I.
Desarme y no proliferación
La Convención para la Prohibición de ias
Armas Químicas: de ia exclusión dei empieo
a su compieta destrucción
FERNANDO BORREDÁ JUSTE
Inspector
Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ)
El empleo de armas quími-
cas en combate es casi tan
antiguo como la guerra
misma^ Tal circunstancia im-
plica necesariamente que es-
ta categoría de armas haya
evolucionado bajo todos los
puntos de vista, desde el as-
pecto técnico hasta el propó-
sito de empleo. Un largo ca-
mino ha separado, técnica-
mente, desde las flechas en-
venenadas o empleo de hu-
mos arsenicales, hasta las
modernas armas químicas bi-
narias desplegadas con misi-
les o lanzacohetes múltiples
(MRLS). Bajo la perspectiva
del propósito de empleo, esta
larga evolución ha pasado
desde asesinar secretamente
a los caballeros medievales
hasta su utilización por terro-
ristas (como el atentado con
gas sarín en el Metro de To-
kio), incluida su utilización en
guerra contra militares o, en
42
su expresión más inhumana,
contra civiles desarmados
(Irak en la aldea kurda de Ha-
labjah).
Paralelamente al uso de las
sustancias químicas tóxicas
como arma ha existido un
constante interés en limitar su
empleo cuyos esfuerzos, con
mayor o menor éxito, culmina-
ron en el actual instrumento
legal internacional de control
de las armas químicas, que
obliga a su desarme y vigila
su proliferación: la Conven-
ción para la Prohibición de las
Armas Químicas (CAQ)^.
El objetivo de este artículo
es analizar los esfuerzos in-
ternacionales de cooperación
en materia de desarme y no
proliferación de las armas quí-
micas, especialmente en rela-
ción con el régimen estableci-
do por la CAQ, y examinar los
riesgos principales a que se
enfrenta éste ante las nuevas
amenazas a la seguridad.
Los primeros
esfuerzos
internacionales para
gestionar el problema,
causas y efectividad
Desde sus orígenes, las ar-
mas químicas han sido consi-
deradas como bárbaras, crue-
les e inmorales. Sin embargo,
fue el desarrollo de la indus-
tria química y el comienzo de
la producción en cantidades
industriales de final del siglo
XIX lo que proporcionó la po-
sibilidad de empleo masivo y
el estatus de amenaza. Prue-
ba de ello es que, en las Con-
ferencias de la Haya de 1899
y 1907, se prohibiera por pri-
mera vez el empleo de una
categoría entera de armas.
102 Otoño 2011
E
^T
los "proyectiles cuyo único ob-
jeto sea la difusión de gases
asfixiantes o deletéreos", an-
tes incluso de que este tipo de
arma se hubiera desarrollado
o utilizado en conflicto, la co-
nocida como Declaración de
los Gases.
Esta prohibición tuvo poca
efectividad, ya que no pudo
impedir el uso generalizado
de las armas químicas en la
Primera Guerra Mundial, don-
de los fenómenos de la esca-
lada y la represalia con el mis-
mo tipo de armas provocaron
la total ausencia de restricción
de empleo entre los conten-
dientes. Como resultado, las
armas químicas terminaron
siendo un símbolo de la inhu-
manidad de la guerra moder-
na, cuya consecuencia más
significativa para la legalidad
internacional fue la creación
del Protocolo de Ginebra de
1925 prohibiendo el "uso en
guerra de gases asfixiantes,
venenosos, otros gases o lí-
quidos"^.
No obstante, el Protocolo se
centraba únicamente en la
norma de no utilización de las
armas químicas, sin ilegalizar
otras actividades como el de-
sarrollo, las pruebas, la pro-
ducción, y el almacenamiento
necesarias e imprescindibles,
para su empleo. El Protocolo
contemplaba, además, la po-
sibilidad de que los Estados
pudieran reservarse el dere-
cho de represalia del mismo
tipo al ser objeto de un ataque
con armas químicas. En la
práctica, el sistema de reser-
vas estableció un conglome-
Otoño2011
La Convención para ia Prohibición de ias Armas químicas:
de ia exclusión dei empieo a su compieta destrucción
rado de regímenes legales im-
posible de deshacer^, además
proporcionaba justificación al
empleo de armas químicas
bajo determinadas circunstan-
cias, lo que no ilegitimizaba
universalmente su utilización
sino únicamente el primer
uso. Por último, el Protocolo
no contemplaba ningún régi-
men de verificación para com-
probar las violaciones, ni un
mecanismo colectivo de resti-
tución de la confianza, ni un
proceso de aplicación de san-
ciones que quedaban reduci-
das al desprestigio internacio-
nal, considerando que el uso
en guerra de gases asfixian-
tes estaba justamente conde-
nado por la opinión general
del mundo civilizado y vincu-
lante únicamente en la con-
ciencia y en la práctica de las
naciones.
Posteriormente, la situa-
ción resultante de la combina-
ción normativa y estratégica
de sanción moral-capacidad
de represalia, especialmente
esta última, fue efectiva du-
rante la Segunda Guerra
Mundial, donde los comba-
tientes se abstuvieron de la
utilización de las armas quími-
cas. Como resultado, no era
necesaria ninguna modifica-
ción del status quo legal inter-
nacional relativo a las armas
químicas, lo que produjo una
parálisis en la situación nor-
mativa y legal resultante del
Protocolo de Ginebra de
1925, de más de cincuenta
años. Esta parálisis ni impidió,
ni redujo las consecuencias
de la carrera de armamentos
de la Guerra Fría, que se tra-
dujo en una acumulación de
arsenales en Estados Unidos
y la Unión Soviética de más
de 70.000 TM y 8 millones de
municiones químicas.
La debilidad del sistema es-
tablecido por el Protocolo se
hizo patente con la aparición
de los problemas de fin de si-
glo^, principalmente por la
proliferación, facilitada por el
uso dual de las sustancias
químicas tóxicas en una in-
dustria química global, más
compleja de controlar. La tec-
nología de "uso dual" implica
que se pueda usar tanto para
fines militares como civiles.
Esto es: una sustancia quími-
ca tóxica puede ser usada
con fines comerciales, pero es
fácilmente adaptable a ser
convertida en arma. La con-
vergencia de estas circuns-
tancias provocaba la deman-
da de una solución definitiva y
completa al problema de las
armas químicas. Por añadidu-
ra, el uso de armas químicas
en la Guerra Irán e Irak, y la
utilización contra civiles en
Irak imprimieron urgencia a
esta situación^.
No obstante, la empresa de
acordar una solución no era
nada sencilla, siendo necesa-
rio, no solamente llegar a un
acuerdo sobre la destrucción
completa de los ingentes ar-
senales existentes entre las
superpotencias (empresa ya
de por sí muy compleja), sino
extender el conjunto de prohi-
biciones sobre el desarrollo, la
producción, almacenamiento
y uso, junto con la obligación
de destrucción, a zonas y paí-
43
Fernando Borredá Juste
ses en vías de desarrollo don-
de las armas químicas habían
adquirido un considerable es-
tatus como símbolo de poder
regional. Por añadidura, resul-
taba imprescindible el com-
promiso de otros actores so-
ciales no estatales implicados,
en este caso la industria quí-
mica civiP, todo esto, someti-
do a un régimen de verifica-
ción que controlase el cumpli-
miento del acuerdo en todos
los ámbitos.
La Convención para
la Prohibición de las
Armas Químicas
Las negociaciones para cre-
ar un régimen internacional
que regulara la relación de se-
guridad entre los Estados a
este respecto llevaron más de
veinte años, concluyendo con
la creación de la Convención
para la Prohibición del Desa-
rrollo, la Producción, el Alma-
cenamiento y el Uso de las
Armas Ouímicas y de su Des-
trucción (CAO).
La CAO constituyó un
acuerdo internacional multila-
teral único en varios aspectos.
En primer lugar, estableció
por primera vez la prohibición
de empleo de una categoría
entera de armas sin excepcio-
nes, así como todas las activi-
dades necesarias previas a su
utilización, preparación, desa-
rrollo, almacenamiento, inclu-
so ilegalizando la incitación o
facilitación al mismo. En se-
gundo término, instauró la
obligación de destruir por
completo todos los arsenales
44
existentes de armas químicas.
Tercero, instituyó un compro-
miso de control sobre las ins-
talaciones químicas civiles y,
finalmente, estableció un régi-
men de verificación sin prece-
dentes a nivel de intrusividad
y extensión como mecanismo
de comprobación del cumpli-
mento las obligaciones y com-
promisos.
En este sentido, el régimen
de verificación contaba, y
cuenta, con diferentes obliga-
ciones, básicamente, respec-
to a los compromisos de des-
arme y no proliferación. Res-
pecto al desarme contiene,
entre otras, obligaciones co-
mo la de declarar la posesión
de armas químicas, así como
las instalaciones de produc-
ción y almacenaje y acoger
inspecciones sobre el terreno
para verificar la información
proporcionada y la destruc-
ción de las armas químicas y
las instalaciones de produc-
ción. En cuanto a la no proli-
feración comprende obliga-
ciones de declarar respecto a
las actividades de las indus-
trias que producen, procesan
o consumen sustancias tóxi-
cas (especificadas en un Ane-
xo de Sustancias químicas)
con fines no prohibidos y que
puedan suponer un riesgo pa-
ra el propósito y objeto de la
Convención; así como acoger
inspecciones en algunas de
estas instalaciones declara-
das.
Sin embargo, la importancia
del régimen de verificación re-
side no solamente en la capa-
cidad de detectar y determinar
una violación del acuerdo, si-
no también en proporcionar
mecanismos para clarificar
alegaciones de incumplimien-
to y determinar hechos rele-
vantes. Para ello, la CAQ
cuenta con un mecanismo de
consultas, cooperación y acla-
ración de hechos, que incluye
la posibilidad de hacer uso de
las inspecciones por denuncia
sobre cualquier localización o
instalación del Estado Parte
aludido con el objeto de acla-
rar sobre el incumplimiento.
Es importante señalar que
la CAQ también establece
otras medidas para poner fre-
no a la proliferación, mediante
el control del grado de implan-
tación de la Convención a ni-
vel nacional, instituyendo tan-
to la obligación de los Estados
Parte de adoptar las medidas
legales y administrativas ne-
cesarias para implantar las
prohibiciones, como la de cre-
ar una Autoridad Nacional res-
ponsable y punto de control, e
informar sobre del grado im-
plantación de las medidas.
A las medidas de control de
la aplicación nacional se su-
man medidas de incentivo po-
sitivas para que los Estados
obtengan beneficios adiciona-
les de adherirse a la Conven-
ción. En particular, relaciona-
dos con la seguridad, la posi-
bilidad de recibir asistencia
técnica y protección para que
la renuncia a las armas quími-
cas no suponga una pérdida
en la seguridad un Estado
frente a otros Estados-no par-
te del acuerdo, medidas de
desarrollo y cooperación.
102 Otoño 2011

Las armas químicas en
el contexto actual de
seguridad y los retos
al régimen
Como señalamos en la in-
troducción, el panorama inter-
nacional de seguridad que
presidió el inicio de las nego-
ciaciones (Guerra Fría) no fue
el mismo durante el final de
las mismas (distensión y fin
de la política de bloques), ni lo
es durante su presente aplica-
ción tras casi quince años de
entrada en vigor, especial-
mente, bajo la amenaza de la
combinación terrorismo-Ar-
mas de Destrucción Masiva
(ADM)8.
En cuanto a la amenaza
surgida por esta combinación,
hay dos factores principales
que pueden poner en riesgo
la estabilidad del régimen. En
primer lugar, la existencia to-
davía de arsenales de armas
químicas tanto procedentes
de la proliferación vertical de
la Guerra Fría, como de la
proliferación horizontal en paí-
ses no miembros de la CAQ.
En segundo lugar, el uso ilegí-
timo de los nuevos desarrollos
en la ciencia, principalmente
en la tecnología de produc-
ción y la creación de nuevas
sustancias.
El riesgo ocasionado por la
existencia de arsenales de ar-
mas químicas tiene dos di-
mensiones diferenciadas. Por
un lado, el proceso de desar-
me y desmilitarización de las
armas químicas declaradas
en los Estados Parte posee-
dores. Este proceso se ha re-
Otoño 2011
La Convención para ia Prohibición de las Armas químicas:
de ia exclusión del empleo a su completa destrucción
velado mucho más costoso
económicamente y complejo
de lo que los diseñadores de
la Convención pudieron esti-
mar, cuya consecuencia direc-
ta es la extensión de tiempo
en la consecución de su meta.
No obstante, los procesos de
destrucción se están llevando
a cabo de manera segura,
constante e irremediable, ha-
cia una completa desaparición
de los arsenales^ pero, mien-
tras haya existencias, existe
el riesgo físico de sustracción,
sabotaje o contrabando. Los
esfuerzos actuales para solu-
cionar este problema están
tanto a nivel nacional y do-
méstico, mediante el refuerzo
de la seguridad de las instala-
ciones, como a nivel interna-
cional a través la cooperación
internacional en apoyo econó-
mico, técnico y de material a
los procesos de destrucción
de los Estados Parte que lo
necesiten, principalmente a
través de acuerdos de alto ni-
vel del G-8, a través de pro-
gramas como el Global Part-
nership Against the Spread of
Weapons and Materials of
Mass Destruction, o Coopera-
tive Threat Reduction Pro-
gram' y la Unión Europea en
el marco de la Estrategia de la
Unión Europea contra la Proli-
feración de ADM.
Por otro lado, la existencia
de arsenales de armas quími-
cas en Estados que no son
parte de la CAO supone un
riesgo más significativo. En la
medida que en estos Estados
no está establecida, ni legal-
mente implantada, la prohibi-
ción de desarrollar, producir y
almacenar armas químicas,
así como la exportación, inci-
tación o ayuda, pueden servir
tanto de foco para la realiza-
ción de estas actividades, co-
mo de santuario para aquellos
que la lleven a cabo.
A este respecto, los esfuer-
zos internacionales están diri-
gidos, en cuanto al régimen
de las armas químicas, a con-
seguir la universalidad de la
Convención'". No obstante,
este asunto se encuentra ac-
tualmente en punto muerto
por dos motivos principalmen-
te; por un lado Corea del Nor-
te, cuyas negociaciones de
adhesión dependen de los
progresos en las negociacio-
nes sobre la desnucleariza-
ción de la península de Corea
y de incentivos económicos.
Por el otro, los países de
Oriente Medio que vinculan la
firma de la Convención al es-
tablecimiento de un Área Li-
bre de Armas de Destrucción
Masiva en Oriente Medio, lo
que implicaría el acceso de Is-
rael al TNP y la renuncia a su
(nunca confirmada/desmenti-
da) capacidad nuclear. Sin
embargo, tras el acceso de Li-
bia en 2004 e Irak en 2009 y,
principalmente, los recientes
cambios de régimen estatal
en Egipto (como promotores
de la condición de vinculación
entre tratados), una nueva
puerta se puede abrir cuando
la situación política se estabili-
ce en el área.
Por añadidura, en cuanto al
control a la exportación, facili-
tación o apoyo a personas u
organizaciones terroristas
45
Fernando Borredá Juste
bien sea estatal o privada, los
esfuerzos internacionales
también se materializaron en
la resolución 1540 del Conse-
jo de Seguridad de NNUU, es-
tableciendo que todos los Es-
tados se abstendrán de pro-
porcionar cualquier tipo de
apoyo a actores no-estatales
que intenten desarrollar, ad-
quirir, manufacturar, poseer,
transportar, transferir o usar
armas nucleares, químicas y
biológicas y sus medios de
dispersión, así como la obliga-
ción de establecer controles a
nivel nacional para impedir la
proliferación de dichas armas.
Para vigilar el cumplimiento
de dicha resolución se crea el
llamado Comité 1540".
En relación con el segundo
de los riesgos principales, el
derivado del uso ilegítimo de
los progresos de la ciencia,
numerosos estudios se han
hecho eco del peligro emer-
gente que supone la utiliza-
ción indebida de los nuevos
avances en la ciencia y tecno-
logía, que afectan tanto a la
aplicación como a los fines de
la Convención'^.
La tecnología actual se sirve
de la convergencia de tecnolo-
gías para desarrollarse. El
avance de la informática y las
posibilidades de comunicación,
la nanotecnología y la bio-quí-
mica hacen que los procesos
puedan tener un carácter más
doméstico que centralizado. La
nueva tecnología a nivel mole-
cular y la aplicación informática
a la investigación química, co-
nocida como Ouímica Combi-
natoria, permite la posibilidad
46
de sintetizar compuestos me-
diante la combinación y simu-
lación sin estar expuestos a
riesgos físicos.
Respecto a las nuevas tec-
nologías de producción desta-
ca la tecnología de los micro
reactores, que permite una
miniaturización de tecnologías
de síntesis de compuestos al-
tamente tóxicos al tamaño de
una maleta y sin necesidad de
materiales especiales como
en la producción tradicional
(titanio, aceros con aleaciones
pesadas, cristales y cerámi-
cas) abriendo nuevas posibili-
dades al uso en manos terro-
Por añadidura, la nanotec-
nología ofrece la posibilidad
de diseñar materiales "inteli-
gentes" lo que implica la posi-
bilidad de diseñar agentes tó-
xicos de entrada y asimilación
más efectiva; particularmente
en combinación con la tecno-
logía de los micro reactores
puede crear nuevas posibili-
dades de diseño de instalacio-
nes difícilmente détectables,
altamente flexibles y con gran
rendimiento, sin necesidad de
mantener pesados sistemas
de ventilación, filtros, chime-
neas, además de, al producir
menos residuos, no necesitar
sistemas anti-polución, redu-
ciendo el costo en la produc-
ción de arsenales.
Finalmente, a diferencia de
los agentes clásicos, el enfo-
que es geográficamente más
amplio. Conducidos por los
cambios de mercado, la indus-
tria muestra una gran proyec-
ción, cambiando las localiza-
ciones tradicionales de pro-
ducción en occidente a nue-
vos países en Asia, Latino
América, Oriente Medio. Estas
áreas tienen poca experiencia
en la implantación de los siste-
mas de la Convención.
Ouizás por el hecho de que
estos avances en la química
solamente han llegado al gra-
do de ser una amenaza po-
tencial a los principios de la
Convención, los esfuerzos in-
ternacionales están poco de-
sarrollados. En este sentido,
el Panel Asesor Científico de
la OPAO destaca varias nece-
sidades. En primer lugar, una
completa y efectiva implanta-
ción nacional en todos los pla-
nos de la Convención, desde
la implantación de medidas le-
gales, hasta la de informar de
cambios en las tecnologías de
producción. Segundo, un es-
tudio más profundo entre to-
dos los actores (Autoridades
Nacionales, industrias, y aca-
démicos) respecto a la unión
entre Ouímica y Biología y po-
sibles vacíos legales. Tercero,
descarta la ampliación de las
listas de sustancias químicas,
para evitar el sobrecargar la
verificación, pero incide en la
importancia de la implementa-
ción nacional, particularmente
en el propio gobierno de ia in-
dustria y en el mundo acadé-
mico'".
Conviene tener en cuenta
que, una vez destruidos los
arsenales, los esfuerzos ya no
se concentrarán en verificar la
destrucción, sino en asegurar
que no hay ningún rearme en-
102 Otoño 2011

cubierto. Bajo estas circuns-
tancias es fácil prever la im-
portancia que adquirirá la veri-
ficación industrial. Con lo cual
la industria química se verá
afectada de forma más consi-
derable, resultando necesaria
una cooperación al mismo ni-
vel de la que se produjo para
negociar el acuerdo; mientras
persista la amenaza terrorista,
es posible que se deba cam-
biar el enfoque tradicional de
la Guerra Fría, de cantidades
con importancia militar signifi-
cativa, a la amenaza por ca-
pacidades e intenciones'^.
Por añadidura, la CAQ tiene
instrumentos para contrarres-
tar los riesgos derivados del
empleo indebido de los avan-
ces de la ciencia, por un lado,
la flexibilidad otorgada por los
mecanismos para asegurarse
su viabilidad y efectividad ante
los nuevos requerimientos de
la ciencia. No es necesario
convocar una Enmienda, en la
medida que los principios y
normas del régimen son uni-
versalmente aceptados y per-
miten la consecución de su fin
principal, como establece el
Preámbulo de "excluir comple-
tamente el uso de las armas
químicas" por el bien de la hu-
manidad; además podría re-
sultar en un riesgo a la estabi-
lidad del régimen, sin garantía
de acuerdo, dado el alto com-
promiso político necesario.
Sin embargo, se pueden lle-
var a cabo cambios en los
Anexos, como ya se ha reali-
zado en dos ocasiones, como
el cambio propuesto en 1998
por Canadá respecto a las
Otoño 2011 N«102
La Convención para la Prohibición de las Armas químicas:
de ia exclusión del empleo a su compieta destrucción
trasferencias de Saxitoxinas
con fines médicos/diagnósti-
cos y la propuesta en 2004 de
Libia en relación con el proce-
dimiento de tratar las solicitu-
des de conversión de instala-
ciones de producción de ar-
mas químicas, que conllevan
un proceso menos complejo y
cargado políticamente que
puede permitir mejorar las ca-
pacidades de verificación. Por
otro lado, y respecto a las ca-
pacidades de verificación, sur-
ge el polémico asunto de las
inspecciones por denuncia,
cuyo perfil altamente político
ha impedido su uso funcional,
restringiendo su uso a instru-
mento de disuasión del régi-
men y último recurso para
comprobar el cumplimiento.
Conclusiones
En suma, la experiencia his-
tórica nos ha enseñado la ne-
cesidad de adecuarse a los
cambios tecnológicos y de
contexto de seguridad antes
de que afecten a la efectivi-
dad de un régimen provocan-
do su caída. Además, como
pudo demostrar Keohane'^,
los regímenes son más fáciles
de mantener que de construir,
lo que, a la vista de las arduas
y largas negociaciones para
concluir la creación del régi-
men de la CAQ se ilustra por
sí solo. En contrapartida,
cambios sustanciales prema-
turos en el régimen presente
pueden complicar la actual
aplicación, cuando es un régi-
men relativamente reciente, y
provocar la inestabilidad en el
mismo particularmente en paí-
ses donde la implantación es-
tá menos desarrollada.
La CAQ representa un caso
ejemplar de la capacidad de
los Estados en cooperar para
establecer un régimen, supe-
rar las enormes dificultades
que implica poner de acuerdo
las voluntades e intereses de
Estados y otros actores de la
sociedad bajo una formidable
complejidad técnica. Sin em-
bargo, la amenaza de que el
terrorismo con ADM pudiera
tomar ventaja de los riesgos
al régimen, comprometiendo
su estabilidad, hace necesario
incrementar la cooperación
entre todos los actores, Esta-
dos, industria química y aca-
démicos, para encontrar el co-
rrecto balance entre adapta-
ción del instrumento, nuevo
contexto internacional y efica-
cia del funcionamiento.
Notas
' Para profundizar en la historia
y evolución del problema de las
armas químicas véase: ALMQ-
VIST y WIKSEL, The probiem of
Chemicai and Bioiogicai Warfare,
the Rise of CW weapons, SIPRI;
Humanity Press, Stockholm y
Nueva York, Vol. I, 1971; HA-
RRIS, Robert y Jeremy PAXMAN,
A Higher Form of Kiiiing, the Se-
cret History of Chemical and Bio-
iogicai Warfare, Random House
Paperbacks, Nueva York, 2001;
TUCKER, Jonathan B., War of
Nerves. Chemicai Warfare from
Worid War I to Ai -Qaeda, Pante-
ón Books, Nueva York, 2006; PRI-
CE, Richard M., The Chemical
Weapons Taboo, Cornell Univer-
sity Press, Ithaca y Londres,
1997.
47
Fernando Borredá Juste
^ La Convención para la Prohi-
bición del Desarrollo, la Produc-
ción, el Almacenamiento y el Uso,
así como de su Destrucción, fue
firmada en 13 de noviembre de
1993 y está en vigor desde el 29
de abril de 1997.
3 BROWN, Frederic J., Chemi-
cal Warfare a Study in Restrains,
Princeton University Press, 1968.
Véase también: The New York Ti-
mes, "Arms Conference for Outla-
wing Gas", 6 de junio 1925. "Gas
Warfare", 9 de mayo de 1925.
"The Poison Gas Protocol", 8 de
junio de 1925.
" THOMAS, Ann Van Wyen y A.
J. THOMAS, Legal Limits on the
Use of Chemicai and Bioiogicai
Weapons, Southern Methodist
University Press, Dallas, 1970,
pág. 85.
^ En referenda al protagonismo
que al final de siglo adquirieron
los temas de "baja política", como
el medioambiente, el desarme, la
economía, salud pública, sobre
los clásicos temas de "alta políti-
ca". BARBÉ, Esther, Reiaciones
internacionaies, Tecnos, Madrid,
3^ edición, 2007.
^ US National Security Directive
24 (NSD-24), "Chemical Weapons
Arms Control Inititives", 26 sep-
tiembre 1989, secreto descla-
sificado en 1998, pág. 1. http:/
/www.fas.org/irp/offdocs/nsd/nsd2
4.pdf. El presidente G. Bush
anunciaría esta necesidad en el
discurso de apertura de la Asam-
blea General de las Naciones Uni-
das. The New York Times, "Ex-
cerpts from Bush's Speech at the
Opening of the U.N. General As-
sembly", 26 septiembre 1989.
' La importancia y claves de la
participación de la industria quími-
ca en el proceso de negociación
se trata en MOREL, Benoit y OL-
SON Kyle (Eds.), Shadows and
Substance: The Chemical Wea-
pons Convention, Westview
Press, Boulder CO, 1993. SIPRI,
"The Industry and the projected
48
Chemical Weapons", en: Chemi-
cal and Bioiogicai Warfare Stu-
dies, Vol. 5, Oxford University
Press, Oxford 1986, en la misma
serie el Vol. 9, "Non Production by
Industry of Chemical Warfare
Agents: Technical Verification un-
der CWC", 1988. TUERLINGS,
Emmanuelle y ROBINSON Julian
Perry, 'The Trilateral Network As-
sociated with the Chemical Wea-
pons Convention", UN Vision Pro-
ject on Global Public Policy Net-
works, SPRU - Science and Tech-
nology Policy Research University
of Sussex, 1999.
^ Resolución del Consejo de
Naciones Unidas, S/RES/1377,
del 12 de Noviembre del 2001 y
Anexo a la Resolución S/RES/
57/83 del 20 Enero del 2003.
^ A 30 de septiembre de 2010,
un 61.99%, esto es 44.131 del ar-
senal declarado mundial de 71,194
Toneladas métricas ha sido des-
truido y verificado, así como un
45.56%, esto es 3,95 de 8.67 mi-
llones de municiones químicas y
containers, www.opcw.org.
'" A 21 de mayo de 2011 la
CAO está firmada y ratificada por
188 Estados Parte, firmada pero
no ratificada por 2 Estados (Israel
y Myanmar), y 5 Estados ni firma-
da ni ratificada (Angola, Corea del
Norte, Egipto, Somalia y Siria).
Note by Technical Secretariat,
S/768/2009, 27 Mayo 2009.
" S/RES/1540 del 28 de abril del
2004. http://www.un.org/sc/1540/
'2 BALALI-MOOD, Mahdi, Pie-
ter S. STEYN, Leiv K. SYDNES y
Ralf TRAPP "Impact Of Scientific
Developments On The Chemical
Weapons Convention", Pure Appi.
Chem., Vol. 80, No. 1, págs.
175-200, 2008. Además, la
OPAQ, con el apoyo de la UE, or-
ganizó un Foro Académico y un
Foro para la Industria y Protec-
ción con el fin de investigar los
cambios estratégicos para la Con-
vención, véase: Note by the Tech-
nical Secretariat, The 2007
OPCW Academic Forum and the
Industry and Protection Forum: In
Support of Comprehensive impie-
mentation of the Chemical Wea-
pons Convention, Office of Spe-
cial Projects S/674/2008, 1 febre-
ro 2008. GREEN, Nick, "Advan-
ces in Science and Technology
Relevant to BCW and CWC", pre-
sentado en la conferencia: New
Approaches to WMD proiiferation.
The Royal Society, 2 mayo 2006.
TRAPP, Ralf, "Advances in Scien-
ce and Technology and the Che-
mical Weapons Convention",
Arms Controi Today, marzo 2008,
pág. 2. "Preparing for the Second
CWC Review Conference: HSP
Views", The CBW Conventions
Bulletin, Num. 76+77, octubre
2007, pág. 1.
'3 LÖWE, Holger, Volker HES-
SEL, y Andreas MUELLER, "Mi-
croreactors. Prospects already
achieved and possible misuse".
Pure Appl. Chem., Vol.74,
Num.12, 2002, págs. 2271-2276.
También en: KELLE, Alexander
(Ed.), "The Changing Scientific
and Technological Basis of the
CBW Proliferation Problem", A
Workshop Report Preventing the
f\/lisuse of 21st Century Che-
mistry: State of the Art of Drug,
Development and Delivery, and
Selected Enabling Technologies,
Belfast, enero 2006.
'" OPCW document. Conferen-
ce of State Parties, RC/2-DG.1,
Note by the Director-Generai, Re-
port of the Scientific Advisory Bo-
ard on Developments in Science
and Technology, 28 febrero 2008.
'5 HSP (Harvard Sussex Pro-
gram), "Preparing for the Second
CWC Review Conference: HSP
Views", op. cit., pág. 1.
'8 KEOHANE, Robert O., KEO-
HANE, Robert O., After Hegemony
Cooperation and Discord in the
World Politicai Economy, Princen-
ton University Press, Princenton
NJ, 1984, reimpreso en 2005 con
nuevo prefacio del autor, pág. 50.
102 Otoño 2011
Copyright of Tiempo de Paz is the property of Movimiento por la Paz, El Desarme y la Libertad - Spain and its
content may not be copied or emailed to multiple sites or posted to a listserv without the copyright holder's
express written permission. However, users may print, download, or email articles for individual use.