Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
El Pentateuco
LosLibros
Los Librosde
delalaLey
Ley
Historiade
Historia delalacomposición
composicióndel
delPentateuco.
Pentateuco.
Ellibro
El librodel
delGénesis
Génesis
Ellibro
El librodel
delÉxodo
Éxodo
Ellibro
El librodel
delLevítico
Levítico
Ellibro
El librode
delos
losNúmeros
Números
Ellibro
El librodel
delDeuteronomio
Deuteronomio
El Pentateuco, los libros de la Ley
1753: Jean Astruc detecta en el Génesis la diferencia entre los pasajes en los que se
menciona a Dios como "YHWH" y los que se nombra como "Elohim"
Tras varios intentos de distintos estudiosos por delimitar las tradiciones literarias que están
en la base del Pentateuco, desde finales del siglo XIX se ha impuesto la hipótesis
documentaria de Wellhausen, formulada en su obra Komposition des Hexateuchs und
der historischen Bücher des Alten Testaments (Berlin 1868; 31899) ("La Composición del
Hexateuco y de los libros históricos del Antiguo Testamento"), y sobre todo Prolegomena
zur Geschichte Israels (Berlin 1883) ("Prolegómenos a la historia de Israel). Esta hipótesis,
que inicialmente recibió críticas por parte de las confesiones cristianas, fue acogida
favorablemente, hasta constituir una "casa común" de la exégesis bíblica durante casi cien
años.
2. Las cuatro tradiciones del Pentateuco
3. Crisis del sistema de Wellhausen y situación actual de los estudios del Pentateuco
Adscribe cada uno de los estratos literarios del Pentateuco con un momento de la
historia de Israel concreto, y con un lugar determinado.
A los ojos del público, de repente parecía haberse hecho la luz sobre un asunto (la
composición del Pentateuco) que anteriormente era una habitación oscura.
Ofrecía una explicación en apariencia bastante sencilla para un problema muy
complejo (cómo se escribió el Pentateuco).
1. El libro de "Bereshit"
En hebreo este libro se llama "Bereshit", por ser ésta la primera palabra del libro.
"Bereshit" se traduce por:
"Al principio, [creó Dios el cielo y la tierra]"
"Al comienzo de [crear Dios el cielo y la tierra]
Es, por tanto, el "libro de los orígenes" de toda la humanidad y de Israel. Los orígenes
de la humanidad y de Israel son vistos como dos etapas de un único proyecto salvador
de Dios, que se articula en Gn en dos "tablas":
2. Genealogías y narraciones
GENEALOGÍAS
Forma literaria propia de la tradición sacerdotal
P. ej.: Gn 5 : "Lista de los descendientes de Adán..." Gn 10: "Descendientes de
los tres hijos de Noé..."
La genealogía es una recurso literario ficticio para explicar una situación actual, sobre todo
la situación de "bendición" y de "maldición", a partir de una reconstrucción de los orígenes.
Por ejemplo, los cananeos son un pueblo maldito, por ser todos descendientes
de Cam, el hijo de Noé que ve la desnudez de su padre.
Por ejemplo, los israelitas son un pueblo bendito, por ser todos descendientes
de Abraham, a quien Dios hace la promesa (Gn 12).
NARRACIONES
Los pasajes tradicionalmente adscritos a las tradiciones yahvista y elohista son narrativos,
aunque no faltan tampoco narraciones en la tradición sacerdotal.
La narración se distingue de otro género literario sobre todo por la emergencia del
narrador, que se interpone entre el lector y el relato. En un libro de ciencias, o de historia (tal
como ésta se concibe hoy), no aparece el "narrador". El narrador puede ser "omniscente"
cuando tiene conocimiento incluso de lo que ocurrirá en el futuro o de los pensamientos
internos de los personajes. A partir de aquí, la narración juega con formas y técnicas diversas
de tratar los personajes, las escenas y los sumarios (="resúmenes"), los escenarios, el tiempo,
el argumento, etc.
La exégesis clásica ha identificado varias formas literarias narrativas: la saga, la narración
mítica, la leyenda, etc.
LENGUAJE DE IMÁGENES
En estas páginas se usan materiales mitológicos procedentes de las culturas del
entorno (p. ej., el "Emuna Elish" mesopotámico, la epopeya de Gilgamesh), pero
reinterpretándolos a la luz de la fe yavista.
En forma de relatos de carácter mítico, aparecen las grandes cuestiones de la
humanidad:
quién ha hecho el mundo;
cómo empezó el hombre en la tierra;
de dónde le viene la inclinación al mal;
por qué el hombre mata a su hermano...
El intento de armonizar estos textos con la ciencia es un error. Es pura y simplemente
concordismo. No respeta la legítima autonomía de las ciencias ni la veracidad de la
Biblia, que no pretende enseñar ciencia o historia, sino únicamente el camino de la salvación:
Es competencia de la ciencia explicar CÓMO ha surgido el mundo y el
hombre, elaborando teorías e hipótesis científicas basadas en el método científico.
Es competencia de la Biblia explicar PARA QUÉ ha sido creado el hombre,
QUÉ es el hombre, QUIÉN lo ha creado.
Dios no sólo ha creado el mundo y el hombre, sino que ha diseñado para él un proyecto
de armonía entre Dios, el hombre y la creación.
El hombre rompe el proyecto de Dios, rechazando el papel dirigente que Dios tiene
sobre su vida, porque desconfía de Dios. Cree que Dios está imponiéndole una ley injusta,
que le priva de poder ser "Dios" él mismo: "Seréis como Dios" (Gn 3,5), es la palabra de la
serpiente que termina por doblegar su voluntad. En esta desconfianza hacia Dios está el
núcleo del pecado original.
Al romper con Dios, el hombre no se ha convertido en Dios, sino que ha roto consigo
mismo, con sus semejantes y con la creación.
LA ALIANZA
La experiencia del encuentro entre Dios y Abraham se describe en términos de alianza en
dos textos:
GÉNESIS 15 GÉNESIS 17
Tradición Yahvista Tradición Sacerdotal
Alianza unilateral: ALIANZA BILATERAL.
Dios se compromete a Dios se compromete a
darle a Abraham una tierra darle a Abraham una
descendencia y una tierra.
Abraham no se
compromete a nada. Abraham se compromete a
guardar el pacto de la
circuncisión.
1. Lo sagrado y lo profano
Existen unas normas estrictas para garantiza la total "separación" (habdaláh) entre estos
dos órdenes.
Una vez que se han definido los límites entre lo sagrado y lo profano, conviene determinar
"quién es quién" en este "pueblo santo". Este es el sentido de los censos de las tribus, de
los levitas, y de la distribución de las fronteras del territorio que le corresponderá a cada
uno dentro de la Tierra Santa.
1. La escuela deuteronomista
Corriente religiosa ligada probablemente a la reforma de Josías (622 a.C.), pero con
ramificaciones hasta la época del postexilio, que está en la base de la tradición
deuteronomista del Pentateuco.
beneficiario de su
protección.
Se colocan las cláusulas
del pacto en el santuario
central del país, y se
BENDICIONES Y describen las bendiciones Bendiciones y
MALDICIONES que vendrán sobre el maldiciones (Dt 28)
súbdito si las cumple, y las
maldiciones que le caerá
si las incumple
TEMAS
TEMASRESALTANTES
RESALTANTESDEL
DELPENTATEUCO
PENTATEUCO
La
Laelección
elección
La
Lafefe
Las
Laspromesas
promesas
El
Eléxodo
éxodo
La
Laalianza
alianza
La
Laley
ley
El
Elpueblo
pueblo
La
Latierra
tierra
1. LA ELECCIÓN
Abraham aparece como escogido por Dios de entre una familia que sirve a otros dioses
(Jos 24,2), le hace salir de Ur (Gn 11,10-31). La elección de Dios está en el origen de Abraham y
los patriarcas, y recorre toda la historia de la salvación. Es un destino diferente al de los demás
pueblos, una condición singular debida no a unas circunstancias favorables, o al propio esfuerzo
humano, sino a una iniciativa soberana y deliberada de Yahweh. Esta circunstancia, ¿no
introduce en el plan de Dios una discriminación injusta entre sus elegidos y los que él rechaza?
¿Cuál es el auténtico sentido de toda elección?
Es sobre todo la teología deuteronomista la que ha determinado un vocabulario preciso
sobre la elección:
- bahar: de Abraham (Ne 9,7), de la semilla de los patriarcas (Dt 4,37; 10,15), de
Israel (Dt 7,7; Is 44,1), de los levitas (Dt 18,5; 21,5; 1 Cro 15,2; 2 Cro 29,22), de
David (1 Sam 10,24; 16,8.9.10. y otros), el lugar del sacrificio (Dt 12,11.18; 14,25;
16,7.15), el lugar donde reside su Nombre, o la morada de su nombre (Dt cap. 12-
16), Jerusalén (1 Re 11,13; 2 Re 21,7). Dios llama también a individuos concretos:
los profetas, los reyes.
- laqah: Jos 24,3: "Yo tomé a vuestro Padre Abraham... ".
La elección tiene por características:
a) La iniciativa divina. No es el hombre quien elige a Dios, sino al revés. Es totalmente
gratuita e inmerecida, e incluso a veces en contra de la lógica humana (cfr. 1 Cor
1,27: Dios ha escogido lo necio del mundo). La única explicación que se da es el
amor (Dt 7,7). Y se realiza a pesar de los planes humanos. Incluso a veces Dios
desbarata los planes humanos, para que se vea que la elección se realiza por su
cuenta, y no por cuenta de los hombres (¿se refiere esto más bien a la promesa?)
b) El fin de la elección es constituir un pueblo santo, entregado al servicio del
verdadero Dios, un pueblo que tiene a Dios cercano, que guarda su alianza fielmente.
c) Implica una misión de cara a los demás pueblos. La elección no supone rechazo
o desgracia de los "no elegidos" (Gn 9,29; 27,29; 27,40). La elección de Dios supone
una bendición para toda la tierra ( Gn 12,3; 22,218; 26,4; 28,14).
A menudo entraña misteriosamente la sospecha de que Dios haya podido revocar
su elección, en el momento de la desgracia. A Dios se le pregunta si ha rechazado al pueblo (Jr
14,19: ¿Por qué has rechazado del todo a Judá? 31; 33). La elección no es un privilegio gratuito;
exige un compromiso, una respuesta coherente (parábola de los viñadores). Cuando no se
responde fielmente, puede venir el castigo (teoría de la retribución). Pero, ¿qué ocurre cuando no
hay motivos para sufrir la desgracia? Sal 44; 74; 89; 60; (raíz znh). El sufrimiento incomprensible
del pueblo elegido se personifica en el misterioso personaje del siervo de Yahweh del Segundo
Isaías; elegido de Dios (Is 42,1 - primer canto- ; 43,20 -referido a Israel-; 49,1 "me llamó";), y sin
embargo sobre él se abate el mayor de los sufrimientos, hasta el punto de parecer abandonado
de Dios (cuarto cántico, Is 53).
2. LA FE
Como respuesta a la elección, Dios le pide a Abraham una confianza atenta e intrépida, una
acogida sin dudar al designio de Dios. A pesar de que en toda la narración solamente se dice una
vez que "Abraham creyó en Dios" (Gn 15,6), todos los creyentes del mundo se remontan a su fe.
Como señala el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 143) siguiendo Dei Verbum 5, la
Biblia llama a esta actitud: "obediencia de la fe" . La expresión es propiamente paulina (Rm
1,5; 16,26), y con ella se quiere señalar que la fe es la entrega total que el hombre hace de
toda su persona ante Dios que se revela. Es lo que san Ignacio de Loyola expresaba en su
famosa "Contemplación para alcanzar amor" de los Ejercicios Espirituales:
"Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi
voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo disteis; a Vos, Señor, lo torno;
todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia,
que ésta me basta".
Retomando Hb 11, el CEC traza el recorrido de la fe de Abraham:
3. LAS PROMESAS
4. EL ÉXODO
5. LA ALIANZA
Dios establece con Israel una alianza. El se compromete a ser su Dios, e Israel será su
pueblo. No existe Israel sin esa referencia radical a Dios. A partir de entonces Israel puede
hablar de Yahveh como de nuestro Dios .
Dios se mantiene fiel a esta alianza, y manifiesta una continua voluntad de alianza :
Con Noé (Gn 9,9) ya estableció una primera alianza.
Con Abraham, establece una alianza unilateral (Gn 15,18): se compromete a
darle la tierra en herencia; posteriormente establece otra alianza bilateral (Gn
17,10), el pacto de la circuncisión.
En el Sinaí (Ex 24), establece la alianza que constituye a Israel como pueblo de
Dios, una sangre ratificada con sangre (cf. Ex 24,8)
Los profetas denuncian la continua quiebra de la alianza por parte de Israel, de
tal manera que cuando llega el destierro se interpreta como una señal de que la
alianza está totalmente anulada. Sin embargo, Dios nunca se olvida de sus
promesas, y promete una nueva alianza (Jr 31)
Esta nueva alianza llega con Cristo, mediador de la nueva alianza (cf. Hb 8,6;
9,15). El ha inaugurado el ministerio de la nueva alianza (cf. 2 Cor 3,6). Y en la
última Pascua que celebra con sus discípulos, declara que el cáliz contiene su
sangre de la alianza (cf. Mc 14,24).
6. LA LEY
La Ley es el estatuto del nuevo pueblo liberado. Refleja su condición nueva. De ser
esclavos en Egipto sirviendo la Faraón, a ser libres en la tierra prometida sirviendo a Dios.
Las estipulaciones del Código de la Alianza (Ex 20-24) ponen la existencia cotidiana
en el ámbito de la comunidad humana y de las relaciones con Dios. Detrás de estas normas
hay una forma nueva de vivir, una existencia fundada en la solidaridad y en la religiosidad.
No hay nada que escape de ese ámbito, ni el buey que traspasa los lindes. Todo es ocasión de
servicio a los demás y encuentro con Dios. Según algunos rabinos, en la tierra de Israel hasta los
ríos guardan el sábado. El sábado es el momento de la alabanza a Dios y de disfrute del trabajo.
Pero hay más. La Ley es la sabiduría y la vida del pueblo (cf. Dt 4,6; 32,47). La Ley
está en la entraña misma de una existencia fecunda y plena. La fecundidad de la tierra y la
plenitud de la vida dependen de la Ley.
La Ley no es lex, sino torá, es decir, enseñanza. La Ley se medita, y así el hombre la
hace propia (Sal 1). La meditación de la Ley produce alegría. Por eso tras el destierro, poco a
poco el estudio y el cumplimiento de la Ley pasa a ocupar el lugar del culto. Y ésta será la misión
del eterno Israel para siempre.
7. EL PUEBLO
8. LA TIERRA
LA EXPERIENCIA PATRIARCAL
Entre Mesopotamia (tierra extranjera y amenazadora, de donde Dios saca a Abraham;
cf. Gn 11,31 – 12,2) y Egipto (tierra tentadora y lugar de esclavitud, de donde saca Dios a su
pueblo; cf. Ex 13,9) se encuentra la tierra de Canaán, tierra “que mana leche y miel” (Ex 3,8), la
tierra que Dios ha prometido dar a Abraham y su descendencia.
En esa tierra viven los patriarcas como extranjeros: sólo les guían las necesidades de
sus ganados. Pero antes que pastos o pozos, en esta tierra encuentran el lugar donde se les
manifiesta el Dios vivo. Los robles (Gn 18), los pozos (Gn 26,15), los altares erigidos (Gn
12,7), son testigos que guardan el recuerdo de estas manifestaciones. Algunos de estos lugares
llevan el nombre de Dios: Betel, que es “casa de Dios” (Gn 28,17-19), o Penuel, que es “rostro
de Dios” (Gn 32,31)
Con la gruta de Macpelá, comprada por Abraham a Efrón el hitita para enterrar allí a su
esposa Sara (Gn 23), inaugura Abraham la posesión jurídica de una parcela de esa tierra
prometida; Isaac, Jacob y José querrán reposar en ella, haciendo así de Canaán su patria.
EL DON DE LA TIERRA
De Egipto, tierra extranjera, Dios hace salir a su pueblo. Sin embargo, para entrar en la
tierra prometida se requiere primero el abandono, la “asombrosa soledad del desierto” (Dt
32,10). Israel debe experimentar en el desierto que no debe tener otra posesión que a Dios.
Entonces, una vez purificado, podrá entrar a conquistar Canaán, “lugar donde no falta nada de lo
que se puede tener en la tierra” (Jc 18,10).
Yahveh interviene en esta conquista: él es quien da la tierra a su pueblo (cf. Sal
135,12). La tierra se obtiene sin fatiga (cf. Jos 24,13), es un regalo gratuito, una gracia, como
la alianza de la que ella es expresión (cf. Gn 17,8; 35,12; Ex 6,4.8).
Israel se entusiasma con la tierra que Dios le ha dado, porque Dios no lo ha
decepcionado. “Es un país bueno, muy bueno” (Nm 14,7; Jc 18,9), que contrasta con la aridez y
la monotonía del desierto. A este “dichoso país de torrentes y de fuentes..., país de trigo y de
cebada, de viña, de higueras, de granos, país de olivos, de aceite, de miel, país donde no está
medido el pan” (cf. Dt 8,7-9), el pueblo se apega sin dudar.
La tierra y sus bienes son recuerdo permanente del amor y de la fidelidad de Dios
a su alianza. Quien posee la tierra posee a Dios, porque Yahveh no es sólo el Dios del desierto,
sino que la tierra de Canaán ha venido a ser su residencia. Tan ligado está Dios con la tierra, que
David no cree posible adorarlo en el extranjero, tierra de otros dioses (cf. 1 Sm 26,19), y Naamán
se lleva a Damasco un poco de tierra de Israel para poder dar culto a Yahveh (2 Re 5,17).
Pero una vez que Israel esté asentado en la tierra, una vez que se haya vuelto sedentario
y empiece a explotarla, la misma tierra se convertirá en prueba y tentación. Israel, pueblo
pastoril y seminómada, peregrino de un país a otro, tendrá que aprender a vivir en la tierra. Al
mismo tiempo que aprende de los habitantes del país las leyes de la vida agrícola, adoptará
también sus costumbres religiosas, idolátricas y materialistas. En vez de ver en Yahveh el Dios
santo, fiel, que exige correspondencia a la alianza, estará tentado a ver en él un Baal, señor del
país, protector y garante de la fertilidad (cf. Jc 2,11; Os 2,18). Los profetas pondrán en guardia
contra los peligros de la sedentarización y de la propiedad (cf. Is 5,8), en la que verán una
fuente de robos (cf. 1 Re 21,3-19), de rapiñas (cf. Mi 2,2), de injusticias, de diferencias de clases,
de enriquecimiento que provoca la soberbia y la envidia (cf. Jb 24,2-12).
¿Por qué la tierra, el signo más claro del amor de Dios hacia su pueblo, que debía
recordarle continuamente este amor fiel, se ha convertido en piedra de tropiezo para la fe de
Israel en Dios? Porque el pueblo ha olvidado Quién se la ha dado. La amonestación
continua de Moisés en las estepas de Moab, en las mismas puertas de la tierra, era constante:
“¡Guárdate de olvidar aYahveh tu Dios1” (Dt 6,12; 8,11; 11,16), “porque Yahveh amó a tus
padres... Te ha hecho entrar en este país” (Dt 4,37-38; 31,20). ¿De qué valdría haber vivido como
extranjeros en tantos países, anhelando un país donde vivir en paz y prosperidad, gozando de la
experiencia del amor de Dios, si cuando ya se tiene posesión de él la alianza queda en el olvido?
“Acuérdate de las marchas que te hizo Yahveh durante cuarenta años por el desierto
para humillarte... y para conoce el fondo de tu corazón” (Dt 8,2). De Dios es la tierra. Es un Dios
celoso, exigente. El hombre debe mantenerse humilde, fiel, obediente (cf. Dt 5,32 – 6,25). Si
obra así, recibirá en recompensa las bendiciones : “Benditos serán los productos de tu
suelo... y las crías de tus ovejas” (Dt 28,4), pues “Yahveh tiene cuidado de este país... sus ojos
están fijos en él desde el principio del año hasta el fin” (Dt 11,12). Si no obra así, vendrán las
maldiciones sobre Israel (cf. Dt 28,33; Os 4,3; Jr 4,23-28). Se entrevé incluso la peor de las
amenazas: la pérdida de la tierra: “Seréis arrancados de la tierra en que vais a entrar” (Dt
28,63). Esta amenaza, que los profetas precisan con vigor (cf. Am 5,27; Os 11,5; Jr 16,18), se
cumple finalmente como un duro castigo divino en medio de las angustias de la guerra y el
exilio.