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El teléfono sonó, el reloj marcaba las 10:45 pm; era el Doctor Sanitos, Director de la Clínica y
médico tratante de Juan; quien anunciaba que había un donante de riñón para Juan, había
esperado por 18 meses esta gran noticia. Juana, su esposa, tomó los datos y apresuró a Juan
para llegar pronto a la clínica “Los Sanitos”, famosa por los varios trasplantes realizados,
todos con resultados exitosos.
Terminado el procedimiento quirúrgico, el médico indicó a la enfermera Rosa los
medicamentos que debían ser suministrados a Juan durante los próximos 60 días para
garantizar el éxito del trasplante y la supervivencia del paciente. La enfermera rápidamente
realizó el pedido a la bodega de medicamentos de la misma clínica.
Dos horas después a la cirugía, Juan debía iniciar el tratamiento; al cuarto donde se
encontraba en recuperación llegó un paquete de medicamentos pero la enfermera se encontró
que el SIMPECT no estaba, éste nunca llegó. La enfermera inmediatamente se fue hasta la
bodega y preguntó por el SIMPECT, informándole el Auxiliar que el medicamento estaba
agotado.
Mientras tanto Juan se estaba muriendo. Los funcionarios de la clínica de manera diligente y
angustiosa, buscaron el medicamento con el laboratorio que lo fabrica y con varios
distribuidores de la ciudad donde se encontraba Los Sanitos, pero en todos se sorprendieron al
conocer que éste tenía un tiempo de entrega de 10 días; no existía otro medicamento que lo
reemplazará.
Después de un día, 24 horas, posterior a la cirugía sin suministrarle el medicamento, Juan
finalmente murió y los doctores no sabían ni se ponían de acuerdo, cómo explicarle a Juana lo
sucedido. Ella, una mujer de 45 años, quedaba como única responsable de la familia
compuesta por 3 hijos, todos menores de edad y en la cual su única fuente de ingresos era
dada por el trabajo de su esposo.
Juana: Doctor no me diga eso... ahora que voy a hacer.. que pasó? Si la cirugía salió bien...
Doctor Sanitos: doña Juana, lo siento mucho, la verdad fue que el organismo de Juan no
resistió la Cirugía.
El doctor Sanitos quien realizó el estudio del caso de Juan, consternado con la noticia, se
dirigió a hablar con Pepito Perez, el Jefe de Suministros de la clínica.
Doctor Sanitos: Hombre, cuénteme por qué no contábamos con este medicamento. Usted
sabe que nunca nos puede faltar ese tipo de drogas… por eso se nos fue el paciente. Ahora
no podemos salir con un chorro de babas… mire a ver cómo explica toda esta pelotera. Lo
que se viene no es nada fácil.
Pepito Perez: Sí claro, no te preocupes, ahora mismo hablo con Inés y Pablo, que son los
directos responsables de las existencias de los medicamentos.