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Andrés Felipe Marín Anaya

Sinópticos
Facultad de Teología
Universidad Pontificia Javeriana

Taller sobre las Bienaventuranzas


1. Antecedentes sobre el bienaventurado, el dichoso o el creyente feliz en la Biblia Hebrea
(Antiguo Testamento).
Desde la Conferencia del padre Alberto Maggi en la asociación “Los beatos constructores de paz.”
Padua 2006, sobre las Bienaventuranzas en Mateo (Mt. 5,1-12), se afirma que Jesús no recibe la
ley de Dios, él mismo es la nueva ley y anuncia algo nuevo, precisamente las bienaventuranzas.
Un claro hecho en donde Jesús desea trasladar las personas del mundo de la religión al mundo de
la fe, es decir, captar una nueva relación con Dios desde la acogida del amor y su semejanza, no a
partir de la obediencia de una ley. Por consiguiente, el creyente del judaísmo era aquél que obedecía
a Dios observando las leyes, ganándose el mérito del amor de Dios a través del cumplimiento.
En el mundo judío la vida eterna era un premio para recibir en el futuro. De hecho, era necesario
obtener la vida eterna a través de una buena conducta del presente. En este sentido, la observancia
de los mandamientos, que sellaban la relación particular de Dios con el Pueblo de Israel,
garantizaba una larga vida aquí en la tierra, se trata de una relación basada en la obediencia de la
ley que garantizaba la felicidad eterna en el futuro.
El término bienaventurados (μακαριοι), en aquella época, indicaba la felicidad plena y total que de
por sí era considerada como una característica celosa y exclusiva de las divinidades. En el mundo
pagano, en efecto, los dioses contaban con algunas prerrogativas exclusivas, únicamente de ellos,
y una de éstas era la felicidad. Cuando se percataban de que alguien en la tierra alcanzaba un nivel
de felicidad que ellos consideraban exagerado, pues temían que se acercase demasiado a su nivel,
lo azotaban con alguna desgracia.
Pues bien, Jesús por ocho (8) veces invita a la plenitud de la felicidad. Mientras la religión promete
una felicidad ilusoria y enseña que la felicidad está en el más allá (sufre aquí, serás feliz en la otra
vida), Jesús disiente. Él ha venido a anunciar que es posible ser plenamente felices aquí en esta
existencia.
2. Hacer un paralelo entre Mt. 5,1-12 y Lc.6, 20-26. Mostrar las semejanzas y las diferencias,
incluso de carácter teológico.
Mt. 5,1-12 Lc.6, 20-26
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía:
y sus discípulos se le acercaron. 2.Y tomando la «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el
palabra, les enseñaba diciendo: Reino de Dios. 21.Bienaventurados los que tenéis
3.«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque hambre ahora, porque seréis saciados.
de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque
4.Bienaventurados los mansos, porque ellos reiréis. 22.Bienaventurados seréis cuando los
posseerán en herencia la tierra. 5.Bienaventurados hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien
los que lloran, porque ellos serán consolados. y proscriban vuestro nombre como malo, por
6.Bienaventurados los que tienen hambre y sed de causa del Hijo del hombre. 23.Alegraos ese día y
la justicia, porque ellos serán saciados. saltad de gozo, que vuestra recompensa será
7.Bienaventurados los misericordiosos, porque grande en el cielo. Pues de ese modo trataban
ellos alcanzarán misericordia. 8.Bienaventurados sus padres a los profetas. 24.«Pero ¡ay de
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. vosotros, los ricos!, porque habéis recibido
9.Bienaventurados los que trabajan por la paz, vuestro consuelo. 25.¡Ay de vosotros, los que
porque ellos serán llamados hijos de Dios. ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay
10.Bienaventurados los perseguidos por causa de de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y
la justicia, porque de ellos es el Reino de los llanto. 26.¡Ay cuando todos los hombres hablen
Cielos. 11.Bienaventurados seréis cuando os bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus
injurien, y os persigan y digan con mentira toda padres a los falsos profetas.
clase de mal contra vosotros por mi causa.
12.Alegraos y regocijaos, porque vuestra
recompensa será grande en los cielos; pues de
la misma manera persiguieron a los profetas
anteriores a vosotros.
PARALELO
Jesús sube al monte: “Viendo la muchedumbre, Jesús baja con los discípulos y se detienen en un
subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le lugar llano: “Bajando con ellos se detuvo en un
acercaron” paraje llano; había una gran multitud de discípulos
suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda
Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y
Sidón”
Se habla de “muchedumbre”. Se hace referencia a “gran multitud de discípulos
suyos y gran muchedumbre del pueblo”
Manifiesta una enseñanza a la muchedumbre Dice su discurso mirando a los discípulos; no se
especifican si los discípulos con que bajo o los
discípulos que lo estaban esperando en el llano.
La primera bienaventuranza es sobre los “pobres”, La primera bienaventuranza es sobre los “pobres”,
sin embargo, en Mateo específica “pobres de pero sin la atribución “de espíritu”. Como se podrá
espíritu”. apreciar, un pobre de espíritu puede ser una persona
rica materialmente, pero Lucas no permite
semejante interpretación.
La última bienaventuranza es sobre los perseguidos La última bienaventuranza es sobre los perseguidos
e injuriados. Siendo ésta más detallada que Lucas. e injuriados.
Se menciona “Reino de los Cielos” en la primera En vez de “Reino de los Cielos” se habla de “Reino
bienaventuranza y la última. de Dios”. Y, a diferencia de Mateo, no se vuelve a
mencionar en la última bienaventuranza.
En Mateo hay ocho (8) bienaventuranzas. En Lucas hay (4) bienaventuranzas. La cual
coinciden en contexto, pero no en redacción,
tampoco en el orden. También se puede inferir que
hay una fuente común para los dos evangelios.
Palabras: Palabras:
 Reino de los Cielos  Reino de Dios
 Pobres de espíritu  Pobres
 Consolados  Reirán
 Hambre y sed de justicia  Hambre
 -  Los hombres los odien
 Por mi causa  Por causa del Hijo del hombre
Se habla de una recompensa en los cielos en plural. Se habla de una recompensa en el cielo en singular.
No posee maldiciones como las tiene Lucas. Al terminar las bienaventuranzas prosigue con
cuatro (4) ayes o maldiciones que responde a las
cuatro (4) bienaventuranzas.

3. El significado de cada una de las bienaventuranzas según el texto de Mt. 5,1-12. En el curso
se ofrece el criterio de leerlas desde Jesús, él es el pobre, el que sufre, el que es perseguido …
(pero los estudiantes tienen la libertad de leerlas desde otra mirada).
El significado de cada una de las bienaventuranzas, según el texto de Mt. 5, 1-12, se redactan con
base a la Conferencia del padre Alberto Maggi en la asociación “Los beatos constructores de paz.”
Padua 2006, sobre las Bienaventuranzas en Mateo.
1. “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”

Jesús no pide a sus discípulos que se despojen de sus cosas, sino que vistan al desnudo, sin
necesidad de despojarse de los propios vestidos y entrar en esa clase de pobreza que es
inútil. Pide un abajamiento de nivel de vida para permitir a quienes tienen un nivel
demasiado bajo que lo puedan elevar, no a la categoría de ricos, sino acceder al grupo de
los señores. El señor es aquél que da, por el contrario, el rico retiene para sí cuanto posee,
aquél que es incapaz de compartir. El dar no depende de la salud, no depende de la cultura,
no depende ni tan siquiera de la cuantía de las posesiones. Por tanto, los pobres en el espíritu
son aquellos que libremente, voluntariamente, por amor, se sienten responsables de la
felicidad y del bienestar de los demás.

Mateo es el único evangelista que emplea la fórmula “reino de los cielos”, no lo hacen los
otros evangelistas. Allí donde los otros hablan de “reino de Dios”, Mateo usa la fórmula
“reino de los cielos”, y lo hace porque escribía para lectores judíos y los judíos evitan
nombrar e incluso evitan escribir el nombre de Dios. Decir que “de ellos es el reino de los
cielos” significa afirmar que Dios es su rey, o sea, que estas personas son gobernadas
directamente por Dios, y Dios no gobierna emanando leyes que los hombres hayan de
observar, sino comunicando su espíritu. De ahí que esta primera bienaventuranza tenga el
verbo en presente. No dice que de ellos será el reino de los cielos el día de mañana. No, el
fruto es inmediato: ellos ya poseen el reino de los cielos.

Así pues, con otras palabras, Jesús está asegurando lo siguiente: si hay un grupo de personas
que hoy elige libremente, voluntariamente, ser responsables de la felicidad y del bienestar
de los demás, desde ese momento sucede algo extraordinario: sucede que Dios se hace
cargo de ellos; y surge de ahí un cambio maravilloso. Si nosotros nos hacemos cargo de los
demás, finalmente damos la posibilidad a Dios de preocuparse Él de nosotros. En síntesis,
es un cambio radical, en el que se pasa de creer en Dios a experimentarlo.

2. “Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra”


La tierra es muy importante en oriente; un hombre sin tierra es un hombre sin dignidad – y
esto permite comprender la reacción de los palestinos cuando se les confisca la tierra. Perder
la tierra no significa solo verse desposeído de un pedazo de tierra, se pierde la vida, la
dignidad, porque si un hombre tiene tierra, puede trabajar y por tanto puede nutrir y
mantener bien la propia familia; si no tiene tierra, nada de todo esto sucede. La posesión de
la tierra era del todo decisiva en aquella sociedad.

La expresión “mansos” no indica una cualidad moral del individuo, indica más bien una
situación social desesperada, ser “los desheredados” (humillación), o sea, aquellos que lo
han perdido todo, y esto puede ser debido a distintas razones: culpa propia, incapacidad,
etc. Sea como sea, Jesús dice que los desheredados, aquellos que han sido expropiados de
todo, incluida la dignidad, son bienaventurados porque heredarán la tierra.

Así pues, si hay una comunidad de personas que se esfuerza por sentirse responsable de la
felicidad de los infelices de este mundo, los desheredados, quienes han perdido todo,
incluso el honor, la dignidad, ya no saben ni siquiera lo que significa ser una persona digna,
todas estas personas reencontrarán en el ámbito de la comunidad cristiana no tanto un
terreno, o un poco de dignidad, sino que recibirán la tierra en su totalidad; es decir, dentro
de la comunidad de las bienaventuranzas los desheredados reencontrarán una dignidad que
nunca antes habían conocido.

3. “Bienaventurados los afligidos (lloran), porque ellos serán consolados”

Jesús no habla de un consuelo superficial, pasajero, sino de la profunda consolación que


proviene de Dios. Tampoco habla de una aflicción cualquiera, no habla de cualquier tipo
de tristeza. El evangelista toma esta expresión del libro del profeta Isaías, capítulo 61, en
donde se declara que el día de la venida del Mesías será para consolar a todos los afligidos.
Los afligidos de los que habla Isaías es el pueblo que se siente oprimido por dos realidades
que no hacen sino empeorar su situación: 1.) desde el exterior, una dominación pagana; 2.)
y desde el interior, la opresión de los jefes religiosos. Así pues, los afligidos son personas
que han sido aplastadas por una situación de injusticia política, económica o social, y por
eso exclaman desesperados.

La bienaventuranza no emplea el verbo confortar (ενισχυω), sino el verbo consolar


(παρακαλεω) que significa la eliminación desde la raíz de la causa del sufrimiento. Pues
bien, si existe un grupo de personas, una comunidad que comienza a hacerse cargo de
aquellos de los que nadie se ocupa, son bienaventurados porque gracias a esta comunidad
que se ocupará de ellos verán llegar el final de su aflicción.
4. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán
saciados”

La invitación que hace Jesús es a gozar la plenitud de la felicidad, y si existe una comunidad
que se ocupa de la felicidad ajena, en esta comunidad serán saciados plenamente quienes
consideran una cuestión vital el hambre y la sed de esta justicia, es decir, los hambrientos
y sedientos serán saciados hasta rebosar de abundancia. El evangelista hace comprender
que se sacia la propia hambre y sed de justicia a base de saciar el hambre física de los
demás, pero, sobre todo, Jesús garantiza que en el seno de su comunidad no tendrá cabida
ninguna forma de injusticia, ningún tipo de injusticia tendrá carta de ciudadanía en su
interior.

5. “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”

Quien elige vivir la primera bienaventuranza y libremente opta por entrar en una condición
de pobreza para permitir a los pobres salir de ella, quien se hace responsable de la felicidad
de los demás, estos individuos son todos misericordiosos, puros de corazón, constructores
de paz a un mismo tiempo.

Misericordioso (ελεημων) no significa una persona que alberga sentimientos


misericordiosos, designa antes bien a una persona que se esfuerza activamente para ayudar
a los demás. La misericordia no es un sentimiento, es antes bien una acción concreta con la
cual se ayuda a los demás a salir de una situación de dificultad. Son personas con las
que se puede siempre contar; no es, por tanto, un gesto de caridad que se lleva a cabo de
vez en cuando, la misericordia es el gesto habitual que hace a la persona reconocible; se
sabe que esa persona está siempre disponible para ayudar.

Los misericordiosos son bienaventuradas porque hallarán misericordia, es decir, cada vez
que se encuentren a su vez en una situación de dificultad, de necesidad, hallarán ayuda de
Dios por medio de la comunidad. Es decir, se es bienaventurado porque cuando tiene
necesidad, Dios mismo intervendrá y bendecirá con mucho más de cuanto se haya podido
dar a los demás.

6. “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”

El corazón no es para ellos la sede del afecto, del amor, sino que equivale a la mente o la
conciencia. Así pues, Jesús está hablando de los puros de corazón, es decir, aquellos que
son limpios en su propia conciencia, en su intimidad. Entonces, asegura Jesús, las personas
limpias, las personas verdaderas, las personas transparentes de corazón, que lo son también
en la lengua, en sus palabras, personas que no tienen dobleces ni se escudan detrás de
máscaras, estas personas son bienaventuradas porque verán a Dios.

Pero hay que estar muy atentos porque aquí Jesús no está prometiendo ningún tipo de
visión. En sus palabras asegura que estas personas trasparentes verán a Dios, pero no en el
más allá, por el contrario, Jesús asegura una visión inmediata aquí en esta tierra.

Jesús asegura que quien elige vivir conforme a la primera bienaventuranza será una persona
limpia, trasparente, y puesto que es transparente hacia los otros, Dios también será
transparente hacia ella, y esa persona se percatará de la presencia de Dios en su existencia
como padre tierno que se ocupa incluso de los aspectos mínimos, insignificantes de su vida.

7. “Bienaventurados los artífices de paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”

El artífice de paz es un individuo que por la paz de los demás está dispuesto a crear
situaciones conflictivas; los constructores de paz no vacilan en despojarse hasta de su propia
paz. La palabra paz en hebreo es “shalom”, todo aquello que concurre a garantizar la plena
felicidad de los hombres.

Ser llamados “hijos de Dios”, es una convertirse en colaboradores de la obra creadora de


Dios; y éste es precisamente el significado de ser constructores de paz. Por ello, en esta
bienaventuranza aparece la equivalencia entre ser constructores de paz y ser llamados hijos
de Dios. En el mundo hebreo, hijos de Dios posee dos significados: 1.) semejanza: hijo de
Dios indica un parecido con Dios; 2.) hijo es aquél que recibe protección por parte de Dios.

Quienes edifican la paz, o sea, quienes trabajan por la felicidad, la dignidad y la libertad de
los hombres son bienaventurados porque, antes que nada, son semejantes a Dios. Parecerse
a Dios quiere decir que llevan a cabo su mismo trabajo. Y además son bienaventurados
porque tendrán a Dios de su parte. En otras palabras, Jesús nos invita a colaborar
incesantemente en la creación.

8. “Bienaventurados seréis los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el


Reino de los Cielos”

La última bienaventuranza habla de persecución, no se espera aplausos ni reconocimiento


por parte de la sociedad civil ni religiosa. Han de esperarse solo la persecución. Pero lo más
grave es que el verbo “perseguir” que emplea el evangelista (διλκω) es un verbo que indica
el matiz de persecución, pero en nombre de Dios, la más terrible de todas.

La persecución en nombre de Dios es la peor porque no proviene de enemigos externos,


proviene de las filas de aquellos con los que se creía poder contar, aquellos que deberían
haber colaborado en la ejecución de ese programa de vida. Jesús habla de esto porque quien
acoge las bienaventuranzas entra en sintonía con Dios, contempla a Dios, lo siente presente
en la propia vida y tiene necesidad de manifestarlo cada vez de una forma nueva. Para el
creyente, para la comunidad cristiana, la persecución no será una señal de derrota, sino un
factor de crecimiento.

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