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Marco Terranova
D.N.I. Nº 37.513.038
Legajo Nº 13.287
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8.2. ¿A quiénes puede delatar el imputado? ........................................................................ 41
8.3. ¿Cuándo se otorga el beneficio? ....................................................................................... 42
8.4. ¿Qué sucede frente a la frustración del resultado previsto por la norma
cuando la información ha sido idónea? ................................................................................ 42
8.5. ¿Debe tenerse en cuenta la colaboración al momento de resolver la
excarcelación del imputado? ..................................................................................................... 43
8.6. ¿Cómo deben valorarse los dichos del arrepentido? ............................................... 44
9. CRÍTICAS A LA FIGURA......................................................................................................................... 46
9.1. Crítica dogmática al derecho penal premial .............................................................. 46
9.2. Objeciones constitucionales ............................................................................................... 47
9.2.1. Principio de inocencia y prohibición de ser obligado a declarar
contra sí mismo. ........................................................................................................................ 47
9.2.2. Principio de igualdad ante la ley........................................................................... 48
9.2.3. Derecho de defensa en juicio .................................................................................. 49
9.3. La ética estatal ........................................................................................................................ 50
9.4. Verdadera eficacia del instrumento............................................................................... 51
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 53
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1. Prefacio
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El objetivo de este trabajo es analizar las diversas características y elementos de
este instrumento, tanto en el derecho comparado como en el nacional y provincial;
la problemática que plantea su falta de arraigo en nuestra tradición jurídica, así
como su alegada incompatibilidad con un derecho penal liberal y garantista; los
distintos efectos que su uso puede acarrear dentro del proceso penal, así como su
ámbito de aplicación y utilidad dentro del mismo.
Si bien todas estas definiciones son correctas, ninguna de ellas describe a la figura
en su totalidad, para lo cual recurro a enumerar las características especiales que
definen a un delator premiado:
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A su vez, la provincia de Mendoza incorpora la figura como principio de
oportunidad sin prever limitación alguna en cuanto a su uso, lo cual amplía
indefinidamente los casos en que se puede acudir a la misma.
2.1.2 Colaboración
2.1.3 Autoinculpación
Por ello la declaración del arrepentido debe estar rodeada de todas las garantías
procesales establecidas para una confesión judicial, sin perjuicio de agregarse
otras por la especial naturaleza de la delación judicial (por ej. previo a su
declaración debe informársele de las consecuencias de la misma y la protección
que se le puede otorgar frente al peligro que implica delatar a otros sujetos).
Ellos son, en mi opinión, los presupuestos mínimos que deben concurrir para la
configuración de la delación premiada. Sin embargo, debido a la dispersión
legislativa que existe respecto a la figura tratada, pueden requerirse para la
configuración del instrumento otros requisitos específicos según la naturaleza del
ilícito en cuestión (por ej., la existencia de una imputación formal previa a la
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delación, o que la incriminación sea respecto de individuos jerárquicamente
superiores en la organización, etc.).
3. Cuestión terminológica
Por ello, varios autores, entre ellos Vega, Montero y Terragni, coinciden en que
resulta impropio hablar de “arrepentidos”, debiendo utilizarse otros términos, a
saber: delator premiado o judicial, imputado colaborador, agente revelador.
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reiteradas oportunidades, durante su debate parlamentario (Vega, “Las figuras del
“arrepentido” y del agente encubierto en la ley de reformas al regimen de
estupefacientes número 24.424” 1997). (Muñoz Conde 1996)
4. Derecho comparado
4.1 Italia
Tal como señala el autor español Muñoz Conde, la introducción del delator
colaborador en la península itálica se remonta a finales de los años setenta,
cuando, por ejemplo, en 1978 hubo 2.785 atentados terroristas. Ello llevó a la
creación de una legislazione d’emergenza, de una legislación excepcional en la que,
entre otras cosas, se introduce la figura del arrepentido (Muñoz Conde 1996).
En virtud del mismo, se introdujo en el Código Penal italiano el art. 289 bis, que
atenúa la pena del partícipe en un delito de secuestro con finalidad terrorista o de
eversión que, disociándose de los otros, actúa en modo tal que el sujeto recobre la
libertad.
Por otro lado, y haciendo hincapié en su utilización práctica, la figura del pentito
adquiere especial relevancia en la lucha contra la mafia siciliana. Su utilización fue
determinante en los juicios realizados en Palermo durante la década de los 80 y 90
contra la Cosa Nostra. Montoya (Montoya 1997, 203-205) recuerda la actuación del
famoso juez Giovanni Falcone, quien se valió de múltiples arrepentidos (más de
30) para conocer a fondo el funcionamiento de estas organizaciones y lograr
desbaratarlas
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Tal era la importancia del instituto en Italia, que e creó un organismo
administrativo encargado de la gestión del Programa de Protección de
Colaboradores. Las medidas de protección, tales como el cambio de identidad,
pueden ser aplicadas a los parientes cercanos del delator. Esto último no es menor,
teniendo en cuenta que por la colaboración prestada en los juicios contra la Cosa
Nostra Salvatore Contorno perdió 35 parientes, y Tommaso Buscetta 10.
4.2 Alemania
Por último, señala Montoya, en 1989, mediante la modificación del Código Penal, el
Código de Procedimiento Penal y la Ley sobre Asociación, se introduce una regla
relativa al colaborador de la justicia en los delitos de terrorismo, otorgándole dos
alternativas:
Vía adjetiva: el archivo de la causa por parte del procurador fiscal.
Vía sustantiva: la atenuación o eximición de pena por par del juez.
Los casos que hacen posible la concurrencia de alguna de las alternativas son:
Impedir la comisión de un ilícito
Ayudar al esclarecimiento de un ilícito, si ha tomado parte en forma directa,
al menos con referencia a su contribución personal en el hecho.
Conduzca a la captura del autor de un partícipe del delito.
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4.3 España
Pero, como en tantos otros casos, se pasó a una regulación normalizada del
fenómeno del terrorismo en el propio Código Penal, entre otras cosas, porque ya
duraba bastante tiempo, y no se le veía tan coyuntural como en principio se
pensaba, ya en plena democracia.
Así se llega a la reforma de 1988 que, entre los preceptos de la Parte General, y
entre las reglas de determinación de la pena introduce dos artículos:
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Posteriormente, mediante la Ley Orgánica 10/1995 del 23 de noviembre, se
produce una reforma total del Código Penal español. Así, se introducen normas
relacionadas con la figura en estudio:
Art. 21 ap. 4º: establece como causal de atenuación genérica la confesión del
culpable, siempre que ésta sea anterior al inicio del proceso en su contra.
Art. 376 párr. 1º: dispone que el juez podrá disminuir la pena en uno o dos grados
en los casos de tráfico de estupefacientes o psicotrópicos cuando el sujeto haya
abandonado voluntariamente sus actividades delictivas y haya colaborado
activamente con las autoridades o sus agentes bien para impedir la producción del
delito, bien para obtener pruebas decisivas para la identificación o captura de
otros responsables o para impedir la actuación o el desarrollo de las
organizaciones o asociaciones a las que haya pertenecido o con las que haya
colaborado.
Art. 579 bis ap. 3º: prevé la posibilidad de que el juez disminuya la pena en uno o
dos grados en los casos de hechos de terrorismo cuando el sujeto haya
abandonado voluntariamente sus actividades delictivas, se presente a las
autoridades confesando los hechos en que haya participado y colabore
activamente con éstas para impedir la producción del delito, o coadyuve
eficazmente a la obtención de pruebas decisivas para la identificación o captura de
otros responsables o para impedir la actuación o el desarrollo de organizaciones,
grupos u otros elementos terroristas a los que haya pertenecido o con los que haya
colaborado.
En este país la figura se incluyó en el Código Procesal Penal (ley 7.594) como
criterio de oportunidad. En efecto, el art. 22 de ese cuerpo normativo dispone que:
El Ministerio Público deberá ejercer la acción penal pública, en todos los casos en que
sea procedente, con arreglo a las disposiciones de la ley.
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proporcione información útil para probar la participación de otros imputados,
siempre que la conducta del colaborador sea menos reprochable que los hechos
punibles cuya persecución facilita o cuya continuación evita.
5. Naturaleza jurídica
Vale mencionar que el delator judicial nada tiene que ver con las previsiones del
art. 43 C.P, es decir, con el arrepentimiento activo o desistimiento voluntario. Este
es un “puente de plata” que se otorga al delincuente que está desarrollando el
injusto, que no se consumó y, muchos menos, agotó y es la propia norma la que
alienta el regreso al campo de lo ilícito.
Esta es la teoría adoptada por la Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal
en el fallo “Mosqueda”:
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retroactiva de la punibilidad ya constituida.” ("Mosqueda, Carlos Ariel s/
recurso de casación" 2001).
Zaffaroni – quien plantea que las excusas absolutorias no existen como tales –
diferencia las causas que excluyen la penalidad de las que la cancelan. Así, la
colaboración podría inscribirse dentro de las causas que cancelan la penalidad,
dado que opera impidiendo la aplicación de una pena con motivo de circunstancias
posteriores a la comisión del hecho delictivo, a diferencia de las causas que
excluyen la penalidad ya que en estos casos las circunstancias preexisten y deben
encontrarse presentes al momento del hecho.
Cabe mencionar que el Anteproyecto de Código Penal del año 2013 establece como
atenuante general “la cooperación en el esclarecimiento del hecho” (art. 18, ap. 2,
inc. h).
“El legislador presume que aquel que colabora con la justicia individualizando
autores y objetos fruto de ilícitos, merece una atenuación de pena - incluso
una eximición- y reduce los topes mínimos y máximos. Así como al tipificar un
delito establece la escala penal dentro de la cual el juzgador "se moverá" a
tenor de los arts. 40 y 41 del C.P., aquí establece una nueva escala con
mínimos reducidos que hasta puede llegar a la exención, dentro de la cual el
juzgador aplicará los artículos aludidos. Es una situación de excepción, como
se anticipara, pues se admite legalmente un correctivo por menor
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peligrosidad en la determinación de la pena, correctivo que, como regla, es
hecho por el juzgador al aplicar el art. 41 del C.P.” (Franceschetti 2000).
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En virtud de lo expuesto, Vega (1997) señala la inconstitucionalidad en que se
vería inmersa la ley nacional sustantiva que previese la figura para el caso de
“delitos comunes” (aquellos que no son de competencia federal). Para evadir la
inconstitucionalidad, el legislador nacional debería incluir al delator judicial en el
Código Procesal Penal de la Nación. Hasta el momento, casi de manera aleatoria
podría decirse, la cuestión no se ha suscitado, pero, puede darse el caso con la
aprobación de alguno de los proyectos de ley antes citados.
Palacio Laje (El arrpentido en los delitos de corrupción, ¿la excusa absolutoria es
posible en estos delitos? 2009), quien propone la inclusión de la figura para casos
de corrupción, no circunscribe los beneficios al orden procesal. Considera que la
recepción del arrepentido tendría un efecto preventivo sobre los funcionarios,
equiparándolo en cierto modo al poder disuasivo de la pena. Señala la
desconfianza que generaría en los funcionarios la posibilidad de que “su corruptor
– una vez obtenido el beneficio – se sustraiga a todo peligro denunciándolo,
estando inmune de toda responsabilidad penal”.
Incluso este autor plantea que se discuta la posibilidad de que, para darle un
impulso efectivo a su proliferación, el arrepentido mantenga el “beneficio” que
hubiere obtenido con su accionar. A mi juicio esta idea es extrema; pretender que
el corruptor mantenga el beneficio (por ej., una licitación millonaria) con tal de que
delate al funcionario corrupto va mucho más allá de lo aceptable en materia de
política criminal. Una cosa es otorgarle a un delincuente una mejora procesal a
cambio de su colaboración, otra muy distinta, rayana con la inmoralidad, es
asegurarle el provecho del delito cometido.
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Tampoco puede soslayarse la importancia que tiene y ha tenido el reclamo social
en materia de seguridad. Muchas de las decisiones respecto de política criminal
son tomadas en base a la presión de la ciudadanía, la cual, alentada por las
terribles consecuencias que acarrea la criminalidad organizada en la sociedad y la
exposición que ésta obtiene en los medios de comunicación, exige una profunda
revisión de los medios con que cuenta el Estado para combatirla. A ello debe
sumarse el siempre presente oportunismo político. Éste se demuestra por sí solo
mirando la motivación de los distintos proyectos de ley que contienen la figura: así,
luego de los atentados a la Embajada de Israel y a la A.M.I.A. se enviaron
innumerables proyectos previendo la figura para los casos de terrorismo. Lo
mismo luego de los atentados del 11 de diciembre de 2001. Actualmente pareciera
que el interés se centra en los hechos de corrupción.
Para una mejor comprensión del instituto haré su tratamiento siguiendo un orden
cronológico en cuanto a su regulación en el ordenamiento jurídico nacional.
Se incluye en la parte especial del Código Penal una excusa asbolutoria posterior
respecto del delito de conspiración para cometer traición a la Patria (art. 216). La
norma en cuestión dispone que “quedará eximido de pena el que revelare la
conspiración (para cometer el delito de traición a la Patria) a la autoridad, antes de
haberse comenzado el procedimiento”.
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Nótese que el legislador tuvo la previsión de limitar temporalmente la excusa
absolutoria, sólo es eficaz el arrepentimiento producido antes de iniciarse el
procedimiento, es decir, previo a que la autoridad haya por lo menos desplegado
una actividad investigativa (Creus 2007).
La Ley 13.985 “Penalidades para los que atentan contra la seguridad de la Nación”
fue aprobada el 27 de septiembre de 1950, derogada por el último gobierno de
facto y restablecida en 1984 por la Ley 23.077.
Esta norma introduce los delitos de espionaje (arts. 2 a 6.) y sabotaje (arts. 7 y 8).
“Quedará exento de sanción penal el que habiendo incurrido en los actos calificados
como delito por esta ley, los denuncie ante las autoridades civiles o militares antes de
haberlos consumado”.
“Podrá ser declarado exento de sanción penal todo aquel que luego de haber
consumado el delito lo denuncie a las autoridades civiles o militares y procure el
arresto de los coautores o cómplices”.
Por su parte, el segundo párrafo otorga la posibilidad al juez (“Podrá ser declarado
exento de sanción penal…”) de eximir de sanción penal al sujeto activo que, luego de
consumado el hecho, realice la mentada denuncia. Se agrega en este caso el
requisito de que con la información suministrada se procure el arresto de los
coautores o cómplices.
Hasta aquí podemos ver que la figura se encuentra limitada a los delitos que
atentan contra la seguridad de la Nación. Esto cambia con la sanción y entrada en
vigencia, a principios de 1995, de la Ley de Reformas al régimen de estupefacientes
Nº 24.424.
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Mediante esta norma se producen grandes modificaciones al régimen previsto en
la Ley 23.7371. Entre ellas el art. 5 de la ley 24.424 introduce el art. 29 ter,
consagrando la figura del imputado colaborador para los delitos relacionados con
estupefacientes.
1Se introduce el tipo de confabulación para cometer delitos relacionados con estupefacientes (art.
29 bis); la entrega vigilada (art. 33); el agente encubierto (art. 31 bis a sextes), etc.
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ellos Spolansky, quien realiza una sólida defensa de la figura – es necesario que el
beneficio quede limitado a quienes puedan aportar datos útiles para individualizar
a personas que no estén en un nivel de responsabilidad penal por lo menos igual o
inferior a la del arrepentido.
Son dos los supuestos que permiten otorgar la exención o disminución de pena al
colaborador:
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Cuando revele la identidad de coautores, partícipes o encubridores de los
hechos investigados o de otros conexos, proporcionando datos suficientes
que permitan el procesamiento de los sindicados o un significativo progreso
de la investigación.
Cuando aporte información que permita secuestrar sustancias, materias
primas, precursores químicos, medios de transporte, valores, bienes, dinero
o cualquier otro activo de importancia, provenientes de delitos previstos en
la ley 23.737.
En tercer lugar, los datos suministrados por el informador deben ser: 1) de tal
entidad que basten para decretar el procesamiento de los coautores, partícipes o
encubridores de los hechos mencionados o, 2) que permitan un significativo
progreso de la investigación.
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incorporación de la prueba vinculada con la actuación de la autoridad policial o
judicial.
Luego, el tribunal pasa a analizar el inc. b del art. 29 ter de la ley 23.737. La
segunda hipótesis mencionada en el texto legal (inciso b) requiere del colaborador
el aporte de información “que permita secuestrar sustancias, materias primas,
precursores químicos, medios de transporte, valores, bienes, dinero o cualquier
otro activo de importancia, prevenientes de los delitos previstos en esta ley”.
Respecto de ella el tribunal considera que los efectos secuestrados deben proceder
de o haberse originado en la comisión de alguno de los delitos vinculados con el
narcotráfico, pues la mera enunciación de aquellos permite ratificar su inclusión
en dichas figuras (arts. 5°, 6°,7°, 24° y 25°, ley 23.737), descartándose la aplicación
del benéfico tratamiento penal cuando el secuestro obtenido como consecuencia
del aporte de información sea de sustancias estupefacientes tenidas sin fines de
comercialización (art. 14 ídem).
La norma establece que el tribunal podrá reducirle las penas hasta la mitad del
mínimo y del máximo o eximirla de ellas.
Considero que resulta peligrosa la libertad que la norma ha otorgado al juez para
decidir acerca de la cuantía del beneficio procesal, sin otorgar ninguna directiva de
interpretación mas que el párr. 4º de la misma:
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fundar recurso basándose en la arbitrariedad del juzgador al momento de
mensurar el beneficio .
Art. 33 Bis — Cuando las circunstancias del caso hicieren presumir fundadamente un
peligro cierto para la vida o la integridad física de un testigo o de un imputado que
hubiese colaborado con la investigación, el tribunal deberá disponer las medidas
especiales de protección que resulten adecuadas.
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Es condición inexcusable para el ingreso al Programa la aceptación de la
protección por parte del beneficiario, ya que las medidas de protección en muchos
casos importan restricciones al ejercicio de ciertos derechos y además, como en el
caso de las custodias policiales, suponen una afectación al derecho a la intimidad.
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Luego, en el año 2007, por disposición del art. 9 de la ley 26.268, el art. 1 de la ley
25 toma la redacción actual. A su vez, el art. 1 de la citada ley de reforma introduce
el art. 213 ter al C.P.:
Artículo 213 ter.- Se impondrá reclusión o prisión de CINCO (5) a VEINTE (20) años
al que tomare parte de una asociación ilícita cuyo propósito sea, mediante la
comisión de delitos, aterrorizar a la población u obligar a un gobierno o a una
organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo, siempre que
ella reúna las siguientes características:
Para los fundadores o jefes de la asociación el mínimo de la pena será de DIEZ (10)
años de reclusión o prisión.
Aunque la remisión al art. 213 ter pareciere correcta, no termina allí la historia de
reformas. En el año 2011 es aprobada la ley 26.734, la cual en su artículo primero
deroga el “joven” art. 213 ter del C.P.. A su vez, en su art. tercero incorpora el art.
41 quinquies al C.P.:
Artículo 41 quinquies: Cuando alguno de los delitos previstos en este Código hubiere
sido cometido con la finalidad de aterrorizar a la población u obligar a las
autoridades públicas nacionales o gobiernos extranjeros o agentes de una
organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo, la escala se
incrementará en el doble del mínimo y el máximo.
Si bien el art. 6 de la ley 26.734 indica que se considerarán comprendidas a los fines
del artículo 1° de la Ley 25.241, las acciones delictivas cometidas con la finalidad
específica del artículo 41 quinquies del Código Penal, el legislador omitió modificar
el art. 1 de la ley en estudio.
En conclusión, si bien el art. 1 de la ley 25.241 remite al art. 213 ter del C.P., las
únicas acciones que quedan comprendidas en dicha ley son las cometidas con la
finalidad del art. 41 quinquies del código de fondo.
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a la mitad, al imputado que, antes del dictado de la sentencia definitiva, colabore
eficazmente con la investigación. Para obtener el beneficio se deberá brindar
información esencial para evitar la consumación o continuación del delito o la
perpetración de otro, o que ayude a esclarecer el hecho objeto de investigación u
otros conexos, o suministre datos de manifiesta utilidad para acreditar la
intervención de otras personas, siempre que el delito en que se encuentre involucrado
el beneficiario sea más leve que aquél respecto del cual hubiere brindado o aportado
su colaboración.
La ley no establece con mayor precisión que implica “colaborar eficazmente con la
investigación”. No es fácil en la práctica determinar cuando se está frente a uno u
otro supuesto, por ej., si la colaboración ha permitido impedir la continuación del
delito o el desbaratamiento de las actividades (art. 3).
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Sin embargo, surgen dos dificultades prácticas: por un lado, cuánto menor sea la
responsabilidad penal del delator, menos información podrá aportar. Por otro, la
dificultad del investigador para determinar si al delator le corresponde una
responsabilidad penal menor que al delatado. Si bien prima facie puede entenderse
que el arrepentido es un inferior dentro de la organización, conforme avance la
investigación, por la introducción de nuevos elementos probatorios, ello puede
cambiar.
Sin embargo tan pronto como la reducción de la escala penal prevista por los
artículos 2º y 3º aparezca como probable, podrá ser considerada a los fines de la
excarcelación de acuerdo a las normas procesales comunes.
Por su parte, el segundo párrafo presenta una solución relativa a una cuestión muy
debatida en el régimen de la ley 23.737: si debe o no tenerse en cuenta la
colaboración del imputado al momento de decidir acerca de su excarcelación. Más
adelante, al tratar diversas cuestiones de índole procesal, profundizaré sobre este
tema.
Resulta apropiado lo establecido por el art. 5º, más allá que no pase de una
remisión a lo dispuesto por las leyes procesales. La declaración del colaborador,
como ya resalté anteriormente, debe estar rodeada de todas las garantías
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necesarias para asegurar que ella sea otorgada en un marco de libertad absoluta.
Las consecuencias de la misma, no solo respecto de quien la realiza, sino también
de aquellos que puedan verse alcanzados por ella, realzan la necesidad de que
exista pleno control por parte de los sujetos procesales.
ARTICULO 6º — Será reprimida con prisión de uno (1) a tres (3) años cualquiera de
las personas que se acojan a esta ley y formulen señalamientos falsos o proporcionen
datos inexactos sobre terceras personas.
Quien comete este delito queda sujeto a una doble imputación: tanto por el delito
precedente, en virtud del cual se mintió al delatar, como por la falsedad en el
arrepentimiento. A ello debe sumarse que implica una condena casi segura el
formular falsos señalamientos o datos inexactos al acogerse a la figura. Además,
resulta un antecedente negativo respecto a la valoración de los jueces para el
juzgamiento del hecho terrorista.
Creo que convendría – si se opta por mantener el tipo, que, a mi juicio resulta
inconstitucional – añadir al texto de la norma una exigencia subjetiva en cuanto a
la conducta típica: ella debe ser realizada “deliberadamente” o “con el fin de
perjudicar a quien se sabe es inocente”. Con este agregado se despejarían cualquier
tipo de dudas en cuanto al arrepentido que, por error o ignorancia, incurriere en
falsedades. Es factible que quién se encuentre en un estamento inferior en la
organización no cuente con un conocimiento exacto y completo de la misma.
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órganos instructores: la evacuación de citas. El juez o fiscal de instrucción deben
investigar y corroborar todos los dichos del imputado. No puede tomarse la
declaración del arrepentido sin más, sino que tal como ha sostenido el Tribunal
Constitucional español, deben comprobarse sus extremos.
Sin embargo, tampoco considero que la falsedad deba quedar exenta de sanción,
aunque ésta, en mi opinión, debería limitarse a la pérdida del beneficio concedido.
Esta es la solución que adopta en su art. 6 el Proyecto de ley Nº 1331-D-20163, que
pretende incluir la figura para los casos de corrupción. El mismo establece
que cualquier persona que habiéndose acogido a esta ley, formulare imputaciones
falsas o proporcionare datos falaces sobre terceras personas con el fin de
perjudicarlas, perderá automáticamente los beneficios que la misma otorga.
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Se introducen diversas modificaciones relacionadas con los delitos de privación
ilegítima de la libertad coactiva (art. 142 bis C.P.) y secuestro extorsivo (art. 170
C.P.): agravamiento de penas, decomiso del inmueble donde se mantuviera a la
víctima y la introducción del imputado colaborador para estos casos. Esto último
se realiza incorporando un artículo en la parte general del Código Penal, el 41 ter,
que disponía (luego fue modificado para agregarle los casos de trata de personas)
lo siguiente:
Las escalas penales previstas en los artículos 142 bis y 170 de este Código podrán
reducirse en un tercio del máximo y en la mitad del mínimo respecto de los partícipes
o encubridores que, durante la sustanciación del proceso o antes de su iniciación,
proporcionen información que permita conocer el lugar donde la víctima se
encuentra privada de su libertad, o la identidad de otros partícipes o encubridores
del hecho, o cualquier otro dato que posibilite su esclarecimiento.
Sólo podrán gozar de este beneficio quienes tengan una responsabilidad penal
inferior a la de las personas a quienes identificasen.
Lo otro que aparece como innovador es que el delator debe revestir la calidad de
partícipe o encubridor. El art. 29 ter de la ley de estupefacientes hace referencia al
“incurso” en algunos de los delitos previstos en aquella ley o el art. 866 del Código
Aduanero. Como ya vimos, la jurisprudencia ha establecido que quedan alcanzados
por dicha norma todos los partícipes y los encubridores. Por ello no habría
diferencia entre uno y otro régimen. Por otro lado, el art. 2 de la ley sobre hechos
de terrorismo hace referencia al “imputado”, sin especificar ningún grado de
participación, por lo que considero que cualquier partícipe o encubridor de un acto
terrorista podría acogerse a la figura.
En cuanto a los datos aportados, estos deben permitir conocer el lugar donde se
encuentra la víctima, la identidad de los otros partícipes o encubridores o el
esclarecimiento del hecho. El positiva la inclusión del primer supuesto en tanto
tiende a resguardar la integridad de la víctima y el bien jurídico protegido.
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Para aquellos casos en que corresponde la pena de prisión perpetua (resultado de
muerte de la víctima), puede aplicarse entre 8 y 15 años de prisión.
Además, se modifica el art. 41 ter del C.P., agregando los dos artículos antes
mencionados al texto de la norma. Con ello se amplía el ámbito de aplicación del
arrepentido a los casos de trata de mayores y menores. Son aplicables
las consideraciones vertidas en el punto anterior (7.5).
Bien aclara Riquert (2016) que ley 26.683 fue sancionada como respuesta a los
reclamos y presiones del GAFISUD (Grupo de Acción Financiera de Sudamérica),
hoy llamado GAFILAT, un organismo intergubernamental creado para combatir el
lavado de dinero y la financiación del terrorismo, ante la evidente ineficiencia del
régimen instaurado por la ley 25.246 (2000) para combatir el mentado delito
económico. Basta mencionar que hasta la reforma – es decir, durante el lapso de 11
años – sólo se dictaron en todo el país tres condenas por blanqueo de capitales.
Frente a tal escenario fue que se aprobó esta ley, la cuál, además de las reformas ya
mencionadas, introduce al imputado colaborador al sistema de la ley 25.246.
Mas precisamente, el art. 22 de la ley 26.683 dispone que se incorpore como art. 31
de la ley 25.246 el siguiente texto:
Las previsiones establecidas en los artículos 2º, 3°, 4º, 5º, 6º y 7º de la ley 25.241
serán aplicables a los delitos previstos en los artículos 213 ter, 213 quáter y 303 del
Código Penal. La reducción de pena prevista no procederá respecto de los
funcionarios públicos.
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En el caso del artículo 6º de la ley 25.241 la pena será de dos (2) a diez (10) años
cuando los señalamientos falsos o los datos inexactos sean en perjuicio de un
imputado.
La solución del legislador es remitir a los dispuesto por la ley de hechos terroristas,
ampliando el ámbito de aplicación de dicha norma a los delitos contenidos en los
art. 213 ter, 213 quater y 303 del C.P. Hay que recordar que posteriormente la ley
26.734 (de diciembre del 2011) deroga los arts. 213 ter y quáter del C.P., quedando
sólo aplicable la figura al art. 303. Pero, tal como dispone el art. 6 de la ley 26.734,
el art. 31 de la ley 25.241 es aplicable también a los delitos del art. 306 del C.P.
7.8. Código Procesal Penal de Mendoza (ley 6.730): el arrepentido como principio de
oportunidad.
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legislativa el C.P.P. de Costa Rica. Mucho antes de la sanción de la ley citada en el
párrafo anterior, el legislador mendocino se consideró facultado
constitucionalmente para introducirlos en la normativa procesal. Criterio que
fuera convalidado por la Suprema Corte de la Provincia en el caso “Sosa Morán”
(2005).
4 Libro I, “Disposiciones generales”, Título II “Acciones procesales”, Capítulo 1 “Acción Penal”, Sección
cuarta “Criterios de oportunidad y actuación encubierta”:
Art. 26 - Principio de oportunidad. El Ministerio Público deberá ejercer la acción penal en todos los
casos en que sea procedente, con arreglo a las disposiciones de la ley.
No obstante, el representante del Ministerio Público podrá solicitar al Tribunal que se suspenda total o
parcialmente, la persecución penal, que se limite a alguna o varias infracciones o a alguna de las
personas que participaron en el hecho cuando:
1) Se trate de un hecho insignificante, de mínima culpabilidad del autor o del partícipe o exigua
contribución de este, salvo que afecte el interés público o lo haya cometido un funcionario público en
el ejercicio del cargo o con ocasión de él.
2) Se haya producido la solución del conflicto, lo que se acreditará sumariamente. En caso de delitos
originados en conflictos familiares, intervendrán los mediadores, tanto para la solución del mismo,
como para el control de ella;
3) En los casos de suspensión del juicio a prueba;
4) En el juicio abreviado;
5) En los supuestos de los parágrafos siguientes:
A toda persona que se encuentre imputada, o que estime pueda serlo, si durante la substanciación del
proceso, o con anterioridad a su iniciación:
a) Revelare la identidad de coautores, partícipes o encubridores de los hechos investigados o de otros
conexos, proporcionando datos suficientes que permitan el enjuiciamiento de los sindicados o un
significativo progreso de la investigación;
b) Aportare información que permita secuestrar los instrumentos, o los efectos del delito, valores,
bienes, dinero o cualquier otro activo de importancia, provenientes del mismo; se dispondrá:
1. Su libertad, con los recaudos del artículo 280 de este Código, a cuyo efecto deberá considerarse la
graduación penal del artículo 44 y pautas de los artículos 40 y 41 del Código Penal Argentino;
2. En caso de disponerse su prisión preventiva, se lo internará en un establecimiento especial, o se
aplicará el artículo 300;
3. El Tribunal pedirá al Poder Ejecutivo la conmutación o su indulto, conforme a las pautas del
apartado uno que antecede.
Bajo tales supuestos el Tribunal podrá suspender provisionalmente el dictado de su prisión preventiva.
La solicitud de todo lo aquí dispuesto deberá formularse por escrito o verbalmente ante el Tribunal, el
que resolverá lo correspondiente, según el trámite establecido para la conclusión del procedimiento
preparatorio de la investigación.
32
inclusive: de acuerdo a esta normativa el fiscal está facultado para solicitar al
tribunal la suspensión total o parcial de la persecución penal o su limitación
objetiva (“a alguna o varias infracciones”) o subjetiva (“algunas de las personas”)
en distintos supuestos, sin necesidad de recabar autorización de sus superiores
jerárquicos.
Art. 27 - Efectos del Criterio de Oportunidad. Si el Tribunal admite la solicitud para aplicar un criterio
de oportunidad, se produce la suspensión de la persecución penal con respecto al autor o partícipe en
cuyo beneficio se dispuso.
Si la decisión se funda en la insignificancia, sus efectos se extienden a todos los que reúnan las mismas
condiciones.
Art. 28 - Plazo para solicitar criterios de oportunidad. Los criterios de oportunidad podrán solicitarse
durante la sustanciación de la causa, y hasta la citación a juicio (artículo 364), con excepción del
juicio abreviado final (artículo 418).
33
Puede revocarse la suspensión pedido del Ministerio Público si se produjere la
reiteración de un ilícito; ello, siempre y cuando, no se hubiera producido el
sobreseimiento por prescripción de la acción penal o extinción de la misma en los
casos de suspensión de juicio a prueba.
5) A toda persona que se encuentre imputada, o que estime pueda serlo, si durante la
substanciación del proceso, o con anterioridad a su iniciación:
b) Aportare información que permita secuestrar los instrumentos, o los efectos del
delito, valores, bienes, dinero o cualquier otro activo de importancia, provenientes
del mismo; se dispondrá:
1. Su libertad, con los recaudos del artículo 280 de este Código, a cuyo efecto deberá
considerare la graduación penal del artículo 44 y pautas de los artículos 40 y 41 del
Código Penal Argentino;
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no guardan ninguna relación, salvo el hecho de constituir todos supuestos de
procedencia del principio de oportunidad.
35
independientemente de los eventuales efectos que tenga la calidad de delator en
relación al principio de oportunidad.
7.8.2.3. Colaboración
b) Aportare información que permita secuestrar los instrumentos, o los efectos del
delito, valores, bienes, dinero o cualquier otro activo de importancia, provenientes
del mismo;
La ley prevé para el arrepentido dos clases de efectos: el primero está relacionado
con la “situación de libertad” del imputado, mientras que el segundo tiene que ver
con la procedencia del “principio de oportunidad”. Ambos son independientes, por
lo que la decisión que se adopte sobre la libertad del delator en nada influye en la
decisión del fiscal de solicitar en su favor la suspensión total o parcial de la
persecución penal. También puede proceder la conmutación de la pena o el
36
indulto, pero ello será tratado, por cuestiones metodológicas, luego de analizar la
procedencia del arrepentimiento durante el juicio oral.
a. Régimen de libertad
De acuerdo al régimen general del art. 344 C.P.P. Mza. es el fiscal de instrucción
quien debe decidir sobre la libertad del delator prevista en el art. 26 inc. 5,
segunda disposición, punto 1: la disposición prevé que se dispondrá la libertad del
imputado “con los recaudos del artículo 280 de este Código, a cuyo efecto deberá
considerare la graduación penal del artículo 44 y pautas de los artículos 40 y 41 del
Código Penal Argentino;”
Si el fiscal considera que debe restringirse la libertad del delator (aun practicadas
las reducciones que ordena la ley), resultará de aplicación excepcional el régimen
de libertad del art. 26, inc. 5, segunda disposición, punto 2). Allí la ley ordena que
“En caso de disponerse su prisión preventiva, se lo internará en un establecimiento
especial, o se aplicará el artículo 300 (libertad caucionada)”, decisión que debe
adoptar el juez de garantías, de acuerdo al art. 293 del ordenamiento adjetivo.
5 Art. 280 - Situación de Libertad. Con las limitaciones dispuestas por este Código, toda persona a
quien se le atribuya la participación en un delito permanecerá en libertad durante el proceso. A tal
fin deberá: 1) Prestar caución, salvo los casos de suma pobreza o que se considere innecesaria. 2)
Fijar y mantener un domicilio. 3) Permanecer a disposición del órgano judicial y concurrir a todas las
citaciones que se le formulen. 4) Abstenerse de realizar cualquier acto que pueda obstaculizar el
descubrimiento de la verdad y la actuación de la Ley.
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prestar caución. Salvo que se entienda que la caución debe ser siempre real o en su
defecto personal, no aplicándose en ningún caso el beneficio de pobreza.
El arrepentimiento está regulado dentro de los supuestos que pueden dar lugar al
principio de oportunidad, por lo que, independientemente de la discusión sobre la
libertad, el fiscal puede solicitar al juez la suspensión total o parcial de la
persecución penal a favor del delator.
El tribunal puede en este caso – como en todo supuesto que dé lugar al principio de
oportunidad – , suspender provisionalmente el dictado de la prisión preventiva
(art. 26, penúltimo párr.)
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En opinión de Vega, si bien la intención del legislador ha sido obtener la delación
del imputado desde el mismo momento de la imputación desde el mismo momento
de la imputación, la posibilidad de acogerse a la figura no se limita a la etapa de
investigación y así lo entiende el Código al referirse en el primer párrafo del art. 26
“a la substanciación del proceso”. En ese sentido el autor citado distingue las
distintas alternativas que pueden darse si el imputado decide arrepentirse durante
etapa del juicio oral:
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8. Cuestiones procesales
“La norma en cuestión, sin embargo, parece decirle al imputado "no delincas,
pero si lo haces --como el bien jurídico que vulneraste con tu conducta
compromete el orden público-- puedes colaborar para que se descubra la
verdad, para que se impida o evite una situación de peligro; y, en tal caso, la
pena que te corresponde va a ser atenuada y si --además-- tu colaboración es
activa e idónea, se te va a eximir de la pena". Así pues su contenido es
absolutamente coactivo respecto del imputado ya que la norma lo está
obligando a hacer algo --que en sí mismo puede ser lícito, como impedir o
disminuir un peligro o aportar pruebas para el descubrimiento de un hecho--
pero cuya ilicitud reside en la misma exigencia por parte de la norma. Podrá
alegarse que el sujeto no es obligado ya que no actúa contra su voluntad, sino
con ella, sin embargo dicha voluntad no es libre, puesto que al sujeto se le está
ofreciendo --mediante el mensaje de la norma en cuestión-- un beneficio a
cambio de su declaración.”
El otro obstáculo señalado por la autora surge de los art. 33 bis y 34 bis de la ley
23.737. El primero, analizado en el punto 7.3.3, dispone medidas de protección
para el delator, entre ellas la de sustituir su identidad; mientras que el segundo
dispone el anonimato del denunciante. Todo ello sería incompatible con la garantía
de defensa en juicio de los señalados por el delator.
40
Tal como señalan Báez (2003) y Spolansky (2001) , la declaración del imputado
colaborador, en cuanto implica una confesión, debe estar rodeada de diversos
requisitos a fin de asegurar su voluntariedad.
El primer autor señala que la Corte Suprema de los Estados Unidos (en Mc Carthy
c. United States) ha establecido que la admisión de la culpabilidad por parte del
acusado dependía de la comprensión de los elementos de la ofensa y las
consecuencias de ese reconocimiento. Por ello, la confesión debe emanar de una
acto libre y voluntario. Spolansky enumera los requisitos que deben cumplirse
para que la delación revista dichos caracteres (libertad y voluntariedad):
La manifestación debe realizarse ante un juez (fiscal en los sistemas
acusatorios) y exclusivamente ante él deben realizarse los aportes útiles
para identificar a los responsables o secuestrar bienes relacionados con el
hecho;
Antes de formular su información el declarante deberá tener noticias claras
de sus derechos y obligaciones: los potenciales beneficios, la protección que
puede brindársele, que requisitos debe cumplir la información que brinde,
las consecuencias de que incurra en falsedades al momento de declarar, etc.
Deberá contar con la asistencia de su abogado de confianza;
Por último, deben cumplirse todas las formas establecidas por las leyes
procesales para la declaración indagatoria.
Pero ello no es todo, Báez señala que el tribunal que dicte sentencia, ateniéndose a
la reducción legal prevista, se encuentra constitucionalmente obligado a controlar
que el reconocimiento de la culpabilidad sea voluntario antes de ser aceptado
como fundamento de la condena (este criterio fue sostenido por la Suprema Corte
de los Estados Unidos en “Sheldon vs. United States” y “Martin vs. United States”).
Pero surge otra duda: ¿el arrepentimiento entra en colisión con lo dispuesto por el
art. 178 del C.P.P.N.?. En efecto, éste dispone que “nadie podrá denunciar a su
cónyuge, ascendiente, descendiente o hermano, a menos que el delito aparezca
ejecutado en perjuicio del denunciante o de un pariente suyo de grado igual o más
próximo que el que lo liga con el denunciado.”
41
Lo mismo prevé el art. 329 in fine del Código mendocino; cabe mencionar que aquí
se aparta de su fuente, la legislación cordobesa, donde sólo se incluye una facultad
de abstención para testimoniar por parte del pariente cercano.
8.4. ¿Qué sucede frente a la frustración del resultado previsto por la norma cuando la
información ha sido idónea?
42
8.5. ¿Debe tenerse en cuenta la colaboración al momento de resolver la excarcelación
del imputado?
Postura restrictiva
Por último, se podría hacer una interpretación formal de los términos de la ley
23.737: al hablar ésta de “’Tribunal”, descarta al juez de instrucción entre los
órganos judiciales facultados para reducir o eximir de pena al “arrepentido”.
Postura amplia
Esta solución adopta el artículo 4 de la ley 25.241 al disponer que: “la reducción de
pena prevista precedentemente deberá ser decidida por el tribunal del juicio al dictar
la sentencia definitiva. Sin embargo tan pronto como la reducción de la escala penal
prevista por los artículos 2º y 3º aparezca como probable, podrá ser considerada a
los fines de la excarcelación de acuerdo a las normas procesales comunes.”
43
impositiva. Pasados más de dos años de aquel procesamiento, Fariña se acoge al
régimen del arrepentido en una causa por lavado de activos competencia del
Juzgado Federal Nº 7 de la C.A.B.A.. Por disposición de ese órgano jurisdiccional se
incorpora al arrepentido al Programa Nacional de Protección de Testigos e
Imputados.
Para empezar resulta útil acudir al derecho comparado, donde la figura ha tenido
mayor uso en la práctica. Montoya (1997) señala que el juez Falcone, “con su gran
experiencia acerca del tema, decía que el uso procesal de las declaraciones del
arrepentido no debía ser tratado como una solución general en una investigación
relativa al tráfico de estupefacientes ni podía ser desechado con desaprobación
desde un punto de vista prejuicioso.”
El autor señala que el magistrado italiano seguía ciertas reglas al estimar las
declaraciones de los pentito. En primer lugar, la veracidad de las mismas debían
ser puestas a prueba en el momento mismo en que se las recibía al: a) preguntar
siempre al sujeto que indique los elementos fácticos que vinculen la pertenencia de
un individuo a una asociación de tipo mafioso o la responsabilidad en un delito
específico b) verificar en que medida el sujeto conoce el interior de la organización
a través de interrogatorio sobre diversos aspectos conocidos por el juez mediante
otras fuentes de información.
44
imputación contra sí mismo e) la cautela demostrada durante el interrogatorio f) la
solidez de las razones que lo llevaron a confesar su responsabilidad y delatar.
En nuestro país la normativa que recepta la figura del arrepentido no prevé reglas
especiales en cuanto a la valoración de sus dichos. Tampoco lo hace la ley
procedimental nacional o provincial.
Por otro lado, están quienes se pronuncian por la validez de este tipo de
declaraciones (Montoya, Báez, Riquert, Spolansky, Franceschetti). Todos estos
autores consideran que este tipo de declaraciones son sólo un medio más de
recrear la verdad. No deben ser consideradas una suerte de “prueba privilegiada”,
sino que deben valorarse en conjunto con la totalidad de diligencias tendientes a
dilucidar el hecho constitutivo del proceso.
45
Báez sostiene que, a falta de previsión legislativa, la ponderación de los dichos del
delator judicial deben ser evaluados según los principios generales de la valoración
probatoria, es decir, acudiendo a la sana crítica racional. Según este principio el
juez no se encuentra atado a previsión normativa alguna, en otras palabras, no hay
una “tasación legal” de la prueba, sino que sólo debe someter sus conclusiones a las
reglas de la lógica, la psicología y la experiencia común.
9. Críticas a la figura
Son varios los autores (Montoya, Báez, Cohen, Terragni, Anitua) que ven al derecho
premial como un elemento desestabilizador de la relación causal entre delito y
pena, llevando indefectiblemente a un derecho penal de autor.
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a los supuestos de tipo de autor atendiéndose más a la actitud del sujeto que a los
hechos.
El art. 18 de la C.N. dispone que “nadie puede ser obligado a declarar contra sí
mismo”. Actualmente esta garantía se encuentra asimismo reconocida por el art.
75, inc. 22 de la C.N. que incorpora la Convención Americana de Derechos
Humanos, la cual que contiene este mismo derecho en su art. 8 ap. 2 inc. g), y
precisa en el apartado tercero del art. 8 que “la confesión del inculpado solamente
es válida sin es hecha sin coacción de ninguna naturaleza”.
47
su situación será más grave": su situación no será más grave sino que será igual
pues ya conocía el sujeto la consecuencia que tenía su obrar. Ahora debe elegir
entre el mal amenazado (pena en abstracto) que desdeñó al delinquir y algo mejor
(reducción o exención de pena)”. Entonces puede afirmarse que ahora la libertad
es mayor pues son mayores las opciones a seguir para evitar la pena conminada:
abstenerse de declarar o colaborar.6
Spolansky reconoce que una de las principales críticas a la figura es que se obliga al
imputado a elegir la pena más leve, cuando, quizás, en un debate público, o bien
podría tener el mínimo de la escala penal más grave, o bien podría ser absuelto. Si
bien señala que ello es cierto, es un aléa que el imputado debe afrontar producto
de un debate oral. El arrepentido no es obligado normativamente a transmitir
información útil. Tampoco lo es físicamente, y es él y su abogado quienes deberán
calcular cuáles son las consecuencias más ventajosas para el interesado.7
Debo admitir que ambas conclusiones me parecen acertadas, por lo que no creo
que la delación premiada vulnere la facultad del imputado “de no declarar en su
contra”. Considerar el arrepentimiento una forma de coacción al imputado,
llegando incluso a expresar que elimina su voluntad, importa, a mi juicio, una
mirada muy sesgada de la figura.
6
7
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colabora está en posición de obtener una pena reducida. En otras palabras, todos
aquellos que cumplan con los requisitos normativos tienen la posibilidad de
colaborar y obtener en beneficio procesal, dependiendo solo de su voluntad
hacerlo o no. El que primero colabora se beneficia y el siguiente quizás no tenga
esa posibilidad, pero, si éste hubiera llegado primero hubiera podido colaborar y
no el otro luego. No creo, por tanto, que se halle vulnerado el principio de igualdad
ante la ley.
Tal como señala Vega (1997) “el problema no consiste tanto en las formalidades
que deben rodear la actuación del arrepentido, sino en relación al resto de los
imputados que pueden ver vulneradas sus garantías constitucionales. Por ejemplo,
sus defensores, en principio, no podrán acceder a la totalidad de la prueba en
contra de sus clientes cuando en la causa ha delatado un “arrepentido”, ya que esto
implicaría poner en evidencia esa delación.”
El igual sentido se expide Neira (1997) al comentar el art. 34 bis de la ley 23.737, el
cual dispone que las personas que denuncien cualquier delito previsto en esta ley o
en el artículo 866 del Código Aduanero, se mantendrán en el anonimato. La autora
considera que la norma limita por parte de los otros imputados su derecho de
defensa derivado del conocimiento de quien declara, cómo y cuánto puede saber e
impidiendo, asimismo, la posibilidad de un careo.
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consideradas al dictar el procesamiento del imputado. En virtud de ello el órgano
jurisdiccional entendió que:
Los detractores de esta figura alegan que a través del arrepentimiento el Estado se
vale, y a la vez estimula, una conducta moralmente disvaliosa: la delación entre
pares. En este sentido Terragni considera que la delación premiada es
jurídicamente indefendible, “porque la ley que no se funda en la ética no es Derecho
sino un ejercicio de la fuerza por parte del Estado”. Luego hace referencia a la
“función didáctica de la ley”:
“El Estado no puede dictar una ley que, como todas tiene un contenido
didáctico, auspiciando esta forma de delación fácilmente identificable como
traición. Si lo hiciese educará de manera a los ciudadanos para que aprecien
que es preferible la perfidia a la lealtad, aunque esta última tenga lugar en el
oscuro ámbito de la delincuencia.” (Terragni 1998)
Para fundamentar su posición cita a Beccaría, el cual expone que “las acusaciones
secretas son desórdenes en muchas naciones por la debilidad de su constitución".
"Quien puede sospechar en otro un delator, ve en él a un enemigo. Entonces los
hombres se acostumbran a enmascarar los sentimientos propios y, con el uso de
escondérselos a otros, llegan finalmente a escondérselos a sí mismos. Desgraciados
cuanto llegan tales extremos. Si tuviere que dictar nuevas leyes en algún rincón
abandonado del universo, antes de autorizar tal costumbre me temblaría la mano".
Spolansky sale al cruce de esta objeción recordando que “que nadie tiene el
derecho a no ser investigado y que los llamados pactos de silencio entre los
miembros de un grupo cuyas obras son delitos no están protegidos por ninguna
regla constitucional. La deslealtad entre criminales podrá tener sus propias reglas,
pero el Estado no las reconoce como válidas, ni tampoco protege su
incumplimiento, pues ello implicaría, por una parte, la validez de los compromisos
en relación a la actuación de quienes violan la ley penal y, por la otra parte, un
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modo autofrustrante de convertir en irrealidad el sentido de la amenaza de la ley
del Estado.”
Creo que aquí finca la más estoica crítica que puede hacérsele al arrepentimiento:
en su verdadera utilidad práctica. Estimo que quienes busquen desechar este
instrumento deberían hacer foco en cuáles han sido los beneficios que el
arrepentido ha traído a la praxis jurídica penal. Teniendo en cuenta que su
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fundamentación es puramente utilitaria, si lograse demostrarse que ella es inútil
para cumplir los fines propuestos al momento de legislarla, no quedarían entonces
motivos valederos para sostener su existencia, máxime si se considera la presión
que generan la gran cantidad de opiniones doctrinarias que la rechazan.
A ello hace referencia Coussirat cuando menciona que en Mendoza ha sido ínfima
la incidencia práctica que ha tenido la incorporación del arrepentido a la
legislación. Escasísimos han sido los casos en que el instituto se ha aplicado en la
provincia y ha generado diversas controversias y dificultades prácticas. (Coussirat,
et al. 2008)
52
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