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La estética de los franceses en los 1700

Introducción

Filósofos del siglo XVII como Descartes, Hobbes y Spinoza no se detuvieron a pensar sobre
la belleza, ya que aseguraban que ésta es relativa y subjetiva. En cambio los teóricos de la
poesía como Chapelain o Boileau, Poussin y Bellori aseguraban que la belleza es objetiva y
universal.

Para el siglo XVIII, una centuria con poca producción artística si la comparamos con el siglo
anterior, la estética fue tratada en términos generales1. Ya no eran los artistas, ni los filósofos
quienes abordaban estos temas. Por el contario, escritores tocaban el tema estético de manera
general, desarrollando teorías sobre diversas artes y discutiendo a favor de una estética de
carácter objetiva y clásica, pero retomando corrientes subjetivistas de siglos anteriores.

En el contexto anteriormente mencionado, aparecerán tres autores francoparlantes que


abordarán la estética. A continuación comento algunos puntos principales de dichos autores.

Yves-Marie André (1675- 1764) Chateaulin, Francia.

André en su obra “Ensayo sobre lo bello” deja claro que la apreciación de lo bello no es
objetiva. En dicho ensayo apunta que no sólo la belleza es regional, sino incluso dentro de
un grupo homogéneo las opiniones sobre lo bello son distintas. No obstante André no asegura
que la belleza sea relativa. Por el contrario, él conceptualiza la belleza en tres órdenes con el
objetivo de salvaguardar la idea de que la belleza en sí es objetiva.

Para André hay tres clases de bellezas. Sin embargo, el pensador francés conceptualiza el
orden de éstas abarcando desde lo metafísico hasta lo sensible. En palabras de André, “lo
bello sensible y lo bello inteligible”.

1
Cfr. TATARKIEWICZ, Vladyslaw. Historia de la estética. III La estética moderna. Danuta
Kurzyka (traductora). Akal, Madrid, 2004. P. 556.
La primera y más importante belleza es la esencial (beauté essentielle) que es tal cual e
independiente de cualquier opinión. “La verdad, el orden, la honestidad y la decencia”,
precisa André.

La segunda es la belleza natural (naturel), que es objetiva y humana, pero no considera el


gusto subjetivo. Dividida en imágenes, sentimientos y movimiento.

La tercera es la belleza arbitraria (arbitraire), que es relativa y subjetiva.

De acuerdo con André, muchos estetas yerran al afirmar que la belleza es completamente
subjetiva, que deriva solamente de educación, gustos, modas, etcétera.

La originalidad de André es la distinción entre belleza esencial y belleza natural, ya que él


no fue el primero en poner la idea de dos bellezas: objetiva y subjetiva2.

André usa una analogía un poco confusa para distinguir la belleza esencial y la natural. A
saber: “La belleza natural sería la hermosura del hombre, diciendo que las dos son como el
cielo y la tierra.”

De acuerdo con Tatarkiewicz, realmente la comparación de André es insuficiente y “dudosa”,


pues él se refiere a la distinción entre belleza sensible y moral; así como de la belleza concreta
y la belleza ideal en un mismo plano de conceptualización.

Por tanto y en resumen, la belleza para André es el decorum (adecuación) y el modus


(mesura). Esta idea tradicional y clásica se encuentra ya desde Horacio, quien afirmaba que
la decoración o los colores bellos no son así si son excesivamente vivos. En la obra de André
se atisba una crítica al barroco.

Jean-Pierre de Crousaz (1663-1750) Lausana, Suiza.

Filósofo, matemático y sobre todo diplomático originario de Lausana, Suiza. Su obra Traité
du Beau publicada en 1715 en Ámsterdam es el texto estético más importante de este autor.

2
Cfr. TATARKIEWICZ, Vladyslaw. Historia de la estética. III La estética moderna. Danuta
Kurzyka (traductora). Akal, Madrid, 2004. P. 556.
Aunque Crousaz no fue original3, es reconocido en la historia de la estética por su capacidad
de compilar ideas ajenas.

Crousaz sostenía que la belleza es relativa ya que la atribución de belleza a un objeto está
acompañada por sentimientos de aprobación o de placer. Por tanto, la belleza para Crousaz,
sobre todo, es ambigua. Es decir, de acuerdo con el pensador suizo la relación entre objeto y
sujeto en términos de belleza tiene dos variantes: los sentimientos o la evaluación.

Las matemáticas, como un triángulo o una suma, son ideas y pueden ser aprobados. Bellos
por su perfección conceptual, por ejemplo. En cambio, el olor de un perfume o una buena
melodía pueden resultar placenteros. Luego, lo bello aparece o como idea o como
sentimiento.

Sin embargo, una de las grandes distinciones entre idea y sentimiento reside en que la idea
es fácil de expresar, pero el sentimiento no.

No obstante, Crousaz problematiza. Por la diferencia entre lo bello y lo que causa placer
puede haber contradicciones en el juicio. Hay veces que lo bello nos puede disgustar.

"Todos poseen [una idea de lo bello], pero como casi nunca aparece solo, no reflexionamos
sobre él y no lo distinguimos del enredo”.

La raíz de esta dificultad radica en la dualidad de las facultades humanas: "A veces las ideas
y los sentimientos están de acuerdo entre sí y un objeto merece la calificación de" bello "en
ambos aspectos. A veces, sin embargo, las ideas y los sentimientos están en guerra unos con
otros y luego un objeto agrada y al mismo tiempo no: desde una perspectiva es hermoso,
mientras que desde otro carece de belleza”

No obstante, Crousaz no soporta este divorcio; por el contrario, cree que tenemos la
responsabilidad de descubrir "qué principios regulan nuestra aprobación cuando juzgamos
algo solo a partir de ideas [o, como le gusta decir," con frialdad "] y lo encontramos hermoso
independientemente del sentimiento".

3
Cfr. TATARKIEWICZ, Vladyslaw. Historia de la estética. III La estética moderna. Danuta
Kurzyka (traductora). Akal, Madrid, 2004. P. 558.
De algún modo casi prescriptivo, Crousaz insta a distinguir entre lo que le gusta al corazón
y lo que le gusta al espíritu. De acuerdo con Tatarkiewicz, Crousaz apunta a hacer una
distinción de la belleza clásica y la manierista, estilo reconocido por el gusto por la
acentuación de ciertas características artísticas hasta que resultan afectadas4.

Jean-Baptiste du Bos (170-1742) Beauvais, Francia.

Este pensador jesuita francés y diplomático escribe su obra más importante de estética:
Réflexions critiques sur la poésie et la peinture de 1719, cuatro años antes estuvo en la firma
de la Paz de Utrecht, convención que le pondría fin a la Guerra de Sucesión Española.

La teoría de Du Bos está sustentada en los siguientes principios. A saber, el hombre


experimenta placer cuando ya ha satisfecho sus necesidades. Esas necesidades pueden ser o
espirituales o corporales. Una de estas necesidades es que la mente se mantenga ocupada. De
lo contrario, surge el aburrimiento.

Así pues, expone Du Bos, la mente, de algún modo, se dirige a actividades que le impliquen
riesgos y dificultades. Por ello, la persona debe dedicarse a algo que lo mantenga ocupado,
pero que no implique perjuicio. El arte, dirá Du Bos es un buen ejemplo. El arte es placentero
porque imita a la realidad sin suponer riesgos.

Así pues, como el arte imita y substituye la realidad, el contenido debe ser tan importante
como la forma. Du Bos, al formular su teoría, pensaba principalmente en poesía y pintura.

Du Bos comenta, de manera muy propia al mecanicismo, que la anatomía de pintores y poetas
tiene un buen acomodo, tanto en el cerebro como en el resto de órganos. Asimismo, que estos
artistas tienen la sangre caliente. Asimismo, dirá el francés que al aprecio de estas artes no
se debe a la situación del espíritu, a nuestras inclinaciones cambiantes, sino que “se ha
producido en nosotros un verdadero cambio”.

Por Juan. I. M. E.

4
TATARKIEWICZ, Vladyslaw. Historia de la estética. III La estética moderna. Danuta Kurzyka
(traductora). Akal, Madrid, 2004. P. 560.
Bibliografía:

TATARKIEWICZ, Vladyslaw. Historia de la estética. III La estética moderna. Danuta Kurzyka


(traductora). Akal, Madrid, 2004. TATARKIEWICZ, Vladyslaw. Historia de la estética. III La
estética moderna. Danuta Kurzyka (traductora). Akal, Madrid, 2004.

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