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Los seres humanos han sido capaces de comunicarse desde hace milenios. Sin
embargo, la comunicación científica, tal como hoy la conocemos, es relativamente
nueva. Los conocimientos, científicos o de otra clase, no pudieron transmitirse
eficazmente hasta que se dispuso de mecanismos apropiados de comunicación.
• Conocer los vacíos que existen sobre el tema. No se debe escribir sobre un tema
que ya ha sido desarrollado por autores a nivel nacional e internacional y que, en
términos de mercado, corresponda a libros que se consiguen en cualquier librería.
Es necesario evaluar el tipo de aportes que el autor logra realizar con la publicación
y equipararlos con los existentes.
• Una sólida y adecuada estructura posibilita que los contenidos fluyan, se
interrelacionen entre sí, para dar significado y facilitar la comunicación con el lector.
• El párrafo debe ser una herramienta que permita, de manera eficaz, reflejar lo que
se piensa. Es el vehículo que está por encima de algo tan específico como la
oración, pero debajo de algo tan global como un capítulo o el texto en general.
- El empleo de los adjetivos debe ser lo más exacto posible, sin abusar de estos.
- Tampoco se debe abusar de los adverbios (sobre todo los terminados en mente)
ni de las locuciones adverbiales (en efecto, por otra parte, además, en realidad, en
definitiva). Colocarlos cerca del verbo al que se refieren, permite hacer más clara la
exposición.
- Evitar los vicios del lenguaje: los barbarismos (pronunciar o escribir mal las
palabras o uso impropio de expresiones o palabras tomadas de otras lenguas),
solecismos (falta de sintaxis, inexactitud o impureza del idioma), cacofonías (mal
sonido), monotonía (efecto de la pobreza de vocabulario), asonancia (identidad de
vocales en las terminaciones de dos o tres palabras seguidas), consonancia
(identidad de sonidos en la terminación) y frases hechas (restan originalidad al
texto).
- Cuidar los tiempos verbales. Saber distinguir los valores de cada tiempo, ya que
el uso casi exclusivo de un tiempo (presente) puede ser reflejo de un dominio pobre
de la lengua. Cansa igual leer un relato solo en pasado como un texto que sustituye
con presentes todos los tiempos.
• Evitar los falsos cognados (palabras que, siendo de idiomas distintos, tienen
apariencia y significado semejantes) ya que su parecido con palabras fundamentos
generales del español puede ser engañoso, pues su significado en uno y otro
idioma no solo es distinto, sino, en ocasiones, contrario.
• Evitar el uso de extranjerismos innecesarios. Hay casos en que se aceptan
términos ya acuñados y de muy difícil traducción (stent, flutter, imprinting, spotting),
por lo tanto, se dejan en inglés, pero se escriben en cursiva, de acuerdo con la regla
para la escritura de palabras en otros idiomas. Hay otros casos en que es posible y
recomendable utilizar la traducción del término al español.
Se deben eliminar las palabras y frases innecesarias que no aportan ningún dato y
solo demoran la lectura: Ej: Es interesante advertir que…, fue comunicado por Llanio
que…, desde el punto de vista de…, en la totalidad de los casos…, en el transcurso
de…., en lo que se refiere a nuestras propias…, etc.
La voz activa es la voz natural para expresarse, la que se emplea normalmente para
hablar y es menos susceptible a la ambigüedad y la verbosidad.
La mayor parte de las veces el empleo de la voz pasiva se debe a una mala
traducción del inglés, por lo que debe evitarse. No obstante, tiene sus usos
específicos en la literatura científica, sobre todo cuando se quiere destacar el agente
de la acción (el descubridor o investigador): La penicilina fue descubierta en 1929
por Fleming.