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El Pensamiento Crítico en la Educación

Carlos Arturo Hoyos Vallejo


PhD (c), DBA (c)
DOI: 10.13140/2.1.1071.4248

¿De qué manera contribuye el pensamiento crítico en la generación de nuevos

conocimientos necesarios para el desarrollo humano?, ¿es posible sugerir un modelo de

pensamiento crítico que conduzca al conocimiento y al desarrollo humano?

Brookfield (1987) planteó hace más de 25 años, la importancia que tiene para la

sociedad el desarrollo del pensamiento crítico en las personas, y la gran responsabilidad que

tiene la educación escolar de enseñarlo a los niños. Al respecto se han realizado muchos

estudios en revistas científicas dedicadas a la educación, llamando la atención sobre la

“necesidad de desarrollar pensadores críticos como una prioridad nacional, por motivos

cívicos y económicos.” (p. 379). Conviene recordar que en la década de los 80´s Estados

Unidos se encontraba en medio de un gran dilema. "Lo mejor que le pasó a Estados Unidos

fue que, en los años ochenta, todos creían que los japoneses nos iban a superar en todo... y

eso fue lo que hizo que el país se pusiera las pilas" (Entrevista a Bill Gates, realizada por

Oppenheimer, 2012, p. 14).

Los problemas que han tenido que sortear las personas han sido los mejores

generadores de movilización para el desarrollo del pensamiento crítico. (Brookfield, 1987).

El autor destaca en términos cívicos que una población críticamente informada fomenta una

sociedad democrática; y en términos económicos, una fuerza laboral críticamente activa y

creativa es la llave del resurgimiento económico en medio de un mundo inmerso en una

carrera por la competitividad internacional, que requiere mano de obra flexible y adaptable.

“Nada es más importante que la capacidad del país para cumplir con el reto competitivo del
futuro” (Johnston citado por Brookfield, 1987, p. 380). Estas preocupaciones ocuparon, en

su momento, el primer lugar de los esfuerzos educativos de pensamiento crítico en las

escuelas, y se comenzaron a diseñar currículos educativos para enseñarlo.

Los estudios realizados por Sternberg pusieron en evidencia la falta de

correspondencia entre el pensamiento crítico que requiere el adulto y el que le enseñan en

la escuela. (Brookfield, 1987, p. 380). Este autor propuso varias pistas para reconocer el

pensamiento crítico en las personas: (a) el pensador crítico genera una actividad productiva

y positiva, este tipo de pensador es creativo e innovador por esencia, ve el futuro como un

escenario lleno de posibilidades y advierte la diversidad de valores, comportamientos,

estructuras sociales y formas artísticas del mundo; (b) el pensador crítico se encuentra

inmerso en un proceso de pensamiento que lo conduce a interrogar continuamente los

supuestos en los que se sustenta el ´establishment´; el interés del pensador crítico no está

centrado en el resultado, sino en el proceso, un sencillo ejemplo puede ser el siguiente: la

técnica de los cinco por qué, desarrollada en el sistema de producción de Toyota en los

años 80´s; (c) el pensador crítico puede mostrarse de diferentes formas dependiendo el

contexto en el que se encuentre, (e.g. de forma pasiva mediante la escritura o la

conversación, o de forma activa expresando claramente sus intereses y cuestionamientos);

(d) el pensador crítico emerge por la acción de acontecimientos positivos y negativos que lo

rodean, (e.g. problemas, crisis, tragedias, etc); y (e) el pensador crítico es a la vez emotivo y

racional, las emociones juegan un papel central en el proceso del pensamiento crítico que lo

conduce a desafiar el statu quo y a aceptar retos.

Las características anteriormente descritas en la manera como se comporta un

pensador crítico en el mundo real pueden ayudar a que los programas educativos sobre el

pensamiento crítico se ajusten más a la realidad, y a las necesidades del individuo dentro
del ambiente empresarial, creando nuevas oportunidades de negocios y fomentando la

competitividad. Brookfield (1987) planteó varios componentes del pensamiento crítico. En

este artículo se busca ajustarlos dentro de un proceso educativo, con la intención de

proponer un modelo que por medio del pensamiento crítico y creativo la información llegue

a ser conocimiento, y el conocimiento se convierta en desarrollo humano. Si el pensador

crítico es un creativo e innovador en la práctica, el proceso que se propone para formar el

pensamiento crítico es el siguiente. De acuerdo con Brookfield (1987) el momento inicial

ocurre, cuando “una persona percibe que algún aspecto de su vida es insatisfactorio, y toma

la decisión de cambiarlo todo,” (p. 384). Estos cambios pueden ser impuestos o elegidos.

Cualquiera que sea su origen generan mucha enseñanza y promueven el pensamiento

crítico, porque la persona inicia un proceso reflexivo acerca de lo que sucedió, intentando

conectar hechos e interpretaciones, como usualmente lo hacen las personas. De acuerdo con

Habermas citado por Brookfield (1987, p. 387) cada vez que alguien inicia un proceso

como el que se acaba de describir, ese individuo se encuentra en la etapa de aprendizaje

emancipatorio.

El desarrollo del pensamiento crítico debería comenzar por “identificar y desafiar

supuestos”, éstos son los famosos estereotipos que nacen de ideas, creencias, valores y

acciones que las personas dan por ciertas. Cuando el individuo contempla por primera vez

un problema tiende a solucionarlo según la manera habitual de ver las cosas; para romper

con esta tendencia es necesario introducir en la cotidianidad el “hábito de romper hábitos”,

para crear la costumbre de no conformarse con la forma tradicional de ver y solucionar los

problemas. “Los grandes empresarios tienen la enorme cualidad de fijarse en qué hábitos

están inmersos sus empleados…para motivarlos a salir de ellos.” (Parra, 2003, p. 47).

Durante esta etapa ocurre un ´aprendizaje reflexivo´ que se caracteriza por la exploración
interna de la situación estudiada, activada por una experiencia, lo que crea y clarifica el

significado, y produce un cambio de perspectiva conceptual” Boyd y Fales citados por

Brookfield (1987, p. 388).

Una vez que el pensador crítico ha identificado los supuestos que ha aceptado

acríticamente, debe comprender que estas interpretaciones forman parte de un contexto

particular, que influencia los pensamientos y las acciones de los individuos que están dentro

de ese contexto. Una pregunta para generar comprensión de lo que está sucediendo es: ¿Y

quién dijo que…? Esta frase “resume el arte de eliminar los supuestos en los que

continuamente nos vemos inmersos”. (Parra, 2003, p. 68). (e.g. ´Y quien dijo que…´ “los

empleados deben trabajar y no pensar.” ´Y quien dijo que…´ “las decisiones tomadas por el

director ejecutivo, los padres, y los presidentes son infalibles e inviolables”, etc.

(Brookfield, 1987, p. 383). Esta etapa de comprensión y de resolución de contradicciones,

según el pensamiento dialéctico es un proceso continuo de emisión de juicios, en el que se

modifican los juicios originales y se considera el cambio como la realidad fundamental.

Ahora que el pensador crítico ha sido capaz de identificar supuestos y de

comprender que éstos surgen de contextos particulares, debería pasar al terreno de la

creatividad, dando espacio a la imaginación y a la exploración de nuevas formas de pensar,

mediante la generación abundante de ideas; para lograrlo es importante que el pensador

crítico, al menos por un momento, suspenda el juicio y se concentre en desarrollar muchas

ideas. (Parra, 2003, p. 56). Al respecto, la literatura ha generado muchas y variadas

técnicas.

El último momento educativo de generación de un pensador crítico consiste en que

éste sea consciente que no hay explicaciones últimas de nada, ni que existe una verdad

universal aplicable a todas las circunstancias; en consecuencia, el pensador crítico debe


autodefinirse como un ´escéptico reflexivo´, porque “no traga entero”. “Solamente porque

una idea es aceptada por todos los demás no significa que nosotros creamos en su verdad

innata sin la primera comprobación de correspondencia con la realidad que se

experimenta.” (Brookfield, 1987, p. 384). Consciente de esta situación el pensador crítico

debe hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué pasaría si…? (e.g. ¿Qué pasaría si… dejamos de

producir materias primas y generamos productos de media y alta tecnología?, ¿Qué pasaría

si combinamos… palabras o realidades inusuales para generar nuevas realidades? “El

pensador crítico es un crítico de las soluciones únicas, es un crítico de quien dice que ha

descubierto la clave para resolver los problemas interpersonales, etc.” (Brookfield, 1987, p.

384).

Ennis citado por Brookfield (1987) propuso una lista de doce aspectos que

caracterizan el pensamiento crítico, entre los cuales se destacan las capacidades analíticas y

argumentativas, que permiten reconocer ambigüedades, identificar contradicciones e

indagar la coherencia de las conclusiones. A lo largo del proceso educativo anteriormente

descrito, el centro de atención debe estar puesto en el desarrollo de las capacidades

analíticas, argumentativas e incluso propositivas, que hoy son conocidas como las

competencias básicas.

De acuerdo con Bailin et al. (1999) es factible plantear procesos de aprendizaje

alternativos del pensamiento crítico, lo que conduce a la generación de conocimiento.

Existen diversos estudios que sostienen que el estudio del pensamiento crítico consiste en

desarrollar habilidades de pensamiento, conectadas con las habilidades cognitivas de

interpretación, análisis, evaluación, inferencia, explicación y auto-regulación; entre ellos el

Reporte Delphi sobre pensamiento crítico (Facione, 1990 citado por Bailin et al., 1999, p.

270). En consecuencia, es muy importante estar atento a no caer en reduccionismos frente


al pensamiento crítico, pues una visión del pensamiento crítico centrada exclusivamente en

habilidades, excluye el papel que cumplen las actitudes. Otros estudios han considerado que

el pensamiento crítico es un proceso mental, con operaciones mentales específicas, tales

como: “clasificación, deducción, observación, evaluación, síntesis y suposiciones.” (Kirby

y Kuykendall, 1991, p. 7 citado por Bailin et al., 1999, p. 273). Los críticos del

pensamiento crítico visto como proceso sostienen que se puede generar confusión entre

proceso y tarea, pues el hecho de hacer las tareas no garantiza la obtención del mismo

resultado. (White citado por Bailin et al., 1999). La visión del pensamiento crítico como

proceso corre el riesgo de ser visto como un producto fruto del procesamiento de unos

insumos específicos. Lo que significa que el pensamiento crítico es fruto de una acción

mecánica de producción, que limita la esencia del concepto y su práctica. Tampoco es

correcto, de acuerdo con Bailin et al. (1999) ver al pensamiento crítico como un conjunto

de procedimientos, porque se instrumentaliza, y se puede caer en conclusiones erróneas,

pensando que por haber garantizado el cumplimiento de cada uno de los procedimientos,

entonces se posee el pensamiento crítico, nada más equivocado.

Sin embargo, existe una variable determinante para el desarrollo del pensamiento

crítico, y es el considerarlo como procedimiento en la secuencia de pasos complejos,

teniendo en cuenta dos puntos de vista. El primer punto de vista hace énfasis en un número

manejable y ordenado de procedimientos, que pueden ayudar a resolver las cuestiones que

le corresponde; y el segundo punto de vista resalta que hay una cantidad importante de

procedimientos provechosos, en donde el orden no está determinado, y el dominio de los

pasos propuestos no es el único que se puede considerar. Este segundo punto de vista es el

más aceptado en los círculos académicos, pues el desarrollo del pensamiento crítico no es

fruto de una receta que hay que seguir rigurosamente. Los investigadores han llamado a
estos procedimientos complejos, algoritmo y heurística. De acuerdo con Nickerson et al.

(1985, p. 74 citado por Bailin et al., 1999) “un algoritmo es una prescripción paso a paso

que es garantizada para lograr un objetivo particular; un heurístico es un procedimiento que

razonablemente ofrece una solución.” (p. 276). Las opiniones de los autores al respecto de

cuál procedimiento es el mejor está dividida; mientras que los primeros prefieren una

secuencia de pasos a ser seguidos, y los valoran como significativos (Playa, 1987, p. 146-

147 citado por Bailin et al., 1999, p. 277); los segundos, se inclinan porque no se planteen

procedimientos prescritos, sino más bien proponen que se trabajen hipótesis que puedan ser

utilizadas flexiblemente por los profesores y adaptadas por los estudiantes. (Marzano et al.,

1988, p. 34 citado por Bailin et al., 1999, p. 277). Cualquiera que sea la opción que se

prefiera es importante resaltar que el objetivo primordial es el desarrollo del pensamiento

crítico, y por tanto, se debe poner a su servicio la metodología que se elija colocando el

énfasis en los estándares que es necesario alcanzar.

La educación para el desarrollo del pensamiento crítico debe partir del

planteamiento de un objetivo, por ejemplo: contestar una pregunta, tomar una decisión,

solucionar un problema, elaborar un plan, diseñar un proyecto (Bailin et al., 1999, p. 286);

y posteriormente, fomentar la práctica de las habilidades que se quieren adquirir. El

objetivo de la práctica no consiste en la repetición de las habilidades de pensamiento, sino

en la creación de oportunidades mediante las cuales el estudiante pueda desarrollar

conocimiento relevante, por ejemplo, el desarrollo de habilidades para compararse con…,

hace que el pensamiento crítico mejore. Entonces el papel central que cumple la práctica en

el desarrollo del pensamiento crítico está en la calidad del razonamiento.

De acuerdo con Bailin et al. (1999) para llegar a ser un pensador crítico uno debe

comprender qué es lo que constituye un razonamiento de calidad, así como el compromiso


con la búsqueda permanente de la calidad del razonamiento y su constante utilización. (p.

281). Por tanto, es necesario: (a) tener conocimientos previos, (b) conocer los principios y

normas de la argumentación y la investigación, (c) el conocimiento de los conceptos

fundamentales, (d) el conocimiento de estrategias heurísticas relevantes -innovadoras,

creativas-, y (e) el conocimiento de los hábitos de la mente para ampliar la mirada,

desarrollar una actitud inquisitiva y un sentido de respeto por la producción de calidad. (p.

286). Para lograrlo se pueden emplear una gran cantidad de medios que promuevan el

desarrollo del pensamiento crítico, incluyendo la instrucción, el modelamiento, la creación

de un ambiente educativo en el que la investigación crítica se valore y se nutra, la creación

frecuente de oportunidades para que los estudiantes piensen críticamente y descubran

errores dentro del proceso acompañados de una adecuada retroalimentación. (p. 281-282).

La enseñanza del pensamiento crítico según Bailin et al. (1999) tiene todo que ver

con la conceptualización y el uso adecuado de los conceptos y normas dentro de un

contexto en particular, de manera que conduzca a la deliberación crítica, a la discusión, a la

exploración de opciones, al planteamiento de mejores alternativas de solución a los

problemas que aquejan a las sociedades y al mundo en general. Existen muchas y variadas

prácticas en el ámbito de la academia en los que el pensamiento crítico desarrolla un rol

fundamental, (por ejemplo: los concursos de debate competitivo con el formato Karl

Popper, muy utilizados en la educación secundaria y universitaria; el modelo de Naciones

Unidas ampliamente difundido en escuelas y universidades por todo el mundo, entre otros),

que le han dado un giro significativo al papel educativo que deben jugar los actores

implicados en este proceso.

La educación de las actuales generaciones se debe ocupar de guiar a los individuos a

alcanzar mayores niveles de desarrollo humano, una educación que desarrolle altas
sensibilidades emocionales, intelectuales y de la imaginación que enriquezcan a la

sociedad. Los estudiantes van a la academia a someterse a un proceso de pensamiento

profundo, de aprendizaje crítico de una manera que es natural para el funcionamiento del

cerebro humano, en contraposición a un robot que opera de forma secuencial y a alta

velocidad. Su búsqueda y la de sus padres es la de una educación con un sentido más

profundo que no se ve por lo general en la sociedad contemporánea, que prepare el camino

para un cambio social positivo y significativo. Watagodakumbura (2013).

El desarrollo del pensamiento crítico es desarrollo del conocimiento. Se produce

conocimiento para generar más desarrollo. Las sociedades actuales son desarrolladas o

avanzan con rapidez hacia el desarrollo con ciertas excepciones; han sido la ciencia y la

tecnología las grandes protagonistas de los cambios vertiginosos a que está abocada la

humanidad entera. De acuerdo con Roger (2002) “si el desarrollo humano se redujese a ser

un desarrollo en lo material, el homo faber podría estar muy orgulloso de sí mismo.”

(Roger, 2002, p. 10). Sin embargo, la palabra desarrollo no es un concepto unidimensional,

además del desarrollo científico y tecnológico, hay otros “desarrollos sociales, psíquicos y

morales.” (p. 11). El desarrollo psíquico se refiere al desarrollo de la mente. De esto se ha

tratado el presente artículo, porque desarrollar la mente significa desarrollar el pensamiento

crítico. Este es el gran oficio de la educación, enseñar a “articular la información, para así

crear conocimiento. Posee conocimiento no aquél que recibe información, sino aquél que

sabe articular la información y organizarla. Y para ello se imponen dos procesos: un

proceso de democratización del conocimiento y un nuevo tipo de educación.” (p. 13). No

puede seguir sucediendo que el peor servicio público que haya en los países

latinoamericanos siga siendo la educación, porque hay educación para ricos y educación

para pobres. Esto es una aberración.


De acuerdo con la UNESCO (2005) la sociedad del conocimiento es “la capacidad

para identificar, producir, tratar, transformar, difundir y utilizar la información con vistas a

crear y aplicar los conocimientos necesarios para el Desarrollo Humano.” La sociedad del

conocimiento plantea los siguientes desafíos: (a) ¿es posible aceptar que las futuras

Sociedades del Conocimiento funcionen como clubes cerrados y reservados a unos cuantos

privilegiados?, (b) ¿las Sociedades del Conocimiento serán sociedades del saber

compartido y conocimiento accesible para todos o sociedades del saber repartido?, (c) el

acceso a conocimientos útiles y pertinentes depende de la formación de las capacidades

cognitivas y una reglamentación adecuada sobre acceso a contenidos, (d) el acceso a

tecnologías de la información debe generar un plus de creación de capacidades y de

producción de contenidos adecuados; y (e) resolver la dicotomía conocimientos científico-

tecnológico (valorizados) vs. conocimientos prácticos especializados o locales

(desvalorizados). Por lo tanto, la sociedad del conocimiento muestra un futuro con rasgos

prometedores –por las nuevas perspectivas para el desarrollo humano -, e inquietantes

porque los obstáculos son muy reales.

Aquí se encuentra el espacio vital del pensamiento crítico. Más arriba se afirmó que

el pensamiento crítico puede tener varios objetivos, a saber: contestar una pregunta, tomar

una decisión, solucionar un problema, elaborar un plan, diseñar un proyecto. En este

contexto particular el objetivo del pensamiento crítico es el de solucionar un problema en

dos etapas: ¿cómo pasar de la sociedad de la información a la sociedad del conocimiento?,

y ¿cómo pasar del conocimiento al desarrollo humano? Amartya Sen explicó que:

el desarrollo humano estriba en la búsqueda de las libertades elementales o

sustanciales comprenden las posibilidades elementales de acceso a la educación, al mercado


del trabajo, la salud y los productos, así como la participación en las decisiones políticas, la

igualdad de acceso a la información y el derecho a la seguridad colectiva.

Ante este panorama, el desarrollo del pensamiento crítico desempeña un rol crucial

desde la escuela hasta la vida adulta. En este artículo se propone en la figura 1 el siguiente

modelo de desarrollo del pensamiento crítico.

Pensamiento Crítico

Interpretación

intercambio

Análisis

Confrontación

Evaluación
Generación
Información Crítica Desarrollo Humano
Conocimiento
Inferencia

Evaluación

Explicación

Reflexión
Auto
regulación

Pensamiento Crítico

Figura 1. Modelo de Integración del Conocimiento y Desarrollo Humano.

Referencias

Amartya Sen. El desarrollo humano. Recuperado de:

http://hdr.undp.org/es/desarrollohumano/origenes/

Roger, E. (2002). Tabanque: Revista pedagógica, ISSN 0214-7742, Nº 16, 2001-2002. p. 9-

18.

Bailin, Case, Coombs, & Daniels (1999a). Common misconceptions of critical thinking.

Journal of Curriculum Studies, 31(3), 269-283.


Bailin, Case, Coombs, & Daniels (1999b). Conceptualizing critical thinking. Journal of

Curriculum Studies, 31(3), 285-302.

Brookfield, S. D. (1987). What It Means to think Critically. In S. D. Brookfield (Ed.),

Developing Critical Thinkers: Challenging Adults To Explore Alternative Ways of

Thinking and Acting (pp. 3-14). San Francisco, CA: Jossey-Bass.

Oppenheimer, Andrés. (2012). ¡Basta de historias! Bogotá, Colombia: Debate.

Parra, Diego. (2003). Creativamente. Bogotá, Colombia: Ed. Norma.

UNESCO (2005). Hacia las Sociedades del Conocimiento. Recuperado de:

http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001419/141908s.pdf

Watagodakumbura, C. (2013). Authentic education: Visualising education in a deeper

perspective. World Journal of Education, 3(3), 1-n/a. Recuperado de:

http://search.proquest.com/docview/1429490838?accountid=28391

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