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En una de las pocas ocasiones en las que pude encontrar abierta la ermita de San Antón,
mientras paseaba por la zona, decidí acceder a la misma y contemplar las obras de
rehabilitación que se habían llevado a cabo.
Pronto mi vista fue atraída por un elemento que me llamó poderosamente la atención. Se
trataba de un símbolo situado tanto sobre el tornavoz o visera que cubre el pequeño púlpito
de la iglesia como sobre el remate superior del retablo situado tras el altar y que representa
la letra griega T (Tau), aunque ligeramente deformada.
Los Hermanos Hospitalarios de San Antonio, también conocidos como Orden de San
Antonio o Antonianos, fueron una congregación católica fundada hacia 1095, con el propósito
de cuidar de aquellos que sufrían la enfermedad del ergotismo, muy común en aquella época.
La orden se extendió por Francia, España, Italia y Alemania, fundamentalmente, llegando a
alcanzar tal importancia que en Roma era la encargada de cuidar de la salud del Papa.
El ergotismo se documenta por primera vez en una tabla de arcilla asiria datada del año 600
a.C., que refiere a esta enfermedad como la «pústula nociva en la espiga del grano», aunque
de esos conocimientos no se tuvo noticia en Occidente hasta varios siglos más tarde, llegando
a ser esas intoxicaciones tan frecuentes en la Edad Media que dio origen a la creación de esta
hermandad como queda dicho.
Es conocido que nuestro pueblo es punto de paso del Camino del Sureste hacia Santiago,
igual que del Camino de la Lana, por lo que la curiosidad me obligó a investigar si existía una
red de albergues antonianos que coincidiera con el trazado de esas vías y empecé a llevarme
sorpresas.
Ciertamente quedé gratamente impresionado al comprobar que existe una ermita en Elda y
otra en Villena, dándose la circunstancia en ambas de que no se trata de lugares de culto
perdidos en colinas o en campos alejados de las poblaciones, sino que se encuentran en el
mismo casco urbano, seguramente coincidiendo con el camino seguido por los peregrinos.
La distancia de Alicante a Elda puede resultar excesiva para una etapa de peregrinación, por
lo que debió de existir una ermita intermedia, seguramente en la zona de Orito o de Monforte
del Cid, siendo Elda la segunda etapa y Villena la tercera. Estas distancias podrían
considerarse como asumibles en aquella época, teniendo en cuenta que, dado el mal que
afectaba a las extremidades de estos peregrinos, difícilmente podrían realizar el camino a pié,
sino usando caballerías.
El tramo de Villena a Almansa ya es más largo que los anteriores por lo que tiene sentido
realizar una etapa más corta hasta Caudete. Lo que llama la atención es que nuestra ermita
no se encuentra en pleno casco urbano, como en los casos anteriores, sino en las afueras,
por lo que es preciso realizar hipótesis sobre el sentido de la elección de ese lugar en concreto
y la respuesta creo que se puede encontrar en la pared trasera de la ermita.
Manolo Beltrán
Arquitecto Técnico y
Catedrático de Dibujo jubilado