Para, precisar los efectos que, teóricamente, este hecho habría
Parte I
La tesis comúnmente aceptada -sea para señalar los aspectos
positivos o para individualizar las consecuencias negativas- es
que Ia clase terrateniente no sólo es la principal beneficiarla sino
la conductora de casi todos esos procesos y, en particular, de
los ocurridos a partir de 1880. Respaldan esta idea una serie de
consideraciones teóricas que la fundamentan, un conjunto do
elementos que le dan validación empírica y, por último, su apti-
tud para explicar la evolución histórica subsiguiente, en especial
el estancamiento que luego se verifica en la economía argenti-
na. Vale la pena analizar críticamente estas tres facetas -teórica,
empírica y heurística- para luego formular nuestras ideas al res-
pecto y describir los senderos metodológicos que hemos toma-
do a fin de obtener ciertas evidencias empíricas que las sustenten.
3. Bases teóricas de la concepción de la burguesía
terrateniente como clase dominante
Las consideraciones teóricas que fundamentarían la consolida-
ción de la burguesía terrateniente como dominante (y el consi-
guiente sistema de relaciones de clases con y en el resto de la
sociedad), así como el modelo agroexportador, según el cual lle-
garía a funcionar esa economía y esa sociedad, aun partiendo
de teorías económicas diferentes coinciden en significados se-
mejantes.
El elemento básico y fundamental que habría producido el desa-
rrollo económico argentino en ese período está constituido por
las "ventajas comparativas" de la región pampeana para la pro-
ducción de bienes agrícolo-ganaderos en el contexto mundial, lo
que se habría expresado en la existencia de una "renta diferen-
cial" de la tierra pampeana dentro del mercado internacional en
el que ha quedado integrada1. Consiguientemente seria esa
renta diferencial la que engendraría en definitiva los excedentes
económicos y la correlativa acumulación que se producen en el
funcionamiento de la economía de la época.
La Clase
tenido sobre la formación de tina estructura social, debe recor-
darse, que la existencia de tierra de distinta calidad, para pro- Dominante En La
ducir una misma línea de productos, da lugar a la existencia de Argentina Moderna
una "renta diferencial" en favor de la que posee mayores venta- Formación y carac-
jas comparativas. terísticas
Teniendo en cuenta esas circunstancias, en general de manera
Implícita, se supone que, dadas las condiciones de la economía Jorge F. Sabato
argentina, la concentración de Ia propiedad de la tierra conlle-
varía por sí misma a la apropiación privilegiada y concentrada
de los excedentes generados en razón de las mejores condicio-
nes productivas existentes en Argentina y que debían reflejarse
en una renta diferencial a escala Internacional. Es decir, la exis-
tencia o formación de una clase de grandes terratenientes impli-
caría la existencia o formación de una clase que se apropiaría
privilegiada y concentradamente de la mayor parte de los exce-
dentes generados por la economía, constituyéndose así en la
clase dominante de esa sociedad.
A su vez este proceso supone la consolidación de un modo de
producción capitalista agroexportador y la creación de relacio-
nes sociales ele producción también capitalistas, lo que trae apa-
rejada la estructuración de ciertas clases sociales a ellos asocia-
das. (Pucciareli, 1976-77).
Con ser aceptables, estas consideraciones teóricas contienen, sin
embargo, una serie de supuestos que es necesario explicitar.
El primero se refiere a la suposición de la existencia de una per-
fecta correlación entre el poder económico proveniente de la
propiedad sobre la tierra, el poder social y el poder político que
automáticamente provoque la apropiación de la parte sustancial
de la renta diferencial.
1 La abundante bibliografia respecto a este tema incluye, especialmente, a
Ortiz (1974), Ferrer (1963) y Furtado (1969) sobre las "ventajas comparati-
vas"; y a Laclau (1969), Altman (1975) y Flichman (1977) sobre la "renta
diferencial de Ia tierra".
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El segundo, que en realidad más que un supuesto es una "au-
sencia" simplificadora, ignora la posible existencia de otros sec-
tores poderosos que podrían "interferir" las relaciones económi-
cas creadas por el sistema de tenencia de la tierra imperante.
Pucciareli (1976-77) ha reconocido la importancia de un sector
de este tipo, denominado "suboligarquía financiera" y admitido
no ya su existencia, sino también su rol estratégico en una
economía en la que se destacan, además del desarrollo agríco-
la, la importancia de los flujos de capital requeridos para reali-
mentar un proceso de crecimiento y los actores sociales que
están en condiciones de disponer y controlar dichos flujos.
Estas observaciones no niegan que los excedentes más impor-
tantes de la economía derivaron de la realización de una renta
diferencial teórica a escala internacional. Lo que sí plantean es
quiénes y cómo se apropiaron de ese excedente. El sistema
económico argentino de la época era suficientemente complejo
como para llevarnos a cuestionar la relación propiedad terrate-
niente/renta diferencial/clase dominante, en la que se supone
que las ventajas comparativas de la producción agropecuaria se
expresaban íntegramente en la renta de la tierra en precios de
mercado, que la apropiación de la renta diferencial resultaba au-
tomática para los terratenientes, y que, esto, a su vez, les permi-
tía consolidar su carácter de clase dominante. Al respecto es cu-
rioso observar que los precios y la renta de la tierra en el merca-
do argentino fueron durante muchos anos bajos en comparación
con los vigentes en otros países, tal corno se puede observar en
Huret (1911) y Goodwin (1895), por ejemplo. Y, más aún, cuan-
do esos precios comienzan a elevarse rápidamente, luego cíe
1908, llegándose al denominado "grito de Alcorta" en 1912, los
propietarios quedan bastante aislados en la controversia y mu-
chos grupos e intereses poderosos del país se enfrentan con
ellos. También es interesante recordar la posición de Lisandro
de la Torre -representante de un estrato importante de gana-de-
ros y líder de la fracción "moderna" del conservadorismo repre-
sentado en la Democracia Progresista (anteriormente Liga del
Sur)- que trata de defender la posición de los propietarios terra-
tenientes y desviar el conflicto enjuiciando a los sectores comer-
cializadores e industrializadores (véase Grela, 1958).
Fastos interrogantes son fundamentales para comprender qué
es lo que efectivamente pasó en el país y necesarios para es- La Clase
tablecer si realmente la clase de los grandes terratenientes fue Dominante En La
la dominante. Porque durante todo el período considerado ocu- Argentina Moderna
rrieron cambios y transformaciones muy profundos, no sólo en Formación y carac-
todo el país sino también en el ámbito mismo de la producción terísticas
agropecuaria. La imagen que la concepción habitual de la clase
dominante nos ofrece resulta, curiosamente, bastante estática,
cuando no paralizante, contrastando un poco con la de "porta- Jorge F. Sabato
dora de historia" que los sucesos ocurridos parecían requerir.
En efecto, la expansión del agro implicaría un crecimiento con-
tinuo y en profundidad de la empresa agropecuaria. Al identificar
a los grandes terratenientes básicamente con la actividad gana-
dera no resulta demasiado claro cómo y por qué se habría pro-
ducido ese crecimiento de la empresa agropecuaria (en la que,
aunque con menor intensidad que en la industria, también va
cambiando la composición orgánica del capital), teniendo en
cuenta sobre todo los sucesivos y a veces violentos cambios en
las formas de producción del agro que ocurren durante el perío-
do considerado (de los saladeros a la producción de lanas, lue-
go a la producción cerealera y más tarde el retorno a la produc-
ción bovina combinada con esta última). Cambios, por lo demás,
acompañados por oscilaciones no muy amplias pero sí ostensi-
bles en el fenómeno de la concentración de la propiedad.
Y si bien resulta clara la continuidad de la gran propiedad terri-
torial, ello no significa necesariamente que sean los grandes
propietarios quienes impulsan las sucesivas transformaciones.
El que a la postre resulten beneficiados (y aún queda por probar
que fueron los más beneficiados) no implica que sean forzosa-
mente los propulsores del proceso. Cabe, pues, preguntarse si
hubo y cuál fue la clase que, por la naturaleza de la actividad
que desarrollaba, estuvo permanentemente interesada en lograr
una expansión de las actividades productivas propugnando, to-
das las veces que fuera necesario, los cambios requeridos en
las formas de producción para lograr esos efectos.
UNTREF VIRTUAL | 2
La pertinencia de estas preguntas puede negarse si se afirma
que la verdadera clase dominante, la mayor beneficiaria y la real
impulsora de las transformaciones de la economía y la sociedad
no estaba en el país sino en el extranjero, en las economías ca-
pitalistas centrales, actuando a través de sus diversos agentes
en Argentina. Desde este punto de vista, la clase dominante lo-
cal no sería, en rigor, más que subordinada a aquélla. Situación
de un socio menor cuyos intereses podían ser eventualmente
sacrificados (aunque no demasiado). De este modo, entonces,
y respecto de esta clase doméstica, los interrogantes que plan-
teamos no serían en modo alguno fundamentales. Lo verda-
deramente relevante residiría en averiguar cómo se fueron con-
formando las relaciones de poder que le permitieron adquirir su
preponderancia en la propiedad territorial y en investigar cómo
articularon sus intereses con la clase dominante externa.
Es obvio que este último enfoque no puede ser desechado con li-
gereza. Pero su adopción sin más también puede resultar perju-
dicial, ya que tiende a inhibir toda indagación de nuevas hipótesis
acerca de cuál pudo haber sido y cómo pudo haber actuado una
clase dominante que no estuviera restringida a los grandes pro-
pietarios terratenientes, una clase dominante autóctona cuyas ca-
racterísticas y cuya acción quizás pudieran explicar mejor lo ocu-
rrido en el país.
Estos interrogantes y dudas se afianzan cuando pasamos al
ámbito de la verificación empírica.
4. La validación empírica
La verificación empírica presenta dos tipos de análisis que es pre-
ciso distinguir. Uno comprende ciertos estudios donde se mues-
tra el grado de concentración de la tierra. El otro alude a trabajos
históricos que analizan el desarrollo de toda la sociedad y en-
cuentran cómo se afianzan los grupos terratenientes y en defini-
tiva cómo conducen al país hacia la organización definitiva.
Representante ejemplar de la primera corriente es la obra ya le-
gendaria de J. Oddone (1954), que muestra el proceso de con-
centración de la propiedad y describe muchas de las maniobras
que llevaron a lograrla. Diversos estudios realizados con los ca- La Clase
tastros confirman la concentración de la propiedad en épocas Dominante En La
pasadas, en tanto que análisis más recientes como los de la CI- Argentina Moderna
DA, así como la Información estadística y censal, confirman la Formación y carac-
persistencia del fenómeno y describen la participación de los terísticas
distintos estratos de propietarios en la producción de distintos
bienes.
Jorge F. Sabato
En estos trabajos las evidencias parecen tan claras e irrefuta-
bles que la concentración de la propiedad aparece como un dalo
del cual se parte para realizar estudios actuales o históricos o
sobre el que se pretende analizar la formación. Pese a ello es
posible señalar un inconveniente bastante generalizado de es-
tos análisis y estudios: nos proporcionan, con mayor o menor
detalle y rigor, una imagen "anatómica" más que "fisiológica" de
la pretendida clase dominante, cuyos roles y cuyo funciona-
miento, sin embargo, son los que deberían marcar la evolución
de la economía y la sociedad argentinas.
La otra corriente a la que nos referíamos anteriormente es la
más importante de la historia social y económica argentina y ha
dado luz a los mejores trabajos que existen sobre el tema.2 Es-
tas obras tienden a detectar los distintos procesos económicos
generados después de la emancipación en el Litoral y, en espe-
cial, en la provincia de Buenos Aires; el análisis de las coyun-
turas que se fueron sucediendo en conexión con el mercado
mundial, el comercio exterior, los precios, u! resto de la tierra, los
mecanismos de distribución, los movimientos de la frontera y
algunas de las consecuencias más importantes de todos los
sucesos en el plano social y político.
Tulio Halperín, en la obra quizás más importante de todas éstas,
puntualiza los cambios que aparejó la ruptura del orden eco-nó-
mico colonial, la quiebra del sector ligado al comercio y de cier-
tas fortunas urbanas, y la emergencia de un sector poderoso,
cuyo peso residió en la ocupación y tenencia de la tierra y en los
2 Nos referimos a Halperin Donghi (1969, 1972a, 1972b), Gorostegui de
Torres (1970), Cortés Conde y Gallo (1967) y el mencionado Scobie (1966). UNTREF VIRTUAL | 3
productos que ésta podía generar para el mercado externo.3
Halperín señala también el surgimiento de un nuevo orden eco-
nómico post Independentista, con la aparición de otros actores
ligados al comercio que ponen en práctica nuevos estilos mer-
cantiles: los primeros comerciantes de origen británico.
Todos estos temas son retomados con mayor o menor amplitud
en los trabajos posteriores del mismo Halperín, de Haydée Go-
rostegui, Ezequiel Gallo y Cortés Conde, en los que uno de los
hilos conductores principales del análisis argumental es quizás
la tendencia a considerar la consolidación de la burguesía te-
rrateniente como clase dominante. Estas obras, con ser las más
esclarecedoras de la historia de este período, asumen como da-
dos algunos supuestos, al tiempo que los análisis no son homo-
géneamente tan detallados en el tratamiento de todas las temá-
ticas que el devenir de la sociedad impone.
El primero y tal vez el más sorprendente de estos hiatos es que,
salvo para los quince anos posteriores a los acontecimientos de
1810, los grupos mercantiles -viejos o nuevos- no merecen el
mismo detenimiento en el poco o nada se sabe con certeza y
exactitud acerca de sus conexiones -si las hubiere- con la pos-
esión de la tierra, su origen, nacionalidad y sus relaciones con
casas comerciales de Gran Bretaña, Países Bajos u otras na-
ciones europeas, acerca del control de los circuitos comerciales
y menos aún de su papel político y sus vinculaciones con los par-
tidos o facciones -unitarios y federales- que se disputan el poder,
como sobre la organización política que se desea plasmar.
Menos aún se sabe de la ligazón entre ciertos comerciantes y
su capacidad para controlar el comercio local con independen-
cia de los intereses económicos de las casas comerciales ex-
tranjeras representadas en la plaza.
Estas carencias de conocimientos tienen dos consecuencias
importantes. Una se expresa en la presunción de una suerte de
división del trabajo tácita por la cual los nativos se habrían que-
dado con el control de la tierra y los extranjeros con el control
del comercio. Este supuesto juega como especie de comodín
según el cual efectivamente el control del comercio por parte de
grupos extranjeros se tomaría como un "dato dado". La otra con-
secuencia se refleja en la escasa disponibilidad de evidencias La Clase
para establecer, en el caso de que la presunción anterior fuera Dominante En La
correcta, si el comercio estaba en buena parte controlado por el Argentina Moderna
"capital extranjero" o eran los "comerciantes extranjeros" quie- Formación y carac-
nes controlaban el comercio exterior e interno, distinción que no terísticas
es simplemente un problema de matices.
En estrecha conexión con los interrogantes anteriores resulta Jorge F. Sabato
más trascendente el escaso conocimiento que aún se tiene so-
bre las fuentes de acumulación en el periodo que va desde 1810
a 1860/70. Podrían realizarse una serie de hipótesis pero sim-
plemente quedarían en ese plano hasta que no dispongamos de
buena cantidad de estudios y monografías.
Es sugestivo, sin embargo, un trabajo relativamente reciente
que trata los aspectos económicos de una de las más viejas y
poderosas familias argentinas, los Anchorena (Carretero, 1970),
y que ha puesto de manifiesto un mecanismo que parece con-
solidarse con el tiempo: la habilidad para jugar no sólo a una
fuente de acumulación sino a varias simultáneamente. En efec-
to, el comercio interno, el comercio con el exterior, las finanzas,
el contrabando, la explotación y administración de la tierra van a
ser, entre otras, las actividades que permitirán a este grupo fa-
miliar asegurarse un rol protagónico en toda la historia económi-
ca argentina.
Las dudas frente a la hipótesis de los puros terratenientes como
clase dominante aparecen otra vez cuando analizamos el origen
de muchas fortunas argentinas contemporáneas a través de las
biografías de sus figuras más importantes, como las de Santa-
marina, Devoto, Tornquist, Mihanovich, etc. y comprobamos que
tanto el comercio interno como el externo han favorecido proce-
sos de acumulación que en hábiles manos se transforman en fuen-
tes de poder cuyas dimensiones hoy todavía son desconocidas.
3 En ese sentido se puede afirmar que, en comparación con otros países
latinoamericanos, la historia de la clase terrateniente argentina es relativa-
mente reciente: su nacimiento es posterior a la emancipación y resultado de
la misma. UNTREF VIRTUAL | 4
Una última observación se refiere a algunos hechos históricos
que a nuestro juicio son significativos y apuntan en la dirección
que a nosotros nos interesa destacar. Es llamativa la fecha de
fundación de la Bolsa de Comercio (1854) anterior a la elabo-
ración del mimo) Código de Comercio (1859) y a la misma fun-
dación de la Sociedad Rural (1866). Es cierto que podría tra-
tarse de una cuestión anecdótica; sin embargo, cuando se ob-
serva la composición de las primeras comisiones directivas, los
objetivos que persiguen y las motivaciones que las rodean, se in-
fiere fácilmente una estrecha relación entre el proceso económi-
co-social y político del momento y el poder alcanzado por los más
destacados hombres de la Bolsa. (Bolsa de Comercio, 1954).
En otros términos y para sintetizar, parecería que aún no exis-
ten estudios suficientemente detallados acerca de cómo se va
formando el excedente a lo largo del período en el que se forma
la Argentina moderna, quiénes y cómo se lo fueron apropiando
y, una vez apropiado, cómo fue empleado.
Las imprecisiones en la validación empírica de la hipótesis no
parecerían obstar para que la idea de que los grandes terrate-
nientes conformaban -y en alguna medida aún contornean- la
clase dominante sirva además como elemento explicativo fun-
damental del funcionamiento del modelo de relaciones econó-
micas y sociales implantadas al formarse la Argentina moderna.
Es decir, la hipótesis usual ha adquirido un valor heurístico cu-
yos alcances es necesario, también, considerar.
5. El valor heurístico
Según estas concepciones, la consolidación de esta clase dom-
inante habría impulsado y agudizado la especialización depen-
diente de la economía argentina. La preponderancia de los
grandes terratenientes habría trabado el desarrollo de la indus-
tria, y por consiguiente de un capitalismo más integrado, madu-
ro y autónomo por una serie de razones. Ante todo, al apropiar-
se privilegiadamente del excedente generado y al canalizarlo -
aunque fuera sólo en parte- preponderantemente hacia la am-
pliación del sector agropecuario, al favorecer un librecambio
que atentaría contra la expansión de una industria incipiente -
cuyos mayores costos de producción hubieran requerido alguna La Clase
forma de protección aduanera para crecer y madurar-, y, por últi- Dominante En La
mo, al malgastar una porción no despreciable del excedente Argentina Moderna
apropiado en un consumo ostentoso, suntuario e improductivo, Formación y carac-
cuando no en operaciones especulativas rurales y urbanas que terísticas
tampoco contribuían al desarrollo productivo de la economía na-
cional. Por las mismas razones ese mismo sistema productivo
nacional quedaría en definitiva internamente desintegrado, inca- Jorge F. Sabato
paz de articularse armónicamente en una formación económica
de creciente autonomía y en la cual, progresivamente, el impul-
so dinámico, el centro ele gravedad de las fuerzas productivas,
se fuera trasladando hacia la expansión industrial.
En efecto, en las condiciones descritas la industria estaría suje-
ta a una doble restricción. Por un lado, su desarrollo dependería
de inversiones extranjeras acordes a -y agudizantes de- la si-
tuación dependiente del país, al volcarse a las ramas vinculadas
al modelo agroexportador (transportes, comunicaciones, frigorí-
ficos, comercio, importación de- artículos de consumo y de in-
sumos -incluido su montaje- del sector agropecuario, etc.) o
destinadas, en todo caso, a abastecer el consumo y a veces la
especulación urbana (montaje de automotores, caucho, algo de
química, algo de textiles y confecciones, construcciones, etc.).
Por otro lado, se generarla también una pequeña clase de In-
dustriales nacionales (en metalurgia, en alimentación, en tex-
tiles, etc.) colocados en una posición totalmente subordinada a
la clase terrateniente, incapaz de expandirse y alcanzar una he-
gemonía que, frente al desarrollo obtenido por los países cen-
trales, el librecambio impuesto por el modelo agroexportador
haría ilusoria e imposible.
Tal uso de los excedentes generados y apropiados, trabando la
expansión e integración de la economía nacional, se habría
agravado por otros efectos paralelos de la concentración de
ingresos en manos de la clase terrateniente, las limitaciones que
indujeron al crecimiento del mercado consumidor interno, la ten-
dencia a restringir y disminuir la implantación de población en el
entupo, el consiguiente y creciente desequilibrio en la relación
"rural-urbana" y la imposición de un patrón de organización UNTREF VIRTUAL | 5
espacial socioeconómica que reflejaría la estructura depen-
diente y vulnerable de la economía argentina. Todos estos facto-
res y tendencias confluirían para retardar y desarticular la orga-
nización de una economía y una sociedad capitalista dotada de
cierta autonomía (capacidad dinámica propia) y madurez, al
tiempo que, sin embargo, la recubrirían de una serie de "apa-
riencias" en este sentido; la índole de dicho barniz engañoso,
crearía la ilusión de un crecimiento económico y una seculariza-
ción de hábitos, costumbres y cultura que no tendrían más que
"pies de barro", como el estancamiento posterior lo demostraría.
En la segunda parte sugeriremos un haz de hipótesis distintas a
las usuales, a partir de las cuales pensamos también pueden La Clase
explicarse razonablemente -y tal vez con mayor coherencia- tan- Dominante En La
to el origen de la gran expansión en el periodo estudiado corno Argentina Moderna
las razones que lo trabaron posteriormente. Pero asimismo -y es Formación y carac-
lo más importante- esas hipótesis servirían para indicar por qué terísticas
se mantiene vigente el comportamiento de una clase dominante
que no responde necesariamente al "patrón tierra" y cuyo poder,
evidentemente disminuido, no ha dejado de prevalecer dentro Jorge F. Sabato
de la Argentina.

En suma, el alcance explicativo de las tesis usuales parece bas-

tante exhaustivo y convincente. Sin embargo, pueden formula-
rse algunos reparos. En primer lugar, la interpretación que nos
propone del estancamiento de la economía argentina resulta
más satisfactoria que la de la expansión que lo precedió, cuyas
cansas y características parecen sospechosamente sencillas.
Hay muchos indicios de que, fuera del sector agropecuario, el
crecimiento del resto de la economía no se debió solamente a
Ia afluencia de capital extranjero y a la creación de sectores lo-
cales de menor importancia, subordinados, relegados o meros
apéndices de la clase terrateniente. Aun cuando estuvieran cla-
ramente desarticuladas, en comparación a lo que sucedió en los
países capitalistas centrales, parece excesivo afirmar, por ejem-
plo, que las industrias locales estuvieran en esa posición secun-
daría respecto del agro. En todo caso, la inexistencia de conflic-
tos agudos entre ambos sectores, tal como se dieron en otros
procesos más profundos de desarrollo capitalista, no denota ne-
cesariamente la debilidad del sector industrial sino, quizás, me-
ramente la ausencia de un clivaje social que correspondería a la
especialización económica sectorial. Estas observaciones co-
bran especial interés si tomarnos en cuenta lo ocurrido más
tarde, cuando se desencadena la crisis de 1930. Las tesis usua-
les llevan a suponer que las medidas adoptadas para enfrentar
la crisis dan lugar, como efecto imprevisto y no buscado, a un
proteccionismo forzoso que estimula una industrialización susti-
tutiva de importaciones. Sin embargo es posible que, aun no
descartando lo inesperado de la situación planteada en ese mo-
mento, el afianzamiento de la Industria haya sido, mucho menos
ajeno a los intereses de la clase dominante que lo que habitual- UNTREF VIRTUAL | 6

mente se imagina.

Parte II. Hipótesis Para Una
Interpretación Alternativa
Capitulo 1: El enfoque comercial y financiero en el
desarrollo agropecuario de la región pampeana
En la sección precedente intentamos trazar rápidamente el pa-
norama histórico en que se insertó y generó una clase dominante
centrada alrededor de las actividades comerciales y financieras.
Es evidente, sin embargo, la necesidad de un análisis detallado
que justifique la postura que asumimos. La cuestión clave reside
en explicar por qué y cómo un manejo comercial y financiero del
capital disponible sirvió para impulsar el desarrollo productivo de
una economía capitalista periférica. Y dado que esta economía
creció velozmente gracias a la expansión de la producción agro-
pecuaria pampeana, es preciso ante todo mostrar cómo se habría
dado el predominio de un enfoque comercial y financiero en el uso
del capital dentro de esas actividades productivas.
2. Mercado de tierras y mantenimiento de la concentración de la
propiedad. Rentabilidad de las actividades productivas, precio y
renta de la tierra.
La atribución de comportamientos precapitalistas a los terrate-
nientes pampeanos se vincula con la introducción y difusión de
la agricultura en la región. Porque desde esa época, aproxima-
damente durante el último tercio del siglo XIX, la evolución del
agro pampeano sigue un curso distinto al que ocurrió en países
con zonas similares, como el Canadá y los Estados Unidos, y
que en cierta medida servían como modelo. Las diferencias des-
concertaron a los contemporáneos que no atinaban a explicar-
se, satisfactoriamente, por qué no se reproducía un ejemplo que
estaban tratando de imitar, por qué no podía llevarse exitosa y
masivamente a la práctica una política de colonización agrícola.
Por supuesto, no se tardó en tomar conciencia de los poderosos
intereses que influían sobre el traspaso a manos privadas de las
tierras vírgenes en manos del Estado, pero ese mismo hecho
quizás oscureció e hizo malinterpretar otro no menos importan-
te: el mantenimiento de una alta concentración de la propiedad.
En efecto, el reparto de tierras hace al funcionamiento directo
La Clase
del poder, mientras el mantenimiento de una estructura de la pro-
piedad se vincula en primera instancia al funcionamiento de una Dominante En La
economía. Habiéndose adoptado una organización económica Argentina Moderna
capitalista, ambos fenómenos son hasta cierto punto independien- Formación y carac-
tes: si el mercado de tierras no es muy imperfecto, una concentra- terísticas
ción inicial de la propiedad puede desaparecer o, inversamente,
una distribución inicialmente no concentrada puede derivar en una
concentración de la propiedad de acuerdo con la mayor o menor Jorge F. Sabato
rentabilidad de las actividades productivas que se desarrollen, y
sus requerimientos respecto al tamaño de los predios. Por su-
puesto, los términos en que inicialmente se distribuyeron las tie-
rras, al crear disparidades entre sus beneficiarios originales y
quienes llegan después, influyen en la evolución posterior. Pero
esta influencia debe ser considerada corno un dato para analizar
y describir en términos económicos lo que luego ocurra.
En suma, si en una zona determinada que acababa de incorpo-
rarse dentro de la frontera agropecuaria la producción agrícola
era la más rentable por hectárea, hubiera cabido esperar que,
dadas las condiciones en que se efectuaba esa producción en
la época, la venta en el momento t2 (de máxima ganancia es-
peculativa) acarreara un fraccionamiento de las propiedades ru-
rales en predios de tamaño adecuado para la agricultura. Así su-
cedió a menudo en otros "países jóvenes" caracterizados por
poseer amplios espacios deshabitados y aptos para la produc-
ción de cereales (Estados Unidos, Canadá, etc.). También esto
ocurrió algunas veces en Argentina, como por ejemplo a lo largo
del ferrocarril de Córdoba a Santa Fe, donde se Instalaron mu-
chas de las primeras colonias agrícolas. (Ver Scobie, Ferns y
Gallo, 1970).
Sin embargo, especialmente en la provincia de Buenos Aires, no
se produjo un fraccionamiento masivo de tal naturaleza en tier-
ras aptas para la agricultura y, en muchas ocasiones, ni siquiera
ventas en el momento t23. Y esto a pesar de que la magnitud de
3 Sería preciso contar con un análisis catastral detallado para cuantificar el
no fraccionamiento de las tierras que, de cualquier forma, es bastante noto-
rio. Algunos Indicadores indirectos y aun posteriores a la época en estudio UNTREF VIRTUAL | 7
las ventas que se realizaron en la región pampeana demuestra
palmariamente que el mercado de tierras era abierto, que no
estaba sujeto a restricciones de índole precapitalista: entre 1899
y 1903, sólo en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y San-
ta Fe, se vendieron más de diez millones de hectáreas y, entre
1905 y 1909, casi dieciséis millones cíe hectáreas (Impresiones,
1913, p. 223). Aun cuando los mismos predios se puedan haber
vendido dos veces o más, el volumen de las ventas es muy sig-
nificativo respecto de la superficie total de la región pampeana.
La moraleja es clara: gran parte de los campos se compraban
sin dividirlos o en fracciones muy grandes. La concentración de
la propiedad, ya no se debía a las condiciones de reparto inicial,
sino a las características del mercado.
Puede aducirse, sin embargo, que aun en un mercado de tierras
libre y abierto como aparentemente lo era, la forma de adquisi-
ción podía estar influenciada por las características del mercado
de capitales mediante el cual se financiaban las transacciones.
Por ejemplo, si existían trabas para unos (los eventuales peque-
ños y medianos compradores) y facilidades para otros (los gran-
des), implicando un sobreprecio para los primeros o -inversa-
mente- un descuento para los segundos ante un mismo precio
de mercado. Una multitud de datos y testimonios convergen para
demostrar que en ese tiempo eran habituales trabas y facilidades
de ese tipo. "Los ganaderos, los grandes terratenientes y aun los
especuladores se beneficiaban con los servicios del Banco Hipo-
tecario y de sus varias réplicas provinciales, o con los del Banco
de la Nación, pero los míseros colonos o arrendatarios jamás
trasponían sus puertas", dice Scobie (p. 115).
De todos modos, sabiendo hasta qué punto prevalecía el espí-
ritu de lucro en la Argentina ele la época, también es razonable
pensar que detrás de los aspectos financieros debían existir
además motivos eco-nómicos. Y la hipótesis más simple y preci-
sa que se puede esbozar es que la rentabilidad por hectárea de
la producción ganadera en tierras aptas para la agricultura no
podía estar muy lejos de la rentabilidad de la producción agríco-
la e, incluso, que en algunos casos quizás fuera aún mayor. Por
lo tanto, las ventajas de los chacareros para adquirir en vez de
arrendar las tierras que trabajaban estaban lejos de ser decisi-
vas sobre el precio de la tierra. En suma, la tierra habría sido ca-
ra para los chacareros (cosa sabida y repetida desde hace mu- La Clase
cho) pero no porque los terratenientes le pusieran un precio ar- Dominante En La
bitrariamente alto sino porque la ganadería bovina podía compe- Argentina Moderna
tir perfectamente con la agricultura en rentabilidad por hectárea. Formación y carac-
terísticas
El argumento es coherente con otro hecho mejor medido: la uti-
lización de las tierras aptas para la agricultura en la región pam-
peana. Teóricamente, si la rentabilidad de la producción agríco- Jorge F. Sabato
la por hectárea hubiera sitio mayor que la de la producción ga-
nadera (y tanto más cuanto mayor fuera la diferencia), cualquier
uso no agrícola de la tierra hubiera sido antieconómico. Esto es
evidente para un arrendatario no agricultor, es decir ganadero,
obligado a pagar una alta renta fijada por la rentabilidad de la
agricultura, para producir bienes menos rentables. También es
el caso del propietario ya que, en vez ele mantener vacas en el
terreno, le convendría siempre arrendarlo (si no venderlo) a agri-
cultores, liquidar su ganado y colocar el dinero obtenido en otras
inversiones que le dieran la tasa normal promedio de ganancias.
Pero los datos con los que contamos muestran una realidad
diferente a esas consecuencias teóricamente inobjetables. De
acuerdo con lo estimado por la CEPAL, en la pampa húmeda y
la semiárida existían -y existen- 23 millones de hectáreas aptas
para la producción agrícola. En el quinquenio 1920/4 (primer
son, de todos modos, significativos. A partir de los datos censales de 1914,
1937 y 1947 Flichman (1977) aporta una Información cíe Interés. En 1914
las explotaciones de más de 25 hectáreas y menos de 500 (no todas agrí-
colas) abarcaban casi el 29 % de In región pampeana, en tanto que en 1937
llegaron a cubrir el 44 %, es decir con un aumento de un 50 % entre ambos
años. Sin embargo, este aumento coincidió con el de una ampliación de la
agricultura en detrimento de la ganadería que luego habría de revertirse, ya
que en 1917 las explotaciones de la categoría mencionada cubrían sólo el
36 % de la regido. Lo que ocurre, además, es que la noción de explotacio-
nes usada en el censo es independiente del régimen de tenencia de la tie-
rra. Entre 1914 y 1937 el número de propietarios de la región pampeano
sólo crece de 85.341 a 95.121 respectivarnente, en tanto que su proporción
respecto del total de explotaciones desciende del 51% al 35,5%. Esto coin-
cide con el aumento de arrendatarios entre ambas fechas, que crece del
45,5 %o al 58,6 %. UNTREF VIRTUAL | 8
periodo para el que en el mismo estudio se aportan datos) la
agricultura ocupaba casi 12 millones de hectáreas, es decir po-
co más del 50% de las tierras aptas (sin contar con la posibili-
dad de que se trabajasen en agricultura algunas tierras no ap-
tas). Esta cifra -que corresponde a una época en que ya la fron-
tera agropecuaria había llegado al limite de su expansión- crece
hasta llegar a un máximo de 16 millones de hectáreas en el quin-
quenio 1935/39 (es decir un 70% del total de tierras aptas para la
agricultura) y luego vuelve a caer hasta un promedio de 12 millo-
nes de hectáreas entre 1945 y 1957. (CEPAL, 1959, II, p. 15).
El movimiento de flujo y reflujo de superficie dedicada a la produc-
ción agrícola se vincula, como es sabido, a la variación de los pre-
cios relativos carne/cereales. Lo que significa que la cuestión de
la rentabilidad de uno y otro tipo de producción tenía clara in-
fluencia en las decisiones sobre el uso de la tierra, aun cuando
la relativa complejidad del proceso productivo de carne bovina
(cría y engorde) dificulte establecer correlaciones claras a partir
de datos agregados de precios y volumen físico de la produc-
ción ganadera. Digamos, por último, que la existencia no des-
preciable de arrendamientos para ganadería en tierras agríco-
las, como puede deducirse de los censos de 1914 y de 1937,
confirma también que la rentabilidad de uno y otro tipo de pro-
ducción no podía ser muy diferente.
En suma, al competir por el uso de las mismas tierras, las influen-
cias de los precios relativos internacionales de carnes y cereales
ocasionarían desplazamientos en su utilización por invernadores o
agricultores vía variaciones en el precio de la renta de la tierra.
Sin embargo, lo relevante de estos movimientos residía en la
posibilidad de que se produjeran rápidamente: ello permitía apro-
vechar con notable eficiencia los beneficios aportados por el
mejoramiento de precios relativos de dos tipos de productos
diferentes. Lo cual, desde el punto de vista teórico es un hecho
obvio, pero de ningún modo evidente en una situación real.
Para que esto sucediera debían cumplirse varias condiciones.
Una era la disponibilidad de tierras, así como una cierta concen-
tración de la propiedad que facilitara los desplazamientos y que,
a su vez, fuera consolidada por ellos (debido a que permitían La Clase
maximizar la renta de la tierra justamente por la posibilidad real Dominante En La
de darle el uso alternativo más rentable en cada momento). Otra Argentina Moderna
condición, que recién aquí aparece en toda su dimensión, es Formación y carac-
que, para responder a los desplazamientos de una actividad pro- terísticas
ductiva a otra con distintas funciones de producción y vicever-
sa, las técnicas de producción más convenientes serían aquéllas
que empleasen el menor capital fijo posible. Jorge F. Sabato
Pero esta última exigencia es la que pondría de manifiesto, a lar-
go plazo, la cara negativa de un funcionamiento en apariencia
tan eficiente a corto plazo, ya que tendería a desestimular la rea-
lización de inversiones fijas en agricultura. En efecto, cuanto ma-
yores fueran esas inversiones y más grandes resultaran las
amortizaciones como costos fijos de producción, los agricultores
quedarían crecientemente expuestos a desplazamientos en su
contra de los precios relativos. Para los invernadores el proble-
ma no se presentaba, puesto que sus Inversiones fijas eran muy
pequeñas: la casi totalidad de sus gastos residía en la compra
de novillos y el alquiler (o uso) del campo, siendo también mí-
nimos los requerimientos de trabajo. Pero la presencia de esta
actividad alternativa, sin embargo, estaría induciendo a mante-
ner una agricultura extensiva en la que el peso relativo del fac-
tor tierra predominaría ampliamente sobre el factor capital.
Conclusiones
Los argumentos que fuimos desarrollando nos llevan a concluir
que las relaciones entre la agricultura y la ganadería pampea-
nas a partir de 1890 se articularon alrededor de una actividad
especifica: la ganadería de invernada. Su presencia, de hecho,
habría impuesto condiciones específicas en la organización y
formas de producción de los otros dos sectores: la utilización
predominante del factor tierra y el desestimulo a un empleo más
intenso de capital (extensividad); la conveniencia de mantener
grandes propiedades al frenar una mayor especialización agrí-
cola que favoreciese su fraccionamiento; la quiebra de unidad
sectorial que estimulase presiones corporativas a fin de regula- UNTREF VIRTUAL | 9
rizar los mercados de productos agropecuarios; las tendencias
a adecuarse a las fluctuaciones de precios y ofertas de cada ti-
po de productos y aun a acentuarlas; etc. En esta caracteriza-
ción no fue necesario apelar a motivaciones ajenas a una estric-
ta racionalidad económica, por otra parte debidamente adaptada a
las condiciones de producción y mercado de la época.
Quizás más importante es que la actividad que condicionaba,
directa o Indirectamente, el comportamiento global del sector
fuera, como ya lo puntualizamos, mucho más de carácter comer-
cial que productivo. En la invernada lo determinante era el costo
de oportunidad de una colocación de capital a corto plazo sin
que ella se encadenara con un proceso productivo específico de
mayor alcance.
Capitulo 2: Clase dominante, comercio y finanzas
1. Las líneas subyacentes en el funcionamiento de la región
pampeana
Dedicamos el capítulo anterior a analizar cómo se fue constru-
yendo y cómo funcionaba la estructura productiva agropecuaria
de la región pampeana. Por ese camino llegamos a la conclu-
sión de que una actividad -la invernada-, en la que prevalecían
enfoques de tipo comercial y financiero, desempeñaba un papel
articulador central. A pesar de que no siempre se lo percibía con
claridad, sus características imponían, de hecho, pautas bási-
cas de comportamiento y organización a las otras dos activida-
des fundamentales y más estrictamente productivas: la agricul-
tura y la ganadería de cría.
La poderosa impronta de un enfoque comercial y financiero no
se restringió al agro pampeano sino que también prevaleció en
la clase que se constituiría como dominante en la formación de
la Argentina moderna.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX aparecieron sucesiva-
mente en Argentina una serle de actividades económicas que se
expandían con inusitada rapidez, al tiempo que existía una ma-
nifiesta escasez de capitales para promoverlas. La posibilidad
de movilizar ágilmente una parte de los capitales disponibles per- La Clase
mitía captar ganancias extraordinarias aun respecto de las altas Dominante En La
tasas vigentes en el mercado. La técnica parece haber consisti- Argentina Moderna
do en tener un pie puesto en el mayor número de colocaciones Formación y carac-
posibles, pero de manera que no estuvieran muy "atadas"; es terísticas
decir, preferiblemente líquidos o en un estado de semiliquidez. A
título de ejemplo cabe recordar el caso ya citado del Barbo de
Londres y América del Sur, que seguía una política de esta natu- Jorge F. Sabato
raleza, frente al Banco Mercantil, que no lo hizo y terminó por
ser liquidado en 1881. Lo que sucedía es que el esquema de
una rápida movilidad de las colocaciones de capital para captar
ganancias extraordinarias no sólo funcionaba en términos de
crecimientos desparejos de actividades sino en los más gene-
rales de fluctuaciones positivas o negativas. El problema con-
sistía en poder entrar como en poder salir velozmente de un
sector, pero nunca en hacer una u otra cosa por completo. La
cuestión no carecía de sutilezas y no siempre todos acertaban.
Lo fundamental, sin embargo, es que desde muy temprano la
economía argentina se organizó en modo tal como para favore-
cer esta manera de operar. Se trabajaba en condiciones de ries-
go y so terminaba por estimularlo: tanto los auges como las cri-
sis ofrecían oportunidades para que un grupo reducido -cam-
biante según la habilidad de quienes lo componían- captara ga-
nancias extraordinarias manejando una masa de capital inicial-
mente pequeña.
Este era un grupo social ávido por conseguir dinero en un país
que, a su turno, estaba apremiado por obtenerlo. Como muchos
otros, Ferns (1966, p. 152) se sorprende porque en la Argentina
la clase dominante -que él supone rural- fuera una clase deudo-
ra, a diferencia de otros países en que normalmente es una cla-
se acreedora. De acuerdo a lo planteado, el fenómeno que ocu-
rría en este país no: resulta tan extravagante. Pero la cuestión
de la obtención de fondos para operar con enfoques comercia-
les y financieros nos retrotrae una vez más al examen de las re-
laciones entre comercio, finanzas y tierras.
UNTREF VIRTUAL | 10
3. Comerciantes, financistas y terratenientes
El esquema de funcionamiento que expusimos es meramente
descriptivo. No dice cuál pudo haber sido la secuencia de acon-
tecimientos que habría llevado a imponerlo ni, en particular, por
qué habría surgido un único grupo social dominante.
Se trata de un punto que estarnos lejos de haber dilucidado. De
todos modos, es claro que la antigua preeminencia de los co-
merciantes en la vieja economía colonial constituyó un factor
decisivo para hacer primar un enfoque empresario peculiar y
que las condiciones en que se dio posteriormente el desarrollo
económico argentino harían prosperar. Ya mencionamos cómo
en la primera mitad del siglo XIX esos comerciantes se apro-
piaron de grandes extensiones de campos en la región pampea-
na; hay razones suficientes para suponer que en el último tercio
del siglo XIX los comerciantes y financistas argentinos -espe-
cialmente del litoral- continuaban en posición privilegiada para
adueñarse de amplias extensiones de tierras, sobre todo luego
de la conquista del desierto en 1878/9. (Ver Oddone, 1954 y
Carcano, 1925). Esa expansión hacia el agro no habría signifi-
cado, por razones ya comentadas, que las actividades comerciales
y financieras dejaran de constituir el eje alrededor del cual se con-
formara la posición social y económica dominante de la clase.
Inversamente, y por las características de la organización eco-
nómica y social que se impuso en el país, tampoco resulta ex-
traño que quienes pudieron comenzar una fortuna corno terrate-
nientes se introdujeran en actividades comerciales y financieras
y llegaran a centrar en ellas la articulación de sus intereses.
Postulamos, en cambio, que los terratenientes que permane-
cieron sólo corno tales quedarían, do hecho, marginados como
motor y gula de la futura evolución del país, independiente-
mente de que su riqueza y prestigio social hicieran considerar-
los corno arquetipos de ia clase dominante.
La afirmación puede sonar demasiado categórica; sin embargo,
muchos indicios sugieren que no es tan aventurada. Uno de
ellos ese la débil posición en que se encontraron los terratenien-
tes "puros" durante el conflicto con los invernadores en las dé-
cadas de 1920 y 1930, tal como vimos en el capítulo anterior.
Otra es la forma como se autocalificaban los más conspicuos La Clase
personajes del país a comienzos de siglo. Cuando se recorren Dominante En La
las guías, anuarios y publicaciones que contienen listas de gen- Argentina Moderna
te importante de la época resulta bastante raro que se los iden- Formación y carac-
tifique en primer lugar como estancieros. Lo más habitual es que terísticas
se enumere toda una serie de actividades que realizaban (las
casas comerciales que habían fundado o manejaban, los ban-
cos, compañías de seguros y otras empresas que dirigían) para Jorge F. Sabato
mencionar recién después sus propiedades rurales o su calidad
de terratenientes.
Pero debajo de estos signos sugestivos existían, a nuestro jui-
cio, otras razones más de fondo. En efecto, admitimos una vez
más que la principal fuente de beneficios en la Argentina durante
el periodo que estudiamos derivaba de la existencia de ventajas
comparativas en la producción agropecuaria que se reflejaban
en una renta diferencial de la tierra a escala internacional (La-
clau, 1969).) Por consiguiente, la posibilidad de apropiarse de
una porción considerable de esa renta a través de la concentra-
ción de la propiedad territorial otorgaba una base estratégica
para la formación de una clase dominante en el país. No obs-
tante ello, y como siempre ocurre, el carácter dominante de una
clase social no sólo depende de su capacidad para adueñarse
de una porción sustancial de los excedentes creados sino tam-
bién del empleo que les da, reproduciendo y, eventualmente,
consolidando y ampliando su posición de privilegio.
Este segundo aspecto de la cuestión nos parece clave. El em-
pleo de una parte, al menos, de la riqueza apropiada con desti-
no a la inversión productiva estimula el crecimiento económico y
favorece la reproducción social del sistema capitalista. Por eso,
a nuestro juicio, adquiere relevancia que en la Argentina la clase
dominante, aunque casi siempre propietaria de tierras, no tu-
viese como centro de actividad la producción agropecuaria sino
el comercio y las finanzas.
UNTREF VIRTUAL | 11
4. La propiedad de la tierra: punto de apoyo para la hegemonía
de una clase eminentes tente comercial y financiera
En páginas anteriores esbozamos un esquema para mostrar
cómo podían prevalecer enfoques comerciales y financieros en
la organización productiva de la región pampeana. Conviene
ahora precisar o recapitular algunas circunstancias que hicieron
materialmente posible el funcionamiento de este esquema y,
sobre todo, examinar algunos elementos que le dieron enorme
magnitud y relevancia.
Recordemos en primer lugar que el ejercicio, parcial o predom-
inante, de actividades empresariales no agropecuarias por parte
de terratenientes pudo coexistir con la expansión de la produc-
ción agropecuaria gracias a que el arrendamiento ofrecía la po-
sibilidad de deslindar la propiedad de la tierra de su explotación
directa. Esta es una característica específica del sector agrario
en una economía capitalista, rasgo que raramente se presenta
en otros sectores productivos: la tierra no es un bien socialmen-
te "producido" sino meramente "apropiado", hecho que suscitó
numerosas reflexiones sobre el problema de la renta agraria9.
En la Argentina esta posibilidad genérica de ser "propietario-no
productor" se vio reforzada por un par de circunstancias.
La primera fue proporcionada por las condiciones ecológicas
peculiares de la pampa húmeda. La fertilidad del suelo y la mo-
deración del clima permitían y aún permiten producir una varia-
da gama de productos tanto agrícolas como ganaderos. Debido
a esto, el propietario no quedaba "atado" al arrendatario agricul-
tor ya que, si era necesario, podía prescindir de él y dedicar su
campo a la ganadería, una actividad que demandaba muy poca
mano de obra y escasa dedicación empresaria. La existencia de
alternativas de explotación que no exigían un esfuerzo perso-
nal apreciable en la gestión productiva multiplicaba el poder del
terrateniente. Gracias a ello podía negociar desde una posición
de fuerza frente al arrendatario y lo liberaba para emplear su
tiempo y capacidad en otras actividades.
A su turno, la importancia de esas otras actividades, potenciar-
las por los recursos que se obtenían del agro, impulsaba a usar
aún más a fondo la posibilidad de deslindar la propiedad de la
tierra de su explotación directa. La Clase
Dominante En La
La interacción de estos efectos tenía grandes consecuencias Argentina Moderna
sobre el crecimiento del conjunto de la economía argentina y so- Formación y carac-
bre la expansión del propio sector agropecuario. terísticas
Desde el punto de vista de la economía en su conjunto, nuestro
razonamiento se basa en el supuesto de que los excedentes ge- Jorge F. Sabato
nerados por la producción agropecuaria resultaban sensiblemen-
te superiores a los exigidos para asegurar su propio y rápido
crecimiento. Por consiguiente, la presencia de un grupo social
que pudiera captar una parte considerable de ese excedente y
volcarlo para financiar y promover la expansión de otras activi-
dades económicas -justamente a través de los canales comer-
ciales y financieros que estaban bajo su control- habría permiti-
do acelerar apreciablemente el crecimiento global de la econo-
mía argentina. En este proceso, prácticamente corporizando en
su seno un mercado casi perfecto de capitales, la clase dominan-
te estaba en condiciones de obtener los mayores beneficios y de
fortalecer cada vez más su dominación -por su posición clave
para fomentar y aprovechar la expansión económica del país-.
El papel excepcionalmente activo y dinámico que así habría de-
sempeñado la clase dominante para acelerar el crecimiento y
cambio de la economía y la transformación consiguiente de ia
sociedad le otorgaría en ese momento el carácter de "portadora
de la historia", que explica su hegemonía en el pensamiento
marxista.
La importancia del punto nos condujo a iniciar una tarea empíri-
ca a fin de estimar las inversiones requeridas por el crecimiento
del agro, los Ingresos que generaba su explotación y la distribu-
ción de estos ingresos entre los diversos grupos sociales parti-
cipantes. Tal labor, que se conjuga con otra destinada a recons-
9 El tema de la renta de la tierra es desarrollado por Marx en el tomo III de
El Capital; una excelente síntesis de los aspectos que nos interesan está en
Flichman (1977. pp. 17 a 59). UNTREF VIRTUAL | 12
truir las redes de vinculaciones sociales y económicas a fin de
vislumbrar los canales por los que fluían los capitales hacia y
desde el sector agropecuario, fue emprendida para tratar de cu-
brir la falta de información al respecto.10 Aunque aún está en
curso, hemos obtenido algunos resultados provisorios que indi-
can que los ingresos generados por la producción cerealera
fueron comparativamente pequeños hasta fines del siglo pasa-
do para crecer prodigiosamente en la primera década del siglo
actual. Es posible, entonces, que hasta alrededor de 1900 la ex-
pansión de la agricultura no haya contribuido demasiado a la
formación de capital generado por beneficios de explotación. Lo
cual demuestra la necesidad de estimar más cuidadosamente el
proceso de capitalización agrícola, analizando los posibles flu-
jos de capital que eventualmente se establecieron con la activi-
dad ganadera y el resto de la economía. Dentro de este análisis
cobra particular importancia la valorización de las tierras induci-
da por la expansión agrícola y ganadera ya que, junto con el
crecimiento de su producción, constituyó el eje inicial para la
captación de recursos financieros.
En efecto, en torno de la tierra se formó un sistema de crédito
hipotecario que habría de constituir durante muchos años la pie-
dra angular del mercado financiero privado en el país. Básica-
mente, este sistema permitiría aprovechar la valorización de las
tierras transformándolas en una disponibilidad de dinero sin per-
der la propiedad. Esta posibilidad se usufructuó al máximo me-
diante un mecanismo peculiar, el de las cédulas hipotecarias,
por el cual se pudieron canalizar considerables fondos externos,
facilitando una serie de manejos que aun cien años después no
dejaron de ser habituales en Argentina.
La relevancia y continuidad de este fenómeno justifican trans-
cribir in extenso la descripción proporcionada por Ferns:
"En 1872 el Gobierno de la provincia de Buenos Aires organizó
el Banco Hipotecario Provincial. Este banco estaba autorizado
para prestar dinero hasta la mitad del valor de la tierra ofrecida
como fianza. El sistema de préstamos era bastante complicado
y aquí se impone alguna explicación para comprender de qué
manera el Banco hipotecario se convirtió en un canal a través
del cual fluía capital extranjero a la economía argentina.
El Banco Hipotecario no prestaba directamente dinero. Entrega-
ba al prestatario cédulas. En estas cédulas se fijaba una tasa de La Clase
interés y los plazos de vencimiento comunes a la serie en que la Dominante En La
cédula se había emitido. La cantidad total de una serie y todos Argentina Moderna
los plazos referentes a ella eran de conocimiento público. La cé- Formación y carac-
dula representaba una promesa del Banco Hipotecario de pagar terísticas
los intereses y el capital establecidos en la cédula. De manera
que el banco era el deudor general de los poseedores de cédu-
las. Y el banco era a su vez acreedor de las personas que daban Jorge F. Sabato
en prenda su propiedad a cambio de las cédulas. El prestatario,
después de haber recibido las cédulas, las vendía en el merca-
do libre y lo que obtenía de la venta representaba el monto del
préstamo obtenido. El prestatario tenía la obligación de pagar al
banco el capital y los intereses establecidos en su acuerdo con
el banco, y podía pagarlos, ya en dinero nacional, ya en cédu-
las; se emitieron cédulas pagaderas en oro, pero representaban
sólo una pequeña proporción del total. Las cédulas podían ase-
gurarse con cualquier tipo de bienes raíces y se podían obtener
préstamos sobre propiedades de la ciudad o sobre campos. Es
fácil ver hasta qué punto este tipo de título se prestaba al abuso,
incitaba a la especulación y promovía la inflación. Una vez que
estuvo en circulación un gran número de cédulas, las ventajas
de un papel sujeto a la inflación fueron muy grandes para las
clases prestatarias y en la Argentina los intereses rurales, es
decir, los intereses prestatarios, eran todopoderosos dentro de
los círculos políticos. Los préstamos permitieron a los prestata-
rios adquirir más tierras para ofrecer como fianzas de más deu-
das. Las nuevas adquisiciones de tierras hicieron subir los pre-
cios de éstas, y, a medida que el valor de las tierras aumentaba,
incrementaba automáticamente la capacidad de los propietarios
para adquirir nuevas deudas. Probablemente nunca se Inventó
un Instrumento de especulación Inflacionista más eficaz que la
cédula. Cuando se acercaba el momento del vencimiento de los
préstamos, los prestatarios tenían las más poderosas razones
para hacer bajar el precio de las cédulas, a fin de poder adquirir-
10 No podemos dejar de señalar la significativa ausencia de información so-
bre estos ternas. Si bien hay un acuerdo universal en que In Argentina
rnoder na se originó gracias al desarrollo de la producción agropecuaria, no UNTREF VIRTUAL | 13
existen estudios en los que se haya Intentado estimar, siquiera aproxima-
las a bajo precio y satisfacer con ellas los pagos al banco. Lo
curioso de estas cédulas es el hecho de que fluyeron al exterior.
Lo más probable es que los argentinos conocieran demasiado
bien lo que ello significaba y que los extranjeros no lo conocieran
de modo suficiente. Sin embargo, antes de 1875 no aparecieron
en el mercado inglés y no sería exacto caracterizarlas como un
canal de la afluencia de capitales británicos a las actividades ga-
naderas y a la construcción urbana en este primer período..."
..Desgraciadamente, la naturaleza misma de la cédula como ins-
trumento para tomar en préstamo y prestar dinero no permite esti-
mar la cantidad prestada o la cantidad tomada en préstamo (en el
extranjero) y además hace difícil establecer cómo se emplearon
en verdad los fondos. El dueño de una propiedad rural que obte-
nía cédulas con un valor declarado de digamos, 100.000 pesos
papel y un interés del 8%, podía venderlas... en Londres a 75, en
setiembre de 1886, cuando el oro estaba a un cambio de sólo
10%. Habría obtenido $ 67.500 ($ 100.000 vendidos a 75 = $
75.000 menos 10 % para pasar a pesos oro = $ 67.500 oro) o sea
13.500 libras esterlinas, menos los honorarios de corretaje... Me-
nos de cinco años después, como resultado de Ia depreciación
del peso papel, nuestro propietario habría vendido lana en libras
esterlinas y habría comprado 100.000 pesos papel por unas 6.100
libras o, mejor aún, podría haber comprado cédulas a 35 y ofrecer-
las al Banco Hipotecario para saldar su deuda."
"De manera que alguien sufría una grave pérdida, y no era por
cierto el prestatario argentino..."
"Es muy difícil calcular cuánto dinero británico afluyó a la Argen-
tina por vía de las cédulas. Más difícil aún es conjeturar qué pro-
porción de ese dinero sirvió para financiar la producción agríco-
la y ganadera. El secretario comercial de la Legación británica
en Buenos Aires, Arthur Herbert, fijó en la cifra de 28.625.745 el
valor total en libras de las cédulas emitidas por los Bancos
Hipotecarios de la Argentina al terminar el año 1892. 11
El mercado hipotecario fue indudablemente el más importante
pero no el único instrumento que el agro pampeano aportó para
captar recursos financieros. El ganado también significó un re-
curso para obtenerlos, aunque no dispongamos de datos para
evaluar su importancia. La posesión de vacunos implicaba dis- La Clase
poner de un capital "semilíquido", susceptible de ser realizado Dominante En La
en cualquier momento en que se requiriese dinero o, mejor aún, Argentina Moderna
garantía indiscutible para obtener préstamos bancarios perso- Formación y carac-
nales. Al respecto, un fenómeno que no siempre es percibido terísticas
con la atención que merece es la fuerte valorización del stock
ganadero que, con altibajos, se produce desde mediados del
siglo XIX. Porque la incorporación de la Argentina al mercado Jorge F. Sabato
mundial no sólo acarreó la valorización de la tierra (por obra de
la renta diferencial a escala internacional) sino también de las
ovejas y las vacas que pastaban en ella. En el cuadro III se se-
ñala que, de acuerdo a los datos censales, el valor del stock ga-
nadero vacuno en la provincia de Buenos Aires creció casi un
damente, en cuánto contribuyó el agro pampeano a la formación global de
capital hasta 1900 (año en el que comienzan las series elaboradas por la
CEPAL), ni, menos aun, cuál fue la participación de los distintos grupos so-
ciales Involucrados en ese proceso. La reconstrucción de las redes de rela-
ciones entre actividades comerciales, financieras, agropecuarias, industria-
les y urbanas que están realizando Juan Carlos Korot y Miriam Trumper, con
el apoyo de un subsidio otorgado por CLACSO, suministrará datos para in-
dagar la fisiologia del proceso de acumulación en el momento en que alcan-
zó su mayor magnitud dentro del país. [Este texto se presenta más adelante.
N. del E.]
11 Conviene, no obstante, tratar de hacerse una idea de lo que significa esa
suma en términos actuales. Aun cuando la comparación es riesgosa, puede
sostenerse que hoy equivaldría a una entrada de capital en el orden de mag-
nitud de varios millones de dólares. Un monto de 25 millones de libras era
igual a 125 millones de dólares de hace cien años, cifra que habría que mul-
tiplicar por un factor importante -digamos entre 7 y 9- para llevarla a valores
presentes. For otro lado se puede estimar la magnitud del impacto sobre la
economia de la Argentina de entonces pensando que su población era unas
siete veces menor a la actual. Una manera alternativa de calcular la equiva-
lencia es con respecto al valor de las exportaciones. Según los datos apor-
tados por el mismo Ferns, el valor promedio anual de las exportaciones to-
tales de la Argentina durante la década de 1880 fue de poco más de 15 millo-
nes de libras esterlinas, alcanzando un pico máximo de 24,5 millones en
1889. La comparación con las exportaciones actuales nos da nuevamente
un valor en el orden de los varios miles de millones de dólares, aun sin con-
tar que el grado de apertura de la economía argentina de entonces era muy
superior al de hoy. UNTREF VIRTUAL | 14
trescientos por ciento entre 1895 y 1908 y volvió a crecer en un
230 % entre 1908 y 1914. Del mismo modo que el aumento del
precio de la tierra, el del ganado contribuyó tanto al crecimiento
del capital local como a la disponibilidad de un mecanismo de
financiamiento de grandes dimensiones.
Finalmente, el crecimiento de la producción agropecuaria pam-
peana proporcionó también otro medio indirecto pero considera-
ble para obtener recursos financieros: los créditos comerciales
otorgados a los importadores de bienes para el agro. La formida-
ble expansión de las explotaciones agrícolas y ganaderas reque-
ría la provisión de una variada gama de materiales en cantidades
impresionantes (alambres, chapas, utensilios diversos, herramien-
tas y maquinarias de toda clase). Una de las razones por las que
los fabricantes y proveedores británicos tuvieron tanto éxito para
capturar el mercado argentino residió en el crédito otorgado a los
comerciantes locales (que a menudo, pero no siempre, eran in-
gleses). Esta práctica, que luego seguirían los alemanes y nor-
teamericanos en menor medida, tenía crucial importancia al pro-
porcionar una apreciable masa de capital de giro en una plaza tan
necesitada de dinero como la argentina (Huret, 1913, p. 458).
En suma, tanto directa como indirectamente, el agro pampeano
cumplió un papel fundamental para proveer una voluminosa can-
tidad de dinero líquido a un país y a un grupo social que pocas
décadas antes carecían casi por completo de este recurso. Ferns
se pregunta qué es lo que se hizo con él, suponiendo que en par-
te había servido para financiar el desarrollo agropecuario y en
parte se había destinado a consumo suntuario y ostentoso. Pero
tanto el comportamiento altamente racional (racional, a veces,
hasta el límite de la inmoralidad) de quienes serían sus principa-
les depositarios, como la multiplicación de actividades y negocios
en una economía que crecía vertiginosamente, no sugieren que
el uso que se le dio fuera poco productivo sino más bien lo con-
trario. En todo caso, a nuestro juicio, creó un poderoso punto de
partida para quienes podían utilizarlo con una actitud alerta, com-
binada con un enfoque comercial y financiero, proporcionando
una base sólida a una clase dominante organizada alrededor de
esas actividades.
5. Caracterización de la clase dominante
La Clase
Los argumentos y razonamientos que fuimos desarrollando nos Dominante En La
permiten proponer, como hipótesis alternativa a la idea de una Argentina Moderna
burguesía u oligarquía terrateniente, la siguiente caracterización Formación y carac-
de la clase dominante que se habría formado y consolidado en terísticas
la Argentina durante el último tercio del siglo XIX:
a) Esta clase, sí bien poseía buena parte de la tierra, actuaba en Jorge F. Sabato
una variada gama de actividades y su principal base de poder
económico-social, residía, sobre todo, en el control del comercio
y las finanzas,
b) por su evolución y características, la clase dominante llegaría
a poseer una gran unidad como tal. Dicho de otro modo, la clase
estaría muy poco fraccionada internamente, a diferencia de lo
que hubiese ocurrido si distintos subgrupos se hubieran implan-
tado y controlaran preferentemente actividades económicas dis-
tintas (Industriales, agrícolas, ganaderas, etc.), circunstancia
que habría sido susceptible de generar conflictos o contradiccio-
nes de intereses entre esas distintas fracciones que así habrían
terminado por definirse;
c) sería precisamente el control del comercio y las finanzas el
que, al abrir un conjunto de oportunidades y otorgar una alta fle-
xibilidad, le habría permitido Implantarse simultáneamente en
una amplia serie de actividades productivas y especulativas
(desde la producción agropecuaria hasta la industrial, pasando
por la provisión de servicios, la cooperación en la construcción
de infraestructura, la especulación urbana y rural, etc.);
d) la presencia y forma de actuar de la clase dominante llevó a
difundir, en todos los grupos propietarios, pautas de comporta-
miento que estimulaban a los empresarios a diversificar sus ac-
tividades en distintos sectores económicos y a proceder de ma-
nera flexible para ajustarlas entre si. Recíprocamente, al actuar
de este modo, favorecían tendencias a provocar una alta con-
centración económica en manos de la clase dominante, que
constituía un núcleo reducido de ese conjunto.
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El conjunto de los grupos propietarios presentaría un grado re-
lativamente bajo en diferenciación interna en términos de com-
portamiento y de implantación multisectorial y, al mismo tiempo,
una fuerte estratificación en términos de riqueza y poder. Pero
estas características serían de índole estructural, y no implica-
rían en absoluto que cada individuo permaneciera establemente
en un mismo estrato: por el contrario, las mismas condiciones
enunciadas habrían permitido que se produjera cierta movilidad
vertical y que ocurrieran reemplazos y sustituciones dentro del
vértice en el que se ubicaba la clase dominante.
La enunciación abstracta y condicional de la hipótesis despoja
al fenómeno del carácter vivo y movedizo que tuvo. A fin de res-
catar para el lector un pequeño indicio de cómo se manifestaba
en la época, veamos la sensación que produjo en un visitante
extranjero hacia 1910, Jules Huret, la actividad febril que reina-
ba en el país y el papel que cabía a lo que acabamos de definir
como clase dominante:
siones de ferrocarriles, de puertos, los contratos proyectados
para proveer maquinarias y herramientas, las grandes obras La Clase
públicas a emprender." Dominante En La
Argentina Moderna
"Esta elite sabe todo eso y cuenta con los medios más seguros Formación y carac-
-y a veces los más ocultos y torcidos- para adelantarse a los terísticas
competidores, bajo el ojo vigilante del capitalismo inglés y del
capitalismo belga que han dejado atrás al capitalismo francés."
(Huret, 1911, pp. 36 y ss.). Jorge F. Sabato
Dejando de lado lo expresivo de la cita, deseamos señalar que
la formulación de esta hipótesis nos llevó a iniciar -como ya co-
mentáramos- un trabajo empírico destinado a reconstruir la red
de relaciones sociales y económicas que sustentaría a la clase
dominante. La tarea está en curso y por el momento sólo conta-
mos con resultados parciales. Dentro de ellos nos han parecido
interesantes ciertas historias de vida que recogimos sintética-
mente e incluimos a título de ejemplo en une sección aparte.

.. Uno puede vislumbrar que esa gran cantidad de proyectos, de

demoliciones, de construcciones, de ampliaciones, de cambios,
agitan intereses encontrados y ambiciones en pugna. Todo eso
se mueve, bulle, hierve, trepida, hormiguea y se debate en los cír-
culos, en las oficinas de negocios, en los bancos, en las adminis-
traciones. Súmele además los negocios del Estado, mucho más
considerables, y los negocios privados, infinitos, y comprenderá
que nada es menos parecido a la actividad de una vieja ciudad
europea, en la que todo está organizado de antemano, delimita-
do, previsto, establecido, que esta actividad argentina que sin ce-
sar elabora, crea, improvisa y recomienza."

"Ahí está una elite de hombres, entre el Jockey Club y el Club

del Progreso, entre Florida y la Plaza de Mayo, radiándose ha-
cia todos los centros de la actividad nacional, como un Argos de
cien ojos y un Briareo de cien brazos. Esta elite tiene los c os
puestos sobre las buenas ocasiones de compra y venta de tie-
rras, los datos confidenciales de la Bolsa y los precios que le lle-
gan. Ella conoce las grandes empresas que se van a crear, las
concesiones forestales que restan por otorgar, los proyectos de
construcciones de fábricas, de molinos, los ingenios, las conce- UNTREF VIRTUAL | 16