empuja lejos de mi, cada vez mas lejos de mi y de mis contri-
ciones.
Dentro del placard, Roberta, perdida en sus terrores noc-
turnos, los mismos que en su jnfancia la despertaban en me-
dio de la noche y la dejaban pegada a las sbanas, a veces, y a
veces la impulsaban a avanzar por los largos corredores de la
casa a oscuras, en verdadero acto de arrojo, para asegurarse
de que la puerta de calle estuviera con llave y era ella tan
chica que apenas alcanzaba el picaporte.
‘Ahora al menos sabe que los miedos de las tltimas noches
agustinas no son fruto de Ja amenaza externa ni siquiera dela
posibilidad no descartada de que a Agustin le yuelva a dar
otro arrebato. Suponiendo que haya sido arrebato, supo-
niendo que la cosa haya ocurrido y no sea otra de las nuevas
mentiras de Agustin. Habia sido mujer, no hombre, equé ha-
bra querido decirle Agustin desde un principio?
Alguien sembré en ella una semilla de terror. O es semilla
propia y ha crecido. Sies asi
i el miedo no me viene de
fuera, me digo puedo decirme digo Esta Soy Yo: mi miedo. Mi
miedo es parte de mi y no hay de qué asustarse. Agustin, Agus-
tin, este miedo que es parte de uno es el peor de los miedos.
Puede hacerte matar este miedo al querer suprimirlo a él,el
miedo.
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