Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
INCIDENCIA
BACTERIOLOGÍA
Cualquier microorganismo puede infectar una prótesis vascular, existiendo
publicaciones que informan infecciones por Gram positivos (Staphilococcus
epidermidis, S. aureus), Gram negativos (E. Coli, Salmonella, Pseudomonas,
Enterobacter), Micobacterias y Hongos (Aspergillius fumigatus).
En ausencia de una fístula aortoentérica, el Staphilococcus epidermidis es el
microorganismo que más frecuentemente se detecta en las infecciones protésicas (1, 2,
14, 17). El Staphilococcus epidermidis es uno de los microorganismos más frecuentes
de la flora cutánea normal, siendo también el que predomina en las infecciones
prótesicas (18, 19) debido probablemente, como lo señalan algunos autores a la
imposibilidad de esterilizar la piel, lo que también explica la elevada incidencia de éstos
gérmenes en los cultivos de contenido aneurismático (20).
Existen cepas de Staphilococcus epidermidis productoras de mucina, la cuál facilita la
adhesividad del microorganismo a la prótesis, permitiéndoles permanecer inactivos por
meses o años antes de producir una infección manifiesta (21, 22).
Hace tres décadas el microorganismo reportado con mayor frecuencia era el
Staphilococcus aureus; sin embargo en la actualidad asistimos a un cambio lento pero
progresivo de los microorganismos causantes de las infecciones profundas, apareciendo
cada vez con más frecuencia las infecciones por gram negativos, especialmente en
prótesis retroperitoneales colocadas desde la aorta a vasos ilíacos (2, 7, 19, 20).
PATOGENIA
Existen diferentes rutas potenciales a través de las cuales los microorganismos pueden
colonizar una prótesis, siendo algunas evidentes mientras que otras sólo han sido
establecidas a través de modelos experimentales.
Considerando que los microorganismos predominantes en la infección de éstas prótesis
son de la variedad Staphilococcus y éstos tienen su habitat normal en la piel, resulta
lógico pensar que el contacto de la prótesis con la piel durante su implante sea el
mecanismo patogénico más importante; éste mecanismo se relaciona también con la
mayor incidencia de infecciones en las anastomosis femorales, poplíteas y axilares (1,
10, 15).
Se debe destacar que la prótesis no sólo se contamina con la superficie cutánea, sino
además con la zona de sección de la piel, pues quedan expuestos microorganismos de
los folículos pilosos, glándulas sebáceas y pliegues o surcos que no se logran cubrir
adecuadamente con los antisépticos locales, lo que posibilita la contaminación (23).
Las reintervenciones quirúrgicas aumentan el riesgo de contaminación de una prótesis,
ya sea por hemorragia en el postoperatorio inmediato, por oclusión de una prótesis, o
con mayor razón cuando la reintervención es por complicaciones sépticas como la
colitis isquémica.
Otra vía potencial de contaminación de prótesis es la sección, durante el abordaje de
vasos y ganglios linfáticos especialmente a nivel inguinal, los cuáles pueden contener
microorganismos procedentes de lesiones del pie o de la pierna, ya que la cirugía de
revascularización suele realizarse en pacientes con isquemia avanzada y gangrena
inicial de ortejos o en pies sépticos, especialmente cuando son diabéticos.
Otras vías de infección son la acumulación de linfa, líquido seroso o sangre que
constituyen un excelente caldo de cultivo, permitiendo que un número escaso de
colonias de bacterias terminen causando una infección de herida operatoria; el drenaje
persistente de linfa también puede producir maceración de la herida, dehiscencia de
sutura e infección, por lo cual es importante extirpar los ganglios y ligar los conductos
linfáticos durante el abordaje operatorio (24). Algunos autores consideran que la
instrumentación a nivel inguinal en los días previos a una operación, como ocurre con
las arteriografías, aumenta la incidencia de infección a nivel inguinal, relacionándolas
con una mayor frecuencia de infección en las anastomosis femorales de la prótesis
vasculares (25, 26).
Las bacteremias pueden producir contaminación de una prótesis en el período temprano
de su implante, antes que ésta se incorpore al tejido fibroso que la rodea y desarrolle en
su interior una seudoíntima de revestimiento.
En modelos experimentales de perros, se demostró que si no se usan antibióticos
profilácticos los injertos protésicos se infectan en un alto porcentaje, incluso después de
varias semanas al inducir bacteremias con Staphilococcus u otros organismos (8, 10,
12).
Existen numerosas condiciones, durante la operación y en el postoperatorio, que pueden
producir bacteremias transitorias como son la colocación de cánulas endotraqueales, la
manipulación de mucosas con sondas vesicales, la intubación nasogástrica, los accesos
venosos y arteriales, etc. (10, 27).
En lo anterior se basan las recomendaciones del uso de antibióticos profilácticos desde
antes de iniciar la operación hasta el momento en que todas las sondas y catéteres
endovenosos sean retirados.
También se recomienda el uso de antibióticos profilácticos en pacientes portadores de
prótesis vasculares ante procedimientos como extracciones dentales, cistoscopías,
endoscopías o simples infecciones que en individuos normales no precisan de
antibioticoterapia (10, 27).
La técnica inadecuada en la esterilización del material quirúrgico o de la prótesis
conducirá naturalmente a la infección de ésta. Es necesario considerar que algunas
prótesis vienen en empaques estériles pero otras requieren de esterilización previa, lo
cual obliga a una revisión cuidadosa de la condición de esterilidad de cada prótesis antes
de ser implantada. El quiebre de la técnica quirúrgica es causa de infecciones en
cualquier cirugía, incluyendo la cirugía de implante protésico (28).
El 15 % de los cultivos del trombo de un aneurisma abdominal pueden ser positivos,
reportándose un 11 % de cultivos positivos postoperatorios de las bolsas de polietileno
que sostienen el intestino durante la operación; cuando el aneurisma está roto, la
incidencia de cultivos positivos aumenta (20).
Los aneurisma micóticos verdaderos son raros, y si no se identifican en la operación
inicial es probable que terminen en infección protésica (17, 28). Las fístulas
aortoentéricas primitivas por aneurismas deben tratarse como contaminadas desde el
principio.
La práctica de diversas técnicas quirúrgicas vasculares combinadas con colecistectomía,
apendicectomía o resecciones de colon es una clara invitación para la infección, a pesar
que no hay estudios que demuestren objetivamente esta observación (29).
Algunos autores destacan el uso de sutura intradérmica para disminuir la incidencia de
infección de la herida operatoria. Por último, existen factores generales de infección
como prolongación de tiempos quirúrgicos, heridas amplias, operación en pacientes
debilitados e inmunodeprimidos, diabéticos, etc (10).
CLÍNICA
Las infecciones tardías ocurren meses o años después del implante del injerto y sus
manifestaciones suelen ser larvadas, con escasa fiebre y leve compromiso del estado
general, siendo muy importante para la sospecha diagnóstica el antecedente de la
existencia de una prótesis implantada.
El aumento de la velocidad de sedimentación es un signo constante, pero su valor es
inespecífico. La leucocitosis es frecuente cuando la infección es importante, con cifras
de leucocitos que oscilan entre 15.000 a 18.000 por mm, agregándose además
desviación a izquierda.
Las embolias sépticas suelen ser raras y se manifiestan como petequiado distal al
injerto.
Las infecciones de las prótesis aortoilíacas debido a su ubicación anatómica en el
retroperitoneo, se manifiestan como molestias abdominales vagas o dolor dorsal.
Si se presentan como un falso aneurisma o flegmón, comprimen las estructuras vecinas
como uréteres o venas ilíacas, produciendo los signos y síntomas patognomónicos de
compresión de dichas estructuras. Un falso aneurisma puede erosionar el duodeno y
producir una fístula aortoentérica, con sangrado que suele ser fatal o bien puede
romperse al retroperitoneo (Figura 2).
Figura 2. Aortografía que muestra un seudoaneurisma a nivel de la anastomosis aorto-
protésica.
LABORATORIO
PROFILAXIS PREOPERATORIA
PROFILAXIS INTRAOPERATORIA
La profilaxis antibiótica debe mantenerse hasta que se retiren los catéteres y sondas
instaladas al paciente, evitándose así las bacteremias transitorias.
PRINCIPIOS GENERALES:
A pesar que existen algunos reportes con tratamiento conservador (39) como el
desbridamiento, drenaje y antibióticos tópicos y generales, sólo en raras ocasiones y
cuando no está comprometida una anastomosis y el microorganismo aislado no es
pseudomona, se puede lograr la curación por segunda intención (40).
Lo habitual es que la prótesis expuesta mantenga una infección crónica y dé lugar a
pequeñas hemorragias y bacteremias ocasionales.
PRÓTESIS AORTOILÍACAS
Otras técnicas descritas, como los injertos desde la aorta suprarrenal a las femorales por
vía abdominal o a través de la vaina de los rectos, así como la técnica del injerto desde
la aorta torácica a las femorales fueron descritos y practicados antes que el injerto
axilobifemoral estuviera bien establecido; sin embargo aún mantienen su vigencia (43).
Interesantes resultan también los intentos de revascularización utilizando material
autólogo con vena safena o aloinjertos por vía anatómica, técnicas que abren nuevas
expectativas en el manejo de ésta complicación (41, 42).
El campo quirúrgico y el lecho de extracción de la prótesis se irrigan activamente con
soluciones de antibióticos, desbridándose todo el tejido necrótico e infectado; si no se
logra cerrar con peritoneo la zona de extracción de la prótesis se procede a rellenarla
con epiplón, evitando así las adherencias del intestino.
El cierre del muñón aórtico bajo las renales es problemático y se recomienda el uso de
material monofilamento en doble sutura, hilo de acero o grapas metálicas dobles. Sin
embargo, en ocasiones la aorta se encuentra en malas condiciones para resistir la sutura,
por lo que algunos autores emplean un colgajo de fascia prevertebral como refuerzo
(14).
El riesgo para los pacientes a los que se les retiró con éxito una prótesis infectada, es la
rotura del muñón aórtico como consecuencia de infección remanente. Una forma de
evitarlo, es manteniendo los antibióticos endovenosos específicos durante seis semanas
a todos aquéllos pacientes en los que el cultivo de la pared aórtica resulte positivo, y
luego continuar con ellos durante seis meses más por vía oral.
Cuando el cultivo de la pared aórtica es negativo se indica la suspensión de los
antibióticos después de diez días de tratamiento endovenoso (48), y se sugiere controlar
con ecotomografía cada tres a seis meses durante dos años después de la operación, para
detectar precozmente una nueva rotura del muñón aórtico.
PRÓTESIS AORTOFEMORALES
PRÓTESIS FEMOROPOPLÍTEAS
MISCELÁNEAS
Son muy raras las infecciones de prótesis en otras localizaciones, destacando sí las de la
aorta torácica que, cuando se infectan, pueden provocar una hemorragia masiva con
consecuencias fatales.
Las prótesis usadas en fístulas para hemodiálisis se pueden infectar secundariamente por
las punciones repetidas; los shunt de Thomas, usados hace algunos años atrás producían
infecciones de la región inguinal de difícil solución, pues comprometían la femoral
superficial y la vena femoral.
La plastia de la carótida con prótesis luego de la endarterectomía constituye un punto
débil en cuánto a la infección, por lo cuál éste tipo de parches deben ser realizados
dentro de lo posible con vena. Finalmente los puentes con material autólogo, como
derivaciones de safena in situ y puentes aortocoronarios en general no tienen problemas
de infección.