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Desarrollo.
La naturaleza del Derecho Penal en los distintos Estados, ha sido hasta la fecha funcionar como
una herramienta que de una respuesta efectiva al Delito, entendiendo este último como un
fenómeno que por motivos individuales y antisociales, altera las condiciones de existencia de la
sociedad, además de lesionar la moralidad de un pueblo en un momento determinado (Enrico
Ferri), es así como surgen los sistemas que procesan estas conductas antisociales (derecho
procesal penal), y que dan como respuesta ante ellas “la pena”, que puede manifestarse en
distintos tipos como lo son; penas privativas de la libertad, privativas de derechos, y multas,
mismas que funcionan como un medio para procurar la estabilidad social y el bien común.
El sistema penitenciario se organizará sobre la base del respeto a los derechos humanos,
del trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte como medios
para lograr la reinserción del sentenciado a la sociedad y procurar que no vuelva a
delinquir, observando los beneficios que para él prevé la ley. Las mujeres compurgarán
sus penas en lugares separados de los destinados a los hombres para tal efecto.
El párrafo 3 del artículo 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos dispone lo
siguiente:
Ahora bien teniendo en cuenta la Reinserción Social del sentenciado a la sociedad, como una
obligación del Estado para con sus integrantes, ¿es posible hablar de Reinserción Social de los
sentenciados por delitos de secuestro bajo las penas previstas en la LEY GENERAL PARA
PREVENIR Y SANCIONAR LOS DELITOS EN MATERIA DE SECUESTRO?, claramente no es
posible hablar de tal tema, ya que en dicha Ley, encontramos penas privativas de la libertad que
sobre pasan la esperanza de vida del sentenciado, como es el caso del artículo 11, de la Ley
materia de estudio del presente, asimismo estas penas que resultan ineficaces como herramienta
que de una respuesta efectiva al delito de secuestro.
Por otra parte nos encontramos solo con penas exageradas que son contradictorias al artículo
22, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que en su primer párrafo
establece; “Quedan prohibidas las penas de muerte, de mutilación, de infamia, la marca, los
azotes, los palos, el tormento de cualquier especie, la multa excesiva, la confiscación de bienes
y cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentales. Toda pena deberá ser proporcional al
delito que sancione y al bien jurídico afectado.”, de lo anterior podemos ir apuntando que la
sanción prevista en el numeral 11, de la Ley que nos ocupa, es tendiente a una especie de
populismo punitivo, que sólo aparenta hacerse cargo de un problema que aqueja a nuestra
sociedad, como lo es el secuestro.
Por otro lado la Suprema Corte de Justicia de la Nación en su tesis 2005105. P./J. 31/2013 (10a.).
Pleno. Décima Época. Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 1, Diciembre de
2013, Pág. 124. Nos dice lo siguiente
CONCLUSIONES
Las penas de prisión de larga duración, o mejor conocidas como vitalicias, aunque en los
ordenamientos jurídicos no se les llamen así, generalmente son altas y superan el tiempo de vida
promedio de un ser humano, en México la esperanza de vida promedio es de 75.2 Años.1 Estas
penas cuando son impuestas atentan contra uno de los fines esenciales del Sistema Penitenciario
“la reinserción social”, puesto que privan de cualquier esperanza de libertad al sentenciado,
eliminando la posibilidad de conseguir beneficios de libertad anticipada, 2
Teniendo en cuenta todos los fundamentos anteriormente expuestos, tanto internacionales como
nacionales, observamos que la finalidad del sistema penitenciario efectivamente es la reinserción
del individuo a la sociedad, porque como ser humano tiene derechos fundamentales que se ven
limitados y vulnerados al encontrarse en cadena perpetua, perdiendo toda esperanza de volver a
vivir una vida normal, violentado, sin tener la oportunidad de construir una vida nueva.
Por tales motivos el articulo 11 de la Ley General para Prevenir y Sancionar los delitos de
Secuestro, atenta contra ese fin establecido en nuestra Constitucion.
1En México, la esperanza de vida ha aumentado considerablemente; en 1930 las personas vivían en promedio 34 años;
40 años después en 1970 este indicador se ubicó en 61; en el 2000 fue de 74 y en 2016 es de 75.2 años.
INEGI. Esperanza de Vida (2016). [en línea]. Consultado el 10 de febrero de 2018 desde
http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/esperanza.aspx?tema=P