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Facultad Protestante de Teología UEBE

JESÚS EN EL SHEMA
I CORINTIOS 8:4–6

Por José Antonio Pineda Argueta

Introducción a la Hermenéutica / Grado en Teología


Alcobendas, Madrid
enero 30, 2019
I. Introducción

El Shema es la oración que los judíos hacían a diario (y probablemente

todavía hacen), la cual encapsula y resume la cosmovisión del pueblo de Dios:

“4Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 5 Y amarás al Señor tu

Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt. 6:4–5

RVA-2015). Toda su historia, sus orígenes, su identidad como nación, su llamado

por el Creador del mundo, se encuentran resumida en esta declaración de lealtad

al único Dios y Señor. A diferencia de todas las otras naciones, el Shema es el

estandarte que revela que el pueblo de Dios es monoteísta.

Sin embargo, los escritores del Nuevo Testamento se enfrentan al hecho de

que este Dios que liberó al pueblo de Jacob de Egipto, se ha revelado en Jesús.

Esto no quiere decir que éste último es un semidiós o un segundo dios, sino que

es en quien el Dios de Israel ha revelado su identidad. De manera que no se

puede hablar de uno sin pensar en el otro. Debido a esto, era necesario adaptar

el Shema para incluir a Jesús como el agente por quien todo ha llegado a ser.

Esta adaptación la encontramos en una de las cartas del apóstol Pablo. Por

tanto, antes de profundizar en el nuevo Shema, exploraremos el contexto en el

cual fue citado.


II. Contexto

La carta del apóstol Pablo a la iglesia de Corintio fue escrita con el propósito

de abordar, dar guía y respuesta a los problemas presentados en el reporte

recibido “por los de Cloé” (I Co. 1:11). El apóstol fue informado con respecto a

divisiones y contiendas, serios casos de índole sexual, comida sacrificada a los

ídolos, la manera en cómo estaban llevando a cabo sus cultos y la resurrección.

Pablo responde a cada uno de estos problemas en dos pasos: primero, describe

el problema y luego, contesta haciendo referencia a una parte de la historia del

evangelio. El presente trabajo se enfocará en el problema con respecto a la

comida sacrificada a los ídolos.

La comida sacrificada a los ídolos

1 Corintios 8:1–6
1
Ahora con respecto a la carne sacrificada a ídolos, conocemos que ‘todos tenemos
conocimiento.’ El conocimiento enorgullece, mientras que el amor edifica. 2Si alguien
cree que conoce algo, todavía no conoce de la manera que debería conocer. 3Pero si
alguien ama a Dios, este ha sido conocido por Él.
4
De modo que, en cuanto a la comida que ha sido sacrificada a los ídolos, conocemos
que ‘un ídolo no es nada en el mundo’, y que ‘no hay Dios más que uno’. 5Sí, en efecto:
puede que haya muchos supuestos ‘dioses’, ya sea en el cielo o en la tierra, así como
hay muchos ‘dioses’ y muchos ‘señores’, 6pero para nosotros
Hay un Dios, el Padre,
de quien proceden todas las cosas,
y nosotros para Él existimos;
y hay un Señor, Jesús el Cristo,
por medio de quien son todas las cosas,
y nosotros por medio de Él existimos.1

1
Traducción y énfasis míos.
En la antigua ciudad de Corinto, el mercado central estaba rodeado de

templos paganos.2 Un griego llamado Pausanias, quien viajó a través de Grecia,

escribió Descripción de Grecia (Description of Greece, su nombre en inglés), en

el cual describe las diferentes ciudades del imperio romano. Cuando se refiere a

el ágora, la plaza central, de Corinto, Pausanias hace mención de templos y

estatuas erigidas a Artemis, Dionisio, Atenea, las musas, Helios, Heracles, Apolo,

Zeus, Zeus del inframundo (probablemente Hades), Zeus el Altísimo, Hermes,

Poseidón, Fortuna y Afrodita. Al oeste del ágora, había un gran templo dedicado

al culto imperial, específicamente a Octavia, hermana de Augusto, emperador de

Roma y fundador de Corinto.3 Todos los templos de estos dioses se encontraban

a 140 metros de distancia del centro de la ciudad.

Los sacrificios eran propiedad de los sacerdotes en los diversos templos, y lo

que no podían comerse, lo vendían. Durante las varias festividades,

inevitablemente había un exceso de carne en el mercado, y el precio disminuía

considerablemente.4 Para muchos pobres en la ciudad (con seguridad esto

incluía a algunos de los cristianos), este era el único momento cuando podían

darse el lujo de comer carne. Es más, si una persona no le preguntaba al

vendedor cuál era el proceder de la carne, no sabría si tal porción de carne había

sido sacrificada a un ídolo o no. De todas maneras, ¿por qué no disfrutar de un

poco de carne si ‘un ídolo no es nada en el mundo’?

2
Jerome Murphy-O’Connor, St. Paul’s Corinth: Text and Archaeology (Collegeville,
Minnesota: Liturgical Press, 2002), p. 26.
3
Aaron J. Atsma (2017), Pausanias, Description of Greece. Theoi Texts Library, obtenido
enero 19, 2019 de https://www.theoi.com/Text/Pausanias2A.html#n6.
4
Kenneth E. Bailey, Paul Through Mediterranean Eyes (Downers Grove, Illinois:
InterVarsity Press, 2011), p. 233.
En el entorno de una ciudad como Corinto, esto es lógico. Sin embargo, esto

no quiere decir que sea correcto. Así que Pablo, en lugar de crear un mandato

prohibiendo comer carne de ídolos, apela a los recipientes de su carta a que

reflexionen en el “conocimiento” y en el “amor”, palabras claves en el argumento

del apóstol. Y el tema del amor es con el cual comienza y termina el capítulo 8

de la presente epístola.

Con respecto al conocimiento, los corintios habían acuñado lemas que

resumían lo que creían.5 “Todos tenemos conocimiento” exclamaban, así que

algo tan trivial como comer carne de ídolos, no conlleva consecuencia alguna, ya

que “un ídolo no es nada en el mundo”, solamente son obras de hombres, sin

existencia propia alguna. En todo caso, “no hay Dios más que uno”, todas las

deidades en las cuales las personas creen, en realidad son “manifestaciones” del

único y verdadero Dios. Brevemente, este el “conocimiento” del cual los corintios

se jactaban.

Pablo responde al lema “todos tenemos conocimiento” que el mero

conocimiento fácilmente produce orgullo y arrogancia, y aquél que alardea de él

verá a otros, que tienen menos conocimiento, como inferiores a sí mismo. Lo

relevante no es el conocimiento, sino el amor hacia Dios. Todo aquel que abre

su corazón y su mente para amar a Dios es conocido por Él, y al ser conocido

por Él comprenderá que no se trata de cuánto conocimiento se posee en

comparación a otros, sino cuánto amor se expresa hacia las demás personas.

5
N.T. Wright, Paul for Everyone: I Corinthians (Louisville, Kentucky: Westminster John
Knox Press, 2004), pp. 99–100.
Con respecto la comida sacrificada a ídolos, desde luego que “un ídolo no es

nada en el mundo”. Los supuestos dioses del panteón, ya sea que habiten en el

cielo o en la tierra, no son reales y, aunque los emperadores sí existieron, su

declaración de divinidad realmente no los convertía en deidades, son simples

seres humanos. De manera que estos supuestos dioses y el culto imperial no

sólo son inexistentes, sino que tampoco son manifestaciones del único Dios. El

hecho de conocer (o saber) que sólo hay un Dios, no quiere decir que la

adoración ofrecida a ídolos es dirigida al verdadero Dios.

Para aclarar tal confusión, Pablo cita el Shema, pero con una extraordinaria

adaptación. El Shema, “Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es”

(Dt. 6:4 RVA-2015), es transformado para incluir a Jesús en él:

Hay un Dios, el Padre,


de quien son todas las cosas,
y nosotros somos para Él;
y hay un Señor, Jesús el Mesías,
por medio de quien son todas las cosas,
y nosotros somos por medio de Él.6

El texto en griego carece de verbo (al igual que la primera parte del Shema en

hebreo, ya que estos dos idiomas no requerían de un verbo copulativo):

εἷς θεὸς ὁ πατήρ, un Dios el padre,


ἐξ οὗ τὰ πάντα de quien todas las cosas
καὶ ἡμεῖς εἰς αὐτόν, y nosotros a él
καὶ εἷς κύριος Ἰησοῦς Χριστός, y un Señor Jesús el Mesías,
δι’ οὗ τὰ πάντα por medio de quien todas las cosas
καὶ ἡμεῖς δι’ αὐτοῦ. y nosotros por medio de él.

6
Traducción y énfasis míos.
Sin embargo, Pablo y sus oyentes entendían que “hay un Dios, el padre, de

quien son todas las cosas y nosotros somos para él, y hay un Señor, Jesús el

Mesías, por medio de quien son todas las cosas y nosotros somos por medio de

él.”7 Nótese la estructura de la fórmula, las frases “todas las cosas” y

“nosotros…él”, son utilizadas para dar énfasis al hecho que Dios es quien hizo

todo y a nosotros, y fue por medio de Jesús qué se hizo todo y nosotros. Aunque

pudiésemos agregar un sentido de pertenencia a la primera línea y la obra

salvífica de Jesús a la segunda para que el pasaje sea menos enigmático, lo más

impactante del pasaje mismo no es el misterio que provoca, sino la incorporación

de Jesús en el Shema.

Lo que Pablo, o alguien más ha hecho, es separar Dios y Señor en el Shema,

identificando a Dios como el Padre, agregando que Él es el origen y el fin de todo,

incluso nosotros; e identificando al Señor como Jesús el Mesías, añadiendo que

Él es el agente por medio de quien todo ha sido hecho, incluso nosotros. Un Dios,

un Señor.8

El Salmo 95:3–5 (NVI),


“3Porque el Señor es el gran Dios,
el gran Rey sobre todos los dioses.
4
En sus manos están los abismos de la tierra;
suyas son las cumbres de los montes.
5
Suyo es el mar, porque Él lo hizo;
con sus manos formó la tierra firme”,

7
N.T. Wright, Paul and the Faithfulness of God, Book II (Minneapolis, Minnesota: Fortress
Press, 2013), p. 666.
8
Ibid.
presenta características que están presentes en I Co. 8:6.9 El Salmo abre

afirmando el poder y grandeza del Señor sobre los otros “dioses”; de la misma

manera Pablo concluye que los supuestos dioses y señores en realidad no son

divinidades, porque el único dios real es el Dios de Israel. También hay referencia

al hecho que el Señor es quien ha creado los abismos de la tierra, los montes, el

mar y la tierra firme; y esto es en lo que el apóstol se enfoca, es de Dios de quien

todo proviene y por medio del Señor todo ha llegado a ser. Finalmente, el salmo

presenta la creación como el producto de la labor de las manos de Dios,

indicando el medio por el cual todo ha sido hecho (“por medio de sus manos son

todas las cosas” y “nosotros somos por medio de sus manos”). Dios es el origen

de todo, Jesús es el agente, las “manos” de Dios, por medio de quien el mundo

fue creado.

Pablo está utilizando la imagen del Salmo 95:3–5 para proporcionar claridad

en que “Dios, el Padre”, y “el Señor, Jesús el Mesías” son uno. Este Dios anula

por completo todos los supuestos dioses y señores en la plaza central de Corinto.

Por lo tanto, comida ofrecida a estos falsos dioses y señores es simplemente

comida, y nada más. Al ser conocedor de esta realidad, un seguidor de Cristo

puede comer carne con limpia consciencia.

Por esta razón, de la misma manera en como el Shema definía al pueblo de

Israel como los escogidos de Dios al haber sido liberados de Egipto, el Shema

reformulado define al grupo de personas, que creen que Dios ha regresado en y

9
Bailey, p. 236.
por medio de Jesús, en la comunidad del Mesías. Esta reformulación conserva y

guarda la unidad y santidad de la comunidad.

Regresando al dilema si comer carne de ídolos o no, las personas de la

comunidad del Mesías, que entienden que solamente hay un Dios y un Señor,

pueden comer carne sin problema alguno. Esto resuelve la cuestión de santidad.

Pero, así como hay algunos dentro de esta comunidad que tienen este

“conocimiento”, hay otros que no lo tienen, que su consciencia es débil. Si la

unidad es vital para preservar la fraternidad, ¿cuál es la responsabilidad de

aquellos con “conocimiento” hacia los que tienen débil consciencia? El nuevo

Shema lo deja claro: reflexionen en el hecho que el único Dios y Señor del mundo

se ha revelado en el Mesías crucificado. La vida, muerte y resurrección de Jesús

es el centro de la cosmovisión del nuevo pueblo de Dios. El sacrificio de Cristo

no solamente es la manera en cómo Dios trata con los pecados, sino que revela

el corazón y el carácter del verdadero Dios, características que deberían brillar a

través de la comunidad que confiesa que sólo hay un Dios (el Padre) y un Señor

(Jesús el Mesías).
III. Aplicación10

La sociedad del siglo XXI define las creencias religiosas, especialmente el

cristianismo, como primitivas y obsoletas, ha adoptado nuevos dioses, el

individualismo y el hedonismo, los cuales reinan y definen la cosmovisión secular.

Estos falsos dioses han logrado infiltrarse en nuestras congregaciones locales,

estableciéndose como principios básicos de “cómo vivir la vida”,

independientemente de la manera en que este modus vivendi afecte o no al

prójimo. A esto Pablo diría que consideremos lo que significa que el Creador del

cielo y la tierra, el único Dios, el Padre de quien todo proviene, se ha revelado

totalmente en la vida, muerte y resurrección del Mesías. Como más tarde diría a

los de la iglesia de Filipos “3No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien,

con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. 4Cada

uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses

de los demás. 5La actitud de ustedes debe ser como la da Cristo Jesús” (Fil. 2:3–

5 NVI). De la misma manera en como Jesús entregó su vida y libertad por amor

hacia nosotros, formando una nueva comunidad cuya ley es el amor, nosotros

debemos negarnos a nosotros mismos por amor al prójimo, para que

corporalmente e individualmente revelemos al mundo que para nosotros sólo hay

un Dios (el Padre) y Señor (Jesús el Mesías).

10
La presente es un bosquejo de la aplicación.
IV. Bibliografía

Atsma, Aaron J., (2017). Pausanias, Description of Greece. Theoi Texts Library.
Obtenido enero 19, 2019 de https://www.theoi.com/Text/Pausanias2A.html#n6.

Bailey, Kenneth E. Paul Through Mediterranean Eyes. Downers Grove, Illinois:


InterVarsity Press, 2011.

Keener, Craig S. y John H. Walton NIV Cultural Backgrounds Study Bible. Grand
Rapids, Michigan: Zondervan, 2016.

Murphy-O’Connor, Jerome St. Paul’s Corinth: Text and Archaeology.


Collegeville, Minnesota: Liturgical Press, 2002.

Wright, N.T. Paul and the Faithfulness of God, Book II. Minneapolis, Minnesota:
Fortress Press, 2013.
___________. Paul for Everyone: I Corinthians. Louisville, Kentucky:
Westminster John Knox Press, 2004.

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