería una pregunta para usted es
sobre algo que dijo el martes. Sólo que no recuerdo exactamente cómo lo dijo, pero fue
algo así de que mientras más se sabía, más peligroso era o más problemas se tenían.7
Sinceramente, no recuerdo bien cómo fue. Pero para mí fue importante porque muchas
veces he pensado: ¿Qué será mejor, saber o no saber? Mi mamá era de Sinaloa y vivió un
tiempo en un pueblo muy chiquito. Aún tenemos familia ahí. Son primas hermanas de
mis tías. En algunas vacaciones vamos a visitarlas y cada vez que vamos nos la pasamos
muy a gusto. Y fue aquí donde surgió esta duda, porque mis primas no estudian y por lo
tanto no tienen ese tipo de conocimiento que se da en la escuela. Para ellas, y creo que
para toda la gente que vive ahí, es considerado una pérdida de tiempo ir a una escuela.
Algunos mandan a sus hijos pero a duras penas y terminan la primaria o dejan la secun-
daria incompleta. Como le digo, para ellos esto no es grave y lo sé por que la última vez
que fuimos, llegamos a visitar a una de mis primas las más chicas y haga de cuenta que
ella tiene una casa muy bonita, muy bonita, como la de todas sus hermanas. Vive en lo
6. Los nombres y datos están cambiados para preservar la identidad de los estudiantes. En todos los
casos se comentó y solicitó permiso de utilizar sus textos de esta manera. Cabe hacer notar que
siendo el diario un ejercicio complementario a muchos otros obligatorios en los módulos de td,
hay casos en los que en 12 semanas de trabajo, redactaron hasta 60 cuartillas.
7. Lo que le llamó la atención a Mabel fue un comentario hecho al pasar, en el que citaba La Biblia,
Eclesiastés 1:18: “Porque en la mucha sabiduría hay mucha angustia, y quien aumenta el conoci-
miento, aumenta el dolor” o “Te juzgaré según tus caminos”, Ezequiel.
[...] ¡Ay!… profesor, me apena un poco con lo que me dice de que me atreva a escribir
como hablo, que le gusta que miente madres y me encabrone y diga las cosas con las
palabras que uso siempre. Al ir leyendo esto y respondiéndole aquí, me da mucha risa
porque me acuerdo de las cosas que le escribí, pero se las escribí así porque así fue como
las sentí y pensé: “yo le voy a contar al maestro todo lo que me pasó y tal cual lo sentí” y
Hace pocos días estaba estresada, es más, creo que histérica, sin embargo ahora escribo
con toda la serenidad y calma del mundo sentada sobre mi cama, en un cuaderno y lue-
go lo pasaré a la compu. Estoy con tan solo una pequeña lámpara que es la que apenas
alumbra el cuaderno. Siento que el tiempo no importa ni lo que pasa fuera de aquí, sólo
dentro de mi. Las horas no importan y como bien dice Rilke en el libro que nos dio a leer:
“no apresuro nada” sólo permito que mis pensamientos salgan tan naturales y espontá-
neos como surgen.
No siento apuro ni ningún malestar que logre mortificarme. Sólo escribo lo que sien-
to y ahora me parece que ésta es la forma más sencilla, natural y correcta en la que se
puede y debe escribir. El lápiz no pesa, más bien se siente una gran ligereza y las ideas
surgen como si flotaran una tras de otra.
Y es en este preciso momento en que logro entender a Rilke en su carta tres, que es
precisamente el fragmento que usted profesor nos puso en el documento que nos dio y
que lleva como nombre: “Carta a los estudiantes”. En el primer momento no lo entendí,
pero ahora sí y creo que no pudo escoger mejor parte que esta que tanto me gustó:
Hace falta que usted deje a cada impresión, a cada germen de sentimiento, madu-
rar en usted, en la oscuridad, en lo inexpresable, en el inconsciente, en esas regiones
vedadas al entendimiento. Espere con humildad y paciencia la hora del nacimiento
de una nueva claridad. El arte exige lo mismo a los más sencillos fieles que a los
creadores […] El tiempo aquí no es una medida. Un año no cuenta; diez años son
nada. Ser artista es no contar, es crecer como el árbol que no apresura su savia, que
resiste, confiado, a los grandes vientos de la primavera sin preocuparse por la llega-
da del verano –angustiado por que nunca llegará-. Porque el estío vendrá. Pero sólo
llega para aquellos que saben esperarlo, tan tranquilos y abiertos como si tuvieran
ante ellos la eternidad.
Este pedazo fue el que hasta ahorita más se me ha quedado y tal vez por eso al copiarlo,
me sentí tan tranquila. Pero bueno ahora voy a lo de los capítulos de su libro. Básicamen-
te en todos los capítulos la intención es ayudarnos o prepararnos para los trimestres que
vengan y aún después.
Lo primero que debemos hacer es liberarnos de los miedos para diseñar con el cora-
zón, para mostrarnos tal cual somos como simples y sencillos humanos que entregamos
en nuestro trabajo, en nuestro caso el diseño, nuestra forma de ser, pensar, sentir y vivir
la vida.
Debo poner todo mi amor en lo que hago sin exigirme el resultado de lo perfecto, sino
el resultado de todo mi esfuerzo, amor, sencillez, y dedicación. De tal manera que aporte a
cada uno de mis trabajos o diseños porque en él me he de mostrar tal como soy sin escon-
derme detrás de cosas, métodos o pasos. Es mi diseño y representa lo que yo soy, ya que
como usted lo dice, en nuestros diseños nos mostramos, no podemos escondernos detrás
Querido profesor: le voy a contar a dónde fui el domingo pasado. No sé si recuerda que
le había comentado que mi papá mandó a hacer unos trabajos a Veracruz. Bueno, este
domingo fuimos a recogerlos, pero no es en Veracruz sino en Puebla, camino a Veracruz.
Me imaginaba diferente el lugar donde vive este artesano. Sabía que era un pueblo, pero
pensaba que su casa no sería tan pobre y la verdad que cuando la conocí, como que me
sentí mal. Él quería que mi papá y mis tíos le encargaran más trabajos. En el rato que es-
tuvimos en la casa mi papá decidió ir a correr. Regresó como a los 45 minutos sudando a
chorros porque allí hace demasiado calor y hasta el aire se sentía caliente. Ya estando allí
me dijo: “vente prieta, acompáñame”, yo le pregunté que a dónde, pero nada más me
dijo: “¡Oh!... tú vente”, y nos fuimos por atrás de la casa, caminado en subida para llegar a
donde él me quería llevar. Llegamos a un terreno plano que está en la punta de un cerro
al borde de una barranca. Lo que mi papá quería enseñarme era la vista que desde allí
¡Ay profesor!... no quise aceptar del todo lo que mi padre me decía, pero no hay necesidad
de que yo se lo aclare, porque él solito se da cuenta. Esto era algo que yo quería platicarle
a usted desde el trimestre pasado. Deseaba decirle que recuerdo a mi papá hablando
conmigo desde que tengo memoria, siempre diciéndome que yo podría lograr lo que qui-
siera siempre y cuando me lo propusiera. Y es más, me acuerdo que cuando era niña lo
veía como mi Dios, es más, creo que no veía ninguna diferencia entre Dios y mi papá.
Estas declaraciones del Papa Francisco coinciden vigorosamente con lo que soste-
nemos y aquí intentamos explicar, es un principio elemental que comentamos con
nuestros colegas para aprender de ellos: cómo han hecho y qué formas siguen de
respeto al estudiante, de consideración al mismo, y cómo logran, en la dinámica
de los encuentros cotidianos en el taller o en el salón, siempre enriquecerlos y
ayudarlos a crecer y nunca desvalorizarlos.
Pedirle al estudiante que recuerde con nosotros su niñez es demostrarle que
nos importa, que no lo recibimos tan sólo para que cumpla con un programa pre-
fabricado que lo transformará en un profesional. Pedirle al estudiante, como parte
de un programa amplio donde se entreveran diferentes materias, contenidos, ta-
lleres, destrezas a desarrollar, etc., que aparte tiempo para hablar de su vida, es
mostrar que su vida nos interesa, porque al ponerla en orden, al revelarla y situarla
frente a sí mismo, estará reconociendo lo que trae grabado en su cuerpo. Ante ese
8. En https://www.aciprensa.com/noticias/visita-del-papa-francisco-a-la-catedral-de-morelia-99646/
Hoy es martes, se me hizo tarde, son las ocho de la mañana, tengo que vestirme rápido,
tengo que comer algo si no me va a doler la cabeza, sólo encuentro leche en el refri y restos
de pan blanco que han dejado la noche anterior; hay una manzana, la tomo y salgo rápido
de casa. Espero el microbús y no pasa, mis nervios se alteran y siento que el corazón se me
va a salir. Por fin voy en camino, ahora con la presión de llegar a tiempo y no perderme lo
que el profe exponga. “Tengo que participar” es lo que me digo, cada vez que me dirijo a
la escuela. El profe me hizo ver que no se vale quedarse callada. Pero algo me pasa, que
aún no logro entender: ¿por qué participo más con un profe y menos o nada con el otro?
Creo que me siento muy intimidada por sus palabras, mejor quiero entender sus ideas y
saber si me pueden servir, siento que cada vez que me habla el profe, repite cosas que ya
Por fin terminé mi tarea y es hora de salir, apenas me alcanza el tiempo para llegar al
trabajo, me duele un poco la cabeza, sólo me alcanza para un licuado, en fin lo tomo y me
hace sentir mejor; recuerdo, mientras recorro una hora y media hacia mi trabajo, que
me siento triste porque en mi casa no comprenden lo que necesito hacer, no sé si es burla
y trato de explicarme porque no nos entendemos. De repente me pierdo y observo todo lo
que pasa mientras voy en el micro, veo a muchas personas que caminan en las banque-
tas, su caminar es apresurado, no se por que pienso así, pero se me hace tan bello… las
comparo con los enormes edificios y es impresionante que personas tan pequeñas sean
capaces de hacer cosas de tal magnitud. Miro con detalle las áreas verdes naturales, no
quisiera que esas imágenes se borraran algún día de mi mente. Sé que queda lejos mi
lugar de trabajo, pero el ver tantas cosas en el trayecto, me hace pensar demasiadas
ideas. De repente me da sueño por el cansancio y la incomodidad, pero vuelvo a recordar
la clase y las palabras del profe. Hoy logré participar, poco pero lo hice, me siento feliz
porque pude hablar sin tener tantos nervios. Ahora quisiera llorar de gusto, porque me
doy cuenta de que puedo hacerlo si me lo propongo y me esfuerzo; por otro lado, quizá no
pueda escribirle a ninguno de los profes, eso me preocupa, no quisiera pensar que eso me
afecte en mi desarrollo académico, no tengo Internet, estoy fuera del horario de los café
Internet, pienso detenidamente qué es lo que voy a hacer…
...
Escribiendo estas líneas me hace pensar cuando hablo con mi papá y dice que él no se
parece a su papá. Yo le llegué a decir que aunque lo negara si se parece y mucho. Sin que
fuera mi intención, lo hice sentirse molesto. A veces, cuando me molesto con él, le digo
que soy su reflejo, y a veces termino creyéndomelo. Pero hace ya casi una semana que lo
veo cambiado, quizá porque no lo veo mucho, pero haciendo memoria, fue cuando yo le
dije que me urgía conseguir un trabajo, porque el anterior ya había terminado. Entonces
él me dijo: “mira este periódico, ahí marqué un trabajo de medio tiempo para estudian-
Fragmento de carta 2:
Yo pienso que como mujeres que somos, es difícil dividir entre una sexualidad sana y la
que no lo es, debido a los mitos e ideas que nos han impuesto desde niñas… Nos hacen ver
a la sexualidad como algo totalmente diferente a lo que es… “conozcamos nuestro cuer-
po” se nos ha dicho en la escuela, pero no tenemos las bases en nuestra familia, ya que
las prohibiciones sin justificación nos llevan a tener un mal concepto de lo que significa
nuestra sexualidad. Con mis padres por ejemplo, hasta últimas fechas… hemos tocado
esos temas tan temidos, como lo son las relaciones sexuales y los métodos anticonceptivos,
pero siempre con cierta prohibición hacia ellos, muchas veces se llega a pensar (erró-
neamente) que hablar con los hijos sobre el sexo es alentarlos hacia ello, yo creo que es
al contrario, y mucho más sano para ambos. En lo personal, lo que yo puedo decir sobre
una relación buena y una mala, en cuestiones sexuales, lo he aprendido por mí misma, tal
vez equivocadamente, ya que la falta de comunicación juega un papel muy importante.
Una represión sexual nos lleva a este tipo de desviaciones donde nos creamos conceptos
erróneos, buscamos el sexo a escondidas o cuando miramos nuestro cuerpo lo hacemos
con cierta pena, porque así ha sido establecido. Pero a mí no me da pena alguna. De igual
forma se buscan nuevas alternativas para encontrar lo que es prohibido; hasta que uno
lo descubre. Creo… en lo que se refiere a ser “realista” y la diferencia entre “sueños” y las
“fantasías”, todo forma parte de nuestra formación y autoeducación sexual. Es común que
nosotros los jóvenes tengamos una etapa “romántica” de la cual algunos salen tardíamen-
Fragmento de carta 3:
Como que compadezco a las mujeres maltratadas, yo tuve una mala experiencia con un
ex novio, la cual voy a contar. Creo que es necesario porque es una de las personas que me
ha hecho vivir las experiencias que más me han hecho sufrir y por lo tanto madurar en mi
vida. Empecé a andar con él a los 18 años, yo iba en 6º de preparatoria, siempre había
sido muy responsable y aplicada en la escuela, hasta que lo conocí. El tenía 21 años, era
Una de las necesidades del ser humano es la de poseer, aunque sea temporalmente, un
techo bajo el cual vivir, un sitio que sirva de protección, que sienta suyo, y al que sienta
que pertenece. En el competido y tumultuoso mundo en que vivimos no es sencillo
9. El proyecto de invitar a padres sólo tuvo unas pocas pruebas piloto. No llegamos a implantarlo
como los viernes corporales. Considero que toda idea que acerque a los padres a la universidad (y a
cualquier escuela) es buena y necesaria, pero reclama atención especial, trato adecuado y tiempo.
10. Director del Programa de Ciencias del Conocimiento de la Universidad de Florida del Sur, eua.
Sobre la vejez
El presente capítulo está dirigido a los académicos que tienen más de 25 años
de antigüedad adscritos a cualquier universidad pública, preferentemente de Mé-
xico, aunque el modelo neoliberal y la influencia del Banco Mundial y la ocde,
entre otros, ha uniformado el paisaje educativo latinoamericano, por no hablar de
otras latitudes en las que, como si se tratara de franquicias, el discurso político y
sus consignas a seguir se reproducen con pocas variantes, las mínimas, sólo para
hacer creer que se trata de un caso especial y no de una política estandarizada,
asfixio-globalizante. Los académicos que tienen menos de 25 años de antigüedad
también deberían de leerlo, porque la edad no es inamovible y el tiempo pasa en
todas partes, inclusive en México. Sólo que en México, al contrario de las culturas
europeizadas que adaptaron el marco teórico de Euclides, para quienes el tiempo
1. En https://pensarporlibre.blogspot.mx/2007/10/ser-viejo-i.html
Una tarde su jefe le envió un mensaje que decía: “necesito verte con urgencia, no
es nada grave”. El sabía que un mensaje así era alarmante porque en la universidad
nada es urgente y todo es grave. Acudió con cierta curiosidad ante la insólita invi-
tación, y una vez sentado frente al jefe, éste le dijo en un tono innecesariamente
confidencial que existía una oferta de un buen monto de dinero, dependiendo de
la antigüedad, para tramitar su “retiro anticipado”. El profesor ya había pensado
en retirarse, y después de algunas indagaciones no le costó mucho entender que
no le convenía. Tan sólo la tramitación implicaba un laberinto para el que no sen-
tía contar con energía, por ello no dudó en preguntar: “¿si acepto me eximen de
trámites, pasos y vueltas?” El jefe no tuvo una respuesta concisa, tampoco sobre
el seguro de salud, ni otros “detalles” para los que “no había sido instruido con
adecuada precisión”. El profesor le preguntó si no creía más apropiado que fuera
alguien de la misma rectoría, alguien mejor informado y con más autoridad, el que
le hiciera esta propuesta. El jefe contestó que eran demasiados los profesores en
esta situación y las autoridades no tenían tiempo para tratar el asunto en forma tan
Ya estoy viejo… soy una persona que entró a la plenitud de su madurez… se pasa-
ron los años… envejecer es como escalar una… la gerontología es un área descuidada
en México… “morirse de sí mismo”, dice Ricardo Yáñez… Trataba de armar en su ca-
beza una primera frase que lo transportara a una necesaria reflexión sobre el tema.
2. En http://www.jornada.unam.mx/2015/06/28/sem-ricardo.html
3) La tercera idea es una adaptación de algo dicho por Liliana Weinberg (ci-
alc-unam4) que ya he mencionado en este libro, dice así: “de todas las conversa-
ciones que establecemos con los demás, la más libre de todas es la que se da en
la amistad alrededor de una mesa de café”. Liliana Weinberg, doctora en letras
dedicada al estudio del ensayo, como género dúctil y en constante transformación,
vuelve a decirnos:
3. En https://www.poeticous.com/borges/the-unending-rose?locale=es
4. En https://www.youtube.com/watch?v=OtSsXxCobqc
La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo,
ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hu-
biéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que
no se produce, es, quizá, el hecho estético.
5. En http://www.jornada.unam.mx/2016/05/12/opinion/015a2pol
Dos consignas que han guiado nuestra docencia es la de traer la casa a la escuela
y sacar el salón al jardín, y de ser posible a la calle o mejor aún, al parque. Otra
manera de verlo, es llevar la universidad a la casa y estallar el aula para que se dis-
perse en múltiples puntos de encuentro. Existen espacios sociales donde las cosas
suceden con espontaneidad y sin tantos protocolos. Estamos con Liliana Weinberg
(unam),6 cuando dice que necesitamos el tiempo del café, porque la mejor conver-
sación sucede alrededor de un libro, en una mesa con tazas humeantes. Esta decla-
ración asume una notable dimensión si la comparamos con las clásicas reuniones
académicas: congreso, foro o simposium, tan profusamente ataviados de estrados,
atriles, mesas con manteles de paño, micrófonos, letreros, botellas de agua, etc. Se-
guimos en la escuela sujetos a formatos rígidos, previsibles, ceremoniosos, nunca
exentos de tensión y de parcialidades. Transformar esta inútil parafernalia en una
simple mesa de café donde cada cual habla cuando le toca hablar, sin necesidad de
moderadores, ni tarjetas de control, siguiendo el ritmo natural del intercambio;
parece simple, lo hemos intentado, pero no se dejan. México es un país particu-
larmente ceremonioso. Sin embargo, todos los países parecen haber aceptado el
modelo occidental de aula, con su orden represor y su tecnología arcaica de gis y
pizarrón. Veamos los ejemplos que menciona María Acaso, utilizando las fotos de
aulas de Julian Germain,7 donde vemos, para nuestro asombro, que tanto en Asia
como en África, América Latina, América del Norte, Indonesia, Australia o Europa,
el modelo de aula es similar. Un modelo inoperante que sigue siendo arquetipo de la
educación tradicional dominante, resultado de una concepción vertical y autori-
taria. El aula tradicional nos obliga a la subversión, y por eso damos vuelta a los
pupitres, volcamos el escritorio del maestro para que tenga otro uso, abrimos la
ventana y tiramos por ella el pizarrón. Sin embargo, en el mundo hay señales de un
despertar y los arquitectos han sido sus promotores, por ejemplo, en 2010, con el
6. En https://www.youtube.com/watch?v=OtSsXxCobqc
7. En https://www.juliangermain.com/projects/classrooms18.php
8. En http://www.mrmarcelschool.com/ManifiestoIncompletoParaElCrecimiento_BruceMau_sinDI
TMVlogo.pdf
9. En http://www.brucemaudesign.com/work/the-third-teacher
10. En http://www.rosanbosch.com/en/project/vittra-school-brotorp
Sobre filosofar
Adendum
Para terminar este libro, quiero reproducir testimonios de colegas que cerraron su
ciclo en la universidad y escribieron sobre ello. A menudo tenemos que lamentar
la muerte de nuestros colegas, otras veces participamos en su retiro y, al verlos ir,
sentimos que una parte nuestra vida se va con ellos. Para ilustrar estas vivencias
transcribo (con los permisos correspondientes) un diálogo tripartito entre César
Mureddu, un filósofo emérito, fundador de la UAM-Xochimilco; Eduardo Ibarra,
un destacado y prominente académico, que efectuó un periplo que partió de la Uni-
dad Iztapalapa, pasó por la Unidad, recientemente inaugurada, de Cuajimalpa, para
llegar a Xochimilco a instalar su Laboratorio de Análisis Institucional (laisum), y
el que esto escribe. La siguiente sección la dedico a Eduardo, quien falleció pre-
maturamente, dejándonos a César y a mí contando esta historia. Aunque he sido
educado para creer que Eduardo nos está viendo o escuchando desde alguna parte,
por encima de cualquier dimensión mística, religiosa o mágica, puedo afirmar sin
metáforas que sigo manteniendo un diálogo vivo con él, como una voz que me
acompaña por instantes. Me gusta pensar que este diálogo tripartito se parece a los
que Swedenborg o William Blake sostenían con los ángeles.
Puedo escuchar a Ibarra Colado decirme que mientras lo olvidan, haga lo po-
sible por no convertirlo en una figura de mármol, que use papel y tinta para escri-
bir, pero nunca letras de bronce de las que se funden en una placa para fijarla con
tornillos a un muro; tampoco dibujarlo como el investigador ilustre o el académico
emérito (que estaba en camino a ser, o que ya era). En suma, huir de toda exalta-
ción que lo convierta en un ser que de tan destacado resulte irreal. Por eso, entre
tantas opciones posibles al intentar rendir homenaje desde la vida a alguien que ya
Adendum 235
no está, elijo compartir algunos aspectos que se alejan de la efeméride y forman
parte de los recuerdos cotidianos vividos en tantas jornadas de colaboración, y
que pueden resumirse en un intercambio de cartas que sostuvimos en enero de
2013, antes del diagnóstico de su enfermedad que llegó, súbito y vertical, unos
días después.
Eduardo me decía, y cito: “las historias le dan una vitalidad especial a los
recuerdos”. Lo decía porque muy pronto fuimos sustituyendo el tono del ensayo
intelectual, por el de la narrativa filosófica o la metáfora poética. Los trece años
de trabajo conjunto (en los que organizamos una destacada cantidad de congresos,
seminarios, proyectos, libros, capítulos, artículos y demás), pueden y deben rela-
tarse en forma de cuentos o historias que recopilados ayudarían a entender cómo
vive y piensa un investigador educativo formado en el rigor del positivismo y sus
datos duros con la capacidad de dar sentido gracias a lo coloquial hermenéutico y
sus interpretaciones poéticas.
Trabajar con Eduardo fue convivir con un ejemplo de académico íntegro,
valiente, apasionado, dominante, y consecuentemente modélico. Disculpen que
parezca que lo traiciono y lo pinto como un ser irreal, pero debo confesar que su
integridad era poco común. Lo primero que me surge para probar lo que declaro, es
su constante confrontación entre lo serio y lo transgresor. Tuve la suerte de com-
partir y dialogar con Eduardo desde nuestras posiciones diferentes, en donde surgía
su estructura sólida frente a mis materiales blandos, su búsqueda de perfección
frente a mi permisividad, o su tenacidad desafiante frente a mi deseo de juego y
experimentación. El lenguaje que resolvía nuestros códigos contrastantes fue el del
humor, que es la mejor metodología del conocimiento porque es una metodología
emancipadora. La risa logra eliminar toda desigualdad o diferencia en el nivel de lo
cotidiano. La risa, prácticamente prohibida o convertida en mueca, en la academia
es requisito para los universitarios críticos y descontentos, pues evita que caiga-
mos en la depresión o en la desesperanza.
Estudiar algo tan frustrante como son las dinámicas de las universidades pú-
blicas e indagar sobre las desazones que provocan las políticas impuestas sobre
ellas, requiere de cierta dosis de relajamiento que permita recobrar el justo medio
para identificar la riqueza que surge entre los intersticios del organigrama, entre
Adendum 237
Carta de Luis Porter a César Mureddu, compañero de toda
la trayectoria de vida uam-x
29 de enero de 2013
No creas que el encuentro del otro día en el gran vestíbulo de la uam en el que me anun-
ciaste sobre tu consumado retiro, y en un instante pasamos del saludo casual y cotidiano
a la despedida total, me pasó así, desapercibido. Al contrario, fue un encuentro emotivo y
simbólico, pero más que eso, fue real y profundo. Las extrañas formas que toman los finales
de un ciclo, la diferente dimensión que implica una despedida de ésas que no se parecen a
las de todos los días, hizo que me fuera caminando despacio, después de nuestro abrazo,
hasta que me asaltó ese sentimiento que poco a poco se va propagando por nuestra univer-
sidad “de viejos” como un aire de despedida final, ese chau casual que es un adiós, y que se
repite, se anticipa, se posterga, con esa rara certeza de ser inmortales, pero que constituye el
signo o el tono de esta época, en la que rompemos rutinas, cerramos ciclos, y el presente se
topa sin pensarlo con un punto final, en lugar de con las comas y los puntos y seguidos que
hilvanaban nuestras jornadas.
Tenemos suerte César, pues estamos hablando de nuestra despedida, nosotros, y no
otros sin que nosotros sepamos. Hay que aceptar su parte triste, nostálgica, dolorosa, y
también la satisfacción de habernos dado, de haber hecho lo que pensamos que era mejor,
y de haber vivido la vida universitaria de esta manera, para seguirla viviendo mañana de
alguna otra.
No se borró ese abrazo, esas manos que se estrechan, al contrario, creo que desde ese
día te digo hola y adiós cada mañana. Y seguiremos, sin duda, seguiremos, ¿qué otra cosa
podemos o queremos hacer? Y si se ofrece la ocasión, o la buscamos, deberíamos hacer lo
que creo que nunca hicimos, irnos a tomar un té de canela, cualquiera de esas cosas que los
médicos nos permiten, y seguir brindando por el gusto de seguir dando los pasos que hay
que dar.
Te mando otro abrazo y continuamos cercanos, a merced del pasillo, como siempre, o
aprovechando esta forma semi-casual en que se ha convertido la correspondencia que no
hace mucho requería de timbres, de sellos y carteros. Luis
Gracias, Luis:
Siempre tus palabras son oportunas, justas y sinceras. No, no es casual lo que nos ocurre,
como no fue casual lo que ocurrió. Sin duda alguna el haber participado y el habernos otor-
gado el gusto de compartir ideas, momentos, experiencias, anhelos y sinsabores hizo algo
más que conjuntar vidas, que, como agregados de esperas, se nos fueron desgranando... sin
sentirlo. Nos unió en un gran proyecto que, en muchas ocasiones y en muchos de nosotros,
se convirtió en proyecto de vida. ¡Que pequeña y miope es nuestra visión que nos hizo creer
que aquello era toda la vida y era para toda la vida! Nada más lejos de la realidad, eso que se
nos presenta de manera elusiva y fugaz puede otorgar a quien está atento a los pasos y los
ciclos del tiempo. Dices que caíste en cuenta de ese sentimiento que se propaga, de manera
inexorable, de que “somos viejos”. Sí, mi querido amigo. Ya nos alcanzó el tiempo.
Pero éste es el momento precioso, cuando lo que pudimos acumular en el cansado an-
dar de cada día se nos convierte en el tesoro que podemos pasar a otras generaciones. ¡Lás-
tima que los tiempos individuales no son los tiempos institucionales! ¡Lástima, también,
que los parámetros institucionales de valoración de quienes la conforman no coincidan con
lo que la experiencia dicta y no permite que nos quedemos los ahora “viejos” a recorrer ya
no los pasillos, sino los parajes del conocimiento, del arte y de la vida, con nuestro andar más
lento, más cansino, más grave y más lúcido! Eso es lo que se pierde en instituciones como
la nuestra, urgida por quién sabe qué pruritos, que hacen que los “viejos” tengan todavía,
después de casi 40 años, que perseguir chamacos en su loca e ingenua carrera de fijar sus
propios ideales de vida al llegar apenas a tocar las puertas de la universidad... Si fuese un
seminario con aquellos que lo sientan necesario, si fuese un diálogo de mutuo entendimien-
to, conocimiento y crecimiento, se podría seguir. Pero ligar el ejercicio docente modular, con
todo lo que ello implica, sobre todo en los primeros tres trimestres, a la esperanza de obtener
una mejora económica que te ayude a ilusionarte porque así se llega a creer que mantienes
el nivel y el estandar de vida, para vivir dignamente, eso es a mi juicio un desprecio por la
vida académica y la vida intelectual.
Por eso me voy, para seguir haciendo lo mismo, lo único que sé hacer, pero con otros
tiempos, con otro ritmo, más acorde con lo que ahora mi edad y mi propia salud me per-
Adendum 239
miten realizar. Para seguir dándome la satisfacción de pasar la experiencia a quienes, por
gusto o por obligación, se ven en la necesidad de enfrentar, a veces de nueva cuenta, las aulas
universitarias en los posgrados. Por lo menos ellos tienen el interés de terminar sus estudios
y asisten porque creen que lo que “conversan” conmigo les ayuda en esa empresa.
Sin duda, amigo mío, veámonos en los pasillos o fuera de ellos, para gozar de lo que
la vida aún tiene reservado para quienes pueden ir al encuentro del otro que, como enigma,
nunca podrá ser descifrado totalmente y siempre podrá brindarnos la alegría del descubri-
miento del algo nuevo.
Un abrazo cordial, fraterno y cariñoso, como siempre. César
Querido Luis:
Al repasar las líneas en las que has plasmado muy vivamente lo que es envejecer y apropiar-
me del intercambio que mantuviste con Mureddu, me percato que existe otra universidad
siempre oculta y silenciada, más humana y más viva, que tiene que ver con lo profundo de la
vida y el sentir de las personas. Es esta universidad la que yo mismo busco, esa que te permi-
te encuentros para gozar de una conversación, de un debate, de lograr moverles el piso a los
jóvenes estudiantes que se niegan a pensar. Lo triste de la historia es que instituciones como
la uam no se percatan de lo que tienen y de lo que pierden al dejar ir así, simplemente, a sus
viejos. Hemos imaginado juntos una universidad distinta que hoy me invita a verla plaga-
da de viejos respetados a los que acuden jóvenes académicos y estudiantes porque desean
apropiarse de un poquito de su sabiduría forjada con el tiempo. ¿Acaso no es momento de
pensar en una universidad capaz de combatir la gerontofobia, esa que se ha ido imponiendo
a pesar de que cada vez son (somos) más los que transitamos hacia la vejez?… todo un tema
para reflexionar. Como reacción a la lectura y por el sentimiento que me ha generado, debo
decirte que no me concibo trabajando sin tener cerca a gente como tu, como Pedro, como
Angélica o Margarita, los que conforman el núcleo de nuestro equipo de trabajo; ¿qué haría?,
¿con quién podría conversar en serio y en broma, con inteligencia y desparpajo para decir
Adendum 241
Epílogo
Pensemos que no queremos escribir para demostrar que somos cultos, leídos, in-
teligentes, preparados, o que dominamos tal tema, o que hacemos un uso correcto
del lenguaje, etc. Pensemos que lo que queremos es, simplemente, pasarla; pasarla
bien, sentir placer, divertirnos, antes que nada, y al hacerlo sacarnos de adentro
lo que se ha quedado allí atorado. Llegamos a la universidad y nos cruzamos con
el colega que sabemos que es un infiel, y es una buena oportunidad para hablar de
ello. Entramos a la universidad y deambulamos en un mundo de vedettes medio-
cres; entonces, para demostrar algo tan obvio, le dedicamos este párrafo y ningún
otro más. Llegamos al seminario del país hermano, y resulta que los académicos
son una pandilla de arrogantes que hablan un lenguaje incomprensible que apren-
dieron en París Nueve; entonces, les decimos que no han podido desprenderse
del chantismo que los caracteriza. Pero estos exabruptos y señalamientos ásperos
solamente se justifican y pueden decirse, si son expresados no así, sino con algo
de poesía, porque ser críticos ante los demás, denunciar, señalar errores, sólo tiene
sentido si realmente despierta, aclara, ayuda y, a la postre, dignifica, otorga nue-
vo valor, pacifica. Si no, mejor no. Siempre habrá infieles, vedettes, académicos
arrogantes que se enamoran de la jerga oscurantista que los viste con ese atuendo
críptico, que reclama monóculo, mancuernas, puños almidonados, ligas y tiran-
tes. Sin embargo, siempre aparecen grandes viejos o viejos jóvenes, como Mario
Bunge, Josesito Martínez Suárez, Humberto Maturana, para ponerlos en su lugar
en un lenguaje directo y comprensible, además de divertido. Utilizar la crítica a
los demás como tema, sólo se justifica si al hacerlo no perdemos el sentido del
humor y sentimos que estamos creando un dibujo artístico, una caricatura que
Adendum 243
separa del parque que lo espera para su caminata matinal, sin apuros, que lo llevará
hacia ese sitio boscoso en donde alguna vez hubo una universidad, que finalmente
tuvieron que demoler y convertirla en parque, como si hubieran escuchado el man-
dato urgente de subordinar la educación formal a la naturaleza, y dejar que irrumpa
en bicicleta o haciendo malabares, la escuela de la vida. Revelar todas estas imágenes
reales sobre gustos secretos es una manera sensual y sensible de escribir.
Sobre la hoja en blanco vamos a construir un escenario, con sus personajes,
haciendo un esfuerzo por asumirnos habitantes de un barrio cosmopolita, un ba-
rrio oriental, chino, en donde la gente habla el mandarin o el cantonés que nos
desvía por momentos de la mirada occidental y de estar constreñidos a escuchar
palabras con etimologías griegas o latinas. En el parque, un grupo de chinos, adultos
mayores, practican el Tai Chi, buscando el centro de su cuerpo. Observo sus movi-
mientos lentos, que en su ritmo, van haciendo a un lado a la ciudad. Avanza el silen-
cio. Entre el cielo y los árboles se adivinan caminos. Los altos castaños despliegan
su follaje cubriendo con su sombra los músculos en tensión, que luego desciende a
los pies que se posan suavemente sobre el césped. Entonces, todo el parque, los
árboles y el grupo de chinos, desembocan en una silenciosa danza, en la que sus
cuerpos giran mientras las cabezas se mantienen fijas, de perfil, detenidas, inmó-
viles, eternas. Frente a este espectáculo pienso: asumámonos orientales, seamos
aunque sea solamente hoy prehispánicos, xochimilcas. Hagámoslo como primer
paso de un camino de liberación, que es la regla básica para comenzar a escribir
un libro sobre nuestra vida, justamente cuando comienza enero. El invierno nos
invita a la indolencia. El libro no es un proyecto, ni una tarea, es el producto de
un no hacer, es una forma de procrastinación cotidiana, fruto de la resistencia a
cumplir con reglas o plazos, del olvidarnos de una editorial, de su manual de estilo;
dejemos eso para algún día, pero por hoy, clausuremos el tiempo de una manera
personal, constante, incisiva, insistente, irritante. Más tarde lo recuperaremos; las
mujeres de editorial destejerán con sus hábiles manos las palabras mal urdidas, y
se pondrán, minuciosas como son, a zurcir errores, a bordar olanes. De esa ma-
nera, recuperaremos todo lo que parecía perdido, porque en esa recuperación se
esconde la eternidad. Si queremos huir de la racionalidad, dejemos que ella llegue
y se acomode entre las hojas de este libro, y lo haga aceptable, comprensible.
Adendum 245
remitirnos a esos otros que forman o formaron parte de nuestro mundo, que in-
cluyen en los lugares donde vivimos, el entorno construido, nuestras ciudades que
conforman el contexto sociohistórico en el que estas relaciones, que nos llevaron
a ser quienes somos, se producen.
Nuestra identidad personal se basa en el ser únicos, y nuestra identidad social
tiene que ver con los demás, con nuestros vínculos sociales. La pregunta que surge
es: ¿qué relación guarda mi identidad personal con mi identidad social?, especial-
mente porque lo que soy no es el resultado azaroso de lo biológico, o de lo psicoló-
gico, sino que se relaciona con la forma en que cada sociedad se elabora a lo largo
de su historia. Lo que somos es, más que nada, un problema cultural. Por eso, al
recordar y al escribir lo que recordamos, surge un elemento inevitable, una propie-
dad particular de los seres humanos: su capacidad simbólica. Esta capacidad ocu-
rre en el o en los lenguajes y se constituye en las conversaciones con el entorno.
Estas conversaciones son las que tienen la propiedad de fortalecemos o debi-
litarnos, porque el medio nos comunica su moral, sus valores, y en esa medida, tie-
ne un efecto formativo sobre nosotros. Entonces, al tratar de vernos en el camino
transitado, nos preguntamos sobre aquello que los personajes más sobresalientes
de nuestro entorno nos legaron con su ejemplo. Si nos consideramos personas
vivas, alertas, que luchan, tenemos que encontrar la sustancia que pensamos tuvo
una fuerte influencia en nuestra formación. No se trata de imaginarla o inventarla,
hay que saber buscarla y encontrarla en aquello que todavía prevalece en nuestra
historia como elementos sobresalientes, inolvidables, inmanentes.
En mi vida familiar, desde que recuerdo, durante la década de los cuarenta, mu-
chos escritores y artistas de la época y de épocas posteriores, o jóvenes sin fama,
que luego resultaron ser iconos de la cultura, fueron visitas habituales en nuestra
casa. El ambiente se nutría con la visita de viejos y nuevos escritores, porque existía
el espacio suficiente para cobijarnos. La casa tenía en la sala y en el estudio, en el
patio y en el jardín, todo lo necesario para sentir que podíamos recibirlos adecuada-
mente. Hijos de inmigrantes, universitarios jóvenes, mis padres lograron construir
una casa con libreros, sillones, mesas para el té, floreros con flores, ventanas con
cortinas, vistas a la calle y al jardín. Nuestra madre se preocupaba porque la casa
Adendum 247
Bibliografía
Bibliografía 249
(coords.) (2000b) Re-conociendo a la universidad, sus transformaciones y su
por-venir. Tomo IV La universidad y sus modos de conocimiento: retos del porve-
nir. México: ceiich-unam.
Chacón Moreno, Braulia Audelia (2011). La educación durante los primeros años de
vida, relatos de la aplicación del Programa Crianza en la colonia Carmen Serdán
de la Ciudad de México. Tesis. México: deaplaed, dscsh-uamx.
Charlot, Bernard (2010). La relación con el saber, elementos para una teoría. Argen-
tina: Libros del Zorzal.
Cruz Martínez, Lizbeth Jesika (2015). Conciencia y olvido del cuerpo humano en la
educación superior: un estudio sobre la percepción docente de esta problemáti-
ca en las tres divisiones de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
(uam-x), Tesis de Maestría [sin publicar]. México: uam-x.
De Botton, Alain (2004). Status Anxiety, UK: Penguin Books.
De Garay, A. (2001). Los actores desconocidos. Una aproximación al conocimiento de
los estudiantes. México: anuies.
(2004a). Integración de los jóvenes en el sistema universitario. Prácticas sociales,
académicas y de consumo cultural. Barcelona-México: Ediciones Pomares.
(2004b). “Nuestros alumnos y profesores: contrastes generacionales”. En:
Repensando la Universidad. México: uam-x.
(2006). “Los jóvenes universitarios mexicanos y las nuevas tecnologías de co-
municación”. En: Nuevas Tecnologías Educativas, revista del Congreso de Ma-
terial Didáctico. México: uam-x, (1).
Egan, Kieran (1997). The Educated Mind: How cognitive tools shape our understan-
ding. Chicago: University Press.
(1988). Imagination and education. New York: Teachers College Press.
(Co-edited with Dan Nadaner).
Enriquez, Eugène (2002). Institución y las organizaciones en la educación y la forma-
ción. Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.
Feigelson, Michael (2010). “¿Qué hace Blancanieves por aquí? Derechos huma-
nos discriminación y diversidad en la primera infancia”. En: Palacios, Jesús y
Castañeda, Elsa (coords.). La primera infancia (0-6 años) y su futuro. España:
Organización de Estados Iberoamericanos, Fundación Santillana (Metas Edu-
cativas 2021).
250 Bibliografía
Frabboni, F. (1984). La educación del niño de 0 a 6. Madrid: Cincel, citado en Vio-
lante, R. y Soto, C. (2008). Pedagogía de la Crianza. Un Campo Teórico en
Construcción. Buenos Aires: Paidós.
Freire, Paulo (1970). Pedagogía del Oprimido. México: Siglo XXI.
Fulghum, R. (2003). Todo lo que hay que saber lo aprendí en el Jardín de infancia.
Buenos Aires: Emecé.
García Canclini, Nestor (2010). La sociedad sin relato. Antropología y estética de la
inminencia. Buenos Aires / Madrid: Katz Editores.
(2007). Lectores, espectadores e internautas. Barcelona: Gedisa.
(2004). Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la interculturalidad.
Barcelona: Gedisa.
(coord.) (1992). El consumo cultural en México. México: Conaculta.
(1990). Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Mé-
xico: Grijalbo.
Gather, M. (2005). Innovar el seno de la institución escolar. Barcelona: Graó / Insti-
tuto Nacional de Estadística y Geografía.
Gonsalves, O. F. (1997). “El proceso terapéutico en la psicoterapia cognitiva-na-
rrativa”. En: Caro, I., Manual de psicoterapias cognitivas. Estado de la cuestión y
procesos terapéuticos. Barcelona: Paidós.
González Martínez, Janeth (2016). Actividades corporales artístico-creativas en es-
tudiantes de primer ingreso, y su arraigo a la Universidad. El caso CyAD-UAM-X,
Tesis de maestía [sin publicar]. México.
(1995). “Psicoterapia cognitiva-narrativa: la construcción hermeneútica de
los significados alternativos”. En: Revista de psicoterapia, VI(22/23): 101-122.
(1992). “Narrativas del inconsciente. Las terapias cognitivas: regreso al futu-
ro”. En: Revista de psicoterapia, III(12): 29-48.
Goulart de Faria, Ana Lúcia, Fabri Demartini, Zeila de Brito, Dias Prado, Patricia
(comps.) (2009). Por uma cultura da infância: metodologias de pesquisa com
crianças. Brasil: Autores Associados, ltda.
Greenspan, Stanley I. y Wieder, Serena (2006). Infant and Early Childhood Mental
Health, A Comprehensive Developmental Approach to Assessment and Interven-
tion. Washington / Londres: American Psychiatric Publishing (appi).
Bibliografía 251
Hatch, T. y Gardner, H. (2001). “El descubrimiento de la cognición en el aula, una
concepción más amplia de la inteligencia humana”. En: Salomon, G. (comp.).
Cogniciones distribuidas, Consideraciones psicológicas y educativas. Buenos Ai-
res: Amorrortu.
Hecker, A. y Rebagliati, M. S. (enero-junio, 2009). “Tiempos y cuerpos en el filo-
sofar con la infancia”. En: Childhood & Philosophy, Universidade do Estado do
Rio de Janeiro, Maracanã, Brasil, 5(9): 173-197.
Kaës, René (1996). Transmisión de la vida psíquica entre generaciones. Buenos Ai-
res: Amorrortu.
Keller, George (1983). Academic Strategy, the Management Revolution in American
Higher Education. Baltimore y Londres: The John Hopkins University Press.
Klein, Irene (2008). La Ficción de la memoria. La narración de historias de vida. Bue-
nos Aires: Prometeo libros.
Lacasa, Pilar (1977). Familias y escuelas, caminos de orientación educativa. Madrid:
Visor, citada en Violante, R. y Soto, C. (2008). Pedagogía de la Crianza. Un
Campo Teórico en Construcción. Buenos Aires: Paidós.
Lakoff, George (2001). Metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Cátedra.
Leboyer, Fredrick (2001). Un Arte tradicional, el masaje de los niños. Buenos Aires:
Editorial Edicial.
Loera Varela, Armando (coord.) (2006). La práctica pedagógica videograbada. Mé-
xico: Mas Textos / Universidad Pedagógica Nacional.
Lomnitz, Larisa (1976). Cómo sobreviven los marginados. México: Siglo XXI.
Maturana Humberto y Nisis, Sima (1995). Formación humana y capacitación. Chile:
unicef, Chile / Dolmen Ediciones.
Michel de Montaigne (2006). “Del hablar pronto o tardío”. En: Ensayos III. Madrid:
Cátedra.
Moreno, Andrés y Sandoval, Karla (sept.-dic. 2013). “Diversidad genómica en Mé-
xico. Pasado indígena y mestizaje”. En: Cuicuilco, México, 20(58).
Paoli, Antonio (2006). Jugar y vivir los valores, en segundo de primaria. Lecturas
sobre la realidad chiapaneca. México: sep Chiapas / uam-x.
(2003). Educación, autonomía y lekil kuxlejal (la vida buena), Aproximaciones
sociolingüísticas a la sabiduría de los Tseltales. México: uam-x.
252 Bibliografía
Peralta, M. V. (2010). “El futuro de la educación inicial en Iberoamérica: calidad
desde la construcción de los currículos en una perspectiva de la posmoderni-
dad”. En: Palacios, Jesús y Castañeda, Elsa (coords.). La primera infancia (0-6
años) y su futuro. España: Organización de Estados Iberoamericanos, Funda-
ción Santillana (Metas Educativas 2021).
Porter, Luis (2016). “La salvación de la universidad”. En: Fernández Marin, Kar-
la y Peña Saint Martin Florencia (comp.). Mobbing en la academia mexicana.
México: Escuela Nacional de Antropología e Historia (enah) / Ediciones y
gráficos EON.
(2013). “Competencias básicas en la niñez, importancia e impacto en la vida
escolar y universitaria”. En: Arciga Zavala, Blanca (comp.). Competencias y
educación. Una mirada desde la academia y la escuela. México: Plaza y Valdés.
(2012). “Si no es la afectividad, a menos el juego”. En: Primero Rivas, Luis
(comp.). El Conocimiento Actual I, México: Publicaciones Académicas-capub.
(2009). Entrada al diseño. México: uam-x.
(2004). “Breve historia de la División de Ciencias y Artes para el Diseño”. En:
Autoestudios Institucionales. México: ceiich-unam.
(1998). La búsqueda de racionalidad en las universidades públicas mexicanas.
Cinco modelos de planeación en cinco universidades públicas, Chiapas, Guerrero,
Aguascalientes, Guanajuato y Zacatecas. México: hgse.
Porter, Luis et al. (2015). “El diseño por primera vez”. En: Memorias del Primer
Foro Internacional Diseño, Pedagogía y Conocimiento: Retos y Realidades. Mé-
xico: uam-x.
Porter, Luis y Arozamena, Carlos (2015). “Hagamos nosotros la reforma educati-
va”. En: Semanario del Laboratorio de Análisis Institucional del Sistema Univer-
sitario Mexicano (laisum), junio 5(19).
(2006a). “Capacidad de proyecto y la reinvención de nosotros mismos: una
experiencia de co-tutoría”. En: Akademeia, revista de educación de la Univer-
sidad Autónoma de Sinaloa, jul.-sept. 4(5): 13-21.
Porter Galetar, Luis (2006b). “Políticas de subjetividad para la igualdad de oportu-
nidades educativas. Un diálogo entre Juan Carlos Tedesco y Luis Porter”. RE-
DIE. Revista Electrónica de Investigación Educativa, Universidad Autónoma
de Baja California, Ensenada, México 8(1): 0
Bibliografía 253
Pozas Ricardo H. (2007). “Comunidades primordiales y modernización en Méxi-
co”. En: Modernización e identidades sociales. México: unam-ifal.
Rancière, Jacques (2007). El maestro ignorante: cinco lecciones sobre la emancipa-
ción intelectual. Buenos Aires: Libros del Zorzal.
Rangel Villalobos, Héctor et al. (2008). “Genetic Admixture, Relatedness, and
Structure Patterns Among Mexican Populations Revealed by the Y-chromo-
some”. En: American Journal of Physical Anthropology 135(4): 448-461.
Robinson, Ken y Aronica, Lou (2012). El elemento. España: Editorial Conecta.
Romero, Tatiana (2010). “Políticas de primera infancia en Iberoamérica: avances
y desafíos en el Siglo xxi”. En: Palacios, Jesús y Castañeda, Elsa (coords.). La
primera infancia (0-6 años) y su futuro. España: Organización de Estados Ibe-
roamericanos, Fundación Santillana (Metas Educativas 2021).
Rorty, A. O. (2003). “Enough Already with Theories of Emotion”. En: Thinking
About Feelings: Philosophers on Emotions, ed. Robert C. So-lomon. Oxford, New
York: Oxford University Press.
Rorty, A. O. (1980). “Explaining Emotions”. En: Rorty, Amélie. Explaining Emo-
tions, 103-126 pp. Los Angeles: University of California Press.
Sago, Susana y Ortiz, Dora (2008). Proyectos Educativos en escuelas urbanas-mar-
ginales cambios posibles hacia un aprendizaje significativo. Buenos Aires: Lugar
Editorial, S.A.
Scheler, M. (1926). Conocimiento y trabajo. Buenos Aires: Nova.
Schön, Donald (1992). La formación de profesionales reflexivos. Barcelona: Paidós.
(1987). Educating the reflective practitioner. San Francisco: Jossey-Bass Pu-
blishers.
(1983). The Reflective Practitioner, How Professionals Think in Action. Nueva
York: Basic Books.
(1973). Beyond the Stable State. Nueva York: W.W. Norton & Company INC.
(The Norton Library).
Schön, Donald y Martin, Rein (1994). Frame Reflection: Toward the Resolution of
Intractable Policy Controversies. Nueva York: Basic Books.
Suárez Sozaya, María Herlinda y Pérez Islas, José Antonio (coords.)(2008). Jóve-
nes universitarios en Latinoamérica, hoy. México: Miguel Ángel Porrúa.
254 Bibliografía
Taylor, Charles (1996). Fuentes del yo: la construcción de la identidad moderna. Bar-
celona: Paidós.
(1994). La ética de la autenticidad. Barcelona: Paidós.
(1991). The Malaise of Modernity. Canadá: House of Anansi Press (The Mas-
sot Lectures Series, Canada Council of the Arts and the Canadian Broadcas-
ting Corporation CBC).
Tedesco, Juan Carlos (2003). Igualdad de oportunidades y política educativa. Ma-
nuscrito, conferencia presentada en congreso en Xalapa, Veracruz, México.
Tighe, Thomas (2003). Who’s in Charge of America’s Research Universities: A Blue-
print for Reform. Albany, New York: State University of New York.
Tinto, Vincent (1987). El abandono de los estudios superiores. Una perspectiva de las
causas del abandono y su tratamiento. México: unam, anuies.
unesco (2007). Bases sólidas, atención y educación en la primera infancia. París:
unesco.
unicef (2008). Estado de la Infancia en América Latina y el Caribe. Supervivencia
infantil. unicef: Panamá, Oficina Regional de unicef para América Latina y
el Caribe.
Violante, R. y Soto, C. (2008). Pedagogía de la crianza. Un campo teórico en cons-
trucción. Buenos Aires: Paidós.
Referencias electrónicas
Bibliografía 255
Bailleres Landeros, Diana (mayo-agosto 2000). “Reseña de ‘De la Trama de la
Cotidianidad a los Modos de Vida Urbanos. El Valle de Chalco’ de Alicia
Lindón Villoria”. Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, Méx-
ico. Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, 7(22): 275-280, en http://
www.redalyc.org/articulo.oa?id=10502212
Braunstein, Néstor (2008). Memoria y espanto O el recuerdo de infancia. México:
Siglo XXI, en https://psicologiaen.files.wordpress.com/2016/06/nc3a9stor-
braunstein-memoria-y-espanto-o-el-recuerdo-de-infancia-1.pdf
Cachorro, G. (comp.) (2013). Ciudad y prácticas corporales [en línea]. La Plata:
unlp / ahce. En: Memoria Académica, en: http://www.memoria.fahce.unlp.
edu.ar/libros/pm.302/pm.302.pdf
Campaña Latinoamericana por el derecho a la educación (Clade) (2010). “Metas
2021: La educación que queremos para la generación de los Bicentenarios.
Aportes desde una perspectiva de redes de la sociedad civil de América Latina
y el Caribe y de España”, en: https://www.entreculturas.org/files/documen-
tos/estudios_e_informes/Aportes_Sociedad_Civil_metas2021_5%5B1%5D.
pdf?do.
Consejo Nacional de Fomento a la Educación (Conafe) (2008). Modelo de Edu-
cación Inicial. Los primeros años. Publicado por Gobierno Federal, sep, en
http://www.oecd.org/edu/school/49002082.pdf
De Garay, Adrián (2003). Sujetos itinerantes: los jóvenes universitarios de la Univer-
sidad Autónoma Metropolitana (uam), en: http://tesiuami.izt.uam.mx/uam/
aspuam/presentatesis.php?recno=12013&docs=UAMI12013.PDF
Del Percio, Enrique (2014). “De Abeles y Caines-Violentología” [Blog], en http://vio-
lentologia.blogspot.mx/2012/09/de-abeles-y-caines-enrique-del-percio.html
Eliot, Charles (1834-1926)-Harvard: From College to University, Recruiting
a Superior Faculty, The Elective System. StateUniversity.com, en http://
education.stateuniversity.com/pages/1951/Eliot-Charles-1834-1926.ht-
ml#ixzz43kq3SEQr
Frank, Victor Emil [1946] (1991). El hombre en busca del sentido, Barcelona: Her-
der, en https://markeythink.files.wordpress.com/2011/04/el_hombre_en_
busca_de_sentido_viktor_frankl.pdf
256 Bibliografía
Gil Anton, Manuel (abril 8 de 2017). “Reincidentes en buena hora, artículo”, El
Universal, en http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/articulo/
manuel-gil-anton/2017/04/8/reincidentes-en-buena-hora
Gracia Castillo, María (s/f). “Sobre lo cotidiano”. Jalisco: inah, en http://www.
redalyc.org/pdf/105/10502212.pdf
Françoise Jullien (1951), en https://es.wikipedia.org/wiki/François_Jullien
Laborarte-unicamp, Laboratorio de estudios sobre arte, cuerpo y educación. Fa-
cultad de Educación, Universidad de Campinas, Brasil, en http://www.fe.uni-
camp.br/laborarte/inicio.html
Lomnitz, Claudio (2016). “Curriculismo mágico”. La Jornada, en http://www.jor-
nada.unam.mx/2016/05/12/opinion/015a2pol
Miller, Alice (2005). El cuerpo nunca miente. México: Tusquets, en http://www.
reikimaria.com/libros/cuerpo.pdf
Pastor Fasquelle, Roxana (2008). “Desarrollo afectivo y emocional”. En: Cona-
fe. Los primeros años. Educación inicial en perspecitva, vol. 2. 47-74 pp. Mé-
xico: Conafe, en https://studylib.es/doc/5713064/los-primeros-a%C3%-
B1os---consejo-nacional-de-fomento-educativo
Pessoa, Fernando (1982), Libro del Desasosiego, traducción y notas Angel Cres-
po, en https://documentos.tips/download/libro-del-desasosiego-de-fernan-
do-pessoa_5a10adb4d64ab246de0d6cfd_pdf
Porter, Luis et al. (2012b). El libro de la Universidad Imaginada. Hacia una univer-
sidad situada entre el buen lugar y ningún lugar. México: UAM-Cuajimapa y
Juan Pablos Editor, en http://www.riseu.unam.mx/documentos/acervo_do-
cumental/LPorter_Universidad_imaginada.pdf
Porter, Luis (2011). “La pedagogía circular del “conócete a ti mismo”. México: lai-
sum, en http://laisumedu.org/showNota.php?idNota=211439&cates=&id-
SubCat=&subcates=&ssc=&m=mail1&p=mail1
(2006). “Políticas de subjetividad para la igualdad de oportunidades educati-
vas. Un diálogo entre Juan Carlos Tedesco y Luis Porter”. En: Revista Electró-
nica de Investigación Educativa 8(1), en https://redie.uabc.mx/redie/article/
view/138.
Bibliografía 257
(2003). La Universidad de Papel. México: ceiich-unam, en http://www.udual.
udg.mx/observatorio/libros/PORTER.pdf
Piscitelli, Alejandro (2014). Conferencia Magistral, en Foro de Innovación Educa-
tiva, Fundación Telefónica MX, en https://www.youtube.com/watch?v=CA-
BfEn6kLz4
Schneider, Marius (2010). El origen musical de los animales-símbolos en la mitolo-
gía y la escultura antiguas, en http://www.siruela.com/archivos/fragmentos/
Origen_musical.pdf
Tapia García, Guillermo et al. (2009). Implementación de políticas educativas: Mé-
xico. Descentralización educativa en México, un recuento analítico. Informe
OECD, en https://www.oecd.org/mexico/44906363.pdf
Tedesco, Juan Carlos (2003). “Los pilares de la educación del futuro”. En: Debates
de educación [ponencia en línea]. Fundación Jaime Bofill; UOC, en http://
www.uoc.edu/dt/20367/index.html (consulta: 12/04/10).
unam (1999-2000), en: https://es.wikipedia.org/wiki/Huelga_estudiantil_de_la_
UNAM_(1999-2000).
Vargas, Angel (19 de febrero de 2017). “Sonideros, ejemplo del desdén ha-
cia los derechos culturales”. La Jornada, en http://www.jornada.unam.
mx/2017/02/19/cultura/a02n1cul
Páginas consultadas
Adendum 259
Este libro estuvo a cargo del Programa Editorial de la
División de CyAD, de la UAM Xochimilco, y terminó de im-
primirse en noviembre de 2017, en los talleres de Ediciones
del Lirio, ubicado en Azucenas núm. 10, col. San Pedro
Xalpa, Delegación Iztapalapa, Tel. 5613 4257. Tiraje de
500 ejemplares más sobrantes para reposición.