Fecha de sentencia: (11) de septiembre de dos mil dos (2002) Magistrado ponente: Dr. José Fernando Ramírez Gómez Magistrados que salvaron el voto: Manuel Ardila Velásquez Consideración: Manifiesta que la solidaridad no debe ser presumida sino declarada a través de la interpretación que de la norma que el código civil contempla que en ningún caso trae la previsión de la presunción de la solidaridad. Actor o accionante: Jorge Enrique Parra Rodríguez Accionado: Oftalmos S.A. y Alejandro Arciniegas Castilla. Hechos o elementos fácticos: El 18 de septiembre de 1992 el actor se dirige a la Policlínica de Ibagué, por haber recibido un golpe en su ojo derecho, practicándosele allí un lavado y la extracción de fragmentos del lente ocular por “trauma ocular derecho”. Luego, exactamente el 28 del mes y año mencionado demandante acudió al servicio de urgencias de la Clínica Barraquer donde fue atendido por el oftalmólogo Alejandro Arciniegas Castilla, quien luego de practicarle un “examen midriasis paralítica”, diagnosticó la necesidad de realizar una cirugía refractiva de ambos ojos para su segura mejoría”. Como producto de esto el actor manifiesta un intenso dolor en el ojo izquierdo producto de la intervención trayendo como consecuencia una pérdida de la vista por los varios y anteriores procedimientos realizados, lo que trajo como consecuencia que este no pudiera culminar sus estudios académicos y además que se le imposibilitara efectuar las laborares que para ese entonces realizaba. Procedimientos anteriores: Primera instancia: Solicita se declare a los dos accionados responsables contractual y subsidiariamente por los daños fisiológicos, morales y patrimoniales causado al actor por los motivos o hechos antes mencionados, lo que los accionados excepcionan solicitando la no procedencia de la acción debido a que no se pudo comprobar el nexo causa lo que llevo a la primera instancia a fallar a favor de los accionados. Segunda instancia: Desestima el fallo de primera instancia asegurando que existió un contrato verbal entre el accionante y la clínica a la cual fue debido también a que esta fue la que le suministro el médico y no se dejó a escogencias del usuario, parten de la base en que la visión y lo ocurrido en la primera intervención genero un daño perjudicial a la vista del actor, como consecuencia del mal cuidado que tuvieron al dejar dicha herida expuesta al ambiente sin la diligencia adecuada del medico en el tratamiento posterior a la cirugía, con respecto a la culpa manifiesta que el medico al no ser diligente en los cuidados posoperatorios ocasionaron una infección que fue tratada mucho tiempo después por otros médicos de la entidad cuando la perdida era ya demasiado grave, con respecto al nexo causal, afirma que no fue capricho del accionante acudir a las posteriores revisiones sino la solución planteada por el equipo médico para intentar mitigar el efecto dañino causado por la negligencia del primero médico, trayendo como consecuencia de esto que el paciente tuviera esa capacidad de vista tan grave, con respecto a la indemnización solo concedieron los daños morales porque los físicos no se avaluaron y los psíquicos no me probaron. Problema jurídico: Analizar la relación contractual emanada por los demandados y establecer si existe una solidaridad proveniente del daño realizado ocurrido con ocasión de la negligencia o descuido profesional del médico tratante. Consideraciones: Con respecto al cargo establecido por el actor Jorge Enrique Parra Rodríguez: Manifiesta que el tribunal incurrió en mala apreciación probatoria debido a que aportaron los correspondientes certificados y testimonios que confirman que el actor trabajaba y estudiaba. La corte con respecto a este cargo manifiesta que el certificado de estudios asegura que el actor si fungía como estudiante de la universidad, lo mismo no ocurrió con los testimonios debido a que ninguno aseguraba cual era el valor de los ingresos ni la procedencia del dinero de este, solo que trabaja con cuero, además manifiestan que con respecto a los gasto hospitalarios efectuados dentro del centro hospitalarios haya existido una adecuada solicitud para requerirlos, con ocasión a esto, el código de procedimiento civil establece que el actor además de demostrar el daño debe tazarlo como prueba del daño, situación que en ningún momento ocurrió por lo que la corte manifiesta que el tribunal con cometió ningún error. Con respecto a los cargos formulados por Alejandro Arciniegas Castilla Primero: Manifiesta que rechazada la responsabilidad extracontractual debido a que el usuario no llego en estado de inconsciencia; verificada la contractual en contra de la sociedad Oftalmos S.A. lo vincula solidariamente sin establecer criterios o formulas por lo cual se le haya atribuido responsabilidad probada por las actuaciones, quiere decir que únicamente se basan en la entidad mencionada y lo vinculan por la participación, además que establece que el contrato verbal fue celebrado con la entidad y no con el medico directo porque este lo atendió en un control posterior. La corte manifiesta que la motivación para excluir la responsabilidad extracontractual fue adecuada y en cuanto a la contractual, si bien el contrato fue celebrado verbalmente con la entidad, este también se encuentra vinculado a titulo de responsabilidad por su participación en las intervenciones realizadas directamente al paciente como lo afirma el tribunal por lo cual el cargo no prosperó. Segundo: Considera que hubo una mala aplicación normativa en cuanto no habiendo sido Alejandro Arciniegas parte material del contrato en virtud del cual se causó el daño, mal puede atribuírsele culpa contractual por su ejecución defectuosa, aunque hubiere tenido participación en ella, por cuanto su actuación fue en calidad de sustituto de la sociedad contratante, además de que manifiesta que la obligación adquirida era de objeto singular y no plural debido a que fue realizada entre las partes que eran la sociedad y el actor. La corte manifiesta que el médico demandado fue condenado como “directamente” responsable, de manera “solidaria” con la clínica demandada por los daños causados al demandante, por cuanto se halló perfectamente que “sólo el comportamiento culposo del médico demandado, pudo haber sido la causa del daño”, dada la culpa cometida con ocasión del tratamiento, puesto que actúo con “falta de diligencia y prudencia”, además establecen que la tendencia está dirigida a atribuirle al tercero que ejecuta materialmente la prestación de la obligación contractual del primigenio deudor, responsabilidad contractual por el cumplimiento defectuoso de la misma solidaridad no surgió de una inexistente pluralidad de sujetos contratantes, como lo plantea el impugnante, sino de la propia ley, o sea el art. 2344, en tanto el juzgador consideró que el perjuicio había sido consecuencia de la culpa cometida por dos personas, una de ellas el médico encargado del tratamiento. Por lo tanto, el cargo resulta infundado. Tercero: El actor manifiesta que existió errores de hecho en la apreciación de las pruebas relacionadas con la culpa del demandado y con la relación de causalidad entre ésta y el daño, al no apreciarse diversos testimonios que avalaban sus métodos y procedimientos científicos realizados infinidades de veces, además manifiesta que no hay relación de causalidad debido a que las causas de las complicaciones “no tienen ciertamente un motivo conocido por cuanto se concluyo que fue por una herida abierta pero no se determino porque esa herida estuvo abierta, lo que es explicado en un testimonio realizado a otros doctores lo cuales afirman que fue por descuido del paciente en cuanto aseo y diligencia por haberse golpeado. La corte manifiesta que el Tribunal identificó que las obligaciones que se asumen frente al paciente, en relación con el contrato de servicios médicos, no son de resultado, sino de medio, consistentes en que el médico debe proporcionar todos los conocimientos adquiridos para procurar la curación o mejoría del enfermo el Tribunal concluye que la visión del actor quedó notoriamente disminuida en el ojo izquierdo. No se trata, dijo, de “aseverar que el paciente no se curó o que la cirugía no mejoró el defecto óptico existente”, sino que, con ocasión de ese procedimiento, se produjo un daño en dicho ojo, todo, según la imputación que hace el demandante al demandado, por “haber dejado abierta herida en el ojo izquierdo, como consecuencia de la cual se le infectó”; por lo tanto asegura que la causal del daño aunque haya sido el daño no es lo esencia sino la infección que sobrevino de no realizar los cuidados posoperatorios adecuados por lo cual decide descartar los fundamentos expuestos. Con respecto a los métodos científicos la corte analizo que para el caso relacionado el actor debía actuar de tal manera que la operación requería un procedimiento para el sellado del ojo, situación que el medico solo vino a subsanar cinco días después de realizada la operación y no de manera inmediata como se requería. Lo anterior descarta que el ad quem haya podido incurrir en los errores de hecho que se le imputan Decisión: No casar la sentencia