Cuando un sueño nace tiene mucha energía, va por la
vida alegre, ilusionado y creyendo que todo es posible.
Pero a menudo, los sueños se vuelven inseguros y se
esconden en las hojas de algún viejo cuaderno en el fondo de un cajón. Incluso algunas veces son olvidados y tapados por cosas inútiles, papeles caducados, facturas pagadas y antiguos recuerdos. Se quedan ahí, inmóviles, acumulando polvo, creyéndose imposibles.
Pero los sueños no quieren morir y por eso luchan con
todas sus fuerzas una y otra vez hasta que por fin encuentran la manera de salir del fondo del cajón y recordarnos que lo verdaderamente importante en esta vida es luchar por hacerlos realidad.