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2 Crónicas 20:12. Nueva Biblia al Día (NBD). Dios nuestro, ¿acaso no vas a
dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran
multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto
nuestra esperanza!
La vida de cada ser humano se construye sobre la base de las decisiones, sean buenas
o malas y en ese camino hay momentos de grandes encrucijadas, de momentos y
circunstancias en la que todo parece oscuro y confuso y en algunas ocasiones hasta
imposibles y sin esperanza; en ocasiones nos encontramos en situaciones en las que no
pedimos estar, otras veces esas situaciones han llegado por causa de otras personas y
otro tanto son por nuestras propias decisiones.
Juan 14:5-7. Traducción en lenguaje actual (TLA). Pero Tomás le dijo: —Señor,
si no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber qué camino tomar? Jesús le
respondió: —Yo soy el camino, la verdad y la vida. Sin mí, nadie puede llegar
a Dios el Padre. Si ustedes me conocen a mí, también conocerán a mi Padre. Y
desde ahora lo conocen, porque lo están viendo.
Es bueno recordar que no siempre lo que deseamos y decidimos es realmente lo que nos
conviene y lo que necesitamos. Es acá donde debemos detenernos a pensar en que
podemos hacer muchas cosas, y tomar decisiones una y otra vez de acuerdo a nuestro
libre albedrío, llevando una vida manejada por nuestros deseos y nuestros sentidos o
simplemente una vida impulsada por las circunstancias que acompañan desde el día de
nuestro nacimiento.
Mateo 7:11. Traducción en lenguaje actual (TLA). Si ustedes, que son malos,
saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón Dios, su Padre que está
en el cielo, dará buenas cosas a quienes se las pidan.
Sólo en Dios podemos ver nuestras vidas con propósitos y realización existencial, sólo
guiados por el Padre Celestial a través de su Espíritu Santo, podremos encontrar el
verdadero camino que nos dará satisfacción y nos conducirá a tomar las mejores y más
convenientes decisiones. Es bueno recordar que el Padre Celestial quiere siempre lo
mejor para nosotros, que el desea que lleguemos a disfrutar de la vida, el espera que
nos desarrollemos de la manera adecuada, que demos frutos buenos en todo lo que
somos y emprendamos, que seamos personas que constantemente estemos produciendo
buenas obras.
Jeremías 29:11-14. Traducción en lenguaje actual (TLA). Mis planes para
ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a
darles un futuro lleno de bienestar. Cuando ustedes me pidan algo en oración,
yo los escucharé. Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y
cuando me busquen de todo corazón. Estaré con ustedes y pondré fin a su
condición de esclavos. Los reuniré de todas las naciones por donde los haya
dispersado, y los haré volver a Jerusalén. Les juro que así lo haré.
Muchas veces nos puede llegar a invadir la angustia de no saber qué hacer cuando se
supone que debemos saberlo y esto ejerce una presión muy fuerte sobre los hombros
de cualquier persona. Tomar decisiones acertadas es realmente el buscar y encontrar el
camino hacia nuestro propósito de ser y de existir. Nos planteamos cómo llegar de un
punto al siguiente sin cometer errores perjudiciales, pero el corazón nos puede llegar a
engañar, es por eso por lo que debemos pensar de la manera correcta y en cada en cada
momento estar conscientes de que está en juego nuestro futuro y el de nuestra familia.
Proverbios 14:12. Palabra de Dios para Todos (PDT). Hay caminos que a uno
le parecen correctos, pero en realidad llevan a la muerte.
Josafat era el rey de la próspera Judá, un reino codiciado desde hacía siglos por las
naciones vecinas. Las fuerzas armadas del rey no eran lo suficiente numerosas para
enfrentar a más de una nación a la vez. Las posibilidades de triunfar sobre los amonitas,
los moabitas y los Edomitas, eran de cien a cero, en pocas palabras todo estaba perdido,
el destino para Judá y su Rey desde todo punto de vista humano era la aniquilación total.
En aquella época todos esperaban que el rey supiera qué hacer, que tomara las
decisiones acertadas, el ejército esperaba órdenes concretas, los pueblos que constituían
Judá aguardaban un edicto con regulaciones y procederes estratégicos para tiempos de
guerra. La presión que sentía Josafat se acrecentaba con cada mensajero que llegaba
para avisar sobre la distancia a la que estaban las tropas enemigas, pero a pesar de todo
ello, el monarca eligió presentar su causa ante el Señor.
La decisión del rey Josafat puede ser evaluada por muchos como absurda a nivel bélico,
o peor aún, calificarla como una decisión errada y sin sentido común. Cualquiera que no
conozca a Dios puede pensar que esta historia es un mito, que en la vida real sería una
completa locura, un suicidio de una nación entera, pero los que somos de Cristo sabemos
que nuestro padre Celestial pelea por cada uno de sus hijos e hijas en cada una de las
naciones dónde se encuentren.
Las decisiones son parte de nuestro diario vivir en esta tierra, las tomamos en cada
instante, en cada asunto, en cada situación que enfrentamos, pero no todas tienen un
carácter tan dramático como la del pueblo de Judá y su Rey Josafat, pero cada una tiene
resultados buenos y malos sobre nuestro presente y nuestro futuro, construimos el
edificio de nuestras vidas con cada una de ellas. Es por eso que nuestras decisiones no
deben ser tomadas con ligereza, ni tampoco con temor, lo debemos hacer de manera
acertada y con sabiduría.
Tomamos decisiones para comer, para vestirnos, para dormir, para levantarnos, para
estudiar, para trabajar, para vivir en determinado lugar, para elegir nuestras amistades
y así todo con lo que nos relacionamos y con lo que deseamos. Hay decisiones que
condicionan destinos, que definen porvenires, esas deben ser observadas y tomadas con
mayor cautela, con prudencia y con fe.
Pero debemos partir del punto en que hemos sido redimidos, comprados y cambiados
en nuestra naturaleza y genética espiritual; ahora somos hijos de Dios, nos conviene sólo
las cosas del reino de los cielos, nos conviene tomar decisiones conforme a los
parámetros del Padre Celestial. El Espíritu Santo está con nosotros y nos guiaría a toda
verdad y esa promesa es eterna para los hijos de Dios. No siempre hay que saber qué
hacer, pero es necesario saber a quién siempre acudir. Dios ve lo que yo no veo, puede
lo que yo no puedo, sabe lo que yo no sé, así que es una idea juiciosa permitirle a él
guiarnos en la toma de nuestras decisiones.
Por absurdo que le parezca a algunos el concepto de que Dios nos guía en todos nuestros
asuntos y en la toma de decisiones, es una verdad real para los hijos e hijas de Dios;
nuestro Padre Celestial es el Creador de todo los que existe en los cielos, de todo el
universo y lo que contiene, es el Creador de nuestro sistema solar, él nos creó como
seres humanos a su semejanza y desea lo mejor para nuestras vidas.
Es por eso, por lo que Dios nos guía de diferentes maneras, cada una de ellas única y
clara, pero se han de discernir espiritualmente. Nos guía a través de una certeza
sobrenatural por su Espíritu Santo a través de nuestro espíritu vivificado, o a través de
un pasaje de las Escrituras, o mediante una cadena de circunstancias. En ocasiones llega
a usar medios estremecedoramente originales como lo puede ser una mula parlante.
Decidir bien debe ser nuestro lema, nuestra consigna en todos los asuntos y proyectos
que emprendamos. Nuestra nueva vida, es una relación cercana con Dios en todo
momento, de comunión total, sin intrigas, sin secretos, ese es nuestro ideal.
2 Crónicas 20:1-4. Nueva Biblia al Día (NBD). Josafat derrota a Moab y Amón.
Después de esto, los moabitas, los amonitas y algunos de los meunitas[a] le
declararon la guerra a Josafat, y alguien fue a informarle: «Del otro lado del
Mar Muerto y de Edom viene contra ti una gran multitud. Ahora están en
Jazezón Tamar, es decir, en Engadi.» Atemorizado, Josafat decidió consultar
al Señor y proclamó un ayuno en todo Judá. Los habitantes de todas las
ciudades de Judá llegaron para pedir juntos la ayuda del Señor.
Demos una mirada a los diccionarios sobre el concepto de lo que es la decisión.
Decidir Hebreo determinar, H1504 גָּז ַר, gazár: raíz primaria; cortar o arrancar;
(figurativamente) destruir, dividir, excluir o decidir: apartado, arrebatar, cortar, destruir,
determinar, dividir, excluir, hurtar, muerto soy, partir, quitar, sentencia, ser cortado, ser
quitado.
La crisis, derivado del griego krísis ‘decisión’: del verbo kríno ‘yo decido, separo,
juzgo’, designa el momento en que se produce un cambio muy marcado en algo o en
una situación: en una enfermedad, en la naturaleza, en la vida de una persona, en la
vida de una comunidad. En política, designa la situación política de un país cuando ha
dimitido un gobierno y todavía no se ha nombrado otro, o crisis de un gobierno al dimitir
un ministro. En lenguaje corriente, significa un cambio total o parcial de una situación.
Pasar por una crisis: dificultad, situación momentáneamente mala de una persona, grupo
o empresa. En economía: mala situación económica.
Se suele decir que toda crisis es una oportunidad para un cambio de rumbo:
Toda crisis es un fracaso de nuestra humanidad y una oportunidad para ver el
poder, la fidelidad y el amor de Dios a favor nuestro por medio de sus
promesas y la obra del Señor el Espíritu Santo.
Podemos intentar salir de muchas maneras de las situaciones adversas que estemos
viviendo, pero nuestra naturaleza de hijos e hijas de Dios nos hace que sólo anhelemos
y busquemos la ayuda de nuestro Padre Celestial, es nuestro espíritu vivificado el que
nos hace que busquemos su rostro y su ayuda en medio de nuestras dificultades, es el
que nos hace colocar toda nuestra esperanza y nuestra confianza en Dios, y desde lo
más profundo de nuestro ser decimos como Josafat: “No sabemos qué hacer, pero
en ti ponemos nuestros ojos”. El apóstol Pablo supo lo que esta verdad significa para
el que confía en Dios: "Porque andamos por fe, no por vista" (2 Corintios 5:7).
2 Crónicas 20:4-10. Nueva Biblia al Día (NBD). Los habitantes de todas las
ciudades de Judá llegaron para pedir juntos la ayuda del Señor. En el templo
del Señor, frente al atrio nuevo, Josafat se puso de pie ante la asamblea de
Judá y de Jerusalén, y dijo: Señor, Dios de nuestros antepasados, ¿no eres tú
el Dios del cielo, y el que gobierna a todas las naciones? ¡Es tal tu fuerza y tu
poder que no hay quien pueda resistirte! ¿No fuiste tú, Dios nuestro, quien a
los ojos de tu pueblo Israel expulsó a los habitantes de esta tierra? ¿Y no
fuiste tú quien les dio para siempre esta tierra a los descendientes de tu amigo
Abraham? Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor,
diciendo: Cuando nos sobrevenga una calamidad, o un castigo por medio de
la espada, o la peste o el hambre, si nos congregamos ante ti, en este templo
donde habitas, y clamamos a ti en medio de nuestra aflicción, tú nos
escucharás y nos salvarás.”
Que Dios nos ayude a entender que es a la manera de él, que es derramando nuestro
corazón delante de él, que es confiando en nuestro Padre Celestial, que es creyendo la
verdad espiritual, de que él conoce todas nuestras circunstancias, nuestras pruebas,
nuestras decisiones, que él conoce nuestras necesidades económicas, que él conoce
nuestros cuerpos, pero sobre todo, en su eternidad él conoce nuestro futuro y que nos
puede ayudar a tomar las mejores decisiones, que aunque nos hayamos equivocado en
el pasado o en nuestro presente, él puede enderezar nuestro camino y llevarnos hacia
su voluntad que es buena, agradable y perfecta.
La respuesta de Dios no se hizo esperar y fue a través del portador de las buenas nuevas
Jahaziel quien profetizó. 2 Crónicas 20:15-17. Nueva Biblia al Día (NBD). Y dijo
Jahaziel: Escuchen, habitantes de Judá y de Jerusalén, y escuche también Su
Majestad. Así dice el Señor: “No tengan miedo ni se acobarden cuando vean
ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes sino mía. Mañana, cuando
ellos suban por la cuesta de Sis, ustedes saldrán contra ellos y los encontrarán
junto al arroyo, frente al desierto de Jeruel. Pero ustedes no tendrán que
intervenir en esta batalla. Simplemente, quédense quietos en sus puestos,
para que vean la salvación que el Señor les dará. ¡Habitantes de Judá y de
Jerusalén, no tengan miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos,
porque yo, el Señor, estaré con ustedes.”
Es cuando reconocemos nuestra condición delante de Dios y nos desbordamos en
adoración y alabanza a nuestro Creador, a aquel que nos adoptó por medio de nuestro
hermano mayor, nuestro Señor Jesucristo. Es en esos momentos en los que debemos
comportarnos de acuerdo a nuestra nueva naturaleza, es cuando debemos recordar
nuestro linaje real y celestial, es cuando debemos tener conciencia espiritual y
apropiarnos del lugar espiritual en Cristo, el lugar en el que hemos sido puestos. Es en
una genuina dependencia al Señor en que podemos obtener la victoria que necesitamos,
veamos el mensaje profético. "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu"
(Zacarías 4:6). Todo lo que debemos hacer como hijos e hijas de Dios es ubicarnos
sobre los fundamentos de la fe para observar la gran victoria de Dios.